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Alumno:
Fecha:
UNIVERSIDAD DE JAÉN
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Estudio en una muestra de
enfermos de Parkinson con
temblor.
Miriam Sicre Márquez
José Antonio Muela Martínez
Inmaculada Ruiz García
Tutores:
6 de Marzo de 2019
2
Índice
Resumen.……………………………………………………..……….... 3
Introducción………………………………………………….……….. ..4
El temblor.…………………………………………….………... 4
Enfermedad de Parkinson.…………………………….……….. .5
Temblor en la Enfermedad de Parkinson……… …….………... 6
Síntomas no-motores en la Enfermedad de Parkinson.….….…... 8
Calidad de vida en enfermos de Parkinson con temblor…….….. 9
Objetivos e hipótesis.……………………………………...….… 10
Método.……………………………………………………………….… 10
Participantes...…………………………………………………... 10
Instrumentos…………………………………………………….. 11
Procedimiento…………………………………………………… 14
Resultados………..……………………………………………………… 16
Discusión………………………………………………………………… 19
Conclusiones…...………………………………………………………… 21
Bibliografía….…………………………………………………………… 23
3
Resumen El temblor es un síntoma que puede llegar a ser muy incapacitante en la vida
diaria de la persona que lo sufre. Es uno de los síntomas más característicos de la
Enfermedad de Parkinson y en la literatura se asocia a un empeoramiento en variables
psicoemocionales que disminuyen la calidad de vida de las personas afectadas. En el
presente estudio se tomó una muestra de enfermos de Parkinson y se midió el temblor
de cada uno de ellos utilizando el Tromómetro de Barra. A su vez, se administraron
diversos cuestionarios con los que se evaluaron distintas variables psicológicas y
neuropsicológicas (ansiedad, deterioro cognitivo, nivel social y emocional, entre otras).
También se recabó información sociodemográfica (edad, sexo) y clínica de los
participantes (estadío de la enfermedad, tiempo de diagnóstico). El objetivo fue analizar
la posible relación entre el temblor y las distintas variables mencionadas. Por ejemplo,
si el estadío se relaciona con la aparición o no de temblor, o si mayor nivel de temblor
se relaciona con mayor ansiedad. Los resultados muestran que mayores niveles de
temblor se relacionan con mayor tiempo de diagnóstico y pertenencia a estadíos
superiores. También que los niveles altos de temblor no se relacionan con ansiedad ni
con bajo nivel emocional o social del enfermo en la muestra del estudio. Así mismo, no
se presentan las mismas frecuencias de temblor en las diferentes tipologías del mismo.
Como conclusión, existe relación entre el temblor y variables propias de la persona
(psicológicas, neuropsicológicas, sociodemográficas o clínicas).
Abstract Tremor is a symptom that can become very disabling in daily life of the person
who suffers it. It is one of the most characteristic symptoms of Parkinson's Disease and
in the literature it is associated with a deterioration in psycho-emotional variables that
decrease the quality of life of affected people. In the present study a sample of
Parkinson's patients was taken and tremor of each of them was measured using
Tromómetro de Barra. At the same time, several questionnaires were administered with
which different psychological and neuropsychological variables were evaluated
(anxiety, cognitive deterioration, social and emotional level, among others).
Sociodemographic information (age, sex) and clinic of the participants were also
collected (stage of the disease, time of diagnosis). The objective was to analyze the
possible relationship between tremor and the different variables mentioned. For
example, if the stage is related to the appearance or not of tremor, or if higher level of
tremor is related to higher anxiety. Results show that higher levels of tremor are related
to longer time of diagnosis and belonging to higher stages. Also, high levels of tremor
are not related to anxiety or low emotional or social level of the patient in the study’s
sample. Likewise, the same tremor frequencies are not present in the different
typologies of the same. In conclusion, there is a relationship between tremor and own
variables of the person (psychological, neuropsychological, sociodemographic or
clinical).
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Introducción Comúnmente se asocia la discapacidad con alguien que va en silla de ruedas o
que está visiblemente afectado en diferentes partes del cuerpo. No se suele tener en
cuenta otro tipo de problemas que son menos apreciados a simple vista y pueden llegar
a ser muy incapacitantes en las actividades del día a día. Por ejemplo, el temblor.
Hay miles de personas que sufren temblor y se ven limitadas para realizar ciertas
actividades cotidianas, como comer, abrocharse una camisa, abrir la puerta de su casa
con la llave o encender una luz. Si la mano está temblando, es muy difícil realizar todo
este tipo de tareas.
La enfermedad de Parkinson, por ejemplo, es un trastorno que incluye el temblor
como uno de sus síntomas. Su prevalencia oscila entre el 0,3% y el 1% en personas
mayores de 60 años y llega hasta el 3% cuando la edad es más de 80 años. El total de
tasas de incidencia varía entre 0,08 y 0,18 por 1.000 personas al año (Benito-León,
2018).
El temblor Se define el temblor como una oscilación involuntaria y rítmica que puede
afectar a una o más partes del cuerpo (Deuschl et al., 1998). Se puede dar en personas
sanas, aunque hay varias enfermedades que pueden propiciar su aparición, sobre todo
las de origen neurológico (Grimaldi y Manto, 2008). Entre estas enfermedades, la
enfermedad de Parkinson es la más representativa.
Para que a una persona se le diagnostique temblor, se debe realizar una historia
completa del paciente, es decir, una anamnesis, en la cual se incluya el inicio del
temblor, los síntomas que se asocian, qué factores pueden disminuir o exacerbar su
ocurrencia, si el paciente toma algún tipo de medicación y si en su familia hay
miembros que lo hayan padecido (Ojeda López et al., 2009).
Así mismo, se deben registrar las características del temblor. Estas hacen
referencia al tipo de temblor, a la localización en la que tiene lugar (si es en el brazo,
mano, etc.), su amplitud (baja, moderada o alta) y el número de repeticiones de ondas
completas por segundo, o frecuencia. El temblor de baja frecuencia se puede considerar
entre 3-6 Hz; el de media frecuencia entre 7-14 Hz y de alta cuando es superior a 14 Hz
(Qayyum y Kelvin, 2015). No todas las patologías tienen la misma frecuencia de
temblor. Por ejemplo, hay estudios que muestran que el temblor fisiológico ocurre a una
frecuencia de entre 8 y 12 Hz, el temblor esencial entre 4 y 12 Hz, el temblor de la
enfermedad de Parkinson oscila entre 3 y 12 Hz (Ojeda López et al., 2009) y el temblor
propio de la Esclerosis Múltiple tiene una frecuencia entre 2,5 y 7 Hz (Bendersky, Ajler
y Yampolsky, 2014).
Si se atiende a los tipos de temblor, la clasificación más aceptada es la que se
basa en la posición que tiene la persona en el momento en que el temblor aparece y
5
teniendo en cuenta el comportamiento o acción que se encuentra realizando la persona
(Crawford et al., 2018) (Tabla 1).
Tabla 1. Clasificación del temblor
TIPO DEFINICIÓN
Temblor en reposo
La persona se encuentra recostada o sentada apoyando la parte del cuerpo en la que se da el temblor. Ni se requiere ni se intenta la activación del músculo esquelético. Su frecuencia suele ser de 3-6 Hz.
Temblor postural
Se da cuando la persona adopta cierta postura sostenida contra la fuerza de la gravedad pero sin realizar ningún movimiento. Por ejemplo, se estira el brazo o se señala algo o a alguien, y en esa parte del cuerpo es donde se produce el temblor. Su frecuencia suele ser de 4-12 Hz.
Temblor cinético o de
acción
Se da cuando la persona quiere realizar un movimiento de forma consciente y voluntaria. Por ejemplo, cuando habla, come escribe, etc. Hay una contracción voluntaria de los músculos esqueléticos. Su frecuencia suele ser de 2-7 Hz.
Temblor isométrico
Se da cuando la persona realiza una contracción muscular contra un objeto rígido e inmóvil. Por ejemplo, cuando empuja una pared o hace fuerza con la muñeca hacia la mesa.
Dentro del temblor postural se incluye el temblor fisiológico, el temblor
inducido por algunos tipos de fármacos y el temblor esencial (Ojeda López et al., 2009).
Este último es uno de los temblores patológicos más comunes, el cual afecta a entre el
0,4% y el 6% de la población general (Crawford et al., 2018).
Enfermedad de Parkinson Como se mencionó anteriormente, hay trastornos que incluyen entre sus
síntomas la presencia de temblor. Uno de ellos es la enfermedad de Parkinson (Koller y
Huber, 1989), que además es la segunda enfermedad neurodegenerativa que más afecta
a la población en grupos de mayores de 65 años, tras la enfermedad de Alzheimer
(Benito-León, 2018). Se estima que hay 10 millones de personas diagnosticadas de
enfermedad de Parkinson (Mages, 2016).
Es un trastorno neurodegenerativo en el cual se producen daños en las neuronas
dopaminérgicas de la sustancia negra. La no producción de dopamina es la que
desencadena los síntomas de la enfermedad. Afecta por igual a hombres y mujeres y el
80% de los afectados son personas mayores de 40 años. No obstante, la edad es un
factor de riesgo en la enfermedad, así tener mayor edad aumenta el riesgo de padecer
esta enfermedad. Esto podría explicarse por la pérdida de funcionalidad que genera el
propio envejecimiento en los sistemas relacionados con la enfermedad: la pérdida de
6
células dopaminérgicas en la sustancia negra y una depleción de dopamina en el
complejo palioestriado (Benito-León, 2018).
Sus cuatro síntomas cardinales son el temblor, principalmente en las manos,
piernas, mandíbula y cara; la rigidez, en brazos, piernas y tronco; bradicinesia (lentitud
en movimientos); y problemas de equilibrio y coordinación (Cuenca et al., 2018).
Esta enfermedad resulta de la consecuencia de la degeneración de los ganglios
basales, que son las áreas neuronales específicas que se sitúan en la base del cerebro y
que se encargan de la coordinación de los diferentes grupos musculares, entre otras
funciones. La dopamina es el principal neurotransmisor de estas neuronas y los
enfermos de Parkinson tienen una cantidad muy deficiente de ésta (Alonso-Prieto et al.,
2003). Estudios realizados a personas fallecidas diagnosticadas de Parkinson
demuestran que a nivel cerebral se percibe pérdida neuronal en el sistema nervioso y
presencia de cuerpos de Lewy (Martínez-Fernández et. al., 2016).
Este trastorno es el resultado de una disfunción neuronal progresiva y muerte
celular neuronal que conducen a una discapacidad progresiva. Entre sus síntomas se
incluyen problemas motores, deterioro cognitivo, anomalías sistémicas y trastornos del
comportamiento. No tiene cura y va empeorando con el tiempo (Cruickshank, Reyes, y
Ziman, 2015).
El curso de la enfermedad es muy diferente en cada paciente y las
complicaciones que pueden aparecer son muy variadas entre ellos. Para clasificar a cada
paciente según su gravedad, se utilizan los estadíos de Hoehn y Yahr (1967):
Estadío I: Afectación de los síntomas de forma unilateral.
Estadío II: Afectación de forma bilateral con normalidad en el equilibrio.
Estadío III: Afectación bilateral con alteración en el equilibrio.
Estadío IV: El grado de dependencia aumenta.
Estadío V: Paciente severamente afectado y dependiente, normalmente
en silla de ruedas o cama.
A pesar de que existe tratamiento farmacológico para paliar algunos de los
síntomas de la enfermedad, también es importante realizar programas de rehabilitación
que contengan ejercicios de estimulación cognitiva, logopedia, fisioterapia, realización
de ejercicio físico de forma regular, educación sobre aspectos importantes de la
enfermedad y terapia psicológica. Todo ello ayudará a llevar un mejor control de los
síntomas y posponer la aparición o el agravamiento de alguno de ellos (Kulisevsky et.
al., 2013). Además, el tratamiento farmacológico puede tener numerosos efectos
secundarios muy severos, por ejemplo, alucinaciones (Mages, 2016).
Temblor en la Enfermedad de Parkinson La mayoría de los pacientes de Parkinson, alrededor del 70% o más, desarrollan
temblor durante el transcurso del trastorno. Hay diferentes tipos de temblores que
pueden afectar a un enfermo de Parkinson, pero el más común es el temblor en reposo.
7
Se caracteriza por comenzar normalmente de forma unilateral y, conforme avanza la
enfermedad, el temblor y los demás síntomas se extienden bilateralmente. El temblor de
esta enfermedad suele aparecer después de estar unos segundos en reposo y se extingue
con el inicio de un movimiento (Bendersky, Ajler y Yampolsky, 2014).
Actualmente, los fármacos más utilizados para el temblor son levodopa,
pramipexol, selegilina, pergolida, bromocriptina, anticolinérgicos, amantadina,
cabergolina y rasagilina. El temblor en reposo en general es el que mejor responde al
tratamiento farmacológico, mientras que el temblor postural o cinético no responden tan
favorablemente. Sin embargo, es difícil predecir la respuesta del temblor a los diferentes
fármacos que se utilicen para tratarlo (Deuschl, Bain y Brin, 1998). En esta enfermedad
son característicos los períodos ON/OFF, los cuales son fluctuaciones del estado del
paciente que ocurren durante el día, correspondiéndose el período ON con el momento
en el que los síntomas están controlados gracias a la medicación y se desarrolla una
actividad motora normal. Sin embargo, el período OFF se da cuando los síntomas
reaparecen y la actividad motora se encuentra alterada (Alonso-Prieto et al., 2003).
En cuanto a la manifestación de los síntomas de la enfermedad, el temblor se
separa de la bradicinesia y la rigidez al no relacionarse su magnitud con la deficiencia
de dopamina. Cabe destacar que diferentes partes del cuerpo pueden tener frecuencias
de temblor muy similares entre ellas, pero nunca llegan a ser exactamente iguales, lo
cual sugiere que cada parte del cuerpo tiene un generador del temblor diferente y aislado
del resto. Esta capacidad de permanecer separados se puede deber a la segregación
somatotópica de los bucles de los ganglios basales. Hay datos en fase de estudio que
sugieren que son los ganglios basales los que activan un circuito cerebeloso que produce
el temblor (Hallet, 2012).
La vía cerebelotalamocortical podría estar involucrada en todos los temblores
patológicos, ya que la estimulación cerebral profunda del tálamo ventrolateral ha
resultado ser eficaz en el tratamiento de los trastornos de temblor, a pesar de que éste
tenga una amplia variedad en cuanto a patofisiología. Independientemente del origen, el
bucle talamocorticalventrolateral parece que amplifica las formas de temblor de forma
perjudicial (Elble, 2013).
Como se ha mencionado, existen diferentes formas de aparición del temblor en
un enfermo de Parkinson. Aunque el temblor en reposo sea el más común, el temblor
puede darse durante la marcha o mientras realizan alguna actividad. También puede
darse en las piernas estando de pie inmóvil. Otra forma de temblor es el temblor
postural de alta frecuencia, interpretada como temblor esencial adicional. Es una forma
de temblor que acompaña a los movimientos voluntarios y aparece de forma
relativamente frecuente. Esta forma de temblor se suele dar con una frecuencia alta,
alrededor de los 7-12Hz. Puede aparecer clínicamente como movimientos bruscos
(Deuschl y Albrechts, 2011). En referencia al temblor de las manos, éste se describe
como temblores de supinación-pronación (“pill-rolling”), que se extienden de una mano
a la otra (Jankovic, 2008).
8
La forma en la que se manifiesta el temblor se puede relacionar con la historia
genética del enfermo. Diversos estudios muestran que el enfermo de Parkinson que
tenga un fenotipo de temblor predominante podría tener un pronóstico más favorable en
cuanto a mortalidad o al desarrollo de complicaciones motoras y no motoras en el
transcurso de la enfermedad (Baumann, 2011).
Los diagnósticos erróneos entre el temblor esencial y el temblor por la
enfermedad de Parkinson son muy comunes, de hecho hasta un 24% de pacientes han
sufrido un diagnóstico incorrecto. Para distinguir entre ambos, puede ser útil la
realización de exámenes de imagen electrofisiológicos y funcionales, las cuales son
técnicas muy costosas a nivel económico y de tiempo. El temblor esencial y otras
formas de temblor pueden diferenciarse del temblor en Parkinson por su frecuencia y
expresión con activación diferente (Jankovic, 2008).
Síntomas no-motores en la enfermedad de Parkinson Hay múltiples síntomas no-motores que se relacionan con esta enfermedad. La
depresión es el trastorno del ánimo más común, afectando a aproximadamente el 40-
50% de los enfermos de Parkinson (Lemke, 2008). Así mismo, otros síntomas no-
motores pueden ser el deterioro cognitivo, bradifrenia (lentitud en los procesos del
pensamiento), fenómeno de la punta de la lengua (lentitud en la búsqueda de palabras),
apatía, anhedonia, fatiga, anosmia, parestesias, disautonomía (hipotensión ortostática,
estreñimiento, disfunción urinaria y sexual, sudoración anormal, seborrea), pérdida de
peso y trastornos del sueño (trastorno del comportamiento REM, sueños vívidos,
somnolencia diurna, fragmentación del sueño, síndrome de piernas inquietas) (Jankovic,
2008).
El deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson es frecuente y, aunque se
relaciona más con etapas tardías de la enfermedad, también puede darse en etapas
iniciales. La apariencia de síntomas cognitivos puede dar lugar al agravamiento de
algunos síntomas de la enfermedad (Bocanegra, Trujillo-Orrego y Pineda, 2014).
La ansiedad también es otro síntoma importante relacionado con esta
enfermedad. Ésta se caracteriza por un estado desagradable de inquietud interna,
acompañado también de un comportamiento nervioso y de sentimientos desagradables
de angustia por anticipar acontecimientos. Un estado de ansiedad haría referencia a la
situación emocional actual, mientras que el rasgo de ansiedad representa la regulación
emocional de la persona a largo plazo y su tendencia a reaccionar con altos niveles de
ansiedad ante situaciones concretas (Sumec et. al., 2016).
La ansiedad causa deterioro en el funcionamiento de la persona que lo sufre y es
posible que altos niveles de ansiedad causen un empeoramiento en los síntomas motores
de enfermos de Parkinson (Sumec et. al., 2016). Se asocia la ansiedad con la gravedad
de la enfermedad, el inicio temprano de ésta, la aparición de la depresión, problemas en
la marcha y aparición de discinesias (Siemers et. al., 1993). Hay un estudio que abordó
la relación entre las fluctuaciones en los síntomas motores y las fluctuaciones de la
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ansiedad, el cual mostró puntuaciones de ansiedad más elevados durante los periodos
considerados “OFF” de la enfermedad y durante los periodos con discinesias (Menza et.
al., 1990).
La ansiedad y el equilibrio comparten circuitos neuronales comunes (Balaban,
2002), lo cual podría dar pie al estudio de la posible relación entre otras estructuras
responsables de síntomas motores con la aparición o no aparición de síntomas no-
motores, y viceversa.
Algunos de estos síntomas pueden responder a una medicación dopaminérgica,
pero el origen de otros está implicado en otros sistemas de neurotransmisores como la
serotonina, noradrenalina y acetilcolina y requerirían de un tratamiento específico
(Martínez-Fernández et. al., 2016). Algunos de estos tratamientos harían referencia a la
estimulación cognitiva, logopedia, terapia psicológica, entre otros (Kulisevsky et. al.,
2013).
Calidad de vida en un enfermo de Parkinson con temblor La enfermedad de Parkinson influye en la vida de la persona no solo a nivel
fisiológico, también se ve afectado a nivel emocional, a nivel social y en las actividades
diarias (Chandran y Humar, 2013). Por ejemplo, el temblor de una persona puede hacer
que reduzca sus actividades sociales debido al temor o vergüenza que le produzca que
otros vean cómo tiembla o cómo derrama una bebida (Tröster et. al. 2005). Esto podría
dar lugar a la afectación de las relaciones personales del enfermo (Louis y Machado,
2015).
La vergüenza contribuye a la disminución de la calidad de vida y se da de forma
frecuente en personas que tienen un trastorno del movimiento apreciablemente visible,
tales como el temblor. Esta vergüenza no sólo se relaciona con el temblor, sino también
con el estado psicosocial de la persona. Es decir, una persona que no tenga afectado el
estado de ánimo o que posea características personales que muestren más seguridad en
sí mismo y mayor autoestima, será capaz de sentir menos vergüenza cuando tiemble
delante de otras personas (Traub, Gerbin, Mullaney y Louis, 2010).
Actividades físicas como comer, escribir, beber o incluso utilizar un teléfono,
vestirse o cepillarse los dientes, se pueden ver afectadas por el temblor, lo cual también
afectaría la calidad de vida y la realización con normalidad de las actividades diarias
que se han mencionado (Louis y Machado, 2015).
Estos hechos propician la aparición de alteraciones en el estado de ánimo, tales
como depresión, apatía, ansiedad o anhedonia. La consecuencia de ello sería una
disminución de la calidad de vida, produciéndose cambios en las actividades del día a
día y aumentándose la aparición de estados emocionales más negativos (Lemke, 2008).
En definitiva, el temblor impacta en varios ámbitos de la calidad de vida de la
persona que lo sufre, desde el físico hasta el psicosocial (Louis y Machado, 2015).
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Objetivos e hipótesis El objetivo del estudio es analizar la relación entre el temblor y distintas
variables sociodemográficas, clínicas, psicológicas y neuropsicológicas dadas en una
muestra de participantes diagnosticados de enfermedad de Parkinson y que muestren
síntomas tremóricos.
Las hipótesis del estudio son las siguientes:
1. Un mayor tiempo de diagnóstico de la enfermedad y pertenecer a estadíos
superiores se relacionarán de forma proporcional con una mayor frecuencia
de temblor en todos los tipos de temblor (hipótesis de asociación predictiva).
2. Altas frecuencias de temblor se asocian con un mayor nivel de ansiedad
(hipótesis de asociación predictiva).
3. Altos niveles de temblor se relacionan con tener un mayor deterioro
cognitivo (hipótesis de asociación predictiva).
4. Los enfermos de Parkinson no presentan las mismas frecuencias de temblor
en las diferentes tipologías del mismo (hipótesis de cuantificación).
5. Altos niveles de temblor se relacionan con peor calidad de vida a nivel social
y emocional (hipótesis de asociación predictiva).
Método Participantes:
La muestra de la investigación se compuso de un total de 19 participantes
diagnosticados de la enfermedad Parkinson. Estos fueron voluntarios del centro
Parkinson Sevilla. A pesar de que se presentaron más de 30 voluntarios, la muestra final
quedó en 19 participantes debido a los requisitos que se tuvieron en cuenta para
seleccionar a la muestra (Tabla 2). La muestra final estuvo compuesta por un total de
16hombres y 3 mujeres (Tabla 3).
Tabla 2. Requisitos de la muestra
CRITERIOS INCLUYENTES CRITERIOS EXCLUYENTES
Estar diagnosticado de Parkinson Estar diagnosticado de algún parkinsonismo
Pertenecer al estadío II o III Pertenecer a otro estadío
Tener entre 60-80 años Tener edad fuera de ese rango
Haber sufrido temblor alguna vez No haber sufrido temblor nunca
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Tabla 3. Participantes del estudio
SUJETO SEXO EDAD ESTADÍO FECHA DE NACIMIENTO
1 HOMBRE 61 II 14/01/1958
2 HOMBRE 80 II 15/09/1938
3 MUJER 75 II 04/07/1943
4 MUJER 70 II 24/06/1948
5 HOMBRE 70 II 29/11/1948
6 MUJER 69 III 12/05/1949
7 HOMBRE 67 II 10/02/1951
8 HOMBRE 71 II 07/12/1947
9 HOMBRE 65 II 15/03/1953
10 HOMBRE 60 II 18/03/1958
11 HOMBRE 68 III 07/05/1950
12 HOMBRE 72 II 30/04/1946
13 HOMBRE 71 II 24/10/1947
14 HOMBRE 69 II 20/03/1949
15 HOMBRE 70 III 21/01/1949
16 HOMBRE 65 II 15/12/1953
17 HOMBRE 76 III 07/09/1942
18 HOMBRE 79 III 09/11/1939
19 HOMBRE 75 III 16/01/1944
Instrumentos:
ÍNDICE DE BARTHEL (Barrero-Solís, García-Arrioja y Ojeda-Manzano, 2005):
Cuestionario utilizado para medir el grado de independencia de una persona, ya
que en él debe contestar a 10 preguntas relacionadas con actividades de la vida diaria e
indicar si es capaz de hacer sin ayuda esa tarea (10 puntos), si necesita una leve ayuda
para realizarla (5 puntos) o si necesita de ayuda total y es incapaz de realizarla por sí
mismo (0 puntos).
Las actividades por las que se pregunta son muy diversas: comer, lavarse,
vestirse, arreglarse, continencia en la micción, continencia en las deposiciones, uso del
retrete, traslado (de la silla al sofá, por ejemplo), deambular y subir escaleras.
Cuanto mayor sea la puntuación obtenida, mayor será el grado de independencia
de la persona, pudiéndose determinar con puntuaciones intermedias si el grado de
dependencia es leve, moderado, grave o total.
Se comenzó a utilizar en hospitales de enfermedades crónicas de Maryland. De
ahí que también se le conozca como “Índice de discapacidad de Maryland”.
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STATE TRAIT ANXIETY INVENTORY, STAI-E/R (Spielberger, Gorsuch y Lushene,
1986):
Es un cuestionario dividido en dos partes para evaluar el nivel de ansiedad de
una persona. Cuenta con un cuestionario llamado “estado” que evalúa la ansiedad de la
persona en el momento en el que se está pasando el cuestionario, es decir, un momento
emocional transitorio; y otro cuestionario llamado “rasgo” que informa de la ansiedad
de la persona en su vida en general, de su propensión ansiosa.
Cada uno de los dos cuestionarios que forman el STAI, está compuesto por 20
ítems. En el STAI-estado, cada uno de los ítems se responde en una escala que va del 0
(Nada) al 3 (Mucho), y en el STAI-rasgo, se responde en una escala que va del 0 (Casi
nunca) al 3 (Casi siempre).
ESCALA DE NIVEL DE AFECTACIÓN DEL TEMBLOR:
Es una escala diseñada especialmente para esta investigación. Consta de 11
ítems, en los cuales se pide al sujeto que valore cuánto le afecta el temblor en diferentes
actividades de la vida en una escala del 0 a 10. Lo que se recoge es una percepción
subjetiva del mismo y los ámbitos sobre los que se pregunta son muy diversos: ámbito
laboral, ámbito social, con la pareja, para realizar acciones como beber, comer, vestirse,
arreglarse, el aseo personal, el uso del retrete, subir o bajar una escalera y para caminar.
Cuanto mayor sea la puntuación final, mayor será el nivel subjetivo de
afectación del temblor en la vida del sujeto.
EVALUACIÓN COGNITIVA ESTÁNDAR, BAGEN (Lendínez, Zunzunegui, Inibar,
Carnero y González-Maldonado, 2000):
Batería que evalúa el deterioro cognitivo del participante en diferentes ámbitos.
Comienza con preguntas sobre los años de escolarización del sujeto, estudios que
completó, alfabetización, dominancia manual y profesión.
A continuación, se realizan una serie de pruebas de forma verbal. Éstas incluyen
pruebas de orientación, aprendizaje, atención, lenguaje (denominación, comprensión,
fluidez), abstracción y cálculo, praxias (motoras y visuoconstructivas), y prueba de
recuerdo y reconocimiento relacionada con la prueba anterior de aprendizaje.
Es una prueba de cribado que permite ver si existen déficits en muchas áreas de
forma superficial, sin indagar sobre ellos. Si se da déficit en dos o más áreas, quiere
decir que hay deterioro cognitivo.
CUESTIONARIO DE SALUD, SF-36 (Ware y Sherbourne, 1992):
Es un cuestionario que evalúa la calidad de vida del sujeto relacionada con su
salud o la percepción de la misma.
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Consta de 36 ítems agrupados en ocho dimensiones: función física, rol físico,
dolor corporal, salud general, vitalidad, función social, rol emocional y salud mental.
Cada ítem hace referencia a la salud, por ejemplo: “¿cómo diría que es su salud actual
relacionada con hace un año?”, todas con opción de respuesta en una escala de tipo
Likert.
TROMÓMETRO DE BARRA (Muela, Pérez, Ballesteros y Godoy, 2001):
El Tromómetro de Barra (Imagen 1) es un instrumento creado por miembros de
la Universidad de Jaén y la Universidad de Granada y diseñado para medir, cuantificar,
clasificar y rehabilitar los temblores que se producen en los miembros superiores. Puede
registrar el número y tipos de temblores producidos en las manos tanto en un eje
horizontal como vertical, sean éstos intencionales, en reposo, de posición o isométricos.
Imagen 1. Tromómetro de barra
Es un instrumento que posee las funciones y cumple con las características que
permite investigar los diferentes objetivos del presente estudio: se puede evaluar el
temblor de una persona en diferentes posiciones (en reposo, isométrico, en posición y de
acción).
El tromómetro consta de dos partes: el módulo de registro de los temblores y el
módulo de cuantificación y monitorización. Con el primero se realizan los diferentes
ejercicios que se le pide al sujeto, que consta de una barra cilíndrica de plástico duro, a
lo largo de la cual se sitúan cuatro varillas metálicas de contacto. Esta barra contiene
unas luces led en su interior que marcan la velocidad y dirección del movimiento que se
le solicitará al participante. A través de un cable conectado a dicha barra, se encuentra la
anilla de contactos, que consta de una anilla metálica y un mango de madera no
conductor. Este mango es el que el sujeto debe sostener en su mano y con la anilla se
realizarán todos los ejercicios siguiendo las instrucciones del investigador.
La segunda parte del tromómetro, el módulo de cuantificación y monitorización,
contiene el sistema electrónico. Es un pequeño aparato conectado a la barra con una
pantalla que lleva instalado un programa en el cual se registran todos los contactos con
14
la barra realizados. En dicho programa se debe configurar el participante que se va a
registrar, si la barra estará en vertical u horizontal y la forma de agarre de la anilla que
tendrá el sujeto a la hora de realizar el ejercicio.
Para realizar un proceso de evaluación con el tromómetro, el investigador debe
tener en cuenta las siguientes variables:
Posición de la barra (horizontal, vertical u oblicua).
Diámetro de la anilla que se va a utilizar (distintas medidas en 6 anillas
diferentes).
Mano con la que se realiza la tarea.
Tipo de recorrido (del comienzo al final de la barra o “ida”, y a la inversa
“vuelta”).
Tipo de temblor (estático o en movimiento).
Con este instrumento podrán medirse los temblores intencionales, pidiendo al
sujeto que pase la anilla metálica por la barra de forma horizontal o vertical; o en
reposo, pidiendo al sujeto que sostenga la anilla situándola en el centro de la barra sin
moverla. En todos se debe cuidar que la anilla no toque la barra. El tromómetro registra
cada contacto que la anilla tenga con la barra, siendo ésta la forma de medir el temblor.
Procedimiento:
En primer lugar, se localizó la muestra. En la Asociación con la que se trabajó,
se llevó una hoja donde se explicaba en qué consistía la investigación y un
consentimiento informado para que todos los voluntarios que quisieran participar
leyeran y firmaran dichos documentos. Para la selección o no de la muestra, se realizó
una entrevista inicial a cada voluntario donde estos debían contestar a preguntas
relacionadas con las variables mencionadas en el apartado de participantes, tales como
la edad, la aparición o no de temblor alguna vez, etc. En esta entrevista se incluía el
Índice de Barthel, para controlar que todos los participantes tuviesen altos niveles de
dependencia y se correspondiesen con el estadío II o III de la enfermedad. Una vez
seleccionada la muestra, se comenzó con la investigación.
Las sesiones con los sujetos tuvieron lugar entre los meses de noviembre y
diciembre en el centro Parkinson Sevilla, en una sala habilitada con una mesa de
grandes dimensiones, sillas, buena luz y aislada de ruidos (Imagen 2). Para la
investigación, se dedicaron tres sesiones con cada participante (tabla 4).
15
Imagen 2. Una de las salas donde se llevó a cabo el estudio.
Tabla 4. Sesiones de la investigación con cada sujeto
PRIMERA SESIÓN DURACIÓN
Entrevista inicial: - Cumplimentación de datos sobre edad, aparición de
temblor alguna vez o no, estadío perteneciente, tiempo de diagnóstico de la enfermedad.
- Administración del índice de Barthel.
10min, aprox.
SEGUNDA SESIÓN
Pase de cuestionarios:
STAI rasgo
Escala de Nivel de Afectación del Temblor
BAGEN
SF-36
35min, aprox.
TERCERA SESIÓN DURACIÓN
Pase de cuestionario:
STAI estado
TROMÓMETRO
15 min, aprox.
Se siguió un contrabalanceo tanto para el orden de administración de
cuestionarios como en las sesiones con el tromómetro con cada sujeto.
16
Los cuestionarios administrados en la segunda sesión ayudaban a recabar la
información necesaria para estudiar las diferentes hipótesis del estudio. Por ejemplo,
con el STAI rasgo se obtuvieron los niveles de ansiedad que suele presentar la persona
de forma general. El SF-36 dio información sobre la calidad de vida del enfermo a nivel
emocional y a nivel social, con preguntas como “¿ha dejado de asistir a algún evento
social por problemas físicos o emocionales?”. La administración del BAGEN pudo
determinar si había deterioro cognitivo o no en el participante. Así mismo, la Escala de
Nivel de Afectación del Temblor daba una idea sobre cómo y cuánto afectaba el temblor
en la vida de la persona para asegurar que el participante había percibido el temblor en
varias ocasiones y en varios ámbitos de la vida diaria.
El tromómetro se utilizó en la tercera sesión. En el presente estudio, cada
participante tuvo que seguir las instrucciones indicadas para completar los siguientes
registros, todos ellos realizados con la anilla de tamaño medio (anilla 3):
Agarre de la anilla en isométrico (haciendo fuerza hacia un objeto en el
cual apoyaba el brazo).
Agarre de la anilla en posición (pase de la anilla por la barra sin realizar
ningún movimiento pero sin ningún apoyo en el brazo).
Agarre de la anilla en reposo (pase de la anilla por la barra sin realizar
ningún movimiento pero con el brazo apoyado y relajado).
Agarre de la anilla para movimiento de ida y vuelta: seguimiento de la
luz led que aparece en la barra desde su inicio hasta el final (ida), y
repetición en sentido contrario (vuelta), sin apoyar el brazo.
Todos estos ejercicios se realizaron con la barra tanto en dirección vertical como
horizontal, y tanto con la mano derecha como la izquierda. Es decir, en total fueron 16
posiciones diferentes para cada participante. Cada una de las posiciones duraba 20
segundos.
Justo antes de realizar los ejercicios con el tromómetro, se administró la escala
STAI/Estado para medir el nivel de ansiedad del sujeto en el momento de la sesión y así
estudiar posteriormente una posible relación entre la ansiedad y el temblor de la
persona.
Resultados Una vez recabada la información, se extrajeron las respuestas de los
cuestionarios y los datos resultantes de las pruebas del tromómetro. Además de dichos
datos, se sumaron los temblores totales recogidos y se hizo una distribución de grupos
de temblor (mayor o menor del centil 50) para cada tipo de temblor. El paquete
estadístico utilizado para calcular los resultados fue el SPSS 23. Para analizar relaciones
entre variables categoriales se calculó la Razón de Verosimilitud y para estudiar las
diferencias entre grupos, se calcularon T-student unifactoriales para cada una de las
variables psicosociales objetivos del estudio (tiempo de diagnóstico, ansiedad, deterioro
cognitivo, nivel emocional, nivel social) para cada grupo (grupo perteneciente a un
17
centil mayor de 50 en temblor y grupo perteneciente a centil menor de 50) y para cada
uno de los tipos de temblor (posición, isométrico, de acción y de reposo). Con la prueba
T-student realizada con variables continuas, se tuvieron en cuenta los valores próximos
a la significación estadística debido a que la muestra estaba compuesta por pocos
sujetos y se asume que con una mayor muestra saldrían diferencias significativas (se
aportará Tamaño del efecto). Finalmente, para estudiar las diferencias entre los distintos
tipos de temblor entre los mismos participantes, se calcularon pruebas no paramétricas
(pues no se cumple el supuesto de homoscedasticidad) para muestras relacionadas
(Friedman) y para pares de muestras relacionadas (Wilcoxon).
Antes de corroborar las hipótesis, mencionar que todos los participantes
obtuvieron la puntuación máxima posible (100) en el nivel de independencia del Índice
de Barthel y todos resultaron ser diestros, independientes y sin diferencias de edad, sexo
o nivel educativo entre los distintos grupos de frecuencia de temblor (por encima o por
debajo del centil 50).
Para comprobar la hipótesis 1, es decir, corroborar la relación entre el tipo y
frecuencia de temblor y el estadío, se realizó una prueba de Razón de Verosimilitud.
Esta prueba muestra que hay relación entre la frecuencia del temblor total y el estadío
en el que se encuentra el enfermo (RV=10,239; p=0,001), ya que el 100% de los sujetos
que presentaron menor temblor en la suma total de temblores percibidos por el
tromómetro (pertenecientes a centil inferior a 50), se encontraban en el estadío II de la
enfermedad, mientras que el 100% de los sujetos que se encuentran en el estadío III
tienen mayor nivel de temblor (pertenecientes al centil superior a 50). Esto también se
da (y en el mismo sentido) en el temblor de acción (RV=10,239; p=0,001) y el temblor
isométrico (RV=3,557; p=0,05). La estimación de riesgo (Odds Ratio) señala que hay
27 veces más posibilidades de que coincida el estadío III con mayor temblor total y el
estadío II con menor temblor total frente a otras combinaciones.
Siguiendo con la hipótesis 1, con la prueba de T-student se encuentran
diferencias entre el tiempo de diagnóstico y la frecuencia de temblor, ya que se da
mayor tiempo (en años) de diagnóstico en el grupo de temblor por encima del centil 50
tanto en la suma total de temblor (t=-1,797; p=0,090;media (dt) de 5,18 (2,89) en alto
temblor frente a una media (dt) de 3,12 (1,89) en bajo temblor; d de Cohen= 0,83 –alto-
), como en el temblor de posición (t=-1,752; p=0,098;media (dt) de 5,3 (2,87) en alto
temblor frente a una media (dt) de 3,22 (2,05) en bajo temblor; d de Cohen= 0,84 –alto-)
y en el temblor de acción (t=-2,03; p=0,05;media (dt) de 5,4 (2,72) en alto temblor
frente a una media (dt) de 3,11 (2,15) en bajo temblor; d de Cohen= 0,93 –alto-).
Para corroborar la hipótesis 2 (mayores niveles de ansiedad entre los
participantes con mayor frecuencia de temblores), se calculó una t-student entregrupos
(temblor alto-temblor bajo) unifactorial (ansiedad) para cada tipo de temblor y el total
de temblores tanto para ansiedad estado como para ansiedad rasgo. Los resultados
indican que sólo en el temblor isométrico se encontraron diferencias significativas tanto
en ansiedad estado como en ansiedad rasgo entre alta y baja frecuencia del temblor
18
(Ansiedad Estado: t=-2,06; p=0,05; media (dt) de 21,4 (13,63) en alto temblor frente a
una media (dt) de 10,6 (9,01) en bajo temblor; d de Cohen= 0,96 –alto-; Ansiedad
Rasgo: t=-2,1; p=0,05; media (dt) de 26,9 (8,45) en alto temblor frente a una media (dt)
de 19 (7,91) en bajo temblor; d de Cohen= 0,97 –alto-).
Para corroborar la hipótesis 3 (relación entre mayor deterioro cognitivo y mayor
frecuencia de temblores) se calculó una Razón de verosimilitud por cada tipo de temblor
entre deterioro (con y sin) y frecuencia de temblor (alta y baja). Se encuentra relación
entre deterioro cognitivo y frecuencia de temblor de posición (RV(1)= 3,68; p=0,05) de
tal forma que todos los integrantes del grupo de menos temblores puntúan en “sin
deterioro” mientras que todos los que tienen deterioro presentan alta frecuencia de
temblores. Lo mismo ocurre en el temblor isométrico (RV(1)= 4,36; p=0,037), es decir,
que todos los integrantes del grupo de menos temblores puntúan en “sin deterioro”
mientras que todos los que tienen deterioro presentan alta frecuencia de temblores.
Para comprobar la hipótesis 4 (no todos los tipos de temblores tienen la misma
frecuencia), se utilizó la prueba no paramétrica de Friedman para descubrir diferencias
entre las frecuencias de los distintos tipos de temblor. Se obtuvieron diferencias
significativas entre ellos (W(3)= 39,37; p<0,001). Para explorar esas diferencias, se
realizó la prueba de rangos con signo de Wilcoxon. Se obtuvo que el temblor de acción
se da con mayor frecuencia con respecto a los demás tipos de temblor (mayor que el de
posición: Z=-3,23; p<0,001; mayor que el isométrico: Z=-3,43; p<0,001 y que el de
reposo: Z=-4,11; p<0,001). No hay diferencias significativas entre el temblor de
posición y el temblor isométrico (Z=-1,438; p=0,151) (Figura 1).
Figura 1. Gráfico de frecuencias de tipo de temblor.
0
5
10
15
20
25
30
35
Temblor de acción
Temblor de posición
Temblor isométrico
Temblor de reposo
Frecuencias del tipo de temblor
19
Referente a la hipótesis 5, no se encontraron diferencias significativas entre
aquellos que temblaron más y el nivel emocional o social de la persona.
Discusión En primer lugar, no encontrar diferencias significativas en variables como la
edad, el sexo o el nivel de estudios indica que los grupos fueron muy homogéneos, algo
que también se deduce al haber obtenido el mismo nivel de independencia entre todos
los sujetos. La dominancia de la mano fue una variable homogénea por azar. Todos los
sujetos resultaron ser diestros, lo cual da pie a una posible investigación futura sobre si
hay alguna relación entre esta enfermedad y la dominancia manual de la persona,
formando grupos tanto de diestros como de zurdos.
El no haber encontrado que el temblor en reposo es superior a los demás
temblores o, al menos, estar entre los más frecuentes en la muestra (que era lo esperable
en la hipótesis 4ª, según la literatura, pues este tipo de temblor es el más característico
de esta enfermedad) (Deuschl et al., 1998), no significa que la muestra de este estudio
no tuviese este tipo de temblor (fue evidente para la investigadora de este TFM que esos
temblores se producían). Lo que ocurre es que la anilla escogida fue demasiado ancha
como para captar temblores de una amplitud que fue menor de la esperada. Por ese
motivo, los temblores de reposo no fueron incluidos en los demás análisis (excepto en la
hipótesis 4ª) pues se asume que no fueron capturados con la amplitud de la anilla 3.
Sobre este punto se volverá cuando se discuta la hipótesis 4ª.
Al ser una enfermedad degenerativa, a pesar de la toma de medicamentos para
paliar el temblor u otros síntomas y el seguimiento de otros tipos de tratamiento, no se
podrá evitar que la enfermedad empeore o se acentúen sus síntomas con el paso del
tiempo (Hallet, 2012). Esto podría explicar que los sujetos con mayor tiempo de
diagnóstico y que pertenezcan a un estadío superior de la enfermedad tiemblen más a la
hora de realizar las pruebas con el tromómetro. Se cumpliría entonces la primera
hipótesis.
Respecto a la ansiedad asociada a la mayor frecuencia de temblores (segunda
hipótesis), se ha encontrado que sólo en el tipo de temblor isométrico se cumple esta
hipótesis tanto para la ansiedad rasgo como para la ansiedad estado. Esto puede
interpretarse como que los participantes parecen aceptar tener temblores sin que esto les
produzca ansiedad siempre que esos temblores sean de posición o de acción. Pero no
ocurre así cuando se trata de temblores isométricos. Cuando la persona se mira la mano
suspendida en el aire y la ve temblar (temblor de posición) o cuando la mueve y tiemble
(temblor de acción) es posible que no vea algo deseable o positivo, pero eso no le
produce ansiedad (en el de acción quizás ni se perciba el temblor al moverse el brazo).
Sin embargo, el temblor isométrico conlleva ejercer una fuerza que, en determinados
movimientos, comporta precisión para no derramar un plato lleno de sopa (Deuschl et
al., 1998), por ejemplo, y saber que no se es capaz puede producir mucha ansiedad. Ya
no se trata de temblar en posición o en acción (algo que quizás los demás no puedan
percibir claramente), sino de ejecutar sin accidentes actos que conllevan utilizar la
20
fuerza pero con la precisión suficiente como para no alertar a los demás cuando no se
ejecute la actividad limpiamente.
La tercera hipótesis se cumple para los temblores de posición e isométrico (ya
que a más frecuencia de estos temblores, más deterioro cognitivo). No obstante, dado el
pequeño número de participantes con deterioro cognitivo (sólo tres) habría que tomar
estos resultados con precaución. Aún así, hay literatura que apoya que la existencia de
deterioro cognitivo puede agravar los síntomas de la enfermedad de forma global
(Williams-Gray, Wintraub, Aarsland y Bronnick, 2010)
Respecto a la cuarta hipótesis y como ya se mencionó anteriormente, a pesar de
que la literatura dice que el temblor de reposo es el más característico de la enfermedad
de Parkinson (Ojeda-López et. al., 2009), en el presente estudio es un temblor que no
aparece registrado por el tromómetro en los participantes de la muestra. Sin embargo, el
investigador pudo comprobar que los participantes sí temblaban durante la prueba del
temblor en reposo. Esto sugiere que la amplitud del temblor de reposo no tiene el
diámetro de la anilla que se utilizó con el tromómetro. La anilla utilizada (anilla 3) mide
5,5cm de diámetro y la barra 3cm, por tanto quedarían 1,25cm por cada lado. El temblor
de reposo en un enfermo de Parkinson de esta muestra tendría una amplitud menor a ese
1,25cm y de ahí que no se produjeran contactos con la barra del tromómetro.
Al registrarse una frecuencia de temblor de reposo tan baja, no se tuvo en cuenta
este tipo de temblor a la hora de realizar los demás análisis, ya que se consideró que no
se había medido correctamente.
Que el temblor de acción sea el tipo de temblor con mayor frecuencia informa de
que al realizar un movimiento sí aparece temblor en un enfermo de Parkinson, al menos
con la muestra utilizada, pero no obstante, esto no conlleva, como ya se ha visto, una
mayor ansiedad. La literatura dice que este temblor es el menos frecuente en personas
con esta enfermedad (Ojeda-López et. al., 2009), por tanto sería interesante realizar
futuras investigaciones con anillas de menor diámetro (las nº 1 y 2). Aún así, estudios
como el que presentan Grimaldi y Manto (2008) apoyan que el temblor de acción es una
tipología de temblor que puede darse en esta enfermedad, a pesar de que sea más
frecuente su aparición en la Esclerosis Múltiple.
Los datos han mostrado que no hay diferencia entre la frecuencia de temblores
de posición e isométrico y que ambos son menores que el de reposo. Estos datos pueden
ser muy útiles si se comprueba que este patrón es típico de esta enfermedad y no se da
en otras. De esta manera se facilitaría el diagnóstico diferencial de enfermedades
neurológicas estudiando el patrón de temblores.
Como consecuencia, se cumple la cuarta hipótesis del estudio al haber
encontrado distintas frecuencias de temblor en las diferentes tipologías del mismo.
Por último, haciendo referencia al nivel emocional y social de los participantes
(quinta hipótesis), cabe destacar que en el cuestionario utilizado para medir dichas
21
variables se obtuvieron, en general, puntuaciones altas en ambas escalas. Es decir, no se
percibió gran deterioro en la calidad de vida respecto a problemas emocionales y a la
función social de los participantes de la muestra. La mayoría afirmó no haber dejado de
realizar actividades ni haber dejado de asistir a eventos o reuniones a causa de la
enfermedad. Por ello, en esta muestra no se encontró relación entre la frecuencia de
temblor y la calidad de vida en ambos niveles. Con los datos obtenidos, no se cumpliría
la quinta y última hipótesis.
Conclusiones En primer lugar, el estudio revela que tener un mayor tiempo de diagnóstico y
pertenecer a un estadío superior de la enfermedad se relaciona con un mayor nivel de
temblor en el enfermo de Parkinson. La causa de esto puede ser que la enfermedad de
Parkinson sea una enfermedad degenerativa y, conforme avanza en el tiempo, sus
síntomas empeoran cada vez más, siendo el temblor un síntoma más que puede verse
afectado por el curso degenerativo de la enfermedad.
Así mismo, según esta muestra, el mayor o menor nivel temblor no está
directamente relacionado por el nivel de ansiedad mostrada por la persona en la mayoría
de los tipos de temblor. No ocurre así en el tipo isométrico, pues se han encontrado
mayores niveles de ansiedad estado y rasgo en personas que tienen mayor frecuencia de
temblor en tareas que impliquen realizar fuerza (temblor isométrico).
El deterioro cognitivo se relaciona con tener más frecuencia de temblor, pero
con la muestra del estudio no fue suficiente para investigar con mayor profundidad
sobre ello. Estudios futuros podrían explorar esta relación.
Los enfermos de Parkinson de esta muestra tuvieron una mayor frecuencia de
temblor en el temblor de acción, es decir, temblaron más cuando se les pidió realizar
una prueba que requiriese movimiento que cuando debían mantener la mano estática.
No se pudo estudiar el temblor en reposo por tener una amplitud menor de 1,25 cm (el
que tenía la anilla 3 de margen para contactar con la barra), pero este patrón puede ser
muy interesante para llegar a identificar patrones diferenciales de temblor entre distintas
patologías. Futuras investigaciones podrían corroborar estos resultados y seguir
estudiando la posible prevalencia del temblor de acción en enfermos de Parkinson. Se
propone realizar un estudio futuro que compare los datos obtenidos de esta muestra con
datos que se obtengan de otra muestra que padezca una enfermedad que también incluya
en sus síntomas el temblor, como la Esclerosis Múltiple, ya que así se podrían observar
diferencias o semejanzas en las relaciones de las variables mostradas en el presente
estudio con el temblor.
En esta muestra, los altos niveles de temblor no se relacionaron con una peor
calidad de vida a nivel social y emocional. De hecho, la mayoría de los participantes
puntuó alto tanto a nivel emocional como social. Un posible motivo sería la asistencia a
la Asociación de Parkinson, ya que allí crean fuertes vínculos que les ayuda a tener una
22
mayor aceptación de la enfermedad y a sobrellevar su evolución con un estado
emocional más positivo.
Como conclusión general, se podría afirmar que el temblor se puede relacionar
con diferentes variables propias de la persona (psicológicas, neuropsicológicas,
sociodemográficas o clínicas).
23
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