Una mañana de invierno, Pedro se despertó y miró por la ventana. Había caído nieve durante la noche. Todo estaba cubierto hasta donde le alcanzaba la vista.

Después del desayuno, se puso su abrigo de nieve y corrió afuera. La nieve estaba apilada muy alta a lo largo de la calle para hacer una vereda para caminar.

Crunch, crunch, crunch, sus pies se hundían en la nieve.Caminaba con sus pies apuntando hacia fuera, así:

Caminaba con sus pies apuntando hacia adentro, así:

Entonces arrastró sus pies l-e-n-t-a-m-e-n-t-e para hacer huellas.

Encontró algo que sobresalía de la nieve e hizo una nueva huella.

Era un palo…

un palo perfecto para golpear un árbol cubierto de nieve.

Abajo cayó la nieve … ¡plop! sobre la cabeza de Pete.

Pensó que sería divertido participar con los niños grandes en una pelea con bolas de nieve, pero sabía que no tenía la edad suficiente … todavía.

Así que hizo un muñeco de nieve sonriente y creó siluetas de ángeles.

Simuló que era un escalador de montañas. Trepó a lo alto de una gran montaña de nieve…

y se deslizó hasta abajo.

Recogió un puñado de nieve… y otro y otro. Lo apretó redondo y firme y guardó la bola de nieve en su bolsillo para mañana. Entonces, entró a su casa caliente.

Mientras su madre le quitaba las medias mojadas, le contó sobre sus aventuras.

Y pensó y pensó y pensó sobre ellas.

Antes de acostarse, buscó en su bolsillo.Estaba vacío. La bola de nieve ya no estaba ahí. Se sintió muy triste.

Mientras dormía, soñó que el sol había derretido toda la nieve.

Pero cuando despertó, su sueño se había ido. La nieve todavía estaba por todos lados. ¡Y caía nieve nueva!

Después de desayunar, llamó a su amigo del frente y juntos salieron hacia la nieve profunda.