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1 COMBATIENDO AL CAPITAL (1973/1976) Rucci, sindicatos y Triple A en el sur santafesino JORGE CADÚS - ARIEL PALACIOS

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    COMBATIENDO AL CAPITAL (1973/1976)

    Rucci, sindicatos y Triple A en el sur santafesino

    JORGE CADS - ARIEL PALACIOS

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    La memoria es una cajita

    que revuelvo sin solucin. No encuentro

    umbrales. Es

    una forma de la emocin?

    A medias sola, odiada,

    prospera su ira de fuego.

    Juan Gelman.

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    Prlogo cantado

    Rucci traidor / a vos te va a pasar / lo que le pas a Vandor.

    Aquel canto, entonado por miles de gargantas cuando la dcada del 70 recin

    amaneca, se hizo grito, plvora y sangre. Se hizo acto.

    Corran tiempos en donde las consignas se escriban con los cuerpos. No exista

    distancia entre palabra y acto. No haba entonces abismo entre lo dicho y lo hecho. Ese

    abismo trazado por la dictadura militar primero, por el alfonsinismo y el menemismo

    despus. El mismo abismo que permite hoy que mercenarios de la palabra sean voces

    autorizadas para contar aquellos hechos.

    Pero hablamos de una consigna, hecha canto y acto.

    Hablamos de cuando palabra y accin iban de la mano. Dos caras de la moneda de la

    poltica. Y no slo las consignas se escriban con el cuerpo. All estaba la historia, esa

    hoja en blanco, que si era necesario se escriba con tinta sangre.

    Entonces Jos Ignacio Rucci cae muerto bajo las balas de la organizacin Montoneros,

    tinta sangre de la historia reciente.

    Rucci traidor / saludos a Vandor

    All esta historia. Escrita con la voluntad y -de ser necesario- con los fusiles. Con los

    cuerpos. La necesidad de contarla, de entenderla, para entender tambin -y sobre todo-

    nuestro tiempo. La persistencia de aquellas estrofas cabreras que repiquetean con fuerza

    en la conciencia nacional.

    a la gran masa del pueblo / combatiendo al capital

    Miles de voluntades escribiendo la historia con sus cuerpos. Palabras y actos, vidas

    militantes que sern saqueadas por el terrorismo de Estado. Abiertamente desde 1976,

    con la instalacin de la dictadura militar, pero -y como lo demuestra este trabajo

    periodstico- ya desde 1973, con el accionar de bandas paramilitares que trazaron en el

    sur de la provincia de Santa Fe su geografa de represin y muerte.

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    Qu pasa qu pasa qu pasa General / que est lleno de gorilas el gobierno popular

    A ms de tres dcadas de haber sellado su nombre al terrorismo de Estado, los mviles

    y el accionar de la Alianza Anticomunista Argentina -o Triple A- sigue siendo un tema

    a profundizar. Asociada frecuentemente a las luchas internas en el peronismo de los 70,

    su historia, sin embargo, resulta ser bastante ms compleja. Este libro intenta dar cuenta

    de ello.

    Las preguntas que empujan esta investigacin son preguntas por el presente de una

    regin que, desde el cordn industrial del Gran Rosario a las ciudades de Firmat y Villa

    Constitucin, pasando por Alcorta y San Nicols, tiene an mucho que decir sobre las

    violencias pasadas en tanto determinantes de la actual geografa social y econmica.

    San Jos era radical y la Virgen socialista / y tuvieron un hijito montonero y peronista

    Del radicalismo al peronismo, el drama de dos movimientos que incluyeron a amplios

    sectores de la poblacin a la vida poltica argentina. Y cuya composicin y conflictos

    intestinos expresaron el otro entripado: el de las clases sociales a la hora de ir por el

    fuego, la movilizacin, la ley, la tumba, el billete o el silencio.

    Entre ambos ese nexo posible, que acaso permita pensar ese friso de dignidades y

    traiciones que son nuestro pasado y nuestro presente: la vida, la muerte y el despus del

    alcortense Jos Ignacio Rucci.

    Y las vidas robadas del ms de medio centenar de militantes polticos y sociales que -

    desde 1973 a 1976- fueron vctimas del terrorismo de Estado en la regin. Vidas que

    este libro intenta, en un trabajo todava incompleto- apenas nombrar.

    Patria o muerte / venceremos

    Estamos convencidos, desde nuestro oficio de periodistas, de aquello que nos ensearan

    las Madres de los pauelos hace tanto tiempo atrs: el antnimo del olvido no es la

    memoria. Es la justicia.

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    Actos

    La Comuna de Alcorta, a travs de la ordenanza nmero 1689/07, premi en acto

    pblico a uno de sus hijos ms dilectos. Fue el 26 de septiembre de 2007, un da

    despus de haberse cumplido treinta y cuatro aos de su muerte. Se trataba de Jos

    Ignacio Rucci, pregonero, pen, limpiador de tripas, bombonero, mozo de bar, obrero

    fabril, lder sindical, y la citada ordenanza enumeraba razones y decisiones: Que este

    incansable trabajador es un hito dentro de nuestra historia nacional y merece ser

    homenajeado por la tierra que lo vio nacer. Que es justo homenaje a su persona otorgar

    su nombre a la plaza que se encuentra sita entre las calles 9 de Julio y Alvear. Que dicho

    espacio pblico ser adems sitio para albergar un busto con la enaltecida figura de don

    Jos Ignacio Rucci.

    Los redoblantes y el clamor de las decenas de hombres con pecheras de la Unin Obrera

    Metalrgica (UOM), llegados a Alcorta en colectivos rentados para la ocasin desde

    seccionales como Campana o La Matanza, dieron la nota de color en medio de los

    discursos de las autoridades locales, provinciales y gremiales.

    As, se dijo, este pueblo del sur de Santa Fe saldaba su deuda con el pequeo gran

    gigante: uno de los mentores del regreso en 1973 de Juan Domingo Pern al pas.

    El acto, en el que la palabra Montoneros, agrupacin responsable de la muerte del

    dirigente, sobrevol sin ser mencionada, sirvi de plafn para que el hijo del extinto,

    Anbal Rucci, dejara sentada su posicin respecto de la violencia poltica de los aos

    70, el papel que jug su padre en ese contexto como representante de la UOM y

    secretario general de la Confederacin General del Trabajo (CGT) y,

    fundamentalmente, sobre las nociones de justicia y verdad histrica: Ayer me llamaban

    de muchas radios dicindome que se cumplan treinta y cuatro aos del asesinato de

    Jos Ignacio Rucci. Yo dije no, estn equivocados: se cumplen treinta y cuatro aos de

    impunidad, sostuvo Anbal Rucci, y agreg que por eso ayer en La Chacarita me

    tom el atrevimiento, con todo respeto y con toda humildad, de decirle al presidente de

    la Nacin, a nuestro presidente de la Nacin, respetando su investidura, que tome en

    cuenta que Jos Ignacio Rucci tambin est dentro de los Derechos Humanos.

    Tales definiciones, lejos de ser inocentes, pudieron perderse en la simple proclama, pero

    lo cierto es que volvieron a poner en escena las claves de una dcada que marc a la

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    Argentina del nuevo siglo: el drama del peronismo, dividido entre ortodoxos y

    revolucionarios; el rol de buena parte del sindicalismo en esa puja, con participacin

    directa en la llamada Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), grupo parapolicial

    nacido para controlar el avance de los zurdos dentro del movimiento y ms all de l;

    la supuesta igualdad de fuerzas a la hora de pensar la accin de los grupos

    guerrilleros, tanto peronistas como marxistas, y de los aparatos del Estado puestos al

    servicio de una cacera a secas, funcional al poder del capital concentrado; la

    reconstruccin de esos hechos, su relato y su traduccin a escala judicial.

    Fue en la maana del 26 de septiembre de 2007 y en Alcorta, lugar donde, amn de una

    plaza y un busto, nada pareci tener demasiada relacin con esos sucesos. Sin embargo,

    una historia que no admite elegas estaba ah, al alcance de la mano.

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    Lo que vendr

    A mediados de 1973, a los pocos das de la asuncin de Hctor Cmpora como

    presidente de los argentinos, un curioso accidente automovilstico sesgaba la vida de

    una enfermera, al tiempo que dejaba gravemente heridas a otras dos personas. El dato

    sera anecdtico, si no fuera porque los tres ocupantes del automvil eran delegados

    gremiales, y por esos das encabezaban la toma del Hospital General San Martn de

    Firmat, ciudad a la que regresaban despus de una reunin con las autoridades de

    gobierno provinciales en Santa Fe capital.

    La muerte de aquella trabajadora y dirigente sindical se constituye, a la luz de la historia

    que vendr, en el primer atentado perpetrado en el pas por uno de los grupos de tareas

    o patotas que confluirn, poco tiempo despus, en la organizacin paraestatal

    denominada Triple A.

    Despus de la dictadura militar 66-73, el 25 de mayo de 1973 qued restablecido el

    orden constitucional. Pero finalizados los 49 das de la presidencia de Hctor Cmpora

    (25 de mayo-13 de julio de 1973), durante las presidencias de Lastiri (13 de julio - 12 de

    octubre de 1973), Pern (12 de octubre - 1 de julio de 1974) y sobre todo durante la

    presidencia de Isabel Pern (1 de julio de 1974 - 24 de marzo de 1976) la represin

    sigui un ritmo creciente contra peronistas de izquierda, lderes sindicales

    antiburocrticos, activistas sindicales de las grandes empresas, abogados, periodistas,

    relata Alejandro Teitelbaum en el artculo Represin en Argentina y memoria larga,

    publicado en abril del 2006.

    Teitelbaum recuerda que el informe Nunca Ms, elaborado por la Comisin Nacional

    sobre la Desaparicin de Personas (Conadep), contabiliz 458 asesinatos durante ese

    perodo (19 en 1973, 50 en 1974 y 359 en 1975), obra de grupos parapoliciales, que

    actuaron principalmente con el nombre de 'Triple A', dirigida por Jos Lpez Rega,

    ministro, sucesivamente, de Cmpora, Lastiri, Pern e Isabel Pern y secretario privado

    de los dos ltimos.

    En su libro Historia de la Censura, Fernando Ferreira certifica: La complicidad del

    Estado con los crmenes era evidente. La prdida del valor de la vida corra paralela con

    el cercenamiento de las libertades democrticas. Persecucin en las universidades y en

    las fbricas, intervencin de medios de comunicacin, prohibicin de revistas, pelculas

    y libros, detenciones y fusilamientos. La Triple A escriba con sangre el oscuro prlogo

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    de los aos por venir. Comisarios de la polica federal; agentes de las policas

    provinciales; militares retirados y en actividad; matones de las patotas sindicales;

    delincuentes comunes; ms la complicidad de la embajada norteamericana, dieron

    forma a esta organizacin que actu con impunidad, organizada y coordinada desde las

    estructuras mismas del poder de los estados provinciales y nacional.

    La Triple A lleg a publicar peridicamente en los medios de difusin masiva listados

    con los nombres de aquellas personas que seran asesinadas si no abandonaban el pas.

    En los aos que van de fines de 1973 hasta marzo de 1976, la organizacin paramilitar

    cometi no menos de un millar de asesinatos.

    Para la historia ms difundida de la Triple A, su presentacin fue en noviembre de 1973,

    en un atentado donde result gravemente herido el diputado radical Hiplito Solari

    Yrigoyen. Sin embargo, ste trabajo periodstico revela ms de medio centenar de

    muertes en estos arrabales del sur de la provincia de Santa Fe, parte de una larga y

    siempre incompleta lista de atentados, secuestros y amenazas, demuestran que los

    grupos parapoliciales, sostenidos con el dinero de grandes empresas de la regin,

    funcionaron todava antes de la aparicin de la denominacin Triple A, que en la

    prctica pudo servir a los fines de coordinar la accin de estos grupos en los grandes

    centros industriales del pas.

    Como bien lo describe Alejandro Teitelbaum en el trabajo citado: ya antes haba

    comenzado la represin contra el movimiento obrero: el 17 de julio de 1973 fue

    intervenida la CGT de Salta y en esos das se produjeron ataques armados contra la

    CGT, SMATA y Luz y Fuerza de Crdoba. Dicha represin incluy tambin en 1973 el

    asesinato de militantes sindicales: Carlos Bache, del Sindicato de Ceramistas de Villa

    Adelina, el 21 de agosto, Enrique Damiano, del Sindicato de Taxistas de Crdoba, el 3

    de octubre, Juan vila, de la Construccin de Crdoba, el 4 del mismo mes, Pablo

    Fredes, de Transportes de Buenos Aires, el 30 de octubre, Adrin Snchez, de Mina

    Aguilar, Jujuy, el 8 de noviembre de 1973. Los asesinatos polticos, de abogados y otros

    profesionales y de activistas sindicales siguieron en 1974 y 1975 a un ritmo creciente, y

    los sindicatos ms combativos fueron intervenidos y sus dirigentes encarcelados.

    El atentado de junio de 1973 en las cercanas de Firmat, las muertes en octubre de ese

    ao del periodista Jos Colombo, en San Nicols, y del dirigente peronista Constantino

    Razetti, en la ciudad de Rosario, llevan tempranamente las marcas de esa organizacin.

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    Marcas que anticiparon los mtodos que los grupos de tareas de la dictadura, a partir de

    marzo de 1976, haran abierta poltica de Estado. Y que demuestran tambin el accionar

    de estas bandas todava antes de su organizacin y coordinacin desde el Ministerio de

    Bienestar Social de la Nacin. Acciones pagadas con fondos provenientes de empresas

    asentadas en la regin, y con la participacin de uniformados y miembros de la pesada

    de diversas organizaciones gremiales, y el conocimiento y la aprobacin de funcionarios

    de los gobiernos de turno.

    Como herramienta de control de las patronales sobre las organizaciones sindicales,

    como instrumento de los sectores dominantes de la Argentina de los tempranos '70 para

    mantener sus privilegios, la Triple A se inscribe en un registro histrico, tambin en la

    crnica poltica de nuestro pas. All est, antepasado aristocrtico pero igualmente

    temible, la llamada Liga Patritica, nacida en enero de 1919 como brazo paramilitar del

    gobierno radical encabezado por Hiplito Yrigoyen, en su poltica represiva contra las

    organizaciones obreras.

    En el libro Nada ms que la verdad los periodistas Martn Granovsky y Sergio

    Ciancaglini remarcan que la Triple A empieza a instalar la idea de que los muertos

    podan ser 'subversivos', una palabra que poda abarcar a un sacerdote, un delegado

    gremial, un profesor, un militante poltico o un estudiante (...) aunque no empuara

    armas ni formase parte de grupos guerrilleros.

    Cruces / Desde la historia. El terror y sus ligazones

    La historia de las fuerzas paraestatales o parapoliciales en la Argentina no es privativa

    de la dcada del 70. Podramos ubicar su comienzo en los aos inaugurales de nuestras

    democracias, durante el gobierno de Hiplito Yrigoyen, referente de la Unin Cvica

    Radical y primer presidente de la Nacin elegido por la ley de sufragio universal,

    secreto y obligatorio en 1916.

    Dicho acontecimiento abri la puerta a la participacin poltica de nuevas franjas de la

    comunidad, y al mismo tiempo inici un perodo de desconfianza e intrigas en las clases

    acomodadas, temerosas de que la derrota en las urnas hallara su reflejo en una derrota

    econmica. Para stas, la preocupacin que generaba la demanda obrera, en coyunturas

    dominadas por las consecuencias de la Primera Guerra y en un pas basado

    principalmente en la exportacin de materias primas, se sum al rechazo por la figura

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    caudillezca del lder radical, supuestamente blando y permisivo ante el reclamo de los

    trabajadores y de la chusma en general.

    El peligro de una disgregacin nacional corporizado en las masas inmigrantes, y el

    correspondiente rescate de los smbolos de la argentinidad, incluida la imagen de los

    gauchos a los que pocas dcadas antes haban eliminado, ejrcito mediante,

    constituyeron el primer argumento de las elites. A esto se agreg el temor de que las

    influencias de la revolucin rusa de 1917 tuvieran un eco favorable en estas tierras,

    sospecha basada en el auge del anarquismo y el socialismo entre los obreros.

    El mvil que empuj a las elites a cambiar declamaciones por armas tuvo lugar en

    Buenos Aires, en el verano de 1919, con la huelga de trabajadores metalrgicos de la

    firma Vasena. Estos hechos, que por sus sangrientas consecuencias son recordados hasta

    hoy como los de la semana trgica, marcaron un cambio en la poltica de Yrigoyen

    respecto de su intervencin en los conflictos sociales, apelando esta vez a la represin, y

    dieron origen a un grupo parapolicial seero en las minucias del reviente: la Liga

    Patritica Argentina. Confluyeron en ella los grupos ms diversos: la Asociacin del

    Trabajo una institucin patronal que suministraba obreros rompehuelgas, los clubes

    de elite, como el Jockey, los crculos militares la Liga se organiz en el Crculo

    Naval, o los representantes de las empresas extranjeras. Conservadores y radicales

    coincidieron y se mezclaron en los tramos iniciales su presidente, Manuel Carls,

    fluctu durante su vida entre ambos partidos y el Estado le prest un equvoco apoyo

    a travs de la Polica, dice el historiador Luis Alberto Romero en su libro Breve

    historia contempornea de la Argentina.

    Ms all de la obvia responsabilidad del yrigoyenismo en esta cuestin, el escritor y

    periodista Osvaldo Bayer concibe a la Liga en trminos de clase, con base, justamente,

    en las clases altas y media alta. Todos aquellos que tienen algo que perder en caso de

    un alzamiento obrero, si bien saben que cuentan con el ejrcito como aliado, no por ello

    dejan de preparar sus autodefensas, afirma en su investigacin La Patagonia Rebelde.

    Quienes han estudiado este fenmeno en detalle expresan que una de las facetas a

    destacar a la hora de hablar de la Liga Patritica es la difusin y organizacin que logr,

    alcanzando sus brigadas a extenderse a lo largo y a lo ancho del pas, abarcando

    ciudades y zonas rurales. Lo ms importante de la Liga Patritica fue, tal vez, su

    organizacin en los ms alejados pueblos y el espritu de cohesin que dio a patrones y

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    propietarios, adems de la influencia que tuvo en autoridades, en las fuerzas armadas y

    en la polica, sigue diciendo Bayer. En cuanto a uno de sus principales cerebros,

    Manuel Carls (para muchos un predecesor del Lpez Rega de los 70), en el artculo

    Gualeguaych 1921: apuntes sobre la cuestin social, el historiador Daro Carraza

    sostiene que ste lleg a crear cerca de mil brigadas de la Liga Patritica en todo el

    pas, y agrega que tal agrupacin no quera quedarse sola en su lucha contra las ideas

    progresistas; es por ello que se encargaba de estimular a sus aliados. Peridicamente

    reparta premios y condecoraciones entre agentes de polica, pesquisas, bomberos,

    comisarios, soldados, suboficiales y oficiales del ejrcito y la marina.

    Las llamadas brigadas femeninas tambin formaron parte de la Liga, lideradas por

    mujeres pertenecientes a familias de cmoda posicin econmica, e integradas incluso

    por empleadas domsticas y trabajadoras fabriles unidas en el catolicismo.

    La actividad de este grupo parapolicial no fue menor en el desgaste de aquella incipiente

    democracia. Su razn de ser, en resumen el control de toda agitacin y organizacin que

    pusiera en cuestin el poder del establishment, fue reconocida a toda pompa a partir del

    primer golpe de Estado de la historia argentina, ese que en 1930 termin con el segundo

    mandato de Yrigoyen y llev al gobierno al general Jos Flix Uriburu.

    La Liga Patritica no estuvo sola en su batalla: tal vez con menor trascendencia,

    aunque igualmente temibles, la Liga Republicana, la Legin de Mayo, la Legin Cvica

    aportaron lo suyo al terrorismo paraestatal. En relacin a estas estructuras represivas,

    con la salvedad en este caso de una firma oficial contante y sonante, merece

    mencionarse la Seccin Especial contra el Comunismo, creada durante la presidencia de

    Agustn P. Justo (1932-1938).

    El sur de Santa Fe, desde luego, no estuvo fuera del radio de accin de tales organismos.

    Desde los aos 20, muchos lderes sindicales, obreros y chacareros conocieron sus

    mtodos, aunque ese huevo incubara una serpiente an ms brutal. Un animal que hacia

    la dcada del 70 sincerara su alianza con el gran capital a pura y desgarradora

    mordida.

    La campaa del '72

    Hacia 1972 se lanzan las candidaturas para las elecciones que devolveran al pas a la

    democracia, cumplido el tiempo de las dictaduras encabezadas por los generales Juan

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    Carlos Ongana, Roberto Levingston y Alejandro Agustn Lanusse. El Frente

    Justicialista de Liberacin Nacional (FREJULI), bajo la candidatura de Hctor Cmpora

    y Vicente Solano Lima, reunira al Partido Justicialista con diversos aliados: el Partido

    Conservador Popular, la Democracia Cristiana, y entre otros el Movimiento de

    Integracin y Desarrollo (MID).

    La reimplantacin del Estado de Derecho se lograba ante una sociedad

    hipermovilizada, seala la licenciada en historia Lilian Ferro en su ensayo Mujeres y

    participacin poltica. El caso de Santa Fe en los '70. Al mismo tiempo, la autora

    describe la geografa social de los primeros aos de la dcada del '70 como una

    instancia a la cual sectores de la resistencia peronista, con sus organizaciones armadas

    y grupos consolidados de militancia de base llegan enfrentados con la burocratizacin

    de sectores sindicales y partidarios peronistas.

    En la provincia de Santa Fe, el Partido Justicialista rechaz la frmula de FREJULI

    integrada por Carlos Sylvestre Begnis, del MID, y Eduardo Flix Cuello, hombre del

    peronismo ligado a la Unin Obrera Metalrgica (UOM). Una frmula encabezada por

    el capitn retirado Antonio Campos y el dirigente sindical Alberto Bonino, surgi para

    disputar el poder provincial.

    Campos haba hegemonizado el proceso de la reorganizacin partidaria provincial,

    desplazando no slo a sectores de izquierda o combativos, sino tambin a un conjunto

    de dirigentes 'tradicionales' y representativos del peronismo provincial. Ello provoc un

    fuerte embate, entre otros, de la UOM, la UOCRA y el Sindicato de la Carne, cuenta la

    historiadora Cristina Viano. La negativa del capitn retirado a abrir las listas a

    representantes de otros sectores defini entonces que el justicialismo concurrira

    dividido a las elecciones del 11 de marzo de 1973.

    El sistema adoptado para las elecciones fue el ballotage, que planteaba una segunda

    vuelta para el caso en que ningn candidato superara el 50 % de los votos. La divisin

    de la principal fuerza electoral motiv un nuevo llamado a las urnas, el 15 de abril de

    aquel ao. All, la frmula de Sylvestre Begnis y Cuello se alz con la mayora de los

    votos. El veterano lder del MID llegaba al gobierno de la provincia, como en 1958, de

    la mano de los votos peronistas.

    El joven abogado Roberto Rosa fue el funcionario ms cercano a Sylevstre Begnis. Se

    conocan desde la primera mitad de la dcada del cincuenta. Lo acompa como

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    concejal, director de Trabajo, diputado provincial ucrista en la presidencia de Arturo

    Illia, y fue su abogado personal durante la dictadura del general Ongana. En su artculo

    Cuando el sur fue gobierno, Miguel De Marco cuenta que en la campaa de 1972 tuvo

    una actuacin de primer orden valindose de su capacidad como hombre de enlace entre

    el MID y el peronismo.

    Rosa, dice De Marco, era uno de los abogados que trabajaron por la libertad de los

    presos polticos de origen justicialista detenidos por el gobierno militar. En ese rol de

    enlace, Rosa comparti aquella campaa con exponentes de la vieja guardia del '45,

    como el Colorado Di Marco; y con representantes del sindicato de la Carne, como el

    Lalo Cabrera; del calzado, los garagistas y la poderosa UOM.

    Por su parte, Viano describe aquella campaa, que se caracteriz por mujeres y

    hombres en las calles, por multitudinarios actos en plazas y parques animados sobre

    todo por sectores juveniles.

    La utopa color del ro

    Recostada sobre el ro Paran, el ro marrn pariente del mar, Villa Constitucin

    resguarda parte de la historia obrera. A 53 kilmetros de Rosario y a slo 7 kilmetros

    de San Nicols, la ciudad se convirti gracias a empresas como Acindar, Metcon, o

    Marathon en un punto fundamental en ese cordn industrial que supo dibujarse desde

    La Plata hasta Puerto General San Martn.

    Hacia 1970, el Departamento Constitucin, en el sur provincial, contaba con una

    poblacin total de 62.806 habitantes. Slo en la ciudad cabecera, Villa Constitucin, se

    radicaban 26.050 pobladores, de los cuales alrededor de 8.000 eran asalariados del

    sector metalrgico. En su gran mayora hijos de chacareros que llegaban a la ciudad

    buscando un trabajo estable; o migrantes de paisajes un tanto ms lejanos, como Chaco

    o Corrientes, que trazaban la esperanza de los turnos completos y la produccin en serie.

    A comienzos de la dcada del '40, la familia Acevedo haba fundado Acindar, que se

    convertira en la planta de laminados ms importante del pas. Ya en la dcada del '60, y

    en sociedad con la firma de capitales alemanes Thyssen, crearon Marathon, una planta

    de laminados finos.

    Mientras tanto, tambin se asentaba en estos arrabales una subsidiaria de la Ford,

    dedicada a la fabricacin de piezas de fundicin para autos: Metcon.

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    De la mano de la poderosa Somisa, en San Nicols que ocupaba alrededor de diez mil

    operarios esas empresas dibujarn el mapa de la produccin de acero argentino, al

    tiempo que darn forma a la geografa social del sur provincial a lo largo de los ltimos

    sesenta aos.

    Como lo define el socilogo Agustn Santella en su trabajo La confrontacin de Villa

    Constitucin (Argentina, 1975), las grandes empresas de la zona de Villa Constitucin

    son pilares del rgimen de explotacin y dominacin y, sin dudas, la empresa Acindar

    es el protagonista central.

    Cruces / Desde la historia. Orgenes

    Segn consta en la libreta extendida por el Estado a la pareja Rucci-Galzusta en 1921,

    Jos Ignacio naci en Alcorta el 15 de marzo de 1924.

    Hijo de un inmigrante italiano oriundo de Atessa, llamado tambin Jos y afincado en la

    localidad santafesina desde fines del siglo XIX, y de Eulogia Hermelinda, alcortense,

    diecinueve aos menor que su esposo, el nio fue el primognito de una familia

    vinculada directamente al trabajo en el campo, y a sus incertidumbres.

    Para esa poca el pueblo ya haba legado su nombre a la historia de las luchas agrarias.

    Fue all, el 25 de junio de 1912, donde se declar el denominado Grito, una huelga en

    la que miles de arrendatarios de la pampa hmeda denunciaron la explotacin que

    venan sufriendo por parte de terratenientes y comercializadores, promoviendo reformas

    contractuales y confirmndole al pas, ahora con voz definida, que eran actores centrales

    del modelo agroexportador.

    Aunque iban por ms, hacia 1924 la inestabilidad era una constante para los gringos que

    pugnaban por la tenencia de la tierra. La situacin alcanzaba a las ramas laborales

    ligadas a la produccin rural, al extremo que de carrero, recibidor de granos y

    administrador de algunas estancias de la regin Jos Rucci padre se mud con los suyos

    a Morrison, en la provincia de Crdoba. Es ese el punto geogrfico sealado en Libro de

    Bautismos nmero 14 de la parroquia Santiago Apstol de Alcorta, definindolo como

    lugar de residencia de los Rucci-Galzusta al momento en que el pequeo Jos Ignacio

    fue librado del pecado original, el 14 de abril de 1925. Es ese el punto geogrfico en que

    naci tres meses despus, el 15 de julio, la primera de las hijas del matrimonio,

    Hermelinda Jovina Lelis.

  • 15

    La segunda, Noem Zumilda, vendra al mundo el 26 de agosto de 1927 entre las idas y

    venidas de una pareja que ya haba decidido que Alcorta era el espacio posible para que

    soltara el primer llanto. A pesar de esto, un nuevo xodo los llev a Llamb Campbell,

    en el norte santafesino, y all los encontr la temprana dcada del 30. Igualmente,

    Alcorta segua resonando como la mejor chance de que los tres cros empezaran a

    estirarse en un sitio ms o menos propio.

    Con Vzquez era otra cosa

    ngel Vzquez, el Negro, era el Secretario del Sindicato de la Alimentacin de

    Firmat. Haba llegado a la ciudad obrera desde Los Molinos. All haba nacido, en 1940.

    All haba estudiado, en la Escuela Nacional N 4. Lleg a Firmat en las conocidas

    migraciones internas, buscando el mango, con su experiencia como maquinista en

    buques de carga. Experiencia ganada durante la conscripcin, que por esas cosas de la

    suerte lo mand a la Marina. Como tripulante del Portaaviones Independencia dio un

    par de vueltas al mundo, y supo de otras geografas y otras miradas. En 1964, cuando la

    muerte de su padre, el Negro volvi a Los Molinos. Fue durante el sepelio que un

    familiar lo invit a probar suerte trabajando en Nestl. A los pocos das lleg a la

    ciudad.

    Entr en la firma, en la seccin de mquinas. Por esos aos, el trabajo era ms rstico,

    recuerda hoy un obrero jubilado que acompa a Vzquez ahora es ms moderno, con

    computadoras. Eso ocupa menos personal. En la oficina, por ejemplo, haba entonces

    veinticinco personas, y despus hubo nada ms que cuatro.

    Como buen proletario, Vzquez supo de paros, cesantas, y presiones. Tambin supo

    que su nombre figuraba en varias listas negras, que lo privaron del trabajo y el plato

    servido en la mesa. Entre changa y changa fue construyendo amistad, poltica y

    dignidades. Esas cuestiones, entre otras, lo llevaron a trabajar para construir, junto a

    compaeros como Jos Snchez y Pablo Sarqus, un sindicato fuerte, que se haga eco de

    las necesidades y demandas de los obreros. Fue el motor del Sindicato de Trabajadores

    de la Industria de la Alimentacin de Firmat, y en su casa de calle Independencia se

    concretaron las primeras reuniones.

  • 16

    Supo entonces de las amenazas cuando decidi no vender la palabra y enfrentar nada

    menos que al poder econmico de Nestl en Firmat, a los corruptos dirigentes sindicales

    de la provincia, y a sus mercenarios a sueldo.

    Jos Snchez lo acompa desde siempre. Lo acompa ms all de su desconfianza

    hacia los sindicatos, lo acompa desde su amistad, trabada en tiempos del servicio

    militar. Desde su casa de siempre en la ciudad de Firmat, Snchez rememora: nosotros

    no sabamos nada de la vida en una fbrica. Y Vzquez viene y nos dice: che, ac no

    hay sindicato, no hay nada. Le digo: no me habls de sindicatos; si tenemos que

    mezclarnos con los sindicatos, no cuenten conmigo. El Negro me dice: vos no sabs lo

    que ests diciendo, despus vamos a hablar. Yo no quera saber nada, hasta que

    Vzquez me demostr que hay sindicatos y sindicatos.

    Todava hoy, sus compaeros lo recuerdan como una persona ntegra, que jams

    negociaba los derechos de los trabajadores. El Sindicato trabaja por el local propio,

    desde donde construir un sanatorio, desde donde dar forma a una farmacia sindical. Con

    Vzquez a la cabeza, arranca a la empresa en esos aos el pago del 100% por horas

    extras, del 300% por trabajo en das feriados. Cuando peda aumento, si no daban,

    bamos al paro. El Negro era firme. A los de la empresa los tena cortitos, recuerda otro

    de los obreros que supo acompaar a Vzquez, hoy jubilado de la firma.

    Al mismo tiempo, el Negro intentaba organizar una CGT Regional que reuniera a los

    sindicatos de la zona sur de la provincia. Con Vzquez era otra cosa, coinciden todos

    quienes compartieron esos aos de pleno empleo, lucha y reivindicaciones.

    El modelo en cuestin

    De acuerdo a la mirada del periodista econmico Daniel Muchnik, autor de Argentina

    modelo. De la furia a la resignacin. Economa y poltica entre 1973 y 1998, en los

    aos del ltimo gobierno peronista se enfrentan dos modelos contrapuestos: el alentado

    por una burguesa transnacional, donde se alineaban los sectores agroexportadores,

    dominantes en el pas desde 1880; y una burguesa nacional, ms modesta, con menor

    poder y una historia reciente que la remontaba a la dcada del '30. Esa burguesa,

    reunida en la Confederacin General Econmica (CGE), se aliar con la Confederacin

    General del Trabajo (CGT) en su proyecto de desarrollo del mercado interno, con

    lmites a la presencia de capitales extranjeros.

  • 17

    En 1973 es esta alianza la que asume el poder. Sin embargo, sostiene Daniel Muchnik,

    el peronismo de los '70, que lleg con una gran esperanza popular al poder, no pudo

    responder a ninguna expectativa. En este pndulo endemoniado, har su recorrido por

    ltima vez. El peronismo alentar el caos definitivo que estaba esperando (y alentando)

    la burguesa transnacional para acceder definitivamente al control de la economa.

    El pas perder as, dice Muchnik, una oportunidad histrica de forjar un modelo de

    acumulacin nacional.

    Una Argentina que reflejaba en su economa la atomizacin y polarizacin de la

    realidad poltica, segn describe Muchnik, en una situacin que la muerte del

    presidente Juan Domingo Pern no har sino agravar. A Jos Ber Gelbard y Alfredo

    Gmez Morales al frente del Ministerio de Economa los suceder Celestino Rodrigo. Y

    sern las medidas aplicadas por Rodrigo las que quebrarn la historia econmica en

    estos arrabales: el ajuste ms violento de la historia argentina con un rgimen

    democrtico altamente politizado, sintetiza Daniel Muchnik.

    Cruces / Desde la historia. En tierras prometidas

    Nosotros nos habamos criado en Alcorta: nosotros ramos ms pobres que las ratas,

    ms pobres que no s qu. La familia de mi madre...todos eran muy pobres. Juntaban

    maz todos, mi abuelito, mis tos, todos. No es una deshonra ser pobre, pero honrado.

    Porque mire lo que fue Jos, un chico que se cri en el pueblo, pueblo chico..., dice

    Noem Rucci.

    Los estudios histricos no la desmienten. Hablan de un tiempo de desocupacin y

    deterioro de los salarios, de introduccin de maquinarias que afectaron en gran nmero

    el trabajo basado en la fuerza de los brazos. Hablan tambin de un repunte de la

    actividad sindical, a pesar de la dura represin policial que motiv su repliegue en aos

    anteriores, con el accionar en las reas rurales de la Liga Patritica Argentina hasta su

    lenta sumersin en un Estado abiertamente terrorista, a partir del golpe de Uriburu en

    septiembre de 1930.

    Comunistas, socialistas y un menguado anarquismo intentaban darle cauce a los

    reclamos obreros y Alcorta no era la excepcin. La armadura militar haba sido

    reemplazada por la armadura del fraude, y entre una y otra la segunda pareca otorgar

    mayor aire, sin desprenderse de sus ms caros instrumentos: el matonaje, el apriete, la

  • 18

    tortura, el gatillazo. No obstante, las lneas sindicales que se permitan la negociacin

    como mtodo, y no necesariamente la confrontacin directa, seguan ganando terreno de

    cara a la nueva intervencin estatal en el mundo del trabajo, esa que sera smbolo del

    peronismo por venir.

    Lejos an de la justicia social, la soberana poltica y la independencia econmica un

    pibe segua creciendo en un radio de 150 manzanas, ganando lo poco o lo mucho a los

    golpes, y aprendiendo las maas de un juego riesgoso, vertical.

    El gobierno de Sylvestre Begnis

    Carlos Sylvestre Begnis encontrara una provincia diferente a la que haba dejado en

    1962. Alejandro Damianovich, en su trabajo Las gobernaciones santafesinas, registra

    que al iniciar su mandato ante la Asamblea Legislativa, el flamante gobernador hizo un

    fro diagnstico, donde detall un fuerte dficit fiscal, sumado a una importante deuda

    pblica, en un marco inflacionario, con desocupacin y fuerte presin impositiva sobre

    las actividades productivas".

    Miguel de Marco, autor del libro Carlos Sylvestre Begnis, relata all que una de las

    primeras cuestiones a resolver por la cartera de Gobierno fue el delicado tema del

    copamiento de distintas instituciones: fbricas, hospitales, universidades, escuelas,

    comunas, peridicos y radios, entre otras, por parte de sectores y agrupaciones polticas

    que, una vez consumada la ocupacin, proclamaban distintos tipos de planteos. El

    fenmeno de las tomas, que caracteriz a la presidencia de Cmpora, fue un canal de

    confirmacin de derechos conculcados, al mismo tiempo que una demostracin de

    rechazo a todo aquello que simbolizara la continuacin del rgimen militar o al

    antiperonismo.

    De Marco detalla que en 60 a 70 comunas se vivieron escenas de gran dramatismo

    cuando sectores que perdieron en las elecciones tomaron por la fuerza los edificios

    comunales. Recuerda el ministro Rosa que una maana le notificaron de la toma de

    Los Quirquinchos por parte de militantes de la democracia progresista. Fue entonces

    que Sylvestre Begnis le dijo: 'Esto es un descalabro, si los demcratas se han avivado...

    orden el desalojo de todos con la polica porque estamos desbordados. Si los

    demcratas progresistas toman la comuna hemos perdido el control del Estado'.

    Entonces, la polica comenz a recuperar comuna tras comuna.

  • 19

    Al mismo tiempo, una de las medidas con mayor repercusin adoptadas por el entonces

    ministro de gobierno Roberto Rosa, fue dejar sin efecto las disposiciones por las

    cuales se colocaban vallas en los accesos a las comisaras, orden el retiro inmediato de

    toda especie de cerramiento de trnsito y pidi que se facilitara el uso del pblico a las

    mismas, por considerar que haban desaparecido las razones que haban impuesto la

    adopcin de esas medidas de seguridad, relata De Marco, y reproduce el compromiso

    que el por entonces ministro asumi ante los medios: Se propone este gobierno, y ya ha

    dado importantes pasos, separar de las funciones especficas de la institucin todo

    aquello que la converta en un apndice del Ejrcito y en un instrumento de represin de

    los movimientos populares.

    La lista Marrn

    El mayor fabricante de productos de acero para la construccin de un pas en creciente

    desarrollo, deca la publicidad que Acindar difunda en diferentes medios de

    comunicacin en los comienzos de la dcada del '70. Un ejemplo de nuestro aporte en

    obras fundamentales del pas es el Tnel Subfluvial Paran-Santa Fe, de pronta

    habilitacin, para cuya construccin se utilizaron 7.000 toneladas de productos de acero

    que llevan nuestro sello de calidad, completaba aquella publicidad, demostrando, al

    mismo tiempo, el crecimiento de la firma de la mano de la obra pblica.

    Hacia 1970 la seccional Villa Constitucin de la UOM, con base principal en los

    trabajadores de la empresa Acindar, sufra una serie de intervenciones dictadas desde la

    conduccin nacional del sindicato, en obvio acuerdo con las patronales. El surgimiento

    de un sector gremial disidente el Grupo de Obreros de Acindar (GODA) organizados

    gracias al trabajo constante de Orlando Sagristani, un militante sindical que vena de las

    luchas obreras de mitad de la dcada del '60 con vistas a las elecciones de cuerpo de

    delegados y comisin interna, en marzo de ese ao, haba acercado a Lorenzo Miguel,

    lder de la UOM, y a la familia Acevedo, por entonces dueos de la firma. El acuerdo

    sell la suerte de los trabajadores villenses: los dirigentes del GODA se vieron

    obligados a realizar un trabajo gremial clandestino.

    El GODA dio lugar a otras organizaciones sindicales, como el Grupo de Obreros

    Combativos del Acero (GOCA), el Movimiento de Recuperacin Sindical, y finalmente,

    la Agrupacin Metalrgica 7 de Septiembre Lista Marrn.

  • 20

    El abogado Jos Bodrero, por su parte, cuenta que sobre finales de la dictadura del

    general Ongana, nace en Villa Constitucin un movimiento vecinalista, del que

    participan representantes de los barrios de la ciudad. Este movimiento transita por

    diversos caminos en la poca del peronismo, pero que permite que nos encontremos en

    la Lista Marrn. A partir de ese momento paso a ser abogado de ellos. Aqu la cosa

    llega a tener una participacin bastante importante en el plano del sindicato, hasta que

    existe una doble actividad: se adhiere toda la poblacin, recuerda Bodrero.

    Tengo una teora un poco rara, pero tal vez acertada: yo creo que son los hijos de los

    que haban hecho el Grito de Alcorta, que haban emigrado de los campos con la ley de

    desalojo de Ongana, por un lado; y por otro lado tambin haba muchos de los hijos de

    los que haban luchado en la FORA, que exista en Villa Constitucin que era

    hegemnico, salvo por los ferroviarios, constituan la fuerza gremial. Y esas cosas

    quedaron, haba una memoria histrica que aflora nuevamente con la constitucin de la

    Lista Marrn remarca el abogado.

    En marzo del 73, el Movimiento 7 de Septiembre-Lista Marrn realiza en las puertas de

    la delegacin de la UOM una concentracin, donde exigen que se fije una fecha

    definitiva para la normalizacin del sindicato, que se construya un Policlnico en la

    ciudad y que se rinda cuentas del destino de los fondos por cuota sindical y ley 18.610.

    Haba comenzado la lucha en serio por la recuperacin de la delegacin sindical.

    Cruces / Desde la historia. Cowboys y pupitres

    Rucci era un tipo muy sociable, muy alegre. Tena una risa muy particular, muy

    cantarina: te haca sentir bien la risa de Rucci. A pesar de que era de familia humilde

    como yo, siempre estaba contento. Entablamos mucha amistad por nuestro entusiasmo

    por el cine. Nos agradaba mucho el cine de accin, esos actores recios que arreglaban

    muchas cosas a golpes, o las pelculas de cowboys. Nos ganbamos la entrada al cine a

    travs de la propaganda que hacamos por las calles, dice Lenin Columbich, amigo del

    Jos Ignacio de la adolescencia, evocando el rebusque en los aos crticos, cuando su

    padre, el dirigente gremial Antonio Columbich, ligaba garrotazos por su adhesin al

    comunismo y no quera que ni el nombre del hijo contradijera esa filiacin.

    El embrujo por los duros de la pantalla al estilo Buck Jones o Tim McCoy no se termina

    all, se extiende al recuerdo de la vieja sala Social Thtre, y cobra nueva vida en el

  • 21

    testimonio de Marcelino Arroyo, otro de los compinches del Rucci adolescente:

    Nosotros nos conocimos en el cine, en el Social Ttre. Repartamos propaganda por

    las casas.

    El rol de pregoneros tampoco les era extrao. Ambos entrevistados coinciden en eso, as

    como la palabra de Enrique Labrozzi, buceador de la historia de Alcorta, quien adems

    lo plasm en un poema titulado Aquel cine: Se anunciaba la funcin/ usando una

    bocina/ se paraban en una esquina/ repartiendo los volantes/ Marcelino Arroyo adelante/

    Jos Rucci lo segua/ de esa forma conseguan/ las entradas sin pagar/ una bomba hacan

    sonar/ y ver pelculas al instante, reza la cuarta estrofa del texto.

    Ms ac del celuloide, la realidad imitaba al arte: Haba una cosa muy notable en l,

    era muy peleador. Le gustaba la camorra. Se prenda vuelta a vuelta con algn

    compaero o con alguno de otro grado a las pias, y era un tipo que no se achicaba. Por

    ah vena uno grandote, porque l era petiso, y no le tena miedo: peleaba igual. Las

    peleas se arreglaban dentro de la escuela y despus se dirima el asunto en la plaza,

    dice Lenin Columbich acerca de su amigo Jos Ignacio, con quien tambin comparti el

    sexto grado en la desaparecida Escuela Fiscal N 180. Marcelino Arroyo lo reafirma

    dando cuenta de peleas a lo Hollywood, incruentas, desleales, donde yo lo defenda a

    l y l me defenda a m, y uno y otro eran carne y ua.

    A juzgar por los registros que an se conservan del citado establecimiento educativo, los

    maestros parecen haber advertido algo de lo que se cocinaba en sus aulas. La firma en

    tinta pluma del docente Patrocinio Villagoiz, al pie de las calificaciones de Jos Rucci

    en 1937 y 1938, rubrica la regular aunque aceptable conducta del alumno, con mejores

    notas en caligrafa, lectura, trabajo manual y ejercicios fsicos, un destacado aseo y su

    ms alto puntaje en dibujo.

    A Jos le gustaba dibujar. Dice el director de l, lstima que falleci el hombre, que

    tena las libretas de Jos. Unas clasificaciones...el mejor, idealiza Noem Rucci, y

    afirma que l le daba, me contaba un da, para que Jos le sombreara los mapas. Era

    muy inteligente, muy inteligente.

    Sin negar ni por un instante esa capacidad de su amigo de antao, Lenin Columbich

    sostiene que como alumno no era brillante, pero cumpla con lo que tena que hacer,

    como si la verdadera escuela del futuro lder de la CGT hubiera estado en otra parte.

  • 22

    El colmenar de industrias

    Cuando amaneca la dcada del '70, Firmat se levantaba como un fenmeno poco

    frecuente en el pas. Como lo refleja una crnica de la revista Agro Nuestro, de agosto

    de 1973, la ciudad del sur santafesino era un colmenar de industrias, con jerarqua

    internacional creciendo a impulso del progreso. La resea remarcaba que Firmat,

    apoyada en el desarrollo del agro y la industria, no es un lugar petrificado, esttico, es

    un lugar dinmico, capaz de crear un fenmeno infrecuente en nuestro pas: desarrollar

    un parque industrial independiente, a despecho de su reducida rea y poblacin.

    En esos aos, la geografa de la regin se escriba al amparo de nombres como

    Hugrimaq, Alcal, Establecimientos Metalrgicos Budassi, Industrias Agromecnicas,

    Establecimientos Durany, Nasazzi y Ziraldo SRL, Molineris y Ca, Talleres

    Metalrgicos Pricero, Metalrgica Indar, Flopermi SRL, sumados a ms de medio

    centenar de pequeos establecimientos. Y la fuerte presencia de dos firmas que

    marcaban el pulso de la vida cotidiana de Firmat: Roque Vassalli, cuyo fundador era por

    entonces intendente de la ciudad, y la poderosa Nestl, de capitales suizos, que se haba

    instalado en Firmat hacia 1951.

    La revista Agro Nuestro editada entonces por Federacin Agraria Argentina

    reproduce el testimonio de varios vecinos de la localidad santafesina: Lo que

    caracteriza a nuestra ciudad sostiene el relato del entonces presidente del Centro

    Comercial e Industrial, Camilo Alfredo Lpez es que no existen diferencias sociales,

    pues tanto el industrial como el comerciante o el obrero, concurren a los mismos

    lugares, frecuentan los mismos crculos, sin que se manifieste ningn tipo de

    discriminacin.

    Pero ese mismo agosto de 1973 de la resea de la revista, las crnicas policiales

    reflejaban otra cara de la ciudad santafesina: el auto en el que viajaban una mujer de 50

    aos, su hijo de 16 y un vecino de 56 aos era acribillado por las fuerzas policiales. El

    coche haba resultado sospechoso a los agentes del orden, sus ocupantes no escucharon

    la voz de alto, y la polica dispar.

    Cruces / Desde el presente. Marcelo Larraquy

    Periodista e historiador, Marcelo Larraquy es responsable de las ltimas investigaciones

    sobre la figura de Jos Lpez Rega, la conformacin de la Triple A y el papel de la

  • 23

    Justicia en el esclarecimiento de su accionar. Autor del best seller Fuimos soldados

    (2006), y junto a Roberto Caballero de Galimberti. De Pern a Susana. De Montoneros

    a la CIA. (2000), el inters por el pasado reciente marca su obra, tanto como las

    preguntas por la herencia que ese pasado dej en este presente de silencios y miedos

    sostenidos. La siguiente entrevista da cuenta de ello, y de una mirada que aporta lo suyo

    a los necesarios y nuevos signos de interrogacin.

    Qu relacin encontrs entre la Liga Patritica y la Triple A?

    Ambos grupos tenan bien clara la nocin del enemigo. En el primer caso, la clase

    trabajadora, el anarquismo, y actuaban en contra de la disolucin de la argentinidad.

    La Liga Patritica tena una poltica mucho ms pblica e institucionalizada que la

    Triple A, con muchos adherentes en el interior del pas. El mensaje era reforzar la

    argentinidad en contra de las ideas anarquizantes, extraas al sentir nacional. Aunque

    tena fuerzas de choque, y actuaba en forma paralela a la polica, su accionar estaba ms

    legitimado por la clase dominante, que la consideraba una fuerza pblica en su defensa.

    Poda actuar en forma pblica para romper una huelga, o detener (ilegalmente) y llevar

    a los sospechosos de ser antiargentinos a la comisara.

    En el caso de la Triple A, su accionar era mucho ms clandestino, aunque tambin tena

    como objetivo la represin ilegal como instrumento de terror, quiz mucho ms

    marcado que la Liga Patritica. En resumen, ambas tenan nocin del enemigo,

    actuaban en defensa de la argentinidad (en el caso de la Triple A, era mucho ms

    marcada la defensa del peronismo contra los infiltrados que queran, como decan,

    utilizar al peronismo para otros fines), con la distincin de que el accionar de la Liga

    Patritica era mucho ms pblico y estaba ms legitimado en la sociedad, como

    institucin cultural-poltica, que la Triple A, que actuaba slo en forma clandestina,

    aunque con amparo ilegal del Estado.

    Cmo ves la muerte de Rucci en relacin a la futura accin de las bandas

    paraestatales?

    Fue un disparador. El hecho decisivo para que la Triple A, que ya estaba armndose

    para actuar, terminara por definir su rol y saliera a la caza de sus enemigos. La muerte

    de Rucci termina por definir la imposibilidad de la negociacin entre los dos sectores y

    deja una va libre para la accin de las bandas paraestatales. De alguna manera

  • 24

    concentra las acciones de la derecha con la ultraderecha nacionalista y peronista, contra

    la izquierda peronista.

    Qu papel le asigns al llamado sindicalismo ortodoxo en la historia de la Triple A?

    Tenan el mismo enemigo y algunos elementos comunes. Al sindicalismo ortodoxo se

    le haban sumado algunos miembros del Concentracin Nacional Universitaria (CNU),

    como custodia bsicamente en el caso de la UOM. De todos modos, con los

    elementos policiales o de otras fuerzas de la Triple A haba una distincin importante:

    ellos no formaban parte orgnica del Estado, aunque podan pasar informacin a la

    Triple A sobre quines eran las comisiones obreras que les disputaban poder, en

    especial en el cordn industrial del litoral.

    Se habla de la reapertura de la causa de la muerte de Rucci con el argumento de que

    se trata de un crimen de lesa humanidad, es decir, perpetrado por organizaciones,

    como Montoneros y FAR, ligadas segn esta visin al Estado. Cmo ves esto?

    Considers a estas organizaciones como paraestatales, equiparables a la Triple A?

    No. Montoneros y FAR no tenan control del Estado en tiempos de Rucci, ni hicieron

    uso del Estado para el crimen. No me parece que pueda ser considerado de lesa

    humanidad segn lo que establece la Corte Penal Internacional. Es un caso de violencia

    poltica que aceler el enfrentamiento y la violencia, pero no es de lesa humanidad.

    El prlogo de la Triple A

    En la Firmat que tambin se hace eco de la primavera democrtica de 1973, encarnada

    en Hctor Cmpora, el Hospital General San Martn permanece tomado durante varios

    das por los gremios ms representativos de la ciudad. Fue en los meses de mayo y

    junio. Cuenta el periodista firmatense Mariano Carreras: la institucin presentaba

    ciertas anomalas que no eran bien vistas por los trabajadores. La toma fue encabezada

    por ngel Vzquez (Alimentacin), Oscar Zariaga (sector rural), Juan Salvadeo

    (Sindicato de los Metalrgicos) y Luisa Eva de Gmez (Delegada del Hospital).

    Horacio Zamboni fue el representante legal del Sindicato de la Alimentacin de Firmat,

    y seala que en mayo de 1973, con el gobierno de Cmpora, hubo una ocupacin

    general de fbricas y lugares pblicos en todo el pas, y en la provincia tambin. En

    Firmat se ocupa el Hospital. Lo ocupa no solamente la gente del hospital, sino que en

    apoyo de la gente del hospital lo ocupan los otros sindicatos de la ciudad. Los sindicatos

  • 25

    fuertes de la ciudad eran la UOM con un secretario general que simpatizaba con las

    ideas de Vzquez, que se llamaba Salvadeo, y era secretario adjunto de la UOM Venado

    Tuerto y el de la Alimentacin. Juntos haban organizado una CGT regional, con

    Vzquez y Salvadeo al frente. Ellos ocuparon el hospital, que incluso fue tiroteado un

    par de veces.

    En mitad de aquella ocupacin se registra la primera de las muertes producidas por los

    grupos de tareas que confluiran, poco tiempo despus, en la Triple A. Cuenta Zamboni

    que los referentes de aquella toma van a una reunin en Santa Fe, a la gobernacin o al

    ministerio de gobierno. Y sufren un atentado en el camino, le tiran encima un vehculo,

    y all muere la delegada del hospital, una enfermera, queda muy malherido Salvadeo,

    estuvo grave mucho tiempo y qued con secuelas, y Vzquez herido. Y fue claramente

    un atentado. Estamos hablando de mediados del '73.

    Para el reconocido abogado, aquel atentado que mutil la vida de la delegada del

    hospital de Firmat puede encuadrarse dentro de los crmenes de la Triple A en la regin,

    ya que sus autores son los mismos que despus fueron la Triple A. No puede decirse

    ac empez la Triple A, como investigacin policial sera fantstico, desde el punto de

    vista histrico sera el ideal conocer los detalles, pero eran ellos. La patota de la UOM,

    la patota de Cuello, en San Nicols la patota de Rucci, si se estudia la historia de San

    Nicols, cul es la diferencia entre la patota de la Triple A y la patota de Rucci?.

    Cruces / Desde la historia. Variaciones en rojo

    La Argentina llegaba al umbral de los aos 40 y en Alcorta el dato de que uno de cada

    cinco obreros industriales fuera metalrgico no despertaba mayor inters, pero la cifra

    estaba indicando algo. Como es lgico, otros eran los nmeros que concitaban la

    atencin: 55 centavos el kilo de carne, 20 centavos el kilo de galleta, 30 centavos el kilo

    de pan francs.

    Era la caresta de la vida y Antonio Columbich segua predicando la necesidad de un

    levantamiento popular, mientras haca reparto de pescado a bordo de un Ford T modelo

    27 color marrn antixido, adaptado como camioneta. Dicen testigos de la poca que

    Jos Rucci se prenda a modo de changa, cuestin que para los temerosos de un soviet

    local lo converta en un potencial comunista. No nos consta el hecho de que lo fuera,

  • 26

    pero s que Rucci supo de la vida sindical mucho antes de lo que se cree, y en un pueblo

    donde los dirigentes rojos podan ser bichos raros pero no desconocidos.

    Yo estuve en el sindicato de Oficios Varios, y l congeniaba con esas ideas de hacer

    siempre algo mejor. Hemos estado en Carreras, en Mximo Paz, rozndonos con la

    gente de trabajo. bamos a Rosario, a un congreso obrero...Muchas veces se rean de

    nosotros, gente madura: no les conviene venir ac. Pareca que era una joda, pero no

    era una joda porque ya pensbamos algo ms grande, apunta Marcelino Arroyo,

    revelando una faceta interesante de los pasos de Rucci por Alcorta: su temprana

    inclinacin por las instancias de organizacin de los trabajadores.

    Las inquietudes se trasladaban a viajes al centro-norte santafesino, a esas zonas que La

    Forestal segua explotando y que devastara hasta el abandono final, igual que a sus

    hombres. Fuimos dos veces a Calchaqu a ver a los obreros, las hachadas de lea. Con

    Antonio Columbich llevbamos maz, fruta. bamos a mirar cmo trabajaban, cmo se

    hacan las obras, dice Marcelino Arroyo, y suma en su relato a Miguel Richezze en el

    camin, aclarando que adems traamos lea, se venda ac. Cabe sealar que

    Richezze provena de una familia de militantes del comunismo, camaradas de

    Columbich. Valga la apreciacin en torno al jovencsimo Jos Ignacio Rucci, ese que se

    asomaba a nuevas realidades obreras a partir de, al menos, un marxista convencido, y

    que dejara Alcorta en breve hacia lo ms insospechado de lo insospechado. Personal e

    ideolgicamente hablando.

    1973

    El 3 de octubre de 1973, el periodista Jos Domingo Colombo es asesinado en la

    redaccin del diario El Norte, en la ciudad de San Nicols, donde trabajaba. Tena

    entonces 37 aos. El periodista Osvaldo Aguirre cuenta en un artculo publicado el 12

    de octubre del 2003 en el diario La Capital: El crimen de Colombo tuvo una

    particularidad en la lista de hechos adjudicados a la Triple A: sus autores fueron

    detenidos. El mismo da, cuando escapaban en direccin a Buenos Aires, la polica de

    Arrecifes detuvo a Juan Sanz y Ramn Bauchn Gonzlez, con un auto en el que

    llevaban granadas de mano y de gases lacrimgenos, una libra de trotyl y varias armas.

    La investigacin judicial determin que Sanz haba sido el autor de los disparos de Itaka

    que asesinaron al periodista. Tres aos despus, el 23 de septiembre de 1976, los dos

  • 27

    acusados fueron condenados a prisin perpetua. Sanz muri en prisin. Gonzlez tuvo

    un final acorde con su trayectoria: despus de 19 aos en prisin sali en libertad

    condicional. El 19 de marzo de 1993 fue detenido por la polica de San Nicols y

    torturado a golpes y con el submarino seco. Tres das despus muri, como

    consecuencia de la paliza recibida.

    Once das ms tarde, en la madrugada del 14 de octubre de 1973, Constantino Razzetti,

    bioqumico y dirigente justicialista, cae cosido a balazos frente a su casa, cuando

    regresaba de una cena del partido justicialista, en la que haba sido orador.

    En agosto del 2005, su hijo, Carlos Razzetti, impuls la reapertura de la causa en los

    Tribunales Federales de Rosario, luego que desde la Secretara de Derechos Humanos

    del Ministerio de Justicia de la Nacin se reconociera en un informe que se trat de un

    crimen de lesa humanidad. Tal y como lo sostuvo el fiscal federal Claudio Palacn ante

    los medios de prensa, el crimen de Razzetti fue poltico, resulta verosmil que haya

    sido cometido por la Triple A, encuadra en la calificacin de 'lesa humanidad', es por lo

    tanto imprescriptible y corresponde una investigacin amplia, profunda y sin

    limitaciones en el fuero federal.

    En su declaracin testimonial realizada ante el Procurador Fiscal, el doctor Ricardo

    Moiss Vzquez, a cargo de la Unidad de Asistencia para causas por violaciones a los

    Derechos Humanos, el 20 de abril de 2007 el ex-diputado provincial y militante

    peronista Juan Luis Chancho Lucero sostuvo que en el asesinato de Razzetti

    actuaron varias personas, el CNU (Concentracin Nacional Universitaria), el SAR

    (Sub-Area Rosario), que fueron los que asesinaron a Brandazza y son los mismos que

    luego participaron en las Tres A. Al llegar a la casa de Constantino, lo apuntan, el

    conoce a uno de los atacantes porque le dijo y vos que hacs aqu cosa que despus

    supe por contarlo la esposa.

    Lucero individualiz a varios de los responsables de la muerte del dirigente poltico, a

    quienes pudo reconocer en la cena de la que particip Razzetti la noche de su muerte:

    Lpez Quiroga, que haba pertenecido al grupo estudiantil de la CNU, donde haba

    trabado relacin con Walter Pagano y a quien conoca de un hecho en el sindicato de la

    construccin donde haba asesinado a una persona; un diputado calvo, de la Unin

    Popular del Partido Peronista de Bonino, y que tena relaciones con el Sindicato de la

  • 28

    Carne; y Tito Livio Vidal. Al mismo tiempo, sostuvo que desde el Sindicato de la

    Carne, con Luis Rubeo a la cabeza, haban amenazado a Razzetti.

    Las muertes de Colombo y Razzetti marcan el inicio de una larga lista de asesinatos

    polticos en la regin, con las marcas implcitas de la organizacin conocida poco

    despus como Triple A. Esa lista, incompleta todava, supera el medio centenar.

    Todos esos asesinatos permanecen todava impunes.

    Sus ejecutores, salvo raras excepciones, habitan un fantasma annimo. Los nombres y

    apellidos del centenar de miembros que tuvo la Triple A en la regin, sus motivaciones,

    sus por qu, se esconden no gratuitamente bajo el nombre de miembros de un grupo de

    tareas, como si as pudiera cerrarse la crnica roja de estos arrabales.

    Tambin se esconden en la noche del olvido los nombres de quienes, desde el poder

    econmico, crearon y solventaron el accionar de esos grupos, como as tambin el de

    quienes cobijaron y consintieron su accionar desde el plano poltico.

    Sin embargo, los relatos de esos crmenes, silenciados en los discursos oficiales,

    sobreviven en la memoria de los compaeros de entonces, en recortes amarillentos de

    diarios a medias guarecidos, en libretas de ocasin, en el miedo tambin. A partir de

    esos retazos puede trazarse el mapa de la sangre en la regin.

    Y tambin puede escribirse una crnica de lo que pudo ser, y no fue. De los proyectos

    polticos truncos. Del futuro de un pas mutilado.

    El mapa de la sangre que empezaba a trazar su geografa de vidas ajenas, de vidas

    robadas.

    Cruces / Desde la historia. Horizontes

    Y pap se va: en Alcorta haba una miseria brbara. Se va al norte, a la estancia de un

    sobrino. Despus, al poco tiempo, lo manda a buscar a Jos, cuenta Noem Rucci. El

    norte al que refiere de manera general es Hersilia, pueblo cercano al lmite con Santiago

    del Estero, en el departamento San Cristbal, al que Jos Ignacio opt por dirigirse,

    dejando inconclusos sus estudios secundarios.

    Lenin Columbich agrega al respecto que l concurri a la Escuela de Oficios para

    Varones, y tambin estuvimos ah. Despus se retir, se fue, no termin, no s si fue un

    ao o dos, no recuerdo bien. Se fue a un pueblito que se llama Hersilia, y nos

  • 29

    escribamos, tenamos una correspondencia banal: hablbamos de cine, de actores. Tal

    es as que yo tena cartas hasta cuando vino la represin, pero una noche las quem

    porque la represin fue fulera. Despus me arrepent mucho, dice, entrando en pocas

    que a sus quince aos ni siquiera imaginaba, un lustro antes de su partida sin escalas

    hacia la Avellaneda que clamara por un tal Juan Domingo Pern.

    Pocos lo saban entonces, pero ese hombre del ejrcito de ascendencia india, espaola e

    italiana, nacido el 8 de octubre de 1895 en Lobos, provincia de Buenos Aires, ya haba

    sido promovido a teniente coronel; ya haba publicado tres libros sobre historia

    castrense y uno sobre diversas caractersticas de la Patagonia; ya haba ejercido como

    docente en la Escuela Superior de Guerra y haba enviudado de su primera esposa,

    Aurelia; ya haba sido agregado militar en Chile, previo envo a Europa; ya haba

    presenciado el acto multitudinario en que Mussolini declar a Italia aliada de Alemania

    en la Segunda Guerra, atesorando aquello de las vinculaciones entre lder y masa,

    Estado y sindicatos; ya haba sopesado el poder de las rdenes, conocido los secretos

    del espionaje, practicado el arte de la conspiracin; ya haba entendido que la verdad era

    una construccin en el marco de una tctica y una estrategia dadas; ya haba descubierto

    el camino hacia un nuevo estilo de conduccin poltica.

    Entre la frustracin del trabajo en Hersilia, extensivo a la vecina localidad de La Rubia,

    y la separacin de sus padres, Jos Rucci tambin pas por los cuarteles. Fue en la

    ciudad de Santa Fe, a donde lleg buscando una insercin laboral estable, aprovechando

    que all viva un to suyo, y se encontr haciendo el servicio militar.

    Sin documentos y sancionado por infractor al artculo 51 de la Ley Orgnica del

    Ejrcito N 12.913, al no presentarse en fecha para su incorporacin, los meses de

    recargo en la conscripcin terminaron por confirmarle que ese tampoco era su lugar. Al

    mismo tiempo, y con el desmembramiento familiar, su madre y sus hermanas se

    instalaron en Rosario.

    Cuando nosotros vinimos a Rosario vivamos con una ta en la calle 25 de Diciembre y

    Ayolas. Despus mi madre consigui trabajo: mi mam era cocinera del doctor Lucena,

    trabaj como veinte aos de cocinera. Y vinimos a vivir a la calle 1 de Mayo y Gaboto.

    Ah estaba Jos con nosotros, ya haba venido del norte y estaba con nosotros, dice

    Noem Rucci.

  • 30

    La vuelta al sur de Santa Fe signific una nueva esperanza, aunque por pocos meses: en

    las postrimeras de la dcada infame ciertos horizontes se agotaban rpido.

    Negocios y votos

    Para el mismo ao en que la Lista Marrn, de la mano de Alberto Piccinini, extenda su

    influencia entre los metalrgicos de toda la regin, Acindar formaba nuevo directorio.

    En 1973 la reunin de accionistas de Acindar, controlada por la familia Acevedo y la

    US Steel Company, form el nuevo directorio de la empresa, presidido por Jos Alfredo

    Martnez de Hoz, con Arturo y Jorge Acevedo en el directorio y Eduardo Acevedo de

    gerente general, sealan Martn Caparrs y Eduardo Anguita en su trabajo La voluntad.

    El negocio era floreciente: la estatal Somisa les venda materia prima a precios

    menores que el costo y exportaban buena parte de la produccin con dlares

    subvaluados, completan los autores. Solamente en el perodo 1970/1975 Somisa

    transfiri a Acindar ms de 100 millones dlares mediante los menores precios de los

    insumos, en este caso, por venta de palanquilla a un valor promedio menor al normal.

    Las elecciones de delegados de aquel ao dieron el triunfo a los sectores combativos del

    sindicalismo, encabezados por la Lista Marrn. Las comisiones internas electas en

    distintas fbricas fueron desconocidas por las patronales, y Lorenzo Miguel repiti la

    maniobra de tres aos antes: en febrero de 1974 envi a dos hombres de confianza como

    interventores de la delegacin: Jorge Ramn Fernndez y Lorenzo Oddone llegaron a

    Acindar el jueves 7 de marzo de 1974, abucheados por los trabajadores. Al da siguiente

    expulsaron de la UOM a once trabajadores: cinco de la comisin interna, y seis

    delegados de la Marrn.

    Nestl mata a los bebs

    Hacia mediados de la dcada del '70, la multinacional Nestl dirima en la justicia de su

    pas de origen, Suiza, su responsabilidad por la muerte, mala nutricin y lesiones

    cerebrales de numerosos bebs de pases subdesarrollados.

    El proceso surgi del documento Nestl mata a los bebs, elaborado por la organizacin

    inglesa Guerra a la pobreza, un estudio que describe cmo, a travs de medios

    publicitarios, los fabricantes de productos alimenticios para nios pequeos incitan a las

    madres del Tercer Mundo a abandonar la lactancia del pecho y usar el bibern de leche

  • 31

    en polvo, al tiempo que recopila los resultados de recientes encuestas efectuadas en

    pases del tercer mundo por la Organizacin Mundial de la Salud. En Chile, los bebs

    alimentados a bibern murieron en una proporcin triple que los amamantados por sus

    madres.

    Las encuestas reproduce en su edicin de marzo de 1976 la revista Crisis

    arrojaron que el 95% de las madres que haban escogido el bibern como mtodo de

    alimentacin de sus pequeos haban sido aconsejadas por enfermeras a sueldo de la

    firmas productoras de alimentos para nios. Entre ellas, la agresividad de la firma

    Nestl hace creer a las madres que la leche en polvo es el mejor nutriente.

    Los abogados de la firma, por su parte, sealaron que los excesos en propaganda

    obedecen a la concurrencia comercial.

    Cruces / Desde la historia. En la ruta del hierro

    Entrada la dcada del 40 los establecimientos metalrgicos en Argentina ascendan a

    16.000, con una expansin que en menos de diez aos igualaba la de casi medio siglo.

    Alrededor de 155.000 obreros de esa rama confirmaban el auge industrial, que por

    supuesto iba ms all de la siderurgia, iniciado en los aos 30, cuando la crisis del

    liberalismo y las posibilidades de comercio a nivel mundial obligaron al pas a

    desarrollar sus propios mecanismos de elaboracin de productos.

    En 1937 se realiz la primera colada de acero, y ya en 1938 fueron 5.000 las toneladas

    generadas, con una escalada en 1943 a 70.000 toneladas, cifra que estara a punto de

    duplicarse en 1945. El mismo camino de crecimiento seguiran los obreros metalrgicos

    en cuanto a su agremiacin: en el perodo 1941-1945 el nmero de afiliados a las

    centrales sindicales trepara de 2.000 a 100.000, y esa sera slo una parte de la historia.

    A ella podra sumarse el nacimiento de la UOM en 1943, hecho favorecido por las

    diferencias entre la nueva dirigencia y los lderes comunistas del gremio que nucleaba

    en exclusiva a los trabajadores del sector, el SOIM (Sindicato Obrero de la Industria

    Metalrgica).

    Mientras este proceso continuaba su curso, Jos Ignacio Rucci intentaba hacer pie en

    una Rosario ciertamente esquiva. El barrio La Tablada, zona que en el siglo XIX

    concentr mataderos y asilos, los llamados servicios marginales en la lgica del

    higienismo imperante, no dejaba de resultarle un brete. Ni siquiera su aficin al ftbol le

  • 32

    abri una puerta: en el club Central Crdoba la sombra del gran Gabino Sosa pesaba

    demasiado.

    Fue por entonces que Marcelino Arroyo visit la ciudad de Villa Constitucin, cercana a

    Rosario, y haba una concentracin y me encontr con Rucci, pero de obrero. La

    ancdota es til si se vuelve a pensar en los pisos de conciencia de un hombre que

    accedera al liderazgo sindical en momentos de la mxima ebullicin popular del siglo

    XX. Claro, faltaban dcadas y una serie de factores que dividiran como nunca las aguas

    entre el progresivo camino de la reivindicacin va gremios-Estado, y la necesidad de

    una revolucin en que la relacin patrn-laburante dejara de ser tal. Y entre ambas

    faltaba tambin el peronismo, igual que para el veinteaero Rucci.

    Exceptuando a los intelectuales de FORJA (Fuerza de Orientacin Radical para la Joven

    Argentina) con la crisis la ola gigante no se adivinaba, y el petiso buscaba trabajo,

    buscaba trabajo... y no encontraba. Se iba todos los das al frigorfico, al Swift: era para

    limpiar tripas. En aquel entonces vala 5 centavos el tranva, y a veces se vena de a pie

    porque mi madre no tena para darle para el tranva. Es lejsimos, en el Saladillo est el

    frigorfico, pero l se iba. Bueno, el pobrecito se cans: fue bombonero del cine

    Heraldo, bombonero del cine Alem, en Gaboto y Alem, y despus se cans. Ac no

    poda conseguir nada y le dice a mi madre mir mam, yo me voy a Buenos Aires

    porque ac no consigo nada, qu voy a hacer?, evoca su hermana Noem.

    Un camin que transportaba ejemplares del diario El Mundo lo llev a la Capital

    Federal. Era invierno y viaj atrs, llegu congelado, dira aos despus Jos Ignacio

    Rucci, en los das del asedio periodstico que ni el ms ortodoxo y nacionalista de los

    chamanes hubiera adelantado.

    Debajo del piso

    Hacia 1974, el socilogo Jos Luis de Imaz edita su libro Los Hundidos. Evaluacin de

    la poblacin marginal, resultado de una ardua tarea realizada dentro del plan de trabajo

    del Centro de Investigaciones Sociolgicas de la Facultad de Ciencias Sociales y

    Econmicas de la Universidad Catlica Argentina. En medio del pleno empleo, las

    luchas obreras y los proyectos de pas en pugna, aquel estudio supo echar luz sobre una

    Argentina en penumbras. La cara olvidada de una nacin en penumbras.

  • 33

    Los Hundidos es el producto del trabajo de un equipo interdisciplinario, que supo

    conjugar los pocos datos estadsticos existentes para trazar el mapa de una geografa

    compleja: la de un numeroso sector de la poblacin argentina viviendo en la pobreza

    extrema.

    En su trabajo, Imaz revela los rostros ocultos de la Argentina, aquellos que no se

    integran dentro de una sociedad, personas carentes de cosas y posibilidades de

    intervencin en el poder. Y ejemplifica: una persona que por su condicin econmica

    es rechazada en un nmero determinado de estratos sociales, que carece de las cosas que

    esa sociedad reputa como indispensable heladera, luz elctrica servicios comunes

    agua corriente. Salvo la expresin de su opinin en el momento de las elecciones,

    su decisin no gravita, como s lo hacen aquellos grupos que, por presin econmica o

    poltica tienen acceso al poder.

    El investigador explica que a esta poblacin marginal, que tiene sus caractersticas

    propias por darse en nuestra sociedad y hoy, haba que identificarla de un modo

    racional. Si lo que consideramos bsico para vivir, producir, sentirse humano, es la lnea

    divisoria, los que estn debajo de ese piso estn hundidos. Son los que tendrn menos

    posibilidades de ascender, son los que deben preocuparnos.

    El Villazo

    Los flamantes interventores de la UOM villense, Fernndez y Oddone, se presentan en

    la Planta acompaados de conocidos matones y rompehuelgas e intentan una

    provocacin obteniendo por parte de los obreros un contundente rechazo a lo que

    responden con la expulsin de toda la Comisin Directiva y un grupo de delegados. Una

    asamblea de los obreros de Acindar resuelve un Paro que rpidamente se transforma en

    ocupacin de la planta, record el dirigente ferroviario Tito Martn.

    ngel Porcu era entonces miembro de la comisin interna de Acindar, y recuerda as el

    comienzo de la huelga: Los portones fueron inmediatamente cerrados y controlados

    por piquetes obreros. Al personal jerrquico no se le permiti abandonar la fbrica y se

    le mantuvo encerrado en las oficinas de Relaciones Industriales. Las calles internas

    fueron obstaculizadas para que no circularan vehculos. Ms tarde se formaron nuevos

    piquetes para que se turnaran y rondaran por todos los portones. Cuando apareci el

    riesgo de la intervencin policial se utilizaron vagones del ferrocarril a los que se cruz

  • 34

    en las calles donde haba cruces de vas. Tambin se construyeron con las bandejas de

    madera barricadas con tanques de gas oil preparado todo para empapar las bandejas

    y prenderle fuego. Esa noche, con la entrada del tercer turno, se realiz una nueva

    asamblea general donde se resolvi que todos los turnos permanezcan dentro de

    fbrica. Cuando entr el cuarto turno, a las seis de la maana, tambin se quedaron

    adentro. Se formaron comisiones para pedir la solidaridad a las dems fbricas y a todo

    el pueblo.

    Naca para la historia obrera argentina uno de sus hechos ms recordados: el Villazo.

    Una huelga con toma de fbricas, control obrero de la produccin, organizacin de

    piquetes, colocacin de barricadas y grupos de obreros de autodefensa. All estaban los

    trabajadores de Acindar, de Metcon (subsidiaria de la Ford), de Marathon, de Vilber,

    pero tambin estaban all los obreros de los pequeos talleres contratistas de la regin.

    Y la solidaridad del gremio textil, portuarios, bancarios, docentes, el Centro de

    Comercio de Villa Constitucin, que adhieren a la huelga el mismo 8 de marzo, y de la

    Federacin Agraria Argentina, que hace llegar alimentos a los obreros en huelga.

    El sbado 16 de marzo, despus de una semana de lucha y movilizacin, y con la

    intervencin de emisarios del Ministerio de Trabajo, se lograba la firma de un Acta

    Acuerdo donde se estableca: Nombramiento de dos representantes obreros por cada

    una de las empresas (Acindar, Marathon y Metcon) para actuar en carcter de

    colaboradores exclusivos de las autoridades sindicales que tuvieran a su cargo la

    conduccin de la seccional hasta su normalizacin estatutaria. Se aceptan por ambas

    partes los siguientes plazos: 120 das para la normalizacin de la seccional y 45 das

    para la eleccin del Cuerpo de Delegados y de la Comisin Interna de Acindar. Se

    establece el compromiso de no tomar ningn tipo de represalias contra los trabajadores

    que participaron en el conflicto. Nombramiento de un delegado normalizador en

    reemplazo de Fernndez y Oddone.

    El mismo da sbado 16 se realiza una asamblea general de las tres fbricas en Acindar,

    donde se aprueba el acuerdo. Por la tarde, ms de 12.000 personas marcharon hasta la

    plaza principal, atravesando muchos de los barrios villenses: Gelotto, Palmar, Industrial,

    San Lorenzo, Luzuriaga, Malugani.

    Es que el pueblo ve y escucha, tiene memoria, tiene instinto, sostena el peridico El

    Descamisado tres das despus de aquel acto multitudinario. El rgano oficial de

  • 35

    Montoneros remarcaba que el acuerdo logrado por los metalrgicos constituye un

    rotundo triunfo de la clase trabajadora. Y una derrota de la burocracia. Que jams

    esper un resultado como este.

    Cruces / Desde la historia. Silueta portea

    Una pensin barata en el barrio de Boedo fue el primer refugio del joven Rucci,

    compartido con otros muchachos llegados desde Rosario que, como l, trataban de

    armarse un futuro y empezaban por elegir una divisa, la del San Lorenzo aquel que en

    un par de aos acuara goleadas, ttulos y un terceto de oro con Farro, Pontoni y

    Martino.

    En Buenos Aires nosotros tenamos un primo por parte de mi padre que trabajaba en la

    confitera La Cosechera. l fue, busc, lleg, y mi primo enseguida le dio trabajo. Era

    lavacopas, recuerda Noem Rucci.

    Ese invierno de 1943 no sera uno ms, ni en la vida de Rucci ni en la historia nacional.

    Los hombres del GOU (Grupo de Oficiales Unidos) eran el eje de las decisiones del

    gobierno que haba asaltado el poder formal semanas antes, el 4 de junio, y la consigna

    de poner fin a trece aos de poltica fraudulenta y entreguista, slo favorable a los

    sectores sociales acomodados, deba concretarse sin perder de vista otros aspectos: las

    presiones estadounidenses, con la excusa de la neutralidad argentina durante la Segunda

    Guerra, y el posible avance del comunismo a nivel local.

    Entre uno y otro margen el abanico de ideas e intenciones era bien amplio. En ese

    contexto ganaba espacio la figura de Juan Domingo Pern, ascendido de teniente

    coronel a coronel en 1941 y miembro del GOU, quien creca a impulso de una

    sagacidad poltica y una capacidad de liderazgo que no descartaba la mano frrea. Y que

    reparaba en ese actor vital, posible de encauzar desde el aparato estatal a los fines de un

    orden que no fuera mero apndice de la maquinaria yanqui ni del sistema sovitico: el

    movimiento obrero.

    Rucci no vea en esto ninguna predestinacin. De lavacopas pas a ser mozo de

    mostrador, y las calles de Flores, zona donde estaba ubicada la confitera en la que

    trabajaba, necesitaran treinta aos para conmoverse con un cuerpo tendido, invadido

    por el plomo. Su experiencia final en el rubro gastronmico fue en una sucursal de La

  • 36

    Cosechera en el barrio porteo de Belgrano, donde se desempe como ayudante de

    cajero. Pero en 1944 dio el primer gran salto: se incorpor a la rama metalrgica.

    Los 5.000 metros cuadrados de la fbrica Hispano Argentina, en Caballito, sirvieron de

    escenario para que el alcortense se iniciara en labores subalternas hasta alcanzar el

    puesto de tornero, en una industria que le provea al ejrcito material blico y motores.

    De las decisiones del GOU a las manos de Rucci se extenda un puente, que abrevaba en

    crecientes beneficios instrumentados desde la Secretara de Trabajo y Previsin, ya a

    cargo del coronel Pern. El vnculo se haca cada vez ms fuerte y la gran causa

    argentina los atraa como un imn.

    Ruralidades

    Para ese entonces, los hundidos rondan los dos millones y medio de personas.

    Gran parte de esa poblacin habita el medio rural, ocupados en tareas estacionales, con

    incapacidad para negociar el salario; ignorancia generalizada en cuanto a los montos

    salariales oficiales promulgados; inexistencia de una polica del trabajo

    institucionalizada como elemento de control; descuentos jubilatorios que raramente

    engrosan las Cajas Jubilatorias; dem para las prestaciones familiares... Debemos pensar

    que estas caractersticas son compartidas por unas 70.000 personas en la cosecha

    algodonera del Chaco, alrededor de 50.000 en Tucumn, por ejemplo, montos dentro de

    los cuales se incluyen residentes y transitorios... enumera el socilogo Jos Luis de

    Imaz en una entrevista de la revista Agro Nuestro, en septiembre de 1974.

    En su trabajo Los Hundidos, Imaz describe las llamadas Gamelas, grandes galpones en

    los que slo pueden vivir hombres. Se dan para peones rurales de las grandes

    explotaciones ovinas o de Vialidad o las petrolferas. No hay casas, y por lo general no

    estn previstas viviendas para familias rurales dependientes o peones acompaados,

    relata el investigador.

    Los gremios combativos

    El 20 de abril de 1974, el Club Riberas del Paran, de Villa Constitucin, fue el lugar

    elegido por los gremios combativos de todo el pas para realizar un Plenario

    antiburocrtico. Hasta all llegaron entre otros los dirigentes cordobeses Agustn

    Tosco, de Luz y Fuerza, y Ren Salamanca, de SMATA.

  • 37

    ngel Porcu seala que fueron Alberto Piccinini y DErrico, al volver de una serie de

    reuniones en Buenos Aires, quienes trajeron la propuesta de realizar un plenario de

    gremios y agrupaciones combativas clasistas con la participacin de algunas

    organizaciones polticas. Acordamos con el plenario pero no con la coordinadora dado

    que la mayora de los que participaran no tenan demasiada fuerza (salvo Villa y

    Crdoba) para que esta sea realmente representativa.

    Del encuentro participaron alrededor de 5.000 personas, con gran asistencia de

    estudiantes y delegaciones obreras de distintas partes del pas.

    El plenario, salvo la actitud de un pequeo grupo que insisti en impulsar la formacin

    de la coordinadora, se desenvolvi en forma favorable a pesar de la campaa de

    intimidacin, tergiversacin y difamacin sobre los fines del mismo que la burocracia

    despleg antes, durante y despus del plenario. Intil, los hechos demostraron que el

    Plenario del 20 de abril de 1974 fue un alto ejemplo de la solidaridad popular con la

    lucha de Villa Constitucin, memora Porcu.

    En su intervencin, Agustn Tosco seal que el Plenario demostraba un sentimiento y

    una conciencia nacional traducida en una solidaridad efectiva para derrotar a la

    burocracia.

    Aqu hemos hecho un acto de unidad, se ha escuchado hablar a compaeros de

    distintas tendencias partidarias; evidentemente aqu hay peronistas, hay radicales, hay

    socialistas y comunistas, hay independientes. Pero aqu estamos como clase obrera con

    el pensamiento particular que corresponda, pero por sobre todas las cosas siguiendo la

    tradicin histrica de nuestra clase. Todos, peronistas, radicales, socialistas, comunistas,

    estamos unidos para defender a la clase obrera que es nuestra clase, que es aquella que

    va a reivindicar los ms grandes derechos de la sociedad y la humanidad, describa

    Tosco. Y sostena el mtico lder sindical: Nosotros creemos y respetamos, y creemos

    que es una obligacin el partidismo de cada uno pero en esta patriada, contra un

    enemigo tremendo va nuestra solidaridad de clase y debe irse fomentando nuevamente,

    impulsando nuevamente la solidaridad con el pueblo de Villa Constitucin.

    Cruces / Desde la historia. Un tablero de siete dcadas

    La buena memoria seala que de las mutuales y sociedades de resistencia de fines del

    siglo XIX a la trama sindical de la dcada de 1940 haban quedado cientos de relatos de

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    lucha y de sangre, un nudo de caminos y de pensamientos, una profusin de siglas

    determinante para el futuro de Jos Rucci y del peronismo.

    Digamos entonces:

    Que en 1901 anarquistas y socialistas crearon la Federacin Obrera Argentina, la FOA,

    y que con predominio de los primeros esta se convirti pronto en la FORA, Federacin

    Obrera Regional Argentina.

    Que disconformes con esos lineamientos, en 1903 los socialistas y quienes seran

    reconocidos luego como sindicalistas revolucionarios dieron origen a la Unin General

    de Trabajadores, la UGT.

    Que dos aos despus, en su V congreso, la FORA tom la indeclinable decisin de

    hacer carne aquello del comunismo anrquico, y que su denominacin sera FORA V,

    en obvia alusin a su quinta y definitoria asamblea.

    Que en 1909 la UGT se disolvi a sabiendas de sus impulsores, los mencionados

    socialistas y sindicalistas revolucionarios, quienes en alianza con anarquistas disidentes

    de la FORA V conformaron la CORA, Confederacin Obrera Regional Argentina.

    Que en 1914 la CORA, sin haber podido fortalecer su estructura, promovi un regreso a

    las fuentes: la FORA.

    Que al ao siguiente la unin dej ver que no lo era tanto, y que en su IX congreso la

    FORA se parti nuevamente, esta vez entre los que siguieron firmes en su definicin

    por el comunismo anrquico y los que plantearon que esa lgica era inviable, y que la

    lucha no estaba divorciada de la conciliacin.

    Que en los libros de historia la lnea que respondi a la idea original sigue siendo FORA

    V, y que la otra tom para s las mismas cuatro letras, FORA, pero que su nmero

    romano fue el IX.

    Que en 1922 estos ltimos hegemonizaron un congreso tendiente a la unidad y con el

    apoyo de trabajadores autnomos y una minora anarquista, apartada de nuevo de la

    FORA V, dieron vida a la USA: Unin Sindical Argentina.

    Que en 1926 se produjo el nacimiento de la COA, Confederacin Obrera Argentina, a

    partir de grupos socialistas que se alejaron de la USA, sindicada como pro-sovitica.

    Que el sinceramiento de las polticas sindicales orientadas desde Mosc data de 1928,

    cuando los comunistas formaron el CUSC, Comit de Unidad Sindical Clasista.

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    Que