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Tickets La vida Tapa • Publicado el 10 marzo, 2015
El apellido Adrià es famoso. Su portador, Albert, es el hermano de Ferran, pero lo tiene asumido. Sabe que hace rato tiene ganado su lugar en el paraíso de la gastronomía del mundo por mérito propio. Después de dejar elBulli creó Inopia, en Barcelona, pero al tiempo, el local quedó chico y cambió coordenadas. Puso todo el esfuerzo en el Paral lel (Paralelo), algo así como la calle Corrientes local, zona del espectáculo, que crece -‐mes a mes-‐ y donde el artista de los sabores ofrece sus creaciones, de la mano de los hermanos Iglesias. El primero de los restaurantes en nacer fue éste: Tickets, un lugar de tapas genial, al que se sumaron otros proyectos.
Amante del mundo, Albert es uno de los impulsores de la valorización de América Latina y de Asia en el panorama gastronómico internacional. Lo suyo está muy lejos del verso. Sin fronteras, recorre mercados, prueba técnicas, experimenta y las aplica. Sigue abriendo restaurantes, no se cansa de investigar. Inquieto, creativo, sencillo, artista, se podría seguir buscando adjetivos, pero creo que Albert es de esas personas a las que la palabra genio le queda a medida y para quien la palabra fin no existe. Pasemos a Tickets, porque como en todo espectáculo, siempre se debe comenzar por la taquilla… El local de la esquina, un típico bar de tapas de mesas altas, está montado con diferentes sectores por donde si quiere, se puede circular o no. La gente reserva con meses, viene en grupos, se pide un trago, una caña y va probando bocados “bullinianos”. El concepto, cuenta Albert, nació en 1991 en elBulli. En “La vida tapa” no hay lugar para el aburrimiento, para la tristeza y la soledad. Lo hay para las risas, la complicidad y las buenas compañías, un proyecto que este año redoblarán con Ferran cuando se hagan cargo del Cirque Du Soleil de Marbella, combinando su aporte con el de Guy Laliberté, creador del circo, en Heart (Ibiza Hotel).
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Pero volviendo a Barcelona y a Tickets, reafirmo: aquí no hay lugar para acartonamientos, ni aburrimientos. Si quiere un espacio de esos con tenedores de plata, vajilla y servicio refinado, cambie de rumbo. La idea que prima desde que atraviesa el portal es un “Viva la diversión y la risa”, que de eso se trata “La vida Tapa”. Para poder gozarlo a pleno, las manos son la mejor herramienta para comer cada uno de los bocados. Las diferentes barras aportan según su sector y son una puesta en escena de la vida misma. Eso sí, otro dato más: imprescindible ir con buena compañía. De las distintas barras van llegando las tapas. Cada una sorprende más que la siguiente: la oliva que explota en la boca, el palito de pan que envuelve un jamón delicioso, la maceta que contiene zanahorias heladas… un mundo diferente, porque aquí no hay nada igual. Algunos ejemplos: De Pura Raza ofrece jamones Joselito Gran Reserva, cortados a cuchillo, Vaca Vieja de Burgos al Josper. Con los dedos: ventresca de atún con erizo de mar, anchoa en torrada y semillas de tomate, el huevo y la trufa (en su cáscara), anguila ahumada y pan de alga. También hay un sector de ostras y otro de tapas diferentes, como los snow crac (en canelón de palta), navajas a la marinera con un toque picante, caballa tibia en escabeche, pulpo crujiente, patatas confitadas. La Estrella es el centro neurálgico de la bebida, allí tiran Estrella Damm, la compañía perfecta de una buena tapa.
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La parte de los postres también tiene su hora pero vivió una mudanza, la ubicaron donde supo estar el 41°. Hoy se ingresa a un salón de cuentos, con el techo cubierto por enormes frutas rojas, con predominio de las fresas. Allí todo es dulce, el mejor final para este restaurante de cuento, que no es un cuento.