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    Presentacin

    Es un honor para el conjunto de nuestra organizacin y para m tambin un motivo de satisfaccin,presentar la segunda poca de Revista de 3CONOMI4, R3, por cuanto supone abrir de nuevo unava de expresin para los economistas en unas circunstancias especialmente necesitadas de aporta-ciones que den explicacin y salida a la crisis actual y, qu duda cabe, que para ello es necesariocontar con medios de difusin, mxime si, como en este caso, sus destinatarios, adems de la socie-dad en general, son los profesionales que con su actuacin pueden trasladar las enseanzas que deella se deriven a los diferentes agentes econmicos implicados. Por otra parte, es una gran respon-

    sabilidad, ya que durante su primera etapa R3 alcanz un nivel acadmico y grfico excepcional,

    siendo sus pginas soporte para la opinin de los economistas ms prestigiosos.

    Desde 1992, fecha en la que se public el ltimo nmero de R3, el mundo editorial no ha sidoajeno a las grandes transformaciones que nuestra sociedad ha sufrido en el mbito de la informa-cin y la comunicacin, como consecuencia de la aparicin de las nuevas tecnologas y su genera-lizacin, especialmente en el uso de Internet. Por otra parte, hoy sera impensable reiniciar unarevista impresa de la calidad que se le exiga a R3, en una situacin econmica en la que la finan-ciacin externa resulta tremendamente complicada. Por todo ello, esta nueva etapa se inicia comouna publicacin de las denominadas electrnicas y con periodicidad cuatrimestral.

    Sin embargo, la filosofa y los principios con los que naci R3, inmejorablemente expresados ensu propia presentacin, siguen siendo vlidos, por lo que considero oportuno transcribirlos:

    REVISTA DE ECONOMA, publicacin trimestral editada por el Consejo General deColegios de Economistas de Espaa, se propone realizar una divulgacin rigurosa tanto deideas y hechos econmicos relevantes, como de facetas sobresalientes de la profesin de eco-nomista. Nace, pues, con la pretensin de dirigirse a un muy amplio colectivo de lectores, ofre-ciendo trabajos que, desde una efectiva diversidad de enfoques, tiendan puentes entre los cr-culos acadmicos y profesionales, as como entre quienes cultivan una ptica macroeconmi-ca y aquellos dedicados a la economa de la empresa. Sus pginas quieren ser, adems, testi-

    monio de un autntico pluralismo, que haga compatible la independencia de criterio y la liber-tad de expresin de los colaboradores con un quntuple compromiso asumido por la

    Redaccin:

    cultivar la competenciay la preparacin tcnica del economista;

    cultivar una ticaprofesional, ahondando en la funcin social del saber econmico en nues-tro tiempo;

    cultivar el debate econmico, imprescindible para estimular la bsqueda de soluciones depoltica econmica y de gestin empresarial a los problemas actuales de cada poca;

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    cultivar la autoidentificacin del colectivo de los economistas espaoles, no como medio deactuacin corporativa, sino como instrumento de mejor servicio;

    cultivar, en fin, la ms estrecha vinculacin entre ese colectivo y el resto de la sociedad,motivando el inters general por los problemas econmicos e incorporando a la preocupa-cin del economista los grandes temas sociales, cientficos y culturales.

    Por otra parte, las dificultades reseadas, algunas de las cuales estuvieron en el origen de la sus-pensin de la edicin de R3, se ven hoy superadas por la nueva presentacin, lo que nos permitede nuevo atender la necesidad sentida desde el propio Consejo y demandada por los colegiados,como es disponer de nuevo de un vehculo en el que recoger las opiniones de los economistas sobrelos grandes temas que en la actualidad impregnan una buena parte de su quehacer profesional y delas inquietudes de nuestra sociedad en los complicados momentos que vivimos, en cuyo nuevo for-

    mato esperamos seguir despertando el inters y la confianza de nuestros compaeros.

    No es ajeno a este planteamiento que este primer nmero est dedicado, bsicamente, a dos temas:uno de carcter general en el que los artculos abordan el marco de la economa en estos momen-tos, al que estn dedicados los tres primeros, y otro mas concreto, referido a un sector bsico de laeconoma y ahora de mxima actualidad, como es el energtico, que ser determinante tanto en la

    salida de la crisis, como en el modelo econmico posterior, en funcin de las decisiones que se vayanadoptando sobre aspectos fundamentales del mismo. A este segundo tema se dedican los siguientes

    seis artculos.

    Creo que cualquier momento es adecuado para abrir nuevas pginas de debate sobre ECONOMAen el seno del Consejo General de Colegios de Economistas. En el momento actual, como indicabaal comienzo, es imprescindible poner a disposicin de los profesionales de esta disciplina, y tambinde toda la sociedad, medios para expresar sus opiniones, con la seguridad de que contribuiremos auna ms rpida y ms acertada salida de la crisis, y en el futuro a moldear el tipo de sociedad quedeseamos en la que la aplicacin de los conocimientos econmicos haga imposible comportamien-tos cuyos efectos escapen al control de la propia sociedad.

    Madrid, Junio de 2009

    Valent Pich RosellPresidente

    Consejo General de Colegios de Economistas

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    El ao que vivimos

    peligrosamenteJos VialsSubgobernador del Banco de Espaa

    Resumen: El ao 2008 ha supuesto laconfirmacin del profundo cambio en lasituacin econmica y financiera inter-

    nacional que ya se haba iniciado en elverano de 2007 con el inicio de la tor-menta financiera. Actualmente, sta seha convertido en una crisis internacionalde magnitud y extensin desconocidasen muchos aos y que slo encuentra un

    punto de comparacin en la crisis queasol el mundo en 1929. El artculo ana-

    liza los principales rasgos distintivos dela crisis financiera, centrndose en suduracin, naturaleza global e intensidadcon que est dejando sentir sus efectosen la economa real. Tambin se exami-nan las principales actuaciones que seestn llevando a cabo en el mbito de las

    polticas macroeconmicas y de las

    medidas financieras con objeto de paliarsus consecuencias y restablecer la con-fianza.

    PALABRAS CLAVE: crisis financiera, global,liquidez, confianza, poltica monetaria, polticafiscal, recesin.

    En el ao 2008 se han manifestado con crude-za las consecuencias del profundo cambio en lasituacin econmica y financiera internacional

    que se haba iniciado en el verano de 2007 conel desencadenamiento de la tormenta financie-ra. Actualmente, diecisiete meses despus deesa fecha, la tormenta se ha convertido en unaverdadera crisis internacional de magnitud yextensin desconocidas, que slo encuentra un

    punto de comparacin con la que asol elmundo en 1929. La crisis actual, que ya hacolocado al conjunto de las economas avanza-das en recesin y que est aminorando notable-

    mente los ritmos de expansin de las econom-as emergentes, ha provocado una catarata deacontecimientos que han evolucionado a unavelocidad vertiginosa y que han llevado, enalgunos momentos, a una situacin muy cerca-na a un colapso financiero de muy serias conse-cuencias, obligando a las autoridades a tomardecisiones en unas condiciones de enormeincertidumbre. Desafortunadamente, los acon-tecimientos del pasado ao han truncado el

    perodo de mayor expansin econmica mun-dial desde los aos sesenta que, en la ltimadcada, se haba caracterizado por la presenciade ritmos de crecimiento elevados, tasas deinflacin reducidas y el desarrollo de unos mer-cados financieros cada vez ms globales queaparentaban ser no slo muy eficientes sinotambin estables. Puede argumentarse que lanotable expansin de los aos recientes, apoya-da y amplificada por un desarrollo despropor-cionado del sistema financiero global, est en la

    base de este drstico cambio del panorama eco-nmico.

    1. Por qu es esta crisis diferente?

    La crisis actual ha marcado un antes y un des-pus no slo para la configuracin del sistemafinanciero internacional sino para el conjuntode estructuras que han ido conformndose en

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    los ltimos aos al hilo del imparable avancede los procesos de globalizacin. La situacinactual exhibe algunos rasgos distintivos que

    merece la pena detenerse a analizar y que ladiferencian de las crisis precedentes.

    El primer rasgo destacable es su naturalezaglo-bal. Si se repasan los episodios de crisis ocurri-dos en el pasado, en ninguno de ellos se advier-te que la extensin de la crisis haya sido denaturaleza verdaderamente global, a diferenciade lo que sucede actualmente. Sin duda, elhecho de que el origen de los problemas se

    haya situado en los Estados Unidos, el motoreconmico mundial, y que la integracin de losmercados haya favorecido su difusin a la prc-tica totalidad de economas del planeta explica,en parte, la intensidad y extensin de las difi-cultades actuales.

    De hecho, un rasgo que hasta hace algunosmeses se consideraba peculiar era que los efec-tos de la crisis financiera vinieran circunscri-

    bindose a las economas avanzadas, dejandosentir escasamente sus efectos sobre las econo-mas emergentes. Este fenmeno de divorcio odecoupling, sin embargo, no se ha podido pro-longar tras el verano de 2008 toda vez que losmercados financieros y las economas de los

    pases emergentes comenzaron a verse sensi-blemente afectados por la reversin de los flu-jos internacionales de capitales, la correccindel precio de las materias primas un factor

    crucial para muchas de estas economas y, engeneral, la profundizacin de la desconfianza.Todo ello ha provocado notables depreciacio-nes de sus monedas, cadas en las bolsas eincrementos importantes de sus costes de finan-ciacin, lo que ha terminado pasando factura asu evolucin econmica.

    Pero no es este el nico divorcio o decouplingque ha pasado a ser desmentido por la realidad.

    Dentro de las economas avanzadas, durantealgn tiempo pareca que los problemas econ-micos y financieros no alcanzaran en Europa

    la misma intensidad que en los Estados Unidos.As, se confiaba en que las graves dificultadesque asolaban al conjunto del sistema bancarionorteamericano como consecuencia de la crisisde las hipotecas subprime fuesen de muchamenor entidad en el viejo continente, afectandotan slo a bancos concretos y sin relevancia sis-tmica. Todo ello justificaba, a su vez, unas

    perspectivas econmicas significativamentemenos desfavorables que las de los Estados

    Unidos. Sin embargo, estas ilusiones se fuerondesvaneciendo a lo largo del ao pasado y, muydrsticamente, a partir de septiembre cuando,tras la quiebra del banco de inversin LehmanBrothers, se desat una poderosa oleada de des-confianza que afect de manera generalizada a

    buena parte de los sistemas bancarios europeosy que puso de manifiesto la debilidad de no

    pocos de sus principales bancos. Esta situacin,que se reflej de forma inmediata en un empe-

    oramiento muy notable en el conjunto de losmercados financieros y en nuevos desplomesde la confianza de las empresas y las familiaseuropeas, provoc una sensible revisin a la

    baja de las perspectivas econmicas.

    Otro rasgo que distingue a la crisis actual es suintensidady, en particular, la rapidez con la quese ha producido el fuerte empeoramiento de lasituacin econmica en los pases avanzados, a

    partir de octubre. De hecho, si se examina lasucesin de recortes que los organismos inter-nacionales, los gobiernos o los analistas priva-dos han realizado en sus previsiones econmi-cas para los principales pases a lo largo del

    pasado ao, se constata que estos recortes hansido notablemente mayores y ms frecuentesque en cualquier otro momento en las ltimasdcadas. Sorprende especialmente el drsticoempeoramiento de un sinfn de indicadores

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    econmicos que se ha producido en las postri-meras del ejercicio. Entre estos destacan aque-llos que ms directamente reflejan la evolucin

    de la confianza de los agentes, como los ndicesde confianza del consumidor o de los empresa-rios, las bolsas, etc. Conviene, por tanto, pre-guntarse por las razones que hay tras esta brus-quedad en el cambio de la situacin econmica.

    La ms importante, a mi juicio, es que en el ori-gen y el desarrollo de la crisis est la existenciade perturbaciones de naturaleza financiera y sutransmisin a travs de potentes efectos sobre

    la confianza. Por el contrario, en todos loscasos en los que el origen de los shocks es realbien sean por el lado de la oferta, como losrelacionados con el incremento de los preciosdel petrleo en los aos setenta, o de la deman-da el empeoramiento de la situacin econmi-ca tiende a producirse de forma gradual aunqueinexorable. As, cuando se analizan las crisisque han tenido lugar en las economas avanza-das en las ltimas dcadas y que han tenido suorigen en perturbaciones oshocks de demanda,la experiencia indica que cuando las fasesexpansivas del ciclo se alargan y la demandaagregada se expande ms all de lo que permi-te el potencial de la economa, tienen lugarincrementos de precios y salarios y dficit exte-riores que, con el paso del tiempo, llevan a laeconoma a disminuir sensiblemente su ritmode crecimiento y, en ocasiones, a la recesin.En otros casos, es la actuacin de la polticamonetaria, subiendo los tipos de inters para

    atajar las tensiones inflacionistas y otros des-equilibrios ligados al exceso de demanda, loque lleva a la disminucin del ritmo de activi-dad econmica en la fase baja del ciclo.

    En el caso actual, es el notable agravamientodel componente financiero de la crisis el queexplica la rapidez con la que se han visto afec-tadas las economas de los pases avanzados.De hecho, la paralizacin de la negociacin en

    los mercados interbancarios, la evaporacin dela liquidez en los mercados de productos finan-cieros estructurados, la sequedad de los merca-

    dos de capitales tradicionales, la menor dispo-sicin de los bancos a seguir concediendo cr-dito a causa de sus dificultades para obtenerfinanciacin y del empeoramiento de la solven-cia de potenciales deudores, inicialmente yamuy endeudados, actan como potentes frenosa la economa real. Por poner un smil, es algoas como el efecto que en nuestro organismotendra una reduccin del flujo de sangre que

    por l circula.

    Este origen financiero de la crisis y su rpidoimpacto sobre la economa real, novedoso en elconjunto de los pases avanzados, no es nimucho menos desconocido en las economasemergentes. En el pasado, stas se han enfren-tado a menudo a crisis financieras como conse-cuencia de factores internos y externos que han

    provocado un rpido empeoramiento de susituacin econmica, anlogo al que ahora con-templamos en los pases ms avanzados. Es portanto la naturaleza financiera de la crisis, unidaa que su epicentro est situado en la primeraeconoma del mundo y a su extensin a travsde unos mercados financieros altamente globa-lizados, lo que explica el intenso y rpidoimpacto negativo que est teniendo sobre laseconomas de los pases avanzados.

    Un ltimo rasgo destacable de la crisis finan-ciera es su duracin, puesto que hace ya casi un

    ao y medio que se inici y no hay perspectivasde que vaya a concluir a corto plazo. En buena

    parte ello se debe a que, contrariamente a loque se esperaba cuando en el verano del 2007estall el problema de las hipotecas subprime,las dificultades actuales no se refieren nica-mente a un segmento concreto de los mercadosfinancieros como es elsubprime hipotecariosino que cuestionan las bases mismas del nuevosistema financiero internacional que ha ido sur-

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    giendo en estos ltimos aos, al hilo de los pro-cesos de innovacin financiera y globalizacin.Un sistema que se ha caracterizado por la pro-

    liferacin de productos cada vez ms sofistica-dos y opacos, cuyo nivel de complejidad los hahecho difcilmente entendibles para los inver-sores y, muchas veces tambin, para sus pro-

    pios emisores y distribuidores; por la aparicinde nuevos intermediarios, como los hedge

    funds, los SIV y los conduits, que han realiza-do funciones propias de la banca en lo que serefiere a apalancamiento y transformacin devencimientos sin contar con los niveles de capi-

    talizacin que ello hubiera requerido; pornumerosos bancos que, confiados en la protec-cin que les brindaba el uso intensivo de meca-nismos de transferencia de riesgos a terceros desus activos ms arriesgados, han abandonado la

    prudencia que siempre debe regir la actividadbancaria en la concesin de prstamos y hanasumido un grado excesivo de apalancamientoa fin de aprovechar al mximo las posibilidadesde generacin de beneficios que el nuevo entor-no brindaba; y, por ltimo, por la escala globalque han alcanzado los mercados financieros,que ha permitido distribuir a inversores demuchos otros pases los nuevos productos a tra-vs de numerosos y muy diversos canales.

    En consecuencia, a medida que han ido pasan-do los meses, la tormenta financiera ha ido

    poniendo de relieve de forma cada vez msntida la extensin y profundidad de los proble-mas hasta cobrar la dimensin de una verdade-

    ra crisis sistmica, profunda y global. Comoresultado de la quiebra de la confianza que elloimplica, lo que comenz como una crisis deliquidez ha dejado paso a una crisis de solven-cia, que no slo est afectando a entidades con-cretas sino a sistemas financieros nacionalescompletos y que ha provocado una serie de pr-didas financieras de gran calado que hace tanslo unos meses llegaron a causar temoresgeneralizados de que fusemos a asistir a un

    desmoronamiento del sistema financiero glo-bal.

    2. La poltica econmica ante la crisis

    Estos temores y las dramticas consecuenciasque su materializacin hubiera supuesto paralas economas de todos los pases fueron losdetonantes de la puesta en marcha de unasmedidas de poltica econmica cuyo carctersingular slo puede explicarse si se tiene encuenta lo extraordinario de los desafos que laeconoma mundial tiene ante s.

    Para simplificar, las medidas adoptadas puedenagruparse en lo que se han venido a llamar laslneas de defensa. La primera lnea de defensaha sido la actuacin de los bancos centrales atravs del suministro de liquidez y de suspol-ticas monetarias.

    Los bancos centrales han tratado desde el pri-mer momento de favorecer el restablecimiento

    de los mercados financieros a travs de actua-ciones destinadas a suministrar la liquideznecesaria al sistema. En el contexto actual dedesconfianza de unos bancos respecto a lasalud de otros y de la paralizacin que ello hasupuesto de la negociacin en los mercadosinterbancarios a plazo, los bancos centrales hanreaccionado ampliando sus ofertas de liquidez,incrementando los plazos de vencimiento de lasoperaciones, ensanchando la gama de colatera-

    les elegibles como garanta, colaborando en laconcesin de liquidez en moneda distinta a lapropia mediante acuerdos y, en algunos casos,ampliando el tipo de entidades de contrapartidaque pueden recibir la liquidez. Por su parte,tanto el FMI como la Reserva Federal han con-cedido lneas de liquidez en dlares a algunasde las principales economas emergentes, conobjeto de aliviar sus necesidades de financia-cin en dicha moneda.

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    Respecto a las polticas monetarias, los calen-darios y ritmos de ejecucin han sido diferen-tes, pero en definitiva, y sobre todo, los princi-

    pales bancos centrales han ido reduciendo lostipos de inters oficiales a medida que la crisisiba agravndose y de un modo ms intenso a

    partir de octubre. Inicialmente, no obstante, laspolticas monetarias tuvieron que afrontar lostradicionales dilemas entre favorecer el creci-miento y reducir la inflacin, asociados con la

    presencia simultnea del menor crecimientoeconmico y de las mayores presiones inflacio-nistas derivadas del fuerte incremento de los

    precios del petrleo y los alimentos hasta elpasado verano. Posteriormente, una vez losprecios de las materias primas comenzaron adescender rpidamente, lastrados por el empe-oramiento de las perspectivas econmicas glo-

    bales, desaparecieron los dilemas menciona-dos, lo que permiti llevar a cabo bajadas msintensas de los tipos de inters oficiales hastallegar en algunos casos como en Estados Uni-dos y Japn a niveles prcticamente de cero.El que en ciertos pases se haya alcanzado estelmite inferior y, en general, las dificultades

    para que las bajadas de tipos se transmitan ple-namente al resto de la economa, debido a pro-

    blemas de confianza, han llevado recientemen-te a considerar otras armas de poltica econmi-ca para impulsar la economa.

    La segunda lnea de defensa la han constituidolas polticas de apoyo a la solidez de los siste-mas bancariospuestas en marcha tanto en los

    Estados Unidos como en Europa, principal-mente. A diferencia de las operaciones deapoyo individual a determinadas instituciones,las medidas contempladas afectan, en princi-

    pio, a cualquier entidad y tienen como objetivorecuperar la estabilidad financiera. En general,constan de los siguientes elementos: amplia-cin de las garantas a los depsitos en los ban-cos, avales a la emisin de deuda bancaria,inyecciones de capital pblico en los bancos y,

    en algunos casos, compra de activos bancariospor parte del Estado o extensin de garantaspblicas para paliar posibles prdidas en los

    mismos. Estas medidas se aprobaron mayorita-riamente a partir de mediados de octubre comoreaccin a las gravsimas dificultades que expe-rimentaron los bancos tras la cada de Lehman.Actualmente, sin embargo, parte de estas medi-das an no han sido efectivamente instrumenta-das en numerosos pases.

    La tercera lnea de defensa la constituyen laspolticas de estmulo fiscal orientadas a comba-

    tir la atona de la demanda mundial y evitar elagravamiento de la recesin, apoyando de estemodo la tarea de la poltica monetaria en larecuperacin de la estabilidad macroeconmi-ca. Estas polticas fiscales expansivas, preconi-zadas en los ltimos tiempos por el FMI y envas de adopcin por numerosas economas entodo el mundo, van a suponer un ensancha-miento de los dficit pblicos y un incrementode los niveles de endeudamiento pblico, aa-

    dindose a los aumentos derivados de los cos-tes de los planes de apoyo a los sistemas finan-cieros nacionales.

    Aunque an es pronto para saber si y, en sucaso, cmo van a articularse nuevas lneas dedefensa, recientemente se estn escuchando

    propuestas que van ms all de lo hecho hastaahora y que, en vista de las quejas de que no

    parece que los planes de apoyo al sistema

    financiero ya instrumentados se traduzcan enun incremento del crdito al sector privado,contemplan la posibilidad de extender el crdi-to directamente por parte de mecanismos pbli-cos a determinados sectores (a travs de lacompra de papel comercial, por ejemplo) o agarantizar parte de los crditos que concede la

    banca al sector privado. Adems, algunos pa-ses estn contemplando apoyar financieramen-te a sectores como el automovilstico, etctera.

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    3. Estado y mercado

    Tal y como he mencionado anteriormente, la

    sola descripcin de estas medidas y del consi-derable grado de audacia que suponen da unaidea suficiente de lo extraordinario de la situa-cin actual. Parafraseando a un alto responsa-

    ble de un organismo internacional,puesto queha ocurrido lo impensable, las autoridades hanreaccionado haciendo tambin lo impensabley, en consecuencia, asumiendo determinadosriesgos en el medio y largo plazo como precioinevitable para conjurar los riesgos de que lacrisis actual pueda dar paso, como sucedi tras

    la crisis del 29, a otra gran depresin.

    Sin duda, la situacin actual ha vuelto a situaren el primer plano determinadas ideas y reme-dios que no haban gozado de protagonismo enel pasado ms reciente, como las polticas dedemanda monetarias y fiscales claramenteexpansivas, la coordinacin internacional delas polticas econmicas o la ocupacin de nue-vos espacios por parte del sector pblico en

    reas que previamente habran sido coto exclu-sivo de los agentes privados. La gravedad de lacrisis actual y los riesgos que entraa a nivelglobal evidentemente hacen necesario poner en

    prctica soluciones globales o, al menos, coor-dinadas a ese nivel. En este sentido, los esfuer-zos de coordinacin a nivel europeo y, sobretodo, global, en la cumbre de Jefes de Estado yGobierno del G-20 del mes de noviembre pasa-do resultaron positivos. En todo caso, la adop-cin de medidas tan extraordinarias como las

    actuales debe tener presente que su horizontede aplicacin debe limitarse a hacer posible lasalida de la crisis y que, una vez que esto suce-da, habr que acometer la delicada tarea derevertir las actuaciones que se estn llevando acabo en los mbitos de las polticas macroeco-nmicas y de la intervencin pblica con obje-to de garantizar la sostenibilidad de las finanzas

    pblicas, la estabilidad de los precios y el fun-cionamiento del sistema financiero y del resto

    de la economa en base a pautas de mercado. Ami juicio, sera errneo concluir de la experien-cia actual que, una vez superada la crisis, debe-mos ir hacia un sistema con menos mercado yms estado. Por el contrario, lo que se precisano es menos, sino mejor mercado y no ms,sino mejor estado.

    De ah que, en la revisin de la arquitecturafinanciera internacional que se est llevando acabo a raz de la mencionada cumbre del G-20,lo que se persigue es reformular el modelo deregulacin y supervisin financiera para mejo-

    rar la calidad de las normas que deben regir elfuncionamiento del sistema financiero interna-cional. Con ello, se quiere evitar repetir losexcesos del pasado reciente, que tan importan-tes costes suponen finalmente para el conjuntode la sociedad, y lograr que el sistema financie-ro asigne eficazmente los recursos a nivel glo-

    bal y goce de un grado elevado de estabilidad.

    En conclusin, muchas son las medidas que se

    estn instrumentando en un entorno tan compli-cado e incierto como el actual. Estas medidassuponen actuar a una escala sin precedentes afin de intentar arreglar los graves problemas dela economa mundial. Confiemos, por tanto,que los procesos de saneamiento financieroactualmente en marcha y los estmulos introdu-cidos por las polticas macroeconmicas y deapoyo a la estabilidad financiera en numerosos

    pases terminen facilitando la salida de una cri-

    sis tan severa, profunda y extendida como laque hoy padecemos sin poner en peligro losequilibrios de medio plazo que tan necesariosson para recuperar unos ritmos de crecimientosostenido en la economa mundial.

    Artculo publicado en el n 119 (extraordinario) de la revistaEconomistas:Espaa 2008. Un balance. Marzo de 2009.

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    En el umbral

    de otra pocaEmilio OntiverosAnalistas Financieros Internacionales yUniversidad Autnoma de Madrid

    Resumen: Se revisa la transformacinque ha experimentado la crisis crediticia

    que emergi en agosto de 2007 en el sis-tema hipotecario estadoundiense hastaconformar la ms severa de las crisisdesde la que dio origen a la GranDepresin. Aspectos bsicos como laconfianza en las instituciones o la nece-sidad de cooperacin internacional sonobjeto de atencin en el artculo.

    PALABRAS CLAVE: Crisis financiera, Con-tagio, G20, bancos de inversin, FMI, Super-visin financiera.

    1. Introduccin

    Ya no caben las cautelas con las que hace unao, en esta misma publicacin, contemplba-

    mos la evolucin de la crisis crediticia quehaba emergido en agosto de 2007 en el merca-do hipotecario estadounidense. Eran cautelas,en principio, relativas a la propia caracteriza-cin de una crisis que se presentaba, en elmejor de los casos, rodeada de una gran com-

    plejidad. Por mucho que nos emperamos enbuscarle encuadre en las taxonomas de las queacadmicos y profesionales nos servimos, locierto es que la singularidad ya estaba garanti-

    zada por razn, fundamentalmente, de su ori-gen, y estrechamente asociado a esto, por laenvergadura de los operadores implicados (1).

    Esta es una crisis genuinamente americana, noconviene olvidarlo aun cuando la realidad enestos primeros das de 2009 est ya ampliamen-te dominada por la extensin del contagio, lagenrica metstasis a todos los mbitos finan-cieros posibles y, desde luego, a la capacidadde producir bienes y servicios de todas las eco-nomas del mundo. La creciente erosin de laconfianza, en modo alguno limitada a la comu-

    nidad bancaria, es quizs la manifestacingenrica ms relevante. Tambin el catalizadorde esa inhibicin de las decisiones de gasto quemucho ms abruptamente que en otras crisis ha

    precipitado una recesin en toda regla en laeconoma mundial.

    La singularidad de esta crisis tambin se ponede manifiesto en la significacin de los aspec-tos que ha cuestionado y que obliga a revisar.

    Las limitaciones en el funcionamiento de algu-nas instituciones son particularmente importan-tes. El debilitamiento de la confianza tambintiene aqu una de sus razones. Es la consecuen-cia de actuaciones reveladoras de debilidadesno slo de instituciones privadas. Esto ocurraen una poca que afianzaba el capital socialcomo pieza esencial en el funcionamiento delas economas, en la determinacin de la pro-ductividad, de su modernizacin, en definitiva.

    A estas alturas de esa especial metamorfosis dela crisis uno tiene la impresin de que no faltanrazones para enjuiciar toda una poca y consi-derar que se iniciar una probablemente biendistinta, en la que el potencial de exportacinde ideas, de normas y de pautas de comporta-miento financiero, ya no provengan exclusiva-mente de aquellos pases que casualmente hansido los originarios del problema, all donde,

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    En el umbral de otra poca

    Emilio Ontiveros

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    como ha sealado Paul Samuelson, ha tenidolugar elsuicidio del capitalismo de Wall Street.Es probable que ello ampare tambin definiti-

    vamente la creacin de un nuevo sistema finan-ciero internacional.

    2. La metamorfosis de la crisis

    Porque, efectivamente, ha sido en esa referen-cia bsica para la industria de servicios finan-cieros de todo el mundo donde naci la crisis.

    No tanto porque fuera Wall Street, sus entida-des ms emblemticas, las que protagonizaran

    la intensificacin de la oferta de esos prstamosde alto riesgo. Atrs queda ya el origen operati-vo concreto, el chispazo, que la desencaden:las hipotecas de alto riesgo. Lo ms relevantehoy son los factores subyacentes, prcticasobjetables, y en concreto la debilitada calidadinstitucional que posibilit la muy rpida pro-

    pagacin de aquellos ascensos en la insolvenciahipotecaria tras el pronunciado desplome en los

    precios de los activos inmobiliarios en EE.UU.

    Lo ms inquietante de esta crisis, en efecto, esla insuficiencia de transparencia que ha desve-lado en el funcionamiento del sistema financie-ro ms avanzado del mundo. Asumida est laexcesiva importancia que ha llegado a cobraresa banca en la sombra, insuficiente o defectuo-samente regulada y supervisada. Los bancos deinversin, mucho ms directamente representa-tivos del aura de Wall Street, de sus bancos y

    firmas de inversin, a la que se refera Samuel-son, contribuyeron al diseo de los instrumen-tos financieros ms complejos y a concederlesrespaldo operativo. En ese entorno se han iden-tificado comportamientos calificados de preda-torios y no pocos casos de conflictos de intere-ses. La coexistencia de apoyos pblicos conremuneraciones excepcionales han sido episo-dios que tampoco han facilitado la compren-sin de las conductas de quienes durante aos

    haban liderado la transformacin financieradel mundo. En mayor medida cuando parte delos rendimientos en que se amparaban algunas

    de esas extraordinarias compensaciones se hanrevelado inexistentes.

    Fueron tambin esos bancos de inversin losque posibilitaron las escaladas de apalanca-miento en que, en gran medida, se basaba larentabilidad de la inversin en esos nuevosdiseos. Finalmente, la sofisticacin de sus tc-nicas analticas y mtodos de gestin no permi-tieron esa correcta trazabilidad de los riesgos

    que podra haber cuando menos acotado laextensin del contagio. Ya no es exageradoadmitir que buena parte del sistema financieroms importante y sofisticado del mundo estabaliteralmente fuera de control.

    En esa suerte de acelerada metamorfosis que alo largo de 2008 sufri la crisis, desaparecieronla prctica totalidad de las instituciones msactivas en ese proceso: los bancos de inversin

    que no quebraron acabaron integrados en otrosoperadores bancarios o travistieron su naturale-za rpidamente. Todo ello con la tutela y elapoyo ms o menos explcito de las autoridadesy de los fondos pblicos. La quiebra de Leh-man Brothers, el 15 de septiembre, define unade las referencias esenciales en la evolucin deesa crisis, en su marcado deterioro. Es a partirde entonces cuando la presuncin del demasia-do grande para dejarlo caer es abandonada por

    la propia fuerza de los hechos. Tambin cuandola crisis entra en una fase en la que el riesgo decolapso del sistema financiero global deja deser una hiptesis tremendista.

    La excepcionalidad de las dificultades no tuvie-ron slo que ver con los bancos de inversin.Los hasta no hace mucho principales operado-res financieros del mundo, la mayor compaade seguros, AIG, el mayor banco, Citigroup,

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    En el umbral de otra poca

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    por ejemplo, estn hoy sometidos a la tutelapblica, tras recibir importantes recursos de loscontribuyentes.

    El temor y la desconfianza vuelven a dominarla escena financiera internacional y, en particu-lar, las relaciones interbancarias. A pesar de quedesde entonces las autoridades de todo elmundo se han preocupado en transmitir elapoyo a sus sistemas bancarios, la confianza noha vuelto a los mercados mayoristas, con elconsiguiente impacto contractivo en la canali-zacin de crdito a las empresas y familias.

    Cuando el FMI actualizaba su Global Finan-cial Stability Report, en enero de 2009, en suintroduccin anticipaba al lector que las ame-nazas sobre la estabilidad financiera global noeran precisamente inferiores a las existentes enoctubre de 2008: los riesgos macroeconmicosy los crediticios se haban intensificado deforma significativa en ese perodo. De las dis-tintas expresiones de esa desconfianza, una delas ms llamativas era el aumento de los dep-

    sitos de bancos comerciales en los bancos cen-trales: los suministros de liquidez de los bancoscentrales estaban siendo reciclados en el mer-cado overnight, reflejando los temores acercade la continuidad o agravamiento de los proble-mas de liquidez.

    Con todo, lo ms inquietante de esa crisis hasido la erosin del predicamento de las autori-dades financieras, en particular de las responsa-

    bles de la regulacin y supervisin financiera.La Securities and Exchange Comisin (SEC) yla propia Administracin estadounidense hansido lgicamente las ms expuestas, pero tam-

    bin otras autoridades nacionales con menorgrado de activismo.

    La precipitacin de la Secretara del Tesoro, eshasta cierto punto comprensible, dada la singu-lar complejidad de esta crisis. Es cierto que las

    seales transmitidas no slo por esa Adminis-tracin no han contribuido precisamente a laestabilizacin de la mayora de los mercados. Y

    eso que la mayora de los gobiernos no hanreparado precisamente en el alcance de susintervenciones. Nunca se hicieron ms transfe-rencias de recursos pblicos bajo distintas vas,incluida la adquisicin de acciones por losgobiernos, las nacionalizaciones. Nunca losciudadanos, los contribuyentes, prestaron ms alos bancos; lo que hace falta ahora es que stosvuelvan a estar en condiciones de prestar a losciudadanos. Pero es cierto que en el tratamien-

    to teraputico de esta crisis ha estado muy pre-sente no caer en los errores e indecisiones queno llegaron a impedir la Gran Depresin o lalarga dcada perdida de Japn a principios delos noventa.

    Esas actuaciones, en no pocos casos improvisa-das, de la mayora de los gobiernos puedenencontrar ms justificacin que el insuficienterigor de los supervisores financieros; nueva-

    mente hay que referirse de forma especial aEE.UU. a tenor de los antecedentes existentes yde las reclamaciones de mejora sugeridas desdehace aos.

    Uno de los elementos de contraste con la ahoratan frecuentemente invocada crisis que prece-di a la Gran Depresin debera ser precisa-mente la eficacia de supervisin consecuentecon el aprendizaje de la experiencia. La signifi-

    cacin de esa funcin crucial para el funciona-miento de los modernos sistemas financieros;tambin para la extensin de su base de inver-sores. A diferencia de ese magro promedio del5% de inversores individuales en mercadosfinancieros existentes en las economas avanza-das en 1929, hoy representan algo ms del 50%los que directamente o a travs de institucionescomo los fondos de inversin o de pensionesdisponen de inversiones en activos financieros,

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    con un protagonismo creciente en las ltimasdcadas de los de renta variable. De ah que esamisin de proteccin de los inversores asigna-

    da bsicamente a la SEC, resulte esencial;como han de serlo las relativas a procurar quelos mercados sean progresivamente ms efi-cientes, con el fin de que resulte satisfactoria sufuncin en la materializacin de la inversinfinal, en el fortalecimiento delstockde las dis-tintas formas de capital de la economa.

    Las debilidades de la supervisin fueron parti-cularmente explcitas al conocer los anteceden-

    tes de la estafa que protagoniz el broker neo-yorquino y expresidente del mercado Nasdaq,Bernard Madoff. La ya importante inquietudgenerada por ese episodio se vio reforzada alconocer que el artfice del mayor esquemaPonzi de la historia haba sido denunciado anteesa institucin en varias ocasiones.

    Otras instituciones cuestionadas han sido lasagencias de calificacin crediticia, objeto de

    futuras regulaciones ms estrictas y, en todocaso, muy distantes de la autorregulacin. Elfortalecimiento tcnico de estas entidades, latransparencia de sus mtodos y, desde luego, laeliminacin de cualquier atisbo de conflicto deintereses, son condiciones de todo punto nece-sarias para que los mercados financieros cana-licen el ahorro sobre una base globalmente efi-ciente.

    3. Difciles perspectivas

    Desde haca aos (al menos desde el inicio dela crisis asitica en 1997) sabamos que las cri-sis financieras dejaron de ser locales. La quetodava estamos sufriendo lidera esa categorade Crisis sin fronteras. Esta ha conseguidosituar al conjunto del sistema financiero globalal borde del colapso y al conjunto de la econo-ma mundial en la ms pronunciada recesin

    desde la Segunda Guerra Mundial. La severi-dad de la misma es particularmente importanteen las economas ms avanzadas, la espaola

    entre ellas. Esos cada da ms marcados perfi-les recesivos no facilitan precisamente la nor-malizacin en el funcionamiento de los merca-dos financieros. Al contrario, alimentan el cr-culo vicioso y prolongan la secuencia de des-apalancamientos que seguimos observando enlos ltimos meses de 2008.

    Para la definitiva restauracin de la funcionali-dad de los sistemas financieros ser convenien-

    te que se acte en esos tres frentes ya experi-mentados en algunos pases, y que ahora vuel-ve a sugerir el FMI (2009): intensificacin de la

    provisin de liquidez, inyecciones de capital ydisposicin de activos problemticos, txicos.Y esa restauracin, aunque comporte esfuerzosfinancieros pblicos adicionales a los ya muyimportantes que han realizado algunos gobier-nos, es la condicin necesaria para que las eco-nomas vuelvan a crecer. Que el sistema finan-

    ciero cumpla con sus funciones y la demandaagregada de las economas no se desplome, loque es equivalente a decir que no se hunda elempleo, son razonablemente los centros bsi-cos de atencin de las autoridades.

    Que sea el FMI el que no slo desde esa pers-pectiva de la estabilidad financiera internacio-nal, sino igualmente desde la supervisora delos equilibrios macroeconmicos, aliente sin

    cortapisas el protagonismo de los gobiernos,hasta sugerir la utilizacin agresiva del gastopblico, dice mucho de la severidad con quems de ao y medio despus sigue manifestn-dose esta crisis. Avala igualmente la desde hacetiempo reclamada intensificacin de la coope-racin internacional. Las bases que intent sen-tar la reunin del G20 en Washington eranapropiadas, pero aquellos propsitos parecenhaberse debilitado con la emergencia de nuevos

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    rasgos de la crisis, incluidos los que han dadolugar a la no menos inquietante emergencia deamenazas proteccionistas.

    Esas reclamaciones del FMI sealan tambinhasta qu punto ha sido erosionada la confian-za en que sean las fuerzas de mercado por ssolas las que corrijan la situacin creada. Losmejores mercados libres, los que funcionan,son los que estn bien guiados por los regula-dores y con buenos supervisores. Vuelve a seroportuna la advertencia de Paul Samuelson: lossistemas de mercado no regulados acaban des-

    truyndose a s mismos. Efectivamente, estacrisis devuelve a un primersimo lugar la cali-dad de las instituciones, como tratara de hacer-lo tambin el diagnstico de la crisis asitica, alconceder carta de naturaleza a ese crony capi-talism (capitalismo de amiguetes) en el que sefundament la inmadurez de la mayora de laseconomas en desarrollo. Ahora, el predica-mento de las ms avanzadas se ha cuestionado

    precisamente en mbitos que tienen mucho que

    ver con la calidad del sistema.

    Notas

    (1) Las referencias bibliogrficas que se resean al final delartculo constituyen tambin descripciones de los principales

    episodios que han jalonado la evolucin de la crisis.

    Referencias bibliogrficas

    FMI (2009) FMI, Global Financial Stability Report MarketUpdate, 28 de enero de 2009.

    Crisis de crdito y nuevo entorno econmico, El Pas,domingo, 2 de septiembre de 2007.

    Sofisticacin financiera e inestabilidad. Rasgos nuevos en lacrisis de las subprime. Economistas, n 115: Nuevas Finan-

    zas, febrero 2008 (pgs. 6 a 9).

    Nuevo trauma financiero, Espaa 2007. Un Balance. SeccinPanorama General. Economistas, Colegio de Economistasde Madrid, abril 2008.

    Lo financiero y lo real, El Pas, domingo, 26 de octubre de2008.

    La transparencia como terapia, El Pas Negocios, domingo,16 de noviembre de 2008.

    A las finanzas no se las puede dejar solas. El Pas, domingo,4 de enero de 2009.

    Artculo publicado en el n 119 (extraordinario) de la revistaEconomistas:Espaa 2008. Un balance. Marzo de 2009

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    Cambio de escenario

    y de orientacinde la polticamonetaria del euroJos Luis Malo de MolinaDirector General del Servicio de Estudiosdel Banco de Espaa

    Resumen: Este artculo realiza un repa-so de la evolucin de la poltica moneta-ria comn a lo largo del ao 2008. Elagravamiento de la crisis financiera des-

    pus del verano puso de manifiesto lanecesidad a nivel europeo de una res-

    puesta coordinada para apoyar a los sis-temas financieros nacionales y de unosnuevos criterios para la conducta de las

    polticas fiscales y estructurales frente alas tendencias recesivas dominantes. ElBanco Central Europeo, por su parte,iniciara en octubre un proceso de relaja-cin del tono de la poltica monetaria enun escenario de menores presiones infla-cionistas, al tiempo que los problemasde liquidez en el mercado interbancario

    justificaran un profundo cambio de su

    marco operativo.PALABRAS CLAVE: Poltica monetaria, Zonadel euro, Turbulencias financieras

    El ao 2008 ha resultado ser un ao excepcio-nal en el desarrollo de la economa mundial,que ha propulsado cambios sin precedentes en

    las actuaciones de poltica econmica en todaslas reas. Tambin ha sido el caso de la polticamonetaria comn de la zona del euro. El agra-

    vamiento de la crisis financiera y su extensinhasta alcanzar un carcter global han sido fac-tores distorsionantes de primera magnitud.

    El ejercicio comenz marcado por la tensin derequerimientos contradictorios que se deriva-

    ban de los sesgos inflacionistas desencadena-dos por la escalada del precio del petrleo fren-

    te a las amenazas contractivas incubadas por lapersistencia de las tensiones financieras espar-cidas por la ola expansiva de las hipotecas de

    baja calidad norteamericanas, la sucesiva quie-bra de instituciones sistmicamente relevantes,el secamiento de los mercados mayoristas y elvuelco generalizado en la actitud frente al ries-go. La necesidad, por un lado, de evitar un des-anclaje de expectativas de inflacin a medio ylargo plazo cuando los registros de la misma

    superaban el 4% y los analistas proyectabanuna desviacin persistente por encima de valo-res de referencia para la estabilidad de preciosy, por otro, de aliviar el endurecimiento de lascondiciones financieras resultante del enormeaumento de las primas de riesgo y de la restric-cin en los criterios de concesin de crditos,llev al Eurosistema a mantener constantes lostipos de inters y a acomodar por procedimien-tos extraordinarios las abundantes necesidades

    de liquidez. stas emergan como consecuenciade la paralizacin del mercado interbancario, laabsorcin de los vehculos de inversin quehaban adquirido activos contaminados y laausencia de flujos de financiacin disponibles

    para hacer frente a los vencimientos de ladeuda a corto plazo. Slo en el mes de julio,cuando los peligros inflacionistas se hicieronms agudos, con riesgos de efectos de segundavuelta ms inminentes, y las tensiones financie-

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    Cambio de escenario y de orientacin de la poltica monetaria del euro

    Jos Luis Malo de Molina

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    ras parecan remitir algo sin que se percibierantodava sntomas de graves efectos sobre laeconoma real, el BCE decidi subir los tiposun cuarto de punto hasta el 4,25%.

    Pero lo peor de la crisis financiera estaba porvenir. Durante el mes de agosto, que sueleresultar fatdico para este tipo de episodios, nosucedi nada. De hecho, en la conferenciamonetaria anual de la Reserva Federal deJackson Hole, que rene a los banqueros cen-trales de todo el mundo a finales de ese mes, serespiraba un ambiente de menor preocupacin.Los servicios del BCE, por su parte, prepararonunas previsiones para la reunin de principiosde septiembre del Consejo de Gobierno en lasque dominaban los peligros de desviacinalcista de la inflacin y la desaceleracin eco-nmica del rea se mantena dentro de cotasmoderadas y con un carcter transitorio (1).

    No obstante, muy pronto se comprobara quelos daos sobre la estabilidad del sistema finan-

    ciero norteamericano eran muy superiores a loque se haba dejado entrever. As, se acumula-ron en muy poco tiempo graves accidentes eninstituciones de dimensin indiscutiblementesistmica: los grandes bancos de inversin, lasagencias gubernamentales de prstamos hipo-tecarios, la primera aseguradora mundial y la

    primera caja de ahorros entre otras numerosasinstituciones. Con ello se materializaba unescenario que haba resultado inimaginable yque representaba la posibilidad del colapso delsistema financiero norteamericano. Los indica-dores de riesgo se volvieron a disparar superan-do todas las cotas de episodios anteriores des-mintiendo rotundamente las expectativas deque lo peor de la crisis poda haber pasado ya(vase grfico 1).

    Con ello se entr en una nueva fase en la que lasolucin caso a caso de los sucesivos episodiosde inestabilidad financiera resultaba impracti-cable y que requera un tratamiento global. El

    paso del Rubicn vino asociado a la quiebra de

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    Cambio de escenario y de orientacin de la poltica monetaria del euro

    Jos Luis Malo de Molina

    Fuente: Markit

    Grfico 1: Indicadores de Riesgondices ITRAXX

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    Lehman Brothers, que revel la dimensin delos riesgos implcitos y desencaden un rpidocontagio a algunos bancos europeos. Los acci-

    dentes en instituciones financieras europeashaban sido ya numerosos, pero localizados enalgunos pases y sin dimensin sistmica rele-vante. A partir de ese momento, algunos gran-des bancos europeos se vieron afectados ynecesitaron operaciones urgentes de rescate, ycal en la opinin pblica el miedo al derrum-

    be del sistema financiero europeo. Se haba lle-gado a una situacin excepcional imprevistaque supona un cambio drstico de escenario y

    un grave deterioro adicional de las condicionesfinancieras que afectaba de manera sectorial alas posibilidades de crecimiento mundial, tanto

    por el predominio de las tendencias recesivasen prcticamente la totalidad de las economasavanzadas, como por la incapacidad de las eco-nomas emergentes, que se haba supuesto ibana proporcionar un importante factor de resisten-cia, para substraerse a esta orientacin global.Se alcanzaba as una tercera, y ms peligrosa,

    fase de desarrollo de la crisis financiera, en laque los efectos sobre la economa real se reve-laban como profundos y duraderos y dondeexista la posibilidad de que las tendencias con-tractivas globales contribuyesen a realimentarla propia crisis financiera.

    Circunstancias tan excepcionales haban derequerir respuestas urgentes y contundentes enel terreno de la estabilidad financiera para evi-

    tar la propagacin de reacciones en cadena y deespirales de desconfianza y desvalorizacinque pudieran conducir a un grave colapso.

    La capacidad de respuesta de las autoridadesnacionales frente a un cambio tan dramtico decarcter global, que requera un giro pronuncia-do de la orientacin de las polticas econmicasy acciones que desbordan el marco convencio-nal, resultaba muy limitado si no inexistente.

    La irrupcin de la crisis financiera vino a hacerevidente el desequilibrio que haba ido incu-

    bando entre la intensidad de los vnculos supra-

    nacionales, particularmente en el mbito finan-ciero, y la debilidad de los mecanismos decoordinacin y supervisin a ese mismo nivel.Las autoridades nacionales necesitaban, para

    poder actuar con la contundencia necesaria, lapercha o el paraguas de orientaciones y accio-nes concertadas a nivel internacional, tal ycomo sealaba recientemente Trichet (2).

    A nivel europeo, tras algunos titubeos iniciales,

    la respuesta se articul en la reunin extraordi-naria del Eurogrupo del 12 de octubre, en laque se establecieron algunos criterios comunes

    para la coordinacin de las medidas nacionales.Estas medidas iban dirigidas a extender lagaranta del seguro de depsitos con el fin dedetener los momentos incipientes de retirada delos mismos, abrir la puerta a planes de garantay financiacin extraordinaria de las institucio-nes financieras y promover la recapitalizacin,

    y se encontraban sometidas a algunas reglasque asegurasen la nivelacin del terreno de

    juego y evitasen interferencias proteccionistaspara resultar compatibles con el mantenimientode la competencia. Ms adelante se hizo nece-sario tambin adoptar nuevas medidas y esta-

    blecer nuevos criterios para la conducta de laspolticas fiscales y estructurales frente a las ten-dencias recesivas dominantes, que se plasma-ron en el Plan Europeo de Reactivacin (3).

    Dentro de este marco, en el terreno de la polti-ca monetaria se planteaban dos tipos de necesi-dades relativamente diferenciadas, pero inter-conectadas entre s. Por un lado, la articulacindel suministro de liquidez en condicionesexcepcionales y, por otro, el cambio de orienta-cin de la poltica monetaria en consonanciacon la drstica alteracin del escenario macro-econmico. Dentro del primer orden de cosas,

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    Jos Luis Malo de Molina

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    se introdujo un cambio muy profundo delmarco operativo. Se modific el sistema tradi-cional de subastas semanales mediante tipo deinters variable por otro de tipo fijo sin lmitesde cantidades que abra la puerta a una plenasatisfaccin de las necesidades de liquidez delas entidades. Ello supona la renuncia a cual-quier control de las cantidades y la plena susti-tucin del papel que un mercado interbancario

    paralizado haba dejado de desempear.Paralelamente, se extendieron los plazos a losque se suministraba la liquidez hasta los seis

    meses y se ampliaron considerablemente lascantidades asignadas y el nmero de subastas amedio plazo. La ampliacin se llev al ofreci-miento de liquidez en divisas distintas de la

    propia moneda para satisfacer la necesidad dedlares y francos suizos de algunos bancoseuropeos. Y, finalmente, los requisitos para ladefinicin del colateral elegible para obtenerfondos del Eurosistema se flexibiliz de mane-

    ra excepcional mientras puedan durar las ten-siones financieras (4).

    La parte ms sustancial del cambio de orienta-cin tuvo que ver con la drstica modificacindel escenario de crecimiento y las perspectivas

    de inflacin en el rea del euro, tal y como sepuso de manifiesto en la revisin de las proyec-ciones del Eurosistema que se publicaron conmotivo de la reunin del Consejo de Gobiernodel BCE del 4 de diciembre en Bruselas en laque se decidi una bajada de tipos de inters de75 puntos bsicos. Esta cada fue la ms inten-sa desde el inicio de la Unin Monetaria y latercera desde que el da 8 de octubre se inicia-ra el cambio del tono de la poltica monetaria

    con la primera bajada de tipos de inters con-certada de la historia entre todos los grandes

    bancos centrales de los pases avanzados. Aeste primer recorte de medio punto le siguiotro de la misma cuanta a principios denoviembre. En total se redujeron los tipos en175 puntos bsicos en el espacio de poco msde mes y medio (vase grfico 2).

    En menos de tres meses las perspectivas se

    haban modificado sustancialmente hasta elpunto de prever un escenario de recesin en el

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    Cambio de escenario y de orientacin de la poltica monetaria del euro

    Jos Luis Malo de Molina

    Fuente: Banco Central Europeo

    Grfico 2: Tipos de inters de la zona del euro.EONIA y tipos de inters del BCE

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    Cambio de escenario y de orientacin de la poltica monetaria del euro

    Jos Luis Malo de Molina

    Cuadro 1. Punto medio del intervalode previsiones del eurosistema

    rea con una posibilidad de dbil recuperacinslo a lo largo de 2010 y unas proyecciones deinflacin que recogan una rpida correccin dela desviacin alcista de meses anteriores y unareconduccin hacia tasas compatibles con laestabilidad de los precios a lo largo de todo elhorizonte de previsin (vase cuadro 1). Todoello rodeado, adems, de grandes incertidum-

    bres, dada la enorme dificultad de los modelosdisponibles de previsin para captar y proyec-tar fenmenos de naturaleza tan extraordinariacomo los que se estaban viviendo y dada, sobretodo, la pobreza con la que dichos modelos

    recogen la influencia de restricciones de carc-ter financiero en el comportamiento de las eco-nomas. La construccin de escenarios sufi-cientemente verosmiles en los que basar la

    adopcin de decisiones de poltica monetariadescansa de forma determinante en el juicio delos analistas con unos mrgenes de error muysuperiores a los habituales. Con todo, los ries-gos de desviacin se identificaban claramenteen la direccin de menor crecimiento y menorinflacin.

    La necesidad de una relajacin sustancial yrelativamente rpida de la poltica monetaria seencontraba, adems, avalada por la distorsinen los mecanismos de transmisin de la mismaque se haba producido como consecuencia de

    la parlisis de los mercados monetarios -que encircunstancias normales constituye el primereslabn de la cadena-, y del aumento persisten-te de las primas de riesgo que repercuten sobrelos costes financieros finalmente soportados

    por las empresas y las familias. La mejor ilus-tracin de dicha distorsin se encuentra en el

    persistente diferencial entre el tipo EURIBORa un ao y el tipo EONIA al mismo plazo, quese mantena en mximos desconocidos de 225

    puntos bsicos, a pesar de la relajacin moneta-ria y de las medidas excepcionales de financia-cin, garanta, recapitalizacin y rescate adop-tadas (vase grfico 3) . Un hecho que revela la

    Fuente: Banco Central Europeo y Datastream

    Grfico 3: Diferencial EURIBOR-EONIA a un ao

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    elevacin de los riesgos de crdito percibidos ysugiere que el tono efectivo de la polticamonetaria era ms estricto del que se derivara

    del nivel del tipo bsico de intervencin.

    Los profundos cambios de orientacin e instru-mentacin de la poltica monetaria delEurosistema reflejan un gran esfuerzo de adap-tacin frente a la aparicin de retos de naturale-za y alcance desconocido e imprevisto. La cri-sis financiera, entre otras cosas, ha desdibujadola lnea divisoria entre la estabilidad macroeco-nmica y financiera. Ambos objetivos pueden

    diferenciarse con claridad en circunstanciasnormales y permiten definir la especializacinrespectiva de los instrumentos de polticamonetaria de aquellos de supervisin pruden-cial, en la confianza, adems, de que las accio-nes en ambos terrenos son convergentes amedio y largo plazo. Lo que es apropiado parala estabilidad de los precios, lo es tambin parala estabilidad financiera y sin estabilidad finan-ciera no es posible alcanzar la estabilidad de

    precios. Pero cuando existen graves tensionesfinancieras no cabe hacer una distincin tanntida, entre otras razones porque la propiatransmisin de la poltica monetaria dependedel funcionamiento fluido de los mercados. Enestas circunstancias, el objetivo de la estabili-dad de los precios obliga al banco central atomar muy en consideracin las implicacionesde estabilidad financiera a la hora de elaborar ymodular sus decisiones, si bien su margen de

    influencia y maniobra puede ser limitado, puesno est en sus manos modificar la actitud fren-te al riesgo y las expectativas de los intermedia-rios financieros que subyacen al incremento de

    primas y al proceso de desapalancamientogeneradores de dichas tensiones.

    La forma en la que los distintos bancos centra-les han reaccionando frente a la crisis financie-ra se ha diferenciado en funcin del marco ins-

    titucional de partida y de su propia estrategia deestabilidad. El Banco Central Europeo ha podi-do explotar las ventajas que le proporcionabaun marco operativo particularmente flexible

    aunque, como todos, ha tenido que recurrir aprocedimientos excepcionales o no convencio-nales- y explorar nuevos terrenos para adaptarsu concepto estratgico a unas circunstanciasespecialmente turbulentas, sin perder el capitalreputacional que le suministra su preferencia

    por el mantenimiento de un curso estable y unafirme orientacin a medio plazo.

    Notas:

    (1) Vase Banco Central Europeo, 2008.

    (2) Vase Trichet, 2008a.

    (3) Vase Comisin Europea, 2008.

    (4) Vase Trichet, 2008b.

    Referencias:

    Banco Central Europeo (2008). Economic and MonetaryDevelopments, Monthly Bulletin, septiembre de 2008.http://www.ecb.de/pub/pdf/mobu/mb200809en.pdf

    Comisin Europea (2008).A European Economic RecoveryPlan, Comunicacin de la Comisin al Consejo Europeo,Bruselas, 26 de noviembre. http://ec.europa.eu/commis-sion_barroso/president/pdf/Comm_20081126.pdf

    Trichet J.C. (2008a). Discurso en el Hearing at the Economicand Monetary Affairs Committee of the European Parlia-ment, Bruselas, 8 de diciembre. http://www.ecb.de/press/

    key/date/2008/html/sp081208_1.en.html

    Trichet J.C. (2008b). Remarks on the financial turmoil,Discurso en la British Bankers Associations Annual Recep-tion, Bruselas, 8 de diciembre. http://www.ecb.de/press/key/date/2008/html/sp081208_2.en.html

    Artculo publicado en el n 119 (extraordinario) de la revistaEconomistas:Espaa 2008. Un balance. Marzo de 2009.

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    Cambio de escenario y de orientacin de la poltica monetaria del euro

    Jos Luis Malo de Molina

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    Perspectiva europea

    y espaolade la energaJos SierraConsejero de la CNE

    Abstract: Este trabajo analiza el papelque ha jugado la energa en la construc-

    cin europea y se investigan las dificul-tades y obstculos que se oponen a laexistencia de una autntica poltica pan-europea de la energa. En este sentido, se

    pasa revista a las diferentes iniciativasde trascendencia energtica tomadas porla Unin Europea desde su creacin,analizando las razones explicativas y losobstculos que han impedido la puestaen marcha de una verdadera polticaeuropea de la energa. Se examina asi-mismo la influencia que las citadas ini-ciativas comunitarias han tenido en la

    poltica energtica espaola..

    PALABRAS CLAVE: Unin Europea, energay regulacin.

    Este trabajo se centra en la dimensin europeade la energa. En particular, se analiza el papelque le ha correspondido, hasta ahora, a la ener-ga en la construccin europea y se investiganlas dificultades y obstculos que se oponen a laexistencia de una autntica poltica paneuropeade la energa. Finalmente, se examina lainfluencia que la entrada en 1986 en la UE hatenido en las polticas energticas espaolas.

    En consecuencia, este trabajo se estructura entres captulos que corresponden a esas cuestio-nes. Se ha preferido referirse a perspectivaeuropea de la energa ms que a poltica o pol-ticas energticas pues se puede decir que stasno existen realmente para la UE, ni formal nimaterialmente, como se pondr de manifiesto.

    Por el contrario, s existen una serie de polticasde la UE p.e. competencia, mercado interior,medioambiente, escasez de materias primas,entre otras con influencia indirecta, pero deci-

    siva, en la energa y en las polticas energticas.

    Hay que tener en cuenta las diferentes actitudesy competencias de la Comisin Europea (CE),del Parlamento Europeo (PE), y del Consejorespecto a la energa. La actitud de la CE esdecididamente a favor de una poltica energti-ca europea, como lo prueba el notable nmerode libros verdes, blancos, comunicaciones y

    propuestas de Directivas en este sentido, de los

    que slo se mencionarn algunos. El PE confrecuencia apoya a la CE pero, vaya por delan-te, que la actitud del Consejo, la ms decisiva,es enormemente restrictiva, particularmente enlo que se refiere en otorgar poderes a la UE y ala CE, en concreto, en temas de polticas deseguridad energtica.

    En definitiva, como se acostumbra a decir en laCE, la Comisin propone y el Consejo dispo-

    ne, por lo que realmente cuenta, lo que tienefuerza legal y representa la voluntad poltica dela mayora de los Estados de la UE, son aque-llas Directivas, Reglamentos, Decisiones oProgramas que han sido aprobados por elConsejo, por unanimidad, o por mayora cuali-ficada mediante el procedimiento de codecisincon el PE. Aesas normas se referir primordial-mente este trabajo.

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    I. Principales iniciativas de la UE de trascen-dencia energtica

    I.1. Periodos

    En relacin con el contexto energtico y las ini-ciativas de la UE, es til distinguir cuatro perio-dos:

    1er periodo (1952-1973): Va de los tratadosCECA (1952) y EURATOM (1958), a los queno cabe atribuir motivacin energtica, hastalas crisis de petrleo de los setenta. Hace mediosiglo, en la segunda mitad de los aos cincuen-ta, la mayor parte de la industria energticaeuropea haba sido nacionalizada, tras laSegunda Guerra Mundial, y el carbn represen-taba todava ms del 50% del aprovisionamien-to energtico, aunque el petrleo dominadoentonces por compaas americanas y europe-as le iba comiendo el terreno, suponiendo elaproximarse a la dcada de los 70 ms del 60%del abastecimiento energtico de la ComunidadEuropea, y ms del 70% del de la espaola.

    Por otra parte, se impulsaba el desarrollo de laenerga nuclear, particularmente en atencin ala penuria de recursos europeos de petrleo,

    pues no se haban puesto en explotacin toda-va (1973) los yacimientos del mar del Norte. Asu vez, haban comenzado las nacionalizacio-nes de las producciones en los pases agrupados

    en torno a la OPEP (1960) y a la OPAEP(1968), y en 1956 Egipto haba nacionalizadoel Canal de Suez, gran ruta petrolera.

    2 periodo (1973-1985): Las crisis de petrleo,hasta 1985.

    3er periodo (1985-2003): Espaa entra en laUE (1986). La energa es abundante y barata.Las prioridades en la UE son el mercado inte-

    rior de la energa y la proteccin del medioam-biente y del clima.

    4 periodo: Desde 2003, con la vuelta de losaltos precios y las preocupaciones por la segu-ridad adems de por el mercado y el clima. Denuevo, aunque el repunte comenz en el ao2000, nos encontramos en una situacin de pre-cios altos de la energa que hay que destacar-lo nadie haba pronosticado. Hemos heredadodel periodo anterior en el que, de hecho, sehabra considerado, en general, que la mejor

    poltica energtica consista en no tenerla, un

    estado de la seguridad estratgica la de medioy largo plazo que se est degradando a nivelgeneral, al de la UE y al de Espaa.

    I.2. Conclusiones

    Del anlisis realizado, se pueden destacar algu-nas conclusiones:

    1. La energa nunca ha sido salvo ocasional-

    mente una autntica prioridad poltica en laUE, ni para el Consejo y el PE y, ni siquie-ra, para la CE, a pesar del apoyo continuadode sta a una poltica energtica europea

    plasmada en los Tratados.

    2. Sin embargo, cabe destacar la capacidad dedecisin y la eficacia de que se hizo gala enlas crisis de los setenta yndose ms all delo previsto en los Tratados:

    Aprobacin de Directivas sobre reservasestratgicas de petrleo (1968, 1973).

    Formulacin mediante Resoluciones un-nimes del Consejo (1974, 1980, 1986) deobjetivos concretos de poltica energtica,entrndose en el papel de las diversasfuentes energticas (mix), sancta sanc-torum de las competencias de los Esta-

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    Perspectiva europea y espaola de la energa

    Jos Sierra

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    dos; ste fue un autntico embrin de pol-tica energtica de la UE. Se trataba dereducir la intensidad energtica, de rebajar

    la participacin del petrleo hasta un 40%del suministro de energa primaria, de pro-mover a estos efectos el uso del carbn yde la energa nuclear para que representa-ran el 75% de la generacin de energaelctrica, de fomentar el uso de las energ-as nuevas y renovables, en fin, de diversi-ficar las fuentes de los suministros.

    Prohibicin de la utilizacin de los pro-

    ductos petrolferos y del gas natural en lageneracin de energa elctrica (1975).

    Creacin en la OCDE de la AgenciaInternacional de la Energa (1974). Sinduda, la creacin de la AIE fue un acierto,entre otras razones porque, estando pre-sentes en ella los EE.UU., Japn y los pa-ses de la Comunidad Europea, pona encomn, de cara a la OPEP, una formidable

    capacidad de compra y almacenamiento depetrleo. Sin embargo, tendra un efectonegativo en relacin con el papel que

    podra jugar la CE en poltica energtica,pues algunos Estados p.e. el ReinoUnido y Alemania (Francia no era miem-

    bro), para satisfaccin de los EE.UU. seescudaban, para no aceptarlo, en que lostemas de seguridad y de cooperacin inter-nacional energtica ya estaban cubiertos

    por la AIE.

    Por diversas razones, estas polticas se vie-ron coronadas por el xito, de forma que amediados de la dcada de los ochenta, el

    petrleo solamente representaba el 40%del abastecimiento, como en la actualidad,no alcanzndose el nivel de consumo de1973, en valores absolutos, de los pasesde la OCDE, hasta el ao 2000; por su

    parte, la intensidad energtica se reducaen el periodo considerado, un 2% anual.

    3. Pero estas iniciativas energticas fueroncoyunturales. Mltiples causas contraccinde la demanda, derrumbe de los preciosenergticos (1982, 1985), indisciplina de laOPEP, sobrecapacidad de los sistemas,ralentizacin de la energa nuclear, nuevastecnologas propiciaron la poltica de libe-ralizacin de los mercados y con ella lacomunitarizacin de las medidas y costesmedioambientales. Se abandonaron los

    objetivos de poltica energtica y se abolie-ron las Directivas que limitaban el uso de los

    productos petrolferos (1996) y del gas natu-ral (1991) basta un decenio para olvidar.Por otra parte, fue ganando terreno la preo-cupacin por el cambio climtico, de grandimensin energtica. Se entenda que unmercado interior realmente integrado en elque se compartieran las capacidades dereserva y la diversificacin de los suminis-

    tros, era la mejor contribucin posible a laseguridad, y tanto ms cuanto este modelose pudiera exportar a otras reas. Hasta prin-cipios de este siglo, los precios del petrleose mantuvieron, de media, por debajo de20$/barril objetivo buscado por producto-res y consumidores como razonable y esta-

    ble slo alterados circunstancialmente, enmayor o menor medida, por las guerras delGolfo Prsico o por las crisis financieras en

    Asia.

    Las nuevas prioridades mercado interior,medioambiente, cambio climtico queda-ron integradas explcitamente en losTratados. Durante el largo periodo 1985-2003 han sido muy numerosas las iniciativasnormativas inspiradas por las polticas delmercado interior y del medio ambiente,algunas de ellas de clara dimensin energ-

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    Perspectiva europea y espaola de la energa

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    tica (Directivas sobre energas renovables,cogeneracin, rendimiento energtico de losedificios, biocombustibles, seguridad, etc.).

    Tambin fue muy notable la actividad de laUE, y de la CE en particular, en relacin conlas tecnologas energticas y con la coopera-cin internacional en materia de energa.

    4. En la actualidad, nos encontramos con pro-blemas en los tres frentes principales: pre-cios altos y degradacin de la seguridad,difcil progreso en los temas climticos, yliberalizacin e integracin de los mercados

    escasa y ms legal, terica, que real. En estecontexto adquieren particular relevancia los

    planteamientos del Consejo Europeo y de laCE en relacin con lo que se ha denominadoPoltica energtica y climtica integrada.Se trata de pasos positivos, pero: suficien-tes?

    En temas ambientales se fijan objetivos glo-bales concretos, y ambiciosos, en relacin

    con las emisiones, la eficiencia energtica,las energas renovables, los biocombusti-

    bles. Son viables?

    Parece muy acertado el lanzamiento de unplan estratgico europeo de tecnologasenergticas, pero resulta decepcionante queel Consejo no entre en el tema nuclear, puesdebera ser un asunto ms europeo quenacional, ya que sus beneficios y riesgos nos

    afectan a todos.

    Por lo que se refiere a la seguridad y a lapoltica exterior energtica, los planteamien-tos son algo vagos. La seguridad se ve msen clave de crisis y nacional que comunita-ria, y aunque se establecen prioridades acer-tadas para hablar con una voz comn, nose aclara el alcance legal y prctico de esaexpresin.

    En cuanto al mercado interior de la energa,las propuestas orientadas a la integracin delos mercados son, sin duda, positivas. No se

    ha logrado imponer la separacin efectivade la propiedad de cara a la neutralidad delos gestores de las redes de transporte, porlas presiones de Francia y Alemania; exigen-cias similares, y otras limitaciones, se pre-tenden aplicar tambin a las empresas noradicadas en la UE, como podra ser el casode Gazprom y Sonatrach. Se echa, sinembargo, en falta medidas europeas quegaranticen el desarrollo de las interconexio-

    nes y que corrijan la supervivencia deestructuras industriales y de mercado, no

    pro-competitivas, monopolistas u oligopo-listas.

    5. Otra conclusin general importante es laincapacidad para prever los acontecimientosque ms decisivamente han afectado al sec-tor energtico: problemas geopolticos, subi-das y bajadas no pronosticadas de los pre-

    cios de petrleo, Tchernobyl, efecto inverna-dero. Hemos asistido al esplendor, ocaso, ya veces retorno de la mayora de las fuentesenergticas: carbn; petrleo; energa nucle-ar y, otra vez, carbn; despus gas natural yrenovables y, ahora, previsiblemente, denuevo, energa nuclear adems. Ambas con-sideraciones deben llevar a concluir que hayque estar preparados para convivir con loinesperado y practicar polticas prudentes y

    flexibles, manteniendo vivas todas lasopciones energticas y estructuras de apro-visionamiento diversificadas y equilibradas.

    II. Obstculos a una poltica comn europeade la energa

    El primer obstculo es formal, pero refleja lavoluntad de los Estados: la energa como tal noera objeto de los Tratados. Aqullos mantienen

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    Perspectiva europea y espaola de la energa

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    la competencia exclusiva sobre la seleccin yestructura de las fuentes/tecnologas energti-cas, sobre el mix de energa primaria y elctri-

    ca. Es posible disear una poltica energticade la UE sin pronunciarse sobre el papel de lasfuentes energticas (hidrocarburos, carbn,nuclear, renovables)?

    Por otra parte, la UE tiene competencias sobrepolticas que afectan, indirecta, pero decisiva-mente, a la energa: entre otras, medioambien-te, escasez de materias primas, mercado inte-rior, competencia y libre circulacin de capita-

    les. No deja de ser sorprendente que para legis-lar sobre eficiencia energtica y energas reno-vables por unanimidad, con permiso de losEstados haya que recurrir a las bases jurdi-cas del medioambiente, o para hacerlo sobreseguridad de abastecimiento se tenga que utili-zar la armonizacin de legislaciones nacionalesen relacin con el mercado interior.

    El nuevo Tratado de Lisboa dar un paso posi-

    tivo importante al incluir la energa entre lostemas en los que hay competencia compartidaentre la UE y los Estados, pero subsiste laexclusividad nacional en relacin con el mix.

    El problema de fondo que parece imposibilitarque exista una poltica energtica y de seguri-dad comn es la coexistencia, en conflicto, dedos modelos energticos para las energas deredes. El nacionalista, clsico, basado en la

    seguridad nacional y, en consecuencia, en cier-to aislamiento, en campeones nacionales y enrelaciones bilaterales internacionales privile-giadas. El otro, es el liberal, que se apoya enla seguridad colectiva, mediante la competen-cia e integracin de los mercados y las relacio-nes internacionales multilaterales.

    Nos encontramos en un crculo vicioso: difcil-mente puede haber un mercado interior y una

    poltica energtica comn sin una seguridadcomn, pero, por otra parte est madura la UE

    para esa seguridad comn que implica la ges-

    tin conjunta de los sistemas energticos y unapoltica exterior energtica comn?

    Este conflicto latente pone de manifiesto otrasdebilidades: en primer lugar, sin interconexio-nes fsicas suficientes no puede haber ni merca-do interior, ni poltica energtica comn; ade-ms la prctica del derecho de la competencia

    permite, de hecho, la persistencia o reforza-miento de los cuasi-monopolios heredados del

    pasado; y la libre circulacin de capitales, aun-que no circule la energa, conlleva la libre cir-culacin de campeones nacionales, algunos deellos con obligadas servidumbres de aprovisio-namiento en sus pases de origen que difcil-mente se compadecen con un mercado interior.Los Tratados permiten hacer excepciones a lalibre circulacin por seguridad pblica, perostas no estn reguladas ni se aceptan por laCE, conduciendo a conflictos ante el Tribunal

    de Justicia de Luxemburgo.

    Parece que, por la va de los hechos consuma-dos, nos dirigimos a un sistema energticoeuropeo dominado por un oligopolio de campe-ones nacionales/europeos, en detrimento de lacompetencia y cierta prevalencia de los intere-ses nacionales sobre los europeos.

    III. La UE y las polticas energticas espao-

    las

    Antes de su entrada en la AIE (1974), y en par-ticular a partir de ella, Espaa sigui polticassimilares a las de los pases de las Comuni-dades. Cuando se produce la adhesin a stas,

    por una parte, los sectores ms afectados fueronlos ya liberalizados, petrleo y carbn, y, porotra, todos tuvieron que adaptarse a normasmuy estrictas de proteccin medioambiental.

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    III.1. La seguridad de los abastecimientos

    La pertenencia a la UE no ha contribuido a

    mejorar significativamente la seguridad deabastecimiento, ya que, por lo que se refiere al

    petrleo, los mecanismos de seguridad de laUE son similares a los de la AIE, y en cuanto ala electricidad y al gas natural cuya participa-cin creciente incrementa la vulnerabilidadEspaa no se puede beneficiar de la solidaridadeuropea y del gran mercado, al estar prctica-mente aislada fsicamente por insuficiencia deinterconexiones. El desarrollo de stas con

    Francia y Portugal sigue siendo una de las prio-ridades estratgicas de Espaa en la UE.

    En consecuencia, hoy por hoy, hay que concluirque los planteamientos de seguridad han de ser

    bsicamente nacionales y que, en este sentido,la poltica espaola se est preocupando eficaz-mente de la seguridad (planificacin de redes,gestores independientes de los sistemas, pagosde garanta de potencia, diversificacin de

    suministros y obligacin de reservas estratgi-cas de gas natural). El mayor reto pendiente,adems de las interconexiones, es incrementarlos almacenamientos que alberguen las existen-cias de seguridad de gas natural.

    La libre circulacin de capitales no puramentemercantiles y las concentraciones estn crean-do amenazas a la seguridad y al mercado. Setrata de un tema muy difcil en el que la actitud

    espaola ha sido titubeante entre favorecercampeones nacionales o limitarlos por criteriosde competencia y/o aplicar una regulacinespecfica. En el futuro, las concentraciones

    potenciales importantes en Espaa escaparn alas autoridades de competencia espaolas, y elnico camino viable ser, en paralelo con lanegociacin poltica al ms alto nivel, proba-

    blemente el de la regulacin general, y riguro-sa, de condiciones ex-ante y ex-post, tratando

    de consensuar un planteamiento prctico con laCE y otros Estados con problemas similares y,en su caso, recurriendo al Tribunal de Justicia

    de Luxemburgo.

    Ciertamente, por otra parte, en la medida que sees miembro de la UE se contribuye positiva-mente a la seguridad a travs de las relacionesinternacionales de sta. Como se ha sealadoen otras ponencias, mayor atencin al Medite-rrneo, Oriente Medio y frica Occidental son

    polticas obligadas.

    En conclusin, y entre otras razones, por su ais-lamiento energtico en electricidad y gas natu-ral, Espaa precisa de una poltica de seguridadexplcita dentro de una poltica global energti-ca definida y pblica, en la que las intercone-xiones deben seguir siendo un objetivo priorita-rio. En ella se debe abordar, a la vista del con-texto europeo en relacin con el mercado inte-rior y el cambio climtico, el futuro a plazo delas diversas fuentes energticas. Parece que

    este debe pasar, desde la perspectiva de seguri-dad, por disponer de una cuota de energanuclear similar a la media europea, por desarro-llar, al mximo razonable, las energas renova-

    bles, controlar la dependencia del gas natural yfacilitar la supervivencia del uso del carbn encondiciones climticas aceptables

    III.2. La proteccin del medioambiente y elcambio climtico

    En esta rea las polticas comunitarias estnteniendo un gran impacto en el sector energti-co espaol. Se estn teniendo dificultades paracumplir el compromiso nacional con elProtocolo de Kyoto, quizs por cierto volunta-rismo en la negociacin y, con seguridad, porqu el consumo de energa, y las emisiones deCO2, han crecido a tasas ms elevadas que las

    previstas.

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    En todo caso, los criterios seguidos para elreparto de la carga fueron muy discutibles. Laexperiencia adquirida se est aprovechando decara a la prxima revisin del comercio de emi-siones y a la negociacin de los repartos decarga en relacin con los objetivos de reduc-cin de emisiones, de participacin de energasrenovables y de mejora de la eficiencia energ-tica.

    Siguiendo el marco comunitario, el desarrollode las energas renovables est siendo especta-cular en Espaa. La eficiencia energtica estodava una asignatura pendiente, aunque haysignos alentadores en el sentido de decreci-miento de cambio de la tendencia. En definiti-va, hay que destacar la importancia de disearuna estrategia adecuada del mix energtico quetenga en cuenta los aspectos del coste y seguri-dad y sea eficaz en relacin con las emisiones;como se ha puesto de manifiesto en el epgrafeanterior, al lado de las energas renovables,resulta crucial la estrategia positiva a seguircon la energa nuclear y con el carbn, desdeesta perspectiva.

    III.3. El mercado europeo interior de laenerga

    En primer lugar, hay que destacar que la adap-tacin del monopolio de petrleos al mercado,1985-1992, se hizo de manera eficiente.Tambin han sido importantes las reestructura-ciones de las producciones domsticas de car-

    bn.

    Por lo que se refiere a los sectores de electrici-dad y de gas natural, solamente cabe referirse ala introduccin de competencia, a la liberaliza-cin de los mismos, en ausencia de intercone-xiones que permitan la integracin en el merca-do interior europeo.

    Son mltiples los pasos positivos que se handado en el sector elctrico espaol, en generalyendo ms all de lo previsto en las Directivas.

    Sin embargo se ha mantenido un sistema detarifa regulada que no reconoca, a corto plazo,los precios reales del mercado, dificultando eldesarrollo del mercado liberalizado, dandoseales de precios errneas al consumidor, ycreando inseguridad en el sistema; este proble-ma est en vas de solucin. Quizs, adems dela imposicin de criterios polticos y macroeco-nmicos, haya que buscar la causa en una posi-

    ble desconfianza latente en el funcionamiento

    en competencia real del sector, por la estructu-ra empresarial del mismo; es importante salirde este crculo pernicioso, objetivando y corri-giendo las disfunciones si existieran, pero res-tableciendo el clima de confianza. De nuevohay que resaltar la importancia de las interco-nexiones para introducir ms competencia: lacreacin del MIBEL es tambin un paso positi-vo.

    En cuanto al gas natural, tambin se fue msall de las Directivas en su transposicin. Lasituacin de partida era difcil, pues haba unoperador dominante cuya participacin ha que-dado reducida a la mitad; se ha logrado, ade-ms, una liberalizacin casi total del sector. Eldesarrollo de la competencia se ha visto favore-cido, entre otras razones por: la duplicacin dela demanda en 6 aos; la progresiva indepen-dencia del gestor del sistema; la diversificacin

    de los suministros entre 7 aprovisionadores sig-nificativos gracias a 5 plantas de GNL (2 msen construccin); implantacin de un sistemaaditivo de tarifas que refleja los costes reales; yla participacin de las empresas elctricascomo competidoras de entidad.

    Hacia el futuro, cabe sealar algunas priorida-des: ampliacin de las interconexiones conFrancia y posible funcionamiento, en parte,

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    como pas de trnsito; aumento de los almace-namientos de seguridad y operativos; creacindel mercado ibrico MIBGAS; y creacin de

    mercados secundarios de gas y de capacidad ycon ellos de un centro de comercio (hub) quefacilite seales de precios al sistema.

    IV. Conclusin general

    A la vista de lo expuesto, cabe concluir que noes probable que exista una autntica polticaenergtica europea en un futuro prximo. Sinembargo, las iniciativas energticas europeas

    afectan decisivamente al diseo de la polticaenergtica espaola, con oportunidades y conriesgos.

    Si bien la materializacin de una poltica euro-pea que abordara en comn no solamente lostemas medioambientales y de mercado interior,sino tambin los de seguridad, sera altamente

    beneficiosa, hoy por hoy, y en su perspectiva,

    no se pueden descuidar algunos frentes. En par-ticular, deben merecer especial atencin, en laactualidad, la poltica de seguridad, dominante-mente nacional, y las asimetras existentes enrelacin con la libre circulacin de capitales ylas concentraciones empresariales.

    Espaa, mientras tanto, precisa de una polticaenergtica explcita, en la que, entre otrosaspectos, se contemplen, a diversos plazos, losobjetivos del mix energtico, en el que debe-ran potenciarse, adems de las energa renova-

    bles, la energa nuclear y el carbn, en condi-

    ciones climticas aceptables, y controla la utili-zacin del gas natural. Esta poltica debe incluirla estrategia general y de detalle de Espaa enla UE.

    Artculo publicado en el n 57 de la Revista Econmica deCatalunya.

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    Perspectiva europea y espaola de la energa

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    El sector elctrico

    en EspaaPedro Rivero Torre*Presidente de UNESA

    Abstract: La situacin actual del sectorelctrico no se puede entender sin teneren cuenta los avatares histricos que han

    condicionado el devenir del sector elc-trico a Espaa. En este sentido, el pre-sente trabajo toma como punto de parti-da la dcada de los aos ochenta,momento clave para la industria elctri-ca espaola, dados los graves problemaseconmicos por los cuales pas el sectory que requirieron de drsticas decisionesgubernamentales y de acuerdos entre las

    empresas elctricas y la AdministracinPblica para llevarlas a cabo. No es

    posible tampoco entender la situacinactual del sector elctrico sin tener encuenta el proceso de liberalizacin ini-ciado en la dcada de los aos noventa yque culmin con la Ley 54/1997 delSector Elctrico. Los contenidos eimpactos de este proceso liberalizadoras como los principios rectores delnuevo modelo regulatorio son abordadosen el presente artculo, sin olvidar losretos derivados del actual proceso decreacin de un mercado nico de laenerga a nivel europeo.

    PALABRAS CLAVE: sector elctrico, liberali-

    zacin y mercado nico.

    1. Antecedentes: los efectos de las crisis delos 80

    Como a lo largo de muchas dcadas, la indus-tria elctrica espaola sigue siendo el comodnde la poltica energtica de nuestro pas, la

    pieza que, en general,