EL MILAGRO
DE LANCIANO
La Eucaristía es un Sacramento mediante el cual, al realizar el sacerdote la consagración del pan y del vino, estas dos especies se convierten en el
Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.
Dicha transustanciación normalmente no es apreciable por los sentidos, de forma que el
Cuerpo de Jesucristo tiene forma de pan, textura de pan y sabe a pan, aunque no es
pan. Lo mismo ocurre con el vino, los sentidos nos vuelven a engañar, parece
vino, huele a vino, sabe a vino, pero no lo es, es la Sangre de Jesucristo.
No obstante en determinadas ocasiones a lo largo de la historia, Dios ha considerado oportuno que la transustanciación del pan y del vino en la Sangre y en
Cuerpo de Jesucristo pudiera también ser percibida por los sentidos, de forma que tras la consagración el pan se convirtiera en Carne y el
vino en Sangre.
Cuando esto ocurre nos encontramos ante un Milagro
Eucarístico.
La Iglesia ha reconocido más de un centenar, pero de todos ellos
hay uno que destaca especialmente. Destaca porque fue el primero del que se tienen noticias documentales, porque todavía perdura en el tiempo y
porque ha sido examinado por los científicos en repetidas ocasiones,
siendo la última vez en 1981
Lanciano es una pequeña ciudad medieval, que se encuentra en la costa del Mar Adriático de Italia, en la
carretera entre San Giovanni
Rotondo y Loreto.
Un Monje de la Orden de San
Basilio, sabio en las cosas del mundo,
pero no en las cosas de la fe, dudaba de la presencia real de Nuestro Señor en la
Eucaristía.
Una mañana del año 700, mientras celebraba la Santa Misa, estaba siendo atacado fuertemente por la duda y
después de haber pronunciado las solemnes
palabras de la Consagración, vio como la Santa Hostia se convirtió en un círculo de carne y el vino en sangre.
Ante este hecho sobrenatural comenzó a llorar
incontrolablemente de gozo y agradecimiento.
Estuvo inmóvil durante un largo rato, después se giro y dijo a los presentes:
“¡Oh afortunados testigos a quienes el Santísimo Dios, para
destruir mi falta de fe, ha querido revelárseles Él mismo en este Bendito Sacramento y hacerse visible ante nuestros
ojos. Vengan, hermanos y maravíllense ante nuestro Dios
tan cerca de nosotros. Contemplen la Carne y la Sangre de Nuestro Amado
Cristo!”
El Pan que quedó sin transformar en el centro de
la Sagrada Hostia con el tiempo se descompuso, no
obstante la carne se mantuvo intacta y la sangre se dividió
dentro del cáliz en 5 partículas de diferentes
tamaños.
El Pan que quedó sin transformar en el centro de
la Sagrada Hostia con el tiempo se descompuso, no
obstante la carne se mantuvo intacta y la sangre se dividió
dentro del cáliz en 5 partículas de diferentes
tamaños.
Los monjes decidieron pesar las partículas y
descubrieron fenómenos
particulares sobre el peso de cada una de
ellas.
Los monjes decidieron pesar las partículas y
descubrieron fenómenos
particulares sobre el peso de cada una de
ellas.
A las distintas investigaciones eclesiásticas siguieron las científicas, llevadas a cabo desde 1574 en repetidas ocasiones, siendo la última en 1981. Los análisis realizados dieron los siguientes resultados:
- La Carne y la Sangre pertenecen a la especie humana.
- La Carne y la Sangre tienen el mismo grupo sanguíneo (AB), coincidente con el que aparece en la Sábana Santa.
- La Carne está constituida por el tejido muscular del corazón y están presentes, en secciones, el miocardio, el endocardio, el nervio vago y, por el relevante espesor del miocardio, el ventrículo cardiaco izquierdo.
- La Carne es un CORAZON completo en su estructura esencial.
- En la Sangre se encontraron las proteínas con la proporción en porcentaje, correspondiente al cuadro Sero-proteico de la sangre fresca normal.
- La conservación de la Carne y de la Sangre por espacio de doce siglos y expuestas a la acción de agentes atmosféricos y biológicos, no tiene explicación.
“Tomad y comed
todos de Él; porque éste
es mi cuerpo....”
“En verdad, en verdad os digo: Si no coméis la carne del
Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no
tenéis vida en vosotros.”
“El que come mi carne y bebe mi
sangre, tiene vida eterna, y yo le
resucitaré el último día”
“Y Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos”