¿Cómo se ha implantado la democra-cia en Bolivia? ¿En qué la han trans-formado los cambios políticos que ha vivido el país en la última década? ¿De qué forma se articulan, en ella, las formas representativas y participati-vas de gobierno; los dispositivos de expresión de la mayoría popular y los mecanismos de control de la legali-dad del poder? Probablemente éstas sean, en este momento, las principa-les preguntas de la política boliviana, entendida como ciencia, pero tam-bién como práctica de administra-ción y transformación de la sociedad.
Para intentar responderlas, el pro-yecto “Fortalecimiento Democrático de Organizaciones Políticas de Boli-via” del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Fundación Boliviana para la De-mocracia Multipartidaria (FBDM), y la Embajada de Suecia, realizaron un encuentro nacional de dirigen-tes políticos, analistas, intelectuales y periodistas en Santa Cruz, el 2 y 3 de diciembre de 2010. Quizá fue el acto político más amplio, plural y numeroso (asistió más de un cen-tenar de personalidades de todo el espectro político) que se realizó desde el comienzo de la crisis polí-tica boliviana en 2003.
Bajo el título general de “La demo-cracia en Bolivia, balances y perspec-tivas”, se escucharon decenas de po-nencias y opiniones, emitidas desde todos los puntos de vista, sobre el estado de la democracia y sus mu-taciones. Indianistas, representantes
del oficialismo, en sus diversas co-rrientes, intelectuales y políticos de la oposición, dirigentes de movimien-tos sociales y cívicos, todos ellos for-maron un mosaico ideológico que, al mismo tiempo que se refería a la democracia, era él mismo una prue-ba tangible de democracia, es decir, de diversidad, debate y complemen-tariedad entre opuestos, que son las grandes virtudes de este sistema de gobierno y estilo de vida.
En la inauguración del encuentro, Christian Jetté, Coordinador del equipo de gobernabilidad del PNUD, hizo votos por que los asistentes a las distintas mesas pudieran expre-sar sus puntos de vista con libertad y respeto, y que cada uno de los par-ticipantes, que seguramente tendría muchas ganas de hablar, fuera tam-bién capaz de escuchar a los demás.
En opinión de Guido Riveros, di-rector ejecutivo de la FBDM, el de-seo de Jetté se cumplió abundan-temente, pues en el encuentro se produjo un intenso y a ratos fuerte intercambio de opiniones; pero el mismo se llevó a cabo en orden y respeto mutuo. “Todos pudieron ha-blar y todos tuvieron que escuchar a los demás”, dijo Riveros. Otro hecho muy destacable fue que los actores de los distintos de bandos de la po-lítica nacional se vieron en situación propicia para conversar en privado, retomar viejas relaciones personales o, al menos, saludarse e intercam-biar sus visiones sobre la realidad. Comprobaron así que las discrepan-
cias políticas no tienen por qué ter-minar en rupturas personales.
Riveros recordó que todo sistema político democrático requiere de es-pacios informales que faciliten las negociaciones inter-partidarias; tam-bién se necesita evitar que el desco-nocimiento del otro genere tenden-cias a una innecesaria polarización o anime la concepción de la política como eliminación del adversario.
El encuentro se constituyó, así, en la digna culminación de un proyec-to de cinco años que, como señaló Jetté, trabajó con analistas, movi-mientos sociales y organizaciones partidistas con un propósito doble: crear espacios para el debate y for-talecer a los actores políticos para que estos contribuyan mejor al de-sarrollo del país.
Esta separata resume de una ma-nera en extremo sintética los episo-dios del encuentro, pues para contar con detalle lo que ocurrió en él se necesitaría un libro. En los artículos que siguen se describe cada una de las mesas de discusión de manera general y luego se hace hincapié en las ponencias y/o opiniones de las que se tiene registro escrito; no ne-cesariamente son las más relevan-tes, pero sin duda resultarán provo-cativas para el lector.
Muchos aportes significativos que-daron fuera de este trabajo periodís-tico, pero se recuperarán en la publi-cación de un libro del encuentro que el PNUD y el FBDM presentarán en poco tiempo más.
BALANCE Y PERSPECTIVASRESEÑA DEL ENCUENTRO1
DEMOCRACIA
1 La redacción de esta separata se benefició con la información y, sobre todo, con los videos colgados por el PNUD en la página www.gobernabilidad.org.bo.
1er.
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010
12 de marzo de 2011 Año 1 | Nº 15
“Para seguir
profundizando
el debate
democrático,
nos
volveremos a
encontrar en
Cochabamba
en diciembre
del 2011”
marzo
2 3 marzo
En la primera sesión del encuentro, que
fue la única que tuvo las características
de plenaria, el analista político internacio-
nal Alberto Adriazen presentó el pano-
rama de la democracia en el continente.
Los avances han sido enormes: si en 1997
sólo dos países vivían en libertad políti-
ca, ahora en cambio son casi todos. Sin
embargo, al mismo tiempo, la extensión
de la democracia ha dado lugar a nuevos
desafíos. Estos pueden resumirse en una
lista que incluye la falta de respuestas a
los problemas materiales de la población,
la polarización entre bandos con visiones
encontradas del futuro, la excesiva es-
tatización y jerarquización de la política,
que deja de lado a la sociedad civil, la au-
sencia de partidos políticos capaces de
conmover y dirigir a la población.
Sin embargo, en algunos países estos
problemas han sido superados o al me-
nos enfrentados de manera creativa y
edificante por cambios institucionales de
gran importancia. Incluso, dijo Adriázen,
en estos casos puede hablarse de algo
más que reformas al régimen y advertir
la aparición de nuevas formas de organi-
zación y representación política. Latino-
américa puede sentirse entusiasta de la
irrupción de “democracias plebeyas”, en
las que predomina el “principio pueblo”,
es decir, en el que se hace hincapié en la
expresión de la voluntad popular.
Adriazen criticó las visiones demo-
cráticas ingenuas que descalifican los
procesos de reinvención política en que
está empeñado el continente, al mis-
mo tiempo que no ven los problemas
que han socavado y siguen debilitando
la confianza de la gente en sus gober-
nantes. De una manera saludable para
el futuro regional, las democracias “ple-
beyas” han resuelto la ingobernabilidad
que se desprendía de la ausencia de ma-
yorías suficientes para orientar a cada
país en un sentido determinado, y son
el espacio de actuación de partidos ca-
paces de “crear un pueblo”, esto es, de
formar un bloque social articulado que
funcione como sujeto de la transforma-
ción social. Todo esto responde a la de-
finición clásica, esencial, de lo que debe
ser el “gobierno del pueblo”.
A continuación, el ministro de Au-
tonomías, Carlos Romero, explicó que
el avance histórico de la democracia
en Bolivia ha quedado registrado en la
Constitución aprobada en 2009, cuya
redacción expresa y recoge los tres ti-
pos de innovaciones institucionales que
la constituyen: en primer lugar, las de
naturaleza liberal, por las cuales es po-
sible definir al gobierno boliviano como
representativo y basado en la separa-
ción de funciones entre diversos pode-
res que se controlan mutuamente. En
segundo lugar, las de orientación pluri-
nacional, que son idiosincráticas, es de-
cir, exclusivas del país; y, finalmente, las
propias de la descentralización autonó-
mica, que Bolivia también aplica de una
forma que corresponde con sus peculia-
ridades nacionales.
En cuanto a la organización de un Es-
tado social de derecho, una aspiración
de alcance mundial, la Constitución in-
troduce importantes mejoras de carácter
nacional. Si hasta hace algunos años en
Bolivia las decisiones estaban delegadas
a los partidos políticos, que copaban el
poder mediante pactos parlamentarios
y post-electorales, ahora se ha incorpo-
rado la segunda vuelta para la elección
de los primeros mandatarios. Por tanto,
estos necesitan acumular la legitimidad
popular que se les exige, sin mediación
de las cúpulas partidarias, para acceder
al poder; o deben realizar acuerdos inter-
partidarios de un carácter pre-electoral,
lo que garantiza que sean el resultado de
afinidades ideológicas y políticas antes
que de la ambición de repartirse aritméti-
camente el poder y las prebendas, como
ocurría en el pasado.
También se han incluido diversos me-
canismos de democracia directa, como
la supeditación de ciertas políticas esta-
tales a consultas previas a los sectores
que se vean afectados por ellas, la reali-
zación de referendos, la revocatoria po-
pular de las autoridades, la posibilidad
de que los ciudadanos asuman iniciati-
vas legislativas, etc.
Estas reformas apuntan a la construc-
ción de un Estado plurinacional, en el
que los pueblos indígenas cuenten con
un espacio definido, al que pueden ac-
ceder de acuerdo a sus propios usos
políticos y culturales. Por ejemplo, en
el Poder Judicial, donde normalmente
la participación se traduce en el enrola-
miento de los ciudadanos de cualquier
procedencia como jurados, se ha esta-
blecido, además, el pluralismo jurisdic-
cional, es decir, se ha reservado ciertas
jurisdicciones (mayoritariamente indíge-
nas) para los métodos de juzgamiento
ancestrales. Algo similar ocurre en los
otros poderes del Estado.
Según señaló Carlos Romero, de esta
forma la estructura liberal del Estado boli-
viano se combina con instituciones y pro-
cedimientos que transforman nuestra de-
mocracia en participativa e intercultural.
Otros dos focos de discusión atrajeron
la atención de los asistentes al encuen-
tro sobre la democracia. Uno fue el de-
bate sobre el MAS, en tanto éste es una
forma particular de partido político. El
otro, la relación entre el Gobierno de
este partido “especial” y los movimien-
tos sociales de los que ha surgido y con
los cuales pretende gobernar.
Se partió de dos supuestos: primero,
que la presencia del MAS en el poder
causa un replanteamiento de la relación
entre Estado y sociedad civil. A su vez,
esta relación modificada altera el carác-
ter y el sentido del conflicto social, pues
es probable que éste se torne más di-
seminado y extenso, y al mismo tiempo
que disminuya de intensidad. Esto últi-
mo porque en principio existe una em-
patía programática y canales directos
de relacionamiento entre quienes se ha-
llan de uno y otro lado.
El segundo supuesto fue éste: Que
debe redefinirse el concepto de hege-
monía en un Estado que pretende ser
plurinacional y descentralizado, por un
lado, y que quiere expresar, antes que
coartar, a la sociedad civil. Podría infe-
rirse, entonces, que la suya debe ser una
hegemonía basada en la persuasión, y
que no recurrirá a la coerción más que
en casos extremos. Pero, ¿está ocurrien-
do esto? Y si no es así, ¿cómo lograrlo
en el mundo real?
La exposición de Roger Cortéz sinteti-
zó varias interpretaciones de la historia
del MAS como resultado de la evolución
de los movimientos sociales, y sobre su
ubicación en el repertorio de las formas
organizativas de la sociedad moderna.
Cortez habló de tres ciclos constitutivos
del país: el primero lo protagonizaron
los criollos que crearon el país, con me-
dios cesaristas que, en su reflujo, dieron
lugar a los partidos políticos “clásicos”
de fines del siglo XIX y principios del
XX. El segundo ciclo lo realizó la clase
media a mediados de este siglo, y se
expresó a través de un partido revolu-
cionario hegemónico, el MNR, cuyo de-
bilitamiento dio lugar a la constelación
de partidos de la “democracia pactada”
(1982-2003). Finalmente, el tercer ciclo
está siendo protagonizado por las ma-
yorías indígenas, que se encarnan en los
movimientos sociales y en el partido de
los movimientos sociales, el MAS, que
probablemente dará lugar también, en
algún momento en el futuro, a un grupo
de partidos que ocupe el espacio que
deje el fin del predominio masista.
Por tanto, aunque las diferencias teó-
ricas entre movimientos, sindicatos,
agrupaciones ciudadanas y partidos
sean nítidas, como bien lo expresó en
el encuentro María Teresa Zegada, en la
historia del país existe una cierta conca-
tenación secuencial entre unas y otras
formaciones políticas. En general, la
organización partidista tradicional sólo
puede darse en Bolivia cuando las con-
diciones constituyentes (o revoluciona-
rias), que son cíclicas, terminan disipán-
dose por alguna razón. Puede decirse,
entonces, que los partidos no son las
organizaciones típicas o “naturales” de
la formación social boliviana.
Dos ex ministros de Estado explica-
ron, continuando con este tema, cómo
era posible la gobernabilidad en un con-
texto de gran empoderamiento de los
movimientos sociales. Alfredo Rada ex-
plicó que la gobernabilidad del MAS –y
su triunfo sobre quienes lucharon contra
su poder– fue hasta ahora resultado de
la suma de: liderazgo, certeza progra-
mática y capacidad para organizar un
bloque social revolucionario que repre-
sente la unidad de las clases excluidas
de la sociedad. Reconoció también que
en este momento la gobernabilidad vive
un momento diferente. Se ha producido
una crisis distributiva (cada sector aspi-
ra a su parte de las conquistas sociales)
y esto ha causado cierto resquebraja-
miento del conglomerado que constitu-
yó hasta ahora la base gubernamental.
La forma de salir de este problema,
según Rada, consiste para el MAS en la
renovación de su programa, que debe
ser una esperanza para la población y
permitir así superar el estadio de lucha
economicista por intereses sectoriales
en el que se ha recaído. Rada planteó
como nuevo programa la lucha por un
modelo económico que, basado en la
actividad del Estado, mejore el control
del excedente minero y financiero, y lo
emplee en la creación de oportunida-
des laborales –industriales y no indus-
triales– para una cantidad significativa-
mente mayor de la población. Es decir,
que propicie un desarrollo soberano,
inclusivo y, al mismo tiempo, amigable
con el ambiente.
Por su parte, Juan Ramón Quintana
habló de construir un Estado del bien-
estar y la soberanía, capaz de proveer
servicios efectivos a la gente y al mis-
mo tiempo de extender su presencia a
todos los rincones de territorio. Así ce-
sarán de producirse los abusos de los
agentes privados e ilegales que pululan
aprovechando la anomia y la ausencia
del Estado, falencias que explican las
malas condiciones de vida de la pobla-
ción rural, en especial de la que vive en
las fronteras.
Se necesita un Estado más fuerte,
comprometido con las necesidades del
país y capaz de responder a ellas. Un
Estado que aprenda a defender los inte-
reses comunes con eficiencia y respon-
sabilidad será también un Estado gober-
nable, pues se merecerá el respeto de la
colectividad entera.
LA dEmOCRACIAtaL coMo sE EXPrEsa EN La coNstItUcIóN
La mesa “Democracia y sistemas de re-
presentación: reglas de juego y delimi-
tación del campo político” se planteó las
siguientes preguntas: “¿Cuáles son las
modificaciones sustanciales del modelo
democrático en Bolivia durante los úl-
timos años? ¿Qué desafíos presentes y
futuros enfrenta?”
Las respuestas a estas preguntas da-
das por los asistentes se alinearon en
torno a una discrepancia fundamental:
para algunos, se observa problemas en
áreas claves de la democracia, como la
aprobación de leyes, la designación de
autoridades, el procesamiento de las
discrepancias, la libertad de asociación,
conciencia, el respeto al voto popular,
etc., que en las democracias normales
son áreas de tipo cooperativo y mere-
cen un consenso básico de todos los ac-
tores políticos. Según esta visión (que se
expresó con distintos grados de radica-
lismo), el proceso democrático boliviano
está adquiriendo una deriva peligrosa, y
puede naufragar por obra de una com-
binación de dogmatismo ideológico,
anulación política del adversario, con-
frontación artificial entre el oficialismo y
una gama de “otros” que éste considera
indignos de ejercer derechos políticos, y,
en general, por el debilitamiento de los
fundamentos democráticos del Estado.
Otros participantes, en cambio, re-
saltaron la apertura, en estos años, de
nuevos espacios democráticos antes
inexistentes; el acceso al poder de re-
presentantes de las mayorías apartadas
de la política por siglos; y llamaron la
atención sobre lo que bautizaron como
un “nuevo pluralismo”. Así denominan al
traslado de las relaciones de tipo coo-
perativo de los espacios tradicionales,
en los que indudablemente se impuso
la mayoría del MAS, a “los otros lugares
de la política”, allí donde se produce la
insurgencia popular y la construcción
revolucionaria. En estos sitios, muy al
contrario de lo que dicen los críticos,
existe un fuerte proceso de participa-
ción plebeya, se intercambia intensa-
mente opiniones, se escucha al pueblo
y se rectifica los errores (“se gobierna
obedeciendo”), etc.
Al respecto, el sociólogo Fernando
Mayorga señaló que no existe un “nue-
vo pluralismo” en el sentido estricto del
término, pues no puede llamarse así la
diversidad de intereses y opiniones que
se da en cualquier sistema político. En
su opinión, en Bolivia nadie se ha sali-
do de los mecanismos representativos
tradicionales. Es verdad que el Gobierno
tiene una forma de gestión que se basa
en consultas a la población (lo que está
bien), pero eso no afecta al sistema polí-
tico como tal, el cual siempre dependerá
de la naturaleza y las relaciones entre las
instituciones.
El propósito de esta mesa fue responder a las siguientes
preguntas: “¿Qué tradiciones e imaginarios políticos (formas
de representación, deliberación, participación y ejercicio de
autoridad) deben considerarse en la democracia intercul-
tural? Si la democracia intercultural supone mediaciones y
diálogos entre distintas formas de ejercicio democrático, y
por tanto requiere de conceptos y prácticas polisémicas,
¿cómo esto impacta en la vida institucional del Estado? a
su vez, ¿cómo los sesgos culturales modifican la compren-
sión de la ciudadanía como una condición formal, igualitaria
y universal? Y ¿cómo debemos desarrollar un diálogo que
permita que las prácticas y conceptos polisémicos conflu-
yan en “lugares comunes” y no se traduzcan en apartheid
institucional?
Pese a la pertinencia de estas preguntas, las intervenciones
a las que dieron lugar, con algunas excepciones, no trataron
de relacionar y combinar las dos formas principales de demo-
cracia: la democracia liberal (orientada al control del poder),
por un lado, y, por el otro, la democracia comunitaria o, como
se llama en la ciencia política, “antigua” –que supone la necesi-
dad de que las decisiones, en lugar de ser un asunto de espe-
cialistas, reflejen plenamente las necesidades y pulsiones del
conjunto social–. En lugar de esto, que era lo que se buscaba,
los expositores trataron de demostrar la superioridad de un
tipo de democracia sobre la otra.
¿NUEvAS REGLAS PARA EL jUEgO dEmOCRáTICO?
La traNsIcIóN hacIa UNa dEmOCRACIA INTERCULTURAL
Por un lado, se enfatizó en la impo-
sibilidad de que en nuestra época los
asuntos estatales sean resueltos, e in-
cluso considerados, por todos los ciu-
dadanos. En estas condiciones, resulta
imprescindible depositar todas las es-
peranzas en un balanceado sistema de
instituciones (como el respeto a las mi-
norías, el derecho a la disidencia) que
ponga límites a los representantes e
impida el abuso del poder.
Por el otro lado, participantes como
Raúl Prada, por ejemplo, señalaron que
nos encontramos en medio de una revo-
lución anticolonial, uno de cuyos pasos,
todavía transitorio, es la aprobación de
la Constitución. Según Prada, esta revo-
lución apunta a un modelo civilizatorio
alternativo a la modernidad, al capita-
lismo e incluso a la sociedad actual. La
clave de su éxito reside, entonces, en
que produzca una trasformación institu-
cional (en lo que se coincide con el sec-
tor liberal), pero con la diferencia de que
ésta no debe retraernos nuevamente al
Estado liberal o al Estado-Nación del
pasado, que son formas coloniales de
organización social. Las nuevas institu-
ciones deben instituir un pluralismo ins-
titucional, administrativo y de gestión, y
encaminarse decididamente a un nuevo
tipo de sociedad.
Por cierto, esto no lo pueden hacer los
funcionarios públicos; deben hacerlo los
movimientos sociales, que son medula-
res para el proceso y los únicos con la
potencia política suficiente para garan-
tizar una transición que sea transforma-
dora y no restauradora.
Según Prada, las leyes fundamentales
aprobadas en 2010 no fueron transicio-
nales y en algunos casos apuntan hacia
atrás; es decir, no han roto con la lógica,
el discurso jurídico y la técnica legislati-
va liberal. De lo que se trata, entonces,
es de inventar nuevas leyes e institucio-
nes, pero desde el imaginario radical de
los movimientos sociales.
¿GOBERNABILIDAD DE UN PARTIDO DE LOSmOVImIENTOS SOCIALES?
Adolfo MendozaAdrian OlivaAlberto AdrianzenAlberto CareagaAlberto GarcíaAlcides VadilloAlejandro ArceAlejandro ColanziAlfonso FerrufinoAlfredo RadaÁlvaro PuenteAntonio VianaArmando OrtuñoBernardo PeredoBetty TejadaBlanca SalvatierraCarlos Borth Carlos CamargoCarlos DabdoubCarlos Del CastilloCarlos Hugo LarutaCarlos IbarraCarlos Lobo Carlos Pablo KlinskyCarlos Peña Carmelo FrancoCarmen MontañoCarmen SandovalCecilia PinedoChiaki Kinjo Christian JettéClaudia BenaventeDamián CondoriDarico PintoDiego Ayo Diego CuadrosDiego JaramilloDunia SandovalEdgar RiveroEdson GómezEduardo MaldonadoElena Ortiz Elizabeth ReyesEnrique ChuquimiaErika BrockmanErwin FrancoEulalio SánchezEvaristo HuallpaFabiola Porcel Félix CárdenasFernanda WanderleyFernando GarcíaFernando MayorgaFernando MolinaFernando PradoFrancesco ZaratiFrancisco AramayoGabriela Niño de GuzmánGamal SerjhamGermán AnteloGisela LópezGuadalupe ParadaGuido RiverosGustavo PedrazaGustavo SerranoGustavo SerranoHans MontañoHeber JustinianoHenry BaldelomarHernán CabreraHugo HinojosaHugo MoldizHugo Salvatierra Ibette Gaity Idon Chivi Ilya Fortún Iris Illanez Jerjes JustinianoJessica OlivaresJhonny VillarroelJimena Costa Jorge AmanteguiJorge KomadinaJosé Antonio ChungaraJosé Antonio QuirogaJosé de la FuenteJosé Luis SaavedraJosé María LeyesJosé SaguezaJosé RosJuan JustinianoJuan Carlos Ortíz
Juan Ramón QuintanaJulio Cesar GrilloJulio López Justa CabreraKathia QuirogaLázaro TacooLorena KenyoMagali CaveroMaggy TalaveraManfredo BravoMaría Cristina GodoyMaría Eugenia ChoqueMaría Jesús VillanuevaMaría Teresa ZegadaMario OrellanaMario ValverdeMario VásquezMartin JiménezMauricio MedinacelliMiguel Angel FeeneyMiguel CastroMilton ChacayMoira Zuazo Mónica CortezNelly ArispeNelly RomeroNicolás RiveraNoelia FloresOlivia BulstillosOmar Rocha Oscar Ortíz Oswaldo PeredoPablo StefanomiPedro Nuni Ramiro NuñezRaúl PeñarandaRaúl Prada Raúl RodríguezRemy FerreiraRina Bruce Roberto BasoaltoRoberto CoraiteRoberto RuizRocío PimentelRodolfo OrellanaRodrigo AyalaRoger CortezRoger Ortiz Roger Tuero Roly AguileraRosemary Sandoval Rubén Darío CuellarRuth Lozada Santiago TercerosSarela Paz Saúl Avalos Shirley LampeSilvia LazarteSimón YamparaSoledad ChapetónVíctor Hugo JustinianoVladimir MedinaVladimir PeñaWalter ArrazolaWilliam KushnerWilman Cardozo
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participantes
participantes
marzo
4
POLíTICAS SOCIALES:EL ESPACIO DEL CONSENSO
En el encuentro sobre democracia, Yoriko Yasukawa, Representante Residente del Sistema de las Naciones Unidas en Bolivia, planteó algunos resultados de las in-vestigaciones que las agencias que dirige realizan en el país, y que constituyen un marco de referencia para el debate nacional sobre el desarrollo.
Partió de la constatación de que Bolivia ha avanzado mucho en los últimos 30 años. Todos los indicadores, inclusive los que en su tiempo fueron terribles, como la mortalidad infantil y materna, y la escolaridad de las ni-ñas rurales, mejoraron significativamente, de modo que el país se ha movido de un nivel bajo a un nivel medio de desarrollo humano. Este ha sido el resultado de las políticas sociales, la inversión pública y las políticas de descentralización desarrolladas por la democracia en un lapso de muchos años.
El principal resultado del cambio es el engrosamiento del sector medio de la población, es decir, del estrato que tiene ingresos superiores a la línea de pobreza. En todos los países, este sector ha sido un protagonista central del desarrollo, al formar el mercado de consumi-dores y la base social de las instituciones democráticas. Desgraciadamente, el crecimiento de este segmento de
la pirámide poblacional todavía es, en Bolivia, incipiente y, sobre todo, vulnerable. Es decir, buena parte de quie-nes hoy ocupan este sitio mañana pueden caer nueva-mente hacia abajo.
Por esta razón, la expansión de la clase media no ha logrado superar las desigualdades existentes, que pro-vienen de una historia complicada e injusta. Bolivia aún es uno de los países más desiguales del mundo (si se mide por el ingreso de las personas). Además, los indí-genas tienen menos oportunidades que los mestizos y sienten una mayor discriminación que ellos.
Por tanto, concluyó Yasukawa, hay que continuar con las políticas de redistribución de la riqueza, y la aplica-ción de medidas más sofisticadas que las ya existentes, que básicamente consisten en la repartición de bonos.
Además, es fundamental que estas políticas logren el consenso social y político. El debate político boliviano es muy rico y diverso, pero a veces peca de abstracto y excesivamente polarizado. No se toma en cuenta que las discrepancias son siempre mayores en el terreno de los principios generales, que en el de las acciones con-cretas que se requiere adoptar para mejorar la vida de los pobres. El éxito de las políticas sociales y pro-desa-rrollo exige dejar atrás las grandes y complejas racio-nalizaciones sobre la historia, y pensar específicamente en cómo resolver los problemas reales de las personas.
Durante el seminario sobre la democracia se presentó el libro Mutaciones del campo político, editado por Alberto García O. y Fernando García Y. y auspiciado por el pro-yecto de Fortalecimiento Democrático del PNUD y ASDI.
Se trata de una interpretación plural, a través de múl-tiples voces, de la revolución política boliviana. En uno de los estudios que el libro incluye, Pablo Stefanoni y hervé Do alto describen al Mas como si fuera un mag-neto que atrae política y físicamente a la mayor parte de los agentes del campo político, sacándolos no sólo de entre los activistas decepcionados por la actividad política pasada, altamente disponibles respecto a las se-ñales de cambio, sino también del grueso de los agentes que actuaron en los partidos anteriores y que no buscan premios simbólicos y morales, sino conservar una parte del poder burocrático y económico.
Otro autor, Fernando Molina, señala que el poder con que cuentan los partidos anti-MAS es demasiado pe-queño para que puedan actuar aisladamente, pero su asociación, en la medida en que los coloca en una posi-ción de enunciación híbrida y ambigua, facilita la labor
del MAS para sacarlos del campo político. Por otra par-te, la oposición está obligada a enfrentarse con el MAS para tratar de reapropiarse de un lugar en este campo, actualmente monopolizado por el partido oficialista. así parece condenada a entrar en un juego en el que las reglas de actuación favorecerán necesariamente a su adversario: si lo critica da un paso fuera del “proceso de cambio”, y queda “petrificada”; si en cambio no critica al MAS y se declara parte del “proceso de cambio”, como el MsM, corre el riesgo de volverse superflua, es decir, de perder su capacidad de agencia política.
No es Evo Morales quien, solo y por sus propias fuer-zas, destierra a la oposición del campo político, sino la combinación, por ahora virtuosa, entre líder, movimien-to y voluntad popular.
La única opción para la oposición, entonces, como en otro ensayo describe María Teresa Zegarra con proliji-dad, parece ser generar y fortalecer las instituciones del campo político que podrían controlar el ejercicio ma-sista del poder, y esto la confina en el discurso institu-cionalista-democrático, que hoy no goza de una gran potencialidad política.
Mutaciones del campo político puede descargarse del sitio del PNUD www.gobernabilidad.org.bo
UN NUEVO mOdELO ECONómICOPARA LA DEMOCRACIA
En dos mesas del encuentro se debatió un tema colate-ral: el modelo económico que debía corresponder con los cambios políticos del país. Fue un espacio en el que adherentes y opositores al paradigma del “vivir bien”, que es el que concentra la atención actual, pudieron presentar sus opiniones.
Una tercera posición fue la de la socióloga Fernanda Wanderley, quien llamó a abandonar el desarrollismo de viejo cuño, el cual plantea la reedición del patrón extrac-tivista y apuesta por un Estado inhibidor del dinamismo privado de los años 50; y abandonar también, simultá-neamente, la propuesta –que sólo puede ser teórica– de subordinar el crecimiento económico, y por tanto las demandas de los pobres, a un conjunto de valores no mercantiles. Según Wanderley, aunque los valores
culturales deben respetarse, hay que volverlos compa-tibles con las necesidades reales de la gente.
Esta combinación se hace posible mediante el “nuevo desarrollismo”, que propone la construcción de un mo-delo post-neoliberal que supere el fracaso histórico del extractivismo y del Estado que compite con el sector privado y da las espaldas al mercado; un modelo, ade-más, con orientación multicultural.
En la mesa de hidrocarburos, los especialistas coin-cidieron, dentro de su área, con el enfoque más gene-ral del “neo-desarrollismo”. En su opinión, la empresa estatal tiene que encontrar la forma de complementar su abundante legitimidad política con una legitimidad técnica que todavía le resulta difícil. De lo contrario –dijeron Mauricio Medinaceli, Francesco Zaratti y otros– los problemas de nuestra más importante industria na-cional, que a esta altura ya se han vuelto patentes, se seguirán agravando.
UN LIBRO PARA EL ENCUENTRO: MUTACIONES DEL CAMPO POLíTICO
Foto: Bettmann Corbis
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