Abuelas de Plaza de Mayode los años 60 había acumulado gloriosas insubordinaciones: el cor-dobazo,...

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2 Abuelas de Plaza de Mayo Fotografías de años en lucha Idea Abel Madariaga Compilación y realización Alejandro Reynoso Texto José María Pasquini Durán Epígrafes Guillermo Wulff Diseño y retoque digital Horacio Petre Agradecemos la colaboración de los fotógrafos y medios periodísticos, para la resalización de este libro Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723

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Abuelas de Plaza de Mayo Fotografías de años en lucha

Idea

Abel Madariaga

Compilación y realización

Alejandro Reynoso

Texto

José María Pasquini Durán

Epígrafes

Guillermo Wulff

Diseño y retoque digital

Horacio Petre

Agradecemos la colaboración de los fotógrafos y medios periodísticos, para la resalización de este libro

Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723 Abuelas de Plaza de Mayo Fotografías de años en lucha

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Abuelas de Plaza de Mayo Fotografías de años en lucha

Idea

Abel Madariaga

Compilación y realización

Alejandro Reynoso

Texto

José María Pasquini Durán

Epígrafes

Guillermo Wulff

Diseño y retoque digital

Horacio Petre

Agradecemos la colaboración de los fotógrafos y medios periodísticos, para la resalización de este libro

Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723 Abuelas de Plaza de Mayo Fotografías de años en lucha

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Hay fotografías en este libro que podrían pertenecer a cualquier álbum de familia: sin héroes ni bandidos, sólo gente del pueblo, jóvenes de ambos sexos en su mayoría, cuya única distinción era la categoría de sus sueños. Otras, en cambio, deberían mostrarse en algún museo del terror para que reciban el debido repudio de las sucesivas generaciones. La colección de imágenes tan distintas, aparte del mérito de sus autores, intenta evocar a los protagonistas de sucesos que chocaron en una encrucijada de la historia nacional reciente, dando lugar a la emergencia de abuelas de treinta años. La tragedia, por supuesto, sorprendió a la mayoría de estas mujeres en condición de madres acongojadas por la sorpresa y, por un tiempo, dispuestas a pensar que la crueldad tendría límites, que el fruto de sus vientres, como manda la vida, volverían para estar a su lado hasta el final de sus propios días. Descubrieron, en cambio, la ter-rible categoría de detenido-desaparecido, esa situación de inasible que adquiere el secuestrado por el terrorismo de Estado. Peor aún, si cabe: de a poco o de golpe a cada una le fue revelado que el mano-tazo diabólico se apropió además de sus nietos, ya nacidos o paridos sobre el piso de la prisión clandestina. Con suprema arrogancia, los desalmados verdugos decidieron arrancar esos flamantes gajos del tronco familiar para injertarlos en otros hogares y con las identi-dades cambiadas. Los convirtieron en parte del “derecho al botín”, por el que dispusieron de vidas y bienes ajenos, muchas veces mo-tivados sólo por la codicia, la envidia o el rencor, aunque cobijaran esas mezquindades con retóricas “patrióticas” o “antisubversivas”. Tal vez con intención de equilibrio compensatorio por esos actos de infamia, la historia parió, hace tres décadas, a las Abuelas de Plaza de Mayo, demandantes de cinco centenares de nietas y nietos, casi todos presentidos, nunca disfrutados, siempre amados.

Amas de casa, por lo general apolíticas, cuando aún el terror no había golpeado a sus puertas, escuchaban, a veces suponían, los sue-ños de sus jóvenes retoños, tan florecidos de nobles ideales. Querían cosas simples, pero enormes: una vida mejor para todos, en especial para los humildes y desamparados, justicia y libertad en comuni-dades solidarias. Aunque apostaban la vida a sus convicciones, pese a que no todos caminaron por el atajo de la insurgencia armada, el ímpetu de la sangre joven pudo combinar la seriedad del compro-miso con la música, las fiestas, las risas y, claro está, las tempranas pasiones amorosas. Eso explica por qué los hijos tienen hoy más años, alrededor de treinta, que los que tenían los padres al momento de su detención. ¿No era irresponsable que procrearan cuando sus propias vidas estaban en riesgo? En todo caso, era extrema confianza

en la victoria, era la creencia profunda en otro mundo y en otra vida posibles para las siguientes generaciones. Al fin y al cabo, la década de los años 60 había acumulado gloriosas insubordinaciones: el cor-dobazo, la revolución cubana, el mayo francés, el sonido inédito de los Beatles, para citar sólo algunas entre muchas. Al comienzo, los 70 pintaban con colores nuevos: en Chile, por primera vez, había un presidente socialista por la voluntad de las urnas, y aquí, en Argen-tina, terminaban dieciocho años de proscripción del mayor mov-imiento popular que había conocido el país en la segunda mitad del siglo XX y regresaba su fundador del exilio, excitando a propios y extraños. Al influjo de ese tiempo, ninguna pasión era extravagante y las rebeldías, también las más extremas, adquirían sentido. Para criticar el pasado, primero hay que entenderlo.

Les tomó años a las Abuelas descifrar los acertijos de la política y comprender el alcance de los sueños desaparecidos. Vinieron a su encuentro como pensamientos laterales, puesto que en el centro de su voluntad y de su inteligencia se hacía cada vez más fuerte la voluntad de búsqueda de los amores arrebatados. Aparte del vigor de sus sentimientos, la realidad comenzó a ceder ante semejante tenacidad: en 1980 alcanzaron a las dos primeras nietas y a la fecha, mejor dicho al escribir estas líneas, casi llegan a noventa, ochenta y ocho con exactitud, el número de recuperaciones. Logros de in-mensas dimensiones, ya que empezaron en la noche y la niebla, si no fuera que hay cuatro centenares más de historias sin terminar. Aparte de la política, estas venerables y tozudas mujeres también se obligaron a penetrar los secretos de las ciencias genéticas y del derecho nacional e internacional. A su influjo surgió el Banco Na-cional de Datos Genéticos, donde hoy cualquiera puede resolver las dudas sobre sus orígenes, quedaron establecido el Derecho a la Identidad en la Convención Internacional del Niño aprobada por Naciones Unidas y formada la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad. En estos días, están inaugurando una biblioteca, videoteca y hemeroteca para alumnos de posgrado y otras iniciati-vas en beneficio de la sociedad toda.

Es imposible resumir la obra de estas madresabuelas, tanta es su pertinacia y acumulación, pero menos se puede medir la densi-dad de su influencia social y cultural que desde hace años incluso trascendió las fronteras nacionales. Durante los treinta años fueron parte del movimiento en defensa de los derechos humanos, por la verdad y la justicia, con el coraje cívico que demandan esas tareas, pero el inconmensurable amor por las víctimas y la voluntad de

El AguardamientoJ.M. Pasquini Durán*

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Hay fotografías en este libro que podrían pertenecer a cualquier álbum de familia: sin héroes ni bandidos, sólo gente del pueblo, jóvenes de ambos sexos en su mayoría, cuya única distinción era la categoría de sus sueños. Otras, en cambio, deberían mostrarse en algún museo del terror para que reciban el debido repudio de las sucesivas generaciones. La colección de imágenes tan distintas, aparte del mérito de sus autores, intenta evocar a los protagonistas de sucesos que chocaron en una encrucijada de la historia nacional reciente, dando lugar a la emergencia de abuelas de treinta años. La tragedia, por supuesto, sorprendió a la mayoría de estas mujeres en condición de madres acongojadas por la sorpresa y, por un tiempo, dispuestas a pensar que la crueldad tendría límites, que el fruto de sus vientres, como manda la vida, volverían para estar a su lado hasta el final de sus propios días. Descubrieron, en cambio, la ter-rible categoría de detenido-desaparecido, esa situación de inasible que adquiere el secuestrado por el terrorismo de Estado. Peor aún, si cabe: de a poco o de golpe a cada una le fue revelado que el mano-tazo diabólico se apropió además de sus nietos, ya nacidos o paridos sobre el piso de la prisión clandestina. Con suprema arrogancia, los desalmados verdugos decidieron arrancar esos flamantes gajos del tronco familiar para injertarlos en otros hogares y con las identi-dades cambiadas. Los convirtieron en parte del “derecho al botín”, por el que dispusieron de vidas y bienes ajenos, muchas veces mo-tivados sólo por la codicia, la envidia o el rencor, aunque cobijaran esas mezquindades con retóricas “patrióticas” o “antisubversivas”. Tal vez con intención de equilibrio compensatorio por esos actos de infamia, la historia parió, hace tres décadas, a las Abuelas de Plaza de Mayo, demandantes de cinco centenares de nietas y nietos, casi todos presentidos, nunca disfrutados, siempre amados.

Amas de casa, por lo general apolíticas, cuando aún el terror no había golpeado a sus puertas, escuchaban, a veces suponían, los sue-ños de sus jóvenes retoños, tan florecidos de nobles ideales. Querían cosas simples, pero enormes: una vida mejor para todos, en especial para los humildes y desamparados, justicia y libertad en comuni-dades solidarias. Aunque apostaban la vida a sus convicciones, pese a que no todos caminaron por el atajo de la insurgencia armada, el ímpetu de la sangre joven pudo combinar la seriedad del compro-miso con la música, las fiestas, las risas y, claro está, las tempranas pasiones amorosas. Eso explica por qué los hijos tienen hoy más años, alrededor de treinta, que los que tenían los padres al momento de su detención. ¿No era irresponsable que procrearan cuando sus propias vidas estaban en riesgo? En todo caso, era extrema confianza

en la victoria, era la creencia profunda en otro mundo y en otra vida posibles para las siguientes generaciones. Al fin y al cabo, la década de los años 60 había acumulado gloriosas insubordinaciones: el cor-dobazo, la revolución cubana, el mayo francés, el sonido inédito de los Beatles, para citar sólo algunas entre muchas. Al comienzo, los 70 pintaban con colores nuevos: en Chile, por primera vez, había un presidente socialista por la voluntad de las urnas, y aquí, en Argen-tina, terminaban dieciocho años de proscripción del mayor mov-imiento popular que había conocido el país en la segunda mitad del siglo XX y regresaba su fundador del exilio, excitando a propios y extraños. Al influjo de ese tiempo, ninguna pasión era extravagante y las rebeldías, también las más extremas, adquirían sentido. Para criticar el pasado, primero hay que entenderlo.

Les tomó años a las Abuelas descifrar los acertijos de la política y comprender el alcance de los sueños desaparecidos. Vinieron a su encuentro como pensamientos laterales, puesto que en el centro de su voluntad y de su inteligencia se hacía cada vez más fuerte la voluntad de búsqueda de los amores arrebatados. Aparte del vigor de sus sentimientos, la realidad comenzó a ceder ante semejante tenacidad: en 1980 alcanzaron a las dos primeras nietas y a la fecha, mejor dicho al escribir estas líneas, casi llegan a noventa, ochenta y ocho con exactitud, el número de recuperaciones. Logros de in-mensas dimensiones, ya que empezaron en la noche y la niebla, si no fuera que hay cuatro centenares más de historias sin terminar. Aparte de la política, estas venerables y tozudas mujeres también se obligaron a penetrar los secretos de las ciencias genéticas y del derecho nacional e internacional. A su influjo surgió el Banco Na-cional de Datos Genéticos, donde hoy cualquiera puede resolver las dudas sobre sus orígenes, quedaron establecido el Derecho a la Identidad en la Convención Internacional del Niño aprobada por Naciones Unidas y formada la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad. En estos días, están inaugurando una biblioteca, videoteca y hemeroteca para alumnos de posgrado y otras iniciati-vas en beneficio de la sociedad toda.

Es imposible resumir la obra de estas madresabuelas, tanta es su pertinacia y acumulación, pero menos se puede medir la densi-dad de su influencia social y cultural que desde hace años incluso trascendió las fronteras nacionales. Durante los treinta años fueron parte del movimiento en defensa de los derechos humanos, por la verdad y la justicia, con el coraje cívico que demandan esas tareas, pero el inconmensurable amor por las víctimas y la voluntad de

El AguardamientoJ.M. Pasquini Durán*

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imponer castigo al terrorismo de los años pasados, combinó con la búsqueda de vida entre los escombros de esos años de plomo. Ser abuelas duplica la maternidad, pero desde su aparición se propu-sieron dar a luz a nietas y nietos, concebidos en el vientre original de sus hijas, escamoteados por la maldad de quienes creyeron que eran dioses paganos que podían repartir a su arbitrio la vida y la muerte. Rescatar la vida es un mensaje tan potente que no hay dis-ciplina artística, desde la opera al rock, desde el teatro y el cine a la telenovela, desde la fotografía a la literatura, que haya podido pasar indiferente, todas las contienen y las proyectan. Lo mismo sucede con las ciencias sociales y políticas que las eligieron como centro de ensayos y estudios. Son, también hay que decirlo, modelo y espejo donde se miran otros pueblos que sufrieron también la violación sin misericordia de los más elementales derechos humanos. Con seguri-dad, cada uno de estos datos debe llenarlas de orgullo, pero no tanto por cuestiones de mundanidad personal sino porque son caminos todos que aceleran y dispersan el llamado urgente a destinatarios que necesitan reconocer. De todos los orgullos merecidos, el primer lugar lo ocupan las ochenta y ocho alegrías de recuperación de iden-tidad. Luego, su infatigable pelea contra la impunidad: el secuestro de niños y recién nacidos es uno de los delitos que no pudieron sortear ninguno de los intentos que se hicieron desde gobiernos elegidos en las urnas para imponer el olvido sobre el pasado con el argumento de una reconciliación imposible sin verdad ni jus-ticia. Por la misma causa, Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera, igual que otros de la misma catadura, regresaron a prisión. Todo eso fue logrado con la ley como ariete, sin revancha por mano propia, soportando los golpes del infortunio, las claudicaciones en democracia, el dogmatismo ocasional de compañeros de camino, el aislamiento de pasajeros existismos reconciliatorios o la indiferencia de los que siempre miraron hacia otro lado, pero con inclaudicable confianza en la gota de agua que horada la piedra.

A esta altura, ¿no sería mejor dejar que hombres y mujeres de más o menos treinta años de vida, permanezcan ignorantes de su pasado? ¿Confrontar la verdad ignorada, reivindica o destruye? Para ninguna de estas preguntas hay respuestas únicas, pero sí hay ense-ñanzas de la experiencia. No hay parto sin dolor y recuperar la ver-dadera identidad es como volver a nacer, con los dolores de la madre y del bebé al mismo tiempo en la misma persona. A la vez, ese sufrimiento forja la vida, pero en estos casos sin la ingenuidad del recién nacido. Son adultos que han desarrollado sentimientos por sus apropiadores, algunos hasta se los han ganado de buena fe, que han madurado en culturas familiares que a lo mejor son opuestas o extrañas a las de sus casas biológicas, que una vez enfrentados a la identidad verdadera quedan en suspenso por tiempo indeterminado, sin ser de aquí ni ser de allá. Las abuelas-madres no hubieran podido contener tanto impaciente amor si no fueran capaces de entender,

uno por uno, los pliegues y repliegues de la condición humana. Por eso, a cada reencuentro le dieron cauce propio para reconciliar en el alma de los inocentes sus tiempos pasado, presente y futuro. Las Abuelas de la Plaza saben que su propio tiempo se escapa como granos de fina arena entre los dedos, pero a esta altura, después de treinta años, construyeron un legado tan firme que se prolongará más allá de las peripecias individuales. Han enseñado a todos los que quisieron aprender la acción de aguardar, el aguardamiento, esa sabia mezcla de esperanza, de lucha, de fe en las propias fuerzas y de firme convicción que al final del camino alguien las espera, sabiéndolo o no, desde hace tres décadas. Ese aguardamiento acuna la dulce y férrea decisión de alumbrar vidas.

* Periodista, escritor y militante fallecido en 2010. El prólogo lo redactó para la primera edición de este libro.

Abuelas de Plaza de Mayo Fotografías de años en lucha

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imponer castigo al terrorismo de los años pasados, combinó con la búsqueda de vida entre los escombros de esos años de plomo. Ser abuelas duplica la maternidad, pero desde su aparición se propu-sieron dar a luz a nietas y nietos, concebidos en el vientre original de sus hijas, escamoteados por la maldad de quienes creyeron que eran dioses paganos que podían repartir a su arbitrio la vida y la muerte. Rescatar la vida es un mensaje tan potente que no hay dis-ciplina artística, desde la opera al rock, desde el teatro y el cine a la telenovela, desde la fotografía a la literatura, que haya podido pasar indiferente, todas las contienen y las proyectan. Lo mismo sucede con las ciencias sociales y políticas que las eligieron como centro de ensayos y estudios. Son, también hay que decirlo, modelo y espejo donde se miran otros pueblos que sufrieron también la violación sin misericordia de los más elementales derechos humanos. Con seguri-dad, cada uno de estos datos debe llenarlas de orgullo, pero no tanto por cuestiones de mundanidad personal sino porque son caminos todos que aceleran y dispersan el llamado urgente a destinatarios que necesitan reconocer. De todos los orgullos merecidos, el primer lugar lo ocupan las ochenta y ocho alegrías de recuperación de iden-tidad. Luego, su infatigable pelea contra la impunidad: el secuestro de niños y recién nacidos es uno de los delitos que no pudieron sortear ninguno de los intentos que se hicieron desde gobiernos elegidos en las urnas para imponer el olvido sobre el pasado con el argumento de una reconciliación imposible sin verdad ni jus-ticia. Por la misma causa, Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera, igual que otros de la misma catadura, regresaron a prisión. Todo eso fue logrado con la ley como ariete, sin revancha por mano propia, soportando los golpes del infortunio, las claudicaciones en democracia, el dogmatismo ocasional de compañeros de camino, el aislamiento de pasajeros existismos reconciliatorios o la indiferencia de los que siempre miraron hacia otro lado, pero con inclaudicable confianza en la gota de agua que horada la piedra.

A esta altura, ¿no sería mejor dejar que hombres y mujeres de más o menos treinta años de vida, permanezcan ignorantes de su pasado? ¿Confrontar la verdad ignorada, reivindica o destruye? Para ninguna de estas preguntas hay respuestas únicas, pero sí hay ense-ñanzas de la experiencia. No hay parto sin dolor y recuperar la ver-dadera identidad es como volver a nacer, con los dolores de la madre y del bebé al mismo tiempo en la misma persona. A la vez, ese sufrimiento forja la vida, pero en estos casos sin la ingenuidad del recién nacido. Son adultos que han desarrollado sentimientos por sus apropiadores, algunos hasta se los han ganado de buena fe, que han madurado en culturas familiares que a lo mejor son opuestas o extrañas a las de sus casas biológicas, que una vez enfrentados a la identidad verdadera quedan en suspenso por tiempo indeterminado, sin ser de aquí ni ser de allá. Las abuelas-madres no hubieran podido contener tanto impaciente amor si no fueran capaces de entender,

uno por uno, los pliegues y repliegues de la condición humana. Por eso, a cada reencuentro le dieron cauce propio para reconciliar en el alma de los inocentes sus tiempos pasado, presente y futuro. Las Abuelas de la Plaza saben que su propio tiempo se escapa como granos de fina arena entre los dedos, pero a esta altura, después de treinta años, construyeron un legado tan firme que se prolongará más allá de las peripecias individuales. Han enseñado a todos los que quisieron aprender la acción de aguardar, el aguardamiento, esa sabia mezcla de esperanza, de lucha, de fe en las propias fuerzas y de firme convicción que al final del camino alguien las espera, sabiéndolo o no, desde hace tres décadas. Ese aguardamiento acuna la dulce y férrea decisión de alumbrar vidas.

* Periodista, escritor y militante fallecido en 2010. El prólogo lo redactó para la primera edición de este libro.

Abuelas de Plaza de Mayo Fotografías de años en lucha

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Como hojas verdes entre hojas secas se van tornando las foto-grafías que componen este libro. Imágenes entregadas al homenaje a esas mujeres que, desde el día preciso del secuestro de sus hijas o hijos, de sus nietitos nacidos o por nacer (en ocasiones sin estar enteradas de la buena nueva), iniciaron un recorrido difícil de conce-bir. La tragedia dictatorial que arrasó a nuestro país pegó con espe-cial fuerza en sus cuerpos, se rompió el lazo fundador, el de sangre. El crimen perpetuo que implica negar la identidad intransferible, obligó al salto del ámbito doméstico a la lucha pública; luego de entender que esperar el regreso del desaparecido con su habitación limpia y el paquete de cigarrillos recién comprados, que entrevis-tarse con las jerarquías era inútil, iniciaron las Abuelas de Plaza de Mayo una formidable tarea. A riesgo de ser devoradas por la maqui-naria del terror, esta tarea grupal desde su inicio, y continuidad a través de los años, honra la vida y provoca el reconocimiento global.

De su obra y su contexto dan cuenta fragmentariamente el re-lato de estas imágenes; su pretensión no es la de reproducir la ver-dad histórica de lo hecho por las Abuelas, con los cientos de casos registrados y 116 nietos restituidos al día de hoy, se precisarían volúmenes. Es apenas un puñado de fotos, en su camino vemos retratos de la cálida sencillez del desprevenido álbum familiar, así como del rigor profesional de los fotoperiodistas argentinos. Inten-tan acercar a nuestra sensibilidad, desde la percepción que nos ofrece el lenguaje de la fotografía, los invalorables frutos que produjeron las Abuelas. Fotos para agregarnos una imagen al ejercicio de la memoria, por la verdad y la justicia. Y se suman al intento de resig-nificar el pasado, en libertad; no para secarnos en la nostalgia, sino con el compromiso colectivo de un porvenir sin impunidad, con inclusión y equidad. Son fotos de seres que apostaron a la vida, son fotos del terror, del dolor, de contribuciones y de inteligencia. Son fotos de amor.

Las Abuelas comienzan con su luchaEl 22 de octubre de 1977 doce mujeres fundan Abuelas dePlaza de Mayo. Buscan a sus nietos apropiados por la dictadura.Secuestrados junto a sus padres o nacidos durante el cautiveriode sus madres. Las Abuelas Chela Fontana, Raquel Radío deMarizcurrena, Clara Jurado y Eva Castillo Barrios marchanjunto a las Madres de Plaza de Mayo..

Unas pocas palabrasAlejandro Reynoso

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Como hojas verdes entre hojas secas se van tornando las foto-grafías que componen este libro. Imágenes entregadas al homenaje a esas mujeres que, desde el día preciso del secuestro de sus hijas o hijos, de sus nietitos nacidos o por nacer (en ocasiones sin estar enteradas de la buena nueva), iniciaron un recorrido difícil de conce-bir. La tragedia dictatorial que arrasó a nuestro país pegó con espe-cial fuerza en sus cuerpos, se rompió el lazo fundador, el de sangre. El crimen perpetuo que implica negar la identidad intransferible, obligó al salto del ámbito doméstico a la lucha pública; luego de entender que esperar el regreso del desaparecido con su habitación limpia y el paquete de cigarrillos recién comprados, que entrevis-tarse con las jerarquías era inútil, iniciaron las Abuelas de Plaza de Mayo una formidable tarea. A riesgo de ser devoradas por la maqui-naria del terror, esta tarea grupal desde su inicio, y continuidad a través de los años, honra la vida y provoca el reconocimiento global.

De su obra y su contexto dan cuenta fragmentariamente el re-lato de estas imágenes; su pretensión no es la de reproducir la ver-dad histórica de lo hecho por las Abuelas, con los cientos de casos registrados y 116 nietos restituidos al día de hoy, se precisarían volúmenes. Es apenas un puñado de fotos, en su camino vemos retratos de la cálida sencillez del desprevenido álbum familiar, así como del rigor profesional de los fotoperiodistas argentinos. Inten-tan acercar a nuestra sensibilidad, desde la percepción que nos ofrece el lenguaje de la fotografía, los invalorables frutos que produjeron las Abuelas. Fotos para agregarnos una imagen al ejercicio de la memoria, por la verdad y la justicia. Y se suman al intento de resig-nificar el pasado, en libertad; no para secarnos en la nostalgia, sino con el compromiso colectivo de un porvenir sin impunidad, con inclusión y equidad. Son fotos de seres que apostaron a la vida, son fotos del terror, del dolor, de contribuciones y de inteligencia. Son fotos de amor.

Las Abuelas comienzan con su luchaEl 22 de octubre de 1977 doce mujeres fundan Abuelas dePlaza de Mayo. Buscan a sus nietos apropiados por la dictadura.Secuestrados junto a sus padres o nacidos durante el cautiveriode sus madres. Las Abuelas Chela Fontana, Raquel Radío deMarizcurrena, Clara Jurado y Eva Castillo Barrios marchanjunto a las Madres de Plaza de Mayo..

Unas pocas palabrasAlejandro Reynoso

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Año 1976La dictadura mata y destruye familias enteras. En la foto Cristina Navajas de Santucho juega con su hijo Camilo. Poco después, embarazada, sería secuestrada. Su madre, Nélida Gómez de Navajas, se sumaría a las Abuelas. (ver pág.45)

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Año 1976La dictadura mata y destruye familias enteras. En la foto Cristina Navajas de Santucho juega con su hijo Camilo. Poco después, embarazada, sería secuestrada. Su madre, Nélida Gómez de Navajas, se sumaría a las Abuelas. (ver pág.45)

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Año 1977Los militantes apuestan a la vida. Alicia Elena Alfonsín (17) y Damián Abel Cabandié (19) esperan un bebé. Ambos serían secuestrados el 23 de noviembre de 1977. En marzo de 1978, en la ESMA, Alicia daría a luz a un niño al que llamó Juan (ver pág. 98).

Año 1976Betina Tarnopolsky (15) lee un diario en la intimidad de su hogar.El 15 de junio de 1976 sería secuestrada junto con sus padres, suhermano Sergio y su cuñada Laura. Sólo se salvaría Daniel, su otrohermano, quien esa noche había dormido en casa de unos amigos.

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Año 1977Los militantes apuestan a la vida. Alicia Elena Alfonsín (17) y Damián Abel Cabandié (19) esperan un bebé. Ambos serían secuestrados el 23 de noviembre de 1977. En marzo de 1978, en la ESMA, Alicia daría a luz a un niño al que llamó Juan (ver pág. 98).

Año 1976Betina Tarnopolsky (15) lee un diario en la intimidad de su hogar.El 15 de junio de 1976 sería secuestrada junto con sus padres, suhermano Sergio y su cuñada Laura. Sólo se salvaría Daniel, su otrohermano, quien esa noche había dormido en casa de unos amigos.

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Año 1977Valeria Beláustegui Herrera (24) y Ricardo Daniel Waisberg (29). La pareja seríasecuestrada el 13 de mayo de 1977 en San Antonio de Padua, junto con su hijitaTania, de 15 meses, quien luego sería dejada en la comisaría de esa ciudad con uncartel al cuello: “Soy hija de Valeria Beláustegui” (ver pág. 64). Valeria estabaembarazada. Ella y su esposo serían vistos en Campo de Mayo. Los dos hermanos deValeria, José y Martín, y sus esposas, también fueron desaparecidos. Matilde Herrera,la mamá de Valeria, y Reina Waisberg, la de Daniel, se unirían a las Abuelas.

Año 1977Mónica María Lemos (25), con su hija María (ver pág. 82) y su hermano Mario Alberto (22), en casa de Haydeé Vallino de Lemos. Meses más tarde Mónica y Mario serían secuestrados. Haydeé, la madre de ambos, se convertiría en una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo.

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Año 1977Valeria Beláustegui Herrera (24) y Ricardo Daniel Waisberg (29). La pareja seríasecuestrada el 13 de mayo de 1977 en San Antonio de Padua, junto con su hijitaTania, de 15 meses, quien luego sería dejada en la comisaría de esa ciudad con uncartel al cuello: “Soy hija de Valeria Beláustegui” (ver pág. 64). Valeria estabaembarazada. Ella y su esposo serían vistos en Campo de Mayo. Los dos hermanos deValeria, José y Martín, y sus esposas, también fueron desaparecidos. Matilde Herrera,la mamá de Valeria, y Reina Waisberg, la de Daniel, se unirían a las Abuelas.

Año 1977Mónica María Lemos (25), con su hija María (ver pág. 82) y su hermano Mario Alberto (22), en casa de Haydeé Vallino de Lemos. Meses más tarde Mónica y Mario serían secuestrados. Haydeé, la madre de ambos, se convertiría en una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo.

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Año 1976Liliana Corti (26) junto a su hijo Horacio(ver pág. 99), quien no llegó a conocer a su padre, asesinado en octubre de 1975 por la Triple A. Liliana correría la misma suerte que su marido a manos de los militares, quienes además se apropiarían de su bebé.

Año 1977La joven María Elena Isabel Corvalán días antes de serdetenida y desaparecida en la ciudad de La Plata.

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Año 1976Liliana Corti (26) junto a su hijo Horacio(ver pág. 99), quien no llegó a conocer a su padre, asesinado en octubre de 1975 por la Triple A. Liliana correría la misma suerte que su marido a manos de los militares, quienes además se apropiarían de su bebé.

Año 1977La joven María Elena Isabel Corvalán días antes de serdetenida y desaparecida en la ciudad de La Plata.

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Año 1977Un policía sostiene a Manuel Gonçalves Granada. La madre de Manuel acaba de ser asesinada en un operativo en San Nicolás, provincia de Buenos Aires. El niño se salva. Las fuerzas de seguridad lo llevan al hospital municipal y meses más tarde es entregado en adopción (ver pág. 116).

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Año 1977Un policía sostiene a Manuel Gonçalves Granada. La madre de Manuel acaba de ser asesinada en un operativo en San Nicolás, provincia de Buenos Aires. El niño se salva. Las fuerzas de seguridad lo llevan al hospital municipal y meses más tarde es entregado en adopción (ver pág. 116).

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Emilio Eduardo Massera, Jorge Rafael Videla y Orlando Ramón Agosti encabezan un acto oficial. Ellos son los más fieles intérpretes del plan sistemático de desaparición de personas y de apropiación de menores. Apoyada por sectores civiles y a fuerza de terror, la dictadura impuso un modelo económico que logró desarticular a los sectores populares y sentó las bases de una Argentina injusta y desigual.Foto Guillermo Loiácono/Fototeca ARGRA

24 de marzo de 1976Vehículos militares y soldados con armas de guerra patrullan la Plaza de Mayo y sus alrededores. El terrorismo de Estado se instala en el poder. Foto Eduardo Di Baia/Archivo AP

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Emilio Eduardo Massera, Jorge Rafael Videla y Orlando Ramón Agosti encabezan un acto oficial. Ellos son los más fieles intérpretes del plan sistemático de desaparición de personas y de apropiación de menores. Apoyada por sectores civiles y a fuerza de terror, la dictadura impuso un modelo económico que logró desarticular a los sectores populares y sentó las bases de una Argentina injusta y desigual.Foto Guillermo Loiácono/Fototeca ARGRA

24 de marzo de 1976Vehículos militares y soldados con armas de guerra patrullan la Plaza de Mayo y sus alrededores. El terrorismo de Estado se instala en el poder. Foto Eduardo Di Baia/Archivo AP

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4 de septiembre de 1976.Fuerzas conjuntas atacan con explosivos una casa en San Isidro. El comunicado oficial informa que hay “cinco delincuentes muertos”. El 25 de enero de 1984, a pedido de Abuelas, se realizaría la exhumación de los supuestos “delincuentes”. Se comprobaría que los muertos fueron Roberto Francisco Lanuscou, su esposa Amelia Bárbara Miranda y dos hijos del matrimonio: Roberto, de cinco años y Bárbara de cuatro (ver pág. 26/1). En la tumba de la pequeña Matilde, de cinco meses, sólo se encontrarían sus ropitas, una manta, un osito y un chupete.Foto Archivo NA

Prenda usada por la embarazada María Asunción Artigas, detenida en el centro clandestino de detención Pozo de Banfield. Se calcula que funcionaron 340 centros de detención y tortura en todo el país, la gran mayoría en zonas urbanas. Allí los secuestrados eran despojados de sus ropas y vestidos con capuchas y trapos de arpillera como el de la foto. María Asunción dio a luz a una niña a la que llamó María Victoria (ver pág. 69). Elena Santander, su suegra, se integraría a las Abuelas para buscar a la niña.

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4 de septiembre de 1976.Fuerzas conjuntas atacan con explosivos una casa en San Isidro. El comunicado oficial informa que hay “cinco delincuentes muertos”. El 25 de enero de 1984, a pedido de Abuelas, se realizaría la exhumación de los supuestos “delincuentes”. Se comprobaría que los muertos fueron Roberto Francisco Lanuscou, su esposa Amelia Bárbara Miranda y dos hijos del matrimonio: Roberto, de cinco años y Bárbara de cuatro (ver pág. 26/1). En la tumba de la pequeña Matilde, de cinco meses, sólo se encontrarían sus ropitas, una manta, un osito y un chupete.Foto Archivo NA

Prenda usada por la embarazada María Asunción Artigas, detenida en el centro clandestino de detención Pozo de Banfield. Se calcula que funcionaron 340 centros de detención y tortura en todo el país, la gran mayoría en zonas urbanas. Allí los secuestrados eran despojados de sus ropas y vestidos con capuchas y trapos de arpillera como el de la foto. María Asunción dio a luz a una niña a la que llamó María Victoria (ver pág. 69). Elena Santander, su suegra, se integraría a las Abuelas para buscar a la niña.

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12 de agosto de 1976El Ministerio del Interior, que funcionaba en casa de gobierno, es uno de los lugares a los que van los familiares para obtener información sobre sus seres queridos. También recorren juzgados, cárceles, comisarías e iglesias.Foto Jorge Sanjurjo/Archivo Crónica

Una suerte de altillo de amplias dimensiones hacía las veces dedormitorio para los secuestrados en la ESMA. En 1981, portestimonios de sobrevivientes, las Abuelas tomarían conocimiento de la existencia de una maternidad clandestina en el lugar.Foto: Enrique ShoreCONADEP

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12 de agosto de 1976El Ministerio del Interior, que funcionaba en casa de gobierno, es uno de los lugares a los que van los familiares para obtener información sobre sus seres queridos. También recorren juzgados, cárceles, comisarías e iglesias.Foto Jorge Sanjurjo/Archivo Crónica

Una suerte de altillo de amplias dimensiones hacía las veces dedormitorio para los secuestrados en la ESMA. En 1981, portestimonios de sobrevivientes, las Abuelas tomarían conocimiento de la existencia de una maternidad clandestina en el lugar.Foto: Enrique ShoreCONADEP

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El régimen militar sistematiza la desaparición forzada de personas de todas las edades. Centenares de criaturas son secuestradas junto con sus padres y centenares de detenidas embarazadas dan a luz en maternidades clandestinas. Más tarde se sabría de la existencia de listas de familias en “espera” de un nacimiento en esos centros de detención. Más de 400 niños fueron apropiados y despojados de su identidad.

(1) Bárbara Lanuscou, asesinada en 1976 por fuerzas conjuntas. En el operativo también murieron sus padres y su hermano Roberto (ver pág.23). Su hermanita menor, Matilde, permanece desaparecida.

(2) En el operativo de secuestro de su madre, Juan Pablo Moyano fue entregado a unos vecinos, quienes a su vez lo entregaron al Juzgado de Menores Nº 2 de San Isidro. El juzgado lo dio en tenencia sin siquiera haber tratado de localizar a su verdadera familia. Las Abuelas lo encontraron en 1983 y pudo conocer su identidad (ver pág. 66). Su madre y su padre están desaparecidos.

(3) Mariana Zaffaroni Islas fue secuestrada junto con sus padres y apropiada por un agente de inteligencia. En 1991 recuperó su identidad.

(4) José Antonio Míguez (14 años), secuestrado junto con su madre el 12 de mayo de 1977. Ambos continúan desaparecidos.

(5) Elena de la Cuadra y (6) Héctor Carlos Baratti fueron secuestrados el 23 de febrero de 1977 en La Plata. Elena estaba embarazada. El 16 de junio dio a luz a una niña a la que llamó Ana. A los cuatro días se la quitaron y recién en 2014 se le restituyó la identidad. Elena y Héctor siguen desaparecidos.

(1) Liliana Beatriz Caimi, secuestrada el 11 de octubre de 1976 junto con su esposo Andrés Marizcurrena. Liliana estaba embarazada de cinco meses. Su suegra, Raquel Radío de Marizcurrena, participó de la fundación de las Madres y de las Abuelas de Plaza de Mayo.

(2) Patricia Julia Roisinblit, secuestrada el 6 de octubre de 1978 junto con su compañero José Manuel Pérez Rojo. Patricia estaba embarazada de ocho meses. El 15 de noviembre, en la ESMA, dio a luz a un niño al que llamó Rodolfo Fernando. El niño fue apropiado. Sus abuelas, Rosa Tarlovsky de Roisinblit y Argentina Rojo, se unieron a las Abuelas. Rodolfo recuperó su identidad en el año 2000. (ver pag. 107)

(3) María Rosa Ana Tolosa, secuestrada en febrero de 1977 junto con su compañero Juan Enrique Reggiardo. María Rosa estaba embarazada de siete meses y medio. El 16 de mayo dio a luz en la cárcel de Olmos. Tuvo mellizos: Gonzalo Javier y Matías Ángel. Los mellizos fueron apropiados por un represor. En 1989 se comprobó genéticamente la identidad de los chicos. María Rosa y Juan Enrique siguen desaparecidos, al igual que Antonia Oldani de Reggiardo, madre de Juan Enrique.

(4) María Emilia Islas Gatti, secuestrada junto con su esposo Jorge Zaffaroni y su hija Mariana de un año y medio. Mariana fue apropiada por un agente de seguridad pero en 1991 pudo recuperar su identidad. María Emilia y Jorge siguen desaparecidos.

(5) Laura Estela Carlotto, secuestrada el 26 de noviembre de 1977. Estaba embarazada de dos meses y medio. Al igual que su compañero Walmir Oscar Montoya, fue detenida en el centro clandestino “La Cacha”, en las cercanías de La Plata. La trasladaron para dar a luz. El 26 de junio tuvo un niño al que llamó Guido. Laura fue devuelta a La Cacha sin su hijo. Laura y Walmir fueron asesinados. Guido conoció su historia y a su verdadera familia en 2014 (ver pág. 127).

(6) Ana María Lanzillotto, desaparecida el 19 de julio de 1976 junto con su compañero Domingo Menna. Al momento de su secuestro Ana María estaba embarazada de ocho meses. Según testimonios de sobrevivientes, dio a luz en cautiverio. Su hermana melliza, María Cristina, fue secuestrada el 17 de noviembre de ese año junto con suesposo Carlos Benjamín Santillán. Alba, hermana mayor deAna María y María Cristina, se sumó a las Abuelas.

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El régimen militar sistematiza la desaparición forzada de personas de todas las edades. Centenares de criaturas son secuestradas junto con sus padres y centenares de detenidas embarazadas dan a luz en maternidades clandestinas. Más tarde se sabría de la existencia de listas de familias en “espera” de un nacimiento en esos centros de detención. Más de 400 niños fueron apropiados y despojados de su identidad.

(1) Bárbara Lanuscou, asesinada en 1976 por fuerzas conjuntas. En el operativo también murieron sus padres y su hermano Roberto (ver pág.23). Su hermanita menor, Matilde, permanece desaparecida.

(2) En el operativo de secuestro de su madre, Juan Pablo Moyano fue entregado a unos vecinos, quienes a su vez lo entregaron al Juzgado de Menores Nº 2 de San Isidro. El juzgado lo dio en tenencia sin siquiera haber tratado de localizar a su verdadera familia. Las Abuelas lo encontraron en 1983 y pudo conocer su identidad (ver pág. 66). Su madre y su padre están desaparecidos.

(3) Mariana Zaffaroni Islas fue secuestrada junto con sus padres y apropiada por un agente de inteligencia. En 1991 recuperó su identidad.

(4) José Antonio Míguez (14 años), secuestrado junto con su madre el 12 de mayo de 1977. Ambos continúan desaparecidos.

(5) Elena de la Cuadra y (6) Héctor Carlos Baratti fueron secuestrados el 23 de febrero de 1977 en La Plata. Elena estaba embarazada. El 16 de junio dio a luz a una niña a la que llamó Ana. A los cuatro días se la quitaron y recién en 2014 se le restituyó la identidad. Elena y Héctor siguen desaparecidos.

(1) Liliana Beatriz Caimi, secuestrada el 11 de octubre de 1976 junto con su esposo Andrés Marizcurrena. Liliana estaba embarazada de cinco meses. Su suegra, Raquel Radío de Marizcurrena, participó de la fundación de las Madres y de las Abuelas de Plaza de Mayo.

(2) Patricia Julia Roisinblit, secuestrada el 6 de octubre de 1978 junto con su compañero José Manuel Pérez Rojo. Patricia estaba embarazada de ocho meses. El 15 de noviembre, en la ESMA, dio a luz a un niño al que llamó Rodolfo Fernando. El niño fue apropiado. Sus abuelas, Rosa Tarlovsky de Roisinblit y Argentina Rojo, se unieron a las Abuelas. Rodolfo recuperó su identidad en el año 2000. (ver pag. 107)

(3) María Rosa Ana Tolosa, secuestrada en febrero de 1977 junto con su compañero Juan Enrique Reggiardo. María Rosa estaba embarazada de siete meses y medio. El 16 de mayo dio a luz en la cárcel de Olmos. Tuvo mellizos: Gonzalo Javier y Matías Ángel. Los mellizos fueron apropiados por un represor. En 1989 se comprobó genéticamente la identidad de los chicos. María Rosa y Juan Enrique siguen desaparecidos, al igual que Antonia Oldani de Reggiardo, madre de Juan Enrique.

(4) María Emilia Islas Gatti, secuestrada junto con su esposo Jorge Zaffaroni y su hija Mariana de un año y medio. Mariana fue apropiada por un agente de seguridad pero en 1991 pudo recuperar su identidad. María Emilia y Jorge siguen desaparecidos.

(5) Laura Estela Carlotto, secuestrada el 26 de noviembre de 1977. Estaba embarazada de dos meses y medio. Al igual que su compañero Walmir Oscar Montoya, fue detenida en el centro clandestino “La Cacha”, en las cercanías de La Plata. La trasladaron para dar a luz. El 26 de junio tuvo un niño al que llamó Guido. Laura fue devuelta a La Cacha sin su hijo. Laura y Walmir fueron asesinados. Guido conoció su historia y a su verdadera familia en 2014 (ver pág. 127).

(6) Ana María Lanzillotto, desaparecida el 19 de julio de 1976 junto con su compañero Domingo Menna. Al momento de su secuestro Ana María estaba embarazada de ocho meses. Según testimonios de sobrevivientes, dio a luz en cautiverio. Su hermana melliza, María Cristina, fue secuestrada el 17 de noviembre de ese año junto con suesposo Carlos Benjamín Santillán. Alba, hermana mayor deAna María y María Cristina, se sumó a las Abuelas.

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Día del niño en Plaza de MayoEl 5 de agosto de 1978 el diario La Prensa publica la primerasolicitada de Abuelas. Se titula “Llamado a la conciencia y a loscorazones” y dice que los niños tienen el derecho de reunirse con susabuelas, quienes, como sea, los buscarán por el resto de sus vidas.La carta pone a las Abuelas ante la mirada de la opinión pública y marca el inicio del respaldo internacional a su búsqueda.

Año 1978Las Abuelas cada vez son más. Se conocen en los juzgados de menores y en los orfanatos. El silencio es la única respuesta que consiguen. Caminan juntas para hacer oír su reclamo.

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Día del niño en Plaza de MayoEl 5 de agosto de 1978 el diario La Prensa publica la primerasolicitada de Abuelas. Se titula “Llamado a la conciencia y a loscorazones” y dice que los niños tienen el derecho de reunirse con susabuelas, quienes, como sea, los buscarán por el resto de sus vidas.La carta pone a las Abuelas ante la mirada de la opinión pública y marca el inicio del respaldo internacional a su búsqueda.

Año 1978Las Abuelas cada vez son más. Se conocen en los juzgados de menores y en los orfanatos. El silencio es la única respuesta que consiguen. Caminan juntas para hacer oír su reclamo.

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La ronda de las Madres de Plaza de Mayo en torno a la Pirámide de Mayo crece semana a semana. Las Abuelas también participan de la ronda que se convertirá en el símbolo de la resistencia frente al horror.

Las Abuelas no tienen miedo. Lo peor que podía pasarles ya pasó. Sus voces desafían al régimen militar que sigue negando la existencia de los desaparecidos.

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La ronda de las Madres de Plaza de Mayo en torno a la Pirámide de Mayo crece semana a semana. Las Abuelas también participan de la ronda que se convertirá en el símbolo de la resistencia frente al horror.

Las Abuelas no tienen miedo. Lo peor que podía pasarles ya pasó. Sus voces desafían al régimen militar que sigue negando la existencia de los desaparecidos.

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Año 1983La tragedia cambió el rumbo de la vida de estas mujeres. Todas ellas asumieron la lucha con coraje, creatividad y un profundo sentido ético.

Año 1983Durante la tercera Marcha de la Resistencia, un grupo de artistas pega siluetas a tamaño natural de los desaparecidos en las paredes de la Catedral metropolitana. Madres y Abuelas exigen la aparición con vida de sus hijos y sus nietos.Foto Daniel García

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Año 1983La tragedia cambió el rumbo de la vida de estas mujeres. Todas ellas asumieron la lucha con coraje, creatividad y un profundo sentido ético.

Año 1983Durante la tercera Marcha de la Resistencia, un grupo de artistas pega siluetas a tamaño natural de los desaparecidos en las paredes de la Catedral metropolitana. Madres y Abuelas exigen la aparición con vida de sus hijos y sus nietos.Foto Daniel García

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Las Abuelas se manifiestan en el centro porteño. El Obelisco, detrás, es mudo testigo de su dolor.

Los organismos de derechos humanos realizan presentaciones conjuntas y marchan por las calles en demanda de justicia.

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Las Abuelas se manifiestan en el centro porteño. El Obelisco, detrás, es mudo testigo de su dolor.

Los organismos de derechos humanos realizan presentaciones conjuntas y marchan por las calles en demanda de justicia.

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La Abuela Clara Jurado grita en Plaza de Mayo. Madres y Abuelas reclaman la verdad sobre el destino de sus seres queridos.Foto: Daniel García

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La Abuela Clara Jurado grita en Plaza de Mayo. Madres y Abuelas reclaman la verdad sobre el destino de sus seres queridos.Foto: Daniel García

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En el exterior las Abuelas reciben muestras de apoyo. En Francia brindan una conferencia de prensa con lo más importante del periodismo mundial.En Canadá inmensos afiches con la carita de una nieta cubren las ciudades. En Alemania Federal se distribuye masivamente un libro sobre los niños apropiados. Políticos, intelectuales y religiosos de toda Europa prometen solidaridad. Muchos aportan dinero para la búsqueda. Algunos llevan el tema ante sus embajadas en la Argentina. Otros llaman a sus compatriotas a “apadrinar” chicos desaparecidos.

Dos mujeres lloran en la Plaza de Mayo ante la mirada de los transeúntes. Es una escena que se vuelve rutinaria en el paisaje urbano de la dictadura.Foto Daniel García

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En el exterior las Abuelas reciben muestras de apoyo. En Francia brindan una conferencia de prensa con lo más importante del periodismo mundial.En Canadá inmensos afiches con la carita de una nieta cubren las ciudades. En Alemania Federal se distribuye masivamente un libro sobre los niños apropiados. Políticos, intelectuales y religiosos de toda Europa prometen solidaridad. Muchos aportan dinero para la búsqueda. Algunos llevan el tema ante sus embajadas en la Argentina. Otros llaman a sus compatriotas a “apadrinar” chicos desaparecidos.

Dos mujeres lloran en la Plaza de Mayo ante la mirada de los transeúntes. Es una escena que se vuelve rutinaria en el paisaje urbano de la dictadura.Foto Daniel García

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Un grupo de militantes por los derechos humanosrealiza un acto en Ginebra (Suiza). Sobre su espaldacuelga un cartel que dice: “¿Dónde está Mario Lemos,artesano desaparecido?” (ver pág. 14).

En el palacio de la ONU, en plena dictadura y a través de los años, el militante de DDHH de Guinea Ecuatorial, Eya Nchama, facilitó el acceso de la voz luchadora de las Abuelas ante la Comunidad Internacional.

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Un grupo de militantes por los derechos humanosrealiza un acto en Ginebra (Suiza). Sobre su espaldacuelga un cartel que dice: “¿Dónde está Mario Lemos,artesano desaparecido?” (ver pág. 14).

En el palacio de la ONU, en plena dictadura y a través de los años, el militante de DDHH de Guinea Ecuatorial, Eya Nchama, facilitó el acceso de la voz luchadora de las Abuelas ante la Comunidad Internacional.

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Chicha Mariani y Estela Carlotto con Danielle Mitterand, primera dama francesa, quien se hace eco de la problemática de las Abuelas.

Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, muestra al Papa Juan Pablo II una carpeta con casos de desaparecidos. Durante largo tiempo la Iglesia Católica se resistió a hacer una autocrítica con respecto a su papel durante la dictadura.

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Chicha Mariani y Estela Carlotto con Danielle Mitterand, primera dama francesa, quien se hace eco de la problemática de las Abuelas.

Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, muestra al Papa Juan Pablo II una carpeta con casos de desaparecidos. Durante largo tiempo la Iglesia Católica se resistió a hacer una autocrítica con respecto a su papel durante la dictadura.

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1983- La ciencia genética actúa ante un pedido de las Abuelas.Mientras sus nietos crecen, las Abuelas se empiezan a preguntar cómo los van aidentificar. Muchas de ellas ni siquiera saben si es varón o mujer o cuándo nació. Losexámenes de sangre para determinar paternidad son conocidos. Pero en este caso lospadres están ausentes. Hay que usar la sangre de abuelos, tíos, hermanos y primospara reconstruir el mapa genético de los hijos desaparecidos. Con este objetivo lasAbuelas se contactan con científicos de la Asociación Americana para el Avance de laCiencia (AAAS, según sus siglas en inglés). Después de un año de trabajo, losinvestigadores resuelven el problema. Las Abuelas tienen la técnica para identificar asus nietos. La genetista Mary Claire King explica a Estela Carlotto y a NélidaNavajas (ver pag 11) cómo se determina el “índice de abuelidad”.

La prensa internacional retrata la angustia de Madres y Abuelas. A la derecha, Raquel Radío de Marizcurrena, una de las fundadoras de la Asociación.

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1983- La ciencia genética actúa ante un pedido de las Abuelas.Mientras sus nietos crecen, las Abuelas se empiezan a preguntar cómo los van aidentificar. Muchas de ellas ni siquiera saben si es varón o mujer o cuándo nació. Losexámenes de sangre para determinar paternidad son conocidos. Pero en este caso lospadres están ausentes. Hay que usar la sangre de abuelos, tíos, hermanos y primospara reconstruir el mapa genético de los hijos desaparecidos. Con este objetivo lasAbuelas se contactan con científicos de la Asociación Americana para el Avance de laCiencia (AAAS, según sus siglas en inglés). Después de un año de trabajo, losinvestigadores resuelven el problema. Las Abuelas tienen la técnica para identificar asus nietos. La genetista Mary Claire King explica a Estela Carlotto y a NélidaNavajas (ver pag 11) cómo se determina el “índice de abuelidad”.

La prensa internacional retrata la angustia de Madres y Abuelas. A la derecha, Raquel Radío de Marizcurrena, una de las fundadoras de la Asociación.

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16 de diciembre de 1982Los partidos políticos convergen en la Multipartidaria y llaman auna marcha hacia Plaza de Mayo. La policía reprime brutalmente.Hay cientos de detenidos y un muerto: Dalmiro Flores. En medio delos gases lacrimógenos, un grupo de manifestantes supera las vallas yllega hasta la puerta misma de la Casa Rosada.Foto Jorge Rilo

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16 de diciembre de 1982Los partidos políticos convergen en la Multipartidaria y llaman auna marcha hacia Plaza de Mayo. La policía reprime brutalmente.Hay cientos de detenidos y un muerto: Dalmiro Flores. En medio delos gases lacrimógenos, un grupo de manifestantes supera las vallas yllega hasta la puerta misma de la Casa Rosada.Foto Jorge Rilo

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Año 1983La Junta Militar emite el “Documento final de la lucha antisubversiva” donde da por muertos a los desaparecidos. La ley de autoamnistía es inminente. Las manifestaciones de organizaciones políticas y de derechos humanos se hacen cada vez más frecuentes. Reclaman la aparición con vida de los desaparecidos y repudian a la dictadura.

Las Abuelas se organizan. Reciben denuncias,investigan casos, se reúnen con jueces, funcionarios y obispos y marchan por sus nietos.

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Año 1983La Junta Militar emite el “Documento final de la lucha antisubversiva” donde da por muertos a los desaparecidos. La ley de autoamnistía es inminente. Las manifestaciones de organizaciones políticas y de derechos humanos se hacen cada vez más frecuentes. Reclaman la aparición con vida de los desaparecidos y repudian a la dictadura.

Las Abuelas se organizan. Reciben denuncias,investigan casos, se reúnen con jueces, funcionarios y obispos y marchan por sus nietos.

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10 de diciembre de 1983El general Reynaldo Bignone, presidente provisional designado por la dictadura, y Raúl Alfonsín, presidente electo, entran al Salón Blanco de la Casa de Gobierno para el traspaso del mando.Foto Rafael Calviño

26 de octubre de 1983La UCR clausura su campaña en la Capital. Dos días más tarde, en el mismo lugar, sería el último mitin de la fórmula justicialista Luder-Bittel. El fervor popular por el fin de la dictadura se hace sentir durante la contienda electoral.Foto Marcelo Ranea

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10 de diciembre de 1983El general Reynaldo Bignone, presidente provisional designado por la dictadura, y Raúl Alfonsín, presidente electo, entran al Salón Blanco de la Casa de Gobierno para el traspaso del mando.Foto Rafael Calviño

26 de octubre de 1983La UCR clausura su campaña en la Capital. Dos días más tarde, en el mismo lugar, sería el último mitin de la fórmula justicialista Luder-Bittel. El fervor popular por el fin de la dictadura se hace sentir durante la contienda electoral.Foto Marcelo Ranea

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Año 1985Rubens Grafigna, Emilio Massera, Jorge Videla y Armando Lambruschini escuchan impávidos los testimonios del horror. Durante el juicio a las juntas militares se presentan más de 700 casos y alrededor de 800 testigos. Las condenas fijadas por la Cámara Federal dan continuidad a la búsqueda de justicia y representan una profundización de la democracia. Pero el juicio tiene sus limitaciones. Las Abuelas continúan buscando a sus nietos.Foto Dani Yako

20 de septiembre de 1984Tras un año de trabajo, la CONADEP, presidida por el escritor Ernesto Sábato, entrega al presidente Alfonsín el informe Nunca Más donde se detallan los crímenes de la dictadura. El primer mandatario encargó el informe luego de que la Justicia militar no accediera a juzgar a los responsables del terrorismo de Estado. El Nunca Más recibe críticas. “La Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda”, dice en el prólogo. Persiste la falsa idea de que hubo una guerra.Foto Alejandro Cherep

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Año 1985Rubens Grafigna, Emilio Massera, Jorge Videla y Armando Lambruschini escuchan impávidos los testimonios del horror. Durante el juicio a las juntas militares se presentan más de 700 casos y alrededor de 800 testigos. Las condenas fijadas por la Cámara Federal dan continuidad a la búsqueda de justicia y representan una profundización de la democracia. Pero el juicio tiene sus limitaciones. Las Abuelas continúan buscando a sus nietos.Foto Dani Yako

20 de septiembre de 1984Tras un año de trabajo, la CONADEP, presidida por el escritor Ernesto Sábato, entrega al presidente Alfonsín el informe Nunca Más donde se detallan los crímenes de la dictadura. El primer mandatario encargó el informe luego de que la Justicia militar no accediera a juzgar a los responsables del terrorismo de Estado. El Nunca Más recibe críticas. “La Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda”, dice en el prólogo. Persiste la falsa idea de que hubo una guerra.Foto Alejandro Cherep

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22 de marzo de 1985El antropólogo forense Clyde Snow, quien un año antes había exhumado los restos de la familia Lanuscou a pedido de las Abuelas, realiza una presentación ante el tribunal que juzga a los ex comandantes con documentos que prueban las torturas y la forma en que fue asesinado un desaparecido (ver pág. 26).Foto Daniel Muzio

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22 de marzo de 1985El antropólogo forense Clyde Snow, quien un año antes había exhumado los restos de la familia Lanuscou a pedido de las Abuelas, realiza una presentación ante el tribunal que juzga a los ex comandantes con documentos que prueban las torturas y la forma en que fue asesinado un desaparecido (ver pág. 26).Foto Daniel Muzio

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Chicha Mariani y Estela Carlotto junto con Julio Strassera, fiscal del juicio a las juntas, en una asamblea de la ONU. En 1989 las Abuelas logran que tres artículos referidos al derecho a la identidad sean incluidos en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.

Febrero de 1986Las Abuelas se reúnen con Alfonsín y le hacen varios pedidos. Uno deellos es que envíe al Congreso de la Nación la propuesta de creación delBanco Nacional de Datos Genéticos. La eficacia del análisis de ADNhace que el primer mandatario apruebe la solicitud.

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Chicha Mariani y Estela Carlotto junto con Julio Strassera, fiscal del juicio a las juntas, en una asamblea de la ONU. En 1989 las Abuelas logran que tres artículos referidos al derecho a la identidad sean incluidos en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.

Febrero de 1986Las Abuelas se reúnen con Alfonsín y le hacen varios pedidos. Uno deellos es que envíe al Congreso de la Nación la propuesta de creación delBanco Nacional de Datos Genéticos. La eficacia del análisis de ADNhace que el primer mandatario apruebe la solicitud.

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Las decenas de restituciones logradas en los primeros años de lademocracia son fruto del trabajo constante de las Abuelas, quienesposan para la foto en su departamento de Montevideo al 700 en laCapital Federal. Pronto este lugar les quedaría chico.

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Las decenas de restituciones logradas en los primeros años de lademocracia son fruto del trabajo constante de las Abuelas, quienesposan para la foto en su departamento de Montevideo al 700 en laCapital Federal. Pronto este lugar les quedaría chico.

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3 de agosto de 1984Las Abuelas restituyen la identidad a Paula Eva Logares, apropiada por un represor que la anotó como hija biológica. Es el primer caso en que la Justicia utiliza como prueba de filiación los análisis de ADN. Elsa Pavón anuncia en conferencia de prensa el inicio de las accioneslegales a los apropiadores de su nieta.Foto: A. Becquer Casaballe

Abril de 1988Las Abuelas empiezan a organizar sus propios encuentros. Estela Carlotto, Chicha Mariani y Mirta Baravalle exponen en un seminario dirigido a profesionales de la psicología.

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3 de agosto de 1984Las Abuelas restituyen la identidad a Paula Eva Logares, apropiada por un represor que la anotó como hija biológica. Es el primer caso en que la Justicia utiliza como prueba de filiación los análisis de ADN. Elsa Pavón anuncia en conferencia de prensa el inicio de las accioneslegales a los apropiadores de su nieta.Foto: A. Becquer Casaballe

Abril de 1988Las Abuelas empiezan a organizar sus propios encuentros. Estela Carlotto, Chicha Mariani y Mirta Baravalle exponen en un seminario dirigido a profesionales de la psicología.

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Agosto de 1983Tamara Arze se reencuentra con su mamá Rosa Mary Riveros en Perú. Tamara estaba desaparecida desde el 13 de junio de 1976, cuando fuerzas militares secuestraron a la pareja de compañeros que la cuidaba. Su madre, en ese momento, era presa política. En 1981 fue liberada y tuvo que exiliarse, pero antes de irse encomendó la búsqueda de su hija a las Abuelas, quienes finalmente localizaron a la niña. Había sido abandonada durante el operativo y una familia vecina acudió ante su llanto. Como en la casa encontraron el documento de Tamara, la siguieron llamando por su nombre, en espera de que alguien volviera por ella.

Año 1984No todos los casos de Abuelas son iguales. Pero lo que sí se repite en todos es el efecto reparador de la restitución. Los niños apropiados que siendo bebés fueron cruelmente separados de sus padres han padecido una mutilación psíquica. Sólo hay una terapia capaz de aliviar tanto dolor: la verdad. Paula Eva Logares junto a su abuela Elsa Pavón, poco después de la restitución de la niña.

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Agosto de 1983Tamara Arze se reencuentra con su mamá Rosa Mary Riveros en Perú. Tamara estaba desaparecida desde el 13 de junio de 1976, cuando fuerzas militares secuestraron a la pareja de compañeros que la cuidaba. Su madre, en ese momento, era presa política. En 1981 fue liberada y tuvo que exiliarse, pero antes de irse encomendó la búsqueda de su hija a las Abuelas, quienes finalmente localizaron a la niña. Había sido abandonada durante el operativo y una familia vecina acudió ante su llanto. Como en la casa encontraron el documento de Tamara, la siguieron llamando por su nombre, en espera de que alguien volviera por ella.

Año 1984No todos los casos de Abuelas son iguales. Pero lo que sí se repite en todos es el efecto reparador de la restitución. Los niños apropiados que siendo bebés fueron cruelmente separados de sus padres han padecido una mutilación psíquica. Sólo hay una terapia capaz de aliviar tanto dolor: la verdad. Paula Eva Logares junto a su abuela Elsa Pavón, poco después de la restitución de la niña.

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Año 1988La familia de Abuelas se hace cada vez más grande. Las nietas junto con Estela Carlotto, de izquierda a derecha: María Lavalle Lemos, Tamara Arze, Carla Rutila Artes, Paula Logares, Tania Waisberg (ver pág.15) y Mariana Pérez. Atrás, Clara Jurado.

Año 1985María Eugenia Gatica Caracoche, quien acaba de recuperar su identidad, se abraza con Chicha Mariani. María Eugenia había sido secuestrada junto con unos vecinos el 16 de marzo de 1977. Un mes más tarde fueron secuestrados su mamá Ana María y su hermano Felipe, cuando Oscar, el padre, no estaba en casa. Ana María fue liberada dos meses después. Oscar y Ana María iniciaron la búsqueda junto con las Abuelas, pero la Argentina no era un sitio seguro, por eso se fueron a vivir a Brasil. Allí tuvieron dos hijos más, María Paz y Manolo. En 1984 Oscar volvió al país y se puso a investigar con las Abuelas, hasta que encontró a Felipe y al poco tiempo a María Eugenia.

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Año 1988La familia de Abuelas se hace cada vez más grande. Las nietas junto con Estela Carlotto, de izquierda a derecha: María Lavalle Lemos, Tamara Arze, Carla Rutila Artes, Paula Logares, Tania Waisberg (ver pág.15) y Mariana Pérez. Atrás, Clara Jurado.

Año 1985María Eugenia Gatica Caracoche, quien acaba de recuperar su identidad, se abraza con Chicha Mariani. María Eugenia había sido secuestrada junto con unos vecinos el 16 de marzo de 1977. Un mes más tarde fueron secuestrados su mamá Ana María y su hermano Felipe, cuando Oscar, el padre, no estaba en casa. Ana María fue liberada dos meses después. Oscar y Ana María iniciaron la búsqueda junto con las Abuelas, pero la Argentina no era un sitio seguro, por eso se fueron a vivir a Brasil. Allí tuvieron dos hijos más, María Paz y Manolo. En 1984 Oscar volvió al país y se puso a investigar con las Abuelas, hasta que encontró a Felipe y al poco tiempo a María Eugenia.

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Estela Carlotto acuna al bebé de una pareja defamiliares de visita en la casa de las Abuelas.

Día de Pascua en la casa de las AbuelasTodos los chicos que recuperan su identidad florecen, se abren, escomo si nacieran de nuevo. Juan Pablo Moyano (ver pág. 26/2),los hermanos Felipe y María Eugenia Gatica y Paula Eva Logares.

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Estela Carlotto acuna al bebé de una pareja defamiliares de visita en la casa de las Abuelas.

Día de Pascua en la casa de las AbuelasTodos los chicos que recuperan su identidad florecen, se abren, escomo si nacieran de nuevo. Juan Pablo Moyano (ver pág. 26/2),los hermanos Felipe y María Eugenia Gatica y Paula Eva Logares.

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Enero de 1988Recupera su identidad María Victoria Moyano, nacida durante el cautiverio de su madre María Asunción Artigas (ver pág. 22), en Pozo de Banfield. La niña se va a vivir con su abuela paterna, Elena Santander, quien la buscaba desde los comienzos y luego seguiría en la institución trabajando a la par de sus compañeras.

Cada cumpleaños se convierte en una buena ocasión para celebrar lavida. Las Abuelas tratan de devolver a sus nietos todo el amor del quefueron privados por el terrorismo de Estado.

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Enero de 1988Recupera su identidad María Victoria Moyano, nacida durante el cautiverio de su madre María Asunción Artigas (ver pág. 22), en Pozo de Banfield. La niña se va a vivir con su abuela paterna, Elena Santander, quien la buscaba desde los comienzos y luego seguiría en la institución trabajando a la par de sus compañeras.

Cada cumpleaños se convierte en una buena ocasión para celebrar lavida. Las Abuelas tratan de devolver a sus nietos todo el amor del quefueron privados por el terrorismo de Estado.

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El caso de Carla Rutila Artes (segunda desde la izquierda), como el de otros niños desaparecidos, se enmarca dentro del Plan Cóndor, la siniestra operación de inteligencia y coordinación entre las dictaduras militares del Cono Sur. Carla y su madre fueron detenidas en Bolivia y, tiempo después, entregadas a la Gendarmería Nacional Argentina que las trasladó al centro clandestino Automotores Orletti de la Capital Federal. Carla fue apropiada por Eduardo Ruffo, represor de ese centro y ex miembro de la Triple A. La niña se iría a vivir a España con su abuela materna Matilde "Sacha" Artes Company, y desde allí escribiría con frecuencia: "Quiero que nunca olviden que soy Carla Rutila Artes y que ustedes ayudaron a mi abuela a encontrarme, y que gracias a ello estoy aquí", les diría a las Abuelas en una de sus cartas. La acompañan Paula Eva Logares y las hermanitas María Eugenia y María Paz Gatica.

María Lavalle Lemos, Paula Eva Logares, Mariana Pérez, Laura Scaccheri y Elena Gallinari Abinet. Esta última recuperó su identidad en 1987 y se convirtió en la primera nieta restituida nacida en cautiverio. Había sido apropiada por un policía. Por su parte, Laura Scaccheri había sido anotada como hija propia por unos vecinos que presenciaron el operativo de secuestro de su madre, en Lanús, sur del Gran Buenos Aires.

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El caso de Carla Rutila Artes (segunda desde la izquierda), como el de otros niños desaparecidos, se enmarca dentro del Plan Cóndor, la siniestra operación de inteligencia y coordinación entre las dictaduras militares del Cono Sur. Carla y su madre fueron detenidas en Bolivia y, tiempo después, entregadas a la Gendarmería Nacional Argentina que las trasladó al centro clandestino Automotores Orletti de la Capital Federal. Carla fue apropiada por Eduardo Ruffo, represor de ese centro y ex miembro de la Triple A. La niña se iría a vivir a España con su abuela materna Matilde "Sacha" Artes Company, y desde allí escribiría con frecuencia: "Quiero que nunca olviden que soy Carla Rutila Artes y que ustedes ayudaron a mi abuela a encontrarme, y que gracias a ello estoy aquí", les diría a las Abuelas en una de sus cartas. La acompañan Paula Eva Logares y las hermanitas María Eugenia y María Paz Gatica.

María Lavalle Lemos, Paula Eva Logares, Mariana Pérez, Laura Scaccheri y Elena Gallinari Abinet. Esta última recuperó su identidad en 1987 y se convirtió en la primera nieta restituida nacida en cautiverio. Había sido apropiada por un policía. Por su parte, Laura Scaccheri había sido anotada como hija propia por unos vecinos que presenciaron el operativo de secuestro de su madre, en Lanús, sur del Gran Buenos Aires.

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María Eugenia Gatica toma la comunión con su verdadera identidad.

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María Eugenia Gatica toma la comunión con su verdadera identidad.

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Semana Santa de 1987Los militares amenazan con un nuevo golpe de Estado pero su objetivo final es lograr la impunidad.Foto Rafael Calviño

Semana Santa de 1987Rebelión carapintada en Campo de Mayo. Los rebeldes, militares de rango intermedio, sostienen que durante la dictadura actuaron cumpliendo órdenes de sus superiores. Consideran insuficiente la ley de Punto Final, sancionada meses antes, por la cual se establecía un plazo límite para juzgar a los represores.Foto Enrique Rosito

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Semana Santa de 1987Los militares amenazan con un nuevo golpe de Estado pero su objetivo final es lograr la impunidad.Foto Rafael Calviño

Semana Santa de 1987Rebelión carapintada en Campo de Mayo. Los rebeldes, militares de rango intermedio, sostienen que durante la dictadura actuaron cumpliendo órdenes de sus superiores. Consideran insuficiente la ley de Punto Final, sancionada meses antes, por la cual se establecía un plazo límite para juzgar a los represores.Foto Enrique Rosito

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22 de octubre de 1987Las Abuelas cumplen 10 años de lucha y realizan un acto en la Plaza de Mayo. Rechazan la ley de Obediencia Debida.

Organismos de derechos humanos, partidos políticos y sindicatos marchan en defensa de la democracia. Alfonsín cede pronto a las presiones militares y afirma, ante miles de personas movilizadas para repudiar el levantamiento carapintada, que “la casa está en orden”. Un mes después se aprobaría la ley de Obediencia Debida y quedaría al descubierto que el Gobierno negoció la rendición a cambio de la ley. Sin embargo la Obediencia Debida no incluiría a los responsables de apropiación de menores. Las causas de Abuelas se convertirían en la bandera de los organismos en la búsqueda de justicia.

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22 de octubre de 1987Las Abuelas cumplen 10 años de lucha y realizan un acto en la Plaza de Mayo. Rechazan la ley de Obediencia Debida.

Organismos de derechos humanos, partidos políticos y sindicatos marchan en defensa de la democracia. Alfonsín cede pronto a las presiones militares y afirma, ante miles de personas movilizadas para repudiar el levantamiento carapintada, que “la casa está en orden”. Un mes después se aprobaría la ley de Obediencia Debida y quedaría al descubierto que el Gobierno negoció la rendición a cambio de la ley. Sin embargo la Obediencia Debida no incluiría a los responsables de apropiación de menores. Las causas de Abuelas se convertirían en la bandera de los organismos en la búsqueda de justicia.

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Año 1990En todo el país se llevan a cabo masivas movilizacionesen contra de los indultos.

Los indultos completan el sistema de impunidadEl empresario Jorge Born se saluda con el flamante presidente CarlosMenem. Por esos días las Abuelas se reúnen con Menem y, ante los trascendidos, le piden que no indulte a los represores de la dictadura. La respuesta del presidente es que va a hacer “lo mejor para toda laciudadanía”. Los indultos son un hecho.Foto José Luis Soldini

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Año 1990En todo el país se llevan a cabo masivas movilizacionesen contra de los indultos.

Los indultos completan el sistema de impunidadEl empresario Jorge Born se saluda con el flamante presidente CarlosMenem. Por esos días las Abuelas se reúnen con Menem y, ante los trascendidos, le piden que no indulte a los represores de la dictadura. La respuesta del presidente es que va a hacer “lo mejor para toda laciudadanía”. Los indultos son un hecho.Foto José Luis Soldini

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Con el “no” a los indultos puesto en los ojos, las Abuelasmantienen viva la memoria de sus hijos desaparecidos.

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Muchos jóvenes se acercan a las Abuelas. La sociedad empieza aprestar oídos al tema de los chicos apropiados. Estela Carlottoencabeza una marcha por la verdad y la justicia.

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María José, años más tarde, con su hermana María.Hoy trabajan las dos en Abuelas, ayudando a que otrosnietos puedan reencontrarse con sus familias.

Año 1987María abraza a su hermana María José Lavalle, nacida durante el cautiverio de Mónica Lemos, la madre de ambas (ver pág. 14) Se conocen hace muy poco pero sienten que se conocen de toda la vida.

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María José, años más tarde, con su hermana María.Hoy trabajan las dos en Abuelas, ayudando a que otrosnietos puedan reencontrarse con sus familias.

Año 1987María abraza a su hermana María José Lavalle, nacida durante el cautiverio de Mónica Lemos, la madre de ambas (ver pág. 14) Se conocen hace muy poco pero sienten que se conocen de toda la vida.

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Las Abuelas se juntan todas las semanas. Organizan el trabajo, discuten estrategias, votan propuestas. En una de estas reuniones, en 1997, decidieron cambiar el modo de búsqueda. Como sus nietos ya eran grandes, deciden estimular el acercamiento de ellos a las Abuelas por sí mismos. Así comenzaron las campañas de difusión masiva: teatro, música, plástica, deporte, gráfica, radio, televisión.Foto: Martín Zabala

16 de octubre de 1997Las Abuelas con Hillary Clinton, primera dama de los Estados Unidos, de visita en Buenos Aires. Le solicitan que interceda ante el presidente Menem para lograr el hallazgo de sus nietos desaparecidos.

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Las Abuelas se juntan todas las semanas. Organizan el trabajo, discuten estrategias, votan propuestas. En una de estas reuniones, en 1997, decidieron cambiar el modo de búsqueda. Como sus nietos ya eran grandes, deciden estimular el acercamiento de ellos a las Abuelas por sí mismos. Así comenzaron las campañas de difusión masiva: teatro, música, plástica, deporte, gráfica, radio, televisión.Foto: Martín Zabala

16 de octubre de 1997Las Abuelas con Hillary Clinton, primera dama de los Estados Unidos, de visita en Buenos Aires. Le solicitan que interceda ante el presidente Menem para lograr el hallazgo de sus nietos desaparecidos.

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22 de noviembre de 1997Más de 50.000 jóvenes llenan la Plaza de Mayo para ver a LosCaballeros de la Quema, Los Visitantes, Las Pelotas y BersuitVergarabat. La primera edición de Rock por la Identidad rompecon todos los pronósticos. Desde entonces las Abuelas empezarían ausar la música y la cultura como un puente de comunicación paradifundir la lucha. Las nietas Tatiana Sfiligoy (al micrófono) yElena Gallinari celebran junto a la multitud que se acercó a laplaza en el 20º aniversario de las Abuelas.

Octubre de 2000Los músicos colaboran con las Abuelas en la difusión de la búsqueda. Gustavo Cordera, de Bersuit Vergarabat, lee el mensuario de las Abuelas en el Centro Cultural Recoleta.Foto Martín Zabala

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22 de noviembre de 1997Más de 50.000 jóvenes llenan la Plaza de Mayo para ver a LosCaballeros de la Quema, Los Visitantes, Las Pelotas y BersuitVergarabat. La primera edición de Rock por la Identidad rompecon todos los pronósticos. Desde entonces las Abuelas empezarían ausar la música y la cultura como un puente de comunicación paradifundir la lucha. Las nietas Tatiana Sfiligoy (al micrófono) yElena Gallinari celebran junto a la multitud que se acercó a laplaza en el 20º aniversario de las Abuelas.

Octubre de 2000Los músicos colaboran con las Abuelas en la difusión de la búsqueda. Gustavo Cordera, de Bersuit Vergarabat, lee el mensuario de las Abuelas en el Centro Cultural Recoleta.Foto Martín Zabala

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Octubre de 2002Estela Carlotto todavía no encontró a su nieto Guido, (ver pág. 27/5) María Lavalle tuvo la alegría de encontrar a su hermana María José. Ambas se funden en un abrazo que les da fuerzas para continuar la búsqueda.Foto: Carlos Greco

Octubre de 2002Gabriel Matías Cevasco se saluda con Estela Carlotto en un encuentro ecuménico realizado en la Casa Nazaret de la Ciudad de Buenos Aires. Gabriel, desaparecido el 11 de enero de 1977 junto con su madre, se presentó espontáneamente ante la CONADI y pudo conocer su verdadera identidad y reencontrarse con su papá Enrique y con su familia materna.Foto: Carlos Greco

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Octubre de 2002Estela Carlotto todavía no encontró a su nieto Guido, (ver pág. 27/5) María Lavalle tuvo la alegría de encontrar a su hermana María José. Ambas se funden en un abrazo que les da fuerzas para continuar la búsqueda.Foto: Carlos Greco

Octubre de 2002Gabriel Matías Cevasco se saluda con Estela Carlotto en un encuentro ecuménico realizado en la Casa Nazaret de la Ciudad de Buenos Aires. Gabriel, desaparecido el 11 de enero de 1977 junto con su madre, se presentó espontáneamente ante la CONADI y pudo conocer su verdadera identidad y reencontrarse con su papá Enrique y con su familia materna.Foto: Carlos Greco

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Octubre de 2002Muchas Abuelas del interior del país, así como nietos restituidos y otros que buscan a sus hermanos, asisten a la presentación de Maximiliano Guerra en el Teatro Colón. Algunos incluso llegan desde el exterior, como Tamara Arze y los hermanos Felipe y María Eugenia Gatica.Foto: Martín Zabala

Octubre de 2002A beneficio de las Abuelas de Plaza de Mayo se presenta el balletdel MERCOSUR junto al coro de niños del Teatro Colón. En elaño del 25º aniversario de las Abuelas los homenajes y lasdistinciones se multiplican. “Para nosotros fue una emoción muygrande, tal vez uno de los mejores momentos que hayamos vivido”,dice el gran bailarín Maximiliano Guerra luego de la función.Foto: Martín Zabala

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Octubre de 2002Muchas Abuelas del interior del país, así como nietos restituidos y otros que buscan a sus hermanos, asisten a la presentación de Maximiliano Guerra en el Teatro Colón. Algunos incluso llegan desde el exterior, como Tamara Arze y los hermanos Felipe y María Eugenia Gatica.Foto: Martín Zabala

Octubre de 2002A beneficio de las Abuelas de Plaza de Mayo se presenta el balletdel MERCOSUR junto al coro de niños del Teatro Colón. En elaño del 25º aniversario de las Abuelas los homenajes y lasdistinciones se multiplican. “Para nosotros fue una emoción muygrande, tal vez uno de los mejores momentos que hayamos vivido”,dice el gran bailarín Maximiliano Guerra luego de la función.Foto: Martín Zabala

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Año 2002Pocos días después de que balean su casa en La Plata, Estela Carlotto recibe el apoyo de compañeros y compañeras de lucha en la Plaza de Mayo.Foto Martín Acosta

20 de septiembre de 2002Algunos sectores siguen usando la violencia como forma de amenaza. Por la madrugada balean la puerta de la casa de Estela Carlotto, presidenta deAbuelas, en la ciudad de La Plata.

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Año 2002Pocos días después de que balean su casa en La Plata, Estela Carlotto recibe el apoyo de compañeros y compañeras de lucha en la Plaza de Mayo.Foto Martín Acosta

20 de septiembre de 2002Algunos sectores siguen usando la violencia como forma de amenaza. Por la madrugada balean la puerta de la casa de Estela Carlotto, presidenta deAbuelas, en la ciudad de La Plata.

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Año 2003Como parte de la nueva estrategia de difusión, se lanza la campaña Deporte por la Identidad, de alcance nacional, que incluye charlas informativas y entrega de material sobre las Abuelas en clubes de todoslos tamaños, divisiones, especialidades y localidades.

Hasta hace poco Gustavo Godoy (de pie a la izquierda) creía que había nacido en Paraguay -donde se crió- y que había sobrevivido a un accidente de auto en el que había fallecido toda su familia. Esto le contaron sus apropiadores. A los 19 años se fue a estudiar a Córdoba. Lentamente la duda comenzó a despertar. Cada vez que volvía a visitar a sus “padres” intentaba averiguar algo, hasta que su apropiador confesó que lo habían ido a buscar de recién nacido a Campo de Mayo, gracias a un contacto militar. El joven se presentó en la filial de Abuelas de Córdoba y el 24 de noviembre de 2003 el examen genético confirmó que era hijo de Olga Mabel Ferreyra y Oscar Donato Godoy, ambos desaparecidos en 1978 en el partido de General Pacheco. Gustavo junto a toda su familia en la casa de las Abuelas

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Año 2003Como parte de la nueva estrategia de difusión, se lanza la campaña Deporte por la Identidad, de alcance nacional, que incluye charlas informativas y entrega de material sobre las Abuelas en clubes de todoslos tamaños, divisiones, especialidades y localidades.

Hasta hace poco Gustavo Godoy (de pie a la izquierda) creía que había nacido en Paraguay -donde se crió- y que había sobrevivido a un accidente de auto en el que había fallecido toda su familia. Esto le contaron sus apropiadores. A los 19 años se fue a estudiar a Córdoba. Lentamente la duda comenzó a despertar. Cada vez que volvía a visitar a sus “padres” intentaba averiguar algo, hasta que su apropiador confesó que lo habían ido a buscar de recién nacido a Campo de Mayo, gracias a un contacto militar. El joven se presentó en la filial de Abuelas de Córdoba y el 24 de noviembre de 2003 el examen genético confirmó que era hijo de Olga Mabel Ferreyra y Oscar Donato Godoy, ambos desaparecidos en 1978 en el partido de General Pacheco. Gustavo junto a toda su familia en la casa de las Abuelas

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20 de noviembre de 2003El presidente Kirchner recibe a los nietos, quienes le solicitan que impulse una ley que establezca la obligatoriedad de los análisis genéticos y que se los reconozca como ex desaparecidos. Kirchner junto a Gabriel Cevasco, Horacio Pietragalla, Mariana Pérez, María Eugenia Sampallo, Lorena Battistiol, Tatiana Sfiligoy y María Victoria Moyano en Casa de Gobierno. En agosto de ese año fueron derogadas las leyes de obediencia debida y punto final. En abril de 2007 serían invalidados los indultos.Foto: Damián Neustad

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20 de noviembre de 2003El presidente Kirchner recibe a los nietos, quienes le solicitan que impulse una ley que establezca la obligatoriedad de los análisis genéticos y que se los reconozca como ex desaparecidos. Kirchner junto a Gabriel Cevasco, Horacio Pietragalla, Mariana Pérez, María Eugenia Sampallo, Lorena Battistiol, Tatiana Sfiligoy y María Victoria Moyano en Casa de Gobierno. En agosto de ese año fueron derogadas las leyes de obediencia debida y punto final. En abril de 2007 serían invalidados los indultos.Foto: Damián Neustad

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26 de enero de 2004Elena Opezzo abraza a Juan Cabandié, a quien buscó durante 26 años.“Muñeca”, como la conocen todos, era parte del equipo de investigación.Se integró a la institución poco después de que el hijo de su marido,Damián Cabandié, y su mujer Alicia Alfonsín (ver pág.13) fueransecuestrados en noviembre de 1977.

30 de octubre de 2004Pedro Luis Nadal García se encuentra con su padre en la sede de Abuelas. Pedro había desaparecido el 5 de marzo de 1975 junto con su madre. En ese momento Jorge Adalberto Nadal, su padre, se encontraba detenido. El niño fue apropiado por un policía bonaerense y su falsa partida de nacimiento firmada por Jorge Antonio Bergés. Observa y aplaude la escena Horacio Pietragalla (ver pág. 17), quien recuperó su identidad en 2003. Tanto Pedro como Horacio recibieron la ayuda y el consejo de sus respectivas novias cuando dudaban sobre su identidad.

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26 de enero de 2004Elena Opezzo abraza a Juan Cabandié, a quien buscó durante 26 años.“Muñeca”, como la conocen todos, era parte del equipo de investigación.Se integró a la institución poco después de que el hijo de su marido,Damián Cabandié, y su mujer Alicia Alfonsín (ver pág.13) fueransecuestrados en noviembre de 1977.

30 de octubre de 2004Pedro Luis Nadal García se encuentra con su padre en la sede de Abuelas. Pedro había desaparecido el 5 de marzo de 1975 junto con su madre. En ese momento Jorge Adalberto Nadal, su padre, se encontraba detenido. El niño fue apropiado por un policía bonaerense y su falsa partida de nacimiento firmada por Jorge Antonio Bergés. Observa y aplaude la escena Horacio Pietragalla (ver pág. 17), quien recuperó su identidad en 2003. Tanto Pedro como Horacio recibieron la ayuda y el consejo de sus respectivas novias cuando dudaban sobre su identidad.

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30 de octubre de 2004La nieta Laura Scaccheri con su esposo y su hijo León entran al teatro La Trastienda, donde se celebra el 27º aniversario de las Abuelas.

Octubre de 2004Se le acaba de restituir la identidad a Victoria Donda Pérez. La joven no sospechaba de sus “padres” hasta que un día un grupo de jóvenes, integrantes de la agrupación H.I.J.O.S. y del equipo de investigación de Abuelas de Plaza de Mayo, se acercaron para contarle que tenían información que acreditaba que podía ser hija de desaparecidos. Lo que faltaba era que se hiciera el ADN. Victoria tardó en decidirse. Uno de sus miedos, como el de la mayoría de los jóvenes que se niegan a analizarse, era el daño que podía causar a quienes la criaron.Victoria confirmó que era hija de desaparecidos y que tenía una hermana llamada Eva. Victoria con Irma Rojas y Raquel Marizcurrena. Atrás, María Lavalle y Buscarita Roa.

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30 de octubre de 2004La nieta Laura Scaccheri con su esposo y su hijo León entran al teatro La Trastienda, donde se celebra el 27º aniversario de las Abuelas.

Octubre de 2004Se le acaba de restituir la identidad a Victoria Donda Pérez. La joven no sospechaba de sus “padres” hasta que un día un grupo de jóvenes, integrantes de la agrupación H.I.J.O.S. y del equipo de investigación de Abuelas de Plaza de Mayo, se acercaron para contarle que tenían información que acreditaba que podía ser hija de desaparecidos. Lo que faltaba era que se hiciera el ADN. Victoria tardó en decidirse. Uno de sus miedos, como el de la mayoría de los jóvenes que se niegan a analizarse, era el daño que podía causar a quienes la criaron.Victoria confirmó que era hija de desaparecidos y que tenía una hermana llamada Eva. Victoria con Irma Rojas y Raquel Marizcurrena. Atrás, María Lavalle y Buscarita Roa.

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24 de marzo de 2004Fabio de De Vincenti, de la agrupación H.I.J.O.S., duranteel traspaso de la ESMA.

Año 2004María de las Victorias Ruiz amamanta a su bebé durante el rodaje del documental “Nietos, identidad y memoria”, dirigido por Benjamín Ávila. Ella, como otros nietos que recuperaron su identidad, tenía la certeza de que había sido abandonada por sus padres. Pero un día se encontró en un diario con fotos de chicos desaparecidos y se vio muy parecida a una nena. A los gritos empezó a decir “ésta soy yo, ésta soy yo”. María de las Victorias se reunió con su hermano Marcelo, restituido en 1989, y junto con él, en 2008, se reencontraron con su hermana Laura, nacida en la ESMA.

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24 de marzo de 2004Fabio de De Vincenti, de la agrupación H.I.J.O.S., duranteel traspaso de la ESMA.

Año 2004María de las Victorias Ruiz amamanta a su bebé durante el rodaje del documental “Nietos, identidad y memoria”, dirigido por Benjamín Ávila. Ella, como otros nietos que recuperaron su identidad, tenía la certeza de que había sido abandonada por sus padres. Pero un día se encontró en un diario con fotos de chicos desaparecidos y se vio muy parecida a una nena. A los gritos empezó a decir “ésta soy yo, ésta soy yo”. María de las Victorias se reunió con su hermano Marcelo, restituido en 1989, y junto con él, en 2008, se reencontraron con su hermana Laura, nacida en la ESMA.

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Año 2004Ni siquiera los griegos, que contemplaron todas las tragedias, imaginaron la de los chicos desaparecidos. A través de sus obras, el ciclo Teatro por la Identidad trata de representar esta problemática argentina. En poco tiempo se convierte en un éxito de público y contribuye a difundir la labor de las Abuelas.

La Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) trabaja en conjunto con las Abuelas en la restitución de los chicos apropiados.Foto: Matan Zabala

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Año 2004Ni siquiera los griegos, que contemplaron todas las tragedias, imaginaron la de los chicos desaparecidos. A través de sus obras, el ciclo Teatro por la Identidad trata de representar esta problemática argentina. En poco tiempo se convierte en un éxito de público y contribuye a difundir la labor de las Abuelas.

La Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) trabaja en conjunto con las Abuelas en la restitución de los chicos apropiados.Foto: Matan Zabala

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Las Abuelas celebran su 27 aniversario en La Trastienda.Año 2004Los cumpleaños son sagrados en la casa de las Abuelas. En medio del festejo, Rosa Roisinblit (ver pág. 27 foto 2, le señala algo a Luisa Barahona. Estela Carlotto, el nieto Juan Pablo Moyano y María Lavalle (de espaldas) miran la escena.Foto: Martín Zabala

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Las Abuelas celebran su 27 aniversario en La Trastienda.Año 2004Los cumpleaños son sagrados en la casa de las Abuelas. En medio del festejo, Rosa Roisinblit (ver pág. 27 foto 2, le señala algo a Luisa Barahona. Estela Carlotto, el nieto Juan Pablo Moyano y María Lavalle (de espaldas) miran la escena.Foto: Martín Zabala

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Año 2005Leonardo Fossati, quien se acercó espontáneamente a las Abuelas con dudas sobre su identidad, recibe de manos de María Josefina Nacif Casado el Archivo Biográfico Familiar con la historia de vida de sus padres desaparecidos. Todos los nietos acceden a este archivo cuando son restituidos.

Abuelas de Plaza de Mayo cuenta con seis áreas principales: psicológica, jurídica, genética, investigación, presentaciones espontáneas y difusión. María Lavalle y la nieta Tatiana Sfiligoy, integrantes del área psicológica, en la sede de la institución.

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Año 2005Leonardo Fossati, quien se acercó espontáneamente a las Abuelas con dudas sobre su identidad, recibe de manos de María Josefina Nacif Casado el Archivo Biográfico Familiar con la historia de vida de sus padres desaparecidos. Todos los nietos acceden a este archivo cuando son restituidos.

Abuelas de Plaza de Mayo cuenta con seis áreas principales: psicológica, jurídica, genética, investigación, presentaciones espontáneas y difusión. María Lavalle y la nieta Tatiana Sfiligoy, integrantes del área psicológica, en la sede de la institución.

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Abuelas, familiares y colaboradores festejan el cumpleaños de Otilia Lescano Argañaraz, quien junto con Sonia Torres sostuvo desde siempre el trabajo de la filial de Abuelas de Córdoba. Otilia falleció en septiembre de 2005.

Las Abuelas con un grupo de chicos en la Iglesia Santa Cruz de la Ciudad de BuenosAires. En esta parroquia, durante la dictadura, se reunía un grupo de familiares dedesaparecidos. Madres y Abuelas participaban del grupo. El 8 de diciembre de 1977,como resultado de la infiltración de Alfredo Astiz, fueron secuestradas allí las Madres Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco, junto con las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon. El grupo fue sorprendido en el templo mientras recaudaba fondos para publicar una solicitada con la lista de los detenidosdesaparecidos. Luego se sabría que las dos Madres, más Azucena Villaflor, secuestrada dos días más tarde, y las religiosas fueron torturadas y que el 18 de diciembre, en un "vuelo de la muerte", fueron tiradas vivas al mar..Foto: Eduardo Farré

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Abuelas, familiares y colaboradores festejan el cumpleaños de Otilia Lescano Argañaraz, quien junto con Sonia Torres sostuvo desde siempre el trabajo de la filial de Abuelas de Córdoba. Otilia falleció en septiembre de 2005.

Las Abuelas con un grupo de chicos en la Iglesia Santa Cruz de la Ciudad de BuenosAires. En esta parroquia, durante la dictadura, se reunía un grupo de familiares dedesaparecidos. Madres y Abuelas participaban del grupo. El 8 de diciembre de 1977,como resultado de la infiltración de Alfredo Astiz, fueron secuestradas allí las Madres Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco, junto con las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon. El grupo fue sorprendido en el templo mientras recaudaba fondos para publicar una solicitada con la lista de los detenidosdesaparecidos. Luego se sabría que las dos Madres, más Azucena Villaflor, secuestrada dos días más tarde, y las religiosas fueron torturadas y que el 18 de diciembre, en un "vuelo de la muerte", fueron tiradas vivas al mar..Foto: Eduardo Farré

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Año 2005Homenaje a las Madres desaparecidas a orillas del Río de la Plata.Los restos de Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga yMaría Ponce de Bianco son identificados por el Equipo Argentinode Antropología Forense (EAAF). Sus restos habían sido enterradoscomo NN en el cementerio de General Lavalle.Foto: Pepe Mateo

30 de marzo de 2006A 30 años del golpe diversas organizaciones de derechos humanosrealizan una marcha y un acto en Campo de Mayo. Colocan unaplaca recordatoria frente al Hospital Militar que durante ladictadura funcionó como una maternidad clandestina.Foto: Paula Sansone

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Año 2005Homenaje a las Madres desaparecidas a orillas del Río de la Plata.Los restos de Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga yMaría Ponce de Bianco son identificados por el Equipo Argentinode Antropología Forense (EAAF). Sus restos habían sido enterradoscomo NN en el cementerio de General Lavalle.Foto: Pepe Mateo

30 de marzo de 2006A 30 años del golpe diversas organizaciones de derechos humanosrealizan una marcha y un acto en Campo de Mayo. Colocan unaplaca recordatoria frente al Hospital Militar que durante ladictadura funcionó como una maternidad clandestina.Foto: Paula Sansone

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28 de junio del 2011Caídas las leyes de impunidad, se activaron en todo el país cientos de causas por delitos de lesa humanidad y en muchas Abuelas de Plaza de Mayo ha sido querellante, como en Mar del Plata, Rosario, San Juan, Mendoza, Córdoba, La Plata entre otras ciudades. En la foto, los represores del 5to Cuerpo de Ejército con sede en Bahía Blanca que fueron condenados por los casos de 90 víctimas, entre ellas dos embarazadas.Foto: Rolando Andrade

9 de agosto de 2013De izquierda a derecha: el ex teniente Juan Amelong (con una carpeta en la mano); el ex mayor del Ejército Jorge Fariña; el ex agente Walter Pagano, y el ex médico del Hospital Militar de Paraná Juan Zaccaría. Junto con el represor Pascual Guerrieri fueron condenados por la apropiación de la nieta Sabrina Valenzuela Negro y de su hermano mellizo.Foto: Franco Trovato

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28 de junio del 2011Caídas las leyes de impunidad, se activaron en todo el país cientos de causas por delitos de lesa humanidad y en muchas Abuelas de Plaza de Mayo ha sido querellante, como en Mar del Plata, Rosario, San Juan, Mendoza, Córdoba, La Plata entre otras ciudades. En la foto, los represores del 5to Cuerpo de Ejército con sede en Bahía Blanca que fueron condenados por los casos de 90 víctimas, entre ellas dos embarazadas.Foto: Rolando Andrade

9 de agosto de 2013De izquierda a derecha: el ex teniente Juan Amelong (con una carpeta en la mano); el ex mayor del Ejército Jorge Fariña; el ex agente Walter Pagano, y el ex médico del Hospital Militar de Paraná Juan Zaccaría. Junto con el represor Pascual Guerrieri fueron condenados por la apropiación de la nieta Sabrina Valenzuela Negro y de su hermano mellizo.Foto: Franco Trovato

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Manuel Gonçalves (ver pág. 19), su hija Martina y su abuela Matilde Pérez. Muchos bisnietos, hijos de nietos apropiados que aún no recuperaron su identidad, siguen sin conocer su origen. Hoy Martina es una de las bisnietas que, gracias a la búsqueda de las Abuelas, conoce la verdad sobre su historia.Foto: Paula Sansone

17 de febrero de 2010Abel Madariaga, el secretario de Abuelas, se funde en un abrazo con su hijo Francisco después de 33 años. La mamá de Francisco, Silvia Quintela Dallasta, dio a luz en cautiverio en Campo de Mayo.Foto: María Laura Fabrizio

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Manuel Gonçalves (ver pág. 19), su hija Martina y su abuela Matilde Pérez. Muchos bisnietos, hijos de nietos apropiados que aún no recuperaron su identidad, siguen sin conocer su origen. Hoy Martina es una de las bisnietas que, gracias a la búsqueda de las Abuelas, conoce la verdad sobre su historia.Foto: Paula Sansone

17 de febrero de 2010Abel Madariaga, el secretario de Abuelas, se funde en un abrazo con su hijo Francisco después de 33 años. La mamá de Francisco, Silvia Quintela Dallasta, dio a luz en cautiverio en Campo de Mayo.Foto: María Laura Fabrizio

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14 de septiembre de 2011La presidenta Cristina Fernández abraza a Estela Carlotto quien acaba de recibir el Premio Fomento de la Paz Félix Houphouët-Boigny, la distinción más importante que entrega la UNESCO. Irina Bokova, directora del organismo, y Mario Soares, presidente del jurado, aplauden de pie.

29 de junio de 2011Estela Carlotto agradece el título de “Ciudadana Ilustre del Mercosur” rodeada de los mandatarios de la región.Foto: Presidencia de Paraguay

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14 de septiembre de 2011La presidenta Cristina Fernández abraza a Estela Carlotto quien acaba de recibir el Premio Fomento de la Paz Félix Houphouët-Boigny, la distinción más importante que entrega la UNESCO. Irina Bokova, directora del organismo, y Mario Soares, presidente del jurado, aplauden de pie.

29 de junio de 2011Estela Carlotto agradece el título de “Ciudadana Ilustre del Mercosur” rodeada de los mandatarios de la región.Foto: Presidencia de Paraguay

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5 de julio de 2012Los imputados por el Plan Sistemático de Apropiación de Menores –la causa más emblemática de Abuelas– esperan el fallo. De izquierda a derecha: Jorge Rafael Videla, Reynaldo Bignone, Jorge Omar Riveros, Rubén Franco y Antonio Vañek. Atrás, Víctor Gallo y Jorge “el Tigre” Acosta.Foto: Enrique García Medina

5 de julio de 2012El nieto Francisco Madariaga junto con su padre Abel, y las Abuelas Estela Carlotto, Rosa Roisinblit y “Coqui” Pereyra escuchan las duras condenas contra los militares. Detrás el equipo jurídico de Abuelas y al fondo el público que colmó la Sala Amia de los Tribunales de Comodoro Py.Foto: Enrique García Medina

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5 de julio de 2012Los imputados por el Plan Sistemático de Apropiación de Menores –la causa más emblemática de Abuelas– esperan el fallo. De izquierda a derecha: Jorge Rafael Videla, Reynaldo Bignone, Jorge Omar Riveros, Rubén Franco y Antonio Vañek. Atrás, Víctor Gallo y Jorge “el Tigre” Acosta.Foto: Enrique García Medina

5 de julio de 2012El nieto Francisco Madariaga junto con su padre Abel, y las Abuelas Estela Carlotto, Rosa Roisinblit y “Coqui” Pereyra escuchan las duras condenas contra los militares. Detrás el equipo jurídico de Abuelas y al fondo el público que colmó la Sala Amia de los Tribunales de Comodoro Py.Foto: Enrique García Medina

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6 de junio de 2014El astro del fútbol Lionel Messi, antes de partir hacia el Mundial de Brasil, se suma a la búsqueda de los nietos.Foto: Manuel Barbosa

Sólo la verdad puede aliviar el dolor causado por la desaparición y la apropiación. Los nietos que recuperan su identidad crean lazos de amor verdadero.Foto: Paula Sansone

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6 de junio de 2014El astro del fútbol Lionel Messi, antes de partir hacia el Mundial de Brasil, se suma a la búsqueda de los nietos.Foto: Manuel Barbosa

Sólo la verdad puede aliviar el dolor causado por la desaparición y la apropiación. Los nietos que recuperan su identidad crean lazos de amor verdadero.Foto: Paula Sansone

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En la ex ESMA funciona actualmente el Espacio para la Promoción y la Defensa de los Derechos Humanos. A diez años del traspaso del predio (ver pág. 103), abrió allí sus puertas la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, un sitio dedicado a la memoria de la lucha y los logros obtenidos. Foto: Alejandro Reynoso

20 de octubre de 2012Las Abuelas cumplen 35 años de lucha y lo celebran en la sede del sindicato de las telecomunicaciones. De izquierda a derecha: Buscarita Roa, Elena Opezzo, Aída Kancepolsky, Sonia Torres, Elda Evelina Rossetti, Estela Carlotto, Elsa Oesterheld, Berta Shubaroff, Rosa Roisinblit, Irma Rojas, Raquel Marizcurrena, Delia Giovanola, Martha Vázquez y Elsa Pavón.Foto: Nicolás Castiglioni

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En la ex ESMA funciona actualmente el Espacio para la Promoción y la Defensa de los Derechos Humanos. A diez años del traspaso del predio (ver pág. 103), abrió allí sus puertas la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, un sitio dedicado a la memoria de la lucha y los logros obtenidos. Foto: Alejandro Reynoso

20 de octubre de 2012Las Abuelas cumplen 35 años de lucha y lo celebran en la sede del sindicato de las telecomunicaciones. De izquierda a derecha: Buscarita Roa, Elena Opezzo, Aída Kancepolsky, Sonia Torres, Elda Evelina Rossetti, Estela Carlotto, Elsa Oesterheld, Berta Shubaroff, Rosa Roisinblit, Irma Rojas, Raquel Marizcurrena, Delia Giovanola, Martha Vázquez y Elsa Pavón.Foto: Nicolás Castiglioni

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8 de agosto de 2014La primera foto pública de Estela Carlotto con su nieto Guido. La imagen recorrió el mundo. Hoy las Abuelas siguen buscando a centenares de hombres y mujeres que todavía no conocen su identidad. La lucha continúa.Foto: Martín Zabala

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8 de agosto de 2014La primera foto pública de Estela Carlotto con su nieto Guido. La imagen recorrió el mundo. Hoy las Abuelas siguen buscando a centenares de hombres y mujeres que todavía no conocen su identidad. La lucha continúa.Foto: Martín Zabala

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