Capitulo XI Mi Lucha

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Capitulo XI: Nacionalidad y raza La historia humana demuestra con asombrosa claridad que toda mezcla de sangre aria con la de pueblos inferiores tuvo por resultado la ruina de la raza de cultura superior. Todo cuanto admiramos en el mundo de hoy, no es otra cosa que el producto de la actividad creadora de un reducido número de pueblos y quizás, en sus orígenes, hasta de una sola raza. Todas las grandes culturas del pasado cayeron en la decadencia debido a que la raza de la cual habían surgido envenenó su sangre. Degeneración racial Si se divide la humanidad en tres categorías de hombres: creadores, conservadores y destructores de la cultura, tendríamos seguramente como representante del primer grupo a los arios. Estos establecieron los fundamentos y las columnas de todas las creaciones humanas, y además dominaban pueblos del extranjero. Los conquistadores pecan contra el principio de la conservación de la pureza de su sangre al mezclarse con los autóctonos y cierran con ello el capítulo de su propia existencia. El ario debió seguir el camino que la realidad le señalaba y no aquel camino pacifista. La mezcla de sangre y la decadencia racial son las únicas causas de la desaparición de viejas culturas, ya que los pueblos mueren no por guerras perdidas, sino a la anulación de aquella fuerza de resistencia que es solo propia de la sangre incontaminada. Personalidad de la raza aria Si se inquiere las causas profundas de la importancia predominante del arianismo, se puede responder que esa importancia no radica precisamente en un vigoroso instinto de conservación, pero si en la forma peculiar de la manifestación de ese instinto. En los animales primitivos este instinto de conservación se limita a la lucha por la propia existencia. En muy mínima escala existe esta facultad en los humanos primitivos, de tal suerte que estos no pasaron de la etapa de la formación de la flia. Cuanto > sea la disposición para someter

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Capitulo 11 del libro autobiografico de Adolph Hitler

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Capitulo XI: Nacionalidad y razaLa historia humana demuestra con asombrosa claridad que toda mezcla de sangre aria con la de pueblos inferiores tuvo por resultado la ruina de la raza de cultura superior. Todo cuanto admiramos en el mundo de hoy, no es otra cosa que el producto de la actividad creadora de un reducido número de pueblos y quizás, en sus orígenes, hasta de una sola raza. Todas las grandes culturas del pasado cayeron en la decadencia debido a que la raza de la cual habían surgido envenenó su sangre.Degeneración racialSi se divide la humanidad en tres categorías de hombres: creadores, conservadores y destructores de la cultura, tendríamos seguramente como representante del primer grupo a los arios. Estos establecieron los fundamentos y las columnas de todas las creaciones humanas, y además dominaban pueblos del extranjero. Los conquistadores pecan contra el principio de la conservación de la pureza de su sangre al mezclarse con los autóctonos y cierran con ello el capítulo de su propia existencia. El ario debió seguir el camino que la realidad le señalaba y no aquel camino pacifista. La mezcla de sangre y la decadencia racial son las únicas causas de la desaparición de viejas culturas, ya que los pueblos mueren no por guerras perdidas, sino a la anulación de aquella fuerza de resistencia que es solo propia de la sangre incontaminada.

Personalidad de la raza ariaSi se inquiere las causas profundas de la importancia predominante del arianismo, se puede responder que esa importancia no radica precisamente en un vigoroso instinto de conservación, pero si en la forma peculiar de la manifestación de ese instinto. En los animales primitivos este instinto de conservación se limita a la lucha por la propia existencia. En muy mínima escala existe esta facultad en los humanos primitivos, de tal suerte que estos no pasaron de la etapa de la formación de la flia. Cuanto > sea la disposición para someter los intereses de índole personal, > será la capacidad que tenga el hombre para establecerse en una comunidad. La posteridad olvida a los hombres que vivieron únicamente para su provecho y glorifica a los héroes que renunciaron a la felicidad personal.

Raza opuestaEl contrario del ario es el judío, quien nunca poseyó una cultura propia y todos los fundamentos de su obra intelectual pertenecen a otra raza. Tampoco así existió un arte judío. Siempre fue un parásito en el organismo nacional de otros pueblos, y si alguna vez abandonó su campo de actividad no fue por voluntad propia, sino por expulsión de aquellos pueblos que “había abusado”. Así es como logra subsistir a la larga, solamente si logra despertar en ellos la creencia que no son un pueblo sino una “comunidad religiosa”. El judío hace su aparición con el establecimiento de las primeras colonizaciones. Poco a poco se introduce en la vida económica como intermediario. Su habilidad mercantil

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con mucha experiencia lo coloca en un plano de gran ventaja comparado al ario que todavía es ingenuo e ilimitadamente sencillo. Los judíos a menudo fomentan el matrimonio de judías con cristianos, pero siempre manteniendo pura la descendencia masculina. Rara vez se casa el judío con una cristiana, pero si el cristiano con una judía. Los bastardos de tales uniones siempre favorecen al lado judío quedando la nobleza “envenenada” (La raza no radica en el idioma, sino en la sangre). La razón por el cual el judío se decide a convertirse en un momento a otro en “alemán “, es para poder gozar de los derechos del “ciudadano”. Inicia su evolución como “benefactor” de la humanidad, pero con el paso del tiempo se presenta como víctima de las injusticias de los demás y no viceversa. Solo la gente excesivamente tonta cree en esta mentira y se compadecen del “pobre infeliz”.

Sindicalismo en manos judías El enorme desarrollo económico conduce a una modificación de las clases sociales. Surge el obrero de fábrica que no es capaz de llegar a contar con una existencia propia, que es un desheredado y que sus últimos días son un tormento. A la clase de campesinos y artesanos había venido a sumarse la de los empleados, particularmente los del Estado (desheredados también). El Estado instituye el sistema de las pensiones siempre y cuando la empresa esté desarrollada. De esta manera fue posible arrancar de la miseria social a toda una clase carente de fortuna, para engranarla después en el conjunto de la vida nacional. El judío se acerca al obrero y le hace despertar el deseo de mejoramiento en sus condiciones creando la doctrina marxista. Así destruye los fundamentos de la economía nacional sirviéndose de la organización sindicalista que podría ser bienhechora para la nación. Mientras por cobardía las clases superiores se apartan del hombre víctima de las calumnias, el judío se acerca a estos hombres generando una “revolución en las masas”. E judío sustituye la idea de la democracia por la de la dictadura del proletariado. El peor ejemplo es en Rusia, donde hizo perecer de hambre o bajo torturas a 30 millones de personas.

Pureza de la sangreToda derrota puede ser la precursora de una victoria futura (en relación a la derrota de agosto de 1918). Pero la pérdida de la pureza de la sangre destruye para siempre la felicidad interior, degrada al hombre definitivamente y sus consecuencias físicas y morales son fatales.La idea era suprimir aquel Estado que represente intereses económicos extraños a los alemanes, y formar un organismo propio de su propio pueblo: “¡un Estado germánico de la nación alemana!”.