Yayo Herrero-Eduardo Gudynas en No Dejes El Futuro en Sus Manos-2012

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    Cooperacin solidaria ante la crisis

    del capitalismo global

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    NO DEJES EL FUTURO EN SUS MANOS

    del capitalismo g

    Cooperacin solidaria ante la crisis

    lobal

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    Entrepueblos es una asociacin independiente que promueve cambios sociales paraque las personas de cualquier lugar del mundo, tanto mujeres como hombres,puedan ejercer sus derechos humanos, polticos, econmicos, sociales, culturales ymedioambientales.

    Cooperamos con organizaciones sociales de Cuba, Ecuador, El Salvador,Guatemala, Nicaragua, Per, Marruecos y con el MST de Brasil. Son estasorganizaciones de los pueblos empobrecidos las que mejor conocen los caminos ylas respuestas a sus situaciones concretas; con ellas construimos relaciones deapoyo mutuo, cercana e igualdad.

    En nuestro pas establecemos alianzas y colaboraciones con organizaciones con lasque compartimos perspectivas y acciones. Queremos potenciar y formar parte delos movimientos sociales que asumen y difunden los valores de la solidaridadinternacional, la justicia social, la equidad de gnero y la sostenibilidad de una vidahumana digna en nuestro planeta.

    La crisis social, econmica, energtica, ecolgica y tica en nuestro mundodemanda ms que nunca nuestra implicacin crtica y activa. Nos dicen que elnico mundo posible es ste en que todo se pone al servicio de que una minora sigaacumulando cada vez ms riquezas y consumo. Ms bien pensamos lo contrario:este mundo es el que nos est llevando a una situacin cada vez ms crtica.

    Pero al mismo tiempo, en todos los continentes miles de personas y colectivos estnconstruyendo alternativas de futuro para la humanidad. Cada persona puedeatreverse a pensar otro mundo y actuar con compromiso solidario y colectivo.Entrepueblos quiere formar parte de este proceso, pero, para ello necesitamos tuparticipacin para colaborar en nuestras campaas y actividades. La participacinque te proponemos es abierta y directa a travs de las Organizaciones Territorialeslocales.

    El activismo voluntario es una parte fundamental de Entrepueblos y es uno de losvalores que nos dan fuerza, coherencia e independencia.

    Para ms informacin puedes visitar nuestra web general:http://www.entrepueblos.org

    Y la web temtica sobre Defensa de territorios:http://defensaterritorios.org/

    Para contactar con Entrepueblos:Sede: Pza. Ramn Berenguer 1, 3, 1 - 08002 Barcelona, Tf.: 932683366

    Email: [email protected]

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    Yayo Herrero, Victor M. Toledo, Margarita Mediavilla, Amaia Orozco,Pedro Prieto, Norman Church, Eduardo Gudynas, lex Guillamn.

    NO DEJES EL FUTURO EN SUS MANOS

    Cooperacin solidaria ante la crisis

    del capitalismo global

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    Edita: Entrepueblos/Entrepobles/Entrepobos/Herriarte

    Autora: Norman Church, lex Guillamn, Eduardo Gudynas, Yayo Herrero,Margarita Mediavilla, Amaia Orozco, Pedro Prieto, Vctor M. Toledo

    Diseo e Imagen de la cubierta: Carmen Caballero Prado

    Maquetacin: Teodoro Fuentes Delgado y Carmen Caballero Prado

    Fotografas: Carmen Caballero, ilustraciones diversos autores

    Primera edicin: julio 2012

    Depsito legal: B-211820-2012Impresin: Grficas Germinal, S.C.L. C/ Magnesio, 7-9. 47012 Valladolid

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    NDICE

    Introduccin. El futuro en nuestras manos: solidaridad einternacionalismo ante la crisis globallex Guillamn 7

    I.El movimiento ecologista ante La Crisis Global

    Yayo Herrero 27II.Otro mundo es realmente posible? Reflexiones ante la crisisVictor M. Toledo 45

    III.Dejar de crecer para empezar a evolucionarMargarita Mediavilla 57

    IV.De vidas vivibles y produccin imposible

    Amaia Orozco 73

    V.Un mensaje a los indignados occidentalesPedro Prieto 101

    VI.Energa, transporte y el sistema alimentario: cuando laagricultura basada en hidrocarburos es insostenibleNorman Church 117

    VII.Desarrollo, postextractivismo y buen vivirEduardo Gudynas 139

    Bibliografa 146

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    Introduccin.El futuro en nuestras manos: solidaridad e

    internacionalismo ante la crisis global

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    Introduccin.El futuro en nuestras manos: solidaridad e

    internacionalismo ante la crisis global

    lex Guillamn, abril 2012Coordinador Tcnico de Entrepueblos/Entrepobles/Entrepobos/Herriarte

    La Guerra Silenciosa y los lmites del crecimiento

    En el ao 1970 se publicaba en Per la novelaRedoble por Rancas, deManuel Scorza uno de los referentes del llamado realismo mgicolatinoamericano.Redoble por Rancas, narraba con tierna crudeza laresistencia de una pequea aldea andina frente a la empresa mineraestadounidense Cerro de Pasco Corporation. Fue la primera entregade una serie de cinco ttulos a los que el autor agrup bajo el ttulocomn deLa Guerra Silenciosa1.

    Manuel Scorza, militante de izquierdas e indigenista, haba vivido decerca las luchas de las comunidades de la sierra central peruana, afinales de los 50 y principios de los 60, por recuperar y defender sustierras frente a la inagotable avidez de los terratenientes y de la citadaCerro de Pasco, heredera de la explotacin minera colonial y

    predecesora de la actual.Por qu guerra? Porque, aunque nadie la declar, se trataba de unconflicto a vida o muerte entre dos sistemas de vida que no podancoexistir en el mismo territorio. Y porque, como haba pasadosiempre, se termin dirimiendo por la razn de la fuerza, con todo undespliegue de violencia y muerte, y con el desplazamiento de lascomunidades andinas.

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    Por qu silenciosa? Porque todo ello ocurra sin otros testigos quelas remotas cumbres, pramos y valles andinos, sin que ni en losmedios de comunicacin, ni en los crculos de la poltica y la sociedadcapitalina se registraran apenas los acontecimientos. Fueprecisamente la impotencia frente a ese muro de silencio quien dicta Manuel Scorza esas historias donde la realidad era tan grave, que elrealismo no bastaba para contarla.

    Per: oro, cobre, zinc

    Si observamos el mapa de concesiones mineras del Per, podremos

    constatar cmo las concesiones otorgadas ocupan gran parte delterritorio peruano (concretamente el 15,56%), alcanzando tanto a lacosta, como a la Sierra y la Amazona, y afectando el 64,98% delterritorio de las comunidades nativas. De las 2.258.000 Ha.concesionadas en el ao 1991, se ha pasado a las casi 20.000.000 Ha.en 2010.

    CONACAMI y Entrepueblos, publicado en el n 41, de la revistaEcologa Poltica (2011) (Fuente: Mapa de las concesiones mineras

    del Per, junio 2010, Cooperacin).

    En 1972, el mismo ao que se public el segundo ttulo de la GuerraSilenciosa, vea tambin la luz algo aparentemente sin ningunarelacin: el controvertido informe Los lmites del crecimientopresentado por el llamado Club de Roma. Un grupo cientficointerdisciplinario de 17 personas dirigido por la biofsica DonellaMeadows del Instituto Tecnolgico de Massachusetts analiz, a travs

    de un modelo complejo de simulacin informtica llamado World3,diferentes escenarios de poblacin, crecimiento de la economa ydisponibilidad de capital, explotacin de los recursos naturales norenovables, contaminacin...

    Ese anlisis alertaba que los recursos naturales eran limitados, y porlo tanto la apuesta a un crecimiento econmico continuado llevara aun colapso, sea por acumulacin de la contaminacin o por extincinde recursos. La produccin industrial per capita terminara cayendoas como la disponibilidad de alimentos y recursos, de donde la

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    poblacin mundial disminuira por un aumento de la tasa demortalidad2.

    Como nos cuenta Margarita Mediavilla en su artculo escrito paraesta publicacin, a pesar de que solamente un ao despus la crisis delpetrleo vino a confirmar las advertencias del informe, casi nadieacab prestando la atencin que se mereca a aquel colectivo cientficode aguafiestas.

    Desde los poderes econmicos y polticos las preocupaciones ibanms bien en direccin contraria. Ese mismo ao en la reunin delfamoso Grupo Bilderberg, David Rockefeller propona la creacin de

    la Comisin Internacional para la Paz y la Prosperidad, que pas ala historia como Comisin Trilateral, que se reunira por primeravez en 1973 en Japn. Este parlamento constituido por designacindivina (es decir, por el dios dlar), fue el principal impulsor delgolpe de timn que puso fin a la poca del capitalismo blando okeynesiano, surgido tras la II Guerra Mundial por la necesidad de unpacto social para la reconstruccin econmica y la competencia frenteal socialismo real. Haba que poner fin a la ola de movilizacionesestudiantiles, populares, al poder de los sindicatos, en los pases

    industrializados, y a las descolonizaciones y a las reivindicaciones delos llamados Pases no Alineados. Haba que recomponer ladisciplina social, econmica nacional e internacional. Haba que dar elsprint final de la Guerra Fra. Es decir, haba que desempolvar loms puro de la doctrina liberal, lo que se vino a llamar elneoliberalismo.

    En este contexto, se entiende que las conclusiones del Informe sobrelos lmites del crecimiento eran totalmente inoportunas, cuando lo

    que se pretenda precisamente era una huda hacia adelante.

    Pero el Informe del Club de Roma tampoco hizo mayor fortuna entrelas filas de la izquierda y la mayor parte de las corrientes depensamiento alternativo de la poca. En primer lugar haba sidoauspiciado por una institucin estadounidense, lo que le hacasospechoso de entrada. Pero, sobre todo, porque las principalesdoctrinas anticapitalistas, ancladas en la letra de lo que susfundadores haban escrito en el siglo XIX, tenan como horizonteutpico sociedades de la abundancia. El fin del capitalismo y la

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    instauracin de una nueva organizacin social de economaplanificada y sin clases sociales permitiran desplegar al mximo lasfuerzas productivas y el consiguiente progreso econmico y socialsin lmites de la humanidad3.

    Es de justicia resaltar aqu algunas excepciones a contracorrientecomo la que podramos denominar eco-libertaria. La editorialRuedo Ibrico fue el espacio desde donde gente como Joan Martnez

    Alier o Jos Manuel Naredo introdujeron, desarrollaron y divulgaronen nuestro pas la economa ecolgica y la ecologa poltica, Ambasestaban basadas en las ideas del rumano Georgescu-Roetgen, queformul una slida crtica de la economa clsica, por su

    metafsica en el sentido ms literal de la palabra, es decir, por suobstinada (e interesada) ignorancia de la base y los lmites fsicos dela economa humana.

    Y desde el marxismo crtico, Manuel Sacristn, fue en aquella poca elgran precursor de la conjuncin entre socialismo y ecologismo, y deotras tantas ideas fecundas para la izquierda emancipadora, cuyoreferente fue la revista Mientras Tanto. Aunque no coincidiera conalgunos de sus postulados, Sacristn prolog y divulg las tesis del

    heterodoxo filsofo de la Repblica Democrtica Alemana WolfgangHarich, recogidas en el libro Comunismo sin crecimiento? Babeuf yel Club de Roma (1975), que, a contra corriente del pensamientooficial en los pases del Este, defendi las tesis de los lmites delcrecimiento, aunque su propuesta se basaba en un comunismo con unEstado fuerte, por considerar que solamente mediante la coercin lasociedad aceptara restricciones al consumo de bienes.

    Ambas corrientes tendieron a converger en las dcadas posteriores,

    siendo la base del ecologismo social (desde el mbito ms terico alms activista) que ha llegado a nuestros das4.

    Paraguay: soja transgnica

    El ao prximo (2010), sern cuatro millones las hectreas plantadascon soja en Paraguay, lo que supera ampliamente el 50 por ciento deltotal de rea de cultivo de ese pas. Las cifras asustan. Unos 70 milcampesinos por ao abandonan sus tierras por el avance de la soja. El

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    80 por ciento de la produccin es transgnica. Son millones los litrosde glifosato que envenenan la tierra y arrasan con las comunidades.

    Entrevista a Pablo Palenzuela, Sobrevivencia Amigos de la TierraParaguay, Radio Mundo real, Octubre 2009

    El 92% de la soja que importa Espaa se destina a la alimentacinanimal. La soja es el principal componente proteico de los piensos conlos que alimentamos a los animales de produccin intensiva. Todasnuestras necesidades de soja se satisfacen gracias a la importacin.

    Veterinarios Sin Fronteras, Cuando la ganadera espaola se come

    el mundo. Tribunal de la soja. Barcelona 2006.

    Subrayar hoy estas aportaciones no es nica ni principalmente unejercicio de memoria histrica, sino una referencia imprescindiblepara el pensamiento y la accin transformadoras ante los problemasque nos toca abordar en el actual contexto, desde lo ms local a lo msglobal.

    Ecologistas en Accin es la principal expresin organizativa social deeste movimiento, por esto nos pareca imprescindible recoger en estapublicacin su anlisis frente a la Crisis Global, representado en elartculo de Yayo Herrero.

    Una vez salvadas esas excepciones, la conclusin principal es que elInforme del Club de Roma, que haba surgido desde institucionescientficas del propio sistema con la pretensin de generar un debateentre las lites gobernantes sobre el futuro del capitalismo y de la

    humanidad, acab siendo algo tan marginalizado, que prcticamenteslo encontr cobijo entre las filas del emergente movimientoecologista.

    No vamos a contar aqu lo que sigui. De lo que se trata es de subrayarque, visto con la perspectiva de 2012, los 40 aos que siguieron fueroncuatro dcadas perdidas, cuatro dcadas de agudizacin de lainequidad, del saqueo y el latrocinio legal e ilegal, cuarentaoportunidades conscientemente desperdiciadas de corregir el rumbo.Cuarenta aos de neoliberalismo (de derechas y de izquierdas), de

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    deudas externas, de ajustes estructurales, de privatizaciones, deliberalizaciones de mercados, de hipotecas, de desarrollo sostenible,de desregulaciones, de acumulaciones obscenas de riqueza, decapitalismo de casino, de estupidez humana hecha poltica (dederechas y de izquierdas), etc. Siguiendo el smil bblico, cuarentaaos como los cuarenta das del Diluvio Universal Con la diferenciaque, por ahora, no slo no se atisba el arco iris, sino que arrecia lalluvia.

    Despus de 40 aos de lucro sin lmites. Ms all de la

    huella ecolgicaTranscurridos esos 40 aos hoy, la Guerra Silenciosa por laocupacin del territorio de la que hablaba nuestro amigo ManuelScorza ha adquirido una dimensin global. Globales son tanto laguerra de conquista, como su estruendoso silencio. Los partes deesta guerra o no nos llegan, o su significado queda confundido entreel ensordecedor ruido informativo. O quizs sea que los partes nonos dejan ver el todo... Hay quien la define tambin como la ltima

    conquista. Me parece una definicin acertada por cuanto nos haceconscientes de que hoy el capitalismo real est llegando a los confines,a sus ltimas fronteras, o a los lmites de los que hablaba el Club deRoma: los ltimos pueblos indgenas que despus de 500 aosquedaban por colonizar, los ltimos territorios y ecosistemas quequedaban por saquear, los ltimos yacimientos de todo tipo derecursos o bienes comunes (tanto de nuestra generacin como de lasfuturas), que quedan por agotar

    Indonesia: palma de aceite para agrocombustibles

    En el ao 2004 y 2005 la organizacin Amigos de la Tierra de Gran Bretaapublic un informe sobre el impacto de la produccin de aceite de palma.

    Afirm que la explotacin de plantaciones de aceite palma fue responsablede un 87% de la deforestacin de Malasia. En Sumatra y Borneo, unos cuatromillones de hectreas de bosque se han convertido en tierra de cultivo depalma. Ahora se proyecta despejar unas seis millones ms de hectreas enMalasia, y 16,5 millones en Indonesia. () Los bosques de Indonesia

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    desaparecen a un ritmo de 3,8 millones de hectreas por ao, y la tierraconvertida a plantaciones de palma aceitera se ha duplicado durante la ltimadcada a casi 5 millones de hectreas una superficie equivalente a la deCosta Rica.

    Begoa Carrera Ros y Tom Kucharz, Ecologistas en Accin, Lainsostenibilidad de los monocultivos agro- industriales -mayoritariamentedestinados a la exportacin- como la palma de aceite. Madrid, noviembrede 2006

    A lo largo de este artculo insertamos varios cuadros con diferentes

    ejemplos, simples muestras de lo que significa esta Guerra Silenciosaglobal.

    Con el esquematismo forzado por la brevedad podramos definir tresespacios interrelacionados, que conforman el modelo actual deglobalizacin y deslocalizacin, mediadas por el lucro, de laproduccin de bienes y servicios.

    En un primer espacio tendramos los escenarios de la extraccin

    industrializada y transnacional de los recursos (bienes): energa,minerales, maderas, alimentos, recursos biogenticos, serviciosambientales, mano de obra, etc. Son espacios naturales y escenariosrurales, donde este modelo extractivista, como hemos dicho, necesitaarrebatar territorios y yacimientos a las comunidades campesinas y/oindgenas que los habitan. En estos territorios la dinmica endgena

    y la extractivista no caben al mismo tiempo. Y la correlacin defuerzas est muy clara. Como nos contaba Manuel Scorza en los aos70, el resultado es el progresivo desplazamiento y despojo de las

    comunidades campesinas e indgenas, as como de sus formas de vidatradicionales, con la consiguiente degradacin de los ecosistemas.

    En estas ltimas dcadas las comunidades campesinas y/o indgenasno se han limitado a la resistencia, sino que han intentadoorganizarse, rearmarse de razones y alternativas. Conceptos como elde la soberana alimentaria (acuado por la Va Campesina) o el buen

    vivir (desarrollado por los pueblos indgenas de Amrica desde lareconstruccin de su cosmovisin) son el resultado de dursimasluchas, de largos y complejos procesos de rescate de saberes para, a

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    partir de ellos, argumentar sus resistencias ante los poderes polticosy econmicos y construir alternativas a la lgica capitalista. Conmltiples contradicciones, ensayos y errores, con un crecienteprotagonismo de las mujeres e interesantes aportaciones como las delfeminismo comunitario, estas comunidades estn construyendodinmicas que nos demuestran que sta no es una pugna entreatraso y progreso, como intentan hacernos creer desde eldesarrollismo de derechas e izquierdas, sino entre la razn social y larazn lucrativa.

    Hay un segundo espacio donde estamos lo que alguien hadenominado la clase consumidora global:

    Repblica del Congo: coltn y diamantes

    La parte ms importante de los minerales utilizados para producirtelfonos mviles proviene de las minas situadas al este de la RDC. Elmundo occidental est comprando los llamados minerales delconflicto y por este motivo financia una guerra civil que, segn lasorganizaciones de derechos humanos, es la ms sangrienta desde la

    Segunda Guerra Mundial (ms de 5 millones de personas han perdidola vida y ms de 300.000 mujeres han sido violadas). La violenciacontinuar mientras grupos armados puedan financiar su guerraparticular vendiendo minerales.Campaa No con mi mvil, Barcelona, 2012

    Hoy existe un crculo perverso de explotacin de los minerales en laRDC. Los diamantes, por ejemplo, van hasta Sudfrica o a laRepblica Centroafricana, para despus ir a Israel o Blgica, donde

    estn los mayores mercados de diamantes del mundo. El coltn viajahasta Tanzania o Kenia; de ah va a otros pases como China, Rusia,Bielorrusia, donde el mineral es transformado en microprocesadorespor la industria siderrgica. A su vez, estos microprocesadores viajana otros pases como Japn, EEUU, Noruega o cualquier otro pasoccidental donde estn las grandes empresas de fabricacin detelefona mvil.

    Josep M Royo Aspa: En la Repblica Democrtica del Congo slose ha alcanzado una paz sui gneris, Revista Pueblos 2011

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    Ms de 1.700 millones de habitantes del planeta conforman lacategora global de la clase consumidora. En el reverso de lamoneda figuran los 2.800 millones de personas que sobreviven conmenos de dos dlares al da () en este siglo, el apetito consumidorsin precedentes destruye los sistemas naturales de los que todosdependemos y hace an ms difcil que los pobres satisfagan susnecesidades bsicas5.

    Este concepto viene a romper con el modelo esquemtico Norte/Surpara integrar el dato de la existencia de lites y clases mediasconsumidoras no solamente en Amrica del Norte, Europa y Japn.Dicho con un ejemplo: la salida al mercado del ltimo modelo de iPot

    genera ansiosas colas en los centros comerciales de Chicago, Berln,Madrid, Tokio, pero tambin de Shangai, Sao Paulo, Yakarta,Johannesburgo o Delhi Pero en cualquier caso, quienes tienenacceso a l apenas superan el 20% de la humanidad.

    A este respecto nos ha parecido muy interesante incluir en estapublicacin las reflexiones dePedro Prieto en forma de mensaje a losindignados occidentales.

    Una de las principales consecuencias de la crisis financiera iniciada enEstados Unidos en el 2008 ser sin duda, la disminucin a muy cortoplazo de esta capacidad consumidora para amplios sectores de laEuropa del Sur.

    Una de las caractersticas de la gente que forma(mos) parte esta claseconsumidora es que, consciente o inconscientemente consideracomo algo normal o natural el hecho de que prcticamente todo lo quenecesita para satisfacer sus necesidades materiales (tanto las ms

    bsicas, como las ms superfluas) est constituido a partir de materiasprimas o recursos extrados de territorios, regiones, pases ycontinentes ajenos.

    Esta falta de conciencia sobre la deslocalizacin de todo lo queconsumimos implica una doble ignorancia:

    - la de no preguntarse por el precio humano, social, ambiental ygeneracional de esa enajenacin de territorios y recursos (bienes)naturales para la produccin y el consumo a la escala y a los ritmos

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    que requieren los mrgenes de beneficios de las empresas que losproducen y venden. Algo que va bastante ms all de la famosa huellaecolgica.

    - la de no preguntarse sobre la extrema vulnerabilidad y dependenciade esta forma de satisfaccin de todas nuestras necesidadesmateriales, incluyendo las ms bsicas, utilizando territorios yrecursos ajenos. Vulnerabilidad que se oculta tras una falsa aparienciade seguridad ante la actual abundancia y variedad de productos deconsumo que se muestran a nuestra disposicin.

    Amazona ecuatoriana: petrleoEn la Amazona ecuatoriana se encuentran destinadas cerca de cuatromillones de hectreas de bosque hmedo tropical para la actividadhidrocarburfera. Estn concesionados 15 bloques a 11transnacionales. La empresa estatal Petroecuador ocupaaproximadamente 700.000 ha. con sus operaciones en 10 campos.

    Soledad Vogliano, en Proyecto Cultura y Ambiente, Conflictossocioecolgicos, Combustibles fsiles, Ecuador extraccin

    petrolera en la Amazona

    Y en medio de los dos escenarios anteriores estn quienes se llevanrealmente la tajada. Quienes controlan, organizan y dirigen laextraccin y produccin de bienes y servicios deslocalizados. Pero,sobre todo, quienes invierten en estos descomunales negocios, que seesconden tras la misteriosa denominacin de los mercados.Tambin estn las empresas que prestan la logstica a dichos procesos(grandes infraestructuras, comunicaciones, telecomunicaciones, etc.).

    Y, cmo no, quienes, desde gobiernos, judicaturas y organismosinternacionales les dan legitimidad mediante leyes, tratados yacuerdos. Quienes fabrican necesidades, deseos, prohibiciones,sueos, pesadillas, adicciones, seducciones, miedos, neurosis,euforias, premios y castigos, desde la publicidad, la comunicacinsocial o la religin. Y, finalmente quienes mantienen la disciplina dela violencia, tanto la estructural, como la concreta: ejrcitos ycuerpos de seguridad, pblicos y privados, legales e ilegales,terroristas y antiterroristas, fuerzas del Bien y fuerzas del Mal...

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    Otro mundo no es posible sin la solidaridad internacional

    Vctor Toledo se pregunta en su artculo si otro mundo es posible. Aestas alturas esta es una de las preguntas ms pertinentes. Primeroporque el buenismo de este famoso lema del Foro Social Mundial yase va mereciendo un meneo crtico. Y por otro lado, porque antes,aunque sea implcitamente, Vctor ya deja constancia en su texto de lonico que nos ha quedado realmente claro: que este mundo esimposible.

    Pero la respuesta a esa pregunta no depende principalmente, aunquetambin, de establecer exactamente las reservas de petrleo, ni la

    previsin exacta de grados de aumento del calentamiento global, ni deencontrar la piedra filosofal de la energa inagotable. La causaprimera de la crisis global no es el agotamiento de determinadosrecursos, sino el error de otorgarle al dinero (y al poder a l asociado)el papel omnmodo de intermediacin en todas las esferas deintercambios y relaciones inter-humanas, as como entre lahumanidad y la naturaleza.

    La respuesta fundamental no es, pues, tcnica, sino cultural, social y

    poltica. Depende, sobre todo, de la capacidad humana de re-accin,emancipacin, solidaridad y cooperacin, individual y colectiva, localy global.

    Despus de estas ltimas dcadas de desarticulacin sistemtica de locolectivo y lo pblico, conserva nuestra sociedad suficientesyacimientos de todas esas capacidades? Las reservas que nuestrasociedad global pueda albergar todava de solidaridad, creatividad,respeto y cuidado de la vida son una incgnita ms difcil de

    determinar que los yacimientos de recursos naturales. Pero a la vez,ms decisiva Hemos superado ya el pico de la solidaridad o lasolidaridad es un recurso renovable y hay que ver si somos capaces dereciclarlo?

    Los mensajes de los poderes econmicos, polticos y mediticos antela crisis insisten en desactivar al mximo todos los resortes posiblesde la solidaridad, tanto prxima como internacional. Incluso algo tanretrico y contradictorio como han sido las polticas pblicas decooperacin internacional, ha sido prcticamente borrado del mapa a

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    Como resultado de esta actividad urbanstica frentica, Espaa es elpas con el mayor parque inmobiliario de la Unin Europea, aunque

    paradjicamente es donde se registran ms dificultades paraacceder a la vivienda. As, la construccin masiva que se llev entre1987 y 2005 vino acompaada de un incremento en el precio de la

    vivienda de un 250% y el endeudamiento familiar alcanz el 125% dela renta disponible.() la mayor parte de los promotores son los ayuntamientos o losgobiernos regionales.

    Ecologistas en Accin, Ni un metro ms de hormign (2007).

    Quienes en las ltimas dcadas hemos dedicado nuestros esfuerzos deforma organizada a la solidaridad internacional desde una pticacrtica y emancipadora, sabemos que, por infinitas razones, lasolidaridad, el internacionalismo, la ciudadana global no son temasdiferentes a los que se debaten y luchan en nuestra sociedad. Ms bienconstituyen una dimensin fundamental y obligada a la hora delanlisis y la accin transformadora en todos sus mbitos: la

    economa, la educacin, la equidad entre mujeres y hombres, la crisisrural, los derechos laborales, el medio ambiente, la libertad sexual, lasmigraciones, etc.

    Una de nuestras principales aportaciones a esta imprescindible re-accin social puede y debe ser la de substituir el olvido o laindiferencia, que a menudo se da incluso en sectores alternativos, porla empata y el aprendizaje mutuo entre diferentes procesos yexperiencias emancipadoras, por el compromiso de no abandonar a

    quienes, desde diferentes localidades invierten su vida en defenderlo suyo y lo nuestro, es decir, el futuro comn.

    Las comunidades indgenas que en diferentes contextos y continentesdefienden los bienes naturales frente al desarrollismo, consciente oinconscientemente, no solo defienden su futuro, sino tambin elnuestro. Quienes en diferentes partes del mundo estn desarrollandocon xito, por ejemplo, experiencias avanzadas de agricultura urbanaestn abriendo un camino que tarde o temprano deberemos transitarpara un replanteamiento a fondo nuestra relacin con el territorio.

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    Quienes en diferentes pases, las organizaciones de mujeres a lacabeza, estn llevando a cabo diferentes formas de apoyo mutuo,reciprocidad y solidaridad colectivas para resolver los ms variadosaspectos de la vida cotidiana, son gente de la que tendremos muchoque aprender.

    Deberemos abrir los ojos a estas experiencias y, quienes llevamosaos en contacto con ellas podemos y debemos ayudar a tender estospuentes directos. Porque afortunadamente, en todas partes delmundo hay tambin gente que trabaja comprometida einfatigablemente por encontrar formas viejas y vanguardistas almismo tiempo de producir alimentos, de ofrecer e intercambiar

    servicios, de cuidar los bienes naturales comunes, de defenderpracticndolos derechos y libertades, de tejer convivencias, deconstruir ciudadana activa y responsable, de repartir mejor loscuidados y los afectos, de comunicar ideas y proyectos, de crearpensamiento libre y realmente cientfico, de contagiar la sonrisa delcompromiso, de vincular y retroalimentar internacionalmente estasexperiencias7.

    Y, esa es la principal aportacin que hoy podemos y debemos hacer

    con polticas o sin polticas pblicas de cooperacin internacional, consubvenciones o sin ellas, interrelacionndonos con los diferentesmovimientos sociales emancipadores.

    Podemos y debemos contribuir a reparar los cortocircuitos que elsistema produce en la solidaridad internacional, en la concienciasobre la dimensin internacional de las causas, los efectos y lasposibles alternativas de la crisis multidimensional que estamos

    viviendo. Cortocircuitos terribles como los que tambin se producen,

    por ejemplo, cuando sindicatos con influencia entre miles detrabajadores y trabajadoras salen en defensa de REPSOL ante sunacionalizacin en Argentina, en lugar de reclamar su nacionalizacintambin en nuestro pas.

    Habr que reconstruir el concepto de responsabilidad global, ya nocomo realidad virtual fabricada con sabor a realidad a medida delpoder, sino como conexin entre diferentes realidades locales, en lasque diferentes colectivos y seres humanos, mujeres y hombres, dediferentes continentes, a quienes mueven sueos, intereses y

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    necesidades similares, se esfuerzan (incluso se arriesgan) por cuidar ydefender la sostenibilidad de su vida y de las de sus semejantes.

    La deuda ecolgica

    () La biocapacidad de Espaa en 2007 (ltimos datos conocidos, apartir de los cuales se elaboran los ndices que se aplican ahora) seeleva a 1,61 ha. globales por habitante, pero en realidad la economaespaola consumi ese ao 5,42 ha. globales por habitante. Esa ciframarca lo que se conoce como huella ecolgica global. Eso significaque Espaa tiene un dficit ecolgico global de 3,81 ha. por habitante,

    la cantidad de terreno ecolgico que consume sin que sea posibleregenerarlo.() En las ltimas dcadas se ha incrementado el consumode recursos naturales, reduciendo la capacidad del planeta deproveernos de bienes y servicios y poniendo as en peligro las basesde nuestro sistema econmico y social ().(...) Una de las razones que explica la crisis financiera es que elsistema se basa en una imagen distorsionada de la realidad. No

    visualiza el autntico valor, el coste de los productos. Y los actuales

    sistemas econmicos tienen el mismo problema: son incapaces dereflejar su verdadero impacto social y medioambiental. El PIB no nosdice nada acerca del estado del medio ambiente, de la felicidad de lagente o de las desigualdades. El sistema econmico cuenta como

    beneficios lo que en realidad son prdidas para la riqueza natural().Calendario de la Huella Ecolgica, New Economics Foundation,

    Londres 2013

    Este compromiso global debe estar enraizado, por lo tanto, medianteuna imprescindible re-localizacin. En casi todos los mbitos denuestras vidas las alternativas a esta crisis global multidimensionalpasan ineludiblemente por una transicin que nos permita resolvercada vez ms nuestras necesidades materiales e inmateriales en base,en primer lugar al descenso de nuestros requerimientos de consumomaterial y, en segundo lugar al aprovechamiento responsable de los

    bienes naturales y sociales disponibles en nuestro entornorelativamente cercano. Es decir, en una transicin hacia la no

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    emancipacin. En todo esto tambin se requiere un anlisisintercultural y el rescate de experiencias surgidas de otros pueblos ylatitudes, no para copiar, sino para enriquecer nuestro propio caminohacia lo que los movimientos sociales en Amrica Latina denominanel post-desarrollo o el sumak kausay (vivir plenamente). Elartculo que incluimos deEduardo Gudynas sintetiza buena parte delintenso debate que hoy se da social y polticamente en todo esecontinente.

    En las pginas que siguen hemos querido sintetizar un conjunto deanlisis y reflexiones, que nos parecen relevantes para hacerse unescenario sobre los retos a los que se enfrentan nuestras sociedades y,

    sobre todo, para tener una visin integral de los mismos. Eso ya lohizo ms profunda y sistemticamente el compaero RamnFernndez Durn en su ltimo ensayo La quiebra del capitalismoglobal 2000 2030, a quien no podemos dejar de recordar en estosmomentos. Aqu hemos adoptado un formato ms divulgativo,recogiendo artculos y aportaciones, como pinceladas, que seadaptaran a los objetivos de la publicacin.

    Con ella no pretendemos abrumar, sino precisamente, todo lo

    contrario: alumbrar y hacer un llamado a la re-accin. A abandonarla autopista del binomio desarrollo/lucro como medida de todas lascosas, para construir nuevos/viejos caminos colectivos y solidarios.Como deca el ao pasado el lema de una campaa de la izquierdasocial en Guatemala: si no hay camino, lo haremos.

    1Las dems novelas que componen este ciclo son Historia de Garabombo el Invisible(1972), El jinete insomne (1977), Cantar de Agapito Robles (1977) y La tumba delrelmpago (1979). Manuel Scorza muri en un accidente areo llegando al aeropuertode Barajas en 1983.

    2Eduardo Gudynas en La pluralidad del desarrollo sostenible, CLAES, Montevideo,2008.

    3Este horizonte utpico semi-bblico se refleja muy grficamente, por ejemplo, en loscaudalosos ros de leche y miel que prometa y promete el himno del FrenteSandinista.

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    4A su vez, el ecologismo social ha mantenido durante este tiempo una relacin complejade encajes y desencajes con el feminismo y la economa feminista en el imprescindibledebate sobre la sostenibilidad (material y relacional) de la vida, dando lugar adiferentes, e incluso contradictorias, versiones del ecofeminismo.

    5Informe Worldwatch Institute 2004 / Ms ricos, ms gordos, pero no ms felices.6Tambin hace cuatro dcadas de ese exiguo y contradictorio compromiso que nunca selleg a cumplir y que hoy se pretende liquidar:

    Asamblea General de las Naciones Unidas, Resolucin 2626 (XXV) de 1970. Todopas econmicamente desarrollado se esforzar por efectuar cada ao a partir de1972 una transferencia de recursos financieros a los pases en desarrollo igual almenos, en pagos efectivos netos, al 1% de su producto nacional bruto a precios demercado. Los pases desarrollados que no pueden llegar a ello en 1972 se esforzarn

    por conseguir este objetivo en 1975, lo ms tarde (!).

    7Mirando atrs para ver hacia delante, Entrepueblos: 20 aos de cooperacinsolidaria, editado por Entrepueblos, 2008.

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    El movimiento ecologista antela Crisis Global

    Yayo Herrero Lpez, abril 2012Co-coordinadora estatal de Ecologistas en Accin

    Durante los ltimos aos hemos visto cmo cualquier tipo depreocupacin por la crisis ecosocial ha desaparecido de las agendaspolticas.

    La explosin de la burbuja inmobiliaria y el marco de recortes socialescon el que se pretende inflar de nuevo un modelo econmico centradoen la acumulacin, han conseguido sepultar la insostenible tensinque se produce entre una economa que pretende obtener beneficiossin cuestionar la actividad que los genera, y los procesos y dinmicasque sostienen fsicamente la vida.

    La vida humana es profundamente dependiente de la biosfera. Somosnaturaleza y por ello, personas, ciudades, economas o sociedades nose pueden mantener durante mucho funcionando en guerra contra laorganizacin de la naturaleza.

    Pero adems la vida humana tiene una segunda dependencia. Vivimosencarnados en cuerpos que son vulnerables. Desde que nacemos y a lolargo de la vida, sobre todo en algunos momentos del ciclo vital, nopodramos sobrevivir o vivir dignamente si no es porque otraspersonas emplean mucho tiempo y energa en cuidar y atender lasnecesidades de los cuerpos. Somos seres interdependientes.

    Ignorar ambos tipos de dependencia hace que la poltica y laeconoma se empeen en reflotar un modelo econmico que

    precisamente atenta contra las bases biofsicas que sustentan todo lo

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    vivo. Nos encontramos ante una crisis global que es ecolgica, social ycultural. Lo que est en crisis es la forma en la que los seres humanosnos relacionamos entre nosotros y con el resto del planeta. Es unacrisis civilizatoria

    Junto con otro colectivos de pensamiento y activismo crtico, elmovimiento ecologista tiene ante s la tarea de desvelar causas yrelaciones de esa crisis global, de denunciar la destruccin deecosistemas y sociedades que alimenta el metabolismo agro-urbanoindustrial y, junto con otros movimientos, colaborar en lareconstruccin de un mundo justo y compatible con la naturaleza.

    La crisis ecolgica

    Hasta la Revolucin Industrial los seres humanos sobrevivanimitando a la biosfera. Los ritmos de vida eran los marcados por losciclos de la naturaleza y stos eran dinamizados por la energa del sol.La disponibilidad de energa fsil permiti alejarse de estefuncionamiento y acelerar las extracciones y las producciones al

    servicio de un capitalismo incipiente. Esto posibilit un cambioprofundo en el metabolismo econmico y la posibilidad de superar loslmites del territorio en el que se viva mediante un sistema detransporte que permita obtener energa, materiales y alimentacinprocedente de territorios lejanos (Naredo, 2006).

    Apenas tres siglos despus, se ha superado la biocapacidad global.Hemos modificado el sistema que regula el clima de la Tierra; hemoscambiado la composicin y caractersticas de sus sistemas

    hidrolgicos; estamos mermando la magnitud y complejidad de labiodiversidad; y el paisaje y territorio estn sufriendo profundastransformaciones.

    La crisis ecolgica de la que no se habla se plasma en una grancantidad de fenmenos interrelacionados que amenazan contransformar las condiciones biofsicas a las cuales nuestra especie estadaptada.

    No dejes el futuro en sus manos

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    En la base de todos esos fenmenos se encuentra un elemento comn:la incompatibilidad esencial que existe entre un planeta fsicamentelimitado y sistema de produccin, distribucin y consumo, elcapitalista, que se basa en la expansin continuada de la extraccin demateriales y la generacin de residuos.

    El cambio climtico

    Las concentraciones de los gases de efecto invernadero en laatmsfera se han disparado debido, fundamentalmente, a la

    combustin de energas fsiles y a los cambios de uso del suelo. Lacantidad de calor que retiene la atmsfera es mucho mayor y enconsecuencia la temperatura global terrestre est aumentando.

    Este calentamiento est desencadenando un cambio climtico que setraduce en una alteracin global de los regmenes de precipitaciones(cantidad de lluvias, distribucin, fenmenos catastrficos), de lasdinmicas de las aguas marinas (nivel, temperatura, corrientes), delas interacciones que se dan en los ecosistemas, adems de una

    diferente distribucin de tierras y mares por el ascenso del nivel delmar.

    La subida rpida de la temperatura media del planeta influye en losciclos de vida de muchos animales y plantas, que, sin tiempo para lareadaptacin, sern incapaces de alimentarse o de reproducirse. Lassequas y lluvias torrenciales dificultan gravemente la supervivenciade las poblaciones que practican la agricultura y ganadera desubsistencia. El deshielo de los polos derivar en la inundacin

    progresiva de las costas y la prdida de hbitat de sus pobladores. Lareduccin de las poblaciones de determinadas especies animales y

    vegetales repercute en la supervivencia de otras especiesdependientes de estas, y la cadena de interdependencias arrastra atodo su ecosistema. Estos cambios dificultan la produccin dealimentos para los seres humanos.

    De no reducir de una forma significativa las emisiones de gases deefecto invernadero la situacin puede ser dramtica. Pero unareduccin significativa de emisiones en los pases ms ricos, que son

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    los que ms emiten y mayor responsabilidad histrica tienen,significa un cambio importante en los modos de produccin, las tasasde ganancia, el consumo, el comercio y la movilidad en estos pases.

    El agotamiento de los recursos naturales

    Nos encontramos ante lo que hace aos Hubbert denomin el picodel petrleo (Hubbert, 1949), es decir, el momento en el que se haalcanzado el mximo de extraccin.

    Muchos de los yacimientos actuales obligan a hacer prospeccionesms profundas, a crear plataformas en medio del mar o a asumirprocesos de depuracin muy costosos y arriesgados8. Ante estehorizonte de declive, incluso las empresas petroleras empiezan asopesar y poner en marcha fuentes de energa alternativas quepermitan mantener el creciente consumo, recurriendo por ejemplo ala energa solar, la elica o a la biomasa. Sin embargo, ninguna deestas fuentes tiene el poder energtico de las energas fsiles. Sustasas de retorno (la relacin entre la energa que se invierte para

    producirla y la energa finalmente producida) son mucho menores(Ballenilla y Ballenilla, 2007). Eso sin contar con el sustrato fsico demateriales, tambin finitos, necesario para fabricar los aparatos quepermiten la captacin y acumulacin de energa.

    Las energas renovables y limpias pueden satisfacer las necesidadeshumanas pero no a la escala de las exigencias de un modelo deproduccin, distribucin consumo, sumamente energvoro, queadems pretende continuar creciendo (Fernndez Durn, 2008).

    La economa capitalista ha crecido a expensas de la energa barata yaparentemente inagotable que proporcionaba el petrleo (Naredo,2006:47). El petrleo, hoy, es imprescindible en la agriculturaintensiva y en la produccin de insumos agrcolas, lo es tambin en lafabricacin de ropas, casas, muebles, carreteras, envases Lasgrandes urbes son inviables sin energa abundante y barata. Vivimosen un mundo construido con petrleo y su agotamiento, queramos ono, modificar todo el modelo de vida.

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    imposibilidad de que las personas que viven en ellos puedan vivirdignamente.El deterioro acelerado de los ecosistemas y de las condiciones bsicasde existencia de quienes los habitan, estn expulsando a las personas

    y obligando a unos movimientos migratorios sin precedentes. Amuchos pueblos les ha sido arrebatado el derecho a permanecer y se

    ven obligados a emprender el mismo viaje que las materias primas ylos frutos de los monocultivos que se extraen de los lugares dondeantes vivan: el viaje del Sur al Norte.

    La reproduccin social, en crisis

    Decamos en la introduccin que la vida humana tambin est sujetaa una dependencia material de los tiempos de trabajo que otraspersonas nos dedican.

    En las sociedades patriarcales la mayor parte de esas tareasimprescindibles para la vida son asumidas por mujeres,fundamentalmente por la imposicin de un modelo de divisin sexual

    del trabajo que carga a las mujeres, casi en exclusiva, con la tarea deocuparse del bienestar cotidiano y ajustar las tensiones que se creanentre el capital y la vida humana.

    Obviamente, no se puede dejar de atender a las personas ancianas, anios y nias y a las personas enfermas o con diversidad funcional.Dado que la mayor parte de los hombres no se hacen responsables deestas tareas y que los servicios pblicos estn desapareciendo con laexcusa de tratar de recuperar el mismo modelo de crecimiento que

    paradjicamente caus la crisis econmico-financiera, los hogares, yen ellos mayoritariamente las mujeres, acaban asumiendo el ajuste dela crisis y tratando de solventar los peores efectos de la precariedadsobre la vida de las personas.

    Pero la disponibilidad de tiempos tambin tiene lmites. Las mujerescon dobles o triples jornadas tratan de reaccionar transfiriendo partede esos trabajos a otras mujeres de la familia, o, cuando las relacionesde clase lo permiten, a mujeres contratadas que realizan estostrabajos en condiciones casi siempre precarias.

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    Es especialmente notorio el papel que juegan las mujeres migrantesen los trabajos de cuidados. Se crea una cadena global de cuidados enla que estas mujeres que asumen como empleo precario la limpieza, elcuidado de la infancia, de las personas mayores y discapacitadas,dejan al descubierto estas mismas funciones en sus lugares de origen,en donde otras mujeres, abuelas, hermanas o hijas las asumen comopueden.

    Se resuelva como se resuelva, el elemento comn es que la atencin alos cuerpos vulnerables sigue residiendo de forma forzosa en la mitadde la humanidad, mientras la otra mitad, la sociedad, las empresas ylos estados no se hacen responsables de la reproduccin social,

    aunque se beneficien de ella.

    Acumulacin y sostenibilidad: dos lgicas opuestas

    En las sociedades capitalistas se considera produccin todo aquelloque genere beneficio econmico. No importa la naturaleza de lasproducciones que sostengan el crecimiento.

    En nuestros indicadores econmicos cuenta en positivo laenfermedad, la destruccin de la naturaleza o la guerra. Lo que sumacomo riqueza es el beneficio econmico de venta de medicamentos yarmas y los trabajos de reparacin de los ecosistemas. La salud, la paz,el aire limpio y el agua potable accesible no suman en los indicadoreseconmicos. Son invisibles y su destruccin no resta en ningnindicador.

    La lgica que mantiene lo vivo fricciona con aqulla que slo mira losagregados monetarios. La una pretende el mantenimiento de losprocesos vitales y puede contribuir a la resolucin de las necesidadeshumanas, mientras que la otra busca la concentracin de poder y laacumulacin de riqueza.

    Este contrasentido provoca dinmicas profundamentecontradictorias. Quienes hoy nos gobiernan dicen que sus polticas seorientan a conseguir la calidad de vida de las personas y defiendenslo es posible lograr este fin precarizando, retrocediendo dcadas en

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    materia de derechos laborales, sepultando suelos frtiles debajo decemento, tratando los cauces de los ros como si fuesen tuberas deagua

    Dicen los economistas que el proceso econmico tiene como finalidadproducir bienes y servicios que permitan la reproduccin social. Peroa la vez, la reproduccin social se invisibiliza y se relega al altruismoobligatorio de las mujeres en los hogares. Y una buena parte de losque se llaman bienes, en realidad son producciones nocivas para lanaturaleza y para el cuerpo de las personas. Suman como riquezaaunque destruyan naturaleza y materiales finitos y colapsen lossumideros del planeta.

    Salir de la lgica biocida obliga a repensar el mundo desde el prismade la sostenibilidad y la reproduccin social y responder a otraspreguntas. Qu necesidades hay que satisfacer? Cules son lasproducciones necesarias para que se puedan satisfacer? Cules sonlos trabajos socialmente necesarios para ello?

    Los retos del ecologismo ante la crisis global

    Puesto que no es posible un crecimiento econmico indefinido dentrode una biosfera de recursos y sumideros finitos y que los lmites yahan sido superados, el camino hacia la sostenibilidad estforzosamente marcado por la disminucin de la extraccin y lageneracin de residuos.

    Reducir el tamao de una esfera econmica no es una opcin. El

    agotamiento del petrleo y de los minerales, el cambio climtico, losdesrdenes en los ciclos naturales y la saturacin de los sumideros delplaneta van a obligar a ello. La humanidad va a tener que adaptarseen cualquier caso a vivir extrayendo menos de la Tierra, plegndose alo que su produccin cclica puede dar y generando menos residuos.Esta adaptacin puede producirse por la va de la pelea feroz por eluso de los recursos decrecientes o mediante un proceso de reajustedecidido y anticipado con criterios de equidad.

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    Cmo debe ser una produccin compatible con la naturaleza?

    El primer debate en torno a la produccin es el de qu producir ycunto. La produccin debe estar ligada al mantenimiento de la vida

    y no a su destruccin. Por tanto aquellas producciones que satisfagannecesidades para todas las personas sin destruir la naturaleza sernlas que haya que priorizar. La agroecologa, la pesca sostenible, larehabilitacin energtica de la edificacin, los transportes pblicos,los bienes relacionales y colectivos, son campos en ellos que haymucho por hacer.

    Las pautas sobre cmo producir nos las da la propia naturaleza.Riechmann expone que la imitacin de la organizacin natural nosproporciona el modelo para una economa sostenible y de altaproductividad. La economa de la naturaleza es:

    Cclica, totalmente renovable y autorreproductiva, sin residuos, ycuya fuente de energa es inagotable en trminos humanos: la energa

    solar en sus diversas manifestaciones (que incluye, por ejemplo, elviento y las olas). En esta economa cclica natural cada residuo de unproceso se convierte en la materia prima de otro: los ciclos se cierran.(Riechmann, 2005)

    Estas son las mejores pautas para reconvertir los procesosproductivos hasta hacerlos compatibles con la dinmica de lossistemas naturales. Cara a favorecer el cierre de ciclos de materiales,Naredo ha planteado que, adems de registrarse los costes de laextraccin y manejo de los minerales de la corteza terrestre, deben

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    consignarse los costes de reposicin, es decir de transformacin de losresiduos en recursos naturales ya que de los contrario, al no restar enlas cuantas la degradacin, se favorece el deterioro del patrimonionatural (Naredo, 2006).

    En esta lnea, la fiscalidad ecolgica pretende cambiar la base de losimpuestos desde el valor aadido hacia el flujo material que seproduce desde la extraccin de recursos al sistema econmico y laposterior vuelta de los residuos.

    Una vez producidos aquellos bienes y servicios que sean necesarios, espreciso promover los mercados locales y regionales y la distribucin

    cercana. Es una necesidad crucial en un mundo con las fuentesenergticas de origen fsil en declive y con una urgente necesidad dereducir emisiones de gases de efecto invernadero.

    Adems, resulta esencial exigir el principio de precaucin, de formaque no se comercialicen o se extiendan tecnologas o productos que nohayan demostrado de una forma convincente que no son nocivas parael medio y para las personas. En la actualidad ms bien se imponenlas innovaciones y se suponen inocuas hasta que se demuestre locontrario.

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    Un cambio radical en el modelo de trabajo

    En una sociedad que necesariamente tendr que aprender a vivir biencon menos material, que deber adoptar modelo de produccin yconsumo ms sobrio y ms equitativo, es de capital importanciareflexionar sobre qu trabajos son social y ambientalmentenecesarios, y cules son aquellos que no es deseable mantener. Lapregunta clave para valorarlos es en qu medida facilitan elmantenimiento de la vida en equidad. Se trata de un temaespecialmente polmico en un momento en el las personas paradas secuentan por millones y en el que los gobernantes atacan frontalmenteel derecho del trabajo y las conquistas sociales asociadas a l.

    El gran escollo que se suele plantear al habar de transicin haciaestilo una vida mucho ms austero (ecolgicamente hablando) es eldel empleo. Histricamente, la destruccin de empleo ha venido enlos momentos de recesin econmica. Es evidente que un frenazo enel modelo econmico actual termina desembocando en el despido detrabajadores y trabajadoras. Sin embargo, algunas actividades debendecrecer y el mantenimiento de los puestos de trabajo no puede ser elnico principio a la hora de valorar los cambios necesarios en el tejido

    productivo. Hay trabajos que no son socialmente deseables, como sonla fabricacin de armamento, las centrales nucleares, el sector delautomvil o los empleos que se han creado alrededor de las burbujasfinanciera e inmobiliaria. Las que s son necesarias son las personasque desempean esos trabajos y por tanto, el progresivodesmantelamiento de determinados sectores tendra que iracompaado por un plan de restructuracin en un marco fuertescoberturas sociales pblicas que protejan el bienestar de trabajadores

    y trabajadoras.

    Los trabajos de cuidados, que histricamente han realizado lasmujeres, los que sirven para mantener o regenerar el medio natural,los que producen alimentos sin destruir los suelos y envenenar lasaguas, as como los que consolidan comunidades integradas en suterritorio, facilitan el mantenimiento de la vida en equidad y por elloson trabajos deseables. Tambin lo son los que sirven para detener ladestruccin de los territorios.

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    En este sentido, el movimiento ecologista tiene una asignaturapendiente: el dilogo y trabajo comn con el movimiento sindical.

    Aunque ya se van dando tmidos pasos, el recorrido an es corto. Sinembargo es urgente articular y confluir en luchas comunes quepermitan proteger y mantener el derecho del trabajo y, a la vez,reflexionar y proponer otro modelo de trabajo que se ajuste a loslmites del planeta. Explorar cmo realizar una transicin justa es unatarea prioritaria cara a una reconversin ecolgica del modeloproductivo.

    Se hace imprescindible revisar y transformar profundamente el actualmodelo de trabajo para que tambin se reconozca como tal el que

    posibilita la reproduccin social. No basta que con que el cuidado sereconozca como algo importante si no se trastoca profundamente elmodelo de divisin sexual del trabajo. Es preciso romper el mito deque las mujeres son felices cuidando. Cuidar es duro y se hace porobligacin, porque no se puede dejar de hacer.

    En el mbito de la reproduccin social y las tareas domsticas yrelacionadas con el cuidado, los servicios pblicos son esenciales siqueremos que la sociedad en su conjunto se responsabilice de ellos.

    Dejarlos relegados a la individualidad de cada hogar supone que loshombres slo se ocuparn de ellos en el caso de que la correlacin defuerzas en el ejercicio del poder en cada hogar no se resuelva bajo lalgica patriarcal.

    La valoracin y remuneracin justa de estos trabajos es tambinimportante para que los hombres se incorporen. Si los trabajosrelacionados con el cuidado tienen prestigio social y estndecentemente remunerados, casi con seguridad podemos decir que

    los hombres querrn hacerlos.

    Para afrontar esta necesidad, la articulacin con el movimientofeminista es imprescindible. Nuestras sociedades tienen un problemacon la organizacin del tiempo, el espacio y la gestin de lasprioridades. Si hay un movimiento que ha reflexionado sobre tiempo,espacios y prioridades, se es el feminista. Por tanto, el dilogo y elaprendizaje de la riqueza de los feminismos son un asunto deinteligencia colectiva. La bsqueda de sinergias entre ecologismo yfeminismo presenta importantes avances en los ltimos aos.

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    Igualdad y distribucin de la riqueza

    Tradicionalmente, se ha defendido que la distribucin estabasupeditada al crecimiento de la produccin. As se pasaba de puntillaspor la incmoda cuestin del reparto. Sin embargo, hemos visto queel crecimiento contradice las leyes fundamentales de la naturaleza yque no puede tener ms que un carcter transitorio y a costa degenerar una gran destruccin. As, el bienestar vuelve a relacionarsecon la cuestin esencialmente poltica de la distribucin.

    Reducir las desigualdades nos sumerge en el debate abandonadosobre la propiedad.

    Paradjicamente nos encontramos es una sociedad que defiende laigualdad de derechos entre las personas que la componen y que sinembargo asume con toda naturalidad enormes diferencias en losderechos de propiedad. En una cultura de la sostenibilidad habra quediferenciar entre la propiedad ligada al uso de los bienes, de aquellasotras formas de propiedad ligadas a la acumulacin, ya sea en formainmuebles o productos financieros, y poner coto a stas ltima, yaque suponen situar fuera del alcance de otras personas la posibilidad

    de satisfacer necesidades bsicas.

    Cara a limitar la acumulacin y reducir gradientes de desigualdad esfundamental modificar el sistema monetario internacional paraestablecer regulaciones que limiten la expansin financieraglobalizada, regular la dimensin de los bancos, controlar suactividad, aumentar el coeficiente de caja, limitar las posibilidades decreacin de dinero financiero y dinero bancario y suprimir losparasos fiscales de modo que no constituyan vas de escape para que

    los oligarcas siten su patrimonio y negocios fuera de las leyesestatales.

    Apostar por la redistribucin equitativa de la riqueza supone unosservicios pblicos fuertes, una fiscalidad progresiva y que la prioridaddel gasto pblico se oriente al bienestar: sanidad, educacin,proteccin y cuidado de la poblacin.

    En definitiva, se trata de cambiar los criterios que hoy prevalecen porotra racionalidad econmica que se someta a las exigencias sociales y

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    ambientales que permiten el mantenimiento de la vida. Orientar lasdecisiones econmicas hacia la igualdad no es slo cuestin denormativa o instrumentos econmicos, sino de impulsar tambincambios culturales en direccin contraria de los que se han venidoestimulando en las ltimas dcadas.

    En estos el ecologismo social viene trabajando desde hace tiempo conotras organizaciones sociopolticas. Conseguir que la izquierdatransformadora integre en sus propuestas y luchas la dimensinlimitada que forzosamente debe tener la esfera econmica es otroreto del ecologismo, aunque hay que decir que en los ltimos aos sehan producido grandes avances.

    Tejer alianzas: construir mayoras

    En el momento actual, dentro de los movimientos sociales y polticosque defienden la necesidad de una transformacin que conduzcan a lasostenibilidad ecolgica y humana y a la justicia social, la potencia delanlisis crtico de la realidad y las propuestas de cambio no guardanrelacin con las escasas fuerzas que existen para forzar estos cambios.

    Aunque cada vez son ms las iniciativas y movimientos de todo tipoque comparten anlisis y cuyas propuestas son convergentes y noexcluyentes, an se est lejos de confluir y articular una base slidaque exija y apoye los cambios necesarios.

    Si queremos forzar cambios, habr que dar la batalla en el mbito delas ideas, y en la de la prctica econmica, ecolgica, social y poltica.Pero sobre todo ser necesario construir poder colectivo y sumar

    mayoras que puedan impulsar y exigir un cambio. Si no somoscapaces de articular movimiento, lo que venga detrs de estecapitalismo puede ser an peor.

    En estos momentos es preciso resistir y confrontar y a la vez construirexperiencias que puedan servir para reformular el conjunto de laorganizacin social. Hay que mimar las iniciativas alternativas, porpequeas que parezcan. Slo a partir de estos laboratorios de prcticasocial podemos hallar caminos, no andados todava, pero viables.

    El movimiento ecologista ante la Crisis Global

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    Los movimientos sociales debemos buscar acercamientos, aprender aconvivir con algunas diferencias, acostumbrarnos a hacer trechos decamino en una direccin que nos convenga sin romper demasiadopronto porque la meta a la que queremos llegar no es exactamente lamisma. Es mucho ms fcil discrepar que buscar acuerdos, aunquesean transitorios y precarios.

    Los seres humanos evolucionaron gracias a la cooperacin y el apoyomutuo y nosotros seguimos siendo seres humanos, abocados pornuestra propia naturaleza hacia la construccin de relaciones deinterdependencia. Lo nico que tenemos para darle la vuelta a esteproceso loco de destruccin es la construccin colectiva y la bsqueda

    incansable del bien comn.

    8Estos procesos industriales de riesgo pueden dar lugar a catstrofes ecolgicas comoel vertido de crudo en el Golfo de Mxico causado por la petrolera BP.

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    El movimiento ecologista ante la Crisis Global

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    II.Otro mundo es realmente posible?

    Reflexiones frente a las crisis

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    Otro mundo es realmente posible? Reflexiones

    frente a las crisis

    Vctor M. Toledo, 2009(Centro de Investigaciones en Ecosistemas, Universidad NacionalAutnoma de Mxico)

    Primero fue la crisis social la que gener conciencias, reacciones,iniciativas diversas, protestas. Despus vino a agregarse la crisisecolgica y en ntima relacin con ella la crisis energtica. Hoy hahecho su aparicin la crisis financiera, convertida ya en debacleeconmica de escala global, y los defensores de la situacin se quedansin baldes para sacar el agua del buque que se hunde. Son estas crisisfenmenos aislados o por lo contrario no son sino las expresiones deuna sola crisis? La perspectiva histrica, una vez ms, es la que nos

    permite responder a la pregunta, pero no la de cualquier historia, sinola de aquella que logra articular la de la sociedad con la de lanaturaleza.

    Estamos en un fin depoca, entrando a la faseterminal de la civilizacinindustrial, tecnocrtica ycapitalista, en la que lascontradicciones sociales yecolgicas se agudizan y enla que los escenariossorpresivos, inesperados eimpredecibles son cada vezms la norma. Dosfenmenos encabezaban esta crisis de civilizacin: el calentamientoglobal y el fin de la era del petrleo. Ahora debemos agregar la crisis

    provocada, y largamente anunciada, por la voracidad insaciable delcapital. Todas son la expresin de un intrincado conjunto de procesos

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    cuyo devenir ha durado varias dcadas, es decir que conforman unainercia de largo aliento.

    La gran aceleracin: el siglo XX

    El ser humano ha estado presente en el planeta desde hace 200.000aos, un suspiro en la larga, casi eterna, historia de la Tierra. Durantela mayor parte de ese lapso, el hbitat planetario ha sufrido unacreciente presin por parte de la especie humana. Sin embargo, nadaes comparable con lo ocurrido en los ltimos cien aos, un lapso que

    equivale solamente al 0,05% en la historia de la humanidad. Hoypueden identificarse un conjunto de fenmenos sin precedente en lahistoria9 La poblacin humana, por ejemplo, se increment ms decuatro veces entre el ao 1900 y el 2000 al pasar de 1,6 mil millonesa ms de 6 mil millones. Ello supone la llegada cada ao al planeta de77 millones de nuevos seres humanos. A esta velocidad, el incrementode la poblacin humana es (y ser cada vez ms) un factorfundamental para entender la crisis: durante el siglo XX ha habitadoel planeta la quinta parte del total histrico de la poblacin humana

    (viva o muerta).

    Los datos demogrficos, sin embargo, palidecen frente a los de laeconoma mundial. Medida en dlares de 1990, la economa global seincrement 14 veces entre 1900 y 2000, de tal suerte que la economamundial de 1950 ha sido superada ya por la economa estadounidensede hoy, y la economa global de 1900 es equivalente a la economa

    japonesa actual10.

    El uso de la energa, medido en toneladas mtricas de barriles depetrleo, es el tercer gran aceleramiento del siglo pasado: creci 16

    veces. La energa utilizada en el siglo XX ha sido mayor que lautilizada a lo largo de toda la historia de la especie, y diez veces mayora la utilizada en los ltimos 1.000 aos11. En comparacin con losdatos anteriores el uso del agua se elev nueve veces, el incrementodel bixido de carbono (CO2), el principal contaminante atmosfrico,13 veces, y las emisiones industriales 40 veces. De la misma manera laextraccin y el consumo de metales (cobre, zinc, manganeso, cromo,nquel, magnesio, estao, molibdeno y mercurio) han tenido un

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    humana y el ambiente13. Es muy probable que el notable incrementode las alergias, el asma, el cncer, las disfunciones hormonales y lainfertilidad est ligado al uso incontrolado de esas substancias.

    Dentro del panorama anterior, no debe dejar de citarse la produccinde mquinas y aparatos inservibles. Por ejemplo, hoy existen 2.100millones de celulares en el mundo, casi uno por cada tres personas, ydado que el tiempo de uso promedio de cada aparato es de 14 meses,la cantidad de celulares que se desechan como chatarra electrnicaes descomunal: slo en Estados Unidos hay 500 millones de celularesdesechados.

    Los impactos de un experimento sin control

    El uso pacfico o blico de la energa nuclear ya haba sacudido lasconciencias de los miembros ms lcidos de la especie humana. Haciamediados del siglo pasado comenzaron a surgir las primeras llamadasde atencin acerca de los impactos de la modernidad industrial sobrela trama de la vida y los balances ecolgicos del planeta. Durante los

    ltimos cien aos, la especie humana ha modificado y afectado losecosistemas del planeta Tierra de forma ms extensa y rpida que enningn otro periodo de la historia humana. Dos fenmenos destacan:el mayor poder de transformacin adquirido por los seres humanos apartir del uso de los combustibles fsiles (incluyendo la energanuclear) y la lgica o racionalidad que ha dominado este periododurante los ltimos cien aos, que hoy alcanza su mxima expresin,la cual est basada en una voracidad insaciable: la de la acumulacin,concentracin y centralizacin de capital. El experimento

    incontrolable que caracteriza al metabolismo industrial se explicaentonces por los mecanismos insaciables de un mercado dominadopor el capital que echa mano de un gigantesco poder detransformacin, cada vez ms acrecentado por la innovacin cientfica

    y tecnolgica. Y es esta espiral que crece y crece la que se debe detenerpues es la nica manera de poner fin a una etapa y de iniciar otra.

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    La huella ecolgica y la inercia de la era industrial

    La cantidad de alimentos, energa, agua, materiales de construccin ydesechos que cada individuo utiliza y expide a lo largo de un ao,puede ser calculada mediante un ndice conocido como la huellaecolgica creado por M. Wackernagel y J. Rees en 1996. Este ndice esde carcter transescalar pues puede aplicarse a individuos, familias,

    barrios, comunidades, ciudades, pases y a la humanidad entera, ascomo compararse a travs del tiempo, y mide el nmero de hectreasnecesitadas para satisfacer lo consumido.

    Desde 1985 la especie humana traspas, en conjunto, la capacidad del

    planeta para proveer esos satisfactores. Esta presin humana sobre elequilibrio del planeta debe, sin embargo, matizarse pues son lospases y sectores opulentos los que mayores impactos producen, de talsuerte que medida por pases, la huella ecolgica resulta de lacombinacin del nmero de habitantes y de su nivel de consumo. Sitodos viviramos como la poblacin promedio en los pases ricos, elplaneta slo podra soportar 1.800 millones de personas, y no los6.700 millones que viven en la actualidad.

    Contrariamente a lo esperado, la huella ecolgica sigue aumentandodado que el consumo tanto de los pases ricos como de los llamadospases emergentes (China, India, Europa del Este, Brasil, Sudfrica)se incrementa da a da. En 2006, el comercio y el consumo globalesaumentaron a niveles rcord en todo el mundo. Las producciones deacero (1.000 millones de toneladas), aluminio (31 millones detoneladas) y automviles (45,6 millones de unidades), por ejemplo,superaron todas las marcas anteriores.

    Utilizando el parmetro de la huella ecolgica, por un lado, y el ndicede bienestar humano de la Organizacin de las Naciones Unidas, porotro, un grupo de investigadores confeccion un mtodo paracuantificar el nivel de sostenibilidad de los pases, definido comoaquel que alcanza un mnimo grado de bienestar social y un nivel deconsumo que no excede la capacidad de renovacin de la biosfera(bio-capacidad)14. La aplicacin de ese ndice a 93 pases, entre 1975 y2003, revel que, a pesar de los conocimientos acumulados y lasmedidas adoptadas durante ese periodo, la sociedad humana se ha

    vuelto menos, y no ms, sostenible, con excepcin de un pas (Cuba)15.

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    Los resultados tambin ubicaron a Latinoamrica como la reginmenos insostenible del globo.

    El anlisis anterior cobra especial importancia porque viene acorroborar, a escala global, la existencia de un proceso largamenteintuido o sospechado pero no demostrado con cifras o datos: la inerciaaparentemente imparable del metabolismo industrial y su carcteresencialmente depredador de los recursos del planeta. Este anlisisencuentra su correlato en los ms recientes anlisis sobre el cambioclimtico. De acuerdo a los trabajos presentados por varios expertos,

    varios de ellos miembros del IPCC, durante la reunin anual de laAsociacin Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), celebrada

    en Chicago en febrero del 2009, el cambio climtico ser ms rpidoy ms intenso de lo previsto en el ltimo informe de los cientficos deNaciones Unidas (el IPCC), presentado a principios de 2007, el cualfue demasiado prudente o conservador.

    Otro mundo es realmente posible?

    El metabolismo industrial se ha convertido ya en un irrefrenable

    movimiento expansivo, en un permanente creador de entropa odesorden; ha generado innumerables nuevas articulaciones entre losfenmenos sociales y los naturales, ha impulsado nuevos efectos decarcter multiescalar (de lo local a lo global y viceversa), y haterminado por convertir al mundo moderno en un complicado eincomprensible calidoscopio de crisis cada vez ms concatenadas yamplificadas.

    Con la consolidacin del capitalismo industrial, cuyo pinculo

    estamos viviendo, el hbitat planetario ha entrado en una fase crticade aceleracin y descontrol. Los fenmenos globales inducidos por lacivilizacin industrial, han trado un sinfn de ventajas y nuevas einimaginables posibilidades, pero tambin han hecho del hbitatplanetario un espacio cada vez ms inseguro, incierto y peligroso. Ladestruccin de la variedad de la vida (biodiversidad), el agua cada vezms cara y escasa, el aire y los mares contaminados, los alimentosinsanos, las substancias y las tecnologas peligrosas, as como loscambios climticos inesperados y catastrficos, se combinan ya con la

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    quiebra de empresas y corporaciones, las recesiones econmicas y ladevaluacin de las monedas.

    La crisis mltiple que sufre el mundo contemporneo obliga areplantear innumerables aspectos del entramado social y de susrelaciones con el mundo natural, y ello vuelve anacrnicos a buenaparte de las propuestas tericas y prcticas de los sectoresantisistema. Toda solucin parcial o unidimensional es ya unainterpretacin reduccionista, limitada e intil. La crisis de civilizacinque hoy vive la especie humana es antes que todo una crisismetablica, en tanto que atae al entramado de innumerablesdimensiones. No hay pues solucin econmica, tecnolgica,

    energtica, social, poltica, institucional, epistemolgica o ambiental.Si hay fuerzas que enarbolan el lema de que otro mundo es posible,es decir, que las crisis son superables, entonces ese mundo visualizadodebe construirse sobre la justicia social, el respeto a la naturaleza, lareconfiguracin de los sistemas financieros, el cambio de fuentesenergticas, la autogestin local y regional, la creacin de nuevastecnologas y sistemas de conocimientos, etc.

    Hoy se requieren cambios en todas esas dimensiones de la realidad,

    orquestadas por un nuevo paradigma poltico que deje atrs losatavismos que an dominan los movimientos antisistema y elpensamiento crtico. Este nuevo paradigma poltico debe basarse enuna concepcin que contemple tanto la explotacin entre los sereshumanos como entre aquellos y la naturaleza. Frente a las mltiplescrisis, un proyecto alternativo o, si se prefiere, una modernidadalternativa, est obligado a dos cosas: en primer trmino a organizarla resistencia ciudadana, y en segundo lugar a construir el podersocial.Ambos se encuentran indisolublemente ligados.

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    El poder social se construye poniendo en juego tres elementos enproyectos concretos: la solidaridad, la organizacin y el conocimientocientfico y tecnolgico. Cada uno de ellos es necesario pero nosuficiente. Ello implica gestar modos alternativos de vida basadosen la autogestin, la autosuficiencia, la diversidad, la democraciaparticipativa y la equidad, por medio de los cuales los individuos, lasfamilias, las comunidades recuperen el control sobre los procesos queles afectan, es decir, disminuyan el riesgo al que los ha condenado a

    vivir la sociedad dominada por el capital.

    La micropoltica domstica

    La construccin del poder social comienza en la edificacin de unhogar autosuficiente, seguro y sano, que comparte con muchos otroshogares una misma micropoltica domstica. Ello se logra mediantela implementacin de acciones en relacin a la alimentacin, la salud,la vivienda, el agua, la energa y el ahorro y el crdito, todo lo cualsurge, a su vez, de la toma de conciencia, ecolgica y social, de uncambio de actitudes, y en fin de la adopcin de una nueva filosofa por

    y para la vida.

    En el caso de la alimentacin se trata de que el hogar alcance, dondele sea posible, el autoabastecimiento de alimentos sanos, nutritivos yproducidos bajo esquemasecolgicamente adecuados(agricultura orgnica osostenible) o la obtencin deaquellos de redes y mercadossolidarios, justos y orgnicos.

    El hogar debe buscar tambinla autosuficiencia en agua yenerga, lo cual implica laadopcin de tecnologasadecuadas, limpias, baratas yseguras. La vivienda debe estarconstruida con materialeslocales, no txicos y producidos bajo frmulas ecolgicamentecorrectas. Finalmente, la salud se alcanza mediante la accin conjuntadel consumo de alimentos sanos, materiales no txicos, agua limpia,

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    adecuados dispositivos sanitarios y el empleo no de una sino de variastradiciones mdicas (desde la acupuntura, digitopuntura, homeopata

    y herbolaria hasta las diferentes medicinas industriales).

    Los hogares autosuficientes, sanos y seguros conforman las clulasltimas del poder social y slo alcanzan a realizarse cuando formanparte de redes, asociaciones, cooperativas o comunidades deterritorios bien definidos. Estos ltimos representan un segundo nivelde organizacin social y surgen de la agregacin solidaria de losprimeros. Un tercer nivel puede alcanzarse cuando se logra laarticulacin a escala de barrios urbanos, ciudades pequeas,municipios y microregiones y as sucesivamente. Todas estas formas

    de organizacin se alcanzan ms fcilmente cuando existe laparticipacin de agentes tcnicos: investigadores, promotores,animadores. Sin la construccin del poder social, la toma del poderpoltico (que corre en paralelo) se ve limitada a sus accionesreivindicadoras, incluso se torna inocua o disfuncional al estardominada o controlada por las fuerzas antisociales (como losmercados dominados por el capital).

    En suma, la crisis de civilizacin que hoy vive el mundo

    contemporneo y cuya dinmica opera en ritmos mucho ms lentos alde los procesos polticos y sociales habituales, slo ser superable bajoesquemas tericos renovados y mediante acciones polticas de nuevocuo. Ya no bastan las frmulas convencionales que an dominan losmovimientos antisistema, incluyendo las de los sectores consideradoscomo los ms avanzados (como el neozapatismo). Si otro mundo esposible este ser el de una democracia solar participativa eincluyente; con una tecnologa que imite los pulsos de la naturaleza,un conocimiento holstico en el que pensar y sentir sean las dos caras

    de la misma esfera, un sentido de equidad que incluya al resto de losseres vivos y, en fin, una sociedad sostenible dominada por formas de

    vida orgnicas. Estamos ante una tarea descomunal y urgente. Ese esel tamao del reto.

    9 J. Mc Neill, Something New Under the Sun: An Ecological History of the 20th

    Century World, Penguin Books, Londres, 2000.

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    10Ibidem.

    11Ibidem.

    12V. M. Toledo, Ecologa, espiritualidad, naturaleza, Jitanjfora Ediciones, 2006.

    13El Pas, 25 de septiembre de 2005, p. 21.

    14D. Moran et al, Measuring sustainable development. Nation by nation, EcologicalEconomics, 64, pp. 470-474.

    15Vase: http://www.footprintnetwork.org/hdief.html

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    III.Dejar de crecer para empezar a evolucionar

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    Dejar de crecer para empezar a evolucionar

    slo tenemos que consumir menos, vamos a consumir menos porque,como no hemos sabido gestionar los recursos, stos van a descender

    y toda nuestra tecnologa no va a poder hacer nada para evitarlo.Debemos dejar de ver los problemas ambientales como una opcinromntica y que concierne nicamente a la salud, el bienestarespiritual o el de futuras generaciones. El problema ambiental estambin econmico y es ya de esta generacin. Si no sabemosreaccionar ante los lmites del crecimiento lo que nos espera no es sloel deterioro del medio ambiente, sino tambin la pobreza, lasuperpoblacin, el hambre, el deterioro tecnolgico y la guerra; todosellos consecuencias lgicas de la escasez de recursos.

    La experiencia de estas dcadas de bsqueda del desarrollosostenibleest mostrando que intentar aunar crecimiento econmicoy ecologa en un planeta limitado es intentar cuadrar el crculo ybuscar excusas para no ver lo evidente. Sin embargo, esterazonamiento tambin se puede dar la vuelta y convertirse en unmvil para la accin y para un optimismo consciente. Si estas ltimasdcadas no hemos podido solucionar los problemas ambientales apesar de lo graves que son, no es porque no tengan solucin, esporque, sencillamente, no hemos querido aplicar la solucin que

    mostraron claramente los primeros estudios de los aos 70: parar elcrecimiento econmico.

    Por todo ello, en este articulo me gustara hablar principalmente detecnologa, para poder desmontar el mito de la salvacin nicamentetecnolgica, y tambin intentar vislumbrar cmo podramos disearuna sociedad realmente sostenible.

    Si uno lo piensa detenidamente, es lgico que los estudios sobre los

    lmites del crecimiento no fueran tenidos en cuenta en los aos 70.Estos estudios hablaban de stocks, es decir, de todos aquellossistemas como las pesqueras, la atmsfera, las minas, o las tierrasfrtiles que nos proporcionan recursos o absorben nuestros desechos.Un stock es como una cisterna llenada por el agua de lluvia quenosotros podemos vaciar abriendo un grifo para satisfacer nuestrasnecesidades. Es obvio que si extraemos ms de lo que consiguellenarse, el nivel de la cisterna baja y, cuanto ms bajo es el nivel, mscostoso es extraer de ella. Hacer ms grande el grifo proporciona unafalsa sensacin de abundancia. Da la impresin de que existe ms

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    riqueza, pero solamente se est vaciando ms rpidamente la cisterna,corriendo el riesgo de vaciarla completamente y quedarsedefinitivamente sin ella.

    En los aos 70, la sociedad mundial llevaba dos dcadas viendo unconstante aumento de los flujos de extraccin de recursos naturales,que se haba acelerado notablemente con el uso del petrleo. Losgrifos de recursos naturales se hacan cada vez ms grandes graciasa la tecnologa y, aunque algunos cientficos avisaran de que lacisterna se estaba vaciando, los ciudadanos y los lderes slo vean uncaudal extraordinario que aumentaba cada ao y haca soar acientficos, ingenieros y cineastas con futuros de coches voladores,

    robots humanoides y viajes espaciales.En aquellos aos se pensaba que los recursos naturales podran serfcilmente sustituidos por el avance tecnolgico y si el carbn, elpetrleo y los minerales escaseaban, ya tendramos tiempo desustituirlos por la energa nuclear, o por tecnologas que permitieranutilizar otros minerales o incluso de ir a otros planetas a extraerrecursos. Tampoco parecan demasiado importantes los recursosextrados de los ecosistemas como maderas, pesca o alimentos. La

    revolucin verde haba conseguido aumentar extraordinariamentela produccin agrcola a base de usar tractores, abonos nitrogenados,irrigacin y mejora genrica qu impeda que se pudieran seguiraumentando los rendimientos a base de avance tecnolgico?

    A principios del siglo XXI estamos empezando a ver que eseoptimismo basado en el progreso tecnolgico era exagerado.Seguimos dependiendo de los combustibles fsiles igual que en losaos 70 (para ms de un 80% del consumo) y vemos que, cuando se

    baja a las tecnologas concretas, la sustitucin de unos recursos porotros no es tan sencilla.

    Segn la FAO, por ejemplo, el 75% de los recursos pesquerosmundiales estn actualmente en peligro de colapsar o ya lo han hecho.Podemos pensar que no hay problema porque, en teora, es posiblesustituir la pesca por piscicultura. Sin embargo los alimentos para lacra industrial de peces tienen que salir de algn lugar y actualmente,en su mayora, salen de otras especies marinas, lo que significa mayorpresin sobre los ocanos ya muy esquilmados. Incluso si

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    Dejar de crecer para empezar a evolucionar

    consiguiramos que el pienso de los peces saliera de alimentoscultivados en tierra, estaramos detrayendo unos nutrientes quepodran ir a la alimentacin humana o animal o a ser compostados yenriquecer las tierras. Tambin podemos pensar que es posiblesustituir los plsticos por materiales extrados de plantas, o la maderacon materiales sintticos extrados del petrleo, pero si todos, tanto elpetrleo como los bosques como las tierras frtiles estn ya cercanosa sus lmites de explotacin con qu sustituimos? Adems, en laltima dcada se puede constatar que varias tecnologas en las cualesse haban depositado esperanzas estn teniendo resultadosmediocres o tienen ms ventajas que inconvenientes (agroqumicos,ingeniera gentica, pilas de combu