XXIII Pregón al Costalero. Baeza 2016.

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XXIII PREGÓN AL COSTALERO. Tertulia Cofrade ‘El Capirote’ - Baeza, cuaresma de 2016. Juan García Cuevas. 1

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Veintitrés pregón al costalero para la Semana Santa de Baeza, pronunciado por Juan García Cuevas el 27 de febrero de 2016.

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XXIII PREGÓN AL COSTALERO. Tertulia Cofrade ‘El Capirote’ - Baeza, cuaresma de 2016.

Juan García Cuevas.

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Al cielo. (Leyenda del llamador del paso de Cristo de la hermandad de la Vera Cruz)

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A Maria Isabel García, doctrina viva de fe, firmeza y felicidad al acontecer de la vida.

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Dignísimas autoridades eclesiásticas y civiles.

Señor Presidente y Junta de la Agrupación Arciprestal de Cofradías y Hermandades de Baeza.

Hermanos Mayores de las distintas Hermandades y Cofradías de la Ciudad.

Presidente y Junta de la Asociación Cultural Tertulia Cofrade ‘El Capirote’.

Cofrades todos.

Señoras y señores.

Capataz.

Queridos jóvenes.

Buenas noches.

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Gracias por honrarme con su presencia en esta áspera noche.

Dice una poeta y escritora estadounidense;

‘Si no tuviéramos invierno, la primavera no sería tan placentera.’

Anne Bradstreet.

Gracias Jose Juan por tu cálida presentación.

Por tus verdaderas pero grandes palabras que no son de mi talla.

Aunque amistando con quien bien me conoce, no dudaba en que ibas a alegrar mi gesto.

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Siempre fuiste sonrisa,de esa alegría tan tuya

de la herida que se curaen tu belleza sin prisa.

Alta torre que divisael devenir de tu vuelo

siempre vuelves por febreroal granar de una amapola,se va acercando la hora

de anhelarte como al cielo.

Eterna espera calladade tiempo eternizado.

No te marches de mi ladoque la luna ilusionada

otra vez está empeñadaen percibir tu silencio,

es más, yo lo presencioy no sé si es ilusoria

que de la misma gloria,apenas lo diferencio.

Fría siempre tu tez,con la niebla de vigía

tanto de noche y de díala misma pareces ser.

Aunque vistas de niñez,ríos de ceguera inunda

el sol cuando desenfundala tarde que está al caer.

Difícil de retener,enamorada pareciera

de la misma primaveracuando a ti te viene a ver.

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Fugaz estrella perdida,vista que se echa atrásbuscando como atraparlos recuerdos que traía,

los que quedan en la vidacuando otro año se va.Y digo entonces, ¿ya?

Si de la mano la he tenidojugando como un chiquillo

veintitrés madrugas’.

Yo no vengo a contarlo que tú cuentas mejor,tú has querido mi voz

y el corazón vengo a vaciar.Habla tú en mi lugar

culmen de mi camino,que yo en ti me definocon nervios para surtir,

menos mal que al escribir,el amor intervino.

Sabes bien de mique no valgo de pregonero,

fotografiarte prefiero,y yo al papel temí.

Aunque sí he de decir,y esto es bien certero,

que el sentir más sincerofue sin cámara, supón,

fotografié desde el corazónrevelándote un te quiero.

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Bendita y noble esta tierra que nos sostiene, que piso en mi día a día porque aquí tengo gran cosa de lo que quiero hoy, y quiere el resto de mi. Marco incorporable de un lienzo renacentista con pinceladas de fe inmersa, en cada uno de sus detalles. Rima de Andalucía y perla de España que viste por los abriles más bella de lo que por si es. Escondite de tanto amor en tus calles y tanta luz en tu saber hacer, que escuchas y sabes dar la perfección de vida que en ti se requiere. Vuelve siempre y, espéranos. Que queremos el lirismo de tu armonioso encanto para en él descansar nuestro porvenir.

Y pusiste tú para mi,en la calle Platería,

un vástago de alegríaque intervino mi devenir.

Una casa donde allí,forjé mis primeros pasos,vencí tus lentos ocasos

fuese en marzo o en abril.Una mano para vivir

desde enano lo que anhelo,a vestirme de nazarenoentre tanto yo aprendí.

Por eso quiero que así,me dejes tú dedicarle,

aunque no llegue a nombrarlesu nombre es para mi,la causa de estar aquí.

A ella.

Que hace bueno lo maloy en su suspiro callado

siempre encuentro un morir.Qué te voy a decir.

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Si eres casa para huir,puerto para anclar,

la barca que en el marno encuentra su devenir.

Un libro donde escribiry profesora para enseñarla lección donde estudiar

el arte de vivir.

Mujer para elegir,diestra en escuchar,lugar para guardar,las penas y el sentir.

Sueño con el que dormir,sonrisa para despertar,

brazos a los que abrazary el día concluir.

Eres cura para sanar,un escudo para impedir,que no se puede suplirporque perfecto es ya.

Conocedora de mi.

En ti no existe el sufrirporque antes está el amar,

el que llega a traspasarel broquel de mi sentir.

A quién le iba a dedicar,si no fuese a ti.

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Sólidos cimientos fragüé, cuando el día claro amanecía, y al balcón me asomaba con ritmo alegre esperando ver el sol brillar, aunque más que brillar, traspasaba el alma y la aclaraba, dotándola de una infinita paz en la que regocijaban a la vez, nervios de criatura inquieta.

Era miércoles y estabas bien guapa, como cada miércoles. Te tenía y no daba cuenta de que en horas iba a saberte, como tan rápido sería el perderte, pero tan placentero el tenerte. Ninguno sabíamos que tú, tenías lo que tienes, aunque siendo como eres, sería raro que a ti te faltase.

Dejé caer mi hábito sobre los hombros, como se descansa un largo trabajo, como se suspira la espera que se recrea en largos obstáculos, como un fin concluido que goza de su meritorio distinguido. Cubrí mi rostro con el anonimato de mi fe, circundando mi cuerpo con cíngulo carmesí, calcé mis pies con el frío de tu suelo arrugado, por el que marcaría un andar rápido y fuerte. Despedí mi presencia con un beso, porque siempre me gustó llegar antes de que caducase la espera. Doblé a la izquierda la última esquina con la seguridad de que ahí te encontraría. Agaché mi puntiagudo capirote para traspasar lo que nos separaba, alcanzando una impresión inenarrable y digna, que no por repetida, quedaba exenta, de ser encumbrada a la categoría donde lo excelso ocupa lugar, agitando así mi conciencia, dada la proximidad de un Dios que podía intuirse, e incluso palparse.

En ti nada tambalea,porque tu equilibrio es perfecto

y en tu madero que es recto,nuestra fe se recrea.

Como la brisa que ondea,olvida el alma cohibida,

vive Dios en la vida,dando forma a tu esbozo.En ti no hallo otro gozo

que el seguir de tu Caída.

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Dóblese toda rodilla,semejándose ante Él,siendo un hombre fiel

nacido en tierna semilla.Trajo consigo la anilla

que engarza la tierra y el cielo,huélase el retornelo

que impregna su pasar,te sueño un día abrazar,levantándote del suelo.

Inhiesto sentir en tus calles, semejante a los recorridos tan reales, de las venas que surcan la madera de tu innegable veracidad, porque quien te hiciese, puso en ti su todo y rindió sus manos en las tuyas, para caer en esta bendita tierra que hoy rinde mis palabras a ti.

Porque ante ti, todo se rinde.

Rindieron por ti mis nerviosque mi cuerpo recorrían,que a mi alma encogíanllamando a mis desvelos.Murieron todos mis celosy rindieron mis lamentos,que como cual tormentoel corazón me apresaba.Se iban como llegaban,

cuando notaban tu aliento.

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Rendías el sufrimientode los pecados escondidos,de los momentos sufridosen tu camino que es lento.Y a la vez preso del viento,rendías las horas calladasde esas premisas soñadasque sin fin, tristes morían,

en el alma ya vacía,con oraciones selladas.

Rendiste ante ti los que pasany ni siquiera te miran.

Porque por ti hasta suspiranlos que en tu fe no descansan.

Sollozando a tu Esperanza,llena de Gracia prendida,rinde el dolor su herida

que se cierra cuando pasas,como el molino que amasa

la adversidad de la vida.

Rendiste en gotas la ceraque tu camino alfombraba,como ejercito que alistaba

en fila de dos cayera.Rendía la voz a cualquiera

el cruze de tu mirada,en Él nunca cesaba

lo imposible de parecer,siempre triunfaba el querer

de los sueños que se amaban.

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Rendiste al saetero, y a su saeta aplaudida,

que de el interior surgidaalcanzaba ya su vuelo.Como un pájaro ligero,es un piropo sentido,ríndase en el olvido

sonora voz desgarrada,de un dogma bañada,

refugiándose en tu nido.

Rendía la musica por ti,misereres que armonizande un tiempo que raíza el árbol donde morir.No me dejes sin oír,

el compás de tu latido,mantenme en ti sostenido

con partituras de amor.Aunque yo sea bemol quiero sonar contigo.

Te aliento como suspiro,cuestionando mi existirintentando en ti evadirlas veces que me retiro,y al verte cuando te miro

me sale solo decir;que vales para resumira Dios vivo en verdad,gozando su brevedad

sin nada más que añadir.

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Y cuando ya creía, que lo había visto todo, que había gozado de tu inmenso momento de perfección allá donde lo hubiera; quedaba lo que le daba, sentido a todo, la luz, el amanecer, el empeño de volver a oír una llamada que en golpe seco sonaba, despertando la sincera bondad de una madre. Qué sencillez en tu altanería, qué silencio en tu estallido, qué calma en tu premura, de mi, cual locura, corriendo estaba el chiquillo.

En el fluir lento de la noche, como una larga abreviatura llamaste a ti mis desvelos para enfrentarles a lo que tú, tanto ofrecías. En la historia de tus años creciste y aprendiste a enseñar a los tuyos cuánto bien, podías dar a los demás.

'Porque el que no ama a su hermano, al cual ha visto, ¿cómo puede amar a Dios, a quien no ha visto?' (1 Juan 4:20).

Puertas abiertas a la fe,sin aldaba para sellar,el alma de par en par

a tu vida entregué,más mi llama avivé

en tu rescoldo sagrado,sostenme siempre avivado

en tu hoguera que me auxilia,no me apartes la familiaque tú pusiste a mi lado.

Escuela feraz de credo,camino recto hacia ti,enanos que con reír

almendran el habil granero, brotando un vivo relevo

acunado entre tisú,brilla en su pecho la luzque al aire besa colgada

y al hombro izquierdo apoyadasu arbórea y santa cruz.

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Me fuiste cuestionando la felicidad de mis días, porque aunque feliz sería, tú siempre estabas empeñada en darme más de lo que merecía. No ocaso, habiendo dejado caer mis párpados escasamente dos veces, rompí la madrugada cuando en toda su oscuridad se esparcía y dispuesto a robarle el despertar más grato, até fuerte los cordones de mis zapatillas, ciñendo en un abrazo de protección los preces que en oración, no doblarían mis rodillas. Y como un riachuelo que en su ilusión, llega a morir al mar, surqué sin remar, la corriente que me llevaba hasta el ágil poder de convicción que derramas. Me fue ganando tu luz, me fue ganando tu paz, me fue ganado tu libertad, como libre hace el amar.

Parecía la antesala de lo celestial, un prolijo cancel donde se respiraba una inminente percepción omnipotente. Una sagaz zancada donde cabe el amparo de cuales cirineos buscamos tu socorro y el nuestro propio. Entre esbeltas columnas se delimitaba el firmamento y al acontecer de lo sutil, destacaba la causa y principio de todo.

La faja bajo mi brazoera la cruz que tomaba

que por seguirte enfajabay a mi cintura le engarzo,

como eslabones que enlazocada año a tu cadena,cuánto merece la pena

sobre los hombros sentirte,no hallo lo que decirtepara acabar mi poema.

Llamaste entonces a mi, no meritorio de tal laurel,

sabías como la mielentre un olor de alelí,

sembrado estaba el jardínentre rosas y azucenas.Tu pasión nos envenenasin encontrar una cura,contigo estaba la luna,

desahogándose sus penas.

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Alumbraste al poderosoporque en ti todo se alumbra,

derrotando a la penumbrael sufrir de tu sollozo.

Pinta el cielo su sonrojo,al rocío que se evapora,va marcando ya la horalas manecillas de Diosantes que salga el sol

estará siempre la Aurora.

Torpes palabras sembréen mis surcos de pecadocomo un tallo quebrado

mil pecados abogué,riégame con tu fe

y sálvame en tu interior,bello tallo de flor

puro e inmaculado,tenme siempre espigado

en tu campo sin dolor.

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Difícil razonar tal percepción, poner pies a la fe, es andar el credo de tu doctrina, es avanzar con el impedimento que roba el elevarse a la categoría de lo soberbio. Es el sustento donde enjugar el quebrantar de la culpa. Es suplicar un rezo de continuo vis a vis con Dios. Es sentir la soledad de uno mismo en el navío que rebosa multitud. Es lograr ver la claridad en la ceguera de tu crónica.

Cuántos sosiegos habrá templado el padecer de tu peso. Cuántos pecados habrá sanado el elevarte hasta el cielo. Cuántas caídas habrá amparado el refugio de un palio. Cuánto amor tan sincero se ha revelado en el agotar de tus pasos. Cuánta amistad habrá cicatrizado el trabajar bajo un faldón. Cuánta pasión se habrá quedado en el colador de un respiradero. Cuántos segundos de tesón habrán cabido en un alza pausada. Cuánta sed habrá borrado el sudor de un sacrificio. Cuántas confesiones con uno mismo habrá escuchado nuestra alma. Cuánta suerte tiene esa anciana cuando el llamador atracar en su puerta. Cuántas lágrimas borradas por racheo de una suela. Cuántas partidas en un beso hasta el concluir de tu camino. Cuántas izadas de tela buscando a su padre, la ilusión de un niño, en una pausa. Cuánta protección habrá viva bajo la anchura de un manto. Cuánto coraje hallará el varal de tus horquillas. Cuánto valor amasado en tus costales de tela. Cuánta escuela en tu último domingo. Cuánta herencia recibida en el ceder de cada generación. Cuánta oración inyectada en el sufrimiento más franco. Cuántos abrazos verdaderos, cuántos abrazos de gratitud en el culmen de tu gloria. Cuánto en una semana.

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Cuántas acuarelas con brilloen mil ojos habrás pintado,y en tu mecer has mimadoal más travieso chiquillo.

Haz sonar tu martilloque reza el versar de tu credo.

Debe haber en el cielouna cuadrilla que ensaye,en el lacrimal de tu valle

el arte del costalero.

Eso eres tú, aquí estás tú.

En la pena que se eleva, en la bambalina que se mece,

en la jarra que florece envidiando la primavera.

Se consume como la cerala vida que se deshace.

Parar el tiempo que se esparcees lo que quiere mi mente.

Hablándote de tú, porque solo tienes veinte,no mientas lo que te miente

que de ti no quiero partir,solo me toca seguir,

andando siempre de frente.

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Enmudecida callabasante el reloj de tu espera,como sonrisa cualquieraal pasar me alegrabas.

Condené lo que amabasy ahora todo concuerda.

No dejes aunque me pierda,olvidarme de tu voz.

¿Quién te vio,y no te recuerda?

Por tierra tienes un cielo,por cielo una capilla,cincelan tu canastilla

los ángeles carpinteros,ser costalero quiero

en tu paso donde rezami fe que se embelesa,al sonar del llamador,

el capataz que manda es Diosy está llamándote, Baeza.

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Juan García Cuevas. Exaltador del pregón al costalero para la Semana Santa baezana.

Baeza, a veintisiete de febrero del año del Señor de dos mil dieciséis. Año de la Misericordia.

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