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Leer la historia: caminos a la historia
de la literatura colombiana
Carmen Elisa Acosta Pea loza
Digenes Fajardo Valenzuela
Ivn Vicente Padilla Chasing
Patricia Trujillo Montn
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LEER LA HISTORIA:CAMINOS A LA HISTORIA DE LALITERATURA COLOMBIANA@Universidad Nacional de Colombia@ Carmenflisa AcostaPealoza,DigenesFajardo
Valenzuela, Ivn PadillaChasing, PatriciaTrujilloMontnGrupo Historia y LiteraturaDepartamento de LiteraturaFacultad de Ciencias HumanasUniversidad Nacional de Colombia
Bogot, D.C., 2007
ISBN: 978-958-701-796-0
Primera edicin, abril de 2007
Diseo:TORREGRFICA
Portada:
Concepto: TORREGRFICA
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"
Introduccin
Las lecturas historiogrficas
."
La lectura de las reconstrucciones histricas, la ~istoriografa,permite producir un nuevo horizonte a partir de la transformacin, por unefecto retroactivo, del espacio de experiencia.! En otros trminos, se trata dela posibilidad de reconfigurar e! pasado revisando los discursos sobre ste y
; la manera como es percibido en e! presente, para poder plantear as uny proyecto de escritura de la historia en un futuro cercano, delimitado por
unas perspectivas cada vez ms concretas.A continuacin el lector encontrar cuatro propuestas historiogrficas
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Leer la historia: caminos a l a h is to ri a d e l a l it er at ur a c ol om bi an a
Estas propuestas surgen al pensar la historiografa en su acepcin mscorriente, como el estudio del pensamiento histrico configurado y expre-sado enlashistorias, en el que, aunque se puede asumir una mirada sincr-
nica, la perspectiva diacrnica es el objetivo central. Este hecho, formulado
por Bernardo Tovar Zambrano, permite plantear tambin otras acepcionesms extensas del estudio historiogrfico que, por una parte, tienen que ver
con la cultura historiogrfica en laque se incluye "toda forma de evocacin
y re-presentacin del pasado", y tambin con la historiografa preocupadapor elestudio de las instituciones de lahistoria.2
Lahistoria de la historia proyectada sobre el futuro, no en el pasado,se convierte en una forma de reconocer ste alsituar e!discurso de los his-
toriadores en una perspectiva temporal. Esta lectura de los propsitos, las
perspectivas tericas, las formas de describir y de narrar, los mtodos y lasfuentes, que son factores de inters bsico para la historiografa, permitenentonces pensar en una tradicin o una historia, a partir de los mltiples
imaginarios, de los cuales participa la historia escrita, y que, a travs deltiempo, sehan apropiado del pasado. Esta perspectiva busca ampliar la lec-tura historiogrfica -de la enumeracin y clasificacin de las obras histri-cas- y ubicar los interrogantes en las relaciones posibles entre los discursos,lahistoria como disciplina y sus puntos de encuentro con los diversos c~m-
pos del saber, con los que ha propuesto vnculos.CarlosAntonio Aguirre,en su trabajo sobre La historiografadel siglo
xx, seala como forma indispensable de una historiografa crtica e! an-
lisis del pensamiento histrico que exige, a la vez, "reconstruir, cuidadosay pacientemente, las principales lneas de encuentro, las filiaciones, las in-fluencias, los prstamos y las redes de circulacin y de funcionamiento quecaracterizan y determinan a las dinmicas de los sucesivos periplos recorri-dos por esa historiografa analizad' [14]. Loque esposible, sise tienen encuenta las diversas formas de aproximacin a los discursos desarrollados
por los historiadores y por los dems estudiosos del discurso en las cienciassociales.
Las anteriores propuestas son de gran validez en la historiografa de-sarrollada en los cuatro trabajos que componen este libro, debido a que serealiza un anlisis sobre formas de representacin, no sobre referentes hist-
2Hacemosusodela palabrahistoriografa enel sentidode la reflexin sobrelos estudioshistricos [Tavar Zambrano. "Introduccin" 14].
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Introduccin
ricos, lo que genera, en elcaso de lahistoria de laliteratura, discursos que serefieren a otros discursos. De esta manera, los historiadores ven cmo otros
historiadores han dotado de contenido el pasado literario y cmo realizan
sus propias propuestas de coherencia y de articulacin de dicho pasado.Lo anterior lleva a pensar que la perspectiva historiogrfica surge, como
loplantea Hayden White, del carcter metahistrico de laobra histrica y suefecto explicatorio [11]. En su inters por construir una tipologa de los es-tilos historiogrficos, los historiadores buscan apropiarse de las diversas for-mas de conciencia histrica. Esta conciencia y e!conocimiento que produce
son importantes en la medida en que generan la necesidad de preguntarse
por la escritu ra de la h is to ria , en este caso de las histor ias de la literatu racolombiana.
Pero, al mismo tiempo, la lectura historiogrfica se realiza a partir dediscursos de la historia, cadenas de interpretaciones del pasado en las quela histor ia de la h is to ria adqu iere un nuevo inters, s i se la piensa como
un texto que tiene la oportunidad de reflexionar permanentemente sobres mismo. Cor responde , as, a una mirada que busca lo que , desde una u
otra perspectiva, ha intentado realizar supropio objeto de estudio en la "ne-cesidad de aprehender e! pasado: La historia, en esta doble expresin, es
pensada como una forma de produccin de conocimiento que, ms all deaprop iarse de una rea lidad en e!pasado , concibe en la materia lidad de laescritura su descripcin como prctica y como texto de cultura.
Elinters seproyecta, entonces, hacia una lectura de los historiadores delaliteratura desde la mirada del historiador, o, podra decirse, de la historia,ubicndose ante tres niveles de manera simultnea: elhistoriador, su discurso
y eldiscurso literario. Larevisin historiogrfica es un proceso de lectura en
elque se fusionan lahistoria delos historiadores, del pasado y de! presente, lahistoria de laliteratura y laliteratura misma. Esnecesario sealar que,nunca
de manera gratuita, estos historiadores asumen determinadas periodizacio-nes, seleccionan autores y obras, agrupan en movimientos, generaciones yescuelas, caracterizan las obras a partir de factores como elgnero, elestilo,o de su relacin con la sociedad, su ubicacin histrica o laasimilacin a un
determinado paradigma. Seencuentran ante necesidades como las de cons-truir, reconstruir, configurar o escribir una historia de la literatura universal,
nacional, regional o local, y necesitan decidirse por la elaboracin de unahistoria general o particular, la historia de la crtica, de la poesa, o de otros
gneros, la historia de! canon, la histori.a social o lahistoria de larecepcin,
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por enumerar slo algunas opciones. El historiador de la literatura, al asu-
mir ciertas decisiones y posiciones, conscientemente o no, da cuenta de unavisin particular sobre lahistoria y su percepcin sobre lo literario.
A travs de la histo ria, se produce , entonces, una ser ie de modelos de
representacin y conceptualizacin, que, a la vez, llevan a interrogarse sobrela propuesta de escrituras particulares. Hoy en da, tanto para la historia so-bre la historia, como para lahistoria, esproblemtica laconfiguracin de su
propia trama, en e!sentido de fragmentar, seleccionar, delimitar sus pregun-tas, las que, dado lo anterior, deben considerar la re!atividad de sus propiasconstrucciones. Es all donde es apropiado volver sobre trabajos que se hanpreocupadopor sealarla revisinhistoriogrfica. La Contribucinal estudiode la historiografa literaria hispanoamericana, de Beatriz Gonzlez Stephan,
propone lanecesidad de articular un discurso sobre los criterios de larevisinhistoriogrfica, y seala la urgencia de resear e!material en la elaboracinde una especie de tipologa que ayudara a configurar un panorama ampliode preguntas. Esta necesidad de revisar laescritura de lahistoriografa litera-ria latinoamericana fue tambin planteada por Rafae!Gutirrez Girardot. Ensus Aproximaciones busc concretar los problemas de una historia social delaliteratura enfrentada a una tradicin de escritura nacionalista [13].
Pero si bien estas propuestas proyectan laescritura de una historia, tam-bin se presenta como constante de las historias de laliteratura particulares'la necesidad de su legitimacin frente a latradicin construida por las his-torias anteriores. Generalmente loshistoriadores de la literatura colombiana
dan cuenta de manera inicial de su propia lectura historiogrfica. No es ex-
trao ver que en las primeras pginas el autor formule su propia ubicacin
frente a las historias anteriores y,a partir de all, invoque la necesidad de unanueva propuesta. Tambin existen algunos trabajos propiamente historio-grficos, que tienen como objetivo cuestionar la ruta seguida por las histo-rias de la literatura nacional. A mitad de camino entre estas dos propuestasest e! ar tculo in ic ia l de la Historia critica de la literatura colombiana de
Hcto r Orjue!a. Vale la pena sealar aqu cmo, aunque e!au to r p lantea
de manera enftica que su historia no se basar en las historias anteriores,sino en la revisin de las fuentes y los artculos crticos, considera impres-
cindible realizar una lectura de las historias de la literatura, para sealar queen su mayora "son textos obsoletos, constituyen textos escolares o ensayos
panormicos de innegable utilidad, pero que se limitan a presentar visionesparciales o deficientes de nuestro rico panorama literario" [9].
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r.
Introduccin
Realmente son pocas las expresiones historiogrficas en e! caso nacio-
nal. Horacio Bejarano Daz realiza una revisin de La historia y loshistoria-dores de la literaturacolombiana (1998).Desdee! inicio,e! autor delimitalas caractersticas de su objeto de estudio: "por su contenido lahistoria de la
literatura es la manifestacin de un estado espiritual, la afirmacin de una
personal idad , e! tes timonio de lo que se pens en una determinada pocaacerca de los conceptos trascendentales sobre Dios, e!mundo ye! hombre,
valindose para ello de los medios sensibles que el hombre posee para ha-cer patentes sus sen timientos, emociones y pasiones" [4] . A par ti r de a ll
realiza un recorrido que inicia con laobra de JosMara Vergara y Vergara,pasando por las "historias sistemticas" de Antonio Gmez Restrepo, JavierArango Ferrer y Gustavo Otero Muoz, entre otros, y concluye con la histo-ria de la literatura propuesta en el Manual de historia de Colcultura. A este
panorama agrega o tras obras , ya no de carc ter s is temtico, como las de
Baldomero Sann Cano, LuisMara Mora y Hernando Tllez. Eltrabajo con-cluye con un apartado sobre las antologas de la poesa colombiana. Quizpor e!carcter del tex to - lectu ra en una sesin de la Academia de Histo -
ria- lapresentacin de los autores est dirigida a sus valores biogrficos, laenumeracin de sus obras y ediciones, y a rescatar el carcter que cada unode los historiadores ha querido imprimir a su trabajo, descartando de estamanera un juicio crtico sobre las obras.
Diferente caso es el de la bsqueda emprendida por Augusto Escobar,quien tiene como propsito la lectura crtica de las historias literarias co-
lombianas para valorar la literatura en e! contexto de su historiografa. Ensu lectura crtica, Escobar inicia con Vergara y Vergara un recorrido por las
historias generales en e!que se presentan las obras a travs de ladescripcindada por sus autores y los que, como historiadores, posteriormente se refi-
rieron a ellas. As establece una cadena articulada por e!propio historiador,
en la que va presentando cmo los historiadores integran su propuesta conla de sus antecesores. A lavez, e!estudio resalta los aportes de cada obra en
cuanto almtodo histrico, la relacin con las fuentes y su dilogo con otras
formas de! pensamiento histrico. Eltexto configura una red en la que Es-cobar encuentra como constante e!hecho de que las historias de laliteraturase han encargado de cumplir "una importante funcin en cuanto a la labor
de divulgacin dela literatura nacional" [86], pero seala que en la"mayorade los casos se quedaron en responder a unos esquemas impuestos y deter-ministas emanados por e!Ministerio de Educacin Nacional y a los criterios
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Leer la his toria: caminos a la h isto ria dela l iteratura colombiana
delos editores" [87]. Parafinalizar rescata los aportes crticos de! Man ua l d e
historia de Colombia y de la obra ya mencionada , y por el momento incon-
clusa, deOrjue!a [87].
A nivel regional seha dado otro tipo de revisiones historiogrficas que
tienen como objetivo, ms que el discurso histrico, reconocer la produc-cin realizada hasta el momento y proponer nuevas lneas de investigacin.Caso concreto esel de! trabajo sobre e!"Estado dela crtica y de la historiade la l ite ra tu ra en e ! Ca ribe Colombiano ': d ir ig ido por Ar ie l Cast il lo Mier
de la Unive rsidad de! Atln tico , y que hace parte de los proyectos de! Ob-servatorio de! Caribe Colombiano. Tambin frente a bsquedas y propsi-
tos de investigacin, Daro Henao, de la Universidad de! Valle, en "Retos y
perspectivas para una historiografa de la literatura colombiana': expone, a
partir de un cuestionamiento sobre la tradicin, la necesidad de propuestasconcretas sobre los estudios transversales y comparativos, los estudios delasliteraturas regionales y e!papel de la crtica y la academia.
Pero, adems de los factores ya sealados, que exigen realizar lectu-ras historio grficas como las que sepresentan a continuacin en este libro,
otro hecho legitima e!esfuerzo: la necesidad, expresada en varios mbitos
acadmicos, de emprender trabajos de historia(s) de la literatura. El deba-te sobre la historia literar ia seha intensificado, a nivel internacional, en las
dos ltimas dcadas, en parte debido a la discusin sobre la especificid~(f" .de la h istor ia en tan to tal , y la puesta en duda de susmodelos narr at ivos y
de explicacin de! cambio histrico. En el mbito anglosajn, por ejemplo,movimientos acadmicos como e! New Historicism y los estudios culturales
han puesto en duda la capacidad de la historia literar ia para sistematizar e!conocimiento sobre e!pasado literar io y han querido denunciar elvalor es-
ttico de la literatura como un mero reflejo ideolgico. 'i\mbos movimien-
tos proponen que su manera de escribir la historia literaria es ms vlida y
crtica que la historia literaria tradicional, es decir, que sus propuestas sonun avance en la disciplina" [Trujil lo 221].3Producto de esta polmica sonvarios libros, tanto de historia literaria (como elproyecto de historia literaria
comparadaeditadapor LindaHutcheon y Mario J. Valds y publicada por
3Al referirse a la innovacin p ro du cida p or la N ue va h is to ri a, Berna rd o Tov ar Zam bran o
a fi rm a "qu e p arec e c om o s ia lgu na s p er so na s, a nte e l f e n me no d e la N ue va h is to ri a, e mo cio-
na dame nte q ui si er an p ro cl amar f ren te a l os h ist or ia do re s d el p as ad o, qu e c omo el lo s no
p en sa ba n c om o n os ot ro s, s en ci ll am en te n o p en sa ba n, Evide ntem en te , p en sa r d e o tro m od ono es ausencia de saber" ["Introduccin" 11].
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". 'o'
Introduccin
la Universidad de Toronto) como sobre problemas especficos de la historialiteraria(comola LiteraryHistoryPossible?, e DavidPerkins)[Trujillo 221].Esta polmica an no ha tenido lugar en la academia colombiana, en unmomento en e!que la falta de historias literarias recientes sehace sentir, ya
que las ltimas historias de laliteratura colombiana, producto de esfuerzoseditoriales independientes como los de la Casa de Poesa Silva o la editorialCrculo de Lectores, datan de principios de la dcada del noventa. A pesarde que ambas historias (la Historia de lapoesa colombiana y el tomo dedi"cado a la literatura dela Gran enciclopedia de Colombia) contaron, entre suscolaboradores, con acadmicos de laliteratura, ninguna de las dos surgi de
una reflexin previa sobre los presupuestos tericos de la historia literaria.Por esta razn, los art culos que las componen parten, en muchos casos, de
opiniones y visiones acerca de la literatura colombiana que no entran endilogo. Consideramos que una reflexin sobre los problemas de lahistorialiteraria hecha a partir de una revisin historiogrfica esun paso previo fun-
damental para laformulacin de una historia de laliteratura colombiana.A nivel latinoamericano tambin espalpable la necesidad dela elabora-
cin de historias dela literatura. Basta con sealar proyectos recientes comoel de la Historia de las literaturas ecuatorianas, coordinado por Edgar VegaSuriaga y concluido en 2002; el amplio proyecto de la Historia crtica de laliteratura argentina, dirigido por No Jitrik, del cual se han publicado va-rios volmenes; y e!proyecto de "Historia de la literatura centroamericana':l iderado por la Universidad de Costa Rica que, despus de varios aos de
investigacin y discusin sobre sus presupuestos historiogrficos, inicia sufase final de escritura.
En e!mbito nacional existe una necesidad expresada por varios crti-
cos e historiadores de realizar propuestas sobre la historia de la literaturacolombiana, actitud que no est aislada de los diversos proyectos que se lle-van a cabo en losespacios acadmicos. Algunos proyectos se han producidocomo soporte inicial de trabajos futuros, por ejemplo, e!"Sistema de Infor-macin de la Literatura Colombiana': desarrollado por la Universidad de
Antioquia, y e!proyecto comparativo de las historias dela literatura colom-biana y la pregunta por e!canon desarrollado actualmente por la Facultadde Comunicaciones de dicha universidad [Vallejo]. El reciente Encuentro
de Investigadores de Literatura Colombiana, organizado por la Universidadde Antioquia y la Universidad delos Andes, tuvo tambin como uno de susejes la presentacin y discusin de propuestas sobre las posibilidades que,
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desde los diversos mbitos acadmicos, seformulan sobre lahistoria de lali-
teratura colombiana y las posibilidades de su escritura. Como apoyo a stosse conform la REDCILRed de Investigadores en Literatura Colombiana).
Otra expresin de este inters por concretar las perspectivas posibles dela historia de la literatura colombina fue la expresada en el nmero mono-
grfico"Historialiteraria:problemasy perspectivas"de la revista Literatura:Teora, Historia, Crtica, coordinado por elGrupo Historiay Literatura,delDepartamento de Literatura de la Universidad Nacional de Colombia, y lalnea de investigacin en historia y literatura de laMaestra en Estudios Lite-rarios de esta universidad. La "Lectura crtica de las historias de la literatura
colombiana'; proyecto global de!que participa este libro, hace parte tambinde dichos propsitos.
La lectura crtica como proyecto
ElGrupo Historia y Literatura del Departamento de Literatura dela Universidad Nacional de Colombia realiza investigaciones acerca de lasdiversas relaciones entre literatura e historia (historia y literatura, historio-
grafa literaria, historia de la literatura, literatura comparada, entre otros), alavez que busca participar en los debates contemporneos sobre dicha t 'ela~"cin.
En este con texto, e l g rupo formul e l p royecto "Lectura crt ica de lashistorias de la literatura colombiana" con e!fin de realizar una revisin de
las historias literarias colombianas y buscando dar respuesta a una serie de
problemas concretos y fundamentales para la escritura de la historia lite-rar ia , como son los criter ios de per iodizacin , e!papel del h is to riador enla escritura de la historia literaria, e!problema de la historia literaria como
gnero y las cuestiones pertinentes a latradicin y los gneros literarios. Laresolucin de estos problemas permitir en un futuro plantear una serie decriterios para la escritura, a largo plazo, de una historia crtica de laliteraturacolombiana. Como resultado de la primera fase de este proceso se presenta
este primer libro de ensayos y una amplia recoleccin bibliogrfica.4
4LabibJiografasepresentcomoanexoal informefinal dela investigacin. Porcues-tionesdeespacioy porel carcterdela presentepubJicacineomiteaqu.Endicharecolec-cin se incluyeronhistoriasgeneralesde la literatura colombiana,historiasgeneraleso
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. p-" y
Introduccin
La investigacin remiti a un trabajo historiogrfico cuyo objeto fueronlas historias de la literatura colombiana, su devenir, sus alcances y sus limi-taciones. Plante que "temporalizar" la literatura o, dicho de otra manera,
escribir una historia de la literatura siempre comporta un trabajo crtico.
La mayor parte de las historias literarias colombianas formulan, brevemen-te o de manera emprica, problemas de periodizacin, de canon literario yde explicacin de los cambios literarios. No obstante, pocas de ellas expo-nen explcitamente sus propuestas tericas. Buena parte de las que lo hacenacostumbran criticar los criterios empleados por historias anteriores o con-temporneas, pero tienden a aplicar estos mismos criterios en sus propiashistorias. Por ejemplo, en las historias literarias sobre la poesa colombianaescritas durante la ltima dcada de! siglo pasado sesuele objetar la nocinde generacin como principio de periodizacin de la poesa colombiana del
siglo xx. No obstante, y en parte porque estas historias son, en su mayora,p roducto de un grupo de colaboradores y porque la nocin de generac in
provee e!modelo de per iodizac in ms trad ic ional para la poesa de esteperiodo, siguen adoptando las divisiones generacionales de manera que enellas se encuentran captulos sobre "Los Nuevos'; "Piedra y cielo'; "Mito" y lageneracin nadasta.
Lo mismo t iende a suceder con o tros problemas que ataen a laescr i-tura de historias literarias, por ejemplo, e!del canon. Desde la Historia de la
literatura en la Nueva Granada (1867), de Jos Mara Vergara y Vergara, e!canon literario para la novela colombiana ha tenido que ver con la cuestin
de la representatividad nacional. As,Vergara y Vergarapudo validar en va-r ios de sus textos tan to a Manue/a, de Eugenio Daz, como a Mara, de Jorge
Isaacs, como novelas de gran valor literario a partir de laidea de su relacinmimtica con la realidad nacional. Este criterio ha sido discutido en varias
ocasiones pero ladiscusin no ha puesto en duda e!valor de ambas novelasque siguen siendo centrales para elcanon de lanovela en Colombia.
Dado lo anterior, se propuso, entonces, realizar una lectura crtica de las
historias de la literatura colombiana y,de esta manera, aproximarse a la fun-cin cultural del pensamiento histrico. Sobre qu puede articularse unacrtica a las historias de la literatura colombiana? Los cuatro ensayos fueron
parcialesde la novela,la poesa,elcuento,la crtica, elensayo,elteatroy la narrativa;historiaspor periodos, regionales,por temaso problemas; historias derevistasy peridicosliterarios,deautoresy biografas; antologas,prlogos,historias deinstituciones literarias y bibliografas(la enumeracin no niegalasposiblesinteracciones y relacionesquepuedandarse).
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elresultado de una serie amplia de interrogantes, delimitados posteriormente
en propuestas concretas correpondientes a los trabajos aqu presentados. Las
preguntas iniciales fueron lassiguientes: Cules son los criterios de periodi-zacin que se han empleado en la redaccin de estas historias? Qu perio-dos literarios establecen? Cul es la relacin entre estos periodos literarios y
los de lashistorias literarias europeas o hispanoamericanas contemporneas?
Cul es elcanon que trazan estas historias literarias? Qu funcin tienen enla concrecin de este canon los conceptos de lo nacional y loregional? Qu
criterios se han seguido para establecer este canon? Cul es la relacin delhistoriador con las obras, autores y lectores? Cules son sus fundamentos y
propuestas. tericas en cuanto a la historia y en cuanto a la literatura? Qufuentes selecciona? Qu tipo de receptores espera? Qu caractersticas tie-ne su discurso? Cmo se relaciona con las otras actitudes historiogrficas?Otras dos preguntas ms generales que se plantearon fueron: Cules son
los principios constituyentes de las historias de la literatura colombiana? y
en qu medida da cuenta esta historiografa del panorama de la literaturacolombiana? Los ensayos presentados en este libro son respuestas parciales aalgunas de estas preguntas, y contribuyen as al debate historiogrfico.
Qu significa pensar histricamente la literatura? A partir de los ele-mentos sealados anteriormente, esta investigacin se ubic en algunosde los problemas centrales de la historia literaria en nuestros das. A cbn- .t inuacin expondremos los conceptos centrales alrededor de los cuales sedebatieron estos problemas y las directrices del trabajo que permitieron laelaboracindel presentelibro. ...,> ~
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{ Lugar central ocup el problema de di~riodizacin,)al plantear quecualquier historia literaria debe dividir un continuo temporal en segmen-tos que hagan manejable la informacin sobre laenorme cantidad de obrasy hechos literarios, bien sea que se pretenda trazar las particularidades delas relaciones entre las obras literarias y las condiciones polticas, sociales
y econmicas de su t iempo, escr ib ir la h is to ria de la recepcin de d ichasobras literarias, o discutir su valor de forma aislada, en tanto productos au-tnomos. De hecho, uno de los problemas ante los que seenfren tan buena
par te de las h is to rias de la li te ra tu ra ha sido la adopcin de divis iones deacuerdo con criterios heterogneos (polticos, sociales, de la historia de lacultura o referidos a movimientos especficos) sin hacerlos explcitos enlas histo rias mismas, s in una ref lexin acerca de la .natu ra leza de d ichas
divisiones y las razones especficas por las cuales vale la pena adoptar esos
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Introduccin
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periodos y no otros como segmentos temporales (Carlos Garca Bedoya yDavid Perkins). Por lo tanto, es de fundamental importancia que, como unpaso previo a la formulacin de una historia crtica de la literatura colom-
biana, se haga un anlisis crtico de los diversos criterios con los que sehan
establecido, en lashistorias literarias ya existentes, lasdivisiones temporales(por periodos, escuelas, grupos, movimientos o generaciones) que agrupanobras y autores,
'2 La histor i lit~aria difiere de otras historias en tanto su objeto de tra-
bajo s lasobrasyo los hechos o documentos hist ricos , s inoescr itos queexigen . tr prticular de interpretacin y de crtica. Por es ta razn, to-das las historias literarias tienen que establecer forzosamente cules son lasobras que consideran ms importantes, o estticamente ms vlidas, dentrodel cmulo de escri tos producidos en un momento hist rico dado ; de al l
surgela importancia del conceptode canon literario. No todas las historiasliterarias validan las mismas obras, ni con los mismos criterios. Por ejemplo,
en la Historia de la literatura en la Nueva Granada lavalidacin de las obrasliterarias en nuestro pas estuvo mezclada desde el siglo XIXcon cuestionesde formacin de una identidad nacional. Historias y estudios literarios pos-teriores como Orgenes del modernismo en Colombia, de Rafael Maya, notienden a sustentarse sobre la necesidad de la formacin de una tradicin
nacional sino sobre consideraciones del proceso de modernizacin social ycultural que ha tenido lugar en elpas durante el sigloXX,Historias ms re-cientes dela literatura,comola de DavidJimnez, Poesay canon, seorien-tan a explorar de manera crtica otros criterios de ordenamiento, como elpapel de los poetas en la formacin dela tradicin literaria colombiana.
Las historias literarias postcoloniales, feministas, o que pertenecen a losestudios culturales, escritas a nivel mundial durante los ltimos veinte aos,
se han esforzado por romper con los criterios estticos a la hora de validar
las obras literarias, y sostienen que elvalor esttico esuna mscara que es-conde una ideologa hegemnica esencialmente opresora (sirvan de ejem-plos el libro The Madwoman in the Attic de Susan Gubar y Sandra Gilbert,o Rethinking Literary History Comparatively, editado por Linda Hutcheon yMario J.Valds). Sin desestimar la tarea de cuestionamiento del canon queestas historias estn llevando a cabo, es necesario evaluar si los criterios de
valoracin de estashistorias,que suelen considerarlas ohras mmo produc-.._tos ideolgicos, son aplicables a un objeto de estudio como la literatura, que
se mantiene en ladelicada frontera entre los valores morales y sociales, y los
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estticos. Esta consideracin sobre elvalor esttico de las obras no implica,
por otra parte, aceptar elcanon literario establecido como un orden mono-ltico que no puede ser cambiado. Por elcontrario, esnecesario comprenderlos factores histricos que han llevado al establecimiento del canon literario
colombiano tal y como est constituido hoy en da y,adems, re~valuado ycriticado a partir de criterios actuales. '
,3 Otro de los problemas fund~~gt~l~~para l!. historia literaria es el esta-
blecimientoo laimpugnacin~s gneros literari~anto formas conven-cionales que cambian histricamente. Cuestiones como qu eslo que en unapoca determinada se considera literario, cules son los gneros dominantesdurante un periodo y cmo surge y setransforma un gnero literario,son todaspreguntas que un historiador debe hacerse tarde o temprano. En la literaturacolombiana, algunos gneros y algunas pocas son especialmente problemti-cos. La literatura de la Colonia, abundante en crnicas, sermones y epstolas,presenta mltiples dificultades para el historiador literario, que debe dilucidar
la dbil frontera entre lo literario, lo religioso,lo histrico y lo testimonial, enun momento en elque lanocin deliteratura no corresponde a laactual. En elpresente, gneros como elensayo o elartculo de crtica literaria, cuyas fronte-ras son siempre fluctuantes, presentan elmismo tipo de dificultades.
4- Lapreguntaporeldestinatario~:l~~de lahistoriapermitefor-mular como cuarto concepto cent~Ja recepci6n.)nicialmente puede plan>'
tearse que el p roblema de l a r ecepcin~ slo al p blico en general,como podra pensarse. Tambin supone tener en cuenta cmo pueden serasimiladas las obras desde procesos de lectura ajenos a la intencin del his-toriador. El libro o el artculo de historia son "el producto" de "un lugar': Si
bien en muchos casos pueden estar destinados a un grupo lector bastanteamplio, subyace en ellos una intencin fundamental: "un estudio particularse definir por larelacin que sostenga con otros, contemporneos, con 'unestado de la cuestin' , con los problemas explotados por elgrupo y los pun-tos estratgicos que constituyen, con los acercamientos y distanciamientosas determinados o los hechos pertinentes en relacin con la investigacinen curso" [De Certeau 41]. Su dilogo est fundamentado, entonces, no sloen los discursos histricos emitidos en elpasado, sino tambin por larela-cin que establece a partir de sus permanentes dilogos del presente.
Dado lo anterior, para volver a pensar lahistoria hay que desentraar su5" escri tura y por el lo es central identificar como concepto la actitud historio-
grfica. Es necesario, por ejemplo, revisar los problemas de la narracin, de
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Introduccin
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la descripcin, de la interpretacin en su carcter constitutivo de la opera-cin historiogrfica, ya que a la historia lecompete elcambio y,por tanto, lareflexin sobre supropio discurso. As, a la historiografa le interesa el anli-sis de dicha historia como texto, como textualidad de larealidad constituida
por textos histricos. Volversobre la historia implica configurar unos crite-rios de lectura sobre lo que en el pasado se percibe como his toria y comoliteratura. Leer la historia implica asumir la produccin activa, tanto en elpasado como en elpresente. Es una produccin que participa en la conso-lidacin de una tradicin de escritura.5 Por esto, construir la historia de la
historia esuna delasvas para pensar elpapel social del historiador, y elpa-pel social de laliteratura, a partir de las expresiones que la constituyen comodiscurso social, lugar en el que participan las instituciones culturales, y, almismo tiempo, las prcticas que se desarrollan alrededor de lo literario.
La periodizacin, el canon literario, los gneros, la recepcin y la actitud
historiogrfica se asumieron en la investigacin como los conceptos gua
de la lectura crtica propuesta y fueron fundamentales para la delimitacinde los ensayos. A partir de estas perspectivas, la pregunta por cmo se haescrito lahistoria conlleva un doble inters: asume la importancia no slode la concepcin histrica de la literatura, sino adems la pregunta por supropia historia. Permite pensar cmo penetra la obra en elhorizonte de suinfluencia histrica y,as, lograr aproximarse a los diversos interrogantes, laconstruccin delos caminos y las formas posibles de escribir, en elpresente,una historia de laliteratura colombiana.
Cada investigador realiz un tipo de lectura de las historias de la lite-ratura colombiana, que tuvo que ver con la manera como se ubic en el
presente horizonte frente a sus propias trayectorias de investigacin, lo quepermiti en algunas oportunidades compartir problemas y dar propuestasdiferentes sobre ellas. El resultado, los cuatro ensayos que a continuacinencontrar el lector.
Carmen Elisa Acosta Pealoza
Coordinadora GrupoHistoria y Literatura
Departamentode Literatura
UniversidadNacional deColombia
5PaulRicoeur seala la importanciade tener encuenta,parala perspectivahistrica, trminoscomo los
detradicin,radicionalidadtradiciones lO2 j,
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Leer l ah istor ia : caminos a la h is toria de la l it eratura colombiana Probl emas d e la histo ria de la novela colombia na en el siglo xx
analizar el carcter y las costumbres de los hombres de su poca. Por otra, le
ex iga que fuera un medio de formacin y moral izac in. Para lograr esto,sostena, la novela deba ser f ie l tan to a la rea lidad observada como a los
principios morales [Jimnez, Historia de la crtica 31]. De otro lado, Miguel
Antonio Caro, quien crea que laliteratura deba mostrar una realidad tras-cendente, una ser ie de pr incipios inamovibles mejores que la rea lidad,
pensaba que elaugede lanovela en los tiempos modernos implicaba la diso-lucin del vnculo que establece elverdadero arte entre laverdad y la belleza.
Caro consideraba que como la novela ret ra taba la real idad tal cua l es, s inidealizada, desdeaba laverdad intemporal y,por lotanto, lasustitua por la
ficcin [Jimnez, "Miguel Antonio Caro" 246-247].
Como puede verse, l o que estaba en juego en est e debat e no era slo
la apreciacin de un gnero literario relativamente .nuevo en la literaturacolombiana de lasegunda mitad del s iglo XIX.Lo que se d iscu ta era, ms
que la importancia de la novela como creacin literaria autnoma, la fun-cin de la literatura en general. Salvador Camacho Roldn, que no crea enverdades absolutas sino en los descubrimientos de la ciencia moderna y en
el p rogreso de las soc iedades por medio dela d iscusin pbl ica de los ma-les que las aquejaban, la consideraba un medio de avance socia l. Por esoafirmaba que novelas como Manuela de Eugenio Daz tendran, a la postre, ,un efecto benf ico en la soc iedad porque , por una par te , daban mater ia l
a h is to riadores y f ilsofos para juzgar e l estado de los pueb los y,por o tra,denunciaban pblicamente los atropellos cometidos contra aquellos que no
podan defenderse [Camacho Roldn 90-92]. En elotro extremo del espec-tro, Miguel Antonio Caro estaba convencido de que laliteratura era un me-
dio para plasmar verdades intemporales en formas bellas, verdades que lidentificaba con los dogmas de la Iglesia. Por eso ejerca una crtica literaria
que pretenda desacreditar la novela, un gnero literario que, por sus presu-
puestos realistas, no cumpla con la tarea del verdadero arte: scr un reflejode un ideal superior, inmutable, patrn de valoracin de toda accin moral
y esttica [Jimnez, "Miguel Antonio Caro" 246].Esta controversia sobre el valor de la novela asociado a la funcin de la
literatura se prolong a lo largo de la primera mitad del siglo XX.Paradji-camente, el debate puede rastrearse en las historias literarias ms acredita-
das del periodo, que solan dar poco espacio a la novela. Sirva de ejemplo laHistoria de la literatura colombiana de Antonio Gmez Restrepo quien, en
el ltimo tomo que public, repiti la promesa que Vergara y Vergara haba
hecho t reinta aos antes de dedicar un espacio a la novel a en un tomo defutura pub licacin. No obstante, a juzgar por la no ta de Anton io GmezRestrepo, discpulo de Miguel Antonio Caro, es claro que el lugar de la no-
vela en su historia habra sido mucho menos importante que el que habra
ocupado en la de Vergara y Vergara. Gmez Restrepo asegura que, entre "elimportante grupo de publicistas y hombres polticos que cultivaron, ms omenos ocasionalmente, la poesa romntica" y "las dems manifestacionesliterarias que ocupan la otra mitad de la centuria': vendra "el estudio de laevo luc in en sen tido rea lista que se efectu a mediados de siglo pasado"[Historia 9]. En elsistema literario de Gmez Restrepo, elrealismo deba te-nerse en cuenta, por cuanto era un fenmeno caracterstico del periodo que
estaba estudiando, pero apenas era digno deubicarse entre la poesa de oca-sin y otras manifestaciones menores de laliteratura. En otros escritos msbreves sobre literatura colombiana, Gmez Restrepo dedic algn espacio,bastante poco en realidad, a las novelas ms importantes de la tradicin li-
terar ia. Por lo genera l, sus menciones de la novela vienen luego de otrasmanifestaciones que l consideraba ms importantes, como la historia o loscuadros de costumbres. As sucede en "La literatura colombiana" y en "Bre-ve resea de la l i te ra tura colombiana", tex tos en los que la mencin de loscuadros de costumbres lesirven de introduccin a laaparicin de lanovela.Gmez Restrepo explica la publicacin de Mara y de Manuela como partede la actividad de ElMosaico y de los sanos oficios de JosMara Vergara yVergara, y aade que el mayor mrito de Manuela, la novela que levale losjuicios ms positivos en ambos artculos, consiste en estar conformada por
una serie de cuadros de costumbres, hechos con gran objetividad y agudezade observacin. Deesta manera, no daba a lanovela carta denaturaleza pors misma, como un gnero independiente, sino que la relacionaba directa-mente con un gnero heredado de la tradicin literaria espaola. Adems,consideraba, como JosMara Samper, que lanovela deba ser objetiva, peroque , a l mismo t iempo, ten a la funcin de ser vehcu lo de princ ip ios mo-rales. Manuela era una buena novela porque, a l t iempo que complac a laimaginacin con la descripcin de bosques, vegas, ros y veladas nocturnas,
en los trapiches, incitaba a la compasin por medio del retrato de las mise-rias morales ["Breveresea..." 94]. "Daz, con una fielpintura de los hechos,
hace un alegato elocuente a favor del pueblo, no en sentido socialista, sinocon espritu profundamente cristiano" ["Breve resea. .." 93].
Otro tanto sucede en las h is tor ias de Gustavo Otero Muoz (1935) y
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Leer lah isto ria: caminos a la h isto ria de la l iteratura colombiana
de Nicols Bayona Posada (1942). Ambos ordenaron el material historio-grfico por pocas, teniendo en cuenta sobre todo la poesa, e incluyeron lanovela en un captulo aparte, no dividido por periodos. Elcaptulo que Ba-yona Posada dedic a la novela incluye tambin la historia y elteatro, pues
elautor consideraba que los tres gneros eran similares en tanto compartanel carcter y la accin. Adems, aadi que, durante la primera mitad delsiglo xx, los tres gneros sufrieron una serie de cambios afines que hicieronque se hermanaran cada vez ms en el anlisis del documento humano ydel sentido social de las acciones: "La historia dej de ser un simple regis-tro notarial para trocarse en elanlisis a fondo de los acontecimientos y loshombres; la circunstancia deque lanovela no es ahora un tejido de fantasassino tela formada con hilos arrancados al telar de la vida, y la verdad reco-nocida por todos de que elteatro abandon lo inverosmil para presentar larealidad y nada ms" [99]. Ambos autores solan enfatizar el carcter pico,de representatividad de un pueblo, de la novela. Bayona Posada sostuvo quela importancia de Carrasquilla como novelista se deba a su descripcin delpaisaje comarcano y de los caracteres populares. Otero Muoz considerabaqueFrutos de mi tierra era una novela que no slo pretenda describir lascostumbres locales de manera crtica o realista, sino hacer una alabanza ala raza antioquea. En esta misma vena, ambos afirmaron queLa vorgine" ."no era, propiamente, una novela sino un canto a las pampas, de argumentograndioso y cuyo protagonista era el paisaje [Bayona Posada 91]. En otraspalabras,La vorgine no era una novelasinoun "poemade las selvasama-znicas", una verdadera epopeya, cuyo fin consista en estampar elcarcterinamovible del hombre americano.
Gustavo Otero Muoz tena la misma posicin ambigua con respecto ala novela que JosMara Samper y Antonio Gmez Restrepo. Resalt,una yotra vez,en sus juicios sobre la novela, su idea dela literatura como vehculode convicciones morales y medio de idealizacin de la realidad y,al mismotiempo, retrato exacto de las costumbres. Alab a Manuel Mara Madiedopor su realismo, que l entenda no como elretrato objetivo de la sociedadde su poca, sino como el mensaje moral encarnado en los personajes dela novela. Al mismo tiempo, sostuvo que ngel Gaitn haba sido un buennovelistapor susexcelentesdotesde observacin.Mara debasu excelenciaestticaalhechodeque,comoLa vorgine, no esuna novela.Enestecaso,elgnero literario alabado no esla epopeya, sino elidilio, que tambin presen-ta los materiales idealizados. Los novelistas antioqueos descollaron en la
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Problemas de la historia de la novela colombiana en el siglo xx
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produccin nacional, de acuerdo con l, no porque hubieran sido excelentesen la escritura de novelas realistas, sino porque los tipos de la regin y laraza antioquea les proveyeron de abundante material. Ni Otero Muoz niBayona Posada advirtieron la contradiccin entre la novela como medio de
anotacin exacta dela realidad objetiva y elmensaje moral o deidealizacinque deba tener toda verdadera obra literaria.1Laprimera historia de la novela en Colombia tambin cae en estasexigen-
cias contradictorias, entre la idea de que la novela debe idealizar y,al mismotiempo,retratarconprecisinlascondicioneshistricasdelmomento.La na-ve/a en Colombia fue una tesisdoctoralescritaen 1908por RobertoCort-zar para optar algrado de doctor en filosofay letras en elColegio Mayor deNuestra Seora del Rosario. Antonio Gmez Restrepo fue jurado dela tesis yrecomend su publicacin, pero sta slo selleva cabo en el ao 2003.
Cortzar comenz su escrito con una opinin contraria a la deVergaray Vergara. En lugar de afirmar la importancia del gnero en la conforma-cin de una literatura nacional, dijo que ste haba tenido poco desarrolloen Colombia, que slo haba una novela en elpas que pudiera llamarse obra
., maestra, pero que, por lo menos, existan algunos intentos ms o menos., ,v afortunados y originales, que podan ser el preludio de "elprogreso y civili-
zacin del suelo colombiano" [46]. Aadi que esperaba que sus esfuerzospor historiar el gnero fueran una contribucin a este progreso.
Como buen discpulo de Gmez Restrepo, Cortzar exigi a la novelaque fuera, a un tiempo, retrato exacto de la realidad y expresin de valores~
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".,
1En esta misma contradiccin incurrieron los dos autores delos manuales deenseanza
de la literatura ms conocidos dela primera mitad del siglo XIX:JosJ.Ortega Torres yJos A.Nez Segura, ya que ninguno de los dos consideraba que la enseanza de laliteratura estu-viera separada de la formacin tica y moral . Por eso, sus juicios sobre las obras exigen, a untiempo, que las novelas retraten la realidad y que sean ejemplo moral . JosJ. Nez Segura,por ejemplo, opin as deManuela: "El procedimiento empleado es esencialmente pictrico,sin intencin deridiculizar, sino con elfin de ser copia fielde loobjetivo, tanto en las personascomo en las cosas y costumbres. Elefecto es una obra de valor social ms que literario, quehiere la sensibilidad ms por laevidencia de los hechos que por la expresin esttica del senti-miento,ausente en casitodoslosepisodios"[239]. Frutosdemi tierra y La vorgine leparecanobras mejores.La primera, porquepoda leersecomo una seriede leccionesmorales:"de losprimeros [episodios I se desprende laleccin deque la pobreza hace el trabajo necesario, librade preocupaciones sociales, da paz a los corazones. Delos segundos sededuce que lariqueza ylos refinamientos del lujo destruyen la unin del hogar, son fuente de constantes disgustos"[445]. Lade Rivera era tambin una buena obra porque, ms que una novela, era una tragediaque representaba la lucha trascendente del hombre contra la naturaleza[4561.
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Leer la h isto ria: caminos a la h isto ria de la literatura colombiana
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intemporales. Sostuvo que la funcin de la novela en una sociedad "perfec-tamente formada" era la presentacin, en forma literaria, de "sus propiosdefectos y cualidades, para que viendo fielmente retratada la imagen de loque hace y de lo que a su alrededor acontece, sepa mejorar stas y corregir
aqullos" [51]. Por eso el novelista deba hacer hablar y obrar a sus perso-najes tal como se presentan en la realidad [54]. No obstante, la sociedadcolombiana an no estaba formada del todo, y en ellaera imposible haceruna verdadera novela realista:
En loslugarescortos -y cortasson para elefectotodaslaspoblacionesdeColombia,Bogotinclusive- no puede elnovelistaretratarpersonasdeter-minadas;nopuedeintroduciraccionessucedidasenla vidareal,sinfaltara lacaridad, y muchas veces,sin pretenderlo,a la justicia.Por eso,en muchosaos,no selograrnbuenasnovelasrealistassinolasquetienenporasuntolascostumbresde lasclasespopulares.Losretratadosno leenlanovela;y losquelaleen,no conocenlosmodeloscopiadosporelautor.[166-167]
Por lo tanto, conclua Cortzar, el retrato exacto delos caracteres y loshechos en la novela colombiana debe estar refrenado por la idealizacin yel mensaje moraL Eltrmino que acu para describir este tipo de novelasfue el de realismo moderado. Cortzar sostuvo que lasmanifestaciones mssobresalientes de la novela colombiana no son las romnticas, esdecir, aque-'llas que expresan la contradiccin entre los anhelos interiores del individuoy la realidad, sino las de un realismo no muy estricto, en las que los perso-najes hablan y obran tal como sepresentan enla realidad pero, a un tiempo,estn envueltos "en velos de ligero idealismo" [54].
Losjuicios crticos de Cortzar sepliegan todos a este criterio.El doctorTemis de ngel Gaitn es una buena novela porque, por una parte, su autorconoca bien la sociedad en laque sucede la accin y,por otra, crea parejasde personajes que se enfrentan por sus valores morales, organizando as elargumento novelesco del triunfo del bien contra elmal [51]. Las novelas deJos Mara Samper se caracterizan por sus caracteres bien delineados. Porcaracteres bien delineados debe leerse personajes moralmente correctos,como deja claro el ejemplo de Cortzar: Martn, el protagonista deMartnFlrez, se destaca por ser todo un caballero, que se refugia en la religincatlica, "nica que suministra la paz a las conciencias y hace al hombrefeliz': cuando comprende que los anhelos del corazn no pueden cumplirse[105]. Las novelas del seor Marroqun se benefician de su conocimiento
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Problemas dela h isto ria de la novela colombiana enel sig lo xx
de los "buenos modelos de las literaturas extranjeras" [68]. Su intencin decorregir o ensear no compromete la calidad de sus novelas, aunque stasno se caractericen por "elestudio de las grandes pasiones puestas en movi-miento" [75]. Por grandes pasiones Cortzar no entiende sentimientos quepuedan surgir del conflicto de un individuo con circunstancias histricasdeterminadas, sino, como enMara, la encarnacin en un personaje "de eseideal eterno tras el cual corre siempre la humanidad desventurada" [117].2Mara es la personificacin del candor y lainocencia humana, virtudes pri-mordiales que no cambian con lahistoria. Por eso la novela "esrealista conmarcados tintes de idealismo'; "tiene pasin ardiente que es lo que muchasveces inmortaliza las obras literarias" [119]. Por su parte,Manuela, si biencontribuy a la liberacin de un tipo de servidumbre no legal pero usualen la Colombia de mediados del siglo XIX,adolece de falta de idealizacin:"eminentemente realista,Manuela no sobresale por la idealizacin de lospersonajes que en ocasiones quedan despojados del arte, para presentarsedesnudos a los ojos del lector; hay allescenas un tanto escabrosas de aque-llas regiones en donde lo enervante del clima es muchas veces origen de la
: licencia de las costumbres" [57]. Otro tanto ocurre con Carrasquilla y cony los escritoresantioqueosque "avecespintan y describen sin escogencia
alguna, resultando aquello, a fuerza de real, pesado y de una vulgaridad in-sufrible" [131]. Carrasquilla, en particular, le merece a Cortzar serios re-paros porque pinta sus personajes con cierto carcter naturalista. Esdecir,retrata caracteres que no encarnan virtudes morales: "De sentirse es que sutalento de observador agudo no se haya extendido siempre por ellado bue-no, pintoresco y potico de las clases nfimas de la sociedad; lstima que no
haya visto sino el lado vulgar de la vida para convertirse en crtico acerbode lascostumbresantioqueas"[134].No obstante,Frutosdemi tierra tieneasegurada la inmortalidad porque no se queda en la crtica de las costum-bres sino que, a lapar que las corrige, "es aveces una alabanza a laraza an-tioquea" [136], es decir, que elenaltecimiento de las virtudes antioqueas
2Por eso, alahora dejuzgar lanovelaInocencia de Francisco P.Rendn, Cortzar lamentaque elautor no haya logrado un drama de verdadera pasin en lugar de "una mera ficcinpsicolgica,compuesta segn los cnonesde la novela francesa"[154], esto es, la novelarealista a lo Flaubert, o naturalista a loZola,a quienes opone a Jos Mara de Pereda, FernnCaballero y Pedro Antonio deAlarcn como los maestros deese realismo moderado por elcualaboga[59].
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Leerla h isto ria: caminos a la h isto ria dela l iteratura colombiana
morigera un tanto, en esta obra, el carcter problemtico de h novela y laintencin crtica del autor.3
Como buen seguidor de los preceptos clsicos, Cortzar tampoco poda
admitir que la novela expresara los sutiles estados de nimo o las sensacio-
nes fugaces del individuo, o que laforma de laobra tuviera como objeto pri-mordial sugerir estas sensaciones con el uso de nuevos recursos literarios,hasta entonces no probados, como por esos aos estaba exigiendo elmoder-nismo. Cortzar consideraba que el cuidado de la forma echaba a perder la
"sencillez y la naturalidad propias de la novela' : y que la presencia de prosa
potica en ellaiba en contra de la especificidad del gnero, que sibien tole-raba lopotico en determinados pasajes (como ladescripcin y laexpresinde los sentimientos), no deba convertirse en "un pedazo delirismo en pro-sa" [S2]. Adems, como crea que la novela tena la funcin de expresar los
grandes afectos humanos, Cortazar lamentaba encontrar en ella el cultivodeliberado de las sensaciones, uno de los pilares de la esttica modernista:
"Cuando viene elgoce del sentido, lo espiritual se trueca en materia, el arte
desaparece dejando elrecinto vaco" [lIS]. Resurreccin de JosMara RivasGroot, que era un relato de artistas a la manera modernista, fue validada porCortzar con el argumento de que el autor haba viajado extensamente por
Europa y,por lo tanto, tena un conocimiento objetivo, de primera mano, de, ,lavida y la cultura europeas, delas que presentaba un cuadro en su novela::
II
No todas las historias literarias de laprimera mitad del siglo estu-vieron basadas en elcriterio de que la literatura deba plasmar una serie de
valores intemporales en una forma bella. Baldomero Sann Cano, en susLetras colombianas (1944), consider que laobra literaria es, a un tiempo, el
producto del medio fsico y social en que sta se gesta y una creacin que sesepara crticamente de dicho medio e, incluso, es capaz de actuar sobre l,
3 Como sevioms arriba, estejuiciofue tambinel de OteroMuozy BayonaPosadaa lahora de sopesar elvalorliterario de Frutosde mi tierra. GmezRestrepo,por su parte, apre-ciaba ms la novelade Carrasquilla.En "La literatura colombiana" anot que Carrasquillahaba seguidolas huellasde Eugenio Daz en la "enrgicapintura de las costumbres popu-
lares"y habalogradopintar"la vida antioquea con no menostalento de observacin yvigorde expresin que los demostrados por Daz" [408].
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P ro bl emas d e l a h ist or ia d e l a n ove la col ombi an a en e l si gl o xx
modificndolo [S]. Obra y medio social son como dos planetas en unsistema planetario, en donde cada cuerpo ejerce una fuerza de atraccinsobre los otros que termina determinando todo el sistema [9]. En estahistoria la funcin de la literatura se circunscribe al mbito histrico de la
vida inmanente. Laobra es un documento inequvoco de lavida espiritualde la nacin en la que se gest y, a su vez, con su existencia, influye en el
desarrollo posterior de dicha vida espiritual [13]. La literatura es productodel devenir histrico e influye en ese devenir. Pero Sann Cano consideraba
que laliteratura era una actividad autnoma, diferente de la arenga poltica,el propsito didctico o el aleccionamiento moral. La literatura, sostena,
tiene como funcin principal el divertir; en ocasiones tambin ensea, perosu mrito fundamental "consiste en ser ella real y verdadera historia, o sea elrecuerdo de lasideas, sentimientos y aspiraciones de hombres sobresalientes
de un cierto pas o de una poca determinada, que en ocas iones puedenrepresentar elsentir y las aspiraciones de su pueblo, o de una parte conside-rable de sus componentes" [lS].
Basado en esta nocin sobre la funcin y la naturaleza de la literatura,Sann escribi una historia literaria que es, a un tiempo, una historia de las
ideas y de los movimientos literarios. Sus periodos trazan pocas en las quepredomina un est ilo l iterario y una ser ie de ideas sobre lahistor ia y la so-ciedad. Segn esta descripcin, la literatura colombiana comienza con un
periodo en elque dominaba la fuente espaola y colonial de aspecto clsicoy de tendencia histrica, mstica o burlesca; le sigue una etapa prerrevolu-cionaria sobre la cual influye directamente el romanticismo prctico de losrevolucionarios franceses con su interpretacin acomodaticia de la historia
de Grecia y Roma; luego vienen los primeros aos de la funcin indepen-diente en que el romanticismo literario de Rousseau y las ideas liberales de
Byron empezaron a mostrar horizontes nuevos en una poca detransiciny de tremendas zozobras urbanas, cuando pareca imposible consolidar enforma de nacin los principios invocados para fundrla; con los aos y los
estudios sobreviene una reaccin de tendencia clsica contra las ideas y lasformas predominantes; surge ms tarde, de nuevo, la ola romntica a la cual
se debe laaparicin de grandes talentos poticos, de maestros en la novela y
de tentativas dramticas dignas de memoria; por los aos de 1SS0una gene-racin nueva busca rumbos contra las corrientes del momento y contra las
teoras, el gusto y las exageraciones del clasicismo y del romanticismo, quedesembocaran en el modernismo; y la escena contempornea est domi-
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Leer la historia: caminos a la historia de la literatura colombiana
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nada por las tendencias surrealistas en las que predomina el "subconsciente
para litigar la realidad y el ensueo" [20-21].Los juicios de Sann Cano sobre las novelas que comenta intentan esta-
b lecer hasta qu punto influy elmedio sobre e llas y qu eslo que las hacedestacarse en su poca. Mara es, as ,la obra capital de un hombre de poca,
experiencia literaria y de ~imitados estudios que logra, emulando a "los gran-des maestros del estilo como Rousseau y Chateaubriand", plasmar la corres-
pondencia romntica de su espritu con la naturaleza. Suestilo de escrituraest empapado de esta correspondencia, lo que hace de la novela una buenaobra literaria [111]. En Manuela senotan, a un tiempo, elconocimiento queel autor,tena de los oficios campesinos y una agudeza que le permite a Dazobservar "con detenimiento y criterio sagaz los detalles mnimos en la vida
de cada personaje y les da realce en sus descripciones a los hechos caracte-rsticos sin tomar en cuenta lo sealadamente accesorio" [41]. De aqu que
la novela sea una excelente obra realista, con un estilo sobrio, en la que lasacciones, las opiniones y las palabras de cada personaje concuerdan con "sucarcter, con su gnero de vida, con su educacin y con elambiente de lano-
vela" [139]. Las obras de Rivera y de Carrasquilla, al formar parte de la litera-tura modernista, comparten algunos de sus rasgos. Enel caso de La vorgine,"la tensin lrica sirve para pintar el sufrimiento humano y solicitar mpetu~de rebelda en lasrazasvencidas y explotadas sin misericordia" [19St'Af con-
trario de Cortzar y de Gmez Restrepo, Sann Cano lamenta la abundancia
de descripciones y la mnuciosidad de la pintura de costumbres en lanovela.De acuerdo con l, elhilo narrativo de La vorgine sepierde no por los pasa-
jes lricos sino por las descripciones [199]. En el caso de Carrasquilla, el no-velista comparte algunos rasgos con el modernismo, aunque pertenece "a lacorriente naturalista morigerada por el prestigio de algunos escritores espa-
oles como Pereda y Emilia Pardo Bazn': El realismo de Carrasquilla no es,
sin embargo, una mera copia de modas literarias, sino una respuesta literaria
personal a la situacin histrica. Carrasquilla quera expresar la experienciahumana, y por eso no se someta del todo a los dictmenes naturalistas de laobservacindesapasionada.Por eso, Frutosde mi tierra est profundamen-te influida por la personalidad del escritor. Adems, Carrasquilla, como sus
contemporneos modernistas, tiene un estilo literario marcado por su acer-camiento a la expresin oral delasgentes dela poca,y sus obras dan forma a
losproblemas y la sensibilidad de sus contemporneos, incluso a sensibilida-des muy difciles de retratar, como la de los nios [200-201].
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Problemas de la historia de la novela colombiana en elsiglo xx
En sus Consideraciones crticassobre la literatura colombiana, publicadaselmismo ao que ellibro de Sann Cano, RafaelMaya tambin sostuvo queel medio histrico y social era fundamental para entender la produccinliteraria de una poca determinada, que una historia literaria debe encar-
garse del medio histrico y social, y no de medir qu tanto plasma una obraun ideal intemporal. Pero Maya, alcontrario de Sann Cano, no crea que laobra, por su propia originalidad, seseparara del medio social y lo transfor-mara. Sujuicio sobre la produccin literaria colombiana tambin era ms
desfavorable que el de Sann Cano: "No esposible que un pueblo adoles-cente pueda ostentar ni autonoma de conciencia, ni l ibertad de criterio, nimadurez de pensamiento. En ese caso nos hallamos (...) La plenitud socialde una nacin es cosa de siglos. Primero cuaja laraza en moldes de estabili-dad especfica, y despus se fijasu pensamiento" [7]. La cultura colombianaera una cultura en formacin. An nohaba en Colombia un arquetipo idealdel colombiano y;por lo tanto, era imposible que se escribiera una obra li-
teraria verdaderamente importante.4 Por el contrario, en algunos pases la-tinoamericanos se haba alcanzado un estado ms avanzado de la cultura, y
por eso se haban escrito obras literarias que eran expresiones de su propiacivilizacin: "Creo que Mxico, Chile y Venezuela, por ejemplo, comienzana crear la novela americana. Me parece que en la Argentina elpensamientofilosfico pugna por acondicionarse a la ndole de la conciencia nacional. La
lrica del Brasil tiene yaun acento propio, inconfundible" [9].5Maya, como Sann Cano, crea que el modernismo haba dejado una
huella indeleble en toda la literatura posterior, incluidas la prosa y la no-
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4 P or e sos mis mo s a os . en s u co nf er enci a t it ul ad a " Qu e s u n cl s ico ?" , T. S . El io t
empleaba una tes is s imilar para argumentar que una obra c lsica slo poda ser producto deuna civil izacin que haba llegado ala mayora deedad: "Un clsico solamente puede 'suceder'
enuna civil izac in madura, en una lengua y una l it eratura maduras ; y t iene que ser obra de unespritu maduro. Laimportancia de esa civil izacin y deesa lengua, as como lacapacidad decomprensin del poeta individual, son [as que le dan universal idad" [521. Ambos cr ti cos,conservadores pero con un agudo sentido del carc ter his tri co de la cul tura y la l i te ra tura .
us aro n a men udo s mi le s d e co rt e o rg ni co . c omo e l d e l a j uven tud , la ma du rez y la de ca-dencia, para explicar procesos culturales,
5 Es muy interesante que esta l is ta sobre la madurez espir itua l y l it erar ia de a lgunasnaciones latinoamericanas la encabece el gnero novelesco. Esto implica que Maya conside-
raba que lanovela, en tanto forma, tena una importancia considerable en lali teratura de una
nacin. Ensu l ibro , y de manera concordante con su tes is sobre [a inmadurez dela cul tura enelpas, le dedica muypocaspginasa la novelacolombiana.
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Leer l a his tori a: caminos a la his tori a de la l it eratura colombiana
vela.6Pero, de acuerdo con Maya, esta huella era ms bien catastrfica. Los
prosistas del siglo XIXhaban escrito una prosa "claray robusta", "poniendoellenguaje al servicio de las ideas y nada ms, y haciendo que larelacin en-
tre estos dos elementos resultara tan estrecha, indisoluble y amorosa, comoacontece entre los buenos amantes" [55]. Losmodernistas, en cambio, haban
insistido en mezclar la poesa lrica con los otros gneros. Destruyeron lavie-ja arqui tectura de la novela y de la crt ica. Convirt ie ron a launa en poemanovelesco y a la otra en ensayo [78]. Las novelas contemporneas, ajuicio deMaya, haban perdido la sustancia del gnero, el argumento, la accin:
Lesfalta lo esencialde la concepcin novelstica:un nudo dramtico,un
procesovivo,un movimientodinmico,algo,en fin,que imitelasfuerzasrealesde la existencia.Lessobra,en cambio,bellezapotica,ambienteespiritual,intensidadsubjetiva, paisajeexterior.Deallque seatan difcilleerestaclasedenovelas,sobre todo cuandosus autoresson consumadosestilstas.[81]
Maya aada que su comentario sobre la novela no era del todo peyora-
tivo. Novelas de este corte las haba muy bellas, superiores a las viejas pero,en todo caso, el cambio histrico implicaba una confusin y una arbitrarie-dad que no deban pasar desapercibidas. Ellas eran sn tomas de una cri si s
histrica,que Mayaidentificabacon la modernizacin tecnolgicaysocial, ,y que llamaba "la brbara imposicin de un tiempo sin escrpulos, Sin pie-dad y sin belleza' [83].
Otros h istoriadores y crt icos de la primera mi tad del siglo sealaron
que la situacin de la novela en Colombia era bastante difcil. Javier ArangoFerrer, en la introduccin a suapartado dedicado a lanovela en La literatura
de Colombia (1940), indicaba que, en el pas, la novela segua siendo consi-derada, junto con el teat ro, un hermano menor dela poesa , a pesar de queel gnero contaba con una serie no despreciable de obras maestras : "Si en
80 aos slo hubiera producido Colombia la Mara, El Moro, La Marquesade Yolomb y La vorgine, t endra lo sufic ien te para cancelar su deuda enun gnero que no prodiga las obras ejemplares" [66]. Pero, adems de estasobras, en Colombia se haban escrito otras de cierto valor, como Cuatro aos
a bordo de m mismo, David, hijo de Palestina y Risaralda. Aun as, aadi, lasituacin de la novela en el pas segua siendo precaria.
6 En su historia de la literatura, Maya ent iende por prosa la cr ti ca , l a ora tori a y laprosap er io d st ic a. N o i nc luy e e l c uen to y l a n ov el a e n e st a c la si fi cac i n.
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En 1940,Arango Ferrer no explicqu entenda por la situacinpre-caria de la novela,pero en su libro posterior, Horasde literatura colombia-na, publicadoporprimera vezen 1963,se encuentra una exposicinde lascondiciones que hacen de la escritura de novelas una actividad dif c il enColombia. Sostiene Arango Ferrer que, sibien a finales de ladcada del cin-
cuenta y principios de la del sesenta se dieron esfuerzos espordicos queincitaron la produccin de novelas en el pas, esto no implicaba lacreacinde verdaderas condiciones profesionales de trabajo:
Una cosa es la novelsticacomo climapermanente de la produccin con
todaslasgarantasde edicin,distribuciny lucrodelnovelistaprofesional.Otra muydiferenteesla novelera queprovocelfugazconcursodelaEsso
Colombiana en 1962para premiar con dinero y otros halagos la mejornovelanacional.[95]
Lo que entenda Arango Ferrer por condiciones propicias para la pro-duccin novelstica en el pas era condiciones de profesionalizacin: un
mercado estable, que ofreciera al escritor la posibilidad de dedicarse, exclu-
sivamente, a la escritura, sin necesidad de ejercer otros oficios para podersobrevivir.?
Arango Ferrer tambin tena una concepcin distinta acerca del papeldel rea li smo y el canon l ite rario colombiano de la de los h is to riadores de
corte ms conservador en lali teratura colombiana. A pesar de que ArangoFerrerrepetaeljuiciode stos deque La vorgine eramsunapicadeunafutura Amrica que una novela moderna, y de que creyera que la tradicin
rea li sta en Lat inoamrica deba ms a la novela p icaresca y a la narra tiva
7 En 1942Nicols RayonaPosadahaba hecho una observacinsimilar a la deArangoFerrer. Ensu Panoramade la literatura colombiana sealque elgnerohistrico, eldram-
ticoyel novelescoeranextremadamentepobresenColombiaa causadelabajaprofesionaliza-cin del escritor. No obstante,su comentario simplementeestablecala preeminenciadeotrosgnerosfrente alos yamencionados:"Elgneronovelescohaflorecido enColombiademaneraabundante aunque espordica,aliado de otros s cultivados con esmero.Tenemos novelasadmirables,pero contamoscon escasos novelistas" [103J.Cincoaosmstarde,enun artculopublicado enla Revistadelas Indias, CarJosArturo Caparrosatransform estaidea sobre unprocesohistrico enunosobreelsernacional: "El colombiano -no recuerdosiestaobserva-
cin hasidodichao estampadapor alguno- esunhombre,y entrminos aristotlicos mejor,un animal lrico y poltico. Deaququelos gnerosliterarios de]a predileccin nacionalhayansido, por unaparte, la poesalrica; por la otra, la oratoria, el periodismo y elensayismopol-tico" [439J.
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que lavida socialde Bogot ofreceun campo de observacin suficientementeamplio al novelista [14]; que Jos Antonio Osorio Lizarazo equilibra la des-cripcin psicolgica del personaje con la del mundo fsicoy social que lo ro-dea [15]. De Cuatro aos a bordode m mismo destacaron, siguiendo eljuicio
de JavierArango Ferrer, el esfuerzo de Zalamea Borda por representar lite-rariamente la realidad nacional [16]. La novela colombiana, segn nuestros
autores, haba seguido un desarrollo paralelo al resto de la novela moderna:
primero fue romntica, luego costumbrista y realista. A mediados de siglo,consideraban, la tendencia dominante en la narrativa nacional haba sido se-
alada por La vorgine, de Rivera,una reactualizacin eminente de "lanovela
contempornea de sabor realista" [18].Por esarazn, losnovelistas colombia-nos en los ltimos aos haban encaminado sus esfuerzos en dos direcciones
dignas demencin: lanovela psicolgica y lanovela de intencin social [18].
III
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El debatesobre laimportancia de lanovela como gnero cedi pasodefinitivamente a otros debates a mediados de siglo con la publicacin de laEvolucin dela novelaen Colombia de AntonioCurcio Altamar.Estahistoria,de la novela, premiada por la Academia Colombiana de la Lengua eh 1953,
finalmente consagr el gnero en los crculos ms conservadores del campointelectual del pas.Como JavierArango Ferrery Baldomero Sann Cano antes
que l,Antonio Curcio consider las novelas desde un punto devista eminen-temente literario, sibien en algunos de sus juicios tena lamisma opinin que
algunos crticos de tendencia conservadora. Su opinin sobre elnaturalismo,por ejemplo, es fundamentalmente la misma que la de Roberto Cortzar: elnaturalismo haba sido una tendencia literaria pesimista, que pona el acento
exclusivamente en "los aspectos srdidos y ruines de lavida"y quebraba aslas
leyes del buen gusto [140].No obstante, Curcio Altamar no comparta laideade quela literatura fuera laexpresin, en una forma bella,de valores intempo-rales. No crea que el anlisis de la sensualidad, en la narrativa modernista,
implicara apartarse de las reglas del verdadero arte, como haba opinadoRoberto Cortzar. Por el contrario, uno de susrasgos valiososy originales haba
sido elanlisis de ese campo desconocido para la novela hasta ese momento, y
si Vargas Vila hubiese hecho verdadero anlisis de la sensualidad, probable-mente su obra literaria habra sido mucho mejor de loque fue [172].
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Problemas de la historia dela novela colombiana enel siglo xx
La extensin de su estudio y eltiempo de investigacin que emple enhacerlo le permiti a Curcio Altamar cubrir una serie de aspectos con res-
pecto a lahistoria de la novela que las anteriores historias no haban consi-derado. Curcio Altamar cotej la produccin literaria nacional con novelas
del resto de Amrica Latina y Europa, como haban hecho Baldomero SannCano y otros autores antes que l, pero aventur una serie de comparacio-
nes nuevas~ No slo indic, por ejemplo, la relacin entre El moro de JosManuel Marroqun y Black Beauty, de Ann Emma Sewell,sino que tambinseal una relacin temtica entre aquella y el relato "Kolstomero" de Len
Tolstoi, que muy seguramente Marroqun haba ledo [136-137]. Compar
las novelas de Carrasquilla con las de Pereda, sealando sus diferencias, yde este modo se enfrent a uno de los juicios cr ticos ms repetidos has tael momento. Desde elpunto de vis ta de Curcio , las novelas del autor an-tioqueo no adolecan de la nostalgia, el didactismo y el moralismo de lasdel espaol, sino que contemplaban el mundo apartndose de los dogmasfilosficos y religiosos, y en esto sus obras tenan ms en comn con las dePrez Galds que con las de Pereda. Fue, adems, uno de los primeros his-toriadores en pronunciarse sobre De sobremesa. Sostuvo que la originalidad
de la novela de Silvano slo sedeba a lamezcla de gneros, sino tambin ala perfecta amalgama entre las corrientes de la poca en la novela francesa yla personalidad del autor [155].
Curcio Altamar introdujo adems en su historia los juicios delosescri-tores sobre sus propias obras para apoyar sus tesis crticas. Cit las cartasde Marroqun para sostener que ste haba comenzado por ser un autor ro-mntico, y que, pasando por el costumbrismo, haba desembocado en un
tipo de novela ms o menos realista [134]. Cit las "Homilas" de TomsCarrasquilla para argumentar que la concepcin de la literatura de ste noconsi ta en retratar las par ticular idades de una regin, s ino que quer a , apartir de la representacin de circunstancias histricas concretas, trazar uncuadro de lanaturaleza humana. Cit tambin elpasaje de una carta de Ca-rrasquilla para afirmar que ste no haba sido un novelista naturalista, sinoms bien un realista crtico [140-141].
Adems, Curcio fue el primer historiador en sealar explcitamente la
influencia de la crtica literaria nacional en la produccin novelesca. De
acuerdo con l, por ejemplo, el naturalismo no haba arraigado como mo-vimiento literario en Colombia por "la vigencia casi exclusiva de la crtica
literaria idealista y catlica' [140]. La insistencia en el idealismo yel buen
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gusto no haba dado paso a laproduccin de novelas de corte ms descar-nado en elpas. Tambin coment que elmismo afn moralizador de la cr-tica imperante en Colombia haba impedido, en muchos casos, como en elde Pax, que la novela se convirtiera, en realidad, en una crtica amplia de
los defectos de la vida poltica colombiana y latinoamericana [162J. Yano-t, como una falla de la crtica en Colombia, la incapacidad de haber dadocuenta de la novela hasta el momento, a causa de su ndole neoclasicistay meramente formal [187]. Contempl, adems, con cierta preocupacin,la crtica literaria de su poca, que l vea excesivamente parcializada porrazones de orden poltico o personal. Tal crtica, que arremeta contra lasnovelas nacionales en bloque para hacer desconcertantes panegricos, o,porel contrario, guardar un silencio rencoroso cuando apareca una de ellas,no estaba cumpliendo con la funcin de la crtica de sopesar la produccinliteraria. Por esta razn, era parcialmente culpable de que la novela nacionalfuera refractaria a las ltimas tendencias narrativas mundiales, es decir, las
obras de Marcel Proust, James Joyce, Franz Kafka, Aldous Huxley, ThomasMann, Virginia Woolf y Miguel de Unamuno.
Curc io Altamar comparta la idea de Javier Arango Ferrer de que latendencia realista haba refrenado, en la novela colombiana, las tendenciasexpansivas y sentimentales del romanticismo [117]. Consider que esta ten-dencia realista era una caracterstica del gnero en Colombia. Lanovela, en'elpas , no haba estado al margen de los sucesos y dela idiosincrasia,de lanacin, sino que, especialmente a principios del sigloxx,haba incorporadola realidad al arte y habia elevado todos los sucesos a categora novelable[162]. La excelencia deLa vorgine y su carcter paradigmtico sedeban a
que la novela era elretrato fielde una realidad hasta entonces poco novela-da (la agresividad de la selva tropical) y del conflicto del hombre contra elhombre [177]. Esta obra de Rivera abri una nueva temtica para la novelaposterior, que hasta entonces sehaba concentrado slo en "laspasiones po-lticas, los gustos refinados de la clase alta y la caracterizacin costumbris-ta de las gentesrsticas" [179].Adems,La vorgine inaugur un tipo denovela en la que la narracin no se subordinaba a una verdad o una seriede convicciones comunes, sino en la que elindividuo seexpresaba en todasu originalidad:"Con la publicacindeLa vorgine queda fijadoun hito yse inicia en la novela hispanoamericana una nueva fase: la explotacin detemaspropios en formapersonalsima"[185]. Estatendenciarealistaestabavigente en las novelas contemporneas: "Caracterzase la novela contempo-
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rnea por una vuelta entusiasmada a la tierra y por su empeo en reflejarms al vivo, y con mayor precisin y calor,la sociedad colombiana, el mediode vida y los problemas del hombre nacional" [188].
Sin embargo, Curcio Altamar no crea, como Javier Arango Ferrer, queesta tendencia realista fuera algo fundamentalmente positivo. En la novelacontempornea, Curcio Altamar veaque elafn de tratar los problemas so-ciales iba en demrito de la consideracin del destino individual humano;adems, pensaba que laherencia costumbrista del retrato inmediato de unarealidad regional pesaba demasiado en la narrativa del momento y le im-peda intentar gneros como elfantstico y dar cuenta de los efectos de lasociedad moderna en la conciencia del individuo:
Ensayadasse han vistoen nuestra patriatodaslas modalidades y tenden-cias de la novelsticauniversal,excluidas solamentelas novelas de tipofantstico,intelectualistao cientfico.Revelaesto,por una parte,que nues-tras letras postmodernistas, especialmenteen lo que se refiere a obras
narrativas,se encuentranan muyalejadasde aquellavigorosayexageradareaccin que en la literaturaeuropea se instaur contra el naturalismoyfue parte a producir valiosasnovelasfantasistaso de alucinacin;y, porotra, nos testimonia que nuestros novelistas,hoy ms acorralados quenunca,en elejerciciode susfacultadescreativas,por elpeligrode losprose-litismos,no han acertadotodavaa preocuparsepor lasdolorosasy univer-sales condiciones del hombre dentro de una civilizacin materialista,tcnica y mecanizada.[191]
1\
La inclinacin en el pas hacia el realismo de corte costumbrista, argu-mentaba Curcio Altamar, quiz podra deberse a un afn de adaptacin delos novelistas almercado, yaque era un gusto formado del pblico delapo-ca. Por esta razn, muchos de los novelistas colombianos contemporneosno sehaban fijado enlasnuevas tendencias dela novela "menos atentas hoyen da al realismo y a los efectos argumentales que a los procedimientos y alvirtuosismo de la novela" [192].
Por eso consider importante indicar qu autores haban explorado, obien la novela de corte psicolgico, o bien tcnicas impresionistas que da-ban una preponderancia alestilo narrativo por encima del hilo argumenta!.stas son las primeras novelas que comenta en su captulo sobre "La novelacontempornea': que concluye con las de ms valor de la tendencia realista
costumbrista ya tradicional en laliteratura colombiana.
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Curcio Altamar comparti la idea deRafaelMaya de queel modernis-mo habatenido un enormeimpacto enla narrativaposterior,aunquenoloconsider tan catastrficocomo lo vea Maya. Aunque el modernismo nosehabacaracterizadopor la produccin de cuentoso novelas,y habapre-
ferido, por el contrario,gneroscomo el relato deviajes,el ensayoculturalo artstico o la crnica personal,"lascaractersticasdetal corriente literaria
penetraron conhondura dentro de nuestranovela nacional; en forma quehastaen la cuartadcadadel sigloxx aparecernnovelastodava solcitasde los interesesmodernistas" [153].Por estarazn, considerjusto incluir,por primera vez en lahistoria literaria colombiana, un captulo dedicado a lanovela modernista, que situ entre la novela realista y la novela terrgena.8
Adems, Curcio Altamar hizo referencia, si bien de pasada, a uno de losproblemas que ms preocuparan a lahistoria literaria de finales del siglo XX:la pregunta por dnde fijar el lmite entre la narrativa del siglo XIXy la del
siglo xx. Coment, sin mucha conviccin, laopinin deFederico de Ons deque la obra de Toms Carrasquilla era parte de la literatura postmodernistay fundabala novela del siglosiguiente,por launiversalidad delmaterialna-rrado y por su fielreproduccin del lenguaje popular [141]. Personalmente,l abogabamsbienpor considerarLa vorgine elpuntodepartidadelano-vela posterior. Por una parte, lanovela de Riverahaba descubierto un nuevo,material novelable no slo en eltema dela selva, sino tambin en el conflictoentre los hombres. Esta obra iniciaba, pues, en Colombia, la novela modernacomo gnero problemtico, porque no retrataba una serie de ideales intem-porales en una forma bella ni resolva las contradicciones de su momentohistrico, sino que laspresentaba, en toda su discordancia, en laobra misma.Por otra parte, Curcio Altamar seatrevi a insinuar que en laobra de Riverahaba un comienzo de superacin del realismo, con la introduccin de losdelirios del protagonista: "No envuelve despropsito alguno suponer en estapenetracin onrica y subconsciente de la selva, y en el animismo potico,
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8 Esde notar que Antonio Curcio Altamar no comparta laopinin de Baldomero SannCano de que la obra de Toms Carrasquilla y la de Jos Eustasio Rivera deban considerarseparte del modernismo. Con respecto a Carrasquilla. Curcio Altamar prefiri sealar la pol-mica que haba llevado a cabo el autor antioqueo en pro de l realismo y en contra de lastendencias cosmopolitas de la literatura modernista[153-1541. Sostuvo, adems, al contrariode loque haba afirmado Sann Cano, que la reproduccin, en las novelas de Carrasquilla, delhabla contempornea que secombinaba con elpropio estilo del autor, era enteramente dife-
rente de la voluntad de estilo modernista, preocupada, ms bien, por la formulacin de unacompleja sensibilidad en trminos de una cultura cosmopolita.
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un intento -preconcebido o no- de alcanzar, ms all de las apariencias,un mundo selvtico superreal, reflejado en las zonas oscuras y profundas dela conciencia ilgica"[182]. Estosjuicios constituyen las primeras opinionesacerca de dos debates que fueron dominantes en las historias de la literatura
posteriores: elproblema del abandono del realismo yel de los lmites entre lanovela del sigloXIXyla del sigloxx.
IV
Luego del establecimiento de un mercado masivo de narrativa enelpas y lavalidacin contundente dela novela latinoamericana que impliclairrupcin delBoom en la escena internacional, ya no sejustificaba debatirsobre qu tan meritoria era la funcin de la novela o sobre la importanciadel gnero con respecto a la lrica o a la oratoria. El debate sobre la exis-tencia o no de una tradicin novelesca nacional tambin se transform. ElBoom implicun reconocimientode la novelalatinoamericanacomopartefundamental de la literatura contempornea, tanto entre el pblico msamplio como en las universidades y en elmbito de la crtica especializada.Losnovelistas delBoom inauguraron debates que sacudieron la historia lite-raria en Latinoamrica y Colombia. Uno de ellos fue la cuestin de laimportancia de lanovela latinoamericana anterior a la dcada del cincuentay a laobra de Miguel ngel Asturias y Alejo Carpentier.9 Otro fue el debatede las fronteras entre lanovela latinoamericana del siglo XIXy ladel Xx. As,
9 Este debate,cuyo antecedente en Colombiason las anotaciones de Antonio CurcioAltamarenEvolucindela novela enColombia, comosevio msarriba,ya figurabademaneraun poco ms notable en las historias literarias de los sesenta. Sirvan como ejemplo las anota-cionesde JavierArangoFerrerenHorasde literatura colombiana. El crtico antioqueo, queconsideraba la tendencia realista como labase del gnero novelesco, afirm, sin embargo, queGarca Mrquez estaba inaugurando una propuesta nueva en la literatura colombiana: "elestilo de Garca Mrquez, en cuentos y novelas, es un milagro de asimilacin, eleco delejanasinfluencias renacidas en un nuevo mundo: el de sus excelentes novelas, en las que iniciaColombiaun nuevoestilo,tan nicoe inimitablecomofueel de don TomsCarrasquilla ensutiempo"[149-150]. No obstante, ArangoFerrerno pensaba que los experimentosnarrativosdel U/ises de Joyce,que rompencon losprincipiosde figuracin realista,fueranun caminoaseguir para la literatura colombiana: "Afortunadamente, son pocos los discpulos deestereno-vador de laliteratura. Ellosera como sielContinente, que apenas est descubriendo sutcnicay su estilo, pretendiera la integracin de los valores con la desintegracin de los procedi-mientos" [1521 .
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durante las dos ltimas dcadas del siglo xx, las historias de la novelatuvieron que hacer frente, fundamentalmente, a tres problemas: el estableci-miento de un canon, de una periodizacin y de un punto departida para lanovela del sigloxx.
El deslinde entre la novela del siglo XIXy la del siglo XXest ntima-mente relacionado, en historia literaria, con elproblema del cambio de unanarrativa realista a una que, debido a la situacin histrica, ya no aspira a laobjetividad. La narrativa realista tena como presupuesto la creencia en unorden objetivo que era copiado de forma directa por elnovelista a travs deunos medios artsticos transparentes; la narrativa del siglo XXya no presu-pone la existencia de un orden objetivo homogneo ni, por lo tanto, puedecreer en la existencia de unos medios trasparentes que transmitan, de ma-nera unvoca e inmediata, una realidad exterior heterognea. Esteproblemaconcierne tambin a la historia literaria latinoamericana, que ha intentadoestablecer elmomento histrico en el que la novela del continente comenz
a abandonar los presupuestos realistas para dar paso a una narrativa de ca-rcter ms experimental.
Un ejemplo interesante de historia de la literatura latinoamericana enla que se observa con cuidado elproblema del deslinde entre la novela delsigloXIXy la delXX,con baseen el problemadel realismo,eslaHistoriade ,la literatura hispanoamericana a partir de la Independencia (1980), de JanFranco. Franco seala que el debate alrededor del realismo en Latinoamri-ca esuna cosa reciente:
Hastahace relativamentepoco tiempo las novelasrealistasy regionalistasse consideraban como formas caractersticas de la prosa hispanoameri-cana,y por lo comn las historiasde la literaturaterminabancon estudiossobreescritorescomoRicardoGiraldes,RmuloGallegosyHoracioQuiroga.
Desdeentonces,el debatede losnarradores delBoom hadejadouna huella considerableenlashistorias literarias escritasdurante lasdcadasdel setenta y elochenta.Valgacomoejemploellibro deSeymour Menton,entrehistoriay crticaliteraria,Novelacolombiana:planetasy sat-lites (1978). En unadeclaracin de propsitos, Menton sostienequesu obraseorigin por laantipata que senta frentea las afirmaciones de Fuentes,Vargas Llosa y otroscrticos,dequela novelade creacin seiniciacon ellos,o tal vezcon Carpentier y Asturias en 1946.Frentea laenorme acogida que estasdeclaraciones han tenido en la crtica contempornea, sostieneMentan, lse vio en la obl igacin de hacer una relectura cr tica delas principales novelas dels ig lo XIXy la p rimera mi tad del siglo XXpara descubri r en e ll as"los ingredientes artsticosque les han permitidosobrevivir superando los cambios de gusto epocal" (5). EllibrodeMenton dedicasendoscaptulos a Frutosdemi tierra y La vorgine.
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Problemas dela h isto ria de la novela colombiana enel sig lo xx
Desde 1940 lavisin ha cambiado. Lageneracin contempornea seha rebe-lado contra lasnovelasdocumentales y contra laliteratura de denuncia excesi-vamente simplificada.Inevitablemente, adopta una actitud muy crtica respectoa losestilos delpasado. [215]
Sin duda alguna, una vez la novela latinoamericana se desembaraz dela necesidad de presentar sus materiales con verosimilitud, "una vez se sin-tieron libres para usar elflujo dela conciencia joyceano, eltratamiento de lamemoria y del tiempo a lo Proust, la parodia dadasta, la fantasa surrealista,etc., seprodujo un gran brote deenerga creadora y sedesarrollaron estilos ytcnicas completamente nuevos" [337].As,la nov
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