3. HISTORIA GENERAL DEL ALTO PER HOY BOLIVIA POR I^i^j-i^
lE^^L^z;^ LOS ORGENES, EL DESCUBRI- MIENTO, LA CONQUISTA Y LA
COLONIA. TOMO I IMPB:;iSrTil "BOIyIYiLR'
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5. - 6 Sealando las dificultades con que tiene que luchar el
historiador, Macaulay dice as: Escribir la historia
convenientemente, es decir, hacer sumarios de los despa- chos y
estrados de los discursos, repetir la dosis de^ ep- tetos
encomisticos o indignados, dibujar por medio de anttesis los
retratos de los grandes hombres hasta poner en relieve cuantas
virtudes y vicios contradictorios se com- binaban en ellos, son
todas cosas muy fciles. Pero ser realmente un verdadero historiador
es quiz la ms rara de las distinciones intelectuales. Hay muchas
obras cien- tfiaas que son absolutamente perfectas en su gnero. Hay
poemas que nos inclinan a declararlos sin defectos, o marcados solo
por algunas manchas que desaparecen bajo el brillo general de su
belleza. Hay discursos, mu- chos discursos de Demstenes
particularmente, en que se ra imposible cambiar una sola palabra
sin imperfeccio- narlos. Pero no conocemos un solo libro de
historia que se acerque a la historia tal como concebimos que
debie- ra ser, y que no se desve grandem.ente ya a la derecha, ya a
la izquierda de la linea exacta que debera ser su verdadero camino.
. ^ i Al principiar nuestro trabajo, nos hemos citado los conceptos
que dejamos copiados, de la primera autoridad intelectual de
nuestra patria, en cuyas doctrinas y ense- anzas hemos tratado
siempre de inspirarnos, y de una grande autoridad cientfica
universal, no para caer en el desaliento, que ms de una vez ha
querido dominarnos en nuestros estudios, sostenidos con
perseveraticia duran- te largos aos, sino para declarar que no
pretendemos el mrito de la originalidad de introducir en nuestra
histo- ria una forma que le fuera desconocida; solo nos propo-
nemos escribir una historia general de Solivia, como pri- mera
tentativa de su gnero que no la han querido em- prender hasta hoy,
en su conjunto, nuestros historiado- res y pubhcistas, a los que
hemos estudiado con esmera- da proligidad, para formar un extenso
bosquejo de la historia nacional, aspirando a que sea sobrepujado
por trabajos superiores y que sirva de estmulo a nuestros go-
bernantes y hombres de letras, II Carecemos de una historia patria,
escriba monseor Taborga en 1890: por extrao que parezca es lo
cierto. Corts escribi un Ensayo, qu ni ese ttulo merece. Los
6. Apuntes, debidos a la pluma de Urcullo, aun que aprecia-
bles como los de un contemporneo de los sucesos que refiere, adems
de contraerse slo a la guerra de la inde- pendencia, tienen lagunas
y no pocas inexactitudes, fue- ra de la incorreccin del lenguaje.
No carecen de ese defecto y tienen otros muchos, las Memorias de
Snchez de Velasco que permanecen inditas (1). Sin embargo y apesar
de la incontestable inferioridad de instrucin, Sn- chez de Velasco
se presenta con mejores dotes para his- toriador que Urcullo. . La
fecunda laboriosidad del seor Luis Mariano Guzmn nos ha dotado de
una Historia de Solivia, que aun que metdica y clara, es solo un
compendio adecua- do a la enseanza. No se ha remontado el seor Guz-
mn a las fuentes histricas, limitndose su trabajo a copiar a
Urcullo y Cortes. En este juicio ha omitido monseor Taborga, el mas
prolijo investigador de nuestros historiadores, la mencin del
importante Estudio Histrico de Solivia por Ramn Soto- mayor Valds,
as como de tantos otros opsculos y com- pendios apreciables,
destinados a la enseanza. ^ Es evidente que carecemos de una
historia patria. La historia de Bolivia est en el perodo de su
formacin y es digno de aplauso todo esfuerzo que se encamine a ese
objeto. i Grande mrito tienen los Apuntes para la historia de la
revolucin del Alto Per por Urcullo, publicados en 1855, ocultando
el autor su nombre bajo el pseudni- mo de