Download - Variaciones del sueño XXXVII

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Estamos comiendo los tres, escuchando la naturaleza a orillas del lago y compartiendo un momento grato y agradable.- Debes ensearle a Abdn, Pap. l aprender ms rpido que yo. S que tiene muchos talentos que ni siquiera ha explorado. Yo no soy tan hbil.Lo dice con un serenidad increble tomando en cuenta que es una nia de solamente 8 aos.Abdn pone cara de pena cuando la escucha.Estamos comiendo los cuatro. Marta aparece y los nios se alegran al verla.- Necesitas ayuda? Me pregunta aferrando su mano a mi brazo. Sigo comiendo y le hago un gesto afirmativo. Acaricia mi cabello largo y crespo, lo que adems de tranquilizarme me hace sentir querido y comprendido.Estamos comiendo los cinco. Brian aparece con su sitar y se pone a tocar ragas, para que me concentre dice. Es un maestro del ritmo; mientras toca y medito siento que soy la naturaleza misma. El equilibrio en blanco y negro corre por mis venas.Estamos comiendo los seis. Mi maestro, fallecido hace aos, unta su pan en mi plato. Me inspira confianza y sin decir palabra alguna me da los consejos que necesito. Verlo me hace recordar todas y cada una de sus lecciones. Qu habra hecho l en esta situacin?Estamos comiendo los siete. B.B., con su fina cabellera rubia y esos ojos de colegiala me mira con sensual ternura mientras dibuja con un lpiz de carbn sobre papel de arroz. Pasado un rato de silencio en la conversacin pone en mi mano un dibujo con lo que entiendo ser la ltima batalla que tendr con esa mujer y su maestro. De acuerdo al boceto de B.B. ninguno tiene ojos, adems, sus bocas son grandes y desproporcionadas. Las manos no tienen dedos y la mujer no tiene pies en los que sostenerse. Su maestro tiene el crneo abierto y en carne viva. Ato los cabos sueltos, por fin junto todas las piezas del rompecabezas.Estoy comiendo solo, escuchando la naturaleza a orillas del lago.