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EL PAISAJEEN EL SIGLO 21, DEL RETO AL PROYECTO
COMO LO demuestra su recono-cimiento en la escena internacio-nal (Unesco, Consejo de Europa, etc.), el paisaje está hoy en día en el centro de los nuevos retos de ordenamiento y de desarrollo sostenible de los territorios. Estos retos afectan todos los tipos de territorios y todas las escalas de ordenamiento, desde el desarrollo
de un territorio grande hasta la evolución de una región (ej.: mu-tación de territorios agrícolas) y la transformación de espacios de proximidad (ej.: recalificación de las calles y creación de espacios públicos en las ciudades).
Estos retos muestran cla-ramente que el paisaje ya no es únicamente el bello enmarcado
Por Philippe Poullaouec-Gonidec, Profesor Universitario.
Titular de la Cátedra Unesco en Paisaje y Medio Ambiente de la Universidad
de Montreal, Canadá - (CUPEUM)Traducido y resumido del francés
por Proyectos Semana.
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Imágenes de proyectos derivados del Concurso Internacional Entrada de
Ciudad de Montreal “YUL/MTL, Paisajes en movimiento (Canada_CPEUM_2011)”.
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pintoresco de nuestros campos o el equilibrio visual de una com-posición escénica urbana, pero bien una preocupación social, cultural, ambiental y económica hacia nuestros territorios. A tra-vés de este punto de vista, hay que entender también que el paisaje es esencialmente una expresión individual y colectiva de nuestra
capacidad de ver y de vivir el te-rritorio a través del filtro de los valores que estimamos esenciales.
Esta concepción contempo-ránea del paisaje hace referencia a la calidad del marco de vida y al bienestar. Igualmente impone el desafío de la conciliación entre la apreciación estética, ambien-tal y experimental que cargan los
ciudadanos con los enfoques de planificación y de ordenamiento heredados del pasado. Esta conci-liación, garante de aceptación so-cial, hace un llamado al desarrollo de prácticas y de enfoques inno-vadores tanto a nivel conceptual como metodológico u operativo del paisaje. Frente a estos retos físico-espaciales y humanos que
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suscita el paisaje, su alcance es verdaderamente estratégico para nuestras sociedades y generaciones futuras. Por esta razón, se deben conservar tres grandes preocupa-ciones respecto al paisaje a escala internacional que se despliegan bajo el ángulo del “proyecto”.
La primera le apunta a los terri-torios agrícolas y forestales ya que los ámbitos rurales se encuentran en transformación (desde hace un cierto tiempo) en varias regiones del mundo. Por un lado, la intensifica-ción de las prácticas de producción agrícola ha llevado a la concentra-ción de las actividades en algunos sectores al detrimento de vastas su-perficies de territorio, de modo que las explotaciones, ya sean agrícolas o forestales, no puedan continuar asegurando por si solas la viabilidad de las comunidades rurales. Por otra
La concepción contemporánea del paisaje hace referencia a la calidad de vida y al bienestar. Así mismo, impone el desafío entre la apreciación estética, ambiental y experimental, lo que supone la conciliación de un territorio hasta la evolución de una región.
El asunto del diagnóstico de paisaje es fundamental antes de pasar a la acción.
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parte, la nueva importancia conce-dida a la calidad de los paisajes y del medio ambiente está en vía de redi-bujar profundamente los territorios rurales y forestales. Manifestándose según intensidades y direcciones variables, estos fenómenos logran diversificar considerablemente es-tos ámbitos tanto en el plano físi-co-espacial como de las actividades ahí desarrolladas (ej.: agroturismo) y de las valorizaciones (ej.: núcleos de aldeas patrimonio).
La segunda preocupación re-lativa al paisaje hace referencia a las infraestructuras (autopistas, líneas de transporte y de dis-tribución de electricidad, redes de drenaje, etc.) que exacerban muchas veces las tensiones so-ciales políticas. Estos retos apa-recen mucho más hoy en día en términos de recalificación de las
redes existentes y de la puesta en valor de las cualidades de los paisajes de los territorios adya-centes con la participación de las poblaciones (ej.: entradas de las ciudades). Con la transformación de las grandes infraestructuras (carreteras y autopistas) y la multiplicación de los equipos de producción y de transporte ener-géticos, esta preocupación genera el desarrollo de “infraestructuras verdes”. Estas resultan de impor-tancia estratégica puesto que son cada vez más consideradas como una solución susceptible de ac-tuar sobre múltiples problemas de medio ambiente (pérdida de biodiversidad, gestión de las aguas lluvia y cambios climáti-cos) y de contribuir a la salud y a la calidad del marco de vida de las comunidades.
La tercera preocupación del paisaje hace referencia a la cuestión de la urbanización. El auge de las redes de transporte por carreteras y autopistas en el siglo XX permi-tió el desarrollo de las ciudades. Sin
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límites, las ciudades y las metrópolis se fueron esparciendo a territorios indeterminados para densificarse nuevamente. Estos territorios ur-banos se encuentran hoy en día en la búsqueda de coherencia, de sentido y de expresiones. Ante este desarrollo continuo y muchas veces excesivo de estos lugares, la calidad de los paisajes urbanos constituye hoy en día un reto en fuerte efer-vescencia sobre el plano económico (turismo, sedes de empresas, etc.)
con la cuestión de la imagen atrac-tiva de las ciudades (ref.: “Urban branding”), del patrimonio y de la identidad. De este modo, este contexto hace un llamado a to-mar conciencia de la importancia del paisaje como un concepto de valores sociales y culturales reco-nocidos y fluctuantes en el tiempo que actúa sobre el bienestar de las poblaciones urbanas siendo al mis-mo tiempo un valor agregado para vivir y descubrir la ciudad.
Estas tres preocupaciones acerca del paisaje requieren ante todo un conocimiento completo de los retos de ordenamiento te-rritorial tanto en el plano nacional como local. Luego, y siguiendo el ejemplo de varias iniciativas internacionales, es importante identificar y caracterizar su na-turaleza y captar su alcance es-tratégico ante los contextos y los territorios en cuestión. Para ello, el asunto del diagnóstico de paisaje
2000Convención Europea del paisaje.
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enfoque de preservación, de puesta en valor y de desarrollo territorial. Así, la puesta en obra del proyecto de paisaje tal como se definió an-teriormente, necesita el diálogo inclusivo del conjunto de actores territoriales (públicos, privados, re-presentantes electos, ciudadanos) para asegurar la integración de la pluralidad de los saberes en juego y la apropiación que asegurarán su aceptación social, cultural, ambien-tal, económica y política.
es fundamental antes de pasar a la acción (ej.: Observatorio Catalán de Paisajes). Desde nuestro punto de vista, este (el diagnóstico) debe sin duda apostarle a que se tomen en cuenta formas variadas de va-lorización social de los paisajes así como las aspiraciones asociadas que llevan en sí las consideracio-nes biofísicas del territorio. Luego, el proceso implica la elaboración de dispositivos (talleres, concur-sos de planificación, etc.) aptos a
formarlos en las visiones de paisaje deseadas y a proponer soluciones (ej.: principios y criterios de diseño urbano, cuadros de gestión –plano y mapa–) para responder a los re-tos anteriormente señalados.
De este modo, pensar en el enfoque de estos términos implica comprometer esta visión del paisaje previa a una planificación territorial con el fin de que sea reconocida y privilegiada como siendo uno de los cimientos estratégicos de un
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