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Diario de Viaje ECUADOR

Del 30 agosto al 15 Septiembre 2012 Día 1 (Jueves 30 de agosto), Quito: Como todos los viajes, éste también empieza madrugando. Salgo de Ontinyent a las 5h y despego en Madrid a las 12:15.

En la T4 me llevo las primeras impresiones de Suramérica. Cuando me pongo el último en la cola para embarcar (no entiendo a la gente que se mata por subir antes para poder estar más tiempo apretujado en el avión), una pareja de ancianos indígenas andinos, con cara de asustados y perdidos, de apenas un metro de estatura y vestidos con traje tradicional, preguntan por el vuelo a Guatemala. La azafata les indica el número de puerta y ellos responden que no saben leer ni escribir. Nadie fue capaz de acompañarles o escribirles el número de puerta. Aunque me toca pasillo, logro ver, después del interminable charco, la costa venezolana y las islas de Trinidad y Tobago, luego sólo nubes hasta aterrizar. Tras 11 h de vuelo llego a Quito a las 16:20 hora local. Son 7 horas menos de diferencia, no 6 como creía, al no haber contemplado nuestro horario de verano. Una interminable hora más atrofiado en mi asiento! Tras los trámites con Migración, llego a las 18 h al albergue y me acuesto a las 19:30 con un poco de sensación de ahogo, descanso bien y despierto a las 4 a.m. sin poder dormir más. Hace frío, al menos tras el calor sufrido este verano... Quito: Con 2 millones de habitantes (ha crecido medio millón en los últimos 4 años) es la segunda ciudad más grande de Ecuador, después de Guayaquil, con una extensión enorme, de 50 km de largo y un ancho de 3 hasta 15 km. Situada a una altura de 2850m, seguramente sea la segunda capital de estado más alta del mundo (después de La Paz).

El tráfico es caótico, aunque los he visto peores. La polución es altísima, a pesar de que la ciudad está a 3000 m de altitud y expuesta siempre al viento.

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De hecho el tráfico de Quito está preocupando a las autoridades, el transporte público se compone de buses, taxis y el trole. Se está planteando la construcción de un metro subterráneo (en mi opinión esto causaría un mayor caos todavía varios años durante su construcción, y surgirían problemas técnicos debidos a la composición inestable de cenizas volcánicas del suelo de Quito). Se ha instaurado la ley de Pico y Placa, que obliga a restringir la circulación de los vehículos en función de su matrícula. Por ejemplo los lunes no pueden circular en las horas punta los vehículos cuyas matrículas acaben en 0, 1 o 2. Aunque esta solución no resulta eficiente, ya que la compra de vehículos privados y la gasolina están subvencionados por el gobierno. Los que tienen coche propio no suelen tener problemas económicos (o hambre al menos). Así que la gran mayoría ha optado por adquirir un segundo coche, lo que ha aumentado aun más el parque automovilístico. Un parque peculiar, donde todos los vehículos, nuevos o antigüedades, están “tuneados”, ya que tiene preferencia quien más luce y sobre todo, quien pita más fuerte. Cuando frenan, los intermitentes y las luces de marcha atrás parpadean, mientras que las luces de freno permanecen apagadas. Se quejan que debido a los accidentes de buses, han empezado a limitar la velocidad y poner controles de radar. Aunque adelantar en curvas sin visibilidad se sigue aceptando. Los buses son bastante peligrosos, ya que suelen haber varias compañías que cubren el mismo trayecto con los mismos horarios. Así, por ejemplo, salen de Quito 3 buses hacia Otávalo a las 12 en punto, el que llega primero a cada parada se lleva a los clientes, el resto nada, así que se adelantan como locos durante todo el trayecto para quedarse con el máximo de pasajeros.

El aeropuerto de Quito está situado en medio de la zona norte de la ciudad, rodeado de viviendas. Los vuelos transoceánicos deben despegar de Guayaquil o Bogotá, ya que la pista es demasiado corta para poder despegar llenos de combustible. Se está construyendo un aeropuerto nuevo, en una gran extensión al norte, será uno de los mas grandes de Suramérica. Según los medios de comunicación las obras acabaron en septiembre. Aunque de camino al norte pude comprobar personalmente, que desde lejos sólo se divisaban las pistas, los cimientos y una torre de control aislada. El problema, comentan los medios, es que se olvidaron de los accesos, y ahora están construyendo a toda prisa una autovía para inaugurar en marzo del 2013. Puedo atestiguarlo con las retenciones sufridas.

El agua es clara, fresca y sin olor, me atrevo a lavarme los dientes (totalmente diferente al líquido amarillo con olor a cloaca de Kampala en Uganda). Bebo agua embotellada, aunque la del grifo debe de ser potable, ya que las ensaladas y zumos no desencadenan diarreas (o sí?).

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La temperatura oscila entre unos 12 y 22 ºC. A mediodía, al fuerte sol hace calor, pero no deja nunca de hacer viento, lo que a la sombra o si está nublado siempre da sensación de frío. Los indígenas se abrigan mucho, igual contra el sol que contra el frío viento. Llegan a unos 6 ºC de mínima. Hay estaciones secas (julio, agosto, diciembre y enero) y lluviosas, aunque como ya dijo Edward Whymper Some say there are seasons, but it is very hard to proove, puede pasar de todo en cualquier época del año, y no existen predicciones fiables. Ecuador: En 2007 Ecuador tenia la cuarta parte de la población de España (13 millones) repartidos en una superficie igual a la mitad de España, aunque de manera muy desigual (180 hab/km2 en la provincia de Pichincha donde esta Quito, y 2 hab/km2 en la provincia de Pastaza, en la selva del Oriente). Esta superficie se divide en tres ecosistemas muy diferentes: al oeste la Costa pacífica con manglares y bosques tropicales. Cruzando el país de sur a norte se extiende la cordillera de los andes, formando dos cadenas de volcanes entre 3500m y 6000m, entre las cuales se extiende una meseta situada a 3000m, llamado la Avenida de los Volcanes, donde se encuentra la capital Quito, esta zona se denomina la Sierra. Y finalmente, al este se encuentra el Oriente, separado por las montañas de la Sierra de la influencia del Pacífico, desciende hasta los 300m para formar parte de la cuenca amazónica, con clima tropical amazónico y bosque primario selvático. A esto hay que añadir las islas Galápagos, donde Darwin se inspiró para formular la teoría de la evolución. Actualmente Ecuador está gobernado por Rafael Correa, quien es amado por unos y odiado por otros. En todos los rincones del país hay carteles con eslóganes como Rafael para el pueblo, Correa para los corruptos. La situación política se ha tranquilizado respecto a los últimos años, aunque cuando fui había mucha polémica y se estaba efectuando una lenta y tediosa revisión de todas las firmas presentadas para la presentación de los partidos políticos a las elecciones, ya que más del la mitad eran fraudulentas (ponían nombres de indígenas que no saben leer ni escribir y que nunca se quejarían de que su firma fuese falsificada). Hace unos años se produjo la dolarización. Hubo una devaluación tan fuerte de la moneda vigente, el sucre, que en poco tiempo pasó de cambiarse 200 sucres por un dólar americano a cambiarse 250.0000 sucres por 1 USD. Llegados a este punto se anuló la divisa nacional y se adoptó el dólar americano. Las clases altas tenían sus cuentas en el extranjero, ya en dólares, y no se vieron afectadas. Las clases mas bajas se quedaron como estaban, sin nada. Fue la clase media la mas afectada, que perdió todos sus ahorros. Desde entonces Ecuador es el país mas caro de Suramérica, especialmente los productos importados. Un paquete de Marlboro fabricado en Ecuador vale 2$, mientras que un Lucky Strike importado de Colombia vale 4$. Por cierto, Ecuador es el único país de Suramérica donde está prohibido fumar en establecimientos públicos. La gasolina está subvencionada porque Ecuador tiene petróleo, y el litro de gasoil vale 1,02$ en la selva, cerca de los pozos de petróleo, y 1,03$ en el resto del país. Destaca la falta de conciencia medioambiental en todo el país. A pesar de los carteles del gobierno con frases como La tierra no es la herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos, nadie respeta el medio ambiente, a pesar de que viven mucho más ligados y dependientes de él que nosotros. En la Sierra los incendios forestales son constantes, muchos provocados y otros por descuido, y al no haber medios de extinción arden durante días y arrasan grandes extensiones. En las carreteras, especialmente en la pana, la gente lanza las bandejas de comida por la ventana del autocar, y los arcenes están repletos de basura. No existen depuradoras y todos las aguas residuales industriales y urbanas se vierten al río directamente. En la selva, los quichuas beben, lavan y pescan en el río al que tiran su basura y residuos. Todavía persiste el machismo. Una persona que conocí, es un ejemplo típico. Se casó con 20 años y se divorció con 22 tras tener un hijo. Ahora que tiene 28 años vive con su novia, pero en este tiempo ha tenido otro hijo con su ex-mujer, cosa que no sabe su novia. Ambas viven en Quito. En Tena y Riobamba tiene otras dos novias de 18 y 24 años. Además intenta seducir a todas las mujeres que encuentra, e intentó convencerme para visitar un prostíbulo. Él mismo confesaba que el problema era el cambio generacional. Los padres obligan a casarse para poder convivir con una pareja, y los jóvenes se casan sin conocerse, lo que normalmente acaba en divorcio y madre soltera o embarazada, que suele optar por tener a su hijo en Inglaterra o EEUU, donde la sanidad es mejor y gratuita (en Ecuador es gratuita pero pésima, quien puede opta por la privada), y su hijo tendrá posibilidades de conseguir esa nacionalidad.

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Cuando un hombre para a repostar en una gasolinera, baja la ventanilla, pide el importe a repostar y espera que le llenen el depósito (en ningún momento apaga el motor), luego saca el billete por la ventanilla sin mirar y si le atiende una mujer dicen toma niña, y si le atendió un hombre dice gracias Don. Otra cosa que me sorprendió fue la relación de los ecuatorianos con España, a la que llaman madre patria. Confían en la ayuda y el abrigo de España (a pesar de la sangrienta conquista e imposición cultural, que parece que en 500 años se olvida), y se sorprenden e indignan de algunas noticias recibidas, como:

- España retira el SIP a los sin papeles - Detenidos 2 ecuatorianos por circular sentados en la parte trasera de una camioneta (es de lo más

habitual en Ecuador). - Rafael Correa invita a los ecuatorianos residentes en España a rebelarse contra los desahucios.

Día 2 (Viernes 31 de agosto), Cuicocha: A las 8h me recoge un guía con su coche, David, que he contratado principalmente para facilitar el transporte, que me acompañará hoy. El resto del viaje me trasladará otro guía que conoceré mañana. Salimos de Quito dirección norte por la pana (carretera panamericana, que cruza América del Sur de sur a norte), no sin antes parar en 3 ferreterías para intentar arreglar la conexión de la batería del carro. Pasamos por el lago San Pablo a los pies del volcán Imbabura, que con 4609m domina y da nombre a la provincia. En sus faldas se ven incendios forestales, al igual que en las laderas del Pichincha en Quito. Conducimos 175 km hasta la laguna Cuicocha, un lago en un cráter extinto, a 3100m. Esta laguna se alimenta de las quebradas (barrancos) que bajan del volcán Cotacachi, de 4939m. Cuenta la leyenda, si no recuerdo mal, que papá Imbabura se comprometió con mamá Cayambé (otro volcán al sur de 5790m) pero luego se fijó en Cotacachi. Lleno de celos, Cayambé cortó la cabeza a Imbabura, la cual cayó en medio de la laguna de Cuicocha, formando las dos islas que hoy vemos. Pronto coincido con David hablando de nuestra adolescencia y sus locuras, y me sorprende con un gran conocimiento de grupos de rock españoles, incluso acabamos escuchando Ilegales, Extremoduro, Eskorbuto, La Polla...mientras me confiesa que está enamorado de una clienta austriaca. Así pasamos unas horas parados en un atasco en la pana (por las obras de ampliación de la calzada para el nuevo aeropuerto), mientras vendedores a pie por el arcén ofrecen bebidas y helados.

A las 12:30 empezamos a caminar rodeando la laguna, entre páramo y una especie de selva andina. Observo bromelias, flejes y barbas de viejo, pinos y eucaliptos importados, y en las zonas cultivadas, vacas y maíz. A las 15:30 estamos de vuelta, a buen ritmo, aunque las cuestas escalonadas me agotan, me falta capacidad pulmonar. Lo que toca: una buena aclimatación!

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Una hora después logramos encontrar entre pistas la comunidad indígena kichwa (quichua) de Chilcapamba, y otra hora más tarde damos por fin con su presidente. Nos recibe amablemente y responde a todas nuestras preguntas, interesado en difundir sus proyectos. Dentro de la reserva aplican su propia justicia: en caso de mala conducta (por ejemplo un hurto) aplican primero reproches, marginación en el reparto (por ejemplo de comida), si reincide se le destierra, y si vuelve a cometer un delito contra la comunidad, se le aplica un castigo (generalmente la muerte) decidido en asamblea. Eligen anual y democráticamente a un presidente, trabajan juntos en tareas complejas (por ejemplo la construcción de una casa), viven del cultivo de maíz y de la artesanía que venden, a través de intermediarios, en el mercado de Otávalo.

A las 18:30 me deja David en un hotel céntrico de Otávalo. El dueño del hotel me recibe con una sorpresa: “Es mal día para dormir en Otávalo, hoy empieza la fiesta del Yamor, es el día del pregón, donde no se descansa en toda la noche. Toda la noche farra, a las 20h empieza el desfile, en la calle de la esquina, hasta las 24h que empieza la orquesta, en la cuadra de al lado, hasta el amanecer, que montan el mercado. Además el hotel esta lleno de gente que participa en la fiesta y están toda la noche armando farra...”. Que bien! Farra en plena aclimatación (descansar, sin hambre, no fumar, no beber,....). No sé si es el cambio horario, la altura u otras diferencias, pero no me entra nada de comida en todo el día. Veo un rato el desfile, son comunidades/pueblos que presentan a su reina, luego unos bailarines y la orquesta al final. Vienen incluso de Perú, Bolivia y Colombia (la Comunidad Andina que tiene libre circulación a través de las fronteras). Finalmente me acuesto, e incluso duermo algo!, gracias a unos tapones para los oídos y bastante cansancio.

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Día 3 (Sábado 1 de septiembre), Fuya-Fuya: A las 6h estoy en pie, aunque parece tarde ya que el mercado se está montando. Deduzco que el guía llegó por la noche, al ver su coche en el patio del hotel. Lo reconozco por una pegatina de evolución vertical. El patio está sembrado de botellas de aguardiente vacías, y en una esquina hay un gallinero. Tardamos un buen rato en lograr salir del mercado con el coche, porque tuvimos que buscar a los dueños de los tenderetes y convencerles para desmontarlos y así poder pasar. Aprovecho para comprar algunas telas y regalos. Al fin conseguimos salir del mercado.

En las afueras de Otávalo hacemos un alto en una feria de ganado.

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Conducimos en dirección al Fuya Fuya, un volcán extinto de 4263m (4290 s.o.f.). Es una zona de bosque andino nublado, donde la carretera empedrada asciende en el fondo de un cortado. Las paredes están cubiertas de una exuberante vegetación que amenaza con cerrar el paso. En las pequeñas aldeas que cruzamos, hasta en los cables de la luz crecen enormes hongos.

Durante el trayecto voy conociendo al guía Franklin Varela, quien me acompañará en las ascensiones y traslados durante el resto de mi viaje por Ecuador. Tengo suerte, es un buen andinista y un buen compañero. Forma parte del equipo del ecuatoriano Iván Vallejo, 14 ochomilista sin oxígeno, en un proyecto de rutas difíciles a cumbres emblemáticas. Este año ascendieron la cara sur del Aconcagua. Dejamos el carro en las lagunas de Mojanda, formadas en un antiguo cráter, custodiado por una mujer que, protegida del fuerte viento por tres paredes de plástico enganchadas a unos troncos, cocina para los visitantes. Al volver comeremos aquí. Hemos superado el límite arbóreo, situado a unos 3500m, se acabo la tupida selva andina y ya sólo queda hierba y matorral aislado: el páramo andino.

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Ascendemos rápidamente. Hoy ya no me ahogo! Adelantamos a un grupo de turistas guiados por laderas herbosas, alcanzamos la ante cima, y una corta trepada nos lleva hasta la cumbre (590md, 1,5h).

Descendemos corriendo en línea recta, una solitaria americana regordeta se echa al suelo, asustada a nuestro paso. Franklin se alegra de tener un pasajero ágil. De regreso a las lagunas, comemos bajo el plástico lo que cocina la mujer, maíz hervido varias veces y pelado (mote), y fritura de cerdo. Me entra bien, al menos mejor que los huevos del desayuno. Conducimos de vuelta a Quito, con el ya acostumbrado atasco en la pana. Me alojo en el mismo sitio, el Auberge Inn, y ceno una pizza tras una merecida ducha. Día 4 (Domingo 2) Gua Gua Pichincha:

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Hacia el oeste, Quito se extiende sobre las faldas del macizo del Pichincha. Este macizo tiene tres cumbres:

- El Rucu (viejo) Pichincha (dios que llora), un volcán extinguido de 4698m donde se puede subir hasta los 3950m en teleférico, pero donde se producen bastantes atracos y algún secuestro de turistas.

- El Padre Encantado de 4685m - Y el GuaGua (bebé) Pichincha, un volcán activo de 4694m. En 1999 tuvo la última gran erupción,

cubriendo Quito de ceniza, y todavía recuerdan con temor una explosión que en 1660 cubrió Quito y sus alrededores con 40cm de ceniza y 4 días de total oscuridad.

A las 9h me recoge del albergue el guía Franklin con su coche y esperamos a Franziska, una suiza residente en Quito, de la agencia Latitud 0º, con quien organicé el viaje por internet. Cruzamos el sur de Quito para dirigirnos al valle de Lloa, un pequeño valle de verdes praderas con vacas y campos de maíz. El suelo esta formado por sucesivas capas de ceniza, vestigios de las sucesivas explosiones del volcán, que forman una arenilla y grava de piedra pómez.

Remontamos el valle por una pista que lleva a un refugio a 4550m. Sin embargo, para una mejor aclimatación, Franziska y yo bajamos del coche a medio camino. Franklin sube con el coche hasta el refugio y nos espera allí. Asciendo la pista sin problemas, observando la curiosa geología y vegetación, mejor en forma que la suiza, a pesar de que esta aclimatada (lleva 15 años viviendo en Quito y es guía de trekking).

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A partir del refugio nos envuelve la niebla y nos dirigimos a la arista del cráter por una resbaladiza ladera, para continuar por la arista hasta la cumbre. Cuando clarea la niebla logramos distinguir el cráter y observar fumarolas que salen entre las rocas del fondo, prueba de lo viva que esta la tierra. A pesar de mi interés por bajar al fondo del cráter, decido finalmente no intentarlo. El cono está formado por laderas de ceniza inestables, que te entierran en aludes de arena y lahares. El fondo está colmado de gases tóxicos. Franklin sólo se ha adentrado 4 veces en el cráter, siempre como equipo de rescate para sacar el cadáver de alguien que decidió intentar el descenso.

En la cumbre no hace frío, 10ºC, pero el constante viento acaba helándome, y agradezco unos guantes finos. Han sido 660md de ascenso. Regresamos corriendo sobre las inestables laderas al coche, y conducimos la pista de regreso al pueblecito de Lloa, donde comemos en un restaurante típico, como hacen muchos quiteños con sus familias los domingos. Escojo un caldo de gallina criolla, entre otros manjares disponibles.

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Dejamos a Franziska en una parada del trolebús al cruzar Quito sur, y cogemos la pana, esta vez dirección sur. Nos dirigimos a El Chaupi, un pueblecito de 4 casas donde se encuentra el hostal Llovizna. El hostal hace honor a su nombre, al estar rodeado de niebla y envuelto en una fina llovizna. La habitación es fría, con una ventana cuyo marco es menor que el hueco de la pared y por donde entra silbando el viento. Ceno mal y duermo peor. Debería haberme metido en el saco de plumas que llevo.

Día 5 (Lunes) Illinizas: En pie a las 5am, y tras devolver los huevos del desayuno como de costumbre, subo con el guía en coche hasta el parqueadero La Virgen, situado al pie de los volcanes Illinizas a unos 4000m. La pista pasa por grandes haciendas de pastoreo vacuno, donde la sequía obliga a regar los prados y campos de maíz con aspersores.

A las 6:30 empezamos a caminar, nos sigue acompañando la fina llovizna de ayer, pero ahora con viento y 0ºC. Me siento cansado, las piernas no responden. Atravesamos el páramo helado y solitario, y de repente

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se cruza 15m delante de mí un lobo salvaje, que sin inmutarse sigue su camino. El tiempo empeora mientras subimos hasta el refugio Nuevos Horizontes, situado a 4650m, entre el Illinizas Norte (5126m) y el Sur (5263). Llegamos en 2h y 10min tras 725md. Rápidamente nos resguardamos del viento en el interior del refugio, frío pero equipado con cocina. El guarda no está, no hay nadie. Comemos algo mientras decidimos cancelar la ascensión. A las rutas técnicas del Illiniza Sur les falta nieve, y el Illiniza norte esta cubierto de hielo, sin visibilidad alguna, y el tiempo no es muy agradable.

Emprendemos la vuelta al coche. Conducimos hacia la panamericana, al poco nos cruzamos con el guarda del refugio, que asciende a caballo. Seguimos otro tramo la pana dirección sur hasta Lasso, para alojarnos en el albergue Cuello de Luna. Está situado frente al Cotopaxi, que significa cuello de luna en quichua, ya que parece el cuello que une la luna llena a la tierra. El volcán está formado por un cono perfecto, de 20km de diámetro en su base, sobre la planicie a 3400m, y con un enorme cráter en su cumbre a 5897m. Está activo y suele erupcionar cada 100 años, creando nuevas capas de ceniza alrededor, aunque ya lleva 25 años de retraso. La mayoría de bibliografía lo suele considerar el volcán activo más alto del mundo, aunque otras fuentes aseguran que existen más altos en Chile cerca de la frontera boliviana (Guallatiri 6071m). Por fin se despejan las nubes, y consigo vislumbrar el volcán por primera vez. Mi próximo objetivo!

El albergue es estupendo, ducha caliente, buena comida y lo mejor, un chimenea en la habitación! Tardo segundos en encenderla y me caliento por primera vez en varios días. Como una trucha y ceno un filete. Todo esto me permite recuperar fuerzas y afrontar la ascensión del Cotopaxi con optimismo.

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Delibero con el guía y finalmente decidimos intentar el ascenso en el día. Lo normal es ascender hasta el refugio y pasar una noche allí, partir sobre la medianoche y llegar a la cumbre al amanecer. Pero pienso que estaré más descansado mañana después de dormir en el albergue, que habiendo descansado sólo unas horas en el frío refugio. Además prefiero caminar de día que en la fría y oscura noche, y como hace tiempo que no ha nevado, no hay peligro de aludes durante el día. Una circunstancia más me lleva a tomar esta decisión, la entrada al parque nacional Cotopaxi no abre hasta las 10am, demasiado tarde para iniciar el ascenso, pero el guía sabe que están en obras en la carretera y abren las barreras a las 7am para los camiones y trabajadores. Día 6 (Martes 3 de septiembre) Cotopaxi: A las 6h estoy en pie, tras dormir bien y calentito, salvo una extraña pesadilla donde me convertía en asesino, por primera vez desayuno los ya acostumbrados huevos sin contratiempos digestivos. El día esta despejado y se ve el cono completo del Cotopaxi. Un día perfecto!

A las 7am partimos del albergue, cruzamos la pana y las puertas de acceso al parque, desde donde conducimos por una pista de ceniza volcánica hasta el parqueadero del Cotopaxi a 4595m, donde llegamos a las 8am.

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Sigue despejado, no hace demasiado frío pero el fuerte viento se hace notar. Partimos hacia el refugio José F. Rivas (destacado andinista ecuatoriano) situado a 4867m. Llegamos a las 8:40, tomamos un té, nos abrigamos y nos colocamos el arnés. Partimos a las 9:10 hacia la cumbre.

La ruta normal, reestablecida por Franklin tras el derrumbe de un serac que causó varios muertos, asciende primero por una ladera de ceniza arenosa resbaladiza, muy pesada de ascender, hasta alcanzar el borde del glaciar. En este punto nos ponemos los crampones y encordamos cortos. Nos introducimos en el glaciar, en su zona mas descompuesta, zigzageando en un laberinto de grietas, bajo seracs y puentes de hielo. Las formaciones de hielo son espectaculares. Empieza a aparecer alguna nube en el horizonte, proveniente de la condensación de la humedad del Oriente.

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Subo a buen ritmo hasta los 5300m, donde empiezo a notar falta de capacidad pulmonar. Los músculos responden bien pero me ahogo. No puc! Cada paso inspiro por la nariz, expiro por la boca y aún así me falta aire para dar el siguiente paso... El tiempo empeora, el viento aumenta de intensidad, nos alcanzan las nubes y nos vemos envueltos en la niebla. A 5500m me entra sueño, efecto de la altura. Son los pasos mas duros de mi vida. A las 14:25 alcanzamos la cumbre, sin visibilidad alguna, envueltos en el viento blanco: una llovizna de hielo impulsada por un viento incansable de unos 40 km/h, y niebla con unos 5m de visibilidad. Miro el reloj y parece marcar solo -3ºC, aunque es difícil distinguirlo, la esfera esta cubierta de hielo y la nieve me golpea en los ojos, y con las gafas de ventisca resulta imposible distinguir algo. Desde luego mi sensación térmica es de unos -25ºC.

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Por fin! Un sueño cumplido! Estoy en la cumbre del Cotopaxi a 5897m! Aunque estoy derrotado tras estos 1540md. Me asomo a lo que se supone que es el impresionante cráter, aunque no veo mas allá de un metro de blanco. Debería sacar la chaqueta y las manoplas de plumas de la mochila para resguardarme, pero las condiciones son tan desfavorables que nos hacemos dos fotos y descendemos rápidamente. A las 16 h estamos de vuelta en el refugio. Llego exhausto, intento beber té pero devuelvo todo el líquido ingerido durante el ascenso. Una aburrida alemana, que espera al ascenso al día siguiente, se acerca, pero soy incapaz de mantener una conversación. Hace varios días que nadie hace cumbre, por el mal tiempo (lo vivimos en los Illinizas). Esta noche lo han intentado dos grupos, pero retrocedieron por el fuerte viento. Nosotros aprovechamos la corta ventana de buen tiempo durante el ascenso, aunque por desgracia en la cumbre se cerró. Durante el descenso vimos a dos grupos ascendiendo al inicio del glaciar, pero no tardaron en darse la vuelta y regresar al refugio. También hablamos con algunos guías que habían estado en el Chimborazo durante los últimos días. Nadie había subido. La ruta normal (ruta del Castillo) sufre la constante caída de piedras y seracs, debido a la sequía y a la regresión del glaciar. La ruta Thielmann, más directa y técnica, tampoco se encuentra practicable, por falta de nieve y desprendimientos. La alternativa es rodear el torreón del Castillo por detrás, siguiendo su arista, lo que conlleva un mínimo de 13h de marcha para alcanzar la cumbre (4 horas más que la ruta normal). Y hay que alcanzar la cumbre al amanecer para poder descender sin demasiado riesgo de desprendimientos! Intento analizar las causas de mi agotamiento. Evidentemente no estoy suficientemente aclimatado. Desde el principio ya echaba en falta en el programa el dormir a más altura. He ido ascendiendo cumbres de altura progresiva, pero siempre durmiendo por debajo de los 3500m. La aproximación en coche hasta los 4600m no permite aclimatarse en el camino, y además no he pasado ninguna noche en el refugio. Con más tiempo, hubiera sido ideal dormir una noche en el refugio (aunque luego descendiera para dormir antes del ataque a la cumbre en el valle). Me alegro de haber superado la tentación de darme la vuelta, y haber alcanzado la cumbre pese al esfuerzo. Creo que lo superé porque me estaba concienciando de que no conseguiría subir al Chimborazo pasado mañana, al no estar suficientemente aclimatado. Al menos quería alcanzar la cumbre del Cotopaxi, el otro sueño que perseguía, aunque fuera para no ver nada. Tras casi una hora recuperándome, descendemos al parqueadero y conducimos dirección a Baños, regresando por la pista hasta la puerta de entrada al parque, alcanzamos la pana que continuamos hacia el

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sur. Cruzamos Latacunga, rodeamos Ambato y dejamos la pana para descender a Baños, por la carretera al Oriente. Cada localidad tiene una especialidad: helados, caramelos de azucar (Baños), queso fresco, bizcochos (Cayambé), pantalones vaqueros,... Alcanzamos Baños a las 20:30h, todavía consigo algo de cena en el hostal Donde Iván, me ducho y a dormir.

Día 7 (Miercoles) Baños: Baños es una ciudad turística, repleta de hostales, restaurantes, pubs y empresas de deportes de aventura. Tradicionalmente elaboran caramelo a partir de la caña de azúcar. Se considera la puerta de la Amazonía, al estar situada junto al río Pastaza, que marca el camino hacia la cuenca del Amazonas. Situado a 1800m, a medio camino entre la alta Sierra y el bajo Oriente. Aunque se suponía que haría calor, la verdad es que sigue haciendo bastante fresco y viento. Cuando entraré en calor? Deambulo por las calles, el mercado, la estación de autobuses, el puente de San Francisco, donde me ofrecen saltar haciendo puenting. Yo miro las destartaladas cuerdas que utilizan y declino amablemente la oferta. Por debajo discurre el Pastaza, todavía un río joven, pero ya contaminado, todos los pueblos y ciudades vierten sus residuos sin depurar al río, mientras los turistas hacen rafting en él. Pobres comunidades Shuar que viven en y de este río miles de kilómetros mas abajo, en la selva de Perú! No saben ni de donde ni porque les llega un agua que los esta matando...cuando ellos no han contaminado jamás.

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Por la noche cenamos un buen filete con salsa de setas en un restaurante, y nos metemos en un garito donde pronto entramos en conversación con otros guías de escalada y rafting. Conozco a Miguel, un simpático asturiano que esta de viaje por Ecuador y Perú con su moza, gracias a unos vales de Iberia. Vienen de escalar en Perú. Me cuenta que ha vendido su piso y su furgoneta y que de regreso a España se establecerá en un pueblecito Leonés, para dedicarse al campo y al ganado. Día 8 (Jueves) Chimborazo: Hoy nos vamos al Chimborazo! En principio estaba previsto pernoctar esta noche en el refugio y a medianoche partir hacia la cumbre, pero como he decidido no intentarlo, solo vamos de visita. Salimos de Baños por la carretera a Ambato, y al poco tiempo nos desviamos a la izquierda por una carretera que lleva directamente a Riobamba, pasando por Penipe. Esta carretera ha estado cortada los últimos meses, desde que el Tungurahua iniciara su actividad. Situado encima de Baños, el volcán Tungurahua de 5023m es de los mas activos de Ecuador. A principios de agosto empezó a escupir lava y cenizas, se desalojaron varios pueblos, y desde Riobamba se veían las

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erupciones por la noche, parecidas a castillos de fuegos artificiales rojos, mientras se escuchaba un terrible bramido y la tierra temblaba. Y eso que Riobamba esta a 40 km!

Los días que estuve por la zona el volcán estuvo tranquilo y no pude disfrutar de estos espectáculos, donde se siente lo viva que esta la tierra, y lo efímeros que somos sus habitantes. En todas las guías de viaje se menciona Baños, con el comentario de que la guía no se hace responsable de que la ciudad exista todavía cuando el viajero llegue. Esto es exagerado, ya que el cráter del Tungurahua esta abierto hacia el oeste, y Baños esta al norte. La carretera que tomamos rodea el volcán por el oeste, la zona mas afectada. El acceso y ascenso al volcán están prohibidos y vigilados, desde que hace unos meses dos holandeses se lesionaron gravemente al acercarse demasiado. Otro volcán al que no me puedo acercar! En el cruce encontramos a dos policías, a los que preguntamos si la carretera esta practicable, responden que sí mirando el 4x4 del guía, así que apartan la valla y nos dejan pasar. La carretera, asfaltada en principio, asciende por la ladera del volcán hasta alcanzar el barranco que conduce las aguas del macizo del Altar. Acaba el asfalto y continuamos ladeando una empinada ladera, cubierta de lahares (corrimientos de ceniza), por una pista acabada de abrir por una excavadora, en terreno inestable. En algunas curvas el camino se desprende al pasar, cayendo cientos de metros al barranco.

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Las huellas de las erupciones son impresionantes. Lahares que lo arrasan todo, desde la cumbre hasta el barranco, dejando una cuenca de cientos de metros de ancho. Las casas están cubiertas con 40cm de ceniza y con agujeros de 1m de diámetro en las cubiertas, provocados por las piedras lanzadas durante la erupción. Franklin se sorprende de que la gente regrese y siga viviendo y cultivando en la zona. Que van a hacer, si no tienen otra forma de subsistir? Después de unas dos horas de incertidumbre, descendemos a Riobamba. Atravesamos la ciudad, pasando por su centro colonial, repleto de edificios emblemáticos, que a mi solo me recuerdan la sangrienta ocupación española.

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Continuamos por la carretera hasta la pista que nos introduce en la reserva faunística del Chimborazo, cuya mole aparece de repente entre los bosques de polilepsis. Es increíble, impresionante, enorme.

Ascendemos lentamente (la falta de oxígeno se hace notar en el motor del Toyota Landcruiser) hasta el parqueadero junto al refugio Carrel, a 4840m. Alrededor, 4824 vicuñas pastan a sus anchas, traídas de Chile, Perú y Bolivia, tras extinguirse como consecuencia de la conquista española.

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Resulta increíble llegar en coche hasta esta altura. No hace nada de frío, el sol es abrasador, casi no hace viento y esta totalmente despejado. Seria un día perfecto para estar en la cumbre! Franklin opina que demasiado caluroso. Se queda en el primer refugio y yo asciendo hacia el segundo refugio, el Whymper, situado a 5000m (5050 s.o.f.).

El corto trayecto esta sembrado de cruces y placas conmemorativas de los montañeros fallecidos durante la ascensión a la cumbre, al menos dos al año. Este año son más, debido a las condiciones inestables del glaciar. En julio fallecieron dos españoles al caer en una grieta. Todo ánimos para el que va a intentar la cumbre! Aclimatado, con paciencia pero sin perjuicio, adelanto a los turistas, que se arrastran por la arenosa ladera ahogándose, subo unos 100md por encima del segundo refugio y me siento en una roca a contemplar la inmensa cara norte del Chimborazo, al que presento mis respetos. Es tan inmenso... pero con formas simples, lo que hace que parezca pequeño. Es decir, si observo la ladera pienso que en 20min llegaría del refugio Whymper a las agujas de Whymper. Sin embargo las distancias son mas grandes de lo que parecen, y una persona fuerte y aclimatada tarda más de 4h. Cada 10min se oye el estruendo de un serac y piedras cayendo encima de las rutas de ascenso.

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A 5100m, en manga corta y sin protector solar, fumo mientras contemplo el punto de la tierra mas cercano al sol (o el más alejado del centro de la tierra, depende de como se mire), la cumbre del Chimborazo a 6310m (cumbre Whymper o Máxima de Ecuador). Me siento raro al contentarme con contemplarlo y no pisarlo, pero consciente de que sería demasiado para poder disfrutarlo. Llegados a este punto, creo que toca explicar un poco de la historia, que hizo decidirme por este viaje. En 1802, el Chimborazo fue medido por primera vez por el erudito explorador alemán Alexander von Humbold. Se equivocó por pocos metros (hoy en día sigue sin haber consenso sobre su altura) y en su época se creyó que era la montaña más alta del mundo. No fue hasta 1880 cuando los hermanos Louis y Jean Antonie Carrel y Edward Whymper logran ascender hasta la cumbre, todavía creyendo que era la montaña más alta del planeta.

Jean Antonie y Louis Carrel vivían en Cervinia (Italia), y el sueño de Louis era el ascenso del Cervino ( o Matterhorn, seguramente la montaña más espectacular de los Alpes). En 1865 conoció a Edward Whymper, un reconocido alpinista aperturista inglés, que llegó a Zermatt (lado suizo del Cervino) con el mismo objetivo. Acordaron realizar la ascensión juntos, pero la política, ajena a las montañas, les jugó una mala pasada. En plena rivalidad de Suiza e Inglaterra con Italia, las retorcidas autoridades suizas hicieron llegar un mensaje falso a Carrel, en el cual Whymper manifestaba querer intentar el ascenso solo. A Whymper le hicieron llegar un mensaje similar. Esté, desilusionado, buscó un equipo de cinco acompañantes y se lanzó a la cumbre, por la que hoy es la ruta normal, por la arista Hörnli. Alcanzaron la cumbre por primera vez y divisaron pocos metros por debajo, en el lado italiano, a Carrel que subía por la arista Lyon, un poco más complicada. Carrel, lleno de rabia, se dio la vuelta y descendió. Whymper y su equipo dejaron un mensaje en una botella en la cumbre e iniciaron el complicado descenso, durante el cual cayeron 4 de ellos al vacío, al rasgarse la cuerda, conduciéndoles a la muerte. De vuelta a Zermatt con la trágica noticia, Whymper fue juzgado por asesinato. Aseguraban que él había cortado la cuerda para salvarse. Carrel se enteró de la noticia en Cervinia y solo, en medio de una tormenta, ascendió hasta la cumbre del Cervino por la arista Hörnli, donde encontró la botella con el mensaje, y en el descenso la prueba que buscaba: el resto de la cuerda rasgada. Con sus últimas fuerzas, congelado y lleno de arañazos apareció en el juicio de Zermatt, y ante los aturdidos asistentes, mostró la cuerda. El juez la inspeccionó y concluyó: ¡Está rasgada, no cortada! Whymper quedaba libre.

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Tras esta experiencia, Whymper y los hermanos Carrel decidieron emigrar en busca de nuevas montañas que conquistar, lejos del tergiversado y malvado mundo civilizado. Partieron hacia Ecuador y conquistaron gran cantidad de cumbres de los Andes juntos. Llega Franklin y me saca de mis ensimismaciones. Descendemos hasta el refugio Whymper donde charlamos con los guías mientras bebemos té de coca (debo decir que quita el hambre pero no ayuda con la altura). Nos confirman que la ruta normal y la Thielmann están impracticables, por lo que esta temporada se sube por detrás del Castillo dando un enorme rodeo, y aunque partas a las 22h el regreso es una ruleta rusa. Conozco a un Holandés que intentó la cumbre anoche, acompañado por un guía (no certificado) y se perdieron. Tras el amanecer partieron a buscarlos y a mediodía los encontraron perdidos entre las grietas por encima del Castillo. Esta noche pensaba volver a intentarlo con otro guía. Los hay con valor! Le deseo suerte y salimos del refugio. A pocos metros se encuentra un grupo de tres indígenas, sentados sobre el suelo y contemplando el horizonte, mientras toman aguardiente de caña casero en una botella de plástico de coca-cola de 2 litros totalmente llena. Muy amables nos saludan y ofrecen un trago, solo hablan quichua y Franklin consigue intercambiar algunas palabras (Franklin habla quichua del Oriente, él es natural de Tena, que varía bastante del quichua hablado en la Sierra). Se quedan a pasar la noche allí sentados, para estar más cerca de sus dioses. Al aire libre a 5000m, por la noche con vientos de 40 km/h y -20 ºC, con nada más que 2 litros de puro alcohol en el cuerpo!!!

Descendemos al refugio inferior y al parqueadero entre las tumbas, y Franklin me cuenta que hace unas semanas se prohibió la destilación particular en Ecuador, debido a algunos casos de fallecimiento por intoxicación metílica. Recuerdo que en la comunidad de Chilcapamba también observamos a un anciano indígena, tirado en un cruce de pistas al anochecer, con una botella de aguardiente y totalmente ausente de la realidad. Son los choques culturales que acaban alcoholizando a tantos indígenas en todo el mundo. De vuelta hacia Baños, nos detenemos a comer en una cevicheria de Riobamba, donde pido una sopa de pescado, que resulta muy consistente, repleta de pescado, calamar y langostinos.

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Regresamos por la misma carretera a las faldas del Tungurahua, ya anocheciendo, y llegamos a Baños justo para cenar un cui que habíamos encargado al hostelero Iván. El cui es un roedor, manjar típico de Ecuador que en otros países suele servir de mascota.

Después de la cena, coincidimos con otra guía conocida por Franklin, y acabamos charlando y bebiendo vino blanco Chileno. Interiormente celebro haber acabado bien la primera mitad de mi viaje, la montaña. Mañana descenderemos al Oriente, a la Selva, a la cuenca del Amazonas! Se acabó el frío, la altura y las cuestas interminables! Daré paso al calor, a la humedad y a los insectos! Día 9 (Viernes) Yacuma Lodge: Salimos de Baños sobre las 10 a.m. y descendemos el curso del río Pastaza, por un escarpado valle que desemboca en la planicie de la cuenca del Amazonas, descendiendo de 1800m a 300m. Para comunicar los poblados entre una orilla y otra utilizan unas cestas colgadas de un cable, llamadas tarabitas, que hoy son más bien un atractivo turístico que un medio de transporte. Por todos los lados caen cascadas al río, enclavado muy abajo. Observo la cascada de Agoyán y desciendo a la del Pailón del Diablo, que desemboca en una olla realmente infernal.

La vegetación es totalmente distinta, solo 10 km al oeste de Baños. Árboles enormes cubiertos de musgo y flejes debidos a la alta humedad. Empiezo a sudar y no dejo de hacerlo en una semana. La carretera antigua adoquinada serpentea al borde del precipicio debajo de cascadas. Hubo muchos accidentes con los camiones cisterna que conducían el petróleo de la selva a la costa, por lo que construyeron varios túneles que hoy alivian el tráfico.

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Llegamos a Puyo, donde dejamos atrás el río Pastaza y las montañas, y nos dirigimos al norte hacia el río Napo. Ambos ríos se juntarán para formar el Amazonas cerca de Iquitos, en Perú.

Alcanzamos el río Napo en Puerto Napo, y lo remontamos hasta Misahuallí, el último pueblo antes de adentrarnos en la selva. Hasta aquí llegan las autoridades y la policía, más adentro son comunidades indígenas o petroleras, territorio sin ley. Aprovechamos para comer un seco de pollo, empapado en sudor. Continuamos cruzando el último puente del río Napo a su orilla sur, y continuamos una pista paralela al río unos 30km hasta la aldea de Santa Rosa, donde llegamos puntuales a las 15h.

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Santa Rosa resulta ser una caseta de madera, situada a la orilla del río, donde venden refrescos y poco más. Compruebo que en el embarcadero (un ribazo de barro) se encuentra la canoa que me llevará a Yacuma Lodge, como había acordado. Me despido de Franklin hasta que me recoja dentro de 5 días. Tras presentarme al barquero y a su acompañante, un peculiar anciano quichua, que no para de repetir que tiene los testículos mojados, subo a la canoa con mis 30 kg de bártulos.

Descendemos el Napo hasta desviarnos por un brazo a la izquierda, que cada vez mas seco, obliga a realizar los últimos 500 m a pie. Hay sequía, el río esta muy bajo. Cuando pasamos cerca de una casa, hay niños quichuas bañándose y pescando en el río, mientras la madre conversa con el móvil en la orilla. A las 17 h llegamos a Yacuma Lodge, un albergue en medio de la selva, donde voy a pasar esta noche en una cabaña con paredes de tela mosquitera.

Antes de que anochezca subo hasta un mirador encima del lodge, donde me emociono con la vista del bosque infinito. Estamos a 31ºC, esta nublado pero seco, a lo lejos no dejan de sonar truenos. Sudo sin moverme. Pero menos mal que no llueve, todavía estamos en verano aquí, mientras que en la Sierra ya están entrando en el invierno (lo viví con el mal tiempo en Cotopaxi e Illinizas).

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Cuando bajo a cenar, han llegado unas estudiantes americanas que se encuentran de intercambio en Quito, y una pareja española de viaje de novios. Charlamos un poco, una de las americanas se escandaliza cuando le digo que ayer cené un animal igual a su mascota. Los españoles también se sorprenden cuando se enteran que esto, que para ellos es la selva profunda y una gran aventura, para mí solo es una aproximación hacia los huaroani, se admiran mientras piensan que estoy loco. Yo me escandalizo cuando el cocinero y encargado del lodge, un viejo cubano desarraigado, sacado de una película de Fellini, afirma que las vistas más bonitas del mirador son por la noche, cuando se ven las luces de los campos de petróleo esparcidos por la selva primaria. Mañana se supone que tengo organizado el traslado y la caminata hasta un poblado huaorani, para pasar un par de días allí. Intento averiguar donde, como y con quien iré mañana, pero todo es no te preocupes, respuesta sinónima de no tengo ni puta idea.

Antes de ir a dormir, el cocinero tiene la gracia de mostrarme dos tarántulas en sus nidos junto a mi cabaña, antes de desearme buenas noches. Nada que no se remedie con el ritual de la selva para blancos: revisar sábanas y bajo la cama, el interior de las botas, impregnarse de repelente, no encender la luz y taparse con la tela mosquitera. Nota: En este Diario de Viaje me limito a contar mis vivencias con los huaorani, para más información sobre sus costumbres, cultura, historia, historias y manera de vivir léase el ensayo antropológico que escribiré en breve titulado Omene (Selva). Día 10 (Sábado) Aproximación huaorani: Hoy si que empieza la aventura! Me levanto a las 5 a.m. y tras embadurnarme de repelente, revisar la ropa y las botas de agua (katiuscas) antes de ponérmelas, me encuentro con mis acompañantes. Parece que voy a partir en canoa con una cocinera quichua acompañada de otra joven quichua y un porteador, que también tomo por quichua. Apenas hablan castellano. Le enseño el mapa al porteador preguntándole donde esta el poblado huaorani. Sonriente me indica un punto en el mapa al norte del Napo. Extrañado le pregunto si desembarcaremos a la izquierda del río. Responde que sí. El lugar resultó estar unos 500 km mas al norte de nuestro destino. A las 7 a.m. partimos en canoa, para adentrarnos en la selva, río abajo, observando casas de quichuas que se bañan y pescan en el río mientras las aguas residuales de sus chozas de madera desembocan al lado, hay familias nómadas que se mueven por la orilla del río buscando oro (con suerte sacan hasta 3gr al día). A esta hora todavía se puede aguantar al sol y la temperatura es agradable. Tras 1h llegamos a la comunidad de Los Ríos, a la derecha del Napo, donde desembarcamos. Consigo entender que ahora proseguimos en una camioneta, de las escuetas explicaciones de la cocinera, mientras compra huevos y pan y una coca-cola en una de las tres cabañas de la comunidad.

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Subimos en la parte trasera de una camioneta que nos lleva dirección sur, hasta la comunidad de Selva Amazónica. La vieja y destartalada camioneta conduce por una pista, ésta ya sin puentes, a tramos el lecho de un río, con una resistencia inusitada.

Este es el último punto hasta donde puede llegar un vehículo al acabarse la pista, y donde se encuentran las últimas cabañas de los quichuas más adentrados en la selva. A partir de aquí se extiende el bosque primario hasta Brasil pasando por Perú. Un pequeña senda se adentra en él. Acordamos con el chofer de la camioneta que nos recoja en 4 días a las 15h en el mismo lugar y nos dirigimos hacia la senda. A su entrada nos encontramos con Omene, el cazador huaorani que me acompañará en la selva y acogerá en su tribu. Por fin lo conozco!

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Empieza la caminata por la selva, había dicho en algún momento que se acabaron las cuestas? La senda es un riachuelo de barro que sube a las lomas y desciende peligrosamente para cruzar el siguiente río o arroyo por su lecho o por encima de un tronco. Avanzamos 7h en dirección sureste, durante unos 25 km, cruzamos entre otros el río Tihuacuno. Menos mal que estamos en sequía y el río solo lleva medio metro de agua, tras las lluvias crece hasta 3m de profundidad que hay que cruzar a nado unos 15m de ancho. Espero que no llueva antes de mi regreso!

A veces se oye llover ligeramente, pero dentro de la selva, bajo los árboles no se nota. La humedad asfixiante y los 32ºC son suficientes para mantenerme empapado de sudor. Camino detrás de Omene, y por detrás nos siguen el porteador con la comida, la cocinera y su ayudante, esta última va descalza, el resto con botas de goma. Las mías de talla 42 (normalmente uso 45), lo que no es demasiado agradable para los pies, que van pisando piedras, raíces, barro y troncos. La cocinera, exhausta, no deja de repetir “camina duro el señor”.

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Atravesamos el bosque primario y observo tucanes, oropéndolas, un tigrillo (ocelote) que cruza 5m por delante, hormigas de 25mm, huellas de venado, de tapir y de jaguar. Por fin alcanzamos el poblado huaorani, situado entre dos brazos del río Shiripuno, un afluente del Curaray. Uno de los brazos procede de zonas pobladas y esta contaminado, el otro nace en la selva y está limpio.

Las mujeres y los niños del poblado me reciben en la cabaña comunitaria, con danza de bienvenida y chicha, cuyo trago obligado logro esquivar. La chicha la sirven en medio coco que llenan de un cubo de plástico, es una mezcla de plátano, yuca y agua. En contra de la creencia popular, no es mascada por las mujeres que la preparan, solo se escupe una vez dentro para acelerar la fermentación. No se nota el alcohol y se utiliza para paliar la sensación de hambre. Omene me traduce los cánticos, que dicen “mi hermano ha muerto, bienvenido, ahora tu eres mi hermano”.

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Tras la bienvenida, Omene me muestra el campamento donde descansaré estos días, unas tiendas de campaña instaladas bajo una cabaña tradicional junto al río.

Lavo la ropa en el río (en el limpio, los niños huaorani prefieren bañarse en el sucio porque esta más caliente). La tiendo con pocas esperanzas de que se seque, y aligerado del barro me quedo en pantalones cortos. Por fin puedo descansar! Pienso que menos mal que ayer no ascendí al Chimborazo como estaba planeado, hubiera sido demasiado y hoy no hubiese llegado hasta aquí. La reserva huaorani se extiende desde la mitad del camino de la comunidad Selva Amazónica hasta pasar la frontera de Perú. En ella se encuentran 37 comunidades huaoranis. En la que estoy invitado viven 42 personas agrupadas en 7 familias. Descanso tumbado en una hamaca que han tardado 3 meses en fabricar. No hay casi mosquitos, uff! Hay nutrias en el río, pero no las veo. Al anochecer la cocinera nos sirve la cena a Omene y a mí (parece que prefiere la comida “civilizada” que la yuca seca de su casa). Sopa y seco de pollo, como no, en Ecuador! Después de cenar Omene me cuenta historias tradicionales de sus antepasados. Verdaderos relatos de terror. Ya de noche, me voy a mear entre el bambú y encuentro una araña negra de patas finas, de unos 20cm de diámetro. Aseguran que es tejedora, no venenosa. Por la noche salgo de la tienda con todas las precauciones imaginables. La noche es fría y húmeda, todo esta mojado. Me tapo con todo lo que tengo, incluyendo la toalla, y duermo escuchando el rugido del río de fondo. Por suerte no hay monos aulladores cerca!

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Día 11 (Domingo) Huaorani día 1: Me levanto a las 7 a.m. y Omene me enseña un saladero de pájaros, una acantilado con tierra rica en minerales, donde cientos de pájaros van a nutrirse al amanecer. Tras el espectáculo matutino desayunamos y me visto con la ropa mojada de ayer, pero da igual, en 5 minutos la empaparía de sudor de todas formas. Cruzamos la comunidad hasta el otro río, en cuya orilla observamos tortugas de río enormes, alternando entre el abrasador sol y el agua. Cogemos una canoa, hecha de un tronco de árbol ahuecado, y descendemos el río hasta que un tronco caído nos obliga a continuar a pie. Tras unos 20min a pie abandonamos el río y nos adentramos en una laguna, con muchos pájaros (hoazines), lagartos (caimanes) y tortugas. Las boas y los cocodrilos se encuentran más río abajo. Mejor!

El sol es abrasador, y después de escuchar a Omene contarme tres historias, volvemos al poblado a comer. Por la tarde avanzamos en la dirección contraria, durante el camino me hace demostraciones de caza con lanza y cerbatana, y de como se construyen éstas y las cestas y cabañas. Llegamos a un punto elevado con vistas sobre la inmensa selva. Omene canta una canción para pedir buena caza de monos.

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De regreso vemos iguanas, hormigas corta hojas, termitas, una pava de monte, marcas y meadas de puma, y en la orilla opuesta al campamento, las huellas de un jaguar enorme. Omene me cuenta que merodean el poblado, atacan a niños pequeños cuando se bañan en el río y se comen a los perros domésticos. Cuando salen a cazar monos, mientras ellos disparan con la cerbatana desde lo alto de un árbol, el jaguar esta debajo al acecho para llevarse la presa cuando cae. Regresamos a cenar maito, un pescado (tirapia) cocinado en hojas de palma, que las cocineras acaban de pescar en el río. Tras la cena y la historia de costumbre, me acuesto y duermo como un tronco.

Día 12 (Lunes) Huaorani día 2: Otra noche fría y húmeda, a pesar de estar a 22ºC en la tienda! A las 6 a.m. empieza a llover fuerte. El río crece rápidamente medio metro y el agua baja marrón y turbia. Desayuno mientras observo el diluvio. Espero hasta las 9 a.m., pensando, como voy a volver mañana? Soy el sexto visitante de la tribu, el sexto grupo no huaorani que llega hasta el poblado. A una pareja que estuvo aquí anteriormente, les llovió y al volver, para cruzar el Tihuacuno, tuvieron que hacer peripecias: Omene trepo a un árbol que colgaba sobre el río y se dejo caer sobre las ramas de un árbol de la orilla opuesta, para atar los dos árboles juntos sobre el río. Luego paso la ropa y las mochilas de la pareja por el

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puente de árboles. Desde la otra orilla Omene tenso una cuerda y luego paso a la pareja arrastrándolos uno a uno, a nado y ayudándose de la cuerda. Y aún les quedaban unas 8 horas para regresar a Yacuma Lodge! A las 9:30 me pongo el poncho y partimos a la cabaña comunal del poblado, donde me esperan de nuevo las mujeres, los niños y otro hombre de la tribu. Realizan demostraciones de artesanía, cante y baile, un tanto artificiales (espectáculo para turistas).

La chicha vuelve a circular y esta vez no me puedo librar. El sabor es bueno, predomina el plátano, y no hay indicios de alcohol, pero el coco compartido entre toda la tribu y la base de agua de río me da que pensar (como enclenque europeo me veo obligado a beber solo agua hervida para mantener la consistencia de mis intestinos).

Durante la ceremonia o fiesta, a modo de bautizo tribal, me pintan con los colores tradicionales y la matriarca me dan un nombre huaorani: Ñame, un pez pequeño de río. Les compro unos collares, pulseras y flechas por pocos dólares y volvemos al campamento a comer. Tras la comida, y una siesta que más bien pareció un desmayo de 10min en un charco de sudor, Omene me quiere llevar a una cascada sagrada. Estoy un poco harto de tanto programa, y le explico que prefiero ver su cabaña, hablar sobre sus costumbres e intentar entender sus creencias. La comunicación es a veces difícil, por sus escasos conocimientos del castellano, y los míos nulos de lengua huaorani. Ayer también rehusé una salida nocturna para ver culebras e insectos. La verdad es que insectos ya veo bastantes sin buscarlos, de tamaños y formas inimaginables, y las culebras prefiero evitarlas. En la selva hay muchos peligros, unos más probables que otros. El peligro principal es que te caiga un árbol o rama encima. El viento es peligroso, no se nota bajo los árboles, pero hace que estos caigan de repente o se rompan grandes ramas, por encima de donde alcanza la vista, que te pueden caer en la cabeza. Durante los recorridos en la selva, varias veces encontramos árboles de hasta 1m de diámetro atravesados en la senda, que cuando pasamos unas horas antes no habían caído aún. El segundo peligro son las mordeduras mortales de culebra. Omene prefiere caminar descalzo, pero en nuestras andaduras lleva las botas de goma para evitar las mordeduras.

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Luego vendrían todos los demás peligros: las mordeduras y picaduras de insectos y arácnidos (avispas gigantes, tarántulas, mosquito de la malaria...), las intoxicaciones por no desinfectar correctamente la comida o el agua, caídas, la infección de heridas, irritaciones por plantas o anfibios, pirañas, cocodrilos y caimanes, sanguijuelas minúsculas que se introducen en los huecos corporales, los ataques de jaguar u otras bestias, corrimientos de tierra, el ataque imprevisto de mercenarios de alguna petrolera o menos probable de la tribu enemiga... Cualquiera de estas situaciones se vuelve muy grave ya que estamos alejados de cualquier posibilidad de comunicación o transporte, de la que nos encontramos a ocho horas de camino por una senda difícil. Omene me enseña el uso de la brea de abeja, a hacer dardos.... Yo sigo ensimismado preocupado por la vuelta mañana. Ya no llueve tan fuerte, pero no deja de hacerlo, y el río sigue crecido. Quisiera estar un rato solo... Por fin me quedo solo y tomo notas, pero falta poco para el anochecer y prefiero no encender ninguna luz, se acercarían todo tipo de invitados indeseables. Escarabajos, hormigas, mosquitos, avispas existen en todos los tamaños. Aunque también hay insectos preciosos: de día mariposas de 25cm y de noche miles de luciérnagas volando. Las cocineras y los niños huaorani se bañan en el río, luego dejan una red para pescar hasta el día siguiente. Hoy no me baño ni lavo la ropa, me da miedo el río crecido y turbio. Los huaorani deben pensar que guarros somos los europeos y norteamericanos: sudor continuo + repelente cada 8h + calcetines y ropa húmedos 3 días = no me aguanto ni yo! Espero la cena y otra historia huaorani de Omene, luego conversamos largo rato sobre como eran antes, y como son ahora...a la espera de oír el cantar de las ranas (signo de que no va a llover). Finalmente me retiro al bunker anti-insectos. Bona nit! Día 13: Regreso de huaorani: Otra noche húmeda, y sí, aunque a 22 ºC, fría! En ningún sitio había pasado frío a una temperatura tan elevada. Me despierto a las 5:30 oyendo cantar los pájaros. Uff! Que alivio! No llueve! El río ha bajado! La vuelta es posible! Las cocineras y el porteador recogen la red con 4 peces y 1 cangrejo de 30cm. No lo capté hasta más tarde, pero se estaba produciendo un conflicto tribal de consecuencias imprevisibles. Me debía acompañar una cocinera quichua, por lo visto las cocineras huaoranis no pueden cocinar con las absurdas exigencias higiénicas de un enclenque europeo. Pero en vez de una cocinera quichua solo, ésta había venido con su cuñada, la cual ha accedido al territorio huaorani sin permiso (en principio iba a venir con su marido, pero eso hubiera significado su muerte al llegar al poblado, al tratarse de tribus enfrentadas). El porteador, aunque vestido con botas de goma, bañador y camiseta, resulta ser huaorani, pero se pasa el tiempo merodeando a la cuñada en vez de estar en su cabaña con su mujer. Durante mi regreso le acompañará su esposa huaorani, se ve que no se fía de que vuelva a casa...Encima las cocineras han traído una red, para pescar en territorio ajeno!

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Desayuno y me despido de la tribu. Los 25km de vuelta los hago en 4,5h en vez de las 7h que tardé a la ida o las 12h previstas. Camina duro el señor! repiten las cocineras. Chorreando sudor, lo que resta eficacia al repelente, camino mientras espero que no me piquen esos mosquitos que ponen huevos bajo la piel de los sobacos y los testículos. Cruzamos el Shiripuno y el Tihuacuno sin problemas. Durante el camino, me muestra el árbol cuyas hojas utilizan contra el paludismo (malaria), huellas de puercos y de ocelote.... En el camino nos encontramos muchos árboles grandes que han caído por el viento de ayer. Estamos a 32ºC a la sombra de la húmeda selva. A la 1 p.m. llegamos a la comunidad Selva Amazónica. Me despido del porteador y de su esposa, que regresan al poblado. Vuelta a la (triste) realidad! En cuestión de 20m salimos del bosque primario, de la selva virgen, para llegar a una explanada llena de basura, botellas de vidrio y de plástico, bolsas de plástico. Enfrente una cabaña quichua tiene el reggaeton a todo volumen. Lo supera el sonido de la motosierra, invisible, pero que de vez en cuando es localizable por las enormes copas de árboles que caen con estruendo del techo de la selva circundante. Saludamos a un joven quichua que se dirige a su chacra cargado con una sulfatadora de insecticida a la espalda.

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Ahora me doy cuenta en el paraíso que he estado. Donde no existían la basura, la contaminación o la deforestación, ni intereses políticos, ni económicos, ni .... Simplemente sobrevivir. Y para sobrevivir del entorno hay que respetarlo, respetando cada ser vivo que hay en él o que vendrá. No me atrevo a decir que he regresado a la civilización, pues los civilizados son los huaoranis, y nosotros, los quichuas y demás ecuatorianos, los norteamericanos y los europeos, somos los salvajes, y no podemos pretendernos ser civilizados. Tras mucha insistencia, consigo que la cocinera llame con su móvil a la camioneta, solo tiene que caminar 500m hasta el lugar donde hay cobertura. Aún así esperamos 2 h, bajo un techo de chapa ondulada y un sol abrasador, a la camioneta, que finalmente nos lleva a la comunidad de San Pedro a través de lechos de ríos. Desde allí cogemos una canoa que tras 1h nos deja en un brazo del Napo que seguimos 30min a pie hasta llegar a Yacuma Lodge, al seguir muy bajo el río. Me despido de las cocineras, que regresan a su cabaña a la orilla del río. Omene, y su hija que nos ha acompañado, descalza, se quedan hasta mañana en Yacuma. Omene tiene que ir a Tena, la capital de provincia, para preguntar a las administraciones si necesita documentación personal para salir de la reserva, y si es así que se la den (pobre iluso?). Le acompaña su hija, tiene unos 9 años y hace unos meses le cayó un árbol encima. Omene se la llevo a Tena (2 días de viaje) y allí le pusieron puntos, pero de regreso en el poblado se infectó la herida, y se ha juntado con unas anginas, por lo que se la vuelve a llevar al médico. Tras 5 días sudando me ducho y afeito. Vuelvo a ser persona. Cuando voy a cenar encuentro a Omene y su hija vestidos con bañador, camiseta y chanclas. Parecen otros, frágiles, asustados, fuera de lugar, les da miedo el ruido, las máquinas, los vehículos, la policía, los delincuentes... Me acuesto, ya sin miedos ni mosquitera.

Día 14: Regreso a Quito: Me despierto a las 6 a.m., desayuno y partimos de vuelta: Primero 30min a pie por el río y 30min en canoa hasta Santa Rosa. Espero otros 30min más a Franklin en la orilla, mientras una mujer vende sacos de 50 kg de maíz a mi lado, la gente viene en canoas a negociar y comprar. Llega una pareja joven indígena quichua, parecen menores de edad, ella con un bebé en brazos y el empujando una carretilla donde transporta el gasoil para la canoa. Me sorprenden las muestras de cariño que comparten, algo inusual en este lugar donde todo se centra en subsistir. En el suelo hay una bolsa de papas vacía. Estoy a punto de recogerla pero espero la reacción y conciencia medioambiental de los presentes. La joven indígena se agacha, la coge, introduce una piedra, y la lanza al río! Al río que le da de beber y comer, donde se lava ella y su ropa... La gente es muy amable. Todos calzan botas de goma o van descalzos y en bañador Llevan el intimador machete en una mano, pero siempre saludan y te dan la otra mano. Llega Franklin y partimos de regreso a Quito. Pasamos por Mishuallí, Puerto Napo, y esta vez nos dirigimos al norte por Tena. Paramos a comer un seco (arroz) con carne de ternera ahumada muy sabrosa en el último puesto de carretera, antes de continuar subiendo la cordillera de los Guacamayos, que se encuentra dentro de la reserva natural del volcán Sumaco, el cual ya se veía desde el Napo con sus 3732m.

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Atravesamos el bosque nublado, hoy afortunadamente sin nubes, muy verde, hay muchas vacas y muchas truchas gracias al agua proveniente del volcán Antisana de 5704m. Cruzamos Baeza, donde se junta la carretera que lleva a Lago Agrio y Coca (también llamado puerto de Francisco Orellana, el primer europeo en descender el Amazonas), y el oleoducto desde la selva a la costa. Superamos el Papallacta Pass de 4064m, que divide la Sierra del Oriente de Ecuador, para descender hacia Quito. Franklin me deja en el Auberge Inn, del que salgo inmediatamente para volver a comer un salchipapa extra, y al poco rato, cenar un par de hamburgesas. Desde que descendí al Oriente, he recuperado el apetito. En la selva solo pude comer lo que había, pero ahora desayuno fuerte, como a las 12h y otra vez a las 15h y todavía ceno abundante. Una vez aclimatado me estoy recuperando!

Día 15: Día en Quito: Me queda un día libre en Quito hasta coger el avión de vuelta. Aprovecho para visitar la ciudad. A las 8:30 pasa Franklin a por mi y hacemos una city tour en coche por el centro antiguo, para mí vestigio de la masacre cultural cometida por los españoles. Pasamos por la Plaza de la Independencia, la catedral con sus gárgolas que representan la fauna ecuatoriana, la Iglesia y Plaza de San Francisco repleta de palomas, cuenta la leyenda que el constructor vendió su alma al diablo para acabar la iglesia a tiempo, pero al diablo le faltó colocar la última piedra cuando las campanas marcaron la hora límite y el constructor se salvó del infierno (es la mas antigua de Quito, terminada en 1580).

Subimos hasta el peligroso Panecillo, una escultura de la Virgen de Quito compuesta por 7000 piezas de aluminio. Está situada sobre una loma sobresaliente entre Quito sur y centro, con magnificas vistas de la inmensa extensión de la ciudad. Hace unos meses a un guía compañero de Franklin lo atracaron cuando subió aquí. Le robaron el coche y todo lo que llevaban los 5 turistas que le acompañaban. Franklin espera en el coche para vigilarlo y yo doy la vuelta a la loma.

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Después me deja en el parque de La Carolina. Allí visito el vivarium, poca cosa, 30 vitrinas, la mitad vacías, las otras con los anfibios que no llegué a ver en la selva, aunque faltaban los lagartos. Me enteré que una dulce y pequeña ranita que encontré en la selva, junto a la tienda, era de las más venenosas del planeta.

Justo al lado visito el museo de historia natural, interesante pero insignificante al lado sus equivalentes europeos (por ejemplo el de Viena). Y pegado al mismo visito el jardín botánico, igualmente insignificante al lado de los de Londres o Tenerife, y más tras haber estado en la selva primaria. Salvo una enorme y destacada colección de orquídeas. Cambio € a $ en un cambista oficial a 1,21 sin comisión. Mejor que en el banco en España, he elegido mala época para viajar... No puedo visitar el museo Guayasamín y su Capilla del Hombre, porque hace un día que un incendio forestal ha obligado a desalojar la zona y hasta a llevarse las obras de arte. Regreso al albergue y como en el restaurante de enfrente. Después preparo la maleta y pongo al día mis notas. Mas tarde salgo a cenar. Día 16 y 17 (Viernes 14 y sábado 15 de septiembre): Regreso a España: Compro comida y periódicos para el viaje, como el último seco, y me dirijo al aeropuerto y al embarque. Despegamos sobre el centro de Quito y sobre las nubes, de las que sobresalen los picos de los Illinizas y el Cotopaxi, para casi inmediatamente, descender sobre Guayaquil.

Trasbordo y, tras esperar sentados en el avión para el despegue durante dos horas, otras 11h de vuelo de regreso a Madrid (al día siguiente) y a Ontinyent, donde me esperan impacientes mis seres queridos. Abreviaturas utilizadas: h: horas m: metros sobre el nivel del mar o distancia en metros min: minutos md: metros de desnivel km: kilómetros s.o.f.: según otras fuentes Dedicado a mi madre, Brigitta Wolfsgruber, que falleció al mes de mi regreso.

Sepp Wolfsgruber, Diciembre 2012.