TITULO: MODERNIZACIÓN AGRÍCOLA, GLOBALIZACIÓN Y RIESGO ECOLÓGICO:
IMPACTO EN PROCESOS DE ADQUISICIÓN Y PÉRDIDA DE LA AGRODIVERSIDAD
VEGETAL Y SU RELACIÓN CON PRÁCTICAS AGRÍCOLAS Y CULTURALES DE
COOPERACIÓN E INTERCAMBIO EN CAMPESINOS INDÍGENAS-MAPUCHE Y
CHILENOS DE LA REGIÓN DE LA ARAUCANÍA EN CHILE
Dra. Francisca Fonseca Prieto. Investigadora del Instituto del Medio Ambiente y académica del
Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de La Frontera, Temuco Chile. Email:
Dr. René Montalba Navarro. Investigador del Instituto del Medio Ambiente y académico del
Departamento de Ciencias Agronómicas de la Universidad de La Frontera, Temuco Chile.
Email: [email protected]
Resumen
A partir de los procesos de modernización, globalización y el riesgo ecológico se identifican los
procesos particulares de adquisición y pérdida de la agrodiversidad vegetal y su relación con prácticas
agrícolas y culturales de cooperación e intercambio en campesinos indígenas-mapuches y chilenos de
la región de La Araucanía en Chile.1
Metodológicamente se complementan perspectivas de indagación y técnicas: distributivas (encuesta,
a); estructurales (entrevistas grupal) y dialécticas (talleres con sujetos expertos). El trabajo de campo
se ha realizado en tres áreas agroecológicas de la región de La Araucanía, que a su vez coinciden con
distintas identidades territoriales mapuche, distintos niveles y tipos de colonización (extranjera y
nacional) y la dominancia de distintos tipos de actividades económicas, niveles de receptividad
tecnológica y constitución de la propiedad de la tierra.
Los primeros resultados indican que la adquisición y pérdida de agrodiversidad vegetal se relacionaría
con: fragmentación de la tierra, eventos climáticos, identidad cultural de los agricultores y
1 Esta ponencia forma parte de los resultados del Proyecto FONDECYT N° 1120790, titulado “Modernización,
globalización y riesgo ambiental: Identificación de los procesos de adquisición y pérdida de la agrobiodiversidad y su relación con el origen étnico de los agricultores. El caso de La Araucanía”. Financiado por La Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología de Chile
preferencias por la diversidad. Existiría en los agricultores mapuche, una directa relación entre el uso
de múltiples variedades con el fin de satisfacer diferentes necesidades de uso: requerimiento de
sustento, seguridad alimentaria, prácticas culturales y religiosos. La pérdida de agrodiversidad estaría
relacionada con pérdida de territorio, cercanía a mercados, programas de transferencia tecnológica,
reemplazo de prácticas (cooperación e intercambio de semillas) y alimentos tradicionales por
externos, escases de agua y erosión de suelos.
Palabras clave: Riesgo ecológico, modernización globalización, agrodiversidad,
conservación.
Presentación
Una de las principales consecuencias negativas y no previstas del modelo desarrollo dominante, es el
surgimiento de una serie de riesgos globales. Tal es el caso de riesgos ambientales como la pérdida de
la agrobiodiversidad y su impacto en la seguridad alimentaria. En los últimos 100 años se ha perdido
Cerca de 75% de la diversidad genética mundial de cultivos alimenticios. Este proceso de erosión
genética ha sido asociado a la modernización global de la agricultura, homogenización de
agroecosistemas y unificación de los mercados. No obstante a que esta “erosión de la
agrobiodiversidad” también ha sido asociada a procesos de “erosión cultural”, no se tiene claro cuál es
la vinculación e importancia de la diversidad cultural sobre los procesos de adquisición y pérdida de la
agrobiodiversidad.
No obstante a que La Región de la Araucanía, en el sur de Chile, no es centro de origen y diversidad
de cultivos alimenticios de importancia a nivel mundial, en ella se presentan elementos bioecológicos,
históricos y socioculturales que la convierten en una zona de particular importancia para entender los
procesos de incremento y pérdida de la agrodiversidad vegetal y la vinculación de estos con prácticas
agrícolas y culturales diversas: (i) tiene una alta variabilidad de condiciones agroecológicas necesarias
para el desarrollo de los cultivos; (iii) posee registros tempranos (1550) de incorporación de cultivos
alimenticios y de una alta adopción cultural por parte de grupos locales; (iv) presenta una diversidad
cultural única en Chile, pueblos originarios (mapuche y pewenche), descendientes de colonos
(alemanes, suizos, italianos, franceses) y chilenos; (v) presenta una alta diversidad en tipos de
explotación y orientaciones agrícolas y; (vi) en el último siglo se han desarrollado una serie de
procesos vinculados a la modernización y globalización productiva (reducción indígena, cerealización,
expansión forestal, etc.).
La investigación realizada se ha planteado como objetivo general: Identificar los procesos
relacionados con la adquisición y pérdida de la agrobiodiversidad vegetal presente en distintas zonas
agroecológicas de La Araucanía y determinar su relación con el origen étnico de los agricultores. Si
bien la investigación realizada tiene varios objetivos específicos, en esta comunicación, nos interesa
presentar resultados respecto a dos de ellos:
1. Identificar la influencia de los procesos de modernización de la agricultura y la globalización de los
mercados en la adquisición y pérdida de la agrodiversidad vegetal presente en predios de distintas
zonas agroecológicas de La Araucanía y su relación con el origen étnico de los agricultores.
2. Establecer la relación existente entre los procesos de adquisición y pérdida de agrodiversidad
vegetal y las prácticas agrícolas y culturales de cooperación e intercambio en campesinos indígenas-
mapuches y chilenos de la región de La Araucanía.
Se presentan dos hipótesis de trabajo.
Hipótesis 1: Los procesos de modernización agrícola (industrialización y tecnificación del agro)
y de globalización de los mercados (orientación a los mercados de consumo masivo) se
encontrarían inversamente relacionados con la conservación de la agrodiversidad vegetal. A su
vez, el origen étnico de los agricultores se relacionaría con una mayor o menor receptividad a los
procesos de modernización y globalización de la agricultura, por lo cual esto sería un factor
determinante en los procesos de adquisición-pérdida de la agrobiodiversidad vegetal.
Hipótesis 2: La Araucanía presentaría a nivel general una agrodiversidad vegetal baja, sin
embargo, existirían predios con una agrodiversidad que sobresale al resto, lo cual se encontraría
relacionada al origen étnico de los agricultores, específicamente, con prácticas agrícolas y
culturales que se basan en la cooperación e intercambio (conocimiento, semillas, alimentos, etc.)
y que buscan proteger y preservar el patrimonio alimentario, particularmente, del pueblo
Mapuche.
Discusión Teórica
Riesgos ecológicos y modernidad reflexiva.
Para autores como Beck, Luhmann, Giddens, Bauman y Lash la característica definitoria dela
modernidad reflexiva es la presencia universal en tiempo y el espacio de riesgos fabricados por
la propia civilización humana. Estos riesgos son efectos colaterales de los procesos industriales y
han llegado a poner en peligro los requisitos básicos para la vida en general y para la vida social
en particular (Beck, 2006; Giddens et al. 1996; Bauman 2006). Con ello la "naturaleza" ha
dejado de ser un opuesto situado fuera del orden social para tomar la forma de diversos y
complejos problemas ambientales que provienen desde el interior de la propia sociedad. "Los
problemas del medio ambiente (ya) no son problemas del entorno, sino (en su génesis y
consecuencias) problemas sociales, problemas del ser humano, de su historia, de sus condiciones
de vida, de su referencia al mundo y a la realidad, de su ordenamiento económico, cultural y
político" (Beck 2006).
La teoría de la sociedad del riesgo concibe el fenómeno del riesgo como global. Peligros
globales -como el nuclear, el químico o el genético- son tanto imprevisibles como inevitables, lo
que resquebraja los pilares del sistema de seguridad. Por ello, los daños no sólo afectan a las
sociedades de modernización avanzada, sino también, a las de modernización periférica, pues
ambas carecen de dispositivos para prevenir y controlar los riesgos ecológicos que auto-
producen. De allí que se diga de los riesgos que son democráticos: se reparten de igual forma en
regiones ricas y pobres, en países industrializados y en vías de serlo. Así, si en la modernización
simple (industrial capitalista), los conflictos sociales ocurrían por la repartición de la riqueza, en
la modernización reflexiva ocurren por la producción, distribución y división de los riesgos
(Beck 2006).
Riesgo global y agroecosistemas.
En los países industrializados, la agricultura ha sido fuertemente protegida de los efectos de la
liberalización (Josling y Tangermann, 1999). El enfoque neo-clásico de desarrollo agrícola,
implantado en los últimos tiempos (desde los años 50), ha alentado a la retirada de la
intervención del Estado respecto de la gobernanza del mercado y de los sistemas de producción
(Friedmann, 1998). Con el objetivo de mejorar la eficiencia y maximizar la rentabilidad
económica de la agricultura, el llamado "modelo liberal-productivista" propende a la
liberalización del mercado y a una mayor racionalización de los métodos de producción y
comercio. Desde esta perspectiva, la diversidad natural (biológica, cultural, ambiental) es
considerada como parte de las ineficiencias a superar, lo cual se realizaría mediante la
“modernización” agrícola y el desarrollo de sistemas de agricultura industrial, con alta
utilización de insumos (semillas, agroquímicos, energía), mecanización, y control de procesos
(Guzmán et al, 2000).
Existen preocupaciones respecto a que la globalización de la agricultura dentro de este enfoque
neo-clásico estaría consolidando la unificación y homogenización de las prácticas agrícolas y
agroecosistemas, a modo de técnicas de las mejores prácticas comerciales que se aplican a nivel
mundial y en función de las demandas de las economías de escala (Schnaiberg y Gould, 1994;
Athanasiou, 1996). La globalización de la agricultura se inserta dentro de las crisis ambientales y
sociales, asociadas principalmente, con la incapacidad del sistema moderno de considerar y
valora la diversidad. Así, el desarrollo del mercado global afectaría mayormente a aquellos que
no tienen los recursos para mejorar su capacidad de producción dentro de límites ecológicamente
sostenible. El éxito de la aplicación del paradigma neo-clásico se enfocaría una vez más en los
agricultores con más recursos, en las comunidades más ricas, en las zonas más aptas para la
agricultura moderna, de las sociedades más ricas y capaces de incorporar prácticas esenciales
para el desarrollo eficaz y sostenible (Guzmán et al., 2000). En un mercado global y con fuerzas
del mercado no regulado, muchos sistemas agrícolas poseen pocas probabilidades de sobrevivir,
debido a que sistemas más eficientes para esas condiciones tendrán ventajas competitivas, tales
como una mayor abundancia de recursos naturales, el apoyo industrial eficaz o menores costos
de producción (Ramakrishnan, 1999). De esta forma, los agricultores marginados tienden a estar
más alejados de los beneficios del desarrollo y obligados a erosionar el medio ambiente local o
desaparecer.
Los posibles riesgos de este escenario se ven agravados por la evolución de las bases científicas
y tecnológicas de la agricultura, que son cada vez más concentrada en unas pocas empresas
multinacionales. De esta forma, la seguridad agroalimentaria está quedando en manos de
empresas cuyo objetivo principal no es la prestación de bienes y servicios a las poblaciones
locales, sino más bien la extracción de ganancias (Brenner, 1997; Paillotin de 1998; Altieri,
1999; Caswell, 2000). Esta temática debe entonces ser planteada y considerada como parte del
contexto de las nuevas estructuras agroelimentarias que se plantean para el Siglo 21,
considerando las fallas sistémicas del modelo de desarrollo dominante y que las habilidades y los
recursos asociados a la diversidad biológica local y cultural debe estar disponible para el
restablecimiento y recuperación de los procesos de producción.
Modernización de la Agricultura, erosión genética y homogenización cultural.
Bajo el concepto de “agricultura tradicional” (o pre-científica) podemos agrupar a aquellos tipos
de agricultura o sistemas agrícolas que tanto en su desarrollo como en su funcionamiento no
responden a la lógica científica y económico-mercantilista de los sistemas “modernos”, sino que
más bien obedecen a concepciones de hombre y naturaleza diversos, que se han originado y
desarrollado a través del tiempo mediante múltiples relaciones entre los diferentes grupos y el
medio que habitan. De este modo, en la agricultura tradicional, el desarrollo de sus sistemas es el
resultado de una coevolución, en el sentido de evolución integrada, entre cultura y medio
ambiente (Sevilla Guzmán y González de Molina, 1990). Esta se ha beneficiado de siglos de
evolución cultural y biológica, a través de la cual se ha adaptado a las condiciones locales. Así,
los agricultores han creado y/o heredado sistemas complejos de agricultura que, durante siglos,
los han ayudado a satisfacer sus necesidades de subsistencia, incluso bajo condiciones
ambientales muy adversas (Altieri, 1999). Este proceso ha contribuido al origen de diversas
culturas en interacción con medios ambientes también diversos, en los cuales, y por medio de la
estrecha relación entre los agricultores y la naturaleza, el hombre ha desarrollado un vasto
conocimiento de las distintas especies naturales y sus ecosistemas, domesticando una gran
diversidad de especies y variedades de estas.
Los precedentes más directos de la globalización de los sistemas agrícolas, mediante la
aplicación de la ciencia y la tecnología, los podemos encontrar en la segunda mitad del siglo
XIX, sin embargo, los mayores avances y cambios se lograron con posterioridad a la Segunda
Guerra Mundial, al converger un nuevo conjunto de innovaciones científico-tecnológico con la
consolidación de ideologías político-económicas (Pujol, 1998). Esto permitió la introducción a la
agricultura de los “esquemas racionales” que el negocio de la industria había seguido (Toledo,
1993; Sevilla Guzmán y López Calvo, 1994). Continuando con esta lógica, la aproximación
neoclásica de desarrollo agrícola llama a la retirada de los estados de la interferencia en la
gobernanza del mercado en los sistemas de producción (Friedman, 1998). De esta forma, el
modelo “liveral-productivista” promueve la liveralización del mercado y una racionalización de
los métodos de producción y comercio, reduciendo ineficiencias y maximizando los retornos
económicos de las actividades agrícolas. Parte de estas ineficiencias se asocian a la diversidad
biológica y cultural (Basley, 2003).
Pese a que en los sistemas tradicionales la diversidad agraria se había incrementado hasta fechas
relativamente recientes de la historia humana (Guzmán et al., 2000), la incorporación de las
nuevas “variedades mejoradas” a los diversos países y la adopción de estas por parte de los
agricultores, ha desplazado a las variedades tradicionales. Este masivo desplazamiento de una
gran cantidad de variedades tradicionales por un número reducido de variedades mejoradas y la
adopción de las tecnologías asociadas, ha provocado una gran homogeneización de los sistemas
agrícolas. Es así como entre las vastas consecuencias ambientales y sociales de la modernización
de la agricultura podemos encontrar un fuerte proceso de uniformidad y erosión genética. Como
muestra de esto podemos considerar el hecho de que seis híbridos de maíz conforman más del
70% del cultivo mundial de esta especie (Gliesman, 1997). Así también en Chile donde se
encuentra uno de los centros de origen de la papa, el cultivo de esta se encuentra dominado por
tres variedades, de las cuales una representa el 80% de la superficie cultivada (Contreras, 1987).
De unas 330.000 variedades diferenciadas de arroz que se cultivaban hace 50 años en la India, en
1987 se proyectaba que para el año 2000 solo quedarían 50 (RAFI, 1987). Una sola variedad de
arroz llamada IR-36 se extiende sobre más del 60% de las tierras arroceras del sudeste de Asia
donde, hace tan solo unos pocos años, eran comunes millares de variedades tradicionales. En
oriente medio, las cebadas “Beecher” y “OP25" han acaparado más de la mitad de la cosecha,
mientras que el Mexipak y el Sonalika han destruido el caleidoscopio de los trigos y suponen
ahora el 70% de la cosecha (RAFI, 1997). Por otro lado, en los mismos países “desarrollados”,
en el transcurso de unas cuantas décadas, la creación de variedades altamente productivas y su
masiva adopción borró casi completamente la pequeña diversidad que poseían (Altieri, 1999).
Algunos ejemplos de los riesgos ecológicos y sociales relacionados con la pérdida de la
agrobiodiversidad en los sistemas agrícolas se puede comprobar en diversos estudios. La
variedad de arroz (desarrollada en 1960) llamada IR-8 fue ampliamente extendida en Asia
debido a sus altos rendimientos, desplazando y produciendo la desaparición una gran cantidad de
razas locales. A mediano plazo, el surgimiento de complejos de enfermedades y la mayor
incidencia de plagas, produjo que sus rendimientos cayeran a un nivel que hacían inviable su
cultivo. Pese a esto los agricultores no pudieron regresar a sus variedades tradicionales ya que las
habían perdido, generando graves problemas sociales (Perlas, 1995). Epidemias de roya en el
trigo en Suiza en 1960, debido al uso generalizado de la variedad “Probus” y más recientemente
en Turquía y otras partes de Asia occidental, tras la reducción de la diversidad de variedades de
trigo desde la “Revolución Verde” (Bardsley, 2003). El impacto social de los déficit de
producción local como resultado de la uniformidad genética puede ser considerablemente mayor
en los márgenes de los países en desarrollo. En la periferia extrema, las pérdidas de cosecha
producen degradación ecológica, la pobreza, e incluso el hambre. Los agroecosistemas y los
materiales genéticos locales suelen poseer altos niveles de tolerancia a condiciones sociales y
ambientales cambiantes, razón por la cual se han convertido en valiosos “bancos” de
agrobiodiversidad (Altieri, 1999). Este elemento resulta ser muy requerido al momento de buscar
nuevas características en plantas cultivadas que solucionen problemas de la agricultura moderna
o que proporcionen características deseadas en “nuevas variedades”. La importancia de esta
agrodiversidad local es tal que muchos de los cultivos normales del norte no podrían ser
cosechados si no fueran por las inyecciones de “nuevos” genes procedentes del cultivo original
(Hobbelink, 1992).
La adquisición y pérdida de la agrobiodiversidad es comúnmente presentado como un problema
ambiental, sin embargo, las causas subyacentes se relacionarían fuertemente con factores
sociales, económicos y políticos (Rana et al., 2007).Trabajando en México, Turquía y Perú,
Brush (1995) identificó factores socioeconómicos como: fragmentación de la tierra, crecimiento
en ambientes marginales, condiciones de imperfección de mercados, identidad cultural y
preferencias por la diversidad, incidirían positivamente en la agrodiversidad predial. Por su parte,
Cromwell y van Oosterhout (2000) encontraron en Zimbawe que predios de mayor tamaño,
valoración del cultivo por parte de la familia, y edad relativa del agricultor, contribuían
positivamente con la diversidad de cultivos y variedades. El uso de múltiples variedades son
utilizadas en los predios con el fin de satisfacer diferentes necesidades (Bellon, 1996). La
decisión de los agricultores en relación al uso de diversas variedades de cultivos sería,
principalmente, gobernada por sus propósitos de uso, requerimientos de sustento y seguridad
alimentaria (Campillan, 2002). Otros estudios han enfatizado la necesidad de entender los
vínculos entre diversidad cultural y agrodiversidad (Negash y Niehof, 2004; Soleri y Claveland,
1993). Por ejemplo, algunas variedades tradicionales poseen un valor de uso cultural y religioso;
de ese modo la conservación de la agrodiversidad estaría íntimamente relacionada con la
conservación de culturas nativas (González, 2000). Por otra parte, hay autores que sostienen que
la conservación de variedades tradicionales y antiguas asociado a agricultores marginales
(campesinos, indígenas), estaría dado porque poseen acceso limitado a las Variedades Modernas
Mejoradas (Swaminathan y Castollo, 2000).
En los últimos 100 años se ha perdido Cerca de 75% de la diversidad genética mundial de los
cultivos agrícolas (Pretty, 1995). Del mismo modo, la desaparición del 50% de los 7.000
lenguajes proyectada para los próximos 50 años representa un claro signo de erosión cultural
global (Krauss 1992). Pese a que a primera vista pudieran parecer obvias las relaciones entre
globalización y agrobiodiversidad, una mirada desde el inicio del proceso de domesticación de
plantas sugiere que la interacción entre cultivos alimenticios con diversas “fuerzas” a lo largo del
continum global-local, ha producido una diversidad cultural y biológica contingente y difícil de
predecir (Soleri, et al., 2008). La acelerada transformación en los sistemas económicos,
culturales y biofísicos, están produciendo cambios impredecibles en la distribución de alimentos
locales y globales. Así por ejemplo la migración, relacionadas al proceso de globalización,
estaría incrementando la diversidad cultural y agrobiodiversidad de áreas receptoras (Bonfil
Batalla, 1996; Barkin, 2002). Entonces, lo cierto es que el conocimiento científico respecto de
los factores socioculturales, económicos, tecnológicos o ambientales que influencian los
procesos de adquisición y pérdida de agrobiodiversidad, son muy limitados.
Ciencia, riesgo y respuesta agroecológica: perspectivas de la investigación en sistemas
agrarios.
Los modelos de producción, distribución y consumo industrial moderno han producido
respuestas medioambientales no esperadas que parecen amenazar la integralidad y sostenibilidad
del sistema ecológico del que la vida humana depende. Las polarizaciones socioeconómicas y
degradación ecológica han generado una pérdida de fe en la autoridad de la ciencia y en la
legitimidad de los gobiernos democráticos, los cuales incrementan la situación de riesgo y se
consideran parcialmente responsables de la crisis actual.
La ciencia puede ser considerada como una forma específica de escrutar la realidad basada en la
simplificación de la complejidad para, mediante conocimiento abstracto, generar su sistema
social de gestión de riesgo a no equivocarnos (Funtowicz y Ravetz, 1994). El hecho de que el
desarrollo de las tecnologías derivadas de la ciencia haya generado la creencia de poder obtener
el dominio sobre la naturaleza, ha determinado que el hombre utilice la ciencia, como estructura
social, mediante el consenso de su “sistema de expertos”. Esto obliga a visiones científicas
alternativas realicen una búsqueda de elementos de control a la hora de intervenir en el
establecimiento de normas y límites ambientales “científicamente indiscutibles”. Es en este
contexto donde cabe situar a la agroecología que, aunque pretenda el manejo de los recursos
naturales, lo hace explicando las formas de degradación de los recursos y generando sistemas de
reposición y generación (Altieri, 1999). Ello supone introducirse en aquellas áreas de
conocimiento que le permitan entender, analizar y predecir los fenómenos sociales, económicos,
políticos y culturales que generan tales formas de degradación (Guzmán et al., 2000).
En este sentido, la agroecología no es una disciplina nueva sino un nuevo campo de estudio que,
por su enfoque, requiere combinar y “orquestar” los hallazgos de diferentes disciplinas
(Martinez-Alier y Roca, 2000). Lo anterior no se refiere a la caída en reduccionismos ni de
buscar una utópica unificación de la ciencia, sino de aceptar un pluralismo metodológico
(Norgaard, 1989), donde los límites de los juicios de autoridad de cualquier experto sean
aceptados. En este sentido, el conocimiento práctico de las poblaciones indígenas y campesinos
sobre biodiversidad agrícola es, a menudo, considerado igual o superior al conocimiento experto
occidental (Altieri, 1999). De igual modo, en la naturaleza de muchos problemas socioecológicos
actuales, donde los valores están en disputa y la incertidumbre es grande, observamos que el
campo de los evaluadores competentes para dar una opinión va mucho más allá de los “expertos
autorizados” (Martinez-Alier y Roca, 2000).
La ciencia convencional no permite la existencia de una autoridad ajena a ella que elimine el
riesgo a obtener una validación de la verdad. Sin embargo, ante su crisis epistemológica aparece
como imprescindible la creación de una epistemología participativa de carácter político, en la
cual todos los actores sociales interesados tengan algo importante que decir sobre el objeto y
producto de la ciencia, generándose así una comunidad extendida de evaluadores (Funtowicz y
Ravest, 1994; Martinez-Alier y Roca, 2000). Esta es la propuesta de la agroecología, ya que
como consecuencia de su trabajo a nivel local termina por defender, junto al pluralismo
metodológico, un pluralismo epistemológico del enfoque convencional de la ciencia (Guzmán et
al., 2000). En relación a este pluralismo metodológico, resultan altamente influyentes los
trabajos de Ibáñez (1985,1994) respecto a la caracterización de las perspectivas de investigación
en ciencias sociales, donde plantea la forma de indagación científica en base a una reflexión a
tres niveles.
Así, abriendo el espacio de la investigación social hasta el pluralismo metodológico de la
agroecología, aparecen igualmente tres niveles de indagación: (i) distributiva, definida como
aquella forma de indagación en la que el papel central lo juega la caracterización sistemática del
conjunto de datos obtenidos de la realidad para describirla; (ii) estructural, que consiste en el
intento de explicar las relaciones existentes entre los fenómenos analizados en términos de la
percepción de los sujetos intervinientes y los discursos elaborados por estos; y (iii) estructural, lo
cual se relaciona con la intervención y articulación con el objeto investigado, para incidir, en
forma crítica en el curso de su transformación (Guzmán et al., 2000). En relación a las técnicas
utilizadas desde cada perspectiva de indagación, podemos considerar a las de tipo cuantitativo
cualitativo y participativo respectivamente.
En términos finales, se considera el aporte a un paradigma alternativo al dominante desarrollado
desde la teoría ecológica y del desarrollo humano, la cual no solo incorporaría sino también
respondería directamente a las preocupaciones socio-ecológicas. Si bien desde esta se acepta la
validez de una forma capitalista de producción e intercambio, los procesos de cambio en el
paradigma de la ecología humana prioriza los factores sociales, culturales y ecológicos que han
sido descuidados en el modelo de desarrollo dominante (Baird Callicott y Mumford, 1997 y
Upreti, 1994).
Constitución del paisaje cultural y sistema económico productivos en La Araucanía: Una
aproximación al caso de estudio.
La Región de la Araucanía corresponde al último territorio en ser anexado al Estado de Chile,
siendo en la práctica dominado por los mapuche hasta avanzado el siglo XVIII (Bengoa, 1991;
Guevara, 1898). Previo al contacto europeo, los mapuche se habrían encontrado en un estado de
desarrollo protoagrário, en el cual realizaban agricultura en espacios reducidos (principalmente
claros de bosque) utilizando varias especies autóctonas (como papas, ají, quinoa, dahue, maíz,
porotos y pallares) de las cuales, de acuerdo a relatos de la época, se cree que poseían una amplia
diversidad “varietal” (Guevara, 1898; Cona, 1973). Al parecer, esta agrodiversidad habría estado
asociada a la propia diversidad cultural mapuche (huenteche, nalche, lafquenche, huilliche y
pewenche) y su vinculación a la ubicación geográfica con características agroecológicas
claramente diferenciadas (Montalba, 2001; Montalba 2002; Rouanet et al., 1988).
Desde el inicio del contacto, los mapuche adquirieron rápidamente los cultivos traídos desde
Europa, destacando entre ellos el trigo, cebada, avena y algunos frutales como los cerezos y el
manzano (Guevara, 1898). Debido al intenso intercambio entre los mapuche y la sociedad
mestizo-criolla del Norte, estos habrían adquirido una notable diversidad de “variedades” de
estas especies, lo cual ha sido corroborado en el caso del trigo, donde en la actualidad han sido
encontradas más de 20 variedades (o ecotipos) conservadas por comuneros mapuche (Contreras
et al., 2007).
La posesión político-militar de La Araucanía por parte del Estado de Chile (1898), y el posterior
proceso de “reducción” mapuche, pueden ser considerados como el inicio de un proceso de
aculturación y homogenización cultural. No obstante a lo anterior, el posterior proceso de
“colonización” por medio de colonos extranjeros (suizos, alemanes, Italianos y franceses) y
chilenos, puede ser considerado, al menos en términos cuantitativos (número de culturas en un
territorio), como un incremento significativo de esta diversidad. Tal como evidencian los relatos
de colonos extranjeros llegados a la zona, estos habían traído cultivos y variedades asociados a
sus usos culinarios y otros requerimientos culturales; lo mismo que los colonos nacionales desde
la zona central del país. De esta forma, La Araucanía contaría con una diversidad cultural única
en el país, conformada por los pueblos originarios (principalmente mapuche y pewenche),
colonos extranjeros de distintas nacionalidades, y colonos chilenos.
Pese a que en el caso de los mapuche se cuenta con precedentes respecto al manejo y diversidad
asociada a sus sistemas hortícolas (Montalba et al., 2004) y de cultivos extensivos (Contreras et
al., 2007), no se cuentan con estudios asociados a colonias extranjeras ni campesinos o
agricultores de origen chileno que permitan determinar algún efecto diferencial entre grupos con
distinto origen étnico y conservación o pérdida de agrobiodiversidad. Tras la Reducción y la
finalización del proceso de colonización, se han desarrollado en la Araucanía una serie de
procesos de transformación sociocultural, económico-productiva y técnológica, que ha cambiado
por completo su paisaje cultural (deforestación, cerealización, expansión forestal, etc.)
(Montalba et al., 2005; Montalba el al., 2010). Este proceso de transformación y sus efectos no
han sido homogéneos en las distintas zonas agroecológicas (dado que las propiedades de sus
ambientes son diametralmente disitintas) como tampoco en los grupos humanos asociados a este
territorio (Montalba el al., 2010). En adición ha generado una nueva diferenciación de sistemas
agrícolas, dado por los distintos estilos de agricultura o de tipología de agricultor (campesino,
comunero, agricultores cerealeros tradicionales, agricultor empresarial).
De esta forma, La Araucanía se presenta como un laboratorio “in vivo” para el estudio de los
procesos de adquisición y pérdida de la agrobiodiversidad vegetal y vinculación a procesos de
modernización de la agricultura, globalización de los mercados, onstitución de la propiedad de la
tierra y diversidad cultural.
Metodología
Metodológicamente se ha trabajado desde un enfoque multimétodo, enfatizando la
interacción entre los aspectos sociales y ecológicos que proponen la sociología ambiental y la
agroecología. Se tomaron como base para esta investigación tres niveles o perspectivas de
indagación que propone Jesús Ibáñez: “distributivo”, “estructural” y “dialéctico” y que son
llevados al estudio de la agroecología por Sevilla Guzmán (Guzmán et.al., 2000), para esta
comunicación se presentarán las dos primeras fases.
1. Perspectiva Distributiva: En este nivel se meden y relacionan las variables consideradas a fin
de caracterizar los predios en estudio en sus dimensiones naturales, sociales, culturales (origen
étnico), económico-productivo y tecnológico. Para ello se diseñó y aplicó una encuesta que
identifica y mide la agrodiversidad vegetal presente en predios de campesinos mapuche y
colonos (chilenos y extranjeros)
2. Perspectiva Estructural: Nos permite “explicar” las relaciones existentes entre los fenómenos
analizados, en términos de la percepción de los sujetos que intervienen en el estudio y los
discursos elaborados por estos. Se precisan los discursos (explicaciones) de los distintos grupos
de agricultores (según origen étnico, presentes en la región de La Araucanía) en relación a las
pautas culturales que tengan vinculación con la adquisición y/o pérdida de agrobiodiversidad.
Unidad de Análisis y Población de Estudio:
Dada las particularidades de la configuración de la propiedad de la tierra en la Araucanía se
identificaron las distintas zonas agroecológicas con diferencias claras en lo agroclimático, tipo
de suelo, capacidad y potencial productivo; al mismo tiempo estas zonas debían contener a
distintos tipos de ocupación de la tierra y de agricultores, es decir, población originaria mapuche,
agricultores chilenos y colonos extranjeros. En la medida en que se avanzó en la revisión
bibliográfica y en aspectos del territorio se consideró más pertinente asociar las zonas
agroecológicas del estudio a cuencas o subcuencas, de forma de demarcar un territorio en
términos biofísicos, productivos (acceso a agua) y socialmente (los poblamientos humanos
históricamente se ubican en las cuencas). Las zonas agroecológicas seleccionadas son: valle
central sur (Cuenca del Río Tolten), secano interior (Cuenca del Río Lumaco) y precordillera
(Cuenca del Río Trancura).
Al interior de cada zona agroecológica se seleccionó una muestra de predios según pertenencia a
grupos étnicos (mapuche, colono chileno y extranjero).
Calculo del tamaño de la muestra
Tipo de propiedad Lumaco Trancura Quepe TOTAL
Mapuche 2802 700 3801 7303
Chileno 334 107 141 582
Extranjero 186 14 74 274
TOTAL 3322 821 4016 8159
Para calcular el tamaño de la muestra de cada tipo de propiedad se utilizó la Afijación
Proporcional, la cual consiste en distribuir el tamaño de muestra entre los estratos según su
tamaño. La fórmula utilizada:
Tipo de propiedad Tamaño de la muestra (afijación proporcional)
Mapuches 328
Chilenos 26
Extranjeros 12
Total 3662
2 Para el cálculo del tamaño de la muestra se utilizó la aplicación de estimación del software STATS tm, al 95% de
confianza y el 5% de error.
Resultados (en proceso de construcción)
Primero, es necesario diferenciar dos niveles de análisis para identificar la influencia de la
modernización y globalización en la agrodiversidad vegetal, en el primer nivel deben darse
cuenta de los procesos macros (económicos, políticos, sociales y culturales) que se han
desarrollado o implementado en la agricultura nacional y regional. Estos procesos impactarían
en la agrodiversidad de una zona o región entendida en términos amplios, pero no explican o
evidencian la riqueza o pérdida de agrodiversidad a nivel microsocial de un sector, comunidad
y predio familiar, ello nos lleva al segundo nivel, es decir, en el cual se debe analizar las
prácticas de conservación de la agrodiversidad que se mantienen de generación en generación y
aquellas que se recuperan por incentivos externos o el propio mercado. Un ejemplo de ello es la
“quinoa”, estudios realizados por este equipo en conjunto con el CIRAD de Francia nos
evidencia que existe en términos generales una importante pérdida de la tipos de variedades
que se cultivaban desde tiempos precolombinos en la Araucanía, ello en la medida en que se
incorporaron otros cultivos en la región, principalmente el trigo, es decir, a nivel regional la
quinoa deja de tener importancia alimentaria y comercial (primer nivel de análisis), pero ello no
significa que exista una pérdida total de los tipos de variedades, pues existirán campesinos que
siguen cultivando uno o dos tipos y recuperando otros que indicarían la presencia de la
variedad en predios familiares. Ello necesariamente implica ajustar la metodología y técnicas a
trabajar, particularmente, para dar cuenta de los microprocesos o prácticas de conservación e
intercambio que aún perduran en las familias campesinas sean estas mapuche, chilenas o
colonas extranjeras, para lo cual se trabajará en talleres que tienen como punto central
reconocer prácticas alimentarias y culinarias que pueden ser compartidas por más de una
familia o un grupo étnico y a las cuales se les asigna un valor cultural e identitario.
Algunos resultados que se pueden proyectar, en primera instancia, sobre la influencia de la
modernización, entendida como tecnificación e industrialización de la agricultura, en: a)
predios con mayor número de hectáreas productivas; b) predios que se orientan a la producción
para el mercado de consumo; c) agricultores que han optado por la compra de semillas
mejoradas y su venta a empresas agrícolas y/o empresas de acopio; d) medianos y pequeños
campesinos que producen hortalizas en invernaderos con sistemas de riego tecnificado y; e)
aquellos campesinos que han sido beneficiarios de programas de transferencia tecnológica por
parte de organizaciones gubernamentales. Se observa una pérdida de tipos de especies y
número de variedades de semillas, plantas y árboles originarios y frutales, principalmente, en
aquellos predios que orientan su producción al mercado local y nacional, tanto en agricultores
chilenos y mapuches que cuentan con la suficiente cantidad de tierras para producir dichos
cultivos.
Existiría una tendencia a preferir la semilla mejorada y que se vende en el mercado tanto por
los agricultores chilenos y mapuches. La explicación dada por los propios agricultores y/o
campesinos es el nivel de rendimiento que se obtiene por hectárea con dichas semillas, siendo
muy superior al resultado obtenidos con semillas no mejoradas o tradicionales. Explicación que
se debilita si se considera el gasto en insumos y tecnología que es necesaria para producir la
cantidad necesaria, por ejemplo, de quintales de trigo para hacer rentable dicha inversión.
Respecto a recursos materiales, productivos y naturales presentes en los territorios y predios
estudiados por grupo étnico, tenemos que:
a) Existen altos niveles de pobreza material en familias mapuche y chilenas que cuentan
con menos de dos hectáreas para subsistir
b) Los programas de gobiernos dirigidos a la agricultura campesina-familiar y mapuche se
basan en los mismos principios de la agricultura extensiva y orientada al mercado, no
obteniendo los resultados productivos esperados, un alto gasto en insumos y en
consecuencia un alto nivel de endeudamiento.
c) La incorporación de tecnología y maquinaria agrícola en pequeños y medianos predios
de familias mapuche no es rentable por su costo y baja productividad de las tierras.
d) En la zona de Lumaco los procesos de erosión y desertificación de los suelos, más la
pérdida de especies nativas y su reemplazo por plantaciones exóticas, ha producido
efectos visibles en la agrodiversidad vegetal del área de estudio, que es reconocida tanto
por los agricultores como especialistas y una disminución importante de las aguas
subterráneas que impactan en la continuidad de la agricultura familiar de subsistencia.
e) Se observan flujos migratorios constantes desde el campo a la ciudad, que generalmente
se asocia a causas laborales o educativas, no existiendo un registro preciso de las causas
concretas de los desplazamientos.
f) Se observa pérdidas de prácticas agrícolas tradicionales por falta de agua y capacidad
productiva de las tierras del área de Lumaco
g) En el área de Trancura se observan cambios importantes en la ocupación y trabajo del
campo. El aumento de turista y la explotación de la naturaleza del lugar han ido
modificando la importancia otorgada a la producción agrícola alimentaria.
h) Se observa un cambio importante en la mano de obra campesina. Los campesinos de la
región dejan de ser campesinos y pasan a ser empleados de las forestales, trabajadores
temporales de empresas agrícolas en la zona central del país, trabajadores de
pisciculturas e incluso trabajadores temporales de las empresas mineras del norte.
i) El espacio en donde se observa mayor presencia de agrodiversidad es la huerta que se
cultiva en pequeños espacios cercanos a la vivienda, pero por otro lado, se han
encontrado un número importante de casos que declaran no tener huerta por la falta de
agua para riego, ya sea por sequía de esteros, vertientes y pozos.
j) Se identifica una mayor relevancia de las mujeres en la preservación e intercambio de
semillas, asociado a la alimentación del grupo familiar, la forma de cocinar ciertos
alimentos, los sabores y olores, los beneficios medicinales de plantas y árboles y la
obtención de nuevas variedades de flores (estética y paisaje).
Existe una mixtura de prácticas agrícolas en los dos tipos de agricultores/campesinos analizados
(Mapuche y chilenos) éstas prácticas se determinan teniendo en consideración la orientación de
la producción, es decir si la producción está orientada a la venta, la tendencia es a la
mecanización (que se aprecia mayormente en agricultores chilenos) mientras que en el caso de
los mapuche, teniendo en cuenta que la orientación de la producción es más bien hacia el
consumo y la economía de subsistencia, se conserva la utilización de prácticas tradicionales no
mecanizadas. Se da de esta forma, una dinámica que por el lado de los agricultores/campesinos
chilenos, logran la obtención de buenos rendimientos en los cultivos de leguminosas de grano,
pero a costa de la orientación al mercado, seleccionan productos específicos que otorguen
buenos rendimientos generando una pérdida de agrobiodiversidad. Mientras que en el caso
mapuche se da una conservación de agrobiodiversidad en la huerta, mediante la conservación y
aplicación de prácticas tradicionales y el cultivo de productos que resulten valiosos para su
consumo.
Comúnmente se ha descrito a los sistemas productivos mapuche como sistemas con un estilo de
manejo en pequeñas superficies con base tradicional, lo cual se refiere a que presentan bajos
niveles tecnológicos y dominancia de prácticas tradicionales de preparación de suelos (tracción
animal), manejo de fertilización la nutrición de las plantas (barbechos, abonos de origen predial)
y cosecha (manual), del mismo modo presentarían en forma dominante un uso de semillas con
características “criollas” o “acriolladas” (ecotipos locales o semillas de origen comercial que
han sido conservadas e intercambiadas por largos períodos de tiempo). Lo cierto es que la
interacción de estos sistemas tradicionales con aquellos más “modernos” o tecnificados ha
influenciado los sistemas mapuche, generando estilos productivos mixtos que transitan en un
continuo entre los tradicionales más “puros” y tradicionales con diversas adaptaciones de los
“modernos”.
Situación que se contrasta con la realidad del agricultor chileno cultivador de leguminosas de
grano, que al orientar su producción hacia la venta y, por ende, hacia el mercado se ve en la
obligación de contar con un mayor acceso a maquinaria y factores asociados a la modernización
de la agricultura, como semillas certificadas, mecanismos de riego más elaborados, utilización de
insumos químicos etcétera, que finalmente y según los resultados obtenidos mediante los análisis
permiten que los cultivos se hayan mantenido y aumentado en el tiempo, tanto en relación al
volumen de la producción de los cultivos como a la cantidad de especies producidas.
Respecto de las particularidades del proceso de constitución de la propiedad de la tierra en la
Araucanía (reducción indígena, colonización chilena y extranjera y remates de tierras)
determina de forma importante las características de los predios (escala predial y receptividad
tecnológica) y la agrobiodiversidad presente en estos. Es así como los predios que son de
propiedad mapuche y tienen un tamaño menor a dos hectáreas presentan una menor
receptividad tecnológica, pero por otro lado en estos predios se han encontrado especies y
variedades que se creían perdidas y que son de carácter autóctonos.
Se presentan tres mapas que han sido construidos en base a la información recopilada de
distintas bases de datos sobre propiedad de la tierra, según tipo de propietario (mapuche,
colono chileno y extranjero) y que está siendo contrastada en terreno. El primero da cuenta de
la ubicación de las tres áreas de estudio en región, el segundo que identifica el tipo de
propiedad de la tierra para dos áreas de estudio (Lumaco y Trancura) y un tercero que es la
superposición del mapa en una imagen Google, tal como se logra trabajar en terreno. Además
de estos mapas se han elaborado mapas de caminos, accesos, cursos de agua y presencia de
parques o reservas de bosques. Cabe decir, que cada vez que se aplica una encuesta esta debe
ser localizada por GPS, con lo cual obtendremos información precisa de los sectores,
comunidades y predios que fueron encuestados.
Área de Estudio Quepe (Cuenca del Río Tolten)
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