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    Notas crticas

    Corridos de traficantes y censura*

    Luis Astorga**

    * Una primera versin de este texto fue presentada en el V Congreso internacional delcorrido, Universidad Autnoma de Sinaloa, Culiacn, Sinaloa, celebrado el 29 y 30 demayo de 2003. Direccin de Fomento a la Cultura Regional-Archivo Histrico Gener-al del Estado de Sinaloa-H.Ayuntamiento de Culiacn-Unidad Estatal de Culturas Pop-ulares e Indgenas (CONACULTA).

    ** Profesor-Investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Cir-

    cuito Mario de la Cueva, Zona Cultural, Ciudad Universitaria, C. P. 04510. Mxico, D.F. Correo electrnico: [email protected]

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    La palabra narcotraficante, neologismo que privilegia en su eti-mologa la asociacin con el trfico de drogas narcticas y deja delado las que no lo son, aunque tambin sean ilcitas, surge a fina-les de los aos cincuenta en la prensa de la Ciudad de Mxico ysu empleo es raro.A partir de los aos setenta, la palabra narco-trfico, para designar el fenmeno que integra todas las fases delnegocio ilcito, se usa con mayor frecuencia en el lenguaje oficialy adquiere carta de naturalizacin en los medios de comunica-cin, y por lo mismo en las percepciones del sentido comn. Elprefijo narco ser empleado posteriormente como multiplica-dor de etiquetas estigmticas. Importar ms la pirotecnia retri-ca que la precisin conceptual. La palabra inadecuada y cacofnicanarcocorrido pasar a formar parte de las categoras elementa-les del discurso dominante del sentido comn acerca del trficode sustancias ilcitas.

    Derechos reservados de El Colegio de Sonora, ISSN 0188-7408

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    Representantes de distintos partidos polticos en varias partesdel pas y de las Cmaras de la Industria de la Radio y la Televisin(CIRT), principalmente aunque no exclusivamente en estados nor-teos, han propuesto en aos recientes medidas encaminadas a laprohibicin de la difusin de los corridos que narran historiasrelacionadas con el trfico de sustancias ilcitas. El respeto a algu-nas leyes vigentes y la proteccin tica a nios y jvenes han sidoalgunos de los argumentos defendidos. En ciertos estados, losgobiernos y las cmaras locales de radio y televisin han estableci-do acuerdos para impedir la difusin de esa produccin musicalque consideran nociva. Han llevado su propuesta a la Cmara de

    Senadores y han solicitado la intervencin de la Secretara deGobernacin para darle fuerza de mandato federal a la misma. Porahora, el blanco de sus crticas ha sido ese tipo de creacin narra-tiva y musical, pero nada asegura que la misma argumentacin nopueda ser empleada en algn momento para impedir la libre cir-culacin de otras producciones simblicas no convencionales, oconsideradas reprensibles, inapropiadas, por algunos agentessociales con capacidad para convertir sus preferencias ticas, est-ticas y polticas en leyes. Un ejemplo reciente es la censura a ladifusin de Crnica de un cambio, de Paulino Vargas, interpre-tada por Los Tigres del Norte (Fernndez, 2002).

    Los primeros intentos por censurar la difusin de los corridos

    de traficantes se dieron en el estado de Sinaloa en 1987, durante elgobierno de Francisco Labastida Ochoa. Fue una peticin delgobernador a los concesionarios de la radio y televisin locales y ala prensa escrita. Las leyes del mercado se impusieron a la pro-puesta de control moral. Aos despus, la produccin de plantasilcitas, el trfico de drogas, el consumo de las mismas, el nmerode traficantes y la violencia asociada al negocio se han incremen-tado a escala mundial en proporcin directa a las medidas represi-vas aplicadas para tratar de reducir el fenmeno, incluso all dondeno existen canciones sobre traficantes.

    En Mxico, los asuntos relacionados con el trfico de drogas

    son de competencia federal. Recientemente, ha habido propues-

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    tas de parte de la Procuradura General de la Repblica ( PGR) paraque los estados y municipios puedan intervenir en casos de trfi-co de drogas al menudeo. Pero la autoridad federal tendr quedecidira a partir de qu lmite termina el menudeo y comienza elmayoreo. Adems, ser necesario modificar leyes federales y esta-tales. Mientras eso sucede, algunos dirigentes polticos en ciertosestados han considerado necesario,til, urgente y, sin decirlo, ren-table a corto plazo para su imagen pblica, alzar la voz y proponermedidas de carcter moral que tranquilizan a las buenas concien-cias y hacen creer que mediante ellas contribuirn de maneraimportante y decisiva a disminuir en parte tanto el trfico de dro-

    gas como el impacto cultural de los corridos de traficantes.Para el actor y poltico Erick del Castillo, quien, segn sus pala-bras, tuvo que abandonar su espectculo de corridos tradicionalespor falta de pblico, los corridos de traficantes son una bajeza yno merecen el nombre de corridos. Componerlos, agrega, enfti-co, es una estupidez. Se sorprende de que haya gente que seatreva a cantarlos y que se alabe a los traficantes. Ignacio LpezTarso seal a su vez que si l dej su espectculo de corridos nofue por falta de pblico, sino por exceso de trabajo. El actor decla-r que ni siquiera pone atencin a los corridos de traficantes. Paral, los corridos son aquellos que cantaban a Zapata,Villa o Feli-pe ngeles, nada ms (Noroeste, seccin Mazatln, 2000).

    Lpez Tarso presupone tal vez que no hay aspectos mitolgi-cos en los corridos sobre esos personajes y que haba un consen-so social acerca de la legitimidad de las actividades de cada unode ellos. Una visin de estampita escolar acerca de los hroes deuna revolucin sin enemistades entre los distintos lderes. Losenemigos de esos personajes no han de haber dudado en censu-rar con los medios a su alcance la apologa versificada y musica-lizada de sus hazaas reales e inventadas.Ambos actores movilizansus preferencias ticas y estticas, y su reconocimiento social, paratratar de imponer la definicin legtima de corrido y sus conte-nidos. Parte de la estrategia es calificar negativamente a la com-

    petencia en el mercado, negarle el uso de la marca de lo que seconsidera exclusivo, decretar desde un pedestal la ausencia de

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    inteligencia entre compositores e intrpretes para marcar la dis-tancia y la distincin, o simplemente ignorar desde las alturas delos consagrados la existencia de un fenmeno vigente desde hacetres dcadas.

    En Sinaloa, Fernando Sarabia, secretario general del Sindicatode Trabajadores de la Industria de la Radio y la Televisin (STIRT),seccin Mazatln, Rosario y Escuinapa, que inclua a 14 estacio-nes de radio,manifest su rechazo a lo que llam narcomsica.Reconoci que mientras sea un boom publicitario y comercial, lesd utilidades, van a seguir grabando y distribuyendo ese tipo demsica (Zapien, 2001).Y constat que aunque algunas estacio-

    nes de radio no la difunden, la produccin discogrfica con eltema del trfico de drogas ha ido en aumento. Seal que su agru-pacin se haba sumado desde el gobierno de Labastida al acuer-do para impedir la transmisin de esa msica, y que seguaimpulsando esa medida entre los empresarios de la radio. Segnl, las emisoras que no se integraran al mismo seran criticadas porel resto de los medios electrnicos y de la poblacin interesada enla disminucin de los ndices de violencia en Sinaloa. Para subra-yar su postura, agreg: Hemos visto sobre todo que los nios yjvenes que reciben estos ejemplos en su casa lo toman como unmodelo a seguir y como algo normal en nuestra vida cotidiana.

    En su particular opinin de socilogo espontneo, no haba dudaalguna acerca de la relacin directa entre la letra de las cancionesy su influencia en la conducta de quienes las escuchan de mane-ra frecuente. Para invertir esa supuesta correspondencia perfectade causa-efecto habr que programar nicamente canciones quenarren vidas ejemplares de santos? Aunque no se difundan comoantes, la produccin de corridos de traficantes contina, lo cualsignifica que la demanda persiste, slo que con un valor agrega-do: el de la censura. Recuperado de manera inmediata por losespecialistas en mercadotecnia. La moral de los censores caminapor un lado, la de los consumidores por otro, y las leyes de la eco-

    noma por el suyo.

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    El 5 de diciembre de 2001, la Comisin de Comunicaciones yTransportes de la LVIII Legislatura del Senado de la Repblica, inte-grada por miembros del Partido Accin Nacional, el Partido Revo-lucionario Institucional y el Partido de la Revolucin Democrticaemiti varios puntos de acuerdo tendientes a censurar la transmi-sin de los corridos de traficantes en la radio y la televisin, conbase en medidas aprobadas al respecto entre algunos gobiernosestatales, Baja California y Sinaloa, y las cmaras locales de la Radioy la Televisin; la solicitud de la senadora del PRI,Yolanda EugeniaGonzlez Hernndez; la del Congreso de Coahuila; y la recopila-cin de algunas ideas de otros agentes sociales acerca de esa pro-

    duccin musical.

    Los senadores sealaron:

    Con fecha 22 de marzo de 2001, la senadora Yolanda EugeniaGonzlez Hernndez, del Partido Revolucionario Institucional,exhort al Ejecutivo Federal para que en ejercicio de sus atri-buciones gire instrucciones a las Secretaras de Gobernacin(SEGOB); Educacin Pblica; Comunicaciones y Transportes,Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pbli-ca y a la Consejera Jurdica de la Presidencia, para realizar unestudio integral de la proliferacin de reproducciones musica-

    les y mensajes apologticos del delito contra la salud y otroscomprendidos en la Ley Federal contra la delincuencia organi-zada; as como proveer lo necesario para restringir su repeticinen medios electrnicos nacionales, principalmente en progra-maciones de radio y televisin.

    El 20 de junio de 2001, el pleno del Congreso de Coahuilaenvi a la Comisin de Comunicaciones y Transportes del Senadode la Repblica un punto de acuerdo en el que solicita a la SEGOBdar cumplimiento a la Ley Federal de Radio y Televisin, en par-ticular los artculos 63 y 64, fraccin I. El documento tambin lesfue enviado a los presidentes de las cmaras de Senadores y Dipu-tados, para que a travs de comisiones competentes

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    [...] coadyuven con la implementacin de acciones similares alas tomadas en los estados de Baja California y Sinaloa, endonde los gobiernos estatales y las delegaciones respectivas dela Cmara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisinfirmaron un acuerdo referente a los narcocorridos y de todomaterial musical que haga una apologa del crimen y la vio-lencia, toda vez que la difusin de ese material musical influ-ye indirectamente en la conducta de los individuos y de lasociedad a la que pertenecen.

    Segn los congresistas de Coahuila, impedir la transmisin de

    los corridos de traficantes tendra por objeto:

    Evitar influencias nocivas o perturbadoras al desarrollo arm-nico de la niez y la juventud; y afirmar el respeto a los prin-cipios de la moral social, la dignidad humana y los vnculosfamiliares.

    La ausencia de apoyo cientfico a una presunta relacin decausa-efecto no impide que en nombre de la ley se privilegie lacensura a los corridos de traficantes por sobre otras produccionessimblicas con contenidos similares, como pelculas, series detelevisin, videos, libros y obras de teatro, por ejemplo:

    El debate no resuelto en torno a la causalidad directa de losactos de violencia, como influencia directa de los medios, nopuede, mientras quede la menor duda de ello, ser un argu-mento que permita el incumplimiento de la ley y la evidenteausencia de tica en torno a la promocin de valores, ideas yapologa a conductas claramente identificadas como dainaspara la sociedad.

    El Estado debe ejercer su obligacin de proteger a los sectoresdesprotegidos de la sociedad y vigilar que la ley se cumpla,

    procurando siempre hacerlo en su justa dimensin, con medi-

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    das de restriccin para que estos productos no sean transmiti-dos masivamente a travs de una frecuencia que, como biennacional, debe operar bajo los principios del inters pblico yel bien comn. La naturalizacin, justificacin e incluso apo-loga de valores opuestos al inters general debe ser evitado(sic), manteniendo una adecuada supervisin no solo (sic)reguladora sino tica acerca de los contenidos de la radio.

    Los senadores concluyeron:

    [...] en efecto, el contenido de los narcocorridos viola el

    Artculo 63 de la Ley Federal de Radio y Televisin, que a laletra dice: quedan prohibidas todas las transmisiones quecausen la corrupcin del lenguaje y las contrarias a las buenascostumbres, ya sea mediante expresiones maliciosas, imgenesprocaces, frases y escenas de doble sentido, apologa de la vio-lencia o del crimen; se prohbe, tambin, todo aquello que seadenigrante u ofensivo para el culto cvico de los hroes y paralas creencias religiosas, o discriminatorio de las razas; quedaasimismo prohibido el empleo de recursos de baja comicidady sonidos ofensivos. Asimismo, transgrede la fraccin I delArtculo 64 que establece que no se podrn transmitir: noti-

    cias, mensajes o propaganda de cualquier clase, que sean con-trarios a la seguridad del Estado o el orden pblico.

    Con base en lo anterior, decidieron lo siguiente:

    PRIMERO.- La Comisin de Comunicaciones y Trans-portes del Senado de la Repblica hace un enrgico llamado yuna exigencia pblica a la Secretara de Gobernacin para que,en cumplimiento de las disposiciones contenidas en la LeyFederal de Radio y Televisin, as como en su reglamento, se

    proceda a lo siguiente:

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    I Se apliquen puntualmente las normas jurdicas queregulan los contenidos generales de la radio y televisin ennuestro pas.

    II Se generen las polticas necesarias encaminadas a darcumplimiento a la legislacin, supervisar y mejorar el servicioen materia de transmisin de contenidos de la radio y televi-sin, considerando su naturaleza jurdica de medios sujetos aconcesin federal, que explotan un bien pblico nacional.

    SEGUNDO.- Turnar esta resolucin a todas las legislatu-ras de los Estados, para que sea considerada y sometida a vota-cin, con la finalidad de que cada uno de dichos congresosbusque la colaboracin del Poder Ejecutivo Local, para que se

    implementen en cada entidad medidas como las tomadas enBaja California y Sinaloa.TERCERO.- Promover un acuerdo con el Consejo de

    Autorregulacin de la Cmara Nacional de la Industria de laRadio y la Televisin para acordar medidas de autorregulacinque, sin atentar contra la libertad de expresin, eviten la trans-misin de estos narco-corridos con el fin de disminuir suimpacto, sobre todo entre la niez y juventud.

    CUARTO.- Exhortar a la Secretara de Educacin Pbli-ca para que, en atencin al problema promueva estmulos a laproduccin y difusin de programas preventivos y de ampliadifusin en los medios de estado para contrarrestar los efectosde la programacin masiva de contenidos de promocin a la

    violencia.

    El diputado del PRD en Baja California, Catalino Zavala Mr-quez, presidente de la Comisin de Desarrollo Urbano y ObrasPblicas, present a la XVII Legislatura de su estado, el 17 de enerode 2002, una iniciativa con un nombre kilomtrico:Iniciativa deacuerdo econmico a efecto de que esta H. XVII Legislatura delEstado de Baja California solicite a la Secretara de Gobernacin,dependiente del Poder Ejecutivo Federal, que en uso de sus facul-tades legales lleve a cabo los trmites legales necesarios para quelos concesionarios de permisos para la explotacin de los bienespblicos nacionales de transmisin de seales de radio y televi-

    sin en cumplimiento de la Ley Federal de Radio y Televisin, evi-

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    ten la reproduccin y difusin de los llamados narcocorridos porpromover e impulsar la cultura de la violencia. Su documentorecoge argumentaciones y bibliografa similares a las de la inicia-tiva del Congreso de Coahuila, pero no menciona las medidas quesegn ste ya se haban tomado en Baja California y Sinaloa desdeprincipios de 2001 y que sirvieron de inspiracin y punto de par-tida. En opinin del diputado perredista, los corridos de trafican-tes atentan contra el sano desarrollo de la poblacin, provocanel deterioro del tejido social, en fin, constituyen una verdaderaapologa del delito y atentan contra las buenas costumbres de lasociedad mexicana y en especial las de Baja California, induciendo

    a la juventud y a la niez a tomar como propios los conceptos delos narcotraficantes vertidos en los llamados narcocorridos.El 28 de enero de 2002, el Congreso de Chihuahua aprob

    medidas en las que se solicita a las estaciones de radio impedir latransmisin de los corridos de traficantes. El diputado panistascar Gonzlez Luna promovi la iniciativa. Segn l, la niez yjuventud en general pretenden imitar estos patrones de conducta(transmitidos a travs de los corridos), que definitivamente acorto, mediano y largo plazo, ocasionan un perjuicio directo a lasociedad. Otra razn esgrimida por los congresistas es que afuerza de escuchar reiteradamente que los delincuentes son super-hroes, que cuentan con dinero a manos llenas y que carecen de

    privaciones, a travs de las cintas o discos que se escuchan pormedio de las radiodifusoras, los nios y jvenes pierden el intersen el estudio, trabajo y valores familiares, para ambicionar el dine-ro fcil, la depravacin y los vicios. La proteccin de la sociedady la vigilancia del cumplimiento de la ley fueron invocadas (Nar-cia,2002).Diputados del PRI, PAN, PRD y Partido Verde Ecologista deMxico se unieron en Quertaro a la peticin de sus colegas de SanLuis Potos, similar a las antes mencionadas (TVQ, 2003).

    Miguel ngel Garca Leyva, lder del Frente Cvico contra laImpunidad, manifest que a poco ms de un ao, de haberse ini-ciado la censura de los corridos de traficantes en las estaciones de

    radio de Sinaloa, desde principios de 200, el objetivo de reducir

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    los ndices de violencia no se haba logrado. Ejemplific con lasestadsticas de homicidios de la Procuradura Estatal de Justicia.Jos Luis Ortiz Rangel, secretario general del Sindicato de Trabaja-dores de la Industria de la Radio y la Televisin (STIRT) en Reynosa,indic que no crea que la medida incidira en la disminucin delos ndices mencionados. Para l, la medida era buena porque ibaencaminada a la cultura y los valores de los nios. En esa ciudad,la censura no haba tenido apoyo unnime dada la resistencia delpblico y la competencia de las emisoras del Valle de Texas. ParaVctor Anchondo, lder de la fraccin del PRI en el Congreso deChihuahua, la medida aprobada en su estado estaba generando una

    cultura de rechazo al trfico de drogas. Los legisladores de esaentidad esperaban cambios de mentalidad de los jvenes a media-no y largo plazo, ms que una reduccin del negocio ilcito (Fru-tos, Lomas y Domnguez, 2002). En julio de 2002, lasradiodifusoras de Tijuana firmaron un acuerdo para no difundir loscorridos de traficantes. Solicitaron a las emisoras en espaol dellado estadounidense hacer lo mismo, ya que de otra manera, dijoCasio Carlos Narvez, dirigente del STIRT, no podran competir conellas (Washingtonpost, 2002).

    En Michoacn, Arturo Herrera Cornejo, lder de la CIRT en esaentidad, dijo que haba propuesto vetar los narcocorridos la pri-mera vez que dirigi dicha institucin,en 1996, pero que no haba

    tenido xito. Le argumentaron que era buen negocio, a la gente lesgustaban y el veto atentara contra la libertad de expresin. Sealque insistira en su iniciativa ante las 46 emisoras existentes enMichoacn porque vea condiciones favorables. Mencion losejemplos de Baja California y Sinaloa. Declar: si bien es ciertoque la gente pide ese tipo de piezas, tambin es cierto que nadajustifica trastocar los valores y los principios ticos, pues todossabemos que elnarco siembra dao por todos los lugares por dondepasa (Garca Davish, s. f.). El gobernador de Michoacn, LzaroCrdenas Batel, apoy la iniciativa del CIRT y declar:las cancionesdedicadas a los narcotraficantes fomentan la subcultura del narco y

    el consumo de enervantes (Martnez, 2002).

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    La gente solicita entonces esas canciones, para trastocar losvalores y los principios ticos, o por otras mltiples razones? Loscorridos son producto de una subcultura y emblema de la mismaslo en los grupos para los cuales son smbolo de identidad. Paralos dems son irrelevantes.

    Clemente Flores, tecladista y segundo bajo sexto de Los Tucanesde Tijuana, entrevistado por la revista Era 21 luego de un conciertoen Morelia, donde participaron los grupos Exterminador, RazaObrera y La Pirinola, acerca de la declaracin de Herrera, seal:

    Respetamos la decisin de cada radiodifusora, pero si se trata

    de combatir al narcotrfico con esas medidas yo creo que no espor ah la cosa, porque prohibir un corrido en la radio nobeneficia en nada el hecho de combatir el narcotrfico, pero,como te digo, respetamos la decisin de cada radio.

    T crees que los narcocorridos hagan crecer el narcotrfico?

    No creo, primero que nada pienso que los narcocorridos sonuna consecuencia del narcotrfico, no son la causa del narco-trfico, los corridos narran lo que ha sucedido con los narco-traficantes, entonces, yo creo que el hecho de que cuentes unahistoria eso no quiere decir que le vas a dar auge al narcotr-fico, o sea, estas contando una historia nada ms.

    El licenciado Herrera argumenta que elevan al narcotraficante

    al rango de hroes. Realmente piensas que eso suceda?

    No, yo creo, ni tampoco creo que la raza, los chavos que escu-chan los corridos idealicen a los personajes de los que se hablaen el corrido, nosotros crecimos oyendo corridos y no hemossido malas personas, entonces yo creo que la educacin msque nada est en la casa, en la familia, en el hogar, nosotros nosomos nadie para educar, nosotros somos entretenimiento ynosotros cantamos lo que la gente quiere or, en este caso lonico que hacemos es cantar los corridos, que son los hechos

    que pasan, la noticia de lo que se est viendo en televisin y en

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    la radio, yo creo que para nada no tiene por qu. Si alguna per-sona, algn joven se inclinara por este lado, yo creo que esporque le faltara educacin familiar, le faltara atencin de lospadres (Mendoza, s. f.).

    Entrevistado en Espaa, Hernn Hernndez, de Los Tigres delNorte, opin sobre la censura a los corridos:

    [...] yo creo que la censura no va a erradicar el narcotrfico; alcontrario, yo creo que entre ms se esconda el problema, msaumenta [] el nico que puede parar el narcotrfico es el

    gobierno y yo creo que nosotros no estamos contribuyendo ahacer famosos a esa gente ni estamos contribuyendo a que elnarco aumente, sino todo lo contrario.

    Por su parte, Jorge Hernndez agreg:

    Nunca ningn narcotraficante ni ninguna persona nos ha pedi-do canciones [] hay historias con el nombre de los narcoscambiados porque no quisieron que se publicaran,pero las his-torias son reales y ellos saben que de ellos se trata, no han teni-do la necesidad de pagarnos ni nosotros admitir un dinero deellos, de ninguna manera, porque no queremos compromisos

    [] lo que s es que nos mandan notas que noms dicen:aquestamos atrs de ustedes, cualquier cosa, no se preocupen,nosotros los cuidamos.Y hasta ah. Pero al final es el mismopblico el que nos cuida, porque hemos hablado de sus pro-blemas y de su vida cotidiana (El Financiero, 2002).

    Los Tigres del Norte fueron los invitados especiales del XXX Fes-tival Internacional Cervantino (Silva, 2002). Censurables paraciertos grupos sociales algunas de sus canciones; para otros, grupoemblemtico de la cultura popular nortea transfronteriza, reco-nocido internacionalmente. Los integrantes del grupo de rock

    argentino Babasnicos expresaron:

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    [...] del narcocorrido nosotros tomamos sobre todo lo buenode las letras [] las letras son muy violentas, son como cmics,no tienen un precedente en el pop y son letras emergentes dela realidad, cuentan historias en tono potico [] hay narco-corridos que ayudan a introducir en otros pases otros vocablosy eso es cultura [] los grupos de narcocorridos no estn den-tro del negocio. Los Tigres del Norte ni tiempo tienen de hacercontrabando, porque tocan todos los das (Castillo, 2002).

    El 14 de diciembre de 2002, unas 42 estaciones de radio deMichoacn acordaron no difundir ms corridos de traficantes. El

    lder del CIRT, Herrera Cornejo, declar que el objetivo era prote-ger a la niez y a la juventud (Notimex, 2002).En Monterrey, el diputado priista Ernesto Tijerina, invitado a la

    estacin de radio La Regiomontana,aclar que no estaba en con-tra de la produccin de corridos de traficantes ni de la grabacinde los mismos, pero s a favor de impedir su difusin en los mediosde comunicacin. Seal: lo que pretendemos es que en Mxicono se haga apologa de actos y personajes que actan fuera de la leyy que desprestigian a las autoridades. Y concluy: tal vez novamos a resolver el problema al ciento por ciento, pero si contri-buimos a bajarlo un poco, ya habremos ganado algo (Rosas,2002). Los radioescuchas dividieron su opinin a favor y en con-

    tra de la defendida por el diputado.En un artculo periodstico, otrapersona escribi que no hara la defensa de los corridos de trafi-cantes, de los cuales slo conoca uno, pero s de la libertad deexpresin. Pregunt por qu los censores no prohiban otras can-ciones donde aparecen tambin palabras que no gustan de loscorridos. Todos coludos o todos rabones, expres.Y concluy:cranme,hay cosas que daan ms a nuestra sociedad que los nar-cocorridos. La corrupcin de quienes se la dan de incorruptibles,por ejemplo (Barahona, 2002). Celso Pia, el msico intrpretede vallenatos, originario de Monterrey, tambin opin al respecto:a m me caen muy gordos los que cantan narcocorridos.Al pre-

    guntrsele si incitaban a la violencia, contest de manera afirmati-

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    va. Mencion la falta de coco de los intrpretes de ese tipo demsica para hacer algo distinto. Ejemplific con Los Huracanes delNorte y continu: si nosotros tocramos igual que ellos, estemundo se pierde.Agreg que los corridos le disgustaban porquehacan de los traficantes unos superhroes y en su opinin eranms bien un cncer para la sociedad (Correa, s. f.).

    Si hemos de creer en la argumentacin de los censores acercade los corridos de traficantes, entonces tendramos que aceptarque la poblacin tiene una predisposicin natural, gentica, parainclinarse por los cdigos ticos de esa produccin simblica; questa posee una propiedad intrnseca particular, mgica o diablica,

    que orienta fatalmente la trayectoria social de quienes la escuchan;que la gente es incapaz de discernir y se deja influir fcilmente;quepuede ser conducida hacia la realizacin de actividades ilcitascomo si estuviera hipnotizada, bajo el embrujo del canto de lassirenas o la flauta de Hamelin.

    La preocupacin de algunos grupos sociales y polticos es sinduda legtima, pero me parece que equivocan el blanco de sus ata-ques. Cmo lograr mantener la libertad de expresin ejerciendola censura, as sea parcial? La censura es inmediata. Se sabe cun-do empieza, pero no si tendr fin. Por el contrario, la educacinpara desarrollar un espritu crtico en el marco de un Estado dederecho es a largo plazo. Implica ms trabajo y menos demagogia.

    En qu consisten los programas preventivos de los cuales se habla?El mejor programa preventivo no es aquel que, basado en algunoseslganes,pretende modificar la realidad (por ejemplo,di no a lasdrogas;di no a la violencia; di no al juguete blico;di no ala mordida;di no a los corridos de traficantes, etctera), sino elque se apoya en la existencia de una sociedad menos injusta, en laque las disparidades econmicas, sociales y culturales tienden adisminuir; el que se apoya en la existencia de un Estado de dere-cho, en el reconocimiento social del mismo,en el respeto de todosa las leyes, precondiciones de un proceso civilizatorio que haceposible la convivencia pacfica, el respeto a los derechos humanos,

    la libertad de expresin, la solucin pacfica de los conflictos, la

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    existencia y desarrollo de una tica humanista incorporada comouna segunda naturaleza. El respeto de la ley slo se da si la genteexperimenta de manera cotidiana durante generaciones quequienes la representan son los primeros en hacerla cumplir y quese aplica efectivamente a todos por igual. Si constata de maneraindividual y colectiva que se hace justicia independientemente deque una o varias personas tengan poder econmico, poltico, o lacapacidad de ejercer violencia armada. En caso contrario, tender aincluir entre las opciones de trayectoria de vida existentes aquellasmediante las cuales, y a sus ojos, se logran bienes materiales dese-ados y un cierto respeto, independientemente de la ilegalidad de

    las mismas. La inexistencia de corridos de traficantes antes de ladcada de los aos setenta, no como rareza gentica sino comofenmeno social y cultural, no evit el surgimiento, multiplicaciny desarrollo de los traficantes ni de sus valores ticos, cercanos alos del capitalismo salvaje o el neoliberalismo actual. Se confundela causa con el efecto y el impacto multifactorial en la modifica-cin de los valores. La familia, la escuela y la religin, como insti-tuciones y mbitos tradicionales de socializacin, atraviesan sinduda por una etapa ms crtica que en otras ocasiones para formarindividuos que guen sus acciones por valores humanistas; losgobiernos y los partidos polticos,por su parte,deberan dar ejem-plo de civilidad y respeto a las leyes.

    Sacerdotes de la Iglesia catlica o miembros de mayor jerar-qua que ofician ceremonias de traficantes, reciben sus limosnas,bendicen sus casas y negocios, o les sirven de intermediarios paraentrevistarse con altos dirigentes polticos, no son precisamente losmejor colocados para dar lecciones de moral a los creyentes.Fami-lias en las que la mxima moral es eres y vales lo que acumulasen trminos econmicos sin importar cmo lo logres, tampocoayuda a crear ciudadanos respetuosos, responsables y solidarios. Elcrecimiento exponencial de escuelas privadas donde el nico cri-terio para ingresar a ellas es tener el dinero suficiente para pagarlas colegiaturas, en las cuales convive la lite del dinero adquirido

    de manera legal e ilegal, crea simultneamente las condiciones de

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    posibilidad para la fusin futura de fortunas independientementede su origen. En fin, cmo olvidar la responsabilidad histrica delsistema de partido de Estado y de sus relaciones estructurales decorrupcin que facilitaron el desarrollo del negocio del trfico dedrogas en una sociedad adormecida durante dcadas? El lavadosocial de las fortunas producto de actividades ilcitas y de quieneslas poseen se ha venido dando desde mucho antes del surgimien-to de los corridos de traficantes, gracias a las modificaciones de latica de grupos sociales en regiones de produccin y trfico dedrogas. Sinaloa es un ejemplo de este fenmeno, aunque no elnico. Se cosecha lo que se siembra, pero la autocrtica est ausen-

    te. Es ms fcil encontrar chivos expiatorios.Los censores parecen ignorar que las condiciones de posibilidadde la existencia y permanencia de los cdigos ticos que rechazanen los corridos, son precisamente la existencia del trfico de dro-gas y los niveles de impunidad observables. Esos cdigos se gene-ran y desarrollan aun cuando no haya canciones que los consignen.Adems de Mxico y la influencia e imitacin de los corridosmexicanos en Colombia, no se sabe de otros pases productores yde trfico de drogas donde haya surgido una produccin simbli-ca similar.

    Durante varias dcadas, el monopolio del sentido acerca deltrfico de drogas y los traficantes fue atribucin del Estado. La aca-

    demia, los medios de comunicacin, la oposicin poltica y lasociedad civil no generaron discursos distintos que le hicierancompetencia. En otras palabras, el trfico y los traficantes eran loque el discurso oficial reproducido en los medios deca. En loslugares de origen y las zonas de operacin de los traficantes, laspercepciones diferan. Lo distinto circulaba a travs de la historiaoral. A principios de los aos setenta, se inici el fin de dichomonopolio. La sociodisea de los traficantes, su tica, esttica ymitologa, encontraron en el corrido norteo, en las composicio-nes de autores de origen popular, un vehculo eficaz para serdifundidas y conocidas por un pblico ms amplio, ajeno al

    mundo descrito en esas historias orales e invenciones versificadas

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    y acompaadas con msica. La msica regional de los lugares deorigen de cultivadores y traficantes, como la tambora sinaloense yel mariachi, no tardaran en acompaar a la nueva produccinsimblica.

    Concentrados en el desarrollo de sus actividades ilcitas, practi-cantes ortodoxos de la ley del silencio, cerradas las vas para la par-ticipacin poltica directa e indirecta, sin espacios en los medios decomunicacin para decir sus versiones, y sin mostrar una disposi-cin particular para tener presencia en esos mbitos, su crecimien-to, visibilidad y peso econmico y social en algunas comunidadesy regiones fueron consignadas por compositores con sensibilidad

    etnogrfica, quienes mostraron algunos smbolos de la identidadde los traficantes y contribuyeron a recrearlos. Las historias, cdi-gos ticos y mitologas oficiales acerca del trfico y los traficantesencontraron por primera vez en esos corridos una competenciasimblica. Los corridos hablaban de un mundo, de agentes socia-les y de sus valores en proceso de consolidacin, en un lenguajesimple, directo y comprensible por un gran nmero de gente conescaso capital escolar, habitantes de regiones de produccin y tr-fico de drogas y ms cercanos, en trminos de vivencias cotidianas,a las historias descritas en los corridos. Los corridos trascendernposteriormente las barreras geogrficas, de clase y estticas. Estu-dios artesanales de grabacin, importantes compaas disqueras,organizadores de conciertos en vivo, estaciones de radio, el cine,y la televisin en una etapa posterior, aprovecharan el impacto deesos corridos en el norte de Mxico y el sur de Estados Unidos.Luego vendran los primeros intentos de censura para su difusinradiofnica y televisiva, en Sinaloa, en 1987, durante el gobiernode Francisco Labastida. En su Programa Estatal de Justicia y Seguri-dad Pblica del mismo ao, sealaba su preocupacin por la pro-gramacin que exaltaba la violencia. No se dijo nada acerca delos compositores, los intrpretes, las compaas disqueras (porejemplo, Fonovisa, Musart, EMI, otras localizadas en Los ngeles,etctera) ni los lugares de comercializacin.Tampoco se dijo que

    no todos los corridos de traficantes hablaban de historias violen-

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    tas, ni que tambin haba corridos sobre policas y militares dondeel trabajo de stos en contra de traficantes era valorado de manerapositiva. Delito federal segn las leyes vigentes, en asuntos de tr-fico de drogas los gobiernos estatales slo pueden actuar en fla-grancia. Por ello, era ms fcil y rentable polticamente en loinmediato tranquilizar a los sectores sociales que se sentan indig-nados por los corridos de traficantes y atacar a la difusin de la pro-duccin simblica que hablaba de ellos, como si sta fuera la causadel fenmeno o tuviera una influencia decisiva en la permanenciay desarrollo del mismo. El intento de censura concentrado en esaproduccin simblica popular tuvo un efecto previsible: fue nulo.

    En la administracin del presidente Vicente Fox, algunos legis-ladores del PRD, PVEM, PRI, y PAN en distintas partes del pas (Sinaloa,Baja California, Nuevo Len, Tamaulipas, Michoacn, Coahuila,Chihuahua, Quertaro y San Luis Potos) y dirigentes de algunas delas cmaras locales de radio y televisin han coincidido en propo-ner medidas encaminadas a censurar los corridos de traficantes ensus respectivos estados, solicitar ante la Secretara de Gobernacinla aplicacin estricta de lo estipulado en la Ley Federal de Radio yTelevisin y darle fuerza federal a la censura. Los legisladores nohan explicado si la censura incluira toda produccin simblica conalgn contenido de violencia. De ser as, los cines y la televisin sequedaran sin programacin y las compaas productoras de Esta-

    dos Unidos tendran que abandonar un importante mercado.Habra que ver si los aguerridos legisladores se animan al enfren-tamiento y si esas compaas se quedan con los brazos cruzados.Tampoco se sabe de legisladores de los mismos partidos que hayanhecho una crtica fundamentada y documentada de la poltica anti-drogas vigente.Tal vez piensen que los corridos son ms peligrososque la poltica prohibicionista que gener el trfico, los traficantesy las condiciones de posibilidad para el surgimiento de una narra-tiva acompaada con msica que cuenta slo una parte mnima delas historias y de los mitos que se generan en el mundo del trficode drogas ilcitas. Historias que slo convencen a los convertidos.

    Al igual que las historias oficiales sobre el mismo tema.

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    Casi nueve dcadas despus de las primeras prohibiciones sobreel opio, y ms tarde de otras sustancias psicoactivas, y la historiaposterior de resultados contraproducentes no han sido suficientespara hacer entender a los actuales empresarios morales que laprohibicin convierte en criminal a quien no lo era, crea la ilega-lidad, el mercado negro, el sobreprecio, la expansin de los mbi-tos de corrupcin, y sus propias condiciones de reproduccin msdifciles de controlar.

    El 21 de mayo de 2003, el presidente Fox declar: Hoy enMxico se puede opinar, se puede decir, se puede calumniar, sepuede hablar con absoluta libertad, salvo cuando no se respeten

    nuestras leyes. En mi gobierno no hay ni habr censura. se es micompromiso ante ustedes (Melgar, 2003, y Ruiz, 2003). En teo-ra, todos somos iguales ante la ley. En la prctica, y parafraseandoa Orwell, algunos son menos iguales que otros. En la lgica de loscensores de casi todo el espectro poltico actual, habr que encar-celar en algn momento a compositores e intrpretes de los corri-dos de traficantes? Quien compone, interpreta o escucha esamsica, ser acusado de participar en el crimen organizado? Secrear el delito de lavado tico? Se pretende trasladar la lgicaprohibicionista sobre ciertas sustancias psicoactivas a la produc-cin simblica que narra la sociodisea de los traficantes de drogasdesde una posicin ajena y contraria a las versiones oficiales. No se

    cuestiona la lgica prohibicionista misma que tiende a multiplicarlos mbitos censurables, pero no resuelve los problemas de fondo.

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