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CAPTULO V
DE LA BERAKAH JUDtA A LA EUCARISTtA CRISTIANA
Uso de a berakak por Jess
El cardenal Schuster deca que Cristo haba hallado en el
salterio como el libro sacerdotal ya listo pan poder leer en l
la liturgia de su sacrificio, todava nis exacto sera decir esto
de la liturgia juda y de sus berakotk, aunque hay que reconocer
que stas no hacen sino destacar lo que estaba latente bajo el
salterio. Las palabras de Cristo suponen - como se ha hecho notar
con frecuencia- un dominio sin igual de la Biblia hebraica, con
un sentido soberano de aquello acerca de lo cual le corresponda
a l, y a l solo, decir la ltima palabra. Sin embargo, Jess
aparece corno el heredero predestinado de la piedad sinagogal.
Puede decirse que a l estaba reservado descubrir al mundo entero
todo lo que sta encerraba en germen y hacerlo florecer en su
propia piedad. Pero inscribindose en la piedad juda del Hijo de
Mara es como la piedad del Hijo de Dios se haba de expresar
humanamente.
Como se puede decir de Jess de Nazaret que es la palabra
hecha carne, de su humanidad podra decirse que es el hombre que
lleg a pronunciar la perfecta bendicin, esa en que todo lo
humano se entrega en una respuesta perfecta al Dios que habla.
La palabra divina halla en la vida humana de Jess su perfecta
1. 1. SCHOSTER, Lber Sacrarnenioriun, Ir. caatellana, Herder, Barcelona 1935sa;
IX 191 de la edicin francesa.
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realizacin creadora y salvadora. La perfecta bendicin que pronun
ciar Jess se consumar en el acto supremo de su existencia, en
la cruz.
Aparte de algunas breves invocaciones, los Evangelios sinpticosno nos han citado ms que una sola oracin desarrollada de Jess.
Lo mismo hay que decir de san Juan.
Llama la atencin el hecho de que la oracin citada por Mateo y
Lucas despus de la primera misin de los doce, sea una berakak
tpica. Y todava es ms notable que su tema sea el que hemos
visto aflorar comoel
tema mayor, y finalmente, comoel
temado
minante de las berakoth: el conocimiento de Dios en nosotros,
que responde al conocimiento que l tiene de nosotros, en la ben
dicin que suscita como respuesta su propia palabra.
La berakak por el conocimiento llega en este texto a su con
sumacin, porque en Jess se dice Dios perfectamente al hombre
ypor el hecho mismo suscita la respuesta perfecta del hombre. Con
siguientemente, esta berakak por el conocimiento que tiene el Padre
del Hijo y por el conocimiento que el Hijo recibe as del Padre, se
desarrolla en una berakah por la comunicacin de esta intimidad
singular a los pobres, en el sentido en que lo tomaba Israel,
es decir, a los que slo viven de la fe.
He aqu el texto, tal como lo ofreci san Lucas, sin duda en
la forma ms prxima a las frmulas que efectivamente debi de uti
lizar Jess:
En aquella hora se sinti inundado de gozo por el Espritu Santo ydijo: Yo te alabo, Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque has oculta
do estas cosas a los sabios y prudentes, y las revelaste a los pequeuelos.
S, Padre, porque tal ha sido tu beneplcito. Todome
ha sido entrega-102 por mi Padre, y nadie conoce quin es el Hijo sino el Padre, y quin
es el Padre sino el Hijo y aquel a quien e1 Hijo quisiere revelrseln .
En este texto no hay un solo detalle que no est pletrico de
sentido. Para comenzar, la exultacin de Jess expresa ese gozo
que es el alma de toda berakah. Es la exultacin del que descubre
por la revelacin divina el sentido de toda cosa y de la vida misma
2. flaps86O.
3. Lc 10,21-22; ci. Mt 11,25-27.
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Uso de la berakah por Jess
del hombre. Todo, en efecto, adquiere su sentido en nuestro cono
cimiento de Dios, como de quien nos conoce primero. Antes de que
nosotros tengamos conocimiento de cosa alguna, antes de que exis
tamos, l nos conoce. Nos conoce con ese conocimiento que es
amor, que cuando lo descubrimos hace que todo se resuelva en
su amor.
Pero la exultacin propia de Jess desborda infinitamente la de
todo creyente de la antigua alianza. Su oracin es la del que sabe
no slo que es conocido por Dios, sino que es, en cierto modo, el
objeto nico del conocimiento divino: de aquel en quien el cono
cimiento propio de Dios, no slo en cuanto Seor soberano del cie
lo y de la tierra, sino como Padre, se complace perfectamente. Dios
haba comenzado a revelarse como Padre, a Israel, para Isral.
Pero Jess aparece aqu como el Hijo nico, el Hijo amado, en
quien todo Israel se realiza, se resume, pero tambin se supera.
No obstante, el reconocimiento de esta unicidad del conocimiento de que es objeto, en Jess, lejos de replegarse sobre l
mismo, redunda espontneamente sobre el mundo, sobre los hom
bres. Por esto, en sus labios ms que nunca la berabah es conf e-
sin, proclamacin de las maravillas divinas. Pero es sobre todo la
comunicacin de esa maravilla nica que forma el fondo y el todo
del conocimiento divino, Y recprocamente, esa comunicacin noes sino una irradiacin de la eucarista permanente que forma
como el fondo del alma de Cristo.
Notemos a este propsito cmo el sentido de esta inseparabi
lidad de la proclamacin del Evangelio y de la eucarista se
mantendr vivo en la antigua tradicin litrgica. En los padres
sirios tomar la homila espontneamente la forma de un himnoeucarstico4.
Sin embargo, esta comunicacin de la Sabidura suprema supone
la humillacin de toda sabidura humana, como lo explicara san
Pablo en su primera epstola a los Corintios. No es accesible sino a
los pequeos, a los que han sido tocados por ese espritu de infan
cia sobrenatural que es el solo Espritu del Padre, en quien sloJess mismo puede regocijarse de conocer al Padre como el Padre
4, cf., en partkuiar. las homilas de San Efrn.
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le conoce a l. Estos pequeos son los que la piedad de los lti
mos salmistas haba llamado los pobres por excelencia5, los que
no tienen nada propio sino la fe, que los entrega sin reserva a este
Espritu. Tal es el beneplcito, la ci8ox!, el designio de amor
gratuito del Padre, que en el Hijo y por el Hijo hallar su realiza
cin en todos los hombres.
Slo al Hijo, en efecto, es transmitido todo; l es la fuente
para todos los dems, al mismo tiempo que el contenido, de la tra
dicin suprema. En sta, el conocimiento que Dios tiene eternamente
de su obra se revela como condensado en un conocimiento nico.
Su si6oxloc, su entera complacencia reposa en el Hijo, como en el
nico Hijo amado del Padre. Porque el Padre halla en l solo
ese conocimiento recproco que es como el reconocimiento per
fecto de su amor. Pero este conocimiento que slo l tiene del
Padre, l nos lo abre, segn el designio mismo del Padre. Nos lo
revela glorificando al Padre con su confesin, en la que se realiza
al mismo tiempo la palabra de Dios y la respuesta del hombre...Harnack dijo muy bien de este texto que aparece en los sinp
ticos como un aerolito jonnico . No es slo un sorprendente gust
anticipado del tono y de la atmsfera propios de san Juan lo que
se tiene en l. Se anuncia ya el tema cuyo desarrollo formar el
ncleo del cuarto Evangelio: la intimidad nica entre el Padre y
el Hijo, y el Evangelio, la buena nueva, cifrada en nuestra introduccin en esa intimidad. Sin embargo, uno no puede menos
de extrai3arse de que Harnack y sus contemporneos en general
fueran tan poco capaces de darse cuenta del reverso de esta
analoga.
Este texto de Lucas y de Mateo manifiesta por s solo, mejor
que ningn otro argumento, el errorque se cometi
durante mu
cho tiempo al querer buscar el secreto de la cristologa jonnica
en una supuesta helenizacin del cristianismo primitivo. En efecto,
nada hay por el contrario ms primitivo, ms semtico, ms espe
cficamente judo del judasmo de la sinagoga, que todos los tr
5. Vase A. cAusas, Les auvres dsraI, Estra.urgo - Paris 1922.
6. Es una itonia de la historia que el Evangelio jonnico, tenido por el ms hele
nido por la critica del siglo xix, hoy nos partzca por lo menos tan judo entiso el de
il ateo.
7. cf. en San Juan todo el conjunto de los discurso que siguen a la cena l3sa.
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Uso de la herakah por Jess
minos y hasta la forma de esta oracin. El tema que sta des
arrolla es quiz el tema ms central de la Biblia, y aqu llega a su
eclosin final conforme a su lnea ms autnoma: conocimiento
que es tambin amor, conocimiento que se tiene de Dios, que no
es nunca sino el fruto del conocimiento que Dios tiene de nos
otros. Los modos de expresin son tambin bblicos, con el para
lelismo antittico, la afirmacin absoluta, matizada luego con un
correctivo que parece contradecirla, pero que no hace sitio prolon
garla. Finalmente, el marco en que esto se inscribe es exactamente
el de una oracin vertida en el molde de las berakoth sinagogales.
Lo que Mateo aade al texto que le es sustancialmente comn
con Lucas, no es menos judo en su forma y en su fondo.
Venid a m todos los que estis rendidos y agobiados,
que yo os dar descanso.
Cargad con mi yugo...,pues mi yugo es llevadero,
y mi carga, ligera.
Este yugo, que es una carga ligera, es exactamente la expresin
que designaba para los rabinos la aceptacin de la tora Ji, como lo
hemos visto a propsito de la berakali por la luz y el conocimien
to ". Anlogamente, el reposo sabtico hallaba pan ellos su imagen
en la entrada en el pas de la promesa, asimilada a una entrada en
el reposo mismo de Dios, que fue el coronamiento de la obra
creadora . La nueva torak., la eterna alianza que es su continua
cin, nos harn entrar en el verdadero sbado: ese reposo lleno de
gozo que seguir a la obra de Dios plenamente realizada, esa obra
que, como dice san Juan, consiste en que nosotros creamosSan Juan, por su parte, pone una gran oracin en boca de Je
ss despus de la cena, en el momento en que va a entregarse a su
pasin . En ella no hace Jess sino reasumir y explicitar lo que
8. Sera inconbibie que un texto as compuesto hubiera ,ido peuducido por cris
tianos helenizados para ser atribuido por ellos a Cristo.
9. Mt 11,28.29.
lo. a. supra, p. 74.
II. ms adelante las oraciones destinadas al sbado, citadas en Ia p. 139ss,
12. Jn 6,29.
13. Cap. 17.
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se hallaba ya ms que en germen, para los suyos, en la mencionada
berakak de san Mateo y de san Lucas, donde Cristo expresaba el
sentido de su misin, que haban de prolongar los apstoles.
Es cierto que en el captulo 17 de san Juan, la splica, siguiendouna tendencia que hemos puesto ya de relieve en las berakoth ju
das, refluye en cierto modo sobre la accin de gracias. Pero la
accin de gracias, la confesin en la alabanza, se lee, como en
transparencia, de un extremo a otro. Toda esta oracin sacerdo
tal, como se la ha llamado ", surge de una contemplacin de la glo
rificacin de Dios, que fue la obra de Jess en la tierra, para pedirsu propia glorificacin, en la que la del Padre ser consumada en
la salvacin de los creyentes.
Si la oracin de Mateo y de Lucas estaba inscrita en una berakak
por el conocimiento divino comunicado, aqu se pide la comu
nicacin de la vida divina, como la glorificacin suprema de Dios .
Cristo ser glorificado en su resurreccin, que consumar la gloriadivina volvindose fuente de vida para los suyos. Pero esta vida
queda definida desde las primeras palabns: La vida es que te
conozcan a ti, nico Dios verdadero, y al que t enviaste, Jesu
cristo lO Esta vida se afirmar en la unidad de amor entre los
fieles, que dimanan de la unidad entre el Padre y el Hijo: unidad
de conocimiento recproco, enraizado en la unidad de vida. Seren ellos el efecto de su santificacin, es decir, de su consagracin,
en la santificacin de Cristo que est a punto de realizarse, es
decir, en su sacrificio 17 Esta santificacin se realizar en ellos como
se realiza en l : en la verdad, es decir, en la comunicacin del
conocimiento de Dios en una comunin con su vida
El objeto del conocimiento de vida as compartido con los su
yos por el Hijo, es formalmente el nombre divino. Este nombre
fue dado al Hijo en la comunicacin sustancial que el Padre hace
de s mismo al Hijo, dndole el ser, y que se extender a los hom
bres mediante la cruz. De ah la convergencia final de todos estos
temas en el tema dominante de la gloria divina, que irradia en la
14. El nombre le fue dado por el exegeta David Chytraeus, en el siglo xv,.15. Cf. y. 1 al 5.
16. V. 3.
17. V. 17.19. Cf. el articulo ytdCeiv, en el Theo/ogisches Wbrtprbuck de G. KITTEL.
IB. y. 1?.
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Sentido del memorial
propia glorificacin del Salvador por su cruz: conocimiento de
Dios, santificacin de los suyos, vida comunicada, unin en el amor,
donde se afirma la difusin de esa vida incomparable que es la vida
de Dios9.
Tales son los pensamientos que la ltima cena evocara para
los primeros cristianos y que haban de impregnar sus ulteriores
celebraciones eucarsticas.
Las berakoth de la comida y la institucin de la eucarista; sentido
del memorial
La discusin, seguramente sin solucin posible, sobre si la
ltima cena de Jess con los suyos fue o no el banquete pascual, no
debe ocuparnos demasiado aqu, puesto que se concentra en un pun
to secundario. Mientras que la mayora de los exegetas modernos seindinaban a darle una respuesta negativa, Jeremias, con una
demostracin de extraordinaria brillantez, parece haber invertido por
el momento la situacin20. Sin embargo, san Juan nos dice formal
mente que la pascua se iba a celebrar la tarde misma de la muerte
de Jess, lo cual implica, a lo que parece, la respuesta negativa
Los sinpticos parecen a primera vista creer lo contrario, puestoque describen la comida de la vspen despus de haber insistido en
la preparacin del cenculo para la pascua . Pero es por lo menos
curioso que no nos digan nada que permita concluir que se trataba
efectivamente de sta. Las palabras citadas por san Lucas: Ar
dientemente he deseado comer esta pascua con vosotros... parece
a primera vista disipar la ambigedad . Pero en realidad no hacesino llevarla al extremo, puesto que puede expresar igualmente el
sentimiento de no poder comerla como la satisfaccin de separarse
de ellos tras esta celebracin. Jeremias mismo reconoci el voto de
abstinencia" en las palabras que siguen: Porque os digo que ya
19 y. 22ss.
20. J . J EHEMXAS, Tite Eucharisfic Words of Jesus, capitulo primero.
21. Ci. Jo 18,28 y 19,31.
22. Cf. Mt 26,i7sa y paralelos.
23. Le 22,15.16.
24. Op. cit., p. 207ss.
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no la comer hasta que se realice en el reino de Dios..., y un
poco ms adelante: No beber ya del fruto de la vid hasta que
venga el reino de Dios. Pero resulta casi impensable si debe impli
car una abstencin de Jess con respecto a la pascua... que con
todo haba de presidir... Por otra parte, entre los detalles citados
por los mismos sinpticos, que parecen oponerse a la idea de que
la fiesta que sigue a la cena pascual coincida con el da mismo
en que mora Jess y no con el da siguiente, el hecho de que
Simn de Cirene volva del campo - para no citar otros-, se re
siste a las explicaciones de Jeremias. Es muy probable que los
evangelistas quieran decir con estas palabras, no que volva de su
trabajo matinal, sino que regresaba de una simple excursin, per
mitida incluso en da de fiesta, a uno de los enclaves rurales lindan
tes con la ciudad. Sin embargo, es cierto que todo lo que precede
a la cena, si ya no lo que la sigue en los tres primeros evangelios,
orienta hacia una celebracin pascual, aunque sea muy poco lo que
en la cena misma va francamente en este sentido.
El esfuerzo de A. Jaubert por armonizar todas las divergen
cias y salvar el carcter pascual de la ltima cena, es de una inge
niosidad que ha encantado a no pocos exegetas perplejos; pero las
consecuencias de su hiptesis la hacen inverosmil. Los discpulos,
opina la autora, habran sencillamente seguido otro calendario que
el de la masa de tos judos. Pero, suponiendo que hubieran efecti
vamente aplicado ese otro clculo en el que ella se basa, habran
tenido su ltima velada con el Maestro, no el jueves, sino el mar
tes. Tanto con respecto a los relatos evanglicos, como en consi
deracin de la tradicin unnime, aparece imposible tal divergencia
que no ha dejado huella en los unos ni en la otra. Y sobre todo,no se ve cmo en Jerusaln mismo, donde todos los corderos pas
cuales deban inmolarse juntos en el templo, uno o algunos grupos
disidentes habran podido celebrar la pascua en otra fecha sin sus
citar un alboroto.
Pero todas estas discusiones, por interesantes que sean desde
elpunto de vista de la historia evanglica, carecen de importancia
25. Mc 15,21 y Le 23,26.
26. AHN,x JAODERT La date de la Chic; cale,,drfrr bibl,que a Iitnrgie chrtien,:e
Paris 19S7.
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Sentido del memorial
para la interpretacin de la cena y de la eucarista que habla de
surgir de la misma. A decir verdad, se pone por lo regular tanto
empeo en esta discusin porque se supone que las referencias pas
cuales de la cruz y de la eucarista dependen absolutamente del
carcter pascual que se pueda o no asignar a la cena. Sin embargo,
este apriorismo es completamente ajeno a la realidad. En efecto, en
primer lugar la perspectiva de la pascua, la inmolacin de los cor
deros en este caso, coincide con la muerte del Seor, por lo cual se
proyecta sobre ia ltima cena, tanto si sta precede a la pascua
como si forma una misma cosa con ella. Pero, sobre todo, las reminiscencias pascuales estn presentes en las oraciones, no slo
de la comida de aquella noche nica, sino incluso en todas las co
midas. Y, en realidad, ya fuera la cena esta con]ida singular u otra,
es evidente, sin gnero de duda, que Jess no asoci a ninguno de
los detalles propios de la cena pascua! la institucin eucarstica de la
nueva alianza. fista se aplica nicamente a lo que la comida de pascua tena de comn con todas las comidas, es decir, al rito de la
fraccin del pan al principio, y al de la gran accin de gracias sobre
la copa de vino mezclada con agua, al fin, Y hasta podemos aadir
que esto es lo que permiti, sin que surgiera jams problema algu
no, que la eucarista cristiana se celebrara con toda la frecuencia
que se quisiera y no slo una vez al ao.
Por muy interesante que sea el significado del cordero pascual
para comprender la muerte de Cristo , no es necesario partir del
rito de su manducacin, y mucho menos de ritos secundarios, como
el de los zimos o el de las hierbas amargas, para comprender en
su origen la oracin eucarstica cristiana. Hay que basarse en el
pan partido a! comienzo de la comida y en la copa repartida al final,
dos ritos que tradicionalmente le estaban ligados.
Segn los rabinos, el pan, cuya bendicin que acompaaba a la
fraccin, iniciaba la comida ritual, representaba el alimento por
excelencia, la vida dada y conservada por el creador . La bendicin
de la Doctrina de los doce apstoles, de la que pronto hablaremos
y cuyo origen judo es indudable, manifiesta el hecho de que ciertas
comunidades judas de la poca vieran va en la fraccin del pan
37. Cf. JERIAS, op. oit., p. 220ss.
28. cf. JERKM!AS, op. oit., ji. 233ss.
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nico y en su manducacin comn la imagen de los dispersos de
Israel y de su reunin en el cuerpo resucitado, que evocaba la vi
sin de Ezequiel .
Ms ricas y ms explcitas parecen haber sido todava las asociaciones de la copa y del vino que la llenaba. El smil jonico
desarrollar el nuevo sentido que debe asumir la vid, en la atms
era de una interpretacin eucarstica de la pasin . Pero ya desde
el profeta Isaas , y seguramente mucho antes, la vid haba sido
para Israel el smbolo del pueblo de Dios, desarraigado de Egipto
para ser replantado en Sin por David. La vid de oro queHero
des haba hecho representar sobre el frontn del templo materia
lizaba su sentido a los ojos de todos. La copa repartida implicaba
adems las ideas de la alianza, como en el salmo 23; de una liba
cin de accin de gracias, como en el salmo 116; de la afliccin
aceptada de la mano de Dios, como en el salmo 80 de la que tene
mos un eco en la discusin con los hijos del Zebedeo .
En forma ms general, detrs de toda la comida y de sus ben
diciones se agolpaban, con el recuerdo de la pascua y del xodo,
las promesas profticas del banquete mesinico . Jess las haba
reasumido al hablar del banquete en el que los justos, venidos de
todos los puntos del horizonte, se sentaran a la mesa en el reino,
con Abraham, Isaac y todos los profetasTM. Maurice Goguel observ
con razn que los relatos de la multiplicacin de los panes insisten
en la anticipacin del banquete mesinico por lo menos tanto como
en el prodigio . De la multitud atrada por su palabra, por su ben
dicin del pan partido entre todos sus oyentes, comenzar a for
mar Jess la comunidad de la alianza. Aunque el discurso dado
por el cuarto Evangelio despus de una de estas comidas pudiera
desarrollar enseanzas ulteriores , es por lo menos probable que
est ligado a una predicacin de Jess, que fue una primera pre
paracin de lo que anunciara en la ltima cuna.
Todo esto, y seguramente otros muchos hechos y palabras que
29. Cf. mfra, p. 127. 30. Ja 15. 31. cf. 1, s.
32.Mt
20,22.23. 33. Cf. JEREMIAS, op. oit., p. 233,s.34. Mt 8,11 y Le 13,28.
35. MAURICE GOGUEL, sas cc les origines da chrhtic,,pis,,, i: La vie do Js,,s,
Paris 1932.
36. Cf. cli. Dooo, op. oit., p. 333sa.
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ignoramos: todas las comidas tomadas ya con el pequeo grupo de
los discpulos, tras lo que comunidades ms o menos semejantes,
como la de Qumrn, haban podido asociar a la comida, parece
haberse precipitado desde los preliminares de la cena. Cuando Jesstoma la primera copa, sus palabras mencionadas por san Lucas pre
sagian lo que va a seguir. Despus de repetir la bendicin que
hemos mencionado, bendicin que evocaba ya la via de David, esa
via que es el puebo de Israel, proclama con palabras apenas os
curas la cesacin del antiguo estado de cosas, nicamente prepara
torio,y
la inminente renovacin de Israel en el reino o el reinado
que va a instaurar su muerte: En verdad os digo: no beber ya
de este fruto de la vid hasta que lo beba nuevo en el reino de Dios.
Sus palabras a continuacin de la bendicin y fraccin del pan,
preparadas seguramente por las enseanzas del discurso sobre el
pan de vida, anunciarn a la vez el sentido sacrficial de su muerte
y definirn cmo dar su carne, no slo por la vida del mundo en
la cruz, sino en alimento de vida pan los suyos en sus banquetes
eucarsticos.
No hay razones para suponer que Jess modifican la bendicin
tradicional del pan, tal como la hemos citado segn el Seder de
Amram Gaon, que la presenta todava tal como se hallaba ya en
la Mnah:
Bendito seas, Seor rey del universo, que haces producir pan a la tierra".
Los discpulos responden su amn, despus de lo cual parte
Jess el pan y lo hace circular diciendo probablemente:
Tomad, esto es mi carne,
o quiz:
Tomad, he aqu ml carne.
El anlisis de Jeremias, que versa sobre las diferentes frmulas
del Nuevo testamento, parece, en efecto, concluyente para demos-
37. Le 22,16.
38. Cf. el capitulo precedente, p. 91.
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trar que todas ellas son frmulas litrgicas consagradas ya por
diversos usos locales. Estas tienen tras s una frmula aramea O
hebraica, en la que Jn 6 fue casi seguramente el nico que conserv
el trmino exacto usado por Jess: En el paralelismo con sangre,
parece ser que es carne baar-bisra y no cuerpo lo que impone
tanto la tradicin rabnica como la tradicin propiamente bblica.
Esto es mi cuerpo ser una especie de targum helenizante, hecho
necesario por el paso a una liturgia de lengua griega.
Igualmente, al final de la comida, tomando Jess en la mano la
copa preparada, pronuncia las tres bendiciones usuales. Consi
guientemente, stas deban implicar como lo ha establecido Fin
kelstein , por lo menos los elementos que siguen, aunque la
frmula pronunciada efectivamente sera probablemente todava
ms prxima, si no en todos los detalles, por lo menos en la tona
lidad religiosa, a la elocuencia litrgica de los formularios de
Amram Gaon:
1. Bendito seas, Seor, Dios nuestro, rey del universo, que alimentas
al mundo entero en [tu] bondad, [tu gracia y [tu misericordia.
2. Te damos gracias, Seor, Dios nuestro, porque nos hiciste entrar
en posesin de un pas bueno y vasto.
3. Seor, Dios nuestro, ten piedad de Israel tu pueblo,
de Jerusaln tu ciudad,
de Sin, lugar donde mora tu gloria,
de tu altar y de tu templo.
Bendito seas, Seor, que construyes a Jerusaln 4.
Haciendo circular entonces Jess la copa - todava segn Je
remias, a cuyos anlisis remitimos al lector- habra empleado la
expresin hebraica dam beriti, o la aramea adam keyaS literal
mente sangre de mi alianza, nicas posibles gramaticalmente en
las lenguas semticas, pero que el griego tradujo correctamente
en cuanto al sentido: Esto es mi sangre, de la alianza, derramada
por vosotros.
Las palabras que siguen, traducidas generalmente:
39. JEREMIAS, op. cit., p. 173s5 y 196ss.
40. cf. L. Fnncn.STEZN, Op. cit.
4!. JEREMIAS, op. oit., p. lPks,
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Sentido del memorial
Haced esto en memoria ma,
han sido objeto de interminables discusiones entre los exegetas
modernos, segn que admitieran o no como verosmil que Jess
hubiera podido instituir en una frmula tan explcita una ceremo
nia que deba renovarse. Dom Gregory Dix ha tenido el mrito de
poner en claro que la cuestin est mal planteada ". La renovacin
de la comida religiosa no poda crear ningn problema, puesto que
la eucarista no era para los judos una novedad en su forma ritual
que ellos habran conservado en todo estado de causa, tanto des
pus como antes de Jess, pero s en su contenido. El acento no
carga, pues, sobre la prescripcin: haced esto, sino ms bien so
bre la aadidura: haced esto [sobrentendido: de ahora en ade
lante] en memoria ma. Ms exactamente, como lo pone de relieve
Jeremias, estas palabras deben traducirse as:
Haced esto como memorial mo,
y a esta palabra hay que dar el sentido que tuvo siempre en la li
teratura rabnica, y especialmente litrgica, de la poca. No signi
fica en modo alguno un acto psicolgico, humano, de retorno sobre
el pasado, sino una realidad objetiva destinada a hacer perpetuamente actual delante de Dios, para Dios mismo, alguna cosa o a
alguien. Como lo ha mostrado muy bien Max Thurian, esta misma
concepcin del memorial tiene sus races en la Biblia. En ella no es
el memorial nicamente un elemento ritual esencial de ciertos sacri
ficios, sino lo que da el significado final de todo sacrificio, y del de
lapascua eminentemente". Es una institucin, podemos decir, esta
blecida por Dios, dada e impuesta por l a su pueblo, para perpe
tuar para siempre sus intervenciones salvadoras. El memorial no
slo dar subjetivamente a los fieles una garanta de su eficacia
permanente, sino que primeramente garantizar sta, como con
una prenda que ellos podrn y debern presentarle, como prenda
desu
propia fidelidad.
42. cf. rita Sitape of tite Liturgy, Londres 1945, p. SSaa.43. cf. ttt, p. 9Sas.44. Mi THURIAN, op. cit., todo el primer captulo. Vase tambin N. DAUL, Anam.
nhir, mhnoire et commmoro4ion dans le christia,,inne primitif, en eStudia fleotogien,
Lund 1948, p. 6Pts.
115
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De la berakali juda a la eucarista cristiana
Hemos sealado cmo las interpolaciones festivas de la tercera
berakah del final de la comida multiplican precisamente el empleo
de esta palabra zihkaron, memorial, en un sentido que es segura
mente ste.
Tenemos la seguridad de que estas interpolaciones,
centradas sobre el memorial, eran ya una prctica anterior al co
mienzo de nuestra en. Tenemos, por tanto, derecho a pensar que
directamente sugirieron a Jess su frmula. Y en particular en el
caso en que la cena no hubiera sido la comida pascual, podemos in
cluso preguntamos si Jess mismo no improvisara en la tercera
berako,h un memorial explcito de su sangre derramada pan lanueva alianza.
Repitmoslo: el hecho de que este memorial se hallara aadido
en los mismos trminos, tanto a la oracin abodah, para la consa
gracin de los sacrificios del templo, como a la tercera berakah de
las comidas, acenta su carcter sacrificial.
As es como, en primer lugar, recibe francamente la cruz elsentido del sacrificio, en que se consumarn y a la vez se abolirn
todos los sacrificios anteriores. Este sentido lo da la berak&i del pan
y del vino, como de su cuerpo y de su sangre, que deben constituir
para siempre la sustancia del memorial dejado por Jess a los suyos
para que sea representado sin cesar a Dios por ellos, como prenda
definitiva de suamor
redentor. Se puede, por tanto,decir
queen
la cena la cruz de Cristo y la eucarista de los cristianos recibieron
de Jess inseparablemente un carcter sacrificial la cruz de Cristo
porque l se entreg a ella en la cena en oblacin inmolada, como la
del cordero pascual, con vistas a realizar la nueva y eterna alianza
conforme al designio divino reconocido en su eucarista; la euca
rista de los cristianos, porque por el hecho mismo se convierte
sta en el memorial de Jess y de su accin saludable. Como dir
san Pablo, cada vez que la celebren anunciarn, o proclamarn,
no en primer lugar al mundo, sino a Dios, esa muerte cuyo recuer
do es para l mismo la prenda de su fidelidad en salvarlos .
Parece que hay que dar todava un paso, siguiendo a Jeremias,
y aadir con l que el fruto esperado de esta re-presentacin a
Dios del memorial de la muerte redentora es, en la intencin misma
15. Cf. supra, p. 96.
46. icor 11,26.
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Las berakoth judias y la oracin de los primeros cristianos
de Jess, el cumplimiento final de su obra en su parusia ". La invo
cacin, ligada siempre en la liturgia juda a la evocacin del memo
rial, es siempre, efectivamente, la realizacin de la experiencia es
catolgica.Y es seguramente a lo que se refiere san Pablo cuando
dice: Cada vez que comis de este pan y bebis de esta copa, anun
ciis la muerte del Seor, hasta que l venga, donde el hasta que
l venga implica seguramente para que l venga .
As se comprende cmo la yuxtaposicin de la esperanza tra
dicional, que se refiere a la realizacin del pueblo definitivo de
Dios en la definitiva edificacin de Jerusaln y de la esperanza
de la parusa, producir en la antigua Iglesia la invocacin de un
acabamiento de Cristo en nosotros. Este acabamiento, esta realiza
cin perfecta, no aparece no slo prometido, sino esbozado en la
celebracin eucarstica, en la que venimos a ser el cuerpo de Cristo
al alimentarnos de su carne y de su sangre, en la fe en su resu
rreccin?
Las berakoth judas y la oracin de los primeros cristianos
Desde ahora podemos damos cuenta de que era preciso resti
tuir lo que hoy da llamamos el relato de la institucin de la eu
cai-istia, al contexto que le es propio, el de las berakoth rituales de
la comida juda, a fin de percibir el sentido y todo el alcance de sus
expresiones. La palabra anunciadora de todo lo que va a seguir a
la cena, que nos fue conservada por san Lucas, enlaza con la berakak
preparatoria sobre la primera copa. La beraleah sobre el cuerpo o
la carne de Cristo, con la berakak inicial de la fraccin del pan. La
berakab sobre la sangre de la nueva alianza, con la segunda y con
la tercera de las berakoth finales. Y, finalmente, la palabra sobre el
memorial supone todo lo que evocaban los incisos de las fiestas,
tambin en la tercera.
Hay que decir ms: estas palabras de Cristo que iban a engen
drar la eucarista cristiana son como las emergencias de toda una
47. Cf. JERLMI`S, op. cit., p. 237ss.
48. Cf. supra, p. 96.
49. Cf. JZREMIAS, np. tit., ibid.
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De la berakah juda a la eucarietfa cristiana
estructura subterrnea de los Evangelios, la de la liturgia juda en
que aqullas estn encuadradas. Si se separan de sta, se desconoce
todo el movimiento que las arrastraba. Y recprocamente, se corre
peligro de perder su sentido exacto, si no se percibe todo lo que
aqullas consuman y coronan. El cristianismo primitivo se vio pre
servado de cometer jams este error por el hecho de que la oracin
cristiana sigui vertindose en las formas de la berakak juda y de
la teflak, es decir, de la oracin de peticin que brota de ellas sin
separrseles jams. Las primeras frmulas de la eucarista cristia
na, a imitacin de lo que Cristo mismo haba hecho, no sern sino
frmulas judas aplicadas, mediante algunas palabras aadidas, a
un contenido nuevo, que, por lo dems, todo en ellas lo preparaba.
Que la expresin de las primeras oraciones cristianas se plasm
espontneamente conforme a la de las berakoth judas y de sus pro
pios desarrollos, se ve atestiguado de manera particularmente impre
sionante en las epstolas paulinas. Todas, poco ms o menos, se
abren con una berakah y pasan luego a la tefillah, a la splica de
que se realice perfectamente el don que es objeto de la accin
de gracias. La enseanza, la exhortacin que forman el cuerpo de
la epstola quedarn dominadas por este prembulo. No son sino la
explicaci6n de lo que ste envuelve. Estn, por tanto, marcadas por
esa contemplacin exultante, atravesadas por esa aspiracin supli
cante de que se cumpla el misterio reconocido y confesado.
Estas introducciones estn generalmente edificadas sobre los dos
trminos de sxccpcccc o e!Xoyt y de irpoacux que ya en el
judasmo de lengua griega traducan los dos trminos hebreos de
berakak y de tefilah.
En la primen epstola a los Tesalonicenses tendremos:
Damos siempre gracias a Dios npLaro@Cv por todos vosotros y
recordndons en nuestras oraciones irpoaeux3v, haciendo sin cesar ante
nuestro Dios y Padre memoria de la obra de vuestra fe, del trabajo de
vuestra caridad y de la perseverante esperanza en nuestro Seor Jesu
cristo...
En la segunda tendremos tambin:
50. ITes 1.
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Las berakoth judas y la oracin de los primeros cristianos
Hemos de dar a Dios gracias s?ptantv incesantes por vosotros, her
manos, y eso es muy justo, porque Se acrecienta en gran manera vuestra fc
y va en progreso vuestra mutua caridad... Pan eso sin cesar rogamos poaeu
xvEO por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de vuestra
vocacin, y con toda eficacia cumpla su bondadoso beneplcito y la obra
de vuestra f e, y el nombre de nuestro Seor Jess sea glorificado en vos
otros, y vosotros en l, segn la gracia de Dios y del Seor Jesucristo...
Que esta frmula inicial est sincopada en el caso de la epstola
a los Glatas expresa bien la vehemencia de la inquietud y de laindignacin que indujeron a san Pablo a escribirles. Pero el movi
miento espontneo se mantiene como en transparencia tras su voto
inicial:
La gracia y la paz sean con vosotros de parte de Dios Padre y de
nuestro Seor Jesucristo, que se entreg por nuestros pecados para librar
nos de este siglo malo, segn la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien
sea la gloria por los siglos de los siglos. Amn .
En cambio, a los Romanos, aunque todava no conoce a sus des
tinatarios, por lo cual este encabezamiento pierde aigo de su calor
habitual, les dir formalmente:
Primeramente doy gracias a mi Dios por mediacin de Jesucristo res
pecto a todos vosotros, porque vuestra fe se divulga con aplauso en todo
e1 mundo. Porque Dios, a quien doy culto QLatpe, trmino cultual por
excelencia en mi espiritu anunciando ci Evangelio de su Hijo, me es tes
tigo de cun incesantemente hago memoria de vosotros siempre, en mis
oraciones, a ver cmo, por fin, se me allana alguna vez el camino, si Dios
quiere, para llegar hasta vosotros
En las introducciones a las dos epstolas a los Corintios, slo
la sxptaroc se expresa formalmente, aunque la npoacuxll est
subyacente, por lo menos al final de la primera.
Doy continuamente gracias a Dios por la gracia que os ha sido otorgada
en Cristo Jess, porque en l habis sido enriquecidos en todo: en toda
palabra y en todo conocinlirllto, en la medida en que el testimonio de Cristo
Si. 2Tes 1,52. CM 1.53. Rom 1.
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De la berakah judfa a la eucaristfa cristiana
la sido confirmado entre vosotros as que no escaseis en don alguno mien
tras llega para vosotros la manifestacin de nuestro Seor Jesucristo, que
a su vez os confirmar plenamente, para que seis hallados irreprensibles
en el da de nuestro Seor Jesucristo. Pues fiel es Dios, por quien habis
sido llamados a participar con Jesucristo, su Hijo y Seor nuestro .
Y en la segunda leemos:
Bendito cXoyt6 sea Dios, Padre de nuestro Seor Jesucristo, Pa
dre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos consuela en todas
nuestras triL;laciones, para que podamos consolar nosotros a todos los atribulados con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por
Dios...
A los Filipenses dir, con el matiz de confianza apacible y gozosa,
que es tan caracterstico de sus relaciones con esta Iglesia:
Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros, y siempre,
cuando hago la oracin, todas mis splicas por todos vosotros son hechas
con alegra, por vuestra contribucin a la causa del Evangelio desde el pri
mer dia hasta ahora, teniendo esta confianza; que el que empez entre vos
otros la obra buena la llevar a su trmino hasta el da de Cristo Jess...
Y sta es mi oracin roro 7rpoaayo1zL: que vuestro amor todava
abunde ms y ms en conocimiento perfecto y en toda sensibilidad, hasta que
lleguis a discernir los valores de las cosas, para que as seis puros e irreprochahles para el da de Cristo, llenos del fruto de justicia que se obtiene
por medio de Cristo, para gloria y alabanza de Dios".
En la epstola a los Colosenses, la bendicin y la oracin que la
acompaa estallan en una vasta exposicin de todo el designio de
Dios y de su realizacin, no slo en el caso del apstol y de sus
destinatarios, sino en el mundo entero:
Damos gracias al Dios, Padre de nuestro Seor Jesucristo, rogando cons
tantemente por vosotros, desde que olmos hablar de vuestra fe en Cristo
Jess y del amor que tenis para con todo el pueblo santo, por causa de la
esperanza que os est reservada en los cielos, de la cual habais ya odo ha
blar en el mensaje de la verdad, del evangelio, que lleg hasta vosotros;
54. iCor 1.
55. 2Cor 1.
56. Ep 1.
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Las berakoth judas y la oracin de los primeros cristianos
como asimismo est fructificando y creciendo en todo el inundo, al igual
que entre vosotros, desde el da en que osteis y conocisteis la gracia de
Dios genuinamente, tal como aprendisteis de Epaf ras, nuestro querido con-
siervo, que es fiel servidor de Cristo en provecho vuestro, el cual tambinnos puso de manifiesto vuestro amor en el Espritu.
Por lo cual tambin nosotros, desde el da que esto omos, no cesamos
de rogar por vosotros y de pedir que lleguis a la plenitud en el conocimiento
de su voluntad en toda sabidura e inteligencia espiritual, para que cami
nis segn el Seijor se merece, a plena satisfaccin suya, dando frutos
en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos en
toda fortaleza, segn el poder de su gloria, con vista a toda constancia y
comprensin; y llenos de alegra, deis gracias al Padre que os capacit
para participar de la herencia del pueblo santo en la luz. l nos libert del
poder de las tinieblas y nos traslad al reino del Hijo de su amor; en quien
tenemos la redencin, el perdn de los pecados.
l es imagen del Dios invisible, primognito de toda criatura, porque
en l fueron creadas todas las cosas en los cielos y sobre la tierra, las visibles
y las invisibles, ya tronos, ya dominaciones, ya principados, ya potestades
todas las cosas fueron creadas por medio de l y con miras a l; y l es
ante todo, y todas las cosas tienen en l su consistencia. Y l es la cabeza
del cuerpo, de la Iglesia; l, que es principio, el primognito de entre los
muertos, para que as l tenga primaca en todo pues en l tuvo a bien
residir toda la plenitud, y por l reconciliar todas las cosas consigo, paci
ficando por la sangre de su cruz, por l, ya las cosas de sobre la tierra,
ya las que estn en los cielos.
Y a vosotros, qiic erais antes extraijos y estabais animados de disposiciones hostiles en vuestras malas obras, ahora ya os ha reconciliado por
su cuerpo de carne mediante la muerte, para presentaros santos, sin tacha
e irreprochables ante l, si es que permanecis bien cimentados y firmes
en la fe, y sin dejaros apartar de la esperanza del evangelio que osteis,
el cual ha sido proclamado a toda criatura bajo el cielo, y del cual yo,
Pablo, fui constituido servidor
En fin, en la epstola a los Efesios, se volver a esta misma
eucarista inicial, ordenada en la perspectiva de la edificacin de
la Iglesia como plenitud de Cristo, de manera que constituya un
himno a todo el designio divino y a su realizacin en nosotros, en
un tono particularmente litrgico.
Bendito Dios, Padre de nuestro Seflor Jesucristo, que nos bendijo con
toda bendicin espiritual en los cielos, en Cristo, por cuanto nos eligi en
57. Col 1.
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De la berakah judia a la eucaristla cristiana
l antes de la creacin del mundo, para ser santos e inmaculados en su pre
sencia. En su amor nos predestin a ser hijos adoptivos para l por medio
de Jesucristo, segn el beneplcito de su voluntad, para alabanza de la gloria
de sugracia, con la que nos ha agraciado en el Amado. En l tenemos la
redencin por medio de su sangre, el perdn de los pecados segn la riqueza
de su gracia, que ha prodigado con nosotros en toda sabidura e inteligencia,
dndonos a conocer el misterio de su voluntad, segn el benvolo designio
que se haba formado de antemano referente a la economia de la consu
macin de los tiempos recapitular todas las cosas en Cristo, las que estn
en los cielos y las que estn en la tierra. En l fuimos tambin agraciados
con la herencia, predestinados - segn el previo decreto del que lo impulsa
todo conforme a la decisin de su voluntad- a ser nosotros alabanza de su
gloria, los que previamente tenemos puesta en Cristo la esperanza. En l
tambin vosotros, tras haber odo la palabra de la verdad, el evangelio de
vuestra salvacin; en l tambin, despus de haber credo, fuisteis sellados
con el Espritu Santo de la promesa; el cual es prenda de nuestra herencia,
para la redencin del pueblo que Dios adquiri para s, para alabanza de
su gloria.
Por eso, yo tambin, habiendo odo hablar de la fe que hay entre vosotrosen el Seor Jess, y de vuestro amor hacia todo el pueblo santo, no ceso
de dar gracias por vosotros, haciendo mencin de vosotros en mis ora
ciones, para que el Dios de nuestro Seor Jesucristo, el Padre de la gloria,
os d espritu de sabidura y de revelacin en el pleno conocimiento de l;
para que, iluminados los ojos de [vuestro] corazn, sepis cul es la espe
ranza de su llamada, cul la riqueza de la gloria de su herencia en el pueblo
santo, y cul la extraordinaria grandeza de su poder con respecto a nosotros,
los que creemos, segn la eflcacia del poder de su fuerza que despleg en
Cristo, resucitndolo de entre los muertos y sentndolo a su derecha en
los cielos, por encima de todo principado y potestad y virtud y dominacin
y de todo nombre que se nombra, no slo en este mundo, sino en el venidero.
Y todas las cosas las puso debajo de sus pies; y lo dio, como cabeza sobre
todas las cosas, a la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del que lo llena
todo en todo.
Y vosotros estabais muertos por vuestras culpas y pecados, en los queen un tiempo caminabais segn la corriente de este mundo, segn el prn
cipe de la potestad del aire, del espritu que acta ahora entre los hijos de
la rebelda. Entre stos, tambin nosotros todos vivamos entonces segn las
tendencias de nuestra carne, realizando los deseos de la carne y de la mente,
y ramos, por naturaleza, hijos de ira, exactamente como los otros.
Dios, sin embargo, rico como es en misericordia, por el mucho amor
con que nos am, tambin a nosotros, muertos por nuestros pecados, nos
vivific juntamente con Cristo - de gracia habis sido salvos-, con l nos
resuct y con l nos sent en los cielos por Cristo Jess, para mostrar en
los siglos venideros la extraordinaria riqueza de su gracia por su bondad
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Las beralcoth judias y la oracin de los primeros cristianos
hacia nosotros en Cristo Jess. Pues por la gracia habis sido salvados me
diante la fe; y esto no proviene de vosotros: es don de Dios, no de las
obras, wra que nadie se glore. Porque de l somos hechura, creados en
Cristo Jess para obras buenas, las que Dios prepar de antemano para quelas practicramos58
Aqu ms que nunca, las instrucciones que van a seguir inme
diatamente forman cuerpo con la berakak hasta tal punto que sus
resonancias se prolongan prcticamente hasta el final de la epstola.
La exposicin del misterio de Cristo aparece como llevada por la
ola de la eucarista, que slo parece haberse desplegado pan reple
garse sobre l.
La confrontacin de estos textos, con la progresin que lleva a
la expansin final de las grandes epstolas cristolgicas, no es
menos reveladora de la teologa que de la oracin de san Pablo.
Aqu se pone de manifiesto que esta teologa es fundamentalmente
eucarstica, en cuanto no es sino una meditacin de lo que fue la
materia de la eucarista cristiana. Por esta razn, procediendo de
la accin de gracias, en la plegaria por la realizacin del misterio,
no tiende sino a la doxologa, a la glorificacin de Dios, todo en
todos. Es una teologa, en el sentido que tena esta palabra en la
antigedad helenstica: un elogio, una glorificacin en la alabanza
del Dios de quien se habla. Puede decirse que los padres griegos, enparticular los Capadocios, y eminentemente san Gregorio de Na
danzo, al que por excelencia se dar el nombre de telogo, en lo
ms fuerte de sus amplificaciones especulativas no perdern nunca
de vista este sentido, esta orientacin primera de la teologa. Y no
est vedado pensar que la elaboracin, que se acababa por entonces,
de las anforas destinadas a ser clsicas, no contribuy poco, enlos que fueron sus autores, a conservar tambin vivo el sentido
de una ortodoxia, que es a la vez glorificacin recta y doctrina
recta .
Pero, para volver a los textos paulinos, se ve cmo todos ellos
no son sino una continua vuelta a la berakab por el conocimiento
de Dios, enel
doble aspecto de este conocimiento, que es fe y
58. Ef ly2.
59. Este tema, familiar a los autores ortodoxos modernos, se basa en un juego de
palabras entre 86a, en et sentido bblico de gloria, y SECC en el sentido clsico de opini6n.
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De la beralcah juda a la eucarista cristiana
amor. En la epstola a los Colosenses, en el interior de la itpoccu4
de la tefillah en que se pide la plena realizacin de este conocimien
to, pasar a primer trmino la definicin de su objeto. En el con
texto propio de la epstola, de oposicin a las gnosis judas desviadas, se afirmar, pues, la unidad entre creacin y redencin.
nico es, en efecto, el creador y el redentor: Cristo, en quien el
mundo, como haba sido creado en su origen, debe ser reconciliado
con su autor, en el misterio de su cruz. Este misterio es tambin
el de la Iglesia congregada en su cuerpo crucificado, para llegar a
ser como la plenitud de su cuerpo resucitado.En la epstola a los Efesios, esta visin terminal invade todo
el horizonte. Est presente desde la berakah propiamente dicha,
desde la accin de gracias. La creacin no se menciona ya expl
citamente. De golpe se evoca el designio de Dios que todo lo abarca,
designio por el que, en la &vcowpcMka, en la recapitulacin
final, reasumir segn el plan primitivo, su obra alterada, dividida.La plenitud del designio original, implicada desde siempre en Cristo,
ser explicada al final de los tiempos en la Iglesia, en la que l
mismo se realiza. As el conocimiento a que todos estn predestina
dos y que el Evangelio les aporta, ser el descubrimiento y la rea
lizacin de ese nico hombre perfecto, en el que Cristo muerto,
resucitado y subido al cielo se consuma todo en todos.Uno se sentira tentado a decir que aqu sorprendemos la pre
sin progresiva de la visin cristiana que haban preparado las
frmulas judas, pero que a su vez va a penetrarlas, a impregnar-
las, hasta el punto de remodelarlas. La reorientacin es decisiva:
de la tos-ah hacia Cristo, de la alianza primera hacia el misterio de
la nueva alianza, misterio de la cruz, que es tambin el misteriode Cristo en nosotros, esperanza de la gloria, para servirnos de una
palabra clave de la epstola a los Colosenses
Desde las primeras generaciones cristianas, esta permanencia
y esta metamorfosis se sealan igualmente en las oraciones en que
se verti el testimonio ms ardiente tributado a Cristo: las de los
mrtires. A travs de las cartas autnticas de stos, en el momentoen que se consuma su of renda en la de Cristo mismo, llama la
60. col 1,27.
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Las berakoth judas y la oracin de los primeros cristianos
atencin que sta se vea siempre expresada por la berakah juda.
En Prgamo, durante el imperio de Marco Aurelio, exclama
Carpo en la hoguera:
Bendito seas, Seor, Hijo de Dios, porque, a pesar de mi pecado, me
has juzgado digno de tu herencia61.
Tenemos a Tedoto de Ancira, bajo Diocleciano, cuya berakak
se desarrolla en tefillah, como la de muchos otros:
Seor Jesucristo, que creaste el cielo y la tierra, t no abandonas a los
que ponen en ti su esperanza.
Te doy gracias por haberme hecho digno de ser ciudadano de la ciudad
de los cielos y de heredar tu reino.
Te doy gracias por haberme permitido vencer al dragn y aplastar
su cabeza.
Da el reposo a tus siervos y desva hacia m el furor de tus enemigos.
Da la paz a tu Iglesia y librala de la tirana del demonio. Amn .
Lo mismo se diga de Ireneo de Sirmio, tambin bajo Diocle
ciano:
Te doy gracias, Seor Jesucristo, por haberme dado perseverancia enlas pruebas y tormentos diversos, y por haberme juzgado digno de com
partir tu gloria eterna.
Seor Jesucristo, que te dignaste sufrir por la salvacin del mundo,
abre tus cielos a fin de que los ngeles puedan recibir el espritu de tu
siervo Ireneo, que soporta estos tormento por tu nombre y por el pueblo
que crece en la Iglesia catlica de Sirmio. Te ruego e imploro tu miseri
cordia, para que te dignes acoger y consolidar a los otros en la fe .
Pero de todas estas oraciones, la ms interesante es la ms
antigua, la de Policarpo de Esmirna, muerto a mediados del siglo it.
El relato de su martirio nos muestra a este obispo entregndose al
fuego exactamente como si fuera a celebrar la eucarista por ltima
61. En la edicin crtica de los Acta Martyruin, de KNOPF.KRUGEX, Tubinga 1929,
p. 213.
62. RUINART, Acta primorurn ,nartyrum sincera, Pars 1689, en la reedicin de 1859,
p. 384.
63. Ibid., p. 313.
125
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De la berakab judia a la eucarista cristiana
vez. Y en esta celebracin suprema, en la que se identifica con la
hostia que es Cristo, podemos pensar que su oracin es un calco
de la eucarista que tena costumbre de ofrecer. Ahora bien, esta
oracin sigue todo el desarrollo de la &erakah juda: alabanza del
creador, luego del redentor, presentacin del memorial y splica
de que sea bien acogida su of renda, y doxologa final.
Seor, Dios todopoderoso, Padre de Jesucristo, tu Hijo muy amado y
bendito, por quien te hemos conocido, Dios de los ngeles y de las potestades,
Dios de toda la creacin y de toda la familia de los justos que vivenen tu
presencia: te bendigo por haberme juzgado digno de este da y de esta
hora, de ser contado en el nmero de tus mrtires y de tener parte en el
cliz de tu Cristo para as resucitar a la vida eterna del alma y del cuerpo
en la incorruptibilidad del Espritu Santo.
Sea yo con ellos acogido en tu presencia como una oblacin preciosa
y aceptable: t me has preparado a ello, t me lo has mostrado, t has
mantenido tu promesa, Dios de la fidelidad y de la verdad. Por esta gracia
y por todo te alabo, te bendigo, te glorifico por el eterno y celestial sumo
sacerdote, Jesucristo, tu hijo muy amado: por l, que es contigo y con e1
Espritu, te sea dada gloria, ahora y en los siglos venideros. Amn".
Las primeras liturgias eucaristicas
Parece, sin embargo, que es la Didakhe, llamada entre nosotros
Doctrina de los doces apstoles, la que nos ha conservado el ejemplo
ms antiguo de estas formulaciones de la eucarista, en la que la
Iglesia, como Cristo en la cena, se serva todava de las frmulas
judas, dando sencillamente, con algunos incisos, un sentido nuevo
a sus expresiones.
No nos toca aqu discutir la cuestin del origen de la Doctrina
de los doce apstoles, que se ha querido situar o bien a los comien
zos de la Iglesia, o bien mucho ms tarde, despus del 180, a la
sazn de la crisis montanista
Repitmoslo un vez ms, y no ser la ltima: la fecha y el ori
gen de una oracin litrgica no deben confundirse con los de las
colecciones en que se halla. Ahora bien, lo que nos interesa en la
64. Martyru,n Po!ycarpi, PG 5, col. 1040.
65. Cf. AUDET, Ls Didack?, Parfa 1958.
126
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Las primeras liturgias eucarsticas
Doctrina de tos doce apstoles, para nuestro estudio, son nica
mente estas oraciones. Que stas son de origen judo, como lo reco
noci el primero entre los modernos, Dibelius66, resulta evidente
con slo compararlas con las oraciones judas tradicionales de las
comidas. Hay incluso que ir ms lejos que Dibelius, que pensaba
hallar aqu una oracin de judos helensticos. Recordemos que la
sinagoga de Dura-Europos nos ha transmitido un fragmento de
papiro en que leemos una oracin hebraica que es el elemento cen
tral de la berakab de la Doctrina de los doce apstoles .
Pero es evidente que en la Doctrina de los doce apstoles la ora
cin utilizada por los cristianos recibi algunas aadiduras, por
cierto no muy hbiles, que quieren precisar el sentido nuevo que
le dan.
Respecto a la encaristia, daris gracias de esta manera:
Primeramente, sobre el cliz:
Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa villa de David, tu siervo,
la que nos diste a conocer por medio de Jess, tu siervo itat.
A ti sea la gloria por los siglos.
Luego, sobre el fragmento:
Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento que nos
manifestaste por medio de Jess, tu siervo.
A ti sea la gloria por los siglos.
Como este fragmento estaba disperso sobre los montes y reunidos sehizo uno, as sea reunida tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino.
Porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente.
Despus de saciaros, daris gracias as:
Te damos gracias, Padre santo, por tu Santo nombre, que hiciste morar
en nuestros corazones, y por el conocimiento, y la fe, y la inmortalidad,
que nos diste a conocer por medio de Jess, tu siervo.
A ti sea la gloria por los siglos.
T, Seflor todopoderoso, creaste todas las cosas por causa de tu nombre
y diste a los hombres comida y bcbida para su disfrute. Mas a nosotros
nos hiciste gracia de comida y bebida espiritual y de vida eterna por tu
siervo.
Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso. A ti sea la gloria
por los siglos.
Acurdate, Sefior, de tu Iglesia, para librarla de todo mal y hacerla
perfecta en tu amor, y renela de los cuatro vientos, santificada, en el
66. Cf. AuDaz op. cit.
67. Cf. supra, p. 41.
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De la berakali judhz a la eucaristf a cristiana
reino tuyo, que has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria por
los siglos.
Venga la gracia y pase este mundo.
Hosanna al Dios de David.
El que sea santo, que Le acerque.
El que no lo sea, que haga penitencia.
Marana tha.
Amn.
Hemos subrayado las adiciones evidentemente cristianas. Ntese
su pequeo nmero y su laconismo. tambin se habr notado que
no hemos subrayado las menciones de la Iglesia. El texto hebreo
que se ha encontrado muestra que &xOocL, en nuestro texto grie
go, corresponde sencillamente al hebreo qahal, que para los pri
meros redactores y recitadores de la oncin designaba exactamente
la reunin esperada de la dispora de Israel.
Las discusiones continuadas todava entre los crticos cristianos-que ignoran voluntariamente o no textos judos paralelos-
para saber si tenemos aqu una oracin eucarstica en sentido estric
to o una oracin pan el gape, separada ya - as se supone- de
la eucarista, o todava dos grupos de textos aplicables a celebracio
nes diferentes, estas discusiones, decimos, resultan vanas si se tie
nen en cuenta estos paralelismos. El conjunto es de un solo tenor,conforme a la sucesin tradicional de las berakoth de la comida
bendicin sobre la copa inicial, bendicin sobre el pan partido, tri
ple bendicin sobre la ltima copa. Pero en su estado final se apli
can evidentemente a una comida sagrada de una cristiandad todava
muy prxima al judasmo, la cual no poda ser sino su eucarista.
Con esto se comprende mejor que los cristianos conservaran casi intactas aquellas oraciones judas, por cuanto ofrecan ciertamente
una forma particular de comunidades dominadas por la expectacin
mesinica. Qu comunidad concreta fue su autor? Seguramente
es vano querer precisarlo. Pero por estos textos podemos formar
nos alguna idea de lo que debieron de hacer de las oraciones judas
tradicionales, antes de los primeros cristianos, judos como los de
Qumrn o de la comunidad zadoquita de Damasco.
68. Doctrina de los doce apstoles ix y x, segn la erad, de 1. Rosz Buaso, en
Padres apostlicos BAC, Madrid 1950, p. 86si.
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Las primeras liturgias eucarsticas
La mencin de las colinas, en las que estaba disperso el trigo,
indica un origen palestino, o por lo menos sirio. El enlace entre la
vida y el conocimiento, la mencin misma del alimento y de la be
bida espirituales pueden pertenecer ya a este judasmo mesinico,
como tambin al cristianismo primitivo, al igual que la insistencia
en el nombre divino revelado y hasta el ttulo de Padre nuestro
dado a Dios. Pero todo esto entraaba tan fcilmente para los cris
tianos un contenido ms preciso, que por el momento podan no
sentir la necesidad de decir ms. Jess, como lo ha mostrado muy
bien Danilou, era para ellos ese nombre divino revelado , comoera tambin el alimento y la bebida espirituales, as como la vida
y el conocimiento hallados en la fe en l y que procuran la inmorta
lidad en la participacin en su resurreccin.
Hasta la misma invocacin final: Venga tu gracia y pase este
mundo pudo muy bien ser juda antes de ser adoptada por los
cristianos. En cambio, Hosannah al Dios de David es una expresin crptica, tpica del cristianismo primitivo, de la creencia en la
divinidad de Jess. Por su correccin de la frmula repetida por los
Evangelios: Hosannah al hijo de David, parece ser un eco de
la discusin de Jess con los escribas acerca del salmo 110 .
Las palabras que siguen son una invitacin a la comunin, que
parecen ser la ms antigua expresin que poseemos, de la necesidad
de a penitencia para los cristianos que quieren acercarse a la sa
grada mesa despus de haber pecado. Pero cabe preguntarse si no
habran podido emplearla tambin, por ejemplo, los discpulos del
Bautista.
Marana tita, expresin de la expectacin de la parusa, que nos
ha conservado san Pablo 71, confirma, por su posicin al final de la
oracin, lo que el mismo san Pablo nos dejaba ver acerca de la orien
tacin escatolgica de aquellas primeras eucaristas, en las que
se anunciaba la muerte del Seor hasta que l venga. Como
ms de una aparicin del Resucitado debi de estar en relacin con
las primeras celebraciones, stas continuaron en la expectacin de
su retorno. Sobre todo si se considera que la imploracin de la
69. Cf. J. Dnswu, Thotogie u udo.christianisrnc, Paris 1958, p. 199ss.70. Mt 22,41.45 y paralelos.
71. Icor 16,22
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De la berakab judfa a la eucaristla cristiana
venida del Mesas perteneca ya, por lo menos en los das de
fiesta, a la conclusin de la berakah juda sobre la copa, podemos,
sin embargo, preguntarnos si la frmula misma Marana tha no seratomada por los primeros cristianos de otros grupos anteriores de
judos piadosos.
Tenemos la suerte de poder captar en otros textos no menos
arcaicos el paso de este primer estado de las oraciones litrgicas
cristianas a una forma ms madura y llamada a subsistir. De una
oracin juda cristianizada con algunos retoques ligeros se pasaa una oracin enteramente recompuesta en la perspectiva cristiana.
Pero sta conservar siempr; con el esquema judo tradicional,
reempleos literales de las frmulas precristianas. La hallamos en
otra coleccin arcaica o arcaizante, no menos difcil de datar y de
localizar: las Constituciones apostlicas
Los siglos xvii y xviii, particularmente en ciertos mediosan
glicanos y sobre todo non jurors, las recibieron con gran entusias
mo. Debido a su atribucin sostenida por el texto, pero insosteni
ble histricamente a san Clemente de Roma, se crey hallar en la
liturgia del libro vnx la liturgia clementina, como se la llamar
un calco casi inmediato de la liturgia de los apstoles. De hecho,
como veremos, este texto, con ser taninteresante, revela no slo
una elaboracin muy avanzada, sino adems una manipulacin siste
mtica, y representa ms bien una fase final, no un estado primitivo
en la evolucin de la oracin eucarstica. El conjunto de la compila
cin parece haber sido arreglado a fines del siglo Iv, ciertamente por
un sirio, como lo muestra la estrecha afinidad de esta liturgia
del libro viii con la liturgia jerosolimitana llamada de Santiago.
Pero divergencias de detalle de la liturgia pseudoclementina seru
tpicas de la liturgia antioquena. Por las frmulas cristolgicas
trinitarias deba el autor pertenecer a un medio semiarriano de
quella regin. Volveremos a ocuparnos por extenso de todo esto.
Pero hay otra parte de esta compilacin, la cual ofrece un
inters innegable, y hasta excepcional, para nuestro conocimiento
de la eucarista primitiva, aunque se ha tardado mucho tiempo
en notarlo. Es el libro vn. En l se halla una serie de oraciones que
72. F.X. FONK, Dido.scalia et connitutiones apostolorun;, v&I. ,, Paderborn 1905,
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Las primeras liturgias eucarfsticas
nos transmiten no slo materiales cristianos primitivos, sino tam
bin, a no dudarlo, materiales judos empleadas por cristianos en
poca muy remota. La manen como algunos de estos elementos
son empleados en la sntesis muy posterior de la liturgia del libro viiinos permite captar, al vivo, el proceso de la constitucin de la euca
rista cristiana ms sistemticamente concebida a partir de elementos,
no s]o de un cristianismo arcaico, sino de un judasmo cris
tianizado.
Wilhelm Bousset tiene el mrito de haber atrado la atencin
hacia estas otras oraciones, como tambin el de haber sido el primeroen reconocer en ellas oraciones judas empleadas por los cristianos
.
Goodenough precis, en forma seguramente casi definitiva, las trans
formaciones muy anlogas a las que observamos en la Doctrina
de tos doce apstoles que acarre este reenipleo . La hiptesis
antstica de este notable erudito, al que una imaginacin desen
renada parece haberle engaado una vez, a saber, que estos textos
nabran sido compuestos por judos alejandrinos que habran ver
tido su judasmo en el molde de la religin de misterios, cuyo
hierofante habra sido Filn, esta hiptesis, decimos, es absolutamente
insostenible. El lenguaje mistrico de Filn, que le es comn
con toda clase de contemporneos, y no solamente con los interesados
las cuestiones religiosas, no pasa de ser precisamente eso:
un lenguaje. Es quimrico buscar un ritual cualquien al que hu
biera que aplicarlo En realidad, como lo vamos a ver, estos
:extos no representan sino una forma local de las onciones de la
;inagoga que ya hemos estudiado. Aunque se trate de una forma
desarrollada evidentemente en medio de habla griega, sin embargo,
io debe gran cosa al helenismo fuera de su lengua, y aun esta
misma lengua no contiene vestigios apreciables de la jerga mistricatan can a Filn.
Del examen de estos textos resulta que fueron compuestos
riego por alguien cuyo conocimiento del hebreo en bastante
ruuimentario. Es reveladora la manera como tropieza con expre
Op. cii. nota 20 del p. 2.Op. cit., nota 8 del cap. 2.Op. cii., p. 235a,.cf. nuestra obra Le Rite et Jionune, cap. vi
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De la berakah juda a la eucaristfa cristiana
siones como fe/moni. Pero al mismo tiempo revela que los judos
helenizados que trabajaron en estos textos antes que los cristianos,
que haban de volver sobre los mismos para retocarlos aunque
muy ligeramente, trabajaban sobre fuentes hebraicas. Hasta talpunto es cierto que no hubo nunca judasmo alejandrino, por hele
nizado que estuviera, que se hiciera realmente independiente de las
tradiciones de Palestina.
Cuando se conoce el texto de la tefii/ah palestina o babilnica,
basta con leer estas oraciones para darse cuenta inmediatamente de
que las tres primeras son un equivalente, simplemente ms prolijo,de sus tres primeras bendiciones. La siguiente es una oracin para
el sbado, que fue acomodada ms tarde con bastante poca habi
lidad como oracin para el domingo cristiano. Las dos ltimas
de la serie son respectivamente una oracin que sintetiza las berakoth
14, 15, 16 y 17 de la misma teflah, y una amplificacin de la 18.
Es,por
tanto,muy probable que
bajoel conjunto
sehallara
primitivamente una tefillah pan el sbado, formada de siete oraciones,
segn un esquema, cuya existencia, como ya lo hemos visto,
est atestiguada en la poca de .los orgenes cristianos. La sptima,
ligada a la bendicin aarnica, debi desaparecer pura y simple
mente de la liturgia una vez cristianizada sta, corriendo la misma
suerte dicha bendicin.
Veamos la primen de estas oraciones, que no es evidentemente
ms que una forma de targumismo de la bendicin aboth, la primera
de las dieciocho. Ntese que pudo ser empleada por cristianos sin
que hubiera que cambiar o que afiadir una sola palabra. En efecto,
la idea que aparece al final, de que Jacob, en la visin de la escala
celestial, haba visto anticipadamente al Mesas, se halla ya en
la tradicin juda ".
Eterno Salvador nuestro, rey de los dioses: nico todopoderoso y Se
or, Dios de todo lo que existe y Dios de nuestros padres santos y sin re
proches, que fueron antes de nosotros, Dios de Abraham, de Isaac y de
Jacob, misericordioso y compasivo, paciente y abundante en misericordia,
a quien todos los corazones son visibles al descubierto y todo sentimiento
oculto se le revela: las almas de los justos claman a ti, en ti han puesto
77. Cf. L. CEFcF`UX, La chiologie de glise nsivant saint Paul, Paris 1942, p. 277..
sobra la visin del Mes as y de la Jerusaln escatolgica por los patriarcas.
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Las primeras liturgias eucarsticas
los santos su esperanza. El Padre de los sin reproche, el que escucha a los
que le invocan con rectitud y conoce hasta las splicas tcitas, pues tu
presciencia se extiende hasta las entraas de los hombres y por la con
ciencia sondeas el pensamiento de cada uno, y en toda regin de la tierraasciende a ti el incienso en oraciones y palabras; i oh t, que estableciste
el siglo presente como el estadio de la justicia y abriste a todos la puerta de
la limosna, t que mostraste a cada uno de los hombres, con un conocimiento
innato y un juicio natural, y segn la expresin de [tu] ley, que la posesin
de la riqueza no es eterna y que no dura la belleza de una apariencia agra
dable, que la fuerza fsica se disipa fcilmente y que todo [esto] no es
sino humo y vanidad, mientras que slo la conciencia de una fe sin fraude
pasa a travs de los cielos, donde, elevndose con la verdad, recibe [de tu]
diestra las delicias futuras; al mismo tiempo, y aun antes de recibir la
promesa de la resurreccin, el alma exultante se regocija de ella. En efecto,
desde los orgenes, cuando nuestro antepasado Abraham se aplicaba al ca
mino de la verdad, t lo condujiste con visiones y le enseijaste lo que es
este siglo, de modo que tu conocimiento despej el camino a su f e, la fe
sigui al conocimiento y la alianza sigui a la f e. T dijiste, en efecto: cHar
tu simiente como las estrellas del cielo y como la arena en las orillas delruar. Pero adems, habindole otorgado el don de Isaac y sabiendo que
ste se conducira igualmente, te llamaste tambin el Dios de ste diciendo:
Yo ser tu Dios y el de tu posteridad 78* Y como nuestro padre Jacob se
iba a Mesopotamia, le hablaste por el Cristo que le mostraste, y le dijiste:
He aqu que estoy contigo: yo te aumentar y te multiplicar abundante
mente . Y a Moiss, tu fiel y santo servidor, le hablaste tambin en la
zarza ardiente: Yo soy el que es, se es mi nombre eterno y mi memorial
para las generaciones de las generaciones . Defensor de la ram yvou
de Abraham, t eres bendito por los siglos .
Limitmonos a comparar con esta oracin el texto condensado
de la primera de las dieciocho bendiciones, tal como se lee en el
Seder Arnrani Gaon. Notaremos que todos sus trminos reaparecen
en nuestra oracin, que no es sino una amplificacin de aqul, y
en la que se utilizan las formas de un estoicismo popular que se
hallan ya en los libros sapienciales de lengua griega para interpretar
las nociones ms puramente judas.
Bendito seas, Seor, Dios nuestro y Dios de nuestros padres, Dios de
Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, Dios grande, poderoso y re-
78. Cf. Gn 22j7 y 17,7.
79. Gn 26,24 y 48,4.
80. x 3,14.15.
81. Constituciones apostlicas, 1. vis, a. 33; F.X. Furos, Dida-scalio et constilutioxcs
aostotorum, vol, z, Paderhorn 190S, p. 424ns.
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De la berakah judfa a la eucaristla cristiana
verenciado. Dios altsimo, que obras misericordia, que posees todas las cosas,
que te acuerdas de las piadosas acciones de nuestros padres y enviars un
redentor a los hijos de sus hijos, por tu nombre, en el amor: bendito seas,
Seor, escudo de Abraham .
La segunda de nuestras oraciones es igualmente una amplifica
cin de la segunda bendicin, geburoth. Ntese que su desarrollo
est inspirado en el salmo 104. Como en la oracin juda, venida
a ser tradicional, hallamos aqu, por una parte, la insistencia en la
bendicin de las estaciones del ao, de los tiempos favorables queprocuran a los fieles su subsistencia y, por otra parte, el paso de
la vida presente a la vida de la resurreccin. ste rasgo, que los
comentaristas judos de geburoth atribuyen con razn a influencia
farisea , proporcion un empalme completamente natural a los
desarrollos cristianos que vamos a subrayar. Pero esta vez cita
remos, en primer lugar, la oracin juda que se conserv en la tradicin hebraica, para poner en evidencia todo lo que pertenece ya a
la tradicin del judasmo, siendo as que podra uno verse tentado,
muy errneamente, a no reconocer en ello ms que interpolaciones
cristianas.
En efecto, la segunda oracin del Gaon dice:
T eres poderoso para siempre, Seor; t vivificas a los muertos, t
eres poderoso para salvar, t que haces que caiga el roco, que soplen los
vientos y caiga la lluvia, que sostienes a los vivos con misericordia, que vivi
ficas a los muertos en [tu] gran piedad, sostienes a los que caen, curas a
los enfermos, liberas a los cautivos y confirmas la fe de los que duermen en
el polvo. Quin es semejante a ti, Seor de las potestades, y quin se te
asemeja, Rey que las muerte y que vivificas, que haces brotar la salvacin?Y t eres adems fiel en resucitar a los muertos. Bendito seas, t que vi
vificas a los muertos
Veamos ahora en qu se convirti esta oracin en la tradicin
explotada por el libro vii de las Constituciones apostlicas:
Bendito eres, Seor rey de los siglos, que por el Cristo hiciste todas
las cosas y por l al principio ordenaste el caos, que separaste las aguas de las
82. cf. supra, p. 83.
83. Cf. DH, p. 85.
84. cf. mpra, p. 84.
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Las primeras liturgias eucarsticas
aguas con el firmamento y que derramaste un espritu de vida, que consoli
daste la tierra, extendiste el cielo y adornaste el uno y la otra con criatura.s
apropiadas. Porque por tu bondad, oh Seor!, fue el mundo establecido en
su belleza, el cielo plantado como una tienda, iluminado con astros como
consuelo de las tinieblas; la luz y el sol fueron engendrados para dar el da
y producir los frutos, la luna para marcar los tiempos segn que crece o
disminuye, as como fue llamada la noche y proferido el da, apareciendo el
firmamento en medio de los abismos. T dijiste tambin que se reunieran
las aguas y apareciera lo seco. En cuanto al mar, quin podr describirlo?
El mar que viene, alborotado por las olas, pero se vuelve atrs, rechazado
de las riberas por orden tuya, porque t dijiste que se rompieran sus olas.
Sin embargo, hiciste de l un camino para los animales, pequeos o grandes, y para los navos. En lo sucesivo hizo la tierra germinar flores de mlti
ples colores y rboles engalanados de todas formas y que, mantenidos por la
variacin de las luminarias, se desarrollan sin desviarse nunca de tus pres
cripciones, nacen o desaparecen como seal de las estaciones y de los aos,
sirviendo alternativamente a las necesidades de los hombres. Luego fueron
establecidas las diferentes especies de animales, terrestres, marinos, areos
o anfibios, y la sabidura, artfice de tu presciencia, da a cada uno lo que
t tienes previsto, pues como no f all en producir su diversidad, tampoco
descuida el mirar por sus diversas necesidades. Y habiendo, como trmino de
tu obra, dispuesto en tu sabidura al animal dotado de razn, ciudadano del
mundo, lo formaste diciendo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza, establecindolo como un mundo en este mundo, con la ayuda
de los cuatro elementos, modelndole un cuerpo a partir de los cuerpos ele
mentales y adaptndole un alma creada de la nada, gratificndolo con cinco
sentidos e imponiendo al alma el espritu vov como gua de los sentidos.
Y por encima de todo esto, dueo, Seor, quin expondr dignamente el
curso de los vientos que traen aguaceros, el centellear de los relmpagos,
el estruendo de los truenos, todo lo cual proporciona a todos su alimento y
templa armoniosamente la atmsfera? Sin embargo, habiendo desobedecido
el hombre, lo privaste de la recompensa de la vida, aunque sin aniquilarlo,
sino de tal suerte que, habindose doroiido un poco de tiempo, volviste
a llamarlo a renacer, por tu promesa jurada. T, que vivificas a los muertos por Jesucristo, nuestra esperanza, aboliste el decreto de [nuestra
muerte] .
Notemos de nuevo en esta frmula las expresiones tomadas de
los filsofos. En las que siguen hallaremos todava otras. Una
vez ms, se trata de un rasgo notable ya en los escritos sapienciales
de la Biblia griega, con los que se hallarn todava ms emparen
85. CA vn, 34; TuNg, op. nL, p. 426ss.
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De la berakab juda a la eucaristia cristiana
tadas las oraciones que siguen. Pero los prstamos de este gnero,
sobre todo los tomados del estoicismo vulgarizado, no faltan tam
poco en san Pablo, por muy palestino que sea su judasmo 86
La tercera parte es para nuestro estudio la ms interesante de
la serie. A la tercera berakab de las .entoneh esreh, con la qSu.ah
que, como hemos dicho, la preceda en la oracin pblica, incor
pon la sustancia de la oracin, por la cual era introducida la
qeduJah, la oracin keter corona, tan notable por su insistencia
en el reinado divino. Por primera vez hallamos aqu en la qedzdah
la frmula los cielos y la tierra y no la tierra sola, que pasara las conciencias cristianas. Viene evidentemente de la oncin
yzev y se halla ya en los targurnes litrgicos. Hay que su
poner que los judos alejandrinos la haban incorporado ya al
texto 87
Otro rasgo significativo de esta tercera oracin del libro vn
es la manen como incluye igualmente la recitacin, si no del knuzh,por lo menos, de un texto que le es equivalente, tomado del primer
libro del Deuteronomio. Parece que tenemos aqu una confirmacin
suplementaria de la tesis comn de los comentadores judos,
segn la cual el puesto primitivo de la qeduiah habra sido inmedia
tamente antes del semah, de modo que la qeduJah de la tefillali ven
dra de una transposicin ulterior de la qeduth de yser. En efecto
como lo vemos aqu-, la qedu.frzh, al ser transpuesta, arrastr
consigo al eniah, lo cual prueba que le estaba ligada primitiva
mente .
Pan facilitar la comparacin, veamos una vez ms la oncin
keter, la qedukh que lleva consigo, y la tercera berakah, tal
como las tenemos en el Seder Anwam Gaon pan ser recitadas una
tras otra por el hazzan.
Keter Una corona te ser dada por las multitudes de lo alto, como
por las asambleas de aqu abajo; todos concordes te repetirn la alabanza
santa, segn fue dicho por tu profeta: Y clamaban unos a otros diciendo:
Santo, santo, santo es el Seor sabaoth, la tierra entera est llena de
su gloria. Entonces, con un nudo de grarnles aguas, poderoso y fuerte,
86. li. supra, ,. 34.
87. cf. ER,c WERNER, Tl,e Sacred Bridge, p. 284ss38. cf. supra, p. 78.
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Las primeras liturgias eucarsticas
dejan jir sus voces y elevndose hacia ti dicen: Bendita sea la gloria del
Seor, de su lugar. De tu lugar resplandece, 1 oh Rey nuestro!, y reina
sobre nosotros, pues nosotros te aguardamos. Cundo reinars? Reina
pronto en Sin, en nuestros das, y permanece en nuestras vidas. Seas glo
rificado y santificado en medio de Jerusaln, tu ciudad, a travs de todaslas generaciones y por todos los siglos. Y vean nuestros ojos tu reinado,
segn la palabra dicha en los cantos de tu poder por David, el ungido de
tu justicia: El Seor reinar para siempre, tu Dios, Sin, por todas las
generaciones. Aleluya
Qedus"at ha-hm De generacin en generacin tributad homenaje a
Dios, pues slo l es [muyj alto, y santo, y tu alabanza, oh Dios nuestro!,
jams se apartar de nuestra boca, pues t eresun
rey grande y santo.Bendito seas, Seor, oh Dios santo
Veamos ahora el texto sinttico de las Constitudones apostlicas.
En l observaremos, precediendo a la entrada de los temas que
acabamos de volver a oir, otros textos ms, cuya proveniencia
rande eres, Seor todopoderoso, y grande es tu fuerza, y tu inteligencia
ncomparable: creador, salvador, rico en gracia, paciente, ga1 de
cordia, t, que no descuidas la salvacin de tus criaturas, porque eres
por naturaleza, sino que tienes consideracin con los pecadores, mvi
los a la peniterecia, porque tu educacin es compasiva. En efecto, cmo
stiramos nosotros si de repente nos llamaras a juicio, siendo as que
cuesta trabajo recobrar aliento en nuestra flaqueza cuando tienes pacia con nosotros? Los cielos han anunciado tu poder y la tierra, conmo
en su seguridad, est suspendida sobre la nada. El mar agitado por
olas, que alimenta a una innumerable manada de vivientes, es retenido
la arena, temiendo tu voluntad, y fuerza a todos a exclamar: 1Qu
:as son tus obras!, Seor, todas las hiciste en [tu] sabidura; la
est llena de tu creacin! Y el ardiente ejrcito de los ngeles, con
upritus inteligibles, dice: Uno solo es santo [para quienquiera que1, y los santos serafines de seis alas, juntamente con los querubines,
:antan el himno de victoria, claman con sus] voces que no callan jams:
tufo, santo, santa, el Seor sabaoth; los cielos y la tierra estn llenos
14 gloria Y la multitud de los otros rdenes, los ngeles, los arcnge
los tronos, las dominaciones, los principados, las autoridades, las po
Cf. st,pra, p. 84.
El corega era exactamente en griego clAsico, el que se hacia cargo de todos los
de un feslival.
El traductor griego no comprendi el sentido del hebreo fc! non o lo tramurihi
ial, al igual que los Setenta, Aquila y Teodacin.
taremos luego de descubrir,
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De la berakah juda a la eucaristla cristiana
tesiades dicen en voz alta: Bendita la gloria del Seor, de su lugar.
Israel, sin embargo, tu Iglesia terrestre sacada de las naciones, rivalizando
con los poderes celestiales, noche