MANICOMIO DEPARTAMENTAL
VOLUMEN XII, NÚMERO 132, 1933
REPERTORIO HISTÓRICO
ÓRGANO DE LA ACADEMIA ANTIOQUEÑA DE HISTORIA
Fundada en 1903
MANICOMIO DEPARTAMENTAL
Documentos históricos
A este establecimiento que nos es tan caro y al cual le consagramos en tiempos ya idos y un
tanto lejanos las mejores horas de nuestra, vida, vamos a dedicarle otras más escribiendo los hechos
sobresalientes de su historia, dejando a otros el perfeccionamiento que todo escrito histórico ha
menester.
1875. En 1875 era Presidente del Estado S. de Antioquia el benemérito ciudadano, hijo de
Medellín, don Recaredo de Villa, quien, de conformidad con disposiciones legales, presidía la JUNTA
SUPREMA DEL HOSPITAL DEL ESTADO, función que él, como su predecesor el doctor Pedro J. Berrío,
no la confiaba a otro empleado ni la omitía, por sencilla y modesta que pareciera para tan alto
mandatario. Dicha junta resolvió, a principios de 1875, fundar una CASA DE ALIENADOS y al efecto
hizo una colecta entre los principales vecinos de la ciudad, cada uno de los cuales suscribió cien
pesos ($ 100). Sus nombres son:
El Ilmo. señor Obispo Valerio A. Jiménez.
Pbro. Joaquín Restrepo U.
Pbro. Un. José I. Montoya.
Pbro. José M. Gómez Ángel.
Dr. Recaredo de Villa.
Dña. Antonia Jaramillo de Vásquez.
Dn. Tomás Uribe Santamaría.
Dn. Marcelino Restrepo.
Dn. Vicente Villa.
Dn. Julián Vásquez.
Dn. Rafael Posada.
Dn. Julio Vásquez.
Dn. Marco A. Santamaría.
Dn. Pablo Lalinde.
Gaviria Hermanos.
Escobar Hermanos.
Manuel Santamaría e hijos.
Dn. Gabriel Echeverri.
Dña. Manuela del C. de Villa.
Dn. Fernando Restrepo.
Dn. José Tamayo I.
Dn. Carlos C. Amador.
Dn. José M. Melguizo.
Dña. Mariana Arango de A.
Dn. Mariano Uribe T.
Dn. José M. Díaz.
Dn. Luciano Santamaría.
Srta. Teresa Santamaría.
Dn. Fermín Santamaría.
López Hermanos & Cía.
Dn. José M. Botero A.
Dn. José Miguel Botero.
Dn. José Miguel Córdoba.
Jaramillo Villa & Cía.
Dn. Víctor Callejas.
Dn. Mariano Callejas.
Dn. Francisco A. Álvarez.
Dn. Atanasky Restrepo.
Dn. Federico Restrepo.
Don Federico Barrientos.
Dn. Cipriano Isaza.
Dn. Modesto Molina.
Dn. Mariano Latorre.
Dn. Víctor Arango.
Dn. Luciano Restrepo.
Dn. José Manuel Restrepo.
Dn. José María Misas.
Dn. Victoriano Restrepo.
Dn. Víctor Latorre.
Dn .Teodosio Moreno & Hijos
Dn. Mariano Ospina.
Dn. Lisandro Uribe.
Toro Hermanos.
Dña. Benigna Uribe de U.
Dn. Juan Antonio Gavina.
Dn. Lope M. Montoya.
Dn. Juan Pablo Arango B.
Dn. Juan M. Fonnegra.
Dña. Teresa Santamaría de U.
Dn. Ulpiano Sencial.
Dn. Joaquín Escobar.
Dr. Demetrio Barrientos.
Dn. José A. Posada A.
Sras. Álvarez.
Dn. Pedro Uribe Fernández
Dn. Mariano Latorre.
Srta. Teresa Restrepo.
Dn. Pedro Londoño.
Dn. Galo Álvarez.
Dn. Cesáreo Z. Castro.
Dn. Luis M. Mejía Santamaría.
Dn. Anacleto Velásquez.
Dn. Francisco Botero e hijos.
Dn. Fortis Mejía.
Srtas. Antonia y María J. Gaviria.
Dn. José M. Gaviria Uribe.
Dn. Pedro Bedout.
Dn. Próspero Restrepo.
Dña. Quiteria Escobar de S.
A esta lista debemos agregar los nombres de algunos vecinos de Medellín que le han flecho
legados al Manicomio:
Dn. Wenceslao Barrientos.
Dn. Pablo Camilo Villa Posada.
Dn. Manuel García Montoya.
La cantidad colectada subió a $ 7.416, y ésta, con unos intereses, fue depositada en la caja de
la Tesorería del Estado.
1882. En 1882 la Legislatura de Antioquia presidida por el sabio médico doctor Manuel Uribe
Ángel, expidió la Ley 127 de 7 de marzo, que creaba e! Manicomio de Antioquia, destinando para ello
la cantidad depositada en la Tesorería. Esta ley fue sancionada por el doctor Teodomiro Llano como
Presidente del Estado, pero no se llevó a efecto, sin duda porque faltó la persona capaz de acometer
la obra.
Hospital para locos.
1878. En el año de 1878 la corporación municipal de Medellín por medio del acuerdo que a
continuación se copia, dispuso la creación de un HOSPITAL PARA LOCOS, el que empezó a funcionar
en casa alquilada, bajo la dirección técnica del Dr. Tomás Quevedo Restrepo e inmediata de Dña.
María Jesús Upegui, como administradora. El Municipio pagaba el local y daba $ 0,15 diarios por cada
loco y como núcleo de enajenados llevó a él los que había en la cárcel. Tuvo la obra tres apóstoles
medellinenses de la caridad cristiana y por eso se llevó a cabo bajo los auspicios del DISTRITO en sus
principios y después con el auxilio del Departamento. Accidentalmente recibía, dice un informe,
algunos regalos de los Bancos y de particulares.
ACUERDO
que modifica el de Presupuesto de Gastos vigente.
La Corporación Municipal,
Acuerda:
Artículo 1o. Establécese un hospital para locos en el Distrito de Medellín.
Artículo 2°. Autorízase al Jefe Municipal y celador de Policía del Distrito para que procedan a
tomar en arrendamiento una casa que sirva al objeto expresado en el artículo anterior.
Artículo 3°. Al hospital que se crea por este Acuerdo serán trasladados los locos que existan en
la cárcel del Distrito y se continuarán admitiendo en el establecimiento a los pacientes de la misma
afección en los términos que disponga el reglamento que debe expedirse.
Parágrafo. Entre tanto que se expida el reglamento no tendrá lugar la admisión de otros indivi-
duos.
Artículo 4°. El hospital constará de dos departamentos, uno para hombres y otro para mujeres,
los cuales estarán provisionalmente a cargo de un director y una directora que nombrará la
Corporación Municipal de quien dependerán.
Artículo 5°. Ábrese al Jefe Municipal, un crédito por la suma necesaria para el pago de arrenda-
miento de la casa y sueldos o salarios de los directores .
Parágrafo. El gasto de manutención de los locos se imputará al Cap. VI., Art. 3°. Departamento
de lo interior, del Presupuesto de gastos vigente.
Artículo 6°. Nómbrase una comisión que presente un Proyecto de Reglamento para el hospital
de locos, que comprenda todas las disposiciones que deben regir en la materia, sustituyendo al
presente Acuerdo.
Dado en Medellín, a 13 de abril de 1878.
El Presidente, Joaquín Echeverri.—El Secretario Municipal, Manuel Uribe.
Jefatura Municipal.—Medellín, 17 de abril de 1878. Ejecútese,
El Jefe Municipal, Manuel A. Palacio".
Sabido es que Las mayores dificultades en esta clase de obras de beneficencia se observan en
su instalación y organización, esto es, al ponerlas a funcionar, máxime cuando como en el presente
caso, se trataba de un hospital especial, por lo tanto de los que exigen conocimientos prácticos
especiales, personal subalterno adicto y abnegado que dedique sus fuerzas
Dña. MARÍA DE JESÚS UPEGUI M.,
primera administradora del hospital de locos.
Al manejo y tratamiento de una enfermedad en aquellos tiempos poco conocida y por lo mismo
mal tratada, pues no se poseían los elementos indispensables para asistir y curar convenientemente
los enfermos según la forma del trastorno que revelaban sus facultades anímicas. Por eso pensamos
que la Asamblea de Antioquia de 1922, al honrar la memoria de doña María Jesús Upegui Moreno, por
medio de la Ordenanza 23, de 19 de abril, cumplió un deber de estricta justicia que debemos
ensalzar.
Al lado de tan admirable mujer hija profesional de doña María Josefa Zulaibar, la gran
benefactora del hospital departamental, debemos colocar a don Wenceslao Barrientos, prominente
ciudadano a quien los desheredados de todo orden, en Medellín, deben muchísimos beneficios, muy
especialmente los desheredados de la razón.
1888. Conocimos en este año la CASA DE LOCOS de Medellín, invitados a ello por los DD. Juan C.
Arbeláez y Enrique Ramírez, quienes deseaban que la Asamblea, a la cual teníamos el honor de per-
tenecer, le diese un auxilio, el cual le fue concedido y además, fue el motivo para que con el concurso
de los DD. Julián Escobar, Alejandro Fernández y José Vicente Restrepo, diputados también de esa
Asamblea, presentáramos el proyecto de la Ordenanza número 24 de aquel año, que fue firmada por
el doctor Ignacio Hernández como presidente, y don José S. Escobar, como Secretario; sancionada el
28 de julio por el doctor Marceliano Vélez, Gobernador y don Juan de D. Mejía, Secretario de
Gobierno.
Esta Ordenanza dispuso la construcción de un edificio adecuado, para establecer en él el MANI-
COMIO DEPARTAMENTAL, en sitio elegido con la intervención de la Academia de Medicina y con plano
científicamente hecho. Se designó para ello el Bermejal y con ciertas advertencias, como la de
aumentar el área del terreno que allí poseía el Departamento, y otras condiciones más, lo aprobó di-
cha Corporación. El plano lo hizo el ingeniero civil don Luis G. Johnson.
1892. Hasta el año de 1892 la casa de enajenados era una institución municipal, según queda
dicho, subvencionada por el Departamento. En el mes de abril del mencionado año los enfermos, en
número de 39, fueron trasladados al edificio del Bermejal que estaba entonces medio habitable según
puede juzgarse por los datos del siguiente informe del General Rubén Restrepo director departamen-
tal de obras públicas: "El área del terreno donde se construirá el Manicomio, en el alto del Bermejal,
tiene 13.140 metros cuadrados. El edificio, hecho según plano del ingeniero don Luis G. Johnson,
ocupa 5.610 metros cuadrados (66/85). El plano tiene 132 celdas de dos y medio metros de ancho
por cinco de largo.
"Hasta la fecha (mayo de 1892) se ha edificado y puesto en estado apenas habitable el cuerpo
en donde están los comedores, la cocina y la despensa (la parte norte, hoy central, del edificio) y las
celdas del costado occidental. En el Oriental se estaba armando y techando una parte de las celdas.
Otra porción considerable del edificio (adelante y en el centro) estaba encanado a punto de hacer las
tapias del segundo piso. En este estado lo dejó el señor Johnson. Se habían invertido en la obra las
siguientes cantidades:
Hasta el 31 de diciembre de 1890 $ 10.420
Hasta el 13 de abril de 1891 (del tesoro) 18.542
Hasta el 13 de abril legado de don
Marco A. Santamaría, 11.688
Desde el 13 de abril hasta mayo 1.000
Total $ 41.651.47,5
Además: se debían pagar a don Víctor Arango por el agua $ 2.200. El legado de don Marco A.
Santamaría era de $ 10.000, con sus intereses subió a $ 11.688. Recalcamos sobre esto porque don
Marco Antonio Santamaría debe considerarse como el más generoso filántropo de Medellín y la ciudad
debe hacer algo más de lo que ha hecho para perpetuar su memoria.
De este año en adelante la casa quedó por cuenta del Departamento: construcción del edificio y
gastos de administración.
1896. Tuvimos oportunidad de visitar en 1892 el Manicomio en compañía de nuestro sentido co-
lega y amigo el doctor Tomás Quevedo Restrepo, quien había sido hasta entonces el médico del esta-
blecimiento, poco tiempo después de haber trasladado allí los enfermos. Los alienados y asistentes
ganaron en amplitud, porque la casa que antes habitaban era baja y estrecha sobremanera para tan
considerable número de moradores, pero la nueva no tenía todavía nada bien hecho y mucho menos
de lo indispensable para el objeto a que se destinó. En 1896 (3 de noviembre) dirigió el Sr.
Gobernador a la Academia de Medicina una nota en la cual solicitaba de esa Corporación un
reglamento para el Manicomio departamental. En ese año el Gral. Bonifacio Vélez gobernaba el
Departamento y tenía perfectamente organizados y reglamentados todos los servicios públicos, y en
prensa todas las ordenanzas vigentes con sus decretos reglamentarios. Con estos documentos debía
publicarse el reglamento del Manicomio. La Academia nos comisionó al doctor Eduardo Zuleta y al que
esto escribe para contestar la nota del señor Gobernador y de acuerdo propusimos, a la honorable
Academia se le dijera lo que sigue:
1°. Que la ordenanza sobre manicomio debe reglamentarse comenzando por poner este
establecimiento bajo la inmediata dirección de una junta compuesta de tres personas, que deben
nombrarse pronto: un médico-director y un síndico administrador, con voz y sin voto en la Junta.
2. .... .... .... .... .... .... .... .... .... .... .... .... ....
3°. Que en las circunstancias actuales no es posible indicar con precisión todas las reglas a que
debe atenerse por hoy la Junta Directiva del Manicomio, por creer la Academia que el local actual no
tiene ni los departamentos, ni el agua, ni los baños, ni los excusados, ni los lugares de recreo, ni los
empleados necesarios.
4°. Que en todo caso se debe de aumentar el local para darle más tarde todo el desarrollo que
sea preciso.
5°. Que la Junta Directiva que debe nombrarse, presente un reglamento sobre el régimen inter-
no del establecimiento, el cual será estudiado y discutido por la Academia antes de ponerlo en
práctica.
Al publicar esta nota en el número (doble) 6 y 7 de los Anales—-Año VIII—escribimos un breve
editorial del cual tomamos los siguientes apartes.
"En nuestra opinión lo que debe hacerse en el edificio actual (el del Manicomio) es lo siguiente:
1°. Comprar el terreno situado detrás del edificio en construcción y hacer en él a conveniente
distancia, el departamento para los locos agitados según un plano científicamente ideado;
2°. dar a las celdas mayor capacidad más independencia y más luz. (Desde entonces pedimos
la supresión de las celdas);
3°. hacer dos buenos salones para enfermerías;
4°. hacer dos buenos departamentos, separados, para pensionistas;
5°. hacer talleres para hombres, y mujeres;
6°, hacer buenos baños y lavaderos.
A fines de 1896 los asistentes y enfermos oían por la noche ruidos en el techo y se dijo que
eran producidos por personas que por allí andaban. Subimos una tarde a la galería hecha sobre el
techo de lo que debía ser capilla y nada vimos que explicase los ruidos. Por la noche, a las diez de
ese mismo día, el techo se hundió entre los muros, que Se rompieron estrepitosamente. Debido a
esto, se resolvió quitar de allí la capilla porque para el público no servía en tal punto y para los
asistentes y convalecientes era muy grande y por esto mismo más costosa. Peligrosa por demás
estuvo nuestra exploración aquella tarde.
1898. Del informe del señor Gobernador, doctor Dionisio Arango, a la Asamblea departamental
de 1898, copiamos lo siguiente:
"El Establecimiento (Manicomio) estuvo hasta hace poco tiempo bajo la dirección del gran filán-
tropo y caritativo señor don Wenceslao Barrientos, tan conocido en esta capital por su proverbial
generosidad y por su amor a la humanidad; y bajo el cuidado inmediato de la señora María Jesús
Upegui, consagrada desde su juventud al ejercicio de la caridad en su forma más meritoria. La señora
Upegui no ha tenido en un espacio de tiempo mayor quizá de 35 años otro oficio que el de aliviar las
enfermedades físicas y mentales de sus semejantes en los respectivos hospitales. Ella y el señor
Barrientos, que nunca cobró un centavo por su trabajo como Síndico en largos años y que más bien
gastó de su pecunio algunas sumas en beneficio de los desgraciados, merecen las mayores alabanzas
por su desprendimiento y abnegación y por los importantes servicios que en una larga época
prestaron a los desheredados de la razón; y yo, en representación del pueblo antioqueño y en
nombre de la caridad cristiana, les tributo esas alabanzas con toda efusión".
"Como la señora Upegui por su avanzada edad y sus graves enfermedades, y el Señor
Barrientos, por inconvenientes insuperables, no pudieron continuar prestando sus servicios en el
Municipio, la Gobernación se vio en la penosa necesidad de desprenderse de la valiosa cooperación
de ellos, lo que dio ocasión para que celebraran un contrato para la administración del
Establecimiento con el respetable Presidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl doctor Ricardo
Escobar Ramos, caballero de la más alta honorabilidad que ha resuelto dedicar los últimos años de su
vida al servicio de sus semejantes".
Del informe presentado por el doctor Escobar Ramos, en su carácter de contratista, Síndico y
Médico del Manicomio, digamos Director, investidura que obtuvo como Presidente de la Sociedad de
San Vicente de Paúl, entresacamos los datos que consideramos significativos y propios para dar idea
de esa casa en aquel tiempo: "Había en ella 92 enajenados: 46 hombres y 46 mujeres. El edificio te-
nía celdas y pasadizos tan oscuros que se necesitaba luz artificial para entrar a ellas. Estas tenían el
piso entablado con madera verde, desajustada, lo que dificultaba el aseo y las volvía fétidas. Como no
había número suficiente de celdas, en algunas dormían hasta tres enfermos. Había 10 enajenados
furiosos y no había jaulas suficientes para, encerrarlos etc. Pide el doctor que Se aumente el local
para hacer huertas y parques, manga para vacas y que se le ponga teléfono.
Advierte el gran inconveniente de los muros hechos de tierra pisada muy deleznable. Poseía 55
camas de madera en mal estado, muy feas. Corredores de tierra pisada que tenían mucha nigua.
Dos señoritas estaban encargadas del departamento de las mujeres y en el de hombres había
un gendarme. Los furiosos los manejaban otros gendarmes por medios suaves, según las
instrucciones dadas por el Director.
La casa (el menaje) estaba a cargo de una directora, doña Candelaria Uribe V. de Velásquez, su
hija la señorita Teresa Velásquez U., una costurera que era Trinidad Restrepo y una despensera y va-
rias sirvientas. La alimentación era muy buena, bien preparada, a base de tres comidas repartidas en
el día.
Hizo el doctor Escobar las diligencias necesarias para conseguir los datos de los enajenados
que recibía por conducto de la Secretaría de Gobierno y dio él por primera vez los que obtuvo, a fin
de clasificar bien los enfermos y tratarlos convenientemente. Su conclusión, al respecto en relación
con las causas del mal, fue que la principal causa de la locura, entre nosotros, era la pobreza, o la
carencia de medios de subsistencia.
En el informe ya citado del señor Gobernador, refiriéndose al doctor Escobar, dice: "Muy satis-
factorio me es, pues poder informaros en esta ocasión que la acción benéfica del Gobierno en el
sentido de aliviar la triste condición de los que han tenido la desgracia de perder el uso de sus
facultades mentales, se ejerce en la actualidad con bastante eficacia; los enajenados están bien
alimentados y abrigados, tienen buen servicio médico prestado por el mismo doctor Escobar y por et
médico oficial (sic) y son frecuentes los casos de curación que se obtienen merced al apropiado
régimen que se ha establecido en el tratamiento de la enfermedad". Justo, justísimo elogio hecho al
más insigne benefactor de Medellín en aquellos años que siguieron a la revolución del 95 y
precedieron a la gran guerra intestina de fines y principios de siglo.
Había puesto, en verdad, el doctor Escobar todas las grandes energías de su espíritu al servicio
de los más desdichados: los pobres de solemnidad y vergonzantes, los presos y los enajenados; y a
todos sirvió impulsado por el ferviente amor al prójimo que inspiró los bellísimos actos que ejecutaron
San Vicente de Paúl y Federico 0zanam, sus sabios inspiradores.
Cierto día nos detuvo él en el atrio de la catedral para contarnos, descorazonado y entristecido,
que el señor Gobernador había suspendido sin notificación previa el contrato sobre administración del
Manicomio. Pensamos que esto lo hizo así el señor Gobernador a petición de algún miembro de fa-
milia, pues nos consta que la salud del doctor Escobar estaba ya muy quebrantada y necesitaba
descanso; pero él no lo quería así; por el contrario, su deseo era morir batallando; de modo que su
pena por la manera como se le despidió del Manicomio le duró hasta el día en que partió para la
mansión de los justos, que él había conquistado en lucha grande sin que sus labios profirieran
palabras de queja.
Tal vez movidos por el ejemplo de este insigne médico, días después, por conducto de la
Sociedad de San Vicente de Paúl, a la cual tenemos el honor de pertenecer, nos encargamos de servir
ad honorem, por dos años, el empleo de Medico del Manicomio. No hicimos otra cosa entonces que
seguir las huellas del maestro, como médico, dejando al Presidente de la Sociedad, don Apolinar Villa
y don Rafael Velásquez Vélez y al Síndico que lo era don Pedro A. Bernal, los trabajos de administra-
ción.
1904. Lo que observamos entonces y el conocimiento adquirido en el puesto que ocupábamos
en aquella ocasión, nos sirvió para escribir el proyecto de Ordenanza que tuvimos el honor de
presentar a la Honorable Asamblea de 1904, en la cual ocupamos puesto en representación del
círculo 9°. (Manizales) proyecto que quedó en la Ordenanza 8 de aquel año. Primer paso dado en la
organización y reglamentación del Manicomio, la cual ordenanza, debido a la época en que rigió, fue
mal interpretada y cumplida en parte solamente.
1905. Expedida y sancionada la Ordenanza 8 de 1904, el señor Gobernador, don Benito Uribe
Gómez, nos hizo el honor de llamarnos por conducto del Subsecretario, de Gobierno, doctor Sebastián
Hoyos, para nombrarnos médico del Manicomio, empleo que por haber sido creado por la Asamblea a
petición nuestra, no debíamos aceptar, y propusimos para el puesto al doctor Teodomiro Villa, sobre
quien recayó el nombramiento.
Era el doctor Villa médico ilustrado, de bellas prendas personales, de bondad ingénita y amigo
sincero. El recibió con agrado el nombramiento e hizo todo lo que pudo en desempeño de su cargo,
sin salirse de la estrecha órbita que tenía como médico de un hospital de enajenados que era como
se interpretaba entonces su papel o sus funciones, no definidas aun ni en ley ni en reglamento.
A fines de octubre (1905) el Gobernador del Departamento don Benito Uribe Gómez celebró un
contrato con la Superiora de las Hermanas de la Caridad de Medellín, la Reverenda Hermana Gaetana,
Superiora del Hospital, debidamente autorizada para ello por la Superiora Provincial, para poner al
cuidado de cuatro Hermanas de la Presentación de Tours, el Establecimiento en lo relativo a su direc-
ción interior, particularmente en lo que se refiere al buen orden, al aseo y a la moralidad y vigilancia
de los sirvientes, que la Hermana Superiora recibiría de acuerdo con el Síndico.
El Síndico don Pedro A. Bernal, preparó, en cumplimiento del contrato, el departamento de la
casa destinado para las Hermanas, lo arregló convenientemente y una vez hecho esto les dio pose-
sión de la Casa. En esta labor fue ayudado por unas señoras entre las cuales sobresalió doña María
Francisca Escobar de Hoyos, hija del doctor Ricardo, esposa de don Joaquín Hoyos, personas todas
de grata recordación y beneméritas en la beneficencia pública.
1906. Cuatro Hermanas, la Rvda. H. Cristina, Superiora, y las Hermanas Melania, Adelaida y
Cipriana, empezaron, en 1906, la grande e intensa labor de organizar y dirigir la casa, atendiendo al
propio tiempo a las mejoras del local, al arreglo de sus departamentos y a cuidar los enfermos, de los
cuales los varones quedaron a cargo de la H. Melania y las mujeres al de la H. Cipriana. La Hermana
Adelaida era la proveedora, empleo que desempeñó mucho tiempo, y todavía reside en esta Casa. Las
dos primeras están ausentes y la última murió en esta ciudad.
La Reverenda Hermana Cristina, Superiora durante muchos años, demostró en este puesto
conocimientos y habilidades especiales de administradora o mayordoma de la Casa, que gobernaba
con economía admirable, y en el manejo de sus subalternos, que sometió al más rígido cumplimiento
de sus deberes, por lo cual reinaba allí el orden y la disciplina más perfectos. Sabía grangearse el
cariño y respeto de los demás empleados y superiores; y demostró mucha competencia y naturales
disposiciones en el trato de los alienados y en ayudar eficazmente a su curación. Con mejores
elementos habría sido más que sorprendente su obra. Tuvo al principio como colaboradores al
Síndico, don Pedro Bernal y a los DD. T. Villa y Francisco Arango con quienes se entendía
perfectamente.
Como la H. Cristina había practicado antes en hospitales y ambulancias, tenía conocimientos en
enfermería muy notables y de ellos hizo uso en el Manicomio y con los enfermos del barrio que solían
consultarle.
Mr. William Gordon.—Entre sus buenos y generosos amigos personales y del Manicomio,
sobresalió Mr. William Gordon, de nacionalidad inglesa, nacido en Gibraltar, quien contrajo matrimonio
en esta ciudad con doña Rosa M. de Gordon. Era agente de una casa inglesa y por medio de ella
conseguía géneros para los enfermos del Manicomio a muy bajo costo.
Poseía una casa-quinta, "Villa-Rosa" cerca del Bermejal e iba con frecuencia acompañado de la
señora a visitar a la Reverenda Madre Cristina.
Mereció el título de gran benefactor de esta Casa.
- La Ordenanza 8 de 1904 contenía un error manifiesto al poner, como puso, el Manicomio bajo
la dirección de una JUNTA que, como es sabido, en estos establecimientos, no sirve. Así lo enseña la
experiencia. Prueba de ello fue que nunca se constituyó tal junta y dejó la casa, por consiguiente, sin
reglamento, no obstante ser esta obligación suya y una de las cláusulas (la número 11) del contrato
celebrado con las Hermanas, que dice así: (11) El Gobierno RECABARA de la Junta Directiva creada
.por la Ordenanza número 8 de 20 de junio de 1904 la expedición del Reglamento de que trata el ar-
tículo 10 de la misma y exigirá que se someta tal reglamento a la aprobación de la Superiora local, en
la parte que haga relación con las Hermanas encargadas del Manicomio".
Esto se explica, además, porque las Hermanas no hicieron reclamo al respecto y el país entró
en el régimen de arbitrariedad y descomposición política que se llamó la dictadura Reyes o régimen
del QUINQUENIO, esto en vista de .su duración; y también porque la labor de la reconstrucción de
Antioquia y la pobreza del Erario público, efecto de la guerra y del papel moneda, su funesto aliado,
no permitieron el avance de las obras públicas departamentales.
1913. Al doctor Teodomiro Villa, que murió en julio de 1908, sucedió el doctor Francisco A.
Arango, quien desempeñó el empleo hasta 1914, simplemente como médico de hospital haciendo
una o dos visitas por semana. Por eso, la Reverenda Madre Cristina y don Pedro A. Bernal ejercían
funciones de directores y administradores, sin separación completa de funciones.
: Prueba de ello es que don Pedro, siendo el Síndico, escribió el informe del 16 de febrero de
1913 publicado en la memoria del Secretario de Gobierno, del cual tomo los siguientes datos:
De enero de 1912 a 1° de febrero de 1913.
Enero de 1912: 76 hombres y 112 mujeres Entraron: 63 hombres y 60 mujeres.
Salieron: 58 hombres; y 45 mujeres.
Quedaron .en el Asilo: :208 así: 83 hombres y 125 mujeres.
Las bajas fueron: por muerte, 15; fugados, 2; mejorados y curados, 86.
Según su procedencia se repartieron así:
Departamento de Caldas 7 (pensionados en virtud de arreglo)
Departamento del Atlántico i (pensionado en virtud de arreglo). .
Departamento de Antioquia: había de 57 distritos, de los cuales el que más tenía era Medellín
con 62, Sonsón 12, Rionegro 10, Yarumal 10.
Entre los de Antioquia había 12 pensionistas.
Las mejoras en el edificio consistieron en el arreglo de la conducción y distribución de aguas de
la casa, que no se concluyó porque se agotó la partida. Esta obra la dirigió el ingeniero arquitecto del
Departamento doctor Dionisio Lalinde. Se contrató con don Vicente B. Villa la instalación de luz
eléctrica (con motor pequeño) en el manicomio y se contrataron con Ángel López & Cía. 65 camas de
metal. Se compraron telas para vestidos.
Pide el Síndico un "servicio médico apropiado", pues el médico de la casa sólo hacía una visita
semanal. "Y tengo por cierto dice, que remediada esta necesidad se evitarán otros inconvenientes que
ofrece hoy la administración y de que ya he hablado en otra ocasión".
1913. Estando de Gobernador el doctor Carlos Cock y de Secretario de Gobierno el doctor
Miguel Moreno Jaramillo se constituyó la Junta Departamental de Higiene creada por la Ley 33 de 18
de octubre de 1913 que reemplazó la Junta Central de Higiene creada por la Ordenanza 10 de 31 de
marzo del mismo año. La Junta Departamental la formábamos el doctor J. B. Montoya y Flórez
(presidente) los DD. Jorge Tobón y Emilio Quevedo (vocales) y Juan B. Londoño (secretario). Este
nombramiento nos fue conferido por la Junta, con aprobación del Ministerio, a petición del señor
Gobernador.
La Junta Central había dado pasos en firme para obtener elementos para trabajar con buen éxito
y tenía bastante interés en desarrollar sus planes y ponerlos en ejecución.
Uno de los que ella estudió más fue el relativo a la organización y reglamentación del Manicomio
Departamental. Previa visita formalmente hecha al Establecimiento por el señor Gobernador, el
Secretario de Gobierno y los miembros de la Junta; y, después de haber consignado por escrito en un
largo informe los datos referentes a lo que en la visita se vio y se observó, informe que, entendemos,
no fue publicado, el señor Secretario pidió a la Junta consignara en documentos precisos la
reglamentación de las entradas y salidas de enfermos al Manicomio y las demás bases generales para
organizar y reglamentar la Casa. Dichas bases fueron detenidamente estudiadas por la Junta y
remitidas a la Gobernación. Son como sigue:
BASES GENERALES.
1.0. El Médico del Manicomio debe ser a la vez Director y Administrador del Establecimiento. A
esta conclusión han llegado todos los alienistas modernos, pues la experiencia demostró que sólo así
puede hacerse efectiva la responsabilidad de todos los empleados, inclusive la del Director y darle or-
ganización científica al Establecimiento. Todos los empleados subalternos, exceptuando las Hermanas
de la Caridad y los que de ellas dependan, deben ser nombrados y removidos por el Director con la
aprobación del Gobernador o de la Junta del Manicomio.
2°. No podrá entrar al Asilo ni salir de él ningún enfermo sin orden escrita del Director. Esto se
extiende tanto a los alienados que sean colocados en el Asilo de orden de la autoridad, como a los
que soliciten voluntariamente colocación en él para sí o para algún miembro de la familia o
relacionado. Para la internación en el Asilo se tomarán como norma las disposiciones contenidas en la
ley francesa de junio de 1838 y la Ordenanza de 1839 en lo que sea adaptable.
3°. El servicio médico, en todo lo concerniente al régimen físico y moral y a la policía médica y
personal de los alienados, estará a cargo del Médico Director: Los médicos auxiliares, practicantes y
estudiantes si los hubiere, los enfermeros, vigilantes y guardianes, conserjes y policías, todos depen-
derán, en lo que respecta al servicio médico, del Director del Asilo. El menaje y arreglo interior de la
Casa con todas sus dependencias, estará a cargo de las Hermanas de la Caridad. Los deberes de
estas, así como los de los demás empleados del Establecimiento, se detallarán en el reglamento
interno.
4°. El médico en Jefe residirá en el Asilo, pero si esto fuere imposible, él lo visitará diariamente,
dejando por escrito las órdenes del caso a todos y cada uno de los empleados residentes- El Médico-
Director deberá tener un suplente nombrado por el Gobernador y el candidato deberá ser propuesto
por el Director. El Médico-suplente reemplazará al principal en todo caso de falta absoluta o temporal.
Los pensionados pueden, con la venia del Director, ser asistidos por otro médico, pero éste deberá
someterse en lo relativo al tratamiento, a lo que el Director tenga establecido en el Asilo.
5°. En el Establecimiento deben llevarse con todo esmero los siguientes libros: 1. El libro de mo-
vimiento del Hospital, es decir, de altas y bajas, en el cual se pondrá el nombre y apellido del enfermo
y el de la persona que solicitó su internamiento, el domicilio dé éstos la edad, estado civil y profesión
del enfermo, etc. etc. 2°. El Libro de prescripciones para cada enfermo. 3°. Libro de inventarios y 4°.
Los Libros de la contabilidad.
6°. Debe hacerse la clasificación científica de los enfermos y distribuirlos convenientemente en
los departamentos del asilo; ponerle a cada grupo si fuere posible un vigilante o un guardián, a
quien el Director dará instrucciones acerca del modo como debe tratar a los enfermos. Por regla
general no se emplearán en el Asilo medios coercitivos o de fuerza sin haber antes ensayado los de
libertad. SE PROCURARA DISMINUIR LO MAS POSIBLE EL EMPLEO DE CELDAS O JAULAS. Las celdas
para los agitados deberán construirse según modelos modernos, lechos fijos, lavables, etc..
7°. El Establecimiento debe tener todos los elementos para el tratamiento HIDROTERAPICO.
8°. Es absolutamente necesario mantener a los enfermos, los muebles y habitaciones muy
aseados, especialmente los de los agitados o afectados de gatismo, sobre todo deben destruirse las
niguas, pulgas y piojos, chinches, moscas y mosquitos, cuando invadan a los enfermos o sus
habitaciones. Los pisos y paredes de las habitaciones de los locos agitados y los que sufren de
gatismo deben revestirse de cemento.
9°. La alimentación de los enfermos debe ser bien preparada, SUFICIENTE, y servida en
refectorios comunes y en vajilla limpia. Sólo en casos excepcionales, a juicio del Director, podrá el
enfermo recibir su alimentación en su propio cuarto.
10. Deben ponerse EXCUSADOS INODOROS lo mismo que LAVAMANOS en número proporcionado
al de enfermos, a razón de uno por cada 25 enfermos. Bacinillas, tantas cuantos enfermos.
11. Debe organizarse enfermerías y pabellones de aislamiento como si se tratase de un hospital,
para los alienados que tengan alguna enfermedad intercurrente o contagiosa. Todas las ventanas y
guardaluces deben tener redes de alambre y cerraduras especiales que permitan la vigilancia.
12. Los depósitos de agua, los baños y las pocetas deben ser de cemento. No deben permitirse
charcas y pantanos en ninguna parte.
13. El alumbrado del Establecimiento debe ser de luz eléctrica.
14. Debe haber lugares de recreo y paseo y una biblioteca formada especialmente de libros de
historia y viajes y de obras científicas.
15. Debe procurarse a los enfermos todos los medios posibles de trabajo, y con tal fin,
organizar en el Asilo talleres de distintas clases para que los alienados calmados puedan ejecutar el
oficio que han tenido o el que más llame su atención. Preferentemente debe empleárseles en toda
clase de oficios domésticos, cultivo de jardines o árboles y labores agrícolas.
Sea cual fuere la condición social del enfermo no debe permitírsele que permanezca inactivo. El
trabajo es el mejor agente curativo y aún preservativo de la enfermedad.
Acerca del modo como ha de trabajar cada alienado debe haber en el reglamento interno mucho
detalle práctico.
16. El uso del licor, y en general, de todos los excitantes, debe prohibirse, pero el del tabaco y
del café debe permitirse moderadamente.
El Médico-Director debe reglamentar minuciosamente el Establecimiento. El Reglamento debe ser
aprobado por la Junta del Manicomio.
17. Es indispensable un anfiteatro de operaciones.
18. Un. cine y un gramófono son muy útiles para distraer y amenizar un poco el encierro a los
enfermos. La música tiene una feliz influencia en estas enfermedades.
La Junta cree, que en el informe del señor Gobernador a la Asamblea, debe recalcarse mucho
sobre la necesidad que tiene el Departamento de ensanchar y mejorar el Manicomio Departamental.
1914. En este año el Secretario de Gobierno con los datos que la Junta de higiene le presentó a
la H. Asamblea departamental el proyecto de Ordenanza que después de considerarlo y estudiarlo
bien fue la Ordenanza 25, de 13 de abril de 1914, cuyo .texto por motivos que después de leerla se
adivinan, no figura en la recopilación que se hizo de las ordenanzas, decretos y reglamentos en
1915. Por eso la reproducimos en esta historia, porque contiene todo lo indispensables para que el
Director pueda organizar un manicomio, como vamos a verlo.
ORDENANZA No 25 de 13 de abril de 1914)
sobre organización del Maniconio Departamental. La Asamblea Departamental de Antioquia, en
uso de-sus facultades legales, Ordena:
Artículo 1°. El Manicomio del Departamento será dirigido y administrado por un Médico que
posea conocimientos especiales en enfermedades mentales o psíquicas. Este empleado se llamará
Director del Manicomio, y será nombrado por el Gobernador .
Artículo 2°. El Médico-Director asistirá personalmente a los asilados en el Establecimiento.
Artículo 3°. Son atribuciones del Director las siguientes:
1°. Recibir los alienados, previo examen medico y presentación de las credenciales que deben
aportar los acudientes de los enfermos para quienes se solicite puesto en el Manicomio, y los que
envíe la autoridad, e inscribirlas en el registro respectivo, anotando, en Libro separado, los datos
clínicos relativos a su enfermedad.
2°. Pasaportear, en la forma que se estime conveniente, a los enfermos curados, a los
incurables que convenga no retener en el Asilo y a aquellos que sean reclamados por sus deudos o
por la autoridad, Según, el caso.
3°. Examinar detenidamente cada enfermo y llevar por escrito la historia clínica completa de su
enfermedad, anotando particularmente los cambios observados bajo la influencia del tratamiento a
que esté sometido sin omitir las causas próximas o remotas de la alienación en cada caso, sobre todo
las de la herencia y del abuso del tabaco y de bebidas alcohólicas.
4°. Instituir y dirigir PERSONALMENTE los tratamientos médicos y quirúrgicos, dándoles a los
ayudantes indicaciones precisas y claras acerca de la manera como deben cuidar los enfermos y
evitar se hagan darlos a sí mismos o lo hagan a otros alienados, etc. Con tal fin creará el personal de
enfermeros especiales y de vigilantes;
5°. Establecer la clasificación científica de los alienados y organizar los distintos departamentos
del Manicomio que tal clasificación impone;
6°. Poner atención y esmero especiales en la organización del departamento de locos agitados,
y en el servicio hidroterápico, el cual establecerá cuanto antes al estilo moderno;
7o. Introducir de acuerdo con el ingeniero Departamental las reformas del edificio que estime
convenientes e indispensables para la buena organización del Asilo;
8°. Reglamentar la Casa señalando a cada empleado sus funciones y haciendo la conveniente
distribución del tiempo y de tareas. En esto y en todo lo relativo al régimen interno, procederá de
acuerdo con las Hermanas de la Presentación encargadas del Establecimiento, a quienes
corresponde el manejó de él en su parte doméstica, el gobierno del personal encargado del aseo de
la Casa y de los enfermos y la alimentación, vestido y cuidados debidos a cada uno de ellos;
9°. Regentar la clínica de las enfermedades mentales o psíquicas, la cual será creada en la Es-
cuela de Medicina de la Universidad;
10. Nombrar un practicante de esta Clínica y de los demás ayudantes necesarios para el servicio
del Manicomio;
11. Proponer al Gobernador un candidato para suplente suyo;
12. Formar mensualmente el presupuesto de gastos, acomodándolo al de entradas;
13. Hacer llevar cuenta comprobada de la inversión que dé al dinero que reciba del Departa-
mento de la Nación y cualquiera otra vía y rendirla en la forma y términos que señalen las leyes, las
ordenanzas y los reglamentos de contabilidad;
14. Nombrar de acuerdo con el Gobernador, el Síndico-Contador, empleado que funcionará bajo
su responsabilidad;
15. Representar la personería jurídica del Manicomio
16. Señalar la cuota que deben pagar los pensionados y cobrarla oportunamente;
17 Rendir un informe mensual sobe la marcha del Establecimiento a la Junta de Inspección y
Vigilancia y los demás informes que el Jefe de la Administración Departamental le exija, y
18. Dar al Jefe de la oficina de estadística los datos que él le pida sobre movimiento de
enfermos, gastos en el edificio y en la Casa etc.
Artículo 4°. Créase la Junta de Inspección y Vigilancia del Manicomio, compuesta por el Go-
bernador del Departamento, que será su Presidente, de los Miembros de la Junta Departamental de
Higiene y el Médico-Director del Manicomio.
Al Gobernador lo sustituirá cuando, lo estime necesario, el Secretario de Gobierno y actuará
como Secretario el de la Junta de Higiene.
Artículo 5°. Son funciones de la Junta de Inspección y Vigilancia:
1o. Visitar el Manicomio una vez al mes, después de haber recibido el informe mensual del Di-
rector e imponerse DE VISO de la marcha del Establecimiento, y
2°. Servir de Cuerpo Consultivo del Director en todos los asuntos graves relacionados con la di-
rección y administración del Manicomio, tales como la manera de arbitrar recursos, la de introducir
reformas en el edificio, y en la organización del Asilo.
Artículo 6°. La Junta de Inspección y Vigilancia llevará Libro de Actas de las visitas que practique
y en la forma que lo estime más conveniente.
Artículo 7°. La Junta de Inspección y Vigilancia se reunirá ordinariamente cada mes en el local
del Manicomio; y extraordinariamente en el local, día y hora que el Presidente señale al convocarla.
Artículo 8°. Las resoluciones de la Junta no eximen de responsabilidad al Director quien en todo
deberá obrar conforme a su criterio propio, pero dando cuenta de lo que haga a la Junta en sus
reuniones ordinarias.
Artículo 9°. Los sueldos mensuales de los empleados permanentes del Manicomio son los que
sigue:
Un Médico $ 150.00
Un Capellán 40.00
Un Síndico-Contador 50.00
Diez Hermanas de la Caridad c/u. a 14.00
Artículo 10. Los demás gastos que demande la ejecución de esta Ordenanza serán incluidos en
el Presupuesto de la próxima vigencia económica.
Artículo 11. Las reformas materiales que hayan de hacerse en el edificio del Manicomio se
entiende que son en el actual del Bermejal. Se autoriza al Gobernador para ensancharlo para lo cual
podrá comprar tierras adyacentes.
Artículo 12. Deróganse los artículos 1o. y 2°. de la Ordenanza 8 de 20 de Junio de 1904 y los
demás de ella que sean contrarios a lo que la presente estatuye.
Dada en Medellín, a 4 de abril de 1914.
Él Presidente, Pedro J. Berrío.—El Secretario, Manuel Molina Vélez.
Gobernación del Departamento.— Medellín, 13 de abril de 1914.
Publíquese y ejecútese.
Carlos Cock,
El Secretario de Gobierno,
Miguel Moreno J.
Por benévola designación del señor Gobernador nos encargamos en el mes de Agosto de la
dirección del Manicomio, puesto que no pedimos y que rehusamos cuando fuimos llamados a
desempeñarlo por los DD. Cock y Moreno Jaramillo; de modo que, cuando redactamos el informe de la
visita que la Junta hizo a dicho Establecimiento no pasó por nuestra mente que pudiéramos llegar a
ocuparlo. Nuestra aspiración iba dirigida más bien a la higiene pública porque entonces concebimos el
plan del DISPENSARIO, LA ORGANIZACIÓN DE LA ESTADÍSTICA Y EL ESTUDIO DE LAS AGUAS
MINERALES. De ello pueden dar testimonio los DD. Juan B. Montoya y F. y Emilio Quevedo.
La atribución 8a. de la Ordenanza numero 25 ya citada imponía al Director la obligación de re-
glamentar la casa señalando a cada empleado sus funciones, etc. Tal reglamento lo presentó dicho
empleado al señor Gobernador en los primeros días de agosto y él resolvió publicarlo en forma de
decreto. Es el que lleva el número 1.187 de fecha 8 de agosto, con algunas modificaciones y
adiciones en el original que tiene las firmas del señor Gobernador, doctor Carlos Cock, de don José
Dolores Bernal, Sub-secretario de Gobierno encargado y don Carlos E. Henao, Sub-secretario de
Hacienda, encargado. Ambos Sub-secretarios revisaron la parte que les atañe. Lleva fecha 13 de
agosto puesta en el número 773 de la "GACETA DEPARTAMENTAL" .
No podemos decir que este reglamento es una obra perfecta, pero sí significa un paso adelante
dado con meditación y estudio y merece el calificativo de bueno.
1915. Grande fue el alarma que aquel cúmulo de atribuciones dadas al Director en la Ordenanza
y el reglamento causaba a algunas personas ignorantes en la materia y no satisfechas con las
reformas que el nuevo Director introducía en la Casa; de modo tal que hasta el mismo señor
Gobernador y su Secretario de Hacienda le manifestaron desconfianza y temores, pero luego que de
visu se impusieron de lo que él hacía y de que en los informes mensuales detallaba con claridad lo
que estaba haciendo vino la calma. Algún día el Director notó algo raro en el Gobernador y en seguida
le escribió una esquela manifestándole que estaba listo a renunciar el puesto si él creía que no
estaba desempeñándolo bien. Su respuesta lo tranquilizó.
El arreglo de la contabilidad dio bastante que hacer y determinó la separación del señor
Síndico don Pedro A. Bernal.
En su reemplazo fue nombrado don Rafael Mesa Montoya, comerciante acaudalado; quien
aceptó este cargo para complacer a la Superiora (Madre Cristina). Mas, a pesar de que puso un
contador indicado por el mismo Presidente del Tribunal de Cuentas, no pudo satisfacer los deseos
de este empleado y renunció. De aquí el decreto número 447 14 de septiembre de 1915 (que
reglamentaba Ordenanzas 25 de 1914 y 51 de 1915) referente a la manera como deben manejarse
los fondos del Manicomio y rendir las cuentas.
A don Rafael Mesa le sucedió en la Sindicatura don Francisco Luis Toro, persona versada en
contabilidad, honrado y ordenado y que se consagró con diligente actividad al desempeño de su
empleo en el cual permaneció hasta el año antepasado.
La Asamblea del año 15 expidió otra Ordenanza, la número 51, del 27 de abril, sobre
reorganización del Manicomio. En la redacción de esta Ordenanza intervinieron otros médicos.
Asistimos al debate invitados por la Honorable Asamblea, a petición del H. Diputado doctor Miguel
Moreno Jaramillo, quien hizo allí la defensa de nuestra actuación a dirección del Manicomio y logró
evitar que se perdiera lo ya hecho. No obstante esto, el artículo de dicha Ordenanza quedó como Se
propuso. El da la idea de cómo se nos consideraba: un simple higienista. Dice así:
Artículo 1o. El Manicomio del Departamento tendrá los siguientes empleados: un Médico-
Director encargado de la higiene general del Establecimiento, que será nombrado por el
Gobernador; un Médico-Auxiliar encargado únicamente del servicio médico de los asilados y de los
enfermos que resulten en el personal de enfermeros y demás sirvientes del Establecimiento y de las
Hermanas de la Presentación que allí presten sus servicios; y un Síndico-Contador. Este y el Médico-
Auxiliar serán nombrados por el Gobernador de acuerdo con el Médico-Director y con la Madre de
las Hermanas encargadas del Establecimiento.
De una plumada se le quitaron al Director todas sus funciones de Médico-Director. En los ar-
tículos 5°., 6°. y 7° le dan algunas funciones que eran absolutamente indispensables. Las
construcciones en el edificio debía hacerlas el ingeniero arquitecto del Departamento según plano
aprobado por la Junta de Inspección y Vigilancia, sin la intervención de ningún otro empleado (sic). -
El Director propondrá mensualmente a la Junta, de acuerdo con el ingeniero arquitecto, las reformas
que estime indispensables en el edificio para las obras de ensanchamiento del asilo. Le dejaron, pues,
al Director el derecho de, proponer reformas, debido a la labor constructiva del doctor Moreno
Jaramillo.
Esta Ordenanza tiene dos reformas importantes, a saber: la creación de un nuevo empleado, el
Médico-Auxiliar, al cual se le encarga del servicio médico de todo el personal de la casa. La otra re-
forma consistió, en autorizar al señor Gobernador para que de acuerdo con el Médico-Director haga
las gestiones necesarias a fin de adquirir terrenos de los adyacentes para ensancharlo.
La Ordenanza le da la facultad de reglamentar la Casa a la Junta de Inspección y Vigilancia!
El 27 de abril fue sancionada la Ordenanza número 51 Por el Gobernador General Pedro J.
Berrío y el doctor Francisco de Paula Pérez, Secretario de Gobierno, y el 4 de noviembre vino a
firmarse el reglamento por los miembros de la Junta, gracias a que el Director, invitado para
escribirlo, por el Secretario de Gobierno, en dicha fecha lo entregó al doctor Pérez, quien lo presentó
a la Junta. Por necesidad ineludible, interpretando lo mejor posible las disposiciones de la Ordenanza,
hubo qué dar en ese reglamento, al Director, las atribuciones y deberes que tiene todo empleado de
esta categoría en los Manicomios, sólo que no se numeraron con cifras sino con letras. Se le fijaron
con precisión las funciones al Médico-Auxiliar y al Síndico-Contador y lo demás se dejó conforme se
había escrito en el reglamento primitivo.
Médico-Auxiliar fue nombrado el doctor Jorge Tobon, facultativo culto, inteligente y que poseía
conocimientos en el ramo de psiquiatría. De modo que la casa hizo una buena adquisición y el
Médico-Director pudo descargar en él todo el trabajo de recetar para dedicar su tiempo a tos demás
asuntos.
Se compró la parte de terreno que quedaba atrás entre los dos caminos o calles.
Propusimos compra de la finca perteneciente a doña Ventura Arango de Posada, colindante con
el Manicomio por el costado oriental, inmensa extensión de terreno que deseábamos adquirir para es-
tablecer allí una granja agrícola para enajenados.
El contrato se hizo con don Ismael Posada, esposo de la mencionada señora y llegamos a estas
bases, ayudados por don Ricardo Greiffenstein: $ 10.000, de los cuales se pagarían $ 3.000 al conta-
do y lo restante con un año de plazo, reconociéndoles el interés del 10%. El Señor Gobernador no
aprobó el arreglo porque hubo persona entendida en estos negocios que consideró cara la
propiedad. Sin embargo, ocho días después la compró don Manuel José Álvarez por $ 15.000, parte
al contado y el resto con plazo... Se perdió una ocasión espacialísima para hacer allí un manicomio a
la moderna.
Poco más hicimos nosotros en nuestra calidad de médicos higienistas, pues en ese sentido
habíamos ido hasta donde se puede ir entre nosotros; mejorar la calidad de agua para el uso de la
casa; mejorar la alimentación, lo que se consiguió construyendo en lugar mejor y central el gran
pabellón destinado a la cocina y sus dependencias; hacer comedores y conseguir buena vajilla
loceada etc.; perfeccionar las alcantarillas y construir en mejores lugares los excusados; suprimir
celdas y hacer en su lugar salones para dormitorios y ponerles camas de hierro con tendidos
especiales de madera y colchones y almohadas; intensificar el aseo, que dicho sea de paso es la
especialidad característica de las Hermanas de la Presentación; hacer enfermerías y desinfectarlo
todo con antisépticos; mejorar la botica, obra que emprendimos desde el principio de nuestra entrada
a la Casa y situamos, con el almacén, de enseres domésticos, en el departamento de las religiosas, al
cual le prestamos toda atención y mejoramos mucho.
Hicimos también arreglar la pieza del Capellán y la del Director a la cual le pusimos un buen mo-
biliario. Instalamos lo mejor que se podía las enfermerías y con nuestro instrumental y aparatos de
nuestro uso hacíamos lo que se ofrecía en la casa en cirugía como si se tratase de una clínica propia.
Hicimos construir baños de ducha en ambos departamentos y mejoramos mucho los departa-
mentos de los pensionistas. Alejamos de la casa el lavadero de ropa sucia y el corral de cerdos y ga-
llinas. Hicimos pesebreras y pieza para los carros y reses, para los cuales se hizo entrada por el
costado occidental.
Por ultimo y para no alargar más esta relación, acometimos la construcción del edificio nuevo
para enfermerías y pensionistas y para agitados, en el costado sur del local, últimamente adquirido
con tal fin, con plano del ingeniero arquitecto del Departamento doctor Dionisio Lalinde, quien
auxiliado por un ingeniero civil lo localizó y después de ponerle unos cimientos formidables al uso de
entonces, lo dirigió hasta ponerlo a una buena altura. En tal estado figura en un fotograbado que
acompaña nuestro informe al señor Secretario de Gobierno de 1917.
Lo suspendimos para dedicar toda la atención a la construcción de un pabellón grande en el
departamento de mujeres, por orden del señor Secretario de Hacienda en virtud de proposición
aprobada por el Consejo Departamental qué votó para ello un crédito suplementario de $ 2.000,
suma que habíamos pedido para continuar el edificio de los pensionistas.
Dijimos ya que don Pedro Bernal había contratado con don Vicente Villa, gerente de la C. A. de
I. E. un motorcito de petróleo y un dínamo para una instalación eléctrica en el manicomio. Nos tocó
llevar a cabo esta obra, inaugurarla y sostenerla. Al fin, lo costoso de la luz así obtenida, los
frecuentes daños en el motor y las inoportunas interrupciones, nos llevaron a pedir a la Junta del Ma-
nicomio permiso para llevar la fuerza eléctrica desde el centro de la ciudad y autorizados para ello hi-
cimos el contrato con D. Alejandro Echavarría (q. d. D. g.) quien con muchas condiciones y mediante
un gasto de consideración, accedió a ello y tuvimos que arreglar primero por cuenta del Gobierno
Departamental, las líneas telegráficas y telefónicas y luego, separadamente poner los postes de la luz
al precio que les señaló la Empresa. Estos postes quedaban de la Compañía y sirvieron para llevar la
luz al hospital en construcción y al barrio.
En el primer mes de ensayo derrochamos la luz y la cuenta fue exorbitante. Después, como
estábamos mal de fondos, sólo gastamos la indispensable. Esta mejora, en aquel tiempo no era cara
dada las dificultades para conseguirla y la necesidad que de ella se sentía en la casa. Con placer muy
grande veíamos desde la ciudad brillar los focos de luz en el frontis del Manicomio.
Todo lo que dejamos escrito en esta corta exposición está consignado en los informes qué
mensualmente y sin interrupción, presentamos a la Junta de Inspección y Vigilancia y resumido en los
informes que anualmente enviábamos al señor Secretario de Gobierno para su memoria a las
Asambleas, durante los años de 1914 1915, 1916 y 1917. Allí pueden consultarse.
Poco provecho obtuvimos en la preparación de ENFERMEROS de alienados. Publicamos para ello
unas instrucciones, tomadas de un libro especial (R. Migno L. Marchand) escrito en francés, en cuya
traducción nos ayudaron mucho las señoritas Teresa Escobar U. y Ana Londoño G. Ejemplares de este
importante folleto los entregamos a las Hermanas, a los empleados de la Casa. A propósito de él les
hacíamos explicaciones a los empleados de los servicios, pero nuestros vigilantes eran casi todos
analfabetas y poco aprendieron. En una tierra, nos decía alguno, en donde no hay siquiera en los
médicos afición a esta clase de estudios, difícil es hallar personal adecuado para enfermeros de
manicomio. Poco a poco han venido formándose; sin embargo, y hoy ya, ayudados por los
practicantes, van adelantando en dicho arte los que tiene la Casa.
Las Hermanas naturalmente sobresalían y se perfeccionaban más y afortunadamente no las
cambiaban con mucha frecuencia como suele suceder en otros asilos.
La Hermana Silveria, encargada de la botica, está hoy todavía desempeñando este oficio que es
irreemplazable.
En noviembre de 1915 publicamos en un folleto editado en la imprenta oficial, las ordenanzas,
decretos, contratos y reglamentos referentes al Manicomio Departamental en la parte que quedaba
vigente de aquéllas y de éstos, con el objeto de dar al personal de alcaldes y médicos del
Departamento las instrucciones necesarias e indispensables para qué, al hacer el envío de enfermos
al Manicomio, practicarán bien las diligencias que se estilan en todo país civilizado para internar los
enajenados;,y de modo que, los médicos del Establecimiento puedan llevar la estadística, Las
observaciones clínicas y establecer los tratamientos fundándolos en los diagnósticos; y para
facilitarles esto se pusieron en el folleto modelos según los cuales deben hacerse dichas diligencias.
El envío de estos cuadernos se hizo con una circular en que se les encarecía el cumplimiento de estas
órdenes. Esto, que es elemental y fundamental en los manicomios, no se practicaba, sin embargo, en
todos los casos y acaso por esto no fueron pocos los enfermos de asilos de otra clase que allí
encontramos y a los cuales les dimos de baja y otros que se recibieron sin nuestra intervención
perjudicando la casa grandemente.
Capellán.—Durante el tiempo de nuestra permanencia en la dirección del Manicomio estuvo de
Capellán de la Casa el Pbro, José Miguel Agudelo, sacerdote ilustrado, de grande espíritu público a
quien la casa y el barrio le deben servicios dignos de ser recordados como con gusto lo hacemos en
el presente escrito, justo tributo a sus meritorios trabajos en bien de los habitantes del asilo y del
barrio.
Los que hayan leído el importante estudio del doctor Roberto Azuero, médico de los asilos de lo-
cos de Bogotá, sobre los manicomios de París y conozcan el nuestro, habrán observado que éste se
puede asimilar al ASILO DE SANTA ANA; por supuesto que el nuestro comparado con éste es muy
inferior porque le falta mucho de lo que el de Santa Ana de París tiene en cuanto a perfeccionamiento
de sus departamentos y a su organización; como quiera que allá abundan los especialistas y los
enfermeros de ambos sexos y el mueblaje y el servicio de baños es completo. Al nuestro le falta, el
servicio de cirugía que, a no dudarlo, es hoy tan indispensable como el laboratorio y el servicio
electroterápico. Después de los medios físicos: aire puro, luz abundante, hidroterapia, electroterapia
y ejercicio (trabajo) y buena alimentación, viene la cirugía a perfeccionar el tratamiento de la locura,
pues, como lo ha demostrado con multitud de hechos Lucien Picqué (Doctrinas y hechos) en la
generalidad de las locuras esenciales el órgano menos afectado es el cerebro y son muchas las que
dependen de lesiones orgánicas que la cirugía combate con éxito.
En resumen: si se quiere convertir nuestro asilo de locos en un buen manicomio (de mane-
locura, comer-curación) debe dotarse de los elementos que tiene el simpático asilo de Santa Ana de
París; y hacer en otro lugar adecuado la granja agrícola, sin la cual no se pueden curar la mayoría de
los locos.
1922. La Asamblea de este año se ocupó de nuevo del Manicomio Departamental y expidió la
Ordenanza número 16 de 4 de abril de 1922. El artículo 1o. de ella contiene un error que ya hemos
criticado en la de 1904, obra nuestra, que adoptamos con la aprobación de la Academia de Medicina;
consiste ese error en poner el Asilo bajo la dirección de una "junta que se denominará JUNTA DIRECTI-
VA DEL MANICOMIO". Esta junta reemplaza la que se llamaba "JUNTA DE INSPECCIÓN Y VIGILANCIA"
cuyo nombre explica su papel y sus funciones. En la misma Ordenanza se le dan al Médico-Director el
papel de médico higienista que tenía y jefe único de la clínica de enfermedades nerviosas y mentales;
al medico general se le asignan las funciones clínica interna encargado del servicio médico
únicamente, un técnico de laboratorio clínico; un practicante interno con derecho a la alimentación. En
vez de crear el servicio quirúrgico tan indispensable allí se dispuso que se llevaran al hospital los
alienados a quienes se debía someter a una intervención quirúrgica.
Deroga esta Ordenanza los .artículos 5°., 7°. y 9°. de la Ordenanza 25 de 1915; los 1o., 2°.,
3°'., 4°.', 5°., 6°., 10, 11 y 12 de la Ordenanza 25 de 1915 y los 1s'., 2°., 3° y 4° de la Ordenanza
34 de 1917. Es decir, que consecuentes con el artículo 1°. se le quitaron al Director las funciones
que tenía y quedó la casa gobernada por una junta que poco se reúne, que casi nunca visita el
Establecimiento y que por el solo hecho de ser junta no es irresponsable. . . Esto lo dice un miembro
de dicha Junta.
Llevando a su término la lógica debió quitársele el nombre de director al médico higienista y
alienista que le dan las ordenanzas citadas. Empero, en lugar de esto, se vio el Gobernador, doctor
Jesús M. Marulanda y el secretario de Gobierno el doctor Francisco de P. Pérez en el caso de al dictar
el decreto número 379, por el cual se reglamenta la Ordenanza número 16 de 1922, sobre
Manicomio, restablecer las funciones del Médico-Director, que en once incisos señalados con letras
son los mismos que tenía en los artículos derogados.
En este reglamentó se le determinan los deberes, y atribuciones al médico general, al técnico
del laboratorio, y al practicante interno. Merced a este decreto y al impulso dado por los decretos
anteriores, la marcha del Establecimiento no se resintió con la intervención de la titulada Junta
Directiva del Manicomio, que ha brillado por su inactividad, causa digna de elogiar, en vez de merecer
censura.
El Director de un manicomio debe ser un competente alienista, un buen administrador, y según
Esquirol padre de la psiquiatría, de buena inteligencia, de Carácter firme, de ciencia y de virtud.
Admitido esto, debe investírsele de facultades amplias para que establezca en él un buen gobierno
autoritario, pero fundado en el más profundo amor al prójimo.
El alienista en el tratamiento de sus enfermos debe ver que todas las personas que intervengan
en ello cumplan sus órdenes, de manera tal que los medicamentos prescritos por él sean administra-
dos convenientemente, oportunamente. Ninguna otra persona puede intervenir en esta brega sin el
consentimiento del Médico-Director. La lucha con el enfermo en los manicomios puede ser nula
cuando los asistentes no coadyuvan eficazmente o le corrigen la plana al médico tratante.
Copio al respecto la opinión del doctor Barcia Caballero psiquiatra español de muy merecida
fama. "La ecuación de los poderes no se hizo para los manicomios porque en los tales hay una au-
toridad que debe ser absoluta sobre todas: la autoridad médica. Todo, en efecto, debe supeditarse a
ella, cosa muy natural si se atiende a que el fin de los establecimientos que nos ocupan debe ser el
tratamiento de los locos; y a que la locura a más de ser una enfermedad, es la más difícil de las
enfermedades. Por todas partes, pues, incumbe al médico su tratamiento. Y éste, según queda dicho
no es cosa de un momento, de una ocasión, o de un día, sino de todos los días, de todas las
ocasiones y de todos los momentos y comprende todos los aspectos de la vida y todos sus actos y
todas sus relaciones y en todos éstos debe y tiene que intervenir .el! criterio médico".
Esquirol a cuyo genio :organizador deben tanto bueno los manicomios, escribió lo siguiente : "En
un asilo de alienados, debe haber un JEFE y nada más que un JEFE. de quien dependa todo (Des
Maladies mentales, pág. 126)»
A principios de 1917 escribimos nuestro último informe anual sobre el manicomio, dirigido al
señor Secretario de Gobierno para la Asamblea de aquel año. En las páginas 54 y siguientes de dicha
memoria puede leerlo quien desee informarse de nuestra labor. El señor F. de P. Pérez, que actuaba
entonces como Secretario se expresó así:
"Por lo que atañe al Manicomio puedo informarle a S. S. que la Junta de Inspección y Vigilancia
se ha reunido puntualmente y ha reinado en sus deliberaciones la mayor cordialidad " y el empeño
sincero de seguir adelante en la iniciada labor de mejoras.
El señor doctor Juan B. Londoño, Médico-Director ha desplegado el celo patriótico que le es
peculiar; el doctor Jorge Tobón, en su carácter de Médico-Auxiliar se ha distinguido también por su
consagración, que de su competencia científica sobra el hablar; los doctores Braulio Mejía y Francisco
A. Arango, miembros de la Junta han atendido las citas ordinarias y extraordinarias para las reuniones
y han prestado su valioso concurso. De los demás empleados informa el Médico-Director de-
tenidamente y del señor Síndico ha podido este Despacho tomar nota de su laboriosidad y de la
exactitud escrupulosa de sus cuentas. (Este empleo lo desempeñaba don Francisco Luis Toro).
Debemos recordar que en este año se empezó a construir el edificio nuevo en el terreno de
atrás comprado a los herederos de don Víctor Arango. Esa obra la empezamos con el legado de $
800.00 oro que don Wenceslao Barrientos dejó en su testamento.
Solicitamos del H. Consejo Departamental un crédito suplementario para continuarlo y accedió a
ello, pero la suma votada $ 2.500 dispuso el Consejo se empleara SOLA, ÚNICA Y EXCLUSIVAMENTE
en el ensanche y reforma del pabellón destinado para mujeres asiladas gratuitamente en el
Establecimiento. Esta intromisión del Consejo en asunto de la exclusiva competencia del Director y la
Junta del Manicomio, nos causó extrañeza, pero lo hicimos conforme se ordenó.
De nuestro informe es lo que sigue:
"El plan para el futuro del Manicomio puede resumirse así:
1o. Mejorar la casa que existe hoy; 2°. hacer el pabellón para pensionistas rodeado de buenos
jardines y arboleda; y 3°. fundar la granja en donde se puedan tener las bestias, las vacas, los cerdos
y gallinas, y hacer trabajar los enfermos convalecientes no agitados.
"Esto de la granja, dice el doctor Juan Barcia y Caballero, parecerá acaso accesorio, y no es sino
muy principal; porque además de servir de valiosa ayuda para determinados suministros, y los que vi-
vimos en uno de estos Institutos sabemos de sobra cuanto importan todas estas que parecen
minucias, no por la parte económica, que tampoco es de despreciar, sino por la dificultad de
adquirirlas rápidamente y de buena calidad; es elemento indispensable para resolver el problema
terapéutico. El arsenal farmacológico, es en patología mental, amén de escaso, de inciertos y poco
felices resultados; y hoy día, que en general van siendo acertadamente abandonadas, o por lo menos
rebajadas a su verdadero puesto las pócimas y mixturas a las que aún en época no lejana se miraba
como universales panaceas, esperando el retorno de la salud perdida, del acertado empleo de los
medios higiénicos, con más razón aún se acude a ellos en el tratamiento de esta clase de enfermos.
Basta esta indicación para comprender hasta qué punto puede prestarse eficaz cooperación, y cuánto
son indispensables las granjas agregadas a los Manicomios, porque no sólo hacen posible la vida casi
entera de los enfermos al aire libre y al mismo tiempo en recinto circundado y seguro, dentro de
cuyos muros discurren por alamedas y paseos; sino que se presta a otra forma, coadyuvante de
tratamiento del que se observan muchos y valiosos éxitos; los trabajos agrícolas y de jardinería a los
cuales en todo manicomio bien montado se dedican varios enfermos con recomendable éxito".
Después de nuestra trashumancia a la dirección de Instrucción Pública, (que aceptamos por ne-
cesidad y con desagrado como si presintiéramos el cúmulo de molestias de todo orden que allí nos
esperaban), fue nombrado Director del Manicomio el doctor Jorge Tobón, y después de su temprana
muerte, que deploramos sinceramente, ascendió a este puesto el doctor Lázaro Uribe Calad, quien lo
había reemplazado en el de Médico-Auxiliar y este último empleo lo ocupó el doctor Ernesto
Rodríguez, distinguido facultativo, que desempeñó lucidamente su encargo hasta hace poco tiempo en
que, en una REORGANIZACIÓN, eliminaron el destino para restablecerlo después con otro nombre.
La GRANJA AGRÍCOLA PARA ALIENADOS, es un manicomio para hombres solamente, construido
en un campo adecuado para el cultivo de plantas alimenticias, hortalizas y campestres como la yuca y
el plátano, que como es sabido son de fácil cultivo y alimentos muy empleados entre nosotros.
Además de eso, árboles frutales de toda, especie. El campo de la granja se debe conseguir de exten-
sión suficiente para un personal de 200 enfermos, esto es de 200 hectáreas por lo menos, todas
cultivables... En el centro del campo debe construirse la casa para los enajenados conforme a un
plano científicamente hecho, con su buen departamento para el personal administrativo etc. En los
contornos del campo de cultivo deben construirse casitas para colocar en ellas algunos enfermos
convalecientes o de afección crónica, en familia. Es decir, hacer allí la colonia que como escribía M. J.
Fálret demuestra la experiencia que las colonias tornan inofensivos la mayor parte de los locos
irascibles aún dejándolos en completa libertad; y son especialmente convenientes, dice el mismo
especialista, para los enajenados cuyo mal ha llegado a un período avanzado de cronicidad, los
cuales generalmente son calmados e inofensivos, aunque de vez en cuando tienen paroxismos de
agitación que no exigen ni cuidados ni tratamiento asiduo y menos medios de represión. Griessinger
criticando con fuertes argumentos los considerables gastos que demandan los manicomios
encerrados como el nuestro, opina que los enfermos crónicos que tanto estorban en ellos deben
llevarse al campo a ayudar con su trabajo al sostenimiento de la casa y dejarle el puesto en el asilo a
los que no pueden salir de él: agitados, peligrosos, impulsivos.
En el congreso internacional de asistencia pública, tenido en 1889, después de una larga
exposición de Mr. Kelavel, discutida con espacio por los doctores Rhodes, Paganoff Ck Tere y
Charpentier, fueron adoptadas las conclusiones siguientes:
1a. El Asilo (manicomio) debe considerarse como un instrumento de curación o de tratamiento
.de la enfermedad; 2a. Al lado del Asilo, las colonias agrícolas y la asistencia en familia, deben
ampliarse, extenderse cuanto se pueda para desacumularlo. 3a. El médico que trata los enfermos del
asilo indicará la categoría donde pueden colocarse para su asistencia y curación en familia e invigilará
las colonias agrícolas.
Hoy no deben hacerse mas gastos en el Manicomio Departamental que los de administración y
reparaciones; y proceder a crear la granja agrícola a donde se han de llevar los enfermos curables y
los incurables que puedan trabajar, pero especialmente a los curables que haya necesidad de hacer-
los trabajar al aire libre para que su delirio no se arraigue y se vuelva incurable. Si esto no se hace
pronto y se sigue acumulando en el Manicomio a los curables, inválidos e incurables dejará de ser ca-
sa para asilar y curar alienados, y se convertirá en un asilo solamente de imbéciles, dementes y pere-
zosos.
La Granja agrícola para enajenados es, lo repetimos, el complemento obligado de nuestro ma-
nicomio porque con el trabajo agrícola y otros trabajos que allí pueden establecerse, el alienado se
transforma: de intratable se vuelve un individuo manejable, y de carga para el erario se convierte en
un elemento productor de vituallas para el Establecimiento. El aire libre, la distracción y el ejemplo de
sus camaradas, conduce a muchos enfermos a la vida natural y pacífica ordinaria. En vez de las
vociferaciones, las injurias y amenazas que a troche moche profiere sin cesar el demente agitado, se
encarrila por el riel de la calma y del deber sin darse cuenta de ello al principio y pasado un tiempo,
por convicción, porque comprende que el trabajo ejerce sobre él una saludable y benéfica influencia.
Conviene saber que, además de los agitados, los delirantes crónicos, deben ser excelentes
trabajadores y como efecto del empleo de sus energías en un sentido material, van relegando al
olvido sus delirios quedando casi curados de ellos. Se vuelven inofensivos aún para sí mismos. Cuesta
a veces mucho trabajo hacer entrar a algunas personas en ocupación. A tales individuos debe
estudiárseles y manejárseles con discreta prudencia de manera de despertar en ellos la afición por
algún oficio y luego que esto se obtenga, el triunfo queda hecho; el mismo trabajo perfeccionará la
obra.
Es claro que esto reclama un médico especializado, competente y práctico que viva en contacto
íntimo y continuo con los enfermos. Si los enfermos carecen de iniciativa y de actividad no se les debe
apurar. Constituyen estos en cambio los trabajadores constantes y rutineros o como dicen algunos,
autómatas o misoneístas y eso sólo basta en muchos casos para reconstruir su cerebro.
QUE INFLUENCIA TAN PRODIGIOSA TIENE EL TRABAJO SOBRE LA LOCURA!
"El trabajo, escribió Parchappe es en los Asilos de alienados como en todas las aglomeraciones
humanas, una condición esencial del mantenimiento del orden y de la conservación de las buenas
costumbres. El bienestar de los enfermos no está menos estrechamente ligado que en los demás
hombres a la observancia de la ley del trabajo, sea que se le considere como un medio higiénico
propio para sostener la salud, sea que se le vea como un medio moralizador apto para asegurar la
paz del alma por el alejamiento de la tristeza y del enojo". (Parchappe. Anales médico-sicológicos
1848 pág. 396).
Desde Galeno se ha venido observando el maravilloso efecto del trabajo como medio preservati-
vo y curativo de la enajenación mental.
De la magistral obra del fundador de la Psiquiatría moderna, Profesor E. Esquirol (edición de
1838) tomo el párrafo que sigue acerca de la importancia del trabajo en el tratamiento de la locura
en general.
"Los ejercicios del cuerpo, la equitación, la pelota, el esgrima, la natación, la gimnasia, los
viajes, sobre todo en la melancolía, deben concurrir con los otros medios de tratamiento. El cultivo de
la tierra para cierta clase de alienados, REEMPLAZA CON VENTAJA todos los otros ejercicios. Se co-
noce el partido que sacó del trabajo un campesino escocés, célebre por la curación que hizo de algu-
nos alienados que obligaba a trabajar en sus campos. Bourgoin en su Viaje a España, observa que
los locos ricos del Hospital de Zaragoza, no se curaban porque no se les podía obligar a cultivar la
tierra, y los pobres sí curaban. Eiriel quiere que un establecimiento de alienados tenga una granja
para hacer trabajar a los alienados. En la Salpetriér, se obtienen los mejores resultados sometiendo
las mujeres al trabajo manual. Se ocupan en un gran taller de costura, en los oficios de la casa, en el
jardín".
Para terminar debemos dar una explicación. Cierto día nos atrevimos a decir al señor Goberna-
dor que aceptaríamos con gusto el puesto, vacante entonces de Médico-Auxiliar o General del Mani-
comio y en seguida nos extendió .el .nombramiento. Hicimos una visita a la casa y nos impusimos de
que no seríamos bien recibidos en ella y previa consulta con un amigo, miembro de la Junta del Mani-
comio, resolvimos no aceptar el nombramiento. Eso probó que no nos separamos del Manicomio por
propia y espontánea voluntad y que seguíamos pensando en trabajar en él, no por el lucro sino por
amor a los desdichados prójimos que en él se asilaban.
Hoy el personal de .la Casa ha cambiado casi en su totalidad; sólo el doctor Uribe Calad ha
permanecido en su puesto, de Director, debido a su competencia en primer lugar y a su consagración
al desempeño del oficio que es proverbial y digno de todo encomio.
Desde 1930 nos hizo el doctor Miguel Moreno J. el honor de nombrarnos miembros de la JUNTA
directiva del Manicomio. En el año pasado asistimos a las pocas reuniones a que fuimos invitados. En
el presente año sólo una o dos veces hemos sido citados a ello para resolver algún asunto extra-
ordinario. Hacemos esta advertencia para apoyar nuestro concepto de que las Juntas directivas de
manicomios son adefesios y que debe suprimirse el artículo 1°. de la Ordenanza que dispuso tal cosa.
1932. Actualmente y desde que se inauguró el pabellón o edificio para los pensionistas han que-
dado solucionados de modo satisfactorio todos los principales problemas del Manicomio Departamen-
tal. En efecto, posee luz bien instalada con un número de focos superabundante; agua en cantidad
suficiente, bien recogida, y llevada a un depósito de decantación que puede contener 480 metros
cúbicos y dicha agua está repartida por tubería de hierro en todos los departamentos y con presión
suficiente para subir al segundo piso. De consiguiente: lavaderos, excusados y baños en bastante
profusión; cocina con fogón grande en todo el centro del edificio. Buenas enfermerías para enfermos
comunes y para alienados que exijan el tratamiento en cama. Suficientemente cómodo el departamen-
to de las Hermanas y de las muchachas que las ayudan y piezas para los vigilantes.
Departamento para los pensionistas bien hecho a estilo moderno muy bien arreglado. Lugares
de recreo. Lo único que todavía necesita reforma es el departamento para el Director y los Médicos
del servicio, la sala de cirugía y un laboratorio clínico. De todo esto existe un núcleo, pero
verdaderamente lo que hay no satisface. Al personal médico debe agregársele un cirujano y su sala
de cirugía con los elementos indispensables para hacer toda clase de operaciones, pues está probado
que en varias psicosis el órgano más sano es el cerebro y casi todas se curan con intervenciones
quirúrgicas.
Mas no es éste el sólo camino para llegar hasta satisfacer el DESIDERÁTUM de un Manicomio.
Hoy por hoy está resuelta la desacumulación de la Casa, pero dentro de poco ya volverá a
presentarse el problema y no hay allí donde ensanchar el edificio.
Dicho problema se resuelve comprando terreno para la Granja agrícola y en él empezar a
construir pabellón para hombres solamente y dejar el del Bermejal para mujeres y los valetudinarios.
El Manicomio actual desde que se ocupó en 1892 hasta hoy, es decir en los cuarenta años de
existencia que lleva, siempre ha tenido aglomeración de enfermos y no pocos de los muertos que en
él ha habido se deben a esta causa. Forzoso es, pues, pensar en que pronto volverá la acumulación y
es preciso, desde ahora, acometer la obra de perfeccionamiento que consiste en crear la GRANJA
AGRÍCOLA para alienados, que fue lo que tuvimos el honor de proponer a la Asamblea de 1922, hace
ya diez años.
Internos.—Sucesivamente ha tenido el servicio médico del Manicomio como practicantes inter-
nos a los doctores Roberto Gaviria, Salvador Jaramillo, Jorge Obando, Bernardo Ferrer y Ernesto
Uribe. Actualmente sirve este empleo el doctor Obando, joven inteligente, muy consagrado a su oficio,
en el cual es ya buen especialista.
Hermanas.—Para reemplazar a la Reverenda Hermana Cristina, Superiora de la Casa, fue desig-
nada la Reverenda Hermana María Dolores quien por espacio de seis años sirvió su empleo de mane-
ra muy digna de encomio, con acierto y con una admirable comprensión de su oficio. En el último mes
de noviembre entró a reemplazarla la Reverenda Madre Rafaela María, actual Superiora del Estable-
cimiento.
HERMANAS
que han servido como directoras y enfermeras del Manicomio de 1906 a 1933.
Madre Cristina
Hermana María Melania
Hermana Cipriana
Hermana Adelaida-María
Hermana Silveria
Hermana Mónica ;
Hermana Dominga de la Cruz
Hermana Joaquina
Hermana Ester María
Hermana Amalia María
Hermana Carmen Virginia
Hermana Agueda de la Cruz
Hermana María Delfina
Hermana Teodora
Hermana María Estela
Hermana María Froilana
Hermana María Julia
Hermana Rita Isabel
Hermana Emilia de la Merced
Hermana María San Benito
Madre Ana Manuela
Hermana María del Pilar
Hermana Herminia
Madre María Dolores
Hermana María San Esteban,
Hermana María del Salvador
Hermana San Victorio
Hermana María Purificación
Hermana Abigaíl,
Hermana María Tulia
Hermana María Eladia
Madre Rafaela María
Hermana Benita
Hermana Bernardina
Hermana María San Ignacio
Es esta la lista de las religiosas de la Comunidad de Hermanas de la Presentación que del pri-
mero de enero de 1906 a esta fecha han prestado servicio en el Manicomio Departamental.
De las que empezaron hay todavía tres: la Hermana Adelaida María, la Hermana Silveria, y la
Hermana Dominga de la Cruz. La primera fue siempre la proveedora y despensera; la segunda, bo-
ticaria y la tercera, enfermera; todas han desempeñado sus oficios con recomendable aptitud y efica-
cia . :
Al señor Goevaerst, ingeniero arquitecto del Departamento, le sucedió el doctor J. Mejía, quien
ha mostrado en las obras que ha ejecutado en los últimos años, habilidad y competencia, pues mucho
ha mejorado lo existente y con actividad ha terminado el edificio para los pensionistas y las celdas
para los privilegiados; y dibujó y construyó el elegante y hermoso pabellón de Na. Sa, de Lourdes
construido por cuenta de las Hermanas de la Presentación con destino a las religiosas enajenadas,
según contrato celebrado con el señor. Gobernador.
A reemplazar al doctor Ernesto Rodríguez, Médico General del Manicomio entró el doctor
Salvador Jaramillo Berrío. Tiene hoy la Casa el personal medico que tenía en 1918 cuando sólo había
en ella 303 asilados, algo mas que duplicado en la actualidad.
La Junta de inspección y vigilancia funcionó en los últimos años con el doctor Emilio Robledo,
quien reemplazaba al doctor Miguel Ma. Calle; los DD. Alfonso Castro y Juan B. Londoño. Esta Junta
desapareció. ......
Al señor Síndico don Francisco Luis Toro, lo ha reemplazado el Síndico general de las casas
de beneficencia del Departamento, señor Miguel Villa Uribe.
Al Presbítero J. M. Agudelo lo reemplazó por varios años el Presbítero. Manuel de Jesús
Giraldo.
Hoy actúa como Capellán de la Casa el R. P. Jesús Guembi, religioso agustino.
1933
Juan B. Londoño.
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