N-20100426
Galileo Galileí, el gran investigador científico, en tiempos de la temible Inquisición.
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Galileo Galilei, astrónomo y físico italiano, nacido en Pisa el 15 de febrero
de 1564 y fallecido en Arcetri el 8 de enero de 1642. A los veinticinco años Galileo fue
nombrado profesor de matemáticas de la Universidad de Pisa. Como profesor,
Galileo prosiguió su búsqueda de la verdad, analizando las teorías científicas de
Aristóteles mediante la aplicación de las matemáticas y las observaciones
experimentales. Con la ayuda de un telescopio y al orientarlo hacia el cielo por la
noche, quedó fascinado. “Doy gracias a Dios, que ha tenido a bien hacerme el
primero en observar las maravillas ocultas a los siglos pasados”. Todo ello le
abrió nuevos campos del conocimiento que describió en un breve texto,
denominado “Sidereus Nuncius”.
Esta broma de atribuirse mensajero celestial pronto llegó a los oídos de los
reverentísimos señores de la Inquisición, que prestos lo llevaron ante el “Santo
Oficio” para juzgarle por “hereje”, sólo por haber manifestado, por escrito, lo que en
el cielo veía con su telescopio de 32 aumentos y verificaba si cuadraba con sus
cálculos matemáticos.
Aunque su padre deseaba para Galileo la profesión médica, éste se sintió atraído
ya desde muy joven por las matemáticas y las ciencias. En 1581, con diecisiete
años de edad, al observar en la catedral de Pisa el balanceo de un candelabro
sometido a una corriente de aire, se dio cuenta de que el período de este
movimiento no dependía de la amplitud. Investigaciones posteriores realizadas por él
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mismo le llevaron a la conclusión de que dos péndulos de igual longitud son
isócronos (movimientos que se hacen en tiempos de igual duración).
El campo de observación y de investigación de Galileo abarcó muchísimas
facetas: inventó un termoscopio para medidas de temperaturas, una balanza
hidrostática...; pero su fama inmortal se debe al estudio del comportamiento de los
cuerpos en caída libre, logrando disminuir la aceleración mediante el empleo de
planos inclinados. Llegó a la misma conclusión que Leonardo da Vinci (1) un siglo
antes: la aceleración de caída es constante.
Galileo Galilei explicando el sistema de Copérnico en la Universidad de Padua, denominado, también sistema Heliocéntrico, donde el SOL ocupa el centro del sistema planetario.
En contra de Aristóteles (2), sostuvo la idea de que toda fuerza constante
produce un movimiento uniformemente acelerado; llegando incluso a fundamentar la
balística sobre unas bases totalmente científicas. Su carácter, no siempre
comprendido le hizo trasladarse a Padua. Según cita de Asimov, “Galileo casi
siempre se hacía poco simpático a la gente influyente, porque tenía un ingenio
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a la vez brillante y lleno de sarcasmo, y lo usaba para burlarse de los que no
coincidían con sus ideas, los ofendidos se convertían, por tanto, en sus
enemigos acérrimos”.
Ya en Padua, interesado por la Astronomía, construyó un telescopio de 32
aumentos: y con él descubrió las montañas de la Luna y las manchas del Sol.
Demostró también que el Sol gira en torno a su eje en 27 días y determinó, asimismo,
la orientación del eje solar. Puso de manifiesto que el Universo podía ser infinitamente
grande y que la Vía Láctea debía estar compuesta por millones de estrellas.
Descubrió cuatro satélites de Júpiter, lo que constituía una prueba en favor de la
teoría heliocéntrica de Nicolás Copérnico. La publicación de todos estos
descubrimientos y su interpretación trajo como consecuencia que el papa Pío V,
influido por los adversarios del gran científico, declarase herejía (3) la doctrina de
Copérnico, por lo que Galileo se vio reducido al silencio. Esto ocurría el año 1616 y
en tiempos del papa Paulo V.
Galileo se enfrentó en diversas ocasiones con las autoridades eclesiásticas de Roma en defensa de la teoría heliocéntrica y al final, le obligaron a renegar de sus afirmaciones por dos veces y a renunciar a su defensa.
3
En 1632, siendo ya tiempos del papa Urbano VIII, Galileo publica su obra
maestra: “Diálogo sobre los dos mayores sistemas del mundo”, considerada por
los doctores de la Iglesia como injuriosa.
Galileo Galilei juzgado por el “Santo Oficio”
Galileo, por jueces del “Santo Oficio” de la Iglesia Católica Romana el miércoles,
22 de junio de 1633. Vestido con toga blanca de penitente, Galileo fue conducido a
la Sala de la Inquisición….. Delante de él, sentados en un semicírculo, había DIEZ
cardenales juntos con sus asistentes y varios testigos… Galileo fue juzgado como
“hereje” por la “Santo Oficio” ante cuyo Tribunal abjuró de sus “errores” (5) // El
texto integro de la sentencia condenatoria a Galileo y dei “Yo abjuro” (6) viene
dado en la página 36 y siguientes de esta historia perversa de la “Santa
Inquisición”
Una ver finalizado la declaración, el prisionero fue conducido fuera de la sala de la
y escoltado al Palacio de la Inquisición. Según la leyenda, se alejaba seguido de su
escolta con su destino decidido. Galileo murmuró: “Y sin embargo la TIERRA se
mueve”. Aunque es probable que no sea más que un mito, semejante comentario
había sido muy propio de él. Tras “el abjuro”, poco después, el papa Urbano VIII,
conmuta la prisión por arresto domiciliado de por vida en su casa de Arcetri..
El texto de la sentencia fue difundido por doquier: En Roma, el 2 de Julio y en
Florencia, el 12 de agosto. La noticia llega a Alemania a finales de agosto, en Bélgica
en septiembre. Los decretos del “Santo Oficio” no se publicaron jamás en Francia. //
René Descarte renuncia a la publicación de su Mundo. // Muchos (entre ellos, el
citado Descates), en la época, pensaron que Galileo era víctima de una
confabulación de los jesuitas, que se vengaban así de la afrenta sufrida por
Horacio Grassi. // Actualmente se considera a Galileo como el “padre” de la
ciencia moderna y el primer introductor de lo que hoy llamamos “método científico”.
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NOTAS:
1).- Leonardo da Vinci fue un pintor florentino y notable polimata del Renacimiento italiano (arquitecto, artista, botánico, científico, escritor, inventor, etc.)
2).- Aristóteles, notable filósofo griego (384-322 a C)
3).- Pío V, fue fraile dominico y Comisario General de la Inquisición Romana, Siendo Papa, promulgó la bula “De Salute gregis Dominici”, por medio de la cual prohibió los juegos taurinos.
4).- El segundo mandamiento de la Ley de Dios nos dice: “No tomarás el nombre de Dios en vano”. Los inquisidores del “Santo Oficio”, cardenales, instrumentaron a Jesucristo para justificar sus atropellos contra el prójimo. ¿Cómo sabían ellos que Jesucristo estaba conforme con la sentencia aplicada a Galileo bajo la amenaza de torturas?. Esta arrogancia de los cardenales firmantes, suplantando al propio Jesucristo, no cabe mayor ofensa a Dios. Fue una excusa, siempre recurrida, para atropellar impunemente al que cayera en sus garras, cometiendo un doble delito.
5).- Galileo fue Juzgado por haber escrito que el SOL ocupaba el centro del Sistema Solar y que los planetas (incluida la TIERRA), giraban en torno al mismo; conocido este sistema como copérnico o heliocéntrico. // En cambio, los inquisidores del “Santo Oficio”, ateniéndose a las “Sagradas Escrituras”, era la TIERRA la que ocupaba el CENTRO del Universo, y que el SOL y los demás planetas giraban alrededor de la ELLA. // Este sistema es conocido como de Ptolomeo o Geocéntrico recogido como dogma en dichas “Santas Escrituras” después de insertar en ellas las huellas del pensamiento filosófico de Aristóteles cristianizado por San Alberto Magno (1200-1280) y Santo Tomás de Aquino (1224-1274) 6).- Galileo, por avalar el heliocéntrico de Nicolás Copérnico, fue obligado a abjurar de una verdad hoy día incuestionable, bajo la amenazas de torturas y de ser quemado vivo en hoguera tal como hicieron, años antes, con Giordano Bruno.
--------------------------------ooo0ooo------------------------------, OTRA MIRADA A LA ODISEA DE GALILEO
Galileo Galilei estuvo relacionado estrechamente con la revolución científica y
fue un eminente hombre del Renacimiento. Mostró interés por casi todas las ciencias
y artes (música, literatura, pintura). Sus logros incluyen la mejora del telescopio, gran
variedad de observaciones astronómicas, la primera ley del movimiento y un apoyo
determinante para el sistema heliocéntrico o copernicano. Ha sido considerado
como el “padre de la astronomía moderna”, el “padre de la física moderna” y el
“padre de la ciencia”.
5
Su trabajo experimental es considerado complementario a los escritos de Francis
Bacon en el establecimiento del moderno método científico y su carrera científica es
complementaria a la de Johannes Kepler. Su trabajo se considera una ruptura de las
teorías asentadas de la física de Aristóteles y su enfrentamiento con la Inquisición
de la Iglesia Católica Romana suele presentarse como el mejor ejemplo de
conflicto entre religión y ciencia en la sociedad occidental.
Galileo, que nació en Pisa cuando ésta pertenecía al Gran Ducado de Toscana,
fue el mayor de sus siete hermanos y fue hijo de un músico y matemático florentino
llamado Vincenzo Galilei, que quería que su hijo mayor estudiase medicina. Los
Galilei, que eran una familia de la baja nobleza y se ganaban la vida gracias al
comercio, se encargaron de la educación de Galileo hasta los 10 años, edad a la
que pasó a cargo de un vecino religioso llamado Jacobo Borhini cuando sus padres
se trasladaron a Florencia. Por mediación de este, el pequeño Galileo accedió al
convento de Santa María de Vallombrosa y recibió una formación más religiosa
que le llevó a plantearse unirse a la vida religiosa, algo que a su padre le disgustó. Por
eso, Vincenzo Galilei —un señor bastante escéptico — aprovechó una infección en
el ojo que padecía su hijo para sacarle del convento alegando “falta de cuidados”.
Dos años más tarde, Galileo fue inscrito por su padre en la Universidad de Pisa,
donde estudió medicina, filosofía y matemáticas.
En 1583 Galileo se inicia en la matemática por medio de Ostilio Ricci, un amigo
de la familia, alumno de Tartaglia. (1) Ricci tenía la costumbre, rara en esa época,
de unir la teoría a la práctica experimental. // Atraído por la obra de Euclides,
(2) sin ningún interés por la medicina y todavía menos por las disputas escolásticas y
la filosofía aristotélica, Galileo retoma sus estudios hacia las matemáticas. Desde
entonces, se siente seguidor de Pitágoras, de Platón y de Arquímedes (3)(4)y(5),
y opuesto al aristotelismo. Todavía estudiante, descubre la ley de la isocronía de
los péndulos; primera etapa de lo que será el descubrimiento de una nueva ciencia:
la mecánica. Dentro de la corriente humanista, redacta también un panfleto feroz
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contra el profesorado de su tiempo. Toda su vida, Galileo rechazará el ser
comparado a los profesores de su época, lo que le supondrá numerosos enemigos.
Dos años más tarde, retorna a Florencia sin diploma, pero con grandes
conocimientos y una gran curiosidad científica. Y de Florencia a Pisa (1585–1592), y
con su telescopio, Galileo comienza por demostrar muchos teoremas sobre el centro
de gravedad de ciertos sólidos dentro de Theoremata circa centrum gravitatis
solidum y emprende en 1586 la reconstitución de la balanza hidrostática de
Arquímedes o bilancetta. Al mismo tiempo, continúa con sus estudios sobre las
oscilaciones del péndulo pesante e inventa el pulsómetro. Este aparato permite
ayudar a medir el pulso y suministra una escala de tiempo, que no existía aún en la
época. También comienza sus estudios sobre la caída de los cuerpos.
En 1588, es invitado por la Academia Florentina a presentar dos lecciones sobre
“la forma, el lugar y la dimensión del Infierno de Dante” (6). Paralelamente a
sus actividades, busca un empleo de profesor en una universidad; se encuentra
entonces con grandes personajes, como el padre jesuita Christopher Clavius,
excelencia de la matemática en el Colegio pontifical. Se encuentra también con el
matemático Guidobaldo del Monte. Este último recomienda a Galileo con el duque
Fernando I de Toscana, que lo nombra para la cátedra de matemáticas de la
Universidad de Pisa por 60 escudos de oro por año — una miseria. Su lección
inaugural tendrá lugar el 12 de noviembre de 1589.
En 1590 y 1591, descubre la cicloide y se sirve de ella para dibujar arcos de
puentes. Igualmente experimenta sobre la caída de los cuerpos y redacta su primera
obra de mecánica, el De motu. La realidad es que estas “experiencias” son puestas
en duda hoy por hoy y podrían ser una invención de su primer biógrafo, Vincenzo
Viviani. Este volumen contiene ideas nuevas para la época, pero expone también,
evidentemente los principios de la escuela aristotélica y el sistema de Ptolomeo
(7). Galileo los enseñará durante mucho tiempo, sabiendo que éste adolece de
7
pruebas tangibles, después de estar convencido de la exactitud del sistema
copernicano, denominado también: heliocéntrico.
En 1592 se trasladó a la Universidad de Padua y ejerció como profesor de
geometría, mecánica y astronomía hasta 1610. La marcha de Pisa se explica por
diferencias con uno de los hijos del gran duque Fernando I de Toscana. Padua
pertenecía a la poderosa República de Venecia, lo que dio a Galileo una gran
libertad intelectual, pues la Inquisición no era poderosa allí. Incluso si Giordano
Bruno había sido entregado por los patricios de la república a la Inquisición,
Galileo podía efectuar sus investigaciones sin muchas preocupaciones. Enseña
mecánica aplicada, matemática, astronomía y arquitectura militar. Después
de la muerte de su padre en 1591, Galileo debe ayudar a cubrir las necesidades de
la familia. Se pone a dar numerosas clases particulares a los estudiantes ricos, a los
que aloja en su casa. Pero no es un buen gestor y sólo la ayuda financiera de sus
protectores y amigos le permiten equilibrar sus cuentas.
En 1599, Galileo participa en la fundación de la Accademia dei Ricovrati con el
abad Federico Cornaro. El mismo año, Galileo se encuentra con Marina Gamba, una
atractiva joven veneciana con la cual mantendrá una relación hasta 1610 (no se
casan ni viven juntos). En 1600, nace su primera hija Virginia, seguida por su
hermana Livia en 1601, luego un hijo, Vincenzo, en 1606. Después de la separación
(no conflictiva) de la pareja, Galileo se encarga de su hijo y envía sus hijas a un
convento, ya que el abuelo las sentencia de “incasables” al ser ilegítimas. En
cambio el varón Vincenzo será legitimado y se casará con Sestilia Bocchineri.
El año 1604 es un año mirabilis para Galileo:
1).- En julio, prueba su bomba de agua en un jardín de Padua;
2).- En octubre, descubre la ley del movimiento uniformemente acelerado, que él asocia a una ley de velocidades erróneas;
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3).- En diciembre, comienza sus observaciones de una nova conocida al menos desde el 10 de octubre. Consagra cinco lecciones sobre el tema el mes siguiente, y en febrero de 1605 publica el Dialogo de Cecco da Ronchitti da Bruzene in perpuosito de la stella Nova junto con D. Girolamo Spinelli.
Aunque la aparición de una nueva estrella, y su desaparición repentina entra en
total contradicción con la teoría establecida de la inalterabilidad de los cielos,
Galileo continúa todavía como aristotélico en público por temor al “Santo Oficio”,
pero en privado ya es copernicano. Espera la prueba irrefutable sobre la cual
apoyarse para denunciar el aristotelismo (sistema geocéntrico de Ptolomeo)
Retomando sus estudios sobre el movimiento, Galileo «muestra» que los
proyectiles disparados describen, en el vacío, trayectorias parabólicas. Hará falta
la gravitación universal de Newton, para generalizar a los misiles balísticos, donde las
trayectorias son en efecto elípticas.
Movimiento parabólico de proyectiles. Un proyectil disparado oblicuamente, la trayectoria del recorrido del proyectil es una parábola.
En 1606, Galileo construye su primer termoscopio, primer aparato de la historia
que permite comparar de manera objetiva el nivel de calor y de frío. Ese mismo año,
Galileo y dos de sus amigos caen enfermos el mismo día de una misma enfermedad
infecciosa. Sólo sobrevive Galileo, que permanecerá lisiado de reumatismo por el
resto de sus días. En los dos años que siguen, el sabio estudia las estructuras de los
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imanes. Todavía se pueden contemplar sus trabajos en el museo de historia de
Florencia.
En mayo de 1609, Galileo recibe de París una carta del francés Jacques
Badovere, uno de sus antiguos alumnos, quien le confirma un rumor insistente: la
existencia de un telescopio que permite ver los objetos lejanos. Este telescopio,
fabricado en Holanda, habría permitido ya ver estrellas invisibles a simple vista. Con
esta única descripción, Galileo, que ya no da cursos a Cosme II de Médicis,
construye su primer telescopio. Al contrario que el telescopio holandés, éste no
deforma los objetos y los aumenta seis veces, o sea el doble que su oponente.
También es el único de la época que consigue obtener una imagen derecha gracias
a la utilización de una lente divergente en el ocular. Este invento marca un giro en la
vida de Galileo.
El 21 de agosto, apenas terminado su segundo telescopio, con una capacidad
de aumento, ocho o nueve veces, lo presenta al Senado de Venecia. La
demostración tiene lugar en la cima del Campanile de la plaza de San Marco. Los
espectadores quedan entusiasmados: ante sus ojos, Murano, situado a dos
kilómetros y medio, parece estar a 300 metros solamente. Galileo ofrece su
instrumento y lega los derechos a la República de Venecia, muy interesada por las
aplicaciones militares del objeto. En recompensa, es confirmado de por vida en
su puesto de Padua y sus emolumentos se duplican. Se libera por fin de las
dificultades financieras.
Sin embargo, contrario a sus alegaciones, Galileo no dominaba la teoría óptica y
los instrumentos fabricados por él son de calidad muy variable. Algunos telescopios
son prácticamente inutilizables, al menos en observación astronómica. En abril de
1610, en Bolonia, por ejemplo, la demostración del telescopio es desastrosa, como así
lo informa Martin Horky en una carta a Johannes Kepler (8). // Galileo reconoció
en marzo de 1610 que, entre más de 60 telescopios que había construido, solamente
algunos eran adecuados. Numerosos testimonios, incluido el de Kepler, confirman la
mediocridad de los primeros instrumentos.
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Durante el otoño, Galileo continuó desarrollando su telescopio. En noviembre,
fabrica un instrumento que aumenta veinte veces la capacidad del telescopio.
Emplea tiempo para volver su telescopio hacia el cielo. Rápidamente, observando las
fases de la Luna, descubre que este astro no es perfecto como lo quería la teoría
aristotélica. La física aristotélica, que poseía autoridad en esa época, distinguía
dos mundos:
1).- El mundo “sublunar”, que comprende la TIERRA y todo lo que se encuentra entre la TIERRA y la LUNA; en este mundo todo es imperfecto y cambiante;
2).- El mundo “supralunar”, que comienza en la Luna y se extiende más allá. En esta zona, no existen más que formas geométricas perfectas (esferas) y movimientos regulares inmutables.
Galileo, por su parte, observó una zona transitoria entre la sombra y la luz, el
terminador, que no era para nada regular, lo que por consiguiente invalidaba la
teoría aristotélica y afirma la existencia de montañas en la LUNA. Galileo, incluso,
estima su altura en 7.000 metros, más que la montaña más alta conocida en la
época. Hay que decir que los medios técnicos de la época no permitían conocer la
altitud de las montañas terrestres sin fantasías. Cuando Galileo publica su Sidereus
Nuncius piensa que las montañas lunares son más elevadas que las de la TIERRA,
si bien en realidad son equivalentes.
En pocas semanas, descubrirá la naturaleza de la Vía láctea, cuenta las estrellas
de la constelación de Orión y constata que ciertas estrellas visibles a simple vista
son, en verdad, cúmulos de estrellas. Galileo observa los anillos de Saturno pero no
los identifica como tales sino como extraños “apéndices”, no será hasta medio siglo
más tarde cuando Huygens utilizando telescopios más perfectos, pueda observar la
verdadera forma de los anillos. Estudia igualmente las manchas solares.
El 7 de enero de 1610, Galileo hace un descubrimiento capital: remarca tres
estrellas pequeñas en la periferia de Júpiter. Después de varias noches de
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observación, descubre que son cuatro y que giran alrededor del citado planeta.
Se trata de los satélites de Júpiter llamados hoy satélites galileanos: Calixto,
Europa, Ganímedes e Ío. A fin de protegerse de la necesidad y sin duda deseoso de
retornar a Florencia, Galileo llamará a estos satélites por algún tiempo los “astros
mediceos” I, II, III y IV, en honor de Cosme II de Médicis, su antiguo alumno y gran
duque de Toscana. Galileo no ha dudado entre Cósmica sidera y Medicea sidera.
El juego de palabras entre cósmica y Cosme es evidentemente voluntario y es sólo
después de la primera impresión que retiene la segunda denominación.
El nombre actual de estos satélites se debe sin embargo al astrónomo Simon Marius, quien los bautizó de esta manera a sugerencia de Johannes Kepler, si bien durante dos siglos se empleó la nomenclatura de Galileo.
El 4 de marzo de 1610, Galileo publica en Florencia sus descubrimientos dentro
de “El mensajero de las estrellas” (Sidereus Nuncius), resultado de sus primeras
observaciones estelares. Para él, Júpiter y sus satélites son un modelo del Sistema
Solar. Gracias a ellos, piensa poder demostrar que las órbitas de cristal de
Aristóteles no existen y que todos los cuerpos celestes no giran alrededor de la
TIERRA. Es un golpe muy duro a los aristotélicos. El corrige también a ciertos
copernicanos que pretenden que todos los cuerpos celestes giran alrededor del SOL.
El 10 de abril, muestra estos astros a la corte de Toscana. Es un triunfo. El mismo
mes, da tres cursos sobre el tema en Padua. // Johannes Kepler siempre ofrece su
apoyo a Galileo con entusiasmo. El astrónomo alemán no confirmará
verdaderamente este descubrimiento de Galileo hasta septiembre, gracias a una
lente ofrecida por Galileo en persona.
El 10 de julio de 1610, Galileo deja Venecia para trasladarse a Florencia. A pesar
de los consejos de sus amigos Sarpi y Guiovan Sagredo, que temen que su libertad
sea restringida, él ha, en efecto, aceptado el puesto de Primer matemático de la
Universidad de Pisa, - sin carga de cursos, ni obligación de residencia - y aquél de
Primer matemático y Primer filósofo del gran duque de Toscana (x)
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El 25 de julio de 1610, Galileo orienta su telescopio hacia Saturno y descubre su
extraña apariencia. Serán necesarios 50 años e instrumentos más poderosos para que
Christiaan Huygens comprenda la naturaleza de los anillos de Saturno. El mes
siguiente, Galileo encuentra una manera de observar el SOL en el telescopio y
descubre las manchas solares. Les da una explicación satisfactoria.
En septiembre de 1610, prosiguiendo con sus observaciones, descubre las fases
de Venus. Para él, es una nueva prueba de la verdad del sistema copernicano,
pues es fácil de interpretar este fenómeno gracias a la hipótesis heliocéntrica,
puesto que es mucho más difícil de hacerlo basándose en la hipótesis geocéntrica
Galileo fue invitado el 29 de marzo de 1611 por el cardenal Maffeo Barberini
(futuro papa Urbano VIII ) a presentar sus descubrimientos al Colegio Pontifical de
Roma y en la joven Academia de los Linces. // Galileo permanecerá dentro de la
capital pontifical un mes completo, durante el cual recibe todos los honores. La
Academia de los Linces le reserva un recibimiento entusiasta y le admite como su
sexto miembro. Desde ese momento, el lince de la academia adornará el
frontispicio de todas las publicaciones de Galileo.
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El presente sistema heliocéntrico, los planetas todo giran alrededor del SOL (Helio, en griego), sistema que defendió tanto Copénico como Galileo. Y la diferencia fundamental con el sistema geocéntrico de Ptolomeo, el planeta TIERRA ocupaba el centro del sistema, y los demás planetas y el SOL incluido, giraban alrededor de ella. Este último era el que defendía la Iglesia Católica, fundándose en la BIBLIA y en las creencias de Aristóteles.
El 24 de abril de 1611, el Colegio Romano, compuesto de jesuitas, de los cuales
Christopher Clavius es el miembro más eminente, confirma al cardenal
Belarmino (9), que las observaciones y pruebas Galileo sobre el sistema
heliocéntrico son exactas. No obstante, los sabios se guardan bien de confirmar o
de denegar las conclusiones hechas por el florentino.
PRESENTACIÓN DE PRUEBAS CUPÉRNICAS
Según Bertrand Russell, el conflicto entre Galileo y la Iglesia Católica fue un
conflicto entre el razonamiento inductivo y el razonamiento deductivo. La
inducción basada en la observación de la realidad, propia del método científico
que Galileo usó por primera vez, ofreciendo pruebas experimentales de sus
afirmaciones, y publicando los resultados para que pudiesen ser repetidas, frente a la
deducción, a partir en última instancia de argumentos basados en la autoridad, bien
de filósofos como Aristóteles o de las Sagradas Escrituras.
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Así, en relación a su defensa de la teoría heliocéntrica, Galileo siempre se basó
en datos extraídos de observaciones experimentales que demostraban la validez
de sus argumentos. En resumen, y a pesar de que, en ocasiones, se sostiene que
Galileo no demostró el movimiento de la TIERRA, las pruebas de carácter
experimental, publicadas por él mismo de su argumentación son las siguientes:
1).- Montañas en la LUNA .- Fue el primer descubrimiento de Galileo con ayuda
del telescopio, publicado en el Sidereus Nuncius en 1610. Con él refuta la tesis
aristotélica de que los cielos son perfectos, y en particular la LUNA una esfera lisa e
inmutable. Frente a eso, Galileo presenta numerosos dibujos de sus observaciones, e
incluso estimaciones de la altura de montañas, si bien errados por realizar
estimaciones incorrectas de la distancia de la LUNA.
2).- Nuevas estrellas .- Fue el segundo descubrimiento de Galileo, también
publicado en el Sidereus Nuncius. Observó que el número de estrellas visibles con
el telescopio se duplicaba. Además, no aumentaban de tamaño, cosa que sí ocurría
con los planetas, el SOL y la LUNA. Esta imposibilidad de aumentar el tamaño era
una prueba de la hipótesis de Copérnico sobre la existencia de un enorme hueco
entre Saturno y las estrellas fijas. Esta prueba refutaba el mejor argumento a favor de
la teoría geocéntrica, que es que, de ser cierta la teoría copernicana, debería
observarse la paralaje, o diferencia de posiciones de las estrellas dependiendo de
lugar de la TIERRA en su órbita. Así, debido a la enorme lejanía de las mismas en
relación al tamaño de la órbita no era posible apreciar dicha paralaje.
3).- Satélites de Júpiter.- Probablemente el descubrimiento más famoso de
Galileo. Lo realizó el 7 de enero de 1610, y provocó una conmoción en toda Europa.
Cristóbal Clavio, astrónomo del Colegio Romano de los jesuitas, afirmó: «Todo el
sistema de los cielos ha quedado destruido y debe arreglarse», Era una
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importante prueba de que no todos los cuerpos celestes giraban en torno a la
TIERRA, pues ahí había cuatro planetas que lo hacían en torno a Júpiter.
4).- Manchas solares.- (primera prueba). Otro descubrimiento que refutaba la
perfección de los cielos fue la observación de manchas en el SOL que tuvo lugar a
finales de 1610 en Roma, si bien demoró su publicación hasta 1612. El jesuita
Christopher Shcneider, bajo el pseudónimo de Padre Apelles, se atribuye su
descubrimiento e inicia una agria polémica argumentando que son planetoides que
están entre el SOL y la TIERRA. // Por el contrario, Galileo demuestra, con la ayuda
de la teoría matemática de los versenos que están en la superficie del SOL.
Además, hace otro importante descubrimiento al mostrar que el SOL está en rotación,
lo que sugiere que también la TIERRA podría estarlo.
5).- Las fases de Venus.- Esta prueba es un magnífico ejemplo de aplicación del
método científico, que Galileo usó por primera vez. La observación la hizo en 1610,
aunque demoró su publicación hasta “El Ensayador”, aparecido en 1623, si bien
para asegurar su autoría hizo circular un criptograma, anunciándolo de forma
cifrada. Observó las fases, junto a una variación de tamaño, que son sólo
compatibles con el hecho de que Venus gire alrededor del SOL, ya que presenta su
menor tamaño cuando se encuentra en fase llena y el mayor, cuando se encuentra
en la nueva; es decir, cuando está entre el SOL y la TIERRA. Esta prueba refuta
completamente el sistema de Ptolomeo, que se volvió insostenible. A los jesuitas del
Colegio Romano sólo les quedaba la opción de aceptar el sistema copernicano o
buscar otra alternativa, lo que hicieron refugiándose en el sistema de Tycho Brahe,
dándole una aceptación que hasta entonces nunca había tenido.
6).- Argumento de las mareas.- Presentada en la cuarta jornada de los
Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo. Es un argumento brillante y
propio del genio de Galileo, sin embargo, es el único de los que presenta que estaba
equivocado. Según Galileo, la rotación de la TIERRA, al moverse ésta en su
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traslación alrededor del SOL hace que los puntos situados en la superficie de la
TIERRA sufran aceleraciones y deceleraciones cada 12 horas, que serían las
causantes de las mareas. En esencia, el argumento es correcto, y esta fuerza existe
en realidad, si bien su intensidad es muchísimo menor que la que Galileo calcula, y
no es la causa de las mareas.
El error proviene del desconocimiento de datos importantes como la distancia al
SOL y la velocidad de la TIERRA. Si bien estaba equivocado, Galileo desacreditó
completamente la teoría del origen lunar de estas fuerzas por falta de explicación de
su naturaleza, y del problema de explicación de la marea alta cuando la Luna
está en sentido contrario, pues alega que la fuerza sería atractiva y repulsiva a la
vez. Sería necesario esperar hasta Isaac Newton para resolver este problema, no sólo
explicando el origen de la fuerza, sino también el cálculo diferencial para explicar
el doble abultamiento. Pero, aún equivocada, situada en su contexto, la tesis de
Galileo presentaba menos problemas y era más plausible en su explicación de las
mareas.
7).- Manchas solares.- (segunda prueba). Nuevamente, en su gran obra, el
diálogo sobre los sistemas del mundo, Galileo retoma el argumento de las manchas
solares, convirtiéndolo en un poderoso argumento contra el sistema de Tycho Brahe,
el único refugio que quedaba a los geocentristas. //Galileo presenta la observación
de que el eje de rotación del SOL está inclinado, lo que hace que la rotación de las
manchas solares presente una variación estacional, un “bamboleo” en el giro de las
mismas.
Si bien los movimientos de las manchas se pueden atribuir al SOL o a la TIERRA,
pues geométricamente esto es equivalente, resulta que no es así físicamente, pues es
necesario tener en cuenta las fuerzas que los producen. Si es la TIERRA la que se
mueve, Galileo indica que basta una explicación con movimientos inerciales: la
TIERRA en traslación, y el SOL en rotación. Por el contrario, si sólo se mueve el SOL,
es necesario que éste esté realizando dos movimientos distintos a la vez, en torno
también a dos ejes distintos, generados por motores sin ninguna plausabilidad física.
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Este argumento vuelve a ser una nueva prueba, junto a las fases de Venus, de
carácter positivo y experimental que muestra el movimiento de la TIERRA
EL SIDEREUS NUNCIUS.
(La denuncia al Santo Oficio )
Galileo Galilei parece ir de triunfo en triunfo y convence a todo el mundo, menos
a sus enemigos, los jesuitas del Colegio Romano, lo denuncian al “Santo Oficio”.
Por tanto, estos (veladores) partidarios de la teoría geocéntrica de Ptolomeo se
convierten en enemigos encarnizados y los ataques contra Galileo comienzan con
la aparición de SIDEREUS NUNCIUS. // Ellos no pueden permitirse el perder la
afrenta y no quieren ver su ciencia (basada en el sistema geocéntrico) puesta en
cuestión, recurren, con argumentos teológicos, la evidente contradicción entre el
sistema Copérnico y las Sagradas Escrituras. (Biblia).
Además, los métodos de Galileo (basados en la observación y la experiencia)
en vez de la autoridad de los partidarios de las teorías geocéntricas (que se
apoyan sobre el prestigio filosófico de Aristóteles), están en oposición completa con
los suyos, hasta tal punto que Galileo rechaza compararse con ellos. Al principio, sólo
se tratan de escaramuzas. Pero Guiovan Sagredo escribe a Galileo, recién llegado a
Florencia:
“El poder y la generosidad de vuestro príncipe [el duque de Toscana] permiten esperar que él sepa reconocer vuestra dedicación y vuestro mérito; pero en los mares agitados actuales, ¿quién puede evitar de ser, yo no diría hundido, pero sí al menos duramente agitado por los vientos furiosos de los celos?”.
La primera flecha viene de Martin Horky, discípulo del profesor Magini y enemigo
de Galileo. Este asistente publica en junio de 1610, sin consultar a su maestro, un
panfleto contra el Sidereus Nuncius. Exceptuando los ataques personales, su
argumento principal es el siguiente:
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“Los astrólogos han hecho sus horóscopos teniendo en cuenta todo aquello que se mueve en los cielos. Por lo tanto, los astros mediceos no sirven para nada y, Dios no crea cosas inútiles, estos astros no pueden existir”. (se trataba de los satélites de Júpiter)
Horky es ridiculizado por los seguidores de Galileo, que responden que estos
astros sirven para una cosa: hacerle enfadar. Convertido en el hazmerreír de la
universidad, Horky finalmente es recriminado por su maestro: Magini no tolera un
fallo tan claro. En el mes de agosto, un tal Sizzi intenta el mismo tipo de ataque
con el mismo género de argumentos, sin ningún éxito.
Una vez que las observaciones de Galileo fueron confirmadas por el Colegio
Romano, los ataques cambiaron de naturaleza. Ludovico delle Colombe ataca sobre
el plan religioso y se pregunta si Galileo cuenta con interpretar La Biblia para
ponerla de acuerdo con sus teorías. En esta época en efecto, antes de los trabajos
exegéticos del siglo XIX, un salmo da a entender una cosmología geocéntrica:
«Tú has fijado la Tierra firme e inmóvil»
(Salmo 93:1)
El cardenal Belarmino, que hizo quemar en hoguera a Giordano Bruno, ordena
que la Inquisición realice una investigación discreta sobre Galileo a partir de junio
de 1611. Y arrecian los ataques contra Galileo. El problema de cardenal
Belarmino era sencillo: Él consideraba a la Iglesia Católica una institución
divina, creada por los siervos de Dios y guiada por la infalibilidad del Papa. Si
la Santa Sede era infalible, ¿cómo podría ser errónea la interpretación de las
divinas Escrituras?
La Iglesia necesitaba acabar con cualquier inicio de innovación, y como Galileo
estaba en Roma para defender el derecho de investigar el firmamento en pro de
la ciencia, el planteamiento del cardenal Belarmino era el siguiente: Se podía y
escribir sobre el copernicanismo. // Galileo podía proclamar lo que quisiera,
19
siempre y cuando dejara bien claro que su descripción no era más que una
hipótesis. // El objetivo del Cardenal era reprimir la ciencia si ésta ponía en peligro
la Religión Católica. Para él, la Fe lo era todo; la Verdad la proporcionaba Dios
como un don de la Fe; en su “universo”, no había ninguna necesidad de conocer
las innovaciones de Galileo.
Galileo, de retorno a Florencia, es inatacable desde el punto de vista astronómico.
Sus adversarios van entonces a criticar su teoría de los cuerpos flotantes. Galileo
pretende que el hielo flota porque es más ligero que el agua, mientras que los
aristotélicos piensan que flota porque es de su naturaleza el flotar (física
cuantitativa y matemática de Galileo contra física cualitativa de Aristóteles). El
ataque tendrá lugar durante un almuerzo en la mesa de Cosme II en el mes de
septiembre de 1611.
Galileo se opone a los profesores de Pisa y en especial al mismo Delle Combe,
durante lo que se denomina la «batalla de los cuerpos flotantes». Galileo sale
victorioso del intercambio. Varios meses más tarde, sacará una obra en la que se
presentará su teoría. Además de estos asuntos, Galileo continúa con sus
investigaciones. Su sistema de determinación de longitudes es propuesto en España
por el embajador de Toscana.
En 1612, emprende una discusión con el Padre Apelles (seudónimo del jesuita
Christopher Scheiner), un astrónomo alemán, sobre el tema de las manchas
solares. Apelles defiende la incorruptibilidad del SOL argumentando que las
manchas son en realidad conjuntos de estrellas entre Él y la TIERRA. // Galileo
demuestra que las manchas están sobre la superficie misma del SOL, o tan próximas
que no se puede medir su altitud. La Academia de los Linces publicará esta
correspondencia el 22 de marzo de 1613 con el título: “Historia y demostración en
torno a las manchas solares”
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El 2 de noviembre de 1612, las querellas reaparecen. El dominico Niccolo
Lorini, profesor de historia eclesiástica en Florencia, pronuncia un sermón
resueltamente opuesto a la teoría de la rotación de la TIERRA. Sermón sin
consecuencias particulares, pero que marca los comienzos de los ataques
religiosos. Los opositores utilizan el pasaje bíblico en el Libro de Josué (Josué 10-
12-14) en el cual Josué detiene el movimiento del SOL y de la LUNA, como arma
teológica contra Galileo. A continuación el citado pasaje bíblico:
12.- “Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al Amorrheo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas; SOL, deténte en Gabaón; y tú, LUNA, en el valle de Ajalón.
13.- El SOL se detuvo, y la Luna se paró. Hasta tanto que la gente se hubo vengado de sus enemigos .¿No está escrito en el libro de Jasher?. Y el SOL se paró en medio del cielo y no se apresuró a ponerse casi un día entero.
14.- Y nunca fue tal día antes ni después de aquel, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre: porque Jehová peleaba por Israel”.
En diciembre de 1613, el profesor Benedetto Castelli, antiguo alumno de Galileo
y uno de sus colegas en Pisa, es encargado por la duquesa Cristina de Lorena de
probar la ortodoxia de la doctrina copernicana. //Galileo vendrá en ayuda de su
discípulo escribiéndole una carta el 21 de diciembre de 1613 (traducida como
Galileo, diálogos y cartas selectas) sobre la relación entre ciencia y religión. La
gran duquesa se tranquiliza, pero la controversia no se debilita. Galileo mientras
tanto continúa con sus trabajos. Del 12 al 15 de noviembre, recibe a Jean Tarde, a
quien presenta su microscopio y sus trabajos de astronomía.
El 20 de diciembre de 1613, el padre Caccini ataca muy violentamente a Galileo
en la iglesia de Santa María Novela. El 6 de enero de 1614 un copernicano, el
carmelita Apolo Foscarini, publica una carta tratando positivamente la opinión de
los pitagóricos y de Copérnico sobre la movilidad de la TIERRA. Él percibe el
sistema copernicano como una realidad física. // La controversia toma una
amplitud tal que el cardenal Belarmino debe intervenir el 12 de abril. Éste escribe
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una carta a Foscarini donde condena sin equívocos la tesis heliocéntrica en
ausencia de refutación concluyente del sistema geocéntrico de Ptolomeo. En dicha
carta escribe:
“Y no se puede responder que esto no es materia de fe, porque si no es materia de fe ex parti obiecti (respecto al objeto) es materia de fe ex parte dicentis (por quien lo dice). Y tan herético sería como quien dijera que Abraham no tuvo dos hijos y Jacob doce, o quien dijera que Cristo no nació de Virgen”.
En 1614, conoce a Juan Bautista Baliani, físico genovés, que será su amigo y
correspondiente durante largos años. Como reacción, En 1615 Galileo escribe a
Cristina de Lorena una carta extensa en la cual desarrolla admirablemente sus
argumentos en favor de la ortodoxia del sistema copernicano (Heliocéntrico). Esta
carta es, también, muy difundida, y es una pieza esencial del dossier. Ahí se ven los
pasajes de las escrituras que poseen problemas desde un punto de vista
cosmológico.
A pesar de ello, Galileo es obligado a presentarse en Roma para defenderse
contra las calumnias y sobre todo para tratar de evitar una prohibición de la tesis
científica copernicana. Pero le falta la prueba irrefutable de la rotación de la
TIERRA para apoyar sus requerimientos. Su intervención llega demasiado tarde:
Lorini, por carta de denuncia, ya había avisado a Roma de la llegada de Galileo y
el Santo Oficio ya había comenzado la instrucción del caso.
El 8 de febrero de 1616, Galileo envía su teoría de las mareas (Discurso del flujo
e reflujo) al cardenal Orsini. Esta teoría (a la cual se le ha reprochado durante
mucho tiempo de estar en contradicción con el principio de la inercia
enunciado por el mismo Galileo, y que sólo puede explicar pequeños
componentes del fenómeno) pretendía demostrar que el movimiento de la TIERRA
producía las mareas, mientras que los astrónomos jesuitas ya postulaban con
acierto que las mareas eran producidas por la atracción de la LUNA
22
A pesar de pasar dos meses removiendo cielo y tierra para impedir lo inevitable,
es convocado el 16 de febrero de 1616 por el Santo Oficio para el examen de las
proposiciones de censura. Es una catástrofe para él. La teoría del sistema
copernicano es condenada como «una insensatez, un absurdo en filosofía, y
formalmente herética». El 25 y 26 de febrero de 1616, la censura es ratificada por la
Inquisición y por el papa Pablo V.
Aunque no se le inquieta personalmente, se ruega a Galileo exponer su tesis
presentándola como una hipótesis y no como un hecho comprobado, cosa que no
hizo a pesar de que no le fue posible demostrar dicha tesis. Esta petición se extiende
a todos los países católicos. La intransigencia de Galileo, que rechaza la
equivalencia de la hipótesis copernicana y de la geocéntrica de Ptolomeo, pudo
haber precipitado los eventos.
Un estudio del proceso por Paul Feyerabend muestra que la actitud del
inquisidor (Roberto Belarmino) fue al menos tan científica como la de Galileo,
siguiendo criterios modernos. Este asunto afecta a Galileo profundamente. Sus
enfermedades le van a atormentar durante los dos años siguientes y su actividad
científica se reduce. Sólo retoma su estudio de la determinación de las longitudes en
el mar, y mientras tanto, sus dos hijas, Arcángela y Celeste, entran en órdenes
religiosas.
Galileo retorna a Florencia el 4 de junio de 1616, confuso. Por el camino, le vino a
la memoria como la Inquisición quemó a Giordano Bruno en la hoguera y en sus
sueños delirantes creyó ver brasas entre cenizas. // Sabía que su nombre estaba
entre los papeles de sus enemigos declarados, dominicos y jesuitas; todos ellos
teólogos académicos y miembros del “Santo Oficio” de alto rango: su cometido
era emitir un juicio sobre la naturaleza herética del sistema heliocéntrico del
Universo; todos tenían formación en teología, y ninguno entendía ni una sola
palabra de ciencia, filosofía o matemáticas. Como se podía esperar, de clérigos
con una formación tan pobre en ciencias y matemáticas, fueron muy duros con el
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modelo Copérnico, sin tener en cuenta, que siglos antes ya habían intuido y
divulgado los pitagóricos que la TIERRA giraba alrededor de Helio. (SOL).
En 1618, observa el pasaje de tres cometas, fenómeno que relanza la polémica
sobre la incorruptibilidad de los cielos. En 1619, el padre jesuita Horazio Grassi
publica “De tribus cometis ani 1618 disputatio astronomica”. En él defiende el
punto de vista de Tycho Brahe sobre las trayectorias elípticas de los cometas.
Galileo responde al principio por la intermediación de su alumno Mario Guiducci
que publica en junio de 1619 Discorso delle cometes donde desarrolla una teoría
errónea sobre los cometas, afirmando que sólo se trataba de ilusiones ópticas,
incluyendo causas de fenómenos meteorológicos. Los astrónomos jesuitas del
Observatorio Vaticano decían, en cambio, que eran objetos celestes reales. //
Mientras, Galileo, animado por su amigo el cardenal Maffeo Barberini y sostenido
por la Academia de los Linces, responderá con ironía en IL saggiatore. // Grassi,
uno de los sabios jesuitas más importantes, es ridiculizado. Mientras tanto, Galileo
ha comenzado su estudio de los satélites de Júpiter. Por culpa de dificultades
técnicas se ve obligado a abandonar el cálculo de sus efemérides. Galileo se ve
cubierto de honores en 1620 y 1622.
El 28 de agosto de 1620, el cardenal Barberini envía a su amigo el poema
Adulatio perniciosa que él ha compuesto en su honor. El 20 de enero de 1621,
Galileo se convierte en cónsul de la Academia florentina. // El 28 de febrero, Cosme
II, el protector de Galileo, muere súbitamente. // Ese mismo mes de enero de 1621, la
muerte del papa Pablo V llegó de improvisto en plena celebración de la victoria
católica de una de las batallas más importantes de la guerra de los Treinta Años,
concretamente la batalla de la Montaña Blanca; la Santa Sede se dispuso celebrar
tal evento por todo lo alto. El pontífice, de 70 años, sin encomendarse a Dios ni al
Diablo, bebió demasiado vino y comió demasiados manjares y pronto sufrió una
apoplejía y cayó muerto en la mesa del comedor. Es posible que Galileo, al recibir
la noticia, sintiera cierto alivio. A esta muerte del Papa la siguió, el 17 de septiembre,
la del cardenal Roberto Belarmino, miembro del “Santo Oficio” y apodado “EN
MARTILLO DE LOS HEREJES”. Otro alivio, de momento, para Galileo.
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En 1622, en Fráncfort, aparece una Apología de Galileo redactada por Tommaso
Campanella en 1616 ; un defensor bastante poco confiable, puesto que Campanella
ya estaba condenado por herejía // El 6 de agosto de 1622, el cardenal Maffeo
Barberini es elegido papa bajo el nombre de Urbano VIII. (8). El 3 de febrero de
1623 Galileo recibe la autorización para publicar su Saggiatore que dedica al
nuevo Papa. La obra aparece el 20 de octubre de 1623. Gracias a las cualidades
polémicas y literarias de la obra, se aseguró el éxito en la época. No permanece más
que unos meses allí en una atmósfera de gran efervescencia cultural, Galileo se
convierte de alguna manera en el representante de los círculos intelectuales romanos
en rebelión contra el conformismo intelectual y científico impuesto por los
jesuitas.
Los años siguientes son bastante tranquilos para Galileo a pesar de los ataques de
los aristotélicos. Aprovecha para perfeccionar su microscopio compuesto
(septiembre de 1624), pasa un mes en Roma donde es recibido seis veces por
Urbano VIII., Este último le da la idea de su próximo libro Diálogo sobre los dos
sistemas del mundo, obra que presenta de manera imparcial a la vez el sistema
Ptolomeo-aristotélico y el sistema copernicano. Encarga escribirla a Galileo.
En 1626, Galileo prosigue sus investigaciones sobre la estructura del imán.
También recibe la visita de Élie Dodati, que llevará las copias de sus manuscritos a
París. En marzo de 1628, Galileo cae gravemente enfermo y está a punto de morir. El
año siguiente, sus adversarios intentan privarle de la asignación que recibe de
la Universidad de Pisa, pero la maniobra falla. Hasta 1631 Galileo consagra su
tiempo a la escritura del Diálogo y a intentar que éste sea admitido por la censura. La
obra se imprime en febrero de 1632. Los ojos de Galileo comienzan a traicionarle en
marzo y abril. Las posiciones del teólogo valón Libert Froidmont (de la Universidad
Católica de Lovaina) esclarecen bien todos los equívocos de la condena de Galileo.
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Uno de los libros más significativos de Galileo es DIÁLOGO. El grabado del frontispicio muestra a tres estudiantes de Astronomía, de izquierda a derecha: Aristóteles (384-322 a.C.), Ptolomeo (90-128 d.C.) y Nicolás Copérnico (1473-1543). Ptolomeo tiene una esfera armilar con la TIERRA en su centro, mientras que el modelo de Copérnico soporta un modelo heliocéntrico del sistema solar.
El 21 de febrero de 1632, Galileo, protegido por el papa Urbano VIII y el gran
duque de Toscana Fernando II de Médicis, publica en Florencia su diálogo de los
Massimi sistemi (Diálogo sobre los principales sistemas del mundo), donde se
burla implícitamente del Geocentrismo de Ptolomeo. // El Diálogo es a la vez una
revolución por una parte y un verdadero escándalo por otra. El libro es en efecto
abiertamente pro-copernicano - heliocéntrico, ridiculizando audazmente el decreto
de prohibición (1616).
El Diálogo sobre los principales sistema del mundo se desarrolla en Venecia
durante cuatro jornadas entre tres interlocutores: Filipo Salviati, un florentino
seguidor de Copérnico, Giovan Francesco Sagredo, un veneciano ilustrado sin
tomar partido, y Simplicio, un mediocre defensor de la física aristotélica; un
personaje que algunos quieren ver inspirado en Urbano VIII.. Pero, mientras que se
le reprocha el carácter ostensiblemente peyorativo del nombre, Galileo responde
que se trata de Simplicio de Cilicia. Muchos autores coinciden en que Galileo no
esperaba estas reacciones ni que el papa Urbano VIII reaccionara posicionándose
con ira entre sus enemigos.
En estos cuatro días de discusión, Galileo, aunque lo tenía prohibido por el
decreto de 1616, presenta dos nuevas pruebas de carácter experimental y
observacional a favor de la teoría copernicana. La basada en el movimiento de
las mareas, errónea, y la basada en la rotación de las manchas solares, acertada
y que refutaba tanto la ptolomeica (ya descartada por las fases de Venus), como la
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de Tycho Brahe, en cuya defensa se habían refugiado los jesuitas del Colegio
Romano. Esto motivó la intervención de la Inquisición, que sólo le permitía a
Galileo el presentar la teoría como mera hipótesis, y no presentar a su favor, como
hizo, las pruebas y los cálculos matemáticos cuidadosamente verificados
sobre el sistema copernicano - heliocéntrico. Para los miembros del Santo Oficio
esta exposición de las pruebas era intolerable, al ser contrarias a las divinas
Escrituras.
Para Galileo, que ya tenía en Roma poderosos enemigos, fundamentalmente
entre los jesuitas del Colegio Romano, especialmente Christopher Steiner y
Orazio Grassi, quienes se consideraban la rama intelectual de la Iglesia, y
quienes pudieron ser quienes iniciaron el rumor de que el papa Urbano era, en
realidad, el simpático pero poco brillante // Esto fue muy perjudicial para Galileo,
pues en Roma era muy conocida la enorme autoestima del Papa. Por otro lado,
tampoco ayudó a Galileo el escribir su citada obra Diálogo en lengua vulgar, en
vez de hacerlo en el idioma culto utilizado entonces entre los hombres de ciencia, el
latín, pues a la Iglesia no le gustaba que las obras (libros) llegaran
directamente al hombre de la calle.
El proceso realizado por la Inquisición fue irregular, pues a pesar de que el libro
había pasado el filtro de los censores, se le acusaba de introducir doctrinas
heréticas. Puesto que esto dejaba en mal lugar a dichos censores, la acusación
oficial fue de violar la prohibición por decreto de 1616. Por ello, Galileo fue
requerido para presentarse en Roma lo más pronto posible. Sin embargo, Galileo se
hallaba enfermo y sumamente agotado debido al gran esfuerzo desplegado en
meses atrás en la preparación del libro Diálogo. Ya contaba 68 años, por lo que se
demoró en acudir a Roma. Además, de que en esos momentos existía una epidemia
de peste en Italia, y aunque presentó certificados médicos alegando estas
circunstancias, a finales de diciembre de 1632 fue conminado a acudir
inmediatamente de grado o por fuerza (encadenado).
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El primer día de Galileo en Roma fue un deprimente y frío domingo, el primero de
Cuaresma, 13 de febrero de 1633, dos días después de su sesenta y nueve
cumpleaños. Durante las primeras semanas no se toma ninguna medida en su contra,
lo cual inquieta enormemente a Galileo. Fue una treta deliberada en un plan de
Urbano VIII para minar su estado mental. Febrero dio paso a marzo y marzo a abril
y mientras tanto Galileo seguía en el Palazzo Firenze del embajador de Toscana.
No fue voluntad suya el retrasar el viaje lo prueba el que, debido a la peste, fuera
retenido por espacio de 42 días para abandonar la Toscana. Por otra parte, el
embajador de Toscana, Francesco Niccolini, se portó maravillosamente con
Galileo: consiguió que Galileo no estuviera en la cárcel del Santo Oficio, como
exigían las normas, y que el trato que recibiera durante el proceso fuese el correcto y,
alojado en las habitaciones del palacio de la Inquisición, y recibiendo todas las
atenciones que necesitaba, si bien no sin ningún trato especial distinto al resto de
otras personalidades importantes y personas de su condición. Es necesario
recordar que Galileo era ya una persona honorable en toda Europa, además, era
oficialmente el primer matemático y filósofo del Gran Duque de Toscana y el
“Santo Oficio” lo sabía y trató de dignificar el trato en este caso en apariencia como
luego se verá.
PRIMERA AUDIENCIA:
La primera audiencia ante la Inquisición tuvo lugar el martes, 12 de Abril de 1633,
en el palacio del “Santo Oficio”, en el ala sur de San Pedro. Galileo fue escoltado
desde la embajada por la guardia armada y fue llevado a una sencilla sala. Dentro
no había nada más que una mesa de madera y dos sillas. El prisionero estaba
obligado a permanecer de pie mientras los dos inquisidores, el comisario Vincenzo
Maculano y su ayudante, el fiscal Carlos Sinceri estaban sentados. Sobre la
mesa había una serie de papeles y una copia del libro Diálogo.
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A Galileo no fue informado de la naturaleza de los cargos presentados contra él,
ni se le dijo quien había presentado dichos cargos. A lo largo de la vista (hubo
cuatro), Maculano expuso sus preguntas a Galileo en latín y en tercera persona.
Las respuestas aparecen en italiano en primera persona. Fueron 21 preguntas las
efectuadas por Maculano y 21 respuestas profusamente esclarecedoras y sinceras
de Galileo.
Esta primera vista sentó las bases del conflicto. Los inquisidores mencionados
habían recibido instrucciones de recoger la máxima informa de Galileo. // Y quedó
claro que en esta vista no había ayudado a mejorar la situación; estaba bastante
claro que Galileo no iba a ponerse de rodillas como muestra de
arrepentimiento. El comisario Maculano era un hombre inteligente, astuto y áspero.
Conocía meticulosamente todo el plan del proceso y estaba dispuesto a doblegar a
Galileo incluso con los medios que fuesen menester......../
AMENAZAS DE TORTURAS
El jueves, 28 de abril, el comisario Maculano fue solo directamente a la
habitación de Galileo del Palacio de la Inquisición comportándose frío y brusco con
él: “Si decidía no colaborar sería necesario aplicarle un mayor rigor en la
administración de justicia y tener menos consideraciones hacia su persona
por las consecuencias de este asunto, con amenazas de “torturas” si no lo
hace (10), y promesas de un trato benevolente, en el caso de colaboración…..”
Y Galileo, el peor agüero lo tenía en mente: el trato que se le dio a Giordano
Bruno, unas tres décadas antes, que fue encarcelado en una celda apestosa e
infestada de ratas y sometido a repetidas torturas durante ocho años y
terminando quemándole vivo en hoguera.
SEGUNDA AUDIENCIA:
Dos días después, el sábado 30 de abril, Galileo fue llamado personalmente, por
segunda vez, a la Sala de las Congregaciones ante el comisario Maculano y el fiscal
Carlos Sinceri y con la asistencia de los mencionados anteriormente. // Galileo,
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“que ha pedido ser escuchado y que ha jurado formalmente decir la verdad, fue
preguntado por los padres lo siguientes: “Que exponga lo que desea decir:”
Galileo manifiesta:
Durante varios días he estado pensando de forma continua y directa sobre el
interrogatorio al que fui sometido el día 16 de este mes, y particularmente sobre la
pregunta de si hace dieciséis años se me prohibió, por orden del Santo Oficio,
mantener. apoyar y enseñar de manera alguna la opinión, entonces condenada, del
movimiento de la TIERRA y la inmovilidad del SOL. Se me ocurrió releer mi versión
impresa del Diálago, que no había mirado en los últimos tres años. Quería comprobar
muy cuidadosamente si, contrariamente a mi más pura intención, por un descuido mío,
podrían haber salido de mi pluma no solo algo que permitiera a los lectores o
superiores detectar un defecto de desobediencia por mi parte, sino también otros
detalles a través de los cuales alguien pudiera tomarme como un transgresor de las
órdenes de la Santa Iglesia. Siendo libre, tras la generosa aprobación de los superiores,
para mandar a uno de mis sirvientes o hacer recodos, conseguí una copia de mi libro, y
empecé leerlo con la mayor de los concentraciones y a examinarlo de la formo más
detallada.
Al no haberlo visto desde hacía mucho tiempo, lo encontré casi como un libro nuevo
de otro autor. Ahora, libremente confieso que me pareció en varios lugares escrita de
manera tal que el lector, que no conoce mis intenciones, podría haber tenido razones
poro creer que los argumentos en favor de la parte falsa que yo intentaba refutar, son
presentados con tanta fuerza que parecen mas convincentes que disuasorios. En
concreto, dos argumentos, uno basado en las manchas solares y el otro en las mareas,
son presentados favorablemente al lector como si fueran salidos y fuertes, en vez de
como debería ser para alguien que los estima como no concluyentes y que pretendía
refutarlos. como ciertamente yo deseaba hacer internamente.
Para disculparme a mi mismo por haber caído en un error tan ajeno a mi intención,
no me basta con decir que cuando uno presenta argumentos contrarios con la
intención de refutarlos, estos deben ser explicados de la manera mas justa y no deben
ser presentados como vacíos para desventaja del oponente, especialmente cuando se
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escribe de forma dialogada. Al no satisfacerme esta excusa, como ya he dicho, recurrí
a esa gratificación natural que todo el mundo siente por su ingenio y por mostrarse
como más inteligente que el hombre común, al encontrar inteligencia y argumentos
interesantes incluso en favor de falsas proposiciones.
No obstante, a pesar de que, usando palabras de Cicerón, “Deseo la gloria más de
lo que seria adecuado”, si tuviera que escribir los mismos argumentos ahora, no hay
duda de que los debilitaría de manera que no pareciera que tienen la fuerza de la que
real y esencialmente carecen. Mi error entonces fue, y lo confieso, uno de ambición
vanidosa, pura ignorancia e imprudencia. Esto es todo lo que necesito decir en esta
ocasión, y se me ocurrió cuando releía mi libro.
Con esto, una vez obtenida su firma y habiéndole hecho jurar silencio, los Padres
dieron por finalizada la audiencia.
Yo, Galileo Galilei: he testificado lo expuesto anteriormente.
----------------.
De acuerdo con el informe, a continuación sacaron a Galileo de la habitación,
y fue llevado de nuevo a sus habitaciones de Palacio // Horas después, Galileo fue
llamado ante Su Reverencia el comisario Maculano para manifestarle que tenía un
plazo de ocho días para presentar su defensa por escrito, si así lo deseaba y
tenía intención de hacerlo.
Galileo:
“Habiendo escuchado lo que Su Reverencia me ha dicho, como respuesta
digo que quiero presentar algo en mí defensa, a saber: para mostrar la
sinceridad y pureza de mi intención, no para excusarme por haber cometido
de alguna manera una transgresión, tal como se ha dicho”.
TERCERA AUDIENCIA:
Diez dios después, el 10 de mayo se convocó uno tercera audiencia. En ésta se le,
pidió a Galileo que presentara su defensa escrita a las Inquisidores.
Galileo leyó entonces su defensa:
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“En un interrogatorio anterior se me preguntó si había informado al reverendísimo
padre maestro del Sacro Palacio sobre la orden que se emitió contra mí hace dieciséis
años por orden del Santo Oficio, la de “no transmitir, defender o enseñar de modo
alguno” la idea del movimiento de la TIERRA y la inmovilidad del SOL y yo contesté
“No”. Ya que no se me preguntó la razón por la que no le informé, no tuve la
oportunidad de decir nada más. Ahora me parece necesario mencionarlo, para probar la
absoluta pureza de mi mente, que siempre se opone a la falsedad.
Digo, por lo tanto, que en aquel momento, algunos de mis enemigos estaban
dispersando el rumor de que yo había sido llamado por el señor cardenal Belarmino
para hacerme abandonar algunas de mis opiniones, que debía retractarme, que había
recibido castigos por estas opiniones, etc., y por ello me vi obligado a recurrir a Su
Eminencia y a rogarle que me diera un certificado explicando por qué había sido
llamado por él. Recibí este certificado de su propio puño y letra, y es el que adjunto a la
presente declaración.
En él se ve claramente que únicamente se me dijo que no debía comentar o defender
la doctrina copernicana sobre el movimiento de la TIERRA y la inmovilidad del SOL;
pero no se ve muestra alguna de que, aparte de esta declaración general aplicable a
todo el mundo, se me diera ninguna otra orden especial. Una vez tuve el recordatorio
de este certificado auténtico, escrito a mano por la propia persona que dictó la orden,
no volví a pensar más tarde en las palabras usadas en el citado mandato que se me
impuso, que manifestaba que no se puede defender, apoyar, etc.; por lo tanto, las
palabras usadas aparte de “defender” y “apoyar”, que he oído que contiene el mandato
que se me dio, es decir “enseñar” y “de ninguna manera” son nuevas para mi. Creo que
no se debe desconfiar de mí sobre el hecho de que en el transcurso de catorce o
dieciséis años me haya olvidado de ellas, especialmente porque no les presté atención,
puesto que tenía el recordatorio escrito. Ahora, si quitamos estas dos frases y nos
quedamos solo con las otras dos mencionadas en el certificado adjunto, no hay
ninguna razón para dudar de que la orden contenida en ellas sea la misma que la del
mandato dictado por orden de la Santa Congregación del Indice.
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Puesto que mi libro no fue sometido a más censuras que las requeridas por el
Índice, seguí el camino más seguro y más efectivo para protegerlo y purgarlo de
cualquier traza de blasfemia. Me parece que esto está claro, ya que se lo facilité al
Inquisidor mayor en un momento en el que muchos libros sobre las mismas materias
estaban siendo prohibidos con el único argumento de ser contrarios al decreto
anteriormente citado.
Por lo que estoy diciendo, creo que puedo esperar firmemente que la idea de que
hubiera desobedecido conscientemente y a propósito las órdenes que me fueron dadas
sea descartada por sus eminentísimos y prudentísimos señores jueces. Por ello, esos
errores que se pueden encontrar distribuidos a lo largo de mi libro no fueron incluidos
con astucia o falsa intención, sino por la vanidosa ambición y satisfacción de parecer
más inteligente que la mayoría de los escritores populares; este fue un resultado
inadvertido de mi forma de escribir, tal)’ como confesé en otra declaración. Estoy
preparado para reparar y compensar el daño que estos errores hayan causado de
cualquier manera, sea lo que sea lo que se me ordene o me permitan hacer sus
eminentísimos señores.
Por último, solo me queda rogar que tengan en cuenta el lamentable estado de
salud al que estoy reducido, debido a diez meses de constante ansiedad mental y a la
fatiga de un viaje largo y molesto en la peor de las estaciones y emprendido a la edad
de setenta años; tengo la sensación de que he perdido los años que mi anterior estado
de salud prometía.
Me anima a hacer esto la fe que tengo en la clemencia y la bondad de corazón de sus
eminentísimos señores, mis jueces; y espero que, si su sentido de la justicia detecta
alguna falta entre tantos achaques como adecuada para ser castigada por mis
crímenes, ruego la achaquen a mi avanzada edad, que también ruego tengan en cuenta.
De la misma manera, quema que tuvieran en cuenta mi honor mi reputación frente a las
calumnias de aquellos que me desprecian, espero que cuando estos insistan en
despreciar mi reputación, mis eminentísimos señores jueces lo tomen como una
prueba de por que me fue necesario obtener del Eminentísimo señor cardenal
Belarmino el certificado que he adjuntado”.
34
---------Fín----------
Como favor especial del papa Urbano VIII, después de esta audiencia Galileo
fue conducido de vuelta a la embajada Toscana, donde se le permitió permanecer
durante el resto del proceso. Galileo estaba agotado después de su terrible
experiencia y se le llevo inmediatamente a su lecho de enfermo. El embajador,
Niccolini, estaba claramente preocupado por su invitado, y en una carta al gran
duque informó de que Galileo había vuelto de su última audiencia “medio muerto”.
Hubo una gran dilación entre esta audiencia y la aparición final de Galileo ante el
comisario Maculano y el fiscal Carlos Sinceri. La razón principal fue simple logística:
el Papa no volvió a Roma de su lugar de Vacaciones hasta el 20 de mayo y. cuando
lo hizo, estaba absorto en asuntos militares a consecuencia de la guerra de los
“Treinta Años”. La primera oportunidad que tuvo de asistir a una reunión del Santo
Oficio para hablar del proceso contra Galileo fue el jueves 16 de junio. En esta
reunión se decidió que Galileo debía comparecer una última vez ante sus jueces
para aclarar sus intenciones de nuevo. // “No podía permitir simplemente que
volviera a su trabajo ileso y sin restricciones. Los cardenales reunidos
concluyeron que Galileo debía ser humillado públicamente y encarcelado de
por vida”
CUARTA AUDIENCIA:
El informe del juicio nos relata que el 21 de junio, cuatro días después de la
reunión del Santo Oficio, el prisionero fue llevado de nuevo al palacio del Santo
Oficio y se le hizo presentarse ante sus inquisidores, ante los que juró decir la
verdad, y los padres le preguntaron lo siguiente:
PREGUNTA: Si tiene algo que decir.
RESPUESTA: No tengo nada que decir.
PREGUNTA: Si apoya o ha apoyado, y durante cuánto tiempo, que el SOL es el centro del mundo y que la TIERRA no es el centro del mundo sino que se mueve con un movimiento diario.
35
RESPUESTA: Hace mucho tiempo, es decir, antes de la decisión de la Santa Congregación del Indice, y antes de que me fuera emitida la orden, no estaba seguro y consideraba las dos opiniones, la de Ptolomeo y la de Copérnico, como discutibles, porque ninguna de las dos — ser cierta por naturaleza. Pero después de la citada decisión, convencido de la prudencia de las autoridades, mi falta de certeza desapareció, y apoyé, como todavía apoyo, como verdadera e indudable la opinión de Ptolomeo, es decir, la inmovilidad de la TIERRA y el movimiento del SOL.
PREGUNTA: Una vez que se le ha informado de que se presume que ha apoyado la citada opinión después de ese momento, por la forma y manera usadas para discutir y defender dicha opinión en el libro que publicó después de ese momento, e incluso por el mero hecho de haber escrito y publicado el citado libro, se le pide que diga libremente la verdad sobre si apoya o ha apoyado esa Idea.
RESPUESTA: En referencia a mi forma de escribir el Dialogo ya publicado. no lo hice así porque apoyan la opinión de Copérnico como cierta. En su lugar considerando únicamente que estaba haciendo un servicio beneficioso, expliqué las razones físicas y astronómicas que pueden ser argumentadas en cada parte; Intenté mostrar que ninguna de estas, ni las que están a favor de esta opinión o de aquella, tenían la fuerza de una prueba concluyente y que, por lo tanto, para proceder con certeza tendría que recurrir a la determinación de doctrinas más ingeniosas tal y como puede observarse en varios pasajes del Dialogo. De esta manera, por mi parte, concluyo que no apoyo y que, después de la determinación de las autoridades, no he apoyado la opinión condenada.
PREGUNTA: Una vez que se le ha informado de que por el propio libro y por las razones argumentadas en favor de la parte falsa, es decir, que la TIERRA se mueve y que el SOL esta quieto, se presume que, tal como se ha ya dicho, él apoya la opinión de Copérnico, o al menos que la apoyó en aquel momento, se le informa de que al menos que este dispuesto a decir la verdad, será necesario aplicar todos los recursos medidas de la ley contra él.
RESPUESTA: No apoyo esta opinión de Copérnico, no la he apoyado después de que se me ordenara mediante mandato que abandonara dicha opinión. Por lo demás, estoy en sus manos; hagan como deseen.
PREGUNTA: Y se le requirió que dijera la verdad; de lo contrario se recurriría a la tortura.
RESPUESTA: Estoy aquí para obedecer, pero no he apoyado esta opinión después de que se toman aquella decisión, tal y como he dicho.
Yo, Galileo Galilei, he testificado como se cita.
36
Y puesto que no se pudo hacer más para la ejecución de la decisión, después de
haber firmado, fue enviado a sus aposentos. // El proceso estaba casi concluido. Sólo
quedaba un acto simbólico más: Galileo debía ser llamado ante una congregación
de cardenales en una sala contigua a la Iglesia de de Santa María sopra Minerva,
donde se le haría retractarse públicamente. Era todo por apariencia, por supuesto:
un espectáculo y de escarmiento público..
AUDIENCIA FINAL :
Texto original de la sentencia contra Galileo, por jueces del “Santo Oficio” de la Iglesia Católica Romana el miércoles, 22 de junio de 1633.
Vestido con toga blanca de penitente, Galileo fue conducido a la Sala de la
Inquisición. Delante de él, sentados en un semicírculo, había DIEZ cardenales juntos
con sus asistentes y varios testigos… // Se abre la vista:
Se le ordenó a Galileo que se arrodillara para escuchar la condena clerical y la
sentencia de la Santa Sede de la Inquisición:
LA SENTENCIA INQUISICIONAL
“ Puesto que vos, Galileo, de setenta años de edad, hijo del florentino Vincenzo Galilei
fuisteis denunciado en el año 1615 ante este Santo Oficio por apoyar como cierta la
falsa doctrina enseñada por algunos de que el SOL es el centro del mundo y es inmóvil
y que la TIERRA se mueve con movimientos diarios; por tener discípulos a los que
enseñasteis la misma doctrina; por mantener correspondencia con ciertos matemáticos
de Alemania sobre lo mismo; por haber impreso ciertas cartas, recogidas en una obra
titulada Historia y demostraciones acerca de los manchas solares, en la que
desarrollabais la misma doctrina como cierta; y por responder a las objeciones
extraídas de las Sagradas Escrituras y que de vez en cuando se os presentaban,
interpretando las citadas Escrituras según vuestros propósitos; y en tanto que hubo
sobre esto una copia de un documento en forma de carta, supuestamente escrita por
vos a uno de vuestros antiguos discípulos, y en ella se muestran propuestas más
37
profundas, siguiendo la idea de Copérnico, y que son contrarias al verdadero sentido y
autoridad de las Sagradas Escrituras,
En consecuencia, teniendo este Sagrado Tribunal la intención de proceder en contra
del alboroto y el daño resultante, que ha ido incrementando en perjuicio de la Santa Fe,
por orden de Su Santidad y de los eminentísimos señores cardenales de esta
Inquisición suprema y universal, las dos proposiciones sobre la inmovilidad del SOL y
el movimiento de la TIERRA han sido calificadas por los teólogos calificadores como
sigue:
La propuesta de que el SOL es el centro del mundo e inmóvil es absurda,
filosóficamente falsa y formalmente herética, ya que es expresamente contraria a las
Sagradas Escrituras. La propuesta de que la TIERRA no es inmóvil ni es el centro del
mundo, sino que se mueve con movimiento diario, es igualmente absurda y
filosóficamente falsa y teológicamente errónea en la Fe.
Pero estando decidida en esa ocasión a trataros con indulgencia, la Santa
Congregación, reunida con Su Santidad el 25 de febrero de 1616, decretó que su
eminencia el señor cardenal Belarmino debería ordenaros abandonar totalmente la
falsa doctrina ya citada, y os sería impuesto un mandato judicial por el comisario del
Santo Oficio para abandonar la citada doctrina y no enseñarla a otros, ni defenderla, ni
siquiera discutirla; y que si no consentíais a este mandato debíais ser encarcelado.
Para ejecutar este decreto, al día siguiente, en el palacio y en presencia del cardenal
Belarmino, después de haber sido informado y advertido de una forma amistosa par el
mismo señor cardenal, se os entregó un mandato por el entonces padre comisario del
Santo Oficio en presencia de un notario y de testigos para que abandonarais
completamente la falsa opinión y para que en el futuro no pudierais apoyarla,
defenderla, ni enseñarla en ningún modo, ni oralmente ni de forma escrita: una vez
prometida vuestra obediencia se os permitió partir.
Además, para eliminar completamente tan perniciosa doctrina, y para no permitir que
avanzara más en detrimento de la verdad católica, la Santa Congregación del Índice
38
emitió un decreto en el que se prohibían aquellos libros que tratasen sobre este tema y
se declaró la doctrina falsa y completamente contraria a las Sagradas Escrituras.
Y dada que aquí ha aparecido recientemente un libro, impreso en Florencia el año
pasado, en cuya dedicatoria se muestra que sois el autor, cuyo título es: Diálogo de
Galileo Galilei sobre los dos máximas sistemas del mundo ptolomeico y copernicano; y
puesto que la Santa Congregación ha informado de que con este libro se estaba
divulgando la falsa opinión del movimiento de la TIERRA y la inmovilidad del SOL y
que cada día tenía más impacto, el citado libro ha sido examinado diligentemente y se
ha determinado que viola explícitamente el mandato que se os dio; ya que en el propio
libro defendéis la opinión ya condenada y así declarada ante vos, aunque en el libro
intentéis, a través de varios recursos, dar la impresión de dejarlo sin decidir e marcarlo
como probable: este es también un error grave, ya que no hay forma posible de que
una opinión etiquetada como contraria a las divinas Escrituras sea probable.
Por lo tanto, por orden nuestra fuisteis convocado ante este Santo Oficio, donde,
interrogado bajo juramento, reconocisteis el libro como escrito e publicado por vos.
Confesasteis que hace diez o doce años. después de que se os diera un mandato
citado anteriormente, empezasteis a escribir el citado libro, y que entonces pedisteis
permiso para imprimirlo sin explicar a aquellos que os dieron dicho permiso que os
encontrabais bajo el mandato de no apoyar, defender o enseñar tal doctrina de ningún
modo.
Asimismo confesasteis que, en varios puntos de la exposición del citado libro está
expresada de tal manera que un lector podría interpretar que los argumentos dados por
la parte falsa eran lo suficientemente efectivos como para ser más convincentes que
disuasorio. Vuestras excusas por haber cometido un error, como dijisteis, tan ajeno a
vuestra intención, fueron que lo habíais escrito en forma de diálogo, y que todo el
mundo siente una satisfacción natural por su propio ingenio y por mostrarse más
inteligente que un hombre común al encontrar ingeniosos e aparentemente probables
argumentos que apoyan incluso proposiciones falsas.
Cuando e os dio un plazo conveniente para que presentarais vuestra defensa,
aportasteis un certificado manuscrito del eminentísimo señor cardenal Belarmino, que
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dijisteis haber obtenido para defenderos de las acusaciones de vuestros enemigos, que
alegaban que os habíais retractado y que habíais sido castigado por el Santo Oficio.
Este certificado dice que ni os habíais retractado ni habíais sido castigado, sino que se
os había notificado la declaración hecha por Su Santidad y publicada por la Santa
Congregación del Indice (libros prohibidos), cuyo contenido es que la doctrina del
movimiento de la TIERRA y la inmovilidad del SOL es contraria a la Sagradas
Escrituras y que por lo tanto, no pueden ser ni apoyadas ni confirmadas. Dado que este
certificado no contiene las dos formulaciones del mandato, véase “enseñar” y “de
ningún modo”, se supone que debemos creer que en el transcurso de catorce o
dieciséis años las habéis olvidado, que por esta misma razón no comunicasteis nada
sobre este mandato cuando solicitasteis la licencia para publicar el libro (Dialogo).
Además debemos creer que remarcasteis todo esto no para excusaros del error, sino
para atribuirlo a la ambición vanidosa más que a la malicia. Sin embargo, el certificado
que aportasteis en vuestra defensa agrava aún más vuestro caso ya que, a pesar de
que dice que la citada opinión es contraria a las Sagradas Escrituras, os atrevisteis a
tratarla, defenderla y mostrarla como probable; tampoco os ayuda el permiso que
obtuvisteis astutamente y con artimañas ya que no mencionasteis el mandato bajo el
que os encontrabais.
Dado que no creíamos que hubierais dicho toda la verdad sobre vuestra intención,
consideramos necesario proceder contra vos sometiéndole a un riguroso examen, en el
cual, sin perjuicio alguno de las cosas por vos confesadas y contra vos deducidas
sobre vuestra intención, respondisteis católicamente.
Por lo tanto, una vez vistas; consideradas seriamente las circunstancias de
vuestro caso, junto con las citadas confesiones y excusas y cuanta razón debía ser
tenida en cuenta y considerada, hemos concluido contra vos lo que sigue.
Por consiguiente. invocando al Santísimo nombre de nuestro señor Jesucristo (4) y
a su gloriosa madre, la siempre virgen María; y como tribunal, con el consejo de los
reverendos Maestros de la Sagrada Teología y los doctores de ambas leyes, nuestros
consejeros; en este escrito pronunciamos la sentencia final del caso que nos ocupa
40
entre el Magnifico Carlos Sinceri, doctor de ambas leyes y procurador fiscal de este
Santo Oficio, de una parte.; Galileo Galilei, el antes citado reo, aquí presente,
examinado procesado y confeso como se ha explicado, de la otra parte
Decimos, pronunciamos, sentenciamos y declaramos que vos. Galileo, con motivo
de las cosas detalladas en el Juicio y que ya habéis confesado, os habéis vuelto, de
acuerdo con este Santo Oficio, vehementemente sospechoso de herejía, es decir, de
haber creído una doctrina que es falsa; contraria a las Sagradas Escrituras divinas a
saber, que el SOL es el centro del mundo y no se mueve de este a oeste, y que se
puede defender como probable una opinión después de haber sido declarada y definida
contraria a las Sagradas Escrituras. En consecuencia, estáis sujeto a todas las
penitencias impuestas y promulgadas por los sagrados cánones y todas las leyes
particulares y generales contra este tipo de delitos. Estamos deseosos de absolverlo
siempre y cuando, de forma sincera y con Fe verdadera, renunciéis en nuestra
presencia, maldigáis y detestáis los citados errores y herejías, y cualquier otro error y
herejía contraria a la Santa Iglesia Católica y Apostólica en el modo y la forma que os
indicamos.
Además, para que este grave y pernicioso error vuestro no quede sin castigo y para
que seáis más cuidadoso en el futuro, y como ejemplo para que otros se abstengan
de cometer delitos de este estilo, ordenamos que el libro Diálogo de Galileo Galilei
sea prohibido por edicto público.
LA CONDENA
Os condenamos a prisión formal en este Santo Oficio mientras sea nuestra
voluntad. Y como penitencia os imponemos la obligación de recitar los siete
Salmos penitenciales una vez a la semana durante los próximos tres años. Y
nos reservamos el poder de reducir, revocar o eliminar parcial o totalmente los citados
castigos y penitencias.
Así decimos, pronunciarnos, sentenciamos, declaramos, ordenarnos y reservamos,
en esto y en todo lo demás, del mejor modo y forma que razonablemente podamos y
debamos. Así se pronuncian los siguientes cardenales:
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FIRMANTES:
F. cardenal de Ascoli; B. cardenal Gessi; G. cardenal Bentivoglio; F.
cardenal Verospi; Fr. D. cardenal de Cremona; M. cardenal Ginetti; Fr. Ant.
cardenal de San Onofrio. (11)
--------------ooo0ooo----------------,
Texto original de la confesión de Galileo “yo abjuro”, efectuada por él a continuación de oír su condena del Santo Oficio, en presencia de los jueces y cardenales de la Santa Iglesia Católica.
«Yo, Galileo Galilei. hijo del difunto florentino Vicente Galilei de Florencia, de setenta
años de edad, comparecido personalmente en juicio ante este tribunal, puesto de
rodillas ante vosotros, los Eminentísimos y Reverendísimos señores Cardenales
Inquisidores generales de la República cristiana universal, respecto de materias de
herejía, con la vista fija en los Santos Evangelios, que tengo en mis manos, declaro que
yo siempre he creído y creo ahora y que con la ayuda de Dios continuaré creyendo en
lo sucesivo, todo cuanto la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana cree, predica y
enseña. Mas, por cuanto este Santo Oficio ha mandado judicialmente, que abandone la
falsa opinión que he sostenido, de que el SOL está en el centro del Universo e inmóvil;
que no profese, defienda, ni de cualquier manera que sea, enseñe. ni de palabra ni por
escrito, dicha doctrina, prohibida por ser contraria a las Sagradas Escrituras; por
cuanto yo escribí y publiqué una obra, en la cual trato de la misma doctrina condenada,
y aduzco con gran eficacia argumentos a favor de ella, sin resolverla; y atendiendo a
que me he hecho vehementemente sospechoso de herejía por este motivo, o sea,
porque he sostenido y creído que el SOL está en el centro del mundo e inmóvil y que la
TIERRA no está en el centro del Universo, y que se mueve.
En consecuencia, deseando remover de la mente de Vuestras Eminencias y de
todos los cristianos católicos esa vehemente sospecha legítimamente concebida
contra mí, con sinceridad de corazón y fe no fingida, abjuro, maldigo detesto los arriba
mencionados errores y herejías, y en general cualesquiera otros errores y sectas
contrarios a la referida Santa Iglesia, y juro para lo sucesivo nunca más decir ni afirmar
de palabra ni por escrito cosa alguna que pueda despertar semejante sospecha contra
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mí, antes, por el contrario, juro denunciar cualquier hereje o persona sospechosa de
herejía, de quien tenga yo noticia, a este Santo Oficio, o a los Inquisidores, o al juez
eclesiástico del punto en que me halle.
Juro, además, y prometo cumplir y observar exactamente todas las penitencias que
se me han impuesto o que se me impusieren por este Santo Oficio. Mas en el caso de
obrar yo en oposición con mis promesas, protestas y juramentos, lo que Dios no
permita, me someto desde ahora a todas las penas y castigos decretados y
promulgados contra los delincuentes de esta clase por los Sagrados Cánones y otras
constituciones generales y disposiciones particulares. Así me ayude Dios y los Santos
Evangelios sobre los cuales tengo extendidas las manos. “Yo, Galileo Galilei, arriba
mencionado, juro, prometo y me obligo en el modo y forma que acabo de decir, y en fe
de estos mis compromisos, firmo de propio puño y letra esta mi abjuración que he
recitado palabra por palabra” (Fin)
CARDENALES INMISERICORDES
Estos (SIETE) cardenales condenaron en vida a Galileo a un suplicio
humillante. Pero la CIENCIA y la VERDAD lo elevaron a la GLORIA DE LA
HISTORIA. // La verdad siempre espera en el camino para fulminar la mentira,
aunque esta venga del “Santo Oficio”, que, de justo ni de santo nunca tuvo. //
La Divina Justicia lo habrá enviado al infierno (al “Santo Oficio”), por incumplir, en
todo tiempo, el mensaje que les transmitió Jesucristo.
-----------------------ooo0ooo----------------------,
LA SENTENCIA HECHA PÚBLICA
El texto de la sentencia fue difundido presto por doquier: en Roma el 2 de julio y en
Florencia el 12 de agosto. La noticia llega a Alemania a finales de agosto, en Bélgica
en septiembre. Los decretos del Santo Oficio no se publicarán jamás en Francia,
pero, prudentemente, René Descartes renuncia a la publicación de su Mundo.
Muchos, entre ellos Descartes, en aquella época, pensaron que Galileo era la víctima
43
de una confabulación de los jesuitas, que se vengaban así de la afrenta sufrida por
Horazio Grassi en el Saggiatore.
Giuseppe Baretti afirmó que después de la abjuración Galileo dijo la famosa
frase “Eppur si muove” (“Y sin embargo se mueve”), pero según Stillman Drake,
Galileo no pronunció la famosa frase en ese momento ya que no se encontraba en
situación de libertad y sin duda era desafiante hacerlo ante el tribunal de
cardenales de la Inquisición. Para Stillman si esa frase fue pronunciada lo fue en
otro momento.
Galileo, tras ser juzgado por el “Santo Oficio” fue recluido en la “Villa Medici”,
en Roma; después, el miércoles 6 de julio abandona Roma para ir a Siena, con el
objeto de pasar una estancia de varios meses, en el palacio de su amigo el
arzobispo de Siena, donde fue tratado espléndidamente y se recuperó del
tormento sufrido en los meses precedentes. A petición del Gran Duque de
Toscana, el papa Urbano VIII, concedió a Galileo (1 de diciembre de 1633) permiso
para poder volver a su propia casa, en Arcetri, en las afueras de Florencia, “con tal
que permaneciera como arresto domiciliario, sin moverse de allí ni hacer vida
social”. Se sabe que a el 17 de diciembre ya estaba el ella. Allí recibe algunas
visitas, lo que le permitió que alguna de sus obras en curso de redacción pudiera
cruzar la frontera. Estos libros aparecieron en Estrasburgo y en París en traducción
latina.
En 1636, Luis Elzevier recibe un boceto de los Discursos sobre dos nuevas
ciencias de la parte del maestro florentino. Éste es el último libro que escribirá
Galileo; en él establece los fundamentos de la mecánica en tanto que ciencia y que
marca así el fin de la física aristotélica. Intenta también establecer las bases de la
resistencia de los materiales, con menos éxito. Terminará este libro a lo justo, puesto
que el 4 de julio de 1637 pierde el uso de su ojo derecho.
El 2 de enero de 1638, Galileo pierde definitivamente la vista. // Por suerte, Dino
Peri ha recibido la autorización para vivir en casa de Galileo para asistirlo junto con
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el padre Ambrogetti que tomará nota de la sexta y última parte de los Discursos.
Esta parte no aparecerá hasta 1718. La obra completa aparecerá en julio de 1638
en Leiden (Países Bajos) y en París. Será leída por las más grandes personalidades de
la época. Descartes por ejemplo, enviará sus observaciones a Mersenne, el editor
parisino.
En 1638, Galileo, ha recibido la autorización de trasladarse e instalarse cerca del
mar, en su casa de San Giorgio. Permanecerá allí hasta unos días antes de su
muerte, rodeado de sus discípulos (Viviani, Torricelli, Peri, etc.), trabajando en la
astronomía y otras ciencias. A fines de 1641, Galileo trata de aplicar la oscilación del
péndulo a los mecanismos del reloj.
El miércoles 8 de enero de 1642, Galileo muere en Arcetri a la edad de 78
años. Su cuerpo es inhumado en Florencia el 9 de enero. // Un mausoleo será erigido
en su honor el 13 de marzo de 1736 en la iglesia de la Santa Cruz de Florencia.
------------------ooo0ooo-------------------.
LA IGLESIA EN LOS SIGLOS SIGUIENTES
Galileo, especialmente por su obra Diálogo sobre los principales sistemas del
mundo (1633), cuestionó y resquebrajó los principios sobre los que hasta ese
momento habían sustentado el conocimiento e introdujo las bases del método
científico que a partir de entonces se fue consolidando.
En el siglo XVII, la teoría del heliocentrismo, suponía cuestionar que los textos
bíblicos: como (por ejemplo que la Tierra fuera el centro del Universo-
Geocentrismo), fueran válidos para una verdadera ciencia. Las consecuencias no
solo fueron para la teología y la ciencia incipiente, también se produjeron
consecuencias metafísicas y ontológicas, que producirán reacciones de los
científicos
45
En el siglo XVIII, Benedicto XIV autoriza las obras sobre el heliocentrismo en la
primera mitad del siglo XVIII, y esto en dos tiempos: En 1741, ante la prueba óptica
de la órbita de la TIERRA, hizo que el Santo Oficio diese al impresor la primera
edición de las obras completas de Galileo, y en 1757, las obras favorables al
heliocentrismo fueron autorizadas de nuevo, por un decreto de la Congregación
del Índex, que retira estas obras del Index Librorum Prohibitorum. (Indice libros
prohibidos).
En el siglo XX, homenaje y rehabilitación. A partir de Pío XII se comienza a rendir
homenaje al gran sabio que era Galileo. En 1939 este Papa, en su primer discurso a la
Academia Pontificia de las Ciencias, a pocos meses de su elección al papado,
describe a Galileo “el más audaz héroe de la investigación ... sin miedos a lo
preestablecido y los riesgos a su camino, ni temor a romper los monumentos”.
Su biógrafo de 40 años, el profesor Robert Leiber, escribió:
“Pío XII fue muy cuidadoso en no cerrar ninguna puerta a la ciencia prematuramente. Fue enérgico en ese punto y sintió pena por el caso de Galileo”.
En 1979 y en 1981, el papa Juan Pablo II encarga una comisión de estudiar la
controversia de Ptolomeo-Copérnico de los siglos XVI y XVII. El 31 de octubre de
1992, Juan Pablo II rinde una vez más homenaje al sabio durante su discurso a los
partícipes en la sesión plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias. En él
reconoce claramente los errores de ciertos teólogos del siglo XVII en el asunto
y pidió perdón por los errores que hubieran cometido los hombres de la Iglesia
a lo largo de la historia.
En el caso Galileo propuso una revisión honrada y sin prejuicios en 1979, pero la
comisión que nombró al efecto en 1981 y que dio por concluidos sus trabajos en 1992,
repitió una vez más la tesis que Galileo carecía de argumentos científicos para
demostrar el heliocentrismo y sostuvo la inocencia de la Iglesia como institución y la
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obligación de Galileo de prestarle obediencia y reconocer su magisterio, justificando
la condena y evitando una rehabilitación plena.
El propio cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la
Fe, lo expresó rotundamente el 15 de febrero de 1990 en la Universidad romana de La
Sapienza, cuando en una conferencia hizo suya la afirmación del filósofo agnóstico
y escéptico Paul Feyerabend:
“La Iglesia de la época de Galileo se atenía más estrictamente a la razón que el propio Galileo, y tomaba en consideración también las consecuencias éticas y sociales de la doctrina galileana. Su sentencia contra Galileo fue razonable y justa, y sólo por motivos de oportunismo político se legitima su revisión”
Esta declaración injusta será objeto de una fuerte polémica cuando en el año
2008 el ya papa Benedicto XVI tenga que renunciar a una visita a la Universidad
de La Sapienza de Roma. // Es habitual en Ratzinger la cita de autores, a priori
contrarios a las posturas de la Iglesia, para reforzar sus tesis, de la misma forma que
cita a Paul Feyerabend al que califica de “filósofo agnóstico y escéptico”, cita
también al que califica de “marxista romántico” Ernst Bloch para justificar
científicamente, acogiéndose a la teoría de la relatividad, la corrección de la
condena a Galileo no solamente contextualizada en su época sino desde la
nuestra.
El Santo Oficio prohibió en 1633 el Diálogo sobre los principales sistemas del
mundo, texto escrito en 1632 por Galileo y le condenó a la cárcel, pero sin que se
cumpliera la sentencia que no fue ratificada por el papa Urbano VIII.. En relación
a las aportaciones científicas de Galileo, además de a las realizadas por Nicolás
Copérnico y Johnnes Kepler, es frecuente referirse a ellas como una revolución
científica en la astronomía que inició la ciencia moderna (caracterizada por la
matematización, el mecanicismo y la experimentación) y supuso un cambio de
paradigma tanto en la astronomía (paso del sistema geocentrismo al sistema
47
heliocentrismo) como en modo de trabajo en otras disciplinas que se fundamentó
en el método científico.
El estudio de los trabajos experimentales y de las formulaciones teóricas de
Galileo es importante, sin embargo, no sólo para conocer el origen de la filosofía
natural moderna sino también para comprender el modo como se pasa de un
paradigma conceptual a otro. Por este motivo Galileo es un caso ejemplar, cuyo
examen detallado lleva a replantear los problemas capitales de la teoría científica,
la filosofía de la ciencia y la epistemología, Para Stephen Hawking, Galileo
probablemente sea, más que cualquier otro, el máximo responsable del nacimiento
de la ciencia moderna; Albert Einstein lo llamó padre de la ciencia moderna.
Joseph Ratzinger, ya como Papa, había sido invitado a participar de la
ceremonia de inauguración del curso académico prevista para el 17 de enero de
2008, pero tuvo que renunciar ante la protesta iniciada unos meses antes por 67
profesores de la Universidad de La Sapienza y apoyada después por numerosos
profesores y estudiantes para declararle persona non grata. El claustro de
profesores no aceptaba la posición “medieval” del papa Benedicto XVI ante la
condena de Galileo y condenaba las afirmaciones que había realizado en el
discurso público pronunciado por dicho Papa en la Universidad de La Sapienza en
1990.
Al inicio de una cierta armonía entre la Ciencia e Iglesia, 376 años después de
su condena y la prohibición de sus libros, y aprovechando los eventos del Año de la
astronomía, el Vaticano celebró el 15 de febrero de 2009 una misa en su honor. La
celebración, fue oficiada por monseñor Gianfranco Ravasi y estuvo promovida por
la Federación Mundial de Científicos; la Santa Sede deseaba hacer pública la
aceptación del legado del científico dentro de la doctrina católica.
En 2009, dentro de la celebración del Año Internacional de la Astronomía, la Santa
Sede organizó un congreso internacional sobre Galileo. En marzo se presentó en
Roma el libro escrito en italiano Galileo y el Vaticano, que ofrece un «juicio objetivo
por parte de los historiadores» para comprender la relación entre el gran
48
astrónomo y la Iglesia. Al presentar el libro, el presidente del Consejo Pontificio para
la Cultura, el arzobispo Gianfranco Ravasi consideró que esta obra facilita a la
Iglesia comprometerse «en una relación más vivaz y calmada con la ciencia».
En julio se presentó una nueva edición sobre las investigaciones del proceso
realizado a Galileo. El nuevo volumen se titula I documenti vaticani del processo
di Galileo Galilei (Los documentos vaticanos del proceso de Galileo Galilei),
Archivo Secreto Vaticano. La edición ha ido a cargo del prefecto del Archivo
Secreto Vaticano, monseñor Sergio Pagano.
-----------------------ooo0ooo---------------------.
¿Quién fue Vincenzo Maculano?
Vincenzo Maculano nació el 11 Septiembre 1578 en Fiorenzuola d'Arda. De
joven trabajó como ayudante de albañil con su padre. Pasado el tiempo, entró en la
Orden de los Predicadores en Pavía en 1594, cambiando su nombre por Vincenzo.
Estudió en Bolonia llegando a ser conferenciante de teología y derecho canónigo, al
tiempo estudió geometría y arquitectura. Estuvo nominado como Inquisidor por el
“Santo Oficio” en Padua en 1627 y en Génova desde1627 a 1629. // Mientras su
estancia en Génova, también estuvo al mando en la reconstrucción de la muralla de
la ciudad. Parte de la nueva muralla de Génova permanece hoy día. // Tiempo
después, Vincenzo Maculano fue llamado a Roma por el papa Urbano VIII, quien lo
nombró su Procurador General de su Orden durante una visita que el propio Papa
tenía que hacer a Francia.
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Maculano (con vestimenta sacerdotal), leyendo los cargos contra Galileo (de pie).
Por Cristiano Banti (1857)
Maculano llegó a ser cardenal e inquisidor y arquitecto militar. El fue conocido
como un hombre severo áspero e inmisericorde con el prójimo. Fue comisionado
para investigar lo dicho y lo escrito por Galileo sobre el Sistema Copérnico tras ser
denunciado ante el “Santo Oficio” por los jesuitas. Maculano, que también era
jesuita, organizó la primera entrevista con el científico 12 de abril 1632. En otra
entrevista posterior, el 28 del mismo mes, de manera brusca y amenazas de torturas
humilló a Galileo, “si no confesaba sus crímenes”.
Esto lo hizo con Galileo, un honorable científico en astronomía, que dedicó toda
su vida en investigar y ampliar los conocimientos en su labor de investigador. Y por
este “crimen” de investigador del Sistema Solar este cardenal, con cierta ira de
venganza, le amenaza con torturarle…
Vincenzo Maculano murió el 16 de febrero 1667 en la basilica de Santa Sabina en
la Aventina.
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BIOGRAFIA DE GALILEO.
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Galileo: Una biografía, por Michael White (Excelente).Wikipedia: enciclopedia libre y universal.Y consulta en otros libros sobre la vida y suplicio de Galileo, por dedicar su vida a la ciencia y el conocimiento en tiempos peligrosos.
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NOTAS:
1).- Tartaglia (1499-1557), matemático autodidacta italiano
2).- Euclides (330-275 a. C), matemático y geómetra famoso griego. Escribe los Elementos, donde se sistematiza toda la geometría conocida hasta entonces.
3).- Pitágoras de Samos (580-495 a.C) filósofo y matemático griego. Crea la escuela de pensamiento pitagórico.
4).- Platón (427-347 a.C) filósofo griego, seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles y fundador de la Academia.
5).- Arquímedes (287-212 a. C) físico, matemático, inventor y astrónomo griego. Su idea del cálculo del área poligonal, al aumentar el número de lados, de manera sutil, llega a la generación práctica de la integral definida.
6).- Dante Alighieri (1265-1321) poeta florentino; su obra maestra: La Divina Comedia
7).-Claudio Ptolomeo (90-168 d. C), Astrónomo, geométrico y matemático griego.
8).-Johannes Kepler (1571-1630) astrónomo y matemático alemán, conocido por sus tres leyes sobre el movimientos de los planetas en su órbita alrededor del SOL
9).- El Cardenal Belarmino (1542-1621) fue arzobispo, inquisidor y cardenal de la Compañía de Jesús, que defendió la fe y la doctrina católica durante y después de la Reforma Protestante, por lo que fue llamado el “MARTILLO DE LOS HEREJES”. En 1598, se le encarga la dirección del proceso de la Inquisición contra Giordano Bruno, quien tras su negativa y reiterada a retractarse de sus ideas sobre los múltiples sistemas solares y la infinitud del Universo, pasaría ocho años en prisión y después lo sacaron para quemado vivo en la hoguera).
En 1616 el Santo Tribunal hace un análisis de la teoría heliocéntrica expuesta por Nicolás Copérnico y que empezaba a tener mucha fama en el ámbito científico, filosófico y teológico. De acuerdo a la experiencia cotidiana y por ciertos fragmentos de la Sagrada Biblia, se llegó a la conclusión de que esta teoría, aunque no era
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herética, era contraria a las Escrituras y falsa en la filosofía, por eso, el Cardenal Belarmino comunica, poco después, se haga firmar a Galileo, para no exponer su teoría como verdad absoluta, sino como una hipótesis, puesto que las pruebas todavía no se asentaban a su favor.// Fue beatificado y canonizado por el para Pío XI en1930, y en 1931 fue declarado doctor de la Iglesia Católica. Un impío que mandó quemar vivo a Giordano Bruno en hoguera.
10).- Galileo se vio obligado a abjurar del sistema heliocéntrico bajo la amenaza de someterle a torturas, tal como le amenazó el jueves, 28 de mayo de 1633 el comisario Vincenzo Maculano. // A Galileo, si no hubiese sido por el edicto inmediato del papa Urbano VIII ordenando su arresto domiciliado en Toscana, sus huesos quizás hubieran visto la hoguera de cerca.
11) Al inicio del proceso contra Galileo, fueron DIEZ cardenales los que tomaron asiento en la primera audiencia. Al final quedaron los SIETE firmantes. Tanto el papa, Urbano VIII, como los cardenales discordantes con el proceso: Laudivio Zacchia, Gaspar Borgia y Francesco Barbarini, no firmaron la sentencia. -----------------------ooo0ooo------------------------.
Trazas de la Historia CientíficaVersalles, 26 de abril de 2010Víctor M. Cortijo Rubín
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