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TICA Y DEMOCRACIA1
Miguel Giusti*
Que relacin existe entre la tica c!"! #un$a"ent! $e la accin % la$e"!cracia& El aut!r re'isa cr(tica % )r!)!siti'a"ente algunas c!nce)ci!nesticas li erales $e la $e"!cracia+
No hay democracia sin tica. Hay, s, tica sin democracia, pero no democracia
sin tica. La tica es una concepcin evaluativa de la vida, un sistema de creencias
o una escala de valores socialmente compartidos, que animan la interpretacin de
la realidad y que subyacen a las diferentes formas de organizacin institucional que
una sociedad decide darse.
oncepciones ticas en este sentido ha habido, naturalmente, muchas, pues
todos los seres humanos, en todas las pocas y lugares, participamos de alg!n
sistema de creencias morales que da sentido y pone orden a nuestra accin en el
mundo.
"ero, como es tambin evidente, no todas las concepciones ticas han sido
democr#ticas$ las hay %er#rquicas, aristocr#ticas, fundamentalistas, patriarcales,
colectivistas.
La democracia, por su parte, es una concepcin poltica sobre el gobierno de la
sociedad que, como todos los sistemas polticos, reposa sobre una definicin de lo
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que somos como individuos y de los derechos y los deberes que nos corresponden
como tales, es decir, reposa sobre una concepcin tica. La democracia es un
producto de la modernidad occidental y no puede entenderse sin que se tomen enconsideracin las transformaciones ocurridas en las concepciones ticas que le
sirven de fundamento. "uede haber pues ticas no democr#ticas, pero no puede
haber una democracia sin tica. &obre la base de esta refle'in preguntmonos
ahora cu#l es esa tica que necesariamente sirve de sustento a la democracia.
INo es f#cil responder a esta pregunta, porque, como seguramente sabemos o
intuimos, la democracia no reposa sobre una tica unvoca, sino m#s bien sobre un
conflicto de concepciones ticas. oncentrar por eso mi atencin en buscar una
respuesta adecuada a la cuestin del sustento tico de la democracia. ( lo har en
una secuencia de tres pasos, o de tres tesis, la primera de las cuales es que la
tica de la democracia puede ser, y lo es de hecho en muchos lugares, una tica
$el in$i'i$ualis"! % la $esintegracin s!cial .
No me estoy refiriendo, por cierto, a uno que otro efecto secundario de la
organizacin democr#tica de la sociedad, sino a lo que he llamado la concepcin
tica, es decir, el sistema de referencias morales que sostiene al rgimen poltico de
la democracia. )l n!cleo de esta concepcin tica de la democracia es la idea de la
libertad del individuo. Lo que nos iguala a todos los seres humanos, lo que legitima
la simtrica distribucin de deberes y de derechos que este rgimen poltico
implica, es el hecho de que somos concebidos como individuos autnomos,independientes y aislados unos de otros, capaces, cada uno por su propia cuenta,
de decidir sobre los ideales o los intereses que deseamos perseguir. )ste es el
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valor moral central sobre el que reposa la democracia o, al menos, esta primera
concepcin de la democracia. La familia, la sociedad, el )stado, m#s en general$
todos los lazos culturales o comunitarios que puedan formar parte de nuestra vida,son secundarios, irrelevantes y hasta obstaculizadores de nuestra libertad
individual. "orque ser libres es %ustamente ser libres de todo eso$ de la tradicin, de
las convenciones, de las instituciones, de los otros individuos. on razn ha
llamado *saas +erlin a esta idea de libertad la libertad negativa-. )s negativa-
en el sentido en que ella se define m#s por lo que rechaza que por lo que afirma. Lo
que afirma es tan slo la capacidad de decisin del individuo, instancia !ltima de
definicin de la realidad, y lo que rechaza es la su%ecin a cualquier dependencia.
La libertad negativa es una libertad individualista, atomista, esencialmente
desvinculada de las representaciones colectivas que suelen caracterizar a las
identidades grupales o culturales.
&i el e%e de esta concepcin tica es la idea de la libertad individual, entonces no
es m#s que una consecuencia sostener que el )stado debe estar al servicio del
individuo, o de la persona, lo que en buena cuenta significa que debe garantizar el
libre despliegue de los intereses particulares en la sociedad. La libertad del
individuo se traduce por eso en el libre e%ercicio de la iniciativa privada, la sociedad
en el %uego de las fuerzas del mercado, el )stado en el garante de los beneficios
que puedan obtener all los individuos. )l punto de vista del individualismo
establece una %erarqua entre los intereses privados y las instituciones polticas, de
acuerdo a la cual le corresponde a stas !ltimas a las instituciones polticas la
funcin de regular y administrar la divisin del traba%o que se genera
espont#neamente por accin de los intereses de los individuos en la sociedad.
/dem#s de la libertad individual y de la subordinacin del )stado a los intereses
privados, esta concepcin tica de la democracia promueve tambin la
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desarticulacin o la desvalorizacin de las formas premodernas de organizacin
social, familiar, religiosa o cultural.
)ste rasgo, e'presado aqu en trminos negativos, se formula naturalmente
tambin en trminos ticos positivos cuando se elogia la movilidad social derivada
de la divisin del traba%o, cuando se defiende la autonoma del individuo en contra
de los lastres de su tradicin y cuando se considera como un ideal el que cada
campesino pueda convertirse en consumidor, empresario o accionista. &i de esta
manera, por la introduccin indiscriminada del mercado, se llega a producir la
desintegracin de las comunidades culturales nativas, o si se pierden algunas de
sus tradiciones, ello habr# de ser considerado como el costo inevitable del progresoy de la insercin en las redes econmicas de la modernidad democr#tica.
/ este rasgo peculiar de desarticulacin indirecta de la cohesin cultural por obra
del mercado se le ha dado en llamar el car#cter transgresor de la democracia
moderna- 0/lbrecht 1ellmer2.
3inalmente, un !ltimo rasgo de esta concepcin tica de la democracia que estoy
comentando es su defensa consecuente de la neutralidad valorativa o delrelativismo moral. &e trata, tambin en este caso, de un rasgo complementario de
los anteriores. "orque, si el valor central de esta concepcin es la libertad
individual, y si las instituciones polticas son concebidas como medios al servicio de
los intereses del individuo, entonces corresponder# al individuo solo decidir cu#l ha
de ser su propia escala de valores morales ba%o el supuesto, naturalmente, de que
sta no interfiera en la escala de valores de los otros individuos. La privacidad no
es pues slo una caracterstica de las iniciativas y de los intereses, sino lo es
tambin de la eleccin de los valores morales.
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)n este modelo de democracia se promueve y se cultiva el relativismo moral, el
cual debe ser a su vez garantizado por la deliberada neutralidad valorativa del
)stado. )l relativismo moral de la sociedad democr#tica no es pues en modoalguno un desarrollo defectuoso o una patologa del sistema, sino, muy por el
contrario, una forma moralmente genuina de defender el derecho de todos los
individuos a e%ercer su libertad, cada cual como me%or le parezca.
"or la peculiar e'altacin del relativismo que ello implica, hristopher Lasch ha
caracterizado a este modelo de democracia con el nombre de la cultura del
narcisismo-. Lo ha hecho, naturalmente, con una intencin polmica, pero
apoy#ndose sobre la refle'in que venimos haciendo, a saber$ que el relativismomoral implcito en la democracia es la e'presin consecuente del ideal personalista
y egocntrico que convierte a la autorrealizacin del individuo en el valor principal
de la vida y que prescinde, por definicin, de todos los vnculos comunitarios o
solidarios con los otros individuos.
)ste narcisismo, que posee un car#cter no slo moral sino igualmente esttico,
ha llegado a fusionarse de tal modo con nuestros h#bitos de comportamiento, que
ya podemos hablar de l como un ,ec,! cultural . )s la cultura del narcisismo,levantada sobre las bases del ideal de la libertad negativa.
Hasta aqu llega mi primer punto, o mi primera tesis, que ha consistido en
sostener que la tica de la democracia puede ser una tica del individualismo y la
desintegracin social. No es, naturalmente, la !nica concepcin tica posible como
sostn de la democracia. "ero es, s, la m#s difundida y la que se pretende difundir
tambin en nuestro pas. )ntre los especialistas en filosofa poltica, ella se conoce
hoy en da como el "!$el! n!r"ati'! li eral $e la $e"!cracia . )s un modelon!r"ati'! , tico, porque establece una %erarqua de valores que prefigura laorientacin que deben tomar las reglas del %uego poltico. )s un modelo li eral
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porque concibe a la concertacin poltica en funcin de los mecanismos
econmicos del mercado, y stos a su vez en funcin de los intereses privados de
los individuos.
La democracia puede basarse pues sobre la concepcin tica del liberalismo, y
la defensa de la democracia puede tambin identificarse indirectamente con la
defensa de este sistema econmico. 4e esto han querido convencernos los
intelectuales org#nicos del liberalismo, como 3rancis 3u5uyama, y esto nos lo han
impuesto adem#s en la pr#ctica los administradores del sistema econmico liberal
afincados en las grandes financieras internacionales. La implantacin del
liberalismo en nuestro continente ha influido notoriamente sobre el modelo dedemocracia que finalmente ha llegado a instaurarse. on l, nos ha sido transmitida
igualmente la tica del individualismo y la cultura del narcisismo.
II
"ero el liberalismo es, como todos sabemos, tica"ente incestu!s! . )sta es misegunda tesis, que paso enseguida a desarrollar. )l liberalismo es ticamente
incestuoso porque se ha acostumbrado a vivir violando los principios que le sirven
de fundamento y que le dan legitimidad. Los transgrede de diversas maneras, a
nivel nacional y a nivel internacional6 los viola por e'ceso y los viola tambin por
defecto de sus reformas liberales.
omo acabamos de ver, la concepcin tica de la democracia liberal presupone
como uno de sus principios fundamentales la igualdad de los individuos. Los
miembros ideales de una sociedad liberal son %ustamente slo eso$ individuos-, no
peones ni terratenientes, no blancos ni cholos, no catlicos ni %udos, ni siquiera
hombres o mu%eres, sino slo individuos-, es decir, su%etos racionales con inter6
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eses propios y capacidad de decisin. )sta igualdad es la fuente de legitimacin
del liberalismo, pues es slo gracias a ella que puede %ustificarse el con%unto de
leyes que ordena la estructura econmica, el rgimen de propiedad o el sistemaeducativo de una sociedad compuesta de individuos.
)n la pr#ctica, sin embargo, el liberalismo suele violar el principio que le otorga
legitimidad. )llo se debe a que el liberalismo no necesariamente crea las condiciones que l mismo presupone. 7curre m#s bien que, cuando se implanta sobre
una base social de discriminaciones ancestrales, el modelo liberal puede perpetuar
las in%usticias de la sociedad e impedir incluso una redistribucin de la riqueza m#s
acorde con sus propios principios igualitarios. )n una sociedad tradicionalmenteracista y desintegrada, el sistema liberal puede tener el efecto contraproducente de
acentuar las desigualdades.
/ nivel internacional, el car#cter incestuoso de la tica liberal se e'presa al
menos de dos maneras. 4e un lado, la sociedad democr#tica contempor#nea
transgrede el principio seg!n el cual la legitimidad de las decisiones polticas debe
reposar sobre la participacin y el asentimiento de todos los involucrados, en la
medida en que prescinde de la opinin de las grandes mayoras de los pases de laperiferia respecto de las grandes decisiones polticas, econmicas o %urdicas que
regulan en buena cuenta la vida internacional.
)s obvio, hoy m#s que nunca, que las decisiones tomadas en los centros
financieros, o en las grandes potencias, o en el seno de los nuevos organismos de
integracin regional, tienen repercusiones decisivas sobre la vida econmica, social
o poltica de muchos pueblos de la tierra.
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)n sentido estricto, desde el punto de vista de la legitimacin democr#tica del
sistema poltico internacional, esas decisiones deberan contar con el asentimiento
de los involucrados.
omo ste no es, naturalmente, el caso, el sistema poltico internacional vive
incumpliendo uno de sus principios fundamentales. )sta situacin se agrava a!n
m#s cuando se tienen en cuenta las transformaciones polticas a las que ha
conducido el proceso de globalizacin. "orque uno de los efectos principales de
este proceso es %ustamente el desplazamiento, o quiz#s incluso la desaparicin, de
las instancias de decisin poltica a nivel internacional.
La globalizacin es un proceso principalmente econmico que ha ido imponiendo
relaciones sistmicas en el mundo entero, al mismo tiempo que ha ido rest#ndole
atribuciones polticas a los estados nacionales. )n este conte'to, resulta cada vez
m#s problem#tico el principio o el derecho de la participacin democr#tica en las
decisiones polticas, que es, sin embargo, uno de los principios de legitimacin del
propio orden internacional.
4e otro lado, es f#cil constatar que tambin a nivel internacional se viola elprincipio de la igualdad que sirve de fundamento al propio sistema democr#tico
liberal. )s m#s, la in%usticia $e #act! del orden econmico y el orden polticointernacionales se suele encubrir por medio de un discurso moral que legitima $eiure la posicin de dominio de algunos pases.
"or el car#cter formal que poseen, los principios del liberalismo slo tienen
vigencia plena en condiciones ideales de igualdad y ba%o el supuesto de que las
reglas de %uego sean compartidas por todos. "ero sa es naturalmente slo unaproyeccin ilusoria. )n el mundo real, las condiciones de partida han sido y siguen
siendo de desigualdad, de asimetra. La distribucin de los bienes, de la riqueza, de
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las oportunidades y, sobre todo, de las decisiones econmicas y polticas, es
asmismo notoriamente desigual, y las reglas de %uego vigentes no parecen sino
perpetuar este orden, o este desorden, internacional.
)n nuestro propio pas, el liberalismo est# violando tambin sus principios
constitutivos, y lo est# haciendo, por as decir, tanto por e'ceso como por defecto
de las reformas que implementa. Los viola )!r exces! $e li eralis"! cuandosomete indiscriminadamente una sociedad desigual y pluricultural como la nuestra
a las reglas de funcionamiento del mercado, pues de esa manera produce, como ya
di%imos, un efecto contrario al que supuestamente desea obtener, es decir,
contribuye a perpetuar las desigualdades y a desarticular la ya precaria cohesinde las diferentes comunidades culturales.
"ero viola tambin sus propios principios constitutivos )!r $e#ect! $eli eralis"! , es decir porque se colude con tradiciones antidemocr#ticas que nosson pr#cticamente at#vicas, como el caudillismo y el militarismo. 8anipula entonces
a su anto%o el sistema de reglas democr#ticas, se vale de prebendas para someter
los poderes del )stado a la voluntad del caudillo, cambia arbitrariamente las reglas
de %uego que l mismo ha establecido. /mbos tipos de incesto moral se vienenpracticando sistem#ticamente en el "er! en los !ltimos a9os.
III
/nte una situacin como sta, es decir, ante la propagacin de la tica del
individualismo y la desintegracin social, y ante el car#cter moralmente
contradictorio del modelo neoliberal de la democracia, es preciso que recuperemos
los valores y los principios democr#ticos que estamos viendo sometidos a una
continua transgresin, y que aprendamos a distinguir m#s claramente entre la9
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democracia y el liberalismo, es decir, que no nos sintamos obligados a defender al
liberalismo cuando defendemos la democracia. Nos hace falta una concepcin tica
alternativa que sirva de sustento al proyecto democr#tico y que haga posible lapreservacin de los ideales que el liberalismo no es capaz de asegurar. "aso as a
mi tercera y !ltima tesis, que quisiera formular afirmando que necesitamos una
tica $e la s!li$ari$a$ % $e la )artici)acin ciu$a$ana .
/lgunos de los rasgos de esta tica alternativa para la democracia han sido
descritos tambin en los debates de la filosofa moral contempor#nea,
principalmente entre los autores llamados comunitaristas-, como 8ichael 1alzer o
harles :aylor.
:ambin en este caso se trata de un modelo tico, normativo, que prefigura la
orientacin que han de tomar las reglas del %uego poltico. "ero por contraste con el
anterior, se le conoce como el "!$el! re)u lican! $e $e"!cracia .
)l trmino republicano- contiene una alusin a la concepcin poltica de
;ousseau, y es utilizado con el propsito de destacar el car#cter participatorio de la
democracia que el modelo coloca en el primer plano. No voy a e'poner aqu lastesis de los autores comunitaristas defensores de este modelo, sino voy a servirme
libremente de ellas para proponer algunas caractersticas de la tica de la
solidaridad que, me parece, debera servir de sustento al proyecto democr#tico en
nuestro pas.
"ara ello, retomemos los cuatro rasgos con los que caracterizamos la concepcin
tica del individualismo liberal y veamos, por contraste, qu debemos esperar de
una tica de la solidaridad.
)n primer lugar, en oposicin al paradigma del individualismo, que considera
como valor central a la libertad egosta del ser humano, esta nueva tica debera10
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proponer un )ara$ig"a $e la s!li$ari$a$ y considerar como su valor central elcultivo de los m!ltiples vnculos comunitarios entre los seres humanos.
Hay muchas razones, tericas, morales y pr#cticas, que %ustifican este cambio de
paradigma tico, a las que aqu slo puedo aludir someramente.
4esde el punto de vista terico, hay buenas razones para cuestionar la
artificialidad de la definicin liberal del individuo como su%eto egosta y aislado, y
para proponer en su reemplazo una definicin del individuo como miembro de
diferentes tipos de comunidades de creencias.
4esde el punto de vista moral, hay diferentes clases de motivacin que
concuerdan, todas, en solicitar nuestro compromiso tico en favor de quienes
sufren in%usticia$ podemos pensar que debemos ser solidarios porque somos
simplemente seres humanos, o porque somos cristianos, o porque somos
racionales, o porque somos fil#ntropos, pero lo importante es que busquemos en la
solidaridad el punto de encuentro de nuestras concepciones morales.
(, desde el punto de vista pr#ctico, es preciso que pensemos en las
repercusiones polticas que debiera tener un cambio de paradigma como ste. )n
particular, debemos pensar en la forma de compensar el desequilibrio social que
genera la implantacin de polticas econmicas de corte liberal, a fin de impedir que
stas acent!en o perpet!en los privilegios de unas clases sobre otras.
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contribuir a crear las condiciones de igualdad que el modelo liberal slo presupone,y sin las cuales el discurso democr#tico termina por ser ticamente incestuoso.
)n segundo lugar, en oposicin a la definicin del )stado en funcin de los
intereses econmicos de la sociedad y el mercado, en este nuevo paradigma
republicano es preciso invertir esa %erarqua y definir a la sociedad en funcin de la
voluntad poltica de los ciudadanos.
4ebemos defender una tica de la efectiva )artici)acin ciu$a$ana en l!sasunt!s )- lic!s , participacin que debe referirse tambin, por supuesto, a las
formas en que tengamos que corregir y orientar las leyes del mercado a fin de quegaranticen el cumplimiento del valor de la solidaridad.
)ste cambio de perspectiva tiene, en general, una importancia conceptual y real
muy grande, pero adquiere adem#s, en el "er!, una especial urgencia. &i el )stado
no es m#s que el rgano administrativo de los intereses econmicos nacionales o
internacionales, y si la burocracia poltica enquistada en el poder se vale de todo
tipo de maniobras para impedir la e'presin de la voluntad ciudadana, entonces es
un deber tico denunciar esa concepcin incestuosa de la poltica y reinvidicar unainterpretacin republicana que coloque a la ciudadana en el rol protagnico que
debera corresponderle.
)n tercer lugar, en oposicin al car#cter transgresor de la democracia moderna,
que hace intervenir indiscriminadamente la accin del mercado en todos los
territorios posibles pasando por encima de las diferencias regionales, tnicas y
culturales, sera necesario incorporar una $i"ensin )luricultural a la tica de la
democracia solidaria.
:enemos en el "er! una amplia gama de comunidades culturales y de
tradiciones locales que no tienen por qu ser obligadas a desintegrarse en funcin12
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de los intereses del mercado y de la movilidad de la fuerza de traba%o. No se trata,
por supuesto, de aislarlas de los procesos sistmicos de la economa o la
tecnologa que se nos imponen a nivel internacional aunque tambin estosprocesos debieran ser sometidos a revisin por la participacin ciudadana , pero se
trata, s, de permitirles preservar su propia identidad cultural y el cultivo voluntario
de sus tradiciones.
"or eso, finalmente, en lugar de una cultura del narcisismo, lo que debemos
promover es una cultura $el rec!n!ci"ient! . No porque querramos impedir quelos individuos busquen su propia forma de autorrealizacin personal en el conte'to
de una sociedad democr#tica, sino porque esa misma forma de autorrealizacindebera ser entendida en vinculacin con las posibilidades y las oportunidades de
que gozan t!$!s los miembros de la misma sociedad.
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?ersin reducida de la conferencia presentada en la *** 7N/4)& 0 onferenciaNacional sobre 4esarrollo &ocial2, Lima, agosto de @AAB.
* 4octor en 3ilosofa por la