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    La

    Filolakia

    Introduccin

    En 1782 fue publicada por primera vez en Venecia, gracias al mecenazgo de JuanMavrogordato, prncipe rumano la recopilacin de la Filocalia, en la cual han colaboradoNicodemo el Hagiorita, monje del Monte Athos (1749-1809) y el obispo Macario de Corinto(1731-1805). Se trataba de un voluminoso infolio de XVI-1207 pginas, divididas en dos

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    columnas. Su nombre retornaba aquel ya dado por Basilio Magno y Gregorio Nazianzenoa una coleccin de pasajes de Orgenes por ellos elegidos.

    La Filocalia es uno de los muchos textos o conjunto de obras patrsticas, de las cuales seocup Nicodemo, justamente en su ansia por poner al alcance de todos, los grandestextos de los Padres. De modo particular, l no se cans de buscar aquello que pudieraservir para transmitir a todos la doctrina de la oracin continua y, mediante ella, elestmulo a practicarla. Su genio, pero sobre todo su gran alma cristiana, formada en laescuela de las ideas derivadas de las Escrituras y de la tradicin, le haba hecho intuircmo, el respiro profundo de la oracin continua debe ser -ms all de las distintas formasque pueda asumir - la expresin viva de una vida cristiana alimentada por lossacramentos y, a la vez, un medio poderossimo para la unin divina. Una oracin, sinembargo, que como vemos nace, avanza y alcanza su plenitud slo mediante la constantedisposicin a la sobriedad del corazn y del intelecto. La sobriedad es ese estado devigilancia continua que mantiene el alma en una especie de ayuno espiritual, no excitado

    por los pensamientos y por las imaginaciones que producen pasiones, las que perjudicanla oracin y corrompen la sanidad transmitida por los sacramentos, obstaculizando supotencia deificante justamente por ello, la recopilacin de Nicodemo llevar el nombre deFilocalia de los Padres Npticos, es decir, "sobrios."

    La Filocalia conoce ahora su cuarta edicin griega con los cinco volmenes aparecidos enAstir de Atenas en los aos 1974-76. Sobre stos se basa nuestra traduccin.

    Una obra que tiene prcticamente los mismos textos y un ttulo de igual significado(Dobrotolubiye), y que encontr gran acogida por las cristiandades eslavas, fue publicadapor el anciano Passy Velichkovsky en 1793 y reimpresa en 1822. En realidad, en cuantoa la obra de Passy, no podemos hablar de una verdadera traduccin de la recopilacin de

    Nicodemo. De hecho, mientras Macario y Nicodemo se ocupaban de los textos quehaban reunido en la Filocalia griega, Passy tambin trabajaba en la recopilacin ytraduccin sustancialmente de los mismos textos colocndolos, sin embargo, en un ordendistinto del cronolgico seguido por Nicodemo. Una vez publicada la Filocalia griega,Passy continu con su trabajo, y es muy probable que lo haya comparado con larecopilacin de Nicodemo. La coincidencia es, sin embargo, singular y, por cierto,providencial. La Filocalia eslava, que haba sido destinada a promover el renacimientoespiritual ruso del "Ochocientos," fue compuesta recurriendo espontneamente a lasmismas fuentes a las cuales se haban dirigido Macario y Nicodemo. Slo Linos pocostextos presentes en la versin griega son omitidos en la edicin eslava. El Peregrino ruso,ya bien conocido en Occidente, llevaba consigo una vieja copia de la Filocalia de Passy.

    Entre 1876 y 1889, el obispo Tefano el Recluso, public una traduccin en ruso quesera ms amplia, ocupando cinco volmenes.

    En nuestro siglo existe un gran resurgimiento del inters por la Filocalia, por ejemplo enRumania gracias, sobre todo, a la traduccin completa de Dumitru Staniloae, en ochovolmenes, terminada en 1979. En Occidente hay actualmente en curso traducciones quese proponen ser integrales, en francs (Abbaye de Bellefontaine, Bgrolles) y en ingls(Faber and Faber, Londres), basadas en el texto griego.

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    Antonio el Grande

    Antonio, el gran padre nuestro, el corifeo del coro de los ascetas, floreci bajo el reino deConstantino el Grande, alrededor del ao 330 desde el nacimiento de Dios. Fue

    contemporneo de gran Atanasio, quien de l escribi, posteriormente, una ampliabiografa

    l accedi al smmun de la virtud y de la impasibilidad. Si bien inculto e iletrado, tuvocomo maestra, proveniente desde lo alto, esa sabidura del Espritu Santo que hainstruido a los pescadores y a los infantes: iluminado por ella, el intelecto profiri muchasy variadas advertencias sagradas y espirituales, concernientes a temas diversos, y dio aquien lo interrogara, sabias respuestas, llenas de provecho para el alma; como se puedever en muchos pasajes del Gerontikon.

    Adems de lo antedicho, este hombre ilustre, nos ha dejado tambin los ciento setentacaptulos que incluimos en el presente libro. Que ellos son el fruto genuino de esa mente

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    divinamente iluminada, nos lo es confirmado, entre otros, por el santo mrtir Pedro deDamasco. Pero la misma estructura de lenguaje quita toda duda y deja solamente unaposibilidad a aquellos que examinan minuciosamente los textos: se trata de escritos que

    se remontan a aquella santa antigedad.

    No debe pues asombrarnos que la forma del discurso se desarrolle en la mayorsimplicidad de la homila, en un estilo arcaico y descuidado: lo que, sin embargo, nosasombra es cmo, a travs de tal simplicidad llega a los lectores tanta salvacin yprovecho.

    Cuanto ms, en aquellos que lo leen florece la fuerza de la persuasin de estos escritos,tanto ms en ellos destila la dulzura y tanto ms destilan, absolutamente, las buenascostumbres y el rigor de la vida evanglica; ciertamente conocern su regocijo aquellosque degustaren de esta miel con el paladar espiritual del intelecto!

    Parece ser que Antonio el Grande, conocido tambin como "Antonio el Ermitao" o "SanAntonio de Egipto," vivi entre los aos 250 y 356, aproximadamente. De familia cristiana,ms bien rico, habiendo quedado hurfano de muy joven y con una hermana pequea asu cargo, un da fue fuertemente golpeado por la palabra del Seor al joven rico: Siquieres ser perfecto, ve, vende todo aquello que posees, dalo a los pobres y tendrs untesoro en los Cielos. Luego, ven y sgueme (Mt 19:21). Sintindose aludido, enseguidaempez a vender lo que posea y a darse a una vida de oracin y penitencia en su mismacasa. Despus de algn tiempo, confi a su hermana a una comunidad de vrgenes, yllev una vida de oracin y penitencia en su misma casa. Despus de algn tiempo, confia su hermana a una comunidad de vrgenes, y llevo una vida solitaria no lejos de supueblo, ponindose bajo la gua de un anciano asceta de quien se alejara, luego, pararetirarse en el desierto, en una de las tumbas que se encontraban en aquella regin.

    Su ejemplo fue contagioso, y cuando se retir al desierto de Pispir, el lugar no tard enser invadido por cristianos. Lo mismo sucedi cuando sucesivamente se retir cerca dellitoral del Mar Rojo. La vida consagrada al Seor, en soledad o en grupos, ya era unacostumbre, pero con Antonio, el fenmeno asumi dimensiones siempre ms amplias,tanto que podemos llamar a Antonio - segn una conocida expresin de entonces, - "elpadre de la vida monstica."

    Tambin en Occidente su influencia fue grandsima, sobre todo gracias a la rpidadifusin de la Vida, escrita por Atanasio poco despus de la muerte de Antonio. Atanasiohaba conocido bien a Antonio en su juventud. La biografa que escribi debe serconsiderada como un documento histrico de peso, si bien, obviamente, al escribirla, el

    autor ha usado procedimientos corrientes en la literatura de su tiempo, como el de poneren boca del protagonista largos discursos nunca pronunciados de esa forma y extensin,pero en los cuales se quiere recopilar, en una sntesis orgnica y vvida, las que fueron,efectivamente, las ideas ms trascendentes del protagonista, por l expuestas - o, mssimplemente, por l vividas - en las ms variadas situaciones.

    Se atribuyen a Antonio siete cartas escritas a los monjes, adems de otras dirigidas adiversas personas. De la Vita Antonii escrita por Atanasio existe una ptima traduccinitaliana con un texto latino que la antecede, en las ediciones Mondadori/ FundacinLorenzo Valla, 1974, a cargo de Christine Mohrmann. Se puede tambin ver una recientetraduccin francesa de las Cartas de San Antonio en la coleccin Spiritualit Orientale N.19, Abbaye de Bellefontaine.

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    Tanto la Iglesia recuerda a Antonio el 17 de enero.

    Advertencias Sobre La ndole Humana Y La Vida Buena

    Sucede que a los hombres se los llama, impropiamente, razonables. Sin embargo, no sonrazonables aquellos que han estudiado los discursos y los libros de los sabios de untiempo; pero aquellos que tienen un alma razonable, y que estn en condiciones dediscernir entre lo que est bien y lo que est mal, aquellos que huyen de todo lo que esmaldad y que daa el alma, mientras que se adhieren solcitamente a poner en prcticatodo lo que es bueno y til al alma, y hacen todo esto con mucha gratitud respecto deDios, solamente estos ltimos pueden ser llamados, en verdad, hombres razonables.

    El hombre verdaderamente razonable tiene un solo deseo: creer en Dios y agradarle entodo. En funcin de esto -y solamente de esto - formar su alma, de modo que sea del

    agrado de Dios, dndole gracias por el modo admirable con que su providencia gobiernatodas las cosas, incluso los eventos fortuitos de la vida. Est, pues, fuera de lugar,agradecer a los mdicos por la salud del cuerpo aun cuando nos suministran frmacosamargos y desagradables, y ser ingratos con respecto de Dios por las cosas que nosparecen penosas, sin reconocer que todo sucede de la forma debida, en nuestra ventaja,segn su Providencia.

    Puesto que el conocimiento y la fe en Dios son la salvacin y la perfeccin del alma.

    Hemos recibido de Dios la continencia, la paciencia, la temperancia, la constancia, lasoportacin, y otras virtudes similares a stas, como excelentes y vlidas fuerzas. stas,con su resistencia y su oposicin, acuden en nuestra ayuda frente a dificultades de esta

    tierra. Si las ejercitamos y las mantenemos siempre prontas, nos ayudarn de tal modoque nada de lo que nos suceda nos parecer spero, doloroso o intolerable. Nosalcanzar con pensar que todo pertenece a la realidad humana, y es doblegado por lasvirtudes que estn en nosotros. Por cierto, que esto no lo pensarn los insensatos: stosno creen que todo evento es para bien, que sucede como debe suceder para ventajanuestra, a fin de que las virtudes resplandezcan y que recibamos de Dios la corona.

    Considera cmo la posesin de bienes y el uso de riquezas son solamente una ilusinefmera y reconoce que la vida virtuosa y grata a Dios es algo mejor que la riqueza. Sihaces de este pensamiento una meditacin convencida y lo guardas en tu memoria, nogritars ni gemirs de dolor, no culpars a nadie, sino que por todo dars gracias a Dios,viendo que los que son peores que t, confan en la elocuencia y en las riquezas. Porque

    la concupiscencia, la gloria y la ignorancia son las peores pasiones del alma.El hombre razonable, al meditar sobre cmo debe actuar, evala lo que le conviene y lobeneficia, y ve cmo algunas cosas son buenas para su alma y la mejoran, mientras queotras le son extraas. De este modo, l huye de lo que perjudica a su alma como realidadextraa y que es capaz de alejarlo de la inmortalidad.

    Cuanto ms modesta es la vida de uno, tanto ms ste es feliz. No tiene que preocuparsepor tantas cosas, tales como siervos, campesinos, ganado. Si nos precipitamos en estosquehaceres, tropezaremos con las penas que de ellos surgen y nos lamentaremos deDios: con nuestra voluntaria concupiscencia, la muerte, como una planta, ser regada y

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    permaneceremos perdidos en las tinieblas de la vida pecaminosa, impotentes deconocernos a nosotros mismos

    No debemos declarar que es imposible para el hombre conducir una vida virtuosa.Debemos ms bien decir que sta no es fcil ni est al alcance de la mano de cualquiera.Toman parte de una vida virtuosa todos aquellos que, de entre los hombres, son pos ydotados de un intelecto amante de Dios: porque el intelecto ordinario y mundano estambin voluble, produce pensamientos ya sea buenos como malos, es mudable pornaturaleza y sus cambios tienden a la materia. Mientras, el intelecto ocupado por el amorde Dios est al resguardo de la malicia que el hombre voluntariamente se procura por sudescuido

    Los incultos y los rsticos consideran cosa risible los razonamientos y no quierenescuchar, pues su falta de formacin sera puesta en evidencia y querran que todosfueran como ellos. Es as que tambin en su forma de vivir y en sus modales, tratan de

    que todos sean peores que ellos pues piensan que podrn pasar por irreprochables,gracias al pulular de los mediocres.

    El alma debilitada va a la perdicin, arrollada por la malicia que acarrea consigo ladisolucin, la soberbia, la insaciabilidad, la ira, la desconsideracin, la rabia, el homicidio,el gemido, la envidia, la avaricia, la rapia, los afanes, la mentira, la voluptuosidad, lapereza. la tristeza, el miedo, la enfermedad, el odio, la acusacin, la impotencia, laaberracin, la ignorancia, el engao, el olvido de Dios. En stas y otras cosas similares escastigada el alma infeliz que se separa de Dios.

    Aquellos que quieren practicar la vida virtuosa, pa, gloriosa, no deben hacer suselecciones basndose en costumbres artificiosas o en la prctica de una vida falsa. Por el

    contrario, deben, tal como lo hacen los escultores y los pintores, demostrar con suspropias obras si vida virtuosa y conforme a Dios, y rechazar como trampas todos losmalos placeres.

    Comparado con las personas sensatas, el que es rico y noble pero falto de disciplinaespiritual y de toda virtud de vida, es un infeliz. Pero el que es pobre y esclavo en cuantoa condiciones de vida, pero adornado de disciplina y de virtud, ste es feliz.

    Como los extranjeros que se pierden en las calles, tambin aquellos que descuidan llevaruna vida virtuosa, parecen desviados por sus propias concupiscencias.

    Son denominados plasmadores de hombres aquellos que saben cultivar a los incultos y

    les hacen amar los razonamientos y la instruccin.Del mismo modo, debemos denominar plasmadores de hombres a aquellos queconvierten a los desenfrenados a la vida virtuosa y grata a Dios: stos replasman a loshombres. Pues humildad y continencia significan felicidad y esperanza buena para lasalmas de los hombres.

    Es bueno, en verdad, para los hombres, conducir de la debida manera las costumbres y laconducta de su vida. Cumplido con esto, se torna fcil conocer lo que concierne a Dios:aquel que rinde culto a Dios con pleno corazn y fe, es apoyado por l para que puedadominar su clera y su concupiscencia que son las causas de todo mal.

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    Es llamado hombre aquel que es razonable o el que soporta ser corregido. Pero alincorregible se lo debe llamar salvaje, porque su estado es propio de los salvajes. Y destos hay que alejarse, porque al que convive con la malicia no le ser nunca posible

    llegar a estar entre los inmortales.

    Cuando la racionalidad nos asiste verdaderamente, nos hace dignos de ser llamadoshombres. Si abandonados la racionalidad, nos diferenciamos de los brutos slo en cuantoa la estructura de nuestros miembros y por nuestra voz. Que el hombre bien dispuestosadmita que es inmortal y, en consecuencia, odiar toda baja concupiscencia que es paralos hombres la causa de su muerte.

    Cada arte organiza la materia de la cual dispone y demuestra as su propio valor. Est elque trabaja la madera o el que trabaja el bronce; otros, el oro o la plata. Y as nosotrostambin, una vez que conocemos cmo conducir una vida honesta y una conductavirtuosa y grata a Dios, debemos demostrar que somos hombres verdaderamente

    razonables en cuanto a nuestra alma y no solamente por la estructura de nuestro cuerpo.El alma verdaderamente razonable y amante de Dios reconoce enseguida todo lo que hayen la vida. Hace propicio a Dios con amor y a l da gracias con verdad, porque es hacial que se proyecta todo su esfuerzo y toda su capacidad reflexiva.

    Los patrones dirigen las embarcaciones de acuerdo con una ruta, a fin de no estrellarsecontra alguna roca sobre o bajo el agua. Del mismo modo, quien ansa conducir una vidavirtuosa, debe escudriar con cuidado lo que se debe hacer y aquello de lo que debe huir.Y debe considerar la ventaja que surge al seguir las veraces y divinas leyes, apartandodel alma, con un corte neto, los malos deseos.

    Los patrones y los aurigas cumplen con estudio y atencin la tarea de la que se ocupan.

    De la misma manera, es necesario que el que practica la vida recta y virtuosa ponga todoestudio y preocupacin en vivir de un modo conveniente y grato a Dios. El que realmentelo desea y entiende que puede hacerlo, procede creyendo hacia la incorruptibilidad.

    Considera libres no a aquellos que lo son en cuanto a su condicin externa, sino aaquellos cuyo modo de vivir y de actuar es libre. Porque no conviene llamar realmentelibres a los prncipes que son malvados o desenfrenados: stos son esclavos de laspasiones de la materia. La libertad y la felicidad del alma estn constituidas por la lmpidapureza y el desprecio por las realidades temporales.

    Recuerda que debes probarte continuamente: hars esto mediante la buena conducta ylas obras mismas. Del mismo modo, los enfermos reconocen o descubren a los mdicos

    como salvadores y bienhechores, no por sus palabras, sino por sus obras.El alma razonable y virtuosa se da a conocer en su modo de mirar, de caminar, de hablar,de sonrer, de discutir, de conversar... sta transforma y corrige todo de la manera msdigna. Y ello sucede porque el intelecto, ocupado por el amor de Dios es un custodiosobrio, que obstaculiza el acceso a los malos y turbios pensamientos.

    Examina lo que te concierne y considera que los jefes y los patrones tienen podersolamente sobre tu cuerpo, pero no sobre tu alma: ten siempre presente estepensamiento. Por este motivo, si ellos cometen homicidios, acciones equivocadas oinjustas y dainas para el alma, no debes obedecerles, ni siquiera si someten tu cuerpo alos tormentos: Dios ha creado el alma libre y duea de s misma para actuar bien o mal.

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    El alma razonable se aleja prestamente de los caminos por los cuales no le convienetransitar: el de la altanera, el del desenfado, el del engao, el de la envidia, el de la rapia

    y as sucesivamente. Todas stas son obras de los demonios y de una determinacinmalvada. Por el contrario, con celo y estudio perseverante, todo es posible para el hombreque no permite que su concupiscencia sea libre de lanzarse sobre los malos placeres.

    Los que conducen una vida modesta y alejada del lujo, no caen en los peligros ninecesitan custodios sino que, venciendo la concupiscencia en todo, encuentran fcilmenteel camino que conduce a Dios.

    A los hombres razonables no les es necesario ocuparse de mltiples discursos, sino slode aquellos verdaderamente tiles y guiados por la voluntad de Dios. Es as que loshombres se acercan de nuevo a la vida y a la luz eterna.

    El que busca la vida virtuosa y ocupada por el amor de Dios debe abstenerse deestimarse a s mismo y a toda gloria vaca y mentirosa, para aplicarse con buenadisposicin a esta vida, y a una conveniente enmienda de su propio juicio: el intelectoestable y amante de Dios es un medio de ascensin hacia Dios y camino hacia l.

    No trae ninguna ventaja el aprendizaje de los tratados si el alma no conduce una vidaaceptable y grata a Dios: causa de todos los males son la divagacin, el engao y laignorancia de Dios.

    La meditacin sobre la vida perfecta y el cuidado del alma hace a los hombres buenos yamantes de Dios. Puesto que el que busca a Dios lo encuentra, vence en todo a laconcupiscencia y no se aparta nunca de la plegaria: tales hombres no temen a los

    demonios.Los que se dejan desviar de las esperanzas de esta vida y conocen solamente de palabralas acciones que conducen a una vida perfecta, sufren algo parecido a la desgracia deaquellos que, aun poseyendo los remedios y el instrumental de arte mdico, no sabenusarlos ni se preocupan por aprender. En tal caso, no debemos acusar por los pecadosen los que caemos ni a nuestra constitucin ni a otra cosa, sino slo a nosotros mismos.Puesto que, si el alma elige voluntariamente el descuido, es inevitablemente vencida.

    Al que no sabe discernir entre el bien y el mal, no le es lcito juzgar a los buenos y a losmalos. Bueno es el hombre que conoce a Dios, y si el hombre no es bueno, no sabe nadani nunca ser conocido: pues el medio de conocer a Dios es practicar el bien.

    Los hombres buenos y amantes de Dios reprochan de frente, a los hombres, si stosestn presentes, por el mal practicado. Pero no los insultan si estn ausentes, ni siquieralo permiten a quien trate de decir algo.

    Mantngase alejada de las conversaciones toda grosera: porque el pudor y moderacinson adornos propios de los hombres razonables ms aun que de las vrgenes. El intelectoocupado por el amor a Dios es la luz que ilumina el alma, como el sol ilumina el cuerpo.

    Frente a cualquier pasin que pueda sorprenderte, recuerda que para aquellos que tienenun recto sentir y quieren disponer de sus propias cosas de la manera debida y segura, noes considerada como deseable la posesin corruptible de las riquezas, sino que es

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    preferible atenerse a las glorias que son rectas y veraces. stas los hacen felices,mientras que las riquezas pueden ser sustradas y sujetas a rapia por parte de los msfuertes; la virtud del alma es la nica posesin segura, inviolable y capaz de salvar

    despus de la muerte a aquellos que la han adquirido. Si tenemos sentimientos comostos, las ilusiones de la riqueza y de los otros placeres no podrn arrastrarnos.

    No conviene que los hombres inestables e incultos pongan a prueba a los hombres queviven razonablemente. Tales son los hombres aceptados por Dios: los que callan mucho,o bien hablan poco y de cosas necesarias y gratas a Dios.

    El que persigue la vida virtuosa y amante de Dios, cuida las virtudes del alma y lasconsidera como su propia posesin y su eterno regocijo. Se sirve de las realidadestemporales, segn le es permitido y como Dios da y quiere: las usa con toda alegra ygratitud, aunque observando absolutamente en todo su justa medida. Los manjaressuntuosos dan placer a los cuerpos en cuanto a realidades materiales, mientras que el

    conocimiento de Dios, la continencia, la bondad, la beneficencia, la piedad y la humildaddeifican el alma.

    Los poderosos que fuerzan con su mano a ejercer actos equivocados y dainos para elalma no tienen, sin embargo, ningn dominio sobre el alma misma, que ha sido creadacomo duea de s misma. Ellos atan el cuerpo, pero no la voluntad: el hombre razonablees su dueo, gracias a Dios, su Creador. De este modo, ste es ms fuerte que todaautoridad, que todo sometimiento y que toda potencia.

    Los que consideran como una desgracia la prdida de las riquezas, de los hijos, de lossiervos o de cualquier otro bien, sepan que, primero, hay que sentirse contentos con loque Dios nos da, y luego, cuando hay que devolverlo, esto debe ser hecho con prontitud y

    generosidad. Y no debemos enojarnos por esta privacin o, mejor dicho, por estarestitucin, puesto que hemos hecho uso de cosas que no son nuestras y que debemosrestituir.

    Es obra de hombre de bien no malvender nuestro libre juicio para atender la adquisicinde riquezas, aun si, por casualidad, nos encontrramos con una gran cantidad de lasmismas. Las realidades de esta vida son similares a un sueo y la riqueza no ofrece msque apariencias inciertas y efmeras.

    Quienes son verdaderamente hombres, tienen un celo tal de vivir segn el amor de Dios yla virtud, que su conducta virtuosa resplandece sobre los otros hombres As como sucedecuando se coloca un detalle prpura sobre las partes blancas de los vestidos para

    adornarlos y se destaca, ponindose en evidencia, es as como los hombres debenpracticar con mxima y evidente solidez las virtudes del alma.

    Los hombres debern examinar la fuerza que poseen y de cunta virtud interior disponen.Y as se prepararn y resistirn a las pasiones que los asaltan, de acuerdo con la fuerzaque tienen y conforme con la naturaleza recibida como don de Dios. Por ejemplo contra labelleza y cualquier concupiscencia perjudicial para el alma, existe la continencia; frente alas fatigas y a la indigencia, est la constancia; frente a los insultos y el furor, est lapaciencia; y as en adelante.

    Es imposible para el hombre volverse bueno y sabio en un instante: esto se logra con unfatigoso ejercicio, un modo de vida oportuno, experiencia, tiempo, prctica y un gran

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    deseo de obrar el bien. El hombre bueno y amante de Dios, el hombre queverdaderamente conoce a Dios, no cesa de hacer lo que agrada a Dios, sin poner lmites.Pero de tales hombres hay pocos.

    No deben las personas poco dotadas, desesperando de s mismas, descuidar la vidavirtuosa y dedicada a Dios, desprecindola como inaccesible e inalcanzable para ellas.Por el contrario, ellas debern ejercitar su fuerza y preocuparse por s mismas. Puestoque, aunque no pudiesen alcanzar el mximo de la virtud y de la salvacin, con elejercicio y el deseo de lograrlo se volvern mejores, o por lo menos, no peores; y ste esun beneficio no pequeo para el alma.

    El hombre, por su parte racional, est unido a la inefable y divina potencia, mientras quesu parte corporal est emparentada con los animales. Y son pocos los hombres perfectosy razonables que se preocupan de tener un pensamiento acorde con su parentesco con elDios Salvador que se manifieste mediante las obras y la vida virtuosa. Los ms, sin

    embargo, dentro de la necedad de su alma abandonan ese divino e inmortal parentesco,para acercarse al de la muerte, infeliz y efmera, propia del cuerpo. Como los brutos,tienen sentimientos carnales y son afectos a la voluptuosidad; de tal modo se alejan deDios y arrastran el alma desde el Cielo hasta el Infierno, debido a su propio deseo.

    El hombre razonable, que reflexiona sobre su comunin y su relacin con Dios, no amarnunca nada de lo terrenal o mezquino: tiene su intelecto vuelto hacia las cosas celestes yeternas. ste conoce cul es la voluntad de Dios: salvar al hombre. Y tal deseo es paralos hombres causa de toda cosa buena y fuente de bondades eternas.

    Cuando encuentres a alguien que contienda y contradiga la verdad y la evidencia, cesatoda discusin y retrate, pues sus capacidades racionales se han endurecido como

    piedra. Incluso los mejores vinos, de hecho, se estropean por el agua de calidad inferior.Del mismo modo, los malos discursos corrompen al que lleva una vida y un pensamientovirtuoso.

    Si nos proponemos con solicitud y diligencia, huir de la muerte corporal, tanto msdebemos ser solcitos y escapar de la muerte del alma; pues el que quiere ser salvado, notiene otro impedimento ms que la negligencia y el descuido de la propia alma.

    El que se fatiga en comprender las cosas tiles y los buenos discurso, es consideradodesventurado. Pero en cuanto a los que, comprendiendo la verdad, impudentementediscuten, tienen muerta la razn y su manera de ser es similar a la de las fieras. Noconocen a Dios, y su alma no es iluminada.

    Dios, con su palabra, ha creado las especies animales para usos variados. Algunas sonde uso comestible, otras para prestar servicios. Luego ha creado al hombre, cualespectador de stas y de sus trabajos, en condicin de conductor. Por lo tanto, loshombres deben proponerse no morir como ciegos, sin haber comprendido a Dios y a susobras, como sucede con las bestias que no razonan. Es necesario que el hombre sepaque Dios todo lo puede. No hay nada que pueda oponerse a quien todo lo puede. l hahecho de esto, que no es todo, lo que l quiere, y obra con su palabra para la salvacinde los hombres.

    Las cosas que estn en el Cielo son inmortales, a raz del bien que en ellas existe. Perolas de la Tierra se han vuelto corruptibles, debido a la voluntaria malicia que est

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    intrnseca en ellas. Tal malicia proviene de los insensatos, de su descuido, y de suignorancia de Dios.

    La muerte, para los hombres que la comprenden, es sinnimo de inmortalidad. Pero paralos rsticos, que no la comprenden, significa muerte. Pero no es esta muerte quedebemos temer, sino la perdicin del alma, que consiste en la ignorancia de Dios. Esto s,es verdaderamente terrible para el alma.

    La malicia es una pasin proveniente de la materia; por lo tanto, no hay cuerpo privado demalicia. Pero el alma racional, comprende esto, sacude el peso de la materia, que es lamalicia, y, librada de ese peso, conoce al Dios de todas las cosas y se mueve conrespecto al cuerpo, como si enfrentara a un enemigo y adversario, no concedindoleninguna ventaja. De esta manera, el alma es coronada por Dios, por haber vencido laspasiones de la malicia y de la materia.

    La malicia, una vez conocida por el alma, es odiada como una bestia ftida; pero si esignorada, es amada por aquel que no la conoce, y ella, de este modo, lo retieneprisionero, reduciendo a la esclavitud a su amante. Y ste, sintindose infeliz y miserable,no ve ni entiende lo que le es til; por el contrario, cree que est bien acompaado por lamalicia y se complace de ello.

    El alma pura es buena y es, por lo tanto, iluminada y esclarecida por Dios. Es entoncesque el intelecto comprende el bien y produce razonamientos llenos de amor a Dios. Perocuando el alma es enlodada por la malicia, Dios se aleja de ella o, mejor dicho, el almamisma se aparta de Dios, y entonces demonios salvajes penetran en el pensamiento ysugieren al alma actos despreciables, tales como: adulterios, homicidios, rapias,sacrilegios y cosas similares, cosas todas que son obra de los demonios.

    Los que conocen a Dios estn llenos de buenos pensamientos y, en su afn por las cosascelestes, desdean las realidades de esta vida. stos no son queridos por muchos, ni susideas son del agrado de muchos. Tanto es as, que no slo son odiados, sino tambinobjeto de burla. Sin embargo, aceptan sufrir lo que sea, dentro de la indigencia en que seencuentran, sabiendo que, si bien esto parece un mal para la mayora, para ellos es unbien. El que comprende las cosas celestes, cree en Dios y reconoce que toda criaturaproviene de su voluntad. El que no comprende, ni siquiera cree que el mundo es obra deDios y que fue hecho para la salvacin del hombre.

    Los que estn llenos de malicia y aturdidos por la ignorancia, no conocen a Dios, pues sualma no est en estado de sobriedad. Dios es inteligible pero no visible, y se manifiesta en

    las cosas visibles, como el alma en el cuerpo. Como es imposible que el cuerpo subsistasin el alma, as tambin, todo lo que se ve y existe, no puede subsistir sin Dios.

    Para qu fue creado el hombre? Para que, considerando a las criaturas de Dios,contemple y glorifique a quien todo esto cre para el hombre. El intelecto que acoge elamor de Dios, es un bien invisible donado por Dios a quien es digno por su vida buena.

    Es libre el que no es esclavo de los placeres. Por el contrario, gracias a su prudencia ytemperancia, domina su cuerpo y se conforma, con mucha gratitud, con lo que le es dadopor Dios, aunque fuera muy poco. Cuando hay sintona entre el intelecto amante de Diosy el alma, todo el cuerpo est en paz, aun sin quererlo. Porque si lo quiere el alma, todoimpulso corporal puede ser controlado.

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    Los que no estn conformes con los bienes que actualmente poseen, sino que aspiran atener ms, se someten voluntariamente a las pasiones que desordenan el alma,

    agregando pensamientos y fantasas nefastos. Estos bienes acarrean males y son unverdadero impedimento, as como lo son las tnicas demasiado largas que impiden correr.As tambin los afanes desmedidos por conseguir una riqueza excesiva, no permiten a lasalmas ni luchar, ni salvarse.

    Si nos sentimos forzados a hacer algo, y lo hacemos contra nuestra voluntad,encontramos en ello una prisin y un castigo. Ama, pues, las condiciones actuales en quevives, porque si t las conllevas sin gratitud, te castigas a ti mismo sin darte cuenta. Hayun solo camino para lograr esto: el desprecio por las realidades de esta vida.

    As como obtuvimos de Dios la vista para reconocer las cosas que se pueden ver, paraentender lo que es blanco y cual es la tinta de los colores oscuros, as tambin Dios nos

    ha dado la racionalidad para discernir lo que es bueno para el alma. La concupiscencia,una vez que ha sido separada del pensamiento, genera la voluptuosidad y no permite lasalvacin del alma o su unin con Dios.

    No constituye un pecado lo que se produce segn natura; pero lo que implica unaeleccin voluntaria es malo No es pecado comer, pero lo es comer sin agradecer, sindecoro ni continencia, cuando no se ayuda al cuerpo a permanecer vivo sin incurrir en malpensamiento alguno. Del mismo modo, no es pecado mirar puramente, pero que lo escuando se mira con envidia, con soberbia y avidez. Tambin es pecado escuchar sincalma, con clera, y no moderar la lengua -reservada para dar gracias y para orar -usndola, por el contrario, para la calumnia. Tambin es pecado que las manos notrabajen para dar una limosna, sino para matar y robar, Como stos, hay otros ejemplos:

    cada miembro peca cuando hace el mal en lugar del bien, contra la voluntad de Dios,actuando segn su propia determinacin.

    Sin dudas de que cada accin es observada por Dios, observa como t, que eres hombrey barro, puedes al mismo tiempo, observar hacia diversos puntos y comprender. Cuntoms Dios, quien lo ve todo, incluso un grano de mostaza, quien da vida a todo y a todosnutre como quiere!

    Cuando cierras la puerta de tu casa y ests solo, debes saber que esta contigo el ngelque Dios ha reservado para cada hombre, y que los griegos llaman "numen tutelar." ste,insomne y no sujeto a engao, est siempre contigo. Todo lo ve, y las tinieblas no son unobstculo para l. Debes saber que tambin est con l Dios, que est en todo lugar. No

    hay, de hecho, lugar o materia donde Dios no se encuentre, porque l es superior a todosy a todos encierra en su mano.

    Si los soldados juran su fe al Csar, porque l es quien los provee de alimentos, concunto mayor celo no deberamos nosotros rendir incesantemente gracias a Dios, convoces que nunca se acallen y rendirnos gratos a Aquel que ha creado para el hombretodas las cosas?

    Los buenos sentimientos con respecto de Dios y la vida buena, son un fruto del hombreque es grato a Dios. Pero los frutos de la tierra no maduran en una hora; es necesario quehaya tiempo, lluvias y cuidados. Del mismo modo, los frutos de los hombres resplandecencon la prctica, el ejercicio, el tiempo, la constancia, la continencia y la soportacin. Y si,

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    por causa de alguna de estas cosas, alguien te considera piadoso, no te creas a ti mismomientras habites tu cuerpo, y ninguna de tus cosas te parezca que es del gusto de Dios:debes saber que no es fcil para el hombre custodiar hasta el final su impecabilidad.

    Para los hombres, nada es tan precioso como la palabra: la palabra es tan poderosa que,justamente con la palabra, servirnos a Dios y le agradecernos. Pero si usamos palabrasno buenas o injuriosas, condenamos nuestra alma. El hombre obtuso culpa a su propianaturaleza o a otra cosa, atribuyndole el motivo de su pecado, mientras hace usovoluntario de palabras o acciones indebidas!

    Si nos preocupamos por cuidar los males de nuestro cuerpo, a fin de no ser criticados porotros, tanto ms necesario es estar alertas y curar las pasiones del alma - que sernjuzgadas ante la presencia de Dios - para no ser encontrados faltos de honor o aunridculos. Teniendo la libertad de elegir - si as lo deseamos - no llevar a cabo malas lasacciones a las que nos empuja la concupiscencia, podemos y tenemos la facultad de vivir

    de modo grato a Dios, y nadie nunca podr, si no lo querernos, obligarnos a realizar algomalo. Y efectivamente es luchando como seremos dignos de Dios, y tendremos un modode vida similar al de los ngeles en los Cielos.

    Eres esclavo de las pasiones si lo quieres y, si lo deseas eres libre y no te someters aellas. Pues Dios te ha creado con esa libertad. Quien vence las pasiones de la carne escoronado con la inmortalidad. Si no existieran las pasiones, tampoco existiran lasvirtudes, y ni siquiera las coronas con las cuales Dios gratifica a los hombres dignos deellas.

    Los que no ven lo que les sienta y quieren indicar a otros lo que es bueno, tienen el almaciega y su capacidad de discernimiento se ha atrofiado. Por lo tanto, no hay que

    prestarles atencin, para no tropezar tambin nosotros, como los ciegos, con los mismosmales.

    No debemos montar en clera con los que pecan, aunque su actuar es condenable ydigno de castigo. Debemos convertir a quien ha cado, por motivo de justicia, y castigarlotambin, si fuera oportuno, ya sea personalmente o por medio de otros. Pero no debemosencolerizarnos ni enfurecernos, porque la clera acta sobre la justicia solo de formapasional, no con discernimiento. Del mismo modo, no debemos tolerar siquiera al quehace misericordia sin motivo alguno. Debemos castigar a los malvados, por el bien y lajusticia, y no por nuestra pasin de clera.

    Slo nuestra posesin del alma es segura e inviolable. Consiste en vivir virtuosamente,

    agradando a Dios, con el conocimiento y con la prctica de las cosas buenas. La riquezaes ciertamente una gua ciega y una consejera insensata. El que la usa mala yvoluptuosamente, enva a la perdicin a su alma que se ha vuelto obtusa.

    Es necesaria que los hombres no tengan nada superfluo o, si lo poseen, sepan concerteza que todo lo que hay en esta vida es, por naturaleza, corruptible, que nos esquitado con facilidad, y que se puede perder y romper. Por lo tanto, no se debendescuidar las consecuencias que ello acarrea.

    Debes saber que los dolores del cuerpo son propios del cuerpo por naturaleza, pues stees corruptible y material. Es preciso que el alma cultivada produzca respecto de tales

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    pasiones, constancia y tolerancia, con gratitud, y que no se lamente a Dios por el cuerpoque le concedi.

    Los que compiten en las Olimpadas no ganan con la primera, segunda o tercera victoria,sin cuando han ganado a todos aquellos que participan en la carrera. De tal modo, esnecesario que quien quiera recibir la corona de Dios ejercite su alma en la moderacin, nosolamente en lo que respecta a las cosas del cuerpo, sino tambin con respecto a lasganancias, a las rapias, a la envidia, a las voluptuosidades, a las glorias vanas, a laspalabras injuriosas, a los homicidios, y as sucesivamente.

    No busquemos una vida buena y dedicada al amor a Dios por la alabanza humana.Debemos elegir la vida virtuosa, persiguiendo la salvacin de nuestra alma. Es necesarioque veamos, cada da, a la muerte frente a nosotros y que consideremos cun inciertasson las cosas humanas.

    Est en nuestro poder vivir con moderacin, mientras que no est en nuestro poderenriquecernos. Y entonces qu hacer? Debemos arrastrar la condena sobre nuestraalma, a cambio de la efmera ilusin de las riquezas, que no nos es permitido adquirir? 0aunque fuera por el deseo de poseerlas? Corremos como verdaderos insensatos,ignorando que la primera de las virtudes es la humildad, as como las primeras de todaslas pasiones son la gula y la concupiscencia por las cosas de la vida!

    El que ha sido dotado de sensatez debe recordar incesantemente que, aceptando en estavida pequeas fatigas de breve duracin, podr gozar despus de la muerte de eternafelicidad y delicias. Por tanto, el que lucha contra las pasiones y quiere recibir la corona deDios, si cae, no pierda el nimo, que no permanezca en su cada, desesperando de smismo; debe levantarse y combatir de nuevo y as alcanzar la corona. Hasta el ltimo

    suspiro deber levantarse cuando cae: las fatigas del alma son las armas de las virtudes yse tornan medios de salvacin para ella.

    Las contingencias de la vida hacen que los hombres y los luchadores dignos reciban lacorona de Dios. Es, pues, necesario que en su existencia ellos hagan morir sus miembrosa las realidades de esta vida: el que est muerto, no se preocupa ms por las cosas deesta vida.

    No es propio del alma razonable y luchadora, el turbarse e intimidarse al presentarse laspasiones, no queriendo ser objeto de burla por ser pusilnime. Efectivamente, el alma quese deja turbar por las apariencias de esta vida se aparta de lo que la beneficia. Porque lasvirtudes del alma preceden a los bienes eternos, mientras que las malicias voluntarias de

    los hombres se convierten en causa de castigos.El hombre razonable es combatido por los sentidos de la razn, que tiene en s mismocomo pasiones del alma. Hay cinco sentidos en el cuerpo: la vista, el olfato, el odo, elgusto y el tacto. Mediante estos cinco sentidos, el alma infeliz, cayendo en sus cuatropasiones, es hecha prisionera. Estas cuatro pasiones son: la vanagloria, el gozo, la cleray el miedo. Cuando el hombre, mediante la prudencia y la reflexin, con una luchaintensa, domina las pasiones, no es ms combatido: encuentra la paz del alma y recibe deDios la corona del vencedor.

    Entre aquellos que se cobijan entre los albergues, algunos encuentran una cama; otros,aunque no encuentran un lecho y duermen sobre el piso, roncan como si durmieran en

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    una cama! Luego, al llegar el alba, dejan el albergue y se van, llevando consigo solamentelo propio. Del mismo modo, todos aquellos que estn en esta vida, tanto los que vivenmodestamente, como los que gozan de riquezas y de gloria, se irn como de un albergue.

    Y no se llevarn ninguna de las delicias de esta vida ni de sus riquezas, llevarnsolamente sus obras, buenas o malas, que hayan llevado a cabo a lo largo de su vida.

    Si t gozas de autoridad, no cedas fcilmente a la tentacin de amenazar de muerte aalguien, sabedor de que t, por naturaleza, tambin ests destinado a morir, y que el almadesviste al cuerpo como de una ltima tnica. Con clara conciencia de esto, ejercita lahumildad y, actuando bien, s siempre del agrado de Dios. Pues el que no tienecompasin, no posee ninguna virtud.

    Es imposible, no hay ninguna salida para rehuir de la muerte. Sabiendo esto, los hombresverdaderamente razonables, ejercitados en las virtudes, con un pensamiento amante deDios, aceptan la muerte sin gemidos, sin temor ni luto; piensan que ella es inevitable y

    que nos libera de los males de esta vida.

    A los que olvidan el modo de vivir buenamente, agradando a Dios, a los que no tienen encuenta las doctrinas rectas y plenas del amor de Dios, a stos no debemos odiarlos, sinoque debemos tener piedad de ellos, como de alguien que est privado de la capacidad dediscernimiento, como si estuviera ciego en su corazn y en su intelecto. stos aceptan elmal como si fuera el bien y se precipitan hacia la perdicin por ignorancia. No conocen aDios estos infelicsimos, estos hombres con el alma insensata!

    Evita hablar con muchos de la piedad y de la vida honesta. No lo digo por celos, sinoporque considero que pareceras ridculo a los insensatos: porque cada uno se alegra porlo que le es afn, aunque este tipo de discurso tiene poca audiencia y ms bien rara. Es

    mejor no hablar sino de lo que Dios quiere para la salvacin del alma.El alma sufre junto al cuerpo, pero el cuerpo no sufre junto al alma Si, por ejemplo, elcuerpo es sometido a cortes, tambin el alma sufre; cuando es vigoroso y sano, laspasiones del alma tambin gozan. Pero si el alma reflexiona, no por ello reflexiona elcuerpo, que queda relegado a s mismo, porque el reflexionar es una pasin del alma, ascomo tambin lo es la ignorancia, el orgullo, la incredulidad, la concupiscencia, el odio, laenvidia, la clera, el descuido, la vanagloria, la negacin y la percepcin del bien. Estetipo de cosas es tarea del alma.

    S po cuando reflexionas en las cosas de Dios. Sin envidia, s bueno, demuestra buentalante, s humilde liberal segn tus posibilidades, sociable, opuesto a los altercados. He

    aqu como podemos agradar a Dios mediante tales cosas, no juzgando a nadie, nodiciendo de terceros: tal es un malvado y ha pecado. Debemos, ms bien, buscarnuestros propios males y observar por nosotros mismos nuestro modo de vida, a fin decomprender si es grato a Dios. Qu nos importa si otro es malo?

    El que es verdaderamente un hombre, se esfuerza por ser po. Pero lo es el que no tieneconcupiscencia por lo que le es ajeno, y es ajeno al hombre todo lo que ha sido creado.As l, en cuanto imagen de Dios, despreciar todo. Pero el hombre es imagen de Dioscuando vive con rectitud, en modo grato a Dios; no es posible serlo, si no nos separamosde las realidades de esta vida. El que tiene un intelecto amante de Dios, conoce todo elprovecho y toda la piedad que l mismo infunde en el alma. El hombre que ama a Dios noacusa a nadie por lo que l mismo peca, y esto es indicio de un alma que se salva.

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    Cuntos buscan con la violencia los bienes efmeros y son agredidos por el apetito decometer obras perversas, ignorando la muerte y la ruina de su propia alma, y no

    atendiendo, los infelices, lo que es mejor para ellos, sin pensar en lo que sufren loshombres despus de la muerte, por obra de la malicia!

    La malicia es una pasin de la materia. Dios no es responsable de la malicia. l ha dado alos hombres conocimiento, ciencia, discernimiento entre el bien y el mal, y libertad. Pero loque genera las pasiones de la malicia son la negligencia y el descuido de los hombres.Dios no es para nada responsable de todo ello. Los demonios se volvieron prfidos poruna eleccin del pensamiento, y as sucede esto con la mayora de los hombres.

    El hombre que convive con la piedad no permite que la malicia se insine en su alma; ycuando no hay malicia, el alma se encuentra al abrigo de todo peligro y de todo dao. Laspersonas de esta ndole no estn dominadas ni por un infausto demonio ni por el destino,

    porque Dios las libera de los males y viven protegidas contra todo dao, tal como lesucede a los dioses. Y si alguien alaba a un hombre como ste, l se re de quien lo hace;si se lo critica, no se excusa con quien lo insulta, ya que no se excita por lo que de l sehabla.

    El mal acecha a la naturaleza como la herrumbre al cobre y la suciedad al cuerpo. Y sinembargo, el herrero no ha inventado la herrumbre, ni nadie ha creado la suciedad; as,tampoco Dios ha hecho la malicia. l ha dado al hombre el conocimiento y eldiscernimiento para que huya del mal sabiendo que de l solamente obtiene dao ycastigo. Ten cuidado pues de que no suceda que, viendo a alguien con poder y riquezas,t, iluso por el demonio, lo llames beato. Que acuda enseguida la muerte ante tus ojos, yentonces la concupiscencia no te arrastrar a favor de lo que hay de malo en esta vida.

    Nuestro Dios ha concedido la inmortalidad a aquellos que estn en los Cielos mientrasque para aquellos que estn en la Tierra ha creado la transformacin. Le ha dado la vida yel movimiento a todo, y, todo ha sido creado para beneficio del hombre. No te dejesarrastrar, pues, por la ilusin que despliega el demonio a propsito de las vanidades deesta vida. Cuando l insine en tu alma un ardiente y prfido deseo, piensa de inmediatoen los bienes celestes y convncete a ti mismo, dicindote: "Si me lo propongo, tengo laposibilidad de vencer tambin esta lucha desencadenada por la pasin, pero no ganar siquiero alcanzar el fin de mi deseo." No dejes de combatir esta lucha que puede salvar tualma.

    La vida es la unin y la conjuncin del intelecto, del alma y del cuerpo. La muerte, por otro

    lado, no es la destruccin de las fuerzas conjuntas, sino la disolucin de su recprocarelacin. Para Dios todas las cosas pueden ser salvadas, aun despus de esta disolucin.

    El intelecto no es el alma, sino un don de Dios que salva el alma. El intelecto grato a Diospreviene el alma y le da consejo para que desprecie lo que es efmero, material,corruptible, y ame los bienes eternos, incorruptibles, inmateriales, y para que el hombrecamine en su cuerpo penetrando y contemplando lo que est en los Cielos, lo queconcierne a Dios y a todas las cosas, mediante su intelecto. Y el intelecto amante de Dioses bienhechor del alma humana y de su salvacin.

    El alma, no bien se encuentra en su cuerpo, es prestamente oscurecida y enviada a laperdicin por la tristeza y la voluptuosidad. La tristeza y la voluptuosidad son como

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    humores del cuerpo. Pero el intelecto amante de Dios se les opone, entristece el cuerpo ysalva el alma, como el mdico que corta y quema las heridas infectas.

    Todas las almas que no fueron guiadas por la racionalidad y gobernadas por el intelectopara que ste aparte, detenga y gobierne las pasiones, es decir, la tristeza y lavoluptuosidad; todas estas almas, perecen como los animales sin razn, porque suracionalidad es arrastrada por las pasiones, como un auriga cuyos caballos se le handesbocado.

    Constituye una gravsima enfermedad del alma, su destruccin y su perdicin, el noconocer a Dios, quien ha hecho todas las cosas para el hombre y le ha donado intelecto yrazn mediante los cuales el hombre, elevndose, se une a Dios, comprendiendo yglorificndolo.

    El alma est en el cuerpo, y en el alma est el intelecto, y en el intelecto, la razn.

    Comprendido y glorificado mediante estas realidades, Dios convierte al alma en inmortal,concedindole incorruptibilidad y delicias eternas; porque Dios ha concedido el ser acuantos nacen, solamente por bondad.

    Dios, bueno y sin celos, luego de haber creado al hombre libre, le ha dado el poder, si loquiere, de agradarle. Y place a Dios que en el hombre no haya malicia. Si entre loshombres se alaban las buenas obras y las virtudes del alma santa y amante de Dios, y secondenan las acciones viles y malvadas, cmo no va a querer esto Dios, que quiere lasalvacin del hombre?

    Lo que es bueno para el hombre, lo recibe de Dios, en cuanto bueno. Justamente por ellol ha sido creado por Dios. Pero el mal es sacado por el hombre de s mismo, empujado

    por la fuerza de la malicia, de la concupiscencia y de la obtusidad que estn en l.El alma desconsiderada, aun siendo inmortal y duea del cuerpo, lo sirve mediante lavoluptuosidad, y no piensa que las delicias del cuerpo son dainas para el alma. sta,habindose vuelto estpida y fatua, slo se ocupa de regocijar el cuerpo.

    Dios es bueno, el hombre es prfido. Nada hay de malo en el Cielo ni nada hay de buenoen la Tierra. Pero el hombre razonable elige lo mejor, conoce al Dios de todas las cosas,le da gracias y le canta alabanzas; se horroriza de su cuerpo antes que de la muerte, y nopermite que las sensaciones malvadas consuman su obra, arruinndolo.

    El hombre malvado ama la sensualidad y desprecia la justicia; no piensa en la

    incertidumbre, en la inestabilidad ni en la breve duracin de la vida; tampoco reflexionasobre la inexorabilidad de la muerte, que ninguna donacin de dinero podra evitar. Y si unviejo es vil e insensato, se encuentra inepto para cualquier uso, como un leo putrefacto.

    Cuando hemos experimentado la tristeza, entonces somos sensibles a los placeres y a laalegra. Por cierto, no bebe con gusto el que antes no ha experimentado sed; ni come debuen agrado quien no ha sentido hambre; ni duerme con ganas quien no ha sentido ungran sueo, ni es sensible al jbilo el que antes no se ha visto entristecido. Del mismomodo, no podremos disfrutar de los bienes eternos, si no despreciamos lo que es efmero.

    La razn est al servicio del intelecto: lo que el intelecto desea, la razn lo expresa.

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    El intelecto ve tambin todo lo que est en el Cielo, y nada lo nubla si no es el meropecado. Para el que es puro, nada es incomprensible, as como nada para la razn esinexpresable.

    A causa de su cuerpo, el hombre es mortal, pero por su intelecto y por su razn, esinmortal. Callando, comprendes; si has comprendido, hablas. En el silencio, el intelectogenera la palabra. Las palabras de agradecimiento ofrecidas a Dios, se convierten ensalvacin para el hombre.

    El que dice cosas irrazonables, no tiene intelecto. Porque habla entender nada. Atiendems bien a lo que debes hacer por la salvacin de tu alma!

    La razn unida al intelecto y til para el alma es un don de Dios. Una razn llena detonteras busca las medidas del Cielo y de la Tierra y sus distancias, el tamao de Sol yde las estrellas, siendo todo ello una invencin del hombre que persigue vanidades. En

    vano busca, en su desenfado, cosas inconducentes, como el que quiere recoger agua conun cedazo. No est al alcance de los hombres el conseguir tales cosas.

    Nadie, al mirar al Cielo, puede comprender lo que hay all, no siendo el hombre que sepreocupa por conducir una vida virtuosa y comprende y glorifica a Aquel que todo lo hahecho por la salvacin y la vida del hombre. Un hombre as, un hombre noble, sabe concerteza que nada existe sin Dios. Dios, como ser infinito, est por doquier y en todas lascosas.

    As como el hombre sale del vientre materno, as el alma sale del cuerpo, desnuda. sta,pura y luminosa; aqulla con las manchas propias de sus fallas; esta otra, negra por susmuchas cadas. Por tanto, el alma razonable y amante de Dios, reflexionando y

    considerando las penas que le llegarn despus de la muerte, regula su vida en la piedad,para que no sea condenada ni caiga en esas penas. Aquellos que no creen, los que vivendespreciablemente y pecan, menospreciado las cosas del ms all, son hombres con unalma insensata!

    As como una vez salido del vientre materno, te olvidas de lo que all habita, as, una vezsalido del cuerpo, no recuerdas lo que est en el cuerpo.

    As como una vez salido del vientre materno, tu cuerpo se fortalece y crece, as, una vezque has salido del cuerpo puro y sin mancha, sers ms fuerte, incorruptible, y vivirs enel Cielo.

    As como, una vez que el cuerpo ha sido formado en el vientre, es necesario que nazca ala vida, del mismo modo una vez que el alma ha cumplido la norma establecida por Dios,es necesario que salga del cuerpo.

    As como tratas a tu alma mientras se encuentra en tu cuerpo, del mimo modo ella tetratar, una vez que ha salido de tu cuerpo. En efecto, el que aqu se ha servido de sucuerpo para estar bien y entregarse a la lujuria, se ha tratado mal a s mismo para losmomentos que siguen a su muerte. Puesto que, como un insensato, ha condenado supropia alma.

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    As como el cuerpo que ha salido del vientre materno incompleto no puede crecer, delmismo modo, el alma que ha salido del cuerpo sin haber llevado a cabo el conocimientode Dios mediante una vida buena, no puede ser salvada o unirse a Dios.

    El cuerpo unido al alma sale de la oscuridad del vientre a la luz. Pero el alma unida alcuerpo permanece atada a las tinieblas del cuerpo. Es conveniente, pues, odiar y castigaral cuerpo en su calidad de enemigo y adversario del alma. El exceso de comida y la gulaexcitan en los hombres las pasiones de la malicia. Mientras que la continencia del vientrehumilla las pasiones y salva el alma.

    En el cuerpo, la vista es dada a los ojos; en el alma, es dada por el intelecto. Y as comoel cuerpo privado de ojos est ciego y no ve el sol, la tierra toda, el mar centellante, y nisiquiera puede gozar de la luz, del mismo modo el alma que no tiene un intelecto bueno yun honesto modo de vida, est ciega y no contempla a Dios, creador y benefactor detodos, no lo glorifica ni puede acceder al gozo de su incorruptibilidad y de los bienes

    eternos.

    La ignorancia de Dios significa insensibilidad y fatuidad. El mal es generado por laignorancia, mientras que el bien surge en los hombres por el conocimiento de Dios y salvael alma. En consecuencia, si no ests dispuesto a llevar a cabo tus deseos, si eres sobrioy conoces a Dios, mantn tu intelecto dirigido hacia las virtudes. Pero si ests dispuesto acumplir con tus intenciones maliciosas, que estn dirigidas a la voluptuosidad - ebrio,debido a la ignorancia de Dios - , ests destinado a la perdicin de los brutos, sinconsiderar los males que te aquejarn despus de la muerte.

    Se denomina providencia a lo que sucede por decreto divino, como por ejemplo, el surgirdel sol o el atardecer de cada da y el fructificar de la tierra. Del mismo modo, se

    denomina ley lo que sucede por decreto humano. Todo ha sido hecho para el hombre.Todo lo que Dios hace, lo hace para el hombre, porque l es bueno. Todo lo que elhombre hace, lo hace para s mismo, ya sea el bien como el mal. Para que t no teasombres al comprobar la prosperidad de los malvados, debes saber que, as como losgobiernos mantienen a los verdugos, a quienes, aunque no alaban sus psimasintenciones, ordenan ajusticiar a aquellos que son dignos de castigo, del mismo modoDios permite que los malvados opriman a los vivos y as castiguen a los despiadados porsu intermedio. Pero, al final, stos tambin sern enviados a juicio, por haber maltratado alos hombres, no en calidad de ministros de Dios, sino para servir a sus propios instintos.

    Los que rinden culto a los dolos, si conocieran y vieran con el corazn a qu estn

    prestando culto, no erraran, alejados de la verdadera piedad, infelices! Mas bien, viendoel decoro, el orden y la providencia que Dios pone en todas las cosas, conoceran mejor aAquel que ha hecho estas cosas para el hombre.

    El hombre puede matar, puesto que es malo e injusto. Dios, sin embargo, no cesa dedonar la vida, incluso a los indignos. l est, de hecho, limpio de celos y es bueno pornaturaleza, por esto ha querido que el mundo fuera hecho, y fue hecho. Y fue hecho parael hombre y para su salvacin.

    Es hombre el que ha comprendido que el cuerpo es corruptible y efmero. ste tambinentiende lo que es el alma, como sta es divina, inmortal, inspiracin de Dios, y como estligada al cuerpo para probarlo y para su deificacin. Quien ha comprendido lo que es el

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    alma, vive de modo recto y grato a Dios, no obedece al cuerpo, sino que, mirando a Dioscon el intelecto, contempla y comprende los bienes eternos donados por Dios al alma.

    Puesto que Dios es siempre bueno y sin celos, ha dado al hombre la libertad de elegirentre el bien o el mal, donndole el conocimiento a fin de que, contemplando al mundo ylo que ste contiene, conozca a Aquel que todo lo ha hecho para el hombre. Pero puededarse que los impos quieran no entender. Tambin es posible que no crean, que seequivoquen, o comprendan lo contrario de la verdad. Hasta este punto el hombre es librede elegir frente al bien y frente al mal.

    Es por orden de Dios que, al crecer la carne, el alma se llena de intelecto: esto sucedepara que el hombre elija, entre el bien y el mal, lo que le place ms. Pero el alma que noelige el bien no tiene intelecto. Porque todos los cuerpos tienen, s, un alma, pero no sedice que toda alma tenga intelecto. Por cierto, el intelecto amante de Dios, pertenece a losprudentes, a los santos, a los justos, a los puros, a los buenos, a los misericordiosos y a

    los pos. Y la presencia del intelecto constituye para el hombre una ayuda en su relacincon Dios.

    Una sola cosa no es posible para el hombre: el ser inmortal. Le es posible unirse a Dios sicomprende que puede hacerlo. Es as como, queriendo, comprendiendo, creyendo yamando, por la fuerza de un vivir honesto, el hombre llega a convivir con Dios.

    El ojo contempla lo que le presenta. Sin embargo, el intelecto penetra lo invisible. Elintelecto amante de Dios es la luz del alma. El que posea un intelecto amante de Dios,tiene el corazn iluminado y con su intelecto, ve a Dios.

    Ningn hombre bueno es vil, pero el que no es bueno es del todo malo y amante del

    cuerpo. La primera virtud del hombre es el desprecio de la carne. La separacin de lascosas efmeras y corruptibles - separacin voluntaria, no debida a la indigencia - nosconvierte en herederos de los bienes eternos e incorruptibles.

    El que est dotado de intelecto, se conoce a s mismo, conoce lo que es, sabe que es unhombre corruptible. El que se conoce a s mismo, conoce todo, sabe que cada cosa esuna criatura de Dios y que ha sido creada para la salvacin del hombre. El hombre tieneel poder de comprender y creer rectamente. Un hombre as sabe con certeza que el quedesprecia las realidades de esta vida encontrar menos afanes y que, despus de lamuerte, recibe de Dios delicias y reposo eternos.

    As como el cuerpo sin alma est muerto, as tambin el alma, sin la actividad del

    intelecto, se encuentra ociosa y no puede recibir a Dios en herencia.Dios escucha slo al hombre. Slo al hombre, Dios se muestra. Dios es amante dehombre, donde l est, tambin est Dios. Slo el hombre es un digno adorador de Dios.Por el hombre, Dios se transfigura.

    Dios ha hecho todo el cielo para el hombre y lo ha adornado de estrellas. Para el hombreha hecho la Tierra. Los hombres la trabajan para s mismos Los que no se perciben de talprovidencia de Dios, tienen un alma insensata.

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    El bien es invisible como las realidades celestes. El mal es visible como las realidadesterrestres. Entre uno y otro, el hombre que tiene intelecto, elige lo que es mejor. Porqueslo para el hombre son inteligibles Dios y sus criaturas.

    El intelecto est en el alma, as como la naturaleza en el cuerpo. Y el intelecto es ladivinizacin del alma, mientras que la naturaleza es la difusin del cuerpo, La naturalezaest en todo cuerpo, pero no en toda alma se halla el intelecto. Por tanto, no toda almaest salvada.

    El alma est en el mundo por cuanto all fue generada; el intelecto est en el ms all,pues all fue ingenerado. El alma que comprende al mundo y quiere ser salvada, observade continuo una ley inviolable, admitiendo para s misma que la lucha y las pruebas las vaa tener que enfrentar aqu y ahora no siendo posible comprar al juez! ya que sta puedeperecer o salvarse nada ms que por un pequeo y vil placer.

    Dios ha creado la generacin y la muerte sobre la Tierra. En el Cielo, providencia ydecreto. Pero todo fue hecho para el hombre y su salvacin. Dios, quien no necesita deningn bien, ha creado para el hombre el Cielo y la Tierra y los elementos, deseandodarle por medio de stos, el goce de todos los bienes.

    Las realidades mortales estn sujetas a las inmortales. Pero las inmortales sirven a lasmortales, es decir, los elementos al hombre, gracias al amor por el hombre y a la bondadinnata de Dios creador.

    El que se empobreci y no puede causar ningn dao, no puede ser tenido en cuenta porsus actos entre los pos hombres. El que puede perjudicar y no se sirve de su poder parael mal, sino que es considerado con los ms mseros por piedad hacia Dios, ste ser

    recompensado con bienes aqu y ms all de su muerte.Por amor al hombre del Dios que nos ha creado, son numerosas las vas hacia lasalvacin que convierten a las almas y las conducen al Cielo. Las almas de los hombresreciben, efectivamente, recompensas por las virtudes y castigos por las transgresiones.

    El Hijo est en el Padre, y el Espritu Santo en el Hijo, y el Padre est en ambos. Elhombre conoce, por fe, todas las realidades invisibles e inteligibles. La fe es el voluntarioconsentimiento del alma.

    Aquellos que por alguna necesidad o contingencia se ven obligados a nadar en grandesros, si estn sobrios se salvan: si sucediera que las corrientes son violentas y fueran

    arrastrados, si se aferran a algn arbusto que crece en la orilla, an se pueden salvar.Pero todos aquellos que se encuentran en estado de embriaguez, aunque eninnumerables ocasiones se hayan ejercitado perfectamente en la natacin, al ser vencidospor el vino, son sumergidos por la corriente y salen del mundo de los vivos. Del mismomodo el alma, al incurrir en los remolinos y en las agitadas corrientes de la vida, si no seha tornado sobria respecto a la malicia de la materia y, por lo tanto, si no se conoce a smisma, no sabe cmo ella, divina e inmortal, ha sido ligada a la materia del cuerpo, quees efmera, expuesta a mltiples sufrimientos y mortal. As, el alma es arrastrada por laperdicin de los placeres carnales y, desprecindose, ebria de ignorancia, incapaz deayudarse, perece y se encuentra fuera del nmero de aquellos que se salvan. Muchasveces el cuerpo, como un ro, nos arrastra hacia placeres inconvenientes.

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    El alma razonable, mantenindose inmvil en su buena determinacin, gua sus potenciasirascibles y concupiscibles, sus pasiones irracionales, como a caballos: vencindolas,acorralndolas y superndolas, ella es coronada y hecha digna de la victoria de los

    Cielos, recibiendo del Dios que la ha creado este premio por su victoria y sus fatigas.

    El alma verdaderamente razonable, viendo la suerte de los malos y el bienestar de losimpos, no se turba al imaginar su goces en esta vida, como hacen los insensatos. Porquebien sabe sta cmo la suerte es inestable, la riqueza, incierta, la vida, efmera, y sabecmo la justicia no se deja corromper por donativos. Y un alma tal, tiene fe de no serdescuidada por Dios, y de que el alimento necesario le ser administrado.

    La vida del cuerpo y su goce entre grandes riquezas, teniendo poder mundano, es lamuerte del alma mientras que la fatiga, la resignacin y la indigencia vivida agradeciendo,as como la muerte del cuerpo, son vida y felicidad eterna para el alma.

    El alma razonable que desprecia la creacin material y la vida efmera, elige el regocijoceleste y la vida eterna, recibindola de Dios, mediante un vivir honesto,

    El que tiene el traje enlodado, ensucia la tnica de los que se le acercan. Del mismomodo, los que tienen mala voluntad y una conducta no recta, frecuentando y diciendocosas inoportunas a otros de mentalidad ms simple, ensucian su alma como con fangomediante el odo.

    La concupiscencia es el principio del pecado, mediante la cual el alma razonable sepierde. Mientras que el amor es para el alma principio de la salvacin y del Reino de losCielos.

    El cobre, si es descuidado y no es tratado con la debida atencin, por no haber sidoutilizado por largo tiempo, es corrompido por la herrumbre que lo recubre y pierde subelleza. Tambin el alma ociosa, descuidando el vivir honesto y la conversin a Dios, sealeja con sus malas acciones de la proteccin divina y, como el cobre por la herrumbre,as es consumada por la malicia que sigue al descuido - a causa de la materia del cuerpo- y se encuentra privada de belleza e intil para la salvacin.

    Dios es bueno, exento de pasiones o cambios. Si se considera como razonable yverdadero que Dios no est sujeto a cambios, no se entiende cmo l se puede alegrarcon los buenos, despreciando a los malos, encolerizarse con los pecadores, y luego, si sele rinde culto, tornarse propicio. Hay que decir, sin embargo, que Dios ni se alegra ni seenfurece, porque alegra y tristeza son pasiones; ni tampoco se le puede rendir culto con

    dones, porque sto significara que l puede ser conquistado por el placer. No es lcitojuzgar bien o mal al Divino en base a las realidades humanas. Dios es solamente bueno,hace solamente el bien, no daa nunca, porque tal es su naturaleza. Si nosotros somosbuenos a semejanza suya, nos unimos a l. Si por no tomarlo como modelo, nostornamos malos, nos separamos de Dios. Viviendo virtuosamente, nos unimos a Dios. Sinos adherimos al mal, l se convierte en nuestro enemigo, pero no se encolerizavanamente. Ms bien, los pecados no permiten que Dios resplandezca en nosotros, sinoque nos unen a los demonios por punicin. Si con plegarias y obras de bien logramosdesprendernos de los pecados, sto no significa que con nuestro culto inducimos a Dios acambiar. En realidad, al sanar nuestra malicia con nuestras buenas acciones, y alconvertirnos al Divino, nuevamente gozamos de la divina bondad; por eso, si decimos queDios se retrae de los malos es como decir que el sol se esconde a quin le falta la vista!

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    El alma piadosa conoce al Dios del Universo. "La piedad" no es otra cosa que el hacer lavoluntad de Dios y as conocerlo, construyndonos, sin envidia, moderados, humildes,

    generosos segn nuestras posibilidades, sociables, y extraos a las disputas y todo lo quees grato a la divina voluntad

    El conocimiento de Dios y el temor a l nos curan de las pasiones de la materia. As,cuando la ignorancia de Dios se une al alma, las pasiones, que fueron descuidadas,pudren el alma: ella es corrompida por la malicia, como una vieja herida. Pero Dios no esresponsable de esto, porque l ha enviado a los hombres ciencia y conocimiento.

    Dios ha colmado al hombre de ciencia y conocimiento, se apresura a purificar laspasiones y la malicia voluntaria y quiere transferir lo que es mortal a la inmortalidad,solamente a causa de su bondad.

    El intelecto que est en el alma pura y amante de Dios, en realidad ve al Dios increado,invisible e inexpresable, el nico puro para los puros de corazn.

    Corona de la incorrupcin, virtud y salvacin del hombre es el llevar las desventuras debuen nimo y dando gracias. Adems, el dominar la ira, la lengua, el vientre, los placeres,constituye una enorme ayuda para el alma.

    La providencia divina es aquella que tiene al mundo en sus manos. No existe ningn lugarabandonado por la providencia. Es providencia la palabra perfecta de Dios, la que daforma a la materia que constituye al mundo, y es creadora. y artfice de todas las cosasque son hechas. No es posible que la materia se organice sin el poder descendiente de laPalabra, que es imagen, intelecto, sabidura y providencia de Dios.

    La concupiscencia derivada del pensamiento, es la raz de las pasiones congnitas de lastinieblas. Y el alma que se encuentra en el pensamiento de concupiscencia se ignora a smisma, ignora ser inspiracin de Dios y es llevada as al pecado, sin pensar la insensata!en los males que encontrar despus de la muerte

    La impiedad y el amor por la gloria son la suma e incurable enfermedad del alma, son laperdicin. Efectivamente, la concupiscencia del mal es la privacin del bien. Y el bien eshacer, sin avaricia, todo el bien que es grato al Dios del universo.

    Slo el hombre es capaz de recibir a Dios. Solamente a este ser vivo habla Dios. Denoche, por medio de los sueos; de da, por medio de la mente. Y por intermedio de todo,

    predice y preanuncia los bienes futuros a los hombres dignos de l.Nada es difcil para quien cree y quiere comprender a Dios. Y si luego quieres tambincontemplarlo, observa el orden y la providencia que hay en todas las cosas que por suPalabra fueron hechas y creadas. Y todo es para el hombre.

    Se llama santo a aquel que es puro de la malicia y de los pecados. Es por lo tanto ungrandsimo logro del alma, y que agrada a Dios, que en el hombre no haya malicia.

    El "nombre" es el modo de indicar a uno con respecto a muchos. Es por lo tanto insensatoconsiderar que Dios - uno y solo - tenga otro nombre. "Dios," pues, indica a aquel queexiste sin principio, aquel que todo lo ha hecho por el hombre.

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    Si tienes conciencia de haber actuado malvadamente, elimina las malas acciones de tualma, aguardando los bienes que vendrn: Dios es ciertamente justo y amigo del hombre.

    El hombre conoce a Dios y es por l conocido si se preocupa de no separarse nunca deDios. No se separa de Dios el hombre bueno que en todo y por todo domina al placer: nopor el hecho de que dispone de poco placer, sino por su propia voluntad y continencia.

    Beneficia al que te perjudica, y tendrs a Dios por amigo. No calumnies en nada a tuenemigo. Ejercita el amor, la moderacin, la tolerancia, la continencia, etc. Todo esto esconocimiento de Dios: siguiendo a Dios mediante la humildad y las virtudes similares. Sinembargo stas no son obras para cualquiera, sino para almas dotadas de intelecto.

    Por cansa de aquellos que con desprecio se atreven a decir que las plantas y las hierbastienen alma, he escrito este captulo, para conocimiento de los ms simples. Las plantas

    tienen la vida natural, pero no tienen alma. El hombre es definido como un animalrazonable, porque tiene un intelecto y es capaz de hacer ciencia. Los otros animales, yasea los que estn sobre la tierra como los que estn en el aire tienen voz, porque tienenespritu y alma. Y todo lo que crece y disminuye es un ser viviente, porque vive y crece.Sin embargo, no tiene alma. Hay cuatro especies distintas de seres vivientes. Los unosson inmortales y estn dotados de un alma como los ngeles. Otros tienen intelecto,espritu y alma, como los hombres. Otros tienen espritu y alma, como los animales. Otrostienen solamente vida, como las planta. Y en las plantas la vida subsiste sin alma,espritu, intelecto, inmortalidad, Pero ni siquiera el resto puede existir sin vida. Cada alma,es decir cada alma humana, es siempre mvil, y va de un lado a otro.

    Cuando percibes fantasas respecto a algn placer, cudate a ti mismo y no permitas que

    te arrastren, sino que, ponindote por arriba, recuerda la muerte y piensa cmo es mejortener la conciencia de haber logrado vencer este engao del placer.

    As como en el engendramiento hay pasin, porque lo que accede a la vida tienecorrupcin, as en la pasin hay malicia. Por tanto no digas: Dios pudo eliminar la malicia.Los que as hablan son obtusos y tontos. No convena ciertamente que Dios quitara lamateria: y estas pasiones vienen de la materia. Pero Dios ha eliminado la malicia de loshombres ventajosamente al darles intelecto, ciencia, conocimiento y discernimiento delbien a fin de huir de la malicia, sabiendo cmo la misma nos perjudica. El hombreinsensato sigue la malicia y se vanagloria. Luego, como atrapado en una red, se debate,capturado all dentro. Y ni siquiera puede levantar la cabeza para ver y conocer a Dios,que todo lo ha hecho para la salvacin y la divinizacin del hombre.

    Las realidades mortales son enemigas de s mismas, porque conocen por anticipado estefin de la vida que es la muerte. La inmortalidad, por el hecho de que es un bien, es unlegado del alma santa, mientras que la mortalidad, por el hecho de que es un mal,acompaa al alma msera e insensata.

    Cuando, dando gracias, vas a descansar, si piensas en los beneficios y en la granprovidencia de Dios por ti, colmado por un pensamiento benfico, te alegras ms quenunca, y el sueno de tu cuerpo se convierte en sobriedad del alma. Al cerrarse tus ojos,vers la visin de Dios y tu silencio, impregnndose de bondad, continuamente proclamaglorias al Dios del universo, con toda el alma y toda tu fuerza. Porque una vez que la

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    malicia ha sido alejada del hombre, el rendimiento de gracias, aunque fuera eso slo,agrada a Dios ms que todo precioso sacrificio.

    A l la gloria en los siglos de los siglos Amn.

    Evagrio el Monje

    Evagrio, este hombre sabio e insigne que floreci alrededor del ao 380, fue promovidopor el gran Basilio a la dignidad de lector y, por el hermano de ste, Gregorio de Nisa, fueordenado dicono. Fue instruido en las Sagradas Palabras por Gregorio el Telogo: por

    ste fue incluso nombrado archidicono, cuando le fuera encargada la iglesia deConstantinopla, segn Icforo Calisto, libro 11, captulo 42. A continuacin, abandonadaslas cosas del mundo, abraz la vida monstica.

    Siendo realmente sutil al entender y habilsimo en exponer lo que entenda, Evagrio hadejado muchos y variados escritos. De entre los mismos, han sido elegidos para estelibro, el presente discurso a los hesicastas y sus captulos sobre el discernimiento de laspasiones y de los pensamientos, en cuanto que son textos muy oportunos y de granaplicacin.

    Las noticias a propsito de Evagrio nos fueron proporcionadas especialmente por Paladioen la Historia lausaca (texto griego e italiano en la edicin, a cargo de Ch. Mohrmann y C.

    J. Bartelink, Fundacin L. Valla, A. Mondadori 1974). Su nacimiento se sita alrededor delao 345 en bora en el Ponto. Tal como nos lo dice Nicodemo, fue promovido a lector yluego a dicono.

    Bastante tentado por la vida mundana, en momento de serio peligro para su castidad,mientras se encontraba en Constantinopla, a continuacin de un sueo premonitorio,parti para Jerusaln. All vivi por un breve perodo en la casa de Melania la Anciana,ilustre dama romana, quien haba convocado a su alrededor, en el Monte de los Olivosuna comunidad monstica. Durante su estancia all, muchas dudas asaltaron a Evagrio,con respecto a su decisin de abandonar el mundo pero, apoyado por Melania y tomandocomo una nueva seal divina una enfermedad que lo aquejara, parti hacia Egipto pocodespus. Se estableci primeramente y por dos aos, en el desierto de Nitria y luego en

    las Celdas, donde vivi hasta su muerte que sobrevino aproximadamente en el ao 399.Profundamente convencido respecto del valor de la austera vida monstica en el desierto,Evagrio la conoci - y la vivi - acudiendo a las fuentes, mantenindose en frecuentecontacto con Macario el Grande, iniciador de la vida monstica en el desierto de Scete,conociendo tambin al otro Padre Macario. El ambiente en el cual Evagrio vivi hasta sumuerte su vida monstica contrast, por cierto, con la estructura intelectual de la cualestaba dotado y con su gran cultura. No por ello dej de sentir una profunda admiracinpor la sabidura prctica de esos santos ancianos, frecuentemente provenientes defamilias campesinas pobres. Y ms an: adems de vivir esta vida del desierto, lleg a serun terico de la misma. Seguidor de Orgenes, termin, lamentablemente por extremizarjustamente las teoras ms discutibles de su maestro. Esto ech una sombra sobre su

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    figura, a tal punto, que muchos de sus escritos nos fueron transmitidos al amparo dealgn gran nombre de ortodoxia ms afirmada. El nombre de Evagrio fue envuelto en lacondena del origenismo y, por lo tanto, condenado por el Concilio de Constantinopla III

    (680-681), por el Concilio Niceno II (787) y por el Concilio de Constantinopla IV (869-870)..

    De Evagrio se puede encontrar traducido al francs el Tratado sobre la plegara en Y.Hausherr, Les leons d'un contemplatif : le trait de l'orason d'Evagre le Pontique, Paris,Beauchesne, 1960, y el Tratado prctico en la coleccin Sources Chrtennes 170-171.Tanto el Tratado sobre la plegaria como el Tratado prctico, se pueden encontrartraducidos tambin al ingls, reunidos en un nico volumen, en las ediciones CisterciansPublications, Massachusetts, Spencer, 1970.

    A Propsito Del Discernimiento De Las Pasiones Y De Los Pensamientos

    Entre los demonios que se oponen a la prctica de las virtudes, los primeros que adoptanuna actitud de guerra son aquellos que ostentan las pasiones por el buen comer, los quenos insinan el amor por el dinero, y los que nos estimulan a buscar la gloria que provienede los hombres. Todos los dems vienen detrs de stos y reciben a los que han sidoheridos por ellos. Efectivamente, es poco probable que se caiga en manos del espritu dela fornicacin si no se cay antes por gula. Y no hay quien, habiendo sido turbado por laira, no se haya previamente encendido por los placeres de la buena mesa, por lasriquezas o por la gloria. Y no hay modo de huir del demonio de la tristeza, si no se soportala privacin de todas estas cosas. As como nadie puede huir del orgullo, primera camadadel diablo; si no se ha erradicado antes la raz de todos los males, que es el amor por eldinero, si es verdad, como dice Salomn, que la indigencia hace al hombre humilde (Pr10:4).

    En breve: no sucede que el hombre tropiece con el Demonio, si antes no ha sido heridopor esos tres males principales. Y tambin delante del Salvador, el Diablo antepuso estostres pensamientos: primeramente exhortndolo a convertir las piedras en panes, luegoprometindole el mundo si se postraba a sus pies, adorndolo, y como tercera cosa, lotienta con la posibilidad de que la gloria lo cubrira si, cayendo de las almenas del templo,los ngeles lo recogen y lo salvan, como Hijo de Dios que es. Pero nuestro Seor,mostrndose superior a todo esto, orden al Diablo que se alejara de l, ensendonosas que no es posible rechazar al Diablo si no se desprecian estos tres pensamientos.

    Todos los pensamientos demonacos introducen en el alma conceptos relativos a objetossensibles, y el intelecto, compenetrndose de ellos, imprime en s mismo las formas de

    esos objetos. El alma reconoce, entonces, al demonio que se asocia al objeto mismo. Porejemplo: si en mi mente se presenta la fisonoma de quien me ha agraviado u ofendido, esevidente que surgirn en m pensamientos de rencor. Si surgiera el recuerdo de lasriquezas o de la gloria, recordar claramente por el objeto, cul es el motivo de miangustia. Lo mismo sucede con los otros pensamientos: por el objeto descubrirs quines el que viene a insinuarlos. Sin embargo, no quiero decir que todo recuerdo de talesobjetos provenga de los demonios. Porque es el intelecto mismo, accionado por elhombre, el que produce las imgenes de los acontecimientos. Provienen de los demoniosaquellos recuerdos que suscitan la ira o la concupiscencia contra natura. Con motivo de laturbacin que causan estas potencias, el intelecto, mediante el pensamiento, cometeadulterios y se embarca en guerras, porque no puede acoger la imagen de Dios, sulegislador. En efecto, esa luminosidad se manifiesta al principio fundamental del alma en

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    el tiempo de la plegaria, en la medida en que sta se despoje de los conceptos relativos alos objetos.

    El hombre no puede rechazar los recuerdos pasionales si no presta atencin a laconcupiscencia y a la clera, disipando a la primera con ayunos, velando y durmiendo enel suelo, y calmando a la segunda con actos de soportacin, de paciencia, de perdn y demisericordia. De las pasiones antedichas surgen casi todos los pensamientos demonacosque empujan al intelecto a la ruina y a la perdicin. Pero es imposible superar estaspasiones si no se desprecian totalmente los manjares, las riquezas y la gloria y aun elpropio cuerpo, con motivo de aquellos pensamientos que tan a menudo lo flagelan. Esabsolutamente necesario, pues, imitar a aquellos que se encuentran en el mar, en peligro,y que echan por la borda los aparejos a causa de la violencia de los vientos y de las olas.Pero llegados a este punto, debemos guardarnos de desprendernos de los aparejos paraser mirados por los hombres, o habremos ya recibido nuestra merced, ya que otronaufragio ms terrible que el primero nos afligir, y entonces soplar el viento contrario, el

    del demonio de la vanagloria. Por tanto, tambin el Seor nuestro de los Evangelios,impulsando a nuestro intelecto que es el capitn del barco, nos dice: Mirad que no hagisvuestra justicia delante de los hombres, para ser visto por ellos: de otra manera notendris merced de vuestro Padre que est en los Cielos (Mt 6:1). Y dice adems: Ycuando recis, no seis como los hipcritas; porque ellos gustan de orar en las sinagogasy en los cantones de las calles, de pie para ser vistos por los hombres: por cierto os digo,que ya tienen su pago (Mt 6:5-16).

    Pero en este punto debemos prestar atencin al mdico de las almas y observar como lcura la clera con la limosna, y con la oracin purifica el intelecto, y an mas, diseca conel ayuno la concupiscencia: de este modo surge el nuevo Adn, quien se renueva aimagen de Aquel que lo ha creado, en el cual no existe - con motivo de la impasibilidad -

    ni macho ni hembra, y - basados en la nica fe - ni griego ni judo, ni circunciso niincircunciso, ni brbaro ni escita, ni esclavo ni liberto, sino que todo est en Cristo.

    Los Sueos

    Debemos indagar cmo los demonios informan y configuran el principio fundamental denuestra alma en las fantasas que nos acechan en el sueo. Esto le sucede al intelecto yasea cuando ve con los ojos o cuando oye con los odos o con cualquier percepcin. Aveces nos llegan por medio de la memoria, que informa al principio fundamental del alma,moviendo lo que ha recibido mediante el cuerpo. Me parece pues, que los demoniosinforman al principio fundamental de nuestra alma, movindonos la memoria, pues elrgano es, en ese momento, mantenido inactivo por el sueo. Debemos saber cmo se

    produce ese movimiento de la memoria. Ser, acaso, por medio de las pasiones? Estoes evidente, pues el que es puro y est libre de pasiones, no pasa por cosas similares.Sin embargo, existe un movimiento de la memoria producido simplemente por nosotrosmismos, o bien por las santas potencias, en el cual encontramos a los santos y somos suscomensales. Pero deberemos prestar atencin: esas imgenes que el alma recibeconjuntamente con el cuerpo, sern luego movidas por la memoria sin el cuerpo. Estoest claro por el hecho de que a menudo pasamos por esto durante el sueo, mientrasque el cuerpo est inmvil. Pues puede suceder que nos acordemos del agua ya sea quetengamos sed o no, y as sucede que nos acordamos del oro ya sea con codicia o sin ella.Y los mismo sucede con el resto. Sin embargo, el hecho de que encontremos dichasdiferencias entre las variadas fantasas, es un indicio de su artificiosidad.

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    Y an ms: debemos saber que los demonios se sirven tambin de objetos externos parasuscitar sus fantasas. Por ejemplo: del sonido de las olas, para alguien que se dedique ala navegacin.

    Nuestra irascibilidad, cuando se mueve contra natura, coopera en mucho con los objetivosque los demonios se prefijan, tornndose as utilsima para cualquiera de sus engaos.Por tanto, stos no se hacen rogar para accionarla, de da o de noche. Y cuando la vencontenida por la humildad, en seguida la liberan con buenos pretexto, y as, tornndoseviolenta, sta sirve a sus pensamientos bestiales. Es necesario, pues, no excitarla conningn objeto, ni justo ni injusto, evitando poner en mano de quien nos sugestiona, unarma funesta, como s que muchos hacen, aferrndose ms de lo necesario a ftilespretextos. Por cierto, dime, por que eres tan combativo? No has despreciado yamanjares, riquezas y gloria? Por qu cras a un perro, si has manifestado no poseernada? Si ste ladra y se echa sobre la gente, es claro que es porque uno tiene algo yquiere defenderlo. Y estoy bien seguro de que un hombre as est alejado de la oracin

    pura, porque s que la irascibilidad destruye esta oracin. Y me asombra que olvidestambin a los santos, mientras David grita: Cesa en tu ira y deja la clera (Sal 36:8). Y elEclesiasts recomienda: Aleja la clera de tu corazn, y quita la maldad de tu carne (Qo11:10), mientras el Apstol nos ordena elevar, en todo tiempo y lugar, manos puras siniras ni disputas (1 Tm 2:8). Y por qu no aprendemos de la antigua y misteriosacostumbre de echar fuera de casa a los perros en tiempo de oracin? Ella nos demuestra,alegricamente, cmo no debe existir clera en el que reza.

    Y tambin se ha dicho: Hay clera de dragones en su vino (Dt 32:33), y sin embargo, losnacireos se abstenan de tomar vino!

    En cuanto al deber de no preocuparse por los trajes o manjares, considero superfluo

    escribir con respecto a esto, ya que el Salvador mismo lo proh