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público como patrón; en este caso se habla de una dictad Uradel mercado).
El patronato se confunde con el mecenazgo, ya que és ~
último es una versión terminológica actualizada de aquél (l~'textos contemporáneos de política cultural optan, en su ma~yoría, por la expresión mecenazgo, siguiendo quizá la postu_
ra de Francia, que tiene gran influencia en el campo de lapolítica cultural y optó por el mecenazgo puesto que, en eSepaís, la palabra patron posee una fuerte connotación comer_cial: patron indica al dueño de un bar o de una empresa, mientras mecenas evoca aspiraciones más subjetivas.
Referencias
Kant, lmmanuel. Filosofía de la historia, Fondo de CulturaEconómica, México, 1979.
Williams, Raymond. Cultura. Sociología de la comunicacióny del arte, Paidós, Barcelona, 1981.
PLURALISMO CULTURAL
Sumario: Descentralización de las decisiones cultura
les, descentralización del equipo cultural; pluralismo,intervención del Estado, mercado cultural.
Términos relacionados: Cultura autónoma, ética,
globalización, heterocultura, multiculturalismo, grupo-sujeto, control cultural.
Hay una tendencia a definir el pluralismo cultural como la
convivencia, en el mismo nivel de igualdad y en la mismadimensión espaciotemporal, de diferentes formas culturales:formas eruditas al lado de formas populares, formas de minorías étnicas aliado de las tendencias dominantes, etcétera.
No obstante, para que se pueda hablar de un verdadero pluralismo cultural, en un sentido estricto, es necesario que existala descentralizacióp de los procesos de decisión sobre el sisotema de producción cultural en todas sus etapas (origen delos recursos; oportunidad de su aplicación, selección de lasformas y temas por producir, autonomía de elección en cuanto a qué consumir, etcétera). Esto implica la descentralización de la política cultural como un todo, tanto desde elpunto de vista territorial (decisiones a nivel regional y local Yno sólo nacional) como desde la perspectiva de quienes están
autorizados a elaborarla y aplicarla. Implica también, de
manera específica, la descentralización de la Ímplantaciónde la red de recursos culturales, llamada infraestructura cultural o equipamiento cultural.
En estados donde el gobierno nacional es centralizador,como Francia, la aplicación de una política de pluralismocultural enfrenta dificultades, aun cuando se ha intentado apartir de la multiplicación de las casas de cultura,'desde laadministración de André Malraux al frente del Ministerio de
Cultura de aquel país. Aun así el resultado de esa experienciapuede haber sido primero el de la creación de un,Jcircuitoalternativo que una descentralización en el sentido estricto
del término. Por otra parte, en. los estados donde predominala política de no intervención directa del gobierno en asuntosculturales, como en Estados Unidos, y por lo tanto donde el
sistema de producción cultural está determinado por el mercado de la cultura, el pluralismo cultural no encuentra mayores posibilidades de sobrevivencia.
Para que el pluralismo cultural se lleve a cabo plenamente, además de la descentralización de las decisiones es nece
sario que las diferentes culturas de grupos, medios sociales,clases y sectores de clases mantengan, cada una, su especificidad al mismo tiempo que se equilibran con las demás, sin
que se pueda registrar entre ellas una relación de dominio o,en todo caso, de opresión. En el contexto internacional ac
tual, el pluralismo cultural aún es un objetivo por alcanzarmás que una realidad, comprimida entre la tendencia hacia laglobalización y fenómenos como la ascensión de fundamen
talismos religiosos intolerantes al grado de suprimir no sólola cultura del otro sino al otro mismo.
Referencias
Gaudibert, Pierre. Du cultural au sacráe, Casterman, París,1981.
Girard, A. Economie et cu/rure: culture en devenir et v%mé
publique, La documentation fran~aise, Avignon, 1986.
POLÍTICA CULTURAL
Sumario: Defj,nición; motivaciones, legitimaciones yfuentes; orientaciones; las políticas culturales en cuan-
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to a su objeto; las políticas culturales frente a lo1" 1 saSUn
tos nacionales; las po ¡tlcas cu turales según s ... .'f .d Us Clrcuitos de mtervencJOn; ormas 1 eológicas de •políticas culturales. las
Términos relacionados: Acción cultural, culturanális'l' . lid IS,
po IlIcas cu tura es posmo ernas, componente d
tructivo, liberalismo cultural, dirigismo cultural, id;~logía cultural.
La política cultural constituye una ciencia de la orga .mw-ción de las estructuras culturales y generalmente es ente _
dida como un programa de intervenciones realizadas por~l
Estado, instituciones civiles, entidades privadas o gruposcomunitarios con el objetivo de satisfacer las necesidadesculturales de la población y promover el desarrollo de sus
representaciones simbólicas. A partir de esta idea, la políticacultural se presenta así como el conjunto de iniciativas tomadas por estos agentes para promover la producción, la distribución y el uso de la cultura, la preservación y la divulgación del patrimonio histórico y el ordenamiento del aparatoburocrático responsable de ellas. Estas intervenciones asumenla forma de:
l. Normas jurídicas, en el caso del Estado, o procedimientostipificados, en relación con los demás agentes, que rigenlas relaciones entre los diversos sujetos y objetos culturales.
2. Intervenciones directas de acción cultural en el proceso
cultural propiamente dicho (construcción de centroSde cultura, apoyo a manifestaciones culturales específicas, etcétera).
Como ciencia de la oroanización de las estructuras cultura
les, la política cultural7iene por objeto el estudio de las diferentes formas de proponer y obtener estas iniciativas, así como
la comprensión de sus significados en los diferentes contextos sociales en que están presentes.
Motivaciones, legitimaciones
y fuentes de las políticas culturales ., . f uenCla
El concepto de pobtlCa cultural se presenta con rec _
bajo una forma altamente ideologizada. Si partimos del pretS. yen esupuesto de los fenómenos culturales como const1tu '".. elaC1vde un todo, cuyos componentes a su vez mantienen r
nes determinadas entre sí y están sujetos, por principio decuentas pero no ineludiblemente, a la lógica general de lasociedad en la que ocurren, y si consideramos que la culturaes un fuerte cimiento social, no resulta extraño ver a la política cultural definida como el conjunto de intervenciones de
los diversos agentes en el campo cultural con el objeto de
obtener un consenso de apoyo para mantener un cierto tipo
de orden político y social o para emprender una transf(jrma
ción social. De manera paralela, se entiende a la política cul
tural, junto con la política social, como uno de los principales recursos de los que se vale el Estado contemporáneó para
garantizar su legitimación como entidad que cuida de todos
y que habla en nombre de todos.
En buena medida, éste es un juicio de las políticas culturales que refleja una visión conspiradora de la realidad social
y política. Aun cuando el marco ofrecido por esta concepción pueda ocurrir, eventual o adicionalmente, la motivación(y la noción) quizá más antigua para una política cultural esla de la difusión cultural. Ésta se basa en el presupuesto deque existe un núcleo cultural positivo, de importancia superior para una comunidad y de ámbito restringido, que debeser compartido por el mayor número de personas en calidadde receptores o espectadores. Este núcleo debe ser amparadoy debe ser de interés público para que todos, o el mayor número, sean capaces de apreciarlo. "Llevar la cultura al pueblo" es su lema habitual. Lema revelador, que mal oculta la
representación según la cual "cultura" y "pueblo" son entidades distintas y apartadas una de la otra, cuando no opuestas.
Una segunda forma de las políticas culturales en cuanto asus motivaciones o justificaciones es aquella en la cual estas
políticas son respuestas a las demandas sociales. En este caso,el autor de la política cultural no toma propiamente la iniciativa del proceso sino que se limita a actuar según las reivindicaciones que le son presentadas. No obstante, la mayoría delas veces, en partiCUlar cuando no se recurre a la evaluaciónde esta política (la alternativa más común), las demandas sociales a las que se responde son más supuestas, hipotéticas,fruto de la observación subjetiva o del análisis más o menospertinente de los formuladores, que identificadas de formadialógica y no paternalista. En la práctica, estas políticas derespuesta a las demandas sociales no se distinguen c1ara-
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mente de aquéllas basadas en la idea de la difusión culturalTanto en esta hipótesis como en la anterior, dichas política~se proyectan a partir de una morfología de la dinámica socialque, por caduca, debe ser complementada o suplantada.
La legitimación para estas políticas se formula en térmi_
nos de cuatro paradigmas distintos. El primero las presentacomo derivadas de una lógica del bienestar social: sin una
política cultural adecuada, la dinámica social es deficiente y
necesita ser corregida una vez aceptada la premisa de que lasprácticas culturales son un complemento del ser humano. Elsegundo paradigma se reviste de un carácter intervencionista
más acentuado al fundamentar la justificación de una política cultural en búsqueda de un sentido que oriente la dinámica social. En la mayoría de los casos dicha dinámica asumela forma de la búsqueda de una identidad étnica, sexual, reli
giosa, nacional u otra. Un tercer paradigma presenta rasgosno muy apartados de los verificables en el segundo y tiendehacia una legitimación apoyada en la necesidad de obtener
un marco ideológico considerado indispensable para lograrobjetivos como la reconstrucción nacional (Japón) o la construcción nacional bajo una nueva orientación política (Cuba).
Un último paradigma de legitimación es el que se basa en ladiscutida necesidad de una práctica comunicativa entre elEstado o la institución que formula la política y sus ciudadanos, miembros o empleados (en el caso de una institución
privada). Estos paradigmas legitimadores pueden manifestarse de manera íntimamente articulada; así, una prácticacomunicativa puede ser un requisito indispensable para la
política de búsqueda de un sentido, para la política del encuadre ideológico y también, aunque en menor grado, parala política de difusión cultural o de búsqueda del bienestar.Sin embargo, es probable que esta práctica comunicativa sepresente en un nivel menos ideologizado que en los casos dela búsqueda de sentido y del encuadre ideológico, y se resuma en intentos por mantener abiertos los canales mínimos deentendimiento entre el gobierno (o la institución) y los gobernado" (o administrados).
Recientemente todas estas formas de política cultural hanenfrentado nuevas circunstancias de reacomodo ideológico
y económico del mundo, el cual está sometido al proceso de
globalización por los medios. Tal proceso es revisado a partir de tres consideraciones básicas:
1. No basta con que muchos sepan apreciar algunas o variasformas culturales: es necesario garantizar al mayor número de personas la posibilidad de participar en el procesocomo creadores, y esto tiende a dificultar e impedir el desarrollo de políticas en busca de sentido o de encuadreideológico ....
2. El Estado contemporáneo, debilitado y siempre abrumadopor innumerables preocupaciones urgentes, ya no puedeocupar cualquier espacio en el sector cultural, del cualpasan a encargarse las empresas privadas d~ entretenimien
to, hasta hace poco tiempo llamadas industria 'cultural.3. Aun cuando el Estado no esté debilitado hasta ese punto,
saber apreciar (y generar) la cultura no es una actividadesencial para el Estado porque no se sabe exactamente qué
privilegiar, pues ya no existe un núcleo delimitado quefuncione como reserva central de los valores culturales de
una nación o de un país, dado que estos valores no sólo seagotan continuamente sino que, al mismo tiempo, se multiplican al infinito en la sociedad movida por los nuevosvehículos de comunicación. En realidad, el efecto es el
mismo que en el caso anterior, pero la justificación pararetirar al Estado del escenario cultural es, en principio,otra.
De manera análoga, las fuentes de donde los agentes -elEstado en particular es hasta hoy el instrumento privilegiadode las políticas culturales- retiran los principios inspiradores de su programa son de diversa naturaleza. Esas fuentes
pueden ser los principios políticos, ftlosóficos y doctrinariosque orienten las acciones de los órganos gubernamentales.
También pueden estar en la historia de las luchas sociales ypolíticas y en el marco de las fuerzas sociales que, en deter
minado momento"le atribuyen un contenido y significado adichas políticas. Tanto en este caso como en el anterior, pueden derivar de una posición de fuerza. Pero también puedenresultar de un acuerdo entre la administración y los administrados, producto de un proceso de participación encaminadoa una planificación acordada. En el caso de los principios deun programa polític9. que sirven de fuente, estas políticas tienen su origen en propuestas gubernamentales (en los regí-
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menes con un poder ejecutivo sólido como en l
taristas) y se inclinan a asumir un carácter g]o~\par:arnetl_
que en los demás el origen es colectivo, se presen~ 'dlTUetltrasra horizontal, no vertical, y tiende a ser sectorial. a e mane.
Orientaciones de las políticas culturales
Siguiendo de cerca el diseño formado por las redes de' .'., l' , .'1 l' ' JuStlfi·caclOn y egltlmaclOn, as po lucas culturales aCOstu.bseguir una lógica de la oferta (concretada, por ejemplom fan
1 ' 1 . '1 ' en elapoyo a os artIstas, en a creaClOn y e mantenimiento de
infraestructura adecuada) o una lógica de la demanda (co:~en el caso de las políticas preocupadas por formar y estimu.
lar a los públicos), Las observaciones hechas en el tópicoanterior sobre las políticas de demanda social tienen cabidaen este rubro.
También desde el punto de vista de la orientación adoptada y de las características de las acciones emprendidas, las
políticas culturales regularmente se dicen monistas (polfticas nacionalistas o de encuadre ideológico) y pluralisJas.
gradualistas o revolucionarias (cuando abogan por el rompimiento inmediato y completo con el orden antiguo y la pronota instalación del nuevo orden), rutinarias e innovadoras.
elitistas o populistas.
Las políticas culturales en cuanto a su objetoTradicionalmente se observan dos formas en las polfticas
culturales, desde el punto de vista del objeto hacia el cualseorientan. Una, llamada patrimonialista, marca la políticacul
tural dirigida a la conservación, al fomento Ya la difusióndetradiciones culturales supuestamente autóctonas o, :" ~~caso, antiguas e incluso ligadas a los orígenes del pals \ ~
trimonio histórico y artístico") y que se refieren, en pflf!O-.. , díri entes
plO. tanto al acervo de la historia de los grupos ~ares.como a las tradiciones y costumbres de las clases pop 1 ...o-. t riza a ay-La segunda forma, llamada creacionista, carac ~ 'blJciÓll '!lítica cultural que promueve la producción, la dJstrI Aunque
el uso o consumo de nuevos valores y obras culrurales. 'onisPS1,' as creaCJ .
no se limiten a tanto, en la práctica las po ¡tlC ~tespfO"
f .-n'l as cultUII" :....lo(acostumbran privilegiar el apoyo a las o•••.. y SUI-.~,', .. 1cjOe,~..:cl:· ..
plas de las culturas media (midcult), comO e y la l1l~~o de elite (highcult), como los museoS, la danza
de vanguardia, etcétera (caso en el que son llamadas políticas de vanguardia). Por su parte, las políticas patrimoniálistastienden a no ser populares [o populistas; véase populismocultural]; pueden tener como objetivo sólo la conservaciónde obras y valores culturales tradicionales de extracción eru
dita (conservación de catedrales barrocas, por ejemplo, o re
cuperación de partituras de música erudita) o que en el pasado jileron populares.
Las políticas culturales frente a la cuestión nacional
Las políticas culturales se presentan en diferentes version~ssegún su orientación hacia los valores del nacion(llismo, del
pluralismo cultural y de la homogeneizacióll (rqsnacional oglobalización. Una política cultural nacionalísta prefiere privilegiar aquellas formas culturales consideradas autóctonas,
sean de extracción popular o erudita. Las políticas pluralistasse abren a manifestaciones de los más diversos orígenes y laspolíticas globalizadoras tienden a desproteger la produccióncultural nacional, aboliendo las fronteras y los obstáculos
burocráticos frente a la producción internacional o supranacional mediante la exención o reducción de impuestos sobrela cultura importada y, sobre todo, la eliminación de los subsidios a los productores locales de cultura.
Las políticas nacionalistas pueden aparecer en las
versiones patrimonialista y creacionista. Las de pluralismocultural no excluyen estas versiones, mientras que aquéllascon tendencia globalizadora se abstienen prioritariamente, conevidencia, de promover el creacionismo, aun cuando éste no
deje de presentarse bajo la forma de becas de investigaciónartística y de diversos apoyos provenientes de fundacionesparaestatales o vinculadas c<,?nla iniciativa privada, El llamado criterio "de calidad" suele ser, en este caso, el único admitido en la evaluación de las solicitudes.
Las políticas culturales según sus circuitos de intervención
Según los circuitos en los que buscan intervenir, las políticasculturales se distribuyen en cuatro tipos básicos:l. Políticas relativas al mercado cultural: se ocupan del apo
yo a los sectores de producción, distribución y consumode la cultura. Incluyen,. por ejemplo, medidas de financiamiento a la producción cinematográfica, de apoyo a la dis-
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tribución de libros, de hacer asequible al público la entra_
da a espectáculos teatrales o musicales.Las políticas relativas a la actuación de la iniciativa privada en el campo de la cultura son, a veces, consideradascomo modalidades aparte por limitarse a definir los in.centivos fiscales para la cultura, las reglas de mecenazgo,los Ifmites en que la intervención privada puede darse, etcétera, sin determinar directamente qué formas culturalesserían beneficiadas y en qué circunstancias. En realidad
por inspirarse en la lógica del mercado deben entenders~como una especie de las políticas de mercado en general.
2. Políticas relativas a la cultura ajena al mercado cultural:
se refieren a las formas culturales que, en principio, no se
proponen entrar en el circuito del mercado cultural tal comoéste es comúnmente caracterizado. En otras palabras, Son
formas culturales no permeadas por el interés económico
tanto en su producción material como en sus objetivos oen la recompensa de sus creadores. Los gmpos folclóricos,de cultura popular y de aficionados, constituyen el objeto
por excelencia de estas políticas, que comprenden también los programas orientados a la defensa, conservacióny difusión del patrimonio histórico.
3. Políticas relativas a los usos de la cultura: se ocupan de
crear las condiciones para que la gente disfrute p]enamente de las formas culturales a su disposición, ya sea como
receptores informados o como eventuales creadores máspreocupados por manifestarse culturalmente que por llegar a la condición de futuros profesionales. Generan cursos, seminarios, congresos, talleres libres, actividades que,
en fin, pueden ser llamadas de educación informal en unsentido amplio de] término. Sus programas pueden estar
dirigidos tanto hacia las formas culturales que recurren alcircuito del mercado como a las no comerciales. Los cen
tros de cultura y los centros de arte son los espacios favO
recidos por est~s políticas. Frecuentemente funcionan comolocales ~lternativos para la producción del mercado (a.un
que no se preocupen por la obtención de lucro económICO,ya que en alguna medida son subvencionados), pero cumplen su función específica cuando tratan de ampliar el universo cultural abriéndose a las formas no comerciales ya
las actividades de iniciación y comprensión de la cultura.
4. Políticas relativas a las instituciones organizadoras de los
circuitos culturales: se refieren a la organización administrativa de la cultura. Definen ejemplarmente la estructurade funcionamiento de órganos públicos, como secretariasy departamentos de cultura, institutos, museos, centros de
cultura, instituciones de investigación, etcétera, y determinan las características de los recursos humanos necesa
rios, la designación de recursos o modalidades de J9remiación y estímulo. Se hacen más necesarias si ]a estmcturaburocrática de las instituciones (en particular, el Estado)está orientada hacia la solución de otros puntos' (obras
públicas, salud, educación) considerados socialmente prioritarios o más importantes en cuanto a los recursos empleados. Los principios tradicionalmente establecidos conel propósito de permitir el control de los recursos públicos(competencia de precios, precio más bajo como factor determinante para indicar al vencedor, etcétera) son del todoirrelevantes para el campo de la cultura y, al ser aplicados,hacen imposible la administración de la misma, la cualexige otra concepción de la estructura administrativa. Ladificultad para proponer una nueva organización jurfdico-burocrática de la cultura es el principal instrumento deparalización (con frecuencia intencional) de las activida
des culturales de los estados. Por otra parte, no es extrañoque estas políticas terminen generando formas culturalesespecíficas al establecer distinciones y privilegiar a]terna
tivas, como ocurrió en la Alemania nazi o en la URSS, quefavoreció el realismo socialista.
Estas políticas pueden manifestarse aisladamente o en diferentes combinaciones entre sí. La presencia simultánea de
todas ellas caracteriza l~ existencia plena de una política cultural de Estado, ya sea ésta una política de dirigismo o de
democratización cultural: lo que determina la caracterización de una u otra versión no es tanto un conjunto de rasgosespecíficos, como las relaciones que se establezcan entre lapolítica general de ese Estado (cuanto menos o más intervencionista, será menos o más liberal, por ejemplo) y la culturasobre la que se orienta o, a veces, produce. En un caso extremo, es una caracterización que depende del uso que dichoEstado haga de la cultura.
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, -----Formas ideológicas de las políticas culturales
Las formas básicas de política cultural según sus perspeCti_vas ideológicas son tres:
J. Políticas de dirigismo cultural: puestas en práctica princi_
palmente por estados fuertes y partidos políticos queejercen el poder de manera indiscutible. Promueven unaacción cultural conforme a patrones previamente defini_
dos como de interés para el desarrollo o la seguridad naciona]es. Comprenden subtipos como tradiciollalismo
patrimonialista y estatismo populista.
La política cultura] tradicionalista patrimonialista tienecomo principales agentes al Estado, a los partidos políti
cos y a las instituciones civiles (relacionadas en mayor omenor grado con el Estado). Promueven particularmente
la preservación del folelor como núcleo de ]a identidadnacional, por difundirse y defenderse de manera preferente. En este caso, la cultura derivada de este patri moniollamado autóctono es usada como espacio no conOictivo
en e] que todas las clases sociales se identifican.E] estatismo populista se vale del Estado y de los partidos
para afirmar el papel central de la llamada cultura popularLas formas culturales llamadas de elite (arte de vanguar
dia, habitualmente contestatario, y otras variables de lacultura erudita) son en este caso confinadas o bien, eliminadas.
2. Políticas de liberalismo cultural: en este caso, las políticas
culturales afIrman que no defienden modelos únicos de
representación simbólica, ni entienden necesariamente quesea un deber del Estado promover la cultura y ofrecer op
ciones culturales a la población.Entre sus subtipos están las políticas culturales adeptasdel mecenazgo liberal: e] apoyo a la cultura depende en
mayor grado de la iniciativa privada o de fundaciones privadas o semi privadas en las cuales el poder púolico
participa poco, La implantación de esta política puede serprecedida de una vasta operación de liquidación de losórganos públicos dirigidos a la cultura, como ocurrió enBrasil durante el gobierno de Fernando Collar, y de la
privatización de la iniciativa cultural. El objetivo es unOsolo: encuadrar a la cultura en las leyes del mercado. En
este caso se entiende que la cultura deba ser una actividad
I lucrativa al grado de poder, por lo menos, sustentarse a símisma. En general, este mecenazgo tiende a apoyar lasformas de la alta cultura y aquéllas promovidas por losmedios. No tiene preocupaciones nacionalistas (por el contrario, sus principios son en general los de la globalización)y apoya, también en principio, no a grupos comunitariossino a individuos y empresas culturales. Con frecuencia,en este caso la promoción de la cultura se hace como so
porte para la divulgación de productos o de la imageninstituciona] de los patrocínadores.
3. Políticas de democratización cultural: se basan ~~ el principio de que la cultura es una fuerzá social de interés co
lectivo que no puede estar a merced 'de las disposicionesocasionales del mercado, por lo tanto debe ser apoyadaconforme a principios consensuales. Busca crear condiciones de acceso igualitario a ]a cultura para todos, individuos y grupos. No privilegia modelos previamente determinados, como los del nacionalismo, y tiene en el Estado
y en sus instituciones culturales públicas y semipúblicassus principales agentes. Aunque busque difundir todas lasformas de cultura, algunos consideran que los interesesinstitucionales de este modelo, derivados de las clases ha
bituales en el poder, terminan favoreciendo a las formas
de la cultura superior. Por este motivo, se considera queuno de sus subtipos es el de la democracia participa ti va,cuyo objetivo es el de la promoción de las formas cultura
les de todos los grupos sociales según las necesidades ydeseos de cada uno. Busca incentivar la participación popular en el proceso de creación cultural y las formas deautogestión de las iniciativas culturales. Tiene metas cla
ramente políticas que alcanzar y se apoya en partidos llamados progresistas y en movimientos populares llamadosindependientes. De modo inevitable se dice de ésta que, alcontrario de cuanto pregona, termina favoreciendo determinadas formas y versiones culturales --en este caso, losde origen popular. Como se puede deducir, es sutil la separación que se establece entre este último tipo de políticacultural y el primero aquí abordado, el del dirigismo cultural.
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ReferenciasBonAI Batalla, Guillermo. "De culturas populares y política
cultural", en Culturas populares y política cultural, Museo de Culturas Populares/SEP, México, 1982.
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Grijalbo, México, 1987.Carreño Carlón, José. "Las políticas culturales del Estado",
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Coelho, Teixeira. O que é a9iio culrural, Brasiliense, SaoPaulo, 1989.
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Laborit, Henri. Éloge de la/uite, Folio/Essais, París, 1985.
Miceli, Sérgio. "Las políticas culturales en Brasil", en GarcíaCanclini, Néstor (ed.), Políticas culturales en América La·
tina, Grijalbo, México, 1987._-o Política cultural comparada, Funarte, Río de Janeiro,
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Morin, Edgar. El método 11: la vida de la vida, Cátedra, Ma-drid, 1998.
Saez, Guy. "La slructure de la politique culturelle et ladémarche évaluative", en Recherche et evaluatian dalls
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POLÍTICA DE EVENTOS
Sumario: Programas aislados versus políticas sistémicas;
el concepto específico de evento.Términos relacionados: Política cultural, acción cultural.
Esta expresión es todavía usada para designar al opuest') exacto de una política cultural: designa un conjunto de programas
aislados ~ue 'no conforman un sistema, no se conectan necesariamente con programas anteriores ni establecen puen
tes indispensables para programas futuros- constituidoS poreventos sueltos relacionados unos con otros. La organización
o el apoyo a espectáculos musicales, las muestras de teatro ocine, la realización aislada de películas o conciertos son eje01-
plos de una política de eventos. Un concierto aislado, caracterizado por la ejecución de obras a la que el público asistecomo lo haría al asistir a un espectáculo comercial convencional, ejemplifica una política de eventos. Si el concierto esprecedido o seguido de una "clínica" en la que los músicos
orientan a los jóvenes profesionales, o si el concierto encajaen una serie de eventos que explora ordenadamente un movi
miento o periodo musical, lo que daría al público la~ condiciones para apreciar debidamente todos los aspectos relacio
nados, se dice que integra una política cultural.La política de eventos ha sido criticada por su carácter
considerado inmediatista (acción que se encierra en sí misma, sin dejar marcas) y ocasionalmente oportunista (sirve aveces para promover políticos, partidos, beneficiar a artistas,etcétera). Es fácil de ser puesta en práctica, basta con la existencia de recursos económicos.
Esta crítica proviene de un momento en la historia de lapolítica cultural en el que se creía posible planear en todos (omuchos) los detalles la dinámica cultural de una determina
da realidad espaciotemporal. La inexistencia de recursos económicos y sobre todo de recursos humanos a la altura, sumada a la total inadecuación de la burocracia gubernamental
para tratar cuestiones culturales, lleva a revisar, por lo menosen parte, la crítica a la política de eventos. En nombre de ladefensa de políticas culturales sólidas, en más de una ocasión se deja de apoyar eventos culturales cuyo alcance
multiplicador puede ser tanto o más importante que los efectos de políticas culturales tradicionales. En su definición másprecisa, un evento es un acontecimiento fuera de lo común,
algo que rompe una cadena de rutinas, merecedor de la atención que provoca él mismo. Si el administrador cultural seenfrenta con la posibilidad de crear las condiciones para quese produzca un suceso de esta naturaleza, no debería dudaren hacerlo. En su sentido específico, una política cultural debetomar en cuenta actividades continuas que prolonguen susefectos en el tiempo y en el espacio. Pero debe ser capaz deprever intervalos "vacíos" que serán cubiertos por eventosque, por su singularidad, tengan el poder de irrigar con fluidez el tejido cultural formal (los circuitos establecidos deproductores, divulgadores y consumidores de cultura) y laconstelación informal de productmes y consumidores Uóve-
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