La vieja estación del alma
Manuscrito original
La vieja estación del alma
Un surco sembrado
De escrituras
En el pertinaz
Territorio del papel.
Luis Casca Olivera
Realización …….
La edición ------fecha año----------
Luis Alberto Olivera
Todos los derechos reservados.
Hecho el depósito que marca la ley 11723
Impreso en los talleres graficos----------
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Prologo
La poesía es la ambición de discurrir, que aspira a verse
cargada de más sentido ungida de más música que el lenguaje
ordinario.
¿Cómo discordar con la única verdad hacia la poesía?
Los valores de los versos que preceden, se suscitan de acuerdo
a los estados emocionales que padecemos, ó que alegremente entendemos,
el dolor, la nostalgia, la emoción.
Modestamente creo, es, una fuente de magia que fluye del corazón
transitando por la sangre, llegando a las manos de quienes tienen
el privilegio de descargar en el papel, el mensaje que nos hará
estremecer y vibrar, sacando de nuestro envoltorio consuetudinario
para mostrar la esencia que llevamos oculta quien sabe por qué.
¡Por una manera de pensar, por miedo al qué dirán,
ó por el tabú sin desterrar.!
No nos privemos de tamaña prerrogativa, sonreír,
llorar, con estos capítulos que nos transportan al mundo
platónico, dónde todavía existen los caballeros medievales
y todos los días están dispuestos a morir a punta de espada por su amor.
He aquí el escritor, el amigo, Luis Alberto Olivera,
el hombre con inquietudes tan reales como increíbles.
Ricardo Gonzales Maldonado
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A modo de introducción
La memoria se comporta como una pantalla
mediante la cual evocamos recuerdos y
nostalgias, apelando a todos los sentidos.
Casca
Me he aliado con la memoria para andar y desandar por las letras,
hasta poder reunir un puñado de versos que emanan de la pluma
convirtiéndose en noble sustancia poética.
Porque en sus recónditos desvanes, la memoria encierra recuerdos
y las emociones mas intimas. Tal vez fugases momentos de la niñez o
adolescencia que siguen encendidos e iluminan este itinerario de letras.
Vividos momentos generados por la propia memoria y escritos con un
sencillo y sustancioso lenguaje para permanecer en este letrario autónomamente.
Gracias a los resortes emocionales y expresivos de la memoria, se transforma
la escritura en huellas imprescindibles para encontrarme conmigo.
Así en algunos títulos como “Nocturno para mi padre” “Poema” “Nostalgias”
La mirada de aquel niño hacia el paisaje familiar, ó a los lugares queridos que
en cada verso yo evoco, hasta el punto del que los lea, observe a través de sus
propios ojos y sentirlos suyo. El pasado es recurrente y, a la vez, recurrido por
casi todos los que escriben rompiendo las fronteras establecidas.
En diferentes estadios de mi memoria, se entrecruzan recuerdos y se dibujan
paisajes formados por una variedad de imágenes. Perspectivas que he ido
acumulando a lo largo del tiempo y del espacio.
Puedo decir sin temor a exageraciones que esta serie de poemas y versos constituye
la más cercana e intensa aproximación al corazón, para lograr apropiar la
identificación emocional con él lector.
Luis Alberto Olivera
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La vieja estación del alma--
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Nunca tuve en cuenta que el escribir,
me podía dar el ejercicio sagrado
para ejercer un sacerdocio escritural.
Pero si estoy seguro,
que si no lo ejerciera, sería mucho peor.
Luis Casca
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La vieja estación del alma—
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(Preludio)
La vieja estación del alma, es una antología de experiencias
escritas en rimas, otras en prosas con definido comienzo.
Fidedignos tramados llenos de romanticismo; felices a veces,
otras tantas con desdichadas conclusiones. Historias vividas,
soñadas, gozadas, sufridas, como cualquier ser humano creyente
del poder seductivo que tiene el amor.
¡Pero la vieja estación del alma!
es también una simbiosis harto elocuente de poesías,
sustanciosamente abrevadas desde el origen mismo
del hombre de mi pueblo, el paisaje y sus costumbres.
Es allí, donde vuelco lo semántico de cada palabra
y explícitamente su naturaleza,
con la honestidad y la sinceridad que son actitudes
con las cuales manejo el verbo y todos los actos de mi vida.
Nota del autor—
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La vieja estación del alma--
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Exordio del alma
En el alma, hay cosas de las viejas estaciones de trenes. En ellas convergen por igual, tanto la
alegría como la tristeza. Lugar donde se manifiestan miles de voces, gestos con distintas
formas y rumores. Los andenes como la vida, tienen regresos otras tantas despedidas, unas
nutriéndose con el gris nostálgico de las ausencias y otras alimentándose de la armoniosa paz
de las bienvenidas. Ellos, son el fiel testimonio de borrosas pisadas ambulando su destino,
como el frio acero en líneas paralelas de las vías arrastrándose y serpenteando sobre los
durmientes, devorándose distancias y se lleva cual si fuesen pasajeros los adioses infinitos que
quedan doliendo en un rincón del corazón. ¡Como en toda estación! indistintamente van y
vienen vías de comunicación en diferentes direcciones o hacia puntos geográficos,
concluyendo sus ramales en un destino.
Ramales, que se asemejan al transitar de nuestra sangre en nuestro ser.
Sensible vena el alma, por donde se desgarran muchas de nuestras emociones desangrándose
en adioses, o henchida de propicios besos que conmueven en los regresos musitados casi
comulgándose ante cualquier encuentro. El alma, tiene el común de una estación, todo un
dejo dibujado con la mueca alborozada del que siempre está volviendo. Acechando están los
regresos con sus brazos abiertos y ventanas encendidas con los ojos vigilantes del que espera.
Es también la sombra incierta envejecida por la amarga desazón que experimenta el corazón
al sentir, el abandónico* estado que dejan las ausencias. Salobre gusto al beso empapado por
el llanto quejumbroso del dolor, cuando agita el blanco lino y se buscan miradas en el camino
del adiós. Confluencias de esperanzas, equipajes, sueños llenos, cotidianamente junto a
horarios de llegadas y partidas controladas vigilantes desde un antiguo reloj sobre el hondo
latir del corazón. Viajeros ambulando bulliciosos, territorio de almas en movimiento cual si
fuesen simples piezas de un tablero de ajedrez. Tumultuoso lugar donde se toman decisiones
manifestadas dolorosamente en el retiro embriagándose en su seno. También estremeciendo
hasta las fibras más intimas del alma, cuando quedan los rumores múltiples desandando
algarabías los regresos. Lugar de encuentros, de partidas y llegadas, juntándose entre sí,
dejando el eco de las voces emergentes de lugares cercanos y distantes como avenidas que se
abren como heridas, buscando destino cierto. ¡Estación vieja el alma! Geografía conocida para
los años y sueños que pasaron en torno a ella, cada cual dejo sus huellas. De los sueños,
quedaron hebras, a los años cayéndoles vejez, como rizos de nieve en la encorvada figura de
su espalda.
*angustia del abandono
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La vieja estación del alma--1
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Poema
Siempre soñé con escribir algún poema, ni audaz, ni supremo,
de arte humilde, nervioso en el ritmo y mágica acción. Un poema
con cadencia sonora, gravitando profundo en el verbo y el decir.
¡Entonces, busque un conjuro de magia en los ritmos! ¡y de pronto
en bandadas casi desbocados llegaron como danzando encontrándose
en el aire fugándose, también buscándose!. Algunos como estampidas
de truenos, otros como el canto mismo de los pájaros. Llegaron cuartetas
y tercetos dando riendas sueltas a sus agiles movimientos buscando
acomodarse en el blanco espacio del papel. Con un vocabulario muy fino
y para sorpresa, se presento bien decidido el soneto, rompiendo a cantar
con todos a voces en tremenda algarabía asombrándome por su elegante
y refinada filosofía. Dando vueltas por ahí, una estrofa conmovió mi deseo
por su suave tintinear en su agudo campanilleo. ¡No vacile ni un instante,
la elegí! ¡dándole forma de rimas a manera de cuento tomando carácter sutil!
Y comencé a contar de una mujer hermosa, la intima y desnuda historia
de amor, a ex profeso con palabras impregnadas en dulzura y el agradable
gusto que deja un beso. Busque muchas frases con acentos extraños de alguna
música como de una antigua melodía, acompañada con violines. En una luz vaga
y difusa, deje amontonadas todas mis lejanías impregnadas con el rocío húmedo
que da la melancolía. Imágenes llegaban desde el fondo de la profunda oscuridad,
como las de una mundana fiesta, danzando mascaritas con agiles movimientos, al
compas de la orquesta. Se envolvían las palabras que se ocultan como en un velo y
en ese fondo me atreví a cruzar confusas sugestiones y tentaciones comunes de lo
humano. Tal vez convencido con lo que había escrito sintiéndome apenas escritor, lo
impregne con un olor a jazmín y el color que deja el atardecer. ¡Ahora espero que
alguien con su sinceridad mas encendida, lo lea y me diga, ¡lo comprendo!
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La vieja estación del alma--2
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Nocturno para mi padre (1)
Dejaba de hablar con mi padre y entre un momento por algunas
cosas a mi pieza. Abrí una de las ventanas que dan hacia la calle,
y, allí, estaba la noche, con un dejo profundo de soledad. Como
cayéndose, estaba el cielo sobre mis ojos, y entre las copas de los arboles
la brisa se movía buscando afanosa a la luna que se había escondido
por un momento nada más. Huele la noche, aroma a jazmines, y alrededor de
mi planta todo tiene sentido, porque jamás, me sentí tan cerca de mí, como
esta noche. Las sogas de mis ausencias, me sacaban del abismo en el que
estaba. Hablar con mi padre, es escuchar, y hablar sin escuchar a mi padre,
es como no saber rezar, cuando su voz pausada decía algunas consejas,
una leyenda tal vez. Hablar con mi padre, es como una oración,
pacificándome el alma. ¡Ignacio se llama mi padre! que para mí, quiere
decir, la vida, el saber.
En este momento que lo recuerdo, y, fuertemente lo pienso, siento el
borbotón de su sangre en mi ser, y, en mis pupilas su sabia ternura.
Mi padre canta sus coplas, alegre, nombrando los campos que besa
la lluvia, también a las estrellas cuajadas de luz. Su pelo ceniza, altura
de roble, le veo su andar. Detrás de su sombra camina su estampa, su porte,
denunciando prestancia, y agilidad. No creo que haya otra cosa mejor, que
conversar y escucharlo, tantas veces respondiéndome, otras tantas,
preguntándole, por distintas circunstancias, que uno ve pasar frente a la vida.
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La vieja estación del alma--3
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Ausencias
(A mi hermano José Antonio Cuchi Montero)
Como pena quejumbrosa que atraviesa tantas veces por la vena
del alma, se conjuran los momentos, los recuerdos y los hechos
en procesión de letanías. Una pena que el lenguaje nunca pudo
definir y que se inicia con asaltos en el pecho, invadiendo todo
aquello de nostalgias taciturnas, cuando nos gana la ausencia
doblegando la aflicción. Es sin duda abierta herida, aunque el bálsamo
del humano trate en vano de curar. ¡La ausencia es fuerte y duradera si
en un corazón noble reposa! Nos lleva por zaguanes, donde estuvo la
pintura del paisaje embebido de ternura, y mansedumbre y que son caros
a nuestra esencia, a nuestro origen. Mayormente se alimenta, de un
melancólico estado natural que dan agudas situaciones conmoviéndolo
al humano. Generando así, la usina alimentadora de la ausencia y la
delegamos toda vez que podemos directamente al corazón.
En un rincón, murmura acurrucada la nostalgia, a fuera la lluvia azotando
los cristales gris ausencia. Con murmullo quebrajoso golpea el viento y va
dejando agudas notas al oído y yo, ausente de la vieja y tibia chimenea
que en mi otrora mocedad permanecía viéndola encender azules y rojizas
llamas, elevándose desde su gruesos leños, semejando caprichosas y
lánguidas figuras.
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La vieja estación del alma--4
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Cosas viejas
Todas las cosas viejas desteñidas, sin el color, por el inapelable
paso del tiempo, son sabedoras de recónditos secretos de antiguas épocas
que murieron y tantas vidas que ya muy pocos conservan en la memoria.
¡Cuando el hombre en su inquietud las mira palpándolas con sus sentidos,
suenan como extrañas voces susurrándole casi al oído, el relato de alguna
rara y extraña historia cubierta de una profunda y tenebrosa oscuridad de
telarañas. Son indefinidas en sus colores, como una antigua colección de iconos
y miniaturas colgadas imperfectamente en el frio espacio que tiene
una pared. O durmiendo el sueño de los justos, en un cajón viejo y
crujiente de algún vetusto bibliotecario. ¡Las cosas viejas! trozo de hierro
oxidado por el mohín, escritura en posdata de una carta ya borrosa,
un pedazo de madera agrietada y descolorida su pintura ennegrecida por
el polvo oscuro del tiempo. Silabario de misales de las antiguas y viejas sacristías.
Fiel reflejo de épocas pasadas, arcón de ilusiones en un tiempo lleno.
Antiguo rosario, humedecido con lágrimas de tantos ruegos formando cruz,
en un beso con amor profundo y grave. Viejo sillón, donde hamacaba tantos
sueños el abuelo, cocinas con alacenas guardadoras de peregrinas cosas atesoradas.
Habitad común donde moran las polillas. Letras góticas de un viejo y arrugado
pergamino. Instrumentos olvidados, por las rítmicas notas de un solfeo, pentagrama
que ha dejado de sonar la mística y mágica sutileza de sus notas.
Antiguas rejas forjadas, con barrotes formando caprichosas
figuras como un indescifrable monograma irregular de letras.
Recóndito ayer, perfumando nuestra ensoñación con el dulce
aroma de finísimas esencias añejadas trasladándonos a regiones
entrañables de épocas tan queridas y lejanas.
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La vieja estación del alma--5
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Cancioncillas
“Una canción”
¿Cantarla, cómo y con qué?
porque todavía no está compuesta
mi silenciosa canción.
“Déjame”
Déjame descansar
en tu lecho
sobre tu pecho dormir
creciendo la noche en tu pelo
como en mi sangre el sentir.
“Si pudiera
Si pudiera en tus ojos hundirme
como se hunde la luna en el rio
hundiría mi boca en tus labios
como el rocío en los lirios.
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La vieja estación del alma--6
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Solo sueños
Recuerdo que hace tiempo huían de mi mente con sus alas
Sombrías, batiéndolas al viento alejándose de mí.
Sabía que en su vuelo emprendían nuevos rumbos
y en otros lechos iban a posar. ¡Acaso! en su vuelo me llevarían
hasta el seno del pensamiento, permitiendo me sentara en la
gradas mismas frente al universo donde habitan ellos, ¡los sueños!
Y pueda allí mi mente tratar de adivinar, a donde está la luz, poderla
contemplar. Echarla sobre la frente donde raudal el mundo, derrama
oscuridad. Sueños eternos e inmensos, con tantos misterios guardados;
bravío viento que nutre la creación. ¡Elevo mi voz, llamando a los sueños!
Cúbranme con su luz haciéndome sentir, soñando que no sueño, jugando
tal vez, que mejor es fingir. ¡Vengan sueños están todos convocados!
Vengan y llévenme por regiones donde el sol me da un poniente
desangrándose en una tarde con cometas volanderas, hacia la bóveda
infinita del espacio sideral de las estrellas, asiéndome a los hilos que
remontan al azul los barriletes. Nunca aquellos sueños, de los que
mueven marionetas, de donde pende algún mensaje de engañosa fantasía.
¡Nunca esos sueños! los sueños hecho añicos, con los restos desastrosos
de un naufragio.
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La vieja estación del alma--7
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Nostalgias
¡El viento golpea en mí ventana! Yo indolente y cabizbajo como apoyado
en un regazo. La nostalgia que se despereza pensativa balbucea
musitando los silencios al oído y al acecho algún fantasma
improvisándome recuerdos. Es que anduvo tantas veces acomodada
en el profundo latir de la ternura, otras veces en bandoleras,
en el curvo espacio de mí espalda. Otras tantas; cuando enciendo
el silabario de los verbos y estructuro frase a frase las palabras
y el acento para nombrar a mi pueblo. Cuando escribo de la lluvia que
trasmina sus olores en la noche de tu pelo. O en canciones, en poemas tal
vez y le encuentro un color al pensamiento. ¡Tanto tiempo me he preguntado,
si todo eso es la nostalgia! ¡Mí sangre asiente que si! ¿Es aquella mañana
templada y luminosa que emprendía mi partida y se abrían a mis pies todas
las calles como tajos de una herida? Hacia atrás de aquellas pisadas, iba
quedando aquel naciente sabedor de tantos hechos que estaban gestándose
en la mente y por cierto, en el latido agudo de la sangre.
Porque algo se quebraba al dejar mi perteneciente, surtidor tremendo que palpita
en nuestras mentes dando formas y movimientos a actitudes que promueven
promulgando situaciones que nos llevan a extrañar. Tal vez, todas estas
preguntas me están dando la humilde y sabia facultad de poder escribir lo
que mi corazón siente y encuentre en ellas la vertiente capaz, de darle luz a las
palabras que en este momento lleguen a conmover el espíritu consiente que late
en sus cabales y, así poder entender que estoy en las puertas de inaugurar para
siempre ¡la nostalgia! con pasaje de insurrecta, apretada a mi costado cómo él
viento a los cordajes de la lluvia y fieramente cómo el sol cuando se apega
al arenal. Es como ángel y demonio, cómo el alma echando en vuelo su vena
de sangrar por un olvido.
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La vieja estación del alma--8
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A veces busco tus ojos
(Soneto)
A veces busco tus ojos donde me hundo
para solo enjugarte la tristeza
porque tu llanto es tan profundo
que lo siento en mi piel, toda tibieza. Más aun; siento el latir de tú vida
palpitando por la vena de mí alma
haciendo aletargar a tu partida
en el río adentro de mí calma.
Culpables son tus ojos que me apresan,
de tu boca mis labios son cautivos,
porque tiemblan de amor cuando se besan
Un profundo marrón tus ojos expresan
y en tus labios los besos más furtivos,
saben de esconder porque embelesan.
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La vieja estación del alma--9
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Siempre vuelves
(Sonata)
Tantas veces,
el tiempo te ha traído
al umbral de mis límites sensibles,
que siento en tu piel
cierto perfume humedecido
y en tus ojos el asombro que otrora
no tenias.
Tantas veces,
el tiempo te ha traído
acercándote con tu leve rumor.
Es que llegas,
como un canto de nostalgia,
pronunciándote en el viento, en el fraseo,
de tu voz.
Siempre vuelves
y penetras en mi sangre
y te siento en el mismo pensamiento
y te entrego en calma, esta honda posesión.
Es que somos el misterio, fiel reflejo,
de una misma encarnación.
Siempre vuelves
y el mirarnos nos atrae,
sin importarnos todo a nuestro alrededor
y yo me quedo suspendido
en la luz de tus pupilas que me sacan
del abismo en el que estoy.
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La vieja estación del alma--10
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Huellas de nostalgia
Muchos son los modos de ver, comprender y con certeza
el podernos equivocar en las profundas cosas que nos hacen sentir
e interpretar las huellas que deja la ¡nostalgia! ¡No aparenta formas,
mucho menos, estadísticas exactas en el tiempo. Tal vez una sinopsis
de ayeres otoñados. Tampoco es palpable a la caricias. ¡Pero si puedo decir!
que sabe al gusto y el aroma muchas veces agridulce que deja un beso.
Es capaz de inquietarnos ¡si inquietante! Como colgante racimo de alegría,
algún vuelo dibujado de los pájaros, o quizás, la aguda intransigencia que
tiene la tristeza. Nos acecha sigilosa por los poros del sentido, nos habita
con un dulce estado de algarabía libremente en posesión de su albedrio,
otras tantas, forma parte de una orquesta de sinfónicas dolencias con
heridas que te marcan para siempre la conciencia y termina haciéndote
mierda la existencia. Deja huellas, ¡la pucha si las deja! Porque
escarba lo profundo y se enraíza socavando hasta el tuétano
“de los huesos” Va buceando en los rincones y lugares de algún
tiempo lejano donde anduvo y estuvo la vida, como cuando
late el corazón llamándonos el regreso. Labra el nido cómo parda
golondrina en el verano y se hospeda en el rio inmenso de la sangre
que trasmigra por regiones sin peaje en los caminos. Porque el alma
del que guarda mas no sea desengaño o desarraigo, es cómo el norte
del que el hombre nunca debería de perder; ¡por el simple hecho de
tener capacidad para el asombro. ¡Deja huellas la nostalgia!
Y en el umbral de nuestra puerta permanecerá pura fuerzas, pura luz,
memoria donde nace y crece el pensamiento del humano. Porque la
nostalgia no tiene indicio del origen de su cuna. Formadora
de sentimientos que nos va ganando el alma, con el filo vértice que
tienen las ausencias, capaz de consagrar algún afecto. Pero en términos
de sentir los rigores primarios del sufrimiento, debemos reconocer,
que tiene un tremendo y directo impacto al corazón.
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La vieja estación del alma--11
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Letrilla
“Tristeza” Es mi corazón cómo un junco
defendiéndose del incesante
llover de la tristeza
cuando con su eco retumba
detrás del ventanal.
“Ausencias” Ando callando una música
melodiosa, diferente,
urdida con hilos de penas
tejida en telares de ausencias
con jirones de ternura
colgadas de mi alma.
“Claridad” Estoy en la frontera de la madrugada,
se abre ante mis ojos el naciente
llamándome su claridad.
Claridad, que congrega con su brillo en mis ojos
abriéndose espacio por dónde vuelan los pájaros.
“Extrañar” Extraño tu cuerpo entregándose al mío
tus brazos, tus manos,
allí, donde nacen como rutas tu abrazo.
“Amanecer”
Hoy amanecí, mirando desde el balcón de mi memoria,
que da al norte de tus pechos.
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La vieja estación del alma--12
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Con mi boca estremecida
“Prosa”
Tantas veces resbaló mi boca estremecida por el gajo de tu talle,
sutil aroma de tu esencia, por el mimbre de tu cuerpo, tu cadencia.
Junco al viento tu cintura humedecida, recorriendo tu valle que
solo mi boca conoce. Tantas veces resbaló mi boca, por el surco
de tu vientre, la tersura de tu piel, la savia azul, el río sexo de tu miel.
¡Cascada de jazmines, tus senos que gocé!
Territorios donde el viento de mi sangre, comulga con lo ardiente de tu carne.
Tantas veces resbaló mi boca estremecida, por el blanco azogue de
estrellas tu cintura.
Tantas veces resbalaron mis labios, socavando rudo tu ternura,
hundiéndome en tu boca, tu lengua humedecida.
Tantas veces resbaló mi boca por la frontera de tus labios
entre abiertos. Cuantas veces me encontré recorriendo los poros de tu desnudez,
adentrándome por los besos que me abres, llevándome, por las lunas
de tus pechos encrespados, rindiéndose ante mi sangre estremecida
estallando rojos de amapolas enardecidas.
Tantas veces resbaló mi boca, avanzando por tu cuerpo que se enardece
con jardines de jadeos, como un incendio de luna toda plena.
Mis labios náufragos, meciéndose en tu boca, entregándose
sumisos ante tus besos, como el rio ardiente de mis venas.
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La vieja estación del alma--13
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Nostalgias (Letrilla 3)
“Una simbiosis de hechos y emociones”
La nostalgia no pregunta
si sabemos, o si nos enseñaron a
controlar las emociones de aquellos
caudales de sucesos que se agolpan
en nuestras mentes, rumbo en pos
de una mayor claridad
en beneficio de un orden cronológico
que pocas veces podemos controlar
“¡como la nostalgia!
Una simbiosis de hechos
sucesos y emociones.
Muchas veces, uno suspira
por aromas y sabores,
que nos son peculiares
a la de aquellos lugares,
donde se han quedado cotidianas formas
y semejanzas de lo que uno fue dejando.
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La vieja estación del alma--14
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Los tordos
Casi al borde de la tarde
solo el silencio hace alarde.
Opacado el cielo extiende su bóveda
y el horizonte se tiende
dominando con su anchura
todo un manto de espesura.
Una bandada de tordos
le hace oídos sordos
al silencio que hace alarde
en lo más grave de la tarde.
Son los amos del paraje
habitantes del paisaje.
Llegaron en volátil caravana
surcando el espacio que los hermana
invadiendo la verde espesura de las talas
y desperezan agitando sus alas
sobre el verde ceniza de los ramajes.
Hincan sus picos sobre anaranjadas bolitas
manjar de los pájaros; agridulces frutitas,
mientras sigue el silencio en su total alarde
y nubes rojizas incendian la tarde..
Un degüello de soles en el horizonte se arde
y por sobre los montes refleja su muerte la tarde.
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La vieja estación del alma--15
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La ventana
“Asimétricos”
Derramando racimos de luz,
por mi ventana se iba colando la luna.
El gato jugaba con las aletas
de un destartalado tragaluz
y la péndola de un antiguo reloj desperezándose,
anuncia la hora una.
En tu tiempo luciste tan lozana
ante un sol ardiente quemando
sobre tu hosco marrón, vieja ventana,
y tu postura gravitando siempre
hacia el poniente.
Una brisa besaba la ventana,
la noche, columpiaba asida de los parrales,
mientras mis manos buscaban
el norte de tus pechos
y mis pupilas se iban rumbo al cielo
de tus ojos, astros boreales
que descalzos titilaban y trepaban
por sobre los tejados.
Y en la memoria de la inquietud más pura,
te quedas en los recuerdos de mi edad primera
con el aroma de un nostálgico amor,
¡tanta ternura!
¡Hoy el vuelo efímero de un pájaro,
una quimera!.
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La vieja estación del alma--16
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Recuerdos
Rondándome el recuerdo del paterno patio,
antiguo sitio limitando con malvones
centinelas, custodiando la sombra
de mi madre en el jardín, mas los pasos de mi padre
precediendo su llegar.
Una parte de los míos, con pedazos de mi historia
arraizados a mi sangre, un compendio la memoria.
Un halito los recuerdos, con fragancias
y los olores pasados de la infancia.
Particulares aromas impregnados en los poros
de nuestras vidas, que ha quedado en el tiempo
de mi pasada estancia.
Casa paterna, tibio cobijo tu seno,
píntame en colores de nostalgia,
porque se agita vencida la barca rota
cargada de ausencias, buscando su rumbo
de tanto atravesar por la vida.
Quizás, alguna vez me encuentre vencido
con el alma tiritando de frio
y regrese a tu norte casa paterna,
como regresan los pájaros a sus nidos.
Poder estar en tu sosiego,
entregarme a los sueños de aquellos días distantes,
o a las azules y rojizas llamas
de aquella antigua chimenea
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La vieja estación del alma--17
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Gusto de tu cuerpo
Gusto de tu cuerpo,
porque hueles
a el aroma de las gicinas de los huertos
de aquella, mi querida Rioja.
Gusto de tu cuerpo,
porque hueles, a el aroma de
jazmines de los huertos
de aquella, mi entrañable Rioja.
Gusto de tu cuerpo,
porque hueles,
al perfume de la albahaca de los huertos
de aquella mi antigua Rioja
en las noches navideñas
de villancicos llenas.
Pero más exactamente
¡gusto de tu cuerpo!
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La vieja estación del alma--18
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Latitud
Desde la hueca
latitud del tiempo,
el hombre
se echó al hombro,
la vieja
costumbre de andar
a veces en soledad,
creando
sueños tejidos
con hilachas
de las que están
hechas las esperanzas
tramadas
en telares de recuerdos.
Desde la hueca latitud del tiempo,
el hombre se echó al hombro
la vieja costumbre de trashumar
muchas veces en soledad,
y, ha sentir
desde la raíz
misma de los huesos, la angustia,
emanando lágrimas en su agonía interior,
y, los silencios, tan espesos que se agarran en su alma.
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La vieja estación del alma--19
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Regiones de la memoria
“Relato”
Cruzando vastas, e infinitas regiones de la memoria,
me tope con tres copleros chayando *
debajo la vertical paciencia de una tala
que crecía grave y muy copuda,
haciendo con su sombra de aposento al coplerio**
Uno apega ’u junto a su caja
producía un agudo golpetear
sobre el parche, haciéndose profundo
como el ámbito filoso vibrar de la chirlera.
El segundo, con una corona de albahaca
como anclada en el golfo de su frente,
todo enharina u’, miraba por detrás de su harina
como ocultando toda pena.
Su ropa, costura todo remiendos
pero en su libre albedrio,
no le hacía mella siquiera.
Y el tercero, descabezaba un sueño,
su caja colgada en una horqueta
recorriéndole una brisa,
sobre su vientre de cuero.
Y, por su mente, vaya saber uno,
que sueños.
Y, cruzando infinitas
regiones de la memoria, hice un alto,
volví, para echar un vistazo, y, contemplar
aquellos rostros cobrizos y tan profundos,
que dejó visibles hondonadas con el tiempo.
*adjetivo chayando- algo propio de la chaya
**acoplamiento de coplas, unión, enlace.
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La vieja estación del alma--20
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A la orilla del verano
Vinieron
a madurar
las
algarrobas,
bebiéndose
la savia
cuando cantan.
Y yo,
estoy
paralelo
al nervudo
tronco
escuchándolos.
Y la siesta
se me vuelve
fruta
madurando
a la orilla
del verano.
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La vieja estación del alma--21
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Yacimientos
En los oscuros obrajes
¡la muerte!
supo tener sus yacimientos.
Montes adentro
las hachas seculares
gozaban
de un largo genocidio
arbustivo y humano
con el más vil
y execrable
de los amparos
Yacimientos oscuros,
donde la latitud
humana del tormento
labraba la muerte
sin miramientos.
Donde se regaba con sangre
los montes
y se abonaba con los huesos
la tierra.
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La vieja estación del alma--22
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En el sediento amanecer de los veranos,
surge un manantial de vino a divertir regando el alma.
El espíritu juega, un furtivo ritual de lágrimas alegres
y cantan las coplas, ¡solitas nomás!
Andrés Tanquía
(A mi hermano Andrés)
Manuel Silplituca
(Antiguo vidalero riojano)
Te nombraba Andrés, en las vidalas, y por el yo conocí
que en los pueblos de la costa su voz era todo viento,
y en las cañas un yaraví.
Rumiador de antiguas chayas que en su garganta le
serpean, y cuando larga su alma en coplas,
Silplituca* se hace caja y sus venas las chirleras.
Es la voz antigua de la tierra, despelleja en su canto,
el reventar de toda pena. Es el rostro milenario de los cerros
desnudando soledades en las piedras. Silplituca es el que viaja,
con luciérnagas y estrellas. -----Yacurmana** -----es la añoranza
para el dolor que dejo su ausencia, cuando cae majestuosa en
cascada, recorriendo como lagrimas las acequias.
*viejo cantor de vidalas
**quechua, vocablo que significa madre del agua o agua que cae
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La vieja estación del alma--23
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Cuando venga febrero
Cuando venga febrero, trepara por mi sangre
duende festivo el carnaval y volara el trigo
en las alas de la harina.
Cuando llegue febrero, las cumas* y los cumpas**
saltaran mirando al sol, y después enharinándose de amores
en ceremonia y topamiento,***
se habrán de coronar.
Viene febrero y yo, estaré cantando,
mí sien adornada y perfumada
con albahaca, desnudo el corazón,
golpeteando. Cuando venga febrero, escucharé los cascos
de sus potros galopando, montando algarabías
y su borrachera bailando.
Febrero ha de llegar cantando,
como llega todos los años,
trayendo la alegría, tapándonos
quizás un algo.
Febrero vendrá y se subirá
por las gargantas de los changos,
paralelo al canto mismo de la copla.
Regresará febrero otra vez,
a derramarse por un valle de vidalas.
*comadre
**compadre
***encuentro
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La vieja estación del alma--24
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Cincuenta años de cielo
Cincuenta años de cielo
me acompaña mi sombra fatigada,
achatada sin apuros
un rato atrás otro adelante.
Salimos a caminar esta tarde
para morigerar la añoranza,
renovar juntos un sueño,
compartir la nostalgia.
Cincuenta años de cielo,
junto a mi sombra buscando alboradas
y mi osamenta dibujada
se desplaza por el suelo derramada.
Cincuenta años de cielo
unido en plenitud de gracia,
con raíces crecidas
profundas dentro del alma.
Cincuenta años de cielo
eterno amor que traspasa,
aroma a flor que no extingue
más allá del tiempo y la distancia. (Poema musicalizado por: Jorge Cay. Santillán)
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La vieja estación del alma—25
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Hachero del tiempo (A la memoria de don Ariel Ferraro)
Es hachero el grito que astilla los montes,
es sudor que sangra en el arenal.
Vertical se eleva junto al refusilo estallar del hacha,
golpeteando siglos, ¡luz de eternidad!
Hachero del tiempo, hachero sin nombre,
raíz de la tierra, fermento carnal,
salobre de luna te moja la frente
adusta cobriza de arcilla y gredal.
Se trepa y se trepa tu grito dolido
paralelo a la savia de aquel tiempo vegetal,
igual que el coyoyo* cuando maduraba verdes
sobre lo que hoy es tristeza marrón del algarrobal.
Hachero del tiempo
hoy el hombre te enciende
vidalas de estrellas en la infinidad
Genealogías de heredas antiguas,
sangre arisca del tiempo ancestral.
*cigarra grande
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La vieja estación del alma--26
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Antigua voz
Silplituca, hermano de las coplas y las vidalas
hilvanadas con raíces profundas de su suelo, de su canto.
Coplas y vidalas crecidas dentro de su sangre, para que el viento en su voz
las desparrame y las cosiese con su hilo de plata ¡Yacurmana!*
Jineteando coplas va vidalera** en mano, por el vendaval azul
de sus montañas. Más allá del viento, más allá del sol, hacia allá
del canto, ¡allá! del vuelo, del lado allá del tiempo.
En la ojerosa piedra milenaria, en el cántaro nativo,
en las alas extendidas de una paloma toda límpida,
como la flor de la harina. En el dolor antiguo, en el autóctono
grito de la copla. Coplero antiguo, insomne llevador de coplas en
sus alforjas, hechas con el aire de su tierra, con el soplo mismo de
su alma soñando porvenires de rebaños y luz con amaneceres de
alegrías. Pero hombre que también recuesta sus tristezas sobre la
aldea de su destino. Cabalgador que entiende, que no tiene horizontes
la tierra, cuando cabalga un jinete de la vida coplero y cantor
para entregarle al hombre, una estación de vidalas florecidas.
Silplituca,** antigua voz que reclama en los silencios, un alba
encendida sobre su pueblo habitado de pájaros.
*quechua vocablo, agua que cae
**caja chayera
***viejo cantor de vidalas
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ La vieja estación del alma—27
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Valle
Era un día cualquiera, cuando llegué hasta una especie de valle
habitado por la palabra y el conocimiento, en dialogo con una multitud
de silabas, verbos, formas y maneras que se asociaban con la escritura.
Comencé a caminar por ese valle, donde se agregaba un preludio a las
sinfonías de los arroyos, los cuales emanaban prosas y viñas acercándome
a los sueños de las rimas que habían despertado para recibir al sol con sus
lujuriosos higos de poesías y frescas uvas con el sagrado numen que nos da la vida.
En lo alto de una oración, me detuve a observar esparcidos pueblos que formaban
silabas de letras. Se iluminó el pensamiento, me tendió una mano el conocimiento.
Afanoso comprobé, como el valle se había vestido con un verde ceniciento y una
vocinglería a manera de coplillas me ganó el alma. Los sonetos serpenteaban como
arroyos que han bordado sus faldas con filigranas de poesías. El mundo de las letras,
es como la sagrada tierra y todo lo que existe es revelador. Porque atrás de lo que
vemos, palpamos y sentimos, se encuentra el reino de la poesía universal. Sin lugar
a dudas, un valle habitado por palabras, tiene una enorme fuerza oculta, mas el
magnetismo del escritor y su pluma en pos de seducir al lector, con la sabiduría
de un espíritu elevado y ese espíritu con dominio absoluto sobre lo que generan
sus escritos. Jamás, con la estridencia de querer ordenar las palabras de una
manera espectacular, solamente dejar que el alma se escape de uno, a recorrer
regiones extrañas, distantes. Relatar historias, anécdotas, algunas experiencias
vividas, tejidas con las hebras de estaciones, lo mismo que el tiempo cuando va
tramando y tejiendo con los hilos de las eras y los milenios. Buscar maneras de
escribir, para que el lector sienta lo apacible y lo simplificado. En verdad, sentirse
un poco agricultor al amar los viñedos de las rimas y en la llanuras de nuestra memoria,
los lujuriosos higos de la poesía. Sacro lugar la escritura, donde convergen los surcos,
el arado, una artesa, el lumen, la materia, la fuente más antigua donde abrevamos
nosotros mismos. Un estado de sensatez, cuando escribimos sobre la vida, que es la
misma forma como concebimos el pensamiento. ¡Pero los hay, que contemplan la
vida, con una mirada muy turbia, mirando en la savia, en la corteza de nuestro árbol,
como a un ser marchito y carcomido.
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La vieja estación del alma--28
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Acallé mis versos
¡Hubo un tiempo
en que me creí escritor!
Hasta que conocí,
la sabiduría de aquel
ante quien se rinden
todas las musas
con total mansedumbre.
En sus poesías,
se habían reunido
las risas de las rimas,
las lágrimas de las elegías
y el danzar de los sonetos.
Desde el momento
que conocí todo aquello,
mi pluma se convirtió
en instrumento hueco, vacio,
y mi espíritu no pudo hilvanar
nunca mas todo lo que para mi
significaba la poesía.
¡Entonces! arroje mi pluma,
y acalle para siempre
mis versos.
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La vieja estación del alma--29
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Circunloquios
Las
palabras y los verbos
maduran en el alma del poeta,
desde su templada nostalgia
y los traslada por acaecimientos
líricos.
Con elevado espíritu
anhela y trama
minuciosamente
la simplicidad
de su vuelo
poético.
Nada más, ni nada menos,
que consagrar su existencia
el cultivar de la palabra
¡sin rodeos!
la manera completamente fidedigna.
Testimonio cabal,
en el cotidiano ritual
de escribir poesía.
Todo ello avala, es circunloquio,
tender un puente de palabras
entre el principio y el fin
entre los amaneceres
y los atardeceres.
----------------------------------------------------------------------------------------- La vieja estación del alama--30
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Conversión
Un muchacho
comienza a caminar
después de haber comprado
una realidad y ponérsela
en uno de sus bolsillos.
Después
de haber caminado por un rato,
se detiene con la misma realidad
en uno de sus bolsillos,
pero ya, no es la misma realidad.
Ahora es un montón
de sueños anhelados
que el muchacho deja abandonado
en el banco de una plaza.
Al quedar solos sobre el banco
aquel montón de sueños,
se convierten otra vez en realidad,
hasta que alguien los ve,
comprueba la verdad de esa realidad
y los deja convertidos nuevamente
en un montón de sueños.
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La vieja estación del alma--31
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Apostillas
El hombre vuelve siempre a su pueblo,
llega desde el fiero desarraigo de la nostalgia huyendo,
viene a la tierra, a la casa, al árbol, a la fuente. ---------------------------------
Todos los caminos que llevan al hombre
por otras tierras alejándolo de su pueblo,
siempre vuelven de regreso a la raíz, de donde salieron.
-------------------------
Un cantor nunca a callado su canto,
el poeta jamás sus poesías,
para que juntos alcancen la estructura
de la creación.
---------------------------
La vida es, quien moldea a los hombres
con su tramado de hechos y circunstancias,
tejidos con la vorágine de la realidad.
------------------------
El hombre nunca debe creer en lo que ve,
debe de recurrir al conocimiento porque es necesario,
para palpar la realidad. --------------------------------
La voz del hombre sacude el grito
primitivo de su ancestro
abriendo surcos, su inicial sobre la tierra.
---------------------
Es el tiempo de mirar al hombre, por el hombre,
aquel, del universo cabizbajo,
caminando sin el norte de los vientos.
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La vieja estación del alma--32
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Labriego
(Canto de siembra)
Canta el labriego
su canto de siembra,
en sus manos
el pan aromado.
Nace la flor de la harina
y de la espiga su fruto nombrando.
¡Gritando
a todos los vientos,
nunca su corazón dejo de gritar!
Una y mil veces
cruzando fronteras
Tan solo la tierra
conoce de la íngrima
soledad del hombre,
habitador de los surcos
y de la corteza de la siembra.
Antiguo
patriarca de los trigales
y de sus largas penas.
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La vieja estación del alma--33
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En azul
Mi boca es,
como el nacer
del rocío
azul de un alba
inesperada,
nutriéndose
en los besos del río
tormentoso y fuerte
que hay en tus labios.
Tus ojos
melancólicos
y mansos,
lanzan de lo profundo
de tu mirada
un horizonte azul
de pupilas
.-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
La vieja estación del alma--34
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María de los viñedos
María de los viñedos
racimo oscuro tu piel
gesto de greda y arcilla
fina cintura de miel.
María de los viñedos
en el surco tu vestido
se alborota con el viento
como tu pelo retinto.
Tienen tus ojos desdenes
de tanto vendimiar sueños
entre los surcos creciste
María de los viñedos.
Arriba un cielo de orujo
muestra su brillo la luna
abajo chanca María
en un lagar de amarguras.
Con los ojos fatigados
y sus manos agrietadas
María tiende un madero
de noches crucificadas.
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Poema musicalizado por:
Julio C. Díaz Bazán
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La vieja estación del alma--35
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Luna de Pagancillo La luna de Pagancillo* desnudita y alumbrando
entre un cordaje de estrellas, corazón anaranjado
lunita de Pagancillo pila’ chita** y alumbrando.
La luna de Pagancillo desvelada por los grillos
se me ha quedado dormida sobre un gajito i’ tomillo
lunita de Paganmcillo ven ha vidalear***conmigo.
Lunita de Pagancillo recostada en los parrales
memoria de enredaderas de tumiñicos**** y azahares
la luna de Pagancillo
descalza en los retamales.*****
Lunita de Pagancillo como savia te derramas
sobre los algarrobales tendida sobre sus ramas
la luna de Pagancillo candil de las enramadas.
Lunita de Pagancillo descalza en los arenales
peregrinando en los patios bajo el envés de la parra
la luna de Pagancillo su luz el cielo nimbaba.
*diminutivo de Paganzo –tierra colorada
** desnudita
*** cantar vidalas
****picaflor
*****sitio poblado de retamas
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La vieja estación del alma--36
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Si un amor se muere
Si un amor;
se muere herido
de besos y hunde
en el olvido
su beso mejor,
el corazón recupera
aquel mismo beso
y sobre el mismo olvido
construye otro amor.
Y si un amor
nos ensombrece la vida
por un abandono
y ese abandono
nos causa dolor,
la vida nos devuelve
nuevamente la lumbre
y de ese abandono
renace otro amor.
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La vieja estación del alma--37
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Asimétricas breves “Aromas”
Hueles a humedad de la tierra,
a el aroma del bosque que trasmina tu piel.
Mi corazón se deja llevar por esa fragancia
que encierras, en el cuenco de tus manos
pequeñas.
La parra
La parra cantaba la copla azul de la vendimia
mojándose los labios con el báquico jugo de sus granos,
y saboreando su propia aroma se emborrachaba,
descorchando el mosto bíblico de los lagares.
Oficio
Mi oficio es cantar, cantar la música
sustanciosamente agiornada
con la sensibilidad de la palabra
y el sabio embrujo de las asonancias.
¡Este es mi oficio! el de juglar,
que no dejaría jamás!
Pincelada
Mi corazón se encendió,
en el blanquísimo gris del arenal.
Mis ojos gravitaban
sobre las soledosas copas de los algarrobales,
el cielo estaba azul, el día luminoso
y el aire me traía el fresco aroma
de la infancia.
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La vieja estación del alma--38
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Desde la altura, por la orilla del alba,
echas andar tu destino en tu salto
Yacurmana*
Diosa azogue
Libres viñedos, nogales, cultivos
se te ofrecen, para que tus aguas
recorran por los despeñaderos.
Como sierpe azogue te ondeas en la montaña
y entre los riscos, vas dejando tus huellas.
De los arbustos, las hojas desprendiéndose
de sus ramas, se embarcan en tu correntada
como en un bajel de cristal.
Recorres acequias y la música canta,
bordeando tu orilla, las aves te surcan,
como si fueran las ninfas
diosas de las aguas
Para ver tu magnánimo salto
el arbustivo infinito
hace balcón en las peñas
junto a los pájaros, las flores,
cuando vas amansando las piedras
con tus potros cristalinos.
Salto a salto te despeñas
como gimiendo tus aguas
y se transforma en espuma,
tu sierpe de plata.
*cascada de agua en lo alto del cerro
llamada diosa del agua.
se encuentra en:
Chuquis, origen diaguita -- pedernal -
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La vieja estación del alma--39
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Fragmentados 1
Tu llanto
es como el cordaje
de la lluvia quebrándose 2
Sobre tu vientre palpitando,
se me caen muertos
de amor los besos. 3
El cáliz de tus labios
nombrándome. 4
Tengo andenes
de ausencias en los ojos
y un puñado de adioses
en mi vieja estación del alma. 5
Por el itinerario de mi sangre
se encienden pájaros de latidos. 6
Como quieres que te olvide
si nunca pude conocerte. 7
Eche a rodar caminos
los anduve todos,
cuando mire hacia atrás
el niño ya se había ido
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La vieja estación del lama--40
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Ánfora sutil
Dulce hechizo
tu cintura,
modelada cual ánfora de arcilla
por las manos escultoras
de natura, donde mi boca bebe
y se arrodilla.
Sepulto mis dedos
en la perfecta hechura
dorada de trigales abriéndose al sol,
y entrego mi ofrenda en tu sutil cintura
deslizando mis dedos segadores
en la mies de tu siembra
hecha flor.
Dulce
hechizo tu cintura,
bravía silueta
de mimbre en el viento.
Seducción de pájaros en cinta,
indócil ángel y criatura
donde el barro de mi tiempo
se volverá sedimento.
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La vieja estación del alma--41
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Nombrar
Nombrar
es el oficio de la memoria.
Nombrando las sombras, se encuentra la luz.
Nombrando los valles
escalamos las montañas
Nombrando los ríos
desembocamos en los mares.
Nombrando mojones
nos hacemos distancia.
Nombrando los oficios, dignificándolos
nos ganamos el pan
Nombrando las calles,
transitamos ausencias.
Nombrando amigos
rebosamos las copas.
Nombrando a Dios
sobre todas las cosas
respetamos la vida.
Nombrar todo lo que nos rodea, es tocar con la punta
del alma, los misterios, las formas, las cosas hermosas.
Lo oculto o lo visible, es utilizar la forma mágica
que es la de nombrar.
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La vieja estación del alma--42
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Desde la hondura
Desde el territorio
absoluto de la nada
como en bocanada el silencio,
solo se hace oír
Una abertura infinita
es el espacio profundo,
en ese espacio el silencio
con la nada se buscan,
queriendo fundir sus almas.
y la tierra reseca echada
cayéndole el cosmos
La hondura majestuosa,
formando sinfonías de silencios
y en esa hondura me hundo,
en el espacio, del espacio absoluto.
Editado: Antología poética (5)
PR Ediciones- España
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La vieja estación del alma..43
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Desnuda mi alma (Poética)
Resbalándose desnuda mi alma
toca tu firme cuerpo,
buscándote con su humedecida boca
en las estrechas sabanas de tu lecho.
Mi alma estremecida llena,
derramándose en cada rincón
de tú almohada, prolongándose
silenciosa por tu suave desnudez.
Meditando pasiones el corazón,
deja correr pensamientos fatigados
en el cálido territorio de tu alcoba.
Mi alma desnudándose ante tu rostro
como si fuesen alas de un espíritu,
toca tu frente como lluvia de luz,
y se queda prisionera en tu deslumbre.
Mi alma vuela, rozando melancólica
por los henchidos jazmines de tus pechos,
que ardorosos, brotan en tu cuerpo
y los contemplo.
Entonces, cierro los ojos del alma
y te me quedas mirando
con tu mirada fija, clavada en mi pecho.
¡Tal vez, como puñales de fuego ardiendo
en la tarde del ocaso melancólico
de mi alma!.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ La vieja estación del alma--44
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Andando la vida
Andando la vida hice un pacto contigo.
Hundir en tus labios carmín,
el vértice carnal de mi boca
derramándose como un río
en el frutecido salobre de tú lengua
que se aviene por mi carne,
abriendo un laberinto
en la rojez de mi sangre.
Ardiéndose en el averno pasional
de nuestros sexos humedecidos
explorando territorios por inaugurar,
donde con gravedad nuestras bocas
se hacen heridas con un instinto animal.
Amanecer ¡Andando la vida!
luego me encontré besando tu vientre
temblando con tu mies madura.
Como la tierra hembra echada,
para incubar su fruto
puesta para dar a luz.
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La vieja estación del alma--45
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Callejón de los Ozán
Callejón de los Ozán
bien ceñido
de angosturas
donde bebe el arenal
gotas de rocío y luna.
Callejón de los Ozán
te solíamos andar
en noches de serenatas
sorteando el viejo canal.
Un coplero en tu camino
se ha topado
con la bruma
callejón de los Ozán
no le escondas a la luna.
Callejón de los Ozán
de arenal y piedra dura
el coplero de los tiempos
golpetea el parche de la luna.
La guitarra del recuerdo
sin clavijas y sin cuerdas
ya se aleja cuesta abajo,
orillando va el canal, agua blanda de la pena.
*palabra relacionada con chaya
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La vieja estación del alma--46
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Salamanca *
En el fondo tenebroso de la
piedra calcárea, ante la bruja mayor
bastonera del aquelarre, comienza
el cónclave endemoniado.
Ebrias de alcohol y lujuria
danzan las hechiceras
en la boca profunda de la noche,
cuando las horas altas
carcomen hasta el tuétano, los huesos.
Expertas;
en el arte ancestral
que viene de siglos.
Oculto misterio, untado
de prodigiosos ungüentos,
haciéndose parecer
como dulces caricias
en un amante dormido
desnudo su cuerpo.
Cuentan que algunos bebieron
de aquel elixir compartiendo el secreto.
Lúgubre vino amargo y mágico
cómo un beso envuelto en la lujuria.
*lugar de leyendas, antro de brujas y demonios.
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La vieja estación del alma--47
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Alfarero (a Dionisio Díaz)
Alfarero; oficio milenario.
Tus ojos como cuencos,
asombrados por la nobleza
de las piezas que labras
con tus manos de greda
sutilmente ejercitadas.
Como las flores del aire
sensibles tus dedos,
que al tacto de las yemas
se vuelve pétalos el barro.
Alfarero de nativa arcilla,
conocedor la elegiste,
¡por su nobleza tal vez!.
Acaso por los secretos ancestrales
que ella encierra, por las huellas
de tu raza sufrida, o por las heridas
de un tiempo acontecido.
Sumisa materia dónde duerme la magia
apresta al modelaje.
Honda el alfarero la trabaja
y se vuelve prodigioso
objeto entre sus manos.
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La vieja estación del alma--48
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Decía llamarse
Decía llamarse, Remigio nomas.
Retacón, curtido y sereno en sus movimientos, con su cuerpo
que parecía un muro como para fusilar todos sus sueños.
Nació tan pobre, como la misma pobreza. No tenía amigos,
tampoco parientes, nadie que le brindara afecto, que lo quisieran,
mucho menos. Tuvo por corazón, algarrobales y arenales ardientes.
Sus brazos se le quedaron secos, como el rio de sus venas
de tanto hachar y alambrar sueños sedientos, calientes.
Desmontó, aró, sembró crucificado en la reja. Gruesas gotas
de su sangre y sudor regaron la gleba.
¡Nadie; había notado su ausencia cuando marchó por otro destino!.
Pasaron los años hasta su regreso. Tan largos, cómo años
sin un mendrugo de pan. Eso fue lo que duro su destierro,
entregando por nada su vida, teniendo en claro que la vida es valedera.
Decía llamarse Remigio, cuan honda era su pena
al no haber tenido amigos, parientes, para enojarse con ellos.
Quebrada sobre su frente el ala de su sombrero, como quebrada traía
su alma ¡crean me! que no era para menos. Los gargajos de la blasfemia
y el alcohol pendenciero, lo llevaron a la muerte.
Dicen: lo encontraron muerto, con sus manos llenas de sueños resecos.
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La vieja estación del alma--49
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Vidalero
El
rojo
vino,
la
arena
quema.
Detrás
de
la
copla
un
vidalero*
desangra
de pena.
*Cantor de vidalas
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La vieja estación del alma--50
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Nombrándote
En el sopor siestero,*
andará borracho mi corazón de resolanas
nombrándote,
cantando borracheras de amor
y de vidalas.**
Cuando me adentre
por la arena de las coplas
buscando el rastro de greda,
la raíz de mí bien perdido,
¡estaré nombrándote!
En esta luz miel, que me da este mediodía
o cuando canta con sonora dulzura la torcaz,
canoras melodías,
¡estaré nombrándote!
¡Estaré nombrándote!
junto al silbo de las cañas
que me trae el viento entristecido
y en estos versos que se vuelven
como racimos grávidos
de silabas y palabras.
¡Estaré nombrándote mi bien perdido!
*andar de siesta
**canciones populares, que se acompaña con caja
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La vieja estación del alma--51
*******************************************************************************************
Mí canto
Mí canto
emana
de cauces
heredados.
sin ataduras,
por renglones
de la savia popular.
Entonando
a veces,
el lenguaje
verbal
de la pena
y la melancolía.
Tal vez
los asombros
reiterados
instantes
del vivir.
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La vieja estación del alma--52
********************************************************************************************
Siesta de harina respira la copla
por sus poros suelta el vidalear*
el coplero se adueña de su alma
solo quiere dejarse escuchar.
Tengo un puñado de coplas
Tengo,
un puñado de coplas
subiendo tu boca de miel.
Busqué regarlas con vino y albahaca
para que florezcan en la llanura
de tu piel.
Tengo;
un puñado de coplas,
y un ramo de albahaca,
para coronar tú sien
y una luna que se cuela alumbrando
con su parche a mis vidalas también.
Siembro;
un puñado de coplas
en tu vientre dorado de mies,
donde madura y se mece
la grande dulzura
como bresca de miel.
*cantar vidalas
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La vieja estación del alma--53
********************************************************************************************
Nueva savia
Eh visto
cuando el viento
arremolina la hojarasca
debajo de las parras,
luego el sol, la lluvia,
la descompone
para que vuelva
a tener nueva vida.
Así;
pasa con el hombre
cuando se le arremolinan
desengaños y tantas penas
que lo amargan.
Pero todo aquello
ha de ser
cómo hojarasca
devuelto
al humus
dando nueva savia.
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La vieja estación del alma--54
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Huele a albahaca febrero
porque su aroma agudiza las venas del corazón
y moja a todos los hombre con sus gotas de amor.
Casca Olivera
Adagio a la chaya*
En el ardiente estío de atardeceres largos,
cuando en el cielo el sol apenas arde,
acordes y vibrar de chayas
cantan al rumor de las brisas enamoradas.
Y en las calladas noches, cuando la luna fulgura
golpeando su parche en las tímidas coplas de los changos,
cadenciosas voces llegan al oído
y al silencio turban cómo en un vago gemido.
Se desgarra y se hace grito en las gargantas
y se mete socavón adentro de la sangre
entregándose al humano como mansa copla
levadura madre de las vidalas derramándose
en un rio caudaloso, aplacándole el incendio al arenal.
Madurando ya, los tiempos de azules melodías,
como el agua en las acequias, que en espíritu traduce
manantial de música dando luz al corazón.
*proviene del quechua: significa (rocío de agua)
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La vieja estación del alma 55
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Esencia a romero
Su profunda esencia expele
su singular encanto con aroma bucólico.
Casca
Mi corazón es una rama profunda
de romero
cortada en un febrero de frutales
con nacientes pintando algarrobales
y lagares creciendo vino, como
de un venero.
Hermano de la albahaca que perfuma
con aroma de su esencia en los
vergeles,
donde liba el tumiñico* el polen de sus mieles
y donde el verde del verano
exhuma.
No tengo un jardín de rosas urgentes sus corolas,
pero guardo mariposas de greda en mis manos
que hacen ruborizar a un huerto de amapolas.
Romero en mi corazón, romero en las alas del viento,
mi piel pisando siestas de verano
y tu hueles romero en tu aliento.
*picaflor-colibrí
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La vieja estación del alma--56
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Oración de los oficios
María de los viñedos, racimo oscuro tu piel, gesto de greda
y arcilla, fina cintura de miel. Arriba un cielo de orujo,
muestra su brillo la luna, abajo chanca*
María, en un lagar de amarguras
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Pedro de los trigales, surco de mies en las manos
y en tu augusta frente el sagrado sudor, el pan de tus hermanos.
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Juan de los tabacales, junta manojos de sueños quemados,
yéndose por el humo espiral azul del tabaco.
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Esteban de los cañaverales, zafra adentro de su sangre
machetea en la caña cortando su jornal tan miserable.
--------------------- ----------------------
José de los quebrachales,**rostro duro como tallado
trasmina en tu cuerpo el tanino que huelen olorosas tus manos.
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Santiago; oscuro destino el de minero raíz profunda y socavón
dentro, siembra debajo de la tierra remezón de huesos y desazón.
*moler
**paraje poblado de quebrachos
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La vieja estación del alma--57
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Oración a Victoria Romero
Victoria;
la que vio caer a su amado ensangrentado
con una rosa punzón en el pecho.
La que vio rodar la cabeza cercenada de su hombre
por las áridas arenas de su amada Loma Blanca.
¡La Victoria! del paisaje agreste
confundida entre el gauchaje,
donde ella cabalgaba los potros al viento
alzándose en la polvareda, atada
de los pelos de las crine de aquellos
gigantes centauros, parecía flotar
en el cansino espacio de los llanos.
La Victoria; que se deja caer desde lo alto
de la pena y del cansancio.
La que busca afanosa el remanso
en el azul celeste de los ojos de su amado
que jamás en ella, se volverán a posar.
La Victoria del postrero grito de furia y de dolor,
la hembra, mezcla de clavel y acero ¡como decía el poeta!
La mujer que amó locamente,
a don Angel Vicente Peñaloza
¡El Chacho!
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La vieja estación del alma--58
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Allá por el la u’ de los llanos riojanos tengan presente
asesinaron al “Chacho” un general humilde y valiente.
Elegía al Chacho*
Padre de los riojano, hermano de los pobres,
la vida diste, alentando tus ideales, y sin poderes ni dinero,
levantaste ejércitos enteros.
En el sagrario de tu alma de algarrobo, guardaste
ardiendo con vivo fuego, todo el amor por tu pueblo,
entregando tu estirpe gaucha, a los sencillos y humildes
de corazón ...
En tu brazo agreste y federal, tu lanza al viento toda
resurrección, y la vincha roja color sangre de la bravía raza,
ajustada a tu sien.
Montonero noble,
magnificaste todos los senderos,
con el augusto andar de tu heroicidad,
en busca de la verdad y la coincidencia, y, no,
al leguleyo con su ciencia, afanoso de mentiras
contrariando la verdad.
Vagabundo nómade y errante,
cabal y justiciero, entre tu gente, caballero.
Que entre lucha y lucha, victorias y desdenes, no aceptaste jamás,
una pizca de parabienes, tan solo el abrazo gauchazo**
y paterno de tu montonera.
¡Sindicato del gaucho! Por ahí, te denominaron.
Señor de los pobres,
cid campeador de los hombres.
Activar la memoria necesitamos;
para nunca quedar sin brotes, y sin ramas,
o molinos de viento sin su quijote, o como viejo corcel sin su
trote. ¡Cervantinas palabras!
Y en la plaza aquella,
donde la pica mira con lloroso
parpadeo,
el dolor de los riojanos, allí, un templo tiene. *diminutivo de muchacho
**gentil, afable
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La vieja estación del alma--59
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Memoria del tiempo
(Poema musicalizado)
El grito chayero* astilla la siesta
y se vuelve copla sobre el arenal
vertical se eleva memoria del tiempo
golpeteando siglos luz el carnaval
Chayero sin nombre coplero riojano
raíz de la tierra, sol, luna de sal
la siesta te moja salobre la frente
adusta, cobriza de arcilla y gredal.
Se eleva en tu grito la copla encendida
como blanquecina paloma se va
llevando en su vuelo la chaya nativa
vidalera** estirpe de riojanidad.***
Chayero del tiempo raíz de la tierra
heredad que viene de la eternidad
vidalas antiguas el hombre te enciende
sideral estrella de la infinidad.
Se va por la siesta trepando tu grito
madurando en coplas para el carnaval
paralelo al tiempo frutal de la savia
igual que el coyuyo en el algarrobal.
*adjetivo es decir algo propio del tiempo de la chaya
**palabra para denominar caja chayera-------
***signo de identidad
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La vieja estación del alma--60
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Corazón agrario
Sueña el hombre;
con hacer parir a la tierra
el tan ansiado fruto primario,
¡muchas veces sin poderlo lograr!.
Y la tierra sin su mies madura
es como el corazón del hombre
sin los frutos de su faena agraria.
Es un corazón vacio
rodando por las noches
sin estrellas.
Es como el pan
olvidado por la espiga.
El ser agrario!
es yugar cotidianamente
con la mística ilusión del riego.
Es, esperar por el parir de la tierra
comprometiéndose hondamente
con el misterio de la semilla.
Es nutrir las raíces con el humus,
velar el surco, la semilla
y el proceso de la siembra
¡Ser mucho más que sembrador,
y tu corazón, lo es!
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La vieja estación del alma--61
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Compendio el pensamiento (Exposición breve)
El hombre, es la memoria de las cosas y de los hechos que dejamos.
La nostalgia, es el verbo y el idioma con los cuales nos solemos expresar.
En música, la primera combinación de los sonidos es,
emitir nuestro llanto al nacer.
El hombre debe de guardar en la memoria,
todo aquello que para otra persona nunca fue recuerdo.
Tener buenos amigos, es saber del cultivar, tener tino y prudencia
y no empequeñecer a los demás.
Toda vez, que queremos ser portadores de huérfanas ideas,
nos hacemos protectores de tremendos pensamientos.
Rimando con armonía los pensamientos pacíficos del alma,
serán un verde huerto en las vendimias de la sangre.
Todas las cosas y los hechos a su debido tiempo
serán como frutas, cayendo en las manos.
La poesía es como el curso de los ríos con la actitud nuestra,
manifestándose. Igual que la música en concreto movimiento,
conmoviendo en el humano el intelecto.
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La vieja estación del alma--62
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Escribir
Escribir es acumular, reciclar, sincretizar* y luego darle forma al
pensamiento poético utilizando los verbos más originales. Sobre todo,
meditar creando en la conciencia una forma o un ambiente cuasi
determinado entrando en la magia y el misterio. Es haber abrevado,
sustanciándose un poco de cada poeta, frases, versos brillantes, dejando
todos su impronta en mi pluma, quedándose indefinidamente a veces,
de manera mezquina, otras de modo indeleble. Tanto me atraen los
escritores antiguos, como los nóveles. Considero a la poesía como un asilo
de vocinglerías, donde todos opinan ejerciendo libremente la disidencia.
Hay por cierto, poetas que me atraen por su vena melopéyica**
tensando tan bien el idioma como otros, que inspiran desde sus trincheras
linguisticas.*** De todos modos, la musa inspiradora no termina, ni muere
allí. Por cierto, hay poetas que alumbran como los prosistas, ensayistas, rebeldes,
brujos y libertarios. Todo lo que me conmueve, ocurre y me vivencia, deviene
de mi fuente literaria, temas variados, van desde la pulsión erótica, hasta una
pizca de filosofía. Mi lugar de origen, mi barrio, el sur de mi desarraigo, la
experiencia cotidiana, también mi errancia,**** todo lo que concierne en torno
de la memoria. El oficio de un poeta es, peculiarizar***** su esencia, abriendo
caminos para que otros puedan cruzar, y la manifestación de ese oficio es la
poesía, los poemas mismos. Cuando se escribe, hay que empuñar el ser de
cada uno, y las palabras cobraran vida, resonando mas allá de lo que vaya
a suceder. ¡La escritura es el principio donde abreva la humanidad, TODA.
*en arte, confluencia de estilos-cultura
** arte de producir melodías-
***estudio científico de las lenguas naturales
****errante—
*****que es propio de..
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La vieja estación del alma--63
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¡Mi madre y Miguel Hernández!
están durmiendo en mis bolsillos de tierra
cuando hablo en fuerte ternura,
ellos suben por mi áspero cuerpo
y rematan floreciendo albahaca.
Freancisco Squeo Acuña
“A mi hermano Francisco”
Corazón viñador
“A mi hermano Francisco”
El corazón del viñador se moja a borbotones
con el vino rojo amargo de la paga;
que se mete a chorros por las infinitas
venas de la sangre y serpea por la cueva profunda
de su garganta, hasta quedarse en la savia blanca de sus huesos.
Le corre rojo; por lo profundo de sus entrañas
y se vuelve vidalas en su voz, pechando pecho a fuera
el vino miserable del jornal.
Porque en cada primavera de ese vino;
está echada ya su suerte,
cuando siembra el corazón
en las vendimias de la muerte.
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La vieja estación del alma--64
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Tierra de los naranjos (a don Julio F. Chazarreta)
Tierra de los naranjos, me subes creciendo sobre los ojos,
con la límpida claridad del asombro cuando te recuerdo y te nombro
en todas las cosas que uno sigue amando.
Milenarias montañas al poniente, lunas verticales que se alzan
derramando racimos de luz sobre el follaje.
Manantial verde oscuro habitador en los naranjos,
con la prístina magia de lo aromático y los tumiñicos,* danzando
azulina inocencia en el dulce néctar de tus azahares.
Tierra de los naranjos; grávida de frutos envueltos en una gruesa
cascara anaranjada.
Déjame que evoque, y, elogie nombrándote verso a verso, y demorarte
pensándote despacio, para que no empieces a dolerme en el recuerdo.
¡Es que crece, la infancia de mi sangre! ¡La memoria sensitiva,
los aromas, los olores cotidianos!. ¡Tierra pobladora de mística fragancia! deja florecer el azahar
de los naranjos, en este corazón envejecido déjame llenar de verdes mis pupilas,
para cuando las acaricie la nostalgia.
Déjame fundarte para siempre, ciudad de los naranjos, sobre
la geografía del corazón de todos tus hijos
y en la historia de la sangre de todos mis hermanos.
*picaflor---colibrí
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La vieja estación del alma--65
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Olivo pascual
Con tu tronco nervudo y añoso
cual un dios pagano, rudo y primitivo,
hundes tus raíces como un haz de tendones
en la tierra de Arauco.
--¡Tu, olivo pascual!.
Olivo de Arauco
humilde y callado, notario inmutable
del pasar de los años, curtido de mil vientos
en la inmensidad de los valles.-
Arbustiva vegetación,
soplando el germen en el verde
ceniciento del paisaje.
Padre;
de todos los olivos, nutres tu sangre y tu savia
en la tierra de los viejos y silenciosos labriegos,
en la tierra de sufridos jornaleros, con sus ojos cansados
por tanto hablarle al silencio.
Tierra de los humildes paisano, curtidos por los soles
ardientes y las límpidas albas heladas.
Viejo olivo; aguantador del cierzo y el solano.
Ni los hielos que congelan, ni los soles abrazadores
te hacen mella, viejo olivo de mi Arauco.
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La vieja estación del alma--66
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Viñedo soy tu vino
(Versos policromos)
Allí estaban!
con su verdor majestuoso,
grávidos de frutos los viñedos.
Aquellos sarmentosos viñedos de mi infancia
cantándome y diciendo, soy la verde esperanza
con un sol dorando los racimos.
¡Yo soy!
ese rojo vino humilde, pulposos granos mi origen,
que de las viñas he brotado para que degusten
el espirituoso granate de mi sangre cuando les suba
y les moje las bocas, en señal de que comulgan
conmigo los humanos.
Vengo de aquella tierra de eternos nevados
donde la tierra cuaja tus valles soleados
de tu policromía Villa Unión, de tus viñedos.
Desde tu azul solar me levanté, desde allí,
para estar aquí, para estar como el pan,
límpida flor del trigal ¡bíblico ángel
de las mesas humildes.
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La vieja estación del alma--67
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Hace tiempo, que no vuelvo por mi casa;
a cruzar la puerta del antiguo zaguán,
recorrer con mis pasos, abrir una ventana,
mirar la siesta aguda, profunda,
recostada en su amarilla soledad.
Casca Olivera
No te olvides madre (Oración)
Hace tiempo, que no vuelvo a casa,
pero nunca olvides ¡madre!,
de velar por mis sueños y abrigarme en tu regazo
aún mi corazón es niño, acúnalo en tus brazos.
Hace tiempo que no vuelvo a casa,
te respiro en el aire ¡madre!
Y en este abismo azul de la nostalgia,
busco la estrella fugaz de tu mirada.
No sé, cuando volveré a casa,
pero guárdame por siempre ¡madre!
el jardín, limitando con el patio,
el aroma, los olores cotidianos
y el perfume a tus comidas que eran un culto,
casi un secreto.
¡Cuánto olía la flor de la cocina!
No sé, cuando volveré a mi casa
junto al paisaje de mis sueños ¡MADRE!
No sé, cuando volveré a casa,
pero déjame permanecer en mi tiempo
de niño, ser tan solo, aquel que fui.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- La vieja estación del alma--68
*****************************************************************************/*************
Desde los fogones con vino y estrellas
allá en los obrajes de Chepes al sur.
Ariel Ferraro
Allá en los obrajes “A don Ariel Ferraro”
¡La roja sangre del monte, allá, en los obrajes!
se mezcla con soles degollándose en el ocaso.
Es sabia derramada de tantos algarrobos seculares,
notarios inmutables del filoso rayo del hachazo.
De los montes y los obrajes, tan solo un montón de recuerdos han
quedado. La soledad testigo de aquellos parajes, silenciosos
restos que el tiempo a talado, desolación de madera de sangre y de sal
oliendo a medio jornal. Osario de los silencios, tierra de greda inicial.
Ya no habrá en las madrugadas el chirriante
crujir de los carros, ni el canto triste del hachero debajo la enramada,
consumiendo sus penas, como brasa de cigarro. ¡solo cenizas en el
fogón del ¡desarraigo! *
Tampoco se oirá, de los chicotes, chasquidos
lastimando el espacio como una estrella fugaz,
ni el agreste silbo de los grillos, ni el arrullo triste de la torcaz.
De aquellos obrajes, quedará la historia escrita en los montes
con lágrimas de sal y en la tierra gredosa viva memoria,
donde en otrora soñaba verdes el algarrobal.
¡La roja sangre del montes, allá, en los obrajes!
donde las hachas ardientes tajearon la savia verde y forestal,
se mezcla con el asedo sudor de los hacheros
y el grito tan antiguo que la misma memoria. Ese grito, ángel oscuro
de la pluralidad del monte derrumbado, síntesis tremenda de la desolación.
*extracción de raíz
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La vieja estación del alma--69
*****************************************************************************************
(A mí amigo Luis (Matatín) de la Fuente)
El corazón del hombre
El corazón del hombre,
tiene dolores que lo desangran,
se siente inmensamente cansado,
muy anciano.
Sufre achaques
en sus entrañas.
En sus venas,
erupciones de volcanes
que laten fuerte, por exceso de las penas
y los desencantos.
¡El corazón fatigado turba,
y arruga los sentimientos!
El corazón
ya no está
para tantos trotes,
esta aterido, muriéndose de tristeza.
Y cuando apuñalan en él;
dardos de la desidia,
se siente discapacitado
y se va tupiendo de arrugas
nuevas.
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La vieja estación del alma--70
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Atravieso la esquina de la nostalgia
y esas largas calles de recuerdos,
y me atrista la lánguida enredadera
que está muriendo en un rincón del patio.
Era marrón mi patio, refugio de la grata aroma
donde sencillos malvones
enamoraban a la altiva albahaca.
Casca
Melancolía
Mi casa, el patio, la huerta,
caminos alejados
allá muy lejos.
La infancia, adolescencia,
el algarrobo, la tala.
Mi madre;
con sus plantas en el jardín,
regando, yendo y viniendo,
mirando las flores, el huerto,
la higuera,
todo distante, allá, muy lejos.
Mi padre diagrama
algunas notas en sus dedos,.
melodías, coplas, tal vez, algún sueño.
Sentado en su silla, chalina en su espalda,
figura de roble, su pelo ceniza,
luceros en sus ojos, de veranos eternos.
Mirando las flores, el huerto,
la higuera, diagramando notas
entre sus dedos, allá, hace tiempo.
Así, los recuerdo.
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La vieja estación del alma--71
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Preludio para una canción
Cuando escribo y musicalizo una canción,
siempre regreso a mis raíces
colgando la arrastrada pronunciación de la erre
y al acentuar las palabras, mi verbo se agiganta
con el esdrújulo acento de mi voz.
Son las notas y las letras, torrentes de ríos
buscando el rumbo hacia los mares.
Manantiales brotando en libre albedrio
desde la hondura misma, donde nace la escritura.
Ordenando junto a notas, van gravitando consonantes
mientras llegan las vocales, con el perfume de mi inspiración.
¡Pura aroma del huerto de mi sangre! a cosas
Universo de plurales y singulares se desparraman
por renglones que tiene la blanca calma del papel
y todo se agiganta cuando escribo de un querer.
Dejo acurrucarse, al dolor en las letras,
también algarabía otras voces,
porque todo converge a un destino cierto ,
donde caen rendidos mis versos.
¡Qué misteriosa pasión! encierran palabras y música,
esos jardines de flores violetas que la tinta encierra.
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La vieja estación del alma--72
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Este azul tan intenso, yo lo siento
en el giran y vuélcanse mis átomos
venidos de lejanas latitudes,
ignoradas, no vistas, de galaxias,
espacios de soles solitarios,
presentidos, oscuros.
Edhit Hunicken de Pelliza
Mis versos --- (a Edhit)
(Policromías)
Todos los que escribimos, se nos da por mostrar
nuestras poesías algunas veces. ¡Estas son mis criaturas;
policromas,
incoloras algunas otras!. Huelen al perfume de la lluvia
que trasmina por la gleba de la tierra.
Tienen la infinidad del combo
azul de las estrellas y me habitan en la hondura roja tinta de mi
sangre.
----¡Son mis versos!—
si lo lees, comprenderás, que tienen vida, porque vienen desde la
raíz donde el comienzo de mis huesos y se vuelven ríos vertebrados
entre mis dedos.
Versos policromos, otros incoloros, cayendo como una cascada
sobre el tenue blanco del papel.
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La vieja estación del alma--73
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Pensamientos
Sentado en el umbral del pensamiento,
hundo mi cabeza en el silencio
dejando errar a la cordura por todos
los rincones de la mente en pos de quiméricos
caprichos, quizás de sueños con la imagen encendida
de aquella edad primera.
Son los mismos que en bandada,
vuelven siempre a cercar mi vida
abriendo en mi pecho la perfumada flor
del primer cariño.
Visiones estas, como otras más,
buscan siempre albergue en mi alma.
Es el pensamiento mismo y cuando mi boca se abre
para nombrar la ausente herida, sale cantando el grito
rompiendo la luz del día.
Una imagen desteñida me ronda
como inocente juego debajo del viejo y frondoso algarrobo
con su añeja sombra centenaria.
Escenario, donde escalaba altura, columpiando mis sueños
construyendo en el aire castillos que luego se hacían añicos,
como las aguas rompiendo al golpear una escollera.
¡Nada más que pensamientos!
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La vieja estación del alma--74
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Niñez
(Fragmento)
Correteando mi mente por el valle umbroso de mi niñez,
veo descolgarse por el hilo se los sueños como quien desciende
un barrilete el descender de mi infancia, columpiándose sobre el
perezoso hamacar de los años. En el columpiar de esos años, me
encuentro mirando con ojos de asombro compendiando en silencio,
el misterio de la vida.
Pintándolo puramente con palabras sencillas, palabras llenas de aquel
ensueño y emoción, buscándole a cada estrofa un ritmo, rimándola con
el cadencioso encanto de la ilusión.
Mi infancia, correteando abrasada al viejo caserón amado
y grávido de recuerdos el corazón deja palpitar aleteos de gorriones
revolando trinos de nostalgia, debajo del añoso algarrobo con su grave
sombra umbría donde corretearan tantas ilusiones.
La centenaria tala encorvada, a un costado de mis sueños, sangra
en frutitas, dulce manjar de los tordos.
Por allí, pasaron saltarines duendes mis sueños y tanta nostalgia
añorando el ayer.
Aunque nos muramos de a poco, es verdadero el querer,
volver a los sitios de la simple alegría
y por donde transitara, nuestro andar de la niñez.
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La vieja estación del alma--75
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Huellas digitales (Reseñas)
Considero que mi poesía,
resulta naturalmente terrenal.
Tiene como un alado sentido de lo normal, y cotidiano.
En ella, confluyen siempre en pasiva armonía, el aletear
de la nostalgia, junto al duro despertar
que tenemos los hombres, saliendo al encuentro
de nosotros mismos.
Porque sabemos que, entre un despertar
y algún otro anterior, se han de juntar como leños
y arderán en las llamas de la poesía.
Es un volver sensorial, y vivencial, sobre huellas de mi infancia
y mi adolescencia, recorriendo largos caminos de mi existencia,
con el que labramos los escritores, tal vez, nuestro futuro
y el porvenir asomándonos, por la puerta de todos los sentidos
que se transfiguran en imágenes cotidianas, que van,
desde lo más intimo y profundo,
a lo más inverosímil y común.
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La vieja estación del alma--76
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Volantín*
Altísima flor creciendo.
A la luz del mediodía remontabas,
y con hilos yapados de ilusiones
equilibrista de piruetas, de mi mano volabas.
Con el ocre oxidado del otoño,
como todos los años llegabas
para llenarnos los días con tu magia y alegría.
Buscando nuestra estrella, hacia el combo
trepabas.
Volandera cometa
te vas al cielo volando,
con tus alas que se agitan,
vientos lejanos.
Pajarillo que vuela surcando el espacio,
enredando mis sueños en tu cola de trapo.
Luna de otoño pintando el ocaso
haciendo equilibrio, con tu alma de payaso.
Aves creadas con inocencia de niños
y que aferran fuerte a sus brazos.
Mensajes alzándose al cielo,
dibujando sueños, dejando sus trazos.
*pandorga
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La vieja estación del alma--77
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Lo nuevo
Un beso nuevo hace olvidar al anterior,
sepulta la historia de todos los besos,
sepulta su propio encanto
y hasta borra la historia de los amantes.
También, cambia cada caricia del beso,
hace que se olvide la anterior.
Se desvincula muchas veces,
de la raíz profunda del amor
y después se encuentra con las otras caricias,
Y también la nueva ternura del beso,
hace olvidar a la anterior.
Entra en la gran amnesia del beso
y va envolviendo caricias, por caricias,
para salir después y envolver el beso
con una protección, preservarlo,
para otras caricias.
¡En lo profundo
todo esto, no parece extraño!
¡También nueva mujer,
hace olvidar a la anterior!
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La vieja estación del alma--78
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Emociones (Narrativas)
Reúno todas mis emociones, las envuelvo en un trozo de diario y
las guardo en el bolsillo de mi alma, mientras camino por un costado
de la vida, juntándome con los recuerdos. Aprieto con mis manos ese
trozo, pequeño envoltorio que contiene parte de aquellas emociones.
Las vividas, y algunas reprimidas, que también forman parte de sucesos
y sensaciones ¡bagajes de recuerdos! Voy cavilando y pareciera como
que son un amuleto, una pata de conejo,
en el bolsillo. Y palpando con los dedos mis emociones, pienso en el primer
e inocente beso. Es como llevar ocultos todos los secretos para
que nadie se los pueda apropiar. Es sentir de nuevo, las caricias
y emociones de aquella joven nostalgia, en esta mi sangre!
que ya comulga, con el medio siglo. Me refugio en una plaza, alejado
del bullicio, donde hay muchos bancos habitados de silencios. ¡Solo!
tratando de hurgar con mis ansias reprimidas aquel trozo de papel,
envoltorio de emociones. Contemplo alrededor de la plaza y están sus
árboles, sus juegos, únicos notarios de mis íntimos secretos.
Comienzo a escarbar el envoltorio donde ocultas palpitan mis
emociones, las vividas y también aquellas guardadas como anhelos.
Mientras reúno entre mis dedos y al tacto entre mis yemas aquellas
emociones, comprendo la existencia de mi vida. Porque si las pierdo no
tendré jamás, la magia que ellas encierran.
----------Un pequeño envoltorio, confesionario de emociones----
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- La vieja estación del alma--79
********************************************************************************************
Huellas de ti
Dejaste huellas en mi,
como pisadas en la arena.
Marcas profundas, en el corazón
ni las aguas de un río podría borrarlas.
Indeleble; como tu boca en mis labios,
como tus caricias, marcadas a fuego
sobre mi piel.
------Tus huellas------
talladas en la colina
erecta de mi cuerpo,
elevándose, buscando
con sus manos,
la infinita lluvia
de los besos.
Huellas;
esculpidas en mi piel,
por tu boca y tu lengua serpenteando
húmeda, buscando lentamente el trayecto
hasta perderte en la vertiente
del sexo todo miel.
-------------------------------------------------------------------------------------------- -------------------------------------
La vieja estación del alma--80
***********************************************************************************************
Me he gastado los sueños
Me he gastado los sueños
tan solo por comprar
un pedazo de luna,
para fundártela en la cintura,
ceñirla en tu cadera, como enmelada
toda dulzura de polen
y de mies madura.
Me he gastado los sueños
tan solo para entregarte
un pedazo de luna, con su gesto
blanco de vida, plateada,
por el solo hecho de crear
las mieles del amor.
Me he gastado los sueños
para tener un pedazo de luna.
Ella, mis sueños acuna
en sus telares de azogue y de plata.
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La vieja estación del alma--81
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Quiero estar en ti
Quiero estar en ti, con vehemencia,
con mi grave locura enamorada.
Tener tu boca en mis labios demorada,
hasta el último halito de mi existencia.
Quiero estar en ti, con insistencia
encendiéndome en tremenda llamarada
en la furia luz que tiene tu mirada
si dejar involucrar jamás, a la clemencia.
Quiero el desenfreno a esta locura
que haga trastabillar a la cordura
que a veces creemos tener y lo admito.
Quiero tu piel, toda tersura,
la desnudez de tu boca, toda ternura.
Quiero pensar que lo necesito.
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La vieja estación del alma--82
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Dios (Anáfora)
Dios es principio, la creación,
es palpitar de los seres vivos
buscando afanosamente
encontrar, toda repuesta
a su existencia.
Dios me moldeaste el alma
Dios me infundiste la razón
Dios me procuraste
Dios me levantaste en mis caídas.
Dios me hiciste hombre
Dios me sanaste
Dios me vivificaste
Dios me diste lo necesario
Dios me quitaste lo justo
Dios me rescataste
Dios me diste el marchitarse de la muerte
Dios también me diste la floración de la vida.
*repetición de una, o varias palabras al inicio de una frase
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La vieja estación del alma--83
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Geografía
Por el vértice fugaz
de tu temblor, desde
las cumbres más altas
de tus pechos, hacia los cuencos
frescos de tu vientre, recorren,
caudalosos ríos mis dedos.
Por la hondura fresca
enmelada de tu boca,
galopa mi sangre desbocada
de besos hacia el deseado valle de tu espalda
y por el terso sendero de tu cuello.
Desde la esbelta catedral de tus hombros
hacia el eterno y largo camino
de tus piernas, recorro
infinitas llanuras de tu cuerpo.
Por el vértice fugaz de tu temblor,
por la eterna latitud de tu ansiedad,
hasta la sagrada hoguera
enardecida de la pasión,
recorren caudalosos ríos mis dedos.
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La vieja estación del alma--84
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Opúsculos de versos “Distancia”
No tiene color la distancia,
tiene más vale el sabor
agridulce de la ausencia.
“Claridad”
El color de tu mirada, fluye tierno
en la claridad de la mañana,
de la misma manera que el color
de la primavera que se derrama
sobre el amarillo ocre del otoño.
“Desde mi corazón”
Desde mi corazón, la sangre asciende
demorándose en el follaje de mis venas.
“Tarde”
Muere la tarde,
estrujo hojas de albahaca entre mis dedos,
de la tarde el aroma, su cuerpo.
“La noche”
La noche se acuesta de antarca* en un rincón del patio
quieto. Retazos de luz, se levantan en el huerto verde ceniciento
de las talas, ni un pájaro se oye, es la sombra bruna** de la noche.
*voz quechua de espaldas
**de color oscuro o negro
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La vieja estación del alma--85
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Manía
Desde los nueve años,
tengo la hermosa manía de cantar
sobre las cosas y la formas con olor a vida.
Cuando tenía dieciséis, había escrito
mi primera canción y la publique
entre mis amigos.
¡Lo poco que produje a los veinte;
es, para no tenerlo en cuenta.
A los veinticinco, comprobé la verdadera
naturaleza y el significado estructural del canto,
en consecuencia, a los treinta
habría de lograr un poco de experiencia y progreso.
A los cuarenta, incursioné
en el misterio sagrado de la música,
a las cosas simples y mas importantes
que me deparaba el canto.
Ahora a los sesenta,
estoy, en una etapa
comulgando maravillas
donde todo lo que haga
sea canción, una poesía,
tendrá siempre, siempre vida.
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La vieja estación del alma--86
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¿Qué es poesía?
-----Poesía a mi criterio------
es la voz del pensamiento
Una conjunción de la inspiración
en disposición
para poder escribir.
Al no tener esa disposición,
Se hace muy difícil
Lograr escribir.
No es,
solamente aquella
inspiración romántica,
o quizás, aquella inspiración fatal
por la forma.
Es juntar experiencias
de distintas lecturas,
pueblos, lenguas, sus gentes.
Una alquimia de voces,
----sentimientos------
y distintas situaciones.
¡Si es una alquimia honesta,
es difícil correr riesgos!
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La vieja estación del alma--87
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Recorrer
----por el sur de tu cintura,
es mojarse con la lluvia
que riega los jazmines
que florecen de tu cuerpo.
Es llegar
al surco profundo
donde la mies,
asoma entre tus piernas
hasta el alba donde mi sed
busca el norte de tus pechos.
Recorrer
por el sur de tus caderas,
es llegar a la herida
caliente de tu boca,
es llegar, hasta el valle profundo de tu vientre.
Es mojar mi boca,
en los pequeños ríos de tus pies.
Es andar, con mis labios nómades,
por regiones interminables
como único viajero.
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La vieja estación del alma--88
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Fragmentos
Llevo mi río al delta de tus brazos
por un duro cansancio de llanuras.
Mi crecida interior, lleva la humedad
salobre de tu orilla,
recorre por la espesura de las matas,
para llenar con tus aguas las acequias.
De mi lagar el vino áspero
en el cuenco de tus labios prodigare,
con los olivos, el ungüento a nuestro amor.
Y así daremos, el banquete místico,
la unción.
En el lagar de tu boca beberé
el vino comulgado del delirio.
En tus pupilas tendré el sol
de mis antiguas celosías.
En la frontera de tu pasión
la claridad de las vides,
el don, del pan caliente.
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La vieja estación del alma--89
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Me fui (Relato breve)
Me fui, una mañana calurosa, esas de las cuales,
uno quiere levantarse lo más pronto posible de la cama.
Y me di cuenta, que había cometido grave error al hacerlo,
pero ya estaba hecho. Al final de cuenta, era algo ineludible.
En realidad, no era tanto el hecho de mi partida,
si no, la forma en que lo hice. Y peor aún, eran las razones.
El sentir que lo nuestro se estaba fragmentando en mil pedazos
y que era mejor no seguir, a quedarme a jugar a hacerte feliz.
¡Conocías los motivos y me dejaste partir!
Recuerdo de esa mañana;
un viento caliente soplando, estrellándose en mi cara.
Respire profundo y solo atine a caminar
en dirección a donde estaba el vehículo,
que me espera para abordar.
A mi espalda, estabas tú, sin articular palabras,
con los ojos húmedos, por mi partida.
Y me fui, sin darte un momento más de mi.
Aun recuerdo aquella mañana ,
tan calurosa de noviembre.
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La vieja estación del alma--90
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Como escribo (Comentario)
Después de haber escrito algunas paginas
para un ensayo sobre prosas y algunos cuentos.
Descubrí, que me había quedado un momento sin el numen,
sin la musa, que nos da la inspiración.
Pero no vacile en ningún momento y proseguí escribiendo,
ya casi era el atardecer y seguía sentado en mi lugar
donde siempre escribo. Siempre a mi izquierda, la maquina
de imprimir, a la derecha, los útiles necesarios
que uno echa mano para corregir y ante mí un montículo de c-d
con mi música predilecta. Momentos en que uno aloja en su mente y en su
corazón como si fueran episodios, escenas de alguna película y de pronto,
uno se queda vacio, como la blancura misma del papel.
Oigo el chirrear agudo de la pava en la cocina llamándome,
a una herbácea sección de mates, infusión espirituosa, refrescante
para nuestro organismo
y cable a tierra para nuestra usina inalámbrica de la mente.
Pareciera como que el mate, fue creado para vivificar la musa,
o el genio a veces fatigado al avivar nuevamente la inspiración
poética que estaba dormida.
Luego de la espirituosa sección, me obligaba a trabajar sin interrupción
con solo breves intervalos.
Finalmente eran menos frecuentes los refrigerios, para evitar distraerme.
Así entre maquina, mates, útiles de trabajo y corregir,
terminé de escribir, la forma y la manera que tengo para escribir.
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La vieja estación del alma--91
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La cultura de la civilización (De todos)
La música de los pueblos; no tiene dueño
tampoco una estructura fija. Va cambiando y se adapta
a cada comunidad, a cada espacio físico, buscando en cada
individuo que siga comunicándose y tratando que la memoria
sea la lumbre para nuestra esencia particular.
La tradición en su orfandad, es también, un poco culpable
de su olvido y en algunos momentos recibiendo malos tratos,
por los trasnochados de siempre, que han querido manipularla.
Aun, quedan resabios de algunos que siguen utilizándola para
su propio beneficio. En su largo peregrinar, el folclore estuvo a punto
de, extinguirse, cuando la pseudo* cultura de la civilización, comenzó
a querer arrasar, cualquier resto de memoria.
Sabemos que para los poderes
no elegidos por los pueblos, nuestro folclore y lo tradicional,
es el primer enemigo a batir.
Defender lo nuestro ¡el folclore! nuestras costumbres,
es tener un compromiso honrado con la cultura de nuestros mayores.
*supuesto
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La vieja estación del alma--92
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El corazón, busca en la altura de la tarde,
la explicación de su pena.
Luis Casca
Huida Chicoteaba el corazón ansioso
por abrir el pecho, sin cadenas y dioserías.*
Mantenía,
compulsivamente el suicida empeño
de huirse lo más lejos de mi pecho,
corriendo como un aterrado
animal en fuga.
Corre, que te corre,
volando se veía, rociado por la mirada
querenciosa** de su amada.
Pero se detendrá,
desconozco tal lugar, pero existe el albedrio
donde pueda retozar.
¿Sera un paramo de verdes arboledas?
O será, la sombra de un refugio,
donde se deje caer a descansar
del suicida empeño de huirse de mi pecho.
*querencia, querendona
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La vieja estación del alma--93
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Atreverse
Me atrevo con los dedos,
a caminar por la geografía
temblorosa de tu cuerpo.
Con la mirada buscarte
en la profundidad de tus ojos.
Con mi boca, beber el néctar
frutecido que mana de tus labios.
Descenderte,
por el sendero de tu cuello,
por los sinuosos caminos
curvilíneos de tus pechos.
Peregrinarte,
por el fresco venero de tu vientre
deslizándome por tu piel,
con actitud serpenteante de un remolino.
Peregrinarte,
por el simétrico territorio entregado de tu cuerpo
y zambullirme,
en el carmín humedecido de tu sexo
saciando así, la sed, que de ti siento.
Editado: Antología poética (5)
PR Ediciones- España
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La vieja estación del alma--94
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A un costado del olvido
A un costado olvido,
en los lazos donde envuelve
y duele la nostalgia,
donde ya, solo sea
apenas la memoria de un recuerdo
enterrado entre cenizas,
sobre el cual el tiempo escapa inasible
detrás de la tierra,
después de que tuviera mi nombre,
acaso tal vez, de muchísimos años,
de los abrazos perdidos como piedra en el camino,
más allá de la tierra,
más allá de tu boca,
¡estaré! a un costado de tu olvido.
Ya no seré, penas ni dichas,
ni siquiera nombres
retornando en recuerdos,
solo nieblas envueltas en ausencias,
donde quede sin lumbre para siempre
sin saberlo yo mismo.
Más allá de la tierra
¡estaré!
a un costado del olvido.
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La vieja estación del alma--95
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Oda a la tarde
La tarde, reina con su silencio grave, los pájaros vuelan
el aire rozando sus alas altivas, en un desliz suave.
Allí, donde el sol se cuela con su luz alumbrando
toda la anchura, que cubren sus rayos sembrando
y en ella descansa, la tarde posando.
¡Cuánto conmueve! a la quietud de la augusta tarde,
a la sensibilidad de mi alma. Se oye su voz, penetrante,
cálida, adusta, trepándose en la cumbre de la calma.
Tanta es la calma, que oigo al silencio callar,
manifestándose en paz, por miedo a estallar.
Grata paz, que interrumpe el murmullo del río
rompiendo el letargo de una tarde de estío,
cuando el viento se cuelga susurrando
junto al trino de la alondra, que va de rama, en rama,
entre los brazos verdes cenicientos de una retama.
La tarde cubriéndose con un cálido ambiente
se abre de antarca* al cielo, bebiendo la luz
del rojo poniente y se abrasa, con su don majestuoso.
Y en la cresta del grave silencio, resuena junto a la tarde
de tan honda espesura, el crespín con su canto,
modulando ternura.
*voz quechua de espaldas
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La vieja estación del alma--96
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Susurro
Musito tu nombre
y una paloma gris de nostalgia
se desgarra en mi alma.
Musito tu nombre
y la tristeza del otoño
se ciñe en mis labios.
Musito tu nombre
y el estío de la ausencia
se clava en mis pupilas.
Musito tu nombre
y mi alma se me puebla de todo
un espacio
de melancolía.
Musito tu nombre
y mis manos tiemblan de soledad,
no tienen abrigo.
Musito tu nombre
y sangran de ausencias
mis entrañas, mi savia de adioses cuajada.
Musito tu nombre
y es esperanza baldía.
Mis manos huecas se quedan
como ánfora vacía.
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La vieja estación del alma--97
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Coplillas
En la claridad del alba
te mojé con un lucero,
su luz te baño entera
y yo me mojé en tus deseos.
Por mi boca se resbalan
humedecidos los te quiero
y los dedos se me enredan
alborotando tu pelo.
Tiendo mis brazos como rutas
para abrazar el latir de tu cuerpo,
que trasmina aromas, esencia,
jazmines del huerto.
Escandiendo estos versos
me embriague de poesías
y en mi lagar el numen
acrecentó la musa inspirativa.
Este pobre corazón, sin tu luz,
se encuentra a tientas,
es la grande oscuridad
que cada vez, se hace más densa. Ceñido a tu cintura, sembrándote calor,
verteré en tu vientre, los veneros de mi amor.
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La vieja estación del alma--98
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“Nostalgia”
La triateza golpea como el viento
en los cristales, mientras una hoja volandera
va a posarse en mi ventana, como aquella tarde,
que en mi se posara esta nostalgia.
La nostalgia, son mis ojos cuando miran la tarde,
cuando las sombras entregando se van
a la oscura simpleza de la noche
donde atrapada quedó mi soledad.
Y me veo caminando ausencias
junto a tu recuerdo pidiéndome alcanzar.
Es esta antigua y dolida nostalgia que llevo
que de tu ternura no se quiere apartar.
La nostalgia
es la que viene hasta mi umbral,
echando a tierra, muros que levanté.
Es la que decide, simplemente traspasar,
es la que se atreve siempre andar,
siempre volver, golpeteando sobre mi ventanal.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ La vieja estación del alma--99
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Manifiesto
Todos hablan de la vida sin comprenderla.
Muchos creen, que el vivirla da derechos a manipularla
y proceder sin frenos, lo cual está cometiendo
un gravísimo error.
La vida, o vivir, es una fuente de luz utilizable para el bien
y nunca manosearla para el mal.
Porque siempre esta, en concordancia con nuestra razón,
donde le va, ¡por qué no! la honradez del hombre.
El pecador, cuando peca, no vive tranquilo, al ser
arrastrado por el mal, dejándose llevar por sus pasiones.
Y cuando se le da un castigo, precisamente, se lo está condenando,
porque no está respetando su propia vida. No es, que debamos obedecer a nadie,
nosotros mismos debemos ajustar propias conductas,
que es la acción rectora de la razón niveladora de la justicia.
Debemos obedecer, a los que hemos elegido,
profundamente aptos para dirigirnos.
De esta manera estaremos,
obedeciendo a nuestra propia razón.
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La vieja estación del alma--100
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Porque sentimos (Anáforas)
Siempre nos preguntamos ¿porqué?
y la respuesta es, otro porque.
¿Por qué amamos?
porque también, odiamos
¿Por qué reímos?
porque también, lloramos.
¿Por qué nos movilizamos?
porque también, nos paralizamos.
¿Por qué somos pensantes?
porque también, somos irracionales.
¿Por qué somos realistas?
porque también, somos utópicos.
¿Por qué somos leales?
porque también, somos infieles.
¿Por qué nos traicionaron?
porque también, hemos traicionado,
en el incesante devenir de nuestras vidas.
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La vieja estación del alma--101
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Itinerario
Desde
todos los puntos
cardinales de mi sangre,
viajo.
Hasta ahora,
no vislumbro
mi llegada.
Los aciertos
y desaciertos,
las dudas,
tampoco
fueron mi camino.
He cruzado en ocasiones,
el paralelo del otoño,
llevando en bandoleras
el oxidado ocre
de la melancolía.
Otras veces
por el grave y fiero
meridiano del olvido.
Editado: Antología poética (5)
PR Ediciones: España
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La vieja estación del alma—102
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Haycus* y tankas
Es mi corazón
un tizón encendido
entibiándose.
Verdes lapachos
derramando al viento
humus vegetal.
La nostalgia
de oscuridad, macula
el almanaque.
Un degüello
de sol sangra la tarde
muriéndose.
Tankas **
Dos corazones
se besan murmurando
por la herida
de sus bocas dolidas
cicatriz carnal, viva.
Pobre paloma
alejada, perdida,
quizás erraba
yendo a la deriva
tal vez, por la herida.
pauta silábica—5—7—5
**poema escrito con pauta silábica
5-7—5-7-7
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La vieja estación del alma--103
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En tu huerto brotan rosales,
jazmines, claveles y albahaca.
¡Tus cantaros rebosan,
del cuenco de tu boca
enmelada desborda.
Casca Olivera
Postura (Relato)
Cierta vez oí, o leí, de alguien, que las flores
individualmente en su naturaleza, sus colores
y sus formas, poseen radiaciones especificas.
Que requieren orientaciones cuasi precisas.
Se dice, que, eligiendo bien el lugar o el
emplazamiento de cada una de ellas y buscando
relación con los cuatros puntos cardinales, los huertos
y todo lo que las rodean, se comprobará, las virtudes
beneficiosas de una misteriosa energía vibratoria.
Misteriosa vibración. Los lirios, orientados al sur,
como bebiéndose el rocío. El rocío, de tus besos, la malva
y el geranio al norte, al norte de tus pechos. El alelí,
hacia el oeste de tus caderas. El cactus al este y la rosa carnal
de tu boca, hacia los cuatro puntos cardinales de mi boca.
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La vieja estación del alma--104
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Misterio
Muchas veces, he pensado que mi poesía
mas que forma de una poesía mística,
tiende a acercarse a la poesía
de un contemplador.
Escribir, como quien cree,
para dejar de creer, como quien reza
en la basílica de la memoria.
Cuando la inquietud sosegada, me lleva
a manifestar estar fastidiado
e incomodo con la vida, solo una cosa
me hace estar seguro, ¡mi inexistencia!
Al sentir la falta de mi ¡inexistencia!
escribo para tratar de huir de todo eso.
Quizás los escritores, seamos el hambre
que nunca ha sido saciado. Malestar que no
calma ni siquiera los banquetes más lujosos.
Ni las logradas imágenes, como oblicuas líneas
en el tiempo. En el miedo de ser el vacio, hacia
la perdida de la inexistencia. Pero sin embargo, algo queda,
algo permanece inalterable, más allá, de nosotros mismos
a pesar de todo. Todo hombre existe en su literatura oscura
y su orgia embalsama en toda la belleza.
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La vieja estación del alma--105
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Hay una leyenda (Relato)
Hay una leyenda que alguna vez, oí contar.
Cuenta de cómo Chaya y Pujllay se quisieron,
pero su amor no lograron plasmar.
Pujllay, era muy mal visto en la comarca y tanto
le compungía aquel desprecio, que amanecía y atardecía
con su desconsuelo. Chaya, sufría por ese desaire, pero aun
mas, por aquel amor que no pudieron concretar.
Y en una tarde cualquiera consumido de penar, Pujllay
partió hacia la ausencia a su destino enterrar. Era tanta esa
pena que lo embargaba, que era imposible en su pecho,
albergar una más. Detrás de sus pasos, salió Chaya a buscarlo,
siguió el mismo camino sin poderlo encontrar. Chaya se convirtió
en nube y llorando a su amor perdido, mojaba la tierra gredosa y
carnal.
Y anduvo por toda la tierra, sin poder enjugar sus lágrimas
de rocío y de sal. Se hizo carne en su pueblo, también en las coplas,
en las coplas palomas trepando aún más y en su pueblo ungida en
vidalas, que se eternizaran. Por eso La Rioja, cuando exhuma febrero,
llora por todos los barrios rociando con agua para el carnaval,
lagrimas que derramó Chaya, ¡rocío de agua! por su amor Pujllay.
* voz quechua jugar
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La vieja estación del alma--106
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Copla ultima
A decir verdad,
no sé dónde voy con mi tristeza
y este borbotón de penas en mi pecho.
Tal vez, voy a despedir adioses al viento,
a deshacerme en remolinos más alto que las aves.
Tal vez, a quitarme los designios del corazón,
en él arraigados.
Voy a perder, la infinidad,
las estrellas
y la luz, racimos de luna
y paisajes breves,
donde habitó la pena que conmovió
mi última copla, con rumor de pájaros
y versos y palabras.
Voy a quedarme solo
sin la copla, sin la voz,
igual que socavón por dentro
donde solo habitan los silencios.
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La vieja estación del alma--107
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Vieja plaza
Entre el follaje de los arboles
se filtra el dulce trino
de los musicales nidos
¡oh, mi vieja plaza!
Vieja plaza;
con el coro de las voces de chiquillos
que llegaban por las tardes de domingo.
Vieja plaza; de los nidos musicales,
de los personajes prestos a salir a escena
y ese mundo de noviazgos, de amoríos, y de penas.
Vieja plaza; de vida urbana y tertulias simples,
con tus menudas párvulas hermosas
dejándonos el perfume de su inocencia
en el umbral del alma y el rocío de algún
beso en la mejilla.
¿Qué habrá sido?
de los dulces sueños compartidos y de aquellos
que rieron, con los juegos impúberes conmigo.
¡Hoy, la plaza está vacía y en silencio!
solo queda inundada de recuerdos pueriles
de algún amor escondido.
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La vieja estación del alma--108
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Los duendes de las siestas
maduran de sol y silencio--
Casca
Pacará de la esquina
Al pie del grave y enorme pacará que en la esquina de mi casa
habita, situado en diagonal con el viejo almacén de don Pascual,
es el territorio donde aguarda la siesta que es mi cita..
Encuentro de toda la alegría inherente a jornadas bullangueras de trompos
y bolitas. Fieles habitantes de la vereda polvorienta, a la sombrita
del rugoso “pacará” en el agudo sopor de los veranos.---
¡Baldío de los juegos cotidianos, un predio sin hambre que sacian los juegos!.
Viejo pacará de la esquina, por tu verde y sarmentosa espesura regresan los
duendes, y, los barullentos gorriones que compiten con el agreste chirrear
de las chicharras..
Antiguo solar donde moran arrullos de voces queridas
que a mi corazón, sobre lágrimas lo hacen rodar.
Nostalgia azul, niñez blanca, alma angelada color de inocencia,
pura, sin sombras, ¿dónde andará? Se recuestan mis sueños agigantados
a la orilla del cordón de los asombros.
Y, la siesta, que se tiende de antarca en la vereda de ladrillos
arrugados, despereza un sueño sobre aquello,
que hoy tan solo son, escombros del pasado.
Vacía esta la esquina de los años y de los sueños mejores,
ya no se encuentra la sombra con el verde follaje, de aquel viejo
pacará que fuera el amparo de mi alma de grillo.
Tampoco, los muros de adobe del antiguo caserón.
Tan solo me encuentro, con un cielo, volviéndome a la realidad.
*árbol natural de regiones tropicales
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La vieja estación del alma--109
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La dulcedumbre
y la belleza de la uva,
son la expresión de lo que el vino
puede expresar-
Casca Olivera
Oración al vino
En cada racimo, el vino palpita
y un corazón de granos lo habita.
Corazón que sigue latiendo
en la savia más profunda
desde el surco lamiendo.
Racimos sacrificados, en pos,
¿de quién?
capas que ni las gracias les den.
Racimos con lágrimas crecientes,
que en el lagar encuentran la muerte,
¡que ya nadie siente!
La tierra, es sementera de amplia vega
que Dios nos da, para la siembra y la siega.
Es para todos los hombres, estén o no, bendecidos,
porque en los viñedos de Dios, serán bienvenidos.
Porque en todo momento los pueblos,
con sus montes, sus llanos, da racimos
de espíritus humanos. Nacen, crecen, se reproducen,
son cortados, los muele la vida, son triturados
y este es el vino, muchas veces, el vino del dolor.
Es la sangre, es la alianza con Jesús,
perdonándonos desde su cruz.
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La vieja estación del alma--110
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Tengo el amor (Fragmento)
Desde esta nostalgia, recuerdo palpitando
en la memoria, mi pueblo, montañas, valles,
y el cielo azul su lejanía.
Por mis pupilas, estoy mirando el suelo
donde esta mi simiente
de los sueños dulces y amargos
que me habitan todavía.
Tengo ese amor, fundiéndose en montañas,
valles, toda mi vida, porque ese amor
mezclado, con cielos azules, cuna infinita,
son cielos azules amaneciendo conmigo.
Barro, donde mis manos amasaban los sueños
de mi corazón. Calles ventanas y rejas,
donde siempre he cantado.
¡Será por eso mi empeño!
el amor por mis valles, mis serranías
y el de mi existir. Sabiendo que es fuerte
el lazo que me ata a ese amor duradero,
por mi pueblo y sus letanías.
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La vieja estación del alma--111
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(A mi amigo Julio Díaz Bazán)
Báquicas “Poesía asimétrica”
La siesta era entrada
en su sopor de calma y sosiego.
El sol radiaba las calles
de Aminga* arriba de Aminga abajo,
donde preludian en concierto
los nogales, los viñedos,
junto a un coro de chicharras
al viento.
Cruza un chirrear lastimando la arena,
confundiéndose con el estallar del látigo
animando a las mulas.
Son los carros vendimiadores,
chorreando algarabía báquica
de los mostosos** canastos.
De la viña al lagar
va y viene
el coro chirrear de los carros
cargados con el sagrado fruto.
*pueblo de la costa riojana
**jugoso, mohoso
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La vieja estación del alma--112
*****************************************************************************************
La copla
Canto;
desde la honda geografía de mi interior,
por donde pasan ríos azules de heredades
que me vienen de allá, de abajo,
desde la raíz misma de los huesos
y me trepan por la cueva
sonora de la garganta.
¡Canto¡
porque nunca pude acallar,
esta enramada que es mi voz.
Herramienta que jamás
se podrá ahogar con los silencios,
mientras existan los rocíos de armonías
sobre el pentagrama universal
de esta, mi vida.
¡Canto!
porque soy como la gleba de la tierra,
un pedazo de siembra del vientre de mi ¡madre!
sementada por nervudo algarrobo,
que es, mi ¡padre!
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La vieja estación del alma--113
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Cuentos breves
De repente, mire hacia atrás y mis ojos,
se encontraron con alguien. A boca de jarro pregunte,
¿quién eres? ¿cómo ya no me conoces? ¡soy tu ángel!
siempre estuve contigo y estaré contigo, cuidando tu espalda
toda la vida.
Había un hombre que se empeñó en ser sabio,
cueste lo que cueste. Y todo su afán desde allí en adelante,
fue buscar la mejor manera de hacer notar
su sabiduría. Pero, hete aquí, que la mayoría de las veces,
¡el sabio nace no se hace!
Había tramado matarse, ensimismado en el más hondo
de los mutismos. Pero al comprobar que era larga su agonía
empezó a blasfemar gargajos de incoherencias,
¡se murió por necio!
El hombre, salió una noche de insomnio, a buscar realidades,
para enterrar tantas quimeras que le clavaban como espinas
de cardos en lo profundo de su alma.
Pero un día, cansado de tanto hilvanar realidades,
decidió transformar algunas en quimeras,
pero fue tanta su sorpresa que ya ninguna le quedaba.
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La vieja estación del alma--114
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Elegía de un febrero
Una vez por año, florece la albahaca
y muchas veces la copla en el cielo,
se hace lluvia de harina.
Yo tengo en mi voz, la copla,
el verso heredado, de aquellos copleros
que bendijeron cantando
un febrero hechizado,
eternizando silencios de siestas
hundiéndose en la dorada promesa
de otro verano.
Una vez por año;
mi huerto florece esencias de albahaca,
un huerto que los duendes sembraron.
Una vez por año, también la nostalgia
se ensombrece en el verde
marchitarse de la albahaca.
Aún me huele febrero,
a brisa del inconfundible
aroma de los patios.
Y mi pueblo se envuelve en los rumores
cotidianos de mi gente, como cuando me alejé
hace muchos años.
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La vieja estación del alma--115
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Pregón a mi pueblo
Late mi corazón por fin
y se alimenta con sed de esperanza
como el rocío que bebe el jazmín.
Trepa por la aurora un naciente
rompiendo grávidas neblinas
con su luz, raudal un torrente,
como si fuera la fuente de límpida agua
cristalina.
Ya se va despejando
el cielo de tan espesa bruma,
mis pupilas siguen avanzando
hacia mi tierra que esta asomando
como el río la espuma.
Allá lejos, sobre un fondo azul oscuro,
donde se elevan montañas del suelo
besando un cielo límpido y puro,
allí, se encuentra mi pueblo.
A mi pueblo le pertenece, la vida que aliento
y le entrego toda mi inspiración.
En él está, todo mi pensamiento,
dolido desarraigo del corazón.
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La vieja estación del alma--116
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El lapacho
Agudo, vertical te elevas
y en el fondo de tu pie socava
un yacimiento de raíz mineral
y dejas elevar tu envergadura,
savia paralela en busca de tu espesura.
Trepándote hacia un verde cielo vegetal,
alto te encumbras, tus gajos despliegas
como queriendo al viento abrazar.
Airoso te levantas por sobre la estatura
de otros arbustos, que al verte tan apuesto,
se inclinan reverencialmente en el saludar.
Agosto derrama lumbres,
un naciente baña las cumbres, las aves emiten píos
de clamor buscando refugiarse del frio.
La mañana bate tu frente de rocío,
como las alas de un pájaro trovador.
Una cuadrilla de trabajadores
mientras susurraba rumores,
se acerco a tu tronco mostrándose alegres,
el filo del hacha, en el espacio brillaba.
Injustamente talaban, hasta haber socavado
tu tronco y tu raíz, crujió tu cuerpo,
que estaba erguido y te desplomaste herido.
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La vieja estación del alma--117
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Nace el Pujllay (Fragmento)
Nace el Pujllay;* con el alma y su piel de costurones,
manos y brazos sinuosos, cuerpo dísforme.*
Humeantes cohetes en sus retinas y el fuego en las venas
transitándole, mas el silencio profundo de los ancestros
deambulando por sus adentros. Nace el Pujllay, provisto
de ausencias de su pasado marcadas por las
antiguas distancias, y, con su destino escrito en el alma.
Nace con risas, tristezas, también sentimientos,
atados a los brazos, de su ¡Chaya!.
Nace el Pujllay, borracho de soles, en siestas agudas.
Nace en los parches de todas las cajas,
que son como lunas maduras, verticales racimos,
que cuelga el verano.
Nace el Pujllay, pero más tarde se topa,
con su caterva de penas y se hunde en los trapos
de su disforme* cuerpo. Costurones de tajos, heridas de ausencias
que el fuego destruye quemando, llevándolo hacia el oscuro
socavón de su destino. Ahora siento que bajo mi ropa,
me vestí con su cuerpo. Costurones viejos, manto desfondado.
¡Mendiga apariencia, que el Pujllay, me ha dejado!!!.
*-voz quechua—jugar
**-deforme
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La vieja estación del alma--118
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Coplas no más
Cuando llega el carnaval, ya no me acuesto siquiera,
me la paso copleando,
con mi cajita chayera.
Este año pal’ carnaval, mi corazón no tendrá dueña,
sufriendo me la pasaré, como yuyito*
en la arena.
Este año pal’ carnaval, abraza ’u con mis coplitas
la he de pasar contento, meta a cantar
vidalitas.
Con mi cajita chayera, yo estoy bien acollara u’
apega u’ y bien juntitos, igual que
el año pasa u’
Una semana i’ goza u’ churita** la chaya ¡velay!***
pero me apena el domingo, con la quema
del Pujllay.
Cuando llega el carnaval, yo me ausento una semana,
despoja u’ ****** de toda pena ya ni me acuerdo
de Juana.
Pobrecita la algarroba, también sufre y se acongoja,
cuando la llevan al mortero, la muelen
y la hacen aloja.*******
*hierba silvestre
**.bonita-
***interj, para denotar asombro, admiración
**** despojado-
*****bebida que se extrae
de la algarroba
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La vieja estación del alma--119
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Cuando el árbol se duerme (Poema musicalizado)
Cuando el algarrobo se duerme
para soñar con coyoyos,*
la siesta siembra regresos de soles
en los ojos tuyos.
El árbol se duerme, en milenario sueño
de un sol ancestral de tinajas
y bajo el ardor del verano
agudos sones de cajas lo acunan.
Salmos de vainas maduras
darán aloja a mis vidalas
derramando por su savia
concertino de chicharras.**
Y en tu cielo de madera
por donde surcan las aves,
tu corazón será espacio verde
en la piel grave y arrugada de la tarde.
Añosos gajos tus alas,
leños de siestas ardientes,
aspereza de tiempo en tu tronco
alma vegetal tu simiente.
*--cigarra grande
**nombre vulgar de cigarra
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La vieja estación del alma—120
*********************************************************************/*****************
Tiempo vegetal
Sobre terrón milenario, arcilla, tierra madura
donde la tala gravita, un nubarrón de espesura,
beben y afinan los grillos,
verde savia sensitiva.
Tronco nudoso, encorvado, cimentando tu nervadura
leñosa piel te sostiene en tu vertebral hechura
y abren los brazos tu ramas
donde se horquetan los nidos.
Amparadora de gargantas melodiosas de las aves
y un poblado de misterios se enreda en tus ramajes,
donde maduran retoños
con el dulzor del verano.
Vegetal hembra añosa, sombra madura
en siestas de aromas, geografía donde habitan
los pájaros sueños de otrora,
que me conducen al sitio de mi raíz ancestral,
donde el río verde de tu savia,
lame el humus de tu tiempo vegetal. *horca para sostener, las ramas de los arboles
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La vieja estación del alma--121
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Donde yacen las penas
Con manantiales de ausencias
que van mojando en el alma,
se suben por la garganta
los torrentes de recuerdos,
------- que en las abrasadas siestas
---------yacen dolidos de penas .
Cuando el vino de la pena
busque quedarse en el pecho,
saldré a beber con la noche
y un desvelado lucero.
--------tomar prestada la luna
-----------para que me sirva de cuero. En el andar de la vida
vamos dejando las huellas
esas que dejaron señas
como surcos en la tierra
-------y nunca las borraremos
------aunque las tapen las piedras.
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La vieja estación del alma—122
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Pintura
Te pinte;
con
el crayón
de
mi
alma desteñida;
que
estaba
acurrucada,
a un costado
del
patio
de
mi infancia
¡estremecida!
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- La vieja estación del alma--123
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Algarrobo
Me quede un rato largo mirando hacia el sitio donde hoy es un espacio
vacio. Había pasado tanto tiempo, que cuando volví, ya no estaba
en su sitio. Con mis brazos en jarra, dirigí mis ojos en dirección de ese
espacio donde alguna vez con su sombra añosa, había habitado el
centenario algarrobo. Recuerdo sus sarmentosos gajos, con sus hojas
al viento, que eran el festín de las langostas. Recuerdo sus vainas doradas,
que molían nuestros mayores, convirtiéndolas en deliciosa bebida espirituosa.
Empecé a recorrer con mi mente, todos los rostros de ayer y un borbotón
de sentimientos dentro de mí, se arremolinaron haciéndome caer pesadamente
en la tristeza. Pero volví mis pupilas, buscándome adentro del asombro
y traje a mi memoria, la estructura gris nervuda de sus ramas y aquella
su estatura buscando siempre la luz, elevándose tanto, que se besaba con
las nubes de aquel cielo azul de mi infancia bañándose de soles y bebiéndose
los rocíos, llenándose de concierto con los pájaros. Elevé mis ojos, hacia la techumbre
indiferente que tenía el cielo en ese momento ante mi tristeza. El atardecer, era más sangrante
que de costumbre. La vocinglería de los gorriones, me hizo recordar que mucho tiempo había
pasado desde aquella partida, de esa mi heredad y mis orígenes. La casa se fue quedando vacía
y los niños que ayer fuimos también habían crecido. Hoy volví, hasta el amplio patio que
limita mi casa, cargado de ausencias. Regrese hasta el espacio donde estaba el árbol y
comencé a trepar lentamente uno a uno, los peldaños del recuerdo. En mis pupilas reverdecían
aquellas ramas como brazos oferentes, donde en tiempo de la infancia colgaban las hamacas.
Hoy, balanceándose en un ligero vértigo de la ausencia. ¡Quieren vender la casa! musite, en
dirección donde supo estar su rugoso tronco. ¿Vender la casa? su verde savia contesto, y sentí
una brisa suave a mi alrededor que me decía. Nunca tuvieron interés ni cariño por ella, pero
también les pertenece conteste. Por el simple hecho de llevar la misma sangre. De esta pena,
es de la que vine a hablarte. Nos quedamos en silencio, yo, con la mirada fija pegada hacia
donde estuvieron sus raíces. ¡Era tan profundo aquel silencio! que escuchaba latir la tristeza
en el canto místico de los pájaros habitantes de aquel espacio también mío, que buscaban
acurrucarse en la verde espesura de la tala refugio de sus nidos. Mientras yo, me hundía en el
degüello de nubes sangrantes que derramaba aquel atardecer.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- La vieja estación del alma--124
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“Desde la piedra”
Desde la piedra inerte me llego tu existencia,
a sacudir mi escoria empedernida y ruda
y prender el cristal.
Hedith Hunicken de Pelliza
Heredad (a Hedith)
Desde el originario misterio se levanta
como una fuerza cósmica, energía
de la heredad telúrica.
Matriz, levadura madre de la sangre
nueva savia del estirpe.
Desde la dignidad de la piedra
sagrado elemento que presenció
tantos hechos de mi pueblo, de mi raza.
¡Desde el originario misterio, será la piedra generadora!
El rostro de mi pueblo, estará tallado en esa piedra,
su memoria será esa piedra.
En esa piedra por siempre
la esperanza, y mi heredad
serán la inicial, del Dios de mi pueblo.
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La vieja estación del alma--125
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Bien vendimias
Bien
vendimias,
al umbral
donde crecen
sarmientos
de poesías.
Donde
tiene tanta raíz, la copla
donde
se nombra
y se celebra
el enverar
de los racimos
aquietándonos
la sed terrenal
del vino.
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La vieja estación del alma--126
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Sangre Chayera
Tu sangre sincopada, nació en las cajas
junto a los copleros, bebiéndose los soles
cuentos, leyendas duendes siesteros. *
Te mecieron en cunas, hechas de coplas
y de misterio, te quedaste prendida
en la vieja estirpe de los chayeros.
Tu sincopa es pureza y el corazón vidala chayera
viejos copleros dicen, que tienes alma en alguna estrella Lunas de cajas vieron iluminarte por los senderos
golpeando fuerte los parches
sentir cautivo del vidalero.
Quiero trampearte el alma con mi guitarra
viejo madero, modelando tu ritmo
y el verso antiguo de algún chayero
*andar a la siesta
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La vieja estación del alma--127
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Coplerías
En el amarillo imperio de la siesta
sobre la sarmentosa madera del algarrobal
los duendes horquetan* azules coplerías.
De vidalas tienen antojos,
que dejan huellas serpeando el arenal.
Ceñido a un costado, se queda el silencio,
las chirleras estridentes con sus venas vibrando
para sangrar golpe a golpe vidalas,
sobre el corazón de la tierra.
¡Recorriendo ángel y voz coplerías!
No la dejes nunca morir, encuéntralas,
en el desnudo espacio donde surcan los pájaros,
en la savia descansando algarrobales.
Hacia allá del canto, en la cintura de madera
hecha guitarra que en tu pecho y en tus manos
estará crucificada.
Búscalas, en el profundo de la hondura milenaria,
en la unanimidad del misterio, albedrio,
donde los duendes que lo habitan
al otro lado de la magia y el asombro.
¡Búscalas son coplerías!
*horca para sostener las ramas de los arboles
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La vieja estación del alma--128
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Sonidos del pensamiento
Universo de versos
conjuga mi sangre.
La tierra se abre
como una hembra,
de antarca.*
Los silencios
tienen sonido,
la calma.
La vida que me muere, ¡se ríe!
la muerte que me vive,
¡llora!
Humillar
no es, mi lenguaje.
En tu piel penetro,
más allá del penetrar.
El viaje sin retorno,
es tener el sino equivocado.
Es mi sangre inquieta, que se mueve,.
buscando acomodarse en tu rodilla.
*del quechua de espaldas
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La vieja estación del alma--129
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Nada
He llegado
a
comprobar,
que
no hay
poemas,
poesías,
cuentos,
que digan nada. Pero hay escritores
que no dicen
nada. ¿Sera que de la nada
ni un puñado de arena?
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- La vieja estación del alma--130
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Labriego
Antiguo labriego
aferrado a la esteva
terrón adentro de la tierra.
Tus pies
surcando profundos
en las besanas.
Tierra labrantía
y sementera
regadas
con el profundo
hontanar de tu sudor.
Antiguo
labriego
habitador
de tierra
y sementera.
Miran tus ojos
el cielo, buscando
la espiga azul
de las estrellas.
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La vieja estación del alma--131
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Música
----Una nota
------es la música
------una nota es,
----todas las notas
-----de la música.
----Una nota
-----no es, toda la música
-----mas una nota,
----tampoco.
---Muchas notas
-----hacen que exista
------la música
----Tampoco mil,
-----ni diez mil notas,
-----ni una infinidad de notas.
----Si, una sola nota es todas
-----las notas de la música.
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La vieja estación del alma--132
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La copla es una paloma
que se posa en la memoria.
Casca
Otra copla, más copla
Tan gallarda
se alza la copla,
bien regadita
de vino y amor,
yo no he visto
otra copla, otra copla mejor.
Con aliento
de brisa se mece,
melodías a cambio le da,
a la par de una chaya* ella crece
mas altiva
poniéndose va.
En aromada calma
la envuelve la albahaca,
verdes perlas coronan su sien
y la luna metal azogue le acerca,
majestuosa sus rayos también.
Yo no he visto otra copla,
mas copla, no se ha visto,
otra copla mejor.
*voz quechua- rocío de agua
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La vieja estación del alma--133
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Poemerias
El cielo de la copla allá arriba
con avenidas iluminadas
de vías lácteas vidaleras, **
se abre a la inocencia de albas
rosadas de serenatas.
Abajo la noche, teñida de grillos noctámbulos
con sus violines barriendo
las ultimas sombras y los escombros
donde el hombre renueva la luz de la copla,
la luz de la tierra.
Es la copla, la luz de siestas
amarillas de verano,
la algarabía de las aves trepando
por las gargantas de los changos
y algún miércoles de cenizas
apretado a la nostalgia. Mi corazón; viaja hacia el norte de la memoria,
donde el tiempo de soñar, es un río azul de pájaros.
Allí, en donde los naranjos
desnudan el aroma de los azahares.
*pertenece a mi léxico
**cajas chayera
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La vieja estación del alma--134
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Las chicharras traen su áspero chirrear,
hasta la altura del algarrobal.
Un lenguaje que hablan
pero no saben escribir. Casca Olivera
Siesta
En la honda
virtud del silencio
preludia amarillenta
la flor de la siesta
y se escuchan pregones de
duendes poetas.
Silencio perpetuo
de siesta descalza,
que se abre
como la flor del aire
a un sol rusiente
bañando su piel.
Siesta de silencios desgarrados,
sobre aquella geografía
de algarrobales, con dorados soles
anunciadores de sones rítmicos golpeando
en el milenario acento de los parches.
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La vieja estación del alma—135
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Fragmentados
Tu boca es,
como una caricia frutal,
un puñado rojo carmín
para olerla, gustarla.
Tu pelo perfuma
como un huerto de albahaca,
por donde corren
descalzos mis dedos.
Las ausencias
son baldíos, grandes huecos
dibujados por los recuerdos.
El hombre debería buscar
su revelador signo de existencia,
en la esencia misma de la arcilla.
Mi sangre en movimiento,
apresurada te recorre, toda entera, infinita.
La geografía del alma, es habitadora de nostalgias. Ve sembrando buena memoria, sin tóxicos,
para cultivar una comarca de pájaros.
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La vieja estación del alma--136
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Breviario de haycus*
Cielo azul
se desnuda ante mí,
la infinidad
Soy hojas secas
viento de otoño,
me pisan.
Solo soy nada
más allá del olvido,
soy el vacio.
Quiero llorar
empapar mis pupilas,
ojos marchitos.
Quiero latir,
la sangre en mis venas,
vacías están.
Tú me seduces
con suaves perfumes,
excitación.
Brota la vida
los trigales, la mies,
frutos de amor
Luz aleluya
hosanna en los cielos,
Jesús redentor.
*pauta silábica de 5-7-5
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La vieja estación del alma--137
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Vengo desde
Vengo!
desde el hontanar de tu boca
donde mojé mis labios sedientos.
Vengo de la temblorosa
virginidad pagana de tus pechos.
¡Vengo!
desde la tibieza desbordada. ¡Vengo!
de inaugurar tu inédita piel,
por donde mi boca asciende
con las formas más osadas de la caricias,
resbalando desnuda en tu salinidad.
¡Vengo!
de mojarme con el rocío blanco de tu cuerpo,
con el vino gusto a vida, destilado en el lagar profundo
de tus deseos, desde el breve latido de tu carne.
Desde todos los sitios
donde quedaron los trazos
más profundos de mis labios.
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La vieja estación del alma--138
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Coplas
Desde arriba yo he venido, derechito cuesta abajo
con mis penas derramando a lo largo del atajo.
Al Pujllay* ya lo han quemado y lo llevan a enterrar
hay que echarle poca tierra, que se vuelva a levantar.
Me largue a cantar vidalas apega u’ junto a mi caja
yo iba un poco desafinado, mi caja bien pareja.
Este año pal carnaval lo pasaré como pueda,
tal vez, lo pase contigo si no se aviva mi suegra.
Enharinado he pasado, ramito de albahaca en la oreja,
total chumado** lo mismo me da, bailar con chinitas o con viejas.
Este año pal’ carnaval voy a andar bien maduradito,
como racimo de uva, chorreando rojo vinito.
Cuando llega el carnaval, huele a albahaca, a romero,
pero más me huele el aroma ¡achalay! *** de tu piel, y de tu pelo.
El carnaval se ha venido, como las piedras rodando,
así anda tu corazón en el mío retumbando, retumbando.
*voz quechua- jugar
** andar borracho
***voz quechua, expresa admiración
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La vieja estación del alma--139
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Coplas escritas en tankas*
Luna del valle
en el cielo desnuda
me hace sentir,
su fulgor oferente
mojándome el alma.
Luminativa
con su faz alumbraba
límpida luna
el cristal derramaba
sobre tu almohada.
Nombro lapachos
a los naranjos en flor
y mis pupilas
encienden colores
derramándose al sol.
Pájaro libre
el vibrar de mi canto
oficio noble,
apertura del alma
al cual me consagro.
Moja la copla
con mosto de vidalas
estalla rojo
el vino adobado
del lagar de la vida.
*composición antecesora del hayku—
versos formados por 5-7-5-7-7-silabas
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La vieja estación del alma--140
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Haycus
Ya no podría
albergar otra pena
sangra mi pecho.
Unos pétalos
caídos de una flor
nos dramatizan.
En un latido
quisiera renacer
mi pecho calla.
Sed insaciable
viene de adentro
y me consume
Porque la vida
es sueño que acaba
es no existir.
Todo el ayer
se ha quedado atrás
sin memoria.
Este poema
deviene del alma
trae tristezas.
Mucho esconde
que de tanto mentirme
no sabes que es.
Envuélvete
ante mi fuego vivo
no tengas miedo.
*pauta silábica -5-7-5
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La vieja estación del alma--141
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Tan solo haycus
Otoño cruje
musical hojarasca
triste mensaje.
Desarraigada
alma estremecida
aún palpita.
Tristeza mi voz
humedecen mis ojos
amor ausente.
Abro los ojos
mis cansadas pupilas
llanto quieto.
Aún te nombro
llamándote a gritos
aún me nombras.
Busca mi boca
en tu tibia mejilla
rendida caer.
Piel desnuda
habita de deseos
envuélveme.
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La vieja estación del alma--142
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Coplas no más
Pacha mama, tierra mía
déjame aún permanecer
estoy amasando el barro
al cual hemos de volver.
Soy la greda, soy el barro
de mi origen no me olvido,
volveremos ya está escrito
desde donde hemos venido.
Ya me voy, ya me estoy yendo
muy tristemente de aquí,
tal vez pal’ año que viene
regrese como el maíz.
Ramito verde de albahaca
dentro su huerto creció
para ceñirme las sienes
bien perfumada nació.
Camino de los viñedos
apurado voy llegando
donde me esperan racimos
En tu boca desangrando.
Antes de cantar vidalas
con hechura de alfarero
para que salga modelada
échele coplas primero.
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La vieja estación del alma--143
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Pacha mama (Madre tierra)
Pacha mama, Pacha mama
no me entierres todavía
estoy modelando el cuenco
para dejarte mi arcilla.
Pacha mama, tierra madre
no me lleves todavía
preparo mi labrantía
para sembrar la semilla.
Pacha mama, madre tierra
no me entierres todavía
deja enverar a mis sueños
como el racimo en la viña.
Pacha mama, Pacha mama
no me lleves todavía
voy surcando las besanas
con el canto y mi poesía
Pacha mama, tierra madre
no me entierres todavía
un hontanar quiero darte
de coplas mi sembradía.
Pacha mama, Pacha mama
no me lleves todavía
quiero emborrachar el alma
en el lagar de la vida.
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La vieja estación del alma--144
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La exhalación de la albahaca,
refresca la memoria con su aroma Casca Olivera
Aromas
La noche brilla,
en el relámpago de tus ojos.
¡Ilumina la albahaca donde sueño!.
El huerto huele,
devolviéndome
olor a vapor de comidas
¡es la flor de la cocina!
Magnificente, reino
de mi madre.
La noche brilla,
en el relámpago
iluminando el florecer
del jardín,
donde con sus manos
la enredadera,
aprieta lo que me queda
y perdura todavía.
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La vieja estación del alma--145
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Villancicos
Debajo de un naranjo perfumado
tupidito con azahar
se ha sentado ña’ María
con su changuito a descansar
Ña* María virgencita
vengo desde la llanura
a traerle a tu changuito
frutita i’ tala madura.
Pastorcitos de los valles
bajaran a conocer
al changuito** que ha nacido
en un pesebre de Belén.
No nació en lecho de rosas,
ni en un huerto de romero
nació el niño en un establo
entre la paja y el heno.
Canta el coyoyo*** en el algarrobal
doradas vainas le hacen de sonajero
al redentor que ha nacido,
al hijo del carpintero.
Llegaste a mi tierra labrantía
a sembrar la caridad,
porque estaba tan baldía
y la colmaste de bondad.
*tratamiento de respeto y cortesía
**modismo argentino, diminutivo de chango—muchacho
***especie de cigarra
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La vieja estación del alma--146
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Bailarina
La danza le nace
desde la planta de los pies,
le sube serpeando toda llama,
envolviendo sus piernas
y todo su cuerpo se ondea.
---Cintura de mimbre al bailar
---sus brazos ondulan figuras.
¡Gira y hace un requiebro
mientras el aire mece su pelo!
Sus manos dibujan
silabas de pañuelos,
agiliza su ritmo
en la calidez de sus caderas
y cuando su cuerpo provoca
se abre una rosa
estallando en su boca.
Alza su rostro ¡orgullosa!
sube triunfal su sonrisa.
La danza a quedado en el aire
¡son sus suspiros!
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La vieja estación del alma--147
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Deja
Deja errar
mis labios
en la viña de tu piel
donde brota
el pámpano* de miel.
Ese demorado
sabor que se enriquece
con el sol embriagándome.
Bendecido vino, frutecido,
en la dionisiaca
copa de tus labios.
Deja penetrar
mis manos
por la memoria
de tu piel,
humedeciendo
mis arenas errabundas
y extraviarme
por tus formas plenas.
Ascendiendo
hasta la rojez de tu boca
toda fuego, pasión, que no cesa.
*brote delgado de la vid
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La vieja estación del alma—148
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Aroma a nostalgia
Hay una ausencia que aroma
desde que extravíe
las calles del regreso.
Aquella ausencia que aún anda
en mi memoria como bandadas
de pájaros, floreciendo agostos
entre las ramas de los lapachos.
Chapoteando por los charcos
o tal vez, en las aguas tiernas del viejo canal.
Alzo desde la proa de mi barco papel estraza
mis pupilas, buscando el faro azul de los recuerdos.
La infancia escapándose trepada a los muros
de las travesuras, asediando la paz de los higos,
ante el manso asombro de las ramas y saciando mi
sed, en la roja bondad de las sandias, mientras los
huertos alzan en los frutales ese aroma que deja el agua
de lluvia.
Ausencia que aroma mi nostalgia,
un pedazo de tristeza,
desde que extravíe las calles del regreso.
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La vieja estación del alma--149
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Caja
Nacida del vientre
metal azogue de la luna,
empapada con la piel de las albas.
Salió a encender su destino
con la liturgia de antiguas vidalas,
buscando la flor enharinada
de la espiga.
Echó a andar caminos adentro de la copla
vendimiando sones, templando en las chicharras.
En ancas del rocío,
viene anunciando su origen.
Desde la salinidad de los minerales,
hasta la profundidad de la greda.
Desde el yermo territorio de la arena,
hasta el renacer de la arcilla.
Y regresa a fundar la esencia
primaria del vidalero, *
aguardando apretada a su costado,
para darle la heredad de su lumbre
y deshilar sus sones junto a su pecho.
*cantor de vidalas
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La vieja estación del alma-150
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La chaya es la comunicación oral
con el valor más alto de la riojanidad
Casca
Latidos
Siento el son
de antiguas cajas
golpetearme en las arterias,
es el signo de mi raza, mis ancestros,
lengua antigua y alfarera. ¡Siento el latir coplero de mi sangre!
la copla de mis mayores en el socavón del pecho
y un río azul de pájaros en mi garganta.
Siento el son,
el latir, de antiguas cajas.
Es mi raza sepultada
y horadada en la piedra
que se vuelve a levantar.
Es el canto de la copla
rito agrario, tradicional,
anunciando su regreso, gravitando
el milenario llamado de la tierra,
donde quedaron antiguos
dolores enterrados.
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La vieja estación del alma--151
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Poema de siesta
Algarrobales;
gravitan con su verticalidad
sobre el vientre de la tierra.
El sol quema,
sobre la espesura del monte.
Los coyoyos discurriendo
en los dominios
silenciosos de la siesta.
La torcaz salvaje, alta, melancólica
por el halo celeste del cielo.
La siesta,
amarillea y se deja caer, desgajada,
languidecida sobre la savia verde de los montes,
donde los duendes
juegan con misterio
cautivos en antiguos osarios.*
*lugar donde se depositan huesos
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La vieja estación del alma--152
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Poeta
El poeta pobre,
solo tiene un hontanar
de palabras en el alma.
El pobre poeta;
solo tiene gargajos
de blasfemias que escupir.
Poeta pobre
es aquel
al cual
jamás citaron
los mas mentados
escritores
en sus libros------
Poeta pobre,
es aquel,
al cual copiaron
sus mejores poesías inéditas
y le plagiaron todos los escritos
que nunca pudo editar.
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La vieja estación del alma--153
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Me senté a beber
y no advertí el crepúsculo
hasta que los pétalos que caían
llenaron los pliegues
de mi túnica
Ebrio me levante, dirigiéndome al arroyo
iluminado por la luna, los pájaros se habían ido
y también los escasos hombres que quedaban
--Le---Tai---Pe
Crepúsculo de vino
Apenas comienza
el incendio la aurora
ebria de intemperie,
Marcelino, pisa las uvas
y deja correr el vino
por las venas del oscuro lagar.
¡Pisa antiguos y bíblicos racimos!
Hace estallar en las uvas, un ramaje de zumo
que le trepa por la garganta y borracho de jugos
crepúsculos de vino, se tambalea al borde de la vida.
¡Profunda herida, que es la boca de su destino!.
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La vieja estación del alma--154
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Haycus a los cielos
I
Paloma blanca
danza de las nubes
lastimó el cielo.
II
Crepitar de los hielos
recrudecen inviernos
frialdad de la luna.
III
Amarillentos cabellos
inauguran los otoños
danzando al sol.
IV
Rugen los truenos
el numen de los poetas
silencian los cielos.
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La vieja estación del alma--155
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Otoñal
Quedamente pisa la mañana
sobre alfombras quejumbrosas
de hojarascas.
Camina lentamente sobre el amarillento
despojo otoñal, que el viento a amontonado.
Son vestigios del otoño,
que a su paso va dejando
una infinita tristeza en el huerto
y los frutales, despoblando los ramajes
del dulce trino de los pájaros
y desnudando de sus hojas
a los lapachos.
¡Otoñal!
pincelada, color ocre oxidado
en la paleta del pintor
pintarrajeando sus tristeza.
¡Otoñal!
gravitación del sol menos encendido
menguando cada vez más
sus rayos, cayendo en vertical.
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La vieja estación del alma--156
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Nacer
Yo;
estaba
naciendo,
un febrero
de tarde,
dejando
un enero
a mis espaldas
Así,
como el agua
se va,
también
la vida se escapa
por un río
de espuma
que va dejando
estelas detrás.
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La vieja estación del alma--157
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Cuando la luna se vaya
Cuando la luna se vaya,
la oscuridad de la noche
penetrará las paredes
de mi alcoba
y alborotara la pasividad,
inaugurando así, mi desvelo.
Cuando la luna se vaya,
el cielo raso humedecerá
sus ojos buscando dormir
y se romperá el sueño
interrumpiendo
el desenlace.
Cuando la luna se vaya,
la noche abrirá puertas
en el cosmos,
dejando entrar a los amantes
que se entregan en sudores
de vendaval. Editado: Antología poética (5)
PR Ediciones: España
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La vieja estación del alma--158
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Por el hondo río
que viene sueño abajo
va rodando mi tristeza.
Casca Olivera
Elegía a tu tristeza (Poema musicalizado)
Quisiera embriagar tu tristeza,
con el simple aroma del vino ardiente
que recorre por mi ser
y apretar con mis manos quisiera,
tu cuerpo oliéndome a jazmín.
Compartir contigo, la tristeza que duele,
entregarme a tu lluvia
y mojarme en ti mujer.
Habitarte en mi sangre quisiera,
luego hundirme en tus ojos de miel.
Arrancar tu inocencia de niña
y volcarla hacia mi madurez
pues la vida me ha enseñado tantas cosas,
tengo ganas que aprendas de mi.
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La vieja estación del alma--159
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Melancólico atardecer
Un
sol
occiduo
sangra
atardeceres
de
nostalgia.
Y mi corazón
se estremece
de melancolía
en
un tajo
de
memoria.
¡Queda
tan
poco para que
me pueblen
los
recuerdos!
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La vieja estación del alma--160
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Coplas carnestolendas 1
Bien apegado a su caja
cantaba a la siesta un coplero,
vidalas eran sus sueños
y las coplas sus sentimientos. 2
Si yo me sintiera coplero
tendría solo en mi pecho,
un ramito de albahaca, una caja,
para olvidar lo que me has hecho. 3
Como coplero no soy,
cuando me vaya pal’ cielo
me he de llevar el recuerdo
y el ritmo de los copleros.
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La vieja estación del alma--161
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Anáfora
Como quisiera ser el adiós,
como quisiera ser el regreso.
Como quisiera ser noche, callar,
como quisiera ser día, estallar.
Como quisiera ser fuego, encender,
como quisiera ser agua, la sed aplacar.
Como quisiera ser, en tu ser,
como quisiera otro ser, en mi ser.
Como quisiera elevarme en tus ojos
como quisiera hundirme en tu boca.
Como quisiera vivir para amarte,
como quisiera amarte a morir.
.------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ La vieja estación del alma--162
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Quiero permanecer (Madrigal)
Quiero;
amanecer en tus brazos murmurando mi pasión
inaugurarla en tu almohada desnudarte el corazón
y empaparte con mi boca el corazón.
Quiero;
envolverme en tu ternura cuando me funda en tu piel,
ser el leño de tu hoguera y quemarme en tu arder.
Quemarme, encenderme, en las llamas de tu arder.
Quiero;
con mi boca humedecida deslizarme en tu piel
y en el rio de tu cuerpo dejar a mi sangre crecer.
Dejar crecer a mi sangre, dejar a mi sangre crecer.
Quiero;
embriagar con tu esencia, en libre albedrio
todo mi ser, recorriendo tu cintura, quedarme y permanecer.
Amanecerme en tus brazos y por siempre permanecer.
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La vieja estación del alma--163
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A la orilla de tu ausencia (Letrilla)
Por la orilla de tu ausencia
resbalando va mi pena
como en la arena resbalan
racimos blancos de luna
abandonada a tu orilla va resbalando mi pena.
A la orilla de tu ausencia
errantes andan mis manos
despobladas de caricias
desterradas de tu cuerpo
y mis besos, mis latidos por el borde de tu olvido.
En la orilla de tu ausencia
soy la nada del errante
como una calle sin nombre
una esquina sin viandantes
en las calles de la vida una esquina con heridas.
Porque apenas soy la nada
un vacio de tu ausencia
ya mis manos han emigrado
tal vez sin fijar distancias
estrellas sin madrugadas sin el cielo y desterradas.
“Poema musicalizado”
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La vieja estación del alma--164
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Vengan sueños
Dejemos encender en nuestras mentes, pensamientos
inspirados por el fuego, en un espacio fulgurante
tachonado por los astros recibiendo toda luz.
Para así, poder comprender, cuales son las huellas
de los sueños. ¡Esos pensamientos! llegaran a los limites
que marca el fino hilar de la razón y en la sangre, sentiremos
palpitar todo el numen con su nervio agudo de la inspiración.
¡Vengan sueños, vengan todos! que mi pecho calmo y sereno
el pensamiento, abrirá de par, en par, las puertas. Quizás en los sueños,
pueda olvidar, lo que despierto miro y durmiendo, yo he de ver,
todo lo que despierto no-¡Sería una utopía! el pensar tener propiedad e
influencia sobre los sueños, pudiendo cumplir afanosamente lo que uno
deseara en pos acomodaticio de una conveniencia. ¡Vengan sueños! y
cuando levante la sangre caliente, tremenda su voz, redimiendo lo justo
ante lo injusto, lo humano ante lo inhumano, soñare elevar canciones,
discurriendo en la altura de mi voz.
Vengan todas las veces que fuera, porque es un gozo mi vida, sí pienso,
que detrás he dejado el mundo de los que pugnan se mediocres cómplices
de la oscuridad, toda esa oscuridad derramada ¡jamás mis ojos desearían
contemplar. Porque si los sueños, se alimentan de ilusiones
y son falsas en un alma que delira, le arrancamos al alma toda falsedad.
Entonces, quitemos también al mundo la mentira reinante.
¿Qué es mentira en este mundo, la transparencia azul? Tal vez en mi mente,
solo huellas de sueños nada más.
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La vieja estación del alma--165
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Tu boca se descalza (Versos asimétricos)
El aire se descalza;
en el espacio infinito y azul de los pájaros.
Como tu boca humedecida
desnudándose en el borde de mi boca
articulando silabas de besos.
Tu boca se descalza
toda desnudez; hundiéndose en mi boca
poblándome de pájaros el alma
y mi cuerpo vaciándose con tus besos
que fluyen torrentes de deseo
con el dulce poder que tiene la ternura.
Penetrando febriles con su hondura
y que sobresaltan a mi sangre ¡creyente!
de tus besos.
¡Dulces moradores de mi boca!.
Al roce de
las bocas, en un tacto de piel,
nos bebemos el alma, el fuego nos crece,
entonces, e inundamos de besos
nuestros cuerpos; con la brevedad
que juntos respiramos.
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La vieja estación del alma--166
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Solo resta comprobar (Tercetos)
Solo resta comprobar
y revisar en la memoria
sí! el alma
es energía invisible
con la cual se conmueve
la materia
porque solo con sentir,
es sustanciosa en nuestro cuerpo,
un ente inorgánico dotado
¡sí!
de un altísimo grado de sensibilidad.
Estado profundo
donde mora la emoción
que emana desde el núcleo
central del cerebro
usina generadora,
del humano.
La vieja estación del alma--167
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El viajero
Cuando un halito de aliento, con su soplo despereza el corazón
y en su cresta la mañana iza el rojo de un naciente que se cuela
majestuoso en los límites del alma, se va proyectando la sombra
del viajero, precediendo sus pasos en los andenes arrastrándose
achatada a lo largo de toda la estación. Busca acomodar sobre
sus hombros, el profundo cansancio que dejan las partidas.
Solo el entiende de emprender nuevamente una más. Es alejarse
como el sol hacia el ocaso, hacia el horizonte que se dilata en su
anchura viendo desaparecer al que se queda, en un desdibujado
punto a la distancia.
Mirar hacia atrás, ya no puede. Son etapas del camino andado
que deja grietas y uno se va quedando casi siempre,
muy lejos de los rumbos que se ha trazado.
Desde el alba el viajero despierta y se ve llegar,
donde llegar aspira. Por las vías abiertas de esperanzas
y anhelos conducidos. Pero angustiosamente el hondo valle
del partir lo doblega, cuando enjuga una lágrima
con las alas de un pañuelo, alas que se agitan sabedoras
de partidas. ¡Es la historia! emprendiendo el paso del viajero,
su sombra precediendo.
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La vieja estación del alma--168
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Aquellas cosas
Aquellas cosas viejas, en otros tiempos eran
cristalinas aguas de un rio, como el metal azogue
de alguna luna fría guardando de ese ayer algún reflejo.
Lienzo fino, oliendo a humedad con su trama deshaciéndose.
Borrosos y confusos episodios, de épocas distantes.
Quizás mejores, quizás peores, crónicas al fin, acontecimientos
sugestivos de los hechos volcados muchas veces en forma de fabulas
místicas y sugestivas, con el dejo enigmático ¡sin dudas! que las tienen,
las confidencias de las cosas viejas. Por eso, los que escribimos soñando,
nos lo son gratas, crónicas, historias y consejas, estilos, formas, colores
y el rasgo particular, ---que tiene lo místico----dentro de un panorama
de sugestiones que emanan de aquellas cosas viejas.
Paradigmas de experiencias sucesos que se van encadenando, eslabón,
por eslabón, entrelazándose uno detrás de otro, muchos tocándonos
de cerca impregnándonos con los olores y sabores que dejan
a lo largo de nuestras vidas, aquellas cosas viejas.
Antiguo campanario, sin el monótono tañer de sus campanas
enmudecidas y apagadas por el ausente movimiento repetitivo del badajo,
vena pendular que alimenta al sonoro bronce, cuando con su golpe cala
hasta lo más profundo de la gente. Misa, un bautizo, o por el funeral
de algún nativo de la aldea. Hoy mangrullo centinela oteando el horizonte
en custodia del ayer, en otrora abrigo entibiado por el cálido arrullar
de las palomas. Mudo testigo, emparentado y perteneciente a lo que atañe
a ¡Aquellas cosas viejas!
-------------------------------------------------------------------------------------------------------- La vieja estación del alma--169
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Almanaque
Vetusto almanaque con cruces que señalan,
algún acontecimiento bienaventurado
en pasada épocas de calma.
Arrumbado en el más profundo de los rincones,
sitiado por lo macilento descascarado y sucio,
de una abandonada bohardilla, que supo de agudos
pensamientos, como tan aguda es la barba
apuntando en ángulo hacia el suelo,
de aquel anciano boticario doblegado por el tiempo.
Calendario; con su ajetreada particularidad,
amalgamiento* heterogéneo de casilleros
señalando correlativamente algún suceso
notable en particular.
Efemérides de hechos y fechas importantes
que han quedado en el pasado añejo de las cosas.
Hoy el tiempo descorre el velo y nos encontramos al desnudo,
frente a frente. Es la realidad, detrás quedaron el ayer
de aquellos hechos que rondarán siempre en la memoria.
*de amalgamar--fusión
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La vieja estación del alma--170
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Tantas veces (Anáforas)
Tantas veces hemos pecado
tantas veces nos arrepentimos.
Tantas veces entregamos
tantas veces no, recibimos.
Tantas veces que ganamos
tantas veces que perdimos.
Tantas veces fuimos pasión
tantas veces frialdad.
Tantas veces fuimos colmados
tantas veces desolados.
Tantas veces fuimos culpados
tantas veces absueltos.
Tantas veces nos escucharon
tantas veces nos ignoraron.
Tantas veces acertamos
tantas veces que fallamos.
Tantas veces resistimos
tantas veces claudicamos.
Tantas veces en esta vida, pasen años,
meses, horas, minutos y segundos hemos,
seremos tantas veces, lo que somos,
¡Seres humanos!
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La vieja estación del alma--171
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Nocturno para mi padre (2)
Es la voz de mi padre, rompiendo a cantar, hace un instante oí su guitarra
afinar.
¡Cuánto sentía en mis ansias aprender a cantar! Era aquel tiempo
en que solíamos hablar. Escucho a mi padre saliendo al zaguán;
es tan suave el silencio, que parecen jazmines en su retoñar. Como ramas
de sombras hacia la noche infinita, como ventana de alcoba, que se acaba
de cerrar.
Crece la existencia bajo la noche como un fantasma.
Henchido mi corazón, como vuelo de pájaros en el espacio de
la nocturnidad resplandece, y se trepa como cresta del día su
fuego a anunciar. Se hunde la noche en su bóveda celeste, como cuerpo en el
agua, que va su alma a mojar. Noche tachonada de estrellas blancas,
silencio infinito, se oye hasta el callar que sobre el espacio de
la noche herí, con el filo de mi angustia inicial. Mi voz huérfana se queda
en la noche, mientras mi padre apaga las luces del largo zaguán,
y se acomoda acostado en su sombra, quizás a soñar. Me quedo en vigilia,
custodiando su sueño, y espanto a la angustia que quiere mi pecho ganar.
Se queda mi voz, acallada en la noche, para nombrarte padre, sin nombrarte.
Cuando mi corazón disminuya en tiempo sus latidos, será, ese tiempo,
cuando tu sueño sea más mío. Se apaga el destello de algunas estrellas,
en los ámbitos de la noche serena.
Hasta me parece escuchar, el callar, del boscoso silencio que enmudece conmigo,
para no despertar el sueño que sueña mi padre. Un ángel murmura,
rondándole el sueño, mientras imagino su corazón con el mío,
latiendo consigo.
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La vieja estación del alma--172
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Estación
Estación;
triste abandonada,
ausencia de trenes y pasajeros
sin rumor, sin, luz, toda apagada.
Tienes gris,
de un invierno,
habitada de inútiles andenes.
Andenes en los cuales ya no transitan los viajeros,
con el gesto y la mueca desbordada.
Aquel último tren;
paso hace muchísimos años,
dejando huellas de la nada
y en los andenes, rumores extraños.
Estación;
ahora, toda silencio,
como arena del desierto
en su mundo desolado
donde casi todo, ya está muerto.
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La vieja estación del alma--173
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Autobiografía
Yo solo sé, que soy lo que soy, un hombre más.
Tal vez, un ente con errores y desaciertos,
pero comulgo también con aciertos,
perfectamente soy, lo mundano.
Hasta donde llegué, vine despacio
con mis pie cansados, vieja mi osamenta
y las ansias vadeando algunas tormentas
graves, amenazantes en el espacio.
Breve biografía, común, traslucida,
rebeldía natural empedernida
con toda la ansiedad encendida.
Y si no dejo más, que la semblanza,
un pedazo más no sea testimonio de la vida,
para otro amanecer quizás, alcanza.
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La vieja estación del alma--174
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Buscaba recuerdos
Buscaba recuerdos
por un lugar de mi casa.
En un rincón oscuro tal vez,
detrás de un mueble, o aquel
lugar donde solía estar
el sillón de mi madre,
¡por sentirse cómodos no más!
O porque quedaron
atrapados en el oscuro
silencio de aquel zaguán.
Buscaba por algún costado;
donde perezosamente
se despabilan las baldosas
de tantos sueños arrinconados
sobre ellas.
Las que mudas, siempre fueron
fiel testigo de los pasos apurados,
sigilosos otras veces.
¡Los recuerdos!
autentica identidad, que deja huellas.
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La vieja estación del alma-- 175
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Cuencos de ternura
Quiero
elevar la mirada
y diluirla en tus ojos
cuencos de toda ternura,
recipiente único
capaz de retenerla.
Azules cuencos infinitos
con sonidos de ternura,
donde la luz de mi mirada
se deslíe cuando me miras.
Mis ojos
asciende a ti,
nos miramos
y nos decimos palabras.
Nos amamos
como se aman los tortolos,
nos dormimos como el vino en los cuencos.
Cuencos en ti, toda ternura,
cristalino venero en tus ojos.
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La vieja estación del alma—176
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En apogeo tu belleza
Es tu talle flexible;
como la rama del mimbre
balanceándose
sobre un montón de jazmines
que hay en tus caderas,
donde mis manos
siegan la mies,
tu fruto maduro.
Con tus negros cabellos
asomando en tu frente,
dibujando ternura
en la blanca palidez
de tus mejillas.
Estas; con lo más supremo de tu hermosura,
como los arboles que visten sus ramas,
grávidas de hojas y trinos.
Eres néctar, enmelada en mis labios,
naciente sol y el vino de tu boca
posándose en el poniente de mi boca,
que al ponerse en el ocaso febril de mis labios,
quedase el crepúsculo, ardiendo entre los dos.
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La vieja estación del alma--177
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Con mis manos de arena
Con mis manos de arena, recorro enteramente
la simétrica geografía de tu cuerpo,
contorneándote con caricias
que resbalan de mis dedos
y mi boca hurgando en tu ternura
que me queda engarzada
como el olor de tu piel.
Con mis dedos escarbando,
ese ávido territorio de tu cuerpo
apacentando rebaños de caricias
en las colinas de tus pechos,
apretándolos como pájaros
en el hueco de mis manos,
y mientras tu boca se abre
como una flor encendida
que yergue su corola buscando mi carne.
Voy;
recorriéndote entera
por los senderos de tu cuello
hasta el hueco de tu vientre,
descalzando mi boca
desnudando mis dedos.
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La vieja estación del alma--178
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Hoy me he sentado al lado mío,
tan solo para oír,
el latido del corazón.
Casca Olivera
Elegía al otoño y al vino (Poema musicalizado)
La copa de mi otoño
desbordaba atardecida
con el gusto amargo del licor,
derramándose a borbotones
por mi sangre como potros
que se quieren desbocar.
Hoy ni el vino embriagante
que me enerva, calma
este torrente que hay en mí.
Es que el cáliz de tus labios no los tengo
para libar la sed, que en mi boca llevo.
Cuando estoy en ratos de alegría
veo al vino, andar de mano, en mano,
porque se, que el otoño se derrama
como amargas gotas
de penas y quebrantos.
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La vieja estación del alma--179
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Memoria gustativa (Asimétricos)
Tengo mi boca
llena de gustos.
Y mi memoria anda suelta
con todos los sabores
de mi infancia
a cuestas, en la tarde
llena de aroma
a pan casero,
deleite para
mi memoria sensitiva.
Memoria del gusto
en algún silencio
demorado,
como la luna
de los pobres,
un bocado de pan
doliendo en el hambre,
colgada sobre la mesa del cielo.
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La vieja estación del alma--180
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Dios (Anáfora)
Dios es principio, la creación,
es palpitar de los seres vivos,
buscando afanosamente
encontrar toda respuesta
a su existencia.
Dios me moldeo el alma
Dios me infundio la razón
Dios me procuro lo necesario
Dios me levanto en mis caídas
Dios me hizo hombre
Dios me sano
Dios me vivifico
Dios me dio lo necesario
Dios me quito lo justo
Dios me rescato
Dios me dio el marchitarse de la muerte
Dios también me dio la floración de la vida.
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La vieja estación del alma..181
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El aroma de la albahaca sembrado
en los jardines de mi memoria.
Casca
Hecho vidalas
Ando este verano hecho vidalas* interminables
y las coplas no alcanzan para decirte mi albahaca
que sueño contigo.
Como no soñar contigo, si tengo
la vida colgando de un hilo que suena
como una aguda chirlera.
Como no soñar contigo, si habitas mi frente
y descubrí tu aroma que es una caricia
qué embargó mi vida.
Hoy solté las coplas por ti, liberé palomas de harina
y encontré a mi cajita reinventando vidalas.
Cada febrero, el ritual de mujer enamorada,
calma con tu aroma la ronca pena de los coyoyos.
Sacas afuera la risa sonora de las chicharras
y en tu milenario verde acunas al ángel de harina
encendiéndome el corazón.
¿Quién teme a tu aroma
cuando juegas
a inaugurar, otra chaya, otro verano?
Hoy canto miríadas de gotas de rocío en tu nombre,
escribo esta copla a tu cuerpo aromado, al inconfundible verde
de tu alma y te digo está inquietud de palomas arrullando en mi pecho.
¡Soy una nube de harina que se quedo detenida en tu frente!.
*composición poética que se canta con caja o guitarra
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La vieja estación del alma 182
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Oh, chaya, que andrajoso debiste verme
con mis trapos viejos, mi sombrero
y mis zapatos deteriorados.
Mi doliente destino, y, está,
mi enmustiada vida.
Casca Olivera
Prestigioso huésped
Mientras el carnaval se avecina
con su aguardentosa ronquera y la guastana*
golpeando el parche de la cajita chayera,**
el pusllay,*** prestigioso y autentico huésped
de febrero, vuelve todos los años con su abigarrada
y desordenada figura desde los tiempos más remotos
del carnaval. Vuelve a su vida, escarbando los rastros
de la memoria celebrativa, en procura de desenterrar los
versos propicios identificándose más que nunca, con el
verano adusto y estival. Viejos zapatos, roto el sombrero,
piel curtida, por los calores, pero él está alegre entre
los pobres, entre su gente. Vuelve abrazado a su caja, complacido,
de ser nuevamente el que congrega ecos, con sones
dormidos de vidalas, rescatando la lirica melopea de las coplas
de antaño y ogaño. Coplas deturpadas o hermoseadas
con el henchido canto ubicuo de las estridentes chicharras.
Su sangre se le revela con el tun, tun, de las cajas, que le
machacan el pecho acompasando sus recuerdos y los acobija
en un abrazo estrecho que perdura mas allá, de su muerte,
y canta.
Pusllay me llamo, pusllay es mi nombre,
pusllay desposeído, un rocío de amor he perdido.
Soy pusllay y nada más, el desolado, dolido
de carnaval.
*lengua aymará- palo percutor
**caja chayera
***quechua jugar
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La vieja estación del alma 183
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Escrito basado en:
(Las venas abiertas de América latina)
Yugo
Como duelen los fieros filos de las espadas
y el soplo macabro de la muerte derramada
avanzando sobre este suelo. Nuestra tierra primigenia
hundida en sangre, una esperma roja sobre el vientre
virginal de la América cobriza.
Genocidas, adentrándose y arrasando lo más sagrado
que podía poseer ¡nuestra raza.
Un pueblo destruido, tan solo cubierto de muerte
cayendo ante el yugo opresor.
La raza, lloró tormentas de llantos y de cenizas
sobre la desbastada América del maíz,
¡tanto, que no le quedaba insignia!.
Viles propósitos, alterar la etnicidad, y
degradar la cultura.
Con el más vil de los valimientos,
avasallaron, y no les eran suficientes los tormentos
y ahorcamientos.
Flagelos tan atroces que la latitud humana
del genocidio pueda tener, dejando a los pueblos
convertidos en yacimientos de muerte..
Hambrientos etnocidas, que no pudieron,
ni podrán desarraigar la cultura primigenia
y ¡jamás! la semilla de la dignidad,
tampoco nuestra raza……
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La vieja estación del alma 184
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Naranjales
Mi pueblo es como un patio. Se embellece
con el ardiente aroma de los azahares, y
cuando su blancor se columpia casi con pereza
suspendido en las cabelleras verdes de los naranjales.
Una dadiva de perfumes,
que se libera por las calles del terruño mío,
en esos atardeceres en que el huerto
perfumado de romero, distribuye su esencia
y se abraza con la albahaca en una calma
tan intensa, donde palpita la sangre vegetal.
Un aire reilón me sorprende entre los naranjales
del recuerdo. Son fantasmas acariciando
mi nostalgia, viejas cicatrices de viejos amores,
tallados en una esquina de la memoria.
Cierro los ojos, y, regreso a mi huerto
ruta florecida, allí donde anidó
el néctar de mi vida, y el azabache de tu pelo
compañera de mil amaneceres.
Huelo un aliento puro que viene desde
el huerto mío, lívidamente acariciado por él sol..
El halito me dice de naranjales
cargados con perfume de azahares,
ese aroma que trasmina
y te embriaga sin querer.
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La vieja estación del alma 185
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Terruño
Un sol rusiente despierta sobre la geografía
de mi terruño y se apodera quedamente con su
luminar candente, azotando la inerte monotonía
agreste de los cerros, que prevalecen con su augusto
silencio. Y la torcaz, aliada, humilde, zurea tímidamente
adueñándose de las ríspidas breñas..
Pero el doblar de las campanas de la iglesia, quiebra con
su lengua vocinglera, aquella quietud de los lugareños.
Un arracimado de estrellas chispeantes, anochece sobre la
geografía de mi terruño, iluminando de ensueños la noche
lunera, propicia y serena.
Un martillar de grillos, rasga la hondura azul de la cuitada noche,
mientras la luna esplende bailando con su pollera gasa azogue,
trepada airosa sobre los techos.
Mi terruño, moreno cántaro de tanto sol, temblándole su boca
como caminante pidiendo al cielo preces, por un poco de agua
recién llovida. Mi terruño, auroral emoción de pueblerinas coplas,
con sus bermejos sones de vidalas de garbosa algarabía,
que los changos desparraman.
Terruño de luceros amanecidos, de tanto andar en anca
de las serenatas.
Bermejas tinajas mi terruño, dulce aroma de los vinos
descubriendo en mi garganta inquietos cosquilleos.
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La vieja estación del alma 186
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Serenata
Cuelgan las
glicinas sus racimos
perfumados en la
eufonía de las noches
enlunadas, y una sincopa de estrellas,
traen la sublevada melodía añil
de la serenata que es como una brisa
suave, que se cuela por el resquicio de tu
ventana perfumada. La frente fatigada de la noche haciéndose
más profunda, deja un claro callejón
por donde la luna cuela su hondo ojo azogue,
y rueda como una lagrima mojando el asfalto,
sitio de un breve continente de hojarascas,
que se tutea con la vernácula soledad de las veredas.
Sueña la serenata su ultimo bostezo
de horas quietas con la paz fragante del malvón,
pernoctando en las rejas aromadas con reminiscencias
provincianas. Mientras noche a dentro, mi voz,
se lleva silabeando un raigambres de acordes,
con ancestral acento de valsecitos del recuerdo,
porque ellos quieren cantarte el amor que sienten
por tus ojos, por el alba..
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La vieja estación del alma 187
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Quietud
Mi casa custodia
el fecundo aroma
de la albahaca
que penetra silenciosa
por todos los rincones de la tarde,
mientras el sol, se va opacando
lentamente en el ocaso.
Una serena quietud,
emerge desde el patio emparrado, y se acurruca
en lo más intimo del aire.
Las glicinas
y los malvones,
como guardianes, guardan
el eterno himen de sus esencias.
Una bandada de tordos,
emprende su vuelo
desde la oquedad
espesura de las talas,
elevándose hacia la blanda geografía
azulina del espacio.
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La vieja estación del alma 188
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Los recuerdos viles o memorables,
oníricos tal vez, son compañeros sempiternos
que están ligados y enraizados a nuestras vidas.
Casca.
Sempiternos recuerdos
Husmeo hacia atrás, y atrapo lo afincado
en los cimientos de mi memoria.
Desalmaceno, tantos ecos teñidos y apelmazados
de recuerdos que yacen sempiternos,
en el espacio del cerebro.
Vena matriz de latidos,
donde se incrementa
el caudal de las ideas.
Quimérico arcano de inquietantes sueños
e inconstantes formas de recuerdos.
Allí, donde nace, y se desarrolla
el lenguaje emocional,
que nos depara la vida……
Mis dedos que acarician la memoria,
dibujan los recuerdos que dejaron huellas,
y los dibuja exactos como son.
Aromas, sonidos, distancias cercanas, y lejanías
de hogar. Dibuja aquel patio
con su parra añosa, bienhechora,
y miles de escenas de abrazos y sonrisas,
que siempre me llevan hacia la propicia infancia,
donde la vida se posaba en mi hombro..
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“La vieja estación del alma” 189
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Reconocible habitante
El coyoyo, hemíptero habitante reconocible y profundo,
puebla el silencio fundamental con su sinfonía
traslucida, expandiéndose sin límites
por el continente lento y agreste de los algarrobales,
que lamen con sus raíces la amarillenta desnudez de la tierra
reseca.
Como un brujo, sazona
la dulzura creada por las algarrobas doradas
y se entrega al poder inmediato
de las siestas seculares, con labios
secos y quebrados.
Pregonero estival, trae en ancas su melómano canto
de esdrújulo acento, y se eleva al calor asolador
ritual de los veranos, que hieren con su ardiente fuego
de perpetua tiranía sobre la honda amarillez de las siestas.
Busca el cielo vegetal con su cuerda de greda,
abrazarse del verde ceniciento de las higueras, algarrobos
y chañares, desplomándose cubierto con chaparrones orquestados
de siderales flautas, metiéndose sonoro en la medula de los oídos.
El coyoyo, con su estridencia monótona y su áspera
garganta que vibra,
interrumpe cuando a bocanada el calor de diciembre,
pinta una blanquecina sabana sobre
las reverberantes piedras del arenal.
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“La vieja estación del alma” 190
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Coplas en anáforas *
Golpee su caja vidalera, pa’ que se tense su cuero.
Golpee su caja coplero, pa’ que despierte febrero.
Golpee su caja chayera, pa’ que haga vibrar la chirlera.
Golpe su caja Emeterio, pa’ que se olvide de aquello. ----------------- -----------------
¿Quieren que cante sereno? acérquenme un trago primero.
¿Quieren que cante muy tierno? acérquenme el lucero.
¿Quieren que cante mis penas? déjenme recordar los ojos de ella.
¿Quieren que cante al averno? acérquenme al padre eterno. -------------------- ------------------------------------
Siempre que canto una copla, tengo para ti, una estrofa.
Siempre que canto con el alma, tengo para ti, una vidala.
Siempre que le canté al vino, su sangre me llenó de bríos.
Siempre se canta a un amor ingrato,
para olvidar en algo aquel mal rato.
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La vidala transcurre, el altísimo universo,
del enfebrecido febrero.
La vidala transcurre, el inaudito aroma,
que en un ramo de albahaca asoma.
La vidala transcurre el vuelo de los pájaros,
como en procesión de salmos.
La vidala acuna no importa que estrofas,
porque la existencia en ella rebrota.
Ya me voy, ya me estoy yendo,
ya me voy porque amanece,
ya la chaya a terminado,
y la luna no aparece.
*Repetición de una misma palabra
al comienzo de un verso----
“La vieja estación del alma” 191
Coplas solas
Hoy me embarduno el alma con harina
y con un trago de vino largo,
quiero dejar constancia que vengo
desde el grito mismo del otro año, para salir del letargo.
Yo soy el que siempre i’ sido
por eso te vengo a ver
te traigo un ramito de albahaca
cortado al amanecer.
Voy a cantar unas coplas
por toditos los lugares
a las chinitas de Udpinango
también a las de otros lares.
Me gustan las chileciteñas
que saben lo que es el amor,
se olvidan de su marido
para irse con otros dos.
Yo he nacido pal’ carnaval,
con una caja de corazón
zumo de vino es mi sangre
mi piel albahaquita en flor.
Soy como los coyoyos
salgo todos los años a cantar;
domingo lunes y martes
viva la chaya que va acabar.
Atenme como un perro
trátenme como tal
enciérrenme como un reo
suéltenme pal carnaval.
Apenas dos tragos habré bebido
cuatro con el del estribo
por más que lo quiera negar
me queda algún resabio del vino.
Soy febrero el mas cortito de un vetusto calendario
Me i’ baja u’ del almanaque
Pa’ toparlo al carnaval.
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La vieja estación del alama 192
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La mora de casa parece un enorme pájaro verde,
esperando con sus brazos abiertos
a un costado del patio para cobijar silenciosa
la añosa copla estival
Casca
Rocío de agua
Es un humilde ramito de albahaca
de los huertos. Su sencillez y naturalidad,
traduce con su idioma y acento, el sentimiento
arraigado de los copleros.
Brota en la sangre del
vidalero, como el vino sensible
y manso, que no se avinagra
en la borrachera festiva.
También tiene la savia lirica del
sentimiento, de recia contextura ancestral
y la autonomía propia que la consagra.
Es luna golpeando con su peso de luz
el parche de su vientre, y se interna tierra
adentro, del continente de la vidala.
Es la sabia voz popular,
y como la copla, siempre estuvo
en los callejones del corazón,
esperando que un coplero que la lleve
a su boca, y, puesta en su voz, sea
como las etnias que fluyen en las avenidas,
cavernosas de las gargantas.
Es la convicción de la profundidad mística,
tiene relación directa, con el Pusllay.
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“La vieja estación del alma” 193
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Huérfano de soles
Soy el que salió detrás de las coplas, el que quedó
huérfano de soles, sin saber que estaban en un rincón de mi patio,
allí donde aroma la albahaca y florecen voces tan queribles.
Soy el que salió detrás de las coplas, dejando atrás en un espacio callado,
el perfil de mi emparrado con la tristeza desolada y un costado de la nostalgia.
Salí a buscar la copla para nombrar las coplas sin nombre y aromarlas con
ayeres.
¡Porque el pasado aroma los recuerdos, y los recuerdos aroman
mi memoria!
Églogas vidalas
En su frente la lirica albahaca, en sus ojos la cantante armonía,
canta el coplero, églogas vidalas hechas de coplas escondidas.
Ángel del vino
Arde la luna sobre la vidriada raíz de la arena
desnuda, y yo sentado junto a la mesa del vidalear, bebo
el vuelo morado del ángel del vino generoso,
macerado en el dulce palpitar de las uvas, que entra
por mi garganta serpenteándome por las subterráneas cavernas
de las venas, rugiendo con su designio y azota sus potros como
regidos por él diablo.
Y siento el profundo vértigo del sabor guardado de la greda
hecha vasija en mis labios, encendiéndome la virginal maternidad de la vida.
Un sabor
Un sabor de vino manso me trepara la boca
y anunciará la suma de aromas y madrugadas.
Será un sabor a verbo, por las bíblicas y prósperas vides conjugado,
y enjuagara la garganta de mi corazón.
Viejo pastor, que arrea, una tropilla de coplas
un atado de vidalas ancestrales.
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La vieja estación del alma 194
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Tocata y fuga de coplas
Esparce febrero el blanco deslizar
de la harina.
De los patios regados
llega un suave aroma
a romero y tomillo
y canta el coplero,
hasta llenar su vasija
de vino tinto bendito.
Ando detrás de unas coplas
que quedaron allá por febrero
coplas de albahaca y harina
con el olor de aquel tiempo
señero.
Se desbocan mis coplas
emergiendo, seguras,
y la voz de mi sangre se mece
ardiente desnuda.
Coplas que renacen
en cada latido,
en cada fragmento
en cada estribillo.
Coplas que están
en los callejones de la memoria,
esperando que el vidalero
las rumee en su boca
y la orquesta de su alma
ejecute una ardiente
tocata y fuga de coplas…
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La vieja estación del alma 195
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Proclamación de la piedra
Abro al aire, el estéril vientre de la piedra, para dar a luz,
la fértil geografía de las coplas y vidalas. Hijas de un enfebrecido
febrero y de la pausada voz de la tierra aromada con el verde milenario
de la albahaca, en las tardes de vino y de enramadas inauguradas.
¡Abro el desierto solido y áspero de la piedra grisácea, con su piel
de inmutable dureza!.
Amarga vertiente de silencio que llora en el rocío,
para dar a luz, la fértil espiga del trigo en el blanco y nativo grito de un
puñado de harina.
Abro al aire, la brava nervadura de la piedra y su incorruptible poder
de permanencia, que siempre fue símbolo de eternidad, para dar a luz,
la fértil geografía de la voz.
Y recojo el arcano idioma del lenguaje
húmedo de la arcilla, junto al verbo de las coplas desbocando embriones
de vidalas que golpean sobre la piel de la garganta de mi caja con su voz
de cuero, y dejo mis dedos en su vientre de luna mansa, sostenida
de la eterna concavidad del cielo.
Geografía que en la altura
me traza un itinerario hacia estrellas siderales..
y en la espesura carnal de la memoria, donde cofres secretos de anónimas
y antiguas palabras que inventa la voz, arden rituales de coplas esculpidas
sobre la piedra, con el eco rupestre de lejanas reminiscencias-
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La vieja estación del alma 196
********************************************************************** El carnaval se humedece de alegría
y ríe su muerte bailando.
Ecos del carnaval
El carnaval me envuelve,
en la solemne desnudez de la albahaca
que derrama su perfume en el cántaro
nativo de los patios y en el vuelo invisible del ángel blanco
de la harina, vivificando el torrente caudaloso
de mi sangre creciendo vertiginosa en el lenguaje
añil de las cajas, que tensan el vientre alucinado de
sus parches, hasta romper de cuajo el canto de las vidalas
que sacuden los huesos de mi raza-.
El carnaval me envuelve en su amarillo y ardiente
sudario de siestas, aspirando siempre
a desandar con su alma inquieta
por las hendijas de callejones con higueras y duendes,
porque febrero se lo reclama. .
El carnaval me envuelve en su corazón
trashumante de coplas,
que corren por mi garganta
tanteando las venas de mi voz.
El carnaval me envuelve cantando
y me desbarata los sentidos, desajusta mis sentimientos,
y se me acaban los miramientos y los pesares
al son de una vidala.
El carnaval me envuelve sin pudor el alma
y con su voz bárbara y ronca, en rituales
generosos apenas unos pocos días al año.
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La vieja estación del alma 197
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Son palabras del pusllay
Con el alma embadurnada
y azotada de penas,
echo mano al vino
que me sirve para olvidar
por un momento mi sórdida
y andrajosa vida
que cabalga ahorcajada
sobre el lomo del destino.
Vino amargo,
agraz,
que me ha envejecido
con su embriaguez
este honroso destino
de ser una efímera
deidad, de ridícula
apariencia
de este reinado
ávido de fuego y de cenizas.
Solo tengo para dejar mis despojos
envueltos en una mortaja de harina.
La tierra amarrará, mi catedral de trapos,
y en ella me han de enterrar.
Pero regresaré, por el umbral
del próximo febrero,
humanizado, sobreviviente,
entre la algazara de los changos
por las calles del estío de otro carnaval.
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La vieja estación del alma 198
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Cánteme Joaquina
Cánteme doña Joaquina solo una copla no más
cánteme Malligasteña antes de irse a chayar.
domingo lunes y martes chayando me la pase
tres días de la semana digo algún otro tal vez.
Déjenme morir cantando si cantando yo nací
y cantando ando buscando lo que por tonta perdí.
Calle arriba calle abajo mi copla triste se va
y en sus versos va diciendo vuelvo pal’ año cabal.
Mañana cuando me vaya mis coplas yo dejaré
una guastana* y mi caja porque al año volveré.
Como dice el Emeterio cuando llega al bodegón
yo no tomo en una mesa tampoco en el mostrador.
Señores malas noticias el diablo ya se murió
Les juro que vi sus huesos donde sus guampas enterró.
Jamás me han visto bailar a todos dije no quiero
yo no me dejo llevar como algarroba al mortero.
Al vino lo han apresa u’ entre unas rejas de hierro
mande por su libertad porque él es mi compañero
Yo vi a la muerte huesuda callada buscándome
y al verla tan silenciosa le eche coplas y la maté.
Canta alegre mi caja pero a llanto triste me suena
en cada golpe se desangra y en su chirlera ella pena.
Mis coplas la lleva el viento como el agua se lleva el rio
pero queda mi sentimiento apegado al coplerio.
Que se detenga mi pulso si yo dejo de cantar
que se coagule mi sangre si falto pal’ carnaval.
Ando buscando al pusllay en este domingo de entierro
perdido entre callejones para salvarlo del fuego,
Siempre vuelvo pal’ carnaval cuando febrero despunta
traigo conmigo un atado de coplas para que el viento las difunda.
y entre la albahaca y la harina vidalas y cajas se fundan.
En febrero me siento pusllay con un halito un poco de eterno
deidad de la risa y la burla hijo irredento del fuego
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La vieja estación del alma 199
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El ángel y el niño
Quién eres tú, el niño pregunto,
y mirándolo a los ojos él contestó.
El que anda a tu lado desde que abriste
los ojos por primera vez.
El que disfruta tus momentos,
el que comparte tus alegrías y tristezas.
El que despierta a tu lado y que te besa,
antes de irte a dormir, el que a partir de aquel instante
solo velará por verte crecer.
Yo te estaré cuidando
y desde tu alma siempre tu, me podrás ver.
Seré tu compañero en tu cotidiano vivir
y nunca solo, tu estarás.
Y un día cuando tu vida
terrena se te acabe, y la tengas que dejar,
tus alas crecerán y volaras hacia donde yo estoy
y seguirás junto a mi lado para toda la eternidad,
sin habernos separado, nunca jamás.
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La vieja estación del alma 200
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Hacia (Anáfora)
Serpentea y muerde en silencio
un fardo de recuerdos que cabecean lentamente
y van hacia lunas amanecidas. Hacia un sol rusiente
de diciembre que madura en las vainas de las algarrobas.
Hacia el monocorde chirrear de las chicharras que
persisten romper los silencios rituales de los duendes, y, los coyoyos,
con el golpetear de la sonaja ronca abismal de sus gargantas
crepitando en el aire grueso de la unánime siesta abrasada.
Hacia la pasión de febreros enardecidos, bajo el
sol de los veranos que sedientos enciende en vino la copla
más antigua, y la insaciable sed de trasnochados vidaleros..
Hacia el deambular de las estrellas emancipadas,
desnudas, bailando ante el lucero, ostentando con su
azogue luz en la recién parida noche desvelada con
sus místicas ojeras pronunciadas.
Hacia la morena tierra perenne, que teje de ternura
los azahares, esperando que florezcan con su aroma
indecible que me embriaga.
Hacia la alquimia secular de los patios, donde cuajan
malvones y germinan alegres nardos musicalizando
la halagüeña majestuosidad de la enredadera.
Hacia constelaciones de coyoyos que cantan sus elegías,
en el sopor sosegado del verano, en que se oyen églogas
palomas bebiendo de las manos de la vida.
Hacia la tierra donde vi la luz primera, hacia el sitio
donde las alas de mi infancia se abrieron como barriletes
sacudiéndose en el viento, asido al hilo que va hilvanando
con puntadas de recuerdos desteñidos, pero no borrados,
pellizcándome en el alma.
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La vieja estación del alma 201
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De pie por su sangre
Versa una copla el vidalero que anda
en su ser amalgamada de sangre y raíces.
Palpita cordial en el costado izquierdo de su pecho
y la echa volar, traduciendo sus sentimientos.
Lenta, acompasada, sugerente, saturada de arritmia
y autentica emoción, reivindicativa de sus penas y alegrías,
que se agarran a la necesidad de expresar su cantar,
hundiendo sus raíces en el verbo popular.
Explosión original, latido cósmico,
sedimento de una raíz sideral.
Versa una copla el vidalero, y por la vertiente
de una mística vidala emerge el canto delirante
de los coyoyos y las chicharras, provocando que
las algarrobas maduren preludiando el carnaval
en la geografía del nativo suelo, que tiene la cualidad
de la madre tierra.
Versa una copla el vidalero, donde su principio,
es un horizonte de historias y leyendas bajo el cielo
de un azul inmediato saliendo a convocar estrellas
que titilan en la noche sedentaria, junto a la luna
que se recuesta en el parche de su caja,
vibrando en el tiento de su chirlera ancestral..
Mientras la torcaz, zurea una copla placentera picoteando
el silencio atroz de engendradas auroras con acento de voces,
llamando al cielo del vidalear.
Retornando a la tierra, al origen vital, retornando a las estrellas,
del principio, del final.
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La vieja estación del alma 202
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La Rioja extendida en su geografía,
pare vidalas entre raíces de olivos y vides.
Casca
Las cajas
El vientre conmovido de las cajas desatan un monologo
en las siestas heridas de chicharras
y las coplas arraizadas un abecedario de vidalas
en las gargantas de los changos.
Y bajo la mora pasan sus voces
que el oído del viento escucha
como de profunda es la copla
azotada de sol y de coyoyos . .
mientras la siesta se moja con su mismo sudor,
y con el verde de la albahaca que aroma
……y en cada costado del hombre crece
vertical hacia una nube de harina
su alta copla recién inaugurada ---
¡Los parches desatan llovizna
de las vidalas azules!.
Vidalas heridas de carnavales antiguos,
donde la mora debajo de su sombra,
alarga la herida de una siesta amarilla,
hacia la orilla de un atardecer
que desangra soles copleros
buscando el camino de los pájaros.
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La vieja estación del alma 203
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Y, allí
Y, allí estaba yo,
en el final de aquella
calle de la nostalgia
mirando el atardecer-
El horizonte moría
tornándose de un color rojizo
y el viento mecía como nunca
el verde ceniciento de las talas.
Los pájaros cantan y avisan
que es tiempo de nidos nuevos.
Y, allí estaba yo,
custodiado por el atardecer
mirándome por dentro,
pero ella, no lo sabe.
yero estoy muy triste
y la luna encima mío
sorprendiéndome en aquella calle,
con su eterna claridad.
Y, allí estaba yo,
en el borde de una acera,
mirando arrastrarse y bosquejar un mapa
de ausencia a mis recuerdos.
Y, allí estaba yo,
dibujando en mi memoria
jirones de su imagen que guardaría para siempre.
Y, allí esta yo, descolgando retazos de mi vida,
pidiendo tregua a las puertas de la tarde.
Y, allí estaba yo,
con los vestigios de recuerdos vagos,
imágenes borrosas, con sus rostros
acechándome la memoria.
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La vieja estación del alma 204
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Un miércoles de cenizas viene a escarbar
mi memoria. ¿Será por la copla que deje inconclusa?
¿el lenguaje o el mensaje que no supe concluir?
Casca
Copla inconclusa
Tengo acordes trasnochados
de una copla asonantada en silencio todavía,
escondidos en el hondo socavón de mi guitarra.
Duermen en los trastes del silencio, inertes,
esperando la caricia de la dérmica de mis dedos,
para echar a andar en vuelo, palomas de vidalas.
Acordes hablantes, sin nombres y sin rostros
desvelados sobre el oscuro ébano del diapasón.
¡Tengo acordes aflautados de una copla retenida
que late en mi memoria, con la rara habilidad
de decir bastante más, de lo que dicen!
Expresiva poesía oral, ensalzada en sobriedad,
con el sumun de plena significación.
Son acordes que no quieren
vivir fuera del espacio musical del que surgieron
sustancialmente, en busca de su proyección..
Poseen el don propio de ser el testimonio
de la realidad insospechada de la
experiencia humana,
donde hunde sus raíces y reflejan
el acento de la cantera popular.
¡Tengo acordes vagos
transitándome la sangre y mis labios
con sabor a copla inconclusa!
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“La vieja estación del alma” 205
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En puntita i’ pie camina mi copla
bajo el sol rusiente que flirtea con la siesta.
Casca
Secretos de mi copla
Escóndete y no te eches a andar
acállate copla mía,
enciéndete en mi sangre
no te desboques todavía-
Escóndete y no te eches a andar
acállate copla mía,
eres secreto imperceptible
que encierra parte de mi vida.
Escóndete y no te eches andar
acállate copla mía,
sabedora de todo lo que anduve
ten cuidado no lo grites todavía.
Siento que mi alma esta herida
por alguien que le da maltrato,
tal vez perdió el sentimiento
de alguna pena escondida.
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“La vieja estación del alma 206”
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Amo mi casa, puerto de soles
y crepúsculos inclinados
a los que vuelvo tantas veces
Casca
Carta a mi casa
Querida casa:
Hoy, cuando comencé a escribir esta carta,
retuve en mi garganta el llanto que estaba
a punto de desbocarse.
Escribo estas líneas, para decirte
que tengo en los rincones de la memoria
miles de recuerdos, al recordar a los autores de mis días,
y la alegría de mis hermanos que contagia,
correteando por el patio junto a los
años de la infancia abrazándome el alma.
¡En la hora honda del crepúsculo,
entre recuerdos, en silencio te escribo!
¡Desde el profundo rincón de mi sangre,
contándote todas la cosas que tu sabes de mi nostalgia!.
Amo, de tus paredes que son un sagrario
para mi espíritu, donde alguna vez
moraran, las golondrinas de mi alegría.
Amo; las baldosas que ahondan mis sentidos; en ellas,
anduvo parte de mi vida diariamente vivida.
Siempre supimos, lo que hay entre nosotros
y nunca nos los dijimos, me reproché
mucho tiempo que me alejara de ti,
pero mi nostalgia encendió hogueras,
para aprender y hacer más llevadera la lejanía.
Releo lo escrito hasta ahora, y, me recrimino,
que tu mereces mucho más de mi parte.
¡Esta es mi carta, espero reconozcas mi letra!-
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“La vieja estación del alma” 207
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La luna se empecina
vendimiar los besos de las uvas
en racimos de coplas
con su azogue vientre traslucido.
Casca
Coplas asonantadas
La noche camina lentamente
y la luna resbala en un cielo azul,
cuando mi corazón reza una vidala
estallándome hondos latidos
en el patio de mi sangre.
La luna invoca al carnaval,
salmodiando coplas asonantadas,
vidalas de acordes duendes
adentrados en la noche
soñadora y filosófica de los changos.
La luna dueña y señora del secreto
del verbo y la imaginería de la copla planetaria,
¡dialoga, enraizada con los ancestros
y canta chayerias, contraste simbiótico con la riojanía!.
¡La luna, mujer preñada
abre rasgos de luz de su vientre,
para echar a volar palomas de coplas y rocío!
¡Desnudas transparente su hermosura
pujante, tierna, al tacto de la honda noche y su poderío!
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“La vieja estación del alma” 208
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En un vetusto cuaderno
escrito con un alquímico conjunto de estrofas
y el ritmo dócil y terso
de cálidas melodías,
yace el espíritu de las coplas.
Casca
Potro desbocado
El carnaval es un potro galopando
sobre el lomo de febrero
subiendo y bajando veranos
en épocas de vidalas.
Ilumina su crin con el sol de la siesta,
y sacude indómito sus coplas
en desbocada libertad.
Sin brida,
pisa siestas amarillas
con sus pesuñas de coplas
y al pisarlas golpetea en
el vientre alucinado de las cajas sentidas vidalas,
cual salmo agreste de coyoyos heridos.
El carnaval es un potro debocado
sin riendas, sin albardas,
ya sin sujeción alguna
¡estalla! en la vena misma del alma de los changos,
horadando túneles de vidalas en su sangre.
Es temporal, un breve estado
de jolgorio y alegría, que una vez al año
se embriaga con el hondo golpetear de bombos
y el rasgueo duende de las guitarras.
Ya el carnaval termino y su montura febrero le ofreció,
y el potro se perdió en la geografía de la chaya,
para ser constelación en las noches alunadas.
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La vieja estación del alma 209
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Hilandera de silencios
(Anáfora)
Hilandera de silencios un dolor adentro llevas
vas tejiendo hilos de sueños en tu rueca de quimeras
hilandera de silencios un dolor adentro llevas.
Un dolor adentro llevas de tu antigua desventura
hilandera de silencios tejes madejas de luna
un dolor adentro llevas de tu antigua desventura.
Con tu antigua desventura vas tejiendo desatinos
Y en los hilos de la vida una urdimbre es tu destino
Con tu antigua desventura vas tejiendo el desatino
Inés Josefa Tejada el silencio te lastima
Tejedora de silencios tejes un cendal de luna
Déjame hilar con ternura en la mies de tu cintura
Tejedora de silencios téjeme un cendal de luna.
Hilandera de silencios tejes un cendal de luna.
Ceñida hebras de soles sobre tu cabellera bruna
Tus manos tejen leyendas que las devana la luna.
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La vieja estación del alma 210
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El, porque de mi copla
El porque de mi copla
es, desatarse en el viento,
estridente, como fina cuerda
de grillos al congraciarse con el alba,
¡no puede quedarse callada!.
Afina sus estrofas
y enclavija las palabras
retumbando como bombo acompasado,
hechizando en el hondo
socavón de mi pecho.
Rocío de copla azul
cantando en mi garganta,
como lluvia de coyoyos
desparramando al aire
aloja de vidalas.
Como chicharras desperdigadas
perforando la serenidad de la siestas soleadas.
El porque de mi copla
es, el verso sencillo y simple,
como el cántaro de arcilla
como el ángel blanco de la espiga.
Como la flor del romero
como el aroma de la albahaca altiva.
Como dos enamorados
entregándose a la honda
liturgia de febrero.
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La vieja estación del alma 211
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Vidala innominada
Soy, la vidala anónima y ausente
oculta detrás de un puñado de frases,
una bandada de avecillas de letras
deambulando en silabas ensombrecidas
por los escondrijos del diapasón
donde yace el arte en invisible forma,
e intrínseco silencio..
¡Soy palabras ocultas en los
espacios de la memoria!
Soy, geografía inexplorada,
sin historia, soy la copla que deja impreso
el lenguaje y el silencio profundo
de una vidala innominada.
Desconocida, independiente
no hay autor detrás,
solo mi sangre inclinada sobre
el espacio blanco del papel. Soy, una vidala sin rostro,
tal vez, con piel de arpegio mudo,
Sin alma, ni estructura ni armonía,
soy rumor vago y eterno.
Carezco de ansiedad porque
me conozcan, aunque algunos me ausculten,
pueden morir sin que me interpreten
y que nadie se altere de este mi destino..
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La vieja estación del alma 212
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El Pusllay se perdió una tarde
Chaya a buscarlo va
se lo encuentra ardiendo en la hoguera
un domingo de carnaval.
Casca Olivera
Recopilación
Yo, andaba por los libros amarillos del olvido
y, del tiempo detenido, recopilando
la memoria y las fuentes de las vidalas
perdidas. ¡Versos de mis mayores,
muchos de ellos, celosos custodios
de las tradiciones y costumbres nativas,
pensadores de palabras verbalizadas en las coplas!
Esa inmensa filosofía del acervo cultural, profundo,
que trepa por la palabra con su forma
brevísima y precisa, más la agudeza del octosílabo
y sus rimas asonantes, vía de transmisión
del sentir de los pueblos, con las intimas vivencias
del hombre. ¿Que vidalero que se precie, no sueña
tener su coplerio en donde profundizar
y recuperar las vidalas perdidas?
Tradición cultural llena de esencia,
huellas digitales de nuestra identidad
que no debemos extraviar para el
enriquecimiento de nuestra memoria.
Las coplas de nuestros abuelos,
la primitiva lirica y la capacidad de expresión,
trasmitiéndose oralmente con autenticidad,
para que sirva de puente entre padres, e hijos
y no queden en el olvido. Transcripciones tomadas
de los ancestros o de la memoria,
desentrañando el alma de los pueblos
autóctonos. ¡Su lenguaje primigenio, viva voz popular!
El verbo hecho pensamiento, esparcido
como semilla en las besanas de esta tierra,
fertilizada, por la memoria de su gente
retratada en estos versos.
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La vieja estación del alma 213
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Sonata para mi infancia
Sentado a la orilla de un verano
dubitativo, le arañaba recuerdos al
tiempo de mi infancia volviendo a aquellos
lugares que desanduve, para quedármelos
en la memoria. por un momento.
Un pedazo de cielo de niñez olorosa de membrillos,
con tardes gusto a pan casero, hogazas de aquel ayer
donde niño escondí, el ángel de mi inocencia
cubiertas de anónimas travesuras, bamboleándose
por los potreros tatuados de infancia, con soles que cuajaron mis ojos
de pueriles resplandores.
Una manía pasiva de recordar
aquellos tiempos,
porque la nostalgia pone rumbo
hacia la geografía de los míos, con su aroma embriagador
y tira más fuerte del corazón, aunque muchas veces, él se negase.
Una sonata escrita en las páginas de mi alma,
meciéndose en un compas pequeño de notas
y acordes imborrables de recuerdos
que ahogan mi garganta. Música decidida,
tonos de melancolía crepuscular
que sale a pasear por mis oídos, agitándome
la sangre precipitada, deslizándose serpenteante
por el tobogán de la niñez, donde fue concebida
la alegría.
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“La Vieja estación del alma” 214
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Vengo
Vengo de la vertiente azul interminable de mi Rioja
en donde se abre el ventanal de las coplas y el grito
profundo de las vidalas.
De las cosas simples de mi tierra, de la gente que canta
por el valle incesante de una chaya transformada en soles
longevos, oros viandantes por avenidas de arenales.
Vengo del espacio sideral de las estrellas, de la estadía
pasiva de las vides, donde voces de tinajas cantan gotas
de uvas balsámicas de miel y de rocío dormitándose en los racimos.
Vengo de la edad de los olivos, de las raíces de las viñas,
ruidos de acequias y sones de parches de cajas fundamentales.
Vengo de la edad de la siestas amarillas, de la edad donde
anida el lenguaje musical de la alegría.-
Vengo del hondo silencio de los duendes, trepados a la
arboladura donde se alza el chirrear desnudo de chicharras,
a la hora en que la siesta se prepara para parir misterios
y leyendas reflejando la agonía del insomnio, mientras
rompen los coyoyos, la piel rugosa de los algarrobales.
Vengo de la agreste geografía y de la historia, en las cuales se conservan
todavía, el perfil de muchos nombres, permanencia con solida ternura.
Vengo de recuerdos con su voz de azahares y naranjos,
de rincones donde higueras y lapachos, atraviesan el agobio,
en el sopor de los veranos.
Vengo del momento preciso, en que la carne primigenia
de la greda comienza a habitar en la religión de mi piel.
Vengo del profundo silencio del cántaro nativo, de las pupilas
de la tierra, del corazón del barro, empapándome de vida.
Vengo de las gargantas naciendo coplas, estrofas de palomas
despuntando las albas, de la piedra milenaria, de la arcilla
del tiempo acumulado.
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“La vieja estación del alma” 215
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Trazos de mi memoria
Conexión con la razón, el idioma, porque no, mi profecía.
Mi memoria, fenómeno de la mente que me permite codificar,
almacenar, recuperar información, conservar acontecimientos,
evocar experiencias pasadas y recuerdos que son las posesiones
más preciadas del humano...
Quimérico arcano de utopías, de conmemoraciones
de pasadas dichas, de sueños de los que fueron luz,
otros, tinieblas arrastradas por el viento feroz de la desidia.
Un pueblo, con geografía habitada de imaginaciones, emociones
episódicas, declarativas y experiencias acumulativas.
Surtidora de anales y archivados recuerdos de nombres,
y rostros queridos. De voces simples, de añoranzas retenidas,
con latidos que cubren el alma, de historias de libros
y páginas escritas. Una acumulación de inolvidables melancolías,
con temperatura emocional.
Alacena con estantes ordenados de secretos en silencio,
recóndito desván, que encierra imágenes y algunas ausencias.
Un sitio abarrotado de antigüedades resguardadas en el closet
de un anciano anticuario.
Usina generadora donde se fundamenta el equilibrio
del corazón. Disparadora de nuestros sentimientos,
de nuestras reflexiones, firmes cimientos de cada día.
Santuario honrado de creencias. Acumulador vasto, sin límites,
abigarrado equipaje en el que se albergan
en reposo las más intensas y peregrinas acciones.
Mi mejor aliada, inseparable compañera, mi mejor amiga,
en todos los capítulos de la vida, magnificándome los sentidos.
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“La vieja estación del alma” 216
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Soy el benjamín del calendario
y para no quedarme en el anonimato,
les anuncio, soy, febrero.
CASCA
Pusllay carnaval
El pusllay;
yergue en todo los febreros,
y se hace parte de la cosmogonía propia
del carnaval.
Efímera y grotesca deidad
de abigarrada figura,
que llega cabalgando ahorcajado
sobre el áspero lomo del carnaval.
Socarronamente alegre, y, maneja
a su antojo la alegría impertinente
de los hombres, cuando asoma febrero
dándole la bienvenida al vidalear.
Personaje de autóctono origen,
algo desgreñado, que anda
suelto en el espacio festivo
del tiempo carnavalesco,
procurando un conjuro
de vidalas contra la tristeza.
Su majestad, el Pusllay,
personaje gregario que todos los años
está supeditado al abastecimiento
del jolgorio y preside la algarabía popular,
con el único fin de agrupar y divertir a los copleros
en asambleas magnas de vidalas..
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“La vieja estación del alma” 217
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Pan, monosílabo que designa al más popular de los alimentos,
una veta cereal que se descalza, desnuda, como una flor
sobre la mesa del hambre.
Primigenia y sonora palabra, que aprendemos a pronunciar
lo mismo que, mamá, papá.
Partirlo, repartirlo, y compartirlo solidariamente en torno a una mesa
o consagrándolo, en celebración eucarística, ecuménica y popular.
Casca
Ceremonia del pan
(a doña Laura panadera de Guanchín*)
Cierro los ojos y, allí, está ella, en la calidez de la cocina,
rodeada de su auditorio de hijos y a los aromas de los aliños,
en el ritual diario de preparar el pan.
Sitio privilegiado, donde sus manos transforman
la humilde blancura de la harina, en una masa con elasticidad
y textura, produciendo el sencillo milagro del trigo.
Sumando el abrazo, de la levadura, la grasa
y la salmuera. Un manojo de ingredientes generosos y humildes,
agigantados al abrigo de su ternura.
Una corona muy simple en la vieja batea de madera
y, sus dedos hundidos en la bondad de la harina,
despertando el sueño del pan hogareño.
Ella, reza, al amasar el pan de la tarde añadiendo tibieza
y esmero. Luego con santa paciencia, corta la masa en
cortes parejos, cubriendo su desnudez con un lienzo,
y luego horneara, en un horno de barro que está a un costado del patio.
Sus ojos cansados y profundos, se encienden de alegría,
porque con solo oler el aroma, que se esparce en el aire, ella, sabe
que la hogaza de pan, en su punto estaría.
Solamente en sus manos, universo de ternura y de vida,
vuelan palomas de harina.
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“La vieja estación del alma” 218
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Vino consagrado
No hay vino que no ha sido consagrado
por la garganta de los changos,
preclaros pontífices del mismo.
No hay vino consagrado por el que
no se hayan levantado altares de vidalas.
El vino busca estar acompañado,
para no ser, un soliloquio dramático en escena,
porque siempre estuvo entrelazado
cabalgando emborrachado, zambulléndose
por las calles de la sangre, porque el vino
tiene un algo de gregario, agrupándose al ser humano. Bajo un cielo de orujo, el vientre altivo
de la parra te ha parido
y en el pálpito de las uvas vendimiadas pendiendo
de racimos colgando, liberaron el fermento sustantivo
gota a gota, en amorosos jugos macerados,
consagrando tu eternidad en las arterias de miles de generaciones.
¡Vino, adagioso brebaje espiritual, desnúdate, en las gargantas
que amanecen derramándote, y siembra el canto en la voces
de mis antiguos compañeros, ensanchando
las galerías secretas de sus almas,
manteniéndote con tu latido, hasta la última frontera!.
¡Vino consagrado, sabrosa levadura,
huésped generoso en la taberna de la sangre!.
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“La vieja estación del alma” 219
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Nocturnal
La noche va cayendo
con su nochumbre
estallándose en el límite
del patio de ladrillos
y en el huerto se desgaja
un aroma a cedrón y paico
junto al canto caprichoso de los grillos --------------------------------------
La noche espera eterna
un chubasco de estrellas
y la luna azogue se astilla
en el vientre de mi casa
donde se aferran mis raíces
y mi sangre primigenia -----------------------------------------
Soy un huésped de la noche
la que acobija mi sombra
donde mi osamenta siente
el grito de mis ancestros. -----------------------------------
La noche muerde su silencio,
Llanto de luna en mi ventana
Y la memoria se descalza
en territorios de mi infancia. --------------------------------------
La noche que se extiende
con su lóbrego capuz
derrama sus vigilias
por las calles y las esquinas.
Allí, la ternura
de la edad primera,
se ha quedado enredada para siempre
en mis huellas, en mis pasos.
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“La vieja estación del alma” 220
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Morodear de mi memoria
Cuando los pájaros de la nostalgia
acarician con sus alas
el espacio profundo de la memoria,
esculpe los recuerdos
llevándome hacia mi origen y, mi raíz—
Casca
Un aroma urgente de albahaca
colándose por las rendijas
del más profundo de mis recuerdos
que añora ayeres, y la altura de azahares
en los naranjos, morodea
mi memoria y se derrama sobre la
calle larga, donde el carnaval libera
el grito de su voz, desde el fondo caliente
de la tierra que va pariendo siestas de rusticas
vidalas con profundo raigambre
fundidas en la arcilla.
Y junto a pájaros
de coplas análogas a nuestras antiguas
raíces, cruza el horizonte, encendiéndoles
una estrella en la garganta y en el corazón
inaugurado de los changos.
El tun, tun, enarbolado de las cajas
en las horas de las siestas
llamando con su honda voz de cuero,
hace vibrar la vena de la chirlera
y, los duendes, prometiendo una hechizada
asamblea de coyoyos y chicharras,
arrancándole, el sopor profundo que se
agiganta recostado a la orilla del verano
próvido de cosechas opimas
de coplas y vidalas.
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“La vieja estación del alma” 221
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Vendimiar de coplas
Junto a los changos en rueda de amigos
comparto la alegría, el vendimiar entre
racimos de coplas que van madurando
en plenitud, como el vino manso, bebido a
tiempo, y, que en las bocas
cae cálido y se desangra
despacio arrodillándose
sobre los labios balbucientes
donde rumiamos la intimidad
de nuestro canto, y, sentimos
su alma ancestral recorrer,
por las avenidas de la sangre
condecorando la cintura
angular de la alegría en mi
alma de vidalas.
Racimos maduros que crecen
en la dignidad de la parra buena,
extendiendo sus ramas sin tiempo
en todos los patios, toda preñada de luz
y de sonidos junto al canto de
febrero musical, propagado
por los cántaros de arcilla de las más
añejas edades, exprimidas coplas y vidalas-
humeantes en los lagares--
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La vieja estación del alma 222
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Abrazándome a un poema
Abrazándome a un poema
es, el empaparse de silabas y verbos,
es el poder deslizar las dérmicas de mis dedos
por las caderas mágicas de las letras,
donde trazas de renglones, juegan
con lenguaje de palabras sobre el espacio
más creativo silencio del papel.
Palabras, que son la memoria de los que escriben
desnudando el alma pero con el corazón
vestido con su pluma como ligero ropaje,
para contar sobre el idioma aromoso de una flor.
Abrazándome a un poema
es besarme con incontrolables pulsaciones
de acentos, puntos y comas,
de un silabario secreto en aquelarre,
pero también lo sideral de las estrellas,
vocabularios infinitos en la honda bóveda del cielo--
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La vieja estación del alma 223
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Mapa
Su nívea cabeza
su frente arrugada
la cruzan los años
de un mapa de edades.
Y un rio de huesos
sus sarmentosas manos
parece arrastrar
el cauce de todo lo antaño.
Le rondan insomnio
de sus borracheras
y late su corazón
como campanarios ,
que le hablan de bohemias
y de madrugadas
en los sordos misterios
de los carnavales.
Su ceño fruncido
sus labios morados
babeados de copas
y ebrios suspiros
hace piruetas su melancolía
y rueda su alma por la orilla
de la vida.
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La vieja estación del alma 224
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Conjunción
El vino emerge desde la altura de las uvas
y, con su mansedumbre moja el paladar,
se abraza desenfrenadamente
como el coyoyo se aferra al algarrobal.
En las acequias de las venas se queda,
socavón adentro él ha de habitar,
como un ancho rio recién desbordado
con el ímpetu desbocado del carnaval.
El vino es la conjunción del hombre y las uvas
mosto que canta en sus racimos hecho canción
quienes sumisos en los lagares se dejaran caer
para fluir rojo de generación, en generación.
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La vieja estación del alma 225
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Hechura
Papel estraza
varillas de cañas livianas
hilo de algodón
por tramos yapado
pero con la destreza
de un buen ovillado
espeso engrudo
de harina con agua.
Pájaro de papel
que tus manos crearon
hacia el cielo lo elevas
con tus manos viajando.
A contraluz con el viento
volando ingrávido
demoran en sus alas
reflejos de soles ardidos.
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“La vieja estación del alma” 226
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Ya entro el carnaval
Ya entro el carnaval a otro febrero
por las siestas calurosas del verano
y por la calle larga muy temprano
con guastana y caja va llegando.
La torcaz que conjuga el rasguear
agreste de los coyoyos con el triste
zurear de su voz añeja,
inquieta el sueño de las talas,
y, en el escenario del algarrobal
desparrama el estridente chirrear, la orquesta
de cuerda de las chicharras con su monótono sonido .
La parra, es el patio lleno de amigos,
que nos presta su verde ropaje
donde se hospedan al oído los sones
de voces con sus tensos cordajes.
Hilanderas voces que tejen
coplas con el sempiterno
verso de hoy y de antaño,
escapándose en las desnudas
alas de la harina hacia un cielo de vidalas,
arrastrando el aroma espirituoso
de la albahaca.
Mientras la siesta desensilla
a sus caballos de soles,
alborotados los changos, mojan
en el cuenco de sus bocas, el sangrar del vino
que conserva el secreto jocundo
en el vientre de las vides colmadas
de racimos.
Ya entro el carnaval a otro febrero
con su volcán de nubes de harina
y se quedo debajo de la enramada,
regazo de tantos ramos de albahaca
trepando por los tapiales de la sien de los changos.
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“La vieja estación del alma” 227
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Patio herido de ausencias
El silencio amarillo de la siesta
que bosteza su letargo,
se derrumba sobre la geografía
de mi casa, allí, en el angosto
y largo camino del patio
hay un rebaño de recuerdos
apretujados, hurgando en el profundo rincón
de la memoria, una tristísima
pincelada crepuscular de mis días tatuados de nostalgia.
En el limite inacabable de mi patio,
la mora, un enorme pájaro verde
que se enternece con los vuelos primigenios
de los gorriones enredados en la bohémica
garganta del sol, custodiando los espacios
de mi ausencia.
Su sombra bienhechora cual centinela
vigía vegetal, velará mis ansias ancestrales
y mis raíces ávidas de pan y abrigo.
Patio inmóvil con tu solemne mutismo
herido de ausencias, rasgada tu piel,
por donde pasaron los años arrebatando
el aroma fraterno y garabatos de alegría,
dichosos tripulantes de sueños
que a viva voz me dicen ¡al abordaje!
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Videncia poetical 228
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Danzavidalas
En el continente amarillo de las siestas
bajo la blonda cabellera del sol
danzan vidalas
con sus demonios interiores
convocando rituales carnavales,
trayendo con su magia iniciática
otros tiempos con universales edades
de voces ancestrales, sin olvidarse
de su origen, ni de su piel, ceramio milenario.
Sobre la espiga amarilla del verano
danzan vidalas
con la desnudez de la harina,
fecundadas por espermios
originarios, germinando
en la agreste tierra del maíz..
Danzan vidalas
bajo las sempiternas hebras doradas del sol,
son las que esculpen versos sobre la piedra
zarandeando sus alas descalzas, desnudas,
hurgándole a las pircas, retazos
de otrora reminiscencias, con la cosmovisión
que en ellas anidan.
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“La vieja estación del alma” 229
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Nunca una palabra
(Pero tu nombre)
Nunca tengo una palabra
un verbo para emprender
el escribir, pero agito
algunas letras en mi pluma
y siempre cae tu nombre
sobre el blanco espacio del papel.
Es como si en la raíz de la memoria
desertara el lenguaje,
un éxodo de palabras
que emprendieron la ruta
silenciosa de la amnesia
hundiéndose en una desértica
e irrealizable conjugación de letras,
pero siempre se arroja tu nombre
en los fríos renglones del papel.
Mis dedos rodean la cintura
silenciosa de la pluma
y no pueden negarse al asedio
de la tinta, reclamándome
tu nombre, en las paginas de algún
cuaderno de poemas, aunque mis manos
se sientan quietas, como pájaros
en un mapa de un continente olvidado.
Pero hoy, recordándote en estos versos,
recojo nuevamente mi memoria,
porque no puede descalzarse de tu nombre.
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“La vieja estación del alma” 230
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Tantas veces, la vidala
Tantas veces como puede
late la vidala con su oralidad
en la garganta del coplero,
en el transcurso versado de una copla
con el hondo y estremecido acento de su voz
desprendida de lo mas profundo del tiempo.
Tantas veces como puede
late la vidala con su percutir monorrítmico
en la sangre del coplero,
en el transcurso que el verano
duerme borracho su siesta.
Tantas veces como puede
late la vidala con su lenguaje misterioso
en el hiperbólico y agreste canto
de los coyoyos, en el transcurso que los duendes
constituyen la leyenda transformando en un tono menor
las creencias de sonámbulos dioses ebrios y sedientos.
Tantas veces como puede
la vidala con su cadencia, rememora el origen de su raza
que principia a triscar por las venas del coplero,
en el transcurso que revela la interioridad
y la conciencia de la tonada nativa,
repujada sobre el sueño milenario de las piedras .
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“La vieja estación del alma” 231
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En la exactitud de mi casa (Poema musicalizado)
(Aire de tonada)
Cuando el grande ojo amarillo de la siesta
va cayendo en la latitud de mi casa
les abro las puertas del patio a los changos
consagrando el regocijo que me abraza
y el ceremonial ritual de los abrazos
se funde con la actitud del vino manso.
En la justa exactitud de aquel espacio
la modestia de una mora que sombrea
con toda su hembrura de verde arropando
y su alma de madera estoica y quieta
agremiándose su sombra bienhechora
en el ancho territorio de las siestas.
Reivindico las voces que enmudecieron
de la honda concavidad delos adioses
cuando salen al encuentro los recuerdos
sueltan pájaros los changos en las canciones
y se ahonda en las arrugas de mi alma
aromando aconteceres de una chaya.
Que serena se va poniendo la tarde
zarandea en la guitarra alguna zamba
y con pañuelo de añil oscuro baila
la nostalgia que me anida aún en el alma
son retazos de un azul que se ha extraviado
y deambula por los rincones del patio
Un aroma a carnaval se desparrama
en el canto sempiterno de los changos
y un pausado silabeo de una copla
en vigilia mi umbral siempre esta esperando
tal vez la copla que en otrora dejara
la memoria de un ayer envejecido.
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“La vieja estación del alma” 232
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Epilogo
Desde la creciente de mi alma, he querido resumir todo el ambiente
y los resultados de esta mi fructífera cosecha de conocimientos que
obtuve a través de la lectura.
El poder volcar en el papel, formas de prosas, versos idílicos,
también con un tono paisajístico y telúrico.
Consiente y desde el lugar del hombre que propone crear la ilusión
espiritual de su tierra y de su gente. En lo esencial; ¡el destino escritural! de este ejemplar es la palabra
hecha verbo, versos, metáforas, imágenes, paisajes, sueños, vida.
Porque somos los que hacemos la tarea de nombrar nuestras cosas,
nuestra geografía, nuestro ser, nuestros surcos campesinos, estrellas
siderales, porque sembramos territorios de escritura en la esencia
de este suelo pertinaz que es el papel y con el sano anhelo afincado
en el “desiderátum”* de una esperanza cultivada.
Palabras sustanciales que inundaron mi acervo escritural, soltándole
las riendas al ensueño, como un asalto mágico de amaneceres.
¡Espigas, valles, coplas, aldea, mi gente, memoria!
*que produce beneficio, utilidad
**objeto de un vivo o constante deseo
El autor
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Vieja estación sin trenes,
sin viajeros, el alma.
Vieja estación del alma, vacía,
lastre para el profundo silencio.
Luis Casca Olivera
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Indicé
1-------------------------------------------------------Exordio el alma
2-------------------------------------------------------Poema
3 ------------------------------------------------------ Nocturno para mi padre (1)
4 ------------------------------------------------------ Ausencias
5------------------------------------------------------ Cosas viejas
6 ------------------------------------------------------ Cancioncillas
7 ------------------------------------------------------ Solo sueños
8 ------------------------------------------------------ Nostalgias
9 ------------------------------------------------------ A veces busco tus ojos
10 ------------------------------------------------------ Siempre vuelves
11------------------------------------------------------ Huellas de nostalgias
12 ------------------------------------------------------ Letrilla (Tristeza)
13 ------------------------------------------------------ Con mi boca estremecida
14 ------------------------------------------------------ Nostalgias (Letrilla)
15 ------------------------------------------------------ Los tordos
16 ------------------------------------------------------ La ventana
17 ------------------------------------------------------ Recuerdos
18 ------------------------------------------------------ Gusto de tu cuerpo
19 ------------------------------------------------------ Latitud
20 ------------------------------------------------------ Regiones de la memoria
21 ------------------------------------------------------ A la orilla del verano
22 ------------------------------------------------------ Yacimientos
23 ------------------------------------------------------ Manuel Silplituca
24 ------------------------------------------------------ Cuando venga febrero
25 ------------------------------------------------------ Cincuenta años de cielo
26 ------------------------------------------------------ Hachero del tiempo
27 ------------------------------------------------------ Antigua voz
28 ------------------------------------------------------ Valle
29 ------------------------------------------------------ Acallé mis versos
30 ------------------------------------------------------ Circunloquios
31 ------------------------------------------------------ Conversión
32 ------------------------------------------------------ Apostillas
33 ------------------------------------------------------ Labriego
34 ------------------------------------------------------ En azul
35 ------------------------------------------------------ María de los viñedos
36 ------------------------------------------------------ Luna de Pagancillo
37 .----------------------------------------------------- Si un amor se muers
38 ------------------------------------------------------ Asimétricas breves
39 ------------------------------------------------------ Diosa azogue
40 ------------------------------------------------------ Fragmentos
41 ------------------------------------------------------ Anáfora sutil
42 ------------------------------------------------------ Nombrar
43 ------------------------------------------------------ Desde la hondura
44 ------------------------------------------------------ Desnuda mi alma
45 ------------------------------------------------------ Andando la vida
46 ------------------------------------------------------ Callejón de los Lozano
47 ------------------------------------------------------ Salamanca
48 ------------------------------------------------------ Alfarero
49 ------------------------------------------------------ Decía llamarse
50 ------------------------------------------------------ Vidalero
51 ------------------------------------------------------ Nombrándote
52 ------------------------------------------------------ Mi canto
53 ------------------------------------------------------ Tengo un puñado de coplas
54 ------------------------------------------------------ Nueva savia
55 ------------------------------------------------------ Adagio a la chaya
56 ------------------------------------------------------ Esencia a romero
57 ------------------------------------------------------ Oración de los oficios
58 ------------------------------------------------------ Oración a Victoria Romero
59 ------------------------------------------------------ Elegía al Chacho
60 ------------------------------------------------------ Memoria del tiempo
61 ------------------------------------------------------ Corazón agrario
62 ------------------------------------------------------ Compendio el pensamiento
63 ------------------------------------------------------ Escribir
64 ------------------------------------------------------ Corazón viñador
65 ------------------------------------------------------ Tierra de los naranjos
66 ------------------------------------------------------ Olivo pascual
67 ------------------------------------------------------ Viñedos soy tu vino
68 ------------------------------------------------------ No te olvides madre
69 ------------------------------------------------------ Montes y obrajes
70 ------------------------------------------------------ El corazón del hombre
71 ------------------------------------------------------ Melancolía
72 ------------------------------------------------------ Preludio para una canción
73 ------------------------------------------------------ Mis versos
74 ------------------------------------------------------ Pensamientos
75 ------------------------------------------------------ Niñez
76 ------------------------------------------------------ Huellas digitales
77 ------------------------------------------------------ Volantín
78 ------------------------------------------------------ Lo nuevo
79 ------------------------------------------------------ Emociones
80 ------------------------------------------------------ Huellas de ti
81 ------------------------------------------------------ Me he gastado los sueños
82 ------------------------------------------------------ Quiero estar en ti
83 ------------------------------------------------------ Dios
84 ------------------------------------------------------ Geografía
85 ------------------------------------------------------ Opúsculos de besos
86 ------------------------------------------------------ Manía
87 ------------------------------------------------------ Que es poesía
88 ------------------------------------------------------ Recorrer
89 ------------------------------------------------------ Fragmentos
90 ------------------------------------------------------ Me fui
91 ------------------------------------------------------ Como escribo
92 ------------------------------------------------------ La cultura de la civilización
93 ------------------------------------------------------ Huida
94 ------------------------------------------------------ Atreverse
95 ------------------------------------------------------ A un costado del olvido
96 ------------------------------------------------------ Oda a la tarde
97 ------------------------------------------------------ Susurro
98 ------------------------------------------------------ Coplillas
99 ------------------------------------------------------ Nostalgias
100 ----------------------------------------------------- Manifiesto
101 ----------------------------------------------------- Porque sentimos
102 ----------------------------------------------------- Itinerario
103 ----------------------------------------------------- Haycus y tankas
104 ----------------------------------------------------- Postura
105 ----------------------------------------------------- Misterio
106 ----------------------------------------------------- Hay una leyenda
107 ----------------------------------------------------- Copla ultima
108 ----------------------------------------------------- Vieja plaza
109 ----------------------------------------------------- Pacará de la esquina
110 ----------------------------------------------------- Oración al vino
111 ----------------------------------------------------- Tengo el amor
112 ----------------------------------------------------- Báquicas
113 ----------------------------------------------------- La copla
114 ----------------------------------------------------- Cuentos breves
115 ----------------------------------------------------- Elegía de un febrero
116 ----------------------------------------------------- Pregón a mi pueblo
117 ----------------------------------------------------- El lapacho
118 ----------------------------------------------------- Nace el Pusllay
119 ----------------------------------------------------- Coplas nomas
120 ----------------------------------------------------- Cuando el árbol se duerme
121 ----------------------------------------------------- Tiempo vegetal
122 ----------------------------------------------------- Donde yacen las penas
123 ----------------------------------------------------- Pintura
124 ----------------------------------------------------- Algarrobo
125 ----------------------------------------------------- Desde la piedra
126 ----------------------------------------------------- Bien vendimias
127 ----------------------------------------------------- Sangre chayera
128 ----------------------------------------------------- Coplerias
129 ----------------------------------------------------- Sonidos del pensamiento
130 ----------------------------------------------------- Nada
131----------------------------------------------------- Labriego
132 ----------------------------------------------------- Música
133 ----------------------------------------------------- Otra copla mas copla
134------------------------------------------------------ Poemerias
135 ----------------------------------------------------- Siesta
136 ----------------------------------------------------- Fragmentados
137 ----------------------------------------------------- Breviarios de haycus
138 ----------------------------------------------------- Vengo desde
139 ----------------------------------------------------- Coplas
140 ----------------------------------------------------- Coplas escritas en tanka
141 ----------------------------------------------------- Haycus
142 ----------------------------------------------------- Tan solo haykus
143 ----------------------------------------------------- Coplas no mas
144 ----------------------------------------------------- Pacha mama
145 ----------------------------------------------------- Aromas
146------------------------------------------------------ Villancicos
147 ----------------------------------------------------- Bailarina
148 ----------------------------------------------------- Deja
149 ---------------------------------------------------- Aroma a nostalgia
150 ----------------------------------------------------- Caja
151 ----------------------------------------------------- Latidos
152 ----------------------------------------------------- Poema de siesta
153 ----------------------------------------------------- Poeta
154 ----------------------------------------------------- Crepúsculo de vino
155 ----------------------------------------------------- Haycus al cielo
156 ----------------------------------------------------- Otoñal
157 ----------------------------------------------------- Nacer
158 ----------------------------------------------------- Cuando la luna se vaya
159 ----------------------------------------------------- Elegía a tu tristeza
160 ----------------------------------------------------- Melancólico atardecer
161 ----------------------------------------------------- Coplas carnestolendas
162 ----------------------------------------------------- Anáforas
163 ----------------------------------------------------- Quiero permanecer
164 ----------------------------------------------------- A la orilla de tu ausencia
165 ----------------------------------------------------- Vengan sueños
166 ----------------------------------------------------- Tu boca se descalza
167 ----------------------------------------------------- Solo resta comprender
168 ----------------------------------------------------- El viajero
169 ----------------------------------------------------- Aquellas cosas
170 ----------------------------------------------------- Almanaque
171 ----------------------------------------------------- Tantas veces
172 ----------------------------------------------------- Nocturno para mi padre (2)
173 ----------------------------------------------------- Estación
174 ----------------------------------------------------- Autobiografía
175 ----------------------------------------------------- Buscaba recuerdos
176 ----------------------------------------------------- Cuencos de ternura
177 ----------------------------------------------------- En apogeo tu ternura
178 ----------------------------------------------------- Con mis manos de arena
179 ----------------------------------------------------- Elegía al otoño y al vino
180 ----------------------------------------------------- Memoria gustativa
181 ----------------------------------------------------- Dios
182 ----------------------------------------------------- Echo vidalas
183 ----------------------------------------------------- Huésped prestigioso
184------------------------------------------------------ Yugo
185------------------------------------------------------ Naranjales
186------------------------------------------------------ Terruño
187------------------------------------------------------ Serenata
188------------------------------------------------------ Quietud
189------------------------------------------------------ Sempiternos recuerdos
190------------------------------------------------------ Reconocible habitante
191------------------------------------------------------Coplas en anáforas
192------------------------------------------------------Coplasolas
193------------------------------------------------------Agua de rocío
194-------------------------------------------------------Huérfano de soles
195------------------------------------------------------Tocata y fuga de coplas
196------------------------------------------------------Proclamación de la piedra
197------------------------------------------------------Ecos del carnaval
198------------------------------------------------------Son palabras del pusllay
199------------------------------------------------------Cánteme Joaquina
200------------------------------------------------------El ángel y el niño
201------------------------------------------------------Hacia (Anáfora)
202------------------------------------------------------De pie por su sangre
203------------------------------------------------------Las cajas
204------------------------------------------------------Y allí
205------------------------------------------------------Copla inconclusa
206------------------------------------------------------Secretos de mi copla
207------------------------------------------------------Carta a mi casa
208------------------------------------------------------La luna salmodia coplas asonantadas
209------------------------------------------------------Potro desbocado
210------------------------------------------------------Hilandera de silencios (Anáfora)
211------------------------------------------------------El, porque de mi copla
212------------------------------------------------------Vidala innominada
213------------------------------------------------------Recopilación
214 -----------------------------------------------------Sonata para mi infancia
215------------------------------------------------------Vengo
216------------------------------------------------------Mi memoria
217------------------------------------------------------Pusllay carnaval
218------------------------------------------------------Ceremonia del pan
219------------------------------------------------------Vino consagrado
220------------------------------------------------------Nocturno
221------------------------------------------------------Morodear de mi memoria
222------------------------------------------------------Vendimiar de coplas
223------------------------------------------------------Abrazándome a un poema
224------------------------------------------------------Mapa
225------------------------------------------------------Conjunción
226--------------------------------------------------Hechura
227--------------------------------------------------Ya entro el carnaval
228--------------------------------------------------Patio herido de ausencia
229--------------------------------------------------Danzavidala
230--------------------------------------------------Nunca una palabra (Tu nombre)
231--------------------------------------------------Tantas veces, la vidala
232--------------------------------------------------En la exactitud de mi casa (Aire de tonada)