La Política Económica Bolivariana (PEB). Período 2003-2014.
MSc. Juan José Pérez
Introducción: Idea clave de la Dinámica de la Política Económica (PE):
Venezuela exporta petróleo, recibe dólares, requiere una política cambiaria. Intercambia bienes y
servicios con otros países, da lugar a una política comercial. Con el ingreso público (ingreso petrolero + recaudación del SENIAT + emisión de deuda +
utilidades contables por devaluación), financia el gasto público (educación, salud, defensa, seguridad,
misiones, etc.) tratando de alcanzar ciertos objetivos económicos y sociales (política fiscal y política social). Con el fin de fomentar las inversiones y el
empleo (crecimiento económico), el BCV regula la tasa de interés, las condiciones del crédito y la cantidad de dinero en circulación (política
monetaria). El Ejecutivo, mediante decretos, determina sueldos y salarios reales y precios de bienes y servicios básicos (política de
precios). Todo tras el objetivo último estimular el desarrollo económico, abatir la inflación y eliminar la pobreza. En eso consiste la política económica instrumental. Intuitivamente, se sabe que la economía marcha bien cuando los precios del petróleo
suben –suponiendo constante el nivel de producción-; por lo tanto, “se dejan las cosas quietas”. Si caen los precios o declina el bombeo, se adoptan “medidas de ajuste”,
“paquetes”, para enfrentar un gasto rígido (nómina, inversiones, servicio de deuda, ayudas, transferencias, jubilaciones + inflación), difícil de recortar y surgen otros problemas.
Esa dinámica histórica se interrumpe en 2003, la PE adquiere una orientación diferente. Utiliza al petróleo como palanca fundamental, coloca el énfasis en la Distribución de la Renta Petrolera y revela su carácter Anti-mercado, su objetivo no son los equilibrios
básicos, sino que apunta a la instauración de una nueva estructura socio productiva posteriormente llamada Socialismo del Siglo XXI y una hegemonía política que permita
implantarlo. Mientras la renta mostró una trayectoria ascendente, la PE instrumental, fue desechada o relegada a un segundo plano, durante casi una década. Ante la merma sustancial de la
renta petrolera, acaecida entre 2010 y 2014, esta vez por descenso de la producción y caída de las exportaciones, en medio de un boom de precios sin precedentes y un
inquietante panorama inflacionario, la PE parece avanzar en la senda de retomar su tradicional papel en procura de restablecer los equilibrios perdidos. A mediados de 2014 se esperan medidas importantes en esta dirección.
Venezuela es un país petrolero, rentista. El Estado interviene cada día con mayor fuerza en los asuntos económicos, bien sea para alcanzar ciertos objetivos o corregir los desequilibrios.
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Un período de incertidumbre (1999-2003)
Justo con la llegada de Hugo Chávez F. al poder, el precio del petróleo comienza
una vertiginosa carrera ascendente, cambiando radicalmente la tendencia previa. Se pone
fin a una etapa de precios en declinación. En efecto, en 1998, la cotización del barril
registró el mínimo histórico en 25 años. Asombrosamente y contra todo pronóstico, el
precio salta de 8,57$ por barril en febrero, a 23,3$ en diciembre de 1999, transformando
todas las expectativas. Sin embargo, el Producto Interno Bruto, PIB, ese año registró una
caída pronunciada, (-6%), cifras típicas de economías de países en guerra.
No cabe explicar aquí por qué aumentaron los precios de los hidrocarburos en el
período bolivariano. Apúntese de pasada, que al haber compradores disputándose un
producto (demanda mayor que la oferta), los precios suben. En todo caso, la tendencia
alcista ha sido clara, con dos altibajos. El primer descenso en diciembre de 2000; durará
doce meses. Intentando detener el descenso, la OPEP acuerda reducir las cuotas de sus
miembros (escasez artificial), sin efecto alguno por los acontecimientos asociados al 11-S.
Disminuyen entonces el valor de las exportaciones, los ingresos públicos, y viene la
recesión 2002-2003.
Las cifras del desempleo, informalidad e inflación que en el período anterior
(gobierno de Caldera) habían alcanzado niveles preocupantes, en el primer quinquenio de
Chávez, con pequeñas fluctuaciones, siguen acentuándose. Las tasas de crecimiento del
PIB real y la inversión, dos indicadores significativos, muestran signos de deterioro, tal
como se muestra en el Cuadro N° 1.
La política económica “encerrada en el mismo círculo que su antecesor, quizás en
una escala mayor”, trató de ajustarse a las circunstancias descritas. En líneas generales
siguió la dinámica: devaluación y emisión de deuda interna (Cuadro N° 1), tratando de
compensar el ingreso que el petróleo dejaba de proporcionar, con algunas medidas
restrictivas al principio (recorte presupuesto). Las devaluaciones fueron recurrentes, en
1999 el dólar se cotizaba 546,6 Bs. y cinco años más tarde valía 1608,6 Bs.
Cuadro Nº 1: Deuda y Devaluación y otros indicadores en relación con precios del petróleo, Venezuela 1998-2003
Años 1998 1999 2000 2001 2002 2003
Precio $ barril 10,57 16,04 25,91 20,21 21,95 25,76
TCR PIB 0,29 -5,97 3,69 3,39 -8,86 -7,76
Producción mb/día 3329 3059 3146 3342 2994 2810
TCR Inversión -2,3 -16,4 1,1 13,6 -18,4 -37
Desempleo % 11,4 15,4 14,1 13,5 16,3 17,9
Deuda externa $ 28455 29067 26104 25942 27702 28853
Deuda Interna Bs F 2530 3827 7250 11000 16189 24149
Tipo de cambio $ 546,6 604,7 678,9 722,7 1161 1608,6
FUENTE: BCV; INE, Maza (2003), Santos (2010), MENPET 2010
El contraste, respecto a políticas implantadas por su predecesor, radica en una
política fiscal expansiva, permitida por precios del petróleo en ascenso y la recurrencia al
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endeudamiento interno (Cuadro N° 1), descartando la fuente externa, debido al cierre de
líneas de crédito o porque no convenía al “proyecto”. Sea cual sea la razón, este cambio
aparentemente simple traerá enormes repercusiones, como se verá.
El PIB mostró un desplome brutal, salvo dos años de relativa mejoría, siguiendo la
trayectoria de la Tasa de Crecimiento (TCR) de la inversión y los precios del petróleo, las
dos variables claves. A la caída de la inversión le sigue el aumento del desempleo, el
aumento de la deuda interna y las devaluaciones (modificaciones en Tipo de cambio $) ya
comentadas.
Como telón de fondo del comportamiento de las variables macro se registra una
conflictividad política de grandes proporciones cuyos efectos causarían profundos
desarreglos. En 2002, año difícil y clave para las finanzas públicas, se concentran
vencimientos de pagos de la deuda pública con precios del petróleo en declive, altos
niveles de inflación, que inducen a fijar tasas de interés elevadas, intentando frenar la
fuga de capitales. En busca de generar un clima de confianza en los agentes económicos,
en un ambiente confuso, se desmonta el sistema de bandas cambiarias, vigente desde
1996, y se adopta un sistema de libre convertibilidad. Sistema que durará un año, apenas.
Las prolongadas manifestaciones desde finales de 2001, oponiéndose a un paquete
de 49 leyes-decretos presidenciales, consideradas como inconsultas e inapropiadas,
únicamente lograron liberar el precio del dólar. El intento de golpe de Estado y el paro
obrero-patronal, de 62 días, a finales de 2002, cuyas consecuencias se sentirán con mayor
intensidad a comienzos de 2003, no tuvieron éxito y abonaron el terreno para un
categórico intervencionismo estatal. Así pues, superada la crisis, el gobierno adopta
medidas y controles, calificadas como “salto atrás”, (Vera, 2004; Santos y Villasmil, 2007)
similares a ejecutorias “viejas” (neoliberales) que caracterizaron gobiernos de la
democracia representativa. Sin embargo, había algo “extraño y novedoso” en las políticas
en curso que pasó un tanto desapercibido para los analistas.
El panorama económico que antecedió a las medidas del 2003 era delicado. La
producción petrolera se deteriora; de 3 millones de barriles diarios en la última semana de
noviembre de 2002 se reduce a sólo 176.000 barriles diarios en la segunda semana de
enero de 2003 (Giordani, 2004). Esto hizo que el Estado dejara de percibir 1,8 billones de
bolívares de diciembre de 2002 a enero de 2003, producto de las pérdidas en la industria
petrolera.
Tratando de recuperar las finanzas, se incrementa la tasa del IVA en 2002 y se
reinstaura el Impuesto al Débito Bancario, IDB, para aumentar la recaudación de manera
inmediata. Las reservas internacionales para finales de enero de 2003 cayeron en US$ 771
millones, lo que ponía en serios problemas los compromisos de pago de la Deuda de la
República; en promedio se perdían US$ 60 millones diarios según afirma CADIVI (2003).
A comienzos de 2003, el gobierno toma control de la principal empresa del país,
PDVSA, despide a un número importante de trabajadores, y casi como por encanto los
precios del petróleo reanudan su tendencia alcista. De un ambiente previo de pesimismo
extremo se pasa a un optimismo desaforado. En la bonanza que advino, el gran público
aceptó como válida la versión oficial según la cual la crisis fue causada por la oposición
política, ocultando deliberadamente el colapso de los precios del petróleo y la caída de la
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inversión del sector privado como causas eficientes de la crisis. En palabras de Peinfold y
Corrales (2012), “el paro fue una bendición para el gobierno, pues permitió tapar todos los
desaciertos”. Pero además, al salir airoso de la conspiración política en su contra, el
presidente se siente “con autorización” para adoptar medidas radicales.
Altos ingresos públicos, refuerzan el ambiente de bonanza. Circunstancia que fue
presentada como resultado de una “política económica sabia a favor del pueblo” y
“evidencia empírica incontrovertible” de que, al derrotar a la oposición golpista, las cosas
mejorarían. Así, en la explicación oficial, los fenómenos no tuvieron causas, sino culpables.
Comienza una nueva etapa tanto para las finanzas como para la política económica
en general. En adelante, todo estará subordinado a tres grandes objetivos, de acuerdo con
Pérez (2010); Obuchi (2012); Urbaneja (2013): 1) apropiación de la renta petrolera por
parte del Ejecutivo Nacional, que en principio pertenece al Estado; 2) Distribución
(reparto) de la renta de modo clientelar a fin de garantizar la permanencia en el poder del
centro gravitacional, la figura del presidente de la República; y 3) una política anti-
mercado, con base en promoción de empresas del Estado, de propiedad social,
expropiaciones y restricciones al sector privado, que para su implementación requiere del
punto 1).
Hay que hacer sobresalir que en la nueva etapa, la política económica instrumental
(cambiaria, fiscal, monetaria, comercial y de precios) sigue existiendo pero como
complemento insustancial, subordinada y alineada con objetivos políticos y sociales
mayores ya señalados. En una palabra, desde 2003, el problema de la política económica
se limita al conjunto de medidas y decisiones relativas al destino de la renta petrolera, de
modo que garantice la permanencia en el poder a la élite gobernante. Ese es el “cariz
extraño y novedoso” no advertido en principio. Este cambio de orientación vendría a
entenderse tiempo después, en la medida que fueron imponiéndose ciertos arreglos
jurídicos, políticos y económico-sociales, que fueron evidenciando tal propósito.
Entretanto, lo que se presentó al gran público, siguiendo los manuales en uso, fue que,
luego de la turbulencia del paro, se requería una orientación de política económica
diferente.
En ese orden de ideas, la respuesta del gobierno fue:
Política Cambiaria
A la par de un control de precios –a
productos de consumo masivo, médicos, de aseo y
servicios- el 5 de febrero de 2003 se instaura un
Control de Cambio para contrarrestar los efectos
derivados de: a) la reducción del ingreso petrolero
y b) del paro empresarial y petrolero. Así nace la
Comisión de Administración de Divisas (CADIVI),
dependiente de la Presidencia de la República, encargado de ejecutar directamente la que
sería en adelante la política cambiaria bolivariana. Ya no será el mercado, ni el BCV; será
el Ejecutivo como oferente único quien dirá a quiénes y cuántos dólares se entregarán.
Los dólares vienen a ser la expresión monetaria del
petróleo, que permite, entre otras cosas, comprar en el exterior, viajar y hacer
negocios en el mercado negro.
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Se frenaría la inflación (ancla nominal) manteniendo bajo el tipo de cambio, dado
que muchos productos e insumos provienen del exterior, lo que, aunado al control de
precios, permitiría restablecer los equilibrios perdidos, mientras se irían gestando las bases
del “despegue”. El gobierno se encargaría de fijar el precio del dólar y de los bienes y
servicios básicos en el país. Se pensó que eran medidas transitorias. Su permanencia en el
tiempo, hizo patente la intención de obviar el mecanismo de mercado y restringir el
sistema de libertades económicas. El gobierno “rompió” paulatinamente con los
postulados del libre comercio, que sirvieron de fundamento a los dos mandatarios
anteriores (CAP y Caldera) y a sus primeros 5 años. Emprende el camino en la dirección
opuesta, el intervencionismo estatal.
Con el control de cambio se perseguía, según se esgrimió: 1) contener la fuga de
divisas, 2) democratizar su uso estableciendo límites por persona (cupos, para viajes y
compras electrónicas) y 3) canalizar las importaciones hacia bienes necesarios para el
desarrollo nacional (que lograría el abastecimiento y contendría la inflación). Tal
disposición vendría acompañada de beneficios adicionales: a) las empresas que solicitaran
dólares a CADIVI estaban obligadas a demostrar Solvencia Laboral (con los trabajadores,
SSO, política habitacional, INCE, etc.) y Solvencia Fiscal (estar al día con el SENIAT); b)
incremento de los ingresos públicos; c) disminución de la informalidad laboral, y d) el más
importante -si se cumplía la secuencia de eventos descrita- se incrementaría notablemente
el empleo en el sector privado de la economía.
El régimen de control de cambio ha sufrido transformaciones en los 11 de
implantación, parte de ellas se registran a continuación.
Cuadro N° 2: Evolución del Tipo de Cambio. (Bs. x US$). Período 2003-2014
Año 2003 2004 2005 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Tipo de cambio 1608 1920 2,150 2,15 2,60 4,30 4,30 6,30
CADIVI
4,30 4,30 4,30 6,30 6,30
SITME 5,30 5,30 5,30
SICAD
6,30 10,8
SICAD II 49,9
Dólar paralelo 5,97 9,14 9,45 17,32 64,10 72,1
Devaluación % 38,6 19,4 12 0 26,8 27,1 6,2 38,2 --
BCV y cálculos propios.
El Cuadro N° 2 muestra que en 2004 y 2005 hubo devaluaciones. Cesan durante el
quinquenio 2005-2009, en el cual rige un tipo de cambio fijo y único, 2150 Bs x dólar. En
2008 se quitan 3 ceros a la moneda y aparece el bolívar fuerte. En 2010, tras la crisis
financiera USA, ocurre una devaluación parcial, se establece un tipo de cambio dual (2,60
Bs para sectores prioritarios y 4,30 Bs. el resto); en junio se agrega la tasa SITME (5,30
Bs), para agentes económicos excluidos de CADIVI. En 2011 se decreta unificación
cambiaria (4,30 Bs F), se mantiene sin modificaciones la tasa SITME hasta febrero de
2103 que, ante bochornosas denuncias de irregularidades es eliminado, dando paso al
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SICAD y a un sistema de cambio múltiple. En 2014 se sustituye CADIVI por el Centro
Nacional de Comercio Exterior, CENCOEX, creando un sistema confuso e ineficiente, con
cuatro tipos de cambio.
En cuanto a la llamada “democratización del uso de las divisas”, cabe precisar que
sólo han tenido acceso al sistema poseedores de tarjetas de crédito (clase media y alta);
los montos asignados por persona han ido restringiéndose, tal como se indica enseguida.
Cuadro N° 3. Límite máximo de Asignaciones de dólares por Tarjetahabiente.
Venezuela. Período: 2003-2014
Asignaciones 2003 2007 2008 2010 2014
Cupo Viajero $ anual 5000 5000 3000 2500 2500
Remesas exterior $/mes 500 1800 900 500
Cupo Internet $ anual 3000 400 400 300
Efectivo $ anual 600 600 500 400
FUENTE: CADIVI, CENCOEX (2014)
La información vertida se explica por sí sola, cada vez se hace más difícil salir del
país. Interesa agregar que desde 2010 se intensifican los requisitos para acceder a las
divisas, se diversifican los montos por destino. En 2014, las asignaciones que se hacían a
dólar preferencial, se trasladan a Tasa SICAD I, incluido el precio de los boletos aéreos.
Aun así, sigue constituyendo un enorme atractivo la adquisición de dólares.
La idea extendida según la cual “se estableció un estricto y severo control de
cambio”, no se compadece con los hechos. Desde su instauración, en 2003 han existido
alternativas legales para obtener dólares. Mercado permuta, hasta 2010, sustituido por
SITME (2010-2012) y más tarde por el SICAD, Sistema Complementario para Adquisición
de Divisas, vigente desde febrero 2013.
Sin adelantar el necesario el balance de la gestión, la política de «anclaje
cambiario» prolongado, desembocaría años más tarde en la peor de las distorsiones y
deplorable fuente de corruptelas auspiciado por la propia CADIVI. Aunque no se expresó
taxativamente, en este período, evidentemente la política cambiaria oficial descansó en la
Sobrevaluación del Bolívar, (léase fomento de importaciones baratas). Téngase presente
que la tasa de cambio, debe ajustarse gradualmente al ritmo inflacionario para que las
exportaciones sean viables, competitivas, según recomiendan los manuales de economía.
Mantener congelado el precio de la divisa mientras el resto de bienes y servicios se
encarecían, tal como se hizo, fomentó niveles masivos de importaciones, en detrimento de
los productores nacionales. Por otro lado, disparó el monto de los gastos por cupos de
viajeros y las remesas familiares. Reeditó el “ta´ barato, dame dos”, de los años 80 que
condujo al “viernes negro”.
Esas perturbaciones incubaron una creciente “ninfomanía por los dólares y una
grave dependencia de las importaciones”, según palabras del ministro Giordani. En esas
circunstancias, los dólares fueron tornándose escasos. Problema agravado por la
estrategia oficial de estimular la salida de divisas al instaurar mecanismos alternativos de
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transferencia de divisas al sector privado, tales como acciones CANTV (2000-2004), Notas
Estructuradas (2007-2010), y más tarde el SITME (2010-2012). Operaciones legales, en
las cuales el mismo Estado depositaba en cuentas en el extranjero, los dólares que el
sector privado compraba en bolívares, con un diferencial por encima de la tasa oficial.
Razón por la cual no puede hablarse de fuga de divisas.
La porción del mercado no cubierta encontró cauce en el mercado negro en
expansión, que provocaría brotes especulativos más o menos conocidos y fuente de
oscuros negocios al revender los dólares oficiales en el mercado ilegal, aprovechando el
diferencial cambiario. Aparecieron “raspa cupos” e importaciones ficticias.
Mientras el precio del petróleo mostró una curva ascendente no hubo mayores
problemas cambiarios. Luego de la crisis financiera mundial del 2008 que provocó un
hundimiento de los precios del barril, aunado a un
descenso en el volumen exportado y una PE
inconsistente o contradictoria, se complicó la
situación económica. Las autoridades afrontaron la
adversidad, sin ajustar el tipo de cambio (sin
devaluar), para restablecer el equilibrio externo,
pretendiendo controlar la inflación, dada la
dependencia aberrante de las importaciones que
mantiene el aparato productivo nacional, tanto el
gobierno para abastecer sus programas sociales
como para el surtido de los estantes de
comerciantes privados o insumos de la manufactura. En 2010 el gobierno se ve en la
necesidad de retomar la senda de las devaluaciones y el endeudamiento, y compelido a
cerrar las casas de bolsa, desembocando en logros indeseados, opuestos a los objetivos
trazados: la inflación, que quería contenerse, termina por desbordarse y la fuga de
capitales lejos de frenarse, se exacerba. El anhelado desarrollo endógeno no logra
despegar, promoviéndose, más bien, importaciones para evitar el desabastecimiento.
De vuelta a la tema de la política cambiaria instaurada en 2003, que pretendía
frenar la salida de divisas –según argumentaron fuentes oficiales-, supuso correctamente
que se incrementaría el dinero en circulación, (fundamentalmente en los bancos)
obligando a la adopción de medidas estabilizadoras en otros ámbitos con el fin de ser
coherentes en el diseño de una política de crecimiento.
Política Monetaria
Una mayor cantidad de dinero en circulación, provocaría una caída en las tasas de
interés, estimulando la inversión privada y, desde luego, la producción nacional no
petrolera. Tasas de interés bajas posibilitaría que pequeños empresarios y emprendedores
accedieran al crédito, se animaran a invertir y, bajo estas condiciones favorables, se
estimularía la creación de microempresas, la proliferación de cooperativas y nuevas formas
de organización productiva, previstas en el Plan de la Nación. Apoyados desde diversos
organismos y ministerios, y respaldados por un conjunto de leyes especiales que
El tipo de cambio, el nivel de
importaciones, el monto asignado para cupos de
viajeros, dependen de la disponibilidad de divisas del
país, valga decir del ingreso petrolero, y de las necesidades fiscales que
tenga el gobierno.
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establecían carteras obligatorias y tasas preferenciales para actividades consideradas
prioritarias decretadas ejecutivamente. Así la política monetaria serviría a la promoción del
crecimiento endógeno.
Fuente: BCV
La trayectoria de la liquidez monetaria en los últimos años muestra una expansión
descomunal. La política monetaria puesta en vigor se traduce en una leve expansión de la
liquidez hasta 2005, crecimiento moderado entre 2006 y 2010, expansión violenta después
del año 2011, tal como se aprecia en el Gráfico 1. Tal trayectoria encuentra explicación en
la constante inyección de bolívares como resultado de contratación de deuda pública,
devaluación de la moneda y emisión de dinero inorgánico, acentuada en los últimos 4
años con el fin de cubrir déficits fiscales.
El carácter expansivo de la política monetaria no implica ausencia de esfuerzos con
miras a recoger los excesos de liquidez, conociendo los efectos inflacionarios indeseados
de crecientes masas de dinero en circulación. De hecho, con cierta periodicidad se hacen
emisiones de bonos para recoger los excedentes de liquidez, dejando “de pasada” jugosas
ganancias a la banca comercial, que encuentran colocación a su dinero ocioso. En varias
ocasiones se ha modificado el tope de los encajes. Esta es una contradicción aparente.
Así, es expansiva, sin que pueda impedirlo, cuando buena parte del ingreso petrolero se
convierte en bolívares y cuando aumenta el gasto público. En consecuencia, “le toca” al
BCV absorber (política contractiva), excesos de liquidez. Pero este “secado” es
insignificante en cuanto a su magnitud y efectos. El saldo es netamente expansivo cuando
se compara con las gigantescas inyecciones monetarias que hace la política fiscal, que se
examina en la siguiente sección.
La expansión “enloquecida” de la liquidez monetaria, tasa interanual del 35% en
promedio para el período 2005-2013, que viene a constituir la demanda nacional, frente a
magro crecimiento de la oferta nacional (TCR PIB promedio 2,44% anual), induce a
niveles crecientes de importación, con el consabido agotamiento de divisas. Tal expansión
Evolución de la Liquidez MonetariaVenezuela. Período 1996-2013. mm Bs.
Fuente: Banco Central de Venezuela
2011
Evolución de la Liquidez MonetariaVenezuela. Período 1996-2013. mm Bs.
Fuente: Banco Central de Venezuela
2011
Gráfico 1: Evolución de la Liquidez Monetaria mm Bs. F.
Venezuela, período 1996-2013.
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tiene otros efectos indeseados. La escasez de divisas, como efectivamente se ha
registrado en los últimos 20 meses, en ausencia de incrementos en la producción interna,
se traduce en escasez, desabastecimiento, especulación, inflación. Las colas para comprar
que se observan en la Venezuela actual son fiel testimonio de un desequilibrio categórico
entre la demanda y la oferta. En el país, hay mucho dinero y poca producción.
Política Fiscal
La paralización de la producción petrolera venezolana (recorte de la oferta), por
muy paradójico que parezca, contribuyó a elevar el precio del barril en el mercado
mundial, y con ello el ingreso fiscal venezolano, una vez superada la contingencia del paro
del 2002-2003 y amainada la conflictividad política.
La política fiscal, desde el inicio de la
administración Chávez fue expansiva, con la
excepción del primer semestre. La invasión
norteamericana a Irak un mes después del paro,
restringiendo aún más la oferta (marzo 2003), hizo
subir los precios petroleros, permitiendo mayores
ingresos al Estado. A la par que el ingreso nacional,
el Gasto Público creció de manera desaforada e
imprevista; llenando de bolívares el fisco. De ahí en
adelante toda la política económica girará en torno a “la palanca del gasto público”. Este
es el rasgo más consistente de la política económica de la administración Chávez Frías.
Los ingresos fiscales crecen tanto por incremento del valor de las exportaciones
petroleras como por aumento de recaudación interna, que puso en vigor el plan “Evasión
Cero”, sin duda logro impresionante, al tomar en cuenta que antes de 1996 ni siquiera se
cobraba el IVA.
Con el uso “racional” de estos ingresos, se aspiraba revertir las consecuencias del
paro empresarial y petrolero con una estrategia de diversificación productiva con inclusión
social basada en tres impulsores claves: la inversión pública, la inversión privada y las
misiones sociales, esta última como expresión de una política social más estructural,
dirigida a la inclusión de grandes masas de pobres a las actividades productivas (Giordani,
2004).
La inversión pública, dirigida a la construcción de grandes obras de infraestructura
(metros, ferrocarriles, carreteras, etc.) fomentaría el empleo, el ingreso familiar, el
consumo, resolviendo el grave problema del desempleo. Avanzado el tiempo se tiene la
certeza que los pronósticos no se han cumplido. La inversión, tanto pública como privada
han seguido el curso del ciclo petrolero, al desplomarse los precios se paralizan las
inversiones, dejando la economía a la suerte del escenario internacional. Así, luego de la
crisis financiera se desploma el gasto de capital y el gasto corriente, a pesar del
endeudamiento que se viene contratando de manera creciente desde 2008. La evolución
del gasto contemplado en el Presupuesto Nacional, se registra en siguiente cuadro.
La política fiscal expansiva ha
sido el rasgo más sobresaliente de la Política
Económica, posible gracias a los generosos precios del
petróleo, sobre todo el correspondiente al denominado gasto social.
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Cuadro N° 4: Discriminación del Gasto Público, como % del PIB. Venezuela.
Período 2003-2011
Año 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Gasto Corriente 20,8 19,6 19,0 22,0 19,7 19,8 20,5 19,0 21,7
Gasto de Capital 5,5 5,0 5,8 6,7 5,9 5,8 5,5 2,9 3,1
Fuente: Weisbrot (2012); Nota: No incluye los gastos de Desarrollo social efectuados por PDVSA.
La información mostrada revela cómo el gasto corriente, con parpadeos leves, se
ha mantenido. Pero lo importante a destacar, es que su comportamiento está disociado de
los altibajos del precio del barril, aun cuando ésta sea la fuente que permite su expansión.
Detrás de esta conducta está la decidida vocación del gobierno de continuar expandiendo
el gasto social, así tenga que efectuar recortes en el Gasto de Capital o tenga que recurrir
al endeudamiento.
Construir una serie estadística que dé cuenta de la trayectoria del Gasto ejecutado
en el período, es difícil, si no imposible, ya que de 2004 en adelante, se discrimina en 3
porciones: a) Gasto Programado incluido en Presupuesto; b) Aportes de PDVSA al
desarrollo social y c) Fondos Especiales que se crean, amparados en lo que dio en
llamarse “distribución popular de la renta petrolera”. La política distributiva descansará en
b) y c) que se tornan más importantes que a), por su cuantía y su carácter exprés.
Tal modo de proceder, comenzó con la solicitud presidencial de un “millardito” para
la agricultura, al BCV. Ante la negativa del instituto, se modifica la ley que lo rige y se
crean fondos especiales como FONDESPA, FONDO MIRANDA Y FONDEN, que, entre 2005-
2013 “ha manejado 115 millardos de dólares”, según reporte oficial del Ministerio de
Finanzas; cifra respetable si se compara con los 4.237 millardos de dólares contabilizados
como ganancias de PDVSA en 2012. Fondos Especiales (18 en total) que se mantienen con
aportes obligatorios del BCV y PDVSA, manejados de manera discrecional, violando todas
las leyes y reglamentos de la administración financiera del sector público y la misma CRBV
(artículo 315).
Otro de los expedientes utilizados para desviar recursos hacia los fondos
especiales, es la subestimación del precio del petróleo en las cuentas del presupuesto. La
diferencia entre el precio de realización y el estimado queda a disposición del Ejecutivo
para actividades no programadas. Públicamente, la PEB asume la distribución discrecional
como rasgo visible y sin rendición de cuentas a la Asamblea Nacional.
A manera de síntesis, la política fiscal ha sido claramente expansiva, sin importar
que los gastos sean mayores que los ingresos públicos, ocasionado déficits recurrentes. En
este caso, han primado el objetivo social, o quizás intereses políticos y electorales, pero es
una circunstancia que, se sabe, no es sostenible a largo plazo.
La Política Social y la Distribución del ingreso
Una parte del gasto público, desde el inicio de la gestión de Chávez, venía
dirigiéndose a la promoción de un “Nuevo Modelo de Producción Social”, del cual se
hablaba sin especificar su naturaleza y viabilidad, excepto la promoción de cooperativas.
11
Será en diciembre de 2007 con la propuesta de Reforma Constitucional, fallida pero
echada a andar por otras vías, que se imprima dirección precisa a los objetivos de la
revolución, cuando se anuncia el Socialismo del siglo XXI, (Empresas del Estado, Empresas
Mixtas, Empresas Comunales, Empresas Socialistas, Cooperativas, Empresas de
Producción Social), y el enfrentamiento agresivo al sector privado.
La versión ideológica que intenta vender a las misiones -sin éxito, por cierto-, como
extensión o desarrollo de ciertas previsiones programáticas del Proyecto Simón Bolívar,
encontrará como adversario al propio presidente Chávez quien asume el encargo de
desmentir tales falsificaciones. Al respecto cuenta la siguiente anécdota:
“Presidente, si el referéndum fuera ahorita (SIC) usted lo perdería”. Yo recuerdo que aquella noche para mí fue una bomba aquello. . . Entonces fue cuando empezamos a trabajar con las misiones, diseñamos aquí la primera y empecé a pedirle apoyo a Fidel. Le dije: “Mira, tengo esta idea, atacar por debajo con toda la fuerza”, y me dijo: “Si algo sé yo es de eso, cuenta con todo mi apoyo.” Ver texto completo en Chávez (2004; p. 46).
A partir de 2003, las misiones se convierten en el centro de lo que será la política
distributiva- social del gobierno. Se abandonan programas previos y con ellos las
instituciones que los impulsan –por ejemplo el FUS y el Plan Bolívar 2000, ruta de la
empanada, gallineros verticales-; dándole el gobierno prioridad a las acciones organizadas
alrededor de aquellas.
Ya para el quinto año de gobierno, el Ingreso Público (Petróleo y Tributos + deuda
+ devaluación) había crecido tanto que se pudo financiar cualquier actividad por extraña,
improvisada o descabellada que pareciera. Un año después de creadas las cuatro
primeras misiones, apoyadas por personal cubano, en Venezuela no se habla sino de
misiones, ahora sí todas con acento nacional. Desde el ángulo económico, esto viene a
constituirse en la expansión sin precedentes del gasto corriente, llamado Gasto Social (que
no se dirige a la inversión sino a la satisfacción de las necesidades inmediatas),
fortaleciendo el consumo (demanda).
Más allá de estas consideraciones, es necesario reconocer que las mismas apuntan
más a tratar de resolver el problema de la exclusión, básicamente las relacionadas con los
aspectos educativos, de empleo y salud, aun cuando no se sabe a ciencia cierta qué son
en realidad, ¿programas permanentes o proyectos transitorios? (D´Elia, 2006).
Cabe mencionar especialmente por separado la Misión “Vuelvan Caras”, por lo
promisorio de los resultados esperados y la importancia económica. En el diseño, en breve
tiempo se prepararía la mano de obra necesaria para gestionar cooperativas y otras
formas organización que incrementaría la oferta nacional de bienes y servicios.
No hay información clara y precisa sobre la situación actual de las misiones. Lo que
sí se sabe es que desde la contabilidad nacional se catalogan como transferencias sin
contrapartida y constituyen un incremento sustancial de la demanda efectiva. En el año
2011 unas desaparecen y otras se absorben en programas más amplios y se transforman
en Grandes Misiones, así como grande es el precio del petróleo que permite su
financiamiento. Constituye un logro indiscutible de la actual administración no sólo porque
12
hace crecer el PIB (el consumo es un componente de este indicador), sino porque
contribuye a la satisfacción de las necesidades más urgentes de la población y disminuye
el porcentaje de hogares venezolanos en condiciones de pobreza (ver Cuadro N° 5). Por
donde quiera que se mire es un logro espectacular; durante los 20 años previos a Chávez,
la asistencia y ayuda del Estado a los sectores desfavorecidos retrocedió considera-
blemente, sin que importen los elevados niveles de inflación reportados.
Cuadro N° 5 Principales indicadores económicos. Venezuela. Período 2004-2013
Años 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
TCR PIB % 18,29 10,33 10,33 8,43 4,80 -3,30 -1,90 4,2 5.6 1,3
TCR Consumo % 14,2 9,4 14,9 16,1 6,3 -5,0 -2,2 3,1 3,1 nd
Pobreza (% personas) 53,9 43,7 36,3 33,6 31,5 26,4 26,8 27,1 26,5 32,3
Desocupación (% PEA) 14,1 11,4 9 7,9 7,2 8,1 8 7,1 7,2 7,1
Coeficiente de Gini 0,45 0,47 0,44 0,42 0,41 0,39 0,42 0,39 0,40 0,39
Inflación 19,2 14,4 17 22,5 30,9 25,1 27,2 27,6 20,1 56,2
Fuente: BCV, INE (2014)
Puede observarse que el porcentaje de personas en condiciones de pobreza
registra una caída pronunciada, de 53,9 a 26,5 por ciento entre 2004 y 2012, pero se
deteriora en el último año de la serie cuando se dispara la inflación y retrocede el
producto interno. Estas cifras no incluyen el programa más reciente, introducido en
diciembre de 2011, bajo el cual las familias en extrema pobreza reciben 430 bolívares
fuertes (100 dólares) al mes por cada niño y embarazo en el hogar (Misión Madres del
Barrio).
Alineado con el logro de La suprema felicidad social, contemplado en el Plan de la
Nación y respaldado por la Ley de Emolumentos para funcionarios públicos (enero 2011),
se ha ido cerrando la brecha entre los sueldos y salarios de la población trabajadora, tal
como se refleja en el Coeficiente de Gini (Cuadro N° 5). Un valor cercano a cero habla de
mayor igualdad en los ingresos. Cercano a 1 registra una distribución desigual. Arribar a
un 0,39 después de estar en 0,45 es un logro notable no exento de controversia. La
“homologación” de los salarios se da por la implementación de lo dispuesto en el art. 91
de la CRBV, que impone al Estado la obligación de efectuar ajustes anuales del salario
mínimo en proporción con el valor de la canasta básica. Detrás de la medida está el
interés político de “nivelar”, igualar. Consecuente con tal propósito, para el resto de los
trabajadores las revisiones salariales proceden cada dos, tres y hasta 5 años, concediendo
ajustes inferiores a la tasa inflacionaria. De persistir en el empeño, dentro de poco “todos
tendrán igual salario”, sin importar si se trata de trabajadores activos calificados, obreros
rasos, jubilados, pensionados, o perceptores de ayudas sociales a través de misiones o
programas similares. Tal como aconteció en países que adoptaron el llamado socialismo
real, único que se conoce. (NOTA: el coeficiente de Gini sólo mide diferencias entre las
escalas salariales; no da cuenta de la brecha entre los ingresos de los más ricos
13
(comerciantes, empresarios) y los más pobres (trabajadores y beneficiarios de asistencia
social).
Lo anotado en párrafo anterior ha sido fuente de conflictividad laboral a lo largo y
ancho del país. Ha encontrado enérgica resistencia, sobre todo en profesionales y técnicos
de alta calificación que no se resignan a la proletarización generalizada. La emigración del
talento y la fuga de cerebros, son otras secuelas del igualitarismo.
El reparto popular de la renta, diseñado con el fin de garantizar el acceso a bienes
y servicios a amplios sectores de la población mientras exalta la figura del líder supremo,
sin que pueda descifrarse qué va primero, la exaltación o el reparto, ha sido exitoso en lo
político -ahí están los resultados electorales- , pero un verdadero fracaso en lo
económico, -ahí están los indicadores- que corroboran lo afirmado. Genuinamente, se
incubó un modelo improductivo, que con paso del tiempo se convierte en el atasco
fundamental de la dinámica económica, al estimular progresivamente la demanda sin
provocar una correlativa expansión de la oferta. El modelo empezó a inficionar desde el
año 2008, pero sus deficiencias, hoy palmarias, en aquel entonces se solaparon con los
efectos de la crisis financiera mundial. Los signos de agotamiento del modelo se harían
visibles en 2011, cuando se tiene que recurrir al endeudamiento y a la devaluación,
prácticas neoliberales condenadas como satánicas en el discurso oficial en el pasado.
Aun así, con todos los reproches que puedan hacerse, la Revolución Bolivariana
tiene el gran mérito de haber creado el escenario idóneo para descifrar tres interrogantes
históricos claves: ¿cuál debía ser la nueva relación entre el Estado venezolano y su
industria petrolera?; ¿cómo distribuir los ingresos de la nueva PDVSA?; y ¿qué hacer con
la Renta? Independientemente de que se esté de acuerdo o no con sus planteamientos.
Que sea reprochable el reparto clientelar de los recursos, y se dirijan masivamente al
consumo y no a la inversión reproductiva, es otro asunto.
Política de (control) Precios
Junto al control de cambios, en febrero de 2003, se implantó un control de precios
(25 productos de la dieta básica, ampliado posteriormente) y un plan masivo de
importaciones y subsidios para garantizar el abastecimiento con el fin de impedir el
deterioro del salario real y controlar la inflación (CADIVI, 2003). El INDECU, y más tarde
INDEPABIS, se erigieron en organismos emblemáticos de vigilancia y control contra la
especulación, escasez y acaparamiento, que, según la maniquea explicación oficial, serían
las causas de la inflación. Obviando la explicación científica del desequilibrio que resulta
del aumento desaforado del dinero en circulación (provocado a su vez por un gasto
público descomunal) frente a una producción nacional restringida o de crecimiento lento,
en 2011 recrudece el acoso sobre el sector privado, mediante la Ley de Costos y Precios
Justos, LCPJ, bajo el argumento de combatir la especulación y el acaparamiento.
Para que la política económica tuviera sentido y apuntara al logro de los objetivos
trazados, el gobierno propuso desde el comienzo de su gestión incrementar anualmente el
salario mínimo por encima de la inflación, bajo este esquema estaba “autorizado” para
implantar cualquier medida a fin de contener los precios, justificando el intervencionismo.
14
Hazaña que se logró entre 2003 y 2007. En los años sucesivos se revirtió el fenómeno,
insistiendo en más y nuevos controles y culpabilizando al sector privado. No hay espacio
para mayores comentarios sobre los efectos de esta medida, sin embargo, anótese
aunque sea de pasada, que incrementos salariales sin incrementos en la productividad
ocasionan inflación de costos de mano de obra a productores y comerciantes. En 2012, se
opta por "dar rienda suelta a las importaciones”, sin que aumentara el ingreso nacional de
divisas, por tratarse de un año electoral, por lo demás, el fracaso de las medidas
adoptadas era evidente, aunque nunca se reconoció públicamente. Se hizo a un lado todo
el pregón ideológico del Desarrollo Endógeno, y la Soberanía agroalimentaria en aras de
una estabilización. El efecto palpable es que disminuye la inflación, aumenta la
dependencia del petróleo, fluye el suministro de divisas y se incrementan las
importaciones. Sin embargo, la inflación represada durante 2012 se dispara en 2013,
batiendo record en el período, 56,2%, acompañada esta vez de un mal socio: el
desabastecimiento de productos regulados.
La LCPJ más que regular el precio, pretende controlar la ganancia máxima (fijada
en 30%), estableciendo penas y sanciones a los infractores. Funcionarios gubernamen-
tales se encargan de revisar la contabilidad empresarial, y fijar los precios y las
remuneraciones. Tarea difícil en un ambiente inflacionario. Los productores ineficientes,
pequeños empresarios que no disponen de economías de escala ni automatización de
procesos, son víctimas de tal política. Impedidos de competir con importaciones baratas,
al no lograr niveles razonables de ganancias optan por retirarse del mercado, convertirse
en comerciantes o migrar sus capitales al exterior. Ese es el costo indeseado de la
estabilización relativa de los precios.
A lo largo de esta exposición, de diversos modos se ha señalado con énfasis que el
ascenso sostenido de los precios petroleros ha favorecido a la economía venezolana,
impulsado el crecimiento, posibilitado una distribución clientelar de la renta (reparto),
financiando expropiaciones, conservando y ampliando el poder de la élite en funciones de
gobierno. Pero la misma abundancia ha traído otros problemas, entre los que cabe
mencionar el estancamiento de la producción doméstica, la fuga de capitales, negocios
fraudulentos con divisas, inflación, desabastecimiento, empleos improductivos. Se quiere
asentar la idea que aún en circunstancias de bonanza, la presencia de una Renta Petrolera
provoca desarreglos en la dinámica económica del país, de complejo discernimiento. A
continuación se aborda esa problemática.
El crecimiento y los precios del petróleo
A la luz de los resultados obtenidos, se encuentra una correlación positiva,
evidente, entre incremento del precio del barril y crecimiento económico (PIB), en
ausencia de niveles importantes de inversión privada, tal es el caso venezolano en los
últimos años. Con la limitación de suponer constante el volumen de producción petrolera,
el gráfico que se inserta revela algo singular, más bien paradójico: entre los años 2004 y
2008 se desacelera el crecimiento justo cuando los precios exhiben las alzas más
vigorosas. El récord histórico de crecimiento, 18,3% en 2004, va menguando hasta
15
aterrizar en cifras negativas en los años 2009-2010, mientras que correlativamente el
valor del barril sube de 32,8$ a 86,5$. La línea continua representa los precios y las barras
las tasas de crecimiento.
Gráfico 2: Precios del petróleo ($USA) y TCR PIB (%), período 1998-2014.
Fuente: BCV, PDVSA
El gráfico ilustra bastante bien la singularidad señalada, un patrón irregular de
crecimiento, que a primera vista puede atribuirse al vaivén de los precios. Esta estructura
“capitalismo rentístico”, estudiada por Baptista (2010) que descansa sobre la relación
entre el mercado mundial y la propiedad estatal del recurso, alterna períodos de
crecimiento y maduración seguidos por un aprovechamiento cada vez menor de la renta
captada, hasta alcanzar una situación en que los circuitos de acumulación se entraban
impidiendo su desarrollo sostenido y prolongado. En breve, esta estructura lleva implícita
una tendencia secular al estancamiento, aún con precios petroleros muy por encima de los
costos de producción. En breve, la condición rentista lleva en su seno las crisis, tarde o
temprano habrá de bajar el telón.
Pueden identificarse cuatro recesiones, áreas sombreadas: 1ra) 1999; 2da) 2001-
2002; 3ra) 2008-2009 y 4ta) 2014-20?? Estas crisis han sido despachadas en el discurso
oficial sucesivamente así: la primera, herencia de la IV República; la segunda, sabotaje
petrolero, la tercera, provocada por la crisis financiera mundial, y la del momento,
atribuida a guerra económica de la burguesía, el imperio, la derecha. La debilidad de esta
argumentación radica en que desconoce el carácter petrolero y rentista de la economía
venezolana.
$ US %
16
Un escrutinio meticuloso y científico de la serie cronológica trimestral que provee el
BCV (ver Cuadro 2_4_2: 2014) encuentra que los efectos del desplome de los precios se
manifiestan en caídas del PIB con un rezago de 3 o 4 meses, y las fases recesivas tienen
una longitud de 6 trimestres consecutivos. En la primera recesión del período, en 1999, el
PIB cae en 5,9% consecuencia del derrumbe de precios en el último año del presidente
Caldera. En la segunda, en 2001, tras la recesión en el sudeste asiático y el ataque
terrorista del 11-S en Estados Unidos, caen los precios trasladando sus efectos negativos
sobre el PIB. En la recesión 2001-2002 en Venezuela, se añade una novedad: los efectos
del shock de precios se solapan, mezclan o confunden con los del paro obrero-patronal
acaecido entre diciembre 2002-enero 2003, alargando el período recesivo a 7 trimestres,
ahondando las caídas del PIB, a niveles históricos 8,9% y 7,8% en esos años.
El hundimiento 2002-2003 precisa una calificación adicional. Sería una insensatez
mayúscula desconocer el impacto del paro general de 62 días sobre el crecimiento. Pero
se incurriría en grave distorsión omitir la influencia del colapso previo de los precios, que
indujo a las autoridades a devaluar y emitir bonos de la deuda, exacerbando la inflación.
La superposición de eventos permitió culpabilizar audazmente a la oposición política
venezolana, ocultando que, justo cuando el mercado petrolero se desanima de manera
abrupta la conflictividad se agudiza. El recorte forzoso de la oferta petrolera venezolana
durante el paro, hizo recuperar paulatinamente el precio del petróleo. Un mes después, en
marzo 2003, tomará vuelo mayor, en la víspera de la Guerra de Irak-USA, cuando los
precios transitarán caminos empinados.
En el lapso febrero 2003-julio 2008 la tendencia ascendente de los precios es clara.
Pero se quiebra en el segundo semestre de 2008. El crecimiento sostenido durante 22
trimestres llega a su fin, consecuencia del desplome brutal de los precios de los
hidrocarburos (126$ en julio, y 31$ en diciembre), secuela a su vez de la crisis financiera
mundial. El portentoso crecimiento registrado, 10,5% en promedio anual, se exhibe
ideológicamente como un extraordinario logro de la política de soberanía plena, que obligó
a los convenios operativos a migrar hacia empresas mixtas y se expropiaron 76 empresas
que proporcionaban servicios en el sector primario, mediante decreto-ley. Tal aserto no
resiste un análisis serio, pues los precios del barril los fija el mercado mundial.
En 2009 llega otra recesión, la tercera (-3,3% TCR PIB). Persiste durante el año
2010 (-1,4%), a pesar de la recuperación de los precios registrada desde enero. A tal
adversidad se respondió con devaluaciones en 2010 y en 2011, y con fuerte
endeudamiento procurando estimular la producción nacional. Este proceder de la PEB,
similar al de gobiernos anteriores, revela su esterilidad; su carencia de dinámica propia.
Denota la necesidad de precios petroleros crecientes para funcionar, sin importar que ya
sean altos.
En 2011 la TCR del PIB alcanzó un 4,2 %, recuperándose de la tradicional caída de
dos años que siguen al desplome de los precios. En 2012 fue 5,6% pero en 2013 registra
un insignificante 1,3%. Debe subrayarse que las cifras son engañosas, pues para lograr tal
avance en 2011-2012 hubo de recurrirse al endeudamiento masivo: del equivalente a un
20% del PIB en 2010, se ha pasado a un 52% del PIB a comienzos del 2013.
17
Dos conclusiones pueden extraerse del comportamiento del precio del barril y el
crecimiento: i) a medida que ascienden los precios la economía crece, pero de manera
desacelerada, y ii) cuando éstos caen, la economía empieza a deprimirse hasta
desembocar en la recesión al año siguiente (TCR negativas). Tal regularidad perfila un
sector no petrolero de la economía desprovisto de impulso propio para recuperarse y la
inanidad de las políticas aplicadas, incapaz de revertir los estragos del ciclo negativo de
precios.
La cuarta recesión en curso, la del año 2014, es mucho más compleja que las
anteriores. Categóricamente no es provocada por un shock externo. Combina varios
elementos. Si bien bajan levemente los precios, la causa del hundimiento ha de buscarse
en: 1) reducción de los niveles de exportación, 2) inconveniencia de la política de
solidaridad con los pueblos hermanos a los cuales se vende combustible por debajo del
precio de mercado; 3) salida o fuga de capitales; 4) importaciones ficticias o fraudulentas;
5) cierre y expropiación de empresas; 6) incomprensibles compromisos de ventas de
petróleo a futuro, en la cual ya se recibieron los dólares pero no se ha entregado la
mercancía; y 7) fracaso productivo de las empresas expropiadas, pérdidas que tienen que
sufragarse con renta. Como puede apreciarse, todas las variables están asociadas o
conectadas con el destino de la renta petrolera.
Balance de la Política Económica Bolivariana, PEB
La PEB se planteó entre otras cosas: instaurar un nuevo modelo productivo,
distribuir la renta petrolera para erradicar la pobreza, derrotar la inflación, y borrar del
mapa las devaluaciones y el endeudamiento sistemático, “diabólicas prácticas
neoliberales”. Razonablemente, los logros deben ser juzgados en concordancia con los
recursos que tuvo a disposición. Si se suma el ingreso petrolero, la recaudación del
SENIAT y la deuda consolidada (interna y externa), se llega a astronómica cifra de $USA
1.391.824.800.000, magnitud gestionada en un país de 29 millones de habitantes
(Zamora, 2012: 469). Se reconocen méritos indudables en el área social, el combate a la
pobreza y en la distribución del ingreso, pero los indicadores fundamentales, muestran
signos de deterioro alarmante, evidencian una crisis que, de no ponerse correctivos
eficientes a corto plazo, pudiese colapsar toda la estructura económica. Algunos signos
preocupantes son los siguientes:
- El crecimiento promedio del PIB en 15 años de gestión es 2,44%, inferior al 3%
considerado como aceptable. Han ocurrido 4 recesiones sin que la PEB muestre eficacia en
superarlas.
- La lucha contra la inflación ha sido estéril. Un “estricto control de precios” y “una
guerra declarada a la especulación”, cohabita con la inflación más alta del continente y la
segunda mundial. Bate record en 2013, (56,2%) y en 2014 amenaza con superar esta
cota, sin que valgan controles, ley de costos y precios justos, guerras a las colas y el BCV
deje de suministrar cifras oficiales.
18
- El salario real, luego de una sostenida expansión hasta 2008, sufre un deterioro
importante. En materia laboral, debe reconocerse como hecho muy positivo que las tasas
de desocupación han disminuido de manera sensible desde 2004, con privilegio del
empleo público, incrementando el consumo nacional, pero su tasa de crecimiento, luego
de mejorar durante 5 años, muestra un revés del 2008 en adelante. El más grande logro
de la política bolivariana, de acuerdo con Weisbrott (2009) es haber logrado reducir el
porcentaje de personas en situación de pobreza, medido por el método de la línea de
ingreso. - El fracaso mayor se acusa en la política cambiaria. En realidad, tal como sostiene
Víctor Álvarez (2013), la tragedia de la economía venezolana no es la devaluación sino la
sobrevaluación. Ese es el gran problema de la Venezuela rentista, el cual se ha visto
agravado por el anclaje de la tasa de cambio oficial. Al dejar congelado el precio de la
divisa en un contexto inflacionario muy superior al de los principales socios comerciales, se
hace inevitable la sobrevaluación, la cual se traduce en un subsidio al dólar y, por lo tanto,
a las masivas importaciones que barren con la producción nacional.
- En la misma línea expositiva Weisbrot (2014) señala que:
“Un tipo de cambio fijo y sobrevaluado, con devaluaciones periódicas, es uno
de los regímenes cambiarios más inestables que pueda haber. Invita a la
especulación, promueve la dolarización de la economía y puede conducir a la
fuga de capitales. (…) Cuando la diferencia respecto del mercado negro es
suficientemente grande, se producen más incentivos para la corrupción que
en el caso de la propia cocaína. Ni siquiera tienes que arriesgarte a
despedirte de este mundo en una balacera si puedes obtener dólares oficiales
a Bs 6,3 para luego venderlos a Bs 72”.
- La Inversión, variable básica de la economía, muestra altibajos extremos en su
variación interanual (%) como puede apreciarse en el Cuadro N° 6. Sobresale la
recuperación del indicador durante 2012, como parte del ambicioso programa Gran
Vivienda Venezuela, del cual no se disponen cifras para fechas recientes.
Cuadro N° 6 Indicadores importantes de Venezuela, período 2006-2013 Años 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
TCR Inversión 33,5 25,4 -2,1 -7,8 -6,3 4,4 15,8 nd
Deuda externa $ 26598 38942 46652 61626 79812 83047 136430 158766
Exportaciones $ 65210 69165 99923 57603 64243 93896 97340 66881*
Importaciones $ 32498 44463 49482 38442 38062 45615 53693 41151*
Valor del dólar 2,15 2,15 2,15 2,15 3,60 4,30 4,30 6,30
Precio barril $ 56,45 64,74 86,49 57,02 72,4 101,5 103,42 99,7
Deuda Interna Bs F 36221 35991 30515 49072 83047 154110 249300 373590
Fuente: BCV (2013). BCV Cuadro 2_4_2 (1). Cuadro 2_5_2; Cuadro Datos de Importaciones y Exportaciones 2013, hasta Trimestre III
19
- La política anti-mercado, basada en exceso de controles, regulaciones y la
inseguridad jurídica a que están sometidos productores y empresarios desembocó con el
tiempo en una parálisis de las inversiones (Cuadro N° 6) y estancamiento productivo,
(ningún ente privado está obligado, ni puede hacerlo, a producir con pérdidas). Bajas
tasas de inversión se traducen en bajos niveles de producción, lo que refuerza la
propensión a importar (Peinfold y Corrales, 2012). De manera que, en el país
simultáneamente coexisten elevados ingresos petroleros con menguante producción
interna, pues los productores devienen en comerciantes de productos importados, con lo
cual los dólares se devuelven al exterior. Ese es el drama.
- La pesquisa acerca de las causas de la crisis (escasez, desabastecimiento e
inflación) en 2013 y lo que va de 2014, debe emprenderse preguntando por el uso de las
divisas que ingresaron al país, es decir el destino de la renta petrolera en los últimos años.
Mientras las Importaciones crecen 35% en 2011-2012, el precio del petróleo sólo lo hace
en 2%. Para financiarlas había que quemar reservas internacionales o apelar al
endeudamiento externo, o una combinación de ambas estrategias, para cubrir la
demanda. Así se hizo, o patrocinó, si cabe el término, tal como documenta el Cuadro N° 6.
La expansión de la deuda externa es impresionante. Sin embargo, las divisas no
alcanzaron y se entró en mora. Las divisas autorizadas por CADIVI no pudieron ser
liquidadas a tiempo. Se retrasan los pagos, y las casas matrices interrumpen los flujos de
mercancías tanto al sector público como privado, ocasionando escasez de productos
importados, es decir desabastecimiento. Aerolíneas amenazan o efectivamente cumplen la
promesa de irse del país, por falta de pago. Obviamente, si no se paga es que hay
escasez de dólares; y ahí está la fuente del problema, las divisas salieron del país; punto
que se explaya más adelante.
- Un balance a grandes trazos de lo acontecido, conlleva a afirmar que los resultados
obtenidos no se compadecen con los objetivos trazados, ponen de relieve inconsistencias
y contradicciones en la política económica bolivariana.
- El nuevo modelo productivo, NMP, basado en la propiedad social de los medios de
producción no ha podido implantarse, luego de una gigantesca inyección de recursos al
decir de sus promotores, aunque con algunos picos de entusiasmo. La extinción de
200.000 cooperativas, creadas entre 2005 y 2008, y las pérdidas financieras de numerosas
empresas del Estado constituyen pruebas irrefutables. En su defecto, se ha erigido un
modelo económico populista, clientelar, que privilegia el consumo antes que la producción,
gira en torno al programa social más visible y de mayor éxito que hasta entonces ha
tenido: las misiones sociales, pero que incluye otros ingredientes improductivos poco
analizados. El ex ministro Víctor Álvarez, resume la tragedia del siguiente modo: "La
lección fue clara: apostar a la desaparición de la economía capitalista sin haber creado
antes la nueva economía socialista es el atajo perfecto para quedar atrapados en un
círculo vicioso de caída de la producción, escasez, acaparamiento, especulación, inflación,
desempleo y creciente malestar social".
- Se gasta lo que no se tiene. En los últimos 15 años el gasto público se ha
expandido anualmente 35,0% y pasó de representar 26,1% del PIB a finales de la década
de los 90 a 40,0% del PIB a finales del año pasado. El crecimiento del gasto, más allá de
20
las importantes posibilidades brindadas por un aumento en los ingresos, ha llevado a
déficits promedio de 1,8% del PIB –y de más de 10,0% en los últimos tres años- y ha
hecho que la deuda crezca 304,5% en el mismo periodo.
- La disponibilidad de recursos generados en el mismo ejercicio fiscal y no
contemplados en el presupuesto, es inmensa. Los excedentes constituidos en fondos
especiales sirven para financiar gastos nacionales e internacionales, desde expropiaciones
de empresas hasta compra de pertrechos militares, sin que la contabilidad esté clara
(Guerra, 2011). Sin contar que, de acuerdo a un decreto ley de 2008, si el precio del
barril brent supera los 70 dólares, el Ejecutivo recibe contribuciones especiales del 50%
del ingreso adicional.
- En Venezuela menos de la mitad (25,7%) del monto total de deuda contratada en
los últimos diez años por parte del Gobierno Central se ha destinado a proyectos de
inversión, mientras que los servicios y la restructuración de la deuda han ocupado el
63,1% del nuevo financiamiento.
- Dirigir la mayor tajada de la deuda a “correr la arruga” hace que se pierdan
oportunidades de que el endeudamiento se destine a potenciar el crecimiento. Para
aumentar las preocupaciones, desde 2010 el uso de deuda para gasto corriente ha
entrado en juego, con lo que se expande el consumo y se desfavorece la producción.
- En el intento de conjurar la crisis, se distribuyen culpas y se apela a las viejas
prácticas: devaluación como mecanismo expedito para obtener fondos fiscales, emisión
de deuda interna, un novedoso esquema de financiamiento con el fondo chino y
liquidación de una porción de las reservas internacionales, para expandir el gasto público,
en especial el llamado gasto social, bandera fundamental de la política pública bolivariana.
- En conexión con lo anterior, han surgido situaciones increíbles. La deuda interna se
ha erigido negocio fabuloso para el fisco. Al cancelar pasivos emitidos en moneda nacional
luego de la devaluación, se está entregando la mitad de los dólares comprometidos en la
operación. Ejemplo, un préstamo por 2150 Bs. contratado en 2006, (en dólares y a
cambio oficial eran 1000 dólares ese año, cuando 1$ = 2,15 Bs.); al momento de cancelar,
en 2010, sin contar los intereses, se están cediendo apenas 500 dólares, puesto que el 1$
= 4,30 Bs. provocando la descapitalización del sistema financiero. Se deja a la libre
imaginación del lector conjeturar lo que pasará si el precio del dólar llega a 50 Bs., que se
presume está por establecerse, a finales de 2014, o en futuro próximo.
La salida de capitales y la crisis económica del 2013-2014
En esta sección se sostiene la tesis que la crisis económica en curso es generada
una política cambiaria perversa, que favoreció la privatización de la renta petrolera, la
exportación de capitales usando mecanismos legales tortuosos, poco transparentes. No
hay dólares, para hacer frente a las importaciones que abastezcan el mercado nacional, en
condiciones de estancamiento de la producción doméstica. De ahí las colas para comprar.
La pregunta de rigor es ¿por qué no hay dólares, en la potencia energética mundial? A
responder esta inquietud se dedica el resto del documento.
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Cuadro N° 7 La salida de capitales en Venezuela, período 2006-2013 Posición de Inversión Internacional (Saldos al cierre del período) mm$ US
Años 2003 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
Acum. Activo 88328 145566 174443 206850 218377 232557 275735 291866 292447
Variación posición 23257 28877 32407 11527 14180 43178 16131 581
Acum. Sector Público 38999 73.585 84.084 104.194 97.883 96.681 124.450 131.587 125.589
Salidas Sector Público 9656 16501 10499 20.110 -6311 -1202 27769 7137 -5998
Acum. Sector Privado 49329 71.981 90.359 102.656 120.494 135.876 151.285 160.279 166.858
Salidas Sector privado 3159 6756
18378 22596 17838 15382 15409 8994 6579
Fuente: BCV (2013). BCV Cuadro 2_4_2 (2). Cálculos propios Salida de Capitales: Variación de Posición de Inversión Internacional Variación de posición = saldo sector público + saldo del sector privado Nota: Datos de 2013, sólo hasta Trimestre III.
Como se sabe, el control de cambio, se mantuvo en medio de abundancia de
dólares, lo que revela la existencia de objetivos políticos no declarados pero de fácil
conjetura: restringir las divisas a ciertos sectores, y favorecer a otros. Anótese de nuevo
que tal control no logró abatir la inflación ni detuvo la fuga de divisas. Propició por el
contrario, la salida (ahorro externo) de 204 mil millones de $USA, desglosados en 113
millardos sector privado y 86 millardos sector público, acumulados entre 2003 y 2013, ver
Cuadro N° 7. Debido a la relevancia del tema, para explicar la génesis y el desarrollo de la
crisis en curso, se sugiere consultar en la web dos explicaciones contrapuestas:
http://www.aporrea.org/tiburon/a178809.html y también “La salida de capitales en
Venezuela” http://prodavinci.com/2011/05/17.
El Cuadro N° 7 acopia las gigantescas cifras de salidas de capitales “registradas
oficialmente” y su acumulado desde que se puso en vigor el control de cambios, en 2003.
Todos los años hay salidas importantes, estimuladas o patrocinadas por el Ejecutivo
Nacional, bajo diversas modalidades: acciones de la CANTV, Notas Estructuradas, SITME,
SICAD, ya comentadas. Sobresalen por su cuantía la salida de capitales acaecida durante
2007-2008, en la cual el sector privado, luego del anuncio del Socialismo del siglo XXI,
procedió a migrar 18.378 y 22.596 mm $USA respectivamente. Y la migración de 27.769
mm $USA por parte del sector público en 2011, sobre lo cual no hay explicación alguna.
La “fuga”, es tan fabulosa que durante 2011 asciende a 43.178 millones de dólares. Y,
según cifras del BCV, en el período bolivariano han salido del país (acumulado) 242.396
millones de dólares. Para tener una idea de la magnitud estrambótica de esta cifra,
compárese con las ganancias, antes de aportes y contribuciones al Desarrollo social e
Impuesto sobre la Renta de PDVSA, obtenidas en el año 2010 que ascendieron a 35.229
mm $ USA. Es decir, 7 veces las ganancias de PDVSA en 2010.
Conviene precisar que no fue que el sector privado,-la burguesía parasitaria en el
lenguaje oficial-, sacó sus reales del país a escondidas. Se trata, muy por el contrario, que
institucionalmente, a pleno sol, se diseñaron mecanismos “puentes”, para que tal práctica
tuviera lugar. Participaron tanto el sector privado como público. En esta segunda vertiente
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cabe incluir recursos del FONDEN, Fondo Chino, BIV, BANDES, dólares que se depositan a
favor del Ejecutivo en cuentas en el extranjero. No confundir con los más de US$ 20.000
millones en importaciones ficticias, que en 2013 habían ingresado al país por sus distintas
aduanas, reportadas por el exministro Giordani. Esto es otra cosa, que no se está en
condiciones de comprobar ni documentar, aunque el daño ocasionado es superior al del
paro petrolero 2002-2003. En verdad, la persecución a raspa cupos, empresas de maletín
y sobrefacturación de las importaciones, es una estratagema para hacer recaer sobre los
ciudadanos la responsabilidad de la crisis. Una pequeña trocha del desaguadero mayor.
Erróneamente se dice que la economía venezolana tiene una ninfomanía por los
dólares. El término apropiado para describir la situación patológica es adicción a la renta,
en el sentido que depende del consumo previo y cada vez requiere mayores dosis para
lograr los mismos efectos. Patología se extiende sobre la parte sana de la economía,
debido a la existencia de un requisito contraproducente exigido para acceder a dólares
preferenciales: certificado de no producción nacional. Obviamente, los empresarios, de
maletín o verdaderos, siguen la corriente. Frenan la producción interna para obtener
dólares, que permitan ganancias extraordinarias y puedan ser llevados al exterior.
La escasez de dólares se hace patente porque la gallina de los huevos de oro,
PDVSA, cada vez pone menos. Aunado a que el Ejecutivo, mediante decretos y
manipulaciones contables obliga a PDVSA y al BCV a entregarle dólares que de otro modo
estarían disponibles como parte de reservas internacionales. A la subestimación del precio
del barril en el presupuesto como mecanismo para desviar recursos hacia los fondos
paralelos, ya comentada, hay que agregar la Ley que Crea la Contribución Especial por
Precios Extraordinarios y Precios Exorbitantes en el Mercado Internacional de
Hidrocarburos, (aprobada en 2008 y reformada en 2011) que puso un tope a las reservas
internacionales. De acuerdo a lo dispuesto, si el precio supera los 70 dólares, el
remanente se traslada casi en su totalidad al FONDEN. De modo que, si la economía
crecía y con ello los requerimientos de divisas, estaba previsiblemente sentenciada a
deficiencias en el suministro por el tope establecido. Pero además, y ese es el punto
neurálgico, las divisas que una vez llegaron al país, se fueron sin boleto de regreso.
Los capitales que se van, no retornan, “ni que estuvieran locos los agentes
económicos”, sostiene Urbaneja (2013). Varias son las razones. Las tasas de interés
negativas (por debajo de la inflación), convierten el ahorro interno en una penalización.
Para proteger el patrimonio de la inflación y la devaluación, y de eventuales
expropiaciones, la alternativa adecuada para cualquier agente económico es la posesión
de activos financieros en el extranjero. Cosa que todo el mundo hizo y desea hacer para
no descapitalizarse. Para las firmas que permanecen en el país, las importaciones de
bienes o de insumos se hacen con dólares de CADIVI o CENCOEX, que se solicitan al
gobierno a tasas preferenciales. Nadie es tan tonto para usar sus dólares. Cierto es que se
han dispuesto medidas en procura de retorno de los capitales, tales como apertura de
cuentas en dólares en el país. Pero no es atractivo, todos esperan mejor ocasión ante
inminentes rumores de devaluación o piensan que allá el dinero está más seguro. Nadie
gasta los suyos, ni los trae para venderlos en el mercado negro, por lo tanto recrudece la
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escasez. Y prosigue la salida de capitales, por la brecha entre el valor de mercado y la tipo
oficial sobrevaluado.
El uso y destino del ingreso petrolero, -valga decir, la política cambiaria y la política
distributiva- constituye el núcleo de la problemática económica en Venezuela 2014. Sus
aristas fiscales, monetarias, petroleras e ideológicas (el socialismo y el control de cambio),
hacen prácticamente imposible la solución del problema. Por el lado de la producción, en
catorce años, no se ha logrado la anhelada diversificación, somos cada vez más
dependientes del ingreso petrolero (96% de las divisas). Un gasto público en expansión
con inflación persistente, obliga, cada cierto tiempo, a nuevos arreglos cambiarios para
eliminar la brecha entre el dólar paralelo y la paridad oficial. Entrando al carnaval, febrero
2013, durante el ejercicio interino de la presidencia por Nicolás Maduro, se decreta una
devaluación del 45%, con lo cual el gobierno obtuvo 80.000 millones de Bs. F. en ingresos
adicionales. Cierra el SITME, se transforma en SICAD, como mecanismo alternativo para
adquisición de divisas con resultados precarios. Luego advino el SICAD 2, cuya efectividad
está en cuestión. Sin que pueda decirse que ha mejorado el panorama económico.
Desde hace varios meses, Venezuela ha estado inmersa en un proceso de revisión
completa de su sistema cambiario, una reforma que muy probablemente se destacará
como trascendental. Se anunció un sistema con una tasa de cambio única. El sistema
actual cuenta con cuatro tasas de cambio: la tasa oficial de Bs 6,30 por dólar; la tasa
Sicad 1, de 10,6; Sicad 2, actualmente en 49,97; y la tasa paralela o de mercado negro,
que de momento se ubica en 80 Bs F. Las devaluaciones proporcionan más bolívares, pero
no resuelven el problema de la escasez de dólares.
Recientemente se ha conseguido nuevos préstamos con Rusia y con China, para
destrabar el mercado y resolver el problema del desabastecimiento, pero ante el tamaño
de las deudas del gobierno, tales aportes lucen insuficientes. Es por eso que toma fuerza
la hipótesis de la venta de activos (privatización) de la nación, caso CITGO, filial de PDVSA
en Estados Unidos y también se menciona como paso probable la entrega de lotes
importantes de la Faja del Orinoco a las transnacionales, en procura de dólares que
permitan estabilizar la economía y relanzar el modelo productivo, sin necesidad de
abandonar el legado socialista.
El presidente Maduro menciona una reforma tributaria (¿?), y una revolución en la
revolución, para incrementar los ingresos públicos y convertirse en un gobierno eficiente
con transparencia. Se comenta el aumento de la gasolina, la electricidad y otros servicios,
pero no hay certeza de que ello ocurra. La inacción caracteriza el momento.
A mediados de 2014 la economía venezolana exhibe enormes desarreglos: escasez
de divisas y desabastecimiento, ingreso petrolero en declive, estancamiento y recesión.
Curiosamente, en plena bonanza petrolera, se endeuda la nación peligrosamente, y
parece acercarse al cierre de las líneas de crédito internacional, mientras la inflación
erosiona el poder adquisitivo. Aunque todavía hay voceros oficiales que sostienen que lo
importante es que el gasto social se mantenga, que lo demás son cuentos de los
economistas burgueses.
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Como sea, la producción petrolera, es decir el tanque de las divisas, está en declive
o estancado, ello crea enormes dificultades. No se vislumbra en el horizonte cercano
aumento de precios del barril, ni hay razones para suponer que el mercado internacional
pueda absorber más crudo, en el caso que se tuvieran los recursos para aumentar la
producción. Aparece de nuevo el reto de sembrar el petróleo.
CONCLUSIONES
Los argumentos elaborados en páginas precedentes parecen tener peso suficiente
para respaldar las siguientes afirmaciones:
LA ALTERNANCIA DE PERIODOS DE RECESIÓN Y EXPANSIÓN REGISTRADAS EN
EL PERIODO EN ESTUDIO, SE FUNDAMENTA EN EL VAIVEN DE LA RENTA PETROLERA.
SIN QUE LA POLITICA ECONÓMICA PUEDA CONTRARRESTAR LOS EFECTOS DEL CICLO.
CORRELATIVAMENTE, EN ÉPOCA DE BONZANZA SE IGNORA, SE RELEGA O SE
DESECHA LA POLITICA ECONOMICA INSTRUMENTAL. CUANDO CESA LA BONANZA, NO
QUEDA MÁS REMEDIO QUE VOLVER A LAS MEDIDAS CLASICAS PARA CONJURAR LA
CRISIS Y RESTAURAR LOS EQUILIBRIOS PERDIDOS. TAL ES EL CASO DE LA ACTUAL
ENCRUCIJADA QUE ATRAVIESA LA ECONOMIA VENEZOLANA. CIRCUNSTANCIA QUE NO
DEBE EXTRAÑAR; AL FIN Y AL CABO LA ECONOMÍA ES LA CIENCIA DE LA ESCASEZ.
La PEB propuso como objetivo supremo: repartir la renta petrolera de manera
discrecional, clientelar, para asegurarse la permanencia en el poder y erradicar la pobreza.
El gobierno bolivariano, ha hecho indisociables las actividades de proselitismo político y la
gestión económica. El llamado modelo de reparto popular de la renta entra en crisis
porque produce efectos indeseados, alcanza objetivos contrarios a los que se traza. A
título de ejemplo: pretendía seguridad y soberanía alimentaria, recogidas en la consiga de
promoción del Desarrollo Endógeno, y se logra ostensiblemente escasez, desabaste-
cimiento y dependencia de las importaciones. Estableció severos controles de precios y
acentuó las regulaciones para desembocar en la inflación más alta del mundo.
Una política cambiaria irresponsable provocó una dependencia aberrante de las
importaciones y estimuló la salida de capitales, hasta aterrizar en una escasez de divisas
que se traduce en desabastecimiento. Sin considerar el negocio de los dólares en el
mercado negro y las corruptelas y fraudes asociado al sistema de administración de
divisas. Tratando de recuperar los equilibrios perdidos, ha emprendido la peligrosa carrera
del endeudamiento masivo. Con el agravante que están retrocediendo los precios y los
volúmenes exportados en los últimos dos años. Quizás el mayor error estuvo en suponer
que los precios petroleros no cesarían de crecer.
El país continúa expuesto a una circunstancia que la política económica interna no
puede controlar: el azaroso destino del mercado petrolero mundial. Es muy poco lo que
las autoridades económicas nacionales pueden hacer para que el precio de los
combustibles suba. Claro, hasta que no se construya una sociedad cuyo principal sustento
sea el trabajo productivo. Pero esa es una materia pendiente.
La escasez de dólares en la llamada potencia energética mundial ha generado una
crisis de difícil solución.
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