COMUNICADO DEL CÍRCULO DE ECONOMÍA DE LA REGIÓN DE MURCIA
(Aprobado por unanimidad en la Asamblea General celebrada el día 4 de octubre de 2012)
ES HORA DE GESTIONAR CON MAYOR EFICIENCIA LOS
RECURSOS Y DE APOSTAR POR LOS SECTORES MÁS
PRODUCTIVOS.
UN GRAN PACTO REGIONAL Y NACIONAL RECUPERARÍA LA NECESARIA
UNIDAD ENTRE LOS SECTORES ECONÓMICOS, SOCIALES Y POLÍTICOS.
Tras años de gravísima falta de visión política, de irresponsable e indolente ocultación de la gravedad
de la situación, de incapacidad para identificar y explicar con sinceridad las causas de la crisis, y sobre
todo, de falta de voluntad para tomar a tiempo decisiones proporcionadas a la dimensión y gravedad
de la misma, nuestros principales dirigentes políticos y algunos agentes sociales, económicos y
financieros, han conseguido generar una profunda y general desconfianza en su capacidad y voluntad
para resolver las auténticas causas de esta gravísima crisis económica. A pesar de todo ello, seguimos
pensando que son más necesarios que nunca dirigentes políticos cualificados, responsables y
con visión de Estado que sean capaces de inspirar confianza y recuperar la esperanza de la
ciudadanía. Es el momento de que demuestren que lo son desde la lealtad institucional, la
grandeza y el sacrificio.
Sabemos que las causas profundas de la crisis son muy diversas y complejas. Somos conscientes del
carácter decisivo de los factores económicos y financieros internacionales que han desencadenado la
situación actual, pero nos negamos a aceptar que no existan márgenes en la toma de decisiones a
través de nuestras instituciones europeas, nacionales, regionales y locales. La falta de previsión,
de control y de agilidad en el funcionamiento y en la toma de decisiones, sobre todo de los organismos
reguladores del sistema financiero ha contribuido a agravar los problemas y a dilatar en el tiempo las
posibles soluciones, pero existe un ámbito de gestión autónoma al que no se puede, ni se debe
renunciar, un ámbito que no puede quedar a merced de la voluntad, ni de los intereses de los
volátiles e imprevisibles mercados.
Existen responsables personales e institucionales perfectamente identificables que deberían dar pública
cuenta de sus acciones y sus omisiones. Nos negamos a aceptar que la responsabilidad esté
igualmente repartida entre todos nosotros. No todos somos igualmente responsables de lo sucedido. A
pesar de todo, creemos que debemos dejar de pensar en clave de pasado y mucho menos en clave
sectaria, o partidista. No es mejor gobernante quien demuestra ser más hábil a la hora de identificar las
culpas ajenas y de trasladar sistemáticamente a los demás las responsabilidades de los problemas. No
está el país, la región, ni nuestros ayuntamientos para juegos políticos electoralistas entre gobierno y
oposición. Es tiempo de asumir proyectos colectivos y de corresponsabilizarse en el objetivo
común de sacar adelante a España y a nuestras Comunidades Autónomas. Creemos
imprescindible, para esta tarea el logro de un gran Pacto Regional y Nacional en el que se
acuerde, por parte de los principales actores políticos, económicos y sociales las medidas necesarias
para superar esta etapa crítica. El Círculo de Economía se ofrece para colaborar en nuestro ámbito con
este propósito y para trasladar a nuestra confederación (CEDE) idénticos fines desde la perspectiva
nacional.
Es hora de que nuestros mejores gestores de la “res pública” demuestren sus cualidades con
hechos. Ha llegado la hora del protagonismo de los más capaces y cualificados. El mejor
gobernante es aquel que, independientemente de los votos obtenidos, demuestra con datos la buena
salud de la institución encomendada y su capacidad de administrar y gestionar con eficiencia los
escasos recursos públicos. Esa es su cuenta de resultados. No se puede confundir la dirección de un
partido político con la dirección de un país, de una región, o de un ayuntamiento. Quienes intenten
justificar su falta de toma de decisiones, o manifiesten su cansancio, su desgana, o su incapacidad para
gestionar una situación como la actual, deberían dejar paso a otros dirigentes con mayor motivación y
mejor cualificación y disposición para llevar adelante las difíciles tareas pendientes. Es la hora de la
ejemplaridad y del liderazgo en la gestión. Necesitamos más que nunca de la política, pero
entendida como administración eficiente de los intereses colectivos. La mera gestión de lo obvio
ya no es suficiente, es imprescindible innovar soluciones para problemas inéditos.
La existencia de las administraciones, su tamaño y coste sólo están justificados en función de
su capacidad para resolver los problemas reales de los ciudadanos que las financiamos. Si no
podemos permitirnos estructuras administrativas antiguas, ineficaces, o demasiado caras, éstas
deben ser reestructuradas, o eliminadas de manera inmediata. Esa es una de las grandes y
urgentes reformas pendientes. Las familias y las empresas ya han realizado importantes esfuerzos de
reconversión. Seguimos esperando esfuerzos similares por parte de las estructuras políticas y
administrativas que no tienen derecho a lastrar el futuro de los sectores económicos y sociales que
todavía funcionan sin razones que lo justifiquen.
La duda es si quienes ostentan la representación de las administraciones serán capaces de tomar
decisiones en contra de lo que algunos consideran sus propios intereses, aunque no coincidan con los
de la mayoría de la población. En el caso concreto de nuestra Comunidad Autónoma hay que
reconocer que se han tomado algunas decisiones acertadas para la contención del déficit público, nos
congratulamos de ello y animamos a sus responsables a continuar en esa dirección hasta alcanzar los
objetivos previstos. No nos conformamos con esperar a que se nos conceda un necesario nuevo
modelo de financiación autonómica más favorable. No estamos ya en la etapa de intentar controlar el
gasto, o de gestionar con mayor austeridad. Nos encontramos en una etapa crítica de toma de
decisiones importantes y urgentes, en la que resulta tan decisivo transformar y modernizar las
administraciones públicas, como realizar políticas de estimulo de la economía, y necesitamos
dirigentes capaces de asumir sus responsabilidades y estar a la altura que requieren las
circunstancias.
Necesitamos administraciones y administradores con capacidad ejecutiva y de toma de
decisiones. Queremos gestores comprometidos y responsables de sus tareas, con una hoja de
ruta clara y que se centren en la urgencia y la importancia de la situación actual. Las previsiones
de futuro son en estos momentos de incertidumbre tan difíciles como poco fiables. No nos parece
prioritario contratar costosos Planes Estratégicos (que por cierto, podrían ser elaborados
desinteresadamente, o a un coste simbólico, por instituciones comprometidas y cualificadas de la
sociedad civil) que queden superados por los acontecimientos a los pocos meses de ser elaborados, o
que no sean tenidos en cuenta una vez presentados en público. No necesitamos tampoco de nuevas
leyes y normas que nos compliquen aún más el entramado administrativo. Nos conformaríamos con
que se cumplieran las ya aprobadas y que el esfuerzo normativo se centrara en simplificar la
burocracia, agilizar los trámites administrativos y reducir sus costes. Los legisladores no deberían
dedicar su actividad a proponer leyes innecesarias, o inoportunas (alguna de ellas acaba de iniciar
recientemente su proceso de tramitación), sino que deberían centrarse en aprobar normativas
orientadas a ayudar a las empresas a desarrollar con normalidad su actividad y a mantener sus puestos
de trabajo en un momento crítico. Una mejor regulación no implica un mayor número de disposiciones
sino una mejora en su calidad y eficiencia. Esta tarea es inaplazable, pues en una economía
globalizada no solo compiten las empresas y los profesionales, sino también los Estados y las
regiones. Resultaría inaceptable perder una sola inversión en nuestra región; es por ello imprescindible
convertirla en un lugar atractivo para el emprendimiento y los negocios.
No se puede situar la supervivencia de algunas administraciones públicas a la misma altura de la
supervivencia de la empresas y los trabajadores que mantienen a aquellas y legitiman su existencia, ni
mucho menos justificar posibles excesos recaudatorios, en función de intereses que no son prioritarios,
ni de carácter general. La reciente subida de los impuestos y tasas, a nuestro entender exagerada,
debería ir acompañada de una austeridad, una ejemplaridad y una transparencia mayores. De igual
manera, no parece inteligente lastrar a los sectores y empresas que siguen funcionando
razonablemente bien con cargas impositivas desproporcionadas que pongan en peligro su continuidad
para seguir contribuyendo al crecimiento económico y a la tan necesaria generación de empleo. En
estos difíciles momentos la prioridad debería ser ayudar a las empresas a continuar con su
actividad productiva. No pedimos a las administraciones ayudas que ya no están en condiciones
de proporcionar, solicitamos sencillamente que no se conviertan en un problema añadido, que
se nos deje seguir trabajando sin poner obstáculos administrativos, o fiscales innecesarios,
inoportunos, y ajenos a la realidad que sufrimos. Los servicios de inspección de las
administraciones han desempeñado un importante papel de vigilancia, control, e incluso asesoramiento
para la mejora de nuestras empresas. Sería lamentable que, en estos delicados momentos, por
decisión política, olvidaran ese papel que históricamente han realizado y se centraran exclusivamente
en la mera recaudación indiscriminada frente al valioso servicio de prevención, apoyo y ayuda que sus
cualificados funcionarios pueden proporcionar.
Estamos saturados y hartos de tanta información macroeconómica de carácter negativo frente a la que
carecemos de capacidad de toma de decisiones. Sabemos que nuestro futuro depende en gran medida
de factores financieros internacionales, pero estamos convencidos que la única forma de esperar un
cambio general de tendencia es seguir trabajando con renovado esfuerzo desde el conjunto de
las pequeñas y medianas empresas que constituyen nuestro rico tejido productivo. Es en esa
economía real de producción de bienes y servicios concretos donde se encuentra la solución a los
problemas a los que nos ha llevado los excesos de la sobredimensionada economía financiera.
Ojalá se hagan realidad próximamente grandes proyectos emblemáticos que consigan dinamizar
significativamente nuestra actividad económica. Cuentan con todo nuestro reconocimiento y sincero
apoyo, pero sería un error imperdonable por parte de las administraciones olvidar que el presente y el
futuro de la región de Murcia pasa por invertir los escasos recursos de que se disponga en la
promoción de los sectores tradicionales que siguen manteniendo vivo el tejido productivo
regional. La industria agroalimentaria y el turismo son dos ejemplos de sectores con enorme
vitalidad y mucha potencialidad que merecerían una mayor atención por parte de las
administraciones. Resulta inadmisible, también en este contexto de contención del déficit público y de
la deuda, que se olvide algo tan elemental como que sólo mediante el crecimiento de la actividad
económica se podrán generar los ingresos capaces de hacer sostenible el sistema. Olvidar en los
próximos presupuestos el apoyo y la promoción de los sectores más importantes de la actividad
económica supondría un gravísimo error que hipotecaría, aún más nuestro futuro.
Afortunadamente, contamos en nuestra región con empresas ejemplares, así como con directivos muy
cualificados y dispuestos a aportar su experiencia y a compartirla con quienes se sientan
capaces de construir con esfuerzo un futuro común basado en la esperanza y en la confianza en
nuestras propias capacidades. Esta es la disposición de los miembros del Círculo de Economía de la
región de Murcia. Junto al resto de valiosas instituciones de la sociedad civil y en colaboración con las
administraciones públicas más conscientes, reitera su público compromiso de velar por los intereses
generales de nuestra Comunidad, de no decaer en la tarea colectiva de intentar superar estos
momentos de dificultad y de seguir luchando para alcanzar cuanto antes los niveles de empleo y
bienestar que nuestra comunidad merece.
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