Lacan, con y a través de la filosofía
Introducción
Los desarrollos que mencionaré en este seminario apuntan exactamente a interrogar la relación de Lacan con
la filosofía, y a la inversa. Es decir, ¿qué hizo Lacan con la filosofía, y qué han hecho los filósofos con el
psicoanálisis lacaniano? Es lo que prácticamente estaremos abordando en este seminario. Considere para este
desarrollo, cuatro ejes o puntos de referencia que me parecen esenciales: Descartes (cogito), Hegel (la dialéc-
tica), Marx (la plusvalía) y Platón (transamor) —hay más, y también muy cruciales como los que hizo con
los presocraticos, Platón, Aristóteles, Santo Tomás, San Agustín, Pascal, Kant, Kirkeegard, Heidegger,
Marleau Ponty—. Se me ocurrió proponerles una imagen de inicio. Esta imagen es la de un joven
adolescente (14 años) en cuya pared de su cuarto se encuentra dibujada con flechas de colores el plan de la
Ética demostrada según el orden geométrico de Baruch Spinoza (aquella obra que para Gilles Deleuze era
una exposición política, una forma de ser, un método de invención). Pues bien, el joven que hizo ese acto
subversivo en casa no es nada menos que Jacques Lacan (Roudinesco, p. 31). Y esa seria la primera
operación que les propondría que hace Lacan con la filosofía, que es la de jugar con ella. Lacan juega con la
filosofía, o en términos de Claude Levi Strauss, hace bricolaje con la filosofía. El bricoleur obra sin plan
previo y con medios y procedimientos apartados de los usos tecnológicos normales. Opera desde una
instrumentalidad en el que los elementos que recoge de algo le habrán de servir. No hay sistema o proyecto
al que se apegue. El discurso psicoanalítico se caracteriza por la ausencia de la relación de significación, y de
complementariedad con el objeto sexual. Y es que en el análisis se trabaja con dos cosas, que para la filosofía
serían imposibles: el sujeto barrado y el objeto a. Es decir, por una parte con lo que tiene que ver la escisión
del sujeto, y por el otro, con el plus-de-goce.
Veremos que en la experiencia analítica con la asociación libre, el psicoanálisis propone al analizante poner
distancia las dos razones (practica y pura). Por ser sin razón alguna, por ser formulada desde ninguna parte,
la ley deja lugar al puro decir.
La diferencia entre el decir filosófico que adquiere su sentido en la relación de significación, y el decir
psicoanalítico, que se manifiesta en primer lugar por su abstención, su au-sentido.
El análisis apuesta por escuchar el au-sentido, por el alejamiento del sentido y del no-sentido en juego en las
formaciones del inconsciente. Se trata de una práctica de abstención, que suspende el discurso del amo
(filosófico) y su relación de significación. Para Lacan la filosofía es como una psicosis de pensamiento. Ella
forcluye la Cosa y el goce. Alucina al ser como sujeto. Un aspecto formal de la locura filos ófica es el de
plantear la existencia de un metalenguaje.
Como lo señala Badiou, si seguimos a Lacan, habría que distinguir dos especies de filósofos. Primero los
filósofos-filósofos, verdaderos paranoicos dogmáticos (Platón, Descartes, Hegel, Marx), que creen haber
encontrado un metalenguaje completo. Y luego, los filósofos-antifilósofos, los melancólicos críticos, que
denuncian el metalenguaje y denuncian la impostura dogmática (Kant, Nietzsche, Wittgenstein).
Lacan muestra que el psicoanálisis va más allá de una perspectiva de significación. El decir ya no se aborda
por una relación de significación y su sentido, sino que se aborda por la ausencia; el psicoanalista actúa a
partir de ese vacío, de esa vacuola, que podemos ya llamar objeto a.
El psicoanálisis, para Lacan, no funda su práctica sobre el cimiento de una relación entre las significaciones,
sino sobre la ausencia despejada de significaciones, sobre el sexo-au-sentido. Efectivamente el psicoanálisis
distingue cuatro imposibles: lo inconsistente, lo incompleto, lo indemostrable y lo indecible.
Entonces, en la relación del psicoanálisis con la filosofía, podemos identificar al menos dos tipos de
movimientos significativos, uno que podemos llamar freudiano y otro que es lacaniano. En el primero
encontramos a Freud tomando prestado conceptos que habían sido inventados por los filósofos como Platón,
Kant, Schopenhauer y Nietzsche. Al respecto, la filosofía le sirve a Freud para confirmar ciertos puntos de la
doctrina psicoanalítica1. Mientras que con Lacan, veremos que hay un movimiento radicalmente inverso.
Como lo ha venido a señalar Jean-Pierre Cléro, Lacan es alguien que: “se sirve de la filosofía como una
lengua para la palabra psicoanalítica”2. Por lo tanto, Lacan está con la filosofía, pero también la atraviesa, ya
que es un medio que utiliza para ejecutar una serie de operaciones, las cuales llamaremos antifilosóficas,
para reformular la cuestión del sujeto, la verdad, el saber, el deseo, el goce y el amor. Estas operaciones
antifilosóficas, se encuentran dispersas en los escritos y en los seminarios de Lacan, no poseen un orden o
una sistematización establecida, y su realización es llevada acabo no solamente por la materia que se le
impone tratar, que es el inconsciente freudiano y la cura analítica, sino por una serie de encrucijadas con las
que se encuentra Lacan al hacer el comentario de los textos o formulaciones de los filósofos (que van desde
los presocráticos hasta Heidegger). De toda esa variedad de operaciones antifilosóficas en Lacan, hemos
escogido al menos cuatro para su desarrollo, que son las que hace en Descartes, Hegel, Marx y Platón. Pero
antes de hablar de cada una de ellas, es importante que mencionemos qué es la antifilosofía, cuál es su
genealogía y cómo aparece ese término en Lacan.
La antifilosofía, que es vocablo llegado del siglo XVIII, se trataba de una corriente conservadora de las
comunidades cristianas de esa época, cuyo objeto era combatir la libertad de pensamiento y la reflexión ajena
a los dogmas cristianos, recurriendo a cualquier medio, incluso a los más indefendibles desde el punto de
vista moral, para desacreditar el pensamiento de los espíritus independientes que no se entregaban a las
fábulas de la religión. Pero también podemos hablar de antifilosofía desde el ateísmo de las novelas negras
1Como lo hace en su análisis de Schreber, al tomar a un símil de La crítica de la razón pura, para mencionar que sería una tarea imposible tratar de demostrar el vínculo genético del delirio de Schreber, vease Freud, Sigmund, Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (1911 [1910]), Obras completas, t. XII, Argentina, Amorrortu, 1998, p. 33.2 Cléro, Jean-Pierre, Y a-t-il une philosophie de Lacan?, France, Ellipses, 2014, p. 22.
del siglo XVIII, como las del Marqués de Sade. Annie le Brun, menciona que Sade es el equivalente de: “un
bloque de abismo que rasga definitivamente el horizonte de las luces”3. Sade al escribir Las ciento veinte
jornadas de Sodoma y La filosofía del tocador, hace una construcción que se aparta de todas las filosofías de
la naturaleza de su época, y genera una crítica de la monstruosidad ideológica de la ilustración que
comenzaba a matar en nombre de la libertad y el progreso, y también someterá todas las ideas filosóficas al
fuego de las pasiones, revelando la impotencia racional de una tras otra para fundamentar sus principios. De
manera similar, algo parecido sucedió con Freud, que si bien no desarrolló una antifilosofía, en cierta
manera la actuó, al contradecir las categorías de la modernidad, a medida que dilucidaba la experiencia
analítica y el inconsciente.
Por otro lado, la antifilosofía vuelve aparecer en el dadaísmo con el héroe Aa, el antifilósofo, de Tristan
Tzara en 19204, el cual de hecho vivía a lado del consultorio de Lacan5, y había recibido una copia de La
instancia de la letra del mismo Lacan, que al parecer no le interesó mucho6. Es exactamente con Lacan, en
que el término antifilosofía aparece por primera vez en psicoanálisis. Lacan la menciona en la apertura del
departamento de psicoanálisis en Vicennes, donde aconsejaba enseñar antifilosofía con el fin de registrar
más eficazmente: "la imbecilidad […] en su raíz indestructible” que caracteriza al discurso universitario7. Y
aparece una vez más, en 1980, en la sesión del seminario Dissolution, como respuesta a la intervención de
Althusser después de disolver la Escuela Freudiana de Psicoanálisis8. De hecho, este término inusual en
Lacan, ha llamado la atención para algunos filósofos, como Alain Badiou, quién considera que la
antifilosofía de Lacan es: “una condición del renacimiento de la filosofía” (Badiou, Manifiesto, p.55). Para
Jean-Claude Milner, la antifilosofía: “es solamente otro nombre del matema” (Milner, La obra, p. 154).
Mientras que para Jorge Alemán, la conjetura antifilosófica es: “una estrategia para convocar a la filosofía y
atravesarla” (Alemán, El debate, p. 16) y "una de las diversas maneras de hablar de aquello en lo que
consiste la experiencia analítica, y es también una discusión acerca de su modo de transmitirla” (ib, p. 24).
Lo que es cierto, es que si Lacan se presenta como un antifilósofo (o también como un sofista como lo
propone la reciente lectura de Barbara Cassin), es porque es alguien que “quiere salir de la filosofía , pero
dejándose atravesar por ella” (Alemán, El debate, p. 32). Se trata entonces, de hacer una revisión de estas
operaciones antifilosóficas que Lacan llevó acabo en los actos de pensamiento de cada filósofo. Iniciaremos
por lo tanto con Descartes, en donde Lacan hace una modificación del cogito cartesiano. En Hegel, al
introducir la ciencia sin conciencia en oposición a la ciencia con la conciencia. En Marx, en donde hace una
lectura de El Capital desde la teoría del chiste de Freud, para extraer el plus-de-goce. Y finalmente, el
comentario que hace del Banquete de Platón, específicamente sobre el asunto Alcibíades, lo que le va
permitir a Lacan formular un amor antifilósfico, que es un amor sin más allá.
3 Le Brun, Annie, No se encadena a los volcanes, Argentina, Argonauta, 2011, p. 69.4Attal, José, La no-excomunión de Jacques Lacan, Argentina, El cuenco de plata, 2012, p. 209.5 Miller, Jacques-Alain, La fuga de sentido, Argentina, Paidós, 2012, p. 357.6 Attal, La no-excomunión, op. cit., p. 213.7 Lacan, Jacques, Autres écrits, Paris, Seuil, 2001, pp. 314-315.8 Attal, La no-excomunión, op. cit., p. 213.
La operación de Lacan al cogito cartesiano
Cuando Lacan dice que realmente comienza su enseñanza en 1953 con el art ículo "Función y campo de la
palabra y del lenguaje en psicoanálisis" (Del sujeto por fin cuestionado), marcará el inicio de esa enseñanza,
no con la lingüística, ni con el estructuralismo, sino con la consideración del sujeto, es decir con el cogito
cartesiano. El "pienso, luego soy"9, constituirá un componente sobre el cual, Lacan va reescribir cada vez
más relaciones entre los términos que ha redefinido a partir de Freud, o transformado. Es a partir de Des-
cartes, que Lacan avanzará en la elaboración de una acepción del sujeto, que se encontrará fuera de la
filosofía, para fundarlo en su lazo con un significante, tomando distancia de atributos como la identidad, la
reflexividad y la conciencia. Y si en Posición del inconsciente, Lacan dice que: "El sujeto, el sujeto
cartesiano, es el presupuesto del inconsciente" (818), es porque Lacan no va fundar el inconsciente como
negación de la conciencia (cuyo término para él ha caducado) sino desde "una cadena de significantes"
(779). Es decir, se tratará de un pensamiento sin cualidades, en el cual se funda el inconsciente freudiano.
Hay que tener en cuenta, que el Descartes de Lacan es también el de Paul Valery –un poeta al cual Lacan
leyó y citó-, quién encontraba en El discurso del Método, una "encantadora narración" de la vida de
Descartes, un "empleo del Je y del Moi" (una diferencia que será crucial en Lacan) y el "sonido de la voz
humana", dado que El discurso del método tiene una voz activa y una voz reflexiva. Es decir, El discurso del
método es una obra de la que Lacan se sirve para trabajar la cuestión del significante que ha tomado de
Ferdinand de Saussure. El cogito es el sujeto del inconsciente, como lo ha señalado Mdalen Dolar: "el
retorno a Freud de Lacan, tenía que pasar por el retorno a Descartes. Lo que lo separa a Lacan del resto de la
generación estructuralista" (Dolar, p. 14). Por lo tanto, Lacan va ejecutar varias operaciones antifilosóficas al
cogito cartesiano a lo largo de su enseñanza. La que nos interesa
desarrollar aquí, es aquella que encontramos en su escrito "La
instancia de la letra", en donde escribe: "Pienso donde no soy, ergo
soy donde no pienso"10. Ello lo podemos representar topológicamente
de la siguiente manera:
Vemos como quedan dos zonas fuera de la intersección: un yo soy fuera del pensamiento, y un yo pienso
fuera del ser, que ilustran la disyunción que hace Lacan. Exactamente cuando Lacan analiza el Pienso, luego
9 Descartes, René, El discurso del método, España, Akal, 2009, p. 50.10 Lacan, Jacques, Escritos 1, México, Siglo XXI, 1998, p. 498.
soy (cogito ergo sum), atraviesa al ser estático, al sum de Descartes, que es donde la filosofía se mantiene al
servicio del significante como puro punto sujeto (sum) que representa el significante (cogito) para otro
significante (cogito ergo sum), para devolverle la semioscuridad y el equívoco al cogito cartesiano. Se trata
de una operación que es la de una doble vuelta que recorre el significante articulado en la experiencia
psicoanalítica, la cual demuestra que el inconsciente es un pensar sin yo, que las redes del significante
constituyen ese saber que no se sabe, que es el saber inconsciente. Por otra parte, hay que recordar que el ello
freudiano establece que hay ser sin yo: ello sueña, ello habla, sin que ello asegure el ser de ningún yo. Lacan
hace un witz sobre el cogito cartesiano a fin de suspender la conclusión que lleva al soy. Con ello Lacan
ataca el lazo entre el pensamiento y el ser. Esta grieta introducida en el cogito es una no relación, hay no
relación en el asunto. ¿Por qué Lacan modifica el cogito cartesiano? Porque es opuesto al inconsciente
freudiano, ya que supone que Yo soy donde yo pienso, mientras que el inconsciente freudiano lo pone en tela
de juicio en la medida en que puede haber pensamiento donde Yo no me encuentro. Veremos que la
elaboración lacaniana apuntara a construir la imagen de un pensamiento que puede ser el mío sin que yo esté
presente en calidad de Yo. Se trata de un atravesamiento del psicoanálisis al cartesianismo, una reescritura,
que como lo dice Lacan viene a introducir el universo freudiano (sujeto del significante), en donde la
cuestión ya no será si hablo de mí mismo conforme a lo que soy, sino de saber si cuando hablo de mi, soy el
mismo que aquel del que hablo. Entonces, el psicoanálisis se funda en una negación del cogito, ya que
supone la no transparencia del sujeto, supone que entre el sujeto y su pensamiento hay relaciones más difí-
ciles que una paz implicada por la coincidencia entre pensamiento y ser, que el cogito cartesiano instaura.