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Ali0 XIV VOLUMEN LIX ABRIL 1965 NUM. ESTUDIOS Actitudes sociales y educación de deficientes somáticos, psíquicos y sociales EUSEBIO MARTIIVEZ, O. P. Profesor de Psicología y Antropología cultural en el Instituto filosófico de PP. Dominicos-Madrid La educación de deficientes o excepcionales por defecto continúa siendo un problema en todos los países. La orientación profesional basada exclu- sivamente en tests de aptitudes y de rendimiento es peligrosa para muchos sujetos «aparentemen- te» normales y totalmente insuficiente para su- jetos excepcionales. La educación de estos últi- mos tiene un interés económico para la nación y se impone por la obligación moral de atender a las necesidades elementales del hombre en so- ciedad. Un sujeto es excepcional cuando no es igual que la mayoría de los hombres de su edad y sexo. Además de esta definición estadística, y limitán- donos al excepcional por defecto o deficiente, de- cimos que todo individuo cuyo rendimiento ac- tual se halla de manera muy notoria por debajo de su potencial es un individuo excepcional. Para distribuir estos sujetos en grupos fun- cionales podemos aceptar varios criterios. Por esta razón no existe una clasificación únánime. Teniendo en cuenta el handicap físico tenemos: Sordos, duros de oídos. Ciegos, semiciegos. Enfermos con enfermedades progresivas. Epilépticos. Paralíticos cerebrales. Malformados, sin piernas, sin brazos, etc. Disminuidos físicos, v. gr.., cardíacos con dos horas de trabajo posibles. Cosméticos, muy feos, con apariencias mons- truosas. Enuréticos. Dificultades en el lenguaje, v. gr., tartamudeo, cecear, etc., notorios. Atendiendo a la inteligencia: Lentos. Débiles mentales. Imbéciles. Idiotas. Teniendo en cuenta la personalidad: Inestables. Delincuentes. Neuróticos. Psicóticos. Teniendo en cuenta el carácter social: Ilegítimos. Huérfanos. Abandonados: padres divorciados que abando- nan los hijos. Considerando la escolaridad: Retardado general: v. gr., empezaron tarde la escuela. Retardado especial: retrasados en alguna (s) asignatura (s). Casos clínicos de aprendizaje: v. gr.: dislexia. ACTITUDES SOCIALES FRENTE A LOS EXCEPCIONALES El progreso en la planificación de la educa- ción especializada ha dependido de las diversas actitudes de la sociedad frente al excepcional, frente al «enfermo». Las actitudes sociales que explicaremos se atribuyen en general a todos los excepcionales mencionados, pero particularmen- te a los más notorios de los físicos, intelectuales y de personalidad.

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Ali0 XIV

VOLUMEN LIX

ABRIL 1965 NUM.

ESTUDIOS

Actitudes sociales y educaciónde deficientes somáticos, psíquicos y socialesEUSEBIO MARTIIVEZ, O. P.

Profesor de Psicología y Antropología culturalen el Instituto filosófico de PP. Dominicos-Madrid

La educación de deficientes o excepcionales pordefecto continúa siendo un problema en todos lospaíses. La orientación profesional basada exclu-sivamente en tests de aptitudes y de rendimientoes peligrosa para muchos sujetos «aparentemen-te» normales y totalmente insuficiente para su-jetos excepcionales. La educación de estos últi-mos tiene un interés económico para la nacióny se impone por la obligación moral de atendera las necesidades elementales del hombre en so-ciedad.

Un sujeto es excepcional cuando no es igualque la mayoría de los hombres de su edad y sexo.Además de esta definición estadística, y limitán-donos al excepcional por defecto o deficiente, de-cimos que todo individuo cuyo rendimiento ac-tual se halla de manera muy notoria por debajode su potencial es un individuo excepcional.

Para distribuir estos sujetos en grupos fun-cionales podemos aceptar varios criterios. Poresta razón no existe una clasificación únánime.Teniendo en cuenta el handicap físico tenemos:

Sordos, duros de oídos.Ciegos, semiciegos.Enfermos con enfermedades progresivas.Epilépticos.Paralíticos cerebrales.Malformados, sin piernas, sin brazos, etc.Disminuidos físicos, v. gr.., cardíacos con dos

horas de trabajo posibles.Cosméticos, muy feos, con apariencias mons-

truosas.Enuréticos.Dificultades en el lenguaje, v. gr., tartamudeo,

cecear, etc., notorios.

Atendiendo a la inteligencia:Lentos.Débiles mentales.Imbéciles.Idiotas.Teniendo en cuenta la personalidad:Inestables.Delincuentes.Neuróticos.Psicóticos.Teniendo en cuenta el carácter social:Ilegítimos.Huérfanos.Abandonados: padres divorciados que abando-

nan los hijos.Considerando la escolaridad:Retardado general: v. gr., empezaron tarde la

escuela.Retardado especial: retrasados en alguna (s)

asignatura (s).Casos clínicos de aprendizaje: v. gr.: dislexia.

ACTITUDES SOCIALESFRENTE A LOS EXCEPCIONALES

El progreso en la planificación de la educa-ción especializada ha dependido de las diversasactitudes de la sociedad frente al excepcional,frente al «enfermo». Las actitudes sociales queexplicaremos se atribuyen en general a todos losexcepcionales mencionados, pero particularmen-te a los más notorios de los físicos, intelectualesy de personalidad.

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REVISTA DE EDUCACION - ESTUDIOS

LIX 171

1. ACTITUD DE RECHAZO

En un principio, el excepcional fué simple-mente rechazado de la esfera social. La luchapor la vida exigía una concentración de energíaspara combatir eficazmente las amenazas del me-dio ambiente: animales, frío, búsqueda de ali-mentos, etc. En algunas tribus se les eliminabafísicamente, acompañando los homicidios con ri-tos mitológicos, en otras se hacía sin ritos. Ensociedades culturalmente avanzadas, como enGrecia, se legitimaban esos homicidios. Algunassociedades contemporáneas (Hitler, algunos paí-ses comunistas) han llegado también a sistema-tizar esos homicidios, legalizados por un mate-rialismo racial o social. La compasión de la euta-nasia (proceso de Lieja) es también un índicede esa actitud primitiva.

Entre los factores psíquicos que influyen enel rechazo de estos sujetos tenemos la culpabi-lidad morbosa, inconsciente. En tribus de laPolinesia se exigía una confesión pública paraestar seguros de que nadie había tenido un maldeseo contra el enfermo. Este era fruto de unpecado, de una mala acción o de un pensamien-to torcido. Actualmente observamos esa culpa-bilidad en la clínica psiquiátrica y en los relatosde brujas. Los parientes confiesan a veces eco-.sas mal hechas»: fumar la madre durante elembarazo, un resfriado de la madre un día queno debía haber salido de casa, trabajo excesivoque no debía haberse hecho, tomar analgésicosdurante el embarazo por no sufrir un poco. Al-guno de los parientes hablan de que uno de lospadres tuvo la «culpa» por haberse casado conel otro que nunca fue bueno, tenía taras fami-liares, etc. También bajo la vergüenza se ocultauna buena dosis de culpabilidad. Frente a hijosexcepcionales los familiares se sienten avergon-zados, no se atreven a presentarlos en público.Generalmente, en estos casos, los familiares seacusan de no ser solícitos para con ellos. Dichaculpabilidad favorece una actitud de rechazo, lle-gando a veces a una eutanasia poco compasiva.

El tonto del pueblo. Frecuentemente, los ex-cepcionales disminuidos son objeto de la hilari-dad pública, se les considera como algo cómico,y la «gente» habla de ellos, los niños le con-sideran como algo raro y curioso, circulan pro-verbios locales: «eres más tonto que X», «es-tás como X», «eres más feo que X», etc. La ac-titud social de rechazo se halla sintetizada enesos proverbios, que en los familiares del dismi-nuido provocan desajustes en sus relaciones psico-sociales y un constante rechazo del sujeto: «paravivir así, es mejor que Dios se lo lleve», se le de-sea la muerte.

El diablo y las brujas. Desde los tiempos másremotos de la Humanidad ha existido una rela-ción entre esta clase de sujetos y elementos su-periores. La ira de los dioses vengativos, los es-píritus malignos se escondían d e t rá s de laenfermedad. Aun en el cristianismo, ligado a lacultura de los tiempos. ha existido una forma de

relación entre la posesión diabólica y algunosenfermos, particularmente en relación con alu-cinaciones y ataques epilépticos. El «Malleus ma-leficarum» sirve de cierta ilustración. Todavíaexiste en todos los pueblos, aun en los más ci-vilizados, la creencia en brujas, en magias ne-gras, etc., con carácter vengativo. Hace cuatroarios observé la siguiente escena relacionada conuna niña mongoloide de nueve arios de edad:Después de haber visitado varios especialistas,con resultados negativos, la madre llevó la niñaa una «curandera». Esta le diagnosticó «mal deojo», alguien en el pueblo la quería mal, le de-seaba un gran mal. Para combatir a la brujala curandera ordenó a la madre hervir un ca-chorro vivo en una sartén llena de aceite paradárselo a comer a la niña. A pesar de mis insis-tencias en lo absurdo del remedio y del diagnós-tico, los familiares decidieron llevar a cabo laprescripción. Esos factores «supranaturales» ad-quieren a veces un carácter contagioso: «si teríes de él, te va a pasar a ti lo mismo». Peligro deun castigo que confirma la fe profunda en dichosfactores. Todos tenemos, es cierto, un fondo ani-mista y mitológico.

Este rechazo simple del enfermo es admitidoparcialmente en algunos estados contemporá-neos: prohibición de matrimonios de excepcio-nales, esterilización, etc.

2. TOLERANCIA

En este período, impulsado por el cristianis-mo se consideró y aceptó el derecho a la vidadel excepcional. Se fundaron asilos especialespara cuidar de ellos. Los dedicados a estas ta-reas fueron considerados como personas llenasde humildad y caridad para con el prójimo.

La eliminación física fué condenada. Había queconcederles un derecho natural limitado exclu-sivamente a la vida física: comer y dormir. Lasactitudes sociales estaban dominadas por la com-pasión, la misericordia, aunque el medio ambien-te familiar no les aceptaba como miembros dela familia, eludían toda responsabilidad entre-gándolos, si podían, a los asilos. Estos eran unmundo aparte, en el cual el recuerdo de la muer-te había de ser constante. La ciencia todavía nose interesaba por ellos y las causas de su dis-minución física o mental continuaban siendomisteriosas; eran fenómenos «preternaturales»,relegados al mundo del animismo y espiritismopopulares. Estos sujetos habían conseguido unpuesto para vivir, pero permanecían encerrados,al margen de la sociedad. Esta, más que encar-garse de ellos, se descargaba de los mismos. Seles negaba el alimento mental y espiritual ne-cesario para una vida completa.

Esta actitud histórica podemos observarla, ais-ladamente, en nuestra sociedad. Cuando llevanal «enfermo» a las instituciones, los familiaresestán dispuestos a «pagar lo que sea» con talque ingresen al sujeto y lo mantengan en la

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institución. Cuando se les dice que el ingreso noes necesario, no reciben con agrado el llevárseloa sus domicilios, porque «ya ve usted que nopodemos hacer nada por él». Estas respuestas seoyen a veces de familias cuyas ocupaciones yeconomías permiten muy bien retener al indi-viduo en casa. No aceptan la vergüenza, humi-llación, molestias, etc., que ellos frecuentementeimaginan. Hace unos meses tuve ocasión de vera un psicópata extranjero. Advertida la familiade que era conveniente repatriarlo y educarloen casa, respondieron: «manténgalo tres arios enuna buena institución. Nos encargaremos de to-dos los gastos». Nuestro psicópata había estadoya ingresado seis arios en otro país, distinto delsuyo. Pudimos enterarnos de que sus familiarespertenecían a la alta sociedad y no deseaban vera su hijo en su casa porque suponía una humi-llación en su mundo social.

3. COOPERACION INSTITUCIONALIZADA

En este período, los excepcionales por defectoson considerados como seres humanos comple-tos: con derecho no sólo a la vida fisica, sinotambién a la vida mental completa. El misteriode las causas de la enfermedad ha sido real ohipotéticamente desvelado con una actitud cien-tífica. La actitud científica ha favorecido gran-demente las iniciativas estatales y privadas paracrear centros de investigación para la curacióny rehabilitación total de los sujetos. Los pacienteshan sido aceptados plenamente por la sociedad,otorgándoles los mismos derechos que a los demáshombres. El trabajo de rehabilitación realizadopor especialistas ya no es una labor excepcionaly de caridad, sino un trabajo normal y justo, conlas mismas atribuciones que el realizado en otrasprofesiones. La orientación de dichos centros hasido cada vez más ampliada, ordenándola progre-sivamente a la participación activa de dichos su-jetos en las tareas de la sociedad. Los asilos ycentros similares han quedado para aquellos en-fermos que no sean recuperables, y aun aquí setrata de organizar un género de vida adecuadopara que los ingresados puedan disfrutar de unaestructura social lo más satisfactoria y completaque les sea posible. A veces dichos asilos son ver-daderos centros residenciales, evitando, en la me-dida de lo posible, la idea de un estadio anteriora la muerte. La sociedad ha creado nuevas téc-nicas de aprendizaje, nuevos puestos de trabajo,para que los disminuidos no se consideren simplesobjetos de la caridad pública o familiar, sino másbien sujetos que se ganan dignamente su susten-to, que pueden frecuentemente llevar una vida so-

cial y matrimonial adecuada a su nivel justo deaspiraciones personales.

Sin embargo, en este estadio actual de las acti-tudes sociales frente al excepcional, el trabajo dereeducación está excesivamente centralizado enlas instituciones, fuera del seno familiar.

4. COOPERACION FAMILIAR E INTEGRACIONTOTAL

Desde el último congreso mundial de Psiquiatría(Montreal, 1961) esta ciencia y las ciencias afineshan empezado una camparia mundial para elimi-nar progresivamente las instituciones innecesa-rias. Efectivamente, se ha advertido que losenfermos que han pasado un largo período detiempo en una institución presentan síntomas deuna «neurosis de institución » (Barton Russell).Una vez rehabilitados y vueltos al seno familiarmanifiestan apatía, falta de iniciativa, falta deinterés, particularmente en tareas impersonales,excesiva sumisión, inhabilidad para hacer planessobre el futuro, falta de individualidad y, a veces,posturas y gestos característicos. Esta sintomato-logia puede ser corregida reduciendo la estanciaen las instituciones a un período de tiempo mí-nimo, continuando la rehabilitación en el senofamiliar, con la participación activa de la familia,para evitar actitudes contrarias al interés del su-jeto. La familia ha de aceptar al enfermo, alexcepcional, como un miembro activo de la mismay no como un ser desgraciado, «pobrecito», distin-to de los demás, al cual no hay que contradecirnunca. Debemos familiarizarnos con el rehabili-tado, lo mismo que con los demás miembros de lasociedad.

La integración completa es la actitud que, has-ta el presente, se ha mostrado más positiva y ade-cuada para la mejor adaptación del excepcionala las exigencias de la vida.

CONCLUSION

Las actitudes sociales frente al excepcional pordefecto han evolucionado a través de la historiahumana: rechazo del enfermo y frecuente elimi-nación física del mismo, protección física al mar-gen de la vida social, aceptación del sujeto conderecho a una vida física, mental y social nor-males en la medida de lo posible; pero dichaaceptación dependía grandemente de institucio-nes. En la actualidad se acepta al excepcionalcomo parte integrante de la sociedad y de lafamilia.