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Año 112/No. 1 13 Cinco sentidos Cinco sentidos en una sola copa en una sola copa MUSEO DEL RON Secretos de nuestra bebida tradicional, así como de su proceso de fabricación y singular historia, se conservan en la ciudad de Santiago de Cuba Por GIOVANNI MARTÍNEZ GIOVANNI MARTÍNEZ Fotos: ANARAY LORENZO ANARAY LORENZO COLLAZO COLLAZO A L remover el suelo y de- senterrar nuestras raí- ces, encontraremos siem- pre al ron, rubro exportable muy ligado a la identidad y cul- tura de los nacidos en este ar- chipiélago, fundamentalmente en su región oriental. La ciudad de Santiago de Cuba estrenó este año una nueva sede para el Museo del Ron, ubicada en calle Peralejo número 103, cercana a las bodegas donde se produce y almacena esta bebida desde hace 157 años. Tal cercanía posibilita que la mayor parte de los visitantes que llegan a la factoría en busca de informa- ción tengan apenas que cru- zar la calle para adentrarse a recorrer, imaginariamente, un camino originado en nuestros cañaverales. Las nuevas salas muestran al detalle la historia de la in- dustria azucarera cubana, y la aparición del aguardiente y el ron como subproductos de esta. Hay, además, un área de tone- les de añejamiento y se exhibe una amplia variedad de etique- tas y de envases de rones, tanto de marcas antiguas ya desapa- recidas como de otras que per- duran, como Cubay, Varadero, Santiago y Caney, esta última, nacida gracias a la idea del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, cuando en 1963 la com- pañía Bacardí abandonó el país. Caney se convirtió entonces en la primera marca exportable de Cuba, y abrió puertas en el mundo a otros productos. El Museo es uno de los principales atractivos turísticos en la provincia, tanto para visitantes nacionales como extranjeros.

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Año 112/No. 1 13

Cinco sentidos Cinco sentidos en una sola copaen una sola copa

MUSEO DEL RON

Secretos de nuestra bebida tradicional, así como de su proceso de fabricación y singular historia, se conservan en la ciudad de Santiago de CubaPor GIOVANNI MARTÍNEZGIOVANNI MARTÍNEZFotos: ANARAY LORENZO ANARAY LORENZO COLLAZOCOLLAZO

A L remover el suelo y de-senterrar nuestras raí-ces, encontraremos siem-

pre al ron, rubro exportable muy ligado a la identidad y cul-tura de los nacidos en este ar-chipiélago, fundamentalmente en su región oriental.

La ciudad de Santiago de Cuba estrenó este año una nueva sede para el Museo del Ron, ubicada en calle Peralejo número 103, cercana a las bodegas donde se produce y almacena esta bebida desde hace 157 años. Tal cercanía posibilita que la mayor parte de los visitantes que llegan a la factoría en busca de informa-ción tengan apenas que cru-zar la calle para adentrarse a recorrer, imaginariamente, un camino originado en nuestros cañaverales.

Las nuevas salas muestran al detalle la historia de la in-dustria azucarera cubana, y la aparición del aguardiente y el ron como subproductos de esta. Hay, además, un área de tone-les de añejamiento y se exhibe una amplia variedad de etique-tas y de envases de rones, tanto de marcas antiguas ya desapa-recidas como de otras que per-duran, como Cubay, Varadero, Santiago y Caney, esta última,

nacida gracias a la idea del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, cuando en 1963 la com-pañía Bacardí abandonó el país.

Caney se convirtió entonces en la primera marca exportable de Cuba, y abrió puertas en el mundo a otros productos.

El Museo es uno de los principales atractivos turísticos en la provincia, tanto para visitantes nacionales como extranjeros.

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10 de enero de 202014

métodos tradicionales de añeja-miento los han obviado, así que la calidad ha decaído, mantiene solo el nombre. En cambio, el ron que se fabrica en Santiago es totalmente natural, o sea que, durante todo este proceso tecnológico no se incluye nin-gún elemento químico, algo casi extinto hoy en el mundo, pues en otros países se aspira siempre a producciones abundantes”, asegura Julio Enrique.

–¿Catar el ron es un trabajo o un placer?

–En nuestro caso es un ho-bby y por lo tanto nunca se convierte en vicio. Algunos di-cen que el ron es la causa del alcoholismo. Sin embargo, hay que educar a los consumido-res. La idea es que muchos tomen poco y no que pocos to-men mucho. Siempre decimos que acercarnos a un producto de calidad es lo ideal, para así beber bueno y menos.

“En Santiago, cuando nace un niño, se celebra con ron; si se cierra un negocio se hace un brindis; muere un ser querido y, en medio del dolor, también bebemos. Es decir, que el ron está presente en la vida de los santiagueros desde que nacen hasta que mueren.

“Este es un producto hecho para el placer, porque logra vínculos de fraternidad y em-patía entre las personas. Eso sí, cada cual debe saber cuánto puede beber”, afi rma Ayan Rial.

En la Isla viven actualmente ocho maestros roneros. Para di-cha de este equipo de BOHEMIA, pudimos conversar con dos de ellos en el llamado territorio in-dómito. Julio Enrique Ayan Rial y Tranquilino Palencia Estruch accedieron a responder nues-tras interrogantes durante un recorrido por el Museo del Ron santiaguero.

–¿Qué distingue al ron que se produce en esta zona del país?

–Esta ciudad es la cuna del ron ligero a nivel mundial. Fue aquí donde nació. Santiago de Cuba cuenta con las bode-gas más antiguas del mundo, Bacardí y Matusalem.

“Los métodos de añeja-miento son los mismos de an-tes. Además, las generaciones de maestros roneros han sido ininterrumpidas desde 1862. Este es un suceso que no está ligado ni a la política, ni a la economía, sino que es pura-mente cultural.

“Otro aspecto signifi cativo son los aromas. El ron que fa-bricamos en esta provincia está considerado el más aromático de Cuba. Basta con cerrar los ojos y olerlo para identifi carlo”, afi rma Ayan Rial.

–En los últimos años la marca Santiago ha ganado preferencia, pero la oferta no es sufi ciente.

–Primeramente –aclara el maestro Julio– debemos reco-nocer que Havana Club es la marca líder de Cuba y lo seguirá siendo, pero por fortuna conta-mos con otros rones en la Isla.

“La marca Santiago por sí sola se vende. Hemos estado ausentes del mercado por ca-rencia de envases. Contábamos con una fábrica de botellas en México, pero fue comprada y perdimos el vínculo. Se que-daron incluso con los moldes. No obstante, este año hemos conseguido estabilizar el sumi-nistro de botellas y pensamos continuar mejorando”.

–¿El ron Bacardí que se produce actualmente en va-rios países es de calidad?

–Ese ron “añora” elaborarse en esta provincia. Desde que la marca se alejó de nuestras la-titudes dejó de producir el ver-dadero Bacardí. Ellos compran las mieles en cualquier isla del Caribe donde se las puedan vender, lo cual les deja sin ga-rantías a la hora de obtener el producto fi nal. Para llegar a un ron de calidad, lo primero es la materia prima.

“También es importante decir que las producciones son inmensas y, por tanto, los

Sistema de enjuague de envases de ron que aún se utiliza.

Julio Enrique Ayan Rial: Los métodos de añejamiento, las generaciones ininterrumpidas de maestros y los aromas, distinguen al ron santiaguero.

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Por su parte, el maestro ronero Tranquilino Palencia Estruch, afi rma categórico que “hace 157 años, ocho generacio-nes han estado fabricando un producto auténtico e idéntico”.

“Además del elemento cul-tural y hereditario, Santiago de Cuba tiene una caracterís-tica muy especial, que es su clima. La temperatura aquí es muy alta durante casi todo el año y llueve considerablemen-te en determinadas épocas, lo cual propicia que la caña, tras su fermentación y destilación, nos ofrezca mieles diferentes a las del centro y el occidente de la Isla.

“Otro aspecto importante es la longevidad de los barri-les que tenemos en las na-ves de añejamiento. Algunos cuentan alrededor de 90 años en uso. Podemos ostentarlos gracias a un taller de tonele-ría con artesanos muy hábiles que se encargan de reparar-los cuando alguno se rompe. Para nosotros es sagrado res-taurarlos y traerlos de vuelta. Aquí no botamos ningún ba-rril, pues mientras más años tienen, más nos entregan esa

‘alma’ del ron santiaguero. Algo así no se ve en ningún lugar del mundo.

“Por otra parte, no cabe duda de que el gusto que ha ve-nido generándose por nuestra bebida está muy ligado a nues-tras costumbres. Ese cierto dulzor, tan agradable, tiene mucho que ver con la cultura cubana y nuestro paladar”, afi rma Palencia Estruch.

–¿Qué importancia tie-ne la industria ronera para Santiago y para Cuba?

–Es una industria pujante en nuestra provincia y la más “añeja”. Los cubanos afi rman que el mejor ron de la Isla es el santiaguero, mientras que los foráneos dicen que es el mejor del mundo. Por lo tanto, no nos queda más que enorgu-llecernos –sonríe Tranquilino.

–¿Hasta qué punto se pueden conservar las tra-diciones en el contexto de hoy, sin sumar elementos de actualidad a lo ya conocido?

–En la década de los años 60 del siglo anterior, y antes, casi no había añejos mayores de cinco años. Hasta 1970, los rones más antiguos que se producían en Cuba estaban en el orden de los siete años. Poco a poco, y gracias a pro-cesos tecnológicos muy sa-bios, hemos llegado a fabricar bebidas muy antiguas, con 12, 20, 25 y muchos años más de añejamiento, y siempre de carácter natural.

“Tiempo atrás los conoci-mientos de los maestros rone-ros eran empíricos, sabían lo que tenían que hacer pero no los porqués, hoy en día todos somos profesionales y traba-jamos con elementos científi -cos”, acota Palencia Estruch.

–¿Cómo no llevar el trabajo a casa?

–En esta profesión es muy difícil trazar una línea diviso-ria. Siempre somos maestros roneros. Por ejemplo, cuan-do vamos a una tienda y las

mujeres están curioseando en la ropa, nosotros estamos ana-lizando las bebidas.

–El Cuba Libre, el Daiquirí y el Mojito son tres de los tra-gos más famosos del mundo. ¿Cuál es la mejor manera de beber alcohol?

–Estos cocteles ciento por ciento cubanos se preparan a la medida y el gusto de quie-nes desean beber de un modo más suave. En el mundo, esos tres tragos son el uno, el dos y el tres en cuanto a preferencia. Hay que decir, además, que el Daiquirí nació en la playa san-tiaguera del mismo nombre, en el año 1898. El tradicional, porque el frappé surgió en La Habana, en El Floridita.

“El ron –acota Palencia Estruch– debe ingerirse en vaso de cristal. Como más se disfruta es utilizando cinco sentidos: tacto, vista, olfato, oído y paladar. Pero hay que hacerlo con calma, sin apuro, conversando. Usted se puede pasar media hora o más con solo una línea de ron, así la bebida se duerme en el vaso, y trabajan el tacto, la vista y el olfato. Cuando brindamos el oído disfruta y luego, cuando lo degustamos, el paladar pa-rece sonreírnos en silencio”.

–¿Un maestro ronero tra-baja pensando en el futuro?

–Cada maestro siembra muchas semillas durante su vida dentro de la industria ronera, pero es consciente de que muchos de los frutos no los va a recoger él, sino las próximas generaciones. Nosotros pensamos que nues-tro ron va a ser eterno, fi naliza Palencia Estruch.

Visitar el Museo del Ron santiaguero es una oportuni-dad especial para adentrarse en la historia de esta fabulosa industria cubana y, como con-clusión, degustar un trago del auténtico Ron Santiago, muy demandado en nuestro país y en el mundo.

Tranquilino Palencia Estruch: Hace 157 años que ocho generaciones han estado fabricando un producto auténtico e idéntico.