Yerba Mate Libre1

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  • Guillermo De Psfay

    YERBA MATE LIBRE

    cuando no tengas ni fe ni yerba de ayer secndose al sol

    Discpolo

  • A mis viejos que me obligaron a ser libre

    A mis hermanos que me ensearon a compartir la libertad

  • Matena Henna fue apresada mientras preparaba un mate. Escondi la yerba detrs de un rbol y sac la bombilla plegable. Un canillita le calent agua y probablemente haya sido el que llam a la polica. Henna clav la bombilla, verti el agua, y apareci una patrulla. Alcanz a vaciar el contenido mientras la apuntaban, pero la yerba mojada no se esparce. La tiraron al suelo. Estaba indefensa, con las manos en la nuca, de cara al piso, en la posicin contraria a cuando uno descansa. Juntaron la evidencia y la guardaron en una bolsa transparente que haca parecer ms de lo que haba. La yerba estaba negra de tanto uso. La haba secado antes de salir. Ella no espera del sol, la expande en un plato que pone a calentar en la hornalla. Humea y se seca. Ya est. A las pocas calles el patrullero pasa un semforo en rojo a toda velocidad y choca contra un colectivo. El conductor queda fuera de sentido, su compaero lo ayuda y los pasajeros descienden marcados. Las puertas se abren por el impacto, Henna sale, se mezcla en la multitud y escapa sola. Un taxista la persigue con su auto. Ella dobla a la izquierda, a contramano, y sigue libre. Bienvenidos al submundo del mate. Una chispa enciende el fuego que calienta el agua. La yerba desprende su energa. El ritual ha comenzado. Saboreo la mstica naturaleza. El calor de la tierra me recorre la garganta. Mis sentidos estn agradecidos. Percibo, me elevo espiritualmente, y ah va Bienvenidos a buenos ayres donde un da es invierno y al siguiente verano. Al llegar a esta ciudad me pareci inmensa, devoradora. Me sent tragado y vomitado en el mismo momento. Me pareci incomprensible que el campo fuera tapado por una ciudad llena de objetos, No lograba entender, hasta que me ech a caminar, y caminando supe

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  • lo que era tropezar y tropezando comenc a esquivar los pozos naturalmente y mi instinto se hizo aleatorio con el medio y me adapt para comenzar a ser un inadaptado. Estaba oscureciendo y mis pelos an tenan los movimientos del tren. Mi ropa olor a campo. Mi mirada tambin. Como todo equipaje llevaba una guitarra vestida en una funda y una bolsa con un abrigo y medias. La guitarra me haca resaltar. Me di cuenta de eso enseguida. Todos me miraban, parecan robrmela con sus deseos. Me propuse buscar un lugar seguro de inmediato sin sospechar que el camino sera tan largo. Esto fue lo primero que me pas en buenos aires, nombre inocente para una ciudad tan perversa. Del mismo modo pudo haberse llamado limpias tierras, lindos fuegos. Dos hombres se me acercaron para entregarme su accidentalidad que al principio me pareci hospitalidad. Me sentaron a su mesa. Me hablaron de tango. Uno de ellos tena una voz cautivante y saba agregarle emocin a pequeas historias. Para m todo era nuevo. Yo mismo era nuevo en la ciudad y pagu las consecuencias de los primeros hombres que me usaron. Beb de su vino espumoso mientras me preguntaba qu tan malos eran los ciudadanos que me haban descrito. All todo era maravilloso. Dos desconocidos amigables que llenaban mi vaso. Un cantor que sufra la meloda. Un guitarrista que le daba sentido. Mujeres trasnochando la vida. Humo para una atmsfera oscura. Todo eso tena algo especial era mi llegada! y malos aires soplaban sobre mis pulmones de campo! El tango es el silbido por el que vive esta ciudad. Todas las personas son intrpretes. En mi pueblo nadie silba. Las canciones se tararean o se cantan, pero no se silban, Creo que fue eso lo que ms me entusiasm. La ciudad comenzaba a melancolizar mi sobriedad. Luego del tercer vaso necesit ir al bao. En el camino le sonre a todos y creo que ellos tambin me sonrean. Me daban ganas de abrazarlos. Contarles que era mi primer noche y que nunca iba a olvidarlos. Volvera a

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  • saludarlos. Quera que fueran mis amigos. En el bao, por vez primera, me di cuenta que no llevaba la guitarra conmigo pero me despreocup al instante. Eran buenos tipos los que compartan mi mesa, no haba razn para desconfiar. Al regresar no pens lo mismo. No quedaban ni rastros de los tipos. Tampoco de mi guitarra, ni de mi abrigo ni de mis medias y se haban ido sin pagar. De modo que me encontr en un entrevero. Quise salir a buscarlos, pero el dueo no dej ir sin cobrarme. Me negu rotundamente achacando robo. Su tctica fue desacreditarme, no dar por hecho que haba sucedido lo que yo deca. Los tipos se haban llevado la guitarra. Bien, y qu? Eso no demostraba nada. Puede que el instrumento fuera de ellos y yo un avivado. Haba que pagar dos litros de vino y a otra parte con la msica. - me est llamando mentiroso?- lo increp de mala manera - s respondi rotundamente y muchos ojos adems del suyo me amenazaron esperando alguna queja. No qued alternativa, o quizs alguna que en ese momento no contempl. Tuve que hacerme cargo de la juerga. Ahora reconoca el sitio que me haban descrito. Ahora saba que tena que estar atento al menor movimiento, a la menor quietud. Ya se haba dispersado la atencin que caus mi enojo. Me qued pensando en la venganza. Todos haban dejado de mirar y escuchar mis desventuras. Los msicos haban terminado su espectculo. La guitarra estaba en la funda, sobre el escenario que estaba a un paso de las primeras mesas Yo la robo! es lo que se merecen! me vengo y me voy! Le dara una leccin a esa gentuza, no se olvidarn de m tan fcil. Inmediatamente me deshice de todo el asunto. No me gust haber sido robado, por lo tanto no robara. Si hubo un responsable, se era yo, un inconsciente que cree estar en el boliche de su pueblo que va a al bao y deja la viola. Dejar tus cosas al cuidado de desconocidos en la capital es como que se

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  • te vuele un billete en la patagonia. Reflexionaba de ese modo cuando el guitarrista se me acerc convidndome de su vaso, quiz porque ninguno como l entenda mi sentimiento. Era un tipo loco, entrando en aos de juventud resistente. Hablaba de guitarras como si fueran mujeres. Mirbamos a la suya y le deca ella. Confusamente me cont que se haban ido de luna de miel. Trat mi guitarra como un amor de juventud, algo importante en el momento, sin importancia a lo largo del tiempo. lo poco que s es, que uno comienza a valorar muchos momentos como as tambin desvalorizar otros dijo y me asegur que ya encontrara mi guitarra que seguramente no era esta que me acababan de robar, sera la verdadera y sa, iba a ser slo ma. Lo asoci cmplice. Haba esperado que buenos ayres me recibiera con las piernas abiertas y en cambio me senta rodeado, embudo en la mierda hasta el cuello. Todo aquel lugar de pronto fue inmundo, torcido, envenenado. Todos estaban all negociando sus miserables vidas. Llorando como perros viejos. Hay varios olores de almas pudrindose, se sienten en corrompidas ciudades. Siempre de noche. La luna es testigo de las peores atrocidades. Cuando sents ese olor debs huir, como si olieras la orina de un oso que duerme a dos estornudos de distancia. Claro que todos tienen algo de Dante y les gusta dar una pequea recorrida por el infierno. Me qued all, midiendo a este hombre. Me habl. No par de hablar ni por un segundo. No le importaba si lo escuchaba o no. luego advert que esa era una de las costumbres de todas las personas de esta ciudad donde tiene razn el que habla ms fuerte. Pona la boca de costado, no usaba eses y repeta palabras desconocidas por m. Lo nico que logr fue emborracharme, para que no pudiera sentirme enteramente mal en su presencia. Me dijo que lo buscara si alguna vez necesitaba algo, que posiblemente encontrara la manera de conseguir una guitarra a buen precio. Este detalle me ilusion, pero estaba lo

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  • suficientemente desilusionado de m como para creerle. Me marche. El hecho de andar sin mi equipaje me hizo sentir un ciudadano ms a quin podra convencer que era un recin llegado si iba tambaleando con los brazos vacos? Todos andaban apurados y no entenda la razn. En el campo nadie sabe la hora. El sol es el tiempo y eso es indiscutible. La naturaleza misma te indica lo que tens que hacer. Un rbol es la casa de los pjaros y la proveedura de las hormigas, pregntale a cualquier bicho de ciudad qu es decoracin? bao? An as, no consegua odiar la ciudad. Hasta podra decir que me sent ntimamente ligado a ella. Todo lo que necesitaba era proyectarme. Al principio lo logr invirtiendo toda mi vida en pagrmela, eso que llaman empleo. Con mis primeros sueldos me compr otra guitarra que tocaba a menudo y sonaba robustamente mal. Comenc por tomar algunas clases para luego abandonar la msica. Mi profesor era algo tmido y para mostrar mis falencias me regal un comps. Lo entend claramente. Convencido de mi ineptitud musical, mi falta de tiempo y odo, no volv a tocar, y para atenuar este fracaso me hice amigo de un guitarrista, Mateo. Lo visitaba seguido y cuando la casa de al lado de la suya se qued vaca, fui a vivir all. Segu trabajando, cada vez ms para cubrir cada vez menos. Era empleado de una empresa contratada por otra empresa. A pico pala moladora abr calles y veredas para cambiar caos y desages. La tierra era dura, piedras brutas, el capataz un hijo de puta. Una tarde que el calor hunda con sudor conoc a Henna. Yo trabajaba en la cuadra de su casa y bajo el sol se acerc descalza y me ofreci agua fra. Era hermosa, gacela, simple. La mir como a una divinidad, y beb del lquido maravilloso. Me sent completamente aturdido. Hasta all crea haber aprendido a tranquilizar las cosas que me alteraban, pero no oh no! todos los s saben eso es cierto. Quise ir tras ella, pero reflexion demasiado

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  • este impulso. Los trenes abren sus puertas unos segundos, o entrs o te queds solo en la estacin de tu duda. Un tonto esperando el sol que recin se ha ido! Despus no dej de levantar la vista hacia su puerta, todo el tiempo, esperaba verla. Slo pasaba cinco minutos ante m. Esos segundos controlaban el resto de las horas. Cinco segundos que eran insuficientes, suficientes para esperar ms. Una sola flor, roja negra enamorada, decoraba los perfumes. Ella se dejaba ver de cuando en cuando. Apenas apoyaba su mueca en la ventana. Miraba con vrtigo, como si poseyera la imaginacin de una nia miedosa. La tarde traa consigo un ardor sospechoso. Tena en mi mano, para ella, desde la primera vez, el florecimiento de esplendor. Me qued pensando en Henna, y al continuar segu pensando, y al dormir so pensando y al despertar lo mismo. En los das siguientes la v una sola vez, y pas sobrenaturalmente por mis ojos. De inmediato y sin querer romp un cao que me descontaron del sueldo. El ltimo da de la obra apareci caminando sobre la vereda terminada cuando el camin nos alejaba. Ya nos bamos y me dieron ganas de bajar. Pensaba y deca no, pero mi corazn es un descerebrado. Me baj, y as todo sucio como estaba, le mostr mis sentimientos apresurados. Tema desubicarme, pero era inevitable. La atraccin me oblig a ella y a fuerza de amor la llev hasta mi casa. Era morocha como la noche que vena. Contenta de vivir para rerse. Hasta sus ojos jugaban con la risa. Qu hermoso mundo donde existe una mujer as! Mi casa es un ladrillo hueco dentro de la ciudad. Tengo pocos muebles y algunos libros. El bao es lo que se puede esperar de un trabajador que llega cansado con polvo en el pelo y se baa sin mirar a su alrededor. Uso la luz de la ventana y por las noches enciendo la nica lmpara que tengo. Si cambio de habitacin tengo que desenroscarla de una y enroscarla en la otra. Tengo una planta, cientos de cucarachas clandestinas, el mate de calabaza

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  • forrado en cuero con tientos trenzados, la bombilla con incrustaciones de piedra, y esa seduccin de ctara en equilibrio. Supongo que fue eso lo que la maravill. Ella creci en esta ciudad donde el mate est prohibido hace veintisiete aos y para los jvenes es una droga de viejos. Henna crea lo mismo y se interes en probar. Promet darle slo si estaba segura. Yo tena medio kilo de yerba con pocos palos llena de pecolos y pednculos florales nada parecida a la que se consigue ahora. Ella hundi sus manos en la bolsa y se llev un puado a la nariz y mientras ola dijo esto es un montn. Era bastante, es cierto, sobre todo por las cantidades que se manejan ahora. Adems, la abundancia, a veces, hace ms bellas las cosas. Mucho de lo mismo se potencia entre s. Un cabello suelto no significa absolutamente nada por ms hermoso que sea, en una cabellera toma su verdadera belleza. Ha de ser por eso que Henna con el pelo sobre sus hombros revolva la yerba y se rea. Puse a calentar agua en un caldero. Hund en la yerba una cuchara de bamb con la forma de un tobogn, la descargu sobre el mate y lo sacud para quitar el polvillo. Inclin la calabaza para que la yerba quede a desnivel. Moj la yerba con agua fra y la dej asentar. Clav la bombilla tapando el pico porque el vaco que se crea evita que entre la yerba al tubo. El filtro qued hundido del lado donde hay ms yerba. Antes del hervor el agua comenz a gemir y la saqu. Ceb el primer mate, lentamente, sobre el lado donde hay poca yerba hasta que alcanzo el lado donde hay mucha con una porcin que no se debe mojar. Vert el agua sobre la bombilla como si tuviera una planta en una maceta y la regara por el tallo. Henna estaba a mi lado y miraba atentamente. Nos gustbamos, pero tena tanto miedo de tocarla como ella de que no la toque. -Sos buen cebador? -Soy buen besador le contest mientras le ofrec el mate ceremoniosamente.

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  • Ella llev la bombilla a su boca, chup y quit sus labios con dolor. Se ahog unos segundos. Las lgrimas pestaeaban sus ojos. Su lengua se haba quemado y para aliviar la bes, por el reflejo, atacando su saliva hervida. Ella ceb el suyo en mis labios, con la lengua verde. Henna llena de yerba me besaba. Acab su mate, chup y sent un efecto excitante que nad por mi red ganglionar remontando los pliegues del cerebro cual olas, luego de una o dos vueltas sali de su propio remolino haciendo rugir un volcn que me dej estimulado Ahh! Matena! amargura me pint el paladar. Los recuerdos flotaban en mi memoria. Todo mi cuerpo se afloj. Los movimientos respiratorios s aceleraron. Los msculos tomaron vigor. La lengua me pelaba. Su beso haca crecer dentro de m unos sentimientos magnficos. Baile la danza en un ro de dorados y miles de insectos inyectndome naturaleza en la hierba de mis brazos, en la otra cara de mis lunares. Y Henna all pequeo resplandor que proviene de la inmensidad. Mis huesos enterrados en carne viva y caliente deseaban, oh, no sabs cunto! como la vez que me enamor de una estrella y ms tarde se mezcl con las otras. Desde aquel da sueo ms de lo que duermo, y permiti que mi corazn lime las costillas para escaparse. Y en este momento, Henna pincha la rueda del tiempo. En mi pueblo, un hecho de estas caractersticas hubiera pasado una vez en cien aos, y ese mismo hecho se hubiera contado durante cien aos ms. S de memoria la ancdota que se repite todava. Nadie sabe en qu momento sucedi. Incluso ahora me pregunto si no lo invent un paisano aburrido y pajero. En mis pagos tenemos la costumbre de que cuando uno sube al monte, deja una prenda atada al rbol de inicio del camino para qu, en caso de que se desate una tormenta o que te pierdas en la maleza , cualquiera puede saber que hay alguien arriba. Zoilo y Rosina eran amantes y como los dos estaban casados se encontraban en lo alto y no dejaban seal para

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  • que nadie los descubriera. Zoilo le escriba cartas de amor y ella las esconda entre las piedras. Cuando se pona celosa del viento volva a leerlas para dibujar un sueo. As, durante aos fueron secretamente felices. Y una vez ocurrido que llegaron desde la ciudad los sobrinos del tabernero; unos pendejos bien porteos que entre otros paseos subieron al monte y perdieron cien pesos. Los buscaron un buen rato y ya cansados decidieron descender. Cuando regresaron fueron a saludar a su to al boliche y se quedaron all y contaron que haban perdido los cien pesos. El lugar se vaci de repente. Todos se dirigieron al monte sin perder tiempo. Fue una peregrinacin. Esa misma tarde sorprendieron a Zoilo y a Rosina, y nadie encontr el dinero. Henna no saba de ninguno que tomara mate, y se ri de que antes la yerba se venda en los supermercados y haba publicidades de las diferentes marcas en los diarios y en las calles y que las familias acostumbraban a tomar en los parques los domingos. Estaba tan sorprendida que continu dicindole todo lo que saba: La palabra mate proviene de la voz quechua mati que significa recipiente para beber, aplicada por extensin al preparado del t con yerba. El primer mate toma el cebador. Esto se debe a que es el ms fuerte de todos (el mate, no el cebador). Existe la versin que el cebador toma primero para demostrar que el agua no est envenenada, ya que en algn momento fue una forma de eliminar enemigos. El mate se toma en ronda uno por vez. La bombilla no se limpia al pasar de una mano a otra. Hacerlo es una ofensa, slo se agradece la cebada cuando ya no se quiere ms. Luego de decir gracias al cebador seguir la ronda saltendote. Un buen mate debe hacer espuma. La espuma es fundamental. Si no est espumoso es porque est lavado, tiene poco gusto. Una de las maneras de evitar esto es dar vuelta la yerba para que la bombilla quede ubicada al lado opuesto. Cuando queda poca agua, el equivalente a un mate, se toma entre

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  • todos, una chupadita cada uno, hasta terminar. Entonces s, se saca la yerba y se la seca. A la maana siguiente de conocer a Henna me despidieron por haberme bajado del camin. Apenas llegu el capataz me lo dijo. Le respond que al bajarme haba terminado mi horario. Pero me haba llevado la ropa de la empresa cmo si fuera a robarme un mameluco sucio! Se lo comuniqu a mis compaeros mientras fueron llegando, y a pesar de que al principio se mostraron preocupados, ms tarde me dejaron sin apoyo. Teman hacer una huelga por si los despedan tambin. La necesidad me llevo a pensar muchas cosas que hasta ese momento no haba pensado nunca, como por ejemplo, decirles que si me defendan a m se defendan ellos y defendan a todos los laburantes. El camin arranc en busca de una nueva vereda y qued solo y humillado. El capataz me haba dicho entr a las oficinas as te liquidan, y fui. Habl mucho menos de lo que call. Me limit a decirles que mi expulsin estaba basada n una razn bastante injusta dado que me presentaba a horario con la ropa que acostumbraba a usar. No era usual que me fuera de ese modo. No hubo caso. Ya no contaban conmigo. Cuando o lo que decan los portadores del reglamento, sent alivio, y pens en Henna y en la noche maravillosa y por qu haba estado contaminando mi vida con las bacterias ms siniestras que ha producido el dinero. Fue raro. Me apart del camino a recoger una hermosura y cuando regres no fue lo mismo. Me pagaron como si fuera favor una suma con la que podra continuar unos das luego de haberla gastado. A partir de all la falta de dinero comenzara a gastarme a m. Dej de ser obrero y me puse a caminar hecho un peatn tratando ser feliz pensando antes cmo. A lo Scrates, me convenc de haber sido yo el que despidi a la empresa de m. La incertidumbre era tan grande como mi destino. Siempre estuve al servicio de las rdenes y ahora el tiempo corra de otro modo. Yo

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  • lo haca andar con cada uno de mis pasos. Mir la hora y el reloj me sonri las diez y diez qu larga es la maana cuando uno tiene nada que hacer, cuando uno puede hacer todo lo que le venga en ganas! Sucede que un hombre subordinado al empleo como yo, teme, y el temor te puede hacer tan cobarde como valiente. Record todas las cosas que soaba hacer desde mi trabajo mientras no poda. Ahora no tenan el valor de la imposibilidad, me parecan tantas y tan excepcionales Camin bajo el sol que a esa hora empezaba a ponerse como loco. Gaviotas venan a fumarse el cielo de la ciudad. Perros esquivaban los ladridos de los autos. Al paso por la ciudad donde la gente se amontona, se apresura por morir, y le da slo valor el dinero. Estaba alegre aunque por momentos mi alegra se transformaba en desesperacin qu hara de all en ms? Racionalizar el dinero hasta que se acabara y mientras tanto buscar otra cosa cmo si fuera tan fcil! El espectculo que me brindaba la calle era desconsolador. Nios asomndose a los basureros. Gente revolviendo al basura de los pobres. En todo caso, me dije, siempre est la posibilidad de regresar a mi pueblo eso si que no!, me recrimin inmediatamente. No volvera sin haber logrado algo y mucho menos ahora que una mujer me haca pensar tanto en ella. Dicho y hecho. Llena de brillo y llena de magia encontr a Henna en una avenida. La llam cuando estuve detrs de ella y algunos me miraban torcido. Ninguno de los dos lo poda creer, nos mirbamos preguntndonos por qu, y quizs lo sabamos y nos aterraba. Me sent como una abeja que se emborracha con distintas flores. Haca mucho tiempo que no viva una maana as. En realidad no recordaba ninguna parecida. Maana de hojas mojadas por el sol jugando al collage en la ciudad, encontrndome con la mujer de mi amor. Le cont que me haban echado y me sorprendi que se alegrara. Haba tardado varios minutos en decidirme a contrselo

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  • para que no me creyera un intil, un hombre sin futuro. Afortunadamente crey lo contrario. Ahora poda pensar mejor en mi futuro y su utilidad. Tuve que aguantarme las ganas de decirle que estaba enamorado de ella, recin la conoca y tema espantarla. Espontneamente y al mismo tiempo quedamos en seguir juntos. Iba a su casa y fuimos de la mano, qu preciosos eran sus dedos suaves! Los acariciaba con los mos machucados por el trabajo. Un diamante pulido y otro en bruto. Viola: guitarra Bicho: animal Mis pagos: lugar de origen Pajero: onanista Pendejos: pberes Porteo: gentilicio de buenos ayres

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  • Henna Antes de entrar me advirti que el clima de su casa era infernal, que si lo prefera la esperaba afuera, que no tena una familia ejemplar. La mayora de las familias que conozco son malos ejemplos para la sociedad que se basa en ellas. no hay problema, vamos. Vale hacer una pausa aqu para contar el entorno familiar en el que viva Henna y para llegar a comprenderlo bien, es necesario volver un poco sobre su historia: La infancia de Henna haba sido escandalosa. Su madre ante cualquier signo de descontento iniciaba una pelea, con cualquiera, en cualquier lugar. Su padre casi no estaba en casa. Se iba bien temprano y regresaba a media noche para or cmo su esposa lo insultaba y le escupa la comida. Henna recuerda incluso, que haba una habitacin destinada exclusivamente a romper objetos: S que esto suena a disparate, as fue como lo cont. En el fondo de la casa haba un cuarto sin ventanas lleno de objetos decorativos baratos comprados con el fin de romperse en ataques de ira. Su madre entraba dos o tres veces al da y arrojaba floreros, vasos, jarrones contra la pared e insultaba a todo lo que se le cruzara por su mente. Ms tarde barra el desastre y dejaba la habitacin impecable para destrozarla en la prxima oportunidad. Los aos pasaron sin felicidad. Henna creci separndose de su inocencia y de sus amiguitos debido a que su madre se enemistaba con los padres por diversos y ridculos motivos. Henna la oa y le otorgaba su razn de nia, porque era su madre, porque ningn nio puede hacerse idea de la locura ni mucho menos. Henna, tambin recuerda, mucho ms claro que cualquier otro recuerdo, el da que ech a su padre. Toda la tarde haba pasado escondido en el

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  • ropero porque tema que le envenenaran la leche. El ropero era oscuro, lleno de su ropa y de su olor, all el miedo no poda ni verse ni moverse. Recuerda ese da porque por mandato de su madre lo iban a echar. Ella ya saba cmo, lo que tena que decir, la indiferencia que necesitaban sus ojos. Llegada la hora hizo las cosas mejor de lo que se podra esperar. Fue la primera vez que acto completamente en contra de su voluntad, y lo hizo con total conviccin. Su vida se transform en bolsos y trenes y caminar aguantando el llanto para no llamar la atencin, y dormir en cualquier noche, soando risas desconocidas, latiendo una violenta cancin de cuna. El mal no dur demasiado. El mal es perverso y cuando el sufrimiento es montono cede un poco para atacar ms tarde. Esto Henna lo aprendi sin darse cuenta. Un medioda arribaron a lo de su abuela que de tan arrugada siempre sonrea, pareca tener cosquillas en los dientes. El sol estaba brillante y alto. Ella lo vio por la ventana mientras almorzaba pollo y le daba los huesos al perro que lama su mano. Y despus todos esos libros en la alfombra, y las galletitas en un plato y la tranquilidad de saber que iba a quedarse all. Henna se hizo mujer en esa casa. Su ta lleg despus, Divorciada, endeudada, con dos perros. Al infierno lo trasladan las personas. Su madre y su ta se peleaban constantemente a pesar que tenan la casa separada para que no se agarraran los perros. Ambas maltrataban a la madre. Le usaban el dinero. Le vendan los muebles. Le desconectaban el telfono. No le permitan salir. La obligaban a vivir en algo as como un mausoleo. Cada tanto, la situacin se volva insostenible y un vecino iba a avisarle a Herma a su trabajo, "antes que ocurriera una desgracia". Apenas entr en la casa se olvid de m. Golpe en la habitacin de su madre. La puerta era alta maciza pintada con una gruesa capa de rojo, y desde adentro se oa la televisin y el perro que olfateaba con fuerza por la hendija. La llave gir rpidamente la puerta se abri con sonidos

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  • desaceitados. Haba olor a cigarrillo, a perro, los pelos volaban a cada movimiento. Apenas un camino entre los muebles para pasar. Una cama, una mesa de luz, un ropero un pequeo escritorio con fotos, regalos y tarjetas y una ventana donde el sol entraba quince minutos en verano. El perro se abalanz sobre ella buscando caricias. Henna lo tom del hocico antes de darle un beso. Las dej hablando mientras miraba la televisin. Un candidato para las elecciones de la ciudad pona ojos carismticos, aseguraba que todos los ciudadanos iban a tener una oportunidad, no menta! una nica oportunidad es bastante poco. Continu el programa que la madre de Henna estaba mirando: Usted puede tomar un taxi. Henna se dirigi a la habitacin de su ta y tambin habl con ella. Fue y vino, de una a otra, repetidas veces, llevando un mensaje, conciliando la convivencia. Tras calmar a las dos partes, es decir, que no se dirigieran la mirada, se qued en el patio reflexionando sobre las situaciones hermosas que haba experimentado en ese lugar y lo distinto que era todo ahora. Entonces fue hacia la cocina y vio a su abuela esperando calentar el agua para hacerse un t. A ella le llam la atencin su postura. No era una postura de esperar precisamente un t. Anoche la haba pasado conmigo y me haba visto vigilar la pava para que no hirviera. Esa paciencia transformada en espera es lo que le da mejor sabor al agua, y qu sentido tiene aguardar expectante que el agua se hierva? Herma vio ese signo en su abuela y le pregunt si alguna vez haba tomado mate. Saba que s, por eso quiso provocarla. La abuela era media sorda. A pesar de eso le gustaba conversar. Si no entenda sonrea como si te estuviera agradeciendo que le dirigiera la palabra. Henna repiti la pregunta en voz alta y gruesa. Mientras gritaba tambin se pregunt si su abuela al escucharla se daba cuenta que estaba gritando. Pero su expresin fue otra. Ms bien se frunci cuando escuch la palabra mate; y esa no era su verdadera preocupacin,

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  • si no que la hubieran escuchado los vecinos. Entonces la call diciendo por lo bajo, - no levantes la voz Hennita, a m no me quiero que nadie me mire feo. Por desgracia, te voy a decirte, la gente tomaba tanto mate que tenas que ver, tornbamos pava tras pava .charlando con mis amigas' mas, - y dnde? dnde lo tomaban? - am'hijita; en cualquier lado, en casa, en los parques, ponamos el agua caliente en un termo y nos bamos a pasar la tarde... eso fue hace mucho, gracias a dios - y cunto costaba la yerba? - que te puedo decirte -se le quiebra la voz- todo est tan caro ahora! no s en qu vamos a terminar... ac no era el problema, en Uruguay! los ms tomadores eran los uruguayos, andaban todo el da tomando mate los sinvergenzas. - vos tomabas igual que ellos! La abuela mir sorprendida esta observacin y pronto invent su excusa: - era otra poca. Nosotros no sabamos que la yerba era tan mala. Un chico muri verde. Otro ahogado. Haba gente que robaba para comprar. El to Osvaldo fue preso un ao figurate. La gente perda la memoria, un horror! Por suerte tu abuelo vino un da y me dijo desde hoy no tomamos mate nunca ms! - te gustaba? - ay por dios hija, qu cosas decs, cmo me va a gustarme? Lo tomaba porque lo tomaban todos, pero despus me fui a confesarme con toda la familia a la iglesia de Santo Tom, sa que est all por... haba una fila de mucha gente todos arrepentidos, quemaron muchos kilos en todas las esquinas, tiraban tantas bombillas que tenas que ver. Y, el gusto? De eso ya no me acuerdo. Era caliente, pareca inofensivo, qu bamos a saber que agua y yerba nos poda traernos tantas complicaciones? figurate,

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  • algunos quedaban mudos de beber el agua as, otros perdan la voz para siempre - i eso no es verdad, abuela! - cmo no va a ser verdad si lo decan los diarios! En casa siempre veamos el noticioso a la hora de la cena y resulta que era as noms, los ladrones confesaban haber tomado mate y tener ganas de robar, qu te parece? Henna no tuvo ganas de esforzar su voz. Haba pensado ofrecerle a su abuela tomar con la yerba que llevaba en su corpio, la que yo le haba dado. Haba tenido la idea de sorprenderla, de darle una alegra, como evocar un querido recuerdo de su infancia o juventud, pero ella estaba preocupada por que la miraran feo. Henna desisti de su dilogo y se retir al bao dejando al silencio con el ceo fruncido. En el bao se moj la cara. Se mir al espejo como si estuviera mirando a otra persona que la comprendiera. Abri las hojas del espejo botiqun y meti la cara en el medio para mirar los distintos perfiles, para ver todo lo que podan mirarle. Ajust canilla y sali del bao y sali al pasillo y sali a la calle y me llam. Se fue sin saludar. Era comn en su familia irse as. No habamos llegado a la esquina cuando un viento dobl por la calle y le sacudi los pelos como si quisiera mirarle las orejas. Se par decidida en la esquina, y en ese segundo en el que mir sin nada que mirar realmente, pens qu era lo que quera hacer en ese preciso momento: matear. Ms ganas tuvo! La calle era un peligro Siempre llena de policas y alcahuetes. No le importaba, quera hacerlo all mismo. Hay tres maneras de preparar mate. Por maceracin (remojado con agua fra, terer), por decoccin (la yerba en el agua cocida, mate cosido) e infusin (el agua cosida sobre la yerba, mate). Si tomas terer, no hay problema dnde, es fcil conseguir agua, pero como nosotros la calentamos se complica un poco cuando ests en la calle. Si te mets en un negocio a pedir agua caliente,

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  • ya saben para qu no conviene. Entonces te ves obligado a calentar pequeas cantidades de agua con un encendedor que en este caso se trataba de dos, uno para e gas y el otro para la chispa. Siempre llevo un tubo de vitaminas vaco y la mini bombilla en la hebilla del cinturn, cualquier lata de la calle sirve de recipiente. Es incmodo, reducido no se disfruta de tan poco. Teniendo cerca un sitio donde beber tranquilos era estpido aventurarse en la calle. Resolvimos volver a casa de su abuela. Entrarnos. La casa tena un movimiento fantasmal. Haba relojes en casi todas las paredes y mostraban horas diferentes. Plantas que ya no resistan los rayos del sol. Gatos huidizos que te miraban desde abajo de los muebles. Calentamos agua en la cocina y Henna se encerr en el bao a tomar. Sentada sobre la tapa del inodoro, sosteniendo la pava en el aire, la yerba en un vaso de t, tom uno, dos, tres. Luego pas yo e hice lo mismo. Volv a cederle el tumo. Nos dbamos un beso en el cambio, sin embargo sentamos la incomodidad del que oculta y la sospecha de qu lo que estaba sucediendo adentro, se estaba descubriendo afuera. Si hay algo hermoso que tiene el mate es que es comunista va de mano en mano, por igual. Y fertiliza cualquier charla. En cambio as, uno lo haca solo, escondido, apurado, creyendo compartir lo individual, con la precaucin de cebarse un mate antes que terminara el anterior para evitar el ruido del final. Estbamos cerca y pensbamos solos. A partir de aquel da nos vimos y mateamos todos los das. Usbamos la yerba hasta que no saba a nada y despus la hacamos secar al sol para mezclarla ms tarde con la nueva. Al tiempo Henna deja su trabajo y viene a vivir conmigo. Y llega el da en que tenemos slo para un mate, o menos. Lo tomamos. A la noche voy a buscar la yerba que puse a secar en el techo por la maana. Envuelta en un diario la coloqu en el hueco de una vieja toma de aire oxidada que sirve para repararla del viento y de la

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  • lluvia que cay en un momento. Me acuerdo que haba estado orgulloso de conseguir un lugar tan acorde a la necesidad. Previne el viento, y sonrea de pensarlo. Llego al techo. Trepo. Salgo arriba como si lo hiciera de una tapa de agua en medio de la calle. Para no pisar las chapas camino hasta la toma de aire sobre los tirantes. Cuando llego hasta el diario y me asomo, slo hay un puadito de yerba y unas hormigas negras musculosas del tumo noche rompe huelgas que se anticiparon a mi trabajo. se haban llevado casi todo! Sigo su camino, y all van, cargando las hojas trozadas. Descubrieron una provisin sencilla de transportar, y lo hacen ordenadamente. Observo la fila hasta que se pierde de vista en una fisura de la medianera. Una a una se meten, llevndose la yerba. Si pudiera negociar con ellas les dara a cambio azcar, kilos de hojas secas, una cantidad de pan como para exportar; pero las hormigas no pactan con los hombres. Bajo con el puado que queda. Henna ya est calentando agua. - suspend el mate. Las hormigas se llevaron todo - adnde? -pregunta '- supongo que al hormiguero - cmo se la llevaron?- insiste incrdula - as -respondo y hago mmica de un ser cargando un objeto pesado en su espalda - ufa! Apaga el fuego. No lo puede creer y va a creerlo al techo. La acompao para , mostrarle el lugar. Llegamos y ve la caravana ahora desconcertada. Va ms all del tnel donde yo haba dejado de seguirlas y encuentra la salida y una nueva entrada que parece definitiva. Sonre, eso no me impide que pise a las que vuelven con la noticia de que la provisin se acab misteriosamente. Aplasto diez o quince hasta que me detiene. - no las pises!

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  • - qu las defends? - Y son animales, encuentran comida y se la llevan, no hicieron nada en contra tuyo - cmo no? me llevaron el mate, por eso las mato. sos ecologista? Son hormigas... Miramos un rato la ciudad. Parece la acuarela de un borracho. La lluvia pas y los rboles la lloran. Las nubes recolectan gotas del ro. El fro se equivoc de estacin. Los cables como races. Antenas inyectando el cielo de smog. Una aldea que humea en el universo. Cuando bajamos sucedi algo hermoso. La ayud a saltar terminamos muy juntos, erizados, con piel seducida. I Su cuello es tan sabroso! SU cintura mis manos! Saca la lengua apenas para burlarme de su belleza y me caigo de besos sobre ella, que es la suficiente mujer para entregarse y hacerse desear. Comienzo daarla con placer, danzando para ella el aroma del sexo. Tengo la energa de un rayo, y con la misma decisin de una gota que se arroja desde el cielo, la embisto semidesnuda. Su carne me vuelve espiritual. Ella imita los movimientos del fuego... y quema mejor. Se enciende repetidas veces como las velitas de los cumpleaos Jadea mi idioma preferido y me hace olvidar todo lo que est en la memoria, espirales de ideas, el amor como anarqua del alma Locomotor! Aqu est permitido todo lo prohibido! Me deshago del cuerpo que la ama y flameo en todas direcciones! Excavo junto a ella las profundidades. Nos conectamos. Nos mordemos mientras alimentamos el ms all existe todava ms espacio? cmo hago para conocer el infinito y volver? Aferrada a la pared su olor se sube a mis ojos mi corazn trot toda la vida para correr este momento! Al terminar nos acostamos bajo las frazadas. Un caballo corre en su corazn. Nos abrazamos como cucharitas un rato cada uno. Hace tanto fro que la luna viene a dormir con nosotros.

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  • Plvora Sin medias me duermo entero. De acostarme temprano me levanto de madrugada. Amanezco amando. Me encanta ser feliz. Me destapo la montaa. Me ro caudaloso. Es el da ms celeste del ao. De este momento no me voy. Un mosquito despert mis dedos. Me pic mucho. Me rasqu bastante. El silencio todava duerme y no hay ruido que le abra los ojos. Mateo me oye y con toda la noche en su cara golpea la puerta y le abro. Acaba de recomponerse de una gripe. Est ms alto. Tuvo fiebre y puede que haya aprovechado para crecer un poco. Viene a pedirme un poco de yerba. Pas la noche tocando unos tangos de Contursi y la necesit y an la necesita. Me cuenta que para calmar la ansiedad se arm el ltimo cigarrillo y cuando lo terminaba grit: "dios! dame ms tabaco y salud para poder seguir fumando!". Nada pas, y otra vez quiso mate. No tiene dinero para comprar. Eso que en sus ltimos conciertos fue bastante gente. Toca en el bar Itono, un bodegn donde los domingos hay msica en vivo. Creo que la gente va para ver el milagro de que los msicos no se hayan muerto de hambre durante la semana. Yo presenci la ltima funcin. El pblico estaba compuesto en su mayora por extranjeros. No los escuchaban demasiado. Hablaban entre ellos, framente. Mientras tocaban una seora pidi un caf con leche y cuando se lo llevaron se quej de que no lo sirvieron en dos tazas, una para el caf, otra para la leche. Los msicos eran buenos pero la msica no. El cantante gritaba para no cantar mal. El bandoneonsta crea que todos lo escuchaban a l. El violinista era tan bueno que tocaba como si estuviera solo. El contrabajista disfrutaba ms la mmica que la msica. Mateo lamentaba

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  • compartir su egosmo virtuoso. Los bailarines hacan algo mejor que yo cuando mataba cucarachas. Antes que verlos prefera tomar cerveza con cistitis. Termin el espectculo, Mateo se acerc y les dijo: "ustedes deberan ir a bailar al extranjero". El tipo no se qued atrs y contest: "vos deberas afinar en tu casa". Esa respuesta le agrad porque cuanto mejores son las ironas de una persona ms capacidad de soportarlas tiene. Sin embargo ella era susceptible. Dndose cuenta que los aplausos -los aplausos del mozo que fue el nico que les llev el apunte adems de m- haban sido ms una protesta que un reconocimiento, se puso a llorar como para regar las plantas de sus pies. Mateo tena ganas de quedarse a consolarla y no pudo. Estaba su novia, y deba acompaarla hasta la casa que queda en un barrio donde decs que sos poeta y te cagan a trompadas. Su novia tiene diecisis aos. Usa aritos en la lengua y ya se trag dos. Todava est en la escuela secundaria. Un corpio sostiene su deseo de que le crezcan los senos. Si cres que no es correcto salir con una tan chica, no digas nada, porque la engaa con una de sus compaeras. En realidad, ambas son distracciones. Slo desea a una mujer casada que est cansada de su prjimo. Le encanta porque es una dama que fue pen. Mateo siempre se pregunta por qu sostiene el aburrimiento con su marido, con decirte que cuando juegan al metegol salen cero a cero. Segn le dice, la nica posicin que tiene con l en la cama es el 96. Entonces guarda los bolsillos en sus manos y se va a dar una vuelta por la luna. Un da que andaba solo, con su harn de veinticuatro costillas, conoci otra, muy loca, muy... mir, para no decirle zorra creo que debera llamarla arroz. Y ahora, en la puerta de casa, necesita yerba para componer "un tango a colores" segn dice. Suena raro esto, al menos para m que siempre imagin al tango de negro. Le digo que no tengo, que si ms tarde consigo, le aviso. Regresa silbando bajito.

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  • Apenas despierta Henna comienza a extraar sus mates con azcar. Revuelvo un poco ms mis cosas. Consigo reunir otro puado y la mezclo con la que salv anoche del techo. Es poco. Nada que de ms ansiedad que tranquilidad. Siempre est la posibilidad de comprar en los supermercados una gaseosa hecha a base de mate que por momentos tiene el mismo sabor. Comnmente se la llama mateosa, y no reemplaza la verdadera infusin. Entonces me veo obligado a salir a comprar yerba. La mejor manera de conseguir un vendedor es preguntando a tus conocidos. Entre grandes grupos suele suceder que los vendedores se turnan. Esto es porque ninguno se toma el trabajo seriamente si no que lo hacen cuando gozan de un buen o mal momento econmico o cuando aprovechan una buena oportunidad. Hay un problema: conozco poca gente. Sin yerba me desespero. Antes de conocer a Henna poda pasarme varios das sin usar la yerba que guardaba. Prefera cebarme cuando haba una ocasin especial, despus... El mateador que busca yerba porque se le ha terminado sabe presiente percibe que hay mucha yerba distribuida en la ciudad y esta imagen lo impacienta. Quiere tener su parte, si no para consumirla, al menos para quedarse tranquilo. Si nadie tiene acuds a los smbolos dibujados con tiza en paredes o veredas. Pircas grficas que indican dnde puede conseguirse. Esta idea fue copiada de los indigentes neoyrquinos en la depresin del treinta que mediante smbolos indicaban dnde podan encontrar comida u hospitalidad. Se usa la tiza para que los mensajes no perduren demasiado y actualizar y renovar las seas para evitar que los policas puedan entenderlas. De este modo, pods ir guindote entre las calles hasta encontrar lo que buscs. Claro, sucede que el vendedor no te conoce ni tampoco lo conocs a l y de este modo el contacto es paranoico. Las dos partes suelen sospechar que el otro es un sopln, y de ah sus complicaciones. Salgo a buscar. Nadie tiene. El hecho de no

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  • conseguir rpidamente potencia tu deseo. Fo mi suerte a las seas. Un crculo con una pluma hacia la izquierda significa que cerca hay un vendedor de yerba usada. Otro crculo con dos agujas indicaba la hora en que pasa un vendedor, por supuesto que la hora no es la que se observa, hay que leer el reloj con el doce abajo. Dos parntesis besndose )( indican la proximidad de UD vendedor. Los smbolos son muchos, y varan segn el lenguaje de cada barrio. Infructuosamente busco por aqu y por acull Tengo tanto hambre como al final del ramadn. Siento que dos muertos de hambre conversan en mi estomago y entonces pienso en comprarme algo y resignar el mate. Resuelvo esto cuando veo unos malandras que deben creerse los guapos de por ac. Caminan rumbo a la plaza y si bien es bastante raro que a su edad tomen mate, tengo la feliz sospecha que se impartan para prepararlo. Los observo a la distancia y afortunadamente no me equivoco. Veo que uno desmenuza la yerba en su mano ahuecada. Veo que otro hace un fuego para calentar el agua cosa que slo puede hacerse de da si no quers llamar la atencin. Un tercero mira en todas direcciones. Me acerco. Me miran con desconfianza y enseguida se dan cuenta que no hay por qu temer. Si bien yo quiero comprar les pido que me conviden. Es muy simple: si encars a alguien pidiendo que te vendan seguro te dirn que no tienen. La palabra vender es algo que espanta a los mateadores. Contino parado junto a ellos. Uno puede tomar mate con cualquiera si est necesitado, aunque generalmente prefiere hacerlo con amigos. Sentarse alrededor de la pava crea un clima espiritual, un momento agradable en el que se comparte la .vida Cebar no es echar agua ni servir. Cebar es ofrecer, asistir, acompaar, agasajar. Cebar es saber atender el sabor del agua, por lo tanto el de las personas que la toman. EI que va a cebar saca la bombilla de su mueca que lleva a modo de 'pulsera. El filtro cuelga de su cuello como adorno de un collar.

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  • Ingenioso, bien hecho, es difcil darse cuenta, yo no. Endereza la pulsera con ambas manos, encastra el filtro, y clava la bombilla en la calabaza. Ceba, sorbe el primer mate y lo escupe, mientras prepara el siguiente se queja que che, el otro da te vi tomando mate en la puerta de mi casa, desde la ventana, y as como lo vi yo puede verlo, mi vieja. El otro se defiende que bo, no te pongs salao que tambin toms en el mismo lugar. - guachn, que lo haga yo no significa que lo hagas vos, rescatate o te gatillo la gorra, eso s, no te voy a dejar tirado Remos. Despus aclara que no es para tanto, su madre no entiende nada, el fin de semana pasado le recomend cuidado de que le metieran mate en el vaso; que con una pizquita es suficiente para crear vicio. Remos nuevamente. El que hizo el fuego contina abstrado en sus ojeras. La mirada espiralada. Las primeras barbas germinan en su cara. Es negro como un lunar de cuerpo entero. Dice: - saban que en Turqua y en Siria est permitido el mate? un amigo de mi to fue y tiene fotos. Todos suean unos segundos con irse lejos para disfrutar lo que tienen ac. Les comento que el tabaco estuvo prohibido en Europa, Rusia, en China, hasta que los ingleses compraron la ley porque lo haban industrializado y necesitaban consumo para vender. El que ceba desconfa, dice que no puede ser, que como van a ... los cigarrillos!. El de mi derecha mira para todos lados y ante cualquier persona que se acerca da alarma. El no toma, slo palmea los rulillos de su cabeza. Entonces llega mi turno. Me dan un mate. No le ponen tanta agua como a los de ellos. An as est delicioso. En mi cabeza se hace un agujero negro que puede llevarme a donde quiera. Espero un rato ms a ver si ligo otro. El de rulitos da una nueva alarma pero nadie le presta atencin. Me mira disgustado y ausente. Noto que es al que ms le molesta la edad de mi presencia. Considero que ya pas el tiempo suficiente

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  • entre ellos y me animo a preguntarles si saben dnde. Se miran antes de que el negro me conteste con evasivas. No saben. Doy las gracias y comienzo a irme. - tomate otro as no te vas rengo -me dice ofrecindome un nuevo mate. Ya no tengo hambre. Me voy cantando el huayno del desocupado. Chupando un matecito el hambre se va/slo por un ratito el hambre se va... En la esquina, un conocido de mi pueblo. l me reconoce y me abraza cariosamente an cuando yo no estoy muy seguro de quin se trata. Al decirme su nombre lo recuerdo vagamente: Estanislao, un compaero de escuela que ha envejecido notablemente. Tiene los ojos gastados, .los dientes oxidados y las canas apresaron todos sus pelos. Su piel es blanca como un espermatozoide sin informacin de pigmentos. Para decirlo claro, est hecho mierda! De vernos juntos nunca creeras que tenemos la misma edad. No puedo creer cmo el tiempo es implacable con algunos e indulgente con otros. Estanislao arroja a mi memoria algunos hechos del pasado en los que participamos. Tampoco los recuerdo. Es como sentir mi nombre mal escrito y mal pronunciado. Segn dice, sus padres lo trajeron a la ciudad para hacer el secundario, y ahora trabaja para un tipo que se presenta para gerente de la ciudad en las prximas elecciones. Le expreso lo que pienso yo de todo eso y escucha en silencio. Y ms tarde, como si no le hubiera dicho nada, me ofrece diez pesos si voto a su candidato. No era algo personal, su trabajo consista en eso, era un compravotos. Y ocurre que un compravotos de otro partido anda por ah y lo reconoce. Entonces se acerca a conquistar a la presa que en este caso se trata de m Comienza su discurso ofrecindome el doble de dinero y llamando corrupto a Estanislao. El otro no se queda atrs, y discuten entre ellos a travs de mis odos. Mi voto parece rematarse. Ambos suben la oferta del otro. De quince pasan a veinte, de veinte veinticinco, y

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  • as. Nunca haba visto apostadores tan empedernidos. En ningn momento se pusieron a pensar que sus mtodos me convencen de que no debo votarlos. Que hacen un ostentoso uso del dinero mal distribuido. Que esos diez pesos que me ofrecen es porque quieren robrselos a todos los das durante cuatro aos. Al rato se olvidan de m y por primera vez comienzan a gritarse. Ahora suben el precio de sus amenazas. Uno promete propinarle diez trompadas, el otro quince patadas en el culo, contra eso se defiende con veinte roturas de la misma cara. En la lengua tienen ms fuerzas que en sus brazos. En sus palabras tienen ms corrupcin que en sus bolsillos. Al fin llegan a un acuerdo: que yo decida. Lo resuelven si me estuvieran dando una increble oportunidad. Acepto el dinero de mi amigo, o de mi enemigo segn la funcin que est cumpliendo, y prometo botar a su candidato. Despus, le pregunto si sabe de alguien que tenga yerba. Dice que s y me acompaa, contento de tener algo que hacer. Cuando vamos; encontramos estacionado un auto que haba sido suyo, lo abraza y se pone a llorar. No me dice adnde nos dirigimos. Parece pensar su rumbo incierto. Cinco calles despus nos metemos, en un bodegn bajo tierra atendido por coreanos. Un antro lleno de putas que se alegran con nuestra presencia. Todo est en penumbras. A juzgar por la hora que es y la oscuridad, podramos estar en el polo. Nos sentamos en una mesa que tiene una vela alumbrando lo poco que le permite la mugre. Estanislao pide dos almuerzos. El coreano no entiende lo que pedimos. Tens esto? No. tens lo otro? No. Entonces traeme lo que quieras, terminamos dicindole. Su boca parece pintada con la tcnica del esfumato de la Mona Lisa, no pods saber si est serio o sonre. Chou- fan chou- fan, dice mientras nos deja la comida. Lo mejor de ese almuerzo es la sal que no tiene. Se nota que no lavan la parte de atrs de los platos. Un perro de raza ladrador babea injurias a los que pasan al bao. Una puta se pasa

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  • perfume por el cuello. El vino est bien pero yo quiero yerba. Insisto. Me pide tranquilidad, que pronto. Despejan la mesa y aguardo haciendo pelotitas con las servilletas de papel. Estoy seguro de una cosa, pierdo el tiempo. Miro a Estanislao. Tiene los ojos perdidos en el fracaso. Est all y no se lo pregunta, quizs nunca lo hizo. Cada tanto me mira y grita mi nombre completo con admiracin y melancola. Luego de unas veces comienzo a impacientarme. Un cigarrllo y me voy! Una puta me da fuego. El tabaco est viejo, hmedo, lo encontr en la calle la noche anterior humean, y el que fuma traga humo. Un gran placer verlo ascender. Todos los placeres terminan adentro o mucho ms alto que nosotros. Me da hipo despus de cada bocanada. Pito e hipo, pito e hipo, pt...hip pt...hip, as, esperando que se me pase, pero no. Estanislao me pide que no le tire el humo. Entonces le pregunto si se lo guardo y para qu. Cuando el cenicero est resucitando voy al bao. Alguien que comi man se olvid de tirar la cadena. Achato el rollo de papel higinico y me lo encanuto. En casa queda poco. Vuelvo al saln. Por las escaleras aparecen dos viejos. Son ellos. Estanislao se reincorpora. Abrocha su cinturn que solt para hacer la digestin. Sale a su encuentro. Algo les dice. Me miran. Uno de los viejos se aproxima y se presenta como don Sandro. Presiono su mano que parece ms vieja que el resto de su cuerpo. Su voz ronca te saca las ganas de ofenderlo. Nos invita a otro saln que hay tras una puerta. Pasamos cerca del perro que muerde que muerde mi sombra. Es un sitio pequeo, ms oscuro, sin ventilacin, con plantas de plstico y cientos de moscas pegadas en el techo. Hay una mesa redonda, verde, .de juego, alumbrada por una lmpara. Nos sentamos alrededor. Don Sandro saca un poco de yerba y me la arroja contra el pecho a la vista de todos. Un gato narign llega y se le sube a la falda. Don Sandro lo acaricia y el gato se duerme con el motor prendido. Despus comienza a abarajar un mazo y

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  • reparte tres a cada uno. Me encuentro en medio de una partida de truco. El truco es un juego donde hay que saber cundo y en qu momento mentir, esto es, proponer juegos para que el otro equipo crea que tens buenas cartas y no acepte, o lo contrario. El truco es mostrar la espada y mentir tan bien que nadie necesite ver. Claro que estn los que juegan de tal modo que las tres cartas ms bajas vencen a las ms poderosas, pero la clase mediocre no sabe jugar as. Por eso nunca disfrut tal juego... ahora tengo mi yerba y me parece una descortesa negarme. Entre las moscas perdemos la primera partida treinta a diecinueve, y Estanislao paga la perdida. Hasta all nadie me haba dicho que jugbamos por dinero. En la revancha los destrozamos, treinta a cinco. Don Sandro se enoj varias veces con su compaero. Ahora apuestan el doble y don Sandro mezcla las cartas con un pucho en la boca Y el ojo entrecerrado para que no entre humo. Sus arrugas estn disconformes como si hubiera envejecido enojado. No le gusta perder. Mientras reparte, las moscas comienzan a alborotarse. Se nos suben a las manos, a la cara, nos zumban secretos al odo. Cuando don Sandro levanta sus cartas con las dos manos y las pone frente a sus ojos como si fueran un libro, una mosca se le sube a la nariz. Es lo peor que le puede pasar en el momento que mira caballos y sotas. Se calienta como bombilla de lata, saca un revolver y comienza a dispararles. Son tres tiros que dejan el ambiente lleno de plvora y a todas las moscas bailando sin heridas. Un coreano se asoma para ver qu pasa. Apenas mira y se retira con una reverencia. Me da mucha risa lo que acaba de suceder, convenientemente las disimulo. Estanislao inmutable sugiere seguir jugando. Tiene la carta ms alta y con ella se siente ms cerca del dinero. Me pregunto cmo va hacer para cobrarlo. Vamos parejos hasta la ltima mano, y hubiramos ganado si no confunda la sea del siete. El de espada es para la derecha, el de

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  • oro para la izquierda, yo no lo recuerdo y me equivoco. Tengo que poner el billete que recib al vender mi voto supuesto. Nada que hacer, el dinero es una prdida de tiempo, viene y se va. O la lluvia y abaraj la posibilidad del raje. Llueve llueve llueve, la nube no se mueve. La nube nos tira piedras. La nube riega mi cabeza mientras broncea su espalda. Sudestada! Viento del este lluvia como peste no quiere ro de la plata en el mar y los barrios bajos se inundan. Llego hasta casa y Mateo est con el agua hasta los tobillos y la guitarra en la mano. Subo para ver qu pasa en la ma: dosificando la tormenta. Ayudo a Mateo a sacar el agua hacia la calle. Es mucha, imparable, los caos tambin estn inundados. Sacamos secamos y en realidad terminamos porque el agua deja de entrar. El piso queda sucio. Lo que mancha es la humedad. Mateo seca su casa y yo subo a prepararme unos matecitos con Henna que teje con hilo mientras le cebo. Hablamos solo nuestra vida sin ocultarnos nada. Queremos conocernos tanto que no hay lugar para mentir. Nos preguntamos sobre virtudes y defectos, sueos y miedos, filosofa y caspa. Luego de unas horas me siento parte de sus ojos, vivo en un da lo que so toda la vida. Con la hoz de la pregunta quita lo marchito. Sus semillas se estrellan en el cielo. Como el ave que canta en la punta de la rama que est por desprenderse, vuela cada paso y para descansar se sienta sobre el agua. si alguna vez pudiera existir del mismo modo que me acaricia! si alguna vez pudiera mirarlo todo como cuando la veo! Me se enredaran las huellas digitales, barrera la arena de mis tempestades. Matear es conectarse. La yerba es afrodisaca. Nuestra conversacin es un preludio, un energizante. El mate est ntimamente ligado al sexo. Su preparacin, su espera y su temperatura se asemejan al coqueteo. El roce de los dedos al pasar de una mano a otra. El beso indirecto sobre la bombilla. La certeza de que algo va a suceder. Si no es afrodisaca qumicamente lo es a travs de los sentidos. Mientras mateamos y hablamos

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  • preparamos un terreno. Va a suceder otra cosa. est sucediendo! El ombligo flota en su abdomen. Una meloda resbala de su pelo. Su espalda es un abismo. As crea el infinito, o el lugar adonde habr de llegar de todos modos. De sus piernas brota un ro donde danzan los colores. Lo que nada y lo que vuela. La tierra que despierta a gratisficarse con el sol. El cario de sus races me mantiene verde. Su corazn fuera de borda. Su aliento atraviesa las cortinas. El viento sopla calentito. La cama camina. Hacemos el amor para que haya ms. Oigo por la nariz que mis ojos gustan de su tacto el mate de mi vida! la piel que abriga! Le doy mis dos manos y todos mis corazones y sus sueos y me suavizo en sus plumas. Una pestaa se desprende de sus prpados y la presionamos con los pulgares pidiendo tres deseos. Al separar nuestros dedos ella se lleva los deseos. Pide dos y que se cumplan los mos eso vale! Se la guarda en el pecho y despus nos dormimos o nos soamos.

    malandras: vagos che; expresin argentina, del mapuche che:gente bo: expresin uruguaya probablemente abreviatura de botija o de vos Salao: salado encanuto: guardo sudestada: viento que proviene de esa direccin y no permite que el ro conozca el mar me se: se me

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  • Arenas La noche es esplndida y decidimos ir a tomar mate al parque. Elegimos un subibaja. Subimos y bajamos lentamente. Con un encendedor Henna calienta el agua que est dentro de un tubo de vitaminas de aluminio. Ceba cuando est abajo, guarda el tubo en la axila para conservarle el calor, y me lanza el mate desde arriba. Cae con la velocidad con que regulamos la pendiente. Lo degusto en el piso, y subo para devolvrselo sin dejar de estar atentos a nuestro alrededor. De nosotros slo pueden ver una pareja jugando inocentemente. Pero la inocencia tambin es sospechosa y por eso se nos acerca un polica. Aparece de la oscuridad. Es alto como un farol. Yo estoy al ras del piso, con el mate. Lo escondo bajo la tabla, poco a poco lo entierro en la arena, y me quedo all. El tipo est bastante lejos para comprender qu hago. - layerba! cometel! -me dice Henna mientras vuelca el agua y los tubos. Saco la yerba del bolsillo, la mastico un poco y comienzo a tragar mientras el subibaja sube. Henna hace pie y salta. Hago lo mismo, y dejo la tabla tapando el mate enterrado a medias. Henna me pregunta si tiene la lengua verde. La miro y s. Nos abrazamos para irnos enfrentando al polica que viene directo a nosotros. Apenas tengo tiempo de limpiarme los labios y trago yerba como una vaca. Centrifugo los dientes, necesito saliva. El tipo nos corta el paso. Tiene la nariz ms fea que vi en una cara. Podra inflar globos con ella. Hace la venia. -buenas noches documentos? Henna, sin levantar el brazo debajo del cul sostiene el tubo de vitaminas, saca el suyo de atrs del pantaln. Yo no llevo los mos. Mientras lo mira pregunta - tienen algo que los comprometa?

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  • - una alianza -cmo? -nada -seguro? - no tenemos nada - a ver? -dice interesndose en mi boca- qu tens en los dientes? - ah! una ramita -me paso los dedos limpindome- la agarr del pasto cuando vena. - dejame sentir tu aliento -y acerca su repugnante nariz a mi boca. Al pedo. No siente nada. Devuelve el documento a Henna. -el tuyo? -pregunta sabiendo que no lo tengo ya que no hice ningn movimiento por encontrarlos. -no lo traje -dnde vivs? -en Pompeya -en qu calle? -a la vuelta de franja de oro -qu es eso? -un club que usa la remera de River con los colores de Boca -tens tatuajes? -no, pero tengo hongos -estuviste preso alguna vez? -no -cantame la justa -nunca, enserio -y por qu sals sin documentos? -porque los olvido -trabajs? -cuando puedo -dnde vivs? -en Pompeya -y qu ests haciendo por ac?

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  • -con mi novia -vos os la novia de l? le pregunta rpidamente a Henna sin perderme de vista -si -ests segura? -ey! qu le pasa? -contsteme bien seorita!... qu estaban haciendo ac?! -ya lo vio, hamacndonos -esos juegos son para los nios -est bien disclpeme -digo al tiempo que Henna dice- nosotros somos nios de noche -ya lo veo, a ver joven, levante los brazos. Lo hago. Me palpa sin encontrar mi alma de fuego. -ahora, levntese la camisa, dese vuelta. Me van a tener que decir que hacan por ac. Si me lo dicen ahora no les va a pasar nada - ya le dijimos -digo al tiempo que Henna dice- nos trata de estpidos? estbamos hamacndonos f qu vamos a estar haciendo?

    -seorita contrlese porque voy a golpear a su novio -un momento- digo al tiempo que ella dice- a quin le pods pegar vos? -se miran desafiantes hasta que intervengo- basta Henna! - y el polica agrega ignorndome- cmo se atreve a decir una cosa as? -vos que amenazs con pegar: nos hamacbamos y nos vamos -si, mndense a mudar, no los quiero ver ms por ac - bien, hasta luego -digo al tiempo que Henna dice- nos vamos porque nos bamos, no sos nadie para echarnos - flaco, callala porque me la llevo! - basta! i listo! -digo y la abrazo llevndomela a la fuerza Nos alejamos. Cuando volcamos nuestros pies a las veredas estoy terminantemente enojado con ella. Le increpo sus contestaciones

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  • con el mate ah tan cerca de nosotros. No me presta atencin. La rebelda es su parte ms leal. Le da bronca haber perdido el mate la bombilla y la yerba. Mucha bronca, ms de la que tengo yo. - vamos a buscarlo -propone - aguantame que llego hasta casa para tomar envin - y qu lo vamos a dejar ah? - se te ocurre una idea mejor? - damos la vuelta y lo agarramos - nena! vos ests loca! , Caminamos todas las cuadras hasta casa abrazados, sin hablarnos. Entramos. Tomo un trago de agua. Otro. Reviso la alacena como si esperara un milagro. Un poco de arroz, harina 000, sal, y papas del tamao de aceitunas. Voy a la habitacin. Ella est tirada en la cama de costado, con las manos entre las rodillas. Llora. La almohada se moja con su tristeza. Vuelvo a abrazarla. Me pregunta si no me quedaba yerba en la boca. Es una pregunta tonta. Le respondo que no. Se saca los aritos y los cuelga en la cortina. Llora un poco mstiene ms ganas que lgrimas. Se levanta. Va hasta el frasco donde guardamos la yerba. Est vaco. Ya lo saba y vuelve a acostarse. Se reincorpora sacudida por un pensamiento. Revisa los fondos de los bolsillos donde siempre tiene un poco de yerba que cae de los baguyos. Junta apenas un puadito que no alcanza ni para llenar un dedal. Lo guarda. Vuelve a acostarse. Se levanta nuevamente y barre la pieza. Entre el polvo y los pelos junta un poco ms. Tampoco alcanza. Presiona el interruptor y la luz retrocede hasta all. No soporto su desconsuelo y trato de reanimarla. - mi estmago est lleno de yerba, si bebo un litro' de agua y apuals con una bombilla pods tomarte unos mates. Mi sangre har dulces Apenas sonre, y contina con su amarga tristeza.

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  • - marroncita, pronto vamos a tener tanta yerba que vamos a preparar dos mates y jugar una carrera -le digo mientras acaricio su cara- i qu orejas chiquitas tens! hola? me escuchs? Me acuesto sobre su pelo extendido en la cama. Son hermosos, gruesos, millones de ellos como para sostener a toda la humanidad. Me quedo con esa imagen y veo una multitud en su cabellera trepando desde las puntas hacia el cuero cabelludo, alguno pelendose en los nudos, otros trenzndose para subir ms rpido. Ella piensa con ros rojos en sus ojos. Vuelve a insultar. Se levanta resuelta regresar a la plaza. Se lo impido. -me da bronca! mucha bronca! no voy a quedarme con ganas! -no podemos hacer nada -digo -no queremos hacer nada! "-es lo mismo -no es lo mismo! Henna se dispone a salir. Le pregunto a dnde. Me responde pregunto si soy tonto, que va a buscar el mate. -no vas nada! note dejo, pods ir a la crcel -me da lo mismo que tenga rejas o no - ahhhh! mi herona! No creo que te d lo mismo. No estaras escondindote todo el tiempo si fuera as. Te gusta hacerte la mrtir. Me da lo mismo que tenga rejas o no". And y que te atrapen a ver si te da lo mismo -gracias por el entusiasmo que me das, yo preferira volver y tomar con vos emperrada en tomar ahora. Podemos hacerlo en cualquier momento para qu arriesgarnos tanto? - todo el tiempo nos arriesgamos qu cambia ahora? - que el polica nos vio -te penss que voy pasar por adelante para decirle lo que busco? -siempre la misma astucia de siempre

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  • -est mal redactado Sonro. Ella carga contra m de inmediato. -si no vas vos, voy yo vas a ir? -lo ms probable que s Se calma. Pasan unos minutos. Al rato, yo dormito y me pega un codazo para espabilarme. -dale! -dale qu? -and a buscar el mate, me dijiste lo ms probable que s - lo ms probable que s... te diga no Para qu prolongar este dilogo ... termino yendo al parque como un gil. Llego. El parque est a oscuras. La noche duerme alrededor de la luna que parece atrapada en una telaraa de estrellas. El viento hace bailar las copas de los rboles como fuego negro. Me propongo descubrir al polica antes que l lo haga conmigo. Camino lentamente mirando hacia todos lados y si encontr el mate y ahora, engaado, me ve caminar por ah lo ms campante? Mi plan parece frgil como un panadero (flor seca del cardo que se desprende y flota en el viento y es tan lindo que no entiendo por qu la queremos atrapar). Vislumbro una sirena del otro lado de la barranca. Trepo por un sendero y observo desde el mirador. El patrullero est detenido y esperan al polica que se acerca. El parque es semicircular y con declive. Donde estoy tengo cientocincuenta metros hasta los juegos. El polica cien. Si se decide a andar por el medio me interceptar a mitad de camino. En cambio si elijo dar toda la vuelta, le perder el rastro y cualquier precaucin ser intil. El polica llega hasta el patrullero y se acoda en la ventanilla como una puta. Veo que se demora unos segundos y sin pensarlo me echo a correr en la oscuridad, en lnea recta al subibaja. Corro corro corro y tropiezo y voy a dar contra un matorral que me araa la cara. Me levanto un poco embarrado y prosigo. Corro

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  • corro corro. Llego hasta el subibaja, a-gi-ta-do, ahogndome con oxgeno, desentierro el mate como un perro. Lo guardo, Me dispongo a huir cuando veo, a lo lejos, la silueta del polica acercndose, La concha de su madre! Dudo un segundo en salir corriendo o volver a dejar el mate en su sitio. De las dos maneras estoy en problemas. Como acto reflejo me escondo bajo el tobogn, pegado a las tablas, con su misma inclinacin, aferrndome a la baranda con las manos tendnizadas. Mi corazn est escandalizado. El cuerpo me pesa. Las piernas me tiemblan. Mis brazos hacen ms fuerza de la que tienen. Algo de arena me entr en los zapatos. Por entre las rendijas del tobogn vigilo el paso del vigilante. Se acerca como un merodeador, fumando. No me ve, pero si rodea el arenero por detrs, me distinguir fcilmente. Si observa con atencin puede descubrir mi sombra invertebrada. Se detiene. Pita. Deja caer el cigarrillo y lo pisa cruelmente. Continua all, como si comenzara a torturarme por anticipado. No soporto mi posicin, los dedos comienzan a acalambrrseme. El polica avanza por delante del arenero, muy tranquilo, demasiado. De repente gira y viene en direccin a m. Me vio las manos", pienso, y estoy a punto de salir hacindome el desentendido. Me contengo miedo. El tipo frena en la entrada de los juegos. Saca llaves de un bolsillo y traba la puerta de rejas con un candado. Me encerr sin darse cuenta, Una cosa es buena: no me vio. Otra muy mala: para huir deber saltar el enrejado. Se queda ah unos minutos, Puedo sentir su respiracin quin sabe la idea que hace guardia en la mente de un guardin? Se rasca la espalda con las rejas. Se anuda los cordones de sus zapatos. Prosigue en direccin a la barranca, lejos de m. Estoy pronto a salir cuando desde la calle, llega una mujer con un perro. Le desata el cuello y el perro corre a olfatear todo lo que ve y el polica se acerca hasta la mujer, y hablan. Oigo en parte lo que dicen, pero lo nico que quiero es que se vayan. La mujer no para

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  • de hablar. El polica no para de escuchar. Yo sigo colgado. Mis dedos como ganchos. Las piernas siguen temblando como si tuviera fro. Contina la monotona oral. La mujer habla hasta por los caninos; cuenta que a la vecina un dogo le viol la perra basta de estupidez! vaciemos el mundo! El perro me descubre. Me huele o me ve, y comienza a ladrarme. Cierro los ojos como si con eso bastara para no estar ah. Me duele el ladrido. Ninguno de los dos interpreta al animal Bien, que sigan hablando! Otro perro callejero se acerca por el escndalo. La duea llama a su mascota sin dejar que se toquen. La gente es racista hasta con las mascotas. El perro me olvida por completo y corre hacia el otro lado. Ellos se echan a andar, por la barranca, en subida. Cuando los pierdo de vista, salgo en la direccin contraria, trepo las rejas y salto. Se me rompe el pantaln, me corto la mano. Dos cuadras antes de llegar junto a Henna me peleo con ella en voz alta es la ltima vez que hago algo as, quers mate? ac lo tens! tomalo hasta ahogarte, ests contenta ahora?. Y contino quejndome solo hasta llegar a la puerta. Entro y est durmiendo. Me siento en el colchn. La despierto. Le doy el mate desenterrado y me abraza. Quedo quieto, con las manos a un lado del cuerpo. No hablo pero hiervo por dentro. Ella se destapa y va a calentar agua. Yo lamo mi herida me gustara tener el perro que ladraba para que lo mejor. La oigo cantar. Su felicidad sube como la temperatura del agua. Hablamos sobre Marte, de cundo estuvo cerca de la tierra. En aquella oportunidad lo mir un rato por la ventana hasta que me aburr, slo not una lmpara de 25w que haba pasado a ser una de cien. El mate se enfra y ella dice que le arregle la cara o no quiere ms y lo colgamos. Me ro por una historia que conozco: Hubo un gaucho guapo que era rpido con el facn e inteligente con la mirada. Su caballo era dcil y ligero. Nadie saba dnde viva, pero todas las noches, antes que amaneciera, se apeaba al

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  • fogn del rancho donde los arrieros tomaban unos mates antes de salir a trabajar. El hombre se acercaba en silencio y tomaba mate cuando el agua se enfriaba hasta quedar tibiecita. Por esta razn los arrieros se rean de l, dudaban de las peleas que el forastero confesaba haber ganado. Como era apacible, de pocas palabras, las risas frescas de los 'criollos lo ponan de buen humor. Una noche el capataz presencio las burlas y trat de participar con un chascarrillo. Hubo un violento silencio y, lleno de ira el gaucho se levant y luch con l hasta deshacerlo de su faca, y cuando lo tuvo en el piso, listo para cargrselo, le repiti tranquilamente: la chacota la hacen los peones, no los patrones. Guard su cuchillo, subi a su caballo y se fue. A partir de aquel da, lo vean venir y sacaban la tapa de la caldera, la caldera de las brasas, y dejaban enfriar el agua para convidarle.

    Al pedo: en vano, cantame la justa: decime la verdad, baguyos: envoltorios caseros de yerba, chascadillo: broma, faca, facn: cuchillos grandes.

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  • Caries A la madrugada Henna tiene la cara hinchada y le duele una muela. Tanto que me despierto y la acompao a sacrsela. Entramos al hospital. Ella viene detrs mo. De un slo vistazo puede verse que algo le duele. Tiene los gestos rotos, los pelos electrizados. Me sigue como una sombra. Me agarra de las ropas. Cuanto ms se aferra a m, ms le duele. Ingresamos a una sala llena de gente. Muchos nios y campamentos de frazadas con familias enteras. Me acerco a la ventanilla. Detrs de los cristales hay un viejo sentado que duerme contra la pared. Lo miro unos segundos. Por momentos se desliza con su espalda hecha un muro como si fueraa caer, pero vuelve a su sitio sin despertarse. Sostenido por un slo botn lleva un delantal, casi deshecho, hasta puede decirse que es el mismo con el que termin la escuela. Golpeo el vidrio no despierta. Desde una puerta trasera aparece una vieja con un parche en el ojo. Me entrega un nmero. El 63. Le pido un calmante. -no hay nada - dice y hace una sea a alguien detrs mo- no tenemos - vuelve a decir - se est muriendo de dolor - tuvo que haber venido antes - de todos modos el dolor le lleg en este momento - tiene que -esperar - dice mientras se va Ningn lugar donde sentarse a esperar. Nos apoyamos en la pared Un tipo se para frente a nosotros, mira a Henna y me dice -tengo algo contra el dolor -abre la mano y muestra pastillas de distintos colores.

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  • -cul es la ms fuerte? -sta -dice tomndola cn los dedos y cerrando la mano donde quedan las dems. -dame!-le digo Retira la mano diciendo - diez pesos y es tuya - cinco! es todo lo que tengo -se los muestro -algo ms - no tengo ms Pago. Me la da. Henna la traga inmediatamente. Me pide agua. Voy hasta la ventanilla. El viejo sigue manteniendo el equilibrio mientras duerme. Lo despierto - necesito un vaso de agua -agua? no hay-cmo que no hay? Esto es un hospital y usted tiene -que darme agua. No es para m -ver lo que puedo hacer. Vuelve al instante con las manos vacas y detrs la mujer del parche en el ojo. -agua no hay- asegura la mujer. -esccheme, ella acaba de tragar una pastilla y necesita agua entiende?- le explico, tranquilo, pero a grandes velocidades. Me traen un vaso. Lo agarro. Est grasoso. Me da profundo asco -le pregunto y me responde que no- Respira siempre, ya vas a mejorarte, aunque es imposible que una mujer como vos pueda mejorarse. Henna combate contra demonios que montan murcilagos y escupen perros de tres cabezas. Su muela est llena de cuchillos. Llora. Se retuerce. La batalla no va muy bien. Diez, quince, veinte minutos, medida absurda para un cuerpo donde el dolor est abusando. Me abraza y el dolor la abraza a ella. Duele su sufrimiento. Preferira tenerlo yo. Nada que hacer. Lo lamento lo mismo.

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  • Me levanto hacia la ventanilla. El tipo duerme. Llamo a la doctora. El tipo sacude un momento su cara y al comprender que no lo necesito contina durmiendo. La vieja aparece por una puerta lateral. Lleva una planilla en su mano. -sesenta y tres canta, y me siento un idiota. Ninguno de los que est all aguarda un turno, qu es lo que habamos esperado? Henna pasa al consultorio. Quiero acompaarla pero la vieja no me lo permite. Me quedo afuera observando un cartel informativo sobre higiene. Recomienda lavarse las manos, cepillarse, secarse bien. Termino de leer, me doy vuelta y veo exactamente lo contrario. Salgo. El cielo indeciso del amanecer. Dos pibes tirndole con hondas a las palomas. Autos desmantelados. Otros que pasan rpido, y casi vacos. Dos rboles comparten el mismo collar de ropa tendida. Olor a flores y a basura nuclear. Durante media hora la espero chupando un caramelo. Luego entro. El ambiente est oscuro. Varios camilleros dormitan. No hay seales de Henna. Me asomo a la ventanilla. Nadie tampoco. Golpeo la puerta. Nada. Paso al silencio. Todo blanco, sucio y vaco. Parece un xodo. Sigo adelante llamando en voz alta a los mdicos. Como a los veinte metros de pasillo me sale al encuentro una enfermera, gorda, despeinada, con cara de loca. Se abalanza sobre m para empujarme hacia afuera. Le digo que busco a mi mujer. Me dice que no es lugar para buscar mujer. -entr con dolor de muela -Ah! -exclama y deja de empujarme- Est en el pabelln verde. Me indica cmo ir. Atravieso una gran puerta de vidrio sostenido por cintas adhesivas transparentes. Afuera hay gatos raquticos. Camino bajo la claridad de la noche que se va. Entro al pabelln. Tampoco hay nadie. Reviso los consultorios y encuentro a Henna dormida con anestesia, con el pelo corto, cortajeado. Me asusta mucho verla as. La sacudo y la reviso para ver si tiene alguna cicatriz o alguna marca violenta. Su boca babea. Le separo los

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  • labios, miro, y es como asomarse a un volcn lleno de lava. Las encas manan. S, le sacaron la muela. Babeando balbucea inteligibles frases. Trato de cargarla conmigo de varias formas s como dominar su peso. Despus de dos, tres tomas lo consigo sangre de su boca cae sobre mi remera. Est caliente. Avanzo por semi oscuridad del pasillo. La vieja aparece nuevamente, por detrs de m, lleva guantes de plstico. -esa chica no puede irse as- dice Giro con Henna. Le pregunto que 'pas con su pelo y me responde que se lo cort mientras estaba anestesiada. -y dnde estn? - qu pregunta es esa? En la basura. dnde van a estar? - mustremelos Se pone incmoda aunque lo disimula rpidamente. -estn fuera, en el contenedor- dice y comienza a caminar - i ya sacaron la basura?! - todo el tiempo sacamos la basura El contenedor lo vi al ingresar. Es un lugar apestoso repleto basura con msica de moscas. Imposible encontrar una bolsa. Se lo digo. Asegura que lo haremos. Caminamos diez metros en silencio y con voz enrgica me advierte; usando por primera vez su papel de mdico - no puede fumar ni tomar mate Creo que me est provocando y le contesto: -no entiendo a qu viene esa recomendacin - viene a que entre medio de la anestesia pidi mate - y dgame, porqu la anestesiaron completa? - le dola, ella lo pidi - no tienen aspirinas y usan anestesia total para sacar una muela! -le repito' que fue ella misma quien se lo cort. Ahora lo ver. Llegamos al contenedor. Hara dos o tres meses que no sacaban la basura de all. Es como acercarse a un dinosaurio en

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  • descomposicin. Henna pesa. La doctora se acerca a la basura tapndose la nariz. Me mira como a un testigo de su impotencia. Antes que le reproche algo sugiere llamar al encargado de mantenimiento. Vuelve al pabelln y apoyo a Henna en el piso, lejos de la mugre. Al rato vuelven los dos. El encargado de mantenimiento tiene una zapatilla distinta a la otra, ambas viejas. Habla confusamente, como si desconociera el significado de las palabras que utiliza. Cuando la doctora le pregunta por la basura, sin fuerza seala unas bolsas. Cuando le ordena ir por ellas anda una rato revolviendo, hasta que confiesa no recordar el sitio. La doctora lo reta excesivamente y con toda cordialidad me pide disculpas. Henna comienza a despertar. Voy a auxiliarla. Tiene el pelo corto. La cara hinchada Parece otra. La doctora saluda y se va. El tipo mira hacia la basura como si estuviera interesado. -ea! no finja ms! usted no tir ninguna bolsa -psi ahicito la tir- dice Henna sobre mis hombros, y tomndola de la cintura firmemente de la cintura camino con ella. Arrastra los pies o los levanta demasiado. No tiene control de s, pero vamos. A mitad de camino descubre que le falta pelo y protesta como si murmurara desde una pesadilla. Por momentos tiene fro, despus calor, est cicloclimtica. Llegamos a casa y la acuesto. Estoy leyendo cuando despierta, y lo primero que hace es comprobar que no tiene pelo. Escupe los algodones que rellenan su boca y va a mirarse al espejo. Pega un grito. Trata de estirar los mechones como si fueran de goma. Con el pelo corto parece tener ms edad. El tiempo de su imagen haba avanzado, qu son las agujas del reloj si no una tijera que recorta la juventud! No se decide entre llorar o discutir. Me recrimina haberla dejado sola. Henna quiere tomar mate, pero no la dej. Succionar no permitir cicatrizar la herida. No le importa. Le vuelvo a decir que no. Agarra la bolsa con yerba hmeda y sin decir palabra. Quiero arrebatrsela por sorpresa y no puedo. La bolsa se rompe y se

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  • derrama sobre el piso. Ella recarga sobre m la culpa de este hecho y de que comienza a dolerle la extraccin. Enseguida vuelve a dormirse. Al da siguiente vamos en busca de los bolsones de comida que entregan gratuitamente. Trato de ir solo, y ella me acompaa de todos modos. Llegamos al abastecimiento que es un gran edificio grisceo. Alrededor hay decenas de hombres de mirada perdida, buscando cosas en el piso, detrs de los rboles, desanudando bolsas, abriendo bollitos de papel, revisando los umbrales, los lugares ocultos donde nadie puede verte, donde pods ver a todos los que no te miran. Tambin hay rateros, oportunistas 'y familias esperando recoger los desperdicios. Cada vez que sale un camin de basura la gente se abalanza metindose para apropiarse las bolsas antes que los dems. Sobre la calle hay cientos de personas canjeando objetos desde los ms insignificantes hasta los ms ridculos. El intenso galpn est cubierto por una multitud sumida en un intenso gritero y descontrol. Todos se amontonan desesperados sobre los que reparten las provisiones y no hay razonamiento posible para esperar un turno, o empujs o nada te toca. Y an empujando, muchas veces salimos con las manos vacas, y lo peor es que gastamos enormes energas para mantenernos juntos y alcanzar la comida, pero en la mayora (y siempre nos la rebuscamos para que sea as) obtenemos unos buenos trozos de costillar, harinas, pastas y conservas. Entonces slo tenemos que apurarnos para disfrutar una comida saludable. La pequea Henna, pequea porque su cuerpo parece frgil para soportar lo que soporta, empuja obstinada en conseguir algo bueno. Yo s que su empeo es para no permanecer mucho tiempo en ese lugar frentico y que su valenta es la forma con que expresa el miedo que la invade cada vez que la pisotean en las potentes avalanchas. Ella agacha la cabeza, no se desprende de m, y le da para adelante. No es un lugar para admirarla, pero eso

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  • me causa admiracin de todas maneras. Si conseguimos algo, debemos ocultarlo debajo de la ropa. Nos miramos contentos y golpeados con el mrito que debemos lograr semana a semana y con el cual nos abrazamos con palpable indicio de cansancio. Es un abrazo en el que nos tanteamos endurecidos, por cada txico que aparece, por cada enfermedad que tenemos que evitar, por cada nueva ley que nos persigue. En el fondo, esas son plagas que flotan en el ambiente como muchas otras. La realidad atesta la ciudad de mendigos y de ignorancia. El hambre se expande y nos aprieta, como nuestro abrazo, y cuanto ms duros estn los msculos por soportar, ms dbiles nos sentimos dentro de una piel rodeada de dureza cotidiana. Hace mucho que no pagamos y luego de varias amenazas nos cortan la luz. Ya no vemos nuestra tolerancia. Omos la guitarra de Mateo que suena a oscuras. Pasamos una semana as, y despus nos cortan el agua basta por favor! Los vecinos nos ayudan, pero no queremos molestarlos constantemente. Me siento un estpido cada vez que pago el alquiler. Me siento un cobarde cada vez que no tengo para comer. Los precios escalan: todo aumenta, yo adelgazo. Estoy tan flaco que podra ahorcarme con una telaraa. Si me dejs un rato al sol pods hacerte un churrasco sobre mis costillas. Si te das vuelta y luego no estoy, es porque me vol. Vivo sucio, porque huelo mal y lo s; si sos conmigo te contagiar un par de pioj os. Toda la ropa que llevo era de mi abuelo, si algn da se le ocurre resucitar no s qu' voy a vestir. A veces ceno polenta con pajaritos que se quedan volando en mi estmago. Otras veces se me ocurre conseguir un empleo y deshecho esta idea al recordar mi mal humor durante toda la semana porque trabajo, y mi mal humor del domingo porque el descanso se acaba. Lamentablemente llevo mis tripas a todas partes. Hambre es no tener la certeza de cundo vas a comer. Una vez que caste bajo la lnea de indigencia tens dos opciones: o termins arrodillado o levants tu cabeza y ands

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  • con los pies en el aire. Tantas veces me propuse salir no hay dnde! Estoy rodeado por mi piel. Necesito Io imprescindible, y no lo consigo. Apenas hay migajas para m, y tampoco me las hubieran dejado si agarrarlas no quedara feo. Estoy puteado, en un idioma que no entiendo. Llego al futuro sin inercia. No puedo ni escupir hacia adelante. La ciudad me tiene aprisionado slo la soporto porque pint el techo de transparente y veo el cielo y unos gorriones que pasan a comer los frutos del mantel. As pasamos nuestras noches placenteras, renunciando a los placeres. Hacemos del sexo una larga venganza. Para ser feliz; el pobre tiene que convencerse. Esto es lo que trato de hacer mientras pedaleo de aqu all, sin fuerzas. Voy en bicicleta por una calle llena de vidrios. Giro en un mundo cuadriculado. En las subidas me arengo. En las bajadas me regocijo. Con lo poco que me queda de aliento pienso mil veces en la muerte, y, como si me persiguiera, pedaleo ms rpido para huirle. Slo un trueno puede traernos esperanza. Siempre fui escptico. Lo lamento. No envidiamos a nadie ni eso podemos! nicamente queremos que la inundacin del destino se seque para que podamos' hacer las huellas. Un da igual a otro, ambos peores, nos consuela saber que no recibiremos un premio por tantas desventuras. Alimentarnos es una especie de herosmo, entre mi vida y la de un animal que pasa los das buscando comida slo hay una diferencia: yo pienso con mi estmago. Robara, con gusto, pero hacerlo significara parecerme al hombre legal. Entonces me vuelvo peligroso. Quin es consciente de eso se mete al mundo en el bolsillo. Lstima que el mundo se vaya por el agujero del fondo. Churrasco: carne Puteando: insultado, con mala suerte Pibe: muchacho, o nio, segn la ocasin.

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  • Crucificcin Una maana consigo trabajo de un da. Un obispo me para en la calle y me lo ofrece. Es de la iglesia del cementerio donde se haban robado el Cristo de yeso y celebraban una misa especial. Necesitan un tipo flaco de barba y con el pelo largo para que se cuelgue en el crucifijo. Un cristo real. Son cuatro horas y pagan diez pesos pods? Pregunta el obispo. Le respondo que s. - no es lo primero que me dice Henna apenas llego a casa y le cuento. - no? repetmelo a ver? (siempre tengo la sospecha de que digo "haber") - no quiero que hagas de payaso para esa gente -es un trabajo, ah, quieto, puedo dormir. En realidad sera conveniente que durmiera porque acto de muerto - actus de crucificado, y los crucificados eran revolucionarios, o te creste el cuento de cristo rey? - el cuento de... todo lo que quieras, vivimos al da, al da de ayer! No tenemos luz ni agua ni un puto centavo en la memoria, estamos enterrados en la va lctea, tengo la posibilidad de ganar algo y voy a decirle que no por respeto a Cristo - no me burls, cuando tens plata lo nico que hacs es pagar, cuntas veces estuviste peor y saliste? As que si es por eso... - esta es una manera de empezar a salir - colgndote de una cruz? te pondras en una camilla, haciendo del Ch, con el cuerpo lleno de disparos como los carteles de la ruta? -no tiene nada que ver una cosa con la otra - lo haras?.. Silencio.

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  • - lo haras? ... Silencio. - no me respondiste - qu s yo - y qu pensara el Ch si por dinero te prests en el festejo del da del ejrcito boliviano, o en realidad, al festejo del cuatro de julio? - para el ejrcito nunca! - y para la iglesia s? -de qu me ests tratando? Esto es un trabajo, y de Cristo, no s por qu mets al Ch, al ejrcito, a... consigo algo y me trats como unnn... -cmo un qu? - como si estuviera de acuerdo con los que pagan. Ni siquiera estoy de acuerdo con el dinero - bueno, no te pongas as - vos me hacs poner as! .... -silencio suspensivo- ... yo s toda la mierda que trae eso es hoy! ahora! me cuelgo y trato de no mirarlos para que vean. Estoy cansado de estrangular el dentfrico, de ordear el sachet de leche, de preguntarte si quers no comer - no estoy de acuerdo con este trabajo, no estoy de acuerdo - yo tampoco estoy de acuerdo! ... y la mayora de los trabajadores no estn de acuerdo con sus trabajos - eso tiene que cambiar - bien y mientras lo cambiamos tenemos que ganar algo - eso no es ganar - ah no? y qu es? - te doy una limosna si trabajs para m... sin tener en cuenta que lo que hacs es lo que ser. Silencio. - quiero regalarte algo alguna vez

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  • - no necesito que me regales nada - me vas a impedir que quiera comprarte alguna cosa! - sin gritar por favor, no te enojs con todo el mundo que insiste para y te enojs conmigo que te digo que no compres Silencio - es trabajo, una vez, esta vez, te prometo que es la ltima - hacelo -me dice sin mirarme - no quiero que te quedes as... pensando - pienso que lo vas a aprender mientras lo hagas y te equivoques, and, tra la plata y despus hacemos algo de comer - vos despus vas a decir que yo ... no s ... que hago cualquier cosa que no me importa nada - ya te dije que vayas, no voy a pensar nada A las cinco salgo hacia la iglesia. Hay otro postulante para ocupar la cruz. Nos dejan a los dos esperando en una pequea habitacin. El otro postulante me cuenta que es ladrn. O al menos de eso lo acusa la culpa. Llega el obispo y una decena de sacerdotes. Nos mandan desnudarnos y mientras me saco mis agujeros rodeados de pantaln hacen un sorteo para ver quin guardar nuestras ropas. Estamos frente a ellos y nos observan atentamente. Uno que tiene los ojos fros como lagunas me llama vagabundo. Yo nada digo. El cura se aproxima a m y con su aliento en la cara me pregunta: - no responds nada? Sigo callado. Al instante vuelve a decir lo mismo y el cura insiste. - qu dicen estos en tu contra? sos vagabundo? - usted lo dice -respondo El cura no quiere ahondar ms sobre el tema y pregunta a los sacerdotes a quien de los dos van a dejar libre. Los sacerdotes dicen que al ladrn, que a m me van a colgar de la cruz. El cura vuelve a preguntar, pero la respuesta es la misma. Me eligen. En realidad -lo not despus- haban elegido al otro para no darle el

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  • trabajo. Entonces el cura se acerca y me pega una cachetada en la cara y como mi barba est grasosa, va hasta la fuente de agua bendita y comienza a lavarse las manos como una mosca. Me visten con un manto prpura. Me ponen una corona de espinas y me llevan a lo alto de la iglesia. Mient