RELATOS
DE
TERROR
ALUMN@S DE 3º DE ESO
IES.URBI-BASAURI
Obra de artandghosts
UNA NOCHE DE HALLOWEEN INESPERADA
Era la noche del 31 de octubre, y como los niños bien saben ese, es el día de Halloween y la gente te da gominolas, caramelos y otras golosinas.
Esa noche cuatro amigos de 10 años quedaron en disfrazarse para salir a pedir golosinas por las casas. Luís se disfrazó de vampiro, Ángel de esqueleto, Jorge de zombi y por último, Víctor de fantasma.
Se notaba que algunos se lo hicieron con más entusiasmo que otros. El mejor disfraz era sin duda alguna el de zombi, ya que no era comprado y el niño que lo llevaba se había maquillado la cara. Otro muy bien hecho era el de vampiro ya que el niño llevaba maquillada la cara y daba miedo. El de esqueleto era comprado por lo que no despertaba interés a los que intentaba asustar y el de fantasma era una sábana de color blanco con dos agujeros muy mal hechos que querían parecer ojos.
Los niños se propusieron hacer una competición que se basaba en ver quién daba más miedo y para comprobarlo el que más caramelos consiguiese sería el ganador y se quedaría con todo el botín.
Algunas personas asustadas no les daban golosinas y en esos casos los niños bien les echaban huevos podridos a la facha de la casa o les echaban rollos de papel higiénico.
Al de 2 horas se reunieron en el parque. El ganador fue Jorge con su espectacular disfraz de zombi, ya que consiguió 150 golosinas; en segundo lugar quedó Luís con
su aterrador disfraz de vampiro, con 100 golosinas; en tercer lugar quedó Ángel con su barato disfraz de esqueleto, con 75 caramelos y en última posición quedó Víctor con sus desastroso disfraz de fantasma, ya que apenas consiguió 25 caramelos.
Los perdedores no quisieron darle sus caramelos a Jorge. Decidieron una nueva prueba de valor que consistiría en ir a la vieja casa que había al lado del cementerio, llamar a la puerta y asustar al único vecino que vivía en el edificio, ya que los demás habían muerto misteriosamente. El que lo hiciera se llevaría todos los caramelos.
Llamaron al telefonillo del portal y una voz misteriosa les dijo:
-¿Sí?
Los niños respondieron tartamudeando:
-¿Truco o trato?
Entonces la puerta se abrió y los niños entraron temblando en el portal. El estado del edificio era desastroso, algunas luces estaban fundidas y las otras estaban parpadeando, eso hizo que tuvieran más miedo aún.
Cogieron el ascensor y subieron al 2º piso. La planta estaba completamente a oscuras y se veían las puertas gracias a la luz del ascensor.
No se atrevían a salir del ascensor, al cabo de unos segundos, Luís fue quién decidió salir y llamar a la puerta del 2º A. Al ver que la puerta no se abría salieron los demás y tragando saliva, miraron a la otra puerta.
Habían acordado que cuando les abriesen la puerta gritarían para asustar al incauto vecino. Antes de llamar la puerta del 2º B se abrió chirriando y de la oscuridad salieron 4 cabezas monstruosas pegando alaridos.
Los niños gritaron aterrados y a empujones entraron en el ascensor. La puerta parecía no acabar de cerrarse, uno de los zombis que salió de la vivienda metió la mano dentro del ascensor y no dejó que se cerraran las puertas. Víctor, se orinó encima, Luís golpeaba la mano del intruso con todas sus fuerzas, Jorge lloraba acurrucado en una esquina y Ángel gritaba como un loco.
Uno de los zombis dijo:
-Se os olvidan los caramelos.
Los niños se miraron unos a otros sin entender lo sucedido. Les explicaron que los 4 zombis eran unos amigos que también querían celebrar Halloween y que los disfraces estaban también logrados, porque uno de ellos era especialista en efectos especiales de películas de terror.
Al cabo de unos minutos los niños salieron de la casa, fueron al parque se repartieron las golosinas conseguidas a partes iguales y se fueron corriendo a casa, para contarles a sus padres lo sucedido.
MIKEL GARCÍA
EL ENGAÑO
Acabamos de llegar a Loiu, por lo que dice mi madre nos quedaremos dos semanas, ya que mi abuela es bastante mayor y no puede atender a mi abuelo que está enfermo.
A mí no es que me haga mucha gracia quedarme aquí, cuando podría estar con mis amigas en Madrid o veraneando en cualquier otro lugar turístico.
Nada más llegar a la casa, he ido directamente donde mis familiares, y después de saludarlos he subido al que va a ser mi dormitorio estos días. Allí me he quedado dormida una hora aproximadamente ya que salimos de madrugada con el coche desde Madrid y estaba bastante cansada.
Después de haberme ausentado una hora, he vuelto a la planta baja donde se encuentran mi hermano, mis padres y mis abuelos. Me esperan para comer, la comida esta recién hecha, y puede ser que haya más de diez platos diferentes. Aquello parecía Navidad. Como me esperaba, la comida estaba deliciosa, la verdad es que a mi abuela, a pesar de ser mayor, su don por la cocina no le ha desparecido.
Mi abuelo ha sido el primero en levantarse de la mesa, se ha dirigido a su dormitorio a dormir un rato. Mi madre se ha empeñado en dar un paseo por el pueblo, ya casi me lo sé de memoria de haber ido tantas veces, pero tampoco quiero quedarme en casa muerta del asco, así que, he decidido ir.
Como ya me aburría volver a dar el mismo paseo que todos los años, se me ha ocurrido dar un paseo pero por las afueras del pueblo, es decir, a ver esas casas viejas que a todo el mundo le parecen feas y horrendas que en cambio a mí me parece que tienen un cierto encanto y pasar por esos paseos todos llenos de escombros y zarzas, aunque tal vez pueda resultar imposible. Como me imaginaba, a nadie le ha gustado mi idea, pero yo voy a ir igual. En el último momento mi hermano, Diego, se ha apuntado a la aventura.
Nos hemos puesto a andar sin rumbo fijo, como dos niños pequeños en un parque de atracciones intentado alcanzar todo con la miraba sin perder detalle. Hasta ahora solo hemos visto un par de pájaros y acabamos de atravesar un pequeño bosque.
Llevamos una media hora andando y en estos instantes nos hemos encontrado una casa vieja y roñosa, con ramas que cubren todas las paredes exteriores, con ventanas viejas y algunas de ellas rotas, tras unos árboles que la cubrían por completo. Salta a la vista que la casa esta deshabitada, no hay luz en el interior, está muy a las afueras del pueblo y sus condiciones para que fuera habitable son inhumanas.
Yo en un arrebato de intriga e interés he tenido la tremenda idea de entrar en el domicilio, y mi hermano ha estado de acuerdo, ya que nos gusta la aventura.
La puerta está cerrada, pero no me ha sido difícil mover el cerrojo y empujarla con fuerza. Se ha abierto rechinando. Una vez dentro me ha entrado un pequeño escalofrío, y he notado algo subiéndome por la pierna. Como era de esperar era un insecto, ya que en casas tan viejas es lo único que hay. Justo frente a la puerta hay unas escaleras de madera, que mientras las subo crujen. Esas escaleras me han llevado al segundo y último piso de la casa. Hay tres dormitorios y un cuarto de baño. Todo estaba repleto de polvo y había muchísimas telarañas.
Los muebles tenían un cierto aspecto inglés y ese mínimo detalle me desconcertaban bastante. De repente, me he quedado parada delante de los estantes, sin hacer ningún ruido. Noto como se me eriza el pelo, porque tengo la extraña sensación de que no estoy sola, y no me refiero a mi hermano, ya que él se ha quedado en el piso de abajo.
A pesar del miedo que tengo en estos momentos, no me he ido hasta que mi pelo ha vuelto a su forma original. He bajado a la planta baja y sin dudarlo un solo instante me he dirigido a donde mi hermano y casi sin poder hablar del miedo que tenía le he dicho que nos fuéramos de aquí. Él ha aceptado sin hacer preguntas, cosa bastante inusual.
Siento como los insectos de la
naturaleza suben por mis
piernas, como los arbustos se
mueven por el aire frío, el miedo
en mi propio cuerpo y una
terrible presencia en este
tenebroso ambiente.
Alguien acaba de posar su fría
mano en mi hombro y yo no me
puedo contener las ganas de gritar y darme la vuelta. Es una
señora que me resultaba familiar y al cabo de unos segundos he
caído en quién es. Es la vecina de mis abuelos, pero ¿qué hace una
señora mayor en este bosque?
Intenta tranquilizarnos a mí y a mi hermano, ambos respiramos
un poco más aliviados y escuchamos atentamente lo que ella nos
dice:
-Hola chicos, yo soy María, la vecina de vuestros abuelos. Sé que
os resulta raro encontrarme aquí, pero vuestros abuelos me
pidieron que viniera tras vosotros para poneros a salvo. Este
no es un buen sitio para hablar, os llevaré a un lugar seguro.
Seguidme.-
Ambos hemos ido tras ella sin decir palabra, esperamos que nos
lleve a casa, pero parece que no. Ha bajado una pequeña cuesta y
ha apartado unos arbustos. Tras ellos se encuentra una pequeña
puerta, María ha sacado del bolsillo izquierdo de su largo vestido
gris un par de llaves gruesas, y con una de ellas ha abierto la
puerta y hemos entrado los tres. Una vez dentro ha cerrado la
puerta rápidamente, mientras nosotros nos sentábamos en unas
pequeñas sillas de madera junto a una larga mesa.
Ella se acerca y nos comenta:
-Mirad, tal vez no le encontréis sentido a lo que os voy a decir,
pero es la pura verdad.
Hace muchos años se corrió el rumor de una mujer, que vivía
aquí en Loiu, era una mujer viuda, ya que su marido había
aparecido asesinado en esa vieja casa en la que habéis estado que
era de su propiedad. Desde que el marido murió, ella se pasaba el
día y la noche intentando averiguar quién lo mató hasta el día
que ella murió en un fatal accidente de coche. En el pueblo se
rumorea que hoy en día, el alma de esa mujer o su presencia, está
en esa casa y a todo el que osa entrar, mientras esté dentro le
intenta dirigir al mismo viaje que a su esposo, es decir a la
muerte. Pero tranquilos es solo un rumor aunque si os soy sincera,
yo no creo que su alma esté en esa casa, sino ella misma. Por eso
debéis andar con mucho cuidado. Nunca nadie vio aquel
accidente, ni salió en la prensa.
Respiro profundamente hasta que llego a comprender que una
señora o su alma vinieran a por mí. De ahí viene cuando noté
aquella presencia en la casa y cuando se me erizo el pelo. La estoy
pidiendo a María que nos lleve a casa y me ha dicho que por
nuestra seguridad deberíamos quedarnos a pasar la noche allí y
que mañana temprano iríamos a la entrada del pueblo donde nos
recogerían nuestros padres y nos llevarían de vuelta a casa.
A la mañana hemos hecho lo acordado. Pero de lejos me ha dado
la impresión de que ese coche no es el de mis padres a pesar de
tener el mismo color, y efectivamente no era nuestro coche, había
un señor dentro de él. Mi hermano no se da cuenta y yo intento
avisarlo, pero no lo consigo. Nos estamos acercando cuando de
repente el hombre sale del coche y ambos intentamos huir pero yo
solo, desgraciadamente, lo he conseguido, desgraciadamente. No
intentan perseguirme era como si yo no les sirviera de nada, le
querían a él. Hubiera preferido ser yo.
Sin poder alcanzar el coche me dirijo hacia la casa de mis abuelos
para pedir ayuda, pero antes de conseguir llegar, dos hombre
armados me han atrapado sin ser vistos.
“Ana y su hermano Diego no fueron vistos nunca más no se sabe
su paradero ni nada de lo sucedido, la policía cada vez que
encuentra una pista les lleva a un callejón sin salida.”
AINHOA LAGO
La maldición del instituto urbi
Mi vida aburrida como muchas otras tiene un momento en concreto que
me gusta. Algunos dicen que soy raro, otros que estoy loco pero no lo creo
.Solo me gustan cosas que a los demás les aterran, les asusta; como la
muerte .Unos la huyen. Yo la busco. La estuve buscando durante mucho
tiempo pero solo hace un par de meses que la encontré y por desgracia
lleve a otros conmigo .Fue una noche de Hallowen hacía frío y mucho
viento. Mis amigos y yo fuimos al instituto para gastarle una broma al
director. Pero nos salió cara la bromita
Unos días antes mis amigos se atrevieron a hacer una wija para llamar a
los fantasmas del instituto. Fue demasiado fácil, nos colamos en el patio
de lo pequeñajos a las doce de la noche. Hicimos una ronda de preguntas
y no conseguimos nada. Al ver que lo único que hacíamos ahí era pasar
frío decidimos irnos a casa y recogimos las cosas .La wija era mía y de
camino a casa recordé que me había dejado las llaves en los baños y decidí
ir a por ellas. Cuando llegué todo estaba cambiado. Había un cuadrado
con cada uno de nuestros nombres en cada punta: Mikel, Pedro, Justin y
yo, Dani .También había tizas tiradas por el suelo y el reloj de Mikel que
apuntaba las tres de la madrugada. Me paré en seco. Hace unos años leí
en un libro que me dejó mi padre que la hora punta de los demonios era
las tres de la madrugada, porque era su forma de burlarse de dios ya que
Jesús resucito un domingo sobre las tres de la tarde.
Era demasiado tarde y tenía sueño, pero decidí sacar de nuevo la wija a
ver qué pasaba.
Estaba demasiado excitado como para pensar y como tenía claro que
había alguien ahí decidí preguntar quién era, a lo que me contestó que se
llamaba Carlos .Le pregunté cómo o cuándo había muerto y la única
respuesta que obtuve de eso fue una fecha :31-10-1999.Después de eso,
un viento frío me atravesó el cuerpo y en ese mismo instante en que mi
sudor era frio supe que no me contestaría ninguna pregunta más .
No sé cómo ni cuándo llegue a casa. Solo sé que cuando me desperté,
tenía unas ganas tremendas de comer .Me sentí como si hiciera años que
no comiera. Después me vestí y me fui al instituto muy contento. Era un
felicidad ansiosa. Paranormal. Y mis amigos también lo notaron. Nunca me
habían visto con una sonrisa tan maliciosa en la cara a primera hora de la
mañana.
Fui al patio trasero para asegurarme de que el cuadrado y nuestros
nombres estaban borrados y descubrí con gran placer que estaba en lo
cierto.
Después de clase me fui a casa y me entró un sueño repentino. Al día
siguiente solo tenía unos sueños borrosos que a partir de ahí se repetían
todos los días: Estaba dormido en mi cama y de repente, estaba en el
instituto en ese cuadrado con nuestros nombres y cada día al lado de
nuestros nombres aparecían objetos y enfrente de mí a parecía un chico
muy extraño era de mi edad, tenía el pelo largo y marrón y aunque parecía
un muerto su cara resplandecía .Su sonrisa maligna y sus ojos brillantes
me asustaban. El chico estaba esperando algo con muchas ansias. Era algo
irreal. Me había pasado mi vida buscando espíritus y cuando por fin
encontraba uno me aterrorizaba.
Durante toda esa semana que duraron las pesadillas no fui capaz de
hablar con mis amigos .Cada vez que veía a uno de ellos , se dibujaba una
sonrisa diabólica en mi rostro y una voz ronca susurraba palabras sin
sentido en mi cabeza. Por fin llegó hallowen y estaba completamente feliz.
Estaba completamente seguro de que ese día iba a ser redondo.
Mis amigos cada día estaban más raros. Se asustaban por nada y mi
sonrisa no les gustaba nada pero ya se habían acostumbrado a ello. Ese
día habíamos quedado a las doce de la noche para hacerle una broma al
director en su propio despacho .La noche iba mejorando por momentos.
Primero fui a cenar con mi hermana pequeña y mis padres y cuanto más
se acercaba la hora más contento me sentía.
Llegué al instituto muy puntual, igual que mis amigos .Cada uno tenía una
tarea distinta: Mikel traía el papel higiénico, Justin se encargaba de la
vigilancia, Pedro de abrir las puertas y yo de preparar la broma .Tardamos
tres hora en tener un buen trabajo. Cuando terminamos el despacho
estaba completamente irreconocible .Mezclamos papel higiénico y
espuma del extintor y los pusimos por todas partes.
Estábamos a punto de nos, cuando la ola de frío me volvió a recorrer por
todo el cuerpo y volví a sentir ese sudor frío .En ese momento me convertí
en otra persona y mis amigos se dieron cuenta.
Los ojos se me salían de las orbitas. Tenía una sonrisa maligna dibujada en
el rostro, mis ojos se volvieron negros y brillantes y mi voz sonó ronca.
En ese momento salieron palabras de mi boca que yo no quería decir:-
Chicos ¿Por qué no jugamos a un juego? Vosotros corréis y yo os cazo.
Sé que se lo tomaron en serio, porque nada más decir la palabra cazar ya
salieron corriendo como coyotes .Y eso por algún motivo me gustaba.
Les di un par de minutos de ventaja ya que sabía que si se escondían seria
aún más divertido.
Pasaron cinco minutos y fui detrás del primero de mi lista; Mikel.
Fui detrás de su rastro que olía a pizza barbacoa desde kilómetro y medio.
Estaba escondido detrás de unas taquillas en forma de ele que daban a la
puerta y sabía que no me había oído entrar al aula por la ventana .Fui
sigilosamente poniéndome detrás de él ya que había un hueco entre él y
las taquillas. Le cogí del cuello y le rajé la garganta de lado a lado .Uno
menos pensé yo de camino al patio donde deje él cuerpo con el cuchillo al
lado del cuadrado donde ponía su nombre. Y fui a por el siguiente de la
lista: Justin.
Este fue un poquito más fácil de encontrar ya que al no saber abrir
puertas, se quedó en el pasillo del gimnasio totalmente indefenso .Justin
era el más miedica y quería jugar un poquito con el así que cogí un balón
de baloncesto, me escondí detrás de un pequeño murito y empecé a botar
el balón .En cuanto oyó el balón se le paralizo el cuerpo. Aproveché esos
segundos para lanzársela a la cabeza y cuando cayó, no perdí ni un
momento y le aplasté la cabeza en el suelo con el extintor de la pared .Dos
menos. Solo quedan otros dos .Dije llevando el cuerpo a su respectivo
lugar en el cuadrado.
Y fui a por el siguiente: Pedro .Este era el más difícil de todos sabía cómo
despistar. Era muy inteligente y me costó un buen rato adivinar que se
había escondido en los baños .Fui a por él sin perder más tiempo, y en
efecto, lo encontré allí. Encendí las duchas. Espere a que se empañaran lo
espejos y escribí un bonito mensaje que decía: CUIDADO, ERES EL
SUIGUIENTE.
Hice como que había cerrado la puerta. Me escondí en el hueco que
había entre los lavabos y los baños y esperé a que saliera .Por suerte, no
tardó más de tres segundo en salir. Fue directo a beber agua y cuando fue
a beber el primer trago de agua, encendí la luz y los cables que había
puesto entre el agua en el enchufe roto lo frieron como a un huevo.
Ya solo faltaba uno .Fui al patio y deje él cadáver en su sitio .Volví a sentir
esa ráfaga de viento atravesándome el alma y sin saber bien cómo, me
desmaye en ese instante.
Cuando abrí los ojos y vi a ese monstruo de ojos endemoniados, lo entendí
todo. Entendí por qué estaba manchado de sangre hasta arriba. Entendí
mis pesadillas y comprendí lo que ese demonio llamado Carlos quería.
Había hecho que matara a mis mejores amigos y ahora me tocaba el turno
a mí.
Me miró como si me hubiera leído el pensamiento y asintió una sola vez.
Me señaló la cuerda y la viga y me prometió que lo entendería, que
entendería por qué había hecho esto. Pronto los profesores vendrían así
que enrolle la cuerda sobre mi cuello y sobre la viga y Carlos tiró con
todas sus fuerzas .Lo último que oí fue la voz del director cuando gritó
seguramente al ver su despacho.
Me levanté del suelo donde me encontraba tumbado y miré en todas
direcciones donde descubrí que mis amigos estaban a mi lado, pero con
un aspecto muy raro. Se parecían a Carlos el espíritu del instituto. Y me
percaté de lo que había sucedido .Hace un par de años nuestro tutor nos
contó la historia de un niño de 15 años que murió de un atracón de
pastillas y la leyenda contaba que cada 15 años un chaval a parecía
muerto, suicidado. La vida de esos chicos no va también como la gente se
piensa, los espíritus eligen muy bien a sus descendientes y cuando un
chico se suicida en el mismo lugar que el otro, éste ya puede irse en paz,
porque esos espíritus se suicidaban, porque pensaban que después de
muertos había un final. Pero lo que ellos no saben es que los únicos que
pueden descansar en paz sin sufrir 15 años de tortura son aquellos que
mueren, porque les ha llegado su hora exacta. Así que ya sabes si tienes
algún problema lo mejor es seguir con vida para solucionarlo.
Y no busques la muerte, porque te prometo que te llegará.
DELIA SERNA
SUS AGUJAS LA MUERTE
No sé, a dónde me llevan. No sé, que hago aquí. No sé,
quién es esta gente.
Un hombre de espalda ancha, lleva el coche en el que
viajo sin rumbo. No conozco de nada a la gente que me
rodea y tengo miedo de preguntar.
¿Dónde está mi familia? En estos momentos, mi cabeza da
vueltas y me cuesta pensar, pero, lo único que recuerdo
es el beso de mi madre, cuando me acosté y que después
de eso, empecé a sentir que me faltaba aire. El viento frio
que entra por la ventanilla y la claridad que se refleja a
través de el la, me da a pensar que ya ha amanecido, pero
a lo lejos se puede ver tras la neblina la fachada de una
gran casona.
Parece una cárcel, ¿Por qué me l levan all í, si no he hecho
nada malo? O por lo menos, no recuerdo tal hecho.
Mis nervios se agudizan, cuando puedo visualizar el lugar
que me rodea.
La especie de cárcel parece muy antigua y está rodeada
de un amplio jardín en el que unos niños se pasean sin
mucho entusiasmo a través de unas grandes y gruesas
verjas, que rodean el establecimiento. En la puerta, un
grupo de mujeres cubiertas de arriba abajo, discuten.
De repente, la señora que ocupa el asiento del copiloto se
gira y con palabras muy secas me dice que ese será mi
nuevo hogar.
¿Pero, qué dice? No entiendo nada.
La cancela se abre y el coche entra despacio hasta
pararse. Cuando me bajo del coche, me encuentro delante
de una gran puerta de hierro macizo, y encima de el la un
extraño reloj de piedra.
Sus agujas giran en sentido contrario. ¿Me estaré
volviendo loca? Pero, ese reloj me trasmite escalofríos, y
justo en ese momento, suenan las cam panas del
campanario y todos los cuervos posados en él, salen
volando en bandada.
Me están esperando. Una mujer mayor de tez pálida y ojos
hundidos me lleva al interior y veo un cartel en el que con
las letras ya borrosas por la humedad pone: ORFANATO
DE LEIGH
Esta, se dirige a mí:
-Siento mucho lo del accidente, señorita Shiva. Su casa ha
quedado completamente calcinada, pero ya verá como
aquí, el t iempo se le pasa volando.
-¿Qué accidente? ¿Y mis padres?
Pero no tengo respuesta.
Me enseña mi habitación y todo en ella es muy viejo, con
colores oscuros y un armario enorme que ocupa casi toda
la pared. En unas baldas de madera, que se sitúan
encima del respaldo de la cama, hay muñecas de
porcelana que sonríen de un modo extraño. Las cortinas
se agitan violentamente por el viento que entra por la
ventana abierta, y cuando me asomo, veo algo que se
escapaba a lo que hasta ahora habían visto mis ojos.
Un grupo de ancianos de bajísima estatura cuchichean por
las esquinas de jardín. Pero en ese mismo sitio hace unos
instantes, desde el coche acababa de ver los niños que
paseaban desganadamente. ¡Qué raro!
De repente, la puerta da un portazo muy fuerte y una de
las muñecas de la balda se cae al suelo, partiéndosele la
cabeza en dos. Pero cuando de nuevo me giro hacia la
ventana los ancianos han desaparecido y el aire sopla
levantando aparentemente sus cenizas.
¿Dónde me han metido?
Salgo en busca de alguien, que me pueda informar de este
sitio, y veo que una de las puertas de las habitaci ones
más cercanas a la mía está abierta.
Voy a entrar, pero parece que no hay nadie.
-¿Hay alguien aquí?
-Aléjate de mí, no deberías estar aquí.
-¿Perdona?
En la penumbra de la habitación, puedo ver a una
muchacha aparentemente un poco más mayor que yo que
se asoma entre las cortinas, pero, cuando se va acercando
me doy cuenta de que no es tan joven como parece. Se
acerca más y cuando puedo verla frente a mis ojos su
rosto es el de una anciana a la que le queda de vida el
último rayo de sol.
Se acerca a un espejo que tiene al lado de la cama y yo la
sigo. En él se refleja el rosto de una joven vestida con una
larga túnica que le llega hasta los pies, y el pelo recogido
con dos largas trenza color azabache.
- Dentro de poco me convertiré en un espíritu y mi vida se
habrá esfumado en uno pocos días y vagaré por este sit io
como un alma en pena.
No puedo evitar mi asombro.
- Estoy condenada a la muerte eterna. Cuando menos te lo
esperas, te conviertes en polvo y no te das ni cuenta,
porque en lo espejos, te contemplarás con tu verdadera
identidad.- diciendo esto, desaparece de nuevo entre las
cortinas.
Las horas se me hacen eternas, cada paso que doy,
pienso en lo que me ha dicho. Cada vez que avanzo, me
siento más cansada.
¿Estará este sitio encantado?
Ya llevo varios días aquí, y he empezado a observar que
cada noche de madrugada, el reloj emite una musiquilla
que se puede comparar con la de las cajas de música, y
siento como a mi alrededor, los objetos se mueven al
compás de la música.
Cada día, cuando me levanto, me da la sensación de que
el orfanato está cada vez más vacío, y la gente más
envejecida. También, me he dado cuenta de que aquella
muchacha ha desaparecido, que yo cada mañana estoy
más desganada y, que mis manos están cada vez más
arrugadas. Nadie del exterior viene a por mí. Estoy
encerrada en este antro de extraños sucesos, muñecas de
porcelana que cobran vida al escuchar esa terrorífica
música, y un reloj. El reloj.
Siento, como si estuviera dentro de una pesadilla y no
hago más que pensar en las palabas de el la: cuando
menos te los peras te conviertes en polvo. Me viene a la
mente una y otra vez: aquí el tiempo se te pasara volando.
Estoy sentada en un banco del jardín. Cuando miro el
reloj y me doy cuenta de cómo aparte de que sus agujas
giran al revés, también lo hacen rápidamente sin sentido
sin detenerse en ninguna hora.
Quiero irme de aquí. Si el reloj se parara, el tiempo se
pararía con él.
Por una escalera de la fachada trasera se puede acceder
al tejado, y ahí me encuentro yo, temblando de miedo.
El tejado está totalmente en pendiente, y con las tejas ya
descascari lladas por los años es más probable la
posibi lidad de resbalar, encima el reloj está casi
inaccesible, pero alargando los brazos puedo rozarlo.
Cuando mis dedos logran entorpecer sus agujas, ya es
demasiado tarde.
Colgada de las agujas, veo como mis piernas se van
desintegrando poco a poco convirt iéndose en ceniza y
noto como las lágrimas caen por mis mejillas.
Lo intentaré en el otro mundo.
MAIALEN MARTÍNEZ
12
Por: EIDER NIETO
Es viernes en Bilbao, las gotas de lluvia dibujan largos recorridos
en las ventanas de clase. Hace frío y con razón, ya que estamos en
diciembre y vivo en un pueblo que con poca frecuencia vemos el
sol. Quedan exactamente 3 minutos para que toque el timbre que
dé por finalizadas las clases de hoy. La gente está impaciente. Se
respira un aire agitado y nervioso. El profesor de matemáticas
aprovecha los últimos minutos para mandar trillones de deberes
que al final nadie los hace. “Rrrrrrrrrrrrrrrring”
Al fin toca el timbre, aunque no me sirve de mucho ya que yo y
otros dos compañeros de mi clase estamos castigados obligados a
permanecer otros cincuenta y cinco eternos minutos bajo este
techo. Ni me molesto en levantarme de la silla. Entonces lanzo
una mirada a la otra punta de la clase, en la que está Hugo, que
también se tiene que quedar castigado. Me responde a la mirada y
pone los ojos en blanco, a la que contesto soltando una risita.
La clase se vacía en un solo instante, y dentro de ella solo
quedamos Hugo, Arkaitz y yo. Nos sentamos los tres en una mesa
que hay en el centro de la clase esperando a Iratxe, la profesora
más odiada de todo el curso, que gracias a ella nos perderemos
una tarde de viernes. Arkaitz y Hugo están hablando
animadamente sobre el nuevo disco que acaba de sacar My
Chemical Romance, yo sin prestar mucha atención a lo que están
diciendo sonrío a Arkaitz y me volteo a mirar la hora cada cierto
tiempo.
Ya lleva 5 minutos de retraso. Entonces es cuando el conserje del
instituto entra por la puerta diciendo que Iratxe tardará un poco ya
que viene desde el otro edificio.
Han pasado 20 minutos y nadie aparece por aquí. He estado por
irme varias veces pero Hugo insistía en que me quedara. Entonces
es cuando ellos dos empiezan a hablar más seriamente, no estoy
prestando ni la más mínima atención a lo que dicen pero la cara
asustada de Hugo me hace intrigarme por el tema de
conversación.
Derrepente escucho entre otras múltiples palabras la palabra
“ouija”, cual hace que todo el vello de mis brazos se erice de una
manera instantánea. Había oído hablar de aquel “jueguecito” más
de una vez y tenía la curiosidad de probarlo, pero mis amigas
temen a que les pase algo y no quieren probar. Presto cada vez
más y más atención a la conversación, cuando de repente Arkaitz
saca una tabla de…¡NO! Es una tabla de ouija, con todos sus
números y letras. Mierda, si Arkaitz pretende que juguemos a
eso aquí, en la escuela lo lleva claro.
Coloca la extensa tabla sobre la mesa exhibiéndola ante nosotros
dos. Hugo se queda boquiabierto nada más ver la tabla caer sobre
la mesa. Entonces Arkaitz comienza a hablar mientras suelta una
risita al ver nuestras caras. Me intereso por lo que dice ya que a
mí me gustaría jugar, pero claro que no dentro de la escuela…
Nos explica a Hugo y a mi en que consiste y como se “juega” con
la tabla. Y después de terminar con la charla apoya las manos
sobre la mesa de madera y suelta un “-¿Qué? ¿Jugamos?” Como
sabía que diría eso después de aquella charla. Hugo parece
interesado en el tema y responde inmediatamente que si con una
enorme sonrisa reflejada en la cara. Perfecto, ¿y yo ahora que
digo? , Arkaitz me mira y le respondo con una mueca, no sé… No
es el mejor sitio ni el mejor momento. Entonces le respondo que
si podríamos ir a otro lugar, a lo que me responde que claro, que
ni loco jugaría aquí. Hugo mira a su alrededor, y busca con la
mirada un lugar a donde ir, entonces señala los baños del piso
donde estudian los de primero y segundo. Arkaitz se lo piensa y
se queda en silencio unos minutos sin responder la propuesta de
Hugo.
“-¡Ya se! Podemos ir a la caseta del conserje que hay al lado del
patio trasero, siempre está abierta y allí nunca daremos clase… o
eso creo….” Tras ese último comentario Arkaitz se echa a reír
como un loco y yo le sigo la risa por detrás. Bien, tenemos un
sitio, una tabla y somos suficientes, ¿Qué más queremos?
Cogemos las mochilas y nos dirigimos a la caseta del conserje por
la puerta trasera. Está atardeciendo, las grises nubes encapotan el
cielo y ya no llueve, pero siguen desplazándose pequeñas gotas de
agua sobre las altas ventanas del instituto. ¿Quién sabría que
acabaríamos invocando espíritus una tarde que se suponía que
tendríamos que cumplir un aburrido castigo?
Sigo los pasos de Arkaitz, que camina rápidamente sujetando la
mochila verde que cuelga de su brazo derecho mientras mira
repetidamente a Hugo que es el que lleva la tabla escondida bajo
la camiseta como si no se viera…
Llegamos a la caseta, en su interior hay material de gimnasia
apilado en ciertas jaulas de metal, varios kit de limpieza que
parecen haber sido comprados hace años, herramientas como unos
alicates enormes que suele usar el conserje para romper candados,
y varias colchonetas viejas apoyadas en la pared del fondo.
“-Huele a alcantarilla.” Suelta Arkaitz tras arrugar la frente de
manera que su cara habla por si sola. Hugo le da la razón.
Entonces yo les doy la idea de que jugáramos otro día en vez de
hoy, pero en mitad de la propuesta Hugo me interrumpe con un
rotundo no.
Me acerco a las colchonetas y le hago una señal a Arkaitz para
que me ayude a posar una en el suelo. Nos sentamos dejando las
mochilas a un lado, y Hugo saca la tabla de bajo su camiseta.
Estamos todos bastante nerviosos, y noto que Hugo tiene un poco
de miedo, aunque me parece normal. Entonces es cuando los dos
tienen la intención de comenzar ya a jugar pero le digo a Arkaitz
que es el más informado en el tema a ver si no hay que poner
velas ni nada y me responde que no es necesario.
Arkaitz saca una moneda de cinco céntimos, ya que no tenemos
indicador y dio comienzo a la partida. Todos posamos los dedos
sobre la moneda que hacía de indicador, y con una voz nerviosa
pregunta Arkaitz “¿Hay alguien ahí?”, nadie responde.
Después de unos segundos la moneda empieza a moverse
vagamente, hacia la palabra SI que estaba tallada en la vieja tabla
de madera. Hugo miraba boquiabierto la moneda y comprobaba
con la mirada a ver si de verdad se movía sola o si uno de los dos
estaba dirigiéndola. La moneda por fin se pausó en la palabra SI.
Todos nos quedamos sin saber que hacer después de que el
espíritu que hemos invocado nos respondiera, entonces
aclarándome la voz y hablando tímidamente pregunto “-¿Cómo te
llamas?” , y esta vez la moneda se mueve más rápidamente,
pasando por la I, R,E,N y finalmente la E, “Irene”. “¿y cuántos
años tienes Irene?” pregunta rápidamente Hugo sin pensárselo.
Pasaron diez largos segundos hasta que Irene al fin movió la
moneda hasta el número uno, y luego con ligereza hasta el
número dos. Vaya, doce años, murió siendo una preadolescente.
“Bien Irene y dinos, como fallecistes?” esta vez soy yo la que va
directa al grano. La moneda iba desplazándose lentamente,
bailando sobre las letras y después de un rato Irene decidió
contárnoslo.
Ella era una chica especial, diferente a los demás; podía hablar
con los fantasmas. Vamos que era una médium, y eso le causo
muchos problemas en su vida. Nació en Palencia, pero su madre
encontró trabajo como profesora en este centro y entonces se
vinieron a vivir aquí, a Bilbao. Estudió en Las Hijas de Merlín, un
colegio que está más o menos a dos manzanas de este, religioso.
También nos cuenta que desde pequeña tuvo que acudir a un
psicólogo porque sus compañeros de clase le hacían la vida
imposible. Bueno, el caso es que Irene se suicidó, después de
haberlo intentado varias veces y que su madre la intentó meter en
un psiquiatra interna, se suicidó en esta misma caseta, con una
revolver que le había robado a su abuelo de la mesilla de noche.
Después de oír esa trágica historia, todos nos miramos
mutuamente y tragamos saliva. Arkaitz me mira, sus ojos están
húmedos, como si estuviera a punto de llorar, lo entendería…
Hugo le hace la última pregunta antes de cerrar la partida,
“¿Cómo se llama tu madre?” a lo que ella responde con un
nombre, Iratxe.
“Jo der.” Esas son las palabras que dice Hugo perplejo tras
escuchar la respuesta de la muchacha. De repente Arkaitz me mira
fijamente, con cara de asustado, y se echa para atrás intentando
apoyarse en algún objeto que pueda sostenerle, pero falla y se cae
de espaldas al suelo. Me asusto y miro para atrás, veo unos ojos
rojos como la lava mirándome fijamente. Viene hacia mi, salgo
corriendo, me chocó contra la puerta, de repente me paraliza el
cuerpo totalmente, entra dentro de mi, siento una fuerza que me
impide moverme, la noche ha terminado, mi vida también.
******************************
Esa ha sido mi pimera experiencia con la paralisis del sueño. Sigo
sin saber hasta que punto llega mi imaginación, ya que me llamo
Irene y mi madre Iratxe, es enfermera y no conozco a Hugo ni a
ningún Artkaitz. Vivo en Francia porque me mudé aquí con 2
años. Tengo miedo, mucho miedo.
Eider Nieto
EL ENTE
Un gran vampiro transilvano me observa atentamente desde la primera repisa de la
librería. Un hombre lobo con cara de hambre juega con caperucita en una de las
estanterías de mi habitación. El gran Jack, el destripador corretea por Whitechapel
encima de la mesa del escritorio. Pero, estos son mis amigos, mis pequeños juguetes de
la compañía Marvel, cuando Marvel hacia las cosas bien. Esta es mi lista definitiva de
amigos, no hay más.
Barrio Whitechapel
Ahora lo único que me observa es mi celador. Me llamo Endika y mi médico dice que
estoy loco. En estos momentos, sería difícil jugar con mis pequeños juguetes, tengo las
manos atadas dentro de la camisa de fuerza.
No sé si fueron los sueños y la casa lo que provocaron la fiebre, o fue la fiebre lo que
provocó los sueños y el mal olor de la casa.
Soy una persona tímida, callada y completamente solitaria.
Me extrañó el precio exageradamente barato de un viejo caserío en la barriada de San
Miguel de Basauri. Tampoco me extrañaron los rumores que me confirmó el vendedor,
cuentos de viejas que hablaban de olores infernales y luces anormales que surgían de su
interior. Todo esto se acentuaba la semana de Walpurgis. La semana de Halloween.
Me instalé en mi nuevo hogar, alegre y por primera vez tranquilo en mi vida. Como no
podía ser de otra manera, la semana de Walpurgis. La semana que entre el cielo y el
infierno no hay ninguna diferencia, la semana en la que los muertos pueden pasear por
nuestro mundo sin límites.
Era extraño, los malos olores aparecían sobre las doce de la noche. Las primeras veces
el olor era fino, sutil, horrible pero suave y los quejidos que seguían a ese olor callados
y casi inaudibles. Todos estos síntomas especiales iban aumentando, cuando se acercaba
ya la noche del 31 de Octubre.
Una niebla blanca y densa rodeaba todo el viejo caserío y la gente evitaba acercarse a él.
Las noches no eran ya únicamente olores, sentía desde mi cama como una sombra
grande se dedicaba a los quehaceres de un viejo caserío.
Un ser o algo parecido, hacia como si ordeñase vacas, en la oscuridad y yo no tenía
ninguna vaca. Alguna noche me pareció oír un ligero mugido, otras veces oía como si
un ente cortase la hierba donde no la había. Ruido de cazuelas, ruidos de martillos
arreglando una barandilla que no existía, luces que se encendían y apagaban solas…
Todo esto solo en mi habitación. El ente se acercaba cada vez más a mi cama.
Recurrí a las viejas del barrio y al cura. Me contaron una historia entre cuchicheos y
silencios. Un hombre desapareció en mi vieja casa, dos sobrinos fueron a visitarle hace
años y un buen día desaparecieron. Tanto el pobre viejo como sus sobrinos. Las vacas y
todos los demás animales fueron vendidos, todo olía a vacío.
Las malas lenguas susurraban que el viejo seguía enterrado en la cuadra. La noche de
Walpurgis y con el poco valor que me quedaba bajé a la cuadra. Fui con mi pala y no sé
cuanto tiempo estuve sacando tierra. Al cabo de unas horas di con un cuerpo viejo, pero
extrañamente rojo y alegre. El cuerpo tenía un golpe en la cabeza.
Siguiendo las tradiciones de mi pueblo, y los mitos vascos con una gran sierra le corté
las dos piernas. Volví a enterrar el cadáver y las dos piernas se quedaron guardadas en
el arcón de mi habitación, extraño pero seguían chorreando sangre.
Sentí que el ente no se movía. Ya no hacía los quehaceres del caserío, pero el olor
seguía subiendo de la cuadra, y una sombra arrastrándose intentaba subir por las
escaleras de mi habitación.
Ahora en el manicomio estoy a salvo, pero ayer oí un extraño sonido en la puerta de mi
celda y el celador comenta extrañado que un mal olor sube desde abajo.
ENDIKA SUSO
Sweetwater
Esta historia sucede en un instituto de las afueras de Sweetwater, un pueblo interior
de Texas. Es un instituto bastante grande para estar situado en una ciudad tan poco
poblada como Sweetwater. Eleanor es una de las estudiantes del Sweetwaters high
school.
Hoy es mi primer día de clase. Estoy bastante nerviosa. No conozco a nadie de aquí,
porque me mudé hace unos días. Mi padre ha encontrado trabajo aquí y todos hemos
tenido que hacer un esfuerzo por dejar toda nuestra vida atrás. Durante varios días he
estado buscando información del instituto, por lo que dicen, es el mejor que hay en la
zona. Mientras yo estoy en mis pensamientos mi hermano Theo está jugando con un
dragón de peluche. Mi madre ha dicho que como es el primer día y no me quiere dejar
ir sola al instituto, que me llevará ella con el coche.
Hemos llegado al instituto, la verdad es que tenía mejor pinta en las imágenes. Me despido de mi madre y empiezo a caminar lentamente hacia la entrada, cuando de repente una multitud de niños aparecen tras mi espalda y me hacen caer al suelo como si fuese una pluma. Un chico se acerca a mí y me ayuda a levantarme. La verdad que el chico no es nada feo. Empiezo a buscar entre las clases la mía y por fin la encuentro, estoy en 3. F. Ahora toca elegir en qué sitio me pongo, eso es lo bueno de llegar la primera. Empiezo por descartar los sitios de adelante, no quiero que piensen que soy una sabelotodo, atrás tampoco, porque ahí siempre se suele sentar la gente que no está con ánimos de aprender, así que hago un zigzag para esquivar la mesas de delante y decido sentarme en la silla más cercana a la ventana. No mucho más tarde veo entrar en clase al chico que me ha ayudado antes ¿Cómo se llamaba? Buff…. ¡Ah! ¡Brad! Cuando veo que se está encaminando hacia mí, me pongo muy nerviosa, él se ha sentado en la silla que está justo detrás de mí. Después de unos minutos que se me han hecho eternos empieza a entrar los que serán mis nuevos compañeros de clase. La ultima en entrar es una chica de baja estatura, gafas y demasiado delgada para lo encorvada que iba. Hoy a primera hora tenemos Natura, en cuanto el profesor ha entrado a clase casi todos han empezado a tirarle bolitas de papel. Me girado hacia mi derecha y he visto como aquella extraña chica era la única que aparte de mí no estaba tirando bolitas. Me imagino cómo es esa chica… Es de las que quieren pasar desapercibida en todo momento y que sueña con cosas tan grandes que ella nunca podrá cumplir.
Por fin mi primer día de clase ha terminado. Mi madre y mi hermano me estaban
esperando en la salida. Theo como siempre estaba jugando con “Harry”, su dragón de
peluche.
Pasaron varios meses y parecía que todo iba bien en la vida de Eleanor. Aunque no
tenía muchos amigos en el instituto, la chica de baja estatura se había convertido en
una íntima amiga para ella. En lo que a los estudios se refería Eleanor era la chica más
lista de clase. Su profesora preferida era la de literatura inglesa, la pena era que como
va a dar a luz pronto va a tener que venir otra profesora.
Hoy conoceré a mi nueva profesora. No sé qué me pasó, sentí algo extraño cuando la vi entrar, no sé si era su forma de vestir; la falda arrugada, esa camisa con un lazo inmenso en el pecho y unos zapatos tan puntiagudos que me recordaban a los de una bruja; en parte se parecía a la típica protagonista de las películas de suspense. En cuanto ella entro la sala se inundó de un olor rancio y frio. Se presentó con el nombre de Ingrid ¡Vaya nombre! Hasta el nombre daba miedo.
Ahora os va a contar la verdadera historia que sucedió en Sweetwater.
Una noche me despertaron unos ruidos extraños, parece ser que solo lo había oído yo. Cuando bajé las escaleras, seguía oyéndolos. Crucé la cocina, me asomé a la ventana y ahí estaba tirada en el suelo del jardín mi vecina Louise. Inmediatamente salí de allí para ver qué la pasaba. Cruce mi jardín y cuando estaba acercándome al de mi vecina, noté que alguien estaba detrás de mí. La sombra se acercó y me empujo bruscamente. Caí redonda contra el suelo. Me vino un extraño olor, pero no sabía con qué relacionarlo. Cuando me levanté, allí estaba. Tenía una gran mancha de sangre en la
cara, los labios morados, las piernas retorcidas y en las manos un pequeño objeto, se parecía a uno de esos adornos que llevan algunas mujeres en la chaqueta. Salí corriendo hacia el interior de la casa, cogí el teléfono inalámbrico y llamé a la policía. Seguía notando aquella extraña sensación, de que yo ya sabía quién había sido y esto no se quedaría así. Decidí que lo averiguaría por mi cuenta. Pasé la noche entre interrogatorios de la policía y avisos. Ese día no fui a clase, así que me puse manos a la obra con la investigación. Lo primero que tenía que averiguar era el pasado de aquella persona. Cogí el móvil y llamé a mi amiga para que me ayudase, ya que conocía mejor el pueblo que yo.
Entramos a la biblioteca y empezamos a buscar información entre los tomos más viejos situados en la última estantería. No encontramos nada, por dónde empezar, porque nada más abrir aquel libro nos encontramos con un montón de hojas arrancadas y deterioras.
No entendimos porque le faltaban hojas y quien las había arrancado. ¡Esto no se queda así! Fuimos directas a preguntar a la bibliotecaria, nos dijo que hacia un par de días, se había presentado en la biblioteca una mujer ¡Eso creía ella!, recordaba muy bien lo sucedido porque justo era la hora de cerrar y entro con mucha prisa preguntando por el anuario del instituto Sweetwater high school. Cuando se lo entrego, se alejó deprisa y se sentó en la última mesa del rincón.
¡Qué extraño! ¿Quién era esa persona?
Eleanor seguía notando que algo no coincidía y que tenía que ver en todo esto la señora Louise. Con estos pensamientos ella y su amiga decidieron ir a casa dando un rodeo, al girar la esquina a Eleanor le llego un olor que ya había notado antes, fue aquella noche en la que asesinaron a la señora Louise. Decidieron ir tras el rastro de aquel nauseabundo olor, finalmente llegaron donde aquel olor era más intenso. La casa hacia esquina, tenía un jardín, había también un buzón, el típico en las casa antiguas ¿Quién viviría ahí? Se preguntaron las dos. No se marcharían de allí sin averiguarlo así que ya que por la puerta delantera sería peligroso entrar, decidieron hacerlo por la de atrás. En cuando entraron giraron simultáneamente sus cabezas, no vieron nada raro y siguieron adentrándose en la casa, fueron caminando lentamente por aquel largo y oscuro pasillo y por fin llegaron a una habitación con una gran mesa en el centro, levantaron la mirada y entre la penumbra llegaron a vislumbrar estanterías llenas de libros, se acercaron a la a mesa y las dos abrieron los ojos como platos ¡Allí estaban las hojas que le faltaban al anuario! ¿Qué hacían allí? Se preguntaron… Notaron que alguien se acercaba, lo mejor era salir pitando de allí, con tan mala suerte que su amiga se tropezó y cayó redonda al suelo. Eleanor no consiguió escapar alguien la estaba agarrando por el brazo, cuando se giró ¡Flipó! Era su profesora y lo siguiente que noto fue un pinchazo y noto un profundo sueño.
Cuando se despertó esta atada, amordazada y muy asustada. No había rastro de su amiga y no sabía cuánto tiempo había pasado. Ingrid estaba de pie frente a ella con una sonrisa maléfica. Insistía en que hacían allí y quien les había mandado meterse en sus asuntos.
Después de varios días sus padres llamaron a la policía, su hija no había vuelto a casa. Los policías patrullaron la cuidad y fueron casa por casa hasta que solo les quedo una, la casa de la esquina.
Ingrid se alteró mucho al oír a la policía, cogió bruscamente a Eleanor del brazo, la metió en el sótano y allí encontró a su amiga muerta en el suelo tirada. Volvió a notar ese pinchazo. No le dio tiempo a decir nada porque simultáneamente Ingrid cerró la puerta, es lo último que recuerda.
Al despertarse estaba en brazos de su madre, que le decía, “ya ha pasado todo”. Mucho más tarde su madre le conto que habían detenido a la profesora por el asesinato de la vecina y su amiga, que todo había sido por venganza.
NOTA DEL AUTOR:
La profesora Ingrid fue condenada a cinco años de cárcel por el secuestro y agresión a Eleanor.
Se le condenó a cadena perpetua, por el asesinato de la señora Louise, madre biológica que sometió a Ingrid durante muchos años a abusos físicos y psicológicos.
Condenada a muerte por el asesinato de Lucy, que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado.
ESTA HISTORIA NO ES REAL, LOS PERSONAJES Y SUCESOS HAN SIDO INVENTADOS POR
LA AUTORA OIHANE BENITEZ.
UNA NOCHE INOLVIDABLE
Había ido a las fiestas de Amurrio. Me lo estaba pasando muy bien,
pero me despisté y me perdí de mis amigos. Al principio no me
preocupé pensando que les encontraría. Pero, de repente no había
nadie por la calle. Todo estaba oscuro y empecé a tener miedo.
Saqué el móvil de mi bolsillo, pero no tenía cobertura. Me moví por
todos los sitios sin encontrar señal. Al de un rato, encontré una
cabina telefónica. Me acerqué, pero estaba estropeada. A lo lejos vi
un monte con muchas antenas y me aproxime pensando que eran
antenas telefónicas, pero fue inútil no conseguí llamar.
Seguí andando y vi una cabaña abandonada al lado del río. Estaba
en ruinas, pero entré para resguardarme del frío y del viento, porque
llevaba una sudadera muy fina. Al cabo de unos segundos empecé
a tener mucho miedo, porque la madera de la cabaña era vieja y
crujía con el viento. Me intenté tranquilizar, pero no lo conseguí.
Solo pensaba en que nadie me encontraría y que me moriría de
hambre y de frío. Empecé a tener cada vez más hambre y más
miedo. Intenté de nuevo llamar con el móvil, pero perdí el tiempo,
porque seguía sin cobertura y solo me quedaba un cuatro por ciento
de batería.
Sin querer me quedé dormido y las pesadillas empezaron a
revolotear en mi cabeza: un fantasma aparecía y desaparecía,
repitiendo mi nombre, asustándome con el ruido de sus cadenas. A
continuación alguien o algo me toco por detrás y me desperté
gritando, muy asustado. Me di cuenta de que era un mal sueño e
intente volver a dormirme. Me costó mucho, pero al final lo logré.
Volví a tener otro sueño, esta vez bueno, pero fue empeorando:
estaba en Basauri, volviendo a casa de haber jugado con mis
amigos, cuando subí en el ascensor pensando que toda mi familia
estaba en casa esperándome con la cena preparada. Llegué a la
puerta, saque la llave y al meterla en la cerradura me di cuenta de
que estaba forzada. Saqué la llave de la cerradura y entré con
miedo, preguntándome a mí mismo qué habría ocurrido. De repente
vi todo desordenado y un hombre se abalanzó sobre mí,
echándome al suelo. Me di un gran golpe y afortunadamente me
desperté.
Decidí estar despierto, porque no quería tener más pesadillas. Pasé
la noche en vela escuchando ruídos siniestros. A la mañana
siguiente, oí voces de unos niños, entraron en la cabaña y me
encontraron en una esquina muerto de miedo. Cuando me atreví a
levantar la cabeza, me tranquilice y pensé que estaba a salvo y que
volvería a casa con mi familia. Los niños me tranquilizaron y me
acompañaron a la comisaria del pueblo para pedir ayuda. Una vez
allí, el policía entro en la base de datos y comprobó que había una
desaparición de un niño que vivía en Basauri, me interrogó y di
todos los datos que pude. Al cabo de unas horas vinieron mis
padres y empecé a llorar de felicidad recordando todo lo que había
pasado esa noche.
No la olvidaré, porque fue la peor noche de mi vida.
JON ANDER PÉREZ PÉREZ
DOS EN UNO
Todo comenzó un 12 de marzo de 2005, el día del cumpleaños de María, una
niña de 5 años, de pelo castaño, ojos verdes, y muy blanca de piel, era muy
divertida y siempre andaba riendo y jugando con sus amigos. María vivía con
sus padres y no tenía hermanos, y pasaba los días en casa de su abuela,
porque sus padres solo estaban en casa de noche.
Aquel día, María, se dirigía con su abuela a una tienda de muñecas, para
comprarse un regalo por su cumpleaños. Llegaron a la tienda y no vio ninguna
muñeca que le podría gustar, buscó y buscó, pero nada, y cuando fueron a salir
vio una, una que daba mucho miedo. El dependiente de la tienda no vendía
nunca esa muñeca, porque daba bastante miedo, pero sin embargo a María le
gusto. A la abuela no le hacía mucha gracia, porque a ella también le daba
miedo, y el vendedor estaba intentando convencerlas para que la compraran,
ya que desde que la muñeca llegó a la tienda pasaban cosas muy extrañas, y
nunca conseguían venderla. Bueno, pues María insistió y no le quedó otra
opción a la abuela que comprarla. Pero el vendedor les dijo que pasaran al día
siguiente, para ver si les había ocurrido algo o no, porque la muñeca estaba
embrujada.
Llego la noche, y María dormía en la
habitación de arriba de la casa. La
muñeca estaba guardada en el baúl el
sótano. Pero de repente la pequeña
empezó a escuchar pasos y voces que
decían:
´´María, estoy subiendo las escaleras…``
´´María, estoy corriendo por el pasillo…``
´´María, estoy abriendo la puerta de tu
habita…´´
No dejó acabar la frase cuando María se escondió detrás de la puerta y
rápidamente encendió la luz, pero esta vez era la abuela la que entró a su
habitación a darle las buenas noches, pero por si acaso fue a la cocina y cogió
el cuchillo más grande que había allí y la dejó en la mesita de su habitación. Y
al de segundos, volvió a escuchar esas voces y esos pasos:
´´María, estoy saliendo del baúl..``
´´María, estoy subiendo las escaleras…``
´´María, estoy por tu pasillo..``
María cogió el cuchillo y fue a la habitación de sus padres por el miedo que
tenía, se metió en la cama, entre ellos, y cuando ya estaba dentro se dio
cuenta de que sus padres estaban muertos, a su madre le faltaba la cabeza, y
a su padre los brazos y las piernas, la cama estaba llena de sangre, pero tenía
tanto miedo que no salió de allí. Se le ocurrió llamar a la policía, pero la
muñeca había cortado los cables, y la puerta de su casa estaba bloqueada,
comenzó a llorar como nunca lo había hecho, pero pensó que debería vencer a
la muñeca, así que cogió el cuchillo de nuevo y se dirigió a buscarla.
Fue por la cocina, el salón, los baños... entró a la habitación de su abuela, pero
vio que ella no estaba, y sin contar el sótano, lo último que le quedaba por
revisar aquella casa era su habitación, así que entró en ella, con mucha fuerza
porque aquella habitación por lo visto estaba forzada, y cuando entró, pudo ver
que la muñeca estaba allí, metida en su cama, junto a sus otros peluches, a los
cuales les había arrancado la cabeza, y únicamente le quedó la opción de ir a
por ella, ya que era la única que estaba en esa casa y la comunicación hacia el
exterior no era posible.
Cogió el cuchillo, fue hacia ella y la cortó por la mitad, pero, algo raro había
ocurrido, María empezó a llorar de dolor, un dolor inaguantable y minutos
después, murió. Pero.. ¿Por qué sería?
Al día siguiente, el vendedor vio que María y su abuela no habían pasado por la
tienda y llamó a la casa de ambas, pero vio que no daba señal y que la línea
estaba cortada, así que no le quedó otra opción que ir a la casa, pero como
tenía miedo, llamó a la policía para que fueran con él.
Llegaron a la casa, y vieron a todos los de la casa muertos, ensangrentados,
menos a María, estaba muerta, pero sin un rasguño, se preguntaron que
porqué sería, y el vendedor señaló la muñeca, que estaba delante de la niña, y
dentro de ella había un papel que ponía: ´´María, 12 de Marzo del 2000``
Solo podía haber una respuesta para todo lo que había ocurrido esa noche, la
muñeca esa era María.
MARÍA ETXEBARRIETA
Después de un largo viaje llegamos a la casa. Noruega es un sitio
maravilloso. Era una casa antigua, de madera, una casa típica de
este lugar, al lado había un lago con aguas cristalinas en la que se
podían ver los peces nadando. También había un pequeño muelle
de madera en el que había atada una barca vieja, sucia y mojada.
Era más grande por dentro de lo que parecía por fuera. Me gustaba
mucho. Era muy bonita, pero tenía algo que me hacía sentirme
extraña, rara conmigo misma, pero no le di importancia y seguí
explorando la casa. Subí al desván. Intente abrir la puerta, pero no
pude así que le pedí ayuda a Marta. Cuando conseguimos abrir la
puerta, vi que no había nada solo polvo y algún que otro ratón.
Decidí cerrar la puerta para que ni Dylan (mi perro) ni Nina (mi gata)
entraran. Después de pasar la noche en la casa, Marta y yo nos
fuimos acostumbrando al frio y a los ruidos del bosque.
Para pasar la tarde nos fuimos a dar un paseo en barca por lago.
Solo fuimos Marta Dylan y yo. Asique preparamos las cosas y
limpiamos la barca. Me dio pena dejar a Nina en casa, porque tuve
la sensación de que a ella había algo en la casa que también la
ponía nerviosa, pero no podía venir con nosotros. Nos lo pasamos
muy bien en el lago y a la hora de comer, volvimos a la casa.
Lo primero que hice fue buscar a Nina para saber cómo estaba,
pero no la encontré. Me puse muy nerviosa y con Marta la
buscamos por toda la casa, pero no la encontramos. En un
momento de desesperación se me ocurrió mirar en el desván,
aunque era imposible que hubiera entrado ahí, porque Marta y yo
cerramos la puerta para que las mascotas no se metieran. Busqué
la llave y abrí la puerta muy apurada. Cuando abrí la puerta la vi
degollada con una cuerda en la cola colgada del techo. No me
podía creer lo que vi y me fui corriendo a donde Marta a contárselo
todo. No sabíamos quién había matado a Nina, así que decidimos
investigar sobre la casa.
Fuimos a la biblioteca del pueblo más cercano y allí encontramos
un periódico en el que hablaba sobre la casa. Descubrimos que esa
casa había sido quemada, cuando una familia dormía allí, la familia
estaba formada por cuatro miembros: el padre, la madre, un niño y
una niña. A nadie le gustaba esa familia, porque a ellos no les
gustaba que estuvieran por sus propiedades, siempre eran bordes y
trataban muy mal a todo el que pasara por ahí.
Dicen que de vez en cuando se ve a la niña pasear por el bosque
vigilando que nadie vaya a su casa vestida con un camisón blanco
hasta las rodillas, con el pelo suelto y un peluche en la mano.
Cuando Marta lo supo pensó era mentira y que era una chorrada,
pero yo tenía la sensación de que no era del todo mentira.
Al día siguiente tuve que ir a hacer unas compras y tardé más o
menos una hora. Cuando llegué a la casa, vi la sobra de alguien en
la primera planta, en mi habitación. Subí las escaleras y entré
pensando que Marta estaría ahí, pero no había nadie. Me quedé un
poco bloqueada y no entendía qué había pasado. Busqué a Marta
por toda la casa, pero no estaba, en un momento llegué a pensar
que estaría en el desván, degollada, como Nina. Pero no, no podía
ser. Esperé sentada en el sofá a ver si llegaba a casa, porque igual
se había ido a dar un paseo. Como vi que no llegaba, me puse muy
nerviosa, además, la única habitación que me quedaba por mirar
era el desván. Subí sin pensármelo dos veces y abrí la puerta,
aunque me costó un poco. Suspiré y me llevé la mano al pecho.
Marta no estaba en el desván, no había nada.
Bajé al salón y empecé a gritar entre lágrimas. Marta estaba tirada
en el suelo rodeada de un charco de sangre que salía de su cuello
degollado. Llamé a Dylan y busqué las llaves del coche, pero no
estaban donde siempre las dejo.
Me puse muy nerviosa y Dylan no paraba de ladrar. Todo era una
locura. Me di la vuelta y la vi. Vi a la niña, vestida de blanco, con
sus cabellos largos y con su peluche entre los brazos. Pensé que
era un sueño, por lo que intenté despertarme, pero no pude. Corrí
hasta la primera planta y me quedé al final del pasillo, cuando vi que
la niña se acercaba a mí. Iba dando tumbos, mientras caminaba con
una sonrisa terrorífica en la boca. Pensé que ese era mi final y
mientras Dylan ladraba a la niña me senté en el suelo llorando y
esperé a mi muerte.
LEYRE DOMENE
Alvaro Higueruelo España 20 de octubre de 2014
EL HOTEL MALDITO
Los chicos del equipo de futbol del Ariz de Basauri jugábamos durante una
semana un torneo en Valencia. El
hotel donde nos alojábamos estaba
a las afueras de la ciudad y la
impresión que nos dio a todos era
un poco siniestra y desoladora. El
hotel era viejísimo, solitario y en
la cara del recepcionista había
algo extraño y malvado que no
nos gustaba. Nos coincidió allí
pasar la noche de Halloween y
decidimos hacer una fiesta en la
piscina del hotel. Todos
queríamos disfrazarnos de zombis,
de brujas, de esqueletos… pero
primero teníamos que pedir
permiso al recepcionista Dimitri,
que ese era su nombre. Nos lo dió
sin apenas decir palabra, con una
sonrisa aterradora y la mirada
perdida.
Llegó la fiesta, todos estábamos
muy contentos con nuestras caras
pintadas, pelucas y harapos.
Según pasaban los minutos
echamos en falta al chico más
tímido y miedoso del equipo que
no tenía intención de vestirse de
nada en concreto.
El día era frio y con amenaza de
lluvia, de repente se fueron las
luces y empezamos a notar un olor
putrefacto en el aire. El ambiente
se congeló, hacía muchísimo frío,
todos empezamos a temblar,
nuestro amigo seguía sin aparecer.
Oímos unos gritos roncos muy
cercanos a pesar de que el hotel
estaba vacío. Mi compañero de
cuarto se fijó que el agua de la
piscina grande cambiaba por
momentos de color. Del fondo de
la piscina empezó a emerger una
sombra oscura. Estábamos
aterrados, nos agrupamos todos
juntos muy alterados esperando
qué podía pasar…inmóviles…
La sombra cada vez se acercaba
más a la superficie. El agua era
totalmente roja ya. En un
momento allí había un cuerpo
adulto flotando. Nos acercamos
lentamente para ver de quién se
trataba y allí apareció la cara de
Dimitri el recepcionista
desfigurada y vestido con ropas
vampíricas.
Echamos a correr hacia la salida
atravesando un largo pasillo, allí
al fondo, entre sombras,
distinguimos flotando la figura de
nuestro amigo asemejado a un
zombi que entre gritos
desgarradores nos decía:
marcharos, marcharos, Dimitri se
apodera de cuerpos de jóvenes
para ser inmortal… Iros rápido, o
su ejército de zombis y vampiros
os dará caza al instante… ¡La
puerta principal está cerrada, por
el sótano encontrareis una salida!
Por un momento nos quedamos
sin reaccionar, paralizados,
incrédulos pero nuestro instinto
por sobrevivir nos empujó hacia el
sótano. Una vez allí sentimos la
presencia de seres
fantasmagóricos que nos
intentaban atrapar y nos
susurraban al oído que fuésemos
con ellos al mundo de Dimitri.
El miedo no nos dejaba pensar en
cómo escapar de aquellos espíritus
pero al instante un pequeño rayo
de sol se coló por una de las
minúsculas rendijas del sótano y
todo se desvaneció como en un
sueño. Por fin conseguimos salir
de aquel maldito hotel y regresar a
casa. La policía jamás encontró a
nuestro amigo, ni siquiera a
Dimitri…
ÁLVARO HIGUERUELO
Álvaro Higueruelo
RELATOS
DE
TERROR
Obra de artandghosts
ALUMN@S DE 3º DE ESO
IES.URBI-BASAURI
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