ANTONIO SOLER ANDR‰S

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ANTONIO SOLER ANDRÉS PERFILES DE UNA VIDA

Transcript of ANTONIO SOLER ANDR‰S

U N I V E R S I D A DD E M U R C I AServicio de Publicaciones

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ANTONIO SOLER ANDRÉSPERFILES DE UNA VIDA

ANTONIO SOLER ANDRÉSPERFILES DE UNA VIDA

2006

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Antonio Soler Andrés. Perfi les de una vida / Antonio Soler Andrés.- Murcia : 2006

xxx p.ISBN

1ª Edición, 2006

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©

ISBN: 84-

Depósito Legal: MU-0000-2006

Impreso en España - Printed in Spain

Imprime: F.G. Graf S.L.

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ÍNDICE

PRÓLOGO Antonio Soler, Rector de la Universidad de Murcia (José Ballesta Germán. Rector de la Universidad de Murcia)......................... 11

SEMBLANZASAntonio Soler Andrés, compañero y amigo en la vocación universitaria (Federico López Mateos)................................................................. 15Sobre el nacimiento de la Ingeniería Química en la Universidad de Murcia. De una entelequia a una evidencia (Antonio Bódalo Santoyo) 25

ANTONIO SOLER Y LA UNIVERSIDADCrónica de un Rector democrático (Pascual Vera) ............................ 35

DISCURSOSPresentación de candidatura en la primera elección a Rector ............... 45Toma de posesión como Rector ............................................................. 55Acto de apertura del curso 1984/85 en la Universidad de Murcia........ 59Investidura de Doctor Honoris Causa de D. José María Jover y D. Emeterio Cuadrado. Mayo 1985 ................................................ 65Acto de apertura del curso 1985/86 en la Universidad de Murcia........ 67Festividad de Santo Tomás de Aquino, 1986......................................... 73Presentación de candidatura en la segunda elección a Rector............... 81Acto de apertura del curso 1986/87 en la Universidad de Murcia........ 87Festividad de Santo Tomás de Aquino, 1987......................................... 93

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Acto de apertura del curso 1987/88 en la Universidad de Murcia........ 97Enseñanzas Medias y Universidad. Una relacion necesaria. Acto de Apertura del curso 1987/88 en el Instituto Alfonso X el Sabio...... 101Acto de presentación del Programa Erasmus......................................... 111Investidura de Doctor Honoris Causa D. Alfonso Escámez. Enero, 1988 . 115Acto de apertura del curso 1988/89 en la Universidad de Murcia........ 119Acto de apertura del curso 1989/90 en la Universidad de Murcia........ 125

ANTONIO SOLER DESDE LA PRENSASu vivo retrato. Barbablanca y el tesoro del capitán Flint .................... 131 Ángel Montiel. La Opinión, domingo 9 de abril de 1989Elecciones en la Universidad.................................................................. 135Antonio Soler no usa casco .................................................................... 139 La Opinión 6 de octubre de 1990 ACTOS EN LA FACULTAD DE QUÍMICACiencia, Tecnología y Medio Ambiente. Conferencia pronunciada con motivo de las Fiestas de San Alberto. Noviembre, 1994. ............... 141Visión de la Titulación. Primeras Jornadas de Ingeniería Química en la Universidad de Murcia. Mayo, 2000 .......................................... 147Acto de graduación de la Facultad de Química. Curso 1999/2000....... 153 OPINIONES A TRAVÉS DE LA PRENSALey de autonomía universitaria. (Posibilidades de una nueva decepción)... 157Investigación y desarrollo tecnológico ................................................... 161Incertidumbres en la instalación de General Electric ............................ 165Inversiones de la Universidad de Cartagena .......................................... 169

ANTONIO SOLER Y EL MEDIO AMBIENTEAntonio Soler, Consejero de Medio Ambiente de la Comunidad Autó- noma de la Región de Murcia. (Antonio Cerdá) ......................... 173

INTERVENCIONESEmpleo y Medio Ambiente .................................................................... 175Jornadas de Residuos.............................................................................. 183Competitividad y Medio Ambiente ........................................................ 187En el Día Internacional contra el cambio climático .............................. 191

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COMUNICACIONES A LA PRENSA22000 millones para el medio ambiente ................................................ 195Compromisos con el agua ...................................................................... 199

OPINIONES DE QUIEN FUE CONSEJERO DE MEDIO AMBIENTE DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DE LA REGIÓN DE MURCIAEl tratamiento de basuras en Murcia...................................................... 201Portmán y el cajón.................................................................................. 203Un año de la Ley de Protección Ambiental ........................................... 205Las alcantarillas del partido popular ...................................................... 209El Plan especial de desarrollo de Cartagena y otras tristezas................ 213

DECLARACIONES A LA PRENSA SOBRE ASPECTOS MEDIOAM-BIENTALESMedio Ambiente ..................................................................................... 215Calidad de ríos........................................................................................ 217 Río Segura ....................................................................................... 217 Río Guadalentín............................................................................... 219Depuración de aguas residuales ............................................................. 219Lagunaje.................................................................................................. 221

ANTONIO SOLER SE HA IDOFallece el ex rector de la Universidad y catedrático de Química Antonio Soler................................................................................................. 225 La Verdad, viernes 31 de octubre de 2003Tres días de luto en la UMU.................................................................. 226 La Verdad, viernes 31 de octubre de 2003Fallece a los 64 años el ex rector y ex consejero Antonio Soler........... 227 La Opinión, viernes 31 de octubre de 2003Un profesor y político dialogante........................................................... 229 La Opinión, 1 de noviembre de 2003Luto por la muerte de Soler ................................................................... 231 G.H. Murcia. La Chuleta, 5 de noviembre de 2003Vocación de servicio............................................................................... 233 Redacción. La Opinión, viernes 21 de noviembre de 2003Biografía. Dos décadas estrechamente unido a la UMU....................... 235 Redacción. La Opinión, viernes 21 de noviembre de 2003

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Antonio Soler Andrés. El rector discreto. .............................................. 237 Estrella digital

LA HUELLA DE ANTONIO SOLERAntonio Soler, rector............................................................................... 241 José Ballesta Germán. Rector de la Universidad de Murcia. La verdad, viernes 31 de octubre de 2003In memoriam. Sentido fallecimiento de D. Antonio Soler Andrés........ 243 Antonio Bódalo Santoyo.Decano del Ilustre Colegio Ofi cial de Quí- micos de Murcia. Presidente de La Asociación de Químicos de Murcia. Química e Industria, octubre de 2003Querido profesor. .................................................................................... 247 Carlos Gargallo Martínez. La Verdad, 4 de noviembre de 2003Querido Antonio. .................................................................................... 249 Gabriel García Sánchez.La Opinión, 7 de noviembre de 2003Antonio Soler, in memoriam .................................................................. 251 José Perona. La Verdad, 6 de noviembre de 2003En recuerdo de Antonio Soler. ............................................................... 253 José Luis Tomás García. LORCA. La verdad, 10 de noviembre de 2003Compañero del alma, compañero. (Antonio Soler, In Memoriam)........ 255 Manuel Rubio. La Chuleta 12 de noviembre. Antonio Soler, un hombre... ................................................................... 259 Mª Isabel Aguilar. 28 de noviembre de 2003Antonio ................................................................................................... 263 Agustín Miñana Aznar. agosto, 2004Antonio Soler, preocupación por el agua............................................... 265 José Sáez Mercader, septiembre, 2004La educación se construye mediante modelos. ...................................... 269 Manuel Esteban Albert, diciembre, 2004Zarparás hoy ........................................................................................... 274 María Dolores LloretPalabras pronunciadas por Antonio Soler Valcárcel. Acto de entrega de de la Medalla de Oro de la Universidad de Murcia al Excmo. Sr. D. Antonio Soler Andrés. ..................................................................... 275

ANEXO FOTOGRÁFICO .................................................................. 279

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PRÓLOGO

Es la vida de la Universidad.Avanzar. A veces con paso firmeA veces atropelladamente.Tambalearse. Casi caer. Erguirsenuevamente. Y siempre avanzar.Es lo que la hace distinta a otras instituciones. Porqueestá viva y queremos que siga viva.

Antonio Soler. Discurso de Apertura de Curso 1985/86.

Antonio Soler, Rector de la Universidad de Murcia

José Ballesta GermánRector de la Universidad de Murcia

Es la Universidad una institución singular. No es posible encontrarle similitudes en nuestra sociedad actual. La historia, los principios, los modos y maneras, usos y costumbres son propios y privativos de la institución uni-versitaria. Se encuentra en permanente crisis, parece que se tambalea, se la critica desde muchos sectores; pero, finalmente, avanza y sigue viva.

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Entre las peculiaridades más características de la Universidad se sitúa su forma de gobierno. No existen, a pesar de que se haya generalizado una imagen absolutamente contraria, jerarquías definidas. No hay un consejo de administración que tenga el control económico, no existe la obediencia debida de otras instituciones ni siquiera la jerarquía del puesto o del nivel social. No. La Universidad se gobierna desde la corresponsabilidad de todos los universi-tarios. Se trata de decisiones adoptadas con amplias bases de acuerdo y que, por tanto, obligan a su cumplimiento voluntario. Este cumplimiento, aceptado de forma meditada y voluntaria, es de una intensidad mucho mayor que el cumplimiento impuesto de forma jerárquica o el acatamiento sin reflexión de una norma dictada por el superior.

Y en el eje de este singular sistema de gobierno se sitúa la figura del Rector. Su autoridad es, fundamentalmente, moral. Para conseguirla es im-prescindible el que su vida, tanto académica como personal, esté impregnada de profundos principios éticos. Este fue, sin duda, el caso del Rector Soler. Supo conjugar, en brillante síntesis, la auctoritas y la potestas. Entendió que la Universidad está obligada a mantener un sistema de valores alejado del utilitarismo rampante y de las utopías difíciles de aprehender y fijar en coordenadas humanas. En una época díficil, en la que desde algunos secto-res parecía querer retirarse de la circulación los principios de la ética y los valores humanos, el Rector Soler puso de manifiesto la necesidad que tiene la sociedad de encontrar respuestas desinteresadas y fiables a sus demandas, a sus numerosas inquietudes, desde instituciones, como la universitaria, que no respondan básicamente a planteamientos económicos o políticos.

Este es el sentido profundo de los escritos e intervenciones públicas que aparecen recogidos en este libro. De su recopilación se han encargado sus amigos y discípulos. En la tarea han puesto ilusión, esfuerzo, inteligencia y, sobre todo, cariño. A todos ellos quiero manifestarles el agradecimiento de nuestra gran comunidad universitaria por haber recuperado para todos nosotros una parte importante de nuestra memoria histórica.

SEMBLANZAS

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Antonio Soler Andrés, compañero y amigo en la vocación universitaria

Federico López MateosCatedrático de Química Industrial, Economía y Proyectos.

Departamento de Ingeniería Química.Universidad Complutense de Madrid

Siempre he pensado que los motivos que estimulan al universitario con más fuerza para realizar su trabajo académico, para superarse en el desarrollo de sus actividades y para buscar su realización humana, se encuentran en el deseo de trascender, en su huella en este mundo y colaborar en la tarea de la Creación.

Esta es la grandeza del profesor universitario que se obliga voluntaria y continuamente en el ejercicio de la docencia y de la investigación. Su inquie-tud por el Saber, la perseverancia en el ejercicio científico —descubriendo y explicando los fenómenos de la naturaleza—, la generosidad en la docencia —que consiste en ordenar y transmitir los conocimientos— y la preocupación por dar sentido y proyección social a los avances de su especialidad profe-sional, son objetivos que mientras se persiguen ocupan satisfactoriamente la vida y cuando se alcanzan proporcionan orgullo por la vocación cumplida fielmente.

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La magnitud de esa trascendencia humana está estrechamente relacionada con el esfuerzo que cada cual pone en el aprovechamiento de las potencias de su alma: memoria, inteligencia y voluntad; con el grado de noble ambición que impulsa a la persona para elegir los objetivos y el alcance de su vida profesional; y con la capacidad de entrega con que desarrolla el trabajo que enriquece a los demás.

Mi amigo y compañero Antonio Soler Andrés ha pasado a nuestra histo-ria como universitario ejerciente de ese cúmulo de virtudes e inquietudes que constituyen la intemporalidad y la eternidad de la Institución Universitaria, resistente a los avatares de los tiempos porque profesores, como él, incorporan a su acervo cultural las doctrinas del conocimiento y las herramientas de la Ciencia y de la Técnica.

Llegar a la maestría universitaria requiere vocación, estudio, perseve-rancia, sentido crítico, clarividencia para prever el futuro y abnegación pare andar este camino inacabable.

Antonio eligió pronto el objetivo. Pienso que fue lo más fácil, el ambiente familiar era propicio. Su padre, D. Antonio Soler Martínez, Catedrático de Química Orgánica en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Murcia, desde septiembre de 1945, fue siempre ejemplo humano y universitario que unido a la entrañable vida con doña María, su madre, su hermano Agustín y la inseparable tía Isabel, acompañaron a ese buen estudiante que hizo lo que debía, pero muy bien: estupendas calificaciones en el Bachillerato, alférez de la Milicia Aérea Universitaria y un expediente de la Licenciatura en Ciencias (sección de Química) insuperable con el que ganó el Premio Nacional Fin de Carrera de Ciencias de 1961 y por el que, además, le concedieron el Víctor de Plata del Sindicato Español Universitario al Mérito Profesional.

Con este bagaje, a sus 22 años, le conocí yo, en octubre de 1961, en los laboratorios de la División de Investigación Industrial de Piritas Españolas, empresa integrada a través de Auxini en el Instituto Nacional de Industria. Este fue un momento importante en nuestras vidas —la de Antonio y la mía—, comenzaba nuestra carrera hacía el profesorado universitario dirigidos por un maestro excepcional: Don Ángel Vian Ortuño, director de la División de Investigación Industrial y catedrático, entonces, de Química Industrial para el doctorado en Química Industrial en cuyas enseñanzas se integraban, también, los fundamentos de Economía Industrial y la iniciación a la elaboración de Proyectos para la Industria Química.

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Antonio era conocido por D. Ángel desde que nació, el 11 de agosto de 1939, ya que nuestro maestro había trabajado en la conocida Fábrica de Pólvoras de Murcia, en Javalí Viejo, durante la Guerra Civil. Allí se fraguó la fructífera y permanente amistad de D. Antonio Soler Martínez y D. Ángel Vian Ortuño, lo que unido a la brillantez de mi amigo Antonio, su decidida vocación universitaria y su predisposición el estudio de la Química Aplicada fueron las circunstancias para que el licenciado Antonio Soler Andrés realizase el doctorado en Química Industrial en la única Universidad española en que podía hacerse, en la denominada Universidad de Madrid.

Así, como becarios de Piritas Españolas –3.000 ptas/mes— y ayudantes de clases prácticas en la cátedra de Química Industrial —850 ptas/mes— ini-ciamos la vida profesional.

Durante los cursos 1961-63 realizamos los cursos monográficos del doctorado y, paralelamente, los trabajos experimentales para desarrollar la tesis doctoral en temas relacionados con el aprovechamiento integral de las piritas españolas. D. Ángel Vian le propuso a Antonio el estudio de la recu-peración industrial del dióxido de azufre contenido en los gases residuales de la tostación de piritas.

El año 1964 fue doblemente satisfactorio para mi amigo Antonio. Pre-sentó la memoria y defendió su tesis doctoral titulada Contribución al estudio de los sistemas de interés industrial anhídrido sulfuroso bases pirídicas el 11 de junio. El tema era de gran interés para el desarrollo industrial de una patente con la que se protegía un procedimiento para obtener sulfato amónico a partir de SO

2 sin pasar por el ácido sulfúrico. Fue calificada, por la calidad

del trabajo realizado y el acreditado valor en sus objetivos de aplicación, de Sobresaliente «cum laude» y obtuvo el Premio extraordinario del doctorado en Química Industrial de aquel año.

El 7 de noviembre de 1964 contrajo matrimonio con su novia de toda la vida: Marisol Valcárcel Pérez, con la que construyó pronto una familia nume-rosa que hemos visto crecer con otro Antonio, Luis, Marta y Alejandro.

Las jornadas de trabajo en aquellos años 1961-1966 fueron especialmente intensas, de las 9 a las 21 horas, 12 horas, además de los desplazamientos. Hasta las 3 de la tarde en los laboratorios de Piritas, situados en la calle Em-bajadores 183 de Madrid, casi en la salida de la carretera de Andalucía, y, por la tarde, en la cátedra de Química Industrial, en la Ciudad Universitaria, a 10 km de distancia entre uno y otro destino. Antonio, hasta que se casó, vivió en el Colegio Mayor Cesar Carlos, promocionado para post-graduados y

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seminario de opositores a los cuerpos de élite de la administración del Estado, y con un estupendo Seat 600, verde, —que yo también disfruté— conseguía el mejor aprovechamiento del tiempo.

Alcanzado el doctorado se abría una nueva etapa en la carrera hacia la cátedra universitaria, la de adquirir experiencia docente e incrementar la investigación.

Como ayudantes de cátedra preparamos los guiones de prácticas diri-gidos a la caracterización de materias primas, evaluación de la calidad de los productos por sus especificaciones químicas —composición porcentual y potencial por especies— y características físicas —granulometría, resis-tencia...—. Un motivo de estímulo era que nuestro maestro, Don Ángel —al que acompañábamos a clase habitualmente— nos ofreciera la posibilidad de dar alguna clase teórica de Química Industrial, naturalmente acompañados por él, con lo que aquella lección se convertía en un examen posteriormente comentado, criticado y con grandes probabilidades de que acabase con un correctivo académico verbal fuerte. A pesar de ello, todas las oportunidades eran bienvenidas y agradecidas, y las correcciones bien asimiladas para el futuro.

Dentro del programa de investigación en la cátedra, el Profesor Vian nos propuso estudiar el aprovechamiento de las disoluciones residuales de sulfato ferroso con el fin de obtener lejías férricas de interés para la lixiviación de concentrados metálicos. Fue otro objetivo común que sirvió para incremen-tar nuestra amistad, tanto por la continuidad en la misma tarea como por la compartición de ideas que, por supuesto, alcanzaban a temas no profesionales: familiares, políticos, deportivos, etc... Descubrimos nuestra complementariedad para realizar el trabajo que contribuía a nuestra formación y nos proporciona-ba materia para preparar las publicaciones imprescindibles en la ya decidida aspiración al magisterio.

Hay algo más que se puso de manifiesto al realizar aquel trabajo. D. Ángel Vian animó a Antonio para que solicitase una beca de estudios en España de la Fundación Juan March para investigación técnica, que se aplicaría al trabajo con las lejías de hierro. Antonio Soler ganó el concurso con una dotación de 60.000 ptas. que inmediatamente decidió que com-partiríamos incondicionalmente. Este recuerdo, a 40 años de distancia, me emociona pero, sobre todo, habla de la generosidad, de la calidad humana, del bien hacer de mi compañero de trabajo en momentos económicamente difíciles.

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Nuestras primeras comunicaciones científicas fueron expuestas en la XII Reunión Bienal de la Real Sociedad Española de Física y Química, celebrada en Salamanca el año 1965. Estaban relacionadas con nuestras tesis doctorales.

Pero nuestra publicación estrella apareció en el número de enero de 1967 de la revista ION, correspondiente al volumen XXVII, se titulaba «Estudio sobre la oxiprecipitación de disoluciones de sulfato ferroso». Contiene el re-sultado de una amplia investigación en la que, después de estudiar la cinética del proceso, se obtienen 50 productos distintos en función del pH, temperatura y la intensidad de la agitación del sistema. Con ella nos concedieron el Premio Revista ION 1966; una fotografía de aquellos jóvenes investigadores, junto a su currículo, prologa el trabajo.

En esta carrera intensa y apasionada por alcanzar la cátedra, en el año 1963 se produjo un cambio en la legislación Universitaria que aceleró todavía más el ritmo de nuestra preparación. Tomó posesión como ministro del que más tarde sería Ministerio de Educación y Ciencia Don Manuel Lora Tamayo, que promovió la creación de los Departamentos universitarios y del cuerpo de Profesores Agregados de Universidad, empleo previo para alcanzar la cátedra. La convulsión en el profesorado fue importante y para liquidar la situación anterior de acceso directo a las cátedras se convocaron todas las plazas va-cantes en la fecha en que entraba en vigor la nueva normativa.

Así, por Orden del Ministerio de Educación Nacional, el 17 de mayo de 1965 se convocaban a oposición las cátedras de Química Técnica para las Facultades de Ciencias de las Universidades de Granada y Murcia. Nos produjo un sobresalto; en principio pensamos que esta oportunidad llegaba demasiado pronto pero, también, que no se podía desaprovechar, aunque sólo fuera para que se contase con nosotros. Esto mismo debieron pensar otra docena de colegas.

Total que, con el trabajo de Piritas en marcha, las responsabilidades do-centes de la Facultad y el desarrollo de la investigación de la beca March en su momento álgido, nos pusimos a preparar los documentos y los contenidos de los ejercicios de aquel reto que era la oposición. Había que confeccionar la Memoria sobre el concepto, método, fuentes y programa de las enseñan-zas de Química Técnica y vincularlo a las lecciones de un amplio programa en el que ya se contemplaban con personalidad las Operaciones Unitarias, la Ingeniería de la Reacción Química, la Química Industrial y los Proyectos para la Industria Química.

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Mientras poníamos en orden nuestros conocimientos aprovechando el tiempo y en cualquier lugar, como eran nuestros humildes puestos de trabajo en los laboratorios de Piritas, se nombró el tribunal que debía juzgar aquellas oposiciones, compuesto por:

D. Antonio Rius Miró, PresidenteD. Mariano Torneo LacrueD. Enrique Costa NovellaD. Angel Vian Ortuño D. Fidel Mato Vázquez, Secretario

También, dentro de los plazos legales, se incorporó a la convocatoria de oposición la cátedra de Química Técnica de la Universidad de Barcelona.

Antonio Soler y yo, día a día, nos decíamos por donde íbamos e incluso nos oíamos las lecciones del programa, en particular aquellas que pensába-mos dictar en el tercer ejercicio como lección magistral. Fueron tiempos de íntima colaboración sin pérdida de la personalidad y con la visión clara de que íbamos a competir. Nuestra amistad estaba por encima de las reservas y éramos cómplices frente a los demás.

Las oposiciones se celebraron entre el 14 de noviembre y el 10 de di-ciembre de 1966. Después de superar los seis ejercicios previstos, en los que demostró su formación, perspectiva investigadora y capacidad pedagógica y didáctica para la docencia de la Tecnología Química, el Doctor Don Antonio Soler Andrés fue votado favorablemente para ser Catedrático de Química Técnica de la Universidad de Murcia. Fue nombrado oficialmente el 9 de enero de 1967.

Así iniciaba D. Antonio Soler Andrés su regreso a Murcia, de la que nunca se había apartado por su vinculación familiar, porque vivía día a día las inquietudes de su provincia, de su ciudad y de su universidad, y por la entrañable incardinación en su tierra y en su mar.

Volvió a la Universidad de Murcia por la puerta grande, después de haber completado su formación Química, haberse iniciado y profundizado en la investigación básica y aplicada, profesional de la Tecnología Química como consecuencia de su doctorado en Química Industrial y su experiencia docente en el área de la Ingeniería Química, con el orgullo de haber demos-trado pública y ampliamente su vocación, sus conocimientos y la preparación para ser útil a la Sociedad que representan: su entono más próximo de los

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alumnos de la Universidad de Murcia y su servicio a los intereses, ahora, de la autonomía murciana.

Por mi parte, tengo la satisfacción de haber estado al lado de mi amigo Antonio en aquel tiempo de intenso quehacer, con incertidumbre en el porvenir pero con el convencimiento de que el trabajo orientado, riguroso y continuado nos llevaría a alcanzar lo que, en principio, era sólo una ilusión. Que ganase la cátedra que yo también viví en aquellas oposiciones me produjo alegría y me dio ánimo para seguir en ese camino de sacrificio que me Ilevó, años más tarde, a la cátedra de Química Industrial, Economía y Proyectos de la Universidad de Zaragoza.

Así se configuró, definitivamente, una amistad de hondo calado, que ha formado parte de nuestras vidas. A las 48 horas de la votación con que se confirmaba la magistratura de mi amigo, Antonio y Marisol, sin avisar, era domingo por la tarde, se presentaron en nuestra casa para agradecer nuestra marcha en común, para decirnos —a mi mujer y a mí, que en aquella tarde disfrutábamos con nuestras dos hijas, una de 3 años y la otra de 9 meses— que habíamos sido estímulo y ayuda en aquella aventura que acabó con el éxito rotundo de Antonio. Ya comprenderá quien lea esto que la emoción estuvo presente en aquella merienda improvisada.

La familia Soler Valcárcel rápidamente se instaló en Murcia, en la casa en que han vivido siempre, en la Avenida Primo de Rivera. El Profesor Soler Andrés empezó a producir en la Universidad de Murcia al acabar las vaca-ciones de Navidad, en los primeros días de enero de 1967. Estaba todo por hacer: regular las enseñanzas teóricas, implantar las prácticas, dar perspectiva al Departamento y crear escuela eran tareas ineludibles que dieron la talla académica de mi ilustre y querido amigo. Espero que otros se habrán ocupado de desgranar este enorme trabajo.

En la cátedra de Química Industrial de la Universidad de Madrid que-daba su huella: aquellos pigmentos de la oxiprecipitación de lejías ferrosas abrían una línea de investigación que yo continué; su trabajo en Piritas no tuvo continuidad y fructificó el libro que con tanto empeño estructuró y dio cuerpo nuestro maestro, D. Ángel Vian.

Me refiero a la Introducción a la Química Industrial, que primero se publicó como apuntes de clase (1968) y en 1976 fue editado por Alhambra. D. Antonio redactó el capítulo 15. El árbol como fuente de materias pri-mas, que le había asignado Don Ángel como consecuencia de los estudios

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que había iniciado en relación con la celulosa cristalina. Más tarde, en la segunda edición, que apareció en 1994 con la editorial Reverté, actualizó y redactó el capítulo 10. La roca fosfática como materia prima. En esta actividad quiero dejar constancia de la lealtad del Profesor Antonio Soler a su maestro, su consecuencia con los principios de Ia Tecnología Química y la confianza para conmigo cuando, al fallecer D. Ángel Vian, se planteó la continuidad del libro en una tercera edición con la posible colaboración de algunos de los quince autores que habían participado en la anterior. Solo él se comprometió de forma decidida, activa e incondicional para que empren-diéramos juntos la nueva aventura por encima de Ia maraña planteada con los anteriores autores.

A partir de 1972, mi querido compañero, con las actividades de su cá-tedra en marcha, proyectó su quehacer hacia la administración, dirección y gobierno en la Universidad de Murcia:

de 1972 a 1975, Secretario de la Facultad de Cienciasde 1975 a 1979, Secretario General de Ia Universidadde 1979 a 1984, Decano de la Facultad de Cienciasde 1984 a 1990, Rector Magnífico de la Universidad

Leeré con gusto y atención lo que se diga de él sobre su actuación en este tiempo de enorme tensión, en el que, me consta, demostró inteligencia y templanza para superar las convulsiones de la transición democrática en Ia política nacional y en la vida universitaria.

En este paralelismo de nuestras vidas, yo fui Director de la Escuela Téc-nica Superior de Ingenieros Industriales entre 1974 y 1979 y Rector Magnífico de la Universidad de Zaragoza entre 1979 y 1984. Nuestra comunicación era telefónica y en coincidencias personales por motivos profesionales y acadé-micos. Mientras se celebraba la votación en la que fui elegido Rector, el 7 de marzo de 1979, nos enganchamos al teléfono: inquietudes, planes, posibles dificultades, dudas,... todo un repaso para mi actuación de futuro fueron objeto de las opiniones y consejos del compañero y el amigo. Antonio me regaló el bastón de mando del Rector, que guardo con afecto. Durante aquel período recibí su consejo y me dio seguridad.

Cesé como Rector de la Universidad de Zaragoza el 12 de junio de 1984 y el Profesor Soler Andrés tomó posesión del Rectorado de la Universidad de Murcia pocos días después. Yo, también le regalé el bastón.

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Me gustó que le nombraran Consejero de Medio Ambiente de la Co-munidad Autónoma de la Región de Murcia en 1993. Los profesionales de la Tecnología Química tenemos mucho que decir y que hacer en ese terreno, es una ampliación de nuestras competencias en las que aportamos riesgos por nuestra industria y soluciones por nuestra ciencia. También aquí tuvo que abrir caminos y sembrar. Estoy seguro que ahora, 10 años después, esta-rán apareciendo sus frutos. En el enrevesado quehacer político, tantas veces inconsecuente con las soluciones técnicas, yo sé que dio más credibilidad a la objetividad de la Ciencia y de la Técnica. Entre las muchas cuestiones que tenía sobre la mesa, al hablar de soluciones para la contaminación su visión era clara: al final hay que disponer de vertederos, evitando trasladar los contaminantes de un medio a otro y, lo que es más frecuente, recircular constantemente los residuos y desperdicios.

Sus últimos años, de vuelta exclusiva a la cátedra, han sido de serenidad y sosiego en el trabajo universitario y en las inquietudes sociales. Su fami-lia, sus amigos, sus discípulos y la imagen marina de Mazarrón ha seguido llenando una vida activa pero minada por la dolencia que nos dejó sin mi amigo y compañero.

Antonio Soler Andrés ha sido universitario auténtico, un profesor ejem-plar y eficaz, un maestro responsable y generoso, un ciudadano consciente servidor de la Sociedad, un amigo entrañable. Antonio Soler Andrés se ha ganado un lugar en la Historia de la Universidad española y de la Comunidad de Murcia.

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Sobre el nacimiento de la Ingeniería Químicaen la Universidad de Murcia.

De una entelequia a una evidencia

Antonio Bódalo SantoyoCatedrático de Universidad

Director del Departamento de Ingeniería Química

Murcia a 26 de enero de 2006

Corría el año 1967 cuando el reciente Catedrático de Química Técnica, el joven Antonio Soler Andrés, se incorpora a su flamante cátedra en la Uni-versidad de Murcia.

Conviene reseñar al respecto, que lo hacía a una Facultad que al cabo de los años, y pese a la esclerosis de la Universidad Española, había adquirido cierto prestigio, Facultad de Ciencias, pero carente de medios, espacio y pre-supuestos que permitieran una mínima infraestructura científico-tecnológica. En los estudios de Química solo existía una asignatura, Química Técnica, en cuarto curso de su Licenciatura.

De cómo desde ahí se ha pasado a una discretamente bien dotada titula-ción de Ingeniero Químico solo hay un responsable, Antonio Soler, los demás hemos sido solo colaboradores.

Ya se podrá ver a lo largo de este libro que el trabajo desarrollado por Antonio en este corto tiempo dolorosamente truncado, ha ido mucho más

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allá de su Cátedra, trabajo, e investigaciones. Ha sido Rector, Consejero, inspirador e instigador de muchas cosas en esta Universidad y la sociedad que la circunda.

Un breve repaso de los hitos y circunstancias, tal vez nos permita una aproximación a la gran tarea desarrollada por Antonio en la conformación de unos estudios y en la formación de mucha gente, para devolverla a la sociedad que la necesitaba, en el área de la Química Técnica, hoy Ingeniería Química.

Decíamos que se arrancaba de cero y era verdad, pero la diligencia de la Facultad de Ciencias enseguida la dotó de medios: el laboratorio de Química Técnica en la planta baja de lo que hoy es el Aulario de La Merced, desde los años cuarenta Facultad de Ciencias, y justo debajo, en el sótano húmedo y desconchado, dos laboratorios llenos de trastos casi alquímicos que Pepe López Meroño había utilizado formando parte de una increíble «planta piloto» de flotación de minerales de Peñarroya, para la realización de su Tesis Doctoral. Pronto aquello «mejoró» expandiendo hacia el pasillo que comunicaba la dos alas del sótano, donde después Elisa Gómez montó su lecho fluidizado entre abundante fauna. Años más tarde se consiguió lo que resultó ser el orgullo de propios y la admiración de extraños, cubriendo el patio de la Facultad, la Planta Piloto de Química Técnica. Volveremos después sobre ella.

Antonio Soler pronto contó con la colaboración de Agustín Miñana que trabajaba en Química Orgánica con su padre el profesor Soler Martínez, y pronto también con Antonio Bódalo, que provenía de la industria «Cremades y Cía S.L.» de Molina de Segura. Reseñaremos aquí que la vida volvía a unir académicamente a Miñana y a Bódalo, que habían hecho tandem estudiando Química Técnica en 1961, con D. Felix Romojaro, y que elaboraron unos apuntes que sirvieron de manual a varias generaciones que detrás de ellos cur-saron la Química Técnica. Antonio Soler y Antonio Bódalo se reencontraban después de haber coincidido pocos años antes en la Complutense de Madrid realizando ambos el Doctorado en Química Industrial.

Es curioso que aunque Antonio Soler podía caracterizarse como tremen-damente reflexivo, y lo era, lo era también de acción casi directa. De pensar un trabajo y ponerlo en marcha solo se distanciaba el tiempo necesario para buscar los elementos mínimos, aunque fuesen primitivos, para abordarlo. En aquellos años y los siguientes, se rebuscó entre todos los materiales de de-secho que había en los sótanos de la Facultad, de los que buena parte fueron recuperados para la causa de la Química Técnica, que con Antonio Soler

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entonces comenzaba. Lo realizado hasta ese momento por D. Félix Romojaro debe también serle agradecido, pues los químicos de aquella época, recibimos los primeros y únicos conocimientos de Química Técnica de la asignatura que él fue impartiendo a lo largo de los años.

Con la perspectiva del tiempo pasado resulta difícil precisar las circunstan-cias y condiciones, pero el hecho real es que enseguida Agustín Miñana estaba trabajando sobre la absorción de anhídrido sulfuroso sobre bases pirídicas para hacer su Tesis Doctoral, tema sobre el que Antonio Soler había realizado la suya trabajando entre la cátedra de Química Industrial de la Complutense y Piritas Españolas, dirigido por D. Ángel Vian Ortuño, Catedrático de la misma y gran maestro de muchos.

La celeridad con que aquello se puso en marcha con el impulso de Anto-nio, sin medios, sin CICYT, sin Fundación Séneca y sin programas europeos nos parece digno de ser registrado. Con un saco de papel lleno de gránulos de pasta de celulosa procedente de Celulosas de Huelva, que apareció por aquel laboratorio, y que alguien informó llegó allí porque dicha empresa tenía un problema de pardeamiento de las celulosas por las impurezas de manganeso de las aguas de río Tinto que utilizaban, enseguida estuvo Enrique Nicolás, Nico, estudiando las isotermas de adsorción del manganeso en estos materiales celulósicos, que constituyó su Tesis Doctoral.

Antonio Soler había hecho poco tiempo antes un estudio monográfico sobre la fracción cristalina de las celulosas, y pronto estuvo Demetrio Gómez haciendo hidrólisis ácida del algodón de una cooperativa de Santomera para obtener celulosa microcristalina, que la bibliografía daba como un material milagro para miles de usos, desde culinarios a soportes de catalizadores. También aquellos trabajos fueron su Tesis Doctoral.

Todos sabíamos que la consecución de un buen rendimiento de absor-ción de los gases en los líquidos es dependiente del sistema de contacto que se utilice, pero Antonio sabía que el efecto Venturi en la zona de mezcla del eyector, a velocidades, a veces supersónicas, genera una mezcla total de ambas fases. Inmediatamente el taller mecánico de Ginés Abellán, de Molina de Se-gura, estaba construyendo un prototipo de eyector, que todavía existe, con sus distintos elementos intercambiables con el que Manolo Rubio realizó su Tesis Doctoral estudiando con él la oxidación por aire de sulfitos en disolución.

El ímpetu de las iniciativas no acaba ahí, ni mucho menos. Antonio Soler, en Piritas Españolas, había estudiado las lejías ferrosas residuales de los tratamientos de dichos minerales, y Antonio Bódalo acababa de dejar una

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industria, Cremades y Cía S.L., en donde él había participado en el montaje y puesta en marcha de una planta de obtención de pigmentos de hierro por oxiprecipitación de sales ferrosas. Pronto existió, construido también por el taller mecánico de Ginés Abellán, un reactor de acero inoxidable de 25 litros con cuatro eyectores (trompas de vacío), con el que Pepe Sáez realizó su tra-bajo de Tesis Doctoral. El trabajo llegó hasta el final con la caracterización tricromática de los estupendos colores amarillos y ocres obtenidos utilizando un colorímetro «Baüsch and Lomb» de última generación, entonces, pagado seguramente con algún sablazo y la buena administración que Antonio Soler ejercía con los escasos dineros que la Universidad iba aportando.

Esta primera fase podemos cerrarla con la extensión de los estudios de la absorción de sulfuros con bases pirídicas, que se emprenden ahora con el mayor impulso e ímpetu por parte de Pepe Ruiz y de José Luis Gómez, que colmarán aquella ínsula de trabajo y buena camaradería, el Departamento de Química Técnica, con el más amplio arco iris de olores que jamás se imaginase. Antonio Soler quería agotar el tema hasta el mayor detalle para su uso, y comandó para ello a los más exhaustivos que encontrarse pudiera; trabajaban, laboraban, experimentaban, pero nunca descansaban olfateando el significado del último decimal. El éxito de cada uno en su camino está ahí para comprobarlo.

La inquietud de Antonio Soler por los temas ambientales no es nece-sario que se intente demostrar por evidente. La suerte es del que la busca y era evidente que tendría que encontrarla. Fue el pionero en la atención al río Segura en los años 60-70, pregonando y publicando, como puede comprobarse; el primer estudio serio de la contaminación del río Segura, que todavía no ha sido superado en su rigor, fue realizado por aquel equipo de Química Técnica. El entonces presidente de la Diputación Provincial de Murcia, Carlos Collado, firmó con Antonio Soler un convenio histórico para Murcia, para conocer la contaminación del río Segura en todos sus tramos. Supimos así, pero ahora formalmente, cómo aquellas aguas habían sido adulteradas hasta el infinito con los vertidos más despiadados de los pueblos, industrias, talleres y desaprensivos que utilizaban las acequias, y el propio río, como vertederos.

El grito fue claro pero todavía habría de pasar mucho tiempo para recorrer el largo camino de algo que casi parecía irreversible. Mientras tanto Antonio Soler y su equipo siguieron ahondando en sus convicciones de estudio de la depuración de aguas usando el lagunaje profundo, lagunas de más de cinco

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metros de profundidad que posibilitan la eliminación de la materia orgánica en continuo y la subsiguiente mineralización de los lodos del fondo. Que se lo pregunten si no a la Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena y a la propia laguna del Campus de Espinardo, todavía en uso y dando un gran rendimiento. Como cronista improvisado, ahora, de esta historia no puedo por menos que romper una lanza y reivindicar la injusticia habida con el lagunaje, hoy extirpado de nuestra Región por intereses espúreos. No es posible que se mantengan estas lagunas sin prestarles atención y sin invertir nada en su operación diaria, control y mantenimiento como se hace con las depuradoras convencionales. Teniendo en cuenta, además, que todos los sistemas de lagu-naje estaban infradimensionados. Me consta, aunque Antonio nunca me lo dijo, de su sufrimiento por esta injusticia en algo de lo que él estaba plenamente convencido y permanentemente comprometido.

¿Cómo era entonces el ambiente en aquellos primeros «trabajadores» de la Química Técnica y en la Facultad de aquellos días?. Se resume con la adjetivación de deportivo, y es cierto. En este caso el estereotipo supera la realidad y la favorece en demasía. Antonio Soler como deportista nato que lo era (tenis, fútbol, vela y caza), no podía por menos que irradiarlo y transfor-marnos a todos en futbolistas, incluido el resto de la Facultad con refuerzos de las de enfrente, Derecho y Letras. Se trabajaba, enseñaba, estudiaba y, liderados por Antonio, se jugaba y nos hacíamos amigos para siempre los que nos movíamos en aquella órbita. Rafa Melendreras dispone del amplio anecdotario que, en resumen, es la historia de todo aquello, y debiera redac-tarla para que no se perdiera.

Mientras tanto la Química Técnica seguía su singladura con el fino olfato y la decisión que caracterizaba a nuestro Antonio Soler. Todavía entonces, años 70, Murcia era una potencia minera y de manufactura de metales (Peñarroya, Santa Lucía, Española del Zinc, entre otras). La Universidad de Murcia, la Facultad de Ciencias pivotando en la Cátedra de Química Técnica, implanta una especialidad de la titulación de Química que se denominó minero-me-talúrgica en paralelo con la de Química Agrícola que ya existía de tiempo. Muchos de nuestros químicos con aquel bagaje fueron a estas empresas, con muy buenos resultados para ellas.

El paso después de aquella especialidad a la siguiente de mayor alcan-ce, en Química Industrial, con dos cursos completos para la misma, parecía lógico y evidente; Antonio Soler y su equipo siempre tuvieron claro que les había tocado la tarea en Murcia de dotar a su Facultad de unos estudios

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tecnológicos, y en esa dirección siempre trabajaron, aprovechando cualquier coyuntura y, porqué no decirlo, las reiteradas modas en los cambios de los planes de estudio.

Merece la pena destacar por evidente, claro, e importante, porqué no de-cirlo, el interés y el convencimiento manifiesto de Antonio Soler de que todas las enseñanzas en nuestra tecnología química tenían que ir refrendadas por experimentaciones y prácticas. Aún, ahora mismo, si se repasan las materias que componen la titulación de Ingeniero Químico y las que el Departamento imparte en las otras titulaciones se encontrará, sin excepción, que en todas ellas hay uno o varios bloques prácticos de laboratorio, seminario, cálculo, microaula, visitas a industrias, etc. Pues bien, desde el primer momento y día, nuestros alumnos pasaron por aquellos laboratorios del sótano, que citába-mos, en donde en muchos casos con más ingenio que rigor y con materiales, muchos de ellos «recuperados», se montaron prácticas de todas las materias: Química Industrial (cemento, análisis de gases Orsat, bomba calorimétrica, distribución granulométrica por sedimentación, etc.), Operaciones Básicas (co-lumnas de destilación, de absorción, cambiadores, humidificadores y secado), Físico-Química de los Procesos Industriales (estudios cinéticos de reacciones, reactores tubulares, adiabáticos, etc.). La imaginación para todos ellos era el signo determinante de su éxito; piénsese, por ejemplo, en un reactor tubular de 25 metros de largo que era un tubo de plástico de 5 mm de diámetro en-rollado en un cilindro, también de plástico, de unos 15 cm de diámetro que para mantenerlo a una temperatura se sumergía en una cubeta termostática, y en el que se estudiaba la hidrólisis de anhídrido acético.

A pesar, como se indicaba, de que se «recuperaba» de la Facultad todo el material posible, la inversión para todo ello, en momentos de pobreza, fue alta; el buen hacer de Antonio, su impulso y su prestigio propiciaron que algún dinero llegara. Mucho más fue necesario cuando los equipos para prácticas pasaron del nivel laboratorio al piloto, pero también llegó. El hecho real es que aquel modesto Departamento, último por joven en la Facultad, dispuso de una planta piloto tapiando uno de sus patios, e instalando en ella equipos envidia de muchos, y orgullo de los de Química Técnica. Impresionaban las altas columnas de vidrio para destilación y absorción, la torre de enfriamiento y el generador de vapor, entre otros.

A lo largo de todo aquel tiempo los miembros del Departamento se fueron decantando en distintas líneas de trabajo, según posibilidades y preferencias, e incorporando en este camino a otros que iban completando sus doctorados,

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dada la necesidad de nuevos profesores conforme se iban ampliando las ma-terias a estudio por las nuevas titulaciones.

Antonio Soler, que continuó con los temas de contaminación y depuración de aguas, incorporó a su equipo a Pepe Sáez y posteriormente a Mercedes Lloréns, Juan Ortuño, Víctor Meseguer, Antonio L. Cabanes y Maribel Aguilar, y todos ellos continúan en este área de trabajo.

Agustín Miñana, asociado con Enrique González, se dedicaron a planes de emergencia, riesgos y contaminación atmosférica con buenos rendimientos y bastante acreditación, han incorporado a Pepe Ruiz y a Antonia Baeza.

Antonio Bódalo, que con su primer contacto con Empetrol (después Repsol) de Cartagena dirigió las Tesis Doctorales de Antonio L. Cabanes y Gloria Víllora, ha ido trabajando en ingeniería de las reacciones químicas y bioquímicas, y ha incorporado a su equipo a José Luis Gómez, Elisa Gómez, Pepa Bastida, Fuensanta Máximo, y más recientemente a Asunción Mª Hi-dalgo y Claudia Montiel.

Manolo Rubio, que consolidó su línea de trabajo en el área de tratamientos de materiales celulósicos, después de una estancia en Canadá, ha aglutinado en su entorno a Demetrio Gómez y a Gloria Víllora, Joaquín Quesada y Paquita Tomás, y han ampliado su acción al uso de líquidos iónicos con distintas aplicaciones con constante actividad.

Para todo lo anterior, Antonio Soler apoyó y favoreció todo lo que pudo, y nunca puso pega alguna a cualquier iniciativa de trabajo que se ocurriera; al contrario orientaba, aclaraba dudas y marcaba lo que podía ser un camino de ejecución. Nuestras iniciativas de asistencia a cursos, congresos y estancias en el extranjero, como Manolo Rubio en Canadá y Antonio Bódalo en el Reino Unido, gozaron de su mayor beneplácito y asistencia porque tenía claro, aun-que él nunca trabajó fuera de España, que aquellas experiencias eran buenas tanto a nivel personal, como para el grupo y colectivo del Departamento que constituimos.

El salto final para este grupo académico y social, que comenzó, como se ha descrito, con Antonio Soler como pionero en la Química Técnica, lo constituyó su emigración al Campus de Espinardo, levantando la casa que con tanto mimo y detalle se había ido construyendo en el patio de La Merced, con despachos en entreplantas, laboratorios en sótanos poco apropiados y plantas piloto inverosímiles conformadas casi piedra a piedra; y el estableci-miento final de la titulación de Ingeniero Químico. ¡Cuanta fue la atención necesaria!. ¡Cuantos los debates y comisiones requeridas para esa titulación

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y las restantes!. Mucha fue la ilusión y las satisfacciones máximas, cuando aquello estuvo en marcha. Todo ello era el premio cosechado por aquel que tuvo fe y comprendió el sentido de la tarea a realizar y los mimbres con que habían de construirse las cestas que recogieron los frutos, que en los alumnos maduraban, para dar profesionales, como antes decíamos, útiles a la sociedad que con su soporte y atención los va necesitando.

La historia no acaba ahí, ni mucho menos, y esta es la grandeza de la obra que muy a grandes rasgos hemos tratado de esbozar. La semilla plan-tada al principio, y a lo largo de muchas estaciones, por Antonio Soler ha ido dando sus frutos, y necios seríamos los que continuamos en no seguir abonando aquellas tierras sumadas a las de esta feraz Huerta de Murcia en la que nos ubicamos.

La razón encontradatras singladura calma,remansa en caladero,y constancia en su busca,las redes alimenta.

ANTONIO SOLER Y LA UNIVERSIDAD

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Crónica de un rector democrático: 1984-1990

Pascual VeraUnidad de Comunicación e Imagen

Universidad de Murcia

La carrera docente, investigadora y académica de Antonio Soler caminó unida a Murcia y a su Universidad durante toda su vida. Hijo, marido y herma-no de catedráticos, Soler conoció la problemática de la Universidad murciana desde su nacimiento, y muy pronto demostró su vocación de servicio a la comunidad a la que siempre permaneció vinculado, desempeñando diversos cargos administrativos en la Universidad durante veinte años: Secretario de la Facultad de Ciencias entre 1971 y 1975; Secretario General de la Universidad formando parte del equipo del rector Sabater entre 1976 y 1979 y Decano de la Facultad de Químicas entre este año y 1984, fecha en la que fue elegido rector. Posteriormente, desempeñaría el cargo de Consejero de Medio Am-biente entre 1993 y 1995.

Soler se licenció en Ciencias Químicas en 1960 en la Universidad de Murcia y, tras un breve paréntesis en Madrid, donde se doctoró en Química Industrial y desempeñó diversos trabajos, volvió a la universidad murciana, después de obtener la plaza de Catedrático de Química Técnica en 1966.

Durante su mandato rectoral se elaboraron los Estatutos de la Universidad de Murcia, aprobados en 1986 por el Claustro Universitario. Puso siempre especial énfasis en la necesidad de acercar la Universidad a la Sociedad y en el espíritu de servicio que debía presidir aquella, al tiempo que ponía de

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relieve la necesidad de participación de todo el colectivo universitario en la toma de decisiones a través de la aplicación de los nuevos Estatutos.

Durante su período de gobierno, la Universidad de Murcia registra uno de los mayores crecimientos de su historia, a pesar de la segregación de Albacete del Distrito Universitario de Murcia, pasando a rozar los 25.000 el número de alumnos, al finalizar el mismo.

En esa etapa se configuran los Departamentos universitarios y los distintos reglamentos de Junta de Gobierno, de Centro y Consejos de Departamento, se ponen en marcha los estudios de segundo ciclo de Ingeniería Industrial y Biblioteconomía y Documentación, integrándose al mismo tiempo en la Uni-versidad los de Graduado Social. Se crean nuevos servicios y se constituye el Consejo Social de la Universidad, que nace con la misión fundamental de acercar ésta institución a la sociedad.

También se realizan en esos años numerosas obras, que dan como resul-tado el nacimiento de nuevos centros, y se incrementa de modo considerable el número de convenios firmados por la Universidad con otras instituciones, tanto públicas como privadas.

Lo que sigue es un intento de estructurar a la manera de una crónica su fruc-tífera labor como rector en los seis años que dirigió la Universidad de Murcia.

Curso 1984-85

Como en el resto de instituciones de todo el país, el proceso democrático acarreó también profundos cambios en el seno de la universidad española.

En virtud de lo dispuesto en la Ley Orgánica de Reforma Universitaria, las universidades entran en los años 80 en un proceso de elaboración de estatutos. El 16 de enero de 1984 se convocan en la Universidad de Murcia elecciones a Claustro Universitario Constituyente, que se celebran los días 21 y 29 de febrero, y el 6 de junio es elegido nuevo Rector el único candidato que se presentó a la que constituía la primera elección democrática de un rector en la historia de nuestra universidad: Antonio Soler Andrés.

Pocos meses después de su elección, el rector Soler inauguraba el curso 1984-85, en el que, a modo de declaración de principios, anunciaba su intención de «intentar penetrar al máximo en la sociedad que nos rodea, para demostrar que podemos cumplir con la función social de crear, ordenar y distribuir sa-beres, que podemos ser auténticos generadores de cultura y progreso, no sólo para nuestros alumnos, sino también para todo el entorno».

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En el mismo acto, Antonio Soler se refería al proceso constituyente que se abría, que, a su juicio, habría de constituir «sin duda, el acontecimiento estelar del curso que ahora iniciamos». El rector apostaba con ilusión por una normativa que «va a facilitar, de una parte, nuestra integración en la sociedad por vía de los consejos de universidades y sociales, y, de otra, un autogobierno representativo, al establecer la posibilidad de que redactemos una norma de funcionamiento ajustada a la idiosincrasia de cada institución y garante de la participación de toda la comunidad».

Poco después se constituyen las ocho comisiones previstas en el Regla-mento del Claustro Constituyente, en las que se integran los 352 claustrales de la Universidad de Murcia. Su primer objetivo es elaborar los títulos en los que debían estructurarse los futuros estatutos, los primeros que habrían de ser debatidos y aprobados de forma democrática en la historia de la Universidad murciana.

El 28 de febrero de 1985, justamente un año después de aquellas primeras elecciones, el Claustro Universitario Constituyente aprobaba los estatutos. Las cuentas eran claras: 217 votos a favor, 40 en contra, 17 abstenciones y 45 ausencias fueron los resultados del escrutinio. La nueva normativa de nuestra universidad entraba en vigor el 31 de julio de aquel año.

El curso 1984-85 traía consigo, asimismo, una modificación importante: la separación oficial y definitiva de los centros de Albacete de la Universidad de Murcia. Tras 70 años de estar integrada en la Universidad de Murcia, Al-bacete pasaba a formar parte de la recién nacida Universidad de Castilla-La Mancha.

Curso 1985-86

El 22 de mayo de 1986, con los estatutos ya aprobados, era reelegido rector Antonio Soler.

Entre las novedades más significativas que llegaban ese curso se incluye la puesta en funcionamiento del Consejo Social, concebido por la Ley de Reforma Universistaria como órgano de participación de la sociedad en la Universidad.

El flamante órgano, que tanto protagonismo estaba llamado a ostentar con el tiempo en la vida universitaria, comenzaba su actividad el 10 de fe-brero de 1986, siendo José María Aroca Ruiz-Funes su primer presidente. Éste expresaba el cometido del nuevo órgano en las páginas de la revista

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Campus, a finales de 1985, de este modo: «La visión que yo tengo de este nuevo órgano es que debe llevar a cabo una actuación responsable en relación permanente y contacto asiduo con los estamentos docentes y de gobierno de la Universidad; contribuir a la integración de la Universidad en la sociedad, a la que se debe como servicio…, en suma, llevar a cabo una tarea que sirva para que nuestra Universidad vaya adelante y no se quede en los mínimos en ningún terreno».

Son tiempos en los que se logra un importante crecimiento en infraestruc-tura en la Universidad de Murcia, que durante muchos años había permanecido encorsetada en cuanto a instalaciones.

El nuevo campus de Espinardo, cuyos cimientos se habían puesto en anteriores rectorados, iba viendo cómo sobre sus terrenos nacía, poco a poco, la que habría de convertirse, con el tiempo, en la gran ciudad universitaria de la región.

En el curso 1985-86 se ponen en marcha dos nuevos edificios: la Facultad de Biología y la Escuela Universitaria de Magisterio, comenzando el acon-dicionamiento de sus antiguos locales, en los que se instalaría las Facultades de Veterinaria y de Económicas —en el actual edificio Saavedra Fajardo, en Ronda de Levante—. Se finalizaba también, en estos momentos, la red peatonal del Campus de Espinardo.

Las actividades culturales adquieren un papel protagonista en este curso. Buena prueba de ello es el premio a «La Universidad con mejores facultades»otorgado por Radio Nacional de España, por ser considerada la nuestra la universidad con mejor oferta cultural entre todas las del país.

Son tiempos en los que la cultura gana poco a poco la calle e irrumpe en la vida ciudadana. Sin embargo, la cultura aún no había adquirido en nuestra región el protagonismo que tendría con el tiempo.

En estos momentos, son tantas aún las carencias, que se saluda con opti-mismo pequeños logros, como la adecuación del Paraninfo para poder exhibir películas en gran formato —uniéndose a otros dos locales tradicionales: la antigua escuela de Magisterio y el Colegio Mayor Azarbe— o la adecuación como teatro del salón de actos de Magisterio, con el nombre de sala Andrés de Claramonte.

Los cursos de Extensión Universitaria se abren camino en nuestra región, y son 15 los municipios murcianos a los que llega su programación. Cobran protagonismo los cursos de verano y las Aulas del Mar, se inicia la expe-riencia de la Radio Universitaria («De Re Universitaria») y nace la revista

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‘Campus’, que durante muchos años sería el órgano de información de toda la comunidad universitaria.

Junto a este fervor cultural, se inicia un despegue en el terreno depor-tivo, propiciado, fundamentalmente, por la apertura de las instalaciones del Campus de Espinardo.

Curso 1986-87

Se opera igualmente, en estos años, un profundo cambio estructural en la Universidad española: su configuración departamental. Los nuevos de-partamentos pasan a adquirir un peso específico que no habían tenido hasta entonces. Esta nueva estructura universitaria, culminada durante el curso 1986-87, trae consigo la constitución de medio centenar de departamentos en la Universidad de Murcia.

Son momentos de una profunda remodelación normativa, consecuencia del desarrollo de los Estatutos de la Universidad de Murcia, que acarrea como consecuencia la aprobación de los Reglamentos de Junta de Gobierno, Juntas de Centro y Consejos de Departamento.

Muestra de la importancia y trascendencia de los cambios de estos mo-mentos es la creación, por parte del rector Antonio Soler, de un vicerrectorado sin parangón hasta entonces en la historia de la Universidad de Murcia: el Vicerrectorado de Desarrollo Legislativo y Planificación.

A pesar de la segregación de Albacete, la Universidad de Murcia continúa creciendo. Así, si bien el ritmo de crecimiento se ralentiza un tanto —en torno al 8% anual—, nuestro centro supera por primera vez los 20.000 alumnos.

Para dar cabida a este número creciente de universitarios siguen incremen-tándose el número de instalaciones y edificios. Se pone en marcha el edificio de la Escuela Universitaria de Informática. El de la Convalecencia es también remodelado y, desde comienzos del curso 1986-87, se ubica allí el Rectorado, el Consejo Social y distintas dependencias administrativas.

En el Campus de Espinardo se concluyen en ese tiempo el vial de cir-cunvalación y se acometen otras obras de infraestructura como aparcamientos cubiertos y urbanización. Asimismo, concluyen las obras de las nuevas de-pendencias de la Unidad Técnica de Conservación y Mantenimiento.

Por su parte, el Campus de Cartagena ve nacer una nueva configura-ción con el emplazamiento de todos sus centros en una misma zona, gracias a la permuta de los edificios de la Escuela Politécnica por el de la Escuela

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Universitaria de Estudios Empresariales. Una innovación que amplía consi-derablemente los espacios disponibles hasta entonces. El nuevo edificio sería profundamente remodelado dos años más tarde.

En el aspecto cultural es de destacar la inauguración de dos salas de exposiciones: la del nuevo Rectorado, en el edificio de la Convalecencia, y la del colegio Mayor Azarbe. Asimismo, se crea un segundo coro universi-tario, que recibe el nombre de ‘Arnold Schonberg’ y un grupo de cámara de concertistas de viola.

Los deportes continúan incrementando su oferta en la Universidad. A la inminente puesta a punto de un pabellón polideportivo cubierto en el Campus de Espinardo, donde se anuncia que se ubicará igualmente una pista de atle-tismo, se añade la creación del Gabinete Médico-Deportivo.

La Biblioteca universitaria incorpora 20.000 nuevos títulos en el curso 1986-87, alcanzando los 260.000 volúmenes. Este curso incorpora, como no-vedad, el Servicio de Teledocumentación y, dos años más tarde, se pondría en marcha el Servicio de Microfilmación.

Otra novedad es la entrada en funcionamiento del nuevo edificio de la Facultad de Ciencias (Sección de Químicas), en cuyos bajos se instala un comedor con capacidad para 400 plazas.

Son tiempos de reforma de la enseñanza española. Un proceso en el que se verán inmersas las titulaciones durante los siguientes años. Las directrices son adecuar las enseñanzas a las demandas existentes en esos momentos en la sociedad y a las previstas para el futuro.

En el curso 1986-87, la Universidad de Murcia presenta a trámite 118 titulaciones. Se trata de favorecer la participación de la Comunidad Uni-versitaria, y de diversos sectores sociales, en el debate para que las nuevas titulaciones respondan, en la mayor medida posible, a las demandas que la sociedad tiene planteadas.

Curso 1987-88

En este curso 1987-88 se integra en la Universidad de Murcia la Escuela Social, que pasa a denominarse Escuela Universitaria de Graduados Sociales. Con sus 2000 estudiantes, el nuevo centro es responsable, en buena medida, de que la Universidad de Murcia alcance un incremento del 13’5 por ciento, superior al experimentado en los años anteriores, llegando de esta forma a los 23.500 alumnos.

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En estos años se ha iniciado una tímida pero constante apertura al ex-terior de la universidad española. También de la de Murcia, en cuyas aulas comienza a no ser extraño ver estudiantes de otras nacionalidades. Como tampoco lo es que nuestros estudiantes viajen al exterior. En ambos casos, sin embargo, las cifras se mueven muy por debajo de las que habrían de llegar en años posteriores.

En este capítulo de la internacionalización, es de destacar el hecho de que la Universidad de Murcia suscribe en 1987 la Carta Magna de las universida-des europeas, en las que se define la responsabilidad de la universidad de la siguiente forma: «En las universidades, la actividad docente es indisociable de la actividad de investigación, a fin de que la enseñanza sea igualmente capaz de seguir la evolución de las necesidades y las exigencias de la sociedad y de los conocimientos científicos».

En noviembre de 1987 se produce en la Universidad de Murcia la pre-sentación del Proyecto Erasmus, que nace con la intención de incrementar la movilidad de estudiantes europeos en universidades de otros países. En unos tiempos en los que —bueno es recordarlo— no llega al 1 por ciento el número de universitarios europeos que cursa estudios en universidades de otros paí-ses, el nuevo proyecto nace sanamente ambicioso. Su intención es posibilitar que uno de cada diez europeos amplíen estudios en universidades distintas a la propia. En el acto estuvo presente Manuel Marín, diputado europeo y vicepresidente de la CEE, que afirmó en el acto que... «La importancia de la cooperación universitaria intereuropea nunca había sido mayor que ahora».

Curso 1988-89

Un año después, en diciembre de 1988 se firma en Murcia el Acta de la Red Universitaria Europea, que integraba en aquellos primeros momentos a 15 universidades de Bélgica, Francia, Gran Bretaña, Portugal, Italia, Holanda y España —un grupo de universidades y países que crecería con el tiempo— que se unían en la intención de promover y fomentar la movilidad de estudiantes y profesores así como diversos proyectos de investigación.

Este desarrollo en el orden internacional es el que propicia que en este curso se cree el Servicio Universitario de Relaciones Internacionales (SURI). El servicio nace en febrero de 1989 con el objetivo de fomentar, facilitar y coordinar las cada vez más numerosas actuaciones institucionales en el campo internacional.

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Medio centenar de alumnos extranjeros cursan estudios este año en la Universidad de Murcia, un número muy exiguo todavía, pero que cuadruplica la cifra alcanzada tan sólo un año antes.

El número de alumnos en el curso 1988-89 crece en un porcentaje bastante más reducido que el curso anterior (el 3’8%), pero aun así, quienes cursan estudios en la Universidad de Murcia alcanza la cifra de 24.450, y por primera vez, se superan los 4.000 titulados egresados de las aulas universitarias en un solo curso. Los profesores también siguen aumentando (1.200), al igual que el Personal de Administración y Servicios (600).

Durante dicho curso, la Universidad de Murcia ve incrementado su claus-tro con un número desconocido hasta entonces de Doctores Honoris Causa: nada menos que cinco nuevos científicos y literatos se incorporaban a esta lista, un hecho llamativo por cuanto en sus más de 70 años de existencia, la Universidad de Murcia solamente contaba con siete doctores Honoris Causa. Los nuevos miembros son el geógrafo norteamericano Luna B. Leopold; el mé-dico finlandés Hannu Vuori; el fisiólogo norteamericano Arthur C. Guyton; el escritor argentino Ernesto Sábato y el filólogo español Gonzalo Sobejano.

Se inician en este momento los estudios en la diplomatura de Biblio-teconomía y Documentación y el Segundo Ciclo de la Escuela Técnica de Superior de Ingenieros Industriales.

También se producen este curso dos importantes novedades en el terreno de la investigación y la empresa: se crea la OTRI (Oficina de Transferencia de Recursos de Investigación), que nace con vocación de constituirse en nexo entre el entorno empresarial de la región con la comunidad universitaria, y nace la Fundación Universidad Empresa, con voluntad de establecer acciones de carácter formativo hacia el exterior, así como de captar contratos con las Empresas.

Entre las novedades que se presentan este curso se incluye la puesta en marcha del nuevo Servicio de Cálculo Científico.

Curso 1989-90

En la presentación del curso 1989-90, el rector Antonio Soler hablaba de las previsiones de crecimiento de la Universidad de Murcia. Según estos cálculos, el centro acogería al menos a 32.000 estudiantes en 1998, casi un tercio más de los que tenía por aquel entonces. No erraba mucho en sus cál-culos, pero la Universidad de Murcia alcanzaría en esa fecha los 37.000, casi un 15% más de los previstos en aquellos cálculos.

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En el curso 1989-90, sin embargo, el número de alumnos alcanzaba la cifra de 25.467, los profesores se acercaban a los 1.200 y eran 770 los miem-bros del Personal de Administración y Servicios.

Un centenar de estudiantes murcianos (el doble que el curso anterior) se benefician de la beca Erasmus, y un número similar de estudiantes extran-jeros vienen a estudiar a la Universidad de Murcia.

Se trata de meras cifras, pero, precisamente por ello, por el carácter simplificador y objetivo de los números, son meridianamente claras en cuan-to al cambio que se había operado en la Universidad de Murcia durante el período como rector de Antonio Soler, que supo afrontar con éxito la que quizás constituyó la época de mayores cambios cualitativos –la puesta en marcha de una normativa inexistente hasta entonces— y cuantitativos –un espectacular crecimiento en todos los aspectos humanos y materiales— de la Universidad de Murcia.

Su capacidad de organización y su vocación de diálogo fueron, sin duda, sus principales bazas.

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Presentación de candidatura en la primera elección a Rector

Mayo, 1984

Miembros de la Mesa, miembros del Claustro.

Tengo en este momento la gran responsabilidad de dirigirme a vosotros como candidato a ocupar el Rectorado.

Y lo hago, simultáneamente, a título personal y en representación de los otros cinco compañeros que han tenido la amabilidad de aceptar mi invitación a cooperar, de momento, en el ilusionado esfuerzo por conseguir vuestra confianza, y después, si ella se logra, en la responsabilidad de configurar un equipo de trabajo para el diario servicio a la Universidad.

Porque este carácter, el de equipo, es lo primero que quisiera destacar como idea básica sobre nuestro posible período rectoral.

Un equipo en cuya configuración se ha intentado combinar el aporte indi-vidual de cada miembro a una tarea de gobierno coherente, con la presunción de nuestra capacidad para cubrir las parcelas de trabajo que corresponden a cada cargo.

Y quiero resaltar que esa coherencia ha sido el principio fundamental, puesto que nunca se ha buscado una coalición «contra natura» ni se han llevado más allá de lo admisible los intentos de representar a los diversos Centros, hecho este que por una parte hubiera sido imposible y por otra entendemos intrascendente puesto que, tranquilizando cualquier suspicacia,

DISCURSOS

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quiero recordar el compromiso ya escrito en nuestro Programa de objetividad y tratamiento equitativo hacia todos los Centros o miembros de la Comunidad Universitaria.

Cabe preguntarse ante todo: ¿qué intentamos hacer? y ¿por qué lo in-tentamos en estos momentos?

A la primera pregunta responderíamos diciendo que, siempre en una línea de estricta vocación universitaria, pretendemos contribuir a la adap-tación de nuestra Universidad a los importantes cambios estructurales y de funcionamiento que se plantean al amparo de la LRU y de los nuevos estatutos.

Para entender por qué ahora, quisiéramos hacer un breve recordatorio del devenir histórico reciente, que permita comprender la trascendencia del momento.

Para no ser una excepción entre las Instituciones del país, la Universidad Española ha estado inmersa en la mayor parte de los últimos 45 años en una etapa inmovilista que ha hecho olvidar las últimas prometedoras corrientes de renovación que se fraguaron y tuvieron su mejor exponente en la Institución Libre de Enseñanza.

La rigidez de sus estructuras, la implantación de un estamentalismo do-minante, y la uniformidad que suponía una fuerte dependencia de los órganos de la Administración Central, llegaron a crear un ente distante de su entorno y destinado más a perpetuarse a sí mismo que a la función de Servicio Público que le corresponde.

El primer intento de renovación, —la L.G.E. de 1970— no fue sino eso que solemos llamar un lavado de cara. Y aunque planteaba una idea autonómi-ca, con Estatutos propios, la misma normativa de su redacción los invalidaba al no garantizar su nacimiento del seno de la Comunidad Universitaria.

Yo viví ese momento, e imagínense que diferencia entre el proceso que va a iniciar este Claustro y que, un día, te digan que se van a leer en la Junta de Facultad los Estatutos de tu Universidad. Que no se dan por escrito. Y que no se pueden tomar notas.

En esta situación hubo de afrontarse un período muy duro para el funcio-namiento de las Universidades que, siendo como deben ser uno de los focos de irradiación para el inconformismo social, carecían de bases legales para atender su propio inconformismo interno.

Bastantes de los que aquí estamos hemos vivido ese período en el que la reivindicación, la protesta, la algarada con la policía, eran monedas de uso

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corriente, distorsionantes del quehacer diario, y orientadas a alcanzar unas aspiraciones de participación y renovación imposibles de atender con la ley en la mano.

Y que no se diga que sólo eran insatisfacciones estudiantiles.A ustedes, los de las filas 1 a 7 les parecerá que es muy poco lo conseguido

en los últimos 10 años. Pero yo me descubro ante una Comunidad Universitaria que, como la nuestra, ha sido capaz de convertir la ilegalidad permanente en que se tuvo que caer, y que estamos a punto de abandonar, en la más hermosa legalidad, aquella que rompió los moldes del papel para intentar adaptarse a la realidad social del momento en aras de conseguir la convivencia.

Y me vuelvo a descubrir, muy especialmente, ante ese gran Rector que fue el profesor Sabater, tesonero y paciente, que supo conducir este proceso en nuestra Universidad.

Un proceso demasiado largo porque, como yo indicaba en una colabora-ción en la prensa hace un par de años, habiendo sido la Universidad Española uno de los pilares del cambio a la democracia se le ha demorado en demasía la oportunidad legal de realizar su propio cambio.

Y hablaba antes de tesón y paciencia como condiciones para un Rec-tor en época de crisis. Quizá yo tenga tesón, pero desde luego no tengo la suficiente paciencia para soportar que las ideas de renovación progresista de esta Universidad se vean frenadas por el primero que agite ante mis narices cualquier ley caduca.

Por eso no he dado antes este paso, y por eso lo doy ahora y está aquí hoy esta candidatura.

Porque sabemos que la Universidad de Murcia tiene en este Claustro la oportunidad de darse a sí misma una norma legal de funcionamiento pro-gresista, que la convierta en la institución moderna y científica que, estamos seguros, deseamos la mayoría.

Progresar, dice el diccionario, es sinónimo de avanzar. Y, ¿qué más puede desearse para la Universidad?

Avanzar en la calidad de la enseñanza y en el desarrollo de la ciencia.Avanzar en su integración en la Sociedad.Avanzar en la actualización de sus estructuras de gobierno... participa-

tivas y solidarias.Avanzar en el desarrollo de su espíritu crítico.Estamos convencidos de la importancia del momento, y no queremos

perder la oportunidad de participar en esta apasionante tarea.

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Y lo vamos a hacer,... si nos dais vuestra confianza,...poniendo a contri-bución todo nuestro esfuerzo.

Pero, si aún no tenemos Estatutos, ¿cuál sería nuestra misión ahora?. Os lo apuntamos en el Programa.

La LRU plantea bastantes principios de funcionamiento extraestatuta-rios que deben ser aplicados. Y sus leyes complementarias o de desarrollo presentarán otros muchos.

Queremos seguir atentamente las tareas de este Claustro.Queremos colaborar con él desde dentro como simples claustrales, y

desde el rectorado, cuando se nos requiera, pero siempre respetando su inde-pendencia y soberanía.

Y queremos, si así dejáis que ocurra, sentir la profunda satisfacción de aplicar los Estatutos que elaboréis de forma inmediata a su aprobación.

Pero, mientras tanto, pretendemos que esta Universidad lleve adelante su adaptación a la LRU en una línea convergente con esos esperados Estatutos,... que siga cumpliendo su diaria misión, avanzando y consolidándose.

Para conseguir todo ello, nos hemos marcado unos grandes bloques de ac-tuación, que me voy a permitir ir recordando, desarrollándolos a un tiempo.

«Perseverar en la mejora continuada de la calidad de la docencia y de la investigación; tanto en los Centros de existencia tradicional como en los que, por estar recién implantados, precisan de una especial tarea de constitución y consolidación»

Docencia e investigación son nuestras tareas fundamentales. Por ello queremos alentar en todos, profesores de distintos niveles y alumnos, el espíritu crítico en las responsabilidades que a unos y otros corresponden.

Pero esto no será posible si no tenemos la tranquilidad de haber intentado hasta el límite, y ojalá conseguido, superar nuestras deficiencias materiales.

A ello se orienta nuestro propósito de mejorar los presupuestos para actividades docentes, de afrontar de inmediato los problemas de falta de aulas que afectan a varios centros, de racionalizar la utilización del profesorado, —ya dependiente de nuestro propio presupuesto— de promover la revisión de planes de estudio.

Y también, como no, de aportar los medios para mantener, al ritmo de sus crecientes necesidades, el buen nivel que ya están ofreciendo los centros en desarrollo: Veterinaria, Económicas y Empresariales e Informá-tica, contribuyendo a la resolución de sus problemas de infraestructura y profesorado.

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La investigación debe potenciarse, tanto en su vertiente básica como en la aplicada, elevando sus dotaciones y distribuyéndolas de acuerdo a criterios objetivos relacionados con la productividad, dentro de la especial singularidad de cada rama de trabajo.

Queremos asimismo que, dentro del carácter competitivo hacia el que debe evolucionar la Universidad española, la de Murcia haga su oferta inves-tigadora al entorno, como forma de contribuir a su desarrollo y de potenciarse a sí misma.

Pero el futuro de la investigación será sombrío si nos olvidamos de la formación de nuevas promociones de investigadores.... Se ha hecho hoy ca-racterística la escasez de doctorandos en nuestros Departamentos, y ello obliga a recuperar la capacidad de oferta de becas, o dotaciones similares.

Queremos señalar por último, dentro de este apartado, como, cuando hablamos de docencia e investigación, nos olvidamos de que una parte de nuestros centros no tienen asumido ni alentado ese dualismo, cosustancial de la actividad universitaria.

Me estoy refiriendo a las Escuelas Universitarias, a las que quisiéramos ver al término de nuestro mandato —si es el caso— en una línea de auténtica integración en la Universidad (aunque lo estén administrativamente desde hace casi 15 años).

Creemos que, junto a otras actuaciones que se han ofrecido por escrito, esa línea pasa por dos puntos.

Primero, el de la conveniencia de que su profesorado no doctor realice el esfuerzo para alcanzar ese grado.

Segundo, el del encuentro con líneas de investigación acordes a la especial idiosincrasia de estos centros: didáctica, tecnología de aplicación inmediata, infor-mática, etc. Entendemos que el rectorado puede y debe ayudar en estas tareas.

Otro bloque de actuación era: «Promover la inserción de la actividad universitaria en su entorno social, avanzando en la preparación de la inte-gración con los Organismos Autonómicos»

La LRU institucionaliza la próxima dependencia de las Universidades españolas respecto a las entidades de gobierno regionales.

Pero no haría falta ese imperativo legal para comprender la absoluta necesidad de que la Universidad —servicio público para la ciencia y la cul-tura— se arraigue profundamente en su entorno.

La Universidad debe ser la vía más importante para el acceso a la socie-dad del caudal universal de conocimientos que nos compete adquirir, crear

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y comunicar. Y de esta debe recibir todo apoyo, y sus diarias inquietudes y necesidades para, analizándolas, aportar soluciones válidas.

En la investigación, ya comentada, y en la extensión universitaria, en-contramos sin duda dos firmes pilares para esta relación. Por ello queremos potenciar al máximo este último campo, pero procurando que sus actividades sean de auténtico interés mutuo para la Universidad de la que parten, y para la sociedad, a la que se dirigen.

La idea de universidad regionalizada propicia el «aldeanismo». Debemos velar para que ello no ocurra, pero también para no idealizar nuestra situación fabricándonos la torre de marfil de quien piensa tener todo ganado, sin la obligación de dar algo a cambio.

Hemos de adaptarnos a la situación venidera, y aprovechar el tiempo para que, cuando llegue, tengamos consolidada con nuestros buenos hechos una imagen de auténtico prestigio social.

Será responsabilidad de este rectorado venidero propiciar y fomentar tantas actuaciones como sean posibles conducentes a este logro.

Y para ello creemos que deben consolidarse las relaciones con las insti-tuciones regionales y locales, con las empresas, con las entidades culturales y financieras, aprovechando el importante apoyo que supone lo ya alcanzado en anteriores gestiones rectorales.

Es esta una tarea primordial, que iniciaríamos de inmediato.No tenemos reparos a la llegada del Consejo Social. Y rechazamos las

posiciones puristas que en tal sentido se dan sobre un futuro bicefalismo de la Universidad en relación a la figura de su presidencia.

Ni la Universidad ni la sociedad españolas tienen experiencia en estas relaciones, pero sabemos que se dan con éxito en una estructura universitaria tan admirada como la anglosajona.

Creemos que no tener prejuicios es la mejor posición de partida para llegar a entenderse.

Pero es preciso que, en ese momento, nuestra Universidad sea fuerte para afrontar desde posiciones sólidas la integración, y esa fuerza no estará en el rectorado, sino en la propia institución a la que representa.

Decíamos además «Abordar un estudio profundo que, sin improvisacio-nes, permita planificar las actuaciones para llevar a esta universidad a la prestación de servicios que la realidad regional y nacional demanden».

Hablamos ahora de algo que entendemos crucial, puesto que se trata de de-finir a donde queremos llegar, y cual debe ser nuestro modelo de desarrollo.

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Si antes hablé de descubrirme ante un ex-rector, ahora debo hacerlo ante el que aún lo es para reconocer la oportunidad y el acierto de su gestión en orden a potenciar la oferta de Centros y servicios, y a encauzar la solución de los problemas de infraestructura que ellos demandan.

El nuevo rectorado habrá de abordar, ante todo esta tarea, y así lo asu-mimos, convencidos de su absoluta necesidad.

Pero quisiéramos que, al mismo tiempo, se pusieran en marcha mecanis-mos para que, entre la Universidad, las Instituciones Regionales y las Locales, se pudieran analizar y establecer nuestras perspectivas de futuro.

Somos tan ambiciosos como el que más respecto a la Universidad de Murcia, pero también conscientes de que no puede estar inmersa perma-nentemente en la dinámica de nuevas necesidades de profesores, edificios, etc....

Formulemos el desideratum de universidad, programemos las actuaciones para alcanzarlo, y hagámoslo.

Pero consolidemos asimismo lo que se va quedando atrás, y así queremos ofrecer una atención específica a Económicas y Empresariales, Veterinaria, o la E.U. de Informática, con problemas graves de crecimiento en docencia, y falta de instalaciones. O a Biología y Filosofía y Ciencias de la Educación, aún sin edificio. O a la E.U. de Empresariales de Cartagena, ubicada en precarias condiciones. O los problemas puntuales de falta de espacio y profesorado que aún persisten dentro de la Facultad de Química y Matemáticas en esta última sección.

Y, como no, a Medicina, facultad incompleta en tanto no se resuelvan las deficiencias en su enseñanza clínica.

Y si aún mirásemos más atrás nos encontraríamos, con sorpresa, con que en los centros más antiguos: Derecho y Letras, se localizan algunas de nuestras más graves deficiencias, que habrá que intentar superar de inmediato.

Para la planificación de toda esta tarea, y para aportar soluciones al tra-tamiento de otros problemas de nuestro quehacer diario, se prevé la creación de un Gabinete de Estudios, órgano habitual para la gestión de entidades con importancia intrínseca y volumen presupuestario incluso menores que los de esta Universidad.

Se establecía también como bloque de actuación. «Sentar las bases para la consecución de una satisfactoria estabilidad funcional de las personas que aportan su diario esfuerzo a la universidad, facilitando la deseable promoción y los intercambios con otros centros nacionales o extranjeros»

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Compañeros del Claustro, si estamos deseando alcanzar una estabilidad en nuestros medios materiales, como no desearla para los medios humanos, mucho más fundamentales.

Querríamos que, al amparo de la instauración de la LRU, el profesora-do redujese la diversidad de sus niveles administrativos, consolidándose su situación y, por supuesto, que desde ella mantuviera la más sana inquietud por la promoción científica y profesional.

Tenemos escrito en el Programa que este Rectorado pondrá todos los medios a su alcance para conseguir la estabilidad hasta 1987 y, si es posible, para después de esa fecha, salvo casos de incumplimiento objetivamente valorado.

Y lo decimos sabiendo que quizá no todos la merezcan con un criterio estricto, ¡como quizá tampoco todos los funcionarios que somos!... Pero es-tamos justo en el momento en que se quiere terminar con un error histórico de más de 20 años de improvisación en el tema del profesorado universitario....Cambiemos drásticamente a partir de ahora,... pero seamos también ge-nerosos, y contemplemos que en la Universidad hay tarea para niveles muy distintos, y que sólo promocionarán los que efectivamente estén interesados y lo merezcan.

En esa promoción de los mejores, quisiéramos colaborar potenciando, por medio de la gestión de becas e intercambios, el acceso de nuestros profesores a estancias en centros nacionales o extranjeros, manteniéndoles, si lo desean, su vinculación a esta Universidad y propiciando su retorno.

Y no podemos olvidar a otro colectivo asimismo imprescindible en nuestro diario funcionamiento, el personal de administración y servicios, con problemas distintos a los del profesorado, pero que no debieran tener, en nuestra opinión un tratamiento de estilo diferente.

En tal sentido van las actuaciones programadas cuando tratamos de con-seguir la racionalización de sus funciones, de ampliar las plazas en función de la necesidad de las tareas de administración central y de los departamentos, de establecer con claridad la situación de las plantillas, de favorecer la promoción y de gestionar con publicidad y transparencia la contratación.

Y decíamos, por último, que «se garantizaría una gestión eficaz, parti-cipativa y transparente, que por medio de los órganos y cauces adecuados de cumplimiento al imperativo legal del artículo 4º de la LRU», que dice: cumplimiento al imperativo legal del artículo 4º de la LRU», que dice: cumplimiento al imperativo legal del artículo 4º de la LRU «Las universidades se organizarán de forma que en su gobierno y en el de sus centros quede asegurada la representación de los diferentes sectores de la comunidad

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universitaria, de acuerdo con las funciones que a cada uno de ellos corres-pondan en relación con las señaladas en el artículo 1º de la presente Ley, así como la participación de representantes de los intereses sociales»

A nadie se oculta la variedad de facetas que configuran la actividad del rectorado.

Es nuestro deseo que, al máximo posible, y en todo caso en las cues-tiones trascendentes, contemos con la participación y el apoyo de todos los colectivos universitarios —centros y estamentos— que tienen, por otra parte un derecho a la información que les permita comprender y vivir la marcha diaria de nuestra institución.

A la espera de los cambios definitivos que en la estructura y funciones de los órganos de gobierno han de plantear los estatutos, es nuestra voluntad plantear una estructura de apoyo al rectorado, que les hemos ofrecido en forma de organigrama.

Nuestra idea es que, según los matices de cada Comisión entre las que en él figuran, centros y/o estamentos tengan presencia en las mismas y participen activamente en sus trabajos.

Todas las comisiones son importantes pero, ante la imposibilidad de irme ahora deteniendo en cada una, quisiéramos señalar muy especialmente la trascendencia de las de Investigación, Campus, Económica y de Extensión Cultural.

En el caso de la de Campus, por el volumen y trascendencia que tienen en estos momentos sus tareas.

En la de Investigación, por el nuevo estilo gerencial que quisiéramos dar a su temática.

En la de Extensión Cultural, por nuestro especial deseo de encontrar y consolidar las metas más adecuadas para esta importantísima tarea de la universidad.

En la Económica, por la necesidad de dar la máxima información sobre los aspectos presupuestarios, y de procurar el máximo consenso en la elabo-ración o modificación de los presupuestos que, como es sabido, son el arma fundamental de cualquier actuación técnica o política.

Damos especial importancia a las comisiones informativas afectas di-rectamente al Rectorado.

El Rector debe propiciar sus contactos con la Comunidad universitaria, y particularmente me aterra que tales contactos sean siempre en función de necesidades, problemas, peticiones o reivindicaciones.

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Es preciso charlar de vez en cuando, distendidos, tranquilos, sin orden del día.

Para ello se configuran las cuatro comisiones, Facultades, Escuelas, Alumnos y Personal de Administración y Servicios, que se reunirían con frecuencia y de las que esperamos conseguir los frutos de un mejor conoci-miento mutuo.

Y aunque parece obvio, queremos señalar que la no inclusión en el organigrama del máximo órgano de gobierno reglamentario, la Junta de Go-bierno, no supone ignorancia o menoscabo de la misma. Ella está por encima de todo el organigrama, en tanto está por encima del mismo Rector, según establece la LRU.

Y quiero continuar citando ahora expresamente a los alumnos. Y digo expresamente porque todo lo anterior se ha planteado, dicho... y se hará, si llega el caso, en función del estudiante, razón de ser más importante de la institución universitaria.

Queremos vuestra incorporación plena a nuestra inquietud por el buen funcionamiento de la Universidad. Hemos establecido cauces para ello a la espera de los que fijen los Estatutos, y nos permitimos pediros que los apro-vechéis.

Pero sois muchos, y aunque estaremos abiertos a todos y cada uno, será preciso recurrir a las vías que ofrece el asociacionismo, del que surge la re-presentación.... Nos comprometemos a ayudar al funcionamiento de este tipo de estructuras, sin la más mínima intención de paternalismo o dirigismo.

Deseamos asimismo que la Universidad, en la que vais a estar integrados, según vuestros estudios, al menos entre tres y cinco años, os ofrezca, junto a una formación especializada, una impregnación cultural, así como el uso de servicios sociales complementarios, tal como indicamos en el programa.

Confiamos, en fin, poder lograr que la Universidad no sea para vosotros ese mero lugar de aparcamiento al que, con ¡razonable acritud!, se refería alguno de vosotros hace pocos días.

Y quiero hacer una consideración final. Las 18 hojas del programa que os hemos entregado, y estas mismas palabras, carecerían de significado si se contradijesen con nuestra ejecutoria personal.

Afortunadamente, podemos invitaros sin reservas a que las cotejéis.

Muchas gracias.

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Toma de posesión como RectorJulio 1984

Excmo. Sr.Presidente de la Comunidad Autónoma, dignísimas auto-ridades, Excmo. Sr. D. José Antonio Lozano, compañeros en el Claustro Constituyente y en la Universidad, señoras y señores.

Han trascurrido cuarenta y cinco días desde el momento en el que este Salón de Actos se llenaba con un nutrido aplauso que sentenciaba el proceso de elección de Rector por esta Universidad.

Pasado el tiempo suficiente para que sedimenten los sentimientos, he desvinculado por completo esa jubilosa manifestación de todo matiz personal porque pienso que se aplaudía, —aplaudíamos— el triunfo de una concep-ción democrática para nuestra convivencia, logrado por una vía de ejemplar funcionamiento.

Porque todos sabemos que no todos estábamos de acuerdo con las normas con que funcionábamos, que no todos coincidíamos en la candidatura, y cada cual aprovechó lícitamente su oportunidad de manifestarlo. Pero nadie optó por posturas estrambóticas, en una actitud colectiva que, en mi opinión, sólo puede ser calificada de admirable.

Por ello, permítanme decirles, sin fariseísmos, que desde entonces mi orgullo está más en haber participado en ese singular proceso de elección que en su propio resultado.

Por eso hoy, cuando ya he cumplido con el trámite administrativo un tanto ilógico de recibir la posesión del cargo en Madrid habiendo sido elegido en

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esta Universidad, he querido ser investido ante ustedes para manifestarles la idea de respeto y consideración que la Comunidad Universitaria, el Claustro Constituyente y la Sociedad Regional, merecen a este Rector.

Si el cambio de Rector supone siempre una nueva etapa para cualquier universidad, mucho más lo es en este caso, cuando se ha motivado por impe-rativo de la Ley de Reforma Universitaria.

Una Ley no perfecta, quizá ninguna lo sea, pero esperada desde hace varios años como punto de apoyo para conseguir la adecuación a la realidad social del momento que la Universidad Española precisa.

Porque, curiosamente, habiendo sido albergadas entre los universitarios tantas inquietudes por el cambio a una situación democrática, se nos ha de-morado en demasía la oportunidad legal de realizar nuestro propio cambio.

Estoy convencido, por ello, de que la adaptación de cada universidad a la LRU es en este momento la tarea filosóficamente prioritaria de todos los rectores recientemente proclamados. Y es así porque de esa adaptación, convenientemente entendida, pueden derivarse sustanciales mejoras para la institución, según pretendo comentarles con brevedad.

Es un punto importante en la Ley el carácter competitivo que adquieren las Universidades. Con su aplicación, y en su momento, dejaremos de ser entes similares, uniformados por una concepción centralista que todo lo iguala, para adquirir nuestra propia personalidad.

El nivel medio de nuestros profesores será alto o bajo según se resuelva de nuestros propios concursos.

Superado el concepto de distrito, los alumnos acudirán desde otros lugares en busca de nuestra calidad docente o investigadora y de la oferta de curricula actualizados, o por el contrario emigrarán a la busca de centros mejores.

Nuestra capacidad de prestar servicios concretos en el entorno regional o nacional potenciará, en mayor o menor medida, nuestras posibilidades de adquirir fondos económicos complementarios.

Creo, en definitiva, que la competitividad es absolutamente saludable cuando no se orienta a otros objetivos que los culturales o científicos, y que su existencia habrá de forzar la calidad.

Alberga la Ley, asimismo, el sentido social de la universidad como ser-vicio público de la educación superior, con tres funciones hacia la sociedad:

a) La creación, desarrollo, transmisión y crítica de la ciencia, de la técnica y de la cultura;

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b) La preparación para el ejercicio de actividades profesionales que exijan la aplicación de conocimientos y métodos científicos o para la creación artística;

c) El apoyo científico y técnico al desarrollo cultural, social y econó-mico, tanto nacional como de las Comunidades Autónomas.

Yo pregunto si caben funciones de mayor trascendencia. Y por ello, desearía que todos los que configuramos esta Universidad,

docentes, no docentes y alumnos, sintiéramos con orgullo y responsabilidad la importancia de nuestra misión.

Tenemos libertades de cátedra, de investigación y de estudio, pero ellas no deben ir más allá de la libre elección del camino que nos parezca más adecuado para cumplir las funciones citadas antes.

La práctica de la ciencia no nos eleva a un pedestal, ni requiere ser protegida en una urna.

Por ello, rompiendo una antigua imagen, empeñemos nuestro esfuerzo en demostrar que no somos esa élite a la que, con frecuencia injustamente se nos asimila. Ni los profesores, ni los alumnos, que formamos para devolverlos a la sociedad como individuos cultos y útiles.

Esa Sociedad a la que pedimos, a la que pide el Rector hoy, que se nos acerque, que nos conozca, que nos exija y nos ayude, que vea en la Univer-sidad algo suyo, que avance aún más en el camino que, afortunadamente, se viene andando en Murcia en los últimos años, bajo la acertada gestión de mis predecesores.

Esta necesaria relación está contemplada de forma precisa en la Ley de Reforma Universitaria con dos hechos singulares: la futura vinculación a las Comunidades Autónomas y la creación del Consejo Social.

Son dos razones para estar seguros de que la integración que deseamos ha de darse. Aunque será una tarea difícil porque, junto al derecho de la sociedad a marcar los objetivos de nuestra actuación, deberá comprenderse nuestra obligación de mantener una independencia funcional interna.

Ni la universidad ni la sociedad españolas tienen experiencia en estas relaciones, pero sabemos que se dan con éxito en estructuras universitarias muy admiradas como, por ejemplo, la anglosajona.

Creo que no tener prejuicios es la mejor posición de partida para llegar a entenderse.

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Y por eso, como no tenemos prejuicios, quisiéramos que una misión de nuestro mandato sea la de allanar el camino para alcanzar en las mejores condiciones para todas las partes esa situación futura.

Estoy seguro de que, al mismo tiempo, seremos capaces de avanzar juntos en la realización del enorme esfuerzo que esta universidad está haciendo por recuperarse del bajo nivel en que se encontraba hace diez años tanto en oferta de estudios como en infraestructura. Y en este sentido quisiera señalar, junto al reconocimiento debido a la crucial gestión del profesor Lozano, nuestro propósito de continuar avanzando en esta línea, pero intentando simultánea-mente planificar todos juntos, hacia donde y como producir nuestro desarrollo, buscando al tiempo la deseable consolidación.

Y quisiera ahora señalar el tercer aspecto que me parece fundamental entre los contenidos en la nueva Ley. La exigencia de participación de todos los colectivos universitarios en el gobierno de la universidad y de sus centros.

Creo que de la marginación surge el derrotismo, y de la participación la responsabilidad.

Por ello, estoy seguro de que de la aplicación de este mandato habrá de surgir una mayor comprensión interna en la universidad, de la que estamos tan necesitados, y que, del contraste de pareceres, se derivará un apoyo que nos parece básico para la tarea de gobierno.

Pero el conjunto de la Ley, con ser importante, representa muy poco hasta el momento en que cada universidad le de su tonalidad particular por vía de los Estatutos.

Aunque desgraciadamente las disposiciones de desarrollo que se van a producir pueden suponer un cerco considerable para las expectativas abiertas ante los Estatutos, el futuro de las universidades va a depender en mucho de los resultados de su redacción.

Por ello, quiero cerrar estas palabras manifestando al Claustro Constitu-yente mi absoluta confianza en el éxito de su tarea, y asegurando a todos los que hoy nos acompañan, como colectivo social tan especialmente cualificado, que esta universidad va a responder plenamente a las necesidades regionales y nacionales.

Muchas gracias por su asistencia.

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Acto de apertura del curso 1984/85 en la Universidad de Murcia

Octubre, 1984

Excmas. e Ilmas. Autoridades, miembros de la Universidad, Sras. y Sres.:

Quiero ante todo manifestarles el agradecimiento por su presencia aquí, que demuestra el interés por la Universidad en el momento en que iniciamos un nuevo curso.

Felicito asimismo al Profesor Galiana por su brillante lección, y saludo, muy especialmente, a los profesores y miembros del personal no docente incorporados y a los nuevos alumnos.

Las circunstancias han determinado que en poco más de tres meses este rectorado se dirija por tercera vez a la comunidad universitaria representada, en una primera ocasión por el Claustro, y en una segunda por quienes tuvieron la amabilidad de acompañarnos en la Solemne Investidura.

Pero es conveniente que así sea cuando estamos iniciando el nuevo curso, y creo oportuno aprovechar la ocasión para meditar sobre la actual situación de la Universidad Española, con su incidencia sobre la de Murcia en particular, a la luz del conocimiento ya adquirido por los frecuentes contactos con la política gubernamental al respecto: tres Consejos de Rectores, la constitución del Consejo de Universidades y una audiencia institucional con el Excmo. Sr. Presidente del Gobierno, amén de otros contactos de trabajo.

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La Universidad, institución superior para la enseñanza y la investigación, se encuentra plenamente inserta, por estas sus dos funciones, de una parte en el proceso de culturización del país, y de otra en el desarrollo de las ciencias puras y aplicadas, humanísticas y experimentales, en sus variadas facetas correspondientes a todas las ramas del saber.

Sobre la Universidad española, formadora además de los enseñantes para todos los niveles del proceso educativo, recae la responsabilidad de lo que hayan de ser nuestras generaciones futuras, nuestro material humano, sin duda el pilar más sólido de nuestro porvenir.

Pero, ¿existe conciencia en la sociedad española de la trascendencia de la educación? Creo que sí, al menos en lo que ella representa como hecho social, pero dudo mucho de que no sea una conciencia un tanto irracional e incapaz para llegar a comprender que la educación debe ser respaldada en nuestro país —como lo es en tantos otros— con un esfuerzo económico serio, por difíciles que sean las circunstancias en que nos encontramos.

¿Y en lo que respecta a la Universidad en concreto? Creo que estamos en peor situación porque, durante muchos años, la Universidad española estuvo alejada de su entorno.

Durante ese tiempo el colectivo universitario, profesores y alumnos, vi-vió en un lamentable conformismo, escaso en inquietud. Se trataba sólo, para unos, de otorgar un título. Para otros, de recibirlo. Un título que capacitaba para conseguir un puesto de privilegio en la sociedad.

Como consecuencia hemos sido ignorados por todos aquellos que veían en nosotros la mera fábrica generadora de una clase dirigente, inalcanzable además para muchos niveles sociales.

En definitiva, ni éramos exigentes, ni se nos exigía. Debemos, por ello, ser conscientes de la absoluta necesidad de una tarea de recuperación de la imagen de la Universidad, hecha desde la Universidad, en una actuación que afortunadamente se ha iniciado hace algunos años a la par del cambio social en España, pero que aún está lejos de completarse. Y esa tarea compromete a todos los que formamos la comunidad universitaria.

Hemos de velar porque nuestro sistema de funcionamiento y de gobierno sea justo y orientado en exclusiva al mejor logro de nuestros fines.

Se acercan decisiones importantes y es preciso que encontremos los mecanismos para que podamos tomarlas con la necesaria objetividad frente a los intereses profesionales o de grupo que podrían distorsionar nuestro autogobierno.

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Racionalización de nuestros medios humanos y plazas docentes, selección del profesorado, aprovechamiento óptimo de los presupuestos, son algunos ejemplos de estas situaciones que habrán de resolverse colocando el interés de la Universidad sobre cualquier otro.

Nuestra buena imagen dependerá del buen cumplimiento de nuestro deber, que se concreta, simultáneamente, en la docencia y en la investiga-ción, dos facetas que indudablemente se complementan, pero que deben ser potenciadas al máximo y compensadas en beneficio de nuestros alumnos. Y en tal sentido observo con preocupación el escaso valor que está dándo-se últimamente en la Universidad a la capacidad docente en la evaluación de nuestros profesores —y digo profesores— frente a la producción in-vestigadora. Es una situación reconocida, que está distorsionando nuestro funcionamiento y que podría ser sumamente peligrosa si se plasma en tér-minos de economía personal como podría ocurrir a la hora de aplicar a los funcionarios universitarios la productividad que se incluye en la Ley de la Función Pública.

Debemos contemplar con precaución la crisis de empleo existente para algunas de nuestras licenciaturas, motivada en ocasiones por la rigidez de los curricula, que no han sabido adaptarse a las necesidades sociales.

Creo que es el momento de buscar esa adaptación intentando, a la vez, singularizar a las Universidades con interesantes ofertas de estudio, dentro de un espíritu leal de competitividad.

Hay que intentar asimismo penetrar al máximo en la sociedad que nos rodea para demostrar que podemos cumplir con la función social de crear, ordenar y distribuir saberes, que podemos ser auténticos generadores de cultura y progreso, no sólo para nuestros alumnos, sino también para todo el entorno.

Y en relación a nuestros alumnos, debemos mantener una permanente inquietud porque sus posibilidades no sufran otra discriminación que la que pudiera establecer la insuficiencia de sus conocimientos. Preocupémonos, por tanto, de que un sistema justo de ayudas y exenciones garantice la igualdad de oportunidades frente a las diferencias de capacidad económica, que podrían limitar nuestra influencia a sólo las clases sociales más privilegiadas.

Sólo en estas condiciones nos haremos necesarios, y estaremos en situa-ción de ventaja para exigir, sabiéndonos respaldados mayoritariamente.

Y hay mucho que exigir. Porque aún reconociendo, como ya indiqué, las limitaciones del momento económico actual, hay que luchar para que todo el

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colectivo de la educación española esté respaldado por un especial esfuerzo que le permita, si no situarse de inmediato a la par de otros países, al menos no verse descolgado definitivamente.

Y ese esfuerzo ha de exigirse, como única garantía de la independencia del sistema educativo, al Estado o, por delegación en su caso, a las Comuni-dades Autónomas.

Desde el Colegio Nacional ubicado en el último rincón de España, a la mayor Universidad, es preciso garantizar el mínimo aceptable de calidad, sin que ello suponga obstruir el aprovechamiento de otras posibles iniciativas de financiación orientables a conseguir lo mejor, pero partiendo de lo bueno.

Se cumple ahora casi exactamente un año de la norma legal de indudable valor para facilitar las precitadas actuaciones en la Universidad, la Ley de Reforma Universitaria.

En el acto de Investidura traté algunas de sus más significativas cuali-dades, y no quisiera repetirme.

Por ello solo destacaré ahora que la Ley va a facilitar, de una parte, nuestra integración en la Sociedad por vía de los Consejos de Universidades y Sociales, y de otra, un autogobierno representativo, al establecer la posibilidad de que redactemos una norma de funcionamiento ajustada a la idiosincrasia de cada institución y garante de la participación de toda la Comunidad.

Por ello he de resaltar con esperanza, no exenta de cierto temor, la impor-tancia del período legislativo de desarrollo de la Ley de Reforma Universitaria que ahora vivimos, respecto al que —desde aquí— pediría que fuese rápido en su final y no sofocante para los estatutos en gestación.

Como ya ha indicado el Secretario General, la redacción de los estatutos va a ser, sin duda, el acontecimiento estelar del curso que ahora iniciamos.

Respecto al Claustro Constituyente, y desde mi condición de Presiden-te nato del mismo, sólo quiero manifestar mi absoluta confianza en que se conseguirá un texto de gran calidad, y creo representar la opinión de todos al solicitar que todos sus miembros dediquen a ello lo mejor de si mismos.

Pero no quiero dejar pasar la ocasión de hacer un llamamiento al resto de la Comunidad Universitaria —unas dieciocho mil personas— para que vivan en lo posible este proceso considerándose, no al margen sino legítimamente representa-dos en el Claustro, y manteniendo un contacto permanente con los claustrales.

Por lo demás, cuando empieza el curso, esta Universdad se encuentra con las dificultades que se derivan del período de crecimiento en nuevos estudios que vivimos, y de las limitaciones estructurales en centros nuevos y antiguos.

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Sin entrar en detalles, quisiera hacer llegar a todos mi idea de la enorme magnitud de la tarea en que estamos inmersos, porque su progresión requiere de solidaridad y esfuerzo conjunto, que yo pido ahora.

Y lo pido, muy especialmente, a los legítimos representantes de la socie-dad que hoy nos acompañan, en la seguridad de que tendremos su atención porque ya la hemos tenido en formas muy variadas y todas útiles. Quede aquí constancia de nuestro agradecimiento.

Quiero terminar deseando a todos lo mejor para el curso que ahora inicia-mos. Un deseo que centro muy especialmente en los alumnos que se incorporan ahora a la Universidad y a los que pido que se sientan universitarios desde el primer momento y que, al tiempo que ponen a contribución de su formación el esfuerzo del estudio, mantengan la ilusión y desarrollen el espíritu crítico y la capacidad de diálogo, virtudes inherentes al intelectual.

A todos muchas gracias.

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Investidura de Doctor Honoris Causa de los profesores D. José María Jover Zamora

y D. Emeterio Cuadrado DíazMayo, 1985

Excmo. Sr., Ilmos. Srs., Claustro, Sras. y Sres.La Universidad de Murcia se honra hoy al recibir en su Claustro, a través

de la Facultad de Letras, a las dos eminentes personalidades que acaban de ser investidas como Doctores «Honoris Causa», D. Emeterio Cuadrado Díaz y D. José María Jover Zamora. La Universidad plasma en este tipo de dis-tinción el máximo reconocimiento que puede darse dentro del ámbito de las funciones de generación y transmisión de las ciencias que le son propias. Se os reconoce el más elevado nivel, el de Doctor, y se hace expresa manifestación del deseo (si posible fuera) de acogeros en nuestro propio Claustro, de contar permanentemente con vuestra valía, méritos y prestigio.

Hoy, al hacer ejercicio de este reconocimiento en los dos nuevos Doctores «Honoris Causa», demostramos que son variados los caminos por los que el ser humano puede alcanzar la singularidad entre los demás, con la vista puesta en la meta del engrandecimiento de la Ciencia.

D. Emeterio Cuadrado es el auténtico ejemplo de la sensibilidad humana por la Ciencia y la ampliación del conocimiento. Su vocación primera, la Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, le pone en contacto con el medio de trabajo del arqueólogo —la Tierra— guardiana celosa de los vestigios de nuestra más antigua historia. Y, como un contraste a los ataques que con

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tanta frecuencia realiza la moderna tecnología a los yacimientos arqueológi-cos, su sensibilidad le hace impregnarse de una auténtica vocación por esta Ciencia, hasta convertirlo, con su tesón, entrega e inteligencia en un maestro de arqueólogos.

Y no puede olvidarse aquí, junto a la reconocida fama internacional de D. Emeterio, la trascendencia de su actividad para nuestra Región, que es también la suya, auténtico paraíso de pretéritas culturas a cuyo mejor cono-cimiento hemos de ser especialmente sensibles todos los murcianos y, como no, la Universidad de Murcia.

D. José María Jover es por el contrario el ejemplo de lo que podríamos llamar la profesionalidad en la Ciencia llevada al más alto nivel.

Su singular situación, la de ser el primer alumno de la Universidad de Murcia que es reconocido como Doctor «Honoris Causa» por la misma, debe ser especialmente destacada y nos llena de satisfacción, sobre todo cuando es sabido que su origen cartagenero le ha hecho siempre sentirse especialmente vinculado a esta tierra y a su historia.

Pero la Universidad que es universalidad en la Ciencia no puede valorar estos hechos de naturaleza sino como complementarios, y ha visto en el Doctor Jover al gran Profesor y al gran científico que en el existen. Un historiador, como ya se ha dicho aquí, singular por la amplitud del campo histórico que domina con similar prestigio la Historia Moderna y Contemporánea, y con aportaciones de igual valía en todas las grandes líneas del trabajo histórico, las relaciones internacionales, la política, la sociedad, la cultura y las men-talidades. Un auténtico maestro y ejemplo para historiadores, con el que quisiéramos sentirnos especialmente ligados desde ahora por la vía de este Doctorado «Honoris Causa», cuando ya no es posible lo que en su momento quizás pudo ser una auténtica integración a nuestro Claustro.

Creo, en definitiva, que la Universidad de Murcia debe sentirse profun-damente satisfecha al culminar el acto que hoy vivimos.

Por ello, doy las gracias a los nuevos doctores «Honoris causa» por su aceptación, y me felicito como parte y presidente del Claustro Universita-rio.

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Acto de apertura del curso 1985/86 en la Universidad de Murcia

Octubre, 1985

Excmo. Sr., dignísimas autoridades, Claustrales, alumnos, Sras. y Sres.Una vez más nos vemos situados en la frontera de un nuevo curso mar-

cada por la realización de este solemne acto académico.Una vez más dejamos atrás un año de trabajo, de aspiraciones que cua-

jaron en realidades, de frustraciones, de historia ya.Y un año más entramos en una dinámica de esperanzas, de proyectos

ilusionados.Es la vida de la Universidad. Avanzar. A veces con paso firme. A veces

atropelladamente. Tropezar. Tambalearse. Casi caer. Erguirse nuevamente. Y siempre avanzar. Es lo que la hace distinta a otras instituciones. Porque está viva y queremos que siga viva.

Lo queremos los que integramos la Comunidad Universitaria. Esperamos que lo desee asimismo la sociedad, a la que nos debemos en nuestra condición de servicio público.

La Universidad de Murcia ha superado en el pasado curso un hito fun-damental de su historia reciente: la elaboración de sus propios Estatutos.

Ciertamente, ha sido un hecho común a toda la Universidad española que se ha alcanzado en casi todos los casos de forma satisfactoria, porque sería injusto que nos dejásemos engañar por las escasas situaciones de conflictividad habidas. Pero creo que hoy, al recapitular, podemos sentirnos orgullosos por

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el grado de participación, talante democrático e interés, con que el Claustro Constituyente afrontó su importante tarea, así como por el respaldo dado a la aprobación.

La definitiva sanción gubernamental trajo consigo varias modificaciones de legalidad que, en mi opinión, afortunadamente, no modificaron el esquema funcional propuesto, aún cuando respeto y comprendo que haya opiniones contrarias a este respecto.

Orientan así los Estatutos una ingente tarea para el nuevo curso, y para los que le seguirán, la aplicación de los mismos.

El equipo rectoral prometió impulsar esta aplicación, y lo seguirá ha-ciendo hasta el momento en que cese la responsabilidad que ostenta. Pero, atención, quien haya analizado con frialdad los Estatutos habrá apreciado que se trata de un proceso obligadamente cuidadoso, y que muchas decisiones o actuaciones, que muchos deseamos ya, están sin embargo sometidas al control de órganos aún inexistentes. Es este, pues, un momento difícil, que requiere tino, por lo que encontramos de sumo interés ampliar, antes de la aprobación de los Estatutos, la Junta de Gobierno, por acuerdo de la precedente, para que su prestigio y capacidad de decisión, en estos momentos, no pudieran ser cuestionadas.

Así, en cumplimiento de su responsabilidad, la Junta ha puesto ya en marcha sus mecanismos internos para el inicio del proceso de configuración del nuevo Claustro, al que seguirá el de toda la estructura de gobierno uni-versitaria.

En esta estructura juega un papel fundamental el Consejo Social. Ya traté de su importancia en la apertura del pasado curso y no voy a repetirme. Hay que reconocer que no ha podido constituirse dentro de los plazos previstos en la Ley –ni aquí, ni en la mayor parte de las Universidades— pero hoy ya están designados todos sus miembros, a los que, desde esta tribuna, quiero manifestar el reconocimiento de la Universidad por la aceptación de la carga que supondrán las tareas, y la esperanza en su ejecutoria.

Pero la Universidad de Murcia tuvo en el pasado curso muchas otras responsabilidades. Y la fundamental fue obviamente, cumplir con dignidad su misión docente e investigadora.

Debo hacer público, como Rector, el valiosos esfuerzo de todos los miembros en estas tareas, pero también debemos decir a la sociedad que no estamos satisfechos de los resultados y que la permanente lucha por llevar adelante las demandas de nuestro desarrollo en nuevas enseñanzas dificulta

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nuestro perfeccionamiento. Son cinco los nuevos títulos que empezaron a funcionar el pasado ciclo académico y cinco los que empiezan éste.

Las deficiencias son múltiples y están requiriendo el estoicismo de los que han de desarrollar sus tareas sin edificio, equipamiento, materiales de trabajo, y la solidaridad de los que, aún con necesidades, están asumiendo que nuestros limitados medios se orienten hacia aquellos.

Aún en esta situación, la sensibilidad de las administraciones públicas —estatal y regional— está permitiendo un ritmo que yo calificaría de aceptable en términos absolutos, pero insuficiente para los deseos de pronta solución que los universitarios de Murcia albergamos para el mejor servicio de la sociedad de nuestro entorno.

El año 1985 registrará el máximo de inversiones en edificios e infra-estructura para el desarrollo de la Universidad de Murcia, con más de 900 millones de pesetas, y para 1986 podemos considerar garantizados unos 800 millones, en un año que se prevé económicamente difícil.

Ello demuestra que, tanto la administración central, como la autonómica, tienen sensibilidad hacia nuestros problemas. Una sensibilidad que quisiéramos ver incluso acrecentada en ambos casos porque, Sr. Presidente, aún sin depen-dencias en sentido estricto de la Comunidad Autónoma, venimos apreciando cómo cada vez es mayor la incidencia de las Comunidades en la distribución de fondos, principalmente en investigación e inversiones.

En este sentido, es momento oportuno para destacar, con satisfacción, y a modo de ejemplo, el importante papel jugado por la Comunidad Autónoma en la consolidación de la inversión para el Hospital de Uso Docente, y su capacidad de entender, junto al Ayuntamiento de Murcia, el problema del transporte al Campus de Espinardo, prestándonos su ayuda.

En el aspecto presupuestario, que posibilita nuestro funcionamiento diario, compartimos con toda la Universidad española los problemas de insuficiencia y de una distribución de costes realmente asombrosa, puesto que estamos alcanzando un 85 % de gastos fijos, como personal, limpieza, etc., cifra que puede representar el colapso de cualquier institución creativa.

Aún cuando en el actual presupuesto se hayan incrementado en un 50 % global las disponibilidades para el funcionamiento de los centros, la situación es realmente difícil. Estamos a punto de integrarnos en la Comunidad Económica Europea y el porcentaje del Producto Interior Bruto que España dedica al funcionamiento de su Universidad es la mitad que Italia, el país comunitario que nos está más próximo en este aspecto. La sociedad española

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debe reivindicar que los esfuerzos que ya se está haciendo en presupuesto para la educación y la investigación no cejen, a fin de que podamos cumplir con dignidad y eficacia estas dos funciones.

Unas funciones en las que la Universidad española está demostrando su capacidad, pese a estas limitaciones. Y así, representamos actualmente el 47 % de la aportación española a la ciencia por vía de la investigación, habiendo crecido en los últimos cinco años un 114 %, casi el doble del 69 % que creció la media nacional.

Los universitarios no vamos a quedar pasivos en los esfuerzos por allegar medios a nuestra Universidad. Ya hace tiempo que, por vías más o menos legales, estamos ofreciendo a la sociedad nuestras posibilidades de estudiar o resolver problemas concretos, aportando así medios a la institución por vía de estos contratos. Hoy día el Artículo 11 de la Ley de Reforma Universitaria promueve estas actuaciones que, sin duda, se verán incrementadas.

Pero la Universidad, definida como servicio público en la Ley de Reforma Universitaria, no puede tender a sustentarse crecientemente en este tipo de fondos o en las tasas académicas.

Hace sólo unos días que el Excmo. Sr. Ministro manifestaba al colectivo de los Rectores españoles –la Comisión Académica del Consejo de Universi-dades— que, con los presupuestos recién presentados en las Cortes Generales, y en virtud del incremento medio de un 24,3 en los fondos destinados a la Universidad española, el porcentaje de participación de las tasas en la finan-ciación bajaba del 19 al 16 %, así como que la cantidad destinada a becas universitarias subió desde el curso 82/83 un 222 %.

Sólo el cumplimiento de estos dos supuestos puede compensar el efecto de un aumento de tasas acoplado al crecimiento del coste de la vida, ya que supondría que podrá ser mejorado el servicio universitario y que las tasas no serán una creciente selectividad económica.

Pero, no todo depende de los aspectos económicos, y menos cuando se trata de una tarea como la universitaria.

Por ello, nuestro futuro dependerá en mucho de cuanto, en calidad y can-tidad, ofrezcan nuestras plantillas docentes y de administración y servicios.

Los planes de expansión de esta última deben llevarnos a aumentar hasta 1987 en funcionarios o contratados, 170 plazas que serán cubiertas por los preceptivos sistemas de concurso u oposición. Contamos que, con ello, y con la configuración de la estructura de la plantilla, podremos hacer frente a las crecientes demandas que en este ámbito tenemos.

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Matices muy distintos ofrece la existencia de las nuevas plazas docentes que, si en parte se van a destinar a la cobertura de nuevas enseñanzas, se justifican fundamentalmente por la necesidad de cumplir la Ley de Reforma Universitaria en cuanto a estructura de profesorado en 1987.

Así, ya en 1985 se convocarán y realizarán en parte unos 130 concursos, a desarrollar con la nueva normativa, y a muchos de los cuales, y a los que les sigan, concurrirán los actuales Profesores no numerarios.

Pero ya he hablado demasiado tiempo, y quizá de demasiadas cosas. Y temo dejarles confusos en la idea de que les he citado muchos problemas inconexos.

No es así. Estamos en el umbral del año 2000 y la Universidad española tiene que dar un larguísimo salto adelante para no quedar absolutamente descol-gada e incapaz de cumplir con sus obligaciones. Normativa, nivel y estructura de su financiación, cantidad y calidad de su personal y, tantos otros aspectos, como: adecuación de planes de estudio, orientación y selección de alumnado, perfeccionamiento metodológico, etc., son partes de un todo indisoluble. Y ese todo es el incuestionable cambio de nuestra Universidad.

En este Acto nos vemos acompañados por nuestro entorno social. Es un buen momento para, siempre con esperanza, contar nuestros logros, nuestras ilusiones, nuestros problemas.

Y así lo he hecho. Muchas gracias.

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Festividad de Santo Tomás de Aquino 198628 de enero de 1986

Excmas. e Ilmas. Autoridades, miembros de la Comunidad Universitaria, Sras. y Sres.:

Llegamos hoy, una vez más, a la conmemoración de la fiesta universi-taria por excelencia. Y en el ecuador del curso nos reunimos para oír de un tema científico, homenajear a nuestros mejores alumnos y recibir a nuestros doctores. A todos, doctores, licenciados, diplomados, y al Profesor Escudero, mi felicitación.

Este es siempre un buen momento para hablar de Universidad. Pero hoy lo es, más aún, porque me dirijo a ustedes en la última intervención de un mandato rectoral.

Ha sido año y medio de gobierno marcado por la necesidad de compatibili-zar una tarea primordial y genérica a toda la Universidad española —la adapta-ción a la Ley de Reforma Universitaria— con otra específica a nuestra situación, la resolución progresiva de los problemas de la Universidad de Murcia.

La confección de los Estatutos ha sido un hecho, en mi opinión, difícil de olvidar. Y ello, ante la actuación de un Claustro que, un tanto radicaliza-do y tenso en sus principios, fue pronto consciente de su soberanía, y supo encontrar los caminos de la eficacia y el trabajo, bajo normas de funciona-miento limpiamente democráticas. Creo que todos los claustrales recordamos con emoción los debates, las votaciones, aquella fiesta final. Fue un proceso, quizás no mejor que el de otras Universidades españolas, pero que, por nues-tro, así nos lo pareció.

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Poco después, la aprobación por el Gobierno, con el previo informe sustancialmente favorable del Consejo de Estado, venía a demostrar que no sólo hicimos los Estatutos deseados, sino que los hicimos respetando los principios legales vigentes.

Hoy día la tarea no ha finalizado, y los Estatutos van implantándose progresivamente condicionados, sobre todo, a la configuración de la nueva estructura departamental y al establecimiento de los definitivos órganos de gobierno unipersonales y colectivos.

Entre estos órganos ocupa lugar destacado el Consejo Social, a cuya im-portancia me he referido repetidamente en ocasiones anteriores y que, recién asumida su presidencia, está a punto de constituirse.

Quiero destacar en este tema las consideraciones que se han tenido con este Rectorado, y por tanto con la Universidad, en los aspectos más destacados de su composición, tanto por parte del Ministerio de Educación y Ciencia, como de los órganos políticos regionales, tal y como se nos prometió en este mismo lugar.

Un hecho fundamental para nuestra Universidad, iniciado a partir de la Ley de Reforma Universitaria, es la adecuación de las plantillas del profesorado a las necesidades de calidad y cantidad que su alta función requiere.

Siempre he tenido la opinión personal de que la negación que dio la Ley al Contrato Laboral puede causar a la larga perjuicios a la Universidad, al confinarnos a un único camino para la resolución de los problemas de estabilidad del profesorado. Problemas variados, históricos, y achacables a todos, o quizás a nadie, que ello es difícil de definir.

En el avance por este camino, la Universidad de Murcia ha actuado prestamente, ejecutando de forma racional y dinámica el uso de los créditos hasta ahora concedidos. Y así, a esta fecha se han convocado 153 plazas, lo que nos sitúa como quinta Universidad entre las de mayor oferta. Actualmente han culminado ya su actuación unas treinta comisiones.

De la resolución de estas convocatorias, y de las pruebas de idoneidad —que beneficiaron a 135 de nuestros profesores— se deduce que para dentro de unos meses, y desde la Ley de Reforma Universitaria, esta Universidad verá incrementado el número de sus profesores funcionarios en casi 300, en su mayor parte en base a nuestros no numerarios.

Entiendo que las perspectivas para el período que media hasta finales de 1987 pueden contemplarse con cierto optimismo, al menos para los que sean doctores. Y hago esta referencia para insistir, una vez más, en la necesidad

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del esfuerzo para alcanzar el doctorado y, tras ello, la conveniente prepara-ción docente e investigadora. La Universidad de Murcia hará sin duda el otro esfuerzo, en apoyo de quienes se hagan acreedores al mismo.

Como se viene haciendo un esfuerzo de racionalización para mejorar las condiciones de dedicación y retribución del profesorado no numerario, allá donde es posible. Así, en lo que va de Curso, han pasado a niveles efectivos de dedicación exclusiva o a profesores colaboradores 23 no numerarios.

Pero el profesorado no podrá realizar adecuadamente sus tareas docentes e investigadoras —de inmediata repercusión sobre la formación del alumno— si no dispone de los medios necesarios. Y por ello, el año pasado se dio un impulso a la economía de los Centros, elevando en un 50 % los presupuestos efectivos de que dispusieron en 1984. Que este aumento fuese de un 74 % en las Escuelas Universitarias, frente al 42 % de las Facultades, contribuyó a paliar una discriminación casi secular.

En cualquier caso no debemos llamarnos a error por estas cifras, dado que no se refieren a un presupuesto consolidado y puesto que, como he di-cho en múltiples ocasiones, la Universidad española está muy lejos en sus medios de esa Universidad europea a la que decimos acercarnos, y eso debe ser sabido por la sociedad española a la hora de pedir cuentas de nuestros rendimientos.

Se hace esto especialmente ostensible en el dominio de la investigación, cuya realización se encarece permanentemente.

Hoy día, los apoyos a esta tarea han de buscarse por parte de los equi-pos de trabajo en los concursos competitivos de la CAICYT o de entidades similares, y en la adquisición de fondos por vía de contratos externos.

Pero la Universidad entendemos que tiene la responsabilidad, en tanto sea posible, de ofrecer un soporte mínimo. Y así, el pasado año se elevó con medios propios la cuantía del FIU presupuestado desde 15 a 34 millones, haciéndolo llegar por vez primera a las Escuelas Universitarias; se realizó investigación por valor de 65 millones, orientada en parte importante a po-tenciar los servicios comunes; y se mantuvo el apoyo a las hemerotecas de carácter común, extendiéndolo a los centros no experimentales.

Pero el nivel de la investigación no se condiciona solamente al dinero disponible. Es preciso garantizar la calidad, que está en las personas y depende de su permanente inquietud por formarse y formar a otros.

Así debe señalarse que gracias a esta inquietud y al apoyo dado por la Universidad en el sentido de garantizar el retorno —también respaldado ya

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por nuestros Estatutos— 18 profesores de Murcia están perfeccionándose en Centros de Investigación extranjeros, y que en el presente año habrá en esta Universidad 82 becarios de investigación, sin contar los 14 asignados a pla-nes subvencionados por la CAICYT. El número contrasta con los 40 del año pasado. Y es justo destacar la incidencia que en esta situación tiene la oferta de 26 becas por parte de la Comunidad Autónoma de Murcia.

Pero los frutos de investigaciones y trabajos no se esconden, antes bien, deben ser difundidos en forma eficaz. Y aunque ello se realiza en muchos casos por medio de las revistas especializadas, sigue vigente el interés por el Servicio de Publicaciones propio de la Universidad que, si ofrece calidad, puede ser escaparate del debido prestigio.

Por ello, se intenta poner a contribución de este Servicio unos mínimos económicos de funcionamiento, y una gestión orientada a su dinamización. Yo destacaría como hechos significativos, o botones de muestra de la actual situación: que el pasado año se ha reducido el coste de página a casi la mitad se ha eliminado casi en su totalidad una deuda acumulada de 11 millones y se ha promovido la distribución efectiva a nivel nacional. También se ha estructu-rado la publicación por áreas de especialidad para facilitar la comercialización, poniendo una mayor parte de los fondos al servicio de las publicaciones de temática no experimental.

Ya hace años que esta Universidad disfruta de una intensa actividad de Extensión Universitaria, por lo que en cada nuevo curso ha de hacerse frente al reto de su mejoramiento, con la simultánea depuración en orden a selec-cionar los bloques de actividad más positivos, dando así opción al desarrollo de nuevas inquietudes. La existencia de Aulas permanentes de Música, Cine, Teatro y Artes es demostrativa de la pujanza que se mantiene, así como los múltiples cursos o ciclos, como los del Aula de Humanidades o las Aulas del Mar, los Cursos generales de Extensión que alcanzan a toda la Región y los Cursos para extranjeros de verano, de nueva implantación. En este ámbito, es obligado destacar la permanente interrelación que mantenemos con otras instituciones patrocinadoras de difusión cultural, como son el Ministerio de ese nombre, la correspondiente Consejería de la Comunidad Autónoma, los Municipios, y las Cajas de Ahorro. De esta fructífera integración han surgido en el pasado año cientos de actos de oferta cultural gestionada para la Comu-nidad Universitaria y la Región.

Se están consolidando asimismo los Servicios Universitarios, hoy día res-paldados por nuestros Estatutos. Entre ellos pueden ser destacados el Servicio

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de Información al Estudiante (SIE), el Centro de Orientación e Información de Empleo (COIE), los Comedores y los Servicios Deportivos.

El SIE, gestionado en íntima colaboración con la representación estu-diantil, es hoy el punto de cita para la inquietud y resolución de problemas de miles de alumnos.

El COIE ha mantenido su natural dinámica como oficina de empleo es-pecializada. Pero al mismo tiempo, ha generado una importante actividad de organización de cursos de orientación y formación para facilitar, ante ofertas concretas, el empleo de nuestros titulados. Las actividades de orientación se han realizado en Murcia, Cartagena y Lorca, para alumnos de COU. En las de formación se desarrollaron, sólo entre enero y junio, 15 cursillos con un total de 330 horas y que fueron seguidos por más de 400 participantes.

Los comedores universitarios han cambiado su régimen funcional en pro de solucionar los problemas de congestión y masificación derivados de las reducidas instalaciones existentes. Ello ha dado lugar, hay que reconocerlo, a problemas de adaptación, a los que el Rectorado presta la debida atención en orden a su resolución.

En cuanto a los Servicios Deportivos podemos, por fin, congratularnos de que hayan entrado en funcionamiento las instalaciones propias del Campus de Espinardo, que están alcanzando un alto grado de utilización. En este mismo sentido hemos de señalar que se está alcanzando algo largo tiempo deseado, la normalización de una plantilla de personal técnico encargado de organizar y promover el deporte universitario.

Una de las mayores deficiencias de esta Universidad ha sido y es aún la escasez de su plantilla de Personal de Administración y Servicios, fundamental para un buen funcionamiento.

Tras la incorporación en 1984 de unos 40 funcionarios, entre auxiliares de biblioteca, administrativos, auxiliares y subalternos, en 1985 se ha autori-zado una ampliación de plantilla de 14 plazas, a punto de ser convocadas, y la expansión continuará con otras 30 en los dos próximos años.

Otro tanto ocurre con la plantilla de personal laboral, de la que en 1985 se han cubierto 36 plazas por vía de concursos públicos y de pruebas para la promoción interna. En este momento están a punto de convocarse otras 21 plazas procedentes de una reciente ampliación, y está autorizada una expansión de plantilla a lo largo de los próximos dos años de hasta 105 contratados más. Gran parte de estos últimos lo serán para apoyar a los servicios experimentales de docencia e investigación.

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En ambas plantillas están elaborándose sus estructuras funcionales y de puestos de trabajo, a fin de perfeccionar su régimen de operatividad, y en ello destacaría la creación de la Unidad Técnica de Construcción y Mantenimiento, dotada ya de un arquitecto, dos aparejadores y un ingeniero técnico.

Pero creo que todos sabemos que el gran problema de la Universidad de Murcia está en el déficit de espacios donde albergar con la debida dignidad y eficacia la expansión de enseñanzas habida en los últimos diez años, y con los que resolver los no menos graves problemas que también alcanzan a centros tan antiguos como las Facultades de Derecho y Letras.

La resolución completa de estos problemas no puede cifrarse en menos de cuatro años por la cuantía de las inversiones y los inevitables periodos de ejecución de obra.

Pero en orden a esta solución, podemos decir, al menos que ya está casi perfectamente planificado cual es el camino a seguir y cual será la situación final. Que se ande más o menos rápidamente dependerá del apoyo que se consiga del Ministerio y de la Comunidad Autónoma. Hasta ahora, afortuna-damente, se ha contado con este apoyo en forma decidida. Así, al momento de utilización de los nuevos edificios de Biología y de la Escuela Universitaria de Magisterio se está superponiendo la construcción de los de Químicas y Matemáticas y de la Escuela Universitaria de Informática. Y a la terminación de estos ya sabemos que se superpondrá, al menos, la construcción de la última fase del Hospital Docente.

La reciente visita del Director General de Programación e Inversiones nos hace albergar buenas perspectivas, pero no me extenderé en ellas porque no creemos prudente especular, sino hablar de realidades...

Y una realidad es la progresiva introducción de la Universidad en su entorno social. Son muchas las muestras de este hecho, pero creo oportuno destacar dos facetas.

Una es la gran atención que nos prestan los medios de comunicación. Así, son varias las emisoras que tienen espacios fijos destinados a la Univer-sidad, en algún caso incluso con importante contribución a la realización de los mismos por parte de los universitarios.

Otra es la receptividad y buena predisposición hacia la mutua colaboración Sociedad-Universidad, por medio del establecimiento de convenios. No voy a ser exhaustivo en este tema, pero si quisiera subrayar el esfuerzo actual por ir hacia convenios orientados a actuaciones de beneficio concreto e inmediato, más que a declaraciones de buenos propósitos. Son ejemplo: los firmados con

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el Ministerio de Sanidad para dotar a la Escuela de Estomatología, que han supuesto 23 millones; o el de integración de los Profesores y las prácticas clínicas de la Facultad de Medicina en el Hospital General, firmado con la Comunidad Autónoma.

Y es también característica nueva de muchos de estos acuerdos el con-seguir, por ellos, beneficios para nuestro colectivo estudiantil. Así tenemos los firmados con la Comunidad Autónoma y los Ayuntamientos de Murcia y Alcantarilla para abaratar el transporte al Campus de Espinardo; con el Ayuntamiento de Murcia y el Ilustre Colegio de Abogados para asesoramiento jurídico a estudiantes; con el Ministerio de Cultura para financiar activida-des culturales de jóvenes universitarios y el más reciente con la Comunidad Autónoma y la CROEM para la realización de prácticas por estudiantes en empresas de la Región.

Pero todo lo dicho, con ser satisfactorio en nuestra opinión, no puede ocultar la inquietud de estar aún a medio camino en la resolución de muchas deficiencias. Y que, cuando estas se superen, deberán afrontarse otros obstá-culos, porque son normas obligadas en la tarea universitaria el inconformismo y la evolución para adaptarnos a la realidad social de cada momento.

Al llegar al Rectorado hace año y medio lo hice con la esperanza ilusio-nada de que la nueva legislación universitaria podía ser, en líneas generales, un marco útil para realizar el cambio, que en la Universidad aún no se había producido, hacia un modelo en el que personalmente creíamos.

Hoy afirmo no haber sido defraudado porque, aunque apenas aplicada, la LRU está generando posturas y dinámicas distintas, tanto en administración educativa como en los colectivos universitarios llamados a configurar con su participación la nueva Universidad.

He tenido muchas pruebas de que, en la Universidad de Murcia, y en la línea de gestión transparente que alienta a este Rectorado, la mayoría de esos colectivos están por tal tarea, y creo que los Estatutos son un mecanismo legislativo válido para apoyar estas inquietudes.

Por ello quiero terminar manifestándoles que albergo la ilusión de contar con el apoyo del próximo Claustro para, así, poder tener la satisfacción y el honor de llevar con la colaboración de todos esta Universidad a la situación que Murcia y España precisarán para afrontar la década de los 90.

Muchas gracias.

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Presentación de candidatura en la segunda elección a Rector

Mayo, 1986

Miembros de la Mesa, miembros del Claustro.Hace casi exactamente dos años me manifestaba ante el Claustro Cons-

tituyente en situación análoga, se trataba de exponer y defender las ideas básicas respecto al funcionamiento y gobierno de la Universidad de Murcia, ante la tesitura de afrontarlo si conseguía el respaldo suficiente.

Esas ideas, en forma de programa, eran solamente papel escrito en aquel momento. Eran una fórmula de esperanza para aquellos que compartían su contenido sustancialmente. Pero su desarrollo, aún siendo tarea que muchos estábamos llamados a vivir, quedaba más directamente encargada a nuestra responsabilidad. A la del candidato a Rector avalado por una ejecutoria ex-tensa en cargos de gobierno, Secretario de Facultad, Secretario General de la Universidad en un período apasionante y trascendental para la adaptación de nuestros modos de funcionamiento a la transición española, Decano de la Facultad de Ciencias con una línea de trabajo orientada como es lógico al mejor funcionamiento de ese centro, pero también a participar en los órga-nos colectivos de gobierno en la posición solidaria que debe imponerse en la Universidad como conjunto y también a la responsabilidad de los otros cinco miembros de la candidatura, personas también significadas positivamente en nuevos aspectos y que me siguen acompañando.

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Hoy volvemos a intentarlo pero, con independencia de que se aporte otro texto programático, sustancialmente similar, que todos habrán podido leer, ya llevamos a la espalda dos años de ejecutoria, que quisiéramos poner en la balanza de su decisión. Y si así lo digo es porque, respetando cualquier opinión, nos consideramos globalmente satisfechos de la tarea hecha, teniendo en cuenta ante todo lo limitado de su duración y sin ignorar los fallos, a veces propios, a veces derivados de los imponderables de nivel superior a nuestra propia decisión.

Si fuese de otra forma, puedo asegurarles que no estaríamos hoy aquí. Y tampoco lo estaríamos si no pensásemos que con más tiempo, y en este tiempo —por sus circunstancias—, es posible trabajar en la línea establecida, es posible alcanzar sus objetivos y sobre todo, es posible garantizar que nuestra propia actuación —aquella de la que seremos absolutamente responsables— va a ser la planteada.

Circunstancia fundamental para afrontar el gobierno universitario en el período de cuatro años de mandato de este Claustro y del próximo rectorado, es la existencia de los Estatutos.

Creo que los actuales Estatutos constituyen un marco válido para la acción de gobierno que propugnamos. Su texto ofrece por una parte limitaciones a la actuación de los órganos unipersonales, y al Rectorado entre ellos, y eso hay que reconocerlo. Es el precio lógico a pagar por hacer realidad uno de los preceptos fundamentales de la LRU, la garantía de participación de los diferentes estamentos universitarios.

Pero, junto a ello, existe dentro de los Estatutos otro conjunto de normas que van a propiciar y facilitar buena parte de los objetivos que quisiéramos alcanzar.

Por eso hemos hecho referencia expresa en nuestro programa a la im-portancia del desarrollo estatutario.

En gran número de los artículos de los Estatutos se encierra la necesidad de preceptos de desarrollo, y el Rector va a asumir directamente la tarea legis-lativa, haya o no de ser compartida con los órganos colegiados de gobierno.

Contenido político-universitario y contenido técnico. Quisiéramos ver lo antes posible normalizado el uso de los Estatutos, y que, asumidos por todos, el Rectorado no se vea nunca en la tesitura de exigir su cumplimiento, porque, si la ocasión llega, lo hará sin dudar.

Pero que ahora nos manifestemos positivamente respecto a los Estatutos, no quiere decir que no reconozcamos la necesidad de ser permanentemente críticos respecto a su operatividad, como debe serlo el Claustro.

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Pero existen otras normas legislativas respecto a las que manifestamos nuestra preocupación: en línea de la reivindicación profesional del profesorado y defensa de la autonomía de la Institución.

Dentro de estas primeras consideraciones generales, quiero por último referirme a otro aspecto novedoso, y obligado, de nuestro funcionamiento. La existencia del Consejo Social. Nos gustaría que todos lo reconociésemos como lo que es, un órgano más de la Universidad, al que debemos ayudar ante todo en lo que ahora mismo me parece su reto más fundamental, llegar a conocernos. El Consejo Social tiene atribuidas muy importantes decisiones finales, y el Rectorado va a intentar que los temas lleguen al mismo reflejando lo que nos gustaría que la Universidad fuese, una Institución que, contemplan-do la realidad de cada momento, orienta sus actuaciones objetivamente en la línea de dar el mejor servicio a la sociedad de la Región. Una institución que aún no ha llegado a ser bien entendida por su entorno, y que necesita más de apoyo que de control.

El rendimiento docente de esta Universidad, su mejora, va a depender de muchas circunstancias, y no creemos que las mayoritarias o las más im-portantes deban asignarse a la política rectoral.

No voy a extenderme en ellas porque caeríamos en una «moralina». Pero creo que todos coincidimos en que la actitud positiva es fundamental para la evolución que todos deseamos, que debe alcanzar a profesores y alumnos, y ha de pasar por cambios en los métodos de trabajo y modernización en los planes de estudio.

Los Departamentos van a constituir el armazón de la estructura univer-sitaria y su situación futura con su adecuada potenciación ha de ser enrique-cedora.

La Universidad de Murcia necesita más profesores, debe preocuparse por su calidad, y por su status, para que no se prolongue y menos aún se repita, la situación a que nos han llevado las últimas décadas.

Desde hace aproximadamente un año tenemos planteada una operación absolutamente trascendente, emanada del deseo del MEC de que se cumpla la LRU y que tiene:

— el aspecto positivo de suponer un importante incremento en la nómina y el nivel del profesorado de la Universidad española.

— el aspecto negativo de plantear el asunto en términos estrictamente objetivos, ignorando la existencia del hecho histórico de que casi

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la mitad de los profesores son no numerarios, y que deben tener el derecho de poder aspirar a su consolidación profesional, opinión que el mismo MEC y en general la Administración ha ofrecido ante situaciones similares.

Opinamos que debe seguirse intentando que se corrija, en lo posible, esta situación y que mientras tanto debemos planificar nuestras actuaciones en el sentido que planteamos en el programa.

Para todo ello se precisará que se autorice el régimen transitorio que permita llegar hasta 1992 a los actuales profesores no numerarios (PNN).

En cuanto a la elevación de las dedicaciones del profesorado, es bas-tante lo conseguido y, aún habiendo dificultades, nuestro objetivo es seguir intentándolo.

Con referencia a los apuntes de masificación, claramente no abogamos por la limitación de alumnos. A este respecto existe una planificación de locales para atenderla, con la voluntad de mantener la inversión de 900 millones de pesetas por año con tal fin. La dotación de profesores para estos incrementos de alumnado sólo es problema en algunos casos que habrán de resolverse por la vía de concursos.

La docencia clínica, como piedra angular de los estudios en toda el área de las ciencias de la salud, constituye el motivo también de nuestra máxima atención. Se gestionará con las autoridades sanitarias y los grupos sanitarios todo lo necesario para que todo el sistema funcione con los mejores frutos. Tal como prometimos se ha conseguido la potenciación de la economía de los centros, hacia delante vamos a mantener el adecuado nivel de incremento, racionalizando un presupuesto que ahora está en fase de estudio y análisis por la Junta de Gobierno.

Como la Universidad de Murcia ha de mantener su competitividad do-cente tenemos que seguir elaborando y poniendo en marcha nuevos planes de estudio y titulaciones oficiales, potenciando también los estudios no oficiales abiertos a extranjeros, articulando el tercer ciclo de manera que adquiera el mayor nivel y el más alto rendimiento.

La investigación es la segunda razón de ser de nuestras universidades. Basada en la actividad de los Departamentos y de los Institutos Universitarios, potenciaremos la generación de grupos mayores que los actuales, apoyando la temática específica que representan dichos institutos, cuyo requerimiento básico debe ser la interdisciplinariedad.

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Creemos ser realistas al señalar la dificultad de que la Universidad soporta en gran medida el rostro de la Investigación.

No obstante, seguiremos apoyando aquellas acciones y actividades que nos parece están más a nuestro alcance.

El FIU, que es básico para los grupos nuevos, ha pasado de 15 a 44 millones de pesetas.

Los servicios comunes del SUIC, microscopía y cultivos celulares han recibido y recibirán atención preferente.

La Biblioteca Universitaria con presupuesto de 20 millones de pesetas alcanzará ahora los 35.

Los becarios de Investigación se encuentran en el entorno de los 80, frente a los 40 anteriores.

Asimismo, vamos a seguir con la política de información y de gestión de ofertas de financiación de los grupos por parte de la Comunidad Autónoma, Cajas de Ahorro, Fundación Universidad-Empresa, etc. Con estas instituciones, no obstante, dado su interés, negociaremos planes específicos, potenciando el desarrollo de los Artículos 11 y 45 de nuestros Estatutos.

El Servicio de Publicaciones ha alcanzado un presupuesto de 20 millones de pesetas, habiendo tenido 3 millones de ventas y una amortización de 11 millones. Trabajaremos para incrementar la calidad de los distintos Anales que se publican, así como de los libros que en él se producen y abriremos la interesante vía de publicación de manuales útiles para el alumnado.

Permítanme, para acabar, expresarles que, si llegamos a este momento, es porque aún mantenemos una profunda ilusión por la tarea. Una ilusión que, siendo nuestra, quisiéramos que fuese compartida por todos aquellos que, en el Claustro o en la comunidad Universitaria, piensan que hemos realizado una tarea positiva y podemos seguir haciéndola.

A los que estén en esa idea les pedimos el voto afirmativo porque, de verdad, nos gustaría saber que somos algo más que «la única candidatura».

Muchas gracias a todos.

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Acto de apertura del curso 1986/87 en la Universidad de Murcia

Octubre, 1986

Excmas. e Ilmas. Autoridades, miembros de la Comunidad Universitaria, Sras. y Sres.:

Al iniciar un nuevo curso, al reunirnos en este acto lleno de simbolismo, el Rector de la Universidad de Murcia quiere, en el nombre del Claustro, y ante todo, manifestaros su agradecimiento por el interés que mostráis por y para esta Institución.

Hoy, profesores, personal de administración y servicios y alumnos, los que a partir de mañana hemos de convivir durante nueve meses en el diario quehacer, nos vemos acompañados —arropados diría yo— por el afecto de los colectivos sociales que representáis: autoridades responsables de que este país y esta Región sigan funcionando y prosperando día a día, una tarea a la que esta Universidad quiere aportar la contribución de su mejor esfuerzo.

Profesionales, representantes en muchos casos de sus colectivos, quizá antiguos alumnos, perfectos sabedores de la responsabilidad que tiene nues-tra función de formación cualificada, una responsabilidad de la que somos absolutamente conscientes.

Padres de alumnos, inquietos y esperanzados por lo que de sus hijos pueda suceder, a los que quiero decir que también nosotros albergamos inquietud por mejorar cada día, y esperanza de conseguirlo.

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Miembros de los medios de comunicación, llamados a ser voceros de nuestro diario trabajo, con este matiz crítico que nos ayudará a superar, si nos asalta, el conformismo.

Cuando, procediendo del exterior de la Universidad, se vive un acto como este, con un ritual que ya es antiguo por la propia solera de la Univer-sidad de Murcia, pero aún más por herencia recibida de las Universidades medievales que forjaron nuestro espíritu, se puede caer en el error de imaginar una institución fosilizada en sus fines y en sus medios, que renueva hoy sus tradiciones para que nada cambie.

Por eso es bueno, pienso, que digamos hoy que la Universidad española, y la Universidad de Murcia, están inmersas en un proceso de evolución diná-mico e ilusionado, procurando adaptar los modos, los objetivos, no ya al año 87 sino al 2000, para el que debemos formar a nuestros alumnos.

Si hoy llevamos toga y birrete para recordar y hacer valer nuestra anti-güedad, mañana deberíamos vestir «jeans» para evidenciar que seguimos en la avanzada del mundo de hoy.

La responsabilidad de este proceso de renovación recae simultáneamen-te en cada universidad y en la sociedad por vía de sus órganos de gobierno legítimamente representativos, situación que configura la autonomía limitada que estamos empezando a disfrutar.

Es preciso cambiar la estructura y los modos de funcionamiento, y la Universidad de Murcia lo está haciendo aprovechando al máximo la legislación general y propia —los Estatutos— existentes.

Nos proponemos por ello gestionar un pronto normal funcionamiento de todos los órganos y mecanismos previstos: Claustro, Juntas, Servicios, Comisiones, etc. Entendiendo que ellos configuran el cumplimiento del espíritu participativo que la LRU define y la garantía de un adecuado con-trol del funcionamiento de nuestro servicio a la Docencia, la Ciencia y la Cultura.

También está a punto de producirse el cambio estructural trascendente que supone la configuración de los nuevos departamentos, entidades de gran responsabilidad en nuestro nuevo sistema de funcionamiento.

La necesidad de alcanzar una masa crítica suficiente para el cumplimiento de sus fines —ese fatídico número de doce— da lugar a disconformidades y asociaciones no siempre gratas a nivel personal. Ha sido el precio por evitar una reproducción de esos departamentos de una, dos o tres personas que veíamos surgir hasta ahora.

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Yo pediría a los que, implicados en este hecho lo observan con tintes sombríos, que intenten buscar en esos contactos que ahora se facilitan, en esas posibilidades de un común esfuerzo, los aspectos positivos que sin duda tiene la nueva situación.

La Universidad de Murcia intenta asimismo crear esos marcos de trabajo científico y técnico que son los Institutos, punto de encuentro para los intereses en un tema común de muchos investigadores.

A Institutos ya existentes, como el de Ciencias de la Educación, o el de Administración de Empresas, pretenden sumarse los de Derecho Común, del Agua y de Economía Regional. Son sus temas de enorme interés científico y social, por lo que aspiramos a que constituyan un punto de encuentro, uno más, con la sociedad misma.

Estamos también modificando la distribución, estructura y volumen de nuestras plantillas, tanto docente como no docente.

Mucho se está especulando recientemente sobre el proceso de transfor-mación de las plantillas de profesores, y en sentido negativo.

Creo que los análisis que se vienen realizando carecen de la perspectiva que ha de dar el tiempo y de la normalización de un proceso que es masivo en estas primeras fases, y no por culpa de las Universidades a las que se está obligando a afrontar un proceso de transformación de más del 50 % de su profesorado en unos tres años, so pena de enfrentar a sus profesores, y enfrentarse ella misma a graves problemas de incertidumbre a partir del próximo octubre.

Como carecen de base los ataques contra la autonomía universitaria en la gestión de este importante tema, y las supuestas reivindicaciones de que esta sea recortada, lo que, por cierto, ya se ha hecho en cuestiones importantes.

Me parecen intranscendentes los alegatos de endogamia que se vienen manejando, cuando existe una oferta de plazas amplia en todas las universi-dades, y es un país poco dado socialmente a la movilidad.

Creo, en definitiva, que lo único importante será comprobar si los nue-vos profesores funcionarios —única situación que ha dejado la LRU— son merecedores en función de los concursos realizados.

Pero a todos estos cambios ha de sumarse otro de la mayor importancia; la definición de nuevas opciones de estudio —o titulaciones— y el estableci-miento de los correspondientes planes docentes.

Lo primero es una actuación de ámbito nacional, que está llevando a cabo el Consejo de Universidades y de la que se puede deducir una convul-

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sión en la estructura española de las profesiones. Es sin embargo una tarea necesaria, porque la fosilización de nuestras carreras es evidente al no haberse diversificado o concretado al nivel conveniente.

Esperamos que nuestra Universidad sepa estar en ese momento a la altura de las circunstancias, como lo ha estado hasta ahora, realizando un singular esfuerzo para ampliar su oferta de estudios tradicionales, y lo quiere seguir haciendo si se autoriza la implantación de estudios de Ingeniería Superior, ya solicitados.

Porque ofrecer un titulado de formación adecuada a las necesidades sociales, debe ser uno de los parámetros fundamentales para medir nuestra calidad.

Preocupa con frecuencia el papel de la Universidad cuando la sociedad no es capaz de absorber a todos sus titulados, como desgraciadamente ocurre en España.

¿Debemos perder la ilusión por nuestra tarea? o ¿recurrir al pragma-tismo del «numerus clausus»?. En absoluto. Entendemos la Universidad en su sentido amplio, ofreciendo algo más que la capacitación profesional, formando al individuo para que sea capaz, en el trabajo o fuera de él, de enriquecerse moralmente a si mismo con la cultura, el arte, o la inquietud científica, enriqueciendo al tiempo a la sociedad en la que vive. Por eso sigue siendo necesaria una amplia producción de universitarios en España, por eso es superior al nuestro el índice de ellos en esos países en los que nos miramos frecuentemente. Por eso adquiere hoy más importancia que nunca esa tarea que venimos realizando de crear en la Universidad un ambiente cultural que impregne a nuestros estudiantes y se extienda en lo posible a toda la Región, sumándose a la tarea que en el mismo sentido realizan otras instituciones.

Queremos funcionar, cambiar y mejorar, todo ello al mismo tiempo, y eso supone un gran esfuerzo, con metas inalcanzables si persistimos en la precariedad de medios existentes.

Sirva como muestra que, aún cuando hayamos subido en los últimos ocho años 1,3 puntos en el índice de gastos totales en educación respecto al producto interior bruto (de 2,6 a 3,9) sólo tenemos por debajo a Grecia entre los países de la OCDE, pudiendo mirar con rubor a Francia (5,1) o Italia (5), en datos de 1980 (cuando nosotros teníamos sólo 2,6). Y el coste de nuestro alumno universitario, que era en 1970 de unas 25.000 pesetas (un 60 % que en Italia y un 40 % que en Francia) no se ha modificado desde entonces apenas

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medido en pesetas constantes, aún cuando se quintuplico en pesetas corrientes y el número de estudiantes se ha duplicado.

Por eso hablaba antes de autonomía limitada —recortada diría más bien— porque poca autonomía puede ejercer quien se mueve en estas limi-taciones.

Debo reivindicar entonces, una vez más, la atención y el apoyo que la educación debe recibir en este país.

Pero, en esa espera, tengan la seguridad de que vamos a proseguir nuestra tarea intentando demostrar con la ejecutoria de cada día que somos un servicio público imprescindible.

Hay algo, sin embargo, a lo que aspiramos de inmediato, a la comprensión y a la atención de la sociedad en que nos encontramos, de esta Región, en definitiva. Es un apoyo que juzgamos imprescindible y que está ya marcando diferencias entre las distintas Universidades, como una manifestación más del hecho regional.

He pretendido en esta ocasión, en este acto más orientado al exterior que a nuestro mundo interno, aportar alguna información sobre nuestros empeños actuales, nuestras aspiraciones, nuestros problemas.

Decía al principio que a partir de mañana profesores, personal de admi-nistración y servicios y alumnos tenemos por delante una larga convivencia. Yo quisiera terminar diciendo a los demás, por lo que representáis, que no quedemos solos.

Muchas gracias.

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Festividad de Santo Tomás de Aquino 198728 de enero de 1987

Excmas. e Ilmas. Autoridades, miembros de la Comunidad Universitaria, Sras. y Sres.:

Al clausurar este Acto Académico estrictamente universitario quiero ante todo, agradecer su esfuerzo al Profesor Pérez Martín y felicitarle por su brillante exposición.

Felicidades asimismo para todos los titulados y los doctores que, por sus méritos han ganado la distinción de la Universidad, y a los que al ser investidos en representación de otros muchos dan fe de la continuidad en el esfuerzo investigador.

Junto a ello, permitidme un saludo a todos, a la amplia Comunidad Universitaria, a la que aliento en el esfuerzo para llevar adelante la segunda mitad del curso.

En este 28 de enero, la figura de Tomás de Aquino se muestra como un símbolo que nos ofrece un hito temporal para reflexionar, año a año, sobre nuestra propia identidad. La del amplísimo colectivo que dentro del sistema social intenta, dando unos, recibiendo otros, llevar adelante la continua aven-tura que es el proceso educativo.

Como se dice del matrimonio, educar es cosa de dos, y no puede darse en forma eficaz si ambos no quieren, si no están en situación de permanente predisposición para que algo que afecta tan directamente al espíritu y la mente, y a la inteligencia, logre alcanzar sus mejores frutos.

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Quisiera por ello referirme hoy a la conveniencia de que realicemos todos un esfuerzo para conseguir, por la renovación de objetivos, de métodos de trabajo y de sistemas de relación mutua, las condiciones más idóneas para el buen fin de nuestra actividad.

Los dos primeros aspectos pueden encontrar un adecuado marco de posibilidades en la renovación de titulaciones y de estructura de los planes de estudio.

Las necesidades de formación que la sociedad requiere están cambiando a un ritmo acelerado en este último tercio del siglo y, aún cuando sabemos que los patrones de la formación básica deben ser relativamente permanentes y reconocemos los cambios en modernización que sufren los contenidos de las asignaturas que se imparten, es un hecho que su integración en bloques docentes pretéritos está alejando —progresivamente con excesiva frecuencia— nuestro producto, el titulado, de muchos de los modernos requerimientos sociales.

Junto a sus objetivos específicos, y con independencia de ellos, la organi-zación genérica de los nuevos planes de estudio debe forzar hacia importantes cambios, entre los que quizá destacaría una sustancial reducción de la carga docente magistral. Ello debe llevarnos a potenciar la enseñanza práctica, el seminario, la consulta bibliográfica, el trabajo personal...

Ofrecerá también posibilidades nuevas la combinación de ciclos hoy in-combinables, gracias al establecimiento de pasarelas y créditos de adaptación.

Serán planes más personales por la libre elección por el alumno de materias complementarias; acordes con sus específicas inquietudes de formación.

Va a ser un periodo importante, para el que debemos exigirnos rigor, seriedad y objetividad. Porque, esto es sabido, en los planes de estudio, en las asignaturas, en las horas docentes, se localiza buena parte del actual poder intra-universitario. Menos horas de clase, menos asignaturas, no van a hacer que nos quedemos sin trabajo. Nos permitirán reorientarnos. Especializar menos en el segundo ciclo y profundizar más en el tercero.

Pero hablé antes también de la necesidad de mejorar la estructura de relación, es decir los niveles de vinculación entre profesores y alumnos in-ternamente en cada grupo, y entre ellos, para lograr así un funcionamiento más armónico y participativo.

Con este espíritu deben constituirse en breves fechas los nuevos Depar-tamentos, acogiendo a grupos amplios de profesores que, aunque a veces no sean absolutamente uniformes, hagan olvidar colectivos pre-existentes de tres o cuatro personas.

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Y ofreciendo oportunidades de participación a un alto número de alumnos, ya que van a ser elegidos unos 400.

Yo confío, muchos confiamos, en que se sabrá ejercer esa representación en lo que puede tener de diálogo y aportación de cuanto puede ofrecer ese tipo de estudiante inquieto y crítico al funcionamiento de la célula básica universitaria, y no como vía de mero control o ejercicio de voto.

Pero con cualquier estructura, con cualesquiera planes, a nada llegaremos si en los universitarios, alumnos y profesores, no existe la ilusión por estar haciendo algo útil hoy para mañana, algo de valor reconocido por la sociedad y para la sociedad.

Por eso deben contemplarse con especial preocupación los acontecimien-tos que en estos días convulsionan al mundo estudiantil pre-universitario.

Los que estamos en la Universidad no podemos engañarnos. Creo que los que salen a la calle reivindicando la eliminación de trabas académicas y econó-micas que les dificultan estar mañana entre nosotros tampoco se engañan.

No aspiran a acceder a una institución de excelencia porque, si bien no somos tan malos como con frecuencia se dice, tampoco somos excelentes.

Saben que la Universidad, con sus títulos, ya no garantiza una plaza laboral en la sociedad.

Yo creo que sólo pretenden que no se les impida la huida hacia delante, que se les conceda un aplazamiento de 3 a 5 años para enfrentarse con la gran injusticia social de nuestro tiempo.

Debiera quedar claro que la Universidad no reivindica constituirse en una Institución de élite, defendida por una selectividad técnicamente deficiente y que, además, tampoco selecciona, y por unas tasas que entrañan una decisión por parte de la sociedad y de cuya aplicación somos meros administradores.

Sólo debiéramos exigir, en mi opinión, que quienes accedan a nuestras aulas tengan la auténtica vocación por recibir lo que podemos ofrecerles, y la necesaria formación para conseguir los beneficios educativos y culturales que esta institución pública puede y debe ofrecerles.

Si es así, vengan cuantos quieran, que no es nuestra misión ajustar la produc-ción de titulados a su estricta demanda y, lo he dicho muchas veces, entiendo que realizamos plenamente nuestra misión al ejercer una legítima acción cultural.

Pero exijamos que no se nos convierta en el fondo de saco al que caigan inevitablemente quienes por naturaleza o formación no quisieran estar, y se ven arrastrados por la falta de otras opciones y, hay que decirlo, por un sistema educativo previo que conduce a ello irremediablemente.

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Es esta una asignatura pendiente, cuyas consecuencias padecemos y podemos padecer más aún, pero que no nos corresponde aprobar a la Uni-versidad.

Confiemos en que los actuales movimientos, lamentables en tantos as-pectos circunstanciales, motiven al menos la pronta decisión social que nos parece necesaria.

Muchas gracias.

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Acto de apertura del curso 1987/88 en la Universidad de Murcia

Octubre, 1987

Excmas. e Ilmas. Autoridades, miembros de la Comunidad Universitaria, Sras. y Sres.

De nuevo en la frontera entre dos cursos, tengo el honor de dirigirme a ustedes en nombre de nuestra Universidad para, ante todo, agradecerles su pre-sencia, especialmente a quienes no pertenecen a la comunidad universitaria.

En actos similares a este, lleno de simbolismo, y como cada año, todas las Universidades resaltan la reiniciación de su ciclo docente básico, el curso, período de encuentro entre maestros y discípulos, casi tan antiguo como el arte de enseñar, y tan nuevo siempre por la renovación de unos de sus principales actores, los alumnos, y de su guión, los contenidos, sujetos a los cambios científicos y a la progresión en el curriculum.

Pero el buen éxito de la actividad docente estricta aparece siempre ligado a otras funciones de la Universidad —la creación de Ciencia; la proyección sobre su entorno social, cultural y económico; la contribución al desarrollo integral de los alumnos; etc.— y todo ello obliga a que, con independencia del devenir del curso, deba ser preocupación continuada la adecuación y re-novación de estructuras, objetivos y medios, en orden a la mejor realización de las funciones que nos son propias.

Desde hace más de dos años, cuando se aprobaron los Estatutos, la Uni-versidad de Murcia se ha dedicado intensamente a renovar su orden interno, y

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en este curso que acaba ha finalizado prácticamente la estructuración orgánica fundamental. Así, se han constituido los nuevos Departamentos, configurán-dose sus Consejos y eligiéndose sus Directores. Estos Departamentos quedan estabilizados por una reciente disposición hasta que se considere ultimada la reestructuración de la plantilla de Profesorado. También se han configurado las Juntas de Centro conforme a sus nuevos Reglamentos, y se ha elegido la mayor parte de Decanos y Directores. Han actuado asimismo en el marco de sus competencias concretas la Comisión de Evaluación, varias Comisiones de Claustro, las nuevas Comisiones de Contratación. etc.

No me parece ocioso señalar la importancia que desde el Rectorado y la Junta de Gobierno se da a esta nueva situación, garantía de que el régi-men de participación de todos los colectivos que los Estatutos contienen está materializado. Por eso quiero animar a esta participación, en la que venimos detectando inhibiciones, precisamente en algunos de los sectores que más la han reivindicado, a los que quiero señalar que al buen funcionamiento de los Órganos Colegiados hay que darle tiempo de rodaje, hay que dedicarle tiempo de trabajo, y que a veces su dinámica inicial puede parecer tediosa o inútil. Pero en ese buen funcionamiento se encierra, no solo la capacidad de decisión objetiva y la co-responsabilidad, sino también el diálogo y el flujo de opiniones, sin duda mucho más positivo que el ejercicio del voto.

Parte importante de la reforma estructural ha afectado a nuestro Profe-sorado. En la Memoria del pasado curso que acabamos de oír se ha hecho referencia al importante número de plazas docentes convocadas, que suma-das a las producidas en los dos cursos anteriores, han servido para atender a necesidades de las nuevas enseñanzas y para modificar a la baja la enorme proporción de Profesorado no estable existente hasta hace tres años.

No se nos han dado posibilidades, ni en tiempo ni en créditos, para ul-timar estas actuaciones antes de la obligada adaptación de los Profesores No Numerarios a las figuras de la LRU, a realizar no después del pasado 30 de septiembre. Pero, pese a ello, creo que haciendo uso de los medios existentes y de las posibilidades legales derivadas de nuestros propios Estatutos, hemos conseguido pasar a una situación que en el plazo que determinen las posibi-lidades económicas dejará encajada nuestra plantilla y resuelto un problema casi histórico.

Creo poder decir que la Junta de Gobierno está haciendo una gran tarea en esta importante parcela de sus competencias, y que va a seguir en esa línea, por lo que los contratados, ya en figuras de la LRU, deben continuar con seriedad

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y confianza su actividad docente y su enriquecimiento curricular en orden a afrontar con éxito, en el momento adecuado, los pertinentes concursos.

En cuanto a la definición de los objetivos futuros de la Universidad, ya a comienzos del pasado curso puse énfasis en la trascendencia de la inicia-ción del proceso de reforma de las enseñanzas universitarias, piedra angular para el auténtico cambio hacia la Universidad moderna a que aspiramos, entendida como la que se adapta a las necesidades actuales e incluso futuras de su entorno.

Va a ser un proceso largo, incluso más de lo inicialmente previsto, si el debate social y universitario que ahora se abre se enriquece con una partici-pación amplia y con propuestas de interés. No debe dolernos esta tardanza, que permitirá avanzar con firmeza en un tema tan trascendental para el futuro, que bien puede consumir un poco del presente.

Es este un tema, además, que debe ser conectado con las restantes refor-mas del sistema educativo, hoy día también en marcha, y a las que sin duda esta vinculado, so pena —lo dije ayer en el marco de un Centro de Enseñanza Media— de empezar la casa por el tejado.

Hasta el momento se han recibido algo mas de 50 documentos de trabajo relativos a otras tantas titulaciones futuras, planteados como propuestas para el debate, lo que no alcanza a ser ni la mitad de las previsiones.

Aún cuando habremos de esperar a la recepción de todas las propuestas, de las ya existentes y completas sobre determinados campos de conocimiento se deduce que, frente a temores surgidos en algunos sectores, no se han pro-ducido supresiones de títulos actuales, sino que, antes bien, muchos de ellos han visto abiertas más posibilidades a su futuro por la aparición de primeros ciclos consolidados o de diversificaciones en sus títulos finales de Licenciado o Ingeniero.

Por todo ello confío en que, iniciado el curso, dentro de la Universidad Española y en concreto la de Murcia se lleven a cabo los debates y de ellos se derive la realización de estudios o informes por parte de cualquier grupo técnico o colectivo para ampliar o modificar las propuestas existentes. Como espero que fuera de la Universidad se trabaje con el mismo interés en la idea de que se trata de algo trascendente para toda la Sociedad y que no es, en absoluto, tema estrictamente universitario.

Pero a esa Sociedad a la que deseamos ser más útiles, a esa Sociedad que nos ha pedido, para cumplir la Ley y nuestras misiones, reformas de ob-jetivos, de estructuras y de modos de funcionamiento, hay que decirle que no

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podrán producirse con éxito esas reformas si no tenemos los apoyos necesarios de todo tipo que, insuficientes ya en la actualidad, se harán imprescindibles para el futuro.

Sabemos que existe sensibilidad hacia este tema por parte de la Admi-nistración educativa, y así lo indican recientes medidas presupuestarias. Pero es preciso garantizar la persistencia en esas actuaciones porque las diferencias respecto a los países de nuestro entorno son aún muy marcadas. Como también tener la comprensión de la sociedad a que nos debemos. Comprensión para con una Universidad que, apeada de la vieja torre de marfil, pretende realizar con calidad la función con la que se la define: el servicio público de la educación superior, mediante la docencia, el estudio y la investigación.

Muchas gracias.

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Enseñanzas Medias y Universidad. Una relacion necesaria

Acto de Apertura del curso 1987/88 en el Instituto Alfonso X el Sabio

Cuando los organizadores de este acto académico me requirieron para colaborar en su desarrollo, motivaron en mí sentimientos de satisfacción y agradecimiento, porque al invitar a la Universidad quiero pensar que inten-taban poner en evidencia una deseable y real relación entre los dos distintos niveles que forman el sistema educativo, que debe estar configurado a modo de una cadena, cuya definición implica la existencia de eslabones, no defi-nibles como tales si están solos, sino en tanto formen el conjunto, y aporten ese conjunto función análoga.

Al margen de lo anterior, tal sentimiento de satisfacción es especialmente destacable en esta ocasión singular, porque permite a la Universidad de Mur-cia sumarse a este homenaje al Instituto Alfonso X el Sabio, entidad cuyo prestigio va mucho más allá de lo que pudiera derivarse de esos 150 años de ejecutoria, y que ha sido responsable en solitario durante tanto tiempo de importantes actuaciones en el sistema educativo de Murcia, con una continua y destacada acción cultural en sus más variadas facetas.

Permítanme que, adicionalmente, haga referencia a mi personal condi-ción de alumno del Alfonso. Nunca pensé que un día se me ofrecería esta oportunidad de mostrarle mi reconocimiento por todo lo que, como tantos miles de murcianos, le debo.

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Al plantear el tema al que dedicar estos minutos, coincidí prontamente con los organizadores en la oportunidad de meditar sobre las relaciones entre Enseñanzas Medias y Universidad.

¿Cuál es y cuántas son? ¿Quizá se estructuran en niveles de dependencia? ¿Hasta que punto son imprescindibles? ¿Precisan de actualización y mejora?

Son algunas de las preguntas que dan lugar a estos comentarios obliga-damente breves, sobre los tres grandes bloques de relación que voy a anali-zar: El curriculum, la formación humana del alumno y la formación de los profesores.

La primera, y fundamental, relación ha de ser la curricular, al referirse al mecanismo por el que los agentes docentes configuran el alumno —producto deseable—.

En el curriculum idóneo a sus objetivos está una de las grandes dificulta-des para la articulación de las Enseñanzas Medias, al ser objetivos demasiado diversos.

Uno es el proporcionar los conocimientos teóricos básicos para integrar al individuo en la red docente de nivel superior que habilite para la profesión especializada.

Otro es el adiestrar en las habilidades y destrezas manuales y operativas que van a requerirse para una efectiva inserción en los estudios superiores.

Un tercero es el desarrollo y afianzamiento de los conocimientos téc-nicos e instrumentales, así como de las aptitudes precisas para una inserción socio-profesional inmediata.

Los dos primeros corresponden a la finalidad de acceso a la Universidad, y buscan modelar un individuo científicamente formado para profundizar en los conocimientos y adiestrado para tal actividad.

Respecto a ambos, un análisis crítico somero de su cumplimiento pienso que nos haría coincidir a todos en que se está más cerca de lograr el primero que el segundo, y que la propia Universidad actúa posteriormente en senti-do similar. Estamos, en definitiva, preocupándonos preferentemente por los conocimientos.

Es evidente, sin embargo, que las condiciones en que todavía se desarrolla la acción de educar en España orienta tal resultado, al incidir negativamente en las posibilidades de una educación más personal e individualizada. Horarios —de profesores y también de alumnos—, relación numérica profesor/alumno, medios materiales referidos, por ejemplo, a bibliotecas o laboratorios, son algunos de los factores que, en el estatus actual, definen esta incidencia.

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El tercer objetivo se orienta, evidentemente, a la entrada en el mundo del trabajo. Su logro es fácil en teoría, siempre y cuando se pongan al servicio del mismo los importantes medios que las enseñanzas técnico-profesionales demandan, y no se vea afectada su propia dinámica por una preselección negativa del alumnado, de jure o de facto.

Cabe señalar, adicionalmente, que el funcionamiento global del sistema encuentra una mayor dificultad cuando, buscando respetar el derecho de los alumnos a reorientar su futuro, se establecen vías de reconducción hacia la Universidad desde las enseñanzas técnico-profesionales, o se lanza al mercado de trabajo a quienes siguieron una orientación hacia lo académico.

Períodos de 15 a 20 años están separando en España los cambios de orientación del curriculum de las Enseñanzas Medias entre el primitivo Ba-chillerato, tradicional y único; su coexistencia con el Bachillerato laboral, de carácter elemental, en los 50; el desdoblamiento BUP y FP 1 y 2 en los 70 y la próxima reforma de finales de los 80.

Así, hasta el plan actual, los cambios habidos han ido ampliando pro-gresivamente las diferencias entre los dos tipos de Enseñanza Secundaria, sin conseguir, no obstante, una auténtica separación vocacional del estudiante ni, en cuanto a su opción por el Bachillerato, una disminución del acercamiento a la Universidad.

Y así, aunque en los últimos diez años el porcentaje de alumnos de Es-cuelas de Enseñanzas Medias en Bachillerato cayó 10 puntos (72,8 a 62,6), el aumento absoluto en el número de alumnos ha sido prácticamente igual, en torno a los 425.000.

Tras esta tendencia diversificadora, se plantea ahora en la Reforma sometida a debate, como consecuencia de la extensión de la enseñanza obli-gatoria común, una inflexión que reducirá de 4 a 2 cursos las dos tenden-cias, aunque introducirá las seis opciones del Bachillerato, con previsiones de una más estrecha vinculación de las mismas a los grupos de titulaciones universitarias.

¿Cómo podría repercutir esta previsión en la Universidad? En cuanto a la formación, estimo que positivamente, al ofrecer de forma simultánea una más amplia base común obligatoria. Y, después, mayor especialización. Respecto a la orientación hacia el mercado inmediato de trabajo, alternativa a la Universidad, cabe esperar que de la conjunción entre esa más amplia base cultural común y la formación técnica surja un individuo más hecho, más maduro, y con mayor capacidad para asimilar la especialización laboral

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que cada día más tecnificada habrá de recibir, aún cuando puedan darse en él dificultades que pronto comentaré.

Pero no será la estructura curricular, ni mucho menos, el condicionante fundamental de las opciones y, más adelante, de los flujos, porque en las proximidades de la mayoría de edad laboral, en la banda de los 17-18 años en que se desarrollará la educación secundaria post-obligatoria, va a ser la ilusión por alcanzar un primer empleo, de rango no universitario, iy ojalá exista! , el auténtico factor vocacional.

Se atisba también en la inmediatez en que situará la escolarización obligatoria al alumno respecto a la Universidad —dos años— un inquietante factor propiciador al seguimiento no vocacional de esta vía.

Ambos factores deben ser previstos, y quizá se ofrezcan ahora las me-jores posibilidades de solución si se alcanzan los dos grandes objetivos de la reforma de las enseñanzas universitarias: aumentar la oferta de títulos y propiciar los estudios de ciclo corto, diplomaturas de tres años.

Ambas son soluciones destinadas, la primera, a facilitar la adaptación a las nuevas necesidades profesionales, y la segunda a escalonar en dos fases los flujos de salida de lo que podría ser —y no digo que sea malo— un más numeroso alumnado universitario.

Vemos así —a grandes rasgos— que en el curriculum existe —ha de existir— una relación entre las Enseñanzas Medias o Secundarias y las Uni-versitarias, y que el de las primeras es, incluso, condicionante de factores sociológicos fundamentales en el funcionamiento de las segundas.

Quiere ello decir que los curricula de cada título universitario deberán orientarse contando con los de la Enseñanza Secundaria, y muy especialmente, con su especialización. Y en tal sentido es deseable que la evolución en el tiempo de las dos formas permita no caer en lo que vulgarmente decimos, empezar la casa por el tejado.

Otra vinculación entre los dos niveles educativos deriva asimismo del estudiante, pero se fundamenta más en su carácter de individuo con una men-talidad en formación, a la búsqueda de una madurez, que se da precisamente en la banda de edad de las Enseñanzas Medias.

Es este un problema importante que se verá acentuado por la ampliación de la enseñanza si se considera la enorme responsabilidad que, según Husén, tiene una escolarización prolongada que, frente a épocas bastante anteriores, aísla a los jóvenes del trabajo productivo y los libera de responsabilidades de adulto.

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He concretado tres situaciones al respecto.

1. Vinculación entre el desarrollo de la inteligencia y la posibilidad de lograr una mentalidad científica

Contemplada desde una perspectiva íntima y psicológica, la ciencia no es otra cosa que el producto de la aplicación de la inteligencia y el pensamiento humanos a la realidad circundante del individuo.

Las leyes y condiciones de la ciencia no son, en sí mismas, sino el reflejo de las condiciones y reglas formales que enmarcan el proceso de desarrollo y funcionamiento de la inteligencia.

Es en este punto donde puede aparecer más claramente vinculado el destino de la acción universitaria a la de los niveles educativos inferiores y, en particular, del bachillerato.

La edad en que discurren los estudios medios (14-15 a 18-19 años) está plenamente enmarcada por una etapa transicional de la vida, la adolescencia, en la que se producen profundos cambios en todo el individuo y, en particular, consti-tuye el período más decisivo para el desarrollo y afianzamiento de la inteligencia. Los psicólogos, y muy particularmente Jean Piaget, sitúan el momento de acceso a la forma superior de inteligencia en el comienzo de la adolescencia.

Las características más deseables en la inteligencia que debe desarrollar el adolescente habrían de suponer el acceso a un pensamiento flexible y eficaz, capaz de prever y analizar las posibilidades implícitas en una situación que permita acceder a la generación de hipótesis para predecir el resultado de una acción, todo ello en una forma de razonamiento equilibrado y equilibrador.

Esta vinculación entre pensamiento humano y ciencia debe poner de relieve que los fines de la Universidad se lograrán preferentemente sobre inteligencias cuyas bases, no solo intelectuales sino también formales (por relación a la lógica de un pensamiento), se están fraguando en las aulas de las Enseñanzas Medias.

Y no traería aquí esta referencia si sólo sirviese para ilustrar una forzosa relación entre instituciones al margen de la acción y voluntad de los agentes de las mismas. Sin entrar en polémicas que los psicólogos han tenido abier-tas hasta hoy, parecen consolidarse algunas de las ideas sobre el desarrollo intelectual expuestas por Vygotski hace más de medio siglo y que parecen enormemente actuales y pertinentes a este acto: que el desarrollo intelectual no es sólo fruto de parámetros internos sino que se fundamenta también en

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el aprendizaje habitual y que el educador-tutor o guía del alumno puede con-ducir al niño o al joven a un nivel de desarrollo que por sí solo él no hubiera nunca alcanzado.

No es éste sólo un aspecto consolador para quienes en distintos niveles nos dedicamos a la educación, sino una llamada a la responsabilidad que los educadores tenemos, no sólo como individuos en el desarrollo de las perso-nas, sino también como colectivo en el desempeño de las funciones y fines asignados a nuestras instituciones.

2. Adquisición de roles sociales y profesionales

Entre las responsabilidades que la Sociedad espera afronte la Universidad está, con independencia de los conocimientos específicos, la de preparar a sus titulados en las habilidades necesarias para desempeñar un puesto razona-blemente efectivo en el mundo de hoy, complejo y pluralista, que exige, por eso mismo, unas más eficaces habilidades sociales y una mayor flexibilidad personal y profesional.

En los aspectos señalados, también la Universidad ve ligadas sus posibi-lidades de éxito con las de los centros que forman a los adolescentes, futuros universitarios.

La adolescencia, como etapa previa a una inserción social con identidad propia, constituye la fase vital más decididamente crítica, tras la primera infancia, en la socialización y adquisición de pautas de vida ajustadas al entorno. Con frecuencia, las instituciones no son lo suficientemente abiertas, sensibles a lo socialmente vivo o no tienen la colaboración y el eco preciso en las familias, municipios o entorno social global. La ruptura que, por esas u otras causas, puede producirse entre Escuela y Sociedad, conduce al ado-lescente a integrar formas de actuación y relación social quizá marginales, poco eficaces, reactivas y a veces opresivas.

La adquisición de habilidades como la comunicación abierta y sincera, la responsabilidad personal y social, la cooperación y el trabajo en grupo, la discreción y el discernimiento, así como una infinidad de otras pequeñas «casi rutinas» de relación y comunicación con los demás, deben garantizarse en nuestros niveles educativos, sucediendo a otras estrategias sociales más cotiza-das en nuestras instituciones en el pasado, como la docilidad, el servilismo, la búsqueda de la seguridad y la aprobación y la rigidez de pautas en general.

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3. Por último, la Universidad y las Enseñanzas Medias cooperan hacia un fin común, que es el de la educación en valores de los jóvenes. También la adolescencia es el tiempo crítico para su adquisición

El talante democrático, la tolerancia y el antidogmatismo, la libertad en sus diversas manifestaciones, la aspiración por la paz, el rigor y exigencia personal son algunos de los valores a los que deben contribuir nuestras insti-tuciones, pero sólo podrá lograrse eficazmente inculcándolas en las mismas personas y haciéndolo adecuadamente en tiempo y en modo; es decir, antes que asimilen valores contrarios y a través de la educación y no por otros procedimientos.

En la formación de los profesores, se ha encontrado siempre una relación entre Enseñanzas Medias y Universidad.

A lo largo del tiempo, el carácter de licenciados universitarios fue siem-pre una exigencia para el profesorado de Enseñanzas Medias, y ello creó un ambiente de buen entendimiento, de afecto, con frecuencia de amistad, lógico entre colectivos o entre individuos que han convivido durante los cinco años de una carrera.

Desde la promulgación de la Ley General de educación (LGE) en el año 70 esa responsabilidad de la Universidad se ha extendido a todos los nive-les educativos, con integración de las Escuelas Normales como enseñanzas universitarias.

Son estos hechos que no se cuestionan para el futuro, y que deben obligar a que se medite muy profundamente sobre como articular tal actuación. Porque está claro que la Universidad no ha cumplido hasta ahora sino parcialmente esa función formativa, al olvidar que en ella debían conjugarse los aspectos de conocimiento con los didácticos y psicológicos, siempre olvidados, que permitiesen al profesor disponer de capacidades para abordar la docencia y esa parte de responsabilidad en la formación cultural y humana del alumno que, según ya hemos comentado, le corresponde.

Aunque lo importante es mirar adelante, quisiera señalar que, en mi opinión, las responsabilidades de tal carencia están bastante compartidas. Por la propia Universidad, ciertamente, entre cuyas obligaciones está la de detectar sus propias necesidades de renovación, y en la que no están generalizadas acciones de formación didáctica de su propio profesorado. Por las propias Enseñanzas Medias muy volcadas a la nueva impartición de conocimientos, y faltas de los medios y las condiciones para hacer algo

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distinto. Por la Administración Educativa poco inquieta por estos proble-mas. Y por la Sociedad misma, enmudecida tantos años, e insensible a estas cuestiones.

Aparece así un importante vacío, vital para el proceso educativo, y difícil de llenar con prontitud, porque esa falta de interés hasta la LGE, ha hecho que no exista en España un cuerpo de doctrina propio. Podríamos referirnos por ejemplo a la escasa antigüedad y extensión geográfica de nuestros estudios de Ciencias de la Educación.

Con la citada Ley se inicia el planteamiento de medidas concretas, a las que han venido sucediendo otras. ICE’s, cursos CAP, prácticas en las Cen-tros, posteriores o no a la superación de la oposición, creación de la D.G. de Innovación Educativa, Centros de Profesores, etc.

Pienso que ninguna de estas medidas ha resuelto nuestro problema, y que la formación de profesores debe pasar por la aparición de titulaciones universitarias, cuyo curriculum conjugue todos los conocimientos —básicos y profesionales— necesarios.

Estos títulos podrían incluir un primer ciclo común al de los estudios genéricos de que se trate y dedicado a la adquisición de conocimientos, seguido de un segundo de formación para la docencia.

Desgraciadamente, las indefiniciones de estos momentos están motivando que aún no se haya iniciado el trabajo de reflexión sobre este tema dentro del contexto de la reforma de las enseñanzas universitarias. Puedo asegurarles que esto preocupa porque se están reteniendo las inquietudes que, ahora sí, existen en torno al asunto.

Será deseable que cuando se abra este debate se encuentre el interés, la colaboración y la participación en el mismo de los cuerpos docentes no uni-versitarios, especialmente de los colectivos más inquietos en una renovación que debiera ser lo habitual en la formación de los futuros profesores.

Con todo lo dicho he pretendido justificar el título que di a esta charla. Es necesario que estemos cerca porque el mejor cumplimiento de nuestras funciones así lo requiere, y porque nos condicionamos mutuamente, en ambos sentidos.

Pero, ¿cómo acercarnos y mantenernos cerca? Pienso que explotando al máximo las posibilidades de contacto ya existentes y, si es preciso, buscando o creando nuevas. Comentaré algunas de estas posibilidades.

Actualmente existen dos instituciones que, ubicadas cada una respec-tivamente en los dos niveles de enseñanza, precisarían de un acercamiento,

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me refiero a los ICE’s y a los CEP´s. Con las peculiaridades que pueden orientar hacia fines específicos parte de las actividades de unos y otros, existe una coincidencia innegable en el objetivo de mejorar los componentes didácticos en el funcionamiento del sistema educativo. Esta coincidencia, ejercida en el limitado marco de nuestra Región debe unir, y espero que así sea.

Otra oportunidad de relación surge con la posible incorporación del profesor de Enseñanzas Medias a la Universidad para, sin dejar su puesto, sin pérdida de su propia identidad, aportar como profesores asociados su valiosa formación didáctica sobre todo, si como dije antes, se consolidan las titulaciones universitarias orientadas hacia la docencia.

Existe desde hace años una vinculación por vía de la coordinación en el COU. Ha sido esta una actuación poco regular en su ejecución y resultados, y con un camino sembrado siempre de dificultades administrativas, superadas con el voluntarismo de los implicados. En estos casos sin embargo, ha sido una positiva oportunidad de contacto.

Recientemente, por OM del 3 de septiembre se crea una Comisión Coordinadora de las pruebas de acceso a la Universidad formada, a partes iguales, por profesores de los dos niveles educativos. Próximamente habrá de establecer la Junta de Gobierno de la Universidad su composición y será, que duda cabe, otro punto de encuentro, aún cuando pienso que su actividad es demasiado específica y al referirse a la realización de un examen, no es la ocasión más propicia para los fines que vengo comentando.

Hecho este repaso de posibilidades no quedo satisfecho y por ello, me atrevo a suscitar, como idea para el futuro, el establecimiento de una Comi-sión o Consejo Inter-educativo que, integrando a responsables en distintos niveles de la educación pertenecientes a un ámbito territorial concreto, fuera instrumento de comunicación entre ellos, y propiciador de actividades que supusiesen esos flujos que parecen precisarse. Quizá ello fuese especialmente factible en el seno de una administración educativa regionalizada, sobre todo en el caso de una Región uniprovincial.

Queridos amigos, creo que lo que les he dicho, debe considerarse apenas como una meditación en voz alta. Una meditación que he querido compartir con ustedes.

Es bueno a veces hacer un alto y comprobar que también las institu-ciones, como los individuos, viven en Sociedad y comparten relaciones de interdependencia.

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Créanme satisfecho de haber tenido la oportunidad de hacer esta mani-festación desde la Institución Universitaria, y de que ello haya surgido en el marco de esta hermosa conmemoración.

Muchas gracias.

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Acto de presentacion del programa «ERASMUS»(Noviembre, 1987)

Excmas. e Ilmas. Autoridades, miembros de la Comunidad Universitaria, Sras. y Sres.:

Durante mucho tiempo, los españoles que no creíamos en las supuestas ventajas de nuestra autosuficiencia y aislacionismo respecto a los demás países —y especialmente respecto a Europa— hemos contemplado con admiración y nostalgia como muy cerca de España —tan europea históricamente— se iba gestando el fenómeno de una asociación entre distintos países, empeñados en superar día a día, año a año, la idea del individualismo, para trocarla por la voluntad de llevar adelante políticas comunes.

Ha sido largo y laborioso el proceso dado por fuera de nuestras fronteras. Hubiera sido deseable haberlo vivido. Pero la historia no puede retroceder, aunque sí ofrecernos sus enseñanzas.

Y por eso, hoy, integrados ya en la Comunidad Europea, contemplamos cómo están en fase de plena superación los aparentemente limitados objetivos iniciales de carácter económico, esos que han permitido acuñar el concepto «la Europa de los Mercaderes» para dar entrada a otros de carácter social, humano incluso, encajable en «la Europa de los Ciudadanos».

Para mí que es bonito que así sea, porque sólo podremos decir que el Tratado de Roma está absolutamente consolidado cuando se den dos circuns-tancias:

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— Que estén todos los que deban estar, y este debe ser tema de continua reflexión para los ahora integrados, para evitar caer en el peligro del aislacionismo, aunque de muchos más.

— Que en la mente de cada individuo de la Comunidad Europea, esté impresa su condición de tal. Que seamos, en definitiva, genéticamente europeos.

Por todo ello, para la Universidad de Murcia, para la Universidad Espa-ñola a la que creemos representar, este es un momento importante. Porque es importante que nos enfrentemos a un Programa de actuaciones que —como el ERASMUS— se orienta a facilitar a los estudiantes españoles de enseñanza superior el que se hagan co-partícipes de la actividad universitaria europea, integrándose así en una red universitaria supranacional, adelantada sin duda de lo que en el futuro será el reconocimiento in extenso de títulos y la libre circulación de los profesionales.

Yo estoy seguro que los universitarios que tengan la suerte de vivir esa experiencia quedarán, en cierto modo, genéticamente impregnados de la idea europeísta, y ese efecto, sobre ellos, llamados por su formación a la ocupa-ción de puestos de especial responsabilidad, tendrá una amplia repercusión en nuestras respectivas sociedades nacionales.

Por eso es preciso que las Universidades Españolas hagan un especial esfuerzo por jugar el papel que las normas del Programa ERASMUS les asigna, un esfuerzo en el que nuestros gestores al respecto —Profesores, Directores de Departamento o de Centro, etc.— van a tener todo el apoyo de las propias Universidades y de los Organismos de que dependemos.

Había que dar un fuerte aldabonazo respecto a este interés, y hemos tenido la enorme satisfacción de que hoy nos acompañen las tres personalidades sin duda más adecuadas, gracias al esfuerzo y al interés puesto en la organización de esta Jornada por nuestro Consejo Social.

El Presidente de la Comunidad Autónoma, cuya presencia —como en tantos otros actos de esta institución— hay que interpretar como un respaldo a nuestras inquietudes y aspiraciones, y como una voluntad de apoyo cuando se trata de encontrar una vía más en la recíproca penetración entre Murcia y Europa.

El Secretario de Estado de Universidades e Investigación, símbolo en este caso —para mí— del interés general de la Administración Estatal en que la Universidad Española progrese en el camino de su internacionalización, y

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al que he visto y oído tantas veces defender esta postura en las dos facetas —docente e investigadora— de su competencia.

El Vicepresidente de la Comisión de las Comunidades Europeas, que desea, sin duda, motivar nuestro interés por el tema, y al que recibimos con la satisfacción derivada de sus condiciones de Ministro encargado de los temas educativos y de español, obviamente.

Posiblemente no habrá mejor defensa o publicidad por su parte del Pro-grama ERASMUS que el conocimiento de los esfuerzos que debió realizar para conseguir llevarlo adelante presupuestariamente. Para nosotros debe ser un acicate tener cerca esa realidad.

A los tres mi agradecimiento por su esfuerzo por estar entre nosotros. Así como a los restantes expertos y profesores de las Universidades de otros países que nos acompañan. Y evidentemente, a los miembros de la Univer-sidad de Murcia a los que he de pedirles a partir de ahora el trabajo, el tesón preciso para que penetremos, no solo en el Programa ERASMUS, sino en todas las actuaciones Comunitarias que se nos ofrezcan. Deben saber que en eso tendrán todo nuestro apoyo institucional.

Muchas gracias.

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Investidura de Doctor Honoris Causa del Excmo. Sr. D. Alfonso Escámez López

Enero, 1988

Excmas. e Ilmas. Autoridades, miembros de la Comunidad Universitaria, Sras. y Sres.:

Permítaseme ante todo, que al cierre de este Acto exprese mi felicitación personal e institucional a D. Alfonso Escámez, que a partir de hoy queda ligado a la historia de esta Universidad como miembro extraordinario de su Claustro, ampliando así el voluntario compromiso que siempre ha supuesto su esperan-zada actitud —que me consta en cuanto le conozco— de inquietud, desde su destacado cargo empresarial, por el papel que la Universidad Española ha de afrontar en las tareas de desarrollo y modernización de nuestra sociedad.

Esta Universidad de Murcia se ha vinculado por la vía que suponen los Doctorados Honoris causa, y a través de destacadas personalidades, con campos tan significativos como la Música, la Pintura y la Investigación Científica en sus facetas de Historia y Medicina. Hoy lo hace con el campo de la Economía y la Empresa, distinguiendo a quien ha sabido aprender en el camino de su vida lo que no pudo recibir en las aulas, llegando a convertirse en maestro para los que colaboran en su diaria actividad y ejecutan sus decisiones.

Pero no debiéramos ser simplistas a la hora de analizar lo que, en el caso de D. Alfonso Escámez, representa la actividad económico-empresarial, que aquí trasciende de lo meramente financiero para alcanzar a la estrategia industrial y al fomento de la investigación aplicada en los campos químico,

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alimentario, farmacéutico, etc., en una demostración de lo que es sabido por quienes nos movemos en esos campos, que la renovación y el progreso in-dustriales han de apoyarse en el desarrollo científico, aunque sólo se alcanzan cuando son una realidad económica.

Por ello sabe que el futuro de todos estos sectores pasa por la capaci-dad de las personas que, día a día, los hacen avanzar, y muy especialmente de quienes por vía de una adecuada formación superior están naturalmente llamados a afrontar las mayores responsabilidades.

En el período que ahora vivimos, la Universidad Española afronta el reto de evolucionar hacia una nueva estructura de sus enseñanzas que le permita dar respuesta a esas necesidades de la empresa, que le permita hacer realidad esa relación oferta-demanda en la que D. Alfonso Escámez cree. Por eso, hoy, cuando se han acercado hasta la Universidad de Murcia tantos y tan cualifica-dos responsables de la Empresa Española, me van a permitir que les acentúe la trascendencia del momento y les pida su interés por el mismo.

No son voces universitarias, sino las más propiamente empresariales, las que ponen en evidencia el bajo nivel de tecnificación superior de que adolece la Empresa Española, sobre todo en sus variantes de pequeña y mediana, en las que la lógica de que así fuese es ampliamente desbordada en comparación con los países de nuestro entorno.

¿Qué factores justifican esta situación?. ¿No se cree que el titulado su-perior español esté cualificado para resolver las necesidades de la Empresa?. ¿Se prescinde de su contratación por razones de economía personal?.¿No se tiene conciencia clara de que la Empresa lo necesita?

Quizá no prime una razón sobre otra, o incluso se superpongan.En todo caso, no cabe aquí un análisis apresurado, sino la sugerencia de

una meditación, y poner en evidencia que la Universidad Española está dis-puesta a evolucionar en orden a ofrecer el titulado que, junto a otros sectores, necesita la Empresa Española del año 2000. Así como está legitimada para reivindicar, dado su carácter de Servicio Público para la Educación Superior, que el mercado de trabajo tenga una sensibilidad lógica a la realidad actual de la demanda objetiva derivada de una adecuada cualificación del sistema productivo.

En un plano distinto, la Universidad está obligada y deseosa de ofrecer su apoyo al mundo empresarial en el proceso de renovación que pasa, irre-mediablemente, por la investigación.

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No es tarea altruista, porque de ella podemos recibir los beneficios inma-teriales del flujo permanente de las demandas sociales, junto a los materiales de una financiación añadida.

Es un hecho que en los países en los que nos miramos tanto Empresa como Universidad —y una vez más hay que referirse a ellos— los niveles cualitativos y cuantitativos de estas actuaciones se sitúan muy lejos de nuestros propios índices. Como lo es que no puede haber medidas de efecto instantáneo, porque ni las estructuras y capacidades empresariales y universitarias son las suyas, ni el país ofrece aún apoyo similar a estos esfuerzos, por ejemplo, en cuanto a tratamiento económico o fiscal. Pero ello debe promover, más aún, la conveniencia de avanzar juntos.

Creo que tenemos un futuro esperanzador. Pero hay que alcanzarlo.El nuevo miembro de nuestro Claustro Extraordinario cree en ello, y lo

practica. Esto es parte de sus méritos. A partir de aquí debe crecer su volun-tario compromiso.

Felicidades, D. Alfonso.

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Acto de apertura del curso 1988/89 en la Universidad de Murcia

Octubre, 1988

Excmos. Sres. Presidentes de la Comunidad Autónoma y del Consejo Social.

Excmos. e Ilmos. Sres.Claustro Universitario.Compañeros de la Comunidad Académica. Sras. y Sres.Rápidos pasan los años cuando esfuerzo e ilusión se aúnan en la tarea

diaria. Por eso, creo que muchos tenemos la sensación de que fue ayer cuando inaugurábamos el curso que ahora se nos va.

Hoy, otra vez, amparados en la sólida tradición heredada de todas las univer-sidades que en el mundo han sido, nos aprestamos a iniciar un nuevo curso.

Hoy, otra vez, tenemos el placer de que nos acompañen tantas per-sonalidades representativas de las instituciones con las que día a día nos relacionamos.

De nuevo, unas 25000 personas, los que integramos esta Universidad, nos vemos ante la especial responsabilidad y el compromiso de que la institución siga funcionando un curso más.

En el marco de la autonomía universitaria que reconoce la Constitución a las Universidades, somos definidos por la Ley de Reforma Universitaria como un servicio público para la Educación Superior, por medio de la docencia, el estudio y la investigación.

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Son funciones que hemos de ser capaces de conjuntar y dosificar ade-cuadamente.

Docencia y estudio, vías para la transmisión del saber, de todos los saberes que puedan ser útiles a una sociedad que, sometida a un proceso de cambio acelerado, ha de reconvertirse tecnológicamente, pero no puede prescindir de sus raíces históricas y culturales.

Por eso, en el actual proceso de reforma de las enseñanzas se localiza una de las acciones más importantes de la Universidad Española, adecuar nuestras titulaciones a las demandas ya existentes y del próximo futuro.

Un proceso que ha cubierto su primera etapa con una no muy amplia atención por parte de la Sociedad y de la propia Universidad y que dará lugar, muy próximamente, a la aparición de las normas que definan los primeros títulos renovados.

A partir de ello se entrará en una fase de enorme interés para cada Univer-sidad en particular, el establecimiento de nuestras opciones de cara a la posible implantación de nuevos estudios, y la adaptación de cuanto ya impartimos a las nuevas directrices y a las peculiaridades de cada centro.

Adelantándonos a ello, e intentando así recuperar parte del retraso acumulado en el pasado, en el curso que ahora se inicia ampliamos nuestra oferta docente con el 2º ciclo de Ingeniería Industrial y con la Diplomatura en Biblioteconomía y Documentación, con lo que esta Universidad pasa a ofrecer 24 Titulaciones distintas.

Pero no podemos sentirnos satisfechos con sólo saber que impartimos saberes, que otorgamos títulos, o que administramos enseñanzas.

Es preciso que profesores y alumnos sepan en su fuero interno, y al tiempo evidencien, que están realizando el máximo esfuerzo que a cada cual es exigible. Esfuerzo de actualización, metodológico, de dedicación a la do-cencia y al aprendizaje, de renovación de métodos de estudio.

Todos sabemos en la Universidad, y hay que decirlo, que la sociedad española no ofrece aún a la educación los medios que esta precisa. Pero si ello fuese excusa, también podría serlo a la recíproca, con lo que entraríamos en una espiral de deterioro.

La solución pasa por un decidido apoyo externo, pero también precisa de una más apreciada y más precisa valoración de la función docente en el seno de la propia Universidad.

Por parte del alumno, que debe sentir la diferencia que ha de existir entre el contacto con el profesor y con la bibliografía, y los apuntes fotocopiados.

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Por parte del profesor, que debe saberse valorado en ese aspecto por cuantos le rodean y por el propio sistema.

Y lo digo porque pienso que estamos perdiendo capacidad crítica en esta cuestión trascendental, y que ello es peligroso para todos e injusto para la diaria ejecutoria de la amplísima mayoría de buenos profesores que hoy forman nuestros claustros.

Hablando de investigación, la Universidad de Murcia acaba de suscribir, junto a más de 500 universidades de todo el mundo, la Magna Carta de las Universidades Europeas. En ella se dice que «En las Universidades, la acti-vidad docente es indisociable de la actividad de investigación, a fin de que la enseñanza sea igualmente capaz de seguir la evolución de las necesidades y las exigencias de la sociedad y de los conocimientos científicos».

Es una definición inequívoca de esa singular responsabilidad que tenemos, tanto para la ciencia pura como aplicada.

La historia de la investigación española está cuajada de claroscuros marcados por la brillantez de los hechos aislados, los prolongados vacíos y la emigración de cerebros, como consecuencia inexorable del escaso apoyo recibido.

Como en el deporte, o en las bellas artes, el logro de una élite sólo será posible si consolidamos y ampliamos la base existente.

Es algo que ya está ocurriendo, según se demuestra en índices objetivos de impacto científico.

Así, el número de investigadores españoles recogidos en uno de los más amplios catálogos de citación internacional —es decir que han sido citados en el mundo por otros científicos, no que se han citado a si mismos, como a veces ocurre, desgraciadamente— ha sido en 1986, 13.063, cuando en 1972 fue 578, lo que ha supuesto pasar como país del puesto 28 entonces, al puesto 12.

En el curso que ahora iniciamos se produce, —con la materialización de su primer gran presupuesto— la puesta en marcha del Plan Nacional para la Ciencia y la Tecnología.

No dudamos que la oportunidad será aprovechada por los investigado-res españoles, y por los de la Universidad de Murcia. Esos investigadores, murcianos por nacimiento o adopción, que en el pasado año alumbraron unas mil publicaciones entre artículos y libros y generaron la defensa de 73 nuevas Tesis Doctorales.

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Mal haríamos si cayésemos en la autocomplacencia. Si no mantu-viésemos —como ya hemos dicho— el propósito de seguir avanzando. Si no nos preocupase el saber que aún hay quienes no generan o comunican Ciencia.

Pero es mi obligación decir que generalizar hoy el caos de la Ciencia Española, o de la Universidad como parte cada vez más importante de ella, sólo puede ser consecuencia de una mala información o de un derrotismo oportunista, calificable cuanto menos de irresponsable.

Enseñar, crear ciencia, transmitir y extender la cultura, mejorar el hábitat social de cuantos convivimos en la institución universitaria. A estos menes-teres nos dedicamos cuando hemos cumplido tres cursos desde la aprobación de nuestros Estatutos.

Años de acumular las experiencias, positivas y negativas, que de todo hay, sobre la validez de los modelos legislativos actuales, en orden a la oportuna meditación respecto a si fallan las normas o quienes las aplican, y, en su caso, a la consecuente reconsideración.

Años de consolidación y ejercicio progresivo de la autonomía univer-sitaria.

Un régimen autonómico que nos permite establecer entre ciertos már-genes nuestro sistema de autogobierno, que nos permite decidir libremente nuestros objetivos.

Pero que, precisamente por ello, nos hace responsables de los éxitos o fracasos que podamos cosechar en la prestación de nuestro servicio diario.

Por ello se ha dicho que la autonomía no es un don sino una carga, y yo añadiría que no basta con recibirla, hay que ganarla día a día.

Es preciso trasmitir al entorno que autonomía no es autarquía.No es la torre de marfil en la que durante muchos años se ha situado a

la Universidad.No es un medio de conseguir para los universitarios privilegios inusuales

en la sociedad.Por eso, porque no queremos vivir aislados, la Universidad de Murcia

está intentando ampliar y consolidar sus relaciones con el exterior.Y en tal sentido es destacable la firma en este pasado curso de los con-

venios marco con la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, con la Asamblea Regional y con la Caja de Ahorros del Mediterráneo, y del Acta Constituyente de la Fundación Universidad-Empresa. Todos ellos constituyen fórmulas válidas para normalizar y profundizar en mutuos quehaceres con

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los dos máximos órganos políticos de nuestra Región, y con sus sectores productivo y financiero.

Pero no podemos limitarnos a este ámbito, puesto que el hecho univer-sitario no tiene fronteras, y menos hoy, cuando caminamos hacia estructuras supranacionales en el marco de la Comunidad Europea.

La Universidad de Murcia prestó desde su puesta en marcha especial atención al programa Erasmus, como dinamizador del intercambio interna-cional de estudiantes y de las relaciones interuniversitarias.

La breve historia de este programa ha demostrado que con los medios actuales sus posibilidades son ínfimas para la demanda existente. Pero, a la espera de mayores respaldos por la Comunidad Europea, ha sido un revulsivo o dinamizador de la deseable idea de una creciente conexión entre alumnos e instituciones de sus países miembros.

Esta Universidad tiene actualmente aprobados 8 programas específicos que permitirán el intercambio de 32 alumnos, y varias acciones para contactos entre profesores.

Murcia es asimismo promotora, con unas 20 universidades de todos los países de la Comunidad, de una red universitaria, orientada a facilitar cualquier tipo de relaciones, y muy especialmente las de homologación intereuropea de títulos y de la investigación.

Son acciones que encajan con esa vocación hacia el exterior tradicional en nuestra Región.

Queridos amigos, no quiero cansarles más. Me gustaría que esta interven-ción se interpretase como un breve intercambio de información sobre algunos aspectos singulares de la vida de una Universidad, contemplados desde su Rectorado y hecho en el marco de la libertad de opinión y expresión, que sin violentar a la verdad, rige en el seno de nuestra institución, como ha podido probarse.

Quizás ahora sepan algo más de nuestras inquietudes, de nuestros pro-blemas, de nuestros pequeños logros.

Muchas gracias.

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Acto de apertura del curso 1989/90 en la Universidad de Murcia

Octubre, 1989

Excmas. e Ilmas. autoridades, miembros de la Comunidad Universitaria, Sras. y Sres.:

En mi intervención del pasado curso, y a su término, les manifestaba que esta es siempre para el Rector una significativa ocasión de profundizar en algunos aspectos singulares de nuestro quehacer, en tanto el Acto de Apertura de Curso hace coincidir a la Comunidad Universitaria con tantos represen-tantes de instituciones y amigos de esta Universidad a los que agradezco su presencia.

Creo que al iniciar un curso en el que entraremos en la última década del siglo, en el que se iniciará un nuevo mandato de Claustro y Rectorado que va a abarcar al año 92, tan vital para la Europa comunitaria, puede ser oportuno meditar a grandes rasgos sobre el estado en que nos encontramos y las posibilidades de afrontar tales retos.

En la Universidad, servicio para la educación superior, sigue siendo fundamental e insustituible el patrimonio humano, los hombres y mujeres que, día a día, llevan adelante las tareas de enseñanza, investigación y gestión, participando además del modo más adecuado en las tomas de decisión que suponen ejercer la autonomía universitaria.

Por ello, me parece importante destacar los importantes cambios que se han experimentado en nuestro personal y en las estructuras en que se integra.

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El necesario pero incontrolado desarrollismo estudiantil de la universi-dad española en los años sesenta vino a generar, también en la de Murcia, a lo largo de 20 años uno de sus más graves problemas, la existencia de una plantilla de profesorado integrada en casi un 70 % por interinos, encargados de curso o ayudantes. En cualquier caso profesores sin estabilidad, en situación de acusada discriminación económica, sin ilusiones próximas y en estado de permanente reivindicación.

Hoy día, nuestra plantilla está integrada en un 63 % por profesores funcionarios, 15 % por asociados y 22 % por ayudantes, lo que la aproxima significativamente al modelo de la LRU.

No es aún, sin embargo, una plantilla suficiente, ni está equilibrada como consecuencia de que en el período antes citado no se realizaba la adjudicación de plazas docentes con el reconocimiento de donde estaban las auténticas necesidades.

Pero, aunque los créditos progresivamente disponibles aún no nos han permitido corregir los déficits y los desequilibrios, en los Departamentos y Centros se tiene hoy perfecto conocimiento del orden de actuaciones por las que, curso a curso, se avanzará el camino de la normalización.

También es fundamental para la Universidad el personal de administra-ción y servicios, imprescindible para una adecuada gestión y funcionamiento, y apoyo a la docencia e investigación.

En los últimos años se están consiguiendo corregir los dos grandes defectos de esta plantilla: su escasez y la carencia de personal a nivel de las escalas técnica y de gestión.

Actualmente, el total de efectivos es de casi 600, y si en 1983 contábamos con sólo un técnico superior —el gerente— hoy existen seis de éstos y ocho del cuerpo de gestión, sustentando una estructura de servicios y secciones imprescindibles para el alto nivel de competencias, y consecuentemente de responsabilidad, de nuestra autonomía.

Aún cuando todavía no hemos alcanzado la plantilla que objetivamente nos corresponde, ya existe una programación de créditos que nos la reconoce y que permitirá ultimarla a grandes pasos en los próximos tres años.

A los seis años de vigencia de la Ley de Reforma Universitaria y a los casi cuatro de los Estatutos, pienso que hemos conseguido un alto grado de adecuación de nuestras estructuras, de nuestros modos de funcionamiento, a los profundos cambios que la Ley y nuestros Estatutos supusieron.

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Centros, Departamentos, Órganos Directivos colectivos o unipersonales, Juntas de Personal, y cuanto supone la compleja organización para el ejercicio de nuestra autonomía, han alcanzado una dinámica que entiendo satisfacto-ria. En su seno, desaparecidos antiguos fantasmas, como la estabilidad en el empleo o los porcentajes de representación estudiantil, los universitarios debemos encontrar un adecuado marco de actuación para la mejor calidad de nuestro servicio, aunque pendientes todavía de superar deficiencias que comentaré más adelante.

En busca de esa calidad, los Estatutos establecieron como preceptiva la evaluación del profesorado, cuyos mecanismos se pusieron en marcha el pasado mayo, una vez alcanzado el estado de normalización de plantilla que hemos relatado. En los instrumentos de evaluación, que incluyen aportaciones del propio profesor y de sus alumnos, se encierra más el propósito de análisis y meditación sobre nuestras tareas de cada día que un afán inquisidor.

De la evaluación se espera deducir también como funciona en el todo y por partes la Universidad, y hasta que punto los defectos institucionales, masificación, por ejemplo, dificultan las virtudes y esfuerzos del profesor.

Recientemente, hace apenas un mes, entró en vigor un nuevo sistema retributivo voluntario para los profesores en el que se implica la evaluación de sus actividades docentes y de investigación. Aún pendientes de definir sus mecanismos, esperamos que para su aplicación futura sean válidos los procedimientos iniciados, tanto para objetivar las decisiones como para ayu-dar al análisis y la corrección de las situaciones defectuosas que pudieran detectarse.

Pero hablaba antes de la persistencia de deficiencias a las que hemos de seguir enfrentándonos. Las concreto en los aspectos económicos y de infraestructuras.

Efectivamente, aún cuando la economía de la Universidad de Murcia haya mejorado sensiblemente en la década de los 80, en cuyo transcurso nuestro presupuesto se multiplicó por 10, las incidencias del crecimiento de alumnado, expansión de plantillas, implantación de enseñanzas e inflación, reducen sensiblemente tal cifra.

Por ello, en tanto no es este un hecho aislado en la educación española, debemos reivindicar una vez más el esfuerzo económico que este país ha de seguir haciendo por su sistema educativo.

Algo similar hemos de decir del estado de nuestras infraestructuras, fundamentalmente en cuanto a edificios.

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Si bien son muchos los Centros y Departamentos que han visto re-sueltos sus problemas en los años recientes, también lo es que otros están aún pendientes de actuaciones que, aunque ya programadas, todavía no se materializaron. Es preciso pues que sigamos recibiendo el apoyo de Minis-terio de Educación y de la Comunidad Autónoma, porque no se trata de un problema de incomodidad solamente, en tanto con frecuencia no es la falta de profesores sino la de aulas, laboratorios o bibliotecas la que determina la masificación.

Desde esta situación, realista sí pero en absoluto pesimista para quienes hayamos podido conocer la evolución de la Universidad de Murcia en los últimos veinte años, hemos de contemplar el futuro con ilusión y seriedad. Así se lo han planteado el Consejo Social y la Junta de Gobierno, que se disponen a iniciar el análisis de cómo debiéramos evolucionar para ofrecer a nuestro entorno la oferta formativa que se nos va a exigir.

Tal análisis debe contemplar las previsiones de demanda de esta Región, en el contexto del crecimiento que debe seguir produciéndose en el conjunto del sistema universitario español, cuya tasa de escolarización es sensiblemente inferior a la europea.

Sin pretender adelantar los resultados más precisos que pueda ofrecer tal estudio, constatamos en un reciente análisis de poblaciones que esta Región mantendrá hasta 1998 un importante crecimiento del número de alumnos en condiciones de acceder a la Universidad, así como que es preciso incentivar, con una aproximación al estudiante de la oferta educativa, la tasa de realización del COU y de acceso real, que es inferior a la media nacional. Si se cumplen estas previsiones y objetivos, tendríamos que estar en condiciones de acoger en la Universidad para dicho año al menos unos treinta y dos mil alumnos, casi un tercio más de los actuales.

¿Cómo debe producirse tal expansión? Evidentemente es el estudio que ahora se inicia el que ha de marcar las directrices. Pero las decisiones toma-das por las Administraciones públicas, y especialmente por las Comunidades Autónomas con competencias, sobre ampliación de estudios en otras Uni-versidades españolas en los últimos tres años, vienen demostrando que éstas decisiones no se adoptan bajo los criterios de planificación de necesidades y compensación de los desequilibrios territoriales que propugnan el Artículo 26 de la Ley de Reforma Universitaria y el 27 de nuestra Constitución.

Por ello, una vez más, debo recabar de la Sociedad que todos representáis el apoyo en este importante empeño.

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En todo caso, puedo asegurar que la planificación futura estará tremenda-mente influida por las nuevas titulaciones que emanen del proceso de reforma de las Enseñanzas, cuya referencia no puedo obviar porque, aún cuando no es tiempo de asegurar cosas, resulta tan necesario para la Universidad Española que no creo pueda ser paralizado en la proximidad del 1992 europeo.

Como todos sabemos, el final del pasado período lectivo estuvo salpicado por incidentes consecuencia de aspectos puntuales, aunque significativos, de este proceso, cuyos mecanismos se han reconducido para que nos permitan contemplarlo desde la conveniente perspectiva globalizadora y, posiblemente, con un planteamiento que ofrezca mayor capacidad de decisión, y también mayor responsabilidad, a las universidades.

Mientras que esperamos acontecimientos, yo quisiera solicitar de todos la ilusión por cuanto aún puede ofrecer el proceso, y la generosidad para en-tender que algunas de las novedades o modificaciones que aparezcan podrían afectar a títulos o profesiones actuales a favor de las futuras generaciones estudiantiles.

Temo haberme extendido en exceso, y por ello acabo esperando haber sido capaz de comunicarles algunos trazos significativos de nuestro presente y futuro y, sobre todo, la permanente inquietud que intentamos imprimir a nuestra actividad.

Muchas gracias.

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Su vivo retrato. Barbablanca y el tesoro del capitán Flint

Ángel MontielLa Opinión, domingo 9 de abril de 1989

Antonio Soler Barbablanca lleva, desde los veintiocho años, navegando los mares de la enseñanza como catedrático, ocupando en la actualidad el camarote de Rector de Universitas. A veces, se sorprende gritando en sueños: «¡Doblones, doblones», que le ayudarían a reparar algunas de las vías de agua que aquejan a su goleta.

Allá por los 60/70, el vetusto cascarón Universitas realizaba su singla-dura llevando y trayendo estudiantes en busca del tesoro de una titulación académica, por rutas extrañas e incomprensibles, ajenas al rumbo nuevo de

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los buques ligeros y modernos en que se iban embarcando todos los sectores de la sociedad. Al remo se sentaban marineros desfondados, sin fuerza ni espí-ritu para dar respuesta a los nuevos vientos, abandonados a su suerte. Habían perdido la brújula que les indicara el horizonte y persistían en permanecer aislados del mundo en la gigantesca goleta.

Mientras tanto, el firmamento se poblaba de oscuros nubarrones y el mar empezaba a rugir embravecido. El bajel Universitas bogaba al pairo de descomunales olas, sin más impulso que el de la corriente. Capitanes, contra-maestres y timoneles no acertaban a encauzar la nave ni a gobernar las velas. El motín se fraguaba a bordo.

Un grupo de viajeros, inicialmente minúsculo, con la complicidad de algunos navegantes de oficio, se empeñó en la tarea de despabilar las concien-cias para elaborar una nueva carta de navegación. Escondidos en la bodega del barco buscaban la manera de dar un golpe de timón que pusiera la proa de la nave en dirección a buen puerto.

Los amotinados cobraban fuerza y añadían adeptos mientras organizaban la rebelión. Hasta cubierta llegaban a veces sus cánticos:

Miles de hombres contra un Régimen muerto¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Y una barrica de ron!¡El ron y Satanás se llevarán el resto!¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Y una barrica de ron!

Tras muchas discusiones, se consiguió elaborar un plano, que sería arro-jado al mar dentro de una botella, para que éste lo llevara a la playa donde permanecían los marineros en tierra, que se solidarizarían en la lucha final. El plano estaba dibujado en clave y contenía una serie de señalizaciones misteriosas que, con el tiempo y el desarrollo de los acontecimientos, se han podido descifrar:

Rumbo Almazarrón por el estrecho hasta el fondeadero del Capitán Kidd. Isla de Paco demorando una cuarta al Norte.A diez yardas, en la playa del Cura, árbol alto, lomo del Catalejo, tesoro del capitán Flint.Windsurfing en el golfo de la Azohía.

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A pesar de los muchos quebraderos de cabeza que costó desentrañar las claves, no cabía duda del significado de las leyendas del mapa:

Libertad.DemocraciaAutonomía universitariaEstatuto.

La rebelión del Universitas fue importante, no sólo por su triunfo, sino porque contagió a otras naves que padecían esa misma situación. Una vez izada la bandera negra, calmados los mares y hallado el tesoro se cantaba esta canción:

«Y ha de ser elegido uno de entre los muchos que zarpamos»

Este fue Soler Barbablanca, que convocó a la tripulación para dictarles el siguiente discurso:

«Desde los veintiocho años, llevo navegando los mares de la ense-ñanza como catedrático. Y he visto de todo, bueno y malo, he sufrido los peores temporales y sé lo que es acabarse las provisiones y tener que defenderse a cuchillo, y todo lo que haya que ver.Pero tengo que decir algo: no he visto nunca nada bueno que ven-ga de bogar en solitario, así que hemos de acercarnos a todos los puertos y poner escalas para que entren y salgan en nuestro bote todos aquellos que están a la orilla, y que lo que aquí hagamos sea conocido por el mundo. No esperemos a que nos lo pidan. Hay que pegar el primero; los muertos no muerden».

Y cambiando bruscamente de tono, añadió:

«Y ya está bien de discursos. La marea está subiendo y podemos avanzar»La navegación sigue siendo difícil, los escollos en la mar baja, las tormentas del mar abierto, las insuficiencias de una embarcación de tan inmensa estructura, y la demanda que le exige un mayor

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calado, siguen siendo motivo, si no ya de motines, sí de algunas insurrecciones, que demuestran que la tripulación está viva y co-leando.

—¡Doblones!¡Doblones!—, grita a veces en sueños Barbablanca, justi-ficando en la escasez de éstos algunas de las rémoras que se padecen. Pero parece que éstas, en algunos casos, tienen también otros orígenes más ele-mentales, no diferenciados de los que las producen en otras embarcaciones que tienen distintos fines. Sería, por verlo en positivo, una prueba de que se está cumpliendo el propósito que se dictó Barbablanca: hacer transparente a la sociedad la ruta de navegación de Universitas. Para lo bueno y, ¡ay!, también para lo malo.

Por eso a lo largo y ancho de los mares se escucha la música de esta canción:

¿Hacia dónde te lleva el viento, barquito velero?¿Hacia donde te lleva el aire, barquito de nadie?No dejes que la mar te trague, barquito velero, barquito de nadie.

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Elecciones en la Universidad. Entrevista con Antonio Soler.

Diario 16, 26 de mayo de 1990

El Rectorado conjuga las viejas maderas de la Convalecencia con mobi-liario de nuevo cuño y un cuadro de Pedro Cano dedicado en la Universidad de Murcia. El exrector, sonriente y cortés, me alarga la mano, para instalarnos a continuación en un desprotocolizado tresillo.

— Hay que ver lo estrecha que puede ser la frontera entre el ganar y el perder. Cuatro votos, en su caso...

— Sorprendentemente estrecha en el conjunto de 357. Pero bueno así son las cosas (sonríe).

— ¿Usted es deportivo en esto del perder?— La verdad es que no tengo costumbre de perder. Prácticamente,

nunca... se me había dado este tipo de situación. Pero también hay que aprender a perder, ¿no?

— ¿Qué le desea a su sucesor?— Hombre, obviamente, lo mejor. Que le vaya bien a él significa

que le va bien a la Universidad. Pero espero que sepa tener en cuenta (como lo habría tenido yo) que no es lo mismo gobernar con una mayoría significativa que con esa.

— Usted ha dicho que éste resultado indica una tendencia «derechizante» en la Universidad. Teniendo en cuenta que la elección dependía prácticamente de los alumnos, ¿cree usted que el estudiantado universitario vuelve a ser de derechas, recuperando la vieja tradición hispánica?

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— Yo con «derechización», me refería a un nivel de política univer-sitaria, que no es lo mismo (porque los espacios no son los mismos) que la política en general. La derechización universitaria es el inmovilismo, el que «mejor estamos como estábamos antes». En general, no creo que sea cuestión del estudiantado, sino del profesorado. Yo estoy convencido de que el modelo que defendía la otra candidatura no es válido para esta Universidad. Y espero que haya gente que, después de haber votado, se convenza de ello.

— Cuando usted fue elegido rector por primera vez, en 1984, ¿de verdad no era el candidato del PSOE?

— No, no. A mí siempre se me ha reprochado una posición más de izquierdas. En sectores universitarios y no universitarios, se ha extrapo-lado el hecho de que yo tuviera en el equipo rectoral a una persona del Partido Comunista...

— Se refiere, claro, a Fernando Muñoz...— Sí, claro. Pues, para algunos, todos éramos comunistas y estábamos

controlados por el partido. Luego, si hemos adoptado en alguna ocasión posiciones de moderación se nos ha achacado que éramos ministeriales.

— ¿Cómo se autodescribe usted, políticamente?— En esa zona que correspondería a un PSOE..., o a una posición

socialista...pura. Tal como están las cosas ahora, sería el sitio que hay entre el PSOE e Izquierda Unida; lo que podría ser un sector claramente de izquierda, lo que sería el PSOE de hace algunos años. Mi posición encaja menos con el de ahora. Pero vamos, militar, no he militado nunca.

— ¿Y bien?— Ahora mismo, no me pregunte, porque no he tenido tiempo de

pensarlo. No me lo he planteado. Y, con la definición que acabo de hacer, me parece un poco difícil encontrar el sitio, ¿no? Esperaré a ver como evoluciona el movimiento político.

— Usted es ingeniero químico ¿Qué es un ingeniero químico?— Un técnico superior que se dedica a la industria química y que

puede ocuparse de instalaciones, control de funcionamiento, manejo de materias primas...Es el técnico más cualificado para dirigir la industria química.

— Todo eso de la guerra bacteriológica, supervenenos, nuevas sustancias letales, etc., son cosa de ingenieros químicos también. Que putada, ¿no?

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— En el ámbito universitario, no hacemos nada de eso, desde luego. Incluso algunas universidades recogen en sus estatutos la prohi-bición expresa. Yo, por ejemplo, he trabajado siempre en técnicas de depuración de aguas residuales y de lucha contra la contaminación am-biental. A veces, se acometen trabajos con fines militares que terminan derivando a usos pacíficos. Esos trabajos que usted dice están ya muy limitados a esas guerras del subdesarrollo, como la de Irán e Irak, donde desgraciadamente...Debe ser muy triste en cualquier caso. Espero que con el enfriamiento a nivel mundial que se va produciendo, todo eso se vaya quedando en el pasado.

— Visto el respetable grado de corrupción de la clase política, ¿imagina usted la Universidad como una reserva de valores?

— Yo pienso que a la Universidad le corresponde ser un foco im-portante de transmisión del sentido ético, de sana crítica, del análisis profundo. Y sí creo que, en ese sentido, hay una diferencia cualitativa entre los universitarios y los políticos.

— Dígame algo que no ha hecho ni hará nunca.— Pues, por ejemplo, con la cuestión de las drogas...No las he tomado

nunca. Bueno, una vez le di una chupada a un porro, muy en ambiente, por que era en Egipto (risas) y había que hacerlo...Pero, desde luego, no se me ocurriría nunca tomar drogas duras, porque me parece una absurda forma de condicionar la voluntad.

— Me da la sensación de que abandona usted con tristeza este despa-cho.

— Pues...sí. La verdad es que me da cierta tristeza. Yo luché por estar aquí; nadie me trajo a la fuerza y no hubiese permanecido de no estar a gusto. Nunca me he quejado de que esto me apartase de mi tra-bajo. No quiero presentarlo como un sacrificio, no me siento perjudicado. Ahora volveré a la investigación. Además el organismo es sabio y termina encontrándole ventajas a todo. Y yo de ayer a hoy, le he encontrado ya un montón (ríe).

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Antonio Soler no usa cascoLa Opinión, 6 de octubre de 1990

Su cabeza se perfila atenta entre las de sus colegas catedráticos en la ceremonia de inauguración de curso de la Universidad de Murcia, celebrada el pasado jueves, pero a diferencia de otros años, en que su calidad de rector le obligaba a lucir el bonete, se presentó sin disfrazar la azotea. Mezclado entre el personal de a pie, quizá miraba la mesa de gobierno universitario con nostalgia, quizá con alivio, pero a la hora de poner en la balanza ventajas y desventajas de su nueva situación, lo que ha ganado este hombre al perder el cargo está a la vista: poder permitirse el gustazo de asistir al acontecimiento con su cabeza soviética libre del corsé, algo así como ir de catedrático en top-less. No hay mal que por bien no venga.

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Ciencia, Tecnología y Medio AmbienteConferencia pronunciada con motivo de las Fiestas de San Alberto.

Noviembre, 1994

Cuando se me planteó participar en este Acto tradicional de las tan que-ridas fiestas de san Alberto, no puede evidentemente negarme.

Primero, porque me lo pedían desde mi casa. Segundo, porque me lo pedía este equipo decanal, de tan buena gente, que tenemos, aunque en nom-bre de todos los demás Centros que nos cobijamos bajo la capa del Doctor universalis. Tercero, porque como he vivido eso de buscar conferenciante –y varias veces— sé lo que fastidia, después de encontrar uno posible tras media hora de meditación, que te digan que no puede.

Efectivamente, no hubiese podido por falta de tiempo si me hubiesen planteado tratar, por ejemplo, sobre «los modelos matemáticos para la pre-dicción de la lluvia ácida y su aplicación al cambio climático», con lo que se podía satisfacer a químicos, informáticos, biólogos, físicos, etc.

Y a lo mejor no habría querido, si el tema era «Perspectivas de la des-aparición de olores en el Río Segura» (que me perdonen la broma los que viven cerca, porque no es broma).

Me dejaron libertad y por eso elegí simplemente meditar en voz alta y quizá incitaros a meditar a vosotros —científicos y técnicos— sobre aspectos distintos de vuestra o nuestra relación con el Medio Ambiente y los problemas que le afectan.

ACTOS DE LA FACULTAD DE QUÍMICA

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Creo no equivocarme al pensar que meditar sobre nosotros mismos es adecuado cuando un día reivindicamos mediante un símbolo —el Patrón— nuestra propia identidad. Y lo de un solo día lo digo por si hay alguien que le cuente al Rectorado lo que estoy diciendo.

San Alberto fue, en el siglo XIII, aparte de obispo, un filósofo, un cien-tífico y también técnico, y esto último porque parece ser que intentó algunas aplicaciones de evidente interés económico como purificar el oro. No me creo, como dicen, que llegase a construir un androide que andaba y hasta hablaba, porque en aquella época lo hubiesen excomulgado y algo más.

Pero, pensemos, ¿le inquietaría el medio ambiente a San Alberto?, ¿ten-dría conciencia de si lo que estaba haciendo en su laboratorio de alquimista podría perjudicar a alguien?, ¿llegó a ser consciente de que algún vecino pudo toser, enfermar, o quizá morir, al inhalar gases sulfurosos, u óxidos de nitró-geno, salidos por su chimenea, ya que experimentaba con azufre y nitratos?, ¿pudo prever que cientos de años después otros purificadores de oro iban a contaminar los ríos con un extraño metal líquido llamado mercurio?

Evidentemente, si no era profeta, no sabría nada de esto. Y es que apenas tenía motivos para ello, aunque hay conocimiento histórico de algún problema ambiental anterior, como la contaminación atmosférica en la ciudad de Roma.

Durante miles de años, el hombre ha convivido con la Naturaleza, de-pendiendo de los recursos que ésta le aportaba a un ritmo similar al de su renovación.

Durante miles de años el hombre ha depositado en la naturaleza, apre-ciablemente dispersos, residuos que por su carácter biológico eran asimilados, biodegradados, en la misma.

¿Por qué en apenas doscientos años se ha roto este equilibrio?. Han sido varios factores:

— Superpoblación— Concentración en grandes núcleos— Revolución industrial— Generación de estructuras químicas no naturales

En forma aislada o combinada, estos factores han contribuido a esta lamentable evolución.

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Existe una relación unívoca entre los siguientes aspectos:

— La población y la demanda absoluta de recursos.— Urbanismo y grandes flujos de entrada de recursos y salida de resi-

duos incluso biodegradables.— Maquinismo y sustitución de la limitada energía animal por la fósil

y renovable.— Cambio químico y residuos no degradables, cuando no tóxicos o

peligrosos.

La población y el urbanismo suponen una demanda de alimentos que debe ser satisfecha mediante la aplicación de la agricultura intensiva, que requiere el consumo de agua, suelo, fertilizantes, pesticidas y que supone el consumo de energía fósil y la generación de diversos tipos de residuos.

Estamos en definitiva, ante una situación insostenible, hoy comprobada por muchos fenómenos medibles como la concentración de CO

2 en la atmós-

fera, la aparición de metales pesados o DDT en los pingüinos, la desaparición del bosque.

Pero también predicha por mentes clarividentes. Así, hace más de un siglo, John Stuart Mill dijo que «si el mundo occidental tomaba el cami-no que en realidad ha tomado, nuestro ambiente sería destruido. La tierra podría perder todos esos aspectos gratos que debe a cosas de las cuales sería despojada por un crecimiento ilimitado de la riqueza... Confío sin-ceramente, por el bien de la posteridad, en que la gente se conforme con parar mucho antes que la necesidad obligue a hacerlo». Mill escribió que el mundo natural será el precio que deberemos pagar en última instancia por consumir (más) cosas que proporcionan un placer escaso o nulo como si fuesen representantes de la opulencia...; se saca (poca) satisfacción de la contemplación de un mundo donde no queda nada librado a la actividad espontánea de la naturaleza.

Por eso, por oposición, hoy hablamos de desarrollo sostenible, como norma para intentar amortiguar, frenar o, en el desideratum, retrotraer esta situación.

El desarrollo sostenible es así, un nuevo paso en la defensa del medio ambiente y también del bienestar del hombre. Pero también especialmente en el ámbito de la tecnología medioambiental entendida al uso, como lucha contra la contaminación.

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Por ejemplo: la tecnología de la generación energética ha girado en torno al uso de combustibles limpios (fuel BIA, gas natural), a la depuración del SO

2

de los gases de combustión o al ahorro bajo premisas económicas, o porque dicen que el petróleo se agota.

Hoy lo que nos preocupa es que, con cualquier combustible que lleve carbono, estamos aumentando el CO

2 atmosférico, y los países desarrollados,

y la UE, buscan estabilizar las emisiones de los gases de efecto invernadero. Buscábamos plásticos más baratos y hoy buscamos reciclables.

No es hoy mi objetivo profundizar en el desarrollo sostenible, sobre todo para saber si será posible.

Hay grandes dificultades. Y la más importante es que la deseable des-aparición del subdesarrollo (consumo, producción) supondría contar con 10 veces los recursos actualmente disponibles.

Lo que está claro es que progresar llevará su tiempo. Hay que renovar mu-chos sectores industriales y no sólo hay que invertir, sino renovar tecnología.

¿Qué papel podemos jugar en esta situación científicos y técnicos?Sin duda, un papel fundamental. Como lo ha sido el que hemos jugado

en muchas de las situaciones creadas, aunque aquí entramos en un debatido problema ético, el de la responsabilidad del científico en el uso que la socie-dad hace de sus logros y, en este caso, en las consecuencias a corto, medio, y largo plazo, de ese uso.

¿Cómo juzgamos el invento del DDT, que tanto contribuyó a salvar vidas humanas, y ha sido prohibido por sus otros efectos sobre otros valores naturales?

¿Condenamos o absolvemos a la tecnología de los polímeros, espe-cialmente a la de los clorados, puesto que los plásticos residuales originan buena parte de nuestros problemas de residuos no degradables y de difícil eliminación?. Y aquí podríamos analizar, ¿qué consecuencias tendría hoy que todos los materiales elásticos se fabricasen con caucho de Henea Brasiliensis? Habría más Heneas. Habría menos selva natural. Habría más empleo en el tercer mundo.

¿Qué decimos de la patente Hyatt?, se logró con un objetivo económico, pero ¿cuántos elefantes ha salvado?

Sin embargo, el mismo mundo de la ciencia y la tecnología ha sido capaz de progresar en el conocimiento, detección e incluso denuncia de las situaciones, reflejando el erróneo camino que estamos andando y sus conse-cuencias.

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Tenemos mucho por hacer, y creo, en definitiva, que en los grandes blo-ques de problemas, antes comentados, se encierran las claves orientadoras para nuestras futuras inquietudes. Citemos algunas sin ánimo de ser exhaustivos:

La mejora en el rendimiento en el uso y consumo de los recursos natu-rales: usos del agua, usos del suelo, eficacia energética.

La potenciación de materias primas y energéticas renovables y que no contribuyan a incrementar el CO

2.

La introducción del «efecto residual» en el desarrollo de nuevos mate-riales, con dos posibilidades: la fácil descomposición y el reciclaje.

Al margen de que, durante bastante tiempo, seguiremos necesitando po-tenciar las tecnologías de depuración, es decir la lucha contra los flujos conta-minantes actuales y de eliminación de los «stocks» de residuos acumulados.

Se trata así de que el trabajo de I+D esté siempre impregnado de esa perspectiva ambiental que intento transmitir y que debiera ser considerada como un componente más de nuestro código deontológico.

Pero, al referirme a las actividades de I+D me he quedado corto. Nuestra reunión de hoy también incluye en presencia o espíritu a tantos profesionales de las empresas e industrias. Y la industria española está necesitada de una importante adaptación industrial, cuyas causas son la difícil aplicación de la legislación (en las autonomías) la escasa conciencia empresarial (PYMES) y la crisis.

Quizá estemos en un buen momento para iniciar esta adaptación pero, sea o no así, creo que también el técnico debiera estar sujeto en su código profesional a la conciencia ambiental, porque el futuro no puede pasar, no va a pasar, por las premisas actuales.

Pero estoy planteando muchas exigencias, y conviene señalar también aquí las ventajas del momento actual para científicos y técnicos, especialmente esos futuros técnicos que son los alumnos.

Me refiero a las posibilidades de dedicación de fondos y de empleo que van a derivarse de esta situación, cuando erróneamente oímos a veces enfrentar empleo y medio ambiente.

La idea de un enfrentamiento entre empleo y medio ambiente se manifies-ta cuando, en determinadas situaciones, desgraciadamente bastante frecuentes, algunos agentes sociales piensan que medidas concretas de protección ambien-tal podrían incrementar las altas cifras de desempleo, en cuanto puedan suponer restricciones a las tareas productivas habituales o demoras en la construcción de obras públicas. También no es raro el día que en nuestro país se presenta

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alguna empresa contaminante que debe corregir sus procesos de fabricación, y no dispone de los fondos necesarios y surge el consiguiente conflicto social. Por el contrario, desde sectores más concienciados con la protección del medio ambiente se opina que el mantenimiento o la implantación de determinadas actividades, aunque lleven consigo la continuidad o creación de empleo, pueden reportar graves perjuicios al medio ambiente.

Ante estas perspectivas, y estando en la Universidad, cabe suscitar una última cuestión, ¿cómo responder a la formación de estos técnicos? ¿Puede hacerlo el nuevo título que acaba de aprobarse? Tengo dudas muy serias y, fundamentalmente por la diversidad de la demanda, son muchas las facetas desde las que implicarse, o verse implicado. Aquí hemos citado algunas de ellas, pero hay muchas más, por ejemplo, la jurídica, económica, psicológica, sociológica, etc.

Y hoy día, con los serios problemas a que hemos de enfrentarnos, no cabe ya un tratamiento superficial o generalista, sino altamente especializado. Con un grado de especialización que va a ser imposible conseguir en todos los casos dentro del curriculum de una u otra licenciatura o ingeniería, aunque según los casos podría lograrse una mayor aproximación a lo deseable.

Así, pienso que la especialización de postgrado va a seguir siendo in-evitable, aunque sería deseable que en el mayor número posible de títulos se ofreciese algún toque ambiental capaz de orientar, cuando la haya, esta perspectiva en la carrera de que se trate.

Monopolizar en un título la denominación puede no ser deseable, si crea una sensación, un ambiente, excluyente para los demás.

Hoy está claro que afrontar en sentido amplio las soluciones a un problema ambiental no puede llevarse a cabo por un individuo con formación pluridisci-plinar, sino por la conjunción de varios especialistas de disciplinas diversas.

Quizá ello sí sea posible si sólo se persigue el diagnóstico, para pasar a otros la solución. Estaríamos, por buscar un símil, ante el caso de un médico de medicina general orientado, exclusivamente, a orientar los enfermos hacia el especialista. Si es así, la función es sin duda útil, aunque incompleta, y no hace sino demostrar la pluridisciplinariedad del asunto.

Pensando, pensando, sí encuentro dos actividades para las que el nuevo título podría ser útil: ecologista y Consejero de Medio Ambiente. Lo primero, no da para comer y lo segundo no lo recomiendo.

Muchas gracias.

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Participación en la mesa redonda «Visión de la titulación»

Sesión fi n de la primera promoción en las Primeras jornadas de Ingeniería Química celebradas en Murcia «El Ingeniero Químico,

un nuevo titulado al servicio de la sociedad». Mayo, 2000

¡Que rápido pasa el tiempo!.Hace ya casi cinco años que unos cien jóvenes alumnos, entre los que os

encontrabais muchos de vosotros y algunos más, entrabais en primer contacto con la Facultad de Química.

Os vi entonces por primera vez. Junto a la Planta Piloto, con caras mezcla de ilusión y despiste. Sorprendidos ante el hecho de que en la Universidad nos dedicásemos a plantar árboles para conmemorar lo que representaba vuestra llegada.

Quizá no fueseis capaces de captar, en aquellos momentos, la mezcla de satisfacción y responsabilidad que se sentía en el Departamento, como conjunto y en cada uno de sus componentes.

No es extraño que sintierais esa sorpresa. Aún no nos conocíais. Pero, además, el desconocimiento en general de la Universidad e incluso de la propia Ingeniería Química lo justifican.

El curso en que llegasteis no tuve ocasión de entrar en un aula con vosotros. Si lo hice con la siguiente promoción para intentar cumplir en los primeros días de clase con la principal función que —por encima de aportar conocimientos— tienen las asignaturas que nuestro departamento imparte en

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primer curso. La función de informaros sobre los objetivos y peculiaridades de la Ingeniería Química y la de poner de manifiesto nuestra presencia en la carrera que en esos días iniciáis.

Pude así apreciar, y he seguido haciéndolo desde entonces, la lógica inexperiencia con que se llega a la Universidad e incluso el desconocimiento de la tarea que se ha elegido, más aún cuando los nuevos estudios no son los de Química o Ingeniería Industrial en general, sino que llevan consigo un importante grado de especialización, como ocurre con Ingeniería Química.

Hoy, cinco años después, estamos en un momento significativo. Alumnos y profesores –y entre estos incluyo los de todos los departamentos con los que tuvisteis relación— hemos hecho año a año, el esfuerzo de actualizar, estructurar e impartir, vosotros el de recibir y asimilar. Es el esfuerzo de las dos partes, puesto que la enseñanza no es un proceso unilateral, y creedme que cada parte detecta perfectamente cuando la otra falla.

Al llegar a quinto curso os he encontrado con conocimientos técnicos, con formación, con capacidad para captar y asimilar, con la madurez que se puede alcanzar a vuestra edad, porque aún sois muy jóvenes. Por todo ello, creo que una de las cosas que hay que decir aquí es que los que estáis a punto de dejarnos habéis respondido a ese esfuerzo que pide la Universidad, como institución al servicio de la Sociedad.

Pero empezasteis unos cien y eso significa que hay otros tantos que se han retrasado y aún han de hacer parte del camino, reorientaron sus objetivos, o abandonaron. Dejo constancia de que nos preocupa el fracaso escolar y que será convenientemente analizado, aunque aún falta perspectiva para hacerlo.

Pero si vosotros os vais, los profesores nos quedamos, individualmente y como colectivo, dentro de la Facultad de Química y formando el Depar-tamento de Ingeniería Química. Este momento no es pues para nosotros un punto final, pero si un hito significativo dentro de una historia que ya empieza a ser larga.

Hace unos 33 años se creó en esta Universidad el Departamento de Química Técnica, porque esa era la denominación de la única asignatura que impartíamos y de las plazas de los dos profesores existentes.

Ya se ha citado en estas Jornadas la evolución de las enseñanzas des-de entonces. Primero la especialidad Minero-metalúrgica, de un solo curso, donde impartíamos tres asignaturas. Después la Especialidad Industrial que comprendía los dos años, —cuarto y quinto— del segundo ciclo, y en la que impartíamos ocho asignaturas.

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Durante veinte años, la formación de los Químicos de especialidad Industrial se asimiló, —con matices-, a la de los Ingenieros Industriales de especialidad Química. Para mí que fue una buena formación, falta quizá de algunas facetas estrictamente técnicas —de ingeniería dura— pero compensada con la diversidad y equilibrio de conocimientos que siempre caracterizó a los químicos españoles. En todo caso produjo unos excelentes profesionales que han venido sustentando el desarrollo y la actual pujanza de nuestra industria química.

Pero, hasta años recientes —en los 80— no se abordó en España la disfunción que suponía la inexistencia del título de Ingeniero Químico. Un problema quizá formal —porque quienes hacen las cosas son los que están preparados para hacerlas— pero importante en el marco de la libre circula-ción de profesionales en la Unión Europea o de la economía global entre los países desarrollados.

¡Si el título se implantó en las sociedades anglosajonas a finales del siglo XIX y se extendió a la mayor parte de nuestro entorno. ¿Por qué no en España?!. Para mi que por el interés de algunas ingenierías en mantener su polifacética diversidad y exclusividad competencial.

Al fin, en los años 80, con la creación en la Universidad de las nuevas áreas de conocimiento, de los nuevos departamentos y de las nuevas enseñan-zas, aparece por primera vez oficialmente el término Ingeniería Química, al menos como denominación de unos profesores que probablemente no seremos nunca ingenieros químicos de título.

Desde entonces, nuestro Departamento ha vivido un proceso ilusionado, no exento de problemas, y que pudo ser más corto.

Primero un periodo de incertidumbre provocado por los sempiternos conflictos entre Cartagena y Murcia.

Después dudas en la propia Universidad por la escasez de recursos y aceptación de esa peculiar situación que supone afrontar una actuación no-vedosa a «coste cero».

Tras ello, el proceso de elaboración del Plan de estudios, siempre sujeto al difícil compromiso con los restantes departamentos.

Y a partir de ahí, año a año como decía antes, la puesta en marcha de más de treinta asignaturas, lo que evidentemente ha supuesto mucho más que una mera redistribución de los conocimientos que se impartían en esos momentos.

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Aunque todo plan de estudios puede mejorarse, opino que el actual está bastante equilibrado entre los distintos bloques temáticos que la actual formación precisa.

En tal sentido destacaría la pérdida de protagonismo de los princi-pios científicos básicos relativos, por ejemplo, a fenómenos de transporte, cuya incidencia entre los conocimientos impartidos en los años 60 y 70 era considerable como consecuencia de la influencia de las escuelas científicas predominantes.

Como hay que destacar la arrolladora intrusión de los métodos informá-ticos, tanto en sus facetas instrumentales: adquisición de información, archivo, representación gráfica y diseño, etc., como de apoyo al cálculo y proyecto, es-pecialmente en los campos de la modelización, simulación y optimización.

Y hay que resaltar que el propio Plan, y sobre todo su enseñanza, está impregnado de las tres filosofías, el medio ambiente, la seguridad y la calidad, dado que la actual tecnología química destaca por su asimilación de estas doctrinas, sin duda como consecuencia de sus propias responsabilidades en los desastres de este tipo que más han afectado a la Sociedad.

Pero, al margen de estas peculiaridades y de los conocimientos adquiridos, yo esperaría del esfuerzo hecho por profesores y alumnos durante estos cinco años que los Ingenieros Químicos de Murcia aporten a su actividad profe-sional espíritu de trabajo, intuición e iniciativa, honestidad, conciencia social y democrática. Son virtudes que el paso por la Universidad debe conferir y que, especialmente la empresa privada, va a valorar prioritariamente cuando rasque en vosotros hasta encontrar vuestras mejores aptitudes y así obtener el mejor rendimiento de vuestro empleo.

Ya dije antes que los antiguos químicos de Murcia siempre han sido gente polifacética y válida por tanto para funciones de lo más diversas. Bueno sería que heredéis esa característica.

La primera promoción está a punto de dejarnos, y nuestras obligaciones pasan ahora a garantizar la formación de las cuatro que ya ingresaron y de las que les sigan. No me quedaría tranquilo si pasáramos esta ocasión en un ambiente triunfalista, sin manifestar ciertos temores.

Existe un importante déficit de recursos. De medios materiales para prácticas adaptados al estatus actual de la tecnología, tanto en el ámbito de la propia Ingeniería Química como, más aún, en el conjunto de materias in-genieriles que completan el curriculum, —electrónica, mecánica y materiales, tecnología eléctrica y energética, etc—. No era óptima la situación de estas

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materias cuando se vinculaban a los medios aportados desde Cartagena, pero ahora puede llegar a sumamente peligrosa, aislados sus profesores, sin labo-ratorios ni instrumental.

Déficit de profesores, tanto ordinarios, muy sobrecargados de trabajo, como de «asociados verdaderos» muy convenientes para materias específi-cas.

Déficit de espacios, de solución imposible dentro de este edificio, aunque ello no significa que esté reivindicando la separación administrativa respecto a la Facultad de Química, a la que todo el departamento y yo el primero tanto queremos.

Pero aún existe, en mi opinión, otro déficit peligroso. Lo denominaría el «déficit tecnológico» de la actual Universidad de Murcia, y puede deri-varse de interpretar la actual Ley Regional de Universidades en el sentido de que esta universidad no puede configurar un núcleo de enseñanzas técnicas. La Ingeniería Química podría ser, conjuntamente con otros estudios como Informática e incluso Física, punto de partida para ello. Pero también podría asfixiarse en un desierto tecnológico.

Ya no quisiera extenderme más. Es el momento de los mejores deseos. Parece que por ahí fuera las cosas de la economía y el empleo están en un buen momento. No obstante tendréis que esforzaros, moveros, seguir estudiando, vivir, y ver como crecen y se desmoronan ilusiones.

En nombre de todos mis compañeros yo os deseo a todos lo mejor y os ofrezco cualquier colaboración que en el futuro podáis necesitar.

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Acto de graduación en la Facultad de QuímicaFinal del curso 1999/2000

Cuando el Ilmo. Sr. Decano me pidió que participase en este acto, entendí que debía representar a mis compañeros, a los casi dos centenares de profeso-res que trabajamos para la formación de los alumnos de las cinco titulaciones que ya se imparten en esta Facultad. Cinco titulaciones, doscientos profesores, tres o cinco cursos, son demasiadas variables para que todos los alumnos y profesores hayamos coincidido o incluso nos conozcamos físicamente. Pero creedme si os digo que cuantos trabajamos en el Centro como profesores vivimos con interés todas sus circunstancias o acontecimientos.

Y acontecimiento es el final de cada curso, especialmente cuando a cierto número de alumnos no se les despide como tales, «hasta después del verano», sino como nuevos titulados que finalizan su vivencia universitaria a los que les decimos «aquí quedamos, hasta que nos necesitéis para algo».

Pero este final de curso se dan circunstancias especiales que deben desta-carse. Finaliza sus estudios la primera promoción de los estudios de Química derivados de la reforma de las enseñanzas universitarias. Y se titulan asimismo los primeros ingenieros químicos de la Universidad de Murcia.

Junto a ellos, nuevas promociones de licenciados en Bioquímica y di-plomados en Óptica suponen un paso más en la consolidación de estas dos enseñanzas.

Este es por tanto un momento de satisfacción para todos cuantos somos pro-fesores, ya que supone que habéis completado el ciclo formativo haciendo buena esa tarea conjunta, vuestra y nuestra, que constituye el proceso de la enseñanza.

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Por eso quiero ante todo felicitaros. Pero también agradeceros que hayáis estado ahí. Porque no hay profesores si no hay alumnos.

Que hayáis desempeñado con gran dignidad y en muchos casos con brillantez vuestro papel.

Que hayáis sabido aprovechar el esfuerzo que ha hecho la Sociedad por vuestra formación, puesto que habéis estudiado en una Universidad pública, y el que han hecho especialmente vuestras familias.

Yo quisiera hoy trasmitiros el orgullo de vuestros profesores, de los que formamos la Facultad denominada de Química, por pertenecer a este Centro. Y quisiera contagiaros ese orgullo para que lo llevéis con vosotros en vuestra vida profesional.

Han pasado sesenta años de existencia de una Facultad de Ciencias en la que se impartía exclusivamente el título de Químicas con promociones de cinco a diez licenciados. A principios de los años 50, la Facultad tuvo su primer edificio —ese bloque que ahora conocemos como Aulario de La Merced, aunque muy reducido en superficie respecto a la actual— pese a lo cual casi dos plantas completas quedaron sin ocupar. A finales de los años 70, la Facultad vio crear en su seno los estudios de Biología y Matemáticas, organizándolos para que después se constituyeran en dos etapas como centros propios. Más recientemente, otra vez Química sola, se pusieron en marcha Bioquímica, Óptica, Ingeniería Química y Física, que quizá cualquier día ini-cien su andadura independiente para lo que, demostrado está, no encontrarán ningún inconveniente en el propio Centro.

Hoy día marea comparar números en términos absolutos: alumnos, profe-sores, metros cuadrados, presupuestos. Sin embargo, no siempre han mejorado las cosas en la relación entre lo disponible y lo necesario, porque es difícil seguir el fuerte ritmo de las demandas universitarias. Por eso pienso que no debiéramos posponer el comienzo de estudios sobre la evolución futura de la actual Facultad, tanto en relación a la organización académica y administrativa, como a la infraestructura necesaria. No es este momento para ese debate, pero si pueden citarse algunas de sus claves que todos entenderemos:

— Campus Sanitario— Facultad para Ciencias de la Física— Licenciatura en Óptica o algo similar— Facultad de Ingeniería, base para el desarrollo tecnológico de la

Universidad de Murcia

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Pero vuelvo al camino. En cualquier situación, nuestra Facultad siempre se ha esforzado por ser señalada dentro de la Universidad de Murcia como punto de referencia para la calidad de la enseñanza, la creación científica y la organización académica y administrativa. Más aún, siempre ha intentado ser un espacio para la libertad de actuación y de opinión que deben caracterizar la vida universitaria, aún contando con las limitaciones que sufrió este país durante muchos años.

Por todo ello, los titulados de esta Facultad se han ganado un merecido prestigio profesional que estoy seguro va a extenderse al caso de vuestra promoción. Habéis sido formados para la ciencia experimental y para la téc-nica, y eso significa tener capacidad para aportar soluciones a las crecientes y nuevas demandas y necesidades de nuestra sociedad.

Pero también, durante los años que habéis estado en la Universidad os habéis hecho, como ahora se dice, «más personas». En parte será porque esos son fisiológicamente los años de «maduración mental». Quiero pensar que también porque tenéis más conocimientos y más capacidad para adquirirlos, buscando en las fuentes adecuadas. Porque habéis mejorado vuestra capacidad de convencer por el razonamiento y de ser razonables en la relación con los demás.

Y quiero pensar que sea así, porque esta es también función de la Uni-versidad, formar a sus alumnos, hombres y mujeres, en determinadas aptitudes con independencia de su capacitación técnica.

Esperamos por ello que aportéis a vuestra actividad profesional espíritu de trabajo, intuición e iniciativa, honestidad, conciencia social y democrática. Os aseguro que son virtudes que la sociedad española precisa y aprecia, y que especialmente necesita la empresa de nuestra región, de siempre caracterizada por una escasa formación en sus cuadros dirigentes.

Los titulados de nuestra Facultad siempre han sido gente polifacética y válida para funciones de lo más diversas. Bueno sería que heredéis esa carac-terística, ya que para muchos puestos de trabajo puede tener más apreciación que la formación superespecializada.

Que así sea dependerá, sin duda, de las enseñanzas y vivencias recibidas y del esfuerzo que hayáis hecho para vuestra propia formación.

No me cabe duda alguna sobre este segundo aspecto, la cantidad y ca-lidad del esfuerzo realizado, especialmente cuando en esta ocasión dos de nuestras titulaciones aportan sus primeras promociones. Pero al margen de que vosotros habéis cumplido, la obligación de los que aquí nos quedamos

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—profesores de a pie y autoridades académicas— es apartar el triunfalismo, sentirnos insatisfechos y críticos, hacernos preguntas y buscar respuestas.

¿Es adecuada la enseñanza que estamos dando?¿Son adecuados sus contenidos?¿Y son suficientes, demasiados o escasos?¿Son adecuados nuestros medios materiales — laboratorios, instrumental,

etc.— tan fundamentales en la enseñanza experimental?¿Por qué el rendimiento académico de muchos alumnos es bajo?¿Por qué hay tanto fracaso escolar?Demasiadas preguntas y no las más adecuadas para este acto de alegría

y satisfacción. Pero yo me levantaré alegre y satisfecho si, sintiéndonos to-dos de acuerdo en este planteamiento —y especialmente nuestras autoridades académicas— demostramos que la Universidad sigue con la misma vitalidad con que ha afrontado la Reforma de las enseñanzas, analizando su propio funcionamiento, corrigiendo, mejorando.

Esa debe ser la Universidad que ahora dejáis. No os tengo que decir que la recordéis, porque aunque ahora no os deis cuenta, habéis pasado aquí unos años tan buenos que los añoraréis siempre. Recordar alguna vez a vuestros profesores, especialmente si nos necesitáis para algo. Aquí estaremos.

Fuera, aparte de calor, hay muchas cosas: dificultades, alegrías, decep-ciones, triunfos, manos tendidas y zancadillas. Parece que en estos tiempos también hay trabajo.

¡Que tengáis mucha suerte!

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La ley de autonomía universitaria(Posibilidades de una nueva decepción)

La Verdad, 15-12-1978

En las últimas semanas, se está dando a conocer, en las distintas univer-sidades españolas, el texto del que podríamos llamar «tercer borrador corregi-do» del Proyecto de Ley de Autonomía Universitaria, que corresponde al que debe haber ido desde el Consejo de Ministros a las Cortes Generales para su consideración sucesiva por Congreso de los Diputados y Senado.

El paso por Consejo de Ministros no deja ya al alcance de un universitario otra posibilidad, en relación a dicho texto, que la esperanza en la atención de los señores parlamentarios. Antes, aún era teóricamente posible, aunque justo es que se sepa que ni el Ministerio ha sabido o querido plantear la consulta con visos de buena fe en sus propósitos de prestar oídos a opiniones univer-sitarias, ni los órganos y estamentos de la Universidad han sido capaces de llegar hasta el viejo edificio de la calle Alcalá, lastrados como están por el peso de tanta decepción acumulada por encuestas, consultas, opiniones de rectores, etc., que, ni antes ni ahora, han tenido eco.

Y conste que, en este caso concreto no me lamento de que así haya sido. Creo en una Universidad al servicio de la sociedad, no al contrario; y si así es, debe ser la sociedad, por la vía democrática de la participación parlamentaria, la que dé forma y marque caminos a «su Universidad».

En tal caso estamos en el justo punto de partida, y quiero por ello recabar la atención de nuestros parlamentarios —próximos responsables del tema— y —próximos responsables del tema— y —

OPINIONES A TRAVÉS DE LA PRENSA

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también la del pueblo —que podría exigirles responsabilidades—, sobre lo que, de cualquier ley relativa a la Universidad, se espera en estos momentos, dentro de ella.

Los universitarios españoles hemos vivido con bastante anticipación al conjunto de la sociedad española la contenida efervescencia de la realidad democrática actual. La lucha emprendida años ha por muchos docentes y discentes universitarios, a los que rindo homenaje, no habrá tenido quizá, por termino medio, la sangre, el sudor, y las lágrimas derramados por otras clases sociales, pero un importante germen, y muchas incipientes manifestaciones de las libertades de hoy se han dado en la Universidad.

Por ello, los universitarios estamos esperando, yo diría que con honda ilusión, que las transformaciones que en el país se vienen produciendo extiendan su influencia sobre la institución en la que convivimos, unos los más trascen-dentes años de formación para el futuro, otros una vida profesional entera.

Lectores, parlamentarios o no, sed benévolos porque afrontó el riesgo de dar una opinión personal: el Proyecto de Ley cuyo texto se pone ahora a nuestro alcance podría ser, de aprobarse intacto o sólo medianamente modi-ficado, la segunda gran decepción que sufra la Universidad española desde el 15 de junio de 1977, y aclaro que la primera fue verse marginada en las parcelas educativas de los Pactos de la Moncloa.

Las dos características que, en lo negativo, yo destacaría del citado texto son: que no especifique las líneas maestras de la misión de la Universidad, que son las que deben orientar la redacción de los estatutos; y que se mantengan casi todas las estructuras y sistemas de funcionamiento en vigor. Ante tales hechos, cualquier cambio va a ser dificultoso y, si es un hecho que, superada la época en que todo era bueno en España «por decreto», existe conciencia nacional de una Universidad fracasada para la sociedad de los últimos cuarenta años, ¿cabe pensar que el mismo modelo vaya a servir ahora para la «nueva sociedad democrática»? Creo que sería una ilusión casi infantil.

El papel a jugar por la Universidad puede ser muy diverso. Señalarlo aquí en forma expresa sería tanto como repetir el buen estudio que Luis Egea hizo recientemente sobre el tema en este diario. Pero, precisamente por ello, es absolutamente necesario que las Universidades reciban unas directrices que les ayuden a estructurar sus propios estatutos. Y no creo que haya quien piense que eso es encorsetar a la institución o uniformizar a todas las Universidades; que el mismo fin no significa los mismos caminos, y esos son los que habrá de definir cada estatuto en particular.

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Sólo conociendo con absoluta claridad los fines de la Universidad será posible que la sociedad comprenda la filosofía de cada estatuto y su posterior aplicación, y que la comunidad universitaria aborde con posibilidades de éxito su redacción, salvando así los peligros de caer en ese debate interno, tenso y esterilizante, en esa lucha por el poder universitario que se ha venido desarro-llando en los últimos años bajo el lema «por una Universidad democrática» sin entender que por tal deben tomarse más los fines democráticos definidos y controlados desde la sociedad, que el gobierno democrático.

La actual universidad española no puede permitirse el lujo de iniciar ahora esa lucha interna, ni de lanzarse a una toma de decisiones que la hagan aún más incomprendida por la sociedad, cosas ambas que bien podrían pasar con la actual redacción del proyecto de Ley. Y citaré, sólo como ejemplo y llamada de atención a los que se lancen al análisis del texto, el claro confu-sionismo en torno a un tema tan conflictivo como es la posibilidad de limitar la admisión de alumnos, que va desde ser no posible (artículos 34, primero y segundo) hasta posible (artículos 17; 35, primero y 34, primero y segundo), y cuya decisión está, según los casos, y de forma poco clara, en las Cortes Generales (artículo 35, primero), Consejo General de Universidades (artículo 36, primero), o Universidad misma (artículos 35, segundo y 36, primero).

La enumeración de una serie de detalles técnicos, tras un preámbulo que, por su procedencia ministerial, tiene más de ofensa a los que hemos formado la Universidad en estos años pasados que de confesión sincera de los defectos existentes, es todo lo que un ministerio omnipotente ha sido capaz de redactar en lo que, involuntariamente pienso, parece un intento de disociar y enfrentar definitivamente sociedad y Universidad. Lo anterior se hace aún más grave cuando se coteja con el tono de las recientes e inconscientes declaraciones del ministro en Segovia, saludando la llegada de la autonomía universitaria «para que cada palo aguante su vela».

No debiera esperarse ya que los universitarios denunciemos ahora los defectos de detalle del Proyecto de Ley. Yo, al menos, no lo haré porque he acatado anteriormente la soberanía de sociedad sobre Universidad, y aún mantengo íntegra mi esperanza en la capacidad de análisis del tema por Con-greso y Senado. Pero sí diré que los contados cambios de índole técnica y de organización interna que el proyecto plantea no pueden, en modo alguno, prescindiendo de su hipotética efectividad en lo concreto, dar nueva vida a la Universidad española. Y añadiré, conocedor que soy del primer y segundo borrador del texto, que incluso dichos cambios han ido a menos conforme se

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sucedían las redacciones, como si el sano espíritu lógico de la primera impro-visación se hubiese ido recortando por el clásico «tío Paco, el de la rebaja».

Pueden ser algunos ejemplos ilustrativos de lo antedicho: la sustitución de una flexible rendición de cuentas del gasto, por la ya existente intervención de Hacienda; la pérdida de la exigencia de exclusiva dedicación en la importante función del presidente de la universidad; el retorno de las habilitaciones para adjuntos hechas a nivel de Universidad a pruebas nacionales; la restitución de la posibilidad de conceder beneficios y subvenciones económicas por parte de la administración del Estado a las Universidades privadas, y derechos a sus profesores a entrar en competencia para habilitarse con los de las estatales; la desaparición de la estabilidad garantizada por un aceptable período de tiem-po tras la promulgación de la Ley para los actuales profesores contratados, interinos, etc.

En resumen, el texto que conocemos no va a dar nueva cara a la Uni-versidad, y ni tan siquiera va a lavársela. Yo diría, por poner un símil acla-ratorio, que la situación alcanzada en este momento es comparable a la que encontraríamos si nuestra flamante Constitución se hubiese planteado como una disposición adicional las Leyes Fundamentales de los últimos años.

Y ya que nombro a la Constitución, me viene al hilo la palabra consenso, y manifiesto la preocupación por el rumor corrido por la Universidad de que el vigente consenso podría alcanzar al texto de la Ley, respetándola en su actual forma. Ello, en el tema que nos ocupa, sería la tercera decepción, por cuanto nos privaría de un debate purificador.

Señores parlamentarios: si hubiera lugar a que sintiéramos las decepciones apuntadas se demostraría que la ignorancia de la problemática universitaria, y casi de la Universidad misma, que se dejó sentir en los programas electorales de los partidos fue real y no por omisión. Hasta ahora la Universidad espa-ñola se ha encontrado disociada de su entorno. El rector de la Universidad Complutense gritaba en la apertura de este curso «Sociedad, ¡exígenos!», a lo que yo añado, «¡y marca el camino a tu Universidad!».

Este es el momento para el cambio, porque si no la responsabilidad ya nunca será nuestra.

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Investigación y desarrollo tecnológicoLa Verdad, 12 de mayo de 1983

La economía española, desarrollada en los años 60 apoyándose fundamen-talmente en la industrialización con menosprecio de la agricultura, atraviesa ahora una seria crisis que no es preciso resaltar. Sus orígenes son en buena parte comunes con la crisis mundial, pero a ellos se suma la falta de capacidad para la adaptación de las nuevas circunstancias, que nos ha impedido implantar técnicas de trabajo y procedimientos útiles para la década de los 80.

Una forma de defensa ante esta situación se tendría, sin duda, si se hu-biesen aprovechado esos años de pujanza, ese pasado bienestar económico, para potenciar el nacimiento de una tecnología propia, entendida en sus más diversas variantes: industria, minera, agrícola, etc.

Ello requeriría haber cubierto dos importantes metas: el exhaustivo co-nocimiento de nuestro potencial en materias primas y el logro de un fondo de procedimientos propios para aprovechar específicamente esas materias primas nacionales, o incluso las ajenas, en mejores condiciones que los demás.

¿Qué hubiera hecho falta para alcanzar tales logros? La respuesta es inequívoca. Una adecuada política de Investigación y Desarrollo Tecnológico, finalidad a la que dedican los países conscientes de esas necesidades, más del dos por ciento de su Producto Interior Bruto, en tanto España aún no ha llegado al uno por ciento. Y con la agravante de que la mayor parte de estos ya menguados fondos se han destinado a la investigación no seguida de de-sarrollo, fase ésta comparativamente más cara, pero irrenunciable si se quiere

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apreciar la posibilidad de que una idea probada a mínima escala prospere como realidad económica, es decir, que sea aceptada por un mercado libre, que es el que consagra tales realidades. Pero esta tarea, repito, no se ha afrontado en España con la debida intensidad ni por la vía pública ni por la privada, salvo contadas excepciones que sólo confirman la regla. Y si el capital privado, el empresario, antes pujante, no lo hizo, sería ocioso pensar que ahora, inmersos en una crisis real que todos lamentamos, fuera a hacerlo.

Por ello, parece irremediable que tal reto sea afrontado por el sector público que, directamente por sus medios –Consejo de Investigación, Uni-versidad, Investigaciones Agrarias, etc.-, o por un esfuerzo conjunto con la empresa privada, debe propiciar que España eleve el nivel productivo de su investigación básica, y logre la adecuada proporción de frutos tecnológicos respecto a aquella.

En mi opinión tal política debe estar influida por la estructura regional del nuevo Estado español, al resultar tantas de sus facetas ligadas a la diversidad de las regiones. Pensemos, por ejemplo, si estudios sobre tecnologías relacionadas con la energía solar, con los usos del agua, o con productos agrícolas, pueden tener el mismo enfoque en Murcia y en Galicia. Por ello, los entes regionales deben sentirse vinculados a esta problemática, y harán bien en plantear con seriedad y sin improvisaciones su política para la mejor administración de los medios materiales y legales que ya poseen y que, confío, deben aumentarse.

Por todo ello, debiéramos alegrarnos de estar en una Comunidad Autó-noma cuyos órganos de gobierno vienen sintiendo inquietud por esta proble-mática, e intentan dinamizarla recogiendo y alentando esperanzas innovadoras. Y debiéramos temer que, por una crítica acelerada de los resultados de estos intentos, o por cuestiones colaterales, se corra el riesgo de la desvalorización. Porque, refiriéndonos como ejemplo a actuaciones que están de actualidad, la opinión pública debiera saber —y quizá se le debió decir con más claridad en su momento—:

— Que sociedades creadas para adaptar al medio natural de Murcia una tecnología importada, o para aplicar una nueva tecnología nacional a un producto regional, no pueden ser consideradas durante bastantes años sino como sociedades de Desarrollo Tecnológico.

— Que la inversión en Desarrollo Tecnológico de 40, 80, o 160 millones de pesetas, por decir algo, no sólo encaja en las cifras habituales para estos empeños, sino que, si destaca, es por lo baja.

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— Que así planteado, debe admitirse el éxito o el fracaso y que, si llega este último, se puede quedar contrariado, pero también satisfecho, al saber que se ha hecho un intento honesto y que, aún perdiendo una batalla, no se ha terminado la guerra de innovación y el progreso.

— Sabiendo lo anterior, quizá nos preocuparíamos menos por supuestas pérdidas porque, yo me pregunto, ¿es que alguien piensa que el ob-jetivo de la Comunidad Autónoma es financiarse por la rentabilidad de estos capitales?

Y quisiera terminar aclarando porque un profesor e investigador univer-sitario, sin carnet de partido político, cree oportuno hacer estos comentarios, que si surgen en período electoral es porque el tema está en la calle, y que no pretenden incidir en los aspectos circunstanciales de la cuestión sino en el fondo, en mi opinión, del espíritu que debe guiar estas actuaciones.

Pienso, como científico vinculado a la tecnología, y con inquietud por tantas posibilidades que se ofrecen a esta Región, que es una ocasión única para que los dirigentes de nuestra sociedad le pierdan el miedo a afrontar los grandes esfuerzos que supone innovar en estos momentos. Y temo que si ahora resultan no sólo incomprendidos sino censurados por unos fracasos —que yo no sé si realmente se han producido—, o por cuestiones puntuales, se olvida el valor de la intención primera, ni el partido que está en el Gobierno Regional, ni cualquier otro que en ese sitio pongan las urnas, se atreverán jamás a afrontar riesgos semejantes. Porque la investigación es un riesgo que puede dar sólo el uno por ciento de aciertos, pero ese uno dará un millón de beneficios. Así de sencillo.

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Incertidumbres en la instalación de General ElectricLa Opinión, 20 de octubre de 1990

Durante las últimas semanas ha sido objeto de atención para toda la sociedad regional la incertidumbre respecto al programa de inversiones de General Electric Plastics en Cartagena. A la lógica inquietud se han sumado todo tipo de valoraciones legítimamente interesadas de las instituciones pú-blicas afectadas, de los partidos políticos, de las organizaciones empresariales o sindicales, etc. Con frecuencia, el fuego cruzado intenta hacer blanco en el «enemigo» contra quien se dirige, alcanzando en casi todos los casos direc-tamente o de rebote a la propia GEP.

Pero la general sorpresa ante la confirmación de que el proyecto se tambalea y, si no cae, al menos aplaza sus efectos a muy largo plazo, no ha debido serlo para quienes estén por profesión o formación relacionados con la problemática de la industria química, que entenderán incluso la posición de la multinacional en estos momentos.

Los hechos no pueden sorprender porque, con carácter general, la evo-lución de acontecimientos a nivel mundial, ha afectado muy negativamente al mercado petrolquímico, tan ligado al consumo y al estado de bienestar. El frenazo que en estos aspectos sufrió China tras los sucesos de Tiananmen, la incertidumbre respecto al futuro económico en el extinto bloque comunista, la profundización de la crisis del tercer mundo, son temas surgidos o agudi-zados recientemente.

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Y a ello se ha sumado una marcada recesión en la demanda de los mer-cados estadounidense y europeo respecto a los plásticos de ingeniería como consecuencia de la crisis del automóvil, lo que afecta muy específicamente a GEP, que podría tener excedentes de producción propia con las plantas ya existentes dentro de un sector comercial en el que es líder mundial.

No es tan preocupante, sin embargo, a efectos de nuestras inquietudes el atractivo que puedan llegar a ofrecer los países «del Este» para la implantación de instalaciones de producción. Para que así sea habrán de superar sus actuales deficiencias de equipamiento, formación de personal y actitud de éste para la productividad laboral. Y lo que es muy importante, las demandas de su mercado a medio plazo se orientarán a productos alejados de los sofisticados que caracterizan las producciones de GEP.

Por último, qué duda cabe que el actual conflicto del Golfo añade dudas, ésas sí imprevistas, respecto al futuro económico inmediato.

Ante esta situación resulta pueril olvidar lo que es principio básico en la economía capitalista de libre mercado, que el capital está obligado a si-tuarse allá donde exista mayor rentabilidad. Y la inversión prevista por GEP se corresponde por su procedencia, Estados Unidos, y por la mentalidad de quienes la administran, con este principio. Por ello resulta imposible pensar que si los fríos números de la economía no cuadrasen se pueda convencer a la empresa del mantenimiento de sus previsiones de hace dos años. Si así fuese, ni «Neutron Welch», ni el Ministerio de Industria, ni nuestra Comunidad Autónoma, van a conseguir que se lleve a cabo lo que en estos momentos no haría ni nuestro Instituto Nacional de Industria, agente en otros tiempos de tantas inversiones no lucrativas o meramente estratégicas.

Como es imposible creer en las promesas que nos dicen ha realizado GEP, bajo una lógica presión política, de comprometer inversiones para dentro de quince años. Porque, aunque todos deseemos que así se cumplan y en primer lugar la propia GEP en tanto ello indicaría que sigue habiendo negocio en el sector, ¿cómo es posible prever a tal plazo si la incertidumbre actual en la demanda y el cada vez más acelerado obsoletismo de productos y tecnologías (la pérdida de interés del mercado por lo que se produce o la superación del cómo se produce) determina que hoy día se planifiquen las inversiones y se prevean las amortizaciones de las nuevas plantas químicas a plazo inferior?

La situación es de evidente incertidumbre y así debiera aceptarse. En el proyecto se ha implicado una muy importante cantidad de fondos públicos de esta Región, de cuya aplicación a los objetivos previstos están obligados

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a responder los responsables políticos de su administración. No cabe duda sin embargo, cuestionar el acierto de la apuesta que en su día se hizo, dado el alto efecto multiplicador e inversiones directas e indirectas previsibles, aun cuando sea cierto que en determinados aspectos, como la generación de empleo directo, las inversiones en industria química son menos rentables que en otras actividades, al presentar una alta relación entre necesidades de capital inmovilizado y número de puestos de trabajo.

En definitiva, podría decirse que la Región y especialmente Cartagena forma sociedad con GEP en esta importante aventura. Lo imprescindible es que sepamos defender nuestros intereses y no se consienta que las futuras decisiones puedan verse afectadas negativamente por factores distintos a los económicos. Si es así, sólo necesitaremos que la evolución de la economía mundial nos sea favorable. Será la suerte que siempre necesita el ganador.

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Inversiones de la Universidad en CartagenaLa Verdad, 16 de septiembre de 1991

En La Verdad del pasado día 5 y en la información de Cartagena se en-cuentran unas declaraciones del vicerrector de ese Campus, señor Fernández Meroño, respecto a la inversión de 50 millones de pesetas, afirmándose de una forma textual que se trata de «un esfuerzo considerable a favor de este Campus, sobre todo teniendo en cuenta lo que se ha realizado en años anteriores»

Como máximo responsable que fui de esa gestión anterior me resulta sorprendente tal afirmación cuando en esos últimos años, se superaron con creces los cien millones, sólo en obras y mobiliario, referidas fundamental-mente al acondicionamiento del antiguo edificio de Formación Profesional para escuelas empresariales y superior de ingenieros industriales, adaptación de nave de talleres, laboratorios de ingeniería técnica agrícola, etc.

Pero, por encima de lo incierto del comentario, me parece más grave que las valoraciones que hace el equipo rectoral de su gestión vengan apoyándose con frecuencia en la referencia al pasado.

Practican así un ejercicio permanente de memoria que, realizado a la luz pública, contrasta con la deseable pretensión de que se olvide la exigua mayoría que los respaldó en su elección en beneficio de un gobierno de todos y para todos los universitarios.

Antonio Soler AndrésCatedrático de la Universidad de Murcia

ANTONIO SOLER Y EL MEDIO AMBIENTE

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Antonio Soler, Consejero de Medio Ambiente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia

Antonio Cerdá CerdáConsejero de Agricultura y Agua de la CARM

Personalmente es una inmensa satisfacción tener la oportunidad de poder expresar estas ideas acerca de D. Antonio Soler, al que conocí como alumno en su primer año de catedrático de Química Técnica de la Universidad de Murcia. Hay muchos motivos para recordar a D. Antonio Soler. Dejando a un lado su valía personal, habría que destacar la prolija actividad académica desarrollada en su larga trayectoria universitaria, pero esta faceta estoy seguro que otras personas más cualificadas la desarrollaran con más amplitud y realismo.

Quiero resaltar su breve pero intenso paso por el mundo de la política, donde ya no solo destacó en el campo medioambiental a nivel de investiga-ción, sino también en los niveles de gestión, pues fue el primer Consejero de Medio Ambiente que tuvo nuestra Comunidad Autónoma. Una experiencia que aprovechó para sentar las bases de la política ambiental que posteriormente se ha venido desarrollando a través de sucesivos gobiernos que le han seguido.

Tuvo un papel muy activo en las tres primeras leyes básicas de carácter medioambiental de esta Comunidad Autónoma y que regulan la protección de espacios naturales (1992), la protección del medio ambiente (1995) y la protección de las especies de fauna y de la caza y de pesca fluvial (1995), ya que fueron iniciadas o aprobadas bajo su mandato; y éstas han servido de

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base para avanzar en la política medioambiental regional. Como Consejero de Medio Ambiente asumió todas las competencias hasta ese momento dispersas en las distintas Consejerias.

El profesor Soler fue un hombre preparado, sosegado, que se enfrentó a los retos ambientales de nuestra Región con vocación y coherencia y se esforzó en abordarlos en una etapa de pocos recursos, de escasa información y de una incipiente sensibilidad ambiental en la sociedad murciana. Empezó a construir los cimientos de una política, a desarrollar el ámbito competencial, a darle una estructura, a conformar equipos de profesionales, administrativos y técnicos; una política que hoy tiene carta de naturaleza por sí misma, tanto en el ámbito de la Unión Europea como de nuestra Región.

Desde mi perspectiva de Consejero que ha ejercido las responsabilidades de Medio Ambiente en el último lustro, he tenido una buena atalaya para valorar el notable esfuerzo de aquellos años en los que se daban los primeros pasos en la intervención administrativa en esta materia.

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Empleo y Medio AmbienteDiscurso pronunciado durante su etapa de Consejero de Medio Am-

biente (1993-95)

Se ha estado hablando en estos días de las posibilidades de coexistencia del hombre —en ese especial contexto que es la sociedad rural— con el medio ambiente natural que le rodea. Incluso se habrá visto que es posible que el hombre, no sólo respete la especial riqueza natural de su entorno —cuando éste es un espacio natural protegido— sino que obtenga beneficios económicos del mismo, cumpliendo determinadas normas de relación que hagan posibles los principios del desarrollo sostenible.

Así se debe haber dado respuesta a las dudas sobre esa posible co-existencia, desterrando la idea de que la política de espacios naturales lleva aparejada la expulsión de los mismos de esa especie animal significada que es el hombre.

Pero el hombre necesita del trabajo como medio de vida. Queda muy lejos, por teórica, la calificación bíblica del trabajo como una maldición.

Una de las definiciones del estado de bienestar lo vincula a tres factores: medio ambiente, salud y medio de vida (Trabajo)

Los tres factores se vinculan entre si. Es indudable. Pero quizá podríamos extraer o aislar la salud de la interrelación, al menos en el marco de los países desarrollados donde se encuentra España, si consideramos este factor —como otros próximos: vivienda, educación— garantizados por las políticas estatales de corte social que se apoyan en una financiación pública que hace uso —en

INTERVENCIONES

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el caso de la sanidad— de los avances tecnológicos en las ciencias de salud, capaces de —valga el índice— «prolongar» la vida media.

Otro caso es, evidentemente, el del Tercer Mundo. Pero el análisis de su situación —que a todos nos debe preocupar— da de sí para varios seminarios completos.

Vemos así que —asumiendo los tres apoyos del estado de bienestar— éste nos aparece como otra justificación del DESARROLLO SOSTENIBLE, en absoluto apoyado sólo en una visión naturalista del tema.

El hombre necesita del trabajo, y si su actividad productiva olvida el medio ambiente en lo que produce (residuos directos o productos desechables) o en lo que consume para producir (energía, madera, agua), la compatibilidad con el entorno se hace imposible.

¿Es este siempre un conflicto —Negativo— o puede haber una Asocia-ción — Positiva-?

Sobre eso quisiera hablar, aunque saliéndome del ámbito limitado de este seminario y pasando a un marco general.

Hablar, incluso aisladamente, de Empleo o de Medio Ambiente siempre resulta comprometido. Y ello porque detrás de cada uno de los términos aparece un amplio abanico de problemas de un gran calado, ya que en el tiempo que vivimos y en la sociedad actual se encuentran unidos implícitamente uno a su escasez y el otro a la falta de respeto. Problemas cuya resolución debiera ser objetivo prioritario en las tareas de cualquier Gobierno. Y digo debiera porque, desgraciadamente, subsisten opciones políticas que basan sus mensajes en crecimientos indiscriminados del Producto Interior Bruto, como si ello sólo tuviese relación directa con la calidad de vida inmediata de los ciudadanos. Olvidando las posibilidades de empleo o la conservación de los recursos na-turales necesarios para la supervivencia de las generaciones venideras.

Una extrapolación de los niveles actuales de consumo y producción de la industria a todo el mundo —desaparición del subdesarrollo— demuestra que habría que contar aproximadamente con el décuplo de los recursos actualmente disponibles, lo que da una idea de las tensiones que se pueden producir a nivel global, si no se modifican las actuales tendencias.

Es evidente que un desarrollo económico desmesurado, que no con-templa los aspectos sociales y ecológicos en su planificación, causa enormes e irreversibles perjuicios. El eminente filósofo y economista británico John Stuart MilI predijo hace más de un siglo que si el mundo occidental tomaba el camino que en realidad ha tomado, nuestro medio ambiente sería destruido:

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«La tierra podría perder todos esos aspectos gratos que debe a cosas de las cuales sería despojada por un crecimiento ilimitado de la riqueza... Confío sinceramente, por el bien de la posteridad, en que la gente se conforme con parar mucho antes que la necesidad la obligue a hacerlo». Mill escribió que «el mundo natural será el precio que deberemos pagar en última instancia por consumir (más) cosas que proporcionan un placer escaso o nulo como si fuesen representantes de la opulencia... se saca (poca) satisfacción de la contemplación de un mundo donde no queda nada librado a la actividad es-pontánea de la naturaleza. ...»

De ahí la importancia de modificar el sesgo «desarrollista» y «produc-tivista» de las políticas económicas y de los modos tecnológicos imperantes hoy día, que van en contra de la creación de empleo y de la conservación del medio ambiente. Porque estamos viviendo más del capital que de los intereses y este no es un buen negocio.

La idea de un enfrentamiento entre empleo y medio ambiente se ma-nifiesta cuando, en determinadas situaciones, desgraciadamente bastante frecuentes, algunos agentes sociales piensan que medidas concretas de pro-tección ambiental podrían incrementar las altas cifras de desempleo, en cuanto puedan suponer restricciones a las tareas productivas habituales o demoras en la construcción de obras públicas. También no es raro el día que en nuestro país se presenta alguna empresa contaminante que debe corregir sus procesos de fabricación, y no dispone de los fondos necesarios y surge el consiguiente conflicto social.

Este tipo de conflictos se instala en la vieja contradicción entre ecología y economía, disciplinas que se han venido enfrentando, regularmente, desde la Revolución Industrial, generando tensiones entre el movimiento ecologista y el movimiento obrero clásico. Es el conflicto que, apoyándose en la creciente conciencia ambiental de la sociedad actual, permite justificar a la ecología su gestión asociada a la economía.

Por otra parte, tampoco es razonable el modelo defendido por aquellos que consideran que lo mejor que se puede hacer en favor del medio ambiente es acelerar el crecimiento económico, con el fin de acumular el excedente monetario que permita subsanar el daño ecológico producido, y ello a pesar de suponer puntualmente ventajas laborales. Por una parte se crea empleo contaminando y después descontaminando.

Pero, aunque debamos criticar esta línea de actuación que no persigue renovar los procesos industriales hacia tecnologías limpias, o cambiar los há-

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bitos sociales hacia el consumo de materiales reciclables, no tóxicos o menos endoenergéticos, es un hecho que durante un plazo de tiempo aún largo la aplicación de las tecnologías descontaminantes va a ser un importante factor en la generación de empleo, el tiempo que haga falta para la adaptación de los procesos industriales que, en muchos casos aún han de pasar por la fase de I+D.

Como es un hecho que muchas actuaciones de descontaminación habrán de mantenerse, quien sabe si indefinidamente, por ej., la depuración de aguas residuales urbanas.

Refiriéndonos sólo al caso, que antes citaba, de los procesos de des-contaminación, una reciente estimación situaría en torno al billón y medio (español) de pesetas la inversión que aún queda por realizar en España para cumplir en el año 2005 la Directiva Comunitaria de tratamiento de aguas residuales urbanas.

Las estimaciones de la OCDE hablan de un tamaño del mercado mundial de bienes y servicios medioambientales superior a los 200 miles de millones de dólares en 1990, y con unas previsiones de crecimiento de un 50% en el año 2000. Asímismo se estiman en 1,5 millones los trabajadores empleados en industrias anticontaminantes, con la previsión de que al final de la década esa cifra se puede haber doblado.

Nuestro país se encuentra todavía muy alejado de los niveles de gasto ambiental de nuestros socios comunitarios. La todavía embrionaria vertebra-ción y especialización de la mayor parte de nuestras empresas, las actuales dimensiones y la reciente estabilidad del mercado de bienes y servicios am-bientales no han permitido el rápido desarrollo de un sector tan necesario. Sin embargo, la adaptación a la legislación comunitaria ha de suponer un importante incremento de las inversiones en aguas residuales urbanas e indus-triales, contaminación amosférica, recuperación de suelos, residuos urbanos e industriales, investigación y desarrollo y protección y mejora del medio natural. Según algunas estimaciones, dichas inversiones alcanzarían, durante esta década, los 3 billones de pesetas, cifra a la que habría que sumar otros 3 billones para gastos de mantenimiento y operativos de las infraestructuras existentes.

La confirmación de estas hipótesis supondría que nuestro país se encon-traría en condiciones de generar un mercado suficiente para sustentar un sector ambiental consolidado y maduro, que indudablemente estará sometido a una fuerte competencia que obliga a desarrollar una política activa que permita

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superar la dependencia tecnológica y formar la gran cantidad de profesionales que van a ser necesarios para pilotar el nuevo modelo de desarrollo. A ninguna de estas cuestiones es ajena nuestra Región.

Pero, prescindiendo de la importancia que deban tener las industrias de «limpieza», debemos centrar nuestro interés en lo imprescindible.

No queda más remedio que ir hacia un nuevo modelo que sea capaz de integrar las dimensiones: económica, social y ecológica, que es el tipo de economía que define el concepto de «desarrollo sostenible» del Informe Brundtland, ya que el actual nos arrastra irremisiblemente a una ausencia de futuro.

Y no queda remedio porque actualmente se utiliza insuficientemente el factor trabajo y se sobreutilizan los recursos naturales, y ello, en términos económicos denota ineficacia e ineficiencia, porque la rentabilidad económica no se puede abstraer de la rentabilidad social y del respeto a unos recursos naturales cada días más escasos y más valorados por la opinión pública.

Pero, ¿puede romperse la dinámica actual de sustitución del trabajo por capital, acompañada de un continuo aumento del consumo de materiales fósiles, como los combustibles o las aguas subterráneas profundas, o de renovables a mayor ritmo que el de su renovación, que amenaza el equilibrio natural del planeta?. ¿Es posible ofrecer a la sociedad un mayor grado de bienestar con un menor consumo?

Pienso que si, que puede y debe romperse la dinámica actual. Este proceso no ha sido liderado siempre por los mismos países, pero es evidente que el V Programa y el documento de la Unión Europea sobre Crecimiento, Competitividad y Empleo, el denominado «Libro Delors», indican una clara predisposición a avanzar por esos derroteros. Estos documentos fijan las líneas maestras de lo que debe ser este nuevo modelo de desarrollo, dejándose la importancia que tiene para la consecución de dichos fines la creación de una nueva base de tecnología limpia, que se aventura como la única competitiva a principios de siglo, y sólo la empresa competitiva crea trabajo estable.

En estas líneas se aventura que en la UE podrían crearse un millón de empleos en las siguientes áreas:

— Gestión de zonas naturales.— Reciclaje.— Depuración de aguas.— Recuperación de espacios contaminados.

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— Control de calidad. — Ahorro energético.

Los avances tecnológicos es indudable que se constituyen como uno de los pilares en los que se basará el nuevo modelo de desarrollo, máxime después de conocerse que el crecimiento reciente de las economías más avan-zadas fue acompañado de un mínimo incremento en su consumo de energía, debido fundamentalmente al elevado precio de la misma. En dichos avances tecnológicos tienen un papel importantísimo la normativa ambiental, los in-centivos provenientes de los sectores público y privado y la inversión en la formación de los recursos humanos.

Entre los efectos que estas mejoras tecnológicas deben traer consigo hay que destacar los siguientes a modo de ejemplo:

— Mayor grado de reutilización y reciclaje. — Aumento de la vida útil de los productos; haciendo más atractivos los

servicios de reparación y revisión, que son por excelencia actividades intensivas en mano de obra.

— Mejoras en las tecnologías de producción y en el rendimiento de los recursos naturales que participan en los procesos.

La progresiva introducción de tecnologías limpias está suponiendo una renovación permanente del stock de capital y de la oferta de productos eco-lógicos y una mejora de la dotación de infraestructuras y equipamientos am-bientales para recuperar la calidad ambiental y la funcionalidad del patrimonio natural, e implica la necesidad de proporcionar una formación específica a ingenieros y gestores. Asimismo, a medio y largo plazo ha de suponer, como ya hemos dicho, la disminución de las actividades de limpieza del medio, repercutiendo positivamente en las posibilidades comerciales de las empresas y en una disminución de las importaciones de energía.

Se hace igualmente perentorio reorientar y fomentar la investigación en energías renovables, biotecnología, materiales y otros sectores, así como una rápida aplicación del sistema de auditoría ambiental a las empresas, ya que ellas mismas reconocen, o hay que convencerlas, de que para la empresa de hoy la adaptación ambiental es un imperativo social, técnico y jurídico. Todas estas actuaciones han de generar empleo, sobre todo de alto nivel técnico.

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La rapidez en la conversión de los resultados de la investigación en innovaciones comercializables y la inclusión sistemática en los precios de mercado de todos los costes externos que recaen sobre el conjunto de la sociedad, han de repercutir positivamente en la valoración de los recursos naturales utilizados en los procesos productivos.

Pero sólo la actuación coordinada de un importante número de incentivos e instrumentos desde los poderes públicos y una homogeneidad en la aplica-ción de los mismos puede ayudar a acelerar la implantación del modelo de desarrollo sostenible. Dentro de esos instrumentos los de carácter fiscal han de ocupar un lugar esencial.

Resulta ineludible acometer una auténtica reforma en el sistema fiscal europeo, tal y como se viene demandando desde diferentes Foros, el último en la reunión de 17 de julio de los Ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea. Dicho sistema grava en exceso el factor trabajo mientras que el capital está prácticamente desfiscalizado y no se incluyen adecuadamente los costes ambientales en los sistemas de producción y consumo. En la actualidad, solo el 10% de la recaudación impositiva en el conjunto de la Unión Europea proviene de impuestos que gravan el consumo de recursos naturales, mientras que el gravamen directo o indirecto del factor trabajo es casi un 50% del total de la carga impositiva.

La reclamación de los Ministros de Medio Ambiente se basa en que los expertos económicos estiman que reducir del 30 al 40% los costes patronales no salariales del trabajo poco cualificado (cotizaciones sociales ), aumentaría el empleo en un 2%. Como que la pérdida de recaudación se atenuaría al 30 %con los mayores ingresos fiscales y el resto podría serIo con otros impuestos, siendo especialmente válidos los que gravasen el consumo de bienes ambien-tales (generadores de resíduos), con el efecto añadido de que se forzaría la eficacia energética y se activaría el uso del factor trabajo, o se cambiarían los hábitos de los consumidores, en cada caso.

A la hora de implantar estos instrumentos debiera huirse de llevar a cabo incrementos de la presión fiscal, pensando más en las posibilidades que tienen de incidir en la adaptación de los procesos productivos y en los comportamientos de los consumidores, y menos en sus posibilidades de reducir los déficits públicos, como debe procurarse que su implantación tenga un carácter progresivo en el tiempo y que entre sus características destaque la sencillez y la transparencia, de modo que no se compliquen las estructuras fiscales.

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Por último, la necesaria integración entre políticas fiscales y medio ambiente debe abarcar a toda la Unión Europea, facilitando una competencia en condiciones de igualdad que evite el dumping ambiental y que contemple los distintos niveles de desarrollo de los países miembros, fomentando la relocalización de las actividades económicas si ello supone contribuir a una explotación óptima de los recursos naturales. En este sentido, no podemos olvidar que se desconocen los efectos concretos que pueda tener la disminu-ción de aranceles consecuencia del cierre de la Ronda Uruguay del GATT y su repercusión sobre la conservación del medio ambiente.

Pienso que la incidencia que tienen las políticas inspiradas por la Unión Europea está creciendo día a día. Los dictados de las diferentes organizaciones internacionales y, por supuesto, la creciente sensibilización de los ciudadanos no dejan lugar a dudas de los pasos que todos hemos de dar en orden a conseguir un futuro mejor. Los mecanismos financieros como los Fondos Estructurales, Fondos de Cohesión, iniciativas como LIFE y actuaciones como las del Banco Europeo de Inversiones están incrementando constantemente las dotaciones de fondos así como ordenando las del resto de Administraciones.

Quiero pensar que, en base a todo lo comentado, es posible que el factor trabajo no solo no perjudique sino que se asocie a las inquietudes ambientales de la sociedad actual. Exigirlo y hacerlo realidad debe ser tarea de todos.

Muchas gracias.

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Jornadas de residuosDiscurso pronunciado durante su etapa de Consejero de

Medio Ambiente (1993-95)

Señoras y señores. Amigos que nos acompañáis.Durante la mayor parte del tiempo de su estancia sobre la Tierra, el

hombre, uno de los últimos animales en poblar el Planeta, ha convivido con la Naturaleza.

En ese periodo de varios miles de años, el hombre ha aprovechado los recursos naturales para hacer frente a sus necesidades a un ritmo compatible con su capacidad de reposición, y ha generado residuos asimilables por su propio entorno en base a los procesos de degradación natural.

Pero en los últimos siglos, sobre todo en los últimos 150 años se ha roto este equilibrio.

Cuatro han sido las razones:

— el crecimiento poblacional;— la concentración en núcleos urbanos;— la revolución industrial, asociada al desarrollo de la máquina;— y la capacidad de producir cambios químicos en la materia.

Somos muchos, demasiados.Nuestra demanda de materias primas está muy concentrada, como con-

centrados aparecen nuestros residuos.

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Hemos alcanzado una capacidad de manejar y procesar muy superior a la que ofrecería la potencia de nuestros brazos, mediante la energía y la máquina.

Y somos capaces de crear estructuras químicas no naturales y que, una vez desechadas como residuos, no pueden ser degradadas por los procesos naturales.

En los albores del siglo XXI no es la situación halagüeña, aún cuando nos hayamos apercibido del problema.

Y no lo es, especialmente, cuando el desarrollo económico, social y cultural sólo beneficia a una parte pequeña de la población mundial, y su deseable y justa extensión a los demás —a los subdesarrollados o en vías de desarrollo— multiplicaría por muchas veces la demanda de materias primas y la generación de residuos.

Se hacen así indispensables esos nuevos hábitos de comportamiento que configuran las políticas del desarrollo sostenible. Menor consumo de materias primas y de energías no renovables. Materiales y objetos de más larga duración, reducción de la generación de residuos en los procesos de fabricación, más posibilidad de reciclaje para una mayor reducción de los residuos finales.

El tema concreto que hoy nos convoca, —los residuos— , hace aconseja-ble no extenderse en todos estos variados aspectos. En mi opinión, el avance en la política de residuos pasa por dos grandes líneas de actuación, que yo llamaría dos grandes retos:

— un profundo cambio tecnológico en los procesos de fabricación;— y un igualmente profundo cambio social.

El cambio tecnológico es, para mí, el gran reto para el nuevo siglo, hasta el punto de que bien pudiera considerarse una nueva revolución industrial. Nuevos materiales más duraderos, reciclables o biodegradables. Mayor efi-cacia en los procesos de fabricación. Rechazo a la toxicidad en los residuos inevitables.

Para lograrlo es inevitable un gran esfuerzo de investigación y desa-rrollo, acompañado de un importante esfuerzo inversor. Sería irreal negar estas dificultades e ignorar que hace falta tiempo para ello cuando a veces se reivindica que la industria funcione ya con estas reglas. Sin duda la crisis económica ha sido tiempo perdido. Pero, por ello, la salida de la misma debe hacerse bajo estos principios.

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El cambio social aparece como el indispensable aliento a lo anterior, en tanto será la demanda la que obligue la adaptación de los fabricantes. Y aquí deben ser determinantes la educación ambiental y las disposiciones administrativas, plasmados en normas prohibitivas y en ecotasas que limiten el consumo y orienten al consumidor.

Pero, mientras tanto ha de afrontarse la gestión inmediata de los residuos, los industriales que aún han de generarse; los urbanos, que seguirán siendo inevitables, aunque habrán de estar influidos por la promoción del reciclaje y el stock acumulado con o sin control.

La Región de Murcia debe avanzar, bajo estos criterios, en la resolución del problema de sus residuos actuales y, por supuesto, apuesta por la minimi-zación en origen y el reciclaje como única opción de futuro.

Producimos una importante cantidad de residuos catalogables como tóxi-cos y peligrosos, 150000 toneladas por año, aunque en gran parte corresponde a residuos minero-metalúrgicos. En este ámbito se ha autorizado la instalación de una planta de tratamiento físico-químico con vertedero, tenemos una alta cobertura en la desclasificación de aceites usados y hay iniciativas para el tratamiento de neumáticos.

En cuanto a basuras, partiendo de que la cobertura de recogida domici-liaria es casi total y hay una relativamente importante capacidad de produc-ción de compostaje — con un «compost» poco aceptado— estamos en un momento especialmente importante al estar en su última fase el Plan Regional y, dentro del mismo, existe la planta de Cartagena y están en distintas fases de desarrollo la planta del municipio de Murcia y la red de los municipios de menor población.

Pero estoy seguro de que se hablará después extensamente de estos detalles.

Ahora creo que solo cabe señalar el interés de que esta tarde nos aporten su valiosa información los dos representantes de las administraciones estatal y europea que nos acompañan, a los que quiero agradecerles su presencia, como a los restantes participantes por parte de las organizaciones empresariales y de la Administración Regional.

Nada más, muchas gracias también a todos los asistentes.

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Competitividad y Medio Ambiente.Discurso pronunciado durante su etapa de Consejero de Medio Am-

biente (1993-95)

Durante estas últimas semanas una parte de los agentes económicos regionales ha discutido la conveniencia y la oportunidad de la tramitación parlamentaria en la Asamblea Regional de la Ley de Medio Ambiente. Esta poca predisposición hacia la regulación medioambiental, a mi juicio, está basada fundamentalmente en la extendida idea de que las regulaciones am-bientales motivan un predominio de los efectos negativos sobre los positivos en los procesos de crecimiento económico. Idea que no se sostiene ante la evidencia disponible.

Para la casi totalidad de manuales y estudiosos de la economía, así como para cualquier persona informada y con sentido común, la competitividad de las empresas, industrias y naciones, a muy corto plazo, está bastante relacio-nada con la manipulación a la baja de los tipos de cambio, así como con la contención de rúbricas como los costes salariales y financieros. Como estas ventajas competitivas no se pueden mantener durante mucho tiempo, sobre todo en economías desarrolladas, es necesario buscar nuevas ventajas competitivas vía: nuevas tecnologías, nuevas necesidades de la demanda, nuevos segmentos del mercado, cambios en la regulación medioambiental, etc.

En esta línea, frente a lo que opinan muchos responsables empresaria-les, las normas medioambientales y de calidad sobre productos y procesos, no sólo no destruyen empleo ni elevan los costes netos a largo plazo, sino

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que, debidamente definidas y gestionadas, están en el origen de la creación de ventajas competitivas.

Una política eficiente de protección medioambiental tiene múltiples as-pectos que favorecen la competitividad. La introducción de procesos innova-dores permite el abastecimiento de demandas más sofisticadas. Asimismo, las inversiones correspondientes se amortizan en muy pocos años. No hablemos de lo que lo anterior supone sobre el desarrollo de la industria propiamente medioambiental, que en la Unión Europea supone ya el 2,5% del empleo y del PIB de dicha área económica. Además, para la mayoría de los estados miembros, dicha industria en los próximos años va a crecer a una tasa superior al 5%. Por ello, no fomentar en este aspecto las posibilidades de promoción de actividad económica y de modernización tecnológica de España y de la Región de Murcia, sería despreciar una posibilidad de reactivación.

Tampoco se puede decir que los costes de las políticas de este tipo más ambiciosas hayan sido excesivos. Se cree mayoritariamente que ha supuesto entre el 1% y el 2,5% de los costes totales para la mayor parte de las industrias, según se desprende de un conjunto de estudios realizados entre 1985 y 1992. En dichos estudios se pone de manifiesto que la aplicación de la regulación medioambiental no ha generado la temida fuga de industrias hacia los países con legislaciones permisivas en dicha materia. Lo mismo puede afirmarse a nivel regional. ¿Alguien puede decir que regiones con normas autonómicas de protección ambiental se han visto perjudicadas?. O, más concretamente, ¿se conoce de actividades que hayan acudido a nuestra región por su permi-sividad ambiental?

Pero aún podemos decir más a favor de esta regulación. En la medida en que los países con los que competimos mantienen e incrementan este tipo de regulaciones ante los cambios en las preferencias de los ciudadanos, sería poco responsable por parte de las autoridades públicas el no contribuir con dichas normativas a mantener el pulso de la competitividad, ya que de lo contrario dejaría a muchas empresas fuera del circuito del crecimiento a largo plazo. Lo anterior se refuerza, aún más, si tenemos en cuenta que la comunidad financiera (en especial la internacional), comienza a desestimar los proyectos de inversión con impactos ambientales negativos. Falla también, en el análisis económico simplista de estos temas, la falta de valoración social de los costes externos que los déficits ambientales generan y que, al no ser asumidos por los que los producen, recaen sobre la sociedad , en su conjunto. La ciencia económica española no se ha desarrollado aún suficientemente

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en este tema, pero los ciudadanos si estamos ya en condiciones de percibir cuanto perjuicio económico puede derivarse de la situación del río Segura o de la contaminación ambiental en Cartagena.

Por último y en relación a la polémica que ha suscitado a nivel regional la aprobación de la Ley de Medio Ambiente, llama poderosamente la atención el hecho de que una parte de la opinión pública regional afirme repetidamente que son muy importantes para la competitividad las medidas que dependen de las administraciones y, por contra, minimice, desde el punto de vista del crecimiento sostenido y sostenible, las medidas que dependan de los demás agentes sociales y económicos. Sobre esta cuestión no deberemos utilizar distintas varas de medir, sino la misma, que en estos casos es la que no pro-porciona la literatura económica en su vertiente teórica y empírica.

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En el día Internacional contra el cambio climático. Discurso pronunciado durante su etapa de Consejero de Medio Am-

biente (1993-95)

Los perjuicios que para el Medio Ambiente provocan las actividades humanas, especialmente de los países más desarrollados, se nos manifiestan a dos escalas diferentes. A nivel local, aparecen problemas que han de ser resueltos por acciones puntuales dado que su origen y consecuencias tienen ámbito reducido. La contaminación orgánica en un río, el ruido o las emi-siones de partículas a través de chimeneas son ejemplos clásicos. A nivel de todo el planeta Tierra se están manifestando otros problemas cuyas causas son atribuibles a buena parte de la humanidad y que, desde luego, se están sufriendo por su conjunto.

Junto al deterioro de la capa de ozono y la lenta acumulación de tóxicos no degradables en los océanos, el cambio climático es uno de estos problemas. Su origen está en la lenta pero probada elevación progresiva de la concentra-ción de distintos gases en la atmósfera y en especial de dióxido de carbono —componente habitual de aquella— como consecuencia de que la emisión del mismo, derivada de la creciente producción de energía a partir de combustibles con carbono, supera a las posibilidades de retención de este compuesto por las plantas y el agua marina. Con esta elevación está probada, como parece estarlo su consecuencia básica, una lenta elevación de la temperatura media en la superficie terrestre. A partir de ello se puede derivar sequía, elevación del nivel del mar, cambio en el ciclo de los vegetales, extensión de plagas y enfermedades características de zonas cálidas, desertización, etc.

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Ante la trascendencia negativa de estos hechos, no es posible esperar a la comprobación definitiva de los mismos, por lo que la comunidad inter-nacional ha establecido un gran acuerdo, el Convenio del Cambio Climático (CCC), marco de los compromisos de los distintos países sobre la reducción progresiva global de las emisiones de dióxido de carbono.

La asociación entre desarrollo y energía viene produciéndose desde que la revolución industrial sustituyó, y acrecentó, por medio de la máquina la energía del hombre y de los animales por la de los combustibles. Por ello, las dificultades para frenar el consumo energético derivan fundamentalmente de si es o no irremediable asociarlo a la evolución del desarrollo.

Siendo el tema, como indicábamos al principio, de alcance mundial en sus causas y en sus efectos, las soluciones han de encontrarse dentro del CCC. Evidentemente aparece como primera dificultad, que estamos obligados a superar en términos de solidaridad, la salida del subdesarrollo en el Tercer Mundo, al estimarse que si toda la Humanidad alcanzase los niveles medios de consumo de los recursos naturales, entre ellos los energéticos, de los paí-ses desarrollados, éste habría de ser diez veces el actual. Corresponde así al Primer Mundo realizar el esfuerzo, que se ha cifrado por la Unión Europea en conseguir que el año 2000 su consumo sea equivalente al de 1990.

¿Será esto posible? Evidentemente no es fácil y requerirá, junto a la voluntad de conseguirlo, planes y mecanismos de las administraciones, la adaptación de los consumidores industriales y la suma de los pequeños es-fuerzos de todos los ciudadanos.

De la posibilidad real de conseguir una reducción global del consumo energético nos da idea que la crisis del petróleo de principios de los 70 lo frenó apreciablemente, sin que se pusiera freno al desarrollo de los países más avanzados. Así, fueron las leyes de mercado — el encarecimiento— las que hicieron aflorar tecnologías y hábitos de ahorro energético. La aplicación de ecotasas a los combustibles carbonosos aparece como una solución en estudio. Para que no repercutiese en la inflación por elevación de los costes industriales, podrían acoplarse a una reducción de los costes sociales laborales. Ahorros energéticos y sustitución de combustibles en el transporte, mejoras de los téc-nicas de construcción para aliviar los sistemas de calefacción y refrigeración, uso preferente de combustibles más ecológicos como el gas natural, uso directo cuando sea posible de la energía primaria frente a la electricidad, reducción del consumo agrícola de fertilizantes sintéticos y, por supuesto, fomento y desarrollo de las energías renovables, son algunas de las principales líneas de

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actuación. También la conservación y extensión de las masas arbóreas, como sumideros que son del dióxido de carbono.

España debe asumir también sus compromisos en este tema, esforzándose por conseguir que la cuota de desarrollo que aún nos corresponde en el marco de la cohesión con el conjunto de la Unión Europea no provoque aumento si-milar del consumo energético. Nuestro interés debe ser especial por la posición geográfica que ocupamos, que nos hace estar en primera línea de la amenaza, junto al desarrollo costero, por lo que seríamos muy afectados por los efectos de la elevación del nivel del mar y, dentro de España, la Región de

Murcia ocupa la posición más desfavorable, lo que ya se está poniendo de manifiesto, aunque esperamos que no sea permanentemente.

El Día Internacional contra el Cambio Climático, promovido por las ONG dedicadas a la defensa de la Naturaleza, es un buen momento para lla-mar la atención sobre estos problemas y reclamar la acción común —porque ha de ser de todos— y solidaria —porque es para todos— y que alcanza, en este caso, desde el individuo al conjunto de la comunidad internacional. Lógicamente, el compromiso debe incluir en especial a la administración del Estado y de las Comunidades Autónomas y en esa línea se viene trabajando coordinadamente para definir las actuaciones del Reino de España, que se plasmen en el Programa Nacional sobre el Clima.

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22.000 millones para el medio ambienteLa Verdad, 8 de febrero de 1994

En el marco de nuestra pertenencia a la Unión Europea y como parte de España, la Región de Murcia está obligada a considerar el Medio Ambiente como componente fundamental de las políticas generales de desarrollo y bienestar social propias de los albores del tercer milenio. Estas políticas no pueden ser, desgraciadamente, comunes a todas las sociedades que navegamos en el Planeta Tierra. Muchos de nuestros congéneres humanos están por bajo de niveles mínimos de subsistencia y han de resolver incluso problemas de alimentación.

No obstante es un hecho que el actual problema de agotamiento de los recursos naturales tiene dimensión planetaria en muchos de sus aspectos. Los fenómenos del cambio climático —aunque sometidos todavía a debate cientí-fico— demuestran que la atmósfera, a la que hemos recurrido como vertedero sin fondo de materiales diversos, puede llegar a ser sensible a la desaparición de algunos de sus componentes: ozono e incluso oxígeno, o a su acumulación: dióxido de carbono, o vapor de agua y polvo en sus capas más altas. Los océanos, aparentemente infinitos en su volumen, han demostrado no ser capaces de eli-minar los compuestos tóxicos no degradables o bioacumulativos, cuya aparición en el plancton o en los pingüinos antárticos ya no sorprende a nadie.

Como lo es que, con mayor frecuencia y evidencia, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades en el uso de algunos recursos naturales más próximos. Algunos encerraban valores ambientales y, lamentablemente para

COMUNICACIONES A LA PRENSA

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ellos, económicos. El suelo, el agua, la cubierta vegetal —tan ligados entre sí— son el mejor ejemplo. Otros correspondían, aunque nunca estrictamente, a una u otra categoría. Las especies vivas han desaparecido a un ritmo que hoy amenaza la biodiversidad, patrimonio de todos. La energía y otros recursos minerales, generados a lo largo de la vida de la Tierra, han sido esquilmados por el hombre, quizá la última especie aparecida en el Planeta.

Hoy se aventura que la única posibilidad de supervivencia en el futuro, sin plantear un retroceso en volumen de población, calidad y esperanza de vida, es una política de desarrollo sostenible, que nos permita mantener el Estado de Bienestar, frenando o equilibrando el consumo de los recursos efímeros con el uso de los renovables, recuperando la cantidad y calidad perdida en muchos factores del medio ambiente y minimizando nuestras agresiones a la naturaleza que nos rodea. No es tarea sencilla y encierra, ante todo, una au-téntica «revolución ambiental» en la conciencia ciudadana, no sólo porque la participación del individuo es fundamental —por ejemplo anecdótico, estaría —por ejemplo anecdótico, estaría —el acto de separar los componentes de la basura diaria— sino porque en de-mocracia será el respaldo colectivo el único capaz de legitimar lo más difícil, la puesta a contribución de estas políticas del ingente esfuerzo económico que los gobiernos y los sectores productivos han de realizar. Y los fondos para ese esfuerzo sólo pueden salir de los impuestos que nutren el gasto público y de la internalización de costes que sustentan al sistema productivo. No afirmo con esto que irremediablemente hayan de subir los impuestos o los precios: gesto-res públicos y empresarios estamos obligados a optimizar nuestra gestión para intentar que así no ocurra. Pero en cualquier caso intento transmitir el deseo de lo inevitable, que el esfuerzo económico en pro del desarrollo sostenible no puede ser factor de competitividad sino de exclusión en el mercado de los votos o de los productos de consumo. Así entendido, sólo cabrá el rechazo en las urnas y en el mercado a quien no contemple lo que la sociedad tenga ya por evidente. Los gobiernos socialistas de prolongada implantación en el Estado Español y en nuestra Región tienen claramente asumido estos principios como lógica consecuencia de la adecuada combinación entre su ideología progresista y el realismo de su dilatada experiencia de gobierno. También contribuye a ello el respaldo político, legislativo y económico que se recibe desde la Unión Europea, para la que las políticas ambientales juegan papel destacado. En la Comunidad Murciana, el rango de los órganos gestores de estas políticas ha ido evolucionando a lo largo de diez años hasta alcanzar, a mitad de 1993, el máximo de Consejería.

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En esta línea de actuación y en el marco de sus competencias, la Conse-jería de Medio Ambiente concreta sus prioridades en seis grandes bloques:

• Defensa y mejora de medio natural y, especialmente, de los espacios naturales protegidos (parques regionales, especies protegidas, caza, pesca, etc.).

• Lucha contra la desertización, incidiendo sobre la cubierta vegetal y la pérdida de suelo (reforestación, corrección hidrológica, lucha contra incendios forestales, etc.)

• Defensa de calidad y disponibilidad del recurso agua (saneamiento, abastecimiento, gestión hidrológica, etc.)

• Lucha contra el déficit ambiental generado por la sociedad (gestión de basuras, ruido, recuperación de basureros, etc.)

• Adecuación de los sectores productivos a la conservación del medio ambiente (autorización y control de actividades, depuración industrial, recuperación de suelos, transformación tecnológica, etc.)

• Protección de la sociedad civil (servicios contra incendios y salva-mento).

El carácter productivo y dinamizador de la economía de las inversiones en medio ambiente las hace ser una parte destacada en el Plan de Desarrollo Regional 1994/1999, donde alcanzan un total de 22.000 millones de pesetas, teniendo, por su naturaleza, un alto grado de cofinanciación con fondos eu-ropeos. Paralelamente, la Administración del Estado invertirá en la Región una cantidad similar, incluso sin contar actuaciones destinadas a mejorar la regulación hidrológica o la seguridad contra las inundaciones en la cuenca del Segura.

El presupuesto de la Consejería de Medio Ambiente para 1994 se eleva a 4.873 millones de los que unos 3.600 corresponderán a inversiones. De ellos, el alto coste de las infraestructuras para la depuración de las aguas re-siduales determina que se destinen a este fin unos 2.350 millones. Las obras principales corresponden al Plan de Saneamiento del Mar Menor, Mazarrón y Águilas, y en el interior a las depuradoras de Bullas, Caravaca y Yecla. Otras actuaciones aún por definir se realizarán en el tramo medio del río Segura, donde se afrontará con especial urgencia la adecuación de las depuradoras recientemente construidas. La inversión en los parques regionales alcanzará los 270 millones, en un año crucial para su consolidación en el que se ultimarán

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sus planes de Ordenación y se constituirán sus Juntas Rectoras. Otros 300 millones servirán para defender nuestros bosques contra incendios y plagas, mientras que se reforestarán unas 1.500 hectáreas, al margen de las 2.500 que realiza la Consejería de Agricultura en el programa de cambio de uso de suelos agrícolas.

La protección y rehabilitación ambiental incluirá la recuperación de suelos afectados por vertederos de basuras o escombros y pantanos de estériles, así como la puesta en marcha del Consorcio Regional de Basuras, en lo que se invertirán 42 millones. De otra parte, continuará el programa de auditorías para la adecuación de la industria de la Región a la normativa ambiental, cuyo coste es de unos 30 millones en el año.

Por último, el Consorcio Regional de Extinción de Incendios tendrá un presupuesto de 426 millones, 77 de ellos para inversiones, mientras que el mantenimiento de los planes de emergencia representará 120 millones.

Pero la política ambiental de la Comunidad, e incluso la eficacia de sus inversiones, caso de las hechas en depuración de aguas, precisa de normas legales específicas a nuestras peculiaridades, así como de planes directores. Así, la Ley de Protección del Medio Ambiente, supondrá el primer ejerci-cio de la reciente competencia para dictar normas adicionales de protección ambiental y en ella deben enmarcarse los planes o normas sectoriales (aire, ruido, residuos, etc.) así como las nuevas disposiciones para la evaluación del impacto, el establecimiento de un canon para vertidos al mar y la promoción de la participación ciudadana en estos temas. De otra parte, la Ley de Sa-neamiento de Aguas buscará la homogeneidad regional en la gestión de los sistemas de evacuación y depuración, junto a las exigencias oportunas a la industria en defensa del buen funcionamiento de estas instalaciones. Mientras que la Ley de Caza dará respuesta a la inquietud por regular y promover esta actividad en adecuada conjunción con la naturaleza en la que se desarrolla. El año 1994 debe contemplar también la regulación por decreto de los Con-sejos Asesores del Medio Ambiente y de Caza; de las Juntas Rectoras, de los planes de Ordenación y Recursos y de los planes Rectores de Uso y Gestión, respecto a los parques regionales, y de la Homologación de Organizaciones de Voluntarios de Protección Civil y de Delegación de Competencias en Ac-tividades Clasificadas respecto a los municipios.

Antonio Soler AndrésConsejero de Medio Ambiente

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Compromisos con el aguaLa Verdad, 22 de marzo de 1994

El agua es un componente fundamental del medio natural en el que se desarrolla la vida sobre la Tierra, así como un recurso económico de primer orden para múltiples actividades económicas: agricultura, industria...

Aunque en el conjunto del ciclo hidrológico la cantidad de agua en el planeta es inmensa y prácticamente constante, es poca la utilizable por el hombre, habida cuenta de la salinidad del agua del mar, y además está muy irregularmente distribuida. Ello hace que al problema de la cantidad se sume el de la calidad, ya que las actividades humanas tienen bien probada su ca-pacidad de contaminar las aguas continentales y costeras.

La situación española es, por su climatología, un buen ejemplo de la irregularidad en la disposición del recurso. Globalmente tenemos más agua que en otros países europeos, pero las Españas seca y húmeda son un hecho desde el que se contraponen pérdidas masivas de agua al mar en la mitad norte con restricciones de abastecimiento en la sur.

El Plan Hidrológico Nacional es un intento de redistribuir el recurso agua, apoyado en una filosofía de solidaridad entre todos los españoles respecto a un bien público. Su necesidad está probada y su viabilidad es segura. Pero ambas circunstancias no deben impedir la máxima racionalidad en su diseño técnico definitivo, que ha de contemplar consumos ajustados, prudente previsión de las demandas futuras y la oportuna evaluación de los efectos ambientales.

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Así se está haciendo por el Gobierno central en el marco del proceso de análisis de enmiendas presentadas al Consejo Nacional del Agua, al que se ha contribuido desde esta Región con numerosas aportaciones entre las que las de los consejeros de la Comunidad Autónoma apuestan por la aplicación generalizada de los citados criterios de economía, mejor gestión, reutilización, etc., cuya aplicación no inquieta en la cuenca del Segura, bien adaptada a estos principios por imperativo de la escasez.

Pero, en mucho más depende de nosotros mismos la defensa de la calidad del agua en la Región.

Puestas en marcha ya las actuaciones que deben garantizar el tratamiento y eliminación de vertidos al mar en su casi totalidad y, por ello, protegidas las aguas costeras, mantenemos vivo el problema de la depuración de las aguas residuales sobre los cauces interiores. Las cuencas del Guadalentín, del Mula, del Quípar y del propio Segura siguen ofreciendo problemas, que generan en el ciudadano la reivindicación cuando aún no existen depuradoras y la perplejidad cuando, ya construidas e incluso recientes, parecen no funcionar.

El primer caso es obvio y quizá no precise de otra explicación que la exigencia de abordar paulatinamente el importante esfuerzo inversor que el saneamiento y la depuración precisa. Contando con las obras existentes y con-tratadas —especialmente la depuradora de la ciudad de Murcia— tendremos cubierto próximamente el tratamiento del 70 % de la población regional, lo que lejos de satisfacernos sigue comprometiendo la realización de inversiones, en lo que no somos distintos al conjunto de España.

El rendimiento de las depuradoras existentes, especialmente en el tra-mo medio del Segura y en el río Mula, está afectado por los vertidos que reciben. Y así debe decirse que todas ellas tienen capacidad de tratamiento al menos doble de la que corresponde a la población de cada localidad, lo que garantizaría su buen funcionamiento si no existiese una aportación de aguas industriales que, por no sufrir el adecuado pretratamiento por parte de las empresas antes de integrarse en el alcantarillado, superan ampliamente la capacidad prevista. Este es un esfuerzo pendiente por parte de los sectores productivos de nuestra Región.

Sería bueno que hoy, Día Mundial del Agua, todos recordemos nuestros compromisos con este preciado recurso.

Antonio Soler Andrés Consejero de Medio Ambiente de Murcia

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El tratamiento de basuras en Murcia.La Opinión, 30 de noviembre de 1995

En días recientes, y casi simultáneamente, La Opinión se ha hecho eco de la puesta en marcha de la nueva planta para el fraccionamiento y reciclaje de las basuras en Murcia y de que la tasa de recogida y tratamiento de basuras en dicho municipio es la más alta entre treinta y tres capitales de provincia estudiadas por la revista Ciudadano.

Ambos hechos son ciertos y, por su naturaleza, merecedores de que un medio de comunicación se haga eco de ellos. Pero parece más dudoso que se ignore la posible vinculación entre ambos —que puede justificarlos mu-tuamente— y, sobre todo, que se dé tono crítico a la noticia del mayor coste, llegándose incluso a hacerla merecedora del «pulgar hacia abajo» que otorga La Opinión a las cosas mal hechas o no deseables. Porque es peligroso que esto ocurra cuando la defensa del Medio Ambiente en el ámbito de la elimi-nación de los residuos pasa, salvo en casos contados, por asumir entre todos nuevos costes, que no tienen por qué ser altos pero sí evidentes.

No podemos estar admirando ciertas actuaciones ambientales de los paí-ses nórdicos e ignorar las ecotasas con que ellos gravan muchos materiales generadores de residuos. En España, parece ser que acaba de aprobarse por fin la primera ecotasa sobre los aceites de motor, con una cuantía de cinco pesetas por litro, destinada a la destrucción o reciclaje del aceite usado con garantías ecológicas. Esta operación se estaba practicando desde hace un par de años en nuestra región con una lucha permanente para asignar a alguien

OPINIONES DE QUIEN FUE CONSEJERO DE MEDIO AMBIENTE DE LA COMUNIDAD

AUTÓNOMA DE LA REGIÓN DE MURCIA

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(fabricante, automovilista, taller de cambio de aceite o administración) el duro que faltaba para que saliesen las cuentas. Al final, el pasado año fue la Secretaría de Estado de Medio Ambiente la que lo puso mediante subven-ción. Es decir, lo pusimos todos los españoles. No sé quien lo pagará cuando entre en vigor la ecotasa, pero, si por ejemplo fuésemos los automovilistas, ¿nos damos cuenta de que estamos hablando de veinte pesetas por cambio de aceite? Mucho menos que el café o la cerveza que nos tomamos mientras esperamos en la estación de servicio.

Lamentablemente será difícil que los gestores públicos avancen en nues-tro país en la toma de decisiones de este tipo si no se facilita la creación de una conciencia social realista. Peor aún, si los propios grupos políticos, en el permanente divorcio gobierno-oposición, sólo saben explotar a la contra la subida del coste de cualquier servicio, sin valorar que hay detrás.

Por eso, los actuales gobernantes municipales murcianos del PP tienen que salir diciendo que la tasa es cara porque la puso el PSOE, pero no entran a analizar si es que lo hizo tras el oportuno estudio económico que le permitió poner en marcha el nuevo vertedero controlado e iniciar la construcción de la planta de reciclaje. En definitiva, no quieren saber si la tasa se corresponde con que los murcianos tengamos hoy uno de los sistemas de tratamiento más modernos de Europa, que el PP ha tenido la fortuna de heredar a punto de la inauguración.

Si es así, está claro que el PP no podrá bajar la tasa en futuros pre-supuestos y sólo se habrá demostrado que, con cualquier color político en el gobierno, los múltiples beneficios que se derivan de defender al Medio Ambiente tienen costes inevitables respecto a los que nunca debiera hacerse demagogia. Porque así hoy cabe preguntarse: ¿perdería el PSOE más votos por subir la tasa de basuras que los que ganó por construir las instalaciones para su tratamiento?

Antonio Soler AndrésExconsejero de Medio Ambiente

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Portmán y el cajónEnviado para su publicación en La Verdad el 6 de julio de 1996

La reciente declaración del Presidente de la Comunidad Autónoma, tras su visita en Madrid a la Ministra de Medio Ambiente, sobre el estado del proyecto de recuperación de la Bahía de Portman al indicar que «estaba guardado en un cajón del Ministerio, reflejando así el engaño a que han sido sometidos los murcianos», exige algunas aclaraciones y una profundización en la propia gestión del tema por parte del gobierno regional del Partido Popular.

He vivido muy de cerca el tema de Portman hasta hace un año y por ello estoy convencido de que ni el anterior gobierno socialista de la Región, ni la desaparecida Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Vivienda tienen que demostrar a los murcianos su interés y firme voluntad en llevar adelante la empresa. Y ello lo saben especialmente los más interesados, como los veci-nos de Portman, los grupos ecologistas, el Ayuntamiento de La Unión o los propietarios de la zona. Cada cual podrá tener su postura respecto al tema, coincidencia o desacuerdo, colaboración u obstrucción, pero todos saben que los complejos trabajos necesarios no tuvieron un momento de paralización y que a su realización se dedicaron los mejores medios disponibles para salvar dificultades que a nadie deben sorprender dada la naturaleza y volumen de la actuación. Como pienso que saben que siempre se les dijo la verdad sobre el estado de la cuestión, aún a riesgo de dañar la popularidad, pero es que algunos entendemos que, incluso en política, no vale todo.

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Pero así fue hasta hace un año. ¿Que ha pasado después? Pienso que habría que preguntárselo a los consejeros José Ramón Bustillo y Eduardo Sánchez Almohalla, de los que hemos oído y leído en este año noticias de reuniones en Madrid sobre el tema, realización del previsto estudio de impacto ambiental, participación en recientes negociaciones con propietarios de la zona para resolver el problema del depósito en tierra de los estériles, etc. Afirmo que no es hoy ciertamente cómoda la posición de estos dos Consejeros si su Presidente ha descubierto en Madrid que asunto de tanto interés estaba en el cajón del Ministerio.

Porque, ¿cabe dudar del interés del actual Gobierno Regional por este y algunos otros temas? Lamentablemente los socialistas tenemos ese temor y sabemos que está empezado a extenderse a la ciudadanía. Temor a que toda actuación positiva para la Región iniciada por los socialistas pero no totalmente resuelta —que las resueltas si son buenas para cortar la cinta-, toda actuación que aún necesite esfuerzo de gestión, sea abandonada por un sectarismo político que margina al interés común.

Sé el dolor que provocan estas noticias en Portman y especialmente en varios amigos de allí hechos en el común trabajo de los años pasados. Yo estoy seguro que las gestiones para recuperar ese trozo de costa murciana están vivas, o al menos lo estaban hace un mes. La ministra Tocino no sabía mucho del asunto porque acaba de llegar. Y el presidente Valcárcel, como le viene ocurriendo, se olvidó de que lleva un año gobernando, período suficiente para que se le exija, como mínimo, conocimiento de los temas.

De lo del cajón, ¡ni caso!. Después de ese año todos sabemos que el arma de la palabra es la preferida del Presidente para envolver sutilmente a sus gobernados. Y todos nos hemos imaginado, como él quería, que el pro-yecto estaba en el fondo del arca que hay en el sótano del Ministerio, bajo un montón de viejos y polvorientos ejemplares del Boletín Oficial.

Antonio Soler Andrés, fue Consejero de Medio Ambiente

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Un año de la Ley de Proteccion AmbientalLa Verdad, 6 de julio de 1996

En estos días cumple un año de vigencia la Ley Regional de Protección del Medio Ambiente de la Región de Murcia, por lo que parece oportuno meditar sobre su repercusión para la sociedad murciana. Suscita también esta meditación la reciente manifestación del consejero Sánchez Almohalla sobre que debe tenerse confianza en el cumplimiento de las leyes, lo que me parece esencial en temas de Medio Ambiente donde la conciencia social crítica (que es la que se hace oír, como Asociaciones vecinales, Grupos ecologistas, ONGs, etc.) es sustancialmente desconfiada respecto a que las administraciones pú-blicas sean efectivas y capaces de frenar el deterioro ambiental.

Ante la brevedad obligada en el lenguaje periodístico prescindiré de aquellos aspectos de la Ley que sólo tienen que ver con las actividades ya establecidas (industrias, por ejemplo, en relación a vigilancia, límites de ac-tuación, sanciones, etc), para centrarme en lo que parece de más irremediable e inmediata aplicación, la prevención de nuevos daños ambientales derivados de la implantación de actividades también nuevas, mediante los mecanismos de autorización previa (que son en nuestro caso los procedimientos de Evaluación de Impacto Ambiental (EVIA) o de Calificación Ambiental).

Ambos procedimientos suponen que, según los casos, por la Comunidad Autónoma o por los Ayuntamientos se analice e informe positiva o negativa-mente un estudio presentado por los promotores de nuevas iniciativas, con las características, extensión y profundidad adecuadas al tipo de actividad de que

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se trate. Evidentemente tales procedimientos no son invento de nuestra Ley Regional. En Estados Unidos se implantó la EVIA en 1970 y la Unión Europea produjo su primera Directiva al respecto en 1985, para que se implantara en los países miembros, lo que ya ocurre en España desde 1986.

Pero parece conveniente hoy destacar que nuestra Ley regional ha puesto especial énfasis en la participación ciudadana en estos procedimientos y en que se apliquen a ciertas actividades de especial repercusión ambiental en la geografía murciana. Así, el artículo 88 obliga a que el anuncio de los perio-dos de información pública en los procedimientos de EVIA se publique en los medios de comunicación (no sólo como hasta ahora en el Boletín Oficial de la Región, poco leído por el ciudadano medio) y a que, cuando se estime oportuno, se pongan en marcha mecanismos especiales de información social. También se establece que hay que someter a EVIA, junto a otras muchas acti-vidades comunes a otras leyes regionales o a la nacional, algunas específicas como: un campo de golf, una Planta para desalar agua, la explotación de un acuífero cuando la extracción anual prevista supere medio hectómetro cúbico, la construcción de un embalse de riego de capacidad superior a cincuenta mil metros cúbicos, cualquier actividad que maneje más de doscientos cincuenta metros cúbicos diarios de agua, siempre que no sea para consumo domésti-co o agricultura, el planeamiento urbanístico en varias circunstancias como, por ejemplo, en planes parciales de urbanización en zonas seminaturales o naturales, o cualquier proyecto a realizar en áreas de sensibilidad ecológica, como son los Parques regionales.

No me cabe duda de que los lectores, perspicaces ellos, habrán visto detrás de casi todos los ejemplos citados algunas de las polémicas ambienta-les surgidas en el último año. El campo de golf o la urbanización en Baños y Mendigo, los pozos en el río Luchena, las desaladoras o el vertedero de escombros en la cantera de El Valle están sujetos a esta normativa, y sin embargo no ha existido voluntad de actuar y de transmitir a la sociedad el mensaje tranquilizador de que así había de ser, que antes de que se diera un paso en el procedimiento administrativo o de que se moviera un ladrillo se iba a realizar el estudio serio que supone la EVIA, y que ese estudio podría ser conocido por los ciudadanos con un plazo oportuno, del que serían infor-mados por el periódico o las emisoras de radio, para que pudiesen presentar sus aportaciones. A cambio de eso, paradójicamente, ha sido en los medios de comunicación donde, en todos estos casos problemáticos, se ha desarrollado, por fases, la ya habitual secuencia de estos conflictos: primera noticia del

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proyecto, el primer comunicado de protesta ciudadana, la verdad a medias del político gobernante que se siente descubierto, la denuncia del político en la oposición que se acaba de enterar, la noticia de la algarada para parar las máquinas y de la intervención de las fuerzas de orden público, etc., etc. y gracias a que así ocurre por la libertad de actuación y eficacia de los medios de comunicación. Frente a ello, solo desinterés de la Administración regional en exigir el cumplimiento de estas normas y en alentar la información y par-ticipación de cuantos se sientan inquietos o afectados, impidiendo así que el debate ambiental encuentre un marco razonable y llegue a su justo término, que no tiene por que ser siempre la paralización de las iniciativas.

Transcurrido un año de vigencia de la Ley y, casualmente, de gobierno del Partido Popular, hay que criticar el oscurantismo y el incumplimiento con que se define la acción de la Consejería de Medio Ambiente, Agricul-tura y Agua en este campo. Oscurantismo porque durante el largo periodo de elaboración de la Ley, en la campaña electoral y en los primeros meses de responsabilidad de gobierno se prometió cambiar la Ley y hoy, con un permanente silencio oficial que solo contribuye a crear incertidumbre, apre-ciamos como, una vez más, se traicionan los votos recibidos, no asumiéndose la difícil responsabilidad de modificar una ley muy técnica y muy avanzada que, además, de ser cambiada no respetaría la legislación básica estatal y las normativas de la Unión Europea. Incumplimiento porque, mientras que esté vigente, los ciudadanos y las administraciones deben cumplir la Ley en las actuaciones a que obliga de inmediato, y el Gobierno Regional ha de elaborar las disposiciones de desarrollo que en ella hay previstas, muchas con plazos fijados que ya se han incumplido.

Antonio Soler Andrés, fue Consejero de Medio Ambiente.

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Las alcantarillas del partido popularEnviado a La Verdad, el 30 de octubre de 1996

Debo apresurarme a tranquilizar a los máximos responsables políticos del Partido Popular, que pueden abstenerse de seguir leyéndome, pues no voy a ocuparme del alcantarillado de la calle Génova, por donde deben circular arrastrados por el golpe de cisterna Aleix Vidal-Cuadras o Luis Ramallohacia donde quizá los esté esperando Juan Ramón Calero. ¡Tranquilos!, que me refiero a las auténticas alcantarillas (para los técnicos «colectores de aguas residuales») de esta Región de Murcia, por las que van nuestros resi-duos líquidos, ahora bajo la responsabilidad y la gestión de los gobernantes del PP. Y es que, pasados unos quinientos días de feliz gobernación popular, parece oportuno meditar de forma breve y sintética sobre en que han quedado tantas manifestaciones de interés y tantas promesas hechas, también, en torno a las aguas residuales.

Quinientos días sin que se lleve a cabo la contratación para construir una sola nueva depuradora en nuestra región.

Quinientos días sin que se inicien las obras de la gran depuradora de Lorca, cuya contratación financiada con Fondos de Cohesión dejó ya iniciada hace quinientos días el gobierno regional socialista, y que está exigida incluso por sentencias judiciales.

Quinientos días sin que oigamos hablar, ni para reivindicarla ante Madrid, de como va el asunto de la gran depuradora de la ciudad de Murcia.

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Quinientos días de lenta y tediosa construcción de la depuradora de Cabo de Palos que, como al fin y al cabo se está construyendo, impide tratar con el Ministerio de Medio Ambiente sobre que hay de la depuradora de Mar Menor Norte.

Quinientos días para enterarnos que en los presupuestos generales del Estado (Ministerio de Medio Ambiente) solo hay previsto invertir mil millo-nes en depuración de aguas en la Región durante 1997, (que es como decir durante los próximos quinientos días), lo que es mal ritmo de inversión cuando el Estado tiene la obligación de gastar en Murcia unos trece mil millones en obras de saneamiento y depuración declaradas de interés general por el anterior gobierno socialista de la Nación.

Quinientos días menos que quedan para llegar al uno de enero del año 2001 en que, por mandato de una Directiva Europea y un Decreto Español, debe haber depuradoras en todos los núcleos urbanos de más de quince mil habitantes equivalentes que aún no las tienen, a saber: Murcia, Lorca, Carava-ca, Totana, Torre-Pacheco, La Unión y Archena. (Por favor, no se precipiten en pensar que esto es herencia de los socialistas que no habían construido ninguna, porque las soluciones para Murcia y Lorca ya estaban gestionadas hace quinientos días y en la región hay otros catorce núcleos de este tipo ya dotados de depuradora).

Quinientos días que han pasado para que empecemos a ver como algo próximo que nuestro cuarto de baño funciona con monedas para pagar por la fórmula de «peaje íntimo» (¿no les parece una denominación adecuada al caso?) las obras de las nuevas instalaciones de saneamiento y depuración.

Quinientos días en los que: ...hemos podido contemplar como con el PP en el mando sigue habiendo usuarios irresponsables del alcantarillado que arrasan con sus vertidos nocivos cientos de hectáreas de cultivos; en los que los agricultores afectados por cuantiosas pérdidas habrán podido recordar a algún personaje regional al que le parecían disparatadas las multas de cin-cuenta millones con que amenaza la Ley socialista de Protección del Medio Ambiente a los contaminadores; en los que el Gobierno Regional del PP no ha tenido tiempo de fijar por decreto las sustancias contaminantes que no se pueden echar al alcantarillado, tal como le exige la ley antes citada, por lo que podríamos lamentar que, ante el vacío legal, el presunto infractor prestamente localizado por el Ayuntamiento de Murcia, —justo es reconocerlo—, pudiera librarse de responsabilidad.

Quinientos días de seguir oliendo el río Segura.

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Quinientos días que ya han pasado y son, ¡asómbrense!, la tercera parte de los que les dieron para gobernar las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 1995. Cuidado que, como le dijo María Antonia Martínez a Ra-món Luís Valcárcel durante el debate del Estado de la Región, «se les puede pegar el arroz».

Antonio Soler Andrés, fue Consejero de Medio Ambiente

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El Plan Especial de Desarrollo de Cartagena y otras tristezas

Enviado para su publicación en La Verdad el 27 de diciembre de 1996

Hace tres años y medio, cuando en junio de 1993 se me encargó ser consejero de Medio Ambiente, nada sabía yo ni la mayor parte de los mur-cianos de la existencia del Plan Especial para el Desarrollo de Cartagena, que entonces terminaba de concretarse. Se trataba de un esfuerzo de las varias administraciones, principalmente de la central, por invertir selectivamente en la comarca cartagenera y zonas inmediatas para recuperar el ritmo de su economía, tanto por las propias inversiones como por la superación de los déficits estructurales existentes.

No es mi intención profundizar hoy en el PEDC, ni citar sus actuacio-nes, ni su cuantía, ni postular si se está cumpliendo en mayor o menor parte. Si comentar algo que me resultó entonces especialmente significativo, la existencia de un programa de seguimiento con reuniones semestrales entre las administraciones central y regional y el Ayuntamiento de Cartagena, y el hecho de que ese programa se cumplió, por lo que esas reuniones se cele-braron efectivamente, en la propia sede municipal cartagenera, durante todo el periodo de gobierno de Maria Antonia Martínez. Fueron reuniones serias, —se aportaba en cada una un documento de avances y estado de situación—. Abiertas en los temas y en la franqueza del diálogo, lo que permitía estar siempre al día, recoger y aceptar sugerencias, y así se introducían nuevos

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logros para Cartagena adicionales a los ya previstos en el Plan como, que ahora recuerde, aceptar la financiación de las obras de restauración del edificio del Ayuntamiento o incorporar la ciudad al programa URBAN de la Unión Europea. Fueron reuniones públicas, ya que siempre se establecía un turno de trabajo con los grupos municipales de gobierno y oposición.

Que con periodicidad tuviésemos aquí algunas veces un Ministro, siem-pre Secretarios de Estado y Directores Generales, era muy interesante para Cartagena y la Región, como complemento y refuerzo a los muchos contactos que habitualmente teníamos los altos cargos regionales en Madrid.

Tras haber tenido la oportunidad de participar en esa dinámica de trabajo, hoy entristece saber que la cúpula del superministerio de Economía no sabe que es eso del PEDC (La Verdad, 26 de diciembre), y no consuela que nues-tro Presidente Regional diga (La Verdad, 27 de diciembre) que la pregunta no se hizo a quien debía, porque ello solo demuestra que ahora el PEDC lo conoce poca gente en el gobierno de Madrid, o que se caiga en el ridículo de anunciar, ahora, fecha para la Comisión de seguimiento.

Y entristece que esos tantos contactos y esfuerzos realizados por an-teriores gobiernos regionales cerca de la Administración del Estado para el PEDC y para tantos otros planes ilusionados, puedan corresponderse con la burda agresión que recibimos del Presidente Valcárcel (La Verdad, 22 de diciembre) al manifestar que los altos cargos de los gobiernos socialistas no éramos recibidos en los ministerios de Madrid.

Y entristece que los viajes para esos contactos, alimentados con frecuencia a golpe de «bocata» de carretera con petición del tiquet para justificar el gasto, tengan ahora por contraste acusaciones indiscriminadas de enriquecimiento por dietas.

Pero lo que más entristece es que la incapacidad para gobernar y el ago-tamiento de ideas esté llevando al Partido Popular a una política de oposición de la oposición.

Antonio Soler Andrés. Profesor de la Universidad, fue Consejero de Medio Ambiente

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Medio Ambiente

La Verdad, 20 de abril de 1982

«el hombre debe buscar su bienestar a través del nivel de vida —vivienda, automóvil calefacción...—, de las condiciones de vida —el trabajo— y de calidad de vida —aire limpio, agua pura...—. Son esto tres baremos, y no uno solo, los que hay que equilibrar. Pero lo que se ha venido dando hasta ahora es una búsqueda del máximo bienestar y, en todo caso, del mejor con-dicionamiento, en detrimento de las condiciones cualitativas especialmente. En una palabra: nos hemos cargado la calidad de vida».«no es posible volver a una alta calidad basándonos sólo en el medio ambien-te; además el equilibrio entre los tres baremos de que he hablado tiene que realizarse a nivel nacional y no a nivel internacional».«son las actividades domésticas y las derivadas de necesidades fisiológicas —aguas residuales— las que más contaminan. Hay soluciones técnicas, pero no se aplican porque son caras; se trata, pues, de saber quien va a costear esto y aquí viene a cuento ese «slogan» de «quien contamina paga». Yo más bien diría que hay que ver que productos es indispensable producirlos y cuáles menos, pues hay algunos cuya elaboración ensucia y no son de gran utilidad»

En cuanto a los dos focos principales de contaminación en Murcia —el río Segura y las industrias cartageneras— el catedrático nos afirmó que «son los únicos, casi, y nos hacen figurar entre las comarcas contaminadas de

DECLARACIONES A LA PRENSA SOBRE ASPECTOS MEDIOAMBIENTALES

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España. Pero hay una sensibilización del problema tanto en el público como en la Administración. Lo malo es que todavía en muchas depuradoras no hay personal cualificado»

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La Verdad, 21 de enero de 1994

En el balance que realizó de la gestión de su departamento durante 1993, el consejero recordó que las auditorías ambientales realizadas a más de 70 empresas, y que se ampliarán este año, arrojan un diagnóstico «bastan-te negativo». Las irregularidades detectadas abarcan desde la ausencia de la declaración de residuos tóxicos y peligrosos o de la autorización para verter hasta la falta de licencia de apertura — lo que parece increíble— .

...Entre las previsiones para 1994, Soler anunció la consolidación de los espacios naturales protegidos, la aprobación de leyes de Protección del Medio Ambiente y de Caza, y la elaboración de un plan de usos del Mar Menor y otro para la gestión de residuos sólidos urbanos entre otras actuaciones.

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La Verdad, 4 de marzo de 1994

El consejero, Antonio Soler, calificó de «preocupante» el hecho de que se haya comprobado que «la mayoría de las industrias murcianas contaminan el medio ambiente», aunque «estas auditorias nacieron con un sentido de apoyo a la industria, no de inspección, nos han demostrado que hay un gran desconocimiento de la normativa vigente en esta materia. Muchos desconocían que estaban contaminando».

Asimismo, se ha comprobado que hay una «grave carencia» de potencial técnico en la industria para afrontar las normas y no contaminar el medio ambiente.

«No me extraña el resultado, ya que salvo dos industrias el resto de las empresas estudiadas eran pymes».

La Comunidad Autónoma, a raíz de estas ecoauditorías para las que se destinaron 35 millones de pesetas, «se ha visto obligada a abrir 30 expedientes sancionadores, en aquellos asuntos que por su gravedad tenían que resolverse en un breve espacio de tiempo, y si no lo hacen serán multados con cuantías que van desde las 25.000 a las 200.000 pesetas».

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Asimismo, la consejería ha «sugerido» a las empresas seiscientas medidas correctoras, lo que supone una media de siete medidas por empresa, para que dejen de contaminar el medio ambiente.

El consejero valoró positivamente «el alto grado de aceptación y reco-nocimiento por parte de las industrias de sus carencias medioambientales» y su predisposición a poner en práctica las medidas correctoras que se les había sugerido.

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Calidad de Ríos

Río Segura

La Verdad, 31 de mayo de 1981

¿Es fácil resolver el problema del río Segura? «No se solucionará ni en un año ni en cinco. Pero lo primero es saber por dónde hemos de andar. Lo que nosotros vamos a hacer es un plan director para encauzar actuaciones futuras de otros organismos».

«Sabemos cuál es la situación. Pero ahora debemos conocer las causas y los remedios. No es tarea fácil, desde luego. La situación es muy variable. Contrariamente a lo que ocurre en otros ríos, el verano es la racha buena del Segura, un río regulado, con caudal artificial y que tiene menos proble-mas en verano por ser la época que va con más agua, necesaria para los riegos. Su situación es mala únicamente cuando tiene caudal bajo. Por otro lado no sería solución que siempre llevase mucho agua porque lo primero es reservarla para el regadío».

...la solución no parece nada fácil. «Es muy complicada, por culpa de la descentralización de vertidos. Hay que conseguir que los vertidos al río no estén dispersos, localizarlos y que tengan tratamiento. Es un problema económico, claro, a resolver, tanto por los particulares como por la Adminis-tración. Pero hay que plantearse de una vez por todas la depuración del río. Está claro que la mayoría de las depuradoras no funcionan. Debe hacerse un estudio serio y saber cuándo van a funcionar. Y exigir, si hace falta, una depuración a los particulares. No conseguiremos de momento que el Segura tenga truchas. Antes hay que conseguir que no huela, y luego que vuelva a haber barbos, que siempre los ha habido. Es un proceso lento y que exige

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marcar unos planes de inversión, trazar una línea de actuación y seguirla. Todo esto actuando de una forma racional, que no se está haciendo así. Hacer, de una vez por todas, un tratamiento serio y global del problema».

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La verdad, 20 de julio de 1983

«El Segura es perfectamente recuperable, siempre y cuando se pongan los medios necesarios para ello. Pero no es un río muerto, su enfermedad no es irreversible. Las inversiones para sanearlo, en un plan programado a cinco años vista, no serán excesivamente costosas. Como cifra meramente orientativa se puede dar una que oscile entre mil quinientos y dos mil millo-nes de pesetas».

«En el plan hemos hecho una definición, como no se conocía hasta ahora, de la situación del río valorando los vertidos convenientemente cuantificados, con una planificación en el tiempo de las medidas correctoras a adoptar y enumerando una serie de normas de política funcional que permitan asegurar que todas las inversiones que se hagan no van a ser en balde».

«Queda claro que la depuración de agua no se puede mantener a siete pesetas el metro cúbico, cuando en otros países viene a salir por cuarenta pesetas. Según mis noticias, la depuradora más moderna de la zona da un coste, a pleno funcionamiento, de diez pesetas el metro cúbico, que sube a veinte en períodos de baja. El coste de futuro en estas depuradoras será por descontado, doble o triple de los índices actuales. Pero hay una cosa clara: si queremos un medio ambiente limpio hay que pagar porque no nos va a salir gratis».

«Hay muchos ríos con el mismo o parecido tipo de contaminación que el Segura, aunque en nuestro caso el problema está agudizado por las enormes fluctuaciones de caudal. Sin embargo, nuestra ventaja es que casi toda la contaminación del río es orgánica y no de tóxicos graves como puede suceder con los ríos catalanes. La contaminación del Segura no es alarmante y se puede resolver sin problemas, relativamente».

«El plan ha fijado entre 5 y 7 metros cúbicos de agua por segundo, el caudal ecológico que permitiría tanto la vida de especies piscícolas como la posibilidad de que se diluyesen determinados niveles de contaminación. El problema que nos volvemos a encontrar es la escasez de agua para mantener ese mínimo constante porque podría suponer un derroche de líquido tener

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esa cantidad por el río, sea época de riego o no. Respecto a los peces, las especies podrían recuperarse, si se logra mantener esos niveles de cantidad y calidad del agua»

Río Guadalentín

La Verdad, 11 de junio de 1982

El consejero de Medio Ambiente, Antonio Soler, reivindicará ante el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) que el saneamiento del río Guadalentín reciba el mismo tratamiento que la depuración del Segura y del Mar Menor, como planes de interés general para el Estado.

El consejero centró las reivindicaciones regionales en conseguir la de-claración de interés general para la depuración del Guadalentín, de forma que la depuradora de Lorca sea construida con la aportación de fondos estatales y de la comunidad Europea.

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Depuración de Aguas Residuales

La Verdad, 11 de junio de 1982

...«Quizás la situación más destacable sería la de Molina, donde hemos podido comprobar que se necesita más del doble de la capacidad de depura-ción de la que tiene una depuradora que se va a empezar a construir allí. Esa depuradora cumple los módulos establecidos para el número de habitantes hoy existentes, pero no tiene en cuneta que Molina es una ciudad industrial y que hay momentos en que se duplica la carga contaminante. Tampoco se tiene en cuenta la evolución previsible del crecimiento de la población en los próximos años, crecimiento cuyo índice acumulativo ha sido el 2,8 % en los diez últimos años. Todo eso hay que preverlo».

Se recomienda también que se tomen medidas para resolver de una vez el problema de depuración en Murcia. «Hay dos grandes depuradoras, Beniaján y Zarandona, que no funcionan, y creemos que debiera ser absolutamente prioritario el poner en marcha la de Beniaján, que vierte sus aguas direc-tamente al río. También habría que cortar una serie de puntos negros que vierten directamente al río entre el hospital provincial y la FICA».

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«Hay, no obstante dos cuestiones sobre las que habrá que tomar de-cisiones fundamentalmente de carácter político: la primera es la decisión sobre la coexistencia de los vertidos industriales y de los urbanos, ...puede haber depuración para unos y otros, porque de lo contrario, las fábricas seguirían vertiendo al río aguas contaminadas; la segunda es la decisión de si los murcianos queremos tener un río como fenómeno natural; en el que haya vida, o simplemente un canal de riego. En el primer supuesto hay que mantener constantemente un caudal mínimo de agua; en el segundo ese caudal puede cortarse para usar el agua solamente cuando se necesite para riego.

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La Verdad, 25 de noviembre de 1993

«El 41 % de la población se encuentra en el área de cobertura de depura-doras de aguas residuales que funcionan o lo podrían hacer en un plazo corto de tiempo, un 14 % se encuentra en el área de cobertura de depuradoras que no funcionan y un 45 % se halla en zonas donde no existe depuradora alguna.» El consejero calificó esta situación de «no deseable» e indicó que las inversiones que se acometen actualmente están destinadas a acabar con la misma.

...«existe voluntad decidida de resolver esos problemas»...y añadió que el Ejecutivo se plantea la elaboración de una Ley Regional de Saneamiento si el Gobierno de la nación no promulgara antes una normativa nacional sobre el particular.

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La Opinión, 23 de mayo de 1994

El consejero de Medio Ambiente, Antonio Soler, explicó que actualmente la red de depuradoras regional cubre a una población equivalente de 330.000 personas, y que con las actuaciones previstas en los dos próximos años se incrementará en 480.000 habitantes, es decir, que serán tratados los residuos producidos por el 80% de la población. Soler reconoció que una de las claves de la mejora de la situación actual está, en su opinión, en la integración en la red de depuración de aguas residuales de pequeños núcleos que vierten direc-tamente al río. Así, según la última revisión de los servicios de la Dirección General del Agua efectuada entre Ojós y Murcia, se han identificado 230

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puntos de vertido de aguas residuales, la mayoría pequeños y esporádicos «lo que unido al exiguo caudal del Segura empeora la situación»

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LAGUNAJE

La Verdad, 5 de diciembre de 1981

«Es un método baratísimo y que da excelentes resultados; muy útil para núcleos reducidos de población».

«Es un método de autodepuración, espontáneo, bastante extendido fuera de nuestro país. La diferencia de nuestro estudio radica en la viabilidad de que estos embalses tengan bastante profundidad, ya que normalmente tienen sólo un metro, y nosotros en embalses de hasta catorce metros hemos registrado enormes resultados»

«Este método es muy útil sobre todo para pequeños núcleos de pobla-ción o aquellos con grandes oscilaciones. Por ejemplo, se podría aplicar en Mazarrón o en el Mar Menor»

«Autodepurada así, no hay ningún riesgo para las plantaciones. Regar con residuales sin depurar tiene su riesgo. Estos agricultores cartageneros ya vieron que, tras cierto tiempo embalsada, el agua mejoraba. Y ahora nosotros lo hemos comprobado científicamente»

«La ventaja más importante es que este sistema requiere una mínima, casi inexistente, atención técnica, sin posibilidad de averías o mal funcionamiento, que es el gran problema que hoy tienen las depuradoras tradicionales»

«Es incomprensible que esto no se esté aplicando en España, con el gran problema de agua que hay. Estamos desperdiciando unas aguas residuales que pueden ser perfectamente utilizadas para regar casi sin gasto alguno. Y el inconveniente que supondría dedicar a esto grandes superficies de terreno disminuye con la utilización de estanques de mayor profundidad»

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La Verdad, 5 de febrero de 1982

«la calidad de las aguas residuales de Cartagena, una vez sometidas a este tipo de auto-depuración por lagunaje, es mediocre y comparable a la del Júcar y el Segura, que riegan dos de las huertas más ricas de Europa»

ANTONIO SOLER SE HA IDO

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Fallece el ex rector de la Universidad y catedrático de Química Antonio Soler

La verdad, viernes 31 de octubre de 2003

La Universidad de Murcia está de luto. El catedrático de Ingeniería Quí-mica y ex rector antonio Soler Andrés falleció ayer a los 64 años tras una larga enfermedad. Soler Andrés, que también fue consejero de Medio Ambiente con el PSOE, dedicó buena parte de su vida profesional a la Universidad de Murcia, donde decenas de profesores y estudiantes lamentaban ayer su pér-dida y elogiaban su dedicación a la institución. Muestra de esa entrega fue su participación en los pasados exámenes de septiembre, a los que quiso acudir a pesar de su enfermedad.

Soler Andrés, casado con la profesora universitaria María Soledad Val-cárcel, llegó a la UMU procedente de la Universidad Complutense de Madrid en el año 1967, tras lo que en el año 1972 fue secretario de la Facultad de Química, y secretario general de la universidad murciana entre los años 1975 y 1979, hasta que fue designado decano de esta facultad entre los años 1979 y 1984. Ese año fue elegido rector de la Universidad de Murcia, cargo que desempeñó hasta 1990.

Nacido en Murcia el 11 de agosto de 1939, Soler Andrés dio en 1993 el salto a la política, y se incorporó al Gobierno Regional de la socialista María Antonia Martínez como consejero de Medio Ambiente. Durante su mandato tuvo que atajar el virulento incendio de Moratalla, en julio de 1994.

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El fallecimiento de Soler Andrés, doctor en Química Industrial por la Complutense, causó ayer un gran dolor en la universidad y en el Partido So-cialista. El rector de la institución decente, José Ballesta, el equipo rectoral y la junta de la facultad de Química, de la que era catedrático, acudieron por la mañana al tanatorio Arco Iris para dar un último adiós a su compañero, mientras que en el Pleno de ayer del Ayuntamiento de Murcia hubo un recuerdo para Soler Andrés, cuyo fallecimiento fue comunicado por el portavoz socialista Salvador Fuentes Zorita. El consejero de Educación también mostró su pe-sar, y envió sus condolencias «personalmente y en nombre de la institución, especialmente para su hermano Agustín».

Tres días de luto en la UMU

La Verdad, viernes 31 de Octubre de 2003

Las banderas de la Universidad ondean a media asta y se han decretado tres días de luto oficial en señal de duelo por la muerte del ex rector Antonio Soler. La institución docente ha decidido además suspender algunos de los actos de la bienvenida universitaria que se celebra hasta el domingo. La Uni-versidad tiene previsto dedicar un homenaje a Soler Andrés en reconocimiento a su trayectoria humana y profesional. Quienes le conocieron destacaron ayer el talante «abierto y dialogante» que siempre mostró, así como «la huella pro-fundísima que ha dejado en esta Universidad, especialmente, en la Facultad de Química, a la que tanto aportó».

El presidente Ramón Luis Valcarcel también envió ayer un telegrama de pésame a la familia de Soler Andrés que ha fallecido a los 64 años.

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Fallece a los 64 años el ex-rector y ex-consejero Antonio Soler

La Opinión, viernes 31 de octubre de 2003

Ocupó la máxima cúpula de la Universidad de Murcia entre 1984 y 1990 y estuvo en el Gobierno regional entre 1993 y 1995.

El catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Murcia y ex consejero de Medio Ambiente durante la etapa socialista, Antonio Soler Andrés, falleció en la mañana de ayer a los 64 años de edad, tras una larga enfermedad de la que venía siendo tratado en los últimos años, según se in-formó desde la institución docente.

El rector de la Universidad de Murcia, José Ballesta, el equipo rectoral y la junta de la facultad de químicas de la que era catedrático acudieron en la mañana de de ayer al tanatorio Arco iris para dar un último adiós a su compa-ñero, mientras que en el Pleno del Ayuntamiento de Murcia, celebrado ayer, hubo un recuerdo para Soler Andrés, cuyo fallecimiento fue comunicado a los concejales por el portavoz socialista, José Salvador Fuentes Zorita.

Igualmente, el presidente de la comunidad Autónoma, Ramón Luis Val-carcel, envió un telegrama de pésame a la familia de Antonio Soler Andrés una vez que conoció la noticia de su fallecimiento.

Antonio Soler Andrés, con cuatro hijos y casado con la profesora univer-sitaria María Soledad Valcárcel, especialista en inglés, vino a la Universidad de Murcia procedente de la Universidad Complutense de Madrid en el año 1967, tras lo que en el año 1972 fue secretario de la Facultad de Química.

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Posteriormente, fue secretario general de la Universidad murciana entre los años 1975 y 1979, hasta que fue designado decano de esta Facultad entre los años 1979 y 1984, en que cesó porque fue designado rector de la Univer-sidad, cargo que desempeñó hasta 1990.

Años más tarde, Antonio Soler fue nombrado consejero de Medio Am-biente del Gobierno regional, cargo que ocupó entre 1993 y 1995, siendo presidenta María Antonia Martínez.

Según compañeros de partido, con el nombramiento de Antonio Soler como consejero se elevó a rango político el medio ambiente, ya que desde entonces los decretos y las disposiciones emanadas del Gobierno regional tuvieron como finalidad la protección de los espacios naturales y la reducción de la contaminación en el mar Menor, entre otras actuaciones.

Las banderas de la Universidad de Murcia ondearon a media asta y algunos actos incluidos en la semana de bienvenida universitaria fueron suspendidos.

Perfil

Hombre tímido, pero emprendedor y dialogante.«Antonio Soler era un hombre tímido pero no le gustaba la ostentación, «Antonio Soler era un hombre tímido pero no le gustaba la ostentación, «

pero fue un gran profesional, un estupendo profesor como lo pueden demos-trar sus alumnos, además de una persona muy dialogante», así lo definió ayer Antonio Bódalo, catedrático de Química, compañero de Universidad del fallecido y ex alcalde de Murcia por el PSOE.

Antonio Bódalo indicó también que el ex rector fue una persona que logró convertir la ingeniería química en una carrera universitaria cuando hace años no pasaba de ser una asignatura denominada química industrial.

Sobre la figura de Antonio Soler, el ex alcalde de Murcia dijo que era una buena persona.

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Un profesor y político dialogante

La Opinión, 1 de noviembre de 2003

Al final la enfermedad que sufría desde hace algún tiempo pudo con él. Antonio Soler, fallecido el pasado jueves a los 64 años de edad, fue rector de la Universidad de Murcia entre 1984 y 1990, y también consejero de Medio Ambiente del entonces gobierno socialista de la Comunidad, presidido por María Antonia Martínez, entre 1993 y 1995. la comunidad universitaria vivió ayer un día de duelo, pues se trataba de una persona muy apreciada, perso-nal y profesionalmente. Hombre tímido y dialogante, según definición de su compañero Antonio Bódalo, ex alcalde de Murcia, introdujo la Ingeniería Química en la Universidad, convirtiéndola en una carrera universitaria. A la UMU estuvo dedicado la mayor parte de su vida, donde ocupó otros cargos antes de ser rector.

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Luto por la muerte de Soler

G.H. MurciaLa Chuleta, 5 de noviembre de 2003

La noticia de la muerte del antiguo rector de la Universidad de Murcia, Antonio Soler, golpeaba a todos la misma mañana en la que Espinardo se convertía en toda una fiesta. Durante algunos minutos se planteó la posibilidad de suspender las actividades, que finalmente se llevaron a cabo, eso sí, a un volumen mucho menor que otros años y con un tono de respeto sobrevolando el ambiente.

El rector, José Ballesta, que tenía prevista su presencia en el Campus Aventura, suspendió la visita como muestra de luto por el que fuera su an-tecesor en el cargo desde 1979 a 1984, unos años difíciles de transición po-lítica en la que demostró su valía al frente de la institución docente superior murciana.

La UMU decretó tres días de luto oficial en memoria de Soler, quien tras su paso por la máxima responsabilidad universitaria pasó a la política, donde llegó a ser consejero de Medio Ambiente en uno de los últimos gabi-netes socialistas.

Desde La Chuleta nos sumamos al dolor por su pérdida, pues bajo su mandato iniciamos hace ya una década la aventura de este medio universitario de comunicación.

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Vocación de servicio

RedacciónLa Opinión, viernes 21 de noviembre de 2003

Antonio Soler, rector de la UMU entre 1984 y 1990, y fallecido el pasado 30 de octubre, luchó para acercar la universidad a todos los ciudadanos.

La necesidad de acercar la universidad a los ciudadanos fue una de las consignas que presidieron la labor que Antonio Soler Andrés, fallecido el pasado 30 de octubre, realizó durante los casi 40 años que estuvo vinculado a la UMU desde 1966, fue, por otra parte, consejero de Medio Ambiente de la Comunidad de Murcia entre 1993 y 1995.

Durante su mandato rectoral se elaboraron los estatutos de la Universidad de Murcia, aprobados en 1986 por el claustro universitario, y su trabajo se caracterizó siempre por una gran vocación de servicio a la comunidad. Tam-bién durante estos años, la UMU registra uno de los mayores crecimientos de su historia a pesar de la segregación de Albacete del Distrito Universitario de Murcia, llegando a alcanzar en 1990 el número de 25000 alumnos.

En esa etapa también se configuran los departamentos universitarios y los distintos reglamentos de la Junta de Gobierno, de Centros y Consejos de Departamento.

Se crean, además, el servicio Universitario de Relaciones Internacionales, el de Información al estudiante, la Oficina de Transferencia de Resultados de la Investigación (OTRI), y la Comisión de Evaluación del Profesorado.

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Con la misión de acercar esta institución a la sociedad, se constituye también en esos años el Consejo Social de la Universidad. Por otra parte, se realizan numerosas obras, entre ellas, las de la facultad de Biología, y dan comienzo las de Químicas e Informática. Se incrementa además, el número de convenios firmados por la Universidad con otras instituciones, tanto pública como privadas. Las banderas de la Universidad de Murcia ondearon a media asta en señal de duelo por su fallecimiento a los 64 años de edad, y algunos actos musicales incluidos en la Semana de Bienvenida Universitaria fueron suspendidos.

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Biografía. Dos décadas estrechamente unido a la UMU

RedacciónLa Opinión, viernes 21 de noviembre de 2003

Antonio Soler nació en Murcia el 11 de agosto de 1939. En 1960 se licenció en Ciencias Químicas en la universidad de Murcia y seis años más tarde, obtuvo la plaza de catedrático de Ingeniería Química tras un breve paréntesis en Madrid, donde se doctoró en Química Industrial y desempeñó diversos trabajos.

Entre 1971 y 1975 fue secretario de la Facultad de Ciencias y entre 1976 y 1979 desempeñó el cargo de secretario general de la Universidad, formando parte del equipo del rector Sabater. Fue también decano de la Facultad de Química entre 1979 y 1984, año en el que fue nombrado rector de la UMU, cargo que ostentaría hasta 1990. años más tarde fue designado consejero de Medio Ambiente del gobierno regional entre 1993 y 1995, siendo presidenta la socialista María Antonia Martínez. Según compañeros de partido, con el nombramiento de Antonio Soler como consejero se elevó a rango político el medio ambiente, ya que desde entonces los decretos y las disposiciones emanadas del gobierno regional tuvieron como finalidad la protección de los espacios naturales y la reducción de la contaminación en el mar Menor.

Su compañero de universidad y ex alcalde de Murcia Antonio Bódalo destacó que «Antonio Soler era un hombre tímido, que no le gustaba la osten-destacó que «Antonio Soler era un hombre tímido, que no le gustaba la osten-destacó que «tación, pero fue un gran profesional, como lo pueden demostrar sus alumnos, además de una persona muy buena y dialogante».

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Antonio Soler Andrés. El rector discreto

Estrella digital

Con Antonio Soler Andrés, murciano de toda la vida, catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Murcia y rector entre 1984-1990, —hombre de iz-quierdas, dialogante, tolerante, discreto y tímido, alejado de la ostentación y la vani-dad-, acaba de desaparecer todo un símbo-lo de la enseñanza superior de calidad en nuestra ciudad como hijo y continuador de la escuela formada por los discípulos del mítico y legendario decano Soler, su padre, en la Facultad de Química. Su obligación heredada constituía para él un verdadero compromiso ético con el centro al que tan-to aportó y en el que ha dejado profunda huella por su rigor y entrega.

Fallecido prematuramente a los 64 años, Soler Andrés había introduci-do, y convertido en carrera superior, la ingeniería química en la UMU tras llegar desde Madrid en 1967 convertido en un doctor en la materia por la Universidad Complutense. En 1972 ya era secretario en su Facultad, en 1975

Antonio Soler Andrés

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de la UMU, en 1979 decano de Químicas, y, en 1984, resultó elegido rector hasta 1990. En su etapa se aprobaron los estatutos democratizadores de una universidad anquilosada, reestructuró las titulaciones y desarrolló nuevos modelos de profesorado.

Casado con la también profesora universitaria, Soledad Valcárcel Pérez, y padre de cuatro hijos, este investigador era persona muy conocida en el ámbito universitario y en la ciudad de Murcia por pertenecer a una señalada familia dedicada a la docencia en nuestro primer centro de enseñanza supe-rior desde el final de la Guerra Civil. Humanista y crítico incansable, ejerció durante casi toda su vida profesional en su ciudad natal. Las cenizas de sus restos han sido esparcidas en aguas de la bahía de Mazarrón, por la que tanto navegó en su propio velero.

En 1993, Soler saltó a la política regional para ocupar hasta 1995 el cargo de consejero de Medio Ambiente de la Comunidad Autónoma de Murcia en el gobierno presidido por la socialista María Antonia Martínez, tras conseguir elevar al máximo rango político esa cuestión. Bajo su mandato se elaboró y aprobó por consenso de todos los grupos políticos en la Asamblea Regional, la avanzada Ley de Protección Ambiental de la Región de Murcia, ahora cues-tionada y en proceso de rebaja. También tuvo lugar en 1994 el drama (nunca superado del todo por Soler) del gigantesco incendio forestal del Noroeste, que arrasó miles de hectáreas de masa arbórea.

LA HUELLA DE ANTONIO SOLER

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Antonio Soler, rector

José Ballesta GermánRector de la Universidad de Murcia

La verdad, viernes 31 de octubre de 2003

La noticia ha sacudido, como un golpe seco, a toda la Universidad de Murcia: Antonio Soler ha muerto. Antes de partir a acompañar a su familia, he salido del despacho a la galería de rectores, y he permanecido unos instantes solo, en silencio, ante su retrato, como muestra de respeto y admiración.

Le tocó vivir unos años muy complicados en la Universidad. La tran-sición política española era ya una realidad, era la hora de democratizar la universidad. Y a él debe la institución murciana su transición democrática. Los estatutos que todavía rigen nuestra Universidad fueron realizados durante su mandato. Propició las elecciones a todos los órganos de gobierno, puso en marcha la nueva estructura de las titulaciones y desarrolló nuevos modelos de profesorado. Y todo lo hizo con talante abierto, con espíritu conciliador, con espíritu universitario.

El cumplimiento de sus obligaciones docentes constituyó un compromiso ético durante toda su vida. Todavía el pasado mes de septiembre, cuando ya le habían abandonado las fuerzas, insistía en asistir a los exámenes de sus alumnos. Incluso se había reservado docencia para el segundo cuatrimestre de este año. Uno de sus compañeros me comentaba con sentida emoción que hace unos días se encontró en la mesa de su despacho los apuntes personales

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del profesor Soler. Cuando notó que ya no podía dar sus clases, decidió dejar sus notas para que otros los utilizaran. Un auténtico modelo universitario.

Ya no lo veremos por los pasillo de su Facultad de Química. No paseará por los campus de su Universidad de Murcia. No surcará la bahía de Mazarrón en su velero, pues ha decidido amarrar su barco a una estrella.

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In memoriam. Sentido fallecimiento de D. Antonio Soler Andrés

Antonio Bódalo SantoyoDecano del Iluestre Colegio Oficial de Químicos de Murcia Presiden-

te de la Asociación de Químicos de MurciaQuímica e Industria, Octubre de 2003

Se nos ha ido Antonio Soler Andrés, catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Murcia.

Cuando se escribe de un compañero y amigo que nos ha dejado, además de que la congoja atenaza nuestras gargantas, nos paraliza la sospecha, fundada por el aprecio, de que no vamos a ser objetivos. En cualquier caso, como él diría, merece la pena. La ternura que antes no supimos darle; el afecto que nos fuimos, por pudor, retrasando en ofrecerle; y el respeto a su intimidad que siempre quisimos otorgarle, nos cargan la conciencia ahora, por no haber sido capaces de estar más próximos siempre en su andadura.

Se nos ha ido nuestro Antonio, como el quería que le llamáramos todos, alumnos y profesores, y toda persona que por cualquier razón ha estado vin-culada al Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Murcia, o a cualquier Institución a la que su espíritu de servicio le ha ido llevando en su fructífera vida, aunque corta.

Y es que Antonio Soler, desde temprana edad incorporado como cate-drático de Química Técnica a la Facultad de Ciencias de la Universidad de

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Murcia, allá por el año 1967, no ha hecho más que servir a la Universidad y a la Sociedad que la sustenta, responsabilizándose primero y fundamental-mente como profesor, el mejor sin duda, el más claro, claros y sólidos eran sus conocimientos, el más vocacionado en suma. Después, por añadidura, asumiendo cualquier requerimiento que la Universidad le solicitara para tarea, gestión o cargo.

Así, además de la dirección del departamento durante muchos años, amañándolas para que la investigación en él fuera posible, su vocación de servicio le llevó a ser sucesivamente, Secretario de la Facultad, Decano, Se-cretario General de la Universidad, y finalmente Rector en la misma, en una tarea de consolidación de la Institución, que había roto su gran retroceso con los rectores anteriores, y que entonces necesitaba hilar y coser el entramado de sus centros y de sus miembros, para dar un corpus de funcionamiento abierto y democrático, que en aquellas alturas de los tiempos estaba necesitando, y que Antonio realizó.

Posteriormente, los avatares del destino y su responsabilidad pública y social, le llevaron a la acción política como Consejero de Medio Ambiente del último Gobierno Socialista de la Comunidad Autónoma de la región de Murcia, que llevó hacia delante con gran eficacia, sentando las bases nor-mativas que harían, y están haciendo, eficaz la acción de las instituciones responsables para preservar lo no mucho que en esta Región quedaba, por la acción depredadora y equívoca del «desarrollo», pero no sostenible. Los agoreros se equivocaron al argumentar su impericia política de partido, porque no sabían, y espero que lo hayan aprendido, que el que camina con rectitud, como Antonio, difícilmente resbala en la orilla.

Después de lo dicho podríamos acabar esta reseña sobre el amigo, por-que todo aquello descrito justifica una vida, aunque hubiese sido tres veces más larga, que desgraciadamente no lo ha sido. Pero es que hay más, mucho más, indescriptible en unas hojas y en palabras, y que está en el alma y la personalidad de los que le hemos tratado. Antonio ha sido un hombre bueno, cabal, responsable, y siempre objetivo. No tengo la menor duda de que ha-brá perdonado la ingratitud de algunos de nosotros, dado que la proximidad nos hace miopes, y no hemos sabido apreciar lo que teníamos, hasta que no entramos en la sospecha de que se nos alejaba.

Aparte de lo ya manifestado, subjetivo en parte, pero demostrable, Antonio Soler podría definirse como el Químico por antonomasia. Vivida y cultivada la Química desde los albores de su infancia, al lado de su padre

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Don Antonio, nunca renunció a ella, en ella y por ella militó. Impregnado por esta Ciencia Madre, de la cual y con su decidido apoyo, donde le tocó estar en cada tiempo, Decanato o Rectorado, Antonio potenció la creación de los otros estudios que se fueron desgajando de la Facultad, Biología, Matemáticas, Bioquímica, Física y finalmente, Ingeniería Química, imposible esta última si él con su mimo y trabajo no creara una escuela, a la que me honro pertenecer, y que básicamente le da sustento.

No se si en el quebranto de su salud, que le ha llevado a dejarnos con sólo 64 años, ha podido tener culpa su mucho amor por la Química, y todo lo que con ella se relaciona, su conocimiento, enseñanza y utilidades de la misma; nunca lo sabremos. Lo que si sabemos es que el amor rompe realmente los corazones, que Antonio quiso mucho a todo aquello por lo que luchaba, y un día su corazón se encontró un poco roto.

Los que hemos bebido de sus cualidades, nunca ya podremos el favor devolverle, pero como nos deja en el tajo y besana que él, como manijero, nos enseñó a sembrar y segar sus espigas, ya sabemos que aquel retorno habrá de ir hacia aquellos que en las aulas y laboratorios, aún están esperando su regreso.

«Si este mundo te arrastra, por sendas de tristeza del amigo perdido.Canta junto al arroyo que sus pies ya cruzaron,Sonríe frente al niño que un día quiso abrazarle,Y entrega algo de ti a quien nunca lo pida.El más necesitado»

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Querido profesor

Carlos Gargallo MartínezLa Verdad, 4 de noviembre de 2003

Hay hombres en esta vida que intentan pasar inadvertidos mientras realizan su trabajo, su profesión, con auténtica devoción con ese espíritu de superación por la labor bien hecha, en aras del servicio al conjunto de la sociedad.

Si resulta que a todo esto se le suma que además su talante es bandera de la defensa de las libertades, del desarrollo de la cultura y la garantía de protección al medio ambiente, existe un nombre propio: Antonio Soler, ca-tedrático de química y exrector de la Universidad de Murcia. Fue también Consejero en el último gobierno socialista en la Región.

Fue el rector que llevó a cabo la democratización en la universidad, hasta el punto de que aún rigen esta institución los estatutos que fueron elaborados bajo su mandato.

Quede constancia por este escrito de que los ciudadanos de esta Región de Murcia, siempre tendremos un recuerdo emotivo y cariñoso recuerdo para un hombre que, con su labor y humanidad, ha engrosado la lista de los mur-cianos ilustres. Una lista que engrandece a nuestra amada tierra.

Hasta siempre querido profesor, compañero, paisano.

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Querido Antonio

Gabriel García SánchezLa Opinión, 7 de noviembre de 2003

Qué difíciles y qué fáciles a la vez, pueden ser las cosas. Y lo digo con conocimiento de causa porque, cuánto trabajo me ha costado tener el ánimo suficiente para hacer lo que estoy haciendo ahora, y qué fácil se le hace a uno hablar o escribir –una vez superada «la energía de activación»— de una persona como tú que fuiste excelentemente definida por una gran amigo común como humilde, honesta y demócrata. Era la primavera de 1990 y estábamos discutiendo un grupo de colegas acerca de tu idoneidad para encabezar una candidatura al rectorado en representación del colectivo Rector Loustau.

Muchos pensaron entonces que ya estaba bien, que ya llevabas seis años en el cargo. Otros por el contrario, teníamos la firme convicción de que era cuando mejor lo ibas a hacer porque tenías experiencia y te sobraban ganas y energía. Luego ya sabes lo que pasó: un par de votos quebraron tus/nuestras ilusiones. Aquella noche permanecerá en el recuerdo de aquellos que te apoyábamos y que celebramos hasta altas horas de la madrugada la «dulce derrota».

De todas formas te quedó la satisfacción del deber cumplido. Te habías entregado durante muchos a tareas de gobierno de nuestra Universidad, y habías puesto a su servicio tu gran categoría profesional y humana así como tu estilo dialogante. Fuiste capaz, como pocos han hecho, de tomar decisiones

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impopulares o en contra de los más fuertes. No fuiste nada populista –aún resuena en mis oídos la explicación que me diste hace unos meses para jus-tificar por qué mantenías demasiada distancia en tu relación con los alumnos a los que querías y respetabas: Te horrorizaba que alguien pensara que, desde tu cargo, los estabas manipulando-, pero eso sí receptivo y cercano a la vez que austero y sobrio. Por ello se pueden contar por cientos las personas que te agradecerán siempre tu comportamiento hacia ellas.

Después vino tu breve etapa en la política en la que, como siempre, hi-ciste equipo, creaste escuela y demostraste tu inquietud por un tema que nos debe preocupar a todos: el Medio Ambiente. Si no recuerdo mal a ti se debe la existencia de la olvidada ley 1/1995 de Protección del Medio Ambiente de la Región de Murcia que bien debiera ser desempolvada o modificada. Para los que no te hayan conocido lo suficiente sería bueno que supieran que tu sensibilidad por esta materia era tan grande que el voraz incendio de Moratalla, que se produjo siendo tu consejero del ramo, pudo ser la causa de otra grave enfermedad que por fortuna superaste.

Lo demás ya es bien conocido por todos: tus amenas clases, tu espíritu deportivo y participativo y un largo etcétera. Desgraciadamente, cuando aún estabas lleno de proyectos y posibilidades te llegó la hora de tu último viaje. Espero y anhelo que allá donde estés te encuentres como siempre: tranquilo, relajado y satisfecho. Te lo tienes merecido.

Hasta siempre.Tu amigo Gaby

Dedicado a Antonio Soler del que tanto aprendí y al que siempre recordaré

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Antonio Soler, in memoriam

José PeronaLa Verdad, 6 de noviembre de 2003

Unas palabras apenas para Antonio Soler, un Magnífico y Excelen-tísimo Señor Rector, de cuyo equipo formé parte en el Vicerrectorado de Investigación que pilotaba Luis Puelles, maestro de tantas cosas, pianista y amigo. Era Antonio Soler un señor; un universitario de raza y un demócrata. Sin adjetivos. Formana un tándem con su amigo del alma, el elegante José Galvez, vicerrector de las cuentas, socialista y su mano derecha (perdonen el oxímoron), también tempranamente desaparecido.

Recuerdo al Rector Soler siempre atento y comprensivo. Seis años dan para mucho y de aquellos sólo tengo de él recuerdos de elegancia y paciencia. Luego, la vida, diversa como es en la monótona urdimbre de las estancadas aguas provincianas, nos dispersó. Más tarde vino la enfermedad, pero perma-neció en la atalaya hasta el final. Ahora se ha ido. En silencio. Como se había ido en silencio del poder que detentó en la Universidad y en la Comunidad Autónoma.

Otros mejor que yo podrán hablar de su carrera científica en Ingeniería Química. Yo escribí estas escasas líneas en memoria de un profesor apasio-nado por la gestión de la Universidad pública de Murcia en unos momentos no fáciles, llenos de cambios legislativos y de nuevos y refrescantes aires. La primavera del 84, la motejaba yo con frase anarco de zarzuela afrance-sada.

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Por eso escribí estas líneas: para que quedara constancia escrita de que fue un gran Rector y un señor; y porque leí no sé donde que nada hay más efímero que el recuerdo.

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En recuerdo de Antonio Soler

José Luis Tomás GarcíaLORCA

La verdad, 10 de noviembre de 2003

En fechas tan cercanas al 15 de noviembre, día de san Alberto Magno, patrón de los químicos, leo en La Verdad la desaparición física de Antonio Soler Andrés, por cuyas manos docentes pasé en la década de los 80. Aún recuerdo sus clases en la antigua Facultad de Química, donde la sencillez era compatible con la rigurosidad en los planteamientos técnicos y al mismo tiempo había en sus palabras una preocupación real por el avance conjunto de ciencia y sociedad, en donde no se dejaba de lado al individuo. Soler tenía la capacidad de transmitir esa inquietud y rebeldía necesarias en la relación entre el enseñante y el alumno. Su designación como Consejero de Medio Ambiente lo vi como un gran acierto, pero por desgracia no estuvo el suficiente tiempo para desarrollar proyectos que hubieran beneficiado a la Región. Su temprana muerte no debe hacernos olvidar la huella que ha dejado por las instituciones por donde pasó y espero que se mantenga ese talante de científico humanista que la sociedad necesita y que por desgracia se nos ha ido un poco con él.

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Compañero del alma, compañero(Antonio Soler, In Memoriam)

Manuel Rubio TorresLa Chuleta, 12 de noviembre

Hoy hace siete días. Una semana ya. Y aún tengo grabadas en mi mente las palabras de su mujer: «Manolo, soy Marisol. Llámame.»Y lo hice, con el corazón encogido, adivinando lo que me iba a decir. Y me lo dijo. Suave-mente, como si temiera (¡ella!) hacerme daño. Y hube de creer lo que hasta ese momento me negaba a aceptar: Antonio Soler ha muerto.

Yo conocí a Antonio en 1967, cuando llegó a su Murcia natal desde Madrid, donde cursó el Doctorado en Química Industrial y donde ganó su Cátedra de Química Técnica. Yo, por entonces, era estudiante de Química en la Facultad y empezó a darme clase en diciembre, recién incorporado. Hay que recordar (solo algunos podemos) la Universidad de Murcia (y la de España) en aquellos años para darse cuenta de lo que supuso entonces la llegada de un joven profesor de 28 años que explicaba lo que entonces se llamaba Química Técnica, es decir, la aplicación de la química a los procesos industriales. Para mí (y para muchos compañeros de curso) supuso descubrir nuevos horizontes profesionales que nos ilusionaron. Pero además, nos admiraba su forma de explicar, de razonar y de combinar química e ingeniería, pero también sus modales, su talante, incluso su manera de vestir.

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Posteriormente, en 1970, decidí redirigir mi vida profesional y le solicité un puesto en el departamento. No me lo prometió, pero me dio esperanzas. Finalmente consiguió para mí una plaza de profesor encargado de curso y me incorporé, con otros compañeros, al incipiente departamento.

Explico ésto solo como marco general en el que situar la figura de Antonio. El lo empezó todo. El consiguió que se implantara una efímera especialidad (de un curso) denominada «Minero-metalúrgica» que empezó a poner las bases del futuro. Un par de años después, en 1972, con sus esfuer-zos (reconocidos por el resto de profesores de la Facultad) se implantó una nueva especialidad (ya de dos cursos), llamada de «Química Industrial» de la que proceden la mayor parte de los químicos que hoy desarrollan su labor en la industria regional (y muchos también fuera de ella). Aproximadamente 23 años después, ya en 1995, la especialidad se transformó en la Titulación (de cinco cursos) de Ingeniero Químico.

Ello da una idea de su capacidad de organización y, sobre todo, de su capacidad de formación de equipos humanos. Fue también director de las tesis doctorales de muchos de nosotros. Nos enseñó a descubrir conocimientos y las mejores técnicas para transmitirlos. Y su capacidad de aunar esfuerzos y de gestionar la demostró después cuando fue Decano de la Facultad de Ciencias y, sin duda, cuando fue Rector de la Universidad y después Consejero de la Comunidad Autónoma, precisamente en el campo que constituía su mayor preocupación científica: el medio ambiente.

Sé que sus Vicerrectores y sus colaboradores (yo mismo fui uno de ellos) recuerdan su capacidad de trabajo, sus incansables esfuerzos por convencer cuando estaba seguro de algo. No le gustaban las discusiones inútiles, pero tampoco rehuía el debate. Lo demostró en muchas sesiones del claustro uni-versitario, cuando fue Rector y ayudó a la democratización de las normas, comportamientos y actitudes universitarias. También estoy seguro de que lo demostró en muchos Consejos de Gobierno o en sesiones de la Asamblea regional, mientras fue consejero (por cierto, recuerdo ahora como sintió aquel incendio en Moratalla y lo mal que lo pasó entonces). Y todo esas cosas, las conseguía sin dar órdenes (y podía darlas, desde luego), porque no le gus-taba violentarse ni violentar. Y su esfuerzo por crear y mantener el diálogo como fuente de entendimiento y de acuerdo. Y lo que él menos entendía: la intolerancia. Él, que se fue haciendo más tolerante con los años siguiendo impulsos internos, fruto de sus propias reflexiones, y externos, a los que no ha sido ajena su mujer, Marisol.

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Yo le he visto evolucionar, a lo largo de los años, desde ciertas posi-ciones de indiferencia o de ausencia de preocupaciones políticas o sociales hacia posiciones más radicales (¡Qué fuerte esta palabra aplicada a Antonio! ¡Nunca fue un radical!). Y el cambio fue para bien: todos en el departamento nos dimos cuenta que su humanidad iba creciendo y que nuestra relación con él iba pasando, poco a poco, imperceptiblemente, de la subordinación y el respeto incondicional al maestro a la amistad con el hombre. Y en un momento dado ¡hasta empezamos a hablarle de tú!.

Personalmente tengo que agradecerle muchas cosas, pero hay alguna que jamás podré olvidar y que indico ahora para reflejar otra faceta de su carácter, su disponibilidad; siempre estaba cuando se le necesitaba: en una difícil situación familiar tuve todo su apoyo moral y real. Pero al mostrarle mi agradecimiento, su gran timidez (otra de sus facetas) intentaba evitar el reconocimiento debido. Le abrumaba sentir que le debíamos algo.

Por todo ello, el 30 de octubre hemos perdido a un profesor, a un maestro, pero sobre todo a un amigo. Estoy seguro de que todos sus compañeros del departamento tenemos en común ese sentimiento. Lo que cada uno somos, se lo debemos. Lo que hoy es el departamento y la titulación, se lo debemos. Muchos de nosotros le debemos nuestras carreras personales, nuestras inves-tigaciones, todo. Creo, por ello, que nunca podremos olvidarle. Pero es que, además, tampoco vamos a intentar hacerlo.

Antonio amaba el mar. Desde muchos puntos de vista. Como deportista, navegando. Como científico era su preocupación intelectual. El mar era su elemento y quizá su destino. Su inquietud y su afición. Por eso, dentro de mí y a pesar de todo, estoy contento porque sé que hoy es feliz, descansando allí, disperso, diluido, sintiendo las olas y las mareas y los vientos.

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Antonio Soler, un hombre...

Mª Isabel Aguilar Sanchis28 de noviembre de 2003

Antes de empezar a escribir estas líneas lo he dudado mucho, porque hacerlo en un principio me resultaba triste y ni siquiera sé muy bien con que finalidad lo escribo ni si quiero que alguien lo lea. A veces he pensado en hacerlo para que algunos puedan conocer algo más sobre un hombre... (No sé muy bien con que adjetivo quedarme si sólo puedo escoger uno), ya que, a mí me alegra conocer cosas sobre él que desconocía o volver a recordar las que ya conocía. Otras veces, pienso que tal vez sea una buena terapia para mí. Los que lo hemos conocido, nos entendemos mutuamente y comprendemos nuestro dolor, pero a veces, eso dificulta el que uno pueda hablar libremente de él por miedo a que el otro se entristezca. Su muerte fue algo, no sólo que nadie deseaba sino que algunos no podíamos, ni queríamos creer, pues era un hombre... lleno de vida.

Al decir lleno de vida, pasan por mi mente un montón de sonidos e imágenes suyas. Si empiezo por el principio cronológicamente desde que lo conocí, los primeros signos de gran vitalidad son sonidos, su gran caudal de voz en las clases, como lo definiría él mismo unos años después, cuando esa característica que a mí me encantaba y me había llamado la atención fuera motivo de preocupación suya por querer regular ese caudal para hacerlo agra-dable a los alumnos y porque podía ser un sobreesfuerzo innecesario que le

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hacía terminar con cierta fatiga las clases. O más adelante cuando estando enfermo acudía a primera hora al hospital para el tratamiento y después venía a la Universidad a trabajar como si no le pasara nada.

A raíz de esto, me llegan y se entremezclan las imágenes y los sonidos, su preocupación por ser un buen profesor, para mí, un hombre... admirable. Sí lleno de vida y admirable, pues era capaz no sólo de inventarse cualquier cosa para captar el interés de los alumnos, sino de ponerlo en práctica. Lo recuerdo bajando del coche un día de lluvia con los apuntes, el puntero, la bata, el casco, la calculadora y una probeta de dos litros. ¿Qué haces? ¿Dónde vas? ¿De donde vienes? le preguntamos un poco sorprendidos los que nos lo encontramos, y pronto nos resolvió el misterio. Venía del aulario, de dar la primera clase a los alumnos de primero de la Titulación de Ingeniero Químico y de situarlos con una «dinámica» en la carrera que iniciaban. He saltado un poco en el orden cronológico, pero eso no es lo importante aquí, y es difícil dar salida de forma ordenada a todas esas imágenes y sonidos que me vienen.

Un hombre... sencillo. En este momento que recuerdo, yo soy una profesora novel, que considera que me falta mucho que aprender de él (y de otros) y me lo encuentro en los talleres de perfeccionamiento docente, queriendo aprender él también y en las primeras jornadas sobre calidad de la docencia de la Universidad de Murcia y sé que puso en práctica algunas experiencias que allí se dijeron. Pero, una de las muestras de sencillez que se me quedó muy grabada en mis inicios con el grupo de investigación, tiene lugar en el laboratorio. Lo veo de espaldas frente al fregadero, el chorro de agua cayendo del grifo y fregando montones de tarros de orina para que otro compañero pudiera preparar más rápido las muestras que tenía que medir en el espectrofluorímetro. Esta pequeña-gran cosa dio pie a que los becarios de esa época lo llamáramos, cariñosamente entre nosotros, «el becario catedrático».

Un hombre... entregado a la investigación y a la ciencia. Primero lo supe porque me lo contaban, luego yo también tuve oportunidad de verlo siempre con algo entre manos, en el laboratorio, cacharreando, cogiendo muestras en las depuradoras, rescatando la barca en la laguna del Campus, serrando tubos ideando algún dispositivo, leyendo artículos, en la planta piloto poniendo a punto nuevos equipos y un hombre... entregado a los demás, sólo había que decirle que querías saber o cual era tu interés (a veces él lo intuía) para que, si no te lo podía decir en el momento, viniera a verte, con un recorte sobre una conferencia, un curso o con un artículo o un libro que te pudiera ayudar.

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Un hombre... coherente y valiente, no se callaba si tenía que denunciar algo, aunque también sabía contar hasta veinte o morderse la lengua para no provocar una situación violenta.

Un hombre... con mucho sentido del humor lo recuerdo en mis tiempos con mucho sentido del humor lo recuerdo en mis tiempos con mucho sentido del humorde becaria, cuando nos pilló con las manos en la masa haciendo un Belén con las fotos de las caras de todos los del departamento y después disimulaba cuando pasaba por delante y tocándose la barba decía ¿Quién nos habrá he-cho esto?. O esas carcajadas cuando su regalo de Navidad fue una regadera, asociada a su afición por regar y cuidar los árboles que hay a la salida de la planta piloto. O hace menos tiempo, cuando se pasaba horas en la planta piloto para poner a punto un equipo de ósmosis inversa, recuerdo cómo nos siguió la broma con Osmosín, la mascota que nos inventamos, o cómo vino con un vaso de precipitado de medio litro que contenía la muestra de agua que había conseguido desalar para que la probáramos y al ver que yo no estaba muy convencida para echar un trago, se rió y me dijo: «Venga, voy a tener que hacer como antiguamente con los reyes» y bebió él un trago primero.

Y podría seguir añadiendo adjetivos, pero lo que quiero hacer es dar las gracias por haber coincidido en mi vida con un hombre... MARAVILLOSO. Todas estas cosas hacen que, aunque he llorado o me han invadido sentimien-tos de tristeza o incluso me he quedado paralizada al pasar por lugares del departamento muy asociados a él o estar en los laboratorios de prácticas tras su ausencia, ahora estoy alegre, sé que el no querría que su muerte fuese causa de tristeza para los demás ni motivo de desaliento. Estoy convencida de que el querría que siguiéramos trabajando con más ganas e ilusión que nunca y sé que me queda todo lo que he aprendido de él y que aún me quedan cosas por aprender de él.

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Antonio

Agustín Miñana AznarAgosto, 2004

Tal vez un día como hoy, en este mes de agosto, cumplirías sesenta y cinco años. Desde la playa pedregosa y caliente miro la lámina del mar que, tersa y suave, se difumina lejana en el horizonte. La bóveda azul del cielo resplandece. Despacio, lentamente, fluye el tiempo que ha pasado y conduce tenaz el pensamiento hacia ti, Antonio. Es otra ráfaga encendida, otro deste-llo del faro que orienta en la bocana de tu puerto. Allí te dijimos adiós. Y la tristeza se derrama en mi interior, como aquel día. Como otro día, cuando la desolada noticia de tu muerte ajaba la luz por el camino, desnudo de palabras, inerme ante lo inevitable. La vida recordada, historia sentida, era una lágrima que se agrandaba paso a paso.

¡Compañero, amigo y para nosotros los que te sentimos tan de cerca, maestro en tantas cosas! Soñador ilusionado. Creías en la Universidad. En una Universidad al servicio de la Sociedad. Impulso y motor de todos, aci-cate de su entorno, con proyección universal. Dinámica. Alejada de espacios limitados. Creciente y consolidada. Sin barreras. Diluida para ser penetrante y extendida, dilatada, construida de redes capilares, sin estanques separados. Creativa, inquieta, crítica, inconformista. Formadora, portadora y transmisora de valores esenciales individuales, colectivos, cívicos, morales y sociales.

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Entregaste la mayor parte de tu tiempo a esta tarea. Tu vida estuvo marca-da por la dedicación a los alumnos, en el aula, en el laboratorio o en tu planta piloto, y allí donde estuvieras. Por tu empeño en conseguir nuevos ámbitos de relación, nuevos espacios, nuevos equipos, en abrir líneas de investigación, en impulsar nuevas ideas, en afianzar el camino hacia nuevos horizontes.

No hay nadie imprescindible para llevar a cabo una tarea, para desem-peñar una función, para ocupar un cargo y asumir una alta responsabilidad, me decías una tarde paseando por el Campus de la Merced. Nadie es insusti-tuible. Siempre habrá otro. Otros surgirán capaces y con disponibilidad. Cada uno aportará matices diferentes, se centrará en aspectos que considerará más importantes. Habrá quehaceres relegados a un segundo plano que serán im-pulsados por la fuerza de arrastre de la actividad desarrollada o constituirán un lastre. El duro suelo gasta nuestros pasos. Lo que queda en la orilla frena el ritmo que ha de darse. Yo estaba de acuerdo, pero qué difícil resulta darte la razón ahora. Tu definiste el camino, el equipaje y lo que hay que dejar de lado a cada instante.

Enarbolaste una conciencia universitaria renovada en un momento crucial para la adaptación de nuestra Universidad a un nuevo marco de relaciones y supiste entender, aprovechar, transformar y proyectar el legado de tus antecesores.

Nunca pensabas que habías dado mucho, siempre podías hacer más. Te comprometías y cumplías. Asumías las equivocaciones y aprendías. Ex-ponías tus ideas con argumentos convincentes pero eras flexible ante otros planteamientos razonados. Respetabas y tratabas de comprender la línea de pensamientos de los demás. Depositabas sin reservas, la confianza en quien se hacía merecedor de ella. Atendías las demandas que te planteaban, escuchabas paciente y comprendías la fragilidad humana. Siempre aportabas trabajo y soluciones. Orientaciones y consejo a los que iniciaste en el comprometido ejercicio de la docencia, la investigación y el servicio a la Universidad.

Muchas veces te pregunté y me preguntaste y encontramos respuestas. Y ahora que no es posible el diálogo, ahora en repetidas ocasiones, ante situacio-nes a las que la variada actividad universitaria nos enfrenta, ahora, más que nunca, me pregunto, ¿qué harías tú, Antonio? ¿qué decisión adoptarías?¿qué aconsejarías? ¿qué nuevos datos requerirías? ¿qué...?

El reloj se ha detenido en tu tiempo. Tus amigos te buscan, buscan la llave que abra la puerta del muro que separa. No la encuentran. El sueño de la vida nos envuelve. Voy a llamarles. Han de encontrarte por la senda de los árboles que plantaste, han de seguir la huella de las huellas que dejaste.

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Antonio Soler, preocupación por el agua

José Sáez MercaderSeptiembre, 2004

De las muchas inquietudes científicas y académicas del Profesor An-tonio Soler Andrés, quiero resaltar su preocupación por el Medio Ambiente en general y, particularmente, con la problemática del agua (continental y marina). Fue consciente desde el primer momento de su tarea como profesor universitario, de la necesidad de hacer una correcta gestión del agua, sobre todo en regiones como la nuestra con acusado déficit de este recurso.

Lo pone ya de manifiesto en la elección del tema para la Lección Ma-gistral de apertura del curso académico 1973-74: «El mar, fuente inagotable de materias primas» en la que entre otros aprovechamientos industriales del medio marino, abordaba la desalinización para potabilizar el agua del mar (aspecto éste que, 30 años después es de primerísima actualidad al plantearse como una alternativa para resolver, en parte, el déficit hídrico del Levante español).

Antonio Soler tenía un gran interés por estos temas, y no solo los contem-plaba desde el plano docente, sino que estaba firmemente decidido a llevarlos también al investigador. Me cabe la enorme satisfacción de haber colaborado con él, desde su comienzo (1977), en la línea de investigación que sobre cali-dad y contaminación de cursos naturales de agua, así como, tratamientos para la depuración y reutilización de aguas residuales se iniciaba en el entonces

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Departamento de Química Técnica de la Universidad de Murcia (siendo de los departamentos pioneros en España, dentro de este área de conocimiento, en abordar este tipo de investigaciones).

Quisiera recordar solo (para no ser demasiado prolijo) algunos de los pensamientos, hechos y/o anécdotas acontecidos en los comienzos de la an-dadura del Grupo de Investigación y que ponen de relieve la capacidad de Antonio Soler para: organizar, dirigir y formar a los componentes del grupo tanto en tareas de campo como de laboratorio, así como, la de transmitir su entusiasmo en cualquiera de los aspectos relacionados con el agua. Todo lo anterior, se pone ya de manifiesto desde el primer estudio que realizamos sobre la contaminación en la cuenca del río Mula (1979), por encargo de la Comisión de Medio Ambiente del entonces Consejo Regional de la Región de Murcia; hubo que establecer la metodología (recorrido de inspección de los cauces para elegir la situación de las estaciones de toma de muestras, selección de los parámetros de calidad/contaminación a determinar, así como, la puesta a punto de sus técnicas analíticas y fijar el programa de muestreo).

Otro de los primeros trabajos fue el estudio del poder autodepurador del río Segura en el tramo Molina de Segura–Contraparada (1979), para el que se precisó adquirir una embarcación neumática desde la que se hacía el seguimiento del perfil de oxígeno disuelto aguas abajo del vertido de la depu-radora de Molina y desde la que, también, se preparaban las incubaciones para determinar la producción de oxígeno fotosintético. En este caso, la destreza de Antonio en navegación también sirvió para iniciarnos el resto del grupo en muestreos de campo, realizados en masas de agua desde embarcaciones.

Pero, sin duda, uno de los Proyectos de los que Antonio Soler se sentía más orgulloso fue: «Estudio y directrices para el saneamiento del río Segura (Prospección, estado actual previsiones y bases)» realizado entre 1981-83 y financiado por la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. En este Proyecto, como Investigador Principal coordinó un numeroso grupo multidis-ciplinar de investigadores de los Departamentos de Química Técnica, Zoología y Ecología de la Universidad de Murcia.

En cuanto al tratamiento de aguas residuales, Antonio Soler siempre tuvo especial predilección (aún sin descartar ninguna) por las Tecnologías de depuración de bajo costo, pues era consciente de que los aspectos técnicos y económicos de la depuración de las aguas residuales, fueron determinantes en el abandono de las instalaciones de tratamiento de muchos municipios pequeños y medianos en las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo.

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Con esta filosofía se inició en 1979 una línea de investigación sobre depuración de aguas residuales por tecnologías de bajo coste, específica-mente por lagunas de estabilización. Aunque se realizaron estudios a escala real (como prefería Antonio) de lagunas profundas y convencionales, en este sentido se ha tenido un interés específico por el lagunaje de gran profundidad. En un principio se contó con ayudas económicas de la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) 1944 y del Excelentísimo Ayuntamiento de Cartagena para realizar el estudio de autodepuración de aguas residuales de Cartagena almacenadas en una laguna de 350000 m3 de capacidad y una profundidad máxima de 13,5 m, en régimen de funcionamiento discontinuo (los primeros muestreos los realizamos desde la embarcación neumática, provistos de equipos de respiración autónomos, como medida de precaución). Simultáneamente, se estudió otra laguna de 22000 m3 de capacidad y 5 m de profundidad con régimen de funcionamiento continuo, situada como la anterior en el campo de Cartagena, siendo la finalidad de ambas la depuración de las aguas residuales para su reutilización en riego. En una segunda etapa y tras la construcción de la laguna del Campus de Espinardo, diseñada por el Grupo de Investigación dirigido por el Profesor Soler, para depurar las aguas residuales generadas en dicho Campus y reutilizarlas para el riego de las zonas verdes (convirtiéndose en el primer Campus universitario de España en hacer una gestión integral del agua), el Grupo viene recibiendo ininterrumpidamente desde 1984 subvencio-nes para Proyectos de Investigación de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica y de la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología, conseguidos vía convocatorias públicas, así como otros Proyectos y Contratos con la Administración Autonómica.

La preocupación de Antonio Soler por los temas del agua, también estuvo presente en el ejercicio de los cargos públicos que ostentó. Así, du-rante su etapa como Rector de la Universidad de Murcia, en 1988 se puso en marcha el Instituto Universitario del Agua, que años más tarde pasaría a llamarse Instituto Universitario del Agua y Medio Ambiente. Por otra parte, desempeñó el cargo de Consejero de Medio Ambiente de la Comunidad Autónoma de Región de Murcia (1993-95), recayendo en él la responsabi-lidad de poner en marcha esta Consejería de nueva creación, a la que fueron transferidas, entre otras, las competencias en materia de aguas. Una de las Leyes más emblemática de nuestra Comunidad Autónoma, Ley 1/1995, de Protección del Medio Ambiente de la Región de Murcia, fue desarrollada durante su mandato.

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Antonio Soler, hasta su fallecimiento, ha sido el alma, el Jefe del Grupo de Investigación «Tecnología del Agua» del Departamento de Ingeniería Quí-mica, dirigiendo y/o participando en todos los Proyectos realizados hasta ese momento; pero sobre todo, quiero resaltar aquí su calidad humana y científica, que se ponía de manifiesto cada vez que acudíamos a él en busca del consejo o el asesoramiento, por lo que ha marcado, en todos los miembros del Grupo, una huella imborrable y por lo que siempre le estaremos agradecidos.

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La educación se construye mediante modelos

Manuel Esteban AlbertProfesor de Psicología de la Educación. Universidad de Murcia

Diciembre, 2004

No es precisamente hoy un debate inútil el del origen y las competencias de un buen educador.

Estamos ante una sociedad que necesita y reclama de sus ciudadanos altas y elaboradas capacidades para aprender a lo largo de la vida. Dado que los cambios sociales son rápidos y el conocimiento progresa sin cesar, los niños de hoy habrán de encontrar por sí mismos el modo de adaptarse a nuevas y diferentes situaciones, en su itinerario vital, que aún desconocemos y resulta imposible prever.

Tan compleja y delicada coyuntura para los jóvenes ciudadanos no coin-cide precisamente con una sociedad y organizaciones maduras «que aprenden» y, en sus cambios, se constituyen en un mundo abierto a nuevos recursos, nuevas competencias e incorporan para ello los mejores modelos expertos que en el pasado han producido resultados efectivos en las ya complicadas y diversas tareas de educar, educar para el aprendizaje, para la identidad perso-nal, para la competencia social. Tales modelos pueden ser personas, recursos, procedimientos, etc.

La realidad más bien parece ser al contrario. Ignorando o desestimando valores y modelos otrora socialmente útiles se levanta, de manera cómplice e

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interesada, una polvareda social que enturbia, mezclándolo todo, el panorama actual de la educación, de la capacidad para educar.

Los medios de comunicación, en una abultada nómina, se deciden y orientan por exhibir los valores más distantes de los que ellos mismos dicen desear para los jóvenes ciudadanos.; las familias, padres y madres, huérfanos de un concreto y eficaz apoyo de la sociedad para lograr afrontar con éxito su nada fácil tarea educadora en este tiempo, prefieren abdicar de la coherencia, la dedicación y el tiempo exigidos por sus hijos para entregarse a trabajar a fin de procurar los recursos materiales, a veces costosísimos, para que sean otros quienes asuman esa obligación y logren el milagro de educar a sus hijos. O bien los profesores de cualquier nivel, no importa, que desean clamar a la sociedad, de manera cínica y desafiante, «dejarnos ser simplemente enseñan-tes», es decir, trasmitir el conocimiento acumulado, que por cierto está en los libros y ellos mismos acaso adquirieron en otros tiempos merced a maestros con vocación de educar. ¿Quién hay pues, capaz y dispuesto a la vez para ser educador y tener voluntad de educar?

Sin embargo, el modelo y recurso eficaz para la educación sigue siendo el mismo desde hace generaciones, sólo que en esta etapa de nuestra historia reciente es menos frecuente o se encuentra menos manifiesto o no recibe el reconocimiento social que correspondería a tan compleja tarea. Me estoy refi-riendo a aquellas personas que, más allá de sus conocimientos y especialidad, se convierten en un ejemplo vivo de coherencia con los valores que promueven el aprendizaje, el conocimiento, la rectitud y el método, la autonomía personal para aprender por sí mismos. Referencias generalmente sencillas y mudas se convierten en modelos, no sin contradicciones, en una sociedad que necesita mucho más que de simples enseñantes, de modelos para una educación ma-dura, abierta y coherente. Es la propia sociedad quien debiera ser aprendiz de sus modelos y trasmitirlos, inculcarlos, valorarlos, introducirlos en la vida ordinaria de los hogares y las familias, hacerlos próximos y amables más bien que excelsos e inalcanzables.

Algunos, tal vez muchos —ay de quien jamás lo haya logrado— hemos «topado» a lo largo de nuestra vida, en período o no de educación formal, con una o varias de esas personas que, aplicando las palabras de Delors, «encierran un tesoro», personal y educativamente hablando.

Conocí personalmente a Antonio Soler durante su mandato de Rector de la Universidad de Murcia entre 1986-1990. Unos entrecortados y ocasionales encuentros en actos oficiales o públicos de la Universidad sólo habían servido

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para que yo formase la idea sobre él de persona importante, valiosa, adusta, seria y distante. Hacia final de 1986 o comienzos del 87 recibí, como de repen-te, una sacudida a mis concepciones sobre él cuando me llamó, por un amigo interpuesto, sin apenas conocerme —al menos así lo creí yo— para formar parte como vicerrector de Ordenación Académica de su equipo rectoral.

Primero, el desconcierto personal y luego, el descubrimiento íntimo de valores ya raros incluso entonces. Muchas cosas aprendí en aquellos años, también forzado por las complicadas tareas que hubimos de abordar para aplicar por primera vez la LRU con tantos problemas e intereses largamente aplazados en la universidad española. Siempre encontré en Antonio Soler un clima abierto, sincero; una persona dispuesta a escuchar, a no inhibir ninguna idea, a no capitalizar los éxitos de los demás, a ser consecuente con los prin-cipios y objetivos planteados aún al riesgo de la impopularidad. Infatigable, casi todas las semanas llamaba a las 4 y media para iniciar el viaje a Madrid. Días que con frecuencia terminaba para nosotros en la Convalecencia hacia las 9 o 10 de la noche. Nunca lo vi descompuesto por el cansancio. Sólo la incoherencia y falta de responsabilidad de quienes habrían de demostrarlas por sus funciones lo sacaban de su habitual calma. Calma que encubría preocupa-ciones, incertidumbres sobre diversos aspectos del gobierno de la universidad, problemas en fin que callaba mientras podía o rumiaba en solitario hasta tanto hubiese que afrontarlos.

A medida que trascurrían los años, yo aprendía de su talante, de su mé-todo para trabajar, de su rigor para analizar las situaciones. Pero sobre todo adquirí un modelo, una referencia que, más tarde, sería la llave de muchas actuaciones personales que no hubiera podido afrontar sin la experiencia compartida de aquellos años.

Ya nunca perdí la relación con Antonio. Unas veces consultaba algunos de los asuntos o decisiones que me preocupaban; otras, cambiaba impresiones o charlaba con él de lo divino y lo humano.

Fue entonces, varios años después cuando descubrí, más allá del modelo que seguía, al amigo. Esa fue la faceta que más disfruté de él. Nuestra comu-nicación ya no mediatizada sólo por la admiración al hombre, tomó pronto el rumbo de lo personal, lo íntimo donde incluso el descubrimiento de las pequeñas rarezas o «manías» de cada uno humaniza aún más la persona y refuerza los vínculos con ella.

La generosidad para la amistad, su insistencia para no dejar que ésta se oxidara o empolvara por la falta de comunicación, su atención a los ritos de

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permitir aflorar lo íntimo, los sentimientos, los afectos formaron parte de los valores que en los últimos años me cautivaron de su personalidad.

Así surgió en mí una nueva forma de admiración hacia Antonio, for-mada por amistad, cariño y respeto. Entonces se sobrepuso a cualquier otra referencia, la del amigo.

Mi relación con él me ha parecido adecuada para ilustrar lo que él era y representó en su profesión, en el mundo universitario.

La educación de hoy necesita más que nunca de maestros, referencias y modelos que se impongan por su valor cautivador más allá de los contenidos ocasionales que traten o promuevan. Antonio, mi amigo Antonio, sobrevive para muchos como maestro y como modelo. El de él mismo, su propia persona, es el más interesante objeto de aprendizaje que nos trasmitiera.

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Zarparás hoy

María Dolores Lloret

Zarparás hoy, marinero,Marinero y capitán. Zarparás hoy para siemprePara siempre allá a la mar.Cada vez que yo la mireAllí veré navegarA un gran hombre y gran amigoQue hoy se hizo a la mar.Navegas en solitarioComo un gran capitán.En tierra nos has dejadoSin poderte acompañar.En otros viajes fuimosA gusto en tu compañíaPero éste, tú bien sabías Que en solitario lo harías.Todos los que te quisimosSabíamos que así seríaPero nunca que este díaTan pronto nos llegaría.

Marinero, gran amigo,Espéranos en la mar.Que aunque hoy te vayas soloAlgún día llegaráQue en tu barca, hoy vacía,Nos volvamos a juntar.Aquí nos dejas hoy tristesSin poderte acompañarCuanta envidia hoy le tengoA las olas de la mar.La mar que llevaste dentroY tanto llegaste a amarHoy te acogerá con gozoY te podrá disfrutar.Por eso está hoy tan revuelta.Porque siente en su interiorQue a ella vuelve el amigoQue tanto tiempo esperó.

De Loli

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Palabras pronunciadas por Antonio Soler Valcárcel

Acto de entrega de la Medalla de Oro de la Universidad de Murcia al Excmo. Sr.D. Antonio Soler Andrés (in memoriam).

(28 de enero de 2005)

Excelentísimo y Magnífico Sr. Rector de la Universidad de Murcia, Excelentísimas e Ilustrísimas Autoridades, Amigos, Compañeros, Público Asistente:

Quiero dar las gracias, en nombre de toda mi familia, por la concesión de esta Medalla que supone un reconocimiento a la dedicación de mi padre a esta Universidad. Y especialmente a los amigos del Departamento de Ingeniería Química, que son los que iniciaron la propuesta.

Ha sido la de mi padre una vida ligada a la Universidad de Murcia, donde estudió Ciencias Químicas, para posteriormente trasladarse a Madrid a realizar el Doctorado en Química Industrial y comenzar a desarrollar sus funciones como profesor ayudante en la Universidad Complutense. Fue allí donde obtuvo la Cátedra a la pronta edad de 27 años y que vino a desempeñar en la Universidad de Murcia.

En los diversos cargos que ocupó en esta Universidad, y que culminaron con el de Rector, su dedicación estuvo impulsada por un espíritu progresista y de apertura a la sociedad, así como por una profunda convicción de la nece-sidad del consenso para impulsar las reformas necesarias, en unos momentos de adaptación a un sistema universitario cada vez más democrático.

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Estas reformas generaron no pocos conflictos que mi padre intentó re-solver por medio del diálogo, sin por ello dudar en mantener sus principios frente a los sectores menos proclives al proceso democratizador.

En su tarea como investigador y docente siempre tuvo presente que el desarrollo económico y social de nuestra Región, así como su conservación medioambiental, estaban indisolublemente unidas a una gestión eficiente del agua, aspecto éste en el que centró sus principales líneas de investigación, buscando siempre la aportación de soluciones técnicas y económicamente viables a la recuperación de aguas residuales. Fue esta una muestra de su creencia en la Universidad como Organismo que debía contribuir a la solución de los problemas reales de la Región.

Más tarde, encontró un entorno adecuado para poner en práctica sus conocimientos, por medio de su gestión como Consejero de Medio Ambiente en nuestra Comunidad Autónoma, dando lugar a leyes y reglamentaciones que supusieron el primer gran esfuerzo por la conservación de nuestro entorno y que, si bien dieron lugar a calurosos debates y no pocos quebraderos de cabeza, han sido reconocidas posteriormente como instrumentos legislativos muy avanzados en su tiempo.

En el aspecto humano, recordamos su gran accesibilidad para todos los sectores universitarios, la dedicación, su ilusión por el trabajo y el espíritu crítico que aplicaba, en ocasiones, de modo excesivo a sí mismo.

Son valores que nos transmitió y que hoy día nos hacen sentir que sigue entre nosotros.

Hablar de mi padre hoy en esta Universidad, nos trae recuerdos que han permanecido imborrables en nuestra memoria. De entre todos ellos, quedan muy lejanas aquellas mañanas de domingo en nuestra infancia, jugando en los patios y pasillos del Campus de la Merced con un perro Pointer, —que sólo a un químico podía ocurrírsele llamar Protón—, mientras él adelantaba trabajo en los laboratorios de la Facultad. Valga esta anécdota para ilustrar la cercanía de nuestra vida familiar a la propia Universidad.

Desde pequeños, nos inculcó grandes principios, como la importancia del esfuerzo personal para la consecución de los logros, la honestidad, la honradez, y el valor de las personas en la defensa de sus creencias.

Lo hizo a través de la palabra y, sobre todo, con su manera de ser, de comportarse y actuar en todas las facetas de su vida. Entre ellas, en la de marido y padre, tuvimos la suerte de contar con una persona que respetó y apoyó nuestras decisiones personales para que nos construyéramos el futuro

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que cada uno deseaba, sin que faltaran nunca aquellos consejos y orientaciones que nos ayudaban a reflexionar sobre nuestro propio camino.

Vivir con una persona con su sabiduría y su buen hacer es algo que nos llenó a todos y nos hizo sentir muy afortunados, así que mirando hacia atrás y recordando nuestra vida junto a él sólo nos queda decir ¡qué suerte hemos tenido! Y qué pena haberlo perdido tan pronto.

Para terminar, reiteramos nuestro agradecimiento por la concesión de esta medalla, en nombre de mi padre. Él sigue vivo en nuestros corazones, en el recuerdo de todos sus amigos y compañeros, y en el espíritu de esta Universidad. Muchas gracias.

ANEXO FOTOGRÁFICO

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Antonio Soler, con birrete y muceta.

Primera reunión de directores de Departamentos de Ingeniería Química. Santander, 1967.

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Alcantarilla, 1972.

Diez años en el departamento de Ingeniería Química de la UMU, 1977

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Estadio José Barnés. Curso 1980-81

Toma de posesión como Rector. Julio, 1984. El Dr. García Jiménez pone la medalla.

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Toma de posesión como Rector. Julio, 1984. Pronunciando el discurso.

Apertura de curso. Octubre 1986.

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Apertura de curso. Octubre 1986.

Aulas del Mar, 1987

286

Investidura Dr. Honoris Causa Alfonso Escámez López. Festividad de Santo Tomás, 1988.

Visita del Príncipe de Asturias al palacio de San Esteban. 1988.

287

Firma Acta Red Universitaria, 1988.

Visita a la Escuela de Guerra Naval. Madrid. Curso 1988-89

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Imposición de la Cruz del Mérito Naval.

Antonio Soler con compañeros del Departamento de Ingeniería Química (durante el primer curso en el Campus de Espinardo, 1988-89)

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Plantando un árbol, con motivo del inicio de la titulación de Ingeniero Químico. 27-9-1995

Obsequio entregado con motivo de su regreso al Departamento de Ingeniería Química, tras dejar la Consejería de Medio Ambiente. Diciembre, 1995.

290

Antonio Soler con compañeros del Departamento de Ingeniería Química. 25 años de la especialidad de Química industrial. Curso 1998-99.

Padrino en el acto de graduación de las titulaciones de la Facultad de Química. Curso 1999-00.

291

Distinción San Alberto Magno. Otorgada por el Ilustre Colegio ofi cial de Químicos de Murcia y la

asociación de Químicos de Murcia. Noviembre, 2000

Entrega del escudo de oro del Departamento de Ingeniería Química a los profesores Antonio Soler, Agustin Miñana y Antonio Bódalo. Julio 2001

292

Homenaje a Luís Ramírez. Abril, 2002

Acto de entrega de la Medalla de Oro de la Universidad de Murcia al Excmo. Sr.D. Antonio Soler Andrés (in memoriam). (28 de enero de 2005)

293

Retrato de Antonio Soler. Rector de la Universidad de Murcia.Autora: Ana Valcárcel Pérez

294

Retrato de Antonio Soler. Decano de la Facultad de QuímicaAutor: Vicente Armiñana Catalá

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