Febrero de 2015
Año 2, número 3 |
AQUARELLEN
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INDICE
EDITORIAL...........................................................Página 3 LITERATURA........................................................Página 4 Mario Pérez Antolín.........................Página 5 Jesús de Castro................................Página 14 José Ramón Muñiz...........................Página 22 Música..................................................................Página 29 Claudio Monteverdi: Orfeo..................Página 30 ARTICULO DE OPINION.....................................Página 34
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EDITORIAL Sacar a la luz el tercer número de la revista “Aquarellen” no ha sido rápido ni
fácil. La razón es por el giro que la revista dará a partir de esta edición y los
números venideros. El enfoque que se pretende dar de ahora en adelante es el de
una revista de humanidades que recopila en sus páginas: poesía, artículos y
ensayos sobre distintas temáticas.
En esta edición participan destacadas personalidades de las letras
internacionales.
Mario Pérez Antolín poeta y aforista con varios libros publicados y distintas
colaboraciones con otros, a su vez, destacados escritores y filósofos.
Jesús de Castro, poeta y escritor, autor que tiene a su haber varias
publicaciones y colaboraciones en antologías y miembro de destacados círculos
literarios. Recientemente su participación en las ferias del libro de La Serena y
Coquimbo han abierto su carrera en Sudamérica.
José Ramón Muñiz, poeta, sonetista y habitual colaborador de esta revista,
quien revive las formas barrocas en sus escritos.
Esperando que en esta edición encuentren ustedes todo lo que se espera en
una revista, que aunque joven pretende seguir llevando a cada mente esa
pequeña parcela de pensamiento, poética y música, nos despedimos hasta el
próximo número.
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LITERATURA
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MARIO PÉREZ ANTOLÍN
Nacido en Backnang (Alemania) el 3 de noviembre de 1964. Reside en la
actualidad en Ávila, donde trabaja como Director de la Residencia Universitaria
“Arturo Duperier”. Fue Profesor de Educación Secundaria, Técnico Superior de
Estadística y Estudios Agrarios de la Junta de Castilla y León y Becario del
Departamento de Urbanismo del Ayuntamiento de Valladolid.
Licenciado en Geografía por la Universidad de Valladolid. Máster y Postgrado en
ordenación del territorio, planeamiento urbano y política ambiental. Ha coordinado
proyectos de cooperación internacional e impartido conferencias y seminarios en
Centroamérica y África.
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Ha publicado diversos estudios, comunicaciones y artículos relacionados con el
análisis económico, sociopolítico y medioambiental.
Es uno de los responsables del resurgir del género aforístico en España durante
los últimos años. Eugenio Trías dijo de su libro Profanación del poder: “Está lleno
de chispazos de inteligencia y sabiduría que acreditan el oficio del que escribe. He
disfrutado leyendo estas páginas. Cuando se comienzan es difícil desprenderse de
ellas”. Victoria Camps, que admite que Mario Pérez Antolín es un maestro del
género, opinó lo siguiente sobre su libro La más cruel de las certezas: “Entre la
filosofía y la poesía, Pérez Antolín muestra con su escritura que el pensamiento es
capaz de emocionar al dejar de ser ese discurso árido que sólo sabe enlazar
abstracciones y nos distancia del mundo”.
Como poeta, la crítica lo considera uno de los representantes más sobresalientes
de la llamada lírica reflexiva o del pensamiento, aunque con un estilo
marcadamente expresionista en sus imágenes y metáforas. José Luis Puerto
destaca lo siguiente de su poética: “El decir lírico de Mario Pérez Antolín es un
decir muy castellano, basado en la claridad, la sobriedad, la concisión, así como
en una vibración muy limpia y nítida de la palabra… Lo que rezuma por todos los
poros de la poesía de Mario Pérez Antolín es un fuerte olor a existencia. Hay en
ella una raigambre existencial, ya sea cuando el poeta habla desde su propia voz,
o cuando asume otras voces para hablar del ser y del mundo. Una raigambre
existencial como la que podemos advertir en César Vallejo, en Blas de Otero y en
otros poetas que parten del existir para articular su canto… Dentro de esa
sobriedad expresiva, en la poesía de Mario Pérez Antolín, late una suerte de
secreta vida de las imágenes. Las imágenes se esparcen por aquí y por allá y, en
ocasiones, nos estallan con su fulgor”.
Parte de su obra aparece en diferentes números de revistas literarias y
ensayísticas, entre las que destacan: Alazar, Las 4 estaciones del jugador de
chinos, Llanura, El Cobaya, Contra-dicciones, Albor, Álamo, Temas para el
debate, Leviatán, En pie de paz, Ecología política, Valladolid Ciudad, Locutorio,
elcuaderno, Quimera, Acantilados de papel, Senderos Íberos, Palabras Diversas,
Sur Revista de Literatura, Ariadna, Piedra y Cielo.
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Es coautor de las siguientes antologías: Poesía en Ávila (2003), El huerto
magnífico de todos (2008), Luz en los balcones (2009), El mismo azul (2009),
Sentados o de pie. 9 poetas en su sitio (2013) y Pensar por lo breve (2013); y
autor de 4 libros: Semántica secreta (2007), Yo eres tú. Poesía 1985-2007 (2010),
Profanación del poder (con prólogo de Eugenio Trías. 2011) y La más cruel de las
certezas (con prólogo de Victoria Camps. 2013). Colabora habitualmente como
articulista y escritor en algunos medios de comunicación. Una selección de sus
aforismos ha sido traducida al árabe.
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AFORISMOS DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN El oxígeno que nos permite vivir al mismo tiempo nos oxida y nos hace
envejecer. Toda una declaración de intenciones resumida en una reacción química.
*
Carece de importancia el lugar al que me dirija, pues todo destino se convierte con el tiempo en una trampa. Lo relevante es saber qué me hace huir. Supongo que evitar el encuentro con las víctimas de mis excesos o con los testigos de mis fracasos.
*
Con la primera mentira acaba la infancia, con la primera nostalgia empieza la vejez.
*
En las sociedades deliberativas la polémica fortifica la cohesión del grupo, puesto que las concesiones mutuas permiten espacios de comunicación reforzados. En las imperativas, la discrepancia provoca un encadenamiento de rechazos estériles que imponen la razón por la fuerza y no la fuerza de la razón.
*
Desde el púlpito, los dogmas caen como bombas de precisión sobre la población indefensa.
*
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Hemos construido túneles submarinos y otros que horadan inmensas cordilleras, puentes colgantes que salvan ríos caudalosos, y aún no hemos suprimido el mayor obstáculo que separa a los hombres: la endeble barrera de los puestos fronterizos. Somos unos bárbaros sofisticados, incapaces de superar los atavismos tribales a pesar de nuestra eficacia tecnológica.
*
En lo que el pensamiento necesite del lenguaje para manifestarse, y la razón comunicable lidere el paradigma evolutivo, estaremos prisioneros en una jaula de equívocos.
*
Los genuinos subversivos, que están dispuestos a saltarse cualquier norma social y a cuestionar el orden establecido, son los amantes; por eso la consigna más incendiaria y radical de la historia sigue siendo: “Amaos los unos a los otros”.
*
Al menos uno ha de decir la verdad al poderoso entre el cortejo de aduladores. Por lo mismo, alguien ha de mentir al menesteroso para que no lo entierre la sinceridad de los amigos.
*
¿Habéis comprobado con qué facilidad entran las moscas en verano por nuestras ventanas y lo mucho que cuesta después expulsarlas? Pues lo mismo sucede con la melancolía una vez que se instala en el alma y adquiere el estatus de inquilino realojado. No basta con rescindir el contrato y enseñarle amablemente la puerta; somos nosotros los que tendremos que buscar nueva morada.
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POEMAS
Mario Pérez Antolín
EL SENTIDO DE LA VIDA
Que el resultado de lanzar alguna
moneda al aire del azar dependa,
parece algo bastante razonable.
Que las posiciones de una partícula
se midan por la probabilidad,
puede adaptarse a las certeras leyes
del infalible método científico.
Que el árbol que derribó la tormenta
fuera fruto de la casualidad,
no deja de ser insignificante.
Pero que el sentido de nuestra vida
sea como el de una vulgar moneda,
o el de una partícula, o el de un árbol,
no deja de llenarme de pesar.
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TRISTEZA
La mujer que camina sola por la calle
con un abrigo marrón y un bolso negro.
El perro que arrastra su pata y mea en una esquina.
El borracho que habla a los demás
para no decirse cuánto se odia.
La cola que espera paciente al autobús una tarde de invierno.
El que sale de una iglesia
y busca en su monedero una limosna.
La sirena de una fábrica o el llanto de un niño.
Yo mismo escribiendo estos versos,
qué triste me parezco,
qué tristes me parecen.
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A FLOR DE PIEL
Para Isabel
En las yemas de los dedos de una mujer ciega,
en las alas vibrantes de una libélula,
en el pecho del condenado a muerte
un segundo antes de ser fusilado,
en el infrarrojo secreto de tu pulso,
en las venas del suicida
cuando se aproxima la cuchilla a la muñeca izquierda,
en el musgo sedante de tu nuca,
en un copo de nieve suspendido aún en el aire,
en la parte más sensible de tu cuerpo
poso mis labios, y te beso.
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DIRÁS
Llegará la noche y dirás que aún la tarde declina.
Llegará el invierno y dirás que aún el sol calienta.
Llegará la vejez y dirás que aún el cuerpo aguanta.
Llegará el desamor y dirás que aún mis caricias te excitan.
Porque la noche no quema, ni el invierno abrasa,
ni la vejez duele, ni el desamor taladra.
Sólo cuando llegue la muerte dirás que la muerte ha llegado.
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Jesús de Castro
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RELATO BREVE
THAT IS THE QUESTION.
Tal vez es el momento y el lugar adecuado, quizás no exista un mañana, incluso
éste aquí y ahora pueden ser un espejismo. En cualquier caso todo es un páramo
y el camino se desdibuja en el horizonte. ¿Dónde dirigirse en esta tesitura, que
bifurcación tomar cuando la experiencia te ha llevado por todos los caminos?
¿Qué fue ayer, qué es hoy? ¿soy tal vez un aguja solitaria en la esfera de un
extraño reloj que gira siempre en torno al mismo fracaso?
En ocasiones no tengo claro en qué consiste el concepto del tiempo más allá de
hacernos sentir que la vida circula a demasiada velocidad por las autopistas del
propio tiempo y antes de darnos cuenta, nos hayamos tirados en cualquier área de
descanso de ninguna parte con más arrugas en el alma que en la piel, con los
huesos gastados y mirando con estupefacción aquel cartel de “cerrado” sobre
nuestra propia juventud cada vez que nos miramos al espejo, pensando en las
malas pasadas que pueden jugarnos nuestros propios deseos.
¿Qué yo es más real, el que me contempla desde dentro del espejo, o el que mira
desde fuera intentando adivinar qué yo es más real?
¿Existo realmente o soy una proyección del pensamiento de alguien?
puede que incluso sea poco más que un personaje literario en la mente de
cualquier escritor que no tiene nada más interesante que hacer, que escribir otro
aburrido relato breve que no tiene ningún sentido, es posible que incluso mientras
escribe estas chorradas que pone en mi boca, esté pensando en la birria de relato
que escribe por llenar las horas de alguna manera. ¡Oye tío deja de escribir
sandeces y tomate una cerveza o hecha un polvo!, sí, eso diría si realmente soy
fruto de la imaginación de cualquier junta letras con perfil en Facebook.
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AFORISMOS DE JESÚS DE CASTRO
La política es un juego de poder para quienes la practican y una derrota para
quienes la sufren. Que nadie piense que en ella puede encontrarse verdad, justicia
o igualdad. Por el contrario, la política es el arma de destrucción masiva más letal
que existe ya que mientras nos distrae con el artificio de su palabrería nos
destruye con la inhumanidad de su realidad.
Me gustan los filósofos urbanos formados en la universidad de la vida. Tienen casi
todos ese aire de autosuficiencia propio en aquellos que están acostumbrados a
corregir sus propios exámenes con la benevolencia de sus limitaciones.
Me encanta la paja en ojo ajeno porque todos somos capaces de verla. Lo que no
tengo tan claro es si es una cuestión de hipermetropía o hipertrofia
¿Qué es real en un mundo que ha hecho de la realidad una mentira y de la
mentira una realidad? ahí dejo esa herejía para la sociedad de lo políticamente
correcto
Cuando se alcanza la condición política se pierde la condición humana.
Si algo nos ha enseñado la historia es que las revoluciones sólo sirven para
derrocar un sistema injusto e imponer en su lugar un sistema inhumano.
La vida es el amanecer en que despiertan los sueños.
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POEMAS DE JESÚS DE CASTRO
NO ME PIDAS AIRES DE CONFORMIDAD.
A veces necesito taparme los oídos
para mirar la vida,
por eso espero que perdones
aquellos momentos en que olvido
tu nombre.
Simplemente
hay días en que necesito
desnudarme de palabras
y vestirme los silencios.
No me pidas aires de conformidad,
no pretendas jugar a las marionetas
con los hilos rotos.
A veces necesito distancia
para sentirme más cercano,
es entonces cuando juego
al parchís en cualquier
aburrida carretera principal.
No me pidas aires de conformidad,
pretendas ganar con dados cargados
o presumas en vano de ventaja;
aún sigues en la casilla de salida.
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A Vicente Martin.
NO ME PIDAS QUE CANTE.
Nadie sabe que prisa te detiene,
es cierto.
Pero no me pidas que te cante.
Yo prefiero deshojar tus silencios
engarzados de palabras,
y tal vez saborear algún guiso de tertulia
literaria bajo el roble.
¡Son tan frondosas sus ramas!
que pueden cobijar varios años.
No me pidas que te cante
cuando rendido, te dedicas
a escribir poemas de conformidad
acentuados por las circunstancias.
Hoy he descubierto que no es cierto
que el sol queme la piel
cuando ausente la conversación
proyectas la sombra de tus pronósticos
sobre el calendario.
Debe ser – seguramente- que los jardines
del infante conservan la huella de tu paso
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sobre el césped encanecido por el descuido.
No, no me pidas que te cante cuando marches
aunque vaya en el oficio y esté presto el laúd.
No soy dado a los himnos y fanfarrias sociales.
Yo te cantaré, sí, cuando el alma desgrane
los minutos melancólicos sobre aquella
sonrisa invertida.
Cuando llueva y las mejillas desborden
sobre los labios… entonces, yo te cantaré.
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A mi amiga Angie, con todo mi cariño, porque en ocasiones todos tenemos
en la mirada una profunda noche de invierno.
UN MANTO DE CANCIONES INSONORAS.
Hoy la noche ruge
como un alma atormentada
a la que hubiesen liberado
de sus cadenas ardientes.
La sangre quema en cada latido
de incertidumbre
de un reloj demasiado lento.
Hoy quizás amanezca demasiado
pronto y los caballos de la aurora
se desboquen por praderas estelares
sedientos de libertad.
El verso fluye inquieto,
corretea por las venas poéticas
igual que un niño travieso
en una habitación demasiado
pequeña para sus inquietudes.
El silencio teje un manto
de canciones insonoras
que aletargan los sentidos.
Un cigarro sestea sobre el cenicero
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observando cómo el humo,
forma cordeles impacientes
a su alrededor, Aznavour
canta melancolías
mientras el tiempo se deshace
entre los dedos y todo… cobra sentido.
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José Ramón Muñiz Álvarez
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"El canto del autillo en la buhardilla"
Los troncos de los árboles, ya muertos, les sirven de mansión a los
mochuelos que habitan lo profundo de los bosques. El cárabo es más
tímido, si acaso, pues vuela sigiloso, entre los robles, cazando ratoncillos y
batracios. En cambio, la lechuza y el autillo no temen instalarse en las
buhardillas, de las casonas viejas de la aldea.
El mes de abril, que suele ser lluvioso, también tiene sus tardes
encendidas de sol y luz, de magia entre los árboles. Mas, al llegar el brillo del
ocaso, se escuchan los autillos en los parques, que llaman al amor en plena
noche. Los más supersticiosos tienen miedo, y dicen que convoca al
aquelarre de brujas en los montes colindantes.
De niño, en la buhardilla de la abuela, sentí la voz crispada del autillo, su
grito lastimero, para algunos. Jamás pensé que fuera una criatura maligna
cuyo grito desgarrado, volara, amenazante, con la brisa. Tal vez, al ser un
niño, imaginaba que su llamada dulce, vivaracha, tenía el colorido de otros
trinos.
Los niños tienen grandes cualidades para formar su imagen de las
cosas, a costa de ignorar tantos secretos. Y quiso mi inocencia caprichosa
pensar que era el autillo, entre las sombras, como el cuclillo, oculto en la
hojarasca. Difícil es, no en vano, ver cuclillos, por más que en primavera se
les oye cantar entre las densas arboledas.
No es raro en la niñez ser tan curioso, pues es, en esta edad, cada
detalle como un descubrimiento inesperado. Por eso pregunté a la vieja
anciana, de rostro bello y pelo blanquecino, pendiente del fogón en la
cocina. Y dijo que era el pájaro del agua, criatura singular que, cada noche,
las lluvias prevenían en su llamada.
Y cuántas veces, siempre fantasioso, tomaba, en la mesilla de mi tío,
cuartillas de papel, y dibujaba siluetas del autillo y la lechuza. Y viendo ya
cercanos esos meses que llegan calurosos, en verano, por la ventana
abierta, los buscaba. Mis ojos exploraban en la sombra los vuelos que
rizaban en la nada sus grandes alas ricas en sigilo.
La anciana falleció dejando un hueco que no podré llenar en muchos
años, y no podré volver a la buhardilla: sus dueños la arreglaron y vendieron
a nuevos propietarios que no quieren amar el canto viejo del autillo. Mas, al
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llegar abril, siempre lo escucho, y anima en mi a ese niño que otras veces
hurgaba en los misterios de la sombra.
El mundo cambia, y cambian los lugares, y pueblos de otras épocas
lejanas se fueron transformando lentamente. Las villas de los viejos
pescadores también han alterado su apariencia, tomando un aire acaso más
urbano. Y es fácil recordar esas fachadas antiguas y las calles empedradas
que fueron dando paso a otros ambientes.
No son las mismas ya, tras tantos años, las vistas de rincones
apartados donde se admiran altos edificios. Pero, según nos vamos,
caminando, sin prisa, a las afueras, ese tiempo parece conservarse en el
entorno. Los campos, las colinas, el arroyo, los densos eucaliptos en el
monte se pueden contemplar igual que entonces.
Llegado junio, en días despejados, es grato deambular cuando
oscurece, mirar el sol, hundido en la distancia. Es bello deleitarse con
nostalgias de tiempos que, si no fueron mejores, tal vez imaginamos más
felices. Es la niñez que vuelve, es el momento de revivir al niño que no
existe, pues lo hemos encerrado en lo profundo.
Y, tras ponerse el sol, con sus dorados, sentado sobre un banco en San
Antonio, descubro las estrellas en la altura. No hay duda de que es todo un
espectáculo, cuando la brisa baña ese montículo, borrando los rigores de la
tarde. Y, entonces, encendiendo el cigarrillo, regreso por veredas que la luna
me deja adivinar entre la sombra.
En la estación existe un parque humilde, sereno, con sus sauces
melancólicos, que lloran desde el brillo de la aurora. Allí se escucha el canto
del autillo, quimérico y extraño, casi mágico, y entonces el recuerdo se hace
intenso. La brisa ha refrescado el aire puro, y el grillo, en su concierto
interminable, le da acompañamiento al viejo autillo.
Llamando a los amores, el reclamo de la rapaz nocturna nos sugiere los
sueños de las noches de la infancia. Poblado de dragones y de gárgolas, el
mundo era tal vez más sugerente, mirado con los ojos de un chicuelo.
También el mar, entonces, era abismo de rémoras, marrajos y piratas y las
mansiones eran un castillo.
Después se esconderá el viejo mochuelo, y el canto de los cárabos del
monte se irá apagando allá, en lo más profundo. La Fuente de los Ángeles
murmura, risueña en primavera, mientras canta feliz, entre las ramas, un
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jilguero. La calma llena el aire, y el paisaje se admira con el alba que
despierta con claras llamaradas de alegría.
Al fin se pueden ver, en cualquier parte, cuando el hurón se esconde y
los raposos, el pardo de la piel de los tritones. No suelen esconderse en lo
profundo del manantial alegre y vivaracho, donde los capturaban los
muchachos. También, de niño, yo jugué a cazarlos en los abrevaderos de las
bestias y en las corrientes claras de las fuentes.
El canto del autillo se ha perdido, pero es posible ver, y las urracas, los
cuervos y arrendajos recortan con sus alas cada soplo. El aire se hace
amigo del cuclillo, del raro picachuelo y sus colores, bajo la vigilancia de la
aurora. También acechan, rápido, el cernícalo y, fuerte, el poderoso ratonero,
desde el tendido eléctrico, en los campos.
Pasaron esos años tan idílicos de casas encantadas, de misterios, de
juegos infantiles en el patio. Y entonces era bello el sol al alba, la lluvia en
los cristales y los charcos formados en la vieja carretera. El universo entero
se enseñaba cuajado de sutiles maravillas en los lugares más
insospechados.
El canto del autillo en la buhardilla, la luz de las estrellas en los cielos y
el ruido de los grillos son promesa. Y el tiempo transcurrido se ha perdido,
mas vuelve a suscitar, en la memoria, vivencias que conserva el alma vieja.
Herido ya el espíritu cansado por una juventud tan agitada, la infancia sigue
viva, sin embargo.
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SONETOS DE JOSE RAMÓN MUÑIZ
Soneto I
El cielo azul brillaba en el verano
con fuerza, intensamente, cada día,
mas luego, cada tarde, el sol caía
allá en el horizonte, en lo lejano.
Y, juntos por los parques, siempre ufano,
al tiempo que la luz disminuía,
el eco de tu risa presumía,
en lo alto de las sierras y en el llano.
Así calló el color, pincel de artista,
que en ti mis ojos fueron descubriendo,
ya muertos, los lejanos horizontes.
El sol, mezcla de mago y alquimista,
llenó de luz el cielo, y, luego, huyendo,
murió tras las murallas de los montes.
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Soneto II
Desnuda como un cielo no nublado,
sincera como el aire transparente,
la voz, en tu mirada incandescente,
brotó inocente y pura, árbol dorado.
Dijiste la verdad, y, desgraciado,
el fruto que nació tempranamente
llenó con su razón, nunca clemente,
de penas a un amante desdichado.
La lluvia caerá rauda sobre el suelo
y, el suelo humedecido por la lluvia,
de nuevo tendrá charcos cenagosos,
que el alma que está triste en su desvelo
es como el prado bello en que diluvia,
tras ver que están tus ojos enojosos.
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Soneto III
Las piedras de azabache son oscuras
y, negras como el manto de las minas,
están entre la tierra, entre las ruinas
del halo del crepúsculo que apuras.
Las horas se van yendo, y apresuras
tu rápida carrera y no caminas:
corriendo como el rayo te imaginas,
y huyendo van de ti las hermosuras.
Por eso, rosal bello, si naciste
más bello que las joyas de las diosas,
que el oro luce, engasta y embellece,
al ver cómo el otoño te desviste,
no pienses que traerá sus nuevas rosas,
si él es quien te marchita y enflaquece.
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MÚSICA
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CLAUDIO MONTEVERDI: ORFEO
Orfeo es el músico más antiguo, célebre personaje de la mitología Griega, parte
de la tripulación del Argos (los Argonautas), después de la expedición que llegara
a la morada del dragón que cuidaba el vellocino de oro, se estableció en Tracia,
tierra que gobernaba su padre, Eagro y Calíope, la musa de la poesía ética y la
elocuencia. Pero como suele pasar mucho en la mitología, otros mitólogos dicen
que era hijo del dios Apolo y de Clío, la musa de la historia o la nereide (ninfas del
mar) Menipe.
En su viaje con los Argonautas, fue quien salvó a sus compañeros del canto
melodiosamente peligroso de las sirenas, que los guiaban hipnóticamente a la
perdición. Orfeo utilizó su lira, haciendo sonar una melodía tan bella que llegó a
tapar las voces de las sirenas. En Tracia, se enamoró perdidamente, y se casó
con una bella ninfa llamada Eurídice. Un día en que su esposa huía de las
insinuaciones carnales de un pastor degenerado, fue mordida por una serpiente
en la espesura de la hierba. Eurídice falleció y fue a parar a los infiernos del
Hades.
La pena de Orfeo era grande, toda Tracia se entristeció con las melodías
desgarradoras que hacía resonar con la lira que Apolo le había regalado. Su dolor
y sus recuerdos nunca desaparecerían, pero a su alrededor, la tierra se llenaba de
tristeza, las plantes se marchitaban y los animales se dejaban morir. Tal era el
poder que tenían los dedos de Orfeo cuando rasgaban las finas cuerdas de su
maravilloso instrumento que su tristeza contagiaba a todos los que estaban a su
alrededor.
Entonces, decidió enfrentar un destino peligroso, más allá de los límites de la
cordura mortal. Decidió buscar y encontrar el río Estigia, el río que se debía cruzar
para llegar al reino de Hades. Finalmente, tras mucho deambular, Orfeo, sobornó
a Caronte (el barquero que cruzaba las almas al otro lado del Estigia) Según otros
mitólogos, solo le contó lo sucedido y lo enterneció para que le dejara pasar.
Orfeo Se acercó a Hades y con su dolorosa música lo convenció al rey de los
infiernos, al Rey del mundo subterráneo, de sus penas de amor. Y le mostró que
ningún hombre, ni dios debería tener que llevar en su corazón un dolor tan fuerte y
tan puro.Hades le concedió el favor de sacar a Eurídice de sus salas, hacia la luz
del sol. Con la condición precisa de no mirar atrás para ver si su amada lo seguía.
Debía confiar ciegamente y salir hacia la tierra con la mirada hacia delante. Pero
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en el preciso momento de pisar la tierra fuera del mundo subterráneo, Orfeo no
pudo más con su ansiedad y se dio vuelta, pero ella no había terminado de salir.
Eurídice se desvaneció para siempre.
Orfeo volvió a cantar sus dolores con a su lira divina, junto a la piedra que marca
la entrada al mundo subterráneo. Pasó allí 7 meses con su agónico canto, sin
cruzar el Estigia, sin estar en el mundo de los vivos ni en el mundo de los muertos.
Las bacantes, las ninfas de Baco, o Dionisos, dios del vino y el éxtasis, que
recorren el mundo en orgía y embriaguez eterna llevando a los hombres el secreto
del vino y de cómo cultivarlo, hicieron una parada al escuchar la vieja lira y su
triste sonido. Pero finalmente se acercaron a él y lo descuartizaron por despecho,
porque él no dejo su música para gozarlas como ellas le suplicaban, las musas
entonces, dieron sepultura al músico y arrojaron su cabeza y su lira al mar, que
fueron arrastradas por las olas hasta la isla de Lesbos donde fueron guardadas
para siempre. Sin embargo su cuerpo no era más que un recipiente vacío. Pues su
sangre fecundó el
estéril y yermo suelo de las puertas del infierno, y nació un olivo con el alma de
Orfeo. El único árbol que llena de aire y verdor el último lugar que verá un ser
viviente antes de entrar en el sueño eterno, que seguirá vivo allí por siempre,
alimentado por el amor que Orfeo sentía por Eurídice.
El mito griego de Orfeo ha inspirado numerosas obras tanto literarias como
musicales a lo largo de la historia. Esta ópera data de principios del siglo XVII y se
encuadra dentro del Barroco italiano.
Orfeo es una ópera en cinco actos con música de Claudio Monteverdi y libreto de
Alessandro Striggio, estrenada para la corte en la academia degl´Invaghiti de
Mantua en 1607.Es una obra maestra de la historia de la música, ya que con ella
se consolida el género de la ópera, tal como se desarrollara en la época barroca.
Posiblemente es la ópera más antigua que en la actualidad se representa.
Orfeo destaca por su continuidad, variedad e interés musical cuando se compara
con obras anteriores de Jacobo Peri y Giulio Caccini, los dos pioneros de la
Camerata Fiorentina. Para ellos, la ópera era sobre todo una cuestión literaria, se
trataba de decir las palabras del modo más claro posible, y para ello bastaban el
nuevo recitativo y algunos laudes e instrumentos similares para el continuo y
acompañamiento.
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Monteverdi, combina el nuevo estilo, la monodia acompañada con la riqueza de
una orquesta de casi 40 instrumentistas y, además, añade coros y conjuntos
vocales basados en la tradición renacentista. El autor utiliza también variedades
musicales desconocidas hasta entonces y utiliza también ritornellos, por eso
Monteverdi fue bautizado como “Artífice de lo nuevo”, este epíteto que se le acuña
a Monteverdi, no era un halago y más bien era con un tono de desprecio, contra la
genialidad de Monteverdi que había creado un nuevo género musical.
En la ópera barroca era muy común utilizar temas mitológicos o pastoriles, que
además tenían mucha aceptación en el público de la época. En cuanto a la
estructura de la ópera el cromatismo crea nuevas relaciones armónicas y el texto
determina la estructura de la melodía. Orfeo cristaliza la esencia misma de la
ópera: el poema y el canto, lo divino y lo humano, la fuerza y la duda, la felicidad y
la desesperación absoluta recorren el mito del semi-dios (en tanto que hijo de
Apolo) que se enfrenta a los Infiernos con el fin de recuperar a su esposa perdida.
Como Orfeo, Monteverdi trazó un camino hacia lo desconocido, consciente de
crear un arte nuevo que debía exponerse a plena luz. Pero el fracaso de Orfeo no
fue compartido por el compositor, al contrario, Orfeo es la obra milagrosa de un
compositor que tenía la absoluta certeza de la creación, un compositor en estado
de gracia que legó a la humanidad un milagro de belleza armónica, poética y
vocal: La ópera.
Artículo de opinión de María José Mattus
Tu se´morta (recitativo)
Tu se´morta, mia vita, ed io respiro?
Tu se´ da me partita
per mai piú non tornare, ed io
rimango?
No, che se I versi alcuna cossa
ponno,
N´andró sicuro a´piú profondi abissi,
E, interito il cor del re de l’ombre,
Meco trarroti a riveder le stelle;
O, se ció negherammi empio destino,
Rimarró teco in compagnia di norte.
Addio terra, addio cielo e sole, addio.
Ahí , caso acerbo
Ahí, caso acerbo, ahí, fato empio e
crudele,
Ahí, stelle ingiuriose, ahí, cielo avaro,
Non si fidi uom mortale
Di ben caduco e frale,
Che tosto fugge, e spesso
A gran salita il precipizio é presso.
¿Tú muerta?
Tú muerta vida mía y yo respiro?
¿Tú te has ido de mí,
Para nunca volver y yo permanezco?
No, pues si mis versos tienen algún
poder,
Yo iré hasta los más profundos
abismos
Y, enterneciendo el corazón del rey
de las tinieblas,
Te conduciré de regreso a la vista de
las estrellas;
Y si un destino cruel me lo niega,
Permaneceré contigo en compañía
de la muerte.
Adiós tierra, adiós cielo y sol, adiós.
¡Ah, caso funesto!
¡Ah caso funesto; ah, destino bárbaro
y cruel;
Ah, injustas estrellas; ah, cielo
inexorable!
No te fies, mortal,
De los bienes efímeros y frágiles,
Pues pronto desaparecen,
Y a menudo, en el ascenso
está cercano el precipicio.
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ARTICULO DE OPINION
Jesús de Castro
PENSAMIENTO CORTOPLACISTA, EL GERMEN DEL CEREBRO RELAJADO
Al igual qué en el ajedrez, en la vida imperan dos tipos de actitudes originadas por
la visión mediata de las situaciones o la visión inmediata de las mismas. La
diferencia entre ambas es la que genera el pensamiento cortoplacista; la visión
mediata de las cosas es aquella que nos hace prever con mayor o menor acierto
las consecuencias a largo plazo, por el contrario la visión inmediata sólo nos deja
ver las consecuencias más cercanas a nuestros actos o los actos de terceros.
En una sociedad como la actual, en la que todo nos llega con la rapidez del flash
de una cámara fotográfica y nos abandona con esa misma rapidez, se genera el
caldo de cultivo perfecto para desarrollar el pensamiento cortoplacista; nadie tiene
o quiere dedicar más tiempo del necesario a analizar nada más allá del placer más
inmediato, del beneficio más rápido y cómodo, el individualismo, la desidia, el total
desinterés por adquirir una formación e información adecuadas que de alguna
manera nos arropen ante la demagogia o populismo del más peligroso depredador
de nuestra actual sociedad, nos ha llevado a estos extremos: El político, una
degeneración en el ADN humano, una mutación que llena nuestros espacios
públicos de toda una variedad de Mrs. Hyde y sus cortes de aduladores o
estómagos agradecidos.
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La carencia de transparencia, la inexistencia de una sociedad civil organizada, el
total desinterés del común por la réx publica y su día a día han transformado
nuestra sociedad en un inmenso y dantesco espectáculo donde el primer
domador de pulgas sin más oficio que el beneficio personal o de partido, monta un
circo y le crecen los enanos a miles. La crítica hacia la clase política es cada día (y
con razón) más feroz, pero en esa misma crítica debemos incluirnos también
nosotros, ya que nuestro silencio ante cada atropello institucional, ante cada
injusticia o corrupción ha generado, o mejor dicho, ha degenerado a nuestra clase
política.
Al igual que los ojos son espejos del alma, la clase gobernante de la nación suele
ser un reflejo del conjunto de personas que forman parte de dicha nación.
Tenemos lo que merecemos, y lo más triste es que seguiremos teniéndolo pues
casi nadie es capaz de mover un solo dedo si no es en beneficio propio.
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