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Sobre los autos voladores y latasa decreciente de ganancia

David Graeber

Sobre los autos voladores y latasa decreciente de ganancia

David Graeber

Sobre los autos voladores y latasa decreciente de ganancia

David Graeber

Sobre los autos voladores y latasa decreciente de ganancia

David Graeber

Utopía Pirata©2018 – Partido Interdimensional Pirata

https://utopia.partidopirata.com.ar

Esta edición se libera bajo la Licencia deProducción de Pares.

https://endefensadelsl.org/ppl_deed_es.html

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1Sobre los autos

voladores y la tasadecreciente de ganancia

Una pregunta secreta flota sobre nosotras,una sensación de decepción, una promesa rotaque nos fue hecha de niñas sobre cómo sería elmundo al convertirnos en adultas. No me refie-ro a las falsas promesas estándar que son he-chas siempre a las niñas (sobre cómo el mundoes justo o cómo aquellas que se esfuercen másserán las mejor recompensadas), sino a la pro-mesa generacional particular –hecha a las quefuimos niñas en los cincuenta, sesenta, setenta

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1Sobre los autos

voladores y la tasadecreciente de ganancia

Una pregunta secreta flota sobre nosotras,una sensación de decepción, una promesa rotaque nos fue hecha de niñas sobre cómo sería elmundo al convertirnos en adultas. No me refie-ro a las falsas promesas estándar que son he-chas siempre a las niñas (sobre cómo el mundoes justo o cómo aquellas que se esfuercen másserán las mejor recompensadas), sino a la pro-mesa generacional particular –hecha a las quefuimos niñas en los cincuenta, sesenta, setenta

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1Sobre los autos

voladores y la tasadecreciente de ganancia

Una pregunta secreta flota sobre nosotras,una sensación de decepción, una promesa rotaque nos fue hecha de niñas sobre cómo sería elmundo al convertirnos en adultas. No me refie-ro a las falsas promesas estándar que son he-chas siempre a las niñas (sobre cómo el mundoes justo o cómo aquellas que se esfuercen másserán las mejor recompensadas), sino a la pro-mesa generacional particular –hecha a las quefuimos niñas en los cincuenta, sesenta, setenta

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1Sobre los autos

voladores y la tasadecreciente de ganancia

Una pregunta secreta flota sobre nosotras,una sensación de decepción, una promesa rotaque nos fue hecha de niñas sobre cómo sería elmundo al convertirnos en adultas. No me refie-ro a las falsas promesas estándar que son he-chas siempre a las niñas (sobre cómo el mundoes justo o cómo aquellas que se esfuercen másserán las mejor recompensadas), sino a la pro-mesa generacional particular –hecha a las quefuimos niñas en los cincuenta, sesenta, setenta

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

y ochenta– que nunca fue articulada como tal,más bien fueron dadas como un conjunto de su-posiciones respecto a cómo sería nuestro mundoadulto. Y como nunca fue realmente prometida,ahora que no se ha convertido en realidad, noshemos quedado confundidas: indignadas, peroal mismo tiempo, avergonzadas de nuestra pro-pia indignación; avergonzadas, en primer lugar,de haber sido tan tontas en creer a nuestros ma-yores.

En concreto, ¿dónde están los autos volado-res? ¿Dónde están los campos de fuerza, los ra-yos atractores, los podios de teletransportación,los trineos antigravitacionales, tricorders1, lasdrogas de la inmortalidad, las colonias en Mar-te y todas las otras maravillas tecnológicas quecualquier niña que haya crecido a partir de me-diados del siglo XX asumía que iban a existirpara este momento? Incluso aquellas invencio-nes que parecían listas para emerger –como laclonación o la criogenia– terminaron traicionan-do sus amplias promesas. ¿Qué fué lo que lespasó?

1Los tricorders son dispositivos portátiles de análisisy registro de datos en el universo de Star Trek. (Nota dela edición.)

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

y ochenta– que nunca fue articulada como tal,más bien fueron dadas como un conjunto de su-posiciones respecto a cómo sería nuestro mundoadulto. Y como nunca fue realmente prometida,ahora que no se ha convertido en realidad, noshemos quedado confundidas: indignadas, peroal mismo tiempo, avergonzadas de nuestra pro-pia indignación; avergonzadas, en primer lugar,de haber sido tan tontas en creer a nuestros ma-yores.

En concreto, ¿dónde están los autos volado-res? ¿Dónde están los campos de fuerza, los ra-yos atractores, los podios de teletransportación,los trineos antigravitacionales, tricorders1, lasdrogas de la inmortalidad, las colonias en Mar-te y todas las otras maravillas tecnológicas quecualquier niña que haya crecido a partir de me-diados del siglo XX asumía que iban a existirpara este momento? Incluso aquellas invencio-nes que parecían listas para emerger –como laclonación o la criogenia– terminaron traicionan-do sus amplias promesas. ¿Qué fué lo que lespasó?

1Los tricorders son dispositivos portátiles de análisisy registro de datos en el universo de Star Trek. (Nota dela edición.)

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

y ochenta– que nunca fue articulada como tal,más bien fueron dadas como un conjunto de su-posiciones respecto a cómo sería nuestro mundoadulto. Y como nunca fue realmente prometida,ahora que no se ha convertido en realidad, noshemos quedado confundidas: indignadas, peroal mismo tiempo, avergonzadas de nuestra pro-pia indignación; avergonzadas, en primer lugar,de haber sido tan tontas en creer a nuestros ma-yores.

En concreto, ¿dónde están los autos volado-res? ¿Dónde están los campos de fuerza, los ra-yos atractores, los podios de teletransportación,los trineos antigravitacionales, tricorders1, lasdrogas de la inmortalidad, las colonias en Mar-te y todas las otras maravillas tecnológicas quecualquier niña que haya crecido a partir de me-diados del siglo XX asumía que iban a existirpara este momento? Incluso aquellas invencio-nes que parecían listas para emerger –como laclonación o la criogenia– terminaron traicionan-do sus amplias promesas. ¿Qué fué lo que lespasó?

1Los tricorders son dispositivos portátiles de análisisy registro de datos en el universo de Star Trek. (Nota dela edición.)

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

y ochenta– que nunca fue articulada como tal,más bien fueron dadas como un conjunto de su-posiciones respecto a cómo sería nuestro mundoadulto. Y como nunca fue realmente prometida,ahora que no se ha convertido en realidad, noshemos quedado confundidas: indignadas, peroal mismo tiempo, avergonzadas de nuestra pro-pia indignación; avergonzadas, en primer lugar,de haber sido tan tontas en creer a nuestros ma-yores.

En concreto, ¿dónde están los autos volado-res? ¿Dónde están los campos de fuerza, los ra-yos atractores, los podios de teletransportación,los trineos antigravitacionales, tricorders1, lasdrogas de la inmortalidad, las colonias en Mar-te y todas las otras maravillas tecnológicas quecualquier niña que haya crecido a partir de me-diados del siglo XX asumía que iban a existirpara este momento? Incluso aquellas invencio-nes que parecían listas para emerger –como laclonación o la criogenia– terminaron traicionan-do sus amplias promesas. ¿Qué fué lo que lespasó?

1Los tricorders son dispositivos portátiles de análisisy registro de datos en el universo de Star Trek. (Nota dela edición.)

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Estamos bien informadas de las maravillasde la informática, como si se tratara de una com-pensación no anticipada. Pero de hecho la infor-mática tampoco ha superado el estado de pro-greso que las personas de los ’50 esperaban quetuviera para el día de hoy. No tenemos compu-tadoras con las que mantener conversaciones in-teresantes o robots que paseen a nuestros perrosni lleven la ropa a la lavandería.

En tanto alguien que tenía ocho años cuandoel Apollo aterrizó en la luna, me recuerdo calcu-lando que tendría treinta y nueve años en losmágicos 2000; y preguntándome cómo sería elmundo. ¿Esperaba vivir en un mundo lleno demaravillas? Por supuesto. Todas lo esperaban.¿Me siento engañado ahora? Parecía improba-ble que viviera para ver todas las cosas que leíaen la ciencia ficción, pero nunca se me hubieraocurrido que no llegaría a ver ninguna.

Al pasar de milenio esperaba un derrame dereflexiones sobre por qué nos imaginamos el fu-turo de la tecnología tan mal. En cambio, casitodas las voces de autoridad –tanto de Izquierdacomo de Derecha– hicieron sus reflexiones des-de la aceptación de que de cierto modo u otro,

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Estamos bien informadas de las maravillasde la informática, como si se tratara de una com-pensación no anticipada. Pero de hecho la infor-mática tampoco ha superado el estado de pro-greso que las personas de los ’50 esperaban quetuviera para el día de hoy. No tenemos compu-tadoras con las que mantener conversaciones in-teresantes o robots que paseen a nuestros perrosni lleven la ropa a la lavandería.

En tanto alguien que tenía ocho años cuandoel Apollo aterrizó en la luna, me recuerdo calcu-lando que tendría treinta y nueve años en losmágicos 2000; y preguntándome cómo sería elmundo. ¿Esperaba vivir en un mundo lleno demaravillas? Por supuesto. Todas lo esperaban.¿Me siento engañado ahora? Parecía improba-ble que viviera para ver todas las cosas que leíaen la ciencia ficción, pero nunca se me hubieraocurrido que no llegaría a ver ninguna.

Al pasar de milenio esperaba un derrame dereflexiones sobre por qué nos imaginamos el fu-turo de la tecnología tan mal. En cambio, casitodas las voces de autoridad –tanto de Izquierdacomo de Derecha– hicieron sus reflexiones des-de la aceptación de que de cierto modo u otro,

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Estamos bien informadas de las maravillasde la informática, como si se tratara de una com-pensación no anticipada. Pero de hecho la infor-mática tampoco ha superado el estado de pro-greso que las personas de los ’50 esperaban quetuviera para el día de hoy. No tenemos compu-tadoras con las que mantener conversaciones in-teresantes o robots que paseen a nuestros perrosni lleven la ropa a la lavandería.

En tanto alguien que tenía ocho años cuandoel Apollo aterrizó en la luna, me recuerdo calcu-lando que tendría treinta y nueve años en losmágicos 2000; y preguntándome cómo sería elmundo. ¿Esperaba vivir en un mundo lleno demaravillas? Por supuesto. Todas lo esperaban.¿Me siento engañado ahora? Parecía improba-ble que viviera para ver todas las cosas que leíaen la ciencia ficción, pero nunca se me hubieraocurrido que no llegaría a ver ninguna.

Al pasar de milenio esperaba un derrame dereflexiones sobre por qué nos imaginamos el fu-turo de la tecnología tan mal. En cambio, casitodas las voces de autoridad –tanto de Izquierdacomo de Derecha– hicieron sus reflexiones des-de la aceptación de que de cierto modo u otro,

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Estamos bien informadas de las maravillasde la informática, como si se tratara de una com-pensación no anticipada. Pero de hecho la infor-mática tampoco ha superado el estado de pro-greso que las personas de los ’50 esperaban quetuviera para el día de hoy. No tenemos compu-tadoras con las que mantener conversaciones in-teresantes o robots que paseen a nuestros perrosni lleven la ropa a la lavandería.

En tanto alguien que tenía ocho años cuandoel Apollo aterrizó en la luna, me recuerdo calcu-lando que tendría treinta y nueve años en losmágicos 2000; y preguntándome cómo sería elmundo. ¿Esperaba vivir en un mundo lleno demaravillas? Por supuesto. Todas lo esperaban.¿Me siento engañado ahora? Parecía improba-ble que viviera para ver todas las cosas que leíaen la ciencia ficción, pero nunca se me hubieraocurrido que no llegaría a ver ninguna.

Al pasar de milenio esperaba un derrame dereflexiones sobre por qué nos imaginamos el fu-turo de la tecnología tan mal. En cambio, casitodas las voces de autoridad –tanto de Izquierdacomo de Derecha– hicieron sus reflexiones des-de la aceptación de que de cierto modo u otro,

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

vivimos en una nueva utopía tecnológica sin pre-cedentes.

La forma más común de lidiar con la incó-moda sensación de que esto podría no ser así esdescartar por completo dicha sensación, insistirque todo el progreso que podía haber ocurrido,ha ocurrido; y tratar cualquier otra cosa comouna tontería. “Ah, ¿vos decís esas cosas de LosSupersónicos?” me preguntan –¡Como si fuerauna cosa para niñas!– Seguramente, como adul-tas, entendemos que Los Supersónicos ofrecíanuna visión del futuro tan certera como Los Pi-capiedras ofrecían de la Edad de Piedra.

Incluso en los setentas y ochentas, fuentestan sobrias como National Geographic y el Mu-seo Smithsoniano informaban a las niñas de lasinminentes estaciones espaciales y expedicionesa Marte. Las creadoras de las películas de cien-cia ficción incluían fechas concretas, a menudoa no más de una generación en el futuro, paracolocar sus fantasías futuristas. En 1968, Stan-ley Kubrick sintió que las audiencias cinemato-gráficas encontrarían perfectamente natural que31 años después, en el 2001, tuviéramos vueloscomerciales a la luna, estaciones espaciales simi-lares a ciudades y computadoras con personali-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

vivimos en una nueva utopía tecnológica sin pre-cedentes.

La forma más común de lidiar con la incó-moda sensación de que esto podría no ser así esdescartar por completo dicha sensación, insistirque todo el progreso que podía haber ocurrido,ha ocurrido; y tratar cualquier otra cosa comouna tontería. “Ah, ¿vos decís esas cosas de LosSupersónicos?” me preguntan –¡Como si fuerauna cosa para niñas!– Seguramente, como adul-tas, entendemos que Los Supersónicos ofrecíanuna visión del futuro tan certera como Los Pi-capiedras ofrecían de la Edad de Piedra.

Incluso en los setentas y ochentas, fuentestan sobrias como National Geographic y el Mu-seo Smithsoniano informaban a las niñas de lasinminentes estaciones espaciales y expedicionesa Marte. Las creadoras de las películas de cien-cia ficción incluían fechas concretas, a menudoa no más de una generación en el futuro, paracolocar sus fantasías futuristas. En 1968, Stan-ley Kubrick sintió que las audiencias cinemato-gráficas encontrarían perfectamente natural que31 años después, en el 2001, tuviéramos vueloscomerciales a la luna, estaciones espaciales simi-lares a ciudades y computadoras con personali-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

vivimos en una nueva utopía tecnológica sin pre-cedentes.

La forma más común de lidiar con la incó-moda sensación de que esto podría no ser así esdescartar por completo dicha sensación, insistirque todo el progreso que podía haber ocurrido,ha ocurrido; y tratar cualquier otra cosa comouna tontería. “Ah, ¿vos decís esas cosas de LosSupersónicos?” me preguntan –¡Como si fuerauna cosa para niñas!– Seguramente, como adul-tas, entendemos que Los Supersónicos ofrecíanuna visión del futuro tan certera como Los Pi-capiedras ofrecían de la Edad de Piedra.

Incluso en los setentas y ochentas, fuentestan sobrias como National Geographic y el Mu-seo Smithsoniano informaban a las niñas de lasinminentes estaciones espaciales y expedicionesa Marte. Las creadoras de las películas de cien-cia ficción incluían fechas concretas, a menudoa no más de una generación en el futuro, paracolocar sus fantasías futuristas. En 1968, Stan-ley Kubrick sintió que las audiencias cinemato-gráficas encontrarían perfectamente natural que31 años después, en el 2001, tuviéramos vueloscomerciales a la luna, estaciones espaciales simi-lares a ciudades y computadoras con personali-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

vivimos en una nueva utopía tecnológica sin pre-cedentes.

La forma más común de lidiar con la incó-moda sensación de que esto podría no ser así esdescartar por completo dicha sensación, insistirque todo el progreso que podía haber ocurrido,ha ocurrido; y tratar cualquier otra cosa comouna tontería. “Ah, ¿vos decís esas cosas de LosSupersónicos?” me preguntan –¡Como si fuerauna cosa para niñas!– Seguramente, como adul-tas, entendemos que Los Supersónicos ofrecíanuna visión del futuro tan certera como Los Pi-capiedras ofrecían de la Edad de Piedra.

Incluso en los setentas y ochentas, fuentestan sobrias como National Geographic y el Mu-seo Smithsoniano informaban a las niñas de lasinminentes estaciones espaciales y expedicionesa Marte. Las creadoras de las películas de cien-cia ficción incluían fechas concretas, a menudoa no más de una generación en el futuro, paracolocar sus fantasías futuristas. En 1968, Stan-ley Kubrick sintió que las audiencias cinemato-gráficas encontrarían perfectamente natural que31 años después, en el 2001, tuviéramos vueloscomerciales a la luna, estaciones espaciales simi-lares a ciudades y computadoras con personali-

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dades humanas que mantuvieran a las astronau-tas en animación suspendida mientras viajan aJúpiter. La vídeollamada es casi la única nue-va tecnología de esa película que ha aparecido–y ya era técnicamente posible cuando se estre-nó. 2001 puede ser vista como una curiosidad,¿pero qué pasa con Star Trek? La mitología deStar Trek se situaba en los sesenta también, pe-ro el show siguió siendo revivido hasta dejar alas audiencias de Star Trek Voyager en 2005, in-tentando dilucidar el hecho que de acuerdo conla lógica del programa, el mundo estaría recu-perándose de la dictadura de los super hombresgenéticamente creados en las Guerras Eugenési-cas de los noventa.

Para 1989, cuando las creadoras de Volveral Futuro II colocaban diligentemente autos vo-ladores y patinetas anti-gravedad en las manosde adolescentes ordinarias en el año 2015, no es-taba claro si se trataba de una predicción o unabroma.

La estrategia usual en ciencia ficción es man-tener cierta vaguedad en las fechas, de forma deconvertir “el futuro” en una zona de fantasía pu-ra, no muy diferente a la Tierra Media o Narniao como en Star Wars, “en una época muy lejana,

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dades humanas que mantuvieran a las astronau-tas en animación suspendida mientras viajan aJúpiter. La vídeollamada es casi la única nue-va tecnología de esa película que ha aparecido–y ya era técnicamente posible cuando se estre-nó. 2001 puede ser vista como una curiosidad,¿pero qué pasa con Star Trek? La mitología deStar Trek se situaba en los sesenta también, pe-ro el show siguió siendo revivido hasta dejar alas audiencias de Star Trek Voyager en 2005, in-tentando dilucidar el hecho que de acuerdo conla lógica del programa, el mundo estaría recu-perándose de la dictadura de los super hombresgenéticamente creados en las Guerras Eugenési-cas de los noventa.

Para 1989, cuando las creadoras de Volveral Futuro II colocaban diligentemente autos vo-ladores y patinetas anti-gravedad en las manosde adolescentes ordinarias en el año 2015, no es-taba claro si se trataba de una predicción o unabroma.

La estrategia usual en ciencia ficción es man-tener cierta vaguedad en las fechas, de forma deconvertir “el futuro” en una zona de fantasía pu-ra, no muy diferente a la Tierra Media o Narniao como en Star Wars, “en una época muy lejana,

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dades humanas que mantuvieran a las astronau-tas en animación suspendida mientras viajan aJúpiter. La vídeollamada es casi la única nue-va tecnología de esa película que ha aparecido–y ya era técnicamente posible cuando se estre-nó. 2001 puede ser vista como una curiosidad,¿pero qué pasa con Star Trek? La mitología deStar Trek se situaba en los sesenta también, pe-ro el show siguió siendo revivido hasta dejar alas audiencias de Star Trek Voyager en 2005, in-tentando dilucidar el hecho que de acuerdo conla lógica del programa, el mundo estaría recu-perándose de la dictadura de los super hombresgenéticamente creados en las Guerras Eugenési-cas de los noventa.

Para 1989, cuando las creadoras de Volveral Futuro II colocaban diligentemente autos vo-ladores y patinetas anti-gravedad en las manosde adolescentes ordinarias en el año 2015, no es-taba claro si se trataba de una predicción o unabroma.

La estrategia usual en ciencia ficción es man-tener cierta vaguedad en las fechas, de forma deconvertir “el futuro” en una zona de fantasía pu-ra, no muy diferente a la Tierra Media o Narniao como en Star Wars, “en una época muy lejana,

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dades humanas que mantuvieran a las astronau-tas en animación suspendida mientras viajan aJúpiter. La vídeollamada es casi la única nue-va tecnología de esa película que ha aparecido–y ya era técnicamente posible cuando se estre-nó. 2001 puede ser vista como una curiosidad,¿pero qué pasa con Star Trek? La mitología deStar Trek se situaba en los sesenta también, pe-ro el show siguió siendo revivido hasta dejar alas audiencias de Star Trek Voyager en 2005, in-tentando dilucidar el hecho que de acuerdo conla lógica del programa, el mundo estaría recu-perándose de la dictadura de los super hombresgenéticamente creados en las Guerras Eugenési-cas de los noventa.

Para 1989, cuando las creadoras de Volveral Futuro II colocaban diligentemente autos vo-ladores y patinetas anti-gravedad en las manosde adolescentes ordinarias en el año 2015, no es-taba claro si se trataba de una predicción o unabroma.

La estrategia usual en ciencia ficción es man-tener cierta vaguedad en las fechas, de forma deconvertir “el futuro” en una zona de fantasía pu-ra, no muy diferente a la Tierra Media o Narniao como en Star Wars, “en una época muy lejana,

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

en una galaxia muy, muy lejana”. Como resulta-do, nuestro futuro en la ciencia ficción es muya menudo nada parecido a un futuro, sino másbien una dimensión alternativa, un tiempo delSueño, un Otro Lugar tecnológico existiendo endías por venir… en el mismo sentido que los el-fos y los cazadores de dragones existieron en elpasado –otra pantalla para el corrimiento de losdramas morales y las fantasías míticas hacia loscallejones sin salida del placer del consumidor.

¿Podría la sensibilidad cultural que suele serreferida como posmodernismo verse mejor comouna prolongada meditación sobre todos los cam-bios tecnológicos que nunca sucedieron? La pre-gunta me azotó mientras veía una de las últimaspelículas de Star Wars. La película era horrible,pero no pude dejar de impresionarme por la ca-lidad de los efectos especiales. Recordando lostorpes efectos especiales de las películas de cien-cia ficción de los años cincuenta, me quedé pen-sando en lo impresionante que hubiera sido parauna audiencia de aquella época presenciar lo quepodemos hacer ahora –solo para darme cuentaque “En realidad, no. No estarían impresionadasen absoluto ¿no?. Aquellas personas pensabanque realmente estaríamos haciendo esas cosas

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

en una galaxia muy, muy lejana”. Como resulta-do, nuestro futuro en la ciencia ficción es muya menudo nada parecido a un futuro, sino másbien una dimensión alternativa, un tiempo delSueño, un Otro Lugar tecnológico existiendo endías por venir… en el mismo sentido que los el-fos y los cazadores de dragones existieron en elpasado –otra pantalla para el corrimiento de losdramas morales y las fantasías míticas hacia loscallejones sin salida del placer del consumidor.

¿Podría la sensibilidad cultural que suele serreferida como posmodernismo verse mejor comouna prolongada meditación sobre todos los cam-bios tecnológicos que nunca sucedieron? La pre-gunta me azotó mientras veía una de las últimaspelículas de Star Wars. La película era horrible,pero no pude dejar de impresionarme por la ca-lidad de los efectos especiales. Recordando lostorpes efectos especiales de las películas de cien-cia ficción de los años cincuenta, me quedé pen-sando en lo impresionante que hubiera sido parauna audiencia de aquella época presenciar lo quepodemos hacer ahora –solo para darme cuentaque “En realidad, no. No estarían impresionadasen absoluto ¿no?. Aquellas personas pensabanque realmente estaríamos haciendo esas cosas

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

en una galaxia muy, muy lejana”. Como resulta-do, nuestro futuro en la ciencia ficción es muya menudo nada parecido a un futuro, sino másbien una dimensión alternativa, un tiempo delSueño, un Otro Lugar tecnológico existiendo endías por venir… en el mismo sentido que los el-fos y los cazadores de dragones existieron en elpasado –otra pantalla para el corrimiento de losdramas morales y las fantasías míticas hacia loscallejones sin salida del placer del consumidor.

¿Podría la sensibilidad cultural que suele serreferida como posmodernismo verse mejor comouna prolongada meditación sobre todos los cam-bios tecnológicos que nunca sucedieron? La pre-gunta me azotó mientras veía una de las últimaspelículas de Star Wars. La película era horrible,pero no pude dejar de impresionarme por la ca-lidad de los efectos especiales. Recordando lostorpes efectos especiales de las películas de cien-cia ficción de los años cincuenta, me quedé pen-sando en lo impresionante que hubiera sido parauna audiencia de aquella época presenciar lo quepodemos hacer ahora –solo para darme cuentaque “En realidad, no. No estarían impresionadasen absoluto ¿no?. Aquellas personas pensabanque realmente estaríamos haciendo esas cosas

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

en una galaxia muy, muy lejana”. Como resulta-do, nuestro futuro en la ciencia ficción es muya menudo nada parecido a un futuro, sino másbien una dimensión alternativa, un tiempo delSueño, un Otro Lugar tecnológico existiendo endías por venir… en el mismo sentido que los el-fos y los cazadores de dragones existieron en elpasado –otra pantalla para el corrimiento de losdramas morales y las fantasías míticas hacia loscallejones sin salida del placer del consumidor.

¿Podría la sensibilidad cultural que suele serreferida como posmodernismo verse mejor comouna prolongada meditación sobre todos los cam-bios tecnológicos que nunca sucedieron? La pre-gunta me azotó mientras veía una de las últimaspelículas de Star Wars. La película era horrible,pero no pude dejar de impresionarme por la ca-lidad de los efectos especiales. Recordando lostorpes efectos especiales de las películas de cien-cia ficción de los años cincuenta, me quedé pen-sando en lo impresionante que hubiera sido parauna audiencia de aquella época presenciar lo quepodemos hacer ahora –solo para darme cuentaque “En realidad, no. No estarían impresionadasen absoluto ¿no?. Aquellas personas pensabanque realmente estaríamos haciendo esas cosas

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en el presente, no encontrando formas cada vezmás sofisticadas para simularlas”.

Éste último término simular es clave. Lastecnologías que han avanzado desde los seten-ta, han sido principalmente las tecnologías mé-dicas o tecnologías informáticas –ampliamente,tecnologías de simulación. Son las tecnologíasque Jean Baudrillard y Umberto Eco llamaron“hiperreales”, tienen la capacidad de realizar imi-taciones más realistas que sus originales. La sen-sibilidad posmoderna, la sensación que de algu-na forma hemos irrumpido en un nuevo períodohistórico sin precedentes en el que hemos com-prendido que no hay nada nuevo por descubrir;que las grandes narrativas históricas de libera-ción y progreso eran falsas; que ahora todo es si-mulación, repetición, fragmentación y pastiche–todo esto cobra sentido en un ambiente tecnoló-gico donde los únicos grandes progresos fueronaquellos que hicieron más fácil la creación, trans-ferencia y reagrupación de proyecciones virtua-les de cosas que o ya existían o que descubrimosque nunca existirán. Seguramente si vacacioná-ramos en domos geodésicos en Marte o tuviéra-mos plantas de fusión nuclear de bolsillo, o dis-positivos telequinéticos de lectura mental; nadie

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en el presente, no encontrando formas cada vezmás sofisticadas para simularlas”.

Éste último término simular es clave. Lastecnologías que han avanzado desde los seten-ta, han sido principalmente las tecnologías mé-dicas o tecnologías informáticas –ampliamente,tecnologías de simulación. Son las tecnologíasque Jean Baudrillard y Umberto Eco llamaron“hiperreales”, tienen la capacidad de realizar imi-taciones más realistas que sus originales. La sen-sibilidad posmoderna, la sensación que de algu-na forma hemos irrumpido en un nuevo períodohistórico sin precedentes en el que hemos com-prendido que no hay nada nuevo por descubrir;que las grandes narrativas históricas de libera-ción y progreso eran falsas; que ahora todo es si-mulación, repetición, fragmentación y pastiche–todo esto cobra sentido en un ambiente tecnoló-gico donde los únicos grandes progresos fueronaquellos que hicieron más fácil la creación, trans-ferencia y reagrupación de proyecciones virtua-les de cosas que o ya existían o que descubrimosque nunca existirán. Seguramente si vacacioná-ramos en domos geodésicos en Marte o tuviéra-mos plantas de fusión nuclear de bolsillo, o dis-positivos telequinéticos de lectura mental; nadie

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en el presente, no encontrando formas cada vezmás sofisticadas para simularlas”.

Éste último término simular es clave. Lastecnologías que han avanzado desde los seten-ta, han sido principalmente las tecnologías mé-dicas o tecnologías informáticas –ampliamente,tecnologías de simulación. Son las tecnologíasque Jean Baudrillard y Umberto Eco llamaron“hiperreales”, tienen la capacidad de realizar imi-taciones más realistas que sus originales. La sen-sibilidad posmoderna, la sensación que de algu-na forma hemos irrumpido en un nuevo períodohistórico sin precedentes en el que hemos com-prendido que no hay nada nuevo por descubrir;que las grandes narrativas históricas de libera-ción y progreso eran falsas; que ahora todo es si-mulación, repetición, fragmentación y pastiche–todo esto cobra sentido en un ambiente tecnoló-gico donde los únicos grandes progresos fueronaquellos que hicieron más fácil la creación, trans-ferencia y reagrupación de proyecciones virtua-les de cosas que o ya existían o que descubrimosque nunca existirán. Seguramente si vacacioná-ramos en domos geodésicos en Marte o tuviéra-mos plantas de fusión nuclear de bolsillo, o dis-positivos telequinéticos de lectura mental; nadie

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en el presente, no encontrando formas cada vezmás sofisticadas para simularlas”.

Éste último término simular es clave. Lastecnologías que han avanzado desde los seten-ta, han sido principalmente las tecnologías mé-dicas o tecnologías informáticas –ampliamente,tecnologías de simulación. Son las tecnologíasque Jean Baudrillard y Umberto Eco llamaron“hiperreales”, tienen la capacidad de realizar imi-taciones más realistas que sus originales. La sen-sibilidad posmoderna, la sensación que de algu-na forma hemos irrumpido en un nuevo períodohistórico sin precedentes en el que hemos com-prendido que no hay nada nuevo por descubrir;que las grandes narrativas históricas de libera-ción y progreso eran falsas; que ahora todo es si-mulación, repetición, fragmentación y pastiche–todo esto cobra sentido en un ambiente tecnoló-gico donde los únicos grandes progresos fueronaquellos que hicieron más fácil la creación, trans-ferencia y reagrupación de proyecciones virtua-les de cosas que o ya existían o que descubrimosque nunca existirán. Seguramente si vacacioná-ramos en domos geodésicos en Marte o tuviéra-mos plantas de fusión nuclear de bolsillo, o dis-positivos telequinéticos de lectura mental; nadie

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

tendría la necesidad de hablar al respecto. Elmomento posmoderno es una forma desespera-da de tomar lo que de otra manera hubiera sidouna decepción y convertirlo en algo de época,excitante y nuevo.

En sus formulaciones tempranas, que en sumayoría provenían de la tradición marxista, mu-cho de este trasfondo tecnológico era reconocido.“El posmodernismo o la lógica cultural del capi-talismo tardío” de Fredric Jameson proponía eltérmino “posmodernismo” como referencia a lalógica cultural apropiada para esta nueva fasetecnológica del capitalismo que ya venía sien-do anunciada por el economista marxista ErnstMandel desde 1972. Mandel argumentaba que lahumanidad se encontraba al borde de una “ter-cera revolución tecnológica” tan profunda comolas revoluciones agrícola e industrial, donde lascomputadoras, los robots, las nuevas fuentes deenergía y las nuevas tecnologías de la informa-ción reemplazarían el trabajo industrial –lo quepronto sería llamado el “fin del trabajo”– redu-ciéndonos a diseñadoras y técnicas informáticaspergeñadoras de las visiones más locas en lo querespecta a lo que las fábricas cibernéticas produ-cirían.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

tendría la necesidad de hablar al respecto. Elmomento posmoderno es una forma desespera-da de tomar lo que de otra manera hubiera sidouna decepción y convertirlo en algo de época,excitante y nuevo.

En sus formulaciones tempranas, que en sumayoría provenían de la tradición marxista, mu-cho de este trasfondo tecnológico era reconocido.“El posmodernismo o la lógica cultural del capi-talismo tardío” de Fredric Jameson proponía eltérmino “posmodernismo” como referencia a lalógica cultural apropiada para esta nueva fasetecnológica del capitalismo que ya venía sien-do anunciada por el economista marxista ErnstMandel desde 1972. Mandel argumentaba que lahumanidad se encontraba al borde de una “ter-cera revolución tecnológica” tan profunda comolas revoluciones agrícola e industrial, donde lascomputadoras, los robots, las nuevas fuentes deenergía y las nuevas tecnologías de la informa-ción reemplazarían el trabajo industrial –lo quepronto sería llamado el “fin del trabajo”– redu-ciéndonos a diseñadoras y técnicas informáticaspergeñadoras de las visiones más locas en lo querespecta a lo que las fábricas cibernéticas produ-cirían.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

tendría la necesidad de hablar al respecto. Elmomento posmoderno es una forma desespera-da de tomar lo que de otra manera hubiera sidouna decepción y convertirlo en algo de época,excitante y nuevo.

En sus formulaciones tempranas, que en sumayoría provenían de la tradición marxista, mu-cho de este trasfondo tecnológico era reconocido.“El posmodernismo o la lógica cultural del capi-talismo tardío” de Fredric Jameson proponía eltérmino “posmodernismo” como referencia a lalógica cultural apropiada para esta nueva fasetecnológica del capitalismo que ya venía sien-do anunciada por el economista marxista ErnstMandel desde 1972. Mandel argumentaba que lahumanidad se encontraba al borde de una “ter-cera revolución tecnológica” tan profunda comolas revoluciones agrícola e industrial, donde lascomputadoras, los robots, las nuevas fuentes deenergía y las nuevas tecnologías de la informa-ción reemplazarían el trabajo industrial –lo quepronto sería llamado el “fin del trabajo”– redu-ciéndonos a diseñadoras y técnicas informáticaspergeñadoras de las visiones más locas en lo querespecta a lo que las fábricas cibernéticas produ-cirían.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

tendría la necesidad de hablar al respecto. Elmomento posmoderno es una forma desespera-da de tomar lo que de otra manera hubiera sidouna decepción y convertirlo en algo de época,excitante y nuevo.

En sus formulaciones tempranas, que en sumayoría provenían de la tradición marxista, mu-cho de este trasfondo tecnológico era reconocido.“El posmodernismo o la lógica cultural del capi-talismo tardío” de Fredric Jameson proponía eltérmino “posmodernismo” como referencia a lalógica cultural apropiada para esta nueva fasetecnológica del capitalismo que ya venía sien-do anunciada por el economista marxista ErnstMandel desde 1972. Mandel argumentaba que lahumanidad se encontraba al borde de una “ter-cera revolución tecnológica” tan profunda comolas revoluciones agrícola e industrial, donde lascomputadoras, los robots, las nuevas fuentes deenergía y las nuevas tecnologías de la informa-ción reemplazarían el trabajo industrial –lo quepronto sería llamado el “fin del trabajo”– redu-ciéndonos a diseñadoras y técnicas informáticaspergeñadoras de las visiones más locas en lo querespecta a lo que las fábricas cibernéticas produ-cirían.

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Los argumentos a favor del fin del trabajoeran populares a finales de los setenta y a prin-cipios de los ochenta, cuando las pensadoras so-ciales imaginaban qué sucedería a la lucha po-pular liderada por la clase obrera, una vez queesta clase dejara de existir. (La respuesta: seconvertiría en la política identitaria). Jamesonpensaba que estaba explorando las formas deconciencia y sensibilidades históricas que emer-gerían de esta nueva era.

En cambio lo que sucedió fue que la difusiónde las tecnologías de la información y las nuevasformas de organizar el transporte –la contenedo-rización de los envíos, por ejemplo– habilitó queesos mismos trabajos industriales fueran terce-rizados a Asia del Este, América Latina y otrospaíses donde la disponibilidad de trabajo bara-to permitió a los capitalistas emplear técnicasde producción en línea mucho menos sofistica-das tecnológicamente de lo que hubieran estadoobligados a emplear localmente.

Los resultados fueron más o menos los es-perados. Las industrias de chimenea en efectodesaparecieron; el trabajo se dividió entre unestrato bajo de trabajadoras de servicios y unomás alto compuesto por burbujas asépticas ju-

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Los argumentos a favor del fin del trabajoeran populares a finales de los setenta y a prin-cipios de los ochenta, cuando las pensadoras so-ciales imaginaban qué sucedería a la lucha po-pular liderada por la clase obrera, una vez queesta clase dejara de existir. (La respuesta: seconvertiría en la política identitaria). Jamesonpensaba que estaba explorando las formas deconciencia y sensibilidades históricas que emer-gerían de esta nueva era.

En cambio lo que sucedió fue que la difusiónde las tecnologías de la información y las nuevasformas de organizar el transporte –la contenedo-rización de los envíos, por ejemplo– habilitó queesos mismos trabajos industriales fueran terce-rizados a Asia del Este, América Latina y otrospaíses donde la disponibilidad de trabajo bara-to permitió a los capitalistas emplear técnicasde producción en línea mucho menos sofistica-das tecnológicamente de lo que hubieran estadoobligados a emplear localmente.

Los resultados fueron más o menos los es-perados. Las industrias de chimenea en efectodesaparecieron; el trabajo se dividió entre unestrato bajo de trabajadoras de servicios y unomás alto compuesto por burbujas asépticas ju-

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Los argumentos a favor del fin del trabajoeran populares a finales de los setenta y a prin-cipios de los ochenta, cuando las pensadoras so-ciales imaginaban qué sucedería a la lucha po-pular liderada por la clase obrera, una vez queesta clase dejara de existir. (La respuesta: seconvertiría en la política identitaria). Jamesonpensaba que estaba explorando las formas deconciencia y sensibilidades históricas que emer-gerían de esta nueva era.

En cambio lo que sucedió fue que la difusiónde las tecnologías de la información y las nuevasformas de organizar el transporte –la contenedo-rización de los envíos, por ejemplo– habilitó queesos mismos trabajos industriales fueran terce-rizados a Asia del Este, América Latina y otrospaíses donde la disponibilidad de trabajo bara-to permitió a los capitalistas emplear técnicasde producción en línea mucho menos sofistica-das tecnológicamente de lo que hubieran estadoobligados a emplear localmente.

Los resultados fueron más o menos los es-perados. Las industrias de chimenea en efectodesaparecieron; el trabajo se dividió entre unestrato bajo de trabajadoras de servicios y unomás alto compuesto por burbujas asépticas ju-

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Los argumentos a favor del fin del trabajoeran populares a finales de los setenta y a prin-cipios de los ochenta, cuando las pensadoras so-ciales imaginaban qué sucedería a la lucha po-pular liderada por la clase obrera, una vez queesta clase dejara de existir. (La respuesta: seconvertiría en la política identitaria). Jamesonpensaba que estaba explorando las formas deconciencia y sensibilidades históricas que emer-gerían de esta nueva era.

En cambio lo que sucedió fue que la difusiónde las tecnologías de la información y las nuevasformas de organizar el transporte –la contenedo-rización de los envíos, por ejemplo– habilitó queesos mismos trabajos industriales fueran terce-rizados a Asia del Este, América Latina y otrospaíses donde la disponibilidad de trabajo bara-to permitió a los capitalistas emplear técnicasde producción en línea mucho menos sofistica-das tecnológicamente de lo que hubieran estadoobligados a emplear localmente.

Los resultados fueron más o menos los es-perados. Las industrias de chimenea en efectodesaparecieron; el trabajo se dividió entre unestrato bajo de trabajadoras de servicios y unomás alto compuesto por burbujas asépticas ju-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

gando con computadoras. Pero debajo de todoesto descansa una conciencia intranquila de quela civilización post-trabajo es un fraude gigan-tesco. Nuestras zapatillas de alta tecnología noestán siendo producidas por cyborgs inteligentesni nanotecnología molecular auto-replicante; es-tán siendo manufacturadas en el equivalente delas máquinas de coser Singer, por las hijas degranjeras mexicanas o indonesias que, como re-sultado de acuerdos comerciales esponsoreadospor la OMC o NAFTA, habían sido desalojadasde sus tierras ancestrales. Era una concienciaculpable la que descansaba bajo la sensibilidadposmoderna y su celebración del infinito inter-juego de imágenes y superficies.

¿Por qué falló la explosión de crecimientotecnológico –las bases lunares, las fábricas derobots– que proyectábamos? Hay dos posibili-dades o bien nuestras expectativas sobre el pa-so del cambio tecnológico no eran realistas (y deser así, tenemos que saber por qué tantas perso-nas inteligentes no lo creían así) o que nuestrasexpectativas eran realistas (y de ser así, tenemosque saber qué fue lo que hizo que se descarrila-ran tantas ideas creíbles y prospectos).

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

gando con computadoras. Pero debajo de todoesto descansa una conciencia intranquila de quela civilización post-trabajo es un fraude gigan-tesco. Nuestras zapatillas de alta tecnología noestán siendo producidas por cyborgs inteligentesni nanotecnología molecular auto-replicante; es-tán siendo manufacturadas en el equivalente delas máquinas de coser Singer, por las hijas degranjeras mexicanas o indonesias que, como re-sultado de acuerdos comerciales esponsoreadospor la OMC o NAFTA, habían sido desalojadasde sus tierras ancestrales. Era una concienciaculpable la que descansaba bajo la sensibilidadposmoderna y su celebración del infinito inter-juego de imágenes y superficies.

¿Por qué falló la explosión de crecimientotecnológico –las bases lunares, las fábricas derobots– que proyectábamos? Hay dos posibili-dades o bien nuestras expectativas sobre el pa-so del cambio tecnológico no eran realistas (y deser así, tenemos que saber por qué tantas perso-nas inteligentes no lo creían así) o que nuestrasexpectativas eran realistas (y de ser así, tenemosque saber qué fue lo que hizo que se descarrila-ran tantas ideas creíbles y prospectos).

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

gando con computadoras. Pero debajo de todoesto descansa una conciencia intranquila de quela civilización post-trabajo es un fraude gigan-tesco. Nuestras zapatillas de alta tecnología noestán siendo producidas por cyborgs inteligentesni nanotecnología molecular auto-replicante; es-tán siendo manufacturadas en el equivalente delas máquinas de coser Singer, por las hijas degranjeras mexicanas o indonesias que, como re-sultado de acuerdos comerciales esponsoreadospor la OMC o NAFTA, habían sido desalojadasde sus tierras ancestrales. Era una concienciaculpable la que descansaba bajo la sensibilidadposmoderna y su celebración del infinito inter-juego de imágenes y superficies.

¿Por qué falló la explosión de crecimientotecnológico –las bases lunares, las fábricas derobots– que proyectábamos? Hay dos posibili-dades o bien nuestras expectativas sobre el pa-so del cambio tecnológico no eran realistas (y deser así, tenemos que saber por qué tantas perso-nas inteligentes no lo creían así) o que nuestrasexpectativas eran realistas (y de ser así, tenemosque saber qué fue lo que hizo que se descarrila-ran tantas ideas creíbles y prospectos).

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

gando con computadoras. Pero debajo de todoesto descansa una conciencia intranquila de quela civilización post-trabajo es un fraude gigan-tesco. Nuestras zapatillas de alta tecnología noestán siendo producidas por cyborgs inteligentesni nanotecnología molecular auto-replicante; es-tán siendo manufacturadas en el equivalente delas máquinas de coser Singer, por las hijas degranjeras mexicanas o indonesias que, como re-sultado de acuerdos comerciales esponsoreadospor la OMC o NAFTA, habían sido desalojadasde sus tierras ancestrales. Era una concienciaculpable la que descansaba bajo la sensibilidadposmoderna y su celebración del infinito inter-juego de imágenes y superficies.

¿Por qué falló la explosión de crecimientotecnológico –las bases lunares, las fábricas derobots– que proyectábamos? Hay dos posibili-dades o bien nuestras expectativas sobre el pa-so del cambio tecnológico no eran realistas (y deser así, tenemos que saber por qué tantas perso-nas inteligentes no lo creían así) o que nuestrasexpectativas eran realistas (y de ser así, tenemosque saber qué fue lo que hizo que se descarrila-ran tantas ideas creíbles y prospectos).

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La mayoría de las analistas sociales eligió laprimera explicación y trazó el problema hastala carrera espacial de la Guerra Fría. ¿Por qué,se preguntan, tanto los Estados Unidos como laUnión Soviética se obsesionaron con la idea delviaje tripulado al espacio? Nunca fue una formade estimular la investigación científica y alentóideas irreales sobre cómo sería el futuro de lahumanidad.

¿Podría ser que ambas sociedades habían si-do, un siglo atrás, sociedades pioneras, una ex-pandiéndose hacia la frontera Oeste, la otra através de Siberia? ¿Acaso no comparten un com-promiso con el mito de un futuro expansivo y sinlímites, de colonización humana de vastos espa-cios vacíos, que les ayudaría a convencer a loslíderes de ambos superpoderes que habían entra-do en una “edad espacial” donde lucharían porel control del futuro mismo? Todo tipo de mitosestaban puestos en juego, sin duda, pero esto noprueba nada sobre la factibilidad del proyecto.

Algunas de esas fantasías de ciencia ficción(ya no podemos saber cuáles) podrían haberseconvertido en realidad. Para las generacionesanteriores, muchas fantasías de ciencia ficciónhabían sido convertidas en realidad. Aquellas

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La mayoría de las analistas sociales eligió laprimera explicación y trazó el problema hastala carrera espacial de la Guerra Fría. ¿Por qué,se preguntan, tanto los Estados Unidos como laUnión Soviética se obsesionaron con la idea delviaje tripulado al espacio? Nunca fue una formade estimular la investigación científica y alentóideas irreales sobre cómo sería el futuro de lahumanidad.

¿Podría ser que ambas sociedades habían si-do, un siglo atrás, sociedades pioneras, una ex-pandiéndose hacia la frontera Oeste, la otra através de Siberia? ¿Acaso no comparten un com-promiso con el mito de un futuro expansivo y sinlímites, de colonización humana de vastos espa-cios vacíos, que les ayudaría a convencer a loslíderes de ambos superpoderes que habían entra-do en una “edad espacial” donde lucharían porel control del futuro mismo? Todo tipo de mitosestaban puestos en juego, sin duda, pero esto noprueba nada sobre la factibilidad del proyecto.

Algunas de esas fantasías de ciencia ficción(ya no podemos saber cuáles) podrían haberseconvertido en realidad. Para las generacionesanteriores, muchas fantasías de ciencia ficciónhabían sido convertidas en realidad. Aquellas

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La mayoría de las analistas sociales eligió laprimera explicación y trazó el problema hastala carrera espacial de la Guerra Fría. ¿Por qué,se preguntan, tanto los Estados Unidos como laUnión Soviética se obsesionaron con la idea delviaje tripulado al espacio? Nunca fue una formade estimular la investigación científica y alentóideas irreales sobre cómo sería el futuro de lahumanidad.

¿Podría ser que ambas sociedades habían si-do, un siglo atrás, sociedades pioneras, una ex-pandiéndose hacia la frontera Oeste, la otra através de Siberia? ¿Acaso no comparten un com-promiso con el mito de un futuro expansivo y sinlímites, de colonización humana de vastos espa-cios vacíos, que les ayudaría a convencer a loslíderes de ambos superpoderes que habían entra-do en una “edad espacial” donde lucharían porel control del futuro mismo? Todo tipo de mitosestaban puestos en juego, sin duda, pero esto noprueba nada sobre la factibilidad del proyecto.

Algunas de esas fantasías de ciencia ficción(ya no podemos saber cuáles) podrían haberseconvertido en realidad. Para las generacionesanteriores, muchas fantasías de ciencia ficciónhabían sido convertidas en realidad. Aquellas

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La mayoría de las analistas sociales eligió laprimera explicación y trazó el problema hastala carrera espacial de la Guerra Fría. ¿Por qué,se preguntan, tanto los Estados Unidos como laUnión Soviética se obsesionaron con la idea delviaje tripulado al espacio? Nunca fue una formade estimular la investigación científica y alentóideas irreales sobre cómo sería el futuro de lahumanidad.

¿Podría ser que ambas sociedades habían si-do, un siglo atrás, sociedades pioneras, una ex-pandiéndose hacia la frontera Oeste, la otra através de Siberia? ¿Acaso no comparten un com-promiso con el mito de un futuro expansivo y sinlímites, de colonización humana de vastos espa-cios vacíos, que les ayudaría a convencer a loslíderes de ambos superpoderes que habían entra-do en una “edad espacial” donde lucharían porel control del futuro mismo? Todo tipo de mitosestaban puestos en juego, sin duda, pero esto noprueba nada sobre la factibilidad del proyecto.

Algunas de esas fantasías de ciencia ficción(ya no podemos saber cuáles) podrían haberseconvertido en realidad. Para las generacionesanteriores, muchas fantasías de ciencia ficciónhabían sido convertidas en realidad. Aquellas

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

que crecieron a principios de siglo leyendo a Ju-lio Verne o H.G Wells imaginaban el mundo de1960 (por decir una fecha) con máquinas volado-ras, naves cohete, submarinos, radio y televisión–más o menos lo obtuvieron. ¿Si no era irreal so-ñar en 1900 que las personas viajarían a la luna,entonces por qué fue irreal en 1960 soñar conmochilas cohete y robots lavandera-mucama?

De hecho, mientras esos sueños eran delinea-dos, la base material para alcanzarlos estabasiendo cercenada. Hay razones para creer queincluso en los ’50 y ’60, la innovación tecnoló-gica estaba aminorando el paso respecto de laprimera mitad del siglo. El último torrente fueen los ’50 con los hornos microondas (1954), lapastilla anticonceptiva (1957) y los lásers (1958)que aparecieron en rápida sucesión. Pero desdeentonces, los avances tecnológicos han tomadola forma de combinaciones astutas de tecnolo-gías existentes (como en la carrera espacial) ynuevas formas de poner tecnologías existentesen manos de las consumidoras (la televisión fueinventada en 1926 pero solo fue producida ma-sivamente después de la guerra). Aun así, enparte porque la carrera espacial le dio a todoel mundo la impresión que se estaban haciendo

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

que crecieron a principios de siglo leyendo a Ju-lio Verne o H.G Wells imaginaban el mundo de1960 (por decir una fecha) con máquinas volado-ras, naves cohete, submarinos, radio y televisión–más o menos lo obtuvieron. ¿Si no era irreal so-ñar en 1900 que las personas viajarían a la luna,entonces por qué fue irreal en 1960 soñar conmochilas cohete y robots lavandera-mucama?

De hecho, mientras esos sueños eran delinea-dos, la base material para alcanzarlos estabasiendo cercenada. Hay razones para creer queincluso en los ’50 y ’60, la innovación tecnoló-gica estaba aminorando el paso respecto de laprimera mitad del siglo. El último torrente fueen los ’50 con los hornos microondas (1954), lapastilla anticonceptiva (1957) y los lásers (1958)que aparecieron en rápida sucesión. Pero desdeentonces, los avances tecnológicos han tomadola forma de combinaciones astutas de tecnolo-gías existentes (como en la carrera espacial) ynuevas formas de poner tecnologías existentesen manos de las consumidoras (la televisión fueinventada en 1926 pero solo fue producida ma-sivamente después de la guerra). Aun así, enparte porque la carrera espacial le dio a todoel mundo la impresión que se estaban haciendo

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

que crecieron a principios de siglo leyendo a Ju-lio Verne o H.G Wells imaginaban el mundo de1960 (por decir una fecha) con máquinas volado-ras, naves cohete, submarinos, radio y televisión–más o menos lo obtuvieron. ¿Si no era irreal so-ñar en 1900 que las personas viajarían a la luna,entonces por qué fue irreal en 1960 soñar conmochilas cohete y robots lavandera-mucama?

De hecho, mientras esos sueños eran delinea-dos, la base material para alcanzarlos estabasiendo cercenada. Hay razones para creer queincluso en los ’50 y ’60, la innovación tecnoló-gica estaba aminorando el paso respecto de laprimera mitad del siglo. El último torrente fueen los ’50 con los hornos microondas (1954), lapastilla anticonceptiva (1957) y los lásers (1958)que aparecieron en rápida sucesión. Pero desdeentonces, los avances tecnológicos han tomadola forma de combinaciones astutas de tecnolo-gías existentes (como en la carrera espacial) ynuevas formas de poner tecnologías existentesen manos de las consumidoras (la televisión fueinventada en 1926 pero solo fue producida ma-sivamente después de la guerra). Aun así, enparte porque la carrera espacial le dio a todoel mundo la impresión que se estaban haciendo

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

que crecieron a principios de siglo leyendo a Ju-lio Verne o H.G Wells imaginaban el mundo de1960 (por decir una fecha) con máquinas volado-ras, naves cohete, submarinos, radio y televisión–más o menos lo obtuvieron. ¿Si no era irreal so-ñar en 1900 que las personas viajarían a la luna,entonces por qué fue irreal en 1960 soñar conmochilas cohete y robots lavandera-mucama?

De hecho, mientras esos sueños eran delinea-dos, la base material para alcanzarlos estabasiendo cercenada. Hay razones para creer queincluso en los ’50 y ’60, la innovación tecnoló-gica estaba aminorando el paso respecto de laprimera mitad del siglo. El último torrente fueen los ’50 con los hornos microondas (1954), lapastilla anticonceptiva (1957) y los lásers (1958)que aparecieron en rápida sucesión. Pero desdeentonces, los avances tecnológicos han tomadola forma de combinaciones astutas de tecnolo-gías existentes (como en la carrera espacial) ynuevas formas de poner tecnologías existentesen manos de las consumidoras (la televisión fueinventada en 1926 pero solo fue producida ma-sivamente después de la guerra). Aun así, enparte porque la carrera espacial le dio a todoel mundo la impresión que se estaban haciendo

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grandes avances, la impresión popular durantelos ’60 fue que el paso del cambio tecnológicose estaba acelerando de formas terribles e incon-trolables.

El best-seller de Alvin Toffler El shock del fu-turo (Future Shock, 1970) argumentaba que casitodos los problemas sociales de los ’60 podíantrazarse al creciente paso del cambio tecnológi-co. La efusión infinita de descubrimientos cientí-ficos transformó las bases de la existencia diariay dejó a las estadounidenses sin una idea clarade lo que era la vida normal. Solo considerandoa la familia, donde no solo la pastilla sino tam-bién la perspectiva de la fertilización in vitro,las bebés de probeta y la donación de espermay óvulos estaban a punto de volver obsoleta laidea de maternidad.

Las humanas no estaban psicológicamentepreparadas para el paso del cambio, decía Tof-fler. Incluso acuñó un término para el fenómeno:“empuje acelerativo”, que había comenzado conla Revolución Industrial, cuyo efecto se habíavuelto incontenible hacia 1850. No solo todo loque nos rodeaba estaba cambiando, sino que ca-si todo –el conocimiento humano, el tamaño dela población, el crecimiento industrial, el uso

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grandes avances, la impresión popular durantelos ’60 fue que el paso del cambio tecnológicose estaba acelerando de formas terribles e incon-trolables.

El best-seller de Alvin Toffler El shock del fu-turo (Future Shock, 1970) argumentaba que casitodos los problemas sociales de los ’60 podíantrazarse al creciente paso del cambio tecnológi-co. La efusión infinita de descubrimientos cientí-ficos transformó las bases de la existencia diariay dejó a las estadounidenses sin una idea clarade lo que era la vida normal. Solo considerandoa la familia, donde no solo la pastilla sino tam-bién la perspectiva de la fertilización in vitro,las bebés de probeta y la donación de espermay óvulos estaban a punto de volver obsoleta laidea de maternidad.

Las humanas no estaban psicológicamentepreparadas para el paso del cambio, decía Tof-fler. Incluso acuñó un término para el fenómeno:“empuje acelerativo”, que había comenzado conla Revolución Industrial, cuyo efecto se habíavuelto incontenible hacia 1850. No solo todo loque nos rodeaba estaba cambiando, sino que ca-si todo –el conocimiento humano, el tamaño dela población, el crecimiento industrial, el uso

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grandes avances, la impresión popular durantelos ’60 fue que el paso del cambio tecnológicose estaba acelerando de formas terribles e incon-trolables.

El best-seller de Alvin Toffler El shock del fu-turo (Future Shock, 1970) argumentaba que casitodos los problemas sociales de los ’60 podíantrazarse al creciente paso del cambio tecnológi-co. La efusión infinita de descubrimientos cientí-ficos transformó las bases de la existencia diariay dejó a las estadounidenses sin una idea clarade lo que era la vida normal. Solo considerandoa la familia, donde no solo la pastilla sino tam-bién la perspectiva de la fertilización in vitro,las bebés de probeta y la donación de espermay óvulos estaban a punto de volver obsoleta laidea de maternidad.

Las humanas no estaban psicológicamentepreparadas para el paso del cambio, decía Tof-fler. Incluso acuñó un término para el fenómeno:“empuje acelerativo”, que había comenzado conla Revolución Industrial, cuyo efecto se habíavuelto incontenible hacia 1850. No solo todo loque nos rodeaba estaba cambiando, sino que ca-si todo –el conocimiento humano, el tamaño dela población, el crecimiento industrial, el uso

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grandes avances, la impresión popular durantelos ’60 fue que el paso del cambio tecnológicose estaba acelerando de formas terribles e incon-trolables.

El best-seller de Alvin Toffler El shock del fu-turo (Future Shock, 1970) argumentaba que casitodos los problemas sociales de los ’60 podíantrazarse al creciente paso del cambio tecnológi-co. La efusión infinita de descubrimientos cientí-ficos transformó las bases de la existencia diariay dejó a las estadounidenses sin una idea clarade lo que era la vida normal. Solo considerandoa la familia, donde no solo la pastilla sino tam-bién la perspectiva de la fertilización in vitro,las bebés de probeta y la donación de espermay óvulos estaban a punto de volver obsoleta laidea de maternidad.

Las humanas no estaban psicológicamentepreparadas para el paso del cambio, decía Tof-fler. Incluso acuñó un término para el fenómeno:“empuje acelerativo”, que había comenzado conla Revolución Industrial, cuyo efecto se habíavuelto incontenible hacia 1850. No solo todo loque nos rodeaba estaba cambiando, sino que ca-si todo –el conocimiento humano, el tamaño dela población, el crecimiento industrial, el uso

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

energético– estaba cambiando exponencialmen-te. La única solución decía Toffler, era empezaralgún tipo de control sobre el proceso, crean-do instituciones que analizaran las tecnologíasemergentes y sus efectos probables; y prohibiraquellas que fueran socialmente disruptivas, deforma de guiar el desarrollo en dirección a laarmonía social.

Mientras que muchas de las tendencias histó-ricas que describió Toffler eran precisas, su libroapareció cuando la mayoría de estas tendenciasexponenciales se habían detenido. Justo en los’70 el incremento en la cantidad de papers cien-tíficos publicados mundialmente empezó a nive-larse, luego de haberse venido duplicando cada15 años desde alrededor de 1685. Esto tambiénes cierto para los libros y las patentes.

El uso de la aceleración que hizo Toffler fueparticularmente desafortunado. Para la mayorparte de la historia humana, la velocidad máxi-ma a la que las personas podían viajar fue de40 km/h. Para 1900 se había incrementado a160 km/h y dentro de los próximos 70 años pa-recía incrementarse exponencialmente. Para elmomento en que Toffler escribía, el récord dela máxima velocidad que ninguna humana haya

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

energético– estaba cambiando exponencialmen-te. La única solución decía Toffler, era empezaralgún tipo de control sobre el proceso, crean-do instituciones que analizaran las tecnologíasemergentes y sus efectos probables; y prohibiraquellas que fueran socialmente disruptivas, deforma de guiar el desarrollo en dirección a laarmonía social.

Mientras que muchas de las tendencias histó-ricas que describió Toffler eran precisas, su libroapareció cuando la mayoría de estas tendenciasexponenciales se habían detenido. Justo en los’70 el incremento en la cantidad de papers cien-tíficos publicados mundialmente empezó a nive-larse, luego de haberse venido duplicando cada15 años desde alrededor de 1685. Esto tambiénes cierto para los libros y las patentes.

El uso de la aceleración que hizo Toffler fueparticularmente desafortunado. Para la mayorparte de la historia humana, la velocidad máxi-ma a la que las personas podían viajar fue de40 km/h. Para 1900 se había incrementado a160 km/h y dentro de los próximos 70 años pa-recía incrementarse exponencialmente. Para elmomento en que Toffler escribía, el récord dela máxima velocidad que ninguna humana haya

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energético– estaba cambiando exponencialmen-te. La única solución decía Toffler, era empezaralgún tipo de control sobre el proceso, crean-do instituciones que analizaran las tecnologíasemergentes y sus efectos probables; y prohibiraquellas que fueran socialmente disruptivas, deforma de guiar el desarrollo en dirección a laarmonía social.

Mientras que muchas de las tendencias histó-ricas que describió Toffler eran precisas, su libroapareció cuando la mayoría de estas tendenciasexponenciales se habían detenido. Justo en los’70 el incremento en la cantidad de papers cien-tíficos publicados mundialmente empezó a nive-larse, luego de haberse venido duplicando cada15 años desde alrededor de 1685. Esto tambiénes cierto para los libros y las patentes.

El uso de la aceleración que hizo Toffler fueparticularmente desafortunado. Para la mayorparte de la historia humana, la velocidad máxi-ma a la que las personas podían viajar fue de40 km/h. Para 1900 se había incrementado a160 km/h y dentro de los próximos 70 años pa-recía incrementarse exponencialmente. Para elmomento en que Toffler escribía, el récord dela máxima velocidad que ninguna humana haya

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energético– estaba cambiando exponencialmen-te. La única solución decía Toffler, era empezaralgún tipo de control sobre el proceso, crean-do instituciones que analizaran las tecnologíasemergentes y sus efectos probables; y prohibiraquellas que fueran socialmente disruptivas, deforma de guiar el desarrollo en dirección a laarmonía social.

Mientras que muchas de las tendencias histó-ricas que describió Toffler eran precisas, su libroapareció cuando la mayoría de estas tendenciasexponenciales se habían detenido. Justo en los’70 el incremento en la cantidad de papers cien-tíficos publicados mundialmente empezó a nive-larse, luego de haberse venido duplicando cada15 años desde alrededor de 1685. Esto tambiénes cierto para los libros y las patentes.

El uso de la aceleración que hizo Toffler fueparticularmente desafortunado. Para la mayorparte de la historia humana, la velocidad máxi-ma a la que las personas podían viajar fue de40 km/h. Para 1900 se había incrementado a160 km/h y dentro de los próximos 70 años pa-recía incrementarse exponencialmente. Para elmomento en que Toffler escribía, el récord dela máxima velocidad que ninguna humana haya

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viajado era de 40.000 km/h, alcanzado por latripulación de Apollo 10 en 1969, un año antesde que publicara su libro. A esta tasa, parecíarazonable pensar que dentro de pocas décadasla humanidad estaría explorando otros sistemassolares.

Pero desde 1970 no ha habido tal incremen-to. El récord de velocidad máxima lo mantienela tripulación de Apollo 10. Es verdad que la ae-rolínea comercial Concord que voló por prime-ra vez en 1969, alcanzó una velocidad de 2.200km/h y el Tupolev Tu-144 soviético, que voló an-tes, alcanzó una velocidad aún más alta de 2.500km/h. Pero esas velocidades no han aumentado;solo han disminuido desde que el Tupolev Tu-144fue cancelado y el Concord fue abandonado.

Nada de esto detuvo la carrera de Toffler quese mantuvo readaptando su análisis para haceranuncios cada vez más espectaculares. En 1980anunció La Tercera Ola, donde tomaba sus ar-gumentos de la “tercera revolución tecnológica”de Ernst Mandel, con la excepción que mien-tras Mandel pensaba que estos cambios seríanel fin del capitalismo, Toffler asumía que el ca-pitalismo era eterno. En 1990, Toffler se habíaconvertido en el gurú personal del senador re-

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viajado era de 40.000 km/h, alcanzado por latripulación de Apollo 10 en 1969, un año antesde que publicara su libro. A esta tasa, parecíarazonable pensar que dentro de pocas décadasla humanidad estaría explorando otros sistemassolares.

Pero desde 1970 no ha habido tal incremen-to. El récord de velocidad máxima lo mantienela tripulación de Apollo 10. Es verdad que la ae-rolínea comercial Concord que voló por prime-ra vez en 1969, alcanzó una velocidad de 2.200km/h y el Tupolev Tu-144 soviético, que voló an-tes, alcanzó una velocidad aún más alta de 2.500km/h. Pero esas velocidades no han aumentado;solo han disminuido desde que el Tupolev Tu-144fue cancelado y el Concord fue abandonado.

Nada de esto detuvo la carrera de Toffler quese mantuvo readaptando su análisis para haceranuncios cada vez más espectaculares. En 1980anunció La Tercera Ola, donde tomaba sus ar-gumentos de la “tercera revolución tecnológica”de Ernst Mandel, con la excepción que mien-tras Mandel pensaba que estos cambios seríanel fin del capitalismo, Toffler asumía que el ca-pitalismo era eterno. En 1990, Toffler se habíaconvertido en el gurú personal del senador re-

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viajado era de 40.000 km/h, alcanzado por latripulación de Apollo 10 en 1969, un año antesde que publicara su libro. A esta tasa, parecíarazonable pensar que dentro de pocas décadasla humanidad estaría explorando otros sistemassolares.

Pero desde 1970 no ha habido tal incremen-to. El récord de velocidad máxima lo mantienela tripulación de Apollo 10. Es verdad que la ae-rolínea comercial Concord que voló por prime-ra vez en 1969, alcanzó una velocidad de 2.200km/h y el Tupolev Tu-144 soviético, que voló an-tes, alcanzó una velocidad aún más alta de 2.500km/h. Pero esas velocidades no han aumentado;solo han disminuido desde que el Tupolev Tu-144fue cancelado y el Concord fue abandonado.

Nada de esto detuvo la carrera de Toffler quese mantuvo readaptando su análisis para haceranuncios cada vez más espectaculares. En 1980anunció La Tercera Ola, donde tomaba sus ar-gumentos de la “tercera revolución tecnológica”de Ernst Mandel, con la excepción que mien-tras Mandel pensaba que estos cambios seríanel fin del capitalismo, Toffler asumía que el ca-pitalismo era eterno. En 1990, Toffler se habíaconvertido en el gurú personal del senador re-

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viajado era de 40.000 km/h, alcanzado por latripulación de Apollo 10 en 1969, un año antesde que publicara su libro. A esta tasa, parecíarazonable pensar que dentro de pocas décadasla humanidad estaría explorando otros sistemassolares.

Pero desde 1970 no ha habido tal incremen-to. El récord de velocidad máxima lo mantienela tripulación de Apollo 10. Es verdad que la ae-rolínea comercial Concord que voló por prime-ra vez en 1969, alcanzó una velocidad de 2.200km/h y el Tupolev Tu-144 soviético, que voló an-tes, alcanzó una velocidad aún más alta de 2.500km/h. Pero esas velocidades no han aumentado;solo han disminuido desde que el Tupolev Tu-144fue cancelado y el Concord fue abandonado.

Nada de esto detuvo la carrera de Toffler quese mantuvo readaptando su análisis para haceranuncios cada vez más espectaculares. En 1980anunció La Tercera Ola, donde tomaba sus ar-gumentos de la “tercera revolución tecnológica”de Ernst Mandel, con la excepción que mien-tras Mandel pensaba que estos cambios seríanel fin del capitalismo, Toffler asumía que el ca-pitalismo era eterno. En 1990, Toffler se habíaconvertido en el gurú personal del senador re-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

publicano Newt Gingrich, que proclamaba quesu “Contrato con Norteamérica” de 1994 esta-ba inspirado, en parte, en una comprensión deque los Estados Unidos tenían que abandonarel pensamiento anticuado, materialista e indus-trial en favor de una civilización de Tercera Ola,de libre mercado y era de la información.

Hay todo tipo de ironías en esta conexión.Uno de los grandes logros de Toffler fue inspi-rar al Estado a crear una Oficina de AnálisisTecnológico (OTA, Office of Technology Assess-ment), mientras que por otro lado, una de lasprimeras acciones de Gingrich al ganar el con-trol de la casa de representantes en 1995 fuedesfinanciar la OTA como un ejemplo de inú-til extravagancia estatal. Pero aun así no exis-te una contradicción. Para ese momento Tofflerhabía renunciado hacía tiempo a influenciar laspolíticas públicas por medio del interés general;se estaba ganando la vida dando seminarios aCEOs y think tanks corporativos. Sus análisishabían sido privatizados.

Gingrich gustaba llamarse un “futurólogoconservador”. Esto también parece un oxímoron,pero de hecho la concepción de la futurologíaque ostentaba Toffler nunca fue progresista.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

publicano Newt Gingrich, que proclamaba quesu “Contrato con Norteamérica” de 1994 esta-ba inspirado, en parte, en una comprensión deque los Estados Unidos tenían que abandonarel pensamiento anticuado, materialista e indus-trial en favor de una civilización de Tercera Ola,de libre mercado y era de la información.

Hay todo tipo de ironías en esta conexión.Uno de los grandes logros de Toffler fue inspi-rar al Estado a crear una Oficina de AnálisisTecnológico (OTA, Office of Technology Assess-ment), mientras que por otro lado, una de lasprimeras acciones de Gingrich al ganar el con-trol de la casa de representantes en 1995 fuedesfinanciar la OTA como un ejemplo de inú-til extravagancia estatal. Pero aun así no exis-te una contradicción. Para ese momento Tofflerhabía renunciado hacía tiempo a influenciar laspolíticas públicas por medio del interés general;se estaba ganando la vida dando seminarios aCEOs y think tanks corporativos. Sus análisishabían sido privatizados.

Gingrich gustaba llamarse un “futurólogoconservador”. Esto también parece un oxímoron,pero de hecho la concepción de la futurologíaque ostentaba Toffler nunca fue progresista.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

publicano Newt Gingrich, que proclamaba quesu “Contrato con Norteamérica” de 1994 esta-ba inspirado, en parte, en una comprensión deque los Estados Unidos tenían que abandonarel pensamiento anticuado, materialista e indus-trial en favor de una civilización de Tercera Ola,de libre mercado y era de la información.

Hay todo tipo de ironías en esta conexión.Uno de los grandes logros de Toffler fue inspi-rar al Estado a crear una Oficina de AnálisisTecnológico (OTA, Office of Technology Assess-ment), mientras que por otro lado, una de lasprimeras acciones de Gingrich al ganar el con-trol de la casa de representantes en 1995 fuedesfinanciar la OTA como un ejemplo de inú-til extravagancia estatal. Pero aun así no exis-te una contradicción. Para ese momento Tofflerhabía renunciado hacía tiempo a influenciar laspolíticas públicas por medio del interés general;se estaba ganando la vida dando seminarios aCEOs y think tanks corporativos. Sus análisishabían sido privatizados.

Gingrich gustaba llamarse un “futurólogoconservador”. Esto también parece un oxímoron,pero de hecho la concepción de la futurologíaque ostentaba Toffler nunca fue progresista.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

publicano Newt Gingrich, que proclamaba quesu “Contrato con Norteamérica” de 1994 esta-ba inspirado, en parte, en una comprensión deque los Estados Unidos tenían que abandonarel pensamiento anticuado, materialista e indus-trial en favor de una civilización de Tercera Ola,de libre mercado y era de la información.

Hay todo tipo de ironías en esta conexión.Uno de los grandes logros de Toffler fue inspi-rar al Estado a crear una Oficina de AnálisisTecnológico (OTA, Office of Technology Assess-ment), mientras que por otro lado, una de lasprimeras acciones de Gingrich al ganar el con-trol de la casa de representantes en 1995 fuedesfinanciar la OTA como un ejemplo de inú-til extravagancia estatal. Pero aun así no exis-te una contradicción. Para ese momento Tofflerhabía renunciado hacía tiempo a influenciar laspolíticas públicas por medio del interés general;se estaba ganando la vida dando seminarios aCEOs y think tanks corporativos. Sus análisishabían sido privatizados.

Gingrich gustaba llamarse un “futurólogoconservador”. Esto también parece un oxímoron,pero de hecho la concepción de la futurologíaque ostentaba Toffler nunca fue progresista.

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El progreso siempre fue presentado como unproblema que debía ser resuelto.

Toffler podría ser visto como una versiónde peso ligero de Auguste Comte, el teórico so-cial del siglo XIX que creía que estaba paradoal borde una nueva edad –en su caso, la EdadIndustrial– impulsada por el inexorable progre-so de la tecnología y que los cataclismos socia-les de su época eran causados por la falta deajuste del sistema social. El orden feudal ante-rior había desarrollado la teología católica comouna forma de pensar el lugar de las personas enel cosmos, que se ajustaba perfectamente al sis-tema social, así como también una estructurainstitucional, la Iglesia, que transmitía y hacíacumplir esas ideas de forma que todas las per-sonas tuvieran un sentido de significado y per-tenencia. La Edad Industrial había desarrolladosu propio sistema de ideas –la ciencia– pero loscientíficos no habían tenido éxito en crear algosimilar a la Iglesia Católica. Comte concluía quenecesitábamos desarrollar una nueva ciencia, ala que llamó “sociología”, donde los sociólogosjugarían el rol de sacerdotes de una nueva Re-ligión de la Sociedad que inspiraría a todas laspersonas el amor por el orden, la comunidad,

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El progreso siempre fue presentado como unproblema que debía ser resuelto.

Toffler podría ser visto como una versiónde peso ligero de Auguste Comte, el teórico so-cial del siglo XIX que creía que estaba paradoal borde una nueva edad –en su caso, la EdadIndustrial– impulsada por el inexorable progre-so de la tecnología y que los cataclismos socia-les de su época eran causados por la falta deajuste del sistema social. El orden feudal ante-rior había desarrollado la teología católica comouna forma de pensar el lugar de las personas enel cosmos, que se ajustaba perfectamente al sis-tema social, así como también una estructurainstitucional, la Iglesia, que transmitía y hacíacumplir esas ideas de forma que todas las per-sonas tuvieran un sentido de significado y per-tenencia. La Edad Industrial había desarrolladosu propio sistema de ideas –la ciencia– pero loscientíficos no habían tenido éxito en crear algosimilar a la Iglesia Católica. Comte concluía quenecesitábamos desarrollar una nueva ciencia, ala que llamó “sociología”, donde los sociólogosjugarían el rol de sacerdotes de una nueva Re-ligión de la Sociedad que inspiraría a todas laspersonas el amor por el orden, la comunidad,

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El progreso siempre fue presentado como unproblema que debía ser resuelto.

Toffler podría ser visto como una versiónde peso ligero de Auguste Comte, el teórico so-cial del siglo XIX que creía que estaba paradoal borde una nueva edad –en su caso, la EdadIndustrial– impulsada por el inexorable progre-so de la tecnología y que los cataclismos socia-les de su época eran causados por la falta deajuste del sistema social. El orden feudal ante-rior había desarrollado la teología católica comouna forma de pensar el lugar de las personas enel cosmos, que se ajustaba perfectamente al sis-tema social, así como también una estructurainstitucional, la Iglesia, que transmitía y hacíacumplir esas ideas de forma que todas las per-sonas tuvieran un sentido de significado y per-tenencia. La Edad Industrial había desarrolladosu propio sistema de ideas –la ciencia– pero loscientíficos no habían tenido éxito en crear algosimilar a la Iglesia Católica. Comte concluía quenecesitábamos desarrollar una nueva ciencia, ala que llamó “sociología”, donde los sociólogosjugarían el rol de sacerdotes de una nueva Re-ligión de la Sociedad que inspiraría a todas laspersonas el amor por el orden, la comunidad,

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El progreso siempre fue presentado como unproblema que debía ser resuelto.

Toffler podría ser visto como una versiónde peso ligero de Auguste Comte, el teórico so-cial del siglo XIX que creía que estaba paradoal borde una nueva edad –en su caso, la EdadIndustrial– impulsada por el inexorable progre-so de la tecnología y que los cataclismos socia-les de su época eran causados por la falta deajuste del sistema social. El orden feudal ante-rior había desarrollado la teología católica comouna forma de pensar el lugar de las personas enel cosmos, que se ajustaba perfectamente al sis-tema social, así como también una estructurainstitucional, la Iglesia, que transmitía y hacíacumplir esas ideas de forma que todas las per-sonas tuvieran un sentido de significado y per-tenencia. La Edad Industrial había desarrolladosu propio sistema de ideas –la ciencia– pero loscientíficos no habían tenido éxito en crear algosimilar a la Iglesia Católica. Comte concluía quenecesitábamos desarrollar una nueva ciencia, ala que llamó “sociología”, donde los sociólogosjugarían el rol de sacerdotes de una nueva Re-ligión de la Sociedad que inspiraría a todas laspersonas el amor por el orden, la comunidad,

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

la disciplina del trabajo y los valores familiares.Toffler era menos ambicioso. Sus futurólogos notenían que actuar de sacerdotes.

Gingrich tenía un segundo gurú, un teólo-go libertarian2 llamado George Gilde, que comoToffler, estaba obsesionado con la tecnología yel cambio social. De una forma extraña, Gilderera más optimista. Abrazando una versión ra-dical de la tercera ola de Mandel, insistía quelo que estábamos presenciando con el auge delas computadoras era un “derrocamiento de lamateria”. La sociedad industrial, vieja y mate-rialista, donde el valor provenía del trabajo fí-sico, estaba cediendo lugar a una Edad de laInformación donde el valor emerge directamen-te de la mente de los emprendedores, tal comoel mundo había aparecido ex nihilo de la mentede Dios y tal como el dinero en una economíade la oferta propiamente dicha emerge ex nihi-lo de la Reserva Federal hacia las manos de loscapitalistas creadores de valor. Las políticas dela economía de la oferta, concluía Gilder, asegu-rarían que las inversiones continuarían aleján-

2Mantenemos libertarian como en el original, para de-notar la diferencia con libertarias de raíz anarquista yanti-capitalista.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

la disciplina del trabajo y los valores familiares.Toffler era menos ambicioso. Sus futurólogos notenían que actuar de sacerdotes.

Gingrich tenía un segundo gurú, un teólo-go libertarian2 llamado George Gilde, que comoToffler, estaba obsesionado con la tecnología yel cambio social. De una forma extraña, Gilderera más optimista. Abrazando una versión ra-dical de la tercera ola de Mandel, insistía quelo que estábamos presenciando con el auge delas computadoras era un “derrocamiento de lamateria”. La sociedad industrial, vieja y mate-rialista, donde el valor provenía del trabajo fí-sico, estaba cediendo lugar a una Edad de laInformación donde el valor emerge directamen-te de la mente de los emprendedores, tal comoel mundo había aparecido ex nihilo de la mentede Dios y tal como el dinero en una economíade la oferta propiamente dicha emerge ex nihi-lo de la Reserva Federal hacia las manos de loscapitalistas creadores de valor. Las políticas dela economía de la oferta, concluía Gilder, asegu-rarían que las inversiones continuarían aleján-

2Mantenemos libertarian como en el original, para de-notar la diferencia con libertarias de raíz anarquista yanti-capitalista.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

la disciplina del trabajo y los valores familiares.Toffler era menos ambicioso. Sus futurólogos notenían que actuar de sacerdotes.

Gingrich tenía un segundo gurú, un teólo-go libertarian2 llamado George Gilde, que comoToffler, estaba obsesionado con la tecnología yel cambio social. De una forma extraña, Gilderera más optimista. Abrazando una versión ra-dical de la tercera ola de Mandel, insistía quelo que estábamos presenciando con el auge delas computadoras era un “derrocamiento de lamateria”. La sociedad industrial, vieja y mate-rialista, donde el valor provenía del trabajo fí-sico, estaba cediendo lugar a una Edad de laInformación donde el valor emerge directamen-te de la mente de los emprendedores, tal comoel mundo había aparecido ex nihilo de la mentede Dios y tal como el dinero en una economíade la oferta propiamente dicha emerge ex nihi-lo de la Reserva Federal hacia las manos de loscapitalistas creadores de valor. Las políticas dela economía de la oferta, concluía Gilder, asegu-rarían que las inversiones continuarían aleján-

2Mantenemos libertarian como en el original, para de-notar la diferencia con libertarias de raíz anarquista yanti-capitalista.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

la disciplina del trabajo y los valores familiares.Toffler era menos ambicioso. Sus futurólogos notenían que actuar de sacerdotes.

Gingrich tenía un segundo gurú, un teólo-go libertarian2 llamado George Gilde, que comoToffler, estaba obsesionado con la tecnología yel cambio social. De una forma extraña, Gilderera más optimista. Abrazando una versión ra-dical de la tercera ola de Mandel, insistía quelo que estábamos presenciando con el auge delas computadoras era un “derrocamiento de lamateria”. La sociedad industrial, vieja y mate-rialista, donde el valor provenía del trabajo fí-sico, estaba cediendo lugar a una Edad de laInformación donde el valor emerge directamen-te de la mente de los emprendedores, tal comoel mundo había aparecido ex nihilo de la mentede Dios y tal como el dinero en una economíade la oferta propiamente dicha emerge ex nihi-lo de la Reserva Federal hacia las manos de loscapitalistas creadores de valor. Las políticas dela economía de la oferta, concluía Gilder, asegu-rarían que las inversiones continuarían aleján-

2Mantenemos libertarian como en el original, para de-notar la diferencia con libertarias de raíz anarquista yanti-capitalista.

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dose de los programas estatales inútiles, comoel programa espacial, hacia las más productivastecnologías médicas e informáticas.

Pero si hubo una tendencia conciente o semi-conciente hacia el desfinanciamiento de la in-vestigación que podría haber llevado a mejorescohetes y robots y a su vez, a la correspondien-te investigación que conduciría a las impresorasláser y la tomografía computada; seguramentehabía comenzado mucho antes que El shock delfuturo de Toffler (1970) y la Riqueza y pobre-za de Gilder (1981). Lo que su éxito demues-tra es que los problemas que nombraban –quelos patrones existentes de desarrollo tecnológi-co llevarían a un levantamiento social y que ne-cesitamos redirigir esos desarrollos en direccio-nes que no desafíen las estructuras de autoridadexistentes– hicieron eco en los pasillos del poder.Los políticos y los capitanes de la industria ha-bían estado pensando sobre estos problemas porun tiempo.

El capitalismo industrial había criado unatasa de avances científicos e innovación tecno-lógica extremadamente rápida, sin paralelo pre-vio en la historia de la humanidad. Aun los ma-yores detractores del capitalismo, Karl Marx y

23

dose de los programas estatales inútiles, comoel programa espacial, hacia las más productivastecnologías médicas e informáticas.

Pero si hubo una tendencia conciente o semi-conciente hacia el desfinanciamiento de la in-vestigación que podría haber llevado a mejorescohetes y robots y a su vez, a la correspondien-te investigación que conduciría a las impresorasláser y la tomografía computada; seguramentehabía comenzado mucho antes que El shock delfuturo de Toffler (1970) y la Riqueza y pobre-za de Gilder (1981). Lo que su éxito demues-tra es que los problemas que nombraban –quelos patrones existentes de desarrollo tecnológi-co llevarían a un levantamiento social y que ne-cesitamos redirigir esos desarrollos en direccio-nes que no desafíen las estructuras de autoridadexistentes– hicieron eco en los pasillos del poder.Los políticos y los capitanes de la industria ha-bían estado pensando sobre estos problemas porun tiempo.

El capitalismo industrial había criado unatasa de avances científicos e innovación tecno-lógica extremadamente rápida, sin paralelo pre-vio en la historia de la humanidad. Aun los ma-yores detractores del capitalismo, Karl Marx y

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dose de los programas estatales inútiles, comoel programa espacial, hacia las más productivastecnologías médicas e informáticas.

Pero si hubo una tendencia conciente o semi-conciente hacia el desfinanciamiento de la in-vestigación que podría haber llevado a mejorescohetes y robots y a su vez, a la correspondien-te investigación que conduciría a las impresorasláser y la tomografía computada; seguramentehabía comenzado mucho antes que El shock delfuturo de Toffler (1970) y la Riqueza y pobre-za de Gilder (1981). Lo que su éxito demues-tra es que los problemas que nombraban –quelos patrones existentes de desarrollo tecnológi-co llevarían a un levantamiento social y que ne-cesitamos redirigir esos desarrollos en direccio-nes que no desafíen las estructuras de autoridadexistentes– hicieron eco en los pasillos del poder.Los políticos y los capitanes de la industria ha-bían estado pensando sobre estos problemas porun tiempo.

El capitalismo industrial había criado unatasa de avances científicos e innovación tecno-lógica extremadamente rápida, sin paralelo pre-vio en la historia de la humanidad. Aun los ma-yores detractores del capitalismo, Karl Marx y

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dose de los programas estatales inútiles, comoel programa espacial, hacia las más productivastecnologías médicas e informáticas.

Pero si hubo una tendencia conciente o semi-conciente hacia el desfinanciamiento de la in-vestigación que podría haber llevado a mejorescohetes y robots y a su vez, a la correspondien-te investigación que conduciría a las impresorasláser y la tomografía computada; seguramentehabía comenzado mucho antes que El shock delfuturo de Toffler (1970) y la Riqueza y pobre-za de Gilder (1981). Lo que su éxito demues-tra es que los problemas que nombraban –quelos patrones existentes de desarrollo tecnológi-co llevarían a un levantamiento social y que ne-cesitamos redirigir esos desarrollos en direccio-nes que no desafíen las estructuras de autoridadexistentes– hicieron eco en los pasillos del poder.Los políticos y los capitanes de la industria ha-bían estado pensando sobre estos problemas porun tiempo.

El capitalismo industrial había criado unatasa de avances científicos e innovación tecno-lógica extremadamente rápida, sin paralelo pre-vio en la historia de la humanidad. Aun los ma-yores detractores del capitalismo, Karl Marx y

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

Friedrich Engels, celebraban la liberación de las“fuerzas productivas”. Marx y Engels tambiéncreían que la necesidad continua del capitalismode revolucionar los medios de producción indus-trial llevarían a su destrucción. Marx decía quesegún ciertas razones técnicas, el valor –y porlo tanto las ganancias– solo podía extraerse deltrabajo humano. La competencia fuerza a lospropietarios de las fábricas a mecanizar la pro-ducción para reducir los costos laborales, peroen tanto esto es una ventaja de corto plazo parala empresa, el efecto global de la mecanizaciónes reducir la tasa general de ganancia.

Durante 150 años los economistas han dis-cutido si esto es verdad. Pero si esto es verdad,entonces cobra mucho sentido la decisión de losindustrialistas de desfinanciar la investigaciónque llevaría a la invención de las fábricas robotque todo el mundo anticipaba en los ’60 para encambio convertir las fábricas en instalaciones detrabajo intensivo y baja tecnología ubicadas enChina o el Sur Global.

Como dije, hay razones para creer que el pa-so de la innovación tecnológica en los procesosproductivos –las fábricas mismas– comenzó a re-ducirse en los ’50 y ’60, aun cuando la rivalidad

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

Friedrich Engels, celebraban la liberación de las“fuerzas productivas”. Marx y Engels tambiéncreían que la necesidad continua del capitalismode revolucionar los medios de producción indus-trial llevarían a su destrucción. Marx decía quesegún ciertas razones técnicas, el valor –y porlo tanto las ganancias– solo podía extraerse deltrabajo humano. La competencia fuerza a lospropietarios de las fábricas a mecanizar la pro-ducción para reducir los costos laborales, peroen tanto esto es una ventaja de corto plazo parala empresa, el efecto global de la mecanizaciónes reducir la tasa general de ganancia.

Durante 150 años los economistas han dis-cutido si esto es verdad. Pero si esto es verdad,entonces cobra mucho sentido la decisión de losindustrialistas de desfinanciar la investigaciónque llevaría a la invención de las fábricas robotque todo el mundo anticipaba en los ’60 para encambio convertir las fábricas en instalaciones detrabajo intensivo y baja tecnología ubicadas enChina o el Sur Global.

Como dije, hay razones para creer que el pa-so de la innovación tecnológica en los procesosproductivos –las fábricas mismas– comenzó a re-ducirse en los ’50 y ’60, aun cuando la rivalidad

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

Friedrich Engels, celebraban la liberación de las“fuerzas productivas”. Marx y Engels tambiéncreían que la necesidad continua del capitalismode revolucionar los medios de producción indus-trial llevarían a su destrucción. Marx decía quesegún ciertas razones técnicas, el valor –y porlo tanto las ganancias– solo podía extraerse deltrabajo humano. La competencia fuerza a lospropietarios de las fábricas a mecanizar la pro-ducción para reducir los costos laborales, peroen tanto esto es una ventaja de corto plazo parala empresa, el efecto global de la mecanizaciónes reducir la tasa general de ganancia.

Durante 150 años los economistas han dis-cutido si esto es verdad. Pero si esto es verdad,entonces cobra mucho sentido la decisión de losindustrialistas de desfinanciar la investigaciónque llevaría a la invención de las fábricas robotque todo el mundo anticipaba en los ’60 para encambio convertir las fábricas en instalaciones detrabajo intensivo y baja tecnología ubicadas enChina o el Sur Global.

Como dije, hay razones para creer que el pa-so de la innovación tecnológica en los procesosproductivos –las fábricas mismas– comenzó a re-ducirse en los ’50 y ’60, aun cuando la rivalidad

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

Friedrich Engels, celebraban la liberación de las“fuerzas productivas”. Marx y Engels tambiéncreían que la necesidad continua del capitalismode revolucionar los medios de producción indus-trial llevarían a su destrucción. Marx decía quesegún ciertas razones técnicas, el valor –y porlo tanto las ganancias– solo podía extraerse deltrabajo humano. La competencia fuerza a lospropietarios de las fábricas a mecanizar la pro-ducción para reducir los costos laborales, peroen tanto esto es una ventaja de corto plazo parala empresa, el efecto global de la mecanizaciónes reducir la tasa general de ganancia.

Durante 150 años los economistas han dis-cutido si esto es verdad. Pero si esto es verdad,entonces cobra mucho sentido la decisión de losindustrialistas de desfinanciar la investigaciónque llevaría a la invención de las fábricas robotque todo el mundo anticipaba en los ’60 para encambio convertir las fábricas en instalaciones detrabajo intensivo y baja tecnología ubicadas enChina o el Sur Global.

Como dije, hay razones para creer que el pa-so de la innovación tecnológica en los procesosproductivos –las fábricas mismas– comenzó a re-ducirse en los ’50 y ’60, aun cuando la rivalidad

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entre los Estados Unidos y la Unión Soviéticahacía creer que en realidad se estaba acelerando.Para crear una sensación optimista de prosperi-dad y garantizar un progreso que socavaría laatracción política de la clase trabajadora, tenía-mos la asombrosa carrera espacial, junto con losfrenéticos esfuerzos de los planificadores indus-triales estadounidenses por implementar las tec-nologías existentes hacia finalidades consumis-tas.

Estos movimientos fueron reacciones a ini-ciativas de la Unión Soviética. Pero esta partede la historia resulta difícil de recordar para lasestadounidenses porque hacia el fin de la GuerraFría, la imagen popular respecto de la Unión So-viética cambió de ser un rival terriblemente au-daz, a un ejemplo de sociedad inútil y patéticaque no pudo funcionar. Pero en los ’50 de hecho,muchos de los funcionarios de los Estados Uni-dos sospechaban que el sistema soviético funcio-naba mejor. Ciertamente, recordaban el hechode que en los ’30, mientras los Estados Unidosse hundían en la depresión, la Unión Soviéticahabía sostenido cifras de crecimiento económicosin precedentes, que rondaban entre 10 y 12%anuales. Un logro sucedido rápidamente por la

25

entre los Estados Unidos y la Unión Soviéticahacía creer que en realidad se estaba acelerando.Para crear una sensación optimista de prosperi-dad y garantizar un progreso que socavaría laatracción política de la clase trabajadora, tenía-mos la asombrosa carrera espacial, junto con losfrenéticos esfuerzos de los planificadores indus-triales estadounidenses por implementar las tec-nologías existentes hacia finalidades consumis-tas.

Estos movimientos fueron reacciones a ini-ciativas de la Unión Soviética. Pero esta partede la historia resulta difícil de recordar para lasestadounidenses porque hacia el fin de la GuerraFría, la imagen popular respecto de la Unión So-viética cambió de ser un rival terriblemente au-daz, a un ejemplo de sociedad inútil y patéticaque no pudo funcionar. Pero en los ’50 de hecho,muchos de los funcionarios de los Estados Uni-dos sospechaban que el sistema soviético funcio-naba mejor. Ciertamente, recordaban el hechode que en los ’30, mientras los Estados Unidosse hundían en la depresión, la Unión Soviéticahabía sostenido cifras de crecimiento económicosin precedentes, que rondaban entre 10 y 12%anuales. Un logro sucedido rápidamente por la

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entre los Estados Unidos y la Unión Soviéticahacía creer que en realidad se estaba acelerando.Para crear una sensación optimista de prosperi-dad y garantizar un progreso que socavaría laatracción política de la clase trabajadora, tenía-mos la asombrosa carrera espacial, junto con losfrenéticos esfuerzos de los planificadores indus-triales estadounidenses por implementar las tec-nologías existentes hacia finalidades consumis-tas.

Estos movimientos fueron reacciones a ini-ciativas de la Unión Soviética. Pero esta partede la historia resulta difícil de recordar para lasestadounidenses porque hacia el fin de la GuerraFría, la imagen popular respecto de la Unión So-viética cambió de ser un rival terriblemente au-daz, a un ejemplo de sociedad inútil y patéticaque no pudo funcionar. Pero en los ’50 de hecho,muchos de los funcionarios de los Estados Uni-dos sospechaban que el sistema soviético funcio-naba mejor. Ciertamente, recordaban el hechode que en los ’30, mientras los Estados Unidosse hundían en la depresión, la Unión Soviéticahabía sostenido cifras de crecimiento económicosin precedentes, que rondaban entre 10 y 12%anuales. Un logro sucedido rápidamente por la

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entre los Estados Unidos y la Unión Soviéticahacía creer que en realidad se estaba acelerando.Para crear una sensación optimista de prosperi-dad y garantizar un progreso que socavaría laatracción política de la clase trabajadora, tenía-mos la asombrosa carrera espacial, junto con losfrenéticos esfuerzos de los planificadores indus-triales estadounidenses por implementar las tec-nologías existentes hacia finalidades consumis-tas.

Estos movimientos fueron reacciones a ini-ciativas de la Unión Soviética. Pero esta partede la historia resulta difícil de recordar para lasestadounidenses porque hacia el fin de la GuerraFría, la imagen popular respecto de la Unión So-viética cambió de ser un rival terriblemente au-daz, a un ejemplo de sociedad inútil y patéticaque no pudo funcionar. Pero en los ’50 de hecho,muchos de los funcionarios de los Estados Uni-dos sospechaban que el sistema soviético funcio-naba mejor. Ciertamente, recordaban el hechode que en los ’30, mientras los Estados Unidosse hundían en la depresión, la Unión Soviéticahabía sostenido cifras de crecimiento económicosin precedentes, que rondaban entre 10 y 12%anuales. Un logro sucedido rápidamente por la

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

producción del ejército de tanques que derrota-ría a la Alemania Nazi, el lanzamiento del Sput-nik en 1957 y el primer viaje espacial tripuladopor humanas, la Vostok, en 1961.

Se dice muy a menudo que el aterrizaje en laluna del Apollo fue uno de los logros históricosmás grandes del comunismo soviético. Segura-mente los Estados Unidos nunca hubieran con-templado tal tarea de no haber sido por las am-biciones cósmicas del politburó soviético. Esta-mos acostumbradas a pensar el politburó comoun grupo de buroócratas grises sin imaginación,pero en realidad fueron burócratas que se ani-maron a soñar sueños asombrosos. El sueño dela revolución mundial solo fue el primero. Es ver-dad que muchos de ellos –cosas como cambiarel curso de poderosos ríos– terminaron siendoecológica y socialmente desastrosos o, como elPalacio de los Soviets de 100 pisos de Iósif Sta-lin o la estatua de Vladimir Lenin de 20 pisos,nunca se levantaron del suelo.

Luego de los éxitos iniciales del programaespacial soviético, pocos de estos planes fueronrealizados, pero el liderazgo nunca cesó de ima-ginar nuevos proyectos. Incluso en los ’80, cuan-do los Estados Unidos intentaban su último y

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

producción del ejército de tanques que derrota-ría a la Alemania Nazi, el lanzamiento del Sput-nik en 1957 y el primer viaje espacial tripuladopor humanas, la Vostok, en 1961.

Se dice muy a menudo que el aterrizaje en laluna del Apollo fue uno de los logros históricosmás grandes del comunismo soviético. Segura-mente los Estados Unidos nunca hubieran con-templado tal tarea de no haber sido por las am-biciones cósmicas del politburó soviético. Esta-mos acostumbradas a pensar el politburó comoun grupo de buroócratas grises sin imaginación,pero en realidad fueron burócratas que se ani-maron a soñar sueños asombrosos. El sueño dela revolución mundial solo fue el primero. Es ver-dad que muchos de ellos –cosas como cambiarel curso de poderosos ríos– terminaron siendoecológica y socialmente desastrosos o, como elPalacio de los Soviets de 100 pisos de Iósif Sta-lin o la estatua de Vladimir Lenin de 20 pisos,nunca se levantaron del suelo.

Luego de los éxitos iniciales del programaespacial soviético, pocos de estos planes fueronrealizados, pero el liderazgo nunca cesó de ima-ginar nuevos proyectos. Incluso en los ’80, cuan-do los Estados Unidos intentaban su último y

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

producción del ejército de tanques que derrota-ría a la Alemania Nazi, el lanzamiento del Sput-nik en 1957 y el primer viaje espacial tripuladopor humanas, la Vostok, en 1961.

Se dice muy a menudo que el aterrizaje en laluna del Apollo fue uno de los logros históricosmás grandes del comunismo soviético. Segura-mente los Estados Unidos nunca hubieran con-templado tal tarea de no haber sido por las am-biciones cósmicas del politburó soviético. Esta-mos acostumbradas a pensar el politburó comoun grupo de buroócratas grises sin imaginación,pero en realidad fueron burócratas que se ani-maron a soñar sueños asombrosos. El sueño dela revolución mundial solo fue el primero. Es ver-dad que muchos de ellos –cosas como cambiarel curso de poderosos ríos– terminaron siendoecológica y socialmente desastrosos o, como elPalacio de los Soviets de 100 pisos de Iósif Sta-lin o la estatua de Vladimir Lenin de 20 pisos,nunca se levantaron del suelo.

Luego de los éxitos iniciales del programaespacial soviético, pocos de estos planes fueronrealizados, pero el liderazgo nunca cesó de ima-ginar nuevos proyectos. Incluso en los ’80, cuan-do los Estados Unidos intentaban su último y

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

producción del ejército de tanques que derrota-ría a la Alemania Nazi, el lanzamiento del Sput-nik en 1957 y el primer viaje espacial tripuladopor humanas, la Vostok, en 1961.

Se dice muy a menudo que el aterrizaje en laluna del Apollo fue uno de los logros históricosmás grandes del comunismo soviético. Segura-mente los Estados Unidos nunca hubieran con-templado tal tarea de no haber sido por las am-biciones cósmicas del politburó soviético. Esta-mos acostumbradas a pensar el politburó comoun grupo de buroócratas grises sin imaginación,pero en realidad fueron burócratas que se ani-maron a soñar sueños asombrosos. El sueño dela revolución mundial solo fue el primero. Es ver-dad que muchos de ellos –cosas como cambiarel curso de poderosos ríos– terminaron siendoecológica y socialmente desastrosos o, como elPalacio de los Soviets de 100 pisos de Iósif Sta-lin o la estatua de Vladimir Lenin de 20 pisos,nunca se levantaron del suelo.

Luego de los éxitos iniciales del programaespacial soviético, pocos de estos planes fueronrealizados, pero el liderazgo nunca cesó de ima-ginar nuevos proyectos. Incluso en los ’80, cuan-do los Estados Unidos intentaban su último y

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más grandioso plan, la Guerra de las Galaxias3,los soviéticos planificaban la transformación delmundo a través de usos creativos de la tecno-logía. Aunque les fueron dedicados gran canti-dad de recursos, pocas personas fuera de Ru-sia recuerdan la mayor parte de estos proyectos.También hay que notar que al contrario del pro-yecto de la Guerra de las Galaxias, que habíasido diseñado para hundir a la Unión Soviética,muchos de esos proyectos no perseguían una fi-nalidad militar. Como por ejemplo, el intentode solucionar el hambre mundial sembrando la-gos y oceános con una bacteria comestible llama-da spirulina o solucionar el problema energéticoglobal lanzando cientos de plataformas solaresal espacio y enviando la electricidad de vueltahacia la Tierra.

La victoria estadounidense de la carrera es-pacial significó que después de 1968 los planifica-dores dejaran de tomar seriamente la competen-cia. Como resultado, se mantuvo la mitología dela frontera final, aun cuando la dirección de la

3Fue un programa estadounidense que pre-tendía generar un escudo anti-misiles nucleares.https://es.wikipedia.org/wiki/Iniciativa_de_Defensa_Estrat%C3%A9gica

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más grandioso plan, la Guerra de las Galaxias3,los soviéticos planificaban la transformación delmundo a través de usos creativos de la tecno-logía. Aunque les fueron dedicados gran canti-dad de recursos, pocas personas fuera de Ru-sia recuerdan la mayor parte de estos proyectos.También hay que notar que al contrario del pro-yecto de la Guerra de las Galaxias, que habíasido diseñado para hundir a la Unión Soviética,muchos de esos proyectos no perseguían una fi-nalidad militar. Como por ejemplo, el intentode solucionar el hambre mundial sembrando la-gos y oceános con una bacteria comestible llama-da spirulina o solucionar el problema energéticoglobal lanzando cientos de plataformas solaresal espacio y enviando la electricidad de vueltahacia la Tierra.

La victoria estadounidense de la carrera es-pacial significó que después de 1968 los planifica-dores dejaran de tomar seriamente la competen-cia. Como resultado, se mantuvo la mitología dela frontera final, aun cuando la dirección de la

3Fue un programa estadounidense que pre-tendía generar un escudo anti-misiles nucleares.https://es.wikipedia.org/wiki/Iniciativa_de_Defensa_Estrat%C3%A9gica

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más grandioso plan, la Guerra de las Galaxias3,los soviéticos planificaban la transformación delmundo a través de usos creativos de la tecno-logía. Aunque les fueron dedicados gran canti-dad de recursos, pocas personas fuera de Ru-sia recuerdan la mayor parte de estos proyectos.También hay que notar que al contrario del pro-yecto de la Guerra de las Galaxias, que habíasido diseñado para hundir a la Unión Soviética,muchos de esos proyectos no perseguían una fi-nalidad militar. Como por ejemplo, el intentode solucionar el hambre mundial sembrando la-gos y oceános con una bacteria comestible llama-da spirulina o solucionar el problema energéticoglobal lanzando cientos de plataformas solaresal espacio y enviando la electricidad de vueltahacia la Tierra.

La victoria estadounidense de la carrera es-pacial significó que después de 1968 los planifica-dores dejaran de tomar seriamente la competen-cia. Como resultado, se mantuvo la mitología dela frontera final, aun cuando la dirección de la

3Fue un programa estadounidense que pre-tendía generar un escudo anti-misiles nucleares.https://es.wikipedia.org/wiki/Iniciativa_de_Defensa_Estrat%C3%A9gica

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más grandioso plan, la Guerra de las Galaxias3,los soviéticos planificaban la transformación delmundo a través de usos creativos de la tecno-logía. Aunque les fueron dedicados gran canti-dad de recursos, pocas personas fuera de Ru-sia recuerdan la mayor parte de estos proyectos.También hay que notar que al contrario del pro-yecto de la Guerra de las Galaxias, que habíasido diseñado para hundir a la Unión Soviética,muchos de esos proyectos no perseguían una fi-nalidad militar. Como por ejemplo, el intentode solucionar el hambre mundial sembrando la-gos y oceános con una bacteria comestible llama-da spirulina o solucionar el problema energéticoglobal lanzando cientos de plataformas solaresal espacio y enviando la electricidad de vueltahacia la Tierra.

La victoria estadounidense de la carrera es-pacial significó que después de 1968 los planifica-dores dejaran de tomar seriamente la competen-cia. Como resultado, se mantuvo la mitología dela frontera final, aun cuando la dirección de la

3Fue un programa estadounidense que pre-tendía generar un escudo anti-misiles nucleares.https://es.wikipedia.org/wiki/Iniciativa_de_Defensa_Estrat%C3%A9gica

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

investigación y desarrollo pivotó hacia cualquiercosa que no tuviera que ver con bases en Marteni fábricas robot.

La historia estándar es que esto fue el re-sultado del triunfo del mercado. El programaApollo fue un proyecto del Gran Gobierno, deinspiración soviética en el sentido de que requi-rió un esfuerzo nacional coordinado por buro-cracias estatales. Tan pronto como la amenazasoviética hubo pasado, el capitalismo revirtió alíneas de desarrollo tecnológico más de acuerdocon sus imperativos normales, decentralizados yde libre mercado: a través de fondos privados re-dirigir la investigación hacia bienes de consumo,como por ejemplo, las computadoras personales.Esta es la línea que siguen tipos como Toffler yGilder a partir de los ’70 y ’80.

De hecho los Estados Unidos nunca abando-naron los planes estatales gigantescos de desa-rrollo tecnológico. En su mayoría se convirtie-ron en investigación militar y no solo a escalasoviética como la Guerra de las Galaxias, sinohacia proyectos armamentísticos, investigaciónen tecnologías de la comunicación y vigilancia yotras preocupaciones relacionadas con la seguri-dad. En algún grado esto siempre fue cierto. Los

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

investigación y desarrollo pivotó hacia cualquiercosa que no tuviera que ver con bases en Marteni fábricas robot.

La historia estándar es que esto fue el re-sultado del triunfo del mercado. El programaApollo fue un proyecto del Gran Gobierno, deinspiración soviética en el sentido de que requi-rió un esfuerzo nacional coordinado por buro-cracias estatales. Tan pronto como la amenazasoviética hubo pasado, el capitalismo revirtió alíneas de desarrollo tecnológico más de acuerdocon sus imperativos normales, decentralizados yde libre mercado: a través de fondos privados re-dirigir la investigación hacia bienes de consumo,como por ejemplo, las computadoras personales.Esta es la línea que siguen tipos como Toffler yGilder a partir de los ’70 y ’80.

De hecho los Estados Unidos nunca abando-naron los planes estatales gigantescos de desa-rrollo tecnológico. En su mayoría se convirtie-ron en investigación militar y no solo a escalasoviética como la Guerra de las Galaxias, sinohacia proyectos armamentísticos, investigaciónen tecnologías de la comunicación y vigilancia yotras preocupaciones relacionadas con la seguri-dad. En algún grado esto siempre fue cierto. Los

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

investigación y desarrollo pivotó hacia cualquiercosa que no tuviera que ver con bases en Marteni fábricas robot.

La historia estándar es que esto fue el re-sultado del triunfo del mercado. El programaApollo fue un proyecto del Gran Gobierno, deinspiración soviética en el sentido de que requi-rió un esfuerzo nacional coordinado por buro-cracias estatales. Tan pronto como la amenazasoviética hubo pasado, el capitalismo revirtió alíneas de desarrollo tecnológico más de acuerdocon sus imperativos normales, decentralizados yde libre mercado: a través de fondos privados re-dirigir la investigación hacia bienes de consumo,como por ejemplo, las computadoras personales.Esta es la línea que siguen tipos como Toffler yGilder a partir de los ’70 y ’80.

De hecho los Estados Unidos nunca abando-naron los planes estatales gigantescos de desa-rrollo tecnológico. En su mayoría se convirtie-ron en investigación militar y no solo a escalasoviética como la Guerra de las Galaxias, sinohacia proyectos armamentísticos, investigaciónen tecnologías de la comunicación y vigilancia yotras preocupaciones relacionadas con la seguri-dad. En algún grado esto siempre fue cierto. Los

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

investigación y desarrollo pivotó hacia cualquiercosa que no tuviera que ver con bases en Marteni fábricas robot.

La historia estándar es que esto fue el re-sultado del triunfo del mercado. El programaApollo fue un proyecto del Gran Gobierno, deinspiración soviética en el sentido de que requi-rió un esfuerzo nacional coordinado por buro-cracias estatales. Tan pronto como la amenazasoviética hubo pasado, el capitalismo revirtió alíneas de desarrollo tecnológico más de acuerdocon sus imperativos normales, decentralizados yde libre mercado: a través de fondos privados re-dirigir la investigación hacia bienes de consumo,como por ejemplo, las computadoras personales.Esta es la línea que siguen tipos como Toffler yGilder a partir de los ’70 y ’80.

De hecho los Estados Unidos nunca abando-naron los planes estatales gigantescos de desa-rrollo tecnológico. En su mayoría se convirtie-ron en investigación militar y no solo a escalasoviética como la Guerra de las Galaxias, sinohacia proyectos armamentísticos, investigaciónen tecnologías de la comunicación y vigilancia yotras preocupaciones relacionadas con la seguri-dad. En algún grado esto siempre fue cierto. Los

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miles de millones de dólares gastados en la in-vestigación de misiles siempre empequeñecieronlas sumas asignadas al programa espacial. Paralos ’70 cualquier investigación básica era condu-cida en base a prioridades militares. Una de lasrazones por las que no tenemos fábricas robotes porque aproximadamente el 95% del finan-ciamiento de la investigación robótica ha sidoorientado por el Pentágono, cuyo interés resideen el desarrollo de drones no tripulados antesque en automatizar la producción de papel.

Podría decirse que este cambio hacia la inves-tigación y desarrollo de tecnologías informáticasy médicas no fue tanto una reorientación por losimperativos del mercado de consumo, sino partede un esfuerzo hacia la humillación tecnológicade la Unión Soviética, sumada a una victoriatotal en la guerra de clases global –vista simul-táneamente como la imposición absoluta de ladominación militar estadounidense en el exte-rior y, localmente, en la profunda derrota de losmovimientos sociales.

Las tecnologías que sí emergieron han demos-trado ser muy conducentes para el campo de lavigilancia, la disciplina laboral y el control so-cial. Las computadoras han abierto ciertos espa-

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miles de millones de dólares gastados en la in-vestigación de misiles siempre empequeñecieronlas sumas asignadas al programa espacial. Paralos ’70 cualquier investigación básica era condu-cida en base a prioridades militares. Una de lasrazones por las que no tenemos fábricas robotes porque aproximadamente el 95% del finan-ciamiento de la investigación robótica ha sidoorientado por el Pentágono, cuyo interés resideen el desarrollo de drones no tripulados antesque en automatizar la producción de papel.

Podría decirse que este cambio hacia la inves-tigación y desarrollo de tecnologías informáticasy médicas no fue tanto una reorientación por losimperativos del mercado de consumo, sino partede un esfuerzo hacia la humillación tecnológicade la Unión Soviética, sumada a una victoriatotal en la guerra de clases global –vista simul-táneamente como la imposición absoluta de ladominación militar estadounidense en el exte-rior y, localmente, en la profunda derrota de losmovimientos sociales.

Las tecnologías que sí emergieron han demos-trado ser muy conducentes para el campo de lavigilancia, la disciplina laboral y el control so-cial. Las computadoras han abierto ciertos espa-

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miles de millones de dólares gastados en la in-vestigación de misiles siempre empequeñecieronlas sumas asignadas al programa espacial. Paralos ’70 cualquier investigación básica era condu-cida en base a prioridades militares. Una de lasrazones por las que no tenemos fábricas robotes porque aproximadamente el 95% del finan-ciamiento de la investigación robótica ha sidoorientado por el Pentágono, cuyo interés resideen el desarrollo de drones no tripulados antesque en automatizar la producción de papel.

Podría decirse que este cambio hacia la inves-tigación y desarrollo de tecnologías informáticasy médicas no fue tanto una reorientación por losimperativos del mercado de consumo, sino partede un esfuerzo hacia la humillación tecnológicade la Unión Soviética, sumada a una victoriatotal en la guerra de clases global –vista simul-táneamente como la imposición absoluta de ladominación militar estadounidense en el exte-rior y, localmente, en la profunda derrota de losmovimientos sociales.

Las tecnologías que sí emergieron han demos-trado ser muy conducentes para el campo de lavigilancia, la disciplina laboral y el control so-cial. Las computadoras han abierto ciertos espa-

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miles de millones de dólares gastados en la in-vestigación de misiles siempre empequeñecieronlas sumas asignadas al programa espacial. Paralos ’70 cualquier investigación básica era condu-cida en base a prioridades militares. Una de lasrazones por las que no tenemos fábricas robotes porque aproximadamente el 95% del finan-ciamiento de la investigación robótica ha sidoorientado por el Pentágono, cuyo interés resideen el desarrollo de drones no tripulados antesque en automatizar la producción de papel.

Podría decirse que este cambio hacia la inves-tigación y desarrollo de tecnologías informáticasy médicas no fue tanto una reorientación por losimperativos del mercado de consumo, sino partede un esfuerzo hacia la humillación tecnológicade la Unión Soviética, sumada a una victoriatotal en la guerra de clases global –vista simul-táneamente como la imposición absoluta de ladominación militar estadounidense en el exte-rior y, localmente, en la profunda derrota de losmovimientos sociales.

Las tecnologías que sí emergieron han demos-trado ser muy conducentes para el campo de lavigilancia, la disciplina laboral y el control so-cial. Las computadoras han abierto ciertos espa-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

cios de libertad, como se nos recuerda constante-mente, pero en lugar de llevarnos a la utopía delfin del trabajo que imaginaba Abbie Hoffman,fueron empleadas para producir el efecto con-trario. Así, han habilitado una financializacióndel capital que ha empujado a las trabajadorasa endeudarse desesperadamente, a la vez quehan provisto los medios a través de los cuáleslos empleadores crearon los regímenes laborales“flexibles” que destruyeron la tradicional seguri-dad laboral, aumentando las horas de trabajopara casi todo el mundo. Junto con la exporta-ción de los trabajos fabriles, el nuevo régimenlaboral ha derrotado al movimiento sindical ydestruido cualquier posibilidad de política obre-ra efectiva.

Mientras tanto, a pesar de la inversión sinprecedentes en investigación médica y biológica,todavía esperamos curas para el cáncer y el res-frío común; y los descubrimientos médicos másdramáticos han tomado la forma de drogas co-mo Prozac, Zoloft o Ritalin –creadas específica-mente para asegurarse que las nuevas demandasdel trabajo no nos vuelvan completa y disfuncio-nalmente locas.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

cios de libertad, como se nos recuerda constante-mente, pero en lugar de llevarnos a la utopía delfin del trabajo que imaginaba Abbie Hoffman,fueron empleadas para producir el efecto con-trario. Así, han habilitado una financializacióndel capital que ha empujado a las trabajadorasa endeudarse desesperadamente, a la vez quehan provisto los medios a través de los cuáleslos empleadores crearon los regímenes laborales“flexibles” que destruyeron la tradicional seguri-dad laboral, aumentando las horas de trabajopara casi todo el mundo. Junto con la exporta-ción de los trabajos fabriles, el nuevo régimenlaboral ha derrotado al movimiento sindical ydestruido cualquier posibilidad de política obre-ra efectiva.

Mientras tanto, a pesar de la inversión sinprecedentes en investigación médica y biológica,todavía esperamos curas para el cáncer y el res-frío común; y los descubrimientos médicos másdramáticos han tomado la forma de drogas co-mo Prozac, Zoloft o Ritalin –creadas específica-mente para asegurarse que las nuevas demandasdel trabajo no nos vuelvan completa y disfuncio-nalmente locas.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

cios de libertad, como se nos recuerda constante-mente, pero en lugar de llevarnos a la utopía delfin del trabajo que imaginaba Abbie Hoffman,fueron empleadas para producir el efecto con-trario. Así, han habilitado una financializacióndel capital que ha empujado a las trabajadorasa endeudarse desesperadamente, a la vez quehan provisto los medios a través de los cuáleslos empleadores crearon los regímenes laborales“flexibles” que destruyeron la tradicional seguri-dad laboral, aumentando las horas de trabajopara casi todo el mundo. Junto con la exporta-ción de los trabajos fabriles, el nuevo régimenlaboral ha derrotado al movimiento sindical ydestruido cualquier posibilidad de política obre-ra efectiva.

Mientras tanto, a pesar de la inversión sinprecedentes en investigación médica y biológica,todavía esperamos curas para el cáncer y el res-frío común; y los descubrimientos médicos másdramáticos han tomado la forma de drogas co-mo Prozac, Zoloft o Ritalin –creadas específica-mente para asegurarse que las nuevas demandasdel trabajo no nos vuelvan completa y disfuncio-nalmente locas.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

cios de libertad, como se nos recuerda constante-mente, pero en lugar de llevarnos a la utopía delfin del trabajo que imaginaba Abbie Hoffman,fueron empleadas para producir el efecto con-trario. Así, han habilitado una financializacióndel capital que ha empujado a las trabajadorasa endeudarse desesperadamente, a la vez quehan provisto los medios a través de los cuáleslos empleadores crearon los regímenes laborales“flexibles” que destruyeron la tradicional seguri-dad laboral, aumentando las horas de trabajopara casi todo el mundo. Junto con la exporta-ción de los trabajos fabriles, el nuevo régimenlaboral ha derrotado al movimiento sindical ydestruido cualquier posibilidad de política obre-ra efectiva.

Mientras tanto, a pesar de la inversión sinprecedentes en investigación médica y biológica,todavía esperamos curas para el cáncer y el res-frío común; y los descubrimientos médicos másdramáticos han tomado la forma de drogas co-mo Prozac, Zoloft o Ritalin –creadas específica-mente para asegurarse que las nuevas demandasdel trabajo no nos vuelvan completa y disfuncio-nalmente locas.

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Con resultados como estos, ¿cómo será el epi-tafio del neoliberalismo? Creo que las historiado-ras concluirán que se trató de una forma de ca-pitalismo que priorizó sistemáticamente los im-perativos políticos sobre los económicos. Antela elección entre un curso de acción que volve-ría al capitalismo el único sistema económicoposible y otro que transformaría al capitalismoen un sistema económico viable a largo plazo, elneoliberalismo elige la primera opción. Tenemostodas las razones para pensar que destruir la se-guridad laboral, al tiempo que se incrementanlas horas laborales, no crea una fuerza laboralmás productiva (sin pensar en más innovativa oleal). Probablemente, en términos económicos,el resultado es negativo. Esta impresión quedaconfirmada por las tasas de crecimiento más ba-jas en casi todas partes alrededor del mundodurante los ’80 y ’90.

Pero la elección neoliberal ha sido efectivaen la despolitización del trabajo y la sobredeter-minación del futuro. Económicamente, el creci-miento de los ejércitos, la policía y los serviciosde seguridad privada equivale a peso muerto. Esposible, de hecho, que el mismísimo peso muer-to del aparato creado para asegurar la victoria

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Con resultados como estos, ¿cómo será el epi-tafio del neoliberalismo? Creo que las historiado-ras concluirán que se trató de una forma de ca-pitalismo que priorizó sistemáticamente los im-perativos políticos sobre los económicos. Antela elección entre un curso de acción que volve-ría al capitalismo el único sistema económicoposible y otro que transformaría al capitalismoen un sistema económico viable a largo plazo, elneoliberalismo elige la primera opción. Tenemostodas las razones para pensar que destruir la se-guridad laboral, al tiempo que se incrementanlas horas laborales, no crea una fuerza laboralmás productiva (sin pensar en más innovativa oleal). Probablemente, en términos económicos,el resultado es negativo. Esta impresión quedaconfirmada por las tasas de crecimiento más ba-jas en casi todas partes alrededor del mundodurante los ’80 y ’90.

Pero la elección neoliberal ha sido efectivaen la despolitización del trabajo y la sobredeter-minación del futuro. Económicamente, el creci-miento de los ejércitos, la policía y los serviciosde seguridad privada equivale a peso muerto. Esposible, de hecho, que el mismísimo peso muer-to del aparato creado para asegurar la victoria

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Con resultados como estos, ¿cómo será el epi-tafio del neoliberalismo? Creo que las historiado-ras concluirán que se trató de una forma de ca-pitalismo que priorizó sistemáticamente los im-perativos políticos sobre los económicos. Antela elección entre un curso de acción que volve-ría al capitalismo el único sistema económicoposible y otro que transformaría al capitalismoen un sistema económico viable a largo plazo, elneoliberalismo elige la primera opción. Tenemostodas las razones para pensar que destruir la se-guridad laboral, al tiempo que se incrementanlas horas laborales, no crea una fuerza laboralmás productiva (sin pensar en más innovativa oleal). Probablemente, en términos económicos,el resultado es negativo. Esta impresión quedaconfirmada por las tasas de crecimiento más ba-jas en casi todas partes alrededor del mundodurante los ’80 y ’90.

Pero la elección neoliberal ha sido efectivaen la despolitización del trabajo y la sobredeter-minación del futuro. Económicamente, el creci-miento de los ejércitos, la policía y los serviciosde seguridad privada equivale a peso muerto. Esposible, de hecho, que el mismísimo peso muer-to del aparato creado para asegurar la victoria

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Con resultados como estos, ¿cómo será el epi-tafio del neoliberalismo? Creo que las historiado-ras concluirán que se trató de una forma de ca-pitalismo que priorizó sistemáticamente los im-perativos políticos sobre los económicos. Antela elección entre un curso de acción que volve-ría al capitalismo el único sistema económicoposible y otro que transformaría al capitalismoen un sistema económico viable a largo plazo, elneoliberalismo elige la primera opción. Tenemostodas las razones para pensar que destruir la se-guridad laboral, al tiempo que se incrementanlas horas laborales, no crea una fuerza laboralmás productiva (sin pensar en más innovativa oleal). Probablemente, en términos económicos,el resultado es negativo. Esta impresión quedaconfirmada por las tasas de crecimiento más ba-jas en casi todas partes alrededor del mundodurante los ’80 y ’90.

Pero la elección neoliberal ha sido efectivaen la despolitización del trabajo y la sobredeter-minación del futuro. Económicamente, el creci-miento de los ejércitos, la policía y los serviciosde seguridad privada equivale a peso muerto. Esposible, de hecho, que el mismísimo peso muer-to del aparato creado para asegurar la victoria

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

ideológica del capitalismo sea el mismo que lohunda. Pero resulta también fácil ver cómo elahogo de cualquier sensación de futuro redentorinevitable, diferente al mundo que tenemos, esparte crucial del proyecto neoliberal.

En este punto todas las piezas parecen caerperfectamente en su lugar. En los ’60, las fuer-zas políticas conservadoras estaban atemoriza-das por los efectos disruptivos que tenía el pro-greso tecnológico para la sociedad y los emplea-dores empezaban a preocuparse por el impac-to económico de la mecanización. La desvane-ciente amenaza soviética permitió reacomodarlos recursos en direcciones vistas como menosdesafiantes para los arreglos económicos y so-ciales o direcciones que de hecho apoyaban unacampaña que revirtiera los logros de los movi-mientos sociales progresivos, con el fin de al-canzar una victoria decisiva en lo que las eli-tes estadounidenses veían como una guerra declases global. El cambio de prioridades fue in-troducido como una retirada de los proyectosgran-gubernamentales y un regreso al mercado,pero en efecto el cambio fue que la investigaciónpública se dirigiera de programas como NASA

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

ideológica del capitalismo sea el mismo que lohunda. Pero resulta también fácil ver cómo elahogo de cualquier sensación de futuro redentorinevitable, diferente al mundo que tenemos, esparte crucial del proyecto neoliberal.

En este punto todas las piezas parecen caerperfectamente en su lugar. En los ’60, las fuer-zas políticas conservadoras estaban atemoriza-das por los efectos disruptivos que tenía el pro-greso tecnológico para la sociedad y los emplea-dores empezaban a preocuparse por el impac-to económico de la mecanización. La desvane-ciente amenaza soviética permitió reacomodarlos recursos en direcciones vistas como menosdesafiantes para los arreglos económicos y so-ciales o direcciones que de hecho apoyaban unacampaña que revirtiera los logros de los movi-mientos sociales progresivos, con el fin de al-canzar una victoria decisiva en lo que las eli-tes estadounidenses veían como una guerra declases global. El cambio de prioridades fue in-troducido como una retirada de los proyectosgran-gubernamentales y un regreso al mercado,pero en efecto el cambio fue que la investigaciónpública se dirigiera de programas como NASA

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

ideológica del capitalismo sea el mismo que lohunda. Pero resulta también fácil ver cómo elahogo de cualquier sensación de futuro redentorinevitable, diferente al mundo que tenemos, esparte crucial del proyecto neoliberal.

En este punto todas las piezas parecen caerperfectamente en su lugar. En los ’60, las fuer-zas políticas conservadoras estaban atemoriza-das por los efectos disruptivos que tenía el pro-greso tecnológico para la sociedad y los emplea-dores empezaban a preocuparse por el impac-to económico de la mecanización. La desvane-ciente amenaza soviética permitió reacomodarlos recursos en direcciones vistas como menosdesafiantes para los arreglos económicos y so-ciales o direcciones que de hecho apoyaban unacampaña que revirtiera los logros de los movi-mientos sociales progresivos, con el fin de al-canzar una victoria decisiva en lo que las eli-tes estadounidenses veían como una guerra declases global. El cambio de prioridades fue in-troducido como una retirada de los proyectosgran-gubernamentales y un regreso al mercado,pero en efecto el cambio fue que la investigaciónpública se dirigiera de programas como NASA

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

ideológica del capitalismo sea el mismo que lohunda. Pero resulta también fácil ver cómo elahogo de cualquier sensación de futuro redentorinevitable, diferente al mundo que tenemos, esparte crucial del proyecto neoliberal.

En este punto todas las piezas parecen caerperfectamente en su lugar. En los ’60, las fuer-zas políticas conservadoras estaban atemoriza-das por los efectos disruptivos que tenía el pro-greso tecnológico para la sociedad y los emplea-dores empezaban a preocuparse por el impac-to económico de la mecanización. La desvane-ciente amenaza soviética permitió reacomodarlos recursos en direcciones vistas como menosdesafiantes para los arreglos económicos y so-ciales o direcciones que de hecho apoyaban unacampaña que revirtiera los logros de los movi-mientos sociales progresivos, con el fin de al-canzar una victoria decisiva en lo que las eli-tes estadounidenses veían como una guerra declases global. El cambio de prioridades fue in-troducido como una retirada de los proyectosgran-gubernamentales y un regreso al mercado,pero en efecto el cambio fue que la investigaciónpública se dirigiera de programas como NASA

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o fuentes alternativas de energía, hacia tecnolo-gías militares, informáticas y médicas.

Por supuesto esto no lo explica todo. Sobretodo no explica por qué aún en aquellas áreasque se han convertido en el foco de proyectos deinvestigación de buena financiación, no hemosvisto ninguno de los avances que anticipábamos50 años atrás. Si el 95% de la investigación robó-tica ha sido financiado por los militares, ¿enton-ces dónde están los robots asesinos al estilo deKlaatu, disparando rayos mortales por los ojos?

Obviamente han habido avances en la tecno-logía militar en las décadas recientes. Una de lasrazones por las que todas sobrevivimos la Gue-rra Fría es que mientras las bombas nuclearesfuncionaban como se publicitaba, los sistemasde lanzamiento no. Los misiles intercontinenta-les eran incapaces de alcanzar ciudades, ni pen-sar objetivos específicos dentro de ellas. Este he-cho significó que había poca razón para lanzarun primer golpe nuclear a menos que el objetivosea destruir el mundo.

Los misiles de crucero contemporáneos sonprecisos en comparación. Aún así, las armas deprecisión nunca parecen ser capaces de asesinar

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o fuentes alternativas de energía, hacia tecnolo-gías militares, informáticas y médicas.

Por supuesto esto no lo explica todo. Sobretodo no explica por qué aún en aquellas áreasque se han convertido en el foco de proyectos deinvestigación de buena financiación, no hemosvisto ninguno de los avances que anticipábamos50 años atrás. Si el 95% de la investigación robó-tica ha sido financiado por los militares, ¿enton-ces dónde están los robots asesinos al estilo deKlaatu, disparando rayos mortales por los ojos?

Obviamente han habido avances en la tecno-logía militar en las décadas recientes. Una de lasrazones por las que todas sobrevivimos la Gue-rra Fría es que mientras las bombas nuclearesfuncionaban como se publicitaba, los sistemasde lanzamiento no. Los misiles intercontinenta-les eran incapaces de alcanzar ciudades, ni pen-sar objetivos específicos dentro de ellas. Este he-cho significó que había poca razón para lanzarun primer golpe nuclear a menos que el objetivosea destruir el mundo.

Los misiles de crucero contemporáneos sonprecisos en comparación. Aún así, las armas deprecisión nunca parecen ser capaces de asesinar

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o fuentes alternativas de energía, hacia tecnolo-gías militares, informáticas y médicas.

Por supuesto esto no lo explica todo. Sobretodo no explica por qué aún en aquellas áreasque se han convertido en el foco de proyectos deinvestigación de buena financiación, no hemosvisto ninguno de los avances que anticipábamos50 años atrás. Si el 95% de la investigación robó-tica ha sido financiado por los militares, ¿enton-ces dónde están los robots asesinos al estilo deKlaatu, disparando rayos mortales por los ojos?

Obviamente han habido avances en la tecno-logía militar en las décadas recientes. Una de lasrazones por las que todas sobrevivimos la Gue-rra Fría es que mientras las bombas nuclearesfuncionaban como se publicitaba, los sistemasde lanzamiento no. Los misiles intercontinenta-les eran incapaces de alcanzar ciudades, ni pen-sar objetivos específicos dentro de ellas. Este he-cho significó que había poca razón para lanzarun primer golpe nuclear a menos que el objetivosea destruir el mundo.

Los misiles de crucero contemporáneos sonprecisos en comparación. Aún así, las armas deprecisión nunca parecen ser capaces de asesinar

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o fuentes alternativas de energía, hacia tecnolo-gías militares, informáticas y médicas.

Por supuesto esto no lo explica todo. Sobretodo no explica por qué aún en aquellas áreasque se han convertido en el foco de proyectos deinvestigación de buena financiación, no hemosvisto ninguno de los avances que anticipábamos50 años atrás. Si el 95% de la investigación robó-tica ha sido financiado por los militares, ¿enton-ces dónde están los robots asesinos al estilo deKlaatu, disparando rayos mortales por los ojos?

Obviamente han habido avances en la tecno-logía militar en las décadas recientes. Una de lasrazones por las que todas sobrevivimos la Gue-rra Fría es que mientras las bombas nuclearesfuncionaban como se publicitaba, los sistemasde lanzamiento no. Los misiles intercontinenta-les eran incapaces de alcanzar ciudades, ni pen-sar objetivos específicos dentro de ellas. Este he-cho significó que había poca razón para lanzarun primer golpe nuclear a menos que el objetivosea destruir el mundo.

Los misiles de crucero contemporáneos sonprecisos en comparación. Aún así, las armas deprecisión nunca parecen ser capaces de asesinar

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

a individuos específicos (Saddam, Osama, Qad-dafi) aún cuando se lanzan cientos. Y las armasde rayos no se han materializado, seguramenteno por falta de intentos. Podemos asumir que elPentágono ha gastado miles de millones en in-vestigación de rayos mortales, pero lo más cer-ca que han llegado hasta ahora es a lásers quepodrían, apuntados correctamente, cegar a unenemigo que lo mirase directamente. Aparte deser antideportivos son patéticos: el láser es tec-nología de los ’50. Los phasers4 paralizadores noparecen estar en las pizarras de diseño. Cuandose trata de combate de infantería, el arma pre-ferida en casi todos lados sigue siendo la AK-47,un diseño soviético nombrado por el año de in-troducción: 1947.

La Internet es una innovación notable, perode lo que estamos hablando es de una súper-rápida y globalmente accesible combinación debiblioteca, oficina de correos y catálogo de com-

4En el universo de Star Trek se denomina phaser auna tecnología de aplicación principalmente bélica. Lasarmas de rayos que se basan en estas ideas son conocidaspor las fans como phasers. El ejército estadounidense seencuentra desarrollando armas similares con usos repre-sivos “no letales” https://en.wikipedia.org/wiki/Pulsed_energy_projectile (Nota de la edición.)

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

a individuos específicos (Saddam, Osama, Qad-dafi) aún cuando se lanzan cientos. Y las armasde rayos no se han materializado, seguramenteno por falta de intentos. Podemos asumir que elPentágono ha gastado miles de millones en in-vestigación de rayos mortales, pero lo más cer-ca que han llegado hasta ahora es a lásers quepodrían, apuntados correctamente, cegar a unenemigo que lo mirase directamente. Aparte deser antideportivos son patéticos: el láser es tec-nología de los ’50. Los phasers4 paralizadores noparecen estar en las pizarras de diseño. Cuandose trata de combate de infantería, el arma pre-ferida en casi todos lados sigue siendo la AK-47,un diseño soviético nombrado por el año de in-troducción: 1947.

La Internet es una innovación notable, perode lo que estamos hablando es de una súper-rápida y globalmente accesible combinación debiblioteca, oficina de correos y catálogo de com-

4En el universo de Star Trek se denomina phaser auna tecnología de aplicación principalmente bélica. Lasarmas de rayos que se basan en estas ideas son conocidaspor las fans como phasers. El ejército estadounidense seencuentra desarrollando armas similares con usos repre-sivos “no letales” https://en.wikipedia.org/wiki/Pulsed_energy_projectile (Nota de la edición.)

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

a individuos específicos (Saddam, Osama, Qad-dafi) aún cuando se lanzan cientos. Y las armasde rayos no se han materializado, seguramenteno por falta de intentos. Podemos asumir que elPentágono ha gastado miles de millones en in-vestigación de rayos mortales, pero lo más cer-ca que han llegado hasta ahora es a lásers quepodrían, apuntados correctamente, cegar a unenemigo que lo mirase directamente. Aparte deser antideportivos son patéticos: el láser es tec-nología de los ’50. Los phasers4 paralizadores noparecen estar en las pizarras de diseño. Cuandose trata de combate de infantería, el arma pre-ferida en casi todos lados sigue siendo la AK-47,un diseño soviético nombrado por el año de in-troducción: 1947.

La Internet es una innovación notable, perode lo que estamos hablando es de una súper-rápida y globalmente accesible combinación debiblioteca, oficina de correos y catálogo de com-

4En el universo de Star Trek se denomina phaser auna tecnología de aplicación principalmente bélica. Lasarmas de rayos que se basan en estas ideas son conocidaspor las fans como phasers. El ejército estadounidense seencuentra desarrollando armas similares con usos repre-sivos “no letales” https://en.wikipedia.org/wiki/Pulsed_energy_projectile (Nota de la edición.)

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

a individuos específicos (Saddam, Osama, Qad-dafi) aún cuando se lanzan cientos. Y las armasde rayos no se han materializado, seguramenteno por falta de intentos. Podemos asumir que elPentágono ha gastado miles de millones en in-vestigación de rayos mortales, pero lo más cer-ca que han llegado hasta ahora es a lásers quepodrían, apuntados correctamente, cegar a unenemigo que lo mirase directamente. Aparte deser antideportivos son patéticos: el láser es tec-nología de los ’50. Los phasers4 paralizadores noparecen estar en las pizarras de diseño. Cuandose trata de combate de infantería, el arma pre-ferida en casi todos lados sigue siendo la AK-47,un diseño soviético nombrado por el año de in-troducción: 1947.

La Internet es una innovación notable, perode lo que estamos hablando es de una súper-rápida y globalmente accesible combinación debiblioteca, oficina de correos y catálogo de com-

4En el universo de Star Trek se denomina phaser auna tecnología de aplicación principalmente bélica. Lasarmas de rayos que se basan en estas ideas son conocidaspor las fans como phasers. El ejército estadounidense seencuentra desarrollando armas similares con usos repre-sivos “no letales” https://en.wikipedia.org/wiki/Pulsed_energy_projectile (Nota de la edición.)

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pra por correo. Si la Internet hubiera sido des-crita a una aficionada de la ciencia ficción de los’50 y ’60 y nombrada el logro tecnológico másdramático de su tiempo, su reacción sería la de-cepción. “¿Cincuenta años y esto es lo mejorque nuestras científicas pudieron lograr? ¡Espe-rábamos computadoras que pudieran pensar!”

Los niveles de financimiento en investigaciónse han incrementado dramáticamente desde los’70. La proporción de ese financiamiento que vie-ne del sector corporativo es lo que más dramá-ticamente se ha incrementado, al punto que laempresa privada está financiando el doble de in-vestigación que el Estado, pero el incremento estan alto que la cantidad total de financiamientopúblico es de todas formas más alto que en los’60. La investigación “básica”, “impulsada porla curiosidad” y “sin usos prácticos” –el tipo deinvestigación que no está impulsada por el pros-pecto de cualquier aplicación práctica inmedia-ta y la que más probablemente lleve a descubri-mientos inesperados– ocupa una mucho menorproporción sobre el total, aunque se tira tantodinero por ahí que hoy día el nivel global definanciamineto en investigación básica tambiénse ha incrementado.

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pra por correo. Si la Internet hubiera sido des-crita a una aficionada de la ciencia ficción de los’50 y ’60 y nombrada el logro tecnológico másdramático de su tiempo, su reacción sería la de-cepción. “¿Cincuenta años y esto es lo mejorque nuestras científicas pudieron lograr? ¡Espe-rábamos computadoras que pudieran pensar!”

Los niveles de financimiento en investigaciónse han incrementado dramáticamente desde los’70. La proporción de ese financiamiento que vie-ne del sector corporativo es lo que más dramá-ticamente se ha incrementado, al punto que laempresa privada está financiando el doble de in-vestigación que el Estado, pero el incremento estan alto que la cantidad total de financiamientopúblico es de todas formas más alto que en los’60. La investigación “básica”, “impulsada porla curiosidad” y “sin usos prácticos” –el tipo deinvestigación que no está impulsada por el pros-pecto de cualquier aplicación práctica inmedia-ta y la que más probablemente lleve a descubri-mientos inesperados– ocupa una mucho menorproporción sobre el total, aunque se tira tantodinero por ahí que hoy día el nivel global definanciamineto en investigación básica tambiénse ha incrementado.

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pra por correo. Si la Internet hubiera sido des-crita a una aficionada de la ciencia ficción de los’50 y ’60 y nombrada el logro tecnológico másdramático de su tiempo, su reacción sería la de-cepción. “¿Cincuenta años y esto es lo mejorque nuestras científicas pudieron lograr? ¡Espe-rábamos computadoras que pudieran pensar!”

Los niveles de financimiento en investigaciónse han incrementado dramáticamente desde los’70. La proporción de ese financiamiento que vie-ne del sector corporativo es lo que más dramá-ticamente se ha incrementado, al punto que laempresa privada está financiando el doble de in-vestigación que el Estado, pero el incremento estan alto que la cantidad total de financiamientopúblico es de todas formas más alto que en los’60. La investigación “básica”, “impulsada porla curiosidad” y “sin usos prácticos” –el tipo deinvestigación que no está impulsada por el pros-pecto de cualquier aplicación práctica inmedia-ta y la que más probablemente lleve a descubri-mientos inesperados– ocupa una mucho menorproporción sobre el total, aunque se tira tantodinero por ahí que hoy día el nivel global definanciamineto en investigación básica tambiénse ha incrementado.

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pra por correo. Si la Internet hubiera sido des-crita a una aficionada de la ciencia ficción de los’50 y ’60 y nombrada el logro tecnológico másdramático de su tiempo, su reacción sería la de-cepción. “¿Cincuenta años y esto es lo mejorque nuestras científicas pudieron lograr? ¡Espe-rábamos computadoras que pudieran pensar!”

Los niveles de financimiento en investigaciónse han incrementado dramáticamente desde los’70. La proporción de ese financiamiento que vie-ne del sector corporativo es lo que más dramá-ticamente se ha incrementado, al punto que laempresa privada está financiando el doble de in-vestigación que el Estado, pero el incremento estan alto que la cantidad total de financiamientopúblico es de todas formas más alto que en los’60. La investigación “básica”, “impulsada porla curiosidad” y “sin usos prácticos” –el tipo deinvestigación que no está impulsada por el pros-pecto de cualquier aplicación práctica inmedia-ta y la que más probablemente lleve a descubri-mientos inesperados– ocupa una mucho menorproporción sobre el total, aunque se tira tantodinero por ahí que hoy día el nivel global definanciamineto en investigación básica tambiénse ha incrementado.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

Aun así muchas observadoras acuerdan quelos resultados han sido pobres. Ciertamente yano vemos nada parecido al flujo continuo de re-voluciones conceptuales –herencia genética, re-latividad, psicoanálisis, mecánica cuántica– alque las personas estaban acostumbradas y queincluso esperaban, unos cien años antes. ¿Porqué?

Parte de la respuesta tiene que ver con laconcentración de recursos en unos pocos proyec-tos gigantescos: la “gran ciencia” como se ha da-do en llamar. El Proyecto Genoma Humano amenudo es sostenido como ejemplo. Después degastar casi 3 mil millones de dólares y emplearmiles de científicas y personal en cinco paísesdistintos, ha servido para establecer que no haymucho que aprender de la secuenciación genó-mica que sea de mucha utilidad. Aun más, elbombo y la inversión política alrededor de estosproyectos demuestra hasta qué punto la inves-tigación básica parece ser impulsada por impe-rativos políticos, administrativos y publicitarios,que hacen improbable la ocurrencia de descubri-mientos revolucionarios.

Aquí, nuestra fascinación con los orígenes mí-ticos de Silicon Valley y la Internet nos han ce-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

Aun así muchas observadoras acuerdan quelos resultados han sido pobres. Ciertamente yano vemos nada parecido al flujo continuo de re-voluciones conceptuales –herencia genética, re-latividad, psicoanálisis, mecánica cuántica– alque las personas estaban acostumbradas y queincluso esperaban, unos cien años antes. ¿Porqué?

Parte de la respuesta tiene que ver con laconcentración de recursos en unos pocos proyec-tos gigantescos: la “gran ciencia” como se ha da-do en llamar. El Proyecto Genoma Humano amenudo es sostenido como ejemplo. Después degastar casi 3 mil millones de dólares y emplearmiles de científicas y personal en cinco paísesdistintos, ha servido para establecer que no haymucho que aprender de la secuenciación genó-mica que sea de mucha utilidad. Aun más, elbombo y la inversión política alrededor de estosproyectos demuestra hasta qué punto la inves-tigación básica parece ser impulsada por impe-rativos políticos, administrativos y publicitarios,que hacen improbable la ocurrencia de descubri-mientos revolucionarios.

Aquí, nuestra fascinación con los orígenes mí-ticos de Silicon Valley y la Internet nos han ce-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

Aun así muchas observadoras acuerdan quelos resultados han sido pobres. Ciertamente yano vemos nada parecido al flujo continuo de re-voluciones conceptuales –herencia genética, re-latividad, psicoanálisis, mecánica cuántica– alque las personas estaban acostumbradas y queincluso esperaban, unos cien años antes. ¿Porqué?

Parte de la respuesta tiene que ver con laconcentración de recursos en unos pocos proyec-tos gigantescos: la “gran ciencia” como se ha da-do en llamar. El Proyecto Genoma Humano amenudo es sostenido como ejemplo. Después degastar casi 3 mil millones de dólares y emplearmiles de científicas y personal en cinco paísesdistintos, ha servido para establecer que no haymucho que aprender de la secuenciación genó-mica que sea de mucha utilidad. Aun más, elbombo y la inversión política alrededor de estosproyectos demuestra hasta qué punto la inves-tigación básica parece ser impulsada por impe-rativos políticos, administrativos y publicitarios,que hacen improbable la ocurrencia de descubri-mientos revolucionarios.

Aquí, nuestra fascinación con los orígenes mí-ticos de Silicon Valley y la Internet nos han ce-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

Aun así muchas observadoras acuerdan quelos resultados han sido pobres. Ciertamente yano vemos nada parecido al flujo continuo de re-voluciones conceptuales –herencia genética, re-latividad, psicoanálisis, mecánica cuántica– alque las personas estaban acostumbradas y queincluso esperaban, unos cien años antes. ¿Porqué?

Parte de la respuesta tiene que ver con laconcentración de recursos en unos pocos proyec-tos gigantescos: la “gran ciencia” como se ha da-do en llamar. El Proyecto Genoma Humano amenudo es sostenido como ejemplo. Después degastar casi 3 mil millones de dólares y emplearmiles de científicas y personal en cinco paísesdistintos, ha servido para establecer que no haymucho que aprender de la secuenciación genó-mica que sea de mucha utilidad. Aun más, elbombo y la inversión política alrededor de estosproyectos demuestra hasta qué punto la inves-tigación básica parece ser impulsada por impe-rativos políticos, administrativos y publicitarios,que hacen improbable la ocurrencia de descubri-mientos revolucionarios.

Aquí, nuestra fascinación con los orígenes mí-ticos de Silicon Valley y la Internet nos han ce-

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gado a lo que realmente está sucediendo. Dichamitología nos ha hecho imaginar que la investi-gación y el desarrollo son impulsados principal-mente por pequeños equipos de emprendedoreso, en su defecto, por la cooperación descentra-lizada que crea el software libre. Esto no es asíaún cuando éstos equipos tengan la mayor pro-babilidad de producir resultados. La investiga-ción y el desarrollo todavía son impulsados porgrandes proyectos burocráticos.

Lo que ha cambiado es la cultura burocráti-ca. La interpenetración creciente entre Estado,Universidad y empresas privadas ha llevado atodo el mundo a adoptar el lenguaje, las sensi-bilidades y las formas organizacionales que seoriginaron en el mundo corporativo. Aunque es-to haya ayudado a crear bienes de consumo, yaque esto es para lo que las burocracias corpora-tivas fueron diseñadas, los resultados han sidocatastróficos en términos de promover una in-vestigación original.

Mi propio conocimiento proviene de las uni-versidades, tanto en Estados Unidos como en In-glaterra. En ambos países, los últimos 30 añoshan presenciado una verdadera explosión en laproporción de horas laborales utilizadas en ta-

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gado a lo que realmente está sucediendo. Dichamitología nos ha hecho imaginar que la investi-gación y el desarrollo son impulsados principal-mente por pequeños equipos de emprendedoreso, en su defecto, por la cooperación descentra-lizada que crea el software libre. Esto no es asíaún cuando éstos equipos tengan la mayor pro-babilidad de producir resultados. La investiga-ción y el desarrollo todavía son impulsados porgrandes proyectos burocráticos.

Lo que ha cambiado es la cultura burocráti-ca. La interpenetración creciente entre Estado,Universidad y empresas privadas ha llevado atodo el mundo a adoptar el lenguaje, las sensi-bilidades y las formas organizacionales que seoriginaron en el mundo corporativo. Aunque es-to haya ayudado a crear bienes de consumo, yaque esto es para lo que las burocracias corpora-tivas fueron diseñadas, los resultados han sidocatastróficos en términos de promover una in-vestigación original.

Mi propio conocimiento proviene de las uni-versidades, tanto en Estados Unidos como en In-glaterra. En ambos países, los últimos 30 añoshan presenciado una verdadera explosión en laproporción de horas laborales utilizadas en ta-

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gado a lo que realmente está sucediendo. Dichamitología nos ha hecho imaginar que la investi-gación y el desarrollo son impulsados principal-mente por pequeños equipos de emprendedoreso, en su defecto, por la cooperación descentra-lizada que crea el software libre. Esto no es asíaún cuando éstos equipos tengan la mayor pro-babilidad de producir resultados. La investiga-ción y el desarrollo todavía son impulsados porgrandes proyectos burocráticos.

Lo que ha cambiado es la cultura burocráti-ca. La interpenetración creciente entre Estado,Universidad y empresas privadas ha llevado atodo el mundo a adoptar el lenguaje, las sensi-bilidades y las formas organizacionales que seoriginaron en el mundo corporativo. Aunque es-to haya ayudado a crear bienes de consumo, yaque esto es para lo que las burocracias corpora-tivas fueron diseñadas, los resultados han sidocatastróficos en términos de promover una in-vestigación original.

Mi propio conocimiento proviene de las uni-versidades, tanto en Estados Unidos como en In-glaterra. En ambos países, los últimos 30 añoshan presenciado una verdadera explosión en laproporción de horas laborales utilizadas en ta-

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gado a lo que realmente está sucediendo. Dichamitología nos ha hecho imaginar que la investi-gación y el desarrollo son impulsados principal-mente por pequeños equipos de emprendedoreso, en su defecto, por la cooperación descentra-lizada que crea el software libre. Esto no es asíaún cuando éstos equipos tengan la mayor pro-babilidad de producir resultados. La investiga-ción y el desarrollo todavía son impulsados porgrandes proyectos burocráticos.

Lo que ha cambiado es la cultura burocráti-ca. La interpenetración creciente entre Estado,Universidad y empresas privadas ha llevado atodo el mundo a adoptar el lenguaje, las sensi-bilidades y las formas organizacionales que seoriginaron en el mundo corporativo. Aunque es-to haya ayudado a crear bienes de consumo, yaque esto es para lo que las burocracias corpora-tivas fueron diseñadas, los resultados han sidocatastróficos en términos de promover una in-vestigación original.

Mi propio conocimiento proviene de las uni-versidades, tanto en Estados Unidos como en In-glaterra. En ambos países, los últimos 30 añoshan presenciado una verdadera explosión en laproporción de horas laborales utilizadas en ta-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

reas administrativas a expensas de prácticamen-te cualquier otra tarea. En mi propia universi-dad, por ejemplo, tenemos más administradorasque profesoras. Y de las profesoras se espera quetambién pasen tanto tiempo en administracióncomo lo pasan en la enseñanza e investigación.Lo mismo ocurre, más o menos, en todas lasuniversidades del mundo.

El auge del trabajo administrativo es resulta-do directo de la introducción de las técnicas degestión corporativa. Invariablemente son justifi-cadas como formas de incrementar la eficienciae introducir la competencia en todos los nive-les. Lo que termina significando en la prácticaes que cada quien termina gastando la mayorparte del tiempo tratando de vender cosas: pro-puestas de becas, propuestas de libros, evalua-ción del trabajo y aplicaciones de becas de lasestudiantes, evaluación de las colegas, proyectospara nuevos doctorados interdisciplinarios, ins-titutos, talleres, conferencias y las universidadesmismas (que se han convertido en marcas quese imponen a las posibles estudiantes y contri-buidoras), entre otras cosas.

Mientras la mercadotécnia sobresatura la vi-da universitaria, genera documentos acerca del

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

reas administrativas a expensas de prácticamen-te cualquier otra tarea. En mi propia universi-dad, por ejemplo, tenemos más administradorasque profesoras. Y de las profesoras se espera quetambién pasen tanto tiempo en administracióncomo lo pasan en la enseñanza e investigación.Lo mismo ocurre, más o menos, en todas lasuniversidades del mundo.

El auge del trabajo administrativo es resulta-do directo de la introducción de las técnicas degestión corporativa. Invariablemente son justifi-cadas como formas de incrementar la eficienciae introducir la competencia en todos los nive-les. Lo que termina significando en la prácticaes que cada quien termina gastando la mayorparte del tiempo tratando de vender cosas: pro-puestas de becas, propuestas de libros, evalua-ción del trabajo y aplicaciones de becas de lasestudiantes, evaluación de las colegas, proyectospara nuevos doctorados interdisciplinarios, ins-titutos, talleres, conferencias y las universidadesmismas (que se han convertido en marcas quese imponen a las posibles estudiantes y contri-buidoras), entre otras cosas.

Mientras la mercadotécnia sobresatura la vi-da universitaria, genera documentos acerca del

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

reas administrativas a expensas de prácticamen-te cualquier otra tarea. En mi propia universi-dad, por ejemplo, tenemos más administradorasque profesoras. Y de las profesoras se espera quetambién pasen tanto tiempo en administracióncomo lo pasan en la enseñanza e investigación.Lo mismo ocurre, más o menos, en todas lasuniversidades del mundo.

El auge del trabajo administrativo es resulta-do directo de la introducción de las técnicas degestión corporativa. Invariablemente son justifi-cadas como formas de incrementar la eficienciae introducir la competencia en todos los nive-les. Lo que termina significando en la prácticaes que cada quien termina gastando la mayorparte del tiempo tratando de vender cosas: pro-puestas de becas, propuestas de libros, evalua-ción del trabajo y aplicaciones de becas de lasestudiantes, evaluación de las colegas, proyectospara nuevos doctorados interdisciplinarios, ins-titutos, talleres, conferencias y las universidadesmismas (que se han convertido en marcas quese imponen a las posibles estudiantes y contri-buidoras), entre otras cosas.

Mientras la mercadotécnia sobresatura la vi-da universitaria, genera documentos acerca del

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

reas administrativas a expensas de prácticamen-te cualquier otra tarea. En mi propia universi-dad, por ejemplo, tenemos más administradorasque profesoras. Y de las profesoras se espera quetambién pasen tanto tiempo en administracióncomo lo pasan en la enseñanza e investigación.Lo mismo ocurre, más o menos, en todas lasuniversidades del mundo.

El auge del trabajo administrativo es resulta-do directo de la introducción de las técnicas degestión corporativa. Invariablemente son justifi-cadas como formas de incrementar la eficienciae introducir la competencia en todos los nive-les. Lo que termina significando en la prácticaes que cada quien termina gastando la mayorparte del tiempo tratando de vender cosas: pro-puestas de becas, propuestas de libros, evalua-ción del trabajo y aplicaciones de becas de lasestudiantes, evaluación de las colegas, proyectospara nuevos doctorados interdisciplinarios, ins-titutos, talleres, conferencias y las universidadesmismas (que se han convertido en marcas quese imponen a las posibles estudiantes y contri-buidoras), entre otras cosas.

Mientras la mercadotécnia sobresatura la vi-da universitaria, genera documentos acerca del

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cultivo de la imaginación y la creatividad quebien podrían además haber sido diseñados pa-ra estrangular la imaginación y la creatividaddesde la cuna. En los últimos 30 años no hanemergido grandes obras de teoría social en losEstados Unidos. Nos han reducido a escolásticasmedievales, escribiendo infinitas anotaciones so-bre teoría francesa de los ’70, con la concienciaculpógena de que si Giles Deleuze, Michel Fou-cault o Pierre Bourdieu reencarnaran hoy, lesnegaríamos la cátedra.

Hubo un tiempo en el que la academia erael refugio de lo excéntrico, lo brillante y lo im-práctico. Ya no más. Ahora es el dominio de losprofesionales que se hacen auto-bombo. Comoresultado, en uno de los más bizarros encajes deauto-destrucción social de la historia, hemos de-cidido que ya no hay lugar para nuestras ciuda-danas excéntricas, brillantes e imprácticas. Lamayoría languidece en el sótano de sus madres,a lo mejor haciendo una ocasional intervenciónen la Internet.

Si todo esto es verdad para las ciencias so-ciales, donde la investigación todavía es llevadaa cabo con mínimo costo y principalmente porindividuos, solo podemos imaginar lo difícil que

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cultivo de la imaginación y la creatividad quebien podrían además haber sido diseñados pa-ra estrangular la imaginación y la creatividaddesde la cuna. En los últimos 30 años no hanemergido grandes obras de teoría social en losEstados Unidos. Nos han reducido a escolásticasmedievales, escribiendo infinitas anotaciones so-bre teoría francesa de los ’70, con la concienciaculpógena de que si Giles Deleuze, Michel Fou-cault o Pierre Bourdieu reencarnaran hoy, lesnegaríamos la cátedra.

Hubo un tiempo en el que la academia erael refugio de lo excéntrico, lo brillante y lo im-práctico. Ya no más. Ahora es el dominio de losprofesionales que se hacen auto-bombo. Comoresultado, en uno de los más bizarros encajes deauto-destrucción social de la historia, hemos de-cidido que ya no hay lugar para nuestras ciuda-danas excéntricas, brillantes e imprácticas. Lamayoría languidece en el sótano de sus madres,a lo mejor haciendo una ocasional intervenciónen la Internet.

Si todo esto es verdad para las ciencias so-ciales, donde la investigación todavía es llevadaa cabo con mínimo costo y principalmente porindividuos, solo podemos imaginar lo difícil que

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cultivo de la imaginación y la creatividad quebien podrían además haber sido diseñados pa-ra estrangular la imaginación y la creatividaddesde la cuna. En los últimos 30 años no hanemergido grandes obras de teoría social en losEstados Unidos. Nos han reducido a escolásticasmedievales, escribiendo infinitas anotaciones so-bre teoría francesa de los ’70, con la concienciaculpógena de que si Giles Deleuze, Michel Fou-cault o Pierre Bourdieu reencarnaran hoy, lesnegaríamos la cátedra.

Hubo un tiempo en el que la academia erael refugio de lo excéntrico, lo brillante y lo im-práctico. Ya no más. Ahora es el dominio de losprofesionales que se hacen auto-bombo. Comoresultado, en uno de los más bizarros encajes deauto-destrucción social de la historia, hemos de-cidido que ya no hay lugar para nuestras ciuda-danas excéntricas, brillantes e imprácticas. Lamayoría languidece en el sótano de sus madres,a lo mejor haciendo una ocasional intervenciónen la Internet.

Si todo esto es verdad para las ciencias so-ciales, donde la investigación todavía es llevadaa cabo con mínimo costo y principalmente porindividuos, solo podemos imaginar lo difícil que

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cultivo de la imaginación y la creatividad quebien podrían además haber sido diseñados pa-ra estrangular la imaginación y la creatividaddesde la cuna. En los últimos 30 años no hanemergido grandes obras de teoría social en losEstados Unidos. Nos han reducido a escolásticasmedievales, escribiendo infinitas anotaciones so-bre teoría francesa de los ’70, con la concienciaculpógena de que si Giles Deleuze, Michel Fou-cault o Pierre Bourdieu reencarnaran hoy, lesnegaríamos la cátedra.

Hubo un tiempo en el que la academia erael refugio de lo excéntrico, lo brillante y lo im-práctico. Ya no más. Ahora es el dominio de losprofesionales que se hacen auto-bombo. Comoresultado, en uno de los más bizarros encajes deauto-destrucción social de la historia, hemos de-cidido que ya no hay lugar para nuestras ciuda-danas excéntricas, brillantes e imprácticas. Lamayoría languidece en el sótano de sus madres,a lo mejor haciendo una ocasional intervenciónen la Internet.

Si todo esto es verdad para las ciencias so-ciales, donde la investigación todavía es llevadaa cabo con mínimo costo y principalmente porindividuos, solo podemos imaginar lo difícil que

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

se hace para la astrofísica. De hecho, reciente-mente un astrofísico llamado Jonathan Katz haadvertido a las estudiantes con perspectivas dehacer carrera en las ciencias. Aún cuando emer-jas del período de usualmente una década de le-targo como la sombra de otro, dice, podés espe-rar que tus mejores ideas sean menospreciadassistemáticamente:

Vas a pasar el tiempo escribiendopropuestas antes que haciendo inves-tigación. Peor aún ya que tus pro-puestas son juzgadas por tus compe-tidores, no vas a poder seguir tus cu-riosidades, sino que vas a tener queponer tus esfuerzos y talentos en an-ticipar y desviar las críticas antesque en resolver problemas científicosimportantes. […] Resulta proverbialque las ideas originales sean el besode la muerte para una propuesta detrabajo, porque aún no se ha demos-trado que sean productivas.

Esto responde bastante a la pregunta sobrepor qué no tenemos dispositivos de teletrans-portación o zapatos antigravitatorios. El senti-do común sugiere que si queremos maximizar la

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

se hace para la astrofísica. De hecho, reciente-mente un astrofísico llamado Jonathan Katz haadvertido a las estudiantes con perspectivas dehacer carrera en las ciencias. Aún cuando emer-jas del período de usualmente una década de le-targo como la sombra de otro, dice, podés espe-rar que tus mejores ideas sean menospreciadassistemáticamente:

Vas a pasar el tiempo escribiendopropuestas antes que haciendo inves-tigación. Peor aún ya que tus pro-puestas son juzgadas por tus compe-tidores, no vas a poder seguir tus cu-riosidades, sino que vas a tener queponer tus esfuerzos y talentos en an-ticipar y desviar las críticas antesque en resolver problemas científicosimportantes. […] Resulta proverbialque las ideas originales sean el besode la muerte para una propuesta detrabajo, porque aún no se ha demos-trado que sean productivas.

Esto responde bastante a la pregunta sobrepor qué no tenemos dispositivos de teletrans-portación o zapatos antigravitatorios. El senti-do común sugiere que si queremos maximizar la

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

se hace para la astrofísica. De hecho, reciente-mente un astrofísico llamado Jonathan Katz haadvertido a las estudiantes con perspectivas dehacer carrera en las ciencias. Aún cuando emer-jas del período de usualmente una década de le-targo como la sombra de otro, dice, podés espe-rar que tus mejores ideas sean menospreciadassistemáticamente:

Vas a pasar el tiempo escribiendopropuestas antes que haciendo inves-tigación. Peor aún ya que tus pro-puestas son juzgadas por tus compe-tidores, no vas a poder seguir tus cu-riosidades, sino que vas a tener queponer tus esfuerzos y talentos en an-ticipar y desviar las críticas antesque en resolver problemas científicosimportantes. […] Resulta proverbialque las ideas originales sean el besode la muerte para una propuesta detrabajo, porque aún no se ha demos-trado que sean productivas.

Esto responde bastante a la pregunta sobrepor qué no tenemos dispositivos de teletrans-portación o zapatos antigravitatorios. El senti-do común sugiere que si queremos maximizar la

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

se hace para la astrofísica. De hecho, reciente-mente un astrofísico llamado Jonathan Katz haadvertido a las estudiantes con perspectivas dehacer carrera en las ciencias. Aún cuando emer-jas del período de usualmente una década de le-targo como la sombra de otro, dice, podés espe-rar que tus mejores ideas sean menospreciadassistemáticamente:

Vas a pasar el tiempo escribiendopropuestas antes que haciendo inves-tigación. Peor aún ya que tus pro-puestas son juzgadas por tus compe-tidores, no vas a poder seguir tus cu-riosidades, sino que vas a tener queponer tus esfuerzos y talentos en an-ticipar y desviar las críticas antesque en resolver problemas científicosimportantes. […] Resulta proverbialque las ideas originales sean el besode la muerte para una propuesta detrabajo, porque aún no se ha demos-trado que sean productivas.

Esto responde bastante a la pregunta sobrepor qué no tenemos dispositivos de teletrans-portación o zapatos antigravitatorios. El senti-do común sugiere que si queremos maximizar la

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creatividad científica, tenés que encontrar gen-te brillante, darle los recursos que necesiten pa-ra seguir las ideas que vengan de sus cabezasy dejarlas tranquilas para que hagan lo que de-ban y quieran hacer. La mayoría resultará ennada, pero una o dos seguramente descubriránalgo. Pero si querés minimizar la posibilidad dedescubrimientos inesperados, deciles a esas mis-mas personas que no van a recibir recursos hastaque pasen la mayor parte de su tiempo compi-tiendo entre sí para convencerte que saben deantemano aquello que van a descubrir.

En las ciencias naturales, a la tiranía deladministracionismo podemos agregar la priva-tización de los resultados de las investigaciones.Como nos recuerda el economista británico Da-vid Harvie, la investigación “abierta” no es nue-va. La investigación escolástica siempre ha sidoabierta en el sentido de que las académicas com-parten materiales y resultados. Existe la compe-tencia, ciertamente, pero es “amistosa”. Esto yano es verdad para las científicas que trabajan enel sector corporativo, donde los hallazgos son ce-losamente guardados. La difusión del ethos cor-porativo dentro de la academia y los institutosde investigación ha resultado en que incluso las

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creatividad científica, tenés que encontrar gen-te brillante, darle los recursos que necesiten pa-ra seguir las ideas que vengan de sus cabezasy dejarlas tranquilas para que hagan lo que de-ban y quieran hacer. La mayoría resultará ennada, pero una o dos seguramente descubriránalgo. Pero si querés minimizar la posibilidad dedescubrimientos inesperados, deciles a esas mis-mas personas que no van a recibir recursos hastaque pasen la mayor parte de su tiempo compi-tiendo entre sí para convencerte que saben deantemano aquello que van a descubrir.

En las ciencias naturales, a la tiranía deladministracionismo podemos agregar la priva-tización de los resultados de las investigaciones.Como nos recuerda el economista británico Da-vid Harvie, la investigación “abierta” no es nue-va. La investigación escolástica siempre ha sidoabierta en el sentido de que las académicas com-parten materiales y resultados. Existe la compe-tencia, ciertamente, pero es “amistosa”. Esto yano es verdad para las científicas que trabajan enel sector corporativo, donde los hallazgos son ce-losamente guardados. La difusión del ethos cor-porativo dentro de la academia y los institutosde investigación ha resultado en que incluso las

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creatividad científica, tenés que encontrar gen-te brillante, darle los recursos que necesiten pa-ra seguir las ideas que vengan de sus cabezasy dejarlas tranquilas para que hagan lo que de-ban y quieran hacer. La mayoría resultará ennada, pero una o dos seguramente descubriránalgo. Pero si querés minimizar la posibilidad dedescubrimientos inesperados, deciles a esas mis-mas personas que no van a recibir recursos hastaque pasen la mayor parte de su tiempo compi-tiendo entre sí para convencerte que saben deantemano aquello que van a descubrir.

En las ciencias naturales, a la tiranía deladministracionismo podemos agregar la priva-tización de los resultados de las investigaciones.Como nos recuerda el economista británico Da-vid Harvie, la investigación “abierta” no es nue-va. La investigación escolástica siempre ha sidoabierta en el sentido de que las académicas com-parten materiales y resultados. Existe la compe-tencia, ciertamente, pero es “amistosa”. Esto yano es verdad para las científicas que trabajan enel sector corporativo, donde los hallazgos son ce-losamente guardados. La difusión del ethos cor-porativo dentro de la academia y los institutosde investigación ha resultado en que incluso las

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creatividad científica, tenés que encontrar gen-te brillante, darle los recursos que necesiten pa-ra seguir las ideas que vengan de sus cabezasy dejarlas tranquilas para que hagan lo que de-ban y quieran hacer. La mayoría resultará ennada, pero una o dos seguramente descubriránalgo. Pero si querés minimizar la posibilidad dedescubrimientos inesperados, deciles a esas mis-mas personas que no van a recibir recursos hastaque pasen la mayor parte de su tiempo compi-tiendo entre sí para convencerte que saben deantemano aquello que van a descubrir.

En las ciencias naturales, a la tiranía deladministracionismo podemos agregar la priva-tización de los resultados de las investigaciones.Como nos recuerda el economista británico Da-vid Harvie, la investigación “abierta” no es nue-va. La investigación escolástica siempre ha sidoabierta en el sentido de que las académicas com-parten materiales y resultados. Existe la compe-tencia, ciertamente, pero es “amistosa”. Esto yano es verdad para las científicas que trabajan enel sector corporativo, donde los hallazgos son ce-losamente guardados. La difusión del ethos cor-porativo dentro de la academia y los institutosde investigación ha resultado en que incluso las

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

investigadoras con financiamiento público tra-ten sus hallazgos como propiedad privada. Laseditoriales académicas aseguran que los hallaz-gos que son publicados sean cada vez más di-fíciles de acceder, cercando los bienes comunesintelectuales. Como resultado, la competenciaabierta, amistosa, se convierte en algo muchomás parecido a la clásica competencia de mer-cado.

Existen muchas formas de privatización,incluyendo la compra y supresión de des-cubrimientos potencialmente o de hecho,desfavorables para los intereses de las grandescorporaciones, siempre temerosas de posiblesefectos económicos indeseables. No podemos sa-ber cuántas fórmulas de combustibles sintéticoshan terminado en las bóvedas de las compañíaspetroleras, pero resulta difícil imaginar que nohaya pasado. Más sutil es la forma en que elethos administrativista desalienta todo lo quesea aventurero o raro, especialmente si no hayprospecto de resultados inmediatos. Extraña-mente, la Internet es parte del problema. Comodecía Neal Stephenson:

La mayoría de las personas quetrabaja en corporaciones o en la

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

investigadoras con financiamiento público tra-ten sus hallazgos como propiedad privada. Laseditoriales académicas aseguran que los hallaz-gos que son publicados sean cada vez más di-fíciles de acceder, cercando los bienes comunesintelectuales. Como resultado, la competenciaabierta, amistosa, se convierte en algo muchomás parecido a la clásica competencia de mer-cado.

Existen muchas formas de privatización,incluyendo la compra y supresión de des-cubrimientos potencialmente o de hecho,desfavorables para los intereses de las grandescorporaciones, siempre temerosas de posiblesefectos económicos indeseables. No podemos sa-ber cuántas fórmulas de combustibles sintéticoshan terminado en las bóvedas de las compañíaspetroleras, pero resulta difícil imaginar que nohaya pasado. Más sutil es la forma en que elethos administrativista desalienta todo lo quesea aventurero o raro, especialmente si no hayprospecto de resultados inmediatos. Extraña-mente, la Internet es parte del problema. Comodecía Neal Stephenson:

La mayoría de las personas quetrabaja en corporaciones o en la

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

investigadoras con financiamiento público tra-ten sus hallazgos como propiedad privada. Laseditoriales académicas aseguran que los hallaz-gos que son publicados sean cada vez más di-fíciles de acceder, cercando los bienes comunesintelectuales. Como resultado, la competenciaabierta, amistosa, se convierte en algo muchomás parecido a la clásica competencia de mer-cado.

Existen muchas formas de privatización,incluyendo la compra y supresión de des-cubrimientos potencialmente o de hecho,desfavorables para los intereses de las grandescorporaciones, siempre temerosas de posiblesefectos económicos indeseables. No podemos sa-ber cuántas fórmulas de combustibles sintéticoshan terminado en las bóvedas de las compañíaspetroleras, pero resulta difícil imaginar que nohaya pasado. Más sutil es la forma en que elethos administrativista desalienta todo lo quesea aventurero o raro, especialmente si no hayprospecto de resultados inmediatos. Extraña-mente, la Internet es parte del problema. Comodecía Neal Stephenson:

La mayoría de las personas quetrabaja en corporaciones o en la

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

investigadoras con financiamiento público tra-ten sus hallazgos como propiedad privada. Laseditoriales académicas aseguran que los hallaz-gos que son publicados sean cada vez más di-fíciles de acceder, cercando los bienes comunesintelectuales. Como resultado, la competenciaabierta, amistosa, se convierte en algo muchomás parecido a la clásica competencia de mer-cado.

Existen muchas formas de privatización,incluyendo la compra y supresión de des-cubrimientos potencialmente o de hecho,desfavorables para los intereses de las grandescorporaciones, siempre temerosas de posiblesefectos económicos indeseables. No podemos sa-ber cuántas fórmulas de combustibles sintéticoshan terminado en las bóvedas de las compañíaspetroleras, pero resulta difícil imaginar que nohaya pasado. Más sutil es la forma en que elethos administrativista desalienta todo lo quesea aventurero o raro, especialmente si no hayprospecto de resultados inmediatos. Extraña-mente, la Internet es parte del problema. Comodecía Neal Stephenson:

La mayoría de las personas quetrabaja en corporaciones o en la

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academia ha presenciado algo comolo siguiente: un grupo de ingenierasse encuentran en una habitaciónpeloteando ideas entre sí. De estadiscusión emerge un nuevo conceptoque parece prometedor. Entoncesalguien con una computadoraportátil realiza una búsqueda enGoogle y anuncia que esta “nueva”idea en realidad es vieja. Ya ha sidoprobada o al menos algo vagamentesimilar. Ha fallado o ha sido exitosa.Si ha fallado, ninguna administra-dora con ganas de mantener sutrabajo aprobaría el uso de dinerotratando de revivirla. Si ha sidoexitosa, entonces ha sido patentaday el ingreso al mercado se presumeinalcanzable ya que las primeraspersonas que la han pensado tienenla “ventaja inicial” y han creado“barreras para el ingreso”. La canti-dad de ideas prometedoras que hansido aplastadas de esta forma debencontarse en millones.

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academia ha presenciado algo comolo siguiente: un grupo de ingenierasse encuentran en una habitaciónpeloteando ideas entre sí. De estadiscusión emerge un nuevo conceptoque parece prometedor. Entoncesalguien con una computadoraportátil realiza una búsqueda enGoogle y anuncia que esta “nueva”idea en realidad es vieja. Ya ha sidoprobada o al menos algo vagamentesimilar. Ha fallado o ha sido exitosa.Si ha fallado, ninguna administra-dora con ganas de mantener sutrabajo aprobaría el uso de dinerotratando de revivirla. Si ha sidoexitosa, entonces ha sido patentaday el ingreso al mercado se presumeinalcanzable ya que las primeraspersonas que la han pensado tienenla “ventaja inicial” y han creado“barreras para el ingreso”. La canti-dad de ideas prometedoras que hansido aplastadas de esta forma debencontarse en millones.

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academia ha presenciado algo comolo siguiente: un grupo de ingenierasse encuentran en una habitaciónpeloteando ideas entre sí. De estadiscusión emerge un nuevo conceptoque parece prometedor. Entoncesalguien con una computadoraportátil realiza una búsqueda enGoogle y anuncia que esta “nueva”idea en realidad es vieja. Ya ha sidoprobada o al menos algo vagamentesimilar. Ha fallado o ha sido exitosa.Si ha fallado, ninguna administra-dora con ganas de mantener sutrabajo aprobaría el uso de dinerotratando de revivirla. Si ha sidoexitosa, entonces ha sido patentaday el ingreso al mercado se presumeinalcanzable ya que las primeraspersonas que la han pensado tienenla “ventaja inicial” y han creado“barreras para el ingreso”. La canti-dad de ideas prometedoras que hansido aplastadas de esta forma debencontarse en millones.

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academia ha presenciado algo comolo siguiente: un grupo de ingenierasse encuentran en una habitaciónpeloteando ideas entre sí. De estadiscusión emerge un nuevo conceptoque parece prometedor. Entoncesalguien con una computadoraportátil realiza una búsqueda enGoogle y anuncia que esta “nueva”idea en realidad es vieja. Ya ha sidoprobada o al menos algo vagamentesimilar. Ha fallado o ha sido exitosa.Si ha fallado, ninguna administra-dora con ganas de mantener sutrabajo aprobaría el uso de dinerotratando de revivirla. Si ha sidoexitosa, entonces ha sido patentaday el ingreso al mercado se presumeinalcanzable ya que las primeraspersonas que la han pensado tienenla “ventaja inicial” y han creado“barreras para el ingreso”. La canti-dad de ideas prometedoras que hansido aplastadas de esta forma debencontarse en millones.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

Entonces un espíritu tímido y burocrático so-foca cualquier aspecto de la vida cultural. Vieneadornado con un lenguaje de creatividad, inicia-tiva y emprendedurismo. Pero el lenguaje es in-significante. Las pensadoras con mayor probabi-lidad de lograr descubrimientos interesantes sonlas que tienen menos probabilidad de conseguirfinanciamiento. Y cuando los descubrimientosocurren, probablemente no encuentran a nadiecon la voluntad de seguir sus implicaciones másaudaces.

Giovanni Arrighi señalaba que luego de laburbuja del Mar del Sur5 en 1720, el capitalis-mo británico abandonó ampliamente la formacorporativa. Para la Revolución Industrial, In-glaterra había pasado a apoyarse sobre una com-binación de altas finanzas y pequeñas empresasfamiliares –patrón que se sostuvo durante el si-glo posterior, el período de máxima innovacióncientífica y tecnológica. Inglaterra era por en-tonces también notable por ser generosa con sus“bichos raros” y sus personajes excéntricos, tan-to como es de intolerante Estados Unidos ac-

5Ver https://es.wikipedia.org/wiki/Compa%C3%B1%C3%ADa_del_Mar_del_Sur#Estalla_la_burbuja

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

Entonces un espíritu tímido y burocrático so-foca cualquier aspecto de la vida cultural. Vieneadornado con un lenguaje de creatividad, inicia-tiva y emprendedurismo. Pero el lenguaje es in-significante. Las pensadoras con mayor probabi-lidad de lograr descubrimientos interesantes sonlas que tienen menos probabilidad de conseguirfinanciamiento. Y cuando los descubrimientosocurren, probablemente no encuentran a nadiecon la voluntad de seguir sus implicaciones másaudaces.

Giovanni Arrighi señalaba que luego de laburbuja del Mar del Sur5 en 1720, el capitalis-mo británico abandonó ampliamente la formacorporativa. Para la Revolución Industrial, In-glaterra había pasado a apoyarse sobre una com-binación de altas finanzas y pequeñas empresasfamiliares –patrón que se sostuvo durante el si-glo posterior, el período de máxima innovacióncientífica y tecnológica. Inglaterra era por en-tonces también notable por ser generosa con sus“bichos raros” y sus personajes excéntricos, tan-to como es de intolerante Estados Unidos ac-

5Ver https://es.wikipedia.org/wiki/Compa%C3%B1%C3%ADa_del_Mar_del_Sur#Estalla_la_burbuja

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

Entonces un espíritu tímido y burocrático so-foca cualquier aspecto de la vida cultural. Vieneadornado con un lenguaje de creatividad, inicia-tiva y emprendedurismo. Pero el lenguaje es in-significante. Las pensadoras con mayor probabi-lidad de lograr descubrimientos interesantes sonlas que tienen menos probabilidad de conseguirfinanciamiento. Y cuando los descubrimientosocurren, probablemente no encuentran a nadiecon la voluntad de seguir sus implicaciones másaudaces.

Giovanni Arrighi señalaba que luego de laburbuja del Mar del Sur5 en 1720, el capitalis-mo británico abandonó ampliamente la formacorporativa. Para la Revolución Industrial, In-glaterra había pasado a apoyarse sobre una com-binación de altas finanzas y pequeñas empresasfamiliares –patrón que se sostuvo durante el si-glo posterior, el período de máxima innovacióncientífica y tecnológica. Inglaterra era por en-tonces también notable por ser generosa con sus“bichos raros” y sus personajes excéntricos, tan-to como es de intolerante Estados Unidos ac-

5Ver https://es.wikipedia.org/wiki/Compa%C3%B1%C3%ADa_del_Mar_del_Sur#Estalla_la_burbuja

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

Entonces un espíritu tímido y burocrático so-foca cualquier aspecto de la vida cultural. Vieneadornado con un lenguaje de creatividad, inicia-tiva y emprendedurismo. Pero el lenguaje es in-significante. Las pensadoras con mayor probabi-lidad de lograr descubrimientos interesantes sonlas que tienen menos probabilidad de conseguirfinanciamiento. Y cuando los descubrimientosocurren, probablemente no encuentran a nadiecon la voluntad de seguir sus implicaciones másaudaces.

Giovanni Arrighi señalaba que luego de laburbuja del Mar del Sur5 en 1720, el capitalis-mo británico abandonó ampliamente la formacorporativa. Para la Revolución Industrial, In-glaterra había pasado a apoyarse sobre una com-binación de altas finanzas y pequeñas empresasfamiliares –patrón que se sostuvo durante el si-glo posterior, el período de máxima innovacióncientífica y tecnológica. Inglaterra era por en-tonces también notable por ser generosa con sus“bichos raros” y sus personajes excéntricos, tan-to como es de intolerante Estados Unidos ac-

5Ver https://es.wikipedia.org/wiki/Compa%C3%B1%C3%ADa_del_Mar_del_Sur#Estalla_la_burbuja

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tualmente. Una solución común entonces, erapermitirles convertirse en párrocos rurales, quie-nes, predeciblemente, se convirtieron en una delas principales fuentes de descubrimientos cien-tíficos amateur.

El capitalismo corporativo burócratico con-temporáneo, no fue creación de Inglaterra, sinode Estados Unidos y Alemania, dos poderes riva-les que pasaron la primer mitad del siglo XX lu-chando dos guerras sangrientas en torno a quiénreemplazaría a Inglaterra como poder mundialdominante –guerras que culminaron en progra-mas científicos apadrinados por el Estado, quetenían por finalidad encabezarse en el descubri-miento de la bomba atómica. Resulta significa-tivo entonces, que el estancamiento tecnológicoactual haya comenzado en 1945, cuando Esta-dos Unidos reemplazó a Inglaterra como organi-zador de la economía mundial.

A los estadounidenses no les gusta pensarsecomo una nación de burócratas –todo locontrario– pero en el momento en que dejamosde imaginarnos a la burocracia como a unfenómeno limitado a oficinas gubernamentales,se hace obvio que es precisamente esto en loque nos hemos convertido. La victoria final

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tualmente. Una solución común entonces, erapermitirles convertirse en párrocos rurales, quie-nes, predeciblemente, se convirtieron en una delas principales fuentes de descubrimientos cien-tíficos amateur.

El capitalismo corporativo burócratico con-temporáneo, no fue creación de Inglaterra, sinode Estados Unidos y Alemania, dos poderes riva-les que pasaron la primer mitad del siglo XX lu-chando dos guerras sangrientas en torno a quiénreemplazaría a Inglaterra como poder mundialdominante –guerras que culminaron en progra-mas científicos apadrinados por el Estado, quetenían por finalidad encabezarse en el descubri-miento de la bomba atómica. Resulta significa-tivo entonces, que el estancamiento tecnológicoactual haya comenzado en 1945, cuando Esta-dos Unidos reemplazó a Inglaterra como organi-zador de la economía mundial.

A los estadounidenses no les gusta pensarsecomo una nación de burócratas –todo locontrario– pero en el momento en que dejamosde imaginarnos a la burocracia como a unfenómeno limitado a oficinas gubernamentales,se hace obvio que es precisamente esto en loque nos hemos convertido. La victoria final

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tualmente. Una solución común entonces, erapermitirles convertirse en párrocos rurales, quie-nes, predeciblemente, se convirtieron en una delas principales fuentes de descubrimientos cien-tíficos amateur.

El capitalismo corporativo burócratico con-temporáneo, no fue creación de Inglaterra, sinode Estados Unidos y Alemania, dos poderes riva-les que pasaron la primer mitad del siglo XX lu-chando dos guerras sangrientas en torno a quiénreemplazaría a Inglaterra como poder mundialdominante –guerras que culminaron en progra-mas científicos apadrinados por el Estado, quetenían por finalidad encabezarse en el descubri-miento de la bomba atómica. Resulta significa-tivo entonces, que el estancamiento tecnológicoactual haya comenzado en 1945, cuando Esta-dos Unidos reemplazó a Inglaterra como organi-zador de la economía mundial.

A los estadounidenses no les gusta pensarsecomo una nación de burócratas –todo locontrario– pero en el momento en que dejamosde imaginarnos a la burocracia como a unfenómeno limitado a oficinas gubernamentales,se hace obvio que es precisamente esto en loque nos hemos convertido. La victoria final

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tualmente. Una solución común entonces, erapermitirles convertirse en párrocos rurales, quie-nes, predeciblemente, se convirtieron en una delas principales fuentes de descubrimientos cien-tíficos amateur.

El capitalismo corporativo burócratico con-temporáneo, no fue creación de Inglaterra, sinode Estados Unidos y Alemania, dos poderes riva-les que pasaron la primer mitad del siglo XX lu-chando dos guerras sangrientas en torno a quiénreemplazaría a Inglaterra como poder mundialdominante –guerras que culminaron en progra-mas científicos apadrinados por el Estado, quetenían por finalidad encabezarse en el descubri-miento de la bomba atómica. Resulta significa-tivo entonces, que el estancamiento tecnológicoactual haya comenzado en 1945, cuando Esta-dos Unidos reemplazó a Inglaterra como organi-zador de la economía mundial.

A los estadounidenses no les gusta pensarsecomo una nación de burócratas –todo locontrario– pero en el momento en que dejamosde imaginarnos a la burocracia como a unfenómeno limitado a oficinas gubernamentales,se hace obvio que es precisamente esto en loque nos hemos convertido. La victoria final

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

sobre la Unión Soviética no nos ha llevado ala dominación del mercado sino que, de hecho,cementó la dominación de elites conservadorasadministrativistas, burócratas corporativos queusan el pretexto del pensamiento cortoplacista,competitivo y de lucro para aplastar cualquiercosa con probables implicancias revolucionariasde cualquier tipo.

Si nosotras no nos damos cuenta que vivimosen una sociedad burocrática, eso es porque lasnormas y prácticas burocráticas se han vueltotan completamente ubícuas que no las podemosver o peor, no podemos hacer las cosas de otromodo.

Las computadoras han jugado un rol crucialen este estrechamiento de nuestras imaginacio-nes sociales. Así como las invenciónes de nuevasformas de automatización industrial en el sigloXVII o XIX han tenido el efecto paradójico deconvertir más y más población del mundo en tra-bajadores industriales de tiempo completo, asítambién todo el software diseñado para salvar-nos de responsabilidades administrativas nos haconvertido en administradoras de tiempo com-pleto. Del mismo modo que profesoras univer-sitarias deben sentir que es inevitable pasar la

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

sobre la Unión Soviética no nos ha llevado ala dominación del mercado sino que, de hecho,cementó la dominación de elites conservadorasadministrativistas, burócratas corporativos queusan el pretexto del pensamiento cortoplacista,competitivo y de lucro para aplastar cualquiercosa con probables implicancias revolucionariasde cualquier tipo.

Si nosotras no nos damos cuenta que vivimosen una sociedad burocrática, eso es porque lasnormas y prácticas burocráticas se han vueltotan completamente ubícuas que no las podemosver o peor, no podemos hacer las cosas de otromodo.

Las computadoras han jugado un rol crucialen este estrechamiento de nuestras imaginacio-nes sociales. Así como las invenciónes de nuevasformas de automatización industrial en el sigloXVII o XIX han tenido el efecto paradójico deconvertir más y más población del mundo en tra-bajadores industriales de tiempo completo, asítambién todo el software diseñado para salvar-nos de responsabilidades administrativas nos haconvertido en administradoras de tiempo com-pleto. Del mismo modo que profesoras univer-sitarias deben sentir que es inevitable pasar la

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

sobre la Unión Soviética no nos ha llevado ala dominación del mercado sino que, de hecho,cementó la dominación de elites conservadorasadministrativistas, burócratas corporativos queusan el pretexto del pensamiento cortoplacista,competitivo y de lucro para aplastar cualquiercosa con probables implicancias revolucionariasde cualquier tipo.

Si nosotras no nos damos cuenta que vivimosen una sociedad burocrática, eso es porque lasnormas y prácticas burocráticas se han vueltotan completamente ubícuas que no las podemosver o peor, no podemos hacer las cosas de otromodo.

Las computadoras han jugado un rol crucialen este estrechamiento de nuestras imaginacio-nes sociales. Así como las invenciónes de nuevasformas de automatización industrial en el sigloXVII o XIX han tenido el efecto paradójico deconvertir más y más población del mundo en tra-bajadores industriales de tiempo completo, asítambién todo el software diseñado para salvar-nos de responsabilidades administrativas nos haconvertido en administradoras de tiempo com-pleto. Del mismo modo que profesoras univer-sitarias deben sentir que es inevitable pasar la

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

sobre la Unión Soviética no nos ha llevado ala dominación del mercado sino que, de hecho,cementó la dominación de elites conservadorasadministrativistas, burócratas corporativos queusan el pretexto del pensamiento cortoplacista,competitivo y de lucro para aplastar cualquiercosa con probables implicancias revolucionariasde cualquier tipo.

Si nosotras no nos damos cuenta que vivimosen una sociedad burocrática, eso es porque lasnormas y prácticas burocráticas se han vueltotan completamente ubícuas que no las podemosver o peor, no podemos hacer las cosas de otromodo.

Las computadoras han jugado un rol crucialen este estrechamiento de nuestras imaginacio-nes sociales. Así como las invenciónes de nuevasformas de automatización industrial en el sigloXVII o XIX han tenido el efecto paradójico deconvertir más y más población del mundo en tra-bajadores industriales de tiempo completo, asítambién todo el software diseñado para salvar-nos de responsabilidades administrativas nos haconvertido en administradoras de tiempo com-pleto. Del mismo modo que profesoras univer-sitarias deben sentir que es inevitable pasar la

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mayor parte de su tiempo administrando subsi-dios, también las opulentas esposas y amas decasa aceptan simplemente que van a pasar sema-nas de todos los años completando formulariosonline de cuarenta páginas para que sus niñasingresen a la escuela primaria. Todas vamos adestinar cada vez mayores cantidades de nues-tro tiempo escribiendo contraseñas en nuestrosteléfonos para administrar cuentas bancarias yde crédito y aprendiendo cómo llevar a cabo eltrabajo que alguna vez realizaban los agentes deviaje, corredores de bolsa y contadores.

Alguien una vez se dió cuenta que la estadou-nidense promedio pasaría unos seis meses de suvida esperando que cambie la luz del semáforo.No sé si hay disponibles estadísticas similarespara el tiempo que lleva completar formularios,pero debe ser más tiempo. Ninguna poblaciónen la historia del mundo ha pasado ni de cercatanto tiempo enganchada en papeleo.

En esta final y ridiculizante etapa del capita-lismo, nos estamos moviendo desde tecnologíaspoéticas a burocráticas. Con tecnologías poéti-cas me refiero al uso racional y técnico paratraer fantasías salvajes a la realidad. Las tec-nologías poéticas, así entendidas, son tan vie-

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mayor parte de su tiempo administrando subsi-dios, también las opulentas esposas y amas decasa aceptan simplemente que van a pasar sema-nas de todos los años completando formulariosonline de cuarenta páginas para que sus niñasingresen a la escuela primaria. Todas vamos adestinar cada vez mayores cantidades de nues-tro tiempo escribiendo contraseñas en nuestrosteléfonos para administrar cuentas bancarias yde crédito y aprendiendo cómo llevar a cabo eltrabajo que alguna vez realizaban los agentes deviaje, corredores de bolsa y contadores.

Alguien una vez se dió cuenta que la estadou-nidense promedio pasaría unos seis meses de suvida esperando que cambie la luz del semáforo.No sé si hay disponibles estadísticas similarespara el tiempo que lleva completar formularios,pero debe ser más tiempo. Ninguna poblaciónen la historia del mundo ha pasado ni de cercatanto tiempo enganchada en papeleo.

En esta final y ridiculizante etapa del capita-lismo, nos estamos moviendo desde tecnologíaspoéticas a burocráticas. Con tecnologías poéti-cas me refiero al uso racional y técnico paratraer fantasías salvajes a la realidad. Las tec-nologías poéticas, así entendidas, son tan vie-

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mayor parte de su tiempo administrando subsi-dios, también las opulentas esposas y amas decasa aceptan simplemente que van a pasar sema-nas de todos los años completando formulariosonline de cuarenta páginas para que sus niñasingresen a la escuela primaria. Todas vamos adestinar cada vez mayores cantidades de nues-tro tiempo escribiendo contraseñas en nuestrosteléfonos para administrar cuentas bancarias yde crédito y aprendiendo cómo llevar a cabo eltrabajo que alguna vez realizaban los agentes deviaje, corredores de bolsa y contadores.

Alguien una vez se dió cuenta que la estadou-nidense promedio pasaría unos seis meses de suvida esperando que cambie la luz del semáforo.No sé si hay disponibles estadísticas similarespara el tiempo que lleva completar formularios,pero debe ser más tiempo. Ninguna poblaciónen la historia del mundo ha pasado ni de cercatanto tiempo enganchada en papeleo.

En esta final y ridiculizante etapa del capita-lismo, nos estamos moviendo desde tecnologíaspoéticas a burocráticas. Con tecnologías poéti-cas me refiero al uso racional y técnico paratraer fantasías salvajes a la realidad. Las tec-nologías poéticas, así entendidas, son tan vie-

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mayor parte de su tiempo administrando subsi-dios, también las opulentas esposas y amas decasa aceptan simplemente que van a pasar sema-nas de todos los años completando formulariosonline de cuarenta páginas para que sus niñasingresen a la escuela primaria. Todas vamos adestinar cada vez mayores cantidades de nues-tro tiempo escribiendo contraseñas en nuestrosteléfonos para administrar cuentas bancarias yde crédito y aprendiendo cómo llevar a cabo eltrabajo que alguna vez realizaban los agentes deviaje, corredores de bolsa y contadores.

Alguien una vez se dió cuenta que la estadou-nidense promedio pasaría unos seis meses de suvida esperando que cambie la luz del semáforo.No sé si hay disponibles estadísticas similarespara el tiempo que lleva completar formularios,pero debe ser más tiempo. Ninguna poblaciónen la historia del mundo ha pasado ni de cercatanto tiempo enganchada en papeleo.

En esta final y ridiculizante etapa del capita-lismo, nos estamos moviendo desde tecnologíaspoéticas a burocráticas. Con tecnologías poéti-cas me refiero al uso racional y técnico paratraer fantasías salvajes a la realidad. Las tec-nologías poéticas, así entendidas, son tan vie-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

jas como la civilización. Lewis Mumford notóque las primeras máquinas complejas eran he-chas de personas. Los faraones egipcios fueroncapaces de construir las pirámides solo por sumaestría de los procedimientos administrativos,los cuales permitieron desarrollar técnicas de lí-nea de montaje, dividiendo tareas complejas endocenas de simples operaciones y asignando ca-da una a un equipo de trabajadoras –incluso aúncareciendo de tecnología mecánica más comple-ja que el plano inclinado y la palanca. La su-pervisión administrativa convirtió ejércitos degranjeras en engranajes de una vasta máquina.Más tarde, después que se inventaran los engra-najes, el diseño de maquinaria compleja elaboróprincipios originalmente desarrollados para or-ganizar personas.

Sin embargo nosotras hemos visto esas má-quinas –ya sea que sus partes móviles sean bra-zos y torzos o pistones, ruedas y resortes– siendopuestas a trabajar en realizar fantasías imposi-bles: catedrales, viajes a la luna, trenes transcon-tinentales. Ciertamente, las tecnologías poéticastenían algo terrible sobre sí mismas; la poesíaprobablemente sea tanto de oscuros molinos sa-tánicos como de gracia o liberación. Pero las ra-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

jas como la civilización. Lewis Mumford notóque las primeras máquinas complejas eran he-chas de personas. Los faraones egipcios fueroncapaces de construir las pirámides solo por sumaestría de los procedimientos administrativos,los cuales permitieron desarrollar técnicas de lí-nea de montaje, dividiendo tareas complejas endocenas de simples operaciones y asignando ca-da una a un equipo de trabajadoras –incluso aúncareciendo de tecnología mecánica más comple-ja que el plano inclinado y la palanca. La su-pervisión administrativa convirtió ejércitos degranjeras en engranajes de una vasta máquina.Más tarde, después que se inventaran los engra-najes, el diseño de maquinaria compleja elaboróprincipios originalmente desarrollados para or-ganizar personas.

Sin embargo nosotras hemos visto esas má-quinas –ya sea que sus partes móviles sean bra-zos y torzos o pistones, ruedas y resortes– siendopuestas a trabajar en realizar fantasías imposi-bles: catedrales, viajes a la luna, trenes transcon-tinentales. Ciertamente, las tecnologías poéticastenían algo terrible sobre sí mismas; la poesíaprobablemente sea tanto de oscuros molinos sa-tánicos como de gracia o liberación. Pero las ra-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

jas como la civilización. Lewis Mumford notóque las primeras máquinas complejas eran he-chas de personas. Los faraones egipcios fueroncapaces de construir las pirámides solo por sumaestría de los procedimientos administrativos,los cuales permitieron desarrollar técnicas de lí-nea de montaje, dividiendo tareas complejas endocenas de simples operaciones y asignando ca-da una a un equipo de trabajadoras –incluso aúncareciendo de tecnología mecánica más comple-ja que el plano inclinado y la palanca. La su-pervisión administrativa convirtió ejércitos degranjeras en engranajes de una vasta máquina.Más tarde, después que se inventaran los engra-najes, el diseño de maquinaria compleja elaboróprincipios originalmente desarrollados para or-ganizar personas.

Sin embargo nosotras hemos visto esas má-quinas –ya sea que sus partes móviles sean bra-zos y torzos o pistones, ruedas y resortes– siendopuestas a trabajar en realizar fantasías imposi-bles: catedrales, viajes a la luna, trenes transcon-tinentales. Ciertamente, las tecnologías poéticastenían algo terrible sobre sí mismas; la poesíaprobablemente sea tanto de oscuros molinos sa-tánicos como de gracia o liberación. Pero las ra-

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

jas como la civilización. Lewis Mumford notóque las primeras máquinas complejas eran he-chas de personas. Los faraones egipcios fueroncapaces de construir las pirámides solo por sumaestría de los procedimientos administrativos,los cuales permitieron desarrollar técnicas de lí-nea de montaje, dividiendo tareas complejas endocenas de simples operaciones y asignando ca-da una a un equipo de trabajadoras –incluso aúncareciendo de tecnología mecánica más comple-ja que el plano inclinado y la palanca. La su-pervisión administrativa convirtió ejércitos degranjeras en engranajes de una vasta máquina.Más tarde, después que se inventaran los engra-najes, el diseño de maquinaria compleja elaboróprincipios originalmente desarrollados para or-ganizar personas.

Sin embargo nosotras hemos visto esas má-quinas –ya sea que sus partes móviles sean bra-zos y torzos o pistones, ruedas y resortes– siendopuestas a trabajar en realizar fantasías imposi-bles: catedrales, viajes a la luna, trenes transcon-tinentales. Ciertamente, las tecnologías poéticastenían algo terrible sobre sí mismas; la poesíaprobablemente sea tanto de oscuros molinos sa-tánicos como de gracia o liberación. Pero las ra-

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cionales tecnologías administrativas estuvieronsiempre en servicio de alguna finalidad fantásti-ca.

Desde esta perspectiva, todos esos demen-tes planes soviéticos –aún si nunca fueranrealizados– marcaron el clímax de las tecno-logías poéticas. Lo que tenemos ahora es elreverso. No es que la visión, la creatividad y lasfantasías dementes ya no son alentadas, peroal menos eso se mantiene flotando libremente;ya no hay siquiera la pretensión que pudierancobrar forma o carne. La nación más grandiosay poderosa que jamás haya existido ha pasadolas últimas décadas diciendo a sus ciudadanasque ya no pueden contemplar fantásticasempresas colectivas, aún si –como la crisisambiental demanda– el destino de la Tierradependiera de eso.

¿Cuáles son las implicancias políticas de to-do esto? Primero que nada, debemos repensaralgunas de nuestras asunciones más básicas so-bre la naturaleza del capitalismo. Una es queel capitalismo es idéntico con el mercado y queambos por lo tanto son dañinos a la burocracia,que se supone es una criatura del Estado.

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cionales tecnologías administrativas estuvieronsiempre en servicio de alguna finalidad fantásti-ca.

Desde esta perspectiva, todos esos demen-tes planes soviéticos –aún si nunca fueranrealizados– marcaron el clímax de las tecno-logías poéticas. Lo que tenemos ahora es elreverso. No es que la visión, la creatividad y lasfantasías dementes ya no son alentadas, peroal menos eso se mantiene flotando libremente;ya no hay siquiera la pretensión que pudierancobrar forma o carne. La nación más grandiosay poderosa que jamás haya existido ha pasadolas últimas décadas diciendo a sus ciudadanasque ya no pueden contemplar fantásticasempresas colectivas, aún si –como la crisisambiental demanda– el destino de la Tierradependiera de eso.

¿Cuáles son las implicancias políticas de to-do esto? Primero que nada, debemos repensaralgunas de nuestras asunciones más básicas so-bre la naturaleza del capitalismo. Una es queel capitalismo es idéntico con el mercado y queambos por lo tanto son dañinos a la burocracia,que se supone es una criatura del Estado.

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cionales tecnologías administrativas estuvieronsiempre en servicio de alguna finalidad fantásti-ca.

Desde esta perspectiva, todos esos demen-tes planes soviéticos –aún si nunca fueranrealizados– marcaron el clímax de las tecno-logías poéticas. Lo que tenemos ahora es elreverso. No es que la visión, la creatividad y lasfantasías dementes ya no son alentadas, peroal menos eso se mantiene flotando libremente;ya no hay siquiera la pretensión que pudierancobrar forma o carne. La nación más grandiosay poderosa que jamás haya existido ha pasadolas últimas décadas diciendo a sus ciudadanasque ya no pueden contemplar fantásticasempresas colectivas, aún si –como la crisisambiental demanda– el destino de la Tierradependiera de eso.

¿Cuáles son las implicancias políticas de to-do esto? Primero que nada, debemos repensaralgunas de nuestras asunciones más básicas so-bre la naturaleza del capitalismo. Una es queel capitalismo es idéntico con el mercado y queambos por lo tanto son dañinos a la burocracia,que se supone es una criatura del Estado.

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cionales tecnologías administrativas estuvieronsiempre en servicio de alguna finalidad fantásti-ca.

Desde esta perspectiva, todos esos demen-tes planes soviéticos –aún si nunca fueranrealizados– marcaron el clímax de las tecno-logías poéticas. Lo que tenemos ahora es elreverso. No es que la visión, la creatividad y lasfantasías dementes ya no son alentadas, peroal menos eso se mantiene flotando libremente;ya no hay siquiera la pretensión que pudierancobrar forma o carne. La nación más grandiosay poderosa que jamás haya existido ha pasadolas últimas décadas diciendo a sus ciudadanasque ya no pueden contemplar fantásticasempresas colectivas, aún si –como la crisisambiental demanda– el destino de la Tierradependiera de eso.

¿Cuáles son las implicancias políticas de to-do esto? Primero que nada, debemos repensaralgunas de nuestras asunciones más básicas so-bre la naturaleza del capitalismo. Una es queel capitalismo es idéntico con el mercado y queambos por lo tanto son dañinos a la burocracia,que se supone es una criatura del Estado.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

La segunda asunción es que el capitalismoes en su naturaleza tecnológicamente progresi-vo. Pareciera que Marx y Engels en su apresu-rado entusiasmo por la revolución industrial desus días, estaban equivocados en esto. O, paraser más precisos: estaban en lo correcto al insis-tir que la mecanización de la producción indus-trial destruiría al capitalismo; estaban equivoca-dos en predecir que la competencia del mercadocompelería a los dueños de las fábricas a me-canizar de todas formas. Si no ha ocurrido, esporque la competencia del mercado no es, dehecho, tan esencial a la naturaleza del capitalis-mo como ellos asumieron. La actual forma delcapitalismo donde buena parte de la competen-cia parece tomar la forma de mercadotecnia in-terna entre estructuras burocráticas de enormesempresas semi-monopólicas, sería una gran sor-presa para ellos.

Los defensores del capitalismo hacen tresgrandes reivindicaciones históricas: primero,que ha fomentado el rápido crecimiento cientí-fico y tecnológico; segundo, que a pesar de lariqueza que genera para una pequeña minoría,lo hace de un modo tal que incrementa laprosperidad general; tercero, que en ese camino,

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

La segunda asunción es que el capitalismoes en su naturaleza tecnológicamente progresi-vo. Pareciera que Marx y Engels en su apresu-rado entusiasmo por la revolución industrial desus días, estaban equivocados en esto. O, paraser más precisos: estaban en lo correcto al insis-tir que la mecanización de la producción indus-trial destruiría al capitalismo; estaban equivoca-dos en predecir que la competencia del mercadocompelería a los dueños de las fábricas a me-canizar de todas formas. Si no ha ocurrido, esporque la competencia del mercado no es, dehecho, tan esencial a la naturaleza del capitalis-mo como ellos asumieron. La actual forma delcapitalismo donde buena parte de la competen-cia parece tomar la forma de mercadotecnia in-terna entre estructuras burocráticas de enormesempresas semi-monopólicas, sería una gran sor-presa para ellos.

Los defensores del capitalismo hacen tresgrandes reivindicaciones históricas: primero,que ha fomentado el rápido crecimiento cientí-fico y tecnológico; segundo, que a pesar de lariqueza que genera para una pequeña minoría,lo hace de un modo tal que incrementa laprosperidad general; tercero, que en ese camino,

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

La segunda asunción es que el capitalismoes en su naturaleza tecnológicamente progresi-vo. Pareciera que Marx y Engels en su apresu-rado entusiasmo por la revolución industrial desus días, estaban equivocados en esto. O, paraser más precisos: estaban en lo correcto al insis-tir que la mecanización de la producción indus-trial destruiría al capitalismo; estaban equivoca-dos en predecir que la competencia del mercadocompelería a los dueños de las fábricas a me-canizar de todas formas. Si no ha ocurrido, esporque la competencia del mercado no es, dehecho, tan esencial a la naturaleza del capitalis-mo como ellos asumieron. La actual forma delcapitalismo donde buena parte de la competen-cia parece tomar la forma de mercadotecnia in-terna entre estructuras burocráticas de enormesempresas semi-monopólicas, sería una gran sor-presa para ellos.

Los defensores del capitalismo hacen tresgrandes reivindicaciones históricas: primero,que ha fomentado el rápido crecimiento cientí-fico y tecnológico; segundo, que a pesar de lariqueza que genera para una pequeña minoría,lo hace de un modo tal que incrementa laprosperidad general; tercero, que en ese camino,

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

La segunda asunción es que el capitalismoes en su naturaleza tecnológicamente progresi-vo. Pareciera que Marx y Engels en su apresu-rado entusiasmo por la revolución industrial desus días, estaban equivocados en esto. O, paraser más precisos: estaban en lo correcto al insis-tir que la mecanización de la producción indus-trial destruiría al capitalismo; estaban equivoca-dos en predecir que la competencia del mercadocompelería a los dueños de las fábricas a me-canizar de todas formas. Si no ha ocurrido, esporque la competencia del mercado no es, dehecho, tan esencial a la naturaleza del capitalis-mo como ellos asumieron. La actual forma delcapitalismo donde buena parte de la competen-cia parece tomar la forma de mercadotecnia in-terna entre estructuras burocráticas de enormesempresas semi-monopólicas, sería una gran sor-presa para ellos.

Los defensores del capitalismo hacen tresgrandes reivindicaciones históricas: primero,que ha fomentado el rápido crecimiento cientí-fico y tecnológico; segundo, que a pesar de lariqueza que genera para una pequeña minoría,lo hace de un modo tal que incrementa laprosperidad general; tercero, que en ese camino,

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crea un mundo más seguro y democrático paratodas. Está claro que el capitalismo ya noestá haciendo ninguna de todas estas cosas.De hecho, muchos de sus defensores estánretirándose de reivindicar que sea un buensistema y se repliegan clamando que es el únicosistema posible –o, al menos, el único sistemaposible, para una compleja y tecnológicamentesofisticada sociedad como la nuestra.

Pero, ¿cómo podría alguien argüir que losacuerdos económicos actuales son también losúnicos que van alguna vez a ser viables bajocualquier posible futura sociedad tecnológica?El argumento es absurdo. ¿Cómo podría alguiensaber?

Concedo que hay gente que toma esa posi-ción en ambas puntas del espectro político. Co-mo antropólogo y anarquista, encuentro activis-tas anticivilizacionales que insisten no solo quela actual tecnología industrial conduce única-mente a opresiones del estilo capitalista, sinoque además esto debe ser necesariamente ver-dad de cualquier tecnología futura y por lo tan-to que la liberación humana puede ser alcanzadasolo volviendo a la Edad de Piedra. La mayoría

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crea un mundo más seguro y democrático paratodas. Está claro que el capitalismo ya noestá haciendo ninguna de todas estas cosas.De hecho, muchos de sus defensores estánretirándose de reivindicar que sea un buensistema y se repliegan clamando que es el únicosistema posible –o, al menos, el único sistemaposible, para una compleja y tecnológicamentesofisticada sociedad como la nuestra.

Pero, ¿cómo podría alguien argüir que losacuerdos económicos actuales son también losúnicos que van alguna vez a ser viables bajocualquier posible futura sociedad tecnológica?El argumento es absurdo. ¿Cómo podría alguiensaber?

Concedo que hay gente que toma esa posi-ción en ambas puntas del espectro político. Co-mo antropólogo y anarquista, encuentro activis-tas anticivilizacionales que insisten no solo quela actual tecnología industrial conduce única-mente a opresiones del estilo capitalista, sinoque además esto debe ser necesariamente ver-dad de cualquier tecnología futura y por lo tan-to que la liberación humana puede ser alcanzadasolo volviendo a la Edad de Piedra. La mayoría

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crea un mundo más seguro y democrático paratodas. Está claro que el capitalismo ya noestá haciendo ninguna de todas estas cosas.De hecho, muchos de sus defensores estánretirándose de reivindicar que sea un buensistema y se repliegan clamando que es el únicosistema posible –o, al menos, el único sistemaposible, para una compleja y tecnológicamentesofisticada sociedad como la nuestra.

Pero, ¿cómo podría alguien argüir que losacuerdos económicos actuales son también losúnicos que van alguna vez a ser viables bajocualquier posible futura sociedad tecnológica?El argumento es absurdo. ¿Cómo podría alguiensaber?

Concedo que hay gente que toma esa posi-ción en ambas puntas del espectro político. Co-mo antropólogo y anarquista, encuentro activis-tas anticivilizacionales que insisten no solo quela actual tecnología industrial conduce única-mente a opresiones del estilo capitalista, sinoque además esto debe ser necesariamente ver-dad de cualquier tecnología futura y por lo tan-to que la liberación humana puede ser alcanzadasolo volviendo a la Edad de Piedra. La mayoría

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crea un mundo más seguro y democrático paratodas. Está claro que el capitalismo ya noestá haciendo ninguna de todas estas cosas.De hecho, muchos de sus defensores estánretirándose de reivindicar que sea un buensistema y se repliegan clamando que es el únicosistema posible –o, al menos, el único sistemaposible, para una compleja y tecnológicamentesofisticada sociedad como la nuestra.

Pero, ¿cómo podría alguien argüir que losacuerdos económicos actuales son también losúnicos que van alguna vez a ser viables bajocualquier posible futura sociedad tecnológica?El argumento es absurdo. ¿Cómo podría alguiensaber?

Concedo que hay gente que toma esa posi-ción en ambas puntas del espectro político. Co-mo antropólogo y anarquista, encuentro activis-tas anticivilizacionales que insisten no solo quela actual tecnología industrial conduce única-mente a opresiones del estilo capitalista, sinoque además esto debe ser necesariamente ver-dad de cualquier tecnología futura y por lo tan-to que la liberación humana puede ser alcanzadasolo volviendo a la Edad de Piedra. La mayoría

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

de nosotras no somos deterministas tecnológi-cas.

Pero las pretensiones acerca de la inevita-bilidad del capitalismo deben estar basadas enalgún tipo de determinismo tecnológico. Y poresa misma razón, si el objetivo del capitalismoneoliberal es crear un mundo donde nadie creaque ningún otro sistema económico podría fun-cionar, entonces necesita suprimir no solo cual-quiera idea sobre un inevitable futuro redentor,sino cualquier futuro tecnológico radicalmentediferente. Sin embargo, hay una contradicción.Los defensores del capitalismo no pueden con-vencernos de que el cambio tecnológico ha ter-minado –dado que eso significaría que el capi-talismo no es progresivo. No, intentan conven-cernos de que el progreso tecnológico está cier-tamente continuando, que vivimos en un mun-do de maravillas, pero que esas maravillas to-man la forma de mejorías modestas (¡el últimoiPhone!), rumores de invenciones que vendrán(“Escuché que pronto habrá autos voladores”),formas complejas de malabarear información eimágenes y todavía más complejas plataformaspara llenar nuestros formularios.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

de nosotras no somos deterministas tecnológi-cas.

Pero las pretensiones acerca de la inevita-bilidad del capitalismo deben estar basadas enalgún tipo de determinismo tecnológico. Y poresa misma razón, si el objetivo del capitalismoneoliberal es crear un mundo donde nadie creaque ningún otro sistema económico podría fun-cionar, entonces necesita suprimir no solo cual-quiera idea sobre un inevitable futuro redentor,sino cualquier futuro tecnológico radicalmentediferente. Sin embargo, hay una contradicción.Los defensores del capitalismo no pueden con-vencernos de que el cambio tecnológico ha ter-minado –dado que eso significaría que el capi-talismo no es progresivo. No, intentan conven-cernos de que el progreso tecnológico está cier-tamente continuando, que vivimos en un mun-do de maravillas, pero que esas maravillas to-man la forma de mejorías modestas (¡el últimoiPhone!), rumores de invenciones que vendrán(“Escuché que pronto habrá autos voladores”),formas complejas de malabarear información eimágenes y todavía más complejas plataformaspara llenar nuestros formularios.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

de nosotras no somos deterministas tecnológi-cas.

Pero las pretensiones acerca de la inevita-bilidad del capitalismo deben estar basadas enalgún tipo de determinismo tecnológico. Y poresa misma razón, si el objetivo del capitalismoneoliberal es crear un mundo donde nadie creaque ningún otro sistema económico podría fun-cionar, entonces necesita suprimir no solo cual-quiera idea sobre un inevitable futuro redentor,sino cualquier futuro tecnológico radicalmentediferente. Sin embargo, hay una contradicción.Los defensores del capitalismo no pueden con-vencernos de que el cambio tecnológico ha ter-minado –dado que eso significaría que el capi-talismo no es progresivo. No, intentan conven-cernos de que el progreso tecnológico está cier-tamente continuando, que vivimos en un mun-do de maravillas, pero que esas maravillas to-man la forma de mejorías modestas (¡el últimoiPhone!), rumores de invenciones que vendrán(“Escuché que pronto habrá autos voladores”),formas complejas de malabarear información eimágenes y todavía más complejas plataformaspara llenar nuestros formularios.

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

de nosotras no somos deterministas tecnológi-cas.

Pero las pretensiones acerca de la inevita-bilidad del capitalismo deben estar basadas enalgún tipo de determinismo tecnológico. Y poresa misma razón, si el objetivo del capitalismoneoliberal es crear un mundo donde nadie creaque ningún otro sistema económico podría fun-cionar, entonces necesita suprimir no solo cual-quiera idea sobre un inevitable futuro redentor,sino cualquier futuro tecnológico radicalmentediferente. Sin embargo, hay una contradicción.Los defensores del capitalismo no pueden con-vencernos de que el cambio tecnológico ha ter-minado –dado que eso significaría que el capi-talismo no es progresivo. No, intentan conven-cernos de que el progreso tecnológico está cier-tamente continuando, que vivimos en un mun-do de maravillas, pero que esas maravillas to-man la forma de mejorías modestas (¡el últimoiPhone!), rumores de invenciones que vendrán(“Escuché que pronto habrá autos voladores”),formas complejas de malabarear información eimágenes y todavía más complejas plataformaspara llenar nuestros formularios.

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Yo no intento sugerir que el capitalismo neo-liberal –o ningún otro sistema– puede ser exi-toso en estas consideraciones. Primero, hay unproblema en tratar de convencer al mundo deque estás liderando el camino al progreso tec-nológico cuando en realidad lo estás deteniendo.Los Estados Unidos, con su desmoronante infra-estructura, paralizados frente al calentamientoglobal y simbólicamente devastador abandonode su programa espacial para llevar personas alespacio, a la vez que China acelera el suyo, es-tá haciendo un mal trabajo de relaciones públi-cas. Segundo, el ritmo de cambios no puede serdetenido para siempre. Los avances sucederán,los descubrimientos inconvenientes no puedensuprimirse permanentemente. Otras, menos bu-rocratizadas partes del mundo –o al menos, par-tes del mundo con burocracias que no son tanhostiles al pensamiento creativo– van a alcanzarlenta e inevitablemente los recursos necesariospara arrancar donde Estados Unidos y sus alia-dos han abandonado. La Internet provee opor-tunidades para colaboraciones y diseminacionesque podrían ayudar a romper el muro también.¿Desde dónde vendrán los avances? No podemossaberlo. Quizás la impresión 3D haga lo que las

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Yo no intento sugerir que el capitalismo neo-liberal –o ningún otro sistema– puede ser exi-toso en estas consideraciones. Primero, hay unproblema en tratar de convencer al mundo deque estás liderando el camino al progreso tec-nológico cuando en realidad lo estás deteniendo.Los Estados Unidos, con su desmoronante infra-estructura, paralizados frente al calentamientoglobal y simbólicamente devastador abandonode su programa espacial para llevar personas alespacio, a la vez que China acelera el suyo, es-tá haciendo un mal trabajo de relaciones públi-cas. Segundo, el ritmo de cambios no puede serdetenido para siempre. Los avances sucederán,los descubrimientos inconvenientes no puedensuprimirse permanentemente. Otras, menos bu-rocratizadas partes del mundo –o al menos, par-tes del mundo con burocracias que no son tanhostiles al pensamiento creativo– van a alcanzarlenta e inevitablemente los recursos necesariospara arrancar donde Estados Unidos y sus alia-dos han abandonado. La Internet provee opor-tunidades para colaboraciones y diseminacionesque podrían ayudar a romper el muro también.¿Desde dónde vendrán los avances? No podemossaberlo. Quizás la impresión 3D haga lo que las

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Yo no intento sugerir que el capitalismo neo-liberal –o ningún otro sistema– puede ser exi-toso en estas consideraciones. Primero, hay unproblema en tratar de convencer al mundo deque estás liderando el camino al progreso tec-nológico cuando en realidad lo estás deteniendo.Los Estados Unidos, con su desmoronante infra-estructura, paralizados frente al calentamientoglobal y simbólicamente devastador abandonode su programa espacial para llevar personas alespacio, a la vez que China acelera el suyo, es-tá haciendo un mal trabajo de relaciones públi-cas. Segundo, el ritmo de cambios no puede serdetenido para siempre. Los avances sucederán,los descubrimientos inconvenientes no puedensuprimirse permanentemente. Otras, menos bu-rocratizadas partes del mundo –o al menos, par-tes del mundo con burocracias que no son tanhostiles al pensamiento creativo– van a alcanzarlenta e inevitablemente los recursos necesariospara arrancar donde Estados Unidos y sus alia-dos han abandonado. La Internet provee opor-tunidades para colaboraciones y diseminacionesque podrían ayudar a romper el muro también.¿Desde dónde vendrán los avances? No podemossaberlo. Quizás la impresión 3D haga lo que las

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Yo no intento sugerir que el capitalismo neo-liberal –o ningún otro sistema– puede ser exi-toso en estas consideraciones. Primero, hay unproblema en tratar de convencer al mundo deque estás liderando el camino al progreso tec-nológico cuando en realidad lo estás deteniendo.Los Estados Unidos, con su desmoronante infra-estructura, paralizados frente al calentamientoglobal y simbólicamente devastador abandonode su programa espacial para llevar personas alespacio, a la vez que China acelera el suyo, es-tá haciendo un mal trabajo de relaciones públi-cas. Segundo, el ritmo de cambios no puede serdetenido para siempre. Los avances sucederán,los descubrimientos inconvenientes no puedensuprimirse permanentemente. Otras, menos bu-rocratizadas partes del mundo –o al menos, par-tes del mundo con burocracias que no son tanhostiles al pensamiento creativo– van a alcanzarlenta e inevitablemente los recursos necesariospara arrancar donde Estados Unidos y sus alia-dos han abandonado. La Internet provee opor-tunidades para colaboraciones y diseminacionesque podrían ayudar a romper el muro también.¿Desde dónde vendrán los avances? No podemossaberlo. Quizás la impresión 3D haga lo que las

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

fábricas robot debían. O quizás alguna otra cosa.Pero sucederá.

Sobre una conclusión podemos sentirnos es-pecialmente confiadas: no sucederá en el marcodel capitalismo corporativo contemporáneo –obajo ninguna forma de capitalismo. Para empe-zar a poner domos en Marte, ni hablar de desa-rrollar los medios para delucidar si hay civiliza-ciones alienígenas para contactar, vamos a tenerque dar cuenta de un sistema económico distin-to. ¿Debe el nuevo sistema tomar la forma deuna nueva burocracia masiva? ¿Por qué creemosque sí? Solo podemos empezar por romper lasestructuras burocráticas existentes. Y si vamosa inventar robots que van a hacer los lavadosde ropa y ordenar la cocina, entonces tendremosque asegurarnos que lo que sea que reemplace alcapitalismo esté basado en una distribución mu-cho más equitativa de la riqueza y el poder –unaque ya no contenga a los super-ricos o desespe-radamente pobres voluntariosas de hacer su tra-bajo. Solo entonces la tecnología comenzará aser conducida hacia las necesidades humanas. Yesta es la mejor razón para liberarse de la manomuerta de los gestores de fondos y los CEOs –para liberar nuestras fantasías de las pantallas

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

fábricas robot debían. O quizás alguna otra cosa.Pero sucederá.

Sobre una conclusión podemos sentirnos es-pecialmente confiadas: no sucederá en el marcodel capitalismo corporativo contemporáneo –obajo ninguna forma de capitalismo. Para empe-zar a poner domos en Marte, ni hablar de desa-rrollar los medios para delucidar si hay civiliza-ciones alienígenas para contactar, vamos a tenerque dar cuenta de un sistema económico distin-to. ¿Debe el nuevo sistema tomar la forma deuna nueva burocracia masiva? ¿Por qué creemosque sí? Solo podemos empezar por romper lasestructuras burocráticas existentes. Y si vamosa inventar robots que van a hacer los lavadosde ropa y ordenar la cocina, entonces tendremosque asegurarnos que lo que sea que reemplace alcapitalismo esté basado en una distribución mu-cho más equitativa de la riqueza y el poder –unaque ya no contenga a los super-ricos o desespe-radamente pobres voluntariosas de hacer su tra-bajo. Solo entonces la tecnología comenzará aser conducida hacia las necesidades humanas. Yesta es la mejor razón para liberarse de la manomuerta de los gestores de fondos y los CEOs –para liberar nuestras fantasías de las pantallas

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

fábricas robot debían. O quizás alguna otra cosa.Pero sucederá.

Sobre una conclusión podemos sentirnos es-pecialmente confiadas: no sucederá en el marcodel capitalismo corporativo contemporáneo –obajo ninguna forma de capitalismo. Para empe-zar a poner domos en Marte, ni hablar de desa-rrollar los medios para delucidar si hay civiliza-ciones alienígenas para contactar, vamos a tenerque dar cuenta de un sistema económico distin-to. ¿Debe el nuevo sistema tomar la forma deuna nueva burocracia masiva? ¿Por qué creemosque sí? Solo podemos empezar por romper lasestructuras burocráticas existentes. Y si vamosa inventar robots que van a hacer los lavadosde ropa y ordenar la cocina, entonces tendremosque asegurarnos que lo que sea que reemplace alcapitalismo esté basado en una distribución mu-cho más equitativa de la riqueza y el poder –unaque ya no contenga a los super-ricos o desespe-radamente pobres voluntariosas de hacer su tra-bajo. Solo entonces la tecnología comenzará aser conducida hacia las necesidades humanas. Yesta es la mejor razón para liberarse de la manomuerta de los gestores de fondos y los CEOs –para liberar nuestras fantasías de las pantallas

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Sobre los autos voladores y la tasa decreciente deganancia

fábricas robot debían. O quizás alguna otra cosa.Pero sucederá.

Sobre una conclusión podemos sentirnos es-pecialmente confiadas: no sucederá en el marcodel capitalismo corporativo contemporáneo –obajo ninguna forma de capitalismo. Para empe-zar a poner domos en Marte, ni hablar de desa-rrollar los medios para delucidar si hay civiliza-ciones alienígenas para contactar, vamos a tenerque dar cuenta de un sistema económico distin-to. ¿Debe el nuevo sistema tomar la forma deuna nueva burocracia masiva? ¿Por qué creemosque sí? Solo podemos empezar por romper lasestructuras burocráticas existentes. Y si vamosa inventar robots que van a hacer los lavadosde ropa y ordenar la cocina, entonces tendremosque asegurarnos que lo que sea que reemplace alcapitalismo esté basado en una distribución mu-cho más equitativa de la riqueza y el poder –unaque ya no contenga a los super-ricos o desespe-radamente pobres voluntariosas de hacer su tra-bajo. Solo entonces la tecnología comenzará aser conducida hacia las necesidades humanas. Yesta es la mejor razón para liberarse de la manomuerta de los gestores de fondos y los CEOs –para liberar nuestras fantasías de las pantallas

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en las que semejantes hombres las han encarce-lado, para dejar que nuestras imaginaciones seconviertan una vez más en una fuerza materialen la historia humana.

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en las que semejantes hombres las han encarce-lado, para dejar que nuestras imaginaciones seconviertan una vez más en una fuerza materialen la historia humana.

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en las que semejantes hombres las han encarce-lado, para dejar que nuestras imaginaciones seconviertan una vez más en una fuerza materialen la historia humana.

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en las que semejantes hombres las han encarce-lado, para dejar que nuestras imaginaciones seconviertan una vez más en una fuerza materialen la historia humana.

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