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EL HOMBRE QUE FABRICABA
LEO
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GERMN
CAMACHO LPEZ
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Ttulo original:El hombre que fabricaba leo
Derechos reservados. Queda estrictamente prohibida la reproduccin total o parcial,as como la distribucin de ejemplares de este texto, sin autorizacin del autor y/olos titulares de copyright, bajo las sanciones establecidas por la ley.
Copyright 2011, Germn Camacho LpezColombia
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Constru un
velero para zarpar en l, lo constru bajo el sol de la tarde a
la orilla de la playa; pero jams me embarqu. Constru un
velero, un velero que se fue, desde la playa lo veo, no
obstante, s que no va a volver.
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Dedicado a todos aquellos que la intolerancia, la corrupcin y la
indiferencia han arrebatado abruptamente de nuestro lado.
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COLEMAN, LA MADRE Y EL HIJO
Irrumpi de la capilla la romera de creyentes; los
otrora compaeros de clases, colegas, familiares,
vecinos. La mayora de ellos ataviados con vestimentas
de matiz negro o en su defecto telas oscuras y sobrias.
El coloquio se avecinaba en la puerta del sacro
templo, las palabras se mezclaban en el aire, con el
aroma del sahumerio y las candelillas encendidas, que
escapaba por la gran portilla.
Unas tmidas gotas de lluvia anunciaron la
factible borrasca, como sola ocurrir en los venideros
das de Diciembre. Arriba en las alturas; el habitculo
de Dios, se matizaba de gris que se adornaba con el
centelleo de los relmpagos.
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Al interior de la capilla, un hombre de edad
avanzada elevaba sus plegarias. Afuera en la corredera
de hormign que formaba la acera, una mujer entrada
en aos desoa la lluvia que iniciaba a encresparse; y
de sus ojos escapaban dos lneas de llanto que se
fundan en el suelo, con las dulces gotas de agua que
del cielo se abatan.
Uno que vio a la seora, conmovido de su
evidente congoja; la invit a guarecerse bajo el alar que
institua el techado del santo torren. Ms ella indiccon un gesto negativo la invitacin, como si optara
existirse en medio de la borrasca, para diluirse junto
con la lluvia.
Y tan solo exclamya nada importa!
Entretanto, las plegarias del anciano al interiorde la ermita, se adheran a los muros encumbrando una
imaginaria escalera, que los hacia llegar hasta los odos
del creador.
Benignsimo Dios, creador de todo lo
existente, vengo hasta esta tu santa casa con el corazn
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compungido, y el nimo rebosado de inquietud ante los
yerros que aprisionan mi alma. Sin menoscabo alguno,
me promueve la certeza de alcanzar el estimable
quehacer de desagraviar, aun, en exigua medida, el
perjuicio que mi actuar halla generado a otros.
Es cierto, o cuando menos eso creo o espero, sin
pretender encubrir mis traspis. Jams osara deferirme
tales libertades, reconociendo en su benevolencia mi
propia nimiedad; merecer su piedad es para este
anciano, apreciado Dios, el ms apreciable de loslucros, gozoso entregara mis pocas posesiones en
procura de alcanzar dicho objetivo. Agradezco el alivio
que su bondad me permite, sin mayor argumento que el
expuesto, siempre respetuoso de sus designios; doy
crdito a mi convencimiento que acertar, un dignomerecedor de mis humildes bienes y fiel confeso de tu
palabra. Ya que en efecto mi sabia ignorancia, tiene la
fortuna de servir a un bien ms altruista, del que podra
ser encomendado a una persona del comn.
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Dios todopoderoso, que sea siempre tu
voluntad, no la ma. En el nombre del padre, del hijo y
del espritu santo
Disculpe joven, dejar este veln encendido
aqu contiguo al suyo. Pues, queda poco espacio desde
mi posicin hasta el dedo del santo, y no quisiera ser
yo, el causante de una desgracia por un descuido
imperdonable de mi parte. Le pido nuevamente
excusas, le deseo que vaya con biencon permiso
La noble afona que se embotellaba al interiordel gran paraninfo, abrigado por laureadas y
antediluvianas creencias; se sobresalt con el golpetear
del badajo repiqueteando contra el metaluna
campanada tras otra, se diluyeron entre la senda del
recogimiento, del ansia; como tambin, desapareci elsilbar de las pisadas del anciano.
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eso, sumatoria de segundoscuando el otoo de la
vida se adosa, acertamos cuan efmeros somos>
En ese lugar, solo quedaba su ser, envuelto por
un profundo silencio. Ese mismo que conduca los
pasos aletargados, por ras asfaltadas de quimeras y
fertilidades de sueos echados al olvido. Un saludo, una
sonrisa, el tiempo que no tena prisa ninguna para l, lo
esquivaba, acariciando en complicidad con el viento,
los restos blancos de una cabellera baldeada por
veranos de olvido.
El anciano se encaprich en demoler el avatarde sus propias aprensiones; visitando cada maana el
santo templo, embriagado de solemne dignidad, de
frrea conviccin; como tambin de culpaprofunda,
secreta e imborrable culpa.
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No obstante, la expiacin tiene sobreprecio, la
indulgencia es su amiga y compaera; mxime si el
corazn se ha desbordado de clemencia y la vida de
sobriedad, an para un ente de ciudad, uno lnguido
quien peregrinaba sus aos de ms, entre los
fragmentados matices de una pincelada multicolor
llamada urbe.
Seor Coleman!, con tantos deberes sigue
quedando lugar para visitar a nuestro seor verdad?
exclam un rostro irreconocible escondido tras un viejochalel cual, dej escapar luego, una sonrisa
acompaada por una leve tosecita.
Claro madame!, tambin es deber sealar que
los jvenes de hoy, bien podran temerle o cuando
menos, sentir un poco de respeto no lo cree? mas suignorancia resulta grotesca, irnicamente se llaman a si
mismos, gente modernarespondi el anciano;
siguiendo su pausado viajele pido un permiso dama,
vaya con bien.
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Deba sentirse extrao, casi un desterrado en un
mundo de ruido y caos. Un hombre del pasado,
arrastrado por fuerza en un viaje en el tiempo. Victima
de una maquina que no haba construido, arrebatado de
golpe, puesto en un lugar ciclpeo e insensible capaz de
mirarse solo a si mismo.
Este era ahora su cosmos, deba seguir su
camino murmurando frases que slo l comprenda, al
fin de cuentas la vida es siempre eso, ser o dejar de
serlo. Probando con desdn, el aire contaminado de lasmentiras del mundo.
Dejando atrs un par de cuadras y un parque
infantil, esperaba la puerta de madera de una casa
blanca con enchape a nuestro senil amigo; esta dbil
pieza de la creacin, tomando sus ultimas bocanadas deaire, confiando que su fe lograra servir de paliativo para
su aventajada alma. Claro, tambin l algn da fue
joven, aunque nadie recuerde; preferible para l,
preferible para todos que sus ojos y odos permanezcan
cerrados.
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Del hombre debo decir, que a travs de los aos;
es empujado a conductas diversas por los dems o por
su propia mano. Con el transcurrir de las estaciones, los
pensamientos fluyen tantas veces que como el vino de
una copa, desaparecen en el viento; solo aquellos mas
fuertes, quedan en el fondo de esa misma copa que
llamamos mente. De aquel lugar oculto, en ocasiones,
escapan asuntos oscuros sobre ese mismo hombre y su
conducta, trados por la nostalgia de la vitalidad
perdida; forzados por la necesidad de saberse, dereconocerse como individuo.
Una mirada a las sospechas pasadas, algo que
habita, formando parte de la eterna discusin por
encima de nuestras propias cabezas, o en la ms
sombra de las profundidades. La constante dualidad, lafuncin que continua y se repitesi, el hombre, el gran
misterio de la creacin, la verdadera obra maestra de
Dios, la pincelada final en el cuadro mas hermoso
concebido alguna vez, colgado sobre el muro del
universo para deleite de su creador. Pues bien, algunos
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podran discrepar de tan filosfico concepto, discutir el
postulado, y de cualquier forma, seguir presentes por la
misma razn que se pretende objetar: rechazo y
aceptacin.
Esas mismas calles, esas personas que ahora
pretendan no reconocerlo, haban moldeado su ser. No
estaba bien juzgar, pero a cada uno le corresponda
cargar el peso de su propia responsabilidad, la
simplicidad de un mundo del cual todos formamos
parte, en el cual nos afectamos en forma mutua paraconstruir lo que entendemos y llamamos sociedad.
Hola seor Coleman!dijo una voz chillona
que reconoci al instante, se trataba de aquel pequeo
molesto e imprudente, transmutado en fuente autora de
las exiguas risas que le permanecanDesea que lealcance su silla mecedora?
Un pellizco en la oreja represent un si, ante
una necia pregunta; pues Qu otra cosa puede anhelar
un anciano? Sino, observar las transitadas calles con su
alargado cauce de concreto, interrumpido por los muros
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de casas y empinados edificios; en lugar de imbuirse de
una rancia crcel, en espera de la muerte.
Djala ah!indic, con el dedo tembloroso, el
vejete.
Y se dej caer con suavidad, bajo el intenso sol
del medioda; intentando abanicar con la pecosa mano,
el lnguido y rugoso cuerpo. A su lado, como si se
tratara de un improvisado destrn, le observaba el
huesudo y despeinado asistente.
El anciano advirti bien su fundamentada desconfianza,ante la excesiva cortesa, de buena gana habra
propinado un puntapi, si las fuerzas le hubieran
excedido.
Seor Coleman desea un vaso de agua o algo
de beber? mire que yo puedo ir hasta la tienda, que nose encuentra lejos de aquexclam la voz chillona, sin
despegar el ojo del bolsillo; esperando inquieto, ver
brotar de aquella fuente, un par de monedas o un
arrugado billete.
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Sin embargo, cuando las cosas son buenas o
convienen para el propio bienestar, es propio
compensar a quien ha sido indulgente; por lo cual, sin
resentir la razn ganada por el pequeo, el viejo,
extrajo unas monedas que le alcanz para ir por el
convite.
.Vete ya, pequeo entremetido, no tardes! ten
precaucin, antes de cruzar la avenida avista que no se
aproxime vehculo alguno, raudo e imprudente; como
aquellos que conducen sin dar merito alguno al
esfuerzo creador o como si acaso el hombre cargara
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encima varias vidas, permitindose el lujo de perder
alguna por una impertinenciaorden el vejete.
Entremetido! Ha dichoreplic el pequeo
con una sonrisa, posndose frente al hombre, con
postura de esgrimista y atestando sobre el abdomen de
este, un golpe suave y cosquilloso que le hizo escapar
una gran risotada.
Vete, vete yano tardes!
Enseguida comandante!contest el travieso
compaero, llevando su mano a la altura de la frente,de la forma en que se hacen los saludos militares;
mientras se alejaba raudo por el angosto andn contiguo
a la avenida.
Seor Coleman! dijo el jovencito mirndole
de nuevo, mientras se alejaba no tardo, espere ustedaqu tranquilo. Y sigui su camino por el filo del
bancal, jugando a no perder el equilibrio.
Entretanto, el anciano posado sobre su cmoda
silla, contaba el tiempo en su memoria, mientras
observaba al chiquillo alejarse a paso apurado.
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Cuntos recuerdos acumulados?, cunta culpa podra
cargar su desgastada mente? Irnicamente, a pesar de
tantos mares de concreto recorridos, hoy en el postrero
momento de sus ltimos das, su ms fiel compaero,
apenas si conoca los recovecos de aquella diminuta
calle con casas de vivos colores.
Todas las personas tienen un pasado, aunque en
ocasiones, al ver las canas blancas sobre la cabeza de
aquellos adultos respetables, dignos de consideracin;
los imaginemos cual monumentos que desde siempreaparecieron apacibles y serenos sobre la acera, frente a
una vieja puerta, contexto de una surrealista pintura
venida mas de un lugar de sueos, que de la realidad de
nuestras agitadas vidas.
Y no existe razn para que Coleman, fueraalguien distinto. En su mente confesaba su propia
debilidad, mas el destino no haba conseguido juzgarle;
por el contrario pareciera haberle premiado con aos de
ms, honrados por una vitalidad que le renaca cada
maana al levantarse. Aquel hombre de caminar
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pausado y aspecto elegante
tambin haba caminado pasos mas apurados,
acariciando el cuerpo juvenil y febril de un buen
puado de doncellas; como tambin, lanzado unos
buenos derechazos, salidos de la mano empuada de un
hombre vital, con aspecto robusto quien sabe cuantas
cosas mas habra hecho este hombre? que hoy adornaba
como una figura navidea aquella calle.
Reconoci bien la figura desbaratada que veloz
se aproximaba, impertinente, despreocupado; cruzandola avenida sin el menor miramiento, quien al acercarse
asent sobre su arrugada mano, la botella con el liquido
en su interior.
El nio salud de nuevo inclinando la cabeza,
mientras exclamaba:No tard verdad Seor?Que tienes en la cabeza por Dios! Un auto
podra haber cruzado la avenida y Zas! Habra
terminado todo para ti.
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El pequeo sonriSeor Coleman, qu dice?
sabe que soy muy rpidopuedo evitar un auto al
instante.
Un pellizco, seguido por una reconvencin,
completaron la escenaQue advertencia hice?,
Mocoso descuidado! exclam con enojo el viejo.
Mientras el mozuelo con cara de pasmo y ojos
llorosos caa en cuenta de su error, sin requerir
seguramente una nueva reprimenda, para entender que
aquello no era otra cosa, que la nica forma que tena elviejo de hacerle razonar cuan importante era la
precaucin.
Aun, cuando le choc sobremanera el acto, su
tozudez le oblig a sentarse de nuevo junto a la pata de
la silla, olvidando el percance. Salvados unos segundosy un forzoso silencio, indagSeor Coleman cuando
usted vivi en Europa, era joven?
La pregunta no poda resultar ms jocosa para el
anciano, quien sinti de inmediato, un chispazo de
ternura al ver la cara inocente de aquel; quien con gesto
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formal lanzaba tal pregunta. Por un momento percibi
en aquel pequeo, una figura casi familiar, como si se
tratara de alguien venido de su propia sangre.
Cuando viv en Europacontestno poda
encontrarme con mi propio ser, inundado por
curiosidad y sueos; como si se tratara de dos personas
distintas, claro mi cuerpo, mis huesos eran juveniles,
fuertes y el cabello en mi cabeza no escaseaba como
ahora.
Podra decirme sobre su esposa e hijos?Continuo el nio
Raramente el rostro del anciano palideci,
pasando de un semblante sosegado a uno que se
transfiguraba por completo, como si se tratara de la ms
imperfecta de las preguntas; la ms equivocada, aquellaque jams se quiere or. Qued en silencio por un largo
rato, mientras su interlocutor quedaba en espera de una
respuesta. Luego claramente evadiendo la pregunta, no
por el olvido de una mente dbil, sino, por la clara
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voluntad de hacerlo, respondiRecuerdo tambin que
usaba ropas muy finas, bastante elegantes
El pequeo escuch atento sin hacer nfasis
sobre la anterior pregunta, o tal vez simplemente lo
olvid; mientras el anciano disimulaba relatando
recuerdos puros y ntidos de aquella poca.
En las noches las personas mayores, todos
buenos amigos, se daban a la labor de recorrer las
calles, en busca de algn bar donde tomar un par de
copas de Vodka, en medio de amenas disertaciones. Cunto tiempo vivi en EuropaSeor
Coleman?
Gran parte de mi niez, que ahora recuerdo,
muy lejana
Cmo es Europa?Es hermosa mi pequeo amigo, aunque en esa
poca no lo era tanto, como ahora
Para el anciano el corazn y la mente eran
memorias diferentes,mientras narraba las maravillas de
aquel lugar lejano ahora; e intentaba disipar al mismo
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intervalo, la violenta arremetida de las imgenes que
cruzaban su mente.
De sopetn el imprudente tema, regreso de
nuevo a la boca del curiosoy sus hijos?
Esta vez, el anciano qued totalmente mudo; se
incorpor de la silla tomndola por los agarraderos,
mientras del bolsillo del pantaln extraa las llaves del
portn de la casa.
Debes irte, se hace tarde, otro da seguiremos
hablandoPero todava es temprano, seor Coleman!
Veteveteotro da serrevalid el
vejete, mientras cerraba la puerta frente al rostro
extraado del pequeo, desapareciendo al interior del
oscuro saln, como si se tratara de un lejano espejismo.La maana siguiente las fuerzas renovadas del
decadente cuerpo, sirvieron de motor para la concebida
visita a la antigua catedral. El impetuoso viento de la
maana fue benvolo con el hombre, refrescando su
arrugado ceo, sirvindole de acompaante por las
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cuadras desoladas, pintadas an por el ltimo brillo del
crepsculo.
Unas pocas siluetas apuradas cruzaban
expeditivas por su costado, intentando lograr un cupo
en el transporte colectivo < Vaya ciudadvaya caos y
precipitada carrera cuando el final para todos es el
mismo!>
Una vez en la proximidad del lugar, las sombras
de los fieles, en su mayora ancianos, aunque no los
nicos; se agolpaban para no perder el sermn de lamisa matutina. Todos fieles, obedientes y cabalmente
respetuosos, su vida transcurra entre oraciones y las
noticias de los peridicos, esto resultaba suficiente para
que su da fuera consumido.
El interior del santuario reuna tanto amendigos, pobres y burgueses en una sola escena tan
solemne, como si se tratara de un cuadro del barroco.
Se miraban unos a otros con tono pausado, procurando
no interrumpir la voz del sacerdote, se saludaban con la
respectiva cordialidad a que haba lugar.
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Con una reverencia se incorpor y con la mano
temblorosa encendi el veln, empujndolo con dos
dedos buscando ubicarlo en un sitio propicio.
Al dejar el templo, sali a su encuentro una de
las ancianas vecinas de su cuadraseor Coleman ya le
informaron de la colecta del viernes, para reunir
recursos para esta santa parroquia?
Claro, mi buena seora, algo escuch, ms la
informacin que tengo conmigo es exigua; no por eso
poco importante, aunque si es de su parecer, podrausted amablemente ampliarla mientras caminamos;
claro est, si es que se dirige hacia su casa
Con gusto lo har seor Coleman, siga por
favor
Por el camino partieron los octogenarioshaciendo el gasto de las palabras, confirmando en
detalle los pormenores del evento.
En un santiamn estuvo cada quien frente a su
casa, la transitoria compaa haba preado de una
efmera alegra el comps de las pisadas; sin duda, el
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anciano haba tardado mucho menos en recorrer la
distancia hasta su vaca morada.
Al despedirse, qued una vez mas solo y en
silencio nuestro intachable seor Coleman, bien, ahora
que hara? No quera entrar en aquella prisin
perdindose en la soledad de aquellos oscuros pasillos,
entonces simplemente se qued inmutable, posado
frente a la puerta; disimulando abrir con la llave a
medio incrustar en la rendija, esperando que alguien
ms gastara dos minutos en l, obsequindole un saludoy un par de palabras.
Pasados dos minutos nadie levant tan siquiera
la mirada para observarlo, resignado ingres la llave
por completo hasta abrir el portn, seguidos un par de
pasos lo dejaron al interior de la vivienda; encendi elinterruptor, y una tenue luz ilumin un largo callejn
que daba hacia un cuarto repleto de una soledad injusta,
protegido por una cortina adornada con flores
desteidas. A la izquierda, la cocina dejaba advertir
sobre el muro del mesn el pomo de una greca vieja;
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uno, dos, tres, cuatro pasos eternos lo acercaron al
lugar, la asi con fuerza y minutos despus, el delicioso
aroma que el artefacto dejaba escapar de su interior,
anunciaba que el caf ya estaba listo.
Un imprudente silln estuvo a punto de hacerle
perder el equilibrio, no hubo objecin para una
exclamacin inentendible escapando del interior de su
ser; luego apoyndose sobre la pared, camin hasta el
saln donde esperaban su silla preferida y un aparato de
televisin contiguo a una repisa apilada de libros,coronada por un enorme cuadro de Caravaggio.
Tomando el control remoto, dej caer
suavemente sobre el mueble su gastada existencia, la
pequea boca adornada por un incipiente mostacho
blanco, dio el primer sorbo al oscuro contenido de lataza.
Miles de recuerdos atacaron su mente,
entretanto, las imgenes de la televisin lo
encandilaban como flashes habra querido una vida
diferente? Sin duda. Intent calmarse dando otro sorbo,
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para luego dejar perder la mirada en las pacificas y
relajantes imgenes del cuadro. Entonces sus parpados
pesados se cerraron lentamente y so con pocas
mejores
Minutos despus el Seor Coleman, abri un
ojo, percatndose a travs del pequeo surco de la
ventana, el cual dejaba ingresar la luz de la calle, que
ya se haba hecho de noche. Deba haber dormido unas
seis horas y al intentar incorporarse sinti adormecidas
las piernas, las cuales flexion un par de veces enprocura de mejorar la circulacin; hasta que finalmente
logr incorporarse.
Se acerc a la ventana entreabriendo la cortina,
hurgando con su mirada la espesura de la bruma,
buscando formas en los linderos de las casas. Mientrasobservaba, tropez de frente con un rostro familiar
llevndose un tremendo susto; desde el lado contrario
del panel de vidrio, observando con rostro curioso una
voz exclam:
Hola seor Coleman!
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El anciano experiment una sensacin de enojo
por la imprudencia del muchacho, pero asimismo
alegra por encontrar un rostro diferente de aquel, que
reflejaba su propia silueta sobre el vidrio.
Qu haces mocoso? Acaso me espas?
Reclam el viejo.
Si!respondi el pequeoquiero decir noes
que solo quera saber si estaba en casa.
Y para que me buscas?indag este.
Es que maana no asistiremos a clase, as quemam, quiere saber si yo podra.
A vera ver habla de una vez, dime que
quieres.
Bueno, Seor Coleman, puede usted ir para
hablar con elladijo el mozuelo.Quahora?
Sicreo
Si o crees?
Si seor, ahora!
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Bueno esprame! Contest el anciano
alejndose de la ventana, mientras al otro lado con el
frio viento de la tarde que daba paso a la noche,
aguardaba impaciente el pequeo.
Varios minutos despus el destemplado ruido de
la puerta abrindose, dej ver la imagen de Coleman,
impulsndose lento sobre unas sandalias.
Bueno, venescuchemos lo que quiere tu
madredijo haciendo una sea con la mano para que el
muchacho se acercara, as hicieron y dos casas despusestaban en la humilde vivienda de color purpura.
Ya en el interior del sencillo hogar tomado en
alquiler, el hombre fue recibido amablemente por la
joven mujer, que no posea evidente acrecentamiento
econmico; sino ms bien, una mera condicin que lespermita probablemente sobrevivir sin mayores afujas.
El anciano descart la ayuda de esta para alcanzar el
asiento, y volc su senil cuerpo apoltronndose sobre el
mueble, dejando descansar sus pies en el embaldosado
amarillo y con mirada inquisitiva, espero que la dama
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hablara primero; mientras con la ua desgastada
araaba con curiosa ligereza, un cmulo de tela
sobresaliente sobre el descansabrazos.
La mujer se acerc al hijo murmurando algo al
odo de este, quien se adentro detrs de un muro que
separaba la cocina de resto de la sala, y al instante
regres con una taza, que desprenda el entraable
aroma de una infusin de caf. Mientras el anciano con
actitud casi caprichosa, prosegua con sus ralladuras
sobre el soporte del mueble.Entretanto, hacan antesala a la peticin que los
haba reunido. Coleman, prob sosegado la bebida
calentada al hornillo, y desde el otro extremo con
mirada explayada, cargada de honestidad lo observaba
la seora. Versado en mltiples lides, el viejo advirtique todo aquello no era mas que un ritual hervido, con
la esperanza de obtener algo a cambio; sinti la
sensacin que desde aquel piso emergan lquenes que
amarraban sus pies, evitando que se incorporara, sin
importar el no estar dispuesto a cumplir la peticin que
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aquellos le haran; aunque no imaginaba cual seria la
solicitud, asuma que esta seria difcil de eludir, mas
para un pobre mortal como l que haba logrado
arrebatar a la vida aos de mas; cuya voluntad propia
resultaba mas la intencin ajena, que su autnoma
decisin. Cuando la dama por fin dej de mirarlo como
si se tratara de alguna escultura pasada de moda, y en
conclusin decidi hablar, bastaron solo un par de
minutos para que la inquietante solicitud concluyera.
Blablablapor eso le ruegoencarecidamente, seor Coleman, que cuide del nio,
sern tan solo unas horas mientras yo regreso del
trabajo. Disculpe por favor mi atrevimiento.
Usted entender que no tengo a quien acudir, a
decir verdad es quecomo ustedes se han convertidoen grandes amigos; segn l mismo me lo ha
relevadoblablablaobviamente, le suplico no lo
tome como una obligacin, en ningn momento
Con evidente molestia no tanto por la peticin,
sino por tanto rodeo, el viejo interrumpi si claro, no
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contexto, como lo expresara la propia madre, su amigo.
Factiblemente ms que eso, una compaa casi familiar.
Llegada la maana siguiente, tres golpes mansos
interrumpieron el descanso del vejete, ms esta vez, al
abrir los ojos e incorporarse de la blanda cama, ya
conjeturaba quien seria el imprudente. Con la paciencia
propia de quien ha existido por dcadas, mas all de
medio siglo; calz sus sandalias y con voz ronca
exclam.Voyun momento por favor!
Al abrir el portn el sol atacaba como diminutospeces dorados, abalanzndose sobre un festn,
cegndolo e impidindole distinguir con claridad la
silueta; sin embargo, reconoci de quien se trataba por
la resonancia de su voz
Buen da, Seor Coleman, de nuevo milgracias. Le he recomendado al nio un buen
comportamiento, gracias seor, con permiso.
Siga usted damaresponditomando por la
cabeza despeinada al pequeo, guindolo al interior de
la vivienda
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Hasta luego seor
Hasta pronto dama
Cmo esta usted seor Coleman?indag el
muchacho, y seguido observes bastante grande su
casa no se siente muy solo, en tan gran espacio seor?
En lugar de responder a la pregunta, el anciano
replicDe acuerdo, vamossgueme, sintate sobre
ese sillny continu alcanzndole el control remoto
de la televisin, para luego alejarse por el pasillo, hacia
el fondo de la casa.Esta vez, el pequeo quien acostumbraba seguir
los pasos de Coleman, hacia donde quiera que este se
moviera, prefiri no contrariarlo y con una conducta
casi reverencial acat la orden; dispuesto sobre un
mullido sof esper su regreso, mientras observaba conensimismado embeleso no la lluviosa seal del
televisor, sino que su mirada se desvi hacia la barroca
pintura que apostada sobre el muro, trasmita la
vitalidad de una escena vvida.
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Que miras muchacho!exclam la voz ronca
del anciano quien se aproximaba con una bandeja,
ataviada por dos tazas de nvea porcelana, humeantes y
bienolientes, tomando por sorpresa al pequeo
sacudindolo de su abstraccin.
Seor Coleman! Que susto me ha dadodijo el
nio, recibiendo uno de los pocillos, agradeciendo la
gentilezay continu preguntandoSeor, que
hermoso cuadro, lo ha pintado usted?
Jaja...jadej escapar una risotada el viejo,ya quisiera yo haber sido premiado con un don divino,
como lo es aquel de describir el mundo a travs de
artsticas pinceladas. Esto que ves aqu! mocoso, es el
resultado de la genialidad de un hombre tocado por la
mano de Dios. Se trata de un gran pintor Italiano,conocido como Caravaggio.
Caballo ha dicho seor!
Necio!replic el ancianoHe dicho
Caravaggio, quien fue un hombre que vivi hace
muchos aos, quien para nuestra fortuna, nos premi
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con obras como esta que estas apreciando, las cuales
afortunadamente las pocas o la pillera no han logrado
arrebatarnos.
Usted lo conoci seor Coleman?indag
curioso el chico.
Yaya, basta de preguntas necias, cambia el
canal, que es hora de las noticiasdijo el hombre.
Un palmario silencio, interrumpido solo por la
voz del presentador de noticias en la televisin inund
el recinto, mientras el inquieto pequeo luego deincorporarse, caminaba de un lado para otro ante la
indiferencia de Coleman. Observaba con curiosidad las
arcaicas reliquias amontonadas por el anciano, hasta
llegar al lugar coronado por aquella pintura, motivadora
de su mayor fisgoneo.Enclavado sobre el estante de madera,
enriquecido con libros amarillentos donde al instante
inquiri imprudente, encontrando algo que provoc en
l, como era de esperar, una nueva indagacin. Se
trataba de un antiguo lbum con fotografas a blanco y
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negro, que tenan ms el aspecto de dibujos borrosos,
dismiles de las luminosas y vitales imgenes que aquel
conoca, captadas por las modernas cmaras digitales.
Mirando extraado aquellos vagos retratos, el
nio gir para cuestionar Son fotografas esto seor?,
pero al hacerlo se percat que el prolongado silencio
del viejo, haba sido ocasionado por el apaciguamiento
de los aos, que hace a las personas de avanzada edad
dormitar en cualquier momento y ocasin.
Tantos crudos inviernos haban golpeado lacabeza de aquel hombre, hasta congelar su existencia
en un postrer indefinido, y leves sobresaltos
temblorosos intentaban regresarlo de aquel mundo de
alucinaciones, que eran sus sueos.
Su mente lo llev en un viaje por los mltiplesaccidentes de su existencia, entretanto, el pequeo
curioseaba por cada rincn de la casa. Al instante daba
vuelta a los canales de televisin, luego se entretena
con algn objeto que hallaba sobre la biblioteca o
tambin soplando por sobre el blanco cabello de
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Coleman, quien sacuda, ante el acto del bromista, las
orejas graciosamente. Finalmente, se entretuvo de
nuevo con el lbum fotogrfico, repleto de majestuosas
imgenes de personas que parecan estar ataviadas con
alguna suerte de disfraces. Entonces, no soport ms el
obligado silencio y camin hasta la silla donde
descansaba el ancianoSeor Coleman!... Seor
Coleman!...prorrumpiobrando que este despertara
con sobresalto.
Qu?...que ocurre?Seor, ha dormido largo rato, despierte para
que hablemos!requiri en aquel momento el pequeo.
No te ha enseado tu progenitora muchacho, a
no interrumpir el sagrado sueo ajeno!refunfu el
viejoQu quieres?Seor Estas personas quienes son?pregunt,
enseando a Coleman las fotografas, buscando
apaciguar su novel curiosidadacaso son sus
familiares?
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Por Dios todopoderoso nio! A que viene
tanta pregunta sobre mi familiadijo en tono enrgico
Colemanve y devuelve esto al mismo lugar, del cual
lo tomaste!
Es que seorque hay de malo en responder
mi pregunta?
Mira, pequeohay asuntos del mundo, de la
vida; que t no alcanzaras a comprenderrespondi el
hombredebes aprender a respetar las decisiones de las
personas adultas.Las razones aducidas, patentemente no habran
resultado suficientes para detener aquella indagacin,
pero justo en ese momento dos golpes secos en la
puerta, anunciaron la llegada de un visitante.
Vamosvamos, aprate muchacho, miremos
quien llamadijo el anciano, aligerando el peso de su
cansado cuerpo sobre el hombro del nio. Al abrir el
portn pudieron percatarse que se trataba de la madre
de aquel, quien pasaba un poco ms temprano de lo
acordado a recogerle.
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El pequeo se arroj cariosamente hacia el
cuerpo de la mujer, quien indag de inmediatoCmo
se comport el nio, seor Coleman?
Biendama, muy bien
No tengo como pagarle su desinteresada
amabilidad. Dios sabr recompensarle su bondad, le
pido permiso para retirarme
Siga seorarespondi, y continu con una
frase inusual en l, tcitamente un hombre antiptico
cuando quiera puede dejar que el nio venga, acorretear un rato por la casa.
Gracias de nuevo seor, permisoconcluy la
seora, sealando el camino de partida a su hijo.
A partir de ese momento, cada cuatro o cinco
das pasaba el mozuelo la tarde en casa de Coleman,por propia peticin de este; resultaba evidente que al
anciano le hacia bien compartir un momento con el
pequeo. Recapacitaba haber estado solo demasiados
veranos, no obstante, a su edad y merced de su espinoso
carcter, difcilmente encontrara una mujer con la cual
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compartir sus ltimas horas. De ello no le caba duda,
por eso el pequeo al igual que la madre, a la postre se
iban cristianizando en su apadrinada familia.
Una tarde cuando el pequeo, ahora casi
adolescente, jugueteaba con sus libros o se distraa con
el lbum de fotografas; el viejo Coleman, al verlo se
detuvo a cavilar sobre lo propicio del momento, para
anunciar aquello de lo cual estaba seguro, era esto, que
madre e hijo deban trasladarse a vivir en aquella casa
junto a l. Reservando as el gasto de la renta, de lamisma forma garantizndose un techo prolijo sin
privacin de ninguna clase.
Se cumpli de esa forma la voluntad del viejo.
En poco menos de un mes madre e hijo, ya se
encontraban instalados para residir como una familia,en la otrora solitaria vivienda.
Despus de aquel da Coleman, junto a su
lozano amigo, se sentaron numerosas tardes en el saln
principal; compartiendo historias tan distantes las unas
de las otras, venidas de la mente de dos generaciones
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con la cual el mozalbete soara tantas noches, como
una amante que se evoca an sin conocerse.
Como era habitual, una maana el anciano le
pidi al muchacho que le acompaara a la misa matinal.
Claro seor Colemanasinti este.
Cuantos aos mi buen amigo!reflexion el
viejo, y mirndolo con gesto compasivo le dijo: gracias.
El Joven no elucid del todo, el por qu? de
aquel reconocimiento, mas asumi que aquel
simplemente agradeca su incondicional compaa.Empero, las palabras de Coleman, reflejaban la
gratitud ante un acto manifiestamente benvolo,
lcitamente comprendiendo que aquel que ahora segua
sus lentos pasos; le haba logrado la coyuntura de una
final cita con el creador supremo, al escrutar con suinocencia, el ltimo hilo de luz que ahorraba su
apesadumbrado nimo.
Al cruzar el portn tropezaron de frente con un
pomposo cortejo matrimonial, altisonante con los
bramidos de la madre, los cuales hicieron rumiar a
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Coleman, quien elev la mirada reparando la escena
que se desarrollaba. Se revesta esta de solemnidad,
sobre los bamboleos que facilitaba una calle corolario
del levantamiento asfaltico, generado por el peso de
camiones de carga; quienes se haban apoderado de la
ruta, transgrediendo decretos municipales que lo
prohiban explcitamente. Mas en un gobierno de leyes
violadas, los ciudadanos terminan por justificar tales
bribonadas, lo cual, no era distinto en el apacible lugar
que habitaban estos entraables amigos.Nunca consegu discernir el por qu? del
sollozo de las madres, durante el casamiento de sus
hijasexclam el viejo
HmmmReplic el joven sin saber, que
manifestar ante tal reflexin; pues tampoco lcomprenda el motivo de tanto alarido tratndose de
una alegre celebracin. Quiz, esto revelase que las
madres en el fondo de su ser, ansan que sus hijas sean
un da flores marchitas que adornen el jardn de sus
finales primaveras o simplemente, su afliccin denota
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que su propia experiencia en los caminos de la vida
conyugal, no ha sido placentera.
De cualquier forma ya dejados atrs por el
desfile, continuaron sin ms reflexin su camino rumbo
a la iglesia, estos dos cofrades. As se repiti este
periplo cada vez durante mltiples jornadas, en que su
andar se dibuj sobre las calles que conducan hacia el
templo.
A medida que el joven alcanzaba el esplendor
de la adolescencia, su inseparable amigo se tornabamemorablemente senil. Para entonces protegidos por la
barricada de sueos enaltecidos entre muros de
concreto, vivan como una familia. Y como diminutos
copos de nieve, las memorias de aquellos recientemente
allegados, adornaban los rincones de la casa; ejemplode ello, eran las canicas de la niez que ahora se
avisaban en un rincn de la gloriosa biblioteca,
atiborrada por la hueste de libros. Con beneplcito el
anciano engatusaba a madre e hijo, con aejas historias
que gastaban la tarde al aroma del caf. Ahora el joven,
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previamente un prvulo, sola distraerse mirando a
travs del filtro traslcido del ventanal, el acompasado
caminar de las mancebas, acicaladas con coloridos
atuendos, engalanados por el danzar cadencioso del
torbellino de sus femneas caderas.
La urbe sencilla se transformaba con el sol del
medioda, cubierta por el inmoderado semblante de un
ente radical, afectado por el peso de una patria en
ruinas.
Fue Coleman, la madera que sirvi para tallarlos anhelos y expectativas de un espritu indomable; el
escultor silencioso que con cada frase buscaba un
nuevo pulimento, sobre el nimo de aquel quien abra
sus ojos al mundo. Una bsqueda que era la suya propia
la cual sus aos impedan, debi acaso conseguir unnuevo vehculo sobre el cual rodar su propio ser. El
viejo era el joven, a su vez el joven se haba hecho
viejo, no por que su piel denotara declive alguno, sino
por cargar ahora, en su propia valija de sueos un
infinito de imgenes y recuerdos; puestos ah por un
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insigne manipulador al que por supuesto, deba el
galardn de haberle regalado sus ltimos das, mas all
de eso sus propios bienes.
Finalmente, con las buenas maneras que haban
resultado tan habituales en l, Coleman, intuyendo la
cercana de la hora postrera demand la presencia de
ambos, madre e hijo. Ya reunidos en el lecho de
muerte, con su concedida y adoptada estirpe, el anciano
anunci lo inevitableaquello que los jvenes ignoran
por completo, mas los longevos conocen a cienciacierta, sobre lo cual, parecen calcular incluso minutos,
todava segundos: su propia partida.
El momento final haba llegado, como toda
criatura de Dios, deba ahora rendir cuentas a su
creador y perfecto juez de la humanidad.Ante la mirada compungida de aquellos, el anciano
tomando a cada uno de la mano anunci:
Es todo para m, el seor me ha bendecido aun
sin ser merecedor de su infinita nobleza con aos de
ms, con una familia benvola y comprensiva, la cual
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ha adornado el trayecto final de mi largo camino.
Dirigindose al joven exclam T, has sido mi gran
amigo! Paciente, tolerante, siguiendo mis cansados
pasos, atendiendo el trasegar de mis recuerdos, siempre
atento; fuiste un buen nio como sers tambin un gran
hombre; solo recuerda no atropellar jams a tu igual,
aun si eso detiene tu raudo avance, pues los hombres
pueden dejar de juzgar pero es la propia mente, nuestro
justo inquisidor
Luego, mirando a la afligida mujer, le recordsu importancia en aquella narrativaUsted, mi buena
dama! ha sido la hija que hubiese querido conocer,
para quien mi hombro vacio estuviera siempre
disponible; cuida de tu hijo, as como l velar siempre
por tiDespus de estas palabras, con inexcusable
cansancio en la voz, y esgrimiendo el ltimo aliento
que subyaca en su ser, concluy anunciando:
Estas, mis humildes pertenencias son desde
hoy las suyas; confo sabrn valorar el significado
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particular, que tienen los objetos apilados aqu durante
largos aos. Un joven abogado, ha sido confiado para
realizar los trmites respectivos que dispone la
ordenanza
No result sencillo para el viejo morir, pues
aquellos bordeando su cama, pretendan interrumpir su
particular discurso; acaso ensayando que aquel olvidara
a la huesuda mandadera, quien hace rato esperaba a los
pies de su lecho y no permitira que el vejete, se tomara
ms tiempo del convenido. Con pertinacia, as lohacan, pero una y otra vez el anciano les rea
retomando la disertacin.
Al momento su voz se fue apagando lentamente
y sus ojos se cerraron por siempre, mientras sus dbiles
manos empuadas con las de aquellos, a quienes habaamado sin ser su familia, se abatan suavemente. El
viejo Coleman, haba muerto.
Durante largo rato permanecieron de pie junto al
lecho, en silencio. Habran apreciado or al viejo decir
mucho ms, aun si se tratara de incoherencias privadas
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de cualquier lineamiento lgico; pues para ellos, su
merito trascenda mas all, de lo que l mismo hubiera
imaginado.
Finalmente, desgajando el mutismo,
consintiendo que sus ojos se tornaran cristalinos por el
llanto, dijo la madre:
Fue un hombre muy valioso
Sin dudaasent el joven, con la afona
causada por la perplejidad del suceso, con un nudo en
la garganta que no le consinti una silaba ms.Luego de algunas oraciones, dispusieron madre
e hijo requerir a la correspondiente autoridad, para las
diligencias de rigor, realizar los trmites para la
ceremonia fnebre, convocar vecinos, amigos; en
contexto general todo preparativo acorde a lascircunstancias.
Una vez cumplidas las formalidades pertinentes,
estando ya en el velatorio; con afliccin y el corazn
contrito observ el joven como dentro del sarcfago
bruido, tan solo asomaba la funda de piel rgida
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tornasolada de amarillento, de quien antes fuera su
octogenario compaero.
Cun rpido haba transcurrido el tiempo!
Pens mientras le acariciaba la mano con ese
obstinado cario, que se brinda a los ms leales amigos.
A que hora lo entierran?pregunt una
vecina.
No srespondi con despiste, con el apego
natural de quien no se resigna a perder un ser querido;
olvidando que aquella respuesta recaa solamente sobrel y su seora madre, pues el viejo no tena ms familia
que ellos.
Es una lastima que se haya ido un buen hombre, tan
respetuoso, ciertamente cordial, murmuraban algunos.
Entretanto, en una esquina las beatas rezaban el rosario.Gracias a Dios, que el Seor Coleman, vivi
con tranquilidad sus ltimos das le dijo al joven una
seora que se aproximaba. Adems, resulta una
extraeza que alguien logre tantos aos en estas pocas.
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Gir su cabeza hundida sobre la almohada,
escurrindose lentamente fuera de la cama; al
levantarse record que el viejo estaba muerto. Con
pesadez se incorpor, luego avanz por el inmutable
corredor hasta el lavabo, donde dej que la molesta
sensacin del agua glida cayera durante varios
minutos sobre su rostro.
Encendi la luz de la sala y la refulgente
lmpara le encandil la mirada, seguido se dirigi en
direccin al dormitorio donde descansaba su seoramadre, cubrindole el desabrigado cuerpo con la cobija
gris de gruesa lana. Despus de preparase el desayuno,
resolvi transitar las memorias adheridas a la que ahora
era su casa, al detenerse frente a la biblioteca percibi
de nuevo, el aroma del caf que preparaba el anciano ysinti una intensa nostalgia.
Se dej caer sobre el viejo silln, frente a la
pintura de Caravaggio, apostada sobre la biblioteca;
record la primera vez que la haba visto, segua igual,
inalterable tantos aos, aquella se perpetuaba
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desafiando los siglos como si fueran horas, tornando
perenne a su creador, tal vez sin pretenderlo. Mostrando
la lucha constante que con abatimiento acusamos todos
los seres, la disputa del santo contra el demonio,
adornada de un trascendentalismo que solo un genio
como el de aquel pintor podra haber logrado; poda
verla, sentirla casi cobrando vida, hacer eso lo distraa,
lo llevaba a un viaje por parajes imaginarios.
En cuanto a l concerna, consideraba que nada
de eso era suyo, simplemente se vea a si mismo comoel guardin de los objetos de su viejo amigo.
Fue entonces, cuando devorando con su vista
cada rincn de aquella vetusta fortaleza, distingui
entre las hendiduras de uno de los libros, un sobre
blanco demasiado relumbrante como para haber sidodejado en ese lugar meses o aos antes. Aproximndose
lo asi, para darse cuenta que se trataba de una carta de
Coleman, sin fechar, carente de introduccin alguna
pero evidentemente dirigida a l.
Mi apreciado amigo:
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Siempre manifestaste curiosidad, por conocer
aquellos apartes de mi vida que jams tuve el valor de
narrarte; tal vez por temor, culpa o porque solo viendo
con tus propios ojos podras entender, no lo s,
concluir que la vida es demasiado compleja para ser
narrada, mas para ser vivida. En efecto, conociste gran
parte de los aspectos bsicos de mi sencilla existencia,
pero aun el ms humilde de los seres guarda para si, la
carga que le corresponde llevar.
As, con todo mi abatimiento, presagiandocercano el momento de mi partida, intentar darte el
impulso para encontrar lo que buscas; entenderme y
entender el mundo.
Convendr referir en forma breve lo que fue mi
vida, antes de conocerte a ti y a tu madre. Nac muchasdcadas antes en esa Europa, con la que t sueas,
singularmente cuando la desconoces por completo. Fui
el menor de tres hermanos, uno de los cuales muri
contando tan solo cinco aos a causa de neumona, el
otro tambin fallecido, durante la segunda guerra
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mundial; sobre la cual ya habrs ledo. De mi padre no
conoc nada, solo s que se trataba de un ebrio quien
nos abandon al momento de mi nacimiento. Fue de
esta suerte, como me convert durante varios aos en el
sostn para mi madre, con la cual vivimos una
existencia de sobresaltos y persecuciones.
Hasta aqu asumo estars bastante sorprendido,
te digo, encontraras ms. Para mi fortuna ahora eres un
hombre quien puede entender muchas cosas, que antes
no habras comprendido.La lbrega doctrina poltica y social parida aos
atrs, consigui su maysculo hervor en los aos
treinta. Como un relmpago, se propag sobre nuestra
amada tierra; bullendo sobre el caldo de cultivo de las
crisis que fatigaban a Europa. El descredito de losgobernantes, dio nacimiento a efervescencias
nacionalistas; bajo la excusa de la reivindicacin
proletaria, floreciendo nuevos lideres que solo se
revelaron para recaer sobre la naciente dificultad.
Erigiendo el monopolio que llev a la hinchazn de la
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fractura econmica, que agobiaba a los menos
favorecidos: los despidos, violencia y pobreza que
haba ocasionado la primera guerra mundial. No
tardaron los propios miserables en ser los primeros, en
la lnea de defensa de posturas extremas e
inentendibles, concebidas bajo el manto oculto de
intereses superiores aliados con la egolatra de sus
regentes.
Era fcil inducir para ese momento que quien
lograra asestar el primer golpe, lograra someter al otro;lo dems por otra parte, podrs encontrarlo en cualquier
libro de historia, sabiendo que se trata de una
vergonzosa poca de la humanidad. Sin embargo, por
paradjico que resulte, hoy encontrars ms de lo
mismo en cada sociedad de las que se dicen llamarmodernas.
La gran guerra estall siendo el ao 1939, a
partir de ese otoo, mandato tras mandato los derechos
esenciales fueron vulnerados. Toda libertad fue
coartada de alguna manera, hasta los nios fueron
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marginados, su inocencia se perdi entre el hedor a
muerte, a execrables abusos. Los alimentos escaseaban,
a la par que las ordenanzas establecan prohibiciones
para muchos ciudadanos de asistir a mltiples lugares
pblicos. Algunos se sometan por que eran los
mandatos, la mayora lo hacamos simplemente por
temor; temor de salir a las calles, de saludar a nuestros
vecinos o acudir a los mercados. Aprendimos a vivir
con aprensin de ir al colegio, de visitar parientes; tan
siquiera cruzar el quicio de la puerta de la casageneraba temor.
Durante tan sombros aos, incluso, visitar la
iglesia para buscar el sosiego en la palabra de nuestro
seor, resultaba tortuoso; simplemente el hecho de vivir
se torn en una prohibicin.En un breve lapso durante el cual ostent el
poder una burguesa mediana, irrumpi en las urbes
una pestilencia, que lograba partirle el alma al
semejante, tanto como al naciente que an no vea la
luz del sol.
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De pronto los caminos envenenaban; la
enfermedad asolaba, la muerte regocijada se solapaba
en cada rincn, mientras los fatuos dirigentes sobre sus
graderas de oro, contagiaban la inocencia de los
menesterosos; aprovechando su evidente necesidad.
Los fogones oxidados y vacios, se adornaban con
alguna verdura fermentada acompaada de un trozo de
manteca. Las moradas sin ventana, dejaban filtrar hasta
los aposentos peripuestos con camas cubiertas por
fundas sebosas, el agudo y espantoso aroma apestilencia.
Los otrora vecinos deambulaban como
espectros, insinuando sobre los esculidos pellejos los
huesos punzantes; afuera reposado sobre los andenes,
poda verse el dantesco espectculo de la peorcarnicera: la sangre cuajada de nuestros semejantes
corrompindose en su propia secrecin, con el atavo
msero de su desnudez; los orificios vicindose de
insectos, los colmillos amarillentos mostrando una final
mueca de dolor, que simulaba una satrica sonrisa, al
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sur de los parpados adheridos por el soplo de la muerte
sobre los cuerpos.
Los nios a fuerza se hicieron hombres, ya no
eran frescos, sino que su ser se perverta entre las
corrientes de cuerpos que huan sin rumbo.
Entretanto, los mandatarios trasmitan su inoficioso
discurso en las plazas, en las iglesias y en cada rincn
donde la corrupcin exhalaba por igual; bajo las frases
de esos grandes lderes. As, la hermosa Europa, se
tea con un manto de oscuridad que el arrojo de susnaturales y de algunos otros venidos de afuera con
voluntad de aliados, procuraba en pro de la humanidad
desvanecer, dando fin para siempre a ese pavoroso
leviatn.
Sometidos a toda suerte de arbitrariedades, sinun padre que protegiera nuestra casa; mis familiares y
yo debimos padecer toda suerte de penurias para
subsistir. Una madrugada escuch a mi madre llorar
angustiada, al levantarme me dirig de inmediato al
lugar del cual provenan sus sollozos, la hall con su
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mano aferrada a la foto del pequeo hermano fallecido.
Entretanto, con la otra sostena un cuchillo el cual dej
caer al verme, aproximndose para ofrecerme un abrazo
entre conmovedores lamentos. Contaba yo tan solo
once aos por esa poca, pero entenda perfectamente
cuanto sufra esa pobre mujer, quien era mi progenitora.
Transcurra el ao 1944. Toda Europa, se
encontraba conmocionada aunque manifiestamente se
avecinaba el fin de aquella espantosa y sanguinaria
lucha, mas no as el colofn de las calamidades para susagobiados habitantes. Fue esta una poca de gran
tribulacin; primero vino la guerra, luego la asechanza
contra todo aquel que promulgara ideas contrarias. As,
se alleg la miseria y de una u otra forma todos
terminamos inmersos en ella.La conflagracin surgi innegable, determinada,
repleta de smbolos, marchando altiva en su sidecar de
muerte, desde el inicio del conflicto. Exhibiendo
burlona los sacos de difuntos, apilados como arena en
los ribetes de las edificaciones oficiales.
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Ms all, en la lejana, improvisados resguardos
en las quintas religiosas de las inmediaciones de cada
ciudad, albergaban a mutilados y hambrientos.
Entretanto, las calles se empapelaban de anuncios
propagandistas, relativos a la hipocresa de las
disposiciones de seguridad, como simples excusas de
mentes insanas sedientas de poder.
La guerra asol empresas, familias, calles,
sueos, ciudades enteras; mas una vez finalizada,
continu la lucha de los menos favorecidos contra losmagnos imperios de la manipulacin: industrias con
espritu esclavista y gobiernos que propendan el poder
militar sobre cualquier cuestin social.
Los millones que sucumbieron durante esa
poca desventurada de la humanidad, descansabanahora del horror que padecan sus familiares vivos;
quienes oficializados los acuerdos de paz,
contradictoriamente continuaban a la deriva, corriendo
sin rumbo e intentando sobrevivir.
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Incluso, los auxilios acordados por medio de
legislaciones establecidas en los ayuntamientos de los
magnos aliados, las cuales establecan el beneficio de
enormes cuantas de dinero a disposicin de prstamo;
con la finalidad de dar oxigeno a industria, bancos,
gobiernos. Como tambin, contribuir con la
recuperacin de nuestras naciones, favorecieron todava
ms el naufragio de la ya lastimada situacin de los
menesterosos, se hizo evidente con el tiempo, que
aquella pilastra ofrecida por algunas naciones, no eradel todo desinteresada. Y finalmente, sobre el lomo
calloso de los proletarios termin por constituirse, mi
apreciado amigo, la Europa, prospera de grandes
oportunidades que habrs apreciado alguna vez a
travs de la televisin. No por eso refutar el hecho queas haya acontecido; pues en ocasiones es deber tocar el
ms oscuro fondo antes de apreciar el brillo del
amanecer. Gracias a esa realidad hoy nuestra prole
puede recorrer una heredad merecida, reconociendo con
respeto el acto altruista de su pasada progenie.
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Fue as, que cansados de todo, ante la muerte
del mayor de mis hermanos y la golpeada salud de mi
madre, decidimos exiliarnos en un nuevo continente
que la guerra no haba tocado; una tierra virgen, libre
del horror que cargbamos en nuestras mentes, era lo
sensato, estuvimos de acuerdo los dos. Dejaramos atrs
todo aquello para comenzar una nueva vida; a mi modo
de ver, era esa, la providencia ms adecuada.
No obstante, nada pudo estar ms alejado de la
realidad en aquel pas de hermosa geografa y climabondadoso, pues el rostro burln del destino, mostr los
colmillos afiliados de otra terrible estratagema blica,
con razones en apariencia dismiles; a la usanza con un
trasfondo idntico, ya que las guerras sean pequeas o
colosales son solo eso, por tanto, no debe otorgrselestitulo diferente.
Transcurrido poco tiempo de haber arribado a estos
dominios, prisioneros de asombro, lacerados por el
espanto, debimos asentir que si bien nuestras pisadas
dejaban huella sobre una tierra distinta, esta solamente
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lo era en su color y textura; porque yaca enferma de
similar conflicto.
Y cuando no se tiene razn de decisin sobre el
orden social de un pas, debe uno someterse a la
realidad que le otorgan. Perceptiblemente mi carcter
era benvolo a pesar de mi precaria niez, como las
razones violentas que me empujaban a este nuevo
escenario.
Corra el ao 1948 tan solo meses antes nos
habamos alojado con mi madre en una morada,conocida popularmente por el denominativo de
inquilinato, en la cual, habitaban varias almas humildes
que conformaban distintas familias. Solo nos
acompaaba nuestros ropajes, el anhelo de iniciar una
nueva vida y el cuadro que reposa en la pared sobre labiblioteca, aquel que tanta fascinacin te causara, el
cual por cierto, debo decirte es recomendable estimes
sobremanera; tratndose de un original del pintor
italiano como dijiste alguna vez, sino
Caravaggio, cuyo valor econmico es altamente
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estimable, mas te aseguro su carcter artstico es
incalculable.
Cmo lo obtuve te preguntaras? har un breve
parntesis para narrarte esa historia:
Siendo yo un nio, sin contar patentemente con
los recursos cambiarios para adquirir tamaa obra. Te
dir que esta es una historia bastante impensada; mas te
pido no dejes volar tu imaginacin asimilando asuntos
que no corresponden. La verdad es que lo obtuve de un
necio, siendo yo aquel pequeo que te he descrito, alcual gan una apuesta en una cantina; por supuesto, en
aquella poca la palabra de un hombre era respetable,
incluso, estas apuestas adquiran una derivacin casi
sagrada. Hoy estoy convencido, inclusive, que el pobre
inocente nunca supo lo que haba escapado con tantafacilidad, como agua fluyendo de sus manos.
Hecha esta salvedad, proseguir con mi relato.
Estando ya en esta nueva tierra, all por el ao
1948, aconteci el aterrador crimen de un lder popular,
postulante al poder de la nacin. Lo cual desat un
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feroz enfrentamiento, cuya secuela dej varios cientos
de miles de muertos por todo el territorio. Con esto iras
concibiendo factiblemente la naturaleza humana,
tambin razonando que al ver un rostro nuevo debers
intuir que tras el, siempre existe un algo oculto mas all
de la probable simpata; esto es, por que la dualidad que
esconde el hombre dentro su ser, suele tener dos rostros
opuestos que casi nunca se encuentran, ni mucho
menos logran celebrar un punto de acuerdo. Sino por el
contrario, el ser humano siempre se balancea sobre unextremo de la bscula, obrando que en ocasiones su
conducta linde con lo irracional.
Fue as, como las represalias de seguidores y
contrarios del lder arrebatado, llegaron hasta la puerta
misma del lugar, que para entonces ocupbamos junto ami madre. Sucedi, recuerdo plenamente, una maana
cuando el grito descarnado de una joven esposa anunci
la muerte violenta de su dilecto conyugue, ah mismo
sobre la plazuela ante la vista aterrada de todos.
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Para ese momento yo, a fuerza de golpes, me
haba hecho un hombre de corazn spero, ms no por
eso poco corts; aunque adecuadamente receloso. Tom
a mi madre de la mano conducindola hacia la
habitacin, mientras, ella me observaba con sus ojos
tristes cristalizados por el llanto, buscando una
respuesta a tamaa irona; sintindose tocada una vez
mas, por el fantasma de aquella guerra que tanto la
haba daado, en tanto yo, intentaba sosegarla
acariciando su enmaraado pelo. Aquella tarde de piejunto a ella jur ante mi Dios, que nadie la lastimara de
nuevo
Observ el joven con consternacin la
descripcin de aquellos detalles, devorando cada lnea,
a tal punto que su propia imaginacin lo traslad haciauna realidad que no conoca; de la cual haba sido hasta
ese instante un observador indiferente. Recre en sus
pensamientos las imgenes de nios, mujeres y
ancianos; concluyendo que la guerra era un monstruo
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insensible, al cual era deber afrontar ha riesgo de
terminar siendo parte de l.
Afligido levant la mirada sobre el dintel del
ennegrecido estante abarrotado de libros, encontrando
en las figuras que se representaban en aquella pintura
de Caravaggio, la imagen misma del anciano luchando
contra la adversidad. Sinti compasin mezclada con
extraeza y guardando la carta en el bolsillo de su
camisa, abandon la casa. Reflexion que aquel viejo,
no tena sueo diferente de dar tiempo al tiempo,porque hace mucho que lo haba vivido todo; por eso
sus ltimos aos no eran otra cosa, que el espacio
simple de las escasas formas de una ciudad, que lo
hera mucho menos que sus propios recuerdos.
La prisin emocional hacia la cual le conducanlas lneas que escapaban del papel, elev el velo cuando
su alma advirti que podra alzarse, en contra de aquel
precepto de horror que la humanidad estableca y en el
recinto de sus sueos dar cabida a una esperanza nueva.
La sombra que se alargaba ahora posea brillo propio,
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sobrellevando el trance sofocante de sus propias dudas.
Ese da el muchacho habra de atravesar con cierta
sazn de letargo, un camino desconocido que lo llevara
en un viaje por la mente del anciano, ahora, en buena
medida la suya propia. Le result imposible cerrar la
puerta tras de l, regresando de inmediato en busca del
rancio silln, desarrugando la carta para continuar la
lectura.
Los miserables de aquella cruel poca
sanguinaria, siguen siendo iguales a los miserables dehoy; viviendo tan campantes como si nada hubiera
ocurrido. De esa forma los dueos de la tierra y los
grandes capitales, concibieron ladinamente que pactar
la matanza entre esos mismos, les ganara no solo el
favor del pueblo, sino, tambin unas cuantas monedas.En mi abatimiento juzgu, que solo quien ha conocido
un antecedente puede ver con claridad lo que ocurre; al
instante intu que la guerra no tiene colores ni ideales,
meramente es la misma en cualquier lugar del mundo.
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De esa forma, mientras los campesinos se
cortaban el cuello entre ellos, los seores dueos de la
riqueza se apropiaban de sus terrenos, sus hijas, sus
cultivos; haciendo sabio uso de la ignorancia de
aquellos, alimentando su heredad con el sudor y el
sufrimiento de un pueblo ingenuo. Una vez ms frente a
m, como si se tratara del plagio de una obra, estaba la
misma guerra, lo nico que haba cambiado era el
nombre del territorio.
La adversidad termin por socavar el nimo y lasalud de mi madre, arrebatndola de mi lado tan solo un
par de aos despus. Una maana el viento se llev su
alma, con un aroma de caf que inund el humilde
cuarto, gracias a Dios, muri tranquila, de modo que yo
estuve conforme.Poco despus conoc a la ms hermosa doncella, quien
puso en marcha la silenciosa frecuencia de mis
sentimientos durante una larga temporada, ocultos en
un vacio y profundo rincn de m ser. Al verla mi
corazn clam un suspiro cuando su mirada se encontr
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con la ma, supe de inmediato que seria la duea de mis
noches.
Luego de saludar, se despidi alejndose en
direccin a su desvencijado cuarto de inquilinato, haba
estado frente a mi todo el tiempo; sin embargo, mi
propia soledad no me haba permitido verla hasta ese
instante, en el cual impulsado tal vez por el miedo al
retraimiento, que traa consigo la ausencia de mi madre;
buscaba refugio en aquellos ojos nostlgicos.
As, empec a frecuentarla. Era una jovensolitaria agredida al igual que muchos por la violencia,
sin padres ni hermanos; la cual viva en medio de una
acrecentada pobreza. No tard en caer en mis brazos, y
si bien, dediqu algunos das a ella, fue mi error, mi
crimen poco despus dejarla sola afrontando con sufragilidad, la dureza de una existencia de privaciones;
con la soledad comindole las entraas, poco o nada le
di a pesar de merecerlo todo. Ella quera un hogar que
yo no saba brindarle, a la sazn del abandono, una vez
ms estaba desierta; se quedaba cada noche esperando
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paciente mi regreso sentada en la escalera, mirando en
silencio las estrellas, anhelando la libertad de aquellos
faroles sobre el cielo. Permaneci demasiadas
estaciones sin un hombre a su lado para protegerla; solo
hasta despus de su prematura partida, supe que mi
semilla germinaba en su vientre; era tarde para ambos,
el descenso de su cuerpo hacia el sarcfago, solo me
dej por despedida la culpa y el delirio que me
desviaron de lo que debi haber sido mi vida,
rodendome de muerte.Desde aquel transigido escarmiento, el amor
solo lo hall en bares, en rancias cantinasla doncella
haba partido de mi vida concediendo el nico legado
que mi existencia mereca: el ms profundo olvido, y
del fruto de sus entraas, tan solo el recuerdoimaginario de lo que pudo haber sido.
El alcohol jams logr ahogar mis penas,
tampoco mis culpas; victima de un voluntario destierro
recorr lugares que preferira olvidar, sin ningn dejo de
moral ni vergenza.
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Consentida la signada carga, el inmediato futuro
no trazaba visible alivio para esta golpeada nacin, era
un enfermo sin mejora hundindose en el abismo de la
justicia por mano propia; de la corrupcin como forma
de vida, de la intolerancia y la indiferencia ante el
drama de las victimas, del manido discurso de la guerra
resonando como justificacin absoluta, enajenando la
mente de los jvenes. Esa es mi vergenza, por ello te
pido perdn, porque tambin yo contribu a edificar
aquel horror.Con la soltura que suelen andarse los polticos,
corrieron los das postreros bajo los amparos de leyes
por ellos concebidas; se afinaba poco a poco el
conjunto de horrores que tea de rojo las calles de los
pueblos. Mientras las seoras burguesas cnyuges decorruptos, caminaban refinadas con sus disfraces de
damas ejemplares, llevando de la mano nios
desaliados victimas inocentes de sus propios
consortes.
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Se departa en las cafeteras sobre asuntos de
una guerra perdurable, en medio de conversaciones
frvolas que cubran con su membrana falsa la evidente
crisis, era una sociedad partida en dos incapaz de
mirarse a la cara, intentando ignorar sus pavores.
En esos abriles de mi vida era yo, una persona
desacorde con lo que aconteca; un joven propugnando
una sentencia dismil, puesto que ya conoca los
horrores que encauzan la beligerancia, la forma como
sus largas extremidades terminan por tocar, asimismo, aesos burgueses que la promueven; quienes tercamente
como piezas de un artefacto social la atesoran,
infaustamente, tambin yo termin haciendo uso de ella
como servidor de sus intereses.
Durante un par de aos me ment a mi mismosobre el noble carcter de esa lucha, escudriando un
enemigo inexistente, sobre casi todas las cosas,
meramente como medida de previsin.
A pesar de ello, empez a emanar a medida que
trepaba aquel trazado de muerte, los restos que
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quedaban de mi propia conciencia. De modo que decid
dar un nuevo giro a mi vida y como compensacin final
a los favores que ofrend a un grupo de leguleyos,
conclu trabajando en uno de los ms altos edificios
gubernamentales. Irnicamente, mis actos en lugar de
ser castigados me haban llevado hasta ese lugar frente
a una taquilla de servicios, ubicada en el extremo de
una fila de ocho, en la cual pas la mitad de mi vida.
La casa que hoy es tuya, fue la herencia del
tiempo servido, la aciaga compensacin a mi pecadomortal; cargando en mi mente la vergenza, transcurri
cada da. Solo al final pude hallar el albor de una lejana
esperanza para mi alma, el ltimo de acto de contricin,
obsequio dado por ti y tu santa madre en mi conclusiva
partida.No pretendo mi buen amigo, con estas palabras
restar merito ni dar a entender, que aquellos recuerdos
hermosos de infancia, de los cuales principalmente te
habl en nuestras tardes de ocio, hayan sido ilusorios;
simplemente tu amistad me permiti recordar lo valioso
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de los pequeos instantes de alegra, que salpicaron mi
atormentada existencia. Tampoco busco en mi narrativa
el perdn a mis culpas, pues como ambos sabemos, ser
el magnnimo creador quien a bien tendr considerar
mi justa penitencia, mas si procuro que entiendas que la
vida no puede enmendarse con un bosquejo de
existencia distinta, simplemente es lo que ha sido, y
solo a ti he revelado gran parte de la ma.
Se despide t buen amigo Coleman
Ciertamente, el joven se sinti desconcertadoante tamaa revelacin; inclusive un fucilazo de
frustracin recorri su ser, sin embargo, concluy que
la honesta amistad que se haban brindado, era
suficiente para evitar cuestionar las razones hoy lejanas,
respecto de la conducta discutible o no de aquel. Comoel mismo anciano lo expresaba en su mensaje: todos
tenemos nuestro ecunime juez.
Seria espinoso precisar si aquella carta,
enseanza final del anciano o a lo mejor las muchas
tardes junto a Coleman y sus historias,
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cometido asignado por Dios, como final expiacin a sus
faltas> influyeron en que forma o medida en el destino
del joven, en cuyo espritu singular a lo que pudiera
concluirse, naci una creciente necesidad social en
lugar de un concluyente rechazo, ante la aberrante
realidad. Todo esto confluy en posteriores estudios del
oficio poltico y minsculas batallas ganadas al interior
de pequeos grupos marginales, de quien pas a ser su
cabeza visible, su lder, su esperanza.
Gozaba la existencia de un noble caballero, conuna visin diferente en aquel momento de sus frtiles
aos. Estaba al corriente de todo lo que ocurra, no solo
en el claustro universitario, sino tambin afuera, en esas
calles atiborradas de personas cargando sueos a
cuestas.Se revelaba como un joven impetuoso, mucho menos
ensimismado que algunos, recto, provocador, optimista,
quien proyectaba afianzarse en el arte de la poltica; era
un estudiante laborioso, sabia que tenia, por lo tanto,
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todas las posibilidades de lograr su objetivo, lo cual a la
postre lleg pronto.
Unas pequeas elecciones locales fueron el
primero de muchos peldaos que esperaba escalar, y de
inmediato surgieron ingeniosas ideas con la misma
velocidad que florecieron contradictores; mas su
carcter recio le permiti soportar mltiples embates,
saliendo siempre airoso.
El tiempo transcurri, entretanto, su brillantez lo
llevaba a posiciones aun mas privilegiadas. El caminose haba establecido, el joven lder con pequeos pero
firmes pasos avanzaba en la consecucin de sus
objetivos.
Habiendo ganado millas en el terreno poltico,
contando para el momento con la distincin derepresentar a los miembros de su comunidad, en la
administracin municipal; sitial desde el cual procuraba
cumplir a cabalidad su deber ciudadano, impuls ideas
de progreso para todos. Adems, de ser avizor atento
del respeto adecuado a las ordenanzas administrativas.
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Una maana que se encontraba temprano en su
oficina como era su hbito, lleg hasta sus manos un
legajo de papeles para la respectiva aprobacin y firma;
luego de procurar una exhaustiva mirada, hall en estos
documentos allegados por los distinguidos consocios, el
evidente compromiso misntropo que suele cargar la
poltica en todo su hervor. No fue forzoso un releer,
pues de inmediato, desde aquellos escritos brotaron
anomalas, entre ellas: el exagerado nmero de
proletarios convocados en terrenos, incluso, ajenos a suconocimiento o donde su erudicin era insuficiente;
sumado a esto, plazos que apenas si permitan cumplir
con el compromiso de la obra. Sobre todo advirti en
este asunto, la clara inclinacin de varios grupos y su
conducta afanosa en torno a la firma de la concesin; sepoda observar tambin, estampado sobre las hojas, un
montn de rubricas innecesarias dentro de los
formularios, los cuales solo deban haber pasado por un
par de manos.
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Estas extravagancias le llevaron en direccin de
un claro evento de naturaleza punitiva, promovido por
una fuerza confabulada a quien le tocara sin duda un
generoso auxilio; notoriamente de esta maraa deban
formar parte tambin algunos colegas de su propio
partido poltico. Haba claros sntomas, ms que eso, la
verdad de la fechora se evidenciaba.
Tomar el portante no era su estilo, de modo que
resolvi realizar un estudio independiente, para lo cual,
debi investigar profusamente; evaluar cifras, cotejarproyectos smiles. Finalmente el resultado arroj cifras
diametralmente opuestas a las que le haban sido
presentadas.
Das despus en el transcurso de una de las
sesiones, otro bisoo poltico se aproxim a l duranteel receso de la tarde, con un ofrecimiento inesperado.
Esta usted enterado mi apreciado compaero,
que en mi comunidad se encuentra actualmente en
curso, la concesin para la construccin de una
importante avenida?
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Claro algn conocimiento tengo de eso
respondi secamente el joven
Pues, bien le dir, que a mi parecer nosotros
como nobles hijos de esta ciudad, obrando en derecho
como benefactores de nuestra colectividad; por
supuesto como colegas y compaeros de bandera,
podramos obtener un beneficio propio de la situacin
que sin duda convenga a todos.
Esa no era la primera ocasin, que alguien se acercaba
con el objeto de lograr una alianza non sancta;traspasando los lmites de la legalidad.
Qu opinas? pregunt el sujeto enseando
una copia del documento.
Debo revisarlo antes para tomar mi decisin
minti el joven. Sin embargo, emerga una dudacolosal, sobre como manejar la situacin a partir de ese
momento; sin ganar ms enemigos de los que su
ineludible rectitud le haba logrado. Esta vez el seor
Coleman, desde su celestial destierro, no podra
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tenderle la mano; ahora se trataba de su propia vida,
con sus particulares decisiones.
Mas tarde, mientras disfrutaba un caf, dej que
su fantasa volara sobre los asuntos que ahora le
desafiaban y el embrollo que se avecinaba tras los
oscuros entretelones, de la que era ahora su forma de
ganarse el sustento.
Habra preferido, a lo mejor, dejar todo de lado
llevando una existencia sencilla; mas no se trataba
solamente de l, sino de miles de personas humildesque ahora acertaban en el otrora chiquillo travieso, al
hombre que podra ensearles un camino distinto al de
la constante miseria. Record en su desconcierto al
difunto viejo, pens como aquel habra procedido y
pareci como si una rfaga de claridad lo iluminarajams vendera su conciencia!
Sigui bebiendo de la taza de caf con la
parsimonia, de una dosificacin revitalizadora;
construyendo la columna vertebral de su proyecto, el
cual defendera con la conviccin de encontrar adeptos,
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manifiestamente no dentro de sus propios compaeros
de partido; sino all en esas agitadas calles donde
realmente deban crecer los proyectos.
Una semana despus acudi de nuevo el novicio
funcionario, que se dirigiera a l das antes llevando
consigo la idea concertada.
Compensa la forma del documento con creces
cualquier agravio, que pueda generarse a la comunidad,
amigo modijo, ensendole lo que su propia picarda
haba ideadoaunque me genera dificultad algunosaspectos, a los cuales juntos podramos dar pulimento
Nuestro joven apart el legajo sin mirarlo tan
siquiera, reconociendo de reojo la insistencia del otro;
aunque la ilegalidad no brotara, en aquel huerto de
palabras cargadas de tecnicismos. No por eso, podaignorar las escabrosas y perspicaces componendas que
estallaban dentro.
Aun sabiendo que lo solicitado era mnimo en
relacin con lo que aquel y todos aquellos esbirros
polticos ya tenan adelantado, decidi dejar clara su
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postura; rechazando el ofrecimiento de ser participe en
tal componenda.
Y ante una clara advertencia:
Me dejas at
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