LAS INCURSIONES DEL INDIO BLANCOPOR LAS PAMPAS
Grupo de Estudios HistóricosPichi Witru
Rufino (Santa Fe)
Norberto Mollo Ennio Vignolo
2011
1
LAS INCURSIONES DEL INDIO BLANCO
POR LAS PAMPAS
NORBERTO MOLLO ENNIO VIGNOLO
Asamblea 480 Pueyrredón 229
(6100) RUFINO (6100) RUFINO
SANTA FE SANTA FE
( 03382-427214 ( 03382-428192
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GRUPO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS PICHI WITRU
RUFINO
SANTA FE
2
LAS INCURSIONES DEL INDIO BLANCO POR LAS PAMPAS
INTRODUCCIÓN
El legendario “Indio Blanco” fue un notable aborigen autónomo ranquel, que
habitaba en el paraje del Cuero, desde donde incursionaba por las Pampas de los
actuales norte de Buenos Aires, sur de Santa Fe, sur de Córdoba y sur de San Luis.
La Laguna del Cuero (Trülke Lavken en ranquel), situada 33 km al O.S.O. de la
ciudad de Villa Huidobro, cabecera del departamento General Roca, provincia de
Córdoba, fue el asentamiento de este aborigen. El paraje se caracterizaba no sólo por un
importante cuerpo de agua, sino también por un extenso y tupido monte. El monte del
Cuero y la laguna del Cuero eran unos de los manantiales más codiciados en la zona en
aquel tiempo, según la descripción dada en los escritos de Mansilla: “La Laguna del
Cuero está situada en un gran bajo. A pocas cuadras de allí el terreno se dobla ex
abrupto, y sobre médanos elevados comienzan los grandes bosques del desierto, o lo
que propiamente hablando se llama Tierra Adentro”1 “Estos montes del Cuero se
extienden por muchísimas leguas de norte a sur y de naciente a poniente; llegan al río
Chalileo, lo cruzan, y con estas interrupciones van a dar hasta el pie de la Cordillera de
los Andes”2 “Hermosos, seculares algarrobos, caldenes, chañares, espinillos, bajo cuya
sombra inaccesible a los rayos del sol crece frondosa y fresca la verdosa gramilla,
constituyen estos montes”3 “...no he visto jamás en mis correrías por la India, África,
Europa, América, nada más solitario que estos montes del Cuero. Leguas y leguas de
árboles secos, arrasados por la quemazón; de cenizos que envueltas en la arena se alzan
al menor soplo del viento; cielo y tierra: he ahí el espectáculo.”4
Según la mitología mapuche, el nombre dado a la laguna, se debía a un monstruo
imaginario que presentaba uñas y garras, y que ocasionalmente atacaba los bañistas,
preferentemente mujeres, arrastrándolos al fondo de la laguna. “El Cuero Vivo, el Huaca
Mamül, Lafquén Trilque, Palo Vivo, parecen referirse a un mismo ser que tiene
connotaciones demoníacas y habita en los espejos de agua”5
1 Mansilla, Lucio V. 2000. Una excursión a los indios ranqueles. El Aleph. Vol. 1. p. 762 Ibídem. p. 773 Ibídem. p. 844 Ibídem. p. 855 Fernández, César. 2009. Relatos y romanceadas mapuches. Biblioteca de Cultura Popular. Ediciones del
Sol. p. 13
3
Ubicación de la laguna El Cuero. Mapa de Thamm y Castellanos. 1902.
El Cuero no fue la única morada del Indio Blanco. Cuando el agrimensor Juan
Ignacio Alsina realizó la mensura del lote Nº 2, fracción B, sección VIII de la Provincia de
La Pampa en 1882, menciona otro sitio de asentamiento de este jefe ranquel. “Loocó es
una aguada compuesta de una laguna de lluvia como de 100 m de diámetro, rodeado de
médanos bajos. Hay tres jagüeles como de 10 m de diámetro cada uno, y estan
dispuestos como para bebidas de hacienda. Esta laguna ha sido campamento del Yndio
conocido bajo el nombre de Yndio Blanco”6
Respecto de su apelativo hay al menos tres posturas. Se supone que el nombre de
“Indio Blanco” hacía referencia a su tez mas clara, posiblemente por su ascendencia
mestiza. También que su apellido era Blanco, oriundo de San Luis. Es probable que
ambas hipótesis sean ciertas. Asimismo existe la versión de la descendiente de
ranqueles, doña Ángela Mariqueo (que recoge Enrique Stieben en su “Toponimia
araucana”), según la cual el nombre aborigen del Indio Blanco era Metileo o Melileo.
Lo real es que fue una figura prominente, que con escasos indios de lanza,
mantuvo en vilo a las fronteras en la década de 1870. Su actividad no se reducía al
malón, sino que además se dedicaba a comerciar ganado, viajando a numerosos lugares,
e inclusive a Chile mismo, donde estaban los principales ganaderos que adquirían los
animales que se extraían de las Pampas.
6 Dirección General de Catastro de la Provincia de La Pampa. Libros Azules. Sección VIII. Fracción B. Lote 2. Mensura del agrimensor Juan Ignacio Alsina. 1882.
4
EL INDIO BLANCO SEGÚN MANSILLA
En su célebre obra de 1870 “Una excursión a los indios ranqueles”, Lucio V.
Mansilla hace reiteradas referencias al Indio Blanco:
“A la orilla de ellos vivía el indio Blanco, que no es ni cacique, ni capitanejo, sino lo que
los indios llaman indio gaucho. Es decir, un indio sin ley ni sujeción a nadie, a ningún
cacique mayor, ni menos a ningún capitanejo; que campea por sus respetos; que es
aliado unas veces de los otros, otras enemigo; que unas veces anda a monte, que otras
se arrima a la toldería de un cacique; que unas anda por los campos maloqueando,
invadiendo, meses enteros seguidos; otras por Chile comerciando, como ha sucedido
últimamente. Toda la fuerza de este indio, temido como ninguno en las fronteras de
Córdoba y de San Luis, y tan baqueano de ellas como de las demás, se componía en la
época a que voy a referirme, de unos ocho o diez compañeros de averías. Con ellos
invadía generalmente, agregándose algunas veces a los grandes malones. Como en
aquel entonces los campos al sur del Río Quinto y el Río Cuarto eran una misma cosa
-dominio de los indios-, las invasiones se sucedían semanalmente, día por medio, y hasta
diariamente. El héroe de estas hazañas era, por lo común, el indio Blanco. El camino del
Río Cuarto a Achiras fue cien veces campo de sus robos y crueldades. A mi llegada al Río
Cuarto era imposible dejar de hablar del indio Blanco; porque, ¿a dónde se iba que no
oyera uno mentar los estragos de sus depredaciones? ¿Quién no lamentaba sus ganados
robados, lloraba algún deudo muerto o cautivo? El tal indio tenía un prestigio terrible”7
El propósito de Lucio V. Mansilla era el desalojar al Indio Blanco del Cuero,
obligandoló a que se retire tierra adentro. Para ello utilizó una estrategia similar al
accionar de este aborigen. Contrató a seis gauchos que habitualmente se dedicaban al
robo y al saqueo, con el objeto de maloquear en forma persistente a los indios, hasta
hacerlos huir del lugar. La paga para esta labor fue de diez pesos mensuales mas ropa,
comida, caballos y armas. Además los gauchos podían disponer del botín obtenido,
siempre y cuando cumplieran su objetivo. Esta metodología dio resultado, por
consiguiente el Indio Blanco emigró temporariamente a otra región, aunque
posteriormente vuelve a su asentamiento del Cuero.
Una vez arribado a Leuvucó, Mansilla se entrevista con el cacique ranquel Mariano
Rosas, donde tratan un acuerdo de paz. Sin embargo el Indio Blanco, con su gente,
merodeaba por el lugar con intenciones hostiles. Mariano Rosas se mostró muy
7 Mansilla, Lucio V. 2000. Una excursión a los indios ranqueles. El Aleph. Vol. 1. p. 77
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disgustado por la actitud del Indio Blanco, ya que no reconocía su liderazgo, demostrando
de esta manera su autonomía y rebeldía, la que habría de conservar por muchos años, a
lo que se sumaba sus actitudes impredecibles. Cabe suponer que la actitud agresiva de
este aborigen en parte obedecía a la presencia de Mansilla, quien ya lo había expulsado
del Cuero, sintiéndose perseguido.
Del relato de Mansilla se deduce que el Indio Blanco no acuerda la paz, retirándose
a Toay, y de allí a la provincia de Buenos Aires, con el objeto de tomar ganado lanar y
comercializarlo en Chile.
LA MATANZA DE CHEMECÓ
Tal vez una de las mas grandes derrotas y pérdidas de vidas sufridas por las
fuerzas militares en la lucha contra el indio.
Las acciones hostiles de los indios que traspasaban la frontera, continuaban sin
pausa y con alto grado de violencia, que iba mas allá del mero saqueo. La línea de
defensa del sur de Córdoba, seguramente por su proximidad y rastrilladas que conducían
hacia el Cuero y Leubucó, resultaba mas accesible y permeable a las intenciones de las
huestes ranquelinas, que por entonces lideraba Mariano Rosas.
El 4 de marzo de 1871, en horas de la mañana, alrededor de 50 indios liderados
por el Indio Blanco, entre los que se contaban algunos sublevados de la Comandancia
Sarmiento, estos bajo las órdenes de Esteban Carreras, atacaron dicha guarnición sin
éxito, tras lo cual traspasando la línea se dirigieron hacia el norte. El jefe de la Frontera
Sur y Sureste de Córdoba, Antonino Baigorria, quien se hallaba circunstancialmente en el
fortín Tres de Febrero, se entera de esta difícil situación y parte con la dotación del lugar
rumbo a Sarmiento. Aquí es impuesto por el jefe de esta comandancia Ejidio Sosa de la
infructuosa intentona, que los invasores se habían desplazado hacia el norte y que en su
persecución éste había enviado una fuerza de 60 hombres y 5 oficiales al mando del
capitán Morales. Mientras se aguardaban noticias de las fuerzas de Morales, Baigorria
envía al teniente coronel Ejidio Sosa con 160 hombres a que se internara hacia el sur
cubriendo cualquier retirada de los invasores, siguiendo el camino rumbo al Cuero, ya que
él una vez que haya regresado Morales con sus hombres, se sumaría a estos para
dirigirse al mismo destino, y una vez reunido con Sosa en el Cuero, encarar una acción
punitiva sobre las propias tolderías. “Tengo el honor de dar cuenta á V.S. detalladamente
de lo ocurrido en la invasion del dia 4 del corriente, apareciendo cincuenta indios, entre
ellos algunos sublevados del Batallon “Nueva Creacion” al frente de la Guarnicion
6
“Sarmiento”, donde intentaron penetrar á las ocho ó nueve de la mañana. Hallándome en
este punto (Tres de Febrero), recibí el parte á la una de la tarde y me puse
inmediatamente en marcha con la fuerza que la guarnece, y al llegar á “Sarmiento” me
comunicó el Teniente Coronel D. Ejidio Sosa, Gefe de esta Guarnicion, que habia
desprendido cinco oficiales y sesenta individuos de tropa sobre el rastro de los Indios, con
el objeto de dar los avisos consiguientes al rumbo que tomaban, y operar igualmente en
caso de necesidad. Entonces despaché inmediatamente al referido comandante Sosa con
una fuerza de ciento sesenta hombres que fuera á situarse en “Quera”, á esperar el
regreso de los Indios y de alli internarse hasta los toldos de “Loloes”, y que asi que tuviera
noticia de la fuerza desprendida al mando del Capitan Morales en persecucion de los
Indios, me pondria con ellos en marcha con el objeto de alcanzarlos en el “Cuero”, y
seguir la espedicion” 8.
No obstante, las intenciones de Baigorria se verían trágicamente frustradas. La
persecución que había iniciado el capitán Morales con los soldados de Fuerte Sarmiento,
tras los rastros de los invasores, se efectuaba a través de la rastrillada que unía esta
última comandancia con la de Río Cuarto, a través de los entonces conocidos parajes
intermedios de Tala de los Puntanos, Chemecó, Toro Muerto, Durazno, Punta del Agua y
Los Jagüeles.
Arribadas a Chemecó [Chimeko], paraje caracterizado por la imponencia de sus
médanos y la presencia de una laguna, las fuerzas lideradas por el capitán Morales, se
verían sorprendidas, seguramente emboscadas, porque la topografía del lugar era
particularmente apropiada para una acción de este tipo, hallando la muerte los 65
soldados, incluído el propio Morales, quedando gravemente heridos tres o cuatro
personas, que bien podrían ser moradores de la posta, comerciantes en tránsito o
eventualmente soldados. Avala esta suposición, a juzgar por los elementos documentales
de que se disponen, que la única forma de que un grupo de medio centenar de atacantes
(indios y sublevados del fuerte Nueva Creación de Sarmiento), por mas belicosidad que
los distinga, puedan dar muerte a la totalidad de las fuerzas militares en el lugar, es
utilizando esta estrategia de emboscada como acción de combate, dada su inferioridad
numérica. “En este estado mandé mas tarde un chasque á objeto de inquirir alguna
noticia del Capitan Morales, y habiéndose pasado toda la noche del dia 4, sin que
regresase, al otro dia mandé otros tres individuos que llegaron á la Posta de “Chemeco” y
8 Memoria del Ministerio de Guerra y Marina. Año 1871. p. 277 y 278. Nota de Antonino Baigorria al coronel José O. Gordillo.
7
alli encontraron los restos mutilados de cinco oficiales y sesenta individuos de tropa, á
que me he referido y que fueron despachados con el Capitan Morales, dándome algunos
detalles horrorosos de la matanza, y haciéndome comprender que dicho capitan,
acometido por los invasores en momento de desórden y de fraccionamiento de fuerzas,
habia sido obligado á rendirse y muerto con todos los individuos que mandaba, salvando
tres ó cuatro heridos de mucha gravedad, y que no pudieron dar datos exactos sobre lo
acontecido” 9.
Consumada la masacre en Chemecó, los responsables huyen rumbo al sur por el
mismo carril de ingreso, siendo su marcha detectada por las fuerzas de Sosa quien
emprende su persecución. A su vez Baigorria, contando además con las fuerzas del
coronel Lafuente, decide marchar rumbo a los toldos de Mariano Rosas para atacarlo. En
el trayecto alcanza al comandante Sosa a la vez que recibe órdenes de avanzar
solamente hasta el Cuero. “Todo fué comunicado a V.S. con oportunidad, y como mandó
á mi disposicion al Teniente Coronel D. J. S. Lafuente, 2º. Gefe del Regimiento 4º. de
Caballeria de Linea, con ciento diez hombres, inmediatamente emprendí mi marcha con
el objeto de llevar á cabo la invasion á los toldos de Mariano Rosas, como lo habia
proyectado antes del funesto acontecimiento de “Chemeco”. En marcha hacia el “Cuero”
recibí parte del Comandante Sosa, que en momentos de alejarse de la Guarnicion
“Sarmiento”, la invacion de Indios aprovechando la noche habian regresado de
“Chemeco” y pasado delante de la fuerza, y que los iba perseguiendo á gran galope,
teniéndolos ya á la vista; apresuré la marcha y fué entonces que recibí la nota de V.S. en
que me hacia presente que no era conveniente seguir la invasion hasta los toldos,
ordenándome no me internara sino hasta el “Cuero”. Segui hasta dar con el Comandante
Sosa, á quien hice ordenar lo mismo, y al efectuar la incorporacion se me dió cuenta que
la percecucion violenta habia tenido lugar en un espacio de diez leguas, dejando los
Indios muchos caballos, la mayor parte de sus monturas, pues creyeron mas seguro
correr en pelos, y dejando igualmente todo el robo hecho á una tropa de tres carretas de
vivanderos que se hallaban en “Chemeco” con la órden de V.S. y tambien por haber sido
sentidos por unos cuatro indios que dispararon y dejaron sus caballos y monturas, tuve
que presindir de mi intento de penetrar á los toldos, sobre todo por la invasion que V.S.
me avisaba habia entrado á la Frontera de San Luis, y emprendí mi regreso abarcando
con la fuerza los caminos que salen del “Cuero” y de la “Laguna del Bagual”, con la
esperanza de encontrar los invasores, lo que no ha tenido efecto por haber sido falsa la
9 Ibídem. p. 278.
8
noticia que dieron á V.S.. Los Indios han sido perseguidos treinta leguas al Sud de esta
linea, y á no ser su regreso tan violento, habrian sido duramente escarmentados” 10
Antonino Baigorria en su parte, nos da algunas pocas pero precisiones al fin sobre
el luctuoso hecho de Chemecó: “Volviendo sobre la fuerza que sucumbió en “Chemeco”,
me ha sido imposible hasta la fecha obtener mas detalles que los primeros dados á V.S.,
mi conviccion es que sucedió tal cual lo he relatado; si los heridos dieren, asi que
mejoren, algunos otros datos los comunicaré á V.S. con oportunidad. La invasion del dia
4, se componia del Indio Blanco con cincuenta Indios mas ó menos, y algunos sublevados
del batallon “Nueva Creacion”, encabezados por Esteban Carreras de igual condicion y
del mismo cuerpo. En la marcha al “Cuero” se encontró el cadáver de Julian Carballo que
V.S. habia mandado de chasque á tierra adentro, y que llevaba en el tirador el pasaporte
dado por la Comandancia General de Rio Cuarto el dia 27 del mes ppdo” 11.
El militar Ignacio Hamilton Fotheringham, contemporáneo a estos hechos, prestaba
servicios en dicha frontera, haciendo un relato de lo acontecido. “Venía al mando de los
salvajes, el más salvaje de todos ellos, “El indio blanco”. Astuto, sanguinario, traicionero,
llegada la oportunidad no le faltaba valor, para cargar a fondo; pero mientras podía evitar
para los suyos el peligro y asegurar bien la muerte a los huincas, ponía en juego toda su
satánica astucia. Vio él primero al cristiano siempre desprevenido. Lo vio y procedió. Hizo
un alto. Escondió tras de unos médanos ciento y tantos de sus forajidos y avanzó
sonriente, con un número escaso, mucho menor que el de la fuerza que traía Morales, y
luego saludó: “Cume le kai mi Peñí!”. “¿Cómo está hermano?”. Y el poco cauteloso
Capitán avanzó a conferenciar con el cacique a quien no conocía y que hablaba
perfectamente el castellano. Era alto, buen mozo y rubio. Unos aseguran que era
cristiano; quizá algún bandido que por crímenes cometidos y huyendo de la justicia había
fugado Tierra Adentro. Otros, y estoy con ellos, aseguran que era indio puro, hijo de un
cacique y de una cautiva rubia de La Carlota. Tanto engatuzó al Capitán que, parece
increíble, le indujo a que “como buenos hermanos” dejasen sus armas y se acercasen a
conversar con ellos, que tampoco estaban armados. ¡Y abandonaron sus sables sobre los
pabellones formados con las carabinas, quedando entonces completamente inermes! […].
Estaban charlando, cuando de súbito, como un ciclón, se les vinieron encima los ciento y
tantos indios de lanza. Así se despojó de la máscara el pérfido cacique, tomando a
Morales y a todos sus soldados prisioneros”12
10 Ibídem. p. 278 y 279.11 Ibídem. p. 279 y 280. 12 Fotheringham, Ignacio Hamilton. La vida de un soldado. 1994, p. 168-169.
9
Es difícil justificar la matanza de Chemecó a través de este relato, ya que resulta
dudoso que las fuerzas militares no hayan presentado batalla, que hayan abandonado en
su totalidad las armas, que hayan sido tomados prisioneros contando con mayor número
de hombres y mejores armas, que no hayan realizado una logística del lugar, etc. Si el
hecho ocurrió realmente como lo cuenta Fotheringham, habla de la escasa o nula
formación profesional de las fuerzas militares.
El sitio exacto donde ocurrió esta masacre se encuentra en el médano de
Chemecó, ubicado inmediatamente al N.E. de la localidad cordobesa de Washington, en
el departamento Río Cuarto. El topónimo se ha conservado en la forma de Estancia El
Chemecó, donde se encuentra el médano mencionado.
EN UN ATAQUE AL FUERTE SARMIENTO ES HERIDO EL INDIO BLANCO
En 1872, en una oscura noche, a sabiendas de la escasa defensa y dotación que
presentaba el Fuerte Sarmiento, el Indio Blanco intenta con sus hombres tomar esta
guarnición. Así lo comenta Ignacio Hamilton Fotheringham: “Los feroces Ranquelinos que
a las órdenes del “indio blanco” se habían emboscado en el paso del “Lechuzo”, después
del asesinato de los pobres peones de Malbrán, avanzaron en el silencio de la noche para
sorprender al fuerte “Sarmiento”. Estaban expedicionando al Sur el 7º de Caballería a las
órdenes del Comandante Laconcha y el 12 de Línea a las órdenes del Comandante
Racedo. El cacique astuto estaba bien informado del movimiento de los cristianos y no
ignoraba la marcha de estas fuerzas y el consiguiente abandono de “Sarmiento” y el del
“3 de Febrero”.” El fuerte había quedado al mando del mayor Cristóbal Báez, quien era
inválido de ambos brazos (le faltaba la mano izquierda y tenía poca movilidad en el brazo
derecho). Sorprendido por el ataque Báez y su gente intentan una defensa. En dicho
enfrentamiento el comandante Báez hiere gravemente al Indio Blanco en el vientre, el cual
es auxiliado por los suyos y, retirado tierra adentro. Este golpe de suerte de los milicianos
hace que se retiren los indios, logrando dos objetivos: evitar la toma del fuerte y haber
dado muerte al Indio Blanco. A pesar de que esta noticia circuló rápidamente por la
frontera, causando beneplácito en las autoridades militares, al parecer el aguerrido jefe
ranquel habría de sobrevivir, ya que hechos posteriores lo contarían como partícipe.
Fotheringham también describe esta acción, aunque somos cautelosos respecto a su
estricta veracidad, la cual reproducimos: “El día anterior habían hecho alambrar la plaza
con seis hilos, y por ser nuevo estaba firme como roca. Rodaron un motón los salvajes.
Quedó el tendal. Báez hacía descargas con las carabinas cargadas hasta con clavos y
balines, además del cartucho reglamentario. ¡Pero eran tantos los indios! Se acercó el
10
“indio blanco” y le gritó a Baez: “Rindiendo hermano, que ya Laconcha está j…
Perdonando vida a todos”. “Tomá hij…”, y zas, un balazo en medio del vientre fue la
contestación a tal insolente intimación. El indio se retorció en el suelo: y tuvo que
retirarse. Furiosos los salvajes (…) alzaron estos a su jefe moribundo y huyeron al
desierto”13
Este golpe de suerte de los milicianos permitió que lograsen dos objetivos: evitar la
caída del fuerte y dar muerte al Indio Blanco. Esta novedad corrió rápidamente por las
fronteras, con el beneplácito de las autoridades militares. Al parecer, esto no sería así, ya
que la aparición de este jefe ranquel, como partícipe de hechos posteriores, desecha la
posibilidad de que haya muerto en 1872.
MALÓN DEL INDIO BLANCO
En la madrugada del 16 de marzo de 1873 un contingente numeroso de indios
ranqueles liderados por el cacique llamado “Indio Blanco”, atravesó la frontera sur de
Santa Fe por tres lugares distintos a lo largo de la misma, de modo simultáneo. Esto
dimensionaba aún más la magnitud de la incursión. Tomando conocimiento del hecho, el
Comandante de las Fronteras Sur de Santa Fe y Norte de Buenos Aires coronel Francisco
Borges, ante el riesgo de invasión que se daba sobre los partidos de Junín, Rojas y
Pergamino, convoca de inmediato a las Guardias Nacionales de estos puntos para
contrarrestar la misma. Habiendo traspasado la línea de Santa Fe, seguramente a través
de las rastrilladas existentes por entonces y que de sur a norte ingresaban a este
territorio, los indios se dirigen hacia el sur de Córdoba, precisamente hacia Lobatón y
Saladillo, donde hacen sentir su presencia al día siguiente, y no hacia la frontera de
Buenos Aires como temía Borges. “Habiendosé encontrado en la mañana del dia 16 del
corrite tres rastrilladas de indios que penetraban al sur de la linea de la Frontera Sud de S ta
Fé y ... de los fuertes Gainza y Nº 8, “Diaz” y “La Verde” y en prevision de que podrian ser
invadidos los partidos de Junin, Rojas y Pergamino ordené la movilizacion de los Gs. Ns.
(Guardias Nacionales) ... de estos puntos la que quedó efectuada el día de ayer. Hoy
habiendo tenido conocimiento que la invasion se ha realizado a la “Provincia de Cordoba”
por entre el Lobaton y Saladillo hé ordenado el licenciamiento de los referidos Gs. Ns por
haber desaparecido la causa...” 14.
Habiendo producido el malón en las zonas referidas, y tras once días de correrías,
13 Fotheringham, Ignacio Hamilton. La vida de un soldado. 1994, p. 171-172.14 Servicio Histórico del Ejército. Buenos Aires. Campaña contra los Indios. Caja Nº 35. Documento del 19
de marzo de 1873. Nota del Coronel Francisco Borges a Rufino Victorica.
11
el 27 de marzo en horas de la madrugada, los ranqueles buscan traspasar nuevamente la
línea de frontera para retirarse a sus dominios, esta vez con las haciendas robadas y
cautivos. Mientras una de las partidas de indios continuaba merodeando por los
Desmochados (cercanías del actual Casilda), otra menor intentaba retirarse por entre los
fortines Díaz y La Verde, donde son detectados por las fuerzas del coronel Pedro Timote,
comandante de la frontera, quien sorprende a los mismos provocando la huida de estos,
sin producirse bajas, siendo perseguidos unos 30 km hacia el sur y logrando recuperar
parte del arreo robado y una cautiva, que los indios abandonan en su rápido escape.
“Tengo el honor de dár cuenta á V.S. que á las cinco y media de la mañana de hoy se
avistaron los Yndios por ésta parte en número de cien poco mas ó menos, en el acto me
puse á gran galope sobre ellos, al cargarlos se pusieron en presipitada fuga,
persiguiendolos mas de seis leguas. Tube que hacer alto, por recibir aviso declaraba una
cautiva que dejaron en la fuga, que ésta solo era una parte de la Yndiada y que la demas
en mayor número venia á retaguardia con mucho arreo y por encontrarse bastante
pesada la caballada por la tenás persecución que se les hizo por campos intransitables,
regresando la fuerza para salir al encuentro de aquellos, y llamada la cautiva a mi
presencia, resulta; que la mayor parte de la Yndiada que aun queda adentro, hacen cinco
dias se separaron de ésta parar dirijirse á los Desmochados á continuar sus robos, siendo
el cacique de ellos el Yndio Blanco. En consecuencia hé regresado á ésta Linea y
permanezco en actitud de poder batir el resto de ellos si intentan practicar tambien su
salida por la Frontera de mi mando. El resultado de éste feliz encuentro Señor Coronel,
consiste en haber rescatado una cautiva llamada (Manuela Gonzales) quitarles la
caballada de arreo en número de ciento ocho caballos, y quince mulas, en los primeros
incluso diez patrios y en los segundo cuatro, que hera cuanto llevaban, algunas lanzas y
muchos cargueros. Los Ynvasores llevan algunos heridos, y solo ván en los montados. Al
terminar ésta parte solo me resta recomendár á la consideración de V.S. la buena
comportación del Capitan Silva, Ayudante Dominguez y demas oficiales y tropa que me
hán acompañado en ésta jornada, como igualmente el Capitan Don Ernesto Rodriguez
que se encontraba guarniciendo la estrema isquierda de ésta Frontera (La Verde), al ver
la señal de alarma que se difundió por ésta linea se puso al gran galope buscando mi
incorporación llegando á tiempo oportuno, el Capitan Barros, cituado á la derecha (Nº 8),
ejecutó igual operación, pero no le fue posible llegár á tiempo por haberse corrido más á
la derecha. Dios guarde á V.S.” 15.
15 Ibídem. Documento del 27 de marzo de 1873. Nota del Coronel Pedro Timote a Francisco Borges.
12
LA HISTORIA ORAL CONFIRMA ESTE SUCESO: EL RELATO DE LINO GONZÁLEZ
Este hecho, al igual que muchos otros, se conservaron en la memoria popular, y
fueron transmitidos oralmente de generación en generación. Un productor agropecuario,
nos contó las vivencias de su abuelo y padre, en relación al secuestro de la cautiva
Manuela González. Es así que el 9 de marzo de 2011, fuimos recibidos por el señor Hugo
Bevilacqua de 68 años de edad, con domicilio actual en calle Saavedra 79 de la ciudad de
Rufino (Santa Fe). Actualmente explota un predio rural situado a unos 12 km al norte de
Blaquier, en el Partido de General Villegas (Buenos Aires). El mismo fue fundado por su
abuelo Mateo Bevilacqua, y continuado luego por su padre, de igual nombre. Poco
después de la “conquista del desierto”, todos estos campos quedaron en manos de la
familia Anchorena. Luego, como parte de servicios prestados, esta porción de terreno fue
donada al agrimensor Teodoro Petersen. En la década de 1910 se instalan allí los
primeros arrendatarios, entre ellos don Mateo Bevilacqua. Como su producción
necesitaba de mano de obra, frecuentemente contrataba jornaleros. Entre estos
sobresalió Lino González, quien procedía del sur de Córdoba. Hacia 1917 era
13
considerada una persona mayor, de mas de 60 años. Sus tareas habituales no eran las
que utilizaba el caballo, sino que se dedicaba aquellas relacionadas al mantenimiento y
limpieza del establecimiento rural. Muy apreciado por la peonada, no sólo de ese campo,
sino en toda la zona, solía narrar el triste episodio que le tocó padecer a su hermana
Manuela González, quien al parecer era mayor que él. Ella había sido cautivada por un
malón indígena correspondiente a las huestes del Indio Blanco, y fue rescatada por las
fuerzas del coronel Pedro Timote, comandante de la Frontera Sur de Santa Fe, el día 27
de marzo de 1873, al sur de los fortines Díaz y La Verde, persiguiendo a estos
aborígenes, quienes regresaban a sus tierras con un importante arreo y cautivos. Su
hermano Lino, permaneció en el establecimiento de Bevilacqua durante las décadas de
1910 y parte de 1920. Ya en la década de 1930 nada más se sabía de él, presuponiendo
que habría fallecido, sin saber fehacientemente el lugar y fecha. Cabe también recordar
un dato que confirma la presencia aborigen en la zona, como es el haberse encontrado en
los campos vírgenes diversas cantidades de bolas de boleadoras, utilizadas por los indios.
EL FIN DE LAS CORRERÍAS DEL INDIO BLANCO
No se conoce con certeza el momento y lugar de su muerte. Un documento de julio
de 1879, en el inicio de la llamada “Conquista del Desierto” hace mención a que todavía
ocupaba la laguna El Cuero, aunque las fuerzas militares se aprestaban a tomarlo
prisionero. “Villa Mercedes, Julio 10 1879. Sr. Ministro de la Guerra. Oficial. — Recibí
parte recien, de que el Alférez don José M. Rivarola, del Regimiento 8 de caballeria, con
ocho de la frontera de Córdoba, batió el 21 de este en los Médanos del “Ají” á 217 de
lanza, matándoles 8 y tomándoles prisioneros el resto y chusma, pues no quisieron
rendirse estos, capitaneados por su Gefe Urquiza. He ordenado la remision de estos, á
esta Comandancia en Gefe; entre pocos dias podré dar parte á V.E. de la captura del
indio Blanco, que he mandado sorprender por el “Cuero” donde se halla; V.E. se servirá
disponer de ellos una vez aquí. Felicito a V.E. por este nuevo triunfo sobre los restos de
los Ranqueles”16
CONCLUSIONES
Si bien el Indio Blanco no alcanzó el relieve de los grandes caciques ranqueles,
sobresalió como un jefe aborígen, de origen mestizo, fue un verdadero awka (rebelde) no
sólo para los blancos, sino también para los propios indios. Era fiel y protector de sus 16 Ministerio de Guerra y Marina. Olascaoaga, Manuel J. 1881. La conquista del desierto proyectada y
llevada a cabo por el Exmo. Señor Ministro de la Guerra y Marina General D. Julio A. Roca. p. 403. Nota del coronel Leopoldo Nelson al Ministro de Guerra y Marina.
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seguidores, pero muy cruel, astuto y audaz con sus enemigos.
Si consideramos su trayectoria, lo veremos en distintas acciones, algunas veces
junto a otras partidas aborígenes en grandes malones, y otras con su escasa fuerza
actuando solitaria e independientemente. La mayoría de las veces las huestes indígenas
evitaban enfrentar las fuerzas militares, o atacar en forma directa a un fuerte o fortín. Sin
embargo el Indio Blanco se atrevió a hacerlo repetidas veces, aunque con escaso éxito.
Si bien su lugar de asentamiento principal era la laguna del Cuero, también utilizó
otros sitios, como la laguna de Lovocó.
Su accionar se remonta fundamentalmente a la década de 1870, donde es citado
por Lucio V. Mansilla (1870), ejecuta la matanza de Chemecó (1871), asalta el Fuerte
Sarmiento (1872), acción en la que es herido y dado por muerto. Reaparece en un
importante malón en 1873 en el sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires, y en 1879, en
plena “Conquista del Desierto”, se cree que fue capturado o ejecutado.
BIBLIOGRAFÍA Y ARCHIVOS DOCUMENTALES
Dirección General de Catastro de la Provincia de La Pampa. Libros Azules. Sección VIII.
Fracción B. Lote 2. Mensura del agrimensor Juan Ignacio Alsina. 1882.
Fernández, César. 2009. Relatos y romanceadas mapuches. Biblioteca de Cultura
Popular. Ediciones del Sol.
Fotheringham, Ignacio Hamilton. 1994. La vida de un soldado.
Mansilla, Lucio V. 2000. Una excursión a los indios ranqueles. El Aleph.(2 tomos).
Memoria del Ministerio de Guerra y Marina. Año 1871. Nota de Antonino Baigorria al
coronel José O. Gordillo.
Ministerio de Guerra y Marina. Olascaoaga, Manuel J. 1881. La conquista del desierto
proyectada y llevada a cabo por el Exmo. Señor Ministro de la Guerra y Marina General D.
Julio A. Roca. Ed. Ostwald y Martínez.
Servicio Histórico del Ejército. Buenos Aires. Campaña contra los Indios. Caja Nº 35.
Documento del 19 de marzo de 1873. Nota del Coronel Francisco Borges a Rufino
Victorica.
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