1 Zaguán de Oro Puquio
La Pluma del Viento, Vol 1 Nº 1 Lima, setiembre de 2012
EL REENCUENTRO
En alguna esquina, están los amigos de
hace 10, 20, o 50 años, en el mismo lugar
donde chuncábamos, jugábamos a la
canga, o estudiábamos, o cantábamos las
serenatas. Los abrazos y recuerdos no
pueden ser mejor acompañados que el
chinguirito en la noche o una cerveza en el
brillante sol. Nos retratamos con el fondo
el Yerupajá, la imagen será el tes%go de
nuestra amistad nacida en la niñez y
reforzada cada 30 de agosto.
LA CULTURA
Venimos a nutrirnos de nuestros simbolos
de pertenencia, música, comida, paisajes,
quesos, pecan caldo, jaca locro. Pero
salimos aplaudiendo, también, la
esperanza de volver, por los %empos de
efervecencia cultural de los 60s y 70s,
despues de asis%r al: 1er Fes%val de la
Guitarra Chiquiana, creacion del Comité
de Cultura y la inauguración de la sede de
la Universidad UNSAM, ojalá se selle esa
perspec%va con la construcción del Teatro
Municipal. Porque el potencial humano,
está latente, tenemos en los niños y
jovenes, a los seguidores de los grandes
hombres y mujeres chiquianos, en el arte,
la literatura, las ciencias, las fuerzas
armadas, música y polí%ca.
Haciendo lo imposible, muchos nos dimos cita, como todos los
años, a Espejito de Cielo, para gozar de su fiesta patronal, del 30
de agosto, “Santa Rosa de Lima”. Algunos volvieron despues de
25 años, como mi primo Micky Arellano, por eso él caminaba
embelezado, por las angostas calles de jupash, o umpay, visitaba
restaurantes, para saborear platos típicos, pero su mayor alegría
era econtrarse con sus amigos de infancia.
Para gozar de la fiesta, algunos necesitan muchos días, otros por
limitaciones del trabajo, nos basta algunas horas, porque el
reencuentro comienza en los preparativos, nuestra mente y
sentimientos se organizan, y dan motivación. Luego, nos vamos
saciando con los bellos paisajes del descenso y el agradable
abrazo de bienvenida del apu Yerupaja y su coorte.
Finalmente, con los amigos de todas las generaciones, nos
abrazamos y gozamos del sincero cariño, durante todos los dias
de fiesta, acompañados del chinguirito y la música inigualable
de las bandas y orquestas.
Las abundantes fotos sellan nuestra alegría y reafirman la
amistad incólume e infinta. !!Simplemente hasta el próximo año!!.
El Zaguán de Oro Puquio FIE STA D EL 3 0 D E AGO STO
CHI Q UI ÁN 2 012
2 Zaguán de Oro Puquio
Como lucecitas que titilan en navi-dad, así brotan en mi mente, esce-nas de la fiesta del 30 de agosto de mi pueblo Chiquián - “Espejito de Cielo”- cuando se aproxima esta fecha. No importa el lugar donde me encuentre: España, Estados Unidos, Brasil o Argentina. O den-tro del Perú, desde Tacna a Tum-bes, costa, sierra o selva. Esta manera de ligarse profunda-mente a las costumbres de nuestros pueblos o lugares de nacimiento, es lo que representa nuestra cultura: comidas, bailes, música, lugares, ropas o lenguaje. Son nuestros sig-nos de identi-dad colectiva. Están insertos en nuestro ser. Superan nuestra racionalidad. Por eso, cuanto más lejano y separado estás, añoras más, quieres más a tu patria. Eso lo di-cen, todos los que sienten ese vacío que representa la distancia. Enton-ces, si se da la oportunidad, procu-ras que las vacaciones del año coin-cidan con la semana de la fiesta. Y, si estas en Lima, basta un sábado o domingo, o hasta algunas horas para acompañar el día central del 30: asistir al Tedeum, y luego a la fiesta en la casa del Capitán. Es que los sabores saben especial, sea por la leña, las inmensas ollas, los se-cretos de los cocineros, o porque te reencuentras con amigos de la ni-ñez, con quienes volver a contarse anécdotas, acompañados del sabro-so chinguirito se vuelven inolvida-bles. No hay diferencias, ni prefe-rencias por grados o títulos, todos volvemos a ser iguales, hasta inocentes como en la niñez. Hom-bres y mujeres, nos arrumamos cerca de los fogones de las cocinas de los funcionarios, a quienes visi-tamos para corresponder y degus-tar su amabilidad, y bailar desinhi-bidos todos los huaynos que nues-tra memoria ansía recordar. Hoy que la tecnología acompaña a cada
visitante, se multiplicarán las fotos y filmaciones. Pronto seremos famo-sos artistas improvisados, en los youtube, facebook o blogs. Imáge-nes, que se harán imborrables. Des-de Conococha iremos descendiendo por la vía arreglada, escuchando a la eterna orquesta Ritmo Andino de Huasta, o a Nieves Alvarado. Nos apearemos en el mirador de Shincush, para fotografiarnos, con telón de fondo el Huayhuash y su insignia el Yerupajá. !!Qué viva mi tierra!!, clamaremos, aspirando pro-fundo el aire limpio de una natura-
leza indomable, recor-dando al justiciero y héroe chiquiano Luis Pardo. Desde arriba miraré el valle hermoso de Aynín, los pueblos de Aquia, Huasta, Ram-pón y Pam Pam. Los tejados rojizos de las casas, el campo de Jir-cán, la plaza de armas,
todo ello me devolverá mi historia. Ingresaré a las entrañas de mi pue-blo, por sus angostas calles, tocaré con mis dedos, hecho neuronas, las míticas casas de las familias acomo-dadas. Ingresaré a las oscuras tien-decitas de barrio arriba, que de niño me daba temor, porque a la distan-cia su aroma a ron, denunciaba do-lor y pobreza. Caminaré por las chacras de Mishay, Huarampatay, Pacra, Chinchu Pu-quio o Cochapata, y abrazaré el ba-rro, comeré su sabor, sentiré su olor, porque eso añoré años, estando distante. Esos sentimientos y emo-ciones me mantuvieron, pendiente de ti añorada tierra. Me alejé de ti, no porque quería, nunca lo hubiera hecho. Salí, porque mis padres se propusieron darme mejores oportu-nidades de estudio, o porque quise trabajar, y allí tierra querida, no había empleo. Pero no vine a reprocharte, sino a agradecerte, a cantarte que te amo, y a decirte que volveré a tu seno cuando mi vida termine para acom-pañarte eternamente.
El Rincón del Recuerdo
Unos llegaron el dia sabado 26 de agosto,
otros despues. Mi día preferido es el 28,
porque La Salva, dura toda la noche, hay
orquesta y banda en todos los
funcionarios, no llueve, sin embargo lo mas
saltante, es que nos damos el primer
encuentro, con los amigos que llegaron
desde diversos lugares del Perú y del
mundo. Hablamos de recuerdos, de
nuestros maestros, de anécdotas, somos
más del ayer que del presente. La extensa
noche es agradable, y termina como todos
quisieramos que fueran las noches amenas,
recién con el nuevo día, nadie nos apura,
pero la gen%leza del funcionario es tanta
que nos invita un pecan caldo antes de
re%rarnos. Al dia siguiente 29 es
imperdible solicitar un almuerzo en el
Rincòn del Recuerdo, casa-restaurante de
Be@y Marquez, ella con su desbordante
amabilidad, nos prepara riquísimas
pachamancas. La casa an%gua, recuerda el
apogeo económico de Chiquián. Su
inmenso zaguán, ventanales con sabor
colonial, pa%o caluroso y con mesas de
sabor rús%co, le dan calides al dìa, y
tranquilidad, para una buena charla en las
noches, siempre acompañados del del
sabroso chinguirito que ella prepara, el
mejor de Espejito de Cielo. Si los visitantes
%enen suerte, pueden deleitarse de las
hermosas poesías que escrribe su hija, la
poe%sa, Maria del Pilar. Para mí es un lugar
de reencuentro ideal.
FIESTA DE AGOSTO REENCUENTRO
3 Zaguán de Oro Puquio
eso hizo que me arriesgara a tocar arpa en la panadería, mientras me vendían los panes, así, muchas mañanas o tardes olvidaba para lo que había venido, solo reparaba cuando venía mi hermano o primo, a llamarme la atención, entonces dejaba todo y presuroso me dirijía a casa donde me esperaba los resondrones de ley. Esos inicios en la música, hasta cierto punto, precoz, desaparecieron pronto, pues a los 11 años estaba ya en un internado estudiando secundaria en Huaraz. Allí, mejoré en canto, aprendí a leer pentagramas, vocalizar y cantar en coro. Pero, de instrumentos casi nada, salvo una
flauta dulce que nos entregaron a todos los alumnos para facilitarnos la lectura de los pentagramas. De mi generación mis condicípulos de primaria, de la prevocacional 351, estudiaron secundaria en Chiquián, ellos sí pudieron aprender a tocar la guitarra, instrumento inseparable en los años de adolescencia, también aprendieron a cantar los hermosos huaynos chiquianos, con todo el sabor que sus padres y los grandes ejecutantes lo hacían. En mis regresos a Chiquián, de vacaciones, las pasaba en casa, o jugando futbol o cerca a las vaquitas. Esa es mi explicación que doy, ahora, con mucho pesar, por no saber tocar la guitarra tan popular en Espejito de Cielo. Y, también, por no saber cantar, sus
EL I FESTIVAL DE LA GUITARRA CHIQUIANA: ILUSIÓN Y REALIDAD
En una tiendesita oscura, de puerta pequeña y angosta, para ingresar se descendía una grada corta, de una altura de casi 30 cm. Allì, dentro, en una esquina de la habitación, estaba una pequeña mesita, de acabado rústico, sobre el cual yacìa una copita de ron y una botella chica concordia, a medio llenar. A su alrededor un guitarrista acompañaba la tristeza de su amigo, entonando huaynos en quechua. El aroma a ron era fuerte, la señora que les atendía reposaba en su silla atrás del mostrador, tejiendo despreocupada e incansablemente, sabía que en unos minutos sus clientes, de siempre se irían. A mis 8 años, de edad, cuando volvía de acorralar los becerros, los sábados, y domingos, pasaba delante de esta pintoresca tiendesita, situada al frente del local de la comunidad campesina, siempre lo mismo, 5 y 30 de la tarde, guitarra lamentosa y huayno chiquiano. Me detenía unos minutos miraba hacia adentro, dibujaba las siluetas de estos amigos, y seguia hacia mi casa, intentando decifrar esas lamentosas canciones.
La música me había gustado mucho, en primer lugar el canto. A mis escasos 5 a 6 años, me ganaba unas galletitas, del sastre don Miquish Durand, despues de cantarle algunos huaynitos, con letras a veces mal dichas o trastocadas, a esa edad seguro que era mas un payasito que cantante. Pero él siempre me llamaba, sus lentes que se le caían, se sotenían de su nariz como equilibristas de circo callejero. Con la aguja en una mano y el saco en la otra, escuchaba entretenido al pichuychanca de venecia. Luego de dos años cuando ya tenía, 8 o 9, aprendí a usar el acordeón, que mi cuñado, entonces enamorado de mi hermana, llevaba a casa,
típicas canciones, de huaynos o valses, adecuadas para las serentas románticas, onomásticos o alguna efemérides, pero esta lejanía tampoco me permitió visitar aquellas tiendecitas oscuras que en mi niñéz admiré con devoción.
Ahora, en agosto 29 de 2012, después de casi 50 años, volvía a estar cerca de esa música, ejecutada con el sabor chiquiano. Nunca antes, los había tenido cerca. Era impresionante, ver lleno el auditorio de la municipalidad, una sala inmensa con muy pobres condiciones para ser una teatro apropiado para estos fines. Apesar de esa incomodidad, fue un exito el Primer Festival de la Guitarra Chiquiana. Propuesta, de un grupo de chiquianos, y el apoyo abierto del alcalde, ellos se conocían desde la primaria, la que afianzaron durante la secundaria, en el Colegio Coronel Bolognesi, donde aprendieron las primeras canciones, escuchando a sus padres, en fiestas familiares, o en cantinas escondidas de umpay, Penco, alto Perú, o barrio abajo.
Luego, durante sus estudios en universidades de Lima, los encuentros se realizaban en los cumpleaños, se reunía toda la promoción, allí volvían a recordar las canciones, a cantar y bailar. Algunos, decidieron aprender la guitarra a niveles profesionales, pronto se consolidaron en su ejecución. También, aprovechaban para reunirse, en las noches de la fiesta de agosto, cuando volvían desde diversos lugares del Perú y del extranjero, en alguna casa de los Ramirez, Duran, Balarezo, Diaz, o tiendas sobrevivientes de las épocas de su niñez, allí recordaban el repertorio de siempre, comenzando con las de sus padres, luego la de las serenatas, y por su puesto algunas dedicadas a decepciones amorosas, y otras a amores correspondidos, también habían canciones nuevas de esas que se ponen de moda en cada fiesta, o alguna composición de nuevos compositores. La motivación era, la alegría de volverse a ver, matar la nostalgia por los tiempos idos, y para
Top Related