CUANDO LA IGLESIA SE DESVÍA - redcrece.org

CUANDO LA IGLESIASE DESVÍA

DE LA VERDAD

Copyright 2017 © MOISÉS J. MACÍAS

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida sin el permiso previo por escrito del autor.

El texto Biblico ha sido tomado de la version Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en America Latina; © renovado 1988 Sociedades

Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Publicado por:Segrak S. de R. I. MI, Puebla, Pue.

01-(222) 240 [email protected]

ISBN: 978-607-7717-63-8

ii

iii

¿QUÉ ES “RED CRECE”?

Es una iniciativa de colaboración entre aquellos que anhelan ser edificados compartiendo el mensaje de Cristo y los principios de la Palabra de Dios a toda persona y en todo lugar, desde reuniones en casa con nuestras propias familias o con invitados, hasta parques, oficinas, restaurantes, o lugares especialmente dedicados; como decíamos: “a toda persona y en todo lugar”.

La Red de Centros de Reunión y Edificación Cristiana Evangélica (CRECE) no es una denominación religiosa, ni una organización jerárquica; es más bien una plataforma colaborativa en la que participan varias personas, desde aquellos que preparan materiales para enseñanzas, hasta aquellos que, de manera independiente, organizan reuniones con sus compañeros de escuela, vecinos, compañeros de trabajo, etc. En síntesis, oramos unos por otros y compartimos experiencias, para que cada centro de reunión disfrute de una enseñanza bíblica sana y una operación sana, para una verdadera edificación y libertad en Cristo.

“Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.” (1 Corintios 3:6)

Para más información, visítanos en www.redcrece.org

iv

AGRADECIMIENTOS

A Dios, por habernos dado la “ Palabra de Vida” que llena el alma y por el alto precio que esto significó. A mi padre, quien desde mi niñez fue ejemplo de trabajo y amor a Dios y a su familia. A mi madre, quien, desde que éramos niños, encendió nuestras vidas con la Luz de Cristo, hablándonos de fe y esperanza cada día con la Palabra de Dios. A mi bella esposa, por ser el instrumento delicado de Dios para llenar mi vida y la de nuestros hijos de amor, alegría y fortaleza; cada día doy gracias a Dios por tenerte a mi lado, te amo. A nuestros hijos, David y Sari, por llenar nuestra vida de tanta alegría, Dios los conoce desde antes que fueran formados en el vientre para que cumplan un propósito especial. A mi querida hermana, la distancia nunca quitó nuestra amistad ni el pacto de hermanos, gracias por todo. A mi suegra, gracias por sus oraciones en secreto, su recompensa será en público. A todos los familiares y amigos en Cristo que aman y sirven al Dios que les llamó, gracias por su apoyo, contribuciones y oraciones por este proyecto.

PRÓLOGO

“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haci-endo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.” (1 Timoteo 4.16).

¡Cuántas verdades encierra este versículo! Cada palabra es un poderoso consejo divino para aquellos que han respondido al llamado del Señor para servir, y es también una esperanza firme de la Iglesia para su preservación.

Algunas de las implicaciones contenidas en el pasaje de Timoteo, arriba citado, se abordan en este volumen. Seguramente hay más escritos relacio-nados con el tema (el cuidado de la doctrina y de quien ministra), por lo cual damos gracias a Dios, pues él no dejará que el ministerio, su obra, se desvíe. Es importante pedir al Espíritu Santo que abra nuestro entendimiento para que podamos discernir las falsas enseñanzas, formas de operar y las tendencias cultuales contrarias a las Escrituras que tratan de infiltrarse en la Iglesia.

Dios me permitió conocer el contenido de este libro desde su principio. Eran notas escritas para alentar a pastores, maestros y servidores a tomar como único fundamento la Escritura, a no perder la dirección divina para el cuidado de la Iglesia, y a discernir el engaño de falsas doctrinas y costum-bres que atentan contra la salud espiritual de los creyentes. Poco a poco el contenido se fue enriqueciendo al observarse comportamientos ajenos a las directrices bíblicas en creyentes ingenuos y congregaciones.

“Mirad que nadie os engañe.” Estas son palabras de Cristo no sólo para los creyentes, sino también para el ministro, que tiene el deber de considerarlo una prioridad para su vida y servicio.

El contenido puede considerarse de carácter preventivo en la mayoría de los casos. Sin embargo, el Espíritu Santo puede abrir los ojos de algunos para identificar y corregir enseñanzas o tendencias que están en contra de la Palabra.

v

Dios guíe al ministerio a la perfección espiritual. El Espíritu Santo y la Biblia deben estar permanentemente en el corazón y la vida de la Iglesia. Oramos por los pastores y por todos aquellos que coadyuvan a la preservación de la Iglesia de Cristo. Que este libro traiga bendición a sus vidas y ministerios. Éste es el anhelo que motivó que se escribiera acerca de este tema urgente y necesario. Que el nombre del Señor sea glorificado en todo, y la Iglesia sea preservada en santidad y bendición.

Gloria Elisa Maldonado de M.

vi

INTRODUCCIÓN

Tomaría mucho tiempo describir la bendición que podemos encontrar en las iglesias. Bendición en las predicaciones y enseñanzas, en las alabanzas, en las oraciones, en la consejería y en el compañerismo. Bendición desde la niñez, la juventud, la vida adulta, y aún en los funerales.

Hemos visto vidas transformadas, familias reconciliadas, personas afligi-das en procesos de verdadera restauración. Verdaderamente, la iglesia es la entidad sobre la tierra que lleva en su corazón la simiente en la que serán benditas todas las familias de la tierra, y esa simiente es Cristo. Es en este ámbito, en la iglesia, donde se vive con los ideales más altos, y se muere con la esperanza fiel de la vida eterna.

Cuando hablamos de la iglesia, o recordamos nuestras vivencias en ella, necesariamente hablamos de bendición. Cuando alguien se acerca a alguna iglesia para congregarse, la cuestión de la bendición suele estar muy pre-sente en su mente, y aunque a veces no lo digamos abiertamente, en realidad buscamos bendición en la vida que Dios nos da. Pero, ¿qué es la bendición? Cuando hablamos de bendición nos referimos a todo el bien que Dios nos da, tanto espiritualmente (como el perdón, la paz, o la dicha); como material-mente, al recibir su provisión en nuestras necesidades. Este tema de “la ben-dición” no es menor a la hora de considerar el tema de la iglesia, pues Dios verdaderamente quiere bendecir al hombre, y la iglesia tiene un lugar muy importante en este propósito.

Tanto berakah (del hebreo), como eulogia (del griego), se traducen en la Biblia como “bendición”. La primera hace referencia a “bendición, paz, pros-peridad”; mientras que la segunda se refiere a “bendición o alabanza”, y provi-ene de eu que significa “bien”, y logos que significa “hablar, decir”.

Así pues, la palabra bendición se refiere a todo el bien de Dios para no-sotros (tanto espiritual como material), el cual proviene de la buena Palabra

vii

que Dios pronuncia. Por esto, la bendición de Dios está en su Hijo Jesucristo, porque él es el Verbo de Dios o “la Palabra hablada de Dios”.

Decíamos entonces que el tema de la bendición es fundamental cuando hablamos de la iglesia, pues ¿no es ésta la depositaria de la Palabra de Dios? Por otro lado, ¿no mora Cristo por la fe en los corazones de los que conforman la iglesia? Si esto es así, la iglesia es pieza clave dentro del propósito de Dios para que las personas tengan bendición.

Sin embargo, podemos preguntarnos, a manera de reflexión, ¿es posible que la bendición que se puede encontrar en la iglesia se diluya o ausente en algunas congregaciones? Por ejemplo, ¿podría dejar de haber mensajes vivificantes de la Palabra de Dios, y en lugar de estos abundar los mensajes emocionales pero carentes de vida, secularizados, y centrados en el líder u organización?, ¿podría la consejería bíblica ser suplantada por un sistema de control?, ¿podría alguien experimentar aflicción y pesadumbre al asistir a la iglesia, mientras trata de negarlo ante él mismo y ante los demás?

La labor pastoral fue diseñada para el servicio de las almas, pero ¿acaso se podría ésta confundir con una posición de poder en la que se manifiesta abuso de autoridad?, ¿es posible que aquellos que debían perdonar ofensas se vuelvan ofensivos?, ¿que los que debían coadyuvar a sanar las heridas sean los que las hagan?, ¿que quienes debían predicar libertad espiritual aho-ra se enseñoreen de otros con rudeza? En otras palabras, ¿es posible que, donde debía haber bendición, se encuentre opresión y destrucción personal y familiar?

Hay iglesias que de una manera gradual han adoptado prácticas que generan desgaste y daños diversos a sus miembros. Si estas prácticas no se corrigen a tiempo, podrían dar lugar a un movimiento sectario, aunque conserve el título de “cristiano”. Con el nombre de “sectario” no nos referi-mos a cuartos oscuros, a personas encapuchadas, ni a cantos gregorianos; sino a grupos religiosos, incluso llamados cristianos, pero que, en lugar de

viii

haber bendición y libertad, hay tratos opresivos y diversas formas de abuso, esclavitud y desgaste personal y familiar.

El propósito de este libro es que podamos observar algunas prácticas de índole sectario que se han infiltrado en la iglesia, con el fin de detectarlas y corregir a tiempo cualquier manifestación de este tipo, de esta manera la igle-sia se preservará como un lugar de bendición.

“No hay iglesia perfecta” es quizás una frase muy conocida en el medio cristiano. Estamos de acuerdo con esta afirmación. Pero, ¿qué haremos en-tonces con nuestras iglesias?, ¿las dejaremos a la deriva en sus imperfec-ciones?, ¿qué haremos con el equipo ministerial?, ¿lo descuidaremos porque de todos modos es imperfecto? Y todavía más, ¿qué haremos con nosotros mismos que estamos sujetos a nuestra imperfección humana?, ¿permitiremos que nuestras faltas se hagan cada vez mayores? Ante estas preguntas, las Escrituras dicen:

“Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.” (2 Corintios 7:1).1

Y también:

Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vo-sotros. (2 Corintios 13:11).2

1Énfasis añadido.

2Énfasis añadido.

ix

Así pues, es verdad que todo el equipo ministerial en una iglesia está su-jeto a su imperfección humana; sin embargo, su ánimo de auto-evaluarse en oración y con las Escrituras lo guardará como un ministerio sano. Por el con-trario, si el equipo ministerial tolera prácticas inapropiadas, es muy probable que muestre signos destructivos los cuales se acentuarán cada vez más y causarán daños a los congregantes.

El propósito de este libro no es juzgar lo que otros ministerios u otras iglesias hacen, sino cuidarnos a nosotros mismos, a nuestra familia y a nuestra iglesia. ¿No es muy lamentable cuando alguien juzga mal y condena al inocente? Lo mismo sucedería si nosotros juzgamos de “sectaria” a una organización de manera ligera. Más bien, nuestro propósito debe ser cuidarnos. Resulta más provechoso y de gran ayuda si en lugar de juzgarnos, oramos y hablamos de manera privada (como un primer paso), para intentar corregir lo deficiente e incorrecto por la vía de la paz, la bendición y la restauración.

Por otro lado, también es lamentable que alguien apruebe acciones ina-propiadas y fortalezca las manos del que actúa de manera impía o carnal (y aún afirme que eso es espiritual, o que es por el bien de los ofendidos). Esto habla de una confusión terrible en cuanto a cómo debería operar la iglesia del Señor. La confusión entre lo que es bueno y lo que no lo es constituye la tierra fértil para el sectarismo.

Es común que al hombre justo se le juzgue equivocadamente; o al que es pacífico, como débil de carácter. Hay mucha confusión y condenación en to-dos lados. Por tal razón, debemos tener claridad de cuáles son los principios sanos para una iglesia, y diferenciarlos de aquellos que a todas luces son destructivos.

En algunas congregaciones, por ejemplo, se confunde el principio de la lealtad con la complicidad. ¿Cómo distinguir una de la otra? Si atendemos a las Escrituras seguramente encontraremos la respuesta: ¿fue Safira “leal” a su esposo Ananías?, ¿no era Ananías su autoridad familiar?, ¿no es verdad que

x

no hay autoridad sino de parte de Dios?, ¿por qué entonces fue juzgada por Dios? Pues bien, descubriremos que Safira no fue “leal”, sino “cómplice”; pues la lealtad sólo se encuentra en el terreno de la justicia.

De la misma manera, hay otros principios que pueden confundirse en las iglesias, por ejemplo:

• El respeto a la autoridad, con la impunidad;• El amor de la verdad, con el halago; • La obediencia responsable, con la obediencia ciega;• La humildad, con la vileza;• La consejería, con la dependencia;• El compromiso ante la iglesia, con el descuido familiar; por mencionar

algunos.

Y si la iglesia llega a confundir estos principios bíblicos, ¿cómo podrá pre-venir las tendencias sectarias que quieren infiltrarse en toda congregación?

Este libro está dirigido al equipo ministerial de las iglesias, pero también a padres de familia y a jóvenes que se congregan para buscar a Dios y su ben-dición. Está también dirigido a congregantes de iglesias sanas, para que, al pasar los años, cuiden que su congregación continúe en bendición y detecten oportunamente si hay alguna desviación. Finalmente, está dirigido a aquellos que se encuentran en situaciones de cierta opresión y desgaste por malas prácticas en su iglesia, para que puedan interceder con la claridad necesaria y, en su caso, para que puedan hablar o tomar medidas oportunas de cuidado personal y familiar. Por esto, el apóstol Pablo dijo:

“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” (Gálatas 5:1).

xi

Uno de los aspectos más complicados de las situaciones sectarias es que el liderazgo no las nota. Es muy difícil verse a uno mismo o a su congregación dentro del “cajón” del sectarismo. Además, normalmente habrá seguidores de grupos así que muestran respeto, obediencia y aún dirán que son edificados, pero las características sectarias comienzan poco a poco a corromper las buenas costumbres del ministerio, y aquello que al principio era “vida es-piritual” termina convertido en obras muertas motivadas por la carnalidad y el egoísmo.

Es preciso aclarar que no estudiaremos temas de “doctrina fundamental

del cristianismo”, sino, más bien, lo relacionado a la “operatividad” de la igle-sia. El error en la doctrina constituye la herejía; y el error en la forma de operar, el sectarismo; no obstante, ambas están estrechamente relacionadas.

Las actitudes de tipo sectario no son exclusivas de alguna creencia en particular, ya que se manifiestan en personas de cualquier religión o denominación, y pueden ser resultado de la propia personalidad del líder, de un mal entendimiento del proceder ministerial; o bien, por maldad, por un deseo egoísta de control, poder, reconocimiento o dinero. Ante esta situación, el conocimiento bíblico es la mejor arma de defensa contra todo abuso en el ámbito religioso. Oseas 4.6 dice:

“Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvi-daste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos”.

Por lo anterior y por la gran responsabilidad que tiene todo servidor en la iglesia delante del Pastor de la iglesia, nuestro Señor Jesucristo, con-sideremos este tema pidiéndole a Él que nos muestre si hay en nosotros camino de perversidad y que nos guíe en el camino eterno.

xii

CAPÍTULO 1:

CAPÍTULO 2:

CAPÍTULO 3:

CAPÍTULO 4:

CAPÍTULO 5:

CAPÍTULO 6:

CAPÍTULO 7:

CAPÍTULO 8:

CAPÍTULO 9:

IDENTIFICANDO ACTITUDES SECTARIAS EN PERSONAS Y CONGREGACIONES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

CARACTERÍSTICAS DE LOS MANIPULADORES. . . . . . . . . . . . . .

CARACTERÍSTICAS DE LOS MANIPULADOS. . . . . . . . . . . . . . . .

EL CHANTAJE EMOCIONAL EN LAS IGLESIAS. . . . . . . . . . . . . .

LA DIGNIDAD Y LOS DERECHOS DE LOS CONGREGANTES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

¿QUÉ HACER EN CASO DE ABUSOS DE MINISTROS?. . . . . . . .

CARACTERÍSTICAS DE LOS VERDADEROS MINISTROS. . . . . . .

“ESTAD PUES FIRMES”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

CONCLUSIÓN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

1

7

25

47

69

103

109

111

115

INDICE

Los médicos dicen que cuando una persona comienza a enfermarse, lo mejor es actuar rápidamente. En muchos casos, la recuperación de la salud es más fácil de lograrse si la enfermedad se detecta a tiempo, y para esto tenemos los avisos de los “síntomas”.

Los síntomas son aquellas señales o indicios que nos alertan que algo no está funcionando bien en nuestro cuerpo. Ante los avisos que nos dan los síntomas nosotros podemos hacer tres cosas: i) atenderlos, ii) ignorarlos, o iii) negarlos rotundamente. ¿Cómo llamaríamos a una persona que ignora por largo tiempo algún síntoma que le está indicando la pérdida de su salud?

Toda persona con un sano entendimiento sabe que su cuerpo no es in-mune y que necesariamente requiere de cuidado y atención. Ahora bien, si la iglesia es el cuerpo de Cristo, tiene sentido preguntarse por qué el Señor mandó que cuidásemos de ella:

“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.” (1 Pedro 5.2-3).3

3Énfasis añadido.

CAPÍTULO 1IDENTIFICANDO

ACTITUDES SECTARIAS EN PERSONAS Y CONGREGACIONES

1

La respuesta es sencilla: la iglesia no es inmune a enfermarse, debilitarse o desalentarse. La iglesia no es inmune a malas prácticas ministeriales, ni a malos ministros. Pero en una forma muy similar a la del cuerpo humano, hay síntomas que nos permiten ver si los congregantes disfrutan de la vida divina que emana de la Palabra de Dios, o si están siendo oprimidos por una forma de operar motivada por la carne.

Hay congregantes que niegan continuamente su propia condición de es-clavitud, tristeza, desgaste emocional y carencia de vida divina. La vida divina se caracteriza por tener “justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.” Pero, a veces, sólo cuentan con activismo, mal uso de autoridad, regaños de unos a otros, menosprecios, chismes, desequilibrios, etc.

Ahora bien, esta negación de síntomas sectarios no se presenta sola; nor-malmente se acompaña de varios argumentos y razones de gran peso; por ejemplo, se dicen frases como: “Dios está en esta iglesia de una manera más especial que en las otras”, “¿a dónde iré fuera de aquí?”. Los líderes podrán decir: “aquí no oprimimos a nadie, nadie viene a la fuerza”, “nosotros no ofen-demos”, o bien, “aquí tenemos una sana doctrina”.

Estas frases en realidad tienen mucho peso. Si una persona cree que Dios está con su iglesia como con ninguna otra, entonces será muy difícil que pueda salir de su agrupación, a pesar de su desgaste. Y, ¿quién le dijo que Dios estaba con ellos como con nadie más? Bueno, fueron los propios líderes de su organización. Y, ¿quién le dijo que ellos no oprimían? Sus líderes. Y sobre el maltrato y las faltas de respeto, ¿quién le dijo que esos maltratos no eran en realidad maltratos, sino que todo era por su bien? Fueron sus líderes. Y así, poco a poco, comienza una dependencia total del líder. Si el líder dice que ellos están bien, entonces ellos están bien; si dice que algo está mal, en-tonces eso que él dijo está mal. Así pues, el líder comienza a ser la referencia moral, o incluso, la “única” referencia moral, de todo lo que acontece dentro de la organización.

CUANDO LA IGLESIA SE DESVÍA DE LA VERDAD

2

Cada grupo humano tiene dinámicas propias de operación de acuerdo a los objetivos que persigue. Entre estas dinámicas se encuentran: las jerarquías, los códigos o reglas, las fechas de reunión, la obtención de recursos, las disciplinas, la autoridad, el compromiso, la ayuda entre los miembros, etc. Algunas de estas reglas están escritas, y otras son costumbres no escritas.

La iglesia no es la excepción. Tanto el Señor Jesús, fundador de Su iglesia (Mateo 16.18), como los apóstoles, no sólo enseñaron doctrina, sino las for-mas en las que los congregantes y ministros debían comportarse en la iglesia (asamblea o grupo). Un ejemplo de esto es Marcos 9.35, un pasaje en el que el Señor se refirió precisamente a este aspecto:

“Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.”

El versículo citado no habla de doctrina fundamental. Difícilmente veremos este texto en el credo de una congregación. Pero sí habla de la forma como debe de operar la iglesia. Tenemos otro ejemplo en el que el apóstol Pablo escribió acerca del mismo asunto, en 1 Timoteo 3.1-2:

“Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, so-brio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar.”

Una vez más, estos textos no nos hablan de doctrina fundamental, pero sí de la operación de la iglesia y del carácter de los que sirven. Cuando la forma de operar de la iglesia excede los límites sanos y equilibrados establecidos en las Escrituras, entonces se ejerce un dominio que afecta la dignidad, la liber-tad y el crecimiento integral de las personas y sus familias. En pocas palabras, diríamos que aquí se comienza a pasar de la bendición a la opresión.

No podemos negar la gran cantidad de personas que han sido oprimidas, lastimadas, heridas, o que incluso han perdido la vida como consecuencia de movimientos religiosos con síntomas sectarios. Precisamente, debido a estos daños, en 1986 se celebró en Wisconsin, Estados Unidos, un congreso de

Capítulo 1: Identificando Actitudes Sectarias En Personas Y Congregaciones

3

investigadores para tratar este asunto. En este congreso se definió el término secta de la siguiente manera:

“Movimiento totalitario, caracterizado por la adscripción de personas total-mente dependientes de las ideas del líder y de las doctrinas del grupo dirigidas por el líder, que puede presentarse bajo la forma de entidad religiosa, asocia-ción cultural, centro científico o grupo terapéutico; y que utiliza las técnicas de control mental y de persuasión coercitiva para que todos los miembros depen-dan de la dinámica del grupo, y pierdan su estructura y su idea de pensamiento individual en favor de la idea colectiva y del grupo, creándose muchas veces, un fenómeno de epidemia psíquica y un fenómeno de pensamiento colectivo, sin que tenga que ver la personalidad propia del individuo”.4

Ahora bien, toda iglesia debe considerar lo siguiente:

1. Es normal que toda iglesia tenga jerarquías, fechas de reuniones, en-señanzas, objetivos, disciplina, etc.

2. Estas formas de organización y operación deben revisarse continua-mente a fin de asegurar que están dentro de los márgenes bíblicos para edifi-cación, y en un marco de respeto a las personas y sus familias.

3. Cuando alguna actitud o forma de operación excede los límites bíblicos de respeto a la persona y su individualidad, se daña la dignidad y libertad de los congregantes.

4. Todo cristiano, desde un pastor, hasta un nuevo congregante, debe es-tar atento a la iglesia a la que asiste, y ser sincero en cuanto a si experimenta la vida divina por una sana instrucción bíblica y por un actuar ministerial bíbli-co; o si experimenta opresión en su alma, como resultado de un trato ofensivo, asfixiante u hostigador de los líderes o del grupo.

4Consultado en: http://victimasectas.com/

4


Por lo tanto, la iglesia debe estar atenta para identificar signos sectarios y buscar la salud y corrección de estos. ¿Es esta una labor exclusiva de los pas-tores y del liderazgo? No. Es una responsabilidad de todos los congregantes. Debemos considerar cuánto bien se logrará para todos los que conforman la congregación si no se permite que las dinámicas de trabajo, o formas de ejercer la autoridad, excedan los límites sanos establecidos en las Escrituras.

5

Capítulo 1: Identificando Actitudes Sectarias En Personas Y Congregaciones

El fenómeno sectario incluye dos partes, la de aquellos que manipulan y la de los que sufren la manipulación. Sin embargo, tanto el manipulador como el manipulado pueden tener dificultades en reconocer y aceptar la manipulación en su relación congregacional. El manipulador normalmente hace creer (y él mismo puede creerlo) al manipulado que tal actitud es por su bien. Esto hace muy difícil aceptar que en dicha relación se está manipulando.

A continuación, mencionaremos brevemente siete actitudes que presentan los manipuladores, particularmente en el ámbito de las iglesias:

1. Poco estudio bíblico del equipo ministerial. La llave que abre la puerta a las actitudes manipuladoras en las iglesias es el abandono del estudio bíbli-co, lo que provoca que la obra del Espíritu Santo se interrumpa en el carácter del pastor. Si el pastor abandona su propia formación de carácter estudiando las Escrituras, ¿qué pasará entonces en las reuniones de la iglesia?

Lo dicho anteriormente no tiene que ver con que un pastor haya cursado un instituto bíblico o no (aunque esto es deseable), sino que más bien nos referimos al tiempo que el pastor dedica a la meditación y al estudio de la Pa-labra de manera personal para la formación de su propio carácter.

CAPÍTULO 2CARACTERÍSTICAS

DE LOS MANIPULADORES

7

Si el pastor llena cada día su alma de alimento espiritual al escudriñar las Escrituras y orar, él querrá transmitir a la iglesia la vida divina que habrá ex-perimentado en su estudio. De otra manera, dedicará su tiempo a pensar qué actividad llamativa hacer en la congregación, o bien, qué hacer para conser-var su posición de autoridad.

Debemos ser más claros en este punto. No se trata de leer la Biblia en la iglesia o en el diario vivir (esto lo hacen todos). Se trata de escudriñar las Es-crituras a través de un estudio verdadero acompañado de oración, tomando el tiempo necesario y dejando que el Señor alumbre los ojos del propio en-tendimiento. Si el pastor lo hace, entonces su carácter será limpiado desde lo más profundo, y su ejercicio ministerial, tanto en enseñanza como en trato con los creyentes, será para edificación. Pues la vida divina no sólo se transmite a través de la enseñanza, sino de la convivencia. Es en el trato con la gente donde se percibe la vida divina o las obras de la carne. Ahí se transmite edifi-cación para vida, u opresión para aflicción. Debemos considerar que la Vida de Cristo sólo se puede transmitir si estamos llenos del Espíritu, y esto es por la Palabra y la oración.

Cuando un pastor convive con alguien, ya sea por trabajo del ministerio o por amistad, tiene la oportunidad de transmitir con su vida el carácter cristiano. Y es en esta relación o dinámica que las personas pueden percibir sequedad o carencia de vida divina.

“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.” (Romanos 14.17).

Una de las armas más sutiles del enemigo en los tiempos actuales, para debilitar a la iglesia, consiste en diluir el mensaje del Evangelio y de la en-señanza bíblica. Cuando un ministro deja de predicar la Palabra y de com-portarse conforme a ella, está usando ese lugar y tiempo para enseñar e impartir sus propias ideas, sus propios deseos y su propio sentir. Y estos son, precisamente, los aspectos que constituyen un campo fértil para la manipu-lación.

8


2. La dilución de la enseñanza bíblica en la iglesia. Esta es una conse-cuencia prácticamente obligada del punto anterior. Si el pastor no edifica su alma con el escudriñamiento personal, es inevitable que la exposición bíblica se diluya gradualmente en su congregación.

La dilución del mensaje bíblico se puede dar de diversas maneras, por ejemplo: cuando se improvisa en la predicación o enseñanza; cuando la en-señanza contiene innumerables anécdotas propias o de terceros; cuando se destina más tiempo para la alabanza, la oración o la organización de activi-dades, que para la enseñanza bíblica; cuando se abunda en dinámicas de grupos y queda poco tiempo para exponer la Verdad bíblica; cuando se de-cide tener actividades sociales en lugar de enseñar la Palabra de Dios; cuan-do se leen algunos textos bíblicos, pero no se consideran ni explican; cuando no se profundiza en el significado hermenéutico y la aplicación de la enseñan-za a la vida de las personas, en la dependencia del Espíritu Santo.

La congregación llamada Templo del Pueblo5, una iglesia de corte “cris-tiano” en Estados Unidos, resultó ser una de las peores tragedias dentro de las sectas. Esta “iglesia” solía tener muchas cosas aparentemente buenas, como: trabajo social, crecimiento, alabanza emotiva, fraternidad, oraciones, testimonios, discursos emotivos llenos de terminología bíblica. Sin embargo, faltaba algo: no había una clara exposición de las enseñanzas bíblicas. Al no haber una clara enseñanza de las Sagradas Escrituras, el pastor pudo llevar a la congregación a un lugar aislado, donde se cometió uno de los crímenes más terribles dentro de los casos de sectas.

5Consultado en: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/11/151117_jonestown_guyana_suicidio_colectivo_testimonio_amv

9

Capítulo 2: Características De Los Manipuladores

Cuando un ministro no expone claramente la Verdad de la Biblia, entonces, ¿qué es lo que hace?, ¿tiene acaso tiempos de “ministración” (comillas inten-cionales) en formas que el Señor no mandó en las Escrituras?, ¿hace cosas que los apóstoles o los primeros cristianos no hicieron? Debemos tener cuida-do, como el Señor Jesús nos dijo:

“Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida.” (Juan 3.34).

La verdadera señal de un hombre enviado por Dios es esta: “las palabras de Dios habla”, y aplicado a nuestro tiempo, se refiere a la sana exposición de las Escrituras.

Cada ministro se debe preparar delante del Señor, en oración y estudio de la Palabra de Dios, a fin de enseñar sólo lo que la Biblia dice, y para poder aplicar de manera correcta el mensaje de la Escritura a la vida actual. Preferentemente, un ministro no debiera improvisar, ni usar aspavientos, o recurrir a las emociones para cubrir la falta de preparación a la hora de ex-poner la Palabra.

El Señor dijo que, si permanecemos en sus Palabras, y si estas per-manecen en nosotros, conoceríamos la verdad y la verdad nos haría libres (Juan 8.31-32). Cuando no permanecemos en la Palabra, la esclavitud y la opresión comienzan a desarrollarse nuevamente.

3. El centralismo en el líder y la organización. Una vez que se abandona la clara exposición de la Palabra de Dios, surgen otras cosas que comienzan a tomar su lugar; algunas de ellas muestran ya características de manipulación sectaria. Un ejemplo de esto es el énfasis desmedido en el líder o la organi-zación. A esto se refiere la siguiente exhortación bíblica:

“Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perver-sas para arrastrar tras sí a los discípulos.” (Hechos 20.30).6

6Énfasis añadido.

10


La afirmación arrastrar tras sí expresa que los hombres que hacen cosas perversas se enfocan en sí mismos o en la organización, y no en Cristo y su Palabra. Lo primero que hacen estos hombres citados en Hechos 20.30 es dejar la sana enseñanza y predicación bíblica, por lo tanto “hablan cosas perversas” y es entonces que logran arrastrar tras ellos a los discípulos. Los predicadores que hacen esto buscan hacer sus propios seguidores o fans en lugar de hacer discípulos de Cristo.

El éxito de un ministro no consiste en ser muy querido o en tener muchos

seguidores. Algunos tienen el propósito de “arrastrar tras sí a los discípulos” pero este nunca ha sido ni será el propósito del ministro, sino que radica en exponer cumplidamente la Palabra de Dios.

Por otro lado, el hecho de que un ministro no deba buscar fans tampoco significa que se vuelva grosero o indiferente, antes bien debe ser “amable para con todos”. Pero el énfasis de su ministerio no ha de estar puesto en la búsqueda de popularidad. El Señor dijo:

“¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.” (Lucas 6.26).

Como dijimos antes, el pastor no debe ser grosero o contencioso, pero no tiene que enfocarse ni buscar ser aceptado o querido por todos, su deber es exponer claramente la Palabra de Dios. Tenemos que poner en cuidado en que las predicaciones y enseñanzas no sean sobre la organización, ni sobre el propio pastor o los ministros. Aunque los testimonios son buenos (cuando se les da lugar con medida), lo más importante es que las Escrituras sean expuestas claramente.

¿No es común que en algunas religiones se muestre idolatría y fanatismo por los líderes y la propia organización? En este punto en particular, debemos considerar el fanatismo como una filia o alta consideración hacia alguien, aun-que tal estima es cada vez más alejada de lo racional. Esto se fomenta cuando

11


alguien habla demasiado de ellos mismos. Según el Diccionario de la lengua española, el fanatismo es una actitud o actividad que se manifiesta con pasión exacerbada, desmedida y tenaz. Esta es una característica frecuente o común en los movimientos sectarios.

Una frase clave de la definición de fanatismo es “pasión… desmedida”, ya que a través de él se llega a encumbrar de tal manera a una persona u organi-zación, que se le considera como la única que tiene la revelación divina y, por lo tanto, también se le muestra una devoción idólatra.

Hue Fortson, un exmiembro de la secta del Templo del Pueblo que terminó en una terrible tragedia, dijo en diálogo con PBS:

“Había un canto dentro de las celebraciones del Templo que decía: Nunca escuché hablar a nadie como habla él, desde que nací, nadie me habló de esa manera.”7

Por tal razón, no puede haber un centralismo en una organización, ni en un líder, ministro o pastor, sino como dice la Escritura:

“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.” (2 Timoteo 4.1-2).8

Esta exhortación es de suma importancia. Timoteo tenía muchas cosas que hablar, seguramente tenía muchas experiencias por compartir acerca de los viajes de Pablo; pero la exhortación que recibe del apóstol es que «predique la Palabra», y esto lo debe hacer con paciencia y con doctrina. Sólo predican-do la Palabra de Dios se forman discípulos de Cristo.

7Consultado en: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/11/151117_jonestown_guyana_suicidio_colectivo_testimonio_amv

8Énfasis añadido.

12


En el cristianismo hay experiencias reales, la salvación misma es una ex-periencia. Sin embargo, el énfasis de la predicación y la enseñanza debe ser siempre la doctrina bíblica. No olvidemos que en cualquier religión o creencia se tienen experiencias de tipo místico. Pero predicar perseverantemente la Palabra de Dios es seguro para los oyentes:

“Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.” (Filipenses 3.1).9

4. La creencia de tener una posición privilegiada ante Dios. Los miem-bros de sectas creen que disfrutan de cierta exclusividad en cuanto a Dios o, al menos, piensan que tienen una posición privilegiada delante de él. Ellos suelen menospreciar otras iglesias cristianas y señalan continuamente que ellos son mejores.

Cuando este pensamiento se arraiga, se puede llegar al extremo de la firme convicción de que solamente tal agrupación es la elegida para ir al cielo, mientras que todas las demás están condenadas. Esta manera de pensar es sectarista y, por supuesto, es reprobada por Dios en las Escrituras. Veamos el siguiente texto:

“Que dicen: Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú; éstos son humo en mi furor, fuego que arde todo el día”. (Isaías 65.5).

Dios le mostró al profeta Isaías que él aborrece a aquellos que se creen más santos que otros, y que apartan a los demás menospreciándolos. A estos, Dios ciertamente juzgará por su arrogancia y altivez. Paradójicamente, éste es un sentimiento muy arraigado en las sectas, pues es enseñado por los líderes para mantener su membresía.

9Énfasis añadido.

13


Otros creen que su “iglesia” (o secta) es la única bendecida; sin embargo, este pensamiento se desvía también de la Palabra al rechazar la verdad del “Cuerpo de Cristo” y la obra fiel del Espíritu Santo en muchos lugares y con muchas personas. La Biblia señala claramente que estas actitudes provienen de la carne, de pasiones humanas, y no de una vida espiritual verdadera.

“Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?” (1 Corintios 3.4).

De hecho, toda organización debería procurar siempre guardar y vivir con-forme a la Palabra de Dios, para que así sea bendecida; al hacerlo, nuestra perspectiva como miembros de Cristo, nuestra humildad y nuestra intercesión por todos los demás también deberían aumentar.

5. La exigencia o enseñanza de una obediencia radical o ciega al líder o la organización. La obediencia es un principio bíblico de bendición. Nuestra salvación es fruto de la obediencia de Cristo, la fe misma se señala como obe-diencia en algunos pasajes bíblicos. La obediencia a los padres es enseñada como una forma de honrarlos y es algo que también permite el buen funciona-miento de cualquier organización. Sin embargo, el principio de obediencia se somete, a la vez, a otros principios, para que sea de bendición.

El tema de la obediencia radical o ciega hacia una persona u organización puede ser el pretexto perfecto, para que líderes con perfil sectario ejerzan un control desmedido sobre los congregantes, llegando a causar estragos en ellos con el tiempo. La misma Biblia nos enseña a no tener una “obediencia ciega” a las autoridades, sino que toda persona es responsable de aquello que obedece y, por lo tanto, la orden que obedece debe de estar dentro del temor de Dios.

Un error, en este aspecto, consiste en “endiosar” al ministro o líder espiritu-al o, en el menor de los casos, considerarlo como una persona que no falla o que no se puede equivocar. Pero, toda persona es falible, es decir, que puede cometer errores, sin importar el cargo, ministerio o nivel espiritual que tenga.

14


Por esta razón, toda obediencia debe estar dentro de marcos bíblicos de orden, de moral, de responsabilidad familiar, de legalidad, etc.

En el fenómeno sectario, los congregantes admiten que ellos nunca pen-saron que estaban en una secta, más bien, pensaban que habían llegado a una iglesia sana, llena de aspectos positivos. Pero en algún momento, el líder comenzó a dar órdenes que traspasaban los límites sanos, incluso los legales, y entonces vinieron las tragedias.

Una frase muy común en el medio cristiano es: “En la obediencia está la bendición”, lo cual es verdad, pero, por otro lado, también es verdad que, si una orden está fuera del marco bíblico de moral, del temor de Dios y del cuida-do familiar, es un error obedecerla y no habrá bendición en esa obediencia, sino tragedia.

Cuando la orden a obedecer va en contra de la voluntad de Dios, no habrá bendición en acatarla, lo mejor sería no obedecerla; un ejemplo de esto lo encontramos en Éxodo 1:17, 21:

“Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias.”.10

Las parteras temieron a Dios. Ellas sabían que obedecer la orden de su autoridad (el rey de Egipto) sería actuar en contra de las leyes de Dios, que él había puesto en sus corazones. Entonces desobedecieron al rey y, por esa desobediencia al hombre pero obediencia a Dios, el Señor prosperó sus familias.

10Énfasis añadido

15


“¡Pero era el rey de Egipto, no el pastor!” podría decir alguien. Y eso es correcto, pero aún en las iglesias se pueden dar órdenes que van en contra del temor de Dios, y aquí es donde todo congregante debe saber que él es responsable de la decisión que tome.

La conocida frase: “el que obedece no se equivoca” no es bíblica, y nunca será correcta. Cada obediencia debe ser hecha con responsabilidad delante de Dios, la familia, las leyes, etc.

El llamado “gobierno teocrático” se ha utilizado para exigir una obediencia ciega a la autoridad pastoral. Lamentablemente, pocas veces se escudriña en las Escrituras cómo fue el gobierno teocrático en el Antiguo Testamento, y cómo es el gobierno de la iglesia en el Nuevo Testamento. Si un pastor alude al gobierno teocrático para exigir obediencia, entonces debe considerar que, él mismo, debe estar sujeto al temor de Dios enseñado en las Escrituras.

En una ocasión, un ministro que solía exigir obediencia extrema le pidió a un colaborador que saliera de viaje a atender algunos asuntos. El colabora-dor le pidió permiso para no viajar ya que tenía a su madre muy grave en el hospital. El ministro insistió con energía y pidió sujeción, pero el colaborador se disculpó nuevamente y decidió quedarse por ser los últimos días de vida de su madre. No haber atendido el viaje fue sumamente importante para el colaborador, ya que pudo acompañar en esos últimos momentos a su madre. ¿O no enseña la Escritura que se honre a los padres?

“Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.” (Deuteronomio 5.16).

Estos casos nos llevan a reflexionar que un ministro debe examinar la orden que está dando, y la propia condición y sentir de su colaborador. Además, su orden debe ser hecha como súplica, o como pidiendo un favor. En la forma como los apóstoles hablaban a los hermanos.

16


El ministro debe saber que todos podemos equivocarnos; reconocer esto permite que demos lugar a la propia individualidad y a la decisión personal y responsable de cada persona. Cualquier líder espiritual se puede equivocar. Muchos errores y abusos se han cometido por la llamada “obediencia ciega”. Gálatas 1.8 dice:

“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.”

Hubo otro caso en una secta de corte “cristiano”, en la que se acostum-braba hablar de la “obediencia ciega” a su profeta. Y continuamente se leían textos como el siguiente:

“Cualquiera que fuere rebelde a tu mandamiento, y no obedeciere a tus palabras en todas las cosas que le mandes, que muera; solamente que te esfuerces y seas valiente.” (Josué 1.18).

Sin embargo, el llamado “profeta” de esa congregación, ejercía un dominio tal, que él mismo decidía con quién se casaba cada persona, y lo peor, tam-bién se designaba esposas para él. Ese caso fue llevado a la corte y aquel hombre fue encarcelado.

Aunque esta fue una situación extrema, en muchas iglesias cristianas se pueden manifestar diferentes niveles de exigencia a una obediencia ciega, en los que, por ejemplo, se den los siguientes casos:

• Se le impone a una persona cambiar de residencia, sin considerar su propio sentir delante de Dios, o su situación personal o familiar.

• Se le ordena a una persona que asista a reuniones en sus horarios de trabajo, lo que llega a afectar el sustento de su familia.

• Se le ordena a una persona poner a disposición de la organización bienes muebles o inmuebles.

• Se les ordena a los jóvenes casarse con determinadas personas elegi-das por el líder.

17


Aparte de los ejemplos mencionados, puede haber muchos otros casos en los que el congregante se sienta, de alguna manera, presionado o coacciona-do para realizar determinada acción.

En la obediencia “ciega o radical” también se castiga la desobediencia, a través de:

• Aislamiento físico o maltratos en los casos más graves.

• Aislamiento social o ministerial.

• Señalamientos públicos al que desobedeció.

• Presión psicológica de estar bajo algún tipo de maldición.

Este tipo de ejercicio de autoridad es muy lamentable, pero no debiéramos confundirlo con la obediencia sana y equilibrada, que es necesaria para el funcionamiento de la iglesia. Tampoco se debe confundir con la disciplina buena, la cual se debe ejercer cuando algún miembro está en desorden (con comportamiento inmoral, fraudulento, o incumplimiento de las funciones que él acordó realizar).

Por lo anterior, en temas de obediencia, se considera conveniente considerar aspectos como los siguientes:

• El congregante debe considerar que la orden que recibe sea justa, de acuerdo a la sana enseñanza bíblica.

• Dependiendo del caso, el ministro puede evitar ser imperativo (ej. “Porque yo digo”, “Aquí, yo soy el pastor y usted se sujeta”, etc.).

• Respetar la individualidad de cada persona.

• Reconocer que Dios pone el querer como el hacer por su buena volun-tad.

18


• En caso de decisiones importantes que afectan a la familia, como un cambio de residencia, es bueno dar un tiempo para orar y esperar a que Dios ponga en el sentir particular la decisión de este cambio.

• En las decisiones importantes se deben respetar las decisiones de cada persona o familia, sin estigmatizar, ni condenar, ni hacer presión social o psicológica.

En una entrevista hecha a jóvenes de un movimiento religioso, con varias características sectarias, el entrevistador les preguntó si ellos estarían dispues-tos a quitarse la vida si su líder se los pedía (los miembros de este movimiento se refieren a su líder como “apóstol”), algunos de ellos respondieron que sí lo harían. Este tipo de obediencia ciega y devoción idólatra es sumamente preocupante, pues hay un peligro latente de una potencial tragedia. En al-gunos casos, las personas han sido desposeídas de sus propiedades y ne-gocios porque el líder se lo ha pedido, pero en otros, se han causado peores agravios de índole moral.

6. Doblez moral. En este punto nos conviene hacer la siguiente pregunta: ¿Podría un pastor con faltas morales disfrutar de la dirección del Espíritu Santo sobre su vida? La respuesta es clara, no podría. Bastaría que leyéramos la historia de Ofni y Finees, o la historia de Saúl, para despejar toda duda.

Si un líder así no tiene la dirección del Espíritu Santo, ¿cómo podría edificar una iglesia verdadera? Sus únicos medios son recursos carnales y, segura-mente, recurriría a prácticas sectarias.

Es importante aclarar que no nos referimos a aquellas faltas de carácter que son hasta cierto punto normales (todos somos seres limitados), sino a faltas morales graves y deliberadas, por ejemplo: problemas de índole sexual o afectivo, problemas de violencia familiar o congregacional, faltas graves en temas económicos, etc.

19


Aunque debería ser claro que un pastor con faltas graves no disfruta de la dirección del Espíritu Santo y por lo tanto sólo puede usar estrategias carnales, algo que sorprende en el fenómeno sectario es que, aunque los congregantes conocen tales faltas, las toleran y evitan hablar de ellas. Esto es lamentable, pero ya sucedía desde los tiempos de la iglesia primitiva:

“Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis” (2 Corintios 11.4).

El Evangelio no sólo se anuncia con palabras, sino con el testimonio per-sonal. Cuando el apóstol Pablo dijo o si recibís otro espíritu, no sólo se refería a las palabras de tales predicadores, sino a su testimonio personal.

“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.” (Juan 15:26-27).11

En este sentido, todo pastor o ministro debe ser irreprensible. Las carac-terísticas bíblicas que un pastor o ministro debe poseer no tienen que ser con-sideradas sólo al momento de su ordenación, sino que deben estar presentes siempre en ellos, como parte de su corazón y su carácter. Recordemos lo que dice 1 Timoteo 3:

2. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar;

3. no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro;

4. que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad

11Énfasis añadido.

20


5. (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?);

6. no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo.

7. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.

La congregación entera debe tener muy en cuenta estos versículos, si es que desea conservar su congregación como un lugar de bendición. Lamen-tablemente, hay líderes que cuestionan y desacreditan a todos los que les cuestionan sus faltas morales.

Un líder debe estar siempre bajo la autoridad, ya sea de otros pastores o de la misma congregación, pero sobre todo de los principios establecidos en las Escrituras:

“Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Efesios 5:21).

Así pues, el pastor no es la autoridad máxima, sino la justicia que está clara-mente establecida en la Palabra de Dios. Cuando un pastor muestra prácticas injustas, entonces los otros pastores o incluso la misma iglesia tienen el dere-cho de hablar con él y señalarle este asunto. La intención, sin embargo, debe ser siempre la de evitar que dicha injusticia continúe, y que el pastor o líder vuelva a una vida sana en la fe, para que él en lo personal, y la iglesia, sigan teniendo bendición.

La Biblia nos da un ejemplo de lo que estamos hablando con el profeta Samuel, quien preguntó públicamente al pueblo de Israel si alguno de ellos tenía alguna queja sobre su ministerio y conducta:

“Aquí estoy; atestiguad contra mí delante de Jehová y delante de su ungi-do, si he tomado el buey de alguno, si he tomado el asno de alguno, si he calumniado a alguien, si he agraviado a alguno, o si de alguien he tomado cohecho para cegar mis ojos con él; y os lo restituiré. Entonces dijeron:

21


Nunca nos has calumniado ni agraviado, ni has tomado algo de mano de ningún hombre”. (1 Samuel 12.3-4).

Típicamente la iglesia es noble, pero nunca debe tolerar el abuso de au-toridad, faltas a la moral, ni atropellos a la dignidad personal. Es triste, pero se han publicado casos de ministros que abusaron sexualmente de congre-gantes e incluso de pequeños. No obstante el abuso (incluso crimen), la igle-sia, por no querer difamar a su pastor, calló por muchos años. Sin embargo, ocultar o callar la verdad es complicidad: quien tolera y esconde estas prácti-cas participa de ellas.

Otra frase muy común en las iglesias es “no hables contra el pastor, sólo ora”. Pero, ¿es esta frase bíblica? Si bien no tenemos que murmurar (pues todos tenemos faltas humanas), tampoco debemos solapar hechos que a to-das luces son injustos, inmorales o irrespetuosos. Esto sería impunidad. La impunidad es la incapacidad de llevar ante la justicia a aquellos que violan los derechos humanos. La impunidad es una característica de los movimientos sectarios.

Así como Samuel rindió cuentas al pueblo, y ofreció restituir cualquier fal-ta, todo pastor debe estar dispuesto a estar delante de Dios y delante de la congregación para dar cuentas. Los ministros tienen la obligación de hacerse responsables de sus actos, y cualquier congregación tiene el derecho de contar con pastores justos y temerosos de Dios.

Aunque los que sirven en las iglesias son tenidos por dignos de confianza, todo padre o madre de familia debe cuidar de manera especial a sus hijos, so-bre todo a los pequeños. Este cuidado protegerá a las familias aun si comen-zaran a manifestarse signos sectarios.

7. Usar a los congregantes para el beneficio personal. El Señor Jesús enseñó, en una de sus parábolas, acerca de los trabajadores de la viña que querían que la heredad fuera para ellos. Esta es otra característica del fenóme-

22


no sectario, aquellos que se sirven de la grey porque quieren que sea de ellos. Algunos ejemplos de esta situación son:

• El robo o la manipulación de ofrendas.

• La disposición de los congregantes para servicios personales.

En algunos grupos sectarios manipulan a sus miembros para que donen su tiempo y trabajo a proyectos de la organización, mientras que los dirigentes go-zan de privilegios y grandes beneficios económicos. Esto podría considerarse como explotación laboral y un abuso de la buena fe de las personas.

En este sentido, si alguna persona dedica una parte sustancial de su tiem-po laboral al ministerio, conviene procurar compensar económicamente con-forme a lo que sea justo. De otra manera, se le debe permitir que dedique su tiempo para trabajar secularmente.

A lo largo de la historia del cristianismo, muchas personas han sentido un llamado especial para dedicarse de tiempo completo al ministerio. Este lla-mamiento se confirma mediante el sustento divino para ellos y sus familias a través de diversos medios especiales y espontáneos. Pero este llamado lo hace Dios y Él mismo suple para todas las necesidades.

Sin embargo, los líderes sectarios manipulan este llamamiento en las per-sonas, y las hacen dedicarse por completo a su organización brindándoles los elementos básicos para su subsistencia, tales como comida y alojamiento. Algunas señales de que hay manipulación en este aspecto son:

• Mientras las personas sólo reciben alimento y alojamiento y a veces un muy pequeño monto de dinero, los líderes reciben beneficios económicos muchos mayores.

• Los líderes motivan a sus seguidores a permanecer en esta condición aun cuando la familia de estos servidores tiene grandes carencias. Entonces los líderes evitan señalar lo que la Biblia dice:

23


“Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.” (1 Timoteo 5.8).

Lo importante en este punto es que no se debe obligar a nadie a dejar su trabajo, o a descuidarlo, a menos que se trate de un sentir personal en el congregante; y preferentemente, que la iglesia provea para las necesidades económicas de su familia. En el caso de que el Señor haga un llamamiento a alguien para que vaya a algún lugar, o se dedique de tiempo completo a la obra, el mismo ministro y su familia tendrán fe de que el Señor sostendrá y abrirá puertas de gracia y bendición.

En la tercera epístola del apóstol Juan, se nos habla de aquellos hombres que salieron por amor del nombre de Cristo y que no habían aceptado nada de los gentiles. Ese texto nos muestra cómo aquellos hermanos “salieron”, es decir, dejaron el ámbito en donde estaban, quizás su casa, su ciudad, sus oficios, y lo hicieron por amor al Señor y con plena confianza en Dios como su proveedor.

Estos hermanos no salieron porque alguien se lo había impuesto, o porque se les hubiera coaccionado, sino por amor al nombre de Cristo, y si era por amor, era también en el ejercicio de su libertad. Gayo, a quien el apóstol Juan envía su tercera epístola, podía ser un instrumento de Dios para el sustento de estos hermanos que habían salido por amor del nombre de Cristo.

A manera de conclusión respecto de este punto particular, diremos que es muy diferente que alguien tenga su voluntad dispuesta para la obra del Señor (sabiendo que puede trabajar secularmente si así el Señor le permite, o no) que alguien, con comportamiento sectario, manipule, fuerce y se sirva de sus congregantes.

24


De alguna manera, hemos comentado ya ciertos rasgos de las personas que sufren abusos por actitudes sectarias. Pero aún podemos preguntarnos en este punto ¿por qué los congregantes toleran este tipo de tratos?, ¿por qué se les ofende y no reaccionan?, ¿por qué aquellos que ven las ofensas de los líderes callan?, ¿por qué se separa a los congregantes de sus familias y no se les pone un alto?, ¿por qué permiten el despojo de sus bienes y de sus hijos?

Esta tolerancia, contrario a lo que muchos pensarían, no se debe al nivel de inteligencia o educación de las personas, ni de sus riquezas, ni de su cultura; ya que entre los miembros de grupos destructivos se pueden encontrar per-sonas de todo tipo de educación y nivel socioeconómico. Hay personas que tienen una inteligencia verdaderamente privilegiada, pero por alguna razón la suprimen al estar en este tipo de grupos.

Sabemos que el ser humano tiene una parte intelectual, pero también es cierto que una gran parte de su vida es emocional. Esta es la razón por la que muchas decisiones que tomamos no son tan racionales, sino emocionales. Ahí, en lo emocional, está la necesidad de pertenencia, de guía, de ánimo, de rendir un servicio a los demás y a Dios mismo, y de sentirse bien con respecto a la vida que tenemos.


DE LOS MANIPULADOS

25

Todos los seres humanos sabemos, de una manera o de otra, que somos peregrinos sobre esta tierra, así que buscamos actuar de acuerdo a un “siste-ma de creencias” al que le otorgamos nuestra confianza. Nuestra inteligencia no trabaja sola, sino que se apoya en este sistema de creencias interno para poder indicarnos si vamos bien o si vamos mal.

Dentro del ambiente religioso hay muchas acciones y decisiones que pare-cen no ser tan racionales, al menos para los que no pertenecen a determinado grupo, pero para quienes pertenecen a un grupo, saben que actúan de acuer-do a su sistema de creencias.

En las iglesias sanas (no sectarias) se enseñan los principios de las Escrituras en temas de amor, paciencia, justicia, honra a los padres y a los gobernantes. Se enseña que debemos orar por todos los hombres, se enseña a los emplea-dos a honrar a los empleadores; y a estos, a ser justos con sus empleados. Se enseña a todo hombre y mujer a proveer primero para su familia y a dar ejemplo de que el cristianismo no busca ni obra el mal para familiares, enemigos o la sociedad en general. En el cristianismo bíblico no se aísla a la gente, sino se recuerdan las palabras del Señor, cuando oró al Padre y dijo:

“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.” (Juan 17.15).

El propósito de la iglesia cristiana es precisamente enseñar lo más apega-do posible los principios del Evangelio revelados en todas las Escrituras, para bendición de cada persona y de su familia y para que Dios sea glorificado en sus vidas. En este tipo de enseñanza hay bendición, pero en sistemas de creencias que mutilan los principios de justicia y bendición revelados en las Escrituras sólo puede haber alienación y opresión.

Desde tiempos antiguos, Moisés le hizo ver al pueblo de Israel la impor-tancia de enseñar y de guardar la Ley de Dios, porque en eso consistía su inteligencia y su sabiduría:

26


“Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta.” (Deuteronomio 4.6).12

El sistema de creencias bíblico es sano y equilibrado. Pero algunos grupos sectarios se aprovechan de las personas que aceptan sus ideas y buscan suprimir totalmente el buen juicio, el sentido común y la inteligencia de sus congregantes, enseñándoles un sistema de creencias que evade toda moral en el ámbito familiar, sexual, civil, etc.

Así pues, el problema no está en la inteligencia, sino en el sistema de creencias que aceptamos. Si el sistema está mal, nuestra inteligencia podría limitarse a decirnos si actuamos conforme a él (ahí estará nuestra justificación por haber actuado así). No debemos olvidar que la inteligencia necesita una referencia con la cual comparar nuestra actitud o decisión, y entonces nos dirá si lo que hacemos está bien o está mal. Por lo tanto, es muy importante aquello en lo que decidimos creer.

Nos queda entonces otra pregunta, ¿cómo es que aceptamos un sistema de creencias (todavía no decimos si bueno o malo)? Aquí es donde los maestros o predicadores tienen una gran responsabilidad, no sólo sobre sus propias vidas, sino sobre las personas a quienes pretenden enseñar. Los maestros o predicadores de grupos religiosos se presentan ante la gente como personas que tienen un mayor conocimiento de la verdad. Y para esto, suelen aportar algunas evidencias o testimonios para ganarse la confianza de quienes los escuchan.


27

Capítulo 3: Características De Los Manipulados

Los líderes suelen presentar diversos tipos de evidencias o testimonios ante las personas para que crean que ellos tienen la Verdad. Unos argumentan lo grande de su denominación; otros, su propio testimonio de haber pasado de la pobreza a la riqueza, o de la tristeza a la felicidad; y otros usan aspectos místicos o incluso engaños más elaborados. Aquí es donde inicia la manipu-lación. Si una persona acepta su sistema de creencias (aunque éste sea malo), la manipulación posterior será mucho más fácil.

Hace poco se publicó en Internet el video de un líder de un movimiento religioso muy grande de Latinoamérica. En ese video se muestra al pastor prin-cipal sumamente enfurecido, regañando y ofendiendo a su equipo de pas-tores. Alguien que ve ese video simplemente no puede entender por qué los pastores no reaccionan. ¿Qué es lo que pasa entonces?, ¿por qué no se van si la opresión es clara?

Aquí es cuando vemos que la inteligencia reacciona con base en las referencias que le fueron impuestas. Quizás su inteligencia les dice que to-dos los pastores de su organización pasan por eso, o que es una “prueba” de fe y de humildad, o que es por su propio bien, entonces su inteligencia concluye que son aprobados.

Por ello, no debemos suprimir las distintas referencias que tenemos para nuestra inteligencia. Si esa iglesia se dice cristiana, las personas que están ahí pueden preguntarse: ¿Así trató el Señor a sus discípulos, o el apóstol Pablo a Timoteo?, ¿hay verdaderamente justicia, gozo y paz en el Espíritu Santo en tal reunión?, ¿querríamos un trato similar del profesor de nuestros hijos hacia ellos, que los avergüence públicamente?, ¿permitiríamos que le hablaran así a nuestros padres?, ¿ese trato violento también se da en otras agrupaciones cristianas o incluso seculares?, ¿qué pasaría si eso saliera en los medios de comunicación?, ¿dónde quedó el texto que dice “sed amables para con to-dos”? Etc. Sólo si proveemos a la inteligencia de referencias bíblicas y del sen-tido común, la podremos equipar para indicarnos si verdaderamente estamos moralmente bien, o si no.

28


No olvidemos que Dios le dio al hombre la inteligencia, y que el culto que él manda para adorarle es un culto racional. Nunca el ser humano logrará apartar sus emociones, pero el culto a Dios debe ser primordialmente racional como lo dice Romanos 12.1. En cualquier lugar donde nos congreguemos, nunca debemos permitir que nuestra inteligencia nos sea suprimida, o limitada a las palabras del líder. Incluso, la Biblia enseña que todo mensaje enseñado o predicado debe ser juzgado. Así pues, la inteligencia es parte central del culto cristiano.

“Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen.” (1 Corintios 14:29).13

Una vez dicho lo anterior, vamos a considerar de manera más puntual algu-nas características de los congregantes que son manipulados.

1. La vulnerabilidad de la relación «ministro-congregante». General-mente, las personas suelen mostrarse respetuosas con los ministros de cual-quier religión, pero cuando abrazan alguna fe, normalmente les terminan dando toda su confianza. No sólo consideran a estos ministros como sus con-sejeros, sino que algunos los ven como padres espirituales.

Esta alta consideración a los líderes religiosos es en cierta medida buena. Pero si se desequilibra, terminará haciendo vulnerables a los congregantes. Recordemos que los congregantes normalmente desean estar bien delante de Dios y tener buena conciencia; esto es bueno, pero a veces este deseo se traduce en la necesidad de aprobación de sus líderes religiosos. Si esto llega a suceder, entonces la aprobación del líder religioso se entenderá como la aprobación de Dios, y así también su desaprobación se entenderá como la desaprobación de Dios.


29


¿Podemos ver lo peligroso que es esto? Es una usurpación por parte del líder, y es una idolatría por parte del congregante. Cuando el líder comprende lo sensible que es este aspecto para algunas personas, puede comenzar a enseñorearse de ellos con facilidad, rechazándolos y menospreciándolos a veces, y alagándolos con cierta frecuencia. Esta es una forma de conducción que puede funcionar por un tiempo, pero es manipulación y es una forma in-justa, carnal y propia de los grupos sectarios.

Los pastores y líderes honestos no pueden rechazar o aprobar a su antojo a las personas. Pero sí pueden señalar cuando algo se hace de acuerdo a la Palabra de Dios, o cuando alguna acción fue hecha fuera de los principios bíblicos. Ese tipo de conducción tiene la virtud de estar fundamentada en las Escrituras. Siempre que el pastor señale íntegramente si algo está de acuerdo a las Escrituras o no, deberá hacerlo en la forma que dice Tito 3.2:

“Que a nadie difamen, que no sean pendencieros (agresivos), sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.”.14

Cuando un congregante le da toda su confianza a un líder religioso, no sólo le abre su corazón, sino su casa, sus finanzas, sus secretos más íntimos, etc. Si el líder es íntegro, no usará egoístamente esta situación, ni permitirá que este desequilibrio exista; pero si se vuelve egoísta, entonces se aprovechará de esta situación:

La misma Biblia nos llama a no abrir las puertas de nuestra casa (y lo que ahí pasa) a cualquiera que se haga llamar ministro, pero que no tiene la sana doctrina en su mensaje y su propia vida. Antes de entregar toda la confianza, se debe conocer tanto la doctrina que anuncian, como lo que viven, de otra manera se podrán tener daños de diversos tipos:


30


“Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!” (2 Juan 1.10).

Ha habido casos lamentables en los que, por abrirle las puertas de la casa a grupos juveniles, se ha terminado en seducciones inmorales. Entonces los afectados pueden renegar de las iglesias. Se debe enseñar a la iglesia lo que dice 2 Juan 1.10, pasaje que ya hemos mencionado, y pedirle a Dios su cuidado y sabiduría para actuar, y ser sumamente cuidadosos con nuestras familias.

Por otro lado, tengamos presente que el líder se encuentra en “su con-gregación”. Ahí tiene congregantes que lo siguen, lo aprecian y lo reconocen como líder espiritual. Si el grupo tiene características sectarias, entonces los otros congregantes tendrán la más alta consideración para el líder, y estarán como ciegos y sordos ante sus ofensas, chantajes y desequilibrios. En otras palabras, el líder está en “su cancha” y con “su público”. Esto lo empodera mayormente ante los seguidores, quienes de alguna manera encontrarán muy difícil confrontar algún tipo de abuso.

2. La fascinación por el líder o la organización. Acerca de este punto, la Escritura señala:

“¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?” (Gálatas 3.1).15

Este texto nos habla de una fascinación que experimentaron los Gálatas por parte de maestros falsos que querían enseñar un sistema de creencias erróneo. Pero, ¿qué es la fascinación? El sitio Definición ABC la define como “aquella sensación o estado en el que una persona está completamente asom-brada, admirada e interesada por un fenómeno, otra persona o un detalle. La


31


fascinación puede muchas veces confundirse o convertirse en un acto de ob-sesión si aquella admiración y atracción que uno siente hacia otro o hacia una cosa se vuelve constante e irracional...”

En los testimonios de los sobrevivientes de la matanza del llamado Templo del Pueblo (secta posteriormente conocida como Jones Town), que ahora son públicos, se puede apreciar una fascinación por el líder y por la organización. Pero los congregantes no sólo eran víctimas, sino que contribuían a la fasci-nación de los nuevos miembros en diversas maneras. La fascinación puede ser también un elemento distractor de la inteligencia.

Ya que el fenómeno sectario no atrae a las personas por la clara exposición de la Verdad Bíblica, entonces lo hace por medio de elementos engañosos como la fascinación. Como medidas de protección ante la fascinación en gru-pos religiosos, conviene lo siguiente:

• Hacer énfasis en que el culto bíblico es un culto racional, el cual difiere de sentimentalismos y expresiones emotivas desequilibradas o histéricas con el pretexto de ser manifestaciones espirituales.

• Acostumbrar a la iglesia a que el momento de la Palabra consiste pre-cisamente en la clara exposición bíblica, y no en aspavientos de tipos «proféti-cos», o en narrar sólo experiencias que más bien exaltan a una persona.

• Enseñar a los congregantes que aún en las sectas más destructivas se manifestó un aparente amor fraternal, aparente alabanza espiritual, len-guas y oraciones que parecían legítimas, milagros de diferentes tipos, rápido crecimiento numérico y también usaban uno que otro texto en sus mensajes. Pero no había una clara y sana enseñanza bíblica con sustento doctrinal y hermenéutico (interpretación correcta de las Escrituras), sino fascinación, ma-nipulación, chantajes, amenazas y coerción, entre otros.

32


3. La negación del congregante de la doble moral de los líderes. Hay mucho qué hablar sobre el tema de la negación. Pero la primera definición de Wikipedia realmente dice mucho: “La negación es un mecanismo de defen-sa que consiste en enfrentarse a los conflictos negando su existencia o su relación o relevancia con el sujeto.”

Así que la negación es un mecanismo de defensa. A veces, la realidad es muy dolorosa, decepcionante, triste. Pero, aún más, a veces la realidad nos orilla a tomar decisiones morales, por ejemplo, ¿qué haremos ante la realidad de una injusticia? Si callamos y no hacemos nada, entonces seremos cóm-plices; pero si hablamos o nos retiramos para no participar de la injusticia, sabemos que perderemos amigos y una estructura casi familiar, en la cual hacíamos toda nuestra vida. Como no queremos vernos en semejante de-cisión, preferimos negar la realidad.

Así pues, en la etapa de la fascinación, un congregante de un grupo sec-tario no alcanza a notar las faltas de respeto, ni las faltas morales, ni la arro-gancia o manipulación de un líder. Está fascinado, y por lo tanto todo lo ve prácticamente perfecto. Moralmente, se siente bien estar ahí.

Quizás este congregante recién estaba saliendo de una situación muy difí-cil, y el grupo se presentó como la solución a sus problemas. Además, el gru-po pudo haberse convertido en su lugar de refugio, donde encontró un cobijo emocional que le dio seguridad. ¿Creemos que sería fácil para esta persona admitir faltas morales serias o faltas de respeto de sus líderes y su organi-zación?, ¿creemos que le sería fácil reconocer que sus líderes son iguales o peores que aquellos que no pertenecen a su grupo y que tanto critican desde sus púlpitos?

Quizás, alguien ha dedicado años de su vida a algún grupo, y ha dejado muchas cosas y aún a su familia por causa de su agrupación, quizás ahí guar-da muchos recuerdos y tiene la red social más cercana. ¿Le será fácil admitir que su grupo, al que estimó tanto, tiene las características de una secta de-structiva? Por supuesto que no, no será fácil.

33


El problema es que la evidencia de la falta de moral de sus líderes está ahí, delante de sus ojos. Su inteligencia de inmediato le dirá que algo no está bien, que sus líderes no son lo que le dijeron al principio, y que hay una gran dis-tancia entre lo que es justo y lo que ellos hacen en secreto. Ante la dificultad de la aceptación de dicha realidad, la mente buscará un sustituto; es decir, una explicación alterna que justifique todas estas incongruencias morales del grupo y de sus líderes.

Si el congregante decide callar, negar y soportar esa situación, entonces participará de lo injusto. Esto lo observó el apóstol Pablo en la iglesia de Corin-to, cuando dijo:

“Pues toleráis si alguno os esclaviza, si alguno os devora, si alguno toma lo vuestro, si alguno se enaltece, si alguno os da de bofetadas”. (2 Corin-tios 11.20).16

Este tipo de negación se asemeja a una relación de esposos en la que el marido golpea a la mujer, pero ella siente un gran apego a él, y prefiere callar, y aún negar, con tal de no hacer públicos los abusos de su esposo. Entonces prefiere encontrar una explicación y comienza a negar las agresiones ante los demás, las minimiza, o las excusa culpándose ella misma.

Es claro que una relación de esposos de ese tipo es destructiva, y lo mismo debemos entender de las relaciones de ministros y congregantes donde hay actitudes déspotas o con faltas de respeto serias.

El texto que leímos pone un énfasis especial en la palabra toleráis. Por lo que se debe enseñar a la iglesia a no tolerar (sufrir, soportar con aguante) ninguna actitud grosera, chantajista, o abusiva de parte de ningún pastor o ministro religioso.


34


¿Cómo debemos entender que no debemos tolerar si alguno nos es-claviza?, ¿qué significa esa “no tolerancia” en casos de abusos pastorales o ministeriales, o de faltas morales serias? Este “no tolerar” se puede lograr desde la enseñanza a los congregantes para que aprendan a pedir explíci-tamente al ministro que su trato sea respetuoso, o bien, en caso de persistir alguna actitud ofensiva, el congregante debe saber que tiene toda libertad de salir de dicha congregación.

También se debe enseñar a la congregación que, si por alguna razón de este tipo, dejan su iglesia local, no deben sentir ningún tipo de condenación, ya que, en algunas iglesias, los pastores enseñan que al salirse de su con-gregación quedan bajo algún tipo de condenación o maldición, o bien, que jamás regresarán. Pero todas estas reacciones no son más que tipos de chan-tajes y amenazas carnales para controlar a las personas.

4. La dependencia de los líderes y el grupo. Sabemos que un congre-gante sincero anhela no fallarle a Dios en nada. Esa devoción es justa y sana, pero a veces ese sentir se canaliza o expresa totalmente en no fallarle en nada al líder o al grupo.

Cuando el pastor es temeroso de Dios, sabio y equilibrado, ayuda al con-gregante a equilibrar y enfocar sanamente su devoción a Dios; pero cuando hay actitudes sectarias, esto es música para los oídos del líder.

La entrega a una sumisión total al pastor, o al grupo, tiene que ver con la dependencia. Pero, ¿quiso el Señor Jesús que su iglesia fuera dependiente de sus líderes? La respuesta es “no”. Incluso el Señor dijo que a nadie llamaran “padre”:

“Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro padre, el que está en los cielos.” (Mateo 23.9).

¿Por qué el Señor dijo que a nadie llamemos “padre”? Porque esto genera

35


relaciones de “dependencia”. Esa sola expresión constituye una relación ver-tical que él no quiso establecer. En todo caso, el Señor quiso que nos llamára-mos hermanos (por cierto, tampoco dijo que alguien se llamara el “hermano mayor”). En un artículo del Huffington Post se publicó lo siguiente:

“Ser o actuar de modo dependiente forma parte del conjunto de lo que podemos denominar como relaciones verticales entre las que se incluyen la propia dependencia, la obediencia o el sometimiento, en las que uno está arriba y el otro abajo, por así decirlo. En cambio, las relaciones horizontales son las que permiten establecer relaciones de colaboración y cooperación entre iguales.”17

Todos aquellos que consideran a su pastor o líder como su “padre” espiri-tual deben procurar cambiar su percepción conforme a lo que el mismo Señor Jesucristo estableció, que somos hermanos. Más adelante, en este mismo artículo dice:

“Una manera de definir la dependencia es la de una situación de subordi-nación a un poder que se percibe como mayor que uno mismo. Por ejemplo, en el caso de la dependencia emocional, lo habitual es que al menos al prin-cipio se considere a la otra persona como un ser superior, especial o ideal. Con el tiempo, la opinión puede cambiar, pero al intentar abandonarla, se pro-duce síndrome de abstinencia, como en las adicciones y, a la larga, también indefensión y baja autoestima debido a los intentos fracasados de dejarlo. Pero la superioridad del poder del otro es un error de percepción del depen-diente, que es precisamente quien le ha otorgado ese poder.”

Hay personas (quizás todos en algún momento) que temen hacerse responsables de sus propias decisiones, así que ceden a su líder o con-sejero la responsabilidad total de ellas: “Si lo dice el líder, es bueno”, “si

17Alfonso Ramírez de Arellano, Psicólogo, publicado el 13/03/2015, actualizado el 12/05/2015. Consultado en: http://www.huffingtonpost.es/alfonso-ramirez-de-arellano/que-es-la-dependen-cia_b_6817760.html

36


el grupo lo acepta, es bueno”. Cuando un líder decide aprovecharse de este sentimiento de dependencia, en lugar de ayudar al congregante a sanar esta situación, peca delante de Dios, como se muestra en el siguiente texto:

“Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ove-jas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida”. (Ezequiel 34.10).

Este texto nos habla de ministros que se sirvieron a ellos mismos con las ovejas, y habla de congregantes que fueron “comida” para los ministros. Es decir, alimentaron a los ministros, quizás su ego, su afán de control, sus bienes, etc.

Para evitar relaciones de este tipo, se sugiere enseñar a los congregantes a:

• Que los miembros de un grupo tengan una percepción sana de sus lí-deres o pastores, comprendiendo las palabras del Señor de que nos debemos llamar hermanos. Que somos colaboradores, iguales, que somos igualmente responsables ante Dios, que nos podemos equivocar, pero también corregir, que estamos en relaciones laterales, y no dependientes.

Nota. - En las iglesias sí se ejerce el principio de autoridad, pero es sólo para edificación y principalmente en: la enseñanza bíblica y la organización. La autoridad familiar, por ejemplo, la ejerce el padre de familia, sin que el pas-tor tenga que ver ahí.

• Que cada creyente reconozca su propia responsabilidad en sus deci-siones y acciones.

• Que aprenda a decidir con base en la oración y conocimiento bíblico, y oyendo consejos que estén conforme a la Palabra.

• Buscar en el Señor y su Palabra sanidad a toda herida de su alma, a fin de que no sean presa fácil de ministros falsos que se alimentan de esta condición de dependencia.

37


• No depender de la opinión del ministro para definir su valía, a veces pensamos que Dios nos ve como el ministro nos ve, pero no siempre es así, debemos temer a Dios y vivir conforme a su Palabra, esta es nuestra única regla de fe.

5. El desequilibrio: Se refiere a la entrega total al movimiento religioso y el descuido personal, familiar y laboral. Para algunos líderes es fácil hacer que sus congregantes pierdan el equilibrio en varios aspectos de sus vidas. Aunque en sus enseñanzas dicen que se deben cuidar aspectos familiares, laborales, etc. (doctrina), en sus exigencias no lo hacen (práctica ministerial).

Los líderes sectarios suelen desequilibrar a las personas, y con esto las hacen más vulnerables y dependientes de ellos y de la organización. Toda persona debe tener un cuidado especial en este punto. No olvidemos que Dios puso un «equilibrio» en su creación para que todo funcione de manera apropiada. De esta misma manera, Dios diseñó que nuestro crecimiento como personas y congregaciones fuera equilibrado.

Una persona muy devota procurará “crecer” en su espiritualidad, pero este sentimiento debe ser maduro y con un buen entendimiento de lo que significa “crecer espiritualmente”.

Si una persona no tiene claridad sobre lo que significa crecimiento espiri-tual, entonces los líderes sectarios pretenderán venderle su propia versión. Por ejemplo, le harán creer que la señal de un mayor crecimiento espiritual se traduce en entregar más tiempo y recursos a la organización. Pero, ¿es esto el verdadero crecimiento espiritual? Veamos qué dice la Biblia sobre el crecimiento del Señor Jesús:

“Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2.52).

38


El Señor crecía en sabiduría, y esto es crecimiento espiritual; además, crecía en estatura, que es el crecimiento natural; y crecía en gracia para con Dios y los hombres. Si el Señor crecía en gracia para con los hombres, ¿acaso quiere decir que José y María no lo aguantaban y no sabían qué hacer con él? Por supuesto que no. El Señor crecía en gracia con José y María y estaba sujeto a ellos (Lucas 2.51).

Unas preguntas válidas que los congregantes se deben hacer de sus líde-res o pastores son: ¿Cómo viven con su familia?, ¿tienen un buen equilibrio fa-miliar?, ¿les dedican tiempo y atención a sus cónyuges, padres e hijos? Pues si alguien no cuida primero de los suyos, la Biblia dice que cómo cuidará a la iglesia del Señor.

“(Pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la igle-sia de Dios?) (1 Timoteo 3.5).

Si un líder o pastor sabe cuidar su casa, y busca vivir equilibradamente con ellos (creciendo en gracia delante de ellos también), entonces comprenderá a sus congregantes o a sus equipos ministeriales cuando le pidan tiempo para pasar con los suyos.

Una persona que tiene el crecimiento espiritual verdadero, además de tener un crecimiento natural, crecerá en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres. Su actitud hacia su familia será más amorosa, apoya-dora, responsable, pacificadora. Sus familiares serán bendecidos por medio de una vida diligente y pacífica, y esto será porque esta persona crece en gracia delante de Dios y de los hombres.

Los líderes sectarios suelen tener un carácter egoísta y, por lo tanto, una visión centralizada en ellos, sobre la cual gira el significado de crecimiento espiritual. Quieren el amor de la gente para ellos y su organización, quieren el apoyo y la comprensión para ellos, la paz para ellos, la prioridad para ellos, la lealtad para ellos. Y, ¿cómo justifican esto? Bueno, dicen que esto es para

39


Dios. Entonces aplauden a los que actúan así, y los reconocen públicamente; pero a los que se esfuerzan por un equilibrio familiar, y ponen a la organi-zación en segundo término, entonces los señalan como tibios, mediocres, in-maduros, etc.

El crecimiento espiritual se caracteriza por sabiduría, y la sabiduría se caracteriza por un sano “equilibrio” en todos los aspectos de la vida del creyente. El segundo capítulo del apóstol Pablo a Tito es muy amplio en este aspecto, y nos quita toda duda sobre el verdadero crecimiento espiritual:

“Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no ca-lumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.

Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adver-sario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros.

Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones; no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador”. (Tito 2.1-10).18

El sectarismo rompe con estos equilibrios puestos por Dios, en su sabiduría. Las sectas tienden a llevar a sus congregantes al descuido personal, familiar, laboral, etc., para quedarse con el tiempo, el trabajo, el amor y la vida de sus


40


adeptos; aún a costa de que pierdan su familia, sus trabajos y aún su propia vida. En el caso de iglesias que tienen servidores de tiempo completo, éstos deben cuidar los principios bíblicos del cuidado de todas las cosas que Dios les da, sobre todo de su familia.

6. El miedo de salir de esa situación. Hemos visto ya algunas carac-terísticas de los que están bajo algún tipo de opresión de movimientos con características sectarias. También se ha mencionado que no se debe juzgar de inmediato a los líderes o a la organización, ni se debe salir de inmediato de una iglesia. Pues así como el cuerpo se enferma, las iglesias pueden comen-zar a padecer algunas prácticas de este tipo; pero quizás aún es tiempo para la restauración del grupo.

En este punto, sin embargo, hablamos de una situación que ya es grave, y que aun así, la persona no puede salir por un tema emocional; por ejemplo, por miedo. Este miedo a veces se escuda en textos bíblicos mal entendidos, por ejemplo:

“Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.” (1 Juan 2.19).

Algunos líderes sectarios pueden usar textos como el anterior, para hacer creer a las personas que cuando alguien sale de la organización, es una señal de que ellos en realidad no eran “hijos de Dios”. Las personas, entonces, en su devoción, procurarán no salir de allí, a pesar de abusos que ya ponen en peligro su integridad física, moral, emocional, etc. Otros textos son:

“No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas.” (1 Crónicas 16.22).

Por este texto, muchos congregantes que sufren abusos por ministros re-ligiosos no denuncian, ni buscan salir de su situación. Tampoco cuestionan malos tratos, porque creen que eso es “tocar a los ungidos de Dios”. Este

41


texto se debe entender en su contexto, pues David sí le dijo a Saúl lo que él hacía mal, y cómo sus tratos eran totalmente injustos. A lo que David se refería al decir estas palabras es que no debía hacer mal, golpear o matar al ungido de Jehová.

Otro texto mal entendido es este:

“Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” (Mateo 19.29).

Por este texto mal entendido, hemos visto a muchos niños, adolescentes y cónyuges abandonados. Pero, en realidad, este texto se refiere a las pérdidas por el Evangelio, y no a las pérdidas por el descuido personal. Este texto no debe aislarse de Tito 2.1-10 que vimos anteriormente. Ya que por tomar este texto aisladamente, algunas personas pueden abandonar o descuidar a sus propias familias.

Así pues, con textos mal aplicados, los líderes sectarios usan la “conde-nación” como estrategia de retención de seguidores. Ellos suelen condenar a los que se van, a los que cuestionan, a los que denuncian; y tal condenación hace que muchas personas se atemoricen tan sólo con la idea de salir.

Por ejemplo, en una iglesia de este tipo, un pastor con características sec-tarias le dijo a un matrimonio joven que, si querían salirse de su iglesia, la maldición de Dios estaría sobre ellos. En situaciones como esta, nos conviene recordar uno de los textos fundamentales de la fe cristiana:

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” (Romanos 8:1).19


42


7. La falta de conocimiento y doctrina bíblica. Por un lado, un líder sec-tario es responsable ante Dios de sus hechos; pero por otro, un congregante que tolera ese trato es responsable también. Una fuente de fortaleza para que un congregante oprimido pueda salir de su situación es el conocimiento de la verdad de las Escrituras.

El líder y la organización pueden “condenar” a los que se van (al menos en sus palabras e imaginación), pero las Escrituras proveerán al que sufre de una base moral correcta, que echará fuera esa condenación.

Si el sistema de creencias de una persona está conformado solamente por lo que dice el líder o la organización, esa persona está sola y no tiene referen-cias para fortalecer su decisión de salir. Pero si una persona tiene la referencia de las Escrituras, entonces hallará toda la fortaleza moral para saber que al salir hace bien y que eso es aprobado delante de Dios.

Desde su inicio, veamos cómo la iglesia cristiana fue provista de las en-señanzas de los apóstoles para que los hermanos tuvieran una referencia moral segura. El apóstol Pablo dijo en Hechos 20.27-34:

“Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.

Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.

Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno. Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados.

43


Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, es-tas manos me han servido”.

De manera similar, el apóstol Juan dijo:

“Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confie-san que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo.

Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.

Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! par-ticipa en sus malas obras”. (2 Juan 1.7-11).

También el apóstol Pedro dijo en 2 Pedro 3:

“Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.

Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste”. (2 Pedro 3.3-5).

De la misma manera, nosotros debemos evitar la falta de conocimiento doctrinal, porque la ignorancia de las Escrituras sólo nos hará más vulnerables ante líderes y grupos sectarios.

44


Por lo anterior, se sugiere lo siguiente:

• Que el predicador destine el tiempo de la enseñanza y predicación para la clara exposición bíblica, acostumbrando así a la iglesia a la sana en-señanza. Si esto se hace, cuando otros ministros cambien la Palabra por sus propias experiencias o ideas egoístas, la misma iglesia lo rechazará.

• Que se expongan claramente los peligros que hay en movimientos reli-giosos, que son causados por personas con características de «dominación».

Es probable que algún ministro piense que en su iglesia no hay problemas de este tipo, pero debe considerar que él no estará siempre en ese lugar. Como el apóstol Pablo dice que “después de su partida” entrarían estos hombres, por esto él no rehúsa darles “todo el consejo de Dios”, desde doctrina, hasta alertarles de estas actitudes sectarias. Sólo después de darles este cono-cimiento, exclama: “estoy limpio de la sangre de todos”. Esa exclamación debe ser la de todos los pastores y maestros de grupos cristianos.

Al principio de este capítulo se mencionó que lo que abre la puerta a la ma-nipulación y al fenómeno sectario es el abandono o la dilución de la Palabra de Dios, no sólo en su predicación y enseñanza, sino en su práctica. Por lo tanto, debemos considerar lo siguiente:

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espa-da de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del cora-zón” (Hebreos 4.12).

Todo lo que se refiere a la iglesia debe provenir de la Palabra de Dios. Todo cambio de bendición, toda corrección, toda acción, toda obra, toda forma ministerial, toda forma de hablar, toda costumbre, todo, debe provenir de la Vida Divina.

45


Dios da toda bendición por medio de Su Palabra que es viva y eficaz. Un hombre en pecado no tiene la vida divina, y aunque finja, manipule o fuerce a otros para ofrendar, enseñar o para orar, tales obras serán muertas, hasta que reciba la Vida de Cristo en él.

Por esto la Palabra de Dios es viva y eficaz, porque no sólo vivifica el es-píritu del hombre, sino que es eficaz en limpiarlo de toda maldad, en renovar su mente, en instruirlo, en edificarlo y en capacitarlo para toda buena obra. Esta obra no la puede hacer el ministro con sus propios esfuerzos, ni con imposición de disciplinas, esta obra sólo la hace Dios por su Espíritu y su Palabra.

Cuando alguien predica o enseña exponiendo fielmente la Palabra escrita de Dios, no sólo imparte conocimiento, sino la vida que proviene de Dios. Por esto el apóstol Juan dice: “Os anunciamos la vida eterna” (Juan 1.2). El minis-tro entonces debe orar para que cuando predique o enseñe, la Vida Divina sea impartida al alma de los oyentes por la obra del Espíritu Santo.

Pero el ministro no sólo es responsable de orar, sino de escudriñar las Es-crituras y recibir primeramente él, vida de la Palabra. Debe experimentar que la Palabra de Dios le limpia, le edifica, le da aliento de vida. Cuando el ministro recibe vida de la Palabra, puede también impartirla por medio de la enseñan-za y predicación.

Cuando Lázaro murió, no podía oír a nadie, ni siquiera a sus familiares; pero estando muerto pudo oír la Voz de Cristo Jesús, el Verbo de Vida. Por la voz del Hijo de Dios, Lázaro salió de la tumba. Este es el poder de la Palabra de Dios que da vida a los muertos.

Dios no quiere ver en la iglesia obras muertas, movidas por esfuerzos hu-manos y la manipulación humana; antes, Dios quiere que Su Vida se manifi-este en los oyentes. Entonces toda labor de la iglesia glorificará al que habla desde los cielos, porque la obra verdadera de la iglesia emana de la Vida que ésta tiene por medio de la Palabra de Dios que es viva y eficaz.

46


Una persona que utiliza el chantaje en sus relaciones cotidianas termina desgastando a quienes tiene a su alrededor; pero si hablamos de una relación ministro-congregante, además del desgaste emocional, espiritual, económi-co, físico, etc., muy probablemente desviará de la fe a los que le rodean, haciéndolos creer que esa forma sectaria es la verdadera vida del Evangelio. No debemos olvidar que los movimientos sectarios pueden iniciar con una sola persona que comenzó a utilizar formas inadecuadas de uso de poder e influencia.

Cuando consideramos el fenómeno de la imitación, vemos a los niños ad-quirir actitudes de sus padres, los empleados toman comportamientos de sus jefes, y algunos predicadores llegan a hablar como sus pastores, incluso to-nos de voz similares. Esto es normal hasta cierto punto. Pero, ¿cómo será una organización si el líder utiliza el chantaje y la manipulación con las personas?, ¿qué ejemplo adquirirán los jóvenes?, ¿cuál es el estilo de liderazgo ministe-rial que tomarán los nuevos pastores? Puesto que el fenómeno sectario inicia con una sola persona, el fenómeno de la imitación hace que esa actitud se “institucionalice” en el liderazgo, y entonces se da lugar a una organización sectaria.

CAPÍTULO 4EL CHANTAJE

EMOCIONAL EN LAS IGLESIAS

47

Mientras ese estilo de liderazgo no sea erradicado, sólo se puede esperar un mayor desgaste para las personas y una confusión de lo que es el verdade-ro cristianismo. Por esta razón, toda persona que acepta el liderazgo de un pastor debe considerar primero su conducta. Sólo si la conducta del líder está de acuerdo al parámetro bíblico de respeto y de verdad se debe “imitar” su fe. Pero si su conducta es reprobable ante el parámetro moral de las Escrituras o si determinado comportamiento causaría vergüenza si se llegara a conocer públicamente, entonces no se debe imitar, sino más bien, se debe resistir a dicho liderazgo para no estar sometido a él:

“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; con-siderad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.” (He-breos 13.7).20

Todas las personas tienen el derecho de considerar la conducta de sus líderes religiosos: cómo son en su matrimonio, cómo son como padres, como hijos, cómo se comportan en el tráfico, y cómo son con sus vecinos. Sobre todo, las personas deben ver si su actitud es vivificante e inspiran el verdadero Evangelio; o si sólo manifiestan obras muertas, externas y aprendidas.

El chantaje y la manipulación son en realidad las manifestaciones externas (o síntomas) de una situación particular del corazón. Uno de los principales rasgos de los líderes sectarios es la ambición de poder sobre los demás, y las organizaciones religiosas constituyen en muchos casos aquella plataforma social que les permite a este tipo de líderes el uso ilegítimo del poder.

Este tipo de liderazgo, que goza del poder y lo ejerce de manera ilegítima es, en realidad, la característica del anti-cristianismo. Puesto que el Señor mismo dijo:

“Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20:28).


48


Un líder sectario puede aducir que ostenta determinada posición de liderazgo de manera legítima, y es probable que esto sea verdad. Pero la pregunta que debe hacerse es si el ejercicio de ese poder o autoridad se lleva a cabo también de manera legítima con sus subordinados o con la con-gregación.

Hay pastorados que iniciaron bien. Su liderazgo fue genuino, honesto, equilibrado y ejercido en bendición. Pero algo cambió en algún momento de su servicio, dejaron una relación de bendición y la sustituyeron por una de tipo opresiva. En toda relación sectaria hay momentos clave cuando la dinámica opresiva inicia. Lo deseable es que nunca llegue ese momento, pero si se llegara a presentar, lo mejor es que no prospere.

Si en esos momentos, cuando se quiere gestar una relación opresiva, se le permite al líder ejercer autoridad de manera ilegítima, entonces sólo se pueden esperar muchos meses y años de desgaste, opresión y daños reales a las personas y sus familias.

Esto es muy triste para iglesias que han tenido un buen comienzo, pero se puede evitar o incluso corregir si se actúa con firmeza de manera oportuna. No olvidemos que la exhortación bíblica es “…estad pues firmes en la libertad con que Cristo os hizo libres”. Hay momentos especiales en los que el líder dice algo, o hace algo fuera de la legitimidad, equilibrio y respeto. Si el con-gregante acepta ese comportamiento y dominio excesivo sin poner límites, entonces iniciará una dinámica opresiva; pero si no lo acepta, entonces la iglesia será protegida.

Definitivamente, una defensa real contra los “enseñoreadores” de la fe es el conocimiento. Si los congregantes conocen las características de una relación opresiva, podrán reaccionar de manera oportuna ante esta situación cuando se les presente. A continuación, veremos algunas características de este tipo de relaciones:

49

Capítulo 4: El Chantaje Emocional En Las Iglesias

• El congregante siente que está en una congregación un tanto asfixiante, es decir, que invade su individualidad.

• El congregante suele sentirse culpable por ceder ante peticiones o demandas de la organización.

• La organización o sus representantes inspiran temor, por lo que el con-gregante se cuida para evitar que la persona controladora se moleste.

• El controlador le muestra clara o sutilmente al controlado sus debili-dades para tomar una posición superior ante él (ej., se le muestra al otro su falta de conocimiento, o que no tiene al Espíritu Santo, o su ineficacia ministe-rial, o las fallas de su familia, etc.).

• Los controladores no aceptan un “no” por respuesta a sus demandas. Aunque al principio se muestren comprensivos, insistirán en sus demandas y colocarán sentimientos de culpa o vergüenza por lo que el otro ha dicho o hecho.

• Difícilmente los líderes aceptan culpas propias, y si lo hacen, muestran insensibilidad ante los daños causados a los afectados.

• La dinámica de la organización hace que se aísle al congregante de sus otros ambientes; por ejemplo, al pedirle que deje otras cosas para hacer lo que ellos consideran que se debe hacer. Esto genera mayor vulnerabilidad y dependencia a la organización.

• Más que amigos o colegas, los controladores suelen tener personas sometidas.

Acerca de esto, el profeta Ezequiel habla de aquellos que, debiendo ser pastores, se volvieron “controladores”. En el fondo, hay una gran diferencia entre estas dos, pero a veces es difícil percibirla:

“No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdi-da, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia”. (Ezequiel 34.4).21

50


Aunque una persona controladora diga que quiere ayudar a alguien, la forma de hacerlo muestra si el fin último es controlar y tener autoridad sobre esa persona. Un congregante debe diferenciar este tipo de intenciones y de carácter en sus líderes.

El chantaje es una forma de operar de los controladores, por lo que debe-mos tener claro este concepto: el chantaje es la amenaza de pública di-famación o cualquier otro daño para obtener algún provecho de alguien u obligarlo a actuar de una determinada manera. El chantaje es un tipo de presión (ilegítimo en sí mismo) para que una persona actúe de acuerdo a los intereses de otros.

Entre estos tipos de presión que se ejercen con el chantaje se encuentran: la amenaza directa, la insinuación sutil de algún tipo de daño si no se hace lo que alguien dice, la conmoción de sentimientos como la culpa, la acusación indirecta, el menosprecio, la exhibición pública, etc.

Pero, ¿puede el chantaje lograr que las personas glorifiquen a Dios? Por ejemplo, ¿puede lograr que las personas oren más, ofrenden más, se con-greguen más, o realicen mayores servicios gratuitos para Dios? Decir que sí prácticamente es abrazar la idea maquiavélica de que “el fin justifica los medi-os”, y estaríamos olvidando todos los terribles atropellos que se han cometido en la humanidad por pensamientos como estos.

Si un líder cree que el fin justifica los medios, podemos afirmar que no conoce el verdadero cristianismo, ni las Escrituras, ni al Señor Jesucristo. En-tonces sólo podrá utilizar argucias y medios arteros como el chantaje para “pastorear” a su grupo. ¿Quisiera alguien pertenecer al grupo de un líder así?


51


Una persona puede lograr por medio del chantaje que un grupo haga algo que parece “bueno o loable”, sin embargo, Dios no busca obras que emanan del egoísmo de la carne. Por ejemplo, por medio del chantaje se puede bus-car que una persona entregue mayores ofrendas, asista a alguna reunión, o que se bautice. Pero tal ofrenda o servicio no es fruto de la verdadera obra del Señor, sino de los esfuerzos de la carne.

Un ministro o líder controlador puede mostrar a otros sus logros obtenidos por sus medios humanos, y los demás pueden decir: “Vaya, el grupo está orando”, “Han subido las ofrendas”, “Ahora vienen más a la reunión”, pero el Señor no busca esos logros cuando vienen por medio de mecanismos car-nales, porque toda ofrenda para Dios (de bienes o servicio), debe ser fruto de la obra del Espíritu Santo y la Palabra viva, sólo entonces, esa ofrenda sube delante del Señor.

Todo avivamiento espiritual genuino, y los trabajos que se desprenden de este avivamiento, se caracterizan por una voluntad dispuesta de las personas, la cual es fruto de la obra del Espíritu Santo y la exposición clara de las Es-crituras. Esta obra es genuina y glorifica al Señor además de traer gran gozo a los hermanos que participan en ese servicio. En este sentido, el servicio verdadero a Dios tiene estos elementos:

• La voluntad dispuesta (en lugar de la imposición).

• La gratitud a Dios (en lugar de trabajar para “ganar” mayor nivel es-piritual, sanidad del alma, o el cielo).

• El gozo espontáneo (en lugar del “gozo” inducido).

• Cuando no se puede participar de algún servicio, no hay un sentimien-to de condenación, porque está el entendimiento de que el servicio a Dios es continuo (aún en labores profesionales, académicas, domésticas, etc.).

• El respeto a los demás.

• Todo en el marco de una fe sincera y escritural.

52


Es normal que un líder sectario, sabiendo estas cosas, pregunte a su agrupación si tienen gozo para que todos digan que sí. Pero el gozo del que hablamos no es inducido por otras personas o líderes, sino que Dios llena de gozo el corazón desde antes de participar en algún servicio o dar una ofrenda. Dicho en otras palabras, el líder no tiene que decir: “¿Verdad que tienen gozo?, ¿verdad que su voluntad está dispuesta?”, porque tales pregun-tas tienden a inducir una respuesta. Pero el gozo del verdadero servicio no es inducido por hombres, sino por Dios.

Así, el gozo del Señor (y no un sentimiento de carga) es la señal de que algo se hace para el Señor y no para los hombres. Aunque un ministro religio-so ayune y ore, si ese ministro, con actitud de manipulación, impone cargas a los congregantes, la Escritura le exhorta a dejar de inmediato dicha actitud, y a volver a la sencillez de la fe. Veamos el siguiente pasaje:

“Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado.

Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios.

¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras al-mas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores.

He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto.

¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Lla-maréis esto ayuno, y día agradable a Jehová?

53


¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebran-tados, y que rompáis todo yugo?

¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escon-das de tu hermano?

Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pron-to; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.” (Isaías 58.1-8).22

El pasaje anterior nos muestra cómo Dios no quiere un sentimiento de opresión, de cabezas agachadas, de quebrantamiento y de opresión. En muchos grupos religiosos se dan estas características en los corazones, pero se cubren con ayunos, oraciones, lecturas repetitivas de las Escrituras, etc. Tal religiosidad resulta en la opresión y esclavismo de las personas. La volun-tad de Dios es que todo esto cese y las personas vivan en libertad.

En este punto de chantaje y manipulación conviene que hagamos una mención especial sobre los llamados grupos celulares, los cuales consisten en reuniones pequeñas en las casas de las personas.

Los grupos celulares:

Los trabajos en casas son generalmente buenos. En la Biblia se habla de la iglesia que se reunía en casa de Ninfas (Colosenses 4.15). Sin embargo, en al-gunos casos sectarios, el trabajo celular se ha utilizado como herramienta de control. Veremos en seguida las siguientes características que nos ayudarán a identificar si una célula tiene características perjudiciales:

o El mentor o encargado no sólo expone las Escrituras, sino que excede su ámbito de autoridad con las familias asistentes.


54


o Se realizan dinámicas en las que los congregantes confiesan al mentor o al grupo sus pecados pasados.

o Los congregantes suelen pedir autorización al encargado del grupo para aspectos personales o familiares, tales como comprar algún bien (casa, autos, etc.), o bien, para salir de vacaciones.

o Se promueve la división de matrimonios o familias si dichos familiares no acuden a la organización o al grupo, olvidando textos que hablan del amor al prójimo, de ganar al cónyuge con la propia conducta, de orar por todos los hombres, y el plan de Dios para la familia. Tristemente, ha habido casos en los que se les dice al cónyuge que asiste al grupo, que Dios le dará a alguien me-jor que su actual pareja y de su misma fe. Esto es lamentable y sólo muestra que dicha organización no conoce las Escrituras, ni al Señor Jesucristo.

o Se penaliza, exhibe públicamente o se menosprecia a quienes dejan de asistir, para que los demás no hagan lo mismo.

o Se utiliza la coacción para llevar a las personas a retiros, donde prác-ticamente aíslan e incomunican a las personas, debilitando su capacidad de reacción.

o Se pide que los que asisten a ciertas actividades guarden en secreto lo que hicieron (notemos que la iglesia verdadera nunca ha sido una sociedad secreta ni con prácticas secretas).

Si una persona asiste a un grupo celular, o si la iglesia organiza este tipo de reuniones, se debe tener claro que el propósito es orar, escudriñar las Escritu-ras y confraternizar. Con todo, siempre debe haber respeto a la privacidad, a la dignidad, a la disponibilidad de tiempo para asistir o dejar de asistir, etc.

Las llamadas telefónicas, visitas a hogares y mensajes electrónicos:

Las personas tienen el derecho de comunicarse entre ellas, pero esta co-municación debe ser siempre en un ámbito de respeto y prudencia. Incluso el libro de Proverbios dice:

55


“Detén tu pie de la casa de tu vecino, no sea que hastiado de ti te aborrez-ca.” (Proverbios 25.17).

Las personas pueden comunicarse con otras, pero también deben ser sa-bias, prudentes y respetuosas. La iglesia debe cuidar de «no acosar» ni chan-tajear a las personas. Se debe hacer diferencia entre la obra divina (pues Dios congrega a su pueblo) y la obra carnal de acoso.

La acción de acosar consiste en perseguir o molestar. Normalmente con-lleva la amenaza o intimidación en sus mensajes. El uso del correo, del telé-fono, de los mensajes electrónicos, etc., para invitar a alguien debe ser muy moderado, prudente y amable. Más bien se debe señalar a las personas que cuentan con la invitación a las reuniones, o con la línea del teléfono abierta para cuando ellos quieran asistir o comunicarse.

Casos bíblicos de chantaje y manipulación:

A continuación, veremos casos bíblicos de personas que buscaron un con-trol o dominio sobre otros, usando medios carnales:

1. El chantaje de la “revelación divina” (Caso: Jezabel):

“Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jeza-bel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.” (Apocalipsis 2.20).

Aquí, la Biblia nos habla de una mujer controladora llamada Jezabel. Una pregunta que nos podemos hacer, es: ¿Cómo es que esta mujer llegó a tener un lugar de autoridad en la iglesia en Tiatira?, ¿cómo fue que convenció al pastor para tener ese lugar?, ¿por qué los hermanos la escuchaban?

El contexto nos muestra que ella había manipulado los sentimientos y emo-ciones de las personas al decirse así misma profetiza. Quizás, no era extraño escucharla decir frases como:

56


• Dios me dijo.

• Ya Dios me lo había revelado.

• Dios me mostró algo de ti.

Quizás también presumía de su tiempo de oración, de ayuno, de experien-cias místicas y de su discernimiento.

Tales palabras, sin duda impactaron a los hermanos nuevos y al mismo pastor, por lo cual el pastor toleró que esa mujer enseñara en la iglesia.

Por lo anterior, se recomienda que en la enseñanza y predicación los ministros no hagan estos aspavientos de tipo profético, y que mejor se ex-ponga la Palabra profética más segura, la enseñanza bíblica, como el Señor también dijo:

“Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28.20).23

2. El chantaje de los “halagos” (Caso: Absalón):

“Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino junto a la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel.

Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de parte del rey.

Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría jus-ticia!


57


Y acontecía que cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él ex-tendía la mano y lo tomaba, y lo besaba.

De esta manera hacía con todos los israelitas que venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel”. (2 Samuel 15.2-6).

Al igual que Jezabel, también Absalón tenía un afán carnal por controlar y dominar a otros, pero él tampoco tenía una posición de autoridad dada por Dios, ni un corazón recto para ello.

De este modo, tuvo que recurrir a estrategias carnales, como la ma-nipulación de sentimientos, para así “robar” el corazón de las personas y enseñorearse sutilmente de ellas.

Mientras Jezabel utilizó los aspavientos del misticismo y la profecía, Absa-lón utilizó el manejo (o manipulación) de sentimientos. Uno de los sentimientos que Absalón utilizó es el de la falsa compasión.

En el fenómeno sectario hay una «ilegitimidad» delante de Dios. Ya sea en la actitud, la enseñanza o en cómo se obtuvo la posición de autoridad, en todo ello hay ilegitimidad. Jezabel tenía un puesto de autoridad con el con-sentimiento del pastor, pero por la forma como ella llegó ahí, tanto su posición como su función eran ilegítimas delante de Dios.

Dentro de las iglesias también puede haber actitudes de tipo sectario, en donde algunas personas utilicen estrategias carnales, como las de Absalón o Jezabel, para obtener posiciones de influencia. No obstante ellos lleguen a legitimarse ante los hombres, seguirán siendo ilegítimos delante de Dios.

En el comportamiento de Absalón, destacan los siguientes elementos:

o Se colocaba entre el pueblo y el rey para escuchar a la gente, en lugar de guiarlos al rey; y se lamentaba ante ellos de que éste no los escuchaba. Hay personas que no guían a la gente a sus respectivos pastores, y toman así

58


un lugar ilegítimo de «consejeros» y por lo tanto de control.

o Despertaba en la gente un sentimiento de «autocompasión», al de-cirles que sus palabras eran justas y buenas, pero que no tenían quién les hiciera justicia. Entonces él se ubicaba en ese lugar de ayudador. Hay per-sonas que halagan y usan el sentimiento de autocompasión para presentarse como alguien que los comprende y los escucha.

o Les extendía la mano, los tocaba y los besaba. Hay personas que muestran su amor propio para ganar el corazón de los otros. Repiten constan-temente palabras como: “Los amo”, abrazan mucho, tocan mucho. Ellos no guían a otros al amor de Cristo, sino a su amor propio, y así roban las almas.

Todo congregante debe examinarse y ver si acostumbra autocompade-cerse y tomar una posición de «víctima», ya que este sentimiento suele ser explotado por personas con afán de control o por el fenómeno sectario.

La manipulación de sentimientos ahora es más sofisticada. Ahora hay música de fondo, manejo de luces, un tono de voz del predicador modula-do exactamente para mover sentimientos, gritos, lloros, lenguas engañosas, etc. Cabe señalar que, en las iglesias cristianas, donde las autoridades han intervenido por haberse causado daños graves a los congregantes, el manejo de sentimientos y emociones ha sido muy desequilibrado.

Cuando estos grupos ven que alguna persona no participa en sus aspavi-entos emocionales, bailes, gritos, etc., se le señala como que tiene ataduras, que es religioso, que no tiene libertad, que es un fariseo, etc. Una vez que la persona entra al «juego emocional», pierde el verdadero culto racional y la capacidad de discernir.

3. El chantaje de la “víctima” (Caso: Acab):

“Y vino Acab a su casa triste y enojado, por la palabra que Nabot de Jezreel le había respondido, diciendo: No te daré la heredad de mis pa-

59


dres. Y se acostó en su cama, y volvió su rostro, y no comió.

Vino a él su mujer Jezabel, y le dijo: ¿Por qué está tan decaído tu es-píritu, y no comes?

El respondió: Porque hablé con Nabot de Jezreel, y le dije que me diera su viña por dinero, o que si más quería, le daría otra viña por ella; y él respondió: Yo no te daré mi viña.

Y su mujer Jezabel le dijo: ¿Eres tú ahora rey sobre Israel? Levántate, y come y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel”. (1 Reyes 21.4-7).

En el punto anterior, vimos que cuando una persona tiende a autocom-padecerse o a verse como víctima, puede ser un objetivo fácil para líderes sectarios dispuestos a ser solucionadores de sus problemas. En este punto veremos el otro aspecto, el de un líder religioso que puede ejercer presión para que alguien actúe de cierta manera, poniéndose él mismo como víctima. Este chantaje es frecuente en el sectarismo, ya que sirve como defensa ante acusaciones contra el líder (aunque estas sean ciertas).

Acab era rey de Samaria, pero cuando vio que de manera legítima no podía tener la viña de Nabot, se fue a su casa, se fue a su cama y no comió, movien-do así el actuar perverso de su mujer Jezabel.

Cuando un líder religioso quiere ejercer influencia «ilegítima» sobre otros, puede presentarse como víctima. Entonces usan el tiempo que debe ser usa-do para la exposición bíblica para hablar de sus propios dolores, aflicciones, penas, sufrimientos, etc., que alguien les causa.

En el caso de juntas ministeriales en las que se quiere tratar acusaciones hacia ellos, estos líderes podrían tomar de inmediato una posición de víctimas, porque esto les permite una defensa haciendo que todos actúen por compa-sión, en lugar de analizar objetivamente las faltas cometidas y la consecuente restitución que se debe hacer a los ofendidos.

60


En la terrible masacre del Templo del Pueblo, el pastor comenzó a pre-sentarse ante sus feligreses como “víctima” de una persecución. Mencionaba la existencia de conspiraciones contra él. Posteriormente tomó ese mensaje (propio de una actitud sectaria) para convencer a todos de mudarse a un paraíso terrenal, y después que logró aislarlos, pudo ejecutar un homicidio masivo de los congregantes.

En otro caso, una estación de radio cristiana comenzó a anunciar que de-terminado pastor se pondría en ayuno hasta no recibir ofrendas por una can-tidad de varios cientos de miles de dólares. Mientras él estaba en ayuno, la emisora animaba a todos a donar, ya que el pastor seguía en ayuno. Esa ac-titud es en realidad una manipulación de ofrendas y donativos. Pues muchos sentían presión porque pensaban que la salud de ese pastor se podía afectar. Aún el Señor enseñó que no mostráramos a los hombres que ayunábamos, y esto implica que no nos mostremos como víctimas.

“Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” (Mateo 6.17-18).

4. El chantaje del “empoderamiento” (Caso: La serpiente con Eva):

“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha di-cho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3.1).

A diferencia de los casos anteriores, este chantaje lo efectuó Satanás. Le hizo creer a Eva que no necesitaba sujetarse a lo que Dios había dicho; ni a lo que Adán debía vigilar. Este tipo de chantaje también lo usó Jezabel con su esposo el rey Acab diciéndole: “¿Eres tú ahora rey sobre Israel? Levántate, y come y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel”.

61


En esta forma de manipulación, se le hace pensar a una persona que ellos tienen autoridad de actuar como ellos quieran, incluso restándole valor a los principios de justicia bíblica a los que todos debemos dar cuenta.

Anteriormente se mencionó que la enseñanza de una obediencia ciega es una enseñanza frecuente en las sectas. Pero debemos hacernos algunas pre-guntas: ¿Los líderes que exigen obediencia ciega están dispuestos a ser obe-dientes?, ¿los que gustan hablar de la sujeción a la autoridad, gustan también de tener autoridades que vigilen su conducta?, ¿los que acusan y regañan a otros se molestan si se les cuestiona legítimamente una falta?.

Hay líderes que consideran que ellos solamente obedecen a Dios, que Dios les habla, y que no tienen por qué reportar o responder por sus acciones. Debemos decir que incluso los pastores honestos pueden verse fuertemente tentados por esta sensación de empoderamiento.

En el diálogo que tuvo la serpiente con Eva, vemos a la mujer tomando una decisión de manera independiente y contraria a la Palabra de Dios. Posible-mente, la serpiente estuvo esperando algún tiempo, hasta que encontró a Eva aislada de Adán y entonces comenzó a dialogar con ella, pero en esa inde-pendencia y “empoderamiento” mal entendido Eva quedó vulnerable.

Aunque hay iglesias independientes, esto es, que no pertenecen a algu-na denominación o agrupación de iglesias, siempre, y en todos los casos, la iglesia es responsable de “considerar” la conducta del pastor, de tratar de corregir cuando algo no va bien, y en su caso de resistir un liderazgo cuya autoridad se ejerce de manera ilegítima.

Por otro lado, en este tipo de chantaje también se presenta la oferta de “mayores niveles espirituales”:

62


“Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”. (Génesis 3.4-5).

Tal parecía que Eva tenía una nueva «revelación» sobre cómo alcanzar mejores niveles espirituales. Esta misma tentación viene a muchos ministros que están en la seguridad de iglesias doctrinales; pero de pronto comienzan a salir de ahí porque creen que tienen una revelación para llegar a mayores niveles espirituales que sus hermanos.

La tentación sectaria no presenta deleites carnales, sino “mejores” niveles espirituales, o un mayor número de congregantes en el grupo, y esto hace que sea más difícil discernirla. Eva no fue tentada a robar o a tener riquezas, sino que fue tentada con el mensaje: Seréis como Dios. La tentación de Eva fue por el lado «piadoso o espiritual». Así es la tentación sectaria. Muchos minis-tros y hermanos son tentados con pensamientos como los siguientes:

• Una nueva visión que hará crecer tu iglesia.

• “No todos están listos, pero tú eres parte de los elegidos”.

• Un nuevo “mover” espiritual.

• Deja la “letra muerta”.

• “Sal de tu tierra” (mal aplicado).

Todo mundo es llamado a crecer en la fe y el conocimiento de Dios, pero tenemos el Camino más seguro que nos muestra la Palabra de Dios: en su-jeción a Dios, a los principios morales y espirituales de la Palabra de Dios, en sujeción a las autoridades civiles, en sujeción a los principios de respeto a las personas y con la necesidad de dar cuentas a quienes nos rodean.

Otra manifestación de este tipo de empoderamiento lo vemos en Diótrefes:

63


“Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia.” (3 Juan 1.9-10).

Diótrefes no estaba en una secta, estaba en la iglesia, pero su actitud era carnal y por lo tanto se le menciona en el diccionario Strong como alguien que se oponía al cristianismo. Diótrefes se describe como alguien a quien le gustaba tener el primer lugar, la palabra griega que se traduce en esta frase significa: que ama el primado o el primer lugar.

La primera característica de Diótrefes es que dejó de hablar la sana en-señanza bíblica y, como consecuencia, comenzó a hablar palabras malignas y a parlotear. La palabra parlotear significa hablar cosas intrascendentes. Así que Diótrefes hablaba palabras malignas contra los apóstoles y enseñaba cosas intrascendentes para la iglesia.

Mientras que Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil..., las pa-labras de Diótrefes eran intrascendentes o sin valor para la iglesia, esto es, su mensaje estaba lleno de opiniones propias que en nada ayudaban a la vida espiritual de los hermanos. De esta manera, entendemos que Diótrefes comenzó a ejercer un control sobre los hermanos, imponiéndoles sus propias opiniones en lugar de instruirlos en la sana enseñanza de la Palabra de Dios.

En el fenómeno sectario, la actitud de Diótrefes abunda, pues los hom-bres dejan la Palabra, mientras que imponen a la congregación sus propias opiniones de cómo creen ellos que deberían ser las cosas.

Si bien en todas las iglesias hay costumbres y formas, volcarnos a la de-fensa de las formas, costumbres y pensamientos propios no sólo resultará en algo intrascendente para la vida espiritual de la iglesia, sino que podríamos estar muy cercanos a pretender guardar las formas mediante imposiciones y castigos innecesarios, como lo hacía Diótrefes.

64


Una persona impositiva es alguien que no acepta que puede haber opiniones diferentes o formas de hacer las cosas a las que ella considera. Cuando alguien actúa o habla de forma diferente a lo que ella piensa, puede sentir un ataque personal, o puede, al menos en su pensamiento, descalifi-car o menospreciar la opinión de los otros.

Entonces, nos preguntamos: Si Diótrefes no gustaba de recibir a los her-manos, ¿por qué imponía sus ideas a los congregantes?, ¿por qué no respe-taba el sentir de ellos y simplemente se guardaba sus preferencias para él mismo? La respuesta es porque no tenía la capacidad de tolerar opiniones diferentes.

Podemos entonces imaginarnos cómo eran los sermones de Diótrefes, lle-nos de sus propios pensamientos, en defensa de sus propias costumbres, señalando a los que pensaban diferente a él, pero carentes de una sana en-señanza bíblica. Esto es lo que sucede en el fenómeno sectario.

El Señor Jesús habló de aquellos que aman los primeros lugares, y cómo su actitud termina poniendo pesadas cargas y difíciles de llevar sobre la gen-te. Mateo 23.6 dice:

“Y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas”.

Si el caso de Diótrefes no hubiera sido corregido con firmeza por el apóstol Juan (sí, el apóstol del amor, corrigiendo un comportamiento sectario), en-tonces aquella iglesia se podría haber convertido en un grupo dañino.

5. El chantaje de la “intimidación” (Caso: Jezabel, esposa de Acab con Elías).

“Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. Y él se fue por el desierto un día de

65


camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis pa-dres”. (1 Reyes 19.2,4).

Jezabel era una mujer acostumbrada a hacer “su propia voluntad” y a uti-lizar su posición como esposa del rey de manera ilegítima. En este pasaje vemos cómo Jezabel utilizó la intimidación como una forma para tener control sobre los pensamientos, sentimientos y decisiones del profeta Elías.

La intimidación consiste en el uso de palabras o acciones con el propósito de infundir miedo en una persona para tener control o influencia sobre ella. Hay personas que encuentran un cierto disfrute al ver que pueden causar miedo en otras personas, porque piensan equivocadamente que esto es señal de autoridad y de respeto. Un ejemplo lamentable de esta situación lo vemos en aquellos hombres o mujeres que ejercen violencia verbal o física con sus cónyuges. Muchos de ellos creen que esta es una forma de ganar autoridad y respeto.

Cuando una persona se da cuenta que puede intimidar a otras mediante el uso de palabras violentas, amenazas, o incluso con golpes, podrá sentir que ha encontrado las “riendas” para controlar a la otra y para ganarse su respeto. Esto sólo puede generar un vicio de conducta, pues la intimidación será algo recurrente en su carácter, mientras no comprenda que es una manera ilegíti-ma de ganarse respeto y ejercer autoridad.

De este modo, la intimidación la vemos en el carácter de los padres, de los cónyuges, de los negociantes, en los vecinos, los gobernantes, y tristemente en líderes religiosos.

Algo muy lamentable es que quienes ejercen la intimidación encuentran un cierto deleite en causar miedo a otros. Este cierto “placer” de poder y autoridad (mal entendidos) fomenta que la violencia verbal o física se haga más frecuente y más intensa, pues para ellos esto afirma su poder, respeto y autoridad.

66


Hay quienes caminan de una manera intimidatoria, quienes gustan de causar miedo con su mirada, y quienes en lo secreto ejercen toda serie de palabras ofensivas para mantener control sobre ciertas personas.

Recordemos que el «miedo» consiste en una sensación de angustia por la percepción o el entendimiento de algún peligro. Jezabel no sólo quiso matar a Elías, sino quiso angustiarlo e infundirle miedo al enviarle un mensajero que anunciaba su muerte. Cuando Elías recibió ese mensaje huyó de ese lugar y quería morirse. Si Elías hubiera muerto, Jezabel hubiera logrado su propósito con el arma de la intimidación.

En el fenómeno sectario, la intimidación suele usarse como herramienta para retener a las personas en el grupo; o bien, para que hagan o no hagan determinadas acciones. Los grupos sectarios suelen infundir miedos de diferentes tipos en sus congregantes.

Cuando las personas pertenecen a movimientos sectarios, suelen indicar que su motivo de asistir, de hacer o de no hacer, es la devoción, pero cuando salen de ese círculo, reconocen que había miedo en ellos. Las diferentes for-mas de miedo que se pueden experimentar son:

o Miedo a ser reprendido públicamente.

o Miedo a ser aislado o expulsado.

o Miedo a ser “etiquetado” bajo algún estereotipo negativo.

o Miedo a estar bajo algún tipo de condenación o maldición.

o Miedo a otro tipo de castigo.

Los fariseos eran prontos para señalar las faltas y los castigos. De ellos, el Señor dijo que ataban cargas pesadas sobre los hombres. Pero a diferencia de ellos, el Señor dijo que Su yugo era fácil y ligera su carga. Esta misma diferencia es la que se encuentra en grupos sectarios e iglesias verdaderas.

67


El Señor Jesús no tenía que intimidar a la gente para que lo siguieran por varios días, no tenía que decirles que hicieran un esfuerzo, no tenía que usar amenazas ni llamar débiles a los que se iban, la gente realmente no estaba con él por miedo.

Cuando preguntaron a unos alguaciles la razón por la que no habían apre-hendido al Señor, ellos dijeron que ningún hombre jamás había hablado así. Así que la enseñanza vivificante es el yugo fácil y la carga ligera que guía los corazones, y en esto consisten los verdaderos avivamientos.

Los puntos que hemos visto son sumamente importantes. Los grupos sec-tarios se caracterizan por el abandono de la sencillez y la pureza del Evange-lio, para volverse a dinámicas humanas alejadas de la Palabra de Dios. Los fariseos comenzaron por un estudio ferviente de la Ley, pero en la práctica impusieron sus propias reglas y formas de pensar. Esto terminó en un sistema de cierta esclavitud para sus seguidores y una lejanía de la verdadera Ley de Dios.

Las iglesias no sólo deben proclamar la sana doctrina, sino que su forma de operación debe estar también apegada al fundamento bíblico para sus diferentes actividades, tales como: ofrendar, orar, ayunar, trabajar en la obra; y por supuesto, la misma enseñanza de la Palabra de Dios, que guía a una verdadera libertad, y a que toda obra sea hecha con la voluntad dispuesta.

68


Lo que se comentó anteriormente constituye, en diversas formas, viola-ciones o atropellos a la dignidad y a los derechos básicos de las personas. Aquí estamos llegando a un punto muy importante y en el cual muchos movimientos religiosos yerran, pues con el pretexto de “fomentar la humil-dad”, algunos líderes socavan la dignidad de las personas y, a veces, en presencia de sus familiares.

Aquí, debemos recordar la diferencia entre dignidad y orgullo, pues el primero se debe defender, mientras que el segundo tarde o temprano se quebranta. Una persona que no defiende su dignidad y la de su familia (aún desde el mismo ejemplo que da a otros) ¿qué estará entonces dispuesto a de-fender? Así pues, la dignidad se debe defender, pero todo aquel que defienda el orgullo se ha puesto del lado perdedor.

Además, el orgullo no puede convivir con la humildad, pero la dignidad sí y, de hecho, la dignidad es parte vital de la verdadera humildad, ¿o no diríamos que una humildad sin dignidad es vileza?

Es claro que el orgullo es un pecado, pues necesita una forma de pensar injusta, incorrecta, alejada de la verdad, y que además conduce a palabras y acciones injustas con los demás; pero la dignidad no, pues es parte de la

CAPÍTULO 5 LA DIGNIDAD Y

LOS DERECHOS DE LOS CONGREGANTES

69

santidad de Dios. Dios quiere que nosotros cuidemos nuestra dignidad, que andemos como es digno del Evangelio, pero el Señor no mira con agrado al orgulloso o al soberbio.

Cuando una persona es humillada continuamente por el trato irrespetuo-so de sus líderes, debe tener claro que no está permitiendo que su orgullo sea quebrantado; sino más bien, está consintiendo que su dignidad sea atropellada. Por un lado, todos enfrentamos circunstancias que Dios usa para que nuestro orgullo sea quebrantado, pero es muy diferente cuando líderes “abusivos” menosprecian la honra y el intelecto de las personas.

Es muy lamentable cuando los familiares cercanos de una persona (es-posos, padres o hijos) ven que su líder religioso regaña y menosprecia a su familiar y ellos callan pensando que aquel tiene la autoridad para hacer eso. Necesitamos entender que una actitud así es una afrenta al respeto y la dignidad, y si esto es así, los familiares (y la misma persona ofendida) deben mostrar su rechazo a tal actitud.

Cuando este tipo de afrentas suceden en las congregaciones, los congre-gantes no deben decir: “Dios sabe por qué”, “Dios está tratando con mi fa-miliar”, o “no hables contra el siervo de Dios”, eso sería un desconocimiento absoluto de las Escrituras y del Dios de las Escrituras.

Un líder “cristiano” que se desvía de la Palabra de Dios, de inmediato pasará sobre la dignidad de las personas que tiene a su cargo, y los tratará como si carecieran de libertad, decencia, inteligencia y sentido de justicia. Quizás, esta es la primera bandera de alerta de que un líder no vive conforme a las Escrituras, que menosprecia la dignidad de las personas, burlándose de su intelecto, sinceridad y nobleza al ser parte de una agrupación religiosa.

Estos líderes, sin embargo, suelen adular a sus congregantes, creando un

tipo de contradicción en la mente de ellos. Entonces debemos preguntarnos, ¿es posible que un líder que menosprecia la dignidad de sus congregantes,

70


al mismo tiempo las adule? La respuesta es sí, es posible, y es muy común.

Una lisonja, por definición, es una burla al intelecto y confianza de las per-sonas, al ser sólo una apariencia para obtener algo adicional de ellas. Hay líderes que tratan de forma grosera a sus congregantes o colaboradores, y después los adula, cumpliendo lo que dice el libro de Santiago sobre la len-gua:

“Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hom-bres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca pro-ceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.” (San-tiago 3.9-10).

Por esta razón, debemos considerar que todo congregante (invitados o ministros) tiene derechos que deben ser respetados en todo momento. Si un líder no respeta los derechos inalienables de sus congregantes, el mismo con-gregante debe hacerlos respetar. Por lo tanto, se deben considerar los aspec-tos siguientes:

o La autoridad del pastor o ministro siempre es limitada, y debe respetar los derechos y dignidad de las personas. Su autoridad está principalmente enfocada en la organización de la iglesia y la edificación de las personas por medio de la predicación, enseñanza, consejería, oración, etc.

o La Biblia, las leyes y los derechos fundamentales de los congregantes limitan la autoridad y el ámbito de actuación del pastor.

o Un ministro o pastor debe conocer las Escrituras, y las leyes que pro-tegen los derechos de los congregantes.

Lo anterior no significa que se debe perder o disminuir la autoridad pasto-ral, sino que ésta debe ejercerse con los principios bíblicos de verdad, justi-cia, misericordia y respeto.

71

Capítulo 5: La Dignidad Y Los Derechos De Los Congregantes

Un pastor debe considerar que los congregantes (incluyendo sus colabora-dores), siguen conservando roles de padres, hijos, hermanos, trabajadores, estudiantes, ciudadanos, etc., y que mantienen una honra familiar que debe respetarse.

En este capítulo veremos algunos de estos derechos.

a. Los derechos fundamentales de las personas.

“Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos.” (Ro-manos 2.14-15).

Los textos anteriores nos hablan de dos leyes: la ley escrita (de Moisés) y de la ley natural que ha sido puesta por Dios en el corazón de toda persona. Por esta ley natural, toda persona sabe lo bueno y lo malo, sus responsabili-dades y sus derechos.

Por la ley natural que ha sido grabada en los corazones, no es necesario que un niño estudie derecho para que sienta cuando sus derechos y dignidad han sido traspasados, o que se dé cuenta cuando alguien abusa de autoridad y lo maltrata.

Lo que nos dice este texto es que además de la ley escrita, Dios puso su ley en los corazones de las personas, la cual nadie puede borrar, eliminar o ignorar.

Puesto que Romanos 2.14 nos dice que fue Dios quien puso estas leyes en los hombres, entendemos que nosotros debemos respetarlas. Los mismos hombres, al observar esta ley escrita en el corazón de cada persona, han de-sarrollado lo que hoy se llama el Derecho Natural.

72


La Enciclopedia Jurídica define el Derecho Natural como el “Conjunto de normas y principios jurídicos que se derivan de la propia naturaleza y de la razón humana, que existen como principios inmutables y universales. El dere-cho natural es el ordenamiento jurídico que nace y se funda en la naturaleza humana, no debiendo su origen, por tanto, a la voluntad normativa de ninguna autoridad, como ocurre con el derecho positivo.”

En nuestros días, diversas leyes han incorporado secciones o apartados específicos para garantizar los derechos fundamentales de las personas. Es-tos derechos son conocidos como Derechos Humanos, o como Garantías In-dividuales, como se les llama en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Los Derechos Humanos son considerados como inalienables (que no se puede enajenar o transmitir) e irrenunciables de por vida, y son iguales para toda persona, lo que implica que, en el ámbito de la iglesia, todo congregante y colaborador conserva estos derechos, aunque el congregante tenga una posición u otra dentro de la organización. Este punto debe quedar muy claro, ninguna persona puede perder sus derechos humanos al ser inalienables.

Hay organizaciones religiosas que hacen que sus colaboradores firmen compromisos muy serios con ellos, pero algunos parecen contener la renun-cia de sus derechos fundamentales. Por ejemplo, que el líder los puede enviar a cualquier lugar del mundo, sin que ellos ni su familia puedan negarse. Si ellos se niegan, entonces les dicen que se encuentran en un tipo de maldición. Pero, ¿puede esto ser así?, ¿puede una persona someterse a tal grado a las decisiones de un líder que dice tener la revelación de la voluntad divina?

En la historia se ha visto reiteradamente que el hecho de ignorar o de no aceptar los derechos fundamentales de las personas ha resultado en excesos de autoridad, y por lo tanto en diferentes tipos de esclavitud, enseñoramiento, maltratos y diversos tipos de vejaciones. Por lo cual, es importante que estos derechos también sean observados en las iglesias.

73


Diferentes naciones han hecho, a través de la Organización de las Na-ciones Unidas (ONU), una declaratoria llamada la Declaratoria Universal de los Derechos Humanos. Esta declaratoria enumera treinta derechos que tiene toda persona por el sólo hecho de serlo, independientemente de su creencia, nacionalidad, raza o formas de pensar.

Antes de considerar algunos de estos Derechos Fundamentales, es impor-tante mencionar que, como cristianos, nosotros creemos que la Biblia es la Palabra de Dios y por lo tanto la única regla de fe y conducta a la que debe ajustarse nuestra vida.

Como lo veremos más adelante, la misma Biblia nos llama a sujetarnos a nuestras autoridades, pero cuando alguna ley o algún gobernante nos obliga a algo que está en contra de la fe y moral cristianas, entonces es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.

Sabemos que las leyes de un país ayudan a determinar los ámbitos de acción entre las personas, limitan los abusos y permiten la aplicación de la justicia. Sin embargo, reconocemos que las leyes humanas no cambian el corazón humano, por lo que la Biblia es la Perfecta Ley que cambia el corazón de todo aquel que cree.

Sin embargo, un corazón renovado por la Palabra de Dios, también guarda las leyes humanas cuando no se contraponen con la moral bíblica. Una vez dicho lo anterior, consideremos algunas de las Garantías Individuales que se muestran en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y aña-diremos en la columna de la derecha algunos comentarios sobre cómo se aplican al ejercicio ministerial.

Es importante mencionar que no vamos a interpretar los derechos que se mencionan a continuación, simplemente vamos a reflexionar sobre ellos, pues si son importantes para la sociedad, son importantes para la iglesia y segura-mente encontraremos aplicaciones útiles.

74


Art. 1º En México todo individuo gozará de las garantías que otor-ga esta Constitución.

Se recomienda evitar el descono-cimiento u olvido por parte de un ministro de los derechos que tiene toda persona.

Se debe considerar que ninguna costumbre eclesiástica o regla-mento interno puede violar estas Garantías puesto que no van en contra de la fe y la moral bíblica.

Hay un video público en el que un líder religioso regaña a los pastores de su movimiento por respetar las leyes de su país, y les dice que él es la ley. Esto es claramente vergonzoso y una señal de que es un movimiento sectario.

Garantías Individuales Recomendaciones

75


Art. 2º En México está prohibida la esclavitud.

Puesto que un concepto desme-dido de autoridad en una iglesia puede desembocar en diversas maneras de reducción de la liber-tad de los congregantes, se sugi-ere siempre considerar el parecer de ellos en cualquier invitación que se les haga.

Las víctimas de sectas peligro-sas han testificado que cada vez cedían más sus decisiones a su movimiento religioso, y cada vez perdían más su individualidad, llegando a vivir cierto tipo de es-clavitud.

Art. 4º El varón y la mujer son iguales ante la ley. Toda perso-na tiene el derecho a la protec-ción de la salud. Toda familia tiene derecho a disfrutar de una vivienda digna y decorosa. Es deber de los padres preservar el derecho de los menores a la satisfacción de sus necesidades y a la salud física y mental. La composición de México es plu-ricultural basada en sus pueblos indígenas.

Se debe permitir que una perso-na procure la salud o los servi-cios médicos para su familia.

Se debe evitar imponer car-gas u horarios a congregantes o ministros, de modo que estos descuiden su responsabilidad familiar.

76


Se debe evitar todo tipo de coacción o manipulación para que una persona trabaje en algo específico o bien para dedique su tiempo laboral a la iglesia.

Hay movimientos sectarios que tienen denuncias por explotación laboral.

Art. 5º Libertad de trabajo siendo lícito.

Art. 6º Libertad de pensamiento sin afectar a terceros y el dere-cho a la información.

Se recomienda evitar ver como “enemigo” a quien piensa diferente al líder o ministro. Evitar también la aplicación de diferentes tipos de castigos o coacción por esta razón.

Art. 9º No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier ob-jeto lícito.

Un ministro no debe de prohibir a una persona el reunirse o aso-ciarse con alguien, ya sea de su familia, o con otras personas.

Hay un movimiento latinoamericano que trabaja con grupos celulares, que tiene diversos señalamientos por invitar a sus miembros a dejar a sus cónyuges cuando estos no pertenecen a su grupo. En casos extremos, líderes religiosos eligen o autorizan con quién se casa cada persona.

77


Otros movimientos sectarios motivan a sus seguidores a no comunicarse con aquellos que dejan su agrupación.

Contrario a lo anterior, el minis-tro debe enseñar los principios bíblicos para asociaciones edifi-cantes y respetuosas con perso-nas que no son de su misma fe.

Art. 11º Libertad de tránsito en el territorio nacional.

No se debe coaccionar o ma-nipular a una persona para que se vaya a vivir en determinada ciudad o región. Se le debe dar a cada persona la oportunidad de orar, entender la dirección personal que Dios tiene para su vida, y que tome su propia de-cisión con su familia.

Un ministro no debe enviar a otros, en la Biblia se puede ver que Dios envía y que la iglesia despide. Si hay necesidades fuera de una ciudad, y se re-quiere que alguien vaya a vivir a cierto lugar, entonces se debe comunicar a la iglesia para orar, hasta que Dios ponga en el cora-zón de alguien el sentir de irse.

78


Entonces lo mejor es que la iglesia apoye económicamente a aquellos que van a cierto lugar en tanto se estabilizan.

Art. 13º Nadie puede ser juzgado por leyes privativas ni por tribu-nales especiales.

Ninguna iglesia debe tener tri-bunales especiales que es-tablezcan castigos físicos, económicos, sociales, etc. En algunos movimientos sectarios, los ministros imponen incluso penas como aislamiento, falta de alimentación, golpes, etc.

Lo que sí puede hacer una con-gregación cuando alguien no actúa conforme a la moral bíblica es no permitirle que tome lugares en la enseñanza, ministración de alabanza, u otros cargos de ser-vicio en la congregación.

Art. 14º A ninguna ley se dará efecto retroactivo. Nadie podrá ser privado de la vida, de la liber-tad o de sus propiedades, pose-siones o derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales previamente establecidos.

Toda persona debe notar cuando en su organización se pone de-masiado énfasis en las ofrendas económicas o en las donaciones; pues hay formas sutiles de privar a otros de sus posesiones.

79


Por ignorancia, un ministro podría hacer presencia en los hogares de las personas sin ser invitado, pero se debe tener cuidado con este tipo de acciones. En este punto no nos referimos a situa-ciones de emergencia o cuan-do hay una amistad real, sino a verdaderos abusos de autoridad en los que los líderes creen tener autoridad sobre el gobierno fa-miliar.

Un ministro nunca debe interrogar o presionar al congregante para que entregue información privada o de carácter económico.

En movimientos sectarios no sólo se interroga a las personas, sino se generan archivos que después son utilizados como me-dios de extorsión, para que estos guarden confidencialidad sobre las prácticas de la organización.

Art. 21º La imposición de penas es propia y exclusiva de la autori-dad judicial.

Art. 16º Nadie puede ser mo-lestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de un mandamien-to escrito de la autoridad compe-tente (un juez).

Por un lado, una iglesia no debe imponer penas que le correspon-den a las autoridades correspon-dientes, y por otro, no deben ser cómplices de fraudes o actos in-morales.

80


De la misma forma, consideremos ahora sólo algunos de los treinta dere-chos universales expresados en la Declaratoria de los Derechos Humanos de la ONU, con la misma dinámica de incorporar algunas breves recomenda-ciones:

La infamia consiste en una ofen-sa o desprecio. Es posible que algunos ministros usen mal su au-toridad, y creen tener derecho de ofender, calumniar o avergonzar a alguno de los congregantes, con el pretexto de “ayudar” a la humildad de éste, o para corregir alguna situación. Pero tal actitud no debe existir en un ministro.

Art. 22º Quedan prohibidas las penas de mutilación o de infamia y de muerte.

Art. 24º Todo hombre es libre de profesar la creencia religiosa que más le agrade.

Hay movimientos religiosos de tipo sectario en los que se obliga a una persona, mediante coac-ción o el chantaje emocional, que no se retire de su congregación.

81


La palabra injerencia también significa intromisión. La palabra arbitraria se refiere a que dicha injerencia o intromisión no cuen-ta con el consentimiento real del afectado.

Un ministro no debe gobernar una familia o a una persona, o inmiscuirse en otros ámbitos per-sonales de los congregantes. No debe ser de los que “se meten en las casas”.

No se debe atacar la honra de las personas, ya sea en privado o en público.

Artículo 13“Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.

Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, inclu-so del propio, y a regresar a su país.”

Hay movimientos que coartan esta libertad con argumentos como:

• Si quieres ir al “mundo” está bien.

• Dios me mostró que debes vivir en tal o cual ciudad.

Artículo 12“Nadie será objeto de injer-encias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domi-cilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.”

82


Una iglesia no debe prohibir el acceso de sus congregantes a medios de comunicación o a libros y fuentes diversas. En todo caso, se debe enseñar a considerar la doctrina bíblica sana como referencia moral o filtro de todo lo que se lee. Un ministro debe tener siempre en mente que la iglesia es una or-ganización voluntaria, en donde el que asiste lo hace libremente y por convicción del Señor en su corazón.

Artículo 19“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de ex-presión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”

La libertad de opinión es irre-nunciable. Hay movimientos reli-giosos en donde cualquiera que opine de manera diferente al líder es mal visto, criticado, aislado o exhibido.

Este artículo nos dice que toda persona tiene derecho a no ser molestado por tener opiniones diferentes. En el ministerio, tene-mos que entender que, el hecho de que una persona piense dif-erente, no lo convierte en nues-tro enemigo, ni es merecedor de castigos diversos. En todo caso, el pastor debe instruir “con pa-ciencia y doctrina”.

Artículo 18“Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la liber-tad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectiva-mente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la obser-vancia.”

83


Este artículo nos muestra que siempre se le debe permitir a una persona la libertad de elegir el tipo de trabajo secular en que le gustaría estar.

En algunos movimientos se puede forzar o manipular a al-guien a que deje su trabajo para dedicarse a dicho movimiento religioso y a veces sin goce de sueldo o con una remuneración injusta.

Artículo 24“Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a va-caciones periódicas pagadas.”.

Aunque este artículo está rela-cionado con la cuestión laboral, hay que ver que el descanso es un principio bíblico para reponer nuestras fuerzas, por lo que se deben permitir estos descansos.

Artículo 23“Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.

Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.

Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesa-rio, por cualesquiera otros me-dios de protección social.

Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intere-ses.”

84


El respeto de los derechos fundamentales de las personas en una con-gregación ayuda a evitar un mal uso o el abuso de la autoridad.

Nota.- En ocasiones, proyectos que tienen un comienzo noble se pueden desviar o pervertir con el tiempo. Los Derechos Humanos y las leyes muestran intenciones nobles, que han servido para alcanzar grandes logros en benefi-cio de muchos. Tal es el caso de la lucha del Dr. Martin Luther King, quien apeló a los Derechos Humanos para lograr igualdad en los Estados Unidos de

En los movimientos sectarios es común que se agote a las per-sonas, reduciendo así su ca-pacidad de reaccionar ante los abusos de autoridad.

En las técnicas de control mental, se sabe que la inteligencia de una persona no puede ser reducida, pero sí puede ser agotada para que no perciba los abusos ni re-accione ante ellos.

Toda iglesia debe fomentar tiem-pos de descanso para los servi-dores y congregantes, a fin de que pasen tiempo libre con su familia.

85


América. Sin embargo, los Derechos Humanos también se han usado como bandera para la búsqueda de fines muy distantes a la moral bíblica. La iglesia debe considerar que la única regla de fe y conducta a la cual debe ajustarse nuestra vida es la Biblia, la Palabra de Dios.

Por lo anterior, entenderemos que la Biblia contiene principios de respeto a los derechos y a la individualidad de las personas que debemos considerar para nuestro actuar ministerial.

A continuación, veremos algunos de estos ejemplos:

b. El respeto a los derechos y a la individualidad de las personas en la Biblia.

La Biblia contiene principios de respeto a los derechos y a la individualidad de las personas que debemos considerar para nuestro actuar ministerial. Aquí algunos de estos ejemplos:

i. El Rey Ciro

Isaías 45.1: Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán: 2. Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos.

Este pasaje de Isaías habla de Ciro, rey de Persia. La vida de Ciro es espe-cial dentro del plan de Dios. Es el único gentil al que la Biblia le llama “ungido” (Strong: mâshı̂yach - mesías). Pero, ¿qué hizo Ciro?, ¿cómo se le recuerda en la historia, no sólo la judía o bíblica sino en la historia universal?

A diferencia de otros emperadores que son considerados como conquis-tadores, Ciro es considerado como un libertador. Cuando Ciro conquistaba un reino, hacía algo inusitado, decretaba libertad para los pueblos conquista-

86


dos, decretaba que todos eran libres y que todos podían tener la religión que quisiesen.

El testimonio de esta obra libertadora quedó grabado en “El Cilindro de Ciro”, que ahora se encuentra en el Museo Británico. De este modo, Ciro per-mitió el regreso de los deportados a Babilonia y ordenó que se edificara el templo de Jehová. Verdaderamente, Dios dijo de él:

Isaías 45:13. Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus cami-nos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones, dice Jehová de los ejércitos.

Cuando leemos yo lo desperté en justicia y soltará mis cautivos, podemos ver que Ciro no sólo se reconocía como autoridad (como lo dice el “Cilindro de Ciro”), lo cual era justo, sino que les reconocía derechos de libertad a sus gobernados: libertad física, libertad de trabajo, libertad de tránsito, libertad de pensamiento y libertad de culto. Esta acción de Ciro es considerada como una de las bases históricas de la Declaratoria de los Derechos Humanos de la ONU.

ii. David y sus guerreros

Samuel 30.22: Entonces todos los malos y perversos de entre los que habían ido con David, respondieron y dijeron: Porque no fueron con no-sotros, no les daremos del botín que hemos quitado, sino a cada uno su mujer y sus hijos; que los tomen y se vayan.

23. Y David dijo: No hagáis eso, hermanos míos, de lo que nos ha dado Jehová, quien nos ha guardado, y ha entregado en nuestra mano a los merodeadores que vinieron contra nosotros.

24. ¿Y quién os escuchará en este caso? Porque conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha de ser la parte del que queda con el bagaje; les tocará parte igual.

87


25. Desde aquel día en adelante fue esto por ley y ordenanza en Israel, hasta hoy.

Esta Ley en Israel quitó las distinciones entre aquellos que iban a la guerra y aquellos que no podían ir, pues algunos no habían ido con David a la guerra por cansancio.

Por esta razón, algunos de los que habían ido con David no querían darles del botín de la guerra a los que no habían ido. Pero David dijo que no se hi-ciera distinciones, ya que era Dios quien les daba la victoria, así que el botín debía ser repartido por igual. Esto fue hecho ley en Israel. Esto nos habla de un trato respetuoso para los que iban a la guerra como para los que no. Se refiere a un respeto a las posibilidades de cada persona.

iii. Las leyes sobre la guerra

Deuteronomio 20.5. Y los oficiales hablarán al pueblo, diciendo: ¿Quién ha edificado casa nueva, y no la ha estrenado? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la estrene.

6. ¿Y quién ha plantado viña, y no ha disfrutado de ella? Vaya, y vuél-vase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la disfrute.

7. ¿Y quién se ha desposado con mujer, y no la ha tomado? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la tome.

8. Y volverán los oficiales a hablar al pueblo, y dirán: ¿Quién es hombre medroso y pusilánime? Vaya, y vuélvase a su casa, y no apoque el cora-zón de sus hermanos, como el corazón suyo.

Cuando el pueblo de Israel tenía que salir a la guerra, Dios les dio orden de respetar la voluntad de aquellos que, por las razones mencionadas, con-sideraban ellos mismos que no debían salir.

88


Dicho de otra manera, aquellos que salían a la guerra lo hacían en un pleno ejercicio de su libre voluntad. Esto nos habla de la confianza que debemos tener en la victoria que Dios da, y en respetar así el sentir de las personas sobre su deseo de participar en alguna actividad o proyecto.

iv. La forma de dirigirse de David al pueblo

1 Crónicas 13:2: Y dijo David a toda la asamblea de Israel: Si os parece bien y si es la voluntad de Jehová nuestro Dios, enviaremos a todas par-tes por nuestros hermanos que han quedado en todas las tierras de Israel, y por los sacerdotes y levitas que están con ellos en sus ciudades y eji-dos, para que se reúnan con nosotros.

4. Y dijo toda la asamblea que se hiciese así, porque la cosa parecía bien a todo el pueblo.

Cuando David fue ungido por rey, aún conservaba una forma amable de di-rigirse al pueblo, mostrando su respeto por él, y no dando órdenes de manera arbitraria, sino diciendo si os parece bien. La palabra arbitrario se aplica a la persona que actúa solamente basándose en su voluntad o capricho y no en la razón, la lógica o la justicia.

Si bien David también era profeta, él decía “si es la voluntad de Dios”. Esto es importante porque muchos líderes de tipo sectario echan mano, de una manera desmedida, de la afirmación de que ellos son la autoridad o que “Dios les dijo”, escudándose en esto para hacer siempre lo que ellos quieren y para no escuchar a los congregantes.

Mientras que a algunos les puede parecer que hablar como lo hizo David es muestra de una pérdida de autoridad, o que es señal de una democracia, la Biblia nos muestra que esto es más bien señal de una autoridad respetuosa.

89


v. El apóstol Pablo y sus colaboradores

1 Corintios 16:12: Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, mas de ninguna manera tuvo volun-tad de ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad.

2 Corintios 8:16. Pero gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma solicitud por vosotros. 17: Pues a la verdad recibió la exhortación; pero estando también muy solícito, por su propia voluntad partió para ir a vosotros.

Estos pasajes nos hablan de la experiencia del apóstol Pablo con dos hermanos colaboradores, Apolos y Tito. Con respecto a Apolos, la Biblia nos muestra primeramente cómo el apóstol se dirigía a ellos: “mucho le rogué”. Tal expresión revela el respeto que tenía Pablo ante la voluntad personal o individual de sus colaboradores.

A pesar de los ruegos del apóstol Pablo, Apolos no tuvo voluntad de ir a los corintios, y más adelante nos dice que iría cuando tuviera oportunidad. Vemos entonces que el apóstol respeta la voluntad de Apolos y le dice a la iglesia que irá cuando tenga la oportunidad.

Posteriormente vemos a Tito, en este caso el apóstol reconoce que Dios puso en el corazón de Tito la misma solicitud por los corintios señalándoles que: por su propia voluntad partió para ir a vosotros.

¿Por qué el apóstol Pablo hace énfasis en que Tito partió por su propia vol-untad? Entendemos que es por la importancia que tiene una voluntad personal dispuesta, lo cual a su vez ocurre por la obra del Señor.

Si bien en otros textos se dice que Apolos había sido muy útil a los her-manos en algunos aspectos, en el caso de los corintios no había tenido la voluntad de ir; por otro lado, Dios había puesto en el corazón de Tito que fuera por su propia voluntad. Cuando leemos que Tito “recibió la exhortación” en-

90


tendemos que recibió el ruego del apóstol para que fuera a los corintios.

vi. La iglesia de Jerusalén

Hechos 6:3. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varon-es de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.

4. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la pa-labra.

5. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía;

6. a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.

En el caso anterior vimos cómo el apóstol respetó la voluntad de sus co-laboradores (Apolos y Tito), pero ahora veremos, con relación a la iglesia, que la autoridad de los apóstoles siempre actuaba en respeto al sentir de la congregación.

Cuando los apóstoles consideraron que no era justo dejar la Palabra de Dios y la oración por servir a las mesas, dijeron a la congregación que bus-caran a siete varones llenos del Espíritu Santo para encargar ese trabajo, en-tonces encontramos un acuerdo con la voluntad de la congregación: agradó la propuesta a toda la multitud.

Siendo así, los apóstoles oraron y les impusieron las manos, designándoles este trabajo. De este modo, se muestra un respeto a la voluntad de la con-gregación, además de la confirmación de la voluntad del Señor por medio del acuerdo de voluntades.

91


vii. La discusión en Antioquía y el concilio en Jerusalén

Hechos 15:1. Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.

2. Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión.

En la iglesia en Antioquía llegaron unos hombres que venían de Judea, pero que no habían sido mandados por la iglesia (por los apóstoles o por los her-manos) y enseñaban la circuncisión. Pero se dispuso (acordaron) que Pablo y Bernabé fueran a Jerusalén, a los apóstoles y a la iglesia. Entonces leemos:

12. Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles.

Aquí podemos ver cómo toda la multitud oyó a Bernabé y a Pablo. Entonces Jacobo, pastor de la iglesia de Jerusalén, contestó como siervo de Cristo y tomando la base de las Escrituras y la misma experiencia de Simón, juzgaba conveniente:

13. Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones her-manos, oídme.

14. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre.

15. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está es-crito:

16. Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que

92


está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar,

17. Para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gen-tiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,

18. Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos.

19. Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se con-vierten a Dios.

Lo que Jacobo consideró sobre esta situación lo expuso a los otros apóstoles y a la iglesia, su postura tenía sustento bíblico y testimonial, podría-mos decir que su decisión no estaba basada solamente en su autoridad, sino en la autoridad de las Escrituras y del testimonio que el Espíritu Santo había dado por medio de la obra de Simón, de Pablo y de Bernabé entre los gentiles.

Entonces podemos ver un acuerdo congregacional (no sólo de una perso-na):

22. Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos;

23. y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud.

24. Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley,

25. nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo,

93


28. Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no im-poneros ninguna carga más que estas cosas necesarias.

En este pasaje tan importante de la iglesia primitiva, vemos que la autoridad pastoral no se ejerció de manera arbitraria, basada solamente en la posición de autoridad (“porque yo soy el pastor...”), sino en la guía del Espíritu Santo, en conformidad con las Escrituras y con el acuerdo de la iglesia.

De este modo, sobresalen expresiones como: “nos ha parecido bien”, “ha-biendo llegado a un acuerdo”, y “ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros”.

Otro aspecto relevante de este pasaje es el sentido de la decisión que se tomó. Mientras que algunos, que habían actuado solos, pretendían imponer cargas, los apóstoles, ancianos y la iglesia en Jerusalén, acordaron no im-poner otras cargas a las iglesias más que las cosas que eran necesarias. De este modo, fue una decisión que favoreció la libertad de la iglesia por medio de una fe sencilla.

En estos pasajes de la vida de la iglesia, vemos que los asuntos de la igle-sia se gobiernan mediante la guía del Espíritu Santo, quien produce un ánimo acerca de Su voluntad en los pastores y los congregantes con base en el fundamento en las Escrituras.

viii. Lo vence Dios, no el hombre

“Para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría; lo vence Dios, no el hombre.” (Job 32:13).

Cuando los amigos de Job argumentaban con él, ninguno pudo moverlo de su parecer o sentir, entonces Eliud, el más joven, dice: lo vence Dios y no el hombre. Esto nos muestra cómo es Dios quien tiene también un trato con cada persona a fin de que ésta comprenda sus caminos y haga su voluntad. Así también dice Jeremías:

94


“Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí.” (Jeremías 20.7)

Si bien los hombres podemos argumentar o rogar en la forma como lo hi-ciera el apóstol Pablo con Apolos y con Tito, es Dios quien al final vence la voluntad del hombre para que éste haga lo que está en la voluntad de él. Así también, el profeta Jeremías un día decidió no hablar más en el nombre de Jehová, pero nuevamente fue Dios quien le venció:

“Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.” (Jeremías 20.9).

La experiencia de Jeremías, es también la experiencia de los cristianos, la cual ocurre desde el momento de nuestra salvación. Es Dios quien nos vence, no el hombre. Es Dios quien pone el querer como el hacer, en la misma ma-nera como el apóstol Pablo dice que Dios puso en el corazón de Tito toda solicitud para ir a los corintios.

Es también Jeremías quien dice:

“Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste.” (Jeremías 20.7).

ix. Los Diez Mandamientos

Los Diez Mandamientos constituyen una regla de moral fundamental para las relaciones del hombre ante Dios y ante sus semejantes. A continuación los mencionaremos utilizando el mismo formato de tabla, a fin de considerarlos como una base de la que podemos tomar recomendaciones sobre su apli-cación en el terreno ministerial:

95


4. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

5. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuar-ta generación de los que me aborrecen,

Dios es el Salvador tanto del pas-tor como de la iglesia. El pastor no debe tener otros “dioses”, ni idola-trar el dinero, ni la popularidad, ni a él mismo, ni su propia posición.

Se debe evitar que los congre-gantes “idolatren” al pastor o a la denominación.

Dios nos saca de la esclavitud de todo tipo, no nos somete a una esclavitud nuevamente.

2. Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

3. No tendrás dioses ajenos delante de mí.

No debe tener una “imagen” des-virtuada de Dios ni de cómo él actúa.

Un congregante puede desvir-tuar su concepto de Dios al estar en un movimiento sectario. Aún se puede humillar ante ministros opresores, y culturas opresivas, pero no lo debe hacer.

Los Diez Mandamientos. Éxodo 20:

Comentario

96


Para esto es necesario per-manecer en la Palabra de Dios, porque ahí está toda la revelación de Dios y de cómo actúa.

8. Acuérdate del día de reposo para santificarlo.

9. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;

10. mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.

11. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.

Así como Dios quiso que se san-tificara el día de reposo, el pastor debe tener cuidado de no “uti-lizar” el culto para otros fines.

El momento de la oración, de la alabanza y de la Palabra deben ser “santificados” para el Señor. No se debe usar el tiempo para otras actividades o dinámicas, o mensajes o celebraciones que diluyan o distraigan ese tiempo.

Sólo una alabanza genuina, una oración humilde y una exposición sana de la Palabra de Dios traen descanso para el alma.

6. y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

7. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nom-bre en vano.

No se debe tomar el nombre de Dios en vano, ni para fines egoís-tas o carnales, ni como pretexto para enseñorearse de las perso-nas.

97


El pastor debe fomentar la honra de los congregantes a sus pa-dres, y debe procurar que todos destinen tiempo para cuidar sus familias.

14. No cometerás adulterio.

El pastor debe evitar toda aquella actitud que vaya en contra de la preservación de la vida, tanto físi-ca, como espiritual o familiar de las personas.

13. No matarás.

El pastor y los congregantes de-ben ser prudentes en i) su cora-zón, ii) en el cuidado de su vida matrimonial y familiar, y iii) su relación con los demás.

12. Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.

15. No hurtarás. Hurtar significa quitar ilegítima-mente a una persona algo que le pertenece con ánimo de lucro sin el uso de la violencia o la intimi-dación.

El responsable de un grupo re-ligioso no puede hurtar a sus congregantes: dinero, tiempo, honra, etc. Sólo les debe servir conforme a la Palabra de Dios.

98


x. Conclusión de los casos bíblicos

Es importante ver que los casos bíblicos anteriores no minimizan ni van en contra de la autoridad pastoral. Más bien, encuadran la autoridad pastoral dentro de un marco de respeto a la voluntad, los derechos y la individualidad de los congregantes.

c. Los derechos de los congregantes.

En muchos cursos de discipulado se enseña la responsabilidad de los miembros de una iglesia. También se les enseña sujeción, y la importancia de ofrendar; pero no es común que se les hable de sus derechos, a fin de que se protejan de malas prácticas que puedan surgir entre los servidores.

El pastor debe cuidar la honra de los congregantes y sus fa-miliares, y no precipitarse en aceptar el falso testimonio o prestarse para ser pronto en la difamación pública.

La justicia de Dios excede a la del mundo, al poner énfasis no sólo en los hechos consumados, sino en la condición del corazón, pues la codicia está en el cora-zón.

17. No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

16. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.

99


Con base en lo anterior, en un ánimo de procurar resumir los derechos que hemos visto que tienen los congregantes de la iglesia, podríamos enumerar los siguientes:

Todo congregante, desde un invitado, un congregante frecuente o miem-bro en plena comunión, y hasta los ministros o colaboradores en general, sin importar su posición o cargo, deben tener los siguientes derechos:

1. Asistencia. Tiene derecho a asistir y participar de los cultos generales, siempre y cuando lo haga de manera respetuosa al orden cultual, a los otros congregantes y que no haya sido puesto fuera de la comunión por causa de faltas graves persistentes. En el caso de querer integrarse a grupos especia-les o sociedades, se debe contar con la anuencia del pastor correspondiente.

2. Respeto. Tiene derecho a ser tratado con pleno respeto a su persona y la de su familia en todos los sentidos. Ningún ministro tiene derecho de ofen-derlo, exhibirlo públicamente o degradarlo.

No obstante, un pastor puede hacer pública alguna situación que sea ver-dadera, cuando sea para protección de la iglesia y después de haber intenta-do otros correctivos, como el hablar en privado, o con testigos para que corrija su conducta.

3. Apoyo espiritual. Tiene derecho de que se le predique y enseñe la doc-trina bíblica o que algún ministro le proporcione el consejo bíblico ante alguna situación que el mismo congregante solicite, o que el ministro considere con-veniente proveer.

4. Datos personales. Tiene derecho a que no se le exija que entregue información personal, como número telefónico, domicilio, nombres de famili-ares, percepciones económicas, propiedades, etc. En caso de que voluntari-amente el congregante proporcione estos datos, tiene derecho a que dicha in-formación sea guardada confidencialmente y no se entregue a terceros, fuera del ministerio, sin su previo consentimiento.

100


5. Ámbito de autoridad ministerial. Tiene derecho a que la autoridad de los ministros sea limitada, principalmente orientada a: 1) servir en el culto, 2) enseñar y predicar la doctrina bíblica, ya sea en la iglesia o a través del con-sejo personal, y 3) en cuanto la organización de la misma iglesia, designando así responsables de grupos o actividades o decidiendo aspectos relevantes de dichas actividades.

En este sentido, un ministro no tiene el derecho de ejercer autoridad ante el congregante fuera de lo que enseña la Biblia, ya sea en el ámbito personal, económico, laboral, familiar, o en cualquier otro que esté fuera del ámbito de la iglesia y la enseñanza bíblica.

6. Libre voluntad. Tiene derecho a decidir libremente:

a. Su asistencia a algún culto, reunión de trabajo de la iglesia, o reunión especial de la iglesia;

b. Si ofrenda o no, la cantidad que ofrenda, y que ésta sea secreta;

c. Vivir en la ciudad o lugar de residencia que él escoja,

d. Congregarse en la iglesia que él escoja, cuando no haya sido puesto fuera de la comunión de la misma;

e. Su trabajo secular y las horas que destina a las actividades de la iglesia;

f. Sus amistades;

g. Su forma de vestir, siempre que no falte el respeto a la moral en los cultos o reuniones.

Lo anterior no elimina la acción y autoridad pastoral de enseñar lo que la Biblia muestra sobre cada situación, así como para designar distintos cargos, o bien, remover de distintos cargos, según sea el caso. En cuanto a las ac-tividades de la iglesia, estas deberán estar en el orden bíblico de la sujeción pastoral y el acuerdo de la congregación.

101


7. Privacidad. Tiene derecho a que ningún ministro o colaborador pretenda forzarlo para confesarle sobre algún tema personal o familiar. Por otro lado, un congregante no puede forzar a un ministro guardar total confidencialidad sobre algún aspecto, ni lo podrá hacer su cómplice.

8. Opinión. Tiene derecho a expresar su opinión en los lugares y tiempos adecuados para ello, siempre que esta manifestación de su opinión también esté dentro del marco de respeto a los otros congregantes. El tener una opin-ión diferente sobre algún aspecto no debe ser causa de algún tipo de enemis-tad, persecución, aislamiento social, etc.

9. Denuncia. Tiene derecho a denunciar a algún ministro, colaborador o congregante sobre cualquier acción que él o ella haya considerado irrespetuo-sa o inmoral. En este sentido, toda persona puede pedirle al que se considera ofensor que no continúe con dicha actitud. En caso de que no haya un cambio, tiene derecho de decírselo con dos o tres testigos y tiene también derecho de denunciarlo a los pastores que tienen mayor autoridad.

En caso de que una actitud que él considere irrespetuosa o injusta persista, tiene el derecho de cambiarse de iglesia, de manera libre y voluntaria.

Por “denuncia” entendemos: probar, evidenciar, manifestar. Hablar con verdad, alguna falta moral de alguna persona del ministerio o de la iglesia, no significa “hablar contra el pastor”, ni es un pecado; por el contrario, record-emos que nuestro Señor Jesucristo nos enseñó a denunciar cuando nuestro hermano peca contra nosotros (Mateo 18.15-17).

102


En la presente sección se explican algunas líneas de acción para evitar el abuso de ministros, o bien, para salir de dicha situación.

Consideremos primeramente que un abuso supone usar mal, excesiva, in-justa, impropia o indebidamente algo o a alguien, según detalla El diccionario de la lengua española.

En cuanto al abuso de autoridad, éste está asociado comúnmente al uso de un poder otorgado por la posesión de un cargo o función, pero de tal forma que su uso no está dirigido a cumplir las funciones atribuidas a ese cargo, sino a satisfacer intereses personales del individuo que lo ejerce.

El abuso de autoridad tiene lugar cuando un dirigente o un superior se aprovecha de su cargo y de sus atribuciones frente a alguien que está ubica-do en una situación de dependencia o subordinación, por ejemplo, cuando un superior humilla y fuerza a un subordinado a realizar tareas que no forman parte de sus obligaciones.

Debemos notar que el “abuso de autoridad” no sólo ocurre en el ámbito de los servidores públicos, sino que es un mal que, por ejemplo, afecta a muchos matrimonios y relaciones de padres e hijos. Hay padres que abusan de su au-

CAPÍTULO 6¿QUÉ HACER EN

CASO DE ABUSOS DE MINISTROS?

103

toridad y humillan a sus hijos de manera inmoral, y quizás su única referencia para tratar a sus hijos está basada en su propia historia de maltrato.

Pero, además, de manera silenciosa, el abuso de autoridad también afecta congregaciones religiosas, donde los líderes que asumen posiciones se en-señorean de los congregantes con rudeza.

Considerando los actos lamentables derivados del abuso de autoridad, en algunas legislaciones ya se señala como delito y se mencionan, por ejemplo, los siguientes casos:

• Cuando en uso de sus funciones, se violenta a una persona de manera ilegítima, la vejare, o la insultare;

• cuando se niega una protección que se tenga la obligación de dar;

• cuando se niega en despachar un asunto pendiente ante él;

• cuando se apropia de fondos indebidamente;

• cuando se obliga a un inculpado a declarar algo, utilizando la incomu-nicación, la intimidación o la tortura.

En el ámbito gubernamental, se ha entendido que el principio de autoridad (el cual es bíblico) no puede estar sin contrapesos que le den un sano equi-librio, de otra manera, se termina allanando los derechos de los gobernados y cometiendo ilícitos. Veamos, entonces, otro concepto igualmente importante: La autoridad limitada de los ministros.

Un ministro recibe de parte de Dios y de la iglesia una autoridad limitada para el desempeño de sus funciones. Más adelante veremos cómo David fue ungido por Dios, pero también fue ungido por los de la casa de Judá para ser rey. David no ejerció su reinado sino hasta que tuvo estas dos unciones, por esto decimos que un ministro recibe de parte de Dios y también de parte de la iglesia una autoridad limitada para ejercer sus funciones.

104


En tal sentido, un pastor no puede hacer lo que él quiera con los congre-gantes, la Biblia nunca habla de una autoridad total o sin límites sobre las igle-sias. Antes, un ministro es alguien que da cuentas de su servicio, pues es un servidor; un ministro es alguien que recibe instrucciones precisas para actuar y que dará cuentas ante el Señor, ante las autoridades de la misma iglesia, e incluso ante las autoridades gubernamentales, de sus acciones.

Un ministro que admite que la autoridad que ha recibido es limitada, puede evitar cometer abusos de autoridad y otros errores en su actuar ministerial. El rey Saúl no comprendió que sus funciones como rey tenían límites, y por esto ofreció holocaustos que no le correspondían; entonces Dios no quiso confir-mar su reino y escogió a un varón conforme a su corazón. Saúl no entendió que su autoridad como rey estaba limitada.

En las iglesias puede haber excesos o abusos de autoridad, por lo que es necesario considerar algunas medidas que enseña la Biblia para evitar este tipo de abusos:

“ Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños. Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.

Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.

De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cie-lo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.

Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mateo 18.14-20).

105

Capítulo 6: ¿Qué Hacer En Caso De Abusos De Ministros?

En este pasaje, el Señor Jesucristo enseñó lo que se debe hacer cuando un hermano peca contra otros hermanos de la iglesia. Este hermano puede ser un congregante, un servidor o el pastor principal de la iglesia, ya que el Señor dijo que todos nos debemos llamar hermanos.

En tal caso, no debe haber silencio, y no sólo debemos orar, sino se tiene que hablar, pero ha de hacerse en pasos.

Primero.- Hablar directamente (no pelear, no expandir rumores, no juzgar y no condenar).

Segundo.- Si el ofensor no oye, sino que persevera, tomar a uno o dos testigos y volver a mencionar la situación de abuso y el deseo de corregirse.

Tercero.- Si el ofensor no oye, decirlo a la iglesia.

Ahora bien, hay situaciones en las que una agrupación religiosa está “cul-turalmente cerrada” a admitir cualquier falta de sus líderes. En estos casos se debe considerar la salida de esa organización con todo y los costos que esto implique.

- ¿Cuáles costos? - Preguntará alguien. Pero sabemos que toda organi-zación religiosa ofrece beneficios muy valiosos, tanto sociales, de apoyo, de amistad, de posiciones, etc. Además de que es muy difícil renunciar a una organización que ha representado nuestro servicio a Dios y nuestra causa.

Por otro lado, cuando uno sale de una organización religiosa, hay amigos (y familiares) que prefieren justificar a la organización o a sus líderes y señalar a aquellos que salen como “rebeldes” al mandato de Dios. Toda esta serie de costos o consecuencias se enfrentan al salir de un grupo de este tipo.

Con todo, hay veces que se debe considerar salir de dicha agrupación an-tes de que sea demasiado tarde. El apóstol Juan habló de un hombre llamado Diótrefes que no le recibía ni a él ni a otros verdaderos servidores de Cristo, y

106


además expulsaba a los hermanos que los hospedaba.

La expulsión de una iglesia no necesita tener toda una formalidad, sino que bastan palabras duras, señalamientos públicos y ofensivos para hacer que una persona se aleje de dicha agrupación.

Esta acción de “echar fuera” incluye acciones y palabras dolorosas de lí-deres que se escudan en su posición, y en pretender usar “la autoridad” que creen tener “por el bien de los demás”.

La palabra griega traducida como “expulsión” en el pasaje de Diótrefes, es ekballo, la cual incluye una noción del uso de diferentes grados de violencia o de rechazo. Esta palabra también hace referencia a “obligar” a alguien a partir en un sentido severo para con él. Así, pues, que los hermanos sinceros de la iglesia de Diótrefes tenían que salir por esta situación.

Antes de continuar, conviene que aquellos que salen de agrupaciones difíciles consideren lo siguiente:

1. La bendición de Dios está en Cristo Jesús, no en una organización par-ticular.

2. Ninguna organización religiosa en la tierra tiene preferencia, ni es única, sino que en todo lugar Dios se agrada de todo el que le teme y le busca.

3. Es mejor asumir los costos que sean necesarios por el cuidado familiar y por la integridad, que pertenecer en complicidad a una organización que deshonra a sus miembros.

4. Con todo, se debe perdonar al ofensor. Se debe actuar con templanza y no ser parte de lo mismo que aquello que nos hizo salir, afectando la honra de los demás.

107

Capítulo 6: ¿Qué Hacer En Caso De Abusos De Ministros?

5. Siempre que oremos de manera sincera, Dios nos guiará a lugares de gracia y bendición, pero esto tomará un tiempo.

Dios quiera que todo aquel que le busca, sepa cuidarse a él mismo y a su familia. Y si alguna decisión costosa se debe asumir, sea Dios quien dé con-suelo y acerque verdaderos amigos durante todo el tiempo por venir.

108


Antes de terminar, conviene que consideremos algunas características de los verdaderos ministros del Señor.

1. Un verdadero ministro no impone su autoridad de manera carnal, sino que confía que Dios confirmará la posición y función que él le dio, para el ser-vicio de la fe de las personas.

2. Es amable para con todos.

3. Actúa conforme a los lineamientos de respeto a toda persona de acuerdo con las Escrituras.

4. El enfoque principal de un verdadero servidor es orar, enseñar la Palabra de Dios, sabiendo que Ella es poderosa para cambiar a las personas, y convivir de manera sencilla para que la bendición de la vida cristiana sea comunicada de forma espontánea.

5. Las experiencias personales de tipo espiritual no son el centro de su mensaje, y sabe que éstas se pueden usar para manipular. Entonces, más bien expone la Palabra profética más segura: las Escrituras.

6. Invita a actividades, pero no condena ni estigmatiza a quienes no asisten.

7. Logra cambios muy importantes en personas y familias, pero no me-


DE LOS VERDADEROS MINISTROS

109

diante estrategias carnales de manipulación o coacción, sino que son fru-to de su actuar espiritual. Por ejemplo, en los grandes avivamientos, no se coaccionaba a nadie para asistir a reuniones del culto o de oración, más bien todo iniciaba con la oración sencilla y ferviente de uno o de pocos hombres, y el Espíritu Santo movía el corazón de las personas para unirse.

8. El buen testimonio es una búsqueda permanente en todos los ámbitos de su vida (familia, vecinos, trabajo, iglesia).

9. No practica el pecado. Si bien no decimos que hay infalibilidad, sí afirma-mos que no se vive continuamente en pecado (1 Juan 3:9).

10. Está sujeto a las autoridades y no teme que le revisen su labor.

11. Entiende cuando alguien le hace ver alguna falta que es verdadera y corrige de inmediato. Sabe pedir perdón si es necesario.

12. Ama pero no controla la vida de los demás.

13. No hace gente dependiente de él, sino que los ayuda a madurar y a ser responsables ante Dios y ante los hombres.

14. No controla ni anula la individualidad de las personas.

15. No amenaza. Cuando un falso ministro sabe que sus obras malas se han hecho públicas, suele amenazar y decir que cualquiera que hable con-tra él estará en maldición; o igualmente se mencionará como víctima de un ataque espiritual. Pero el verdadero ministro orará por aquellos que hablan mal contra él, sabiendo que tal testimonio es falso (pues no vive en pecado) y sabe también que las personas que hablan mal pueden estar en una lucha espiritual y sus almas en peligro. Por lo tanto, comprende cuando el Señor dijo que se ore por los que nos ultrajan y nos persiguen.

¡Cuánta bendición son los buenos pastores y ministros que Dios da en un lugar! Oremos para que Dios mande obreros así. Pero los malos pastores hallarán lugar entre los que defienden más su organización que a los prin-cipios inmutables de la Palabra de Dios. Pongámonos siempre del lado de las Escrituras.

110


Después de haber considerado diferentes aspectos del fenómeno sectario, quizás podamos decir expresiones como: “bueno, pero nosotros no somos una secta”, “yo no soy sectario”, “en mi iglesia no hay este problema”, y otras frases como estas por las cuales, primeramente, damos gracias a Dios.

Sin embargo, la exhortación bíblica para estar firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres no se dirige a una iglesia en esclavitud, sino en libertad, por lo que tal exhortación merece toda nuestra atención.

Históricamente, el fenómeno sectario se ha presentado en iglesias cristia-nas cuyo inicio fue muy llamativo y sus miembros pudieron haber sentido una libertad verdadera, pero algo sucedió con el tiempo que aquella libertad fue reducida a diversas formas de esclavitud, de manipulación y de control exce-sivo. De aquí la importancia de esta exhortación: “estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres”.

Consideremos que, en toda la creación, no hay un sólo ser, ángel o huma-no, que haya sido creado en maldad. El mismo enemigo de nuestras almas fue creado como un ministro en el santuario celestial, por lo que en un tiempo

CAPÍTULO 8“ESTAD PUES FIRMES”

111

su servicio en los cielos fue verdadero y acepto, pero su corazón se apartó y arrastró tras sí a muchos otros servidores.

La misma situación acontece en la tierra, en la iglesia de Cristo, según lo dice el apóstol Pablo:

“Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perver-sas para arrastrar tras sí a los discípulos.” (Hechos 20.30).

Las palabras y de vosotros mismos se refiere a la iglesia verdadera, a la iglesia libre. En tal sentido, la responsabilidad original de los ángeles, y tam-bién de la misma iglesia, ha sido permanecer en la bondad de Dios, como dice la Escritura:

“Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.” (Romanos 11.22).

La exhortación, pues, para la iglesia de Cristo y para todos los que minis-tran en ella es verdadera y digna de toda nuestra atención. Mientras militemos en este mundo, debemos saber que no hay un nivel de autoridad, o tipo de ministerio, o trayectoria que nos haga inmunes a los ataques del engañador y de nuestro propio corazón. Por tal razón debemos oír al Maestro:

“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” (Mateo 26.41).

Juan 8.31 dice: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”

Por otro lado, debemos orar unos por otros y exhortarnos unos a otros, no juzgándonos inmediatamente, sino ayudándonos a permanecer en la fe y el sano actuar ministerial.

112


En tal sentido, debemos recordar que si nosotros somos salvos y servimos por gracia al Señor, ha sido porque Dios usó a otros hermanos que elevaron oraciones por nosotros, que nos enseñaron la Verdad y que nos dieron ejem-plo. Así también, Dios quiere usarnos para que cumplamos nuestra función en el Cuerpo:

En Santiago 5.19 y 20 dice: “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.”.

La exhortación dada a Timoteo para tener cuidado de él mismo y de la doc-trina no consiste en juzgar a todo hermano que es diferente, y a todo ministerio que no es el suyo, sino que su objetivo en realidad es la salvación de él mismo y de los que lo oyen.

De esta forma, el cuidado de la sana doctrina no es un asunto que tiene que ver con quién es mejor, o más santo o más celoso, sino que, más bien, se trata de una verdadera lucha por la salvación de las almas, de nosotros mismos y de los que nos oyen. Por esto la Palabra de Dios nos dice:

1 Corintios 10.12 dice: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.”.

113

Capítulo 8: “Estad Pues Firmes”

¿Qué es la Iglesia? Esta pregunta no es fácil de responder, sobre todo cuando nos preguntamos aspectos como: ¿qué significa la iglesia para el Dios Eterno?, ¿cuál es el precio pagado por ella?, ¿cómo fue su inicio?, ¿cuál es su final? Todos nosotros nos maravillamos cuando vemos que el plan eterno de Dios mira a la Iglesia, y entonces podemos exclamar:

“¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria…?” (Salmos 8:4).

La Iglesia es la Amada que brota de las entrañas del Señor, de su sangre derramada, de la obediencia al Padre, del trabajo supremo del Espíritu Santo, ahí está también el trabajo y aún la muerte de hombres que han sido fieles. La Iglesia es el templo del Espíritu Santo sobre la tierra, es columna y baluarte de la Verdad.

Tan grande es también la encomienda de Su Señor a hombres sencillos que desean, por un llamamiento genuino, servirle:

CAPÍTULO 9CONCLUSIÓN

115

“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vues-tro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Prínci-pe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.” (1 Pedro 5:2-4).

116


CUANDO LA IGLESIA SE DESVÍA - redcrece.org

Documents

Transcript of CUANDO LA IGLESIA SE DESVÍA - redcrece.org