UNIVERSIDAD DE VALPARAISO-FACULTAD DE HUMANIDADES INSTITUTO DE SOCIOLOGÍA CARRERA DE SOCIOLOGÍA MOVIMIENTOS SOCIALES
Movimiento Feminista en Chile
Trabajo Ayudantía Movimientos Sociales
Ayudante: Valeria Carvallo Integrantes: - Carmen Alonso
- María Paz Balbontín - Monserrat Barrientos
Fecha de entrega: 27 de junio de 2012
…entonces descubrimos que había toda una historia de esfuerzos y luchas femeninas que jamás nos fue enseñada en nuestras clases de historia…
Julieta Kirkwood.
La historia de las mujeres y sus luchas no puede ser entendida sino, a partir desde la
dominación patriarcal, y su consecuente y constante invisibilización histórica. Es así como
no podemos pensarnos hoy en día como mujeres sino es a partir de estos antecedentes
que han construido un “ser mujer” desde el androcentrismo, Por lo que, la construcción y
significación socio-histórica del género femenino y por ende, de su rol en la sociedad ha
sido en base a conocimientos “producidos no por la mujer, sino acerca de ella, es una
representación/construcción androcéntrica de la mujer, puesto que si no se es sujeto de la
historia, tampoco se puede ser su objeto.” (Pujal, 1993: 203), y en donde, por lo tanto,
esta no existe sino a partir del hombre y de su relación de sometimiento y sumisión.
De tal modo, y frente a tal contexto es que en el presente trabajo se desarrollará el
movimiento feminista en Chile, y su historia de lucha y reivindicación durante el siglo XX y
parte del siglo XXI. Respecto a aspectos metodológicos, el ensayo será abarcado a través
de tres momentos históricos, siendo en primer lugar, analizado el movimiento feminista
desarrollado durante la primera mitad del siglo XX, conocido como el movimiento
sufragista, en segundo lugar el movimiento feminista durante la dictadura militar, y por
último el movimiento feminista chileno en la actualidad.
Para situarnos en el movimiento feminista chileno, es necesario dar cuenta de algunos
antecedentes históricos que permiten comprender el surgimiento del movimiento,
situándolo en su contexto.
El 6 de enero de 1877, bajo el nombre de “Decreto Amunátegui”, “se permitió a las
mujeres ingresar a estudios superiores en las mismas condiciones de sus hermanos. Diez
años más tarde, ya había médicas, graduadas con honores en la Universidad.”(Labarca,
s.f: 113). El decreto Amunátegui, significa una inflexión en la historia de las mujeres
chilenas, con este decreto logran un hito sin duda trascendental, el ingreso a la educación
terciara en igualdad de oportunidades con los hombres. Aunque el ingreso fue paulatino,
este significó una importante lucha en la reivindicación de la mujer chilena.
En cuanto a la situación laboral de la mujer en Chile, podemos señalar que la PEA
(población económicamente activa) durante la primera mitad del siglo XX significó más
bien cerca de la cuarta parte en relación a la PEA masculina, es decir, el trabajo femenino
no ocupaba una importante participación en la economía chilena. Vale destacar, que
durante este periodo y dadas la situación económica del país, cada vez más mujeres
jóvenes recurrían a la prostitución como una forma de empleo; en Santiago en 1910,
había registradas 8572 prostitutas. (Gaviola, Jiles, Lopresti, y Rojas, 2007). Un tercer hito
importante en el despertar del movimiento feminista, es la llegada de importantes
personalidades, con el objeto de dar charlas sobre la realidad de la mujer en el exterior,
sin duda uno de los impactos más profundos los generó la visita de Belén de Sárraga,
quien visitó varias ciudades del país.
Es así como llegamos a 1913, en donde el tema de los derechos políticos para la mujer
recién comenzaba a plantearse, encontrándose principalmente dominado por un ambiente
de rechazo a la participación del sector femenino, entre otros motivos, por no conocer el
comportamiento político, además de considerar que “la naturaleza no había capacitado a
las mujeres para ejercer ese derecho y se temía que su intromisión en cuestiones
políticas pudiera quebrantar el hogar, considerado como el centro mismo de toda
sociedad.” (Gaviola, Jiles, Lopresti, y Rojas, 2007: 38).
En 1913, se forman centros femeninos Belén de Sárraga en Iquique, Antofagasta y
Negreiros; el primer Centro Femenino de Mujeres Librepensadoras, es fundado en
Valparaíso, en este periodo, y aunque se perdió su huella en el tiempo, fue el primer
centro de esta naturaleza en Chile. En 1921, se funda la Federación Unión Obrera
Femenina. Este mismo año se funda el Consejo Federal Femenino, en donde estas dos
últimas corresponden a orientaciones anarco-sindicalistas y socialistas respectivamente.
En 1915, surge el Club Social de Señoras, entre mujeres católicas de la aristocracia
santiaguina. Durante ese periodo nace también el Círculo de Lectura, integrado por
mujeres laicas de capas medias. En 1915, este último dio origen al Consejo Federal
Femenino, en el seno de la Federación Obrera de Chile. En 1922 se crea el Partido Cívico
Femenino; dos años más tarde, surge el Partido Demócrata Femenino. (Gaviola, Jiles,
Lopresti, y Rojas, 2007). Si bien, el nacimiento de numerosos espacios de participación
para la mujer durante este periodo, surge a propósito de las crecientes inquietudes y
cuestionamientos del sector femenino centrados principalmente a su exclusión en los
procesos electorales del país, un antecedente importante es lo sucedido en 1884 en la
ciudad de San Felipe, en donde un grupo de mujeres intentó “hacer efectivo el derecho a
voto consagrado en la constitución (1833) tratando de inscribirse en los registros
electorales” (Gaviola, Jiles, Lopresti, y Rojas, 2007: 28). El hecho terminó con la
promulgación de una ley, el cual en su artículo 40, especificaba la prohibición del voto
para las mujeres.
Volviendo al periodo comprendido durante la primera mitad del siglo XX, podemos señalar
que específicamente durante los años treinta y cuarenta, existían tres tipos de
organizaciones femeninas, por un lado encontramos las agrupaciones de corte benéfico
en las que destaca el Consejo Femenino de la Defensa Civil, como segundo tipo se
encuentran las agrupaciones político-reivindicativas, las cuales buscaban la plenitud de
derechos civiles y políticos de las mujeres, y por último los partidos políticos,
constituyéndose como uno de los canales de expresión más perdurable de las mujeres. El
Movimiento Pro Emancipación de Mujeres de Chile (MEMCH) y la Federación Chilena de
Instituciones Femeninas (FECHIF), serán las que cumplan un rol fundamental como
catalizadoras del movimiento feminista durante este periodo, cabe señalar que el
MEMCH, es la primera organización en incursionar en las reivindicaciones sexuales de las
mujeres, en cuanto a su preocupación por el aborto clandestino. De tal modo, estas dos
agrupaciones (en donde la primera es parte de FECHIF) resultan relevantes a la hora de
analizar el movimiento sufragista femenino, ya que si bien son fundadas a mediados de
los cuarenta, vienen a englobar un largo proceso de demandas femeninas. Es por esto,
que las mujeres no sólo buscaban el voto, sino que su derecho a plantear sus opiniones e
inquietudes en todas las esferas de la política nacional.
Desde 1924, Chile se adhirió a convenios y recomendaciones internacionales que tenían
relación con el voto femenino, y en muchas ocasiones fue un argumento a la hora de que
en el Congreso se debatiera sobre la materia, pero sin duda no fue hasta 1934 en donde
bajo la ley n° 5.357 se dictamina el voto femenino municipal, como una suerte de ensayo
cívico, y que por lo tanto, tendrán que pasar unos cuantos años más, la muerte de uno de
sus principales aliados (Presidente Pedro Aguirre Cerda), la promulgación de la “ley
maldita”, (ambos hechos que repercuten fuertemente en el movimiento feminista chileno,
ya que el primero significa un cierto retroceso en el debate de sus demandas, y el
segundo se convierte en un elemento de quiebre dentro del movimiento) para que
finalmente el 21 de diciembre de 1948 se acoja el proyecto de voto femenino, bajo el
gobierno de Gabriel González Videla, para su promulgación el año 1949. Después de este
hito en la lucha de las mujeres, el movimiento feminista pierde fuerza, y tal como lo señala
Julieta Kirkwood, la acción colectiva femenina pasa por un periodo de “silencio feminista”
y serán necesario que pasen unos años para que vuelva a manifestarse, claro está con
matices diferentes.(Kirkwood, 1986).
Siguiendo con el proceso y análisis de la historia, tal vez irónicamente, la dictadura de
Pinochet ha tenido el impacto más profundo en las relaciones de género; pues su legado
influye en muchas de las tensiones que definen la vida de las mujeres chilenas en la
actualidad.
En primer lugar, surgió un movimiento feminista en Chile en la década de 1980 en
oposición a las prácticas altamente represivas del gobierno y en apoyo a la emancipación
de las mujeres. Con su lema, "La democracia en las calles y en el hogar" (Tenorio, 2000)
amplió este movimiento a la definición de la política para incluir las relaciones personales
y domésticas dentro del poder patriarcal en la sociedad. Por otro lado es importante
destacar la lucha por los derechos humanos que desembocaban en manifestaciones en
las que fueron protagonistas, las madres, las esposas y las hijas de los desaparecidos y
presos políticos en la época de la dictadura. A pesar de que fueron las mujeres de clase
media (profesionales) las que “lideran” los principales movimientos de mujeres o grupos
feministas que se dan, también se empiezan a crear desde la “clase más baja”
movimientos de mujeres que se encargaron de organizarse y reunirse en barrios con
“ollas comunes” (Salazar, 1999) de comida para paliar los efectos de la dictadura y el
sistema económico neoliberal, que como siempre afecta a los más pobres. Junto con
estas actividades se crea una red de solidaridad entre los grupos de mujeres, las cuales
se empiezan a organizar para hacer actividades, en resistencia y para la supervivencia
de la dictadura, como comedores infantiles, actividades sociales y artesanales, etc.
Por otro lado, empieza a crecer el número de mujeres trabajadoras, debido al cambio en
el sector económico, y la ampliación de los trabajos del sector servicios del sistema
neoliberal, además de las empresas que aprovechan para pagar un sueldo más bajo. Bajo
estas circunstancias de empleo femenino precario en 1984, se lleva a cabo un acto
llamado mujer hoy y no mañana, por la vida, (Tenorio, 2000) en la que se reúnen todos
los grupos de mujeres y movimientos feministas en el teatro Caupolicán, esto supone un
golpe a la dictadura y una represión aun más grande por parte de esta. En este punto de
“inflexión” es donde se empieza a dar mas forma e identidad a estos grupos feministas,
pero una vez más, vemos como en realidad no se cuestiona el rol de la mujer si no que se
intenta tener más ámbito o capacidad participativa en un mundo en el que todavía la
estructura y el esqueleto principal esta construido bajo el poder patriarcal.
En un comienzo la crítica y el descontento de la mujer empezó a construirse en base a las
distintas realidades femeninas y cómo se veían de las distintas perspectivas una
dominación del hombre frente a la mujer, como lo expresa Ana de Miguel y Rosa Cobo:
“Con la autoconciencia también se pretendía que las mujeres de los grupos se
convirtieran en las auténticas expertas en su opresión: estaban construyendo la
teoría desde la experiencia personal y no desde el filtro de ideologías previas”
(De Miguel y Cobo, 2002: 207).
Esto produjo la articulación de una teoría que contemplaba a todo el feminismo en
concepción del ser mujer. Julieta Kirkwood fue la primera feminista que escribió una teoría
sobre el feminismo, donde daba cuenta que el sufragio era solo un punto de partida para
lograr derrocar el trasfondo del problema: el sistema patriarcal
“…La recuperación de la historia propia de opresión y contestación de todo un
colectivo de mujeres, permitirá satisfacer la necesidad de que las nuevas
generaciones presentes de mujeres conozcan su propio pasado real, con vistas
a que su inserción futura no tienda, nuevamente, a la negación de sí mismas y a
la reafirmación de su no-identidad” (Kirkwood, 2000, citado en Valdés:11)
Desde aquí que el feminismo como tal se ha ido ampliando en cuanto a la consolidación
de la teoría del feminismo: sus causas, conflictos y trasfondo del tema en cuestión. Esto
ha propiciado que en la actualidad exista una información coherente, universal y crítico en
la conformación de las distintas organizaciones y movimientos en base al conocimiento
teórico del ser mujer. Asimismo, esta articulación también ha propiciado que en Chile, hoy
en día exista una diversidad de grupos y conformaciones que apuntan a solucionar
distintos ámbitos de la dominación del hombre respecto a la mujer: tanto como la
violencia, el aborto, el catolicismo, entre otros. La organización de feministas tramando
buscan un espacio para la difusión de todos los movimientos y organizaciones feministas
para así lograr una articulación global y no ramificada: “Hoy el movimiento feminista
nacional es amplio, heterogéneo y presente en todo Chile” (Aguirre y Fernández, 2009).
En la actualidad el debate sobre el feminismo se centra en la heterogeneidad sobre los
distintos movimientos y organizaciones que nacen a partir del movimiento feminista. Los
logros conseguidos a partir del derecho a sufragio y a la educación en un principio ha
hecho que hoy en día la problemática de las feministas sea derrocar el sistema patriarcal
de diferentes formas. El dilema surge hoy en día en si realizar un cambio social por parte
de las mujeres dentro o fuera de la institución dominada en su mayoría por hombres. En
Chile, la democracia representativa está constituida en su mayoría por hombres y son
éstos los que tienen la decisión de votar por alguna reforma a favor de las mujeres “Las
mujeres se encuentran con un dilema o bien aceptan la universalidad y piden que se les
aplique o bien la impugnan y defienden su diferencia con el peligro de que la misma no
sea otra cosa que la aceptación de las definiciones patriarcales” (De Miguel y Cobo, 2002:
210).
Las distintas ramificaciones las podemos dividir en tres ejes que explican las demandas
de las distintas organizaciones y movimientos:
En primer lugar, señalan que su biología no las condiciona para ser exclusivamente
madres. Que tienen derecho a la sexualidad, al control de su cuerpo y a decidir libremente
sobre su maternidad. En segundo lugar, plantean que las relaciones entre los hombres y
mujeres tienen un componente de poder. En tercer y último lugar, señalan que existe una
dicotomía entre lo público (la economía, la política y cultura) y lo privado (la familia) y que
el rol que tiene en el ámbito privado es tan importante para el funcionamiento social como
el público. La familia es también una unidad de producción de bienes y servicios. (Briceño,
s/fecha)
Es así como en nuestro país encontramos movimientos teóricos como el que pertenece
Margarita Pisano “Movimiento Rebelde del afuera”, las organizaciones activistas, como la
Miles (Movimiento por la Interrupción Legal del Embarazo en Chile por causales de
incompatibilidad con la salud de la mujer, inviabilidad fetal y/o violación), la red contra la
violencia hacia las mujeres, movimientos más radicales como el movimiento anarquista-
feminista, entre otros.
Si bien hoy en día existe un movimiento mucho más amplio, el problema y las divisiones
recaen en que el movimiento carece de una “estructura política” donde las divisiones
interfeministas producen una inestabilidad política al no conseguir una congruencia al
querer llevar lo privado del conflicto femenil a lo público, que no ha podido conseguir que
al ser público, llegue a ser político.
El movimiento feminista chileno, sin duda puede ser entendido desde la perspectiva de
Touraine frente al sujeto, en donde este debe ser comprendido como el actor principal de
la sociedad, es decir;
“Cuanto más concreta se hace la invocación del Sujeto –vale decir, cuanto más
atrapado está éste en su situación social, su herencia cultural y la historia de su
personalidad-, más desciende del imperio de los principios hacia el espacio
público, el debate político y la acción colectiva.” (Touraine, 2000:105)
Bajo esta teoría las sujetas, producto de la dominación patriarcal y su reproducción en la
sociedad –en este caso en la sociedad chilena- se verán llamadas a revelarse contra la
estructura androcéntrica, buscando en este caso su derecho a participación y opinión en
el debate político mediante la acción colectiva, que en este caso será el movimiento
feminista. De tal modo, será el mismo sistema el que lleve a las sujetas a buscar las
reivindicaciones mediante la movilización de recursos, dicha teoría, analiza “los
movimientos sociales como grupos racionalmente organizados que persiguen
determinados fines y cuyo surgimiento depende de los recursos organizativos de que
disponen” (Laraña, 1999: 15). Es decir, el movimiento feminista se organiza y articula con
los recursos de los cuales dispone, sean estos materiales o no, (Melucci,1999) y donde
las acciones colectivas irán enfocadas a la búsqueda de ciertos logros, como es en el
caso del movimiento sufragista el logro del voto, y en la dictadura el encontrar a sus
familiares detenidos, desaparecidos. Respecto las diferentes etapas por las que ha
pasado la sociedad chilena y el rol de la mujer en dicha sociedad, las mujeres han tenido
diferentes restricciones y oportunidades para iniciar la acción colectiva, por ejemplo en la
época dictatorial de Pinochet, el carácter represivo y autoritario del periodo, hizo que
resurgiera el movimiento feminista, debido a que los Estados represivos contienen
aspectos que fomentan la acción colectiva (Tarrow, 2004). Por lo que, ocupando la teoría
de las Oportunidades Políticas, podemos explicar el surgimiento del movimiento feminista
durante la dictadura chilena.
Si bien, el movimiento sufragista resulta vital para instalar en el debate chileno las
demandas del sector femenino; podemos señalar que una de las principales carencias del
movimiento feminista durante este periodo, es que se centra en la reivindicación de la
mujer a través del voto, es decir, las demandas femeninas sólo serán entendidas como un
cambio en las estructuras políticas referentes al derecho a participación, a participar en un
mundo profundamente masculino, por lo que si bien surgen tímidas voces reivindicando
por ejemplo temáticas como la sexualidad; la mujer en este periodo no lucha sino por ser
incluida en una sociedad construida, dominada y pensada por hombres. Quedando así, en
deuda con las demandas sustanciales del movimiento feminista en el mundo, las cuales
responden más bien a un cuestionamiento al constructo del ser-mujer, y en donde en el
caso chileno, este se queda sólo con el mujer-hacer. Asimismo, cuando resurge el
movimiento en dictadura, luego de décadas de quedar “invisible” la acción y pensamiento
feminista, lo hace desde la percepción de la mujer en su rol de madre, esposa e hija en
cuanto a la búsqueda de los detenidos desaparecidos en cuestión y no criticando el
sistema y orden patriarcal existente, dado el contexto y el agravio y las violaciones a los
derechos humanos que existía en la dictadura chilena, olvidando de forma casi completa
el tema de trasfondo. Hoy en día el feminismo ha avanzado y se ha expandido en su
teoría y en la dimensión académica: se realizan congresos, charlas, investigaciones, la
información global sobre el feminismo se ha expandido y ha formado una concientización
global en Chile sobre la problemática y trasfondo real de lo que significa ser mujer tanto
históricamente hablando como teóricamente también, y en base a eso se han construido
diferentes grupos, colectivos y movimientos que buscan una igualdad de género y la
eliminación del orden patriarcal. El problema que actualmente subyace dentro del
movimiento feminista recae en que aún se busca la participación política dentro del
sistema dominado por un mundo masculino, es decir, el movimiento feminista ha buscado
hoy día una inclusión social más que un cambio social, el cambio de paradigma al que
postulan las teóricas que mencionadas, y esto ocurre por el hecho de que llevar lo privado
– donde ocurre la mayor parte de dominación masculina – a lo público se ha hecho sin
“estructura política”, en tanto que hoy en día se siguen viendo las soluciones del
machismo imperante como soluciones “parches” sin solucionar el tema de trasfondo, dado
también que hoy en día el Estado Chile se compone en su mayoría por hombres.
Actualmente no es posible articular un movimiento feminista “fuerte” que busque una
solución radical y que resuene en todo el país, sino que aún se sigue viendo a la mujer
como el sexo “débil”, un constructo masculino en el cual se siguen empleando conceptos
machistas para dar soluciones aisladas si tocar el tema de trasfondo. El “femicidio” el
“aborto terapéutico” son temas de relevancia actual para la mujer, pero sus objetivos,
conceptos y cambio social que ellas proponen siguen dentro de la línea del
androcentrismo y no es visto como ni tampoco se propone un cambio consistente y
estructuralmente distinto al sistema imperante. Por lo mismo se hace –y creemos – que
los distintos movimientos deben crear una congruencia politizada, donde las diferentes
luchas que apelan los distintos movimientos giran todos al mismo tema en esencia, y
nuestro deber recae en politizar, y estructurar de manera consistente y global el
movimiento feminista sin las disgregaciones que existen hoy para poder tener el “peso
político” por un lado, y por otro, que se busquen soluciones sustanciales y no que sigan
reproduciendo el sistema patriarcal con una visión androcéntrica como se ha visto desde
comienzos de nuestra historia.
“La construcción de una teoría política fundada en un yo abstraído de las
personas reales y de las situaciones sociales concretas, da lugar a la expulsión
y al confinamiento de todo lo que amenace con invadir la sociedad con su
diferenciación: la especificidad de los cuerpos y deseos de las mujeres, la
diferencia de raza y cultura, la variabilidad de la heterogeneidad de las
necesidades, los fines y deseos de cada individuo, la ambigüedad y variabilidad
de los sentimiento, etc. Por todo ello, desde el punto de vista del interés
feminista, la política emancipadora implica el rechazo de las tradiciones
modernas de vida política y moral” (De Miguel y Cobo, 2002: 211).
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