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Historias tiernas ydivertidas sobre las

situaciones quedeben afrontar los

niños y niñas de hoyen día.

cuentocuentas

y meTe

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TE CUENTO Y ME CUENTAS

III Concurso de relatos

Historias tiernas ydivertidas sobre las

situaciones que debenafrontar los niños y

niñas de hoy en día.

Texto e ilustracionesMaría Jezabel Pastor Navalón

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Te cuentocuentas

y me

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Historias tiernas ydivertidas sobre las

situaciones que debenafrontar los niños y

niñas de hoy en día.

Texto e ilustracionesMaría Jezabel Pastor Navalón

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Te cuentocuentas

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TE CUENTO Y ME CUENTAS

María Jezabel Pastor Navalón

CONSEJERÍA DE POLÍTICAS SOCIALES Y FAMILIADirección General de la Familia y el MenorC/ Gran Vía, 1428013 Madrid

@ Textos e ilustraciones: María Jezabel Pastor Navalón @ Comunidad de MadridEdita: Dirección General de la Familia y el Menor

Imprime: B.O.C.M

Tirada: 5.000

Edición: Reimpresión 2015

Depósito legal: M-5.153-2008

Impreso en España – Printed in Spain

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CONSEJERÍA DE POLÍTICAS SOCIALES Y FAMILIADirección General de la Familia y el MenorC/ Gran Vía, 1428013 Madrid

@ Textos e ilustraciones: María Jezabel Pastor Navalón @ Comunidad de MadridEdita: Dirección General de la Familia y el Menor

Imprime: B.O.C.M

Tirada: 5.000

Edición: Reimpresión 2016

Depósito legal: M-5.153-2008

Impreso en España – Printed in Spain

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Cuando se me pidió hacer un libro decuentos en los que se abordaran distintassituaciones a las que los niños de hoy díatienen que hacer frente, me di cuenta quese trataba de un reto difícil.

Comencé poniéndome delante aspectosde la vida de los niños actuales, que losque trabajamos en el ámbito de laenseñanza conocemos bien. Niñosadoptados; niños con baja autoestima einseguros; problemas de convivencia yviolencia entre los niños; falta de interésy motivación ante el mundo que les rodea;problemas de aceptación corporal (sobretodo en las niñas), convivencia entre niñosde distintas culturas; niños que viven enun entorno de consumo desenfrenado enel que no vivencian valores profundosporque el tener le ha ganado la batalla alser; niños que viven en familiasmonoparentales. Y podríamos seguirhaciendo más extensa la lista desituaciones que surgen en las familias dehoy en día, inmersas en una sociedadque cambia tan rápido.

Pero un cuento es un cuento. Es unaimagen narrada que no debe describir unproblema sino, en todo caso, dibujar lasolución. Un cuento no debe moralizar,sino colorear un posible sendero a transitar.Y desde luego las imágenes profundasque sanan desde la raíz, son las de loscuentos de hadas. Y son los que debemoscontar a los niños más pequeños, aunquea cualquier edad se puedan escucharcon gusto.

Este es un libro de cuentos para niños unpoco más mayores, cuando en losprimeros cursos de primaria se encuentranen situaciones- propias o vivenciadas porsus compañeros- que aparecen en estoscuentos.

En el primer cuento “Nagar vino de laIndia” se presenta a un niño adoptado,feliz y querido por sus nuevos padres. Laadopción aparece como algo claro, conrespeto al lugar y a la familia de origendel muchacho.

En el segundo cuento “Marian es miamiga” el personaje principal es una niñagordita, a la que por esa circunstanciamuchos de sus compañeros rechazan.En el desarrollo del cuento ella, con laayuda de los adultos que la quieren, seda cuenta de qué es lo verdaderamenteimportante y también lo hacen suscompañeros.

En el tercer cuento “El pavo real” se narrala historia de un pavo real, orgulloso ydespreciativo hacia los que no tienen unasplumas tan preciosas como las suyas. Losdemás animales de la granja prefierenestar juntos y ser amigos, aunque no seantan hermosos ni tengan tantas plumas.Finalmente, también saben acoger al pavocuando pierde todo cuanto tiene.

El cuarto cuento “Celia y su familia” hablade una niña que vive con su madre. Susabuelitos y el resto de su familia la quieremucho y ella es feliz. Pero Celia no tiene

Pistaspara escogerun cuento

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Cuando se me pidió hacer un libro decuentos en los que se abordaran distintassituaciones a las que los niños de hoy díatienen que hacer frente, me di cuenta quese trataba de un reto difícil.

Comencé poniéndome delante aspectosde la vida de los niños actuales, que losque trabajamos en el ámbito de laenseñanza conocemos bien. Niñosadoptados; niños con baja autoestima einseguros; problemas de convivencia yviolencia entre los niños; falta de interésy motivación ante el mundo que les rodea;problemas de aceptación corporal (sobretodo en las niñas), convivencia entre niñosde distintas culturas; niños que viven enun entorno de consumo desenfrenado enel que no vivencian valores profundosporque el tener le ha ganado la batalla alser; niños que viven en familiasmonoparentales. Y podríamos seguirhaciendo más extensa la lista desituaciones que surgen en las familias dehoy en día, inmersas en una sociedadque cambia tan rápido.

Pero un cuento es un cuento. Es unaimagen narrada que no debe describir unproblema sino, en todo caso, dibujar lasolución. Un cuento no debe moralizar,sino colorear un posible sendero a transitar.Y desde luego las imágenes profundasque sanan desde la raíz, son las de loscuentos de hadas. Y son los que debemoscontar a los niños más pequeños, aunquea cualquier edad se puedan escucharcon gusto.

Este es un libro de cuentos para niños unpoco más mayores, cuando en losprimeros cursos de primaria se encuentranen situaciones- propias o vivenciadas porsus compañeros- que aparecen en estoscuentos.

En el primer cuento “Nagar vino de laIndia” se presenta a un niño adoptado,feliz y querido por sus nuevos padres. Laadopción aparece como algo claro, conrespeto al lugar y a la familia de origendel muchacho.

En el segundo cuento “Marian es miamiga” el personaje principal es una niñagordita, a la que por esa circunstanciamuchos de sus compañeros rechazan.En el desarrollo del cuento ella, con laayuda de los adultos que la quieren, seda cuenta de qué es lo verdaderamenteimportante y también lo hacen suscompañeros.

En el tercer cuento “El pavo real” se narrala historia de un pavo real, orgulloso ydespreciativo hacia los que no tienen unasplumas tan preciosas como las suyas. Losdemás animales de la granja prefierenestar juntos y ser amigos, aunque no seantan hermosos ni tengan tantas plumas.Finalmente, también saben acoger al pavocuando pierde todo cuanto tiene.

El cuarto cuento “Celia y su familia” hablade una niña que vive con su madre. Susabuelitos y el resto de su familia la quieremucho y ella es feliz. Pero Celia no tiene

Pistaspara escogerun cuento

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papá y pide uno a los Reyes Magos. Estosle ayudarán a comprender que todas lasfamilias no son iguales y la suya es unafamilia maravillosa.

El quinto cuento es “La gota de lluvia”. Eneste cuento aparece una imagen sencilla,la de una gota de agua. Para explicar elsentido de este cuento quisiera citar aGoethe:

“El alma humana es como el agua:del cielo viene,al cielo se elevay debajo de nuevoa la tierra desciende,en cambio eterno”

Los niños, a veces nos hacen preguntasque no sabemos como contestar. Es comosi emergiera en ellos una añoranza por“el paraíso perdido”. Entonces nos mirande frente esperando una respuesta quetal vez no sabemos como dar. Estepequeño cuento puede ser la imagen queen ese momento necesitan.

El sexto cuento es el de “Felipe y lossapos”. Felipe, un niño como tantos otros.Los “sapos” son las palabrotas, laspatadas, los empujones. Sapos que seescapan sin cesar, incluso sin que el niñopueda evitarlo. Tratado con humor y dandomás importancia a la bondad de corazónde Felipe que a sus “sapos”, veremoscomo consigue finalmente ganar la batallaa tan “asquerosos” personajes.

En el séptimo cuento “El mirlo y lascigüeñas”, un mirlo decidido ayuda a unascrías de cigüeña a vencer su temor a volar.

La amistad de ambos es el hilo conductorde la historia y lo que hace posible quelas crías, finalmente, se lancen a volar.Aquí la inseguridad y el miedo sonvencidas gracias a la amistad.

El octavo cuento es “Gabriela y lasMontañas”. Nos habla de una niña,Gabriela, que quiere mucho a la Tierra.Cuando ve en peligro a las montañascercanas a su pueblo, hace todo lo quepuede para salvarlas. Gracias al amor deesta niña por la Naturaleza todo el pueblose da cuenta de la importancia de quecada uno ponga “un granito de arena”.

Deseo que los niños puedan disfrutar alescuchar y leer estos cuentos. Ojalá quepara los maestros, madres y padrespuedan ser de utilidad en momentos quelo necesiten.

MªJezabel Pastor

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papá y pide uno a los Reyes Magos. Estosle ayudarán a comprender que todas lasfamilias no son iguales y la suya es unafamilia maravillosa.

El quinto cuento es “La gota de lluvia”. Eneste cuento aparece una imagen sencilla,la de una gota de agua. Para explicar elsentido de este cuento quisiera citar aGoethe:

“El alma humana es como el agua:del cielo viene,al cielo se elevay debajo de nuevoa la tierra desciende,en cambio eterno”

Los niños, a veces nos hacen preguntasque no sabemos como contestar. Es comosi emergiera en ellos una añoranza por“el paraíso perdido”. Entonces nos mirande frente esperando una respuesta quetal vez no sabemos como dar. Estepequeño cuento puede ser la imagen queen ese momento necesitan.

El sexto cuento es el de “Felipe y lossapos”. Felipe, un niño como tantos otros.Los “sapos” son las palabrotas, laspatadas, los empujones. Sapos que seescapan sin cesar, incluso sin que el niñopueda evitarlo. Tratado con humor y dandomás importancia a la bondad de corazónde Felipe que a sus “sapos”, veremoscomo consigue finalmente ganar la batallaa tan “asquerosos” personajes.

En el séptimo cuento “El mirlo y lascigüeñas”, un mirlo decidido ayuda a unascrías de cigüeña a vencer su temor a volar.

La amistad de ambos es el hilo conductorde la historia y lo que hace posible quelas crías, finalmente, se lancen a volar.Aquí la inseguridad y el miedo sonvencidas gracias a la amistad.

El octavo cuento es “Gabriela y lasMontañas”. Nos habla de una niña,Gabriela, que quiere mucho a la Tierra.Cuando ve en peligro a las montañascercanas a su pueblo, hace todo lo quepuede para salvarlas. Gracias al amor deesta niña por la Naturaleza todo el pueblose da cuenta de la importancia de quecada uno ponga “un granito de arena”.

Deseo que los niños puedan disfrutar alescuchar y leer estos cuentos. Ojalá quepara los maestros, madres y padrespuedan ser de utilidad en momentos quelo necesiten.

MªJezabel Pastor

1. Nágar viene de la India ...................................13

2. Marian es mi amiga.........................................23

3. El Pavo Real ...................................................43

4. Celia y su familia.............................................53

5. La gota de lluvia viajera ..................................69

6. Felipe y los sapos. ..........................................81

7. El Mirlo. ...........................................................91

8. Gabriela y las montañas. ..............................105

Cuentos

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Nágar tiene el pelo negro y liso. Su piel es muymorena, como si siempre viniera de tomar el sol enla playa. Es delgado y alto, y sus ojos son grandesy negros.

Nágar no se parece a sus padres, ni a su hermanaAzucena. Ellos tienen la piel muy blanquita y el pelocastaño.

Nació en la India. El primer día que lo vi nos hicimosamigos en el recreo.

Nágar no recuerda nada del país donde nació. Suspadres lo trajeron de allí cuando tenía solo seis meses.Era muy chiquito y lloraba mucho.

Vivía en una pequeña ciudad de la India en un centropara niños huérfanos. Su mamá y su papá fueron allíy lo adoptaron. Desde entonces Nágar tiene otra vezuna familia que le quiere.

Nágar viene de la India

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Un día Nágar se vino a mi casa. Cuando terminamoslas tareas del colegio y nos pusimos a merendar mepreguntó:

-¿Quieres que te cuente cosas de la India?

-¡Pero si tú no la conoces!- le dije yo.

-Es verdad, era muy pequeño cuando me trajeronmis padres. Pero mi mamá me ha contado cosas deallí y cuando sea mayor iré a conocer el pueblo dondenací.

A Nágar se le ilumina la cara cuando habla de laIndia. Tiene un libro con muchas imágenes de allí.

-¡Mira Lucía! Serpientes, tigres y pájaros exóticos.¿Ves qué bonita es la naturaleza de la India? ¡Y miracuantos colores! Y todas las personas son como yo.

-Me gusta mucho el país donde has nacido Nágar,pero me alegro de que estés aquí.

-Yo también me alegro Lucía. Así podemos ser amigos.

Nágar viene de la India

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Un día Nágar se vino a mi casa. Cuando terminamoslas tareas del colegio y nos pusimos a merendar mepreguntó:

-¿Quieres que te cuente cosas de la India?

-¡Pero si tú no la conoces!- le dije yo.

-Es verdad, era muy pequeño cuando me trajeronmis padres. Pero mi mamá me ha contado cosas deallí y cuando sea mayor iré a conocer el pueblo dondenací.

A Nágar se le ilumina la cara cuando habla de laIndia. Tiene un libro con muchas imágenes de allí.

-¡Mira Lucía! Serpientes, tigres y pájaros exóticos.¿Ves qué bonita es la naturaleza de la India? ¡Y miracuantos colores! Y todas las personas son como yo.

-Me gusta mucho el país donde has nacido Nágar,pero me alegro de que estés aquí.

-Yo también me alegro Lucía. Así podemos ser amigos.

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A veces jugamos a que nos marchamos juntos a laIndia. Pasamos muchas aventuras atravesando milesde kilómetros hasta llegar al pueblo de Nágar. Alllegar allí montamos en elefantes y atravesamos laselva llena de tigres peligrosos. Por fin llegamos alpalacio de un rey muy importante. Nágar salva a laprincesa de las garras de un brujo malvado y despuésse casa con ella.

Otras veces jugamos el juego de las manos. Es unjuego que Nágar se ha inventado: ponemos nuestrasmanos juntas de forma que al dar la vuelta a mi manoaparece la suya. Nos reímos mucho. Nágar dice:

-Esto es una mano café con leche: yo soy la manocafé y tu eres la mano leche.

-Nooo, le contesto yo. Esto es una mano chocolatecon nata: yo soy la nata y tú eres el chocolate.

Luego hacemos lo mismo con los pies y todavía nosreímos más. El tiempo que estamos juntos se nospasa volando.

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El siete de abril fue el cumpleaños de Nágar y meinvitó a su casa. También estaban invitados: Esther,Felipe y Ana, además de niños y niñas que viven ensu barrio.

Nágar había pedido a sus padres que le organizaranuna fiesta india. Así que cuando entramos nosquedamos boquiabiertos. La casa estaba decoradacon guirnaldas y flores de muchos colores, olía muybien a incienso dulce y se escuchaba una músicaalegre en un idioma extraño para nosotros.

De repente apareció Nágar vestido de blanco. Estabaguapísimo con unos pantalones y una especie decamisola blanca y suave. Una guirnalda de flores decolores colgaba de su cuello.

Su mamá había preparado guirnaldas para todos yNágar nos las fue colgando. También nos dio telasgrandes de colores alegres que las niñas nos pusimoscomo si fueran saris. Todo era muy colorido y yonunca había visto tan feliz a Nágar.

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Para merendar la mamá de Nágar había preparadopastelitos como los que hacen en la India, erandulcísimos. Los había con pistachos y miel, conarroz y miel, con canela y pasta de maíz con miel.Algunos tenían un sabor extraño que yo nuncahabía probado, pero que me gustó mucho. Lamamá de Nágar dijo que tenían jengibre. Habíafrutas exóticas y otras más conocidas como lapiña.

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También había una bebida muy dulce que sabía aflores, y té para los mayores.

Todo estaba preparado de forma muy bella y conmucho color.

El papá y la hermana de Nágar nos enseñaron unbaile hindú, bueno era una danza y casi todos noshicimos un lió al principio. Nos reíamos mucho y másde uno terminó con un buen pisotón, pero al finalpudimos aprenderla todos.

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Cuando ya estábamos cansados Nágar sacó un vídeode la India en el que aparecía la región donde él habíanacido. Estaba emocionado y nos hacía callar en cuantoalguien hablaba o hacía algún ruido. Verdaderamente,la tierra de Nágar es muy bonita y a todos nos entraronganas de conocerla.

Esa noche cuando volví a mi casa pensé en los padresde Nágar. Le querían mucho, tanto como a mí los míos.Mamá siempre me había dicho que yo los había elegidoa ellos desde el cielo y ellos me habían abierto losbrazos desde la tierra.

Los papás de Nagar le habían querido tanto que habíanextendido sus brazos hasta llegar a un país tan lejanopara encontrarle.

Pensé también en los papás indios de Nágar, seguroque también ellos estarían contentos de que Nágartuviera una familia tan buena.

Esa noche me fui a dormir contenta y agradecida deque Nágar pudiera estar aquí y ser mi amigo.

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Marian es mi amiga

A Marián le encantan los bizcochos que hace su mamá.Nada más despertarse piensa en el rico desayuno queva a tomar: leche con colacao y un buen trozo debizcocho. Sólo un trozo porque mamá dice que tieneque guardar un poco de hambre para el bocadillo delrecreo en el colegio. Desde luego a Mariam le gustaríacomerse dos pedazos, pero hace caso a lo que mamále dice.

Todavía está Marián terminando el desayuno cuando yaescucha a papá coger las llaves del coche y decirimpaciente:

-¡Vamos Marián que voy a llegar tarde al trabajo!.

-¡Ya voy papi, ya voy!

A Marián le gusta ir al cole. Allí ve a su amiga Ana y asu amigo Luis. Cada mañana su papá pasa por una

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esquina cercana a su casa y allí recoge a los doshermanos.

Ese día su papá no se detuvo en la esquina. Mariánpreguntó sorprendida:

-¡Papá que te olvidas de mis amigos!

-No hija, es que llamó su mamá para decirme quetienen sarampión y que van a estar unos días sin iral colegio.

-¡Que fastidio! ¿Cómo voy a estar en el colegio sinmis amigos?

-No pasa nada Marián, podrás jugar con otros niños.¿Es que no tienes otros amigos en la clase?

-Bueno...si...si. Pero es que ellos son mis preferidos.

Marián se quedó callada. Había dicho una mentirijillaa su papá. Lo cierto es que sólo ellos eran susamigos. Sólo a ellos no les importaba que ella fuesegordita. Los demás niños se burlaban, sobre todo

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en los recreos. Pero Ana y Luis siempre salían ensu defensa.

Ya estaban llegando al colegio y Marián se sentíacada vez peor. Encima ese día tenían educaciónfísica, la asignatura más difícil para ella.

-Papá creo que estoy enferma. Llévame de vueltaa casa.

Su papá la miró por el espejo retrovisor y un pocoenfadado le dijo:

-Jovencita, yo creo que estás perfectamente para iral colegio. Tus amiguitos volverán a clase cuando seles pase el sarampión.

-Pufff, fue todo lo que se oyó desde el asiento deatrás.

Ese fue un día difícil para Marián. Como Ana noestaba, la maestra sentó a Débora al lado de Marián.Y en voz bajita Débora le dijo:

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-Hola culo gordo.

A Marián le dolió pero hizo como que no la habíaoído. En realidad a ella siempre le hubiera gustadoser amiga de Débora. Todos querían jugar con ella,y además era muy buena corriendo. Cuando jugabana “polis y cacos” siempre la elegían en su bando.

Marián siempre era la última en ser elegida, y eso sila dejaban jugar.

-Si no dejáis jugar a Marián nosotros tampocojugamos- decían sus amigos Ana y Luis. Entoncescon fastidio Débora y los otros la dejaban jugar.

Ese día a la hora del recreo Marián ni lo intentó. Sesentó en un banquito del recreo a comer su bocadilloy mirar como los otros jugaban. Lo único que queríaera que no se metieran con ella.

Al rato de estar allí alguien se sentó a su lado. Allevantar la mirada vio que era su maestra.

-¿Porqué no juegas con todos Marián?

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-Hola culo gordo.

A Marián le dolió pero hizo como que no la habíaoído. En realidad a ella siempre le hubiera gustadoser amiga de Débora. Todos querían jugar con ella,y además era muy buena corriendo. Cuando jugabana “polis y cacos” siempre la elegían en su bando.

Marián siempre era la última en ser elegida, y eso sila dejaban jugar.

-Si no dejáis jugar a Marián nosotros tampocojugamos- decían sus amigos Ana y Luis. Entoncescon fastidio Débora y los otros la dejaban jugar.

Ese día a la hora del recreo Marián ni lo intentó. Sesentó en un banquito del recreo a comer su bocadilloy mirar como los otros jugaban. Lo único que queríaera que no se metieran con ella.

Al rato de estar allí alguien se sentó a su lado. Allevantar la mirada vio que era su maestra.

-¿Porqué no juegas con todos Marián?

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-Pues, pues... es que no me apetece.

-¿Pero si a ti te gusta mucho jugar en los recreos?

-Es que yo corro poquito y...y...y los niños se burlande mí.

La maestra se quedó callada mirando a Marián y ledijo:

-Vamos a jugar a las adivinanzas.

Marián era buenísima jugando a las adivinanzas,porque desde pequeña su abuelo le había enseñadomuchas.

La maestra llamó a los niños y se sentaron en corrojugando. Cada uno decía una adivinanza que losdemás tenían que resolver.

Comenzó Felipe:

“Cuanto más profunda estu menos la ves”

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Paloma dijo:

-La charca.

-Noooo, dijo Felipe divertido.

Enseguida Marián levantó la mano.

-La oscuridad.

-Siii, dijo Felipe. ¡Es la oscuridad!

-Muy bien Marián, ahora te toca decir a ti unaadivinanza- dijo la maestra.

Marián sonrió y dijo:

“De noche llegaron sin ser invitadasde día se escondieron pero no están extraviadas”

-Las nubes, dijo Débora.

-Nooo contestó Marián.

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Débora estaba furiosa. Estaba acostumbrada a queMarián siempre perdiera y ella siempre ganase.

Al final Marián les dio una pista y Elena adivinó queeran las estrellas.

Todavía Marián pudo decir una adivinanza más, antesque tocara la campana que indicaba que el recreohabía finalizado:

“Zumba en vuelo vibrador.Su casita es de oro.Fabricando un tesorocon lo que le da la flor”

Varios niños intentaron adivinarla:

-Las hadas.

-Las mariposas.

-Los enanitos.

Cada uno decía lo que se le ocurría. Entonces tocó

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la campana y la maestra dijo:

-Bueno chicos a clase. Mañana seguiremos con estaadivinanza. Pensadla en casa. De momento, lacampeona indiscutible es Marián. Un aplauso para ella.

Todos los niños aplaudieron. Todos menos Débora,pero eso ahora no le importaba a Marián.

Al llegar a clase Débora le dijo:

-Oye gordinflona ¿me vas a decir el resultado de laadivinanza?

-Yo no me llamo gordinflona y no te voy a decir elresultado de la adivinanza.

-Pues si no me lo dices, nunca más te voy a dejar jugaren el recreo.

Marián no sabía que hacer. No quería decirle a Déborala respuesta, pero tampoco quería quedarse sola enlos recreos. Se quedó callada y así siguió el resto dela clase.

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Marián se sentía triste. Pensaba que si no estuvieragordita, Débora no se metería con ella y todos ledejarían jugar.

Al llegar a casa, mamá y papá la recibieron conalegría.

-Cielo, te he preparado tostadas con miel y mantequillacomo a ti te gustan- le dijo mamá.

-Hoy no quiero merendar – contestó Marián.

La mamá de Marián se sentó a su lado y con vozcariñosa le preguntó:

-¿Qué te pasa pequeña? Tu carita triste me dice quehoy ha sucedido algo en el colegio.

-Mamá, es que soy gorda.

-Marián -dijo su madre acariciándole el pelo- unaspersonas son altas, otras bajitas, unas más delgadasy otras más gorditas. Eso no tiene nada de malo.Simplemente somos DIFERENTES. Lo importante es

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cómo somos en nuestro corazón. Y en tu corazón túeres una verdadera princesa.

El papá de Marian le dijo:-¿Te acuerdas del paseo que dimos el domingo porel campo? La hierba estaba salpicada de flores.Flores de todos los colores y tamaños: grandes,pequeñas, amarillas, moradas, rojas... Las flores nose comparan ni se sienten desdichadas por ser unasdistintas a otras. Son como son y así están bien.

Marian abrazó a mamá ypapá. De nuevo se sentíabien y con alegría dijo:-Y además sé resolveradivinanzas mejor quenadie.

-¡Claro que si! Y ahora amerendar- di jo mamá.

Marián se comió la rica merienda que mamá le habíapreparado. Después fueron a visitar a sus amigosAna y Luis. Tenían la cara llena de puntitos que

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picaban. A ella no podían contagiarle pues ya habíapasado el sarampión de pequeña.

Con Ana y Luis estuvo jugando a las adivinanzas,para estar preparada para el día siguiente.

Marián quería ganarse el respeto de sus compañeros.Especialmente de Débora que siempre estabafastidiándola.

Al día siguiente, en la clase de repaso, la maestra volvióa sugerir el juego de las adivinanzas y todos los niñosestuvieron encantados. Todos menos Débora.

-A ver niños, ¿alguien ha resuelto la adivinanza quenos enseñó ayer Marián?

Los alumnos no la recordaban, así que Marián hubode repetirla:

“Zumba en vuelo vibradorsu casita es de oro,fabricando un tesorocon lo que le da la flor”.

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picaban. A ella no podían contagiarle pues ya habíapasado el sarampión de pequeña.

Con Ana y Luis estuvo jugando a las adivinanzas,para estar preparada para el día siguiente.

Marián quería ganarse el respeto de sus compañeros.Especialmente de Débora que siempre estabafastidiándola.

Al día siguiente, en la clase de repaso, la maestra volvióa sugerir el juego de las adivinanzas y todos los niñosestuvieron encantados. Todos menos Débora.

-A ver niños, ¿alguien ha resuelto la adivinanza quenos enseñó ayer Marián?

Los alumnos no la recordaban, así que Marián hubode repetirla:

“Zumba en vuelo vibradorsu casita es de oro,fabricando un tesorocon lo que le da la flor”.

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-Menuda tontería, soltó Débora.

La maestra miró con seriedad a Débora y lepreguntó:

-¿Sabes la respuesta? Si la sabes puedesdecírnosla.

Débora se puso roja como un tomate y se quedócallada. No sabía la respuesta.

-Yo la sé, yo la sé, dijo Julieta. Es la abeja.

-Muy bien, dijo Marián.

Durante mucho rato siguieron jugando a lasadivinanzas. Los niños estaban entusiasmados.Todos aprendieron muchas adivinanzas que Mariánles enseñó. Además se dieron cuenta de que erauna niña simpática y amable. Antes la habíanrechazado sin conocerla.

Propusieron que en el concurso de adivinanzasque se iba a celebrar en el colegio, ella fuera la

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representante de su clase. Todos los niños irían aapoyarla. Estaban animados y dispuestos a buscarcada uno adivinanzas para traérselas a Marián.

-¡Serás la que sepa más adivinanzas de todo elcolegio! Le dijo Paloma.

Todos estaban contentos...todos menos Débora,que en el recreo se quedó apartada de los demás.Se sentía enfadada y traicionada por todos. Mariánse le acercó y le dijo:

-Débora, si quieres podemos ser amigas.

-No quiero jugar contigo, porque eres gorda y mehas quitado a mis amigos.

-Mi mamá me ha dicho que todos somos diferentes:unos delgados y otros gordos, unos altos y otrosbajos, unos sabemos adivinanzas y otros, comotú, corren muy rápido. Somos DIFERENTES Débora,pero no peores o mejores. Y todos podemos seramigos.

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Marián se marchó dejando sola y pensativa aDébora.

Débora se sentía triste y desconcertada. Siemprehabía molestado a Marián y ahora que ella estabasola, Marián le ofrecía su amistad.

Al entrar del recreo Débora, con la cabezaagachada, le dijo a Marián:

-Bueno...vale...quiero ser tu amiga. Por fin, alzandolos ojos le dijo:

-Siento haberte insultado tantas veces. Yo corromucho y tú sabes muchas adivinanzas. Tu mamátiene razón, cada uno somos diferentes.

Marián le sonrió y le dijo:

-¿Amigas?

-¡Amigas! Respondió Débora.

Desde entonces Marián y Débora fueron buenas

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amigas, también el resto de los chicos y chicas dela clase. Y por su puesto Ana y Luis.Todos se dieron cuenta que lo importante era serbuenos amigos y pasarlo bien jugando. Y si unoera alto o bajo, gordo o flaco era porque todas laspersonas somos diferentes. Y eso es estupendo.

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El Pavo Real

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En una granja donde había gallinas, conejos ypatos, vivía también un pavo real. Los dueños lotenían en un jardín contiguo a la granja y él solíadarse paseos alrededor del estanque en el quetambién se ref rescaban ot ros animales.

El pavo era muy orgulloso y se creía el más guapoe importante de todos los animales.

Por la noche, las gallinas antes de dormir contabana sus pollitos para estar seguras de que todosestaban recogidos y calientes en sus montoncitosde paja.

Las mamás cone jascuidaban también de suscrías y se aseguraban deque estuvieran todas bienresguardadas.

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En una granja donde había gallinas, conejos ypatos, vivía también un pavo real. Los dueños lotenían en un jardín contiguo a la granja y él solíadarse paseos alrededor del estanque en el quetambién se ref rescaban ot ros animales.

El pavo era muy orgulloso y se creía el más guapoe importante de todos los animales.

Por la noche, las gallinas antes de dormir contabana sus pollitos para estar seguras de que todosestaban recogidos y calientes en sus montoncitosde paja.

Las mamás cone jascuidaban también de suscrías y se aseguraban deque estuvieran todas bienresguardadas.

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El pavo real miraba a las gallinas y los conejos condesdén y desprecio. Cuando el día caía, él sepaseaba pavoneándose por los alrededores delestanque y después se subía a un árbol cercano.Desde ahí lanzaba sus gritos y no bajaba hasta elalba.

Los patos al anochecer se quedaban un ratodeslizándose por el estanque, antes de escondersus cabezas debajo del ala y dormir. Mamá pata ylos pequeños patitos miraban al pavo y admirabansu bella cola, pero él les decía:

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-No sé cómo podéis tener unas plumas tan tristes yser tan patosos. Los patitos se acercaban a mamápata y se acurrucaban a dormir junto a ella. Mamápata ya les había dicho que el pavo era orgulloso yno quería ser amigo de los demás animales de lagranja.

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En los días de luna el pato miraba su imagen reflejadaen el agua.

-Pero, ¡Qué guapo soy! Se decía ufano. Y estospobres animalejos, que feos son todos.

Un día la pata pazguata, que había estado dormitandoun rato con la cabeza debajo del ala, levantó lamirada y lo vio allí, cerca del agua pavoneándoseorgulloso.

-Hola pavo, ¿Qué haces pavoneándote con tusplumas desplegadas?

El pavo se sobresaltó y se sintió enfadado por serpreguntado por la pata pazguata, a la que élconsideraba fea y torpe.

-Pata pazguata, yo no hablo contigo.

Se dio media vuelta y dejó con el cuac, cuac en laboca a la pobre pata.

El pavo se pasó todo el verano paseándose orgulloso

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con sus bellas plumas al viento y sin querer, siquiera,mirar a ningún otro animal.

Los días del verano eran cada vez más cortos y elotoño estaba acercándose. Un día el viento llevó unade las plumas del pavo al gallinero.

Las gallinas asombradas la recogieron y se preguntaroncomo se había desprendido el pavo de una de susplumas tan queridas.

Otro día fueron los conejos los que encontraron en suconejera otra bonita pluma del pavo, traída por el viento.

Aquella noche hizo un gran vendaval y en la mañanahabía plumas del pavo esparcidas por toda la granja:en el agua del estanque, en la ribera donde dormíanlos patos, incluso alguna en el palomar.

Los pavos pierden sus plumas al final del verano yentonces parecen tristes e indefensos. Allí, en mediode la granja estaba el pavo sin sus queridas plumas.Los demás animales de la granja se quedaron ensilencio.

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Daba pena verlo así.

Entonces la pata pazguata se acercó a él y tiró desu ala.

El pavo había perdido su valioso ropaje, pero seguíasiendo un pavo, un animal más de la granja.

-Queremos ser tus amigos, dijo la pata pazguata.

El pavo estaba avergonzado, pero la pata que eraun poco payasa- por eso la llamaban pata pazguata- comenzó a dar vueltas diciendo:

“Cuac, cuac, soy la pata pazguata,la pata más pataque come patatasen una alpargata”

El pavo comenzó a reír y con él los demás animales.

Entonces el pavo recogió las largas plumas de sucola, que habían quedado esparcidas por el suelo.

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Regaló una a cada uno de los animales. Eran susqueridas plumas.

Todos querían ser sus amigos y no les importabaque hubiera perdido su bello traje. El pavo real, ahorasin plumas reales, se convirtió en el mejor amigo delos animales de la granja.

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Celia y su familia

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Celia era una niña alegre y risueña. De pequeña teníala cara llena de pequitas y su pelo era anaranjadocomo el sol del atardecer. Le gustaba chuparse eldedito y lloraba con grandes berridos en cuanto teníahambre.

Entonces Susana, su mamá,le preparaba el biberón conrapidez. Celia se lo bebía deun t irón y después sequedaba dormidita con unasuave sonrisa ¡Celia era unacomilona!

Sara, la abuelita de Celia,cuidaba a la niña en lasmañanas mientras su mamá

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Celia era una niña alegre y risueña. De pequeña teníala cara llena de pequitas y su pelo era anaranjadocomo el sol del atardecer. Le gustaba chuparse eldedito y lloraba con grandes berridos en cuanto teníahambre.

Entonces Susana, su mamá,le preparaba el biberón conrapidez. Celia se lo bebía deun t irón y después sequedaba dormidita con unasuave sonrisa ¡Celia era unacomilona!

Sara, la abuelita de Celia,cuidaba a la niña en lasmañanas mientras su mamá

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iba a t rabajar. Le cantabacanciones de cuna muy largas yCelia se iba quedando dormidita,mientras su abuelita le mecía lacuna con cariño.

Casi sin que se dieran cuentaCelia fue creciendo, dejó dechuparse el dedito y en lugardel biberón empezó a comercosas de mayores. Tenía unpato de plástico llamado“patorinal”, donde se sentabaa jugar y, a veces, a hacerallí lo que antes solo hacíaen el pañal. Celia se estabahaciendo mayor.

Pasó el tiempo y Celia ya tenía dos coletas en las quele encantaba que le pusieran lazos de colores. Legustaba ir al parque por las tardes cuando mamá volvíadel trabajo y la recogía de la Escuela Infantil. En elparque había un gran arenero donde los niños hacíancastillos de arena, túneles y agujeros. Lo que le

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encantaba a Celia era rebozarse como una croqueta.

Celia era una niña feliz y le gustaba tanto jugar en elparque que se olvidaba hasta de la merienda.

-Celia ven a merendar. Llamaba mamá.

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-Celiña mía deja ya los castillos y ven a merendar.Insistía la abuelita Sara. La abuelita le llamaba Celiñade forma cariñosa y a la niña le gustaba que suabuelita le llamara así.

Entonces Celia corría hacia mamá y la abuelita Sara,las abrazaba con cariño y se sentía contenta de quelas dos le quisieran tanto.

Pasó el tiempo y un día Celia comenzó el colegio. Yaera mayor, tenía seis años y además se le habíancaído dos dientes. Estaba muy emocionada y esedía se había puesto los lazos de terciopelo azul, queeran sus preferidos. Su mamá, la abuelita Sara y elabuelo Rafael fueron a acompañarla hasta la Escuela.Estaban tan emocionados como Celia. Mamá lerecordó que se comiese todo el bocadillo en el recreoy su abuelita le dio un beso tan fuerte que le dejó unpoco rojo el moflete. El abuelo la cogió en volandas y le dijo:

-Aprende mucho pequeña. Después la apretujó conun abrazo de oso de esos que tanto le gustaban alabuelo.

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Así fueron transcurriendo los días y Celia fue haciendomuchos amigos y amigas en la escuela. También fueaprendiendo a escribir y leer poco a poco. La ilusiónde Celia era escribir ella solita la carta de los ReyesMagos.

Un día al llegar al colegio Celia vio en la pizarraescrita la palabra papá. Ese día todos los niños yniñas aprendieron a escribir esa palabra. Era unapalabra bonita: PA-PA. A Celia le gustaba. Entoncestodos los niños dijeron cosas de sus papás.

El papá de Julieta no vivía con ella pero le veía losfines de semana y el de Toni estaba en Francia, peroToni iba a visitarle en verano y en las vacaciones deSemana Santa.

Los demás niños si que vivían con su papá y sumamá y también contaron cosas de sus papás: cuáleseran sus trabajos, a dónde les llevaban los fines desemana y otras cosas que los niños recordaban.

Celia se fue ese día a casa pensativa. Todas lascosas que los niños habían dicho de sus papás eran

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bonitas. Bueno... Lucía dijo que su papá era un pocoregañón, pero eso no importaba. Mamá y los abuelosle querían mucho aunque, a veces, también leregañaban.

Todas esas cosas que los niños hacían con sus papástambién las hacía Celia con mamá y los abuelos: iral campo, montar en bicicleta, ir al parque, jugar encasa...Pero Celia pensó que muchos niños tenían unpapá y ella no.

Mamá le había contado que papá se había marchadolejos antes de nacer ella. Celia no le había conocidoy sin embargo le echaba de menos.

Cuando llegó a casa le dijo a mamá:

-Hoy he aprendido a escribir la palabra PAPÁ. Separece a la palabra MAMÁ.

-Si, le contestó Susana, se parece pero no es igual.

Ese día en sus tareas Celia escribió la palabra papácon colores.

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Al ir a dormir Celia preguntó a su mamá:

-Mami, ¿cómo es un papá?

Su mamá le habló a Celia de cómo era el abueloRafael cuando ella era niña. Celia quería mucho alabuelo Rafael y escuchó encantada todo lo queSusana le contó.

-¿Podría ser el abuelo Rafael mi papá?

-No cielo, el abuelo es mi papá y por eso es tu abuelo.

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-Yo no tengo un papá-dijo Celia a su mamá.

-No Celia, contesto Susana, no tienes un papá –contestó Susana. Tú tienes una mamá, un abuelo yuna abuela, primos y tíos. Tienes una familia que tequiere mucho Celia.

Celia dio un gran abrazo a mamá y esa noche sequedó dormida de su mano.

Ya faltaba poco para el día de los Reyes Magos yCelia sabía escribir lo suficiente como para hacerella sola la carta a Melchor, Gaspar y Baltasar. Eranmuchas las cosas que quería pedirles, pero mamáy los abuelos le habían dicho que tenía que elegir loque más le gustara. Había muchos niños y a todostenían que llegar los regalos de los Magos.

Celia escribía cada día un poquito de la carta, puestodavía le costaba escribir. A veces se arrepentía delo que había puesto y rompía la carta volviendo acomenzar de nuevo.¡Era tan difícil elegir lo que másle gustaba!

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Por fin, la víspera del día de Reyes, Celia terminó lacarta y fue con mamá y el abuelo a enviarla al correoReal. La carta de Celia decía así:

“Queridos Reyes Magos,Este año he sido buena. He ayudado a mamá arecoger la mesa y también a recoger mis juguetes.Bueno, a veces me he hecho la remolona y tambiénhe protestado cuando había espinacas para cenar.Mamá me ha dicho que sólo puedo pediros lo quemás desee, pues hay muchos niños a los que vaisa llevar regalos.

Yo quiero una bicicleta sin ruedines, un trineo y unpapá. Si no tenéis trineo no pasa nada, pero labicicleta y el papá lo quiero de verdad. Bueno sitenéis algo para los mayores podéis traer un cochenuevo para mamá, un bastón para el abuelo y unosguantes calentitos para la abuelita, que siempre tienelas manos frías en invierno.

Gracias queridos Reyes porque sois muy buenos.Os quiero mucho, Celia”.

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Después de entregar la carta al cartero Real se sentíamuy feliz. Estaba segura de que los Reyes Magos letraerían lo que les había pedido.

La noche de Reyes Celia dejó un cubo con agua y unacesta con pan duro para los camellos. Para los Reyesdejó unas copitas de champagne, turrón del duro ymazapanes. Se acostó muy prontito, estaba nerviosae impaciente porque pronto se hiciera de día.

El día de Reyes Celia se despertó temprano. Todavíamamá estaba dormida. Impaciente comenzó allamarla para poder ir a ver los regalos que los Reyessiempre dejaban junto al arbolito de Navidad.

Lo primero que vio al entrar en la sala fue un trineode color morado con frenos amarillos, Celia se acercóemocionada y al ir a sentarse en él encontró unsaquito lleno de carbón...de carbón dulce ¡claro!Entonces se dio cuenta que detrás del arbolito deNavidad asomaba un manillar ¡Era una bicicleta sinruedines! Ahora sí que podría montar como losmayores. Celia estaba muy contenta. Había tambiénun libro de cuentos lleno de ilustraciones de colores.

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-Los Reyes saben que me gusta mucho que mecuentes cuentos y por eso me regalan este libro.Mamá ¿me vas a contar uno esta noche?

-¡Claro que si Celia!

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Junto al árbol de Navidad había también un pijamapara mamá, un bastón para el abuelo y unos guantesde lana para la abuelita.

Entonces Celia se fijo en algo que había junto alportal del Belén.

-¡Mira mamá! dijo la niña.

Era un sobre dorado en el que ponía:

Para Celia de Sus Majestades los Reyes Magos.

Celia cogió el sobre y leyó despacio:

“Pa-ra Ce-li-a de los Re-yes Ma-gos.”

-¡Los Reyes Magos me han escrito a mi!... ¡Los ReyesMagos me han escrito a mi! Repetía nerviosa.

-Vamos Celia abre la carta, le dijo su mamá.

Dentro del sobre había una hoja de papel pergamino,sobre la que estaba escrito con letras de oro:

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“Querida Celia,

Nos ha alegrado mucho recibir tu carta y saber queayudas a mamá y has aprendido a escribir. No importaque no te gusten las espinacas o que a veces seasun poco remolona. Lo que importa es la alegría y elamor que hay en tu corazón.

Esperamos que te haya gustado el trineo, la bicicletay el libro de cuentos.

Tienes mucha suerte de tener una mamá que tequiere mucho. Otros niños tienen una mamá y unpapá. Algunos sólo tienen una mamá o sólo tienenun papá. Cada niño es diferente. Todas las personassomos distintas, pero cada persona es valiosa comoes. Tú tienes una mamá que te quiere y siempre vaa estar cerca de ti. Tienes una familia maravillosa,porque es tu familia.

Con todo el car iño de Sus Majestades,

Melchor, Gaspar y Baltasar”

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Cuando Celia terminó de leer la carta se lanzó alcuello de mamá. Los Reyes Magos le habían escritoy le habían dicho que le querían mucho. A ella y asu bonita familia, aunque no fuera como la de otrosniños.

Celia volvía a sentirse la niña más feliz del mundo.

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La gota de lluvia viajera

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Era una tarde de abril soleada y fresquita. El pradoestaba verde y las vacas pastaban alegres. A lo lejosse veían nubes blancas que poco a poco se ibanuniendo a otras más oscuras.

Las nubes estaban llenas de gotas de agua. Gotasfelices de estar allí, danzando alegremente en lasalgodonosas y húmedas nubes. Una de ellas, la máschiquita iba de un lado a otro impaciente.

-¿Cuándo bajaremos a la tierra? ¿Cuándo seremoslluvia que riegue los campos?

-No seas tan impaciente, le contestó una gota mayor.Tenemos que ser más y estar muy apretadas parapesar mucho. Entonces juntas podremos bajar a latierra.

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Poco a poco fueron llegando más gotas de agua ycada vez las nubes estaban más cargadas. Pesabanmás y eran más oscuras.

-Querida nube ¿a dónde vamos? ¿Por qué no bajamosya a la tierra?

-Ten paciencia pequeña gota. Iremos donde el vientonos lleve.

Entonces la gota preguntó al viento:

-Querido viento, ¿a dónde iremos?

El viento no respondió a la gota. Pero se movió confuerza y la nube comenzó a girar con rapidez.

Nuestra gotita no podía más en su impaciencia. Yase sentía demasiado apretada entre tanta gota deagua, cuando de repente:

-Uuuuuhhhhhh!

Todo comenzó a moverse con rapidez y antes de

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que pudiera darse cuenta estaba cayendo hacia latierra. Era emocionante descender velozmente juntoa miles de gotas hermanas, aunque también sentíaun poco de vértigo y estaba asustada.

Fue a caer, junto a muchas otras gotas en el pradodonde pastaban las vacas. La tierra se esponjócontenta cuando ellas llegaron y las dejó pasargustosa. La hierba del prado también se pusocontenta cuando todas sus hojas se llenaron de milesde gotas de lluvia.

A la gotita le encantaba deslizarse por las briznasde hierba tierna. Al llegar a la tierra sintió como estala acogía agradecida. Se sumergió en la tierra oscuray pudo sentir su calor.

-Estás calientita y oscura, le dijo la gota a la tierra.

-Así es- le dijo la tierra, con mi calor pueden germinarlas semillas y en mi oscuridad crecen las raíces delas plantas.

La gota de agua se dejó llevar por un hilillo de agua

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que discurría hacia el interior de la tierra. Cada vezmás y más abajo el hilillo fue creciendo, hastatransformarse en un riachuelo subterráneo.

Al cabo de un rato el riachuelo ya no discurría por latierra, sino que se deslizaba por rocas del interiorhasta desembocar en una gran cueva. Allí, en lasentrañas de la tierra, en lo profundo de las montañas,la gotita de agua contempló admirada cómo lasparedes de la cueva estaban recubiertas de preciososcristales de cuarzo. Pasó sobre ellos y pudo sentirsu tacto duro y frío.

-Sois preciosos, ¿habéis nacido aquí, en el interiorde la t ierra?, preguntó la gota de agua.

-Si, hemos nacido aquí. Gracias a gotas de aguacomo tú y a la oscuridad de la tierra.

La gota de agua estaba asombrada. Nunca hubierapensado que las gotas de agua fueran tan necesariaspara la tierra, para la hierba verde y ahora para loscristales.

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La gota de agua siguió dejándose llevar por elriachuelo subterráneo. De pronto el riachuelo comenzóa avanzar cada vez más rápido. Parecía que ibacuesta abajo a gran velocidad. Poco a poco empezóa llegar una gran claridad y de repente una luzcegadora. El riachuelo había salido a la superficieabriéndose paso entre las grietas de las rocas. Allíestaba la gota, navegando en el suave discurrir deun arroyo.

El arroyo fue descendiendo cada vez más a la vezque aumentaba su caudal con otros arroyuelos queiban a unirse a él.

Terminó siendo un ancho río, en cuyas veredas loshombres habían plantado sus huertas de tomates,lechugas, calabacines, coles...También había árbolesfrutales y maíz.

Los hombres habían hecho canales para llevar elagua del río a los cultivos. La gota de agua veía comomuchas de sus hermanas gotas se iban por esoscanales para quedarse en los campos de los hombres.Allí jugaban animadas con las matas de calabazas,

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con las tiernas plantas de maíz, y dando vueltas alos surcos de los frutales como si fueran norias.

La gota de agua siguió su aventura llevada por elrío. Resbalaba divertida por las piedras y montabaa lomos de una trucha viajera. Cuando el río pasabaligero sobre las rocas podía sentir el calor de losrayos del sol. Así siguió hasta llegar a las cercaníasde un pueblecito de montaña. Allí junto al río vivía elmolinero y su familia en el molino. La gota pudo vercomo la gran rueda del molino era movida por lafuerza del agua.

-Una sola gota es pequeña e insignificante, perotodas las gotas juntas tienen fuerza para mover esarueda tan grande...pensó la gota de agua.

Después el río se hizo ancho y caudaloso. Sus aguasdiscurrían tranquilas y sobre ellas las barquitas sedeslizaban corriente abajo.

Una niña en una barca hundió su remo cuando lagota viajera pasaba cerca. Esta quedó encima delremo y pudo ver la mirada curiosa de la pequeña. El

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sol reflejado en la gota la cubría de colores y la niñaalargó su manita queriendo cogerla.

Entonces una ráfaga de viento devolvió la gota alagua del río que siguió llevándola corriente abajohasta......Hasta el mar. El río iba imparable hasta el mar yen su desembocadura la gota de mar pudo vermuchos pescadores con sus cañas. La gota de aguamiraba a los pescadores, a los peces revolviéndoseenganchados en el sedal, al sol que cada vezcalentaba más. Los niños jugaban alegres y volabansus cometas de vivos colores. De repente la gota deagua vio delante suyo la inmensidad del mar azul.

El río dejaba de ser río para perderse en el mar y lagota de agua sintió vértigo. Ya no había corrientesino un suave oleaje y el agua estaba más calientey salada. Todo estaba en calma.

La gota había hecho un largo recorrido. Ahorarecordaba todo lo que había visto y se sentía contenta.Se dejó mecer por el oleaje mientras sentía el calordel sol. Parecía que su calor la llamase y ella fue,

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poco a poco, subiendo hacia él. Cada vez era menosgota de agua y más calor del sol.

La gota volvía a estar otra vez allí en el cielo, cercade las nubes, cerca de esa inmensidad azul. Cercadel sol.La gota volvería a ser lluvia, río subterráneo, torrente,lago y mar. Y nube de nuevo.

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poco a poco, subiendo hacia él. Cada vez era menosgota de agua y más calor del sol.

La gota volvía a estar otra vez allí en el cielo, cercade las nubes, cerca de esa inmensidad azul. Cercadel sol.La gota volvería a ser lluvia, río subterráneo, torrente,lago y mar. Y nube de nuevo.

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Felipe ylos sapos

Felipe es un chico de ocho años al que le gusta ir alcolegio. Tiene muchos amigos y monta muy bien enbicicleta.

Su hermana se llama Marta y tiene dos años másque él. Pero, aunque juegan mucho juntos, a vecesse enfadan y mamá tiene que poner paz entre losdos.

Y es que Felipe tiene un problema...a veces se leescapan las manos y hasta los pies. Si, si, se leescapan sol i tos...Bueno eso dice Fel ipe.

¿Qué a dónde se escapan las manos y los pies deFelipe?

Pues a veces al moflete del compañero, otras vecesa la espinilla del que le adelanta en la fila para entraren la clase; incluso un día la mano se le escapó a lacabeza del niño que se sentaba dos mesas másadelante.

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Felipe ylos sapos

Felipe es un chico de ocho años al que le gusta ir alcolegio. Tiene muchos amigos y monta muy bien enbicicleta.

Su hermana se llama Marta y tiene dos años másque él. Pero, aunque juegan mucho juntos, a vecesse enfadan y mamá tiene que poner paz entre losdos.

Y es que Felipe tiene un problema...a veces se leescapan las manos y hasta los pies. Si, si, se leescapan sol i tos...Bueno eso dice Fel ipe.

¿Qué a dónde se escapan las manos y los pies deFelipe?

Pues a veces al moflete del compañero, otras vecesa la espinilla del que le adelanta en la fila para entraren la clase; incluso un día la mano se le escapó a lacabeza del niño que se sentaba dos mesas másadelante.

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-¡Felipe! Llamó muy seria lamaestra, mientras José llorabadesconsolado.-¡Ha sido sin querer!, son mismanos que siempre se escapansolas. Dijo apurado Felipe.

La maestra le miró muy seria yel chico bajó la cabeza, un pocoapesadumbrado.

Pero, además, Felipe tenía otroproblema. A veces, se leescapaban palabras quesonaban muy mal. Además, nose acordaba nunca de decirgracias ni por favor. A pesar deque la abuelita Felisa, cuandoera pequeño, le había enseñadoun versito que decía:

“Con GRACIAS y POR FAVORse vive la vida mejor”.

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Pero él siempre lo olvidaba y cuando se daba cuentael “sapo” ya se había escapado de su boca. Así quea Felipe todo el mundo le regañaba: mamá, papá,los maestros y hasta la abuelita Felisa, a pesar deque Felipe era su nieto preferido.

Esa noche cuando se fue a dormir pidió a su ángelde la guarda que le ayudara a cuidar sus manos ysus pies. También le dijo que él no quería decirpalabras feas, que le gustaría mucho poder decircosas bonitas. En realidad Felipe era un niño de buencorazón, pero necesitaba un poco de fuerza paraque sus manos y sus pies le obedeciesen. Tambiénpara que sus palabras alejasen de su boca a los feos“sapos”.

A la mañana siguiente, cuando se encontró con suhermana en el desayuno en lugar de decirle comosiempre:

-¡Buenos días narizotas!

Felipe le dijo:

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-¡Buenos días, hermanita! Me pasas la mermelada,por favor.

Su hermana giró la cabeza sorprendida, y el propioFelipe se quedó mudo de asombro. No sabía cómohabían salido esas palabras de su boca, pero legustó la sonrisa de aprobación de mamá y de suhermana al escucharlo.

Al llegar al colegio se puso en la fila para entrar y vioque delante de él estaba Gustavo. Gustavo siemprese le adelantaba en la fila y a él le entraron ganas dedarle un empujón. Pero, cuando sus manos se leescaparon para hacerlo, Felipe empezó a dar palmas.

Plaf, plaf, plaf fue lo que se escuchó.

Gustavo se volvió y le dijo:

-¿Qué haces Felipe?-Nada, palmeo para calentarme las manos.

Felipe no salía de su asombro. Pero se sentía contentode que sus manos no hubieran empujado a Gustavo.

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-¡Buenos días, hermanita! Me pasas la mermelada,por favor.

Su hermana giró la cabeza sorprendida, y el propioFelipe se quedó mudo de asombro. No sabía cómohabían salido esas palabras de su boca, pero legustó la sonrisa de aprobación de mamá y de suhermana al escucharlo.

Al llegar al colegio se puso en la fila para entrar y vioque delante de él estaba Gustavo. Gustavo siemprese le adelantaba en la fila y a él le entraron ganas dedarle un empujón. Pero, cuando sus manos se leescaparon para hacerlo, Felipe empezó a dar palmas.

Plaf, plaf, plaf fue lo que se escuchó.

Gustavo se volvió y le dijo:

-¿Qué haces Felipe?-Nada, palmeo para calentarme las manos.

Felipe no salía de su asombro. Pero se sentía contentode que sus manos no hubieran empujado a Gustavo.

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Palmear resultaba mejor que pegar, además Gustavono se enfadó con él y hoy querría ser su amigo.

A lo largo de la mañana cada vez que Felipe teníael impulso de pegar o empujar, sus manos sólopalmeaban. Y cuando en el patio quiso dar unapatada a un niño que le había quitado el balón, seencontró dando saltitos. Al final estaba tan cansadode dar saltitos que sus piernas ya no se le escapabanpara dar patadas.

Así que esa mañana Felipe no se peleó con nadie.Gustavo quiso jugar con él y también otros niños yniñas de la clase.

Cuando llegó a casa estaba cansado de dar palmasy saltitos, pero contento porque hoy había hechomuchos amigos y hasta Ana, su compañera de mesa,le había invitado a su cumpleaños.

Cuando por la tarde fue al parque a jugar sucedió lomismo que en el colegio. Felipe palmeaba y saltabade vez en cuando, ante el asombro de Tobi su queridoperro. El fiel animal no entendía qué le pasaba a su

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amo, pero Felipe si que se daba cuenta de lo queestaba pasando.

Durante algunos días Felipe siguió dando algunossaltitos y palmadas, pero poco a poco se fueacostumbrando a utilizar sus manos para dibujar,

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escribir, modelar, jugar y muchas cosas más. Y suspies para andar, correr, saltar y jugar.

Su maestra le había enseñado, hacía tiempo, unverso al que Felipe no había prestado mucha atención.Ahora lo recordó con alegría:

“Yo tengo dos ojos para ver lo bello,con mis dos oídos la verdad entiendo,

dos manos, dos piespara hacer lo bueno,

palabras amablesque digo contento”.

Se dio cuenta de lo que eso quería decir y decidióno volver a utilizar sus manos y pies para hacer daño.

A partir de entonces Felipe hizo muchos amigos.

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El MirloEntre unos setos del parque daba saltitos un mirlo. Eraun mirlo pequeño y tenía un ala caída, pero eso no leimpedía volar y saltar de un lado a otro. Sus plumaseran de un negro brillante y su pico de color naranjaintenso. Sus vivos ojitos eran negros con un anilloamarillo alrededor.

Con su pico sacaba pequeñas lombrices del suelo. Alos mirlos les gustan también las semillas que encuentranen la hierba, los frutos de los rosales y los espinos.

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El MirloEntre unos setos del parque daba saltitos un mirlo. Eraun mirlo pequeño y tenía un ala caída, pero eso no leimpedía volar y saltar de un lado a otro. Sus plumaseran de un negro brillante y su pico de color naranjaintenso. Sus vivos ojitos eran negros con un anilloamarillo alrededor.

Con su pico sacaba pequeñas lombrices del suelo. Alos mirlos les gustan también las semillas que encuentranen la hierba, los frutos de los rosales y los espinos.

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De repente, algo llamó la atención del mirlo. Desde elcampanario de una iglesia cercana llegaba un sonidorítmico que él no había escuchado otras mañanas.

El curioso mirlo emprendió el vuelo hacia el tejado dela pequeña iglesia y entonces vio, cerca del campanario,un nido de cigüeñas. Una majestuosa cigüeña estabaallí, sobre el mismo nido al que regresaba cada año. Elsonido que el mirlo escuchaba era el que producían elave con su pico.

El pequeño pájaro se fijó un poco más y pudo ver dentrodel nido las crías de la cigüeña. Al mirlo le parecieronpequeñas y peladas, pero también despertaron sucuriosidad.

-No creo que estos pequeños pajaritos pelados puedanllegar a volar, se dijo el mirlo.

Cada mañana el mirlo se acercaba volando a una ramacercana al campanario y observaba el nido de lascigüeñas. Cantaba entonces con su voz aflautada ylimpia. De vez en cuando lanzaba gorjeos agradablesy musicales, queriendo llamar la atención de las crías

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de cigüeña.

Los mirlos son desconfiados y por eso no se acercabademasiado al nido. Pero...una mañana, cuando la mamáy el papá cigüeña habían salido a buscar comida, elmirlo llegó hasta el nido y pudo ver de cerca a las crías.Ya tenían alguna pluma y esta vez no le parecieron tanfeas.

-¿Qué hacéis todo el día ahí en el nido? Preguntó curiosoel mirlo.

-Comer y crecer, para después poder volar.

-Y …¿a que esperáis para empezar a volar? Les dijoel mirlo

-Es que tenemos miedo...reconocieron las crías decigüeña.

-Volar es precioso, les contó el mirlo, y para demostrarlovoló con alegría alrededor del nido.

-Las crías batieron las alas con entusiasmo.

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-¡Tú sí que vuelas bien! Eres valiente. A nosotras tambiénnos gustaría volar así.

-Pues ¡venga, venga! ¡Saltad ya del nido!

Las crías de cigüeña se asomaron temerosas al bordedel nido. Asustadas se acurrucaron, juntas otra vez, ymiraron con miedo al mirlo.

-No sabemos volar y...tenemos miedo.

El mirlo vio llegar a lo lejos a la mamá cigüeña. Susgrandes alas se batían al viento con elegancia. El mirloestaba maravillado ante el vuelo de la cigüeña y nocomprendía como las crías podían ser tan miedosas.

Durante varias semanas el mirlo se acostumbró a ir alnido de las cigüeñas, cuando la mamá y el papá noestaban. Poco a poco se fue haciendo amigo de laspequeñas crías y siempre les animaba a salir del nido.

Mamá y papá cigüeña les traían lombrices, saltamontese incluso alguna fruta que encontraban en los campos.El pequeño mirlo estaba solo, y él mismo tenía que

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buscarse la comida y la forma de sobrevivir. Pero eravaliente y además siempre estaba de buen humor.

-Vamos gandulotas, decía el pajarillo a las cigüeñitas,salid ya a volar.

Pero las cigüeñitas siempre decían lo mismo:

-¡Tenemos miedo a lo desconocido! ¡Nos asusta volar!

- Si no os atrevéis a volar, nunca podréis saber lohermoso que es. ¡No seáis miedosas!

Una mañana, en la que los rayos del sol de primaveraya calentaban bastante, el mirlo se acercó al nidodispuesto a hacer volar a las cigüeñitas.

-¡Hola pequeñas! les dijo animado.

-Hola amigo mirlo ¿Por qué estás tan contento?

-¡Porque hoy es el día en el que mis amigas las cigüeñasvan a volar!.

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-¡¡¡¿Queeeé?!!!

-Sí mis queridas amigas, ¡¡volaaaaar!!

Las cigüeñitas se asustaron mucho y se apretujaron enel fondo del nido. Entonces el mirlo comenzó a hacerpiruetas alrededor del nido para animar a las cigüeñas.

-Vamos, vamos pequeñas ¡a volar!, ¡¡a volaaaar!!

Tan entretenido estaba en llamar la atención de laspequeñas cigüeñas que no se dio cuenta de que ungavilán se acercaba. Para un gavilán un pequeño mirloera un bocado exquisito.

Las cigüeñitas, que habían sacado sus cabecitas delnido para ver al mirlo, vieron acercarse al gavilán ycomprendieron lo que iba a suceder. Su amigo estabaen un grave peligro, pero con tantas piruetas no sedaba cuenta.

-¡Mirlo! ¡Mirlo! Le gritaron mientras se encaramaban alborde del nido. Querían avisar a su amigo, sin darsecuenta de que ellas corrían el mismo peligro del que

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querían salvar a su amigo.

-¡Mirlo, mirlo! Seguían gritando las cigüeñitas. Y tantose asomaron al nido que una de ellas cayó de él, lasegunda al ir a cogerla se fue detrás y la tercera hizolo mismo.

Las tres cigüeñitas muertas de miedo extendieron susalitas y torpemente comenzaron a volar. Por un instanteel gavilán no supo si coger en pleno vuelo al mirlo o alas cigüeñitas. Y en ese instante sintió sobre si unasombra y el sonido de un aleteo.

Mamá cigüeña regresaba al nido y viendo en peligroa sus crías se dirigía veloz hacia el gavilán. Este sealejó lo más rápido que pudo.

El peligro había pasado. Pero...las cigüeñitas estabanvolando, después de casi dos meses ¡por fin estabanvolando!

El mirlo se dio cuenta del peligro que había corrido yvoló hasta su rama del árbol cercano, desde donde viovolar a sus amigas y se quedó maravillado.

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-¡Bravo mis queridas amigas! Ya os decía yo que hoysería el día en que comenzaríais a volar.

Pero lo que el mirlo no sabía es que las cigüeñitas sehabían lanzado a volar, a pesar del miedo, por intentaravisarle del peligro, al ver acercarse al gavilán.

Las pequeñas cigüeñas se dieron cuenta de que volarera maravilloso y ahora disfrutaban cada díaatreviéndose a alejarse cada vez más del nido.

El mirlo les enseñó las charcas, los prados húmedosy algunas plantaciones de frutales cercanos.

A comienzos de verano las cigüeñas abandonaron elnido. Ya eran mayores. Ya no tenían miedo.

En el otoño llegó el tiempo de emigrar para las cigüeñas.

Esa mañana de otoño el sol tenía un precioso coloranaranjado. El mirlo se posó en la rama alta de un pino.Al mirlo no le gustan las ramas muy altas, pero este eraun día especial. Quería ver partir a sus amigas.

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Allí a lo lejos las vio. Un grupo de cigüeñas cruzaban elcielo rumbo a las tierras de África. Entre ellas estaban susamigas, que en su vuelo dieron un rodeo sobre la plazadonde se encontraba el campanario. Al mirlo le parecióuna despedida y en respuesta lanzó un musical gorjeo.

Con su vuelo majestuoso las cigüeñas le decían adiós.El mirlo se sintió orgulloso de sus amigas, que habíanperdido el miedo a volar.

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Gabriela y las montañas

Gabriela es una niña de diez años que quiere muchoa la Tierra. Desde pequeñita plantaba semillas enpequeños tarros y cuando las plantas habían brotadolas transplantaba en macetas, que ponía en el alfeizarde la ventana.

Gabriela vive en un pueblo que está algo alejado deuna gran ciudad. Cuando va al colegio por la mañanamira cómo el sol se eleva en el horizonte. Entoncesse siente feliz.

Una noche, volviendo de casa de su abuelita, se fijóen la gran luna que lucía y en la silueta de la ciudadque se recortaba en el cielo. Pensó que la ciudadera bonita, aunque hubiera en ella demasiados cochesy ruidos.

Pero, al día siguiente, al ir al colegio se fijó en aquellagran ciudad que se divisaba a lo lejos. Por encimade los edificios se distinguía una mancha grisácea.

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-Papá, ¿qué es aquella inmensa nube gris que se vesobre la ciudad?

-Es la contaminación, hija.

Gabriela se quedó en silencio. Desde el pueblo sepodían ver las lejanas montañas de la sierra. Esasmontañas que conocía bien, pues los fines de semanaiba con sus padres a caminar por los senderos y enverano a bañarse en sus ríos. Sabía que allí el aireera puro y los pájaros cantaban felices en los árboles.

-Papá, ¿qué pasaría si un día la contaminación llegaraa las montañas? ¿Qué le pasaría a los árboles, a losríos y a los animales?Su papá se quedó callado un ratito. Gabriela se diocuenta de que su papá estaba preocupado ypensativo.

-Hija, yo creo que las personas que queremos a laTierra no vamos a permitir que eso suceda.

-Claro que no- contestó decidida Gabriela- los niñosno vamos a dejar que se ensucien nuestras montañas.

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Cuando Gabriela llegó ese día a casa, sacó suslápices de colores y sus acuarelas y comenzó adibujar.

Dibujó en hojas grandes: montañas con ríos de aguascristalinas, bosques de abetos y cedros, pájaros,plantas y niños felices por tener unas montañas tanbonitas con los animales que al l í viven.

En cada dibujo escribió un mensaje con letras grandesy claras. Quería que todo el mundo pudiera leerlosin dificultad.

Y con esta determinación se fue al centro del pueblo.En el bolsillo llevaba cinta adhesiva y unas tijeras.En la puerta del Ayuntamiento encontró al bedel y lepidió permiso para poner este cartel:

“Los niños nos sentimos alegres en esta tierra,con ríos de agua cristalina,con bosques de abetos y cedros centenarios,con estos montes tan altos,tan tranquilos.”

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Después se dirigió a la Escuela, que se encontrabaa las afueras del pueblo. Las clases ya estabancerradas pero Teresa, la directora, estaba dentro,

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trabajando en su despacho. Gabriela llamó al timbre.-Buenas tardes Gabriela-saludó la directora al abrirla puerta.

-Buenas tardes- contestó Gabriela. Quisiera pedirlepermiso para poner este cartel en la puerta deentrada.

Gabriela explicó a Teresa su preocupación por lasmontañas y su plan para que, entre todos, pudieransalvarlas. La directora le dijo que era una chicavaliente. Le dio permiso para poner el cartel y ellamisma le ayudó a hacerlo.

“Los niños queremos escuchar el viento limpio quesopla,la lluvia fresca en la mañana,los pájaros alegres ylas ardi l las corretear entre los árboles.”

Desde la Escuela había un buen trecho hasta elCentro de Salud. Había que atravesar todo el puebloy después recorrer una calle larga que tenía en mediouna hilera de plátanos que daban sombra. A Gabriela

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trabajando en su despacho. Gabriela llamó al timbre.-Buenas tardes Gabriela-saludó la directora al abrirla puerta.

-Buenas tardes- contestó Gabriela. Quisiera pedirlepermiso para poner este cartel en la puerta deentrada.

Gabriela explicó a Teresa su preocupación por lasmontañas y su plan para que, entre todos, pudieransalvarlas. La directora le dijo que era una chicavaliente. Le dio permiso para poner el cartel y ellamisma le ayudó a hacerlo.

“Los niños queremos escuchar el viento limpio quesopla,la lluvia fresca en la mañana,los pájaros alegres ylas ardi l las corretear entre los árboles.”

Desde la Escuela había un buen trecho hasta elCentro de Salud. Había que atravesar todo el puebloy después recorrer una calle larga que tenía en mediouna hilera de plátanos que daban sombra. A Gabriela

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le encantaba esa calle y en ese tiempo los árbolesestaban llenos de pájaros que no cesaban de cantar.Así que comenzó a caminar animada y un buen ratodespués llegó a la puerta del Centro de Salud.

Preguntó en el mostrador de la entrada si podía poneruno de los carteles que había pintado. Las dosmujeres que estaban delante del ordenador la miraronsorprendidas. No sabían qué decirle, así que lahicieron esperar hasta que el responsable del Centropudo atenderla.

Ahora sí que se sentía cansada y un pocodesanimada. Cuando, por fin, se le acercó un señorde bata blanca y le preguntó:

-Me han dicho que quieres poner un cartel en lapuerta del Centro de Salud. ¿Quieres enseñármelo,por favor?

Aquello de la bata blanca le imponía mucho aGabriela, pero pensando en sus queridas montañassacó valor, desenrolló el tercer cartel y se lo mostró.

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Los niños queremos seguir oyendoel croar de las ranas en las charcas,los grillos, las lechuzas,los sonidos de la nocheen la Montaña.

El señor de la bata blanca le preguntó a Gabrielaporque quería poner aquel cartel y Gabriela contestó:

-Para que todos recordemos lo hermosas que sonlas montañas y así queramos cuidarlas.

El señor de la bata blanca, que era médico y sabíacuánto ayuda el aire puro de las montañas para sanara las personas, le dijo:

-Claro que puedes poner el cartel, Gabriela. Yo mismote voy a ayudar a hacerlo y te animo a que sigasdecidida a cuidar a esta Tierra que nos acoge.

Por último Gabriela se dirigió al Super. Estaba cansaday los pies le dolían de tanto caminar. Pero despuésde hablar con el médico se sentía animada. Laspersonas mayores también sabían lo importante que

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eran las montañas, su aire limpio, sus árboles yanimales.

Con decisión entró en el Super y preguntó por laencargada. Salió Loli y sonrió a la niña. Loli era amigade su mamá y conocía a Gabriela desde que erapequeñita.

-Hola Gabriela. ¿Te ha enviado mamá a compraralguna cosa?

-Hola Loli. No quiero comprar nada. Quiero pedirtepermiso para poner en la puerta de la entrada alSuper este cartel:

“Los niños queremos cuidar esta Tierra,la preciada agua, las verdes plantasy a nuestros amigos los animales.

Loli dio un gran achuchón a Gabriela, como siemprele daba desde que era pequeñita, cada vez que laniña hacía algo que a ella le parecía una buena cosa.Mientras decía con efusividad:

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-“Esta es mi niña”.

Gabriela se puso un poco colorada, pues todas laspersonas que compraban se giraron para mirar. Perocuando pudo soltarse de los brazos de Loli sedespidió agradecida y salió para poner el últimocartel que llevaba.

Los carteles eran tan bonitos que a nadie le molestóque Gabriela los hubiera colocado. Además, ellahabía puesto su nombre y su dirección en la partede abajo de los carteles, por si alguien queríapreguntarle.

Y algunas personas del pueblo, sí que le preguntaron.Y Gabriela les contó sus ideas para que lacontaminación no llegara hasta las montañas.

María la panadera le dijo:

-Pero Gabriela, ¿qué puede hacer una niña como túpara detener la contaminación y proteger la montaña?

-Señora María- contestó Gabriela- cada uno de

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nosotros podemos hacer una cosa pequeñita. Perosi cada uno de nosotros hacemos una cosa pequeñatodos los días, se puede convertir en algo grande.

La señora María se quedó pensativa. Se daba cuentade que Gabriela tenía razón y se preguntó qué podríahacer ella para ayudar a proteger la naturaleza.

En la Escuela también había comentarios acerca delos carteles de Gabriela. Todos querían hacer máscarteles y ponerlos por el pueblo. Todos queríanayudar a Gabriela a cuidar las Montañas.

Lucía, la niña más pequeña de la clase preguntó envoz alta:

-Pero... ¿Hacer carteles ayudará a cuidar lasmontañas?

Los demás niños se quedaron callados mirando aLucía. Después miraron a la maestra.

-Al hacer los carteles Gabriela nos ha hecho pensara todos sobre el daño que hacemos a la Tierra.

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Pepe, que era un poco pesimista dijo:

-Yo creo que nosotros no podemos hacer nada. Sólosomos niños.

-Yo sí puedo hacer algo, es poco, pero es algo- dijodecidida Gabriela. Puedo ducharme rapidito y singastar mucha agua.

-Pues yo también puedo hacer algo- se animó a decirLucía. Yo puedo estar más atenta para no tirar losplásticos y papeles a la basura. Mi mamá siempreme lo dice, pero a veces se me olvida.

A Pepe se le iluminó la cara de repente y dijo:

-Yo también puedo hacer algo. Le diré a mi papáque los domingos, cuando vamos por la mañana acomprar el periódico, vayamos dando un paseo envez de ir en el coche. Sólo son tres calles.

Mar que era muy presumida dijo, poniéndose unpoco colorada:

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-Yo siempre estoy pidiendo a mi mamá que mecompre ropa nueva. Creo que puedo ayudar a latierra si compro un poquito menos. Además mi armarioestá ya a punto de reventar...

Mar se había puesto tan colorada que todos los niñosle dieron un gran aplauso, para animarla. Manueltambién participó, haciendo un esfuerzo para quelos demás le entendieran, pues hacía dos días quele habían puesto el aparato de los dientes y todavíahablaba con dificultad.

-Mi madre siempre me dice que apague la luz cuandosalgo de una habitación. A veces me olvido. Ahoravoy a estar más atento.

Todos los niños sonrieron, pero habían entendido loque Manuel había dicho y ninguno se rió de él. Amuchos de ellos también se les olvidaba lo de apagarla luz y ahora todo este asunto de no contaminar lamontaña les parecía muy importante.

Esther levantó la mano, con su cara sonriente comosi acabase de descubrir algo importante:

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-Ahora entiendo porqué mi papá siempre insiste enque en invierno cerremos las puertas cuando lacalefacción está puesta. Él dice: -“¡Que se escapael gato!”, y yo de pequeñita pensaba que era unabroma, porque no tenemos gato. Pero este inviernopasado, un día que me dejé la puerta de la calleabierta, mi papá me dijo muy serio:

-Esther ponemos la calefacción para estar calentitos,pero eso cuesta y no sólo nos cuesta dinero. Cuandoseas mayor lo entenderás.

-Ahora lo entendemos todos, dijo Laura, a quien sumamá también insistía en lo mismo.

Los niños siguieron dando cada uno su aportacióny la verdad es que salieron muy buenas ideas.

-Caramba, dijo Enrique, no pensé que pudiéramoshacer tantas cosas para ayudar a que lacontaminación no llegase a las montañas.

-Son pequeñas cosas, pero juntas son una gran cosa- dijo el travieso de Guille. Y añadió:

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-Es como las travesuras que yo hago, que una solaparece poca cosas, pero cuando ya llevo muchasse arma “la gorda” en casa. Los niños rieron divertidos.

Todos estaban alegres. Se comprometieron a llevara la práctica sus propósitos y más personas delpueblo también hicieron lo mismo.

La señora Maria, la panadera, decidió que en lugarde bolsas de plástico en su panadería sólo utilizaríabolsas de papel reciclado. Sabía que el plásticocontaminaba mucho. Aunque ahora muchos vecinos,cuando iban a comprar el pan, traían de casa labolsa de tela y le decían:

-María no me des bolsa, he traído esta que es detela y no hay que desecharla. Cada vecino queríacolaborar a su manera para que las bellas montañasque veían a lo lejos siguieran estando sanas.

Era sólo un pueblo y solo un puñado de personas,pero era importante. Tal vez en otros pueblos de laTierra, en ese mismo momento, otros niños y otrosadultos estaban haciendo cosas parecidas.

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Tal vez, cada vez más seres humanos iban a tomarla determinación firme de hacer una pequeña cosapor nuestra Tierra.

Eso es lo que pensaba Gabriela.

Eso es lo que quieren muchos niños en la Tierra.

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Historias tiernas y divertidas sobre las situaciones que deben afrontar los niños y

niñas de hoy en día.

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