Análisis Evaluación

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LA NOTA COMO INSTRUMENTO POLÍTICO Por: Alexander Castañeda Padilla Magister en Investigación social interdisciplinaria U.D. Las discusiones sobre la evaluación en la Escuela tienden como punto común la incoherencia entre el decir y el hacer: las reflexiones concienzudas que hacemos los maestros se expresan en discursos donde se resalta constantemente el hecho de que la evaluación debe ser abierta, incluyente, argumentada, dialógica, flexible, integral, etc., pero nuestras prácticas en el aula, traducidas en la altísima mortalidad académica periódica y anual, nos revelan el enorme abismo entre la teoría y la práctica, así como la ausencia de la autocrítica en nuestro quehacer pedagógico. Esta incoherencia tienen su fundamento en la formación que hemos recibido los docentes, tanto en los centros de formación como en las distintas experiencias pedagógicas que hemos acumulado (bien sea en calidad de estudiantes o educadores). Pero el real sustrato de la situación lo podemos encontrar en un asunto más ideológico: el papel de la nota como instrumento de poder en el aula de clase. Siguiendo el concepto bourdieano de “capital cultural”, el docente detenta ciertos atributos que le permiten alimentar y sostener un estatus que le permita ganar prestigio, poder y reconocimiento en el campo educativo. Los procesos que se dan en la escuela son políticos en la medida que están involucrados individuos que asumen distintos roles y que por la interacción social se dan choques de intereses, por lo cual la relación educador-educando se verá cruzada por los conflictos desprendidos por las jerarquías, las prohibiciones, los tiempos, los espacios, las tensiones generacionales, etc. De esta manera la nota (cualquiera que sea su presentación numérica o alfabética) se

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Aportes al documento escrito por los rectores de los colegios distritales de Fontibón

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LA NOTA COMO INSTRUMENTO POLTICO

Por: Alexander Castaeda PadillaMagister en Investigacin social interdisciplinaria U.D.

Las discusiones sobre la evaluacin en la Escuela tienden como punto comn la incoherencia entre el decir y el hacer: las reflexiones concienzudas que hacemos los maestros se expresan en discursos donde se resalta constantemente el hecho de que la evaluacin debe ser abierta, incluyente, argumentada, dialgica, flexible, integral, etc., pero nuestras prcticas en el aula, traducidas en la altsima mortalidad acadmica peridica y anual, nos revelan el enorme abismo entre la teora y la prctica, as como la ausencia de la autocrtica en nuestro quehacer pedaggico.

Esta incoherencia tienen su fundamento en la formacin que hemos recibido los docentes, tanto en los centros de formacin como en las distintas experiencias pedaggicas que hemos acumulado (bien sea en calidad de estudiantes o educadores). Pero el real sustrato de la situacin lo podemos encontrar en un asunto ms ideolgico: el papel de la nota como instrumento de poder en el aula de clase.

Siguiendo el concepto bourdieano de capital cultural, el docente detenta ciertos atributos que le permiten alimentar y sostener un estatus que le permita ganar prestigio, poder y reconocimiento en el campo educativo. Los procesos que se dan en la escuela son polticos en la medida que estn involucrados individuos que asumen distintos roles y que por la interaccin social se dan choques de intereses, por lo cual la relacin educador-educando se ver cruzada por los conflictos desprendidos por las jerarquas, las prohibiciones, los tiempos, los espacios, las tensiones generacionales, etc. De esta manera la nota (cualquiera que sea su presentacin numrica o alfabtica) se convierte en el objetivo principal de la evaluacin ya que le brinda la exclusividad en el proceso de validar la calidad de un estudiante.

El docente se ve como el responsable de su clase, el sujeto que ha recibido de la sociedad ese rol y lo defiende a travs de las tcticas disciplinarias, el discurso y el uso que le da a sus conocimientos. Al verse obligado a dar resultados satisfactorios a esa misma sociedad que lo ha investido de poder, se apropia de la funcin de medir, estandarizar, validar, materializar y corroborar el alcanzase de su accin en los estudiantes. El proceso evaluativo, desde esta perspectiva tradicionalista, tiene como objetivo ms que evaluar al estudiante, confirmar que el docente es excelente, ha cumplido su labor, ha mantenido en orden su clase y ha sabido aprovechar los recursos puestos a su alcance.

En esta postura el estudiante debe dar cuenta de lo que su maestro hizo por l, cunto y cmo le ense/adiestr. El educando es bueno en la medida en que su educador pudo modelarlo a su imagen y semejanza, pues tuvo carcter, responsabilidad, constancia, firmeza, sabidura, templanza, paciencia y diligencia para normalizarlo y entregarlo a la medida de lo que la sociedad lo requiere.

Esta postura predomin en los sistemas escolares del mundo mientras se vio a la educacin como la institucin mas conservadora por excelencia. Desde esta perspectiva, la escuela tiene la funcin de mantener el orden social y brindarle a los ciudadanos la posibilidad de aportar de manera constructiva a su progreso y sostenimiento. Por esta razn la escuela no poda darse el lujo de la innovacin o la subversin; todo lo contrario: como en las aulas se forjan las nuevas generaciones, los formadores deben ir con cuidado para que los saberes que all circulan propendan por la estabilidad del establecimiento, no por su transformacin.

Ahora bien, las corrientes crticas que desde las ltimas tres dcadas del siglo XX han intentado reconfigurar las prcticas pedaggicas insisten en que el papel del docente no puede limitarse al de ser la mxima autoridad en el aula. Su quehacer debe reorientarse con base en las necesidades reales de sus estudiantes y en la capacidad de involucrarlos activamente en el proceso de construccin del conocimiento. El docente baja de su pedestal inmarcesible para constituirse en un gua que invita a aprender, un mediador que presenta las infinitas posibilidades de saber.

De acuerdo a esta perspectiva la evaluacin cambia de connotacin, pues ahora se le ve como un proceso que permite analizar, ms que validar o certificar, los distintos desarrollos que un estudiante puede alcanzar en su paso por la escuela. Esto nos lleva a mirar a los educandos de manera integral, reconocindolos desde la diferencia no desde su capacidad para adaptarse a unas condiciones homogeneizadoras. En consecuencia la nota como tal slo es un indicador de posibilidades que invita a superar o afianzar, no un mero descalificador que a manera de luz de semforo determina quien puede avanzar.

En el Colegio Pablo Neruda vivimos una situacin crtica debido a la pervivencia de las prcticas tradicionalistas que pugnan por mantenerse pese a que las exigencias de las nuevas generaciones nos estn indicando que ellos no son tan fciles de adoctrinar ni amoldar. Hay un desconocimiento soberbio de las realidades que viven nuestros jvenes, donde el desarraigo, la violencia, la exclusin y la ausencia de un entorno familiar sano conforman su entorno cotidiano. Si a eso le sumamos las exigencias de una sociedad que premia lo bello, lo innovador, el individualismo extremo, el ansia de fama, el consumismo y el hambre de triunfo, nos quedamos con un panorama que le da poca cabida al mundo del conocimiento y la cultura.

Es urgente que nuestras prcticas pedaggicas abran espacio para la mirada y el dilogo. Somos conscientes de nuestra labor como defensores del saber en medio de un mundo que premia la ignorancia y justifica la estupidez. Nuestro rol es abrir ventanas a otros mundos y eso no lo podemos hacer si nos quedamos en un sitial de arrogancia y autoritarismo. S, educar hoy no es fcil: los medios de comunicacin no nos apoyan, los valores que circulan estn en franca lid con los valores que solemos defender y la escuela pierde terreno frente a las nuevas tecnologas que llena el vaco que dejan las familias. Pero esto no es excusa para atrincherarnos en el pasado y culpar a los otros por nuestro fracaso con los estudiantes.

Leyendo las reflexiones de los rectores de Fontibn a partir del anlisis previo de lo que cada institucin educativa ha planteado en relacin con la evaluacin, considero necesario plantear los siguientes puntos para el debate: El aula de clase no debe ser un escenario de confrontacin poltica entre el docente que manda y el estudiante que obedece. La escuela es un espacio de encuentro y de construccin, no un cuadriltero de jerarquas y demostracin de poder. La relacin educador/educando debe fundarse sobre el respeto a la diferencia, el dilogo, el consenso, la justicia, la solidaridad, la cooperacin y la paz. Los resultados de la evaluacin no van mejorar o cambiar positivamente volviendo a los esquemas del pasado: la sociedad se transform y por ende la escuela debe reconfigurarse para sobrevivir. Una educacin centrada en controles disciplinarios, apropiacin de saberes por simple memorizacin y estandarizacin de la verdad dicha por el docente no tienen cabida en un mundo tecnologizado, mediatizado y flexible. El conocimiento no es un mero conjunto de saberes acumulables. El conocimiento se construye y la ciencia nos da las claves para acceder a las herramientas tericas y metodolgicas que nos permiten solucionar problemas y hallar respuestas a las situaciones del mundo que nos llevan a interrogarnos constantemente. La escuela no es ajena al mundo de la investigacin y no debe seguir de espaldas a los logros de las comunidades cientficas, abrindose a las nuevas epistemologas y aproximaciones al saber. Por lo tanto, la evaluacin no puede ser una verificacin de la apropiacin mecnica de conceptos y datos, sino el resultado de un anlisis profundo de los avances que tienen los estudiantes al abordar problemas y proponer soluciones. Como docente debo abandonar la lgica que me hace suponer que lo que yo enseo encierra la verdad absoluta y que mi quehacer pedaggico se limita a repetir ao tras ao unos contenidos que han sido seleccionados por otros y que en mi soberbia sigo considerndolos piedra santa que funda el edificio del saber, mientras ignoro los verdaderos criterios que guiaron a esa seleccin arbitraria y por dems incompleta. Pedir a los estudiantes que repitan y obedezcan a esa misma lgica miope es ir en contrava con la esencia de la bsqueda de la verdad, esencia misma que ha guiado a cientficos y pensadores a cuestionarse y a aventurarse a buscar otras posibilidades de conocer. Perder el miedo a involucrar a los estudiantes, a permitirse conocerlos en sus distintas facetas. El dilogo con ellos es el mejor insumo para determinar el rumbo que tomarn mis prcticas en el aula. Pretender que somos nosotros los nicos que podemos saber lo mejor para ellos es seguirle el juego a las prcticas autoritarias y verticales que asumen al otro como un incapaz mental que necesita de un lder fuerte que marque derroteros para que otros lo sigan.