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Constantino Linares Arobes
NUNCA ES TARDE
“Crónica de una Ilusión”
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Título:
NUNCA ES TARDE “Crónica de una Ilusión”
Autor: Constantino Linares Arobes
Editorial http://www.bubok.com
Año de publicación 2010
Imagen de Portada y Portadilla:
Constantino Linares Arobes
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A mi padre para quien…
“Lo primero fue el humor”
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PRÓLOGO
Es curioso comprobar como una charla
nocturna invernal durante el turno de trabajo, se
convierte de repente en la historia plasmada en
esta novela.
Todo surgió con una broma entre
compañeros, en la que un personaje real, se
convirtió en ficción, o tal vez, el personaje
ficticio se hizo carne. Aún hoy, los padres de
esta singladura, llegamos a dudar si en verdad
todo lo sucedido es real, o tan sólo una creación
de una mente aburrida o necesitada de acción.
El caso es que Saturio, surgió con fuerza
de la nada, mostrando vida propia, y a partir de
ahí, toda una aventura se transformó en ésta
humilde obra, sin pretensiones, pero con mucha
ilusión, al igual que nuestro protagonista.
Saturio, padece una vida rutinaria
marcada profundamente por su profesión, hasta
que aparece en su vida un personaje que le
descolocará en su monótona existencia.
La vida le dará una oportunidad…
¡Llega el momento de elegir!
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Capitulo 1
La luz del sol, entró a través de las
persianas venecianas, denominadas en la isla
“mallorquinas”, obligándole a despertar de su
letargo nocturno y actuando sobre sus globos
oculares con una presión insoportable, haciendo
que estos parecieran querer explotar, al igual
que su cabeza... había abusado del Bourbon.
Su saliva, tenía una textura viscosa, lo que
imposibilitaba su tránsito por el gaznate, debido
a que su lengua estaba tan áspera y seca que
parecía una suela de zapato y apenas conseguía
empapar. – ¡Tengo que dejar el Bourbon!, con
la edad, las resacas son más difíciles de soportar
y se hacen más duraderas, se quejó
amargamente.
Miró su reloj y comprobó que eran las
11.10 de la mañana. Había estado pintando,
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bebiendo y fumando toda la noche, escuchando
jazz y blues, algunos clásicos. Sus manos aún
tenían colores diversos de óleo impregnados en
la piel a modo de caprichosos tatuajes con
formas totalmente abstractas.
Hizo ademán de levantarse, pero sus
músculos hacían caso omiso a las órdenes de un
cerebro totalmente atribulado y dolorido,
demasiado cansado por los excesos nocturnos y
que bastante tenía con enviar señales de dolor
entre sus neuronas,…le dolía hasta el
pensamiento.
Se consideraba un bohemio, un Toulouse
Lautrec contemporáneo, aunque salvando las
diferencias en cuanto a lo que se refiere al arte
de pintar. Claro está, le hubiera gustado vivir
aquella época parisina de ambientes libertinos y
distraídos, codearse con maestros del arte,
abusar de la ingesta de absenta, rodeándose de
las más bellas meretrices del momento en los
Moulin Rouge o de la Gallette.
A pesar de todo, iba con la época que le
tocaba vivir, y digamos que cambiaba la absenta
por el Bourbon, y a decir verdad, lupanares y
mujeres de vida licenciosa, siempre han
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existido, por algo se cree que es la profesión
más antigua del mundo, al menos eso dicen. Eso
no quería decir que frecuentara estos ambientes
por el mero afán de recurrir a los servicios
propios de la profesión, ya que también son
lugares divertidos donde encontrar gente dispar,
vidas diferentes y una gran fuente de
información. ¡Si señor!, información. Ante todo
Saturio era un detective en potencia, esa era su
verdadera vocación, quería ser un Hércules
Poirot, o un Sherlock Holmes del siglo veintiuno.
Había cursado estudios de Criminología a
través de la Universidad de Barcelona, por un
sistema de estudio a distancia y era su
verdadera meta en la vida, la investigación
profesional. Lástima que no tuviera medios ni
facilidad con la lengua de Sheakespeare para
poderse ir a Miami, que es donde realmente le
hubiera gustado ir a parar con sus huesos, ya
que en los Estados Unidos podría haber
desempeñado esta profesión como detective
privado al más estilo Remington Steel o Mike
Hammer. En España todo era diferente, nada
más que trabas y prejuicios, sinceramente, la
vida idílica para él hubiera sido ser americano, o
al menos poder haber realizado ese sueño, pero
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la vida es injusta y no siempre se puede
conseguir lo deseado.
De lo que estaba totalmente seguro, es
que el arte corría por sus venas, si bien era hijo
de un músico y su vida transcurrió de un lado a
otro como un nómada con la casa a cuestas,
entre habitaciones de hotel y nombres de
espectáculos y night-clubs, por lo que la
farándula y la vida nocturna siempre fueron
familiares para él.
A duras penas se levantó y se dirigió a la
cocina. Miró furtivamente el fregadero y observó
una pila de platos, vasos y demás útiles de
cocina que se agolpaban en equilibrios casi
imposibles; resecos, con muestras claras de
llevar varios días esperando a que un chorro de
agua y jabón les dieran un baño. Comprobó que
no tenía ni un vaso limpio, por lo que no le iba a
quedar más remedio que fregar si quería
desayunar en casa.
Decidió abrir el frigorífico y lanzarse en
una aventura en busca de algo que llevarse al
estómago. Estaba desierto, podría escucharse
hasta su eco. De pronto, vio como si de un
último superviviente se tratase,... un yogurt.
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Miró la fecha de caducidad, comprobó que
databa de alrededor de un año. Sin importarle
demasiado el tiempo que llevara caducado,
decidió comérselo igualmente. Siempre se ha
dicho que lo que no mata engorda y así debe
ser. Llevaba tanto tiempo caducado, que los
bífidus activos y bacterias habían formado una
civilización... aún así se lo comió.
Debido a que contaba con un estómago a
prueba de bombas, ya que acostumbraba a
desayunar a las cinco o seis de la mañana al
comenzar o terminar sus turnos, platos tales
como fabada asturiana o incluso lasaña, el hecho
anterior no le importaba demasiado, ya que
seguramente enriquecería su “flora y fauna”
intestinal.
Seguidamente, se duchó y se cambió de
ropa ya que se disponía a salir. Se peinó su tupé
de Rocker llevando ligeramente el cabello
humedecido hacia atrás. Buscó unos calcetines y
cayó en la cuenta de que los tenía colgados en
el tendedero y estaban algo húmedos. Acto
seguido los cogió, los introdujo en el microondas
situando el selector en modo de descongelación.
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Al cabo de unos minutos estaban secos y
calentitos. Era un truco que no fallaba.
Salió de casa y se dirigió a la calle
Sindicato para ver a su amigo Sebastián que es
propietario de una zapatería, ya que siempre le
compraba el calzado a él, un amigo, y además
solía hacerle alguna que otra suculenta oferta.
Sebastián era un tipo un tanto extraño,
era calvo, delgado y vestía de una forma que
podría definirse como antigua. Su aspecto de
cura, con unos rasgos de cara muy marcados, le
daba un aire malévolo pero que distaba mucho
de su personalidad, ya que era un buen hombre.
Poseía una pequeña zapatería en el centro de
Palma que ya había pertenecido a su padre, y si
bien el negocio no le hizo nunca rico, si que les
había dado de comer a toda su familia desde su
inauguración, ya hacia unas de décadas.
Saturio entró en la tienda por la puerta
principal, la cual mantenía el mismo aspecto
desde su fundación que le daba un aire entre
tétrico y melancólico de tiempos pasados o de
simplemente antigüedad o un insigne aire
vetusto, según se quisiera mirar. De igual modo,
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a Saturio le encantaba, para él el calificativo era
auténtico.
-¡Buenos días Sebas!-dijo amablemente
Saturio. -¡Bon día tingi! –Respondió
Sebastián con una sonrisa y con un claro acento
mallorquín -Me alegra mucho tu visita, hace
tiempo que no venías por aquí, dime, ¿qué tal te
va?, preguntó.
-Bien, no me puedo quejar.- Respondió
Saturio,-quería saber si tienes alguna cosilla por
ahí a mi medida, ya sabes, alguna oferta porque
la economía no está muy boyante que se pueda
decir, y esbozó una sonrisa pícara a modo de
complicidad.
-Pues ahora que lo dices, si que tengo algo
que te puede venir bien. Se trata de unas botas
de media caña de la marca Caterpillar, como las
excavadoras, ya sabes, que cuestan 200 €,
aunque te las dejaría por 50, ¿cómo lo ves? -
preguntó mientras se dirigía a la trastienda en
busca del citado chollazo.
Saturio se quedó pensativo, y asestó: -Con
esa oferta aunque no me gusten tengo que
cogerlas, la economía es lo primero y a
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pragmático no me gana nadie. Y los dos rieron al
unísono.
Sebastián, regresó de la trastienda con
dos cajas de cartón diciendo: –Verás, el caso es
que tengo dos botas, una izquierda y otra
derecha, pero de distinto número, un 44 y un
45. Algún error he debido cometer que se han
quedado por aquí de ésta manera, no sé si te
puede interesar.
Saturio, apenas le dio tiempo de acabar la
frase y ya se las estaba probando. Las acordonó,
se levantó y caminó unos pasos. Miró varias
veces a los pies, reflexionó y dijo: -No se nota
apenas, y si no, un calcetín gordo y listo.
Además, siempre se tiene un pie más grande
que el otro, ¿no?
Sebastián, un tanto sorprendido, le miró y
aceptó su decisión. Al fin y al cabo, estando de
acuerdo ganaban los dos, sobre todo él, ya que
¿a quién le iba a vender esas botas? ¿A un
lisiado?
Finiquitaron la transacción, y charlaron un
rato más de forma agradable de asuntos
cotidianos. Luego, Saturio pagó lo acordado y se
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marchó tan contento con sus botas nuevas
puestas y sus zapatos en una bolsa de plástico.
Como le cogía de paso, se detuvo a comprar
algo para comer en el Mercado de Pere Garau,
donde lo mismo encuentras frutas y verduras
frescas como cinco bragas por seis euros, y
finalmente, se dirigió a casa para preparar la
comida.
◊ ◊
Esa noche, Saturio tenía turno de trabajo.
Ejercía la Vigilancia Privada, “Segurata”, en una
empresa de seguridad insular, y si bien no era
esta su vocación, al menos tenía un sueldo que
le daba de comer. Ya había pasado una buena
temporada viviendo de la venta de algún que
otro cuadro, que si bien no le habían
enriquecido, al menos hambre le habían quitado.
Como reza en uno de sus temas de Jorge
Martínez, cantante de Ilegales, “pintor
desconocido no vive de la pintura, pero si los
funcionarios del Ministerio de Cultura”.
El servicio consistía en vigilar una nave del
polígono industrial de Son Castelló, a las afueras
de Palma, normalmente de noche. A él, le
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gustaba más porque solía ser más tranquila, al
menos en apariencia.
Se encontraba plácidamente sentado,
cuando vio aparecer un vehículo de su empresa
que se dirigía hacia su garita. Salió al exterior
para recibirlo, ya que sabía bien quién era.
Efectivamente, cuando el vehículo se detuvo y el
ocupante, tras bajarse de éste se acercó a él,
certificó que se trataba de su amigo y
compañero de fatigas Rosendo.
Rosendo era un tipo peculiar. Se definía
español, de esos que se suelen calificar como
“fachas”. Era alto y delgado, aunque fibroso,
pelo negro azabache a juego con sus ojos. Las
cicatrices varias que marcaban su rostro le
daban un aspecto tosco y duro. Presumía
siempre de haber pertenecido a la Legión
Española, y de ser un hombre de mundo; había
navegado por los siete mares tanto con la
Marina Española, sirviendo a su país, para él lo
más grande, como con la Marina Mercante en
sus muchas incursiones en alta mar. Por
circunstancias de la vida también había llegado a
éste mundo de la Vigilancia un poco de rebote, y
al igual que Saturio, compartía con él su pasión
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por la investigación, aunque en diferente modo y
enfoque.
Era un hombre que sabía desenvolverse
por los barrios peligrosos y los bajos fondos.
Tenía gran experiencia debido a que su vida
había transcurrido en parte por ellos, entre
puertos, prostitutas, gitanos, chalanes,
rufianes… en resumen, había lidiado con gentes
variopintas y peligrosas y su paso por la Legión
y la Mar le habían endurecido… no se arrugaba
fácilmente. Aunque tenía un arma o un defecto…
su carácter era un tanto explosivo y agresivo, lo
que le había acarreado algún que otro problema.
A pesar de eso, era perspicaz. Saturio, a
diferencia de él, era pausado, reflexivo y no se
alteraba tan fácil, aunque un poco nervioso sí se
ponía en caso de problemas y de que le faltara
el control de la situación.
Rosendo le dedicó una sonrisa enorme y le
saludó con cariño. -¿Qué tal Saturio?, buenas
noches. Estoy realizando la ronda y de momento
está tranquila, aunque he visto unos cuantos
coches que han merodeado por ahí. Les he
seguido y parece que se han asustado. Hay que
estar al loro, porque con tantos inmigrantes, y
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los gitanos que sólo vienen a robar… luego el
Zapatero a darles papeles y los españoles al
paro, ¡país de chorizos! ¡Estoy harto! con Franco
esto no pasaría, ¿verdad Saturio?
Saturio ríe para sí, ya que conoce el
carácter de Rosendo y le dice:- En Estados
Unidos esto no pasa, seguro, ¡eso si que es una
democracia de verdad y no la de éste país!, ¡con
los socialistas sobre todo!. Tiene razón Federico,
ese si que tiene narices a decir las verdades que
duelen en éste país. Y continuó diciendo: -Como
me gustaría montar una agencia de detectives
en Miami, ¿te imaginas? Tú serías mi ayudante,
sabes moverte en mundos que yo no me
atrevería casi a entrar, podrías ser el ayudante
perfecto, lo sabes. Todo detective necesita un
buen ayudante, todo Quijote necesita un
Sancho al lado.
Charlaron un tiempo de sus cosas y
arreglaron un poco el país, como se suele decir
coloquialmente, hasta que cada uno se dedicó a
lo suyo hasta el fin del turno, momento en el
que Saturio regresó a casa y se acostó para
descansar durante toda la mañana.
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Capitulo 2
Al despertar, se levantó y deambuló
durante algún tiempo por la casa. Saturio, cayó
en la cuenta de que debía reponer urgentemente
la nevera si quería comer, así que, tras unas
vueltas por Palma, compró unos lienzos en los
chinos y entró en el Mercabona de la calle
Manacor.
Recorrió los estantes haciéndose acopio de
cosas variadas para la supervivencia y
finalmente se dirigió a la zona de congelados,
donde escrutó las neveras en busca de algo
precocinado de fácil preparación… un calentar y
listo.
Entre los diferentes tipos de comida hizo
especial hincapié en la zona de comida italiana y
en especial, vio una lasaña de una marca blanca.
Pensó que sería una buena opción. A él le
gustaba comer lasaña, especialmente, cuando
regresaba del trabajo a las seis de la mañana,
incluso también en ocasiones gustaba de
comerse una buena fabada, en el mejor de los
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casos elaborada por su madre, y sino de bote,
que salvando las diferencias tampoco está tan
mal.
Abrió la puerta del arcón y al girarse se
topó de bruces con la cara de un tipo misterioso
que se le quedó mirando con sus pequeños ojos
y una sonrisa casi estúpida, enjuto y
nervioso...quien le espetó:- ¡La comida italiana
es la mejor!, ¿verdad?, yo viví en Italia,
¿sabes?, y puedo dar fe de que sinceramente es
la mejor.
Saturio, sonrió, aquel tipo le había caído
bien.
◊ ◊
Florencio, era un mitómano en toda regla.
Vivía o al menos aparentaba vivir en un mundo
inventado. Se hacía figuraciones de la vida que
no correspondían para nada a la realidad, más
bien sufría una patología en una vida de
ensoñación constante llegando a creerse sus
propias mentiras. Presumía de haber vivido en la
Toscana italiana pero más bien se basó en una
mera visita turística de una semana o quizás un
simple sueño más. El caso es que había acabado
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trabajando de reponedor en el susodicho
supermercado.
En ese momento, Saturio, tiene la
sensación de conocerlo. Esa cara no era fácil de
olvidar. El caso es que le sonaba pero no sabía
de qué, quizás del mismo supermercado, era
extraño. Intentó hacer memoria pero no caía.
Procuró ser lo más cortés que pudo y le dijo: -
Yo no he estado en Italia pero he de reconocer
que la lasaña me encanta para desayunar.
Los dos rieron en una carcajada y después
se presentaron.
Florencio le dijo:-Yo a ti te conozco... ¡ya
sé!, tú eres un habitual de casa de Amadora, ja,
ja, ja...rió, ¡claro que sí!, nos hemos visto allí...
ja, ja, ja...ya sabía yo.
Saturio, cayó en la cuenta de que lo había
visto allí, en casa de Amadora, su madre. ¡Coño,
un putero!, un cliente de alguna de las señoras
que suelen frecuentar el piso. Ahora caía.
-Sí que es verdad que nos hemos visto por
allí, pero ¡cuidado!, no te equivoques conmigo,
digamos que la casa es de mi madre, o sea,
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Amadora... no vayamos a pensar mal, -dijo
Saturio un tanto sonrojado.
-¡Sí, claro!, ahora lo entiendo. Bueno, yo
uso los servicios alguna que otra vez, y si que he
frecuentado el piso, por cierto, muy maja tu
madre, he adquirido algo de confianza con ella,
matizó Florencio.
Saturio, intentó cortar la conversación
despidiéndose de él alegando tener prisa.
Florencio, entonces le comentó: -¡Oye,
ahora que caigo!, cierto día tu madre me
comentó que tenía un hijo investigador privado
o algo así. ¡Eras tú! Pues deja que te diga, que
tengo un tema que quisiera comentarte, no sé,
por si te interesara, ya que ahora que hemos
establecido una amistad… ¡creo!
Saturio, quedó sorprendido. Primero, por
el hecho de que su madre le hubiera comentado
a aquel tipo lo de su vocación frustrada, y
segundo, que éste aseverase tal profesión como
suya. Pero aquello, lejos de molestarle, le causó
una sensación de bienestar y de halago. Una
sonrisilla se le escapaba por la comisura de sus
labios, y como queriendo evitarla, intentó que no
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se le notara demasiado sentirse tan halagado
por el comentario.
-Bueno, habría que conocer el caso y ver si
es merecedor o no de seguimiento… claro, y
estudiar cómo se podría enfocar, dijo Saturio,
muy elocuentemente.
-¡Muy bien!, si quieres podemos quedar un
día de estos, tomarnos una copa y hablamos del
tema en un lugar más privado. Dame tu número
de teléfono y te llamaré para quedar, ¿qué te
parece?-comentó Florencio con una emoción en
la voz que casi llegaba a la euforia por
momentos. ¡Le había hecho caso!, ¡ya tenía un
amigo!, alguien a quien contarle sus fantasías.
Nada menos que a un detective privado, era
fantástico, podría ayudarle además en el caso. -
Bien, pues quedamos en eso, yo te llamaré,
aclaró Florencio.
-Entonces quedamos así, dijo Saturio,
haciéndose el interesante. Veremos que se
puede hacer. Espero noticias tuyas, ¡hasta
luego!, y con la misma se despidieron.
◊ ◊
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Saturio, estaba un tanto intrigado por
aquel tipo, y aquella noche durante su nocturno
trabajo, estuvo pensando en el intrigante
personaje del Mercabona y en la manera en que
le había tratado con total admiración, cuando se
refirió a él como un detective. Bueno, no era
exactamente aquello, pero se sentía muy bien
con lo ocurrido…importante, era la palabra
exacta. Estaba ansioso por recibir aquella
llamada y ver si efectivamente tendría un caso.
Su ego se hallaba por las nubes.
◊ ◊
Esa noche, como todas las demás,
Rosendo apareció con su flamante todo terreno
de la empresa en su ronda habitual para hacer la
visita de rigor y obligada a su amigo Saturio.
-¡Hola Satur!, dijo burlonamente, -¿cómo
va el turno?
-Pues como siempre, sin novedad en el
frente, contestó marcialmente Saturio. -¡Verás!,
continuó, estoy un poco intrigado con un
encuentro que he tenido ésta mañana.
-¿De qué se trata?, preguntó Rosendo,
apoyándose en el lateral del vehículo y cruzando
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los brazos en disposición de escuchar
atentamente.
-Hoy he conocido a un tipo extraño explicó
Saturio. Bueno, en realidad nos conocíamos de
vista, de cruzarnos en alguna ocasión, ¿sabes?,
Es uno de los clientes asiduos de las señoras que
acuden a casa de mi madre…
-¡Coño un putero!, interrumpió Rosendo
socarronamente
-Saturio, sonrió ante la espontaneidad de
su amigo, y dijo: -Sí, bueno,… el caso es que
nos encontramos en el Mercabona de la calle
Manacor donde trabaja de reponedor, y tras una
breve conversación, me ha dejado un tanto
intrigado porque me ha tratado como detective
profesional. Al parecer mi madre lo ha debido
dejar caer en alguna ocasión que hayan hablado.
Sinceramente, no sé qué pensar, si está un poco
tarado o se trata tan solo de un pobre infeliz, me
tiene desconcertado. El caso es, que me dijo que
quería consultarme un tema importante, que
quizás necesitase una investigación.
-¡Hombre, puede haber un caso!, saltó
Rosendo. Ya sabes que si es así, puedes contar
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con mi inestimable ayuda. Aunque pensándolo
un poco, un putero de éste calibre y que se
dedica a reponer en un supermercado, ¿qué
puede tener interesante con esa vida?, ¿Qué
alguien se llevó de los estantes una botella de
whisky de la marca Hacendaño? Y rio a
carcajada limpia.- ¡Qué pringado tío!
Saturio le contempló serio, pero una
sonrisa pícara y de total acuerdo con su
compañero asomaba de sus labios. Continuó
diciendo:- La cosa es, que a pesar de parecer un
pringadillo reponedor, me ha contado que vivió
en Italia, así que lo mismo es un hombre de
mundo, las apariencias engañan. Aún así, me
comentó que me llamaría para quedar y
contarme todo.
En Saturio, habían calado hondo los
halagos por parte de Florencio al haberle tomado
como un verdadero detective profesional, y ese
buen trato recibido por su parte, habían hecho
que quisiera darle un voto de confianza…
Rosendo, sacó del ensimismamiento a
Saturio, asestándole un golpe en el pecho con el
reverso de la mano y dijo:-¡Eh!, entonces lo que
tienes que hacer es contactar con ese capullo y
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que suelte por esa boca lo que sea. Ya sabes
que estoy a tu entera disposición por si
necesitas de ayuda, ya que como bien sabes sé
manejarme bien por ciertos ambientes y te
vendría bien una ayuda, ¡Llámame Watson si no
te importa! Y volvió a reír sonoramente.
◊ ◊
El turno terminó y Saturio regresó a
casa, donde antes de acostarse desayunó la
lasaña que había comprado cuando se encontró
con Florencio. Tras esto se acostó.
Se levantó a medio día y se dedicó a pintar
un cuadro que había empezado y tenía ganas de
terminar. Ese trabajo le tuvo atareado hasta la
tarde, aunque la conversación con aquel tipo no
dejaba de rondarle en la cabeza y se empezaba
a impacientar causándole algo de estrés.
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Capitulo 3
Amadora era una persona trabajadora y
emprendedora. A pesar de sus 70 años ya
cumplidos, tenía una energía fuera de lo común
y muchas ganas de vivir.
Enviudó hace años de su esposo con quien
tuvo a su único hijo, Saturio. Después de
muchos años dando tumbos de un lado al otro
de la geografía española junto a su marido y
también con su hijo, dedicados al mundo del
espectáculo y la farándula, y una vida llena de
aventuras y para nada aburrida.
Siempre trabajó duro, aunque le había
quedado únicamente un subsidio de jubilación
con el que apenas si llegaba a fin de mes
apretando mucho el cinturón. Afortunadamente,
tenía su bien más preciado, su piso. No sólo por
el hecho de tener un techo donde vivir, ya que
había sabido sacar partido de las tres
habitaciones que le sobraban ideando un modo
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de alquiler por horas, una idea a vista de
algunos descabellada, pero que le daban unos
buenos ingresos.
En un principio, eran parejas jóvenes que
buscaban una cama con sábanas limpias donde
dar rienda suelta a sus fantasías amorosas de un
modo discreto y cómodo. También mujeres y
hombres promiscuos que se amparaban en
Amadora para cometer sus adulterios en total
anonimato. Todo fue derivando hasta el punto
en el que, a día de hoy, era más un lupanar
camuflado en un piso, basado en una economía
sumergida, donde mujeres, en su mayoría
maduras, y también inmigrantes, acudían a la
protección del refugio para realizar su labor a
cambio de un alquiler económico, habitaciones
pulcras y los cuidados y comprensión de
Amadora.
Para Amadora, aparte del aporte
económico, resultaba gratificante siempre
ayudarlas, ya que además, era recíproco el
cariño que recibía y se encontraba siempre con
compañía en casa. En ocasiones, y cada vez más
frecuentemente, alguna de las mujeres de más
confianza, incluso esperaba a sus clientes en
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casa viendo la televisión, tomando café juntas
en el sofá con Amadora, e incluso, la ayudaban
con las labores domésticas.
Como es lógico, esta vida de fábula no
estaba exenta de confrontaciones con algún que
otro vecino que no veía con buenos ojos el
trasiego de varones por el portal en busca del
servicio de las meretrices, lo que le había
granjeado alguna que otra enemistad en la
comunidad.
Sonó el timbre y Amadora abrió la puerta
con su mejor sonrisa. Se encontró con Xisca,
este no era su verdadero nombre, pero a ella
poco le importaba.
-Buenas tardes Dora, ya estamos aquí de
nuevo. ¡Qué bien huele a café!, y diciendo esto,
le plantó dos besos en ambas mejillas y entró en
el piso, dirigiéndose directamente a la ventana
desde donde envió un beso y un saludo con su
mano al hombre que la había acompañado hasta
el portal, o sea, su propio marido.
-¡Hola guapa! He preparado café para
vosotras, así mientras tanto, la espera será más
agradable. Contestó Amadora amablemente.
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◊ ◊
Xisca, era una mujer madura. Casada,
madre de familia y con un estatus social medio
alto. Su problema, era que sus ingresos se
ubicaban tan sólo en temporada estival, y por
tanto, no podía mantener su ritmo de vida
durante el invierno, por lo que había decidido
con la aprobación de su esposo, a dedicarse a
este trabajo, donde ganaba una cantidad
sustancial de dinero fácil. Se definía a sí misma
como una “temporera del sexo”.
Tenía un hándicap, ya que temía
muchísimo ser descubierta por algún conocido y
perder la honradez de su otra vida, donde era
una mujer digna y respetada. Debido a estos
temores, solía ir siempre por la casa con una
máscara o antifaz al más propio estilo de
película porno de televisión Local y con ello
evitar un reconocimiento y salvaguardar su
identidad, aunque en presencia de Amadora, y
cuando ambas estaban a solas, no la utilizaba.
Xisca, se cambió y se puso ropa más
sugerente que la que llevaba puesta. Luego, se
sentó con Amadora en el sofá del salón a tomar
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café mientras veían los programas del corazón,
haciendo tiempo en espera de su clientela.
De pronto, la puerta de la calle se abrió de
golpe y Saturio entró y dijo con voz potente: -
¡buenas tardes!
Xisca, al ver entrar a un hombre tan
rápidamente, se levantó como un resorte del
sofá con un gran susto y con el corazón a punto
de estallar. En la maniobra, golpeó mesa con la
rodilla y la cafetera con el café hirviendo se
derramó cayendo parte en sus muslos desnudos,
lo que causó aún más dolor y estrés en su
comportamiento. A eso se le sumó la angustia
por dirigirse a la habitación a buscar la máscara
carnavalesca hacia donde se dirigía cojeando y
aullando de dolor por la quemadura y el sofoco
del susto. Justo en el pasillo, se topó de bruces
con Saturio y dio con sus posaderas en el suelo,
quedando sus ojos plantados en los de Saturio
que la miraba atónito, contemplando la mirada
de la mujer, que parecía haber visto un
fantasma.
Amadora se levantó y dijo en voz alta
recriminando a Saturio la acción: -¡Leñes
Saturio!, ¿no sabes tocar al timbre, o al menos
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entrar más despacio?, ¡Hombre! Por poco matas
a Xisca y yo aún estoy híper ventilando del
susto.
-Yo, de veras que lo siento, dijo Saturio a
modo de disculpa, mientras ayudaba a la
accidentada y pálida Xisca a levantarse del
suelo, quien estaba dos puntos por encima del
infarto y a uno por debajo de morir de
vergüenza.
-¡No pasa nada!, dijo Xisca resignada, al
fin y al cabo eres el hijo de Amadora y supongo
que eres de fiar, así que ahora ya está, algún día
tenías que verme la cara, es de lógica.
-Repito, que lo siento mucho, de verdad,
no volverá a suceder, prometió Saturio.
Saturio, conocía la historia de Xisca,
aunque nunca la había visto el rostro y le
pareció realmente bello, a pesar de que estaba
un tanto desencajado por el susto. Había
conversado en muchas ocasiones con ella, por lo
que era cierto que tenía la confianza de que no
la iba a delatar nunca.
-Satur, Ya tienes preparada una buena olla
de fabada para que te lleves. No quiero que te la
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compres de bote, ¡a saber lo que llevan esos
preparados!, dijo Amadora aprovechando para
poner punto y final a la situación embarazosa de
Xisca.
-Gracias, mamá, ¡como sabes lo que es
bueno! Ya tengo desayuno para mañana. No hay
mayor placer que una buena fabada asturiana al
regreso del curro, y rio con una risa floja, casi
más provocada por el susto que él también tenía
en el cuerpo tras la escena de Xisca.
Charló un rato y más tarde se despidió de
las dos mujeres. Cogió sus viandas y se dirigió a
su casa, ya que tenía que trabajar de noche,
como siempre. Le encantaba trabajar de noche.
◊ ◊
En el camino hacia su casa, pasó delante
del Bar Dry, muy cercano al piso de su madre y
le pareció reconocer a alguien en su interior. Se
acercó con sigilo y miró a través de la luna del
local con sus dotes detectivescas con sumo
cuidado de no ser descubierto. Se sorprendió al
ver que conocía a una pareja que flirteaba en la
barra. Efectivamente, eran Florencio y Ángela,
una de las meretrices con base en el piso
38
materno. – ¡Joder con el Florencio, le gustan
maduritas! se dijo.
◊ ◊
En el interior, Florencio disfrutaba de la
compañía de Ángela, y con aires de
superioridad, utilizaba fonemas rimbombantes y
hablaba una y otra vez de su periplo italiano,
llegando incluso a aseverar que había conocido a
Silvio Berlusconi, eso sí antes de ser presidente.
Ángela, no sabía si se reía con él o más
bien de él, ya que aparte de pagarle los servicios
propios de la profesión, la invitaba a un sinfín de
copas en el Nigh-club, así que puesta a
aguantar, al menos se divertía con sus fantasías.
Si bien ya le había cazado en más de una trola
de órdago, se lo tomaba como un mero
divertimento, nada serio.
Florencio, se levantó del taburete y
dirigiéndose al camarero dijo: -¡Per favore! ¡Un
Gin-tonic per la bella donna e otro per me! Y con
una gran sonrisa se volvió a sentar, dirigiendo la
atención nuevamente a su acompañante.
El camarero, que ya conocía a semejante
cansino y lo tenía que sufrir casi a diario, le miró
39
con resignación y contestó en tono jocoso: -“Il
siñore quieri limone o lo prefieri soli”
Florencio, le miró con sus pequeños ojillos
y soltó una carcajada acompañada de
esperpénticos movimientos gritando: ¡CON
LIMONE, PER FAVORE! Y acto seguido rieron los
tres al unísono.
◊ ◊
Saturio, observaba la escena desde la calle
y tuvo que hacer un rápido movimiento evasivo,
para salir del campo de visión del espiado, que
había dirigido su mirada a la calle tras el baile de
San Vito provocado por su entusiasmo.
Tras unos minutos, Saturio aprovechó para
marcharse del lugar y regresar a casa para
cenar y preparar sus cosas antes de ir al laboro.
◊ ◊ ◊
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41
Capitulo 4
Una noche más, Saturio, llegó a su puesto
de trabajo y realizó su primera ronda… sin
novedad. Pintarrajeó unos folios mientras
pensaba y escuchaba su programa favorito de
tertulia política en la COPE, disfrutando de su
admirado César Vidal. Mientras se afanaba en la
labor de modo casi frenético, vio como un
vehículo se acercaba, era Rosendo que como
siempre, no se olvidaba de su visita de obligado
cumplimiento.
Rosendo, bajó del coche y espetó: -¡estoy
hasta los huevos!, Mira que he aguantado en
diferentes buques en los que estuve enrolado,
pero estos Jefes de pacotilla que ponen sin tener
ni idea de lo que es la vigilancia… ¡me
desesperan! Y encima, cada vez estamos más
indefensos por parte de la Ley, con la crisis del
Zapatero y los sociatas… ¡No hay más que
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delincuencia! Con Franco no había tanto moro
cabrón, ni rumanos,… esto va acabar muy mal, y
nosotros aún peor. Protestó mientras gesticulaba
con los brazos abiertos.
Saturio ahora, se afanaba en liar un
cigarrillo, mientras escuchaba las quejas de su
compañero. Su posición recostada en la silla,
hacía que su abultada barriga, casi asomase por
el hueco que dejaba uno de los botones
desabrochados de su camisa. Realmente, tiraba
más tabaco del que liaba, acabando gran parte
de éste en su camisa y rellenando el ombligo
que apenas se distinguía bajo su manto marrón.
Intentó calmarle diciendo: - Ya sabes, con los
socialistas siempre vamos de culo, ¡anda, pasa!
tomaremos un café, argumentó en tono
conciliador.
Sacaron unos cafés de la máquina
automática, de esos que tienen la capacidad de
desatascar cualquier cañería en tiempo record, y
Saturio cambió radicalmente de tema diciendo:-
¿te acuerdas del tipo que te hablé?...
-¿El del Mercabona?, interrumpió Rosendo
¿Se ha puesto en contacto contigo ya?, ¿ha
dicho algo del caso aquel ?... preguntó
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aceleradamente, disparando como un ráfaga de
ametralladora y denotando una total ansiedad
ante sus expectativas.
-¡Un momento, vamos por partes!, inquirió
Saturio. No me ha llamado, pero le he visto esta
tarde, por casualidad. Al regresar de casa de mi
madre, pasé por la calle del Bar Dry, ¿no sé si
sabes cual te digo? Ese que se transforma a lo
largo del día, comienza dando desayunos y
acaba el día sirviendo cócteles y copas de
madrugada.
¡Como no lo voy a conocer!...dijo Rosendo
-Bueno, el caso es que vi a Florencio con
Ángela, ¿sabes? Añadió Saturio
-¿Ángela?... ¡la puta de la casa de tu
madre!, je, je… ¡le gustan maduritas!, aún así,
no tiene mal gusto el condenado, rio Rosendo.
-Si, al parecer, debe de ser un cliente
habitual por allí. El vicio le puede al muchacho,
de casa de Amadora al Dry, ¡menudo figura!, no
pierde cátedra. Deben pagar bien en el
supermercado, ¿no crees? Dijo Saturio
44
-No lo sé, respondió Rosendo. El caso es
que el amigo éste es un viciosillo de aúpa, y de
momento, creo que haré unas pesquisas sobre
él para tener algo a lo que atenernos. Conozco a
Paco, que trabaja como camarero en ese bareto.
Si es un cliente tan habitual como aseguras,
seguro que podremos tener algo más de
información. Tú tienes que conseguir la cita y
ver lo que te tiene que contar, así tendremos
más claro si podemos tener caso o no. Puedes
contar conmigo para lo que quieras. Como en
toda pareja detectivesca, uno pone la cabeza y
el otro es el brazo ejecutor, a mi me gusta el
lado de poli malo, tú ya me entiendes, Satur. En
cuestión de ambientes raros y en la calle me
desenvuelvo como el mejor, dijo Rosendo con
rotundidad y sin reparos.
-Lo sé, por eso te confío ese aspecto de la
investigación a ti. Sé que sabes sacar jugo a las
personas, je, je… tú puedes ir averiguando algo
del tal Paco y escudriñando por la calle a ver que
sabemos de Florencio, y yo mientras me moveré
en las distancias cortas, es importante tener
todo controlado, matizó Saturio.
◊ ◊
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La noche se fue consumiendo con más
sueño que trabajo, como suele pasar en este
tipo de labor, y con el albor matinal nuestro
Saturio, regresó a casa con las ilusiones puestas
en “su caso” y muchas preguntas en su cabeza
sin respuesta.
◊ ◊
Rosendo, tras haber dormido la mañana,
comer y hacer unos cuantos recados, se dirigió
al bar Dry para entrevistarse con Paco, que
efectivamente, ese día se encontraba tras la
barra.
Rosendo, entró por la puerta, saludó
discretamente a Paco y se sentó en una esquina
de la barra alejado del resto de personas que
sentados en las mesas conversaban y
disfrutaban de la música de fondo. Allí esperó
hasta que Paco, tras atender a unos clientes se
acercó a Rosendo y le puso su cóctel favorito sin
tener que decirse nada más entre ellos.
Rosendo bebió un sorbo, miró a Paco y le
dijo:- necesito información sobre alguien.
-¡Dispara! exclamó Paco
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-El tipo que estaba ayer con Ángela,
respondió Rosendo muy secamente.
-¡Se llama Florencio, es un cretino y muy
cansino!, un clásico por aquí, exclamó Paco de
forma rítmica, sonando como si de una canción
se tratase.
La boca de Rosendo se torció queriendo
dibujar una especie de sonrisa entre macabra y
socarrona y siguió el interrogatorio, ¿y qué
más?. Ya veo que aparte de saber agitar la
coctelera también te dedicas a la poesía en tu
tiempo de asueto… ¿no te apellidarás Bécquer
por casualidad? Y ya que estamos en el tema
literario, te explico que mi poema favorito es la
canción del pirata, creo que no hace falta que te
diga por qué, le soltó Rosendo en un tono que
sonó más que amenazador.
A Paco le cambió la cara de color y
también el de su tono de voz y forma de
expresarse, pasando a comportarse de un modo
más sumiso. Le miró y dijo: -si, en serio, es un
cliente habitual por aquí. Yo no lo aguanto
porque es muy pesado, me tiene frito con el
italiano, estoy hasta el gorro. Siempre está con
lo de su vida en Italia, que si el italiano… no lo
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aguanto. Lo que si parece es que las putas que
lo acompañan se divierten con él. Les paga
todas las copas y suele ser cliente fiel. Desde
luego debe manejar pasta porque el nivel que
lleva no es fácil de soportar. Sinceramente…
entre nosotros, ¡es un “pagafantas” del copón!
Diciendo esto se desplazó hasta la otra punta de
la barra y atendió a un cliente que acababa de
entrar hacía unos instantes.
Rosendo intentó atar cabos, pensando que
para trabajar en el Mercabona llevaba un nivel
un tanto exagerado, a él también le empezó a
atraer aquel tipo misterioso y extraño.
Paco regresó y continuó su conversación
con Rosendo diciendo:-Aparte de las compañías
con fulanas cincuentonas de la zona, suelo
llamarle algún taxi para que le traslade a algún
Puticlub de la periferia de vez en cuando, ya
sabes, también busca en el mercado
internacional, dijo guiñando el ojo derecho
buscando la complicidad de su interlocutor.
¡Vaya! ¿Y cómo crees que se lo puede
permitir el amigo?, Por lo que tengo entendido
es un mero reponedor de estantes en un
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supermercado, no un bróker inmobiliario,
inquirió Rosendo.
No me digas, a veces me ha comentado
algo de una herencia, algo de su padre, en fin,
ya te digo que no hago mucho caso porque creo
que tiene más fantasía que los dibujos
animados, aclaró Paco.
¡Muchas gracias por la información,
amigo!, exclamó Rosendo, para acto seguido
levantarse mirarle a los ojos y espetarle:-
Imagino que la copa corre a cuenta de la casa.
Paco trató de hablar, de decir algo, pero al
ver que la voz le podía traicionar, ya que su
lengua era lo más parecido a una membrana que
no paraba de temblar en el interior de la boca,
dejó esbozar una sonrisa algo forzada y
haciendo un ademán de conformidad y
aprobación con su mano derecha, dejó correr el
asunto.
Rosendo, tuvo el detalle de dar las gracias
en un acto de demostración de superioridad
manifiesta ante aquel hombre, a quien se le
podía oler el miedo y el respeto que le tenía.
Eran los momentos que más disfrutaba, su
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personalidad era fuerte y con carácter; la dura
vida en los buques comerciales por todo el
mundo se lo había impreso a la fuerza.
Finalmente se despidió instándole a contarle
cualquier novedad que surgiera en relación al
tema tratado.
Paco al ver desaparecer a aquel hombre
por la puerta del establecimiento, respiró
aliviado, notando como los esfínteres también se
relajaban y un sudor frío le recorría el cuerpo.
◊ ◊ ◊
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51
Capitulo 5
Saturio, se encontraba castigando su
hígado a base de unos pelotazos de “whisky on
the Rock”, y se sumía en trance ante un lienzo,
que lejos de conservar su blancura nuclear iba
cubriéndose de trazos y pinceladas por doquier.
El tono del celular, rompió el romanticismo
del momento entre el artista y el cuadro y las
musas huyeron despavoridas tras la irrupción
del sonido estridente en el silencio.
-¡Joder! ¿Quién será el inoportuno?,
tendría que apagar el dichoso móvil mientras
trabajo, gruñó amargamente Saturio.
Por fin, acabó con el sonido diabólico de
aquel teléfono móvil apretando con fuerza sobre
el botón verde de descolgado, y casi de un grito
contesto: – ¡Quien!
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Una voz temblorosa y esquiva trato de
identificarse sin apenas poder articular palabra
debido a la potencia de la voz al otro lado del
auricular, El susto y el nerviosismo causados por
el tono de la contestación, hicieron que aquel
tipo casi no fuera capaz a soltar un hilillo de voz
que se hiciera audible:
– So…so…soy Flo..rr…rencio! Apenas pudo decir.
Hombre, Florencio!, perdona la
brusquedad pero me hallaba inmerso en mi
labor artística y llevo muy mal que me saquen
tan toscamente del trance en el que me sumo.
Es como sacar a un pez fuera del agua de golpe,
se crea una agonía por el cambio de medio,
¿sabes?, es realmente un momento traumático,
se explico disculpándose Saturio de forma
metafísica.
-¡Bi, bien!, no pasa ni...nada, tan solo
quería saber si podíamos quedar para charlar un
poco del asunto que nos concierne, y a ver si tu
podrías hacer algo. Contesto Florencio. Si te va
bien podemos quedar a eso de las seis de la
tarde en el Dry, imagino que sabes dónde está.
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Si, por supuesto, me va bien. Ya hablamos
y vemos de que se trata y si existe posibilidad
de investigación, dijo Saturio haciéndose
claramente el interesante.
-¡Pues no se hable más!, esta tarde nos
vemos, ¡Arridererci amico!, se despidió Florencio
con una de sus expresiones favoritas, haciendo
alarde como casi siempre de su poliglotismo.
◊ ◊
Saturio, llegó al Bar Dry a la hora
acordada y escrutó el interior del local en busca
del interfecto. Sentado en la barra de espaldas a
él, se encontraba Florencio dándole la paliza a
Paco, el camarero, quien estoicamente
aguantaba la milonga que le estaba contando.
Se acercó a ellos y saludó interrumpiendo el
monólogo de Florencio, momento en el que Paco
aprovechó para escabullirse, agradeciendo la
cobertura proporcionada por el recién llegado.
-¡Hola Saturio!, ¡al fin nos vemos! Vamos
a la mesa de aquella esquina donde tendremos
más tranquilidad e intimidad, comentó Florencio
amablemente y añadiendo: -¿por cierto, qué
quieres tomar?
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-Un Bourbon con hielo, contestó Saturio
sin dudar ni un segundo.
-¡Sí señor!, ¡con dos pelotas!, exclamó
Florencio, y levantando la voz se dirigió al
camarero diciendo: - “¡Paco, un Gintónic con
limone per me e un Bourbon con hielo per il
cavalliere!”
Paco recibió la demanda con resignación y
se dedicó a preparar las bebidas sin más,
dejando escapar un bufido para quitarse el
desaliento que le causaba, ya que seguía sin
aguantar el humor “itálico” de aquel personaje,
pero al fin y al cabo, era un buen cliente… más
bien, ¡no salía de allí!
◊ ◊
Rosendo, se acercó a una cabina telefónica
y marcó los nueve dígitos correspondientes a un
teléfono móvil.
-Sí, dígame, respondió una voz femenina.
-¡Hola Ángela!, -dijo Rosendo, ¿sabes
quién soy, no?
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-Cómo no lo voy a saber… El único capullo,
capaz de llamar desde una cabina telefónica
para que no se descubra su número. ¿Aún no
sabes que se puede ocultar el número de
teléfono desde el móvil? Dijo Ángela
irónicamente con afán de ridiculizar a su
interlocutor.
-Sí, te crees muy lista. Los métodos
tradicionales son más fiables, ¡cállate y
escucha!, y no me vaciles, que no aguanto
tonterías…y lo sabes. ¡Quiero verte!, le soltó
imperativamente Rosendo.
-¡Vale! Contestó Ángela, pero lo mismo no
me va bien.
-Te veo en el Bar S’Esponja a las seis y
media de la tarde, sin retrasos y sin jueguecitos,
¿ok?, ¡que te conozco, bacalao!,-inquirió
Rosendo, interrumpiendo la respuesta de
Ángela.
-Muy bien, allí estaré, contestó ella de
forma sumisa, colgándole el teléfono acto
seguido.
◊ ◊
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Saturio y Florencio pasaron a conversar un
poco, tratando sobre temas diversos de la vida y
de la actualidad, hasta que ya con las copas
sobre la mesa, Florencio comenzó con sus
“hazañas itálicas”. Saturio al ver que la
conversación se transformaba en un monólogo,
cambió radicalmente de contenido de la misma
para espetar:
-Bueno, vamos al tema que nos ocupa. La
compañía es grata, pero el tiempo es oro.
Quisiera escuchar lo que me querías comentar,
en un ámbito profesional, ya sabes,… respecto a
la investigación.
-¡Ah, claro!, exclamó Florencio. El caso, es
que últimamente la relación con mi padre no
está siendo precisamente un idilio. Le he pedido
la herencia en vida, ahora es cuando lo necesito
realmente no cuando sea un abuelo. La cosa es,
que tengo entendido que compró un cuadro de
un pintor con mucha proyección y según le
dijeron en su día, se revalorizaría muchísimo con
el tiempo.
-Saturio preguntó:- ¿y quieres que yo te
consiga la herencia?, eso deberías pleitearlo en
57
los juzgados, dudo que yo esté muy legitimado
en estos temas.
-¡No hombre!, más bien, quiero saber si
mi padre conserva aún el dichoso cuadro, ya que
me dijeron que quería regalárselo a una novieta
que tiene por ahí. Sinceramente quiero que me
sea legado a mí, y cobrar la fortuna que valga,
¿entiendes?- matizó Florencio.
Saturio, bebió un trago de whisky y se
quedó reflexionando durante unos segundos con
la mirada perdida. Florencio, imitó el gesto del
detective y alzó su copa para darle un sorbo,
quedando absorto contemplándolo. Veía cómo
aquel hombre de aspecto despistado y
apariencia informal, se abstraía de la situación y
pensaba en solitario. Florencio en ese momento
estaba contemplando a un ídolo.
Repentinamente, Saturio salió de su
ensimismamiento y se encontró a poco menos
de un metro de su cara con dos pequeños ojos
que le miraban fijamente y con una expresión de
alucinación e idolatría grabada en su cara.
-¡Bien!, dijo Saturio. Entonces habrá que
preparar un planing para poder comenzar la
58
investigación, pero tendré que pasarte los
honorarios y gastos que se puedan ocasionar
con ello. Además, tratándose de pintura, creo
que será más fácil para mí el tema ya que de
esto sé un poco.
-Florencio contestó rápidamente.-De eso
no te preocupes, además, con lo que saque de la
venta del cuadro, tengo para eso y más. Tú
comienza con las pesquisas cuanto antes y
consígueme saber lo que puedas del cuadro.
Tengo que asegurarme de que efectivamente,
no ha sido vendido, no me fio de lo que pueda
contarme mi padre, ¿sabes?
◊ ◊
Cerca de allí, en el Bar S’Esponja, Rosendo
se encontró con Ángela. Se dieron dos besos en
forma de saludo, y acto seguido, pidieron unas
copas. Rosendo, sin demasiados miramientos,
le ordenó que las pagara. Tras un breve tiempo
en el establecimiento y sin más dilación, se
dirigieron a casa de Amadora, donde Ángela
prestó los servicios propios de su profesión.
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-Eres una maravilla Angelita, me encanta
tu profesionalidad, -dijo Rosendo complacido y
con un cierto aire sarcástico en el comentario.
-Ángela, lo miró con desprecio mientras se
vestía y le espetó:- Sobre todo por el precio,
¿no?, al menos podrías pagar alguna vez,
¡desagraciado!
-¡Ja, ja, ja…! rio Rosendo, ¿Cuándo
aprenderás a tratar bien a los amigos? Vamos a
ver si nos entendemos, no vaya a ser que me
vaya de la lengua, ya sabes, ¡guapa! Otra cosa,
si sabes algo de tu amiguito el reponedor de
estantes, no dudes en contármelo. ¡Y ahora
suelta por esa boquita!, exclamó con un aire de
superioridad absoluta.
Ángela, dudó unos instantes y luego
sumisamente contestó:
-Tan solo se trata de un cliente,… un
amigo,… simplemente me lo paso bien con él. Es
divertido, y al menos paga y no abusa de mí,
dijo finalmente en un arreo de atrevimiento.
-Tampoco te pases, Angelita. Lo nuestro
es,… como te lo podría explicar… ¿un negocio?
Sólo que en este caso tú eres la que debes
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pagar mi silencio y amistad de la mejor manera
que conoces. Tampoco te cuesta tanto, ya sabes
que te aprecio, dijo Rosendo con un halo de
cinismo en sus palabras.
-¡Vale!, eso lo tenemos claro, pero de
Florencio no te puedo contar mucho, solo de su
vida en Italia, sus fantasías y su historia de la
herencia de su padre, respondió Ángela.
Rosendo, de golpe la miró y dijo:- ¿qué es
eso de la herencia?
-No sé exactamente, pero me ha contado
que su padre se la debería dar, y en esas deben
andarse. Al parecer su padre goza de una buena
jubilación y debe tener una buena bolsa, aunque
Florencio se queja de que no la comparte todo lo
que le gustaría con él.
¡Muy bien!, dijo Rosendo, si te enteras de
algo no dudes en contármelo, ¿vale, Angelita? Y
acto seguido, le dio un beso en la mejilla y salió
sin más de la habitación, despidiéndose de
Amadora a la que encontró de paso mientras se
encaminaba a la puerta de salida y desapareció
fugazmente.
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Mientras tanto, Ángela se quedó en la
habitación lamentando tener que tragar con todo
del macarra de Rosendo. Él sabía demasiado
sobre su vida que su familia ignoraba, y debía
pagar vasallaje para que la cosa siguiera de
igual forma. Finalmente lloró y se lamentó de su
situación.
◊ ◊
Saturio era un hombre a quien le gustaba
pensar bien las cosas y le extrañaba la
cabezonería, de su llamémoslo… “cliente”, ante
la situación hereditaria le tenía algo intrigado.
Por un lado, era una persona extraña, que
llevaba una vida libertina y de cachondeo.
Presumía de ser hombre viajado y sin embargo
trabajaba en un súper de reponedor. Era
contradictorio. Su padre era algo así como un
adinerado al cual sólo esperaba rascarle la
herencia para poder seguir subvencionándose
las juergas. Así todo, el tema le interesaba, ya
que le llenaba su ego y se sentía importante. Se
empezaba a creer un detective privado de
verdad. Iba a ponerse manos a la obra de forma
inmediata.
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-En primer lugar, creo que lo más fácil
sería que hablaras con tu padre y se lo
preguntaras directamente, no sé, sería lo
razonable, dijo Saturio. Viendo que el caso no
tenía ni pies ni cabeza en ese momento.
-¿No lo dirás en serio?, dijo Florencio en
un tono que daba la impresión de enfado. Este
hombre es capaz de venderlo y no decírmelo.
¿Cómo te explicas que no me dé un duro?, sólo
migajas para mantenerme contento, yo quiero
ese cuadro y punto.
-Saturio contó hasta tres antes de soltar, -
¡Hombre! con lo poco que te conozco, yo
tampoco confiaría mi herencia en ti.
Florencio le miró airado y preguntó:-
¿cómo osas hablarme así?, soy tu cliente. Si vas
a desconfiar de mí en ese grado nada más
conocerme, creo que se acabó el negocio.
- Entiéndelo como una respuesta
profesional, sin acritud. Es algo lógico, que si él
desconfía de tu conducta, en cuanto a la vida
desordenada que puedas llevar, no se arriesgue
a invertir su fortuna en un pozo sin fondo,
matizó Saturio sin perder las formas.
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La cara de Florencio cada vez parecía
desencajarse más, ya que se daba cuenta de
que aquel tipo era sagaz y había descubierto su
verdad. Para más Inri, se lo había hecho saber
sin miramientos y sin prejuicios. Había dado con
el hombre ideal, era un auténtico sabueso, un
profesional.
-¡Muy bien, tú ganas! Tienes razón. Pero
eso, no quita que quiero el cuadro, así que sólo
necesito que me realices el trabajo, y por favor,
sin analizar demasiado mi vida, ¿okey?, dijo
Florencio tratando de ser conciliador. El cuadro
se lo llevó de su casa y creo que lo tiene en la
casa de su amante. Una buscona mucho más
joven que él, que lo único que ha olido es su
dinero. Temo que el cuadro se lo haya regalado,
si mi madre, que en paz descanse viviera, no le
permitiría que me tratase así.
-De acuerdo, dejamos lo personal y me
centraré más en lo profesional, dijo Saturio. En
primer lugar, necesito saber algo sobre tu padre,
lugares que frecuenta, donde vive, hay que
empezar a trabajar. Tengo un hombre que es
perfecto para este tema y que sabe
perfectamente como moverse. Lo que no
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consiga éste creo que será difícil que alguien lo
haga.
Florencio detalló lugares y ciertas
costumbres de su progenitor y se congratulaba a
sí mismo de ver a Saturio con su libreta donde
iba apuntando una serie de datos y marcas con
su bolígrafo comprado en los chinos de tinta
negra. Totalmente obnubilado y absorbido por la
profesionalidad de aquel personaje que tenía en
frente, respondió a todas las preguntas que le
realizaba.
Concluida la primera parte del trabajo con
la entrevista, Saturio, decidió despedirse. Apuró
el Whisky que quedaba rebajado por el agua
resultante de la descongelación de las piedras de
hielo y dijo: -Bueno, con estos datos puedo
comenzar a trabajar. Creo, que lo primero ha de
ser el contacto directo con tu padre o con su
amiguita. Si me permites, se me hace tarde y
debo realizar algunos recados. Por cierto, una
última cuestión, ¿cómo es el cuadro y como se
llama su autor?
-Florencio puso cara de no tener ni idea y
respondió:- Es un tipo de pintura moderna, no
sé, no entiendo demasiado, quizá se llame
65
constructivo, o algo así. Del autor tampoco sé
demasiado. Sí sé cómo te he dicho, que en su
día mi padre lo compró bajo una firme
aseveración por parte del marchante de que se
revaloraría mucho con el tiempo.
-Muy bien, no es demasiado, pero es
suficiente para comenzar. Dijo Saturio con
resignación. En cuanto a mis honorarios
podemos decir que serían 2000 €uros.
-¡Por mí, estupendo!, no me parece
demasiado, ¡trato hecho!, contestó rotundo
Florencio a modo de conformidad.
Se despidieron con un abrazo rompe-
costillas que dejó a Saturio momentáneamente
sin aire. La verdad es que de su estado físico no
se podía decir ninguna excelencia, más bien,
existían unas más que notables deficiencias en
éste aspecto.
-Florencio con su típica sonrisa se despidió
diciendo:- Muy bien, ya concretaremos las
condiciones ¡Grazzie amico!, ciao.
Saturio abandonó el bar y se dirigió a casa
donde reanudó su pintura y recapacitó sobre
todo lo acontecido con su extraño “cliente”.
66
Realmente, no las tenía todas consigo, ya que, a
veces le parecía un tarado, y otras sencillamente
un iluso. Aún así, creía fervientemente en la
posibilidad de terminar el trabajillo con éxito,
como gran profesional que era. Se presentaba
ante él la primera oportunidad de poder dar
rienda suelta a su vocación y no lo iba a dejar
escapar tan fácil.
Luego recordó que debía quedar con
Rosendo, marcó su número de móvil para
concertar una cita con él y comentarle las
novedades que iban surgiendo en relación con el
tema.
◊ ◊ ◊
67
Capitulo 6
“…soy el novio de la muerte, mi más leal
compañeeeraaa…” … la melodía del celular
de Rosendo, sonó irrumpiendo en el interior del
todo terreno de la empresa de seguridad donde
se encontraba realizando su servicio, sacándole
de la concentración en la que en esos momentos
se encontraba.
Estaba observando uno de los callejones
entre dos naves en el Polígono Industrial con el
foco lateral del prioritario del vehículo. A
Rosendo, no le gustaba demasiado que le
molestaran cuando realizaba su trabajo, por ello
solía guardar el teléfono en el interior de un
bolsillo de su mochila.
Asió la mochila de tela mimetizada color
del desierto, la cual lucía una bandera de España
de 10 por 10 centímetros de vivos colores rojo y
gualda, y un escudo de la Legión Española, que
tan orgulloso se sentía de haber servido.
68
Comprobó el display del teléfono y se percató
que se trataba de su gran amigo y compañero
Saturio. Esto eliminó la molestia causada.
-¡Hola Satur, qué sorpresa!, ¿a que sé por
qué me llamas?, hay novedades sobre el caso,
cuenta, estoy impaciente, dijo con tono de
alegría Rosendo.
-Sí, afirmativo. Espero no haberte
molestado. Sé que eres muy celoso de tu
trabajo y no te gusta que te llamen e
interrumpan durante tu labor, disculpa si es así.
Dijo Saturio en tono de excusa.
-¡Tú nunca molestas Satur!, ya lo sabes,
contestó Rosendo. Además, la llamada puede
considerarse como mero trabajo, ¿no es así?
Una pena que tengas día libre sino te iría a
visitar.
-Bueno, tienes razón. Simplemente quería
quedar contigo mañana por la tarde, si te va
bien, y ya te explico todo. Además, vendrá
Florencio y así os presento, ¿qué te parece?,
preguntó Saturio.
69
-¡Por mí perfecto! Creo que me iría bien a
las 6 de la tarde en el Dry, que ya veo que
conoces y que parece que se está convirtiendo
en el centro de operaciones de nuestro caso, ja,
ja, ja… dijo sarcásticamente Rosendo.
-A mí me va fantásticamente, así
aprovecharé para hacer una visita a mi madre y
de paso comeré un poco de comida casera bien
hecha, afirmó Saturio.
-¡Ok, Así sea! Centro de Operaciones, Dry,
18.00 horas, hora local ¡siempre a sus órdenes!,
¡hasta mañana Satur!, dijo Rosendo a modo de
despedida.
Saturio se despidió y decidió descansar ya
que mañana sería un día movido, aprovecharía
sus días libres para trabajar en el caso.
◊ ◊
Aquella mañana amaneció con un cielo
plomizo sobre Palma, amenazando con venirse
encima de la ciudad en cualquier momento. Era
sábado, y como tal, no era el mejor día para un
operario reponedor del Mercabona de la Calle
Manacor.
70
Los pasillos y las cajas estaban atestados
de personas que circulaban portando sus cestas
y carros llenos de productos. Era como si
predijesen una catástrofe y quisieran estar
prevenidos ante ella para no sufrir ningún tipo
de necesidad.
Florencio, no tenía precisamente el Don
del trabajo. Por esta razón, se le hacía
especialmente duro, cuando las masas de
clientes despoblaban los estantes, dejándolos
totalmente vacíos de una forma tan rauda, que
él por sí sólo, era incapaz de dar abasto a la
hora de reponerlos con nuevos productos. Esta
particularidad, alguna vez le ocasionaba algún
que otro rife-rafe con su encargado. La sangre,
a pesar de esto, no llegaba al río, más bien
provocado por la cobardía de Florencio, que
rehusaba de los enfrentamientos y se dedicaba a
seguir a lo suyo como buenamente podía.
Cuando más agobiado se encontraba, un
compañero de trabajo se le acercó, le saludó y
comenzó a ayudarle. Florencio, se quedó un
tanto desubicado, ya que nunca había tenido
demasiado trato con él hasta aquel momento.
71
-Me llamo Nelson Pérez, confirmó el recién
llegado. Le he visto muy superado con la vaina y
he decidido ayudarle, si no le importa
demasiado, dijo.
-Gracias. La verdad, es que algo de ayuda
siempre viene bien. Hay tanta gente que el
trabajo me supera, no sé cómo agradecértelo, le
dijo Florencio.
Nelson, llevaba un año largo viviendo en
España. Era natural de Colombia y su hermana
le había conseguido el trabajo en el
supermercado como reponedor. No le gustaba
demasiado trabajar, pero si quería vivir en el
país necesitaba el permiso de residencia y por
tanto, el trabajo era fundamental. Realmente
Florencio le importaba un bledo. Le había
escuchado en una conversación hablar sobre un
tema de un cuadro que quería como herencia y
que su padre tenía dinero. Esto interesaba
mucho a Nelson, y no era por motivos altruistas
precisamente su interés en ayudar a Florencio.
◊ ◊
Saturio, llegó hasta el portal del piso de
Amadora, observó la acera y vio como un tipo de
72
unos 50 años le observaba mientras abría la
puerta. El hombre le miró con desprecio y un
atisbo de odio en sus ojos. Le escaneó de arriba
abajo, quedándose entretenido en el bajo de sus
pantalones, los cuales exhibían un bordado de
hilo verde militar que circundaba la tobillera del
pantalón vaquero. El propio Saturio se había
encargado de coser el bajo y aunque no era
perfecto estaba orgulloso de su obra.
Instintivamente, Saturio miró hacia abajo
también y cuando levantó la cabeza el tipo se
había ido como una exhalación. Cayó en la
cuenta que se trataba del marido de Xisca,
cornudo consentido por interés y que por lo que
podía deducir tras su reacción, no era tan
condescendiente como podría pensarse al
respecto de la profesión de su esposa. -Quizá se
ha imaginado que soy un cliente que se
beneficia a su mujer y no ha podido reprimir sus
sentimientos negativos, pensó Saturio.
Al llegar a la puerta del piso, Saturio se
quedó reflexivo y recordó el incidente acaecido
con Xisca, con lo que quiso ser más cauto y
considerado con la dama y no provocar otra
situación similar.
73
Tocó al timbre y abrió la puerta
lentamente. Posteriormente advirtió de su
presencia con un saludo de buenas tardes.
Parecía no haber nadie hasta que una cara
familiar y con una amplia sonrisa le recibió en el
pasillo y le regaló dos sonoros besos en sendas
mejillas. Era Amadora, su madre, feliz por la
visita de su hijo.
-¡Cómo me alegro, mi niño! ¿Te quedarás
a comer, no? Tengo unas cosas preparadas para
ti en el congelador para que te lleves, ya sabes,
fabada, callos, lasaña… así tendrás para unos
días comiendo en condiciones, a saber lo que
comes…le dijo Amadora sin perder la sonrisa.
-¡Gracias madre!, me quedaré a comer,
siempre es un placer disfrutar de los ágapes
culinarios con los que me brindas en casa. Ya
me contarás qué novedades ha habido estos
días, dijo gustoso Saturio.
-La verdad es que todo sigue bien, y el
negocio no se ha desvanecido. Al menos a las
chicas no les falta demasiada labor a pesar de la
crisis. Alguno prefiere quitarse del placer
culinario antes que de los placeres carnales, dijo
74
Amadora, aunque reconozco que por mi parte he
aplicado un descuentillo a las chicas anti crisis.
Sólo por la compañía y el cariño que recibo de
ellas debería pagarlas yo.
-Madre, lo tuyo más que negocio roza la
caridad, soltó lapidariamente Saturio.
-Son como de la familia, y lo sabes.
Venga, vamos a la mesa y a comer, finalizó
Amadora.
En ese mismo instante, un cliente se
despidió de todos los presentes y salió por la
puerta sin apenas ser visto. Xisca, le acompañó
hasta la salida y directamente se fue al baño
donde se dio una ducha purificadora, que la
limpió el cuerpo aunque no tanto el alma ni su
conciencia.
Saturio y Amadora comieron solos ya que
Xisca rehusando la invitación de acompañarlos a
la mesa, se afanó en airear la habitación y en
cambiar las sábanas de la cama.
Por cierto, hijo, ese amigo tuyo… Rosendo,
no me gustan sus formas. Creo sinceramente
que no se debe estar portando demasiado bien
con Ángela y eso no me hace gracia. A pesar de
75
que le he preguntado, ella siempre desvía la
conversación y no quiere decirme nada al
respecto. No quiero que haga daño a esa mujer,
sino acabará viéndoselas conmigo, concluyó
Amadora.
-Sabes, es un poco rudo y brusco en el
trato pero no creo que quiera hacerle daño, más
bien creo que se conocen demasiado y tienen
algún tipo de acuerdo entre ellos, dijo Saturio
sin estar muy convencido de lo expuesto.
Una vez terminada la comida, disfrutaron
de la sobremesa con un café con pastas hechas
por Amadora, contando esta vez con la
compañía de Xisca que se incorporó a la tertulia,
ya que no esperaba clientela en un par de horas
y decidió esperar allí charlando animadamente
en familia.
◊ ◊
Florencio, salió de su trabajo y se dirigió
directamente al cajero automático para realizar
una comprobación de su cuenta corriente. Los
resultados no fueron muy satisfactorios. Los
números se volatilizaban y encogían más
rápidamente de lo que podían soportar sus
76
pagas de mileurista. Paradojas de la vida, y en
un símil diabólico, le ocurría como en su trabajo
en un día de afluencia masiva de clientes: las
estanterías se vaciaban a un ritmo muy superior
del que era capaz de reponerlas, así se
comportaban sus números.
Con rabia e impotencia se maldijo,
rompiendo en mil pedazos el extracto que
momentos antes el dispensador había vomitado.
Afortunadamente, guardaba un as en la
manga, una tabla de salvación... el comodín de
la llamada, como él bien lo definía.
Sacó el móvil del bolsillo y se apresuró a
marcar de manera torpe y atropellada los nueve
dígitos correspondientes al número de teléfono
deseado. Esperó un par de tonos y colgó con
desesperación y premura, antes de que su
interlocutor pudiera descolgar del otro lado de la
línea.
El estrés provocado por la situación de
agobio hizo que unas gotas de sudor aparecieran
en su frente.
Al cabo de unos minutos, el celular vibró
en su mano y el timbre delató la entrada de una
77
llamada. Respiró tranquilo al comprobar que la
persona a quien llamó era la misma que le
devolvía la llamada. No se demoró demasiado a
la hora de contestar por temor a que se cortara
e inmediatamente se acercó el auricular al oído,
contestando de forma cínica y fingiendo un
cierto aire de sorpresa...-¡Hola Papá!
Rafael, al otro lado de la línea, contestó:-
Sigues usando el viejo truco de la llamada
perdida para que te llame. Al menos podría ser
para preocuparte de cómo me encuentro. Me
temo que justamente no es ese el motivo.
¿Cuánto dinero necesitas?
Florencio titubeó al ser descubierto
quedando desarmado y paralizado como una
liebre que es sorprendida encamada en el
campo.
-Realmente, que...quería hablar contigo.
Bien es cierto que una ayudita no estaría mal.
Sabes que tengo un sueldo ridículo, y mísero,
¡soy mileurista!, intentó explicarse Florencio
para salir del paso. Si bien muy airoso no
consiguió salir, pues su progenitor le conocía en
demasía.
78
-¡Vamos! ¡Déjate de rollos macabeos! No
dices una verdad ni aunque tu vida vaya en ello.
¿Será suficiente con 2500 €? Espero de corazón
que no te hayas metido en ningún lío por ahí. Te
dilapidas todo lo que encuentras, no piensas en
el futuro, le espetó su padre con visos de enojo
en su tono de voz.
-¡Mira, papá!, agradezco tu ayuda y
colaboración en mi causa, dijo sumisamente
Florencio, pero tampoco necesito que me
sermonees y mucho menos trates de
ridiculizarme. A todo esto, quería preguntarte
¿qué fue del cuadro aquel que compraste hace
unos años? Aquel que te anticipó el marchante
que se revaloraría con el tiempo, pues era una
nueva técnica de pintura, preguntó Florencio.
Rafael, totalmente descolocado por la
pregunta le contestó: -¿De qué me estás
hablando? Sabes de sobra que fue un regalo
para Aline y que lo tiene ella en el apartamento
que compartimos en Illetas. ¿A qué viene eso de
revalorización ni qué ocho cuartos?
-Sinceramente, creí que sería parte de la
herencia que me donarías algún día, yo quería
79
esa pintura, se quejó de forma ostensible
Florencio.
-Te voy a decir algo, no sé a qué viene
este numerito que me estas montando. A ti, ni
te ha interesado nunca la pintura ni entiendes
un ápice sobre el tema. Se lo regalé a Aline,
porque ella sabe valorarlo, ya que es Licencia en
Historia del Arte y está ligada en su trabajo a
este campo, le recriminó Rafael.
-¡Ah!, ¡o sea que es de ella! Como la
señora entiende se lo regalas, y a tu hijo… ¡que
le den! Esperaba que formara parte de tu legado
hacia mí, siguió quejándose Florencio.
Rafael, no podía creer lo que estaba
escuchando. Parecía que le estaban gastando
una broma pesada, de esas de la radio.
Florencio, parecía estúpido y anclado en el tema
del dichoso cuadro. Comenzaba a creer que su
hijo estaba tomando algún tipo de
estupefaciente que estaba acabando con su
cerebro.
-¡Vamos a ver si nos entendemos, hijo!
Aline, es mi compañera. Sé que desde la muerte
de mamá, nuestra relación no ha sido la mejor y
80
menos desde lo mío con Aline, pero debes
admitir que tengo derecho a vivir mi vida. Te
ingresaré el dinero si es lo que quieres, de lo
otro no hay más que hablar, le pertenece a ella.
Y por cierto, sabes que la prohibición de
acercarte al apartamento y a Aline sigue en pie,
a no ser como ya te dije, que sea para acercar
posiciones a una reconciliación, dijo Rafael
suavizando algo el tono, tratando de calmar la
situación.
-¡Pues no tenemos más que hablar!
¡Ingrésame el dinero y ya habrás cumplido como
padre! dijo Florencio, tratando de atacar por el
lado sentimental la línea de flotación de su
padre.
Lejos de su intención, el disparo de
Florencio fue en vano, ya que, Rafael,
acostumbrado a las artes de su hijo, no cayó en
semejante trampa y le espetó: -¡No tiene un
valor económico grande, convéncete! Es más el
valor artístico. Pero qué vas a saber tú, no
trabajas precisamente en el Prado, y
sinceramente, lo más parecido a un cuadro
colgado que conoces, son los carteles de las
ofertas de ese supermercado en el que trabajas.
81
Florencio, indignado ante las palabras de
su padre, se despidió de él de forma cortante y
dejándole caer que llegaría el día en que tendría
que elegir entre él y su novia. Claro está, que lo
decía con la boca pequeña, pues sabía que el
único que tenía que perder y mucho, era
claramente él.
Rafael, se quedó un tanto triste por el
cariz que había tomado la conversación, pero
más preocupado le tenía el hecho de pensar que
Florencio estuviese metido en algún lio gordo.
Se relajó pensando que realmente sólo era “un
manos rotas” que se gastaba todo de forma
descontrolada.
Finalmente, la conversación concluyó tan
tensa como había comenzado, dejando a
Florencio enojado y a Rafael preocupado.
◊ ◊
Amadora, se disculpó de su hijo y de Xisca
argumentando tener que ir a la peluquería,
donde tenía la vez guardada, ya que
acostumbraba a acudir puntualmente una vez
por semana. No marchó sin antes recordarle a
82
su hijo, que recogiera todo lo que tenía
preparado para él, en el caso de que no
estuviera en casa a su regreso. Respecto a
Xisca, tenía plena confianza en ella y si se
quedaba sola en casa no había inconveniente,
era como de la familia.
Xisca, se afanó en recoger la mesa y
Saturio muy voluntarioso se dedicó a echarle
una mano en la labor. La mujer, cogió la jarra
del café sobrante y al girarse de forma brusca se
topó con el cuerpo de Saturio quien no tuvo
tiempo de esquivar la maniobra, provocando que
el café se derramara por encima del jersey y los
pantalones del varón.
- ¡Madre mía! ¡Qué torpe soy! Entre éste
maldito modelito que no me deja hacer según
qué movimientos y las prisas… ¡mira lo que
acabo de hacer! Si es que cada vez que nos
vemos tenemos un percance, se lamentó Xisca.
Diciendo esto, se dirigió a la cocina
apresuradamente y cogió un paño,
humedeciéndolo con agua.
Al regresar de nuevo, cruzó su mirada con
la de Saturio que seguía de pie sin saber muy
bien cómo actuar. Éste, al ver al desnudo el
83
rostro de Xisca sin el antifaz que solía ponerse
por la casa, quedó perplejo al ver en todo su
esplendor la belleza de aquella madura mujer,
de la misma forma en que le había ocurrido la
primera vez que hizo.
Xisca, se agachó con el trapo húmedo en
la mano y comenzó a restregar el pantalón
vaquero de Saturio con nerviosismo, quién con
tanto roce y sobre todo, con la visión del
generoso escote de la dama desde un ángulo
cenital, estaba empezando a excitarse de forma
ostensible. Sin poder poner remedio a la más
que evidente erección.
Para la mujer, no pasó desapercibido el
bulto que se había formado bajo la tela del
pantalón, y por lo que dejaba aparentar, parecía
tener un tamaño considerable. La situación,
provocó en la mujer un deseo irrefrenable y
quizás por deformación profesional, quiso
comprobar de primera mano aquel misterio que
se cernía ante sus ojos. En un acto reflejo, tiró
del pantalón hacia abajo con fuerza,
consiguiendo de paso, que el calzoncillo de
algodón que se escondía debajo descendiese al
mismo tiempo.
84
Ante la sorpresa de Saturio, Xisca,
observaba ojiplática el tamaño de aquel
miembro, que su amigo había mantenido tan en
secreto y que la tenía casi hipnotizada sin poder
apartar la vista de ella. Finalmente, no reprimió
sus deseos y no se resistió a coger “aquello” con
ambas manos, ya que no era capaz de abarcarlo
con una sola.
-¡No sé si esto está bien!, Saturio, dijo
Xisca yo,.. yo aprecio a Amadora y…
Sin decir nada más, se dirigieron al
dormitorio y se dejaron llevar por el deseo y la
lujuria, entrando en un sinfín de juegos
amorosos. Xisca, había caído en un total
desenfreno y disfrutó de Saturio, sintiéndose
plena de satisfacción, no sabía que le pasaba. Al
final, le dedicó un trabajo con sus enormes y
turgentes senos que dejó a Saturio más que
satisfecho.
-¡Esto es gratis!, pero que quede entre
nosotros, ¿Ok?, le inquirió Xisca. Amadora, no se
puede enterar, me moriría de vergüenza. –He de
reconocer que me has sorprendido. ¡Qué callado
te lo tenías “picha dulce”!, y rió plena de gozo.
Aquel encuentro, había supuesto una bocanada
85
de aire fresco en su triste vida, pero también le
dejaba un regusto amargo. Por primera vez,
había sentido algo bonito con un hombre que no
era su marido, se encontraba confusa… pero no
quiso dar más vueltas al tema. Lo cierto es, que
había disfrutado como nunca.
-¡No te preocupes, un caballero respeta a
una dama siempre! Por cierto, muchas gracias
por todo y debo darte la enhorabuena por la
labor. Ahora comprendo tu éxito, dijo Saturio,
tratando de alabar a la dama. En esos
momentos, se le vino a la cabeza la reacción que
había tenido el marido de Xisca en el portal
aquella tarde, quien quizá hubiera tenido una
premonición de lo que estaba por pasar.
-Lo sé y por eso confío en ti, Saturio. Sé
de buena tinta que eres hombre de honor, dijo
convencida Xisca. Te aseguro también, que por
hoy, doy mi jornada por concluida, he agotado el
cupo contigo… ¡no puedo más!
Saturio, conversó un rato más con la
mujer. Finalmente se duchó, se cambió de ropa,
recogió las provisiones preparadas por su madre
y se despidió de Xisca. Al salir de la casa, se
dirigió directamente a la cita que tenía
86
concertada con su amigo y compañero en el Dry.
Caminaba con halo de felicidad resultante del
encuentro carnal acaecido con la meretriz.
◊ ◊
A las seis en punto, Saturio hace aparición
en el Bar Dry y saluda a Paco, el camarero,
haciéndole una señal dejándole claro de que
esperaría a pedir un poco más tarde. Él
camarero asintió con su cabeza en dando su
conformidad.
Momentos después, una figura alta y
esbelta aparece en el umbral de la puerta del
local. Viste “chupa” de cuero negra, con un
dibujo de dos tibias cruzadas y una calavera a
modo pirata. Escruta el interior buscando a
alguien y finalmente entra de forma explosiva
saludando efusivamente a Paco.
Efectivamente, el camarero comprueba
para su desgracia, que es Rosendo con su típica
imagen de pirata moderno.
-¡Buenas noches Paquito!, ya está aquí tu
amigo Rosendo para animar este muermo de
bar. ¡A ver si cambias de música hombre, algo
87
más cañero!, dijo Rosendo moviendo la cintura
emulando tocar una guitarra eléctrica.
-Lo que me faltaba, ¿quieres que
enloquezca? Déjalo estar como night-club,
tranquilo con su Jazz, etc. que así nos
entendemos mejor, concluyó Paco.
Seguidamente, Saturio se levantó y se
dirigió en dirección de su amigo Rosendo para
fundirse ambos en un abrazo rompe costillas que
a poco le vuelve a costar un disgusto ya que los
manotazos que propinaba Rosendo eran más
violentos que cariñosos.
-Rosendo, miró al camarero y le dijo:-ya
sabes lo que quiero yo, y a Satur le pones un
Whisky del bueno, ¡Bourbon con hielo!… ¡Y
rapidito, que tengo sed! Luego, se volvió hacia
su compañero y preguntó: -¿Qué tal ese Satur?,
Oye, te veo diferente, ¡tu mirada brilla tío!
¡Parece que hubieras triunfado hoy! ¿Cómo se
llama la interfecta? ¿Es casual o hay algo más?
preguntó Rosendo con una sonrisa de pícaro en
la boca y de forma burlona.
A Paco, la chulería de Rosendo le inflaba
las criadillas, en especial si además se ponía en
88
plan guasón ya era el acabose. Así que, cogió la
coctelera y preparó la copa favorita de Rosendo,
no sin antes adornarla con un complemento
extra de su cosecha. Un esputo salió de sus
labios de forma totalmente desapercibida y
rápida y fue a parar al interior del recipiente
donde se mezcló posteriormente con el resto de
ingredientes para acabar finalmente en la copa
preparada al efecto para su “amigo” Rosendo.
Saturio, no sabía dónde meterse, era
tímido en lo que se refería a los temas de sexo
¿Cómo era posible que ese tipo se diera cuenta?,
es que ¿acaso lo llevaba escrito en su cara?... Si
pretendía ser un buen detective debía ser capaz
de esconder sus sentimientos, al menos que no
se notara tanto. La astucia y perspicacia de
Rosendo al igual que sus burlas le molestaron,
pero a la vez le dejaron un buen sabor de boca,
ya que ese hombre estaba de su lado y también
podían jugar a su favor.
Trató de mantener el tipo y cambió de
conversación: -¡Has sido puntual!, a ver si
Florencio lo es también y podemos empezar a
esbozar el planing, dijo Saturio.
89
La voz de Paco, interrumpió la
conversación y Saturio agradeció el capote del
camarero, logrando así, salir de la situación de
compromiso en la que le había metido Rosendo.
- ¡Un Bourbom con hielo para el caballero y un
coctel especial de la casa para un “cliente
especial”!
Rosendo se acercó a la barra y recogió las
copas guiñando un ojo a Paco buscando su
complicidad, cosa que encontró en la amplia
sonrisa, socarrona y complaciente del camarero,
quien sintió un placer especial por dentro tras su
pequeña vendetta.
En el lapso de tiempo en el que los dos
compañeros se saludaban, la aparición estelar
de Florencio agarrado del brazo de Ángela llamó
poderosamente la atención de la clientela del
local y en especial de Paco, quien al oír el
estruendo de las risas de los amantes se dio
cuenta enseguida de quien se trataba.
-¡El que faltaba para el duro!, dijo entre
dientes Paco: ¡-tengo que pedir un plus por
peligrosidad!, ¡acabaré como un cencerro con
éste personal!
90
Florencio, saludó efusivamente a Paco con
su típica sonrisa estúpida en la boca:-¡Caro
amico! ¡Gintonic per me come sempre y la
donna… lo que quiera! Seguidamente se disculpó
con su acompañante y la instó para que
aguardara su ausencia unos minutos mientras él
aclaraba un tema profesional con Saturio.
Ángela, saludó a los dos hombres que se
hallaban sentados en una mesa, no muy lejos de
su situación. Al cruzar su mirada con la de
Rosendo, enseguida trató de desviarla e inició
una conversación con Paco, que tras la barra, se
parapetaba ante la reunión que se producía a
escasa distancia.
Saturio, presentó a Rosendo ante
Florencio. Lo hizo como su ayudante y ambos se
dieron la mano mirándose a la cara. Florencio,
notó como la mirada sagaz de Rosendo se le
clavaba en los ojos, teniendo la sensación de
que éste era capaz de escrutar en su cerebro y
leer su pensamiento. Ante esto, trató de desviar
la conversación.
-¡Bueno, señores!, exclamó Saturio, una
vez hechas las presentaciones y acabadas las
formalidades, pasemos a lo que nos concierne,
91
con que sus interlocutores asintieron al unísono
a modo de conformidad.
-¡Paco! ¡Que sean otras dos copas de lo
mismo!. La cuenta se la cargas al “Signiore”,
dijo Rosendo dirigiendo su mirada a Florencio y
agregando: – ¡Esto entra también en calidad de
dietas!, y esbozó una sonrisa maliciosa.
Florencio, se sentía incómodo y acojonado
con aquel tipo delante. Tenía una fuerza
abrumadora y desde luego no iba a ser él
precisamente quien le contrariase.
Saturio, continuó diciendo: -Florencio, nos
tienes que dar algunos datos sobre la pintura, tu
padre, etc., algo para poder ir basando la
investigación.
-Bien, comenzó a relatar Florencio En
resumen, os puedo decir que la relación con mi
padre no viene siendo la mejor desde la muerte
de mi madre hace unos años. Soy hijo único y lo
que me interesa verdaderamente de él en estos
momentos, es que vaya compartiendo su
patrimonio en vida conmigo. Bien es cierto, que
lo hace con cuentagotas y no se estira
demasiado. Hablé con él por teléfono
92
recientemente y le pregunté directamente por el
cuadro. El caradura, me ha dicho con total
desfachatez que lo compró para su amante. Una
francesa que se lo beneficia desde hace unos
años, y que lo único que quiere es su pasta
como ya te dije. Ahora, me viene con ese
cuento, y seguro que el apartamento también ha
salido en su mayor parte del bolsillo de mi
padre. ¡No lo puedo creer!
Rosendo, salió al encuentro y dijo: - Al
menos tenéis algo en común la gabacha y tú.
Tan solo queréis a tu padre por interés y tras
decir esto, soltó una estrepitosa carcajada corta.
Saturio, vio como la cara de Florencio se
tornó seria y sorprendida ante tal aseveración, e
hizo caso omiso al comentario desafortunado de
su compañero, sin secundar en ningún momento
las risas de este. Reflexionó un instante y
preguntó:- ¿Y donde se halla exactamente el
cuadro? Es importante poder observarlo y
tasarlo para atenernos a algo claro, y desde ese
punto, exigir en consecuencia, aunque sea
judicialmente, así ver si podemos incluirlo como
heredable en tu beneficio.
93
-Como os he dicho, mi padre me confirmó
que se encuentra en el nidito de amor de las
palomitas. Éste se encuentra en la Urbanización
The Anchorage de Illetas, al lado de Cala
Comtesa, no muy lejos de Palma explicó
Florencio. El problema es que, tengo
terminantemente prohibida la entrada en éste
complejo. Tal es, que incluso los Vigilantes de
Seguridad tienen órdenes estrictas de que no se
me permita el acceso. Todo ello, viene a colación
de un desencuentro que tuve con Aline, que me
costó el veto de mi padre y la prohibición que os
he citado.
Saturio, concluyó y dijo de forma
elocuente: -Entonces, tú quieres que nosotros
consigamos entrar en el apartamento y
comprobar que el cuadro sigue allí aún y no ha
sido vendido…
-¡No, exactamente!, dijo Florencio de
forma lapidaria interrumpiendo a Saturio.
¡Quiero que recuperéis el cuadro para mí!
Saturio se quedó estupefacto ante la
taxativa respuesta. Adquirió un tono de ofensa,
se levantó de la silla y exclamó: -¡Soy un
detective, un Vigilante de Seguridad, un hombre
94
de Ley con una moral! ¿Cómo te atreves,
esperpéntico ser, a pedirme que delinca?
En ese mismo instante, Rosendo golpeó la
mesa con fuerza con la palma de su mano
derecha y gritó: -¡Está hecho! ¡Aceptamos!
-¡No puede ser! Advirtió de nuevo Saturio,
lanzando una mirada inquisitiva hacia su
compañero. Una cosa es que comprobemos que
la pintura está en su sitio y no se ha vendido.
Que tengamos que utilizar alguna que otra
artimaña detectivesca, como pudiera ser el caso
de un allanamiento de morada o en su defecto
algún derecho contra la libertad de las personas.
Otro bien distinto es cometer un robo, hurto o
similar, ¡me niego de forma tajante…!
- … ¡Os ofrezco 4000 eurazos, el doble de
lo acordado, y no se hable más!, sentenció
Florencio sin dejar que Saturio concluyese su
discurso.
-¡Toma ya! ¡Cuenta conmigo compañero!
Gritó Rosendo volviendo a golpear la mesa de
nuevo, riendo y divirtiéndose como si de una
subasta se tratase ante aquella situación.
95
Saturio, se quedó mudo por la situación. El
fervor de Rosendo y la gallardía de Florencio,
que contrastaba con la facha de pardillo que
aparentaba tener, le estaban descolocando. El
dinero ofrecido le nublaba el pensamiento… Y al
fin decidió: ¡Está bien! dijo, ¡pero se hará a mi
manera!. Tampoco somos delincuentes para
estar robando por ahí. Trataré de encontrar la
manera de llegar a algo coherente… por el bien
de todos.
Continuó su discurso tratando de controlar
la situación y calmarse, añadiendo: -Lo primero
que debemos conseguir, es infiltrarnos en la
dichosa Urbanización, buscando la forma… ¡que
ya sé por dónde vamos a empezar! Luego, ya
veremos sobre la marcha. De momento, la
empresa que controla el acceso es
“MajoricaSegur”, si no me equivoco, ¿verdad? O
sea, la misma en la que trabajamos Rosendo y
el que suscribe. Tras decir esto sonrió y se hizo
el interesante al ver que sus dos acompañantes
estaban callados escuchando su teoría. En ese
momento se sintió importante.
Florencio se quedó sin palabras, con cara
de tonto y con la boca abierta mirando a
96
Saturio. Las dudas sobre la fuerte moral del
detective le daban que pensar. Por otro lado, le
sorprendía su elocuencia y su rapidez de
pensamiento. No las tenía todas consigo. Aún
así, esperaba que la oferta económica y Rosendo
pudieran más que su moral y su legalidad.
Rosendo, irrumpió diciendo: -¡Déjalo de mi
cuenta Satur! Tengo un par de amigotes en la
administración de la empresa que me deben
algún favorcillo. ¡Creo que es hora de cobrar
alguno!.
-Muy bien, yo hablaré con Bartolo, que
hace servicios allí habitualmente y veré que me
cuenta, dijo Saturio con más efusividad en sus
palabras, viendo que todo iba viento en popa y
olvidando un tanto sus moralidades en esos
momentos. En ocasiones, un detective debe
dejar un poco sus principios de lado y vivir al
margen de la Ley. Aquello comenzaba a
entusiasmarle y a preocuparle en un grado
equitativo.
Florencio, se despidió argumentando no
querer dejar sola por más tiempo a la dama que
le acompañaba, y se fue feliz de ver que
aquellos tipos eran lo que necesitaba. Aunque ya
97
no confiaba ciegamente en ellos, si que
esperaba que realizaran la labor y les invitó a
otra copa más en agradecimiento y también
como no, a modo de acicate.
Paco, un tanto despistado por los
tejemanejes que veía entre los reunidos, y la
efusividad que habían mostrado por momentos
durante la reunión, se relajó un poco al ver que
esta se disipaba y que no tardarían en
abandonar el local. La tranquilidad regresaría
esa noche, por fin.
Tras apurar las copas, Saturio y Rosendo
se despidieron y salieron del bar tomando
direcciones opuestas, dejando a su cliente que
continuara su fiesta particular, no sin antes
informarle de que volverían a verse en caso de
tener novedades que comunicar.
◊ ◊ ◊
98
99
Capitulo 7
Durante aquel turno en el trabajo, Nelson,
quiso acercarse de nuevo a su “amigo” e intentó
buscar alguna excusa. Aquello del trabajo, no
era su filosofía de vida. A pesar de su juventud,
la esta le había enseñado mucho en Colombia, y
sabía cómo cumplimentar el mísero sueldo que
recibía con “trabajos” más rentables.
Aquella mañana, no había tanto trabajo
como el sábado, y gracias al relax aparente,
pudo coincidir con Florencio en el almacén.
Aquel tipo era extraño, su vida por Italia y los
litigios que se traía con supuesta herencia de su
padre, llamaban poderosamente su atención, y
quería saber más de la vida de aquel tipo.
-¡Hola Señor Florencio!, buen día. Se le ve
un poco apagado hoy, tal vez triste, le dijo
100
Nelson de forma educada y amable, ganándose
poco a poco la confianza de su compañero.
-Bueno, ya sabes, un mal día, contestó
Florencio.
-No será cosa de amores. Mire usted, si
necesita desahogo ahorita mismo platicamos
durante el almuerzo, se ofreció amablemente
Nelson.
Florencio agradeció éste gesto de su
compañero y aceptó la oferta para tomar el
desayuno juntos. A eso de las 11.00 horas,
ambos se dirigieron a un bar cercano al
supermercado y tomaron un café con tostadas
que como no podía ser menos, Florencio insistió
en pagar.
Durante la conversación, Florencio le
explicó a su compañero que los problemas con
su padre y amante de éste le traían de cabeza.
También le contó alguna que otra intimidad y
por supuesto habló largo y tendido de su periplo
italiano. Nelson, aguantó el tirón estoicamente y
consiguió información acerca del apartamento de
la playa y de la pintura. Esto le interesaba
mucho e hizo hincapié en ello, de forma que
101
consiguió el objetivo previsto. Aquel tipo solo era
un charlatán solitario que con tal de tener
alguna persona cerca que le escuchara era capaz
de invitarle a un desayuno, tal y como había
hecho con él mismo.
Florencio, al ver el interés de su
compañero le hizo una proposición de trabajo.
Pensó en la posibilidad de asegurarse el objetivo
contando con Nelson y se decidió haciéndole una
oferta: -Si te interesa te puedo ofrecer 2000
euros por el cuadro, ¿Cómo lo ves?
Nelson, se lo pensó un momento.
Finalmente y sin más dilación aceptó el trato: -
Esta usted tratando con el hombre ideal.
¡Ahorita mismo comienzo con el tema! Dijo
Nelson estrechando la mano de Florencio y
cerrando el trato.
◊ ◊
Tras aquel almuerzo, Nelson, envió un
mensaje de texto a un teléfono móvil, fue
escueto y telegráfico:”tengo algo interesante,
trabajo a la vista”.
◊ ◊
102
Esa misma mañana, en la Urbanización
The Anchorage de Illetas, Bartolo, Vigilante de
Seguridad que desempeñaba su labor en la
misma, se encuentra realizando el servicio que
le corresponde por su puesto de trabajo. Es un
tipo peculiar. Lleva años trabajando allí y conoce
a la perfección a todos los moradores del lugar e
igualmente es también conocido y respetado por
estos.
Lleva gafas, de esas que se conocen
comúnmente como culo de botella, aunque a él
no le importa y tampoco le impide demasiado en
su labor cotidiana, si bien se planteaba una
operación en sus ojos para al menos ganar algo
estéticamente.
Aquella mañana, al hacer su ronda se
encontró un tanto indispuesto. Su corazón
comenzó a latir más deprisa de lo habitual y
ante un susto evidente, decidió irse a Palma
para consultarlo con su médico de cabecera,
quien tras un examen de valoración, instó a
visitar al cardiólogo.
◊ ◊
103
Saturio se dirigió a Illetas para hacer una
visita a los compañeros de la Urbanización The
Anchorage, con el afán de entrevistarse con su
compañero Bartolo, al cual conocía
sobradamente, ya que habían coincidido en
numerosos servicios hasta que él consiguió
quedarse con el puesto fijo en ésta urbanización.
Bartolo, era un buen tipo y Saturio esperaba
poder conseguir algo de información acerca de
algunos aspectos del servicio y de algún
habitante, así como intentar algún turno de
servicio allí.
Al llegar, se presentó y saludó al
compañero que se encontraba en la garita de
entrada. Preguntó por su amigo Bartolo y recibió
la triste noticia de su baja médica por una
arritmia que había sufrido.
Algo contrariado decidió llamar a Rosendo
y contarle lo ocurrido.
-Sí, contestó Rosendo con voz de pocos
amigos.
-¿No te habré despertado?, lo siento si es
así, se disculpó Saturio.
104
-Te salvará el hecho de que me des una
buena noticia, si no eres hombre muerto,
contestó Rosendo, quien hizo que su
interlocutor dudara ante si lo estaba diciendo
en serio o no. Con Rosendo nunca se podía
saber, era un arma de doble filo...impredecible.
-Pues quería decirte que no he podido
hablar con mi amigo que trabaja en The
Anchorage. Ya sabes, Bartolo. Al parecer, se
encontró indispuesto ayer y se ha dado de baja,
por lo que estará un tiempo sin usar su plaza.
¿Sabes lo que eso significa?, dejó caer Saturio,
esperando la reacción de su compañero.
-¡Joder Satur! Exclamó Rosendo, estamos
de suerte, ahora mismo me voy a la oficina sin
más demora y comienzo con las gestiones. ¡La
Diosa de la Fortuna está de nuestro lado amigo!.
Te dejo que me voy como un rayo a la oficina
antes de que se cubra la vacante.
Se despidió de Saturio y pleno de felicidad
y emoción se apresuró a prepararse y dirigirse a
la dirección de servicios para gestionar su plan,
era un oportunidad única, más fácil de lo que
había podido imaginar.
105
Rosendo se personó en las oficinas de su
empresa en el centro de Palma en un abrir y
cerrar de ojos. Preguntó por Joan Miquel en
recepción y pidió cita para hablar con éste sobre
el servicio.
Una vez que éste pudo le recibió
gustosamente: -Pasa, Rosendo, dijo Joan
Miquel, tratando de ser amable con su visita. A
pesar de que sabía que Rosendo no era un tipo
muy estable, le respetaba, ya que habían
servido juntos en la Legión Española y eso
marcaba. Además, Rosendo se tomaba el
trabajo muy en serio y eso era apreciado por sus
jefes. -Y bien, ¿qué te trae por aquí, aparte de
venir a visitar a un amigo?..., supongo. Preguntó
mientras daba un abrazo a su amigo.
-Te seré franco y me andaré sin rodeos.
¡Quiero que me des turno en el The Anchorage
de Illetas!, dijo claramente Rosendo. Además,
necesito también otro para Saturio, el que está
en Son Castelló conmigo.
-Bien, miraré y te diré cosas
inmediatamente, haré lo que pueda sin
prometerte nada. Dijo Joan Miquel.
106
-Rosendo le miró y dijo: -Sé que puedo
confiar en ti. Creo que tienen una baja médica e
imagino que las vacaciones hay que cubrirlas
también.
Él sabía perfectamente que si realmente
Joan Miquel quería, no tendría problema en
conseguirlo, ya que era un alto cargo de la
empresa y dudaba que no lo consiguiera.
-¡No cambias!, ¡eres un cabronazo! Lo
tienes todo bien atado. Lo que esté de mi mano
sabes que no tendrás ningún problema.
Comentó Joan Miquel.
Hablaron largo y tendido de sus temas y
sus desventuras cuando servían a la Patria. Fue
un momento agradable para ambos. Joan
Miquel, antes de la despedida le dijo: -En el
momento en el que me cerciore de la baja de
Bartolo y estudie lo de las vacaciones, me
pondré en contacto contigo y te digo con
seguridad si es posible realizar los cambios
pertinentes. Durante el día de hoy seguro lo
sabremos ¡Cuídate!
107
-Lo mismo te digo, dijo Rosendo a modo
de despedida. Espero tu llamada, sabes que un
Caballero Legionario no duda de otro.
◊ ◊
Tras finalizar su jornada en el
supermercado, Nelson Pérez como casi siempre,
se fue a tomar una copa a un bar de ambiente
sudamericano de la zona del Terreno, donde
solía reunirse con amigos y familiares de su país.
Allí escuchaban y bailaban los sones típicos de
su tierra, que les acercaba un poco más a su
cultura.
Mientras hablaba con unos y otros, su
amigo y compatriota Ventura también hizo acto
de presencia en el local, y se saludaron
efusivamente. Luego se apartaron a un lugar
más íntimo para hablar de sus negocios.
-¿Qué es esa vaina que me tienes que
contar?, espero sea de interés, preguntó
Ventura.
-Yo creo que sí. Respondió Nelson. El caso
es que me enteré de una vaina de un compañero
de labor sobre problemas con su padre, de
herencias. Al parecer su papi tiene plata y
108
compró una pintura que debe tener mucho
valor.
-¿Y qué demonios de empresa es esta?
¿Hacemos un secuestro exprés y luego pedimos
un rescate al viejo? Preguntó Ventura de nuevo.
-Déjalo estar ahorita. Esas vainas suelen
ser complicadas ¡cabrón! Se trataría de chingar
el cuadro. Al parecer está en un apartamento de
una putita de su viejo cerca de Palma. ¡Puede
ser fácil!. Me ha dicho que es la Urbanización
The Anchorage de Illetas, no muy lejos de
Palma. Ya mismito estamos preparando como
conseguir entrar. Usted tiene muchos contactos
por ahí. De lo que interesa, es no ser
demasiados para tener más parte del pastel, ¿no
cree mi hermano? Dijo Nelson bebiendo un
sorbo de la copa y dejándola de nuevo en la
mesa. Hay 2000 € en juego.
-¡Está usted en lo cierto!. Vamos a
estudiar cómo conseguir esa imagen. Lo que
tiene que hacer usted, es asegurarse de que ese
pringado dice la verdad no vayamos a meter la
pata y la caguemos. Dijo Ventura
109
-¡Eso está hecho! Ganármelo ha sido muy
fácil porque le ayudo en su labor. Es muy corto
para trabajar. El problema es que me dijo que
su viejo le prohibió entrar en la Urbanización
donde vive la putita esa. Al parecer se lleva mal
con ella. Lo único que puedo hacer es
asegurarme de que no nos toma el pelo, dijo
Nelson.
Ventura, pensó unos instantes y comentó:
-Lo primero que haremos será ver el lugar y
estudiar la dificultad que entraña la labor.
También hablaré con una persona que conozco
para ver si vale la pena. ¡Voy a mover los hilos!
-¡Sabía que podía contar contigo,
hermano! dijo Nelson alzando la copa y
brindando con su amigo.
◊ ◊
Bartolo, tras su indisposición en el trabajo,
estaba preocupado. Era joven y la arritmia
sufrida le daba que pensar. Tal vez se tomaba
muy a pecho su trabajo y la vida en general y se
preocupaba en exceso.
Le hicieron varias pruebas y estaba a falta
de conocer los resultados. La voz de la
110
enfermera diciendo su nombre en voz alta le
sacó de su preocupación e hizo que su corazón
latiera de forma revolucionada por el
nerviosismo.
Entró en la consulta del Dr. Garau,
especialista en cardiología, y se sentó a
esperarle. Instantes después, un hombre que
vestía bata blanca y una carpeta en la mano
entró y se sentó frente a él al otro lado de la
mesa.
Bartolo, permanecía callado a la espera de
que el especialista tomase la palabra. El silencio
se hacía eterno. El Doctor afanado en leer el
informe que tenía ante sus ojos hacía caso
omiso del paciente, que para entonces se había
convertido ya en impaciente. De repente, el
prestigioso Doctor Garau levanta la cabeza y
mira a los ojos de Bartolo, se queda en silencio,
como absorto. Hasta que por fin le espetó de
golpe:
-¿Cuánto hace que sufrió la primera
arritmia?, inquirió el Doctor mientras miraba
fijamente a su paciente, que en esos momentos
y ante la forma de preguntar tan inquisitiva con
111
los nervios atorando su mente y su corazón
latiendo a 180 pulsaciones no sabía que decir.
-¡Eres tonto! ¿Qué cuanto tiempo hace que
sufrió la arritmia?, ¡dígamelo!, dijo el Doctor,
levantándose de la silla y acercándose a Bartolo
de forma agresiva y con una expresión
desencajada en su rostro.
Bartolo seguía cada vez más atenazado ya
que no podía creer lo que le estaba pasando.
Aquello era una pesadilla. El cardiólogo seguía
insistiendo en la pregunta como un disco rayado
y cada vez parecía estar más cerca una agresión
física. El Doctor alzó su mano derecha y tiró con
rabia el informe sobre la mesa, luego cerró el
puño y con cara de enajenado amagó con
plantar un puñetazo en el rostro de Bartolo
quien ya veía venir el fatal golpe.
Bartolo reaccionó y gritó: -¡Voy a
denunciarle, soy vigilante de seguridad…!
-¡Encima un segurata de merda!, ¡foraster,
estoy hasta…! soltó improperios e insultos por la
boca en mallorquín intentando ampararse en su
enfermera que parecía estar de parte del
112
cardiólogo, como si estuviese acostumbrada a
esa actitud.
Bartolo, aprovechó para poder salir
despavorido de la consulta y gracias a Dios un
compañero de seguridad que trabaja en el
hospital salió en su ayuda al oír los gritos.
Entretanto, el resto de los pacientes que
esperaban en la sala, pudieron ver de primera
mano la escena quedando impávidos ante
semejante espectáculo.
Uno de los presentes comentó: ¡qué
pasada!, seguro que es una escena de una serie
de esas de hospital de la televisión, ¿en qué
episodio saldremos? El que estaba a su lado no
se podía creer lo que veía y ya se pensaba si
entrar en consulta o no.
Bartolo, se quedó tocado, no solo por
aquel episodio rocambolesco, sino porque le
habían dado de baja médica y eso le molestaba
ya que no deseaba perder su puesto en la
urbanización.
◊ ◊
Rosendo, recibió una llamada, era Joan
Miquel: -¡Escucha pirata!, ¡está hecho! Tú
113
empiezas inmediatamente sustituyendo a
Bartolo, que al parecer se dará de baja médica.
El hombre lo está pasando fatal con su
problema. El hombre no quería que le dieran la
baja pero a éste paso acabará con una
psicológica A Saturio, le incorporo al cuadrante
contigo en dos días máxime, ya que habrá que
cubrir vacaciones también. ¡Espero que te valga
con esto, me debes una!
-Se agradece el detalle, contestó Rosendo.
El pago ya se verá. Gracias compañero. Nos
tomaremos una “leche de pantera” un día de
estos en la Hermandad de Caballeros
Legionarios.
Nada más colgar, llamó a Saturio y le
informó de las novedades acontecidas dándole
una gran noticia. -¡Sabía que lo conseguirías!
Ahora nos debemos mover sobre el terreno, dijo
Saturio, denotando una gran alegría en su tono.
Estaremos en contacto.
-¡Nos veremos en nuestro nuevo destino!,
exclamó Rosendo lleno de felicidad y orgullo
ante el logro conseguido, henchido por ver como
Saturio le había felicitado por el éxito de cumplir
con el objetivo establecido en tiempo record.
114
◊ ◊ ◊
115
Capitulo 8
Oswaldo, dejó sus útiles de jardinería en la
caseta existente al efecto. Cerró el candado y se
dirigió a la puerta de salida de la Urbanización
The Anchorage. Al pasar por la puerta, uno de
los vigilantes de seguridad le observó y le
mantuvo la mirada hasta que salió del recinto.
Aquel tipo era nuevo allí, no lo conocía pero ya
le había pedido la documentación al entrar por la
mañana. Ese tipo no le gustaba en absoluto.
Rosendo, observaba como el jardinero
abandonaba la urbanización, escondiendo su
mirada tras sus gafas de sol al más puro estilo
de aviador militar americano de película. Le
gustaba su nuevo destino. Al fin y al cabo, se
hallaba entre personas con clase, y no tenía que
lidiar con las basurillas a los que estaba
116
acostumbrado normalmente en otros puntos de
servicio. Ver a aquel sudamericano pasar a su
lado agachando la cabeza y saludando mirando
al suelo, le hacía sentirse importante, superior.
Desconfiaba de los inmigrantes todo sea dicho.
Oswaldo, pasó el trago de la puerta de
salida y se dirigió a la marquesina de la parada
del autobús. Una vez allí, se encontró con una
persona a la que no esperaba.
-Buenas tardes, Oswaldo. ¡Cuánto tiempo!,
dijo Ventura, aspirando seguidamente su
cigarrillo de mariguana y lanzando el humo a la
cara del recién llegado.
-¿Qué tal está usted señor Ventura?,
ahorita mismo he terminado de servir en mi
labor, contestó asustado Oswaldo, quien no salía
de un susto para meterse en otro.
-Necesito una ayudita. Creo que usted
puede ser la persona indicada para ello, y sé que
no me va a fallar. La voz de Ventura sonó suave
pero amenazadora a oídos de Oswaldo, a quien
sus piernas comenzaban a flaquearle.
-En lo que pueda servirle estoy a su
disposición, aunque de plata no ando muy bien.
117
El salario es bajo y no da para mucho, se
disculpó Oswaldo.
-¡Tranquilícese, no le voy a quitar el pan a
su familia! Iré al grano. Tengo un encargo que
hacer dentro de la urbanización, pero la vaina es
que tengo que entrar sin ser visto a ser posible.
¡Usted me dirá como puedo hacerlo! Le doy unas
jornadas para que se lo piense y me dé la
solución. No quisiera que se implique
demasiado, por eso lo dejo en sus manos, dijo
Ventura de forma convincente.
-¡Ya le estaría telefoneando, señor!,
contestó Oswaldo con el miedo metido en el
cuerpo y casi tartamudeando, teniendo que
hacer grandes esfuerzos por contener su vejiga
para no orinarse bajo los pantalones.
-¡Así sea, hermano!, contestó Ventura.
Apuró la última calada tiró la colilla al suelo y la
pisó con su pie derecho mientras miraba a
Oswaldo fijamente a los ojos. Le sopló el humo
nuevamente a la cara y dándose la vuelta
abandonó el lugar, dejando a su compatriota
pensativo y temeroso.
◊ ◊
118
Rosendo, hizo balance de su nuevo
servicio: garita impecable, equipada con todo
lujo de detalles; aire acondicionado; teléfono
con línea exterior; y walkies talkies último
modelo. Quizás algo más aburrido que sus
rondas nocturnas por el polígono, pero podría
acomodarse en éste lugar.
Descolgó el teléfono y llamó a Saturio.
-¡Satur!, mañana mismo comienzas turno
conmigo en The Anchorage, me lo han
confirmado desde la dirección, ¿cómo lo ves?,
pregunto Rosendo.
-Me alegro. Ya veo que te mueves igual de
bien por las oficinas como por otros ambientes,
eres totalmente camaleónico, dijo
socarronamente Saturio.
-Como te dije desde el primer día, tienes
en mí un pilar importante como compañero, no
te voy a defraudar. Si acaso, más bien puedo
sorprenderte, contestó Rosendo enérgicamente
y un tanto crecido por los halagos de su amigo.
-Saturio pensó un segundo y preguntó:-
¿qué tal el servicio por allí?
119
-Ya lo comprobarás tu mismo. Sabes que a
mí me gusta la acción y el hecho de estar en un
puesto sin demasiada movilidad no me hace
mucha gracia, pero el sitio es un lujo con todas
las comodidades. Creo que para ti es perfecto,
podrás observar a un montón de gente. ¡Te vas
a divertir!, respondió Rosendo.
-Bueno, pues mañana nos vemos en el
paraíso de la seguridad privada, concluyó
Saturio.
Ambos explotaron en una carcajada y se
despidieron hasta el día siguiente.
◊ ◊
Aquella noche Oswaldo no pudo apenas
dormir, el miedo le tenía atenazado. Por una
parte, Ventura y sus consecuencias y por otra su
implicación en cualquier lio que éste pudiera
meterle. Estaba jodido por ambas partes, así
debía pensar bien como facilitarle la entrada sin
verse envuelto en la trama ya que se jugaba
demasiado.
◊ ◊
120
Amaneció un nuevo día y Saturio
comenzaba en un servicio nuevo. Aquí tendría
que trabajar a turnos, por lo que iba a dejar de
ser un noctámbulo para trabajar más tiempo a la
luz del sol. Le parecía interesante, ya que él
ante todo era un observador y allí tendría
oportunidad de hacerlo con gentes de otro nivel.
Durante el turno tenían la consigna de
realizar rondas por la urbanización, haciendo
especial hincapié en determinados puntos
estratégicos y en la comprobación de que las
alarmas no fallaran. Saturio, decidió hacer la
ronda y como buen observador iría estudiando la
forma de acercarse a la pintura en concreto. Lo
verdaderamente importante era hacer todo con
cautela y que pasara desapercibido el interés
real de su permanencia en el lugar.
Rosendo por su parte, descubrió que
aquella garita saciaba de alguna manera su afán
de trabajar, ya que si bien carecía de la
movilidad a la que acostumbraba, tenía otros
objetivos. Le encantaba parar los vehículos,
identificar a sus propietarios y sobre todo
alardear de uniforme y profesionalidad ante las
jovencitas moradoras que entraban y salían con
121
sus ropas de diseñadores exclusivos y aromas
de perfumes caros.
◊ ◊
Oswaldo, tras meditar mucho y dormir
poco esa noche, creyó haber encontrado la
forma de colar a su “amigo” sin mojarse
demasiado, y así se lo hizo saber a Ventura con
una llamada telefónica e intentando ser lo más
breve y conciso para evitar meterse en un lio
mayor.
Ventura, tras oír el plan de Oswaldo,
quedó más o menos conforme, aunque con las
reticencias propias de un hombre de mundo, que
no se llega a confiar nunca ni de su sombra, por
si acaso. Con la misma, llamó a Nelson con un
celular de tarjeta prepago, sin identificación de
propietario, como siempre, y le dijo de forma
escueta: - ¡Todo correcto y en marcha! Y acto
seguido cortó la llamada.
Nelson, se acercó a su compañero de
trabajo y le saludó amablemente, como
siempre: - Señor Florencio, tengo buenas
noticias para usted. Según mis contactos, el
122
trabajo se puede realizar, pero, la plata ha de
ser por adelantado.
-Es un poco arriesgado para mí lo de
adelantar el dinero. ¿Cómo puedo yo fiarme de
ello? Preguntó Florencio, temiéndose una
encerrona. Yo también pondré mis condiciones.
Os daré una parte ahora y el resto a la entrega
del objeto.
-No sea usted desconfiado, Señor
Florencio, somos socios. Para nosotros los
negocios son asuntos serios, dijo Nelson con una
sonrisa que a ojos de Florencio, resultaba tan
forzada como temible. Déjelo estar, ahorita la
mitad y el resto al finalizar la faena, ¡es justo!
-¿Entonces quedamos así?, preguntó
temeroso de la respuesta Florencio
-¿Por qué no?, ¡que así sea! contestó
Nelson, quien le ofreció la mano que ambos
entrelazaron y apretaron en señal de
conformidad.
Se despidieron y continuaron cada uno con
su labor, si bien Florencio, se quedó un tanto
preocupado por el trato realizado, pensando en
el buen plan que había urdido. Rió para sus
123
adentros cuando pensó en Saturio y su
ayudante. Quizás se estaba metiendo en un
jardín, pero la aparición de Nelson, le había
reportado el poder jugar a dos bandas y desde
luego si una salía mal prefería quedar bien con
los colombianos, por la cuenta que le traía. No
tenía confianza alguna en que Saturio robara el
cuadro, al fin y al cabo era un profesional y
digamos se encaminaría por el lado legal, muy al
contrario del que utilizarían sus socios
colombianos. Se sintió orgulloso de la
maquinación de su plan.
◊ ◊
Mientras tanto, Saturio paseaba por la
calles de la urbanización, intentando
familiarizarse con el entorno y sus
moradores, y de paso ir averiguando alguna
cosa acerca de la propietaria del apartamento
que alojaba su objetivo. El primer paso, debía de
ser el acercamiento a ella y conseguir su
confianza.
Al llegar a la altura del apartamento de la
citada mujer, Saturio, decidió escrutar el
entorno y comprobar tanto los sistemas de
seguridad como los detalles necesarios para
124
urdir un plan que le permitiera el acceso al
interior sin mostrar sus intenciones. Todo debía
de ser meditado y sin cometer errores. Estaba
en juego su honor como detective y sobre todo
como Vigilante de Seguridad.
◊ ◊ ◊
125
Capitulo 9
El sol primaveral, acarició los hombros
desnudos de Aline desde el momento en que
atravesó el umbral de la puerta de su casa y
salió sonriente y encantada de conocerse. Miró
al segurata que se hallaba en la calle principal
de su urbanización tras los cristales oscuros de
sus gafas de diseño. Le sonrió y vio como la cara
del vigilante, se transformaba en un gesto
estúpido: Sonrisa tonta y mirada absorta.
Causaba esa impresión debido a su belleza y ya
estaba más que acostumbrada a los halagos y
babeos de muchos hombres.
Saturio, quedó prendado de aquella dama
de cabellos rubios como el oro y tez
blanquecina, que le regalaba una enorme y
reluciente sonrisa para su deleite, a la vez que
un saludo con un marcado acento francés de
126
buenos días. Era uno de los seres más bellos
que podía crear la naturaleza.
Vio como se dirigía a su moto portando
una mochila deportiva de la que se podían
distinguir dos raquetas de tenis, por lo que no
hacía falta tener demasiadas dotes detectivescas
para adivinar que se dirigía a practicar este
deporte.
Tras el impacto causado por la visión,
Saturio reaccionó y se convenció así mismo de
que aquella dama era Aline Clermont, la amante
del padre de Florencio, le devolvió el saludo y
continuó su ronda.
◊ ◊
Aline, había cursado en París estudios de
Historia del Arte entre otras cosas. Nació en el
seno de una familia humilde de un pueblo
francés pero ella siempre quiso estudiar, por lo
que se mudó a Paris para conquistar su sueño
universitario con 18 años. Las cosas no
resultaron fáciles y tuvo que trabajar para
sufragarse los gastos que le ocasionaban su
estancia y los estudios en la capital francesa. No
le gustaba demasiado pensar en esos tiempos,
127
pero gracias al cuerpo e inteligencia con que la
había dotado la naturaleza pudo conseguir sus
metas. Bien es cierto, que tuvo que ganarse la
vida como dama de compañía y que esto le
había obligado a acostarse con algún indeseable
Yupi, pero le habían permitido codearse con un
mundo de clase alta.
Tras acabar los estudios y tras años de
trabajos varios, tuvo una oportunidad de hacerlo
nada más y nada menos que en el Louvre de
París. Tristemente, su pasado le traicionó y no le
perdonó su época oscura como acompañante de
lujo y decidió irse lejos. Acabó en una isla
maravillosa donde el buen tiempo reina durante
gran parte del año, y trató de olvidarse de su
pasado.
Ahora era una mujer de 40 años, guapa y
respetada. Con un trabajo que le apasionaba en
el Museo de Es Baluard de Palma y era feliz, por
fin. Tenía una relación más o menos formal con
un hombre veinte años mayor que ella, Rafael.
Un hombre que la respetaba tal y como era y
había aceptado la forma que ella tenía de
entender una relación abierta, sin ataduras.
Cada uno en su casa y sin hacer demasiadas
128
preguntas. Él la comprendía. Además, no la
agobiaba ni le pedía demasiadas explicaciones.
Si hubiera querido un marido se hubiera casado,
pretendientes nunca le habían faltado.
◊ ◊
Saturio era feliz en aquella urbanización
con su nuevo trabajo. Allí vivía mucha gente y le
encantaba ir averiguando cosas de sus
moradores. En especial, aparte de la señora
Clermont un tipo llamaba poderosamente su
atención.
Era alto, bien parecido y con una voz
penetrante. Al parecer, según había podido
adivinar todo el mundo le trataba con respeto
Nobiliario. Consiguió saber que ostentaba el
título de Marqués de S`Amarador, entre otros,
ya que también se comentaba que tenía
heredades en algún Cantón Suizo, de donde al
parecer, procedía parte de su insigne familia. Se
dedicaba a dar clases de alemán debido al
profundo conocimiento que tenía de la lengua
germánica, no obstante era prácticamente su
lengua materna. También era un diestro jugador
de tenis, armas que usaba, aparte de su oratoria
para sus múltiples conquistas, otro de sus
129
títulos. Vivía una buena vida de retiro con la
escasa renta que le proporcionaba la posición
social de su decadente aristocracia que había
gozado de días mejores en su época de
florecimiento, años ha.
Casualmente, el Señor Hediger, que era el
apellido del Marqués, leía la prensa diaria al
amparo de una sombra, a la puerta de su casa,
amenizándolo con una taza de café y no muy
lejos de una de las piscinas comunitarias cuando
Aline salía de casa. Eran vecinos. Al verlo acudió
presta a saludarle. Tras conversar unos minutos
animadamente con él se fue, saludando de paso
a Saturio que la siguió con su mirada hasta que
ella arrancó su moto y se perdió por la pista de
salida de la urbanización donde Rosendo
tampoco perdió detalle de las formas de la bella
mujer y le regaló la mejor de las poses y el más
gentil saludo que pudo mostrar mientras le abría
la barrera.
El Señor Marqués comentó en voz alta
mientras observaba como la bella mujer se
alejaba y con la intención de hacerse oír por
Saturio exclamó:- ¡Qué obra más perfecta de la
naturaleza! ¿No lo cree así, caballero?
130
Saturio, le sonrió y se acercó diciendo:-Sí,
es realmente bella, la inmortalizaría en un lienzo
si ella así tuviera a bien a prestarse. Es un
capricho de la naturaleza y como tal, un pintor
no se puede resistir a semejante atractivo.
El Marqués le miró intrigado y preguntó: -
¿es que acaso es usted pintor? Si quiere hablo
con ella y se lo proponemos. Soy su profesor de
alemán además de compartir pista de tenis en
muchas ocasiones. La única condición que le
pongo es que me reserve una copia, dijo a modo
de broma. Tengo una gran capacidad de
persuasión, si le vale de referencia. Tras decir
esto rio sonoramente y con complacencia.
Saturio le acompañó con una tímida
sonrisa picarona y continuó diciendo: -Hombre,
usted me disculpará, lo he dicho sin querer ser
pretencioso. Honestamente, aquí donde me ve,
he llegado a sobrevivir de la pintura. Bueno,
más bien malvivir, debería decir, dijo Saturio
quitándose importancia, aunque haciendo uso de
la verdad he de aclarar que me quitó el hambre
durante un tiempo.
-Es admirable que sea usted tan humilde,
si vendió alguno significa que malo no sería. En
131
fin, es interesante, la vida da sorpresas, matizó
el Marqués. Yo también soy hombre de artes,
aunque reconozco que el pincel no es lo mío, lo
cambio por la pluma. Tengo mucho tiempo libre
y me da para escribir de vez en cuando. He de
reconocer que no soy Nietzsche, jo…jo…jo... rio
entre dientes. Tampoco he tenido grandes
pretensiones, pero sí que tuve un éxito efímero
con una novela que me dio mi sitio en el círculo
literario. ¡Quizás la haya leído!, “Oscuros
escarceos psicóticos”. Para mi sorpresa, la crítica
me trató muy bien y me dedicó un cierto respeto
entre algunos escritores más que reconocidos.
¡Fíjese!, que llegué a participar en un debate
televisivo por invitación expresa de Sánchez
Dragó… ¡como lo oye!
-Me gusta la lectura, aunque debo
reconocer que su libro no lo conozco, comentó
Saturio.
-No importa, recuérdeme que otro día que
nos veamos le regale un ejemplar. Me ha caído
usted bien...perdón ¿Señor?...
-Esto,.. Sí, Saturio, para servirle en lo que
pueda ayudarle.
132
-Muy bien, Saturio, encantado de haberle
conocido, y ya nos veremos por aquí. No se deje
llevar por las apariencias de las personas que
vivimos en la urbanización, pero tampoco se fie
demasiado. El dinero por desgracia no puede
comprar cerebros y además suele pudrir las
almas de los que lo amasan en demasía, advirtió
el Marqués.
-Gracias, ha sido usted muy amable,
finalizó Saturio antes de despedirse.
Aquel tipo le había caído realmente bien. A
pesar de su Título Nobiliario se le veía muy
cercano. Era como se suele llamar…
campechano. También le había llamado la
atención la gran amistad que parecía existir
entre el Marques y Aline Clermont. El olfato
detectivesco de Saturio no pasó por alto que
compartían demasiadas cosas en común, y quién
sabe si también el lecho alguna que otra vez. De
momento, no le importaba demasiado, aunque
tener como aliado al Marqués le daba una
ventaja para acercarse al círculo de la francesa
en beneficio de conseguir el objetivo final.
Se despidió del aristócrata y continuó su
ronda, comprobando el buen estado de los
133
medios de seguridad existentes en las
proximidades del apartamento de la mujer como
era de obligatorio cumplimiento. Intentaba urdir
un plan que fuera más o menos creíble para
poder llegar hasta la pintura. Claro está, que a
pesar de la fuerte suma que ofrecía su cliente
por el robo del cuadro hacía mella en él. Lo que
no estaba dispuesto era a cometer un delito
cuando él trabajaba precisamente para lo
contrario, debía encontrar la forma de realizar su
trabajo y no cometer un delito ya que era un
hombre legal y de honor.
◊ ◊
Al finalizar el turno, Rosendo y Saturio se
fueron a casa intercambiando sus pareceres.
Saturio había tomado un primer contacto con
Aline, un tanto liviano, es verdad, pero sí que
había conseguido una amistad con su vecino, el
Marqués, que le permitía un ligero acercamiento
a su entorno.
-Mira, ¡déjate de rollos, Satur!, dijo
Rosendo. Me voy a encargar yo del trabajo con
la madeimoselle. Lo tuyo no son las mujeres,
¡reconócelo! Esto es trabajo para un tío duro, a
este tipo de damiselas hay que saber cómo
134
tratarlas, y créeme, a veces la caballerosidad no
ha de ser del todo sutil. Además por lo que me
dices, la “gabacha” juega a dos bandas y parece
que el Marqués le enseña algo más que alemán…
-¡No es asunto nuestro!, le interrumpió
Saturio, un tanto molesto por las palabras que
su compañero le dedicaba a Aline, saliendo al
quite como un paladín en defensa de una dama.
-¡Coño Satur!, ¿no me digas que te has
enamorado? , ja…ja…ja…ja, no te puedo dejar
solo, se burló Rosendo, haciendo que el enfado
de Saturio aumentara por momentos.
-¡Déjalo ya!, no es justo que vilipendies a
una persona así sin siquiera conocerla, contestó
Saturio.
-¡Bien!, retiro lo dicho. Aunque el bichito
del amor no entiende de clases sociales si te
daré un consejo, ¡no tienes nada que hacer con
semejante hembra!, le espetó Rosendo,
volviendo a reír. –No te lo tomes a mal ¡hombre!
Saturio cerró la boca y no volvió a decir
nada más a su compañero salvo la despedida al
llegar a casa. Rosendo le miró rió y dijo para sí:
-¡Mi Satur, se me ha enamorado!
135
Capitulo 10
Los días se sucedían en la urbanización, y
Saturio iba tomando un control absoluto del
entorno y sus habitantes, obteniendo datos
sobre sus movimientos y ausencias. En especial,
el seguimiento era sobre Aline Clermont, con
quien le encantaba encontrarse.
De pronto, cayó en la cuenta de que una
persona se hallaba observando desde el otro
lado de la calle. Salió de la garita y trató de
tener una mejor visión del individuo. Le pareció
conocido. –Parece Bartolo, se dijo. Le llamó y
éste se fue corriendo desapareciendo de su
campo de visión. -¡Vaya!, si que lo está pasando
mal el hombre, pensó, mientras un sentimiento
de lástima por su compañero comenzaba a
dominarle.
136
◊ ◊
Mientras tanto, Rosendo, a sabiendas de
que la Señorita Clermont se encontraba en la
urbanización, obligó a Saturio a que le dejase
hacer la ronda, ya que quería entrar en contacto
con el objetivo. Se acercó por el apartamento de
Aline y la encontró tomando el sol tumbada
sobre una tumbona en el jardín trasero de su
apartamento.
Rosendo, quedó un tanto sorprendido ante
la belleza que desprendía la dama, que se
mostraba espléndida en bikini bañada por los
rayos del sol. Se acercó intentando no caer en la
debilidad ante aquella majestuosidad de mujer
que parecía una auténtica diosa griega esculpida
por el mismísimo Fidias.
-¡Buenos días señora!, ¡discúlpeme!, pero
estoy haciendo la ronda y es importante que
revise el equipo de seguridad, dijo Rosendo. Es
muy importante, ya sabe, con tanta crisis y
tanto inmigrante, cualquier medida es poca.
Además, una mujer sola como usted debe tener
especial cuidado.
137
Aline, se sorprendió ante el comentario de
aquel tipo que de no ser por el uniforme, más
bien infundiría miedo antes que seguridad. Esa
cara ruda, marcada con cicatrices le daba un
aire de tipo duro y vivido y con aquellas gafas de
sol más bien de los ochenta, dejaban a las claras
la típica chulería del “perdonavidas”. Aline,
estaba más que acostumbrada a que tipos
chulos la acosaran, por lo que no se amilanaba
fácilmente. Aún así le espetó: -Con unos
vigilantes tan eficientes como ustedes una se
siente muy tranquila, ya ve lo relajada que
estoy.
Rosendo, se quedó sin palabras ante la voz
tan sensual de Aline, con un acento francés que
había conseguido ablandar el duro corazón de
aquel marino intrépido y fuerte. -Me halagan
sus palabras, y me ofrezco a usted en lo que sea
necesario, Rosendo, para servirla, dijo a modo
de presentación.
-Yo me llamo Aline Clermont, y ya que lo
dice, podría moverme la sombrilla un poco, y me
acerca algo de sombra, por favor. Le pidió
amablemente, sonado en los oídos de Rosendo
como una petición de amor, provocándole
138
fantasías que corrían por su cabeza
irremediablemente. La mujer pronto se dio
cuenta que a pesar de la dureza que aparentaba
era fácilmente maleable. No había nada como un
buen escote y una sonrisa insinuante, las
mejores armas que se podían tener ante un
hombre.
La sonrisa de aquella mujer… y esa voz, le
habían dejado como en trance, no sabía que le
pasaba. Nunca había tenido esa sensación con
una mujer, era como si el mismo diablo tratara
de seducirle y no pudiera evitarlo.
Toscamente, colocó la sombrilla e intentó
no mirar al ser que le estaba absorbiendo la
mente y lo más rápido que pudo se despidió
intentado no perder demasiado las formas, o al
menos, que se notase lo menos posible.
Aline, rió para si misma. Era capaz de
provocar que un hombre perdiese la compostura
apenas sin proponérselo, eran tan sencillos, tan
manejables… Era su juego favorito.
Rosendo, salió totalmente perdido del
jardín de la francesa y se topó de frente con un
139
caballero que le sujetó del brazo e impidió que
se precipitara al suelo.
-¡Parece haber visto un fantasma!, ¿se
encuentra bien? dijo el Marques.
-Usted perdone, Señor Marqués, no… si…
creo que debe de ser un golpe de calor, el
cambio de temperatura, no sé. Se disculpó
torpemente Rosendo, quien parecía una persona
diferente, débil… asustada.
-No se preocupe caballero, llámeme
Hediger, por favor. Siéntese aquí que le preparo
una manzanilla con una aspirina para que entre
en sí. Le dijo el Marqués, ayudándole a sentarse
en una de las sillas de su jardín bajo la sombra
de un pino.
Rosendo, aceptó y trató de coger aire
fresco. No sabía que había ocurrido pero esa
mujer era el mismo demonio, ¿Cómo lo había
hecho? El Marqués regresó con un vaso de agua,
una aspirina y la manzanilla, haciendo que
Rosendo se la tomara. Al cabo de unos minutos
se sintió mejor y agradeció al Marqués su
amabilidad y ayuda.
140
-Gracias, Señor Hediger, ya me siento
mejor. Dijo Rosendo agradeciendo la atención
del hombre. - Le digo que ha debido de ser un
golpe de calor o algo similar. Yo soy hombre de
mar, ¿sabe? He navegado por todos los mares
en condiciones en las que cualquier hombre se
arrugaría, y no soy persona que suela sufrir algo
similar, intentó dejar claro Rosendo.
-No se disculpe usted, la naturaleza
humana es complicada. A veces se puede vencer
a un monstruo gigantesco y se puede morir a
consecuencia de un simple microbio o virus. La
vida está llena de incongruencias, subrayó el
Marqués.
-Aún así, gracias, caballero, ha sido muy
amable. Me gustaría seguir conversando con
usted pero me permitirá que siga con mis
obligaciones, son lo primero para mí, dijo
Rosendo a modo de disculpa.
-Como usted desee, pero tenga cuidado.
En ocasiones hay que ser más prudente que
osado. Le aseguro que no le restará hombría ni
será muestra de debilidad, si es lo que usted
teme, contestó el Marqués. Si bien he de
reconocer su abnegación al trabajo y la
141
responsabilidad con la que lo procesa.
Permítame que le felicite por ello.
Rosendo, recibió los halagos del Marqués
de forma orgullosa y se despidió agradeciendo
nuevamente el auxilio prestado al Marques,
quedando con la sensación de que aquel hombre
era un sabio. Aquellas palabras… ¿se estaba
volviendo loco con todo aquello? Ese hombre,
aquella mujer… decidió volver a la garita de la
entrada para dejar que fuera Saturio quien
continuara la ronda.
-Pronto vuelves, Rosendo, y parece que
hayas visto a un león, ¡estás pálido forastero!,
dijo Saturio en tono burlón.
-¡Mira, mejor que no me hables! Me ha
debido dar un golpe de calor. Lo mismo fue el
agua fría que tomé. Los cambios de temperatura
éstos, hay que tener cuidado, así que menos
cachondeo, ¿ok?, contestó Rosendo con cara de
pocos amigos.
-¿Y qué, algo destacable en la ronda
aparte del corte de digestión?, preguntó Saturio.
-Muy gracioso, contestó Rosendo torciendo
el gesto. He visto a la francesa. No es más que
142
una fulana hermosa que vive aprovechándose de
pobres desgraciados como el padre de Florencio.
¡Una zorra más!, el tema está zanjado.
-¡Vaya!, hablas como si te hubieran dado
calabazas. Parece que no es a mí solo al que ha
llamado la atención la rubia potente, comentó
Saturio.
-¡No quiero hablar más del tema!, no me
encuentro para bromas ni cachondeos, así que
vete a hacer la ronda y me olvidas durante un
rato, ¿quieres? Dijo tajantemente Rosendo. Si
esto fuera un barco te enviaría por la borda.
Saturio, estaba extrañado por el
comportamiento de su compañero, y decidió
dejarlo solo y continuar él mismo con la ronda.
Si esa mujer había sido capaz de ablandar por
un momento el corazón de Rosendo era algo
prodigioso. Se fue riendo entre dientes y
encantado a continuar con el servicio, dejando
que su compañero se recuperara del lance
sufrido.
En ese momento el celular sonó. Era
Florencio. Decidió contestar:- Sí, ¡dime
Florencio!, ¿qué tal va todo? Preguntó Saturio.
143
-¡Bien! Contestó Florencio con rotundidad
y en tono tajante. No tengo tiempo de hablar,
sólo quiero saber cómo va el tema.
-En estos momentos hemos avanzado
mucho, ya tenemos… intentó explicar Saturio,
siendo cortado por la voz al otro lado del
auricular.
-¡Déjate de rollos!, interrumpió Florencio
en un tono que denotaba ansiedad. ¡Quiero
resultados!, ¡ya! Necesito el cuadro. Tengo un
posible comprador así que lo quiero
inmediatamente.
-Pero, usted me pide que robe el cuadro
yo no puedo…intentó seguir Saturio.
-¡Se acabó!, interrumpió de nuevo
Florencio. ¡No he debido confiar esto a dos
inútiles!, ¡vaya con la moral! Mira Saturio, yo
necesito la pasta, imagino que vosotros también.
Os doy un día más tan sólo sino se acabó el
trato, ¿de acuerdo? Dicho esto, colgó dejando a
Saturio con la palabra en la boca. Aquel tipo
estaba nervioso y desesperado. No parecía el
mismo calamidad con el que había tratado. Y
144
encima de exigir les había insultado. Aquello no
le gustaba en absoluto.
Saturio se encontraba entre la espada y la
pared, su ser o no ser… honrado. No creía el
hecho de tan solo pensarlo. Tenía que encontrar
la solución. Y era urgente.
◊ ◊ ◊
145
Capitulo 11
Ventura y Nelson llegaron a la parte
trasera de la urbanización The Anchorage,
justamente a la altura donde se encuentran los
contenedores de basura y la caseta de enseres
que utilizaba Oswaldo. Sin dificultades saltaron y
se acercaron al apartamento señalado, vistiendo
un mono azul, similar al de los jardineros de la
urbanización, procurando pasar desapercibidos
con el camuflaje.
Pasaron al jardín trasero y vieron una
puerta abierta. Aline tenía la costumbre de
dejarla abierta toda la tarde y no cerrarla hasta
que no se acostaba. Se encontraba leyendo un
libro en su habitación haciendo tiempo para
cenar cuando de repente se vio sorprendida ante
la visión de dos tipos no demasiado altos y que
iban ataviados con un mono azul y un
pasamontañas que les cubría el rostro.
146
-Señora, le aconsejo que no grite y que no
de la voz de alarma si no quiere que la
dañemos. Dijo la voz de Ventura en tono
negociador y dejando notar su claro acento
sudamericano.
-Bien, yo no quiero que me hagan daño.
Llévense lo que quieran, hay algunas cosas de
valor, no sé que les puede interesar, dijo de
forma casi tranquila Aline, intentando controlar
la situación. Díganme lo que quieren y si les
puedo ayudar…
Ventura, miró rápidamente a Nelson,
sorprendido ante la actitud de la víctima,
dejándole un tanto fuera de lugar. Aquella
colaboración le sembraba dudas y esa voz tan
dulce y envolvente le desconcertaba. Trató de
ser más duro y ordenó a su compañero que
revisara la casa en busca de lo que habían
venido a buscar.
Aline, a pesar de sentirse un poco
asustada, intentó dominar la situación al darse
cuenta que aquella visita tenía un motivo claro,
un encargo. Si me dice lo que buscan, tal vez yo
podría ayudarles, dijo con voz amable, al fin y
al cabo es mi casa, nadie mejor que yo para
147
saber donde está lo que buscan. De nuevo,
volvía a perturbar al duro Ventura, cada vez más
descolocado por la situación, que ya le
resultaba casi absurda.
-Mire, señora, no queramos hacerle daño,
solo buscamos una obra de arte y si de paso
chingamos algo más, pues eso que nos
ganamos. Dijo Ventura, quien se impacientaba
por momentos.
-¡Esto está lleno de putos cuadros,
chévere!, ¿Cuál de todos es?, gritó Nelson
agobiado por no saber cual era la pintura del
encargo, ya que, las paredes se hallaban
adornadas por cuadros a cada palmo.
◊ ◊
Rosendo y Saturio decidieron que fuese el
primero quien realizase la última ronda de la
tarde antes de concluir el servicio. Rosendo tenía
la espina clavada de la tarde anterior con la
francesa, y estaba convencido de que había sido
una indisposición y no cosa de brujería
femenina. Además, Saturio le había contado lo
de la llamada de Florencio, y esto le había
enfurecido.- Encima, el chalado este, metiendo
148
prisas. ¡Tenemos que actuar ya! Voy a pasarme
por el apartamento de la “gabacha” y esta vez
sacaré lo que sea, se dijo Rosendo, inyectándose
valor.
Se acercó rápidamente a casa de Aline.
Antes de llamar a la puerta fingiendo una falsa
alarma, como había pensado para acceder al
interior de la vivienda, decidió acercarse por la
parte de atrás. Se movió sigilosamente por el
jardín y al pasar por una de las ventanas
observó que Aline hablaba con alguien.
Con cautela, buscó un ángulo mejor y vio
que el tipo con el que hablaba tenía un
pasamontañas puesto en la cabeza. No le daba
la impresión de que Aline estuviera asustada,
cosa que le intrigaba en demasía. Entró por la
puerta del jardín y trató de buscar el factor
sorpresa. No se lo podía creer, Aline estaba
siendo asaltada.
¡Tenía que actuar! Pensó unos segundos y
decidió que lo haría solo. No daría la voz de
alarma y cogería a los asaltantes “in fraganti”.
Se hinchó de valor pensando en el himno de la
Legión, en ese Caballero Legionario sin miedo a
morir, y en su acto suicida. Al ver al tipo de
149
espaldas se armó de valor y corrió hacia a él sin
dar la voz de alarma y en solitario. Defensa en
mano, tal como Cid Campeador con la Tizona en
alto dispuesto a asestar mandobles a diestra y
siniestra y al verse a pocos metros del objetivo
gritó: -¡A mí la Legión! Y en un arreo de valor
heroico busco su objetivo.
Justo en ese instante, hizo aparición en el
pasillo Nelson, que portaba una caja de cartón
con varios objetos. El valiente y leal Legionario
no tuvo tiempo a esquivarlo y chocó contra él
haciendo volar los objetos perdiendo el equilibrio
y estrellando su cabeza contra el marco de la
puerta de la habitación para posteriormente caer
desplomado y toparse de bruces contra el suelo
en una carambola fatal, golpeándose seriamente
la cabeza que se abrió como un melón,
quedando semiinconsciente decúbito prono en el
pasillo.
La sangre del héroe comenzó a correr por
el parquet del suelo y los dos atracadores solo
pensaron en la escapada, confiando en que su
víctima no diera la voz de alarma lo
suficientemente rápido como para faltarles
tiempo en su huída. Escaparon por donde habían
150
entrado llevándose varias joyas un par de
pinturas más y el cuadro encargado por
Florencio.
◊ ◊
Bartolo, se encontraba escondido enfrente
de la urbanización, como ya era costumbre
durante esos últimos días. La baja era injusta y
él ansiaba volver a su puesto de trabajo, no
quería perderlo en beneficio de sus dos
compañeros.
De repente, su mirada se congeló y su
cerebro reaccionó a una visión anterior. Echó a
correr como un poseso hacia la garita donde
Saturio hacía su labor. Este se llevó un susto de
muerte cuando la irrupción de Bartolo le
sorprendió.
-¿Qué te pasa Bartolo?, ¿qué haces aquí?,
preguntó asustado Saturio al ver la cara
desencajada de su compañero.
-¡Los jardineros no trabajan por las
tardes!... dijo Bartolo mirando a Saturio
repitiendo la frase una y otra vez como si
hubiera entrado en un bucle.
151
Saturio sentó a su amigo en una silla y le
ofreció una botella de agua fresca, tratando de
calmarle por el temor a que le diera un síncope.
De repente, el teléfono sonó y Saturio dejó
por un instante la atención a Bartolo. Al
contestar, escuchó la dulce voz de Aline, salvo
que en ésta ocasión sonaba grave y extraña,
quién le contaba lo sucedido. Saturio a través de
la Central de Alarmas llamó a los servicios
médicos y a la Guardia Civil dando parte de la
novedad acaecida.
Cuando se desplazó al lugar de los hechos,
Saturio quedó traumatizado al ver a su querido
amigo herido en acto de servicio con una
profunda herida en su cabeza que sangraba
abundantemente y un serio traumatismo
craneoencefálico. Las lágrimas se le saltaban
cuando vio como Rosendo era internado en la
UVI móvil sobre la camilla con su uniforme
manchado de sangre y un collarín alrededor de
su cuello. De paso Bartolo, también fue
trasladado con un ataque de ansiedad.
-¡Era tan valiente que no quiso ponerme
en peligro, seguro!, lloriqueaba Saturio, que
sentía un doble dolor, primero por su compañero
152
y luego por el fracaso que suponía el robo y la
no consecución del trabajo para Florencio.
Aunque esto último, era más una liberación por
no tener que haber cometido un delito.
Mientras tanto, por su parte, Aline
testificaba ante los agentes de la Guardia Civil
que habían acudido ante la llamada y que
comenzaban a instruir el pertinente atestado:
“Robo con intimidación y allanamiento de
morada”. El mismo Agente de la Autoridad
parecía poner más atención en los prominentes
pechos de la dama que en la pantalla del PC.
Tampoco podían escapar de la atracción que
ejercía semejante mujer., que veía como su
versión de lo sucedido calaba de forma clara en
la investigación de los agentes.
◊ ◊
Rosendo fue ingresado en la UVI del
Hospital Son Dureta donde se le hacía un
seguimiento por si sufriera daños cerebrales. Allí
permanecía inducido al coma y no se permitían
visitas. Saturio, quedó sumido en una depresión.
Se sentía un fracasado. ¿Cómo podía haberse
creído un detective? Además, se sentía a la vez
culpable de meter a su amigo y compañero
153
Rosendo en semejante aventura, con un final
tan triste para él. Los valientes mueren de pie,
Rosendo no era menos, se sentía orgulloso de
él.
Bartolo, tras ser atendido en el Hospital y
más tranquilo, acudió a ver a Saturio estar con
él para consolarle. Intentó animarle aunque en
vano. –Mira, Satur, Rosendo es una mala hierba,
y ya sabes lo que se dice de estas, ¡se pondrá
bien! Aún así estoy un tanto mosqueado.
Últimamente ese servicio parece gafe, mi
arritmia, lo de Rosendo, el cardiólogo que me
quiere pegar… ¿no te parece todo algo extraño?
Pregunto Bartolo.
-Sí. Es todo un poco raro. Si yo te contara.
Ahora solo quiero que Rosendo se ponga bien.
Por cierto, ¿qué te han dicho a ti?, ¿no te habrán
intentado agredir también como el cardiólogo, o
algo similar?, preguntó Saturio.
Bartolo le miró y contestó:- No te lo vas a
creer. Tras hacerme mil pruebas me dicen que
debo dejar de beber.
-¡Pero si tú no bebes!, eres lo más
parecido a un budista con tus comidas
154
macrobióticas y tu Feng Shui, comentó
extrañado Saturio, aunque con tu
comportamiento durante estos últimos días se
podría pensar cualquier cosa de no conocerte
cómo eres.
-Pues eso, que deje de beber, así está la
sanidad en éste país dijo Bartolo resignándose al
diagnóstico. El médico me dará de alta, aunque
duda de mi estado psicológico, cree que puede
ser lo mejor para mí en éste momento, así que,
imagino que volveréis al servicio del polígono, o
quizás aún coincidamos algún día por la
urbanización. Comentó Bartolo.
-Sí, creo que yo si volveré, aunque
reconozco que me gusta éste puesto. Rosendo
tendrá una temporada de baja, aunque
conociéndole, no tardará en volver con su todo
terreno y su chulería habitual, al menos así lo
deseo, dijo Saturio con un toque de melancolía
en su voz.
◊ ◊
Florencio, se encontraba nervioso. Había
quedado con Ventura y Nelson quienes al
parecer habían cumplido el encargo en un abrir
155
y cerrar de ojos y no aquellos dos inútiles que
no se decidían. Estaba orgulloso de su brillante
juego a dos bandas, si bien habría sido
arriesgado el hecho de que Saturio hubiera
realizado el trabajo antes, ya que temía más a
los colombianos.
Nelson llegó a la hora prevista con el
paquete. Saludó a Florencio y le dijo: -Serán
500 euritos más por la premura, ya sabe, hemos
actuado rápido. Además hubo algún que otro
problemilla adicional.
Florencio accedió con reticencias, abrió el
paquete y por un momento se olvidó de todo,
tenía lo que quería. Ahora, tan sólo tendría que
ir al marchante con el que había contactado y
realizar la venta.
-Muy bien. Espero que no trascienda mi
implicación en todo esto, ya sabes, tampoco es
plan de que mi padre sepa que estoy detrás, dijo
Florencio.
-Nelson le miró y dijo:- ¡Somos tumbas,
patrón! Nos llevamos varios cuadros para que no
pareciera un encargo. La señora tenía muchos
en casa, así que alguno venderemos también.
156
A Florencio no le quedó más remedio que
acceder al incremento del valor del trabajo. Se
despidió de Nelson y se puso en dirección a casa
para contactar con un marchante de segunda,
más conocido por pirata que como buen
marchante, con el fin de tratar de pasar
desapercibido.
◊ ◊
Rafael, acudió a la urbanización para
atender a su amante después de que hubiera
sufrido aquel terrible episodio de violencia en su
propio domicilio. Al llegar al lugar del delito,
lejos de encontrarla llorosa y asustada Aline se
encontraba plácidamente a la sombra del pino
del Marqués, quién la animaba leyendo en voz
alta párrafos de su “Best Seller: Oscuros
Escarceos Psicóticos” aparte de regarlo con un
buen Ribera de Duero.
No fue una imagen fácil de digerir, pero
Rafael hizo de tripas corazón, ya que aquella
mujer lo tenía totalmente a merced pese a todo.
-¡Hola Rafael! Gracias por venir, dijo Aline
con su voz dulce y sensual. Ya ves lo que me ha
pasado. Menos mal que tanto los vigilantes de
157
seguridad como el Marqués han sido de gran
ayuda para superar esto.
-Ahora mismo te vienes conmigo a casa,
no puedes quedarte aquí, es un peligro, comentó
Rafael.
-¡Mon. amour!, creo que ahora será más
seguro aún, así que me quedaré. Me da mucha
pena porque se llevaron el cuadro que me
regalaste, también algún otro más y joyas, dijo
Aline fingiendo tristeza.
-¡Vaya!, lo siento. Ya te regalaré otro, no
te preocupes por eso. Rafael, pensó en Florencio
por un instante. No podía ser que su hijo entrase
a por aquel cuadro, eso era imposible, no podría
ocurrírsele aquello, era incapaz de realizar
multiplicaciones de dos números, cuanto más
urdir un plan tan elaborado. Debía de ser fruto
de la casualidad, ya que no era lo único que se
habían llevado. Además, según la Guardia Civil
los asaltantes hablaban con acento
latinoamericano. Sólo pensar en implicar a su
propio hijo en todo esto le revolvía las tripas.
Aline, se despidió del Marqués y se fue con
Rafael quien se empeñó de sacarla de la
158
urbanización para que superara los posibles
traumas dejados por el ataque. Aline, por su
parte, se dejó querer. Ese día no durmió en el
apartamento.
◊ ◊
Florencio contestó al teléfono tras varias
llamadas perdidas. Era su padre quien llamaba y
el miedo a que ni siquiera pudiera sospechar que
él estaba tras todo aquello, le bloqueaba. Al
menos la Guardia Civil no sospechaba de él.
Nadie le había sacado a colación y eso era
bueno.
Al fin se decidió a contestar y quiso
demostrar que no sabía nada de nada. :-Dime
papá, ¿qué tal estás?
-Pues te diré que mal. Contestó Rafael,
con tono preocupado. Verás, ¡no habrás leído la
prensa, claro!
-A ver, papá, me tienes preocupado, ¿qué
pasa? Preguntó falsamente Florencio.
-Han asaltado el apartamento de Aline, en
Illetas. Sé que te llevas mal con ella y todo eso,
pero, igualmente te informo que está bien. Algo
159
asustada pero bien. Han robado algunas joyas y
algún cuadro, incluido el que a ti te gustaba, ¡ya
sabes!
-Florencio soltó:- ¡qué cabrones!, más
pensando en el partido que habían sacado de la
operación su amigo Nelson y compañía que de
tristeza por los hechos.
-Sí, hijo. Y lo peor es que un Vigilante de
Seguridad está en la UVI, no saben si saldrá de
ésta, dijo Rafael con tristeza.
Florencio quedó callado. De eso no le había
informado Nelson. Le estaba pasando por la
cabeza los múltiples cargos que la Guardia Civil
iba a imputarle. Además lo más gordo, con
la muerte de un vigilante…no podía ni hablar. El
miedo le estaba atenazando.
Rafael al otro lado del teléfono le intentó
tranquilizar: -¡tranquilo hijo!, Aline está bien, no
sabía que te podía afectar tanto. Respecto al
cuadro, no sé, te compraré uno, realmente
nunca podía pensar los problemas que me ha
traído el dichoso cuadro.
160
-Yo lo siento, papá, sé que ella te importa,
así que me alegro que se encuentre bien. Espero
que tú estés bien también. Dijo falsamente
Florencio. Tras unas breves palabras más se
despidieron sin más. El corazón de Florencio
latía tan fuerte que podía notar como su vena
aorta crecía y latía en su cuello.
Trató de calmarse pensando que
todo le había salido bien y que tan solo debía
llamar al marchante pirata para realizar la venta
y no volver a saber del cuadro ni del tema,
incluidos Saturio y Rosendo. El plan estaba
claro, se tomaría unas vacaciones por la
península y desaparecería. Cambiaría de vida
dejando de frecuentar los lugares que hasta el
momento eran su ámbito como el Dry y la casa
de Amadora. Palma suele tragarse a la gente,
como decía un amigo suyo. Pueden pasar años
hasta verte de nuevo con una persona o no verla
jamás sin dejar de vivir allí.
◊ ◊ ◊
161
Capitulo 12
Rosendo recibió el alta. Sus compañeros
Bartolo, Saturio y tantos otros le recibieron
como un auténtico héroe. La cicatriz de su
cabeza se sumaba a las de su cara y aún tenía
amoratado el ojo derecho pero se sentía lleno de
orgullo solo con el reconocimiento.
Además, según le habían comunicado en la
empresa, por parte de la Guardia Civil iba a
obtener una mención honorífica por el valor
demostrado. También la asociación de
propietarios de la Urbanización The Anchorage
había emitido un comunicado alabando la labor
de Saturio y Rosendo, haciendo alusión especial
a éste último por el valor demostrado en
defensa de una de sus convecinas. Había en este
comunicado una petición expresa a la empresa
de seguridad para que prestaran servicio
siempre en dicho lugar. Supieron más adelante
162
que el que más había perseverado y convencido
al resto de los propietarios había sido el Marqués
de S’Amarador que había destacado grandes
valores en los dos Vigilantes.
-¡Creía que no ibas a salir de ésta,
cabezota!, me has tenido muy preocupado, dijo
Saturio.
-Bueno, al final el sacrificio fue en vano.
Además, nos quedamos sin la pasta. De
Florencio, ¿sabemos algo? Ese listillo nos tomó
el pelo. Estoy convencido de que tenía algo que
ver con esos cabrones, afirmó Rosendo,
mostrándose tan enfadado como defraudado.
-¡Déjalo ya!, contestó Saturio. Hace más
de dos meses que no sé nada de él, es como si
la tierra se lo hubiera tragado. Hablé con Ángela
y con mi madre y no le han vuelto a ver. Incluso
parece que ha cambiado de móvil y abandonado
el trabajo de re-ponedor. También pregunté a
Paco, el camarero del Dry y lo mismo, ni rastro
de él. Por cierto Paco lo que se dice disgustado
no está. ¡Ah! También me preguntó por ti.
-¡Puto limpia barras!, seguro que era para
celebrar que había muerto, ja, ja, ja… espetó
163
Rosendo, riendo con dificultad pues aún tenía
dolores de cabeza.
Saturio dejó a Rosendo en su casa y fue a
encerrarse en la suya para acabar una pintura
que finalizaba una serie dedicada al callejero de
la ciudad con imágenes de algunos de los
edificios más significativos de Palma. Era un
encargo de un marchante de poca monta que
conocía desde hacía años. Era un pirata que no
solía pagar demasiado pero que conseguía poner
en mercado algunas de sus obras por un precio
mejor del esperado en principio.
◊ ◊
Florencio había dejado pasar un tiempo
prudencial para que la tormenta se disolviera y
todos se olvidaran un poco de él. Decidió llamar
a Joan, el marchante de arte que había
contactado hacía un par de meses para vender
su obra.
Quedaron en un lugar convenido y
Florencio le enseñó la pintura. Joan la miró y la
examinó con cuidado durante varios minutos.
Tras el examen dijo:- Es buena. Un Fresno. Es
un buen pintor y una mejor persona.
164
Lamentablemente no puede vivir de la pintura ni
se apellida Picasso.
Florencio le miraba sin entender
demasiado sus palabras, así que, quiso poner fin
a tanta intriga e interrumpió el análisis
preguntando: -¿cuánto puedo sacar? A la
persona que en su día lo compró le dijeron que
se revaloraría porque era una buena obra, ¿qué
me dices?
Joan lo miró y le llamó la atención el afán
que tenía aquel tipo por sacar dinero de aquella
obra. Denotaba claramente que no tenía ni idea
de pintura, eso lo sabía nada más que lo vio,
pero además querer vacilarle a él precisamente,
por ahí no pasaba. -¡Vamos a ver Velázquez! Te
doy 120 euros, ya que yo también quiero mi
comisión y por más de 200 no lo voy a poder
poner así que, ¡lo tomas o lo dejas!
La cara de Florencio se transformó y le
espetó: -¿Tú crees que soy tonto?, buscaré otra
persona que…
-… ¿Que te lo compre?, ¿una obra de
dudosa procedencia? Mira, solo puedo ofrecerte
esto y presentarte al autor así te convences.
165
Precisamente tengo que recoger un encargo en
su casa, así que si quieres puedes acompañarme
y te lo presento.
Florencio, enojado y totalmente hundido
por el desastre de negocio que había realizado,
donde había hecho el ridículo más grande del
mundo. Se sentía torpe. Al final accedió a
acompañar a Joan a casa del tal Fresno con la
intención de al menos conocer al autor e intentar
aprender algo del mundo de las artes.
◊ ◊
Saturio se sentó en su sillón favorito,
colocó un compact disk de Jazz con aires
sureños de Nueva Orleans dentro de la cadena
musical y se sirvió un Bourbon con hielo. Se dejó
envolver por la música mientras contemplaba las
obras que colgaban de las paredes de su salón.
Sus manos estaban teñidas de colores
entremezclados que realizaban simpáticas
formas abstractas. Pensó en todo lo sucedido, en
Rosendo. En como comenzó toda aquella
aventura detectivesca que acabó de manera
trágica y desastrosa. Quiso hacer examen de
conciencia y concluyó considerándose un
engreído por haberse creído un verdadero
166
detective, solo hubiera faltado creerse Goya y
que lo encerraran.
El fracaso de la misión fue total, así que lo
mejor sería hacer borrón y cuenta nueva. Al
menos su honradez había quedado bien limpia,
eso era lo positivo.
◊ ◊
El sonido estridente del timbre rompió el
ensimismamiento de Saturio e hizo que tuviera
que levantarse para atender la visita. Tenía claro
que sería Joan que vendría a recoger el encargo.
Al abrir la puerta Saturio saludó a Joan en tono
jocoso: -Sabía que eras tú, ya tienes preparado
el encargo, a ver si te enrollas esta vez y me das
buen precio que te estoy pagando el chalet y yo
no tengo ni para pintura.
Joan saludó y le dijo: -¡Mira he traído
visita!, este amiguete quiere conocerte y de
paso también tú obra, parece que está muy
interesado y piensa que está infravalorada…
Saturio, se quedó de piedra al ver que
aquel tipo que se hallaba ante él, era el mismo
ser enjuto de ojos pequeños que había conocido
en el supermercado, y que con un gesto
167
diferente al de aquel día le miraba petrificado y
sin poder moverse del sitio. La vida da segundas
oportunidades y Saturio no iba a
desaprovecharla, al menos esa vez no.
◊ ◊
Rosendo compró el rotativo diario para
entretenerse leyendo las noticias ya que en su
estancia en el Hospital había perdido el hilo de la
actualidad. Al mirar la portada vio que una
fotografía del Museo de Arte Contemporáneo Es
Baluard de Palma abarcaba casi toda la página
principal. Un rótulo grande y con lema conciso
decía: “DOS OBRAS DEL AUTOR MALLORQUIN
BARCELÓ DESAPARECEN DE ES BALUARD”
(páginas 2 y 3).
Rosendo se mojó los dedos con la lengua y
pasó ansioso la página para satisfacer su
curiosidad, allí pudo leer:
DIARIO DE MALLORCA
Dos cuadros del pintor y escultor
mallorquín Miquel Barceló han sido robados del
interior del Museo de Arte Contemporáneo de Es
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Baluard de la capital palmesana. Las obras,
valoradas en varios millones de euros es posible
que hayan sido puestas ya a la venta en el
mercado negro o hayan sido objeto de encargo.
Según fuentes policiales, Aline Clermont,
subdirectora del Museo, se encuentra en
paradero desconocido por lo que se deduce que
su implicación en el robo puede ser evidente.
Además aseguran que es posible que ésta
identidad sea totalmente falsa y haya
conseguido salir del país.
También ha podido saber este diario, que
se han producido dos detenciones en referencia
al caso. Se trataría de dos súbditos colombianos
que responden al los nombres de Nelson P.G y
Ventura M.C como autores materiales de los
hechos, ya que curiosamente se han hallado
varias pruebas incriminatorias contra los dos
hombres, así como otras que los relacionan con
el robo producido hace dos meses en casa
precisamente de la Subdirectora Aline Clermont,
donde además resultó herido un Vigilante de
Seguridad.
Según fuentes fidedignas, los dos
detenidos declararían que la señora Clermont
169
sería la que les propuso el mismo día del robo en
su casa su participación en éste. También estos
han incriminado al hijo del amante de Clermont,
que responde a las iníciales F.L.A y que la policía
ha puesto hoy mismo en busca y captura para
tomarle manifestación. No se descartan más
detenciones.
◊ ◊
Rosendo cogió el teléfono y llamó
apresuradamente a Saturio. Al contestar éste le
dijo: ¡Satur, no vas a creer lo que dice el
diario…!
-¡Tú tampoco creerás cuando te diga a
quien tengo delante! Contestó Saturio con una
sonrisa de satisfacción que se hacía cada vez
más evidente en su rostro.
No podía creer que el mismo Florencio,
quien parecía haberse esfumado tras el robo en
The Anchorage y quien se había burlado de ellos
se encontrase ante su puerta. En ocasiones, la
vida hace justicia y lo que estaba claro es que
aquel tipo no se le iba a escapar.
◊ ◊ ◊
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AGRADECIMIENTOS
En especial a Ángel, sin él la historia no
hubiera tenido sentido.
Sin querer extender demasiado la lista
para no olvidar a nadie, destacar a Mauricio T.P.,
Ramón D., Paco B.S, y otros tantos que me
ayudasteis y me animasteis a realizar esta
singladura, que sin pretensiones, llegó a
plasmarse sobre el papel.
Con permiso de los demás, el mayor
agradecimiento es para Eva, por su ayuda y
colaboración, ya que, al fin y a la postre, es
quien de verdad soporta y comparte mis locuras.
Gracias a todos.
Palma a 22 de Julio de 2010
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Autor:
Página personal:
Página del libro:
ConstantinoLinares
http://primvspilvs.bubok.com
http://www.bubok.com/libros/187710/NUNCA-ES-TARDE-Cronica-de-una-Ilusion
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