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GABSUS VOCES HONDAS PARA MI TIERRA

POEMAS

1970 - 2020

AIBAN WAGUA

GUNAYALA, 2020

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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© W 133 Wagua, Aiban

Gabsus / Aiban Wagua – Panamá

ISBN 978-9962-00-475-2

2. LITERATURA INDÍGENA PANAMEÑA

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AIBAN WAGUA

GABSUS VOCES HONDAS PARA MI TIERRA

Poemas de 1970 – 2020

Dibujo de la portada y página interior de: JOHANN DÍAZ

Gunayala, 2020

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GABSUS

Nana Gabsus, Madre Noche,

te recomiendo estos versos míos.

Están escritos al amparo de tu manto

de quinientas oquedades:

pon en ellos el calor de tu regazo

para que, al amanecer,

mi hermano y yo veamos

más claro el trillo de la selva.

Con nuestra chácara al cinto,

aferrados a los arcos,

emprendamos de nuevo la conquista de la vida

y que, no se nos destiña el achiote de guerra.

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AIBAN Y SUS COSMOGONÍAS

Cebaldo Inawinapi, 2020

Decía alguien, que la poesía no es para entenderla, sino para sentirla, que habite en

ti, como un grito, como un sueño, como una provocación, o un abrazo. Así siento

los poemas de Aiban. Así lo sienten y lo viven lectores y admiradores de los poemas

de este poeta guna nacido en el caribe dule.

Muchos crecimos con sus palabras, con estos versos que despertaron y despiertan

emociones y rebeldías. Niños y jóvenes que recitan el “Gunadule Insurrecto” que

ya es un himno a la vida, y un homenaje a los jóvenes de aquel invicto y fundacional

gesta de febrero rebelde de 1925. Y tantos otros poemas, felizmente reunidos,

ahora, en esta antología urgente y necesaria.

¿De dónde vienen todos estos gritos, abrazos, solidaridades, preguntas, sueños y

caminos? ¿De dónde, tanta palabra militante y provocadora? ¿Cómo aprende un

poeta guna a tejer palabras?

Con las maestras y maestros de la aldea, que educan con su arte y su ciencia, con

sus formas de sentir y vivir la vida. De este ambiente maravilloso que rodea la isla,

sus montañas, sus aguas, sus habitantes.

De esta poesía llamada mola o mornag, arte mayor de nuestras madres y hermanas,

que tejen historias, sensaciones, sueños en telas de colores, que les nacen desde el

lado izquierdo del pecho y se deslizan por los dedos. Desde niño aprendemos a

leer estos poemas, poemas que caminan por la aldea.

Del canto del sagla, poeta mayor, que cantando y contando nos ofrece mundos e

historias, ritos y combates, desde la fuerza de la palabra.

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Del médico que habla a las plantas, que canta a los nudsumar, guerreros contra todo

mal, para curar el cuerpo, curar el alma, cuidar la aldea y sus habitantes.

Del sentir que el dolor, como las alegrías, son comunitarias, que una semilla se

siembra para todos, porque el árbol dará frutos o sombra o medicina, como el sol.

“Que yo no tengo derecho de reír, cuando algún hermano llora”. Así siento las

palabras de Aiban, como una extensión de estos amores, de estas palabras mayores,

de este arte mayor desde los dedos y el corazón de nuestros padres y madres.

Que no es solo del mundo dule, que salen y nacen estos gritos y estos sueños, sino

de las ventanas que nunca cerró Aiban, para ver el mundo diverso, para sentir otros

sabores y olores, otras palabras.

Y son estos poemas y versos–puentes entre tantas sensaciones; entre la memoria

y los días, creando lazos que aproximan a seres humanos más allá de las fronteras,

más allá de sus prejuicios.

Y, en estos tiempos duros e inciertos, pero también de esperanzas, donde se buscan

vacunas y medicinas para sanar el cuerpo, no nos olvidemos de estas vacunas vitales,

que es el arte, la cultura, la palabra mágica, como los de este poeta guna, que tanta

falta hace para sentirnos más humanos y solidarios.

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NOTA ACLARATORIA

Estimados lectores, esta recopilación de poemas de mi cosecha, fueron escritos en

diversos años (1970 – 2020). Hay varios poemas que quedaron por fuera, pero

intenté, aquí, reunirlos más que pude, por razones como éstas.

a. Todos mis poemarios, excluyendo de este año, están agotados, y tres de los

primeros ni siquiera tengo un ejemplar en mi archivo, y para copiarlos tuve

que recurrir a viejos amigos con buenas habilidades de archivero.

b. Varias veces, me ha escrito la gente solicitando mis poemas antiguos para

sus diversos trabajos; incluso me dan títulos de poemas que no los recuerdo.

c. Varias personas, no creo que sea de mala fe, se equivocan dando un nuevo

autor a mis poemas, y algunos hasta los arreglan a su manera tergiversando

mi pensamiento original.

d. Varios poemas han salido sin una corrección final de imprenta porque fueron

impresos fuera del país de mi residencia y, en esos tiempos era muy dificil

seguirlos de cerca, y esos poemas merecían un retoque, aunque a destiempo.

Me ha parecido, entonces, importante reunir esos versos que habían quedado

dispersos, para que los lectores pudieran encontrar recogidos en un libro, y los

separé por años y por libros.

Mis poemas, como lo podrán observar ustedes, no están limitados ni a la cultura ni

a la situación social de mi comunidad guna. Desde muy joven tuve la oportunidad

de conocer, de dialogar y de aprender mucho con los indígenas de diversas

comunidades originarias de Abiayala, tanto de sector centro como de sur y Canadá.

Eso, me permitió leer, releer y reflexionar sobre distintas situaciones de dichas

sociedades nativas, y no solo de mi querido pueblo. A lo mejor, un lector gunadule

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podrá entrever en mis versos, algo que no se da en su colectivo, o se da de forma

oculta o diferente, eso se debe a lo apuntado.

Separé los poemas por años y por textos, porque varios de esos versos describen,

precisamente, acontecimientos o situaciones que se dieron en ese periodo

determinado, y añadí, además, un breve glosario.

Espero que tengan una buena y sosegada lectura, mil gracias,

AW

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2020 – GUNAYALA SANGRE INTENSA

Poemas para un fondo de guli, gangi y nasis doble. Canciones a la Revolución de

Gunadule de 1925. Publicado, Gunayala (Panamá) febrero 2020.

Contiene

Gunayala sangre intensa

A los guerreros de 1925

¿Fue un gringo?

Sangre vertieron, con sangre pagaron

Olodebiliginya

1925: puño de corajudos.

No hay patria sin sangre

Olonibiginya

Ellos ya no están, pero volverán

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GUNAYALA SANGRE INTENSA (2018)

Fiero y tenaz fue el parto de la libertad.

La noche alertó severa que los gunadule estrechaban

a su madre golpeada: espontánea, intensa y pedernal.

Gabsus, madre noche, se puso de piedra,

secreteó con los soldados de Colman, los rastreó,

y prohibió que la luna molestara tanto dolor y tanta rabia.

Rugió el mar con el mismo poderío de las armas

y se alió con los combatientes de Gunayala.

Se contuvo el llanto,

porque mamá yacía golpeada...

La brisa irritada, arreció terca y fatal,

y dio su mano al achiote púrpura;

el arco tenso de Bugasui

se apropió, entonces de Dubbile:

sujetando el aliento,

los guerreros se desplazan a gatas

ebrios de dignidad absoluta,

y pegan el salto letal en Uggubseni:

¡¡Nadie queda impune

cuando lastima Gunayala!!

–Cundió la sentencia a plomo limpio–.

Las ancianas, enjutas y quietas,

humo de cachimbas,

esperaban la niña liberación que reventaba,

como semilla comprimida los nervios de los gunadule.

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En el vientre de la noche,

los soldados de la dignidad decretaron, entonces:

¡¡Tocaste a nuestra madre, policía del carajo…,

hoy, nos pagas con tu propia vida!!

A LOS GUERREROS DE 1925 (2018)

No los busque, hermano, en las tumbas

donde siembran a los muertos…

¡Aunque te digan que allí los han enterrado!

No los busque en los parques,

aunque te digan que allí los plantaron,

hechos de cal y cemento,

tiesos y llenos de pájaros…

No los busque, hermano mío, entre crónicas añejas,

porque te dirán que sólo obedecieron

a un gringo loco, aventurero y acosador de albinos.

Búscalos entre la gente que camina decidida,

musitando el nagbeigar, sin vender sus tierras.

Busca en los corazones nuevos

que visten la tierra

depositando surco a surco el grano de maíz

y esperan la lluvia temprana y tardía…

Búscalos, ahí donde ya nadie los busca:

Cuando silencia el mar,

cuando la luna pega duro,

cuando la vida te pone entre el dinero fácil

y la sangre de los abuelos que aún huele y duele.

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Pídeles, entonces, que te roben el alma,

que metan fuego a tu furia,

porque mamá yace sangrando,

y tenemos que continuar la brega.

Entonces, dejarás de buscarlos

y caminarás con ellos,

alzados, tocando suave el gangi y el gogge rituales;

silenciosos como caminan los héroes;

advertidos y alertados como pasean los vigilantes;

sonrientes y cabales como se comportan

los hacedores del futuro, de la utopía y la ternura.

¿FUE UN GRINGO? (2017)

Cuando niño, me contaron que un mergi

arrastró a los abuelos

y los equipó de mochilas y escopetas,

que los fustigaba como perros para alistarlos.

Me dijeron que, a los abuelos, nada les dolía

ni la muerte ni los esputos ni los robos

ni los cepos ni sus niñas violadas, …

¡Nada!

El gringo adolorido por tierra ajena,

increpaba a los abuelos a alzarse,

y… –comentaron– que sólo él gritaba…

La ira cercó mi cuerpo de niño,

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y la impotencia rugió en mis adentros.

Entonces…,

la camisa roja y la cara manchada de achiote;

selinna por el mes de la iguana;

armas de balsa en las callejas de mi pueblo:

¡Protestaron violento contra esa historia de tufo yanqui!

Entonces, supe:

Que,

Panamá se enfermaba de pánico intenso

y le convenía esa historia de fango:

porque, para los wagas,

los indios no se rebelan,

a los salvajes nada les duele,

duermen y esperan… sólo esperan.

La historia que nos liberó:

¡¡No. no está allí!!

La crónica que debe provocarnos

hasta más allá del límite guna:

¡No está allí!

La herencia de los abuelos,

plomo para proteger a mamá ofendida:

¡No está allí!

El canto de guerra de los viejos,

rígidos ante una policía triple veces más armada:

¡No está allí!

Recuerda, hermano,

que el grito de los ancianos

es más decisivo y abundante

que la sonrisa de los gobiernos.

Los tañedores de la libertad,

nos vocean en cada playa de Gunayala:

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¡La daga de la patria no se deja en el cinto ajeno!

¡Ajústala en tu propia cintura,

y empúñala tú mismo, a tiempo justo!

SANGRE VERTIERON, CON SANGRE PAGARON (2018)

Algunos sentirán el sabor de sangre en mis versos,

otros, el aire cálido de la tarde que no quiere morir,

y algunos, el humo tierno de la pipa de la abuela…

El gemido despiadado de la niña que sangró;

el enfado del abuelo que cedió sus mejores jureles

a bandoleros armados;

fincas laceradas de pánico;

abuelas forzadas a bailotear;

bocas llenas de arena y el sol que calcina;

ancianos que se arrastran sangrando.

¿Por qué?

Porque la policía nos quería así… ¡Así no más!

El robo brutal en las tumbas;

incendios, y sobresalto de niños;

tinajas ultrajadas y abuelos vejados;

risotada de ladrones y violadores,

hemorragia que no se detiene;

niñas mordiendo lodo a fuetazo brutal.

¿Por qué?

Porque los wagas nos amaban así… sufridos y alarmados,

sometidos y bien abajo de sus zancas.

¡El poder de las armas,

y la cobardía de quienes no dan la cara!

Sangre guna corrió por los cacahuales,

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se esparció por oleajes y playas,

el río la olió y se estremeció,

las colinas se sobrecogieron,

porque sangre, sangre quiere.

A Colman y Nele el latigazo

se les volvió furor y frenesí,

sus cuerpos no ya no contenían tanta rabia…

Abuelos, macizos de igwawala,

sonoros como el mar,

portes firmes, que sudan sangre,

alforja a cuestas y voces de estruendo,

jaguares y piedras humanas

desde que optaron por el olor de la libertad.

Corrió sangre en Dubbile,

corrió sangre en Uggubseni:

Guerreros, chorros de sangre,

abuelas con palos y machetes

defendían la vida

y la dignidad de la patria entera:

¡Sangre derramaron, y su propia sangre bebieron!

¡No se juega con el honor de los hijos de la llanura,

aprendan la lección!, –gritaron los combatientes–.

Ibeler se levantó de billibagge

para abrazar a sus hijos, puños de piedra:

¡Porque mamá, nunca y nunca, nunca debe morir!

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OLODEBILIGINYA (2017)

No hay voces más obstinadas que,

la canción a la libertad de los abuelos

que se aferran a la tierra viva,

y hacen de su escopeta

verso y bálsamo para su pueblo.

No hay camino más certero que,

el camino por donde se desplaza el soldado

y se arrastra sangrando, negándose a morir:

Olodebiliginya, muro y semilla

con miles de voces que combaten.

Olodebiliginya, campo compacto

de pueblos inmunes a la agonía:

Abierta la mano para acariciar la tierra,

crispado el puño para defenderla,

no importa el odio, la sangre, olas y lunas…

¡Padre y abuelo

de la historia que no se hinca!

Rojo de rabia por su hermana tierra,

justicia pura, arma que vigila:

Baja, hoy, Olodebiliginya, y

¡aprieta fuerte la mano de nuevos guerreros,

tállalos uno a uno, a tu imagen y arrojo …!

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1925: PUÑO DE CORAJUDOS. (2002)

Cuentan los mayores

que arreciaba el mar,

golpeándose salado volvía espumajo mortal;

y el viento, gruñendo sordo y arisco

esparcía sal y arena por la costa de Gunayala.

Las ancianas usdubdorgan,

con la pipa humeando,

susurraban sentidas palabras de primeras luces,

y resistían el límite crudo del holocausto.

Y a medianoche, la más añosa de todas

se alzó lenta y tambaleándose,

tomó consigo el mageb,

revolviéndolo con la ceniza de colibrí,

y… arrullando la masa contra su vientre

garantizaba parir

una paz colmada para Gunayala.

Recuerdan que, la noche fue pedernal

y el miedo se posó horrendo en los críos.

Trémulo el silencio

sangraba la rigidez de simiente

a punto de lacerar la historia de Panamá.

Silencio… silencio, silencio

amargo y correcto, decidido y bravío:

Idéntico silencio al de la mujer

que ya no se queja porque el niño

desgaja ya su cuerpo de madre.

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Dicen que Nele, desde su hamaca,

se hizo, entonces, puño pelado;

su seña solemne y grave,

resonó justiciera

y consolidó la vida total.

Simral Colman agitó enfurecido su bastón

contra la noche color de jagua;

endurecida, y tenaz su voz,

y turbado de dolor su pecho,

apuró la dignidad de sus hijos,

y sentenció resuelto que triunfaría la vida.

¡Y no admitió dudas en su mochila de guerra!

¡Desde cayucos cargados de combatientes

madrugó la vida en Gunayala,

y allí, rompió Ibeler

el último tinajón de arcilla parda!

Retienen que, la tropa no falló,

puntual y exacto llegó a Agligandi,

y allí se afinó el bramido de la ofensiva

y se tiñeron de grana las armas:

Irrumpió el ímpetu de Bugasui;

y saltó Duiren enérgico

en la furia de la gente cara pintada

que arrullaba la historia guna;

los urigan, arcos fatales,

cruzaron hostiles,

borrachos por la sangre vertida

y cultura ultrajada.

¡Pueblo torturado advierte con sangre

su derecho a la vida,

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ten cuidado, si hoy, lo angustias todavía!

Refieren que, los guerreros:

Unos arrastrándose sobre la arena,

otros corriendo con palos y hachas

y algunos avanzando a tientas…

devolvían inapelable y a puño seguro,

palabras de fuego al pueblo despojado.

En el brutal combate, era Ibeler

con el índice tieso hacia arriba

rugiendo de coraje

en defensa de su madre agredida.

Entonces el arma del pobre fue sañuda,

púa y crótalo;

policías entrenados a despreciar,

domeñados para hambrear niños

y violar mujeres,

fueron carne de plomo y machete.

Los abuelos sentenciaron, entonces,

que no trepaba tan caliente la ira de la sangre

que cuando uno se sentía oprimido

y utilizado en su propia casa.

En Dadnaggwe Dubbir la noche era compacta

y en el cuartel, la policía armada libaba.

En Uggubseni giraban ebrios, los wagas

e insolentes compelían bailar a las abuelas…

¡Carnaval, carnaval, carnaval!

Cuentan que, entonces,

los soldados de Olodebiliginya,

levantando las armas,

mascando el pánico,

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segaron la carcajada de salteadores

y saqueadores de Gunayala:

A golpe de puños,

a golpe de palos,

a golpe de hachas,

a golpe de piedras,

a uñadas de abuelas,

se protegía mi pueblo,

se liberaba entera mi patria.

La pólvora tomó el olor de menta,

y respondió el humo de guindilla,

que accionó la fragancia de cacao rojo.

Los niños increparon desde el arenal:

¡Miguel Gordón!

¡Viva Miguel Gordón, viva… viva!

Y eran cachorros de loba

que no perdonaban esputos,

porque la vida arreciaba volver

con maracas de viejas casonas.

¡Floreció la aurora;

bramó el estruendo de la libertad,

y el rito del fuego fustigó la crónica de Panamá!

Todos leyeron muy claro, entonces,

que el gunadule no suplicaba respeto a su dignidad,

que la exigía erguido y armas en mano.

Demandaba, así, hasta el último jurel

que había consumido el policía sin bregar;

hasta el último coco arrebatado;

hasta la última chaquira esparcida por tierra;

hasta la última gota de lágrima

de una madre forzada a bailar:

¡Entonces tuve patria!

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Entonces, fui propietario de historia,

entonces, me hice persona levantada,

¡me hice palabra y plomo

con mi pueblo liberado!

NO HAY PATRIA SIN SANGRE (2002)

Hay gritos agudos de chiquillos

en Dadnaggwe Dubbir,

a empujones arrastran los policías,

a las hembras que no quieren bailar.

El mar y su bufido,

el temor que paraliza el sueño.

Un pobre hombre,

en alta mar cuenta los pescaditos

que pudo lograr,

afligido por el hambre de sus críos,

le convulsiona saber

que el fruto de su sudor vaya a caer

en manos de policías.

La leche de coco sobre la leña,

mandioca pelada

en el pajar de hambre.

Simral, hermano padre,

abuelo de puño crudo,

su bastón bajo la hamaca,

y la noche que pasa lerda

sobre el gemido de sus nietos.

¡Colman vestido de rojo,

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continúa armado todavía!

Hay un sollozo mudo de mujeres

que se menean en Uggubseni,

–cualquiera diría que se divierten–.

Hombres con los pies entre cepos,

el sol calcinando, salivazos, puñetazos

y zarpazos de policía colonial.

Dinugdi y Susu

transfieren su recado a Nele,

y este ya no puede con el dolor de pecho

porque sabe

que la puerta de Gunayala

no se abrió

para el terror y el crimen,

sino para mil retozos de niños junto al mar.

¡No hay patria sin sangre!,

ruge la voz de batalladores:

Y entendemos que ya se agita cerca

la escopeta de la integridad.

Porque el coco, la caña, el pescado y

la honra… deben volver a sus propietarios.

Esta fue mi patria dolida,

íntima desde el camino andado

y el sudor fresco de los viejos,

semillas en la chacra chapeada.

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OLONIBIGINYA (2017)

Sublevado y rebelde, pólvora a pleno mar,

cayuco maltrecho y el fusil que te dignifica.

No hay rosas ni tulipanes ni amapolas

para tu gesta de piedra y sangre,

y el enfado te quema el alma:

¡Regio fue tu padre, que no te enseñó

a lamer las botas de nadie!

No lloras, porque el llanto irrita

cuando la patria está herida y cojea.

Voceas al mar coplas de guerra,

un canalete es tu camarada y testigo,

y debes llegar a Agligandi.

No te importa si te azotan las olas,

o te lastima la noche cerrada,

o la luna te presagia muerte y tortura.

Olonibiginya, padre entero,

que pisoteas la bandera

cuando ella se vuelve filicida

y escupe sobre sus propios hijos.

Abuelo de Gardi Sugdub:

¡Di presente, hoy, e infunde tu ardor

porque tu tierra está aún vulnerada!

¡Ven abuelo, ven

y enrólanos a tu tropa

para que nadie se quede

con tu cosecha, sin trajinar!

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ELLOS YA NO ESTÁN, PERO VOLVERÁN. (2019)

Ellos ya no están,

pero cruzarán de nuevo

el mar agitado,

pintados de jagua y achiote.

Ellos ya no están,

pero relatan sus noches de sangre

a niños de pecho

y les ceden sus escopetas y palos.

Se escuchan voces desde las tumbas:

Ellos protestan, se agitan,

quiebran cruces, rajan silencios,

ya no pueden más…

porque estamos menguando el precio de su sangre,

y descuidando a mamá por quien ellos sangraron,

y vendemos su dolor a buhoneros y plata fácil.

Hermano gunadule,

una tarde, se soltarán los viejos,

y veremos correr nueva sangre por estas callejas.

Niños serán, entonces, una turba compacta,

y muro que no flaquea,

Isberwala que oscila y no se dobla.

Lo que callamos, hoy,

lo que no nos importa,

lo que no sufrimos,

lo que nos parece justo…,

volverán, entonces,

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ácido, plomo y sangre coagulada…

llanto y sombra prieta

sobre la carne quemada.

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2008 – IBDULA AGIGINNE

Original en dulegaya, Publicado por ONMAGGEDDUMMAGAN / AECID, 2008.

Traducido al italiano, Il pianto della terra, Università di Siena (Italia), 2009

Contiene:

Ibdula agiginne

Nana burgala agnuenai

¡Nelegan, Nana burba selogedage!

¡Ibdulagan urwedibi!

Sior namagge

Addagge, nue be addagge

¡Dule bursunde!

Yooedise

Nana Yala

Danibalo

Nade, bad nade

We igala, dadgan igala

Be soge…

Melle be soge…

Ibdulagan

Abiayala

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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IBDULA AGIGINNE

Diulag ibdula agiginne,

ise boale, boale,

ise gwilale, gwilale;

sabbursig ibdula agiginne,

ise babaddale, babaddale.

Nibali, ibdula agiginne,

bela gudure wiaggalewiaggale,

nunumagge ibdula agiginne.

Deaggasig ibdula agiginne,

muubillisig,

dada argwanesig,

nega uluba,

nunumagge, nunumagge agiginne.

Nana Durwanasob,

gwala gasa gwissigusa.

¡Anba dule alledibi,

dodoedibi,

mummuddibi…!

“Nega gwen aggarsuliye,

we yala bela nuedibiye”

oimagge, oimaggeyola.

¡Manidi arioemai, arioemai!

Ibdulagan agiginneyola.

¡Nunumagge ibdulagan agiginne!

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NANA BURGALA AGNUENAI

Nana uugassigi naigusa.

Nana uugassigi baggena dubiamagge naigusa,

bolo uurmaggenai, yabagilaggwaga.

Nana, uugassigi burgala agnuenai,

yabagilaggwaga burgala agnuenai:

“Bani muudule nig ileguoye,

bani mimiryo nua daggoediye,

na beba buglusaoye, girbalisaoye”

Nana, uugassigi burgala agnuenai,

bolobolo abalagi yabagilaggwaga agnuenai.

“Yoo, ani binagine gudesogeleye,

na beba buglusaoeye, girbalisaoye”,

yabaliggwaga burgala agnuenai.

¡Nana burgala agnuenai

¡NELEGAN, NANA BURBA SELOGEDAGE!

¡Nelegan,

surbanegase ubogemegisa!

Nelegan,

sianalagwa yalabali,

waarsuidi yalaba,

bela biba waalewaale,

amuleamule,

dibaledibale.

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¡Surbanegase, surbanegase!

Nega dulagwale,

nelegan inna odimaggali

we yalabina…

we yalabina, nelegan gwissiguali,

negaburba gannonaigusa:

¡Gege we yala uglege,

gege mellege,

gege ielege,

gege beleye!

nelegan gormaggenaigusa.

Nelegan, bela, amuleamule

ga gwilenaigusa;

bela sindiale sindiale

ga burba selogeye, selogeye,

nelegan sigu odimaggebuggwa.

¡Dibaledibale, dulaledulale!

¡IBDULAGAN URWEDIBI!

Sidsiryaagi be annaena,

bulu gingidurse be assaena,

assumigur e goe be ebugena,

suga, yogasaar, be gaena…

Bela ibdulagan,

bilogedimola yosabuggwa,

ibdulagan na sabed wisiddibi…

wisiddibi.

Masarnaibegi be annaena,

naligi be dodogena,

assu masmanai, be se assaena…

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Bela ibdulagan na sabed wisiddibi…

wisiddibi.

Deginigwen…

dule na e nabbabina,

na e nanbina

argan olomagsadibe,

na sigu gasa gwissigusdibe:

¡Duleisgana,

bur gindagged nabiri!

wagmar gole buggwa,

wagmar uurmagge…

¿igi soge be iddomoga?

SIOR NAMAGGE

Goe gabeye, sior namagge;

sior waggudar namaggali…

Dada ibe naggwialidba,

bunadola gassigi agbanenaigusa.

Goe, be gabeye,

sior naa osiomagge;

goe bedi ua soediye,

bundor namagge.

Goeye, be babadi oba maggenadeye,

bunadola golenaigusa.

Dada ibe naggwialidba

sior gassigi agbanenaigusa.

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ADDAGGE, NUE BE ADDAGGE

¡Addagge,

nue be emi addagge!

Siaigargi be namagge,

inna be nue gobe,

sabbur nue be aggwe,

bela yalamullugan,

be gwenadgan be dagge.

¡Addagge,

nue be emi addagge!

Melle be gabe,

degir, be ibmar addursalego.

We Yala, be nana be dagge,

muubilligan be gadibi,

nue na be aggwe,

na be irwagwissigue

¡Addagge!

¡Addagge,

nue be emi addagge!

¡DULE BURSUNDE!

Bela ibdulagan na neg aggwebuggwa,

bela na neggi naggulebuggwa.

¡Dule bursunde,

dule bule,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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dule bulesunna!

Aaga sabbiwalagn,

urwedimola yoi,

diwar iliba gwissigude;

aaga niisdulegan sigu oyode;

aaga an dadagan gabissuli.

¡Aaga, gwenadgan, gege anmar gabe!

YOOEDISE

Yooedise, be mimmi bese ibmar egisdago:

¿Bia an muugan daniggi?

Melle ibmar gi odugguo,

ga sogsabinno:

¡Be muugan yaladummaganba daniggi,

nebadummagan ibedi,

nabbanuegan aggwidemaladi,

aa insega we nabba masamaladi!

Yooedise, be massi, bingedsuli,

bese goddago:

¿Gusgu, we dubgan sibgan obeganai?

Melle ibmar be massigi be odugguo,

ga be sogsabinno:

¡We dubgan, mani unale, na be idu ugsa,

aaga sibgan obedga binnide!

Yooedise, be bunolo,

binged iesa, bese ibmar egisdago,

¿Baba, bia be sigude?

Melle ibmar gi be odugguo,

ga sogsabinno:

¡Sigu dinnedi, an iesa,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Yala irwaguedi e burba, angi yoggusa!

Geb be mimmigan esa binigan ebudoe,

geb be mimmigan gwissigudagoe:

¡We Yala, ba gannaledoe!

NANA YALA

Sabbiwalagan, bela oginnode,

ginniddibi, ginniddibi…

Musggwawalagan,

ilawalagan,

saddewalagan,

igwawalagan…

urwedimola yosabuggwa,

wagala bela alullugwale…

surgala oyobuggwa.

¡Boni abinimaggega,

abinmaggega, abinmaggega!

Nana e abgilagan bela ulude,

ulude, ulude Nana irwa ulude.

Nana Yalabina,

Nana Yalabina.

Mogirsaglagan, biloedimola yoiddibi,

yoiddibi, yoiddibi.

Niisdulegan naggulede, naggulede,

bela ibyale ibyale.

Gabsus, mola gubyaledigi

Nana anwiali, Nana anwiali,

bela dumbiagwale, dumbiagwale:

Nana Yalabina,

Nana Yalabina.

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DANIBALO

Weg babgan sunmagge,

wegii, nangan namagge:

¡Danibalo,

yooedise danibalo…!

Bela ibdulagan ba gannaledoe;

bela ibdulagan ba gwissigudoe:

¡Danibalo,

yooedise danibalo…!

Yooedise gannar danibalo.

Gannar negamagedani dagledago,

gannar negaibodani dagledago,

gannar nega ba ibegunai dagledago.

¡Massi Olowagbibbiler danibalo,

nue igarmai:

danibalo,

nue danibalo…!

Gwissi, bela abindagmalo.

¡Danibalo,

bar yogguosuli, nue daniggoe!

NADE, BAD NADE

Nade,

baddo nade.

Gi binsaed abelege,

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gi sunmagleged abelege,

doddoganga, aagi be sunmaggo.

Nade, baddo nade.

Dadgan dummad wilesa,

muugan sasiglenagusa…

Nasa inigwen, anba nunmagge,

yeer anba nunumagge:

gege bar bolegusa…

Be mimmi, nue we ibmar wisi,

be odummoge:

melle sabsur we Yala imaggega,

bina gwisguega,

gwissi argan olomagsa, negaseega…

Nade, badnasa,

gege bar odoge anmargi.

Aaga, be doddogan be odagge:

idu yawag eduega,

idu saggi obaddega.

Muugan bosadi, gege ielege,

anmar muigan, gege ielege.

¡Gwissigumalo,

aya dule, anmar gwissiguo,

ablis abalagi, argan olomaggar,

bela gwissiddibi, gwissiddibi…!

¡Melle sigmalo, boed badnasa!

¡Gabed sadde,

idu yawag edimalo!

¡Ise ediar, ise ediar!

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WE IGALA, DADGAN IGALA

Dii aggwanse gorsii,

mogir, dadase gornai,

ibnungan, guggurse golebuggwa,

isberwala

nabba duddugwase golegwissi,

diwala, balumaddase golemai…

Bela, na se gorbuggwa,

bela na gannobuggwa,

bela na se idagbuggwa,

bela na gi naggulebuggwa.

Aaga wegii Nana Olowainasob golenai,

Yarduagassiginai, golenai:

bela an abgilagan

na argan oyoenai, oyoenaiye…

¡We igala, dadgangi daniggidi,

¡Melle be odugguo,

be mimmiganga be sogo!

BE SOGE…

Be soge,

be namagge,

be gormagge:

Yarsig,

demarsig,

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diwarsig.

¿Doase be goloe?

Na duggin besega,

na be duggin soge:

We an Yala, be soge,

We an Nana, be soge,

We an gadi, be soge...

¡Gannar gannar be soge

we namagged,

be mimmi nongi siedise!

MELLE BE SOGE…

Melle be soge:

Ansursoggu, gwen baisur…

Melle be soge:

An nansursoggu, gwen baisur…

Melle be soge:

An gwenadsursoggu, gwen baisur…

Melle be soge:

An dulesursoggu, gwen baisur…

Be ai bibyolenai be daggele,

besunnadi sarsolenaiyobi, na be iddoge.

Anba diggasuliddibe,

anba be gaya wissuliddibe,

anba aggu be daggeddibe…

Be dule mimmi,

be wargwenadsuli,

bela be ablis na yobbiragwadi.

We igala,

We igala.

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IBDULAGAN

Bela ibdulagan:

aggwa, burwa, bula,

dimmurse baggar…

dule naimo.

bela ibdulagan:

siggwi,

dior,

ammanoose baggar…

aggwabisgi naimo.

Ibdulagan,

ibdulagan, bela duladdibi…!

Nana mimmigana,

bela duladdibi duladdibi.

Nana mimmigana

na sunmaggeyola, na sunmaggeyola.

Na bendaggeyola,

bela burba addoagwale, addoagwale…

ibdulagan, ibdulagan.

Nana dulanai,

na e mimmiganga allenai;

e nunis nallesuli, nallesuli.

Bela duladdibi, duladdibi.

Ibdulagan, ibdulagan.

Muudummadi,

wegi sunmagsa.

An sagla wegi namagge.

¡Ibdulagan, ibdulagan!

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ABIAYALA

Abiayalagi,

anmar dadgan inse dagleali:

dadagan na aggwenoniggi,

nanaye se gornoniggi,

na e wimaggedgi osanmagsa,

na e ablisgi ognagude.

Dulebaigan anba suli,

dulebaigan anba diggasuli...

anba sadde.

Anmar muugan,

ilemaggagwale bina anbagude.

Nisarmola yoiddibi, yoiddibi,

Nanga bibbirmagnai gudmala,

Nanga sindiale, sindiale…

burba dagdemala.

Dulebaigan anba suli,

dulebaigan anba diggasuli…

anba sadde.

Dadagan, gwenadgan abingude,

aya embera, aya mapuche,

aya aimara, aya maya, aya tolteca…

na ibmar ogwabuggwa gudmala,

sindabilligan gannolede, gannolede...

Nanaga bulagwa mola yobuggwa,

nega seleali, seleali…

Dulebaigan anba suli,

dulebaigan anba diggasuli…

anba sadde.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Aya dule, we Nana, be Yala:

Abiayala, begadi,

melle be egise, be gadi,

melle be medde, be gadi,

melle be ollorsae, be gadi,

melle be ugge, be gadi,

be gadi, be Nana,

¡Nana sunnasogedi!

Geb dule baigan nonisunna,

e Nan sursoggu, obode;

e babomega unni imagnoniggi,

e Nansuli, aaga wiode…

Aaga sabsur sasigge,

aaga basur maniga imagbuggwa,

basur ogwabuggwa…

¡Dulemardi, e Nana,

e Nana Yala!

¡Bela dulemar, anmar,

Nanbina gwisgumalo!

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2002 – MORGINNID

Guatemala, ed. Nojib’sa.

Contenido:

Para hablar de paz

Pozo viejo

¡Iddomar an do!

Empobrecidos

Patria

Bandera mía

Dada

Pregunta primero por qué

Tierra guna

Tierra viva

¡Sé gunadule!

¡Panamá!

Maíz

Soledad

Bulagwa

Para caminar con el pueblo

Pueblo

Ocarina de barro

En Mirya plantamos al maestro

Goma y crac

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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PARA HABLAR DE PAZ

Pueblo mío,

mantente levantado,

tan caribe como el abuelo

que se opuso a la ira de la muerte,

la sumisión y la rapiña;

prosigue rebelde,

tan chibcha como la abuela

de ocho dotes, que nos confirió

una lengua templada y regia.

Perdura, Pueblo mío,

prosigue alzado, recto y libre,

aunque caigan tus hijos en la revuelta

con el morral gastado de combate.

Tú, prosigue, Pueblo mío y perdura,

aunque el tufo del adversario

parezca imponerse al olor

de la guindilla del gaburduled;

aunque desgarren la boca de tu niña

con baladas de cristales y estrellas,

y te reduzcan a molas y playas.

Prosigue Pueblo,

persevera con las manos ajustadas

a la escopeta de Olodebiliginya,

y rostro encendido

señal que puedes

mucho más todavía.

¡Quiero palabras de vida

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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para saborear una paz ganada!

Mantente, Pueblo amado,

prosigue entero e implacable,

aunque te multipliquen quimeras

y plata fácil,

y hagan crecer violetas en tus costas,

y te canten los poetas que tu rival pasó de largo.

Recuerda que tus hijos continúan lastimados,

y les empuja un mar airado;

Olonibiginya sigue trasnochado,

con su arma enojada,

rema bizarro en la vigilia de sal y borrasca

y pasa su recado a Simral y Nele.

¡Puños gunas de fuego

para Abiayala invadida!

Mantente, Pueblo, mantente teso,

aunque te odien a besos de compasión,

y te conviertan en ofertas y proyectos.

Aunque tus hijos te digan, arcaico y marchito,

tú debes proseguir, Pueblo padre y amigo.

La Tierra Madre te exige proseguir,

la ceniza de los abuelos

también te reclama seguir andando;

tus combatientes, sangrando el pecho,

no se acostumbran a la oscuridad

y ellos no se detendrán;

tus niños maltratados

y confinados…, te claman:

¡Pueblo abuelo y padre, mantente,

mantente y perdura vivo!

Y aquí, aquí,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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aquí sigo tozudo rastreando tus pisadas… y,

con lo poco que puedo,

he jurado proseguir contigo

hasta que la noche

nos devuelva íntegra a Gabayai,

madre de ocho guerras juntas.

Prosigue Pueblo querido,

y saca la punta a mi flecha menuda

para hablar de paz:

¡Sólo para hablar de paz!

POZO VIEJO

Los abuelos cavaron el pozo a la luna nena;

miles de otras lunas añejas

y lluvias y soles transitaron por el caserío.

Muy lento, golpe tras golpe

aporrearon, los mayores, la roca dura.

Prendidos a la boca del pozo,

los viejos degustaban iguanas secas;

algún abuelo cazador traía

también carne de tapir,

de perdiz y de tatú.

¡Exquisita vianda con plátano asado!

Compartían el manjar;

y entonces,

la carne ahumada fue fatiga premiada

de hermanos solidarios.

Los ancianos conocían,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

45

la vergüenza y no perdonaban

una fofa concha de mano

en un varón decente,

porque la tierra se abraza resuelto

y sin dudas en las manos.

El guineo propio tuvo un sabor correcto.

Y allí junto al pozo

las abuelas despellejaban pecaríes

y pelaban zapallos

y se befaban de hombres flojos,

que no se alzan al primer canto de gallo.

El pozo se cargó de agua,

se llenó de vida,

de carcajeo de niños que subían

y bajaban guayacanes contiguos.

Reposando al brocal de la fuente

las abuelas cortejaban también:

¡Aeelaggwaa, deggubiiiimoga, nia be nain!

¡Wedi be uga, aaaaaeeeeee!

Se empujaban las viejitas cuando veían venir

a algún pillo abuelo, muchachote de la aldea.

Los abuelos bebieron el agua pulcra del pozo,

y del pozo sacaron fibras contra la flojera,

contra el hambre y la indolencia,

contra el sueño largo y letal,

contra el acaparamiento de bienes,

contra la ceguera, contra el frío del pueblo…

Ese pozo, se hizo sacro

y consagró a miles de gente brava

y la convirtió en pueblo, hijo de guerras.

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El agua del pozo aún queda limpia,

se remoza cada media mañana

con el arrullo de niñas;

con el machete y la coa que se hincan

en el pecho de la Madre Tierra;

con el puño en alto

de hermanos manchados

de trajinar con guineo verde.

Ese pozo debe durar así de hondo,

así de viejo, así de piedra intacta,

y lo han de beber miles de niños nuevos,

hasta que pierda la luna su brillo

y no vuelva a huir de su hermana Gabayai.

¡IDDOMAR AN DO!

Puñado de sol en bruto,

bálsamo de baglawala,

cacao y tabaco negro.

Violenta fiesta de nietos del sol y la luna,

calientes saltos ante la totuma aliada.

Mujeres, mujeres, cara de pelea,

rojas y armadas de cachimba y breva,

fino sabdur por la nariz:

¡Iddomar an do noggas dee!

¡Iddomar an do!

Licor de Ibeler, latidos absolutos

de tierra que vive y se estremece.

Innanoga, gaibirnoga, traviesa morena,

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que te sube y te caldea y te bambolea,

te vuelve cotillero y frívolo.

Saltas, y compartes, y cantas,

hasta discutes en mergigaya…

¡Yu, yu, yu, yuuuuuuu!

Ujujujuj, ujujujuj, ujujujujujuju,

iiiij, iiiij, iiiij, iiiiij,

Se agitan los nietos de Gwadule,

se tambalean y se abrazan,

sin más armas que la propia vida

llena y libre, olor de llanura.

Carne tiesa de ñeque, de pavón,

de gatosolo, de saíno,

presa negra de usuyae:

Eggwiggwila saemala yae,

yaaaae,

inna solesole gobemala, yae,

yaaaaae,

inna nusunusu gobemala, yae,

yaaaae,

La vida se vuelve borrasca,

música de Bugasui y, flauta fresca

de Olonidali, cara de jagua.

Es fiesta de tierra madre,

es fiesta de niña tierra,

es fiesta siempre tierna

de abuela que perdura.

Aj, aj, aj, aj, aj, aj, aj, aj, aj, aj,

Uj, uj. uj, uuuuuuu.

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EMPOBRECIDOS

Quisiera algún día,

cargar la chuspa rancia,

donde el empobrecido

deposita la basura de la ciudad.

Quisiera oler, sin fruncir las cejas,

el desamparo

que agobia a niños sin lecho

ni cartón blando

para proteger su infancia.

Quisiera volver, algún día,

tronco oportuno,

donde mi hermano pueda descansar

y sacar filo a su machete,

y beber su propia agua

al caer la tarde, antes de perderse

por la niebla, perseguido y fatigado.

Niños prietos de picardía,

toscos retratos, condenados

a obedecer de puro miedo;

candidatos gratuitos de presidios,

porrazos de policías,

excluidos de la opulencia,

rotos en los charcos;

niños prohibidos para escuela,

viciados, olor a marihuana,

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fría oscuridad de la que llaman casa,

madre ebria, palos y golpes,

contusiones, íncubo y terror.

Niños empobrecidos:

sólo si sus llantos y escaso pan,

se truecan en lumbre,

poroto y escuela,

despuntará libertad para mi patria.

Sólo si sus bocas desangradas,

se invierten en risas y cantos,

brotará paz en esta tierra herida;

cuando sus ojos agrios

se hagan nubes

que presagien buena lluvia,

podré cantar mi dignidad.

Con el hambre que llevan a cuestas

muere la patria;

con sus noches de fatiga,

sin besos ni caricias,

estoy condenado a volverme bestia

y estiércol, frío y nada.

PATRIA

Tan sabor a patria

tiene el niño indeseado,

barriga ancha, mocos a granel,

que el otro,

nacido en la mejor clínica de la ciudad,

carro particular para la escuela,

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y criadas atentas a su primer vagido.

Tan patria es la tierra del hacendado,

con centenares de vacas lecheras,

donde nadie entra en alpargatas

ni morral de bejuco,

que aquella tierra del campesino despojado,

tierra ácida que no da más que postración

y miseria a quien la trabaja.

Tan olor a patria carga la mujer

que vende sus tetas

en los mercados y llora su hijo

abandonado en un vertedero,

que la otra,

que duerme mimando

peluche francés después de saborear

una exquisita copa de champán,

cara limpia, crema importada.

Tan patria es el Canal liberado

y la sangre de los mártires,

que el caserío nativo

donde no llegan médicos,

y la gente muere de diarrea,

sarampión y tuberculosis,

mientras se pudren medicamentos

en los depósitos de la ciudad,

no hay plata,

porque los que tienen mucho quieren más.

Tan patria encarna una tierra nativa invadida,

y su sorda lucha por la autonomía

jamás comprendida,

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que la bandera de fino tejido

que ondula en el Canal.

Tanto vales, tú, para la patria,

hermano dule,

que madrugas para comer el pan horneado

con tu propia leña,

y juras liberar a tu pueblo,

como el que no duerme

porque quiere comprar la Presidencia

aunque los sesos no le den para tanto.

¡Patria, patria, madrastra patria mía!

BANDERA MÍA

Desde pequeño, bandera mía,

entendí que me pertenecías,

que eras tan mía,

como el alba al sol

y el hambre al pobre.

Desde pequeño

soñé, bandera mía,

que arropabas

con igual pasión a un niño negro,

que al de ojos azules

o al pequeño campesino,

alpargatas consumidas,

guijarros y tierra agria.

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Bandera mía,

quisiera seguir soñando

que tu cariño me cubre,

con idéntico grado

que al niño de patines de marca,

estudio asegurado,

Disney World y,

damas de servicio a cada campanilla.

Bandera mía,

si tú cobijas con la misma ternura

al pequeño emberá,

o al crío del Chorrillo que crece

entre tiroteos y crac

que a los niños de la Calle Cincuenta:

¿Por qué tanta estima para unos,

y… tantos y tantos golpes

de hambre para otros?

¿Por qué unos se empachan

de tanto helado, y otros,

revuelven mierda seca de las cloacas?

¿Por qué tanta tierra revertida para unos,

y para otros, cartones y carroña?

Bandera mía, panameña,

baja a mi pajar

y arrímate a tugurios anegados

cada caída de aguacero,

no te quedes allá en el cerro,

bandera mía,

porque la patria

debe ser para todos, un bollo compartido,

y tu Canal, leche asegurada en cada rancho.

¡Bandera mía!

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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DADA

Dada,

gala agnuesi,

dada sunnamagge sigisa,

dada uurmagge sigisa,

massi wagwaga

uurmagge sigisa:

Massi wagwaye dala egaeye,

massi wagwaye,

melle dobele dobele

Nabgwana irwa gwissiguoeye;

urwedulegan abinsagla maggega

na be uanaeye.

Ibeguddebawala gasanbin saoeye:

Dada,

massi wagwa unae sigisaye,

dada, massi wagwaga

gala agnue sigisaye.

Muu,

massi wagwaga

ugassigi baggena dubbimaggena gusaye,

muu,

bolobolo uurmaggena gusaye:

massi wagwaye dala egaergeye,

massi wagwaye Nabgwana neglomagge dageye.

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PREGUNTA PRIMERO POR QUÉ

Cuando te tropieces

con un hermano colmado de hambre,

a pie, con una mochila repleta

de horas trabajadas de sol a sol,

manos vacías de arroz y frijoles:

no lo mandes de nuevo a labrar,

que ya lo hizo bastante, pero…

pregunta para ti mismo, ¿por qué,

por qué, por qué?

Saldrá en tu camino

un niño exhausto de barro e inmundicia,

hasta, puede que te desvalije,

no lo maldigas, ni huyas de él,

trata de calmarte, di por dentro y para ti,

¿por qué, por qué, por qué?

Una mujer, niña todavía,

maquillaje de mercado,

labios quebrados de besar carne ajena,

te dirá que 5 dólares serían suficientes

para apretujarte sabroso.

No te hagas el ejemplar

ni trates de engañarte ser el mejor.

En tu silencio tentado,

pregunta ¿por qué, por qué,

por qué?

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Un día que menos lo esperes,

te dirán que, un bebé

con ombligo sangrando,

había sido arrojado en alguna caja de tinaco,

alarma ciudadana, escándalo de alto voltaje,

Y tú, no te aterres,

pregunta muy quedo a tu corazón,

¿por qué, por qué, por qué?

Una mañana,

se acordará la buena gente

que el pobre necesita comer,

una casa, una escuela, una clínica;

y la gente se pondrá de acuerdo

para mendigar por el desarrapado

que ellos mismos lo hayan descartado.

Y verás, entonces,

a los ricos subirse la manga,

plata, cheques y lloriqueos…

para nutrir al pobre

y ponerle zapatos;

todo te parecerá lindo,

enorme solidaridad

de ricos en competencia

y todo por el desposeído:

y tú en tu silencio, pregunta:

¿por qué, y por qué hay pobres,

y quién los empobrece?

¿Cómo hacemos para no pedir

por ellos, para que realmente sean hombres

y no excluidos ni gente de segunda.

¿Por qué, por qué... por qué?

Haz, entonces, con tus por qués,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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una inmensa alternativa de vida,

acto puro y poder de cambio.

Porque tenemos que violentar

el curso asesino de la sociedad.

Entonces, valdrá tanto tu por qué,

como la tristura de saberse mantenido.

TIERRA GUNA

Los viejos la llamaron

madre de ocho ubres.

Por ella desfilaron

varones y mujeres

mojados de pueblo limpio,

decididos, con armaduras propias.

Extensa y ubérrima era aquella tierra,

allí crecía el plátano de tallo negro,

el otoe rechoncho y el zapallo rugoso.

El tucán disfrutaba el resto de comida

junto a la puerta de la choza,

y la tierra olía a chachalaca.

Los abuelos lacraron su amplia tierra

con tatuajes bárbaros e imborrables

para que nadie dudara de los propietarios,

y corearon a lo largo de Duilewala:

Meddedii, Sabbigana, Binnugana, Sibbu,

Gaburgana, Uraba, Arimai, Gana,

Suggunagge, Gammugandi…

Ríos, arroyos y riveras

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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fueron patentados uno a uno.

En esas tierras se perpetuó entero

y abundante el sudor de los abuelos,

por eso,

subterráneo y bestial lastima todavía el robo,

cuando hoy, sólo nos toca

las migas de barro, y la patada de invasores

a cada rato.

La labranza de los viejos

provoca, hoy, calentura de sangre

que es el mismo flujo

de la osamenta sepulta en aquella vieja propiedad.

Por eso, no muere la rebelión de mi pueblo,

aprendió a esperar, aunque le traicione la lluvia.

Y sabe que algún día,

él volverá a trenzar la hebra

de su historia pisada.

TIERRA VIVA

Desde la hamaca, corazón del pueblo,

clavados los ojos en el cerro hermano,

flexiona su voz el anciano sagla

con sola verdad de tierra verde,

profunda amiga, aliada,

mujer, exquisita leche.

Aferrándose a la única carta

de Nandummad, advierte el anciano:

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“La madre brotó acuosa

y de su espíritu ya éramos trozo.

La madre se robusteció despacio,

paulatino, sosegado,

señora de los tiempos,

sementera de hombres y bestias,

de plantas y mares,

de rocas y charcos.

No hay, sobre ella,

ni un guijarro

ni una hoja de más.

¡Todo compensado,

todo encajado en el pluriverso

en armonía y equilibrio total!

Matas un diminuto colibrí,

estremeces con ello,

el oscuro vientre de cedro espino,

el cobertor del sol,

la humedad de los ríos,

y el tejido frágil de la selva pariente...

La tierra come,

bebe, celebra sus amores

con el negaduu;

bailotea a la luz del tórrido Ibeler,

y consigna a sus hijos

a Nana Gabsus, Madre Penumbra.

El varón y la mujer

no pueden poseer la Tierra,

es la tierra la que los posee,

y cuando pretendan lo contrario,

vendrá desolación,

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el oro y la plata volverán estiércol,

y la inmundicia violentará el mundo;

Dad Ibe prenderá la malla

que cobija el pluriverso,

carne quemada,

sangre hervida de saqueos,

mugido de mares en furia,

sesos entorpecidos,

horror, caos y muerte.

El varón y la mujer

son guardianes y garantes de la tierra,

que den la mano a la coloradilla,

a la tortuga, a la ballena,

a la hierbabuena, a la estrella,

al viento que desdibuja y fustiga...

Todo está empatado, todo acoplado,

todo prieto de gracia de Nandummad”.

Así canta mi pueblo su gloria y poderío:

¡Gracias Nandummad,

porque no pudieron contigo,

prosigue eterna,

y eterniza contigo al pueblo que te corea!

¡SÉ GUNADULE!

Resiste el sol, hermano,

y espera que la luna

mitigue tus aprietos,

pero, a puño cerrado,

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y sin punir la sonrisa de tus labios:

¡Sé gunadule, mi hermano, sé gunadule!

No comas guineo ajeno,

acuérdate del abuelo

que nunca aceptó

una mesa regalada,

ni flecha de ranas

aunque lo habían lactado.

¡Sé guna, mi hermano, sé gunadule!

Que el odio viejo

no malogre tu mañana;

procura no perder los ojos de la abuela

aunque la bruma sea densa y fría.

Pregunta tu camino

a la madre agua trémula.

¡Sé guna, mi hermano, sé gunadule!

Hijo de tierra plana te aclaman,

cela esa tierra,

saboréala y jala su teta cargada,

defiéndala hasta hacer de tus manos

barricada y equipaje pronto de soldado

siempre a la defensiva.

¡Sé guna, mi hermano, sé gunadule!

PANAMÁ

¡Champán importado para la alta sociedad;

ron de caña, chirrisco y cumbia a tutiplén

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para los de escaleras abajo!

¡Al fin, Panamá,

tu Canal regresa a casa

con su equipaje gringo al lomo!

¡Ahora, Panamá, con el mozo ya en casa,

tienes derecho a nuevas nupcias,

niña madura!

Deja la palangana de agua,

que ya se marcharon los gringos,

y tú eres, hoy, la historia

y que lo cincelen tus hijos

y los hijos de tus hijos.

Aves de rapiña te socavan la cintura,

Panamá, y tus propios hijos,

testigos de tu cruda vigilia

continúan excluidos y sin casa.

Forajidos escurren tus pechos

hasta molerte el ombligo,

y gritan a tus cholos,

eternos guardabosques,

que es hora de ofrendarse,

pro ricos beneficio, y que sigan

acarreando más agua al Canal,

aunque les falte maíz y arroz

y poroto porque el pan vendrá mañana

y les sobrara.

¡Y así se ha befado, también,

de tanta gente el tío Sam

y el pan quedó en la panera de los banqueros,

donde no hacía falta,

y nunca llegó ni al cholo ni al indio ni al negro!

Panamá siempre cercada

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y prohibida a los empobrecidos,

generosa en la mesa donde sobra comida.

Tu Canal en contadas manos,

y, miles de tus negros, indios y campesinos

seguirán de centinelas,

para que algunos pocos sigan

ampliando sus propiedades.

Panamá, Panamá,

Qué poco sabes querer

por igual a tus hijos.

¡Puta Madre!

MAÍZ

Puede que falte pescado

algún día,

y que el plátano tarde madurar,

pero que no falle la mazorca molida,

la chicha dulce en la choza.

Puede que escasee arroz

y las ratas consuman el guineo,

pero que no falle el grano

en tu fardo diario,

la chicha dulce en la choza.

Puede que falte leche de coco

en el fogón,

y el mar no rinda jureles,

pero que no falle la panocha,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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delicioso cuajo de Tierra Madre,

la chicha dulce en la choza.

Puede que el sol no afloje la lluvia

y el mar te reduzca a isla y concha,

pero que el mijo siempre oportuno

te aguarde en el altillo del hogar,

la chicha dulce en la choza.

SOLEDAD

Nutrir la soledad

es pretender un trozo de muerte

cuando el candor sobra en las flores,

y la vida aletea, libre chapola.

Su antitóxico seguro,

sin efectos secundarios,

directo a la pústula,

cura radical: El pueblo.

El pueblo a tres tomadas,

en ayunas y absoluta acción.

No te aflojes a primer estímulo,

continúa hasta eliminar recaídas.

Amárrate al pueblo,

y no te prives de su encanto

y quédate así, inmune

a la ponzoña de la soledad.

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PARA CAMINAR CON EL PUEBLO

Tendrás que tener

mano ancha y curtida,

un machete a punto,

una garrafa propia

y dilatada la luz del pecho

para iluminar toda miseria.

No podrás reprimir la palabra

que puede apurar un hijo de amor

al amanecer

y alivio al clamor de los oprimidos.

Deberás aprender

a jalar el gatillo a tiempo justo,

ni antes ni después,

sin odio en la alforja,

susurrando la canción del pueblo

para no sentirte imprescindible.

No podrás asistir mudo

un juicio contra tu hermano;

deberás compartir tus sueños

con igual candor con el negro

que con el chino o el cholo

o tu mismo padre…

y la vasija de tu mano

deberá ser oferta de agua fresca

para los sufridos.

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No debes apagar la flama

de la antigua candela

que la abuela dejó junto a la hamaca;

y en medio de la noche

has de recordar que los viejos

no repudiaron

la ternura de la luna,

y supieron que pegada al sol

siempre viene la luz,

y trabajan sus cuerpos

presagiando el espacio

de los hijos de la llanura.

PUEBLO

Gritado, vilipendiado, denigrado,

condenado, aupado y suplicado a mil poses

y otros tantos olvidos.

¡Vox populi, vox Dei!,

gesticulan los profetas de pancartas,

baratijas, promesas quemadas,

patacones pisados,

pollos medio podridos,

cabezas fritas de cojinúas.

El pueblo quiere,

el pueblo pide,

el pueblo es astuto si me quiere

y, más todavía, si sólo me quiere a mí,

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claman los buhoneros y tortilleros

que juegan a políticos.

El pueblo tiene hambre,

el pueblo quiere trabajo,

el pueblo está enfermo y asqueado

con lo caro que está la vida,

corean las amas de casa,

las morenitas de Colón,

los cholitos de río arriba.

¿Dónde estás, pueblo,

que te acomodan los cuatreros,

y te ladran los cachorros...?

Compañero Pueblo,

cara húmeda de trabajo,

construyendo prisiones,

levantando muros,

perforando asfaltos,

cocinando en casa ajena,

destrozando cercas,

lavando ropa de gente platuda,

desnutrido,

descreído y harto de aullar.

¡Compañero maldecido,

estoico como nadie,

grita tu palabra de acero a paliza fría

y que te escuchen todos:

¡Cuánto honra, y duele ser pueblo!

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OCARINA DE BARRO

Hoy comparto el sosiego

de una ocarina de barro.

Escucha conmigo

la voz del mismo barro

tan dura como frágil,

tan dulce como rústica,

tan completa como lasca,

y tan lodo como música.

La ocarina late evidencia reciente,

y desde la charca recoge el sabor

de aquel que vale muy nada

para la gente,

una ñapa para el que reza.

De una sencilla ocarina salí,

y ahí he de concluir mi andadura.

Déjame, entonces, abrigado en mi hamaca,

aviva el tizón de mi muerte,

protégeme con el humo de cacao,

que el masardule me regrese el fardo

y los aperos que habré olvidado.

Cuando ya nadie se acuerde

de mi cuerpo inofensivo y subterráneo,

y vean volar una chapola por el cacaotal,

oirán de nuevo, el susurro de la ocarina

y una punzada de ternura

se estará colando de mi tumba.

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Todo habrá terminado

y habrá empezado el riesgo

de una segunda parada de lluvia

sobre una finca mojada,

cangrejos azules a leña quemada,

incorruptible lámpara

de lo que no habré sido.

Entonces, ¡hasta siempre!

EN MIRYA PLANTAMOS AL MAESTRO

Ayer el día era soleado y espléndido,

y tu voz sobregiró el dolor de los viejos

y sonaron calientes los gritos del 1925.

Ayer, también, te vi llorar en silencio

como lloran los guerreros

bajo la negrura amiga de la noche.

Te vi, entonces,

acopiar en la cuenca de los ojos

la amargura de tu tierra,

y girando a puño cerrado,

empuñabas la historia del gunadule

como un crío que aprieta el pecho de la madre

cuando le rasga el hambre apuntilladas.

Otro día, el sol no perdonó la travesía,

el mar te salpicó recio el rostro,

y de tus labios caían hilachas de Ibeler,

fluían anchas y vivas, y

era la hierbabuena recién cortada

para el baño de niños.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Amaste a tu madre de pechera de oro

con la misma ternura de la vida

ante el terror de la muerte,

radical, caliente, profundo.

Y al final de la calzada llegó la tarde,

resonó terca la despedida…,

y te fuiste como un soldado

después de una contienda ganada:

bajo la bruma del ocaso, solo,

y avistando fijo la montaña hembra

de tu palabra entera.

Te fuiste, te marchaste como el campesino,

sonriendo sucio de tierra, tarareando

la canción de semilla bajo tierra,

sin fastidiar a nadie y de cara al sol.

Te marchaste muy sencillamente

como se pierde el jornalero,

ajustando el cuello de la camisa

erguido y sin volver la mirada atrás.

Como quien parte bajo el calor de la fiesta,

con la historia bajo brazo

y una copia fiel sobre la mesa de mi pueblo.

Te sembramos junto al manglar de Mirya,

bajo cocoteros entecos.

Te dejamos como a ti te entusiasma,

mirando resuelto la madre colina,

y tu hermana llanada que tanto quisiste.

No te enterramos, sólo te plantamos,

y vendrá la buena lluvia y la luna joven

que te harán brotar

como una semilla que no muere.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Mañana, un coro de niños despertará a Gunayala,

y recogeremos, entonces, los frutos de tu árbol robusto,

y tú volverás a abrigar

a tus nietos que no los pudiste conocer.

¡Gracias, maestro Carlos, hasta pronto!

GOMA Y CRAC

Una chica fan,

pintada de azul negro,

anillado el ombligo,

orejas, jeans rasgado.

Masca y mastica

goma y tabaco,

escupe, bosteza,

ríe a ratos.

Crac,

cocaína,

heroína,

éxtasis...

porque la marihuana

ya no divierte,

humo y licor, ratas

y olor a roña.

Huye la niña

y no sabe siquiera

dónde ni de quién se oculta.

Entre tanto,

rumba y risa, fiesta mayor,

champagne porque el tráfico

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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fue todo un éxito.

Autoridades cegadas,

vista gorda, coimas,

pásame uno gordo y verde...

Y ¿dónde va la niña vestida de negro,

agotada y preñada de nada?

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1992 – NANA GABSUS

Panamá, ed. C.E.U.S.

Contenido:

Nana Gabsus

Tierra madre

Cada cosa tiene su nombre

Río de versos

Padre mío

Desde allá

Tata Inti

Propongo una canción

Cuando observes…

Son quinientos años

Dijeron que solo ellos valían

Guanani

Indio resentido

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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NANA GABSUS

Nana Gabsus, Madre Noche,

Que derramas

lenta, el agua de la hierbabuena

sobre la frente que arde de fiebre,

y sabes resguardar el secreto del guerrillero

que llora en silencio a su amigo caído.

Nana Gabsus, Madre Noche,

tú, que acaricias suave el pecho

del niño que llora y no puede dormir

porque tiene hambre.

Le niegan la mamila,

porque no hay plata para la leche del crío.

Nana Gabsus, Madre Noche,

Tú, que sabes pegar a tu seno

una cabeza sufrida

y le sugieres nuevos planes de combate

al despuntar la mañana.

Nana Gabsus, Madre Noche,

te recomiendo estos versos míos.

Están escritos al amparo de tu manto

de quinientas oquedades:

pon en ellos el calor de tu regazo

para que, al amanecer,

mi hermano y yo veamos

más claro el trillo de la selva.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Con nuestra chácara al cinto,

aferrados a los arcos,

emprendamos de nuevo la conquista de la vida

y que, no se nos destiña el achiote de guerra.

¡Nana Gabsus!

TIERRA MADRE

Dad Ibe, muchacho color de barro,

se apega a la Tierra Madre.

Levanta su arma preñada de pueblo.

Se opone a la tregua,

porque sabe

de la cesta de algodón a medio hilar

y de los huesos de Gabayai, profanados.

Son ocho hermanos que se apropian

de los socavones, afilan estacas,

conciertan tácticas y avanzan

por toda Abiayala deshonrada.

Rompen leyes,

gritan en las plazas,

pintan paredes,

reparten hojas subversivas,

hacen huelgas de hambre y de muerte.

Ni las selvas ni los ríos

bastan ya para la trinchera.

Enloquecidos pegan sus oídos

a colinas, bosques, y cerros;

y allá lejos, su madre musita palabras,

se queja y no muere.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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La sangre de Gabayai

se hace pólvora, cuchillo, arco brutal,

porque nos vaciaron de tierra,

y son millones de abuelas y tíos

desaparecidos, asesinados, ultrajados.

Mareada de sangre fresca:

culturas aplastadas,

pueblos enteros cristianamente enterrados…

Huesos nativos se sublevan, resisten,

y convocan a sus hijos a lo largo de Abiayala enajenada.

Ibeler planea el asalto.

Olowagli trabaja la jaba de municiones

y baña de rojo el cordón de los arcos.

Bugasui ahueca su cerbatana.

Todos, a gritos, se lanzan

detrás de la vida.

Los dueños de Abiayala tienen nombre,

es el mismo poder de vida.

Ese poder me invade la sangre

y me sacude los versos:

¡Hay que defenderse, hermano!

¡Mamá nos lo impone!

CADA COSA TIENE SU NOMBRE

Un día, tu niño te pedirá un nombre,

una finca, una choza,

y la verdad de tus antiguas cicatrices.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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¡Déjalo mirar, entonces, las altas colinas

y llanos donde

pastan hoy las vacas del hacendado;

allá por donde justamente los abuelos

fueron libres y advirtieron

que esta tierra les pertenecía.

(Antes de la maldita ley que nos hizo mendigos...)

Un día, tu niña oirá el clamor del pueblo,

zurcirá en su cuerpo

el canto armado de justicia.

Lleno su macuto de quejidos de la tierra,

te exigirá el color original de su historia.

Entonces,

di a tu niña que a su abuela

la arrastraron una tarde

por la arena del río,

y a empujones la mataron;

y esa niña apurará la aurora de su pueblo

trago a trago, látigo a látigo.

Los tres, heridos como guerreros

que no se ablandan en la emboscada,

volverán a ser, entonces,

la vena de Atahualpa que no se cerró,

que nos volvió rito solemne de liberación.

Deja, hermano dule, que tus hijos

se agarren a los abuelos

que, aun después de muertos,

saben resistir y no se bambolean.

Hermano amigo,

haz de tu palabra capaz de curar heridas,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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arma y barricada.

Prohíbete lágrimas de debilidad,

regala a tu pueblo hijos libres,

renueva tu orgullo dule.

No importa lo que digan:

¡Somos propietarios de Abiayala!

RIO DE VERSOS

Torrente de versos crujen armados

las colinas de Abiayala.

El dule cierra su puño para danzar a la vida.

La muerte es casi su hermana,

es la única

que no lo abandona, ni lo traiciona;

y llega puntual

con la fortuna de terratenientes,

con el racismo criminal de gobiernos,

con la bendición de cristianos

que callan a destiempo...

El dule prefiere encontrar amigos

ahí donde no le niegan el derecho

de rescatar las armas de los ancianos.

Ahí donde el dolor le impide caminar

pero, aún no le rinde.

(¡Cristóbal, llegaste donde menos

te esperaban!)

Los niños repiten nombres de sus muertos

y, pegados a las tetas de sus madres,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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anuncian que vivirán,

aunque el mundo se les oponga.

Yo recojo esa esperanza subversiva de mi pueblo

para el coraje de mis versos,

que no conocieron al padre de mi padre,

pero saben que no es tiempo de bajar las armas.

¡No vale un hijo neutral!

PADRE MIO

Padre mío,

te encuentro conversando

con el cerro hermano, hoy desnudo,

porque pudo más la fábrica del rico

que el otoe y la yuca del pobre.

Papá, me dices que llegó a nuestra isla

el cólera y la malaria,

y el atropello y la expoliación:

Junto a tu dolor,

me descubro gunadule que resiste.

Paladeas, pausado, ese dolor de muerte;

y sé que aún tienes fuerza

para resistir cincuenta mil muertes.

En el mismo despojo,

sabes sonreír

y levantar tu pocillo de chicha negra:

Yo soy tu cuerpo que avanza

y no quiere resignarse.

Tú me enseñas llamar amigo

al dolor que invade

a nuestro pueblo cada mañana;

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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y aprendo mañas para distraerlo.

Te veo tomar en brazos

a tus hijos, mis hermanitos más críos,

que no los dejan crecer.

Reprimes tu rabia,

me revelas que harás de ellos

flechas que obliguen

un libre amanecer:

Aprendo a tomar la mano de la ilusión

porque te sobra dignidad;

y me ajustas a los ríos,

que rompen piedras y no se detienen.

Me conduces a tus fincas

y me dices que los muchachos del hacendado

han quemado tu platanal,

que ellos querían divertirse,

y aúllas, borracho de justicia:

Me sugieres creer todavía

en los corazones que no dejan

la historia vieja para proteger

las rosas de la selva virgen.

Me llevas

a las leyes que defienden tus derechos

y las veo ajadas, corrompidas,

emputecidas, manidas...:

Me impones luchar por la vida

como luchan las rocas

en la crecida de los ríos,

en la sacudida de la Madre…

¡Llorar, no podemos, es un lujo!

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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DESDE ALLA

Un día los vieron llegar

y… desde allá venían.

Mi abuela bakairi

no los solicitó;

mi abuelo maya

no los llamó;

mi tío kanamari

no nunca los necesitó…

Arrasaron nuestros pueblos,

se comieron nuestros niños,

escupieron el rostro de nuestra madre,

cargaron nuestros ojos de tristeza,

pisaron nuestros jardines,

y nos racionaron la vida…

Cerdos salvajes descuajaron nuestras selvas;

y dicen que:

¡Empezó la buena noticia!

Bañaron sus altares

con nuestra sangre:

sangre xavante,

sangre aimara,

sangre kayapó,

sangre tolteca,

y saquearon al querido Tenochtitlán.

Nos sacrificaron a sus dioses,

nos desollaron,

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y destruyeron nuestros templos.

Ahora, mendigamos tierras;

y mi hermana ngäbe,

sentada junto a sus chaquiras,

grita que le compren algo,

porque no tiene qué llevar a sus hijos;

y todavía hay quien dice que

¡Celebran la civilización latinoamericana!

Abuelo cargador de historias limpias,

siento en mí el frío sudor

que no me postra

y me impide decaer,

porque esa historia de la abuela

no es para quedarse,

es para continuar pariendo vidas

a pesar de tantas sangres sembradas

a lo largo de nuestro camino.

¡No es hora de rendirnos:

es el momento preciso de imponer

el vuelo del quetzal a lo largo

de las auténticas naciones de Abiayala!

TATA INTI

Padre fuego,

respuesta caliente de los guerreros de Lautaro,

de Kanek, de Colman, de Guaicaipuro,

de Nele Kantule, de Urraca, de Caupolicán...

Tata Inti, Tata Ankoré...

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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tu pueblo está cercado, invadido,

y herida su voz,

pero sigue con la cantimplora al cinto,

y su mochila a la espalda,

en la cara, ardiente signo de guerra.

Su resistencia

puede más que quinientas muertes juntas.

Aporreado y aturdido,

sabe arropar todavía tu implacable presencia,

y contigo recobra la fuerza de su canto soterrado.

Tata Inti, Tata Ngöbö,

el pueblo que maduraste año tras año,

y lo doblegaste sólo ante ti…

está dolido. Lo apedrean en la plaza,

pero, tampoco facilita victoria al enemigo.

Llegaron dioses blancos,

dioses de cal, ensimismados y celestiales,

devoradores de pueblos y naciones

y nos dijeron que tú eras subversivo,

mago, embaucador, anticristo...

Tata Inti, Tata Ewandan,

vuelve, Tata,

vuelve a nuestros plantíos,

vuelve y tuesta la mazorca y el cacao.

¡Exilia tú, ahora, a los dioses blancos,

quémalos, fuego divino!

Tata Inti, baja, Tata,

y dora nuestro maizal,

convoca a tus yatiris, a tus sukias,

a tus nokoes, a tus nergan... y

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estremece el pluriverso golpe a golpe.

¡Vamos a celebrar tu victoria de eterno milenio!

Baba, Nana, Padre y Madre de Abiayala,

¡limpia tu templo de dioses

que robaron nuestras tierras.

Dioses que, no contentos

con degollar a nuestros viejos,

¡sorben bestiales nuestra sangre!

¡Que suba el humo de cacao blanco,

de cacao rojo,

y la hoja de coca invada la sagrada ceremonia,

¡Tata Inti, Tata Inti!

PROPONGO UNA CANCION

Propongo una canción

al viento que trae el frío

de las lomas:

Mis abuelos saborearon

el sorbo embrionario de estas aguas,

y estas rocas de Abiayala

eran muy niñas todavía…

les soplaron sus primeras flautas,

les ofrendaron el polvo de sus huesos.

Mis abuelos dieron nombres a pedernales,

llanuras, ríos, colinas y arenales…

y fueron hermanos.

La luna joven los vio danzar juntos,

y, pegados al grito primario,

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compartieron carne de iguana.

Mis abuelos hollaron esta tierra aún virgen,

y sus pechos abrigaron celos de primeros amores,

y juraron ampararla hasta la muerte:

por eso, mis raíces

siguen pariendo hojas nuevas,

y aun extenuado sé olvidar de lágrimas;

y victimado, estoy seguro

de que estas aguas

y estas tierras son mías.

CUANDO OBSERVES…

Cuando observes a tu pequeño

remover la ceniza de tumbas viejas

con sus piececitos indecisos.

Cuando escuches a tu niña

tararear el arrullo que le cantó su madre,

al calor de su corazón lastimado.

Cuando oyes a tu nieto

preguntar por su abuelo lejano,

engañado y acongojado, a lo mejor.

Cuando tu hijita, la más pequeña de todas,

te grite:

¡Traidor, vendepatria, cobarde!,

no te irrites, hermano dule,

no te impacientes…

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una flor debe crecer en el vientre de Abiayala:

aquella flor que regaron los ancianos

con sangre propia.

Sonríe, y anima a tus hijos

a reventar el capullo de hijos nuevos,

llenos de patria pura.

¡Alégrate, que algo surge entre cenizas!

SON QUINIENTOS AÑOS

Quieren que cante a la raza latina,

y a la suerte de la lengua de Castilla.

Declaran que la historia

de Abiayala la han traído ellos,

chula de ojos verdes escondida en la Pinta.

Celebran haber plantado

muertos y heridos y robos en nuestras calles:

orondos, alzan la copa

porque llamaron descubrimiento al saqueo.

El dolor no me desalienta todavía,

y empuño palabras gunas,

retorcida la boca,

escupo asqueado:

¡Ustedes han asesinado a mis padres!

¡Esta tierra fue mía y… es mía!

¡Hijos de perra, tragatierras!

Hace 500 años, hermano, que arde Abiayala.

Comprueba la calentura de mamá;

las balas en el cuerpo de Ulcué Chocué;

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las armas que palpitan enteras

en la mochila mapuche;

las huellas secas

en la finca de mandioca

donde ultimaron al hermano xingú.

Toca la tristeza de prima totonaca,

y que te lo cuenten los niños huitotos...

Hace 500 años

que no duerme abuelita,

porque desaparecen nuestros tíos,

los torturan y asesinan.

Primero fueron sus perros,

hoy son ellos los que trinchan nuestra carne,

y su rabia infecta todo nuestro cuerpo.

Hace 500 años

que marcan la cara de mamá:

palpa la espada levantada contra el Cerro Colorado;

y oye el grito de Alto Bio Bio;

cuenta a los garimpeiros en los ríos yanomamis;

acoge y pasa a tus hijos los ayes de Panzós;

la soledad y la congoja de Potosí.

Hace 500 años

que nos venden baratijas,

y nos prohíben vivir…

nos atropellan

con sus morteros de noticias y propagandas.

Golpeados vivimos,

pero esos golpes

nos confirman que la vida,

¡esta vida, nos pertenece!

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Pero son también 500 años que,

alzados nuestros pueblos,

niegan a sus hijos reposo,

porque mamá debe ser defendida.

Aplaude, hermano, al mar embravecido

que se alzó en Ecuador.

Cuando

matan a uno, crecemos a millares;

cuando se hinca uno,

a millares nos levantamos.

Cuando

traiciona un hermano,

a millares morimos besando a Mamá;

cuando delata uno,

a millares ofrecemos entero el corazón;

cuando calla uno

porque le pagan bien,

somos a millares los que reclamamos justicia,

y preferimos hambre y muerte

antes que mamá encadenada…

¡Y son 500 años, no te olvides!

DIJERON QUE SOLO ELLOS VALIAN

Mi abuelo aimara sembró el cedro

y el caobo y el maguey,

los regó uno a uno,

día a día, codo a codo.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Mi tía chimila,

puso su olla al fogón,

y lo atizó leño a leño,

soplido a soplido, chispa a chispa.

Mi abuelo xinka

habló de los cuatro horizontes del mundo,

y Tata Inti nos dijo que Kai Pacha

era su reino y nuestro reino:

palmo a palmo, roca a roca.

Wanaisa, el supremo miskito,

padre nuestro de eternidad,

nos consagró y nos hizo inmortales.

Nadie lo ayudó, él lo hizo solo,

supremo hacedor de nubes y astros,

que recorre abismos y alturas.

Pero, unos que no debían venir,

nos invadieron un día, y no habían hecho nada,

nada podían hacer

porque todo estaba concluido.

Y dijeron que Wanaisa era tontería,

que Wiracocha era brujería,

que Itzan Na bebía sangre,

que Manitú era fantasía...

Entonces,

los abuelos se volvieron cerbatana y flecha,

volcán de puños,

y tomaron a la muerte por esposa.

Los forajidos declararon

que éramos rebeldes, subversivos,

satanases y brujos...

y desataron sus perros,

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y apagaron nuestra paz.

Sus dioses nos odiaron a dentelladas,

e impusieron el odio.

Pensamos que Wanaisa,

Wiracocha, Tata Inti… morían,

y que Kukulkán nos había abandonado;

que Baba y Nana se habían alejado de nuestros ríos.

Pero estaban allí, Baba y Nana,

resistiendo tercos

hasta que el negaduu se desintegre,

porque ellos lo crearon todo.

Arriba el pecho valiente,

y empezamos a gritar de nuevo:

¡Tata, Tata Wanaisa,

ven a tu reino, ven!

GUANANI

¿Dónde están tus hijos,

tía Guanani?

¿Dónde enterraron

a tu amado Hatuey?

Tía mía, te raparon

a mordiscos y picotazos

de zopilotes

y roedores de tierra ajena.

Hoy, a tus manchas de sangre

ponen hojitas verdes,

una rara flor en la mesa de mitrados.

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Te han vestido de campesina rica,

y te coronan de pobres

que quedaron sin casa,

porque una torre

vale más que miles de empobrecidos

y descartados,

porque vienen obispos,

porque viene la iglesia.

Han muerto mis primos, tus hijos,

los han devorado uno a uno las aves de rapiña,

y quizás, por eso, es más grande la fiesta.

Y me cuentan hoy,

que los pobres se manifiestan en ti,

pero los persiguen, todavía, aquellos canes

que soltaron los invasores

en nuestras calles.

Tía mía, aun seguimos vivos,

y Hatuey no se deja bautizar todavía,

y la voz de los siboneyes

nos subleva y nos traspasa

y nos hace semilla próxima a estallar.

No hemos concluido la lucha:

¡Tía, Guanani!

INDIO RESENTIDO

De cualquier manera,

arrastran sangrando a mi hermano,

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y no hay leyes que digan

que él no es de narcomafia,

ni tiene fondos de cocadólar,

ni lava dinero…

Contratan a mi hermano para trabajar

de sol a sol, porque pide menos,

cocina muy bien,

aguanta todo,

no pide que lo aseguren,

ni aumento de salarios,

ni grita en las plazas.

Tiene hambre y quiere trabajar,

y, ¡qué buen muchacho!

Denigran a mi querido pueblo

y mantienen que padece cólera

porque es "cuestión cultural",

porque le complace la diarrea,

porque es pueblo de brujos,

que no se organiza,

porque son poco menos que cerdos…

Fieras pasean por las minas de mi pueblo,

roen las entrañas de mi madre,

nos cercan con mentiras,

nos amargan la boca.

Dicen que lloverá plata y

en las calles de mi pueblo

levantarán burdeles,

y tendré a cuantas mujeres pueda aguantar…

Mercaderes, buhoneros, baratilleros

se disputan la carne de mi pueblo

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que es mi propia carne:

nos venden embustes en celofán,

politiquerías fritas y patacones de promesas,

insultos, risotadas y enchiladas…

Fusileros prueban su tino

con el cráneo de mi sobrino;

garimpeiros contaminan nuestros bosques y ríos,

nos rocían con ácido letal

para hacernos huir por la selva,

porque quieren nuestras tierras…

Todo parece normal, se callan las comisiones

de derechos humanos.

Resuello y grito que no quiero morir,

y…

me dicen: ¡indio resentido!

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1987 – DE LA TINAJA GUNA

Panamá, ed. C.E.U.S. 1987.

Contenido:

De la tinaja guna

Mis versos

Allí, junto al arroyo antiguo

Gunayala

Bendición sobre pueblos indígenas

Esos dos ojitos

Mis dos Américas niñas:

Mi Abiayala niña 1

Mi América niña 2

Este índio no se rinde

A los indígenas panameños

Y… Fue un doce de octubre

Ten por seguro

Que no se callen los viejos

Aún habrás de creer

Civiliza mi corazón, mamá

Gungidule

Allá en la selva

¿Ibua?

Contigo crece mi Gunayala

Yaigun el gran anciano

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DE LA TINAJA GUNA

De la tinaja guna,

refresco tatuajes

de mis primeros recuerdos...

De la tinaja guna,

me prohíbo reprimir el grito

de todo un pueblo abuelo

que subvierte tumbas,

yema salvaje de caña brava.

De la tinaja guna,

no sé cantar a la luna,

porque los gnomos

ya no se atienen a las sombras:

están comiendo niños

a pleno sol...

De la tinaja guna,

saco palabras mías,

algunas estrujadas,

otras libres, pero dolidas...

¡De la tinaja guna!

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MIS VERSOS

Llevo en mis versos

el rostro rebelde de mi pueblo,

y pegada como lapa su decisión

de contar con un mañana hijo propio.

Recojo mis versos de pechos nativos,

como se recoge el morral de un hermano caído,

y los balbuceo, tímido

con tristeza y esperanza húmedas.

De mis versos intento

una forma tan lisa y tan redonda

que no los aferre el enemigo.

Una forma tan armada y tan aguda

que no los resistan los labios

de quien pretenda utilizarlos

para socavar mi tierra…

Quiero de mi palabra,

arma del explotado,

chicha de maíz tierno

para mi hermano

que baja sudando descalzo por la colina,

y lima para su coa cansada...

Es mi pueblo, quien me afila palabras

que intentan llevar la ropa de la leña

que arde suave junto al amigo que reposa

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con su machete a la cintura,

su cantimplora y su cesta de semillas…

Y… mi pueblo, implacable guerrero,

ha quemado el miedo en su brasero

y he visto su ceniza tirada junto al mar.

ALLÍ, JUNTO AL ARROYO ANTIGUO

En la carne de la llama,

y en el lenguaje cálido del gunadule:

hallé chulo el porte de mi abuelo,

le ofrecí mi corazón obstinado,

y él lo arropó con su camisa de escopetero;

desde entonces, no ha faltado leña a mi fuego.

Dentro de mí,

trasiega atrevido, el vino del dolor

de tantos pueblos

que se ladean exprimidos

y no caen ni mueren.

Y…, me gruñen, ¡subversivo!

El vino se funde con la riada quahíba

y el awá puya mis ojos,

los muertos de Cauca pisan fuerte,

y se imponen con la picana

de tantos niños de Abiayala, triturados.

“Olvídate de lo que fue y no fue,

mira el futuro azul

que te hemos embalado”,

me dicen los gamonales…

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Pero, yo sé que aquella trocha,

la sola trocha que sale de mis abuelos

y pasa por la bronca presencia de muertes recientes,

es cuchilla bárbara,

imprescindible arma para liberarse,

fusta irreversible

para continuar la pelea.

No volveré al pasado,

no, no es posible ni lo deseo,

pero, allí al borde de arroyo antiguo,

allí en la cima de la colina

que me quitaron los terratenientes,

mi abuelo puso su nombre a puño limpio,

trenzó una doblada red para perpetuarse;

y allí el agua corre tersa y clara,

y el dule que la bebe,

puede tejer libre y abundante su proyecto.

De allí llama mi abuelo a sus nietos…,

deja que él saque la punta a mi flecha gastada.

GUNAYALA

Viene cantando ella, y sonríe

entre espigas nuevas del maizal.

¡Niña recién bañada,

oscuro sabdur por su cuerpo

y al dorso de su nariz

fino rayo de sombra arqueada!

Mi Gunayala viene cantando,

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se pasea saltando

por el cerro y el llano,

melodía de gavilán que baja en picada,

seduce el mar y revuela libre provocando las olas.

Nieta favorita de nergan nunca doblegados,

regalada de joyas y pecheras,

collar de musggwa y disggelamola.

¡Insurrecta hembra gunadule

que descansa

sobre la hierba abundante, ojos vivos!

Ella viene saltando

entre flautas dulces y sonajeros,

piropo joven de ibegamdur.

¡Palabra dura que subleva,

torta de maíz siempre a mano!

Cuando llame a tu puerta,

compañero gunadule,

que no te sorprenda envejecido,

ni llenes tú, de sólo sueños su cesta.

Dale honesto tu aplomo

y no la dejes marchar…

¡Haz de ella tu suerte y tu vida!

¡Mi Gunayala!

BENDICION SOBRE PUEBLOS INDIGENAS

¡Degii! – digan conmigo, pueblos agredidos,

oscuros talegos de esperanza,

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y repitan el eco, las mínimas gotas

de extensos lagos de Abiayala.

Que el brillo de inmenso Manitú

caiga sobre sus glorias y miserias

como caen los granos de maíz

a la punta de una coa hincada en tierra fértil.

Que nunca pierdan la capacidad de reconocer

el atajo viejo de combate y poderío,

aunque la agonía les acorrale virulenta.

Que les abunde la razón de resistir

y nada les haga retroceder,

ni la traba, ni el hambre, ni la muerte.

Que no les falte jamás el juicio

y la memoria pura de sus ancianos,

y perduren así, sus historias.

Que sepan ser hijos de Abiayala

con sus señoríos antiguos,

erguidos siempre y, sin rendirse.

Que nadie les pise como la hierba del camino

ni la compasión merodee sus riachuelos.

Que sus muertos se levanten pegados

a los mártires de la tierra

y nazcan, de su sangre, risa de niños,

abundancia de carne de mar y de monte.

Que sus hijos no acomoden las manos

a politiquerías de promesas-trampas

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ni sus vientres sufran caramelos de chantaje…

Que sus miradas sean tan evidentes

que liberen sus piraguas de toda imposición,

explotación y sumisión.

Que sus niños crezcan en la verdad y la justicia,

y que las sepan regar hasta sobre la arena,

la ceniza, los escombros.

Que recuerden, siempre, muy clara,

la manera de abrazar la tierra madre

y volver siempre a ella para vestirla mejor…

Que sus desgarros nos duelan a todos

hasta el llanto profundo, fecundo y total.

Que no se les escape demasiada confianza

en una flecha regalada

por más punta amiga parezca tener.

Que sus historias no pierdan el ardor del sol

que irrumpirá mañana, gavilla de nuevos colores.

Que sus tristezas no les postren

ni sus lomos soporten cargas de gente

de boca cerrada ante tanta lágrima.

Que Baba y Nana, el poderoso Tupá,

les regalen mucho amor para cobijar

a sus niños descartados,

con ganas de vivir y sonreír.

Que sus comunidades sean tan fecundas

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como el murmullo de las olas,

y la pujanza de los ríos.

Que los gritos de sus líderes sean tan pródigos

que no conozcan límites ni ante caricias políticas,

morteros, metrallas y ternuras.

Que cada hijo suyo acribillado forme una gruesa soga

capaz de sujetar sus esperanzas

cercanas a la liberación de los nietos de la luna.

Que sepan valorar a pueblos amigos,

marginados, olvidados, excluidos,

sufridos que buscan, también, manos desplegadas.

Que a pesar de sus dolores sepan arrimarse

a los hermanos, también, agotados

para que juntos puedan rescatar a mamá cautiva.

¡Nue degii!

ESOS DOS OJITOS

Un niño babeó agudo su dolor:

Vine aquí, dijo, con dos ojitos

y ya me robaron uno,

que no se me arrime más el buitre,

Dios mío, ni un buitre más.

Otro niño, de cerro más arriba,

gimoteó suave como el borde de una laguna:

Vine aquí con dos ojitos

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y qué difícil seguir con los dos,

cuando me niegan el color de las cosas

y me pintan la guerra

como mi legítima hermana,

el odio y la muerte…

A un tercero, el buitre

ya había bajado dos veces,

ojos torvos, abismo fosco,

musitando débil la cascarita de la sonrisa,

allá en la esquina de estropajos

donde llevan a niños molidos.

MIS DOS AMÉRICAS NIÑAS:

MI ABIAYALA NIÑA 1

Ella es Abiayala, bañada en sangre,

y sus saqueadores la llamaron América,

rebosada y erguida,

hecha marimba rebelde, capaz de esperar

entre matorrales, tugurios, favelas…

me refiero a ella,

a la morenita libre y salada

que me recuerda a su madre,

bella loba que dormía

con la tinaja puesta en el fogón

y sus manos aferrando cerbatana.

Mi Abiayala crece mojada de sangre

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a lo largo de los ríos,

de las selvas, de los barrios bajos.

Ella sabe que su madre

no quiso pintarse las uñas

porque quería recoger íntegra su rabia

de hembra nativa,

relincho puro en la estepa.

Vinieron aquellos mochileros y barbados,

golpearon a la niña, rifaron sus piernas

pero ella, hecha pedernal,

salió cerrando el puño

y tarareando su canto a la libertad.

Mi Abiayala, hija espléndida de bravos nativos,

sólo una lágrima para el hijo caído

y vuelta al barranco

porque la patria está ardiendo.

Mi niña Abiayala solidaria,

pegada al compañero que cojea sangrando,

airada la voz en una resistencia fecunda.

Esa Abiayala tierra y barrendera

que hinca la raíz de mañana,

grávida de danzas y sabor de miel;

poema reventado por el camino antiguo

resuelto a aupar la verdad

contra tanto esputo gringo y fondo monetario…

Mi Abiayala niña que se olvida

de comprar encajes y caramelos

y sabe de sangre ácida de la tierra

y, en el ojo negro de la noche,

prefiere palabras subversivas del abuelo.

Mi Abiayala niña pobre

que toma en brazos a su hermanita,

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la trepa a su cintura,

tambalean las dos,

camino de la loma

donde vivieron libres y enteros los ancianos.

Niña Abiayala, capaz de romper silencios

ante el crimen de los imperios;

esa Abiayala indígena,

aguijón y chuzo,

palabra justa, naja de alto riesgo

contra metrallas y lanzabombas

y malnacido pentágono…

No es de Pekín el filo de su navaja,

lleva el sabor añejo de la vida

y la historia de abuelos, nada mansos.

Mi Abiayala niña,

como aval, sus hijos golpeados,

tormenta que amenaza,

niña de alpargatas de cuero crudo

y un temporal en su corazón recio.

Ella es mi madre, nada sumisa,

miro en ella, aquella aborigen menuda y franca

que los invasores nunca lograron hacerla Malinche,

miro en ella, aquella chavala africana

que navegó frágil y pisada

con una robusta violencia en sus senos desatados,

y supo regar golpe a golpe

la flor del ébano que nació terrosa.

Miro en ella, la picardía campesina

que sabe invitar a sus gallinas

a calentar sus nidos;

o aquella mujer quebradiza

que mide en su carne la fiebre del hermano,

y ¡qué importa si la llaman terrorista…!

Ella está con el puño a punto de aturdir al asesino.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Mi Abiayala niña, contigo voy

y, yo sé que los Creadores meten su mano en nuestro plato…

Así conversan los hechos y no mienten.

MI AMÉRICA NIÑA 2

Sus propietarios la llaman Abiayala,

y sus secuestradores le dicen América.

Ella es de pocos años,

yo diría casi una niña,

semianalfabeta, manos tendidas,

una cestilla de verduras,

un tarrito de petróleo...

Libre e indomable dule fue su casta

y ella la prefiere ignorar…

yo la sorprendo extenuada,

cejillas postizas,

pintura de buhonería.

− ¡No tengo qué comer,

y no me va la chicha de tamarindo,

prefiero todo made in USA,

y no me hables de moral,

necesito palacios, joyas, carros,

sirvientas, pistolitas y soldaditos…, –dice la niña.

Ella es de pocos años,

yo diría casi una niña:

ha guindado su poncho nativo

y su cotona campesina,

ya no lleva la chácara al dorso,

viste jeans, tiene coches grandes,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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un rubio de galán...;

ella entra y sale de White House,

cholita exquisita...

y qué bien sabe que allí,

por los corredores,

hacen lengua sus amantes de sus tetillas sobadas.

Le dan poca cosa

por su ollita de kerosín

y su estaño y su cobre…

sus ojeras, ¡qué claritas se le ve!,

y el rubio quiere más y más…

Hijos suyos la han querido defender

pero, ella tiene mucho miedo

que se enfade su amante, y entonces,

el rubio rebuzna a la niña,

− ¡Di que son terroristas y antidemocráticos…!

y ella repite, ¡terroristas, terroristas!

¡Pobre, mi América, así no era su madre!

Ella es de pocos años,

yo diría casi una niña:

dice siempre yes a su rubio.

La pobrecita ha pedido mucho

y su deuda… la tengo que pagar yo,

pero de las tablas podridas

y olor a orín que me hereda,

¿cómo lo pago?

Y ella dice que su macho

es el mismísimo tacto democrático

pero, todos sabemos que el rubio

se alimenta de pobres y escupe esqueletos,

y su democracia huele a oligarcas,

a tragapueblos, a explotación,

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a miseria, a mierda;

y ante sus prepotentes vetos,

mi América niña dice O.K.

Entonces, la llamé ¡mi niña vieja!

Y ella tiene cansadas las piernas…

su amante yanqui manda balacear niños,

a saquear y exterminar…

y a eso,

él lo llama su seguridad de estado,

su interés humanitario,

y grita a mi niña vieja,

− ¡di que todo está bien!,

y ella se muerde los labios y dice ¡O. K!

El gringo bombardea a mis hermanos,

regala armas para matar a pueblos enteros,

atropella fronteras,

se mea en los derechos humanos,

reparte cien millones

para perforar cráneos de gente pobre…

y dice a la niña viejita:

− ¡Tú, di que esto es peace, peace!

− ¡O. K!, dice mi niña vieja, pero…

¡Cariño mío, ámame con tus dolarcitos!

¡América, América

vuelve a ser Abiayala

y recuerda a la gran abuela,

guapa lancera indígena

que subía la corriente

respirando ancha la libertad!

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ESTE INDIO NO SE RINDE

Este indio resiste y no da un paso atrás,

en su más helado despojo,

aprieta terco su dignidad,

lumbre y tea sobre Pachamana.

Es una hiedra atrevida que zurce su raíz

en la rajadura más íntima de la roca.

Este indio no se rinde,

− aunque, le digas indio,

le importa un bledo–

maldecido en las ciudades,

perseguido y maltratado de compasión,

rehusando, a veces, caramelos políticos

(si fallan algunos,

se enderezan otros más adheridos a su madre):

verifica su aljaba

y ya vendrán lluvias a su favor,

casi importa poco si tardan.

Este dule no se rinde, ni retrocede,

reducido a museo y sebo de anticuario,

recupera palabras y fustiga crónicas

con la única coraza

de su identidad nativa:

patrón legal de Abiayala.

Este indio no se rinde,

− tú insistes llamándole indio,

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y él no se inmuta–

con el brillo redoblado en las pupilas,

resiste, no se ablanda ni huye,

avienta su arco de voces,

deposita su geliggwayolina

despertando quemaduras de Atahualpa.

Sus ancianos no perdonan ambigüedades

y este indio no se rinde,

su historia se lo prohíbe.

Este dule no se rinde,

traza planes en la selva,

en las islas, en las serranías,

en las praderas, …

porque allí borbotó su vida.

A es este indio lo están cercando,

cercando y cercando,

royendo, royendo,

¡exclusión,

civilización, política,

compasión, integración…!

Pero,

si guarda silencio

es porque aún galopa tenaz la valentía

de su corazón íntegro, tierra sagrada.

¡No, no… no se rinde!

A LOS INDÍGENAS PANAMEÑOS

Donde nos lesionen con coca política

y nuestra gente arañe baratijas,

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pintaremos muros, inundaremos ríos,

saltaremos alambradas hasta tener

todas juntas nuestras manos, una y otra vez.

Donde hablen de nuestra resignación,

de nuestra paciencia en los platanales

y cañaverales y cafetales,

nos untaremos todos de jagua

para provocar el ardor de los viejos

que nunca quisieron morir aplastados;

cruzaremos caminos, no importa si largos,

y haremos ¡una camándula viva,

cuanto más golpeada más recia,

descaradamente irrompible!

De la noche punzante

nos quiere nacer un jaibaná

capaz de usar un bastón

para despejar el sol y, cantaremos

un canto nuevo a la madre liberada.

Pero… tenemos que hacerlo nacer,

tenemos que hacerlo nacer…

Y… FUE UN DOCE DE OCTUBRE

A Onmaggeddummagan

de Gunayala, máximas autoridades.

El dolor se recuesta

y travesea con los niños más pobres,

se afinca en nuestro pueblo

que resiste herido, y… no se inclina.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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¡No lo olvides, compañero,

nos han desollado casi por completo,

el doce de octubre aquel!

Despierta, hermano mío,

hermano de la selva y los ríos,

hermano de la pampa y la Patagonia,

Anishnabe de Kanatá y la embravecida Amazonía,

arquea tu grito y riégalo a lo largo

de todos los oídos,

clava tu furia junto a mamá desangrada,

sobrecogido en ella,

respirando su idéntica fiebre.

¡Vigila tu identidad,

que el guarapo del enemigo

no te robe el aplomo de continuar bregando!

Y fue un doce de octubre,

no lo olvides,

cuando dejaron a mamá delirando golpeada,

a papá, entumecido a mosquetazos

y mordido por los perros…

contempla los huesos en la hamaca raída,

tronchadas nuestras voces, semimuertas.

Nuestro pueblo salió empobrecido,

llorando sus hijos muertos,

irritados los ojos, indignado, ofendido de muerte:

Y… ¡fue un doce de octubre, no lo olvides!

Cuenta a tus hijos la noticia, y al hijo de tus hijos.

Los salteadores agitaron las manos

y aplaudieron los hijos de Europa,

reyes y legos, tonsurados y tatuados

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saquearon nuestra herencia:

Ankoré, Baba, Nana, Wiracocha, Ñamandu…

joyas, frutos de Pachamama.

Galeones llevaron nuestras minas

y nuestro Baba y Nana navegaron desarmados,

apresados, prisioneros de rateros y asesinos.

Y, ¡esa tierra madre me subleva el verso,

plantado en su pezón aprendo a no resignarme!

Un día vieron que papá resistía,

y contaba sus sueños de revuelta

y abría celadas

con su quena rota de bambú;

y vieron que mamá agonizaba

y con una pierna llagada

se imponía pariendo hijos para la guerra,

y nuestro pueblo,

a pesar de la noche en su contra,

podía endiablar aún la flecha

e invertir la historia.

Entonces,

los saqueadores robaron nuestras tierras

y se hicieron propietarios,

dijeron a nuestro pueblo

que debía trabajar para ellos,

y nació la encomienda…

Cercaron nuestra madre teñida en sangre,

exorcizaron nuestra gente

a salva del catecismo,

arrastraron y flagelaron a los ancianos

ante sus dioses que también invadían.

Y… ¡fue un doce de octubre, no lo olvides!

Luego, hermano estimado de Abiayala,

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esos canallas se atrevieron a firmar “día del indio”,

y a nosotros, lobeznos de madre malherida,

nos arrullaron como sus huerfanitos

y nos enseñaron a gritar:

¡Viva el doce de octubre!

y rechinaron en sus plazas

que nos regalaban “sus tierras” …

Y… el dolor se prolonga en nuestro rostro,

recorre nervios más hondos,

intima niños de pecho, arrasa aldeas...

¡Hermano mío, mamá vive dolida

y papá se mejora, lentamente,

nuestro pueblo sigue aguerrido,

y no perdona!

Gungidule de Abiayala,

levanta a tus hijos a la libertad combativa de los abuelos,

porque el mosquetón y el cañón y los perros

ahora, los ponen en latas y botellas,

en telas de color y promesas y limosnas

y puestos políticos, engaños y traiciones,

y mamá tiene quemadas las manos,

pero, ya Cémaco no se asusta del humo,

¡y no permitiremos una nueva Santa María la Antigua...!

Rebota al viento la canción y

libera la única historia de los viejos,

y que el sol nos acompañe

en la interminable fatiga de amparar la vida,

y el primado húmedo

de nuestra sangre siempre joven.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

114

TEN POR SEGURO

Toma la coa, hiéndela fuerte,

revienta la tierra,

deja el grano,

apriétalo con la punta de tu pie

y, brotará torturado

sangrando mazorca limpia.

Cuando más muerto el grano

más tierno rasga la tierra…

Arrancas de cuajo la cepa de otoe,

la apiñas en tu mochila,

la entierras donde quieras

y, la verás entera, palpitando fresquita

entre las piernas de la madre tierra.

Hacheas el almendro, cae la mollizna

y con sus muñones bien maltrechos

irrumpe arrastrado por la misma vida.

Fíjate en el mangle vecino

que bajo lluvia de hachas y machetes

sabe seguir acurrucando huevos a los peces…

Marginas al dueño de esta tierra,

lo divides en propiedades de partidos políticos,

lo pliegas con promesas y limosnas:

¡Dude, de esa tu victoria!,

porque si calla, queda aún total su alambrada

y lo verás hecha faca enardecida,

sonreír encarnado

en el vigor de tantos pueblos escupidos.

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115

Le quitas trabajo

porque no es de tu partido,

lo denigras, pero…

ten por seguro que detrás

queda toda una turba en revuelta:

un pueblo ofendido

es enjambre y tintineo de corales…

Viene pobre, oprimido,

drogado de consumismo, desalado

y, le pagas una mierda,

lo explotas, lo esclavizas

y subes tu capital a costa de su hambre,

pero,

ten por seguro

que, nada se esconde impune

cuando el pueblo se sabe engañado.

Surgirá un poeta curtido de pueblo y,

arrollándote con su palabra caliente

será astilla y preludio de Dad Ibe

por desamarrarse.

No le digas terrorista,

porque el vendrá aturdido

del dolor de su pueblo,

empapado su cuerpo de sudor.

Pero, sabrá proclamar

que no hay una noche tan oscura

capaz de reprimir la ira de la semilla.

Y una noche excesiva trae consigo

un sol despejado y perfecto

que busca interminable el sabor de la vida

y no sabe ablandarse…

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QUE NO SE CALLEN LOS VIEJOS

Que no se callen los viejos

desde adentro de la tierra,

que no se callen…

Que nos mantengan empinados,

porque el niño que crece

con palabras precisas,

y junto a su hamaca,

la flecha de abuelo combatiente,

no será fácil someterlo…

¡Sabrá volver, una y otra vez,

tensar los arcos,

a tiempo justo e inesperadamente.

AÚN HABRÁS DE CREER

Pueblo mío,

cuando tus hijos ya no quieran avivar

el brasero al agacharse el sol;

y tus niñas rehúsen

el paso de jagua por su cuerpo…

Cuando tus nietos quiebren palo a palo

la techumbre que levantó el sublime Nele.

Cuando tus saglagan, ancianos y arqueados

ya no puedan bajar la hamaca de iddogunnega.

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117

Cuando tus hijos prefieran

una propina fácil a su dignidad de oro;

cuando tus cantores se callen

y el donaibe no responda a su nele:

Pueblo mío querido, no pierdas la sonrisa

y no dudes de aguardar un día a tu favor,

porque aún no te habrán vencido.

Bastará un solo poema rasgado

entre los labios de tu niño,

y con él habrás de creer.

¡Que la esperanza no te postre

ni te sorprenda nadie con ojos caídos

mendigando caricias!

Mantén erguido tu dorso,

ardiente tu lucha

y espera que a la segunda

o la tercera vuelta de la luna

te nazca un hijo

capaz de retomar la profundidad de tu ley,

capaz de atajar tu gesto total.

No lo dudes, pueblo querido,

tu niño vendrá con ganas de arrojarse,

profundo mar de fuego

sobre infamias y traiciones.

¡Gente pegada al dolor de mi pueblo,

ten fuerte la fe:

ya gesticula mi madre

y sus piernas están floreciendo!

Los hechos no quieren mentir.

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CIVILIZA MI CORAZÓN, MAMÁ

Vengo muy pobre, mamá,

recoge mi hatillo de ropa sudada

y mira que no queda nada en la calabaza

de la chicha fresca

que llevó tu adolescente algunas lunas atrás.

Heme aquí, mamá,

tu pequeño cazador apiñando lanzas,

desamado y estremecido,

con una hamaca proletaria mal enrollada.

Vengo lastimado, mamá,

he mamado los pechos de Gweloyai

y entre tanta arma ajena

perdí hasta mi nombre

y tú sabes que así no se combate:

no soy más que un niño que se despierta

sin su cayuquito de balsa…

Mamá, llego a casa arrastrándome,

con esta corbata, vengo dolido,

con estos mocasines de moda, vengo dolido,

con este cuerpo levantado estoy sangrando,

con este rostro nuevo, estoy sangrando…

Soy tu cervatillo, –campesina gunadule–,

llévame al cayuco de gajos de aggebirwala,

atiza el fuego de sigwanala

y pon en él, un puñado de cacao rojo,

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como te lo prescriba el inaduledi.

Repíteme tus mejores relatos,

háblame del río vidrio de Dad Ibe,

aplaca la ira del caimán en mis adentros,

y revuelve la jagua de la totuma,

el aggwanusa, la hierbabuena, la raicilla...

¡Enséñame a paladear de nuevo la historia antigua!

Mamá, muy dentro de mí, muere tu venadito,

pero aún respira,

descalzo y apenas cubierto,

pantaloncillo mal cosido.

Él impone tu nombre,

pero, perdió su olor de hierbabuena,

recuerda llorando, a veces,

que ibas por agua, camino de manglares,

allá donde están nuestros muertos,

allá donde sembramos al abuelito un día.

Refréscame con esas aguas,

y de la vieja arcilla

amasa una imagen guna

para que palpite,

sin arrugas, la verdad en mí,

y me invada Ibelele con su rito extremo.

Mamá, susúrrame palabras que perdonan,

vuelve a civilizar este corazón mío

y haz de él una barricada

porque alguien debe quedar en casa:

ya suena estridente el tambor de la escuela

y han callado tu swara, tu gogge, tu gangi.

Mujer, déjame volver a la familia grande,

a seguir la danza de gallinazo; y

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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que vuelva a mascar la carne negra de usuyae,

que vuelva a trenzar la soga dura

de la gran hamaca,

que vuelva a estrechar mi aullido

de chicha negra.

¡Salva a tu venadito, mujer gunadule!

GUNGIDULE

Pueblo gungi, nervio del trópico,

conservo tu llanto entre el límite

de mi violencia y mi esperanza.

Tus ojos endurecidos me pesan y me doblan,

y apuntan una tristeza osada,

puma joven por el caminillo del caserío.

Gungidule, hombre entero,

confiere a tus hijos la bravura

y cultiva en nosotros la fe

de continuar unidos tejiendo una red,

cáscara segura de tatú,

vigía de tierra niña.

¡Tú nos enseñas la lección

de la arriera embrutecida y golpeada

que, salta viva y toma de nuevo su carga,

opaca y renca, siempre queriendo vivir!

Pueblo mío,

tu quinqué aún no se apaga,

su flama no titila ni humea:

Bastará un solo nele

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capaz de dialogar con tu pasado;

un solo niño

capaz de preguntar

por Nugelipe, Colman o Urraca…;

bastará una sola mujer

capaz de parir una pértiga inflexible;

un solo nombre gunadule

que un niño lo recoja llorando entre sus canicas.

¡Pueblo mío, tu voz no se reprime

porque quema!

ALLÁ EN LA SELVA

Allá en la pulpa de la selva,

en la costa amarga de las islas,

en la intimidad de los llanos:

se atenúa el pacto de silencio

y la mejilla de Abiayala pierde sangre.

Niños, apenas destetados gatean

entre macanos y caobos,

se defienden desnudos, creciendo

con la espina de la ortiga en mano.

El enemigo no reposa,

sorbe satánico, sangre dule,

tierra dule y… gruñe despiadado:

¡Integración,

derecho indio, pobres indios…!,

el enemigo sabe que el indio

no deja tan fácilmente

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que le quiten su guaca.

Lo han intentado por siglos

y no lo han podido.

Olodebiliginya, Tupac Katari,

Manco Capac, Caupolicán, Olonibiginya,

jovencitos cuchillos,

vadean el agua

y estrenan nuevos alaridos de insurgencia

en el corazón de indios libres,

(y… no les importa si los sigues llamando indio)

y crepita la hoguera en tumbas añejas,

porque mi gente sabe

de dónde le nace el sabor de su derecho...

Mi gente está dispuesta

a continuar combativa

y no hace falta maniobra roja,

ni consejos gringos, ni cábalas brujas…

Basta ese sentimiento maduro

de proseguir la vida,

esa talega sufrida,

esa panocha en su punto

y la historia golpeada justamente a su puerta.

¿IBUA?

¡Intégrate, indio, intégrate!

¿Ibua?

¡Civilízate, indio, sé alguien,

ven e incorpórate a esta maravilla!

¿Ibua?

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¡Civiliza de tu flecha su punta salvaje,

tu macana, tu paruma, tu guayuco...!

Corre a la ciudad,

y deja de ser salvaje:

Que zumben las maldiciones

y los porrazos huelan a indio,

tugurios, prostíbulos,

cárceles y manicomios.

¡Civilízate, indio, civilízate!

¿Ibua?

Que se tuerzan mil bocas para protestar,

mil putas y mil niños de nadie

hechos morteros y napalm.

¡Civilízate, indio, civilízate!,

vete a tumbarte en una esquina,

simula parálisis, tisis, ceguera

y que la buena gente se santigüe

y que caiga a tu cuenco gajitos de roña.

¡Intégrate, indio, intégrate!,

baja de la selva, sal de los ríos,

de las islas, de los llanos,

(y cómo saboreo esas islas, esas selvas, mmm)

mendiga trabajo que no hay, llena cantinas,

limpia vómitos, e inodoros de tus gamonales,

ponte zoclos y lleva televisores

aunque te pudras de hambre.

¡Consume, indio, consume!

¡Reniega de tus padres,

de tus ritos, de tu tierra madre,

y llama “papá” a quien te subaste al mejor postor,

y te divide y te domeña como su animal de carga...!

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Hermano querido, experto bejuquero,

papá fue un apuesto y corajudo arquero

y los abuelos, guerreros de pies a cabeza...:

¡Recuérdalos!

detén tu piragua allí,

allí donde esos viejos dejaron el tinajón

y sin extinguir el tizón;

allí, junto al diminuto arroyo

donde conversó papá con Gegebyai:

conversa allí, con el eterno Ñamandú,

con el poderoso Ngöbo,

con el brillante Ankoré...

¡Civilización!

¿Ibua?

¡Compañero de la nueva historia,

cargador de pueblo erguido!,

endereza tu lomo y yergue tu cabeza,

otea las huellas que van muriendo

en el ruido del río, en el calor de la noche.

Civilización es la dignidad valiente

que hilvanaron los abuelos

a lo largo de los siglos

en una resistencia ardiente.

Es el corazón rojo de vida

que celebra nuestra gente,

gustando los ritos de la abuela que no muere.

Es la sangre de nuestros héroes,

patria achiote siempre vigilante,

el orgullo que te florece,

libre hijo de Baba Grande...

Son tus fincas y el pan horneado

al calor de tu frente...

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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¿Civilización?

¿Ibua?

¿Identificarte a quién?, y… ¿por qué?

¿Qué hermano modelo es ése

y cuál, su ley de convivencia?

¡Indio, hermano, siempre sitiado, desvivido

y nunca rendido,

tiroteado y mil veces renacido,

carne violenta de Ulcué Chocué,

Sepé, Igwaibiliginya!

Dueño de Abiayala,

cercado de terratenientes, silencio arrecho,

compañero siempre victimado, semilla a punto...,

saluda al waga y hazte su amigo, hermano,

pero,

con tu brazo guna,

con tus ojos paeces,

con tu memoria guaraya,

con tu historia mundurucú...

con tu dignidad a rojo intenso.

Mira la tierra que huellas,

y vuelve un grito con ella,

no concluye la jornada,

entrega a tus hijos la fuerza y la insistencia,

la luz y el arco,

la vida y la ufanía de los mártires:

¡Clava la verdad en ellos

hasta hacerla su propia sangre,

hermano mío!

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CONTIGO CRECE MI GUNAYALA

A todos los grupos agrícolas

de Gunayala.

Estirado el nervio,

encorvado el cuerpo,

apretando el puño

y encendido el machete:

se está alzando mi Gunayala.

¡Ten cuidado, viene zumbando

una violenta manotada de palabras rebeldes!

Detrás de cada semilla que entierras,

detrás de cada pena cuando tarda la lluvia,

detrás de cada punzada de zancudo,

detrás de cada grado de sol fundido en tu carne:

¡Se alza, dolorosamente, mi patria,

balbucea lentamente Gunayala

y escribe su nombre ritual y despacio!

¡Hermano mío, sembrador de patria!,

hermano que sabes de la teta nervuda de la tierra

y nutres al niño que crece decidido

con el rigor dule en sus ojos duros!

¡Hermano mío, quemado, tenso y combativo:

eres tú, quien recoge trazo a trazo

la imagen de Nana Gabayai;

eres tú, quien deletrea amor a Gunayala

liberándola desde un cerro a otro,

desde una quebrada a una copa de isberwala...!

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Algunos arrastran a Gunayala

y la visten de harapos;

otros la empujan a pedir centavos

a los turistas que pasan,

o exigen que dance ella al ritmo

de promesas baratas, slogans,

partidos políticos, limosna ácida:

división, odio, vómito contra sí.

¡¡Grita tú, hermano mío,

que la patria no se vende!!

¡Desata tú, la voz con la coa alzada:

que la patria no de divide!

¡¡Sudado,

con ropa remendada y percudida,

y la espina que no te deja mover;

raja tú, la voz, que la patria

no se somete a ningún partido!!

¡¡Con la cepa de plátano sepulta,

desvelado, y garrapatas en la axila,

vocifera tú, amigo hermano,

que la patria es libre cuando sus hijos

no se dejan comprar por nada y de nadie

hasta morir vertical como el igwawala;

cuando la tierra surge fecunda

vestida de maíz;

y el zapallo y el otoe y la caña

se aprietan en cada choza!!

¡Contigo va creciendo mi Gunayala!

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YAIGUN, EL GRAN ANCIANO

Yaigun defendió su milpa

y de su palabra floreció la menta morada.

El anciano no fue torpe

ni se dejó torcer:

no quiere “civilizarse”, dijeron unos,

es un “conservador”, ronzaron otros.

Y mi viejo se opuso a morir

como una rana, ambigua y pisada.

Calló, y comprendí entonces que el coraje,

de quien sabe dominar,

estaba hecho de silencios precisos

que conciben dilatar los pechos,

amor sesudo a la tierra.

Yaigun, abuelo con barbilla al amanecer

a orillas de Sugandi,

nadie te recuerda con ramo de flores.

Tampoco te importa mucho,

¡todo tu cuerpo fue cacao y albahaca!

Tus nietos dicen tu nombre a voces

y comienzas a llamarnos en herencia.

Tu cayado de pescador

y tallador de cayucos

queda íntimo y salpica libertad.

Oímos tu grito desde Siana a Gusebgandub,

desde Usddinagga a Ogobsuggun:

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

129

suave rumor de agua serena

de quien entiende de amor,

manos de padre que cultiva

grano a grano, surco a surco,

palmo a palmo, choza a choza

rostros fuertes, brazos libres

para aferrar la patria.

¡Abuelo nunca muerto!

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130

2018… DODDOGANGA

Poemas para niños en dulegaya y español. Panamá, ed. C.E.U.S.

Contenido:

Waggudar

¡Baba, anga be nudsu sobe!

¡Nogagobeyeee!

¡An ai, gole aminama!

¡Gammi, gammi, gammi!

A mi grande nele

Nanaye se gollege

We an yala

¡An ai!

Siggwi guggude

Babagan gwissigusa

Dada massidola

Dada naggwiali

Esta isla pequeñita

Mi abuelito revolucionario

El sol

Cuando llora tu amiguito

Esta tierra

Olodule

Mamá tierra

Bannaba

Despierta niño

Suspira mamá tierra

El mar

Quiero cantar contigo

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

131

WAGGUDAR

Waggudar,

bogdule golo onaggwiali:

an baba e agganse assade,

e esa nugalase...

An nana, agbirnaigusa

madun nogaga,

nega dulagwale:

¡We sunnasogedi!

¡Anmar dule wegi dae!

¡Wegi babagan nega aggwide!

¡Wegi muugan nega gannonagude!

¡An Yala!

¡BABA, ANGA BE NUDSU SOBE!

Baba, anga be nudsu sobe,

inniggigwa, ise esgi siggale.

¡Wingwa, bega an amio

e ibyaga!

Baba, anga be nudsu sobe,

gunadulemor yoi,

e nag sabdurgi magagwale.

An gassi uluba na ogwissega;

sedogusale na siagwagi oaega.

An nudsu anga sogoe:

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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ibiga be wile iddoge,

ibu be dobe,

igi nuga, waga an dubbu egisnaidi...

¡Baba, anga be nudsu sobe!

¡NOGA BE GOBEYEEE!

¡Noga be gobeyeeeeee!

An Yala gormagge,

an Yala namagge,

an Yala uurmagge,

an Yala golenai,

an Yala gwilegwissi,

gwilenai, gwilemai:

¡Noga gobe,

noga be gobeyeeeeee!

¡E, e, e, e, eeeeeeeee!

¡U, u, u, u, uuuuuuuuuu!

Nue gwilemalo,

nue siggirmaggemalo,

nue sindimaggemalo,

nue bibbirmaggemalo…

¡Wedi anmar gadi!

Anmar burba:

¡Nogagobe, nogagobe,

u, u, u, u, uuuuuuuu!

¡Iddomar an do!

¡Noga be gobeyeeeeeee!

¡E, e, e, e, eeeeeeeee!

¡U, u, u, uuuuuuuu, u!

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

133

¡AN AI, GOLE AMINAMA!

¡An ai, gole aminama!

Aggwa urba,

udurun urba,

ogobugga urba.

¿An ai, gole aminama?

Bissu soega,

uasiggwi soega,

dugu soega.

Gole aminama, ¿an ai?

¡GAMMI, GAMMI, GAMMI!

An dule, urbibbigi danisundo,

an dule gammi, gammi, gammi,

an urbibbi diimooodo:

an dule dii mie, mie, mie.

Ai demar nue urwedde,

ummm, ummm, rum, rum, rum…

an gindi obinedsadde.

an dule, gammi, gammi, gammi:

¡ah, ah, ah, ah, ah,

demar daoooooo,

yeerdo, an urbibbi!

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A MI GRANDE NELE

¡Gracias, Nele Kantule,

muchas gracias…!

dicen que te fuiste

allá arriba, allá lejos

allá…

y dicen mal, muy mal.

Tú estás aquí,

vivo todavía:

tu palabra está creciendo,

un árbol duro de hojas verdes,

¡Gracias, Nele Kantule de mi Gunayala!

¡Yo soy tu pequeña semilla, mi Nele!

NANAYE SE GOLLEGE

Dada naggwiali,

nega yolagude.

Muubilliganba

ulu yaggumagde:

we an Nabgwana.

We, anmar nana,

e molagan

muubilliba ibyenaigusa:

¡We anmar nabba!

¡Nana nunis ibedi,

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135

Nana dule aggwed wisidi,

E nugguse bela dule baddemai,

aase obunnolemai!

¡Nana sunnadi!

WE AN YALA

We yala, an yala,

nue an gadigwa,

an gadsunnadi.

An dadagan,

we yala amisadi,

gi daniggidi,

gi dulagusadi,

na e ablisgi bagsadi,

na e ablisgi ogsadi,

na e ablisgi enugsabalidi.

An muugan gi namagsadi,

bin ulusadi,

na aabina burgwenagude,

gi nagbigusad e yala.

An yala,

An Yalasunnadi:

¡Gege ibmar uglegedi!

¡Gege sabsur salegedi!

¡Ubsangi anwagwale selegedi!

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

136

¡AN AI!

¿An ai, mango manama?

Yog uasoar,

yog suggaar…

¿An ai, be ur nigga?

¡An ur dogdar bibbigwa!

¡Gwen baisur!

Gude anmar:

Gammi, gammi, gammi…

¡Yuuu, Yuuu, yuuuuuu!

SIGGWI GUGGUDE

Guggude, guggude,

siggwi guggude,

wegi sii naggwide,

wegi sii guggude.

Siggwi anmar gwenaddi:

Bomoga, wile iddomoga,

melle be bareginne,

na mimmiganga mas amidi.

Aaga guggude,

siggwi guggude.

Wegi sii guggude.

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BABAGAN GWISSIGUSA

Babagan gwissigusa,

babagan gingiwalaga maddarmaali,

magebmola yosa,

maddarmaali,

wagar ginnosa,

maddarmaali:

We Yalabina,

we Yalabina,

maddarmaali.

Nue ebinsao,

gi be nue gabdagbalo.

Melle be odugguo,

Be ayaga be nuegwa sogo,

igi we Yala amilenagude:

Muugan ibya odagsad,

muugan dadganbo

magebmola yosad...

We, ablis yala,

ablisgi ise obagwale nagusa.

¡Gunayala, Ablisyala!

DADA MASSIDOLA

Massidola,

dillagurgina sisa.

Massidola,

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138

wagala ginnosa.

Massidola,

swida oyosa,

bela dubaledubale.

Be dagge,

nue be dagge:

dobesuli naggwide,

dobesuli ibyenai.

Massidola,

bela gunwalegunwale…

Dad Ibe naggwide,

Dad Ibe ibmar dibyenai,

bela dulaledulale,

nega gannoenai,

nega ginnoenai.

¡Be gwisgue,

massidola, bese golenai,

bese golenagusa…

¡Anbali bioye, anbali bioye!

DADA NAGGWIALI

Dada muubilli ginnoali,

muubilli duumaggali,

muubilli magedani,

bela soolesoole,

ibyaleibyale, daggarmaggedani…

Melle, gassigi be edarbo,

melle, obsasuli be edarbo,

melle, wiedigi be edarbo.

Muugan wegii namagge,

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dadagan wegii sunmagge:

dadasagla, esa gani, be abidaggo,

dadasagla, sigu gani, be abidaggo.

¡Weyob, muugan an odurdagge!

ESTA ISLA PEQUEÑITA

Esta isla pequeñita,

tan alegre y tan gunita...

yo la quiero:

aquí vivió Colman

y crece su semilla,

crece y crece y crece,

y grande, grande, se hace.

¡Yo cuido mi tierra!

MI ABUELITO REVOLUCIONARIO

Mi abuelito

se puso la camisa roja.

Mi abuelito dijo ¡No!,

cuando lo pisaron:

plas, plas, plas,

¡Mi abuelito tomó la escopeta,

mi abuelito se pintó la cara!

¡Gracias abuelito,

porque puedo decir:

¡Adelante, Gunayala mía!

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EL SOL

El sol, el mar,

el mundo todo:

y yo,

y soy una gota de agua,

para hacer el mundo bonito,

niños que vivan sin miedo,

el sol, el mar:

Que nadie se muera de hambre,

que todos puedan llenar

la boquita de risas.

¡El sol, el mar,

el mundo todo!

CUANDO LLORA TU AMIGUITO

Cuando llora tu amiguito,

pregúntale ¿por qué?

Cuando ríe tu amiguito,

ríe tú también con él.

Cuando canta tu amiguito,

canten juntos:

niñitos,

canten a la vida y al amor.

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ESTA TIERRA

Esta tierra es mi tierra,

esta tierra es tu tierra:

ella es nuestra mamá.

¡Hermanito dule!

Cuando seas grande,

no la vendas,

yo sí me pondré el pantalón largo

para usar una voz madura,

y gritaré

y ya no seré un niño:

¡Seré una mano,

una mano agarrada de Gunayala!

OLODULE

¿Quién soy yo?

Pequeño cóndor

que aprende a volar.

¿Quién soy yo?

gunadule chiquitín,

machete, semilla y coa.

¡Pequeño sol al amanecer!

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142

¿Quién soy yo?

Dueño de sagrado nombre:

¡Gungidule!

MAMÁ TIERRA

Mamá tierra abre su cofre a la rosa,

y la viste bonita.

Mamá tierra pone la iguana en alta rama

para que el plomo no la toque.

Mamá tierra besa el sol,

se ocultan y se guiñan los ojos,

la lluvia baña, entonces,

los sueños más bonitos de mamá tierra.

El río, su hijo preferido,

canta entre piedras y peñas

y baja clarita el agua.

Yo, la he visto llorar,

llora mamá tierra,

llora porque sus hijos la hieren.

La gente dice que ella se pone brava:

¡Ciegos, que la están enfermando…!

¡No la maten, ella es mi mamá! ¡No la maten!

BANNABA

Mi abuelito,

duro labrador,

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143

dueño de ríos

y cerros de Abiayala,

se encontró, un día,

con barbudos mochileros,

que respiraban oro,

apestaban oro, soñaban oro,

y morían besando el metal...

y… con desprecio,

preguntaron a mi abuelito:

¿De dónde vienes, indio?

Mi abuelo levantó la mano,

señaló sus propiedades:

maizales, yucales y cacaotales;

de allá…,

de allá,

de allá dónde se pierde la llanura,

de allá le…jos.

¡Bannaba, bannaba, bannaba an dani!

Respondió mi abuelito a los mochileros.

Ahhh, banana, banama,

bannama, Pannamba…,

deletrearon los peludos iletrados,

y me dicen que así nació Panamá,

porque hicieron más caso

a una pésima dicción

de mochileros invasores,

que, a los mismos dueños del sublime dulegaya.

Digan conmigo peludos mochileros:

Bannaba, bannaba, bannaba…

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144

DESPIERTA NIÑO

Despierta niño,

y pega tus oídos a las piedras del río,

a la arena de las playas,

al suspiro de la brisa

cuando cae la tarde.

Escribe lo que te cantan

esas criaturas hermanas.

Dí que sí,

di que harás de sus canciones,

un clamor hermano

que cambie las aguas de los ríos,

que aliente arroyos cansados y enterrados,

y no los deje suspirar ni morir.

Párate firme, niño querido,

entre el suspiro silencioso

y la vida violentada.

SUSPIRA MI MAMÁ TIERRA

Suspira mi mamá tierra,

porque sus hijos la golpean.

Bañan a mi madre con fuego y ácido…

La están desolando,

ella tiembla de fiebre.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

145

¡No la maten, ella es mi mamá!

¡No la maten!

¡Déjenla viva!

Que me arrulle con sus mares,

que me brinde su totuma de agua fresca,

que me cante con los pajaritos del valle.

que me pinte el cuerpo con su jagua,

y unte mi cara de achiote,

que me bese con el sol, su hermano,

que me sonría con la brisa…

¡Mi Mamá tierra!

EL MAR

El mar, bailarín,

brinca y salpica;

boca blanca de espumas,

bailotea con delfines a la luna chica

y a la luna grande.

Salta y brinca, brinca y salta,

no lo ensucies, hermanito,

no lo ensucies.

Es nuestra hamaca

y nuestra choza.

Allí nacemos,

allí dormimos,

allí comemos…

No lo ensucies.

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146

QUIERO CANTAR CONTIGO

Quiero cantar contigo,

abuelito querido,

abuelito mío,

hijo de Gwadule que no sabe huir.

Abuelito y padre:

Quiero cantar contigo a la luna manchada,

a la sardina y a la tortuga.

Quiero cantar contigo,

y provocar la lluvia

para los plantíos,

y rescatar mi alma perdida,

quiero cantar contigo

bajo la luna partida

y bajo la luna entera,

bajo el silencio de la noche.

Cantar y cantar contigo.

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147

1979 – DESDE EL SILENCIO INDIO

Panamá. Serie: cultura indígena panameña, ed. Fe y alegría

Contenido:

Desde el silencio indio

Vive mi abuelo

Él va a venir

¡Mantente humano!

Tú saldrás resoplando

Dulebander

¡Muchachitos indios!

Con sus ojos niños

¡Este niño pobre!

Madre gunadule

El silencio y las cosas

Busco un rostro

Melodía de pobres

Amigo que perdiste los arcos

Cuanta cosa aun por decirte

Tinaja boca arriba

Que vuelvan los ancianos

Poder inicial

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

148

DESDE EL SILENCIO INDIO

Desde el silencio indio,

alguien esconde un rostro;

desde el silencio indio,

se detiene golpeado un niño;

desde el silencio indio,

muero vertical y frío;

desde el silencio indio,

recoge mi hermano

la última tira de su guayaca.

(Y desde el silencio indio,

me olvido de cantar a la luna).

Desde el silencio indio,

reclamo mi nombre

y la coca ya no amortigua la herida;

desde le silencio indio,

el tazón de barro humea

y conversa Ankoré a media voz.

Desde el silencio indio,

Ponca y Careta no se rinden,

Nele Kantule endereza su brío

y corean a lo largo de río Bayano.

Desde el silencio indio,

baja despeinada la ngäbe de Cerro Colorado

y Urraca desentierra su furia:

la justicia nunca ha muerto hincada,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

149

la están hiriendo

a la puerta de los empobrecidos.

Desde el silencio indio,

balbucea la tierra y, …

¡pronto va a morir

este silencio indio!

VIVE MI ABUELO

No ha muerto mi abuelo,

lo sembraron con la cabeza al oriente.

Helo aquí, de pie:

Un obelisco de piel desnuda,

raza irrepetiblemente virgen,

chulo de ojos negros.

En su rama galopa mi esperanza chiquilla,

Por eso,

no me asusta la sangre

y tengo teñida de mageb la risa.

¡ÉL VA A VENIR!

¡Me dicen que ya está llegando!

y quiero aupar al pequeño viajero:

Punta de cerbatana, pértiga

y machete de bambú.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

150

Vendrá remedando el corte oblicuo

de la caña en el pantano,

sintiendo

y cascándose contra el grito

de la hierba doblemente pisada de Abiayala.

Vendrá recogiendo los pocos clavos

que quedan de la esperanza

caída sobre tantas mañanas vacías…

Él vendrá,

miraremos al viajero

y empezará a saltar ennegrecida la sangre,

y… ¡el silencio habrá concluido!

¡MANTENTE HUMANO! ¡Hermano mío, no te retrocedas,

mantente humano hasta la muerte!

Cuando te coloquen junto a la choza

y el turista pida que te quites la pampanilla

para que todo quede primitivo

y la foto dé impacto...

Cuando te acuclillen

asando ratones de agua

y el director de cine

te reclame sonrisas

para que la gente “culta”

sueñe con vampiros

después de la proyección...

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

151

Cuando te anuden la corbata al cuello

y aparezca un “redentor” exigiéndote

que lleves camisa de colores

y su sello a la espalda,

y diga que él te ha recogido

entre fango y nido de moscas…

Cuando creas encontrar gran “civilización”

apisonando a la tuya

y te exhiban por las calles

y te vistan de frac

y hablen de tu mansedumbre…

Cuando te prometan transformar tus ríos

en camándulas de murano: …

¡Compañero indio!

¡Despierta y desconfía!

¡¡Desconfía!!

¡¡¡Desconfía!!!

¡No pidas camisa usada,

ni caramelos,

ni centavos, ni misericordias!

¡Exige justicia!

¡Toma el puñado de tierra que pisas

y haz con él la muerte y la vida!

¡Alza tu pecho duro

y aguanta hasta el final!

¡No concluye la lucha

y extiende tu poderío antiguo!

¡¡¡Por abajo, compañero, redobla tu furia,

mantente humano hasta después de la muerte!!!

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

152

TÚ SALDRÁS RESOPLANDO A mis hermanos indígenas de Abiayala.

Aunque usurpen tus muertos

y te encojan los huesos de tanta promesa:

tú saldrás resoplando por los socavones,

con tu golpe no perdona la raza.

Tú, mujer, ya no parirás

un hermoso ángel,

satisfecho con iguanas,

ni una bella rosa,

ni una preciosa chácara de bejuco.

Ya patea el pequeño

y tu vientre se abulta de meteoro.

Pausa a pausa brilla el filo

y el jaibaná provoca la lluvia.

Ya se oye el grito del vencedor,

y se repliegan las aguas de los ríos,

viene el cervatillo

de palabra ruda,

libre y desatado de cuerpo entero.

Todos seremos una sola palabra

y yo escribo sobre tu enorme esperanza.

¡Apresura el parto, mujer!

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

153

DULEBANDER

Ella agredió la tierra,

sedujo la vida y...

¡Se estremeció Panamá!

Retumbó Dad Ibe

con la pintura tosca;

reventó la onda, ungió y consagró

la fiebre de Gunayala:

lama, travesía, bija de guerra.

¡Trapo indio!, –exclamó el waga

y el gunadule lo exhibió torvo y tiznado;

el brasero arqueó el humo

y despuntó la flor de virulí.

El puño del pobre,

hermano gunadule,

nace aguijón, tenso y mortal

pero, lo enternecen con tulipanes,

fotografías, sacos de arroz,

sonrisa de goma y...

nadie dice que amenaza.

¡Oh, empobrecidos de Abiayala,

siembren sus gritos verticales, rígidos,

libres hasta la más íntima tristura!

(¡Y que te diga el abuelo

si su rostro se enlutó ante tanta sangre!)

¡Aquí la tienes, hermano guna!

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

154

¡Dulebander!

El desenfado del padre gunadule

esquivó aquí el llanto:

sudando, golpeando, sangrando...

Brotó la esperanza,

espingarda criatura

que otea la pleamar,

la borrasca y el ciclón.

Dulebander:

¡Incisiva y cruda furia de rito guna!

¡Sangrienta y viva como la explotación

del obrero, del campesino, del indio, …

macheteros baratos!

¡Viva y rusiente,

espasmo del aborigen desalojado

y soterrado

por la enorme aplanadora del latifundista!

¡(Y el silencio maldito de la buena gente)!

Anmar bander:

me doblo, a veces, continuando tu camino

y atando ecos hasta que rebose sobre mí

la fuerza de anciano guna.

Yo te levanto

y extiendo mis manos a todos los nativos

que no abandonan sus ríos

y deshilan la vida

con puños rotos

y la imagen de América cuchilla

que nace de la selva;

y quiero romper

el aullido agudo y salvaje

que vive frágil en la carne aborigen:

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

155

¡Deja que violente el silencio

e irrumpa espabilado!

¡¡We gunabander!!

¡MUCHACHITOS NATIVOS!

Muchachitos de sonrisa tosca de la tierra:

muchachito panoa se sube al tronco

y ve pasar gente blanca, limada, encerada.

Muchachito carajá domestica papagayos

y el guarapo en la tinaja.

Muchachito mundurucú, pies desnudos,

piedra sobre piedra y,

regresan los espíritus, uno a uno.

Niños libres, boca húmeda,

arcos apenas tatuados.

¡Cachorros de jaguar!

Muchachito ngäbe amanece

con voz zanjada

y su río baja amarillo...

Bracea el socavón de la mina

y Urraca no se retira ante el poder,

(¡Cuidado, que ya lo han hecho con el Bayano!)

Muchachito taíno saluda nuevos elotes,

oferta dulce de su Dios;

Muchachito waurá silba a su pequeño tití

y espera que los ancianos estiren el arco

porque la luna nació inclinada

y presagia que vendrán el tábano y la carcoma...

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156

¡Niños nativos!,

muchachitos desnudos, mal vestidos,

descalzos bajo guayacanes y caobos:

voltearemos estrellas,

y el viento vendrá a peinar las ceibas,

festejaremos una niña núbil

y de la tumba antigua

irrumpirá una raíz incontrolable,

rancio y pendenciero.

Muchachos de Abiayala nuestra,

hagamos un puente de barro y leño

porque viene el día y, no pasará de largo,

e hincaremos la dentadura

hasta ponernos de pie junto a la corriente:

¡Muchachitos de Abiayala…!

CON MIS OJOS NIÑOS

La luna se apoya sobre el mar,

lo encabrita:

Mi padre toma su apero,

pisa arrieras,

conversa con la nueva yema de su cocotero.

No quiere arrodillarse.

¡Noble lágrima de Atahualpa!

Nada renuncia la luz

que deambula despacio:

Mi madre se inclina sobre la leña,

atiza el fuego,

cata la medida de cacao.

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157

No vende sus manos.

¡Hermosa trenza de Nebagiryai!

Y, yo esparzo semillas

con mis ojos niños.

¡ESTE NIÑO POBRE! Yo canto doliéndome con los niños

más pobres de América, con aquellos

que nunca leerán versos de nadie. Inclinados como pequeñas bestias sobre

la hierba.

Ese niño empobrecido a golpes:

barriga prieta de vermes,

uña carcomida y dedo que hurga nariz.

Ese niño apenas parido,

cubierto de trapo,

niño de charcos, sin cochecitos,

ni pistolas de agua, ni santa Klaus.

Ese niño patrón de promesas rotas

y remendadas a mil maneras políticas.

Pedazo de hombre–mujer

que padece anemia

y no hay hospitales

porque el presupuesto del estado

no cubre la gente pobre,

recuerda que al hijo del señor ministro

urge un carro deportivo de último modelo

y el salario de sus amiguitas también sube…

¡Qué cara se vuelve la vida!

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158

Ese niño no irá a la escuela,

domeñará yeguas,

ordeñará vacas de algún terrateniente:

tendrá miedo y siempre dirá:

¡Sí! ¡Sí, señor!

¡Ese niño nació muerto!,

lo sacaron en la prensa

por una gira médica

donde aplaudieron al dentista

que abría bocas…

y todos callaron.

Sólo celebran cuando nace

un niño asegurado:

con una carta de recomendación

bajo sabanilla,

piscinas, buena escuela,

hasta tal vez un viaje a Taiwán

pagado por el gobierno, hijo nacional.

Pero,

donde muere aplastada una flor

nace la ortiga, hermosa fusta,

machete y condena exacta.

Donde un niño araña abatido la vida

nace el verbo que martillará

el rezo por la paz de algún piadoso.

Donde queda apaleada una niña,

se levanta una mujer,

ardor agrio y navaja,

capaz de hacer sudar sangre…

Donde siembran niños con hambre

el mundo cosechará torturas y escalofríos…

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159

¡Irrumpan niños,

que ya la espera se hace larga

y sus ojos sepultos en pequeñas cosas!

MADRE GUNADULE

En ti, mujer, reposa caliente mi raíz,

calabaza de chicha dulce

y la lima en la mochila.

La cesta de mango

y el fajo de leña que vapulean tu lomo.

Canto a ti, mujer,

vasija bruna que modeló la rueca

y la inspiración de Nusggesusa.

Canto a tu perfume de hierbabuena,

humo al atardecer,

pescado seco cuando premia el mar,

arbusto que no se curva, llena de niños…

¡Madre guna, sin pelucas, ni uñas limadas,

ni zapatos, ni moda francesa,

ni cosméticos,

ni peluches sobre la cama…!

Hay un rancho

y el techo de pencas

que sonríen a tu mano

que aprieta la maza de tronco

y la batea gime al majar el guineo maduro,

y hay voces de niños

que piden madungwamu.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

160

¡Mujer de barro fértil, fragua silenciosa

y talla trazada por el viejo nele!

Yo te canto, mujer:

sencilla mancha de achiote

y la mola que rompe

la frontera pura del arte.

Y, heme aquí, madre gunadule,

he aquí a tu venadito

que recibe el eco de tu golpe proletario

y hereda tu machete ya afilado.

¡Madre gunadule!

EL SILENCIO Y LAS COSAS

El silencio conversa con las cosas,

quiere hincar su fiebre en los techos inermes.

Susurra levísimo y ahoga palabras.

¡Qué mostrenco!

¡Qué infame es la noche

cuando se revierte interminable

sobre un moribundo!

¡Y, qué impío el silencio

cuando oculta salarios tan pobres

y la risa del prestamista!

En los ojos del abuelo nativo

se acopiaron el poderío y la protesta:

¡Nació la danza del fuego!

Brotó el maíz enano, la curagua y el chontaduro,

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el río dormido trotó sobre la roca

donde aletea el tucán cargado de rabia.

Y, el silencio conversa con las cosas.

¡Es odio cuando santigua y entierra puños,

palabras justas y el cansancio

de tanta gente sin plata!

BUSCO UN ROSTRO

Busco un rostro,

una palabra sin violencia y extendida

en el espacio preciso

donde rompo el canto

y yergo salpicado de ilusión.

Aplaudí el paso de Mao,

y Bokasa me daba miedo,

Che rehusó siempre el cementerio

y celebré el puño de Nicaragua.

Hoy, doy la mano al sembrador mudo de la paz:

La cruz está en mí,

me amanece,

me cruje,

me chapotea en un bautismo

que no termina de ahogarme.

Busco un rostro,

una mueca honesta

en la danza de ricos y pobres:

Y,

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¿qué puta culpa tiene el chiquillo,

zapatos rotos, anémico, desprecio crudo

y jodido hasta los mocos?

Quiero germinar con aquel hombrecillo curvado

y manchado de betún, saliva, trapo sucio.

Quiero triunfar con aquel nativo

que sube el cerro,

garrapatas entre piernas,

huérfano de su Dios de maíz.

Quiero oír de los descartados ¡liberación!

y rendir mi vida

hasta volver pavesa de mi yo

con un hermano sincero, muerto

y mil veces resurgido.

Busco un rostro,

un amuleto guna con su propia máscara,

una oruga que se escurra lenta,

y el alfarero gunadule

que sople de nuevo la flauta de los muertos

y yo espero con mi palabra entera.

MELODÍA DE POBRES

¡Los pobres, los pobres, los pobres!,

aplaude y ríe el banquero.

¡Los pobres, los pobres, los pobres!,

contesta el timbal de curas y monjitas.

Y… ¿qué hacemos con los pobres?

Uno para ti, otro para mí,

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y otro… ¡no me hagas trampa!

¡Los pobres, los pobres, los pobres!,

chirrían las cajas de medicina caducada,

sacos de gorgojos y frijoles,

costales de arroz de damas cristianas,

ropitas que se cansaron de usar los hijos de papá!

¡Los pobres, los pobres, los pobres!,

repiten los niños de la gran parroquia

y que Dios me los proteja…

¡Los pobres, los pobres, los pobres!,

uno para ti, otro para mí,

y, si quieres, todos para ti,

¡harto tengo con oírlos llorar!

¡Los pobres, compren señores,

son de marca registrada!,

–dice el buhonero–.

Postales de pobres, cartelones de pobres,

camisetas de pobres, afiches y muñecos...

¿Hacia dónde van con pantalones rotos?

Y oí a mi abuelo decir:

¡Prohibido rezar por los pobres,

prohibido hablar de los pobres,

prohibido trabajar por los pobres,

prohibido recoger basura para los pobres,

prohibido distribuir

analgésico “ayudina-pobremina” a la gente…!

¡Muerte segura para quien se halle

en estado de embarazo…!

Y mi abuela contestó:

¡Que recemos con ellos,

que hablemos con ellos,

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que trabajemos con ellos,

que descubramos su rostro!

Y... ¡¿quiénes son ustedes,

pobres de mi tierra?!

Que ahora les dicen los vulnerables

y ya no se atreven decirles:

descartados, excluidos, hijos de nadie.

AMIGO QUE PERDISTE LOS ARCOS

Amigo que perdiste los arcos

y esperas la espiga de la mazorca,

atestiguas la agonía del caobo recio

y no sabes de cédulas ni pasaportes:

¡No muerdas ni repartas silencios,

aviéntalos terribles, paganos, enteros…!

Amigo que recompensas la lluvia con la semilla

y no lees la prensa,

ni te enteras del beso de Carter,

ni de cumpleaños, ni de proyectos de paz:

¡Ata la panoja al filo del hacha y la coa

y parte tu yuca con el vecino que suda contigo

y no importa de qué madre haya tetado!

Hermano que ahorras para un televisor

y prefieres la radio-estéreo

a la papa y al poroto:

¡Siembra mandioca,

desata el ángel que llevas hincado;

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cultiva la tierra,

pide clínicas y escuelas,

la factura de agua más justa,

come ñame, arroz...

y reclama la vida sudando!

Hermano que limpias escupideras

y lavas coches ajenos…,

hermano mal hablado y sucio:

¡Exige tu identidad,

sal a las calles,

toca tambor y niégate a danzar

para el coliseo de prepotente!

¡¡Hermano, que todos sepan

que aún vives, aunque pintando slogans!!

Te golpea la luna para hacerte erguir de nuevo.

Crece en ti una espera fría,

hombro a hombro,

mano a mano,

lentamente y contigo vive sufrida.

CUANTA COSA AUN POR DECIRTE

Yo pronuncio mi nombre

ante la leche espesa de mi infancia.

Soy como un árbol que no quiere ceder

y se aferra a la pulpa virgen de la vida.

Soy como un muro de piedra

que no retiene púas

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ni llegan perros a orinar.

Tuve aquí, en el dorso del tiempo,

un querube dibujado,

y lo escamé de tanto arañarlo

con mi rabia de parecerle.

Cuando todo haya terminado

iré a recoger mariposas y libélulas.

Esperaré que un espléndido antepasado

se punce el dedo y grite profundamente.

¡Y, cuánta cosa aún por decirte!

TINAJA BOCA ARRIBA

Celebro el vientre fecundo de la mujer nativa,

− tinaja boca arriba –

y siembro con ella

la recia pisada de Colman.

Tenso los ojos con palabras que arden.

(Los sueños no mueren con golpes).

Oteo el resto agredido del indio peón

y se amotinan los canes

porque pronto liberaremos

la última saloma de paciencia campesina,

− el espejo ya está roto –,

los niños ya exigen

las antiguas mañas.

Bato voces y las tuesto sobre la arena dule,

¡ya ruega gritando algo en mí!

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¡QUE VUELVAN LOS ANCIANOS!

Vuelve Urraca a tu nervuda lucha

y endereza a la ngäbe de la chácara

que se inclina en los mercados.

Vuelve Cémaco,

Nele Kantule,

Manco Cápac…

¡Llueve gente regia de raza dura

y cuenta tus hijos uno a uno!

¡Reúnanse, constructores de Abiayala,

y echen sus profecías!

Vuelvan, miren y traspasen

el cobre y la chaquira y la danza de la balsa…

Vuelvan, miren y olfateen la sangre de niños,

que mueren sonriendo a la patria;

vuelvan, miren y juzguen la mentira

de tantos que nos aplauden

y se ocultan…

¡Hombres necios de ayer,

guerrilleros, rebeldes, subversivos...

ayer zanjaron sus manos

y hoy son de mármol y granito!

Ayer, enemigos de no se sabe quién…

pero la muerte los libró, semilla cósmica.

Vuelvan viejos héroes de Abiayala fiera,

derramen sus gritos del trópico,

aduéñense de los nervios nativos,

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hagan crecer la simiente

a lo ancho de islas y montañas peladas:

¡Que vuelvan los ancianos!

PODER INICIAL

Se impuso el mar

y allí aprendimos a calcular

los gestos nuevos de la luna,

supimos, entonces,

que no se debía aplastar

un erizo seco,

ni recoger los hipocampos que riegan las olas,

ni arrastrar tortugas desovadas.

Escribimos nuestro nombre

en la arena donde se sentó

el anciano aborigen,

que aún se le oye musitando

su canción a las olas:

Chirla y escamas de una presencia

siempre violenta.

Comenzamos a sangrarnos

y la sangre corrió a lo largo

de nuestro cuerpo único,

el dolor robusto de poseer las cosas, …

y la navaja ya había afilado palabras.

¡Esbozo de un poder inicial!

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1976 – CANTANDO CON LA GENTE

Panamá, ed. USMA. Primer premio de poesía USMA.

Contenido:

Mi patria con ojos cansados

Me han robado un dios

Ha muerto la palabra

Esperanza dialogando

¡Qué ganas tengo!

Gente

Dioses desnudos

¡Maranatha!

En pantalón corto

Silencio

Idéntica flor abierta

Paz para los bolsillos de todos

¡Oh, mundo mío!

La luna

La lluvia

Anónimo

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MI PATRIA CON OJOS CANSADOS

Mi patria tiene guardada

una utopía roja en su aljaba.

Mi patria, niña, sin pintarse las uñas,

camina descalza devorando luces

contra un rostro-pulpo indefinido.

Mi patria con ojos cansados,

no quiere dormir, bujía encarnada

en la congregación de indios bravos.

Mi patria, ya sin jabalinas,

indaga su destino

en el barullo de costas amigas.

Mi patria tiene abuelo,

¡Cuidado, que los puede quemar

con su pipa de madera!

ME HAN ROBADO UN DIOS

Me acaban de robar un dios

Distraído en la boca de un río inédito.

Mi dios no hizo el mundo,

− así lo dijeron –

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Pantorrilla de homo pekinensis,

costilla de dinosaurio,

bostezo de un salvaje resignado

a morir como un asno viejo.

Lo dejé en una isla descalza

y en una cabaña donde se reconcilió

con los nativos –hatillo de sueños–,

y con el nudo que hacían los niños

con la mano, los ojos y el futuro.

Acuso al sol, a la lluvia,

a la selva, gusanos peludos

y roto el aguamanil...

Y, ¿dónde lo habrán escondido?

HA MUERTO LA PALABRA

Ha muerto la palabra.

Coja, legendaria, sin arterias;

ojo, lengua, testigo sin posibilidad

de vida y pasado.

Ha muerto de fiebre amarilla

y hoy la he enterrado

con dos pinzas de bogavante

y un platillo de huevos duros.

Dicen que no me han visto llorar.

¡No me acuerdo de nada!

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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“¡Cuánto lo siento!”, –me dijo

el Morfeo y fue muy fácil la parábola.

Me cuentan que lloraron todos,

y se pusieron la cinta negra en la camisa,

y la corbata negra y…

y,

¡yo no!,

yo no me acuerdo de nada.

Mi palabra quedó sepulta

entre el río y el arroyo que baja sucio.

Cuando tú leas este poema,

recuerda que la enterré

para que todo fuera visible

desde un mito,

el mito jugará conmigo,

los dos daremos

un híbrido eco de ángel y animal.

Sonreirá Dagargunyala.

ESPERANZA DIALOGANDO

Soberbia, me apañas

con tu palmo de cirio quemado.

Floto en el pulpo de tu contorno,

y escupes a hurtadillas

la suma de momentos,

Bayonetas, coctel molotov, Egipto,

Burundi…

Ríes de mi nombre que no es mío,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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(hasta eso, me lo han prestado).

Apisonas una difusa

sombra de luciérnagas.

Trenzas las horas

acelerando mi mirada impaciente,

y me llevas de la mano,

me acuestas en hamaca apolillada

de una tierra sin alfabetos.

Me trazas la frente

contra mi propia palabra,

(tengo una quimera que ya no cabe en mí).

Esperanza madre,

un simulacro de estrellas que sube mis ojos

y parpadea escalando galaxias.

Soy el vértice y la negativa

que hay entre la muerte y el respiro;

el mismo que espera volviendo distancia,

repartiendo voces

magnéticamente bajas y marcadas.

¡Este mundo cambiará! –me grita

un niño salpicado de porquería–,

y, respiro hondo,

parece que voy logrando trazar una línea

a costa de caminar millas

y kilómetros,

detrás de canciones de la nueva ola.

Es la esperanza dialogando

a través de mi poca cosa,

es la voz de mi padre cortando mazorcas,

amontonando leñas,

saboreando su próxima eternidad,

Es Aiban limando vida

con la lengua afuera:

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Una milla corriendo,

otra milla apretando un libro contra sí,

como quien distribuye

hojas subversivas.

Esta es mi esperanza,

tan cerca y tan lejos,

como el infinito

que pisa la charca

y otea una galaxia de Andrómeda.

¡QUÉ GANAS TENGO!

¡Qué ganas tengo

que el mundo diera la vuelta

de todo desconcertante!:

Que el pobre tuviera trabajo,

y la televisión, y el sofá,

y las aseguraciones,

y las vacaciones, pagadas a Bora Bora.

Que el rico experimentara,

por un momento,

el dolor de sentirse anulado

con diez hijos que le pidan escuela,

vestido, fiesta,

plato de arroz,

y la mujer, oliendo a humo y cebolla...

Que el tan-tan, y el gammuburwi,

y el yaraví, y el tamborito llegaran

a hacer tanto ruido

y que ya no se percibieran

ni discursos, ni metralletas,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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ni el alarido de tanta gente estrangulada.

Que el israelí diera la mano al palestino

y se turnaran brindando gestos de Yahvé,

minas de amores,

amor humano,

calor humano, humano, humano y humano.

Que ya no se proclamaran

derechos humanos,

ni se mencionaran, ni se pensaran

como no se piensa –por el momento–

en dividir sorbos de aire

a cada “bendita casta”,

o clase, o sistema, o color…

que ya se consideraran como los dientes,

los pies,

las manos,

la vida

de todos nacidos de mujer:

y, no sabes ¡qué ganas tengo…!

GENTE

Barriobajero, fardo a secas,

poca cosa, olor a tugurio,

pacifista tercermundista,

picos y azadas,

baratijas, jabones de a diez centavos.

Niños destetados sorben aguardiente,

trapo remendado, pueblo que madruga

silbando una canción a puño duro.

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Cocinero salpicado de tomate,

tramitando bocados y singladuras,

apios, cilantros, agua de pescado, chirimoyas.

Pescador de jureles y salamandras,

ultramarino pastoso y anónimo:

Resistero de paciencia

derribado como florero viejo

que nadie lo echa de menos,

hasta que se tropiezan con él.

Gente sin nombre, parábola,

correos cerrados,

y eso, ha comenzado cuando alguien

supo callar, esperar y sólo esperar…

DIOSES DESNUDOS

Llevamos un sueño facturado

en el abdomen de los abuelos,

y, ¿qué puñado de tierra es lo nuestro?

¡Somos dioses!

Dioses infinitamente ojos,

collerones y cadenas.

¡Somos raquíticos cargadores de agua!,

construimos templos apilando cadáveres

e incurriendo en los mismos hollejos.

Trabajamos en aviones de papel,

dulces de maní,

barquillos,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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apolos;

aupamos un paraíso de estiércol

y,

al juntar las manos,

somos un futuro planeado de ilusión,

un vacío que nació sobre un altar ordinario

exigiendo sueños,

exigiendo patria,

articulando palabras.

¡Somos dioses!

Dioses desnudos con redención por dentro,

dioses en la puerta de un cielo

abierto a flechazos.

Creyendo contritos y endiosados.

¡MARANATHA!

Crece en mi la rebeldía

que coexiste con el dorso de mi carne:

¡Maranatha!

¡Ven, Babdummad!

Ven a sonreír al niño de gorra gastada,

levadura y caramelo.

Ven a aplaudir a la gitanilla que juega

dando de mamar a su muñeca de plástico,

una respuesta húmeda.

Ven a hablar con el hombrecillo,

manchado de aceite,

debajo de un carro,

con llave y destornillador,

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sorpresa precisa del espacio.

Ven a reír con los payasos del circo,

a aprender a domar leones,

hasta tal vez,

a hacer bailar gallinas.

Ven a sentir la falta de gasolina

con pueblos en minúscula.

¡Maranatha!

¡Ven, Nandummad!

Ven a arreglar un poco nuestro mundo,

ven a gritar con los estudiantes,

porque no todo es droga,

ni sexo y ni protesta barata.

Ven a pintar con nosotros

cartelones y paredes,

y fastidiar a los de la poltrona,

de la mecedora,

de la corona,

de la sede,

y de colección de licores orientales.

¡Maranatha!

¡Ven, Babdummad!

Ven a cargar la tierra de sentido,

donde el israelita

hable de Yahvé a los palestinos

y al mundo entero;

donde ya nadie muera por la verdad

sino que, empecemos ser verdad;

donde todos tengamos el coraje

de mirar en alto y esperar otro día,

y reír, soñar y mirar fijo a todos los silenciados:

Convirtiéndonos en una lengua inmensa,

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desatada y explosiva.

¡Maranatha!

¡Ven, Nandummad!

Ven a vivir con nosotros,

Porque aquí, hace falta una criatura tuya

que levante la voz

para acabar

con diplomáticos abrazos.

Aquí hace falta uno,

sí, uno que diga a todos

su pedazo de gloria y su saco de miseria,

o su estúpido trabajo de fabricar sombreritos

para conejos y esqueletos,

cuando tantos niños no tienen ni trapo

para cubrirse…

¡Maranatha!

¡Ven, Babdummad!

Te lo pide uno que juega con palabras

y sesea tu nombre, y tiene miedo

porque aquí han prohibido levantar la voz:

¡Ven, ven a quemar la inmundicia

de cartas diplomáticas, sellos de compromiso,

papeles de recomendación,

archivos de propaganda,

cheques falsificados,

dolor de tanta gente sin dolor…

¡Maranatha!

¡Ven, Nandummad!

Ven a eliminar la sarna,

la lepra, la viruela

y la peste bubónica

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de embustes y engaños:

Plántate ante ellos,

escribe tu nombre

sin dejar a nadie el tiempo de balbucearlo.

¡Maranatha!

¡Ven, Babdummad!

Ven a compartir nuestro pan

donde el rey,

el presidente,

el militar,

el obispo,

el cura

se sientan junto a pordioseros,

barrenderos,

melenudos,

piedreros

y toxicómanos…

y se den la mano,

y nadie se incomode

ni se haga la ilusión de practicar humildad…

Ven a compartir la chicha

y la borrachera

con el aborigen más rebelde de Abiayala.

Ven a danzar,

a brindar,

a celebrar la totuma y la vida.

Nandummad, di conmigo:

Ven, Babdummad.

“¡Trabajemos juntos de nuevo!”

¡Maranatha!

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EN PANTALÓN CORTO

Un niño tendido

bajo el árbol de mango reverdecido:

Gnomo de viento en pantalón corto.

La lluvia,

la caña dulce majada

en el trapiche de mangle.

La tinaja de arcilla

rota por la mitad,

la risa,

el aplauso,

la presencia y la ausencia,

el bohío, el sahumerio,

el mar que barre playas,

mi hermano en guayabera:

Pampanilla de occidente,

perfume de solsticio.

El caribe que se asusta,

la saloma perenne de la campesina,

contra la guitarra y el tocadiscos

y el timbal y el magnetófono.

La langosta que asoma sus antenas,

multitud de colores

que entrecruza lo dule y lo waga.

El turista,

el no–turista porque dice ser eco–turista,

el comerciante y el contrabandista,

la planta eléctrica que despinta noches.

La copra,

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el agua de coco,

el dule que reconstruye su mundo

pico a pico, paso a paso.

SILENCIO

Bruto silencio

de los muertos que ya no aprueban

ni la vida ni la muerte.

Es el silencio más idéntico a odio

que el hombre ha creado para consigo.

¡Cómo es posible

que ya nada tengan que decir

después de tanta risa afilada!

IDÉNTICA FLOR ABIERTA

Morir,

morir cien veces

la misma muerte

que mendigo contigo día tras día.

Vivir,

vivir con un sólo beso primario,

idéntico a capullo abierto

que lo corto cada media luna.

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Encontrarás mi nombre

sucio de no ser mirado:

Y sabrás, entonces,

que me ha asesinado

una página en blanco

olvidada en mi cuaderno de infancia.

PAZ PARA LOS BOLSILLOS DE TODOS

Paz a los hombres asqueados con la resaca

de Hiroshima sulfurando hasta la rodilla.

Paz a los hombres que tienen manos prensadas

en la bisagra made in USA;

a los que mueren sin apetito,

a los que merecen silla eléctrica

o un molde pan dulce,

a los que se llenan de dinero de los pobres,

esconden la mano y se santiguan cada rato;

a los que se hartan de minas subdesarrolladas

y calientan el agua para sus verdaeros dueños.

Paz a los que nos morimos sin enterarnos de nada,

a los que, cándidamente, creemos en la paz.

Paz y más paz para los bolsillos de todos

con odio profundo bajo cuerpo.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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¡OH, MUNDO MÍO!

Te sumo con mis dedos

y me reconozco en ti,

como una frase improvisada.

Revendo tu carne

y respiro el amor de los ángeles

y la tumba vertical de los demonios.

Me hundo en ti hasta la locura,

y sigo sumando tu boca legendaria:

Mi hacienda, mi risa, mi cárcel, mi manicomio.

(Desayuno con tu dios todas las mañanas).

Tu alma está sitiada de ojos íntimos,

tu cuerpo, tu sexo, tus gracias arrojadas.

Mis dedos son hermanos de tu carrera iniciada,

interminable y mortal;

y hago rosarios con tu mirada infinita,

¡Te conozco, oh mundo mío!

Te venero y te amo, te maldigo y te destiño,

mundo impenitente,

cruz de arena, ceniza y polvo,

hermoso mundo, tan exacto

como la mano de un campesino muerto a tiros:

Te llevo a ti,

aquí, aquí metido en mi fondo,

comulgando con mi fe,

con mi angustia,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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con mi huida,

con mi desenfreno.

Me hinchas con tu pedestal de arcilla pura.

Camioneros, braseros, terratenientes…

comparten uno a uno tus atajos,

todo un recolector de niños

cortados de cuajo.

Te escupo y te escupo

y te escupo hasta volverme ángel,

despistado, devorado, anacrónico.

Te venero y te venero,

y te venero hasta perder la ropa

y quedarme desnudo,

irreal, beodo, quebrado, atormentado.

Momento mío,

te miro y te mido y te admito

y mi aliento aúpa absurdos:

¡Oh, mundo mío!

LA LUNA

La luna es analfabeta

y está picada de tierra.

Tierra–luna de yanquis y moscovitas,

vestida de prostituta quisquillosa.

La luna está sucia

de tanta palabra gringa.

La luna –tarta acuchillada–

Amenaza caerse

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como una serpentina de piedra

y partirá en pedazos

a este bendito mundo de compraventa.

LA LLUVIA

Tengo un collar de lluvias

sobre este diminuto cuerpo,

tallarines, tallarines picoteando piedras

de mi camino aún sin hacer.

Oscura, sangrante, marchita,

porosa, alma de lluvia a destiempo.

Cubos dormidos, trompeteros de la lluvia

y hormigas vagabundas juguetean conmigo.

Soy un mar estancado de lluvias frescas.

Llueve.

La lluvia, adolescente sin abrir los ojos,

está ensimismada con su tambor africano.

(Llora ella porque se ha roto una pierna,

se ha roto una pierna y cojea).

Lluvia gris, colorada, incolora, pajarería

de picos sin plumas.

Me fastidia este collar de lluvias.

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ANÓNIMO

Desearía morir un día cualquiera,

anónimo, solo y odiado

como el único grito bárbaro

de tantos hombres sin tierra,

y sin amparo de la ley.

Pediría a todos que se batieran contra mí

hasta que los gobiernos quieran dar el derecho

de vivir a todos por igual.

Si me muero con ojos abiertos,

no se preocupen,

déjenme así, tal vez querré

acusarme, por última vez,

de no haber escrito con sangre.

Moriré como ese aborigen sin cara

en el descarado robo de tierras, y,

entonces,

acribillen este cuerpo mío,

arrástrenlo, si quieren,

pero dejen al aborigen con su tierra,

con su nombre,

con su cesta de verduras,

libre amor de Nabgwana.

Viajaré con mi piel de mar,

protestando como tinta espesa

contra los asesinos que autoriza la ley.

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1976 – A LA MANERA GUNA

Panamá, ed. C.E.U.S

Contenido:

Véndame los ojos

Mi Gunayala

A Usdub

Me duele esa libertad

Aparentemente nada

¡Eh, an ai!

Al nele de Duleyala

Gunadule insurrecto

Usdub, recuerda a tu nele

¡Indio, compañero!

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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VÉNDAME LOS OJOS

Si muero cruzando el mar,

véndame los ojos y déjame allí:

dile a mi gente que he muerto

negándome a vender mi rostro vegetal.

Si muero desgranando mazorca,

déjame con la mano alzada:

dile a mi madre, que el maíz

me enlutó acuñando sobre mí

su símbolo agresivo de segrí.

Si muero en la calle cincuenta,

arrástrame al Parque Remón

y olvídame allí,

voy a medir lentamente la espera

de tanta gente sin trabajo.

Amontona sobre mí,

los manifiestos que ha pintado el obrero.

Trátame como a quien va a volver a herir.

Voy a reclamar la mano barata de mi hermano.

Voy a dar mi saludo

a la criatura cubierta en la Bananera.

Promesas y dólares y un rincón estéril.

Si muero sentado,

ábreme los ojos, ponme de rodillas

y déjame solo.

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Voy a pedir la vida bajo la piel

de algún presidiario.

Si muero ahora, ayúdame

a escribir la última medida

y no me resignaré antes de terminarlo.

MI GUNAYALA

Mi Gunayala quiere paz,

Amigo:

no le des marihuana,

ni ron,

ni boite,

ni pindín,

ni cocaína,

ni carroña.

Mi Gunayala,

te interroga a los ojos,

no le exhibas su niña

a la puerta de tu night-club,

ni aproveches el desempleo de sus hijos

para hacerlos de tu partido,

ni compres su firma por un plato de arroz.

Mi pueblo quiere vivir,

no le vendas prostitutas,

ni píldoras,

ni vasectomías,

ni la espiga de tu fiesta negra,

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ni intentes subir tu capital

a costa de su mola y arena.

Mi Gunayala quiere llamarte hermano,

no le mientas,

ni lo canses de esperar

que el precipicio diseca el amor

y nutre una extraña raíz

tan profunda como la muerte en carne viva.

Apóyale a cultivar la tierra,

deja que su palabra aviente

al parir una ilusión.

Descuelga tu balanza

porque él quiere ver cómo pesas tú,

sus manos, sus ojos, su Baba y su Nana.

Deja que se abra ante ti

con sus nergan y su historia,

y él, te dirá ¡hermano mío!

A USDUB

Aquí, el mar comparte su juego

y la luna lo queda mirando

y arrojando puñados de cristal

sobre el esqueleto de Nele.

Aquí, la risa ha anclado

su protesta y comienza

a peinar la niña recién bañada.

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Aquí se da la mano,

se extiende el amor,

y se adelanta el camino

bajo el cocotero de Usdubbir.

Aquí está el sol sin inclinarse,

resistiendo la noche

en una lidia blanca de verdades en puño.

Aquí, te dirán hermano,

y tú irás con la mano llena de conchas

e incapaz de arrojarlas

hasta volver a juntarte con sus aguas.

¡Aquí, aquí, aquí en Usdub!

ME DUELE ESA LIBERTAD

He amarrado aquí mi cayuco

y camino buscando un sitio

donde colocar un manifiesto de gente pobre.

La tierra empuja la fécula de maíz,

y me duele esa libertad.

Sube el mar, cada luna nueva,

me cela y me rumorea su queja,

y me duele esa libertad.

La distancia es un rosario de pájaros

picoteando el infinito,

y me duele esa libertad.

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Busco un sitio intimado con el viento

donde el pobre sea quien mande

sobre su cultivo y su vida.

En cada llanto nace un brazo magullado

y ondea la báscula:

Y mi duele mi libertad.

¡No!

Yo soy un esclavo. ¡No me confundan!

Mira mi muñeca,

mis pies,

y tengo zapatos, llevo corbata

y puedo dar los cincuenta centavos

a un limpiabotas,

y soy un pobre cautivo

jugando a hombre libre.

Yo soy marginado

cuando escupen y cubren de promesas

a mi hermano aborigen

en todos los caminos de llamada América.

Yo soy triturado cuando me quitan

la finca y no tengo ni leyes que me defiendan.

Estoy sin trabajo con el cholo

y hurgo los tinacos con el pánico al porrazo...

¡Y quiero sentirme libre!

Libre en el indio que creyó en el dinero

y se despertó

con un chantajista protegido por ley.

¡Y, quiero sentirme libre!

Libre en mi primo

de Bindub, Iggandi, Nabsadi

con la muerte empezando

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a lamerles la pierna.

¡Y, quiero sentirme libre!

Libre con el obrero y el campesino

que desconfían y esperan un nuevo amanecer.

¡Y, quiero sentirme libre!

Libre con mi patria.

Libre de anclar mi cayuco en la Zona

y caminar descalzo.

Sembrar el cacao junto a mi bandera

y gritar que esta patria es mía.

APARENTEMENTE NADA

Mi Nele enciende su pipa blanca.

¡Aparentemente nada!

Te lo digo temblando.

He medido su vida y su alianza.

Al final será una espiga

que descienda al tacto

de un niño que le han prohibido llorar.

Mi Nele, tenso entre tú y yo,

paseará por la avenida de la ciudad,

escribirá con el dedo del pobre que calla

cuando le despiden de trabajo.

No me preguntes su nombre.

Neutro de voces,

árbol o arroyo sin brazos

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desde la piedra mojada.

Vendrá cortando convenios

con la cebadera y la pipa encendida;

su esqueleto exigirá

el cacao y el gabur y el biseb

y su golpe será una sensación

sin número de rompeolas:

cruda, sangrante, abismal.

Entonces, te dirá que Gubiler

no supo de petróleo

pero, sí de derecho

y la justicia marcó su muerte.

Mi Nele con su esqueleto de vidrio,

reaccionario y testarudo,

primogénito de Abiayala:

cantará la vida y la vida le responderá.

Mi Nele vendrá y te llamará

por nombre.

Y el lunar y la mancha de sangre.

¡EH, AN AI!

¡Eh, an ai!

¿No ves que esto está sucio?

¡¡Indio cochino!!

¡¡¡Ah, ah, ah, ah!!!

¡Otro día ten un poco de cuidado,

si no, vas fuera de este local!

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(Mientras haya un machete, aprende

a amar tu vida. Tu rostro, símbolo

que depositas junto a la palabra no caducada).

− ¡Sí señor… sí, señor!

¡Qué señor… vete a trabajar,

…y limpia el tanque del tinaco…!

¡¡¡abedule soged!!!

(Qué habrá soñado el pequeño nativo:

naborí enlutado y retornando).

Se inclina el muchacho.

Una vez tomó

a una estrella por esposa

y la sombra de sortilegio

respetó la alcoba barrida.

El indio no hará huelga

ni escribirá manifiestos

porque su patrón diría

que se había roto el cráneo

cuando robaba mangos verdes.

Inventemos un manifiesto

que diga cuánto duele la muerte

cuando ella comienza a ser viva

naciendo en el desprecio a mano limpia.

La presencia sacude el recuerdo,

y tu pisada ya no queda en el fango:

inficiona y embrutece.

Llegará el mes de maíz tierno,

el de iguana enterrada,

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el de aguacate y cangrejo blanco:

con ellos, el nativo

verá aligerarse su nombre

e irrumpirá que ha vencido.

El trasudor de morrocoyo

vendrá a juntarse

con la gloria y diadema.

Ese grito enterrado

se erguirá como una momia ultrajada,

y un aplauso destemplado

abrirá caminos.

¡Y todo será claro!

Claro, claro, claro...

AL NELE DE DULEYALA

Canto a ti, mi padre de enorme mano libre,

cirio y límite sacro.

Yo canto a ti, palabra nunca hincada,

vestido de bandera guna.

Repito tu pregón, tu patrimonio,

tu trayecto que ataja el dolor de gunadule.

Canto a ti, padre trasudado y plurilingüe,

que depositas a palma abierta

la sangre violada de gunadule

y tu osadía queda midiendo

la sombra de Deggindeba.

Soy un lobezno monoforme acosado,

que repite su alfabeto,

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aprieta un puño

y duda con el otro;

y sé que Nebagiryai me construirá

una canoa para navegar Oloburgandiwar.

Quiero preguntarte, Nele,

¿qué se hizo de la ceniza sacra,

del silencio de abiadule,

y la división de hoy,

¿quién la provoca?

¡Baja tú, y parta como un rayo

al vendedor de esta tierra unida!

Baja mi Nele. ¡¡Baja mi Nele!!

Canto a ti Kantule,

y nace de mí un eco, laberinto mutilado,

palabra de la hierba bajo escarcha,

trueque de mares nuevos

que morirán clavados

más acá de tu amor indecible por Abiayala.

Otro hermano vendrá a cantar conmigo,

y ya no será una voz cascada,

será la risa del vencedor,

un grito único, apretado... furibundo.

¡¡Kantule, tú habrás vencido

con estos brazos que se juntan!!

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GUNADULE INSURRECTO Recordando al gunadule de la escopeta

y cara pintada del año 1925

Te traicionó el cronista

y el buhonero trajinó tu nombre

que lo oyeron tus muertos desde la ultratumba:

¡palpitaron los huesos de Duleyala!

Tu nombre, propietario de cocotero,

se regateó en la befa,

y en la pantalla y en el promontorio:

nadie vio el horizonte de caracoles

ni el latido vertical de tu agonía.

(No pudiste pagar un secretario,

darle una promesa y una sonrisa azul).

Gunadule al rojo vivo que sacudió

la noche contra una flor ajada,

encontré tu heroísmo

anillado y roto desde una señal swástica.

“El indio ha asesinado a los wagas.

El indio quiso independizarse de Panamá.

El indio se rebeló contra el gobierno.

Masacre… y aquellos…, dormían…”

Entonces, creció en mí la ternura

hasta hacerme volver contra ti en mi náusea.

Tributo de barro negro.

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Pescador envejecido de hipocampos,

has deshojado el pitiminí

estrujando la larva que hilaba a la raíz

del Ibedón y la muerte

rodeó tu alarido.

(Ellos tenían razón):

Ellos tenían el museo

para tu bandera zanjada a cuajo de sangre.

Ellos tenían el cronista,

la radio,

el diario,

el grito que podía aullar el diámetro del torbellino

y la seguridad internacional…

Y la lucha del pobre es siempre

una pobre rebeldía…

La mola “civilizaba” menos

que el harapo de colores

y dientes postizos.

La argolla impedía la escuela

y hacía falta el cosmético

y la cinta para el pelo

y el beso de un maniático.

Tus nombres recordaban una miseria

que ya nadie quería compartir

y tenías que comprarlos a Nixon,

Aristóteles, Demóstenes, Polifemo...

Y, tú no lo entendías,

¡qué hermosa ignorancia la tuya!

Y, yo a veces, sin darme cuenta,

tartamudeo clavado contra tu Dios

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y caigo imprecando la nada;

juego con tu arena y moldeo tu rostro.

Tú, ángel violentamente pagano

que tiras los gobelinos contra el muro del futuro;

dicen que la noche te veneró

desde su consultorio de palabras

y, entonces, se enteraron que le desataste

un hermano nativo, zahorí de un mundo

que empieza a nacer.

Dame, tú, gunadule,

un lugar en tu alfabeto de sangre,

deja, –be, an babsoggu–,

que tu achiote me hable de impaciencia,

grandeza, tazón de ceniza.

¡Con tu muerte madruga el día

que presagiaste, Nele Kantule!

No sabes cuánto quisiera llevar tu arma

y guardarla en mis adentros

hasta que la sepa usar en un veinticinco

que quizá ya no vuelva,

porque lo hiciste nacer doble veces,

golpeando los ojos de todos.

USDUB, RECUERDA A TU NELE

Usdub,

el abuelo Nele está de viaje

con su vela inflada, su arpón limado

y camisa roja al cinto.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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¡Que su achiote golpee mortal

a aquellos que intenten dividir a Gunayala!

Usdub,

deja tu puerta abierta

y barrido tu muelle,

convida al abuelo,

porque quiere sentarse

junto a nosotros.

¡No lo dejes pasar de largo,

queremos escuchar

las nuevas que trae de tierra agredida

y su respuesta masculina, cobra rígida!

Usdub,

baja a tu rutina el puño redondo de Nele.

¡El abuelo está vivo!

Yandub profetiza un nuevo aullido de guerra

y Gunayala se desabrocha la mirada

e identifica el limo en tantas sonrisas…

Usdub,

no pierdas las agallas del abuelo Nele,

haz de ellas tu hacha, tu vida,

y una barricada

para que nadie arañe las piernas de Gunayala,

hermosa gunadule, cacao tierno.

¡Honra a tus hijos que escarban unidad

y llegan sudando con cuatro cocos en la cesta,

mangos para sus hijitos, semillas de zapallo!

Recuerda tu Nele, Usdub, recuérdalo de pie,

como quien oye un estampido de muerte por el barranco.

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203

¡INDIO, COMPAÑERO!

¡Indio, dule, nativo, indígena, aborigen!

− como nos quieran llamar, importa poco–,

compañero armado de tierra e ilusión,

cuando el enemigo nos grite ¡basta!,

desataremos nuevos arcos a nuestros niños,

porque llevamos, entonces, la de ganar.

Hermano mío, querido amigo,

cuando nos palmeen la espalda

con un “¡qué buenos y obedientes son ustedes!”

agitaremos el orden,

porque papá no aguanta tanta paciencia

y se rebela en nuestra sangre.

Indio, compañero bravo,

cuando seamos necesarios

porque falten mulas de carga

y macacos en los zoos…,

saldremos silbando, toditos libres,

con ganas de dar la vida a la selva que arde…

A pesar de tanta sangre, compañero mío,

tendremos nuestra sonrisa cargada doble

como otra arma aguda a nuestro favor

para continuar la historia que arde.

Aún nos matarán, porque es lo más seguro,

pero sabremos morir

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

204

con la mano aferrada al machete y a la tierra,

signo seguro de que no nos acaban,

sonriendo a la nueva semilla que quiere brotar

a lo largo de Abiayala…

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205

1973 – A PIE CON LA GENTE

Panamá, ed. C.E.U.S.

Contenido:

Fieramente llorando

Indio inclinado a no morir

Varias pólizas y cartillas

A Machu-Pichu

¿Por qué te quitaste la mola?

Choza

Ibeorgun

Gunamola

Chicha brava

Hombrecillo elemental

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

206

FIERAMENTE LLORANDO

(Han tirado una piedra,

− te lo digo en voz baja–

la tiró uno de los que tienen

la mano metida en el bolsillo

de lado izquierdo).

La jícara

cae de mi brazo guna;

conmigo ha desayunado un chicalé.

El misterio perdió su madre

desde que forzaron al aborigen

a convertir Abiayala en América

por unas sonajas de hojalata,

y le bastó un palmo de tierra prestada

y un testigo falso.

(Fieramente llorando, viaja su niño;

dice su nombre balbuceando,

es un niño tentado a no tener miedo).

Señores,

¡yo he visto a ese indio!

Lo he visto con su vieja tristeza,

oliendo a tinaco,

alargando la mano,

oscuro,

descendido,

anulado,

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207

desvalijado,

protozoario y tormento.

¡Lo he visto yo!

Lo he visto emborracharse

y hablar a su dios de lezna y lacre,

y, callar, callar, callar:

me ha dolido su silencio

hasta consagrarme a presionar

su advenimiento.

(Han recogido flechas,

aullidos y cicatrices

porque el dolor se hizo idéntico

a la rajadura mortal de saberse agónico).

Quedan gajos de historias,

sólo gajos,

porque la paz, la trajo Europa

y con ella, un ángel europeo

en papel celofán, regalo de España,

Portugal…

“Europa, tú, me arruinaste”,

− reclama el indio con su fruta podrida,

espantando moscas

en los mercados de Colombia,

Ecuador,

Brasil,

Guatemala...

Los museos apiñan:

piedras incas,

molas de gunadule,

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sarape otomí,

arquitectura maya,

chaquira ngäbe,

y,

sus propietarios aúpan el folklore

que los sepulta enmarcando

en estampas y postales.

Detrás de Cristóbal,

un calendario antiguo faltó a su tiempo,

y la india descubrió la consigna

de una ligerísima ceja postiza,

y se hiere el dedo de pelar patatas

para terratenientes,

latifundistas,

hombres de derecho y con derecho.

A ese indio, ¡lo he visto yo!

y, ¡no les miento!

Vayan por una calleja cualquiera de América;

sigan a ese indio

que va mal vestido,

o tal vez, encorbatado,

pero,

pero, síganle hasta más adentro de la calle:

lo encontrarán limpiando urinarios,

lavando platos,

barriendo cantinas.

Cachorrillos de loba,

mansísimos vertebrados.

Su nombre, exhibe el desamparo de la ley,

amarilla, quebradiza, enferma:

porque el indio

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tiene que incorporarse a la sociedad.

(¡Vocean sus sepultureros!)

Sus hijas cediendo noches

al más infame extranjero:

porque el indio

tiene que incorporarse a la sociedad.

Eliminan a sus líderes a tiros,

roban sus sembradíos,

porque los grandes

quieren divertirse con un poco más de espacio:

porque el indio tiene que incorporarse a la sociedad.

Pero,

qué sociedad, señores.

¿Quién es ella libando sangre?

¡Devastando y vendiendo baratijas!

Y, ¡yo he visto a ese indio!

Lo he visto cabalgar

y correr con la boca siempre cerrada;

terco,

doblegado,

excluido,

pisado.

Lo he visto subir gritando río arriba.

Mantenerse entre la corriente…,

morir de fiebre,

esconderse…

(¡Señores, soy un gunadule,

incivilizado,

salvaje,

desatado,

besando la selva de América!).

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¿A dónde va ese indio

que huye y escribe silencios

a la crónica, al diario, a la revista…?

¿Hacia dónde?

Díganme,

¿hacia dónde lo arrinconan, ustedes?

¿¿¿A dónde, y por qué???

INDIGENA INCLINADO A NO MORIR

Detrás de tu peinado de moda

te quema la hoja de tabaco no consumida.

A veces, la confundes

con la hilacha que cae

de tu sed de subirse al sicómoro.

Lugarteniente aguerrido

que traspasa el rechazo de dos Antares

que aún no se han medido.

Detrás de tu olor a kerosene,

un brasero de barro

ahúma tu origen y hueles

a ropa lavada,

a guarapo reciente,

a guineo maduro.

Detrás de esa corbata roja

queda una cosmogonía que te duele,

que te pone la vida en riesgo,

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que te sorprende precisando mitos

y ocultando tatuajes.

Indígena inclinado a no morir

que ofendió a un viajero

con su posible llanto.

VARIAS PÓLIZAS Y CARTILLAS

“¡Si no es más que indio!”,

señores del jurado.

Un vulgar garabato de hombre.

(¿Será hombre?).

Pitecántropos erectus:

se había engordado

del pedazo de tierra

que le dimos en arriendo,

no produce,

haragán,

hechicero,

salvaje...

¡Hemos limpiado la finca!,

ampliado la cerca,

quemado el hierbajo...

Y,

ya se puede vivir en paz

sin ¡ese maldito hijo de perra!

¡Beh!

Hay tantos problemas qué resolver:

¡Homicidios,

ladrones,

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guerrilleros,

secuestros de embajadores,

tantos... y,

tantos proyectos y planes!

El jurado no pierde tiempo

en tan poca cosa.

La patria es de los que pueden,

de los que cuentan con varias pólizas,

cartillas bancarias

y… la buena cara…

Y Dios encendió una mañana

y contó sus hijos uno a uno:

ausencia,

esperanza…

y la tos que traga una noche entera.

Desde aquí,

veo a mi hermano arrimarse al comerciante,

alargarle su olla de caucho fresco

por un plato de sopa.

Desde aquí,

le sigo de hito en hito

y me duele su paso de borracho

que no sabe si Dios tiene razón

o el gobernador o el contrabandista

o el paramilitar.

A veces,

me acerco a él.

Él no me dice nada.

Es todo limo prehistórico;

está inhalando el dolor que dejó

la carne quemada de Atahualpa.

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Es mi hermano

y debo estar con él:

Primero,

nos privaron de nuestro Dios,

después de nuestra tierra;

ahora, de muestro nombre…

¿Qué va quedar de nosotros?

Maira ya descolorida

se abre para herirnos de muerte

porque no quiere hijos postrados,

la medusa que comienza a enroscarse

en la historia: ¡Nada!

¡Absolutamente nada,

y todo a punto de estallar!

A MACHU–PICHU

Puedes usar del tiempo,

Machu–Pichu, su carrera,

su timbre,

su gamuza,

su flora.

El cóndor queda aspeándote

y te sorprende llorando.

Una mancha verde tuesta

la novedad de tu raza.

Se han diluido tus siglos

y un niño remeda tu salmo de guerra;

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guinda cerbatanas,

es una potencia con pulsera de semillas.

Permaneces allí,

alzando el arrojo

en la férula del viento desatado.

Aquí,

el hombre blanco hunde la boca

horrorosamente magnífica

y se defiende,

y a tu gente se le excluye.

Aquí,

no se toleran secuestros

y la ONU anuncia seguridad.

A tus hijas, las van llevando una tras otra,

y ninguno se ha enterado de nada;

(me dicen, ¡qué pesimista tan infantil!).

Nos abandonan a la burla

de los nietos de Europa.

¡Los latifundistas nos cercan

y rodean,

y golpean,

y subastan,

y exorcizan!

Y, tú sigues hablándonos,

con la dureza de tus enormes piedras:

No importan los siglos,

cuando corre fresca la identidad,

tronzas vertical la crónica,

y nos devuelves una nueva dimensión.

Dos palmadas de garza

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han perdido tu fiebre.

Callas, y te escucha el silencio,

que deja de ser silencio…

con tus manos frías estás clavando

el signo de tu poderío contra todos,

¡De pie…!

¿POR QUÉ TE QUITASTE LA MOLA?

¡Niña!

¡¡Niña!!

¡¡¡Niña!!!

¿Por qué te quitaste la mola?

¡Cómo me duele verte disfrazada

de mujercita europea!

¡Niña!

¿Cuánto me pides por ésa

que tienes en el cestillo?

− Cinco dólares–

¿Lo ves?

− ¡No cuesta nada fuera de tu cuerpo! –

¡Póntela!

¡Así! ¡Eso es!

¡Ufa!

Y, ¿la argolla?

¡Ah, no tienes agujero de la nariz!

¡Qué pena!

¡Niña!

¡¡Niña!!

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¡¡¡Niña!!!

Dile a mamá que voy de viaje.

¡Lejos!

Donde las niñas tengan su mola,

y su argolla,

y su wini

y su piragua,

y preparen cada mañana

un plato de guineo para asarlo

a fuego lento.

¡Niña!

¡¡Niña!!

¡¡¡Niña!!!

Cuando te conocí, hace dos años,

te llamaban Sibbor

y, ahora te dicen Gertrudis…

¡Niña, esa mola en venta!

¡Un nombre que te han prestado!

Niña, que aún piensas en el río,

y la mola que queda en la cesta de la abuela.

Tal vez, un turista la compre hoy

y la guinde en su negocio:

“¡Compren, señores, es una joya!”

“¡¡90 dólares!!”.

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CHOZA

Un cuajo de paja seca.

La ternura embebe el amor limpio

de dulebuna que sube puntual la corriente.

Calabazas y un cayuco largo;

espuertas y canaletes

espigas de un rito nuevo.

Tendederos rotos,

ropa seca,

calderos,

añicos de una canoa vieja,

una pantufla gastada...

Tinajilla que rueda inmóvil

la sucesión de secretos.

Olor de hierbabuena que es un pasado

ensartando el presente.

Mi choza bebe agua

ingurgita altura,

canta el siaigar.

− Siéntate en esta gana,

tronco tallado por mi padre.

− Escucha el arrullo de mi madre

que adormece su nieto de tres meses.

− Sírvete la totuma de inna

y pela una banana de finca cercana,

pecosa, enana, dulce.

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We an nega,

duro sabor marino,

el sol que se une a la arena,

la copra seca que ya no se vende.

− Mete la mano aquí,

en el mismo plato mío

y escurra la tajada de limón...

Mi choza. Pequeña choza

con una sola puerta...

¡Mi choza!

IBEORGUN

¿A qué vienes, pequeño nativo?

¡Tienes el jabeque fresco que tornea

el vuelo de una garza!

Caminas,

previenes,

alcanzas a palmotear desde un maizal,

y,

engendras

y reconstruyes el racimo

de olodule vuelto a la arena.

Subes,

bajas,

y dialogas con la fauna

antropomorfa y pacífica.

¡Exacta medida de la lluvia!

Ibeorgun, Yoodiwala

con la cabeza izada.

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Amigo de la borrasca.

¡Descalzo y duro!

Visionario contra muerte,

entreabierto desde el río Yoo.

¡Abuelo preeminente!

No tienes poltrona ni bollo cocido.

Abres la página salobre de tu mano;

tomas el tinajón

y fermentas la primera medida de caña dulce.

Conservas un manojo de aire

sobre tus ventanillas de mongol.

Campano antiguo,

constructor de puentes.

Padre Ibeorgun de igwawala:

los gunadule se han mareado

porque el gaibir está a punto,

filamento de maíz de Baba y Nana.

Y, tú no te toses

con el humo de la guindilla.

¡Absorto,

miras y remiras tus mismos ojos!

Paladeas el licor negro,

te levantas;

entonces, te balanceas un poco.

Se estremecen los dientes de caimán

y los huesos de pelícano,

las plumerías,

el tizón y el tabaco y la mujer gunadule.

¡Es la fiebre de una jarana

que no se deja civilizar!

Sudas

y el achiote penetra tus poros

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de assumigur insobornable.

Vas conduciendo a ese pueblo gunadule.

Hoja de menta violando alturas...

Enseñas,

apadrinas,

reprendes:

onmaggednega,

dimasmaedigala,

muigala...

Levantas la ortiga

y lanzas tu experta mano,

espesa como una milpa consagrada.

Ibeorgun, doblegando muchedumbres

en la solemne apertura de nergan.

Me tallas, pequeño y múltiple,

y soy tallado con tu ley,

y tu misterio y tu historia.

¡Gunaadule cabal

que no deja morir ni al mar ni a la isla!

Meteoro precipitado desde

el mismísimo Baba Grande.

¡Ibeorgun!

GUNAMOLA

Una noctiluca

en la hoja de bijao.

Un rizo desconocido sobrepasa

la ternura póstuma, la begonia, el alquitrán.

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Aquí quedaron los dedos

de mi abuela Gwadule, después de muerta.

Una gunamola que me descubre y dilata

como un eco ausente saltando a la vida.

Roja,

negra,

amarilla.

Es la sílaba de una joya fecundada

en sahumerios, y,

el infinito la respetó

desde el muro de caña brava.

Liturgia compleja de Nagegiryai,

agujas e hilos, grafía básica.

Arte que rehúsa ejemplares

en el cestillo de mi niña.

Me enseñaron a encender mañanas,

a soplar ocasos,

a envolver estrellas,

pero,

no he visto la mano de una diva

que espiga luceros por la cola

y los meta en su cestillo de mimbre

y los convierta en historia precisa.

Sé de noches que regalan

los primeros besos…,

del mar que se torna seda oscura,

de filigranas,

de cojines japoneses,

de cobertores orientales,

de vientos que manejan

riberas con chapas de vidrio:

pero,

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ésta, me dice su nombre,

me insinúa su vieja maraña,

su guedeja de Abiayala antigua.

Esta me deja entreabierto

silbando mi distancia y mi orgullo.

Es gunamola:

la misma que secó mis primeras lágrimas

y mi mortaja que saborea

los mimos de mujer gunadule.

Me purifica y me ciega

hasta volverme alba y mar violento

con una rama de viburno alzada.

Es gunamola de mi niña

que deletrea,

como un grito intacto,

del arte nacido en Abiayala.

Vivo mi raza y tengo el sello incrustado

en mi todo y en mi muerte…

Gunamola, mornag, mola y mola

de mi niña, ojos abiertos ante una quimera.

CHICHA BRAVA

¡Un aullido compacto y hechicero!

Cuelga de los bejucos

y de la caña brava.

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La chicha está madura.

¡Flautillas,

maracas,

gritos,

músicos de Ibeorgun,

pies desnudos!

Veinte tinajones boca arriba,

oliendo a exigencia agridulce.

Veinte tinajones,

hojas de iraca y guindillas y ceniza.

Veinte tinajones,

tierra quemada, cabuya y arena.

Veinte tinajones,

rituales, sellos del pluriverso,

amuletos de gaburwala.

¡Gunadule,

aretes,

gargantillas baratas,

pipas blancas,

fiesta brava,

incensarios de barro,

humo de cacao seco…!

¡¡Uij, uij, uij, uij, uuuuuuuuu!!

¡¡Uij, uij, uij, uij, uij, uij, uuuuuuuuu!!

¡Yeer iddosii we nabbaneggi!,

corean mujeres en un solemne bullicio.

Comparten penas,

comparten risas,

comparten y comparten y comparten...

¡Mil gritos!

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Remolino de gritos,

brinco sobre brinco.

Los gunadule pactan suegros.

Las gunadule descubren duendes:

¡¡ej, ej, ej, ej, ej, eeeeeeeeeee!!

¡¡ej, ej, ej, ej, ej, eeeeeeeeeee!!

An ai an yeer iddolea,

suuuuu iddolea… ¡¡¡aaaaaaeeeeeee!!!

¡¡¡Torbellino!!!

¡Doble veces torbellino sagrado!

Chicha brava,

petulante,

tiznada de maíz tostado.

¡¡¡¡Ej, ej, ej, ej, ej, eeeeeeeeeeeeeee!!!!

HOMBRECILLO ELEMENTAL

Hombre menudo

que sube el guayabo,

rema la pleamar,

bebe el océano con la cuenca de los ojos,

escama

y maraña.

Aprendió a decir “si”

cuando cedió su güira,

esquicio primitivo a flor de mano.

No es ni espuma

ni brujo con sombrero de plumas:

Es un cotiledón reclamando

un ramo de eucalipto en línea recta

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con su madre Nebagiryai.

Hombrecillo menudo,

tejedor de mochilas,

culpable de danzar

cuando otros disfrutan el canal.

Dule curtido,

señor de ayunos,

tastanas y chaparrones.

Color de cobre, fuerte,

con la plata limpia de la fatiga.

Pescador de orwaib y dugusidsi,

picado de zancudos,

siempre de pie

que se hinca sólo

ante su Baba y Nana a pecho abierto.

Hachero de isberwala

y musculatura indomada,

que brinda al amigo un puñado de sol

y una totuma de horchata africana.

Rastreador de jabalís,

iguanas,

ñeques,

armadillos…

Amigo de primer canto de gallo:

Hombrecillo elemental.

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226

1970 – INDIO BAJO TIERRA

Madrid (España), ed. Universitaria.

Contenido:

Indio bajo tierra

Nogagobe

América

Paz para este niño

Esto no marcha

¡Oh, mundo mío!

¿Cuál es mi pecado?

An nanga

Nerdummagan weginedi

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

227

INDIO BAJO TIERRA

Vuelvo a soplar la guaira de caña brava

como un rayo resuelto a estallarse

en su antiguo nombre.

Esa mujer otomí, me ha recogido,

soy un puñado de maíz tierno

entre signos libres en angustia.

Subterráneo este indio,

este indio bajo tierra

está llorando

porque han raptado a su pareja.

Calcomanía herida a bofetadas.

Vuelvo a soplar la guaira con sabor de jagua,

estoy envenenado con la chicha de Ñamandú.

Esa mujer gnäbe, me ha recogido,

soy un chotillo paticojo

entre el canto del tiempo

y cultura de occidente.

Subterráneo este indio,

este indio bajo tierra

está callado

porque han cercado su finca,

¡Este pobre indio no tiene ley que lo ampare!

Vuelvo a danzar con mi collar

de huesos de pelícano,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

228

estoy enfermo

en la protesta de Urraca.

Esa mujer guaraní me ha recogido,

huelo a orobias, fucos y mastranzo.

Subterráneo este indio,

este indio bajo tierra

gimotea, suplica, calla,

tropieza, muere

porque le han quebrado las alas

y su totuma de guacamole.

Vuelvo a danzar con mi collar

de dientes de pecarí y caracol,

agonizo con mis parientes

de la Amazonía.

¡Baja, abuelo yanomami!,

han llevado tus elotes y tatuajes,

nos han dejado sin templo y mendigando.

Subterráneo este indio,

indio sudado bajo tierra.

Indio tierra-lodo jadeando.

NOGAGOBE

Aquí está un quejido

sagrado, precolombino, ritual.

Es un tinajón de jugo negro de caña.

Guarapo endiablado.

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229

Una salmodia salvaje, maicera, desnuda,

descalza, ardiente y primitiva,

de pie junto al paso de las muertes.

(Aquí estuvo mi abuelo goteando

bocas de risa,

hermoso golfo de pelo negro...)

¡Nogagobe, nogagobe,

nog be iddomodeen, an ai!

Gunadulemar rojos, agua de bija.

Algarabía, colores, meneos,

pantorrillas, cañutos, maracas,

se transpira fiesta...

¡Temblor, temblor, temblor aborigen!

Remolienda,

curuja, urubú, mono blanco, mono negro,

cariblanco, verdinegro, monomono...

Los muertos están a un paso,

los muertos cantan, escancian,

derraman lágrimas, noga be gobe an ai!

El tiempo se ha detenido

una tarde tatuada de rojo escarlata.

El tiempo es un engrudo de ritos.

¡Noga gobemalayeee, ejejejeje,

an ai be noga gae, be noga gobe, nogagobe!

Sioggo, noggasde, iddomar an do…

tan guna como una mola escurrida en la arena.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

230

AMÉRICA

Parece como si América

me mirase a los ojos,

y, cayéndose hacia un lado,

quisiera ponerse de rodillas.

El mar,

el obrero,

(toda su materia prima),

puestos en pie,

le zanjan hasta los tuétanos

con un látigo de paros, secuestros,

golpes y golpes…

América, a hombros de USA,

(¡negrita de hambre!)

− vendedora de almojábanas–

da saltos y cojea.

Mi América de ojos nativos

con trenzas heridas de ríos,

en la mañana ideal de Dios de maíz.

América tiene un acantilado de estrellas,

pero colecciona sardinas,

lleva bellotas en el vientre.

América, ya no quiere afeites,

vende su cabellera de petróleo

por un quintal de chamizo,

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231

juega con un mundo de petardos,

y, puestas las botas de Che,

va manoteando con un brazo roto

y el alma en chubasco de crisis.

¡América!

Angustiosa y liberta,

con ortografía de párvulo,

muerta de esperanza!

Parece como si América

me mirase a los ojos,

y, cayéndose hacia un lado,

quisiera ponerse de rodillas.

PAZ PARA ESTE NIÑO

Para este niño que me pide un poco quietud

desde un sorbo de leche atómica.

Para este niño sin apenas nacer, serpiente

de miedo, proyecto-anteproyecto, biombo,

tarlatana.

Esta tierra está ausente

y crecida de heridos

vueltos hacia mí.

Aquí moriremos como ratas,

tomando el café tinto de Vietnam.

Pido paz. Paz. Paz para que nazca un niño

y pueda decir ¡guerra!

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Un poco de paz

para que seamos menos perros.

Pido paz para este niño

y para el anciano.

¡Fariseos, imbéciles, mostrencos!

¡Idiotas, dejen esa granada!

¡Les acuso a la ONU!

(Sorda y ajada como

una anciana devota).

Pido paz. Y, ¿qué es eso?

¿Simplemente

un enigma que tapa mis ojos?

ESTO NO MARCHA

Se devalúa el dólar

con millones de chinos en la frontera

guiñándoles los ojos al dólar que cae.

Los gringos, ya no saben

cómo cercar el canal;

(sarpullido de bruma untuosa).

Irlanda ha cogido una hemorragia nasal

y está sangrando con la boca abierta.

Una cristiana en oblación de nombres.

Belfast está chorreando muertos,

heridos, muertos, heridos.

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El muro de Berlín se resquebraja

porque las piedras nunca quisieron morir

con púas en las vísceras;

y nosotros esperamos que alguien grite.

¡OH, MUNDO MÍO!

Te sumo con mis dedos

y me reconozco en ti

como un calderón improvisado.

Revendo tu carne. Respiro

el amor de ángeles

y la tumba vertical de demonios.

Te penetro hasta la locura.

Sigo sumando tu boca cósmica:

mi hacienda, mi risa, mi cárcel, mi manicomio.

(Desayuno con tu dios todas las mañanas).

Tu alma está sitiada de ojos íntimos. Tu cuerpo,

sexo, gracias arrojadas, manos, musarañas…

Mis dedos son parientes

de tu carrera incisiva, interminable, feroz.

Hago rosarios con tu mirada sin límites.

¡Te conozco, oh mundo mío!

Te venero, y te amo, y te maldigo, y te destiño.

¡Mundo impenitente, cruz de arena, ceniza, polvo!

Hermoso mundo, tan exacto como la mano

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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de un campesino muerto a tiros:

¡Te llevo a ti,

aquí, aquí,

aquí metido en mi fondo,

comulgando con mi fe,

con mi angustia,

con mi huida,

con mi desenfreno.

Me hinchas, como una madre,

con tu pedestal de hollín.

Camioneros, braceros, terratenientes…

hacen el amor, comparten los atajos.

¡Oh monumento mío,

todo un recolector de niños

cortados de cuajo!

Te escupo y te escupo

y te escupo hasta volverme asco,

despistado, devorado, anacrónico.

Te venero, y te venero

y te venero hasta perder la ropa

y quedarme desnudo,

irreal, beodo, quebrado, atormentado.

Momento mío,

te miro y te mido y te admito

y mi aliento está aupando el absurdo:

¡Oh mundo mío!

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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¿CUÁL ES MI PECADO?

El hombre está amarrado

a las alas de un ángel incoloro,

lamiendo la última pulpa de los astros.

Escarabajo en la bocamanga de Dios.

Miles de carnes se están engullendo

unas a otras

por una ladilla emplumada

y un centímetro de momia trajinada.

Soy testigo de niños

enfermos de vacío;

ellos nos pisan el callo,

y ni siquiera nos incomodamos.

(¡Se cambian patatas

por unos gajos de costillas

de abuelos reumáticos!)

Doy un coco o un centavo,

a quien quiera,

lo arrojo por la ventana

− con ojos de bruces–

para que brote en un campo verde.

Yo me lavo las manos,

escupo en el mercado,

exijo la rebaja por un kilo de jamón,

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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porque soy una persona importante.

Exijo que la guerra se acabe,

y que mueran todos.

Estamos abominando

hasta nuestros sentimientos

de bazofia y ropa sucia.

Subasto piernas.

Subasto termómetros pegados

al dolor,

a la dimensión de mi culpa,

a la nada.

Yo me lavo las manos

y me pongo a estornudar,

¿cuál es mi pecado?:

Vivir en la ciudad de los que gustan morir

dándose codazos y disfrazados de nudistas.

Una nave llena de mercancía de Dios

secuestrada en un puerto inacabado.

AN NANGA

Anbayoo an ibmar bieunni,

anbayoo an gwage nagbi iddoeunni,

anbayoo an gagan bugbugmagdageunni,

¡Nanye bad an bes gole!

¡Nana!

¡An nana!

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Emi an gwage nagbiddi wisgussunna,

emi an sana bonidi wisgussunna.

¡Nanye an bese gorbali!

¡Nana!

Be saburedgi an gabissoggu,

be dunwegi, an winsassoggu:

¡Nanye, nanye an bese gole!

Be walig, goe anba an iddoge,

goe anba iddolege

an geguardibe,

goe anba iddolege

an nagbi iddoardibe:

Be an nana, nana, nana.

Be anga burba daggedi.

¡Nana!

¡¡Nana!!

NERDUMMAGAN WEGINMALADI

Nergan,

anmar nergan, weginmaladi.

¡Igarmayemaldi!

Nergan,

anmar nergan waargasa gwissigusmala,

anmar nergan waarunagusmala,

anmar nergan waalewaale nega nudagdemala,

nega sunna gi gablege imagsamala.

Nergan, nelegan,

anmar nelegan weginmaladi.

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GLOSARIO

Abiayala: Territorio salvado, tierra de sangre, tierra madura,

continente americano.

Abiayardule, (abiayardola): Nativo de Abiayala.

Aeelaggwaa…: Grito que dan las mujeres al carcajearse.

Aggwanusa: Piedra lisa utilizada en la terapia guna.

Agligandi, Usdub, Gardi

Sugdub, Ogobsuggun,

Dadnaggwe Dubbir,

Uggubseni:

Nombres de algunas comunidades de Gunayala.

Ai: Amigo/a.

An nanga: A mi madre.

Assumigur: Jaguar, tigre, tigrillo.

Baba, Nana, Itzan na,

Manitú, Wiracocha,

Wanaisa, Tupá, Ñamandú,

Ngöbo, Ankoré, Anishnabe:

Algunas deidades de distintas naciones originarias de

Abiayala.

Baglawala: Árbol de bálsamo.

Bannaba: Lejos, allá lejos.

Be an babsoggu: Ya que tú eres mi padre…

Billibagge: Cuarto nivel de conocimiento y experiencia en la cultura

del gunadule. Es aplicable también a los niveles físicos.

Biseb: Hierbabuena.

Bugasui: Hermano arquero de los ocho que constituyen el núcleo

de la narrativa de la cultura del gunadule.

Bulagwa (bulaggwa): Unido, unido como la hierba.

Colman, Nele Kantule,

Olodebiliginya, Olonibiginya,

Dinugdi, Susu…:

Héroes que lideraron la gesta liberadora de 1925 en

Gunayala

Dad Ibe, (Ibeler): Personaje principal de los ocho hermanos que

simbolizan la lucha entre el bien y mal en la cultura guna.

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Dada: Abuelo, anciano, veterano.

Dagargunyala: Cerro más alto de la provincia de Darién. Uno de los

principales sitios donde los gunadule se desarrollaron y

difundieron su cultura.

Dimasmaedigala: Ofrenda de sopa que hace una mujer guna a su

comunidad cuando llega a su estado de desarrollo como

mujer.

Disggelamola: Una de las primeras obras de arte en el proceso de

elaboración de molas, que consistía en el uso de pintura

sacada de la misma naturaleza para el teñido de fibras

utilizadas.

Dugusidsi: Pez negro de manglar.

Duilewala: Río Tuira de Darién.

Duiren, Nebagiryai,

Nagegiryai, Nusggesusa,

Olonidali, Gweloyai...:

Diversos personajes con diversas aptitudes y actitudes

que representan distintas personalidades en la historia

del gunadule.

Dule: Persona, individuo; término que utilizan los gunadule

para autocalificarse. Oriundo de primeras comunidades

de Abiayala

Dulebander: Bandera indígena. Aquí se refiere a la bandera utilizada

en la revolución de 1925, la de swástica.

Dulebuna: Mujer indígena.

Dulegaya: Idioma de los gunadule.

Duleyala: Territorio indígena.

Eggwiggwila saemala yae,

yaaaae…:

Un párrafo del canto del ñeque que se ejecuta en una

ceremonia de tres días de la cultura de los gunadule.

Gabsus (Nana Gabsus): Penumbra, noche, oscuridad en la cultura guna.

Gabur: Ají conguito.

Gaburduled: Especialista de entonar el canto terapéutico para

contrarrestar la fiebre. Canto del ají conguito.

Gaburwala: Tallo de planta de ají conguito utilizado para amuletillos

en la cultura de los gunadule.

Gana: Asiento, sede. Sufijo que denota abundancia.

Geliggwayolina: Cacao rojo.

Gunadule: Individuo, persona de la nación guna.

Gunamola: Vestido, traje, camisa de los gunadule. Aquí, se refiere a

atuendo, ropa, vestido, tela; blusa de mujer

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Gunayala: Territorio de los gunadule

Gungi: Oro.

Gungidule (olodule): Hombre de oro, persona cabal, recta.

Gusebgandub, Siana,

Sugandi, Usdubbir,

Usdinagga:

Nombres de distintos lugares, sitios, y ríos de las

comunidades de Gunayala.

Gwadule, Nabgwana,

Durwanasob…:

Nombres que da la cultura guna a la madre tierra, Cada

nombre describe tanto el proceso de desarrollo de la

tierra madre como su papel en la construcción de la

armonía del pluriverso…

¿Ibua?: ¿Qué? ¿Qué es?

Iddomar an do: Jerga que utiliza el gunadule para brindar la totuma de

gaibir o inna en las ceremonias.

Igwawala: Almendro de monte, de madera dura, cuyas almendras

deben ser hervidas por largo tiempo para que cedan las

cáscaras.

Inaduledi: Persona conocedora de plantas medicinales, hombre o

mujer que cura.

Indio: Aquí es utilizado como un llamado de atención sobre

uno de los gravísimos errores de los invasores de poner

un nombre prestado a personas de culturas tan diversas.

Entiéndase como nativo, indígena, aborígen, originario

de Abiayala, oriundo de Abiayala.

Inna (innagaibid | gaibir): Jugo fermentado de caña o de plátano para las

ceremonias en la cultura de los gunadule; chicha fuerte.

Innanoga, gaibirnoga: Totuma de gaibir o inna.

Isberwala: Árbol de níspero

Madungwamu: Bebida espesa de plátano maduro con cacao que dan las

madres gunadule a sus niños.

Mageb: Colorante rojo extraído de plantas, utilizado en las

ceremonias y en la aplicación de ciertos medicamentos.

Masarduled: Persona conocedora del tratado de guía u orientación

del alma después de la muerte.

Meddedii, Sabbigana,

Binnugana, …:

Sitios, lugares o ríos donde vivían los gunadule en el

período de la invasión de Abiayala, en la província de

Darién (Panamá).

Mergi: Gringo, yanqui.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Mergigaya: Idioma de mergi (inglés).

Mirya: Nombre de la isla donde está enterrado al sagladummad

Carlos López Inakeliginya en la comunidad de Dad-

naggwe Dubbir.

Morginnid: Camisa roja.

Musgwa: Árbol muy apreciado cuya semilla tiene un fuerte olor

agradable, que las abuelas gunadule la utilizaban para

collares

Muuigala: Canto curativo que ejecuta un especialista para ayudar a

la mujer en el parto.

Nabawala: Jira.

Nagbeigar: Canto curativo, ejecutado por un especialista contra el

veneno en la picadura de serpientes, o para entablar una

amistad con el animal.

Nana (Nandummad), Baba

(Babdummad):

Madre, mamá. Padre, papá. Gran Padre, gran Madre,

seres supremos, hacedores del mundo. La totalidad del

pluriverso, según los gunadule, ha sido co-creado. En su

creación conjugaron dos poderes (macho–hembra), y no

ha surgido de un solo poder divino.

Negaduu: Casa combada, firmamento.

Nele (pl. Nergan, nerdum-

magan):

Persona que diagnostica enfermedades, predice e inter-

preta acontecimientos.

Ngäbe, emberá, guna: Tres de las ocho comunidades indígenas que existen en

Panamá.

Noga: Taza, totuma de calabaza.

Nogagobe (noggas dee): Jerga guna para invitar a tomar el jugo fermentado de

caña de azúcar en una ceremonia.

Onmaggeddummagan: Congresos Generales, autoridades máximas de Guna-

yala.

Onmaggednega (orgunnega,

iddogunnega):

Casa de reuniones de las comunidades de los gunadule.

Orwaib (muusele): Pez cochino, pejepuerco.

Sabdur: Jagua.

Sagla: Guía y administrador religioso de una comunidad; auto-

ridad comunal; raíz.

Selinna: Ceremonia que se hace a raíz de un triunfo o cuando

termina una cosecha, hay danzas y se consume inna o

gaibir.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Siaigar: Canto terapéutico para aplacar la fiebre mediante la

quema de cacao.

Sigwanala (sianar): Brasero, recipiente de arcilla donde se quema cacao o

afín.

Sioggo…: Jerga de brindis entre los gunadule.

Suuuuu iddoleged: Me siento alegre, me siento mareado…

Swara, gogge, gangi

(gammuburwi):

Diversos instrumentos musicales del pueblo Gunadule.

Urigan (uri): Gunadule / gunadulemar / gunadulegan que combatían

contra los invasores. Grupo de hombres entrenados por

la comunidad para la defensa de la tierra en el periodo

de la invasión de Abiayala.

Usdubdorgan: Naturales de la comunidad de Usdub.

Waga: Extranjero, ladino, no guna, no indígena, no aborigen.

We an nega: Esta es mi casa…

…weginedi: …son de aquí.

Yaigun: Uno de los defensores modernos de la cultura e historia

de los gunadule.

Yatiris, sukias, nokoes,

nergan, jaibanás…:

Personas especializadas que protegen a diversas comuni-

dades de Abiayala.

Yeer iddoged: Alegrarse, sentirse feliz.

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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INDICE GENERAL

Presentación: Aiban y sus cosmogonías Nota aclaratoria

2020 – Gunayala sangre intensa

Gunayala sangre intensa

A los guerreros de 1925

¿Fue un gringo?

Sangre vertieron, con sangre pagaron

Olodebiliginya

1925: puño de corajudos.

No hay patria sin sangre

Olonibiginya

Ellos ya no están, pero volverán

2008 – ibdula agiginne

Ibdula agiginne

Nana burgala agnuenai

¡Nelegan, Nana burba selogedage!

¡Ibdulagan urwedibi!

Sior namagge

Addagge, nue be addagge

¡Dule bursunde!

Yooedise

Nana Yala

Danibalo

Nade, bad nade

We igala, dadgan igala

Be soge…

Melle be soge…

Ibdulagan

Abiayala

2002 – Morginnid

Para hablar de paz

Pozo viejo

¡Iddomar an do!

Empobrecidos

Patria

Bandera mía

Dada

Pregunta primero por qué

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Tierra guna

Tierra viva

¡Sé gunadule!

¡Panamá!

Maíz

Soledad

Bulagwa

Para caminar con el pueblo

Pueblo

Ocarina de barro

En Mirya plantamos al maestro

Goma y crac

1992 – Nana gabsus

Nana Gabsus

Tierra madre

Cada cosa tiene su nombre

Río de versos

Padre mío

Desde allá

Tata Inti

Propongo una canción

Cuando observes…

Son quinientos años

Dijeron que solo ellos valían

Guanani

Indio resentido

1987 – De la tinaja guna

De la tinaja guna

Mis versos

Allí, junto al arroyo antiguo

Gunayala

Bendición sobre pueblos indígenas

Esos dos ojitos Mis dos Américas niñas:

Mi Abiayala niña 1

Mi América niña 2

Este índio no se rinde

A los indígenas panameños

Y… Fue un doce de octubre

Ten por seguro

Que no se callen los viejos

Aún habrás de creer

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Civiliza mi corazón, mamá

Gungidule

Allá en la selva

¿Ibua?

Contigo crece mi Gunayala

Yaigun el gran ancian

2018… Doddoganga

Waggudar

¡Baba, anga be nudsu sobe!

¡Nogagobeyeee!

¡An ai, gole aminama!

¡Gammi, gammi, gammi!

A mi grande nele

Nanaye se gollege

We an yala

¡An ai!

Siggwi guggude

Babagan gwissigusa

Dada massidola

Dada naggwiali

Esta isla pequeñita

Mi abuelito revolucionario

El sol

Cuando llora tu amiguito

Esta tierra

Olodule

Mamá tierra

Bannaba

Despierta niño

Suspira mamá tierra

El mar

Quiero cantar contigo

1979 – Desde el silencio indio

Desde el silencio indio

Vive mi abuelo

Él va a venir

¡Mantente humano!

Tú saldrás resoplando

Dulebander

¡Muchachitos indios!

Con sus ojos niños

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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¡Este niño pobre!

Madre gunadule

El silencio y las cosas

Busco un rostro

Melodía de pobres

Amigo que perdiste los arcos

Cuanta cosa aun por decirte

Tinaja boca arriba

Que vuelvan los ancianos

Poder inicial

1976 – Cantando con la gente

Mi patria con ojos cansados

Me han robado un dios

Ha muerto la palabra

Esperanza dialogando

¡Qué ganas tengo!

Gente

Dioses desnudos

¡Maranatha!

En pantalón corto

Silencio

La idéntica flor abierta

Paz para los bolsillos de todos

¡Oh, mundo mío!

La luna

La lluvia

Anónimo

1976 – A la manera guna

Véndame los ojos

Mi Gunayala

A Usdub

Me duele esa libertad

Aparentemente nada

¡Eh, an ai!

Al nele de Duleyala

Gunadule insurrecto

Usdub, recuerda a tu nele

¡Indio, compañero!

1973 – A pie con la gente

Fieramente llorando

Indio inclinado a no morir

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GABSUS – Poemas de 2020 – 1970. Aiban Wagua

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Varias pólizas y cartillas

A Machu-Pichu

¿Por qué te quitaste la mola?

Choza

Ibeorgun

Gunamola

Chicha brava

Hombrecillo elemental

1970 – Indio bajo tierra

Indio bajo tierra

Nogagobe

América

Paz para este niño

Esto no marcha

¡Oh, mundo mío!

¿Cuál es mi pecado?

An nanga

Nerdummagan weginedi

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Nace el 3 de septiembre de 1944 en Ogobsuggun, Gunayala, Panamá.

Doctor en Ciencias de Educación, con especialización en Técnicas didácticas,

en la Universidad Salesiana (Roma), 1981. Ordenado sacerdote por su S.S.

Pablo VI en Roma (Italia) en junio 29 de 1975. Desde 1981 trabaja con su

comunidad guna, Gunayala. Su mayor trabajo gira en torno a sistematiza-

ción de valores culturales de gunadule para una amplia formación de

jóvenes, niños y adultos, utilizando lugares de encuentros de gunadule para

una formación integral desde interculturalidad.

SUS OBRAS MÁS DESTACADAS

Narrativa y ensayo

▪ Gwani. Anotaciones históricas y mitos gunas para niños. Panamá, Emisky, 1985.

▪ Aspetti e problemi del sistema numerico dei Cuna di Panama. Numerare, contare, calcolare. Per

un approccio interdisciplinare allo studio della quantificazione, Roma, Cadmo, a cura del

Centro Mario Rossi per gli Studi Filosofici dell’Università di Siena.

▪ Noticias de sangre de nuestro Pueblo. San José, Costa Rica, ed. IETSAY, 1994. II edición.

Traducido a alemán: Lebens und Leidensgeschichten unseres Volkes Überlieferungen unserer

Vorfahren. Allgemeiner Kulturrat der Kunas. Concordia Reihe Monographien. Band 18, Aachen,

1996. Traducido al italiano: L’invasione di Abia Yala. Documenti di etnostoria kuna. Quaderni

del Seminario Interdisciplinare -2, Università di Siena, 1995.

▪ Así lo vi y así me lo contaron. Datos de la Revolución Guna. Edición EMISKY, 1997; II edición,

Onmaggeddummagan / AECID, 2008.

▪ En defensa de la vida y su armonía. Relatos del Babigala. Elementos de la religión guna. Panamá,

ed. Emisky y Pastoral Social, 2000. II edición en 2011 – Onmaggeddummagan / AECID.

▪ Los gunas entre dos sistemas educativos. Aspectos de Educación Bilingüe Intercultural.

Onmaggedummagan / AECID, Panamá, 2005.

▪ Relatos de mi gran Historia (Bilingüe). Relatos del Babigala para los III y IV grado,

Onmaggeddummagan / AECID, 2008.

▪ Gayamar Sabga. Diccionario escolar bilingüe (Dulegaya–castellano). En Co-autoría, Onmagged-

dummagan AECID, 2011.

▪ EBI Guna. Nan Garburba Duloged. Génesis, enfoque, estrategias y métodos aplicados.

Onmaggeddummagan / AECID, Gunayala, 2014.

▪ Babgan soge… Relatos de gunas variados. Gunayala, 2020.

Poética recogida en el libro:

*Indio bajo tierra. *A pie con la gente. *A la manera guna. *Cantando con la gente. *Desde el silencio indio.

*Doddoganga. *De la tinaja guna. *Nana Gabsus. *Morginnid. *Ibdula Agiginne.

AIBAN WAGUA

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