cosmopolitismo appiah

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 Del cosmopolitismo imperial al cosmopolitismo dialógico: humildad, solidaridad y paciencia. 1 Mesa 3. Filosofía de la Liberación III. Martes 26 de enero, de 16:00 a 18:00. Moderador: Mtro. Mario Ruiz Sotelo  Eduardo Mendieta, Stony Brook University, Nueva York ([email protected]) Traducción: Celina María Bragagnolo Resumen: Es hora de dar cuenta de las ruinas de una torre babeliana de discurso sobre el cosmopolitismo. Hoy puede hablarse del cosmopolitismo de sala de tránsito, del cosmopolitismo al estilo Davos, del cosmopolitismo reflexivo, realmente existente, o bien horizontal. Aquí se tratará de extraer lo normativ o e ideal en el cosmopoli tismo como concepto median te una acent uació n de las dimen sione s epi sté mic as y mor ales de esta dis posici ón par a con el mun do y otras cul tur as. Kan t, de for ma inesperada, será ejemplificado bajo lo que llamaremos aquí un cosmopolitismo imperial caracterizado por ser ciego y a la vez despectivo en cuanto a sus propias condiciones materiales de posibilidad. En lo que sigue, mediante una discusión acerca de la obra de Nussbaum, Appiah, Mignolo, Butler, Benhabib y Beck, el autor elaborará una versión del cosmopolitismo arraigado, ilustr ado y reflexivo. La nuestra no es la edad del cosmopolitismo, sino de la cosmopol itización. A la par de marchas democráticas  jurisgenerativas , incluimos, a nive l global, itera cione s que son  jurisgenerativas y, que a su vez, son generadoras de afecto. Palabras clave: cosmopolitismo, universalismo, reflexivo, dialógico, crítico, democrático, subalterno, descolonización, globalización, iteración. 1  La primera versión de este ensayo fue presentada y discutida durante una sesión sobre filosofía y educación jesuita que se llevó a cabo en la conferencia del Eastern Division del American Philosophical  Association los días 27-30 de diciembre d el 2009. Quisiera agr adecerle a David Ingr am por la invit ación y por el estímulo que me dio para escribir este ensayo. Lo escribí durante una pasantía en el Institute of  Advanced Studies en la universidad de Durh am, Inglaterra. 1

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Del cosmopolitismo imperial al cosmopolitismo dialgico: humildad, solidaridad y paciencia.1

Mesa 3. Filosofa de la Liberacin III. Martes 26 de enero, de 16:00 a 18:00. Moderador: Mtro. Mario Ruiz Sotelo

Eduardo Mendieta, Stony Brook University, Nueva York ([email protected]) Traduccin: Celina Mara Bragagnolo

Resumen: Es hora de dar cuenta de las ruinas de una torre babeliana de discurso sobre el cosmopolitismo. Hoy puede hablarse del cosmopolitismo de sala de trnsito, del cosmopolitismo al estilo Davos, del cosmopolitismo reflexivo, realmente existente, o bien horizontal. Aqu se tratar de extraer lo normativo e ideal en el cosmopolitismo como concepto mediante una acentuacin de las dimensiones epistmicas y morales de esta disposicin para con el mundo y otras culturas. Kant, de forma inesperada, ser ejemplificado bajo lo que llamaremos aqu un cosmopolitismo imperial caracterizado por ser ciego y a la vez despectivo en cuanto a sus propias condiciones materiales de posibilidad. En lo que sigue, mediante una discusin acerca de la obra de Nussbaum, Appiah, Mignolo, Butler, Benhabib y Beck, el autor elaborar una versin del cosmopolitismo arraigado, ilustrado y reflexivo. La nuestra no es la edad del cosmopolitismo, sino de la cosmopolitizacin. A la par de marchas democrticas jurisgenerativas, incluimos, a nivel global, iteraciones que son jurisgenerativas y, que a su vez, son generadoras de afecto.

Palabras clave: cosmopolitismo, universalismo, reflexivo, dialgico, crtico, democrtico, subalterno, descolonizacin, globalizacin, iteracin.

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La primera versin de este ensayo fue presentada y discutida durante una sesin sobre filosofa y educacin jesuita que se llev a cabo en la conferencia del Eastern Division del American Philosophical Association los das 27-30 de diciembre del 2009. Quisiera agradecerle a David Ingram por la invitacin y por el estmulo que me dio para escribir este ensayo. Lo escrib durante una pasanta en el Institute of Advanced Studies en la universidad de Durham, Inglaterra.

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Introduccin En este momento hay tanta literatura sobre el cosmopolitismo que, cuando tratamos de dar cuenta de ella, lo que encontramos son las ruinas de una torre de Babel. Despus de leer las colecciones excepcionales de Pheng Cheah y Bruce Robbins (1998) as como la de Daniel Archibugi (2003), he podido compilar la siguiente lista de inflexiones y formas adjetivales del cosmopolitismo: imperial, posmoderno, patritico, discrepante, multicultural, arraigado, elite, popular, de izquierda, de consumo, soft, atenuado, comparativo y realmente existente. Ulrich Beck, en su indispensable Cosmopolitan Vision (2006), no slo discurre sobre el cosmopolitismo banal, sino que tambin expone un trmino que espero poder apropiar de manera productiva en este ensayo, es decir, el cosmopolitismo reflexivo y la cosmopolitizacion. 2 A esta lista, quisiera agregar cosmopolitismo Davos, Benetton y viajero frecuente, elite u One World, los cuales Beck caracterizara como cosmopolitismo banal (2006: 10). Sin duda, el cosmopolitismo de algunos es el provincialismo de otros; la postura tica de algunos es el privilegio cmodo de otros, y el conocimiento intencional de algunos es el conocimiento improvisado de otros. En esta proliferacin babeliana de formas de cosmopolitismo modificadas, localizadas e historizadas, existen tensiones que merecen ser desagregadas y diagnosticadas de manera adecuada. El objetivo sera tratar de discernir qu es lo que amerita ser preservado y defendido en el cosmopolitismo. El cosmopolitismo es, mnimamente, una forma de relacionarse con el mundo. La pregunta sera, cul es la naturaleza de este vnculo. Desde los estoicos hasta los philosophes iluministas, pasando por los cristianos del Medioevo con su Evangelio universal y por el imperio Bizantino, ser cosmopolita siempre signific considerarse ciudadano del mundo entero. El argumento implcito era que, nuestra lealtad debera expandirse para abarcar un nosotros ms all de la localidad de nuestra ciudad-estado, etnia, nacin o - por qu no - imperio. Nada dentro de lo humano puede considerarse forneo para un ciudadano cosmopolita. Ya en esta definicin mnima de cosmopolitismo encontramos varias fuerzas en juego: la2

Beck ya haba usado el termino en Beck (2000)

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suposicin implcita en la idea de que localidad y lugar nos interpelan con una fuerza considerable; la referencia a una mirada epistmica -pero tambin tica o moral- y la proyeccin o estipulacin de que esta mirada epistmica y moral se convierta en un proyecto poltico sustancial. Por el momento, entonces, podemos decir que el cosmopolitismo reconoce, implcitamente, el poder de la localidad ya que ste se percibe en lucha contra aqulla. El cosmopolitismo es una relacin epistmica y moral para con el mundo histrico de los seres humanos porque intenta conocer y reconocer la humanidad en toda obra humana. El cosmopolitismo, por ende, an en forma atenuada, tambin implica un proyecto cosmopolita, segn el cual, algn tipo de estructura institucional de ndole legal y poltica favorecera la cohabitacin y la prosperidad de todo lo singular y, por lo tanto, diferente y diferenciante, dentro de la humanidad. En otras palabras, quizs de manera ms esquemtica y formalizada, el cosmopolitismo es el juego dialctico entre singularidad y universalidad, fijeza y desplazamiento, arraigo y desarraigo, abogo y desamparo, inmovilidad y movilidad. Uno no puede tornarse cosmopolita sin separarse de una localidad ya sea espacial o temporal, porque ninguno de nosotros est arraigado sin ms, sin un ndice que se descifre en referencia a algn tipo de mirada del mapa global. Ser local significa ser parte de un mapa, un mapa que provee una mirada a la totalidad. Una localidad es una trayectoria de una distancia hacia un lugar y desde ese lugar devuelta hacia ese horizonte de distanciamiento. Como seala Craig Calhoun, el cosmopolitismo ha sido un proyecto imperial de comercio a larga distancia y de ciudades (2003: 89). Justamente, el cosmopolitismo nace del privilegio, ya sea econmico, poltico, cultural, como tambin lingstico. Cunto ms fcil es ser cosmopolita cuando lo que se valora dentro de lo literario est traducido al ingls y cuando la lingua franca de la esfera pblica global y del mercado financiero global tambin es el ingls. Pero es de fundamental importancia para una orientacin cosmopolita el reconocer la materialidad de su privilegiada orientacin. Calhoun tiene toda la razn cuando observa que aqullos que se dicen cosmopolitas sucumbiran ante una ingenuidad autodestructiva (self-defeating) y aborrecible si no reconocieran de entrada hasta qu punto la apreciacin cosmopolita de la diversidad

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global se basa en privilegios de riqueza y quizs, especialmente, en la ciudadana de ciertos estados (112). Existe una materialidad dentro del cosmopolitismo que es la que nos permite no slo el candor y el optimismo al cual apela Calhoun, sino tambin una postura epistmica y moral que est de por s implcita en el cosmopolitismo. Es este tipo de interaccin, entre materialidad e idealidad, la que quiero perfilar en este ensayo. Quiero resaltar el modo en que la materialidad que posibilita el cosmopolitismo debe formar parte integral de la auto-reflexin sobre cmo habitar o cmo no habitar el cosmopolitismo. En oposicin a una forma de cosmopolitismo ingenua respecto de las condiciones materiales que la posibilitan, quiero destacar un tipo de cosmopolitismo que reflexiona sobre su localidad material, sobre su propio lugar material de enunciacin, como dira Walter Mignolo (2000). Llamar, un tanto desdeosamente, al primer ejemplar de cosmopolitismo, que caracterizamos como ingenuo, cosmopolitismo imperial, mientras que al segundo, de un modo evidentemente halagador, lo denominar cosmopolitismo dialgico. El objetivo aqu no es meramente negativo. Es decir, mi meta no es simplemente denunciar y criticar. Es tambin positiva y constructiva. Sostengo que el cosmopolitismo dialgico es un cosmopolitismo maduro (Mndig) - es decir, un tipo de postura epistmica y moral hacia el mundo - que reconoce, que est al tanto de sus privilegios y por ende de sus lmites; y que puede reflexionar sobre esto desde el punto de vista del otro, al cual intenta alcanzar y del cual y con el cual intenta aprender. Intentar un anlisis de las diferencias entre estas dos formas de cosmopolitismo por medio de una lectura de la contribucin de Immanuel Kant al desarrollo del cosmopolitismo pero desde un ngulo inusual e inesperado. Mi orientacin al cosmopolitismo de Kant ser desde el punto de vista de su pedagoga, la cual tom forma en sus lecciones sobre antropologa y geografa fsica. La carrera de Kant como filsofo profesional comenz a la par de la enseanza de geografa fsica, que ms tarde le dara forma a sus lecciones sobre antropologa. De hecho, estas dos disciplinas, en la poca de su infancia, constituan un tipo de conocimiento del mundo que, segn Kant, era indispensable para todo ciudadano. Tambin tratar de mostrar

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que estas lecciones nos proveen de una mirada hacia las presuposiciones, o fundamentos de la forma legal y poltica del cosmopolitismo de Kant. Mi argumento es que reproducimos las implicaciones coloniales e imperiales del cosmopolitismo universalista de Kant cuando permanecemos ciegos a su fundamento geogrfico y antropolgico. En la segunda seccin, sintetizar algunos de los logros tericos ms importantes que han sobrepasado las constricciones de Kant sin dejar de lado algunas de sus intuiciones que vale la pena conservar. En la seccin final, espero poder trazar las lneas fundamentales de una teora del cosmopolitismo dialgico. Para el esquema de dicha forma de cosmopolitismo me apoyar en un grupo de pensadores latinoamericanos, latinos y norteamericanos que han considerado, con especial atencin, la diferencia colonial entre Europa y las Amricas. En este sentido, este captulo puede leerse como una contribucin a un entendimiento ms profundo de las virtudes especficas que han de derivarse cuando tenemos en cuenta las dinmicas dentro de las relaciones entre Europa y las Amricas, entendidas como dos entidades geopolticas no slo imaginarias, sino reales tambin. En nuestra era de globalizaciones y exclusiones necesitamos un cosmopolitismo diferente, uno que emerja desde abajo, un abajo del resto de la mayora del planeta. Este cosmopolitismo es uno que se expresa desde el punto de vista de lo que Boaventura de Sousa Santos llam cosmopolitismo subalterno, (2005) pero que, combinado con el llamado de Mignolo a un cosmopolitismo descolonizado y descolonial (en prensa), se ha vuelto reflexivo no slo para con su propia postura epistmica, sino tambin con la de aqullos con los que pretende involucrarse en una hermenutica dispuesta, complaciente y de entendimiento mutuo. Este cosmopolitismo es lo que yo denomino cosmopolitismo dialgico y es el cosmopolitismo del otro.

El cosmopolitismo imperial de Kant

Immanuel Kant es el punto de referencia de riguer para cualquier referencia o discusin sobre el cosmopolitismo (Bohman y Lutz-Bachman, 1997 y Wood, 1998). Sin embargo,5

su cosmopolitismo es lo que yo llamo cosmopolitismo imperial. Lo llamar as, como veremos, porque Kant, conscientemente y poco crticamente, no cuestion los privilegios de su ciudadana ni de su lugar dentro del Imperio Austro-Hngaro del siglo dieciocho. Adems, es un cosmopolitismo imperial porque mientras el orden mundial a nivel poltico y legal requiere de la institucin republicana que sabe respetar diferencias nacionales, por otro lado es un cosmopolitismo que proyecta una jerarqua moral y poltica fundada y justificada por medio de supuestos geogrficos y polticos, sobre las capacidades de una cultura para cumplir con los requerimientos de dicha poltica y legalidad cosmopolita. La dcada de 1780 fue una de las ms productivas para Kant. Despus de habernos suministrado sus tres crticas, las cuales cimentaron la base de su filosofa crtica, Kant desarroll una filosofa de la historia, del estado, del derecho, de la virtud y, por encima de todo, una filosofa del derecho cosmopolita. De esta manera queda justificada su posicin como punto de referencia para cualquier discusin sobre el cosmopolitismo. Ciertamente, Kant es, para muchos, el titn del cosmopolitismo. En lo que sigue, quisiera sugerir que mientras Kant es uno de los fundadores del cosmopolitismo moderno, su cosmopolitismo est fundado en una serie de supuestos e ideas preconcebidas que, si no hacen de la suya una teora inutilizable por entero, en nuestro contexto post-metafsico, post-secular y poscolonial o des-colonial, s hace de l, por lo menos, una teora en sospecha. De hecho, lo que mantengo es que, lo que Kant nos ofrece, es una forma de cosmopolitismo imperial que se mejora, en parte, por lo que voy a llamar cosmopolitismo ingenuo, pero que sigue sin poder superar su deficiencia en cuanto a su ceguera con respecto a su fundamento material y en cuanto a su orientacin epistmica que podra caracterizarse como hubrstica. Quisiera proponer que el cosmopolitismo crtico y situado abre el paso a otras formas de cosmopolitismo dialgico capaces de criticar y de superar el cosmopolitismo imperialista e ingenuo de Kant. El paso del cosmopolitismo imperial al dialgico ser guiado por una breve discusin acerca de Kwame Anthony Appiah, Ulrich beck, Seyla Behabib, Judith Butler, David Harvey, Walter Mignolo, y Martha Nussbaum. El ltimo libro que Kant revis y dio a publicar fue Antropologa desde un punto

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de vista pragmtico , publicado en 1798. Este libro est basado en las lecciones sobre antropologa que haba ofrecido anualmente desde 1772. Este curso, en tanto, haba emergido de sus lecciones sobre geografa fsica que dio tambin anualmente desde 1756. A principios de su carrera como profesor, Kant discurri sobre el carcter fsico, natural y terrestre de los seres humanos en funcin de una discusin general sobre la Tierra. Sigui con ambos cursos hasta su retiro en 1796. No lo haca slo para ganarse la vida. Como docente sin un puesto oficial, se ganaba la vida a cuenta del nmero de estudiantes que lograba enlistar. Est claro que, de entrada, Kant vea su curso de geografa fsica como parte de una pedagoga con mentalidad cvica (civically-minded) que tena como objetivo proveer a los ciudadanos prusianos de lo que l llamaba Weltkenntnis, un trmino que Holly Wilson, intrprete de Kant, tradujo como conocimiento cosmopolita. (2006: 7-26). Las lecciones bajo el titulo Geografa fsica aparecern en ingls luego de unos pocos aos bajo la edicin que hace Cambridge de la obra de Kant. La traduccin, ejecutada a la perfeccin por Olaf Reinhardt, est basada, no obstante, en una edicin defectuosa del manuscrito en alemn, la edicin Rink, que Kant autoriz pero que nunca supervis ni aprob. Como sabemos, cuando apareci la edicin de Rink en el ao 1802, Kant ya no poda leer y muchos especulan que haba perdido ya sus facultades racionales (Elden, 2009). Como nota parenttica, me gustara agregar que he organizado, junto a Stuart Elden, dos seminarios sobre estas lecciones y hemos editado un volumen que debera aparecer durante el ao entrante (en prensa). Ahora bien, las lecciones sobre geografa fsica de Kant son, quizs, el mejor medio para evaluar las presuposiciones y objetivos de Kant.3 Como los hielos rticos o como algunos de los ancianos rboles del bosque Red Wood en California, este curso registra el crecimiento intelectual de Kant y su propia educacin en el cosmopolitismo. En l podemos rastrear qu estaba leyendo Kant y cmo lo lea. El experto en Kant, Werner Stark, pas dcadas en la reconstruccin de la secuencia de estas lecciones,3

David Harvey ha articulado cmo el olvido y la ignorancia del cosmopolitismo poltico y legal de Kant ha impedido que pensadores cosmopolitas modernos separen las promesas cosmopolitas del proyecto de Kant de sus supuestos y repercusiones colonialistas e imperiales. Vase Harvey (2009), en especial el primer captulo sobre las lecciones de antropologa y geografa as como el capitulo Los nuevos Cosmopolitas.

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marcando e iluminando lo que Kant fue sumando o lo que fue dejando mientras modificaba, expanda y pona al da sus lecciones. La labor llevada a cabo en Alemania por Stark y sus colegas, permanece prcticamente desconocida en los Estados Unidos. Este aspecto de la obra de Kant sigue siendo una terra incognita. Sin embargo, voy a argir que Kant nos provey de una llave hermenutica que nos permite darle sentido a lo que se propuso hacer en su Geografa fsica y sus Lecciones de antropologa. Esta llave hermenutica se encuentra en una nota al pie de pgina del prefacio de su Antropologa desde un punto de vista pragmtico. La nota, no por accidente, viene como una clarificacin de la siguiente afirmacin:El viaje es un medio para ampliar el campo de la antropologa, aunque as sea por medio de la lectura de libros de viaje. Pero si se quiere saber qu es lo que debe buscarse en el exterior para ampliar el terreno de la antropologa, debe adquirirse primeramente un conocimiento de los seres humanos en el pas de uno, mediante el trato con conciudadanos o compatriotas.(AA VII: 120) 4

Esta afirmacin es fascinante porque, a la luz de lo que sabemos acerca de los hbitos de lectura de Kant, a saber, que le cautivaban los libros de viaje, aqu nos provee una apologa ante re de su propia antropologa que no est basada en su propia experiencia de viaje, sino en la relectura de material secundario trado a Knigsberg por marineros fondeados en los puertos de la ciudad. El comentario tambin es peculiar porque, mientras que Kant se haba hecho fama por participar en sus aos de juventud del Knigsbergische Tischgesellschaft, en sus aos maduros se convirti en una persona, si bien no reclusa, por lo menos mucho ms privada en comparacin con aquellos aos. El hecho de haber permanecido soltero y sin hijos puede tener algo que ver con esta realidad. Sea como sea, Kant agrega la siguiente nota despus de estas oraciones y lo cito por entero por ser tan crucial:

Una ciudad grande, en el centro de un imperio, donde se encuentran los concejos provinciales del gobierno, que tiene una universidad (para el cultivo de las ciencias) y una posicin adecuada para el comercio marino, una ciudad, cuyos ros, que fluyen hacia adentro como tambin hacia tierras vecinas y distantes con diferentes lenguas y costumbres, facilitan el intercambio este tipo de ciudad, como lo es Knigsberg al Pregel, es un lugar apropiado para ampliar el conocimiento sobre lo humano como tambin sobre el4

Las citas provienen de la Akademie Ausgabe, traducidas por C.Bragagnolo.

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mundo, donde aqul puede obtenerse sin tener que viajar. (AA VII: 120)

Este pasaje es extraordinario por su inocencia, su carcter confesional, y por su falta de auto-reflexin. El cosmopolitismo de Kant tiene por supuesto, como condiciones de posibilidad tanto epistmicas y materiales, la localidad imperial de su sujeto de conocimiento. Kant es el beneficiario del carcter metropolitano del lugar donde se sita Knigsberg, capital de un Reich, un imperio, un reino, que es tambin el centro mercantil del mercado martimo del Atlntico norte, controlado por Inglaterra, pero del cual ambas, Alemania y Prusia, se benefician directamente. El filsofo cosmopolita, el pedagogo del civismo, anuncia, indirectamente, que su proyecto de educacin cosmopolita es producto del locus imperial de su produccin. El contenido de estas lecciones, por otra parte, est muy por debajo del nivel de exploracin y compendio del tipo de conocimiento ilustrado disponible ya en el siglo dieciocho. Las lecciones de Kant, que abarcaron toda su carrera como docente, estn repletas de reproducciones y trasmisiones de algunos de los peores prejuicios de los siglos diecisiete y dieciocho, desde Montesquieu, Buffon, y Hume, pero tambin de marinos y mercantes fondeados en los puertos de Knigsberg. Como observa David Harvey, estas lecciones constituyen una verdadera vergenza. Harvey escribe:

Proyectado al mundo de estados soberanos, democrticos y republicanos, conjura una imagen amenazadora de hotentotes sucios, de samoyedos borrachos, javaneses ladrones y confabuladores y hordas de mujeres burmesas deseando quedarse embarazadas por europeos, todos pidiendo a gritos el derecho a cruzar la frontera para ser tratados con hostilidad. Es precisamente en este tipo de circunstancia geogrfica donde podemos comprender mejor por qu Kant incluy, en su tica cosmopolita y en su doctrina de justicia, el derecho a rechazar entrada (siempre que no resultara en la destruccin del otro), la naturaleza temporaria del derecho a la hospitalidad (siempre que el inmigrante no cause ningn problema) y la condicin de que, la residencia permanente depende en su totalidad de un acto de beneficencia por parte del estado soberano que, en cualquier caso, siempre tiene el derecho de negar derechos de ciudadana a aquellos que causasen problemas. Slo a aqullos que exhiban madurez, supuestamente, les ser concedido el derecho a permanecer de forma permanente (2009:12).

Esto es lo que denomino el cosmopolitismo imperial de Kant. Puede verse ms de este

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cosmopolitismo srdido y vergonzoso en los numerosos manuscritos de su Geografa fsica que, poco a poco, se van haciendo disponibles mediante el esfuerzo editorial de Werner Stark. Quiero subrayar aqu que Kant une, de forma ingenua e inconsciente, aunque efectivamente, su proyecto pedaggico al locus imperial del susodicho filsofo cosmopolita. Lo que quizs sea ms digno de elogio es la convergencia entre lo que Kant afirma en su Antropologa y en su Geografa fsica, y su proyecto en Sobre la paz perpetua. De hecho, como lo han demostrado David Harvey y Jeff Edwards, no podemos darle sentido al cosmopolitismo legal y poltico de Kant sin un mnimo de comprensin de la manera en que la redondez, y por ende, la finitud, de la tierra, as como la insociable sociabilidad de la naturaleza humana, nos obliga a propagar y competir por cada rincn del planeta5. La filosofa de la historia de Kant, as como sus estudios sobre derecho cosmopolita, pertenecen a las ltimas dcadas de su vida pero tambin al perodo de su obra cuando intenta ver una convergencia entre lo que los humanos hacen de s mismos y lo que la naturaleza requiere de ellos, lo que los obliga a hacer. Aqu no tenemos el lugar, y quizs sea innecesario, para citar todos los pasajes en la obra de Kant que reflejan su pensamiento acerca del hombre blanco europeo como la instanciacin ms desarrollada de la humanidad y su pensamiento acerca de las instituciones occidentales y cmo representaban el cumplimiento del plan de la naturaleza y el logro ms alto del hombre a travs del uso ilustrado de la razn 6. Es suficiente para ello referenciar algunas obras de Emmanuel Eze y Robert Bernasconi (1997 and 2002). Y sin embargo, Scott L. Malcomson ha capturado sucintamente lo inquietante en el afn de Kant de hacer que su cosmopolitismo putativo convergiera con su antropologa y su filosofa de la historia, cuando escribe:

Por desgracia, Kant tambin pensaba que Europa sera la torre de comando de la aventura5

Vase los captulos de David Harvey y Jeff Edwards en Stuart Elden y Eduardo Mendieta (Eds.) (en prensa).6

Me he ocupado de varias de estas referencias en mi ensayo: Geography is to History, as Woman is to Man: Kant on Sex, Race and Geography, en Stuart Elden y Eduardo Mendieta (Eds.) (en prensa). Reading Kants Physical Geography. Albany, SUNY Press.

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histrico-mundial de la naturaleza. Su sistema progresivo parte de Grecia rumbo a Roma, saltea los notablemente decepcionantes mil cuatrocientos aos que siguieron a Constantino, y termina en una Europa ilustrada, desde donde puede discernir un proceso regular de perfeccionamiento de la constitucin poltica de nuestro continente (que probablemente legislar todos los continentes eventualmente) (1998: 237).

Aqu Malcomson cita la famosa Idea de una historia universal en sentido cosmopolita de Kant. Allen W. Wood, el estudioso de Kant, ofrece una lectura similar, aunque sin el sentimiento anti-imperial y anti-colonial expresado por Malcomson. Wood escribe:

La unidad de la filosofa de Kant podra ser vista como la unidad de la tarea histrica iluminista. Visto de esta manera, el proyecto de paz perpetua emerge como el foco central de la filosofa crtica o iluminista de Kant. A diferencia del progreso moral de cada individuo, del conocimiento particular de cada ciencia, de la justicia en estados independientes, paz perpetua es el proyecto global, o cosmopolita, en donde la raza humana debe unirse si quiere avanzar en su vocacin histrica y, por ende, preservar su naturaleza como especie destinada a transformar discordia natural en armona racional. Las tres Crticas -y el sistema de filosofa que se erige fundamentado en ellas- tienen por objetivo un sistema de pensamiento racional, cuya actualidad histrica como actividad humana, est vitalmente vinculada al proyecto de paz perpetua, ya que este proyecto es la condicin de la posibilidad histrica de todo fin, de la naturaleza tanto como de la razn, de todo lo que pertenece a la raza humana (1998: 71-72).

Implcita entonces, en esta co-dependencia que tiene el proyecto cosmopolita de Kant para con una filosofa de la historia cimentada en la antropologa, se encuentra una mirada que impugnara todo presunto provincialismo con un cosmopolitismo recto (righteous). No slo no existe un cosmopolitismo del otro sino que tampoco existe otra narrativa sobre los logros de la humanidad y sobre un posible camino hacia el cosmopolitismo que mitigue, por un momento, las posibilidades de atribuirnos una postura cosmopolitista. El cosmopolitismo imperial, es, por ende, arrogante, despreocupado, autrquico e impaciente. De hecho, una vez que hayamos deshecho los rastros de supuestos antropolgicos y geogrficos racistas y Eurocntricos, puede que poco quede. Como ha sealado Bernasconi, aquellos que tratan de deshacer los efectos del racismo europeo y la mirada colonial deshumanizante con una dosis de

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cosmopolitismo ilustrado, quizs tengan que buscarlo fuera de la obra kantiana (en prensa).

El cosmopolitismo comparativo y discrepante7

Martha Nussbaum, sin fomentar su posicin como ciudadana de un imperio, parece seguir los pasos pedaggicos de Kant8. Su contribucin, sin embargo, es una correccin desde hace rato necesitada y un antdoto contra el arrogante e impaciente cosmopolitismo de Kant9. En un ensayo publicado en el otoo de 1994 en el Boston Review, Nussbaum elabor y defendi sucinta y elocuentemente una forma de cosmopolitismo cvico por medio de una yuxtaposicin entre ste, por un lado, y el patriotismo parroquial y jingosta por otro. El objetivo del ensayo, sin embargo, no era solamente defender el cosmopolitismo y rechazar el patriotismo, sino defender el cosmopolitismo como enfoque de la educacin cvica 10. Para Nussbaum, quien ha escrito abundantemente sobre pedagoga, la relevancia de este debate se relaciona con el impacto que podra llegar a tener en la educacin de ciudadanos. As, para Nussbaum, el cosmopolitismo no es una postura filosfica y abstracta sino una actitud definitivamente prctica y orientada a resultados. Si educamos a ciudadanos para que se vean principalmente como ciudadanos de una comunidad mundial, en oposicin a una comunidad estrecha, especial y elegida, entonces, sera ms difcil que estos7

Aqu tomo abiertamente de la obra de Bruce Robbins y James Clifford. (Cheah y Robbins, 1998: 246264 y 362-370)8

Lo que sigue se basa en la introduccin a mi libro (Mendieta, 2007).

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De hecho Nussbaum mantiene una actitud crtica en relacin al fracaso por parte de Kant en apropiar la idea estoica de educacin de las pasiones, educacin que conducira a la mirada y modus vivendi cosmopolita. Vase su maravilloso ensayo Kant and Cosmopolitanism (Bohman y Lutz-Bachman, 1997: 25-57).10

Lo interesante aqu es que parte del mpetus de su crtica al patriotismo fue para confrontar a Rorty que se deja llevar por el patriotismo y el etnocentrismo. Sin embargo, las miradas de Nussbaum y Rorty sobre el rol del afecto, educacin, la importancia de inculcar empata y solidaridad para con otros son muy similares. Rorty se encuentra ms cerca de Nussbaum, en este libro, de lo que ella se permite reconocer. Vase, por ejemplo, Richard Rorty (1998: 167-185). Vase tambin Richard Rorty (2007: 42-55).

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ciudadanos se involucren en los rituales sangrientos tan indispensables al patriotismo y seran, asimismo, ms receptivos y estaran ms dispuestos a entablar vnculos con la cultura y el bienestar de comunidades a lo largo del mundo. En su ensayo, Nussbaum elabora cuatro tesis sobre la superioridad, para los Estados Unidos y otros pases tambin, de una educacin cvica guiada y orientada por el cosmopolitismo a una de tipo patritico. Primeramente, porque a travs de la educacin cosmopolita aprendemos ms sobre nosotros mismos. En segundo lugar, estaramos mejor preparados para resolver problemas que requieren cooperacin internacional. En tercer lugar, reconoceramos obligaciones morales reales para con el resto del mundo que, de otra manera, pasaran desapercibidas. Cuarto, aprenderamos a presentar argumentos consistentes y coherentes que estaramos en posicin de defender de manera inteligible. 11 Podramos desplegar un sinnmero de argumentos en contra de la defensa que hace Nussbaum del cosmopolitismo que, fcilmente, puede confundirse con un universalismo desarraigado y un humanismo abstracto, como muchos de sus crticos han notado. Sin embargo, es difcil no seguirla en cuanto al objetivo pedaggico de su defensa del cosmopolitismo. Aunque es verdad que estamos socializados y criados en comunidades ticas locales, nos enfrentamos con problemas que requieren que dirijamos nuestra mirada hacia el mundo aun estando indudablemente arraigados en tradiciones ticas particulares. Lo que quisiera tomar y subrayar de las cuatro tesis de Nussbaum, acerca de la necesidad de una educacin cvica con enfoque cosmopolita, es su cuarta razn. Tener una educacin que nos permita pensar como miembros de una comunidad global levantara el estndar epistmico en relacin a las clases de distinciones y argumentos que podemos llegar a presentar. A lo que apunta Nussbaum es, desde mi punto de vista, que el cosmopolitismo no es slo una postura emotiva o afectiva para con las demandas de un otro, sino que es tambin una postura teortica y conceptual que nos obliga a evaluar la consistencia de nuestras propias aserciones desde el punto de vista de un otro muchas veces abstracto pero que otras veces es un otro muy concreto en otro continente. El cosmopolitismo, entonces, se trata de un espacio sin lmites de razones y que, presuntamente, es no excluyente en11

Martha Nussbaum (2002: 11-14). Este libro, que contiene el ensayo original, tambin contiene rplicas y crticas de diecisis pensadores como por ejemplo: Elain Scarry, Benjamin Barber, Kwame Anthony Appiah, Michael Walzer, Sissela Bok, Judith Butler, Emmanuel Wallersteien, entre otros, con una rplica de Nussbaum al final.

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cuanto a sus miembros. Kwame Anthony Appiah, quien escribi una rplica al ensayo de Nussbaum, public en 2006 un libro titulado Cosmopolitismo: La tica en un mundo de extraos.12 Appiah, quien ha escrito exhaustivamente sobre cuestiones de identidad, multiculturalismo, raza, imperialismo y nacionalismo encuadra su temtica en relacin a una investigacin sobre qu conceptos sera apropiado usar para afrontar los desafos del mundo moderno: globalizacin, multiculturalismo o cosmopolitismo. Appiah se queda con el ltimo, aunque nota que su significado todava est en disputa y que puede entenderse como ideal pero tambin como una postura en particular. Appiah, de todos modos, pasa a dar un perfil de dos tendencias dentro del cosmopolitismo. La primera tendencia insiste con la idea de que tenemos obligaciones hacia los dems. La otra tendencia afirma que debemos tomarnos en serio el valor no slo de la vida humana sino tambin de vidas humanas particulares, lo que significa, en las prcticas y creencias que le dan significado (xv). Diferencia, dentro de lo humano, es, para esta segunda tendencia, un bien intrnseco y debe ser preservado, celebrado y principalmente- debe ser un bien del cual debemos aprender. Como para Nussbaum, el cosmopolitismo, para Appiah, tiene altos beneficios pedaggicos y, como ella, piensa tambin que el cosmopolitismo conlleva una orientacin moral. Esta orientacin moral les impone a todos ciertos deberes y responsabilidades. Lo que sigue en este libro concierne, en su mayora, al delineamiento de estos deberes y responsabilidades, los contextos en los cuales se dan a relucir, y qu elementos y formas de pensar y conocer ocultan estas obligaciones para con otros. Existe, sin embargo, un argumento en el libro de Appiah que est implcito en su distincin entre las dos tendencias dentro del cosmopolitismo pero que slo aparece ms adelante en su libro. En el captulo titulado Los contra-cosmopolitas Appiah trata la reaccin neo-fundamentalista cristiana, musulmana, etc., frente al desafo cosmopolita. All escribe: si el cosmopolitismo es un eslogan, universalidad ms

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Las citas en este ensayo estn basadas en la edicin original (New York: Norton, 2006) aunque existe ya una edicin en Espaol: (2007) Cosmopolitismo: La tica en un mundo de extraos, traduccin: Lilia Mosconi, Katz editores, Buenos Aires y Madrid. [Nota del traductor]

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diferencia, no existe la posibilidad de otra clase de enemigo, uno que rechaza la universalidad por entero. No todos importan sera su eslogan (151). En efecto, si eres religioso, libre mercado, o fundamentalista de la supremaca americana, y piensas, por ende, que existen muchos otros que no valen nada y que sus intereses, conocimiento e historia local, sus tradiciones y formas de vida en peligro son importantes pero sin valor para nosotros, aun as, el fundamentalista se encuentra dentro del mbito de la razn. Aqu Appiah se muestra seguro: Una vez que se comienza a dar razones para ignorar los intereses del otroel razonamiento de por s ya empieza a llevarnos hacia un tipo de universalidad (152-3). Esta intuicin es extremadamente importante, una a la que Appiah llega a travs de una va negativa; es decir, cuando aqullos que quieren tomar una postura en contra del cosmopolitismo establecen sus razones , ya estn, sin darse cuenta, sujetos al puo de la razn. Sin embargo, yo dira, no slo el contracosmopolita sino tambin el declarado cosmopolita est sujeto a la fuerza de alguna forma de universalismo. Ambos estn en el mbito de la razn. Por consiguiente, puede afirmarse que el cosmopolitismo es una orientacin tica que pone a la razn en guardia, de turno. La universalidad, por lo tanto, debe ser rearticulada, defendida, expandida y vuelta concreta. El cosmopolitismo debe, consecuentemente, presuponer una auto-crtica de los propios prejuicios, como tambin, la confesin y revelacin del punto epistmico de uno (Derrida, 2005). Entonces, de esta forma, el cosmopolitismo es reflexivo, para usar la terminologa de Beck. La razn de ser de lo cosmopolita apunta a una universalidad que est todava por ser especificada. Por esta razn, puede uno hablar del cosmopolitismo ingenuo o ideolgico, o sea, el tipo de cosmopolitismo que les pone los pelos de punta no solo a los comunitaristas y conservadores sino que tambin a los que no toleran el imperialismo cultural con sus enunciados deshistorizados de razn universal. Este tipo de cosmopolitismo, que se niega a someter sus enunciados universalistas a la crtica, que se niega a entrar dentro del mbito de la razn de forma simtrica e igualitaria con otros que estn sentados en la mesa del cosmopolitismo, puede convertirse en una forma de arrogancia epistmica que, como la hoja de higo, apenas puede ocultar su desprecio y su brutal inters propio. Desafortunadamente, la historia del mundo moderno ofrece cuantiosos ejemplos de estos modelos de cosmopolitismo ingenuo, y,15

en muchos casos, imperial. Ni Nussbaum ni Appiah son cosmopolitas ingenuos, ni puede uno acusarlos de ofrecerle municin al globalismo neoliberal y neo-imperialismo occidental. Sus trabajos sobre cosmopolitismo, absolutamente indispensables, deben ser extendidos y suplementados. Lo opuesto al cosmopolitismo ingenuo e imperial sera un cosmopolitismo crtico. De hecho, Walter Mignolo ha articulado y defendido este tipo de modelo. Lo ha hecho mediante el entretejido de una historia crtica al colonialismo occidental y el conocimiento incisivo de figuras filosficas claves del cnon de la filosofa descolonial. En un ensayo brillante Mignolo proporciona in actu las virtudes de un cosmopolitismo critico mediante la distincin entre tres diseos globales-imperiales diferentes y qu proyecto cosmopolita le corresponde a cada uno (2000). Segn Mignolo, al diseo global de los espaoles y portugueses, desde el siglo diecisis al siglo diecisiete, le corresponde el cosmopolitismo de la misin cristiana, es decir, un cosmopolitismo como evangelizacin y cristianizacin de paganos e infieles. Al diseo imperial de los ingleses y franceses, durante los siglos dieciocho y diecinueve, le corresponde la misin cosmopolita civilizadora, es decir, un cosmopolitismo para la civilizacin de brbaros. Al diseo trasnacional, global y neocolonial norteamericano del siglo veinte, le corresponde la misin cosmopolita de la modernizacin, es decir, un cosmopolitismo modernizante, globalizante de lo premoderno o tradicional. Uno no tiene que suscribirse a este tipo de cronologa o a sus correspondientes principios organizativos (misionero, civilizador, modernizador) para reconocer la validez de la crtica a las maneras en que ciertos modelos de cosmopolitismo participaron, explcita o implcitamente, en la justificacin y legitimizacin del colonialismo, imperialismo y neocolonialismo. El objetivo de Mignolo en este ensayo, como en la mayora de su obra, no es slo deconstructivo y critico; es tambin positivo y constructivo. El propsito de su cosmopolitismo crtico es abrirlo hacia otras voces, otros que desafen la razn imperial y global y los diseos que han resultado en tanta desigualdad y sufrimiento humano. La tarea del cosmopolitismo critico, entonces, es rescatar, recuperar y vocalizar y hacer visible las voces de esas historias locales que han sido relegadas a la subalternidad y silenciadas por el ethos imperial que arrolla con su poder militar a todos aquellos que parezcan resistrsele. Como dice Mignolo el cosmopolitismo crtico y dialgico como16

principio

regulativo

demanda

el

entregarse,

o

concederse

generosamente

(convivialmente dijo Vitoria; amablemente dijo Kant) ante, la diversidad como un proyecto universal y cosmopolita donde todos participan en vez de ser participados (744). El cosmopolitismo crtico, por consiguiente, se orienta hacia una forma de universalidad que Mignolo llama diversalidad, una combinacin de diversidad y universalidad. Parafraseando lo dicho anteriormente, la razn y la universalidad del cosmopolitismo critico es una diversalidad y racionalidad cosmopolitas, o, ms precisamente, racionalidad diversal. Segn Mignolo, la diversalidad debera ser la prctica incesante de cosmopolitismo crtico y dialgico y no en el plano de una sociedad futura e ideal proyectada desde un slo punto de vista (desde una universalidad abstracta) (744). Lo que Mignolo pone en evidencia es que el cosmopolitismo se ve atrapado en lo que Karl-Otto Apel llama una contradiccin performativa, es decir que, en un sentido, todas las afirmaciones cosmopolitas son diferidas de facto, y as, esperan la especificacin de parte de aquello que nos convoca a respetar, celebrar y atender: las afirmaciones de otros, de extraos, como los llama Appiah. De manera interesante, Judith Butler sostiene este mismo punto en su rplica al ensayo de Nussbaum Patriotismo y Cosmopolitismo. La rplica de Butler concierne a la forma de contradiccin performativa inherente a las afirmaciones de universalidad que estn supuestas en las afirmaciones del cosmopolitismo y propone una universalidad que debe ser articulada por y a travs de los desafos a su formulacin existente. Estos desafos emergen desde aqullos que no estn cubiertos por [ellos], aqullos que no tienen el derecho a ocupar el lugar de los quienes, pero que sin embargo demandan que lo universal en s los incluya (2002: 49).13

Esta

universalidad que siempre se difiere y que est siempre atrapada en su propia carencia es lo que Mignolo llama diversalidad. Mignolo y Butler, sin embargo, estn de acuerdo en algo mucho ms significativo que el sealar que toda afirmacin universal del cosmopolitismo demanda que lo universal en s permanezca en suspenso, como un horizonte asinttico, como algo que va en contra de los hechos, algo sin lo cual pero tambin contra lo cual tenemos que intervenir para hacer posible una correcta respuesta al otro. Los dos concuerdan aun ms con respecto al lugar que ocupa el otro13

Butler desarrolla su punto de vista acerca de la universalidad extensamente en el libro que escribi junto con Zizek y Laclau (2003).

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en esta pedagoga de lo universal, en la expansin y en la iluminacin de lo universal. Mignolo ha sealado que el aspecto crtico del cosmopolitismo crtico se sustenta cuando adopta lo que l llama el locus de enunciacin del subalterno (Bragagnolo, 2007). Como dice Butler, es el quien, excluido de una articulacin de lo universal determinada, el que constituye el limite contingente de la universalizacin. Ambos, desde mi punto de vista, afirman que el cosmopolitismo se hace cosmopolita a travs de la diversalidad del subalterno, del otro excluido, del extranjero, del marginalizado. Por esta razn puede uno hablar de un cosmopolitismo de abajo, uno que concuerda con los efectos sociopolticos de la globalizacin desde abajo. Mignolo y Butler dan voz a lo que puede llamarse el cosmopolitismo del subalterno. De hecho, es este cosmopolitismo del subalterno el que ha estado educando a aquellos en las metrpolis del occidente y a aquellos que dicen hablar de manera unvoca e inequvoca sobre los universales propiamente dichos. Esta forma del cosmopolitismo es reflexiva no slo desde el punto de vista de su mirada, sino tambin desde el punto de vista de los otros, vis a vis uno mismo. Si existe el cosmopolitismo reflexivo entonces existe el cosmopolitismo del otro, del subalterno (de Santos, 2005). Tal cosmopolitismo es universalidad ms diferencia, uno que refleja sus propias afirmaciones contingentes. Es, entonces, universalidad, ms diferencia, ms consciencia histrica, o, usando el lenguaje de Mignolo: diversalidad ms reflexividad de contingencia histrica.

El cosmopolitismo dialgico y el cosmopolitismo por venir

Comenc este ensayo sealando que habamos entrado en las ruinas babelianas de confusos discursos sobre el cosmopolitismo pero que podramos atravesar la torre y salir. Trat de extraer un esquema, esbozo de orden y significado de la pluralidad de adjetivos que hoy se asocian con el cosmopolitismo. He enfocado mi atencin en la importancia de la categora de cosmopolitismo mostrando cmo es una forma de relacionarse con el mundo que es epistmica y moral. No creo que el cosmopolitismo sea tambin un ideal poltico y legal. En un ensayo importante, Pauline Kleingeld brind

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una tipologa de seis variedades distintas del cosmopolitismo en Alemania en el siglo dieciocho: moral, poltico, legal, cultural, econmico y romntico (Kleingeld, 1999). Creo que lo que he discutido aqu sobre el cosmopolitismo tambin puede clasificarse bajo rubros semejantes aunque yo no haya discutido las variantes econmicas, polticas ni legales. En mi opinin, estas ltimas son las que se han llamado cosmopolitismos realmente existentes o cosmopolitismos banales. Podra decirse que vivimos en una era del cosmopolitismo, tal como decimos que Kant vivi en una poca iluminista. Sin embargo, mientras me he apoyado en textos importantes de Nussbaum, Appiah, Butler, Mignolo, y Beck, tambin he tratado de forzar el discurso sobre el cosmopolitismo para tratar de clarificar algunas de sus afirmaciones normativas o ideales. En el meollo de estas afirmaciones normativas se encuentra lo que yo llamo la dialctica de la diferencia e identidad, de otredad y semejanza. Todo cosmopolitismo est siempre arraigado y quizs los mejores cosmopolitas son aquellos fervientes cosmopolitas patriticos, como ha dicho Appiah (1998). Este cosmopolitismo arraigado, localizado y patritico reconoce la contingencia, y as la fragilidad, de las instituciones que posibilitan el ejercicio de nuestro cosmopolitismo o iteraciones cosmopolitas, apropiando aqu a Derrida via Benhabib (2006). Este dilogo entre Butler y Mignolo nos sirvi para desagregar lo que Ulrich Beck denomin cosmopolitismo vertical versus cosmopolitismo horizontal, pero tambin para complicar la idea que tiene Beck acerca de una Europa cosmopolita que es la Europa que ha internalizado la auto-reflexin y que se ha sometido al proceso interno de cosmopolitizacin (2006: 162). Si el cosmopolitismo vertical busca imponer su versin desde arriba, la Kant, el cosmopolitismo horizontal mantiene en suspensin algunas de sus afirmaciones universales localizadas, de forma paciente, esperando aprensivamente el acuerdo y el asentimiento por parte de las afirmaciones cosmopolitas del otro, la Derrida (162). A menos que el cosmopolitismo sea reflexivo para con su perspectiva, su punto de vista contingente y material, se tornara arrogante y desptico, es decir, lo que llamo cosmopolitismo imperial, si se me permite el oxmoron. Si el cosmopolitismo reflexivo reconoce su arraigamiento, su materialidad, en la forma de ciertas instituciones e historias, puede llegar a ser una forma de cosmopolitismo emancipatoria. As, el cosmopolitismo presupone una forma de19

universalismo suspendido, demorado, en camino. Este es el universalismo del otro. Esto ocasiona inmediatamente una pregunta que Beck articul sucintamente: cmo puede desarrollarse un universalismo limitado, relativo o contextual que, de forma exitosa, logre a encuadrar el circuloa saber: poder afirmar normas universales y a la vez neutralizar su puntada imperialista (2006:59). El mismo Beck contest, parcialmente, su pregunta. Tal forma de universalismo limitado o contextual que ha neutralizado o desarmado su picazn imperialista puede ser producida por un imaginario dialgico arraigado en la imaginacin dialgica. Es decir, un imaginario que abre un horizonte de inteligibilidad que parte del reconocimiento de que nosotros imaginamos a otros a la misma vez que esos otros nos imaginan a nosotros en nuestras costumbres. Somos siempre ms y menos de lo que nos imaginamos, y por eso debemos dejar que el otro desafe nuestras imgenes y nuestra imaginacin sobre ellos, y conversamente, debemos dejar que otros corrijan nuestro conocimiento sobre nosotros mismos a la luz de esos desafos. Por lo tanto, esta imaginacin, para poder reconstituirse, internaliza al otro, la alteridad, de una manera no imperial y arrasadora. No hay una sola forma de visin cosmopolita sino un proceso de acercamiento basado en la participacin activa con una imaginacin dialgica que abre y despeja los espacios de transformacin mutua. En sus Tanner Lectures, Seyla Benhabib articul de otra manera lo que hemos llamado aqu cosmopolitismo reflexivo, cuando indic que la cultura de los derechos humanos hizo explcita la situacin paradjica de que las naciones-estados se encuentran simultneamente afirmadas y negadas en el juego del derecho cosmopolita. Las naciones-estado firman el tipo de acuerdo internacional que delimita y cuestiona su propia soberana. Bajo la condicin cosmopolita, las naciones soberanas son universalizadas y evaporadas al mismo tiempo. Mantienen un poder que es indispensable pero que al mismo tiempo est siempre restringido desde el vamos, delimitado por el mismo orden cosmopolita legal al que estas naciones se suscriben. El juego dialctico entre soberana y derecho cosmopolita adquiere un carcter generativo y transformativo cuando se desata dentro de la nacin-estado. Los individuos, portadores de derechos cosmopolitas, pueden desafiar los lmites de sus propias naciones desde adentro catalizando procesos de auto-definicin y de transformacin20

poltico-legal. Benhabib llama a estos dos procesos iteraciones democrticas y poltica jurisgenerativa (2006: 45-80). Como dice Benhabib:

Mediante el uso del concepto de iteraciones democrticas, quera sealar formas de empoderamiento y lucha poltica por medio de las cuales las personas, por s mismas, se apoderan de la promesa universalista de normas cosmopolitas con el objetivo de imponer a las formas del poder econmico y poltico que buscan escapar al control democrtico, la responsabilidad de rendir cuentas y la necesidad de la transparencia. El entrelazamiento de la iteracin democrtica con la sociedad civil global y la creacin de formas de solidaridad a travs de las fronteras, incluyendo el derecho universal de hospitalidad que reconoce al otro como posible conciudadano, anticipa un cosmopolitismo diferenteun cosmopolitismo por venir. (167)

Las iteraciones democrticas abren y despejan el campo de lo poltico, renovando y expandiendo de manera incesante lo que constituye lo poltico en s mismo. Estas luchas, que pueden ser internas y nacionales, tienen, sin embargo, un carcter global. Cuando un grupo de ciudadanos iteran democrticamente sus afirmaciones sobre ciudadana, estas afirmaciones tienen resonancia global. Aqu tenemos el juego dialctico que es el modus vivendi de la era cosmopolita. Pero como dice Benhabib acertadamente, estas iteraciones democrticas tambin incluyen la produccin de formas de solidaridad por encima de las fronteras. De esta forma, no deberamos hablar solamente de una poltica jurisgenerativa, sino tambin de una poltica generativa de afecto o somatolgica, en donde se generan formas de solidaridad y empata que nos permiten participar activamente con la imaginacin dialgica. Es la expectativa hecha rutina. El dilogo, como la espera de la respuesta del otro, es la espera de una afirmacin o refutacin que nos impone un mandamiento a responder responsablemente. Dilogo es, por consiguiente, paciencia, pero tampoco es, por otro lado, pura receptividad o pasividad. Abrirse al otro es accin deliberativa, activa e intencionada. Si el cosmopolitismo ilustrado, reflexivo y arraigado es cosmopolitismo dialgico, es un cosmopolitismo expectante que se expande vertical como tambin horizontalmente a travs de iteraciones cosmopolitas locales que lo difieren transformndolo en un ideal normativo guiado por un universalismo contextual. No vivimos en una era cosmopolita sino en una era de cosmopolitizacinla era de un

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cosmopolitismo por venir.

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