Bonilla San Martín - De Crítica Cervantina

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De crítica cervantinacrítica de varias obras de CervantesNovelas ejemplaresdon Quijote

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  • DE CRITICACERVANTINA

  • 4\^

    A. BONILLA Y SAN MARTIN

    DE CRTICACERVANTINA

    Cervantes y Avellaneda. Sobre lasINTERPRETACIONES DE CERVANTES. ElLoAYSA DE El celoso extremeoy>. UnaVERSIN INGLESA DE CERVANTES, Y AL-GUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LACRONOLOGA DE LAS Novelas ejemplares.Hallazgo de actualidad. Un crtico

    desbocado.

    RUIZ HERMANOS EDITORESPlaza de Santa Ana, 13

    MADRID

  • ES PROPIEDAD

  • A LA SEORAD.^ BLANCA DE LOS ROS DE LAMPREZ

    DEDICA RESPETUOSAMENTE LAS PGINAS QUE SIGUEN,EN TESTIMONIO DE CONSIDERACIN

    POR SUS EXCELENTES TRABAJOS

    DE CRTICA LITERARIA,

    A. BONILLA Y SAN MARTN

  • AL LECTOR

    JNTANSE POR PRIMERA VEZ EN LASSIGUIENTES PGINAS VARIOS ESTUDIOS,PUBLICADOS UNOS EN PERIDICOS Y REVIS-TAS, E INDITOS OTROS, RELACIONADOSCON Cervantes. Sirven de comple-mento AL VOLUMEN : Cervantes y su obra,que el PASADO AO PUBLIQU. El MIS-MO DESEO QUE ENTONCES ME INSPIRABA,ME ANIMA AHORA: CONTRIBUIR, SIQUIERASEA EN MNIMA PARTE, AL MEJOR CONOCI-MIENTO DE NUESTRA HISTORIA LITERARIA.

  • CERVANTES Y AVELLANEDA

  • A pesar del empeo de los eruditos, la per-sonalidad de aquel Licenciado AlonsoFernndez de Avellaneda, natural de la villa deTordesillas, que public en Tarragona, el ao

    1614, el Segundo tomo del Ingenioso hidalgodon Qixote de la Mancha^ contina todavasin descifrar. De las varias hiptesis formula-das, segn las cuales Avellaneda fu el huma-nista alemn Gaspar Scioppio, o fray Luis deAliaga (confesor de Felipe III e inquisidor ge-neral), o fray Alonso Fernndez (historiador dela ciudad de Plasencia), o fray Andrs Prez(el probable autor de La Pcara Justina) , o eldoctor Juan Blanco de Paz, o Bartolom Leo-nardo de Argensola, o Lope de Vega, o JuanRuiz de Alarcn, o Tirso de Molina, o el ara-gons Alfonso Lamberto, o Juan Mart (el abo-gado valenciano a quien se atribuye la segn-

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    da parte del Guzmn de Alfarache), o frayLuis de Granada, o Gabriel Leonardo AlbinArgensola y el doctor Mira de Amescua, o elDuque de Sessa, unas han sido inmediatamentedesechadas como absurdas, y otras (la de frayLuis de Aliaga, la del Duque de Sessa y la deAlfonso Lamberto) no pasan de suposicionesdiscutibles. Lo nico verdaderamente positivoque en estos ltimos aos se ha averiguadorespecto del caso, gracias a La imprenta enTarragona^ de D. ngel del Arco (1916), y alartculo: Aprobacin verdadera del Quijotefalso y de D. Antoln Lpez Pelez (Boletn dela Real Academia de la Historia y junio,1916), es que el libro se imprimi efectivamen-te en Tarragona, en casa de Felipe Roberto,como reza la portada, y que los firmantes de laAprobacin y de la Licencia (a 18 de abril y a4 de julio de 1614, respectivamente) que el li-bro lleva, fueron personas de carne y hueso,que sin duda vivan en Tarragona por aquellafecha y ejercan los cargos que se les atri-buyen.

    Mientras no aparezca algn dato fehaciente,de carcter documental ^ el enigma quedar sinresolver, y slo sabremos lo que de ambasobras (el Segundo tomo de Avellaneda y lasegunda parte del Quijote cervantino) pueda

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    racionalmente inferirse. A nuestro entender,como apuntamos ya en 1901, toda conjetura so-bre el autor del falso Quijote ha de partir delos siguientes datos:

    a) Avellaneda fu un sujeto a quien Cer-vantes ofendi de algn modo en la primeraparte del Quijote (1605). (Vase el Prlogo deaqul.)

    b) En la primera parte de Cervantes haysinnimos voluntarios que alcanzaban a Ave-llaneda o que hubieron de molestar a ste.

    (Vase el susodicho Prlogo,) La molestia futan grande, que Avellaneda, no slo tilda a

    Cervantes de cobarde, de viejo, de murmura-dor, de envidioso y de mal contentadizo, sino

    que, en el captulo 4.^, le tacha de llevar en la

    cabeza ^dos plumas... de la madera que hacedifano encerado a las linternas >.

    cj Avellaneda era amigo y admirador fer-viente de Lope de Vega. (Vanse el Prlogo ylos captulos 11 y 27.)

    dj Avellaneda debi de ser, cuando no re-ligioso, hombre versado en Teologa. En elPrlogo cita a Santo Toms de Aquino, a SanJuan Damasceno, a San Gregorio y a San Pa-blo; en el captulo 1.^ alude al Flos Sancto-rum de Villegas, a los Evangelios y Epstolas,

    y a la Gua de Pecadores de fray Luis de

  • U -

    Granada; en el mismo captulo hace extraordi-naria alabanza de San Bernardo, loando sugrande aficin a Nuestra Seora; en el 17, en-carece la devocin del Rosario, y lo mismo enel 19 y en el 21; en este ltimo menciona losSermones de El Discpulo (Juan Herolt).

    e) Avellaneda conoca bien a Alcal, y pro-

    bablemente estudi en esta Universidad (cita,en el captulo 22, la calle de los Bodegones;en el 24, la iglesia de San Yuste/y, en el 28,la puerta que llaman de Madrid y la calleMayor, describiendo adems, en este ltimocaptulo, costumbres escolares complutenses,

    y recordando, en el 23, por boca de SanchoPanza, una broma estudiantil que ya se descri-be en el Guzmn de Alfarache, en el Buscriyy en La escolstica celosa de Lope).

    f) Avellaneda conoca tambin a Zaragoza

    y era probablemente aragons. (Vanse los ca-ptulos 8.^ 9.^, 10, 11 y 12, donde alude a lapuerta del Portillo, a una calle de las de Ari-

    za, a! Coso, y a costumbres locales zarago-

    zanas, as como en el 14 se refiere a dos can-

    nigos del Sepulcro de Calatayud.) Por lo de-ms, el mismo Cervantes, en el captulo 59 dela segunda parte del Quijote, califica de ara-gons al escritor fingido y tordesillesco quese atrevi a escribir con pluma de avestruz

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    grosera y mal deliada las hazaas de su vale-

    roso caballero.

    g) Es muy probable que se refieran a Ave-llaneda las palabras del captulo 1.^, libro iv,

    del PersileSy donde se alude a aquel firmantedel libro del peregrino: Diego de Ratos, cor-covado, zapatero de viejo en Tordesillas, lu-gar en Castilla la Vieja, junto a Valladolid.>

    h) Avellaneda fu hombre de no desprecia-ble ingenio, aunque de gran libertad de lengua-

    je. Su Quijote se halla a cien estados por bajodel cervantino; el ingenioso hidalgo aparece

    all siempre falto de juicio, y Sancho simple ytragn; las gracias son algo brutales y los chis-

    tes demasiado crudos, abundando las obsceni-dades (1). No obstante, Avellaneda no carece deinventiva, y el estilo de las dos novelitas (delRico desesperado y de los Felices amantes)que intercala en su obra, es suelto y agradable,

    como el de algunos otros pasajes del libro.

    Que Avellaneda fu aragons, parece cosaextraordinariamenteprobable. Son, sin embargo,

    (1) Vanse, por ejemplo, las pginas 20, 38, 55, 56,79, 95, 100, 107, 122, 165, 196, 197, 201, 203, 216, 222,

    234, 239, 251, 305 y 317 de la reproduccin hecha enBarcelona el ao 1905, por la librera de Toledano L-pez y C.^, con introduccin de M. Menndez y Pelayo.

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    bastante discutidos los aragonesismos de su len-guaje (1). No pretendo analizarlos aqu; pero she de transcribir, siguiendo el texto de la repro-duccin barcelonesa de 1905, aquellos vocablos

    y giros que me han parecido menos comunes yque se encuentran en el Quijote tordesillesco:

    Cuerpo non de Dios (pg. 9); tomar la ma-ana (9 y 321); muy demasiado de blando (20);de repapo (42); en salir de la crcel (75); pi-dindola de su salud (por ^preguntndola porsu salud, 146); a la que se hizo de noche (132);partera (por parida, 132); de manga (222); eaya, len! (253); si nunca la oiste decir (308), la

    gracia de Dios (frase empleada, segn San-cho, en tierra manchega, para designar la tor-tilla de huevos y torreznos, 315); pasar zo-rriando (31); rehondido (57); desbuchar (59);reconocerse (por volver en s, 83); botica(por tienda, 175); fragutes (bandoleros, 116)cribillado (159); trepidar (por temer, 191)pescuda (por pregunta, 216); enhilar (223)decir con despego y zuo (249); consorte (por

    (1) Vanse, sobre este punto: el Diccionario de vo-ces aragonesas e Jernimo Borao, Zaragoza, 1908,2.^ edicin; la citada Introduccin de Menndez y Pe-layo; A. Morel-Fatio, en el Bulletin Hispanique, deoctubre-noviembre de 1903, y Q. W. Umphrey, TheAragonese Dialect, en Revue Hispanique (XXIV, 40).

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  • - 18 -

    una rica carroza..., y l muy de repapo sobrecogines de seda, cercado de lacayos y pa-ges... (i, 6, 6.)

    ^En tener un alma as presa y acosada, lue-go enva por ella a sus ngeles prestos.(ii, 11, 2).>z oir que el verdadero mdicode las almas y cuerpos haba llegado... sin di-lacin alguna acudieron. (dem, id.)

    Muy probable es que la ofensa y los sin-nimos voluntarios de que se lamenta Avella-neda, se hallen en el Prlogo y en los versospreliminares de !a primera parte del Quijote.Clemencn ech ya de ver algunas de las os-curidades e incongruencias en que abundanaquellos versos. Quin es aquel Qandaln, ho-mnimo del escudero de Amads, que saludaen un soneto a Sancho Panza, dicindole, consintaxis netamente aragonesa:

    Que a slo t nuestro espaol Ovidiocon buzcorona te hace reverencia. ?

    Quin aquel Donoso, poeta entreveradoyque pone en boca de Sancho los sibilticosversos:

    Soy Sancho Panza, escudedel manchego don Quijo;puse pies en polvoropor vivir a lo discre;

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    que el tcito Vil/adetoda su razn de estacifr en una retira

    y

    segn siente Celesti.y> ?

    Algo saba quiz, acerca de todo ello, el in-cgnito Avellaneda, el cual, en el captulo 35de su obra, expone la resolucin adoptada porSancho de dejar a su seor y retirarse a sutierra, tomando las de Villadiego.Sea de ello lo que quiera, es un hecho que

    el libro de Avellaneda preocup a Cervantesms de lo que a primera vista parece. Segnla generalidad de los crticos, Cervantes notuvo noticia de la obra de su rival hasta lostiempos en que escriba el captulo 59 de la se-gunda parte. Por otro lado, la Licencia del Qui-jote tordesillesco lleva fecha de 4 de julio de1614, y la carta de Sancho Panza a su mujer,incluida en el captulo 36 de la segunda partecervantina, va fechada en 20 de julio del mis-mo ao. A pesar de la aparente imposibilidadmaterial de que Cervantes conociese la obra

    de su rival antes del mes de julio de 1614, haytales coincidencias en algunos lances de una yotra produccin, que inclinan a suponer algoms que una casual semejanza.

    As, por ejemplo, en su captulo 27, cuentaAvellaneda cmo Don Quijote, presenciando en

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    la posada la representacin de El testimoniovengado, de Lope de Vega, cuando vio a lamujer del autor, a quien l tena por su hija,tan afligida, por hacer el personaje de la Reinaa quien se levantaba el testimonio..,, se levan-

    t con una repentina clera, diciendo: Esto

    es una grandsima maldad, traicin y alevosa,que contra Dios y toda ley se hace ala inocen-tsima y castsima seora reina; y aquel caba-

    llero que tal testimonio le levanta, es traidor,

    fementido y alevoso, y por tal le desafo y reto

    luego aqu a singular batalla!... Y diciendoesto, meti mano con increble furia... Cer-vantes, en el captulo 26, trae una escena se-

    mejante, cuando don Quijote, enardecido porla persecucin de que es objeto don Qaiferosen el retablo de Maese Pedro, dice en voz alta

    que no ha de consentir se le haga supercheraa tan famoso caballero, y, desenvainando laespada, pone por obra su resolucin, desbara-

    tando a toda la titerera morisma de la venta.Avellaneda, en sus captulos 32 y 33, cuen-

    ta que Sancho desafa al escudero negro, perono quiere que empleen espadas, porque eldiablo es sutil, y, donde no se piensa, puedesuceder fcilmente una desgracia... Lo que se

    podr hacer, si os parece, ser hacer nuestrapelea a puros caperuzazos, vos con ese col-

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    rado bonete que trais en la cabeza, y yo con

    mi caperuza, que al fin son cosas blandas, ycuando un hombre la tire y d al otro, no lepuede hacer mucho dao...> Cervantes, en elcaptulo 14, refiere el sabroso coloquio entre

    Sancho y el escudero del caballero del Bosque,donde aqul se niega a pelear con espada niotra arma que cause dao, admitiendo slo la

    ria a talegazos, porque antes servir la tal

    pelea de despolvorearnos que de herirnos.No son stas, en verdad, las nicas sor-

    prendentes semejanzas que pudieran notarse;pero bastan para sospechar que la relacin en-

    tre ambos Quijotes es ms intima de lo que seha supuesto, y que la hiptesis de que Cervan-tes desconoci la personalidad de su rival, re-sulta cada da menos probable.

    1917.

  • II

    SOBRE LAS INTERPRETACIONESDE CERVANTES

  • AQUEL gran estilista y crtico que se llamD. Juan Valera, tratando en 1864 del

    Quijote y de las diferentes maneras de comen-tarle y juzgarle, escriba, despus de ocuparseen los comentarios filolgicos, que considera-

    ba tiles si se reducan a enmiendas y correc-ciones, por el orden de las que en los clsicos

    griegos y latinos pusieron los eruditos del Re-

    nacimiento:

    El otro gnero de comentario, el filosfi-co, es el que resueltamente no puedo aprobar,si por l se trata de persuadirnos de que un li-bro tan claro, en el que nada hay que dificultar

    y que hasta los nios entienden, encierra una

    doctrina esotrica^ un logogrifo preado de sa-bidura. Verdad que Homero ha tenido mil co-mentadores de esta clase, desde HerclidesPntico y Demcrito Abderita hasta hoy, y

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    Dante ctedras, donde su ciencia se ha ledo,y desentranadores de ella, como Ozanam y elrey Juan de Sajonia; pero, segn dice un pro-loguista de la Divina Comedia, la Minervagriega sali grande y armada del cerebro deHomero, y la Minerva italiana del de Dante,mientras que la Minerva espaola estaba yanacida, crecida y muy granada cuando el Qui-jote apareci. Qu idea, por otra parte, se for-mara de esta Minerva quien no la conociese yllegase a entender que era su cuna una stira

    alegre, una obra festiva, un libro de entreteni-

    miento, una novela, en fin? Una novela, y noms, es el Quijote, aunque sea la mejor de lasnovelas. Y los que en otro predicamento la po-nen, no logran realzar el mrito del autor y re-

    bajan el de la civilizacin espaola. Antes deCervantes y despus de Cervantes hemos teni-do filsofos, jurisconsultos, telogos, naturalis-tas y sabios en otras muchas ciencias y discipli-nas, que han concurrido al progreso cientfico,

    al desenvolvimiento de la inteligencia humana.Daz de Benjumea, Polinous (Benigno Pa-

    llol), y ltimamente nuestro buen amigo donBaldomero Villegas, han seguido, entre otros,el camino del comentario filosfico que Valeracondena. Pero entiendo que sera conveniente

    establecer una distincin de que el gran maes-

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    tro en irona no parece preocuparse. Convertir

    a Cervantes, el ingenio lego, en un supremo

    doctor que trat encubiertamente de omni rescibili et quibsdam aliiSy juzglo desatinomayor de la marca. Pero tomar por pretexto

    a Cervantes para desenvolver y divulgar ideas

    tiles al progreso de la cultura y al adelanta-

    miento de la patria, si por el punto de partidapuede parecer una distraccin inocente, estmuy lejos de merecer, atendiendo a su finali-dad, los anatemas que contra semejante pro-ceder se fulminan. En tales casos, lo de menoses que Cervantes haya dicho o podido decir loque se le atribuye. Podramos negarlo rotun-damente, y entender, sin embargo, que esospensamientos, debidamente fundamentados, re-presentan algo muy digno de atencin y de es-tudio. Su valor dependera entonces, no deque fueran cervantinos, sino de su verdad ydel provecho pblico que encerrasen.

    Ahora bien, no s yo si la crtica ha reparadosuficientemente en un hecho que voy a recordar.Uno de los primeros (si no el primero) en

    llamar la atencin acerca del sentido oculto

    del Quijote fu D. Jos Cadahalso (1741-1782),en sus Cartas Marruecas, que dej inditas yque no fueron publicadas hasta 1793, aunque

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    probablemente estaban escritas desde 1768. Enla carta lxi se lee:En esta nacin (Espaa) hay un libro muy

    aplaudido por todas las dems. Le he ledo yme ha gustado, sin duda; pero no dexa demortificarme la sospecha de que el sentidoliteral es uno y y el verdadero es otro muy di-ferente. Ninguna obra necesita ms que stadel diccionario de uo. Lo que se lee es unaserie de extravagancias de un loco, que creeque hay gigantes, encantadores, etc.; algunassentencias en boca de un necio y muchas esce-nas de la vida bien criticadas; pero lo que haydebaxo de esta apariencia es^ en mi concep-to y un conjunto de materias profundas e im-portantes,^^ Y aade: Creo que el carcter dealgunos escritores europeos (hablo de los cl-sicos de cada nacin) es el siguiente: los es-paoles escriben la mitad de lo que imaginan;los franceses ms de lo que piensan, por la ca-lidad de su estilo; los alemanes lo dicen todo,

    pero de manera que la mitad no se les entien-de; y los ingleses escriben para s solos.

    Es de lamentar que Cadahalso no especifi-que algunas de esas materias profundas e im-portantes que, a su juicio, encubre el Quijo-te; pero bastan sus reflexiones para que debaconsiderrsele, por ahora, anteriormente a An-

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    tonio Puigblanch (en La Inquisicin sin ms-cara, Cdiz, 1811), como el verdadero padre

    de toda la serie de trabajos de interpretacinesotrica que registra, dentro y fuera de Espa-

    a, la historia literaria del siglo xix.

    Cadahalso, influido evidentemente por Rous-seau, es uno de los precursores ms sealadosdel romanticismo espaol (1). En muchas desus ideas se anticip al siglo xix. l fu el pri-mero entre nosotros, segn creo, que empleen sentido social el vocablo modernismo (enla Lxxxii de las Cartas Marruecas), y futambin de los que primero emplearon la expre-sin

  • III

    EL LOAYSA DE "EL CELOSOEXTREMEO"

  • CUANDO el Buscn de Quevedo va a Sevi-lla y, habiendo topado con su antiguo

    condiscpulo Mata, determina visitar a los bue-

    nos hijos de la ciudad, refiere que en aquellaescogida compaa empezaron plticas de gue-rra; menudebanse los juramentos; murieron debrindis a brindis veinte o treinta sin confesin.

    Recetronsele al Asistente mil pualadas; tra-tse de la buena memoria de Domingo Tiznadoy Gayn; derramse vino en cantidad a! almade Escamilla. Los que las cogieron tristes, llo-raron tiernamente al malogrado Alonso lva-rez. Ya mi compaero, con estas cosas, se ledesconcert el rel de la cabeza, y dijo algo

    * El Loaysa de . Estudiohistrico'literario, por F. Rodrguez Marn. Sevilla,Francisco de P. Daz^ 1901. (Un volumen de 369 pgi-nas numeradas en 4.)

  • - 34

    ronco, tomando un pan con las dos manos ymirando a la luz: Por esta, que es la cara deDios, y por aquella luz que sali por la boca delngel, que, si vucedes quieren, esta nochehemos dar al corchete que sigui al pobre tuer-to. Levantse entre ellos alarido disforme, ysacando las dagas lo juraron, poniendo las ma-nos cada uno en un borde de la artesa; y echn-dose sobre ella de hocicos, dijeron: As comobebemos este vino, hemos de beber de lasangre de todo acechador. Quin es esteAlonso lvarez, pregunt, que tanto se hasentido su muerte? Mancebo dijo el uno

    lidiador ahigadado, mozo de manos y buencompaero. Vamos, que me retientan los de-

    monios.

    El Sr. Rodrguez Marn, en el precioso estu-dio que motiva estas lneas, contesta por su

    parte a la pregunta de Pablos, dicindonos:

    Ese mozo ahigadado, por quien lloraban los

    valientes de Sevilla, ese Alonso lvarez deSoria, inventor, segn es fama, de los versosde cabo roto, es ni ms ni menos que el Loaysade El Celoso Extremeo cervantino; es aquelvirote baldo, atildado y melifluo, que supo

    dar al traste con la tranquilidad y la vida del

    infortunado Carrizales.

    No se crea que todo el volumen publicado

  • - 35 -

    por el Sr. Rodrguez Marn est consagrado ala demostracin escueta de la tesis. Escasa-mente una cuarta parte de la obra trata con

    especialidad del propio Alonso lvarez de So-ria, acerca del cual ha encontrado el Sr. Ro-

    drguez Marn interesantes datos. Pero abun-dan las digresiones oportunas, las noticias ra-

    ras, las felices sugestiones, las descripciones

    de importancia (como todo lo relativo a la cr-cel de Sevilla, en las pginas 173 y siguientes);

    y todo est narrado en general con muy gallar-do y propio estilo (1).

    El Sr. Rodrguez Marn divide su libro entres partes: trata en la primera de reproducirlos dos textos conocidos de la obra de Cervan-tes, a saber, el de la edicin prncipe (1613) delas Novelas Ejemplares y el inserto por Ro-sarte (que copi el manuscrito del Licenciado

    (1) Algo que rectificar encontramos en la nota lti-ma de la pgina 141. Explicando la voz pespuntadas,dice el Sr. Rodrguez Marn: Las tiras de cuero conque solan azotar. Hacanlo otras veces con varas defresno, de donde, por llamar penca al azote, decanlecardo de FregenaLy> El llamar al azote cardo de Fre-genalxio proceda de ser una vara de fresno, sino deser de cuero, porque en la villa de Fregenal se curtanlos mejores. Vlez de Guevara, Rojas Zorrilla y Que-vedo, entre otros, emplean expresiones anlogas. (Va-se la nota de la pg. 158 de nuestra edicin del DiabloCojaelo, de Vlez.)

  • - 36 -

    Porras de la Cmara) en su Gabinete de Lec-tura espaola. Es lstima que el Sr. RodrguezMarn, puesto que dedicaba un libro a tratar dela novela, no haya reproducido la ortografa delos textos que transcribe, reproduccin indis-pensable para que la edicin presente resultara

    perfecta. La segunda parte se ocupa, con infi-nitas, aunque agradables digresiones, en la

    personalidad de Alonso lvarez de Soria,acerca de cuya familia ha reunido el Sr. Rodr-

    guez Marn peregrinos datos. En la tercera yltima parte, o mejor dicho, en el postrer cap-tulo de la tercera parte, procura el Sr. Rodr-

    guez Marn demostrar su tesis de que Alonsolvarez de Soria es el Loaysa de El celosoEXTREMEO.Y aqu, volviendo a rendir homenaje al agudo

    ingenio, exquisita erudicin y acendrado estilo

    del Sr. Rodrguez Marn, hemos de confesarsinceramente que, a pesar de haber ledo su li-

    bro como l desea, es decir, con atencin y sin

    prejuicios, no nos ha parecido probada, ni mu-cho ni poco, la tesis que sustenta. No queremosdecir que esta ltima sea una equivocacinms adelante se ver el motivo

    ;pero s

    reconocemos que a nadie pueden bastarle se-mejantes pruebas para afirmar, del modo quelo hace el Sr. Rodrguez Marn, que el Loaysa

  • ar-

    de El celoso sea el infortunado lvarez de So-ria. Al llegar al final del libro se experimentaalgo as como una decepcin: lo que el Sr. Ro-

    drguez Marn nos prometi en un principio nose cumple; las pruebas que humanamente debenexigirse para dar crdito a un aserto, no apa-

    recen por parte alguna.

    Porque, en resumidas cuentas, a qu se re-ducen todos los fundamentos en que se apoyael Sr. Rodrguez Marn para proclamar que elLoaysa de El celoso es lvarez de Soria? A losiguiente:

    1 .^ Consta que Alonso lvarez era tuerto.Ahora bien: Cervantes dice en la novela queLoaysa

  • 38

    do a mirar la casa, y al disfrazarse se cubriun ojo con un parche... claro es que lo efectua fin de que por lo tuerto no lo pudieran reco-nocer los transentes.

    >

    Medrados estamos! como dicen que dijo San-cho. Conque para asestar a mirar es precisoser tuerto? Pues cabalmente acontece todo lo

    contrario, porque si para apuntar se necesita

    cerrar un ojo, el nico que no ha menester desemejante maniobra es quien no tiene ms queese (1). Adems, el texto de Bosarte dice acer-tary y sta debi de ser tambin la forma prime-ra de la palabra en el original cervantino. Ases-

    tar es probablemente una errata (2). Se asestaun arcabuz, una pistola, un mosquete, una fle-

    cha, una mirada; pero qu locucin es esta deasestar a mirar? Semejante construccin nose ha visto jams en la lengua castellana. Ni

    (1) Sera por ventura tuerto, como lvarez de So-ria^ el galn de quien escribe Moreto en Todo es enre-dos amor (jorn. I, esc. 12):

    Tiene entabladasDos devociones a un tiempoEn Santa Clara; en la Plaza,Asestado el galanteoDe una viuda. ?

    (2) Corregida ya en ediciones, como la impresa enMadrid, 1829 (imprenta de los Hijos de doa CatalinaPiuela), que para nada tuvieron en cuenta el texto deBosarte.

  • - 39 -

    es argumento el que no se halle corregida esa

    palabra en la edicin de 1614, porque aqu

    subsistieron muchas erratas que figuraban enla de 1613, por ejemplo, aquella ^ninerca delAsperino>, de que habla El Licenciado Vi-driera.

    No es slo esto: en el mismo Celoso se diceque, cuando entr Loaysa en la sala de la casade Caizares, cogironle en medio las donce-llas, y empezaron a loar sus buenas prendas. Yuna de las doncellas deca: Ay, qu ojos tangrandes y tan rasgados! Y por el siglo de mi

    madre que son verdes, que no parece sino queson deesmeraldas! Concbese que se le echenestas flores a un tuerto? Vlame Dios, y quamigas de burlas eran las doncellas de Leonora!Todava cabe suponer ms. Aun siendo

    Loaysa el propio lvarez de Soria, no se puedeafirmar que ste fuese tuerto cuando le dio eldisgustazo a Carrizales. Por qu no haba deser entortado o de entortarse despus?

    2.^ Cuando Loaysa consulta a sus amigosacerca de unos polvos que desea para hacerdormir a Carrizales, uno de aqullos le diceque un cuado suyo era mdico y saba mu-cho de aquel menester:^. Ahora bien, ciertoAmbrosio Gmez, que fu testigo de Alonsolvarez en un documento pblico y que le visi-

  • - 40 -

    t cuando estaba en la crcel, tena por cuadoa un notable mdico sevillano, Francisco deFigueroa, el cual pudo ser quien facilitara lospolvos al primero.

    Bien est; pero dando por supuesto queLoaysa fuese tuerto, y que este tuerto fuese

    Alonso lvarez , todava sera preciso de-mostrar que fu Ambrosio Gmez el de lospolvos, porque, figrense los lectores si

    Loaysa pudo tener amigos cuyos cuados fue-sen mdicos!

    3.^ El Filipo de Carrizales (llamado pordos veces Caizales en el texto de Bosarte yCaizares en el entrems de El viejo celoso)pudo ser un Filipe de Caizares^ estante enSevilla y menor de veinticinco aos en 1544.

    Bien es verdad que este Caizares era toledano

    y el de Cervantes extremeo; pero no se ha depretender que para todos los pormenores se

    fundase en la realidad^ el autor de la novela.4.^ El nombre de Loaysa, dado por Cer-

    vantes al virote, pudo proceder de llamarseGabriel de Loaysa uno de los jurados de lacollacin de San Vicente, a que Alonso lva-rez perteneca. De esta suerte qued represen-tada la collacin en la novela.

    Tales son, escrupulosamente reproducidas

    en lo esencial, las pruebas en virtud de las cua-

  • 41

    les cree haber demostrado el Sr. RodrguezMarn que el infeliz poeta lvarez de Soria esel Loaysa de El celoso extremeo: No es dif-cil convenir en que esas pruebas no autorizanen modo alguno para inferir semejante conclu-sin, sino, todo lo ms, una lejana y dbilsimasospecha.

    Pues, a pesar de todo, y siendo nosotros

    los primeros en reconocer el poco fundamentode la sospecha indicada, no ocultamos nues-

    tra simpata respecto de la tesis mantenida

    por el Sr. Rodrguez Marn. Por cierto gnerode intuicin teosfica, nos inclinamos a creerque el infortunado lvarez de Soria, tan llo-rado por izas y jayanes de Babilonia; aquelque, prximo a entrar en la trena y andabade cuello bajo, agobiado de espalda, la capacada, el hocico de tornillo y la daga conms rejas que un locutorio de monjas, fu elmismo mozalbete de media de seda, zapatojusto, ropilla y calzones de jergueta, cuellogrande y almidonado, guantes de polvillo, co-pete rizado, mondadientes de lantisco y espa-da dorada, que aceler los das del celoso Ca-rrizales.

    Y aunque as no sea; aunque se lograse ave-riguar, con todos los pelos y seales, quin fula persona del verdadero Loaysa,

  • - 42

    quin fu su madre,quin fu su abuelayquin era toda su dems parentela,

    siempre ser cierto que Alonso lvarez de So-ria dio lugar a que el Sr. Rodrguez Marn es-cribiese un precioso libro, lleno de noticias cu-riossimas, y demostrase cumplidamente suprofunda y variada lectura.

    1904.

  • IV

    UNA VERSIN INGLESADE CERVANTES

    Y

    ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA CRONOLOGADE LAS "NOVELAS EJEMPLARES"

  • EMPRESA digna de todo encomio es la depublicar, en forma cmoda y barata, una

    correcta edicin de las obras completas de Cer-

    vantes. Al Sr. D. Jaime Fizmaurice- Kelly,admirablemente preparado para estos trabajospor su excelente Yida de Miguel de CervantesSaavedra y por su restauracin castellana delQuijote (1), dbese la edicin que motiva estas

    (1) The Ufe of Miguel de Cervantes Saavedra.London, 1892.Don Quixote, traduccin inglesa de Shelton (1612-

    1620), reimpresa con dos Introducciones, por el seorFitzmaurice-Kelly. Londres, 1896. Cuatro volmenesen 4.

    Don Quixote de la Mancha, primera edicin del textorestituido con notas y una Introduccin, por JaimeFitzmaurice-Kelly, Correspondiente de la Real Acade-mia Espaola, y Juan Ormsby. Edimburgo, impresopor T. y A. Constable. David Nutt, editor. Londres,1898. Dos esplndidos volmenes en 4. mayor.

  • 46 -

    lneas, incluida en la biblioteca The completelibraryy que imprimen los Sres. Gowans &Gray, de Glasgow (1). Van publicados hastaahora el Quijote (cuatro tomos), las Novelas yla Calatea^ a los cuales seguirn las demsobras de Cervantes, segn las mejores traduc-ciones inglesas. Tanto el Quijote como las No-velas llevan interesantsimas Introducciones

    del Sr. Fitzmaurice-Kelly.

    No puede negarse el acierto del Sr. Fitzmau-rice-Kelly en la eleccin de las versiones. La

    del QuijotCy hecha por Juan Ormsby (m. 1895),y publicada por vez primera en 1885, es indu-

    (1) The complete library. The complete works ofMiguel de Cervantes in twelve voliimes.

    (Vol. ii): Calatea. Edited by Jas. Fitzmaurice-Kelly; translated by //. Oelsner and A, B. Welford.Gowans & Gray. Glasgow, Nov. 1903. (Un volumen deLvm +317 pginas en S."")

    (Vols. III, IV, V y vi): Don Quixote; edited by Jas.Fitzmaurice-Kelly; translated by John Ormsby. Go-wans & Gray. Glasgow, 1 Aug. 1901, 1 Nov. 190L(Cuatro tomos en 8.^ de xxxvi

    -f 184, 245, 243 y 231pginas, respectivamente.)

    (Vols. vil y vjii): Exemplary Novis. Edited by Jas.Fitzmaurice-Kelly; translated by N. Maccoll. Go-wans & Gray. Glasgow, 1902. (Dos volmenes deXLV + 215 y 208 pginas en 8..)

    El tomo I de la coleccin comprender la vida, poesasy obras menores de Cervantes; el ix, el x y el xi las Co-medias y los Entremeses; el xii, Persiles y Sigis-munda.

  • 47

    dablemente la mejor de cuantas existen en in -gls (y estamos por decir en cualquier idiomaextranjero). La antigua de Toms Shelon(1612-1620), notable desde el punto de vistade la pureza del lenguaje, deja mucho que de-sear en cuanto a la exactitud. La de TobasSmollett (1755), que tanta fama obtuvo en sutiempo, es un verdadero plagio de la de Jervas

    (1742), quien, al contrario de Shelton, se dis-tingui ms por su fidelidad que por la elegan-cia y soltura de su estilo. Todas estas cualida-des rene la de Ormsby, el cual, como advier-te el Sr. Fitzmaurice-Kelly, ha logrado realizar

    el bello ideal de una buena traduccin, conci-liando la exactitud con la correccin formal.Acompaan al texto excelentes notas y un

    Apndice sobre Los refranes de Don Quijote.Los versos del original aparecen traducidos

    tambin en' verso al ingls, a veces con tan fe-licsimo xito como es de ver en los siguien-tes, que responden a los de Soy Rocinante elfamo, biznieto del gran Babie, etc.

    I am that Rocinante fa-Great-grandson of great Babie-,Who, all for being lean and bon-,Had one Don Quixote for an own-;But if I matched him well in weak-,1 never took short commons meek-,

  • 48

    But kept myself in corn by steal-,A trick I learned from Lazaril-When with a piece of straw so neat-The blind man of his wine he cheat-,

    En la Introduccin, que es un excelente tra-bajo crtico, el Sr. Fitzmaurice-Kelly trata su-cesivamente de la historia de las ediciones deDon QuijotCy de su divulgacin, del lugar enque se redact, del propsito del autor al es-cribirlo, de la superchera de Avellaneda, y delas imitaciones y traducciones extranjeras, prin-cipalmente de las inglesas. A propsito de lacuestin de Avellaneda, el Sr. Fitzmaurice-Kelly se hace eco de la sospecha por nosotrosapuntada (1) acerca de la posibilidad de que laofensa inferida por Cervantes a Lope en la pri-mera parte de Don Quijote consista en la histo-ria de Don Fernando y Dorotea, donde Cer-vantes relata encubiertamente los amores de

    Lope (Fernando) con Elena Osorio (Luscinda),la hija del actor Jernimo Velzquez.La traduccin de las Novelas Ejemplares

    dbese a Mr. Norman Mac-Coll, conocido yacomo editor de Caldern. Con razn dice el se-or Fitzmaurice-Kelly que esta versin de las

    (1) Vase la pg. 326 de nuestra versin de la His-toria de la literatura espaola, del Sr. Fitzmaurice-Kelly.

  • 49

    Novelas is one of the best translations madefrom the Spanish in our time. A nuestro juicioes tan buena como la del Quijote, o quiz me-jor. El traductor toma por base la edicin prn-cipe de 1613, y en esto obra muy cuerdamente.La de 1614, que el Sr. Rodrguez Marn supo-ne corregida por el mismo autor, considrala, ycon razn a nuestro juicio, el Sr. Fitzmaurice-Kelly, siguiendo a Salva, como una fraudulen-ta reimpresin de Lisboa.

    El trabajo del Sr. MacColl es tanto ms me-ritorio, cuanto que, no existiendo edicin con-venientemente anotada de las Novelas, la tareadel traductor, por bien que conozca el idiomaoriginal, ha de ser necesariamente muy difcil.Por eso no es de extraar que, a veces, no seala versin tan exacta como sera de desear. As,por ejemplo, en Rnconete y Cortadillo, cuan-do el texto dice los viejos bebieron sirte fine;los mozos adunia; las seoras los quiries; elSr. MacColl traduce: The o!d imbibed withoutend, the young swilled freely, the ladies dranktheir three times three. (pg. 129) [Correas,en su Vocabulario (edicin acadmica, pgi-na 307), interpreta la frase, al tratar del modis-mo: Beber los cirios de Elena, en este senti-do: Encarece que uno bebe mucho: nueveveces. Pero quien desee una eruditsima ex-

  • 50

    plicacin del origen y significado del dicho, no

    tiene sino consultar las Anotaciones del Br-

    cense al Gryphus de Ausonio (Salamanca,

    1598, y Ginebra, 1765), donde, comentando el

    Ter bibe, vel totiens temos, sic mystica lex

    est, a la vez que alega a Plutarco, Horacio,

    Ateneo, Eustacio y Plauto, escribe: Hispana

    dicimus, bebe los herios, id est, bibit novies-.

    (En espaol decimos: bebe los kyrios, es a

    saber: bebe nueve veces-), lo cual coincide con

    la segunda acepcin de Correas y con la ver-

    sin del Sr. MacColl] (1).Por lo que atae a la traduccin de las pala-

    bras golfo lanzado, que se leen en El aman-

    te liberal, ya hemos dicho algo en nuestra edi-

    cin del Diablo Cojuelo de Vlez de Gue-

    vara (2).

    La Introduccin puesta a las Novelas por

    el Sr. Fizmaurice-Kelly es, si cabe, todava

    ms interesante que la del Quijote. Trata en

    (1) En la edicin comentada de lasNovelas, impresa

    en los tomos v y vi de las Obras escogidas deMiguel

    de Cervantes Saavedra, publicadas enMadrid por los

    hijos de dofla Catalina Piuela, ao de 1829,interpreta

    Arrieta la frase referida en el sentido deque las seno-

    ras bebieron hasta ms no poder, hasta morir.Y esta

    parece ser la significacin exacta.

    (2) Vigo, Eugenio Krapf, 1902, pags.174-175, y

    Madrid, Sociedad de Biblifilos Madrileos, 1910,pa-

    ginas 176-177.

  • 51

    aqulla de la historia de la primera edicin(1613), de la cuestin de La Ta fingida, dlacronologa de las Novelas, de las imitacionescastellanas y extranjeras, y de las traducciones.Aprovecha con gran tino los datos contenidosen el precioso libro de D. Cristbal Prez Pas-tor: Documentos Cervantinos hasta ahorainditos (Madrid, 1897), y hace importantesconsideraciones criticas.Con respecto a La Ta fingida, el criterio

    del Sr. Fitzmaurice-Kelly es en extremo pru-dente. Afirma, y con mucho acierto a nuestrojuicio, que, en el estado actual de la cuestin,no es cuerdo afirmar ni negar absolutamente laatribucin de la obra a Cervantes (1). Nosotros,en la duda, ms bien nos inclinamos a la afir-mativa que a la negativa, sin que por eso con-sideremos que puede formularse aqulla rotun-damente. El escritor que, en la poca de Cer-vantes, fu capaz de componer una novela tandeliciosa, tan realista, tan llena de color comoLa Ta fingida, era un literato del mayormrito.

    Muy curiosa es tambin la parte que el se-

    (1) On the strength of the available evidence, nonebut a very rash man would venture to assert positivelythat Cervantes, was, or was not, the real author ofLa ha fingida^) (pg. 15).

  • 52 -

    or Fitzinaurice-Kelly dedica al estudio de lasimitaciones espaolas y extranjeras de las N'o-velas, A este propsito recuerda con Ticknorque Sir Walter Scott, en The Fortunes of Ni-gel{\), se inspira en Rinconete y Cortadillo aldescribir el santuario de Whitefriars, goberna-do por el Duque Hildebrod, digno colega deMonipodio.

    Respecto de la cronologa de las Novelas^la conclusin del Sr. Fitzinaurice-Kelly es: que

    no hay datos ciertos para precisar la poca enque se escribieron El Amante liberal, La fuer-za de la sangre y Las dos doncellas, aunquepuede suponerse que la primera y la tercerade las mencionadas obras fueron redactadasantes que el Quijotey y que las dems corres-ponden probablemente: Rinconete y Cortadi-llo, a los aos 1603-1604; Bl Celoso extreme-o, a 1604-1605; La Espaola Inglesa y ElCasamiento engaoso, a 1605; La Gitanilla,El Licenciado Vidriera, La Ilustre fregona yLa seora Cornelia, a 1606, y el Coloquio delos perros, a 1606-1608. Sobre esto de la cro-nologa de las Novelas hemos de decir algo

    (1) Hay una versin castellana, impresa en Madrid,ao de 1845, en a Biblioteca popular de F. de P. Me-llado, con el ttulo de Las aventuras de Nigel. (Dosvolmenes en 8.")

  • 53 -

    aqu, sin perjuicio de ampliar en otro lugar laspresentes consideraciones.

    Hay dos hechos ciertos, incuestionables, pro-bados: uno, que el mismo Cervantes, en elcaptulo XLvii de la primera parte del Quijote(publicada en 1605 y escrita ya a mediados de1604), cita como obra terminada la novela deRinconete y Cortadillo; otro, que el famosomanuscrito del Licenciado Porras de la Cma-ra, donde hall Bosarte La Ta fingiday Rin-conete y Cortadillo y El Celoso extremeo

    ,

    no puede ser anterior al ao 1601 ni posterioral 1609 (8 de Enero), puesto que estaba dedi-cado a D. Fernando Nio de Guevara, Carde-nal-Arzobispo de Sevilla, quien ocup la Sedearzobispal en 1601 y falleci en 1609. Pero detodo esto no pueden inferirse ms que las si-guientes conclusiones:

    A) Rinconete y Cortadillo estaba escritaa mediados de 1604.

    B) El Celoso extremeo estaba compuestoa principios de 1609.Dos gneros de cronologa literaria existen:

    la externa, la que procura determinar la pocaen que el autor escribi la obra^ y la interna,la que tiende a fijar la poca en que el autorsupone ocurridos los hechos^ ms o menosrealesy que narra.

  • 54 -

    En el primer sentido, nada ms cabe aadir,por ahora, a lo que hemos apuntado acerca dela cronologa e Rinconete y de 7 Celoso, Enel segundo se puede decir mucho. As, porejemplo, el Sr. Rodrguez Marn, en su intere-sante libro sobre El Celoso extremeo , hacenotar que el nombre y hazaas de Monipodiosuenan en El Coloquio de los perros, aa-dindose aqu que el famoso padre de ladronesfu contemporneo del Asistente Sarmiento deValladares, que ocup el cargo desde 1589hasta 1590. Cabe suponer, por consiguiente,que la accin de Rnconete ocurre hacia 1589.En cuanto al Celoso extremeo , aparte de

    otras consideraciones, la afirm.acin que en l

    se hace de ser el son de la zarabanda nuevoentonces en Espaa o en la tierra, segn eltexto de Bosarte, da lugar a sospechar que los

    hechos narrados en la novela sucedieron hacia

    1588, fecha de la ms antigua referencia cono-cida a ese baile (1).

    (1) Vase nuestra edicin de El Diablo Cojnelo, deVlez de Guevara (Vigo, 1902, pg. 140, [y Madrid,1910, pgs. 132 y siguientes], donde recogimos algunascitas que luego hemos visto hall tambin el Sr. Rodr-guez Marn (El Loaysa de

  • 55 ~

    A nuestro juicio, el Coloquio de los perros,donde se habla largamente de los moriscoscomo de gente establecida en Espaa, es an-

    preso en 15S8, menciona La vida de a zarabanda,ramera pblica del Guayacan.Es extrao que ei P. Jernimo Romn, en la segunda

    parte de sus Repblicas del mundo, impresa en Sala-manca por Diego Coso, en 1594, al tratar de los bailesen uso (lib. x, cap. x, fol. 428), no cite la zarabanda.Menciona, sin embargo, el sarao, la gallarda, \di pa-vana, los turdiones, la alta y la baja, y dice que lasmugeres Moriscas tienen donayre en el baylar.La diferencia entre el texto de la edicin prncipe de

    las Novelas, cuando dice que la zarabanda era un bai-le nuevo entonces en Espaa, y el texto de Bosarte,segn el cual ese baile era nuevo entonces en la tie-rra (Sevilla?), no es tan grande como le parece al se-or Rodrguez Marn, porque de seguro, por nuevoque fuese el tal baile en Espaa, no haba de tardar unao en llegar a la populosa y alegre Sevilla, importadopor alguna de las muchas compaas de farandulerosque por entonces recorran Espaa y Portugal; y, pornuevo que fuese en Sevilla, no haba de tardar tam-poco ese tiempo en ser conocido en el resto de Espaa.La diferencia es, por tanto, balad.La argumentacin del Sr. Rodrguez Marn para pro-

    bar que la accin de El Celoso extremeo acontecipor los aos de 1595 a 1598, parceme discutible. Sefunda en estos hechos:

    1. La chacona fu posterior a la zarabanda. Enefecto, Quevedo, en el baile de Los valientes y toma-joas (musa v del Parnaso), lo da a entender as.

    2. A la chacona sucedieron, entre otros bailes, lasseguidillas. As lo da a entender Quevedo en el roman-ce 82 de la musa vi.

    S."" En El Celoso extremeo se citan las seguidi-

  • - 56

    terior a Setiembre de 1609, fecha del famoso ydiscutido decreto de expulsin. [Adems, comoha hecho notar elSr. Ameza, las referencias a

    llaSy luego la accin de la novela sucedi cuando elbaile de la zarabanda iba hacindose viejo, porqueaqullas suplantaron a la ltima.

    4. Esto debi de acontecer por los aos de 1595a 1598.

    Ahora bien^ por lo que respecta a los dos primerosnmeros, advertiremos que la autoridad de Quevedo esnula para la cuestin de que aqu se trata, porque en losdos romances citados incurre en tales contradicciones,que hacen dudar fuera su propsito inventariar crono-lgicamente los bailes. En efecto, en el romance deLos valientes y tomajonas, dice que el Escarramn:

    Del primero matrimonioCas con la Zarabanda;Tuvo al Ayl ay! ay! enfermo,Y a Ejecutor de la vara .Este, andando algunos das.En la Chacona, mulata.Tuvo a todo el Rastro viejoY a Los de la vida airada. y>

    As, pues, segn este romance, Ejecutor de la varafu hijo del Escarramn y de la Zarabanda. Andandoel tiempo. Ejecutor cas con la Chacona, y tuvo de ellaal Rastro viejo. Pues ahora, segn el segundo ro-mance:

    El Conde Claros, que fuTtulo de las guitarras,Se qued en las barberas.Con Chaconas, del agalla.El tiempecillo, que vio

    En gran crdito las danzas.

    Pues viene, toma, y qu hacePara darles una carda?

  • - 57

    la Lonja de Sevilla, no acabada hasta 1598, ya la Arcadiay de Lope, no publicada hasta1599, autorizan para afirmar que el Coloquio

    Sultales las SeguidillasY a Ejecutor de la vara,Y a la Capona, que, en llaves,Hecha castradores anda.De la trena a EscarramnSolt, sin llegar la Pascua,

    Y al Rastro, donde la carneSe hace, bailando, rajas.

    De aqu resulta que el tiempo, para arrinconar a laChacona y al Conde Claros, introduce todos esos bai-les mencionados, y el Ejecutor de la vara, que antesera marido de la Chacona^ se nos muestra ahora suce-sor suyo, as como Escarramn^ abuelo del Rastrosegn el primer romance, aparece ahora contempor-neo suyo y posterior a sus descendientes. En qu que-damos?Por lo que respecta al tercer punto de la argumenta-

    cin del Sr. Rodrguez Marn, cmo hemos de ad-mitir que la accin de El Celoso aconteci cuando elbaile de la zarabanda iba hacindose viejo, si pre-cisamente dice el propio Cervantes en la novela que lazarabanda era entonces nueva en la tierra.Muy probable es, en verdad, que las seguidillas

    sean posteriores a la zarabanda. As lo afirma rotun-damente Mateo Alemn en 1597. Pero eso no quiere de-cir absolutamente nada respecto de la fecha de laaccin dla novela, porque la zarabanda, las segui-dillas, la chacona y otros muchos bailes, coexistieronhasta muy entrado el siglo xvii. Todava los cita V-lez de Guevara en el primer tranco del Diablo Cojuelo,publicado en 1641.Lo nico que lgicamente puede inferirse del texto

    de la novela, es: que la zarabanda y las seguidillas

  • - 58 -

    es posterior a esta ltima fecha.] El Casamien-to engaoso ofrece singular analoga con LaTa fingida.La opinin del Sr. Fitzmaurice-Kelly, segn

    el cual La Gitanilla de Madrid hubo de escri-birse por los aos de 1606 o ms adelante, fun-dada en el dato de suponerse en la novela esta-blecida ya la corte en Madrid, es muy racionaly aceptable. Por lo que respecta a La Ilustrefregona, la referencia que al principio de ella

    hace Cervantes al picaro Guzmn de Alfara-che, no deja lugar a duda de que la obra se es-cribi despus del ao 1599, fecha de la prime-ra edicin de la novela de Mateo Alemn.No es difcil determinar la poca en que

    tuvieron lugar los acontecimientos que consti-

    tuyen la trama del Amante liberal. HablandoMahamut el renegado con su amigo Ricardo enun recuesto desde el cual se vean las murallas

    derribadas de la perdida Nicosia, dice el pri-mero: Porque los que vieron habr dos aos aesta nombrada y rica isla de Chipre en su tran-

    coexistan en la poca en que ocurren los hechos,siendo adems la primera nueva en la tierra. Esto su-puesto, por qu no haba de darse tal coexistencia an-tes de 1595? Por qu no despus de 1598? Qu raznhay para fijar estas fechas extremas? Se sabe acaso elao exacto en que la zarabanda o las seguidillas co-menzaron a bailarse?

  • - 59 -

    quilidad y sosiego, gozando sus moradores enella de todo aquello que la felicidad humanapuede conceder a los hombres, y agora los veo contempla, o desterrados delia, o en ella

    cautivos y miserables, cmo podr dejar deno dolerse de su calamidad y desventura?

    Ahora bien, la isla de Chipre fu ganada porSelim II en 1571, despus de la rendicin deFamagusta, que tuvo lugar el 4 de Agosto deaquel ao. Ms adelante, cuenta Ricardo queLeonisa y sus padres, y Cornelio y los suyos,

    fueron a solazarse con toda su parentela y cria-

    dos al jardn de Ascanio un da del mes pasa-do de Mayo, que este de hoy hace un ao, tresdas y cinco horas. Conque, combinando am-bos prrafos, tendremos que el cautiverio deRicardo y de Leonisa se verific el 31 de Mayodel ao 1572, y que la conversacin de Ricardo

    y Mahamut tuvo lugar a las cinco de la maanadel da 4 de Junio de 1573. No se desprendedel texto de la novela indicacin alguna bas-

    tante precisa para que podamos determinar lafecha de su composicin. Tal vez la escribiCervantes durante su estancia en Valladolid,

    mientras daba la ltima mano a la primera partede su Don Quijote, El episodio del Capitncautivo y El amante liberal pudieron ser re-dactados en la misma poca.

  • 60

    Cundo escribi Cervantes La fuerza dela sangre? La circunstancia de desarrollarse laaccin de esta novela, como la de La Ilustrefregona^ en la ciudad de Toledo, nos hacesuponer que se escribiera en aquel perodo de

    1599 a 1604, que tan oscuro se presenta para

    el historiador de Cervantes. Quiz ste reco-giera entonces, en alguna excursin por aquelia tierra, las tradiciones que novel en LaIlustre fregona y en La fuerza de la sangre.Corrobora, a nuestro entender, la fecha simul-

    tnea de la composicin de las dos novelas, noya la circunstancia de desarrollarse la accin

    en el mismo punto, sino la similitud de porme-nores, que revela tuvo presente Cervantes

    para ambas idntico suceso. Como en La fuer-za de la sangre y hay en La Ilustre fregonauna mujer (la madre de Constanza), violentadapor cierta persona (Rodolfo en la primera yD. Diego de Carriazo en la segunda), y es unhecho casual lo que determina en las dos el re-conocimiento del padre. Quiz entre aquellospapeles que el ventero dio al cura (cap. xlviide la primera parte de Don Quijote), y de losque formaban parte las novelas del Curiosoimpertinente y de Rineonete y Cortadillo^ sehallase tambin La fuerza de la sangre.En Las dos doncellas, Cervantes se refiere

  • 61 -

    al parecer a un hecho histrico. As lo da aentender cuando, al final dla novela, dice quelos desposados luengos y felices aos vivie-

    ron en compaa de sus esposas, dejando de silustre generacin y descendencia, que hastahoy dura en estos dos lugares, que son de losmejores de la Andaluca; y, si no se nombran,es por guardar el decoro a las dos doncellas^.

    Evita, en efecto, cuidadosamente, designar loslugares de Leocadia y Teodosia; pero da indi-caciones suficientes, a nuestro juicio, para sos-

    pechar los nombres de los mismos. Vemoslo.Dice que esos lugares son de los mejores de

    la Andaluca. > Trtase, pues, de poblacionesde alguna importancia, y no de simples aldeas.El encuentro de Teodosia y su hermano se ve~rifica en un mesn de Castilblanco, lugar acinco leguas de la ciudad de Sevilla. Decl-rase ms adelante que el lugar de Sevilla nodistaba del suyo (del de Teodosia y su her-mano) sino dos leguas (1). Leocadia, por suparte, manifiesta que, cuando se fug una nochede su casa, a pie camin algunas leguas, yllegu a un lugar que se llama Osuna, y aco-modndome en un carro, de all a dos das entr

    (1) Al final se habla, sin embargo, de una legua,pero esto puede tomarse como un lapsus, porque laafirmacin de las dos leguas se formula dos veces.

  • - 62 -

    en Sevilla. Ahora bien, por mucho que cami-nase Leocadia, nunca pudo ser gran cosa, sise tiene en cuenta su natural delicadeza y el no

    estar acostumbrada a semejantes trotes.Esto supuesto, yo no hallo otros pueblos en

    quienes concurran las circunstancias mencio-

    nadas, que no sean, respectivamente, Carmonay cija. Viniendo de cija, pudo muy bien Leo-cadia llegar a pie en una noche hasta Osu-na (1), y de aqu, en dos das, a Sevilla. Pudie-

    ran citarse los lugares de Fuentes, Herrera oEl Rubio; pero cmo entender entonces laafirmacin de Cervantes de que los dos luga-

    res a que se refiere son de los mejores dela Andaluca? Por otra parte, Teodosia, cuyaintencin era dirigirse a Salamanca, pudo muybien encaminarse a Castilblanco desde Carmo-na. Ni Brenes, ni El Viso, ni El Ronquillo, niMairena, ni Algarrobo, ni Quillena, pueblos

    todos inmediatos a Castilblanco, tienen la im-

    portancia que Carmona. Es, por consiguiente,

    muy probable que los lugares del nacimientode las heronas de la novela fuesen cija yCarmona.

    Por lo que respecta a la poca en que sedesarrollaron los sucesos de Las dos doee-

    (1) cija dista cinco leguas de Osuna.

  • 63

    llasy entendemos que la clave para determi-narla debe buscarse en las siguientes conside-raciones.

    Cuando D. Rafael de Villavicencio habla conel alguacil en el mesn de Castilblanco, diceCervantes que no dej el segundo, entre razny razn, de echar abajo tres cubiletes de vinoy de roer una pechuga y una cadera de perdizque le dio el caballero, y todo se lo pag elalguacil con preguntarle nuevas de la Corte yde las guerras de Flandes y bajada del Turco,no olvidndose de los sucesos del Transilvano,que nuestro seor guarde. Ms adelante,cuando D. Rafael, su hermana, Leocadia y elmozo de muas llegan a Igualada (nueve leguasde Barcelona), haban sabido en el caminocmo un caballero que pasaba por embajadora Roma, estaba en Barcelona esperando las ga-

    leras que aun no haban llegado.La indicacin primera no es ciertamente muy

    clara por s sola, porque se puede entender demuy diversas pocas dentro de la segunda mi-tad del siglo XVI y aun de los primeros aosdel XVII.

    Pero la segunda, unida a la anterior y a otras

    circunstancias de que haremos mrito, nosautoriza para suponer que^ cuando Cervantescompuso esta novela, tuvo muy presente la

  • 64

    expedicin llevada a cabo por Don Juan deAustria en 1571, a consecuencia de la Liga en-tre el Rey Catlico, el Sumo Pontfice y la se-ora de Venecia. Cervantes asoci, sin duda,a esta idea sus recuerdos del viaje a Italia, quehubo de emprender probablemente en 1569 (1).A ese ao de 1571 pudo corresponder, por

    consiguiente, la fecha de los sucesos narrados

    por Cervantes en Las dos doncellas. Hasta elnombre de Marco Antonio, el seductor de Teo-dosia y Leocadia, es significativo para nuestro

    objeto. D cese en las novelas que Marco Anto-nio Adorno, hijo de D. Leonardo Adorno, traesu origen de los nobles y antiguos Adornos deGenova. > Recordaba verismilmente Cervan-tes el nombre del clebre Marco Antonio Co-lona, aquel sol de la milicia, general de toda

    la confianza del Pontfice. Hijo de Marco An-tonio fu Ascanio Colona, Abad de Santa So-fa, a quien Cervantes dedic en 1584 LaCalatea,

    Imagino, pues, que Las dos doncellas fu,si no la primera, una de las primeras novelas

    ejemplares de nuestro autor. Cierta languidez

    (1) Consltese a Navarrete, Vida de Miguel deCervantes; y a Luis Cabrera de Crdoba, Historia deFelipe II; Madrid, Aribau, 1876. Lib, ix, cap. xxi (to-mo II, pginas 94-96).

  • ~ 65 -

    y monotona del estilo, que recuerda a vecesel de La Galatea, viene a corroborar nuestrasospecha. Por lo dems, Cervantes tena tanpresente a Italia cuando escribi esta novela,que con frecuencia se le escapan frases que

    revelan se consideraba todava en aquel pas.

    Cierto es que habla alguna vez de las gale-

    ras que pasan a Italia o vienen a Espaa;pero otras pone en boca de sus personajes fra-ses como las siguientes: quise venirme a Ita-lia, con otros pensamientos que entonces mevinieron y solicitaron lo que quera hacer, que

    n venirme a Italia, yes de notar que laspersonas que esto dicen (Leocadia y MarcoAntonio) hablan en Catalua. Lo reciente deestos recuerdos puede inducirnos la sospechade que Cervantes tena escrita esta novelaantes del ao 1600. [Ntese, sin embargo, que,como advirti Hartzenbusch en 1864, Cervan-tes us con frecuencia el verbo venir en el sen-tido de ir.]

    Nada positivo puede afirmarse acerca de lapoca en que se compuso La seora Cornelia,Nos inclinamos a creer que fu de las ltimasnovelas que escribi Cervantes. Su corte, al-gn tanto parecido al del Persiles y al de la se-gunda parte del Quijote publicados, respecti-vamente, en 1617 y 1615 nos lo hace suponer

    5

  • ~ 66

    as. Bien ligero es, sin embargo, el fundamentode la hiptesis.

    Los datos que La Espaola Inglesa propor-ciona acerca de la poca en que se desarrolla-ron los sucesos que narra, son bastante confu-

    sos, por no decir contradictorios. Cuando Clo-taldo se lleva de Cdiz a Isabela, es decir, en1596, era la ltima una nia de edad de sieteaos. Ms tarde, cuando Ricaredo declara supasin a Isabela, tena Isabela catorce y Rica-

    redo veinte aos, conque semejante decla-racin hubo de ocurrir el de 1603. Parte lue-go en corso Ricaredo con el Barn de Lansacy se encuentra con los padres de Isabela, de

    cuyos labios oye aquellas palabras de sabrs,

    seor, que en la prdida de Cdiz, que suce-di habr quince aos, perd una hija que losingleses debieron de llevar a Inglaterra. Dedonde se infiere que tal encuentro tuvo lugaren 1611. Regresa Ricaredo a Inglaterra, sedes-arrollan todos los sucesos que hemos menciona-do, Isabela y sus padres vuelven a Espaa yse establecen en Sevilla, donde esperan dosaos a Ricaredo, al cabo de los cuales se pre-senta.

    De donde resulta que, concediendo el menortiempo posible a los acontecimientos referidos,el matrimonio de Ricaredo e Isabela debi de

  • - 67 -

    verificarse en 1613, fecha en que ya estaban

    dadas a la imprenta las Novelas ejemplares.La accin de la novela no pudo desenvol-

    verse, por lo tanto, en un perodo tan largo

    como el de 1596 a 1613. Cervantes se distra-jo, sin duda, cuando puso en boca del padre

    de Isabela la respuesta citada anteriormente.Tal vez quiso decir que Isabela tendra en-

    tonces quince aos y que haca ocho que lahaban perdido. En esta suposicin, la trama.de la novela podra colocarse por los aos de

    1596 a 1605 o 1606.

    Muy verismil es que escribiese CervantesLa Espaola Inglesa durante su estancia enAndaluca.

    Desde luego puede afirmarse que la pocade las aventuras del Licenciado Vidriera yla fecha de la composicin de la novela son an-teriores a 1606. Dice, en efecto, Cervantes que

    el caballero encargado por un Prncipe o se-

    or, que estaba en la Corte, de llevar a sta

    a Vidriera, le envi a la Corte (1). Y aade:

    (1) Y dice Cervantes: Con todo esto, el caballerole envi a la Corte, y para traerle usaron con l destainvencin; lo cual parece indicar que Cervantes escri-ba la obra en el mismo Vailadolid, pues de otra suertehubiera empleado con preferencia el verbo llevar.

    El Sr. Rodrguez Marn (El Loaysa, etc., pg. 219)entiende que El Licenciado se escribi de seguro des-

  • -- 68 -

    lleg a Valladolid; entr de noche, etc. Re-sida, pues, la Corte en Valladolid cuando tu-vieron lugar los sucesos del Licenciado, y ve-

    rismilmente cuando Cervantes escribi la no-vela. Ahora bien, es sabido que la Corte setraslad a Madrid en Febrero del ao de 1606.

    Acerca de las fuentes y de las imitaciones delas Novelas, quiz pudiera agregarse algo a las

    eruditas noticias del Sr. Fitzmaurice-Kelly. Noestara de ms advertir, por ejemplo, que laaventura de Las dos doncellas tiene antece-dentes en cierto Notable caso acaescido en laciudad de aples entre dos damas napolita-nas (Isabel de Carazzi y Diambra de Petinella)en el ao de 1522, segn se contiene en ciertopliego incluido en el tomo de Relaciones his-tricas de los siglos XVI y XVII, publicadas

    pues de 1606, fundado en que se lee en el texto queVidriera Heg a VaUadolid, donde en aquel tiempo es-taba la Cortey>, lo cual indica que, al escribir Cervan-tes estas palabras, ya haba dejado de estar all. Peroel texto de la novela, segn la primera edicin de 1613(al fol. 117 V.), no dice semejante cosa. Dice simple-mente: Lleg a Valladolid, entr de noche, etc.Me sorprende mucho que, habiendo advertido este

    error el Sr. Fitzmaurice-Kel!y en su prefacio a la edi-cin inglesa de las Novelas ejemplares, traducidas porMr. MacColl, se lea luego en la pg. 184: where theCourt then was. Sin duda el traductor no ha seguidoaqu la primera edicin.

  • -- 69

    por la Sociedad de Biblifilos Espaoles (Ma-drid, 1896). Tirso, en la Doa Violante de Lavillana de Vallecas^ en la Doa Ins de Lavillana de la Sagra, en la Leonisa de Esto sque es negociar, en la Doa Jernima de Elamor mdico, en la Doa Juana de Don Gil delas calzas verdes, y sobre todo en Mari-Her-nndez la Gallega, pinta tipos femeninos muyparecidos a Las dos doncellas. Semejante estambin la figura de Doa Elena de Guevaraen la divertida comedia de D. Agustn Moreto

    y D. Diego de Crdoba y Figueroa Todo esenredos amor, figura inspirada quiz en la c-lebre y extravagante poetisa sevillana doaFeliciana Enrquez de Guzmn, autora de Losjardines y campos Sbeos (1619).Hay tambin cierta semejanza entre el asun-

    to de El amante liberal y la fbula de Pala-bras Y plumas, de Tirso de Molina. Pero esms curiosa la analoga con cierta novela, es-crita a mediados del siglo xix por D. JernimoMartn de Bernardo, y rotulada El Emprende-dor o aventuras de un espaol en el Asia (8.^,IX -j- 366 pginas), que puede considerarse comouna amplificacin del argumento de El amanteliberal. [Asimismo habra algo que anotar res-pecto de la relacin de La seora Cornelia conQuien da luego, da dos veces, de Tirso.]

  • - 70 -

    Notable es la Introduccin que a la Calateaha puesto el Sr. Fitzmaurice-Kelly. Es un estu-dio histrico de la evolucin de la novela pasto-ril, trada a Espaa por Jorge de Montemor, por-tugus, a imitacin de los italianos. Discuteel Sr. Fitzmaurice-Kelly la supuesta edicin delaGalatea de Madrid, 1584 (la primera conoci-da es de Alcal, 1585), admitida por muchos(Academia Espaola, Pellicer, Navarrete, Tick-nor) desde los tiempos de Mayans; y estudiadetenidamente las fuentes, adaptaciones y ver-siones de la obra, fijndose con especialidad enla traduccin inglesa de Qordon WilloughbyJames Gyll, publicada en 1867. Qyll resulta untipo verdaderamente cmico. Tom por modelopara su versin la edicin de la Calatea de

    1784, dedicada por Antonio de Sancha a Flori-dablanca, y lleg a creer que el mismo Cer-vantes haba dedicado su novela al famoso

    Conde!

    1904,

  • VHALLAZGO DE ACTUALIDAD(HUMORADA)

  • TENGO por costumbre, que casi degeneraen vicio, revolver y escudriar cuantos

    papeles viejos me depara la suerte entre elpolvo venerando de las bibliotecas y el no tanvenerando, pero no menos polvo, de los bara-

    tillos y puestos de viejo.

    El Dios de los rebuscadores de antiguallas,

    que, segn mis noticias, ha de ser cuando me-nos Saturno, favorecime das pasados con unhallazgo que diputo de la mayor importancia,

    y del cual voy a dar cuenta a mis lectores, no

    sin recomendarles de antemano paren mien-

    tes en la excepcional actualidad del precioso

    opsculo descubierto.Trtase de un tomo en 4.^ de varios^ manus-

    crito de letra del siglo xvii. Consta de 312 ho-jas, y entre la 204 y 256 aparece una obritaque lleva el siguiente rtulo: Coloquio de Mi-

  • 74 -

    guel de Qerbantes Saabedra y Pancracio deRoncesvalies.

    No es menester ser muy ducho en achaquesde historia literaria, para echar de ver que elopsculo mencionado es ni ms ni menos quela conocida Adjunta al Parnaso del ilustre ynunca bastante alabado autor del IngeniosoHidalgo. Pero la rareza del caso y lo impor-tante del hallazgo estriban en que el manuscritodescubierto difiere notablemente del texto co-nocido. No slo hay variantes capitales, sinotambin adiciones y mejoramientos de inters.Una de esas adiciones es la que a continua-cin transcribo, en espera de que llegue el mo-mento de dar a luz una edicin crtica de lasusodicha Adjunta al Parnaso,

    Dice, pues, la adicin que se halla al final

    del opsculo:

    ^^Privilegios, ordenanzas y advertimientos que Apoloenva a los crticos Espaoles,

    Apolo, dios Parnsico y citarista, a la hirsuta y nume-rosa falange de crticos ibricos, salud:

    Informado por nuestro amado hermano, aunque nosiempre fiel mensajero, Mercurio, de vuestros de-plorables hbitos y de la manera lamentable como

    desempeis vuestras funciones, he determinadosuspender por unos momentos la dulce tarea de

  • -75 -

    adoctrinar a las nueve, y enderezaros la presente

    epstola, a manera de disciplina y correctivo.

    Primeramente, si algn crtico deseare juzgar un libro,una obra dramtica o cualquiera otra de las que caendentro de mi jurisdiccin y competencia, comprarun ejemplar del primero, o pagar la entrada paraver las segundas, como si fuese un simple mortal.

    Si as no lo hiciere, tngase entendido que no leser lcito hablar mal de lo que haya visto u odogratis, porque sera ingratitud y ruindad memo-

    rables.

    Lo segundo, nadie sea osado a criticar sin estar debuen humor.

    Lo tercero, si algn crtico dijere pblicamente que noentiende una obra, sea luego credo por su simple

    palabra, sin otro juramento ni averiguacin.tem, ninguno criticar en facultad alguna sin haber

    probado su suficiencia en la materia, componiendoobras de mayor mrito que las criticadas.

    tem, se da por aviso particular que si algn crticofuere al mismo tiempo esgrimidor, habr de dejarindispensablemente mi servicio y trasladarse al deMarte, a quien yo cuidar de recomendarle. No de-ben confundirse las razones con las estocadas, niha de servir Carranza para apadrinar agravios.

    tem, se ordena que ningn crtico diga en son de ala-banza que un autor promete, porque es cosa fea ypoco hidalga.

    tem, se advierte que el criticar no ha de ser cosa obli-gatoria, sino voluntaria y personalsima. Digoosque el criticar por obligacin es como rezar o estor-nudar por fuerza, es decir, cosa que no saldr bienms que cuando a m se me antoje.

  • 76 -

    tem, que si algn crtico jugare a los naipes y pidie-re oros, se le den bastos.

    tem, que si algn crtico creyere ver smbolos u otracosa por el estilo en una obra, se guarde bien dedeclararlos, porque para eso tengo yo en Delfos

    quien lo haga cumplidamente, y cada uno a lo suyo.tem, se advierte que si algn aspirante a crtico qui-

    siere prepararse, en vista de los advertimientos

    anteriores, y escribiere algn volumen de cuentos,haga cuenta que no ha escrito nada sustancial, yque tiene de volver a comenzar de nuevo.

    tem, que si algn crtico quisiere serlo ala vez de po-ltica y de bellas artes, sea expulsado ignominiosa-mente de mis dominios, considerndosele cosa fea,hedionda y perjudicialsima para el buen orden de larepblica literaria.

    tem, se da por aviso particular que si alguna madretuviere hijos pequenuelos, traviesos y llorones, lospueda amenazar y espantar con el coco, dicindoles:guardaos, nios, que viene el crtico Fulano, que os

    echar con su mal estilo en la huesa.tem, se advierte que no ha de ser tenido por ladrn el

    crtico que anduviere por corrillos en lugares p-blicos y hurtare algn pensamiento ajeno, y le en-cajare entre los suyos, como no sea tomndolos to-dos de otro, que en tal caso tan ladrn es comoCaco.

    tem, si algn autor viejo y acreditado compusiere unaobra nueva, no ha de creerse que es buena sin otraaveriguacin, ni queda dispensado el crtico de exa-minarla concienzudamente.

    tem, si algn crtico se ensaare con los principiantes,mostrndose con ellos altanero y cruel, recibir dos

  • 17

    mil y quinientos azotes por mano del verdugo, y se

    le obligar a ser perpetuamente maestro de escuelasin haberes.

    tem, se da aviso que si algn crtico malvolo fuerellamado sabandija, aprenda de Vulcano la pacienciay de Sileno la humildad, y gurdese bien de repli-car al que tal dijere.

    . 1900,

  • VI

    UN CRTICO DESBOCADO

  • EN el donoso entrems del Hospital de lospodridoSy presenta el autor a uno de es-

    tos ltimos, que trae consigo tal recocimiento,

    y tal desesperacin y rabia intrnseca, y tal

    ponzoa y cruel polilla, que se le forma una

    recocida postema en el corazn.

    En estado semejante debe de encontrarse, omucho me engao, cierto censor hebn, ex re-presentante de Mjico en Espaa, el cual^ aco-gido corts y amablemente, como es nuestracostumbre, en esta hidalga tierra, estren sus

    armas de crtico novel haciendo cuanto estu-vo de su parte para desprestigiar literariamen-te a una eximia escritora: la Condesa de PardoBazn, y entretiene ahora sus amargos ociosde cesante, intentando repetir la suerte conotros escritores espaoles.

    Todo el bagaje del susodicho ex represen-6

  • 82

    tante, hasta el ao de gracia de 1916, consistaen cierto librillo acerca de las Novelas Ejem-plares ^ Cervantes, premiado, conjuntamentecon otro de D. Julin Apraiz sobre el mismotema, por el Ateneo de Madrid. El librillo, deagradable lectura, no contiene absolutamente

    nada nuevo, de suerte que puede pasarlo poralto cualquier historiador, en la seguridad deque no omite nada que sea indispensable cono-cer. Pero, al cabo, premiado fu, y aun se lasarregl de manera el autor, que al frente de la

    obrita logr estampar una certificacin, firma-

    da por el Sr. Moret y por m, de la cual pare-

    ce resultar que slo su Memoria fu premiada^siendo as que a la vez, y exactamente con la

    misma recompensa, lo fu la del Sr. ApraiZoPero el ex representante no poda llevar con

    paciencia que ninguno se le atravesara en sucamino, y aprovech la oportunidad del certa-men y de la publicacin para tildar de igno-

    rante (pgs. 162 y 258) al culto adversario^desahogando de este modo la aeja pdricion.La mesura del novel, aunque machucho crti-co, resalta igualmente en otros pasajes del li-brillo: por ejemplo, en aquel donde califica demajadero a Rosarte (pg. 62), que vivi enel siglo xviiT, o en aquel otro donde se permi-

    te tratar despectivamente a un tan benemrito

  • - 83 -

    cervantista contemporneo como Mainez (p-gina 70), hablando de l como de un buen se-or. A todo esto, llambalo el ex representan-te crtica vivay> (pg. 87). Y acompaaban atales consideraciones algunos specimina detraducciones que probaban suficientemente laendiablada destreza del ex representante ul-tramarino en la lengua de Moliere, puesto quedonde top con recommencer, puso recomen-zar (pg. 39), y donde hall bonhomiey dijobonhoma (pg. 44), y donde vio lis, enjaretlis (pg. 266), por lo cual apostara yo unabuena apuesta que, adonde dijera en el francsganse, hubiera vertido el avisado traductor

    ganso, sin ser por esto conocido en el mundo,enemigo siempre de premiar los floridos inge-nios ni los loables trabajos>.

    Pasaron los aos, y el ex representante, pre-

    vio todo gnero de anuncios, exhibiciones,bombos y llamamientos, public otro librillo,del mismo tamao asfele (que dira Gallardo)que el anterior, donde aseguraba demostrarurbi et orbi por qu y cmo La Ta fingidano era de Cervantes, arremetiendo de paso,con falta de moderacin y sobra de injusticia,contra los que discrepasen o hubiesen discre-pado de su opinin. Yo me haba ocupado, sinmentar para nada al ex representante (puesto

  • ~ 84 -

    que ningn motivo tena para ello), en el refe-rido problema histrico-Iiterario, y volv a tra-tar de ste al final de mi libro: Cervantes y suobra, publicado en 1916, demostrando de pasoque todo el armazn de pruebas, interpreta-ciones e inferencias del ex representante (msparecidas a un alegato forense que a la inves-

    tigacin serena y crtica de la verdad), caapor su base en cuanto se escudriaban con unpoco de cuidado las interioridades de la proba-toria tarasca (1).

    Nunca lo hubiera hecho. Dios de los ejrci-

    (1) La innata propensin a tergiversar, o la naturalimpotencia de comprender, llvenle a veces al ex repre-sentante a extremos risibles. As, en cierto articulillo,publicado en el Boletn de la Real Academia Espao-la (o ms bien en el de su amigo el erudito Cotarelo),nmero de Febrero de 1917, escrito donde todo lo quepuede interesar es labor ajena, coteja un parrafito delAretino (su Deas ex machina^ con otro de la versinde Fernn Xurez. El Aretino dice: Perche mi stavadentro vna gelosia, e se pur l'alzava, spuntando ap-pena mezo il visofuori.,.^ Xurez traduce: Estaba yodentro de una gelosia, e si por si acaso la algaba unpoco, fingiendo escupir fuera, mostrando (versin delspuntando, de spuntare = parecer, asomar) apenasla mitad del rostro. Como se ve, Xurez aade uninciso^ pero lo que traduce est bien traducido. El exrepresentante, soliviantado por el apellido, la emprendecon Xurez, como si ste hubiese tenido la culpa de sucesanta, censurndole porque, segn l, no entendi lai^diX^hr di spuntando y la tradujo esputando (!i!!).

  • - 85 -

    tos! El ex representante, mohno, cabece pri-mero, mont luego en clera, y, sin preocupar-se de otro problema que de mi modesta per-sona, jur finalmente por Tezcatlipoca, porHuitzilopochtli, por Mictlancihuatl, y por todos

    los dioses del Olimpo mexicano, sacrificarmeen aras de su vengativa irritacin. Pero inca-

    paz, por el momento, de encontrar por s slo

    nada que le satisficiese, dedicse a rebaartoda la chichina que otros haban recogido, y,con ella, con un montn de pginas en blanco,y con un buen golpe de citas baratas, pergeun tercer librillo donde no anduvo infeliz en elttulo, pues lo rotul: Supercheras y errorescervantinos, no sin haber publicado algn frag-mento a manera de avanzada, ni sin habertenido yo la debilidad de contestarle (en LaTribuna de 9 y 15 de Enero de 1917). Cuidluego de hacer imprimir en la portada de lasSupercheras un listn de Reales Academias,precedido de cierto C de las, con una Cmuy tenue y disimulada, y

    retorciendo el mostacho soldadesco,

    tuvo a sus criticados por moradores del valledejosafat, dispar con una risada cacasenil,aunque l la diput y tuvo por de la ms puracepa mefistoflica, y qued descansado, vien-

  • se-

    do que todo cuanto haba hecho era hartobueno.

    Pero, como dice el refrn: aunque la Hmamucho muerde, alguna vez se la quiebra eldiente. >^ Viene esto a cuento de que el huesoque intentaba roer el ex representante, resul-

    taba demasiado duro para l, por lo cual hubode recurrir, como antes dije, a quijadas ajenas,ensartando contra m el siguiente rosario deacusaciones, que con toda fidelidad, aunque

    resumindolas, reproduzco:1.^ Que hasta ayer pens yo que La

    Ta fingida deba de ser obra del autor del fal-so Quijote (pg. 86).Nunca he pensado ni afirmado semejante

    cosa. Dije (en mi versin de la Historia delSr. Fitzmaurice-Kelly) que semejante atribu-cin es muy posible; pero que considerabams probable la atribucin cervantina (pgi-nas 319 y 325 de aquella versin). Lo repet

    en Cervantes y su obra (pgs. 188-189); loreitero ahora; mas, no hay peor sordo...

    2.^ Que, en la versin de la referida His-toria de la literatura espaola del Sr. Fitz-

    maurice-Kelly, hecha por m en 1899 y publica-

    da en 1901, al tratar del cautiverio de Cervan-

    tes, traduje bound por atado, y as el lector se

  • 87

    encontr con la noticia de que Cervantes fu

    embarcado en la galera del bey y conducidoatado a Constantinopla.

    A este propsito acumula el ex toda su eru-dicin, sacra y profana, para probar que no

    hubo tal viaje a Constantinopla, cosa que has-ta los nios de coro saben, desde que Navarre-

    te demostr, contra el P. Sarmiento, lo infun-dado de la confusin de las aventuras de RuiPrez de Viedma (en la novela del Cautivo)con las del propio Cervantes.

    Ciertamente, la traduccin es equivocada, yesto no lo notamos, ni yo, niel autor que la re-

    vis, ni Menndez y Pelayo que hizo su crtica.Pero es faltar a la verdad decir que no advertel poco fundamento de la afirmacin, puestoque al pie de ella (pg. 294), puse la siguientenota: Vid. las pgs. 44-81 o^Xos Documentoscervantinos hasta ahora inditos de D. Cris-tbal Prez Pastor. En efecto, en esas pgi-nas se contiene todo el proceso documental,

    por el ltimo investigador descubierto, del

    cautiverio de Cervantes, y de ellas resulta: queCervantes, una vez rescatado, volvi a Espa-

    a, pero los dems cautivos se los llev todos(el rey) a Constantinopla (pg. 78). El ex re-presentante, que no pudo menos de reparar enmi nota, la tergiversa, atribuyndome una refe-

  • 88 -

    rencia a las pgs. 44 (l dice 40) y 81, que,en efecto, nada dicen concretamente respectodel asunto. Es esta la probidad de que alar-dea el avieso censor?Adems de lo dicho, conste que el error de

    traduccin fu advertido a tiempo (hace diez yseis aos) por Rufino Jos Cuervo, y enmenda-do en las dos nuevas ediciones castellanas queexisten de la referida Historia (1913 y 1916).Dice el ex representante que los errores noprescriben. Paso atrs, hidalgo!, digo yo.

    Quin ha solicitado semejante prescripcin?Prescriben acaso las rectificaciones?

    3.^ Que traduje: The chivalresque roman-ce has well-nigh run its course: El romance

    caballeresco ha perfeccionado su evolu-cin, y not merely foreshadows: no slosimboliza^', siendo as que romance caballe-

    resco no es lo mismo que libro de caballe-ras, que perfeccionar no equivale a llegar

    a trmino, y que hacer presentir es lo con-

    trario (?) de simbolizar.El ex, como el Benito Repollo del Retablo

    de las maravillas y siempre quiere decir loque es mejor, sino que las ms veces noacierta. La palabra inglesa romance se tra-

    duce en castellano, segn todos los lxicosconocidos, romance, novela, ficcin, cuento,

  • 89 -

    fbula; pero no libro. Y no hay sino abrirel Diccionario de la Academia, de la cual esC. el ex representante, para encontrarse con

    que uno de los significados de romance es

    el de novela o libro de caballeras, en prosa

    o verso. Qu culpa hemos de tener los caste-llanos de que en Mxico se ignore la acep-cin? Por otra parte, foreshadow equivale, enefecto, a prefigurar, simbolizar. Pero el ex re-

    presentante cree que simbolizar ^n^one haberalcanzado acabada perfeccin en un gnero,sin percatarse de que smbolo es expresinms o menos directa de lo simbolizado, perono representa la perfeccin (bondad) de ste;eso sera, en todo caso, modelo, concepto

    que en castellano nada tiene que ver con el desmbolo. Y, en cuanto a perfeccionar, digo

    y repito que es acabar enteramente una obra,

    adems de poseer la acepcin de elevar algoa su ms alto grado de bondad.

    Ntese ahora que si el C. cay en la cuen-ta de ciertas discrepancias entre la versin y eloriginal del libro ingls, no fu por estar ente-

    rado de este ltimo idioma, sino porque, exis-

    tiendo desde 1904 una versin francesa deaqul, pudo cotejar ambos textos; y as tradujoshipped (embarcado) por a bordo, porque eltexto francs dice a bord, y bound for (con

  • 90

    destino a) por pronta a partir, porque el tex-

    to galicano dice en partance. Luego veremosqu puntos calza el ex representante en la len-gua de Shakespeare.

    4.^ Que enumer, sin venir a cuento y encierta nota de La Ta fingida, los lugares pr-ximos al de Jaraicejo, citado en la novela.

    Al cuento del ex representante no vendr,pero al mo s; porque uno de esos lugares sellam La Avellaneda; algunos crticos han juz-gado autor de La Tia al falso Avellaneda, y,en materia histrica, ningn dato de esta es-pecie debe desecharse, pues, cuando menosse piensa, del modelo de un capo di tavolasalta la copia de una cabeza de banco.

    5.^ Que cit, en nota del mismo libro, lapragmtica de 2 de Junio de 1600, que prohibea los criados el uso del terciopelo (llamado ve-lludo , en una de las acepciones de este voca-blo), cita que no puede aplicarse al sayo delescudero de La Ta, obra escrita en 1575.La cita obedece, oh, avisado C!, a que sir-

    ve para determinar la poca de la novela, pues-to que la fecha de 1575 dista mucho de ser in-discutible, como no lo es la que llevaba al fren-

    te el manuscrito Porras de Rinconete.6.^ Que, en unin del Sr. Mel publiqu

    con todos sus yerros, es decir, con toda exac-

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    titud paleogrfica, la Stira de Spinel contralas damas de Sevilla,

    Esto lo apaa el ex representante de un li-bro de mi buen amigo el Sr. Rodrguez Marn,sin caer en la cuenta de lo que el Sr. Mel yyo advertimos en el artculo Poesas antiguascastellanas (revista Ateneo y Enero 1907).

    7.^ Escrib en La Ta que me pareca algodudoso:^ que el Santenuflo a que se refiere

    el autor de aqulla, cuando habla de la reve-renda matrona que llevaba un gran rosario al

    cuello de cuentas sonadoras, tan gordas comolas de Santenuflo, fuese San Onofre, porqueni el anacoreta egipcio es santo de la Iglesiaespaola, ni se sabe que gastase ni pudiesegastar rosario (cuya devocin no se generalizhasta la poca de Santo Domingo de Quzmn),ni, por tanto, que las cuentas de aqul fuesengordas ni flacas>. Aad que, segn la cita quede Santinuflo se hace en El gallardo espa-ol, donde lo invoca uno que va pidiendo paralas nimas del purgatorio, pudo ser, como in-dica Arrieta, algn ermitao clebre de aqueltiempo. Despus, en la pg. 361 del tomo ide las Comedias y entremeses de Cervantes(ed. Schevill-Bonilla, Madrid, 1915), inserta-mos la equivalencia que trae Covarrubias: u-fla= Nofre= JoFRE = Onofre = Onufrius.

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    El ex representante baraja todo esto con tor-peza y desconcierto risibles, para concluir que^En el Tesoro de la Lengua (Covarrubias) ha-bra podido ver (yo): ufla a Vide {sic) supraverbo Nofre, y en ^Nofre, es nombre cortadode Onofre, Lat. Onufrius.

    Hidalgo! Ms atencin, por vida de loschichimecas! Todo eso ya estaba visto y re-visto antes de que vuesa merced lo descubrie-se. Y as y todo sigue siendo dudoso un SanOnofre con el rosario de marras. Si el ex re-presentante se encuentra con una descripcin,

    hecha en el siglo xix, de cierto Sanctipauli fu-mando un puro, muy capaz es, por el pruritode desechar la iluminacin de los que sabranalumbrarle, de decir: Sanctipauli no es perso-naje del siglo XIX, sino del i; es San Pablo; lodel puro es accesorio!. Y apaga y vamonos!Dnde estn la pifia, ni la equivocacin, nilas otras zarandajas del saudo ex, cuando selimita a repetir lo que yo he dicho, y no re-

    suelve ni poco ni mucho las dificultades que hepresentado? Hay que despabilar el propioquinqu, s, seor, para no exponerse a cami-nar a oscuras y recibir coscorrones!

    8.^ Que en el susodicho libro: La Tia fingi-day afirm: con rarsimas excepciones, siempreque uno de sus versos (de los de Cervantes)

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    acaba en esperanza , como el de La Ta, el con-sonante es, invariablemente, alcanza, y cuandono, andanza o mudanza, ni ms ni menos quela susodicha Ta, Y cualquier aprendiz de Ren-gifo sabe que, no ya cuatro o cinco, sino msde ciento cuarenta consonantes pueden hallarsea esperanza en la lengua castellana. Aqu elex representante se siente don Ermeguncio;sube al pulpito, y proclama: 1 .^ Qne esperanza,alcanza y mudanza son rimas usadas, no sloen Cervantes, sino en todos los poetas de todos

    los tiempos; 2.^ Que hay un centenar de vocesen anza que no pueden rimarse en serio conesperanza; 3.^ Que pueden citarse diez casoscervantinos en que esperanza rima con pala-bras distintas de alcanza y de mudanza.Y digo yo que la primera observacin es una

    perogrullesca vulgaridad, y en nada empece alo que sostengo, porque no se trata de que losdems poetas hagan rimar o no esperanza conalcanza o mudanza, sino de que lo hagan encasi todos los casos y por sistema, como Cer-vantes; que la impotencia a que se alude en

    segundo trmino es segura, si el que ha de ri-mar en serio es el ex representante (1); y que la

    (1) Tomo al azar cualquiera de las palabras citadaspor el ex, por ejemplo: alanza, que, segn D. Erme-guncio, no puede rimarse poticamente con esperan-

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    existencia de diez lugares cervantinos en queesperanza rime con palabras distintas de al-canza y de mudanza^ monta tan poco en com-

    za ni con ninguna otra palabra de las usadas por Cer-vantes; abro un volumen de poesas de D. Diego deMendoza, y me encuentro, en la Carta Il:

    No es esto porque estima por livianoslos negocios del mundo, o los alanza,viendo que no se puede dar a manos.El porqu no lo entiende ni lo alcanza

    Vuelvo a tomar otro vocablo de la list negra delexrepresentante: membranza y leo en la elega deFernando de Herrera a Juan de Malara:

    Cubrir del olvido el negro mantosus hechos, y tendrn fiel membranzatus cuidosos afanes y tu llanto.Otra ms grave lstima y mudanza

    te ofrecer el dolor terrible, cuandofaltare a tus fatigas la esperanza,^

    Insisto en la fcil tarea: reparo en probanza (otrovocablo de los que, segn el ex, no puede rimarse po-ticamente con los susodichos), y leo en la escena 6.^(cuadro I) del acto III del drama de Escosura: La Cortedel Buen Retiro (1837):

    Rey. Yo s que estn en Sevillahaciendo vuestra probanza;mas yo os sirvo de fianza,

    y est el pleito concluido.

    Velzquez. Dejad que los pies rendidoquien tanta merced alcanza,,.-

    O, si se desea ejemplo ms antiguo, ah est Alonsode Ledesma, en sus Conceptos espirituales (ed. deMadrid, 1643, pg. 303):

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    paracin con el nmero de veces en que ocu-rre lo contrario, que la excepcin corrobora mitesis, la cual, como cualquiera otra de las quealego en concepto de indicios, no ha de tomar-se aisladamente, so pena de alterar a sabien-das mi argumentacin.

    9.^ Que el profesor Schevill, en una Notapublicada en la Revue Hispanique, no obser-va, como digo yo, que El curioso impertinen-te, procedente de un cuento del Ariosto, tengaparentesco con El Crotaln de Cristbal deVillaln, puesto que el Sr. Schevill escribe

    en la misma Nota: Esos puntos de semejanzatienen que ser mera coincidencia, porque /2c?

    es posible que Cervantes tuviera conocimientode El Crotaln^.

    As tradujo, textualmente, nuestro asenderea-do ex representante, el prrafo del ilustre crticonorteamericano, en el artculo que public ElImparcial q\ 15 de Enero de 1917. Y yo con-test, textualmente tambin:

    Como aqu no haba versin francesa, el ex

    Seas de cosas nos diotan altas que nadie alcanza,

    y, venido a la probanza,fu verdad cuanto cont.

    Y no sigo, por no cansar al lector, y porque bastanesos ejemplos para que pueda juzgarse de la pericia tc-nica que alcanza el avinagrado vate.

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    representante, privado de andadores, no hapodido menos de tropezar. El precioso artculodel Sr. Schevill, escrito en ingls, tiene por

    objeto transcribir el prrafo de El Crotaln;donde se narra una historia semejante a la deEl curioso impertinente, y hace ver que algu-nos de los puntos que distinguen el cuento deEl Crotaln de su modelo italiano (el Ariosto),corresponden a cambios similares hechos porCervantes en su versin de El curioso imper-tinente. (That some of the points which dis-tinguish the tale of El Crotaln from its Italianmodel, correspond to similar changes made byCervantes in his versin of El curioso imper-tinente), Puede caber duda, despus del cote-jo, de que para el Sr, Schevill, lo mismo quepara m, el parentesco (conexin, enlace) en-tre El Crotaln y la novela cervantina esharto probable?

    Pero, como no existe fundamento para afir-mar rotundamente que la novelita cervantinaproceda de El Crotaln, el Sr. Schevill no loasegura (en lo cual hace perfectamente), limi-tndose a exponer la relacin manifiesta entreambos textos, y aadiendo, por su parte, que noparece posible (it does not seem possible)

    que Cervantes estuviese familiarizado (acqua-inted*) con la lectura de El Crotaln. El ex

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    representante prescinde del seern porque no

    le conviene, y hace decir al ilustre erudito ame-

    ricano que no es posible> que Cervantes co-

    nociese El Crotaln, lo cual, ni lo ha dichonadie, ni decirlo puede quien conozca media-namente nuestra historia literaria.

    :^Es as como traduce el ingls y como in-

    terpreta los pensamientos ajenos el ex repre-sentante? Pues no le envidio el mtodo, y aunestoy por decir que se parece mucho al delcelebrado Maestro Ciruela, aquel que, no sa-

    biendo leer, se atrevi, sin embargo, a ponerescuela.

    Puesta en claro la torpeza (que consista enconfundir el ser con el parecery y el tener co-

    nocimiento con el estar familiarizado)y sa-ben ustedes lo que ha hecho el ex represen-tante en sus SpercheraSy al reproducir elarticulejo? Pues aprovecharse de la leccin sindeclarar su procedencia, cambiar el no esPOSIBLE EN NO PARECE POSIBLE (aUUquedejando los dems dislates, para no desentonardel resto del volumen...), y quedarse tan frescocomo una lechuga!!

    10.^ Que yo he dicho que en las comediasde Cervantes nada hay que alabar: ni la trama,ni el verso, ni las situaciones, ni el estilo,

    siendo algunas de ellas, como El laberinto de7

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    Amor o La casa de los celos, prototipos dedisparatados engendros (Pag. xv de mi edi-cin de los Entremeses); lo cual no le parecebien al ex representante.

    El hidalgo cita de tan primorosa buena fe,que se deja en el tintero todo cuanto puedeperjudicarle para su santo propsito, y omite lasexcepciones que formulo (fuera del primer actode El rufin dichoso, y de alguna que otraescena de las restantes), comindose ademsun apenas:^, y amaando la sentencia a su ma-nera, como ama la hilaza del Aretino. Queal ex representante le parecen excelentes co-

    medias El Laberinto de Amor y La casa delos celos? All l; con eso da una prueba msde su buen gusto. Que algunos versos le pare-cen buenos? A m tambin; pero nada de esotiene que ver con la solidez de mi afirmacin.Con esto, con rebaar de un