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Nihil Obstat + Lázaro Pérez Jiménez Obispo de Celaya Responsable de la Dimensión Pastoral de la Doctrina de la fe (CEM) Imprimatur: + Benjamín Castillo Plascencia Obispo de Tabasco Responsable de la Dimensión Pastoral de la Catequesis (CEM) Con las debidas licencias eclesiásticas. © DIMENSIÓN PASTORAL DE LA CATEQUESIS Comisión Episcopal de Pastoral Profética Reservados todos los derechos Habana N" 148 Col. Tepeyac Insurgentes Delegación Gustavo A. Madero C.P..07020 México, D. F. Primera edición, mayo de 2009. Primera reimpresión, agosto de 2009 1 -GUIA DE FORMACION PARA LOS CATEQUISTAS DE MEXICO. DIPAK Dimensión Pastoral de la

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Nihil Obstat+ Lázaro Pérez JiménezObispo de CelayaResponsable de la Dimensión Pastoral de la Doctrina de la fe (CEM)Imprimatur:+ Benjamín Castillo PlascenciaObispo de TabascoResponsable de la Dimensión Pastoral de la Catequesis (CEM)

Con las debidas licencias eclesiásticas.© DIMENSIÓN PASTORAL DE LA CATEQUESIS Comisión Episcopal de Pastoral Profética Reservados todos los derechos Habana N" 148 Col. Tepeyac Insurgentes Delegación Gustavo A. Madero C.P..07020 México, D. F.Primera edición, mayo de 2009. Primera reimpresión, agosto de 2009

Diseño de carátula: Carlos Obregón I. Diagramación: Andrés Saldaña H.

Impreso en México - Printed in México

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-GUIA DE FORMACIONPARA LOS CATEQUISTAS

DE MEXICO.DIPAK

Dimensión Pastoral de la Catequesis.Comisión Episcopal de Pastoral Profética.

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PRESENTACIÓN

"Aparecida reconoce que ha habido un gran progreso en la Catequesis [...] Sin embargo, el documento constata algunas deficiencias en la formación teológica y pedagógica de los catequistas". Es aquí donde se ubica la presente Guía de Formación para los Catequistas de México que se ofrece como un instrumento para subsanar esas deficiencias.Desde antes de Aparecida se ha venido insistiendo en la necesidad de tener criterios o líneas orientadoras que ayuden a ofrecer una formación integral a los catequistas. Esta necesidad se vuelve más palpable, ahora que la catequesis ha recibido un fuerte impulso en la Iglesia de nuestro continente.El mismo Directorio General de la Catequesis, además de ofrecernos una visión general de la formación, pide a las Conferencias Episcopales atender con especial esfuerzo el ministerio de la Evangelización y Catequesis.Por esto la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética que mis hermanos Obispos me han encomendado presidir, acoge y recomienda la presente Guía de Formación para los Catequistas de México, elaborada cuidadosamente por la Dimensión Pastoral de la Catequesis que preside Mons. Benjamín Castillo Plascencia, y que ahora ponemos en las manos de todos los agentes de la pastoral. Consideramos que será un valioso subsidio para la formación integral de nuestros queridos catequistas, insustituibles colaboradores en la difusión del Evangelio. Somos conscientes de la necesidad de formarlos con calidad, porque ellos están llamados a brindar un acompañamiento adecuado a los discípulos misioneros de Jesucristo en el proceso de la madurez en la fe.Animamos a todos los catequistas a que tengan un interés grande y generoso por su formación integral no sólo para realizar eficazmente su ministerio, sino también, para crecer en su propia experiencia de vida cristiana. Para esto es importante conocer, amar y seguir a Jesucristo vivo con fascinación, entusiasmo y perseverancia y así "mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que este. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en la Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos" (DA 14).

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Que María, que guardó con amor la Palabra en su corazón y la hizo vida para todos, sea nuestro modelo a seguir y compañera de camino.

Mons. José de Jesús Martínez Zepeda Obispo de Irapuato Presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética

GUIA DE FORMACIÓN PARA LOS CATEQUISTAS DE MÉXICO.INTRODUCCIÓN.

Actualmente, se advierte un mundo que se configura prescindiendo de la fe cristiana y aún de los valores más elementales de la convivencia humana. El avance científico y tecnológico no ha sido suficiente para dar respuesta a la apremiante exigencia de verdad y de bien que arde en el corazón del hombre y en el que muchos han puesto su esperanza. Por tal motivo, la Iglesia, que es "Luz de las gentes", tiene el deber de escrutar a fondo los signos de los tiempos y de interpretarlos a la luz del Evangelio de tal manera que responda a las perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura. La evolución vertiginosa en la que nos encontramos nos desafía, y más aún, nos obliga a dar una respuesta (Cfr. GS 4; ChL 44).Tal situación ha ocasionado una ruptura entre el Evangelio y la cultura, llegando a convertirse en el drama de nuestra época. Por tal motivo, la Iglesia ha vuelto su mirada a los ' laicos, quienes por su misma vocación, deben estar presentes para poder transformar al mundo desde dentro con la fuerza del Evangelio (Cfr. EN 44; AG 17). No cabe duda que es la hora de los laicos y de entre ellos los catequistas, educadores de la fe, quienes deben participar de un ministerio clave para lograr este fin (AG 17).El ministerio del catequista ha cobrado gran importancia, para la Iglesia, que en los últimos años ha sido motivo de múltiples pronunciamientos por medio de su Magisterio. En la tarea de la evangelización todos los cristianos se encuentran comprometidos, pero más los agentes de la acción catequética ya que tienen en sus manos una tarea absolutamente primordial la conservación y la promoción de la fe de la Iglesia (Cfr. CT 15).La misma Iglesia que es "Madre y Maestra" tiene la responsabilidad urgente de promover una adecuada Pastoral de catequistas que entre sus principales cometidos provea de un correcto acompañamiento de los que se dedican a esta tarea fundamental. Tomando en cuenta que de entre todos los elementos de la catequesis.

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La formación del catequista, es el más importante, ya que aunque se tenga una muy buena organización y recursos si no se cuenta con catequistas preparados su tarea no será eficaz.Actualmente se advierte la importancia de una pastoral de catequistas, sin embargo no se ha desarrollado en todas sus dimensiones: promoción y selección de la vocación del catequista, atención personal como miembro cualificado, formación y distribución de los mismos según interlocutores y necesidades, coordinación con otros agentes de pastoral y reconocimiento de parte de la comunidad. Esta urgencia se hace más patente cuando las exigencias actuales de la Iglesia en el mundo hacen necesaria sobre todo una formación específica para los catequistas de acuerdo al nivel de su res-ponsabilidad.

Por tal motivo se pidió a la Dimensión Pastoral de la Catequesis que elaborara cuidadosamente con base en un estudio de investigación, una Guía de formación para los catequistas de nuestro país, que recogiera las directrices del Magisterio y la situación presente, confrontándolas para encontrar los caminos más adecuados para continuar, dirigir o rectificar los lineamientos en que se encuentra este aspecto tan importante en la vida de la comunidad eclesial.

Este equipo se constituyó por los miembros del equipo nacional de la Dimensión Pastoral de la catequesis, con la colaboración de un equipo redactor integrado por Sacerdotes, Religiosas y Laicos. A lo largo de su elaboración se realizaron consultas en algunas Asambleas Nacionales, en los encuentros nacionales de responsables de formación y a algunos catequetas de nuestro país.

La Guía está dirigida sobre todo a los responsables de formar a los catequistas laicos, ya que como se ha señalado anteriormente, ellos son la gran fuerza que tiene nuestra Iglesia para servir al Evangelio.

Consta de cinco capítulos relacionados armónicamente. Comienza con una reflexión acerca de la misión de la Iglesia (Cap. I); Ubicación del ministerio de la catequesis y su agente que es el catequista, con los principales aspectos que configuran su personalidad (Cap. II); El contexto real que enfrenta la catequesis como ministerio y sus agentes, abordando la urgencia de su formación (Cap. III); Presentación global de la naturaleza formativa del catequista (Cap. IV); Propuesta en sus niveles, modalidades y espacios formativos (Cap. V); Apéndice. La propuesta de un plan de estudios, con sus contenidos básicos y un programa por niveles, modalidades y espacios formativos.

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Las dimensiones de la formación son analizadas y explicadas para que los responsables de la docencia puedan adaptarlas y adecuarlas de acuerdo a los niveles, modalidades y lugares en los que se realicen. Pues no se trata de ofrecer rígidos esquemas que por la diversidad de nuestra realidad no se puedan llevar a cabo.Tenemos la esperanza de que este trabajo sea de gran utilidad para nuestra Iglesia que peregrina en México al inicio del Tercer Milenio, por lo que su aplicación participa de la contingencia del devenir histórico y de las circunstancias que se presenten en el mundo.

Será necesario que cuando sea conveniente esta Guía se renueve sobre todo en sus cuestiones más operativas de acuerdo a la realidad.Agradecemos la acogida que tenga este esfuerzo en todas las diócesis y que por su medio siga resonando el Evangelio por la palabra y el testimonio de catequistas bien formados que se encuentren a la altura de nuestros tiempos.

CAPITULO 1.LA IGLESIA EXISTE PARA EVANGELIZAR.

1. La evangelización mandato para hoy.

"Es preciso que anuncie también el Reino de Dios en otras ciudades" (Le 4, 43); "Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Ay de mí, si no evangelizara!" (ICor 9,16).La Iglesia nace de la acción evangelizadora de Jesús y de los Doce "Id, pues, enseñad a todas las gentes" (Mt. 28, 19). Es el mandato de Jesús a su Iglesia naciente. Enviada por Jesucristo, ella lo prolonga y lo continúa, es ante todo su misión y su condición de evangelizador lo que ella está llamada a continuar: "Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar" (EN 14).

La misión de la Iglesia consiste en anunciar, celebrar y vivir la Palabra de Dios. Toda la comunidad eclesial se reconoce enviada y, a su vez, envía a sus miembros para comunicar al mundo la Palabra como buena noticia de salvación.

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Para realizar esta misión evangelizadora, la Iglesia tiene como modelo a Jesús que dijo: "... no he venido a ser servido, sino a servir..." (Cfr. Mt 20, 28). Y con Él, expe-rimentar la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas. Sea este el mayor gozo de una vida entregada a evangelizar con un ímpetu interior que nadie ni nada sea capaz de extinguir; para que el mundo actual pueda recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo y aceptan consagrar su vida a la tarea de anunciar el Reino de Dios y de implantar la Iglesia en el mundo (Cfr. EN 80)."En el Evangelio aprendemos la sublime lección de ser pobres siguiendo a Jesús pobre (Cfr. Le 6, 20; 9, 58), y la de anunciar el Evangelio de la paz sin bolsa ni alforja, sin poner nuestra confianza en el dinero ni en el poder de este mundo (Cfr. Le 10, 4 ss). En la generosidad de los misioneros se .manifiesta la generosidad de Dios, en la gratuidad de los apóstoles aparece la gratuidad del Evangelio" (DA 31).

1.1 ¿Qué es evangelizar?

Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde adentro para renovar a la misma: He aquí que hago nuevas todas las cosas, pero no habrá humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos, por el bautismo y la vida según el Evangelio. La finalidad de la evangelización es por consiguiente este cambio interior (Cfr. EN 18; Ap 21, 5; 2 Cor 5, 17; Gal 6, 15).

El Espíritu Santo es el agente principal y el término de la evangelización: Él es quien impulsa a cada uno a anunciar el Evangelio y quien en lo hondo de las conciencias hace aceptar y comprender la Palabra de salvación. Solamente Él suscita la nueva creación, la humanidad nueva que debe ser conducida por el Evangelio (Cfr. EN 75).

1.2 La evangelización es un proceso.La evangelización es un proceso complejo con elementos variados: renovación de la humanidad, testimonio, anuncio explícito, adhesión del corazón, entrada en la comunidad, acogida de los signos, iniciación al apostolado. Estos elementos son complementarios y mutuamente enriquecedores, a los que es necesario verlos siempre y a cada uno de ellos integrados con los otros (Cfr. EN 24; DGC 46).

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El proceso evangelizador, por consiguiente, está estructurado en etapas o "momentos esenciales":

a) La acción misionera, para los no creyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa. Es el punto de arranque de la evangelización; es la actividad por la que los cristianos, mediante el testimonio de su vida y el anuncio explícito hacen presente el Evangelio y lo dan a conocer.El primer anuncio o kerigma que trata de suscitar el interrogante o la simpatía por la fe cristiana y tiene como núcleo central de su mensaje a Jesucristo que ofrece la salvación a todos (Cfr. EN 27).

El kerigma no solo es una etapa, sino el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo de Jesucristo. Sin el kerigma, los demás aspectos de este proceso están condenados a la esterilidad (Cfr. DA 278-279; III Sem Lat 24).

b) La acción catequética, para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar su iniciación, ha de conducir a la adultez en la fe (Cfr. CT 18, 25).

c) La acción pastoral, comporta todas aquellas iniciativas y acciones que una comunidad cristiana realiza con los fieles cristianos ya maduros en el seno de la comunidad (Cfr. AG 6; RM 33-48); se encamina a seguir educando en la fe a los interlocutores para la vida y misión de la Iglesia.Estos momentos, no son etapas cerradas: se reiteran siempre que sea necesario, ya que tratan de dar el alimento evangélico más adecuado al crecimiento espiritual de cada persona o de la misma comunidad (Cfr. DGC 49).

2. La catequesis es un momento del proceso evangelizador.Ya que la evangelización es la misión esencial de la Iglesia (Cfr. EN 14), la catequesis como momento necesario ubicado en este dinamismo participa de la misma importancia.

La catequesis está íntimamente relacionada con la misión evangelizadora de la Iglesia. Enraizada en esta vocación eclesial, la catequesis se identifica como una función o forma de ministerio de la Palabra, un servicio específico que la comunidad realiza entre sus miembros con el fin de capacitar y consolidar la fe nacida En la

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escucha de la Palabra. Mediante esta acción educativa, inicia a la vida comunitaria, para los que se van haciendo cristianos sean introducidos en la vida de fe y de caridad del pueblo de Dios y al mismo tiempo aprendan a cooperar activamente en la evangelización y edificación de la Iglesia (Cfr. AG 14; CT 29).

Dentro del proceso evangelizador, la catequesis pone los cimientos del edificio de la fe. "La auténtica catequesis es siempre una iniciación ordenada y sistemática a la revelación que Dios mismo ha hecho al hombre en Jesucristo, revelación conservada en la memoria profunda de la Iglesia y en las Sagradas Escrituras, y comunicada con-juntamente, mediante una tradición viva y activa de generación en generación" (CT 22; DGC 66). Es el momento en que se estructura la conversión a Jesucristo, dando una fundamentación a esa adhesión. Los convertidos mediante una enseñanza y aprendizaje convenientemente prolongado de toda la vida cristiana, son iniciados en el misterio de la salvación y en el estilo de vida propio del Evangelio (Cfr. DGC 63).

Así pues a quien va dirigida la catequesis es a los convertidos y se profundiza en la iniciación cristiana (Cfr. DA 291).La catequesis de iniciación es así, el eslabón necesario entre la acción misionera, que llama a la fe, y la formación pastoral, que alimenta constantemente a la comunidad cristiana. En este sentido, debe considerarse momento prioritario de la evangelización ya que el crecimiento interior de la Iglesia, su correspondencia con el designio divino, dependen esencialmente de ella (Cfr. DGC 64; CT 13).

Es una acción básica y fundamental en la construcción tanto de la personalidad del discípulo como de la comunidad. Sin ella, la acción misionera no tendría continuidad, sería infecunda; la acción pastoral no tendría raíces; sería superficial y confusa: cualquier tormenta desmoronaría todo el edificio.

3. Formas de entender este ministerio.

La catequesis la podemos entender de manera específica como "enseñanza de la fe" y globalmente como "iniciación en la plenitud de la vida cristiana". Es un período de enseñanza y madurez que se articula con cierto número de elementos de la misión pastoral de la Iglesia, que tienen un aspecto catequético sin confundirse con ellos, que la preparan o emanan de ella (Cfr. CT 18; 21). Así por ejemplo podemos distinguir entre:

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a) Catequesis de talante misionero que está orientada a la conversión, realizando tareas del primer anuncio. Llamada también catequesis kerigmática o precatequesis que trata de lograr con la ayuda de la gracia, la fe y la conversión iniciales. Debido a que en la práctica pastoral, frecuentemente las personas que llegan a la catequesis necesitan, de hecho, una verdadera conversión (Cfr. DGC 62).

b) Catequesis de iniciación a la vida cristiana (Cfr. DGC 63; CT 18; DA 289).

c) Catequesis permanente de las comunidades y de las personas, orientada a profundizar en el don de la fe, la comunión, y en el compromiso para la misión, realizando tareas de educación permanente en la fe la etapa de la acción pastoral. Indica solamente un segundo grado de catequesis posterior a la catequesis de iniciación, y no como la totalidad de la acción catequizadora (Cfr. Nota al DGC 51).

sí, entre evangelización y catequesis existe una relación profunda de integración y de complementación recíproca.Esta manera de entender la catequesis permite delinear los rasgos de aquellas personas que van a ejercer este servicio eclesial.

CAPÍTULO 2.EL SERVIDOR PROPIO DE LA CATEQUESIS ES EL CATEQUISTA.

8 Junto a la misión original que tienen los padres con respecto a sus hijos, la Iglesia confía a determinados miembros del pueblo de Dios, especialmente llamados, la de-licada tarea de transmitir orgánicamente la fe en el seno de la comunidad (DGC 221).

Nos referimos particularmente a los catequistas laicos, proponiéndonos delinear a grandes rasgos lo que define su identidad, y en la conciencia de que su desarrollo es un Don y una tarea a realizar. Si conocen esas connotaciones, que los definen, se sentirán estimulados y podrán saber cuáles son, en el orden de la fe, los deberes en los que se ocuparán regularmente y las cualidades en las que habrán de crecer cada día.Cuando la Iglesia habla de ser catequista se habla de aquellos que se dedican al trabajo de animar y formar a sus hermanos en el crecimiento de la fe y el seguimiento de Jesús (Cfr. EN 73).

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En nuestro país los catequistas han sido personas clave en la proclamación del Evangelio, en el sostenimiento de la fe y en algunos lugares son los encargados déla comunidad en todos los sentidos, especialmente en aquellos a donde los sacerdotes no pueden acceder. Este ministerio se ejerce en una gran variedad de situaciones.

1. Vocación del catequista.9 El catequista es una persona amada por Dios, con sus posibilidades y sus límites, que ha recibido un llamado y un don del Espíritu Santo, para ponerse al servicio de la comunidad de la que forma parte, vive en ella y trabaja para ella. Un discípulo que tiene a Jesús por amigo íntimo, que escucha y acoge en su vida la Palabra, para vivirla y transmitirla a través de los distintos lenguajes que permiten su comprensión y asimilación.

Es un creyente, una persona madura en su fe, que asume y vive toda su realidad humana desde la perspectiva de Jesús, fundamenta toda su vida en la Palabra de Dios, asume los valores del Reino por encima de cualquier otro valor, se identifica con un estilo de vida verdaderamente evangélico y está abierto a la acción del Espíritu, dejándose guiar por Él a través de la comunidad, de la celebración, de la oración cristiana y de los signos de los tiempos.

Es un testigo del encuentro con el Señor, de lo que ha visto y oído (Cfr. DA 246-245) es decir, de la tradición viva del pueblo de Dios, cuyos planes acepta en la fe y desea compartir con los hermanos: "Os recuerdo el Evangelio que os trasmití, tal como lo había recibido" (1 Corl5,l), vincula su testimonio a la fe del pueblo de Dios, no se limita a transmitir su fe, sino que inicia, orienta y enriquece el diálogo y el encuentro de Dios con su pueblo (Cfr. CT 30). Conoce a fondo la tarea fundamental de la Iglesia y la especificidad de la catequesis.

El catequista como profeta, se reconoce a sí mismo enviado y portavoz de la fe de la Iglesia haciéndola resonar de forma significativa en la historia del grupo y de cada catecúmeno. Él no inventa la fe, la recibe gratuitamente de aquellos que le preceden. Su tarea es actualizarla en el mismo acto de la transmisión. Así, cuando a través de su acción educativa introduce en la Palabra, y a la vida de la comunidad; cuando inicia a la fe, inicia a los valores y actitudes comunitarias y al compromiso en ella.

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El catequista es una persona de su tiempo que asume la cultura con una visión dinámica del hombre y del mundo. Es sensible a los problemas de los hombres, está enraizado en el ambiente de sus hermanos con sus características y necesidades, solidario con ellos comparte sus esperanzas y sus angustias, sus éxitos y sus fracasos.

10 En la realidad de nuestro México podemos decir que la vocación de los catequistas tiene orígenes diversos. A algunos los movió el testimonio de un catequista, la necesidad de servir a la Iglesia encontrando un atractivo por la catequesis, la invitación de una persona, etc. En cualquier caso la iniciativa es de Dios que busca, invita y llama. Por parte del catequista implica hacer un proceso de discernimiento personal que exige una actitud de escucha, aceptación y disponibilidad para cumplir la misión que se le confía como servidor de la Palabra, encarnando en su propia vida el estilo de Jesús que anunciaba el Reino mediante obras y palabras (Cfr. CAL 202).

2. Importancia de la promoción y atención de la vocación del catequista.

11. Ante la urgencia de una catequesis diferenciada y especializada según los diversos ambientes, es necesaria una esmerada atención a los catequistas. De ahí que se requiera una adecuada pastoral de catequistas (Cfr. DGC 233) que promueva y desarrolle vocaciones cualificadas de la comunidad y al servicio de ella.

En este contexto es preciso promover generaciones de catequistas nuevos que, desde su vocación específica, participen en la evangelización como discípulos enviados a hacer discípulos (Cfr. Mt 28,19; CT 1).

Es recomendable que religiosos y laicos, de manera estable, en comunión con los pastores contribuyan a prestar el servicio de la catequesis dando la configuración eclesial propia del ministerio de la catequesis (Cfr. DGC 231). Así mismo la parroquia o diócesis cuidará de contribuir con una remuneración económica a los catequistas que prestan su servicio a tiempo completo (Cfr. AG 17).Al Obispo y al sacerdote como catequistas de los catequistas, en su diócesis o parroquia, les corresponde la tarea de cuidar que el catequista y el grupo de

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catequistas contribuyan de manera integrada, orgánica y sistemática en la formación cristiana de la comunidad (Cfr. DGC 222-225; DA 297).

3. Llamados para una misión "de", "en" y "para" la comunidad

12 Cada vez hay mayor convicción en la Iglesia de que, ser catequista es una vocación, proveniente de la raíz común del pueblo de Dios, el cual consiste en una llamada a trabajar en el servicio hacia plan salvador del Padre anunciado por Jesucristo.

Es en la comunidad eclesial donde algunos laicos se sienten llamados interiormente por Dios, a anunciar el Evangelio. Es allí, donde se gesta y desarrolla su vocación, que nace del bautismo, se fortalece en la confirmación y compartiendo el pan eucarístico entran en comunión con Dios y con los hermanos recibiendo aún más expresamente la misión de ser miembros responsables del pueblo de Dios, para participar así de la misión profética, sacerdotal y'real de Cristo (Cfr. LG 33, 7; AA 2; DGC 231).

El laico participa en la misión salvadora de la Iglesia por el testimonio de su vida y la proclamación de la Palabra, dentro de las comunes condiciones de la vida en el mundo con la sensibilidad de un cristiano que vive inmerso: en la cultura, en el trabajo, en el arte, en la política, llevando con los demás hombres y mujeres el fermento del Evangelio a todas las realidades humanas, realizando así un verdadero proceso de inculturación (Cfr. LG 33-36).

Aunque todos son llamados a dar testimonio de la fe, no todos reciben la misión de ser catequistas, sino aquellos a quienes el Señor confía, para bien de la comunidad, el ser maestros y formadores de discípulos. Ellos contribuyen a la santificación del mundo, al crecimiento y edificación del Pueblo de Dios (Cfr. LG 31; DGC 231).

13.- Ser catequista es una vocación que supone un carisma: es decir, el don de la comunicación sobre la fe que parte de la experiencia de un encuentro personal con Jesucristo y su relación con Él "de este conocimiento amoroso de Cristo es de donde brota el deseo de anunciarlo, de evangelizar, y llevar a otros al "sí" de la fe en Jesucristo" (Cfr. DGC 231).De ahí que la identidad del catequista exija inicialmente un marco comunitario. La convicción de que la comunidad eclesial es el sujeto, el origen y la meta de la catequesis. Ella es la promotora de los carismas, la primera res-'* ponsable de la

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educación de sus miembros, la que debe discernir la vocación de todos aquellos que se sienten llamados. A ella le corresponde enviar a los más idóneos para ser servidores de la Palabra (Cfr. DGC 220, 231; CIC 228,1; EN 73; ChL 23).

El marco comunitario es pues, el lugar, la base, sobre la cual empieza a delinearse la personalidad específica del catequista, que integrado en la comunidad cristiana se reconoce llamado por Dios a compartir la vida de fe y caridad, así como la responsabilidad de edificar la Iglesia.

4. Identidad del ministerio del catequista.

4.1 Identidad ministerial.

14 La vocación común del pueblo de Dios es participar de su misión evangelizadora a través de ministerios y servicios que el Espíritu Santo distribuye según necesidades, para el bien común (Cfr. 1 Cor 12,1-11; AA 2; EN 73; LG 7, 32), suscitando continuamente vocaciones para la evangelización y la catequesis que hoy necesita la Iglesia.

"Todos los fieles tienen el deber y el derecho de trabajar para que el mensaje divino de salvación alcance más y más a los hombres de todo tiempo y del orbe entero" (CIC 211).A unos llama al ministerio sacerdotal y una de sus funciones es la educación en la fe. A otros llama a la vida consagrada para realizar desde su vocación tareas evangelizadoras muy variadas y de entre ellas, la catequesis.

Los laicos son llamados a cooperar con el Obispo y con los presbíteros en el ejercicio del ministerio de la Palabra. En este anuncio y en este testimonio ellos tienen un puesto original e irremplazable como signo y fuente de esperanza y amor, ya que por su ministerio la Iglesia está presente en los más variados sectores del mundo (Cfr. CIC 759; CT 16; ChL 7).

Esta vocación común que nace del bautismo, fundamenta la cooperación y participación de todos los cristianos en la unidad de la misión de la Iglesia.Cabe señalar que la vocación del catequista en el ministerio de la Palabra es fundamental en el conjunto de los ministerios y servicios en la Iglesia, mediante los cuales ella realiza la evangelización (Cfr. DGC 50).

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Los pastores llamados a consagrarse de modo particular al servicio de la comunidad, han de reconocer los servicios y carismas de la misma, de manera que todos, a su modo cooperen en la misión de la Iglesia y se vean estimulados encontrando en ella el espacio de participación en comunión de ministerios. (Cfr. LG 30; EN 73; DP 805).

"También es de desear que, donde parezca oportuno, se confiera a los catequistas debidamente formados, la misión canónica en una celebración pública de la acción litúrgica, para que sirvan a la fe con mayor autoridad delante del pueblo" (AG 17).

4.2 Al servicio de la Palabra.

15 Así pues, la catequesis como ministerio profetice al servicio de la Palabra en la comunidad, se realiza de modo conjunto por sacerdotes, religiosos y laicos en comunión con el Obispo. Cada uno con su vocación y carisma puestos en común van contribuyendo con su palabra y testimonio en la transmisión de la fe:

* El Obispo en la Iglesia particular es el moderador de todo el ministerio de la Palabra en comunión con los pastores y el sucesor de Pedro según el mandato de Jesucristo (Cfr. CIC 756).

* Los sacerdotes por el sacramento del orden reciben la misión de educar en la fe, impulsando a que la comunidad a ellos encomendada se forme adecuadamente y alcance la madurez cristiana (Cfr. DGC 224).

* Los religiosos por su condición específica de personas consagradas y la radicalidad de su entrega son signo de una Iglesia llamada a vivir los valores de las bienaventuranzas y con la diversidad sus carismas, ofrecen una aportación muy valiosa al servicio de la Palabra en la construcción del Reino (Cfr. DGC 228 - 229).

* Los laicos colaboran en el servicio catequístico insertos en las tareas seculares viviendo la misma forma de vida de aquellos a quienes catequizan (Cfr. DGC 230; 226).

Así, el catequista es un profeta que anuncia la Palabra, construyendo y haciendo presente en comunión con otros, el Reino de Dios entre sus hermanos. Servicio que pide guardar, defender y comunicar la verdad sin reparar en sacrificios.

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El Evangelio que les ha sido encomendado es palabra de verdad acerca de Dios, acerca del hombre, del misterioso destino, y del mundo. Verdad difícil que el hombre busca en la Palabra de Dios de la cual nosotros somos depositarios, herederos y servidores (Cfr. EN 78; DP Juan Pablo II Discurso Inaugural)4.3 Al servicio de la educación de la fe

16 El catequista es animador y educador de la fe de sus hermanos, comunicando la fe de la Iglesia que lo envía con la vida y la palabra. Expresa con la vida lo que significa ser creyente hoy. Por eso se exige de él hondura y sensibilidad para aglutinar todo lo humano, sabiendo integrar contemplación y compromiso.

Su tarea es introducir a los que son llamados, en el conocimiento de la Palabra de Dios, en la vida de la comunidad, y al compromiso en ella. "Tarea que difiere de la de otros agentes de Pastoral, aunque obviamente, ha de actuar en coordinación con ellos" (DGC 219).

Una de las tareas fundamentales del catequista es la de ser un facilitador de los procesos de educación en la fe, animando y acompañando a los interlocutores en su caminar en la iniciación y crecimiento hacia la madurez.

Es un formador integral del cristiano que toma en cuenta todas las dimensiones de la vida: en lo personal, comunitario, moral y social, propiciando un crecimiento progre-sivo y una profundización en la fe según el proyecto de Dios con paciente, humilde y tenaz dedicación (Cfr. CT 21). Facilita la construcción tanto de la personalidad del discípulo como de la comunidad; de manera orgánica, sistemática y fundamental (Cfr. DA 372)

Pone los cimientos de la fe con el auxilio del Espíritu. Enseña a conocer el sentido profundo de la Palabra, a celebrarla, vivirla y anunciarla formando testigos del Reino a aquellos que han sido atraídos por el Evangelio.

17 Para que el catequista llegue a ser verdadero educador de la fe es preciso, que, con su ejemplo y su palabra, favorezca en el grupo un clima donde se viva:* Una relación de confianza, autenticidad y libertad para que cada miembro se sienta acogido y pueda expresar su experiencia profunda, en un ambiente de participación y comunicación.

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* Una relación abierta y sincera que permita recibir la Palabra de Dios y la experiencia que otros creyentes tienen de Jesucristo.

* Un constante crecimiento de vida cristiana, para lograr una perfecta armonía entre madurez humana y madurez cristiana.

* Una comprensión viva y global del mensaje revelado, expresado en el símbolo apostólico y configurado en la misma vida de la Iglesia.

* Una lectura significativa de la Palabra de Dios en la Escritura y en los signos de los tiempos.

* Una experiencia de fe a partir del contexto real de la comunidad de la que es educador de la fe.

* Un diálogo con los nuevos lenguajes de la comunicación: el cuerpo, la imagen, el signo, la música, etc.

* La práctica de una metodología activa que permita una presentación adecuada del mensaje.

5. Espiritualidad del catequista.

18.- La espiritualidad del catequista es la del discípulo misionero de Jesús. El llamamiento que Él le ha hecho conlleva una gran novedad, pues Jesús lo invita a encontrarse y entrar en comunión con El. Los catequistas deben caer en la cuenta de que no fueron ellos los que eligieron a su Maestro, sino que El los eligió, no para que aprendieran algo sino para vincularse íntimamente a su Persona (Cfr. Me 1,17; 2,14). Por lo tanto la espiritualidad es fruto de la participación de su Vida asumiendo su mismo modo de vivir, sus motivaciones (Cfr. Le 6, 40b) hacerse cargo de su misión, hasta llegar a correr su misma suerte (Cfr. DA 131,132).La vocación y misión que el catequista ha recibido en la Iglesia, ha de basarse en una sólida espiritualidad del seguimiento de Cristo, que le permita vivir y expresar el Evangelio como fruto de la acción del Espíritu en las situaciones históricas concretas, de acuerdo al llamado y carisma personal que ha recibido.Esta espiritualidad incluye los afectos, el intelecto y la voluntad. El catequista está llamado a desarrollar una experiencia profunda de vida en el Espíritu de Jesucristo

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que es su centro y modelo para realizarse como persona en dimensión espiritual de manera integral.

5.1 Vida teologal que nace del bautismo.

19 Los catequistas vinculados por la gracia pascual del Bautismo, están llamados a vivir una espiritualidad que ha de llevarlos a un proceso de transformación, a imagen de Jesús, por la acción del Espíritu según el proyecto del Padre. Esta espiritualidad está marcada por su misión y bajo la guía de la Iglesia, de tal manera que su vida e identidad se integren en ella, discerniendo permanentemente en el tiempo los signos de la presencia de Dios en el mundo, para anunciar la Buena Noticia de Cristo resucitado (Cfr. DA 240).

20 El bautismo abre al catequista a una vida nueva en Cristo, por el Espíritu Santo para la gloria del Padre. Esta nueva vida:

* Se acoge por la fe que nace de la predicación en Cristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado por quien se nos ofrece la salvación que se traduce en decisión de creerle, y seguirle, realizando y viviendo su mensaje personal comunitariamente. Esta fe da sentido y orienta toda la vida para amar y trabajar comunicando a los demás lo que se ha visto y oído. (Rm 10,9-11; Cfr. EN 27).

* Se desarrolla en la esperanza, como fuerza que ilumina e impulsa el crecimiento para sentirse apoyados en el camino del amor a sí mismos, a los demás y a Dios para ser fieles colaboradores en el cumplimiento de las promesas de salvación orientados hacia la plenitud de vida.

* Se realiza en la caridad, a imagen de Dios que es Amor como don y tarea, como luz y fermento, como fin y medio para consolidar una nueva civilización. La caridad es verdaderamente "el corazón de la Iglesia" que lleva a la comunión. Es fruto y manifestación de aquel amor que surgiendo del corazón del Padre se derrama a través del Espíritu que Jesús nos da hasta llegar a la perfección en la santidad por el seguimiento radical de Cristo, pues el testimonio de caridad fraterna es el primero y principal anuncio del discípulo misionero(Cfr. DA 138-139).5.2 Se alimenta de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía.

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21 El catequista cimenta su vocación en una intensa vida sacramental, por la que participa del misterio pascual de Cristo mediante una acción recíproca de alabanza y santificación, configurándose a Él sobre todo en el amor a la Eucaristía, donde encuentra su plenitud, que alimenta, sostiene y anima su acción liberadora y misionera. Es por ella que su entrega se hace cada vez más fuerte, comprometida a ejemplo de Jesucristo junto a su apostolado más fecundo (Cfr. DQ 6; DA 142.153).

Los catequistas al participar asiduamente de la Eucaristía, fuente y cumbre de toda evangelización, toman conciencia de ser partícipes de la obra de redención que actúa prolongándose por la acción de la Iglesia, recibiendo la fuerza necesaria para cumplir su misión que es la misma de la Iglesia: llevar a los hombres a la comunión con Cristo, y en El, con el Padre y el Espíritu Santo (Cfr. EE 22; DA 251-252).

El anuncio del Evangelio y la Eucaristía son los dos pilares sobre los que se edifica; en torno a los cuales se congrega la Iglesia para evangelizar. El catequista partícipe de esta misión, se alimenta de la doble mesa: "la mesa de la Palabra de Dios" y "la mesa Eucarística". Ambas son su constante fuerza en el peregrinar a la Casa del Padre. Por lo tanto la acción del Espíritu Santo, el don de la "comunión" y el compromiso de la "misión" se ahondan manteniendo la vivencia en su ser de manera cada vez más profunda (Cfr. DGC 218; 70).

5.3 Fundada en la Palabra y el seguimiento de Cristo.

22. La espiritualidad del catequista nace de una profunda experiencia de encuentro con la Palabra de Dios que lo ha de llevar a encarnar los valores del Evangelio siendo signo transparente de vida cristiana. Testimonio que se hace visible por su encuentro con Ella en la vida, invitando a otros a vivirla, como lo hizo la mujer samaritana en el servicio de entrega a favor de los hermanos (Cfr. Jn 7,10; DV 25).

El catequista como discípulo, escucha la Palabra del Maestro y se decide a seguirlo, iniciando así un camino de conversión que dura toda la vida, llevándolo a ser sal de la tierra sin ocultar la luz que ha recibido en el bautismo (Cfr. Mt 5,13-17). En el proceso de la catequesis, habrá de propiciar este encuentro personal con Dios en su Palabra, compartiendo lo que ha encontrado y repartiendo lo que ha recibido (Cfr. DA 247-249)

El catequista antes de ser apóstol es llamado a vivir la espiritualidad del discípulo que responde a la llamada de Jesús, del que ha recibido su enseñanza y comprendido los

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misterios del Reino decidiéndose a conformar su propia vida con El, compartiendo su misión y participando de su destino, incluso hasta la cruz (Cfr. DA 140).

23. La enseñanza especial que Jesús da a sus discípulos es un modelo para todo catequista como educador de la fe. Jesús enseña a escuchar la Palabra, a orar, a vivir la justicia, anuncia y denuncia y les envía a evangelizar, sella su enseñanza con el testimonio supremo al entregar su vida por nosotros. De ahí que el catequista no puede olvidar que la muerte y resurrección de Jesús es el centro del mensaje que transmite, fuente de vida espiritual y núcleo esencial de su testimonio apostólico.El catequista realizará esta enseñanza, poniendo en juego sus cualidades humanas y cristianas para garantizar la eficacia de su acción educativa con espíritu de servicio. Jesús es modelo de fidelidad en esta tarea, pues con su testimonio anuncia la fidelidad que Dios va realizando en su Plan de Salvación.Hoy más que nunca el testimonio de vida se ha convertido en una condición esencial con vistas a una eficacia real de la predicación (Cfr. EN 76).

5.4 Fortalecida en la oración.

24 "El catequista antes de ser una persona que hable, debe ser una persona que ore" (Sn. Agustín). Esta vida teologal requiere de una continua relación y comunicación con Dios que se realiza por su constancia en la oración, para dejarse conducir por la acción de su Espíritu. Para hablar de un Dios a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al invisible (Cfr. Heb 11,27).

"La oración personal y comunitaria es el lugar donde el discípulo, alimentado por la Palabra y la Eucaristía, cultiva una relación de profunda amistad con Jesucristo y procura asumir la voluntad del Padre. La oración diaria es un signo del primado de la gracia en el itinerario del discípulo misionero. Por eso, siempre es necesario aprender a orar de nuevo, a aprender este arte de los labios del Maestro" (DA 255).

5.5 Enraizada en la historia y marcada por la propia misión.

25 Ser catequista es asumir la fe de tal forma que configure su propia personalidad, dé sentido a su vida y le permita una determinada visión del hombre, del mundo y de la historia, en clave cristiana. Está llamado a vivir en profundidad espiritual su misión, de tal manera que transforme a fondo su vida e identidad, ya que la espiritualidad nunca es ajena al mundo y a la historia.

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Ha de ser un contemplativo de Dios y de la persona, hombre de su tiempo, identificado con su gente, abierto al horizonte del servicio cristiano, uniendo tareas para discernir su relación con las personas y su acción en el mundo con su esfuerzo espiritual mostrando modelos reales y válidos (sin refugiarse en dualismos o evasiones) que permitan un proceso de identificación con la comunidad cristiana a la que sirve.

Es llamado a iluminar con la luz del Evangelio la realidad en diálogo amoroso, creativo y sanador de las diversas situaciones en la vida social, familiar, de trabajo, estudio y descanso incluso de un cristianismo que fuera de las prácticas religiosas se vive de espaldas a Dios. Descubre a Dios en los acontecimientos de la historia y aprende a leer los signos de los tiempos, para que mediante la catequesis se vaya transformando por la fuerza del Evangelio y así enseñar a otros a hacerlo.

Requiere vivir con radicalidad su opción por Cristo en contextos históricos, socioculturales y personales cada vez más fragmentados aunque esto implique un violento choque.

"El encuentro con Jesucristo en los pobres es una dimensión constitutiva de nuestra fe en Jesucristo" (DA 257).

5.6 Al servicio de la Verdad

26 El catequista como servidor de la Palabra está llamado a hacerla presente en la vida de las personas. Palabra que pone en contacto con Dios, y favorece una actitud de escucha haciendo discípulos misioneros.

Su servicio habrá de crear las condiciones favorables que ayuden a que el mensaje cristiano sea buscado, acogido y profundizado, respetando la acción de Dios, en la si-tuación religiosa y espiritual de las personas que le son confiadas de acuerdo a su ritmo, conciencia y convicción (Cfr. EN 79; DGC 156).

De ahí que el servicio más valioso del catequista, sea el ser mediador entre el don de Dios y la respuesta del hombre, propiciando la comunión de las personas entre sí y con la comunidad, acompañando y ayudando a discernir la vocación a la que Dios los

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llama. Lo que da lugar al crecimiento en la fe y la madurez de vida cristiana impulsados por la acción del Espíritu Santo.

Este servicio alimenta y nutre espiritualmente también la fe del catequista. Le hace crecer como creyente, permitiéndole que su acción brote del testimonio de su vida y de una profunda admiración por el mensaje cristiano. Le impulse a transformar la realidad, fortalecido en la conciencia de su sentido evangelizador y de Iglesia, cons-ciente del lugar que ocupa en ella y la relación que tiene su servicio con la misión apostólica. Le pide del catequista, amor a la verdad a costa de renuncias y sacrificios, a no venderla ni disimularla por el deseo de agradar a los hombres o de causar asombro, ni por originalidad ni deseo de aparentar. No rechazar la verdad ni obscure-cerla, por pereza de buscarla, comodidad, o por miedo. Estudiarla constantemente y servirla generosamente sin avasallarla (Cfr. EN 78).

5.7 Bajo el soplo del Espíritu.

27 "El Espíritu Santo que el Padre nos regala, nos identifica con Jesús-Camino, abriéndonos a su misterio de salvación para que seamos hijos suyos y hermanos unos de otros; nos identifica con Jesús-Verdad, enseñándonos a renunciar a nuestras mentiras y propias ambiciones, nos identifica con Jesús-Vida, permitiéndonos abrazar su plan de amor y entregarnos para que otros 'tengan vida en Él'" (DA 137).

No habrá evangelización nueva sin la acción del Espíritu Santo. Él es el agente principal, el que impulsa a cada uno a anunciar el Evangelio. Él es el término de la evangelización, suscitando la nueva humanidad a la que debe conducir todo este proceso mediante la unidad en la comunidad cristiana (Cfr. EN 75; DA 149-152).

De ahí, la necesidad de que los catequistas estén dispuestos a reconocerle como el alma de la Iglesia, que les explica el sentido profundo de la enseñanza de Jesús, que actúa en la vida de cada evangelizador que se deja poseer y conducir por Él, poniendo en sus labios la Palabra y disponiendo el corazón de los que lo escuchan.

Las técnicas más elaboradas no podrán por sí solas remplazar su acción. A través de Él la evangelización penetra en los corazones, ya que es quien hace discernir los sig-nos de Dios en la historia y en torno a Él se hace asamblea creando comunidad.

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5.8 Espiritualidad de comunión.

28. Las palabras de Jesús, "... que todos sean uno... para que el mundo crea" (Jn 17,21) han de ser el móvil de la actividad del catequista, llamado a expresar su fidelidad a Cristo mediante la comunión con los pastores, y su servicio en la conciencia de que todo hombre es hermano, favoreciendo la pastoral de conjunto y la comunión entre los miembros de la comunidad como signo de la presencia del Reino (Cfr. CT 16, 24; DA 256). "Hoy más que nunca el testimonio de comunión eclesial y la santidad son una urgencia pastoral" (DA 368).

Un signo del amor será el deseo de ofrecer la verdad, de conducir a la unidad y dedicarse sin reservas al anuncio de Jesucristo, para ofrecer desde la evangelización un testimonio común, de Cristo ante el mundo (Cfr. EN 79).

El catequista, está llamado a vivir una espiritualidad centrada en la experiencia personal del Dios de Jesucristo y para su desarrollo requiere un efectivo deseo de ca-ridad, humildad, y prudencia, que permita al Espíritu Santo cumplir en los interlocutores su obra fecunda y al catequista crecer en equilibrio afectivo, sentido crítico, unidad interior, capacidad de relación y diálogo, trabajo de equipo, espíritu constructivo y de trabajo, respeto y amor a los interlocutores (Cfr. 1 Tes 2,8; DCG 114; DGC 239).

La comunión con Jesucristo, impulsa al catequista a ser constructor de comunión entre los hermanos porque "discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él nos salva (Cfr. Hch 4,12)" (DA 146). De esta manera el catequista es constructor de la comunidad que es enviado por la misma Iglesia, para realizar y hacer presente la Buena Nueva.

5.9 Espiritualidad de alteridad.

29 El elemento más característico de la vida cristiana es la práctica de un amor concreto con todas las personas. Este amor ve en las diferencias de los demás no una amenaza sino una oportunidad de crecimiento, que el catequista, por su misma vocación, está llamado a vivir de una manera clara y constante.

Jesús salió al encuentro de personas en situaciones muy diversas, por esto el catequista discípulo misionero ha de ser una persona que hace visible el amor

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misericordioso del Padre, especialmente en los pobres y pecadores (Cfr. DA 147). Su espiritualidad debe estar marcada por la contemplación del rostro de Cristo en cada uno de los hermanos, de manera especial en sus interlocutores. Ya que Cristo se ha unido a todo hombre en cierto modo por su Encarnación y Él mismo se ha identificado con los más pobres (Cfr. Mt 25,35-36; NMI49).

Actualmente el panorama de la pobreza no se reduce a los que carecen de recursos económicos sino a los que necesitan valorar su propia dignidad. Por tal motivo el catequista debe asumir en su modo de ser y de actuar los valores del Reino que le permitan proponer en la comunidad cristiana, mediante la caridad y el anuncio del Evangelio, un horizonte donde cada hombre encuentre la Luz para su vida (Cfr. NMI 50). Esta espiritualidad lo lleva no a un intimismo o al individualismo sino a una fecunda vivencia de su misión en el corazón del mundo. (Cfr. DA 148).

5.10 Espiritualidad de la complementariedad.

30 La espiritualidad de comunión está estrechamente ligada a la capacidad de la comunidad cristiana para acoger todos los dones del Espíritu. La unidad de la Iglesia no es uniformidad, sino integración orgánica de las legítimas diversidades. A partir de Pentecostés, irrumpe en la Iglesia la vitalidad divina de diversos carismas ( Cfr. 1Cor 12,1-11) y variados oficios que la edifican y sirven a la evangelización (Cfr. 1 Cor 12, 28-29) para que la comunidad extienda el ministerio salvífico hasta que su Señor regrese (Cfr. DA 150).

Es necesario, pues, que los catequistas sean impulsados a tomar conciencia de su responsabilidad activa en la vida eclesial. Junto con los demás ministerios está llamado a atender a la comunidad en sus múltiples necesidades desde su propia tarea, que es la educación de la fe, colaborando así con los demás miembros que la integran (Cfr. NMI46).

Esta espiritualidad los lleva a ser sensibles para advertir la presencia del Espíritu que anima a toda la comunidad, ayudándoles a descubrir la respuesta generosa que cada cristiano da a sus impulsos, propiciando el desarrollo de procesos de complementariedad que contribuyen a estrechar la colaboración de los diferentes ministerios para formar el único Cuerpo de Cristo (Cfr. 1 Cor 12,12).

5.11 María, modelo de la espiritualidad del catequista.

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31 La máxima realización de la existencia cristiana como un vivir trinitario de "hijos en el Hijo" nos es dada en la Virgen María, quien, por su fe (Cfr. 1, 45) y obediencia a la voluntad de Dios (Le 1, 38) así como por su constante meditación de la Palabra y las acciones de Jesús (Le 1, 2-19) es la discípula más perfecta del Señor (Cfr. DA 141.268)

La Iglesia tiene por Madre a María, modelo perfecto del cristiano, imagen ideal de la Iglesia. El catequista ha de tener puesta su mirada en María que como madre amantísima (Cfr. LG13) nos señala el camino para ir a Jesucristo y nos dice: "Hagan lo que él les diga" (Jn 2,5).

María lleva a desarrollar la vida del bautismo creciendo en la conciencia filial como hijos de Dios y en la fraternal como hermanos, enseñándonos que la fe, pobreza y obediencia se hacen fecundas por la acción del Espíritu Santo.

Ella enseña a vivir la fe como don, apertura, respuesta y fidelidad. A escuchar atentamente la Palabra como discípulos. A meditarla y guardarla en un diálogo continuo con el Señor. El catequista a ejemplo de María ha de ser todo de Cristo y con El todo servidor de los hombres. (Cfr. DP 294).

Su presencia femenina crea el ambiente familiar, la voluntad de acogida, el amor y el respeto por la vida. El catequista la puede invocar con la ternura de un hijo, ya que Ella es Madre en la tarea de renovar la humanidad y transformarla desde dentro (Cfr. DP 291; EN 18).

El catequista ha de descubrir en María, el modelo para educar en la fe: "María será la Madre educadora de la fe. Cuida que el Evangelio nos penetre conforme avanza nuestra vida diaria y produzca frutos de santidad. Ella tendrá que ser cada vez más la pedagoga del Evangelio en América Latina" (DP 290; Cfr. LG 63). 6. El perfil del catequista que se necesita formar hoy.

32.- No es fácil delinear el conjunto de rasgos y características que definen su personalidad según las necesidades de la Iglesia. La formación tomará en cuenta los interlocutores y ambientes en los que desarrollará su ministerio.El perfil que la formación ha de impulsar, se enmarca en el contexto de dos referencias fundamentales. La primera es la tarea propia por realizar, es decir, la

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identidad de la catequesis. La segunda, el horizonte de una Nueva Evangelización con sus características peculiares.Se requieren catequistas que sepan responder a las actuales necesidades históricas, con sus luces, sombras y desafíos. Dotados de una fe profunda, de una clara identidad cristiana y eclesial, de una fina preocupación misionera y de una honda sensibilidad social y ecológica (Cfr. DGC 237).

6.1 Catequistas con madurez humana.

33. Los catequistas de México están llamados a ser conscientes de su propio proceso personal y responsables de su crecimiento según la etapa de su madurez. Empeñados en el desarrollo de sus capacidades, deseosos de superar sus carencias y al mismo tiempo asumiendo sus límites.

Catequistas puestos en camino por la conquista de una auténtica identidad personal, integrando armónicamente lo humano y espiritual en un proyecto de vida definido, con objetivos concretos y metas realizables y evaluables, que le permitan asumir con responsabilidad los desafíos y tareas que se les encomiendan.

Catequistas capaces de relación, de diálogo, de trabajo en común, con cierta estabilidad afectiva, capaces de tomar decisiones y hacer opciones. Abiertos al mundo, con la posibilidad de juzgar sobre los acontecimientos y la vida del hombre. Con la capacidad de analizar y con un sentido crítico para entender y acompañar desde su vivencia y experiencia el caminar de sus hermanos (Cfr. DGC 239; OT 11).

6.2 Catequistas discípulos de Jesucristo.

34. Catequistas con un hondo sentido religioso, con una experiencia madura de su fe y un fuerte sentido de Dios, fruto del encuentro personal con Jesucristo. Discípulos que han aprendido las exigencias que comporta la causa del Reino al que quiere servir, ya que la misión primordial de la Iglesia es anunciar a Dios y ser testimonio de Él ante el mundo (Cfr. DGC 23; CAL 202). "El seguimiento es fruto de una fascinación que responde al deseo de realización humana, al deseo de vida plena. El discípulo es alguien apasionado por Cristo, a quien reconoce como el Maestro que lo conduce y acompaña" (DA 277).

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Catequistas como creyentes adultos, que comparten su fe con sus hermanos, capaces de dar testimonio de su fe en Dios con su vida, y de responder a la inquietud más honda del corazón humano, la sed del Absoluto que anida en ellos. "En el fondo no hay otra forma de comunicar el Evangelio que no sea la de transmitir a otro la propia experiencia de fe" (EN 46).

Catequistas con estabilidad y coherencia en su propia opción de fe y de pertenencia a la comunidad eclesial. Maduros como personas en la concreción de sus compromisos, con capacidad de discernimiento, creatividad y unidad interior. Que su testimonio personal sea su primera palabra a la que se una la competencia "profesional", es decir, la capacidad de llevar un camino catequético con sus hermanos, particularmente los adultos (Cfr. DGC 239). Capaces de encarnar formas convincentes y creíbles como "creyentes", ante cristianos que no han madurado en su fe. Sólo así se devolverá al ser humano el hondo sentido de la vida y le hará gustar el camino de la verdadera felicidad.

6.3 Catequistas firmes en su identidad cristiana.

35 Catequistas firmes en sus convicciones cristianas, que hayan alcanzado un conocimiento claro del conjunto del mensaje cristiano, que les haga posible descubrir lo esencial de lo secundario, con gran sentido de la jerarquía de verdades de fe (Cfr. EN 25; UR11; Cfr. DA 140-141).

Catequistas que sean testigos de su fe en un mundo de relativismo de valores, capaces de educar a sus interlocutores arraigados en las verdades esenciales de la fe, en convicciones profundas y en los valores evangélicos fundamentales, para que sepan confesar su fe y dar razón de su esperanza (Cfr. 1 Pe 3,15).

Catequistas que estén en continua relación con el Maestro a través de la oración. Capaces de escuchar primero, para hablar después; de escuchar para vivir; de meditar para transmitir; de celebrar para proclamar.

6.4 Catequistas de experiencia y sentido eclesial.

36. Catequistas definidos como cristianos, identificados con la Iglesia como comunidad en la que viven su fe, a la que profesan un profundo sentido de amor y pertenencia, en la cual se disponen a servir con fidelidad a Dios y al hombre (Cfr.

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CAL 51). Catequistas que se sepan ubicar dentro del ministerio profetice y que sepan trabajar en armonía con los otros ministerios y áreas pastorales. Sobre todo que sepan unir la catequesis con la liturgia y la vida. Además de desarrollar el potencial evangelizador de la religiosidad popular.Catequistas con vivo sentido eclesial, integrados en su comunidad, viviendo su misterio y su misión con espíritu de comunión y participación (Cfr. EN 60). Con una profunda comprensión de la catequesis hoy: no sólo como enseñanza, sino como una formación cristiana integral, con tareas de iniciación, educación y enseñanza (Cfr. AG 14). Que conozcan profundamente a sus interlocutores.

6.5 Catequistas con una fina sensibilidad misionera.

37 "El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios. La misión es inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación, aunque se le realice de diversas maneras de acuerdo a la propia vocación y al momento de la maduración humana y cristiana en que se encuentre la persona" (DP 278 e).

Catequistas que anuncien el Evangelio de salvación, preocupados por la conversión al Señor de muchos bautizados que han perdido el sentido vivo de la fe, e incluso no se reconocen como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio (Cfr. RM 33). Catequistas con una mirada de fe sobre nuestro mundo, para detectar las señales de la acción del Espíritu y leerlas como llamadas de salvación.

Catequistas que con su vida y testimonio provoquen y convoquen a recuperar la fe perdida prioritariamente de los jóvenes y adultos (Cfr. DGC 26). Además de tener una actitud respetuosa hacia otras opciones religiosas.

Catequistas de esperanza, paciencia y alegría interior, capaces de ponerse en diálogo afectivo, lleno de humildad y confianza en el Espíritu Santo presente en medio de ellos, que como agente principal de su acción puedan transformar y recuperarlos para una fe viva (Cfr. DA 284).

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Catequistas que acompañen los procesos de fe de sus interlocutores, respetando su ritmo y estilo de cambio. Comprometidos con lo humano como expresión de la condescendencia divina, capaces de promover en todos los creyentes un vivo sentido misionero (Cfr. DGC 200).

6.6 Catequistas con honda preocupación social.

38. Catequistas capaces de servir a cada persona reconociendo su dignidad y derechos afirmándola en toda circunstancia como sujeto, fundamento y fin de todos los procesos sociales y estructurales, desde el ámbito más pequeño y modesto hasta el ambiente más complejo e internacional. Integrados en su realidad social, económica y política, que asuman las aspiraciones, preocupaciones, logros y sufrimientos de los hombres de nuestro tiempo, comprometiéndose en su transformación (Cfr. CAL 201; DA 399-405).

Catequistas ubicados en la historia que les toca vivir. Evangelizadores que vuelvan a proponer la fe en una cultura secularizada promoviendo nuevos métodos y expresiones, como auténticos agentes de inculturación (Cfr. SD 49).

Dotados de un hondo sentido social, promotores de una cultura de solidaridad, capaces de formar cristianos que con la fuerza dinamizadora del Evangelio vivan y promuevan solidariamente la dignidad inviolable de toda persona humana. Que vivan la experiencia del amor y entrega de Cristo por nosotros (Cfr. Ef 5,2), y movidos por el Espíritu descubran a Cristo en todos los rostros humanos sobre todo en los más pobres, mostrando con sus obras un amor universal, eficaz, generoso y gratuito al hermano (Cfr. St 2,14).

6.7 Catequistas con sentido ecológico.

39. Comprometidos con el respeto a la naturaleza, que no sólo contemplen la maravillas de la creación sino que promuevan la conservación y el adecuado uso de los recursos naturales confiados por Dios al hombre para la defensa de la vida (Cfr. DA 470-475).

Promotores de la vida, que sepan valorar y utilizar los avances de la ciencia y de la técnica. Pero también, capaces de denunciar los atropellos que en nombre del

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"progreso" han dañado el mundo en todas sus formas. Heraldos del equilibrio de las relaciones del hombre y todo lo creado, para ordenar todas las cosas a Dios en Jesucristo (Cfr. DA 126).

7. Distinta realidad, diferentes catequistas.

40. Aunque la catequesis es para todos, pide que sea diferenciada según la evolución física y psicológica de los interlocutores; la diversidad de ambientes, circunstancias culturales y religiosas; y situaciones especiales que demandan los matices de la función del catequista y la manera de realizar su misión.

La Iglesia que no conoce interrupciones en su labor apostólica, ha de promover catequistas para cada etapa de la vida, que acompañen a la persona en sus diferentes ciclos vitales, desde la infancia hasta la madurez como en una escuela permanente de fe.

También, catequistas según las necesidades evangelizadoras de la propia cultura con sus valores, desafíos y sombras, con interlocutores cristianos o en una cultura de rápida evolución; con interlocutores bautizados indiferentes o alejados de su fe; o ya sea de un país de misión donde haya necesidad de instituir la Iglesia creando co-munidad, para realizar eficazmente su tarea.

Se presentan en seguida ciertas características qué los han de distinguir según su ministerio.

7.1 Catequistas según edades.

7.1.1 Catequistas de adultos.

41. Tras un largo período de práctica catequística centrada principalmente en los niños, recientemente se ha ido dando mayor importancia a la catequesis de adultos como paradigma y eje de toda catequesis, ya que son ellos los que tienen "la capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su forma plenamente desarrollada" (CT 43; Cfr. DGC 275). Cada uno debe prepararse diligentemente para el apostolado, obligación que es más urgente en la edad adulta porque, con el paso de los años, el alma se abre mejor, y así puede descubrir con mayor exactitud los talentos con los que Dios lo ha enriquecido (Cfr. AA 30; DA 298).

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Ante un alto porcentaje de adultos que no han sido suficientemente evangelizados, que están alejados, son poco practicantes, o aún no han sido bautizados, hoy más que nunca se requieren cristianos alegremente confesores de la fe recibida por una catequesis adulta. Para que partiendo de su realidad y de una adecuada formación cristiana, con un proyecto integrador, puedan crear en el seno de la comunidad un espacio de reflexión creyente que los lleve a armonizar los diferentes aspectos de su vida (Cfr. III Sem Lat 58a).

42. La Iglesia necesita catequistas preparados capaces de acompañar al adulto en su proceso de fe, con una catequesis de inspiración catecumenal, ya que el seguimiento de Jesús lleva a un ajuste de la propia vida a las exigencias del Reino, desde las opciones expresadas en los sacramentos de iniciación y la progresiva pertenencia a la comunidad cristiana, en un creciente empeño y compromiso por construir la fraternidad y solidaridad.

La catequesis de adultos les dará sentido, unidad y esperanza a su vida personal, familiar, eclesial y social (Cfr. DGC 173; III Sem Lat 143):

-Promoviendo su formación y maduración, en el Espíritu de Cristo Resucitado,

-educando para el discernimiento de los cambios so-cioculturales,

-dando respuesta a las interrogantes religiosas y morales de hoy,

-participando en la educación de las nuevas generaciones,

-clarificando la relación entre acción temporal y acción eclesial,

-desarrollando los fundamentos racionales de la fe y

-formando para la responsabilidad y misión (Cfr. DGC 175).

Esta tarea supone un proceso de iniciación de "inspiración catecumenal" en el que la relación fe-vida crece dinámicamente, llevando a los adultos a asumir la conversión inicial, el compromiso de corazón y las relaciones nuevas, contribuyendo así a forjar su identidad cristiana y a promover su respuesta de fe.

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7.1.2 Catequistas para adultos en plenitud.

43 En esta época en que aumenta cada vez más el número de adultos mayores en el mundo no siempre se valoran - los aportes que ellos pueden hacerle por su laboriosidad y el testimonio de su experiencia. En nuestra patria sobre todo entre los indígenas y las comunidades rurales se encuentran grupos, en donde ellos tienen un lugar importante manifestándoles amor y veneración, pero paulatinamente se impone más entre las extensas zonas urbanas la marginación hasta llegar a concebirlos como un peso inútil e insoportable, incluso como sujetos de la eutanasia para mitigar su dolor (Cfr. DA 447-450).

La Iglesia reconoce que es necesario dedicarles mayor atención, ya que su condición no es la mejor, no sólo por la disminución de sus capacidades, el alejamiento de la familia y el rechazo de la misma sociedad. La catequesis ha de asociar el contenido de la fe y la presencia cordial del catequista y de la comunidad creyente, como una oportunidad para volver a considerar mejor el pasado, de conocer y vivir más profundamente el Misterio Pascual, de convertirse en ejemplo para todo el pueblo de Dios o aún más, para sentir el llamado a ejercer este ministerio entre sus hermanos o los de otras generaciones (Cfr. DGC 186; ChL 48).

En las comunidades es necesario promover una catequesis sistemática para adultos mayores, y elaborar subsidios específicamente para ellos, ya que donde se les atiende solamente es en el aspecto humano-social, más que el religioso.

Los catequistas han de ser educadores en la esperanza que proviene de la certeza del encuentro definitivo con Dios, acompañando a los adultos mayores, no sólo a pre-pararse a la muerte biológica cercana, sino también para la muerte social que está en acto por las mismas condiciones y exigencias que la sociedad le impone. Estimularlos a descubrir la riqueza de sus posibilidades y a sentirse responsables dentro de sus límites en la comunidad civil y eclesial, en particular en su familia descubriendo el paso de Dios en su historia.

Han de desarrollar una sensibilidad particular que les permita ejercer una adecuada relación entre la fe y la vida para motivarlos a reconocerse, no sólo acogidos por el Señor, sino también por la comunidad cristiana. Esto redunda en una promoción de su dignidad, desarrollando en ellos la preciosa misión de ser testigos del pasado y transmisores de sabiduría (Cfr. FC 27; DGC 95).

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7.1.3 Catequistas de jóvenes.

44. Los jóvenes son las primeras víctimas de la crisis, espiritual y cultural que está afectando hoy al mundo, al mismo tiempo que en ellos está la mejor esperanza de futuro. Actualmente la Iglesia contempla a los jóvenes como un gran desafío (Cfr. ChL 46; GE 2; DA 444-446;).La propuesta explícita de Cristo al joven del Evangelio (Cfr. Me 10,17-22), es el corazón de su catequesis, es ahí, donde aparecen como interlocutores directos de Jesucristo que les revela su singular riqueza y que a la vez les compromete a un proyecto de crecimiento personal y " comunitario de valor decisivo para la sociedad y la Iglesia .

45. La presencia eclesial en su mundo requiere de catequistas capaces de descubrir y analizar su realidad como una invitación a la propuesta del Reino, abiertos a la solidaridad y al diálogo que asuman su compromiso en fidelidad a la vivencia de su fe, con competencia y entrega en su misión especialmente dedicados a:

* Presentar de manera auténtica la persona y el mensaje de Jesús, que responda a las expectativas y necesidades del joven, permitiéndole clarificar su identidad y encontrar su lugar en la sociedad y en la Iglesia.

* Conocer, asumir y compartir su realidad, siendo testigo y portador de un proyecto de vida que partiendo de Cristo tome en cuenta los diversos aspectos de su vida.

* Despertar en ellos el interés por un proceso de socialización, educando en la adhesión y seguimiento de Jesús; en la vivencia celebrada de su acontecimiento salvador; en la ética de un amor nuevo y en el compromiso transformador de su historia personal y social.

* Proponerles una catequesis con itinerarios abiertos y nuevos a la sensibilidad y los problemas de su edad, en particular dar un puesto adecuado a la educación para la verdad y la libertad conforme al Evangelio, la formación de la conciencia, la educación para el amor, el planteamiento vocacional, el compromiso cristiano en la sociedad y la responsabilidad misionera en el mundo (Cfr. DGC185).

* Impulsar comunidades significativas que propicien espacios de apoyo y corresponsabilidad en la vivencia del propio proyecto de vida cristiana, que orienten

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al joven a vivir su afectividad y sexualidad integrada en un proyecto de opción vocacional como experiencia de solidaridad, pertenencia, interioridad y comunión.

* Promover jóvenes creyentes, discípulos de Cristo, integrados a la sociedad, productiva y eclesialmente comprometidos en su comunidad, capaces de ser testigos, que compartan su experiencia de vida, haciendo suya la propuesta del Papa Juan Pablo II a ser protagonistas de la evangelización y promotores de la renovación social.

El catequista ha de asumir como compromiso su preparación y dedicación a este servicio fundamental de la comunidad cristiana, ante la "urgencia de una enseñanza catequética bajo la modalidad de catecumenado para un gran número de jóvenes y adultos que, tocados por la gracia, descubran poco a poco la figura de Cristo y sientan la necesidad de entregarse a él" (EN 44, Cfr. CT 39; DA 446; III Sem Lat 136-139).

7.1.4 Catequistas de adolescentes.

46. La adolescencia es el periodo en el que se realizan los grandes descubrimientos de la vida: las propias posibilidades, el amor, la autonomía. Por lo tanto, es también la etapa de los grandes proyectos. La actitud que acompaña al adolescente es la búsqueda, a veces de interrogantes que entusiasman la vida, pero también de preguntas angustiantes e incluso frustrantes. El adolescente, en fin, experimenta un gran conflicto de identidad, está en búsqueda de su papel en la sociedad y de una orientación que pueda darle unidad a su existencia (Cfr. DA 442).

Es por esto que el catequista de esta etapa ha de ser, ante todo, una persona disponible a acompañar a cada adolescente en su búsqueda del sentido genuinamente cristiano de la vida, presentándole modelos de referencia (Cfr. DCG 84). Que sea capaz de comprender, valorar y aceptar el aporte que cada adolescente puede ofrecer a la Iglesia y a la sociedad. Una persona abierta al diálogo y que respete la decisión personal del adolescente para acompañar con paciencia, pero muy de cerca, su madu-ración progresiva en la fe. Un catequista que, en la libertad les enseñe a asumir sus propias responsabilidades y a .. descubrir el indicio de su vocación (Cfr. DCG 181-182).

Uno de los retos del catequista de adolescentes, es conocer y comprender el mundo de sus interlocutores, su realidad, para poder entender su cultura y hacer una justa

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interpretación del momento que están viviendo. Debe considerar los problemas cotidianos más apremiantes, saber interpretar los diferentes lenguajes, clarificar los valores con una fundamentación y lenguaje que permitan el diálogo y el encuentro con la pluralidad de mentalidades y cosmovisiones con las que hoy conviven los adolescentes (Cfr. CT 38).

Dado que el adolescente tiende a rechazar los valores que no ve expresados con convencimiento en la manera de vivir de los adultos, se requieren catequistas que vi-van con autenticidad lo que anuncian (Cfr. DCG 85). En fin, catequistas con apertura mental, conocimiento amplio de la realidad y una sólida base doctrinal para poder responder a estos interlocutores.

7.1.5 Catequistas de niños.

47. La niñez es un período de apertura a la novedad de la vida, con espacios amplios a la alegría y al juego, receptividad, sensibilidad religiosa, espontaneidad y confianza. Tiempo de presentar a los niños a Jesús: "Dejen que los niños vengan a mí; no lo impidan" (Me 10,13-16; Cfr. DA 438. 440).

En la catequesis de niños encontramos el mayor número de catequistas por lo que podemos decir que es la más atendida y donde se tiene una mayor respuesta, es así que se ve necesario tener en cuenta su situación y condición de vida.

Actualmente es notable la creciente desintegración familiar, que trae como consecuencia daños irreversibles en los niños a causa del maltrato físico y psicológico, abandono, explotación y abuso en todos los aspectos. Muchos niños no experimentan el amor de sus padres y se percibe a muy temprana edad la pérdida de valores humanos y morales.

Esta realidad llama al catequista para que desde su experiencia humana y evangélica, acoja al niño desde su situación específica y sea signo de la presencia de Dios con el testimonio de su vida, realizando su acción catequística junto con los padres de familia y en comunión con la Iglesia. La mamá y el papá en su ambiente cotidiano, serán los catequistas idóneos para llevar de la mano a los niños en su camino de socialización y de educación humano-cristiana con el testimonio de su vida (Cfr. III Sem Lat 140-147).

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48. El catequista tiene como tarea la educación integral de la fe del niño. Presenta de forma orgánica y sistemática la persona de Jesús y su mensaje. Lo invita a identificarse con Él mediante el anuncio del Evangelio y la formación de su conciencia cristiana. Lo inicia en el conocimiento y vivencia de los sacramentos, favoreciendo su crecimiento y la preparación adecuada para recibirlos y lo introduce a participar en la vida de la comunidad eclesial (Cfr. CT 37; DGC 178).

Es importante que el catequista considere que la catequesis de niños es una primera etapa de todo un proceso de crecimiento en la fe.

* Que acompañe, facilite, forme y guíe con el auxilio y conocimiento de la pedagogía y junto a los métodos adecuados para que el proyecto de Dios sea asumido conforme a su edad.

* Que relacione sus experiencias más significativas con la luz del Evangelio para que lo encarne en esta etapa primordial de su vida que no termina con la recepción de los sacramentos (Cfr. CT 66).

* Que lo lleve a desarrollar sus capacidades y aptitudes humanas que son base para la fe como son: el sentido de confianza, de gratuidad, de invocación, de participación, el don de sí, la educación para la oración, la iniciación a la Sagrada Escritura etc.

* Que considere el ambiente familiar como espacio insustituible en la educación de la fe y su apertura al mundo con la educación escolar (III Sem Lat 143).

* En este contexto será necesario desarrollar perfiles para los niños de situaciones especiales, de "la calle", sin apoyo familiar, los que no van a la escuela, hijos únicos, etc.

7.2 Catequistas según situaciones y ambientes.

7.2.1 Catequistas de interlocutores con capacidades diferentes.

49. Los catequistas de personas con Necesidades Educativas Especiales -NEE- requieren de una eficaz preparación que les ayude a atender a la diversidad adecuada, y por lo tanto les permita atender a la diversidad en formación de la fe.

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El uso de varios métodos desarrolladores contribuirá a atender a estos interlocutores con diferencias en su desarrollo, físico, intelectual, social; así como en otras cir-cunstancias que los hagan diferentes (Cfr. CT 51).

La atención a las distintas y variadas situaciones de estas personas impulsará a los catequistas a ser creativos en la adaptación del mensaje mediante itinerarios personalizados (Cfr. DGC 165).Inicialmente a la familia del discapacitado corresponde involucrarse como agente de formación en este proceso de educación en la fe (Cfr. DGC 189).

En las Iglesias particulares los agentes de catequesis especializados deberán atender este campo educativo para lograr que sientan, piensen y aprendan el mensaje y dado el caso ejerzan una misión.La condición del discípulo no nace de su naturaleza humana, sino que brota de la misión de Jesucristo, donde todos adquieren igual dignidad (Cfr. DA 184).

-Discapacidad es la carencia física o sensorial.

-Capacidad diferente se refiere a la falta de desarrollo completo de alguna capacidad.

-Necesidad Educativa Especial -NEE- es la necesidad que tiene la persona de ser acompañado en su proceso de adaptación a la normalidad y a la socialización.

7.2.2 Catequistas para grupos diferenciados.

50. Catequistas con la posibilidad de dialogar con un lenguaje adaptado a los interlocutores de los diversos sectores: obreros, campesinos, indígenas, profesores, universitarios, artistas, hombres de ciencia, políticos, empresarios, etc., para llevarlos al encuentro con Jesucristo y su mensaje, y así orienten su vida conduciéndola a la plenitud y maduración de su fe (Cfr. DGC 191; DA 492).

En este ámbito cabe mencionar la diversidad de situaciones y necesidades que demandan al catequista una acción diferenciada, tal es el caso de los marginados, los niños de la calle, los bándalos, los emigrantes, los exiliados, los enfermos, los tóxico dependientes y los prisioneros que requieren una atención generosa, paciente y amigable, periódica u ocasional, directa o indirecta, en la que se pondrá de manifiesto la vitalidad de la catequesis (Cfr. DGC 190; DA 393 - 394).

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7.2.3 Catequistas de catequesis sacramental.

51 A partir de la insistencia para comulgar a temprana edad, los catequistas se han orientado casi exclusivamente a la preparación a la primera comunión de los niños, aunque en algunos lugares, con ocasión de esta preparación se ha tratado de dar una catequesis a los papas y padrinos de los niños y jóvenes. Hoy, poco a poco se van diversificando los tipos de catequistas orientados a los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Matrimonio para acompañar en la preparación próxima a su celebración.

"La catequesis no debe ser sólo ocasional, reducida a los momentos previos a los Sacramentos o a la iniciación cristiana, sino más bien "un itinerario catequético per-manente" (DA 298).

Es importante que el catequista conozca que la preparación a los sacramentos es un momento que se integra dentro del proceso de educación en la fe como espacio privilegiado para ayudar a fortalecer, crecer y madurar la vida de fe de los interlocutores. (III Sem Lat 105; 140).

El catequista sabrá aprovechar este momento, para propiciar en ellos un encuentro personal con Jesucristo, con la acción de su gracia y de su vida que nos comunica en los sacramentos. Esto mediante una presentación viva y clara del mensaje, de los signos y ritos que conllevan en la celebración litúrgica, orientando al interlocutor y a su familia a la integración plena y al compromiso en la vida de la comunidad (Cfr. DA 278; III Sem Lat 80).

Procurará que tanto la preparación como la realización se desarrollen en un ambiente festivo que ya de por sí se realizan, llevándolos a centrarse en lo fundamental de la acción de Dios en la vida del hombre y en la transformación radical que ha de operar en ellos.

De ahí que es fundamental que el catequista conozca profundamente el significado bíblico, teológico, litúrgico y catequístico de los sacramentos, y que sea capaz de orientar con claridad en la comprensión integral del contenido y significado del sacramento.

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7.2.4 Catequistas de asociaciones laicales y movimientos.

52. En la actualidad la Iglesia se ha visto enriquecida por el florecimiento de tantos movimientos eclesiales que aportan su carisma propio a la Iglesia y que dinamizan, vivifican y empujan la vida de fe de las comunidades dando respuesta a las diversas necesidades y circunstancias nuevas de las personas y de los grupos sociales, impidiendo con su rápida respuesta el éxodo de tantas personas hacia otros grupos religiosos (Cfr. DA 214; 311-313).

Aunque ya se ha iniciado un proceso de valoración e integración de estos movimientos y grupos en la comunidad eclesial, aún se percibe una falta de inserción y comunión con su comunidad ya sea parroquial o diocesana; o lo que es peor, actúan de manera paralela e independiente, tal vez por miedo a perder su identidad y carisma, en detrimento de la riqueza que podrían aportar, y en algunos casos, siendo signos de división y conflicto.

Muchas veces los programas de formación desconocen o hacen caso omiso de los procesos de educación en la fe, propuestos por los órganos institucionales o por los grandes documentos del Magisterio de la Iglesia. De ahí la necesidad de catequistas con una profunda comunión eclesial y apertura al diálogo, con madurez humana, profundidad de fe y coherencia de vida, con capacidad de comprensión ante la diversidad y la pluralidad, fieles a Dios, al hombre y a la Iglesia. Que sean testigos y profetas ante los hombres, dispuestos a aprender de otros y a aportar desde su realidad, con habilidad de trabajo en equipo, equilibrio familiar y laboral, con actitud positiva ante conflictos.

Requiere empeñarse en una continua formación y actualización que lleve al catequista a un conocimiento orgánico y sintético de su fe, a la comprensión clara del proceso de Evangelización y de la cultura contemporánea con el auxilio de las ciencias humanas capacitándose en la animación de los grupos, suscitando procesos de educación en la fe, en la vida y participación social para edificar a las personas y a la comunidad mediante su habilidad de transmitir su experiencia de fe y el mensaje cristiano.

7.2.5 Catequistas en el medio rural y urbano.

53. "Las grandes ciudades son laboratorios de una cultura contemporánea, compleja y plural. La ciudad se ha convertido en un lugar propio de nuevas culturas que se es-

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tán gestante e imponiendo con un nuevo lenguaje y una nueva simbología. Esta mentalidad urbana se extiende también al mismo mundo rural" (DA 509-510).

Esta realidad nos pide implementar "Un proceso de iniciación cristiana y de formación permanente que retroalimente la fe de los discípulos del Señor integrando el conocimiento, el sentimiento y el comportamiento" (DA518d).

Para esto se requiere catequistas identificados con su ambiente rural o urbano, con sus características y situaciones. Capaces de enfrentar los desafíos que la ciudad o el campo presenta, desarrollar itinerarios especiales y crear los instrumentos y materiales propios, usando los recursos que proporcionan los medios de comunicación. (Cfr. DGC 192).

Todo lo anteriormente dicho, no quita importancia a la catequesis rural, que dentro de una renovada pastoral fortalezca a los habitantes del campo y su desarrollo eco-nómico y social/contrarrestando las migraciones. A ellos se les debe anunciar la Buena Nueva para que enriquezcan sus propias culturas y las relaciones comunitarias y sociales (Cfr. DA 519).

7.2.6 Catequistas de Indígenas.

54. Los indígenas representan en nuestra realidad mexicana un alto porcentaje, por lo que necesitan una atención especial en la catequesis.

"Requieren una formación inculturada. Deben recibir la adecuada formación teológica y espiritual, sin que ello les haga perder sus raíces" (DA 325).Por tanto es necesario catequistas que tengan conciencia de su raíz histórica, de su contexto sociocultural y que valoren la semilla del Verbo en sus expresiones vitales (Cfr. DA 95).

7.2.7 Catequistas para alejados y no bautizados.

55. Un aspecto esencial que configura la identidad del catequista en la Iglesia es su identificación con el carácter propio de la catequesis como iniciación cristiana integral, haciendo madurar la conversión inicial mediante un proceso de formación orgánica y sistemática de la fe y de integración a la comunidad cristiana (Cfr. CT 21). Característica que lo distingue del misionero portador del primer anuncio entre los no creyentes, tarea que corresponde al "precatecumenado" por el primer anuncio del

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Evangelio (Cfr. III Sem Lat 115-124). Aunque en ciertos momentos el catequista asume la dimensión misionera, llamando a la conversión a los que viven en la indiferencia religiosa, por medio de la "catequesis kerigmática" o "precatequesis", que por su inspiración catecumenal, mediante la propuesta de la Buena Nueva, asegura la conversión y ., una opción sólida de fe (Cfr. DGC 61, 62).

El catequista en el contexto de Nueva Evangelización, ha de atender a la necesidad de conversión que tienen muchos cristianos que solo han sido bautizados, permaneciendo al margen de su fe sin apoyarse ni entregarse a la Palabra de Dios y que así llegan a la catequesis (Cfr. CT 19; III Sem Lat 125-130; DA 288).Para ello ha de inspirarse en Jesús formador de discípulos, que tenía una constante preocupación misionera que va al encuentro de la persona y que en el contacto con ella, busca su conversión, la invita a optar, a tomar decisiones y comprometerse. El catequista configurándose con Él, tendrá especial interés por los alejados, presen-tándoles el Evangelio en relación con la vida diaria y en especial con sus problemas. Así su misión estará respaldada por el testimonio de su vida.

7.2.8 Catequista escolar.

56. Ante los grandes problemas que afectan a la educación cristiana, la escuela católica tiene como tarea insustituible y urgente, fortalecer su empeño educativo y evangeliza-dor en la misión salvífica de la Iglesia, siendo iniciadora de la vida cultural y cristiana, particularmente con una educación en la fe que responda a los grandes desafíos del mundo de hoy (DA 331; III Sem Lat 65-67).

El catequista escolar, tiene como característica peculiar la vocación docente y el ejercicio de su ministerio a partir de la fe en Jesucristo, fundamento vital de su existencia y clave de interpretación del mundo, de la cultura y de la educación, siendo testigo de ella con su vida: en la escuela , en la sociedad y en la comunidad eclesial. Experiencia que le permite, hacer su propia síntesis entre fe, cultura y vida, para dar respuesta desde una visión cristiana a los interrogantes de sus interlocutores sobre el sentido de la vida, de Dios y de la historia.

La educación cristiana que realiza, tiene su máxima expresión en la catcquesis. Despierta en los interlocutores el respeto mutuo en la verdad, la justicia y el amor, con sentido de Iglesia y los conduce a la inserción en ella (Cfr. CT 37).

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Requiere del catequista madurez humana y afectiva, capacidad de escucha, relación e integración, creatividad, respeto, paciencia, espíritu de servicio y grande amor a la verdad, así como una permanente formación pedagógica, pastoral y apoyo de las ciencias auxiliares, creando itinerarios de fe con objetivos y metas bien definidos.

Para favorecer la integración de la catequesis escolar y la pastoral de conjunto, es necesario establecer y reforzar los vínculos de relación y comunicación entre la comunidad educativa escolar: maestros, directivos, alumnos, padres de familia, y la comunidad parroquial con sus pastores, permitiendo que su acción se realice en comunión, reconocimiento y apoyo mutuo según las orientaciones propias de la Iglesia.

7.3 Catequistas según sus funciones dentro de la organización eclesial.

7.3.1 Catequistas de grupo.

57. Son los catequistas que están al frente de un grupo, que son capaces de acompañar un proceso de madurez en la fe, desarrollando tareas de iniciación, de educación y de enseñanza (Cfr. DGC 237). Tienen capacidad de organizar, sentido critico y creativo, y entregan generosamente su tiempo gracias a la profunda conciencia de su vocación.

Son cristianos laicos o consagrados, elegidos, formados y enviados por Dios a través de la comunidad cristiana, que desarrollan su acción en el campo de la educación en la fe con niños, con adolescentes, jóvenes, adultos, grupos de barrio o pequeñas comunidades (Cfr. DGC 230-232).

Su formación es un proceso que los va introduciendo en el conocimiento y práctica de la acción catequística. Muchos de los catequistas han pasado por la etapa de la convocación e invitación, la iniciación como catequistas auxiliares, hasta lograr una formación orgánica y sistemática.

Entre estos catequistas se descubren diversos grados de dedicación. Algunos de ellos ejercen este servicio durante un periodo limitado, otros han completado muchos años de trabajo en catequesis y lo han manifestado en la forma de realizar su ministerio (Cfr. CAL 205).

7.3.2 Catequistas coordinadores.

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58. Catequistas que dependiendo de las necesidades de la catequesis de cada comunidad, de su capacidad y tiempo son:

Coordinadores parroquiales: trabajan al servicio de la catequesis de la comunidad junto a los catequistas de base y en consonancia con el pastor responsable.

Coordinadores de decanato: destinan sus fuerzas a Integrar un proyecto de catequesis común junto a los coordinadores de parroquias afines por su cercanía geográfica

Coordinadores de zona o de vicaría: tienen la misión de articular los planes diocesanos con las acciones concretas de los decanatos y de las parroquias.Miembros del equipo coordinador de la diócesis: aunque en muchas diócesis prevalece la función de coordinar la catequesis como exclusiva de los sacerdotes o religiosos, en otras comienzan a destacar laicos que junto al Obispo trabajan al servicio de este ministerio.7.3.3 Catequistas formadores.

59. Aunque ordinariamente en nuestro ambiente gran parte de la formación de los catequistas recae sobre el catequista coordinador, será necesario promover la figura del catequista formador que cuente con una capacitación específica para el desarrollo cualificado de este ministerio (ver III Sem Lat 96).

Catequistas que disponen de mayor tiempo para el ministerio de la catequesis y que por sus buenas condiciones educativas, son capaces de dar seguimiento a los procesos formativos. Que cuenten con una sólida formación catequética, prolongada experiencia en el ministerio de la catequesis, sean responsables de la formación general y permanente de los catequistas y sepan elaborar creativamente el material catequístico propio de la formación a ellos encomendada.

La formación de estos catequistas no se puede dejar a la improvisación, ni escatimar recursos en su capacitación, ya que de ellos depende en gran parte el futuro de la ca-tequesis. Sin embargo, "no basta que el catequista haya aprendido los contenidos de la fe sino que, convertido realmente a Jesucristo, muestre estar cambiando y caminando continuamente hacia la santidad. Un catequista que viva un proceso de tipo catecumenal podrá luego acompañar a otros a recorrer este camino, lo que hemos visto y oído, eso les anunciamos (1 Jn 1,3 III Sem Lat 98).

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Ya que los seminaristas, sacerdotes y religiosas (os) son formadores de catequistas, requieren una especial formación catequética.

CAPITULO III.

¿CON QUÉ REALIDAD SE ENFRENTAN LA CATEQUESIS Y LOS CATEQUISTAS HOY?

60 Ahora nos acercamos a la situación del ministerio de la catequesis y de los catequistas en nuestro país, con sus luces, sombras y los desafíos que presenta a nuestro quehacer catequístico. Realidad que es fruto de tantos encuentros en las diferentes instancias de los responsables de este servicio tanto a nivel diocesano, provincial y nacional, así como de consultas a través de diversos instrumentos de trabajo.De ahí que partamos de la premisa de que el ser y el hacer de los catequistas depende mucho de la situación de la catequesis, ya que el modelo que se tenga de ella, generalmente ha sido determinante en el tipo de catequistas y la formación que se ha generado. Reconocemos que aún falta mucho por señalar y plasmar, tomando en cuenta que toda contextualización tiene un carácter provisional según las circunstancias históricas.

1. Situación de la catequesis y los catequistas.

1.1 LUCES De la catequesis.

61 Se observa en muchos lugares una mayor cualificación de este ministerio, manifestada en la intensa búsqueda de renovación, para hacer de ella un proceso gradual y permanente de crecimiento en la fe y de su integración en la pastoral eclesial y en la cultura, valorando aún más la piedad popular.

Se constata un mayor acercamiento a la Palabra de Dios como fuente primordial de la catequesis y una mayor conciencia de su relación con la celebración de la fe y el testimonio de vida.

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Se ha desarrollado un proceso histórico que ha dinamizado la catequesis mexicana. Se cuenta con valiosos documentos que nos ofrecen las reflexiones y orientaciones que van impulsando la catequesis del país.Existe una conciencia cada vez mayor de entender la catequesis como iniciación al seguimiento de Jesús. Se va comprendiendo cada vez más la catequesis diferenciada que va respondiendo a las necesidades y situaciones de los interlocutores.Hay mayor compromiso de los obispos al crear nuevas estructuras diocesanas y nacionales como la Comisión Episcopal de Pastoral Profética y en ella la Dimensión de la Pastoral de la Catequesis para dedicar más recursos humanos y materiales.Se van implementando: el Proyecto Nacional de Iniciación Cristiana de los adultos como paradigma de la catequesis; los planes de Catequética en seminarios, casas de formación y escuelas catequísticas y la participación de los laicos. Los padres de familia se van comprometiendo cada vez más en la educación de la fe de sus hijos.

De los catequistas

62 La vida cristiana de muchas comunidades se ha sostenido gracias al servicio de los catequistas, sobre todo donde ha habido ausencia considerable de sacerdotes, religiosos y religiosas. México cuenta con una gran variedad de catequistas tanto para las diversas etapas evolutivas de la vida como para personas en situaciones especiales o con capacidades diferentes.

Los catequistas colaboran con creatividad y esfuerzo, siendo un valioso apoyo para la comunidad. Un buen número de ellos son autodidactas, con gran sentido de responsabilidad y amor a la Iglesia. Su perseverancia y su vida de santidad de muchos de ellos son testimonio creíble hoy. Destaca significativamente la presencia mayoritaria de la mujer.Hay pastores que apoyan directamente la formación de sus catequistas y les ofrecen acompañamiento en diversos espacios ya sean parroquiales, decanales, de zona, diocesanos, provinciales y nacionales, con planes y subsidios encaminados a su formación.

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1.2 SOMBRAS De la catequesis

63 La ignorancia religiosa crece porque cada vez existen menos familias transmisoras de fe.La costumbre ha hecho de la catequesis de niños el modelo de toda catequesis, reduciéndola a una precipitada preparación encaminada a la recepción de los sacramentos.

La catequesis no siempre ayuda a orientar y a dar sentido a la vida porque no fundamenta de forma convincente las certezas de la fe, por lo mismo no hay cristianos convencidos y comprometidos. Porque la formación adecuada no llega a todos los ambientes y en algunos sectores de la población permanece ausente.En algunas diócesis todavía se carece de proyectos, programas, criterios, propuestas y estructuras de formación de catequistas, tiempos, métodos y textos de catequesis.

En muchos casos, la catequesis mantiene una vinculación débil y fragmentaria con la liturgia: las celebraciones y la relación con el ciclo litúrgico permanecen marginales; a las fuentes litúrgicas se les da una escasa valoración y la atención a los signos y ritos es limitada.

No siempre se atiende en forma adecuada a las exigencias y originalidad de la pedagogía propia de la fe y no se aprovechan los subsidios adecuados, reduciendo muchas veces la catequesis a una enseñanza memorística, fragmentaria, sin proyección a la vida y a la transformación social.

Falta coordinación de fuerzas y criterios entre las instancias diocesanas, congregaciones religiosas, escuelas particulares y editoriales para educar en la fe, elaborar materiales y recursos catequísticos.

En la práctica se encuentra dificultad para darle a la catequesis su lugar en el conjunto de la tarea pastoral, y hay resistencia para incorporarla plenamente en la pastoral orgánica y en los proyectos pastorales de algunas Iglesias particulares.

De los catequistas.

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64 Los catequistas en México presentan un cuadro muy desigual, según las regiones y según el valor que dan a la catequesis los pastores y las comunidades parroquiales y diocesanas en donde viven.Los catequistas no siempre son valorados en su ministerio y trabajan, en algunos casos al margen de la vida eclesial y comunitaria.No hay promoción vocacional de este ministerio y cuando se realiza carece de criterios de elección, o se hace de manera inmediata, ante la necesidad de atender a situaciones pastorales urgentes. Hay poca atención a las necesidades de la mujer catequista.

No existe suficiente preparación para afrontar la catequesis de adultos y de personas con capacidades diferentes.Se tiene un deficiente conocimiento de los medios de comunicación y su aplicación en la catequesis. (Cfr. Mem. XIJCN, p.33)

A veces, en los itinerarios formativos se descuida al catequista como persona, creyente y apóstol, por dar preferencia a los métodos o a los contenidos. No siempre se les forma y se les da seguimiento, en una espiritualidad sólida, que los lleve a integrar la fe con su vida y a aceptar su misión con seriedad y alegría (Cfr. Mem. XI JCN, p. 30).

En otras ocasiones no se logra la continuidad de la formación, debido a que los catequistas son adolescentes, o desconocen su vocación o carecen de medios económicos para llegar al lugar de preparación; esto los convierte a veces en catequistas eventuales.

En algunos casos el catequista no ha tenido un encuentro vivencial con Jesucristo, por lo que no está convencido de su fe (Cfr. Mem. XI JCN pag. 33).

La falta de conciencia misionera repercute en que el cate-.quista no asista a lugares donde hace falta su presencia.

En algunas diócesis no se tiene en consideración al catequista, no se le apoya suficientemente, ni se ha instituido un día especial para reconocer e impulsar su ministerio.2. DESAFÍOS

65 Ante una situación tan plural, la Catequesis Mexicana sé enfrenta ante varios y serios desafíos.

Desafíos de la catequesis

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a) Profundizar la naturaleza de la catequesis para ubicarla dentro del proceso de evangelización.

b) Integrarla en el conjunto de las diferentes dimensiones de la pastoral profética como un servicio que canaliza sus aportes a partir de la iniciación cristiana.

c) Vincular la catequesis con la liturgia y el compromiso social para formar cristianos de manera integral.

d) Pasar del adoctrinamiento al anuncio y profundización de la Palabra para que ésta tenga primacía.

e) Partir de la vida y llegar a la vida, transformándola por la Palabra.f) Diversificar la catequesis para responder a la situación plural de nuestra sociedad mexicana.

g) Desarrollar itinerarios catequísticos que partan del anuncio kerigmatico y lleven a la iniciación cristiana, para continuar con una formación permanente.

h) Dar prioridad a la catequesis de adultos como paradigma de las otras formas de catequesis.

i) Promover a la familia para que vuelva a ser lugar privilegiado de la educación de la fe.

j) Tener en cuenta los avances de las ciencias humanas.

k) Impulsar la búsqueda y utilización de los aportes pedagógicos actuales, de los nuevos métodos, con especial atención al uso de los medios de comunicación.

l) Destinar mayores recursos humanos y materiales para la formación de los catequistas y para la promoción de la tarea catequística (Cfr. CT 15).

Desafíos de los catequistas.

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a) Impulsar la pastoral de catequistas con especial énfasis en la promoción y acompañamiento de su vocación.

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b): Brindar una formación integral que parta del encuentro con Cristo Vivo y que los lleve en un proceso permanente a ser verdaderos discípulos misioneros, con una disponibilidad para ayudar donde se requiera su servicio.

c) Desarrollar la capacidad de encarnarse en la propia • realidad para realizar una catequesis inculturadaque desemboque en la generación de una cultura cristiana.

d) Ayudar al catequista a situarse dentro de la pastoral de conjunto para que su acción se integre de manera armónica en la construcción del Reino.

e) Formar a los catequistas para que atiendan de manera conjunta las diferentes expresiones de una catequesis diferenciada sin que ningún sector quede: excluido.f); Poner especial atención en la promoción de cate-' quistas de adultos y catequistas para personas con capacidades diferentes.

g) Motivar a los pastores para que pongan mayor atención en elevar la calidad de la formación de sus cate-: quistas.

h) Valorar el aporte de la mujer en la catequesis a lo largo de la historia y promoverla en todos los ámbitos de su vida (Cfr. DA 455).

CAPITULO 4.

LA FORMACIÓN DEL CATEQUISTA.

67 En la perspectiva de la Nueva Evangelización y de cara a los desafíos que nos presenta el ministerio de la cateque-sis, conviene recordar que uno de los aspectos de suma importancia de la pastoral de los catequistas es el empeño en su formación, ya que ésta no sólo redundará en beneficio propio sino también en función de un mejor servicio en la Iglesia (Cfr. DGC 233; DA 202).

Es imprescindible velar por una adecuada formación de los catequistas en las diferentes instancias cuidando de su especialización según las situaciones, los interlocutores y los ambientes para que sean, a un tiempo, maestros, educadores y testigos (Cfr. DP 1002; DGC 237; DA 212).

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Los tipos de catequistas con sus características y niveles, demandan acentos para orientar y organizar la formación (Cfr. DGC 232). De igual manera, "para que se dé una pastoral verdaderamente incisiva y eficaz hay que desarrollar la formación de los formadores, poniendo en funcionamiento los cursos oportunos o escuelas para tal fin. Formar a los que, a su vez, deberán empeñarse en la formación de los fieles laicos, constituye una exigencia primaria para asegurar la formación general y capilar de todos los laicos" (ChL. 63).

Así pues la formación es el elemento primordial de la pastoral de los catequistas: perfil, áreas de formación, especialización, espacios y centros formativos.

1. Importancia, necesidad y desafío de la formación.i

1.1. Importancia de la formación.

68 Nadie nace catequista y nadie se convierte en tal por el sólo hecho de desearlo. De ahí la importancia de una adecuada y permanente formación que lo capacite para promover y acompañar el crecimiento en la vida de fe de sus interlocutores.

Ya la primera comunidad cristiana, nos da testimonio de la prioridad que dio Jesús a la formación de los discípulos en su intensa y apasionada actividad al servicio del Reino. Los llamó para que estuvieran con Él y los reunió en comunidad. Compartió con ellos su vida, sus ideales, su mensaje, sus alegrías y sus fracasos, para luego en-viarlos a predicar (Cfr. Me 3,13; CT 1).

La catequesis, es llamada a expresar su vitalidad y eficacia, asumiendo entre otras opciones y como tarea prioritaria, la preparación y formación de catequistas dotados de una fe profunda, para no ensombrecer, empobrecer o desvirtuar el mensaje de la Iglesia y la radical novedad del Evangelio (Cfr. DGC 33). :La formación de quienes son sus agentes reviste una importancia fundamental, que comporta y exige "formar hombres comprometidos personalmente con Cristo, capaces de participación y comunión en el seno de la Iglesia y entregados al servicio salvífico del mundo" (DP 1000 a; Cfr. EN 44 y 73). i

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1.2. ¿Por qué es necesaria la formación?

69 No basta con tener catequistas. Es necesaria su formación porque "cualquier actividad pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente formadas y preparadas, pone en peligro su calidad" (DGC 234).

"Para los agentes de evangelización se hace necesaria una seria preparación. Tanto más para quienes se consagran al ministerio de la Palabra" (EN 73). Los instrumentos de trabajo no pueden ser realmente eficaces si no son utilizados por catequistas bien preparados. Por tanto, la adecuada formación de los catequistas no puede ser descuidada a favor de la renovación de textos y de una mejor organización de la catequesis (Cfr. DCG 108).

El modelo de catequesis generalmente ha sido determinante en el tipo de catequistas y la formación que se ha generado, ya que cuando se ha enriquecido el concepto de catequesis, por las sucesivas aportaciones que han confluido en el movimiento catequético, la figura del catequista y el planteamiento de cómo ha de ser su formación han quedado, en igual medida, enriquecidas, constatándose un esfuerzo por capacitar a los agentes de forma cada vez mejor para este ministerio (Cfr. DGC 237). De igual manera, cuando la formación de los catequistas no asume todas las dimensiones de la catequesis, queda automáticamente desfasada e incapaz de responder a las exigencias de la nueva evangelización (Cfr. CAL 17-24; EN 44).

1.3. El desafío de la formación.

70 Uno de los grandes desafíos a lo largo de la historia de la Iglesia ante la urgencia del anuncio de Jesucristo y su Evangelio en el mundo, ha sido la formación de los catequistas para este ministerio. Para poder responder hoy a este desafío se requiere tener presente: * Que la formación considere el concepto de catequesis que propone la Iglesia, como escuela de fe, aprendizaje y entrenamiento de toda la vida cristiana (Cfr. DGC 30; EIA 69).

* Que es inaplazable el esfuerzo para que la formación se dirija a todos los catequistas llevándolos a optimizar su misión y que puedan pasar de la impartición de una doctrina a generar procesos, a partir de un anuncio kerigmatico que suscite la experiencia de Dios y acompañe todo el proceso, desarrollando tareas de iniciación, de educación de la fe, y de enseñanza (Cfr. AG 17, 26; DGC 237; EN 44, DA 279).

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* Que es necesario promover laicos conscientes de su bautismo y del lugar de la catequesis en el proceso evangelizador que respondan a su vocación como protagonistas de la nueva evangelización (Cfr. DA 240).

* Que en la pastoral catequética diocesana los obispos están llamados a dar absoluta prioridad a la formación de los catequistas laicos. Para ello, se deberá cuidar al máximo la formación catequética de los presbíteros, tanto en los planes de estudio de los seminarios como en la formación permanente (Cfr. DGC 234).

* Que la comunidad dedique a la catequesis los mejores recursos en personas y medios materiales, para organizaría más eficazmente y formar personal capacitado (Cfr. CT 15).

* Que la formación y acción de los catequistas se realice encarnando formas convincentes y creíbles, teniendo a la catequesis de adultos como paradigma de las demás formas de catequesis (Cfr. DGC 271).

2. Naturaleza y finalidad de la formación.2.1 ¿Cómo entendemos la formación?

71 La "formación" es una necesidad del ser humano (DA 280). Brinda los elementos necesarios y adecuados para que la persona desarrolle todas sus capacidades y des-empeñe consciente y responsablemente una tarea proporcionada a su vocación. Como itinerario de vida es un proceso dinámico y progresivo, que favorece su crecimiento personal, le abre horizontes y nuevas perspectivas, le da seguridad y capacidad de riesgo para enfrentar dicha tarea.

Con el término "formación de catequistas", se indica el proceso educativo con el que se capacita a los catequistas para el desarrollo de su ser y servicio profético. Es un proceso íntegro, sistemático y orgánico, que tiene sus principios en la espiritualidad laical y en el hecho de que el catequista debe estar capacitado para comunicar la Buena Nueva del Reino, que ha de ser creída, celebrada, vivida y anunciada (Cfr. ChL. 60).

El cristo centrismo de la catequesis viene a determinar la identidad, la espiritualidad y vida del catequista, así mismo, determina la capacitación para anunciar y transmitir el Evangelio en nombre de la Iglesia. De allí que la formación también tenga un carácter marcadamente eclesial, acontece dentro y a partir de la Iglesia, confiriéndole su

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verdadera naturaleza, ya que ella es la responsable de la catequesis (Cfr. CT 5, 6; DGC 236; DA 277).

2.2 La finalidad de la formación del catequista.

72 El fin de la formación de los catequistas es capacitarlos para:

a) Transmitir el Evangelio a los que desean seguir a Jesucristo. La cima y el centro de la formación es la aptitud y habilidad de comunicar el mensaje evangélico, buscando que el catequista sea competente para realizar un acto de comunicación, capaz de poner a los interlocutores realmente en contacto con Jesucristo Vivo e invitarlos a su seguimiento (Cfr. DGC 235; DCG 111; DA 287).

b) Animar eficazmente un itinerario catequístico. Les habilita para acompañar a los interlocutores en el crecimiento y maduración de su fe, por el conocimiento vivencial e íntimo de la persona de Cristo y su mensaje. Constituyéndolos en discípulos misioneros incorporados de manera permanente a la comunidad cristiana, para celebrar la vida nueva en los sacramentos de iniciación y vivir en comunión con Cristo y los hermanos (Cfr. DGC 235; CT 10; DA 278).c) Contribuir a fortalecer la Iglesia servidora de la humanidad. A partir de su propia formación han de sumergirse en la fe y vida de la iglesia y tomar conciencia de que su tarea es esencialmente eclesial.

d) Edificar con su servicio, en comunión con sus pastores, una comunidad abierta, dispuesta al diálogo, ecuménica, misionera, discreta y humilde, mediante la comunicación del Evangelio. Ser fieles a Dios en su Palabra, dada en Jesucristo y a la integridad de su mensaje y fieles a la persona, penetrando, asumiendo y purificando los valores de la cultura. Iluminar con el Evangelio las situaciones humanas y los acontecimientos de la vida, para hacer descubrir en ellos la presencia o ausencia de Dios (Cfr. DGC 236; DP 994-997).

3. Criterios inspiradores para propiciar una experiencia formativa de catequistas.

73 Para concebir de manera adecuada la formación de los catequistas es necesario tener en cuenta el carácter evangelizador de la Iglesia, su dinamismo y las acentuaciones actuales de la catequesis. Así se ubicarán los agentes, los contenidos, los itinerarios y medios de la formación. Sin olvidar que ésta se dirige a personas

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concretas, que han de ser tenidas en cuenta en su totalidad y no sólo en función del servicio pastoral que realizan.

De ahí la necesidad de considerar algunos señalamientos o criterios básicos que orienten la formación:

3.1 Formación integral de los catequistas.

74 Propiciar en la formación el desarrollo de los catequistas, como sujetos de transformación más que de información orientando su camino de madurez integral, en las distintas dimensiones: "humana, comunitaria, espiritual, intelectual, pastoral y misionera" (DA 280), tomando en cuenta tanto el nivel formativo como su situación. Formándolos como personas, como creyente y como apóstoles; respetando, valorando y promoviendo su experiencia personal, familiar y comunitaria como parte integrante del itinerario de formación sin frenar o acelerar su crecimiento (Cfr. DGC 238; GPCM 155; CAL 194).

3.2 Los catequistas son protagonistas de su propia formación.75 Los catequistas son protagonistas y responsables de su propia maduración humana y cristiana participando activamente en su crecimiento como personas capaces de convivir, dialogar, tomar iniciativas y colaborar; de acoger la propuesta de Dios realizada en Jesús, como sentido y fundamento último de su propia existencia, y a sentirse integrado en la comunidad eclesial.

Ellos son los sujetos principales de su aprendizaje, impregnando cada dimensión y área del itinerario de formación con el signo de la creatividad y de la personalización de lo aprendido (Cfr. DGC 245).

3.3 Desarrollo y vivencia de una profunda espiritualidad.

76 La verdadera formación alimenta, ante todo, la espiritualidad como experiencia de Dios y de vida en el Espíritu de Jesucristo, basada en su seguimiento con dimensión trinitaria, como forma de impulsarlo a que su acción catequística brote del propio testimonio (Cfr. EN 41; DGC 239,156; CAL 199; DA 240).

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La formación ha de llevarlo a acoger la Palabra en comunión con la Iglesia, en la que vive la experiencia de comunidad y en relación con los demás como hermanos expresando con su vida y palabra el Evangelio por la acción de su Espíritu.

3.4 Encarnada en la realidad.

77 La formación ha de ser diferenciada según ambientes e interlocutores. Atenta a las situaciones históricas de los grupos y de las personas en sus diversas etapas y cir-cunstancias; con sus valores, sombras y desafíos, inquietudes y esperanzas. Adaptándose a los propios modos de vivir y de pensar, niveles de escolaridad, etc.

Una formación que lleve a tener una clara identidad humana, cristiana y eclesial, capacitando al catequista para vivir en un mundo plural, con equilibrio, fortaleza, serenidad y libertad interior, leer la historia, conocer y discernir los acontecimientos e interpretarlos a la luz del Evangelio y así dar respuesta a su realidad (Cfr. DGC 237; DA 280 a).

3.5 Con el carácter propio de laico en la Iglesia.

78 La formación de los catequistas ha de encaminarse a reafirmar su identidad cristiana en el mundo, que tiene como característica especial la misma índole secular propia del laicado y el carácter singular de su espiritualidad (Cfr. DGC 237; AA 29).Considerar en los proyectos de formación de los catequistas seglares, una clara inspiración laical es garantizar la presencia del Evangelio en medio del mundo (Cfr. ChL 97).

3.6 Fuerte sentido eclesial.

79 La mística de la formación ha de desarrollarse con un fuerte sentido comunitario en diálogo, participación, comunicación, responsabilidad y trabajo de equipo, que favorezca su madurez humana y su identidad como creyente. Oriente a los catequistas para que en el ejercicio de su ministerio al servicio del Reino, por la proclamación de la Palabra, vivan la experiencia de ser Iglesia como escuela y casa de comunión, en comunión y participación en el conjunto de los demás ministerios, siendo fieles a Dios, a la Iglesia y a la humanidad (Cfr. CAL 197; DP 994; 997).

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Hay que capacitar a los catequistas para transmitir el Evangelio en nombre de la Iglesia y abrirles camino en todas partes para que también ellos, según sus posibi-lidades y las necesidades de los tiempos, tomen parte activa en su misión salvadora en la conciencia de que "la catequesis es siempre amor y responsabilidad, una responsabilidad que nace del amor por aquellos que uno encuentra a lo largo del camino" (Juan Pablo II) (Cfr. DGC 236; LG 5,32,33).

3.7 Impregnada de espíritu misionero.

80 La Iglesia, en los últimos años, ha expresado la necesidad de acentuar y desarrollar la dimensión misionera de la evangelización, como nuevo estilo de acción pastoral. Se hace necesario plantear una acción educativa, lenta, progresiva y realista, para atender a los más alejados, mediante un proyecto evangelizador misionero y catecumenal unitario (Cfr. DGC 277,111-112).

Esta situación demanda promover una formación que capacite a los catequistas para ofrecer el testimonio del don de la fe que han recibido; expresar y comunicar con sencillez el mensaje de salvación; acompañar adecuadamente a la persona en sus diversas situaciones de fe, respetando su ritmo en el descubrimiento del Dios de Jesucristo y animándola en su camino de la conversión (Cfr. DGC 200; EN 25; DA 284).Si la catequesis requiere de una inspiración catecumenal, en consecuencia la formación de los catequistas pide una orientación semejante.

3.8 Abierta al ecumenismo, la tolerancia y el pluralismo.

81 La relación con los hermanos y hermanas bautizados de otras Iglesias y comunidades eclesiales es un camino irrenunciable para la formación de los catequistas (Cfr. DA 227-234).

El catequista requiere estar preparado para el diálogo intercultural e ínter confesional (Cfr. DC144); conocer críticamente, amar, vivir y transformar por el Evangelio la realidad del pueblo o grupo socio-cultural en que han de actuar, a ejemplo de nuestros mártires (Cfr. DSD 180; DC 137).

Descubrir los valores que cada religión y cultura aportan en la construcción de la historia, ayudará al catequista a situarse ante ellos, a enriquecerse mutuamente

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mediante el diálogo e intercambio fecundo y a saber respetar las expresiones, estilos, planteamientos, etc. de cada grupo, pueblo y nación (Cfr. CT 53; DC 139-143).

Esta formación en la apertura supone la convicción de que Cristo es el centro de la proclamación y que por Él se alcanza la salvación. El catequista está llamado a descubrir y discernir las semillas del Evangelio en las distintas culturas y religiones, ayudando a profundizar y robustecer la identidad de los bautizados en un encuentro entre el Evangelio de Jesucristo y el mensaje de las otras religiones y los nuevos grupos religiosos. (Cfr. DGC 200; DC 96,97).

3.9 En el contexto de la pastoral general.

82 La formación de los catequistas ha de situarse en la pastoral de conjunto y en el plan de la catequesis diocesano y parroquial. Se ha de favorecer su relación con las demás acciones pastorales en comunión eclesial (Cfr. DGC 232,237,266,267; DCG 115).

3.10 Formación orgánica, sistemática, progresiva y permanente.

83 El itinerario de formación no puede ser episódico sino que debe fijarse unos objetivos precisos, unas etapas sucesivas y complementarias, desde el nivel inicial hasta el de especialización, para una profundización continuada a partir de un núcleo esencial: Dios, hombre, Iglesia, mundo y vida cristiana (Cfr. CT 6; EN 44).

Se exige que la formación sea orgánica sobre todo en lo que se refiere a sus diversas dimensiones: ser, saber, saber hacer, armonizándolas entre sí. El intercambio entre el momento formativo y operativo, entre acción, interpretación y verificación crea la verdadera organicidad.

La formación permanente abarca modalidades y grados diversos. Es necesario que se prolongue durante todo el tiempo que los catequistas permanezcan dedicados a su misión en fidelidad a Dios y al hombre (Cfr. DCG 110; CAL 195; LC 174; DA 279).

3.11 Con una pedagogía coherente con la catequesis.

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84 Es fundamental que en el proceso formativo se tenga como paradigma la pedagogía de Jesús, relacionada íntimamente con la pedagogía propia del proceso catequético, ya que el catequista se capacita tanto a través de los contenidos que recibe como de la manera en que se le transmiten (Cfr. DGC 244, 237).

Es necesario favorecer los aspectos propios de la pedagogía original de la fe, de forma que los catequistas:

Experimenten la gratuidad de la propia fe y su llamada al ministerio.

-Desarrollen sus valores personales en consonancia con los valores evangélicos.

-Interioricen el misterio cristiano en el hoy de su situación y de su historia.

-Se acerquen a la realidad de Dios y de la salvación, por medio del lenguaje simbólico y celebrativo.

Será necesario esforzarse para que la formación transcurra con esta pedagogía, es decir, un ambiente acogedor, de libertad y sencillez, que propicie la experiencia de participación, diálogo y comunión, donde el catequista aprenda a aprender, aprove-chando las posibilidades que ofrece la formación en todos los ámbitos de la vida (Cfr. GPCM 155,162; CAL 146-147).

3.12 Con una metodología acorde con la catequesis.85 Es de particular importancia la conciencia de que la labor formativa, al tiempo que recurre a los medios y métodos de las ciencias humanas, es tanto más eficaz cuanto más se deja llevar de la acción de Dios (EN 44).

Es necesario que la metodología en la formación del catequista sea activa, favoreciendo el dinamismo y corresponsabilidad participativa, el sentido celebrativo de la fe y la evaluación del camino recorrido en el proceso formativo.

Se trata así de que la formación sea de tipo experiencial, es decir, que sea muy cercana a la vida y a la práctica, utilizando con discernimiento las técnicas de animación más adecuadas. Hay que llevar al catequista a encontrar el camino de realización de su propio quehacer catequístico, capacitándose en la planeación, programación, realización y evaluación crítica, ponderando las circunstancias de su acción educativa (Cfr. DGC 244, 245).

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A cada nivel de formación corresponderá una distribución didáctica, en tiempos, lugares y modos según las necesidades y las dimensiones de la formación de los ca-tequistas (Cfr. DGC 238).

4. Dimensiones y contenidos fundamentales de la formación.

86 La formación de los catequistas, como tarea fundamental de la Iglesia, debe abarcar como puntos de referencia las siguientes dimensiones: ser, saber y saber hacer; es decir, su desarrollo armónico e integral (Cfr. DGC 238).Tomar en cuenta estas dimensiones educativas, nos llevará a diseñar los itinerarios de formación que necesitan hoy nuestros catequistas en el aspecto personal y comu-nitario, bíblico- teológico, técnico-operativo y situacional. Esto nos ayudará a clarificar a dónde se quiere llegar y cuándo se puede considerar "formado" un catequista.Dada la complejidad que presenta el mundo actual, que privilegia el espíritu de competencia y el individualismo, se hace necesario cada vez más un trabajo interdisciplinario y de colaboración en los catequistas, ya que ninguna persona es poseedora de todos los elementos para enfrentarlo de manera integral, sino sólo unida a los demás.

4.1 SER.

87 De las dimensiones de la formación, la más profunda hace referencia al ser del catequista, a su dimensión humana y cristiana. La formación le ha de ayudar a madurar ante todo, como persona, como creyente y como apóstol para aprender a vivir en comunidad (Cfr. DGC 238).Es facilitar el descubrimiento y desarrollo de sus valores humanos y espirituales, su vocación y misión, es decir, las actitudes y aptitudes que le dan la identidad pastoral en su ser de catequista, sin olvidar que ésta es una realidad dinámica como tarea de toda la vida.

Será importante que la formación proporcione los elementos necesarios que lleven al catequista a armonizarse en sus relaciones consigo mismo, con el cosmos, con los demás y con Dios; para que sea capaz de acompañar los procesos de maduración en la fe de sus interlocutores.

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La formación en el "ser" se ha de configurar en el plan de formación como una rica y densa experiencia de crecimiento y maduración humano-cristiana: experiencia de fe, de Iglesia y de integración comunitaria con sentido de transformación social.

Por lo tanto el objetivo de la formación en la dimensión del SER es:

"Propiciar el crecimiento del catequista como persona, como creyente, como apóstol y cristiano en el mundo, para que viviendo su fe en comunidad sea un testigo creíble".

Éste comprende cuatro aspectos:

4.1.1 Identidad Humana - Ser Persona.

88 El catequista en su camino de formación ha de ir logrando una madurez humana que le permita desarrollarse con un mínimo de equilibrio afectivo, sentido crítico de lo que pasa, de realizarse en lo que hace con espíritu constructivo y de trabajo en equipo. Impulsar su capacidad de relación, apertura a la confrontación y diálogo, respeto a su propia identidad y la de los demás, ya que hemos sido creados a imagen de Dios (Cfr. Gn 1,26), que en su intimidad es comunidad trinitaria, para aprender a vivir juntos. El catequista ha de ser una persona compasiva, que ame a sus interlocutores, con un amor de "madre", mostrando el amor de Dios que nos ama en-trañablemente. Será entonces necesario valorarse como persona, tener una adecuada autoestima, sin sobre o infravalorarse (Cfr. EN 79; DGC 239; CAL 202; ChL 60).

4.1.2 Identidad Cristiana - Ser Discípulo.

89 Propiciar, como eje central de toda su formación la experiencia de un encuentro profundo con la persona de Jesucristo. La interiorización de su fe y la configuración de su vida con los criterios y valores del Evangelio, siendo dóciles y abiertos a la acción del Espíritu, adquiriendo una cierta integración de fe y vida.

Llevar a los catequistas al crecimiento y maduración de su fe, a fin de que sean creyentes adultos, con capacidad de discernimiento, juicio crítico, creatividad, unidad interior y coherencia de vida (Cfr. DGC 239). Alimentando su espiritualidad con la escucha de la Palabra, la celebración de los sacramentos, la oración constante y la vivencia gozosa del discípulo, considerándose y comportándose como hermanos, de

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modo que su acción catequética brote del testimonio de su vida. Pues sólo se puede anunciar a "Aquel" que uno conoce profundamente (Cfr. DA 243-245).

4.1.3 Identidad Eclesial - Ser Apóstol, ser misionero.

90 Es importante que el catequista conozca y haga suyo el proyecto evangelizador de la Iglesia y su celo por el Reino, alimentando su conciencia de pertenencia, de ser enviado y servidor de la comunidad cristiana, ya que hemos sido constituidos por Cristo como nuevo pueblo para anunciar sus maravillas y obtener la salvación (Cfr. LG 9; DA 278d).

Conducirlo a una maduración permanente en su servicio. Que desarrolle su capacidad de relación y de comunión, de trabajo en equipo, con mentalidad abierta ante las di-vergencias en planteamientos catequísticos y pastorales, sin quererlos suprimir o caer en desánimos (Cfr. DGC 239). Aquí se hace patente la espiritualidad de comunión y participación, en la que cada uno de los miembros de la comunidad reconoce y promueve los carismas recibidos (Cfr. 1 Cor. 12-14; DA 368), en orden a la edificación de los demás reconociendo las semejanzas, aceptando las divergencias y facilitando la interdependencia. Al mismo tiempo que cada grupo o centro de formación de catequistas se integra como un órgano vital a todo el Cuerpo de Jesucristo que es la Iglesia.

4.1.4 Identidad Social - Ser Cristiano en el Mundo.

91 Para el desarrollo de una visión integral del mundo es importante reconocer que el conocimiento del otro pasa forzosamente por el conocimiento de sí mismo. Hay que formar para comprender las reacciones de los demás poniéndose en su lugar. Es necesario, por tanto hacer conciencia de que la diversidad existe y la interdependencia entre todos los seres humanos es una riqueza. La formación no puede sustraerse de la realidad sino que, ha de conducir a los catequistas a ser hombres o mujeres de su tiempo, viviendo plenamente identificados con su comunidad; a compartir los problemas y preocupaciones de aquellos con quienes desarrollan su misión; a ser capaces de manifestar lo que es ser cristiano en la familia, en la sociedad, en el trabajo, etc. Con una fuerte sensibilidad y preocupación social y política. A ser testigos equilibrados, responsables y coherentes, con una espiritualidad unificada y armónica.

El fomento de esta actitud de empatía será fecundo para la edificación de una comunidad cristiana. El reconocimiento del otro, lo llevará a que lean críticamente desde su fe los acontecimientos, busquen los signos del Reino en el mundo y en su realidad, viviendo y proponiendo los valores del Evangelio aprendidos de Jesús. Confrontando aquellas

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ideologías y estilos de vida que van en contra de la dignidad de la persona, convirtiéndose en un defensor y promotor de la vida para hacer frente a las inevitables tensiones entre las personas, grupos o naciones (Cfr. DA 358).

El encuentro de los catequistas entre sí y con los "otros" mediante el diálogo, donde se puedan compartir las experiencias de vida y de fe, aportarán valores en la construcción de la historia. Y la apertura al intercambio fecundo de argumentos y testimonios, mediante el respeto de sus expresiones, estilos, planteamientos, etc., será uno de los instrumentos necesarios de la formación de los catequistas del siglo XXI. De otra manera correríamos el riesgo de que la evangelización pierda credibilidad al realizarse por personas que viven al margen del mundo y de sus problemas. (Cfr. DA 33).

92 Por consiguiente, una de las dimensiones de la formación de los catequistas en la que deben ser cuidadosamente iniciados y acompañados, es esa inclinación ontológica de aprender a compartir. Será oportuno dar a esta formación dos orientaciones complementarias, llevándolos al descubrimiento gradual del otro y a la participación en proyectos comunes. Proceso que propone al catequista y a la comunidad un modo cristiano de vivir.

El proceso de formación ha de ser una experiencia de vida en común, donde la formulación y realización de objetivos y proyectos comunes, podrán dar lugar a una cooperación más eficaz. Esto permitirá superar los hábitos individuales y valorar los puntos de convergencia por encima de los aspectos que separan, dando origen a un nuevo modo de identificación e incluso de amistad.

El ejemplo de las primeras comunidades cristianas es el paradigma y el impulso para emprender el camino de la colaboración de bienes tanto espirituales como materiales (Cfr. Hch 2, 42-47; 4, 32-37). La participación de for-madores y catequistas en proyectos motivadores, puede generar el aprendizaje de un método en el que disminu-yan o incluso desaparezcan los conflictos entre las personas. Siendo una referencia para la vida, al mismo tiempo que una riqueza para las relaciones en la comunidad eclesial y en el mundo.El aprender a compartir no sólo tiene repercusión en el ámbito interno de la formación de los catequistas, sino que se convierte en un valioso testimonio para el mundo, amenazado por el creciente protagonismo individual.

4.2 SABER.

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93 Cada vez es más urgente la formación doctrinal de los fieles laicos, no sólo por el dinamismo de profundización de su fe, sino también por la exigencia de dar razón de su esperanza, frente al mundo y sus graves y complejos problemas (Cfr. DGC 241; ChL 60).Esta dimensión mira hacia un estudio sistemático que promueva la sólida fundamentación de los catequistas en los conocimientos bíblico-teológico-pastorales, del interlocutor y su realidad social (Cfr. GPCM 153); despierte una mentalidad catequística, estimule el sentido crítico, la reflexión continua y el discernimiento, que le permita tener y transmitir una vivencia personal y comunitaria de la fe.

Por lo tanto, el objetivo de la dimensión del SABER es:

"Propiciar que el catequista conozca tanto los elementos esenciales del mensaje cristiano y de la pastoral evangelizadora, como a los interlocutores y su contexto, para favorecer su madurez de la fe".

El saber del catequista, tiene como principio fundamental la fidelidad al mensaje y a la persona humana. Ha de conformarse en torno a tres líneas de conocimiento: la formación pastoral, los elementos esenciales del mensaje cristiano y la formación antropológico - cultural (Cfr. DGC 238).

4.2.1 Formación pastoral básica.

94 Pretende que el catequista conozca de forma adecuada los fundamentos pastorales para una integración activa en la pastoral de conjunto mediante el ejercicio de su mi-nisterio en la comunidad eclesial, como son:

A. La catequesis en el proceso evangelizador.Hay que propiciar que el catequista tenga una visión general del proceso evangelizador y del lugar que ocupa en él la catequesis, como ministerio que nace en y para la comunidad, y que asimile su concepto, objetivos y líneas de acción que hoy propone la Iglesia (Cfr. DGC 9, 237).

Al mismo tiempo deberá tener en cuenta que la catequesis no sólo se oriente a la preparación para la celebración de los sacramentos, sino que se refiera a una actividad en clave eminentemente evangelizadora; es decir al servicio del crecimiento y maduración de la fe de las personas de nuestro tiempo, promoviendo creyentes comprometidos en y para la comunidad.

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La formación ayudará al catequista a valorar el aporte de la Catequética como reflexión científica y sistemática de la catequesis, para definir, comprender y orientar la importante tarea de educar en la fe en un marco de evangelización integral.

B. El proyecto de pastoral de la Iglesia local.

95 Es importante que el catequista al participar más en la vidade la Iglesia, conozca las diversas estructuras que la integran y contribuyan a su acción evangelizadora a nivel nacional, regional y local; sus organismos y agentes. Se ha de privilegiar un adecuado conocimiento del proyecto pastoral de la propia diócesis que le facilite un cierto sentido de ubicación y proyección en su medio socio - eclesial.El plan global de acción ha de orientarlo en el modelo de Iglesia que se quiere construir, tanto en las exigencias que comporta para la catequesis y para él, como agente de pastoral, logrando que éste pueda contribuir en el conjunto de la pastoral orgánica.

4.2.2 Conocimiento del contenido o mensaje de la catequesis.

96 El contenido doctrinal fundamental de la formación del catequista es el mismo que debe transmitir.

A. La experiencia y el lenguaje de la Sagrada Escritura.

Para que el catequista pueda ser maestro de la fe es necesario que tenga un conocimiento sólido y orgánico del mensaje revelado, articulado en torno a la Historia de la Salvación en sus tres grandes etapas: Antiguo Testamento, vida de Jesucristo e historia de la Iglesia. El cual por su carácter fundacional y normativo constituye siempre, el contenido esencial y obligado de referencia.

Es importante profundizar el misterio central de la fe que es Cristo Mesías y Señor de la historia, comprendiendo el significado de sus gestos, palabras y signos realizados. Dar a la formación una clara inspiración bíblica de tal manera que la Sagrada Escritura sea su alma. Capacitarlo para leerla en el contexto de la vida, interpretarla a la luz de la Tradición y del Magisterio (Cfr. LC 38) de la Iglesia e integrarla en las experiencias fundamentales de la persona. (Cfr. DGC 240; DP 1001 b; DA 247-249).

B. La experiencia y el lenguaje de la Tradición Eclesial.

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97 Por la Tradición el catequista entra en contacto con la experiencia cristiana a través de los tiempos, clave indispensable de interpretación y actualización de toda práctica de fe.Será necesario presentar los grandes núcleos del mensaje cristiano que la fundamentan: creer en Dios creador, Uno y Trino y en su designio salvífico contenido en el Credo o Símbolo de la fe; ser santificado por Él en la vida sacramental mediante la celebración de la liturgia y responderle amándolo con todo el corazón y amando al prójimo, como experiencia de vida según los valores evangélicos de la moral cristiana expresados en las bienaventuranzas, en los mandamientos y en el precepto del amor fraterno; y la oración como vivencia de una doble relación: filial con Dios como Padre, esperando la venida de su Reino y el encuentro cara a cara con Él y fraternal con los demás.

Es la fe creída, celebrada, vivida y hecha oración que será pilar y referencia doctrinal fundamental de toda la formación que contiene el Catecismo de la Iglesia Católica (Cfr. DGC 122)

C. Cualidades de la formación bíblico - teológica:

98 * Que sea sintética, donde los elementos de la fe cristiana aparezcan articulados, en una visión orgánica que respete la jerarquía de verdades.

* Que ayude al catequista a madurar en su fe, al tiempo que le capacite para "dar razón de su esperanza" (1 Pe 3,15), frente al mundo y sus graves y complejos problemas.

* Que sea muy cercana a la experiencia humana, capaz de relacionar los diferentes aspectos del mensaje cristiano con la vida concreta de las personas. La cual, manteniéndose como enseñanza teológica, debe adoptar un talante catequético.

* Finalmente que el catequista no sólo transmita con exactitud el mensaje evangélico, sino que también capacite a los interlocutores para recibirlo de manera activa y sepa discernir lo que esté conforme a la fe; así su ministerio manifestará de forma privilegiada el proyecto de liberación, al cual el Dios revelado en Jesucristo nos está llamando (Cfr. DGC 241; CAL 24).

4.2.3 Formación antropológico – cultural.

99 Es importante saber quiénes son los interlocutores y las circunstancias que los rodean, para una comunicación efectiva del mensaje evangélico. Para esto es necesario el conocimiento del entorno histórico y cultural en el que se desenvuelven y en el que se desarrolla la catequesis: tradiciones, mentalidad y cultura, condiciones sociales y

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económicas, circunstancias familiares, instituciones políticas, educativas y religiosas, etc. Es conveniente recurrir a los aportes que nos proporcionan las ciencias humanas.

A. Los sujetos o interlocutores.

100 El catequista para poder estar en posibilidades de promover el crecimiento integral de educación en la fe, tiene necesidad de poseer un serio conocimiento de los ínter: locutores y de su realidad socio-eclesial. Decía Paulo VI que "el camino de Dios, es el camino del hombre", en cuanto que el sujeto propio de la catequesis es la persona que se descubre llamada por Dios para realizar su proyecto.

Requiere de un conocimiento psicológico de su ser como educador y de las personas a quienes acompaña: los dinamismos del comportamiento, la estructura de su personalidad y las experiencias que le abren a lo sagrado. Sus exigencias y condicionamientos sociales y religiosos, según las características de las diversas etapas del ciclo vital humano: físicas, intelectuales, afectivas, emotivas, espirituales e interactivas, etc. Con el fin de llevarlos mediante el anuncio del Evangelio, a un proceso de asimilación del mensaje cristiano y llegar a la madurez en la fe, según sus condiciones en orden a la promoción humana y a la transformación temporal (Cfr. DGC 242).

Será necesario recurrir al aporte de las ciencias humanas de la educación y de la comunicación, reconociendo su contribución para la transmisión integral del mensaje con una conciencia crítica y su adaptación de acuerdo a los interlocutores y su realidad (Cfr. DCG 112b).

B. El contexto socio- cultural en que se desarrolla la catequesis.

101 El catequista, requiere una cierta ubicación en la realidad histórica para valorar la influencia del contexto socio-cultural en la catequesis. Conocer lo mejor posible la dinámica social y los instrumentos necesarios para leer los signos de los tiempos en ella. Descifrar los problemas y desafíos de la cultura moderna e interpretarlos a la luz de la fe. Asumir las exigencias concretas del ser cristiano, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, penetrando y transformando por la fuerza del Evangelio lo más vital de las culturas (Cfr. GPCM 74).

Las ciencias sociales proporcionan este conocimiento. Por eso, es necesario que en la formación de los catequistas, se haga un análisis de las condiciones sociológicas,

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culturales y económicas, en tanto que estos datos, pueden tener una gran influencia en el proceso de la evangelización.

Es preciso respetar la autonomía de estas ciencias, discerniendo sus valores y sus límites de tal manera que no sean fin, sino medio para la educación en la fe (Cfr. DGC 242-243; GS 59).

4.3 SABER HACER.

102 No basta ser un catequista con una identidad clara, ni con el conocimiento básico de lo que se va a enseñar, se requieren habilidades para "saber hacer".

La formación en esta dimensión se refiere al cómo catequizar, capacitando en el uso de instrumentos, lenguajes y técnicas de comunicación; orientando para organizar didácticamente, programar y proyectar itinerarios de educación en la fe, sabiendo dar razón del por qué y hacia dónde se dirige. Tiene como fin propiciar la asimilación de los principios fundamentales de la pedagogía divina, pedagogía de la Iglesia y catequística, así como de la metodología y didáctica de la catequesis, discerniendo y aplicando los principios orientadores de las ciencias de la educación y de la comunicación.

El catequista como educador del cristiano, ha de facilitar de manera creativa la comunicación para poder acompañar la maduración de la fe de sus interlocutores. Debe evitar el utilizar recursos vacíos de contenido o el intelectualismo de quien sabe y no los utiliza.

Por lo tanto, el objetivo de la dimensión del SABER HACER es:

"Desarrollar las habilidades, técnicas y actitudes pedagógicas que son necesarias, para hacer operativos los procesos de educación en la fe".

Este objetivo implica actuar responsablemente en cuatro ámbitos operativos:

4.3.1 Experiencia en planeación y programación catequética.

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103 Los diferentes ambientes y situaciones han de llevar al catequista, a tener una visión personalizada de la catequesis como un proyecto a realizar; de ahí la necesidad de despertar en el catequista la creatividad pedagógica.Una adecuada formación didáctica le da la capacidad, para saber programar la acción educativa, sabiendo elaborar un plan adaptado a su realidad; aplicarse en su realización y evaluarlo críticamente, orientando los elementos y las condiciones objetivas y subjetivas de la enseñanza; a fin de que favorezcan la comunicación de la fe y la respuesta de los interlocutores (Cfr. CAL 172). Acercarse mediante el ejercicio de investigación a la realidad en la que vive como lugar teológico en el que Dios se revela y nos interpela, para que pueda dar respuesta.

Será necesario que el catequista:

• Conozca las circunstancias concretas del ambiente catequístico y de sus interlocutores.

• Interprete y evalúe su situación en sus aspectos positivos y negativos, y descubra las urgencias y perspectivas.

• Elabore un plan de acción con objetivos adaptados a su situación.

• Se empeñe en realizarlo previendo formas y tiempos de evaluación, con vistas a un futuro deseado (Cfr. CAL 171; DGC 31-32; DA 371).

4.3.2 Experiencia pedagógica y metodológica.

104 El catequista ha de reconocerse como "educador de la fe", tarea que exige un proceso educativo singular y por lo tanto una pedagogía original. Desarrollará sus ha-bilidades y potencialidades humanas con el auxilio del Espíritu Santo, para facilitar una experiencia de fe que no está exclusivamente en sus manos y, sin embargo, no puede realizarse sin su colaboración. Su tarea es cultivar ese don, alimentarlo, ofrecerlo y ayudarlo a crecer.

Será necesario que el catequista desarrolle una adecuada capacidad y habilidad para:

* Brindar atención, respeto y comprensión a las personas en su originalidad, sus valores y sentido trascendente.

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* Establecer relaciones adecuadas según su-edad y dinamismos psicológicos, la identificación y compenetración con sus situaciones y problemas personales.

* Interpretar las exigencias reales de crecimiento en la fe de sus interlocutores y de clarificar el camino a seguir, para responder a la demanda educativa.

* Activar procesos de aprendizaje con iniciativa y creatividad que le ayuden, para que aprenda a aprender en la práctica como formación permanente. (Cfr. DGC 244).

* Emplear una pedagogía iluminada por la Doctrina Social de la Iglesia que facilite su actuación en la tarea de transformar el mundo según el proyecto de Dios (Cfr. SD 158).

4.3.3 Experiencia en animación de grupos.

105 En el proceso de formación, el catequista ha de conocer la relación entre catequesis, comunidad y grupo, que lo lleve a desarrollar su capacidad y habilidad para:

-Utilizar con discernimiento los principios que ofrece la psicología social.

-Conocer y aplicar las técnicas de animación grupal.

-Atender a los contenidos y proceso de fe vivido en el grupo.

-Manejar las relaciones personales y grupales que desarrollan y condicionan su crecimiento.

-Animar al grupo para conducirlo hacia la madurez de la fe, estimulando su libertad, protagonismo y creatividad (Cfr. DGC 244).

Todo esto con el fin de que las personas en los grupos se comprometan en las tareas eclesiales y sociales en un dinamismo transformador de la situación actual a la luz de los valores del Reino.

4.3.4 Experiencia en el arte de la comunicación.106 El catequista es fundamentalmente un comunicador público, como lo fueron los profetas, Jesús mismo y los apóstoles. Es necesario que aprenda el difícil arte de la

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comunicación humana, para que pueda establecer con todos un diálogo de fe. Su formación no puede ignorar los principios y leyes del dinamismo de la comunicación, los códigos lingüísticos y el influjo de los mass media valorando el aporte de las ciencias propias de este campo y su influencia en la evangelización y catequesis que es en sí misma un proceso de anuncio: "El arte de hablar reviste hoy día una grandísima importancia. ¿Cómo podrían descuidarla los predicadores y los catequistas?" (EN 73).

Propiciará el conocimiento y dominio del lenguaje a nivel religioso, utilizando recursos como: la narración, la comunicación de experiencias, la celebración, los audiovisuales, la expresión corporal, simbólica, poética, etc. El lenguaje de la catequesis tendrá que ser significativo, es decir, vital y entendible, creíble y persuasivo, cercano y actual (Cfr. GPCM 120,134).

Tal conocimiento llevará al catequista a desarrollar la capacidad de comunicar experiencias de fe en sus distintos niveles de actualización histórica y eclesial, favoreciendo la comunicación de fe entre los miembros del grupo y con la comunidad, entre la fe de hoy y la de épocas pasadas para poder transmitirla a las próximas generaciones.

Es conveniente que la formación sea muy cercana a la práctica: hay que partir de ella para volver a ella, a fin de que los mismos catequistas sean protagonistas de su propio aprendizaje. Para que su acción evangelizadora sea más incisiva y madura, más significante y sugestiva, capaz de renovar desde dentro el rostro de la Iglesia (Cfr. DGC 245).

5. Responsables de la formación de catequistas.

107 Dentro de la "pastoral de catequistas" ocupa un lugar primordial su formación. En ella están involucradas varias personas que, de diversas maneras, realizan su apor-te a esta tarea (Cfr. DGC 233).

5.1 Toda la comunidad.

La comunidad eclesial es fuente, lugar y destinataria de todo el dinamismo del proceso evangelizador. Ella es el verdadero sujeto de la formación de los catequistas. Animada por el Espíritu es enviada para ser maestra de la fe y continuar la misión de

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Jesucristo Maestro, en sí misma y en sus distintas articulaciones y manifestaciones. Imitando a la Madre del Señor, conserva fielmente el Evangelio en su corazón, lo anuncia, lo celebra, lo vive y lo transmite (Cfr. DGC 78; DQ 4).

La Iglesia particular tiene la responsabilidad de acoger, acompañar y formar permanentemente a quienes se inician en la fe a través de carismas y servicios. En ella el catequista tiene conciencia más viva de su "sacerdocio común", experimenta su vocación universal a la santidad, alimenta constantemente su sentido apostólico al servicio de la caridad y la conciencia de ser enviado. La tarea de la comunidad es asegurar en los discípulos de Jesús su madurez progresiva como creyentes y testigos, por el cauce normal con que ella educa, alimentándolos con la Palabra de Dios y la Eucaristía (Cfr. DGC 219-221; LC 184 ss).

La participación y vivencia dentro de la comunidad cristiana en sí ya es un acto de formación para los catequistas, es beber del pozo común de la fe de la comunidad de la que forma parte. "Así es como los fieles laicos son formados por la Iglesia y en la Iglesia, en una recíproca comunión y colaboración de todos sus miembros: sacerdotes, religiosos y fieles laicos en comunión con el Obispo" (ChL 61).

También es importante que los padres de familia asuman su ministerio de educación en la fe, transmitiendo los valores humanos y religiosos, haciendo de su familia una escuela de vida cristiana de acuerdo al Evangelio. La comunidad ha de ayudarlos en esta delicada tarea mediante contactos, personales, encuentros, cursos, e incluso mediante una catequesis de adultos (Cfr. DGC 227).

108 La formación del catequista se ha de colocar entre las prioridades de la diócesis e incluirla en los programas de acción pastoral de modo que los esfuerzos de la comunidad:

* Promuevan una pastoral de conjunto y el trabajo en equipo.

* Despierten en los cristianos la conciencia de la importancia de la catequesis en la Iglesia y el sentido de responsabilidad común en esta tarea.

* Estimulen a la comunidad para que sea el principal lugar de animación, promoción y acompañamiento de los catequistas.

* Fomenten su vocación eclesial, sentido de pertenencia y de ser enviado.

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* Animen y ofrezcan, distintas modalidades formativas que los habrán de llevar a la madurez de la fe y al ejercicio de su ministerio (Cfr. ChL 57; DGC 237).

5.2 Catequistas coordinadores.

109 En la parroquia, en los decanatos y en las zonas o vicarías ordinariamente son los coordinadores de la catequesis quienes facilitan la formación sistemática y la práctica catequística de acuerdo a las necesidades de la catequesis de cada comunidad, de su capacidad y tiempo. Así encontramos:

• Coordinadores parroquiales: animan a los catequistas auxiliares para que se preparen inicialmente y colaboren como catequistas de base en la parroquia.

• Coordinadores de decanato: colaboran como educadores en las escuelas catequísticas decanales.

• Coordinadores de zona o de vicaría: apoyan y supervisan las escuelas de los decanatos, evalúan sus planes y acciones para que todas las iniciativas y proyectos dioce-sanos tengan la debida respuesta.

• Algunos de ellos son miembros del equipo coordinador diocesano, colaborando en la animación y formación de los catequistas según los planes de trabajo propios de la diócesis.

5.3 Laicos formadores de catequistas.

110 También los laicos son llamados a cooperar en la comunidad con el obispo y con los presbíteros en el ejercicio del ministerio de la palabra, dentro del cual se inserta la formación de los catequistas (Cfr. CIC 759; EN 73).Generalmente son catequistas que con entusiasmo viven su misión, tienen cualidades pedagógicas y cuentan con una sólida formación catequética. Disponen de más • tiempo y ordinariamente en comunión con las instancias pertinentes, colaboran con responsabilidad en la elaboración creativa de los materiales y desarrollan una importante tarea en la animación, consolidación y proyección de la formación de los catequistas:

* Facilitando el caminar formativo de los catequistas, según el nivel del grupo que les corresponde.

* Contribuyendo a fundamentar las dimensiones del ser, saber, y saber hacer.71

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* Favoreciendo un proceso de maduración de la fe para que asuman su misión en la Iglesia, y los sitúe adecuadamente en el lugar que les corresponde dentro del proceso evangelizador.Fomentando una vivencia comunitaria de fe y caridad, comunicación e integración, en comunión y participación, como principio de vida eclesial.

* Vigilando la adecuada profundización y sistematización de los contenidos de la formación.

* Relacionando la formación con la acción catequística para ser competentes en el desarrollo de su misión.Evaluando periódicamente el proceso recorrido.Es importante destacar que su aportación en esta tarea la realizan compartiendo la misma vida de aquellos a quienes forman, lo que favorece una particular sensibilidad para encarnar el Evangelio.No se debe pasar por alto que todo catequista es protagonista de su propia formación (Cfr. DGC 245).

5.4 Los religiosos y religiosas.

111 Los religiosos y religiosas enriquecen la formación de catequistas con el testimonio de la profesión de los consejos evangélicos como expresión vivida del deseo de la Iglesia de "entregarse a la radicalidad de las bienaventuranzas" (EN 69).

Tienen la posibilidad de una dedicación incondicional a las tareas del Evangelio, con una disponibilidad y entrega "a Dios y a los hermanos" que otros miembros de la comunidad no pueden tener, por las condiciones de vida (Cfr. VC 76).

Y especialmente los miembros de familias religiosas dedicadas a la catequesis y la educación, aportan, además de su vivencia cristiana, su preparación y experiencia bí-blico- teológica y pedagógica, siendo todo ello muy enriquecedor para los demás catequistas (Cfr. DGC 229).

Es importante señalar que su aporte brota de su condición, vocación y carisma específico (Cfr. DGC 228) y que al compartir la tarea de la formación de catequistas con otros laicos y presbíteros, es enriquecedora para el propio religioso. "Es conveniente que el Obispo los tome como ayuda para anunciar el Evangelio" (CIC 758).

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5.5 Los sacerdotes.

112 Es propio de los presbíteros como cooperadores de los Obispos impulsar junto con ellos, la formación de los catequistas.Los párrocos educadores de la comunidad cristiana coordinan y potencian los servicios en ella, realizando tareas propias para la catequesis, de manera especial la formación de los catequistas (Cfr. DGC 224).Es tarea de los presbíteros:

* Fomentar y discernir las vocaciones para la catequesis y, como catequista de catequistas cuidar su formación.

* Suscitar en la comunidad cristiana el sentido de la común responsabilidad hacia la promoción y formación de catequistas.

* Cuidar que la orientación de fondo en la formación de los catequistas sea coherente con la acción pastoral que realizan.

* Integrar la formación en el proyecto evangelizador y cuidar su relación con la liturgia, los sacramentos y la vida.

* Garantizar la vinculación de la formación en la comunidad con los planes diocesanos.

* Conocer las directrices de los documentos catequísticos del Magisterio para responder a las exigencias formativas del ministerio catequístico (Cfr. DGC 225).

* Destinar recursos humanos, económicos y materiales para la formación de los catequistas y la misma acción catequística.

5.6 Los obispos primeros responsables,

113 Es necesario que las autoridades eclesiásticas consideren la formación de los catequistas como tarea de máxima importancia. El obispo en cada Iglesia particular, es el alma de los organismos y estructuras de servicio a la catequesis, es el encargado de vigilar la adecuada formación de todos los ministros de la Palabra, tanto en los

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planes de estudio de los seminarios como en la formación catequética permanente de los presbíteros, laicos y religiosos. Esta tarea de máxima importancia será exqui-sitamente cuidada y se llevará a cabo con seriedad para aumentar en ellos la seguridad indispensable y también el entusiasmo para anunciar hoy día a Cristo (Cfr. EN 73; DCG 115; CT 63; DGC 234; DA 282).La organización diocesana de la pastoral de los catequistas la realizan los obispos por medio del Secretariado Diocesano de Catequesis, que es el instrumento que emplean para dirigir, orientar y coordinar todas las actividades en orden a la formación, tales como:-Promover instituciones y otros medios a nivel diocesano, para la formación de -nuevos catequistas y para la formación permanente.

-Reunir material o crearlo, para la formación en los diversos niveles y ofrecerlos a las diócesis previo discernimiento.

-Favorecer la elaboración de itinerarios de formación.

-Precisar la orientación y animación de los centros de formación e impulsar a los responsables de la misma (Cfr. DGC 223.265).

CAPITULO 5.

NIVELES, MODALIDADES Y ESPACIOS DE FORMACIÓN.

114 El ministerio de la catequesis requiere personas que procuren realizar en su vida lo que proclaman, siguiendo el ejemplo de Jesús. Por lo tanto, para los catequistas su formación se convierte en algo vital e insustituible para actuar coherentemente con la vocación a la que han sido llamados.

"Las características del catequista hoy, hacen necesario que se aprovechen al máximo las fuerzas disponibles y se busquen aquellos instrumentos de formación adaptados a cada realidad" (CAL 203). Por eso para responder a una formación que sea integral, progresiva y permanente será necesario definir los elementos indispensables de la formación. Éstos han de garantizar los itinerarios orgánicos y sistemáticos en las

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dimensiones del ser, saber, y saber hacer, según las circunstancias de los catequistas y los criterios de la Iglesia particular (Cf r. DGC 238; GPCM 156).

La ventaja de una clasificación en tiempos y modos, está en delimitar la competencia de los niveles de formación de los catequistas, diferenciar su formación y proporcio-nar un marco referencial a la formación permanente tomando en cuenta las cualidades, preparación, experiencia, responsabilidad en su ministerio y disponibilidad del catequista: inicial, básico, medio y superior (Cfr. CAL 203).

1. Niveles de formación.

1.1 Nivel Inicial.115 En esta etapa de formación, el objetivo se ha de enmarcar en ayudar al catequista a madurar en su dimensión humana cristiana y comunitaria, es decir, como persona, como creyente y como discípulo.

Se dirige a las personas que han recibido los sacramentos de iniciación cristiana, que buscan madurar la experiencia cristiana y apostólica en el grupo, en la escucha de la Palabra, en la celebración, en el servicio y en la caridad. Aquellos cristianos que sintiéndose llamados, han tomado la decisión de comprometerse en el ministerio de la catequesis.

1.2 Nivel básico.

116 Este nivel es muy importante porque fundamenta la espiritualidad e intelectualidad del catequista, de tal modo que su acción brote del testimonio de su vida. El Directorio nos recuerda que uno catequiza a los demás catequizándose antes a sí mismo (Cfr. DGC 239). El énfasis en la experiencia personal y vivencial nos lleva a considerar el testimonio, como un componente clave en la vivencia de la fe, desde la comunidad eclesial (Cfr. DA 55).

El objetivo de este nivel consiste en procurar una formación bíblico-teológica elemental, que le permita al catequista conocer el mensaje cristiano, articulado al misterio central de la fe que es la persona de Jesucristo. Es por esto, que la Sagrada Escritura deberá ser como el alma de toda su formación, además de conocer el Catecismo de la Iglesia Católica.

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1.3 Nivel medio.

117 Este nivel tiene como objetivo promover una formación sólida, profunda y sistemática que capacite al catequista suficientemente, para responder con eficacia a las necesidades de las diferentes tareas catequísticasEstá dirigido a catequistas que han realizado el nivel básico y que por su experiencia de fe, liderazgo, organización y responsabilidad, son reconocidos por su testimonio en el grupo y en la comunidad.

1.4 Nivel Superior.

118 En esta etapa de formación, el objetivo que se busca es acompañar al catequista hacia una formación más avanzada, en la que desarrolle su forma de enseñanza, aten-diendo a las etapas, estilos y modos de vida. Una enseñanza considerada como la habilidad para interpretar y responder con creatividad e iniciativa a las diferentes situaciones de la realidad catequística.

1.4.1 Diplomado

119 Su objetivo es profundizar los elementos bíblicos, teológicos y pastorales de la catequesis, atendiendo a sus contextos y desafíos, para proyectar este ministerio en acciones concretas que edifiquen a la comunidad cristiana.Además capacitará al catequista, para utilizar en forma adecuada los recursos de las ciencias humanas para la enseñanza catequística y los lineamientos de la Iglesia sobre la catequesis.1.4.2 Grados académicos y especialidades.

120 Se define como grados académicos las etapas de preparación que profundizan en forma general los diversos contenidos catequéticos, mediante la reflexión, investi-gación y síntesis. Estos son avalados o reconocidos por una institución competente.Los grados son: la licenciatura, maestría y doctorado. Es necesario promover la participación de los catequistas en ellos.

Entendemos por especialidad, la investigación e iluminación de situaciones socioculturales concretas, a la luz de la fe y de las ciencias humanas, para promover una catequesis capaz de responder a las necesidades del mundo actual. Entre estas

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especialidades está: comunicación y catequesis, catequesis para personas con capa-cidades diferentes, pedagogía catequística, metodología catequística, etc.

2. Modalidades y espacios de la formación.

121 Al hablar de modalidades, nos referimos a las formas prácticas de organizar la formación según el modo, escolarizado o no, para facilitar la formación o impulsar los modos ya existentes, de acuerdo a las necesidades y circunstancias tanto de los catequistas como de la comunidad.

Los espacios donde se promueven las actividades formativas, que comúnmente se inician en la comunidad parroquial, se continúan a nivel decanato, vicaría o zona, diócesis, provincia y se culminan a nivel nacional.

Es conveniente tomar en cuenta en la sistematización de los planes de estudio, que la realización de cursos prolongados fundamentalmente garantizan el logro de los objetivos, así mismo, prevén la limitación de fraccionar la formación de los catequistas en cursos eventuales de pocas horas de duración (Cfr. CAL 198).

Se presentan a continuación algunos espacios y modos, en los que se puede reconocer sus ventajas y limitaciones al utilizarse como única forma, pero al mismo tiempo el enriquecimiento al complementarlos.

2.1 Animación y sensibilización en la parroquia.

122 "Dentro de la Iglesia particular o diócesis se encuentra y actúa la parroquia, a la que corresponde desempeñar una tarea esencial en la formación más inmediata y per-sonal de los fieles laicos" (ChL 61; Cfr. DA 304, 306).

Es en la parroquia donde cada bautizado va tomando conciencia de la necesidad e importancia del ministerio de la catequesis, donde lo valora y se compromete en una acción más efectiva.

Su respuesta muchas veces es provocada por:

* Una información oportuna del caminar de la catequesis en la comunidad: inicio de cursos, exposición de los trabajos realizados, preparación y celebración de los sacramentos, reuniones de padres de familia y padrinos...

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* La promoción de las actividades a través de los medios de comunicación social en la hoja y/o boletín parroquial, volantes, murales, predicación dominical...

* La participación a la comunidad sobre la importancia de la catequesis y quienes son los catequistas que colaboran en ella, la formación que reciben, la celebración de envío, la promoción del día de la catequesis y del catequista... y su responsabilidad en ella.2.1.1 Jornadas de animación misionera para la catequesis.

123 La parroquia es capaz de suscitar vocaciones para el ministerio de la catequesis, mediante la realización de jornadas de promoción, reflexión y animación misioneras sobre su vocación a la vida y como cristiano en el mundo, así como la diversidad de ministerios que conforman la Iglesia; para que los laicos, conscientes de su misión y encontrando su lugar en ella, se comprometan a dar una respuesta. Al sacerdote le corresponde acompañar, formar y consolidar el llamado, confirmando su autenticidad y dándole su lugar en el conjunto de ministerios que conforman el proyecto pastoral de la comunidad.

2.1.2 La convivencia del grupo de catequistas.

124 La parroquia es el ámbito donde regularmente se encuentran los catequistas con motivo de su servicio, y donde semanalmente la reunión es motivo de intercambio de la situación concreta de la catequesis parroquial y enriquecimiento mutuo. La vivencia en equipo de la temática que se compartirá en las sesiones de grupo y la revisión de su práctica después de la sesión; les permitirá explorar las posibilidades educativas de su acción.

Sus reuniones son un espacio de renovación en contenidos y una oportunidad para compartir su experiencia de trabajo y los materiales e instrumentos útiles para su ministerio. Son un excelente medio formativo con el que nutren y fortalecen su vida espiritual, de manera particular cuando se comparte la experiencia creyente de fe, de manera cercana y creativa evaluando el proceso recorrido (Cfr. AG 17).

El coordinador desarrolla una función de gran importancia para facilitar la formación sistemática y la práctica catequética. Favorece el logro de los objetivos entre ellos y la comunicación e integración en el grupo, propiciando un proceso de maduración y

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vivencia comunitaria de fe y caridad, que lleve al catequista a la realización respon-sable de su misión.

2.1.3 Jornadas de estudio y reflexión.

125 Son lugares especiales donde los catequistas, que, a nivel parroquial, decanal, vicarial, diocesano, provincial o nacional, se reúnen por espacios breves de tiempo que pueden ser de uno o tres días hasta una semana, para compartir en común con otros catequistas o agentes de pastoral su experiencia, conocimiento y reflexión en torno a algún acontecimiento o a un tema de interés pastoral.

En esta modalidad pueden considerarse: los encuentros, asambleas, congresos y jornadas: nacionales, provinciales y diocesanas para catequistas.

2.2 Cursos de iniciación catequística.

126 La parroquia es un lugar privilegiado de la formación inicial del catequista, que de hecho para algunos será el único espacio de formación. Ella cuida que su orienta-ción de fondo se integre en el proyecto evangelizador y sea coherente con los planes diocesanos y la acción pastoral que se realiza, según las posibilidades de tiempo y espacio de los catequistas, por medio de:

* Cursos de sensibilización, como primera aproximación y orientación, para aquellos que comienzan a colaborar en la tarea de la catequesis.

* Cursos de animación catequística promoviendo el deseo de una formación más profunda en aquellos que continúan prestando su servicio.

* Retiros y convivencias en los tiempos fuertes del año litúrgico.

* Cursos monográficos sobre temas que parezcan necesarios o urgentes.

* Formación sistemática, con algún estudio específico según las necesidades de los interlocutores y la responsabilidad del catequista.

2.2.1 Cursos semanales.

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127 Esta modalidad, permite tener un estudio cercano y vivo de temas diversos, con una metodología personalizada y activa que favorece la asimilación práctica, el intercambio eclesial y el conocimiento mutuo por el encuentro con grupos de catequistas ínter parroquial y decanal, que alimentan su espíritu misionero y el apoyo en su ministerio.Será conveniente promover la orientación de formadores cualificados y la sistematización de los contenidos a estudiar y reflexionar en el período de su preparación.

2.2.2 Cursos de verano.128 Se aprovecha el período anual de vacaciones para organizar cursos intensivos, que pueden realizarse con una duración variable, a diferente nivel, y con un programa cíclico o de tipo lineal progresivo.

En muchos lugares, esta forma responde más a la situación y tiempo de los participantes por lo que ha tenido gran acogida.

2.2.3 Cursos a distancia.

129 Esta modalidad es un excelente medio, para aquellos catequistas que por situación de tiempo o distancia difícilmente tienen acceso a algún otro medio de formación.

Este sistema se presta a la autoformación, ante la imposibilidad de cursos presenciales. Generalmente son guiados por algún material previamente elaborado que ellos reciben, o implementado con los avances tecnológicos del Internet o las salas virtuales, para que en un determinado tiempo puedan compartir con algún formador o bien enviar el resultado de su estudio en fichas de concentración a manera de evaluación, en donde tendrán oportunidad de constatar la asimilación y avance realizado.

El nivel puede variar, según los recursos disponibles para este fin. De alguna manera, la parroquia o alguna otra instancia o institución, han de comprometerse en el seguimiento de los catequistas que bajo este régimen lleven su proceso formativo, prestando periódicamente una asesoría personal o grupal, y al final avalar con algún reconocimiento el esfuerzo realizado.

2.2.4 Talleres.

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130 Esta modalidad puede realizarse a diferente nivel. Facilita el aprendizaje vivencial y práctico en torno a un tema. Generalmente la metodología es participativa, dinámica y va acompañada de espacios de confrontación, reflexión y experiencia, para llegar a alguna conclusión personal o grupal o a un aprendizaje significativo en torno a la praxis eclesial.

2.3 Escuelas de formación catequística.

131 La escuela de formación como espacio educativo surge para responder a las necesidades de una situación pastoral. Organiza un itinerario educativo en el que los nuevos agentes encuentran apoyo, orientación, espíritu apostólico y de servicio, para irse incorporando en el proceso pastoral y desempeñar mejor su ministerio (Cfr. GPCM 164).

Es fruto de un proyecto sistemático y orgánico en sus diversos elementos, capaz de aprender de la experiencia y por lo mismo, modificable a lo largo del camino. Tiene fuerza en la medida que es lugar de encuentro y de diálogo, de búsqueda, de reflexión y de estudio, animada por el único deseo de servir a los catequistas (Cfr. GPCM 164).

132 Su organización y funcionamiento se definen según el nivel de formación a que se quiere responder ya sea inicial, básico, medio o superior, organizado según tres ca-racterísticas fundamentales:

* Intencionalidad (objetivos)

¿Qué se quiere o a dónde se quiere llegar?

* Planificación (metodología) ¿Cómo se va a lograr?

* Institucionalidad (estructuras y recursos)

¿A través de qué organización?

133 La escuela de formación representa siempre la institución eclesial: parroquia, decanato, vicaría o zona pastoral, diócesis, provincia, que confía a un equipo formador la tarea de ayudar a los agentes a tener una identidad y una competencia propias.

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Para el desarrollo armónico y unidad de la formación es importante asumir ciertos criterios:

-Elaborar los planes de formación que mejor respondan a la realidad de los catequistas implicándolos en ella.

-Unificar criterios a nivel diócesis, vicaría o zona pastoral, decanato y parroquia que aseguren la integralidad y gradualidad de los contenidos de formación según niveles.

-Asumir los criterios de los contenidos establecidos para cada nivel o modalidad con sus perfiles de egreso.-Respetar, continuar y potenciar los planes de formación de catequistas en la comunidad.

-Acreditar y revalidar materias tomadas en otras instancias formativas.

-Ubicar al catequista en el nivel de formación que le corresponda, previa valoración.

-Propiciar el trabajo conjunto entre escuelas y organismos diocesanos de catequesis.-Manejar un lenguaje común de lo que entendemos por curso, taller, módulo, diplomado, escuela, instituto.

-Dar un reconocimiento oficial que avale la formación recibida. Puede ser alguna institución reconocida por el organismo diocesano de catequesis.

-Reunir los criterios señalados, para afiliarse en una futura Confederación de Escuelas Catequísticas.

2.4 Itinerarios.Entendemos por itinerario formativo, el proceso dinámico e integral de crecimiento humano - cristiano que ha de favorecer la experiencia del catequista en su condición de persona, de discípulo de Jesús, de servidor, y profeta de la comunidad (Cfr. GPCM 161).

La formación permanente ha de acompañar al catequista en el ejercicio de su ministerio. Sin embargo será oportuno exigir, un mínimo de formación indispensable

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para iniciarse en ello; consecuentemente ofrecer programas, itinerarios o módulos de cursos, de acuerdo a los diversos niveles y funciones de los catequistas.

A nivel práctico de realización de los programas de formación, nos encontramos con la dificultad de dosificación y de coordinación de contenidos según el nivel cultural de los catequistas. Sin embargo, han de asegurar la formación progresiva de lo que el catequista ha de ser, saber y saber hacer, a fin de que pueda reflejarse en una catequesis integral.

En cada dimensión habrá que desarrollar los contenidos y objetivos con sus respectivos conocimientos, habilidades y actitudes a alcanzar, para garantizar la gradualidad y el proceso de formación permanente.

APÉNDICE.

INTRODUCCIÓN.

135 Este apéndice tiene como propósito exponer a los asesores de catequistas, así como a los coordinadores de la formación en los seminarios, institutos de vida consagrada, secretariados de catequesis etc., el contenido de una propuesta del plan general y programas para la formación de catequistas en las dimensiones marcadas por el DGC. Ha sido elaborado por la DIMENSIÓN PASTORAL DE LA CATEQUESIS, en uso de las facultades que le confiere el ser parte del órgano

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de asesoría de la Iglesia en México. Para su preparación ha sido tomada en cuenta: la Palabra de Dios, la Tradición, el Magisterio de la Iglesia, así como las sugerencias y las observaciones recibidas en las reuniones consultivas.

136 La educación de la fe se ha realizado a través de la historia con la base sólida del Magisterio de la Iglesia, tiene el objetivo fundamental de cumplir el mandato misionero de Jesucristo: anunciar el Reino de Dios (Me 1,15; Rom 12-20). El Concilio Vaticano II, plantea a través de sus documentos, que hacen referencia a la catequesis, la forma en que se debe plantear esta educación. La Dimensión Pastoral de la Catequesis, en consonancia con los lineamientos del Departamento de Catequesis del CE-LAM, se propone darle una actividad real a esta labor fundamental, mediante la difusión, promoción de cursos de preparación sobre una planeación curricular práctica, coherente y unida a las expectativas de la Iglesia universal. 137 No se dejan de reconocer los grandes esfuerzos que cada diócesis con su escuela de formación o con sus cursos de educación en la fe ha realizado en los entornos escolares, universitarios y parroquiales, pero no podemos olvidar el campo que aún falta por sembrar y que se realizará de manera mas eficaz si los sembradores están mejor capacitados.

138 En la elaboración esta Guía de Formación para Catequistas de México, los encargados de la Dimensión han realizado el proceso de diagnosis con los aportes de los diferentes eventos realizados en el caminar de la catequesis nacional. Se establecieron las prioridades de formación y con las orientaciones del DGC se realizaron las reuniones para elaborar, las directrices del presente Plan general.

1. PLAN DE ESTUDIOS Y CONTENIDOS BÁSICOS.

139 El propósito del plan y de los programas tiene como fin organizar la enseñanza y el aprendizaje de la formación humana y de fe de los catequistas, para asegurar:

1°. Una adecuada formación de los catequistas.

2°. Dar prioridad a la formación de los catequistas laicos.

3°. Capacitar a los catequistas para transmitir el Evangelio a los que desean seguir a Jesucristo.

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4°. Promocionar la aptitud para realizar un acto de comunicación.

5°. Animar eficazmente un itinerario catequístico.

6°. Promover la unidad y armonía del catequista desde esta perspectiva cristo céntrica.

7°. Capacitar al catequista para transmitir el Evangelio en nombre y en comunión con la Iglesia.

8°. Entrar en comunión con esa aspiración de la Iglesia que, como esposa, « conserva pura e íntegramente la fe prometida al Esposo »(LG 64).

1.1 ORGANIZACIÓN DEL PLAN.140 El plan prevé, para la aplicación de los cursos de formación, el calendario escolar vigente debido a que los laicos rigen sus actividades en virtud de las acciones familia-res. También se aplica el tiempo de verano para cursos intensivos, se propone el aprovechamiento de los medios transmisivos de Internet, así como, los implementos modernos de comunicación.

1.1.1 DIMENSIÓN DEL SER OBJETIVO

141 Propiciar el crecimiento del catequista como persona, como creyente, como apóstol y cristiano, para que viviendo su fe en comunidad sea testigo creíble en el mundo.

142 CONTENIDOS.

CONTENIDOS GENERALES TIEMPO APLICADO SESIONES

Formación humana integral Un curso 30 hrs. por curso o 85

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Conocimiento y desarrollo de capacidades, habilidades y aptitudes Autoestima, afectividad y sexualidad Comunicación, relaciones humanas y trabajo en equipo Manejo de sentimientos Formación de una conciencia crítica

escolar modulo de acuerdo a las necesidades de cada centro

Formación cristiana con inspiración catecumenalEvangelización fundamental o KerigmaLa identidad del discípuloEspiritualidad bíblica, lectura orante de la Palabra

Espiritualidad litúrgica, vivencia de los sacramentosDiscernimientoVida y oraciónFormación eclesial con sentido de pertenenciaVocación y misión del catequistaEl catequista promotor y constructor de la ComunidadFormación socialAnálisis y discernimiento critico de la realidadEl cristiano en el mundo y en la IglesiaDerechos humanos

143 ACTIVIDADES DE ESPIRITUALIDAD.

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Page 87: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

CONTENIDOS.TIEMPO APLICADO SESIONES.

- Talleres de oración y Lectio divina en grupo - Retiros y celebraciones comunitarias - Acompañamiento y atención espiritual.

Día Semana Permanente

Talleres de 20 hrs.retiros y acom-pañamiento de acuerdo a las necesidades

144 TALLERES.

CONTENIDOSTIEMPO APLICADO SESIONES

Valoración de las personas y de su situación con-creta: edad, estado de vida, proceso vocación!Relaciones interpersonales, teoría de sistemas, entrenamiento de cooperación- Manejo de conflictos.- Asesoría psicopedagógica.

Semanal. 20 hrs. según necesidades.

145 ACTIVIDADES RECREATIVAS.

CONTENIDOSTIEMPO APLICADO SESIONES

Convivencias- Paseos – Actividades para el tiempo libre

A discreción 5 a 10 hrs.Según necesidades

1.1.2 DIMENSIÓN DEL SABER.

OBJETIVO.

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Page 88: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

146 Propiciar que el catequista conozca tanto los elementos esenciales del mensaje cristiano y de la pastoral evangelizadora, como a los interlocutores y su contexto para favorecer su madurez de la fe.

147 CONTENIDOS.

CONTENIDOSTIEMPO APLICADO SESIONES.

Bíblico-Teológicos.- Sagrada Escritura - Teología: Cristología, Pneumatología, Eclesiología, Mariología, etc. - Liturgia - Moral - Historia de la Iglesia.

Un curso escolar

30 hrs. por curso o modulo de acuerdo a las necesidades de cada centro

Pastoral.- La misión evangelizadora de la Iglesia - El proceso evangelizador - Catequética fundamental - La catequesis en el proceso evangelizador - El proyecto pastoral de la Iglesia localAntropológico – Culturales.- Antropología - Psicología - Sociología

148 TALLERES COMPLEMETARIOS,

CONTENIDOS TIEMPO SESIONES

Actividades culturales y artísticas.- Academias y talleres - Fe y política - Fe y cultura

Cursos Intensivos

20 hrs. según necesidades de cada centro

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Page 89: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

Actividades pastorales.- Trabajos comunes con otras áreas pastorales Cursos de capacitación y actualización - -Participación en eventos eclesiales, etc.

1.1.3 DIMENSIÓN DEL SABER HACER.

OBJETIVO.

149 Que los catequistas desarrollen los conocimientos, habilidades, técnicas y actitudes pedagógicas que son necesarias, para hacer operativos los procesos de educación en la fe.

150 CONTENIDOS.CONTENIDOS TIEMPO SESIONES

Ciencias de la educación y de la comunicación:- Pedagogía - Metodología - Didáctica - Organización catequística.

Dentro del año escolar

30 hrs. según necesidades de cada centro

- Tecnología educativa. - Recursos catequísticos. - Dinámica de grupos. - Medios de Comunicación.

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Page 90: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

151 TALLERES COMPLEMETARIOS.

CONTENIDOS TIEMPO SESIONES

Actividades de compromiso social.- Acciones humanitarias - Servicios de solidaridad, etc.

Dentro del año escolar

Por horassegún necesidades

Talleres Productivos.- Actividades económicas de acuerdo al ambiente y a la situación socioeconómica en que se realice la formación.

Talleres de 29 horas

2. PROGRAMA DE ESTUDIO POR NIVEL.

Considerando las dimensiones de la formación del catequista, se organizaron los programas de acuerdo a los siguientes niveles: Inicial, Básico, Medio y Superior.

152.2.1 NIVEL INICIAL.

DESTINATARIOS TAREAS AMBIENTE TIEMPO

Personas que 'han recibido los sacramentos de Iniciación Cristiana.

Una tarea catequística específica en la comunidad.

La comunidad parroquial o el centro de catequesis y/o movimiento laical.

Aquellos cristianos que sintiéndose llamados, han tomado la decisión de comprometerse en el

Catequista auxiliar La escuela parroquial

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Page 91: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

ministerio de la catequesis.

153 MAPA CURRICULAR.

EJES INICIAL

Antropológico Desarrollo humano El hombre ser en relación

Bíblico Introducción a la Biblia Historia de la Salvación

Teológico La Revelación Sacramentos de iniciación

Espiritual Espiritualidad Cristiana

Pastoral catequética La Evangelización y la Catequesis

Pedagógico Introducción a la Pedagogía catequística

Socio-cultural Conocimiento básico de los Medios de Comunicación

Histórico

154 PERFIL DE EGRESO:

SER SABER SABER HACER

Comprensión del hombre como un ser relacional en desarrollo

Síntesis de la Historia de la Salvación

Capacidad para organizar una sesión de

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Page 92: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

catequesisIniciación a la espiritualidad cristiana Conocimiento y manejo

elemental de la Sagrada Escritura

Elementos para convivir en grupo

Conversión inicial

La Revelación Sacramentos de Iniciación.-

Manejo básico de las técnicas de comunicación

Testimonio de un encuentro con Jesucristo vivo. Conciencia y participación en las celebraciones

Comprensión fundamen-tal de Evangelización y Catequesis

litúrgicas Conocimiento elemental de la Pastoral parroquial

1552.2 NIVEL BÁSICO.

DESTINATARIOS TAREAS AMBIENTE TIEMPO

Catequistas que hayan cursado el nivel inicial

Ser titulares de los gruposde catequesis.

Insertos en la comunidad

Con uno o más años de trabajo y que expresen el deseo de capacitarse

cristiana engrupos de catequesis

Que hayan manifestado cualidades para la catequesis

Parroquia, decanatos

156 MAPA CURRICULAR.

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Page 93: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

EJES BÁSICO

Antropológico Desarrollo humano introducción a la Antropología y a la Psicología

Bíblico Nuevo Testamento

Teológico Introducción de Cristología Misterio Trinitario Eclesiología Moral Mariología Liturgia y Sacramentos

Espiritual Espiritualidad del catequista Palabra de Dios fuente de la espiritualidad

Pastoral catequética La Catequesis en el proceso evangelizador Pastoral catequística parroquial y diocesana

Pedagógico Fundamentos de la Pedagogía, Metodología y Didáctica Catequística

Socio-cultural Introducción a la Sociología

Análisis de la realidad

Comunicación y CatequesisHistórico Introducción a la Historia de la Iglesia

Historia de la Catequesis

157 PERFIL DE EGRESO:

SER SABER SABER HACER

Un mayor auto-conocimiento y aceptación

Introducción a la Antro-pología y Psicología

Capacidad elemental para planear, programar

Adquisición de capacidades Nociones elementales de la y organiza Análisis de la

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Page 94: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

propias del liderazgo pastoral fundamental. realidad

Espiritualidad del catequistaConocimiento y manejo básico del Nuevo Testa-mento

Manejo básico de la Pe-dagogía, Metodología y Didáctica catequística

Testimonio de un encuentro frecuente con Jesucristo en la Palabra, oración, sacramentos y apostolado

Sentido de pertenencia a la Iglesia

Elementos fundamentales de: Cristología, Eclesiología, Liturgia, Moral, Sacramentos, Mariología: Historia de la Iglesia, de la Catequesis y Ciencias auxiliares.

Capacidad para utilizar un lenguaje adecuado en la catequesis

Actitud crítica ante los medios de comunicación

Elementos para impartir la catequesis al trabajaren un grupo

Conciencia cristiana para la participación en los ámbitos de la vida familiar y comunitaria

Catequesis en el proceso evangelizador, Parroquia y Diócesis

Elementos básicos para celebrar su feEn conversión permanente como exigencia de ser discípulo

1582.3 NIVEL MEDIO.

DESTINATARIOS TAREAS AMBIENTE TIEMPO

Que han realizado los cursos inicial y básico

Conoce y se ejer-cita en los diversos

En las escuelas decanales,

Coordinadores de centros pa-rroquiales o decanales

campos de la catequesis

de zonas o vicarías y dioce-sanas

Que por su experiencia de Coordinación defe, de trabajo en la catequesis. los catequistas

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Page 95: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

liderazgo, organización y asesoría en suy responsabilidad, son reconocidos

servicio catequístico

en el grupo y en la comunidadPersonas que participan ac-tivamente con una visión de

En el acompaña-miento a los cate-

pastoral de conjunto quistas en su cami-no de formaciónen el nivel inicialOcupan eventual-mente cargos en la organización parroquial o dio-cesana de la catequesis

En la coordinaciónde otras pastorales relacionadas con lacatequesis

159 MAPA CURRICULAR.

EJES BÁSICO

Antropológico Elementos fundamentales de Antropología y Psicología religiosaPsicología evolutiva y Catequesis

Bíblico Antiguo Testamento

Teológico Fundamentos de Cristología Misterio Trinitario Eclesiología Moral Mariología Liturgia y Sacramentos

Espiritual Espiritualidad litúrgica

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Page 96: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

Pastoral catequética Principales documentos catequísticos

Pedagógico Aplicación de la Pedagogía, Metodología y Didáctica a la catequesis

Socio-cultural Piedad Popular Medios de Comunicación Social y Catequesis Derechos humanos

Histórico Historia de la Catequesis en México

160 PERFIL DE EGRESO:

SER SABER SABER HACER

Persona con capacidad Conocimiento de la pas- Capacidad para planearde comunicación, diá- toral diocesana y programar adecuada-logo y manejo de senti-

Conocimiento y manejomente la catequesis

mientos del Antiguo Testamento Capacidad para organi-

Testimonio de un en- Un conocimiento sufi-zar los itinerarios cate-

cuentro constante con ciente para su servicio quísticosJesucristo por la oración, los sacramentos y el apostolado

en: Cristología, Mariolo-gía, Eclesiología, Moral, Liturgia y Espiritualidad

Aplicación conveniente de la dinámica de grupos

Espiritualidad litúrgica

Proyección personal ha-Conocimiento de los Utilización de algunos

cia la comunidad principales documentos medios de comunicación

Participación en los di-catequísticos social en la catequesis

ferentes ámbitos de la Comprensión del deve nir Aplicación de la Psicolo-vida personal, familiar histórico de la catequesis gía evolutiva en la cate-y comunitaria en México quesis

Juicio crítico para leer Elementos fundamen-

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Page 97: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

los signos de los tiem- tales de Antropología,pos y sensibilidad ante Sociología y Psicologíael contexto sociocultural político y religioso

religiosa

Principales documentoscatequísticosPiedad popularDerechos humanos

1612.4 NIVEL MEDIO SUPERIOR DIPLOMADO.

DESTINATARIOS TAREAS AMBIENTE TIEMPO

Haber cursado los niveles an- Realizar acciones Instituciones,teriores específicas en la nacionales o

Interesados en una catequesis específica según interlocuto-

catequesis

Elaborar materiales

extranjeras, a nivel superior

res, ambientes y situaciones catequísticos

Desempeñar car-gos relacionadoscon la organizacióncatequística en losdiferentes niveles

162 MAPA CURRICULAR.A continuación presentamos a manera de ejemplo el programa del Diplomado en Catequética, que se imparte actualmente en la Universidad Pontiñca de México, que se realiza en tres veranos, de cuatro semanas cada uno.

LINEAS ARTICULADORAS O UNIFICADORAS DE LOS TRES MÓDULOS:1. Catequesis como ministerio eclesial2. Catequesis fundamentada y nutrida en las ciencias humanas y ciencias teológicas

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Page 98: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

3. La Iglesia (mediación) el Reino (mensaje central) y el Mundo (interlocutor)4. Catequesis contextualizada en los nuevos desafíos.MODULO 1 MODULO 2 MODULO 3

La catequesis en sus diferentes CONTEXTOS:

Catequesis fundamental

Estudio teológicocatequético del misterio cristiano:IDENTIDADdel ministerio de la catequesis

La PRAXIScatequística de la comunidad: opciones operativas

1. Palabra de Dios y Catequesis , (contexto bíblico)

1. Estudio Bíblico-ca-tequético del libro Hechos de los Apóstoles

1. El profetismo bíblico y sus impactos, reper-cusiones e incidencias en la catequesis

2. Visión cristiana de la persona humana(Antropológico)

2. Iglesia Ministerial y Catequesis

2. Medios de comunicación

3. Modelos históricos de la catequesis (Histórico)

3. Destinatarios como interlocutores en el proceso catequístico

3. El ministerio del Catequista y su for-mación

4. Evangelización fun-dante y catequesis en México (Histórico)

4. El mensaje evangélico de la catequesis

4. Educación de la fe, Pedagogía Metodología y Didáctica

5. Tendencias de la catequesis posconciliar (Magisterio actual)

5. La catequesis y la, ce-lebración de la fe

5. Pastoral orgánica or-ganización y coordi-nación de la catequesis

6. La catequesis en una iglesia inculturada

6. La catequesis y la di-mensión social de la fe

6. Talleres de habili-dades y creatividad catequística

7. Dimensión cristoló-gica de la catequesis(Cristológico)

7. Antropología teológica de la comunicación y del lenguaje: lenguaje y catequesis

7. Estudio sistemático del Directorio (síntesis)

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Page 99: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

8. Modelos de la Cate-quesis patrística(Patrístico)

8. La catequesis en el proceso evangeliza-dor

Presentación de trabajos

163 PERFIL DE EGRESO:

SER SABER SABER HACER

Persona con capacidad de tomar decisionesCapacidad de reflexionar desde la catequesisTestimoniar con su vida las virtudes de un buen catequista

Realizar una sistematización de los contenidos profundizadosAdaptar la catequesis a la diversidadMantener un diálogo entre la fe y la cultura

Coordinar servicios a nivel: decanal, diocesano y provincialCapaz de planear itinera-rios catequísticosElaborar materiales para la catequesis

1642.5 NIVEL SUPERIOR.

DESTINATARIOS TAREAS AMBIENTE TIEMPO

Personas que hayan cursado La formación Universidades 2 a 5 añosbachillerato en teología catequística en

Centros de

Personas con amplia experien-todos los niveles formación

cia pastoral y con interés en La investigación pastoral aespecializarse en la catequesis y reflexión de la nivel superior

Personas con posibilidad decatequesis

asumir tareas directivas Elaboración de

Con capacidad de investiga-textos catequísticos

ción científica y síntesis

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Page 100: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

165 PERFIL DE EGRESO:

SER SABER SABER HACER

Persona con amplia ex-periencia catequística.

Insertar la catequesis en la pastoral de conjunto.

Propiciar el conocimiento reflexivo de la fe.

Capacidad de investigación. Con sólida formación en las ciencias humanas y teológicas. Mantener el diálogo de

la catequesis con las ciencias humanas y teológicas.

Fuerte convicción de la importancia de la catequesis en la vida de la Iglesia.

Profundo conocimiento de la ciencia pastoral llamada Catequética.

Orientar los diversos procesos catequísticos a partir de los nuevos aportes que aparecen en la Iglesia y en el mundo. Inculcar en los catequistas, las ac-titudes del Maestro

Que su reflexión abra caminos de renovación

Los programas de cada materia serán responsabilidad de cada centro debiéndose apoyar en los contenidos apegados a la Doctrina y aprobados por las autoridades eclesiásticas.Además se deberá promover la participación de los catequistas en el seguimiento de grados académicos, a saber: licenciatura, maestría y doctorado, así como la especialidad.

100

Page 101: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

166 MAPA CURRICULAR DE LOS TRES NIVELES.

EJES INICIAL BÁSICO MEDIO

Antropológico Desarrollo humanoEl hombre ser en relación

Desarrollo humanoIntroducción a la Antropología y a la Psicología

Elementos funda-mentales de Antro-pología y Psicología religiosa Psicología evolutiva y Catequesis

Bíblico Introducción a la Biblia Historia de la Salvación

Nuevo Testamento Antiguo Testamento

Teológico La Revelación Sacramentos de Iniciación .

Introducción a la: Cristología, Misterio Trinitario Eclesiología, Moral, Mariología, Liturgia y Sacramentos

Fundamentos de: Cristología, Misterio Trinitario, Eclesiología, Moral, Mariología, Liturgia y Sacra-mentos

Espiritual Espiritualidad cristiana

Espiritualidad del catequistaPalabra de Dios fuente de la espiritualidad

Espiritualidad litúrgica

Pastoral catequética

La Evangeliza-ción y la Catequesis.

La catequesis en el proceso evangelizadorPastoral catequística parroquial y diocesana

Principales docu-mentos catequís-ticos.

Pedagógico Introducción a la Pedagogía catequística

Fundamentos de la Pedagogía, Meto-dología y Didáctica Catequística

Aplicación de la Pedagogía, Meto-dología y Didáctica a la Catequesis.

Socio-cultural Conocimiento básico de los Medios de

Introducción a la SociologíaAnálisis de la realidad

Piedad PopularMedios de Comu-nicación Social y

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Page 102: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

Comunicación Comunicación y Catequesis

catequesis.Derechos humanos

Histórico Introducción a la historia de la IglesiaHistoria de la Catequesis

Historia de la Catequesis en México

GLOSARIO.

TERMINO CONCEPTO102

Page 103: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

AGENTES Se entiende -en general- el conjunto de personas comprometidas en el desarrollo de la catequesis. Todos los que, desde diversas funciones, participan activamente en la organización y realización de la catequesis.

CATECUMENADO Itinerario catequístico que se seguía en los primeros siglos de la Iglesia, después del anuncio inicial del kerygma, en preparación a los sacramentos de iniciación. El catecúmeno, además de recibir la catequesis, era acompañado por un "padrino" que lo seguía en su proceso de conversión y era apoyado por toda la comunidad.Proceso actual de catequesis dirigido, tanto a no bautizados, como a bautizados no suficientemente catequizados, con el fin de llevarlos a un encuentro con Jesucristo a través de la conversión, y a una maduración de la fe en la práctica de los sacramentos, el servicio y la misión (Cfr. DA 289).

CATEQUETICO En muchos lados este adjetivo se usa -indistintamente con el de catequístico, para hacer referencia a todo lo relacionado con la catequesis. En América Latina comienza a utilizarse para indicar realidades vinculadas más directamente con la reflexión sobre la acción de la catequesis.

CATEQUISTICO La utilización de este adjetivo se está limitando a todo lo que se refiere a la catequesis en acto. Se relaciona directamente con todos los elementos que intervienen en el desarrollo de la acción catequística.

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Page 104: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

COMUNIDAD Pluralidad de personas con la proximidad física necesaria para una interacción cotidiana. Quienes la integran son conscientes de tener en común una serie de necesidades y por ello, objetivos comunes muy generales, que les condicen a relaciones recíprocas más o menos estructuradas y desempeñar determinados comportamientos y roles.

COMUNIDAD CRISTIANA Es la comunidad movida por la fe, la esperanza y la caridad, nacida del seguimiento de Cristo y, guiada por el Espíritu Santo, lo proclama y testimonia cómo Hijo de Dios. La Iglesia se concreti-za y hace visible en las distintas comunidades.

CRISTOCENTRISMO Principio catequístico que se desprende de la centralidad de Cristo en la Historia de la Salvación y tiene a Jesucristo , su vida y su misterio, como centro del anuncio del mensaje revelado y a partir del cual todos los demás elementos se jerarquizan y se iluminan (Cfr. DGC41).

DIDÁCTICA Ciencia que estudia (perspectiva-estática) y elabora (perspectiva-dinámica) las teorías práctico-normativo-decisionales sobre la enseñanza, que orienta y dirige la educación.

DIDÁCTICA CATEQUÍSTICA Ciencia que estudia las condiciones prácticas, humanas y materiales, que facilitan el proceso de enseñanza-aprendizaje. En la catequesis la Didáctica viene a dar valiosa ayuda, tanto en el momento de la programación, de la acción catequística misma, en el de la

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Page 105: Cliche Guia Catequistas de Mexico.doc

evaluación de dicha acción y en la valoración de la asimilación del comportamiento cristiano.

DIMENSIÓN Medida o alcance de un tema formativo.DIPLOMADO Curso temporal para conocer una especia-

lidad, puede ser a nivel de presentación o a nivel de postgrado.

EDUCACIÓN Mejora de aptitudes intelectuales, competencias, hábitos y conductas mediante el desarrollo integral y sistemático de las facultades y capacidades o aptitudes de una persona a través de la mediación pedagógica.

EFICACIA Grado en que se realizan las actividades planificadas y se alcanzan los resultados esperados.

EFICIENCIA Relación entre el resultado alcanzado y los recursos utilizados. /

EJE Conjunto de contenidos referidos a sectores de conocimiento caracterizados por su alta relevancia y significación para el desarrollo/de los educandos, y que recorren y se ubican a través de todas las áreas y materias del currículo, tales como la educación moral, la educación en valores, la educación para la salud y la sexualidad, la educación vial, la educación para la paz, entre otros. (Sinónimos: tema, línea directriz).

ESCUELAS DE C ' ' ...CATEQUISTAS ii

Centros de formación, promovidos por los organismos diocesanos, para garantizar la formación de los catequistas en su ser, su saber y su saber hacer.

ESPECIALIDAD Estudios de postgrado, a continuación de una licenciatura, que tiene por objetivo preparar a os sustentantes para el ejercicio

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en un campo específico o en determinado conocimiento del quehacer profesional.

ESPIRITUALIDAD Es el proceso en el que, tanto la persona como la comunidad de creyentes, se dejan guiar por el Espíritu Santo en la búsqueda de la voluntad de Dios en una actitud de vigilancia, de apertura y receptividad. Significa vaciarse de sí para llenarse del Espíritu de Cristo y de Dios.

IDENTIDAD CRISTIANA La identidad cristiana se caracteriza por un aprendizaje gradual en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesucristo. Implica un desarrollo humano de la persona, un compromiso personal con Cristo, la capacidad de comunión y participación en la vida y misión de la comunidad eclesial, al servicio de los hermanos, en el empeño de transformar el mundo en reino de Dios (Cfr. DA 289; DP 1000).

METODOLOGÍA Conjunto de criterios y decisiones que orga-nizan, de forma global, la acción didáctica en el aula, el papel que juegan los alumnos y maestros, la utilización de los medios y recursos, los tipos de actividades, la organización de los tiempos y espacios, los agrupamientos, la secuenciación y tipo de tareas, entre otros aspectos.

MISIÓN Línea directriz de las acciones humanas que suelen presentarse en una empresa (lo que se emprende)

MODALIDAD Forma en que se organiza el currículo en cuanto a la participación del alumno, por lo que puede ser de carácter presencial, vespertino, a distancia, semi-presencial, inter.-período, entre otras formas.

NIVEL Etapa o fase secuencial completa en la cual se estructura una determinada etapa en el

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sistema de educación. INICIAL / BÁSICO / MEDIO / MEDIO SUPERIOR/ SUPERIOR

OBJETIVO Propósito o fin que se pretende alcanzar o cumplimentar, más específico que las metas que se plantea de manera general dicho pro-grama.

ONTOLOGICO Se refiere a lo que es en tanto que es y exis-te. Considera a todo ser por lo que es: qué es, cómo es y cómo es posible.

PARADIGMA Modelo o ejemplo. Se puede decir que es una creencia que nos sirve como marco de referencia para actuar de determinada forma.Totalidad de ideas, percepciones y valores que constituyen una determinada visión de la realidad.Un paradigma es un determinado marco desde el cual miramos el mundo, lo comprendemos, lo interpretamos e intervenimos sobre él.

PEDAGOGÍA La originalidad de la Pedagogía en la catequesis es que no es una obra puramente humana. Es el Espíritu Santo quien inspira y sostiene la actividad del catequista en la transmisión del mensaje evangélico y suscita la respuesta de fe en el interlocutor.

PERFIL Descripción de las características principa-les que deben o deberán tener los educandos como resultado de haber transitado por un determinado sistema de enseñanza-aprendizaje.

PLAN Sistema de concepciones de los objetivos y

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contenidos de la enseñanza en un determinado nivel.

PLAN CURRICULAR Esquema estructurado de las áreas obligato-rias y fundamentales y de las áreas optativas con sus respectivas asignaturas que forman parte del currículo de los establecimientos educativos.

PROCEDIMIENTO Forma específica para llevar a cabo una actividad o un proceso. Conjunto de actividades mutuamente relacionadas o que interactúan, las cuales transforman elementos de entrada en resultados.

PROGRAMA Información detallada del curso escolar en la que aparecen los objetivos, contenidos, metodología, el sistema de evaluación, los criterios de corrección y cualquier información que sea relevante e importante para el desarrollo del mismo.

PROPÓSITO En teoría de la comunicación, intención, aspiración o meta del creador o del receptor de un mensaje.

PROYECTO Conjunto de valores o estilo de educación que se quiere dar, y da personalidad al centro. El proyecto educativo se recoge en un documento llamado Proyecto Educativo Comunitario (PEC).

TALLER Metodología de trabajo compartido entre el maestro y los alumnos, o entre diversos profesionales, que culmina con la elaboración de productos significativos.

SIGLAS

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AA "Apostolicam actuositatem", Decreto sobre el apostolado de los laicos, Vaticano II, 1964.

AG "Ad gentes divinitus", Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia, Vaticano II, 1965.

CAL "La Catequesis en América Latina", DECAT-CE-LAM, 1999.

CEC "Catechismus Catolicae Ecclesiae", Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por el Papa Juan Pablo II en 1992.

CIC "Codex luris Canonici", Código de Derecho Canónico, 1983.

ChL "Christifideles Laici", Exhortación apostólica post-sinodal de Juan Pablo II sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, 1988.

CT "Catechesi Tradendae", Exhortación apostólica post-sinodal de Juan Pablo II sobre la catequesis, 1979.

DA "Documento de Aparecida", V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, 2007.

DC "Documento de Caracas", Departamento de Ca-tequesis del Consejo Episcopal Latinoamericano, 1994.

DCG "Directorio Catequístico General", Congregación para el clero 1971.

DGC "Directorio General para la Catequesis", Congregación para el clero, 1997.

DP Documento de Puebla, La Evangelización en el pre-sente y en el futuro de América Latina; III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, 1979.

DQ "Documento de Quito", Departamento de Cateque-sis del Consejo Episcopal Latinoamericano, 1982.

DV "Dei Verbum", Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación del Concilio Vaticano II, 1965.

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EIA "Ecclesia in América", Exhortación apostólica post-sinodal de Juan Pablo II sobre el encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América, 1999.

EE "Ecclesia de Eucharistía", Carta encíclica de JuanPablo II sobre la Eucaristía en relación con la Iglesia, 2003.

EN "Evangelii Nuntiandi", Exhortación apostólica sobre la evangelización en el mundo contemporáneo de Pablo VI, 1975.

FC "Familiaris Consortio", Exhortación apostólica deJuan Pablo II sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual, 1981.

GE "Gravissimum Educationis", Declaración sobre laeducación cristiana, Vaticano II, 1965.

GPCM "Guía Pastoral para la Catequesis de México", Comisión Episcopal de Evangelización y Catequesis, México 1992.

GS "Gaudium et Spes", Constitución pastoral sobre laIglesia en el mundo actual, Vaticano II, 1965.

LC "Líneas comunes de orientación para la Catequesisen América Latina", Departamento de Catequesis del Consejo Episcopal Latinoamericano", 1985

LG "Lumen Gentium", Constitución dogmática sobrela Iglesia, Concilio Vaticano II, 1964.

NMI "Novo Millennio Ineunte", Carta apostólica del Papa Juan Pablo II al concluir el Gran Jubileo del año 2000.

OT "Optatam totius", Decreto sobre la formación sacer-dotal, Vaticano II, 1965.

PD "Presbyterorum Ordinis", Decretro sobre el minis-

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terio y vida de los presbíteros, Vaticano II, 1965.

RM "Redemptoris Missio", Carta encíclica del Papa Juan Pablo II, sobre la permanente validez del mandato misionero, 1990.

SD IV Conferencia General del EpiscopadoLatinoamericano, Santo Domingo, 1992.

III Sem Lat III Semana Latinoamericana de Catcquesis"Hacia un nuevo paradigma de la Catcquesis", Bogotá 2007.

UR "Unitatis Redintegratio",Decreto sobre el Ecumenismo, Vaticano II, 1964.

VC . "Vita Consecrata", Exórtación Apostólica del Papa Juan Pablo II, 1996

Nota: Las siglas de la Sagrada Escritura están tomadas de la Biblia de América.

ÍNDICE

PRESENTACIÓN............................„...................................2

INTRODUCCIÓN ...............................................................3

CAPÍTULO I

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LA IGLESIA EXISTE PARA EVANGELIZAR....................5

CAPÍTULO II

EL SERVIDOR PROPIO DE LA CATEQUESIS

ES EL CATEQUISTA..........................................................9

CAPÍTULO IIICON QUÉ REALIDAD SE ENFRENTAN LA CATEQUESISY LOS CATEQUISTAS.......................................................43

CAPÍTULO IV

LA FORMACIÓN DEL CATEQUISTA..............................48

CAPÍTULO V

NIVELES, MODALIDADESY ESPACIOS DE FORMACIÓN.......................................74

APÉNDICE........................................................................83

GLOSARIO.......................................................................103

SIGLAS ............................................................................109

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