La Biblia define bien claro el asunto de la apariencia externa del cristiano.
Pero infelizmente mucha gente mantiene un extraño silencio sobre el
tema del uso de joyas.
“... porque lo que los hombres tienen por
sublime, delante de Dios es abominación”
(Lucas 16:15 u.p.).
Hay peligros ocultos y sutiles asociados al uso
de joyas.
El poder del evangelio
comienza en el interior,
transformando el corazón, aunque es invisible a los ojos humanos.
“Por sus frutoslos conoceréis”
(Mateo 7:20).
Cuando una persona acepta a Cristo como su Señor, el Espíritu Santo comienza a impresionar
su corazón y hacer grandes cambios.
“Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te
mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2:18).
Usted no puede ser un cristiano
en su corazón, sin demostrarlo
exteriormente.
Como iglesia, nosotros somos las manos, los pies, los ojos, la boca y también los oídos de Jesús, en el
mundo de hoy.
“Como me envió el Padre, así también
yo os envío” (Juan 20:21).
Somos enviados al mundo para
mostrar quién es Jesús.
“[...]nosotros todos […] somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen,
como por el Espíritu del Señor”
(2 Corintios 3:18).
Dios hizo todo el oro, la plata y las piedras
preciosas del mundo, y pretendía usarlas de
manera práctica.
Con el pasar del tiempo las personas comenzaron a “usar” su dinero a fin de impresionar a
los demás con su riqueza.
Cuando los compradores iban al mercado para adquirir algún artículo caro, simplemente
entregaban como pago uno de sus anillos o brazaletes.
“Y cuando los camellos acabaron de beber, le dio el
hombre un pendiente de oro
que pesaba medio siclo, y dos
brazaletes que pesaban diez”
(Génesis 24:22).
Cuando los hijos de Israel llevaron una
ofrenda al Señor para construir el
tabernáculo, usaron las joyas que habían
recibido de los egipcios.
¿Es el deseo de Dios que los cristianos usen sus riquezas
para que todos las vean?
“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando
algunos, se extraviaron de la
fe, y fueron traspasados de
muchos dolores”(1Timoteo 6:10).
Los que procuran justificar el uso de
joyas, generalmente citan historias de la
Biblia en las cuales los hijos de Dios usaron
oro, plata o joyas.
Recuerde el hecho de que, aunque algo aparezca en la
Biblia, no significa que Dios lo aprueba.
Las Escrituras relatan simplemente con fidelidad la historia del pueblo de Dios, incluyendo todas sus fallas.
Una historia que se cita frecuentemente para justificar el uso
de joyas, es la del hijo pródigo.
El anillo que el padre le dio a su hijo era
más parecido con un anillo de sellar. Los
anillos de sellar contenían el sello de
la familia.
El deseo de Dios para nuestro cuerpo
puede ser expresado en una frase: Invertir en el interior y mantener
el exterior.
Él quiere que la atención sea dirigida
al interior y no al exterior.
La mayoría de las personas que usan
joyas no se da cuenta de su propio
valor.
Las personas esperan
sentirse más valorizadas al cubrirse a sí mismas con
objetos caros.
Las demás creen que no son tan
atractivas y esperan aumentar
su belleza al adornarse con
hermosas piedras preciosas.
¿Por qué un cristiano
desearía ser una piedra de tropiezo para
alguien e incentivarlo a
usar una joya?
Si yo estoy usando alguna
joya puedo abrir las puertas de la incoherencia por el mal ejemplo, y hacer tropezar a
otros.