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Hace catorce años, cambió las finanzas por el diseño. Sus creaciones son objetos de deseo entre las celebridades de Hollywood y ahora está

volcado a la decoración de interiores. Nos muestra su última y mejor “obra”: el piso de 500 metros cuadrados al que se mudó hace dos años

y que es un reflejo de su estilo

MARCELO LUCINI ABRE LAS PUERTAS DE SU ECLECTICO

DEPARTAMENTO EN PLAZA SAN MARTIN

El living de la casa del fundador de Airedelsur es un reflejo de su estilo ecléctico. Amante del arte contemporáneo argentino, ha ido coleccionando

piezas de renombrados artistas, como el cuadro de la derecha, obra de Alejandra Seeber, y el de la izquierda, firmado por Felipe Noé. Los sillones

de la derecha, color turquesa, creaciones de Isamu Noguchi, son unas de las piezas favoritas de Lucini, quien es fanático de los muebles de diseño. Al fondo, a los costados de la chimenea, se aprecian unos apliques de

Jansen que Marcelo atesora desde hace muchos años. Izquierda: el dueño de casa posa con una camisa de Karl Lagerfeld.

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S u vida dio un giro en 2000 cuando abandonó el mundo de las finanzas para dedicarse

por completo al diseño y a su mar-ca, Airedelsur. El éxito no tardó en llegar y en muy poco tiempo entre su lista de clientes se encontraban la reina Rania de Jordania, la presen-tadora Joan Rivers, la diseñadora Tory Burch y la afamada estilista de Hollywood Rachel Zoe. Así, en doce años Marcelo Lucini amplió sus ho-rizontes y hoy está volcado al diseño de interiores, una nueva faceta que encara en su carrera. De hecho, su departamento en Plaza San Martín se convirtió en un auténtico reflejo de su estilo ecléctico y en él convi-ven piezas de arte contemporáneo con antigüedades y muebles de reconocidos diseñadores.

Junto a Ariel Estanga –su compa-ñero de vida desde hace doce años y head designer de la línea de zapatos de Karl Lagerfeld–, abre para ¡Hola! las puertas de su departamento, ubi-cado en un edificio de estilo francés de fines del siglo XIX, y habla de su vida y su compromiso con el diseño argentino. “En cuanto entramos en esta casa y vimos la luz, las paredes y los techos altos, no dudamos en que era el lugar que siempre estu-vimos buscando”, cuenta.

“QUERIAMOS UNA CASA AN-TIGUA Y MODERNA A LA VEZ”

–¿Qué los enamoró de este departamento?

–Hacía tiempo que queríamos mudarnos, algo que me costó por-que por más de quince años viví en Palermo y en el fondo no que-ría dejar el barrio. Pero Ariel, muy silenciosamente, se puso a buscar y un día encontramos esta maravi-lla. Al mismo tiempo, apareció un interesado que quería comprar mi anterior departamento, así es que ya no tenía excusas. Además de que siempre me gustaron los edificios antiguos, tuvimos la suer-te de que el matrimonio que vivía en esta casa tenía todo impecable: las boiseries, los pisos, los detalles originales... Y aunque todo estaba muy bien conservado, tuvimos que hacer una remodelación profunda en la cocina y los baños, además de implementar un sistema central de aire acondicionado y cambiar toda la instalación eléctrica. Tra-tamos de respetar la mayor canti-dad de detalles originales, pero al mismo tiempo queríamos ponerle nuestra impronta. Por ejemplo, decidimos no poner cortinas y así lograr una casa moderna y no tan afrancesada.

“La fórmula mágica para que

cualquier reunión sea exitosa es la combinación de

gente en la mesa”

El comedor, amueblado con una mesa y seis sillas estilo imperio fabricadas en

Suecia a finales del siglo XVIII, es uno de los ambientes más señoriales de

la casa. Las sillas de las cabeceras son chinas y datan de finales del siglo XIX. La boiserie es original de la época en la que se construyó el edificio, alrededor

de 1900. “Cuando compramos esta casa, la única condición que le pedimos

a sus dueños fue que nos dejaran la fabulosa araña”, cuenta Marcelo.

Arriba: otro de los livings de la casa de Marcelo y Ariel. En primer plano se aprecian algunas de las piezas de la

enorme colección de jarrones de los diseñadores. Al fondo destaca una obra de Cynthia Cohen. Abajo: detalle de la mesa del comedor, lista para recibir invitados. Los platos de sitio son de la firma inglesa Wedgwood y los rosados

son de Limoges. Los servilleteros son un diseño que Marcelo hizo para su marca, en tanto que los cubiertos los

compró en una casa de remates de Nueva York.

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UN SOLDADO DEL KAISER DE LA MODA

–Ariel, ¿cómo ingresaste al equipo de Karl Lagerfeld?

–Desde hace mucho tiempo estaba bus-cando nuevos horizontes en mi carrera como diseñador. A finales del año pasado llegó a mis oídos que Lagerfeld estaba bus-cando un diseñador para su línea de zapa-tos y decidí mandar mi porfolio: a la sema-na me llamaron para decirme que querían que viajara a Holanda para entrevistarme con el presidente de la compañía. La oferta llegó al poco tiempo y en quince días ya es-taba en Amsterdam trabajando en el equi-po creativo de Karl Lagerfeld, quien hace un par de años relanzó su firma con miras a expandirse por todo el mundo, ya que an-tes era lo que se conoce propiamente como una “marca de nicho”.

–¿Qué significa trabajar para una leyen-da de la moda como Lagerfeld?

–Fue un cambio radical, ya que tengo que viajar mucho a París, que es donde están las oficinas centrales, y a Italia, el país donde se fabrica la mayoría de los calzados de la marca. Además, debo in-teractuar en tres idiomas distintos y la cultura de trabajo es completamente di-ferente a la que viví en Zara, la compañía en la que trabajé anteriormente.

Arriba: los anfitriones posan en el pasillo de entrada a su departamento, de 500

metros cuadrados. Ariel luce un traje de Christian Dior y Marcelo un conjunto de

Calvin Klein Collection. Las sillas son danesas y fueron

diseñadas por Hans Wegner, y el aparador está forrado en pergamino y data de la

década del 50. “En cada rincón quisimos imprimir nuestro gusto y nuestro

amor por el arte”, confiesan. Derecha: detalle de la

biblioteca, donde sobresale un reloj de mesa Tiffany que Marcelo recibió como regalo cuando comenzó a trabajar

en el mundo de las finanzas.

La biblioteca está decorada con un sillón by Versace que Marcelo atesora desde los años 90 y un lit de repos, diseño del alemán Ludwig Mies van der Rohe,

quien dirigió la escuela Bauhaus entre 1930 y 1933. Las litografías con los rostros de Tina Turner y Liza Minnelli son obra de Andy Warhol.

“El pasillo es uno de los espacios que más me gusta de esta casa, ya que desde

que lo vimos lo ideamos como una galería de arte”

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–Hablemos de tu primer en-cuentro con Karl...

–Por un lado, estaba nervioso, ya que tuve que diseñar en po-cos meses mi primera colección, que fue la de Primavera-Verano 2015. Recuerdo que me llamó a su oficina en París porque que-ría conocerme y ver lo que sería la nueva colección de calzado. Cuando nos presentaron me en-contré con un hombre muy cáli-do y educado; el encuentro fue muy fluido, y para mis adentros pensé: “Voy a empezar con buen pie”. Es un hombre que tiene una cabeza increíble. Ya estoy por ter-minar mi segunda colección y lo que más me sorprende de él es su

buena educación y su prudencia, ya que es muy respetuoso con el trabajo de sus colaboradores y si tiene algo para decirte siempre lo hace como una sugerencia y jamás como una crítica.

–¿Y para vos, Marcelo, cómo fue ver a Ariel crecer profesionalmente?

–Fue muy importante, porque, aunque estuvo en Zara, una de las compañías más grandes de indu-mentaria del mundo, no todos los días llega la oportunidad de traba-jar con uno de los hombres más influyentes del mundo de la moda. Ariel es muy bueno en lo que hace y sabía que en algún momento le lle-garía una oportunidad como esta. Yo sigo viajando mucho haciendo

trabajos de decoración y promocio-nando mi marca, Airedelsur, por lo que cuando tenemos tiempo para estar solos nos organizamos y pasa-mos algunos días juntos.

–Los dos son diseñadores… ¿Se consultan?

Ariel: Sí, y tenemos gustos bas-tante similares…

Marcelo: Totalmente, y aunque yo soy un poco más clásico, creo que en-tre los dos hacemos un buen equipo.

UN ARGENTINO EN HOLANDA–¿Cómo es ser argentino en

Holanda?–Hay una gran curiosidad por

Máxima. Apenas llegué mucha gente me preguntaba por ella

porque, si hay un país que ama a su reina, ese es Holanda. La res-petan mucho y se intrigan por la que fue su vida en Buenos Aires antes de que se convirtiera en la mujer del príncipe heredero. Por-que con su carisma ella renovó la Corona y eso es evidente siempre que aparece en un acto público. Ser argentino solamente me ha dado satisfacciones, ya que aun-que no sea holandés puedo decir que siento que tengo una reina.

–Tengo entendido que están pensando instalarse definitiva-mente en Amsterdam…

Marcelo: Paso ocho meses al año en Amsterdam, y mi idea es abrir pronto una oficina en Holanda

En el cuarto principal, la pareja tiene también su escritorio y un minicine. El acolchado de la cama está hecho en zorro patagónico y las lámparas en forma de cabeza de caballo Marcelo las compró en San Telmo. Izquierda, abajo: en uno de los rincones de su cuarto instalaron un

bar que armaron con una mesa de mármol y aluminio y banquetas estilo escandinavo. El cuadro que lo decora es una obra de Marcelo Pombo. Derecha, abajo: en el escritorio sobresale

un gran busto de cerámica intervenido con mariposas que Marcelo compró en París. En primer plano se aprecian cuatro divertidas figuras que la marca Tokidoki diseñó para Karl Lagerfeld.

“Paso ocho meses al año en Amsterdam, y mi idea es abrir pronto una oficina en Holanda.

La mayoría de mis clientes viven afuera”

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para expandir mi marca a Europa, porque la mayoría de mis clientes están fuera de Argentina. Además, quiero estar cerca de Ariel, que es lo más importante en mi vida.

Ariel: Creo que Marcelo, ahora que está incursionando en el mun-do del diseño de interiores, tiene mucho para explorar en Europa, ya que cada vez más se buscan decora-dores que tengan un estilo eclécti-co como el de él.

–Ariel, ¿qué es lo que más extra-ñás de Argentina?

–A Marcelo, a mi familia y a mis perros. En Amsterdam la vida es más tranquila, por lo que con el tiempo me di cuenta de que extraño la imprevisibilidad de una ciudad como Buenos Aires. Y aunque los holandeses son simpáticos, cultos y educados, en esta ciudad siempre hay algo para hacer cualquier día de la semana. Aunque con los tiempos que corren, vivir en un país tan se-guro y ordenado como Holanda es realmente un privilegio.•

Arriba: la cocina, diseñada por Germán Martitegui, es uno de los ambientes que Marcelo decidió remodelar por completo. Las lámparas negras del fondo son de Alberto Giacometti y las sillas de la mesa, del reconocido ingeniero francés Jean Prouvé. Las cabezas de cérvidos están hechas en

pino natural y la fuente de alpaca y piedra que está sobre la mesa es un diseño de Lucini. Abajo: el gran baño principal, con doble ducha y doble lavabo, fue creado pensando no sólo en el diseño, sino

también en la funcionalidad. En la otra página: el pequeño cine está decorado con dos taburetes originales estilo Barcelona y tres banquetas fabricadas con madera de cardón. Sobre la mesa

ratona, diseño de Jean-Michel Frank, sobresale un gran libro con fotografías de David LaChapelle.

“Otra de las cosas que nos enamoraron de este departamento es que tiene catorce balcones y que en cada espacio siempre hay luz”

Texto y producción: Rodolfo Vera CalderónFotos: Tadeo Jones