8. El Mito de La Mano Invisible

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 In the original story, the hand did not wobble.

Frank Ackerman

Contenido

1. Introducción ...................................................................................................................... 1

2. La Mano Invisible en Smith .............................................................................................. 3

3. La Mano Invisible a la luz de la Teoría del Equilibrio General ...................................... 10

4. Conclusiones .................................................................................................................... 19

5. Bibliografía ...................................................................................................................... 19

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1.  Introducción

La mano invisible, entendida como la metáfora que ilustra el mecanismo de los precios que

permite armonizar las decisiones inicialmente incompatibles de los agentes en una

sociedad de mercado y obtener de manera involuntaria el resultado social deseado portodos sus miembros, ha sido el principal recurso pedagógico que se ha dotado la ciencia

económica para explicar su principal descubrimiento2 y, en gran medida, su razón de ser

en tanto ciencia3.

Una economía descentralizada, motivada solamente por la ambición individual y guiada

por los precios puede llevar a los individuos al “mejor mundo de todos los posibles”, sin

que para ello sea necesario ninguna voluntad política ni una disposición moral particular.

Ese ha sido el principal objetivo con el que surge la economía política clásica, encontraposición a las corrientes mercantilistas en boga que postulaban la necesidad de la

presencia del Estado para garantizar el bienestar de la población4.

Sin embargo, tan pronto como se formularon las primeras explicaciones de este

mecanismo peculiar, los economistas se percataron de que la existencia y el buen

funcionamiento de dicho mecanismo dependía de determinadas condiciones sociales que

no surgían de la propia racionalidad individual -como postulaba el individualismo

metodológico-, sino que emanaban de instituciones sociales que debían ser, lógicamente,preexistentes a la constitución del mercado y además sostén y garantía de las relaciones

económicas que entablaban ahí los individuos.

 A pesar de que el programa de investigación iniciado por la economía política clásica y

heredada en buena parte por la economía neoclásica persiste en su intento de demostrar la

posibilidad del buen funcionamiento de una economía sin requerir la incómoda presencia

de las instituciones políticas y sociales, se está todavía muy lejos de alcanzar algún

resultado cercano a lo deseado: por lo que en ése sentido, la «expresión poética»5

  de la

2  Por ejemplo, Arrow y Hahn (1971) afirman: “ La noción de que un sistema social movido por accionesindependientes en búsqueda de valores diferentes es compatible con un estado final de equilibrio coherente,donde los resultados pueden ser muy diferentes de los buscados por los agentes; es sin duda la contribuciónintelectual más importante que ha aportado el pensamiento económico al entendimiento general de los procesos sociales”  3  En ese sentido, considerar a Smith como “creador de la teoría del equilibrio general ”  –como lo hacen Arrow y Hahn (1971)- implica considerar como sinónimo teoría del equilibrio general   con cienciaeconómica.4

 Ver Benetti (1990)5 Arrow y Hahn (1971), p.14

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mano invisible  permanecería como una incorrecta ilustración del estado actual del

conocimiento de la economía.

El presente trabajo trata de demostrar la impertinencia teórica de dicha metáfora para

representar “el” descubrimiento de la economía. Para ello, considera los dos casos

paradigmáticos que se han utilizado para demostrar la idea que hay detrás de de la alegoría

de la mano invisible: El primero es el análisis inicial hecho por Smith de forma literal en la

 Riqueza de las Naciones (1776) y el segundo es la demostración formal de dicho análisis

que fue realizada por la tradición de la corriente neoclásica conocida como Teoría del

 Equilibrio General y  que se inicia con el trabajo de Walras (1874) y culmina con los aportes

de Arrow, Debreu y Hahn [Arrow y Debreu (1954), Debreu (1959), Arrow y Hahn (1971)],

entre otros.

En ese sentido, es importante mencionar que no se incluirá en este análisis los desarrollos

teóricos realizados en este campo por las corrientes marxista, sraffiana y postkeynesiana.

Esto debido a una razón más que evidente: Los resultados más importantes alcanzados por

estas corrientes vienen a reforzar la crítica que se propone en el presente trabajo, por lo

que sería redundante su incorporación aquí.

En efecto, son conocidas las conclusiones a las que llegan las corrientes sraffiana -pero

sobetodo- marxista y postkeynesiana respecto a la necesidad de incorporar instituciones

sociales exógenas al mercado (tales como las instituciones monetaria, financiera y una

norma de distribución, entre otras) como condición de posibilidad para que surja el

mercado6. En ese sentido, su inclusión no aportaría en nada a la discusión que en el

presente trabajo se propone realizar sobre la impertinencia de la metáfora de la mano

invisible para ilustrar el conocimiento alcanzado por la teoría económica.

El trabajo consta de dos partes. En la primera parte se describe el planteamiento de la

mano invisible realizado por Smith y se analiza sus intentos racionales para demostrarlo; y

en la segunda parte se revisa la demostración formal de la teoría del equilibrio general al

par que se analizan los alcances y límites de dicha demostración. La última sección

concluye.

6 Para los interesados en estas corrientes sugerimos revisar los trabajos de Sraffa (1983) y Garegnani (1978)

sobre los clásicos, Cataño (2009) y Benetti (1990) sobre los marxistas y Arestis & Swayer (2006) y Lavoie(2005) sobre los postkeynesianos.

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2.  La Mano Invisible en Smith

El tema central de Smith cuando escribe la  Riqueza de las Naciones es lograr una

explicación de las condiciones de aparición y del funcionamiento del mercado7. Esto

implica mostrar cómo una sociedad compuesta por individuos descentralizados, cuyas

acciones resultan incompatibles (no coordinadas) entre sí de manera a priori, es

cohesionada a través de un sistema de coordinación descentralizado por medio del

mercado.

Este problema ya había sido planteado años antes en los trabajos de Cantillón, Quesnay y

Galiani, entre otros; sin embargo, como plantea Klimovsky (2000), con Smith aparece la

“ primera obra sintética de economía en la que se expone un mecanismo de ajuste a través

de la ganancia” 8. 

Smith comienza su obra intentando explicar la génesis lógica del mercado, utilizando como

paradigma el individualismo metodológico. Construye una ficción teórica de un mundo de

agentes sin instituciones, en el que los individuos en “estado de naturaleza”  deciden

 juntarse y formar la sociedad. Así, los individuos aparecen definidos antes de ser sociables

 y se socializan recién una vez que ingresan al mercado, movidos por la necesidad que

tienen de apoyarse en los demás –a través del intercambio- para poder subsistir. El por

qué ocurre esto, es explicado por Smith de manera poco satisfactoria, en base a una

supuesta “(…)  tendencia a trocar, permutar y cambiar una cosa por otra”9 de los seres

humanos.

Es de interés notar que, en esta relación de intercambio, el comportamiento de los

individuos se caracteriza por la ausencia de cualquier disposición moral. En efecto, Smith

nos dice: “(…) es vano esperar que la cooperación con los demás venga de la

benevolencia. Es mucho más probable que consiga el apoyo de los demás si logra

 predisponer su egoísmo a favor suyo” (p.96). Así, la organización económica del mercado

permite que los individuos actúen de acuerdo a sus conveniencias, a su egoísmo; pues

como expresa la célebre frase de Smith: “ No obtenemos los alimentos de la benevolencia

del carnicero, del cervecero o del panadero sino de su preocupación de su propio interés.

 No nos dirigimos a sus sentimientos humanos sino a su egoísmo (...)” (p.96).

7 Ver Cataño (1999)8

 Klimovsky, Edith (2000). Modelos Básicos de la Teoría de Precios. P.809 Smith, Adam. La riqueza de las naciones, p. 95, FCE,1984

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Por otra parte, Smith nos dice que esta organización económica genera a su vez un efecto

económico positivo no previsto por sus miembros, esto es: el aumento de la productividad

de la economía, fruto de la división del trabajo y la consecuente especialización. Al

respecto, vale la pena mencionar que tanto el proceso de formación de la división del

trabajo así como la especialización que resulta de ella tampoco son explicadas por Smith,

sino que se supone que éstas aparecen de manera simultánea junto a la aparición del

mercado.

De esta manera, tenemos en el esquema analítico -todavía muy precario- de Smith, un

conjunto de individuos definidos aisladamente, los cuales deciden juntarse mediante el

intercambio para sobrevivir. Este intercambio implica, a su vez, una división del trabajo y

una especialización que permite el incremento del bienestar de cada uno de sus miembros.

En un segundo momento, Smith se propone demostrar cómo el funcionamiento de este

tipo de economía, al contrario de la opinión común de su época, resulta una organización

social deseable que coordina las acciones de los individuos de manera diligente,

autoregulada y, además, provechosa para toda la sociedad. Este problema es formulado

por Smith, en términos de la mano invisible, de la siguiente manera: “Cómo el individuo

que sólo piensa en su ganancia propia […]  es conducido por una mano invisible a

 promover un fin que no entraba en sus intenciones” (p.402).

De esta manera se plantea el problema central de la economía política clásica: Demostrar

que un mundo no intervenido por la política es el mejor mundo para los hombres. Por ello

resulta de vital importancia la metáfora de la mano invisible,  en el sentido de que el

funcionamiento del mercado, a través del mecanismo de precios, genera un resultado

social ventajoso para todos sus miembros. Tal como afirma Klimovsky (2000):

“ Desde Cantillon, todos los economistas sostienen que en una sociedad de mercado

existe un mecanismo tal que las decisiones inicialmente incompatibles se armonizan

 progresivamente. Se trata de un mecanismo porque no depende de la voluntad de los

agentes, siendo en particular independiente de la intervención del Estado. Con esta

afirmación nace la ciencia económica: existe un campo de la actividad social en el que

la cohesión de la sociedad se realiza con autonomía de toda decisión política.”  (p.80)

Por ello resulta imprescindible explicar el buen funcionamiento del mecanismo de precios

–la mano invisible- sin recurrir a la presencia de cualquier institución que no emane de los

propios individuos para alcanzar los resultados deseados. Sin embargo, para tal propósito,

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la naciente ciencia económica tendrá que sortear muchas dificultades. A continuación se

destacan algunas de ellas.

 A)  El sistema de nomenclatura

La primera dificultad que aparece con el intercambio tiene que ver con el sistema de

nomenclatura que haga posible la comparación de las diversas mercancías en términos de

cantidades, de forma tal que pueda llevarse a cabo el intercambio en base al principio del

quid pro quo. Para ello es necesario homogeneizar la diversidad de las actividades

productivas privadas en términos de una misma unidad que las haga cuantitativamente

equivalentes.

Esta homogeneidad de variables que requiere la economía, es llevada a cabo en el mundo

real por el dinero. Sin embargo la economía política clásica no puede recurrir a él puesto

que su presencia implica la existencia de instituciones monetarias (i.e. sociales) que no

emanan de la racionalidad estrictamente individual, por lo que transgrede el postulado del

individualismo metodológico sobre el que se basa la explicación de la economía y el

objetivo mismo con el que nace dicha ciencia.

En ese sentido, surge la necesidad para la economía política clásica de elaborar el concepto

de valor como independiente del dinero para servir de unidad de medida o valuación de

las diferentes actividades económicas privadas. Como explican Benetti y Cartelier (1998):

“La condición permisiva de la elaboración de la teoría del valor es la

descalificación y la eliminación de la forma bajo la cual las magnitudes

económicas se presentan, es decir, las unidades de cuenta, y más allá de esto, la

evacuación de toda magnitud monetaria. El rechazo de toda base monetaria

aparece bastante lógico. Es muy evidente que el dinero está de hecho asociado al

 príncipe y al conjunto de las instituciones políticas, tal como nos lo recuerdan los

debates sobre los cambios monetarios, y más en general, la justificación de unaacción económica del Estado.”  

Por todo ello, Smith propone los “precios naturales” como el  valor de las mercancías

expresadas de manera independiente del dinero (equivalente a lo que más tarde el enfoque

neoclásico llamará precios “reales”); iniciando con ello la famosa dicotomía clásica, la cual

consiste en presentar el problema del valor como un problema concerniente

exclusivamente al mundo de las mercancías, independiente del dinero, y basado en las

proporciones que guardan las mercancías unas a otras en base a una regla o fundamento.

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Como dice Benetti (1990) “la hipótesis de nomenclatura afirma la existencia de una lista

de bienes común a todos los individuos y establecida con anterioridad a toda relación

económica entre ellos."

Sin embargo, con este planteamiento clásico surgen dos problemas: Por una parte, la

explicación en base al individualismo metodológico (es decir, recurriendo exclusivamente a

la racionalidad del mercado como expresión de las decisiones individuales) de la elección

del numerario que haga de expresión homogénea del valor de las diferentes mercancías10,

 ya sea encarnada en un bien en particular, o a través de la normalización de cada bien en

 base a la proporción respecto a la totalidad de los bienes o, finalmente, ya sea a través de

una convención de una unidad de cuenta ficticia. En todos los casos, tal como plantea

Tymoigne & Wray (2006): “Orthodoxy has never been able to explain how individual

utility maximizers settled on a single numeraire” (p.2) 

 Y, por otra parte, el ámbito de análisis exclusivamente basado en los valores relativos

impide cualquier inteligibilidad epistemológica sobre la determinación del valor, pues el

 valor de cada mercancía depende del equivalente en que se exprese y eso hace imposible

determinar la causa de cualquier variación observada en la expresión del valor  de

cualquier mercancía. Así, el estudio de la determinación del valor queda suspendido en un

mundo de valores relativos. La razón es explicada por el mismo Smith del siguiente modo:

“ Sin embargo, el valor del oro y de la plata varía como el de cualquier otro bien;

unas veces son más baratos y otras veces son más caros (...) Pero del mismo modo

que las medidas tales como el pie natural, la braza y el puñado, cuya magnitud

cambia continuamente, nunca pueden ser medida exacta de otras cosas, así

también poco pueden ser medida exacta de otras mercancías, una mercancía cuyo

valor está cambiando continuamente” (p.118).

Por ello, la economía política clásica se vio en la necesidad de recurrir a una medida

“invariable” del valor que dé cuenta de los movimientos del valor de las mercancías sin

recurrir al dinero, es decir, en base a algún fundamento “natural”. Un problema de la teoría

clásica que sólo podrá ser resuelto mucho tiempo después, en 1960, con la mercancía

patrón propuesta por Sraffa.

 B)  El precio natural y su indeterminación endógena

10 En ese sentido, es muy pertinente la definición marxista de este problema como la forma valor. 

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La segunda dificultad que se enfrenta Smith en el marco analítico de la mano invisible se

refiere a la determinación del valor de las mercancías. Es conocida la “teoría de los

componentes” con la que Smith ha intentado explicar el valor natural de las mercancías.

Dicha teoría explica el “precio natural” de las mercancías como la adición de los niveles

«naturales» de los ingresos que se crearon en su producción.

Respecto a los niveles naturales de estos ingresos, Smith afirma:

“ En toda sociedad o comarca existe una tasa media o corriente tanto de salarios

como de beneficios, en cada uno de los diferentes empleos del trabajo y del

capital... Como mostraré posteriormente, esta tasa está regulada naturalmente, en

 parte, por las circunstancias generales de la sociedad, su riqueza o pobreza, su

condición progresiva, estacionaria o regresiva; y en parte, por la naturaleza

 peculiar de cada empleo” (p.139).

Según esto, cada época o etapa del desarrollo económico de un país determina los niveles

«naturales» o normales de esas tasas. En este sentido, debemos considerar que estas tasas

son datos previos al mercado y, por ende, exteriores al dinero. Conociendo estas tasas, ellas

se pueden utilizar para conocer los precios.

Sin embargo, a pesar de que los precios naturales, por definición, obedecen a variables por

fuera de la circulación y, por ende, del dinero; Smith no puede evitar la aparición de otrainstitución social necesaria, a saber: Una norma de distribución que determine los ingresos

naturales.

Esto debido a que considerar a los ingresos naturales como un dato del mercado implica

necesariamente explicarlos a través de alguna regla social determinada exógenamente. Así,

por ejemplo, mientras que en la sociedad más “primitiva” del universo de Smith (o sea en

una economía que produce solamente con trabajo como un único factor de producción), la

determinación de la proporción en que son intercambiados los frutos de dos trabajoscualitativamente diferentes requiere de una norma de comparación de los trabajos  per se 

cualitativamente diferentes. O, igualmente, si se considera la sociedad civilizada (en que se

incluyen además el capital y la tierra), ahora los precios naturales dependen de otros

ingresos que reflejan la existencia de una norma previa de distribución del producto de

carácter evidentemente institucional.

 Así, como dice Cataño (1999): “[A] pesar de aislar los precios naturales del dinero, Smith

no logra aislarlos de otras instituciones. Ya sea en el trabajo y/o en el salario ellas están

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 presentes como reglas sociales que funcionan como condición de la existencia de

magnitudes económicas” (p.86) 

C)  El medio de cambio

Una tercera dificultad que se observa en el planteamiento de Smith se refiere a la

realización de los intercambios. Desde la época de Galiani, se había reflexionado sobre la

imposibilidad de una economía basada en el trueque. Smith no fue la excepción, en una

parte de su libro nos dice:

“ Pero cuando se inició la división del trabajo, la capacidad de intercambio debió

verse con frecuencia entorpecida y cohibida en sus operaciones. Supongamos que

un hombre tuviera de una mercancía más de lo que necesitaba, mientras que otro

tenía menos. En consecuencia, el primero estaría dispuesto a desprenderse el

sobrante y este último a comprar una parte del exceso. Pero si este hombre no

tenía nada que el primero no necesitase, no habría intercambio entre ellos.” (p.l07)

De esta forma, la economía política clásica justificaba la introducción del dinero como una

necesidad para superar los inconvenientes del trueque. Sin embargo, se hace notar que

esta justificación es presentada de una forma tal que aparece como resultado de la propia

racionalidad individual y no como una condición social previa, manteniendo con ello la

coherencia de explicar los fenómenos sociales a partir del individualismo metodológico. Enpalabras de Smith:

“ Para evitar los inconvenientes de tales situaciones todo hombre prudente, en

cualquier periodo de la sociedad, una vez establecida la división del trabajo,

 procuró conducir sus negocios en forma en que en todo momento tuviese, además

del producto particular de su propia actividad, una cierta cantidad de alguna

mercancía que, a su juicio, casi todos desearían intercambiar por el producto de

sus respectivas actividades” (p.l07).

En ese sentido Smith introduce el bien oro como la mercancía que los agentes han

preferido históricamente para utilizar como dinero, esto debido a que las propiedades del

oro para conservarse en el tiempo, su homogeneidad y divisibilidad material, etc. son

“razones irresistibles [por la que los hombres]  prefirieron para este uso a los metales”.

(p.l07)

Sin embargo, con ello surgen dos dificultades enunciadas por Smith: Por una parte “el

 problema de pesar las piezas”  para garantizar la cantidad de metal y, por otra, el problema

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de “contrastarlas para garantizar la calidad ”  (ibíd). Esto hace necesario un mecanismo

para que los hombres no puedan manipular, tanto su cantidad como su calidad, para

engañar a sus semejantes en el intercambio. En ese sentido, Smith se da cuenta de que el

dinero no puede estar basado en algún bien particular, producido por un agente privado,

por lo que requiere introducir la presencia del Estado:

“ Para evitar los abusos, para facilitar el intercambio, y de esta manera alentar la

industria y el comercio, se ha visto la necesidad [...] de colocar un sello público en

ciertas cantidades de los metales que solían usar para comprar los bienes. De ahí

el origen de la moneda acuñada y de las oficinas públicas llamadas Casas de

monedas […]  todas ellas destinadas a atestiguar, mediante sello público la

cantidad y calidad de estas distintas mercancías cuando se presentan al público” 

(p.l09).

De esta forma, la introducción del bien dinero involucra la presencia una institución social

adicional al mercado, pues aquel no puede ser identificado por medio de una señal privada

sino estatal, de validez colectiva, debido a que el  oro sin acuñación estatal no sería

aceptado como medio de cambio general.

En otras palabras, dinero sin Estado no podría existir; por lo que se hace inevitable la

presencia, explícita, de esta institución social adicional al mercado. Sin embargo, se hace

notar que Smith hace aparecer al Estado como un momento posterior a la determinación

de los precios naturales y con el sólo objetivo de hacer facilitar la circulación de las

mercancías, lo que parece significar que Smith concibe al Estado como una institución de

importancia “secundaria” y que, como mencionamos más arriba, emana de la propia

racionalidad mercantil de los individuos.

Solo así se explica que el dinero y los precios monetarios sean relegados a un momento

posterior a la determinación de los precios naturales; mostrando con ello la independencia

del sector real para determinar los precios naturales (como relación física entre los bienes)

de las instituciones sociales que implican la presencia del dinero. Donde, en un momento

posterior, la lógica racional de los agentes los llevaría a utilizar el dinero como una solución

racional a los “inconvenientes del trueque”, pero donde el primer momento guarda la

primacía sobre el segundo.

 D)  La Mano Invisible a la luz del análisis de Smith: Una evaluación preliminar

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Por todo lo anterior, podemos concluir que el análisis de Smith para explicar el

funcionamiento de la mano invisible carece de consistencia interna, pues para dar una

explicación completa debe recurrir a elementos adicionales, deus ex machina, de su marco

analítico, a saber: 1) La tendencia natural de los individuos a la sociabilidad, 2) Un acuerdo

previo que determine la división social del trabajo y la consecuente especialización, 3) La

determinación de un sistema de nomenclatura previo al mercado, 4) Una norma de

distribución fijada socialmente y 5) La incorporación de una institución monetaria para la

realización de los intercambios.

Por último, vale la pena hacer un comentario adicional. A pesar de haber planteado por

primera vez el problema de la economía política de manera completa –i.e. la demostración

de la existencia y funcionamiento la mano invisible-; en términos estrictos Smith no hizo

una demostración rigurosa. Se limitó a mostrar intuitivamente y de manera simple su

funcionamiento, con algunos ejemplos particulares en los que se expresaría dicho

mecanismo y presentó algunas de sus características. En ese sentido Blaug (1981) afirma

“ Adam Smith no tenía ninguna teoría del valor ni, por tanto, del valor trabajo. Su teoría

del valor-trabajo es sólo válida en las condiciones especiales y artificiales de un «estado

 primitivo y rudo de la sociedad»”  (p.178). A lo cual Cartelier (1981) complementa:

“ Entonces la «teoría del valor» [de Smith] debería ser interpretada como norma de

distribución.” . 

 Así, ante las dificultades encontradas por Adam Smith para 1) explicar el funcionamiento

de una economía de mercado, construida exclusivamente a partir de la racionalidad

individual y sin la intermediación de instituciones políticas o sociales; y 2) demostrar la

posibilidad de su funcionamiento; la escuela neoclásica heredará dicho programa de

investigación incorporando las matemáticas avanzadas de su época para intentar

demostrar que, un mundo basado exclusivamente en la libertad individual, es siempre el

“mejor mundo de todos los posibles”. A continuación se analizará el logro de dichoprograma.

3.  La Mano Invisible a la luz de la Teoría del Equilibrio General

La Teoría del Equilibrio General (TEG) es reconocida como la demostración formal del

funcionamiento de la mano invisible,  descrita por Smith, pues se dice que resuelve el

problema central de la asignación y distribución de los recursos de una economía de

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manera descentralizada en base a un sistema de precios11. Por ejemplo, Stiglitz (2000) nos

dice: “ La tesis según la cual los mercados logran, por sí solos, resultados exitosos fue

 propuesta por A. Smith en su libro Riqueza de las Naciones. La prueba matemática

 formal que especifica en qué condiciones se verifica esta idea, fue dada por dos premios

 Nobel A. Debreu y K. Arrow” (nota 3, cap. IV).

En 1874, Walras publica la primera edición de sus Elementos de Economía Política Pura, 

donde busca demostrar la existencia de un equilibrio general en una economía de mercado,

compuesta de n  mercancías y n  mercados; donde el ajuste de precios permite que las

ofertas y demandas se igualen generando un equilibrio en todos los mercados con la

característica peculiar, además, de que dicho equilibrio garantiza una asignación de

recursos eficiente en el que todos los agentes alcanzan el máximo de bienestar sujeto a su

restricción de presupuesto.

 Al respecto, Walras explicita claramente las dos cuestiones fundamentales que debe

explicar la teoría de los precios: la determinación matemática de los precios de equilibrio

como solución de un sistema de ecuaciones y su formación en el mercado a través del

mecanismo de la libre competencia. En cuanto al «equilibrio», reproducimos la

observación pertinente de Klimovsky (2000) acerca de que “el equilibrio es el término

técnico que utilizan los economistas para designar una situación de compatibilidad de las

decisiones económicas.”   (p.81). Es decir, el equilibrio implica la demostración del

funcionamiento de la mano invisible ilustrada por Smith. En ese sentido es de interés

estudiar las características de dicha demostración y las condiciones económicas que se

establecen detrás de ella.

Para ello analizaremos la demostración realizada por Arrow y Debreu (1954) considerando

que la demostración de Walras fue incorrecta. Esto debido a que la demostración de

 Walras simplemente se basó en resaltar que, si hay un precio por bien, las condiciones de

equilibrio (es decir, la igualdad entre ofertas y demandas) dependen de que el número de

incógnitas –los precios de los bienes- sea igual al número de ecuaciones -una por cada

 bien-. Pero la igualdad entre el número de incógnitas y de ecuaciones independientes no

 basta para garantizar que la solución sea económicamente significativa.

11  Incluso algunos economistas han llegado a considerar –erróneamente- a la teoría del equilibrio general

como la única  demostración formal coherente. Tal es el caso de Arrow (1994): “Competitive generalequilibrium theory is still the only coherent account of the entire economy” (p.451).

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 Así, es recién en 1954, que Arrow y Debreu resuelven el problema planteado por Walras,

mostrando que si las relaciones de preferencia de los consumidores y las funciones de

producción (la tecnología) de las empresas poseen ciertas propiedades a las cuales se les

puede dar un significado económico, entonces existe un sistema de precios para el cual las

ofertas y las demandas globales de cada bien son iguales.

El punto de partida es, al igual que con la economía política clásica, el individualismo

metodológico, el cual en términos de Arrow (1994) consiste en que “all explanations must

run in terms of the actions and reactions of individuals […] not of other social categories”

(p.1). De esta forma, los únicos datos iniciales con los que cuenta el modelo son las

preferencias individuales, la dotación inicial de bienes y servicios, y la tecnología.

Se establecen los siguientes supuestos sobre la forma de las preferencias y de la tecnología:

Pre-orden completo de las preferencias, insaciabilidad local y preferencias por la

combinación, en el primer caso; y rendimientos a escala no crecientes así como ausencia de

costos fijos, en el segundo.

Por otra parte, el sistema se construye en base a un único axioma, el de la conducta

racional de los individuos, el cual establece que “cada agente busca el máximo de lo que

quiere, hasta donde puede, en el marco del ejercicio libre de su elección”12. En ese sentido,

la demostración del equilibrio general tiene la interesante propiedad de que se apoya

exclusivamente en los comportamientos maximizadores de los individuos, lo que conlleva

un criterio normativo pues supone que el equilibrio de mercado, si es que existe, es la

mejor situación de todas las posibles de una economía.

 Así, se define el equilibrio general como un vector de precios para todas las mercancías que

intervienen en la función de utilidad y de producción consideradas en el modelo de forma

tal que 1) ningún precio es negativo, 2) para cada mercancía la demanda total es menor

que, o igual a, la oferta total y 3) cada consumidor maximiza su utilidad sujeto a su

restricción presupuestaria y cada productor maximiza los beneficios sujeto a su restricción

tecnológica.

 Así, el teorema de existencia del equilibrio demuestra que, bajo ciertas condiciones -

continuidad de las funciones de demanda excedente, homogeneidad de grado cero respecto

a los precios y cumplimiento de la Ley de Walras-, existe un vector de precios no negativos

que garantiza que para cada mercancía, la demanda total es no mayor que la oferta total y

12 Noriega (2001, p.xviii)

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si, para algunas mercancías la demanda total es menor que la oferta total, entonces el

precio de equilibrio es cero (lo que significaría que serían “bienes libres”). 

De esta forma, como dice Ackerman (2004), “the proof of existence of an general

equilibrium […] was hailed as a scientific demonstration of the optimal results attained

by competitive markets” 13.  Esto implica, desde el punto de vista del tema que aquí se

discute – y recordando lo dicho anteriormente acerca del significado de la noción de

equilibrio- que el supuesto acerca del funcionamiento de la mano invisible sería, al parecer,

científicamente demostrado.

Sin embargo, una análisis detenido de dicha demostración nos muestra que esto no es

cierto, pues dicha “demostración” 1) no se refiere a una economía de las características

planteadas por Smith, detrás de su famosa alegoría de la mano invisible  y 2) no se

demuestra el funcionamiento del mecanismo de coordinación a través de los precios, sino

que solamente muestra los valores a los cuales debería funcionar dicho mecanismo. A

continuación se desarrollará cada uno de estos puntos, analizando el significado y el

alcance de la demostración del equilibrio general para dar cuenta del funcionamiento de la

mano invisible.

 A) Condiciones iniciales transindividuales: Pre-existencia e información de la

economía

El modelo parte de la pre-existencia de un vector cualquiera de precios (de equilibrio no), a

partir del cual, se supone que todos los agentes conocen y a los cuales, además, se define el

conjunto de mercancías disponibles “R” en dicha economía. Esto implica que cuando los

individuos deciden interactuar entre sí, no lo hacen sobre la “nada”, sino que se relacionan

sobre la base de un estado de la economía pre-existente.

Esto implica además -como muy bien lo demuestra Nadal (2004)- una intersección ex ante

entre el mundo privado de individuos (compuesto de preferencias y tecnologíasestablecidas privadamente) con una información agregada que, en ese momento,

solamente un agente supraindividual o institucional podría poseer: “The sets X i ∩ R, Y k∩ R

involve information that is not known to the individual agents.”(p. 44-45).

 Así, se reproduce una de las dificultades encontradas en el análisis de Smith que se

relaciona con la hipótesis de nomenclatura que afirma la preexistencia de una información,

13 Ackerman (2004, p.2)

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por definición social, antes de que se constituya la sociedad efectivamente; algo que

contradice con el individualismo metodológico en el que, se supone, se basa el modelo.

 B)  El proceso de ajuste de precios

Una vez calculados individualmente las cantidades ofrecidas y demandadas de cada

mercancía a los precios pre-existentes, se plantea el problema del proceso de ajuste de

precios hasta alcanzar los correspondientes al nivel de equilibrio. Aquí un supuesto muy

cuestionado entra en escena.

Si se planteara que los precios son ajustados por los propios individuos, durante el proceso

de compras y ventas que se realizan en la economía, implicaría una complicación excesiva

para el modelo. Pues esto supondría, tal como sugiere Guerrien (1998), agregar una “regla

de fijación de precios característica para cada individuo […] -y como así los precios de los

 bienes- son forzosamente «personalizados», luego diversos, en tanto que cada agente -

vendedor o comprador- los fija a su antojo; tal multiplicidad de precios para cada bien,

de manera particular agudiza el problema de la recolección y el tratamiento de la

información.”  (p. 46-47)

Para “salvar estas dificultades”14 el modelo incorpora un supuesto muy artificial propuesto

originalmente por Walras, esto es, la presencia de un subastador walrasiano. Este

personaje es un “agente” que, inexplicablemente, no participa activamente en la economía y se limita a anunciar proposiciones de precios a los cuales, cada agente, le informa sus

planes de producción y consumo. Por su parte, el subastador calcula las ofertas y

demandas agregadas a los precios anunciados y actúa de la siguiente manera: Si en este

cálculo aparecen demandas que superan a las ofertas de cualquier mercancía, el

subastador modifica sus precios y anuncia el nuevo vector de precios para que los agentes

 vuelvan a realizar el cálculo de sus planes. El subastador nuevamente centraliza la

información y vuelve a calcular las demandas excedentes repitiendo el proceso de la

“subasta” hasta que se verifique la igualdad de ofertas y demandas para todas las

mercancías con precios positivos, y ofertas mayores a las demandas para aquellas

mercancías con precio nulo.

Como resulta evidente, este supuesto polémico ha suscitado muchas críticas. La más

importante es que este supuesto elimina de plano el mecanismo de la mano invisible, pues

14 Ponemos entrecomillas ya que nos parece un motivo injustificable para hacer supuestos teóricos, pues más

que simplificar el problema de la explicación del funcionamiento de una economía, lo elimina de facto; comomás adelante veremos.

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la formación de los precios de equilibrio no surge del conjunto de los agentes de manera

descentralizada, sino que son determinadas de manera centralizada por el subastador. En

ese sentido, como dice Guerrien (1998), “ El «mundo» que representa [la teoría del

equilibrio general]  corresponde a una forma de organización social extremadamente

centralizada e incluso “autoritaria” ya que todas las decisiones han de pasar por  las

manos del subastador; en particular, las relaciones directas, bilaterales, son prohibidas.

 Ello es un poco paradójico pues la idea de los microeconomistas, de la cual no se pueden

desprender con facilidad, es que el modelo «modelo competitivo» debe dar una

descripción idealizada del «sistema de mercados», cuya propiedad esencial sería su

carácter ...descentralizado!” (p.66)

C)  La unicidad y estabilidad del equilibrio

Por otra parte, la demostración de existencia de precios de equilibrio alcanzada por la

teoría se vio enfrentada a dos problemas igual de importantes que los anteriores: Que el

 vector de precios de equilibrio sea 1) único  y 2) estable. Veamos cada uno de estos dos

puntos, en relación a la mano invisible.

En cuanto a la unicidad, el problema se refiere a que no se ha podido demostrar que exista

un único vector de precios de equilibrio, más al contrario, pueden existir varios. Esto es

importante pues niega que la mano invisible lleve a la sociedad, por sí sola, a la mejor

situación social; pues existen varias posibilidades de esta situación por lo que su elección

en base a la elección estrictamente individual quedaría indeterminada. Así, para que se

determine un resultado haría falta un criterio adicional –“social”- para que defina cuál

situación quiere alcanzar la sociedad en última instancia.

En cuanto a la estabilidad, el panorama es peor. En efecto, la teoría no ha podido

demostrar que el mecanismo de ajuste de precios establecido por el subastador –i.e. el

tanteo walrasiano- converja los precios hacia su nivel de equilibrio. Al contrario, varios

economistas15  han provisto de contraejemplos donde demuestran que la dinámica del

tanteo puede llevar a trayectorias de las más diversas, que van desde las oscilaciones sin fin

a trayectorias “caóticas”.  Así, estas refutaciones son desastrosas para la representación de

la mano invisible, pues muestran que las “fuerzas del mercado” pueden engendrar una

inestabilidad estructural del sistema.

15 Para una revisión exhaustiva ver Ackerman (2004)

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 Al respecto, por el interés que reviste para el presente trabajo, es interesante mencionar la

interpretación que Ackerman hace sobre este problema. Según Ackerman (2004) esta

propiedad inestable del equilibrio general podría ser corregida por la presencia de factores

institucionales tales como la cultura o la política: “ Perhaps […] institucional contexts,

cultural habits and political constraints may provide the basis for stability, usually

damping the erratic endogenous fluctuations that otherwise arise in laissez fair

economy”  (p.30). En la misma línea, Colander (2000) postula: “ Institutions and non Price

cordinating mechanism are the source of systematic stability in a market economy”  (p.

76)

 D)  La realización de los intercambios

Por último, se tiene una de las críticas más importantes que se ha realizado a la teoría del

equilibrio general y que tiene que ver directamente con sus límites para explicar el

 funcionamiento efectivo de la mano invisible.

Supongamos que el subastador walrasiano logra calcular el vector de precios de equilibrio;

a estos precios los planes de consumo y producción de todos los individuos son

compatibles en un doble sentido; en primer lugar son compatibles individualmente pues se

cumple la ley de Walras para todos los individuos (cada agente puede financiar el monto

global de su plan de consumo por medio de sus ventas) y, en segundo lugar, el sistema

globalmente es compatible, en el sentido de que todos los mercados están en equilibrio.

Queda entonces por precisar cómo se van a efectuar los intercambios que permitan pasar a

cada agente de su dotación inicial a su plan de consumo óptimo.

Frente a este problema se han planteado dos tipos de soluciones. La primera, ideada

originalmente por Walras, consiste en agregar al dispositivo del subastador una “casa de

compensación”, la cual consiste en una especie de depósito en el que cada agente lleva los

 bienes que ofrece y retira los que demanda, en la proporción fijada por los precios de

equilibrio. Sin embargo, este supuesto como bien lo hizo notar en su momento Napoleoni

(1968): “ pone en evidencia que la teoría del equilibrio general, nacida y elaborada

esencialmente como teoría del mercado competitivo, da lugar a una representación que

consentiría con una economía planificada” . (p.18)

Esto debido a que la presencia de dicha institución hace que los agentes necesiten

relacionarse solamente con el subastador y no entre ellos, excluyendo toda posible relación

descentralizada bilateral que es el tipo de relación que se establece en el mercado –a

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diferencia de las relaciones centralizadas que se proponen en las economía socialistas-. Por

lo que de esta forma, el supuesto del subastador walrasiano junto al supuesto de la casa de

compensaciones serían más pertinentes para …un economía hiperestatista que una de

mercado! Como se ve, un resultado preliminar muy paradójico que relativizaría el éxito de

la teoría general para explicar la mano invisible.

La causa principal por la que Walras se vio en la necesidad de establecer este supuesto

irreal se debe a dos razones complementarias, a saber: la exclusión del dinero y la

imposibilidad del trueque. Como vimos anteriormente con Smith, la razón de excluir el

dinero se debe al objetivo con el que se origina la teoría, esto es, demostrar que es posible y

deseable que una sociedad asigne sus recursos por si sola y con independencia del Estado.

 Así pues, plantear la existencia del dinero implicaba suponer la necesidad de una

institución social como es la monetaria; pues el dinero, a diferencia de otros bienes, es un

objeto inmediatamente social que no puede poseer ningún atributo para el consumo (no

debe tener valor de uso) ni debe ser producida por un agente privado porque generaría

dificultades para el intercambio16.

En cuanto a la posibilidad del trueque, como mencionamos más arriba, desde Galiani se

había demostrado que este sistema es incompatible en un mundo de transacciones

descentralizadas (llevadas a cabo solamente mediante encuentros bilaterales) pues no

permite agotar todos los intercambios necesarios para alcanzar la asignación de equilibrio

 y además, tal como lo demostró Benetti (1990) en el caso del trueque indirecto, el sistema

resulta incluso totalmente bloqueado. La principal razón para la imposibilidad del trueque

radica en que los agentes aceptan un medio de pago sólo si satisface (directamente o

indirectamente) sus necesidades.

De esta forma, se devela el fracaso de la teoría del equilibrio general para dar cuenta de la

mano invisible. Solo puede demostrar que se alcanza efectivamente las asignaciones de

equilibrio si se agregan instituciones sociales: Ya sea el supuesto irreal de la caja de

compensaciones o ya sea el sistema monetario que emita un medio de pago

inmediatamente social (i.e. el dinero fiduciario).

Por otra parte, debido a que la segunda opción parece la menos comprometedora para el

proyecto liberal que dio origen al problema planteado por la economía, gran parte de la

16 Las consecuencias para el intercambio de que el dinero sea un bien útil y producido de manera privada sondos: En primer lugar podría generarse un fraude generalizado (como mencionamos anteriormente con las

apreciaciones que citamos de Smith) y podría entorpecer el intercambio (cada vez que dicho bien-dinero seaabsorbido por su demanda para el consumo).

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18

teoría del equilibrio general acabó con resignarse a aceptar la necesidad de Estado para

que provea de dinero a la economía y, de esta forma, permita su funcionamiento. Sin

embargo, como con Smith, esto fue reconocido pero aduciendo siempre que dicha

actividad es secundaria (“neutra”) para alcanzar los resultados del equilibrio general. En

ese sentido, ahora el interés de la teoría se concentraba en desarrollar un programa de

investigación que pueda dar cuenta de este rol secundario asignado al dinero. A esta línea

de investigación nos referíamos, más atrás, como la segunda vía de solución. A

continuación mostraremos de manera sucinta los principales resultados alcanzados.

El problema principal de introducir el dinero fiduciario en el marco del equilibrio general

es justificar un valor positivo para el dinero, es decir, determinar el poder de compra del

dinero que explique una demanda de dinero positiva por parte de los agentes para

utilizarlo como medio de pago. La dificultad estriba en que no se puede explicar porqué los

agentes utilizarían el dinero si éste no entra en sus funciones de utilidad. Para ello

diferentes teorías han creado diversos supuestos que justificarían su presencia con un valor

positivo (con demanda positiva) en las asignaciones de equilibrio17. Sin embargo, como lo

demuestra Benetti (1990) el éxito relativo de este intento trae una consecuencia desastrosa

en lo que se refiere a la existencia del equilibrio –ahora monetario- general, a saber:

Cuando se incorpora el dinero con valor positivo –en base a algún supuesto ad hoc  (no

importa cuál, pues en todos los casos resulta lo mismo)- ya no puede demostrarse,axiomáticamente, la existencia del equilibrio general; pues éste depende de los parámetros

que adopte el sistema18.

De esta forma, los resultados de la teoría del equilibrio general la han llevado a las

siguientes conclusiones paradójicas: La demostración de existencia de un equilibrio

general solo tiene validez para sociedades hipercentralizadas, como la socialista; mientras

que para economías descentrali-zadas (monetarias), además de no comprobarse nada

acerca del funcionamiento de la mano invisible, ésta sólo puede funcionar, gracias a lapresencia de instituciones sociales como el Estado.

 Así, los resultados de la teoría del equilibrio general nuevamente refutan la idea de que

pueda existir alguna cosa parecida a lo que implica la alegoría de la mano invisible.

17

 Entre las más importantes, destacamos las teorías de Patinkin (1965), Grandmont (1974), Wallace (1980)18 Para ver cada uno de los casos sugerimos la lectura citada de Benetti (1990).

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4.  Conclusiones

La mano invisible  es presentada, tanto en los libros de textos de introducción a la

economía como en los materiales que se refieren a la economía, como el símbolo preferido

para ilustrar acerca de lo que se ocupan y preocupan los economistas. Como dice

 Ackerman (2004): “ Few eighteenth-century metaphors are as well remembered and

widely quoted as Adam Smith’s invisible hand.” (p.5) 

Sin embargo paradójicamente, como se vio a lo largo del presente trabajo, al interior de

nuestra ciencia esta metáfora es continuamente refutada y negada por cada nuevo avance

en la teoría que se dedica a este campo de estudio (la teoría del equilibrio general). En ese

sentido resulta muy sospechoso que los economistas sigan utilizando esta metáfora y

todavía no se la haya decretado, formalmente, su sentencia de muerte; como tantas veces

ha ocurrido con otras hipótesis no demostradas científicamente.

Una posible razón para que ello no suceda puede ser debido a que tal rechazo generaría

una ruptura epistemológica respecto a la naturaleza y objetivo de nuestra ciencia de tal

magnitud, que sería muy difícil que nuestra ciencia pueda posteriormente permanecer

intacta e independiente a los demás campos del saber social.

En ese sentido, la mano invisible funcionaría, epistemológicamente, como el mito 

cohesionador de nuestra ciencia. Mito en su doble sentido dado por la antropología: Por

una parte, como una imagen que da sentido y cohesión a un grupo humano (a los

economistas) y, por otra, como una ilusión, un ideal, pero inexistente en la realidad.

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